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Derecho a la intimidad

Aquino Alberto Maximiliano 35659689

Concepto de derecho a la intimidad.

El derecho a la intimidad es el derecho personalísimo que permite sustraer a la persona de la


publicidad o de otras turbaciones a la vida privada, el cual está limitado por las necesidades
sociales y los intereses públicos. La intimidad no debe reducirse a no ser molestado, a no ser
conocidos en algunos aspectos por los demás, sino que abarca el derecho a controlar el uso que
otros hagan de la información concerniente a un sujeto determinado. La intimidad es la zona de
reserva, libre de intromisiones, que rodea al individuo. El cuerpo, la libertad, el honor, la intimidad,
la imagen, el secreto, el nombre, etc. son enunciaciones que de por sí inspiran un profundo
respeto, pues no hay cuestiones de más clara esencia no solo para el individuo en cuanto tal, sino
también integrado en sociedad. Negar los derechos personalísimos sería desconocer la dignidad
humana

¿Qué relación puede establecer entre el derecho a la intimidad y la libertad de prensa?

Podemos establecer una relación entre ambas de modo tal que si bien el derecho de publicar las
ideas por la prensa sin censura previa es un pilar fundamental para el ejercicio pleno de la
democracia que la C.N. ampara de manera específica y concreta considerándolo no solo como un
verdadero derecho constitucional sino también como piedra angular de las instituciones
republicanas, no es menos cierto que, como tantas veces ha interpretado nuestra Corte Suprema
de Justicia en reiterados pronunciamientos, la libertad de prensa no puede ser considerada de
manera tan amplia que justifique abusar del honor o de la reputación de las personas, y que por
ello cuando la prensa escrita, oral o televisiva son instrumentos escogidos para cometer abusos
lindantes con los delitos penales o civiles de calumnias y/o injurias contra personas determinadas,
el Código Penal y el Civil se alzan como un bastión infranqueable para frenar los avasallamientos
que puedan cometerse por intermedio de aquellos instrumentos.
De modo tal que si los medios de información deben justamente cumplir con su misión específica
–esto es, informar-, esa suerte de derecho-deber se halla limitado por las garantías individuales
también custodiadas constitucionalmente, entre las que se encuentran la integridad y el honor de
las personas.

¿Considera que la doctrina de la “real malicia” elaborada por la Corte Suprema resuelve
adecuadamente la responsabilidad de los medios de comunicación?

Se considera que la inclusión de la doctrina de la real malicia que utilizan nuestros jueces para el
análisis del ejercicio de la libertad de prensa en relación con hechos o circunstancias en que se
encuentren involucrados funcionarios públicos o personas de público dominio, pues significa una
magnífica barrera a las eventuales intenciones de acallar a los informadores persiguiéndolos con la
amenaza de enjuiciarlos en cuanto publiquen algo que no les guste a los involucrados.
Aplicación regla de la real malicia en un fallo:

Vago c/ Ediciones La Urraca S.A.:

Fue en el caso “Vago c/ Ediciones La Urraca S.A.”, del 12 de junio de 1990, resuelto por la sala A de
la Cámara de Apelaciones en lo Civil, donde por primera vez se ve la aplicación de las reglas de la
real malicia. A modo de introducción, conviene hacer una breve reseña de los hechos generadores
del caso en cuestión.
El detonante de la denuncia fue una nota de Horacio Verbitsky en la revista El Periodista de
Buenos Aires. En razón de los decretos 2049, 2052, 2069 y 2070 de octubre de 1985, que imponen
el estado de sitio, dispuso la detención por parte del Poder Ejecutivo de varias personas a raíz del
presunto accionar de ciertos grupos, que provocaban la alarma pública y un estado de
“perturbación social”. En el voto de la jueza Ana María Luaces, al cual adhirieron los jueces Jorge
Escuti Pizarro y Hugo Molteni, se expresó:

“Cabría pues afirmar también en la especie, tal como se lo juzgará en los procedentes judiciales
antes citados, que las opiniones o críticas cuando son dirigidas a una persona pública; no pueden
ser livianamente cercenadas o dar origen al deber de indemnizar en tanto se refieren a la actividad
pública que despliegan, aun cuando las expresiones empleadas o el estilo periodístico cáustico
pudieran generar el disgusto del afectado. Tales criterios podrían conducir a neutralizar el valor de
la libertad de prensa, salvo claro está cuando se incurriere en calumnias, lo que aquí no sucedió”.

El caso llegó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en tal instancia en su fallo del 19 de
noviembre de 1991.
Del fallo de cámara y del posterior de la Corte surge que:

a) La libertad de prensa es imprescindible a un sano sistema democrático importando una


contribución decisiva a la formación, información y orientación de la opinión pública. b) incluye el
derecho de dar y recibir información sobre las actividades públicas o de interés general. c) No
protege los abusos, pero si las expresiones inexactas o falsas, cuando se refieren a figuras públicas
y respecto de temas de relevancia institucional. e) Cuando la fuente de la información es el
Gobierno Nacional se presume verdadera.

Resulta importante, aunque opuesto a la aplicación de la doctrina de la real malicia el voto


formulado por el juez Eduardo Vocos Conesa cuando la sala II de la Cámara Nacional de
apelaciones en lo civil y comercial Federal decidió el 10 de febrero de 1995, el caso “Ramos c/ LR2
Radio Belgrano”. El juez Vocos Conesa, cuestionó la inserción en nuestra doctrina judicial de las
reglas de la real malicia emanadas de una interpretación de la Enmienda 1 de la Constitución de
los Estados Unidos, “porque las valoraciones ético jurídicas y las costumbres de nuestro pueblo
muestran marcadas diferencias con las que imperan en el país del Norte (léase aborto, pena de
muerte, eutanasia, fecundación in vitro, intervenciones quirúrgicas para el cambio de sexo,
etc.)...” De modo alguno pueden ponerse como ejemplo de diversidad entre dos pueblos
cuestiones que nada tienen que ver con la aplicabilidad o no de una doctrina determinada, no son
en nada comparables tales ejemplos con el tema que nos ocupa.

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