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Érase una vez la construcción de un aprendizaje…

Una aproximación sucinta desde los enfoques de:


Jean Piaget, Lev Vygotski y Claude Lévi-Strauss en el aprendizaje humano.

Manuel Antonio Pantoja-Flores


Universidad de Los Andes (Ven). Licenciatura en Psicología. Psicología General I.

Sin duda alguna, el aprender es la función mental superior por excelencia más
importante del ser humano y es condición sine qua non para su propia supervivencia.
Ese aprender es en sí mismo un proceso permanente y necesario de cambios que moldea
la vida del individuo siendo ésta parte de un todo. Desde esta óptica, se concibe el
aprendizaje como un proceso activo, muy personal dentro de un tejido social, de
construcción y reconstrucción de conocimientos, de descubrimientos del sentido de la
información adquirida y de la significación vital que tiene esa información que se
convertirá en conocimiento y luego en sabiduría. Dos grandes teóricos de la historia (un
biólogo suizo y un psicólogo bielorruso) asentaron que la construcción del conocimiento
se da por medio de la actividad: ellos fueron Piaget y Vygotski, respectivamente, y según
Rodríguez (1999), “coincidieron en articular discursos contestatarios a las propuestas
asociacionistas y funcionalistas del conductismo de su época, es decir, que el desarrollo
cognoscitivo no es el resultado de la adquisición de respuestas sino de un proceso de
construcción activa por parte del sujeto”. Piaget estaba interesado en el “comportamiento
inteligente de cualquier organismo viviente (variables endógenas: esquemas mentales);
uno de sus supuestos básicos es que los mecanismos del comportamiento inteligente
(equilibrio, asimilación y acomodación) están estructuralmente presentes en todos los
niveles de vida” (Mora, 2017). Mientras que Vygotsky estaba interesado únicamente “en
la inteligencia humana (variables exógenas: influencias sociales), por lo tanto, lo que
deseaba explicar es cómo los humanos evolucionaron por encima de sus ancestros
animales a través de artefactos culturales, herramientas y símbolos, aprendidos en su
grupo social de referencia” (Mora, 2017). En ambos enfoques siempre está en primer
plano el aprendiz con sus esquemas cognitivos previos, que dan cuenta de la forma en
que selecciona, comprende, interpreta, construye y adquiere el conocimiento, asumiendo
estos teóricos una postura anti reduccionista que los llevan a afirmar que la complejidad
del conocimiento humano solo puede ser entendida desde un enfoque multicausal y de
índole social. El ser humano posee un potencial genético, pero también una herencia
social y esto da cabida a plantear que la cultura funge como un sistema de aprendizaje
simbólico para todo ser humano. Esto trae a colación a Balza (2009), quien comenta que
“el hombre necesita de la experiencia cultural y simbólica, y de ciertas prácticas y reglas
rituales para construir recetas y habilidades que le den sentido y dirección. Experiencia
además que se acopla a las normas cognitivas mínimas del sistema en el cual éste está
inserto”. Es decir, también se aprende con la norma establecida en la sociedad y nuestro
comportamiento se ve modulado por ella, por ejemplo el impulso sexual puede ser
regulado gracias a la cultura. El hombre no mantiene relaciones indiscriminadas, sino que
las piensa (aprende a elegir) previamente para distinguirlas. Ello establece que la norma
fracciona la experiencia humana en categorías diferenciadoras (portadoras y
transmisoras) de información que ordenan el pensamiento y, por ende, el aprendizaje
prescrito por la cultura (Balza, 2009). Todo lo anterior forma parte de los grandes
postulados de las teorías de Claude Lévi-Strauss, uno de los intelectuales más relevantes
del siglo XX, destacado antropólogo belga y padre del enfoque estructuralista de las
ciencias sociales. Y a manera de epílogo, en función de todo este marco teórico, puedo
plantear mi experiencia propia: aún sigo aprendiendo a aprender. Vivo en la llamada
sociedad del conocimiento y esto permite mi formación y educación constante basada en
competencias para transformar mi propio desarrollo y progreso. Hoy más que nunca se
vive la era del conocimiento masivo porque las Tecnologías de la Información y
Comunicación (TIC) así lo permiten. Ya el proceso de enseñanza-aprendizaje es
instantáneo, inmediato y telemático. Como estrategias pedagógicas que asumo día a día
para acrecentar y expandir mi bagaje cultural puedo mencionar, en primer lugar, mi
constante autoanálisis del discurso, ya bien lo decía Wittgenstein que “los límites de mi
lenguaje significan los límites de mi mundo”. Para mí, lenguaje y aprendizaje es un
matrimonio que no admite causales de divorcio. También hago énfasis en la literacia
entendida como la capacidad de seleccionar y utilizar la información necesaria y útil
transmitida por diferentes tipos de comunicación y dentro de diferentes contextos, por
cuanto es una herramienta muy poderosa para construir aprendizaje. Para desarrollar el
pensamiento crítico constantemente vivo imbuido en el método socrático de “parir las
propias ideas” (mayéutica), porque el cuestionamiento de las cosas nos libra de los
dogmatismos reinantes. Y por último, siempre me asgo del aprendizaje colaborativo y
guiado por expertos, porque necesito la experiencia del otro para poder acrecentar el
valor de mi experiencia. Todas estas prácticas son indispensables para construir una
educación y formación de calidad, con excelencia y pertinencia, con las exigencias
debidas en esta carrera de Psicología que es mi mayor empresa actualmente. Mi forma
de aprender hace diez años es radicalmente distinta a la forma de aprender en este
momento presente, por eso digo Érase una vez la construcción de un aprendizaje…
porque el cambio es necesario para la supervivencia del intelecto.

Referencias

Balza, R. (2009). Los sistemas de aprendizaje y la función ritual. Una mirada


antropológica de las prácticas educativas: esbozos críticos. Opción, 25(59), 84-
97. [Consultado el 6 de Julio de 2023]. Recuperado de:
http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1012-
15872009000200007

Mora, C. (2017). Piaget y Vygotsky: semejanzas y diferencias. Psicología, tercera época


XXXVI ▪ Revista digital arbitrada Escuela de Psicología Universidad Central de
Venezuela, 36(1), 85-120. [Consultado el 6 de Julio de 2023]. Recuperado de:
http://saber.ucv.ve/ojs/index.php/rev_ps/article/view/16831

Rodríguez, C. (1999). El legado de Vygotski y de Piaget a la educación. Revista


Latinoamericana de Psicología, 31(3), 477-489. [Consultado el 6 de Julio de
2023]. Recuperado de: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=80531304

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