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Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, sala III

Stanton & Cía. S.A. c. I.N.P.I. • 21/03/2002

Publicado en: LA LEY 2002-E , 209 • LA LEY 2003-B , 764 con nota de Gabriel
Martínez Medrano
Cita online: AR/JUR/3982/2002
Voces
Hechos

Una sociedad extranjera solicitó el registro de la marca Brahma para el rubro


calzados. Una empresa brasileña se opuso invocando la titularidad de la marca
en el país, el carácter notorio adquirido por la misma y que la peticionaria
pretendía aprovecharse de su prestigio. El pedido fue denegado por el INPI, por
lo que el peticionario demandó la revocación de la resolución. El juez de
primera instancia admitió la demanda. Apeló el INPI. La alzada revoca la
sentencia y rechaza la demanda.

Sumarios

1. 1 - Es procedente el rechazo de la solicitud de registración de una marca


mixta -en el caso, para el rubro calzados e integrada por la denominación
"Brahma" y un diseño- confundible con una notoria registrada para distinguir
productos distintos -cervezas-, pues cabe apartarse del principio de
especialidad conforme al cual el derecho que el título confiere obra dentro del
ámbito para el que fue solicitado y concedido.

2. 2 - El art. 6 bis del Convenio de París que sanciona la reproducción e


imitación de una marca notoriamente conocida para productos idénticos o
similares, debe interpretarse a la luz del art.16.3 del Acuerdo ADPIC -ley 24.425
(Adla, LV-A, 29)- que en ciertos casos dispone la aplicación de dicha normativa
a bienes o servicios que no sean similares a aquellos para los cuales la marca
ha sido registrada, pues de su texto resulta la obligación de proteger la marca
notoria con independencia de que distinga productos idénticos o diferentes.

3. 3 - Corresponde rechazar la solicitud de registro de una marca mixta


confundible con una marca notoria registrada en otras clases -en el caso, se
pretendió registrar para calzados una marca integrada por la denominación
"Brahma" y un diseño, siendo aquella conocida en el rubro cervezas-, pues el
uso marcario proscripto puede causar el aguamiento de la marca que se
produce cuando pierde exclusividad y pasa a integrar un conjunto de marcas
semejantes, rompiendo la asociación marca-producto.
4. 4 - Debe rechazarse el registro de una marca mixta cuyos elementos
específicos constitutivos son inidóneos para configurar un signo peculiar e
inconfundible en tanto no pueden borrar la comunidad visible del idéntico
ingrediente nominal coparticipado que tiene una marca notoria registrada -en el
caso, se intentó registrar para el rubro calzados una marca integrada por la
denominación "Brahma" y un diseño, siendo aquella conocida en el rubro
cervezas- en otras clases con anterioridad.

5. 5 - La confundibilidad de la marca pretendida con otra que la precedió es


razón suficiente para que el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial
deniegue el registro solicitado -en el caso, una sociedad que pidió la
registración para el rubro calzados de la marca integrada por la denominación
"Brahma" y un diseño, siendo aquella conocida en el rubro cervezas-, en
ejercicio del poder de policía que le compete y en tanto obre dentro de las
fronteras de la razonabilidad.

6. 6 - La mayor o menor importancia que el peticionario del registro de una


marca pueda tener en su país de origen -en el caso, una empresa colombiana
pidió la inscripción para el rubro calzados de la marca integrada por la
denominación "Brahma" y un diseño-, carece de proyección para resolver el
conflicto suscitado respecto de similar marca registrada en la República
Argentina, pues la ley protege a quien cumplió con sus recaudos.

7. 7 - Incumbe al Instituto Nacional de la Propiedad Industrial el ejercicio del


poder de policía en materia de marcas, el que está formado por un conjunto de
deberes y facultades tendientes a preservar el régimen legal vigente en
protección de la tutela del público consumidor, al que no se debe llamar a
engaño en cuanto a la naturaleza y procedencia de los productos y el amparo
de sanas prácticas mercantiles asegurando la libertad de comercio e industria y
proscribiendo las prácticas desleales.

8. 8 - El Instituto Nacional de la Propiedad Industrial está facultado para


oponerse al registro de una marca cuando ésta sea confundible con otras que
la precedieron, y aún cuando el titular o titulares de éstas no hubieran
planteado oposición alguna.

9. 9 - La actuación conocida como "llamado de atención", consistente en un


escrito presentado ante el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial una vez
vencido el plazo para formular oposiciones y para advertir la existencia de
alguna causa o de alguna marca que constituiría un impedimento para
conceder la inscripción, no obliga a la autoridad a adoptar temperamento
alguno pero en caso de estar seriamente fundado puede ser eficaz para evitar
una decisión socialmente disvaliosa.

10. 10 - Deben imponerse en el orden causado las costas de ambas instancias


causadas por el rechazo de la demanda entablada contra el Instituto Nacional
de la Propiedad Industrial a fin de obtener la registración de una marca, pues el
accionar de aquél responde al ejercicio de su poder de policía y al deber de
velar por el correcto desenvolvimiento del orden jurídico a favor del bienestar
general.

TEXTO COMPLETO:

2ª Instancia.- Buenos Aires, marzo 21 de 2002.


El doctor Vocos Conesa dijo:
I. La firma colombiana "Stanton & Cía. S.A." vinculada en su país de origen a la
producción de caucho, pegamentos, plástico y fundamentalmente calzados -
actividades que luego extendió a otras naciones americanas- se presentó ante
el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial solicitando el registro -en la clase
25- de la marca Brahma (acta N° 2.025.869, fs. 11 ó 206). Vencido el plazo
para efectuar oposiciones, la empresa brasileña "Companhía Cervejaría
Brahma" se presentó ante la autoridad administrativa formulando un llamado de
atención respecto de aquella solicitud, invocando la titularidad de la misma
marca BRAHMA en la Argentina en las categorías 3, 5, 29, 30, 31, 32, 33, 35 y
42 del Nomenclador internacional, el carácter notorio adquirido por su marca
Brahma en el rubro "cervezas" y lo dispuesto en el art. 6 del Convenio de París
y, además, poniendo de relieve que la peticionaria pretendía aprovecharse del
prestigio ajeno (conf. fs. 30).
II. A fs. 11/14, "Stanton & Cía. S.A." produjo su descargo desarrollando la
argumentación tendiente a defender su derecho al registro requerido. Ello dio
lugar al Dictamen N° 16/25 mediante el cual se aconsejó la denegatoria de la
solicitud (véase fs. 224/233). Y, de conformidad con ese dictamen jurídico, la
autoridad administrativa emitió la Disposición N° 045/00) por la que resolvió no
inscribir el signo peticionado (conf. ejemplares de fs 26/27 o fs. 234/235).
III. Stanton & Cía. S.A., de Bogotá, República de Colombia, promovió entonces
demanda contra el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (en adelante,
INPI) con el objeto de que se revocara la Disposición N° 045/00 y se autorizara
el registro de la marca Brahma en la clase 25, tal como lo había solicitado, a
cuyo fin destacó que dicho signo se hallaba inscripto para esa fecha en siete
países y en la misma clase (conf. fs. 41 vta./42). Puso de resalto la actora la
importancia alcanzada por su parte en la comercialización de calzado; la
imposibilidad de que el consumidor incurriera en confusión, por la identidad
denominativa de las marcas (siendo que la pedida, además, era mixta), habida
cuenta de la diversidad de productos amparados (cerveza por un lado y calzado
y botas por el otro); que la Companhía Cervejaría, Brahma no habla inscripto la
marca en la clase 25, de modo que el "principio de especialidad" de las marcas
obstaba a la denegatoria de su pretensión; que el INPI carecía de facultades
para asumir la defensa de los intereses de un particular, como lo era la
Cervecería brasileña; que la coincidencia denominativa Brahma de las marcas
de ambas partes quedaba diluida por el hecho de que el signo reclamado se
integraba con la cabeza de un vacuno y otros elementos gráficos que le
conferían originalidad; y, en definitiva, que no formaban óbice a su posición el
art. 6 bis del Convenio de París, Acta de Lisboa de 1958 (ley 17.011) como
tampoco el art. 16.3. del ADPIC (ley nacional 24.425).
Cuadra anotar que a fs. 137/138 la demandante amplió los términos de su
escrito inicial acompañando XIII anexos tendientes a demostrar la importancia
alcanzada por la empresa colombiana fuera de las fronteras de nuestro país.
IV. El instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) replicó extensamente
las argumentos expuestos por la contraparte, precisando -ante todo- que los
antecedentes relacionados con la importancia de Stanton & Cía. S.A. en
Colombia u otros países carecía de toda proyección para decidir la legalidad de
su pedido de registro marcario en la Argentina, inclusive el uso que pudiera
haber hecho de la marca en el exterior. Y lo propio afirmó relativamente a las
facturas sobre publicidad, catálogos, facturas de venta, de compras a
proveedores, datos sobre clientes, etc., todos del extranjero (anexos I/XII); ello
así, con base en el principio de territorialidad que gobierna el tema marcario.
Sostuvo el INPI que la marca Brahma de la compañía cervecera del Brasil tenía
carácter notorio y que esta calidad hacia aplicable en el sub examen la
normativa de la Convención de París (art. 6 bis), complementada con el art.
18.3. del ADPIC. Por lo demás, expresó el Instituto que, tratándose de una
marca notoria o renombrada, el principio de especialidad de las marcas cedía
con la finalidad de hacer prevalecer los fines esenciales de la Ley 22.362, como
era uniformemente reconocido por la doctrina y la jurisprudencia. Y, por último,
agregó que los aspectos figurativos del signo solicitado (cabeza de vacuno y
otros aditamentos) no alcanzaban para disimular la manifiesta relevancia que
en el conjunto tenía el elemento designativo -repetido dos veces-, consistente
en la expresión BRAHMA puesta en letras de destacado tamaño (conf.
responde de fs. 239/248).
V. El juez de primera instancia, en el pronunciamiento de fs. 255/257) cuestiona
la actuación del Instituto Nacional de la Propiedad Industrial en cuanto -en su
criterio- habría asumido la defensa de los intereses de la compañía cervecera
del Brasil más allá de lo que ésta lo había hecho; ello así, porque dicha
empresa sólo formuló un tardío llamado de atención y el Instituto terminó
resolviendo denegar la marca pretendida por la actora por considerar que el
vocablo BRAHMA configuraba una marca notoria de la mencionada compañía
del Brasil.
Tras ello, el a quo juzgó que BRAHMA no era una marca notoria para distinguir
"cervezas" en nuestro país por lo que no resultaba aplicable la normativa
internacional en que se fundó el INPI para denegar el registro requerido.
Dijo, además, que si la Companhía Cervejaría Brahma registró esta palabra en
las clases 3, 5, 29, 30, 31, 32, 33, 35 y 42 -y no en la 25- era porque no quiso y
si no quiso es porque no le importaba, de manera que estimó inexplicable que
el INPI excediera lo obrado por la interesada y vedara el registro en una clase
distinta, con prescindencia del principio de especialidad de las marcas.
Por último, el Magistrado resolvió: a) que los Anexos I/XIII, agregados con la
presentación de fs. 137/138, demostraban el uso intensivo de la marca Brahma
realizado por la actora en otros países; b) que nadie podía confundir cervezas
con calzados y pensar que tenían un mismo origen; c) que carecía de todo
sustento la imputación de que la solicitante perseguía aprovechar el prestigio
de la demandada para introducirse en nuestro mercado; y d) que la demanda
había sido mal rechazada, por lo que procedía hacer lugar al registro solicitado
e imponer las costas del juicio al Instituto demandado en cuanto su negativa a
conceder la marca -en opinión del a quo- carecía de todo justificativo.
VI. Apeló el organismo administrativo a fs. 259 y expresó agravios a fs.
267/285; contestados fs. 287/291. También interpuso recurso el letrado de la
actora respecto de sus honorarios, por bajos (fs. 262).
No comparto el criterio que informa la sentencia apelada y propiciaré su
revocación, conforme con los desarrollos que efectuaré seguidamente.
VII. Por lo pronto, advierto que la mayor o menor importancia de la firma
"Stanton & Cía. S.A." en Bogotá, Colombia, o en algunos otros países
latinoamericanos, carece de toda proyección para resolver el conflicto de autos.
Podrá aquella empresa ser sumamente poderosa en el exterior, más esto no le
confiere privilegio alguno en la República Argentina porque -como ya lo señaló
mi distinguida colega de la sala II, doctora Mariani de Vidal- la protección de la
ley se brinda a quien cumplió con sus recaudos "siendo absolutamente
indiferente en nuestro sistema el mayor o menor poderío económico del
industrial o comerciante, porque la ley no establece distingo alguno entre ricos y
pobres y son todos iguales ante la ley (conf. su voto en la causa 5974, "Prince
Manufacturing Inc. c. Esteban Princz", del 16-9-88; doctrina que reiteré al votar
en la Sala II la causa 22.832 "NBA Properties Inc. c/ lnduswheel S.A.", del 3-2-
92).
Por consiguiente, toda la papelería que forma los Anexos I/XII no quita ni pone
para decidir esta contienda, en tanto ninguno de ellos acredita operaciones de
comercialización de productos de calzado de Stanton & Cía., de Colombia, en
nuestro suelo.
VIII. Desde otro enfoque, me interesa puntualizar -como lo hice en los autos
8636/94 "Sony Kabushiki Katsha c/ Dirección de Tecnología, Calidad y
Propiedad Industrial s/ denegatoria de registro", del 7-4-98 (La Ley, 1998-E, 817
-J.Agrup. caso 13.128), que rige en la Argentina el principio de territorialidad de
las marcas: "ni la marca registrada tiene esa exclusividad más allá de las
fronteras de nuestro país, ni las marcas registradas en el extranjero gozan de
ese derecho en nuestro país. Precisamente en dichos autos se resolvió que la
difusión que pudiere haber alcanzado la marca denegada, en el extranjero, no
constituía un hecho decisivo para autorizar su registro, como tampoco lo era la
circunstancia de que el titular de la marca confundible no hubiese formulado
oposición en sede administrativa.
Acerca de este último punto, me importa poner de relieve que en la citada
causa "Sony (8636/94 cit.) el Tribunal estableció expresamente que "la
Autoridad de aplicación, aunque no mediare oposición del titular de la marca
base de la denegatoria, tiene facultades para desestimar un registro en razón
de ser confundible con una marca preexistente (conf. sala II, causas: 1295 del
16-6-82 y 1831/94 del 14-11-96, entre otras: ver, asimismo, J. Otamendi,
"Derecho de Marcas" 2a. ed., Buenos Aires, 1995, p. 137). Ello así, porque la
Ley de Marcas -conforme surge de su art. 3°, inc. b)- tiene por finalidad impedir
la confusión no sólo para proteger al titular del signo inscripto sino también en
amparo del público consumidor (Fallos: 272:290 -La Ley, 133-219-; 279:150 -La
Ley, 142-189-, entre otros). Y es que, como señala el autor mencionado, "el
espíritu de la legislación marcaria, antes y ahora, es el evitar la confusión" (ver
op. cit., p. 158).
Es claro, y así lo ha admitido la jurisprudencia innumerables veces, que al INPI
le incumbe -en esta materia- el ejercicio del poder de policía; concepto éste que
no es una entelequia sin razón y sin sentido, sino que está formado por un
conjunto de deberes y facultades conferidas a la autoridad administrativa con el
objeto de preservar el régimen legal vigente en protección de los intereses de la
comunidad. Y esos intereses sociales pueden ser sintetizados, aunque son
bastantes más amplios, en lo que habitualmente se enuncia como los fines
esenciales de la ley de marcas: la tutela del público consumidor, al que no se
debe llamar a engaño en cuanto a la naturaleza y procedencia de los
productos, y el amparo de sanas prácticas mercantiles asegurando la libertad
de comercio e industria y proscribiendo las prácticas desleales. Todo lo cual se
puede englobar en el moderno concepto de la protección, de los derechos de
los consumidores, garantizada constitucionalmente (art. 42 de la Ley
Fundamental).
En resumen, la confundibilidad de la marca pedida con otras que la precedieron
es razón suficiente para que el INPI, en ejercicio del legítimo poder de policía
que le compete y en tanto obre dentro de las fronteras de la razonabilidad,
deniegue el nuevo registro solicitado. Porque, con J. Otamendi reitero, "El
espíritu de la legislación marcaria, antes y ahora, es el evitar la confusión (v. op.
cit. pág. 156).
Esa facultad aparece reconocida por la ley 22.362 en los arts. 2, 3, 12 y 21 en
los que confiere al organismo administrativo la autoridad para decidir -sin
perjuicio del pertinente control judicial- qué signos no son marcas y no pueden
ser registrados; qué signos son marcas pero tampoco pueden ser registrados;
la emisión de un dictamen sobre la registrabilidad de la marca solicitada; y la
instancia judicial de revisión.
No caben dudas, en síntesis, de que la autoridad de aplicación tiene facultades
para denegar la solicitud de registro de una marca por ser idéntica o
confundible con otra u otras que la precedieron, y ello con total independencia
de la actitud de abstención que pudiese haber adoptado el titular de ésta o
estas últimas. Por consiguiente en la medida en que esa facultad sea
razonablemente ejercitada, no hay motivo de reproche alguno al Instituto. Y no
lo son porque cohibir la concurrencia de marcas confundibles -aunque el titular
de la más antigua no hubiese formulado oposición (lo que puede suceder por
muchas circunstancias)- no significa asumir la defensa del interés privado de
éste, sino cuidar de los intereses generales de la sociedad velando para que no
se engañe o confunda al público consumidor -quien tiene derechos de
raigambre constitucional a que se lo induzca en error- y proscribiendo de la vida
comunitaria las prácticas desleales del comercio. Con lo que contribuye, o
puede contribuir, a la moralización de las costumbres, en concordancia con el
principio rector del art. 953 del Cód. Civil.
La actuación del INPI, en el caso, se adecua a los fines que la ley le ha
confiado. Problema distinto es, y de él me ocuparé más adelante, si dicha
actuación se ajustó a pautas de prudencia y razonabilidad.
IX. Formularé una breve reflexión sobre la actuación que la práctica
administrativa ha creado y que se conoce como "llamado de atención", trátase
de un escrito, que generalmente es presentado ante la autoridad administrativa
una vez vencido el plazo para formular oposiciones (art. 13 de la ley 22.362),
con la facultad de advertirle la existencia de alguna causa o de alguna marca
que constituiría un impedimento para el otorgamiento de la solicitada y en
trámite de registro, al menos, para que la situación sea objeto de especial
estudio.
La mencionada presentación, como es sabido, no obliga al Instituto a adoptar
temperamento alguno ni comporta, de suyo, una traba para el registro de la
marca (conf. J. Otamendi, op. cit., pág. 137 y nota 158).
Sin embargo, no se puede negar que un "llamado de atención" seriamente
fundado, si bien no crea un deber jurídico al INPI, puede ser de real eficacia
para alertarlo -a veces- sobre algún aspecto jurídico o de hecho que se le haya
pasado por alto a los funcionarios. Y, desde ese punto de vista -todo depende
naturalmente de la seriedad del planteamiento que contenga y de la diligencia
de los agentes del Instituto- un "llamado de atención" puede evitar una decisión
socialmente disvaliosa o la corrección de una práctica inapropiada, apareciendo
como inconcebible que la autoridad de aplicación lo ignorara o desatendiera tan
sólo por razón de su naturaleza no vinculante.
En la especie, la presentación de fs. 30 realizada por Cervejaría Brahma hizo
notar lo que -en su criterio- tendría un resultado perjudicial para sus intereses.
Veremos después si, al propio tiempo, la advertencia amparaba esos intereses
y a la vez los de la sociedad en general.
Por ahora, digamos solamente que el "llamado de atención" efectuado
administrativamente puede constituir o no una actuación valiosa. Su carencia
de fuerza jurídica vinculante no lo priva de fuerza moral cuando la tiene, de
manera que no se puede abrir juicio a priori sobre la eficacia de una
presentación de esa naturaleza y considerarla de por si desdeñable y con
destino ineludible al cesto de papeles descartables.
X. Continuando con el examen de la causa, señalo que cuanto el óbice a una
solicitud marcaria se funda en un título o títulos que pertenecen a otras clases
del Nomenclador, su admisibilidad es aceptada -como regla- con carácter
excepcional, ya que impuesto por el principio de especialidad de las marcas el
derecho que esos títulos confieren obran dentro del ámbito para el que fueron
solicitados y concedidos (conf. causas: 8933 del 23-9-80 y 4191 del 25-3-86,
entre muchas otras). Más, como la realidad es tan rica en matices y tan difícil
de aprisionar normativamente, en situaciones de especie se admite la oposición
más allá de la categoría del nomenclador en que se tiene la marca: cuando en
otra clase hay productos que se superponen o guardan proximidad con aptitud
para provocar confusiones (causas 8933, 4191 cits. y 7183 del 22-5-90, etc.).
La jurisprudencia es uniforme en ese sentido y así lo ha resuelto la Corte
Suprema de Justicia de la Nación en numerosas ocasiones (conf. Fallos:
181:224; 209:179; 248:819; 255:104; 288:444 - La Ley, 156-817 -31.697-S-,
etc.), como también las tres Salas de esta Cámara (son tantos los precedentes
que omitiré efectuar un catálogo de citas que puede ser encontrado en
cualquier repertorio de jurisprudencia).
Claro es que, si nos apegáramos al prurito semántico -que no es el mejor
consejero para la interpretación de la ley- la identidad o semejanza de las
marcas sólo estaría vedada para "distinguir los mismos productos o servicios"
(art. 3°, incs. a y b, ley 22.362). Más no es esa la hermenéutica adecuada a la
norma, como lo indicaron las salas I y II (causas 991 del 19-3-82 y 4679 del 11-
11-86, respectivamente); criterio de la Corte Suprema de la Nación -intérprete
final de las leyes federales- apoyó categóricamente.
En efecto, el Supremo Tribunal dijo al respecto: "...no parece razonable
entender que la intención del legislador, el espíritu de la ley, se encuentra en la
protección no sólo del interés del fabricante, industrial o comerciante sino
también de la buena fe del consumidor, justificándose en consecuencia la
limitación al registro en razón de la imposibilidad en que se encuentra la
autoridad marcaria para contemplar, era el examen previo a la concesión la
diversidad de supuestos el que la marca, una vez registrada, pueda ser
empleada por su titular en la rotulación o publicidad de los productos. Y que
"dentro de este espíritu, parece razonable la conclusión del a quo de estimar
que cuando la ley expresa 'los mismos productos' se refiere a productos
notoriamente vinculados entre sí por su función, aplicación o destino conforme
a lo que se desprende de las notas explicativas contenidas en el anexo del dec.
558/81 reglamentario de la ley 22.362. Tal interpretación, como destaca el
Procurador General, tiende a alcanzar una aplicación racional del precepto
adecuada a su ratio legis" (véase: causa E.3. XX, "El Hogar Obrero Cooperativa
de Consumo, Edificación y Crédito Limitada c. Ligget Group Inc.", del 16-5-85;
acoto que este párrafo de la Corte se halla transcripto también por J. Otamendi
en su "Derecho de Marcas", 2ª. ed., Buenos Aires, 1995, p. 182; y en la nota al
pie, N° 158, dicho autor recuerda que la Sala II se pronunció en igual sentido en
la causa 7297 "García de Lorenzato Concepción c/ Industrias Americanas
SAICFI, sentencia del 15-5-90. Nota 2: el subrayado de la frase en español no
figura en el original).
Vemos, pues, que en determinadas hipótesis el cumplimiento de los fines de la
ley exige, impone, apartarse del principio de especialidad, cuyo carácter
instrumental no puede ser elevado a la categoría de herramienta de
interpretación frustrante de los objetivos esenciales del régimen jurídico
marcario.
Tengamos presente, por el momento, que en la interpretación de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación la frase "los mismos productos" (art. 3°, ley
22.362) no es de interpretación restrictiva. Y dejemos anotado que el art. 6 bis,
apart. 1, de la Convención de París, Acta de Lisboa de 1958 (ley argentina
17.011) también menciona, con una finalidad claramente concordante,
"productos similares o idénticos".
XI. Otra causal de importancia para prescindir del "principio de especialidad" de
las marcas esto es, que debe admitirse la exorbitación del título base de la
oposición se da cuando este último configura una marca notoria o de alto
renombre, desde que en caso contrario se posibilitaría -lesionando los
propósitos de la Ley marcaria, uno de los cuales es la tutela de las sanas
prácticas del comercio- el aprovechamiento del prestigio ajeno, del esfuerzo del
productor en acreditar sus marcas y sus productos.
En este orden de ideas, he propiciado que el titular de una marca notoria tiene
interés legitimo en que su signo no sea utilizado por otras en productos
diferentes, puesto que ello provocaría la dilución de la marca, de su poder
distintivo. que es lo más valioso de ella (conf.sala II, mi voto en la causa 7163
"Chevron U.S.A. Inc. c. La Fármaco Argentina Industrial y Comercial S.A. s/
cese de posición al registro de marca", fallo del 22 de mayo de 1990); bien
entendido que el carácter notorio de una marca es una categoría de excepción
y que debe ser reconocida con carácter restrictivo, ceñido sólo a los supuestos
de signos de amplia explotación y difusión, tal como lo expresa J. Otamendi,
"La marca notoria", LA LEY, 1975-A, 1261 y sigtes.).
Ciertamente no es de fácil conceptualización la llamada "marca notoria",
aunque por intuición se llega a un conocimiento de ella menos perfecto pero útil
como herramienta de trabajo a los fines que estamos considerando. Dentro de
las obvias dificultades del tema, y de las distinciones y matices doctrinarios que
existen (que ciertamente no ignoro), me parece adecuada la opinión de Paul
MathelY en el sentido de que "una marca puede ser calificada de notoria si ella
es conocida por una gran fracción del público... es decir que el conjunto de la
población, confluyendo tres aspectos -según nota Otamendi (recordándolo,
nota 8 en págs. 365/366)-) para que se dé la notoriedad; la antigüedad de la
marca, su empleo extendido y un esfuerzo publicitario importante (conf. P.
Mathely, "Le Droit Francais des Signes Distinctives", París 1984, págs. 18/19).
No encuentro ocioso señalar, a esta altura, que la notoriedad de una marca es
un hecho de experiencia al alcance de un amplio sector de la población y no
requiere, por lo común, de prueba específica (conf. Sala II, causa 7183 antes
citada). Lo propio sostiene J. Otamendi: "la notoriedad de una marca no
requiere prueba. Si fuera necesario el hacerlo, entonces tal notoriedad no
existe" (conf. Derecho de Marcas, 2ª ed., Buenos Aires, 1995, p. 375, punto
8.2.5 y jurisprudencia individualizada en su nota 46).
Veamos ahora si, en el caso, concurre alguna de las causales que permiten -o
mejor dicho, exigen- marginar el "principio de especialidad" de las marcas de
productos y
servicios.
XII. En el fallo apelado se consideró que la marca Brahma, para distinguir
"cervezas" no conformaba un signo notorio en nuestro país (como si ocurría, v.
gr., con Quilmes"). Bien; cabe admitir que el a quo no la conoce o la conoce
pero no le asigna que sea generalmente conocida por la población de la
Argentina.
Por mi parte -en esto no queda otro remedio que apelar a la experiencia
personal y a una encuesta entre amigos y parientes para corroborar o rectificar
la primera-disiento con la apreciación del señor Magistrado. Las marcas super-
difundidas de cervezas son más bien relativamente pocas (me refiero. por su
supuesto a nuestro país). Y entre esas marcas, creo que es indudable que
actualmente las más difundidas son Quilmes, Brahma, Budweisser y alguna
otra. Esto puede ser comprobado en cuanto bar, confitería, restaurante o maxi-
quiosco existe, al menos en la ciudad de Buenos Aires y en otras capitales del
interior. No solamente se pueden ver los envases con el producto exhibido en
cámaras de frío, sino que es habitual encontrar avisos publicitarios de aquellas
cervezas en las más diversas revistas de circulación masiva. Y esta mi
experiencia puede verla corroborada a través de preguntar a amigos, mozos de
bares y restaurantes dueños de quioscos y maxiquioscos, visitas a
hipermercados, etc., comprobando que si la cerveza Quilmes es archiconocida,
la brasileña Brahma -acaso en un grado menor- constituye su principal
competidora.
Este hecho, en mi opinión, es público y notorio, y no necesita prueba que lo
acredite, de modo que partiré de la premisa de que la marca Brahma para
"cervezas" configura un signo notorio o de alto renombre, que -además de
venderse significativamente en la Argentina- constituye una marca registrada
en las clases 3 5, 29, 30, 31, 32, 33, 35 y 42 del Nomenclador internacional (no
así en la clase 25, que es en la que la actora ha solicitado su registro como
marca mixta).
Siendo ello así ¿puede la firma colombiana Stanton & Cía. "registrar la marca
Brahma (con diseño) en la clase 25? ¿constituyen elementos que sustenten su
pretensión los antecedentes de comercialización de esa firma en Colombia y
otros países, según Anexos I/XII? ¿pudo el INPI, sin que mediara más que un
llamado de Companhía Cervejaría Brahma, considerar que Brahma era marca
notoria y que, por tanto, debía ser denegado el registro con base en el art. 6 bis
del Convenio de París y en el art. 16.3 del ADPIC (ley 24.425), pese a que con
ello prescindía del "principio de especialidad"? ¿estaba facultado el Instituto
para decidir que las marcas enfrentadas -una mixta y la otra designativa, para
clases distintas- eran susceptibles de provocar confusiones?
Trataremos de ir contestando esos interrogantes, recordando que no obran en
la causa demasiados elementos de juicio para conformar un panorama
acabado, en razón de que la causa -a pedido de la actora en fs. 250- pasó
derechamente a sentencia (conf. fs. 254).
XIII. Reitero que, dado el carácter territorial de las marcas -la difusión
alcanzada por alguna en el extranjero- carece de incidencia, como principio,
para la obtención de su registro en el país (conf. Sala II, causa 8836/94 del 7-4-
98, citada en el considerando VIII), lo que significa -como ya se dijo- que el
mayor o menor poderío económico alcanzado por Stanton & Cía. SA. en la
República de Colombia y en algunas otras (su cantidad de operarios, progreso
económico, monto de ventas, facturación de insumos, inversión publicitaria,
etc., realizada en el extranjero) no proyecta influencia alguna para decidir el
concreto conflicto sub examen. Ni tiene incidencia, tampoco, la circunstancia de
que la mencionada empresa colombiana hubiese podido registrar la marca
mixta BRAHMA en diversas naciones, ni los conflictos que pudieran
eventualmente existir o haber existido -con motivo de las marcas que nos
ocupan- en países ajenos al nuestro.
Por lo demás, diré por abundar que -en razón de que la empresa cervecera
brasileña no es parte en el proceso- no se cuenta con datos sobre su
antigüedad, producción, nivel de ventas internas y exportaciones, clientela,
gastos de propaganda, etc.
Repito, asimismo, que el INPI posee facultades para oponerse al registro de
una marca cuando ésta es confundible con otras que la precedieron (art. 8° de
la ley de marcas), aun cuando el titular o titulares de éstas no hubieran
planteado oposición oportuna (conf. causa "Sony", sala II, N° 8636/94 del 7-4-
98); ello así, por más que la denegatoria se refiriese a un signo pedido en una
clase y el fundamento de la denegatoria reposara en clase diferente pero
existiendo entre ambas superposición o proximidad de los productos. Porque la
mención que hace el art. 3°, incs. a y b, de la ley 22.362 a "los mismos
productos o servicios" consiente una interpretación más amplia que engloba a
artículos vinculadas entre sí por su función, aplicación o destino (conf. Corte
Suprema, causa "El Hogar Obrero", cit., 16-5-85).
Una vez más, téngase presente que la marca Brahma, para "cervezas", reviste
carácter notorio, extremo que -como regla- en el ámbito de nuestra
jurisprudencia interna autoriza a marginar el principio de especialidad de las
marcas.
Examinemos ahora: a) si las marcas solicitadas y la que funda la denegatoria
del INPI son confundibles; b) si son aplicables en el sub lite el art. 6 bis, apart.
1, del Convenio de París (ley 17.011) y el art. 16.3. del ADPIC (ley 24.425) y si
estas normas prestan sustento a la Disposición del INPI N° 045/00 (fs. 26/27 ó
234/235).
XIV. La parte designativa de la marca solicitada (Brahma) alude a la religión de
la India al dios supremo de la trinidad hindú, creador del universo (ver Gran
Diccionario Salvat, Barcelona 1992, t. I, p. 216; Diccionario Manual Ilustrado de
la Lengua Española, Real Academia Española, Ed. Espasa-Calpe S.A., 2a ed.,
Madrid 1977, p. 237, etc.) y dicha parte nominal es idéntica a la que
individualiza la cerveza Brahma que elabora Companhía Cervejaría Brahma. En
el terreno ideológico, por consiguiente, el elemento preponderante de los signos
no presenta diferencia alguna y su confundibilidad es, por tanto evidente.
Ello no obstante, la actora ha afirmado que como su marca es mixta
(denominación y diseño), los elementos gráficos que completan la parte
nominal le confieren una fisonomía propia, que la distingue fácilmente del signo
invocado por el INPI.
En fs. 28 obra la solicitud acta N° 2025869, de la clase 25, por la que "Stanton y
Cía. S.A." requiere el registro de la marca mixta cuya facsímil misma obra al pie
de la misma foja. Allí se observa -en la mitad superior, de la etiqueta- un doble
círculo concéntrico y en el de menor superficie la cabeza de un vacuno medio
perfil; cruzando el círculo -por detrás de ese dibujo-, una franja o banda. En la
parte superior de la figura geométrica léese en caracteres destacados "Brahma"
y en el cuarto inferior de la etiqueta -libre de todo aderezo gráfico- figura en
caracteres de superior tamaño el vocablo BRAHMA (conf. fs. 28 y su
publicación en el Boletín de Marcas en fs. 29).
Companhía Cervejaría Brahma usa sólo la voz Brahma.
¿Se confunden aquella etiqueta compleja y este vocablo simple?
Es incontrovertible que la respuesta afirmativa se impone: 1°) porque
fonéticamente, el único modo de pedir el producto es por medio de su
ingrediente designativo (Brahma) y es este ingrediente el que sólo se puede
utilizar en la propaganda oral o radial; 2°) porque, malgrado la cabeza del
vacuno, el elemento nominal (sea que se considere de fantasía -ya que no
muchos conocerán su significado- o ya fuere que se lo juzgare dotado de
sentido conceptual) resulta preponderante, y esto es así porque los hombres se
entienden -en general- por el lenguaje el cual es un ordenador del universo. La
identidad que se presenta en este campo del cotejo es un indudable factor de
confusión: 3°) porque basta la posibilidad de errores en uno de los campos de
la comparación marcaria para que se justifique cohibir la coexistencia de los
signos (conf Sala III, causa 18.750/96 del 3-11-98); y 4°) porque en el confronte
de una marca mixta y una designativa -que coparticipan del mismo elemento
nominativo- es la porción verbal la que lleva el mayor peso distintivo,
cumpliendo las formas, diseños y colores -salvo supuestos de excepción- un
papel secundario (conf. J. Otamendi, op. cit., pág. 218, nota 319; ver la crítica
que referida a las marcas "anexas", no "mixtas", expuse en la causa que dicho
autor cita en la nota 320; U. Wittenzellner, "Derecho de Marcas en Argentina",
p. 110;L. Bertone y G. Cabanellas, "Derecho de Marcas", t. II, p. 63, etc.).
De allí que los agregados gráficos constitutivos de la marca mixta de la actora
sean inidóneos para configurar un signo peculiar e inconfundible, pues no
pueden borrar la comunidad visible del idéntico ingrediente nominal
coparticipado: Brahma.
XV. El INPI, en del Dictamen N° 045/00 del 13-1-2000 (fs. 26/27 a 234/235),
ponderando la notoriedad de la marca BRAHMA de la empresa cervecera del
Brasil -registrada en muchas clases en nuestro país consideró que el
reclamado por Stanton & Cía. podía inducir a confusión a los consumidores, por
lo que -con fundamento en los arts. 6 bis del Convenio de la Unión de París
para la Protección de la Propiedad Industrial, Conferencia de Lisboa, 1958 (ley
17.011) y 16.3 del acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de la Propiedad
Intelectual relacionada con el Comercio -ADPIC- (ley 24.425) denegó su
pretensión para distinguir los productos de la clase 25, nomenclador decreto
558/81.
Anotemos, con J Otamendi, que "La autoridad administrativa no tiene
impedimentos para denegar el registro aplicando la Convención de París"
(véase op. cit., p. 371), en cuyo supuesto incumbirá a los jueces federales
revisar la legalidad y razonabilidad del acta administrativo en caso de serle esta
cuestión sometida por el interesado.
En la demanda de fs. 40/47, la peticionaria del registro denegado propone
algunas cuestiones enderezadas a demostrar la ilegitimidad del acto
administrativo por el que su pretensión fue desestimada. Algunas ya las hemos
visto, no obstante lo cual intentaré seguir el orden expositivo de la actora por
razones metodológicas, haciendo remisión en cada caso cuando se trate de
temas que ya examiné antes.
En el Cap. III, (Hechos), la actora expone con claridad y encomiable síntesis el
origen del conflicto. Nada cabe aquí agregar. En el Cap. IV, que abarca las fs.
40 vta./43 vta., se desarrolla los antecedentes que muestran la actividad e
importancia económica del grupo "Cauchosol", del que Stanton & Cía. S.A.
forma parte; antecedentes que son ajenos a nuestro país e incomputables -
habida cuenta del principio de territorialidad- para decidir la contienda en
estudio. Y a continuación, la demandante critica los fundamentos de la
Disposición N° 045/00 poniendo de resalto:
a) que el art. 6 bis del Convenio de París requiere como presupuesto para su
aplicación: 1°) que la marca BRAHMA de la compañía brasileña fuese notoria,
extremo que niega; y 2°) que dicha marca hubiera sido solicitada para
productos idénticos o similares, lo que también niega ya que la clase 25 no
tiene relación alguna con "cervezas"; y b) que para que el art. 16.3 de ADPIC
fuese de aplicación al sub examen seria necesario -además de que la marca
Brahma fuese notoria- los siguientes requisitos para su denegatoria respecto de
"productos no idénticos ni similares": 1°) que el uso de Brahma en calzados y
vestimentas (clase 25) indique una conexión con Cervejaría Brahma; y 2°) la
condición de que ese uso lesione los intereses de Cervejaría Brahma.
Luego de esa enunciación, la accionante se queja porque el INPI no está
facultado para suplir la inacción del particular interesado (tema que ya vimos); y
que la función del Instituto es, en todo caso, tutelar al consumidor contra
eventuales confusiones, y no se ve en autos cómo podría caerse en error
siendo que las marcas identificarían productos tan distintos como calzados y
cervezas. Añade que en otros países, se suscitaron también conflictos en los
que se dio razón a su parte; que, por el principio de especialidad, no es
admisible que el INPI denegara el registro en la clase 25 invocando títulos
pertenecientes a los renglones 3, 5, 29, 30, 31, 32, 33, 35 y 42 del
Nomenclador. Finalmente, afirma la accionante que los signos son
inconfundibles porque el suyo es un conjunto marcario (mixto) "ostensible,
distintivo y original" (fs. 46).
Descartemos desde ya, aunque tenía pensado otro método expositivo, algunos
temas marginales que ya hemos examinado: A) el primer presupuesto del art. 6
bis del Convenio de París está satisfecho, toda vez que dijimos que Brahma de
Cervejaría Brahma constituye una marca notoria; B) el INPI está facultado para
adoptar medidas como la que originó estos autos; C) ninguna influencia
proyectan en la especie los conflictos marcarios entre actora y la cervecera
brasileña en el extranjero, como tampoco las decisiones judiciales emanadas
de los tribunales foráneos; y D) aunque "mixta", la marca solicitada es
confundible con la que sirvió de base al INPI para denegar el registro.
XVI. Procede centrar ahora la atención en el tema de las marcas notorias, su
protección nacional e internacional, la armonización normativa del régimen
marcario en general y la solución que consagre una versión técnicamente
elaborada del sistema, conducente a la solución jurídica de mayor valiosidad.
La problemática es ardua y no se puede analizar -dados los enormes intereses
en juego- desde un punto de vista meramente teórico y simplista, sino
atendiendo con particular afinación de juicio a los reales valores comprometidos
y con la mira puesta en la observancia concreta de los fines esenciales del
régimen de marcas; la tutela del público consumidor y la protección de sanas
prácticas mercantiles (conf. Corte Suprema, Fallos: 272:190; 279:150 -La Ley,
133-219-, entre muchos otros. Para ello, en mi criterio, es menester efectuar
una interpretación sistemática y armónica del conjunto de normas -nacionales e
internacionales- que conduzca a un amparo de las marcas notorias concorde
con este rasgo excepcional que pocas tienen el privilegio de alcanzar y que por
su poder de convocatoria y seducción popular, están particularmente expuestas
a usurpaciones, falsificaciones, imitaciones espurias y en definitiva, al indebido
aprovechamiento del prestigio ajeno por parte de sujetos inescrupulosos.
Si el plexo normativo marcario -leyes internas y tratados o convenciones
internacionales- no fueran objeto de una interpretación integradora y
armonizadora, su régimen podría verse coronado por el fracaso. Así, por
ejemplo, si se tomara aisladamente el art. 6 bis del Convenio de París, que
sanciona la reproducción e imitación de una marca notoriamente conocida...
para productos "idénticos" o "similares" (sin ponderar el apart. 3° del mismo
artículo), veríase proliferar marcas de alto prestigio de terceros -usadas en
determinados productos- aplicadas maliciosamente a otras mercancías para
beneficiarse con su fama (nos encontraríamos con: corbatas Johnny Walker;
lapiceras Rolls Royce; perfumes Lucky Strike; bijouterie Longines; etc.). Y todo
este movimiento de piratería marcaria, teñido de dolo y mala fe, no podría ser
detenido con la sola aplicación del art. 6 bis, apart. 1, Conv. París. Si, en
cambio, el apartado 3° del mismo precepto -"no se fijará plazo para reclamar la
anulación o la prohibición de uso de las marcas registradas o utilizadas de mala
fe"- proporciona una herramienta para combatir la conducta desleal y el oscuro
aprovechamiento del esfuerzo y prestigio ganados por un tercero.
En la misma orientación, el art. 24, inc. b), ley 22.362 -trátese de la solicitud de
registro o el uso, de una marca notoria extranjera o nacional- fulmina con la
nulidad las marcas registradas "...b) por quien, al solicitar el registro, conocía o
debía conocer que ellas pertenecían a un tercero". Y la tutela de las marcas
notorias se refuerza con la conjunción del art. 953 C.C., pues con la asociación
de ambas se ha declarado la nulidad de una marca notoria de espurio origen
que era aplicada a un producto por completo diferente al que identificaba su
legítimo titular: Mampar S.A. pretendió registrar la marca Christian Dior para
mamparas de baño (clase 11), rubro inexplotado por el verdadero titular de esa
marca; y la Sala I (23-5-86) y luego la Corte Suprema (31-3-87) resolvieron su
nulidad por la intención de inducir a engaño a los consumidores recurriendo a
una copia servil de la prestigiosa marca de la contraria.
Reproduciré un breve párrafo del fallo de la Corte: "que el tribunal estima
razonable esta interpretación del a quo sobre la base de juzgar que la tutela
que confiere la norma marcaria cubre también aquellos casos en que, como en
el presente, no se trata de artículos de la misma clase. Que resulta, por lo tanto,
correcto desechar una aplicación literal de la prohibición contenida en el
precepto, la cual conduciría, en la práctica, a un resultado frustratorio de la
finalidad primordial de la legislación marcaria..." (conf. causa "Christian Dior
S.A. c. Mampar S.A.", sentencia del 31 de marzo de 1987).
Para completar el panorama normativo internacional cabe considerar que el art.
16.3. del Acuerdo de los ADPIC (ley nacional 24.425) dispone que: El artículo 6
bis del Convenio de París se aplicará mutatis mutandi a bienes o servicios que
no sean similares a aquellos para los cuales una marca de fábrica o de
comercio ha sido registrada, a condición de que el uso de esa marca en
relación con esos bienes o servicios indique una conexión entre dichos bienes o
servicios y el titular de la marca registrada y a condición de que ese uso lesione
los intereses del titular de la marca registrada".
Al margen de las condiciones que establece la norma, lo cierto es que de su
texto resulta la obligación de proteger la marca notoria por ser tal, con
independencia de que distinga productos de naturaleza idéntica o diferente.
Sobre el punto, enseñan G. A. Martinez Medrano y G. Soucasse que el ADPIC
deja de lado para el caso de las marcas notorias el principio de especialidad
que conservaba el Convenio de París, y citan a Ana María Pacon -en
"Implicancias del TRIPs en el Derecho de Marcas", incluido en Temas de
Derecho Industrial y de la Competencia, edic. Ciudad Argentina, Buenos Aires,
1999- en cuanto señala "la protección conferida se extiende más allá de los
productos idénticos o similares. Por primera vez un acuerdo internacional
protege jurídicamente a las marcas, mas allá de la especialidad" (su artículo, p.
149) (conf. de Martinez Medrano y Soucasse, "Derecho de Marcas", Ed. la
Rocca, Buenos Aires, 2000, p. 146).
A su turno, J. Otamendi escribe que "cuanto mayor sea la notoriedad de la
marca, mayor podría ser la extensión de la protección a productos diferentes. Si
la fama de la marca excede el ámbito de sus consumidores habituales, quien
intente el registro para otros productos se beneficiará con la usurpación y a la
vez causará un daño al titular de la marca notoria" (Op. cit., p. 367). Y, más
adelante, dicho autor pone de resalto que la legislación interna (art. 24, inc.b,
ley 22.362) ofrece una protección más amplia que el art. 6 bis del Convenio de
Paris, porque "Así como es cada día más usual que las marcas notorias sean
usadas para distinguir productos de la naturaleza más diversa, también es
habitual que los usurpadores lo hagan" (op. cit., p. 373).
Por cuyo motivo, frente a esa realidad, se da en doctrina una tendencia -agrega
J. Otamendi- a proteger la marca notoria contra su uso o registro, aun para
productos distintos de los que ella cubre (y cita en pág. 373, nota 36, a: George
H. C. Bodenhausen, "Problemes actueles concernant la protection
internationale de la propiétè industrielle", La Prop. Ind., 1950, pág. 85; H.
Becher, The protection of wellknown trade marks", Trademark Reporter 1952,
N° 42, p. 606; S. P. Ladas, "Industrial Property and Economic Development",
TMR, t. 45-2, p. 615); criterio que el jurista argentino comparte para el supuesto
de que la notoriedad de la marca fuera exigida en el país donde pretende ser
registrada, en cuyo caso estima que "la posibilidad de protección debe
extenderse a productos diferentes" (p. 373); ello, no sólo para evitar una
usurpación indebida del prestigio ajeno, sino también para evitar la confusión
de creer que ambas mercancías tienen un origen común o al menos un control
de calidad común (p. 374).
Y bien; hemos visto que la actora resiste la aplicación del art. 18.3. del ADPIC
por dos causales: 1°) porque el uso de la marca BRAHMA, por su parte, no
indica conexión entre sus bienes (vestimentas y calzados) y la Cervejaría titular
de BRAHMA para "cervezas"; y 2°) no se da la condición de que ese uso
lesione los intereses del titular de la marca registrada.
Partiendo de la base de que el principio de especialidad cede frente a los
supuestos de conflictos de marcas notorias (conf. mi voto en la causa 7183
"Chevron", del 22-5-90), por lo que para mí no resulta en absoluto inexplicable
la conducta asumida por el INPI, juzgo pertinente observar que la actora no ha
aportado prueba concreta de que el grupo económico o la empresa
aisladamente hayan realizado negocios en la Argentina con alguna asiduidad.
Tampoco que tengan instalada en nuestro país, con visos de cierta
permanencia, planta fabril o establecimiento comercial u oficinas de relaciones
públicas. No he encontrado realmente elementos de juicio al respecto, de
manera que -si debo juzgar por mi experiencia común de ciudadano medio- la
firma colombiana "Stanton & Cía. S.A." es para nuestra población una ilustre
desconocida. Y, como consecuencia de ello, es forzoso concluir en que -
cualquiera fuese la importancia económica de su actividad en Bogotá,
República de Colombia, y en algunos otros pocos países- en la Argentina
trátase de una empresa que, al menos hasta la fecha, carece de todo prestigio.
En esas condiciones, el intento de introducir en el territorio nacional los
productos que fabricaría (especialmente "calzados" y "botas") e iniciar
actividades de comercialización -en un mercado que atraviesa una de las
peores etapas recesivas de su historia- habría de requerirle una importante
erogación publicitaria para hacer conocer las bondades de sus productos y sus
marcas. Y es aquí donde surge claro que existe una conexión entre sus
mercancías y el titular de la marca registrada; conexión que, por la fuerza
misma de los hechos, está representada por la coincidencia de la marca que
Stanton & Cía. quiere usar y la marca notoria y prestigiosa que la compañía
brasileña colocó hace años en nuestro mercado. Dicho en otros términos,
habiendo adquirido la cerveza BRAHMA difusión y notoriedad, el grupo
colombiano se instalaría e iniciaría su producción y ventas empleando la
designación que popularizó Cervejaría Brahma, con lo cual -prescindiendo de
juzgar lo atinente a la buena o mala fe- objetivamente, lo quiera o no, Stanton y
Cía. incurriría en el aprovechamiento indebido del prestigio ajeno (conf. sala I,
causa 17.147/95 del 31-8-99).
Que en Bogotá, Colombia, el grupo "Cauchosol" que la actora integra (fs. 52)
sea económicamente de cierta importancia no es cosa que interese aquí
discutir. Pero sí debe ser mentado que "Cauchosol" y Stanton & Cía. nada
representan en la Argentina. Y al adoptar la marca notoria de la cervecera
brasileña, que sí actúa en nuestro país, el accionar del grupo colombiano -por
la identidad denominativa de las marcas BRAHMA- indica conexión entre sus
bienes (Calzados y vestimentas BRAHMA) y el titular de la marca registrada:
Companhía Cervejaría Brahma. Con el añadido de que la actora se beneficiaría
con la difusión alcanzada en nuestra tierra por la marca Brahma, fruto
obviamente del accionar de la empresa de la República Federativa del Brasil.
En lo tocante a que el uso marcario proscripto pudiese ocasionar daños al
titular de la marca registrada, bien se sabe que el aguamiento de la marca o
dilución de su poder distintivo -que se produce cuando pierde exclusividad y
pasa a integrar un conjunto de marcas semejantes, rompiendo la valiosa
asociación marca-producto- constituye un daño, una lesión al interés legítimo
de que la marca de alto renombre no sea utilizada por otros en la identificación
de artículos diferentes (véase Sala II, causa 7183, "Chevron", del 22-5-90,
antes citada).
Es que, a la postre, la dilución o erosión del ser distintivo de la marca -
particularmente si ésta es notoria- le resta una de sus funciones principales, o
cuando menos le deteriora su papel publicitario (conf. P. Mathely, op. cit., p.
15), y esto apareja, como natural consecuencia, el debilitamiento de su valor de
venta (ver J. Otamendi, op. cit., p. 379).
Bien se ve, en suma, que los agravios del Instituto Nacional de la Propiedad
Industrial, sobre el fondo del asunto, deben según mi criterio ser
favorablemente acogidos.
XVII. De conformidad con lo establecido en el art. 279 del Cód. Procesal, si mi
opinión fuese compartida por mis distinguidos colegas de Sala, deberá
adecuarse el régimen de las costas al nuevo resultado del pleito.
El Tribunal tiene resuelto, en forma reiterada, que en estos casos en los que el
Instituto ejerce su poder de policía y lo hace dentro de límites razonables u
opinables, desprovistos de ilegitimidad o arbitrariedad manifiestas, es apropiado
que las costas del proceso sean distribuidas según el orden causado (conf.
Sala II, causas: 1136 del 28-5-82; 4217 del 7-10-86; 1121 del 24-8-90;
11.772/94 del 4-7-96; 1831/94 del 14-11-96, entre muchas otras); extremo que
se justifica porque el accionar del Instituto Nacional de la Propiedad Industrial
no responde a la defensa de intereses particulares sino al deber de velar por el
correcto desenvolvimiento del orden jurídico en favor del bienestar general
(causas: 2078/93 del 27-8-96 y 7900 del 2-9-97 y otras).
Por lo expuesto, voto porque se revoque la sentencia apelada y se rechace la
demanda, con costas de ambas instancias según el orden causado (art. 88,
parte 2ª, Cód. Procesal).
Los doctores de las Carreras y Farrell adhieren al voto que antecede.
En mérito de lo deliberado y de las conclusiones del acuerdo precedente, el
tribunal resuelve: revocar la sentencia apelada y rechazar en consecuencia la
demanda, con las costas de ambas instancias en el orden causado (art. 68,
párr. 2°, Cód. Procesal).
De conformidad con lo establecido en el art. 279 del citado Código, teniendo en
cuenta la naturaleza del asunto, y la extensión, calidad e importancia de los
trabajos realizados, así como la etapa cumplida, fíjase los honorarios de
primera instancia del letrado-apoderado de la actora, doctor C. J. M. C., en la
suma de $ 1680 (arts. 6, 9, 37 y 38 de la ley 21.839, modif. por la 24.432).
Por alzada, meritando el resultado del recurso, regúlase las honorarios del
doctor C. J. M. C. en la cantidad de $ 420) (art. 14 del arancel vigente)..-
Eduardo Vocos Conesa.- Francisco de las Carreras.

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