Está en la página 1de 32

17/01/2023

Los conflictos entre el derecho al honor, la intimidad personal y la


propia imagen y las libertades de expresión e información ¿son
derechos fundamentales irreconciliables?
Ramón MÉNDEZ TOJO
Juez Sustituto de la provincia de A Coruña
Diario La Ley, Nº 8573, Sección Dossier, 1 de Julio de 2015, LA LEY

LA LEY 4411/2015

Resumen
En el presente trabajo se realiza un análisis, desde el punto de vista jurisprudencial,
sobre la colisión que se produce entre los derechos fundamentales y personalísimos al
honor, la intimidad personal y familiar y la propia imagen y los derechos a difundir
información veraz y a expresar, libremente, las opiniones, ideas, críticas, etc., respecto
a una persona determinada. Inicialmente se podría entender que los derechos derivados
de la esfera privada e íntima de una persona (como los mencionados derechos al honor,
intimidad personal y propia imagen) son difícilmente conciliables con el derecho a
hacer pública información relacionada con dicha esfera íntima y privada y con el
derecho a expresar libremente la opinión, auténticos pilares de nuestro sistema
democrático y del Estado de Derecho, pero ¿qué ocurre si la información tiene
relevancia o interés público o el afectado es una persona pública? ¿Y si afecta a un
menor de edad o incapacitado? ¿Qué ocurre con los reportajes con cámara oculta que
hoy día se emiten en diferentes medios de comunicación? ¿y los casos en que se hace
pública una determinada enfermedad de una persona? ¿Cómo realizan nuestros
Tribunales el juicio de ponderación entre los derechos fundamentales en conflicto?
Estas y otras cuestiones son a las que se pretende dar respuesta con el presente
análisis.

I. LOS DERECHOS AL HONOR, INTIMIDAD Y PROPIA IMAGEN Y LAS


LIBERTADES DE INFORMACIÓN Y EXPRESIÓN: EL ETERNO CONFLICTO
Cabe afirmar, en primer lugar, que los derechos al honor, intimidad y propia imagen, aquí debatidos,
se integran dentro de los derechos de la personalidad (que se caracterizan por ser privados,
inalienables, imprescriptibles, e inherentes, por tanto, a la persona humana por el hecho de serlo)
diferenciándose, dentro de ellos los que se circunscriben al ámbito físico (derecho a la vida,
integridad física, derecho a la libertad…) de los que se circunscriben al ámbito espiritual o moral,
entre los que se encuentran los que ahora nos ocupan (1) .
Se reconocen en el art. 18.1 de la Constitución Española y, como sucede con los derechos de la
personalidad, se basan en la dignidad humana reconocida en el art. 10 del texto constitucional.
Tratándose de derechos públicos de carácter subjetivo surge la obligación del Estado de
garantizarlos. A tal efecto la tutela civil de estos derechos fundamentales viene regulada por la Ley
Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, de protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y la
propia imagen, que establece una regulación especial, tanto material como procesalmente.
Sin embargo, lo que singulariza este procedimiento especial es que debe realizarse, por los Juzgados
y Tribunales, un juicio de ponderación entre dos derechos en conflicto, de un lado el derecho al
honor, a la intimidad y a la propia imagen, y de otro el derecho a difundir información y a expresar la
propia opinión, derechos reconocidos por la constitución en su art. 20. La ponderación de tales

1 / 32
17/01/2023

derechos y cual resulta prevalente ha dado lugar a una profusa y variada Jurisprudencia, tanto del
Tribunal Supremo como del Tribunal Constitucional. Así Morenilla Allard distingue tres fases en la
Jurisprudencia del TC (2) :

a) Una primera fase en la que prevalece el derecho al honor sobre la libertad de información y
expresión, que abarca desde la promulgación de la Constitución hasta la Sentencia del TC
104/86. Se fundaba dicha Jurisprudencia en que los derechos establecidos en el art. 20.4 CE
estaban condicionados por los derechos del art. 18.1 CE. La Jurisprudencia interpretaba
literalmente el mencionado art. 18.1 CE (se garantiza el derecho al honor) por lo que las
libertades de información y expresión cedían ante el derecho al honor.
b) En una segunda fase o etapa (desde la STC 104/1986, antes mencionada, hasta la STC
105/1990) la prevalencia era de las libertades de información y expresión frente al derecho al
honor (como consecuencia de la Doctrina del TEDH) basada en la relevancia que un Estado
democrático tienen dichas libertades.
c) En una última fase (desde la STC 105/1990 hasta la actualidad) aunque se sigue otorgando
preeminencia a las libertades de expresión e información, ello no implica que dicha prevalencia
sea incondicionada, de forma que se sacrifiquen los derechos del art. 18. 1 CE. En esta etapa
(que se inició con la STC 105/1990) se viene exigiendo que la información sea veraz, y que se
realice un juicio de ponderación (del que hablaremos más adelante) entre los derechos en
conflicto. Así el demandado en el procedimiento de tutela de los derechos al honor, intimidad y
propia imagen también interesa ser amparado en su derecho a difundir información y expresar su
opinión libremente (nos dice Morenilla Allard que el amparo civil ordinario se transformaría en un
amparo «judicial» del art. 44 LOTC).

Pues bien, ya anteriormente se puso de relieve que los derechos a la libertad de expresión e
información han dado lugar a una profusa jurisprudencia que los ha interpretado cuando entran en
colisión con los derechos al honor, intimidad y propia imagen. Estos derechos a la libertad de
expresión e información han sufrido una indudable evolución, motivada por el auge y desarrollo de
los medios de comunicación, y el cada vez mayor interés público en conocer detalles de personajes
con relevancia pública, que, además, suelen «negociar» con su vida privada, invocando,
posteriormente, una intromisión ilegítima en su intimidad personal y familiar. Se trata de derechos
(los aquí analizados) en constante «fricción» (3) .
Por otra parte libertad de expresión y libertad de información son derechos con un contenido
diferente, ya que, mientras el primero se refiere a la libertad a la hora de expresar ideas,
pensamientos, opiniones, creencias, etc… el segundo se ceñiría al derecho a comunicar y recibir
información (es decir, garantiza el derecho a comunicar y recibir información sobre hechos
«noticiables» o de interés informativo). A su vez los derechos de información y expresión se
consideran derechos activos (serían una expresión del derecho a la libertad) mientras que los
derechos al honor, intimidad y propia imagen serían derechos de los considerados reaccionales
(basados en el principio de seguridad) (4) .

II. EL DERECHO AL HONOR, INTIMIDAD Y PROPIA IMAGEN: CONCEPTO


Ya antes se dijo que estos derechos tienen su fundamento en la dignidad humana. Según el TC lo que
entendemos por honor, que carece de definición en nuestro ordenamiento jurídico, depende de las
normas, valores, ideas y principios sociales vigentes en un momento determinado (5) . De ahí
deviene que nos hallemos ante un concepto jurídico indeterminado. Sí podemos diferenciar, en el
derecho al honor, un aspecto interno o subjetivo, y un aspecto externo u objetivo. Así el TS distingue
estos dos aspectos «el de la inmanencia representada por la estimación que cada persona hace de sí
misma, y por otro, el de la trascendencia o exteriorización, representada por la estimativa que los

2 / 32
17/01/2023

demás hacen de nuestra dignidad» (STS 23 de febrero, 2 de marzo, 16 marzo 1989, entre otras). (6)
A su vez los ataques o inmisiones al honor pueden tener lugar en el ámbito íntimo, privado y familiar,
como en el ámbito social y profesional (STS 22 septiembre 1987, 4 enero 1990…).
En lo relativo al derecho a la intimidad personal y familiar, lo que se protege es la esfera íntima y
privada de la persona, dada su relación con el derecho a la dignidad. Se garantiza el derecho de la
persona a su privacidad y a desarrollar una vida en la más estricta intimidad y reserva del
conocimiento público. En palabras del TC: «este derecho confiere a la persona el poder jurídico de
imponer a terceros, sean éstos poderes públicos o simples particulares el deber de abstenerse de
toda intromisión en la esfera íntima y la prohibición de hacer uso de lo así conocido y de ello se
deduce que el derecho fundamental a la intimidad personal otorga cuando menos una facultad
negativa o de exclusión, que impone a terceros el deber de abstención de intromisiones salvo que
estén fundadas en una previsión legal que tenga justificación constitucional y que sea proporcionada,
o que exista un consentimiento eficaz que lo autorice, pues corresponde a cada persona acotar el
ámbito de intimidad personal y familiar que reserva al conocimiento ajeno» (STC 196/2004, de 15 de
noviembre).
Se garantiza, por lo tanto, el derecho de la persona a que no se conozcan, divulguen o publiquen
informaciones que pertenecen al ámbito íntimo y privado de su vida personal y familiar, sin su
consentimiento.
Esta protección no solo alcanza la esfera de la vida propia, pues también se extendería a las personas
integradas en el ámbito familiar (7) .
En lo que se refiere al derecho a la propia imagen, se caracteriza por el derecho que ostenta su titular
para decidir la difusión, con carácter público, de sus rasgos físicos identificativos. Se concretaría en
la potestad del titular para impedir la obtención, reproducción o publicación de su propia imagen sin
autorización, independientemente de la finalidad de quien capta o difunde dicha imagen (informativa,
comercial, cultural, científica, etc…). El Tribunal Constitucional dice, respecto a este derecho:
«mediante la captación y publicación de la imagen de una persona se puede vulnerar tanto su
derecho al honor como su derecho a la intimidad, sin embargo, lo específico del derecho a la propia
imagen es la protección frente a las reproducciones de la misma que afectan a la esfera personal de
su titular, sin lesionar su buen nombre y sin dar a conocer su vida íntima. El derecho a la propia
imagen pretende salvaguardar así un ámbito propio y reservado, aunque no íntimo, frente a la acción
y conocimiento de los demás» (STC 81/2001, de 26 de marzo) (8) .

III. LAS LIBERTADES DE EXPRESIÓN E INFORMACIÓN ¿SON DERECHOS


ILIMITADOS?
Como hemos dicho ambas son manifestaciones del derecho fundamental a la libertad del individuo.
Se puede definir la primera (la libertad de expresión) como la emisión de opiniones, críticas o juicios
que no precisan que se demuestre su exactitud, ni que sean veraces. Sin embargo la segunda
consiste en la difusión de hechos veraces. Por lo tanto habría que diferenciar entre hechos y
valoraciones o juicios personales; estos últimos no están sujetos al requisito de la veracidad.
Algunos autores (Llamas Pombo) entienden que la libertad de expresión es un atributo de la
personalidad del que se derivan otros derechos subjetivos, entre ellos el derecho de información (9) .
Por lo tanto el derecho a expresar libremente la opinión es un derecho personalísimo, y únicamente
puede ser regulado según la manifestación, expresión, crítica o mensaje concreto. Por otra parte el
derecho de información tiene una faceta activa (el derecho a difundir información veraz) y una faceta
pasiva (a recibir información veraz). No existe inconveniente en definir la libertad de información
como un derecho subjetivo en su faceta activa. Más dificultad para definirlo como derecho subjetivo
tiene en su faceta pasiva, pues el derecho a recibir información veraz se configura como un derecho
prestacional. Para autores como Macías Castillo existe un derecho subjetivo a que la información

3 / 32
17/01/2023

recibida sea veraz, que debe ser garantizado por el Estado. Es por tanto la veracidad de la
información el requisito esencial para que prevalezca el derecho a la información, y sólo la
información que cumpla los requisitos constitucionalmente exigidos, gozará de la máxima protección
otorgada por el texto constitucional y se encuadraría dentro del derecho fundamental regulado en el
art. 20.1 CE (10) .

IV. REQUISITOS QUE DEBE CUMPLIR LA INFORMACIÓN PARA SU PROTECCIÓN


CONSTITUCIONAL
El art. 20 CE establece: «1. Se reconocen y protegen los derechos:

a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el


escrito o cualquier otro medio de reproducción.
b) A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica.
c) A la libertad de cátedra.
d) A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley
regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas
libertades.

2. El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa.
3. La ley regulará la organización y el control parlamentario de los medios de comunicación social
dependientes del Estado o de cualquier ente público y garantizará el acceso a dichos medios de los
grupos sociales y políticos significativos, respetando el pluralismo de la sociedad y de las diversas
lenguas de España.
4. Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los
preceptos de las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la
propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia.
5. Sólo podrá acordarse el secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de información en
virtud de resolución judicial».
Ya antes hemos dicho que para que una información determinada resulte constitucionalmente
protegida debe cumplir una serie de requisitos, siendo el principal el de la veracidad de dicho
mensaje informativo, veracidad que no se exige a la hora de ejercer el derecho a la libertad de
expresar ideas, opiniones, juicios, expresiones o críticas. La libertad de información se refiere a la
difusión de hechos, los cuales, como requisito esencial, deben ser veraces. La veracidad o la verdad
es un concepto jurídico relativo e indeterminado, que no hay que confundir con la objetividad,
aunque es cierto que la información debe ser lo más objetiva posible, sin incluir juicios de valor
subjetivos. Por lo tanto, para que una noticia sea protegida constitucionalmente por el derecho de
información debe cumplir una serie de criterios, jurisprudencialmente determinados, siendo el
esencial la veracidad antes aludida, a los que se unen la trascendencia pública de la noticia y que en
dicha noticia se excluyan expresiones o calificaciones de tipo injurioso o vejatorio (como dice el TS,
el derecho de información y de libertad de expresión no ampara un pretendido «derecho al insulto»)
(11) . Pasamos a examinarlos.
a) La veracidad: Entendiendo veracidad como diligencia en el cumplimiento de los deberes
informativos, es decir, que el informador ha desplegado la mayor pericia para verificar la realidad y
veracidad de la noticia. Exige, por lo tanto una comprobación, por parte del profesional de la
información, de los datos de la noticia, a fin de evitar errores que puedan provocar graves daños y
perjuicios. Se califica como una obligación jurídica (la de informar) de medios y no de resultado, por
lo que la diligencia que debe adoptarse es la profesional conforme a la lex artis (art. 1104 Código

4 / 32
17/01/2023

Civil) siendo que en el caso de no tratarse de un profesional de la información la diligencia sería la


de un buen padre de familia (12) .
En este sentido la STS, de 19 de junio de 2003: «(...) entendiéndose
Se entiende por veracidad dicha veracidad no tanto como dirigida a la imposición de una
la diligencia en el rigurosa y total exactitud en el contenido de la información, cuanto a
cumplimiento de los
negar la protección constitucional a la transmisión como hechos
deberes informativos
verdaderos bien de simples rumores, carentes de toda constatación,
bien de meras invenciones o insinuaciones, sin comprobar su
veracidad mediante las oportunas averiguaciones propias de un profesional diligente, y ello, a pesar
que su total exactitud pueda ser controvertida o se incurra en errores circunstanciales que no afecten
a la esencia de lo informado (SSTC 6/1988, 107/1988, 105/1990, 171/1990, 172/1990, y por todas
la 134/1999, de 15 julio)».
Por lo tanto la veracidad exige que se constate la noticia a fin de desechar meros rumores, lo que
exige, en el profesional de la información, una labor de investigación diligente regida por la lex artis.
Para ello el profesional deberá contrastar la fiabilidad de las fuentes de la noticia. En cuanto a la
diligencia profesional la STS de 30 de marzo de 2001: «Y es que la enorme difusión que hoy tiene la
información televisiva, notoriamente superior a la de la prensa escrita, conlleva necesariamente el
que las empresas del medio hayan de extremar su diligencia a la hora de escoger las "imágenes" que
vayan a acompañar a la noticia, dada la fuerza informativa que por sí misma tiene la imagen en el
medio televisivo. De otra forma, es decir, si la información hablada se ilustra con la imagen de una
persona que nada tiene que ver con los hechos noticiables, como ha sucedido en el presente caso, el
riesgo de dañar la esfera constitucionalmente protegida de esa persona es más que patente, y tanto
más grave cuanto mayor sea la importancia del medio, el área de difusión de la información y la
reiteración de ésta, circunstancias las tres igualmente concurrentes en el supuesto examinado
(cadena de televisión estatal e información en los tres telediarios cuando todavía no funcionaban las
cadenas privadas) y que indiscutiblemente se tradujeron en una asociación de la persona del
demandante con el tráfico de drogas, todo ello, por ende, en un entorno social donde la sensibilidad
hacia esa actividad delictiva era y es especialmente acusada, generando por ello una más acentuada
repulsa social contra la persona a quien se presente como implicada».
Así el TS ha agudizado la exigencia de la diligencia profesional, teniendo en cuenta el medio por el
que se difunde (siendo mayor la responsabilidad si se trata del medio televisivo), la intensidad de la
difusión y reiteración de la noticia.
Asimismo hay que poner de relieve que nuestro ordenamiento jurídico regula el denominado derecho
de rectificación, que permite al medio de información corregir el error padecido al publicar una
noticia, rectificando la información errónea, lo que no impide que ya se hubiera producido el daño o
perjuicio derivado de la información inexacta publicada, por lo que para el perjudicado,
generalmente, no será suficiente la rectificación de la noticia, cuando se haya visto afectado en su
esfera personal o familiar debido a la causación de un daño o perjuicio, al margen de que se condene
al medio de comunicación a la publicación de la Sentencia de la misma forma y con la misma
difusión que la noticia inveraz o inexacta que provocó el daño (art. 9 LO 1/1982).
b) Que la noticia tenga interés público: Hay que distinguir entre interés público e interés del público.
Se excluye por lo tanto el hecho noticiable que despierte una mera curiosidad, morbo o
entretenimiento, generadora de daños y perjuicios. Se trata de proteger, constitucionalmente, aquella
noticia que pueda ayudar a formar la opinión pública y general en el ejercicio, libre y democrático,
del derecho a difundir y a recibir información veraz. En otras palabras, se excluyen las noticias o
datos sin trascendencia pública. Podemos reproducir, en este sentido, la STC 185/2002, de 14 de
octubre: «Cuando la actividad informativa se quiera ejercer sobre ámbitos que pueden afectar a otros
bienes constitucionales, como es, en este caso, la intimidad, es preciso, para que su proyección sea

5 / 32
17/01/2023

legítima, que lo informado resulte de interés público, pues sólo entonces puede exigirse de aquellos
a quienes afecta o perturba el contenido de la información que, pese a ello, la soporten, en aras,
precisamente, del conocimiento general y difusión de hechos y situaciones que interesan a la
comunidad. Tal relevancia comunitaria, y no la simple satisfacción de la curiosidad ajena, es lo único
que puede justificar la exigencia de que se asuman aquellas perturbaciones o molestias ocasionadas
por la difusión de una determinada noticia, y reside en tal criterio, por consiguiente, el elemento final
de la valoración para dirimir en estos supuestos el eventual conflicto entre las pretensiones de
información y de reserva [SSTC 171/1990, de 12 de noviembre; 20/1992, de 14 de febrero y
121/2002, de 20 de mayo]».
También la STS de 6 de noviembre de 2003: «(...) los usos sociales no justifican indagar —fisgar—
en los asuntos que pertenecen a la esfera exclusiva de otros y divulgar su resultado con el fin de
satisfacer la curiosidad o el chismorreo de los consumidores de este tipo de comentarios. Por otra
parte, el que una persona tenga notoriedad pública, en buena medida debida a los medios de
comunicación, no autoriza a éstos a invadir su esfera íntima o privada, cuando no fue la interesada,
con su conducta pública, quien dio pretexto para la intromisión».
Esta última resolución es muy clara, no se protege constitucionalmente el mero chismorreo, es decir,
noticias sobre aspectos íntimos o de la vida privada de una persona a la que dicha noticia provoca
daños y perjuicios, siempre que la persona objeto de la misma no haya, con su conducta, permitido
la inmisión en su vida privada (lo que vemos con los famosos y las revistas y programas del corazón,
cuando alegan aquellos que una noticia determinada, que no es de su agrado, vulnera su derecho a la
intimidad, cuando ese personaje se ha dedicado a «vender» y «negociar» con su vida privada a
cambio de cuantiosas sumas de dinero).
Así los actos estrictamente privados y sus imágenes, no tienen la consideración de noticia de interés
público, y sería información ilícita y no protegida constitucionalmente, salvo que mediara
consentimiento de la persona afectada (en este sentido la STEDH, de 24 de junio de 2004, sobre las
fotos reproduciendo escenas de la vida privada de la princesa Carolina de Mónaco y su familia) (13) .
c) Exclusión de expresiones injuriosas o vejatorias: Este requisito se resume en que el derecho a la
crítica no implica un pretendido derecho al insulto. Así resultaría ilícito realizar, junto con los datos
informativos, calificaciones subjetivas de carácter injurioso y vejatorio, que nada añaden al hecho
más que descalificar y desprestigiar a la persona objeto de la información, de forma gratuita.
Tampoco se protege constitucionalmente la difusión de fotografías o imágenes que resulten
denigrantes, insultantes, o humillantes, sobre todo si nada aportan a la noticia y la única intención es
el mero escarnio, burla o denigración de la persona objeto de la noticia.
En este sentido la STS de 8 de julio de 2004, en un supuesto en el que, existiendo interés público,
dada la relevancia pública de la persona, se publicaron una serie de fotografías de la misma en una
actitud que consideraba denigrante, o al menos que no le favorecía, fotografías que nada aportaban
al interés público informativo, y en las que se apreciaba un ánimo de vilipendiarla o denigrarla, pues
la imagen captaba al recurrente en su celda comiendo un bocadillo. Sin embargo el TS entendió que
la celda no era un espacio donde se desarrollara la vida privada del recurrente, y que los actos allí
realizados no podían considerarse íntimos. Concluye el TS afirmando que prevalece el derecho de
información sobre el derecho a la intimidad del preso, dado el interés público de la noticia, y que las
fotos únicamente ilustraban el hecho noticiable, sin que se pudiera considerar que tuvieran carácter
publicitario o crematístico. Dice la meritada Sentencia: «(…) No siendo discutidos estos extremos, se
cuestiona, en primer término, si el hecho de reproducir la imagen física del demandante, captada sin
su consentimiento desde el exterior de la celda que ocupaba con otras personas en el momento de
estar comiendo un bocadillo, constituye una ingerencia ilícita en el ámbito de su intimidad, un
atentado a ese ámbito de vida privada, inmune al conocimiento o la curiosidad de terceros no
autorizados en que consiste, esencialmente, el contenido del derecho fundamental del art. 18.1 de la

6 / 32
17/01/2023

CE. Según parece deducirse del fallo de la sentencia recurrida, todo lo que ocurría en el espacio físico
de la celda que ocupaba el demandante tenía la consideración de vida privada y, en consecuencia, la
captación fotográfica de su imagen implicaba, de suyo, una ingerencia en su intimidad, en su último
reducto de privacidad. Difícilmente puede sostenerse una equiparación entre el domicilio —sede física
en que se desarrolla la vida privada— y la habitación destinada a celda, además compartida con otras
personas. También es cierto que no puede mantenerse una concepción reduccionista de la intimidad
como si ésta se limitase a los actos que se desarrollan en un espacio físicamente determinado, y en
ese sentido toda persona, en cualquier momento y lugar tiene una intimidad protegible en razón a la
dignidad que caracteriza al ser humano. Determinante para la delimitación de lo que constituye la
esfera protegida de lo reservado o íntimo es la naturaleza de los actos y el entorno en que se
realizan. En este sentido, la captación de la imagen física no se produjo en un espacio respecto del
cual el demandante dispusiera de un derecho a impedir la entrada y su reproducción, que permitía
verle detrás de una ventana enrejada en el acto de comer, no descubría actos íntimos de su vida.
Es igualmente relevante, en el sentido expuesto, la utilización de la fotografía —explícita en su pie—
como medio usual y normal en la cultura actual para completar y resaltar la información escrita,
como lo evidencia los ulteriores usos de la misma fotografía en las informaciones posteriores
relativas a las actividades financieras del Sr. Octavio que eran objeto investigaciones judiciales.
Desde la perspectiva del conflicto o colisión entre el derecho a la información y el derecho a la
intimidad, el juicio de ponderación de intereses habría de concluir en el mismo resultado favorable a
la estimación del recurso. Como ha establecido el TC, en la situación de aparente confrontación entre
la libertad de información y la intimidad, es elemento decisivo la relevancia pública del hecho
divulgado, en cuyo conocimiento está interesada por motivos legítimos la opinión pública (STS
187/1991; 20/1992). Doctrina aplicable a este caso concreto en el que lo esencial era la transmisión
a la opinión pública del hecho de la prisión del demandante y del lugar donde se hallaba, operada,
como se señaló antes, en la forma gráfica y escrita que habitualmente utilizan los medios de
comunicación.
Por último hay que decir, siguiendo lo afirmado en la impugnación efectuada por el Ministerio Fiscal
como se ha hecho desde el principio, que en el presente caso la captación y reproducción de la
imagen física no era subsumible en la hipótesis del art. 7.5 en virtud de la aplicación de lo dispuesto
en el art. 8, apartado 2 de la citada ley orgánica. Se aduce, además, la prevalencia del derecho a la
información sobre el derecho a la imagen dando a entender con ello que la finalidad perseguida
respondía al interés público de la noticia, de suerte que la fotografía del demandante venía a ser un
complemento de la noticia de su prisión. En el caso, si bien ha de admitirse que no se está ante un
lugar abierto al público, supuesto a que se refiere el art. 8.2 de la Ley Orgánica citada, las
circunstancias en que se logra la fotografía y la finalidad con ella perseguida, en la que está ausente
todo interés crematístico o publicitario, hace que prime el fin de información sobre el derecho a la
imagen dado que este último no es absoluto y cede cuando aquélla resulta imprescindible (SSTS de
19 de octubre de 1992; 21 de diciembre de 1994; 7 de octubre de 1996, entre otras) o es meramente
accesoria de la información [art. 8.2,c), LO 1/1992] en términos adecuados a los usos sociales».
Por otra parte la LO 1/1982 contempla una excepción a las imágenes que pueden considerarse
injuriosas, humillantes o denigrantes, en la figura de la caricatura [art. 8.2.º b)], pero ello no implica
que la caricatura pueda ser un medio para, subrepticiamente, vulnerar el honor, la intimidad o la
propia imagen de la persona caricaturizada (14) .
En este sentido en la STS de 17 de febrero de 2009 se analizaba el supuesto en el que se emitió, en
un programa de televisión imágenes de un inspector de policía tomadas en una rueda de prensa en la
que se informaba sobre una operación policial. En el programa se sustituyeron las declaraciones
originales del policía por un doblaje de tono y contenido cómico.

7 / 32
17/01/2023

Pero, en este caso, el TS declara que las imágenes fueron tomadas en un acto público y que podían
ser utilizadas sin necesidad de consentimiento, siempre que, como en el caso de autos, esa
utilización no fuera abusiva por realizarse de manera absolutamente gratuita e innecesariamente
lesiva, con la intención de atentar contra la dignidad de aquél a quien pertenecía la imagen utilizada,
o para fines comerciales, publicitarios o análogos, ajenos al sentido de la comunicación que dio lugar
a la transmisión de la imagen. Así lo que no es lícito es utilizar la caricatura como instrumento de
escarnio del caricaturizado, ya que excede del animus iocandi, lo que no sucedía en este caso, en el
que la imágenes fueron captadas en un acto público, siendo el tratamiento humorístico que de ellas
se hacía por el medio de comunicación una forma de comunicar ideas y opiniones que llegaran a
conformar una opinión pública. Dice la Sentencia en sus fundamentos de derecho:
«(…) La STS 17 de mayo de 1990 ha destacado la permisividad social con el género satírico, en su
manifestación de humor gráfico, normativamente reflejada en el art. 8.2 b) LPDH. Por su parte, la
STS 14 de abril de 2000, Rec. 2039/1995, ha declarado que, por consustancial que sean al género
satírico tanto la ridiculización del personaje y el tono jocoso o burlón como la brevedad y rotundidad
del mensaje, acudir a ese género no borra ni elimina los límites que impone la protección del derecho
fundamental al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. El art. 8.2 b) LPDH
exige por ello la utilización de la caricatura se adecue al uso social y el TC aprecia intromisión
ilegítima a través de un texto, historieta o cómic pese a su tono jocoso o burlón cuando el llamado
animus iocandi [intención de bromear] se utiliza "precisamente como instrumento del escarnio" (STC
176/1995).
B) De acuerdo con la disciplina constitucional de la materia, esta Sala considera que las
circunstancias que rodearon la utilización de la imagen del recurrido no determinaron que pudiera
considerarse vulnerado su derecho a la utilización de la propia imagen, por cuanto la misma había
sido tomada en un acto público (vid.STC 68/2008), con ocasión del ejercicio de funciones públicas
relacionadas con la comunicación de una determinada actuación policial, y, en consecuencia, podía
ser objeto de una utilización posterior sin necesidad de que mediase consentimiento por parte del
interesado, siempre que esta utilización no fuera abusiva por realizarse de manera absolutamente
gratuita e innecesariamente lesiva, con la intención de atentar contra la dignidad de aquél a quien
pertenecía la imagen utilizada, o para fines comerciales, publicitarios o análogos, ajenos al sentido
de la comunicación que dio lugar a la transmisión de la imagen.
No es obstáculo a ello el hecho de que la imagen se utilizase
El TC no exige que los distorsionada con fines humorísticos, por cuanto el tratamiento
hechos contenidos en un humorístico o sarcástico de los acontecimientos que interesan a la
mensaje informativo sean
sociedad constituye una forma de comunicación y crítica de los
rigurosamente ciertos
mismos que está ligada al ejercicio del derecho a la libertad de
expresión, como forma de comunicación de ideas u opiniones, e
incluso a la libertad de información, en la medida en que el tratamiento humorístico puede constituir
una forma de transmitir el conocimiento de determinados acontecimientos llamando la atención sobre
los aspectos susceptibles de ser destacados mediante la ironía, el sarcasmo o la burla».
Como corolario a lo antes expuesto cabe afirmar que aunque la noticia sea veraz no puede, en ningún
caso, vulnerar el honor, la intimidad personal y familiar y la propia imagen. Para Llamas Pombo
difundir hechos veraces de una persona no es una ataque a su honor, pues su honor ya ha sido
«perjudicado», sino que la información pone al descubierto ese deshonor de la conducta narrada en
la noticia (en este sentido no se vulnera el honor si se difunde el contenido de una Sentencia
condenatoria) (15) . Así la veracidad de la noticia puede esgrimirse frente a una pretendida
vulneración del derecho al honor, intimidad o propia imagen. La carga de la prueba de la veracidad
de la noticia recaería, en todo caso, en el medio informativo o profesional de la información que
divulgó o publicó la noticia, es decir, que si prueba dicha veracidad no existiría una vulneración

8 / 32
17/01/2023

antijurídica del derecho al honor. Eso sí, esa información, aunque sea veraz, no puede ser una vía
para divulgar aspectos de la vida privada de una persona, pues, en ese caso estaríamos ante una
intromisión ilegítima en su esfera privada, por lo que se habría vulnerado su derecho a la intimidad.
También cabe recordar que, aunque la noticia sea veraz, la utilización de expresiones injuriosas o
vejatorias supondría una vulneración del derecho al honor (no existe un derecho indiscriminado al
insulto). Por otra parte los hechos pueden ser veraces, y, sin embargo, incluirse en el mensaje
informativo críticas o juicios de valor, de carácter subjetivo, que podrían considerarse una intromisión
ilegítima en el derecho al honor.
A su vez, en cuanto a la veracidad de la información, no se exige una verdad absoluta. No se trata,
por tanto, de que la información contenga una verdad absoluta y totalmente objetiva (lo cual es
prácticamente imposible). Así el TC, desde la Sentencia 6/1988, de 21 de enero, exige para
considerar que una información cumple con el requisito de la veracidad: a) Que el análisis de la
veracidad de la información se realice desde un punto de vista subjetivo (el de la conducta del
informador); b) Que el informador, como ya anteriormente hemos visto, tenga un comportamiento
diligente, siguiendo los parámetros de la lex artis del periodismo (la diligencia que se exige, por lo
tanto, es la profesional, no la del hombre medio) c) Que el profesional de la información realice una
labor de investigación, donde verifique y contraste que la información es verdadera (16) .
Una consideración crítica final respecto a lo antes expuesto. El TC no exige que los hechos
contenidos en un mensaje informativo sean rigurosamente ciertos (STC 12 de abril de 1990),
afirmando que las informaciones erróneas son inevitables (STC 6/1988, de 21 de enero), y comparto
con Llamas Pombo que una información errónea en ningún caso se puede considerar que cumple los
requisitos para ser amparada por el derecho a la información. Por mucho que se contraste, o
compruebe dicha información, si, finalmente, es falsa o equivocada, no es útil para conformar una
opinión pública. Quizás el TC aplica un concepto de información veraz demasiado alejado de una
verdad mínimamente objetiva, legitimando informaciones erróneas o falsas siempre que el
profesional de la información haya desplegado una actividad mínima de investigación y contraste de
la noticia.

V. EFECTOS DEL CONSENTIMIENTO DEL AFECTADO O PERJUDICADO POR LA


INFORMACIÓN
Con carácter previo conviene recordar que los derechos al honor, a la intimidad personal y familiar y
a la propia imagen son derechos inalienables, irrenunciables e imprescriptibles, como así dispone el
art. 1.3 de la LO 1/1982. Entonces ¿qué efecto puede tener el consentimiento del posible perjudicado
por la información ante una intromisión ilegítima en su derecho al honor?
El art. 2.2 de la ley antes citada establece: «No se apreciará la existencia de intromisión ilegítima en
el ámbito protegido cuando estuviere expresamente autorizada por Ley o cuando el titular del
derecho hubiere otorgado al efecto su consentimiento expreso». Pudiera parecer que existe una
contradicción entre el art. 1.3 de la LO 1/1982 y el art. 2.2 del mismo texto legal, antes transcrito,
pues el primero declara la irrenunciabilidad de los derechos que nos ocupan y el segundo se puede
entender que regula una renuncia a dichos derechos. Realmente algunos autores interpretan que el
art. 2.2 no contempla una renuncia a los derechos, sino una renuncia a que los hechos objeto de la
noticia se integren dentro del ámbito íntimo o privado, renunciando a su protección (17) . Según
Alberruche habría que distinguir entre una renuncia genérica al ejercicio del derecho, y una renuncia
a los concretos actos que el titular del derecho puede autorizar, que no implican una renuncia a la
protección legal si el profesional de la información se excede del ámbito del consentimiento prestado
por el titular del derecho. A mi entender, ya se entienda que existe renuncia a la protección legal del
derecho en cuestión, ya se entienda como autorización a divulgar determinada información privada
(que por consiguiente se sustraería de este ámbito íntimo) el resultado sería el mismo. Lo

9 / 32
17/01/2023

importante, en todo caso, es que el consentimiento sea expreso (no podría presumirse en ningún
caso, ni considerarse otorgado tácitamente). Sería válido el consentimiento verbal, exigiéndose el
consentimiento por escrito en el caso del emitido por el representante legal de menores o incapaces.
Dicho consentimiento puede ser revocado sin alegar justa causa, imponiendo la obligación de
indemnizar, los daños y perjuicios causados (art. 2.3 LO 1/1982).

VI. CASOS CONCRETOS DE CONFLICTO ENTRE EL DERECHO AL HONOR,


INTIMIDAD Y PROPIA IMAGEN Y LOS DERECHOS A LA LIBERTAD DE
EXPRESIÓN E INFORMACIÓN ¿QUÉ DERECHO PREVALECE?
Como antes hemos dicho para dilucidar qué derecho fundamental debe prevalecer, cuando existe un
conflicto entre el derecho al honor, intimidad y propia imagen y los derechos a la libertad de
expresión e información, el juzgador debe efectuar una ponderación de los derechos en conflicto,
aplicando el principio de proporcionalidad. A continuación se analizan algunos supuestos concretos
de colisión de los derechos al honor, intimidad y propia imagen con los derechos a la libertad de
expresión e información:

1. Demanda por intromisión ilegítima en el derecho a la propia imagen de los


recurrentes: (STS 10 de noviembre de 2008)
Una conocida revista de difusión nacional publicó un artículo titulado «escándalo amoroso en la
UGT». En dicho artículo se publicaron las declaraciones de doña Nuria relativas a don Arturo, ambos
habían mantenido una relación sentimental cuando Arturo era el Secretario sectorial de la Federación
de Transportes, Telecomunicaciones y Mar de la UGT y jefe de Nuria. Arturo presentó, a través de su
representación procesal, demanda en protección de su derecho al honor, intimidad personal y propia
imagen. La demanda fue dirigida contra la autora del artículo, el director de la revista, y contra
«Ediciones Zeta, S. A».
La sentencia de instancia, dictada por el Juzgado de primera instancia, número 73 de Madrid el 30 de
mayo de 2002, fue confirmada por la Audiencia Provincial, Sección 13.ª, de la misma capital, en
sentencia de 18 de septiembre de 2003. Ambas sentencias desestimaban la demanda. Arturo formuló
recurso de casación ante el TS, denunciando la infracción del art. 18 apartado 1 de la Constitución
Española en relación con la no aplicación o vulneración del art. 2.2 y art. 7.5 y la indebida aplicación
del art. 8.2.c) todos ellos de la Ley Orgánica 1/1982 de 5 de mayo.
En los fundamentos de derecho de la meritada Sentencia, en cuanto al derecho a la propia imagen se
contiene:
«TERCERO.- La imagen es la reproducción gráfica de la figura humana, visible y recognoscible; ya la
antigua sentencia de 11 de abril de 1987, reiterada por otras muchísimas posteriores, afirmaba que la
imagen equivale a la representación gráfica de la figura mediante un procedimiento mecánico o
técnico de reproducción y el derecho a la imagen es el de reproducir y publicar la propia imagen
(aspecto positivo) y de impedir a tercero no autorizado obtenerla y publicarla (aspecto negativo). Lo
cual está recogido, como intromisión ilegítima, en el art. 7.5 de la ley 1/1982, 5 de mayo, de
protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen, en estos
términos: La captación, reproducción o publicación por fotografía, filme, o cualquier otro
procedimiento, de la imagen de una persona en lugares o momentos de su vida privada o fuera de
ellos, salvo los casos previstos en el artículo octavo, dos.
Se protege el derecho a la imagen como derecho de la personalidad, reconocido constitucionalmente
en el art. 18.1, como protección a la persona física y también como protección patrimonial. Es
frecuente asimismo su íntima relación con el derecho al honor (caso reciente de la sentencia de 15 de
septiembre de 2008) o el derecho a la intimidad. La relación con el derecho al honor y, también
aunque muy someramente, con el de intimidad, se da en el presente caso. No se publican unas

10 / 32
17/01/2023

fotografías del demandante y recurrente en casación sin más, sino insertas en un reportaje al que se
imputa intromisión ilegítima en el derecho al honor y a la intimidad. Lo cual ha sido rechazado por
las sentencias de instancia, lo que ha quedado firme, por lo que ahora en casación sólo se mantiene
la pretensión de que se declare la intromisión en el derecho a la imagen».
La Sentencia tiene relevancia puesto que, después de dar un concepto de lo que es la imagen de la
figura humana, define el derecho a la propia imagen y que protección dispensa, diferenciando un
aspecto positivo, esto es, el derecho a reproducir y publicar la propia imagen, y un aspecto negativo,
el derecho a impedir que un tercero capte y publique dicha imagen. También recuerda el TS la
relación existente entre el derecho a la propia imagen y el derecho al honor.
Lo peculiar del recurso sometido a consideración de la Sala del TS era que las fotos habían sido
aportadas voluntariamente por Nuria, que no era recurrente, para que formaran parte integrante del
reportaje. El otro interesado, Arturo, entiende que existe una intromisión ilegítima en su derecho a la
propia imagen. Sin embargo el TS considera que las fotografías formaban parte integrante del
reportaje, y, por lo tanto, no podían tener un trato diferenciado, y si en el procedimiento las
declaraciones vertidas en el reportaje no se habían considerado como intromisión ilegítima en el
honor, intimidad y propia imagen, no podían desvincularse dichas fotografías del reportaje en el que
se insertaban. Concretamente el TS, citando jurisprudencia del TC dice: «No es por ello procedente
que demos a la publicación de la fotografía un tratamiento distinto al que merece el conjunto de la
información, ni que reiteremos la razón de que, inscribiéndose en el ámbito constitucionalmente
protegido de la libertad de información, ésta deba prevalecer, en el caso, también sobre el derecho a
la propia imagen del recurrente».
Lo cual justifica en el sentido de que unas fotografías que eran englobadas en la totalidad de la
información y no pueden ser objeto de un juicio diferenciado. Añade:
«No parece, en este contexto, que la referida fotografía pueda desvincularse de la totalidad de la
información, entre cuyos propósitos no es ilógico deducir que se encontraba el de transmitir —e
incluso acentuar— la estrecha amistad existente entre los dos Magistrados sujetos a procesamiento
por un mismo comportamiento delictivo, amistad, o estrecha relación si se prefiere, que no es
descabellado colegir que resultaba altamente favorecedora, por lo menos, de los hechos que dieron
lugar al procesamiento de ambos. La imagen difundida es por lo demás altamente inocua, sin que se
advierta intención insultante o propósito de mofa, ni en ella ni en el breve texto que le sirve de pie».
«La razón por lo que las sentencias de instancia han desestimado la demanda y la acepta esta Sala,
reiterando su propia doctrina, es que la imagen del demandante, en dos fotografías en las que
aparece con la interesada (que dio lugar, con sus declaraciones, al reportaje y que las aportó), fueron
entregadas legítimamente y forman parte integrante del reportaje escrito, estando inmersas en el
mismo, el cual ha sido declarado no constitutivo de intromisión ilegítima en el honor o la intimidad».

2. Vulneración del derecho al honor y la propia imagen de una persona acusada en


un juicio penal. Obtención de imágenes en el juicio oral (STS 20 de julio de 2011)
Se aborda la problemática suscitada por la publicación de información sobre personas acusadas en un
procedimiento penal, y sobre la obtención de imágenes en el acto del juicio oral. En el caso sometido
a consideración de la Sala del TS el recurrente consideraba que la demandada (medio de
comunicación de prensa escrita) había vulnerado su derecho al honor, intimidad y propia imagen,
mediante la publicación, en un diario, de dos artículos referidos al recurrente, como implicado en un
procedimiento penal, incluyendo en dichos artículos su nombre, apellidos y edad, así como la
publicación de una fotografía tomada el día del juicio a las puertas de la sala de vistas y publicada
sin su consentimiento. Por su parte la entidad recurrida consideraba que no había existido intromisión
ilícita en los derechos fundamentales invocados por el recurrente y que su actuación se hallaba
amparada por el ejercicio del también constitucional, derecho a la información. Tanto el Juzgado de

11 / 32
17/01/2023

Primera instancia como la Audiencia Provincial desestimaron las pretensiones del demandante.
Dice la Sentencia respecto al juicio de ponderación entre los derechos fundamentales en conflicto:
«TERCERO.- La ponderación entre la libertad de información y el derecho al honor y a la propia
imagen.
"(…) El derecho a la propia imagen se halla protegido en el art. 18.1 CE y desarrollado en la LPDH,
cuyo art. 7.5 considera intromisión ilegítima la captación, reproducción o publicación por fotografía,
filme o cualquier otro procedimiento, de la imagen de una persona en lugares o momentos de su vida
privada o fuera de ellos, salvo los casos previstos en el art. 8.2 LPDH.
Sin embargo, el derecho a la propia imagen no es un derecho absoluto, y se encuentra sujeto a las
limitaciones derivadas de los otros derechos fundamentales —en relación con un juicio de
proporcionalidad—, de las leyes —arts. 2.1 y 8 (cuyos supuestos tienen carácter enumerativo) LPDH
—, los usos sociales —art. 2.1 LPDH —, o cuando concurran singulares circunstancias, diversas y
casuísticas, de variada índole subjetiva u objetiva, que, en un juicio de ponderación y
proporcionalidad, excluyen la apreciación de la ilicitud o ilegitimidad de la intromisión. Esto último
resulta aplicable al caso que nos ocupa como a continuación se expondrá.
El derecho al honor y a la propia imagen, según reiterada jurisprudencia, se encuentra limitado por
las libertades de expresión e información.
La limitación del derecho al honor y a la propia imagen por la libertad de información, tiene lugar
cuando se produce un conflicto entre tales derechos, el cual debe ser resuelto mediante técnicas de
ponderación constitucional, teniendo en cuenta las circunstancias del caso. (…)Por ponderación se
entiende, tras la constatación de la existencia de una colisión entre derechos, el examen de la
intensidad y trascendencia con la que cada uno de ellos resulta afectado, con el fin de elaborar una
regla que permita, dando preferencia a uno u otro, la resolución del caso mediante su subsunción en
ella.
B) Centrándonos en el derecho a la libertad de información que es el invocado en este proceso, la
técnica de ponderación exige valorar, en primer término, el peso en abstracto de los respectivos
derechos fundamentales que entran en colisión.
Desde este punto de vista, la ponderación debe respetar la posición prevalente que ostentan el
derechos a la libertad de información sobre el derecho al honor y a la propia imagen por resultar
esenciales como garantía para la formación de una opinión pública libre, indispensable para el
pluralismo político que exige el principio democrático (S T S 1 1 d e m a r z o d e 2 0 0 9 , R C n .o
1457/2006).
La protección constitucional de las libertades de información y de expresión alcanza un máximo nivel
cuando la libertad es ejercitada por los profesionales de la información a través del vehículo
institucionalizado de formación de la opinión pública que es la prensa, entendida en su más amplia
acepción (SSTC 105/1990, de 6 de junio (LA LEY 55897-JF/0000), FJ 4, 29/2009 (LA LEY
1738/2009), de 26 de enero, FJ 4). Este criterio jurisprudencial es hoy admitido expresamente por el
art. 11 CDFUE, el cual, al reconocer los derechos a la libertad de expresión y a recibir y comunicar
información, hace una referencia específica al respeto a la libertad de los medios de comunicación y
su pluralismo.
C) La técnica de ponderación exige valorar, en segundo término, el peso relativo de los respectivos
derechos fundamentales que entran en colisión.
Desde esta perspectiva:
i) La ponderación debe tener en cuenta si la información tiene
El derecho al honor y a la relevancia pública o interés general o se proyecta sobre personas que

12 / 32
17/01/2023

propia imagen se encuentra ejerzan un cargo público o una profesión de notoriedad o proyección
limitado por las libertades
pública, pues entonces el peso de la libertad de información es más
de expresión e información
intenso, como establece el art. 8.2.a) LPDH, en relación con el
derecho a la propia imagen aplicando un principio que debe referirse
también al derecho al honor. En relación con aquel derecho, la STS 17 de diciembre de 1997 (no
afectada en este aspecto por la STC 24 de abril de 2002) declara que la ‘proyección pública’ se
reconoce en general por razones diversas: por la actividad política, por la profesión, por la relación
con un importante suceso, por la trascendencia económica y por la relación social, entre otras
circunstancias. En suma, la relevancia pública o interés general de la noticia constituye un requisito
para que pueda hacerse valer la prevalencia del derecho a la libertad de información cuando las
noticias comunicadas o las expresiones proferidas redunden en descrédito del afectado.
ii) La prevalencia de la libertad de información, dado su objeto de puesta en conocimiento de hechos,
exige que la información cumpla el requisito de la veracidad, a diferencia de lo que ocurre con la
libertad de expresión, que protege la emisión de opiniones. Por veracidad debe entenderse el
resultado de una razonable diligencia por parte del informador para contrastar la noticia de acuerdo
con pautas profesionales ajustándose a las circunstancias del caso, aún cuando la información con el
transcurso del tiempo, pueda más adelante ser desmentida o no resultar confirmada [SSTC 139/2007
(LA LEY 26303/2007), 29/2009 (LA LEY 1738/2009) de 26 de enero, FJ 5].
iii) La transmisión de la noticia o reportaje no puede sobrepasar el fin informativo que se pretende
dándole un matiz injurioso, denigrante o desproporcionado, porque como viene reiterándole TC, la
CE no reconoce un hipotético derecho al insulto [SSTC, 112/2000 (LA LEY 93734/2000), 99/2002 (LA
LEY 5500/2002), 181/2006 (LA LEY 70017/2006), 9/2007 (LA LEY 217/2007), 39/2007 (LA LEY
6555/2007), 56/2008 (LA LEY 20897/2008) de 14 de abril; SSTS de 18 de febrero de 2009, RC n.o
1803/2004, 17 de junio de 2009, RC n.o 2185/2006].
iv) La prevalencia del derecho a la información sobre el derecho a la imagen es mayor que sobre el
derecho a la intimidad, por cuanto en relación con la vida privada de las personas debe tenerse en
cuenta el principio de proporcionalidad con el interés público en los aspectos de esta que se difunden
y la forma en que tiene lugar la difusión (STS 19 de marzo de 1990).
El concepto de accesoriedad de la Ley hace referencia "a lo que es objeto principal de la noticia o
reportaje gráfico" (STS de 19 de octubre de 1992), no concurriendo cuando no guarda relación con el
contenido de la información escrita (STS de 19 de octubre de 1992) pero si en otro caso (SSTS de 21
de octubre y 28 de octubre de 1966, 7 de julio y 25 de septiembre de 1998, 27 de marzo de 1999 y
23 de abril de 2000)».
Así, según los fundamentos de derecho de la Sentencia, los derechos al honor, intimidad y propia
imagen no son derechos ilimitados, pues encuentran su límite en los derechos a la libertad de
información y expresión, que son preponderantes en un Estado democrático. Nos habla el TS del
juicio de ponderación ente los derechos fundamentales en conflicto, que implica sopesar el peso en
abstracto de los derechos en cuestión, teniendo en cuenta la prevalencia del derecho a la libertad de
expresión e información sobre los derechos al honor, intimidad y propia imagen. En segundo lugar
habría que realizar una valoración del peso relativo de los derechos, en concreto: si la información
tiene relevancia pública o interés general y si se refiere a personas públicas o de relevancia pública o
notoriedad; que la información sea veraz; que la noticia no sobrepase el objetivo de informar,
conteniendo expresiones o matices injuriosos, degradantes, o desproporcionados; que la información
sea proporcional en cuanto a las circunstancias que se difunden y la forma en que se realiza, con el
interés público.
En este supuesto el TS, partiendo de la prevalencia del derecho a la información frente a los derechos
contemplados en el art. 18.1 CE entiende que, aunque el recurrente no era una persona que ostentara

13 / 32
17/01/2023

un cargo público o de proyección pública, el tema era de interés público (pues se acusaba al
recurrente de un delito de lesiones y malos tratos habituales a su pareja) dada la especial
sensibilización de la sociedad con este tipo de delitos. Por otra parte, tratándose de un procedimiento
penal es indudable el interés general, y no solo un interés público, siendo el hecho objeto de noticia
socialmente relevante y que ayuda a configurar una opinión pública libre. Por otra parte el Tribunal
considera que la fotografía aportada al reportaje tiene relación directa con el mismo, y por lo tanto
tiene un carácter meramente accesorio. Dice el TS: «También podemos tener en cuenta que el
Tribunal Constitucional tiene declarado que la libertad de información por medio de la imagen gráfica
tiene la misma protección constitucional que la libertad de comunicar información por medio de
palabras escritas u oralmente vertidas y por ello no procede dar a la publicación de una fotografía un
tratamiento distinto al que merece el conjunto de la información (STC 132/1995, 11 de septiembre).
De ahí que, en la ponderación mediante la que ha de resolverse la colisión de los derechos en
conflicto —el de la libertad de información y el de la propia imagen—, siempre atendiendo a las
circunstancias concurrentes, no debe darse a la fotografía un tratamiento distinto del que merece la
información en su conjunto a la que se encuentra vinculada; de manera que, para que ceda el
derecho a la propia imagen frente a la libertad de información, es necesario que, además de ser ésta
veraz, exista un interés público en la captación y difusión de la imagen y, además, que dicho interés,
a la vista de las circunstancias concretas, se considere constitucionalmente prevalente respecto del
interés del perjudicado en evitar la divulgación de su imagen (STS de 5 de febrero de 2009)».
En consecuencia el TS entiende que debe prevalecer el derecho a la información frente al derecho al
honor y la propia imagen, y desestima el recurso de casación.

3. Derecho a la intimidad respecto a los datos sobre la salud de una persona


pública: (STS 28 de julio de 2014)
En este caso la afectada interpuso una demanda de protección civil de sus derechos al honor, a la
intimidad y a la propia imagen contra la sociedad mercantil titular de un canal de televisión, pidiendo
su condena a publicar y difundir la sentencia estimatoria que se dictase y a indemnizar a la
demandante en 300.000 euros. En una de los programas emitidos por la cadena demandada se
debatió sobre la salud de la recurrente (en concreto se dijo que había sufrido una crisis pulmonar y
cardiaca que casi le había producido la muerte, y se hizo referencia a un informe médico del año
2007 relativo a la demandante, se dijo que la demandante tenía demencia progresiva, isquemia
cerebral e hidrocefalia, se aludió a que padecía importantes deterioros físicos y psíquicos y se dijo
que no estaba capacitada para tomar decisiones y que no se encontraba en sus plenas facultades
mentales). El juzgado de instancia consideró que había habido una intromisión ilegítima en el honor
de la demandante, estimando parcialmente la demanda. La Audiencia Provincial revoca la Sentencia,
desestimando la demanda, al considerar que no existió intromisión ilegítima en el derecho al honor y
la intimidad de la demandante. Se interpuso recurso de casación ante el TS que fue desestimado.
Dice la Sala del TS en su Sentencia:
«(…) La decisión de esta Sala al respecto debe fundarse en la doctrina del Tribunal Constitucional
sobre los arts. 18.1 y 20.1, letras a) y d), de la Constitución, en la jurisprudencia de esta Sala sobre
la protección civil del derecho a la intimidad personal y familiar en la Ley Orgánica 1/1982, de 5 de
mayo (en adelante LO1/82), y en la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos sobre el art.
8.1 del Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Públicas, según el
cual "[t]oda persona tiene derecho al respeto de su vida privada y familiar (...)" .
De esa doctrina y jurisprudencia cabe enunciar los siguientes principios y reglas como más
pertinentes al caso:
1.º) "El padecimiento de una enfermedad se enmarca en la esfera de la privacidad, tratándose de un
dato íntimo que puede ser preservado del conocimiento ajeno. El derecho a la intimidad comprende

14 / 32
17/01/2023

la información relativa a la salud física y psíquica de las personas" . (STC 159/2009, con cita de la
STC 70/2009).
2.º) Sin embargo, "aunque el art. 18.1 CE (LA LEY 2500/1978) no prevé expresamente la posibilidad
de un sacrificio legítimo del derecho a la intimidad —a diferencia de lo que ocurre en otros
supuestos, como respecto de los derechos reconocidos en los arts. 18.2 y 3 CE —, su ámbito de
protección puede ceder en aquellos casos en los que se constata la existencia de un interés
constitucionalmente prevalente al interés de la persona en mantener la privacidad de determinada
información" (STC 159/2009).
3.º) Tratándose de la intimidad, "la veracidad no es paliativo, sino presupuesto, en todo caso de la
lesión" (STC 20/1992). Sin embargo, "en modo alguno puede exigirse a nadie que soporte
pasivamente la difusión periodística de datos, reales o supuestos, de su vida privada que afecten a su
reputación" (también STC 20/1992). De ahí que la intromisión en la intimidad pueda resultar
agravada "precisamente por la falta de veracidad de la información si esta falta de veracidad
contribuye a presentar... una situación de los demandantes aún más reservada o sustraída a los ojos
de los demás que la situación real" (STC 12-9-2011 en recurso n.o 941/07).
4.º) La tutela de la intimidad "se debilita proporcionalmente, como límite externo de las libertades de
expresión e información, cuando sus titulares son personas públicas o con notoriedad pública,
estando obligadas por ello a soportar un cierto riesgo de que sus derechos subjetivos de la
personalidad resulten afectados por opiniones sobre cuestiones de interés general" (STC 99/2002).
5.º) "Así, mientras que un particular desconocido para el público puede aspirar a una protección
especial de su derecho a la vida privada, no sucede lo mismo con las personas públicas" (STEDH 7-
2-2012, Gran Sala, asunto Von Hannover contra Alemania n.o 2, apdo. 110).
6.º) La calificación de la enfermedad del príncipe de Mónaco Rainiero III como acontecimiento
histórico por el Tribunal Federal de Justicia de Alemania en una sentencia de 2007 "no puede
considerarse irrazonable", y unas imágenes y artículos al respecto pueden contribuir, "cuando menos
en cierta medida, a un debate de interés general", pues "a la función de la prensa de divulgar
informaciones e ideas sobre todas las cuestiones de interés general se añade el derecho, para el
público, de recibirlas" (STEDH 7 de febrero de 2012, Gran Sala, asunto Von Hannover contra
Alemania n.o 2, apdo. 118).
7.º) La libertad de expresión "es válida no solamente para las ‘informaciones’ o ‘ideas’ acogidas
favorablemente o consideradas inofensivas o indiferentes, sino también para aquellas que chocan,
ofenden o inquietan: así lo quieren el pluralismo, la tolerancia y el espíritu de apertura, sin los cuales
no existe ‘sociedad democrática’. Tal y como consagra el art. 10 [del Convenio], está sujeta a
excepciones que, sin embargo, requieren una interpretación estricta, y la necesidad de cualquier
restricción debe acreditarse de manera convincente " (STEDH 7 de febrero de 2012, Gran Sala,
asunto Von Hannover contra Alemania n.o 2, apdo. 101)».
Así partiendo de que los datos sobre la enfermedad física o psíquica de una persona se encuentran
protegidos por el derecho a la intimidad, considerándose su difusión una intromisión ilegítima en
dicho derecho, no recibe el mismo tratamiento una persona pública que una que no ostente tal
consideración. Aquí, como ya hemos visto en otros casos, cede el derecho a la intimidad frente al
derecho de información, dada su prevalencia, puesta de relieve en el presente trabajo. Tratándose de
una persona pública, o de relevancia o notoriedad pública existe un interés público, o un interés
general, constitucionalmente protegido, a que se difunda la información sobre su salud, siempre que
dicha información sea veraz.
En este caso la Sala del TS considera que no hay intromisión ilegítima en el derecho a la intimidad de
la recurrente, se trata de una persona de evidente relevancia pública (la Duquesa de Alba) y su

15 / 32
17/01/2023

estado de salud entiende la Sala que es de interés general, pues suscitó gran expectación en la
opinión pública, concentrando la atención de los medios de comunicación. En cuanto al hecho de que
se aludiera a su empeoramiento físico y su supuesta demencia senil, considera la Sala que no se
produjo una intromisión en su derecho a la intimidad, pues dichas expresiones se realizaron con
cariño y respeto, considerando la relevancia pública e histórica de la recurrente.
En consecuencia el TS considera que no se vulneró el derecho a la intimidad de la recurrente y
desestima el recurso de casación.

4. Derecho al honor y la intimidad de un menor: (STS 11 de mayo de 2012)


En este caso los representantes legales de un menor de edad demandan a una cadena de televisión, a
los directores de varios programas de dicha cadena, al presentador, y la productora. Se basa la
reclamación en el atentado al honor e intimidad del menor de edad en la fecha de los hechos, por las
manifestaciones vertidas en varios programas con relación a dicho menor y a las agresiones sexuales
de que fue víctima cuando contaba con 12 años de edad por parte de un vecino de la localidad; los
reportajes y el programa, tenían por objeto, se supone, informar sobre la petición de indulto para el
anterior, que fue condenado como autor de cuatro delitos de agresión sexual por sentencia de fecha
15 de julio de 2003 de la Audiencia Provincial de Sevilla y en fecha 13 de octubre de 2004 la Sala
Segunda del Tribunal Supremo desestimó el recurso de casación interpuesto por la defensa del
condenado. Por otro lado reclama el demandante contra un Ayuntamiento por el atentado al honor y
la intimidad de su hijo realizado a través del Libro de Visitas de la página web del consistorio y,
finalmente, contra el Alcalde y una vecina de la localidad por las manifestaciones realizadas sobre el
menor de edad a los programas referidos. La sentencia de instancia estima íntegramente la demanda
y la Audiencia Provincial desestima el recurso de apelación interpuesto, confirmándola. Se formula
recurso de casación ante el TS.
En los fundamentos de derecho de la Sentencia de dicho Tribunal se contiene: «(…) El menor tiene
una protección reforzada, no ya distinta, en estos derechos fundamentales (honor, intimidad y propia
imagen) y así se deduce del art. 4.3 de la Ley Orgánica 1/1996, 15 de enero, de protección jurídica
del menor "Se considera intromisión ilegítima en el derecho al honor, a la intimidad personal y
familiar y a la propia imagen del menor, cualquier utilización de su imagen o su nombre en los
medios de comunicación que pueda implicar menoscabo de su honra o reputación, o que sea
contraria a sus intereses incluso si consta el consentimiento del menor o de sus representantes
legales". Esta intensificación en los niveles de protección y su publicación se justifica teniendo en
cuenta que la identidad del daño se multiplica exponencialmente cuando el ataque a los derechos del
menor se realiza a través de los medios de comunicación.
El reconocimiento de una protección específica a los derechos de la personalidad de los menores se
asume en el ámbito internacional y así el art. 16 de la Convención de los derechos del Niño de 20 de
noviembre de 1989 proscribe las intromisiones en la intimidad del menor al declarar que ningún niño
será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada, su familia, su domicilio o su
correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra y reputación. También el punto 8.29 de la Carta
Europea A3-0172/92 de 8 de julio de 1992 declara que todo niño tiene derecho a no ser objeto por
parte de un tercero de intrusiones injustificadas en su vida privada, en la de su familia, ni a sufrir
atentados ilegales contra su honor y el punto 8.43 otorga protección frente a utilizaciones lesivas de
la imagen del menor.
El valor que los Convenios Internacionales adquieren en relación con los menores es además
especialmente enfatizado por la CE en su art. 39.4 y esta protección reforzada ha sido puesta de
manifiesto por la doctrina del TC y la jurisprudencia del TS, poniendo de manifiesto que si bien todas
las personas tiene derecho a ser respetados en el ámbito de su honor, intimidad y propia imagen, los
menores lo tiene de manera especial y cualificada, precisamente por la nota de desvalimiento que les

16 / 32
17/01/2023

define por tratarse de personas en formación más vulnerables por tanto a los ataques a sus derechos.
La Directiva 89/552/CEE, sobre la coordinación de las disposiciones legales, reglamentarias y
administrativas de los Estados miembros, relativas al ejercicio de actividades de radiodifusión
televisiva ha sido incorporada a nuestro ordenamiento interno por la Ley 25/1994, de 12 de julio,
modificada por Ley 22/1999, de 7 de junio y dispone en su art. 1.5 que tiene por objeto defender los
intereses legítimos de los usuarios y en especial de los menores para preservar su correcto desarrollo
físico, mental y moral. El medio televisivo está obligado en consecuencia a proteger específicamente
el honor, la intimidad y la propia imagen del menor en el ámbito estatal, autonómico o local y tanto
los medios públicos como privados. Además, el derecho a la intimidad personal es, si se quiere,
mucho más estricto cuando se trata de menores y así, el TC ha afirmado que el derecho fundamental
a la intimidad garantiza "la existencia de un ámbito propio y reservado frente a la acción y el
conocimiento de los demás, necesario, según las pautas de nuestra cultura, para mantener una
calidad mínima de la vida humana (STC 186/2000, de 10 de julio, FJ 5)" (STC 119/2001, de 24 de
mayo, FJ 5), señalando la citada STC de 30 de junio de 2003 que, abstracción hecha de lo opinable
que, en algunas ocasiones, pueda resultar la delimitación de ese ámbito propio y reservado, resulta
incuestionable que forma parte del mismo el legítimo interés de los menores a que no se divulguen
datos relativos a su vida personal o familiar, que viene a erigirse, a tenor de lo dispuesto en el art.
20.4 CE, en límite infranqueable al ejercicio del derecho a comunicar libremente información veraz
(STC 134/1999, de 24 de mayo, FJ 6).
Igualmente, la STS 12 de julio de 2004 señaló que los mecanismos legales de protección de los
derechos fundamentales de los menores establecidos en la Ley Orgánica 1/1982, art. 3 se refuerzan
e n l a Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de protección jurídica del menor, c o m o d i c e
expresamente su preámbulo o exposición de motivos, estableciendo, después de reconocer, como no
podía ser menos, el derecho al honor, a la intimidad personal y a la propia imagen, de los menores
(art. 4.1) y de imponer la intervención del Ministerio Fiscal frente aquellos actos que puedan
constituir intromisión ilegítima en esos derechos (art. 4.2), dispone que se considerara intromisión
ilegítima en el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen del menor,
cualquier utilización de su imagen o su nombre en los medios de comunicación que pueda implicar
menoscabo de su honra o reputación, o que sea contraria a sus intereses incluso si consta el
consentimiento del menor o de sus representantes legales (art. 4.3)».
Nos dice, entonces, el TS, que los menores tiene una protección especial en relación con el derecho
al honor, la intimidad y la propia imagen y que puede existir intromisión ilegítima en dichos derechos
aún en los casos en que el menor haya prestado su consentimiento. Considera la Sala que debe
prevalecer el derecho a la información frente al derecho al honor del menor de edad, y ello partiendo,
en cuanto al juicio de ponderación sobre el peso de los derechos en conflicto en abstracto, de la
preponderancia del derecho a la información frente al derecho al honor. Sin embargo, en la
ponderación del peso relativo de los derechos, si bien el TS entiende que existía interés general en la
información, dicha información no fue veraz (pues no se informó de que el TS había desestimado el
recurso de casación del autor de los delitos contra la libertad sexual del menor) dato que la Sala
entiende que era fundamental para considerar la información como veraz, cuya omisión transformaba
a la noticia en inveraz y no puede considerarse la existencia de reportaje neutral, pues la noticia no
fue divulgada de la misma forma en los programas de la cadena demandada, que en los que afirman
lo recurridos que se basaron, por lo que no puede decirse que los programas de la recurrida fueran
meros transmisores de la noticia emitida por otro medio de comunicación. Por lo tanto, según el TS,
no se cumplió el requisito de veracidad de la noticia. Por otra parte tampoco se respetó el principio
de proporcionalidad, pues tal como se divulgó la noticia se puso en entredicho la condición de
víctima de abusos sexuales del menor, cuestionándose la culpabilidad del autor del delito y colocando
a este en la posición de víctima, dada su minusvalía y sus circunstancias familiares, por lo que el TS

17 / 32
17/01/2023

considera que debe prevalecer el derecho al honor del menor sobre el derecho de información, y
desestima el recurso de casación interpuesto, confirmando las sentencias recaídas en instancia y
apelación.

5. Derecho a la intimidad y propia imagen de conocida modelo y su hija: (STS 11 de


marzo de 2009)
La demandante, modelo casada con un conocido artista, interpone acción por vulneración de su
intimidad y de la propia imagen de su hija menor de edad, por la publicación, efectuada en una
revista de ámbito nacional, de un reportaje donde se insertaban unas fotografías de la citada modelo
y su hija en una playa y en el jardín de su casa. La sentencia de instancia considera que ambos casos
se produjo una intromisión ilegítima en la intimidad y propia imagen de la menor, al no existir
consentimiento por parte de los progenitores, en cuanto a las fotografías obtenidas en la playa, y una
vulneración del derecho de intimidad de la madre demandante, en el caso de las fotografías en el
jardín, al haber sido obtenidas en un ámbito privado con teleobjetivo. Interpuesto recurso de
apelación, la Audiencia Provincial confirma la Sentencia de instancia.
Contra dicha resolución se interpuso recurso de casación. La Sala del TS realiza una distinción entre
las fotografías de la menor de edad y las de la demandante, entendiendo que, en el caso de la
primera, sí se produce una intromisión ilegítima en su derecho a la intimidad y propia imagen y en el
caso de la segunda también se produciría dicha intromisión ilegítima respecto a las fotos obtenidas
en el jardín. La Sala dice:
«Pues bien, en el caso enjuiciado, en ambos reportajes se utiliza la imagen de la menor sin el
consentimiento de los padres, como ha quedado demostrado en la instancia, y sin que además exista
causa legal de exclusión de la intromisión ilegítima, pues la salvedad incluida en el art. 8.2 a) de la
Ley Orgánica 1/1982, invocada por la recurrente (el derecho a la propia imagen no impedirá "su
captación, reproducción o publicación por cualquier medio, cuando se trate de personas que ejerzan
un cargo público o una profesión de notoriedad o proyección pública y la imagen se capte durante un
acto público o en lugares abiertos al público"), no es extrapolable a la hija.
Y ello, en primer lugar, como ya dijera la STC 134/199, de 15 de
El hecho de que los padres julio, porque el carácter público de un personaje no se posee por ser
de un menor de edad sean hijo de una persona conocida y, por tanto, la captación de la imagen
famosos no implica que lo
en este caso no lo ha sido de una persona con notoriedad. Y, en
sean sus hijos
segundo lugar, porque se trata, además, de una menor, cuyo especial
interés ha de ser objeto de protección y ha de primar sobre otros
intereses. Por tanto, aunque en el primer reportaje se encuentre la menor fotografiada en un lugar
público, no estamos ante una persona que ejerza cargo público ni profesión de notoriedad, en los
términos de la Ley Orgánica 1/1982, añadiéndose la circunstancia de que se trata de un menor cuyos
padres no han dado el consentimiento para la obtención de su imagen, debiendo en estos casos
primar la protección reforzada del menor. La inexistencia de causa de excepción es más apreciable, si
cabe, en el segundo reportaje, pues ni siquiera se puede excepcionar la intromisión ilegítima en el
derecho a la intimidad y a la propia imagen con respecto a la madre, ya que el domicilio familiar no
constituye un lugar abierto al público y, por tanto, la captación de fotografías en lugares privados,
como en este caso lo es el jardín de su casa, constituye una vulneración del derecho a la intimidad y
a la propia imagen».
Por lo tanto el TS considera que el hecho de que los padres de un menor de edad sean famosos o
tengan proyección pública, no implica que lo sean sus hijos, que, por otra parte, son objeto de una
especial protección, si son menores de edad, existiendo una intromisión ilegítima en el derecho a la
intimidad y propia imagen de los menores si no prestan su consentimiento a la captación de las
imágenes los progenitores, aunque las imágenes sean obtenidas en un lugar público. A su vez las

18 / 32
17/01/2023

imágenes captadas en el jardín del domicilio de la demandante no pueden considerarse un espacio


público, sino privado, por lo que también existiría una intromisión ilegítima en la intimidad y propia
imagen de la demandante respecto a las imágenes captadas en el citado espacio perteneciente a su
vivienda.
En cuanto a las imágenes de la demandante captadas con teleobjetivo en el jardín y si concurriría o
no la excepción contenida en el art. 8.2 de la LO 1/1982, que dice, que el derecho a la propia imagen
no impedirá: a) Su captación, reproducción o publicación por cualquier medio, cuando se trate de
personas que ejerzan un cargo público o una profesión de notoriedad o proyección pública y la
imagen se capte durante un acto público o en lugares abiertos al público, el TS declara:
«Analizando ahora la cuestión en cuanto a la posible existencia de un ataque al derecho a la
intimidad personal y familiar de la madre, D.ª María Consuelo, que se produciría conjuntamente con
el ataque al derecho a la intimidad y a la propia imagen de la menor en el segundo reportaje, debe
decirse que es correcta la valoración realizada por la Audiencia Provincial al considerar la existencia,
en este, de intromisión en los derechos a la intimidad de la madre y de la hija por haberse realizado
en el jardín de su casa, pues, por mucho que la madre pueda ser personaje con notoriedad pública
por su profesión y por sus relaciones personales con el padre, también personaje público, el
reportaje se refiere a hechos tan personales como es el acompañamiento de unos progenitores en los
primeros pasos de su hijo en su domicilio familiar, hecho éste que no puede tener la misma
trascendencia que un bautizo o un nacimiento, actos que se dan a conocer al "público", quedando en
la esfera más reservada de la intimidad hechos como los primeros pasos o las primeras palabras de
un hijo. Más aún, y esto es lo importante a efectos de considerar la existencia de la referida
vulneración, cuando estos hechos se producen en el ámbito más íntimo de una persona, su domicilio,
al que se ha accedido ilícitamente, como señala la sentencia recurrida, mediante una cámara con
teleobjetivo, dada la calidad de las fotografías. Por tanto, no existe causa de exclusión de la
intromisión ilegítima ni en el derecho a la propia imagen ni en el derecho a la intimidad, pues se
produce en un ámbito privado y sobre actos que pertenecen a la esfera íntima de la familia. Y si esto
es así en cuanto a la madre, lo es aún más en cuanto a la menor, pues ni siquiera podría extrapolarse
a ella el argumento de que es personaje público».
Así el TS claramente interpreta que las imágenes captadas en el domicilio de una persona pública o
con proyección pública, referida a hechos privados (como serían los primeros pasos de su hijo)
pertenecen a la esfera íntima de dicha persona, sin que pueda oponerse la excepción contemplada en
el art. 8.2 de la LO 1/1982, antes referida, pues ni las imágenes fueron captadas en un lugar público,
ni se captaron hechos de carácter público, sino estrictamente privados y pertenecientes a la esfera
más íntima y familiar, lo que supone que existió una intromisión ilegítima en el derecho a la
intimidad y propia imagen de la recurrente.

6. Inclusión indebida en un registro de morosos y derecho al honor: (STS 19 de


noviembre de 2014)
En este caso los demandantes contrataron, con una de las codemandadas, un servicio de seguridad
privada de conexión a su central receptora de alarmas. En los contratos, aportados con la demanda,
se incluía una condición general titulada «compromiso de permanencia» en virtud de la cual los
clientes se obligaban a una permanencia en el servicio de al menos veinticuatro meses, de modo que
si antes de la conclusión de tal plazo se daban de baja, dada la inversión en el material suministrado
a los clientes, la empresa de seguridad tendía derecho a reclamar el abono de las cantidades
pendientes de amortización hasta la fecha de terminación efectiva del contrato. Los demandantes se
dieron de baja en el servicio antes de la conclusión del periodo de permanencia. La empresa de
seguridad les remitió una factura por importe del precio del servicio correspondiente a los meses que
restaban hasta cumplir el plazo de permanencia de veinticuatro meses, advirtiéndoles que, de no

19 / 32
17/01/2023

pagarla, serían incluidos en el registro de morosos ASNEF. Los demandantes no pagaron la cantidad a
que ascendía la factura, y la empresa de seguridad comunicó los datos personales de los
demandantes a ASNEF, que los incluyó en un fichero de morosos.
Los afectados interpusieron demanda solicitando que se declarara la existencia de una vulneración en
su derecho fundamental al honor por la inclusión de sus datos en el registro de morosos. La
sentencia de instancia desestima íntegramente la demanda, y, formulado recurso de apelación, la
Audiencia Provincial confirma dicha sentencia. Los demandantes interponen recurso de casación ante
el TS. La Sala de dicho Tribunal estima el recurso de casación y considera que existió una intromisión
ilegítima en el derecho al honor de los recurrentes por inclusión indebida en un registro de morosos.
Dice la Sala:
«(…)La sentencia de esta Sala núm. 284/2009, de 24 de abril, sienta como doctrina jurisprudencial
que inclusión indebida en un fichero de morosos vulnera el derecho al honor de la persona cuyos
datos son incluidos en el fichero, por la valoración social negativa de las personas incluidas en estos
registros y porque la imputación de ser "moroso" lesiona la dignidad de la persona, menoscaba su
fama y atenga a su propia estimación ("pues esta clase de registros suele incluir a personas
valoradas socialmente en forma negativa o al menos con recelos y reparos [...] es una imputación, la
de ser moroso, que lesiona la dignidad de la persona y menoscaba su fama y atenta a su propia
estimación").
(…) La regulación de la protección de datos de carácter personal es determinante para decidir si la
afectación del derecho al honor, en el caso de inclusión de los datos del afectado en un "registro de
morosos", constituye o no una intromisión ilegítima, puesto que si el tratamiento de los datos ha sido
acorde con las exigencias de dicha legislación (es decir, si el afectado ha sido incluido correctamente
en el "registro de morosos"), no puede considerarse que se haya producido una intromisión ilegítima.
Ha de examinarse por tanto cómo se regula en nuestro ordenamiento la protección de datos de
carácter personal, y en concreto, en relación con los denominados "registros de morosos".
3.- La regulación de la protección de datos de carácter personal
El art. 18.4 de la Constitución española (en lo sucesivo, CE) prevé que "la ley limitará el uso de la
informática para garantizar el honor y la intimidad personal y familiar de los ciudadanos y el pleno
ejercicio de sus derechos".
(…)10.- Incumplimiento de los principios de calidad de datos por la empresa demandada
La empresa demandada vulneró la normativa de protección de datos. Los datos que comunicó al
registro de morosos no eran veraces ni exactos pues no existía previamente una deuda cierta,
vencida, exigible, que hubiera resultado impagada, sino una reclamación derivada de la unilateral
liquidación por la demandada de una cláusula penal redactada en términos que no permitían, por sí
solos, fijar la cantidad en que se concretaba su aplicación. Que en la cláusula penal se previera que
"en caso de que antes de concluido el plazo de permanencia [24 meses], el servicio contratado sea
suspendido, dado de baja o cancelado por solicitud de baja por parte del cliente o por
incumplimiento del contrato imputable al mismo, ADT ESPAÑA tendrá derecho a reclamar al CLIENTE
el abono de las cantidades pendientes de amortización hasta la terminación efectiva del contrato" no
supone, como pretende la recurrida, que de tal cláusula resulte una deuda cierta, vencida y exigible,
y menos aún que la misma pueda fijarse en el importe de las cuotas correspondientes al periodo
pendiente de transcurrir hasta la conclusión del periodo de permanencia.
Pero, sobre todo, no se respetaron los principios de prudencia y proporcionalidad, puesto que los
datos no eran determinantes para enjuiciar la solvencia económica. No es controvertido que los
clientes demandados habían pagado las cuotas del servicio de vigilancia hasta que decidieron darse
de baja. Si a continuación se negaron a pagar la cantidad que la empresa de seguridad demandada
fijó unilateralmente en aplicación de la cláusula penal, podrá discutirse si la cláusula era o no

20 / 32
17/01/2023

abusiva, y, en caso de no considerarse abusiva, si la cantidad fijada correspondía efectivamente a lo


previsto en la misma (las cantidades pendientes de amortización). Pero sin necesidad siquiera de
valorar si la cláusula era abusiva, ha de afirmarse que la negativa de un cliente que ha pagado
regularmente las cuotas mensuales correspondientes al servicio prestado, a abonar la penalización
por desistimiento cuando la cláusula que la prevé no es precisa y deja un amplio margen al
predisponente para fijar el importe de la sanción, no es, en estas circunstancias, determinante para
enjuiciar la solvencia del cliente, porque es evidente que no viene determinada por su imposibilidad
de hacer frente a sus obligaciones, que es en lo que consiste la insolvencia, ni por su negativa
maliciosa a hacerlo, sino por su discrepancia razonable con la conducta contractual de la
demandante.
Se trataba, por tanto, de deudas inciertas, dudosas, no pacíficas, no exactas, pues habían sido fijadas
por la demandada con base en una mera estimación, y por tanto, conforme a la doctrina sentada en
la sentencia de esta Sala num. 13/2013, de 29 de enero, no eran aptas para sustentar la inclusión
legítima de los datos de los demandantes en un registro de morosos. Tal inclusión puede
interpretarse como una presión para que los demandantes aceptaran una reclamación con un
fundamento que era, cuanto menos, dudoso, y por una deuda que no podía calificarse como cierta,
en el sentido de inequívoca».
Así, partiendo de que la Jurisprudencia del TS considera que la inclusión indebida de una persona en
un registro de morosos en una intromisión ilegítima en el derecho al honor, por el descrédito y
desprestigio social que ello produce, en este caso, la empresa de seguridad no cumplió con la
normativa de protección de datos de carácter personal, ya que los datos comunicados al registro de
morosos no eran datos que cumplieran los requisitos de calidad según dicha normativa, puesto que
no se trataba de deudas ciertas, líquidas y exigibles, sino derivadas de una cláusula penal incluida en
el contrato de prestación de servicios, de la que se podía debatir sobre su posible abusividad, o en
todo caso, podía ser objeto de moderación, pero, desde luego, dichas deudas eran inciertas, y no
podía considerarse a los recurrentes como morosos, máxime teniendo en cuenta que habían venido
abonando las cuotas mensuales por prestación del servicio de seguridad, todo lo que lleva a que el
TS considere que su inclusión en el registro de morosos fue indebida, y que dicha inclusión supuso
una intromisión ilegítima en el derecho al honor de los recurrentes.

7. Reportaje con cámara oculta y derecho al honor y a la propia imagen: (STS 30 de


junio de 2009)
En este caso el perjudicado formuló demanda sobre tutela del derecho al honor, la intimidad y la
propia imagen contra dos canales de televisión por elaboración de un reportaje en el que dos
periodistas se hacían pasar por un matrimonio que acudió a la consulta de parapsicología del
demandante, para que le ayudara a erradicar de su domicilio supuestos fenómenos paranormales,
contratando para ello los servicios del actor, grabando de forma oculta la voz y la imagen del
demandante, publicándose el reportaje así obtenido en un programa de televisión, todo ello sin su
consentimiento. Posteriormente en dicho programa se inició un debate sobre el reportaje, emitiendo
los intervinientes determinados comentarios sobre el demandante. La Sentencia recaída en primera
instancia desestimó íntegramente la demanda. La Audiencia Provincial confirmó la Sentencia de
instancia. Contra la sentencia recaída en segunda instancia interpuso el demandante recurso de
casación ante el TS, denunciando la vulneración de su derecho al honor, intimidad y propia imagen.
En cuanto a la supuesta vulneración del derecho al honor el TS entiende que prevalece el derecho a
la libertad de expresión, concretamente se dice en la Sentencia objeto de comentario: «Respecto del
reportaje, ciertamente aborda una temática de relevancia social, de interés general, que no es tanto
el mundo de la parapsicología en su general consideración, como dice el recurrente debería haberse
hecho en vez de buscar la ridiculización de su persona, como informar sobre los fraudes o engaños

21 / 32
17/01/2023

que pueden darse al amparo de ciertas prácticas de supuesta parapsicología, y, de hecho, el reportaje
trae causa de denuncias o alertas procedentes del ámbito de organizaciones de consumidores y
usuarios, lo que justificó la elección del recurrente por los reporteros. El reportaje no puede ser
tachado de tergiversador, de falto de veracidad, por más que se utilice el engaño por los periodistas
en la ideación de un fenómeno paranormal, que es falso, que sirvió para poner al descubierto la
conducta falaz del luego demandante, así como su ánimo de lucrarse a costa de los supuestos
clientes, a quienes también, a su vez, pretende engañar, e incluso intenta obtener más dinero
vendiendo el caso a la televisión. El objetivo del reportaje es, pues, de interés general, y no se
produce deformación de la realidad, pues la conducta del demandante, quien obviamente queda en
evidencia, habla por sí misma. Cuestión distinta, como después veremos, es la procedencia del medio
utilizado por los reporteros para la elaboración del reportaje en relación con otros derechos, como el
derecho a la propia imagen del recurrente. Consecuentemente, la información es de interés general y
veraz, y por ello no se vulnera el derecho al honor del recurrente.
En relación a las opiniones de los invitados al programa, que no han
Debe prevalecer el derecho sido demandados, son consecuencia lógica de la conducta falaz y de
a la propia imagen frente al las propias actitudes del recurrente que se observan en el reportaje, y
derecho a la libertad de
están amparadas por el derecho a la libertad de expresión, dentro del
información
cual tiene destacada relevancia el derecho a la crítica, por mordaz e
hiriente que esta pueda ser, siempre que no se utilicen expresiones
objetivamente injuriosas, valoración esta que siempre ha de hacerse en relación con el contexto, o
innecesarias para el ejercicio de la crítica, siendo así que las utilizadas por los invitados no se
producen fuera de contexto y pueden entenderse como moderadas a la vista de los comportamientos
y expresiones del recurrente reflejados en el reportaje, que ponen de relieve, cuanto menos, una total
falta de seriedad, como dejaron claro en el programa los expertos que fueron invitados. No se trata,
pues, de expresiones indudablemente injuriosas sin relación con las ideas u opiniones que se
expongan y que resulten innecesarias para la exposición de las mismas (Sentencia de 14 de enero de
2009), por todo lo cual prevalece el derecho a la libertad de expresión sobre el derecho al honor del
recurrente».
De esta forma, considera el TS que tratándose de un asunto de interés general (posibles estafas en
los servicios de parapsicología) y dado que la información era veraz, no puede entenderse que se ha
vulnerado el derecho al honor del demandante, así como tampoco puede entenderse que las
expresiones vertidas en el debate vulneraran dicho derecho, puesto que no pueden considerarse
injuriosas o denigrantes, ya que fueron motivadas por la propia conducta del demandante (de una
total falta de seriedad).
Cuestión distinta es lo referente a la vulneración del derecho a la propia imagen del recurrente. En
este sentido la Sentencia declara: «En cambio, sí que existe en el recurso de casación una específica
imputación de vulneración del derecho a la propia imagen del recurrente, denunciada en el motivo
segundo del recurso, primero por el uso de la cámara oculta y después por su posterior difusión en
un medio de comunicación, no ejerciendo el recurrente cargo público o profesión de notoriedad o
proyección pública, ni existiendo interés público en la captación o difusión de la imagen del
recurrente, que se podría haber realizado difuminando los rasgos físicos del recurrente, como se hace
en el reportaje con la imagen de los periodistas, siendo innecesaria la imagen nítida del Sr. Eutimio
para el fin de informar.
Esta parte del recurso ha de ser estimada.
En primer término, es evidente que, tanto en el momento de la grabación como en el de la emisión
del programa de televisión, el demandante fue privado del derecho a decidir, para consentirla o
impedirla, sobre la reproducción de la representación de su aspecto físico determinante de una plena
identificación. Como se dijo en Sentencia de 19 de julio de 2004, el derecho a la propia imagen

22 / 32
17/01/2023

atribuye a su titular la facultad de disponer de la representación de su aspecto físico que permita su


identificación, lo que conlleva tanto el derecho a determinar la información gráfica, generada por los
rasgos físicos que le hagan reconocible, que puede ser captada o tener difusión pública, como el
derecho a impedir la obtención, reproducción o publicación de su propia imagen por un tercero no
autorizado (en este sentido, Sentencias del Tribunal Constitucional 81/2.001, de 26 de marzo, y
156/2.001, de 2 de julio).
En segundo lugar, la finalidad del reportaje y de su difusión, verdaderos medios de denuncia referida
a la actividad del demandante como ejemplo de práctica engañosa, convirtieron al mismo,
plenamente identificado por sus rasgos físicos, en elemento fundamental de la información, lo que
impide entender que se grabó y publicó una imagen meramente accesoria de la información, a los
efectos del apartado segundo, letra c) del art. 8.2 de la Ley 1/1980. La imagen del actor no era un
elemento imprescindible para la finalidad informativa, y bien pudo difuminarse, como se hizo en el
reportaje con la imagen de los propios reporteros.
En tercer lugar, tampoco cabe entender, a los efectos del art. 8.2 a) de la L.O. 1/1982, que el
recurrente sea persona que ejerza profesión de notoriedad o proyección pública, y que el lugar,
consulta o dependencia donde atiende a las personas que a él acuden sea lugar abierto al público.
Por último, la finalidad perseguida con el reportaje (denuncia de prácticas supuestamente
fraudulentas en el ámbito de la parapsicología), tampoco justifica la captación de la imagen del
recurrente mediante cámara oculta, pues, como recuerda la Sentencia del Pleno de esta Sala de 16 de
enero de 2009 anteriormente referida, con cita de la 72/2.007, de 16 de abril, el derecho a la propia
imagen puede ceder cuando exista un interés público en la captación o difusión de la misma si ese
interés público se considera que debe prevalecer sobre el particular de la persona en evitar dicha
captación o difusión, lo que no es caso presente dada la falta de notoriedad y proyección pública del
demandante, lo que determina que falte ese interés público en la captación y difusión de la imagen
del demandante a que antes se ha aludido».
Así los requisitos para que prevalezca el derecho a la libertad de información y expresión, frente el
derecho a la propia imagen se concretan en: a) que se trate de una persona de proyección pública o
relevancia pública; o b) que la captación y difusión de las imágenes tengan un interés público, en
caso contrario los rasgos físicos deben difuminarse; c) que la grabación sea consentida por el
afectado y d) que la imagen sea un elemento meramente accesorio, en un acontecimiento público,
requisitos, que, según el TS, no concurren en este supuesto, en el que, a pesar de existir interés
general en la información y ser esta veraz, no estaba justificada la obtención de los rasgos físicos del
recurrente, sin su consentimiento, mediante una cámara oculta, sin que existiera un interés público
en la captación y posterior difusión de los rasgos físicos del recurrente, que bien pudieron ser
difuminados. En consecuencia el TS considera que debe prevalecer el derecho a la propia imagen
frente al derecho a la libertad de información y casa la Sentencia recaída en segunda instancia.

8. Derecho al honor frente a libertad de expresión en carta de representante


sindical: (STS 1 de julio de 2014)
En este caso el demandante era el director regional de navegación aérea de Canarias y la demandante
era técnica de recursos humanos del departamento de recursos humanos de la dirección regional de
navegación aérea de Canarias. El demandado trabajaba como coordinador de comunicaciones e
información de servicios de tránsito aéreo de AENA y era delegado sindical de UGT en el centro de
control de Canarias. El 3 de abril de 2007 el demandado firmó una carta dirigida al demandante,
responsable estatal de UGT AENA. Esta carta la habría enviado por «email», a través de la cuenta
genérica existente en los terminales, a todo el personal de AENA, compuesto por 9.000 trabajadores
a nivel nacional. Según el demandante en dicha carta se contenían expresiones injuriosas. La
Sentencia de instancia desestimó íntegramente la demanda, que fue confirmada por la de apelación.

23 / 32
17/01/2023

El demandante formuló recurso de casación al entender que las expresiones contenidas en la carta
vulneraban su derecho al honor. El TS considera, en el juicio de ponderación, que debe prevalecer la
libertad de expresión del demandado, en el ejercicio de su cargo sindical. Dice la Sala:
«SEXTO.- Examinado el caso enjuiciado con arreglo a la jurisprudencia de esta Sala y la doctrina del
Tribunal Constitucional antes reseñadas, esta Sala, en su juicio de ponderación, considera que deben
prevalecer las libertades de información y de expresión del demandado sobre el derecho al honor del
demandante D. Román, único recurrente en casación contra la desestimación de la demanda,
interpuesta en su día por él y su esposa, por las siguientes razones:
A) Las expresiones utilizadas en la carta deben entenderse como un caso de ejercicio de los derechos
a la libertad de información y a la libertad de expresión comprendido en el derecho a la acción
sindical, pues, como se ha indicado al inicio del fundamento jurídico cuarto, la carta la dirigió el
delegado de un sindicato al responsable estatal del mismo en una empresa pública (AENA) y en ella
se expresaba a su destinatario el malestar y la sensación de abandono en que se encontraban los
trabajadores de la región de navegación aérea de Canarias por el hecho de haberse vuelto a nombrar
al demandante como director regional de navegación aérea, lo que implicaba que también su esposa
ocuparía cargos directivos como ocurrió en la anterior ocasión en que el demandante había sido
nombrado para el mismo puesto. Del contenido de la carta se desprende también que el demandado
reclamaba una política adecuada en el nombramiento de los puestos directivos, incluso de confianza,
en el sector público, así como la transparencia en la contratación pública.
B) Respecto del ejercicio de la libertad de información como manifestación del derecho a la acción
sindical del demandado, concurre el requisito de la veracidad respecto de la mayoría de los hechos
sobre los que se informa en la carta (el nombramiento del demandante, sus destinos anteriores y tipo
de trabajo realizado, los ceses y nuevos nombramientos en diversos puestos producidos tras su
nombramiento, la jubilación anticipada del jefe de la división de administración y recursos humanos,
los nombramientos como jefes de departamento de personas con contrato laboral precario y las
denuncias de UGT DRNA Canarias sobre la esposa del demandante), que pueden considerarse no
necesitados de prueba por ser notorios. Otros hechos, como los relativos a determinadas conductas
de la codemandante inicial, no pueden ya considerarse ofensivos de su derecho al honor por haberse
declarado desierto su recurso de casación contra la sentencia que confirmó la desestimación de la
demanda.
C) Respecto del ejercicio de la libertad de expresión como manifestación del derecho a la acción
sindical del demandado, las expresiones y frases de la carta a las que se alude en la demanda como
atentatorias del derecho al honor del demandante no pueden calificarse como ultrajantes u ofensivas,
aunque le puedan herir o molestar, y tampoco cabe entender que carezcan de relación con las ideas u
opiniones que se exponen y, por tanto, sean innecesarias al propósito del demandado de ejercer su
libertad de acción sindical, porque el contexto en el que se inscribe la carta es el de una política de
nombramientos que perjudica al sindicato UGT en beneficio de otros sindicatos.
D) Desde esta última perspectiva, también debe tenerse en cuenta la
Especialmente protegidos, situación laboral y social existente en el ámbito en que el demandado
en cuanto a la garantía de manifestó su crítica, pues, como indica la STS 12 de diciembre de
estos derechos, se
2013, rec. 1777/10, este es uno de los parámetros que deben
encuentran los menores de
utilizarse, de acuerdo con una concepción pragmática del lenguaje
edad e incapacitados
adaptada a las concepciones sociales, para hacer prevalecer la libertad
de expresión cuando se empleen expresiones que, aisladamente,
pudieran ser consideradas ofensivas.
E) Según los hechos probados en las instancias, el demandado fue autor de la carta pero no puede
ser considerado responsable de su difusión. A estos efectos la sentencia de primera instancia

24 / 32
17/01/2023

considera, como hipótesis más verosímil, que la difusión general por correo electrónico se debiera a
otro sindicato distinto de la UGT, y la sentencia de segunda instancia, tras tener por probado que la
difusión se debió a ese otro sindicato, deja en la duda si el demandado fue también responsable o, al
menos, la consintió o no hizo nada por evitarla.
F) Finalmente, la crítica efectuada por el demandado en su carta se refería a personas que ejercían un
cargo público y tenían proyección pública en el ámbito social y laboral en el que el demandado
ejercía su actividad sindical, pues eran el nuevo director regional de navegación aérea de Canarias y
su esposa, esta última anterior jefa de la división de recursos humanos de la misma área, con lo que
el peso de su derecho al honor es más débil que el del derecho a las libertades de información y de
expresión del demandado, sin que tampoco se aprecie la existencia del grado de intensidad necesario
para que pueda entenderse producida una transgresión del prestigio profesional de los demandantes,
ya que la rectitud y transparencia en el nombramiento de los cargos públicos son valores que
interesan a toda la sociedad y justifican que quienes desempeñan responsabilidades sindicales
pongan un especial empeño en su efectividad.
Procede por tanto desestimar estos dos motivos y, con ello, el recurso y confirmar la sentencia
recurrida».
Así el TS entiende que las expresiones proferidas en la carta, aunque pudieran molestar al recurrente,
no pueden considerarse injuriosas o ultrajantes, y, en todo caso, el demandado las profirió en el
ejercicio de su cargo de delegado sindical, y, en el ámbito de un contexto social y laboral
determinado, en el que se expresaba el descontento y sensación de abandono que le provocaba la
labor del demandante, que ostentaba un cargo público (responsable estatal de un sindicato en AENA),
a lo que se une que el demandado no fue el responsable de la difusión de la carta, cuyas expresiones
no suponían un desprestigio profesional del recurrente, por lo que, según el TS, debía prevalecer el
derecho a expresar libremente la opinión del recurrente frente al derecho al honor del recurrente, que
no fue vulnerado con las expresiones proferidas por el demandado.

9. Derecho al honor y prestigio profesional (STS 26 de noviembre de 2008)


En esta caso el demandante, Patrón Mayor de la Cofradía de Pescadores Nuestra Señora de las
Mercedes, de Los Cristianos-Arona, presento demanda de tutela del derecho al honor, con base en la
intromisión ilegítima en dicho derecho fundamental sufrida como consecuencia de las expresiones
vertidas por el demandado, que ostentaba el cargo de Presidente de la Asociación Canaria de
Empresas de Acuicultura, durante la entrevista de la que fue objeto en un programa de radio y, al
mismo tiempo, sobre la protección del honor del demandado, quien formuló demanda reconvencional
contra el actor, como consecuencia de la intromisión ilegítima producida por las manifestaciones de
este último en varios medios de comunicación con relación a los efectos nocivos de la explotación de
las empresas dedicadas a la acuicultura. El juzgado de primera instancia estimó parcialmente la
demanda, al entender que las expresiones vertidas por el demandado constituían una intromisión
ilegítima en el honor del demandante, y la Audiencia Provincial desestimó el recurso de apelación del
demandado-reconviniente. El TS desestima el recurso de casación, y considera que las expresiones
proferidas por el demandado vulneraban el derecho al honor del demandante, en cuanto a su
prestigio profesional. Concretamente, y en lo que aquí interesa, la Sala declara:
«En el contenido del derecho al honor se ha incluido el prestigio profesional. Como se recuerda en la
Sentencia de 11 de septiembre de 2008, la jurisprudencia constitucional y la de esta Sala han
considerado incluido en la protección del honor el prestigio profesional, tanto respecto de las
personas físicas, como de las personas jurídicas. Ahora bien, tal y como precisa la Sentencia de 25
de febrero de 2008 —recogiendo los numerosos antecedentes de la jurisprudencia constitucional
[SSTC 40/10992, 282/2000 (LA LEY 22/2001), 49/2001 (LA LEY 3251/2001), 9/2007 ( L A L E Y
217/2007), entre otras] y de esta misma Sala (Sentencias de 30 de septiembre de 2003, 18 de marzo

25 / 32
17/01/2023

de 2004, 5 de mayo de 2004, 19 de julio de 2004, 18 de octubre de 2005 y de 18 de junio de 2007,


entre otras muchas)—, no siempre el ataque al prestigio profesional se traduce en una vulneración
del honor. Desde la perspectiva de la protección constitucional, no es necesariamente lo mismo el
honor y el prestigio profesional. Pese a que uno y otro concepto presentan contornos no siempre
fáciles de deslindar, no permiten confundir, empero, lo que constituye una simple crítica a la pericia
de un profesional en el ejercicio de una actividad con un atentado a su honorabilidad. Sólo la
difusión de hechos directamente relativos al desarrollo y ejercicio de la actividad profesional de una
persona constituye una intromisión ilegítima en el derecho al honor cuando excedan de la libre crítica
a la labor profesional, siempre que por sus características, naturaleza y forma en que se hace la
divulgación la hagan desmerecer en la consideración ajena de su dignidad como persona [SSTC
76/1995 (LA LEY 13077/1995) y 223/1992 (LA LEY 2065-TC/1993)].
Paralelamente, en la colisión del derecho al honor con otros derechos dignos de protección, como el
de la libertad de expresión reconocido en el art. 20 de la Constitución, la jurisprudencia de esta Sala,
recogiendo la del Tribunal Constitucional y de instancias supranacionales, ha declarado que "este
último, que tiene un contenido más amplio que el derecho a la libertad de información, alude a la
emisión de juicios personales y subjetivos, creencias, pensamientos y opiniones, y comprende la
crítica de la conducta de otro, aun cuando sea desabrida y pueda molestar, inquietar o disgustar
[SSTC 6/2000 (LA LEY 4012/2000), 49/2001 (LA LEY 3251/2001), 204/2001 (LA LEY 8640/2001)],
pues así lo requiere el pluralismo, la tolerancia y el espíritu de apertura, sin los cuales no existe la
sociedad democrática (SSTEDH 23 abril de 1992, as. Castell c. España, y 29 febrero de 2000, as.
Fuentes Bobo c. España; también, Sentencia de 25 de febrero de 2008, que cita la anterior doctrina).
Este ámbito de tutela debe, sin embargo, modularse en presencia del propio del prestigio
profesional; y, desde luego, deja fuera del mismo a las frases y expresiones ultrajantes u ofensivas,
sin relación con las ideas u opiniones que se expongan y, por tanto, innecesarias a este propósito,
dado que el art. 20.1 a) de la Constitución no reconoce un pretendido derecho al insulto, que sería,
por lo demás, incompatible con una norma fundamental (SSTC 127/2001 (LA LEY 6091/2001),
198/2004 (LA LEY 2601/2004) y 39/2005 (LA LEY 808/2005), entre otras)" [STS de 22 de julio de
2008].
TERCERO. La aplicación de la doctrina que se acaba de exponer al caso examinado conduce a la
conclusión de que el contenido de las manifestaciones vertidas por el demandado en el curso de la
entrevista radiofónica emitida el 14 de agosto de 2004 en el programa Mar y Tierra, de la emisora
Radio El Día, excede del contenido propio del derecho a la libertad de expresión e inciden
negativamente en la reputación del demandante, tal y como fue declarado por el tribunal
sentenciador, habiéndose ajustado el juicio de ponderación de los derechos en liza que han realizado
los órganos de instancia a los criterios constitucionales y jurisprudenciales expuestos, habiendo
valorado adecuadamente los hechos, objetivamente considerados en su conjunto, atendido a las
circunstancias del caso, apreciadas también objetivamente y en su conjunto, y, en fin, dirimido el
conflicto entre los derechos fundamentales afectados con arreglo al canon de necesidad,
proporcionalidad y respeto al fin al que sirve el derecho a la libertad de expresión, en tanto limitativo
del derecho al honor cuya tutela se impetra.
(...) En efecto, las afirmaciones, consideradas objetivamente y en su conjunto, en el marco en el que
tuvieron lugar, evidencian por sí mismas el desmerecimiento que para la propia estimación y para la
reputación frente a los demás representan los hechos que se atribuyen al actor: la insinuación de
conductas ilícitas y, en cualquier caso, inmorales, atribuidas al actor, como haber intentado
coaccionar y extorsionar al demandado-reconviniente para obstaculizar la explotación de las
instalaciones dedicadas a la acuicultura, afectan, sin duda, a la honra propia y a la estimación ajena,
ya en el aspecto personal, ya en el profesional, tanto más cuanto se efectúan en el marco de un
ámbito social, profesional y territorial localizado, se realizan a través de un medio de comunicación

26 / 32
17/01/2023

radiofónico, y proceden de una persona que ocupa la presidencia de una entidad de base asociativa
que actúa en el sector de la actividad económica en el que intervienen las partes en conflicto. Las
manifestaciones del demandado exceden, desde luego, de la mera opinión, pero también de la simple
crítica y de la expresión de un juicio de valor amparado por el contenido legítimo del derecho a la
libertad de expresión, mostrando un carácter oprobioso, vejatorio, denigrante y ofensivo, que supera
la simple reprobación de la conducta de la persona, resultando tales expresiones de todo punto
gratuitas, sin que se haya acreditado la veracidad de los hechos a que se refieren —dentro de la
exigencia de veracidad que corresponde a la libertad de expresión—, y mostrándose, en fin,
innecesarias para realizar una crítica no vejatoria de la actuación del demandante, incluso en el
marco de una confrontación de intereses, así como desproporcionadas con relación a la finalidad a la
que sirve el derecho a la libertad de expresión. Por el contrario, las manifestaciones del actor en
diversos medios de comunicación, a las que se contrae la denuncia de la intromisión ilegítima del
derecho al honor del demandado-reconviniente, no se salen del contenido propio del derecho a la
libertad de expresión, en la medida en que constituyen la manifestación de un juicio de valor y de
una opinión acerca del desarrollo de una determinada forma de explotar el medio marino y de sus
consecuencias, que se produce en el marco de una confrontación de intereses económicos, en la que
no se utilizan términos injuriosos u ofensivos. La alusión a que por intereses económicos
especulativos se produzca la contaminación del medio marino como consecuencia de la explotación
de las instalaciones dedicadas a la acuicultura, así como a la aparición de depredadores por la
"basura existente" bajo tales instalaciones, a la proliferación de este tipo de industria motivada por
las subvenciones económicas, a las "consecuencias irreversibles" y al "terrorismo ecológico", no
dejan de constituir manifestaciones que, por más que resulten duras y desagradables para quien se
considera destinatario de ellas, no exceden de una opinión y de la crítica legítima realizada en el
marco del desarrollo de una determinada actividad profesional y de la existencia de intereses
empresariales y económicos contrapuestos, en la que no se desliza expresión vejatoria, insulto o
manifestación injuriosa alguna, por lo que deben situarse dentro del contenido propio del derecho a
la libertad de expresión, no resultando atentatorias contra el honor del demandado reconviniente, ya
sea el correspondiente a su persona, ya el que pudiera corresponder al colectivo profesional que
representa».
Partiendo de que la crítica a la labor profesional de una persona no siempre supone una intromisión
ilegítima en su derecho al honor, en este caso, considera el TS, que las insinuaciones del demandado
sobre conductas ilícitas e inmorales del demandante, exceden de los límites de la libertad de
expresión, yendo más allá de una mera opinión sobre la labor profesional del demandante, atentando
contra su prestigio profesional y personal. No se trata de expresiones que puedan molestar o
disgustar, sino de auténticos ataques a la honra y estima profesional y personal del demandante, por
lo que el TS considera que debe prevalecer el derecho al honor del demandante, frente a la libertad
de expresar opiniones, ideas o pensamientos del demandado.

10. Derecho a la intimidad y propia imagen. Consentimiento de un discapacitado a


una entrevista en programa televisivo (STC 16 de diciembre de 2013)
La cuestión planteada ante el TC trae causa de la Sentencia de la Sala Primera del Tribunal Supremo
de 19 de enero de 2010, estimatoria de un recurso de casación, que declara la prevalencia del
derecho a la información y desestima la demanda por vulneración del derecho al honor, a la intimidad
y a la propia imagen estimada en instancia y apelación. Lo que se debatía ante el TC era la validez
del consentimiento prestado por una persona discapacitada, no declarada judicialmente, para servir
como elemento excluyente de las denunciadas lesiones de su derecho al honor y de su derecho a la
propia imagen, a pesar de haber acudido de forma voluntaria a la entrevista que se emitiría en el
programa de televisión «Crónicas Marcianas». El TC, al contrario que el TS, entiende que no existió
un consentimiento válido y eficaz por parte del demandante y que se vulneró su derecho al honor y

27 / 32
17/01/2023

propia imagen. Concretamente dice:


«4. A partir de estos parámetros, recordemos que las actuaciones denunciadas por el Ministerio Fiscal
incluyen la entrevista que el demandado, don Jaime, realiza a don Benicio, así como la posterior
difusión y reseña de dicha entrevista en la página Web de la cadena de televisión Telecinco. A lo
largo de la entrevista, el Sr. Jaime formula a don Benicio una serie de preguntas acerca de la
disyuntiva entre la vocación y ganar dinero, pero en la mayoría de las ocasiones no le permite que
complete una respuesta, pues interrumpe él con una respuesta o una nueva pregunta, en ocasiones
contradictoria con la anterior. Llega un momento que el entrevistado se confunde y se contradice,
para acabar respondiendo únicamente "hombre, por supuesto". En una segunda parte de la
entrevista, el Sr. Jaime le pregunta a don Benicio si es un romántico y, a continuación, le pregunta
muy seguido: ¿te gusta la mujer hecha y derecha?, que no sea muy ancha de espaldas, ¿no?, y que
esté rasurada, ¿eh?, don Benicio vuelve a abrumarse y, como contestación, reitera únicamente
"hombre, por supuesto". Finalmente, el periodista don Jaime le pide que mire fijamente a la cámara y
explique al público lo que espera de una mujer. Don Benicio se coloca de espaldas a la cámara y don
Jaime le permite permanecer en esa posición mientras explica lo que espera de una mujer. Al fondo,
se oyen risas y jolgorio. La entrevista fue reseñada días después en la página web del propio
programa "Crónicas Marcianas" y la imagen de don Benicio apareció "publicada" en dicha web, con
unas enormes gafas y una foto distorsionada junto a la leyenda: "Periodista, soltero, ligón busca...
Benicio tiene muy claro el tipo de mujer que le gusta". Asimismo, se añade "si usted piensa que este
hombre es guapo acuda a Ópticas San Gabino, que decía un viejo anuncio de gafas. Pero si
verdaderamente lo sigue pensando, agradézcaselo a Jaime, y sobre todo no dude en permanecer
alerta".
Las características de los sucesos expuestos permiten, por tanto, sin mayor esfuerzo intelectual,
afirmar que los hechos denunciados tienen cabida en el ámbito de protección del derecho al honor y
del derecho a la propia imagen de don Benicio.
5. Una vez constatada la afectación del derecho fundamental al honor y del derecho a la propia
imagen, hemos de concretar si la actuación de los demandados en instancia contaba con amparo
constitucional en la libertad de información o expresión; o si, en su caso, fue consentida a tal fin por
el recurrente, encontrando en ello una justificación constitucional.
Por lo que se refiere al posible amparo de la actuación de los demandados en el ámbito del derecho a
la información o a la libertad de expresión, recordemos que las líneas generales de la doctrina de
este Tribunal dictada en procesos de amparo en los que nos ha correspondido realizar el necesario
juicio de ponderación entre el derecho a la información y el derecho al honor (art. 18.1 CE) dispone
que, en nuestro ordenamiento, la libertad de información ocupa una posición especial, puesto que a
través de este derecho no sólo se protege un interés individual sino que su tutela entraña el
reconocimiento y garantía de la posibilidad de existencia de una opinión pública libre,
indisolublemente unida al pluralismo político propio del Estado democrático (por todas, STC
21/2000, de 31 de enero, FJ 4, y las allí citadas). Ahora bien, como se sabe, hemos condicionado la
protección constitucional de la libertad de información a que ésta sea veraz y esté referida a asuntos
de relevancia pública que son de interés general por las materias a que se refiere y por las personas
que en ellos intervienen; contribuyendo, en consecuencia, a la formación de la opinión pública.
También hemos afirmado que el valor preferente del derecho a la información no significa, sin
embargo, dejar vacíos de contenido a los derechos fundamentales de las personas afectadas o
perjudicadas por esa información, que han de ceder únicamente en la medida en que resulte
necesario para asegurar una información libre en una sociedad democrática, como establece el art.
20.2 CEDH. De modo que la legitimidad de las informaciones que impliquen una intromisión en otros
derechos fundamentales, como el derecho al honor, requiere no sólo que la información cumpla la
condición de la veracidad, sino también que su contenido se desenvuelva en el marco del interés

28 / 32
17/01/2023

general del asunto al que se refiere, "pues sólo entonces puede exigirse de aquellos a quienes afecta
o perturba el contenido de la información que, pese a ello, la soporten en aras, precisamente, del
conocimiento general y difusión de hechos y situaciones que interesan a la comunidad", sin que baste
a tales efectos la simple satisfacción de la curiosidad ajena (STC 20/1992, de 14 de febrero, FJ 3).
De otra forma, "el derecho a la información se convertiría en una cobertura formal para, excediendo
del discurso público en el que debe desenvolverse, atentar sin límite alguno y con abuso del derecho
al honor y a la intimidad de las personas con afirmaciones, expresiones o valoraciones que resulten
injustificadas por carecer de valor alguno en relación con el interés general del asunto" (STC
172/1990, de 12 de noviembre, FJ 2).
Pues bien, descritos los hechos como han sido expuestos, no cabe sino concluir en que la
información y la actividad desarrollada en el programa "Crónicas Marcianas" con don Benicio carece,
desde cualquier perspectiva, del interés público y la relevancia pública necesaria para que esté
cubierta por el ejercicio de esa libertad por profesionales de la información y, muy al contrario,
resulta una clara intromisión y abuso de sus derechos fundamentales al honor y a la propia imagen. Y
es que, en efecto, la entrevista realizada por don Jaime al señor Benicio, posteriormente emitida en el
referido programa, y reflejada también en su página web, no sólo carecía de valor informativo
alguno, sino que, además, fue realizada únicamente con propósito burlesco, para ridiculizar al
entrevistado, poniendo de relieve sus signos evidentes de discapacidad físicas y psíquicas, animus
iocandi que fue advertido tanto en la Sentencia de primera instancia como en la dictada en apelación,
e incluso en la recaída en casación, que consideró poco ética la actuación del medio televisivo».
En cuanto al supuesto consentimiento del demandante dice la Sentencia:
«Pues bien, en el presente caso el actor en instancia acudió voluntariamente al lugar donde tendría
lugar la entrevista con el colaborador del programa "Crónicas Marcianas", de donde la Sentencia
impugnada dedujo que consintió libremente a la realización de la misma. Ahora bien, desde la
perspectiva del derecho al honor y a la propia imagen, puesta en conexión con lo dispuesto en el art.
49 CE (LA LEY 2500/1978), lo anterior no es suficiente para considerar válido el consentimiento
prestado. En primer lugar, porque el art. 2.2 de la Ley Orgánica 1/1982 (LA LEY 1139/1982) exige
que el consentimiento sea expreso, exigencia que, en un caso como el presente, debe ser de
interpretación especialmente rigurosa, habida cuenta del mandato de tutela de las personas con
discapacidad en el disfrute de los derechos consagrados en el Título I de la Constitución, que se
contiene en su art. 49. Por tanto, en este supuesto, no basta con presumir la voluntad por el hecho
de realizar la entrevista, sino que era necesario que constara expresamente el consentimiento,
constancia que no ha quedado probada, tal y como se señala en el voto particular emitido al Auto de
10 de enero de 2011, desestimatorio del incidente de nulidad de actuaciones.
Además, existía un segundo aspecto a considerar que fue ignorado por el órgano judicial en la
resolución judicial impugnada: la garantía de que el acto voluntario de acudir a la entrevista
comportaba la consciencia de lo que estaba haciendo y, ante las muestras evidentes de que dicha
consciencia era dudosa -como ha quedado probado en el proceso-, la exigencia de una garantía
adicional de los derechos fundamentales en juego, que en el presente caso se concretarían en la
exigencia al entrevistador de que expresamente se asegurara de que el actor, con una discapacidad
física y psíquica evidente, era claramente conocedor de las características del programa en el que se
emitiría la entrevista y del alcance de ésta. La exigencia de una doble garantía en los casos previstos
en el art. 3. 1 de la Ley 1/1982 se explica por el carácter de los derechos que la Ley quiere proteger.
En este sentido, es relevante también la naturaleza del programa en el que se iba a emitir la
entrevista y el propio tono de la misma, un montaje burlesco elaborado al objeto del entretenimiento
del público que perseguía una finalidad humorística mediante la manipulación de la persona
entrevistada, por lo que la exigencia de especiales garantías no es sino coherente con las
circunstancias del caso. En defecto de tales garantías la presencia voluntaria del entrevistado no

29 / 32
17/01/2023

podrá equipararse a un consentimiento válido y eficaz.


En consecuencia, hemos de concluir que no existe en el presente caso un consentimiento válido y
eficaz que permita excluir la ilicitud de la intromisión en el derecho al honor y a la propia imagen de
don Benicio derivada de las conductas de los demandados en el proceso a quo, quienes a pesar de la
evidencia de la incapacidad del entrevistado para tomar conciencia del alcance de la entrevista y de
las características del programa en el que se iba a emitir, lejos de extremar el celo y las cautelas
exigibles para que la participación de aquél en el programa estuviera rodeada de esas garantías,
utilizaron esa situación de vulnerabilidad del señor Benicio con la clara y censurable intención —
como apreciaron las Sentencias de primera instancia y apelación— de burlarse de sus condiciones
físicas y psíquicas, atentando de esa manera no sólo contra sus derechos al honor y a la propia
imagen, sino incluso contra su dignidad. Y la conclusión anterior no puede resultar condicionada por
el hecho de que no mediara una declaración judicial de incapacitación del señor Benicio, pues ello
supondría, en definitiva, supeditar la eficacia de la previsión del art. 49 CE, y el consiguiente disfrute
por parte de las personas con discapacidad de los derechos constitucionales, a la existencia de tal
declaración, limitación que en modo alguno cabe extraer de la previsión constitucional».
Pues bien el TC, en este caso, rectifica la Sentencia del TS, entendiendo que debe prevalecer el
derecho al honor del demandante, frente a la libertad de información y expresión de la cadena de
televisión demandada, ya que no puede considerarse que el demandante fuera una persona de interés
público, o la entrevista tuviera interés o relevancia pública, sino que el único objetivo de la misma
era burlarse de la discapacidad del demandante, lo que supone una intromisión en su derecho al
honor y propia imagen, sin que pueda considerarse, dada su condición de discapacitado, que
consintiera a tal entrevista, pues no existió un consentimiento expreso, por el hecho de acudir
voluntariamente al programa, ni el demandante era consciente del carácter de la entrevista, que tenía
un tono burlesco, consentimiento que debió recabarse con mayores garantías, dada la discapacidad
del recurrente, que existía a pesar de no haber sido incapacitado judicialmente, lo que lleva a
entender al TC que debe prevalecer el derecho al honor y propia imagen de este, frente al derecho a
la libertad de información y expresión.

VII. CONCLUSIONES
Se puede concluir el presente trabajo afirmando que en el mismo se han analizado los casos más
relevantes de colisión entre los derechos al honor, intimidad y propia imagen y las libertades de
información y expresión. Es cierto que la Jurisprudencia actual del TS y TC, que ha sufrido una
evolución en consonancia con la Jurisprudencia del TEDH, otorga prevalencia a estas libertades antes
referidas, frente a aquellos derechos, lo cual es característico de un Estado democrático, sin embargo
la realidad es que las reglas que rigen el juicio de ponderación que deben realizar Juzgados y
Tribunales han propiciado que deba examinarse cada caso según las circunstancias del mismo. El
crecimiento de los medios de comunicación (con la creación, en los últimos años de múltiples
cadenas de radio y televisión, así como prensa escrita) nos ha llevado a un momento de apogeo de la
comunicación, siendo la información un pilar fundamental del Estado de derecho, información que es
demandada por los ciudadanos, lo que lleva a que existan fricciones entre esta derecho del ciudadano
a estar informado y expresar su opinión, con el derecho al honor, intimidad y propia imagen de las
personas públicas o con relevancia pública, pues los tan mentados derechos a la libertad de
información y expresión no son ilimitados, lo hemos visto en el análisis realizado en el presente
trabajo, en muchas ocasiones estas libertades ceden frente a lo que se considera una intromisión
ilegítima en los derechos personalísimos al honor, intimidad y propia imagen. Especialmente
protegidos, en cuanto a la garantía de estos derechos, se encuentran los menores de edad e
incapacitados, pues es relativamente común observar como son objeto de noticia, por la relevancia
pública de sus progenitores, sin tener en cuenta los daños y perjuicios que a su persona puede
causar la difusión de una noticia determinada.

30 / 32
17/01/2023

Resulta evidente que la noticia inveraz no puede ser constitucionalmente protegida. Tampoco puede
serlo el mero, rumor, curiosidad o cotilleo, que provoca daños y perjuicios; únicamente la noticia que
ha sido objeto de una labor de investigación y constatación goza de la consideración de información
encuadrable dentro de la libertad de información del art. 20 CE. A su vez la noticia referida a una
persona privada, sin consideración pública ni relevancia pública, carece, por lo general, de interés
público, y no ayudaría a formar una opinión pública libre. También es cierto que se protege,
constitucionalmente, la libertad de expresar críticas, opiniones o ideas, pero ello no implica que dicha
libertad se utilice para vilipendiar, ultrajar o injuriar a otra persona, aunque no se exija que dicha
crítica u opinión sea veraz.
Cuestión aparte merece el derecho al honor, intimidad y propia imagen de las personas famosas, que
con carácter previo han comerciado con su vida privada, recibiendo a cambio cuantiosas sumas de
dinero, sus pretendidos derechos quedarían condicionados por su condición de personas públicas,
aunque ello no quiere decir que se pueda invadir su vida íntima (como hemos visto en los casos
objeto de análisis).
En definitiva, es difícil dar una respuesta unívoca ante los casos en que se produce conflicto entre los
derechos fundamentales objeto del presente trabajo. Es labor judicial determinar, mediante un juicio
de ponderación, cual debe prevalecer.

(1) MONTÓN GARCÍA, M. «Derecho al honor, intimidad y propia imagen: protección civil y su conflicto con las libertades de
información y expresión» Diario LA LEY, 1995, pág. 874, tomo 1, editorial LA LEY.

(2) MORENILLA ALLARD, P. en «Los derechos fundamentales y su protección jurisdiccional», Madrid, 2007, editorial Colex, págs.
655 a 657..

(3) En este sentido MACÍAS CASTILLO, A, en «El derecho a la información y el reportaje con cámara oculta», Práctica de Derecho
de Daños, núm. 31, Sección Estudios, octubre de 2005, Editorial LA LEY, págs. 5.

(4) MONTÓN GARCÍA, M., op. cit., pág. 2.

(5) ALBERRUCHE DÍAZ FLORES, M., «El derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen de las personas discapacitadas», LA
LEY derecho de familia, núm. 2, Sección Estudios de Jurisprudencia, 2.º trim. 2014, editorial LA LEY, pág. 3.

(6) MONTÓN GARCÍA, M., op. cit., pág. 3.

(7) ALBERRUCHE DÍAZ-FLORES, M., op., cit. pág. 3

(8) Ibidem, pág. 4.

(9) MACÍAS CASTILLO, A. op. cit., pág. 2.

(10) Ibidem.

(11) MACÍAS CASTILLO, A., op., cit., pág. 5.

(12) MACÍAS CASTILLO, A., op., cit., págs. 6-7.

31 / 32
17/01/2023

(13) Ibidem, op., cit. págs. 8-9

(14) Ibidem, op. cit. pág. 10.

(15) LLAMAS POMBO, E., «Reflexiones sobre el derecho de daños casos y opiniones», edición núm. 1, editorial LA LEY, Madrid, 2010,
cap. «Honor, intimidad y propia imagen».

(16) Ibidem, op. cit.

(17) ALBERRUCHE DÍAZ-FLORES, M. op., cit. págs. 5-6.

32 / 32

También podría gustarte