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DERECHOS DE SOCIABILIDAD
1. Los derechos y libertades del artículo 20 CE. 2. La libertad de expresión. 3. Derecho a la información.
4. Garantías de las libertades de expresión y comunicación previstas en art. 20 CE. 5. Cláusula de con-
ciencia y secreto profesional 6. Derecho a la producción y creación científica, artística y técnica. 7. Prohi-
bición de censura previa y secuestro judicial de la comunicación 8. Organización y el control parlamenta-
rio de los medios de comunicación social dependientes de cualquier ente público. 9. El derecho de
reunión. 10. El derecho de asociación. 11. Breve referencia al derecho y deber de defender a España.
2. LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
1. Concepto
La importancia capital que la libertad expresión ha tenido y sigue teniendo
en la configuración y desarrollo de las sociedades democráticas ha sido desta-
cada tanto por las jurisdicciones constitucionales como por el Tribunal Europeo
de Derechos humanos.
Se ha señalado su imprescindibilidad en orden a configurar una opinión pú-
blica libre, ya que sin libertad de expresión no puede haber participación genui-
na de los miembros de la sociedad en la toma de decisiones políticas.
Se ha indicado, igualmente, su potencialidad como elemento de realización
personal; de ahí que la libertad de expresión se relacione con otras libertades
igualmente básicas, como la libertad de conciencia, de opinión o de culto.
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La libertad de expresión ha sido considerada como una libertad de segunda
generación, si bien, por su carácter básico, está más cercana a la primera ge-
neración de derechos fundamentales, aunque su transformación permita su
ubicación en la segunda generación.
La libertad de expresión es la piedra de toque de todo régimen político, ya
que permite al sujeto manifestar ideas, pensamientos, ideologías, creencias y
opiniones a terceros, ya sea en ámbitos privados o particulares, ya se realicen
con mayor publicidad y ante un colectivo amplio. Es una clásica libertad que
demanda, en primer lugar, la abstención de los poderes públicos y, en segundo
lugar, su protección contra los posibles ataques de terceros.
La libertad de expresión tiene por objeto pensamientos, ideas y opiniones,
concepto amplio dentro del que deben incluirse también las creencias y los jui-
cios de valor, y debe ser diferenciada del derecho a la información, que se re-
fiere al acto de transmitir información, con el requisito de que ésta sea veraz.
La libertad de expresión protege como derecho fundamental la manifesta-
ción de cualquier pensamiento, idea u opinión emitida por cualquier medio y
por cualquier persona. El bien jurídico protegido no es la libertad personal de
opinar, sino la libertad de comunicar juicios o ideas. Esta puntualización es im-
portante, dado que “comunicar” conlleva una carga informativa superior, algo
que es determinante a la hora de evaluar las cuestiones relacionadas con las
intromisiones en el honor.
La veracidad es totalmente irrelevante en los mensajes y comunicaciones
que se amparan en la libertad de expresión. Las opiniones y los juicios de valor
no pueden someterse a prueba de veracidad alguna. Al respecto ha afirmado el
TC (STC 223/1992) que mientras los hechos por su materialidad son suscepti-
bles de prueba, los pensamientos, ideas, opiniones o juicios de valor no se
prestan, por su naturaleza abstracta, a una demostración de su exactitud.
2. Titularidad
La titularidad le corresponde a todos los ciudadanos y les protege frente a
cualquier injerencia de los poderes públicos, e incluso frente a la propia ley en
cuanto ésta intente fijar otros límites que los que la propia CE admite (STC
6/1981). Se considera un derecho de los ciudadanos frente al poder.
Los poderes públicos, por su parte y según el TC, no son titulares de este
derecho pues su actuación aparece vinculada al cumplimiento de los fines que
les asigna el ordenamiento jurídico, entre los que no se encuentra atribuir califi-
cativos a sus administrados (STC 185/89, in fine).
3. Límites
La libertad de expresión no es un derecho absoluto. Sus límites aparecen
recogidos en el artículo 20.4 CE y son: los demás derechos fundamentales,
especialmente el honor, la intimidad y la propia imagen, y la protección de la
juventud y de la infancia.
También actúan como límite a este derecho otros bienes constituciona-
les protegidos que el legislador puede haber concretado en las normas de
desarrollo correspondiente. Así, por ejemplo, la moral, aunque no aparece en el
artículo 20.4 CE; también actúa como límite de la libertad de expresión. Así,
siguiendo lo significado en la STC 62/82 (FJ 3 A), el principio de interpretación
de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos (DHDH) y
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con los tratados internacionales suscritos por España (artículo 10.2 CE) supone
que el concepto de moral puede ser utilizado por el legislador como límite de
las libertades y derechos reconocidos en el artículo 20 CE.
El TC ha acuñado la doctrina de la posición preferente de la libertad de ex-
presión y del derecho a la información en su concurrencia con otros derechos
(en especial con el derecho al honor). Ahora bien, la jurisprudencia del TC ha
indicado que este valor preponderante de las libertades del art 20 CE sólo pue-
de ser apreciado y protegido cuando se ejercitan en conexión con asuntos que
son de interés general, por las materias y por las personas y que contribuyan a
la formación de la opinión pública (STC 107/1988).
Las libertades del art 20 CE, no sólo son derechos fundamentales de cada
persona, sino que también significan el reconocimiento y garantía de la opinión
pública libre, que es una institución ligada de manera inescindible al pluralismo
político, valor esencial del estado democrático.
Siendo esto así, hay que advertir, sin embargo, que el Tribunal entiende
que sólo hay insulto cuando la opinión incluye expresiones vejatorias "innece-
sarias" para la emisión del mensaje (STC 105/1990, FJ 4). Y aquí es donde el
Tribunal incorpora la doctrina preferente de las libertades de la comunicación,
pues interpreta que sólo tendrán consideración de "vejatorias" las opiniones
"innecesarias para el fin de la información pública en atención al cual se garan-
tiza constitucionalmente su ejercicio" (STC 165/1987, FJ 10), de modo que
términos objetivamente insultantes pueden ser considerados "necesarios" y,
por ello, constitucionalmente protegidos.
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bando su fama o atentando contra su propia estimación) y calumnias (impu-
tación de un delito hecha con conocimiento de su falsedad o temerario despre-
cio hacia la verdad) tipificados en los arts. 205 a 216 del Código Penal, y la in-
juria leve tipificada en el art. 620.2 del mismo Código.
3. EL DERECHO A LA INFORMACIÓN
1. Concepto
El derecho a la información, recogido en el artículo 20.1 d) CE, comprende
dos derechos fundamentales distintos: el derecho a comunicar información ve-
raz y el derecho a recibirla.
El requisito de veracidad es esencial en su configuración jurídica como rei-
teradamente ha señalado el TC (entre otras STC 6/1988)
El derecho a la información protege la transmisión y recepción de informa-
ciones, no de opiniones, pero solo aquellas que sean veraces, pues su fin últi-
mo es crear una opinión pública libre y esta solo puede crearse sobre las bases
de una información veraz.
La veracidad y el interés público se configuran como límites internos del de-
recho a la información y como requisitos indispensables para que una informa-
ción se encuentre protegida constitucionalmente.
Se establece, por tanto, un específico deber de diligencia al informador, a
quien se le puede exigir que lo que transmita como hechos haya sido objeto de
previo contraste con datos objetivos. En el caso de que no se cumpla este de-
ber de diligencia, se priva al que así hubiera actuado de la garantía constitucio-
nal prevista en el art 20.1.d CE, pues, al fin, se trata de una actuación que vul-
nera el derecho de todos a la información cierta.
La CE no presta tutela a una conducta negligente, ni menos aún, afirma
el TC, a la de quien comunique como hechos simples rumores o invenciones,
pero sí ampara, en su conjunto, la información rectamente obtenida y difundida,
aun cuando su total exactitud sea controvertible.
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El apartado 3 del art. 20 CE, remite a la ley la regulación de la organiza-
ción y el control parlamentario de los medios de comunicación social depen-
dientes del Estado o de otros entes públicos.
2. Titularidad
El derecho a comunicar información corresponde a todas las personas (STC
6/1981) De este derecho pueden ser titulares las personas jurídicas, como las
empresas dedicadas a la información y a la comunicación que se convierten en
empresas que facilitan el ejercicio pasivo de un derecho: el de recibir informa-
ción veraz.
Así pues, todas las personas son titulares del derecho a la información, es-
pecialmente cuando hablamos del derecho a recibirla, pero hay que puntualizar
que cuando hablamos del derecho a comunicar la información, la protección
del derecho alcanza su nivel más elevado si es ejercida por los profesionales
de la información, pues es cuando este derecho sirve a su fin primordial que es
el de conformar una opinión pública libre. Esto no quiere decir que los informa-
dores tengan un derecho reforzado en comparación con los demás, pero si que
gozan de un status especial, en virtud de esa condición de conformadores de
opinión pública.
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Los límites internos del derecho a la información (se refieren al contenido
mismo del derecho) son la veracidad y el interés público.
- Veracidad: La CE utiliza una concepción subjetiva del concepto de verdad.
Esto supone que la regla de la veracidad no exige que los hechos y expresio-
nes contenidos en la información sean rigurosamente verdaderos, solo impone
un deber específico de diligencia en la comprobación razonable de la veraci-
dad, aunque su total exactitud sea controvertible o se incurra en errores cir-
cunstanciales que no afecten a la esencia de la información.
El TC al hablar de la veracidad se ha referido a conceptos como “informa-
ción rectamente obtenida y difundida”, diligencia debida o “información razona-
blemente contrastada”, aunque no indica cómo deben interpretarse, de esta
manera, es el juzgador el que debe determinarlo caso a caso.
- Interés público: Nos encontramos ante otro concepto jurídico indetermina-
do, cuya definición o contenido no se encuentra en la CE, ni en la ley ni en la
jurisprudencia constitucional y aunque no viene impuesto en el Texto Constitu-
cional se desprende del sistema de valores que la CE consagra. En principio
podríamos pensar que la relevancia pública vendría determinada bien por el
contenido de la información, bien por el sujeto al que afecta. Pero no siempre
es así, de modo que, en ocasiones, podemos encontrar informaciones que ata-
ñen a un cargo público que no tengan verdadera relevancia pública, porque se
refiera a su vida privada, u otras que afecten a una persona anónima que sí la
tenga.
Los límites externos (se refieren a la relación con otros derechos con los
que pueden entrar en conflicto), aparecen enumerados en el artículo 20.4 CE:
son los derechos fundamentales, especialmente el honor, la intimidad, la propia
imagen y la protección de la juventud y de la infancia. Se trata de evitar que el
informador se extralimite en su función vulnerando así otros derechos funda-
mentales de aquellos sobre los que versa la información.
El apartado 20.4 CE señala, como hemos dicho, como límites expresos de
las libertades informativas y de los demás derechos contenidos en él los si-
guientes:
el respeto a los derechos reconocidos en este Título I,
en los preceptos de las leyes que lo desarrollen y,
especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen
y a la protección de la juventud y de la infancia.
En cuanto a la protección de la juventud y de la infancia caber recordar que
el art 39.4 CE, establece que los niños gozarán de la protección prevista en los
acuerdos internacionales que velan por sus derechos.
Por otro lado, la LO 1/1996, de protección jurídica del menor, ha estableci-
do el principio general de que toda actuación habrá de tener fundamentalmente
en cuenta el interés del menor y no interferir en su vida escolar, social o laboral.
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4. GARANTÍAS DE LA LIBERTADES DE EXPRESIÓN Y COMUNICACIÓN
PREVISTAS EN ART. 20 CE
• Abolición de la censura previa (Art. 20.2 CE), entendida como “cualquier
medida limitativa de la elaboración o difusión de una obra del espíritu, espe-
cialmente al hacerla depender del previo examen oficial de su contenido” (STC
52/1983).
• Resolución judicial para acordar el secuestro de publicaciones, grabacio-
nes y otros medios de información (Art. 20.5 CE). Art. 9.2 LO 1/1982.
1. La cláusula de conciencia
La cláusula de conciencia de los informadores no debe confundirse con
el derecho a la objeción de conciencia. Mediante esta cláusula se protege al
informador que preste servicios en una empresa informativa, cuando ésta modi-
fique los criterios y parámetros ideológicos generando en el informador conflicto
personal y de conciencia.
Actualmente también protege al periodista contra las modificaciones que
unilateralmente pueda imponerle la empresa en sus trabajos escritos o en
cualquier otro soporte.
Sólo el informador, el periodista, es titular de este derecho, ya que el
ejercicio de este derecho requiere la previa existencia de una relación laboral y
no comprende ni protege las relaciones esporádicas.
La LO 27/1997 regula la cláusula de conciencia de los profesionales de la
información, declarando que es un derecho constitucional que tiene por objeto
garantizar la independencia en el desempeño de su función profesional, en vir-
tud de la cual los profesionales tiene derecho a solicitar la rescisión de su rela-
ción jurídica con la empresa de comunicación en que trabajen por las siguien-
tes causas:
Cuando en el medio se produzca un cambio sustancial de la orientación
informativa o de las líneas ideológicas.
Cuando la empresa les traslade a otro medio del mismo grupo que por
su género o línea suponga una ruptura patente de la orientación profe-
sional del informador.
El ejercicio de este derecho dará lugar a una indemnización.
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La cláusula de conciencia como garantía para la formación de una opinión
pública libre, faculta al informador a negarse, motivadamente, a participar en la
elaboración de informaciones contrarias a los principios éticos de la comunica-
ción, sin que ello pueda suponer sanción ni tomar ningún tipo de represalia
contra él.
2. El secreto profesional
Hemos de advertir que el secreto profesional de los informadores no de-
be confundirse con el secreto profesional genérico que afecta a otras profesio-
nes como médicos o abogados, pues no comparten ni su naturaleza jurídica ni
su contenido, ni protegen el mismo bien jurídico, ni su titularidad puede predi-
carse de las mismas personas. Así, mientras el secreto profesional genérico se
configura como un deber jurídico de guardar secreto sobre aquellos datos que
se conozcan en el ejercicio de una profesión concreta, el secreto profesional de
los informadores se configura como el derecho fundamental a no revelar las
fuentes informativas. El bien jurídico protegido en el primero es la intimidad,
mientras que en el de los informadores lo que se protege es derecho a la in-
formación y, en consecuencia, la creación de una opinión pública libre.
Este derecho fundamental, cuyo titular es el informador, permite negarse
a desvelar sus fuentes informativas a través de las que ha obtenido la noticia o
el dato informativo frente a la propia empresa, frente a los poderes públicos y
frente a terceros.
En el ámbito judicial hemos de advertir que el secreto profesional solo
tiene sentido cuando el informador es llamado a declarar como testigo, pues
cuando lo hace en calidad de investigado, le amparan otros derechos, como el
derecho a no declarar. Ahora bien, el derecho al secreto tampoco exime al in-
formador de las responsabilidades derivadas de la denegación de auxilio o de
falso testimonio. Del único delito que exime el derecho al secreto profesional es
del de desobediencia, esto es, negarse a declarar. Así el informador deberá
acudir ante la autoridad judicial cuando sea llamado y testificar la verdad de
todo lo que se le pregunte, excepto, sobre aquello que pudiera llevar a identifi-
car a su fuente de información.
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Por censura previa debemos entender cualesquiera medidas limitativas
de la elaboración o difusión de una obra del espíritu, especialmente el hacerlas
depender del previo examen oficial de su contenido (STC 52/1983). Por previo
examen debemos entender la acción de enjuiciar una obra conforme a princi-
pios o valores determinados que prevalecen respecto de los que pueda conte-
ner la obra examinada.
Además, señala el Art. 20.5 CE que es necesaria resolución judicial para
acordar el secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de informa-
ción
9. DERECHO DE REUNIÓN
Art. 21 CE: 1. Se reconoce el derecho de reunión pacífica y sin armas. El ejercicio de este dere-
cho no necesitará autorización previa. 2. En los casos de reuniones en lugares de tránsito público y mani-
festaciones se dará comunicación previa a la autoridad, que sólo podrá prohibirlas cuando existan razo-
nes fundadas de alteración del orden público, con peligro para personas o bienes.
1. Contenido
Existe una clara conexión histórica y doctrinal entre la libertad de expre-
sión y el derecho de reunión; ya que la reunión es una agrupación temporal
para reivindicar una finalidad por medio de la expresión de ideas (por todas,
STC 42/2000).
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La L.O. 9/1983, de 15 de julio, reguladora del derecho de reunión, en-
tiende por reunión la concurrencia concertada y temporal de más de veinte
personas, con finalidad determinada (art. 1.2).
En el artículo 21 CE hay que distinguir dos apartados:
• El primero que se refiere al derecho de reunión: el requisito constitu-
cional exigible es que se trata de reuniones pacíficas y sin armas.
• El segundo que se refiere a las reuniones en lugares de tránsito
público; exigiéndose la comunicación previa a la autoridad. Pero este deber
de comunicación no constituye una solicitud de autorización, se trata tan solo
de una declaración a fin de que la autoridad administrativa pueda adoptar las
medidas pertinentes para posibilitar tanto el ejercicio en libertad del derecho
de los manifestantes como la protección de derechos y bienes de titularidad
de terceros (por todas: STC 110/2006).
2. Titulares
La titularidad corresponde a todas las personas; tanto a los españoles
como a los extranjeros que se encuentren en situación regular en España (art.
7.1 LO 4/2000). En relación con los extranjeros que se encuentren en situación
de irregularidad el TC en la Sentencia 236/2007 considera que pueden ejercitar
este derecho, aunque con ciertas limitaciones.
Los menores: tienen derecho a participar en reuniones públicas y mani-
festaciones pacíficas; pero sólo tienen derecho a promoverlas y convocarlas
con el consentimiento expreso de sus padres, tutores o guardadores. (art. 3 LO
1/1996, de 15 de enero, de protección jurídica del menor).
Miembros de Fuerzas Armadas: no podrán organizar ni participar acti-
vamente en reuniones o manifestaciones de carácter político o sindical. Vis-
tiendo el uniforme o haciendo uso de su condición militar, no podrán organizar,
participar ni asistir en lugares de tránsito público a manifestaciones o a reunio-
nes de carácter político, sindical o reivindicativo.
Guardia Civil no podrán asistir a manifestaciones o reuniones vistiendo
el uniforme reglamentario, ni portando armas y deberán respetar las exigencias
de neutralidad propias de la condición de Guardia Civil.
Jueces, Magistrados y Fiscales: No pudeden concurrir a reuniones
públicas que no tengan carácter judicial, excepto aquellas que tengan por obje-
to cumplimentar al Rey o para las que hubieran sido convocados o autorizados
a asistir por el Consejo General del Poder Judicial.
3. Límites
El derecho de reunión no es un derecho absoluto o ilimitado, sino que, al
igual que los demás derechos fundamentales, tiene límites:
La autoridad gubernativa suspenderá y, en su caso, procederá a disolver
las reuniones y manifestaciones:
a) Cuando se consideren ilícitas de conformidad con las Leyes penales.
b) Cuando se produzcan alteraciones del orden público, con peligro para
personas o bienes. (art. 5 LO).
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De acuerdo con el CP. Art. 513 Son punibles las reuniones o manifesta-
ciones ilícitas, y tienen tal consideración: 1º Las que se celebren con el fin de
cometer algún delito. 2º Aquéllas a las que concurran personas con armas, ar-
tefactos explosivos u objetos contundentes o de cualquier otro modo peligroso.
Conforme a la STC 36/1982, de 16 de junio, se configura el preaviso a la
autoridad gubernativa como condición o presupuesto para ejercicio del dere-
cho. Su falta puede acarrear la prohibición de éste por la autoridad gubernativa,
ya que impide a la Administración ejercer la finalidad preventiva encomendada
por la CE, no pudiendo valorar su repercusión en el orden público (art. 21.2
CE).
La autoridad gubernativa podrá prohibir la manifestación o proponer mo-
dificaciones al itinerario o momento de la convocatoria en los casos en que es-
time que aquélla puede provocar problemas de orden público. En cualquier ca-
so mediante resolución motivada, notificada en el plazo de 72 horas a partir de
la comunicación.
En caso de extemporaneidad de la resolución de autoridad gubernativa,
según la STC 66/1995, de 8 de mayo: Puede suponer una conculcación del
derecho fundamental en lugares de tránsito público con relieve constitucional:
- Cuando responda a ánimo dilatorio para entorpecer o impedir el ejerci-
cio del derecho.
- Cuando impida el pronunciamiento de los órganos judiciales antes de
la manifestación.
Cualquier limitación del derecho de reunión ha de ampararse en la CE y
en la LO 9/1983 y ha de motivarse. Así, la STC 193/2011 establece que la limi-
tación del derecho requiere motivar que se producirá una alteración de orden
público (razones fundadas) o una desproporcionada perturbación de otros bie-
nes o derechos constitucionales (STC 195/2003). En este ámbito la autoridad
gubernativa ha de aplicar el favor libertatis: solo razones convincentes e impe-
rativas pueden justificar restricciones al derecho.
Respecto del concepto de “orden público” y del “peligro para personas y
bienes”, al que se refiere el artículo 21 CE, se ha de referir a una situación de
hecho, al orden material en vías públicas, no al respeto a principios jurídicos
base de nuestra convivencia (STC 163/2006). No cabe discriminación en razón
del contenido de los mensajes que quieren trasmitir.
Antes de su prohibición deben proponerse modificaciones que permitan
su ejercicio. La STC 90/2006, 27 de marzo se refiere al test proporcionalidad
que la autoridad gubernativa ha de realizar antes de limitar el derecho de
reunión y que tiene tres requisitos:
- Idoneidad de la restricción para alcanzar objetivo
- Necesidad de la misma (no hay otra más moderada)
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- Si es una medida proporcionada en sí misma (se derivan más ventajas
para el interés general).
En cuanto a la afectación al tráfico circulatorio, la STC 193/2011, FJ 4,
establece lo siguiente:
- La interrupción del tráfico y la restricción de la libertad de circulación de
otros ciudadanos no pueden excluirse del contenido del derecho de
reunión.
- En una sociedad democrática el espacio urbano no solo es un espacio
de circulación, también de participación.
- Solo cabe imponer sanciones a manifestantes que ocupen vía pública
cuando vulneren prohibición expresa fijada por la autoridad.
- Los cortes de tráfico no forman parte del derecho de reunión. Pueden
ser consecuencia, no el fin.
- Solo cabe prohibición en casos de colapso circulatorio, sin posibilidad
de vías alternativas, que impida servicios esenciales con incidencia en
personas y bienes (emergencias, acceso a hospitales, bomberos…) Pa-
ra prohibir reuniones no cabe invocar una genérica conflictividad circula-
toria.
- La autoridad para modificar o prohibir la reunión ha de:
- Motivar la resolución
- Fundarla, es decir explicar las razones
- Justificar la imposibilidad de tomar medidas preventivas para
hacer la manifestación sin comprometer el orden público.
Antes de prohibir una reunión, debe ejercerse la facultad de alteración
recogida en art. 10 LO 9/1983.
Respecto de ruido, la STC 195/2003 establece que la posibilidad de emi-
tir mensajes escritos o verbales, ampliados o no por megafonía, forma parte del
derecho. La STC 193/2011, FJ 7 dice que condicionar el derecho al respeto a
las ordenanzas municipales en materia de ruido no supone condicionar el de-
recho.
4. Protección Jurisdiccional
Conforme a lo dispuesto en el art. 122 de la Ley 29/1998, de 13 de julio,
reguladora de la Jurisdicción Contencioso- administrativa, en el caso de prohi-
bición o de propuesta de modificación de reuniones previstas en la Ley Orgáni-
ca Reguladora del Derecho de Reunión que no sean aceptadas por los promo-
tores, éstos podrán interponer recurso contencioso-administrativo ante el Tri-
bunal competente. El recurso se interpondrá dentro de las cuarenta y ocho ho-
ras siguientes a la notificación de la prohibición o modificación, trasladándose
por los promotores copia debidamente registrada del escrito del recurso a la
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autoridad gubernativa, con el objeto de que ésta remita inmediatamente el ex-
pediente.
En el plazo improrrogable de cuatro días, y poniendo de manifiesto el
expediente si se hubiera recibido, convocará al representante legal de la Admi-
nistración, al Ministerio Fiscal y a los recurrentes o a la persona que éstos de-
signen como representante a una audiencia en la que el Tribunal, de manera
contradictoria, oirá a todos los personados y resolverá sin ulterior recurso.
La decisión que se adopte únicamente podrá mantener o revocar la
prohibición o las modificaciones propuestas.
La decisión adoptada es susceptible de recurso de amparo constitucio-
nal.
2. Las asociaciones que persigan fines o utilicen medios tipificados como delito son ilegales.
3. Las asociaciones constituidas al amparo de este artículo deberán inscribirse en un registro a los solos
efectos de publicidad.
4. Las asociaciones sólo podrán ser disueltas o suspendidas en sus actividades en virtud de resolución judi-
cial motivada.
1. Contenido
Comprende en su forma positiva el derecho a asociarse; y en su faceta
negativa el derecho a no asociarse; así se ha venido reconociendo desde la
STC 5/1981.
Esta dimensión negativa puede verse alterada cuando sea obligatoria la
pertenencia a una entidad de carácter asociativo. Para que sea constitucional-
mente admisible es preciso que resulte necesaria para asegurar la consecución
y tutela de determinados fines públicos, constitucionalmente relevantes, siem-
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pre que ello no viole al mismo tiempo un derecho o principio constitucionalmen-
te garantizado (por todas, STC 244/1991).
3. Límites
El art. 22 CE considera como ilegales las asociaciones que persigan fi-
nes o utilicen medios tipificados. Prohibiéndose las asociaciones secretas y las
de carácter paramilitar. Ley Orgánica 1/2015, de 30 de marzo, por la que se
modifica la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal modi-
fica el art. 515 entendiendo que son punibles las asociaciones ilícitas, teniendo
tal consideración:
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1º Las que tengan por objeto cometer algún delito o, después de consti-
tuidas, promuevan su comisión. 2º Las que, aun teniendo por objeto un fin
lícito, empleen medios violentos o de alteración o control de la personalidad
para su consecución. 3º Las organizaciones de carácter paramilitar. 4º Las que
fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente al odio, hostilidad, dis-
criminación o violencia contra personas, grupos o asociaciones por razón de su
ideología, religión o creencias, la pertenencia de sus miembros o de alguno de
ellos a una etnia, raza o nación, su sexo, orientación sexual, situación familiar,
enfermedad o discapacidad.”
4. Garantía
Las asociaciones sólo podrán ser disueltas o suspendidas en sus activi-
dades en virtud de resolución judicial motivada.
Artículo 30
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