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Doce Hombres sin Piedad" es una película icónica dirigida por Sídney Lumet, estrenada en
1957. La trama se centra en el deliberado de un jurado compuesto por doce hombres, quienes
deben decidir unánimemente si un joven es culpable o no de asesinar a su padre. La decisión
del jurado determinará si el acusado es enviado a la silla eléctrica. La trama es un estudio
profundo de la dinámica de grupo, los prejuicios personales y la administración de la justicia.
Cada miembro del jurado representa diferentes facetas de la sociedad y lleva consigo sus
prejuicios, experiencias y moralidad personal al proceso de deliberación. A lo largo de la
película, el jurado número 8 (que particularmente considero el más razonable de todos)
desafió las percepciones y prejuicios de los demás jurados, instándolos a examinar más
detenidamente las pruebas y testimonios que en un principio once de los doce aceptaban
como “pruebas determinantes”.
Destacándose la responsabilidad cívica y moral que conlleva ser miembro de un jurado, así
como la importancia de la deliberación y el consenso.
"Doce Hombres sin Piedad" ha tenido un impacto significativo en la percepción pública del
sistema de justicia, resaltando la complejidad de la toma de decisiones judiciales y la
importancia de la integridad y la objetividad en el proceso. Que en la actualidad hay un
populismo penal que se encarga de agravar los casos y las penas como si fuera un elemento
de prueba condenatoria para los casos a los que se ajusta.
Mas que una película, fue un llamado a la atención, una reflexión profunda sobre la justicia,
la ética y la condición humana. A través de su trama y personajes, la película invita a los
espectadores a reflexionar sobre sus propios prejuicios y la importancia de la duda razonable
en el sistema de justicia. Su relevancia perdura, sirviendo como un recordatorio crítico de los
valores fundamentales que deben guiar la administración de justicia.