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ROGEL VIDE, Carlos.

“El derecho al honor, a la intimidad personal y familiar, y a la propia imagen y


las libertades de expresión e información en la jurisprudencia del Tribunal Supremo y en la del
Tribunal Constitucional” en Estudios de Derecho Civil en homenaje al profesor Dr. José Luis Lacruz
Berdejo (Coordinación a cargo del Área de Derecho Civil de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Zaragoza), volumen II. José María Bosch Editor, Barcelona; 1993; págs. 1913-1946.

FBR: Rogel considera que los derechos de la personalidad deben prevalecer sobre las libertades
de expresión e información.

1.- EL DERECHO AL HONOR


Este derecho de la personalidad está integrado por dos aspectos: el de la inmanencia o mismidad
(estimación que cada persona hace de sí misma) y el de trascendencia o exterioridad
(reconocimiento que los demás hacen de nuestra dignidad) –sentencias del Tribunal Supremo de
23 de marzo de 1987; 22 de octubre de 1987; 30 de marzo de 1988. (p. 1916)

2.- PERSONAS PÚBLICAS


Las personas «públicas» o implicadas en asuntos de relevancia pública, aun siendo titulares de los
mismos, están obligados a soportar un cierto riesgo de que sus derechos subjetivos de la
personalidad resulten afectados por opiniones o informaciones de interés general –sentencia del
Tribunal Constitucional 107/88; sentencia del Tribunal Supremo de 24 de octubre de 1988-. (p.
1917)

3.- LA NATURALEZA DE LOS DERECHOS


Fijemos la atención, ahora, en el tema de la naturaleza de los derechos.

Al respecto, tanto el Tribunal Constitucional como el Supremo hacen dos tipos de afirmaciones:

Se dice, por un lado, que tales derechos son fundamentales –sentencias del Tribunal
Constitucional 107/88; 231/88; sentencias del Tribunal Supremo de 9 de mayo de 1988; 14 de
octubre de 1988-.

Se dice, por otro –y a veces en las mismas sentencias- que son derechos de la personalidad, y ello
de las siguientes maneras:

- Los derechos contemplados en el art. 18.1 de la Constitución española son derechos


subjetivos de la personalidad –sentencia del Tribunal Constitucional 107/88-.
- Los derechos a la intimidad personal y a la propia imagen forman parte de los bienes de la
personalidad, que pertenecen al ámbito de la vida privada –sentencia del Tribunal
Constitucional 170/87-.
- Los derechos a la intimidad y a la imagen son personalísimos y ligados a la misma
existencia del individuo –sentencia del Tribunal Constitucional 231/88-.
- En fin y con propósito encomiable, la sentencia del Tribunal Supremo de 29 de marzo de
1988, en la intención de zanjar definitivamente la cuestión, dice: «Los derechos
contemplados en la ley Orgánica 1/82 son derechos fundamentales de la personalidad».
(p. 1918)

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4.- HONOR E INFORMACION
«El derecho al honor no es solo un límite a las libertades del art. 20.1.a) y d)…, citado como tal de
modo expreso en el párrafo 4 del mismo art. De la Constitución, sino que, según el art. 18.1 de la
Constitución es, en sí mismo, un derecho fundamental. Por consiguiente, cuando, del ejercicio de
la libertad de opinión (art. 20.1.a) y/o del de la libertad de comunicar información por cualquier
medio de difusión (art. 20.1.d), resulte afectado el derecho al honor de alguien, nos
encontraremos ante un conflicto de derechos, ambos de rango fundamental, lo que significa que,
no necesariamente y en todo caso, tal afectación del derecho al honor haya de prevalecer
respecto al ejercicio que se haya hecho de aquellas libertades, ni, tampoco, que hayan de ser éstas
consideradas como prevalentes, sino que se impone una necesaria y casuística ponderación entre
uno y otras. (…).» (p. 1924)

5.- REDUCCION DE LOS DERECHOS FRENTE A LAS LIBERTADES


En los supuestos de personas de notoriedad pública –implicadas en asuntos de interés general- lo
que sucede, si bien se mira, es que dichas personas ven reducido el ámbito de sus derechos en
base a restricciones establecidas, para los mismos, en normas como el art. 8 de la ley Orgánica
1/82 (que esgrime intereses generales –históricos, científicos y culturales- prevalentes), o en base,
incluso, a la doctrina de los actos propios (traída a colación por SALVADOR, para justificar que,
tales personas hayan de soportar el riesgo –y la realidad- de una difamación, no dolosa, debida a
otros participantes en el debate público).

Ello, evidentemente, reduce el ámbito de los derechos de las personas en cuestión e implica –
como dice IGNACIO BERDUGO- «una expresa ampliación del ejercicio legítimo de la libertad de
expresión e información».

La reducción de los derechos –en mi opinión- debe de hacerse con muchas cautelas y sin caer en la
tentación de considerar que todas las personas son «públicas» o poco menos (respecto de la
«actividad pública», este riesgo lo apuntaba la sentencia del Tribunal Supremo de 23 de marzo de
1987, al señalar «la enorme equivocidad conceptual, y no siempre acertada, con que,
actualmente, se viene manejando este término, al punto de llegar a aplicarse a actividades
estrictamente profesionales, privadas e, incluso, familiares»). (p. 1929)

6.- LA TENSION LIBERTAD/HONOR


«El derecho a la libertad de expresión, que consagra el art. 20 de la Constitución española, solo es
protegible cuando permite emitir juicios de reprochabilidad, cuando se produce sin deteriorar la
dignidad ajena. No en el caso de que, yendo más allá de lo que es, o puede ser, crítica razonable y
hasta rigurosa, se descienda al terreno del ataque personal, haciendo estimaciones personales y
de comportamiento que, amen (sic) de innecesarias, a los fines de la información, …ofrecen una
acusada vertiente de menosprecio y ataque directo a la persona, susceptibles de destruir uno de
los más nobles componentes del individuo: su propia estimación y la que merece a los demás»
-sentencia del Tribunal Supremo de 19 de enero de 1988-. (p. 1930)

7.- CONFLICTO DE DERECHOS

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A) Me parece que, en el momento de resolver el enfrentamiento de dos derechos
constitucionales, es muy importante tener presente cuales con las ideas dominantes que la
sociedad tiene sobre el valor de cada uno de dichos derechos, es decir, la resolución debe estar en
armonía con la realidad social española de nuestro tiempo, evitando el trasladar automáticamente
a nuestro Derecho constitucional doctrinas imperantes en otras sociedades, en las cuales puede
estar justificada una excepcional prevalencia de la libertad de expresión sobre el derecho al honor
por la estimación que, de estos valores, se tenga en dichas sociedades, que puede ser distinta de
que es propia de la cultura y sentimiento del pueblo español, en cuyo sistema axiológico destaca,
en lugar muy elevado, el honor personal. (p. 1945)

Piura, 12 de febrero de 2012

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