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Ruby Lionsdrake Desencadenado

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Ruby Lionsdrake

Desencadenado

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Sinopsis
Una neurocientífica geek enviada a investigar a los internos de un
asteroide prisión.

Dos criminales ciborg decididos a liberar a los presos.

Un romance prohibido en medio de las estrellas.

La doctora Skylar Russo, una mujer conocida por sus habilidades


de investigación más que por su habilidad con la gente, no quiere nada
más que olvidar que su prometido la dejó en el altar. Ha prometido
centrarse en su carrera en lugar de en los hombres, incluso cuando esa
carrera la envía al lugar más inhóspito que se pueda imaginar. Un
asteroide prisión en medio de la nada.

Peor que el lugar son los reclusos a los que la han enviado a
estudiar. Antiguos soldados ciborg que no pudieron readaptarse a la
sociedad civil después de la guerra. Estos hombres mejorados tienen
cicatrices físicas y emocionales, y ninguna mujer cuerda querría tener
nada que ver con ellos.

Pero cuando el ex Capitán de Nave de Guerra Diego y el Sargento


de Combate Jerick la secuestran como parte de un plan para liberar a los
prisioneros, Skylar se ve envuelta una aventura mortal que nunca
imaginó con dos feroces ciborgs que deberían aterrorizarla. Pero se siente
atraída por el alma poética de Diego y la ferocidad ardiente y musculosa
de Jerick. Comienza a simpatizar con su difícil situación y quiere
ayudarlos, pero no puede hacerlo sin arriesgar su carrera… y su vida.

Con cuatro naves de guerra del gobierno en camino, Skylar tendrá


que elegir entre lo que es mejor para ella… y lo que quiere con todo su
corazón.

Desencadenado presenta a dos guapos héroes, una heroína geek y


un romance prohibido que cambiará sus vidas para siempre. Si no te
gusta la idea de que los tríos encuentren un felices para siempre juntos,
por favor, pasa de esta novela.

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Prólogo
El sudor corría por sus brazos desnudos y goteaba por su corto
cabello negro. Salpicaba sobre el duro y texturizado suelo metálico de su
celda, uniéndose a pequeñas manchas de pasadas gotas de sudor, un
testamento silencioso de las miles de flexiones que había hecho desde
que había llegado. Cientos de miles. Millones.

No contaba los ejercicios más de lo que contaba los días que había
estado encarcelado. ¿Cuál era el punto, especialmente ahora que se
acercaba el final? Si sus músculos mejorados no pidieran a gritos una
liberación, no habría hecho las flexiones, los abdominales o las
sentadillas con una sola pierna, pero lo hacían, así que él lo hizo.

Con sus oídos mejorados, escuchó el suave ruido de pasos en el


pasillo fuera de su celda. El andar familiar pertenecía a Stavis, uno de
los guardias más odiosos. Estaba seguro de su identificación mucho
antes de que Stavis llegara al frente del claro campo de fuerza que
convertía la celda a pruebas de fugas. Miles de abolladuras estropeaban
las paredes metálicas de los otros tres lados, abolladuras que dejó cuando
se frustraba lo suficiente como para golpearlas, pero nada abolló el
campo de fuerza.

—Tommy Boy —dijo el guardia deteniéndose frente a la celda, como


lo hacía a menudo sin ninguna razón en particular, más que para
regodearse o atormentarlo—. ¿Cómo es la soledad? ¿Echas de menos la
falta de acceso a la red?

Extrañaba la música a la que había podido acceder a través de la


red. El silencio le irritaba, pero no quería hablar de ello con los guardias.

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—Es Jerick —corrigió, como lo había hecho cientos de veces antes.


Nadie le había llamado Tom desde que se unió a la Flota más de una
década antes, y nadie le había llamado Tommy nunca—. Sargento Jerick.

—Ya no eres Sargento de nada, amigo. Excepto de esta celda. ¿Qué


pasa con todas esas flexiones? Solo te quedan dos días de vida. No puedes
llevarte todos esos músculos o implantes mutantes contigo al infierno.

La rabia brotó en Jerick, rabia e indignación porque el guardia lo


tratara así después de haber luchado durante seis años para hacer
retroceder a la Hrorak, para mantener la Tierra y las trece colonias
espaciales de la humanidad libres de los invasores alienígenas. ¿Pero qué
derecho tenía a ser honrado y respetado? La guerra había terminado, y
él la había fastidiado. Este era su destino.

Eso no significaba que fuera fácil de aceptar.

—Las hago para que puedas venir a admirar mi espalda —dijo,


esforzándose por mantener su voz indiferente. No quería que el guardia
sintiera su vulnerabilidad, que se lamentaba del pasado y que estaba
aterrorizado por el futuro. Incluso si era un futuro muy corto. Al menos
después de que se hiciera, ya no tendría que lidiar con la petulante
satisfacción de Stavis. No tendría que lidiar con nada—. Sabes que nadie
es aquí tan sexy como yo —añadió.

Stavis resopló.

—Eso pudo haber sido cierto ayer, pero no será cierto mañana.
Mira lo que viene.

El guardia desenrolló una tabilla y la sacudió, como si fuera un


papel anticuado con tinta secándose, y luego la sostuvo delante del
campo de fuerza.

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Jerick la vio por el rabillo del ojo, pero con su cara apuntando al
suelo resbaladizo por el sudor, no pudo ver lo que mostraba el dispositivo.
Por un largo momento, se quedó dónde estaba con los brazos cerrados,
diciéndose que no le importaban las noticias que tenía Stavis. Pero
siempre había sentido curiosidad por todo y por todos, su mente
alimentada por las ideas que venían de la galaxia fuera de él. Incluso
encerrado en una celda, había soñado. Soñó con lo que podría haber sido
si no hubiera cometido un error tan fatal.

Stavis agitó la tableta.

—Te arrepentirás si no miras. —Su tono era jocoso. Burlón.

—Lo dudo —dijo Jerick, otra vez fingiendo indiferencia.

Aun así, se puso de pie, girando rápidamente hacia el campo de


fuerza. No lo rozó, ya que sabía muy bien cuánto dolía, pero tuvo la
satisfacción de ver que Stavis se estremeció y dio un paso atrás antes de
recuperarse. Jerick era un hombre grande e intimidante, por eso lo
habían elegido para el programa de ciborgs hace tantos años, por eso los
científicos militares habían estado dispuestos a gastar tiempo y dinero
experimentando con él, convirtiéndolo en un súper soldado para atacar
a la Hrorak.

Sabía que no debía deleitarse con la reacción de Stavis, pero no


podía evitarlo. El maldito guardia lo había torturado más de una vez, por
la única razón de que se excitaba.

Stavis se mofó y se acercó, sosteniendo la tableta de nuevo.


Mostraba una imagen de una mujer de pelo marrón con ojos oscuros y
piel oliva que llevaba una bata de laboratorio blanca mientras se agarraba
una pila de libros al pecho. No parecía que hubiera estado posando para
la cámara, sino que había estado perdida en sus pensamientos cuando
alguien la llamó por su nombre y le pidió que se diera la vuelta.

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Ese nombre, según el texto de debajo, era doctora Skylar Russo.


Un par de líneas después del nombre proclamaban que era
neurocientífica, y las alarmas de Jerick se elevaron. No pudo contener el
gruñido en el fondo de su garganta. Esta tenía que ser el reemplazo del
doctor Branigan.

Stavis debió haber oído ese sonido porque sonrió.

—Como sabes, una prisión necesita un médico que vigile a sus


reclusos locos. —Su sonrisa se amplió—. Y para estudiar a los ciborgs
locos con sus cerebros rotos.

Jerick apretó los dientes. No había nada malo en su cerebro, nada


que no pudiera ser explicado por la guerra. Había sobrevivido a
aterradoras batallas espaciales, de ver a camaradas morir de forma
horrible, de estar en el frente, aislado del resto de la humanidad.

—Esta llegará mañana. ¿La traigo para que te vea antes de que te
ejecuten? ¿Para que estudie tu pequeño cerebro? Confío en que no
matarás a esta doctora.

Jerick tampoco había matado al último doctor, pero mantuvo la


boca cerrada. Sabiendo que estaba programado para ser ejecutado de
todos modos, había aceptado la culpa por eso. El ciborg que perdió el
control y mató al doctor solo tenía una sentencia de por vida. Una vida
atrapada aquí. Jerick no estaba seguro de si realmente le había hecho un
favor al otro hombre. Había acortado su tiempo restante, pero tal vez lo
había hecho a propósito, esperando subconscientemente el fin de este
infierno. Tal vez era más egoísta que desinteresado, sin llegar a ser el
héroe que una vez soñó ser.

—Es mucho más guapa que Branigan, ¿no crees? —A juzgar por la
forma en que Stavis miraba lascivamente la foto, ya se la había llevado a
su litera con él.

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La mujer, Russo, era atractiva, aunque más en una forma linda y


estudiosa que en una sexy y voluptuosa. No es que a Jerick le gustaran
las mujeres estudiosas. Si no hubiera llevado esa maldita bata de
laboratorio, él también habría llevado los pensamientos de ella a su litera,
si el estante duro de la pared trasera pudiera llamarse así. Pero esa
bata… y los médicos en general… Los odiaba. Como si los científicos
militares que lo habían convertido en un ciborg, como el Doctor
Frankenstein creando su loca creación, no hubieran sido lo
suficientemente malos, Branigan con sus drogas y experimentos había
sido demasiado para que cualquier hombre lo aceptara sin quejarse. O
deseando vengarse.

—¿Y a mí qué me importa? —Jerick entrecerró los ojos a Stavis, sin


saber por qué se había molestado en compartir la información, aparte de
que al guardia le gustaba atormentarlo.

—Pensé que querrías a alguien nuevo con quien fantasear durante


tus últimas dos noches de vida. —Stavis sonrió con suficiencia—. O tal
vez puedas ofrecer tu cerebro para cualquier experimento que haya
venido a hacer con vosotros, mutantes.

—Nadie me toca el cerebro —gruñó Jerick, sin poder ocultar su


disgusto por los internos que se ofrecieron a dejar que Branigan los
manipulara a cambio de lamentables lujos como chocolate o una manta.

—¿Estás seguro? Quizás ella tenga el poder de hacer que tu cita


con la aguja se retrase, darte unos meses más de vida para que pueda
publicar el loco funcionamiento de tu cerebro en la red. —Sonrió y asintió
hacia el lugar donde el ordenador se había integrado en la celda de Jerick,
una forma de comunicarse con el mundo exterior. Pero había perdido eso
después de la muerte de Branigan. No había nada excepto sus propios
recuerdos para entretenerse ahora.

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—No voy a estar haciendo la pelota a un científico para poder vivir


otro día.

—Como quieras, mutante. —Stavis golpeó la tableta contra su


muslo, y se quedó flácida y luego se enrolló. El guardia se alejó por el
pasillo de celdas, y se detuvo para hablar con otro ciborg al que le gustaba
atormentar.

Jerick se recostó en su estante y cerró los ojos, la imagen de la


mujer llenó su mente. Probablemente no la conocería, no si venía
mañana, y su muerte estaba programada para el día siguiente. Pero, ¿y
si lo hiciera? ¿Ofrecería su cerebro para cualquier cobarde investigación
que viniera a realizar? Aquí, donde a nadie le importaban las molestas
legalidades de si se permitía o no experimentar con los Ciudadanos
Coloniales.

No, decidió. Había sido un guerrero toda su vida, incluso en las


calles donde había crecido. Iría a su muerte valientemente sin rogarle a
nadie por nada.

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Capítulo Uno
Las cenizas de los héroes se esparcen entre las estrellas.
Algunos regresaron, escribieron sus memorias…
Otras almas demasiado atribuladas fueron puestas tras las rejas
hasta que los necesiten de nuevo para luchar en futuras guerras.

La doctora Skylar Russo escuchó el inolvidable estribillo de


“Nuestro Problemático Destino” del Soldado Desconocido, mientras
observaba al piloto guiar su transbordador hacia un enorme asteroide
que flotaba en el espacio. Desde el exterior, Antioch no parecía diferente
de cualquiera de las otras rocas gigantes y grumosas del Cinturón Minero
de la Delución, pero sabía exactamente lo que le esperaba en el interior,
y no podía evitar sentir vergüenza ante su destino.

El director de neurociencia le había prometido que solo pasaría seis


meses en el lugar, pero se lo preguntaba. Temía que se hubiera quejado
demasiadas veces, se hubiera negado a jugar el juego de la política y a
aguantar como es debido para conseguir financiación para proyectos de
investigación.

Había una razón por la que había dejado de tratar con la gente para
dedicarse a la investigación pura. La gente era… difícil. Y nadie la había
acusado nunca de ser diplomática y cortés. Por supuesto, si el director
se hubiera puesto abiertamente de su lado en vez de fingir que no estaba
de acuerdo con sus objeciones…

No, no importaba ahora. Al menos no la habían despedido. Solo la


reubicaron. Muy lejos de cualquier lugar y para hacer una “investigación”
en la que ella no creía.

Se suponía que debía estudiar a los internos ciborgs de Antioch,


probando diferentes drogas con ellos, para ver si había alguna opción que
pudiera ayudar a sus compañeros veteranos a aclimatarse al mundo civil

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ahora que la guerra había terminado. Pero a los soldados que recibieron
implantes no se le había hecho nada en el cerebro. Sus mejoras eran
todas musculo esqueléticas. En seis meses, la recomendación de Skylar
sería, sin duda, que recibieran las mismas terapias y medicaciones que
sugerían a cualquier veterano que sufriera de estrés post-traumático.
Mientras tanto, consiguió pasar medio año de su vida en un remoto
agujero infernal, rodeada de criminales.

¿Y cuándo regresara? ¿Sería más agradable la siguiente misión o


seguiría siendo un castigo?

—Veinte minutos hasta que aterricemos en este bello paraíso —dijo


la piloto sobre su hombro, agitando la mano grandilocuentemente hacia
la pantalla, como si estuviera volando a algún destino turístico utópico
en lugar de a una prisión segura llena de los peores criminales de las
colonias de la Tierra Unida—. Si quieres esconderte en tu propio equipaje
y tirar el código de la cerradura, no es demasiado tarde. —La piloto, Keiko
Sasaki, ella se había presentado a sí misma así, añadió una sonrisa.

Skylar no se sorprendió cuando sus miradas se encontraron, las


palabras eran solo para ella. Eran las únicas dos mujeres en el
transbordador. Los diez fornidos guardias, muchos de ellos con aspecto
de poder ser ciborgs, eran todos hombres. No estaba segura de si todos
habían sido asignados para proteger el transbordador, si es así, le
preocupaba lo segura que era la prisión, o si alguno de ellos estaba siendo
transferido a turnos de servicios aquí. No muy diferente a ella, supuso.

—No creo que quepa en mi equipaje —le dijo Skylar a Keiko.

Uno de los guardias la miró, examinándola de pies a cabeza, y ella


se ruborizó. Es cierto que no era una mujer gigante, pero no había traído
ninguna bolsa grande.

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El centro médico, le habían prometido, tenía todo lo necesario para


hacer experimentos. A diferencia de la idea que tenía, tendría que hacer
algo aquí, o sus superiores se darían cuenta. Si de alguna manera
descubría algo que valiera la pena, ¿se la invitaría a volver a su antiguo
trabajo en la universidad? ¿Haciendo el trabajo de biotecnología
neurológica que le encantaba? ¿Quería volver, cuando estaba claro que
no podía ser investigadora sin ser también política?

Se preguntaba cuán dispuestos estaban los internos a ofrecerse


como voluntarios para los experimentos. El director, el doctor Martin,
había sido impreciso al respecto. También había sido impreciso sobre lo
que le pasó al último científico que estuvo destinado aquí. Ella había leído
sobre él, el doctor Branigan, brevemente, y había sonado más como un
médico que un investigador. Skylar esperaba no tener que poner
inyecciones y vendar pupitas.

Una escotilla se abrió detrás de ella, y miró hacia las pequeñas


cabinas de pasajeros en la parte trasera del transbordador.

El hombre, el ciborg, que era el único pasajero del transbordador,


apareció por primera vez en los tres días que habían tardado en cruzar el
sistema. Cuando salió al pasillo y se giró, sus anchos hombros rozaron
las escotillas de ambos lados. Su apariencia... llevaba un traje de tweed
y mocasines... estaba muy lejos de la del oficial de la Flota que había sido
durante la guerra, pero el Capitán Diego Cortez era una leyenda y un
héroe, y había pocas personas que no conocieran su pasado.

Profesor Cortez, se recordó a sí misma. Había sido civil otra vez


durante los últimos tres años, enseñando literatura y poesía en la
Universidad de la Colonia de Cartagena, como lo había hecho antes de la
guerra. Era uno de los que se había reintegrado con éxito en la sociedad,
aparentemente no perturbado por todo lo que había soportado luchando
contra la Hrorak. También era alguien que había estado luchando muy

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ruidosamente por los derechos y la rehabilitación de los ciborgs, y


probablemente había influido en los que finalmente ordenaron que Skylar
fuera enviada aquí.

Cortez no dijo nada mientras caminaba hacia adelante para mirar


por encima de la cabeza de Keiko al asteroide en la pantalla. No miró ni
siquiera a Skylar.

Se dijo que estaba bien, que no estaba particularmente interesada


en hablar con él, aunque fuera guapo, con una mandíbula fuerte y un
físico amplio y musculoso que el traje no escondía del todo. No era su
tipo.

Por supuesto su tipo la había abandonado en el altar el año


anterior.

Resopló, dando una patada mental al recuerdo de Damian… y a la


de la zorra de grandes tetas con la que se había escapado. A Damian no
le importaba que a la mujer no le gustaran los juegos en red que él y
Skylar habían jugado juntos durante años, o que ella no supiera nada
del trabajo de programación que él hacía. Lo único que le importaba era
que estaba buena, no tenía vida propia y estaba dispuesta a dejarlo todo
por él cuando él quisiera.

Cortez miró a Skylar por primera vez.

Se dio cuenta de que él debió haber oído el resoplido, y se sonrojó,


sin interés en explicar su pasado o por qué había jurado no tener citas
durante el último año.

Él frunció un poco el ceño mientras la escudriñaba. Ella se negó a


dar un paso atrás, aunque no era una expresión facial atractiva, y él era
casi treinta centímetros más alto que ella. Hubiera sido fácil ser
intimidada.

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—Skylar Russo. —Ofreció su mano porque no sabía qué más hacer.


Como él se había quedado en su camarote todo el viaje, nunca se habían
presentado.

No creía que pudiera haberle ofendido, a menos que él la estuviera


juzgando por su carrera y su trabajo en vez de por lo que hubiera dicho
o hecho en el transbordador. Pero, ¿qué de su carrera podría ofenderlo?
Hasta hace dos semanas, había estado trabajando en ayudar a los
humanos a integrar chips de ordenadores y otros circuitos en sus
cerebros.

—Cortez —dijo, finalmente, ofreciendo su propia mano.

La aceptó con cautela, medio esperando que él envolviera sus dedos


alrededor de los suyos con una fuerza aplastante. Conocía las
estadísticas de los implantes que los científicos militares habían dado a
los ciborgs, el hecho de que sus manos tenían más fuerza de agarre que
las mandíbulas de un caimán.

Pero su toque fue suave, y no sostuvo el apretón de manos


demasiado tiempo. Se encontró un poco decepcionada por eso. También
se preguntó por qué se presentó con su apellido en lugar de su nombre.
¿Algo a lo que se había acostumbrado en el ejército?

—Profesor Diego Cortez, ¿verdad? Le compré a mi hermana un libro


de su poesía cuando estuvo… enferma. —Debatió si debía compartir que
su hermana había fallecido, pero decidió que era algo demasiado personal
para discutirlo con un extraño—. Siempre le encantaron los temas de
hombre contra naturaleza, y hombre contra el espacio.

—Ah. —Volvió a mirar hacia la pantalla de visualización, como si


algo del asteroide fuera fascinante, mucho más fascinante que ella.

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Una punzada de rechazo la atravesó, aunque no debería importar


lo que este extraño pensara. Era muy respetada en su campo, había
ganado innumerables premios y becas, e hizo un trabajo que importaba,
un trabajo que ayudaba a la humanidad. Se había probado a sí misma
una y otra vez, y no tenía que probarse ante un profesor ciborg estirado.

—Espero que le hayan gustado —añadió Cortez, mirándola de


nuevo—. O al menos los encontrara útiles como ayuda para dormir. Mis
estudiantes los han usado ocasionalmente para tal fin.

Él compartió una rápida sonrisa, y ella olvidó sus sentimientos de


rechazo. Había sido guapo antes, pero era fascinante cuando lo hacía.
Decidió que quería darle una razón para sonreír de nuevo, menos
brevemente.

—Creo que le gustaron. Siempre fue del tipo cerebral, y su poesía


es conocida por atraer a los intelectuales.

Una de sus cejas oscuras se levantó.

—¿No es usted cerebral, doctora Russo?

Sus mejillas se calentaron de nuevo, sobre todo porque admitió que


sabía quién era ella. No se había presentado como doctora. Aunque tal
vez lo había adivinado por su bata de laboratorio. Se sentía tonta viajando
con ella puesta, pero Keiko lo había sugerido, diciendo que no conocía a
los nuevos guardias que habían puesto en la lanzadera para este viaje, y
Skylar podría encontrar útil llevar algo que ocultara su figura y que
connotara autoridad.

Keiko vestía una chaqueta de cuero, gorra y bufanda, como una


piloto de un biplano de la Primera Guerra Mundial. No sabía si eso
significaba que ella estaba siguiendo su propio consejo.

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—No en una forma de palabras y literatura —dijo Skylar—. Me


gustan los números y las matemáticas. Son más sencillos, y tengo gustos
sencillos.

—Ya veo.

Cortez le dio la espalda otra vez, y deseó haber dicho algo más
inteligente, algo que hubiera mantenido la conversación. ¿Por qué a los
demás les resultaba más fácil charlar sobre cosas mundanas y encontrar
consuelo social al hacerlo?

Cortez miró hacia los guardias que estaban de pie alrededor de la


zona de asientos abierta, todos armados, todos vestidos con ropa negra,
casi lo suficientemente similar como para ser uniformes. Tal vez la
compañía de transporte privada que era dueña del transbordador ordenó
a sus empleados vestirse de negro para parecer intimidantes.

Todos los hombres observaron a Cortez con atención. ¿Pensaron


que causaría problemas? ¿Solo porque era un ciborg?

Skylar se sintió indignada por él. Era un héroe de las Colonias


Terrestres. No era como si hubiera venido aquí para organizar una fuga
de la prisión. Había venido para… En realidad, no lo sabía.

—¿Qué lo trae a Antioch Asteroid, Profesor? —preguntó.

—Estoy escribiendo un libro —dijo rápidamente—. Uno que


detallará las vidas de muchos de los soldados ciborgs que sirvieron
valientemente pero que terminaron aquí.

Algo perfectamente legítimo para un profesor de literatura, pero


Skylar se encontró frunciendo el ceño, pensando que la respuesta había
salido como si estuviera ensayada. Tal vez había tenido que explicar su
deseo de venir numerosas veces a numerosas personas. No era como si
se permitiera a los civiles ordinarios visitar la infame prisión.

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—Es triste, ¿no? —dijo Skylar—. Estos hombres eran héroes. Para
terminar aquí… Es difícil no sentir que la sociedad les ha fallado.

Cortez se volvió hacia ella de nuevo, y por primera vez, toda su


atención estaba puesta en ella. Sus ojos eran intensos mientras miraba
a los de ella, y un cosquilleo de energía cálida la atravesó.

El último estribillo del Soldado Desconocido sonó por los altavoces,


y abrió la boca para responder, pero el panel de comunicaciones sonó
primero.

Los ojos de él se entrecerraron, y se alejó de Skylar acercándose al


piloto. Los guardias lo observaron como halcones, y una vez más, Skylar
sintió la necesidad de atacarlos, de decir que no merecía su escrutinio.

Una ráfaga de estática llegó por las comunicaciones.

Keiko refunfuñó, golpeó al panel y luego los condujo alrededor del


asteroide hasta que apareció a la vista una gran abertura que conducía
al asteroide. La pantalla del sensor mostró que un campo de fuerza cubría
la abertura.

—Este es el Eager Beaver1 —dijo Keiko, nombrando su lanzadera—


. La piloto de Transporte Terrestre2 Espacial Sasaki volando. Tengo
algunos aperitivos para vosotros si me dejáis entrar. Transmitiendo
código de acceso ahora.

—¿Aperitivos, LT2? —dijo un hombre en el comunicador—. Esa no


es la frase oficial que se supone que debes dar.

1 Eager Beaver: Currante, trabajador diligente.


2
LT: Teniente.

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¿LT? ¿Como Teniente? ¿Keiko también era una veterana de guerra?


Skylar supuso que tenía sentido que muchos de los pilotos civiles de hoy
hubieran luchado para proteger a la Tierra y sus colonias.

A pesar de la objeción del hombre, la pantalla del sensor sonó y


mostró que el campo de fuerza desaparecía. Un gran hangar, pero
completamente vacío, esperaba dentro, él y el resto de la instalación
tallada en la roca del asteroide. A Skylar no le sorprendió la falta de
naves, ya que había oído que este era el tipo de lugar donde nadie venía
y nadie se iba, fuera de las entregas realizadas por estos transbordadores
de suministros mensuales.

—Bien, bien —dijo Keiko—. Estoy transportando oficialmente


suministros, yo misma, diez guardias, un científico y un profesor.
Solicitamos permiso para aterrizar.

Cortez se tensó e inclinó hacia adelante, sus dedos moviéndose.


Casi parecía querer alcanzar el comunicador.

¿Con qué fin? ¿Por qué estaba tan nervioso? El campo de fuerza ya
había sido bajado, y Keiko estaba navegando hacia la bahía.

—LT —contestó el hombre, su voz ya no estaba tan relajada—.


¿Dijiste profesor?

—Sí, tengo al Profesor Cortez conmigo. El famoso ciborg que


comandó las tropas en la guerra y ahora regala a las mujeres sus
habilidades poéticas. —Keiko le guiñó un ojo a Cortez.

Él no respondió. No se movía en absoluto.

—No lo tenemos en la lista de invitados, Teniente —dijo el hombre—


. Tendrás que…

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Cortez entró en acción, golpeando con su puño el panel de


comunicaciones tan rápido que Skylar no supo lo que estaba pasando
hasta que escupió humo y chispas. Ella saltó hacia atrás, chocando
contra uno de los guardias.

Se imaginó que le dispararían a Cortez y dijo:

—¡No lo hagas! —Aunque no sabía lo que estaba pasando.

Fuertes manos se agarraron a sus brazos, haciendo que jadease de


dolor al ser levantada de sus pies. ¿Qué demonios?

Keiko se lanzó por un aturdidor de su cinturón, pero Cortez se lo


quitó de la mano y la levantó de su asiento. Se dio la vuelta, pasándola a
uno de los guardias. Skylar se dio cuenta de que su cerebro estaba
procesando a cámara lenta, que los guardias aquí no estaban atacando
a Cortez.

Él se inclinó sobre el asiento y tomó el timón.

—Puede volar esta cosa, ¿verdad, señor? —preguntó uno de los


guardias.

—Lo haré aterrizar. Solo prepárate para saltar. Van a preparar un


equipo y lo tendrán aquí arriba en segundos.

—Estamos listos, señor. No esperábamos que esto fuera tan fácil.

Keiko rugió, pateando hacia Cortez. Pero no estaba lo


suficientemente cerca para patearlo. Su captor, uno de los guardias que
también se mantuvo fuera de la cubierta, la tenía sujeta alrededor de la
cintura con los brazos inmovilizados. Eso no evitó que diera latigazos con
su cabeza y tratara de plantar su bota en cualquiera que estuviera cerca.

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Skylar se preguntaba si ella también debería agitarse e intentar


escapar. Se sentía demasiado aturdida para comprender lo que estaba
pasando. Probablemente no importaba. Todos los hombres grandes y
corpulentos se habían reunido en la zona de la cabina, todos armados.
No había forma de que Skylar o Keiko escaparan, al menos no ahora. El
hombre que la sostenía ni siquiera parecía molestarse por las luchas de
Keiko. Simplemente miraba a Cortez aterrizar el transbordador con
manos más experimentadas de lo que sus palabras sugerían.

—¿Qué hacemos con las mujeres? —preguntó el hombre que


sostenía a Skylar.

—Encerrarlas en esos armarios de atrás —dijo Cortez—. Vamos a


necesitar rehenes, así que no queremos perder a nadie.

—¿Rehenes? —gritó Skylar mientras Keiko golpeaba y rugía:

—¿Armarios?

Cortez se encontró con los ojos de Skylar brevemente. Algo parecido


al arrepentimiento acechaba en ellos, pero también había determinación,
una determinación que anulaba cualquier arrepentimiento. Rompió el
contacto visual y asintió a uno de los hombres.

Skylar se dio cuenta de que uno de sus hombres. Estos guardias


no eran solo grandes y corpulentos como ciborgs. Eran ciborgs.

Mientras su captor la llevaba hacia los armarios, no tenía idea de


cómo ese conocimiento podría ayudarla.

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Capítulo Dos
Cortez esperaba resistencia tan pronto como su equipo dejara el
transbordador y entrara en la bahía, pero llegaron al corredor exterior
antes de que escuchara el fuerte ruido de botas blindadas en la cubierta
metálica.

—Abrelatas listas —les dijo a los diez hombres detrás de él, algunos
de los cuales habían servido con él y conocía, algunos de ellos a los que
se había acercado cuando se enteró que todavía estaban en la Flota y que
podían organizar el engaño de seguridad en el puerto de transbordadores
en Antar 12. Había esperado que fuera mucho más difícil sobornar a
hombres que servían lealmente a sus nuevos comandantes, pero su
reputación, no, su misión, les había influenciado. Y ahora, podría estar
llevándolos a la muerte—. Estarán blindados.

—Siempre lo están, señor —dijo Pip arrastrando las palabras


detrás de él, sonando emocionado por ir a la batalla, sin parecer
importarle que hoy estuvieran luchando contra los humanos en lugar de
contra los Hrorak.

Eran, se recordó Cortez, humanos que mantenían a su gente


prisionera. Aun así, rezó, ingenuamente quizás, para que esto terminara
sin matar a nadie. Las granadas abrelatas atravesarían la armadura de
sus enemigos y el gas aturdidor haría el resto.

Esperaba.

—Seguidme —dijo, mientras los golpes se hacían más fuertes. Sus


enemigos corrían hacia ellos.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Cortez también corrió, con un rifle de plastech en su mano


izquierda y tres granadas abrelatas en la derecha. Tenía que agradecer a
los guardias por suministrarle las armas.

Por un momento, se sintió ridículo yendo a la batalla con el mismo


traje de tweed con el que enseñaba inglés a los estudiantes de primer
año, pero mientras la adrenalina corría por sus venas, se olvidó de todo
excepto de su objetivo, de todo excepto de los hombres cuyas vidas
estaban aquí para salvar.

Lanzó las granadas abrelatas antes de ver al enemigo,


orientándolas para que rebotaran en una pared y giraran la esquina. Los
primeros hombres con armadura de combate azul saltaron a la vuelta de
la esquina al mismo tiempo que las granadas estallaban. La metralla y el
humo explotaron, esa metralla estaba rodeada por un ácido corrosivo que
devoraría los trajes de los hombres.

Sabiendo que eso llevaría tiempo, Cortez se arrodilló cerca de la


pared y disparó mientras los hombres que estaban detrás de él hacían lo
mismo. Las granadas fueron lanzadas por el pasillo mientras los plas-
rayos se mezclaban con el humo.

El fuego de respuesta llegó de inmediato, balas en lugar de pernos.


Cortez y sus hombres no estaban blindados, había sido un reto suficiente
el subir a su gente a bordo del transbordador con armas, así que tenían
que ser muy cuidadosos. Afortunadamente, con su agilidad, velocidad y
reflejos sobrehumanos, junto con unos ojos que podían rastrear objetos
que se movían a velocidades extremas, podían hacer lo que hubiera sido
imposible para los hombres no alterados, disparar a las balas desde el
aire antes de que dieran en el blanco.

Cortez se centró en eso y dejó que los demás dispararan contra los
guardias de la prisión. Los plas-rayos rebotaron en los hombros y pechos
blindados.

23
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Entonces la primera maldición llegó de la vuelta de la esquina. ¿La


armadura de alguien había sido perforada?

Juzgando que ese era el caso, Cortez dejó su rifle colgado de la


correa alrededor de su torso y lanzó su siguiente arma, una granada de
gas aturdidor.

—Aguantad la respiración —ordenó en un susurro que sus


hombres oirían incluso por encima de la cacofonía de la batalla.

Arrojó la granada, y luego la disparó, asegurándose de que


explotara justo donde él quería. Los defensores dispararon varios rifles
más, con balas incendiarias que se dirigían a los intrusos. Cortez tiró de
su rifle y tranquilamente terminó con dos de ellas en el aire, sus plas-
rayos derritiendo las balas antes de que golpearan. A su lado, Pip terminó
aún con más proyectiles.

Los disparos se detuvieron. Cortez esperó, su arma apuntada hacia


el humo que había delante.

A través de la neblina, divisó las formas blindadas de los guardias,


todos ellos en el suelo. Siguió conteniendo la respiración mientras los
silenciosos segundos pasaban. Él y sus hombres estaban lo
suficientemente lejos en el corredor como para que el gas no les afectara,
pero no necesitaba ser el idiota que noqueó a su equipo con su propio
gas.

Finalmente, cuando estaba seguro de que se había disipado, saltó


y corrió a desarmar a sus enemigos. Mientras el humo se despejaba,
distinguió a ocho hombres armados, todos en el suelo.

—No enviaron ni de cerca lo suficiente para mantener a gente como


nosotros —dijo Pip—. Señor, ¿no se comunicó con ellos y les hizo saber
qué esperar?

24
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—No. —Cortez se giró, haciendo un gesto a uno de los guardias,


que resultó ser su viejo hacker de la Estrella Negra, para que se
presentara.

—Eso es un poco desconsiderado, ¿no cree? —preguntó Pip.

—Nadie me ha acusado nunca de ser considerado con el enemigo.

—Es cierto, recuerdo que los Hrorak afirmaban que usted era
particularmente arrogante y grosero. Como aquella vez que no entregó
nuestra nave para que nos torturaran a todos hasta la muerte.

Cortez le dijo una palmadita en el hombro a Pip… estaba contento


de trabajar con el Sargento otra vez, pero no tenía tiempo para compartir
bromas con él ahora. Había demasiado en juego.

—Tek Tek—dijo mientras se acercaba su hacker, un ciborg


especializado que podía hacer más que golpear a los alienígenas en
combate. Tenía puertos e interfaces inalámbricas para acceder a todo tipo
de equipos informáticos, humanos y alienígenas—. Toma a Driggs y
Ahmed y sube a C&C3. Quiero que todo el asteroide esté bloqueado para
que no puedan reunir a toda su gente contra nosotros. Codifica también
la estación de comunicaciones. Nadie puede comunicarse excepto yo.

—Sí, señor. Tal como lo planeamos. —El normalmente taciturno ex


Teniente sonrió, tal vez sintiendo algo del regocijo de Pip por estar en una
situación de batalla otra vez. O tal vez solo contento de estar haciendo
algo para ayudar a sus hermanos.

Cortez golpeó a Tek Tek en la espalda mientras él y los otros dos


ciborgs salían corriendo.

3
C&C: Comunicaciones y Control.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Grunbaum, Potter, sacad a estos hombres de sus armaduras,


atadlos y metedlos en un armario en algún lugar.

—¿Las prisiones de máxima seguridad tienen armarios, señor?

—Tienen que guardar las fregonas en algún sitio. Todos los demás,
conmigo. Vamos a bajar al centro de detención. —Cortez sabía
exactamente dónde estaba eso ya que había memorizado el mapa de este
lugar con un enfoque obsesivo.

—¿Para liberar a nuestros hombres, señor?

Cortez asintió.

—Especialmente a los que están programados para ser ejecutados


hoy.

—Sí, señor —dijeron varias voces decididas a la vez.

—Manteneros alerta. Tendrán más problemas para enviarnos.

—Sí, señor.

Cortez tomó a los hombres que quedaban y corrió por el pasillo en


dirección al ascensor. Echó un vistazo a su muñeca, el tiempo
mostrándose junto con otras estadísticas. Ya se había ajustado a la hora
local. Mediodía aquí. Por la información que había reunido, sabía que las
ejecuciones estaban programadas para la una, pero, ¿y si el personal de
la prisión era particularmente eficiente? ¿Y si Jerick y los demás ya
estaban abrochados en sillas o encadenados a las losas como cadáveres
en una morgue, alineados y esperando sus agujas?

Había más de tres docenas de prisioneros ciborgs aquí que tenía la


intención de liberar, pero Jerick había sido su Sargento jefe en combate
en el Estrella Negra durante años y había salvado su vida tres veces en

26
Ruby Lionsdrake Desencadenado

batalla. Era un bocazas engreído y a veces un imbécil, pero también era


la razón por la que Cortez estaba haciendo todo esto. La razón por la que
tenía que hacerlo.

Llegaron al ascensor, y uno de sus hombres se adelantó, como para


entrar en él, pero si la seguridad estaba en juego, se apresurarían a
localizar rápidamente a los intrusos y bloquear los ascensores. Cortez
disparó contra el panel de control en su lugar, lo que provocó que saliera
humo. Corrió una docena de pasos más allá del ascensor y abrió el panel
con desgarro del metal. En el interior, un pozo de acceso se adentraba
más en el asteroide.

—Nunca se pueden hacer las cosas de la manera fácil, ¿verdad,


señor? —preguntó uno de los hombres con un bufido.

—Los matones rompen las plumas de los pedantes predecibles —


dijo.

—¿Ese es uno de sus poemas, señor?

—Uno que escribí cuando era niño. Entonces tenía una afición por
la aliteración.

—¿Ali-qué?

—Nada. —Cortez bajó los escalones.

Mientras su grupo descendía, una alarma comenzó a sonar en toda


la instalación. No se sorprendió, lo había esperado antes.

—¿Qué pasa después de que saquemos a todos, señor? —preguntó


el hombre que descendía justo por encima de él—. No podemos meter a
todos en ese transbordador, y aunque pudiéramos, es más lento que una
babosa. La Flota tendrá una armada de naves en el sistema antes de que
podamos llegar al agujero de gusano.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Lo sé. Cuento con que la Flota llegue a tiempo.

—¿Ah, sí?

—Por eso tomamos rehenes.

—¿Rehenes? —preguntó el hombre, con confusión en su voz.

Cortez hizo una pausa ya que había llegado al fondo del pozo. Abrió
otro panel de acceso.

—Oh, ¿las chicas del transbordador, señor?

—Las chicas del transbordador —confirmó Cortez, aunque ambas


eran mujeres de unos treinta años.

Esperaba que sus hombres las hubieran asegurado bien, ya que


sería tedioso si tuvieran que ir de caza para encontrarlas. La piloto había
sido particularmente combativa. Eso no le había sorprendido: había
revisado su historial y sabía que había sido condecorada en la guerra,
que solo su tendencia a enfrentarse verbalmente a sus oficiales
superiores, y a todos los demás a su alrededor, le había impedido
alcanzar un rango más alto que el de Teniente. Ella era lo que él esperaba.

La otra mujer, la neurocientífica, no era para nada lo que él


esperaba. Había leído toda la investigación que había hecho y los
artículos que había publicado, y había asumido que tendría unos
cincuenta o sesenta años. Al menos más de cuarenta. Pero esa mujer no
podía ser mayor que él, y era mucho más atractiva de lo que se había
imaginado. No una estirada académica, sino una mujer con una sonrisa
tímida.

Una a la que él instantáneamente quiso conocer mejor tan pronto


como ella hizo ese simpatizante comentario sobre los ciborgs.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Era increíble lo rara que era esa simpatía. A lo largo de la historia,


la gente había apreciado a los soldados, agradeciéndoles su servicio y
sacrificio, pero a lo largo de la historia, los soldados habían luchado
volviendo del combate y encajando de nuevo en la vida civil, una vida en
la que no podían resolver los problemas con la violencia. Este último
conflicto había sido peor. Los militares habían convertido a los jóvenes
en súper soldados con gran fuerza, velocidad y resistencia. Eso había
dado a la humanidad una ventaja en la lucha contra los conquistadores
extraterrestres, pero cuando la guerra terminó y esos soldados se
soltaron en la sociedad, todavía teniendo toda esa fuerza… los problemas
habían comenzado.

Cuando un hombre normal golpeaba a otro debido a una diferencia


de opinión, alguien terminaba con la nariz ensangrentada o una mejilla
amoratada. Cuando un ciborg golpeaba a otro hombre, un cráneo se
rompía en mil pedazos y alguien terminaba muerto.

Cortez sacudió la cabeza, tratando de apartar todos los titulares de


los periódicos que había leído a lo largo de los años, mientras un antiguo
colega tras otro se metía en problemas por perder los estribos y herir, o
matar, a civiles. A veces, no había sido más que un accidente. En
ocasiones, los tribunales eran comprensivos y no exigían la pena de
muerte, pero siempre dictaminaban que las personas que no podían
controlar sus acciones en la sociedad civil debían ser encerradas en
lugares donde no pudieran volver a hacer daño a otros. Como en los
remotos asteroides prisiones…

Dos guarias se paseaban frente a la puerta del centro médico donde


se administraban las inyecciones letales. Gritaban en sus muñequeras y
solicitaban actualizaciones de la situación.

Uno oyó a Cortez y a su equipo viniendo y se giró, levantando una


pistola. Pero el hombre no fue lo suficientemente rápido. Cortez y Pip

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

dispararon primero, usando aturdidores no letales esta vez. Como estos


hombres no estaban blindados, eso fue suficiente. Los rayos paralizantes
les acertaron en el pecho, y cayeron al suelo.

Cortez corrió hacia la puerta y la encontró cerrada. Miró el panel


de control, dudando que la cerradura de palma se abriera para él. En vez
de intentarlo, agarró la puerta con ambas manos, apoyó los pies y tiró,
abriéndola con el poder de sus hombros.

Saltó dentro, con las armas en la mano otra vez.

Un hombre sorprendido con un guardapolvos azul de la prisión


levantó los brazos, una pistola de agujas cayendo de sus manos y
golpeando el suelo.

Cortez gruñó, medio tentado a dispararle a pesar de que se estaba


rindiendo. Un líquido espeso llenaba la ampolla de la pistola de
inyecciones, y una gota de ello se filtró por la punta. No tenía dudas de
que era una sustancia letal.

—Mierda santa —llegó una voz de una de las tres mesas de metal.
Los brazos y piernas del que habló estaban inmovilizados por cadenas
enormemente gruesas, el acero tan mejorado como los músculos del torso
desnudo del hombre. Sus pies también estaban descalzos. Pantalones de
un naranja horriblemente brillante le cubrían las piernas y la ingle,
¿alguna pequeña dignidad dada a los prisioneros? Otros dos hombres en
las mesas llevaban el mismo atuendo—. Profesor Cortez, nunca soñé que
llegarías para leerme poesía antes de morir.

—Eso me hiere, Sargento Jerick —dijo Cortez, haciendo un gesto


al resto de sus hombres para asegurarse que no había más enemigos
escondidos—. Sé que ha pasado un tiempo, pero pensé que habría
protagonizado al menos algunos de tus sueños.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Sé que desearía que lo hubieras hecho, señor. —Jerick sonrió.


Su cara estaba demacrada, pero un indicio de su viejo espíritu combativo
brillaba en sus ojos azules.

Cortez se sintió aliviado al ver eso. No estaba seguro de lo que


encontraría aquí, pero se imaginó a hombres demacrados con todas sus
costillas sobresaliendo. Jerick aún se veía en forma, aunque más delgado
que antes, y Cortez pensó que la mayoría de las cicatrices en su pecho
habían sido recibidas durante la guerra, antes de que lo encerraran. No
tenía ni idea de qué tipo de tortura mental habría sufrido en los dos años
y medio que había estado aquí, pero le gustaba pensar que sus hombres,
después de soportar las privaciones de la guerra, podían manejar
cualquier cosa.

Aun así, sabía que estar en un lugar como este podría ser peor que
la muerte para algunos. Y luego, estaba la muerte misma. Miró la aguja
en el suelo, y se acercó para aplastarla con su bota.

El hombre que tenía la intención de manejar la pistola inyectora se


estremeció y se deslizó hacia la pared.

—Mira la puerta, Pip —dijo Cortez, volviéndose para considerar las


cadenas que aseguraban a Jerick—. Todos los demás, liberad a estos
hombres.

—Sí, señor.

Cortez no vio un ojo de cerradura para los grilletes de Jerick. Bajó


sus armas en sus correas y luego agarró el metal con ambas manos para
ver si podía separar las cadenas. Aunque ya había decidido que el acero
estaba mejorado, tenía mucha más palanca desde este ángulo que un
prisionero. Gruñó de satisfacción cuando el metal cedió bajo su agarre.

Jerick lo miró, una sonrisa familiar coqueteando en sus labios.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Es bueno ver que no te has dejado perder, señor. Me preocupé


cuando entraste usando esa chaqueta con coderas.

—Este es mi atuendo de Clark Kent. —Cuando el metal se rompió,


Cortez pasó al otro grillete de sus tobillos.

—¿Su qué, señor? —preguntó Pip desde la puerta, la alarma


continuó sonando en el pasillo.

—Clark Kent, el inocuo álter ego de Superman. Me refiero al último


héroe de comic, por supuesto, no al villano modelado en el Übermensch4
de Nietzsche. Aunque confieso que Nietzsche ha estado en mi mente
últimamente. —Rompió el otro grillete.

Jerick resopló.

—Veo que no has cambiado mucho, señor. ¿Tienes algunos poemas


listos para citar cuando vayamos a la batalla?

—Espero que la batalla termine y que podamos usar la razón y la


lógica para conseguir lo que queremos.

—Tú eres el experto en historia, ¿cuándo ha funcionado eso al


tratar con los seres humanos?

—Rara vez —dijo Cortez en voz baja, encontrándose con los ojos de
Jerick cuando se acercó a su muñeca para trabajar en ese grillete.

Por un segundo, antes de que Jerick cubriera la expresión con una


sonrisa, Cortez vislumbró sus verdaderas emociones. El miedo a la
muerte inminente, la soledad de encontrar su final aquí, y también el

4
Un Übermensch, en la filosofía de Friedrich Nietzsche, es una persona que ha
alcanzado un estado de madurez espiritual y moral superior al que considera el del
hombre común. Es capaz de generar su propio sistema de valores, identificando como
bueno todo lo que procede de su genuina voluntad de poder.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

alivio de que alguien hubiera venido por él. Una pizca de humedad
brillaba en sus ojos, algo que su bravuconería y su risa no podían ocultar.

Cortez miró hacia el grillete, un bulto de emoción formándose en


su garganta. Debería haber venido antes. Cuando miraba hacia atrás a
los dos últimos años, las incontables veces que había escrito a los
políticos e incluso se presentó ante el Congreso Colonial para argumentar
que a los Ciborgs que habían sido encarcelados por daños o muertes
accidentales se les debería dar otra oportunidad, o permitirles algún
lugar donde pudieran ser libres pero que no tuvieran que preocuparse de
herir a otros… Todo había sido en vano. No diría que los oídos de todos
habían estado sordos, pero habían sido los oídos de aquellos que no
podían entender, que no sabían lo que era ser una enorme clavija
cuadrada en una sociedad de pequeños agujeros redondos.

—Te estás tomando mucho tiempo con eso —observó Jerick—.


¿Mis pantalones naranjas te están distrayendo?

—Son cegadores. —Cortez rompió el grillete.

—Puedes cortarlos si quieres. Entonces tal vez yo protagonizaría


tus sueños.

Cortez resopló suavemente y se movió alrededor de la mesa hasta


el último grillete, esperando que el viejo Sargento no notara el leve
enrojecimiento de sus mejillas.

No podía negar que había tenido pensamientos sexuales de vez en


cuando, cuando todos habían estado en los confines, defendiendo las
fronteras de los Hrorak, sin mujeres en sus naves, sin contacto con su
hogar durante meses. Como adolescente que creció en una familia liberal
y una comunidad liberal, nunca se había inmutado por la
homosexualidad o la bisexualidad, pero tampoco se había sentido
particularmente atraído por ellas. Siempre se había inclinado hacia las

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

mujeres, encontrando su calidez y apoyo tan atractivos como las curvas


de sus cuerpos, y también había pensado a menudo en tener una familia.
Pero había luchado por encontrar a alguien con quién asentarse, estando
demasiado obsesionado con la lucha por los otros ciborgs, la lucha por
sacar a su gente de la cárcel. Y ahora… ahora, había pocas esperanzas
de tener una familia y de volver a la normalidad. Con sus acciones aquí
hoy, se había proclamado que ya no era más un héroe, sino un criminal.
Si había sangre derramada aquí en la prisión o no, la Flota
probablemente lo fusilaría si lo atrapaba.

Tan pronto como rompió el último de los grilletes, Jerick saltó de


la fría mesa de metal. Se tambaleó, agarrando el borde para apoyarse.
Cortez le ofreció una mano y se preguntó qué drogas le habían inyectado
para subirlo a la mesa.

—Estoy bien —susurró Jerick, con la voz espesa. Miró la mano de


Cortez en su antebrazo, pero no se sacudió del agarre.

Una de las personas de Cortez había liberado al segundo ciborg


encarcelado, alguien que solo conocía de nombre: Sánchez. El hombre
tenía una larga y descuidada barba que lo hacía parecer un animal
salvaje, y había un toque de locura en sus ojos también. Había sido
encarcelado por múltiples asesinatos, y no estaba seguro de si todos ellos
habían sido accidentes. Esperaba no estar cometiendo un error al liberar
al ciborg, pero no podía dejarlo encadenado aquí y salir por la puerta solo
con Jerick.

El mismo Jerick fue al tercer ciborg para liberarlo, dándole una


palmadita en el hombro antes de empezar con las cadenas. Cortez, que
no conocía a ese hombre, encontró el gesto alentador, una especie de
aval.

—¿Ese es el Capitán Cortez? —susurró el hombre.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Sí, lleva un disfraz de profesor, como Clark Algo, de un libro. Pero


debajo del tweed, es un maestro de la estrategia, y nos va a sacar de este
infierno.

—Clark Kent —dijo Cortez, porque era más fácil responder a eso
que al resto. No era maestro de nada. Había tenido suerte más a menudo
que la mayoría durante la guerra. Tenía una mente creativa más que
militar, algo que parecía desconcertar a los lógicos y analíticos Hrorak—
. No puedo creer que no hayas leído a Superman, Jerick.

—Sabes que nunca me han gustado los libros.

—Son cómics. Prácticamente todo imágenes.

—¿Imágenes con palabras por todas partes? No me interesan. —


Jerick guiñó un ojo, liberando a su amigo.

Cortez simplemente negó en desacuerdo. Había trabajado con


Jerick durante más de cinco años en el Estrella Negra. Sabía que el
Sargento era más inteligente de lo que aparentaba, incluso si a menudo
fingía que solo le interesaban el sexo y los deportes.

—¿Qué hacemos con Chico Aguja, Capitán? —preguntó Jerick, con


la mirada fija en el hombre que había estado a punto de inyectarle
letalmente a él y a los demás.

El aspirante a verdugo estaba haciendo un gran esfuerzo por


convertirse en papel pintado, y ante esa pregunta, lanzó una mirada de
alarma a Cortez.

Jerick caminó hacia el hombre, con los dedos apretados en un


puño, una mirada gélida estampando su rostro. Las tenues cicatrices en
su antebrazo, recordatorios de que los implantes habían sido insertados
allí hace años, se tensaron mientras flexionaba sus músculos.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Sin estar seguro de lo que su viejo Sargento tenía en mente, Cortez


se movió para bloquearlo, levantándole una mano hacia su pecho. Podía
entender que Jerick quisiera vengarse de alguien que le había hecho daño
y lo habría matado, pero no podía aprobarlo, aunque esperaba que el
destino hiciera que un día el verdugo de la prisión se arrepintiera de
haber elegido este trabajo.

—Lo ataremos —dijo Cortez—. Estoy recogiendo rehenes.

Al principio, Jerick no respondió. Dejó que Cortez lo detuviera, pero


miró la mano en su pecho, su expresión se volvió beligerante, casi
desafiante.

Habían entrenado juntos en el gimnasio de la nave hace mucho


tiempo, y Cortez sabía que Jerick podía vencerlo en una pelea. Incluso
habían llegado a los puños unas cuantas veces en el pasado, durante
momentos acalorados, y recordaba bien al Sargento inmovilizándolo una
vez, pero Jerick siempre se había echado atrás al final, siempre había
respetado la cadena de mando.

Pero ninguno de ellos estaba ya en la Flota. Todos en el equipo de


incursión habían estado dándole a Cortez “Sí, señor”, por respeto al
pasado, o porque simplemente había sido un hábito, pero él no tenía
derecho a esos “señor”. Ahora era un civil. Y Jerick también lo era.

—¿Rehenes? —Finalmente, Jerick aflojó los puños y retrocedió—.


¿Para las negociaciones?

—Para las negociaciones.

—¿Para qué estamos negociando? ¿Transporte fuera de esta roca?

—Entre otras cosas, sí.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Sabes que dondequiera que vayamos en el Espacio Colonial, nos


cazarán y nos encontrarán, ¿verdad? Algunos de nosotros… —Miró a los
otros dos hombres con pantalones naranjas, y luego bajó sus propias
manos—. Algunos de nosotros cometimos crímenes que no olvidarán. No
perdonarán.

Cortez le agarró el hombro.

—No vine sin un plan.

—Oh, esperaba eso, señor. Es solo que no siempre me gustan tus


planes.

—Siempre sacaron a nuestra gente con vida, ¿verdad?

—No siempre con la cordura intacta.

—La cordura es solo lo que está dentro del marco de referencia del
pensamiento convencional.

—¿Estás citando a un viejo muerto, señor?

—En efecto, lo hago. —Inclinó su cabeza hacia el corredor—.


Reunamos a nuestros rehenes. Es hora de contactar con el Cuartel
General de la Flota.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Capítulo Tres
Skylar abrió la puerta de su casillero, entrecerró los ojos ante la luz
del transbordador, y miró de un lado a otro por el pasillo antes de salir.

Esperaba que uno de los fornidos guardias ciborgs la descubriera,


la empujara y cerrara la puerta de nuevo. Pero no había permanecido
silenciosa mientras traqueteaba alrededor, encontraba una plas-
antorcha en un equipo de emergencias en el fondo, y quemaba la
cerradura. Especialmente cuando se había quemado su piel.
Seguramente, alguien habría comprobado los ruidos provenientes del
casillero antes si alguien hubiera permanecido dentro del transbordador.

Afortunadamente, su lógica parecía adecuada. No vio a nadie


dentro. La cabina estaba apagada y las luces se atenuaron, aunque aún
eran lo suficientemente brillantes como para ver el panel de
comunicaciones destrozado.

Se quedó mirando el metal deformado. Un ser humano normal


habría necesitado un mazo para hacer ese tipo de daño. Cortez
simplemente había dejado caer su puño.

Sabía que era un ciborg, por supuesto y entendía lo que eso


implicaba, todas las cirugías e implantes a los que se había sometido
para darle esa gran fuerza, pero nunca antes había visto uno en acción.
Había estado lejos del frente durante la guerra, y solo había visto a los
Hrorak en las transmisiones en la red. Si no hubiera viajado en persona
a la undécima colonia y visto los restos que quedaban de las tres ciudades
principales allí, la guerra habría sido en gran parte algo académico para
ella.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Unos golpes vinieron de un casillero cercano. Skylar pasó por


encima de los trajes espaciales que los ciborgs habían tirado en la
cubierta para hacer espacio para ella y Keiko. Giró la manija, la cerradura
se desbloqueó automáticamente, y resopló ante lo fácil que era abrir una
cerradura desde fuera.

Keika estalló fuera, levantó los puños y su cara enrojecida.

Skylar retrocedió, levantando sus propias manos. La piloto parecía


que quería golpear a alguien en la cara y no le importaba mucho quién
era.

—¿Dónde están? —preguntó Keiko. Se le había caído la gorra en


alguna parte, y su cola de caballo negra se agitaba mientras giraba la
cabeza de izquierda a derecha para comprobar la lanzadera.

—En algún lugar del asteroide. —Skylar levantó un hombro—. Se


olvidaron de contarme sus planes.

La escotilla del lateral del transbordador estaba abierta, la bahía se


había presurizado y oxigenado. Una lejana alarma sonaba. Parecía que el
personal de la prisión sabía que había llegado una compañía poco
amistosa. Skylar no tenía ni idea de si ese pequeño equipo de asalto
podría hacerse cargo de las instalaciones. ¿Era esa su intención? ¿O
estaban sacando a amigos?

A pesar de que nunca había conocido al Profesor Cortez antes de


ese viaje en lanzadera, el hecho de que él fuera parte de esto, no, él lo
estaba liderando, la hizo sentirse mal. Era el chico favorito de los
periodistas. Había sido un gran héroe durante la guerra, uno de los
Capitanes de la Flota que tuvo un gran éxito contra la Hrorak, ¿Qué pudo
haber provocado esta locura?

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—¿Cómo saliste? —Keiko bajó los puños y miró a la otra puerta del
casillero abierta. Colgaba de una bisagra—. Te empujaron dentro antes
de empujarme a mí.

—Usé la ciencia. —Sonrió y movió las cejas.

—¿En serio?

—No, mi casillero vino con un kit de emergencia con una plas-


antorcha dentro.

—Práctico. La mía venía con dos cantimploras y una barra


energética rancia a medio comer.

—Es importante mantenerse alimentado e hidratado mientras se


está prisionero.

Keiko se acercó a la consola y se sentó en la silla de piloto.

—Probablemente esperan que nosotras y el transbordador estemos


aquí cuando regresen. Planeo decepcionarlos.

—Eso suena razonable. —Skylar se deslizó en la silla de copiloto.


No sabía nada sobre volar naves espaciales, pero el asiento ofrecía una
buena vista una vez que Keiko pulsó el botón de encendido y la gran
pantalla frontal se encendió—. De todas formas, no quería quedarme aquí
durante seis meses.

—¿Qué te hizo ofrecerte como voluntaria para ello?

—No me ofrecí como voluntaria, sino que me presionaron.

No es que realmente importara si se quedaba en la Tierra el resto


del año. No era como si hubiera quedado alguien en casa para ella. Entre
la partida de Damian el año anterior y la muerte de su hermana, no había

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

habido mucha gente con la que hubiera charlado últimamente, aparte de


colegas y amigos de los juegos en red que no había conocido en persona.

—Apuesto a que así es como todos terminan aquí —murmuró Keiko


sin entrar en cómo ella había conseguido esa asignación. Por supuesto,
ella solo había estado dejando carga y gente, no se quedaría por meses.
Keiko miró su muñeca desnuda—. Me quitaron mi muñequera, los
bastardos.

—La mía también, no es que haya ningún satélite por aquí. No es


como si hubiéramos podido comprobar la salud de los índices bursátiles
de la Tierra.

—Bueno, eso es decepcionante. —Keiko se inclinó hacia adelante,


mirando a través de la pantalla a la bahía de transbordadores vacía—.
Eh.

—¿Qué?

—Me sorprende que no haya dejado a uno de sus hombres para


hacer guardia. No debe haber pensado que podríamos salir.

Skylar se sintió aliviada de que nadie las estuviera vigilando, pero


parecía un error obvio, especialmente considerando que el hombre tenía
fama de ser un gran estratega militar. A menos que no se preocupara por
ellas o el transbordador. Tal vez planeaba salir de la prisión de otra
manera, y no le importaba si escapaban. O tal vez había asumido que
necesitaría a todos sus hombres para hacerse con la prisión.

Un ruido sordo sonó cuando la escotilla se cerró.

Keiko alcanzó el comunicador, luego gruñó y agitó su mano,


reconociendo que estaba roto. El puño de Cortez había hecho un daño
asombroso con ese único y rápido golpe.

41
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Nos dirigiremos al campo de fuerza, espero que nos detecte y baje


automáticamente —dijo Keiko, tocando botones.

—¿Y si no lo hace?

—Entonces tendremos un problema. —Frunció el ceño, tocando un


par de botones que ya había tocado. Esa parte del panel de control
permaneció oscura—. Corrección, ya tenemos un problema.

—¿Algo no funciona?

—Los controles del propulsor están rotos. —Se recostó en su


asiento, se agarró la barbilla y frunció el ceño ante el panel de control.

Ah, tal vez Cortez sabía que el transbordador no funcionaba y por


eso no había dejado un guardia.

—¿Alguna posibilidad de que puedas arreglarlo?

—Oh, puedo arreglar cualquier cosa, pero… —Miró hacia una


puerta y ventanas que conducían a un pasillo, tal vez el pasillo por el que
habían pasado los ciborgs—. Incluso si tenemos suerte y tenemos todas
las piezas de repuesto que necesitamos, es un trabajo de ocho a diez
horas. ¿Crees que tendremos tanto tiempo? —Miró a Skylar, como si
esperara que ella supiera la respuesta.

—No tengo ni idea de lo que están haciendo, pero supongo que


querrán entrar y salir rápidamente.

—Yo también. Muy bien, aquí están nuestras opciones.

Skylar se inclinó hacia adelante, contenta de tener a alguien con


experiencia militar que pudiera hacerse cargo.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Quedarse aquí, empezar a reparar el transbordador, y esperar a


tener suerte —dijo Keiko, levantando un dedo—. Tal vez los ciborgs se
retrasen, o tal vez les disparen y mueran. Eso sería lo ideal.

Skylar dudó, no estaba segura de que estuviera de acuerdo en que


lo ideal fuera que la gente muriera. Tal vez debería, pero le resultaba
difícil condenar a Cortez sin saber más de la situación. No cuando estaba
familiarizada con su reputación. ¿No debería un héroe tener la
oportunidad de explicarse?

—En segundo lugar —dijo Keiko, sosteniendo el dedo


correspondiente—, dejamos la lanzadera e intentamos llegar a C&C. Si
Grande y Cachas no ha subido todavía y ha clavado su puño en los
paneles de control, deberíamos ser capaces de comunicarnos. Hay una
estación de retransmisión en el agujero de gusano, por lo que un mensaje
debería llegar a la Flota rápidamente.

—¿Grande y Cachas? ¿El Profesor Cortez?

—Eres bienvenida a ponerle el apodo que quieras. ¿Cuál es tu


opinión sobre nuestras opciones?

—Que sería bueno que hubiera más de ellas.

—En serio. —Keiko levantó las cejas.

—Creo que elijo la segunda. Si nos quedamos aquí y vuelven, nos


encerrarán de nuevo, o peor. Si salimos de aquí, aunque no lleguemos a
Comunicaciones y Control, ¿eso es lo que significa C&C? —Esperó a que
Keiko asintiera antes de continuar—. Al menos estaremos en la prisión
en algún lugar. Podemos escondernos y permanecer libres. Relativamente
libres. Dudo que nosotras seamos su prioridad, así que si no nos
encuentran rápidamente, puede que se olviden de nosotras. Y tal vez
encontremos algunos guardias que nos ayuden.

43
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—O tal vez nos encontremos con algunos reclusos que nos


maltraten. Dos mujeres vagando por una prisión de máxima seguridad
me parece una idiotez. —A pesar de sus quejas, Keiko debió aceptar la
segunda opción porque se puso en pie—. Déjame ver si los aturdidores
siguen en la pequeña armería de aquí atrás.

Skylar aceptaría con gusto un aturdidor, pero se dirigió al


compartimento de atrás que contenía el botiquín del transbordador.
Sabía más de drogas que de armas. Además, si eran capturadas y
registradas, los ciborgs encontrarían fácilmente los gruesos aturdidores.
Tal vez, si se deslizaba unos cuantos paquetes de pastillas en su ropa
interior, se perderían en un cacheo. Suponiendo que los hombres no
decidieran que un registro desnudándolas sería divertido.

El inquietante pensamiento de que podrían hacerlo permaneció en


su mente mientras seleccionaba elementos del kit. Era posible que ella y
Keiko fueran las únicas mujeres en este asteroide.

No parecía tan alarmada cuando creía que todo estaba bien en la


prisión y los diez guardias que la acompañaban en el transbordador
estaban allí para protegerlas. O al menos a la nave. Ahora… no tenía ni
idea de qué esperar.

—Si estás buscando PainAway5 —dijo Keiko, acercándose a su lado


con dos aturdidores en la mano—, encuentra algunos para mí también.

—¿Estar atrapada en una taquilla durante media hora te ha dado


dolor de cabeza? —Skylar había estado buscando sedantes, no
analgésicos, pero le tiró un par de paquetes de papel de aluminio a Keiko.

—No, pero estoy anticipando que tratar con un ciborg lo hará.

5
DolorFuera.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—¿Y si no tratamos con ellos? —Skylar deslizó sus paquetes


seleccionados en su sujetador. Vio un inyector a chorro con ampollas de
sedantes de acción mucho más rápida, pero llevar uno de esos por ahí
sería tan obvio como un aturdidor. Además, no podía imaginar un
escenario en el que tuviera la oportunidad de pinchar a un ciborg con un
inyector. Aunque sorprendiera a uno de los hombres, sus reflejos serían
muy superiores a los de ella.

—¿Qué quieres decir? —pregunto Keiko.

—Hablo de escondernos, ¿no es una opción? Hasta que ellos hayan


hecho lo que hayan hecho y se hayan ido.

Keiko le frunció el ceño. ¿Con incredulidad?

—Por lo que sabemos, están aquí, para sacar a los prisioneros y


liberarlos sobre las inocentes colonias. O tal vez para iniciar un ejército
lleno de súper soldados. Cualquiera de esos ciborgs tiene la capacidad de
asesinar al Presidente, y hay docenas de ellos encerrados aquí, docenas
que han demostrado ser criminales.

—¿Qué crees que podemos hacer contra esos hombres?

—Advertir a la Flota, eso es lo que podemos hacer. Puedes


esconderte si quieres, pero yo voy a allegar a C&C. ¿Quieres esto o no?
—Keiko levantó uno de los dos aturdidores que había sacado.

Skylar aceptó el arma.

—Iré contigo. Estaba… —Siendo racional, pensó— ofreciendo


sugerencias.

Keiko sacudió la cabeza hacia la escotilla, se acercó a ella y golpeó


los controles manuales. Se abrió y se agachó con ambas manos
agarrando el aturdidor mientras exploraba la bahía.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Todavía estaba vacía, aunque ahora podían oír la alarma sonando


más fuerte.

Skylar siguió a Keiko fuera del transbordador, esperando que no


tuvieran que pasar por pasillos llenos de cadáveres. Su disposición a
simpatizar con los ciborgs terminaría en ese momento. Aunque podía
entender que Cortez quisiera rescatar a sus hombres, no podía entender
que eligiera matar a los guardias de la prisión para hacerlo.

Miró hacia atrás mientras caminaban, la magnífica vista del


espacio y las estrellas a través del campo de fuerza. No era como mirar el
cielo nocturno en la Tierra. No había nubes, ni atmósfera que apagara
sus brillos.

Por muy hermosas que fueran esas estrellas, no podía evitar pensar
que no volvería a verlas, no si daba un paso en falso y se interponía en el
camino de una fuga de la prisión.

—¿Sabes en qué dirección está C&C? —susurró mientras cruzaban


la gran bahía.

—Sí. He estado aquí un par de veces antes en viajes de carga.


Tenemos que subir tres niveles. —Keiko se detuvo unos pasos y
susurró—: Escucha…

Dos grandes hombres armados corrieron a través de una puerta,


con la mirada fija e intencionada mientras se concentraban en Skylar y
Keiko.

Keiko reaccionó con los instintos de un guerrero entrenado,


sacudiendo el aturdidor y disparando. Pero los hombres anticiparon el
ataque y convirtieron sus carreras en zambullidas, dando un salto mortal
a través de la puerta y subiendo después de que el rayo aturdidor pasara
por encima de sus cabezas. Saltaron tan rápido como las panteras,

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

aterrizando frente a Keiko antes de que ella pudiera disparar de nuevo.


Uno le quitó el aturdidor de la mano, y ella jadeó, cayendo sobre una
rodilla y llevándose esa mano a su pecho.

El segundo se volvió hacia Skylar y se dio cuenta de que estaba


mirando al Profesor Cortez, todavía con su traje de tweed. ¿Profesor? Un
título totalmente inexacto para alguien que se movía así. Capitán. Ese
había sido su rango militar, recordó.

Cortez se encontró con la mirada de Skylar y le tendió la mano al


aturdidor. Ella no lo había levantado y no lo haría ahora. Con su
velocidad, lo haría a un lado tan fácilmente como lo había hecho su
camarada.

Camarada, sí, parecía el término correcto, a pesar de que el otro


ciborg estaba sin camisa y descalzo, con pantalones de color naranja
neón que solo podían ser parte del atuendo de la prisión. Estaba
preparado por si Keiko intentaba otro ataque, pero también miraba a
Skylar, y ella se sintió visible con su bata de laboratorio.

Era guapo, su falta de camisa revelaba un cuerpo poderoso, tan


ágil y musculoso como ella hubiera esperado de un soldado ciborg, pero
sus ojos azules se entrecerraron desconfiado cuando la estudió, su
mirada se quedó en su bata. Tuvo la sensación de que él había conocido
a otros médicos y no le habían gustado.

—Huh —dijo otro hombre, caminando detrás de Cortez y su amigo


del pijama naranja—. Ahí no es donde dejamos a esas mujeres.

Skylar reconoció a uno de los guardias de traje negro del


transbordador. Tres de ellos se habían reunido en el pasillo más allá de
la puerta, junto a otros dos hombres de pecho desnudo y pantalones
naranjas.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Dejó caer el aturdidor en la mano de Cortez que esperaba


pacientemente. Aunque pudiera aturdir a uno de ellos, nunca podría
terminar con el resto antes de que la inmovilizaran.

—Es tan tedioso cuando los prisioneros se escapan —dijo el


hombre frente a Keiko en tono seco, pero no parecía tan divertido por su
observación. Señaló a Skylar—. La reconozco. Es la neuróloga que
enviaron para reemplazar a Branigan, para joder nuestros cerebros y
experimentar con nosotros como si fuéramos ratas de laboratorio.

—En realidad, soy neurocientífica —dijo Skylar.

—Como si importara.

El hombre tenía el labio rizado. Sus ojos azules pálidos


contrastaban sorprendentemente con su corto pelo negro, una
combinación que debería haber sido atractiva, pero había algo en esos
ojos que inquietaba a Skylar, algo que le hacía pensar de nuevo en el
depredador con el que lo había comparado.

Él dejó a Keiko y dio un paso más cerca de ella.

—¿Vas a abrirnos los cráneos como Branigan hizo con los de


Jackson y Magnum? ¿Ver si estamos conectados de forma diferente ahí
arriba ahora que tenemos implantes de ojos, nariz y orejas desde hace
una década o más? ¿Descubrir cómo hacer la próxima generación de
súper soldados, que puedan ser controlados más fácilmente? ¿Qué no
tengan nuestros problemas? —Dio un paso hacia ella, levantando una
mano.

Skylar retrocedió, deseando abruptamente no haber soltado el


aturdidor.

Pero Cortez se interpuso entre ellos, bloqueando al otro hombre.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Suficiente, Jerick. No importa por qué está ella aquí.

El hombre, Jerick, se volvió hacia el Capitán.

—¿No importa? Tú no has estado aquí. No sabes lo que nos han


estado haciendo. —Jerick agarró la chaqueta de Cortez, son los dedos
apretados, y la tela se rasgó—. Has estado en tu maldita oficina,
corrigiendo trabajos y disfrutando de la adoración a los héroes de esos
periodistas. No puedes decirme a mí qué es lo que importa.

Era feroz, y la rabia que se apoderó de él hizo que Skylar


retrocediera unos pasos más, pero Cortez no parpadeó ni reaccionó al
agarre de Jerick.

—Y tú no tienes derecho a sermonearme a mí, porque tú cometieras


un error, Sargento —dijo Cortez, su tono polar opuesto al de Jerick, lleno
de hielo en lugar de fuego.

—Yo no…

—Mataste a tres civiles. ¿Crees que no he leído el informe policial?

—No toda la información estaba en ese informe —dijo Jerick, pero


parte de su ira se desvaneció y bajó la mano.

Miró a Skylar y, por un segundo, ella pensó que veía vergüenza,


pena o tal vez arrepentimiento, en esos ojos azules. Pero se puso una
máscara, cubriendo sus emociones. Volvió a mirar a Keiko, que apenas
había estado prestando atención a los dos hombres y había estado
mirando alrededor, tal vez buscando una manera de usar su distracción
para escapar. Los otros ciborgs, sin embargo, habían observado el
estallido tranquilamente, manteniéndose alerta, sus armas acunadas en
sus brazos mientras bloqueaban la salida.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Doctora Russo —dijo Cortez, mirando a Skylar como si nada


hubiera pasado, como si una de sus solapas no hubiera sido desgarrada
hasta la mitad. También asintió con la cabeza a Keiko y añadió—:
Teniente Sasaki. Me disculpo por interferir en vuestro tránsito aquí y por
obligaros a quedaros, pero sois es una moneda de cambio, y yo necesito
algunas. Especialmente tú, doctora. —Extendió su mano hacia ella.

—¿Yo? No soy nadie por quien alguien pagaría para que volviera.

—Pagar no es lo que busco, aunque admito que si mis fondos


fueran ilimitados, quizás podría haber comprado lo que espero conseguir.
Pero ni los académicos, ni los soldados han sido pagados históricamente
de arcas desbordadas.

—¿Fondos? —Jerick se quejó—. No te vas a poner poético con ellas,


¿verdad?

Sorprendentemente, Cortez sonrió ante el comentario,


encontrándose brevemente con los ojos de Jerick y Skylar tuvo la
sensación de que se conocían desde hacía mucho tiempo y que la
explosión no afectaría a su amistad. O quizás era una parte habitual de
ella.

—¿No crees que un poco de poesía de antemano suavizará el golpe


cuando les diga que tenemos que encerrarlas de nuevo? —preguntó
Cortez.

Keiko frunció el ceño. Skylar se imaginó otra oscura taquilla e hizo


una mueca.

—Supongo que si alguien puede encantar a una mujer que está a


punto de ser metida en una celda, ese eres tú —dijo Jerick.

—Al menos una celda suena más grande que una taquilla —dijo
Skylar, dirigiendo el comentario a Keiko.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Keiko gruñó algo que logró sonar insultante aunque era


completamente inarticulado.

—Por aquí, por favor. —Cortez señaló hacia el pasillo—. Sargento


Jerick, llévalas a una de las mejores celdas.

—¿Mejores celdas, señor? ¿Estás bromeando? Esto no es Coud


Bliss 9. No hay bañeras de hidromasaje ni sillas de masaje
automatizadas.

—Algo sin acceso a la red servirá —dijo Cortez, sin responder al


sarcasmo—. Yo seré el que envíe las únicas comunicaciones.

Jerick se encogió de hombros.

—Por aquí.

Él miró hacia atrás a Keiko, tal vez para ver si ella lo seguía o
tendría que recogerla. Ella se quedó obstinadamente quieta por un
momento, pero luego miró a los hombres, gruñó más palabras
inarticuladas y siguió a Jerick mientras se dirigía a la salida.

En otra situación, Skylar podría haberse reído de la forma educada


en que Cortez señaló hacia la puerta. Aún más divertido era él con su
traje de tweed en contraste con los prisioneros vestidos de naranja y los
fornidos guardias con uniformes negros. Sin embargo, nadie cuestionó
que él estuviera a cargo.

Skylar caminó a su lado, pensando en los sedantes de su sostén.


Pero eran en forma de píldoras. Tenía que romper la cápsula y mezclar el
contenido con comida o bebida para que funcionaran. No era como si ella
pudiera darle a Cortez una píldora y educadamente sugerir que él
disfrutaría tragándosela. Ahora, lamentaba no haber tomado el inyector
a chorro.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Jerick lideró al grupo fuera de la bahía, y los otros dos prisioneros


de naranja esperaron a que Skylar y Cortez pasaran. Uno miró a Skylar
de arriba a abajo con ojos hambrientos y teñidos de lujuria. Era difícil
imaginar que su bata de laboratorio que ocultaba sus formas inspirara
tales emociones, pero estos hombres probablemente llevaban mucho
tiempo aquí sin interactuar con mujeres.

Cortez se acercó más a ella mientras pasaban junto a los hombres,


levantando una mano a su espalda mientras devolvía una fría mirada a
los internos. Era un gesto protector pero también posesivo. Tuvo la
sensación de que él la reclamaba como suya.

Un pensamiento absurdo, ya que no le había dado ninguna mirada


llena de lujuria en ningún momento. No es que ella la esperara. En el
transbordador, cuando el universo aún tenía sentido, habría recibido una
oferta a una bebida si él se la hubiera hecho, pero ahora, era su
prisionera. Una rehén con la que él podría hacer un trueque. No estaría
bebiendo o haciendo nada más con él, no voluntariamente.

Jerick miró hacia atrás antes de doblar una esquina, y sus ojos se
entrecerraron cuando vio lo cerca que Cortez estaba de ella. ¿Todavía
estaba irritado porque Cortez le había impedido… lo que había pensado
hacerle cuando perdió los estribos?

Cortez se encontró con sus ojos, los suyos se entrecerraron un


poco. Jerick volvió a mirar hacia adelante, pero su espalda tenía una
rigidez que no había existido antes. Esa espalda estaba marcada por
viejas cicatrices y un tatuaje de un dragón sobre un omóplato. Los
músculos eran tan pronunciados y detallados como en un dibujo de
anatomía, y Skylar se sorprendió preguntándose cómo sería deslizar su
mano sobre ellos.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Tan pronto como se le ocurrió, lo anuló. Qué ridículo era


contemplar a sus captores, incluyendo a asesinos endurecidos con penas
de prisión, como algo más que enemigos.

Tan pronto como fuera posible, averiguaría cómo escapar de la


celda en la que la metieran y enviar una comunicación a la Flota. No era
probable que los sedantes que llevaba consigo fueran efectivos en esta
situación, pero después de encontrar el C&C, tal vez podría localizar las
instalaciones médicas. Desde allí, podría juntar todo tipo de drogas,
algunas que tal vez podrían ser dispersadas aéreamente a través del
sistema de ventilación, para derribar a todos los ciborgs.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Capítulo Cuatro
—Las vamos a registrar antes de meterlas en una celda, ¿verdad?
—preguntó Jerick mientras el ascensor se detenía.

¿Registrar? Skylar intercambió una mirada de preocupación con


Keiko. Eso sonó siniestro.

Jerick los llevó a una sala de entrada que se dividió en tres pasillos
llenos de celdas. A Skylar le pareció desalentador que se hubiera
silenciado la alarma y que los ciborgs se pasearan por las instalaciones
sin aparente preocupación. ¿Ya habían sometido a todo el mundo?

Mientras ella y Keiko habían sido escoltadas a través de la prisión,


no habían pasado ningún cuerpo en los pasillos. No sabía si debía
sentirse esperanzada por eso. Los ciborgs podían haber aturdido y
capturado al personal sin matarlos, o podrían haberlos matado a todos y
haber movido sus cuerpos. Quizás por una esclusa de aire.

—Ya les hemos quitado sus armas —dijo Cortez, y luego se dirigió
a uno de sus hombros y sacó una tableta en miniatura—. Pip, aquí hay
una lista de prisioneros para sacar. Encuentra sus celdas y hazlo
realidad.

—¿Una lista? —Jerick miró a los dos hombres vestidos de naranja


que habían estado siguiendo a su grupo—. ¿No estamos liberando a todos
los ciborgs?

—Alrededor de la mitad de ellos —dijo Cortez.

Jerick frunció el ceño.

—¿Dejarías a la gente en este infierno?

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—He investigado los casos. Algunos de ellos… —Cortez extendió


una mano.

—¿Qué? ¿Merecen estar aquí?

—Algunos de ellos eligieron usar sus mejoras para su propio


beneficio. Unos pocos se habían establecido como asesinos de señores
del crimen cuando fueron arrestados.

—Todavía te seguirían a tí, señor —dijo Jerick—. Solo porque no


supieran qué hacer con ellos mismos una vez terminada la guerra no
significa que no pudiéramos usarlos para… —Jerick tanteó el aire con
una mano—. Sea lo que sea que hayas planeado. Aún no me lo has
contado.

—Lo haré. Pero ahora mismo, especialmente, necesitamos hombres


en los que podamos confiar. Pip, ocúpate de ello.

—Sí, señor. —El hombre que respondía a ese nombre era más bajo
que la mayoría de los otros ciborgs, pero tenía la circunferencia de un
barril de vino. Skylar nunca le habría llamado “Pip” o pispsqueak6.

Jerick miró furioso cuando Pip se fue, y algo en sus ojos hizo que
Skylar pensara que podría ir a espaldas de Cortez a liberar incluso a
aquellos que no estaban en la lista. Eso la alarmó, pero se alegró de que
los ciborgs estuvieran teniendo esta conversación y que el tema del
registro pareciera haberse olvidado.

—¿Las celdas de lujo, Jerick? —Cortez incitó a su hombre y asintió


hacia Skylar y Keiko.

Pip o pispsqueak: Insignificante o cero a la izquierda.


6

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—No puedes estar hablando en serio sobre encerrarlas sin


registrarlas, señor.

Maldita sea, Skylar esperaba que esa discusión hubiera sido


rechazada.

—No tenemos suficientes hombres para dejar guardias en su celda,


¿verdad? —preguntó Jerick—. Dijiste que todavía tenemos que asegurar
el C&C y reunir a un montón de personal de la estación que está
ocultándose, ¿verdad?

Cortez dudó.

—No son nuestras prisioneras, Jerick. Son nuestras…

—¿Huéspedes? —resopló Jerick.

Skylar se encontró con los ojos de Keiko. No se sentía como una


huésped.

—O tal vez nuestras huéspedes en el elegante resort Cloud Bliss


que pareces creer que dirigimos —dijo Jerick.

Cortez suspiró.

—Muy bien. Una búsqueda.

—Es hora de desnudarse, señoritas. —Jerick se acercó por detrás


de Keiko y Skylar y les dio un golpe en los hombros. Parecía que lo hizo
como una palmada amistosa, pero Skylar había volado hacia delante si
no se hubiera preparado a tiempo.

—Un cacheo será suficiente —dijo Cortez con frialdad.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—No lo fue cuando me trajeron —dijo Jerick—. Mi cacheo desnudo


fue invasivo y minucioso. Como si fuera el tipo de persona que pasaría
de contrabando un descodificador de cerraduras a una prisión en el culo.

—Tú eras un criminal. Ellas no los son. Un cacheo.

Jerick refunfuñó algo en voz baja, y Skylar se movió intranquila,


preguntándose si él quería una oportunidad de cobrarse en alguien por
las injusticias que sentía que le habían hecho. No podía creer que ella y
Keiko pensaran en prepararse insertando cosas en lugares que deberían
permanecer libres de inserciones.

—Muy bien, señor —dijo Jerick—. Pero si resulta que tienen


decodificadores de cerraduras alojados en grietas oscuras y los usan para
salir de sus celdas, podré decir que te lo dije.

—Si este tipo tiene más de tres puntos de coeficiente intelectual y


él puede alinearse en una fila —murmuró Keiko a Skylar—, me
sorprendería.

Jerick le hizo un gesto con la mano, como si estuviera inclinando


un sombrero, y luego se inclinó profundamente ante ella.

—Vamos, Sargento. —Cortez hizo un gesto a Jerick para que


siguiera adelante—. No te tomes todo el día.

—Chaquetas, por favor, señoras. —Jerick señaló hacia sus capas


exteriores.

Skylar hizo una mueca, sin querer quitarse nada, pero como su
bata de laboratorio le había enfurecido antes, tal vez sería mejor si la
dejaba a un lado, y no se lo recordaba a él. Pero, ¿cuánto más exigiría
que se quitara? Como nunca había infringido la ley, no sabía qué
implicaba exactamente un “cacheo”. Una búsqueda de bultos y formas
extrañas con la ropa puesta, supuso, pero, ¿cuánta ropa? Podía

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

imaginarlo exigiendo que se desnudaran hasta quedar en bragas y sus


tops.

Keiko dejó caer su chaqueta de aviador al suelo junto con su


bufanda, y luego apiló sus brazos sobre su pecho en un gesto desafiante.

Jerick fue hacia ella primero, palmeando sus brazos y piernas y


revisando sus bolsillos. Cortez lo miró con ojos entrecerrados. Skylar
sintió que su escrutinio era más por su “Sargento” que por las
prisioneras. Skylar hubiera preferido que él le hiciera el cacheo,
especialmente porque Jerick tenía algo contra los médicos.

Los otros dos prisioneros también estaban mirando atentamente,


aunque sus miradas seguían embelesadas las manos de Jerick,
observando cómo trazaba las curvas. Uno se estaba lamiendo los labios,
mirando a Keiko de arriba a abajo como si fuera un perro hambriento y
ella un filete crudo.

Cortez debió haberlo visto, porque se acercó y murmuró algo a uno


de los guardias, y un momento después, él y otro hombre llevaron a los
matones vestidos de naranja de regreso al ascensor. Sus otros hombres
se habían ido con Pip y la lista. Eso dejó a Skylar y a Keiko solas con
Jerick y Cortez.

Se oyó un ruido metálico cuando Jerick arrojó una navaja plegable


a la cubierta. Amartillando una ceja a Cortez.

—Eso no es un descodificador de cerraduras —dijo Cortez—, y


estaba en su bolsillo.

—Lo que quería decir es que podrían haber tomado armas y otras
herramientas —dijo Jerick, sin dejar de buscar en Keiko—. Sabían que
tendrían que lidiar con nosotros —añadió Jerick—. Dudo que te
opusieras a un registro sin ropa si nuestros huéspedes fueran hombres.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Cortez gruñó.

—Entonces me opondría aún más.

—No finjas que nunca has fantaseado con hombres desnudos,


señor —Jerick sonrió y abofeteó uno de sus pectorales desnudos—. Como
yo. Soy particularmente sexy desnudo.

—Uh huh.

Skylar no sabía qué hacer con las bromas. O Jerick. En un minuto


parecía listo para darle una paliza a Cortez, y al siguiente, bromeaba
como si fuerana amigos perdidos hace mucho tiempo.

Se preparó cuando terminó con Keiko y se acercó a ella. La sonrisa


desapareció de su cara, y se acercó a cachearla con más profesionalidad
de la que esperaba de él. Si ella no hubiera tenido nada que esconder, no
lo habría encontrado tan malo, aunque sus manos rozaron entre sus
piernas, y luego hasta las curvas de sus pechos.

Ella se congeló. ¿Sentiría los pequeños paquetes de las cápsulas?


No eran tan grandes como el cuchillo de Keiko, pero su sostén no estaba
acolchado y su delgada blusa no escondía nada.

Las cejas de Jerick se movieron cuando encontraron uno de los


bultos. Rozó su contorno con el pulgar, examinándolo a través de su ropa.
A pesar de que no había absolutamente nada excitante sobre la situación,
su cuerpo reaccionó a los toques, sus pezones se endurecieron. Sus
mejillas enrojecieron por el calor y la vergüenza. Esto era lo que se
conseguía por no salir con nadie en más de un año. Él estaba mirando
directamente a su pecho. Iba a notar sus pezones erectos a través de su
camisa.

—Deja de tocarla, pervertido —dijo Keiko—. Profesor, su matón le


está toqueteando las tetas.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Skylar no tenía ni idea de si Keiko la había visto esconder las


drogas en su sujetador y estaba tratando de distraer a Jerick para que
no las encontrara o si realmente estaba pensando que la estaba
manoseando. De cualquier manera, Cortez dio un paso adelante.

—Jerick —ladró.

Skylar esperaba que pudiera arrancar fuera a Jerick y poner fin a


esto antes de que…

—No le estoy toqueteando las tetas, señor. Solo lo que sea que se
haya guardado en ellas. En su sostén, quiero decir.

Cortez se puso al lado de Jerick. Desafortunadamente, no separó a


su hombre. Le miró el pecho. Dios mío, ¿por qué no se aplanaban sus
pezones?

Cortez suspiró.

—Quítate el sostén, por favor, doctora.

Le hizo señas a Jerick para que retrocediera para que Skylar


pudiera hacerlo ella misma. Ella vaciló. ¿Podría hacerlo sin quitarse la
camisa? No quería que estos dos se comieran con sus ojos su pecho
desnudo. Ya era bastante malo que su delgada camisa revelara tanto.

—Quizás quiera que yo lo haga —dijo Jerick, haciendo un gesto a


su pecho, a sus pezones, maldita sea—. Se ve un poco excitada por la
situación.

Cortez le miró fijamente con frialdad, sus ojos mortalmente fríos.

—No hagas que me arrepienta de esto, Sargento.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

No dijo qué exactamente… ¿dejar que Jerick la cacheara o toda la


fuga de la prisión?, pero Jerick pareció saberlo. Dio un paso atrás,
inclinando la cabeza y levantando las manos como para pedir perdón.

—Doctora —dijo Cortez en voz baja, mirándole los ojos en vez del
pecho.

Skylar, no queriendo que esto continuara, se apresuró a quitarse


el sujetador mientras mantenía su camisa bajada para cubrirse el pecho.
Ninguno de los dos intentó echar un vistazo. Ella metió en la palma los
paquetes, haciendo lo posible por ocultar el movimiento con su camisa,
y dejó caer el sujetador vacío al suelo.

Cortez no lo miró. Se acercó y tomó su mano antes de que ella


supiera lo que pretendía. Le dio la vuelta y suave pero firmemente abrió
sus dedos para revelar los paquetes.

Su mirada todavía sostenía la de ella mientras se los quitaba, y ella


sintió otro rubor de vergüenza.

—¿Qué esperabais? —preguntó ella, sintiendo una acusación en


sus ojos—. Vosotros sois soldados. ¿No os enseñaron a intentar escapar
de cualquier manera posible si eráis capturados por el enemigo?

—Lo hicieron —concordó Cortez, dejando caer los paquetes en uno


de los bolsillos sueltos de su chaqueta del traje.

Skylar no se veía a sí misma como una carterista, pero tomó nota


de su ubicación en caso de que tuviera la oportunidad de sacarlo de esa
chaqueta en algún momento.

—¿Tienes algo más en tus bolsillos o en tu ropa interior? —


preguntó Cortez, manteniendo su mirada.

61
Ruby Lionsdrake Desencadenado

¿Esperaba que le dijera la verdad? ¿O pensó que podría saber si


ella mentía? No importaba, ya que no tenía más drogas escondidas en
ningún sitio.

—No —dijo.

Él asintió en señal de aceptación. Ella apreció que no insistiera en


que Jerick continuara. O que continuara él mismo. Sus mejillas en
llamas se calentaron aún más al imaginar la imagen de su mano
deslizándose en sus bragas para comprobarlo.

Cortez dio un paso atrás y señaló a uno de los pasillos bordeados


de celdas. Cuando Skylar se inclinó para recoger su bata de laboratorio,
Jerick se acercó a ella.

La alarma la atravesó. ¿Le quitaría la bata? ¿O haría algo peor


porque le recordaron que era doctora?

—Lo siento —dijo en voz baja—. A veces mi boca hace bromas antes
de que mi cerebro tenga tiempo de examinarlas.

La disculpa y la seriedad en sus ojos azules la sorprendieron, y no


supo qué decir.

Sonaron disparos por el mismo corredor por el que estaban a punto


de bajar.

Skylar saltó y retrocedió, chocando con Cortez mientras la recogía


y la apartaba del camino. Él entró en el corredor con Jerick a su lado.

Ambos desenfundaron sus armas, pero un aturdidor zumbaba más


lejos por el corredor, y el silencio cayó antes de que ninguno de ellos
tuviera que hacer nada.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Lo siento, señor —llegó una voz desde la dirección de los


disparos—. Todo despejado de nuevo.

—¿Estás seguro? —preguntó Cortez secamente.

—Sí, señor. —El hombre parecía avergonzado.

Jerick se detuvo e hizo un gesto a Skylar y Keiko para que lo


siguieran. Llevando su bata en lugar de ponérsela, Skylar se dirigió en la
dirección indicada.

Por muy loco que pareciera, estaba ansiosa por su celda. Estaba
nerviosa y necesitaba tiempo sin la presencia de los hombres. Y no era
como si pudiera planear una fuga mientras permanecieran aquí.

Un cuerpo yacía en el pasillo de delante, el primero que habían


visto. Uno de los ciborgs estaba parado frente a la cabeza inmóvil del
hombre, y Skylar se dio cuenta de que debía ser un guardia de la prisión
que había saltado e intentado ser un héroe. Se sentían mal por el hombre
y solo esperaba que estuviera aturdido y no muerto.

Cuando Jerick pasó por encima de un brazo extendido y continuó


adelante, Skylar notó un pequeño dispositivo electrónico en el cinturón
del hombre boca abajo. Parecía el tipo de mando electrónico que abría las
puertas de un garaje antiguo que carecían de sensores automáticos.
¿Podrías ser la llave para abrir las puertas de las celdas?

Aunque temía que los ciborgs de ojos penetrantes se dieran cuenta,


fingió golpear el dedo del pie con la bota del hombre y se cayó. Trató de
inclinarse para aterrizar para que sus dedos cayeran junto al llavero.

Pero una mano la agarró del brazo antes de que cayera por
completo. Se inclinó por la cintura, como si el impulso la hubiera llevado
hacia adelante, y dejó caer su bata mientras fingía que intentaba

63
Ruby Lionsdrake Desencadenado

apoyarse en el suelo con la palma de la mano. Mientras tanto, buscó el


llavero.

La mano que agarraba la parte posterior de su otro brazo la puso


en posición vertical mientras sus dedos se enroscaban a su alrededor. Se
giró, su pie enganchándose en la pierna del hombre caído por accidente
esta vez y cayó contra el pecho de Cortez.

Tragó y miró a sus ojos, segura de que él la había visto agarrando


el llavero. Los ojos de él se abrieron de par en par mientras sus pechos
se apretaban contra él. Ella sintió el calor de su pecho a través de su
ropa, junto con la hinchazón de los músculos gruesos y duros. Ante la
posibilidad de que él se distrajera por el hecho de que tuviera sus pechos
presionados contra él, apoyó su peso en él. La otra mano de él rodeó su
cintura para sostenerla. ¿O para mantenerla cerca?

—Lo siento —dijo Skylar mientras buscaba a tientas palabras que


lo distrajeran más. Por un momento, pensó en coquetear, pero aún no lo
había hecho, así que eso dispararía sus alarmas—. Estaba tratando de
saber si estaba vivo. No quería tropezar con él.

Miró por encima del hombro, esperando encontrar a Jerick o a otro


ciborg apuntando a su mano, a sus dedos enroscados alrededor del
llavero. Ciertamente no habían perdido su intento de ocultar esos
paquetes en la palma de su mano. Esperaba que al dejar caer su bata
hubiera bloqueado su vista, pero no lo sabía.

Jerick estaba mirando la cara de Cortez en vez de su mano. Su


expresión era difícil de leer.

—Solo somos personas impactantes, doctora. —Cortez bajó el


brazo que tenía en su cintura y la soltó—. Puede que sea ingenuo, pero
mi objetivo es conseguir lo que quiero sin matar a nadie.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—¿Qué es lo que quieres? —preguntó Skylar.

—Las colonias lo averiguarán en breve. —Cortez le señaló una


celda, nada en su interior salvo una losa de metal pegada a la pared
trasera.

Al darse cuenta de que no iba a explicar más, Skylar entró con


Keiko. Cortez tomó la bata de Skylar y se la tiró. Casi falló en su captura,
ya que no quería abrir la mano y revelar el llavero. A estas alturas, debe
haberla clasificado como una torpe y probablemente no se sorprendió
cuando ella casi dejó caer la bata.

Jerick tocó un panel de control, y un campo de fuerza zumbó


cuando cobró vida frente a ellos. Los ciborgs se alejaron sin mirar atrás.
Skylar se alegró. Con suerte, el llavero que había conseguido realmente
serviría para algo.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Capítulo Cinco
Jerick vio a Tek Tek, un hombre que no había visto en más de tres
años, tararear y murmurar para sí mientras jugueteaba en C&C. Cortez
se paró frente al panel de comunicaciones, esperando que el ex Teniente
terminara. Verlo allí, su cara una máscara estoica y sus ojos enfocados
en el panel de visión que mostraba el resto del cinturón de asteroides y
las estrellas más allá de él, fue surrealista.

Jerick seguía esperando despertar de un sueño. Había esperado


morir hoy.

Durante su primer año en prisión, había fantaseado con que sus


antiguos camaradas vendrían a sacarlo de allí, pero nunca había creído
que eso sucedería realmente. Ni tampoco había creído realmente que lo
mereciera. Pero era imposible no soñar despierto con una vida mejor, o
al menos un final mejor.

Aun así, no esperaba volver a ver a Cortez y ciertamente no


esperaba que su antiguo Comandante se convirtiera en un criminal por
venir por él. Oh, Cortez no había dicho que había venido específicamente
a buscar a Jerick, pero si no lo había hecho, su sincronización había sido
impecable. Jerick asumió que las noticias habían dicho algo sobre su
inminente muerte y que Cortez se había enterado de que estaba
programado para una inyección letal hoy.

Saber el sacrificio que estaba haciendo llenó a Jerick de emociones


que pensó que había olvidado durante mucho tiempo como experimentar
sentimientos de amistad, camaradería, tal vez incluso algo más que
nunca antes se había atrevido a pensar. Pero habían sido más cercanos
que hermanos después de todo ese tiempo en el espacio.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Cuando finalmente expulsaron a los Hrorak del territorio humano,


y la guerra terminó oficialmente, Jerick estaba extasiado. Todos lo
estaban. Pero después de eso, el ejército se había reducido, y no había
lugar para todos los soldados, y todos los ciborgs, en la nómina,
especialmente aquellos como él, aquellos que nunca se habían
especializado en nada excepto matar extraterrestres. Había dejado el
ejército y pronto se sintió solo y fuera de lugar, sus compañeros de años
se habían ido, su sentido de propósito también se fue.

¿Cortez se había sentido de la misma manera? Él tenía una carrera


y una vida a la que volver, pero no una esposa y una familia. Tenía que
estar cerca de los cuarenta años ahora, pero nunca se había casado.
Jerick se preguntaba por qué. Tal vez, a pesar de ser un héroe, también
tuvo problemas para controlar la fuerza ciborg cuando perdía los
estribos. Tal vez le preocupaba ser una amenaza para una mujer. Es
cierto que Jerick no recordaba que Cortez perdiera los estribos tan a
menudo. Se volvía helado y peligroso cuando se enojaba, pero era un
peligro controlado. Nunca atacaba sin un pensamiento calculado.

Deseaba tener ese control. Casi deseaba tener a alguien a su lado


en la vida que pudiera imponerle ese control cuando fuera necesario. Para
evitar que hiciera cosas que pudieran meterlo en problemas. Eso lo había
metido en problemas.

—Casi terminado, señor —anunció Tek Tek, silbando mientras


cruzaba la habitación y pasaba un cable directamente a un puerto en su
sien—. Podrás realizar las comunicaciones que quieras. Igual de seguras.

—Bien —dijo Cortez.

Jerick, sin saber cuál era el plan, se separó y apartó del camino. A
quienquiera que Cortez quisiera contactar, no ayudaría que un prisionero
fuera visible vagando libremente por el fondo.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Responderá a la huella de tu mano ahora, señor —dijo Tek Tek—


. Puedes comunicar a cualquiera desde tu madre al Presidente desde
aquí.

—No creo que mi madre pueda ayudarnos con esta situación —dijo
Cortez suspirando.

Se veía tenso, pero había perdido ese filo mortal de depredador que
tenía cuando Jerick había estado registrando a las mujeres. Consciente
de que Cortez lo observaba e irradiaba esa tensión, Jerick había hecho
todo lo posible por ser profesional durante el cacheo. Conocía bien todos
los lugares donde los prisioneros podían esconder implementos útiles
para escapar, ya que él mismo había sido registrado numerosas veces, y
aunque una parte de él había disfrutado en tener sus manos sobre una
mujer por primera vez en años, se sentía como un idiota registrándolas.
Incluso a la doctora. Aunque sospechaba que ella estaría desarmando los
cerebros de los prisioneros si su viaje en el transbordador hubiera ido
según lo planeado, se sentía como un canalla por manosear a civiles. No
era como si hubieran sido espías Hrorak intentando destruir a toda la
humanidad.

Trató de no pensar en la forma en que sus curvas se habían sentido


bajo sus manos, y especialmente trató de no pensar en la forma en que
los pezones de la doctora se habían convertido en pequeños picos
apretados cuando la tocó. Parecía una erudita empollona, no alguien con
una pasión ardiente que se retorcía y gritaba en la cama, pero su mente
morbosa y hambrienta de sexo no podía evitar que sus fantasías giraran
en sentido contrario.

Se dijo que ella podría haber tenido frío sin su chaqueta, que
probablemente no se había excitado. Eso no detuvo sus fantasías.
Estúpido cerebro.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Además, aunque le hubiera gustado que la tocara, había estado


mirando a Cortez cuando Jerick la registraba. Probablemente se habían
conocido en el transbordador. Era un profesor respetable y un héroe
colonial, el tipo de hombre por el que las mujeres babeaban, o al menos
lo había sido hasta que tomó esta decisión.

Durante sus mejores días, Jerick nunca había sido más que el
perro de ataque de Cortez. Perro de ataque a la cabeza, tal vez. El líder
de la manada de los berserkers de infantería que Cortez había desplegado
cuando abordaban las naves enemigas. Pero nunca había sido
mencionado por la prensa o hablado por los reporteros. Solo había sido
el músculo de su Capitán. Y ahora… Ahora, ni siquiera era eso. Era un
prisionero, uno condenado a muerte.

—Grabando —anunció una voz de ordenador, y Jerick llevó sus


pensamientos al presente.

—Aquí el Profesor Diego Cortez, anteriormente Capitán Cortez,


comandante del Estrella Negra, de la Flota Estelar. Después de años de
luchar a través de los canales legales por los derechos y la rehabilitación
de los veteranos ciborgs de la guerra, incluyendo los encarcelados en
Antioch Asteroid, me he visto obligado a tomar medidas drásticas. No
puedo quedarme de brazos cruzados y ver como más de mi gente muere
por crímenes cometidos por accidente. Ustedes, Señor Presidente y
General de la Flota Espacial, son los que nos hicieron, los que nos
convirtieron en máquinas de matar. Y matamos por ustedes, exactamente
como fuimos diseñados para hacer. Pero seguimos siendo hombres. No
merecemos que nos sacrifiquen porque ya no somos útiles, porque ahora
luchamos por volver a encajar en la sociedad civilizada, una sociedad que
olvida rápidamente lo decisivos que fuimos para hacer retroceder a la
Hrorak y asegurar que la humanidad siga siendo libre.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Jerick se encontró mirando fijamente a Cortez mientras hablaba,


casi embelesado al escucharle decir todo lo que creía, todo lo que había
escrito cuando aún tenía acceso a un ordenador y a la red. Tenía sentido
que Cortez se sintiera de la misma manera que él, pero sorprendió a
Jerick, sin embargo, escucharle identificarse como ciborg en lugar de
como humano.

—Me he hecho con el Antioch Asteroid —continuó Cortez—. El


personal está encerrado y estoy en proceso de liberar a los reclusos
ciborg. Habéis considerado que ya no merecen un lugar en la sociedad
porque no siempre pudieron controlar su fuerza, porque los golpes que
un hombre normal podría haber infligido sin dejar un moratón se vuelven
letales. Inadvertidamente, en muchos casos.

Jerick hizo un gesto de dolor. Eso era exactamente lo que le había


sucedido a él.

—Pero olvidáis que no había nadie allí para rehabilitarlos, para


ayudarlos a integrarse de nuevo en la sociedad y para aprender a
controlar la gran fuerza que les sirvió, y a vosotros, tan bien en la guerra.
Simplemente fueron dados de baja con órdenes de no meterse en
problemas. Es más fácil decirlo que hacerlo. —Cortez levantó su
barbilla—. Estoy preparado para sacaros de encima a estos criminales
convictos, a un lugar fuera del espacio civilizado, lejos de la Tierra y de
las trece colonias.

Jerick miró fijamente el lado de la cara de su antiguo Comandante,


sorprendido por la nueva información.

Los humanos no volaban fuera de su propio espacio. Había cientos


de civilizaciones alienígenas ahí fuera que reclamaban los otros sistemas,
y esos alienígenas ya habían dejado claro que no les gustaban los
humanos y que no los permitirían en su espacio.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—En este momento —dijo Cortez—, tengo al personal de la prisión


como rehén. También tengo a una expiloto de la Flota y a la doctora
Skylar Russo, una neurocientífica de cierto renombre. Hasta ahora,
ninguna de estas personas ha sido seriamente dañada. Sin embargo,
podéis esperar que eso cambie si no se cumplen mis demandas. —Su voz
se volvió fría al decir la última frase—. Tenéis dos días para enviar un
piloto y una nave de guerra completamente equipada a Antioch Asteroid,
con comida y agua para durar al menos seis meses para una tripulación
de cincuenta personas. Me entregaréis la nave de guerra a mí. Tomaré a
los prisioneros ciborgs y cualquier otro que desee dejar el Espacio
Colonial, y nos dirigiremos al Espacio Hostil. Allí, viviremos o moriremos
apoyándonos en nuestras propias habilidades. No traeremos problemas
a la Tierra. En resumen, os eliminaré el Problema Ciborg, como lo han
llamado algunos reporteros. Todo lo que necesito es una nave. Y la
necesito en dos días. O la gente comenzará a morir.

Cortez tocó un botón.

—La grabación terminó. ¿Transmito?

—Sí —dijo Cortez.

Suspiró y miró a Jerick. En algún momento Tek Tek había dejado


C&C. Estaban solos en la habitación.

—¿Es un farol o matarás a la gente? —preguntó Jerick, curioso. Y


preguntándose si podría ofrecer al guardia Stavis para que fuera el
primero.

—Ya veremos —dijo Cortez, su cara todavía enmascarada.

Jerick lo miró con los ojos entrecerrados e intentó adivinar si había


puesto todas las cartas sobre la mesa o si tenía más bajo la manga. Esto
era simple para uno de los planes del Capitán Cortez. ¿Esperaba

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

realmente que el gobierno cediera al chantaje? Ciertamente no era la


política de la Flota.

—Me imaginé que con todos tus libros de poesía por ahí, tendrías
el dinero suficiente para comprar una nave —dijo Jerick, sonriendo y
lanzando su puya allí, aunque quería información, no solo bromear.

Cortez gruñó.

—Nadie compra libros de poesía, y yo recibí un gran recorte salarial


cuando salí de la Flota.

—¿En serio? He visto la escala salarial de los Capitanes. Era mejor


que la de los Sargentos, pero no creo que muchos oficiales salieran y
compraran casas con piscinas en New Vegas.

—Correcto. Y la universidad paga aún menos. —Sonrió


débilmente—. Es un honor enseñar y moldear mentes jóvenes.

—Suena horrible.

—Consideré contactar a todos los que conocía, incluyendo a


algunos ciborgs que les va bien, para tratar de reunir fondos, pero una
nave de guerra moderna cuesta millones. Admito que esta es la parte de
mi plan con la que me siento más incómodo, esencialmente robar una
nave de guerra de la Flota, pero no quiero llevar a docenas de hombres al
Espacio Hostil en nada menor. Espero que podamos encontrar algún
territorio inexplorado, algún lugar que no haya sido reclamado por
ninguna especie, y poner una estaca encima de una pequeña luna o
planeta, pero es más probable que nos encontremos con alienígenas
furiosos ahí fuera, alienígenas que no estarán encantados de ver a los
humanos. Quiero poder de fuego así como buenos hombres.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Comprensible. Huh, explorando el espacio. Nunca pensé en


soñar con eso cuando fantaseaba con escapar. Lo admito, me has
emocionado, señor.

—¿Oh? Ni siquiera tuve que quitarme la camisa.

—Estaría más emocionado si te quitaras esa horrible chaqueta.


¿Quién iba a saber que los parches para los codos habían vuelto a estar
de moda?

—Están de moda en la universidad. Incluso los estudiantes llevan


chaquetas con ellos.

—¿Estudiantes que reciben muchas palizas?

—No lo sé. Me mantengo al margen de sus asuntos y no separo


peleas. Demasiado potencial para problemas.

El humor de Jerick se desvaneció.

—Cuéntamelo a mí. —Cortez se encontró con sus ojos y parecía


que quería hacer una pregunta, pero no lo hizo—. No estaba
interrumpiendo exactamente una pelea —dijo Jerick, respondiendo a lo
que estaba seguro que Cortez quería preguntar—. Cuando esos hombres
fueron muertos. Pero eran matones drogados, y estaban intentando robar
a una pareja que caminaba por la calle. Eso fue en mi antiguo vecindario.
Volví allí después de la guerra. No sabía a dónde más ir. Sabes que nunca
fue un buen lugar.

Cortez asintió.

Jerick se lamió los labios antes de continuar, encontrando el


recuerdo del evento doloroso, incluso más de dos años después. Quería
que Cortez lo supiera. Que lo entendiera. Pero se sintió avergonzado de

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

no haber podido controlar su ira o su poder. Que había sido como un


perro rabioso.

—Saltaron de un callejón y estaban en el proceso de cortar el chip


bancario del hombre de su dedo cuando escuché el alboroto y me acerqué
para comprobarlo. Uno tenía a la mujer por detrás, sosteniéndola y
manoseándola mientras ella trataba de escapar. Yo… debería haberles
advertido, supongo. Debería haberles dicho que les daría una paliza si no
se largaban de allí. Eran… no sé… quizás veinte. Jóvenes y estúpidos.
Pero sentí esa rabia como a veces me da y lo vi todo en rojo. Olvidé lo que
era, el poder que tenía. Y los destrocé. Los arrojé contra las paredes. Los
golpeé hasta la calle siguiente. —Perdido en los recuerdos, apenas se dio
cuenta de que Cortez estaba de pie en silencio y escuchando—. Un dron
de seguridad flotó cerca del final, grabando imágenes. Para entonces, el
hombre y la mujer a los que había defendido ayudándoles, se habían
escapado. Aterrorizados, estoy seguro. Lo entiendo, pero a la cámara y a
la policía que revisó la grabación después, les pareció que yo era un
maníaco que mataba por placer. —Jerick tragó y miró fijamente a la
cubierta—. Tres de ellos murieron. Supongo que lo has leído en el
informe. Otros tres fueron hospitalizados. Yo fui arrestado. Probado.
Convicto. Expliqué que había estado ayudando a una pareja, pero los
supervivientes dijeron que solo se estaban ocupando de sus propios
asuntos y que yo los había atacado sin ningún motivo. Me sorprendió y
me horrorizó que el juez aceptara su palabra sobre la mía, un ex soldado
que había luchado en la guerra, maldita sea. Esperaba que la pareja se
enterara del caso y diera un paso adelante para explicar lo que había
pasado. Pero nunca lo hicieron. Y me enviaron aquí. Supongo… sabía que
me lo merecía, pero era difícil de tragar. Solía meterme en peleas todo el
tiempo cuando era un niño en ese vecindario. Así es como te defiendes a
ti mismo y a los que te importan allí. Pero no era un ciborg entonces. Yo
no era… —Jerick se miró las manos y vio la sangre del pasado en ellas—
. Tan fuerte —susurró—. Demasiado fuerte.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Cortez dejó escapar un largo suspiro. Uno comprensivo, pensó


Jerick. Muy bien. No sabía qué habría hecho si Cortez no lo hubiera
entendido. Pero de alguna manera, sabía que su antiguo Capitán lo haría.

—¿Y el doctor? —preguntó Cortez.

—¿Branigan? En realidad, fue otra persona. Yo me hice cargo


porque ya estaba programado para la ejecución. Pensé que no importaba.
Pero él era un bastardo malvado, Cortez. Nos estaba estudiando. Peor
que eso, estaba quitando los implantes de los ciborgs que fueron matados
y vendiéndolos en el mercado negro a gente que cree que pueden
instalarlos y convertirse en sobrehumanos ellos mismos. Como si eso no
fuera suficientemente horrible, algunos ciborgs más comenzaron a morir
en sus celdas por causas desconocidas. Sabía que el llamado doctor era
el responsable. Uno de los ciborg lo pilló in fraganti una noche, y luego le
sacó la confesión, cuando tenía sus manos alrededor de la garganta del
doctor. Yo estaba allí. Lo vi. —Sacudió la cabeza—. ¿Sabes cuál es la peor
parte? Nadie aquí, ni el resto del personal, ni nadie de fuera —Hizo un
gesto vago para indicar a las colonias de la Tierra—, se preocupan de que
los ciborgs murieran misteriosamente. Creen que somos unos malditos
animales, Cortez. Como si ya no fuéramos humanos solo porque los
científicos militares nos hicieron algunas mejoras.

—Lo sé —dijo Cortez en voz baja y se acercó y lo agarró por el


hombro.

Jerick cerró los ojos y luchó con las emociones que apretaban su
garganta.

—¿Vas a ser capaz de evitar matar a Russo? —preguntó Cortez.

Jerick pensó en la sensación de sus pechos bajo sus manos y


resopló. Detestaba a los médicos y tenía muchas razones para hacerlo,
pero matarla no era lo que tenía en mente ahora. Pero como no tenía ni

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

idea de qué tipo de relación habían iniciado ella y Cortez, todo lo que dijo
fue:

—Sería un tonto si dañara al rehén estrella, ¿no? No puedes


decirme que el gobierno va a enviarte una nave de guerra a cambio de
cualquiera de los imbéciles que trabajan aquí.

Cortez le apretó el hombro y lo soltó.

—Probablemente sea cierto.

—Puede que bombardeen el asteroide desde el espacio y finjan que


hicieron lo que pudieron.

—Enviarán una misión de rescate para extraer a los prisioneros.


Eso es SOP7. Tendremos que estar preparados.

—¿Crees que se arriesgarán a eso? ¿Contra nosotros?

—Dudo que nos entreguen una nave y un piloto. A menos que


alguien se ofreciera voluntario para llevarnos en la nave… y, ¿quién se
ofrecería a llevarnos al Espacio Hostil?

—¿Por qué pediste todo eso, entonces? —preguntó Jerick.

—Empieza por arriba y prepárate para negociar a un nivel más


bajo. Así es como funciona.

—Pero necesitaríamos un piloto. Ninguno de los nuestros tiene los


chips neurales o el entrenamiento de salto.

—Lo sé. —Cortez miró hacia la puerta—. Tuve una idea sobre eso.

A Jerick le llevó un momento adivinar lo que quería decir.

7
SOP: Procedimiento estándar operativo (siglas en inglés)

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—¿La piloto del transbordador? ¿Crees que ella querría ir con


nosotros? ¿Viste lo rápida que fue al dispararnos?

—Tal vez si le ofreciéramos dejar ir a otras personas, ella estaría


dispuesta a sacrificarse, especialmente si lo hacemos por un tiempo
determinado. con el tiempo podríamos encontrar a alguien más y dejarla
ir.

Jerick soltó un gruñido escéptico.

—Leí su historial cuando venía hacia aquí. Dejando a un lado los


sacrificios, no tiene mucha familia en casa. Podría estar interesada en
explorar un territorio inexplorado si alguien pudiera encantarla.

—No me mires a mí. —Jerick se dio cuenta de que Cortez debía


estar pensando en añadir a la piloto a su equipo durante su viaje en el
transbordador hasta aquí, o incluso antes, si la había investigado—. No
soy el que recita poesía a las mujeres. Solo las cacheo mientras tú te las
comes con los ojos.

—No me las comía con los ojos. Te estaba mirando a ti.

—¿Por qué te excita verme manejar las curvas de una mujer?

Cortez parpadeó, como si la broma lo hubiera conmocionado. O


como si, por alguna extraña razón, no se hubiera dado cuenta al principio
de que era una broma. Pero se recuperó y dijo:

—Quería asegurarme de que no te excitara a ti.

—Por supuesto que me excitó. ¿Sabes cuánto tiempo ha pasado


desde que vi a una mujer? —Incluso mientras Jerick hablaba la imagen
de los pezones erectos de Russo volvió a su mente. Su ingle se agitó ante
el recuerdo y la idea de que él y Cortez podrían regresar a visitar a las
mujeres, para “encantarlas”. Luchó para apartar los pensamientos. Dios,

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

¿cuándo se había puesto tan cachondo?—. Pero soy un profesional, a


pesar de los pantalones naranjas holgados que sugieren lo contrario.

Cortez echó un vistazo a esos pantalones.

—Sospecho que tienes suerte de que sean holgados.

Jerick no había pensado que una charla sobre sexo podría


avergonzarlo, pero esta conversación y los recuerdos de ese cacheo lo
excitaban, y le parecía mortificante la idea de que su antiguo oficial al
mando viera las evidencias de eso.

Cortez no estudió sus pantalones por mucho tiempo, pero las


esperanzas de Jerick de que no hubiera visto nada se aplastaron cuando
dijo:

—Será mejor que te quedes detrás de mí cuando entremos a verlas.

—Tal vez podrías prestarme tu chaqueta —murmuró con las


mejillas calientes.

—¿Crees que los parches para los codos podrían sofocar tu


erección?

—Estaba pensando en ponerla estratégicamente sobre mi brazo,


pero tienes razón, las coderas por sí solas podrán servir. Ese es un traje
poco sexy, señor. —Jerick casi le sugirió a Cortez que se lo quitara
cuando encantara a las mujeres, para que sus probabilidades fueran
mejores, pero no quería darle más combustible a su ingle para inspirar
su turgencia. Por alguna razón, la idea de un Capitán Cortez sin camisa
frente a una neurocientífica alegre hizo que su libido zumbara.

—Solo porque has estado solo en una celda tanto tiempo —


murmuró para sí—. Las zarigüeyas desnudas podrían excitarte ahora
mismo.

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Cortez miró hacia atrás y Jerick recordó que el oído de su


Comandante estaba tan mejorado como el suyo. Algún día, aprendería a
no murmurar alrededor de otros ciborgs.

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Capítulo Seis
Skylar tocó el mando con el pulgar. El campo de fuerza zumbó y
cayó. Keiko que había estado caminando en círculos, golpeando irritada
ocasionalmente la palma de la mano contra la pared, saltó.

—¿Fue eso…?

Skylar volvió a tocar el mando a distancia. El campo de fuerza


regresó.

—Podemos salir en cualquier momento —dijo Skylar—. Bien.

—¿Por eso te arrojaste al pecho de Cortez? —preguntó Keiko—. Me


lo preguntaba.

—Bueno, por eso me tropecé e intenté no caerme. Solo terminé


contra su pecho, porque sus reflejos eran demasiado buenos y me agarró
antes de que golpeara la cubierta. —Tocó su camisa, recordando el calor
de su pecho a través de su ropa, la forma en que había sido capaz de
sentir los contornos de sus duros músculos.

Bajó la mano, molesta consigo misma por ser tan consciente de los
cuerpos de estos hombres.

—Es una pena cuando tus captores son unos caballeros y evitan
que te caigas —dijo Keiko.

—Casi arruinó mis esfuerzos.

—Será mejor que utilicemos esos esfuerzos ahora. —Keiko señaló


el campo de fuerza—. Siéntete libre de bajar eso de nuevo.

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—Lo haré, pero primero decidamos a dónde vamos. Podrían tener


a alguien monitoreando nuestra celda con una cámara. —Miró alrededor
de las paredes cercanas y techo. No vio un agujero en ninguna parte, pero
eso no significaba mucho. Esas cosas se podían disfrazar fácilmente.

—Cierto —dijo Keiko, bajando la voz y también mirando al techo—


. Pero nada ha cambiado. Tenemos que llegar a C&C para enviar un
mensaje de comunicación.

—Creo que es ahí a donde fueron ellos. Cortez dijo: “Las colonias
se enterarán pronto”.

Keiko se tiró de su cola de caballo y se puso a caminar de nuevo.

—Si pudiéramos encontrar dónde guarda el personal y liberarlos…

—Probablemente serían capturados de nuevo. O peor. Estos


hombres fueron soldados de élite en la guerra.

—No podemos no hacer nada. —Keiko frunció el ceño—. Mira,


puedo entender por qué quieres esconderte y esperar a esto, porque crees
que sobrevivirás, pero, ¿sabes qué? Los rehenes no siempre lo logran.
¿Qué pasa cuando el gobierno no cumpla con sus demandas? Empezarán
a matar rehenes. Es posible que nos consideren menos prescindibles que
el personal de la prisión, ya que los pilotos no son fáciles de encontrar, y
asumo que los neurocirujanos o lo que sea que seas tampoco.

—Soy una neurociéntifica.

—Como si hubiera una diferencia.

¿Por qué todo el mundo seguía diciendo eso?

—Hay una gran diferencia, aunque reconozco que soy ambas


cosas. Empecé como cirujana antes de pasar al lado de la investigación.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Si desarrollaras un tumor cerebral mientras estamos aquí, podría


operarte.

—Fascinante.

Skylar había estado sentada en la litera, el estante, pero se puso


de pie y agitó las manos como aplacando el aire.

—Mira, no me contento con esconderme y dejar que ellos decidan


nuestro destino. Solo estoy pensando en opciones en las que no sea
probable que nos vuelvan a capturar en cinco minutos después de que
salgamos de aquí.

Keiko suspiró y dejó de caminar.

—Muy bien, de acuerdo. Y lo siento si estoy siendo… gruñona.


Estoy frustrada con toda esta situación. Este es un viaje que hago tres o
cuatro veces al año, normalmente solo si el Teniente Oxford está de
permiso o si el Director Ejecutivo está volando por ahí. No debería
haberme quedado atascada en este viaje, y ahora… —Sus dedos se
flexionaron en el aire—. Odio tener mi destino en manos de otra persona.
Por eso me convertí en piloto. Así que a dondequiera que volara, sería la
única que llevaría el timón.

—Entiendo. Aunque nunca tengo el control de nada, tal vez por eso
estoy más acostumbrada a ser manipulada. Manejada por Ciborg.

Keiko resopló.

—¿Las neuro-cositas no pueden controlar su propio destino?

—Es complicado. Y político. Terminé aquí porque… no soy buena


para hacer la pelota. Además, alguien no entendió que los cerebros de los
ciborgs no son los que se manipulan cuando se hacen las cirugías, y no
va a haber ninguna cirugía que podamos hacer para arreglarlos. Son

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

seres humanos, con cerebros humanos a los que de repente les dieron
súper poderes. Como si eso no creara suficientes complicaciones, fueron
empujados al combate durante años, y tuvieron que lidiar con todo el
estrés de la gente, los extraterrestres, que constantemente trataban de
matarlos. Muchos de los soldados no mejorados también están pasando
un infierno tratando de reintegrarse a la sociedad civilizada. Es solo que
cuando tienen episodios y arremeten, no tienen tanta probabilidad de ser
mortales.

—Tengo que ser honesta contigo, Russo. Me preocupa que


simpatices con nuestros captores.

—Simpatizo en general con la gente que ha sufrido un trauma


psicológico.

—Bueno, ¿podrías ser menos comprensiva con los que nos


secuestraron y nos arrojaron aquí? ¿Y abrir el campo de fuerza? —Miró
el llavero, como si pensara en tomarlo por la fuerza—. Creo que sé dónde
está la armería. Podemos apuntar a eso si están en C&C.

—No creo que eso funcione mejor que armarnos con aturdidores.
Pero escucha, no voy a ceder. El hecho de que sus cerebros no sean
esencialmente diferentes a los nuestros significa que eso podría ser una
debilidad. Hay muchas formas de desactivar un cerebro humano.

—Si te refieres a usar un sedante que te metiste en el sujetador,


eso no funcionó mejor que los aturdidores.

Skylar se sonrojó.

—Touché. Pero lo que pensaba era… —Bajó la voz por si alguien las
estaba monitoreando, aunque no estaba segura de por qué se molestaba,
ya que los ciborgs habían sido mejorados en la audición—…lleguemos a
las instalaciones médicas. No estaré segura de lo que puedo hacer hasta

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

que haya mirado alrededor y visto que hay, pero si puedo encontrar o
crear un anestésico general oneirogénico, posiblemente podríamos
bombearlo a través del sistema de ventilación en forma de gas para dejar
a todos inconscientes. Entonces podríamos comunicarnos con la Flota,
encerrar a los ciborgs y reparar el transbordador para salir de aquí.

—¿Un gas somnífero?

—Sí. El problema sería medir una dosis y distribuirla


uniformemente de manera que los dejara fuera de combate por el tiempo
suficiente para que sea útil sin producir una cantidad tóxica.

—No creo que a la policía o a la Flota o a quien venga a solucionar


este problema le importe tanto si la dosis es tóxica.

Skylar hizo una mueca, deseando que Keiko fuera un poco más
comprensiva.

¿O era ella la que estaba siendo una tonta con todo esto? Solo
porque conocía la reputación de Cortez y había dado su poesía a su
hermana moribunda no significaba que estuviera de su lado. ¿No había
él, al elegir su camino, creado una línea y la había cruzado, marcándose
a sí mismo como no del lado del reto de la humanidad? O al menos, no
del lado de la ley.

—Muy bien —dijo Keiko—. Hagamos eso. ¿Qué te parece si


paramos en la armería de camino al centro médico?

Skylar estaría más cómoda con los inyectores a chorro que con las
armas de fuego, pero si su aliada quería armas, que así fuera.

Se puso en pie y caminó hacia el campo de fuerza, con el pulgar en


el mando, pero escuchó pasos en algún lugar del pasillo.

Sonaron voces y retrocedió, deslizando el llavero en su bolsillo.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Maldita sea —susurró Keiko—. ¿Ahora qué?

Mientras Skylar apoyaba su hombro contra la pared y cruzaba los


brazos, pareciendo despreocupada y no como alguien que planeaba una
fuga, Cortez y su compañero fugado de la cárcel todavía sin camisa,
Jerick, se detuvieron frente a la celda.

—¿Venís a registrarnos de nuevo en busca de armas? —preguntó


Keiko oscuramente, sin sentirse intimidada por ellos.

—No, pero acepto solicitudes especiales —dijo Jerick.

—Imbécil.

Cortez miró a Skylar durante unos segundos antes de mirar a


Keiko.

—Tenemos una propuesta para ti.

Jerick tocó el panel de control, y el campo de fuerza bajó.

Los dos hombres entraron hombro con hombro, y la celda se sintió


muy pequeña. A Skylar se le ocurrió que debería estar preocupada, que
podrían tener una propuesta sexual en mente, y le resultó difícil
mantener su postura indiferente. Creía que podía confiar en que Cortez
actuara como un caballero, pero no sabía si estaba siendo una tonta.
Keiko lo diría así. Y Jerick… Aunque se había disculpado, no estaba
segura de él en absoluto.

—¿Qué pasa? —preguntó Skylar.

—Si todo va de acuerdo con el plan… —La boca de Cortez se


torció—. Si algo va de acuerdo con el plan, vamos a necesitar a un piloto,
alguien capaz de volar una nave de guerra al Espacio Hostil, para llevar
unas pocas docenas de ciborgs lejos de la civilización y a un lugar donde

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la humanidad no tenga que preocuparse por ellos de nuevo. De nosotros


otra vez.

—¿Espacio Hostil? —Keiko lo miró fijamente—. ¿Ahí es dónde


quieres ir?

—Aquí no hay nada para nosotros —dijo Jerick.

La declaración hizo que a Skylar le doliera el corazón, la idea de


que estos antiguos soldados, antiguos héroes, no pudieran encontrar un
lugar entre otros hombres.

—¿Ni siquiera para ti? —le preguntó Skylar a Cortez en voz baja.

Él dudó antes de responder.

—Ahora no.

¿Significa que lo había habido unos días atrás, pero que había
hecho su elección, y ya no había vuelta atrás?

—¿Me estás pidiendo que os lleve en una nave? —preguntó Keiko.

—Pareces una mujer a la que le gusta la aventura —dijo Cortez.

—No la clase de aventura en la que te matan alienígenas hostiles a


los que no les gustan que los humanos ensucien sus sistemas estelares.

—Te protegeríamos —dijo Cortez, casi con fiereza.

Un extraño cosquilleo pasó por Skylar, y por muy tonto que fuera,
estaba celosa de que la oferta no fuera para ella, de que no la invitaran a
ella a su viaje.

No es que fuera a ir aunque lo hicieran. ¿Quién estaría tan loco?


¿Dejar a sus familias y todo lo que conocían por un futuro incierto y

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peligroso? No es que tuviera mucha familia a la que volver en casa.


Damian y Jasmine se habían ido, de una forma u otra. Y sus padres…
Estaban en ese crucero estelar de las colonias por quién sabe cuánto
tiempo. Habían estado tan distantes desde que Jasmine murió.

Su favorita. Nunca habían dicho eso, por supuesto. ¿Qué padre lo


hacía? Pero Jasmine había sido inteligente, atlética, simpática y
hermosa. Skylar había pasado toda su vida tratando de brillar tanto como
su hermana mayor, pero nunca había sido tan suave, nunca tan ágil y
bonita. Siempre se había sentido más cómoda sentada en un puesto de
ordenadores o en un laboratorio investigando que hablando con otros
seres humanos.

—Tú también eres bienvenida a venir —dijo Cortez en voz baja.

Skylar parpadeó, dándose cuenta de que estaba hablando con ella.


Por un momento, tuvo la extraña sensación de que él le había leído los
pensamientos. ¿Cuánto sabía de ella? No era la favorita de los periodistas
como lo era él, pero sabía que había artículos sobre ella y su trabajo.

Un lado de la boca de él se torció.

—Desde las horas de niñez, no he sido como los demás. No he visto


como otros vieron. No pude sacar mis pasiones de un manantial común.

Skylar no tenía ni idea de qué decir a eso. ¿De quién era el poema?
¿De él? ¿De algún famoso muerto?

Atrapó la primera cita que pasó por su mente con la vaga idea de
que podría ser la respuesta correcta.

—Todo lo que quiero es no morir en un día en el que no fui vista.

Los ojos de él se arrugaron.

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—Equivocado, señor —dijo Jerick, atrayendo sus miradas.

Señaló a Keiko.

—Se suponía que debías encantar a la piloto con tu poesía.

Keiko, con los brazos cruzados sobre su pecho, los miró a ambos.

—Eso era de Poe, no mío —dijo Cortez, y luego extendió una mano
hacia Keiko—. He coronado las alturas azotadas por el viento con una
gracia fácil donde nunca voló la alondra, ni siquiera el águila. Y, mientras
con la mente silenciosa y elevándose, he pisado la alta santidad del
espacio sin preocupaciones, he extendido mi mano y he tocado el rostro
de Dios.

El rostro de Keiko no se suavizó notablemente.

—Ese poeta era un soldado, un piloto en la Tierra —dijo Cortez—.


Solo un par de décadas después de que el hombre subiera por primera
vez a los cielos. Murió a los diecinueve años en una colisión en el aire.
Los pilotos tienen una larga historia de llevar vidas peligrosas.

—Eso he oído —dijo Keiko—. ¿Les pides a los demás que vengan
contigo, o solo a las mujeres?

—Si hay otros con calificaciones útiles, estaría abierto a llevarlos,


hombres o mujeres.

—¿Seguro que no tienes la fantasía de volar al espacio desconocido


y colonizar un planeta con un par de mozas dispuestas a reproducirse?

Skylar abrió la boca.

—¿Mozas dispuestas?

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—Quizás deberías recitar estos poemas sin camisa, señor —dijo


Jerick—. Podría funcionar mejor.

Skylar se sonrojó al recordar sus pensamientos anteriores sobre el


pecho de Cortez.

—¿Es por mi atuendo por lo que estoy fallando? —preguntó Cortez.

—En el hecho de que estés usando algo, probablemente.

—Una lástima. —Cortez retrocedió hacia el corredor.

—¿Nos vamos? —preguntó Jerick.

—He hecho mi oferta.

Jerick frunció el ceño.

—No tenemos tiempo indefinido, señor. Especialmente ahora que


haS dado tu ultimátum. —Frunció el ceño a Keiko—. Si ella no lo hace,
tenemos que pensar en planes de respaldo.

—Planificar —dijo Keiko—. No voy a llevar a ningún delincuente a…

Skylar agarró su muñeca, y Keiko dejó de hablar.

—Lo pensaremos —le dijo a los hombres.

Sintió que Keiko la miraba fijamente con ojos brillantes, pero no


anuló las palabras.

Las cejas de Cortez se movieron, pero no volvió a hablar, solo hizo


un gesto a Jerick para que se uniera a él fuera de la celda.

Reactivaron el campo de fuerza y desaparecieron por el pasillo.

—No voy a pilotar para ellos —gruñó Keiko.

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—No demos ningún argumento que nos haga menos valiosas para
sus ojos.

Skylar metió la mano en su bolsillo y frotó el llavero pero decidió


que debían esperar un tiempo antes de intentarlo, lo suficiente para que
los hombres volvieran a lo que habían estado haciendo. Tal vez incluso
hasta el ciclo nocturno de la estación. ¿Se relajarían los ciborgs entonces?
Como mínimo, deberían dormir por turnos, lo que significaba que menos
hombres vagarían por los pasillos.

*****

Después de salir de la celda de las mujeres, Cortez se dirigió a la


sala de la entrada y a las puertas del ascensor, pero Jerick levantó su
mano y dijo:

—Espera, señor.

Cortez hizo una pausa mientras Jerick se dirigía a una pared en


blanco. Encontró un botón sutilmente colocado para apretar, y apareció
una pantalla de visualizaciones, una docena de pantallas de cámaras
subiendo. Jerick tocó la única con gente en ella, las dos mujeres, y se
amplió para llenar el espacio. La vista era desde arriba, y la doctora
Russo, Skylar, Cortez decidió pensar en ella así, estaba cerca del campo
de fuerza mientras la piloto paseaba por la celda.

—No creo que tengan ninguna intención de ayudarnos —dijo


Jerick—. Vamos a confirmarlo para que dejes de preocuparte por ellas y
puedas poner en práctica cualquiera que sea tu plan de respaldo. Sé que
tienes un plan de respaldo, señor.

Cortez gruñó pero no lo negó. Sería conveniente tener un piloto


dispuesto, pero capturaría a uno militar y usaría la fuerza si fuera
necesario.

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Jerick pasó un dedo, encendiendo el sonido, y las voces de las


mujeres se hicieron audibles a través del altavoz incorporado.

Cortez frunció el ceño, tanto por la idea de espiarlas, aunque es


cierto que era prudente saber qué es lo que planeaban los enemigos,
como por dedicar más tiempo a esto. Necesitaba comprobar a los otros
ciborgs que habían sido liberados, decidir quién era suficiente fiable para
armarlo, y preparar a todos para la fuerza de ataque que el gobierno
enviaría.

Aun así, se encontró acercándose, curioso sobre lo que hablarían


cuando estaban solas.

—…incluso si quisiera ayudar a un grupo de reclusos, lo cual no


hago, y aunque la idea de explorar un territorio inexplorado fuera algo
atractivo, no me subiré a una nave llena de ciborgs masculinos, no me
pondré a su merced. Seríamos las únicas mujeres e indefensas entre
ellos. Mi cerebro puede inventar todo tipo de escenarios de tortura. —La
piloto, Keiko, se frotó la cara.

—Cortez dijo que no dejaría que eso sucediera —dijo Skylar.

Keiko dejó caer su mano.

—¿Y le crees?

—Sí.

Esa simple declaración sorprendió a Cortez, y su fe en él le hizo


sentir… no estaba seguro exactamente de qué. Que le gustaría conocerla
mejor. Ella pareció entender exactamente lo que él había estado
pensando cuando habló de la soledad, por más indirectamente que
hubiera sido. ¿Sabía también lo que era estar rodeada de estudiantes,
colegas, e incluso amigos, pero a menudo sentirse como un extraño?

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Eres ingenua para alguien con tantos títulos —dijo Keiko—.


Incluso si él es honesto, no hay garantías de que permanezca al mando
entre un montón de delincuentes. Podrían matarlo. O los alienígenas
hostiles podrían matarlo. ¿Y luego qué? ¿Entonces quién dirigiría las
cosas? ¿Ese bruto sin camisa con pantalones naranjas?

Jerick gruñó. El ruido sonó un poso angustioso, y él se dirigió a


Cortez, como si fuera su culpa que las mujeres supieran su nombre y no
el de Jerick.

—Creo que se llama Jerick —dijo Skylar, sorprendiendo a Cortez


otra vez—. Y tienes razón. Sería bueno saber quién es el segundo al
mando antes de aceptar nada.

—No estoy de acuerdo con nada, pero pase lo que pase. Encontraré
una forma de escapar y saldremos de aquí, idealmente dejándolos a todos
babeando mientras duermen para que la Flota los recoja fácilmente y los
encierre de nuevo.

Cortez se agitó, preguntándose si ese era su plan y si creían que


tenían una forma de llevarlo a cabo o si era una mera fantasía. No había
olvidado que Skylar era médico, una neurocientífica, y que si alguien
podría encontrar una manera de dejar babeando a los ciborgs, sería ella,
más que algunos comandos de la Flota. Cuando encontraron los diversos
paquetes de píldoras en su sostén, se preguntó qué planeaba hacer con
ellos. Algunos habían sido sedantes, pero otros tenían unos usos menos
obvios.

—Creo que deberíamos intentar escapar —dijo Skylar despacio,


pensativa—, para que no nos usen como peones y podamos enfrentarnos
a todo esto en nuestros propios términos, pero… no me di cuenta antes
de lo que querían hacer. Tal vez el plan de Cortez es lógico. Para ellos y
para la humanidad en general.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—¿Lógico? Genial, estoy presa con alguien que tiene el Síndrome


de Estocolmo después de tres horas. ¿Fue el cacheo tan placentero para
ti?

Skylar miró hacia abajo, ¿ruborizándose?

—Tal vez sí le gustó —susurró Jerick—. Incluso si me estuvo


fulminando con la mirada todo el tiempo. No, esa era la otra, en realidad.
La doctora te estaba mirando a tí. —Amartilló una ceja a Cortez.

Cortez hizo todo lo posible para convertir su rostro en una máscara


y también para no pensar en ese momento en el que Skylar había
quedado con la camisa colgando alrededor de su cuello, más que una
pizca de su atractiva piel visible. Aunque había hecho todo lo posible por
mantener la mirada en su cara, pensamientos primitivos se habían
agitado en la parte posterior de su cerebro, y él quería estar allí, tocando
sus pechos justo al lado de Jerick.

¿Al lado? En lugar de él, debería haber pensado.

—Skylar —corrigió Cortez en voz baja, consciente de que ella no se


había movido desde que la piloto habló, que no había respondido con el
rotundo no que él hubiera esperado.

—Ahora la llamas por su nombre de pila, ¿verdad? —preguntó


Jerick.

—Solo pienso —dijo Skylar, respondiendo finalmente— que no es


mala idea que se vayan y funden su propia colonia o que simplemente
exploren la galaxia en su propia nave. Puedo ver por qué eso los atraería.
Creo que es triste que nosotros, la sociedad, no hayamos sido más
comprensivos y no hayamos encontrado una forma de hacer un hogar
para ellos, para todos, entre nosotros. Ellos eligieron dejar que
experimentaran con ellos por el bien de la humanidad, para poder salir y

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

luchar con un poder que igualara al de nuestros enemigos alienígenas, y


ahora que ya no los necesitamos, encontramos que lo más conveniente
es olvidarnos de ellos, alejarlos. Tengo la sensación por parte de Cortez
de que incluso los que volvieron con éxito a sus propias vidas ya no se
sienten que pertenecen a ellas.

Cortez se quedó inmóvil, con la mandíbula apoyada en su puño


mientras escuchaba. Era consciente de que Jerick estaba a su lado,
mirándole, y no quería reaccionar, no quería mostrar que las palabras de
Skylar le afectaban. No esperaba que ninguna de las mujeres simpatizara
con los ciborgs. Con él. La empatía de Skylar le hizo querer ajustar sus
planes, llevarla consigo en vez de usarla para cambiarla por una nave.
Casi parecía que estaría dispuesta a ir. ¿Lo estaría?

—Me está empezando a gustar —dijo Jerick.

—Pensé que la piloto sería más de tu gusto —dijo Cortez, aunque


podía entender por qué Jerick, de todas las personas, anhelaba a alguien
que lo entendiera.

—Oh, me gustan las chicas luchadoras tanto como a cualquier otro


hombre, pero la doctora, Skylar, no es lo que esperaba. Dejaría que se
metiera con mi cerebro. —Sonrió—. O mi polla.

Cortez apretó los dientes ante el lenguaje crudo. Lo había oído todo
el tiempo como comandante militar, aunque había intentado animar a
los hombres a usar palabras más civilizadas, pero últimamente se había
acostumbrado menos a ello, en el ámbito académico.

—No creo que esa sea su área de especialización —Fue todo lo que
dijo.

—Apuesto a que ella desarrollaría un nuevo interés si yo entrara


allí desnudo.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Lo dudo.

—Podríamos separarlas y averiguarlo. —Jerick meneó sus cejas


hacia Cortez.

Tal vez fue su imaginación, pero Cortez pensó que leyó una oferta
en sus ojos, una invitación así como una petición de permiso. Nosotros.

La imagen de los pechos de Skylar en las manos de Jerick volvió a


su mente, junto con el deseo de ver algo más que indicios de piel. Verla a
ella totalmente desnuda.

Cortez agitó la cabeza. Apenas habían hablado. Esta fantasía era


estúpida y sin sentido.

—Tenemos una misión en la que centrarnos —dijo Cortez.

Jerick resopló, pero la sonrisa se mantuvo, coqueteando con sus


labios.

—Sabía que dirías eso. No has cambiado.

—¿Y tú? —Cortez se preguntó sobre la mirada atormentada que


ocasionalmente captaba en los ojos de su viejo camarada.

—Estoy seguro de que lo he hecho. Creo que el deseo de ser un


héroe y sacrificarme por los demás se ha marchitado y ha muerto. Este
lugar está diseñado para eso, para hacerte marchitar.

Cortez casi dijo algo comprensivo, pero Jerick estaba mirando al


suelo y parecía avergonzado de haber hecho la admisión. Los hombres no
hablaban de esas cosas, después de todo.

—Es increíble que necesites esos pantalones holgados entonces. —


Le golpeó en el hombro, pensando que Jerick se sentiría más cómodo con
el humor, haciendo las cosas más ligeras.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Y resopló.

—Sí, así es.

La muñequera de Cortez sonó.

—Soy Tek Tek, señor. Tenemos una respuesta.

—Entendido. —Asintió hacia el ascensor y se dirigió hacia allí.

Jerick lo siguió, pero también echó una larga mirada a la pantalla


de visualización, al rostro de Skylar, y Cortez sospechaba que también él
estaba teniendo pensamientos poco prácticos sobre ella.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Capítulo Siete
Jerick bostezó mientras él y Cortez esperaban en el C&C. Horas
antes, habían obtenido una respuesta a través de la boya de
comunicaciones anclada fuera del agujero de gusano. Pero todo lo que
había dicho era: “Mensaje recibido. Esperen”.

Ya estaba bien entrado el ciclo nocturno de la estación, y Jerick


seguía esperando que Cortez sugiriera descansos para el equipo no
esencial. Todo el personal había sido reunido y encerrado en una
habitación en este nivel con uno de sus hombres vigilando la puerta
desde el interior. La prisión había estado en silencio durante las últimas
horas, aunque uno de los hombres de Cortez del transbordador se
acercaba de vez en cuando para informar sobre una u otra misión. Tek
Tek acababa de entrar, con su cinturón cargado de herramientas, y fue
directamente a una de las estaciones de ordenadores.

—Ah, aquí estamos —murmuró Cortez, sin parecer cansado. Tal


vez se había echado una siesta en el transbordador, esperando que no
pudiera dormir por un par de días una vez que su misión comenzara.

Apuntó a la pantalla del sensor, y Jerick se acercó a él. Una nave


de guerra había salido del agujero del gusano.

Al principio, Jerick se quedó boquiabierto, pensando que el


gobierno había decidido ceder a las demandas de Cortez. Entonces, notó
que escuadrones de darters8 la acompañaban y que sus escudos estaban

8
Darters: Un Darter es un ave acuática con el cuello largo, también llamadas aves
serpientes. Aquí se trata de naves veloces con un cierto parecido a este ave en cuanto a
un cuello largo y las alas detrás.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

levantados. La Flota no había venido a entregar una nave. Había venido


a pelear. Como Cortez había predicho.

—Ese convoy se moverá mucho más rápido que el transbordador


en el que vinimos —observó Tek Tek—. No les llevará tres días llegar aquí.
Ni siquiera de cerca.

Tek Tek no tenía ningún cable que le saliera de la cabeza todavía,


pero sacó algunas herramientas mientras miraba a la pantalla del sensor.
¿Qué otras modificaciones había hecho en las instalaciones?

Jerick no se sorprendería si Cortez le hiciera crear una variedad de


abrojos9 de alta tecnología en caso de que su equipo tuviera que luchar
contra un grupo de abordaje.

—Horas en vez de días —aceptó Cortez.

—¿Tiene el asteroide escudos de algún tipo? —preguntó Jerick.

—No —dijo Tek Tek—. Supongo que nunca se preocuparon por


luchar contra los invasores aquí. Es un poco sorprendente, ¿no? Uno
pensaría que habría habido más fugas de la cárcel a lo largo de los años.

—Antioch está diseñado para mantener a la gente dentro, no fuera


—dijo Cortez—. Y en caso de un motín o fuga de la cárcel, como dijiste,
el gobierno quiere exactamente eso. —Inclinó su barbilla hacia la nave de
guerra que se mostraba en la pantalla—. Poder enviar a la Flota a lidiar
con ello sin preocuparse de que enemigos hostiles levanten defensas
desde el interior del asteroide. Pero hemos añadido algunas trampas
diseñadas para frenarlos, ¿no? —asintió a Tek Tek.

9Abrojos: Un dispositivo de metal con púas arrojado al suelo para obstaculizar vehículos
con ruedas o (anteriormente) caballos de caballería.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Oh, sí, señor. Bragg y Pip ayudaron con algunas más en la bahía
del transbordador. Estoy arreglando algunas trampas en las esclusas de
aire, pero creo que entrarán por la bahía. O lo intentarán. Creo que he
anulado los códigos, por lo que el comandante de la Flota no podrá
simplemente apretar un botón y lanzar sus darters aquí.

—Excelente trabajo, Tek Tek —dijo Cortez.

Jerick sintió una punzada de algo. No celos, exactamente, pero


deseaba que le hubiera asignado a él una tarea crucial, algo que pudiera
ayudar al esfuerzo. En este momento, estaba siguiendo a Cortez y
haciendo círculos con sus pulgares. No tenía la experiencia técnica que
tenía Tek Tek, así que no sabía qué tarea se le había asignado, pero se
sentía superfluo. No tenía tropas que comandar en la batalla, y Cortez no
necesitaba un guardaespaldas, todavía no.

El comunicador sonó, y Cortez respiró hondo cuando apareció la


fuente del mensaje. No la nave de guerra, sino el agujero de gusano. Esto
era algo que se estaba canalizando, probablemente desde el Cuartel
General Colonial en la Tierra. Tal vez el mismo Presidente estaba
respondiendo.

Cortez levantó una mano, y Jerick pensó que le haría un gesto para
que se moviera a un lado, para que no estuviera en la pantalla cuando
Cortez grabara una respuesta, pero en cambio le hizo un gesto para
acercarse, con pantalones naranjas y todo.

Cortez pulsó el botón y la cara arrugada del Almirante de la Flota


Nagoski apareció en la pantalla.

—Capitán Cortez —dijo el hombre, y no hubo el disgusto o la burla


en el honorífico que Jerick hubiera esperado—, no haga esto. Ríndase
ahora, y si no ha hecho daño al personal o a las mujeres civiles, su castigo
será indulgente. Si nuestra gente se ve obligada a sacarle físicamente de

99
Ruby Lionsdrake Desencadenado

la estación, no puedo prometer lo mismo. Como puede ver, una de


nuestras mejores naves está en camino. Una nave que conoce muy bien.

Jerick se agitó, inclinándose hacia adelante para ver más de cerca


la pantalla del sensor. Se le revolvieron las tripas. El Estrella Negra. ¿La
Flota había enviado la vieja nave de Cortez para lidiar con esto? ¿El
Almirante creía que sería menos probable que le disparara o que luchara
contra su tripulación? Jerick dudaba que eso detuviera a Cortez.
Además, después de tres años, la mayoría de la tripulación sería
diferente. Jerick se preguntó quién era el nuevo Capitán.

—Si no se rinde —continuó Nagoski—, el Estrella Negra tiene


órdenes de entrar a la fuerza en la prisión y capturarle o matarle. El
Capitán Falconer está a cargo. Creo que sabe lo que piensa él de los
ciborgs.

Cortez resopló.

—Sin embargo, tiene algunos de ellos entre su tripulación. O lo hizo


la última vez que me encontré con él. —Las palabras no eran para el
Almirante ya que la transmisión se retrasó al ser retransmitida a través
de los agujeros de gusano y enviada a través de múltiples sistemas. El
Almirante Nagoski debía haber grabado esto hace horas. Cortez no había
empezado todavía a grabar una respuesta.

—De nuevo —dijo Nagoski—, os insto a rendiros. No lo haga,


Cortez. Es… era un gran héroe. Un modelo a seguir para los otros ciborgs.
Para todos. Entiendo que se ha sentido frustrado estos últimos años, pero
esta no es la respuesta. ¿Crimen y exilio? Usted nunca estará satisfecho
con un futuro así, con ser recordado de esa manera. No es demasiado
tarde. Como dije, si se rinde inmediatamente, haré todo lo posible para
asegurar que su castigo sea mínimo, y que su historial no se vea
demasiado empañado. Piénselo, pero piense rápido. Como puede ver, no
tiene mucho tiempo antes de que llegue Falconer.

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La transmisión terminó, el rostro del Almirante desapareció.

Jerick miró a Cortez. ¿Estaba tentado por la oferta? ¿Por la


sugerencia de que no era demasiado tarde para él para poner fin a esto?
¿No era demasiado tarde para que se fuera, con su reputación intacta?

Y para que Jerick volviera a su celda. No, que lo devolvieran a esa


mesa de metal ahí abajo, con grilletes en sus muñecas y tobillos, y una
aguja acercándose, una aguja que acabaría con su vida.

Cortez lo miró, levantó un brazo y acercó a Jerick, agarrándolo por


la nuca con fuertes dedos. Calentado por el gesto, Jerick bajó su cabeza,
casi apoyándola en el hombro de Cortez. Siempre había sido el feroz, el
Sargento de combate más duro, pero no hoy. Enfrentarse a la muerte
innoble tenía una forma de arrebatar el poder para luchar contra el
mundo. Así como aceptar que uno no era el héroe que siempre había
anhelado ser, que había caído muy, muy lejos de la gracia.

—No nos vamos a rendir —dijo Cortez en voz baja y frotó la nuca
de Jerick. Una emoción que tenía tanto que ver con lo físico como con lo
emocional recorrió a Jerick—. Nos vamos a ir a buscar un nuevo futuro.
Juntos.

—Sí, señor.

Cortez bajó la mano y Jerick experimentó una oleada de decepción.


No estaba seguro de adónde quería que lo llevara, pero había estado
dispuesto a seguirlo. Supuso que siempre lo había estado, pero nunca
pareció haber una ruta para que uno de los dos guiara al otro hacia abajo.

Cortez se enfrentó al panel de comunicaciones y tocó un par de


botones. En lugar de grabar el mensaje para el Almirante de la Flota,
contactó con el Estrella Negra.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

La cara del Capitán Falconer pronto apareció. Estaba sentado en


la silla de mando, con los dedos unidos por sus puntas, con ojos oscuros.
Probablemente había estado sentado allí, esperando el contacto.

—Huh —dijo Falconer, solo mirando a Jerick antes de enfocarse en


Cortez—. Eres tú. Nunca hubiera pensado que el ciborg modelo se
volvería un rebelde. ¿Les diste el visto bueno a tus estudiantes de poesía
antes de salir fuera a aquí como un idiota drogado?

—Puedo ver por tu efusiva calidez que has extrañado mi presencia


en las reuniones de mando —dijo Cortez.

—Entrega el asteroide, Cortez.

Jerick notó una figura familiar parada en el fondo detrás del


Capitán. El Teniente Baxtor, uno de los ciborgs que una vez sirvió bajo el
mando de Cortez. Tenía una información cartográfica y matemáticas que
lo convertían en un activo valioso, así que la Flota estuvo ansiosa por
conservarlo. Jerick se preguntó si la ingeniera, la Teniente Varma, seguía
sirviendo a bordo de la nave. Uno de los pocos ciborgs femeninos, sería
útil si Cortez pudiera ganársela de alguna manera.

Pero no, eso era poco probable. Esos dos se habían quedado en la
Flota y tenían carreras; habían hecho juramentos. Tenían que
permanecer leales a su Capitán, y eso significaba luchar contra Cortez. Y
luchar contra Jerick.

Se le revolvía el estómago ante la idea de luchar contra sus viejos


camaradas. Y nada en la fría cara de Baxtor sugería que sintiera calor al
ver a Cortez o a Jerick. De hecho, vio a Jerick mirándolo, miró sus
pantalones naranjas y se burló.

—¿Rendirse? —respondió Cortez—. ¿Qué sugirió que haría eso?


Creí que me devolverías esa nave.

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Falconer sonrió.

—Oh, te la estoy devolviendo. Y ahora que he pasado la orden de


Nagoski, y has decidido rechazarla, disfrutaré poniendo tu arrogante
trasero de rodillas. Espero tener la oportunidad de dispararte yo mismo.

La pantalla se oscureció.

—Veo que aún no le gustas —dijo Jerick, aunque nunca había


estado seguro de por qué el otro Capitán sentía tanta animosidad.
¿Porque Cortez había sido el héroe de la guerra, y él no lo había sido?

—Siempre ha desconfiado de la idea de que algunos hombres sean


más fuertes que otros. Presionó contra la creación de los ciborgs, y luego,
cuando los alienígenas aparecieron y ocurrió rápidamente, argumentó
que no deberíamos recibir nuestras propias unidades o nuestras propias
naves. Teníamos que ser vigilados por hombres normales para que se
aseguraran que no empezábamos a imaginarnos como los señores
supremos de la humanidad. Siempre estuvo seguro de que unos pocos
ciborgs inteligentes podrían haberse reunido y esclavizado a la Tierra y
sus colonias.

—¿Con qué fin? Estoy seguro de que hay una tonelada de papeleo
involucrado en ser un Señor Supremo.

—Sin duda. Pero tenía razón en que algunas de las personas


atraídas a ser voluntarias en el programa eran del tipo que abusarían del
poder. Nos ocupamos de algo de eso en nuestra propia nave.

—Es cierto, pero más hombres solo querían ayudar al esfuerzo de


la guerra. O estaban cansados de no ser nadie y esperaban la
oportunidad de ser alguien. —Jerick sabía todo eso.

—Sí —dijo Cortez en voz baja, aunque Jerick sabía que esa no era
la razón por la que él se había enrolado.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

De acuerdo con la historia que una vez compartió, varios de sus


estudiantes habían sido reclutados y matados en el primer año de lucha,
y eso fue lo que impulsó a Cortez a unirse. Estaba decidido a salir y hacer
algo de bien, para tratar de prevenir la muerte de tantos jóvenes. Había
sido elegido para las mejoras ciborg, en lugar de ser voluntario, quizás
porque otros sentían la misma desconfianza que Falconer. Tal vez los
superiores de la Flota habían asumido que un profesor de literatura no
se convertiría en un megalómano hambriento de poder. Tal vez debieron
prever que siempre sería alguien que querría luchar contra la injusticia
y salvar vidas.

Cortez se apartó de la consola.

—Reunamos a los hombres. Tenemos un asteroide que defender y


una nave que capturar.

Jerick arqueó las cejas.

—¿Sospechaste todo el tiempo que la Flota no haría un trato? ¿Que


habría que usar la fuerza para capturar la nave?

—Es política de la Flota no tratar con chantajistas. Veremos cómo


se sienten después de que repelamos sus equipos de ataque. —Se dirigió
a la puerta.

—¿Sabías que enviarían al Estrella Negra? —Jerick lo siguió.

—En realidad, hice todo lo que pude para arreglar eso.

Jerick tropezó.

—¿Quieres tener que pelear con antiguos camaradas?

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Nunca iba a ser una batalla fácil. Estamos íntimamente


familiarizados con la disposición del Estrella. Esto podría ser una ventaja
para nosotros.

Jerick pensó en la burla que el Teniente Baxtor le había hecho y lo


dudó.

—Sabes que vamos a tener que hacer más que aturdirlos para
derrotarlos, ¿verdad? —Miró a Cortez cuando entraron en el ascensor,
seguro de que su antiguo Comandante no quería derramar sangre. Hasta
ahora había tenido cuidado de evitarlo.

—Ya veremos.

*****

Cuando salieron de su celda, Skylar dejó que Keiko las guiara, ya


que había estado antes en la prisión asteroide y parecía conocer el
camino. Keiko casi rebotaba mientras corría por el pasillo y entraba en el
ascensor. No estuvo contenta con el plan de Skylar de echar una siesta y
esperar hasta el ciclo nocturno antes de bajar el campo de fuerza y
escapar.

Cuando las puertas se abrieron cuatro niveles más abajo, Keiko se


asomó lo suficiente como para comprobar si había enemigos, pero pronto
corrió hacia el corredor como si fuera una carrera. Skylar no sabía si lo
era o no. No sabía cuánto tiempo le llevaría al gobierno y al ejército
preparar una respuesta.

Sorprendentemente, no había ciborgs vagando por los corredores.


Al menos no en este nivel. Skylar se preguntaba cuántos hombres había
dejado salir Cortez de la prisión y añadido a su equipo.

Sonó un lejano boom, como si alguien hubiera disparado un cañón


al otro lado del asteroide.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Keiko hizo una pausa, apoyando su mano en la pared gris


remachada.

—Creo que la Flota puede haber llegado.

El estómago de Skylar dio un vuelco nervioso; nunca había estado


en una batalla, ni había soñado con estar en ella. Fácilmente podía
imaginarse muriendo por alguna estúpida razón, como que la integridad
estructural del asteroide fuera comprometida. Keiko ya parecía creer que
ella era débil y estaba loca por simpatizar con los ciborgs, así que juró
mostrar un frente fuerte.

—Eso es bueno —dijo—. Fuimos inteligentes al esperar hasta la


noche. Los ciborgs estarán distraídos lidiando con ello. Tal vez por eso no
nos hemos encontrado con ninguno todavía.

Keiko frunció el ceño.

—No queremos que las naves de guerra arrojen explosivos al


asteroide mientras estemos dentro. —Keiko hizo un gesto con la mano y
volvió a su rápido trote por el pasillo—. Vamos. Pongamos en práctica tu
plan. Quizás no sea demasiado tarde para noquear a todos y detener el
ataque.

Keiko se detuvo en una intersección y comenzó a mirar alrededor


de una esquina, pero echó la cabeza hacia atrás y se llevó un dedo a los
labios.

Golpes de botas en la cubierta llegaron a los oídos de Skylar.


Sonaba como un escuadrón de hombres corriendo. ¿Hacia ellas?

Miró a su alrededor, pero no había un lugar para esconderse a


menos que corrieran de vuelta al ascensor.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Pero el ruido sordo de botas no se hizo más fuerte. En cambio, se


suavizaron, como si los hombres hubieran doblado por otro pasillo.

—Apuesto a que van a defender la bahía del transbordador —


susurró Keiko una vez que el ruido se desvaneció—. Apuesto que la Flota
enviará algunos darters con equipos de ataque para intentar derribar a
los líderes, tu Cortez, por la fuerza en lugar de volar todo el asteroide y
sacrificar a los inocentes que hay dentro. —Se golpeó el pecho—. Eso es
lo que espero que sea su plan.

Sonó otra explosión. Esta vez, la cubierta tembló bajo sus pies.

La cara de Keiko se volvió sombría. ¿Era posible que la Flota no


supiera lo de los rehenes? ¿O que no estuviera preocupada por ellos? ¿Y
si consideraban a los ciborgs una amenaza tal que estaban dispuestos a
hacer sacrificios para detenerlos? Sacrificios civiles.

—Más vale que sean disparos de advertencia —refunfuñó Keiko.

Skylar asintió y la señaló para que continuara, asumiendo que el


camino a seguir era seguro. Tanto si eran disparos de advertencia como
amenazas reales, se dio cuenta de que no tendrían mucho tiempo a solas
en la enfermería. Si se acercaba una batalla, habría heridos, y los ciborgs
podrían llevar a algunos de los suyos allí. Ahora se cuestionó la decisión
de esperar hasta la noche. Tal vez deberían haber dejado su celda antes.

Keiko la llevó a través de otra intersección y a unas amplias puertas


dobles con una camilla flotante en el pasillo de fuera. Las puertas se
abrieron para ellas, y las luces se encendieron.

Por ahora, la enfermería estaba vacía.

Skylar pasó junto a un par de puestos de trabajo y camas por la


oferta de gabinetes y refrigeradores. Los ordenadores y los equipos que
cubrían las paredes no la impresionaron… nada parecía de última

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generación. Ni siquiera de última generación en los últimos veinte años.


Ciertamente no había nada que ella considerara un laboratorio. ¿Podrían
estas personas incluso analizar muestras de sangre? ¿Y si algún virus
extraño hubiera sido traído al asteroide?

Abrió las puertas del refrigerador, esperando que estuviera


razonablemente bien abastecido de medicamentos.

—Ja —dijo Keiko desde un escritorio en la esquina, probablemente


lo que pasaba como la oficina del médico residente. Sacó un aturdidor de
un cajón.

—Parece que el último doctor… —Miró un holo-plas en la pared—.


Doctor Branigan, no se sentía tan seguro aquí.

—Ese es el doctor al que supuestamente estoy reemplazando. Nadie


parecía muy preocupado porque ya no tengo licencia para hacer cirugías
o dar atención médica.

—Me pregunto a dónde fue —Keiko raspó una mancha oscura en


el escritorio—. Maldita sea, creo que eso es sangre.

—Nadie me dijo nunca lo que pasó. —Al no ver ningún frasco de


anestésicos inhalatorios ya preparados, sacó químicos y compuestos de
los estantes para poder crear algo.

—Probablemente porque los salvajes de aquí lo mataron.


¿Necesitas ayuda?

—No. Solo vigila la puerta, por favor.

Skylar, que llevaba los brazos llenos de viales, paquetes y botellas


hasta la pequeña zona de ofician, cambió de posición con Keiko. Mientras
apilaba todo en el escritorio, debió pasar por algún sensor de movimiento
porque se activó una proyección holográfica. Apareció una imagen

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tridimensional de un cerebro, junto con notas garabateadas sobre la


realización de cirugías exploratorias y la realización de ajustes en las
cortezas prefrontales y amígdalas cerebrales de los prisioneros para
hacerlos potencialmente más dóciles. Se empezó a reproducir un video
de una operación cerebral en proceso.

Skylar buscó el sensor que había activado para poder apagarlo,


pero no lo encontró. Dudaba que estas cirugías hubieran sido permitidas,
y no quería oír los detalles de lo que el doctor Branigan había estado
haciendo, ahora no. Pero tampoco tenía tiempo de jugar con su
ordenador. Parecía un sistema operativo aún más antiguo que el equipo
de la enfermería. Se las arregló para detener el programa.
Suficientemente bueno.

—¿Estaba experimentando con ellos? —preguntó Keiko desde el


lugar que había ocupado frente a la puerta.

—Eso parece.

—¿Está eso permitido? Quiero decir, ¿puedes experimentar con


gente que está… en el corredor de la muerte?

—No a menos que se ofrezcan como voluntarios y se presente un


análisis favorable de riesgos/beneficios. —Skylar fue a buscar
herramientas y contenedores—. La experimentación humana aleatoria ha
sido prohibida desde que se estableció el Código de Nuremberg.

—¿Qué tipo de beneficio favorable podría ofrecerse a alguien a


punto de morir? —Keiko sonaba horrorizada, su mirada fija en la imagen
de un cerebro siendo operado. Eso podría parecerle más horrible que los
argumentos académicos anteriores de Skylar sobre el maltrato a los
ciborgs.

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—Dudo que estuviera siguiendo prácticas médicas aceptables —


dijo Skylar.

—Tal vez por eso alguien lo mató.

—Tal vez.

El asteroide se estremeció de nuevo. Skylar hizo una mueca cuando


se inclinó para empezar a trabajar y esperó que los temblores no
empeoraran. No quería terminar noqueando a Keiko y a sí misma. O algo
peor.

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Capítulo Ocho
—¿Tú y Holster tenéis las dos entradas de la esclusa cubiertas,
Pip? —preguntó Cortez en su muñeca mientras miraba la pantalla de la
cámara que mostraba el campo de fuerza activo al final de la bahía de
lanzaderas.

Él y su equipo de dieciséis hombres y diez prisioneros ciborgs que


habían liberado y para los que había encontrado armas, esperaban a la
vuelta de la esquina de la puerta interior de la bahía de transbordadores.
Diez darters, con cañones de tormenta en cada una de sus cuatro alas,
flotaban fuera mientras alguien sin duda intentaba anular los controles
del campo de fuerza.

—Estamos aquí, señor. —Fue le respuesta de Pip—. Todo tranquilo


hasta ahora. Tengo cámaras que monitorean un pozo de desechos
también. Ese es otro punto por el que podrían intentar entrar. No
teníamos suficientes hombres para vigilarlo, pero Tek Tek puso algunas
trampas explosivas.

—Bien.

—No vamos a entrar corriendo a la bahía de transbordadores


cuando entren, ¿verdad, señor? —preguntó Driggs desde detrás de su
hombro. El ex Sargento se agachaba junto a Jerick, quien, aunque no
tenía armadura ni otra cosa más que un rifle plastech que había sido
liberado de un guardia, también estaba detrás de Cortez. En el que
siempre había sido su lugar habitual. El primer año de comandar de
Cortez, Jerick había argumentado que él debía estar delante siempre que
defendieran la nave durante abordajes a la fuerza, pero Cortez nunca se
dejó ganar en esas discusiones.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Correcto —dijo Cortez—. Tek Tek colocó algunas trampas ahí


fuera.

—Ha sido un chico ocupado —dijo Jerick.

—Estaba trabajando en un taller de reparación de robot-aspirador


cuando contacté con él. Decir que su creatividad había sido sofocada
estos tres últimos años es quedarse corto.

—Entiendo cómo se siente. Por lo menos si yo hubiera tenido un


aspirador, podría haberme entretenido.

—No creo que quiera preguntar cómo funcionaría eso —dijo Cortez.

—No quieres.

—Los prisioneros se desesperan después de un tiempo —dijo uno


de los hombres de atrás.

—Tek Tek puede haber sido demasiado bueno —dijo Jerick,


mirando la pantalla—. Estas naves de la Flota no están teniendo suerte
para derribar el campo de fuerza. Tal vez se rindan y se vayan a casa.

—Eso no nos ayudaría. —Cortez también estaba mirando la


pantalla—. Necesitamos esa nave.

Se preguntaba si los darters se tomaban su tiempo


intencionalmente, manteniendo su atención ocupada mientras Falconer
lanzaba otro ataque. Ahora mismo, el Estrella Negra acechaba bien lejos
de la prisión, medio escondido detrás de otro asteroide del cinturón.

Cortez levantó su muñeca.

—¿Sigues vigilando ese pozo de desechos, Pip?

—Sí, señor. Me encantan algunos ejes.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Creo que eso fue sucio —dijo Jerick—. Tal vez Pip necesite
también algunas aspiradoras para entretenerse.

Cortez ignoró las especulaciones murmuradas y los codazos que


los hombres se dieron. Sabía que estaban nerviosos y simplemente
distrayendo sus mentes de preocupaciones mortales, y le gustaba que los
prisioneros se unieran, volviendo a caer en la fácil camaradería de estar
en una unidad de nuevo.

El campo de fuerza cayó, y los darters navegaron. Lánguidamente.

Cortez entrecerró los ojos sospechosamente, una vez más


preguntándose si esto era una distracción. Comprobó la nave de guerra
otra vez. No se había movido, pero ese asteroide escondía una de sus
escotillas de aire. Falconer podría estar enviando hombres con armadura
de combate y botas cohete para acercarse a la prisión por la parte de
atrás.

Mientras tanto, seguía lanzando cargas hacia Antioch. Detonaron


cerca del asteroide, pero no tan cerca como podrían hacerlo.

Sabía que la Flota no se arriesgaría a lastimar a los civiles, y


también sabía que esas cargas podrían golpear al asteroide y volarlo en
pedazos, y la instalación tallada en su núcleo, si el oficial de artillería de
la nave lo quisiera.

Cuando los darters aterrizaron en la bahía, Cortez dio una orden


en el holograma de su ordenador de muñeca. Anteriormente, había
conectado el dispositivo a los ordenadores del C&C. Su orden presurizó
la bahía y volvió a levantar el campo de fuerza detrás de los darters. No
sabía si los pilotos de la Flota tenían la intención de hacer eso, en su
armadura de combate espacial y sus botas magnéticas, sus equipos no
necesitaban la bahía de transbordadores para tener aire o gravedad. Pero

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

sabía que las trampas explosivas de Tek Tek requerían oxígeno para
funcionar.

Los darters se movieron durante un minuto. ¿Discutiendo que


estaban atrapados dentro si no podían volver a bajar ese escudo?

Al final, no los disuadió. Aterrizaron, los diez. Se abrieron las


escotillas en los costados de varias naves, y cuatro hombres con
armadura negra saltaron.

Jerick se movió detrás de Cortez. ¿Solo ajustando su peso? ¿O


estaba pensando en cómo una vez él había usado una armadura
exactamente igual y había dirigido equipos de ataque en naves enemigas?

Los hombres se dispersaron en lugar de marchar en fila india por


la cubierta de la bahía de transbordadores. Uno que se dirigía a asegurar
la puerta del corredor aterrizó en una de las casi invisibles trampas
explosivas de Tek Tek. Lo hizo volar por los aires con la suficiente fuerza
como para que su casco golpeara el techo.

Mientras el soldado volvía a caer en cubierta, la gravedad hizo que


golpeara tan fuerte que rebotó, por lo que Cortez hizo una mueca. A pesar
de que había ordenado esto, era difícil no ver esos trajes negros y pensar
que eran sus aliados. Esperaba que la armadura del soldado lo hubiera
protegido de heridas graves.

Algunos de los otros soldados activaron los jets de sus botas e


intentaron flotar hacia la puerta, evitando las trampas explosivas. Cortez
pulsó los controles de la bahía de transbordadores e incrementó la
gravedad artificial. Hizo que los hombres fueran demasiado pesados para
sus pequeños jets de las botas. Uno más golpeó una trampa explosiva.

—¿Ahora, señor? —susurró uno de los hombres desde detrás de


Cortez, con entusiasmo en la voz.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Con el humo llenando la bahía del transbordador y los soldados de


la Flota inseguros sobre dónde pisar, Cortez estuvo tentado a atacar.
Todavía le preocupaba que esto fuera una distracción, pero si lo resolvían
rápidamente, estarían listos para lo que fuera a continuación.

—Seguidme hasta la puerta y moveos a los lados para disparar a


la bahía —dijo Cortez—. No entréis. Solo hay una zona segura de metro
y medio alrededor de la puerta antes de que se activen las trampas
explosivas.

Una docena de Sí, señor sonaron, y Jerick apoyó brevemente una


mano sobre su hombro. Cortez se sintió alentado por ese toque, por el
hecho de que Jerick había demostrado hasta ahora ser exactamente el
hombre que recordaba. La prisión no lo había cambiado, no
drásticamente. Tal vez era más abierto con sus sentimientos, pero no
podía culparlo por eso. Le preocupaba que Jerick hubiera ido por otro
camino, que hubiera sido destruido por sus años de encarcelamiento y
que esta misión… hubiera sido un error.

Oh, no había sido solo por Jerick, pero el anuncio de que había
sido programado para morir había sido definitivamente el impulso para
hacerlo ahora.

—Hagámoslo —dijo Cortez, susurrando y corriendo a la vuelta de


la esquina.

Cayó en picado girando cuando llegaron al banco de ventanas que


miraban hacia la bahía, con o sin humo, los hombres armados tenían
sensores y podían detectar movimiento. Cuando llegó a la puerta, se
movió hacia el lado más alejado y esperó a que los demás tomaran
posición antes de abrirla. Solo cuando tres de sus hombres se agacharon
a diferentes alturas a cada lado consideró que era el momento.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

La abrió con una mano, se asomó y abrió fuego. Los otros cinco
ciborgs hicieron lo mismo. El resto de los hombres se arrodillaron bajo
las ventanas más atrás en el pasillo, listos para saltar cuando tuvieran
oportunidad.

Al igual que su asalto inicial a la prisión, Cortez lanzó varias


granadas abrelatas. Tenía que comprometer la armadura de esos
hombres antes de que nada pasara.

Sonó un boom, otra trampa explosiva activada. Con la puerta ahora


abierta, fue diez veces más fuerte que las primeras.

El fuego de retorno se filtró a través del humo cuando explotaron


las primeras granadas abrelatas. Destellos de color carmesí ardían en el
aire mientras los rayos plas atravesaban la parte trasera de la bahía de
transbordadores, algunos de ellos encontraron la puerta abierta.

—Equipo Alfa —gritó uno de los soldados—, volved a los darters.

Algunos de los hombres con armaduras corrieron hacia las


escotillas abiertas, pero otros se arrodillaron donde estaban, disparando
a través del humo hacia la entrada. Cortez se inclinaba hacia atrás
alrededor de la jamba cada vez que el asalto se volvía demasiado pesado,
demasiados rayos volaban como para tener esperanza de desviarlos.

—¿Se retiran? —gritó alguien desde el corredor.

Cortez agitó la cabeza. Lo dudaba.

El fuego golpeó a su equipo sin piedad, martilleando a través de la


puerta abierta para volar la pared que había detrás de ella, y destrozando
las ventanas inastillables. Al mismo tiempo cuatro de los darters se
elevaron, sus poderosos propulsores manejando la gravedad extra.

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No volaron hacia la salida, el campo de fuerza aún estaba en su


lugar, sino hacia la puerta donde Cortez y los demás se agacharon. Se
dio cuenta de que los pilotos estaban acercando a sus hombres para que
pudieran entrar sin preocuparse de las trampas explosivas.

—Preparaos —ladró Cortez, disparando a una de las escotillas


abiertas cuando un darter se acercó y se volvió hacia ellos.

Sus rayos rebotaron en la armadura de los soldados, sin hacer


daño.

Uno de los hombres lanzó dos granadas abrelatas a través de la


escotilla del darter. Una pasó a través de los soldados y aterrizó dentro,
pero otra figura armada golpeó a la segunda con un rifle como si fuera
un bate de béisbol. Navegó directamente hacia la puerta.

Cortez saltó, golpeándola en el aire con su propio rifle. La metralla


de una abrelatas dolería aún más si se metía en la carne desnuda.
Afortunadamente, la granada rebotó, golpeando el morro del darter antes
de que explotara.

—Agachaos —ladró Cortez, inclinándose hacia atrás detrás de la


cubierta de la pared mientras la metralla volaba en un millón de
direcciones.

Los soldados blindados salieron de su escotilla, tratando de entrar


en el pasillo mientras los ciborgs estaban distraídos.

Cortez rugió y saltó, atrapando a un hombre alrededor de su


cintura acorazada. Se giró y lanzó a su enemigo contra la pared de atrás
con toda su fuerza. Jerick y los otros ciborgs se adelantaron para
enfrentarse a los otros soldados de la Flota.

Tan pronto como su adversario golpeó la pared trasera, Cortez lo


lanzó en otra dirección. El hombre trató de disparar mientras se

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balanceaba en el aire, pero Cortez le quitó su rifle de una patada antes


de soltarlo. Cuando soltó a su enemigo, el soldado de la Flota voló por el
pasillo, rebotando en la cubierta y en las paredes.

La armadura del hombre lo acolchaba, pero aun así tuvo que doler.
Se desplomó aturdido o inconsciente. O fingiendo.

Otro hombre agarró a Cortez por detrás, trabando los brazos


reforzados por la armadura a su alrededor. Cortez rugió y se inclinó hacia
adelante, tratando de lanzar a su asaltante sobre su hombro. Pero su
enemigo aguantó como una garrapata. Cayeron en una zambullida, y un
poderoso codo se clavó en el costado de Cortez. Se puso en pie y
retrocedió, golpeando a la garrapata humana contra la pared.

Pero no fue hasta que uno de los otros hombres, Jerick, golpeó al
soldado en su placa frontal que su agarre se aflojó. Jerick lo arrancó de
Cortez, lanzando el cuerpo hacia los otros ciborgs, ciborgs ansiosos de
entrar en la pelea. Cayeron sobre el soldado como hormigas
arrastrándose sobre un trozo de pan desechado.

—Gracias —ladró Cortez, girando para comprobar la entrada.

Otro darter había maniobrado en el lugar para vomitar más


hombres, pero su gente lo tenía todo cubierto. Dos de ellos saltaron
dentro de la nave antes de que los soldados pudieran salir.

Cortez se giró para revisar al hombre que había arrojado por el


corredor. El soldado había recuperado el equilibrio y estaba agachado,
con su rifle levantado para lo que sin duda sería un ataque furtivo. Cortez
se tensó, listo para saltar a un lado o disparar los rayos desde el aire si
podía

El hombre lo miró a los ojos, luego se dio la vuelta y huyó.

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—Mierda —gruñó Cortez, imaginándolo desapareciendo en las


instalaciones, encontrando y liberando al personal y causando todo tipo
de problemas—. Mantened a los soldados fuera —gritó a sus hombres, y
luego corrió tras la figura que escapaba.

La armadura del soldado le dio más velocidad de la habitual, pero


los implantes en los músculos de las piernas de Cortez también le dieron
gran velocidad. Además, tenía la ventaja de la altura. Bombeó sus brazos,
manteniendo su objetivo a la vista mientras corría por las esquinas y
giraba hacia… la estación de eliminación de aguas residuales.

El hombre no sabía a dónde iba. ¿No había estudiado un mapa


antes de infiltrarse en lo que se había convertido en una fortaleza
enemiga?

Cortez lo persiguió hasta la estación de eliminación, y las luces se


encendieron cuando entraron. Aunque sospechaba que su enemigo
simplemente había cometido un error, corriendo hacia un callejón sin
salida, redujo la velocidad y sacó su última granada abrelatas de su
cinturón. Podría ser una trampa.

El hombre se topó con un montón de máquinas, un callejón sin


salida. Al darse cuenta de que había cometido un error, se dio la vuelta
y disparó salvajemente hacia la puerta.

Cortez se lanzó a un lado mientras lanzaba la granada. La siguió


con su propio fuego, esperando mantener al hombre inmovilizado
mientras la abrelatas hacía su trabajo.

El soldado trató de saltar a un lado, pero su propio fuego golpeó la


granada en el aire. Explotó delante de él, destellando en blanco y llenando
la estación de humo.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Cortez se apresuró a ponerse detrás de algunos tanques de la sala.


Un par de piezas perforaron la parte trasera de su chaqueta tweed, y
apretó los dientes para no gritar. Afortunadamente, logró llegar detrás de
un tanque. Una cacofonía de ruidos sonó mientras el resto de la metralla
lo golpeaba y a las paredes. Hizo una mueca, imaginando que las aguas
residuales se filtraban después de que el ácido se comiera el tanque.

—Un problema del que preocuparse más tarde —susurró,


asomándose para disparar de nuevo.

Pero el soldado estaba en la cubierta, retorciéndose sobre su


espalda mientras la metralla cubierta de ácido atravesaba su armadura
y entraba en él. Cortez cambió de armas mientras corría hacia adelante,
cambiando su rifle por el aturdidor. Disparó, el rayo aturdidor atravesó
los agujeros de la armadura del soldado lo suficiente para frenar al
hombre. Dos disparos más y dejó de moverse.

Cortez, no queriendo dejar atrás a alguien que pudiera despertarse


y causar problemas, levantó al hombre sobre su hombro. Gruñó cuando
el gran peso, hecho más pesado por toda esa armadura, se posó sobre él,
pero aún podía salir corriendo de la habitación y regresar hacia su
equipo.

—Menos mal que seguiste la rutina del gimnasio —murmuró para


sí, corriendo de regreso por los pasillos, con el peso muerto golpeando su
hombro. Rezó para que sus hombres no hubieran sido invadidos.

Una oleada de orgullo lo llenó cuando la zona de batalla volvió a la


vista. Su gente todavía aguantaba esa puerta, y dos darters más estaban
abajo, más allá de las ventanas, con columnas de humo que salían de
sus compartimentos de motor. Los soldados acorazados que habían
saltado dentro del corredor también habían caído.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

¿Muertos o aturdidos? Cortez había dado a su gente la orden de


paralizar, no de matar, pero aún no podía saber si habían sido capaces
de cumplirla. No podía culpar a sus hombres por hacer lo que fuera
necesario para mantenerse vivos, pero también sabía que los hombres
muertos significarían la sentencia de muerte para él. No había ninguna
posibilidad de volver a su antigua vida ahora.

Apretó los dientes cuando se reunió con los hombres, golpeando a


un par de ellos en los hombros. No tenía intención de volver a ella de
todos modos.

Al otro lado de la puerta, Jerick se levantó de la cubierta, con el


pecho desnudo manchado de sangre y hollín, y las manos desnudas
apretadas en puños. Había perdido su arma en algún lugar, pero no
parecía que la hubiera necesitado. Dos soldados armados yacían
inmóviles a sus pies. Estaba en posición de lucha y miró a su alrededor
para ver si había más.

La muñeca de Cortez sonó, casi no lo oye por el continuo ruido de


los rifles disparando.

—Informe —ladró, agachándose debajo de una de las ventanas,


dejando que los hombres que habían tomado el control de la puerta
continuaran haciéndolo.

—Tenías razón, señor —dijo Pip—. Se trata de una distracción. Tek


Tek está conectado con el ordenador central ahora mismo, o nos lo
habríamos perdido. Hay una especie de perforadora de túneles que se
está abriendo paso a través de la roca, haciendo su propia puerta.

—¿Localización?

—Transmitiéndola.

121
Ruby Lionsdrake Desencadenado

La ubicación se mostró en su ordenador de muñeca. Varios niveles


arriba, cerca del C&C. Si la barrenadora entraba y era lo suficientemente
grande para abrir el camino a los hombres con armadura, podrían
obtener el control de toda la estación desde allí. Los rehenes también
estaban encerrados en ese nivel.

Miró a sus hombres, notando las heridas y debatiendo cuántos


podría llevarse para lidiar con la barrenadora. No podía llevarse a
muchos, ya que tenían problemas para detener el flujo de los equipos de
ataque.

—Necesito un hombre —gritó sobre el ruido—. Tenemos un robot


perforando arriba.

Varios hombres miraron hacia él, levantando sus armas, pero


Jerick recogió un rifle y se colocó el primero a su lado.

—Lo tienes —dijo, con ojos feroces.

—Bien. —Le dio una palmada en la espalda—. Driggs, tú estás al


cargo aquí. Mantén esa puerta.

—¡Sí, señor!

Mientras Cortez corría hacia el pozo de acceso, con Jerick justo


detrás de él, esperaba que tuvieran suficiente poder para lidiar con la
máquina por su cuenta.

*****

Las rimas aceleradas de “Someone Moved the Stars of Home10” del


Soldado Desconocido sonaban mientras Skylar trabajaba, la canción
ayudaba a ahogar las explosiones que seguían asaltando al asteroide.

10
Someone Moved the Stars of Home: Alguien movió las estrellas del hogar.

122
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Hasta ahora, no se habían disparado alarmas que informaran a todos


que la instalación estaba siendo violada, así que tal vez solo eran disparos
de advertencia, pero sin embargo distraían.

Después de unos minutos, o tal vez horas, se retiró el pelo de los


ojos y se reclinó en el escritorio de la enfermería, mirando su trabajo. Seis
grandes frascos estaban listos para ser lanzados, para noquear a sus
enemigos. El líquido se volvería gaseoso al entrar en contacto con el aire,
así que sería necesario romper el vidrio. No era un método de distribución
ordenado, pero tuvo suerte de encontrar viales en un rincón de la
enfermería que pasaba como un muy pobre laboratorio.

Si ella y Keiko podían encontrar máscaras antigás, podían ir en


persona a la bahía de transbordadores donde los ciborgs se habían
reunido para luchar. Entonces podrían arrojar los frascos a sus pies. Eso
aseguraría que el gas no fuera demasiado débil para cuando llegara a sus
narices.

Skylar imaginó a los soldados de la Flota, hombres que asaltaban


el asteroide con armadura de combate y suministros de oxígeno
independiente, pisoteando y capturando a los ciborgs dormidos. Eso
acabaría con todo esto.

¿Y luego qué? ¿Matarían a todos los ciborgs por su amotinamiento?


¿Cortez sería encerrado aquí en una de las celdas? Ese fin parecía
inevitable para él si perdía esta apuesta.

¿Y Skylar estaría atrapada aquí durante los seis meses de su


misión de investigación, teniendo que pasar por su celda todos los días y
mirarlo a los ojos? ¿O sería demasiado cobarde para mirarle a los ojos?
¿Miraría a la cubierta y evitaría mirar en su dirección?

No podía imaginarse caminando detrás de Cortez, tirando el frasco


al suelo, y viendo como él y sus hombres se desmayaban. Era mejor usar

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

el sistema de ventilación. Odiaba la idea de hacer eso, pero si no lo hacía,


¿no estaría traicionando los edictos de la ley colonial? ¿A toda la sociedad
civilizada? ¿Y si se corriera la voz de que se había echado a un lado y
dejado que los ciborgs ganaran cuando podía haberlos detenido? ¿Qué
pensarían sus colegas? ¿Sus padres? Su hermana nunca habría dudado
en esta situación. Siempre habría hecho lo que se esperaba de ella.

Se volvió al ordenador de Branigan y husmeó por ahí. Esperaba


contraseñas y escáneres de retina, pero quizás él no creía que nadie
intentaría acceder a la red del asteroide a través de su estación.
Descubrió que podía entrar en los programas que controlaban la
infraestructura de la estación sin problemas. También podría haber
apagado todas las luces de la prisión, pero, ¿de qué serviría? Además de
alertar a los ciborgs de que alguien se estaba metiendo con las cosas.

Localizó los controles del sistema de ventilación. Los ventiladores y


filtros tenían un diseño más intrincado de lo que hubiera esperado, casi
como si los arquitectos hubieran anticipado la necesidad de hacer
exactamente lo que había estado planeando, lanzar gas a los presos, o a
partes específicas de la prisión, si hubiera una fuga. Quizás lo hicieron.
Si ella y Keiko hubieran subido a la armería o a un almacén de productos
químicos en algún lugar, tal vez hubieran encontrado el equivalente al
brebaje que Skylar había pasado horas haciendo.

—Ahí —susurró, moviendo los dedos en el aire para mostrar un


mapa holográfico del sistema de ventilación. Programó una ruta y ordenó
que algunos de los ventiladores se encendieran para que llevaran su gas
a la bahía de lanzaderas. Y al pasillo de fuera de la bahía de
transbordadores. Antes, había accedido a las cámaras de la prisión, y
sabía que ahí era donde la mayoría de los ciborgs estaban manteniendo
su posición.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Sería más fácil de lo que esperaba distribuir su gas a través de los


conductos de ventilación hacia ellos. La enfermería estaba al mismo nivel
que la bahía de transbordadores. No necesitaría ir a un área de
distribución central, y no necesitaría subir y mirar a los ojos de los
ciborgs para gasearlos.

Skylar se hundió de nuevo en la silla y apoyó su barbilla en su


puño. Miró los frascos, vio el mapa de ventilación flotante y deliberó. Si
no hacía nada, sería una traición a la ley colonial, no hacer nada para
prevenir un crimen cuando podría haberlo hecho. Si enviaba el gas, sería
una traición a Cortez y sus camaradas, hombres que lucharon y
arriesgaron sus vidas para que la humanidad pudiera ser libre.

Cerró los ojos. Aunque la convirtieran en una heroína en casa, al


menos por un tiempo, e incluso si eso incitaba a sus padres a
comunicarse con ella para charlar, no creía que pudiera hacerlo. Esos
ciborgs, esos seres humanos, merecían lo que Cortez estaba pidiendo. No
estaba pidiendo un mundo. Solo pedía una nave. Y ofreciendo eliminar
un problema. Lo que él quería hacer podría ayudar a la humanidad.

Asumiendo que no estuviera mintiendo. Frunció el ceño, al darse


cuenta de que no podía saberlo realmente. Y aun así, confiaba en que él
estaba diciendo la verdad, como había confiado en él antes.

Los segundos pasaban y ella no hacía nada.

Las puertas se abrieron de golpe, y Keiko entró. Skylar se puso de


pie de un salto y se colocó delante del mapa para que Keiko no supiera
que había descubierto una forma de hacer exactamente lo que habían
discutido.

El lejano sonido de los disparos flotó a la enfermería, un


recordatorio de que no estaban lejos de la bahía de transbordadores, que
no sería difícil enviar el gas allí.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Todavía está despejado ahí fuera, pero definitivamente hay


algunos combates fuertes en marcha —informó Keiko. Había estado
vigilando mientras Skylar trabajaba, a veces desde el interior de la
enfermería y a veces desde el pasillo de fuera.

—¿Alguna idea de quién está ganando? —Skylar podría haber


sacado las cámaras internas de nuevo en el ordenador de Branigan, pero
si Cortez y sus hombres estaban siendo golpeados, no quería verlo. Y si
los soldados de la Flota estaban siendo destrozados por ciborgs
sobrehumanos, tampoco quería ver eso. Tal vez era una tonta por no
esparcir el gas y poner fin a la batalla que se estaba liberando allí.

—No —dijo Keiko—. No me atreví a mirar. Si los ciborgs me ven


vagando por aquí, nos encerrarán de nuevo. —Señaló hacia el área de
oficina—. Me alegro de que hayas bajado ese holograma del cerebro medio
disecado. —Su mirada se dirigió al escritorio—. ¿Algún progreso?

Skylar se dio cuenta de que debería haber estado de pie frente a la


fila de los viales colocados y acabados en lugar que del diagrama del
sistema de ventilación.

—Sí.

Keiko vino a mirar más de cerca, y no pensó que podía mentir sobre
que los viales estuvieran listos, no cuando ya había guardado las
herramientas y compuestos que había usado.

—Bueno. ¿Qué tenemos que hacer?

—No creo que haya ninguna manera de que podamos tirar los
frascos al sistema de ventilación y esperar a tener suerte —dijo Skylar,
sintiéndose fatal por haber mentido y esperando que Keiko no se diera
cuenta por lo mal que lo estaba haciendo—. Lo que podemos hacer es
acercarnos sigilosamente detrás de los ciborgs y arrojar los viales a sus

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

pies. Deben ser lo suficientemente frágiles como para romperse cuando


golpean el suelo. Pero vamos a necesitar máscaras de gas, o también nos
dejaremos a nosotras inconscientes. Tal vez eso no sería gran cosa, ya
que los soldados de la Flota están con sus armaduras y no se verán
afectados, pero prefiero no estar babeando en el suelo cuando entren. Si
una de esas botas blindadas te pisase el brazo, te rompería los huesos.

Keiko resopló.

—Sí, mi voto es permanecer consciente. Máscaras de gas, ¿eh? —


Miró alrededor de la enfermería, hacia los armarios en las paredes—. ¿Ya
has mirado aquí?

—Sí. —Esta vez, no tuvo que mentir. Había revisado todos los
armarios cuando buscó los ingredientes y no había visto máscaras de
gas.

—Hmm. —Keiko volvió a mirar alrededor de la enfermería y


chasqueó los dedos—. Los trajes espaciales funcionarían, ¿verdad? Hay
algunos en el transbordador. ¿Recuerdas cuando los ciborgs sacaron
algunos de los casilleros para hacer espacio para meternos dentro?

—¿El transbordador en la bahía de transbordadores en medio de


una batalla, ahora mismo?

Skylar esperaba que Keiko no se diera cuenta de que estaba


intentado retrasar las cosas. Hasta ahora, sus argumentos habían sido
racionales. La única deshonestidad era decir que necesitaban máscaras
en primer lugar.

—Ah, claro —dijo Keiko—. Pero estoy segura de que el asteroide


necesita reparaciones exteriores de vez en cuando. Debe haber trajes
espaciales por ahí. Encuentra algo para empacar esos frascos para que

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

no se rompan por accidente. Intentaré encontrar un par de trajes


mientras los ciborgs están ocupados luchando fuera.

Keiko se apresuró a salir al pasillo sin esperar una respuesta.

Skylar respiró lentamente, mirando el mapa del sistema de


ventilación de nuevo. Lo dejó y el programa ventilador que había creado
por si algo cambiaba y necesitaba acceder a ellos rápidamente, pero
también volvió a levantar las grabaciones de las cámaras.

Cuando abrió la del pasillo fuera de la bahía del transbordador, se


produjo una explosión.

Skylar aplastó las manos sobre los viales para evitar que cayeran
del escritorio. Incluso en la enfermería el suelo tembló y los armarios se
abrieron.

En la pantalla, la pared trasera de la bahía de transbordadores


había explotado, arrojando escombros en todas las direcciones. Los
ciborgs que habían estado agachados allí fueron lanzados hacia atrás,
enterrándolos entre escombros.

Skylar buscó a Cortez y Jerick pero no los vio. ¿Podrían haber


muerto ya? ¿O capturados?

Aunque debería haber querido eso, debería haber querido que los
ciborgs fueran derrotados y que su libertad y seguridad volvieran, un
nudo de preocupación le oprimió el estómago. No quería que nadie
perdiera esta batalla. Quería que los ciborgs vivieran y que también
encontraran la libertad.

Colgó la cabeza, temiendo que eso nunca pudiera suceder.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Capítulo Nueve
Un débil estruendo y rechinar de piedra sólida emanó de detrás de
una pared cuando Jerick y Cortez salieron del ascensor en el último piso
de la instalación del asteroide. No parecía que la perforadora de túneles
se abriría paso en los próximos segundos, pero definitivamente no faltaba
mucho.

—Por aquí —dijo Cortez, tomando la delantera.

Jerick le dejó hacerlo. No estaban lejos de C&C, pero eso era todo
lo que Jerick sabía. A pesar de haber vivido en Antioch durante dos años,
nunca había visto un plano del lugar y no sabía a qué profundidad de la
superficie del asteroide estaban. ¿A qué distancia perforaría esta
máquina excavadora de túneles? ¿Y había un equipo de ataque de
hombres en trajes espaciales que la seguían?

Cortez corrió por un pasillo vacío, mirando por una ventana en el


camino.

—Mierda, eso va a ser un problema si se abre paso en este nivel.

Jerick se estremeció cuando pasó la ventana y vio a la gente atada


dentro. Así que ahí fue donde el equipo de Cortez había escondido al
personal. Reconoció a la mayoría de ellos, incluyendo al malhumorado
guardia Stavis. Si el piso no hubiera estado temblando por la cercanía de
la barrenadora, habría estado tentado a desviarse a la habitación para
atormentarlo, o al menos pavonearse delante de él. Se preguntaba por
qué Cortez no había ordenado que los metieran a todos en una celda. Tal
vez pensó que la Flota querría ver a los rehenes o que algunos de ellos
podrían ser útiles para responder a preguntas sobre las operaciones.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Cortez se detuvo, pasando su mano por la pared exterior. Jerick


deseaba tener una mayor cantidad de armas. Alguien le había arrojado
un rifle de pastech y había logrado retenerlo durante la caótica batalla de
abajo, pero no sabía lo bien que funcionaría en un enorme robot. Un
lanzagranadas sería preferible. Echó un vistazo al cinturón de Cortez.
Tenía un aturdidor además de su rifle, pero eso era todo. Antes, había
tenido granadas abrelatas allí, pero parecía que se le habían acabado. En
un momento inoportuno.

Cuando Cortez se detuvo, pareció inseguro. Era obvio que el


barrenador vendría a través de la pared exterior, pero incluso con su
avanzada audición ciborg, Jerick no podía decir la ubicación exacta,
tampoco. Podrían haber estado justo delante del lugar o a veinte metros
de distancia. Una puerta marcada como “Aseo” estaba en la pared
interior, pero la exterior no contenía nada.

—¿Creemos que se necesitará usar la cabeza cuando llegue? —


preguntó Jerick.

Haciendo caso omiso, Cortez se asomó por el pasillo. Mirando


dónde estaban las puertas blindadas, Jerick supuso. Esas se bajarían
automáticamente si la estación fuera atravesada.

Cortez levantó su muñeca.

—¿Tek Tek? ¿Tienes un minuto?

Jerick recordó que el ex Teniente no había estado en la gran batalla


en la bahía de transbordadores.

—Estoy aquí, señor —dijo Tek Tek en el comunicador—. ¿Sigues


en el hangar de transbordadores?

—No, tenemos una perforadora de túneles en camino. ¿Por qué lo


preguntas?

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Oí que los soldados activaron una bomba, y nuestra gente está
excavando.

Cortez frunció el ceño.

—Los revisaré tan pronto como nos ocupemos de esto. ¿Dónde


estáis? Necesito ayuda, y necesito mucha.

—Estoy aquí para ti, señor —dijo Tek Tek, sin hacer ninguna de las
docenas de bromas que se le ocurrieron a Jerick con el comentario de
Cortez.

—Solo tenemos unos minutos antes de que esto se abra paso.


Pasamos las puertas blindadas, y supongo que la instalación descubrirá
pronto cómo ocuparse de una brecha por sí misma, pero si tienes tiempo
para verificarlo, te lo agradecería. ¿Recuerdas dónde Pip encerró a
nuestros prisioneros? Todavía están allí. Necesito que alguien compruebe
si van a estar a salvo si esta parte de la estación pierde la atmósfera. Si
no, hay que moverlos. Llamaré a Pip para que se encargue de eso. Jerick
y yo vamos a tomar algunos trajes espaciales, y luego nos quedaremos
aquí y esperaremos poder destruir lo que pase.

—¿Trajes espaciales? —preguntó Jerick—. ¿No crees que tu tweed


será suficiente en la atmósfera cero?

—Ja, ja. —Cortez sacó una daga, se cortó la mano y trazó una X
con la sangre en la pared.

—Algunas personas usan bolígrafos.

—Mi traje no vino con uno.

—Una lástima, considerando lo mucho que probablemente costó.


Si te hace sentir mejor, mi pijama naranja tampoco vino con uno.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Cortez sacudió la cabeza hacia C&C y corrió en esa dirección. El


personal de la prisión los vio pasar corriendo otra vez, con los ojos muy
ampliados. Tenían que estar preguntándose de que iba ese temblor. Era
aún más ominoso que las cargas que el Estrella Negra seguía detonando
fuera del asteroide.

—En caso de que no sobrevivamos a esto —gritó Jerick mientras


corría tras Cortez—, fue bueno trabajar contigo de nuevo, señor.

Cortez miró hacia atrás por encima de su hombro.

—Me alegra oírlo, pero es demasiado pronto para que pienses que
vamos a fracasar.

—Tu sangre está en la pared.

—Solo porque mi traje no venía con un bolígrafo.

Las puertas del C&C estaban atascadas y encontraron a Tek Tek


dentro. Cortez corrió a un armario en la parte de atrás, abrió la puerta
de un tirón, y se metió a través de los trajes espaciales. Los había visto
antes o había memorizado un mapa de las instalaciones y sabía la
ubicación de todos los trajes espaciales mucho antes de llegar. Jerick
recordaba su habilidad para planificar con antelación cada contingencia
y no se sorprendería que fuera lo último.

Cortez le lanzó un traje que parecía lo suficientemente grande para


él.

—Ojalá tuviera una armadura de combate en su lugar —dijo Jerick


con nostalgia.

—Alégrate de no tener que andar por ahí con esos pantalones


naranja neón nunca más.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—No estoy seguro de que esto sea una mejora. —Palmeó los
voluminosos traseros mientras intentaba meter sus musculosos muslos
en ellos… los trajes no habían sido diseñados con el tamaño de un ciborg
en mente.

Cortez le lanzó un casco.

—No te olvides de agarrar un tanque. No espero que esto tome


mucho tiempo, pero es posible que queramos respirar mientras luchamos
contra el barrenador.

—Disfruto respirando.

—Preguntaste por los prisioneros, señor —dijo Tek Tek—. En su


ubicación actual, estarán bien cuando las puertas blindadas bajen para
contener la brecha. Pero si algo sucede a la puerta más cercana, entonces
estarán en problemas.

—Está bien —dijo Cortez—. Intentaremos detener a la máquina,


para evitar que dañe más a la instalación, pero que Pip o Driggs suban
lo antes posible para ayudar. Quiero que los bajen a una de las celdas. A
un lugar seguro.

—Sí, señor.

—¿Cuánto tiempo tenemos? —preguntó Jerick, luchando para


ponerse el traje ajustado.

—Es difícil de decir —dijo Tek Tek—. El barrenador robótico está


bien protegido y ha sido difícil localizarlo con estas escasas excusas de
sensores, pero ahora veo por dónde va a pasar. No detecto ningún signo
de vida junto a él… no hay hombres en trajes espaciales que vayan
detrás.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—¿No hay equipo de ataque? —preguntó Jerick—. ¿Qué sentido


tiene que se abra paso entonces?

—Podría estar programado para que cause tantos estragos como


sea posible —dijo Tek Tek.

—Eso no suena a Falconer —dijo Cortez—. Ni tampoco como las


órdenes que habría recibido de arriba. El gobierno querría su prisión con
el menor número de agujeros posible.

—Solo sé que llegará pronto —dijo Tek Tek—. Si queréis estar allí
para ello…

—Sí, vamos. —Cortez ya se había puesto su traje, y ahora se colocó


el casco en la cabeza y activó los sellos.

Jerick se apresuró a ponerse su propio equipo. Su traje estaba


demasiado apretado en la entrepierna y en los hombros. Esperaba no
estar atrapado en él por mucho tiempo.

Cuando estuvo vestido, él y Cortez revisaron los trajes del otro


como lo habían hecho docenas de veces en el pasado, tal vez cientos de
veces, antes de entrar en combate. Había sido una armadura entonces,
no estos endebles trajes espaciales, pero el propósito había sido el mismo.
Debían asegurarse de que todo estuviera unido y sellado, por lo que
serían herméticos en caso de que terminaran en un entorno de atmósfera
cero.

—Si hay alguna parte del barrenador que no sea destruida, traedla
de vuelta para que la mire —gritó Tek Tek mientras Jerick y Cortez se
dirigían a la puerta—. He extrañado ver la última tecnología militar.

—¿La última tecnología de vacío no fue lo suficientemente


emocionante? —preguntó Jerick.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—No hacía que las cosas explotaran muy a menudo. Eso fue
decepcionante.

Jerick le hizo un gesto de reconocimiento pero no volvió a


responder. Cortez ya estaba apresurándose por el pasillo, y tenía que
apurarse para alcanzarlo.

Una alarma comenzó a sonar, y las luces del corredor parpadearon


en naranja. Una advertencia diferente a la que había empezado a sonar
cuando llegó el equipo de Cortez. Esos lamentos eran más estridentes,
más insistentes.

—Una brecha en la estación es inminente —anunció una voz


computarizada—. Despejen el Nivel 1D. Procedimientos de contención
están en vigor.

Jerick vio esos procedimientos por sí mismo, un panel de control


en una puerta blindada delante de él parpadeando. Corrió, dándose
cuenta que la puerta se derrumbaría para sellar el pasillo. Cortez ya
estaba corriendo por debajo de ella.

Mientras la puerta bajaba del techo, Jerick escupió:

—¡Mierda!

Dio tres grandes pasos y se tiró en plancha, sabiendo que el traje


no le protegería de nada más grande que pequeños trozos de basura
espacial. Esa puerta calificaba como mucho más.

Jerick atravesó el hueco un segundo antes de que la puerta cayera


completamente. Sonó un silbido cuando se activó el sello.

—¿Ya estás tratando de hacerlo dramático? —preguntó Cortez


mientras Jerick se ponía de pie.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Sabía que estarías devastado si tuvieras que luchar contra un


robot perforador gigante solo, señor.

—¿Quién no lo estaría?

Un crujido vino de delante de ellos, seguido de un gran silbido


mientras el aire era succionado por el pasillo. Jerick activó las botas
magnéticas del traje, abrió las piernas para sujetarse, no habría corriente
de aire por mucho tiempo, y clavó la culata del rifle en el hombro.

La pared se desmoronó a la altura de la cabeza y apareció la punta


de un taladro giratorio. Un enorme taladro giratorio.

Jerick aguantó el disparar. No sabía cuánta inteligencia estaba


programada en la máquina, pero podría retroceder si disparaban
prematuramente. Quería destruirla para asegurarse de que no pudiera
irse e intentar perforar la instalación desde otro lugar.

Cortez también esperó, una figura inmóvil a su lado. Más del


taladro apareció a la vista, y entonces, con una explosión de velocidad, la
cabeza entera apareció, impulsada por su corpulento cuerpo de máquina.

Jerick abrió fuego cuando intentaba girar hacia el pasillo, el taladro


abrió un enorme agujero en la pared opuesta. Sus rayos de plastech
quemaron sobre la enorme máquina, pero no penetraron por sus lados
blindados. Sabía que tenía suerte de haber agarrado un arma que
funcionara sin oxígeno ni calor, ya que la pantalla de su casco mostraba
que la atmósfera había desaparecido y la temperatura había bajado ya
más de treinta y cinco grados, pero él y Cortez iban a tener un infierno
de tiempo para detener a esta cosa.

—Intenta con una explosión sostenida —dijo Cortez, manteniendo


presionado el gatillo de su propio rifle.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

El barrenador se giró completamente hacia ellos, llenando por


completo el pasillo y dejando solo a la vista la broca gigante, una broca
que había sido diseñada para atravesar la sustancias más duras
conocidas por el hombre. Sus armas no harían nada más que dejar
marcas de quemaduras en el metal que zumbaba.

—No sirve de nada, señor. Necesitamos rodearlo, encontrar un


punto más vulnerable.

—De acuerdo. —Cortez miró hacia atrás—. Y tendremos que


hacerlo pronto. Se dirige hacia esta puerta blindada.

Jerick hizo una mueca, recordando las palabras de Tek Tek sobre
los prisioneros, que solo estarían a salvo mientras esa puerta no estuviera
comprometida. ¿Los otros ya habían tenido tiempo de mover al personal?

El barrenador rodó inexorablemente hacia delante, obligando a


Jerick y a Cortez a retroceder cada vez más.

—No hay espacio para pasar por los lados. —Cortez hizo un gesto
a la brecha de menos de treinta centímetros a cada lado, y luego bajó su
arma en su correa. Le envió a Jerick una mirada sombría, y luego corrió
directo a la broca que zumbaba.

Jerick comprendió lo que Cortez proponía hacer, pero se le encogió


el estómago ante la idea de que calculara mal, de que el taladro giratorio
desgarrara su traje y su cuerpo.

Justo antes de que el taladro lo alcanzara, Cortez saltó en el aire,


con los brazos y piernas extendidos como un buzo que se tira de una
tabla. Sus poderosas piernas lo empujaron hacia arriba y por encima de
la broca, a través de un hueco de sesenta centímetros entre la parte
superior de la máquina y el techo. Desapareció de la vista.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Jerick dejó de disparar, no queriendo que ninguno de sus rayos


rebotara y golpeara a Cortez.

El taladro siguió avanzando, forzándolo a seguir retrocediendo.


Otra mirada sobre su hombro reveló la puerta blindada a menos de tres
metros por detrás de él. Maldita sea, el taladro la atravesaría fácilmente,
lo que obligaría a la estación a sellar más pasillos para mantener la
atmósfera en el resto de la instalación. Podría intentar sellar todo el nivel,
con Tek Tek y los demás atrapados dentro sin trajes puestos.

—Voy por ti, señor —dijo Jerick.

Lo único que podía hacer era replicar el salto de Cortez sobre la


máquina y esperar poder ayudar desde allí. No podía hacer nada desde
su lugar actual.

Al darse cuenta de que no podía escuchar a Cortez disparar o el


chirrido de la máquina debido a la falta de atmósfera, activó el
comunicador en el traje y repitió las palabras. Lo último que quería era
arrojarse a la línea de fuego de Cortez.

—Entendido —dijo Cortez—. Apresúrate.

Jerick corrió hacia delante, con el corazón martilleando en su


pecho al ver lo perfecta que tendría que ser su sincronización, y luego
saltó al aire.

Pasó por encima del taladro giratorio gigante, pero su estómago


rozó la parte superior de la máquina. Temiendo que algo fuera cortado,
se sacudió en el aire. Su casco golpeó contra el techo, y cayó sin gracia
sobre la parte superior de la máquina taladradora por detrás.

—Suave —dijo Cortez, agachado cerca, también en la parte


superior de la máquina.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Había encontrado un lugar para cortar la armadura y estaba


cavando en una caja de control. Mientras Jerick se recuperaba, poniendo
sus pies por debajo de él y agachándose, su casco justo por debajo del
techo, Cortez gruñó y arrancó algo. Tiró una caja plateada con cables que
sobresalían en el pasillo por detrás de él. Rebotó unas cuantas veces
antes de detenerse, uniéndose a otras piezas del equipo, tubos y gomas
por el suelo.

—Pensé que esa era la fuente de energía —gruñó, metiendo la mano


de nuevo en el interior del compartimento—. Esta cosa debe tener mil
sistemas de respaldo.

—No querrías que tu costosa máquina perforadora se rompa una


uña y se quede atascada en un asteroide. —Jerick levantó su rifle—.
Déjame.

Cortez se inclinó hacia atrás, levantando un brazo mientras Jerick


disparaba indiscriminadamente dentro de la abertura. No era tan
satisfactorio como hacerlo en la atmósfera, ya que no podía oír a su rifle
acertando cosas o ver el humo saliendo.

La inexorable marcha hacia adelante de la máquina se detuvo con


un tambaleo.

Al principio, Jerick pensó que había tenido éxito, pero luego se dio
cuenta que el taladro había llegado a la puerta blindada. Pequeños
fragmentos de metal volaron cuando la perforaba. Por muy ancha y sólida
que fuera esa puerta, inevitablemente caería ante el poderoso taladro.

Jerick dejó de disparar, incapaz de creer que aún no hubiera


destruido la máquina. Cortez gruñó, se lanzó al agujero de las tripas
fundidas, y arrancó más trozos, lanzándolos al pasillo por detrás de ellos.
A falta de mejores ideas, le disparó a la parte trasera del taladro,
esperando encontrar alguna debilidad en el pellejo blindado.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Un click-thud emanó de la máquina, no pudo oír el ruido, pero lo


sintió a través de sus botas.

El taladro dejó de girar.

—Lo logramos —dijo bruscamente.

Un panel se abrió en la parte trasera del taladro. Dos dispositivos


que parecían puercoespines voladores sin patas salieron flotando de
algún compartimento del interior.

Uno se alejó a toda velocidad por el pasillo en la dirección por donde


había salido el taladro. Se metió en el agujero que el taladro había creado,
como si fuera a huir hacia la nave de guerra.

El otro dron se volvió, girando hacia Jerick y Cortez. Un estrecho


agujero apareció a la vista, recordando a Jerick una saetera de un
antiguo castillo.

—Cuidado —ladró Cortez.

Disparó contra el dron con púas, luego dio un salto mortal debajo
de él y salió de la espalda del barrenador. Jerick saltó a un lado cuando
algo salió disparado de la rendija. Había esperado fuego plastech, pero
un proyectil de metal rebotó en la parte trasera del taladro.

Jerick se agachó en el suelo para evitar que el dron cayera en


picado hacia su casco.

Tan pronto como se quitó del medio, Cortez disparó al dispositivo


flotante. Se movía de un lado a otro, convirtiéndose en un blanco difícil
girando su hendidura hacia él de nuevo. Jerick no estaba seguro de lo
que estaba disparando, pero se veían similares a las antiguas estrellas
lanzadoras ninja.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Cortez le disparó a una de ellas mientras salía disparada del


orificio. Su rayo de plastech la derritió en el aire, y los restos deformados
cayeron al suelo. Era en realidad una estrella arrojadiza en miniatura,
los restos de una.

Jerick disparó directamente al dron. Se movía rápido, pero ahora


que tenía los pies firmemente plantados en el suelo, pudo rastrearlo, y
comenzó a anticipar sus salvajes movimientos. Aun así, tenía su propio
blindaje, y los rayos de plastech no fueron tan eficientes como esperaba.
El dron demostró ser casi impermeable al arma de energía. ¿Quizás un
arma normal de balas funcionaría? Había visto algunas en la estación.
Pero no, esas no se dispararían sin oxígeno.

—Detente —dijo Cortez, saludando a Jerick para que bajara su


arma.

Jerick lo hizo, pero tuvo que apartarse de inmediato mientras el


dron lanzaba más estrellas. Su hombro chocó contra la pared, y gruñó,
cayendo contra la parte trasera del barrenador. Empezó a girarse, para
asegurarse de que no estuviera en la línea de fuego de Cortez, aunque
probablemente Cortez tenía en mente algo más que disparar, pero el
barrenador se tambaleó hacia atrás.

Jerick no se lo esperaba, y gritó mientras le golpeaba, casi tirándolo


de rodillas. Intentó saltar hacia adelante, pero el dron estaba en camino,
su mortal hendidura estaba de nuevo frente a él. Se tambaleó hacia los
lados cuando el barrenador tomó velocidad, yendo marcha atrás. Lo
golpeó contra la pared. Trató de salir del camino, sabiendo que sería
aplastado si no había espacio.

Pero no fue lo suficientemente rápido. Una protuberancia en el lado


de la máquina golpeó sus costillas, y gritó. El hueso crujió, y el dolor le
recorrió el cuerpo. Dejó caer su arma, incapaz de pensar en nada excepto

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

en aplastarse contra la pared, esperando que hubiera espacio para que


la máquina pasara.

El barrenador continuó retrocediendo a toda velocidad.


Afortunadamente, había suficiente espacio para Jerick de lado, y no fue
completamente aplastado. Pasó más allá de él y se derrumbó en el suelo,
sintiendo como si lo hubiera atropellado un camión de cinco toneladas.

—Porque lo hiciste, tonto del culo —se dijo a sí mismo.

Todo su cuerpo palpitaba de dolor, pero se obligó a ponerse en pie,


temiendo que la batalla todavía no hubiera terminado.

Cortez aterrizó a su lado, arrojando algo al suelo. El cuerpo roto del


dron. Lo había destruido de alguna manera. Fuerza bruta, tal vez. Estaba
notablemente abollado a un lado.

Jerick miró fijamente al barrenador que se movía rápidamente.


Cortez disparó varias veces más mientras retrocedía hacia el agujero que
había creado. ¿Se había activado algún programa de recuperación? O tal
vez tenía órdenes de volver a su base cuando estaba dañado.

Cortez lo persiguió hasta el agujero en la pared y siguió disparando.


Sospechando que el esfuerzo no valía para nada, Jerick se dejó hundir
en el suelo otra vez. Su casco mostró todo tipo de advertencias sobre la
integridad de su traje espacial, y pudo sentir el frío que se filtraba en su
cuerpo.

—Hemos movido a los prisioneros, señor —dijo Tek Tek en el


comunicador.

Cortez gruñó, pero no respondió.

—Señor —dijo Jerick débilmente—. Necesito salir de aquí.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Tarde, se le ocurrió que les sería difícil hacerlo. Las puertas


blindadas no se abrirían mientras la instalación estuviera abierta y el
oxígeno no pudiera ser retenido en este pasillo. Y la instalación
permanecería abierta mientras hubiera un agujero gigante en el lateral
de la misma.

Cortez dejó de disparar después de que el barrenador quizás


hubiera desaparecido en el espacio, y lo miró.

—¿Crees que puedes llegar al punto de acceso de la esclusa de aire


exterior y cuatro niveles más abajo?

Jerick quería quejarse de la idea de moverse, pero fueron más las


alarmas que parpadeaban dentro de su casco las que le hicieron decir:

—No creo que tenga tiempo, señor.

No podía ver la cara de Cortez a través de la placa de su casco, pero


había una determinación en la postura de sus hombros de la que Jerick
sacó fuerzas. Luego se alejó de la vista, entrando en el túnel que la
perforadora había hecho.

—No me vas a dejar, ¿verdad? —preguntó con ligereza,


convirtiéndolo en una broma, pero el terror lo inundó con la idea de
quedarse solo para morir en este corredor.

Después de todas las batallas a las que habían sobrevivido,


después de todos los enemigos que habían matado, después de ser
liberado de esa mesa de metal helado minutos antes de recibir una
inyección letal… no podía morir aquí por ser pisoteado por un taladro de
gran tamaño. Era demasiado innoble para contemplarlo. Y la idea de
morir solo… Era extraño lo aterrador que parecía.

—Nunca —dijo Cortez en el comunicador.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Jerick se dio cuenta de que estaba haciendo algo en el túnel recién


perforado cuando pequeños fragmentos de roca salieron volando de él y
chocando contra la pared del pasillo. Miró fijamente el agujero, sin
comprender, pero un hilo de esperanza entró en su alma. Su cuerpo
palpitaba de dolor, y un débil silbido sonó en sus oído... el oxígeno
escapaba de su traje... pero aun así, esperaba.

Una nube de polvo, o era esa roca pulverizada, salió del túnel a
continuación. Cortez apareció a la vista en medio de ella.

—Tek Tek —dijo por el comunicador del casco—, he hecho todo lo


posible por sellar la brecha. Puede que no esté a la altura de los
estándares de la estación, pero, ¿puedes anular los protocolos de
seguridad y forzar la atmósfera a volver aquí? Tengo que sacar a Jerick.

Cortez alcanzó a Jerick y se inclinó. Parecía que tenía la intención


de levantarlo y cargarlo sobre su hombro. El orgullo se apoderó de Jerick.
No quería que lo cargaran.

Se agarró a la muñeca de Cortez, aceptando algo de ayuda, pero se


puso de pie. Sus costillas gritaban de dolor, y no pudo reprimir un jadeo.
La oscuridad invadió su visión. ¿Por el dolor o porque no estaba
recibiendo el suficiente oxígeno? No lo sabía.

—Trabajando en ello, señor —dijo Tek Tek y Jerick se desplomó


contra Cortez en señal de alivio—. Será temporal en el mejor de los casos,
así que prepárate para salir.

—Estaremos besando la puerta —dijo Cortez.

Caminó hacia esa puerta, con un agujero a medio perforar, con su


brazo alrededor de la cintura de Jerick. Jerick no pudo oponerse al
soporte. Dudaba que pudiera haber caminado sin él, pero al menos no lo
estaban llevando en brazos.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—¿Qué hiciste para cerrar esa brecha? —preguntó Jerick, aunque


le dolía al hablar y respirar.

—Disparé al túnel para dejar caer un montón de rocas. Fue difícil


sin la gravedad, pero logré completarlo, al menos por ahora.

—Bien. Espero que esa perforadora esté tan dañada que explote
antes de que vuelva a su nave.

—Yo también —dijo Cortez—. Por lo menos, necesitará extensas


reparaciones antes de que sea enviada de nuevo.

Sonó un bong, ¿anunciando que se estaba devolviendo la atmósfera


al área? Después de unos segundos más, la puerta se levantó.

Cortez y Jerick se abrieron paso a toda prisa, sin llegar muy lejos
antes de que se cerrara de golpe por detrás de ellos de nuevo.

—Gracias, señor —dijo Jerick—. Por todo.

—De nada. Vamos a conseguirte atención médica.

—No me opongo, señor. ¿Crees que nuestra linda doctora sabe qué
hacer con las costillas rotas?

—Por tu bien, eso espero.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Capítulo Diez
Skylar estaba contemplando el traje espacial que Keiko había
traído y cómo detener a su camarada cuando la puerta de la enfermería
se abrió detrás de ella. Se giró cuando el fuego de un aturdidor se disparó.
Keiko, que estaba en medio de cambiarse en su propio traje espacial, se
las había arreglado para armar su propio aturdidor, pero demasiado
tarde. Ella se desplomó sobre la cubierta. Ni siquiera había disparado.

Skylar levantó las manos, pensando en tirarse detrás del escritorio,


pero el dueño del aturdidor entró antes de que pudiera moverse.

Jerick bajó el arma. Estaba siendo apoyado por Cortez, y una


mueca de dolor marcaba su cara. Ambos llevaban rifles de plastech
además de aturdidores, y armas que Skylar ni siquiera podía nombrar
colgaban de las correas del torso de Cortez. También llevaban trajes
espaciales, con la parte superior desabrochada, y colgando abierta. Si
tenían cascos, los habían dejado en algún lugar.

—¿Cómo es que esa mujer sigue consiguiendo armas? —preguntó


Jerick, el dolor en su cara se reflejaba en su voz mientras fruncía el ceño
a la ahora inconsciente Keiko.

—Me preguntaba cómo es que ella sigue saliendo de las celdas y


armarios en que la metemos —añadió Cortez, ayudando a Jerick a entrar
en la enfermería. Vio a Skylar y añadió—: Ah.

¿Ah? ¿Pensaba que ella era la responsable de las fugas de la cárcel?


Técnicamente, lo había sido, pero dado lo torpe que había sido al agarrar
ese llavero electrónico, no se sentía particularmente inteligente ni
heroica.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Pensé que esa caída tuya no parecía natural —añadió Cortez,


sonriendo débilmente.

Al menos no parecía molesto con ella. Skylar bajó las manos


lentamente mientras la puerta se cerraba detrás de los hombres y no
parecía que nadie estuviera en camino. Cortez ayudó a Jerick a salir del
traje espacial, lo cual fue difícil ya que Jerick seguía agarrándose las
costillas y poniendo muecas.

—¿Necesitas ayuda? —Skylar tiró a un lado el traje espacial que


había estado sosteniendo, parecía que la prenda estaba de moda en este
momento, y asintió con la cabeza a Jerick—. Los cerebros son mi
especialidad, pero puedo realizar algunas cirugías básicas y primeros
auxilios.

No estaría cualificada para hacer nada más que una cirugía


cerebral en un hospital real, pero si el doctor Branigan estaba muerto,
tenía la sensación de que era lo más parecido a un experto médico por
aquí. Asumiendo que la gente de la Flota no estuviera dispuesta enviar a
cirujanos para ayudar a los ciborgs.

—A su cerebro le vendría bien un trabajo además de sus costillas


—dijo Cortez—. La gente con cerebros que funcionan no se lanzan frente
a robots de cinco toneladas.

—Arrancó mientras me apoyaba en él y corrió sobre mí. Te aseguro


que no hubo ningún lanzamiento por mi parte. —Jerick dirigió una
mirada a Skylar—. Mira, Doc. Solo necesito un par de analgésicos y estaré
listo para luchar otra vez.

—Pip nos avisará cuando sea el momento de volver a pelear.


Afortunadamente, no debería ser de inmediato, ya que Ahmed y los
demás lograron hacer retroceder a los equipos de ataque al espacio,
menos algunos darters. —Cortez sonrió, pero fue más bien una

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

aceptación sombría que una alegría—. El Capitán Falconer pasará al


menos seis horas en la sala de reuniones contemplando la pelusa de su
ombligo antes de intentar algo más. Nunca ha sido de los que se fían de
su instinto y actúan con rapidez. Recibirá informes de todos, desde el
control de armas hasta del equipo de aguas residuales de la nave.

Cortez se desvió hacia la cama más cercana, y Jerick permitió que


lo bajaran.

—¿Soy el único aquí? —Jerick echó un vistazo a la fila de camas


vacías en su otro lado.

—La mayoría de los hombres no se destacaron en el campo abierto


para luchar —dijo Cortez, agitando a Skylar—. Disparaban al enemigo
desde detrás de la cobertura cuando podían.

—La aburrida máquina no nos permitió encontrar un refugio.


Tienes suerte de no haber sido atropellado por ese taladro también. Hubo
un par de veces en las que estuve seguro de que te iba a aplastar. Te
miraba a las coderas como si fueran objetivos en un campo de tiro con
arco.

Skylar tomó un escáner médico, un extractor de energía y un rayo


tejedor, adivinando que podría necesitar sacar balas o metralla además
de curar las costillas. También tomó sedantes, analgésicos y un inyector
de chorro en el camino, y luego se unió a los hombres, haciendo un gesto
a Jerick para que le mostrara la herida. Aparte de cuando disparó el
aturdidor a Keiko, la había estado cubriendo con su brazo.

Él obedeció, y ella hizo una mueca por el tamaño del hematoma, y


la piel oscura y moteada. Parecían unas muy probables costillas rotas. Y
tal vez daño en los órganos internos.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—¿Puedes sacar a vuestra futuro piloto de la cubierta, por favor?


—le preguntó Skylar a Cortez, mirando a Keiko.

—¿Futura piloto? ¿Ha cambiado de opinión sobre ayudarnos?

—No que yo sepa, pero estoy siendo optimista en vuestro nombre.


Además, es posible que se sienta más amable contigo si se despierta en
una cama en vez de en el suelo.

—Tal vez tenga amnesia y podría decirle que lo hizo uno de los
soldados de la Flota.

—¿No le dirías la verdad? —Cortez se veía desaliñado con el pelo


sobresaliendo en todas las direcciones, con hollín en una mejilla y marcas
de carbonilla en todo su traje, pero sonrió.

—¿Incluso cuando vio quién le disparó? —Cortez chasqueó los


dedos hacia Jerick mientras se movía para levantar a Keiko de la
cubierta.

—No lo he decidido todavía. —Skylar deslizó un analgésico en el


inyector de chorro, notando cómo Cortez la miraba, como una pantera
mientras lo presionaba contra el hombro desnudo de Jerick—. ¿También
quieres un sedante? —le preguntó.

—Absolutamente no —dijo Cortez.

—A los profesores no se les permite tomar drogas —le informó


Jerick—. No pueden ser una mala influencia para los estudiantes, ya
sabes.

Skylar le pasó el escáner por la piel moteada.

—Tienes varias costillas rotas, un pulmón perforado y hay heridas


contusas en el bazo. No puedo creer que estés hablando.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—¿Los bazos son importantes para eso? —Él sonrió. Era


claramente una sonrisa de dolor, pero una sonrisa, sin embargo.

—Los pulmones lo son. —Estuvo tentada a abofetearlo, pero sus


recuerdos de los modales apropiados no estaban tan oxidados—. Usas el
aire para hablar.

—Huh.

Sacudiendo la cabeza, Skylar introdujo instrucciones en el rayo


tejedor y lo apoyó contra sus costillas.

—No he visto ningún nanobot aquí todavía, pero esto será capaz de
curar tus costillas rotas y órganos dañados. Los moratones persistirán,
pero no deberían disuadirte demasiado. Una vez que no haya un
fragmento de costilla metido en tu pulmón, te sentirás mucho mejor.

—Y podré volver a la batalla —dijo Jerick, lanzando a Cortez una


mirada de preocupación, como si temiera que su Comandante lo
encerrara en una enfermería y no le permitiera lanzarse delante de otro
robot.

—Absolutamente —dijo Skylar—. No hay forma de que salgas de la


defensa de la prisión.

Después de asegurarse de que Keiko estaba en una posición


cómoda en la cama, Cortez se giró hacia Jerick, de pie al otro lado de la
cama.

—Bien. —Jerick permitió que su cabeza se desplomara sobre la


almohada—. No me mantuve en plena forma física durante mis años aquí
para nada. —Apoyó una mano en sus admirables músculos pectorales—
. No es fácil mantener este tipo de masa cuando estás encerrado en una
caja. —Movió las cejas hacia Skylar mientras hablaba—. Incluso para un
ciborg.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Tu masa… uh, ambas masas son impresionantes —Skylar hizo


un gesto para incluir a Cortez—, asumiendo que ya no estáis tomando
los cócteles de hormonas de crecimiento que os daban los militares y que
simplemente tenéis implantes.

—No hay cócteles. No te dejan beber en la cárcel. —Jerick sonrió


perezosamente a Cortez—. A ella le gusta mi masa.

—Claramente una mujer de gusto impecable.

—Definitivamente. Deberías recitarle algo de poesía.

—¿Sobre tu masa?

—¿Tienes alguna? —Jerick parecía extrañamente esperanzado.


Quizás el analgésico le había hecho efecto y lo estaba volviendo loco.

—Podría ser capaz de pensar en un Limerick11 sobre la marcha —


dijo Cortez.

—Los hombres siempre dijeron que tenías súperpoderes.

Cortez gruñó.

Jerick cerró los ojos, asintiendo ligeramente con la cabeza a


“Someone Moved the Stars of Home”. Alguien había cargado el álbum
completo en el ordenador y había vuelto a esa canción. Skylar no podía
adivinar quién lo había hecho. Por lo poco que sabía del doctor Branigan,
era difícil imaginarlo como un fanático. Aunque las canciones de El
soldado desconocido no trataban específicamente de ciborgs, tenían
mucho que decir sobre los veteranos, lo dura que había sido la guerra, y
que el hecho de que la guerra terminara era aún más duro.

11 Limerick: Un poema humorístico de cinco cinco versos.

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Cortez se quitó el resto del traje espacial.

Skylar miró a la pantalla del rayo tejedor y lo movió más a lo largo


de las costillas de Jerick. Se sintió aliviada de que no necesitara sus
habilidades de cirujano, ya que no había operado nada debajo del cráneo
en años. Ni siquiera conocía los cerebros tan íntimamente como antes,
ahora que dedicaba su tiempo a la investigación. ¿Operar era como
montar en bicicleta? No estaba segura.

Miró a Cortez, preguntándose si había más ciborgs heridos en


camino, y lo vio observándola. Bajó la mirada, sintiéndose cohibida.
Levantó la vista de nuevo para ver que la seguía observando. Lo estaba
haciendo. Se veía contemplativo. Luego parpadeó, y se dio cuenta de que
podría haber estado simplemente mirando en su dirección mientras
pensaba en otras cosas.

—Lo siento —dijo—, no lo estabas esperando, ¿verdad?

—¿Qué?

—Un Limerick de masa.

Skylar resopló.

—No, en absoluto.

—Me decepciona el oír eso, Doc —dijo Jerick, con los ojos todavía
cerrados—. Algunas cosas merecen ser inmortalizadas con palabras.

—Tal vez puedas pintar algunos grafitis en las paredes del baño
más tarde —dijo Cortez, moviéndose hasta el final de la cama. Levantó
su muñequera a su boca y murmuró una petición de actualización a uno
de sus hombres.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Las paredes del baño aquí ya están llenas por lo que he visto. —
Jerick abrió los ojos a medias y miró a Skylar mientras ella movía el rayo
tejedor, recibiendo actualizaciones del dispositivo.

—El de la enfermería está limpio —ofreció, aunque dudaba que


fuera por eso que la miraba. No estaba segura de por qué la miraba. ¿Una
cuestión de confianza? No parecía sospechoso o antagónico. En todo
caso, era afable, la droga le quitaba el borde habitual—. Puedes dejar tu
marca ahí.

—Tal vez lo haga. Tienes un pelo precioso, Doc. Parece… suave. —


Levantó una mano y tocó uno de los mechones oscuros que se habían
desprendido de su cola de caballo.

Una parte de ella pensó que debería apartar su mano, que debía
mantener una distancia profesional. A una parte de ella no le importaba
que él tuviera cosas bonitas que decir sobre su pelo. Aunque siempre
había preferido que los hombres se fijaran en sus intereses y elogiaran
sus habilidades y dedicación a su trabajo en vez de a su cuerpo, hacía
mucho tiempo que no experimentaba ninguna de las dos cosas. Cortez
sería el tipo de hombre que se percataría en las pasiones de una persona
y las comentaría o elogiaría en consecuencia. Jerick parecía un tipo más
simple.

—Gracias —dijo, aunque su tendencia era encogerse de hombros


ante tales observaciones. Uno debía ser cortés con los hombres heridos,
¿verdad? Sonrió y se encontró con sus ojos, con la intención de que fuera
solo por un momento, pero su azul la sorprendió de nuevo, lo brillantes
que parecían en contraste con su pelo negro—. ¿Cómo hiciste…? —Se
detuvo, no estaba segura de si quería la historia de cómo había terminado
aquí. Cortez ya había mencionado hombres asesinados—. ¿Qué te hizo
decidirte a unirte a la Flota y a convertirte en un ciborg?

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Quería ser un héroe —dijo Jerick rápidamente, bajando la


mano—. Primero quería ser cantante famoso y hacerme rico y largarme
de mi horrible barrio, pero no tenía voz para ello, y es difícil salir de la
Liga 17, aunque seas súper talentoso. Así que decidí alistarme en la Flota,
luchar contra los vil Hrorak y aprender algunas habilidades mientras lo
hacía. Tal vez conseguir un buen trabajo después y poder vivir en un
lugar mejor. Solo que en su mayoría era bueno en las cosas de combate,
y ahí es donde me mantuvieron. Cuando se presentó la oportunidad de
unirme al programa ciborgs, aproveché la ocasión. Hubo todos esos
delincuentes que se habían metido conmigo cuando era niño... era un
barrio difícil para crecer si no tenías a alguien que te protegiera... y me
imaginé que, como ciborg, nunca más se meterían conmigo. Ni los
extraterrestres, ni nadie más. Y tal vez podría ser el protector de otros, el
que yo nunca había tenido.

Skylar se encontró parpadeando lágrimas mientras él hablaba. No


se sorprendió que tuviera una historia triste, como la de todos los presos,
pero le afectó más de lo que esperaba. Había estado pensando en él como
en una especie de imbécil, aunque afable, así que era extraño pensar en
él como… otra cosa.

—¿Cómo terminaste aquí? —preguntó, demasiado curiosa para no


preguntar.

Él sonrió tristemente hacia el techo.

—Olvidé mi fuerza. Intentaba defender a algunas personas, pero


me enfadé y acabé matando a sus atacantes. Eran gilipollas, pero
gilipollas civiles. No alienígenas. No enemigos de las colonias. Solo
gilipollas. No se supone que los maten. Soy como el tipo de ese libro que
te hacen leer en la escuela. Aunque al menos a él un amigo le disparó en
la nuca y no lo llevaron a prisión.

Skylar arqueó sus cejas.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Tuve que leer muchos libros en la escuela —ofreció, sintiéndose


mal por no saber exactamente de qué estaba hablando.

—Tú no eres Lennie, Jerick —dijo Cortez, su voz no procedía de


donde Skylar la esperaba.

Se volvió y lo encontró mirando el holoproyector, y su corazón dio


un vuelco. Cuando vio a Jerick herido, se había olvidado el mapa del
sistema de ventilación, el escritorio lleno de viales y el hecho de que Keiko
y ella eran prisioneras fugitivas. Prisioneras fugitivas que habían estado
conspirando para dejarlos inconscientes.

Tragó saliva, dándose cuenta de que Cortez lo vería todo, peor que
él no se daría cuenta de que había elegido no hacerlo. ¿Por qué no había
arrojado el traje espacial sobre el escritorio, sobre los frascos? Sin esa
evidencia condenatoria visible, podría haber pensado que simplemente
querían escapar por los conductos de ventilación.

—¿Para qué eran los trajes espaciales? —Cortez echó un vistazo al


que Skylar había tirado. No pudo haber pasado por alto que Keiko llevaba
uno cuando la llevó a la cama.

Skylar buscó a tientas una mentira, ¿o sería mejor decir la verdad?


¿Creería alguna de las dos cosas?

Él tomó uno de los viales.

—¿Veneno?

Skylar hizo un gesto de dolor.

—No, no le haría daño a nadie. Es solo un gas onírico-noqueador.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—¿Para nosotros? —Cortez la miró por primera vez a la cara, su


rostro imposible de leer, pero tenía que estar pensando que la Flota
habría invadido la estación si ella hubiera logrado noquearlos.

—Sí —dijo Skylar, su mirada la obligó a decir la verdad. Intentó


despertar la indignación, la voluntad de recordarle que la habían hecho
prisionera y que era natural que lograra escapar—. Le dije a Keiko que
necesitábamos máscaras de gas para que no nos afectara. Ella pensó en
los trajes espaciales y fue a buscar alguno.

Podía sentir a Jerick mirando la parte de atrás de su cabeza y no


podía darse la vuelta y encontrarse con sus ojos. ¿Por qué lo que ella y
Keiko habían estado planeando se sentía tan mal? ¿Cómo una traición?

—Es interesante, considerando este mapa de ventilación, habría


sido bastante fácil distribuir el gas a ubicaciones precisas, como el
corredor fuera de la bahía de transbordadores donde estábamos. —Cortez
volvió a colocar el vial en su sitio y caminó hacia ella.

No había ataques ahora, y el asteroide parecía mortalmente


tranquilo. Skylar podía sentir el rápido golpeteo de su corazón en sus
oídos.

Retrocedió, pero no pudo ir muy lejos. Su trasero golpeó la cama


de Jerick. Aún no podía leerle la cara a Cortez, no sabía si estaba
enfadado con ella o si lo entendía. Antes, parecía entenderlo, parecía
estar de acuerdo en que las prisioneras tenían el deber de escapar si
podían. Que no podía esperar que no lo intentaran.

Se detuvo a treinta centímetros de distancia y la miró. Por primera


vez, un hilo de miedo fluyó hacia ella mientras su mente giraba
contemplando algunos de los escenarios que Keiko había expresado
anteriormente. Estaba sola con Cortez y Jerick. Hombres grandes y
corpulentos, ambos, y mucho más fuertes que cualquier humano mortal.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Lennie, en efecto. Ahora entendía la referencia, y mientras una parte de


ella podía sentir lástima por Jerick por creer que era así, también se
encontró recordando que Lennie había matado a una mujer en ese libro.

—No necesitabais los trajes espaciales —dijo Cortez, como si


estuviera tratando de resolver un rompecabezas que no tenía sentido. O
tal vez ya lo había resuelto. No parecía estar desconcertado.

—No —susurró—. se lo acababa de decir… en realidad no pensé


que encontraría ninguno.

—¿Alguien más está confundido? —Jerick dijo eso por detrás de


ella. El rayo tejedor sonó, indicando que había terminado.

—Nuestra doctora pudo habernos gaseado, pero no lo hizo —dijo


Cortez.

¿Nuestra doctora? ¿Era bueno, malo o alarmante que él… ellos la


estuvieran reclamando?

—Lo cual es bueno porque eso habría sido inconveniente, si no


mortal. El equipo de ataque de la Flota no se habría afectado en su
armadura. Y sin nosotros allí disparándoles, las trampas de Tek Tek no
habrían sido un gran impedimento. Supongo que lo sabías. —Cortez le
había estado explicando las cosas a Jerick, pero al oír está última frase,
la miró levantando las cejas.

—El plan era noquearos para que pudieran recuperar el control de


la prisión, sí —admitió Skylar, mirándole el pecho en lugar de a los ojos.
De todas formas, estaba más cerca del nivel de sus ojos. No se había dado
cuenta de lo alto que era.

—Pero decidiste no hacerlo —murmuró.

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Se encogió de hombros, como si no hubiera sido gran cosa, pero se


sintió aliviada de que él pareciera entender, de que no estuviera enojado.

—Habría sido una pena perderme que me ofrecieran unos


Limericks sobre la masa.

Esperaba que se riera, pero su cara era seria, o tal vez


intencionada. Levantó una mano, sus nudillos rozando el lado de su cara.
Un pequeño escalofrío la atravesó, y se quedó quieta.

Él tocó sus labios con el pulgar, sus dedos descansando bajo su


barbilla. Inclinó su cara hacia arriba y sus ojos se encontraron. Sus
labios se separaron al darse cuenta de que él iba a besarla.

¿Aquí? ¿Justo delante de Jerick?

Si su corazón había estado latiendo rápidamente antes, ahora trató


de salir de su pecho a martillazos. Sabía que debía protestar, alejarse o
sugerir un lugar privado, pero no lo hizo.

Sus labios capturaron los de ella, cálidos, acogedores… y


agradecidos. ¿Era eso? Sintió algo más que un simple deseo en su toque.
Como si él supiera lo que ella quería hacer pero no lo había hecho y lo
apreciara. La apreciaba.

Se estremeció de nuevo, su cuerpo cobrando vida al tacto de él.


Hacía mucho tiempo que nadie la apreciaba, y nunca había estado cerca
de alguien así, alguien que olía a masculinidad y al campo de batalla,
pero que la miraba a los ojos y leía la soledad que había allí, la leía y la
entendía.

Comenzó a inclinarse hacia él, pero un brazo se deslizó alrededor


de su cintura por detrás. Se congeló. Jerick.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

No se había olvidado que estaba allí exactamente, aunque debería


haber estado mortificada por besarse con Cortez justo frente a él, pero no
esperaba que él se acercara y la tocara. Más que tocarla. Él había
cambiado a una posición sentada y sintió que su pecho se apoyaba en su
espalda. Debería haberse alarmado, incluso asustado, pero una extraña
emoción la invadió al pensar que ambos la deseaban.

¿Estaba entendiéndolos correctamente? ¿Era eso lo que querían?

Cortez siguió besándola, su lengua acariciando la de ella, y


prometiendo cosas tentadoras por venir. Luego se detuvo, su boca dejó
la de ella, y su mirada se desplazó sobre su hombro. ¿Sus ojos se
encontraron con los de Jerick?

Esperaba que gruñera, que le dijera a su camarada que


retrocediera, pero él extendió la mano, agarrando la parte posterior de la
cabeza de Jerick brevemente antes de llevar sus manos a ella. Las apoyó
en sus caderas, frotándola a través de su camisa mientras sus labios
volvían a los de ella.

La parte lógica de su mente no sabía qué hacer con esto, pero no


parecía estar a cargo. Su boca se movió contra la de él, devolviéndole el
beso. Disfrutando al máximo.

Otro par de labios tocaron su garganta, cálidos y tiernos, pero con


un toque de lujuria y necesidad. Mordisquearon... Jerick mordisqueó...
su piel, y un zumbido de placer se disparó a través de ella, directo a su
núcleo.

Hasta ahora, había estado de pie como una muñeca aturdida, pero
extendió la mano hacia Cortez, apoyándola en su pecho, apretando sus
músculos a través de su camisa. Dejó caer su otra mano en el brazo que
estaba alrededor de su cintura, el brazo de Jerick, haciéndole saber… no
sabía qué. ¿Que esto estaba bien? ¿Lo estaba? No estaba segura de que

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

estuviera bien, pero los besos de Cortez enviaban espirales de calor a


través de ella, incluso mientras la frotaba con las manos, los dedos se
deslizaron bajo su camisa y amasaron su espalda. Jerick encontró los
puntos más sensibles en su garganta, y luego su brazo se movió, los
dedos encontrando los botones de su camisa. Una corriente de aire se
burló de su piel desnuda, pero pronto unas manos calientes se deslizaron
por su carne, ahuecando sus pechos.

Ella los empujó hacia ellas, sorprendida por la suavidad del tacto,
y sorprendida de lo bien que se sentía tener las manos y los labios sobre
ella. Estaba atrapada entre dos duros cuerpos masculinos, pero no podía
imaginar otro lugar donde prefiriera estar. Todos los pensamientos
conscientes salieron de su cerebro, mientras se deleitaba tocando y
siendo tocada, sus manos casi reverentes, como si ella fuera algo
verdaderamente especial.

Cortez apartó su boca de la suya, y ella murmuró una protesta


incoherente, pero él simplemente se detuvo para mirar sus pechos. Jerick
apartó su mano, para que Cortez pudiera acariciarla. ¿Cuándo le habían
quitado su sostén? No lo recordaba, pero arqueó la espalda, deleitándose
con los dedos encallecidos que rodeaban sus senos pero queriendo más.
Cortez la obedeció, deslizando su boca alrededor de uno de sus pezones,
y ella jadeó, su cabeza cayendo hacia atrás mientras cohetes de placer
eran lanzados dentro de su cuerpo.

Fuertes dedos frotaron su cuero cabelludo, y suavemente giraron


su cabeza a un lado. Se encontró con los ojos azules de Jerick mientras
se inclinaba sobre su hombro. Esos ojos eran intensos y llenos de deseo,
y llevó su boca a la de ella, transfiriéndole esos sentimientos a través de
sus labios, su lengua.

Le dio la bienvenida al beso incluso mientras estaba enroscando


los dedos en el pelo corto de Cortez, las uñas raspando su cuero

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

cabelludo. Él gimió y se acercó a su otro pezón, bromeando con su


lengua, chupándola mientras la lengua de Jerick saqueaba su boca.

Estaba más hambriento de lo que había estado Cortez, un poco


más rudo, un poco más exigente, y se imaginó cuánto tiempo había
estado sin que nadie lo tocara, sin nadie preocupándose por él.

Su pasión atrajo más la de ella, y descubrió que sus propios besos


se volvían cada vez más exigentes, sus manos errantes no se cansaban
de ellos, el núcleo de su cuerpo estaba calentándose como un horno. Se
retorcía contra los grandes hombres, necesitando más.

Los dedos se deslizaron bajo la cinturilla, desabrochando el broche,


y una oleada de emoción la atravesó por el lugar al que iba.

Pero entonces un suave pitido vino de la muñeca de Cortez.

Se estremeció, como si lo hubieran atrapado haciendo algo malo.


Algo inapropiado. Y tal vez lo era, pero a Skylar no le importaba. Esto se
sintió demasiado asombroso, y ella le agarró el hombro cuando se echó
hacia atrás, sin querer que se fuera a ninguna parte. Jerick seguía
besándola, su mano subiendo para acariciar el pecho que la boca de
Cortez había dejado. O no había oído el pitido, o no le importaba.

A Skylar tampoco le importaba, pero si se avecinaba otro ataque,


no podría retener a los hombres aquí, no podía exigir egoístamente que
atendieran sus necesidades. Pero no quería decir eso, no quería que se
detuvieran.

Cortez se apartó, pero no muy lejos. Sus caderas aún estaban


presionadas contra las de ella, su pasión tan dura y excitada como la de
Jerick, su respiración era dura. Parecía que estaba luchando para ganar
el control, para alejarse, y una parte de ella quería hacer que volviera. Le
excitó darse cuenta de lo mucho que la deseaba, ver lo claro que estaba

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

que prefería terminar lo que habían empezado y tomarla justo ahí, contra
la cama. O… ¿contra Jerick? Skylar no tenía ni idea de cómo funcionaría,
pero sabía que quería que alguien la tomara.

Su comunicador sonó de nuevo. Cerró los ojos, respiró hondo y dio


un paso atrás. Por un momento, su mirada se detuvo, mirándola y
observando a Jerick detrás de ella.

—Aquí Cortez —dijo, sin poder disimular la ronquera de su voz.

Tragó y se volvió de lado, mirando al suelo.

—Tenemos un problema, señor —dijo uno de sus hombres.

*****

Cortez apenas podía concentrarse en escuchar a Pip por la


muñequera. La sangre le latía con fuerza en los oídos, la adrenalina le
recorría las extremidades como si estuviera en batalla, y su pene estaba
tan lleno y duro que estaba seguro que rompería los pantalones en su
afán por empujar fuera. No, por empujar hacia dentro.

Miró de nuevo hacia Skylar, aunque sabía que no debía hacerlo.


Debería mirar a cualquier parte menos a su cara ruborizada y sus labios
carnosos. A sus pechos desnudos y pezones apretados, y la piel todavía
húmeda donde su boca la había tocado. La forma en que sus pantalones
colgaban de sus caderas, revelando la cinturilla de encaje de su ropa
interior. Su camisa y sujetador estaban en la cubierta junto a ella, y no
parecía importarle. Su espalda estaba arqueada, sus pechos apuntaban
directamente hacia él.

La mano de Jerick ahuecaba uno de esos pechos mientras le


acariciaba con la boca el costado de su cuello. Su otra mano se deslizaba
tentadoramente hacia abajo, con fuertes dedos preparados para
sumergirse debajo de esa pretina de encaje y dentro de ella. Incluso

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

mientras la acariciaba y besaba, sus ojos se elevaron lo suficiente como


para encontrarse con los de Cortez, una pregunta en ellos. ¿Vas a volver?
Por extraño que fuera, Jerick parecía querer eso. Y Skylar también lo
estaba observando. Se lamió los labios, su boca se abrió en una
invitación.

El pene de Cortez se endureció aún más, y apartó la mirada a la


fuerza, no fuera que saltara de regreso y la tomara allí mismo. No había
querido que esto llegara tan lejos. Este no era el momento para el
romance o la lujuria. Pero cuando vio lo que ella había empezado a hacer
y luego decidió no hacer, se sintió abrumado por la emoción. Si hubiera
llevado a cabo su plan, él y sus hombres habrían caído, una presa fácil
para los soldados de la Flota. Y ella podría haberlo hecho. Pero no lo hizo.
Ella había decidido, por cualquier razón, que no quería obstaculizarlos.
Tal vez incluso les ayudaría.

—¿Qué pasa? —preguntó en su muñequera, sabiendo que Pip se


estaría preguntando por la larga espera.

—Tres naves de guerra más salieron del agujero del gusano al otro
lado del sistema. Tenemos menos de ocho horas antes de que lleguen
aquí.

—Entendido.

—Hay más problemas.

—Por supuesto que los hay.

—Tek Tek ha detectado una transmisión que viene de algún lugar


dentro de la prisión.

—¿Un espía?

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Robot o humano, eso parece. No estamos seguros de cuál, pero


ninguno de los rehenes han salido, y no creemos que nadie haya pasado
a través de nuestros equipos. Lo más probable es que sea algo mecánico.

Cortez miró a Jerick y frunció el ceño.

—Apuesto a que es ese segundo dron. Pensé que había salido por
el túnel, pero estaba ocupado tratando de derrotar al otro. Podría haber
regresado.

—Yo no lo vi, pero definitivamente había dos que salieron de la


barrenadora —dijo Jerick.

—Tek Tek está haciendo todo lo posible para interferir la


transmisión, señor —dijo Pip—, pero sería mejor si pudiéramos encontrar
la fuente y deshacernos de ella. No queremos que la Flota sepa la poca
gente que tenemos aquí.

—Lo sé. Intenta encontrarlo. Subiré a ayudar en breve. Corto.

Por mucho que quisiera volver a lo que había estado haciendo, lo


que ellos habían estado haciendo, ocho horas no era mucho tiempo. Tres
naves de guerra más significarían tres veces más equipos de ataque,
robots y quién sabe qué más. Nunca podría mantener la instalación en
contra de todo eso, pero eso no era lo que quería, de todos modos.
Necesitaba una nave, no un asteroide prisión.

Aclaró su garganta, y se volvió hacia Skylar, obligándose a mirarla


a los ojos, no a sus sexys activos… o a Jerick acariciando esos sexys
activos.

—Doctora Russo.

—Creo que ya puedes llamarme Skylar —susurró ella, con una voz
tan ronca como la suya.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Bien. Eso lo complació. Quería saber si ella estaba dispuesta, que


quería esto y que no se desanimó por tener a dos hombres extraños
manoseándola.

Le gustaba pensar que ya no eran completos desconocidos, pero no


la conocía tan bien como le gustaría, como estaba haciendo antes… Su
mirada se dirigió de nuevo hacia la cintura de encaje antes de gruñirse a
sí mismo y tirar de ella de vuelta a su cara, sus ojos.

—¿Puedo? —murmuró Jerick, su lengua saliendo disparada


mientras la lamía, y luego mordiendo su garganta.

Dios, ¿por qué encontraba esto excitante?

—Jerick —espetó Cortez, la frustración sexual, hizo que saliera


más fuerte de lo que pretendía.

Jerick levantó su mirada, sus ojos llenos de igual deseo sexual, y


una hosca punzada de decepción.

—Te necesito —dijo Cortez—. En realidad, os necesito a ambos.

—Sí, creo que ya hemos establecido eso —dijo Jerick.

Skylar puso sus ojos en blanco, pero no se apartó de sus manos.


Para ser un hombre recientemente herido, Jerick tenía mucho vigor.

Cortez se paseó de un lado a otro, esperando que eso ayudara a


calmar su libido y su pene.

—Quiero capturar la Estrella Negra antes de que lleguen los


refuerzos de la Flota. Arreglé que el Estrella Negra fuera enviado para
tratar con nosotros. Es nuestra vieja nave. —Miró a Skylar, dándose
cuenta de que necesitaba ser puesta al día, necesitaba convertirla en una
aliada completa. Si ella lo permitía. Echó un vistazo a la otra litera,

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

asegurándose de que la piloto no estaba despierta todavía. Keiko, estaba


seguro, no estaba lista para aceptar una alianza con los ciborgs rebeldes.
Sin embargo, había recibido el rayo aturdidor de Jerick en el pecho, y
todavía estaba fuera como una piedra.

—¿Cómo arreglaste algo militarmente hablando cuando has sido


un civil durante tres años? —preguntó Jerick, luego le dijo a Skylar—: No
me cuenta nada. Nada ha cambiado.

—Si ayuda —dijo ella—, el Director Martin, mi jefe en la


universidad, tampoco me dice nada. Siempre es una gran sorpresa si
conseguimos una subvención y un nuevo proyecto. Llegaré un lunes y
me encontraré que estoy trabajando en algo completamente diferente de
lo que esperaba durante el resto del año. En este caso, llegué el lunes y
me dijeron que empacara mis maletas para venir aquí.

—Eso es de mala educación —dijo Jerick—. Uno debería esperar


hasta al menos el jueves para anunciar los traslados a las prisiones.

—¿Las prisiones son más aceptables al final de la semana?

—Sí, y los ciborgs también.

—Jerick, ¿qué estás haciendo? —Cortez no pudo evitar la


exasperación de su voz. Ahora tenían horas cuando él había esperado
tener días. Este no era el momento para andar jodiendo. Literal o
figurativamente.

—Flirteando, señor. —Cortez lo miró fijamente—. Enseñas a


adolescentes cachondos —dijo Jerick—. Deberías reconocer el flirteo
cuando lo ves.

—¿No es algo que se hace antes de meter la lengua en la boca de


una mujer?

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Bueno, tú la conoces desde hace más tiempo que yo. Esperaba


que tú ya hubieras marcado todas las casillas necesarias allí. —Jerick
soltó a Skylar, con la esperanza de que reconociera que tenían trabajo
que hacer y que ahora no habría más toqueteos, pero sonrió y apoyó una
mano en su hombro—. ¿Comprobó él tus casillas?

—Se quedó en su cabina durante todo el viaje de tres días.

—Señor —dijo Jerick—. No sabes cómo flirtear. —Apretó el hombro


de Skylar—. Es por eso que todavía está soltero a su avanzada edad.

Cortez se mordió la lengua para no replicar. Esta tonta


conversación ya se había prolongado demasiado.

No podía decir si Skylar estaba divertida, desconcertada o aturdida


por toda la situación. Esperaba que la irreverencia de Jerick no la
desanimara. También esperaba que los tres pudieran disfrutar de una
cita para cenar más tarde, aunque fuera mientras navegaban a una parte
distante y peligrosa de la galaxia.

—Dejadme explicaros para qué os necesito a vosotros —dijo Cortez,


comenzando de nuevo. Cuando Jerick abrió la boca, sin duda para soltar
más irreverencias. Cortez lo silenció con una mirada furiosa—. Doctora
Ru… Skylar. ¿Funcionaría tu gas somnífero tanto en humanos normales
como en ciborgs?

—Sí. Vuestros cerebros no son diferentes a los nuestros en el nivel


bioquímico básico.

—¿Cuál es el área de efecto de uno de esos frascos?

—No es enorme. Es potente, pero tan pronto como el gas se libera


en el aire, se diluye drásticamente. Uno de esos debería ser suficiente
para noquear a la gente en un radio de unos siete metros y medio si
estamos hablando de un campo abierto.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Ay, eso no es mucho —dijo Jerick.

—En los pasillos de la estación, o de una nave, si es lo que te


preguntas, iría más lejos —dijo Skylar—. Yo contaba con eso. Además,
los frascos están inertes ahora mismo, no están armados de ninguna
manera. En teoría, podrían estar unidos a un cohete o enterrados en una
granada y ser dispersados rápidamente en un área mayor tras la
detonación.

Cortez sonrió, complacido porque ella hubiera captado de


inmediato lo que él estaba pensando.

—Quiero llevar un grupo de abordaje al Estrella Negra y capturarlo.


Hay una tripulación de más de cien personas allí. Sería mucho más fácil
si pudiéramos eliminar a la mayoría de ellos. También significaría
muchas menos bajas. Si conseguimos la nave, podríamos dejar todos los
que no quieran ir en el asteroide. Skylar, ¿tienes más ingredientes?
¿Puedes hacer un par de docenas de esos frascos?

Ella echó un vistazo a los armarios pero no respondió de inmediato.


Puede que estuviera haciendo cálculos en su cabeza, pero Cortez se dio
cuenta de que también podría haber asumido demasiado. Solo porque no
los había gaseado a él y a sus hombres no significaba que estuviera lista
para unirse a ellos como criminal a los ojos de la ley. Hizo una mueca al
pensarlo, dándose cuenta de que eso era exactamente lo que pasaría si
la encontraban ayudándoles.

Caminó hacia ella, deteniéndose para recoger su camisa y su


sostén, sintiéndose rastrero por pasearse y charlar con ella mientras
estaba parada ahí medio desnuda. Por supuesto, Jerick la había
mantenido caliente durante la mayor parte de la charla. Cortez no estaba
seguro de si eso lo molestaba, lo ponía celoso o ninguna de las dos cosas.
Debería haberle molestado, pero no le importaba que Jerick estuviera

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

aquí, por extraño que pareciera. Incluso le pareció un poco intrigante y


excitante cuando ambos besaron a Skylar.

—Skylar —dijo Cortez, deteniéndose frente a ella y ofreciéndole la


ropa caída—. Entiendo lo que estoy pidiendo. No quiero meterte en
problemas con la ley, ni asumir nada en tu nombre. Espero que me creas
cuando digo que esto hará todo más fácil y significará menos heridas,
menos muertes, y que estés de acuerdo en querer eso. Lo que te propongo
es que, si las cosas van mal y todos terminamos capturados, diremos que
te obligamos a ayudarnos. No importa lo que pase, podemos decir eso.
Me encantaría que vinieras con nosotros, decía en serio la invitación de
antes, pero si quieres volver a tu vida normal, no queremos arruinarte la
posibilidad de eso.

Cortez miró a Jerick, medio sorprendido de que hubiera pasado


tanto tiempo sin decir algo irreverente. Él simplemente asintió,
extrañamente grave, en acuerdo.

—¿Qué pasa si digo que no? —Skylar aceptó su ropa y le miró a los
ojos. ¿Preguntándose si la obligarían?

Cortez extendió su mano con la palma hacia arriba.

—Entonces lo hacemos de la manera difícil. Estoy aquí por una


nave, y tengo la intención de conseguirlo, de una forma u otra. Tengo un
par de contactos en el Estrella Negra. Así es como pude asegurarme de
que el Capitán Falconer fuera incitado a ofrecerse voluntario para la
misión.

Jerick resopló suavemente.

—Ojalá hubiera podido ver ese informe.

—Quizás lo grabó Baxtor.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Baxtor es tu hombre dentro.

Cortez asintió.

—La Teniente Varma también está allí, pero no me comuniqué con


ella antes de tiempo.

—¿Cómo de seguro estás de Baxtor? Porque lo miré cuando


hablabas con Falconer, pero no me guiñó el ojo y ni siquiera me
reconoció.

—No, él no haría nada obvio —dijo Cortez—. Tampoco lo haría


Varma. No quería que arriesgaran sus carreras o que esto se volviera
problemas para sus familias en casa. Solo le pregunté a Baxtor si podía
ser un poco inepto si la situación lo requería, o arreglar un accidente o
dos.

Cortez volvió a mirar a Skylar. Se estaba poniendo el sujetador


lenta y meditabundamente y deslizando los brazos en las mangas de la
camisa. No quería apurarla o presionarla, pero necesitaba saber si estaba
dispuesta a ayudar o no. De una forma u otra, necesitaba poner en
marcha los planes. No tenía dudas de que Falconer enviaría más ataques
para mantenerlo ocupado y que las ocho horas no serían pacíficas.

—Lo haré —dijo Skylar.

Cortez juntó sus manos.

—Gracias. Jerick, voy a ver a los otros y a Falconer. ¿Te quedarás


aquí y la ayudarás?

—¿Ayudarla a… hacer bombas de gas somnífero?

—Déjala a ella hacerlas, pero puedes conseguirle lo que necesite de


la armería, asumo que sabes dónde está. Es posible que podamos usar

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

el sistema de ventilación del Estrella Negra, como Skylar quería hacer


aquí, pero si no, entonces algunas armas de mano que podamos usar
para disparar las ampollas a distancia sería un buen plan de respaldo.
Es mejor abrir los frascos a los pies de nuestros enemigos que en los
nuestros.

—Oh, quieres que fabrique armas —dijo Jerick—. Puedo hacer eso.
¿Recuerdas la vez que hice estallar un generador de combustible Hrorak
con un calentador MRE?

—Lo hago. Por eso sé que puedes manejar esto.

Cortez soltó a Skylar, evitando mirar hacia abajo; ella se había


puesto la camisa pero no se había abrochado los botones, y de alguna
manera, la vista parcial era tan estimulante como la vista completa.

Un débil gemido vino de la otra cama, sorprendiéndolo. Cierto, no


estaban solos.

—Jerick, encierra a la piloto en su celda o átala. Cualquier cosa. —


Cortez levantó las cejas a Skylar—. Asumo que ella no va estar de acuerdo
en ayudarnos.

—No en este momento.

—Y no queremos que pueda testificar contra ti más tarde. Jerick,


sé un captor convincente. Nada de besarse y acariciarse mientras la piloto
mira.

—Diablos, Capitán, puedes quitarle la diversión a cualquier cosa


—dijo Jerick.

—Todavía puedes hacer armas.

—Supongo que eso es casi tan bueno como acariciar a una mujer.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Skylar volvió a poner los ojos en blanco. Cortez sonrió, gustándole


más con cada minuto que pasaba. Corrió hacia la puerta, esperando
poder hacer que todo esto se uniera y que todos pudieran tener esa
pacífica cena con el tiempo, quizás mientras miraban alguna hermosa
nebulosa y se conocían entre sí. O flirteando, como Jerick podría haberlo
llamado.

Una alarma se disparó cuando salió al pasillo. Lo primero era lo


primero.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Capítulo Once
—¿Qué está pasando? —preguntó Keiko cuándo recuperó la plena
conciencia.

Solo habían pasado dos minutos desde que Cortez salió por la
puerta, pero Skylar se había abrochado la camisa y estaba al lado de su
laboratorio improvisado, sacando más botellas de productos químicos
para crear otra docena de viales. ¿O habían sido dos docenas? Cortez no
andaba con minucias.

Keiko gruñó, tratando de sentarse, pero Jerick había encontrado


algo para atarla y había inmovilizado sus muñecas y tobillos, así que
luchó. A pesar de que Keiko no resultó herida, aparte de las náuseas que
probablemente sentía después del aturdimiento, Skylar simpatizó con su
malestar y sentimiento de impotencia.

Deseaba que Jerick hubiera decidido llevarse a Keiko a una celda


en lugar de atarla y dejarla aquí como testigo, pero cuando lo sugirió, no
parecía dispuesto a dejarla sola aquí. Había echado un vistazo hacia la
puerta, como para dar a entender que había algo ahí fuera vagando por
los pasillos. Tal vez algo lo estaba haciendo. Había oído al hombre de
Cortez informando sobre alguien o algo que estaba enviando
transmisiones a la nave de guerra.

Sea lo que sea lo que estuviera pasando ahí fuera, no había sido
suficiente para preocupar seriamente a los dos hombres, o no habrían
pensado que era un buen momento para besarse. Más que besarse.
Skylar se sonrojó y miró a Jerick, que estaba apoyado contra una pared
junto al escritorio de Branigan, su aturdidor apuntado vagamente para
dar verosimilitud.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Ahora que había pasado algún tiempo, estaba aturdida por haber
permitido que los dos hombres la pusieran entre ellos, la tocaran, la
besaran y… ¿Hasta dónde habría llegado si no los hubieran
interrumpido? No podía negar que se había excitado, ni siquiera se le
ocurrió apartarlos. Tener tantas manos sobre ella, acariciándola,
frotándola, provocando, le había hecho sentirse como una diosa a la que
adoraban. Su cuerpo había estado tarareando con tanto placer que su
mente se había deshecho por completo.

Eso nunca le pasaba, ni siquiera en medio del mismo sexo. Damian


le había dicho a menudo que “dejara de pensar”, pero su cerebro nunca
había funcionado de esa manera. Hasta ahora. Se sonrojó aún más al
recordar haber agarrado a los hombres, frotándose contra ellos y
esperando que uno de ellos la tomara. O ambos lo hicieran. ¿Cómo
funcionaría? ¿Se turnarían o sería más… atrevido? Era vergonzosamente
ingenua en esas áreas, habiendo tenido solo unos pocos novios serios a
lo largo de los años. Y todos se habían inclinado por el lado no
experimental. No es que ella hubiera dado alguna indicación de que
quería a alguien que experimentara. Ella no era experimental. O al menos
nunca lo había sido.

—¿Skylar? —preguntó Keiko—. ¿Tienes permitido hablar?

—Lo siento, Keiko. —Volvió a pensar en el momento. Se suponía


que estaba fabricando armas, bajo aparente presión, no fantaseando con
tríos—. Creo que sí. —Miró a Jerick como pidiendo permiso.

Él la miró suavemente sin decir una palabra. ¿Iba hacer la


actuación de duro y silencioso? Tal vez eso era lo mejor. No requería
mucha actuación, y con su pecho musculoso todavía desnudo y sus
piernas aún en esos pantalones de color naranja vivo que gritaban
recluso, podía hacer bien la intimidación.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—¿Estás bien? —le preguntó Skylar a Keiko, sintiendo una nueva


oleada de culpa por estar libre mientras su compañera estaba atada. Pero
pensó que Cortez tenía a Keiko bien medida, que ella podría y se
convertiría de aliada a enemiga si descubría que Skylar estaba trabajando
con los ciborgs.

—Tengo un dolor de cabeza terrible, y este traje espacial se me está


clavando en… —Keiko miró a Jerick y frunció el ceño— lugares oscuros.

—Ese es Cortez para ti —comentó Jerick. Su firme actuación de


silencio no había durado mucho tiempo—. Acostar a las mujeres en las
camas sin preocuparse por el estado de sus bragas.

—Eres tú el que me disparó. —Keiko lo fulminó con la mirada.

—Me disculpo por eso, pero necesitábamos los servicios de vuestro


médico.

Keiko miró a Skylar con agrado.

—Lo siento, Doc. Estoy enojada conmigo por no haber sido más
rápida con mi aturdidor. Debería haberles disparado primero.

Skylar, horrorizada de que Keiko estuviera disculpándose y


pareciera sentirse culpable por el fracaso, sacudió la cabeza.

—Está bien.

—No, no lo está. Si yo hubiera vuelto un par de minutos más rápido


con los trajes, podrías haberlos gaseado, y entonces ya estarían
encerrados, sorbiendo sus propias babas. —Volvió a mirar a Jerick.

—¿Es esa la fantasía que tenías mientras dormías? —preguntó


Jerick—. No suena atractiva. ¿Estaba al menos desnudo mientras
soñabas conmigo?

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Skylar inclinó su cara hacia el escritorio, concentrándose en los


ingredientes… y en no sonreír. Podía ver que Jerick empujaba a la gente
por el camino equivocado y sospechaba que atacaba a Cortez con
frecuencia, pero también le complacía su tendencia hacia el humor y no
hacia algo más oscuro.

—¿Por qué nos quedamos con el de los pantalones naranjas, Doc?


—preguntó Keiko.

—Puedo quitármelos si quieres —ofreció Jerick.

—Diablos, no. Nadie quiere ver tu carne arrugada de recluso.

—Nadie no, te lo aseguro.

Afortunadamente, no miró de manera sugerente a Skylar. Por


desgracia, se sonrojó de todos modos. Seguía manteniendo la cara hacia
el escritorio y esperaba que Keiko no la viera desde la cama del medio.

—El otro está ocupado controlando la prisión —dijo Skylar,


consciente de que Keiko miraba en su dirección.

—Pensé que ya tenía la prisión.

—La Flota sigue intentando recuperarla.

—¿Y tú qué estás haciendo?

—Lo mismos que vosotras estabais haciendo antes de que te


aturdiera.

—¿Estás haciendo más de eso? —preguntó Keiko—. ¿Por qué?

Skylar le dio a Jerick, lo que esperaba que pasara como una mirada
oscura.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Ha sido solicitado.

—¿Solicitado o exigido?

Cuando Skylar no contestó, Keiko se retorció hasta una posición


erguida, luciendo como si tuviera la intención de encontrar una forma de
caminar o saltar, al área de oficina. Escudriñó a Skylar.

—¿Tú estás bien? Pareces… desarreglada. —Keiko envió una


mirada oscura mucho más creíble hacia Jerick—. Vosotros, gilipollas, no
le hicisteis nada, ¿verdad? ¿Otro cacheo manoseando?

—Estoy bien —se apresuró a decir Skylar mortificada de que sus


besos voluntarios pudieran interpretarse como forzados en la parte de los
hombres. Ya era bastante malo que siguiera con esta farsa de ayudar
mientras fingía no ayudar. No quería que Keiko tuviera más munición
para disparar a los ciborgs si terminaba testificando en algún tribunal
algún día—. También me aturdieron —dijo, esperando que eso explicara
su pelo revuelto y su camisa arrugada, lo que fuera que Keiko estuviera
insinuando—. Justo después de ti. Pero eso es todo. Cuando me desperté,
me informaron que estoy trabajando en crear más gas para ellos.

Por desgracia, Keiko no dejaba de entrecerrar los ojos


sospechosamente a Jerick. Maldita sea, Skylar no tenía marcas de
mordiscos o chupetones en su garganta o algo así, ¿verdad? No creía que
Jerick hubiera sido tan duro. Si lo hubiera sido, habría estado demasiado
ocupada disfrutándolo como para darse cuenta.

—¿Te informaron? —dijo Keiko—. Qué agradable.

—¿Ya estás lista para insertar esos viales en las armas? —preguntó
Jerick, haciendo su voz convincentemente áspera. Probablemente no
apreció las insinuaciones de Keiko.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Skylar se giró hacia él, con las manos en el escritorio detrás de ella,
pensando que no debería parecer demasiado dispuesta.

—Dijisteis que queríais soltar el gas a través de su sistema de


ventilación. No dijisteis nada sobre armas.

—Detalles. Coge esos y las herramientas que necesites. Vamos a


visitar la armería, encontraremos algo adecuado para que puedas
modificar.

—No os voy a hacer armas.

—Son solo para distribuir el gas. Nosotros ya tenemos armas para


matar a la gente. —Frunció el ceño y golpeó el rifle atado a su espalda
desnuda.

Skylar bajó la cabeza en aquiescencia, esperando que fuera lo


suficientemente convincente. No quería que Jerick pareciera un gilipollas
ante Keiko. Más que un gilipollas.

Mientras buscaba una bolsa y metía cuidadosamente los viales en


ella, agarrando algunas toallas de mano como relleno, Jerick se dirigió
hacia Keiko.

—¿Qué vas a hacer? —Keiko se levantó de la cama de un salto,


tratando de pararse en pie para enfrentarlo, pero con las muñecas y los
tobillos atados, se inclinó hacia un lado.

Jerick se apresuró hacia adelante y la atrapó antes de que cayera


al suelo.

—Solo tengo que atarte un poco más para que no puedas salir
cojeando de la enfermería y arrastrarte como un gusano hasta un lugar
peligroso.

178
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Apuesto a que te gusta atar a las mujeres. —Keiko rizó un labio,


como si le estuviera escupiendo a la cara. Estaba lo suficientemente cerca
para hacerlo—. Lastimarlas.

—Estoy lista para ir —dijo Skylar, sin perder la máscara de piedra


que se instaló en la cara de Jerick. Le preocupaba que Keiko lo hubiera
presionado demasiado, que él perdiera los estribos, y que fuera testigo de
su temperamento, su temible poder cibernético. Sus palabras en las que
se comparaba con Lennie de “Of Mice and Men12” estaban grabadas en
sus pensamientos.

—No lo hago —dijo Jerick, sosteniendo la mirada de Keiko—. Solo


me sentí satisfecho lastimando a los Hrorak, y solo porque ellos nos
mataron, nos cazaron, y querían reclamar todas las colonias de la Tierra
para sí mismos. Y cuando nos capturaban y nos encerraban en las celdas
de prisioneros de guerra, nos torturaban hasta que llorábamos por
nuestras madres y escupíamos toda la información que conocíamos. No
me satisface lastimar a nadie por algo menos malo.

Keiko frunció el ceño pero no parecía saber qué decir. Skylar quiso
abrazar a Jerick, pero se limitó a esperar junto a la puerta con su bolsa
mientras él usaba unos tubos para atar las muñecas de Keiko a su
espalda y luego atarla a una barra de agarre en el mamparo.

—Te desataré cuando regresemos —le dijo Jerick, y se dirigió a la


puerta, con su cara todavía como una máscara de piedra.

Aunque tuvo que apurarse para seguirle el ritmo en el pasillo


exterior, Skylar suspiró aliviada en cuanto desaparecieron de la vista de
Keiko. No había disfrutado de esa actuación. A pesar de que podría salvar

12
Of Mice and Men: De Ratones y Hombres.

179
Ruby Lionsdrake Desencadenado

su carrera algún día, si no su vida, odiaba mentir, odiaba dejar que los
ciborgs fueran vistos como algo peor de lo que eran.

¿Era tonta al esperar que Cortez, Jerick y los otros tuvieran éxito?
¿Que reclamaran una nave y volaran al Espacio Hostil donde nadie se
molestaría en ir tras ellos? ¿Y era aún más tonta por fantasear en ir con
ellos? A un lugar donde no tuviera que lidiar con la política laboral y
pudiera elegir estudiar lo que quisiera. Tal vez incluso tendría la
oportunidad de estudiar algunas de las razas alienígenas de ahí fuera y
aprender más sobre cómo funcionaban sus cerebros. Cuán similares y
diferentes eran de los animales que habían evolucionado en la Tierra.

—Definitivamente soy una tonta —murmuró.

Jerick miró hacia atrás, y recordó que los sentidos de los ciborgs
fueron mejorados al igual que sus músculos.

—Solo me estoy diciendo que sería una tonta si me fuera al Espacio


Hostil con vosotros —dijo, optando por la honestidad.

Llegaron al ascensor, las puertas dobles se abrieron de golpe, y una


leve sonrisa volvió a la cara de él.

—Probablemente sería malo para tu carrera —dijo Jerick mientras


entraban—, pero piensa en lo bien que te lo pasarías explorando mi masa.

Ella resopló.

—No suelo basar mis decisiones de vida por el potencial de


diversión.

—¿No lo haces? Entonces, es posible que no estés haciendo algo


bien.

—Supongo.

180
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Mi masa es divertida. Lo sabrías si Cortez hubiera compartido el


poema.

—Iba a ser un Limerick, ¿no?

—No estoy por encima de protagonizar un Limerick. Tampoco lo


está mi masa. —Le dio una palmadita en el hombro a ella mientras las
puertas se cerraban y el ascensor subía. Y sonrió.

Se alegró de ver que el gesto regresaba.

—No hay realmente un poema, ¿verdad?

—No que yo sepa, pero podría inventar uno rápidamente. Es bueno,


y aunque cree que las rimas están por debajo de los verdaderos poetas,
lo llevaría a una batalla de palabras en un club de rap en cualquier
momento.

—¿Vosotros… cuando servisteis juntos, tuvisteis una relación? —


Tal vez no debería entrometerse, pero no pudo evitar ser curiosa. Ambos
parecían interesados en ella, sus ansiosos besos y caricias lo habían
sugerido, pero eso no significaba que no pudieran ser bisexuales o haber
experimentado en otras direcciones.

—¿Te preguntas si después de las misiones el Capitán y yo nos


lanzábamos contra los mamparos y nos golpeábamos toda la noche?

Las puertas se abrieron en su nuevo nivel cuando terminó esa


pregunta, y un corpulento ciborg vestido de cuero estaba parado allí,
esperando el ascensor. Lo reconoció como uno de los hombres originales
de Cortez del transbordador, su piel oscura y el puerto en una sien
haciéndolo memorable. A juzgar por la forma en la que sus cejas se
elevaron, había oído la mayor parte de la pregunta.

Skylar se sintió mortificada.

181
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Jerick sonrió y dijo:

—Hola, Tek Tek.

—Er, hola… —Tek Tek miró los pantalones de Jerick, quizás


preguntándose si un nombre, rango o número de prisión era lo más
adecuado—. Sargento —decidió.

—Solo estoy informando a nuestra nueva doctora las preferencias


sexuales del Capitán —dijo Jerick—. En el caso de que sea pertinente.

—¿Nuestra nueva doctora? —El hombre movió una pesada caja de


herramientas para poder pasar por delante de ellos y entrar en el
ascensor.

—Sí, Cortez y yo estamos charlando con ella para que nos


acompañe en nuestra búsqueda y examine nuestros cerebros cuando sea
necesario.

—¿Oh? —Tek Tek se tocó su sien y la miró.

Skylar pensó que podría hacer una pregunta relacionada con el


recableado neural que se había hecho para ayudarle a interactuar con
los ordenadores rápidamente. En realidad sabía mucho más sobre ese
tipo de biotecnología que sobre los implantes musculo-esqueléticos
ciborgs. Ella sonrió tentativamente.

Tek Tek la miró de arriba a abajo.

—Es bonita.

Y tanto por las preguntas biotecnológicas relacionadas con el


cerebro.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Gracias, Tek Tek —dijo Jerick, guiando a Skylar fuera del


ascensor por su codo—. Pero ella no se preguntaba sobre tus preferencias
sexuales.

—¿Nada de nada?

—Lo siento, no.

Jerick soltó su codo y saludó a una de las tres opciones de


direcciones del pasillo.

—La armería está por ahí.

Skylar asintió y caminó a su lado. Pensó que él podría no responder


a su pregunta original y decidió que estaba bien. Tal vez no debería haber
fisgoneado.

Jerick miró hacia atrás después de un rato, asegurándose de que


las puertas del ascensor se habían cerrado y nadie estaba escuchando…
y luego volvió a hablar.

—No, Cortez y yo nunca saltamos a la litera del otro. No era tan


poco común en la nave, y nadie se preocupaba o te juzgaba por ello.
Teníamos una tripulación masculina hasta los últimos años de la guerra
cuando cambiamos las oleadas Hrorak y no nos capturaban tan a
menudo… tuvimos algunas oficiales femeninas a bordo entonces… e
incluso los ciborgs fornidos con mucha masa se sentían solos. —Le sonrió
de forma torcida cuando giraron en una intersección—. ¿Pero yo y
Cortez? Nah. Ni yo ni nadie. Ni él ni nadie, tampoco, por lo que sé. Era
mi Comandante, y yo su Sargento de combate. Si nada más se hubiera
interpuesto, nuestras graduaciones lo habrían hecho incómodo. ¿Yo
tendría que gritar “sí, señor” cuando estuviera en la cama? No lo sé, pero
nunca pasó nada. Siempre me sentí… —Jerick volvió a mirar los pasillos,
asegurándose de que estaban vacíos, y bajó la voz—. Hemos pasado por

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

mucho. Fui uno de los hombres originales que lo acompañaron en el


Estrella Negra cuando solo era un Teniente de armas y no había
ascendido... sobrevivido... en la cadena de mando hasta ser Capitán.
Éramos cercanos. Y significa mucho que haya venido aquí por mí. Por los
otros también, lo sé, pero debe haber visto que iban a matarme.

—Es bueno que vosotros os tengáis el uno al otro —dijo Skylar.

—Sí. Creo que cuando lo dejamos, no me di cuenta de cuánto lo


extrañaría. En realidad a todos mis amigos en la nave. Estaba tan solo
en casa en mi ciudad como lo estuve más tarde aquí en esta prisión.
Supongo que hay que estar solo, incluso en aislamiento, para darse
cuenta de lo mucho que significan los viejos amigos para ti.

Ella le dio unas palmaditas en el brazo, sin saber qué más decir.

—También es bueno hacer nuevos amigos. —Arqueó una ceja hacia


ella, su mirada se inclinó hacia su pecho brevemente.

Casi se rio, divertida de que hubiera comenzado a disfrutar de su


mirada.

Pero se preguntaba cómo podría encajar realmente con él y con


Cortez. ¿Habría una cama muy grande con ella en el medio entre los dos
hombres grandes? No se parecía a nada con lo que hubiera fantaseado
antes, y sin embargo no parecía tan extraño como lo hubiera esperado.
No era exactamente como ser invitada a una fiesta por los chicos
populares... delincuentes ciborgs que luchan por encontrar una manera
de pertenecer a la galaxia no contaban como populares... pero era ser
invitada a salir de la soledad y dentro de un lugar seguro.

Jerick se detuvo frente a una puerta que parecía lo suficientemente


segura como para pertenecer a la bóveda de un banco. Afortunadamente,
estaba entreabierta, con un dispositivo de anulación casero que tenía

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

cables brotando como patas de araña enganchados al panel de control


que estaba a su lado.

Frunció el ceño y se llevó un dedo a los labios.

Un débil sonido de raspado salió de la habitación.

—Atrás —susurró, apuntando con su rifle a la oscura armería y


abriendo un poco más la puerta.

Como Skylar no tenía armas, a menos que sacara sus frascos y


tirara uno al suelo, se alegró de mantenerse al margen. Presionó sus
omóplatos contra la pared opuesta. Notando el aturdidor en la cadera de
Jerick, casi se lo pidió, pero él desapareció en la armería.

Y disparó inmediatamente. Ella saltó.

—Cuidado —espetó, imaginando rayos-plas rebotando en una


pequeña habitación cerrada.

Disparó de nuevo. Algo golpeó en la pared y rebotó. ¿Rayos?


¿Balas? No podía decirlo. Un estallido de pings salió de la habitación.

Algo diminuto salió disparado, alojándose en la pared, la pared de


metal, a solo unos pies de su cabeza. Con la boca abierta se alejó más de
la puerta. Parecía una estrella arrojadiza en miniatura.

—El gas somnífero no hará nada contra eso —susurró.

Su mano se desvió hacia su bolsa, pero todo lo que había traído


eran los viales, unas pocas herramientas y un par de bolsas vacías para
que pudiera llevar de vuelta lo que hicieran. Hurgó y sacó un bisturí láser
mientras más disparos venían del interior de la armería.

Jerick gritó. No podía decir si de dolor o si había sido un grito de


guerra.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Algo salió de la armería, un dron flotando con un exterior espinoso


que le recordaba la superficie cubierta de pelos de una bacteria.

Jerick saltó tras él, pero con una suave bocanada, el dron le
disparó desde tres metros por el pasillo. Tan rápido como era Jerick, eso
casi lo atrapó, esa cosa era más rápida. Disparó tres veces en rápida
sucesión y las estrellas de metal se esparcieron por el pasillo.

Skylar volvió a aplanar su espalda contra la pared mientras Jerick


también disparaba tres veces. Sus rayos-plas golpearon las estrellas en
el aire, haciéndolas a un lado y medio derritiéndolas.

Se quedó boquiabierta. No lo hubiera creído posible si no lo hubiera


visto.

Jerick cargó por el pasillo disparando y saltando tras el dron. Subió


hasta el techo y pasó volando junto a él. Se retorció y saltó en el aire. Una
vez más, estuvo a punto de atraparlo. Tal vez fue mejor que fallara. La
cosa tenía más pinchos que un puerco espín.

Esta vez, mientras se alejaba de él, su ruta lo llevó hacia Skylar.


¿Le dispararía? Seguro que ella no podía disparar lanzando las estrellas
por el aire. De todos modos, no tenía una pistola.

Miró su diminuto bisturí láser y casi se rio.

El dron se detuvo a unos metros de distancia, justo frente a la


puerta de la armería. Flotaba allí, zumbando y resoplando, y girando para
enfrentarse de nuevo a Jerick. La luz brilló mientras se movía, un reflejo.
¿De qué? ¿Una lente? ¿Ese dron era una videograbadora voladora?

Jerick disparó de nuevo. Su rayo-plas rebotó en la superficie del


dron y hacia el corredor. Su enemigo de metal ni siquiera se molestó en
moverse.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Skylar metió su bisturí en el bolsillo y sacó una de las bolsas vacías.


Asumió que el dron tenía sensores y sabía que ella estaba detrás de él,
quizás la había descartado como una no-amenaza, pero no le estaba
prestando atención, no con Jerick acechando por delante.

Se lanzó hacia él, como si quisiera pasar por encima de su cabeza


otra vez. Esta vez, él mantuvo su rifle en su lugar en vez de intentar
atrapar al dron con las manos. Se balanceó, el cañón un borrón gris que
se movía tan rápidamente. Conectó con el dron en un golpe de refilón.
Fue lo suficiente como para desviar su vuelo. El dron se estrelló contra
la pared, sus puntas dejaron marcas en el metal, y golpeó el suelo.

Resopló y comenzó a elevarse, pero Skylar saltó hacia delante.


Abrió la bolsa y la extendió mientras el dron se disparaba hacia arriba.
Levantándose con suficiente fuerza como para arrancarle la bolsa de las
manos, pero debió haber quedado dentro porque golpeó el techo.

Jerick la alcanzó, saltando para agarrar los extremos de la bolsa.


Lo balanceó como si fuera un gato vampiro que tuviera agarrando por la
cola y lo golpeó contra la pared. El atronador crujido hizo que Skylar
levantara las manos para taparse las orejas.

Jerick balanceó la bolsa una y otra vez, aplastando completamente


al dron con sus poderosos músculos. Finalmente pareció creer que la
cosa estaba destruida, ya que se detuvo, sosteniendo la bosa y mirándola.

Docenas de espinas o púas o lo que fueran, estaban clavadas en el


material, dobladas o rotas. El bulto inerte en el interior parecía ser menos
de la mitad del tamaño que había tenido antes.

—Excelente trabajo, Skylar. —Jerick sonrió y le dio una palmadita


en el hombro.

Ella resopló. Como si hubiera hecho algo.

187
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Sí, ¿qué habrías hecho si no hubiera estado aquí para tirar una
bolsa sobre tu némesis?

—Habría fallado y probablemente habría muerto. Mira, estaba


gravemente herido. —Se tocó el hombro donde una delgada línea de
sangre atrajo su atención a un corte menor. Una de las estrellas
lanzadoras debía haberlo rozado.

—Gravemente, sí. ¿Crees que podrás soportar el dolor y continuar


con la misión? —Se sorprendió de que no le hubieran alcanzado muchos
más, o uno de sus propios rayos-plas cuando empezó a disparar dentro
de la armería.

—No lo sé. —Retorció la cabeza para considerar el corte—.


Probablemente necesito un médico para que lo bese y mejorarlo.

—Besar sangre no me excita demasiado. ¿Puedo ponerle una


venda?

—Eso suena significativamente menos atractivo. Especialmente si


es del tipo que se pega y te arranca todo el pelo cuando te lo quitas.

—No creo que hayan hecho vendas así desde el siglo XXI.

—Tonterías. La abuela de mi vecino nos las ponía todo el tiempo


cuando éramos niños. La gente pobre definitivamente todavía tiene
vendas como esas.

—Bueno, tiene que haber algún incentivo para salir de la pobreza


y triunfar en el mundo. —Se adelantó para examinar su hombro—. Ese
trozo de piel no parece muy peludo. Probablemente estarías bien con un
vendaje anticuado.

—Los pelos están bien, pero están ahí. Gran parte de mí está bien,
¿sabes?

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—¿Cómo tu masa?

—Precisamente. No, espera. Eso es sustancial, no está bien. —


Jerick bajó la bolsa y la abrió tanto como pudo, las puntas retorcidas,
rotas y dobladas que atravesaban el material lo hacían difícil, y miró
dentro—. Espero que esto sea lo que estaba haciendo las transmisiones
que Tek Tek detectó antes. Y espero que no esté transmitiendo ahora. —
Le tendió la bolsa, como si ella debiera mirar y ofrecer su evaluación.

Ella miró dentro pero no vio mucho excepto el metal destrozado.

—A mí me parece que está muerto.

—Bien. A mí también. Probablemente estaba grabando todo y


enviándolo de vuelta al Estrella Negra. Con suerte, su gente de
inteligencia no pudo obtener un recuento de tropas.

—En realidad tenéis bastante gente, ¿no? Cortez trajo a esos diez,
y luego estás tú y todos los prisioneros que hayáis dejado salir.

—No ha dejado salir a tantos, no a los que son desconocidos, con


los que no servimos, o que tienen antecedentes realmente malvados.
Probablemente los entrevistará después o se los llevará con nosotros
incluso si no tiene tiempo para hacerlo, siempre habrá tiempo en el
camino, pero no quiere que haya gente que sea un riesgo suelta en este
momento. No hay nadie de sobra para vigilarlos.

—¿Cuánta gente tenéis?

—Dieciocho.

—Ah.

No parecían muchas tropas frente a toda una nave de guerra, con


tres naves más en camino. También había prisioneros, el antiguo

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

personal, dentro de la instalación que los ciborgs tenían que vigilar. ¿Y si


algunos eran como ella y tenían tendencia a escapar a menudo? De
repente se sintió mal por causar problemas a Jerick y Cortez.

Skylar se recordó que esos dieciocho hombres eran todos ciborgs.


Y Cortez era un tipo inteligente. Aún podían hacer que esto funcionara,
incluso si la Flota no hubiera mostrado ninguna inclinación a negociar
con él.

Jerick abrió la puerta de la armería completamente y extendió una


mano en invitación.

—Mi señora, ahora que me he encargado del control de plagas,


¿podrías entrar y ayudarme a hacer algunas armas?

—¿Cómo puedo resistirme a tal oferta?

—No puedes, naturalmente.

Mientras tomaba su bolsa y entraba, trató de no insistir en lo


importante que era hacer sus armas muy, muy buenas si Jerick, Cortez
y los demás tenían la oportunidad de tomar esa nave. Una nave con una
tripulación de más de cien personas, dijeron.

—No hay razón para amilanarse —murmuró.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Capítulo Doce
—Esperaba más opciones y menos carnicería —dijo Skylar,
mirando alrededor de la pequeña y muy agotada armería.

Jerick extendió sus brazos, sin saber qué sugerir. Quizás debería
haber venido corriendo por su cuenta para comprobar la armería antes
de arrastrar a Skylar con él. Los estantes de las paredes estaban vacíos
excepto por un rifle con abolladuras en el cañón. Dos cajas de munición
en una caja que parecía que debería haber contenido cientos, y no había
ninguna carga de plastech.

—Hay algunos cajones y una mini bóveda aquí atrás —dijo Jerick,
moviéndose alrededor del mostrador de carga de munición en el centro.
Sus botas crujieron sobre los escombros. Disparar aquí para atacar al
dron no había mejorado nada—. Los revisaré. Te encontraremos un
mecanismo de entrega. Si es necesario, te haré algo con casquillos y
gomas usadas.

—No veo ninguna goma elástica.

—Improvisaremos. ¿Qué es esa cosa que sujeta tu pelo?

—Un lazo púrpura. Estoy segura de que infundirá miedo no solo


en los corazones de los soldados de la Flota, sino también en los de tus
hermanos ciborg.

Jerick sonrió, gustándole más a cada hora. ¿Quién hubiera dicho


que los científicos en bata de laboratorio podrían tener sentido del
humor?

—Me pregunto cuánto tiempo tenemos para pensar en algo. —


Skylar dejó sus herramientas y algunos de los frascos en el mostrador, y

191
Ruby Lionsdrake Desencadenado

luego miró alrededor de los estantes vacíos—. ¿Dijo Cortez cuándo


planeaba asaltar vuestra nave de guerra? ¿O cómo piensa hacerlo?
Vuestro equipo tendrá que hacer una caminata espacial o la nave tendrá
que acercarse mucho más, ¿verdad?

—No me ha informado de esa parte del plan. O de la mayor parte


del plan. Pero si terminamos de crear brillantes armas de gas antes de
que nos necesite, podemos volver a besarnos y frotarnos. Esta armería es
muy privada ahora que los drones hostiles no están al acecho en ella.

Skylar miraba sus herramientas y no lo miraba a él, pero Jerick


pudo ver lo suficiente de su cara para notar que sus mejillas se
ruborizaban.

—Por lo general, conozco más a los hombres ante de dejar que me


besen —dijo—. O me froten.

—¿Oh? Estaría feliz en compartir los misterios de mi vida contigo.


Y eres bienvenida a compartir los misterios de tu vida conmigo.

Se preguntó si ella le pediría más detalles sobre la pelea, las


muertes, que lo trajeron aquí. No le mentiría si se lo pidiera, pero no
quería hablar de ello más de lo que ya había hecho. Dado lo que había
confesado en la enfermería, se maravillaba que le hubiera dejado tocarla.
Era una ciudadana honrada sin sangre en sus manos. Y él no era… el
héroe que siempre había imaginado. Al menos ya no.

Tal vez simplemente había soportado su toque porque estaba


intrigada por Cortez. Probablemente era eso. Aunque estaba aquí
intercambiando bromas con él. Encontró eso prometedor.

—Eres muy generoso —respondió Skylar.

—Mis años de privación monástica me han enseñado a apreciar a


los amantes como a un buen vino. Mi color favorito era el negro. Era el

192
Ruby Lionsdrake Desencadenado

menor de tres hermanos y tengo dos hermanas mayores. Mi padre era un


vago que se fue cuando éramos pequeños. Mi madre tenía tres trabajos,
así que teníamos un lugar para vivir y comida la mayoría de las noches.
Y mi súper-héroe favorito era Winged Ranger13. ¿Es suficiente
información para inspirar el deseo de frotar?

—¿Winged Ranger? —Skylar alzó la vista—. ¿Has jugado a


Astronauts and Avatars?

—No —dijo, pero inmediatamente deseó haberlo hecho—. ¿Era un


juego de la red?

—Ah, Winged Ranger es uno de los NPC14. Él era la figura


prominente en la historia de Misty Sky City si empiezas tu personaje en
Xaranth 5.

—Para que lo sepas, no estoy seguro de en qué idioma estás


hablando, pero me gusta oírte hablar, así que siéntete libre de seguir
adelante. —Le guiñó un ojo y volvió a buscar en los cajones.

—Es un juego. Me metí en los juegos de la red cuando era


estudiante y nunca salí de ellos, aunque ya no tengo mucho tiempo para
jugar.

—Huh. Simplemente tuve algunas de las historietas de Winged


Ranger cuando era un niño. El jefe de mi madre nos dio su colección
cuando decidió que sus propios hijos eran unos idiotas y no las
cuidarían. Nunca tuvimos suficiente dinero para comprar algo así por

13
Winged Ranger: Jinete Alado.
14
NCP: En los videojuegos el concepto de NPC se corresponde con un personaje no
jugador, el PNJ se identifica con un personaje no controlado por un jugador, pero sí por
el game master en las partidas de rol o por el juego. En muchos casos también es
controlado por el juego y no posee un control humano, en otras palabras no está bajo
el control directo de los jugadores. Su comportamiento habitualmente está prescrito y
es automático, se activa a través de los diálogos con los personajes que sí son de
jugadores. Normalmente se relacionan al Non playable character con aliados o
personajes que tienen una actitud neutral.

193
Ruby Lionsdrake Desencadenado

nuestra cuenta, pero cuando recibí mi primer depósito de sueldo como


soldado, salí y conseguí los diez últimos números. No he tenido mucha
oportunidad de leer últimamente, o quizás sabría sobre ese Superman
que mencionó Cortez, pero ya sabes cómo es en la cárcel. Estás tan
ocupado con las tareas y obligaciones sociales. ¿Quieres unas granadas?

—Uh, sácalas y les echaremos un vistazo. Estaba pensando más


bien en algún tipo de arma tipo ballesta que pudiera disparar los frascos.
—Levantó sus cejas hacia él—. ¿Tenías obligaciones sociales en la
prisión?

—Naturalmente. Los guardias venían unas cuantas veces al día a


acosarme, y me pinchaban con una picana eléctrica si no era
adecuadamente encantador y sensible. Stavis me electrocutaba tanto si
hacía algo como si no, así que espero que un perforador de túneles lo
corte accidentalmente en algún momento de esta operación. No se lo
digas a Cortez. Sé que está tratando de no matar a nadie. —Jerick trajo
siete granadas polvorientas y las colocó sobre el mostrador.

Skylar lo miró, con una expresión sombría. ¿O eso fue compasivo?


Demonios, no quería inspirar compasión.

—No quería quejarme —dijo—. Solo estaba compartiendo. Y dejarte


saber por qué estoy ridículamente excitado por el plan de Cortez y espero
con todo mi corazón que funcione. Es como cuando eres un niño y tus
padres están siendo horribles, y sigues esperando que tus padres reales
vengan y te lleven a un castillo, y te dejen tener choco-lunas para cenar
todas las noches.

—Lo entiendo. Espero que su plan funcione también para ti.

Skylar se inclinó alrededor del mostrador y apoyó su mano en el


lado de su cara. No estaba seguro de si tenía la intención de besarlo, pero
estaba ansioso por interpretar ese suave toque como una invitación y se

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

encontró inclinado hacia ella. Ella alzó sus labios, y su corazón se elevó.
No la había leído mal.

Lo besó suavemente, no con el hambre y la necesidad que se había


creado antes cuando se habían presionado juntos en la enfermería, y él
se obligó a responder de la misma manera. Sin embargo, la idea de que
tuvieran sexo caliente, duro y húmedo en el mostrador le pasó por la
mente. Aceptó que actividades tan vigorosas no serían prudentes cuando
había granadas y frascos de drogas para dormir en ese mostrador.
Además, no sabía si ella lo haría sin Cortez allí. Ellos eran los que
parecían tener la verdadera conexión. Él solo… no estaba seguro. Ella
parecía disfrutar de su toque, y Cortez le había dado esa mirada en la
enfermería, esa mirada que había sido más una invitación que una
advertencia para que se retirara.

Aun así, estaba aquí besándolo a él. ¿Tal vez podría llegar a que le
importaran ambos?

Él metió sus dedos en su grueso pelo mientras sus lenguas se


provocaban y enredaban entre sí. Una vez más, su mente se desvió hacia
pensamientos de ellos retorciéndose juntos en el mostrador, ambos
desnudos, sus miembros entrelazados. Entonces imaginó la puerta
abriéndose y a Cortez entrando resuelto. Al principio, les gritaría por
estar jodiendo mientras estaban en una misión, pero verlos juntos lo
excitaría demasiado, y no podría ser un buen soldado dedicado. Se
arrancaría la ropa y se uniría a ellos.

Skylar se inclinó hacia atrás, su boca abandonando la de él, y él


gimió como protesta.

—Lo siento —dijo, lamiéndose los labios—. Solo quería, uh…


reconfortarte.

—Estoy reconfortado. —Sus fantasías eran muy reconfortantes.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Se alejó medio paso de él, aunque parecía que fue con reticencia.
Su mano había llegado a su pecho, y la dejó reposar allí, su pulgar
trazando la cresta de un músculo pectoral.

—¿Estás extrayendo mi cinta? —murmuró.

Él resopló suavemente, frotando su cuero cabelludo, sus dedos


todavía en el interior de su cabello.

—Pensé que primero probaríamos las granadas.

—Cierto. —Sonrió y apoyó su cabeza en la mano de él—. ¿Volverás


a hacer eso más tarde?

—¿Frotarte el cuero cabelludo?

—Sí. Tus dedos son maravillosos.

Él tragó, mirando sus labios carnosos y la longitud de su garganta.


Su pene se hinchó y se recordó a sí mismo que no era ni el momento, ni
el lugar.

—Frotaré lo que quieras —dijo, su voz ronca. Se obligó a retirar sus


dedos, a dirigir su atención, y su polla, hacia el mostrador en lugar de
hacia ella.

La decepción brilló en sus ojos. Esperaba poder satisfacer todas


sus necesidades más tarde. Y satisfacer todas las de él.

—Supongo que esto significa que nos conocemos lo suficiente para


frotarnos ahora, ¿eh? —Le guiñó el ojo, tomó una de las granadas y
levantó uno de sus frascos.

—¿Ahora que conozco tus preferencias de superhéroe? Eso creo.

—¿Conoces el de Cortez?

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—No, no he preguntado. Pensé que él podría ser demasiado maduro


para los superhéroes y los juegos.

—¿Maduro? Como ¿viejo? —Jerick sonrió, deseando compartir sus


pensamientos con él. Aunque Cortez probablemente encontraría
motivación en el comentario y haría todo lo posible por demostrar su
virilidad y resistencia.

—Bueno, no. Parece como si hubiera sido maduro a los veinte años.

—Creo que solo es reservado. —Jerick sostuvo la granada y el vial—


. ¿Puedo meter esto aquí, o necesitamos algo más elegante?

—Tú eres el soldado profesional.

—Hm. —Se puso a hurgar. No había cinta, pero encontró masilla


maleable que podría funcionar como adhesivo.

Skylar observó mientras experimentaba para ver si era lo


suficientemente pegajosa para sostener los viales. Lo último que querían
era que su propio artefacto se abriera a sus pies y noqueara a todo el
equipo de los ciborgs.

—¿Cuánto tiempo conociste al último hombre en tu vida antes de


besarlo? —Jerick esperaba que no le importara el singular enfoque de su
conversación, pero su mente se quedaba en su beso mientras trabajaba.
Y en los pensamientos de ella con él y Cortez en el mostrador. Es cierto
que una litera sería más cómoda. Una grande. Con un colchón. No había
experimentado un colchón en más de dos años.

Ella le echó una mirada.

—Con mi prometido… mi último novio, llegamos juntos al nivel 80


en Final Galaxy Explorer 10 antes de besarnos.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—¿Final de qué?

—Es otro juego. Estuvimos en el mismo gremio por un tiempo antes


de darnos cuenta de que vivíamos en la misma ciudad. Nos conocimos
en persona y teníamos mucho en común. Para empezar, ambos
jugábamos muchos de los mismos juegos. Parecía que hacíamos una
buena pareja.

—¿Qué pasó? ¿Casi te casas?

Skylar hizo un gesto de dolor.

—Me dejó en el altar.

—Ay.

—Fue hace un año. Lo he superado, pero he dudado en tener una


cita desde entonces. Es que ha sido más fácil trabajar más. Y dejé de
jugar a Galaxy Explorer porque… bueno, era incómodo. Él no dejó el
gremio, así que cuando me conecto, él sigue ahí.

—¿Era un buen besador?

—¿Qué?

—Ya me escuchaste. —Le arqueó una ceja.

—Bueno, teníamos muchos intereses en común…

—Eso suena como un no.

—Él estaba bien.

—Todavía suena como un no. Tienes suerte de no haberte quedado


atrapada con él. ¿Qué tan poco emocionante sería tu vida con alguien
que no puede besar? Quieres a alguien que… Toma, sujeta mi granada.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Jerick escuchó pasos en la distancia. Le endilgó el arma para poder


tomar su rifle y mirar hacia la puerta.

—Mi vida ha sido emocionante estos últimos días —admitió Skylar,


mirando la sustancia que pegaba su vial a la granada.

—Por más de una razón, creo. —Jerick le sonrió, encantado cuando


sus mejillas volvieron a enrojecerse.

Esperaba que pensara en su beso, o quizás en el tiempo que


pasaron todos juntos en la enfermería. Tal vez incluso ahora soñaba con
vivir sus fantasías. Es cierto que él no podía leer la mente y no sabía qué
implicaban sus fantasías, pero no creía estar loco por creer que lo
implicaban a él y a su masa. Tal vez a la masa de Cortez también.

La puerta se abrió, Jerick, habiendo reconocido la pisada, no


apuntó su rifle hacia el recién llegado.

Cortez estaba parado en la puerta, ya no llevaba la chaqueta de su


traje, solo la camisa blanca ajustada de debajo, las mangas
arremangadas y revelando los músculos de su antebrazo. Llevaba varias
armas en correas y parecía un superhéroe con su fuerte mandíbula y sus
amplios hombros.

La fantasía de Jerick volvió a su mente, y le ofreció a Cortez una


sonrisa perezosa y sus ojos de dormitorio. Dudaba que Cortez tuviera
algo similar en mente, pero por si acaso…

—¿Qué está pasando aquí? —Los ojos de Cortez se entrecerraron


mientras miraba de Jerick a Skylar.

Sus mejillas estaban en llamas ahora. Jerick habría pagado todo el


dinero que tenía para saber lo que ella estaba pensando.

199
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Genialidad, señor. —Jerick enfundó, tomando la granada


modificada y levantándola para mostrarle.

Cortez no parecía impresionado. Había que admitir que el bulto de


masilla en el lateral con la parte superior del vial sobresaliendo no era
realmente una genialidad.

—¿Qué, no pudiste encontrar ninguna cinta? —preguntó.

—No pude encontrar mucho de nada, señor. —Señaló los estantes


vacíos.

Cortez suspiró y se acercó al mostrador entre ellos. Dejó caer sus


codos sobre él y miró su pequeña recompensa.

—Sé que no es una modificación muy elegante —dijo Skylar—, pero


no había muchas opciones. Pero me preocupa que una granada haga
mucho más que noquear a la gente si explota junto a ellos. Creo que sería
mejor para tus hombres que simplemente llevaran los frascos y los
lanzaran. Asumiendo que hayas encontrado una forma de llevar a tu
equipo a la nave de guerra.

Cortez se frotó la barbilla.

—Estoy trabajando en eso. El contacto que pensé que ayudaría no


ha respondido a mi canal seguro de comunicaciones, pero es posible que
esté siendo vigilado. También es posible que haya cambiado de opinión y
no quiera arriesgar su carrera por unos criminales. —Hizo una mueca.
Parecía cansado.

Jerick se preguntó cuándo había dormido por última vez. Quizás


había estado demasiado nervioso en el viaje en el transbordador para
hacerlo, y no había tenido tiempo desde entonces.

—Tengo a Tek Tek y a Driggs reparando el transbordador —dijo.

200
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—¿El que rompiste al golpear el panel de control? —preguntó


Skylar.

Jerick sonrió, deseando haber visto eso. Cortez siempre fue tan
cerebral que era divertido verle volverse primitivo.

—Sí —dijo—. También sufrió daños durante el tiroteo en la bahía


de transbordadores. —Cortez entrecruzó sus dedos y apoyó sus manos
en el mostrador—. Tek Tek dice que debería estar listo para volar en unas
cuatro horas. Eso nos dejaría solo dos horas hasta que lleguen las otras
tres naves de guerra. Si podemos tomar al Estrella Negra rápidamente,
es tiempo suficiente. Podemos recoger a los otros prisioneros y salir de
aquí antes de que el resto de la Flota llegue al asteroide. Será una
persecución hasta el agujero de gusano, pero las naves de guerra son
todas del mismo modelo, así que no deberían poder atraparnos.

Desenredó sus dedos y los tamborileó en el mostrador.

—Si no somos capaces de tomar el Estrella Negra rápidamente, o si


lo tomamos pero no antes de que los demás lleguen, entonces no será
fácil. Luchar contra tres naves de guerra a la vez definitivamente no sería
lo ideal. Strikken y Patel son los Capitanes de dos de ellas. No conozco al
nuevo Comandante, pero esos dos son inteligentes. Nos darán problemas.

—Así que tenemos que capturar al Estrella Negra rápidamente —


dijo Jerick—. A mí me parece bastante senillo.

—A mí no —murmuró Skylar.

—Tenemos que cargar a todos nuestros hombres en el


transbordador, volar hasta allí y convencerlos para que nos lleven a
bordo, preferiblemente sin darse cuenta de que tenemos un equipo de
asalto.

Skylar arrugó su frente.

201
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—¿Por qué invitarían al transbordador a entrar? ¿No asumirán que


vais a hacer exactamente eso?

—Sí, tenemos que encontrar la forma de hacer funcionar la vieja


estratagema del caballo de Troya. —Cortez la miró pensativamente—.
Tenía la idea de que un rehén podría escapar o afirmar haber escapado.
Esa persona, y su amiga piloto, podrían volar con un equipo de ataque
escondido en la parte trasera del transbordador. Pero no quiero ofrecerte
como voluntaria para eso. O hacer que te arrepientas de tu amistad con
nosotros.

Skylar abrió la boca pero la volvió a cerrar sin decir nada.

—Mi otra idea es que podría fingir que me rindo —dijo Cortez—. No
sé si Falconer creería que yo haría eso. Además, por mucho que aprecie
el engaño en la batalla, mentir abiertamente a un compañero
Comandante de Flota, alguien que una vez fue un compañero
Comandante de Flota, es deshonroso. Sé que estamos en una situación
peligrosa y que necesitamos una salida, pero es difícil de tragar el tener
que usar el engaño.

Jerick le dio una palmadita en el hombro.

—Tengo otra idea.

—Oh, bien. La mente que pensó esto… —Cortez sostuvo la granada


grumosa—, tiene una idea.

—Si te burlas de mí, no la compartiré contigo.

Cortez y Skylar lo miraron.

—¿Cuál es? —preguntó Cortez—. Ya he terminado de burlarme.

202
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Un criminal condenado a la pena de muerte, siendo un hombre


bastante desesperado, podría escapar en el transbordador, ofreciendo
información sobre ti o lo que consideremos que les atraería, a cambio de
libertad.

—¿Tú?

—Supongo que Haywood o Donovan podrían hacerlo, pero


realmente te venderían por la libertad. —Sonrió con suficiencia—. Así que
me escapo en el transbordador... supongo que tendría que llevarme a la
piloto que me odia completamente... con tu equipo de ataque escondido
en el área de carga. Me invitan a la nave de guerra, salgo con las manos
en alto y dejo caer algunos de los frascos especiales de Skylar. Todos en
la bahía del transbordador se desmayan, y tú y tu equipo entráis, usando
trajes espaciales para que no os afecte el gas. El resto depende de tus
héroes, ya que yo estaría babeando en las botas de Falconer mientras
duermo.

Cortez apoyó sus codos en el mostrador, entrelazó sus dedos de


nuevo, y descansó su barbilla en los nudillos.

Jerick lo imaginó haciendo cálculos, debatiendo cuál de los


posibles escenarios era más probable que los llevara a su objetivo.
Cualquier de ellos sería difícil, y Jerick admitió plenamente que había
docenas de maneras en que su plan podría salir mal. Creía que su idea
era mejor que la Cortez... Falconer sería más probable que cayera en
ella... pero incluso si funcionaba, había mucha arrogancia en creer que
podrían derrotar a una tripulación de más de cien soldados con su
pequeño equipo.

Como Skylar había señalado, ¿por qué la Flota pensaría en dejarlos


entrar? No importaba cómo lo hicieran, el transbordador no podía ser un
caballo de Troya. Los soldados de la Flota estarían demasiado preparados
para una traición.

203
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Creo —dijo Skylar en el silencio que se extendía entre ellos— que


si yo fuera la que contactara con la otra nave y afirmara que había
escapado, lo más probable es que me creyeran.

—Es un hecho —dijo Cortez—, pero no te vamos a pedir que lo


hagas. No se me ocurre ninguna forma de hacer que parezca que te
hemos obligado a hacerlo.

—Solo tendríais que aseguraros de tener éxito y llevarme con


vosotros en esta aventura a través de la galaxia que habéis planeado. —
Sonrió, pero no llegó a sus ojos. Parecía preocupada e insegura de su
oferta.

—Tenemos que planificar cada contingencia, incluido el fracaso —


dijo Cortez—. Mi carrera ya está arruinada. No quiero arruinar otra.

Jerick estaba de acuerdo con todo, que usarla sería probablemente


lo que funcionaría, pero que también era inaceptable. Si él y Cortez y
todos los ciborgs morían en una batalla espectacular aquí, había que
permitirle a ella el regreso a su mundo y a su vida, preferiblemente ilesa.

Una vez que estuviera a salvo allí, él y Cortez no serían más que un
extraño recuerdo para Skylar. Podría volver a su universo de juego y tal
vez encontrar a otro hombre que la besara “bien” y que no la abandonara
en el altar.

La miró, el pensamiento lo entristeció, pero no tanto como la idea


de que ella terminara en la cárcel, o peor, porque se hubiera asociado con
ellos.

—Jerick —dijo Cortez, asintiendo a sí mismo como si hubiera


tomado su decisión—, seguiremos tu plan. Alguien seguro que recuerda
que serviste conmigo, pero dudo que alguien allí sepa que éramos tan
cercanos. Y después de años en prisión, y tu ejecución pendiente, parece

204
Ruby Lionsdrake Desencadenado

creíble que un hombre desesperado haría cualquier cosa por una


oportunidad de libertad.

—Así es —asintió Jerick, satisfecho con la decisión. Mejor que se


pusiera él en peligro que Skylar. Los dioses del universo sabían que no le
quedaba nada que perder. Miró a los dos, un sentimiento de tristeza y de
anhelo se apoderó de su corazón. Tal vez era más acertado decir que hace
un par de días, no tenía nada que perder. Ahora… intentaría encontrar
una forma de ganar. De una manera u otra—. Puedo ser convincente.

—Bien. —Cortez le dio una palmadita en el hombro, y luego miró a


Skylar—. Yo… nosotros, apreciamos que te ofrezcas a ayudarnos. De
nuevo. —Apoyó su mano en su antebrazo.

—Solo quiero que tengas la mejor oportunidad de lograrlo. —Se


encontró con los ojos de Jerick—. Creo que te mereces la felicidad, un
lugar para ser libre y ser tú mismo. —Su mirada se dirigió de nuevo a
Cortez—. Ambos lo merecéis.

Jerick sonrió.

—¿No te encanta de que se preocupe por nosotros?

—Sí —dijo Cortez sin dudarlo, mirando a los ojos de Skylar.

Sus mejillas volvieron a ruborizarse y bajó la mirada. Cortez le tocó


dos dedos en la barbilla, levantando su cara, rozando sus labios con su
pulgar.

Skylar se lamió los labios, su lengua tocando su pulgar, y él se


congeló. Jerick sonrió, imaginando que su estoico Capitán se ponía más
duro que una roca. Tal vez su fantasía se llevaría a cabo, después de todo.

Skylar lo miró. Los ojos de Cortez se entrecerraron mientras seguía


esa mirada.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—¿Qué hacíais vosotros aquí antes de que llegara? No pudo haber


tomado más de tres segundos terminar esa granada.

—Hubo una batalla que librar. —Jerick se dirigió al pasillo,


convencido de que Cortez debería haber visto el dron destrozado en la
bolsa—. Y entonces Skylar insistió en que compartiera la historia de mi
vida con ella antes de que me besara.

—¿Besos? Lo sabía.

Jerick no podía decir si estaba celoso o solo esperaba que uno de


ellos lo besara a él. Parecía más un detective que había reunido las pistas
de una manera satisfactoria, que un amante celoso. Jerick se preguntó
si tal vez Cortez había tenido sus propias fantasías sobre encontrarlos
desnudos en la armería, entrar y unirse a ellos.

—¿Quién es tu superhéroe favorito? —preguntó Skylar tocando la


cara de Cortez.

Sus cejas se juntaron, pero él dijo rápidamente:

—Superman.

—Pensé que podría serlo —dijo ella, y lo besó.

No pasó mucho tiempo hasta que los pensamientos de besar y tocar


volvieron a la mente de Jerick. Miró el mostrador que había
protagonizado sus fantasías anteriores. No parecía muy cómodo, a pesar
de los viales y granadas. Supuso que podrían encontrar una cama sin
usar en algún lugar, pero no sabía si podía atraer a Cortez a algo tan
sibarítico como un dormitorio, no cuando estaba en una misión. Una
misión en la que no se arriesgaban a fallar.

Por supuesto, mientras su beso continuaba, Jerick comenzó a


preguntarse si sería invitado a unirse si Skylar y Cortez decidieran pasar

206
Ruby Lionsdrake Desencadenado

las horas hasta que el transbordador fuera reparado, enredados en la


agonía de la pasión. Skylar lo había besado, pero ahora estaba besando
a Cortez. Tal vez fue olvidado. Quizás Superman era preferible a Winged
Ranger.

Debió de hacer algún ruido de disgusto porque sus labios se


separaron y lo miraron como uno solo. No sabía si le pedirían que se fuera
o le invitarían a acercarse.

En la enfermería, con los analgésicos rondando en su sistema y


haciendo que sus pensamientos fueran borrosos, pareció lo más natural
deslizar un brazo alrededor de Skylar por detrás, tocar lo que no estaba
siendo tocado, besar la dulce piel de su garganta.

La miró ahora, preguntándose silenciosamente qué quería,


sintiendo que Cortez estaría de acuerdo con lo que fuera. Ella dudó, y
luego levantó sus dedos, moviéndolos ligeramente. ¿Inciertamente? Una
invitación, pero ella no parecía conocer completamente su propia mente.
Tal vez este era un territorio no controlado para ella también.

Jerick dejó su lado del mostrador y se unió a ellos en el suyo,


descansando su mano en la espalda de Cortez por un momento antes de
tomar una posición al otro lado de ella. Ella agarró el brazo de Cortez,
pero luego se movió hacia Jerick, separando los labios, con los ojos
encontrándose con los suyos. Un estremecimiento de excitación recorrió
su cuerpo. Ella lo deseaba. Los deseaba a ambos.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Capítulo Trece
Una vez más, Skylar se encontró presionada entre dos hombres,
sus cuerpos exquisitamente duros contra el de ella, sus brazos
musculosos recorriendo sus costados, su espalda, rozando sus pechos a
través de su camisa. Era surrealista y sin embargo ya parecía familiar,
¿verdad? Se maravilló de que ambos la quisieran, que no les importara
compartir. O tal vez era que se habían querido uno al otro de una manera
abstracta durante años, pero que ninguno había sabido cómo resolver
esa ecuación, y tenerla a ella en medio hizo que las sumas se hicieran
para ellos.

No tenía idea de si se podría construir una relación duradera como


esta, o si estaba loca por pensar en irse a estrellas lejanas o desconocidas
con ellos, pero sí sabía que su cuerpo nunca había respondido así antes,
nunca se había excitado tanto por el toque de un hombre. Tampoco se
había sentido tan apreciada, casi reverenciada, como si al elegir no luchar
contra ellos, hubiera hecho algo magnífico que nunca olvidarían. No
pensó que había sido una decisión tan magnífica, elegir no condenarlos
a prisión y muerte, pero si lo apreciaban, y la apreciaban por ello, ¿quién
era para objetar?

Nadie, el pensamiento susurró en su mente cuando una de las


manos de Jerick bajaba a su trasero, ahuecándolo, masajeándola a
través de sus pantalones. La otra encontró los botones de su camisa, y
zarcillos de calor giraron y se tensaron en su cuerpo mientras recordaba
la última vez que había estado sin camisa delante de ellos. Juró quitarle
sus camisas esta vez. La camisa de Cortez, de todos modos. Aún no había
visto a Jerick con la camisa puesta. No es que le importara.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

La anticipación tarareaba a través de ella mientras se imaginaba


explorando sus cuerpos desnudos. Cortez se acercó a ella, sus manos
acariciando y frotando, una deslizándose bajo su camisa en la espalda,
encontrando el cierre de su sostén. Pero dudó, pasando un dedo por
debajo de la correa pero sin deshacerlo todavía. El suave raspado de sus
uñas en la piel envió escalofríos de placer a través de ella.

Incluso mientras besaba a Jerick, sus labios hambrientos cada vez


más exigentes contra los de ella, se giró ligeramente, lo suficiente para
desabrochar la camisa de Cortez, ansiosa por tocar su pecho desnudo.

Él tomó su mano y le frotó el dorso con el pulgar. Su otra mano


calentó la piel desnuda de su espalda, su dedo todavía jugando con el
cierre de su sostén.

—¿Estamos haciendo esto aquí?

Skylar pudo adivinar cuál sería la respuesta de Jerick, ya que los


pantalones de prisión no escondían mucho y su dura longitud estaba
presionada contra su cadera. Pensó en moverse para que presionara
contra un área más sensible, pero estaba decidida a explorar el pecho de
Cortez.

—¿No encuentras excitante el olor de una mujer caliente mezclado


con el de los explosivos y la grasa para armas? —pregunto Jerick,
quitando su camisa de su hombro.

Cortez le miró el pecho, y Skylar tuvo el impulso de arquear su


espalda y de sacar sus senos para que pudiera examinarlos mejor. Sus
duros pezones se clavaron en la tela de su sostén. Esta vez, no la
avergonzó.

Jerick siguió la mirada de Cortez, deslizando su lengua a lo largo


de sus labios mientras la miraba. Quería probar sus pechos, lamerlos.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Ella podía verlo en sus ojos, en los de ambos, y la hacía sentirse como
una gran belleza, alguien con quien los hombres tenían sueños húmedos,
no como la científica friki, siempre vagando distraídamente por su
laboratorio.

—A ella podría gustarle una cama —dijo Cortez, sus ojos todavía
fijados en su pecho, su dedo todavía en el cierre de su sujetador.

—Podemos usar el mostrador —dijo Jerick.

—¿El mostrador lleno de granadas y frascos de veneno?

—No es veneno —murmuró Skylar, viendo como Jerick bajaba la


cabeza, su corto pelo negro rozando su piel desnuda—. Solo un sedan…
—Jadeó cuando él le dio un golpecito en el pezón con la lengua. Todavía
llevaba el sujetador, pero no sirvió para amortiguar la sensación de placer
que se disparó directamente entre las piernas.

—Diablos —dijo Cortez, moviéndose contra ella, por lo que su dura


polla se apretó contra su cadera opuesta—. Ya se nos ocurrirá algo.

Él abrió el cierre, y los tirantes de su sujetador se aflojaron. Se los


quitó de los hombros, y ella también se encogió fuera de su camisa el
resto del camino.

Por segunda vez ese día, su ropa terminó en el suelo, y no le importó


ni un comino. Jerick hizo un ruido codicioso y tomó su pecho en su boca,
labios y lengua deslizándose sobre la cálida piel desnuda. Sus pezones se
apretaron casi dolorosamente, y frotó la parte posterior de la cabeza de
él, deslizando sus dedos a través de su pelo, deleitándose en la sensación
del mismo mientras él disfrutaba de la sensación de ella. Se encontró
empujando sus pechos hacia él, deseosa de recibir aún más atención.

Pero todavía estaba el pecho inexplorado de Cortez. Se dio la vuelta,


no lo suficiente para alejar a Jerick, pero si para poder encontrar esa

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

camisa blanca abierta con su mano libre. La recorrió por el pecho de


Cortez hasta su duro abdomen, siguiendo el rastro de vello corto y oscuro.

Había estado viendo a Jerick sin camisa durante dos días y


felizmente le acariciaba el pecho también, pero este vistazo bajo el tweed
del profesor la había atormentado. Sonrió y se inclinó, respirando su olor
y frotando su mejilla contra sus músculos. Cuando vio su pezón rosado
y duro, inclinó más para probarlo, sintiéndose traviesa por lamerlo
mientras Jerick lamía el suyo. Pero alguien tendría que hacer algo por
Jerick. ¿Cortez se acercaría y acariciaría algo suyo?

Siguió masajeando la parte posterior de la cabeza de Jerick,


arrastrando sus uñas contra su cuero cabelludo, esperando que fuera
suficiente mientras pasaba su lengua por los contornos del pecho de
Cortez. Él inhaló profundamente, dejando caer su cabeza hacia atrás
mientras ella usaba su lengua para explorar su asombroso cuerpo. Pasó
de lamerle el pezón a chuparlo y luego dio un juguetón mordisco.

Él gruñó profundamente en su garganta y se agarró a la parte


posterior de su cabeza, inclinando su barbilla hacia arriba. Su boca
descendió sobre la de ella, una dolorosa necesidad en su beso que hizo
crecer su propia necesidad, su cuerpo palpitaba profundamente en su
interior.

Jerick debió haber notado que sus dedos se habían ralentizado, y


ella se preocupó de que él protestara. Cayó sobre una rodilla, pasando su
lengua desde su pecho hasta su estómago mientras sus dedos
encontraban su cinturón. Ella sintió el aire fresco y luego su lengua se
deslizó hacia abajo. Una excitación muy caliente la recorrió cuando se
dio cuenta de lo que él quería hacer.

Mientras tanto, los besos de Cortez se volvieron más exigentes, su


mano capturó el pecho que Jerick había dejado. Dedos callosos vagaban

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

sobre la sensible piel, y sus labios se movieron mientras miraba hacia


abajo. ¿Mirando sus pechos? ¿O a Jerick hundiéndose más abajo?

Jerick le quitó los pantalones por debajo de las caderas mientras


respiraba su olor, frotando su cara contra ella. Se arqueó hacia él, tan
lista para un toque más íntimo que podría haberse caído si Cortez no la
hubiera sostenido. Pero ella sabía que él nunca la soltaría.

Jerick la acarició, la provocó, la atormentó, y luego hizo un


murmullo de placer mientras deslizaba su lengua por su raja. Ella jadeó
y se abalanzó sobre él, pasando su necesidad de un cinco a un diez.

Jerick le levantó sus piernas para quitarle los zapatos y los


pantalones, y luego se las enganchó en sus hombros. Cortez se movió,
así que estaba detrás de ella, un brazo alrededor de su cintura,
sosteniéndola incluso mientras continuaba besándola, pasando de sus
labios a su garganta. Ella podía sentir su polla contra su espalda, llena y
lista, pero apenas podía pensar en ello mientras Jerick lamía y chupaba,
sus exploraciones se acercaban más al núcleo de su deseo. No lo
suficientemente cerca. Se escuchó a sí misma jadeando, casi suplicando,
mientras empujaba contra él. Una parte de ella se avergonzaba de que
les mostrara su intensa necesidad, pero no podía detenerse.

El brazo de Cortez se apretó a su alrededor, y él se frotó contra ella


por detrás. La tela de su ropa hizo poco para contener su polla, y sintió
cada una de sus líneas, sintió que todo él se apretaba contra ella.

Jerick rodeó su clítoris con su lengua, y ella dejó caer su cabeza


sobre el hombro de Cortez mientras empujaba sus caderas hacia delante,
su pulso golpeando en sus oídos, la tensión endureciendo cada parte de
ella. Estaba tan cerca, la lengua de él creando exquisitas sensaciones
como nada que hubiera sentido.

Cortez acarició su oreja y murmuró:

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Estás muy caliente, Skylar. —Tomó su pecho, apretándolo


ligeramente, exigiéndolo—. Eres mía después de esto.

Demasiado sin aliento para hablar, ella asintió. Quería ser suya. Y
de Jerick también. Los quería a ambos.

Jerick envolvió sus labios alrededor de su brote, y cada nervio de


su cuerpo tembló.

—Te vienes con nosotros —añadió Cortez, su voz gruñona y


deliciosa—. De ninguna manera te vamos a dejar escapar después de
esto.

Le agarró el lóbulo de la oreja y le dio un ligero mordisco mientras


Jerick la chupaba por debajo, y ella explotó de placer, gritando, sus
palabras no articulando nada, solo una exclamación confusa de su
intensa saciedad. Se desplomó contra Cortez, confiando en que él la
tenía.

Jerick la miró, con los labios húmedos y los ojos brillantes de


lujuria mientras acariciaba sus muslos, las piernas de ella todavía sobre
sus anchos y poderosos hombros. Podía sentir el duro y tenso cuerpo de
Cortez detrás de ella, sentía su necesidad irradiando de él, pero cuando
sus ojos se encontraron con los de Jerick, supo que tenía que darle el
mismo placer que él le había dado a ella.

Deslizó las piernas fuera de sus hombros y miró el bulto de sus


pantalones. Sintiéndose audaz, pasó la lengua por sus labios y dijo:

—Tú eres el siguiente.

Su pecho se expandió, y sus ojos se encendieron aún con más


deseo.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Cortez se puso rígido detrás de ella. ¿Se opondría? Ella se estiró


hacia atrás y encontró su polla a través de sus pantalones, apretándolo
y encontrándose con su mirada sobre su hombro, tratando de decirle que
quería ser justa, que Jerick parecía necesitar esto, necesitaba ser amado
incluso más que él.

Cortez aflojó su agarre, dejándola caer sobre la cubierta pero


bajando su camisa para ella, para que sus rodillas no estuvieran frías.
Jerick se puso en pie, tirando de sus pantalones naranjas tan rápido para
quitarlos que se inclinó contra el mostrador.

—No golpees ninguna granada al suelo, señor Ágil —dijo Cortez.

Jerick debía haber estado muy atento a la oferta de Skylar para


responder. Tal vez ni siquiera se enteró. En cuanto estuvo desnudo, se
paró frente a ella, con su pene erecto a pocos centímetros de su cara.

Ella sonrió, admirando su poderoso cuerpo mientras lo agarraba,


pasando su mano a lo largo de él. Él la miró, con sus ojos voraces, pero
ese indicio de aprecio, de cariño, persistía detrás de su hambre, y ella se
encontró con el deseo de darle algún placer, de mejorar su vida, aunque
solo fuera por unos minutos.

Sacó la lengua, probándolo con una actitud provocativa, y su


entusiasta gemido envió un cosquilleo a través de ella, su propio núcleo
tensándose de nuevo. Después de saciar a Jerick, dejaría que Cortez
tuviera su turno. La idea de él tomándola, empujando en ella
profundamente, la puso aún más excitada. Podía sentirlo detrás, lo
suficientemente cerca para que el calor de su cuerpo fuera palpable, y
sabía que seguía estando duro, probablemente flexionando cada músculo
de su cuerpo mientras la veía lamiendo el pene de Jerick.

Miró hacia atrás, queriendo ver, necesitando saber que él estaba


interesado. Miró directamente a su gran y duro pene. Él también se había

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

desnudado, esperando su turno justo detrás de ella. Por un momento,


estuvo tentada a agarrarlo también, un hombre en cada mano, y
chuparlos alternativamente. Pero no quería hacer que su tormento
durara más tiempo. Y Jerick había sido tan minucioso y asombroso con
su lengua. Quería recompensarlo.

Se volvió hacia él, provocando un gemido mientras envolvía su


mano alrededor de su base y lo llevaba a su boca.

Fuertes dedos la agarraron de los hombros por detrás, y pensó que


a Cortez se le había acabado la paciencia, que insistiría en que se volviera
hacia él. Pero él también se arrodilló. Su pecho calentando su espalda
mientras frotaba su cara contra la parte superior de su cabeza, inhalando
el olor de su champú, de ella.

Una fresca y caliente excitación la recorrió por ese interesante


acurrucado. Sus manos se deslizaron desde los hombros de ella hasta su
pecho, acariciando sus tetas incluso mientras ella deslizaba a Jerick
dentro y fuera de su boca, succionándolo, lamiéndolo, respirando su
embriagador aroma.

Claramente lo disfrutaba, sus caderas empujando hacia ella ahora,


todo su cuerpo temblando. Pero también estaba muy consciente del
cuerpo de Cortez, de su pecho presionado en su espalda. Había
encontrado su oreja de nuevo, lamiendo y mordisqueando, sin importarle
que su cara estuviera cerca de la polla de Jerick. Tenerlo a él contra su
espalda y a Jerick frente a ella hizo que se muriera de deseo de nuevo.

—Te necesito —susurró Cortez, con la voz ronca.

Sus manos se deslizaron desde sus pechos hasta sus caderas, sus
dedos encallecidos agitando tales sensaciones ardientes dentro de ella, y
se dio cuenta de lo que tenía en mente. Se puso de rodillas, abriendo las
piernas, palpitando con anticipación.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Él la acarició mientras se colocaba detrás, deslizando los dedos


para rozar su clítoris, frotando la abertura de su pasaje. Su toque envió
ráfagas de placer a través de ella mientras comprobaba si estaba lista
para él. Nunca había estado tan lista en su vida. La idea de que él se
sumergiera en ella al mismo tiempo que chupaba a Jerick despertó en
ella una lujuria y un deseo primitivo como nunca había conocido.

Cortez siguió acariciándola con sus dedos mientras tocaba la punta


de su eje en su pasaje. Ella se arqueó hacia atrás, abriéndose con
entusiasmo para él, incluso mientras atraía a Jerick más completamente
en su boca. Él gimió, sus dedos enroscándose en su cabello, frotando su
cuero cabelludo, su dura polla palpitando contra su lengua.

—Skylar —susurró Jerick—. Esperé tanto tiempo por… por ti.

Ella lo llevó dentro y fuera, más profundamente, anhelando darle


placer después de que él no hubiera tenido nada más que soledad
durante años, pero disfrutando de su propio placer, mientras Cortez se
acomodaba en ella, lenta y deliciosamente. Con sus manos y gruesos ejes
a su alrededor, la sensación la recorría desde todas las direcciones.
Cortez retrocedió, y aunque sabía que volvería, la idea de que la dejara la
empujó hacia él. Él entró rápidamente por segunda vez, susurrando su
nombre, provocando su clítoris con sus dedos mientras su verga se
frotaba profundamente dentro de ella.

Ella tembló, luchando por mantener su atención en Jerick. Él


respiraba con dificultad, sus caderas se balanceaban mientras ella
chupaba, y sabía que no estaba lejos de correrse. Lo acarició con la mano
mientras lo succionaba con la boca, aunque su propia respiración se
aceleraba al moverse y empujar, igualando el ritmo de Cortez. Su ritmo
creció más rápido, los golpes expertos de sus dedos más veloces.

Él retumbó un “Skylar” lleno de necesidad desde atrás de ella


mientras Jerick jadeaba lo mismo desde arriba. Escuchar su nombre en

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

la boca de ambos la emocionó e hizo que su cuerpo palpitara por ellos.


Se balanceó hacia Cortez mientras Jerick se balanceaba contra ella, sus
movimientos perfectamente sincronizados.

Jerick le tocó la cabeza y empezó a girar sus caderas, pero ella


apretó su agarre, exigiendo que se quedara donde estaba, que se soltara
dentro de ella, tal como lo haría Cortez. Él gimió e hizo todo lo que ella le
pidió. Fue magnífico cuando se liberó, su poderoso pecho y los músculos
de sus brazos brillaban con el sudor al estar sobre ella. Él la miró, el aire
se cargó cuando sus ojos se encontraron, y ella lo recibió con entusiasmo
mientras eyaculaba.

Entonces ella inclinó su cabeza y enroscó una mano detrás de su


pantorrilla mientras el ritmo de Cortez se volvía frenético. Ella se
balanceó hacia atrás, su núcleo palpitaba mientras se acercaba a su
propia liberación. Él llegó primero, sus manos se movieron hacia sus
caderas, la abrazó, la reclamó, mientras empujaba en ella por última vez.
Disfrutó de la plenitud de su polla en lo profundo de ella, pero ya había
sido saciada una vez y necesitaba más. Le llevó una mano a la ingle,
rogándole en silencio que siguiera tocándola.

Jerick se rio y se arrodilló ante ella.

—Exigente, ¿no es cierto?

—Es increíble —gruñó Cortez, besando el lado de su cuello. Sus


dedos se deslizaron en ella de nuevo, y ella se inclinó hacia él, dejando
caer su cabeza hacia atrás, abriéndose para que él pudiera tocarla por
todas partes.

—No estoy en desacuerdo con eso. —Jerick la besó en la boca, sus


labios llenos de gratitud, satisfacción y emociones de las que nunca
podría hablar en palabras.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

La excitó saber que él se sentía así y empujó en los dedos de Cortez,


mientras envolvía su mano alrededor de la nuca de Jerick, devolviéndole
el beso. Estaba tan cerca que no podía evitar que el suyo fuera exigente
y lleno de necesidad. Él se rio y le ahuecó un pecho, luego rompió el beso,
pero solo para poder inclinarse y tomar el seno en su boca. Lavó su pezón
con su lengua, y luego lo chupó como ella lo había chupado a él. Los
dedos de Cortez encontraron el lugar perfecto entre sus piernas, y una
explosión de sensación vino de todos los lados, su cuerpo se apretó y
luego se soltó con un placer tan feroz que no pudo evitar jadear y gritar.

Luego se derrumbó entre ellos, apoyada por ambos lados, sus


suaves manos contrastaban con la dura masculinidad de sus cuerpos.
Volvió la cara para encontrar la de Cortez cerca de la suya, y se acercó
para besarlo, queriendo hacerle saber que lo apreciaba aunque estuviera
detrás de ella. Al mismo tiempo, acarició el pecho de Jerick, disfrutando
de sus brazos a su alrededor. En tenerlos a ambos.

—¿Quieres más, Skylar? —preguntó Jerick, acariciando el interior


de su muslo, y mirando su cuerpo desnudo sugestivamente.

—No lo sé —susurró, separando su boca de la de Cortez solo por


un momento—. Me llamaste exigente.

—Me gustan las mujeres exigentes. A Cortez también le gustan.

—Sí, me gustan. —Cortez arrastró sus dedos a través de su vientre,


y su núcleo se apretó de nuevo, deseando con avidez que esos dedos
bajaran una vez más.

—¿Cuánto tiempo tenemos? —preguntó ella.

—Suficiente.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Capítulo Catorce
—Me pregunto si me darían una medalla si estrellara este
transbordador espectacularmente contra un asteroide —anunció Keiko,
su recalcitrante piloto.

Cortez se paraba detrás de ella, haciendo todo lo que pudo para


intimidarla para que no lo considerara.

Jerick, que estaba sentado en el asiento del copiloto con los pies
descalzos apoyados en el panel de control, parecía mucho menos
intimidante. Había guardado todas sus armas y planeaba dirigirse al
Capitán Falconer con su traje básico de prisionero con el pecho desnudo
cuando llegara la llamada del comunicador. Acababan de salir de la bahía
de transbordadores del asteroide, y Cortez esperaba que el Comandante
de la nave de guerra escaneara su nave y la contemplara pensativamente
durante varios minutos antes de tenderle la mano.

—Sospecho que sería una medalla póstuma —dijo Cortez.

—Definitivamente —concordó Jerick—. Tú no caminas lejos de


destrozar un transbordador contra el costado de un asteroide. ¿Tus
padres tienen una bonita chimenea de la que pueden colgar tu medalla y
admirarla mientras piensan nostálgicamente en ti?

Cortez frunció el ceño e hizo un movimiento cortante con la mano.


Aunque Keiko había dejado claro que nunca les ayudaría de buena gana,
especialmente después de estar atada en la enfermería durante horas, él
no quería verla enfadada. Realmente podría comenzar a pensar que
necesitaba hacer algo heroico y suicidarse para matar a los ciborgs
malvados que la habían aprehendido.

—Mis padres están muertos —dijo Keiko planamente.

—¿No hay marido ni hijos? —preguntó Jerick.

—No.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Entonces, definitivamente no deberías convertirte en kamikaze.


No si no hay nadie con una chimenea para colgar tu medalla.

—Jerick —dijo Cortez, poniendo una clara amenaza en su voz ya


que aparentemente Jerick no había notado la advertencia más sutil.

—No sé por qué vosotros, ciborgs, creéis que esto va a funcionar.


—Keiko echó un vistazo hacia atrás, más allá de Cortez y de Skylar,
sentada en un asiento detrás de Jerick, hasta donde estaba el equipo de
ataque de Cortez.

Algunos de ellos llevaban armaduras de combate maltrechas que


habían quitado a los soldados de la Flota que habían capturado, y otros
llevaban los mismos uniformes negros de guardias del viaje original al
asteroide. Algunos eran prisioneros que su equipo había dejado salir de
las celdas y todavía llevaban su pijama naranja original. Todos estaban
armados con aturdidores y rifles, armas que fueron robadas en alguna
parte de la prisión.

Solo aquellos con armaduras tenían suministros de oxígeno


independientes, así que Cortez no podía, desafortunadamente, salir
corriendo a la bahía de transbordadores, arrojando gas somnífero. No es
que esperara que eso funcionara, Jerick había mencionado la idea, pero
Cortez sospechaba que Falconer enviaría hombres armados a la bahía
para tomarlo prisionero y registrar el transbordador.

—Sabrán que venís —añadió Keiko—. Escanearán el


transbordador y verán que hay cientos de ciborgs metidos en él.

—Simplemente docenas —murmuró Cortez. Solo dieciocho,


técnicamente—. Y Tek Tek hizo algunas modificaciones para que esos
escáneres fueran menos efectivos.

Keiko se inclinó hacia un lado para ver dónde estaba Tek Tek en el
suelo, con la cabeza apoyada en una bolsa, la boca abierta mientras
roncaba. Gruñó y se volvió hacia el panel de control.

220
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Había estado encarcelada, ya fuera en una celda o en la enfermería


la mayor parte del tiempo, y no tenía idea de cuánto trabajo había hecho
Tek Tek. No era de extrañar que estuviera agotado. Cortez deseaba tener
el poder de recomendar una medalla para su antiguo Teniente.
Desgraciadamente, el taller de reparación de aspiradoras donde trabajó,
había trabajado, Tek Tek, no concedía medallas a sus empleados.

Skylar se dio cuenta de que miraba hacia atrás y se encontró con


su mirada. Una chispa de conciencia pasó por Cortez, y su cuerpo se
tensó mientras pensaba en su demasiado breve tiempo juntos.

Había tenido cuidado de no mirarla con mirada pegajosa de


amante, no con Keiko lo suficientemente cerca para observar, y no con
todos sus hombres mirando, pero deseaba estar a su lado en vez de junto
a la piloto, para abrazarla y acercarla.

Ella había intentado ofrecerse de nuevo como voluntaria para ser


la que hablara con Falconer, para hacer el papel de cautiva fugitiva.
Cortez no tenía idea de lo que había hecho para generar tal lealtad por
parte de ella… bueno, ciertamente había tratado de hacer memorable su
noche juntos, pero le conmovió. Ahora más que nunca, sentía que no se
lo merecía. No merecía lealtad, ni nadie que le sonriera y convirtiera el
futuro en algo que él esperaba visitar. Cuando vino a esta misión, creyó
que estaba haciendo un tremendo sacrificio, que moriría haciendo esto o
que se dirigiría a un exilio autoimpuesto del que nunca podría volver.
Pero la idea de tener a Skylar a su lado junto con Jerick hacía que
pareciera que estaban volando hacia la aventura y para comenzar una
nueva vida juntos, en lugar de ir al exilio.

Cortez dirigió su mirada a Jerick y lo encontró mirándolo a él y a


Skylar. Ella sonrió, él sonrió, y Cortez apostó que todos estaban
pensando en el futuro. O en el sexo. O en ambos.

Keiko se movió, refunfuñando algo, y Cortez se obligó a apartar la


mirada.

221
Ruby Lionsdrake Desencadenado

El transbordador despejó la base del asteroide y siguió su


superficie rocosa hasta que el Estrella Negra apareció a la vista. Un dolor
que Cortez pensó que había olvidado regresó a él cuando vio su vieja nave
y supo que ya no era suya.

Después de la guerra, le habían invitado a quedarse en la Flota,


casi le rogaron que lo hiciera, pero estaba tan ansioso por dejar el
ejército... dejar la muerte, la matanza y la privación... y volver a su
antigua vida que ni siquiera lo consideró. No fue hasta más tarde, cuando
sintió que algo le faltaba en su vida, que se dio cuenta de lo mucho que
la nave y su tripulación habían significado para él.

Se encendió una luz en el panel de comunicación. Keiko la miró de


reojo y tocó con un dedo el panel, como si pensara en contestar y gritar
una advertencia.

Cortez apoyó una mano en su hombro, un suave recordatorio de


que él estaba allí, que la detendría. Odiaba ser un matón. Quizás debería
haber hecho que uno de los hombres se encargara de pilotar el
transbordador, la mayoría de ellos podría hacerlo volar por el espacio
abierto. Pero aterrizar en la bahía de transbordadores sería otra cosa.

Keiko se encogió de hombros, como si pudiera encogerse de su


mano.

—Muy bien, mis captores matones. ¿Quién atiende esta llamada?

—Creo que es para mí. —Jerick se inclinó hacia adelante—. Parece


que estamos en camino hacia la nave de guerra. ¿Quieres llevar a nuestra
piloto a un descanso de cinco minutos, señor? ¿Invitarla a una taza de
café?

—Sí. —Cortez apretó el hombro de Keiko, y luego dio un paso atrás,


esperando que ella lo siguiera por sí misma y que no tuviera que
levantarla sobre su hombro como un trol secuestrando a una princesa de
cuento de hadas.

222
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—El café que este transbordador escupe es pésimo —refunfuñó


Keiko, pero se puso en pie y se dirigió a la parte de atrás.

Los hombres ya habían desaparecido en la bodega de carga y, si


esto funcionaba, desaparecerían en compartimentos detrás de falsos
mamparos que Tek Tek había construido apresuradamente.

Solo el Tek Tek dormido permaneció en la cubierta, ya que estaba


fuera de la vista de la cámara de comunicación, y había dejado de roncar.
Cortez lo dejó allí. También asintió a Skylar y la dejó allí. Se suponía que
ella no debería decir nada, pero Cortez la quería visible para que Falconer
supiera que uno de los rehenes estaba a bordo en el transbordador. De
lo contrario, era posible que el Capitán volara a Jerick y al transbordador
del cielo. Cortez le había dado la libertad de usarla en su historia si lo
creía necesario, tal vez diciendo que había logrado escapar con ella.
Simplemente no quería que tuviera que hacer nada que pudiera
incriminarla.

A pesar de que confiaba en Jerick, le hacía sentirse incómodo ir a


la parte de atrás y dejarlo más o menos a cargo. No pudo evitar
preguntarse si podría haber convencido a Falconer para que subiera a
bordo del transbordador fingiendo que se rendía, el escenario que había
imaginado originalmente. Probablemente no lo haría.

Suspirando, se aseguró de que las puertas de los otros


compartimentos estuvieran cerradas, en particular, no quería que Keiko
oyera la historia, entonces entró en el lavabo. Dejó la puerta abierta para
poder escuchar. Tocó el bulto de su bolsillo, asegurándose de que aún
tenía los cuatro frascos que había guardado para sí. Estaban
cuidadosamente envueltos para que no se abrieran por accidente.

Algunos de los hombres tenían las granadas torpemente


modificadas, pero Skylar, Jerick y Cortez habían repartido las doce
ampollas restantes tal como estaban, aislándolas y metiéndolas en sus
bolsillos... o, en el caso de Skylar, su sostén. Cortez no tenía un plan para

223
Ruby Lionsdrake Desencadenado

ellas. Simplemente les dijo a los demás que las usaran a su discreción si
tenían la oportunidad, o si estuvieran desesperados y sintieran que
tenían que arriesgarse.

—Aquí Tom Jerick en el transbordador —dijo Jerick—. ¿Ves a


alguien a mis seis15, Estrella Negra?

—¿Quién diablos es Tom Jerick? —Llegó en voz baja, hablando no


en el micrófono sino con otra persona.

Si Cortez no hubiera tenido su audición aumentada, no habría


captado la pregunta.

—Soy uno de los prisioneros injustamente encarcelados en


Antioch. ¿Puedo hablar con el Capitán? Yo… —Jerick hizo una pausa, y
en el espejo del lavabo, Cortez lo vio mirando hacia atrás por encima del
hombro.

Cortez esperaba que quisiera dar a entender que le preocupaba la


persecución, no que alguien estuviera detrás a punto de saltar sobre él.
Los nervios se retorcieron en las tripas de Cortez, y se preguntó de nuevo
si simplemente debería haber hecho esto él mismo. Confiaba en Jerick
con su vida, pero tenía dudas sobre si podía confiar en él para hacer algo
que requiriera pensar rápido y tener una buena actuación.

—Arriesgué mucho para conseguir este transbordador —continuó


Jerick—. No creo que la prisión tenga armas montadas en el asteroide,
pero no estoy seguro. Deben haberse dado cuenta ya de que me escapé,
que estoy tratando de… Mira, ¿con quién estoy hablando? Necesito
hablar con el Capitán.

Pasaron segundos silenciosos. Cortez no podía creer que Falconer


no estuviera detrás de su oficial de comunicaciones, escuchando esto.
¿Por qué retrasarlo? Falconer ya debía tener todos los informes que

15
Leguaje militar que explica las posiciones como si fuera una esfera de reloj con el
punto de referencia en el centro, así las seis serían a su espalda.

224
Ruby Lionsdrake Desencadenado

necesitaba. A menos que estuviera esperando que alguien buscara sobre


Jerick. Eso era posible.

—Aquí el Capitán Falconer —dijo una voz fría por el comunicador.


Cortez podía imaginar la nariz del hombre con su típica inclinación hacia
arriba—. Ex Sargento y actual prisionero Jerick, ¿quién está detrás de ti?

—Doctora Algo R-algo. Ella es un cerebro de algo. Los hombres de


Cortez iban a tenerla como rehén, pero la vi a ella y a su piloto, y las
saqué conmigo.

Cortez hizo una mueca de dolor. Se suponía que Jerick solo debía
mencionar a Skylar. Ahora Falconer esperaba que Keiko saliera del
transbordador con los demás. Skylar y Keiko tenían dos historias muy
diferentes, y no iría bien que alguien las apartara para interrogarlas por
separado.

—Soy una especie de héroe —añadió Jerick—. Nunca debí haber


estado en prisión. De eso es de lo que quiero hablarte. Estoy dispuesto a
llevarte a las mujeres, pero quiero mi libertad.

Falconer no respondió de inmediato. Cortez no sabía si esperaba


otro informe o si la audacia de Jerick lo había dejado atónito para guardar
silencio.

—Ahora estás en curso hacia mi nave —dijo Falconer—. Un héroe


traería rehenes inocentes a la Flota sin intentar hacer un trato.

—Soy un héroe práctico. Uno que quiere vivir. Si te hubieras


informado sobre mí, sabrías que ya estaría muerto si los ciborgs militares
no hubieran asaltado la prisión.

Cortez hizo una mueca de dolor otra vez. Por todas las estrellas en
el cielo, era difícil quedarse atrás y dejar que alguien más manejara las
cosas, especialmente cuando Jerick no respondía como debía. ¿Por qué
había llamado la atención de Falconer sobre ese detalle de la
sincronización?

225
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Que conveniente que llegaran a tiempo para evitar que se


cumpliera tu sentencia —dijo Falconer, aferrándose a eso.

—¿Verdad? —preguntó Jerick despreocupadamente—. Pensarías


que yo estaría agradecido a Cortez, y lo estoy un poco, pero no quiero ir
al espacio al que no enviarías a tu peor enemigo. Quiero mi libertad, y
quiero quedarme aquí, en la civilización. Estoy preparado para trabajar
contigo, para darte los rehenes más importantes que él tomó, a cambio
de una absolución.

—Todos los rehenes, todas las personas, son importantes —dijo


Falconer.

—Uh-huh. Por eso algunos soldados son incinerados y sus cenizas


son arrojadas al espacio cuando mueren, y otros, sus cuerpos son
llevados para funerales de estado.

—Nadie aquí tiene el poder de absolverte.

—Esperaré a que te pongas en contacto con alguien que sí lo tenga.

—¿Por qué no muestras tu buena fe volando hasta aquí, atracando


en la bahía de transbordadores y enviando a las mujeres primero?

—Eso suena como una buena manera de que me disparen en vez


de que me absuelvan —dijo Jerick—. Una vez que las tengas, no me
necesitarás.

Cortez asintió. Aunque esa invitación a la bahía de


transbordadores era exactamente lo que querían, era bueno que Jerick
no pareciera ansioso por aceptarla.

—La Flota no negocia con terroristas o chantajistas —dijo Falconer,


con la voz severa—. Haz lo correcto y trae a esas mujeres aquí. Tal vez el
gobierno te muestre algo de indulgencia. Especialmente si nos das
información sobre cuántos hombres trajo Cortez y la defensa que ha
montado dentro de la prisión. Asumiendo que aún esté en la prisión y
que él y todo su equipo de ataque no se escondan detrás de los asientos.

226
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Cortez esperaba que Falconer sospechara, pero puso una mueca


de disgusto ante esa reflexión tan precisa.

—Vamos, Capitán —dijo Jerick—. Todo el mundo sabe que los


ciborgs son demasiado grandes para esconderse detrás de los asientos.
El equipo de asalto tendría que estar en el baño.

Alguien resopló desde detrás de Falconer, y una voz distante


susurró.

—Debe ser un transbordador de lujo con un lavabo terriblemente


grande.

—Probablemente tenga una de esas duchas con dos cabezales


dentro.

—El Capitán se pondrá celoso. Ni siquiera su camarote aquí tiene


eso.

Falconer debió haberse alejado del micrófono, pero Cortez aún


escuchó su gruñido a sus hombres. Los dos bromistas se callaron.

—Tu rehén liberada está siendo extremadamente silenciosa —dijo


Falconer—. No veo una mordaza. Deja que se acerque y hable.

—Nadie está atado o amordazado aquí —dijo Jerick.

En el espejo, Cortez lo vio hacer un gesto a Skylar, quien se levantó


y se cambió al asiento del piloto. Cerró los ojos esperando que pudiera
responder a las preguntas sin incriminarse… y también sin delatar a su
equipo.

—Estoy bien, Capitán —dijo Skylar.

—¿Cuánto en la historia de Jerick es verdad? —preguntó Falconer


sin preámbulo, sin sonar como si le importara mucho el estado de ella.

—No estoy segura de la parte en la que afirma ser un héroe. Dejó


noqueado al guardia ciborg, me agarró de los prisioneros que habían sido
reunidos, y no me dio ninguna opción de irme. Me ató y amordazó para

227
Ruby Lionsdrake Desencadenado

que no gritara y lo traicionara cuando robó el transbordador. Solo me


desató y me quitó la mordaza para esta comunicación.

—Simplemente tenía que asegurarme de que salíamos a salvo del


asteroide, Capitán —dijo Jerick.

—Apuesto a que sí.

Cortez suspiró, lamentándose de que Skylar estuviera mintiendo,


que sintiera que necesitaba hacerlo.

—Doctora Russo, ¿hay un equipo de ataque de ciborgs en el


lavabo? —preguntó Falconer, su tono más intencionado que seco, y
Cortez supo entonces que el Capitán no se creía la historia de Jerick.

—No que yo sepa, señor, pero no me dieron un recorrido para


enseñarme esto. —Miró a Jerick.

—Es difícil pasar por alto a los ciborgs.

—No sé nada de eso. No vi a Cortez en el vuelo de tres días hasta


aquí. Se quedó en su pequeña cabina.

—Ese transbordador es lo suficientemente grande como para tener


todo tipo de cabinas y compartimentos donde los ciborgs podrían
esconderse, señor —susurró alguien detrás de Falconer.

Cortez suspiró de nuevo. Sospechaba que terminarían peleando,


pero esperó tomar al Estrella Negra por sorpresa. Ahora, probablemente
habría cincuenta hombres armados y blindados esperando en la bahía
de transbordadores.

—Han silenciado su extremo —dijo Jerick—. Yo acabo de silenciar


el nuestro. Voy a cambiar nuestro curso, y fingiré que voy a llevarnos al
agujero del gusano en vez de a su nave. Quiero que abandonen su idea
de que estamos ansiosos por meternos en sus pantalones.

—¿Quieres decir a su bahía de transbordadores, o hay más


sorpresas esperándome en el futuro? —preguntó Skylar.

228
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Eso depende. ¿Te sorprendería saber que no estoy cualificado


para pilotar este transbordador?

—Eso es más alarmante que sorprendente.

—Cuento con que me intercepten y fijen su rayo de remolque sobre


nosotros antes de que tenga que aterrizar. Espera. Están hablando.

—Vamos a permitir que atraques, Jerick —dijo Falconer—, pero


primero enviarás a las dos mujeres. Si están ilesas y no están bajo obvia
coacción, te permitiremos salir, seguido por quienquiera que esté en el
lavabo allí. Saldrán con las manos en alto y sin armas, o dispararemos
sin hacer preguntas.

—Por muy impactante que esto pueda ser para ti, Capitán, no estoy
interesado en tu oferta. Me llevaré a estas damas a otro lugar y veré qué
puedo conseguir por ellas.

—Eso no fue lo que dijiste antes —susurró Skylar sotto voce.

—Pensé que la Flota sería más razonable —dijo Jerick, sin


susurrar—. No estoy seguro de por qué pensé eso. Supongo que mis
células de memoria murieron en prisión. Eres una doctora del cerebro.
¿Eso puede suceder? ¿Podría la prisión haber dañado mi cerebro?

—Muchas cosas podrían haber dañado tu cerebro —murmuró


Skylar.

—Han cambiado de rumbo, señor —le dijo alguien en el fondo a


Falconer.

—Jerick —dijo Falconer—, volarás hacia nosotros y atracarás en


nuestra bahía de transbordadores.

—No, tu oferta, tal como está, es incluso peor que la que hizo
Cortez. Estoy tentado a volar de vuelta a la prisión y tratar con él, pero
creo que seguiré yendo al agujero de gusano. Es una caminata lenta en
esta bañera, pero tenemos suministros para durar semanas.

—Podemos interceptarte y lo haremos.

229
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—No dejarás el asteroide atrás. Cuanto más tiempo le dés a Cortez


para que se atrinchere allí, más difícil será sacarlo. Tal como está,
probablemente deberías empezar a construir una prisión en el asteroide
de al lado y dejarle Antioch a él.

—Con mucho gusto los dejaría a todos allí —murmuró Falconer.


Luego habló por encima del hombro, con la voz baja—. Mayweather,
cambia el rumbo para interceptarlos. Usa el rayo de remolque para
forzarlos a entrar en nuestro hangar de transbordadores. Envía a tres
escuadrones de infantería a esperarlos y que la Teniente Varma lo
escanee manualmente antes de abrirlo. Ya que estamos teniendo tantas
dificultades para obtener una lectura de quién está dentro ahora.

A Cortez le sorprendió que Falconer no hubiera silenciado el


comunicador para dar las órdenes. Había bajado la voz. Tal vez había
olvidado que los ciborgs podían oír.

—Sí, señor —respondió su Oficial.

—Jerick —dijo Falconer—, esta es tu última advertencia. Coopera,


atraca y envía a las dos mujeres primero, ilesas. Si lo haces, me aseguraré
de que tu muerte sea rápida e indolora.

La comunicación se cortó.

—¿Qué demonios? —preguntó Jerick—. Ese hombre es el


negociador más de mierda del universo. ¿Quién cooperaría con él?

—¿Qué vas a hacer? —preguntó Skylar.

Un zumbido atravesó la lanzadera y los motores aumentaron de


potencia.

—Tratar de que parezca que no quiero ser capturado mientras


espero que Cortez esté pensando en un plan genial, o al menos haciendo
algo más útil que la mayoría de los hombres mientras están en el baño.

—La excreción de desechos es biológicamente útil.

230
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Cortez salió del lavabo y se adelantó para comprobar las pantallas


del sensor mientras consideraba sus opciones.

La Teniente Varma había sido su ingeniera una vez, durante el


último año de guerra. Ahora, deseaba haber contactado con ella hace
semanas, cuando le envió un mensaje al Teniente Baxtor, especialmente
porque Baxtor no había respondido a sus comunicaciones más recientes
desde la prisión. Cortez y Varma no habían sido cercanos, pero tampoco
había habido ninguna fricción entre ellos. ¿Era posible que pensara bien
de él y le ayudara? Al menos, podría dudar en dispararle.

Pero, ¿qué pasaba con el resto de los soldados de la Flota que


estaría esperando en la bahía? Como había sospechado, estarían con
armadura, lo que haría que las granadas de gas fueran inútiles. Cortez y
su equipo tendrían que luchar. Estaba listo para eso, lo había estado
desde el momento en que preparó esta misión, pero una batalla sin
cuartel no podía terminar sin derramamiento de sangre. Sin muerte.
Había deseado tanto evitar eso, escabullirse con los ciborgs en el Estrella
Negra sin dejar un rastro de muerte y destrucción por detrás de él.

—En realidad, eso no es de lo que estaba hablando —le dijo Jerick


a Skylar—. Si de alguna manera salimos de esta situación, te mostraré
qué más hacen los hombres en el baño —le sonrió.

—Dime que no acabas de ofrecerte a hacer cosquillas a tu pepinillo


y a dejarla mirar16 —dijo Cortez.

—¿Hacer cosquillas a mi pepinillo, señor? ¿Qué tienes, cinco años?

Cortez se encogió de hombros.

—A los poetas les gustan los pareados y la repetición.

—Pensé que te burlabas de la poesía en pareado.

16
En inglés la frase sería: “tickle your pickle and let her watch” que sería una especie de
rima.

231
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—No la escribo. No me importa cuando otras personas la escriben


si las palabras están unidas de una manera atractiva.

—No puedes ser inconstante cuando los hombres hablan de un


pepinillo. —Jerick le guiñó un ojo—. ¿Eso fue atractivo?

Cortez suspiró, más porque la nave de guerra había abandonado


su posición y se precipitaba sobre ellos a toda velocidad, que por la rima.

El transbordador se estremeció.

—Maldita sea, eso fue rápido —dijo Jerick—. Su rayo de remolque


se ha fijado en nosotros. Desgraciadamente, lo ha hecho de una manera
poco atractiva.

—Estoy de acuerdo —dijo Cortez.

232
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Capítulo Quince
Mientras el transbordador flotaba en la bahía de la gran nave de
guerra, Jerick sintió una punzada de nostalgia. Recordó bien las paredes
blancas, el suelo gris, y la gigantesca mascota águila gigante azul, negra
y blanca de la Tercera Brigada Espacial pintada en un lado. Había servido
en esa nave durante los seis años de la guerra.

No recordaba a los cuarenta hombres armados con rifles plastech


que se tambaleaban al final de la bahía, apuntando sus armas al
trasbordador. El panel de sensores le dijo que aún no había atmósfera
ahí fuera. Asumió que alguien encendería el oxígeno y presurizaría la
bahía antes de ordenar la liberación de los rehenes.

—¿Vamos a salir a pelear, señor? —Miró a Cortez.

Estaba parado en el pasillo entre los dos asientos de los pilotos,


una mano en el hombro de Jerick y la otra en el de Skylar. Si no hubiera
estado en tantos problemas, Jerick podría haber disfrutado del momento
de tranquila camaradería. Tek Tek se había despertado y se había unido
a los otros ciborgs en los falsos mamparos, así que estaban solos en la
cabina de navegación.

—No, veamos si podemos tener suerte primero. Voy a hacer que los
hombres permanezcan escondidos por ahora. Esperemos que la Teniente
Varma elija hacer una búsqueda menos que exhaustiva de sus antiguos
camaradas.

—Recuerdo a Varma —dijo Jerick—. Es una buena oficial. Me


sorprende que siga siendo solo Teniente.

233
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Como a mí. De todas formas, empezaremos escondiéndonos.


Incluso si nos encuentran enseguida, creo que una batalla será más
probable que vaya a nuestro favor si se enfrentan a nosotros en los
estrechos confines de un transbordador espacial en lugar de en una
bahía abierta.

Un suave ruido metálico reverberó a través del transbordador


mientras se detenía. Se encendió una luz en el panel de control,
indicando que estaban asegurados con abrazaderas magnéticas.

No había escapatoria ahora, pensó Jerick.

—Pero quiero que las mujeres estén a salvo antes de que eso
ocurra. —Cortez apretó el hombro de Skylar—. Envíalas delante de ti,
como ordenó Falconer. Pero estaba pensando que deberíamos drogar o
aturdir a la piloto. —Miró a Skylar—. ¿Tienes algo que la deje sin sentido
o que la haga menos propensa a hablar? No tiene que ser por mucho
tiempo. Sospecho que todo se revelará, de una forma u otra, en los
próximos veinte minutos.

—Yo… Hay un kit médico a bordo con el que ya estoy familiarizada


—dijo Skylar—. Tiene sedantes en él. Pero no le gustará que la dejen
inconsciente otra vez.

—Será la última vez —dijo Cortez.

—Será difícil para mí llevarla allí si está inconsciente.

—Jerick puede llevarla. En realidad, es una buena idea, una razón


para que él salga al mismo tiempo que vosotras. No le dispararán si lleva
a una mujer inocente, y eso también lo saca del transbordador antes de
que empiece la pelea.

Jerick frunció el ceño.

234
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Prefiero ayudarte a pelear que esconderme detrás de una mujer.

—No te esconderás detrás de ella; la llevarás en brazos. Además,


difícilmente tienes el atuendo de combate apropiado. —Cortez hizo un
gesto con una mano a sus pies descalzos y a sus pantalones naranjas.

—¿Qué es eso que oigo? —Jerick puso una mano alrededor de su


oreja—. Ah, es el sonido de tus pantalones tweed riéndose de la idea de
que ellos son un atuendo apropiado para el combate.

—Sólo hazlo. —Cortez asintió con la cabeza y también a Skylar—.


Se nos acaba el tiempo.

Le dio una palmadita en los hombros, se giró y se dirigió hacia la


parte de atrás.

—¿Dónde estarás tú? —le preguntó Jerick—. ¿En los


compartimentos secretos con los otros?

—En el lavabo.

¿El lavabo? Ese era el primer lugar donde alguien buscaría en un


registro.

—Este no es el momento de jugar con tu pepinillo, Cortez —dijo


Jerick.

—Espero tener un momento privado con Varma.

—¿Crees que ella va a querer verte jugar con tu pepinillo? Lo dudo.


—Jerick no esperaba una respuesta al tonto comentario, pero Cortez hizo
una pausa antes de entrar en el lavabo y le sonrió ligeramente.

—¿No? Crees que Skylar quiere verte jugar con el tuyo.

—Sí, porque ella es una mujer extraordinaria.

235
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Las cejas de Skylar se movieron.

—Varma fue una de las pocas mujeres soldado a las que se les
hicieron implantes cibernéticos. Es bastante extraordinaria, según
recuerdo.

—Sólo mantén tu pepinillo en los pantalones. No querrás que


Skylar se ponga celosa. —Jerick la miró—. ¿Verdad?

—Sí, estoy extremadamente preocupada de que la mujer elegida


para comprobar si hay soldados enemigos en este transbordador quede
cautivada por tu tienda de pantalones tweed.

—A ella también le gustan las repeticiones, Cortez —dijo Jerick.

—Lo he oído. Es una mujer extraordinaria.

Él levantó una mano para despedirse y luego entró en el lavabo.

Sonó un suave pitido, el transbordador haciéndoles saber que la


bahía había sido presurizada y que se había bombeado oxígeno en ella.

Jerick hizo una mueca y volvió al panel de control y la pantalla de


visualización. El tiempo para tontear había terminado.

—Ve a buscar ese sedante para tu amiga, por favor —dijo Jerick,
levantándose de su asiento.

Uno de los escuadrones de soldados de Falconer ya se dirigía a la


escotilla lateral de la lanzadera. Jerick tenía que abrirla y salir antes de
que los hombres sacaran las herramientas para forzarla. Podrían
emocionarse y atacar de golpe si tuvieran que hacerlo. Quería asegurarse
de que Skylar saliera a salvo primero.

La siguió hasta el área de carga en la parte de atrás y la ayudó a


tomar a Keiko por sorpresa. No fue difícil ya que estaba sola en una

236
Ruby Lionsdrake Desencadenado

cabina, dejada atrás cuando los ciborgs se habían metido en los


compartimentos secretos. Jerick le dio un golpecito en el hombro, y
Skylar le pinchó con un inyector desde el otro lado. Ella los maldijo
durante diez segundos, y luego se cayó de lado.

Jerick la atrapó y la tomó en sus brazos. Se alegró que ninguno de


los hombres pudiera ver desde sus escondites secretos, ya que se sentía
particularmente poco caballeroso.

—Lo siento, Keiko —dijo Skylar.

—Habría pasado mucho menos tiempo drogada, encarcelada y


atada, si simplemente hubiera aceptado desde el principio que éramos
personas divertidas y que valía la pena ayudarnos —dijo Jerick.

Se dirigió a la escotilla, disculpándose con la mujer inconsciente


cuando el zapato de ella chocó contra el marco de la puerta.

—Traté de convencerla de eso —dijo Skylar, arrastrándose detrás


de él.

—¿Le dijiste que éramos divertidos?

—Defendí a los ciborgs.

—Pero dejaste fuera la parte divertida, ¿no?

—En realidad sólo había hablado con Cortez en ese momento —


dijo Skylar.

—Ah, entonces es comprensible que no te dieras cuenta de lo


divertidos que son los ciborgs.

—Escuché eso —refunfuñó Cortez desde el lavabo.

237
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Había dejado la puerta entreabierta. Realmente quería que alguien


buscara allí y lo encontrara. ¿Qué haría si la Ingeniera no fuera la
primera en llegar? ¿Colgarse del techo y esperar que los soldados no
miraran hacia arriba?

El comunicador sonó.

—Mis hombres esperan recibir a las rehenes —dijo Falconer—.


Abre la escotilla y envíalas primero.

Jerick apretó el botón de la escotilla y se adelantó, indicando que


lideraría… no podía ver a Skylar lanzándose primero a la horda de
soldados de gatillo fácil que le esperaban, aunque se sentía cobarde ya
que esencialmente tenía a Keiko como un escudo. Pero incluso con ella
en sus brazos, se sentía vulnerable. La política de la Flota era capturar a
los enemigos vivos, especialmente si eran humanos, y enviarlos a un juez
civil o militar calificado para un juicio. No era la de dispararles
directamente. Pero Falconer tenía la reputación de tomar a veces el
asunto en sus propias manos. Podría decidir que como Jerick había
estado en el corredor de la muerte de todas formas, un simple rayo-plas
en la frente ahora haría su universo más simple para el futuro.

Al abrirse la escotilla y descender una rampa, hizo todo lo posible


por no preocuparse.

Se adelantó, buscando a alguien al mando y definitivamente sin


mirar a todos los rifles apuntando hacia ellos. Algunos hombres
apartaron esos rifles cuando vieron a la mujer en los brazos de Jerick.
Otros no lo hicieron. Simplemente apuntaron más alto, hacia su cabeza,
en lugar de a su pecho.

Los cascos hacían difícil saber si había algún rostro familiar, gente
que había servido en la nave al mismo tiempo que Jerick y Cortez. Estaba
seguro de que mucho personal habría sido trasladado después de la

238
Ruby Lionsdrake Desencadenado

guerra, y muchos otros renunciaron por completo, ya sea porque se


habían cansado de los militares o simplemente porque se les pidió que se
fueran, ya que la Flota se había reducido.

Vio una figura acorazada cerca de la base de la rampa que era más
pequeña que la mayoría de los otros. La persona sostenía un escáner
plateado en forma de caja. ¿Era la Teniente Varma?

—Por aquí —llegó una voz desde cerca de la puerta.

Un hombre con un uniforme negro normal estaba allí, habiendo


decidido aparentemente que podía arriesgarse a estar en la bahía de
lanzaderas sin armadura si se quedaba cerca de la salida y podía lanzarse
fuera si estallaba el combate. La voz sonaba familiar, y Jerick hizo una
mueca cuando identificó al hombre. El Teniente Spaulding, un engreído
oficial de seguridad con un hobby de fotografía. Desde que había vendido
algunas fotos a la revista Space Nature, pensó que era un artista de la
elite que se haría rico, compraría una pequeña luna y se retiraría pronto
del ejército.

Si no hubiera tenido que lidiar con él, se habría regodeado porque


Spaulding todavía estuviera en el servicio y aparentemente sin luna.

La muchedumbre de hombres se separó para hacer un camino


hacia el Teniente y la salida.

—¿Es la Teniente Sasaki? —preguntó una mujer mientras Jerick


bajaba por la rampa. Era el soldado con el escáner, y ahora que la oyó
hablar, Jerick la reconoció como la Teniente Varma.

—Uh, ¿quizás? —Jerick hizo una pausa. No esperaba que Keiko


fuera reconocida—. Me encontró tan encantador que me invitó a usar su
nombre de pila. Keiko.

239
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Encantador, cierto —murmuró alguien—. Por eso tuvo que


golpearla en la cabeza antes de traerla aquí.

—¿Qué le pasó? —preguntó Varma, sonando preocupada.

—Teníamos una diferencia de opinión. Parecía más fácil noquearla


que forzarla a salir por la escotilla hacia los lobos de Falconer.

—¿Lobos? Somos de la Flota. ¿Por qué ella…?

—Por aquí, ahora —ordenó Spaulding—. Sargento, asegúrese de


que no se pierda por el camino.

Jerick pasó por delante de Varma, aliviado por la excusa para


hacerlo. No había pensado en la sugerencia de Cortez de noquear a Keiko,
como por ejemplo: cómo explicar la razón de ello. Decirle al enemigo que
no quería que los delatara no parecía que fuera a llevarlo muy lejos.

Cuando se detuvo frete a Spaulding, el Teniente se burló


brevemente, y luego se inclinó a su alrededor para ordenar:

—Nakum, Varma, conseguidnos un escaneo del interior. Gritad si


tenéis algún problema.

Jerick mantuvo su cara neutral y resistió el impulso de levantar el


cuello para mirar.

—Aquí estoy, Teniente —dijo—. Trayendo heroicamente los rehenes


a la Flota.

—Tuvimos que arrastraros hasta aquí con nuestro rayo


remolcador.

—Fui heroicamente arrastrado.

240
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Thrasher, Olatunji, tomad a las mujeres. El Capitán quiere


interrogarlas.

Dos hombres armados dieron un paso al frente, y Jerick se puso


tenso. Uno agarró el brazo de Skylar con más fuerza de lo que
consideraba necesario. El otro extendió sus brazos, mirando a Jerick
ceñudo a través de su visor.

—¿Quiere el Capitán interrogarme a mí? —Jerick no quería soltar


a Keiko, sobre todo porque entonces también se llevarían a Skylar, pero
se recordó que querían que las mujeres estuvieran a salvo antes de que
comenzara la batalla.

—No. —Los labios de Spaulding se curvaron en una sonrisa poco


amistosa.

El soldado que estaba delante de Jerick se acercó y deslizó sus


brazos bajo Keiko, dejando claro que la tomaría a la fuerza si lo
necesitara. Los instintos primarios de Jerick le instaron a desafiar al
hombre, para ver si su armadura le servía tanto como los implantes
cibernéticos le servían a él, pero reprimió el pensamiento. Keiko podría
resultar herida si se peleaban por ella.

El hombre la cargó sobre su hombro con toda la dignidad de un


saco de patatas y la llevó al pasillo. El soldado que agarraba el brazo de
Skylar la empujó y ella caminó en la misma dirección. Jerick la siguió
con la mirada, deseando que ella mirara atrás y le diera un beso o
compartiera una expresión desgarrada y llena de emoción. Por supuesto,
no podía hacerlo. No con un pelotón de soldados de infantería mirando.

Una sensación de inquietud se extendió por su cuerpo, la


preocupación de que pudiera no volver a verla.

—¿Qué pasa con él? —preguntó un soldado.

241
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Llevadlo al calabozo —dijo Spaulding—. Donde los criminales


pertenecen.

—Sí, señor.

Dos soldados con armaduras agarraron a Jerick por ambos brazos


y lo empujaron hacia una puerta. Una vez más, pensó en luchar contra
ellos, pero una vez más, parecía que no había nada que ganar. Mejor ir
con ellos y sacar a dos hombres de aquellos con los que Cortez y los
demás tendrían que luchar.

Cuando lo sacaron, lanzó una larga mirada hacia la lanzadera. La


Ingeniera y su compañero habían desaparecido dentro, pero aún no había
sonado ninguna alarma. Era sólo cuestión de tiempo. El trabajo manual
de Tek Tek no confundiría a un escáner físico.

Mientras Jerick giraba hacia el pasillo, y el transbordador


desaparecía de la vista, no podía evitar preocuparse de que los tres se
separaran. ¿Era realmente una buena idea? ¿O deberían haberse
quedado en la prisión y lidiar de lo que sea que la nave de guerra, todas
las naves de guerra, les enviaran? Al menos entonces, habrían estado
juntos.

242
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Capítulo Dieciséis
Cortez escuchó el débil tintineo de botas subiendo por la rampa.
Había escuchado la mayor parte de la conversación en la bahía de
transbordadores y sabía que Jerick estaba siendo arrastrado al calabozo
mientras Skylar y Keiko se dirigían a ser interrogadas por Falconer.

Estuvo tentado a ordenar a sus hombres que salieran en ese


momento, pero con solo cinco de su equipo con armaduras de combate
que habían pertenecido a otros hombres, no quiso correr el riesgo. Si
tenían que luchar ahora, sería mejor hacerlo desde el interior del
transbordador, como les había dicho a los otros.

Se llevó la muñeca a los labios y susurró:

—Dos entrando y cuarenta de guardia en la bahía, Pip. Estate listo.

—Siempre listo, señor.

Bajó su brazo y no dijo nada más. Una de esas personas sonaba


como la Teniente Varma, y también tenía su audición aumentada.

Cruzó los dedos, esperando que ella fuera la que mirara en el baño.
No había reconocido el nombre del segundo soldado que Spaulding había
ordenado subir a la lanzadera. Qué lástima. Conocía algunos nombres
que había oído. Quizás fuera ilógico, pero aun así creía que sus
conexiones aquí todavía podrían ayudarle, especialmente los dos ciborgs
que aún estaban a bordo.

—¿Buscando primero en la parte de atrás? —preguntó el hombre.

243
Ruby Lionsdrake Desencadenado

El baño estaba casi directamente al otro lado del pasillo de la


escotilla, así que Cortez no tuvo problemas para oírlo o saber dónde
estaba.

—Yo me encargo, Sargento —dijo Varma—. Tengo el elegante


detector, después de todo. Es para algo más que para poner en forma a
los soldados rasos.

—Ja, ja. Puedo detectarlos con mis ojos.

—Estoy segura de que no estarán a la vista. Si tienen a un


Ingeniero en su equipo, probablemente le hicieron preparar algunas
grietas secretas para esconderse. Como los contrabandistas.

—No creo que se pueda contrabandear ciborgs —dijo el Sargento—


. Son grandes.

—Yo no soy tan grande.

—Por favor, tienes armas más grandes que yo.

Sonó un clic, seguido de un silbido electrónico. Su escáner estaba


siendo encendido.

—Voy a asumir que estás haciendo referencia a tus bíceps y no a


nada… más bajo.

—Solo tengo un arma más baja, señora. No soy un mutante.

—Eso es un alivio.

Las bromas fáciles sorprendieron a Cortez. ¿Realmente no


esperaban encontrar a nadie dentro? Quizás la artimaña de Jerick había
funcionado mejor de lo que esperaba.

244
Ruby Lionsdrake Desencadenado

La puerta del lavabo se abrió, y se encendió la luz automática, y


una cara familiar de piel bronceada se asomó, sus pómulos altos y sus
ojos marrones cálidos visibles a través del visor frontal. Esos ojos se
abrieron de par en par al ver a Cortez parado ahí, apuntando un
aturdidor a su pecho. Como si sirviera de algo cuando ella estaba en una
armadura de combate completa.

Ella abrió la boca, una pregunta en sus labios, pero Cortez sacudió
la cabeza. Así de cerca, estaba seguro que el Sargento escucharía incluso
susurros. Presionó la mano que sostenía el aturdidor contra su corazón
e inclinó ligeramente la cabeza, como si fuera un caballero de antaño
saludándola. Esperaba que eso transmitiera que necesitaba un favor de
ella y también que no tenía la intención de herir a la tripulación aunque
quisiera hacerse cargo de la nave. Tal vez debería haber presionado las
palmas de sus manos en una posición de oración suplicante.

—¿Tiene algo, Teniente? —preguntó el Sargento.

Cortez sacudió la cabeza de nuevo, lenta y gravemente.

—Solo que esto es asqueroso —dijo Varma, retrocediendo. Parecía


que quería decir a Cortez: “No hagas que me arrepienta de esto”, o algo
por el estilo, pero no lo hizo. Cerró la puerta y la luz, que ya no detectaba
movimiento, se apagó—. Supongo que estos viejos modelos de
transbordadores no tienen lavabos autolimpiables —añadió al Sargento.

—Arg.

Bueno, eso debería garantizar que el Sargento no estuviera ansioso


por mirar dentro. Si no, y si el hombre metía su cabeza dentro, Cortez
tendría que hacer algo más que agitar el aturdidor y hacer una
reverencia. Se imaginó tirando de un soldado con armadura y lidiando
con él mientras trataba de no hacer ningún ruido. Eso sería interesante.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Varma silbó mientras caminaba por el pasillo hacia el área de carga


de la parte de atrás. De vez en cuando, su detector gorjeaba. Tal vez
silenció la alarma, porque después de un minuto, dejó de oírla. Continuó
escuchando al Sargento arrastrando los pies y suspirando cerca de la
escotilla. Murmullos y suspiros también llegaban de los soldados en la
bahía. Parecían teñidos de decepción.

¿Tan ansiosos estaban de luchar? Tal vez querían vengarse de los


soldados que el equipo de Cortez había golpeado en la bahía de
lanzaderas de Antioch. No tenían forma de saber que los hombres seguían
vivos, que Cortez había ordenado desarmarlos, quitarles las armaduras
y encerrarlos en celdas. Qué conveniente que el asteroide viniera con
tantas celdas para depositar a la gente.

—No hay nada aquí atrás —dijo Varma, subiendo por el pasillo
hacia la escotilla.

—Eh, supongo que el Capitán se equivocó —dijo el Sargento—. Yo


supuse que el prisionero estaba diciendo la verdad. Si tenía un equipo de
ataque secreto a bordo, ¿por qué habría estado haciendo todo lo posible
para llegar al agujero de gusano?

—Sí. Déjame revisar el frente.

—Sin embargo, el Capitán dijo que conocía a Cortez. Que es astuto.


Serviste con él, ¿no es así, señora?

—Sí, lo hice.

—¿Alguna vez adivinaste que se volvería así de loco?

—No, pero estoy tan sorprendida como tú podrías pensar. He


seguido los artículos que ha publicado, instando al gobierno a poner más
cuidado en la rehabilitación de los soldados ciborg, a todos los soldados,

246
Ruby Lionsdrake Desencadenado

que lucharon en la guerra. Escuché que también estaba presionando en


el Salón de la Política. Supongo que se cansó de que lo ignoraran.

—Sí, pero estos son criminales, señora. Hombres que mataron a


gente inocente. No son solo veteranos que tienen dificultades para
encajar.

—Supongo que así es. —Varma regresó a la escotilla y gritó—: Todo


despejado, Spaulding.

—¿Lo está? Maldita sea. Esperaba que fueran lo suficientemente


buenos para venir a nosotros y que pudiéramos tratar con ellos aquí.

—Eso sería una tontería —dijo Varma, y Cortez reconoció la puya


por lo que era—. Tienen un asteroide completo en el que esconderse. ¿Por
qué iban a vagar fuera donde son más vulnerables?

—Cierto. Va a ser un infierno sacarlos de esa roca. A menos que lo


destruyamos todo. Falconer le sugirió eso al Almirante. Supongo que eso
no funcionaría con el personal todavía allí.

—Supongo que no. Sacar a los ciborgs de ahí les dará a tus
hombres algo que hacer, ¿no? No ha habido tanta emoción desde la
guerra.

—Alégrate. La guerra fue horrible.

—Dímelo a mí —dijo Varma tan suavemente que Cortez casi se lo


pierde.

Mientras la pareja cerraba la escotilla, se preguntaba qué


pesadillas la perseguían estos días. Ella no había visto tanta batalla como
la mayoría de los hombres, ya que había sido una de las raras oficiales a
las que se les habían puesto implantes que tenían otras habilidades
además de la de golpear a los enemigos, pero todos habían visto y

247
Ruby Lionsdrake Desencadenado

soportado mucho, incluso los que nunca habían dejado la nave. Cortez
había perdido la cuenta de todas las veces que el Estrella Negra había
sido abordada por alienígenas hostiles. Era una maravilla que la Flota no
decidiera desmantelarla después de todas las reparaciones que había
recibido. No se sintió tan mal por tratar de capturarla para llevarla al
Espacio Hostil. Aunque, si lograba tener éxito, todavía se imaginaba
encontrar algún trabajo allí, ya fuera como mercenario o como Capitán
de un carguero, para tratar de enviar eventualmente el dinero que
costaba de vuelta a la Tierra. Sentía que tenía derecho a sacar a los
ciborgs de prisión, para salvar la vida de los hombres, pero la nave era
algo mucho más dudoso cuando se trataba de cuestiones de moralidad.

—Que es exactamente lo que deberías considerar mientras estás


parado en un lavabo solo —murmuró.

—¿Señor? —Vino un susurro de su muñeca—. No parecieron


detectarnos.

—No, Pip, pero quédate ahí. Queremos que los soldados salgan de
la bahía de lanzaderas, se relajen y se quiten la armadura, y se olviden
de nosotros. Entonces podremos salir y poner el gas de la doctora Russo
en uso y reclamar la nave para nosotros.

—Sí, señor. Estoy deseando volver a recorrer los pasillos del


Estrella. —La voz de Pip sonó melancólica al añadir—: Sería la primera
que cosa en ir bien en tres años.

Cortez sonrió con tristeza. Pip había sido el primero en apuntarse


a su loco plan. Él no había cometido ningún delito, pero había estado
trabajando solo en el único trabajo, según él, para el que estaba
preparado. Había estado cuidando una torre de vigilancia de incendios
en Taurus Solo, y su único contacto con otros humanos era cuando un
piloto traía provisiones en un helicóptero una vez al mes. Después del
caos y la carnicería de la Batalla de la Última Canción, estaba demasiado

248
Ruby Lionsdrake Desencadenado

incómodo entre las multitudes y demasiado rápido para saltar ante los
ruidos, para moverse en la sociedad normal, o eso le dijo a Cortez. Se
había asentado notablemente una vez que se había puesto el uniforme
nuevo y tenía órdenes que seguir, como si eso le diera la estructura que
necesitaba para trabajar con otros.

—La conseguiremos, y entonces encontraremos una vida mejor —


susurró Cortez, aunque la referencia de Jerick a “Of Mice and Men” le
vino a la mente de forma inquietante. Esperaba no ser como George,
hablando de cómo algún día tendrían su propia granja17.

—Sí, señor. ¿Cuánto tiempo tenemos que esperar?

—Un rato todavía. —Cortez podía oír a los hombres alejándose del
transbordador, pero les tomaría un tiempo para relajarse, y estaba seguro
de que algunos permanecerían de guardia ahí fuera. Se preocupaba por
Skylar y Jerick, y esperaba que simplemente los retuvieran, no algo peor,
pero no podía saberlo, especialmente en el caso de Jerick—. Pero no por
mucho tiempo —añadió, y empezó a golpear sus dedos en su muslo.

*****

Skylar frunció el ceño cuando el soldado la empujó a una silla en


una sala de conferencias con más fuerza de la necesaria, seguro que más
tarde tendría el trasero magullado. No sabía si era porque no conocía la
fuerza de su armadura o si la trataba mal por culpa de su asociación. Si
era por lo primero, no podía evitar compararlo con Cortez y Jerick,
incluso con su fuerza superior, nunca la habían lastimado. Si era lo
segundo… estaba en problemas.

17
De ratones y hombres narra la historia de Lennie, un deficiente mental, y su
compañero y ángel de la guarda George, dos braceros al borde de la indigencia, que
sueñan con tener su propia granja algún día. Contratados en una granja regentada por
un ex boxeador, la insatisfecha esposa del patrón pone en serios aprietos a Lennie, que
la mata accidentalmente y huye al bosque.

249
Ruby Lionsdrake Desencadenado

¿Era posible que la Flota ya supiera que había estado ayudando a


los ciborgs en lugar de pelear? ¿Que había mentido en el transbordador
acerca de saber si había un equipo de ataque a bordo? No podía adivinar
cómo lo sabrían a menos que hubiera un espía en el asteroide
transmitiendo información.

O un dron espía, modificó, recordando el dispositivo flotante que


ella y Jerick habían destruido. El hecho de que estuviera en la armería
cuando entraron no significaba que fuera el único lugar en el que había
estado.

Se sonrojó, recordando la primera vez que estuvo atrapada entre


Jerick y Cortez en la enfermería, dejándoles quitarle la ropa, y luego
retorciéndose y gimiendo cuando la tocaron en los lugares correctos. ¿Y
si la Flota hubiera espiado eso de alguna manera?

El soldado que había llevado a Keiko a la sala de conferencias la


depositó en la silla dura junto a la de Skylar, provocando un gemido semi-
consciente de ella. La cabeza de Keiko se inclinó hacia delante sobre la
mesa. Después de asegurarse que no se caería sobre la cubierta, el
soldado la dejó así.

Skylar la miró con recelo. No le había dado a Keiko una gran dosis
de sedante, pero ahora se preguntaba si había sido un error. Ella y Keiko
habían llegado a estar muy unidas en los últimos días, pero dudaba que
la mujer actuara como una aliada y mantuviera la boca cerrada si Skylar
mentía abiertamente sobre los ciborgs.

Los hombres armados se fueron, pero otros dos soldados


permanecieron en la habitación. Se quedaron en posición de guardia a
ambos lados de la única puerta, con sus rifles en sus brazos. Skylar se
sentía más como una prisionera a punto de ser interrogada que como
una rehén rescatada. Seguramente a los rehenes se les debía dar comida,
agua y tratamiento médico, no moratones en las nalgas.

250
Ruby Lionsdrake Desencadenado

La puerta se abrió y el Capitán Falconer entró flanqueado por un


joven Teniente con una tableta. Skylar había visto a Falconer en el video
de comunicación, pero era más bajo de lo que esperaba con un cuerpo
delgado y huesos finos. Notó que sus fosas nasales tendían a abrirse de
forma impresionante cuando hablaba con Jerick, y ahora las veía
temblar, listas para transmitir su disgusto.

—Es un alivio verlo, Capitán. —Skylar forzó una sonrisa. Una


rehén debería estar realmente aliviada por ser rescatada—. Gracias por
venir en nuestra defensa. Ese prisionero era tan malo como los otros
ciborgs. Dijo que nos estaba rescatando.

—Heroicamente, sí —dijo Falconer—. Lo escuché.

Keiko se movió de nuevo, poniendo las manos sobre la mesa y


levantando la cabeza. Skylar juró tener cuidado con todo lo demás que
dijera.

Falconer se acercó a la mesa para quedarse de pie frente a ellas.


No se sentó. Se inclinó hacia adelante, presionando con los dedos sobre
la superficie y estudiando a Skylar atentamente.

Los ojos de Keiko estaban nublados y parecía confundida. No le


prestó a ella mucha atención.

—Cuéntame todo lo que sepas sobre Cortez, cuántas tropas tiene y


qué defensas ha instalado en la prisión.

—Es feroz, aterrador y decidido —dijo Skylar, tratando de dar la


impresión de ser cooperativa sin soltar nada útil—. No estoy segura de
cuántos hombres hay. Dejó ir a algunos de los prisioneros. Creo que lo
están ayudando.

251
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Apuesto a que lo están. —Falconer miró a su Lugarteniente—. Te


lo dije. Estos malditos ciborgs se mantienen unidos. Siempre supe que
no se podía confiar en Cortez. Era demasiado bueno para ser verdad.

—Sí, señor —respondió el Teniente, aunque su expresión era más


neutral que de apoyo entusiasta.

Skylar no quiso leer mucho sobre ello, pero esperaba que a la


tripulación no le gustara mucho Falconer. Él ya estaba frotándola a ella
de la manera incorrecta.

—¿Cuántas tropas? —repitió Falconer.

Skylar se encogió de hombros.

—Realmente no lo sé. Estuvimos en una celda todo el tiempo.

Keiko entrecerró los ojos, que se volvían menos nublados por


segundo.

—Lo capturaré —dijo Falconer—. Y lo haré antes de que lleguen las


otras tres naves de guerra. No necesito la ayuda de nadie para atrapar a
un profesor poeta errante. —Se alejó de la mesa y se paseó ante ella—.
Tengo algunas imágenes de la prisión que pudimos obtener antes de que
nuestras cámaras fueran destruidas. Creo que podéis saber más de lo
que estáis sugiriendo. —Se detuvo para darles a ambas una mirada
plana, aunque Keiko no había sugerido nada todavía.

Skylar extendió sus manos e intentó parecer inocente.

—Sé muy poco. Sinceramente, Capitán, me alegro de haber salido


de allí. ¿Hay alguna posibilidad de darme una ducha y acostarme?

—¿Una ducha? ¿Qué aspecto tiene esto? ¿Un transatlántico de


lujo?

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—¿Nadie en esta nave se ducha? —Se inclinó y olfateó el aire


mientras él pasaba.

Ya había visto que a él no le gustaba el sarcasmo, al menos no el


de Jerick, así que no debería haber sido tan impertinente, pero valió la
pena escuchar los resoplidos divertidos del Teniente y de uno de los
guardias de la puerta.

Falconer la miró con desprecio.

—Tenemos depuradores sónicos.

—Eso suena… que pica.

—Sé que él está atento a los ataques a través de la bahía de


transbordadores —dijo Falconer, volviendo a su paseo—. ¿Tiene hombres
vigilando la esclusa de aire del Nivel 7? Tú, piloto. ¿Estás más dispuesta
a hablar que tu recalcitrante amiga?

Keiko parecía estar siguiendo lo que pasaba ahora, pero no parecía


importarle su tono.

—Teniente Sasaki, señor —dijo rígidamente—. Serví durante la


guerra.

—Sí, y ahora eres una piloto de trasbordador contratada —se burló,


como si ella fuera una de las más bajas de la sociedad.

Las mejillas bronce de Keiko se enrojecieron.

—Capitán —dijo Skylar—, solo somos civiles. No sabíamos nada


del plan de invasión de los ciborgs hasta que llegamos y se puso en
marcha. No sabemos dónde están estacionadas sus tropas.

Keiko la miró. Skylar abrió los ojos, rogándole en silencio que no


compartiera que sabía exactamente dónde estaban los hombres en ese

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

momento. Si Keiko lo hiciera, sería culpa de Skylar. No había elegido


deliberadamente una gran dosis de sedante, no queriendo anestesiar a la
pobre mujer durante diez horas después de haber estado aturdida y
encerrada continuamente durante días. Pero tampoco había previsto este
interrogatorio.

—Señor —dijo tímidamente el Teniente de la tableta—. Con el


debido respeto, tenemos a uno de los hombres de Cortez en el calabozo.
Quizás interrogarlo a él sería más lucrativo, en lugar de a civiles que sin
duda mencionarán esto a los reporteros cuando regresemos.

Las fosas nasales de Falconer se abrieron de par en par mientras


se dirigía a su oficial.

—No he hecho nada malo, y no tengo nada que ocultar a los medios
de comunicación.

—Pero Jerick… Era el Sargento de combate principal de Cortez —


dijo el Teniente—. Sirvieron juntos en esta misma nave durante años. Mi
primer año de servicio fue bajo el mando de Cortez. Jerick estaba en la
mesa de póquer cuando el Capitán aparecía. Vi de primera mano que
estaban unidos.

—¿Lo estaban? —preguntó Falconer, dándose golpecitos en la


mandíbula.

Al principio, Skylar había agradecido la interrupción del Teniente,


pero no sabía si llamar la atención del Capitán sobre Jerick era mejor.
Falconer podría usar técnicas de interrogatorio mucho más contundentes
en un preso que en un rehén civil.

—Vi que sirvieron juntos. —Falconer comenzó a pasear de nuevo—


. No me di cuenta de que el Capitán hubiera tenido mucha relación con

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

uno de los hombres alistados. ¿Noche de póquer? Eso roza la


confraternización. —Se burló de nuevo.

Skylar dudaba que Falconer hablara con alguien por debajo de su


rango a menos que fuera para dar una orden.

—Muy bien. Quiero que se vigile a estas dos, pero nos centraremos
en Jerick. Después de que le comunique al Almirante y le haga saber
cómo progresan las cosas. —Falconer se dirigió a la puerta, haciendo un
gesto para que el Teniente lo siguiera pero para que los dos guardias se
quedaran quietos. Al salir, se llevó la muñeca a la boca—. ¿Cómo va la
búsqueda del transbordador, Varma?

Desafortunadamente, Skylar no escuchó la respuesta. Falconer


desapareció en el pasillo con su Teniente, y la puerta se cerró detrás de
él.

Skylar quería susurrarle a Keiko, para agradecerle que no dijera


nada condenatorio, pero dudaba que estuvieran a salvo. Además, seguían
siendo vigiladas. Mientras miraba a los guardias con cara de piedra, allí
para asegurarse de que ella y Keiko no se alejarían a buscar duchas, no
pudo evitar sentir que ya habían sido condenadas.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Capítulo Diecisiete
Jerick fingió indiferencia cuando los dos hombres armados lo
llevaron por los pasillos hacia el calabozo, pero ciertamente no la sentía.
A pesar de lo familiar que era la nave, no le resultaba reconfortante estar
de vuelta a bordo, no ahora.

Una sensación de pánico desconocida se agolpó en su pecho


cuando bajaron por el pasillo hacia el bloque de celdas. Acababa de salir
fuera de una celda. Había probado la libertad, incluso si solo fuera la
libertad de una prisión. La idea de ser metido de nuevo en una celda
ahora hacía que sus músculos se tensaran y sus ojos se volvieran más
brillantes. Su mente comenzó a buscar frenéticamente un escape.

Creía que Cortez vendría por él si permitía que estos hombres lo


encerraran, pero, ¿no sería mejor que escapara y comenzara el trabajo de
equipo de tomar el control de la nave antes de tiempo? Dejando la lógica
a un lado, no podía enfrentar que lo arrojaran detrás de un campo de
fuerza otra vez, y se negó a hacerlo cuando los hombres trataron de
empujarlo a una de las celdas.

Gruñeron y empujaron. Él se hundió y los agarró por la cintura,


tratando de golpearlos juntos frente a él.

Si no hubieran estado blindados, podría haberlo logrado, pero su


equipo les daba la fuerza necesaria para igualar a la suya y mucha más
protección contra los golpes. Uno le dio un codazo, y cayó de espaldas,
casi cayendo en la celda detrás de él. En vez de eso, cortó a la esquina y
la usó para sujetar su espalda para poder lanzar una patada mientras
los hombres volvían hacia él, levantando sus armas.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

No tenía botas, ni ningún tipo de calzado, pero su talón golpeó


sólidamente el abdomen blindado de un soldado. El rifle del hombre salió
volando de su empuñadura, traqueando por el pasillo.

El otro soldado encontró el gatillo de su arma, pero Jerick se acercó


de un salto y levantó el brazo. Golpeó el rifle a un lado mientras
disparaba. El rayo-plas entró en la celda que estaba detrás de ellos.

Jerick se agachó y se lanzó sobre las piernas del hombre,


principalmente porque temía que el rayo rebotara y le diera en la espalda.
Pero el movimiento le ayudó a evitar el puñetazo que el otro hombre lanzó.

Con sus poderosos muslos empujándose del suelo, presionó a su


objetivo hacia atrás, hacia la celda en la que tenían la intención de
ponerlo a él. El soldado le dio un puñetazo en la espalda y el dolor golpeó,
pero solo usó el dolor para aprovechar más poder. Empujó al hombre
hacia adelante, arrojándolo contra la pared trasera de la celda. Su
armadura se estrelló contra ella, y cayó al suelo.

Jerick vislumbró un movimiento por el rabillo del ojo y se agachó,


evitando el ataque del otro soldado, una serie de golpes destinados a
martillearlo con los puños blindados. Uno lo golpeó en el hombro, pero
apenas lo sintió. El miedo y el dolor lo impulsaron. No terminaría
enjaulado de nuevo. No lo haría, maldita sea.

Giró, lanzando una patada de gancho. Atrapó al hombre, tirándolo


hacia un lado y hacia la celda con su amigo, tropezando con sus botas
mientras intentaba recuperar el equilibrio. La única desventaja de la
armadura de combate era que no hacía ágil a un hombre. Todo lo
contrario.

Jerick golpeó con la palma de la mano en la placa frontal de su


enemigo antes de que el hombre se recuperara. Su cabeza cayó hacia
atrás. Estaría acolchada por su casco, pero eso todavía tenía que ser

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

impactante. Usando todo su poder, golpeó la placa frontal con más


palmadas. El resistente compuesto de vidrio no se rompió, pero el hombre
recibió una paliza. Cuando lo agarró por la muñeca, el soldado no se
resistió. Jerick lo lanzó contra la pared del fondo donde su camarada se
tambaleaba para ponerse en pie.

Jerick levantó los puños, listo para continuar la pelea, pero se dio
cuenta que no tenía que hacerlo. Saltó de la celda, golpeó con la mano el
panel de control en el lateral... recordaba bien esos controles de sus años
a bordo de la nave... y activó el campo de fuerza.

Uno de los soldados se había recuperado y saltaba tras él, pero el


campo de fuerza se activó delante de sus ojos. Lo golpeó con un zzzzt-
zapt y rebotó.

—Me temo que vosotros, muchachos, nunca lo habrías conseguido


contra los Hrorak —dijo Jerick—. Afortunadamente, no voy a mataros,
desmembraros o comeros, como podrían haber hecho ellos.

—¿Comer? —dijo un hombre—. Esas son solo historias. —Miró a


su amigo—. ¿Verdad?

—Oh, no les gusta el sabor de los humanos, no como esos


aparentemente suculentos alienígenas Shakro’sk, pero les gusta devorar
enemigos caídos para reclamar sus almas. Una vez vi que le pasó a un
amigo. Desagradable. —Jerick se alejó del campo de fuerza mientras los
recuerdos le llegaban a la mente. Tal vez no había sido una buena idea
mencionar eso. Ahora tenía cosas más pertinentes en las que pensar—.
Espero que disfrutéis vuestra estancia ahí dentro. No puedo recomendar
la prisión, pero al menos no hay pijamas anaranjados por aquí.

Recogió los dos rifles caídos y salió corriendo del área de detención,
pero se detuvo antes de que entrara en los pasillos más concurridos.
¿Debería volver a la bahía de transbordadores y ver si Cortez ya

258
Ruby Lionsdrake Desencadenado

necesitaba ayuda? ¿O debería ir a buscar a Skylar y a su amiga la piloto?


O…

Hurgó en su ropa interior, divertido porque los guardias no


hubieran pensado en registrarlo. O tal vez habían pensado hacerlo, pero
no hasta que lo tuvieran en su celda. De cualquier manera, tenía cuatro
frascos del brebaje de Skylar. Afortunadamente, no se habían roto en la
pelea. Tal vez podría llevar los frascos a la sala de control ambiental y
dejarlos sueltos en los conductos de ventilación de la nave. Dudaba que
tuviera suficiente para afectar a toda la nave, pero incluso si solo
noqueaban a unas pocas personas, haría las cosas mucho más fáciles
para Cortez.

Entonces iría a buscar a Skylar. Le gustaba la idea de ser él quien


la rescatara mientras Cortez seguía con su plan de combate en la bahía
de transbordadores. La rescataría heroicamente.

*****

La Teniente Varma tuvo la amabilidad de cerrar la escotilla del


transbordador. Cortez revisó la pantalla de los sensores mientras
esperaba a que sus hombres salieran de sus escondites.

Dos guardias blindados estaban parados junto a la puerta de la


bahía, mirando hacia el transbordador cilíndrico. Un número pequeño
comparado con el anterior, pero aún sí sería un desafío derribarlos antes
de que llegaran al puente y toda la nave fuera alertada. Podría tener que
aceptar que eso sucedería.

—Tek Tek toma a cuatro hombres y baja a ingeniería —dijo,


uniéndose al resto de su equipo de ataque cerca de la escotilla—.
Aseguradla y atrincheraos allí si podéis. Espero que la tripulación
reaccione rápidamente y que Falconer envíe gente directamente allí
abajo.

259
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Sí, señor.

—Pip, todos los demás, estáis conmigo. Vamos a saltar al puente.


Defenderos como sea necesario, pero si podemos tomar la nave sin matar
a nadie… Tenemos que hacer todo lo posible para que eso suceda.

Un par de hombres intercambiaron miradas dudosas entre ellos,


Cortez sabía que estaba pidiendo mucho y probablemente siendo
ingenuo, pero al final, asintieron y dijeron:

—Sí, señor.

—Gracias a todos por seguirme en esto. —Se dio cuenta de que no


había dicho eso todavía y que esta podría ser la última oportunidad que
tuviera—. Vamos a tener éxito, pero si las cosas no van exactamente
según lo planeado, sabed que lo que estamos haciendo aquí importa. Esto
no es solo una fuga de la prisión; es una búsqueda de la libertad, una
búsqueda de un lugar que puede no existir todavía, pero que algún día
existirá. Un lugar donde podamos ser libres y podamos ser nosotros
mismos.

Los asentimientos fueron más vigorosos esta vez, y Pip dijo:

—Estamos con usted, señor.

—Bien. Vamos a golpear a esos dos soldados en sus traseros.

Cortez alcanzó la escotilla, pero dos de los hombres acorazados se


adelantaron para bloquearlo.

—Vayamos primero nosotros, señor. Puede que no queramos matar


a nadie, pero no he notado que los soldados de la Flota se sientan de la
misma manera.

260
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Cortez dudó, no queriendo esconderse detrás de nadie, pero


desafortunadamente, no había una armadura que le quedara bien. Sería
mejor enviar primero hombres que pudieran tomar unos cuantos rayos-
plas en el pecho.

—Muy bien.

No hizo más que asentir cuando uno de los hombres abrió la


escotilla. Los dos salieron corriendo, las mejoras de sus armaduras se
combinaron con sus propias mejoras musculares y cruzaron la bahía tan
rápido que se estrellaron contra sus enemigos antes de que los soldados
tuvieran tiempo de disparar.

Cortez y los demás salieron corriendo, pero los dos primeros


ciborgs tenían a los soldados blindados inmovilizados y desarmados para
cuando llegaron. Los hombres normales nunca podrían haber mantenido
a los soldados acorazados así, pero sus hombres eran cualquier cosa
menos normales. El orgullo hinchó su pecho.

—Buen trabajo, m…

La puerta de la bahía de transbordadores se abrió, interrumpiendo


a Cortez. Cuatro soldados blindados entraron.

Los ciborgs entraron en acción, saltando para derribar las armas


antes de que los soldados pudieran disparar más de un par de veces. Un
rayo-plas pasó rozando a Cortez, y saltó a un lado. Aunque quería entrar
en la pelea, los hombres blindados estaban mejor equipados para
manejar la amenaza.

Pero los soldados de la Flota sabían quién era y sabían que él


lideraba ésta loca carga. Lo eligieron de inmediato, uno de ellos se liberó
de la refriega para lanzarse sobre él.

261
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Cortez fintó a un lado, levantando su brazo para bloquear un golpe.


La dura armadura lo golpeó, pero desvió el ataque, se retorció y lanzó
una patada lateral a la entrepierna de su enemigo. La armadura protegía
la masa del soldado, como Jerick lo llamaría, pero el hombre aun así
tropezó hacia atrás.

Cortez tuvo tiempo de usar su propio rifle, pero otro ciborg saltó
sobre su asaltante por detrás, con los brazos trabados en el cuello. Hizo
que el soldado se arrodillara y luego sentándose sobre su espalda para
sujetarlo a la cubierta.

—¿Qué hacemos con ellos, señor? —preguntó Pip.

Los otros soldados fueron inmovilizados de manera similar. Su


armadura los protegía, pero con ciborgs arrodillados sobre sus espaldas,
no podían escapar.

—Me he quedado sin abrelatas —añadió Pip.

—Todos lo hemos hecho —dijo otro—. Es difícil sacar a estos chicos


de sus armaduras sin herramientas. Dudo que vayan a ser
condescendientes y se desnuden para nosotros.

Cortez escaneó la bahía. Pensó en intentar encerrar a los hombres


capturados dentro del transbordador, pero si la misión fallaba, era la
única forma de que su equipo pudiera escapar. No quería volver para
encontrar la nave saboteada.

Su mirada se fijó en la esclusa de aire.

—Lanzadlos al espacio y cerrad la escotilla detrás de ellos. El


Estrella no se está moviendo, y su armadura los mantendrá vivos ahí
fuera durante al menos diez horas. Lo suficiente para que terminemos y
los recojamos. —O el tiempo suficiente para que Falconer derrotara a

262
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Cortez y recuperara a sus hombres él mismo. Pero no dijo eso. No se


atrevió a mostrar sus dudas a sus tropas.

—Sí, señor.

Cortez esperó junto a la puerta mientras los ciborgs llevaban a los


soldados a la esclusa de aire. Los hombres de la Flota lucharon duro
cuando se dieron cuenta de lo que estaba pasando, pero no importó. La
gente de Cortez era más fuerte. Si no estuvieran tan superados en
número, tomar la nave hubiera sido fácil.

Cuando se completó la acción, Cortez dejó que sus dos voluntarios


blindados guiaran el camino hacia el corredor. Le preocupaba que
encontraran más soldados acorazados corriendo en su dirección. Pero el
pasillo estaba tranquilo. Los ciborgs se dirigieron hacia el ascensor más
cercano sin problemas.

El nivel de seguridad Alfa no se había configurado, por lo que las


puertas del ascensor se abrieron sin necesidad de un escáner de retina.
Cortez reprendió mentalmente a Falconer por ser laxo, incluso cuando
apreció eso.

—¿Uh, Señor? —preguntó uno de los hombres blindados,


haciéndose a un lado y haciendo un gesto hacia el piso del ascensor.

Un Sargento con uniforme negro estaba desplomado en la cubierta


en medio de él.

—¿Tenemos un colaborador? —se preguntó Cortez, arrodillándose


para comprobar el pulso del hombre.

Era lento pero constante. El Solado no se movió. Estaba totalmente


inconsciente, y Cortez pensó en la poción de Skylar. ¿Era posible que ella
fuera la responsable de esto?

263
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Miró a su alrededor buscando señales de un vial roto, pero no vio


ningún cristal.

—Dentro. —Hizo un gesto para que la mitad de su equipo entrara


en el ascensor—. Al puente —le ordenó al ordenador.

Mientras ascendían, Cortez sintió una pizca de debilidad y se apoyó


en la pared.

Uno de los hombres bostezó ruidosamente.

—Creo que se utilizó el sedante de Skylar —dijo Cortez, luchando


contra la necesidad de desplomarse completamente contra la pared y tal
vez deslizarse hasta el suelo para tomar una siesta—. Si nos noquean,
Martínez y Fognini, vosotros estáis al cargo —dijo, nombrando a los
hombres con armaduras que habían estado al frente—. Tomad el puente.

—Sí, señor.

Las puertas del ascensor se abrieron y los soldados blindados


salieron, con los rifles preparados. Una vez más, nadie ocupaba el pasillo.
Cortez esperó a que el resto del equipo saliera antes de avanzar.

Fue un corto paseo por el corredor hasta el puente, y los hombres


acorazados lo recorrieron fácilmente. Cortez luchó para mantener el
ritmo, luchando contra los bostezos e instando a sus cansados músculos
a seguir trabajando. Si se inclinaba y quedaba dormido, esta incursión
podría terminar para él.

Pero no encontraron ninguna resistencia. Sorprendentemente. Sus


hombres entraron en el puente, listos para disparar a cualquiera que se
moviera para atacar, pero tres oficiales estaban desplomados en sus
puestos de trabajo, con las cabezas apoyadas en los brazos, y otros dos
habían caído en la cubierta. Roncando.

264
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Cortez miró a su alrededor, buscando a Falconer. No estaba entre


los hombres que roncaban. Baxtor, el ciborg con el que sirvió durante
años y con el que contactó hace varias semanas, estaba entre los que
roncaban. No parecía estar herido. Ninguno de ellos lo estaban.

La muñeca de Cortez sonó.

—Aquí Cortez.

—Tengo una actualización para ti, Capitán —dijo Jerick—. Pero no


quería interponerme en el camino de tu sigilosa incursión. ¿Es seguro
hablar?

Cortez giró lentamente en trescientos sesenta grados, mirando a la


tripulación inmóvil del puente.

—Adelante.

—Me escapé de mis aspirantes a carceleros. Encontré los controles


de ventilación en la sala ambiental. Ah, ¿y puedo aprovechar este
momento para decir que fue muy útil que hicieras que nuestra vieja nave
fuera la que fuera enviada en esta misión? ¿De modo que realmente sabía
dónde estaba la sala de EC18? De todas formas, encontré los respiraderos
y tiré en ellos esa porquería de Skylar. No creí que hubiera suficiente para
afectar a toda la nave, así que la envié al nivel del puente. Quizás quieras
evitar subir allí por un rato.

Cortez se agarró a uno de los respaldos de los asientos, aunque


ahora no se sentía tan débil. Esperaba que solo hubiera atrapado el
extremo de la cola ya que la sustancia se había disipado.

—Gracias por la advertencia. ¿Sabes dónde está ella?

18
EC: Siglas inglesas de Control Ambiental.

265
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Ni idea. No estaba en el calabozo.

—Revisaré la sala de conferencias y mí… la oficina del Capitán.

Se gruñó a sí mismo. Era extraño lo fácil que era pensar que era su
oficina. Como si perteneciera a este lugar y no a los trabajos de la
universidad.

Pero esta ya no era su nave, al menos no por derecho. Si se


convertía en suya, sería a través de la piratería y de la ayuda de gente
que debería haber sabido que no debía ayudarle. Le dio una palmadita
en el hombro a Baxtor cuando se dirigía a las puertas, sabiendo que había
sido él quien había convencido a Falconer para que se ofreciera voluntario
para esta misión. El Teniente dormido no lo recordaría.

—Pip, ata a esta gente, todos excepto a Baxtor, y entrégalos al


calabozo. Asegúrate de dejar un par de hombres en el puente, para que
podamos mantener el control.

—Sí, señor, pero tenemos un problema en camino. —Pip apuntó a


las pantallas holográficas en el aire sobre la estación de sensores.

Cortez frunció el ceño. Las tres naves de guerra aparecieron en la


pantalla. No se había olvidado de eso, por supuesto, pero miró a su
muñeca por un momento.

—¿Están más cerca de lo que se supone que están?

—Sí, señor. Aumentaron su velocidad, y están tomando un camino


más imprudente a través de los asteroides en lugar de volar fuera del
cinturón.

—Lo que significa que saben que algo está mal. —Miró a los
oficiales dormidos, ¿uno de ellos se dio cuenta de lo que pasaba y envió
una advertencia antes de caer inconsciente?

266
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Técnicamente ahora tenemos el control de la nave. —Pip hizo un


gesto hacia los controles del timón—. Especialmente si Tek Tek ha
asegurado ingeniería. Pero…

—No tenemos un piloto que esté despierto.

El hombre que estaba desplomado en el asiento del piloto tenía


babas goteando por el lado de su cara. No parecía que fuera a despertarse
pronto. ¿Había un antídoto para la droga de Skylar? ¿Un estimulante?

Se le ocurrió que dondequiera que estuviera Skylar, su amiga la


piloto también lo estaría. ¿Tenía Keiko experiencia en el vuelo de algo tan
grande como una nave de guerra?

Había querido dejar a todos los soldados de la Flota en la prisión y


recoger a los ciborgs restantes que aún no había liberado, antes de irse
en el Estrella Negra, pero temía no conseguir ese tiempo. Siempre podría
encontrar una estación espacial a su salida del espacio Colonial Terrestre
y dejar cualquier… prisionero.

—Dilo como es —se susurró a sí mismo.

Pip le frunció el ceño.

—Voy a buscarnos un piloto. Y un médico. Mantenerme informado


de la situación. —Hizo un gesto a las naves de guerra mientras trotaba
hacia la salida.

—¿Y si uno de los Capitanes se comunica con nosotros?

—No respondáis. Solo sacad a toda la gente del puente y metedlos


en el calabozo.

267
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Tendría que enviar equipos a registrar el resto de la nave también.


Tarde o temprano, los soldados de los otros niveles se darían cuenta de
que algo había pasado.

—Justo cuando pensaba que las cosas iban a ir bien —susurró.

268
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Capítulo Dieciocho
Skylar se golpeó la barbilla con un dedo y fingió no mirar a los
guardias por el rabillo del ojo. Podía sentir el relleno aislante que había
envuelto alrededor de sus cuatro frascos antes de meterlos en su
sujetador. Como Falconer no había pensado en registrarla, o había
asumido que las rehenes no tendrían armas de ningún tipo, seguían ahí.
Esperaba la oportunidad de meter la mano en su camisa y en su sostén
cuando los guardias no estuvieran mirando.

Tardíamente, se dio cuenta que hubiera sido más fácil que los
hubiera metido en su bolsillo, o al menos la mitad de ellos. Entonces,
podría haber usado la mesa para ocultar sus movimientos mientras los
extraía. Pero había asumido que sería registrada con el tiempo. Y
esperaba que los buscadores de la Flota fueran menos diligentes que
Jerick, quien alegremente habría convertido su cacheo en un registro sin
ropa.

Entonces le habría importado. Ahora, menos. ¿Permitiría Cortez un


simulacro de registro al desnudo más tarde? Lo recordó observando a
Jerick para asegurarse de que no hiciera nada inapropiado. Le divertía
que considerara a Jerick como un amigo pero también parecía jugar el
papel de guardián de Jerick. No, eso no era justo. Su Comandante. Eso
era lo que era Cortez. Y de alguna manera, estaba segura de que mientras
Cortez fuera parte de su relación, nunca tendría que temer que Jerick
perdiera los estribos o el control, a pesar de su pasado. No parecía que
se enfadara tan rápido, pero claramente había perdido el control al menos
una vez, o no habría acabado en ese asteroide.

Keiko la miró.

269
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Aún no habían hablado, aunque Skylar sintió que Keiko tenía


muchas preguntas. Se sentía mal por mantenerla en la oscuridad y
deseaba que fuera una aliada de confianza en lugar de una potencial
antagonista.

Mientras miraba, Skylar bostezó, arrastró su dedo desde su


barbilla hasta su pecho, le dio un golpecito en la camisa y se llevó la mano
hasta su barbilla. Los guardias miraban con expresiones anodinas y
desinteresadas, pero miraban. La silla de Keiko estaba más cerca de ellos,
si se colocara a sí misma de otra manera, les bloquearía la vista. ¿Pero
se daría cuenta ella?

Keiko dejó caer un codo sobre la mesa y apoyó la cabeza en su


mano, dándoles la espalda a los guardias y proporcionando una pantalla.

—Si hubiera sabido que este vuelo terminaría así, le habría cobrado
a mi amigo una tarifa cuando acepté tomar su ruta.

—¿Puedes cobrarle retroactivamente?

—Estoy segura de que lo intentaré —dijo Keiko.

Skylar se encogió en su silla y se metió la mano en la camisa. Creía


que los guardias encontrarían sus movimientos sospechosos, así que se
apresuró, agarrando uno de los viales envueltos y sacándolo. Metió las
manos debajo de la mesa y las apoyó en su regazo para desenvolver el
paquete despacio y en silencio. Fue bueno que no hubiera habido nada
de cinta en la armería. Era difícil desenvolver un vial sin hacer ruido.

Uno de los guardias se desplazó más lejos a lo largo de la pared


para que Skylar estuviera a su vista. Keiko se recostó en su asiento ahora
que el objeto estaba bajo la mesa.

—Entonces, ¿somos prisioneras o qué? —preguntó, volviéndose


hacia los guardias.

270
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Los hombres se miraron entre sí y luego la miraron a ella.

—¿No se os permite responder? —Keiko apoyó el codo en la mesa


otra vez, esta vez de cara a ellos—. Nosotras somos civiles inocentes en
esto. Todas ciudadanas de las colonias de la Tierra Unida. No enemigas.

—El Capitán dijo que os retuviéramos aquí, es todo lo que sé.

—¿Y qué hay de ti? —le preguntó Keiko al más callado—. ¿Sabes
algo más?

Sacudió la cabeza.

Keiko puso los ojos en blanco.

—¿Alguna vez has sentido que echaron a algunos de los mejores de


la Flota y mantuvieron a los imbéciles dentro?

Eso hizo que los guardias fruncieran el ceño, así como que se
miraran el uno al otro, como si estuvieran pidiendo permiso para callarla.
Solo un poco.

—Aguanta la respiración —susurró Skylar, y luego se agachó para


esconderse tomando una enorme bocanada de aire.

Arrojó el frasco de vidrio bajo la mesa hacia las botas de los


hombres, lanzándolo con tanta fuerza que esperaba que se rompiera
contra la cubierta metálica. Si no lo hacía, planeaba tirar el resto de los
frascos y saltar sobre ellos mientras los hombres se distraían.

Su proyectil improvisado se estrelló contra la pata de la mesa, sin


llegar a los guardias. Demonios.

¿Se había roto? Se inclinó en su silla hacia atrás para mirar.

El guardia señaló su rifle hacia ella.

271
Ruby Lionsdrake Desencadenado

—¿Qué fue eso?

—Ahí. —El otro guardia comenzó a avanzar—. Ella rompió algo.


Mierda, sal de ahí. —Saltó hacia el pasillo, la puerta abriéndose para
dejarle escapar.

El segundo guardia vaciló, su rifle aun apuntando a Skylar. No


podía hablar sin soltar aire, pero levantó las manos e intentó parecer
inocente.

Ya sus pulmones exigían un aliento. Si el soldado no se iba pronto,


o se desmayaba pronto, terminaría inhalando el gas de su propio brebaje.

Sus ojos se volvieron vidriosos. Skylar se levantó de su silla, con


las manos todavía en alto. Su rifle no se movió para seguirla. Él sacudió
la cabeza, dio un paso adelante y luego cayó de costado en la cubierta.

Keiko corrió hacia la puerta. Sus pulmones también debían estar


ardiendo.

Skylar ansiaba escapar y tomar una gran respiración, pero se


detuvo ante el guardia caído y alcanzó su rifle. No, no quería nada tan
mortal. Él tenía un aturdidor en el cinturón, así que se lo retiró en su
lugar.

Salió a través de la puerta que se abrió automáticamente para ella,


y casi se tropieza con el otro guardia. Estaba tumbado boca abajo a
menos de un paso de distancia. Keiko estaba parada en una intersección
a una docena de metros, inclinada e inhalando. También había liberado
un aturdidor.

Aunque Skylar también quería jadear, se obligó a correr hacia la


intersección primero. Había hecho la fórmula potente, y en el escenario
ideal, ese solo frasco podría haber dejado fuera de combate a todos los
que estuvieran a menos de cincuenta metros, pero había oído el ruido de

272
Ruby Lionsdrake Desencadenado

la puerta cerrándose con un zumbido y esperaba que no hubiera


escapado mucho gas de la sala de conferencias.

—¿Estamos bien aquí? —preguntó Keiko.

Voces venían de la dirección del ascensor al final del pasillo.

—No —susurró Skylar, y luego corrió por uno de los pasillos


laterales.

Las voces las seguían, al menos dos hombres se dirigían a esa


intersección. El pasillo giró, siguiendo la curva exterior de la nave, y luego
se detuvo delante de ellas en un callejón sin salida. Habían montado un
equipo de emergencia de extinción de incendios en la pared.

Maldiciendo, Skylar retrocedió e hizo un gesto a la última puerta


del corredor. Keiko estaba justo detrás de ella. Si esos hombres se volvían
en esta dirección, Skylar tenía más frascos que podía lanzar, pero tendría
que desenvolverlos primero.

Afortunadamente, la puerta se abrió. Sin mirar la placa, se lanzó


al interior, esperando un armario o un camarote vacío para la tripulación.

Un hombre de uniforme estaba de pie junto a un escritorio,


hablando con la imagen holográfica de otro hombre. Se giró en cuanto
Skylar irrumpió.

Disparó el aturdidor una fracción de segundo antes de que él


alcanzara un arma similar en su cinturón. No lo reconoció hasta que cayó
hacia delante, con los ojos en blanco.

—Uh —dijo Keiko desde la puerta—. ¿Es el Capitán Falconer?

—¿Falconer? —dijo el hombre del holograma—. ¿Qué demonios


está pasando? ¿Está usted bien?

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Skylar se quedó dónde estaba, no parecía que el hombre del otro


lado de la llamada pudiera verla desde allí. También llevaba uniforme, y
pensó que veía el rango de Almirante trenzado en las solapas de su cuello.
Probablemente era quien dirigía esta misión, alguien que vendría en una
de las otras naves de guerra.

—Bonita decoración —murmuró Keiko, entrando lo suficiente para


que la puerta se cerrara por detrás de ella.

Skylar se dio cuenta que este era el camarote personal del Capitán,
no una oficina. Las paredes estaban hechas en colores de camuflaje
verde, marrón y tostado y estaban cubiertas con armas antiguas que iban
desde hachas y espadas hasta armas de fuego de la Tierra antes de la
Colonización. Una enorme cabeza de oso Dragrora colgaba montada
sobre la cama que estaba cubierta por un edredón que lucía el camuflaje
del desierto con una variedad de blancos y tostados.

—¿Falconer? —repitió el Almirante—. Mierda.

La transmisión terminó.

Keiko se dejó caer contra la pared.

—Si tu plan era enviarnos a las dos a Antioch Asteroid una vez que
el gobierno haya restablecido su autoridad allí, creo que has tenido éxito.

—Él está solo aturdido.

—Oh, estoy segura de que eso lo transforma en algo bueno. ¿Qué


hacemos ahora? ¿Esperar a que se despierte para poder disculparnos?

Skylar miró sombríamente al inconsciente Capitán.

—No lo sé. Pero… esto es lo que Cortez y los otros planearon. Mejor
que esté aturdido que herido. Sé que Cortez no quería derramar sangre.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—¿Solo quería robar una nave de guerra?

—Técnicamente, creo que quería cambiarnos a nosotras por una


nave de guerra, pero parece que el gobierno o la Flota no estaban
dispuestos.

—¿Cómo sabes tanto sobre lo que él quiere? —preguntó Keiko.

Skylar dudó. Keiko se enteraría tarde o temprano. ¿Importaba si


era antes? Probablemente no, pero necesitaban encontrar a Cortez y
hacerle saber que Falconer estaba fuera de juego.

Se volvió hacia la puerta, haciendo un gesto a Keiko para indicarle


la salida.

Pero Keiko cruzó los brazos y la miró con desprecio. Se quedó de


pie y bloqueó el camino.

—No te hicieron crear ese sedante, ¿verdad?

—Te lo explicaré más tarde.

—Me lo explicarás ahora. —Una voz masculina vino desde detrás


de ella.

Skylar giró con el aturdidor, pero una mano se agarró de la suya y


se lo arrancó de su empuñadura. Falconer estaba de pie delante de ella,
con el pelo revuelto y los ojos en llamas, y muy consciente.

Keiko saltó alrededor de Skylar, levantando su propio aturdidor,


pero Falconer levantó su mano primero, apuntando un arma mucho más
mortal. Un viejo revólver que coincidía con uno de los de la pared. El
gatillo estaba amartillado, el arma cargada, y él apuntaba entre los ojos
de Keiko.

—Suéltala —gruñó.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Skylar estaba escéptica de que las matara, pero Keiko era la que
estaba mirando al cañón del arma. Ella dejó caer su aturdidor.

Falconer lo pateó a través de la cubierta, y desapareció bajo un


armario abierto. Skylar no sabía a dónde fue el suyo.

—Sabía que estabais trabajando con ellos —gruñó Falconer—.


Nuestras imágenes de vigilancia te pillaron caminando al lado de ese
bruto semidesnudo.

—Yo no estaba trabajando con ellos —dijo Keiko.

—Es verdad —dijo Skylar, hablando con la esperanza de exonerar


a Keiko, para que no fuera culpada por nada de esto, y también para
ganar tiempo para que se le ocurriera algo que hacer. ¿Cómo podía
convencer a Falconer para que apartara la vista un par de segundos para
sacar uno de sus frascos? ¿Y cómo se había librado del rayo aturdidor
tan fácilmente? Le había dado justo en el pecho. Tal vez tenía una especie
de armadura que desviaba el rayo aturdidor por debajo del uniforme.
¿Solo había fingido estar afectado?—. Keiko no sabía nada al respecto.
Yo tampoco trabajaba con ellos, no al principio. Solo simpatizaba con lo
que les había pasado.

—Son criminales, no víctimas. Ellos eligieron violar la ley. Y el


maldito Cortez es el peor. Lo que está haciendo no es nada menos que
traición.

Skylar no pensó que el crimen de Cortez fuera tan grande como


eso, pero el revólver de Falconer se inclinó hacia ella, y como Keiko, leyó
la sombría determinación en su cara. Si él les disparaba aquí, no habría
ningún testigo. Podría decir que estaba defendiéndose y a su nave. Y a
sus ojos, eso era exactamente lo que estaba haciendo.

Skylar levantó las manos.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—No discuto que lo que está haciendo sea correcto, solo que puedo
ver por qué está motivado para hacerlo.

El ceño del Capitán se profundizó. Expresar más simpatía por los


ciborgs no iba a llevarla a ninguna parte.

—¿Necesitas volver a llamar a tu Almirante? —preguntó Skylar,


pensando que miraría hacia el otro lado por unos segundos si lo hacía—
. No fue nuestra intención interrumpir.

—Claro que no. ¿Él os envió aquí porque no creía que yo disparara
a las chicas? Nunca pensé que Cortez fuera tan cobarde. —Movió el
revólver—. Daros la vuelta. Voy a registraros. Asumo que está a bordo de
la nave, no importa lo que me haya dicho mi Ingeniera ciborg.

Gruñó desde lo profundo de su garganta, y Skylar sintió que él


quería dispararle a alguien y que no le importaba mucho quién fuera
ahora.

Sin más remedio que obedecer, se volvió hacia la puerta. Keiko hizo
lo mismo, enviándole a ella una sucia mirada mientras lo hacía.

Falconer presionó la boca del revólver en la parte posterior de la


cabeza de Skylar, manteniéndola quieta mientras usaba su otra mano
para cachearla. ¿Encontraría los frascos?

—¿Lo follaste mientras estabas allí? —preguntó Falconer.

Skylar inhaló sobresaltada. No esperaba que él preguntara eso y


no tuvo una respuesta rápida. A su lado, las cejas de Keiko se movieron,
pero no dijo nada.

—Solo me pregunto cuánto valor de pieza de negociación tengo en


vosotras dos —agregó Falconer—. Ese silencio es muy revelador.

277
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Puro terror se apoderó de Skylar. Ella ya se había alarmado al tener


esa pistola presionada contra su cráneo, pero la idea de que Falconer la
usara como cebo para atraer a Cortez a alguna trampa… No quería ser
su perdición. Pero podía imaginarse fácilmente a Falconer manteniendo
ese revólver presionado contra su cráneo y obligando a Cortez a rendirse.
Entonces Cortez, Jerick y todos los ciborgs que lo habían ayudado
terminarían de vuelta en Antioch. O algo peor.

Cerró sus ojos, la derrota encadenando su corazón.

278
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Capítulo Diecinueve
Jerick corría por los pasillos de la nave, con un rifle en la mano y
sangre salpicada en su pecho. No era de él. Se había topado con un
soldado fuera de la sala de control ambiental, y el hombre no había estado
dispuesto a que un prisionero entrara.

Teniendo en cuenta los deseos de Cortez, evitó dispararle al


hombre, y lo dejó sin sentido con la culata de un rifle en la cara. Su nariz
se había roto, la sangre voló por todas partes. Jerick resolvió encontrar
un aturdidor tan pronto como pudiera. Era una forma mucho más
humana de dejar a alguien inconsciente.

Cuando se comunicaron, Cortez no le dijo que viniera a ayudarle a


buscar las mujeres, a Skylar, pero no necesitó que lo instaran. Se lanzó
al primer ascensor y ordenó subir al puente, apenas notando al hombre
inconsciente en el suelo de él. No estaba seguro de que eso fuera obra
suya, solo había enviado el sedante al nivel superior de la nave. Tal vez
Cortez también estaba noqueando gente. O tal vez Skylar lo estaba
haciendo.

Las puertas se abrieron y empezó a salir, pero se detuvo en el


umbral y levantó su rifle. Una mujer uniformada se alejaba a zancadas
por el pasillo. Había debido de oír abrirse las puertas del ascensor porque
se dio la vuelta, con un aturdidor en la mano.

Jerick saltó de nuevo al ascensor, corriendo a un lado para


cubrirse. La reconoció, pero eso no significaba que ella no disparara.

—¿Sargento Jerick? —preguntó la mujer con incertidumbre.

—Solo Jerick, Teniente Varma —dijo, asomando la cabeza.

279
Ruby Lionsdrake Desencadenado

Su aturdidor apuntaba directamente a entre sus ojos, pero no


disparó.

—Te ves diferente.

—Llevo menos camisas en estos días.

—¿No te dieron una a juego con esos horribles pantalones cuando


te encerraron?

—Lo hicieron, pero me estaba demasiado apretada. Me trababa los


hombros. Soy demasiado ancho y musculoso.

—Uh huh. ¿Por qué no vienes aquí para que podamos hablar de lo
que está pasando?

—¿Vas a dispararme? —Jerick miró el rifle que tenía en su mano,


pero no podía usarlo con una vieja camarada, y no tenía forma de
noquearla a distancia. Había lanzado todos sus viales al sistema de
ventilación.

Su suave suspiro se deslizó por el pasillo.

—No le disparé a Cortez, así que supongo que oficialmente no voy


a disparar a los intrusos ciborgs hoy. Falconer me degradará a Alférez
cuando se entere. O me llevará a un consejo de guerra.

—Me sorprendió descubrir que eras su Teniente. —Jerick salió, al


darse cuenta que confiaba en ella lo suficiente como para hacerlo. Varma
había venido a sus partidas de póquer de vez en cuando y hacía esa
increíble salsa de cebolla y cebollino cada vez que aparecía. Y ella era,
por lo que sabía, la única ciborg femenina que quedaba en la Flota. Había
habido algunas otras durante la guerra, pero no habían sobrevivido. Al
igual que muchos de los compañeros varones de Jerick no habían
sobrevivido.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—No por elección —murmuró, bajando el aturdidor.

Sus cejas se movieron cuando vio el rifle en su mano. No debió


haberlo visto antes o se dio cuenta de que él podría haberle disparado
cuando le dio la espalda. No es que él lo hubiera hecho.

—Supongo que no sabes dónde está Cortez. ¿O las dos mujeres que
subieron a bordo conmigo?

—No, acabo de llegar. Iba a comprobar el puente, ya que nadie aquí


arriba responde a la comunicación.

—Puede que yo haya tenido algo que ver con eso.

Ella dudó, no parecía estar segura a querer invitarlo a pasar el rato


o a ser vista caminando con él. Pero una figura familiar salió de una
intersección delante de ellos.

—Señor —dijo Jerick pasando por delante de Varma para alcanzar


a Cortez.

—Jerick —asintió Cortez secamente—. He comprobado la oficina


del Capitán y me dirijo a la sala de conferencias. —Su mirada pasó de
Jerick a Varma.

—La permití venir conmigo, señor —dijo Jerick—. Espero que no te


moleste.

—¿Permitirme? —dijo Varma—. Yo te capturé.

—Lo que sea que necesites decirle a la Flota para que no te hagan
un consejo de guerra. —Jerick lo dijo en broma, pero cuando salieron las
palabras, supo que eran las equivocadas. Porque no era una broma.
Varma tendría tantos problemas como Cortez si se supiera que los ayudó.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Hizo una mueca. Maldita sea, estaba arruinando carreras a diestra y


siniestra.

Cortez le echó a Jerick una mirada de represión y asintió


gravemente a Varma.

—Teniente. Gracias por haber mirado hacia otro lado antes.

—Diría que de nada, pero ya me estoy arrepintiendo. —Les hizo


una mueca, con el dedo en el gatillo de su aturdidor. Parecía que podría
usarlo—. ¿Qué le hicisteis a mi tripulación?

—Los soldados de este nivel están inconscientes —dijo Jerick—.


Eso es todo.

Cortez asintió.

—Si no me gustaran más que Falconer, les dispararía ahora mismo


—dijo Varma—. La vida en la nave ha sido horrible, y no recomienda a
nadie para el ascenso excepto a sus lacayos lameculos. Él… —Volvió a
hacer una mueca—. Lo siento, no debería estar diciendo nada.
Especialmente ahora.

Pero una pizca de humedad recubría sus ojos. Jerick sintió que
más por frustración que por dolor. Parecía que quería airear todos sus
agravios a su antiguo Comandante, tres años de ellos, tal vez.

Notó que la escrutaban, parpadeó unas cuantas veces y se puso


una máscara sobre sus rasgos.

—Me aseguraré de no invitarlo a venir una vez que reclamemos la


nave como nuestra —dijo Cortez.

Los labios de Varma se separaron por la sorpresa, pero se recuperó


rápidamente y sacudió la cabeza.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Me preguntaba por qué Baxtor había incitado a Falconer a


ofrecerse voluntario a esta misión. Eso lo tenías arreglado con él todo el
tiempo, ¿no?

Cortez asintió.

—Ojalá me lo hubiera dicho. Yo habría… —Varma miró hacia otro


lado—. Conozco mi deber y nunca quise apartarme de él, pero la lealtad
debe ser hacia las personas, no hacia los ideales o las instituciones. Te
habría ayudado. —Miró hacia atrás—. A los dos.

Cortez dio un paso adelante y agarró su hombro.

—Ahora puedes ayudarnos.

Ella asintió y lo siguió cuando Cortez se abrió paso por el corredor.


La nave no era tan grande. Había un número limitado de lugares en los
que Falconer y las mujeres podrían estar. ¿Estarían juntos?
Probablemente no. Jerick esperaba que se encontraran con el Capitán
tumbado boca arriba en cubierta, ahogándose con su propia baba.

—Ojalá pudiéramos comunicarnos con ellas —murmuró Cortez


después de asomar la cabeza por una puerta.

—¿Les quitó Falconer sus muñequeras? —preguntó Varma.

—En realidad, lo hicimos nosotros.

—Eso fue desconsiderado.

—Sí, e inconveniente también. Jerick, ¿por qué no pensé en


devolverles sus pertenencias personales antes de venir?

—Porque te estás volviendo viejo y senil —dijo Jerick.

—Maldita sea.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Cortez entró en la sala de conferencias y se detuvo tan


abruptamente que Varma casi choca con él. Jerick esperó en el pasillo,
observando y listo para recibir compañía. Si Varma sospechaba del
silencio en el nivel superior de la nave, otros pronto lo harían también.

—Estaban aquí. —Cortez pasó por encima de un soldado


inconsciente y se agachó, señalando algo en cubierta.

Jerick adelantó un pie para que la puerta no se cerrara y preguntó.

—¿Cristal de uno de los viales?

—Sí. —Cortez entrecerró los ojos alrededor de la habitación, pero


no había mucho más que ver, excepto la misma mesa y sillas ancladas a
cubierta que habían estado allí tres años antes.

Cuando Cortez se volvió hacia la puerta, un mensaje para toda la


nave se escuchó por los altavoces.

—Ex Capitán y actual traicionero traidor, Diego Cortez —dijo


Falconer.

—¿Traicionero traidor? —Jerick arrugó una ceja—. ¿A tu mente


poética le gusta esa repetición?

Cortez levantó una mano.

—Preséntate en mis aposentos inmediatamente —continuó


Falconer—. Tengo otra traidora aquí, una que creo que te gustaría
recuperar. Ven desarmado, o mi informe dirá que ella tuvo un
desafortunado accidente cuando tus bárbaros trataron de apoderarse de
mi nave.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Ella. —Jerick hizo un gesto de dolor. Skylar. Tenía que ser eso.
¿Tenía Falconer alguna idea de lo cercana que se había vuelto con Cortez?
Y con él, maldita sea.

—¿Va a matar a una civil? —Varma parecía aturdida—. ¿Por qué


está anunciando eso por la radio para que todos lo oigan? ¿No cree que
nadie informará de ello?

—¿Quién está despierto para hacerlo? —refunfuñó Cortez, juró y


se acercó a la puerta.

Jerick agarró su antebrazo para detenerlo.

—No vas a hacer lo que te pidió, ¿verdad? ¿Caminando


directamente a sus aposentos?

—No puedo dejar que mis acciones resulten en ella… no puedo ser
responsable de ponerla en peligro.

—Demasiado tarde para eso. Solo tenemos que rescatarla y darle


una paliza a él. Pensemos en algo inteligente antes de ir.

—Estoy seguro de que estará preparado para un intento de rescate,


aunque… —Cortez miró hacia Varma—. Si pudieras hacer que las luces
de su habitación se apagaran en cinco minutos, te lo agradecería.

—¿Cómo de agradecido? —preguntó Varma.

—¿Qué es lo que quieres?

La esperanza se encendió en los ojos de Varma.

—Me he enterado de tu búsqueda, de lo que quieres hacer. Llévame


contigo.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Siempre habrías sido bienvenida. Y si me haces ese favor, me


aseguraré de que consigas uno de los mejores camarotes de la nave.

—Trato hecho. ¿Cinco minutos?

Cortez asintió y salió corriendo.

Jerick corrió tras él.

—Creo que tenemos que arreglar algo más ventajoso que tener las
luces apagadas.

—Tienes dos minutos, Cortez —habló Falconer de nuevo, ya sonaba


impaciente—. Si intentas algo inteligente, le disparé antes de que llegues.

Un suave jadeo de dolor llegó por el altavoz, el jadeo de una mujer.


Skylar.

Maldita sea, Falconer realmente la tenía.

—Voy a necesitar tu ayuda, Jerick.

—Ya lo sé. —Jerick sonrió con suficiencia, aunque era


principalmente por costumbre. Le preocupaba que Falconer hubiera
tenido tiempo para preparar el escenario en que él y Cortez no pudieran
ganar.

—Falconer no preguntó por ti. Espero que no te espere. Entraré y


me pararé frente a la puerta, haré lo posible por protegerla. Tengo mi
comunicador abierto para ti. —Agitó el brazo para mostrar su muñeca—
. Escucha la conversación y calcula el mejor momento para entrar, tal
vez cuando Varma apague las luces. Necesito que entres, localices a la
piloto, supongo que ella también está allí, y la saques. Yo te cubriré. De
una forma u otra.

—¿La piloto? ¿Qué pasa con Skylar?

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—El piloto de la Flota está inconsciente en el puente, y no tengo ni


idea de dónde está el oficial del timón del turno de noche. Necesitamos
que la amiga de Skylar, Keiko, saque la nave de aquí antes de que lleguen
las otras naves de guerra, o no importará si tenemos el mando del Estrella
o no. Tenemos minutos, no horas, antes de que nos rodeen.

—Pero Skylar… Él está apuntándola. Puede que necesites mi


ayuda. También me preocupo por ella.

—Sé que lo haces, pero ese no es el punto. —Cortez sacó algo de


sus bolsillos. Uno de esos frascos—. Alguien tiene que sacar al piloto
fuera mientras el resto de nosotros nos desmayamos.

—Oh —dijo Jerick, dándose cuenta de lo que Cortez planeaba—.


Está bien. Haré lo que pueda para agarrarla. Buena suerte. Que no te
disparen.

—Que no te disparen a ti tampoco. Si nadie tiene a Falconer atado


para cuando se despierte, voy a sentirme decepcionado.

—Entendido, señor.

*****

—Treinta segundos, Cortez —gruñó Falconer por los altavoces del


pasillo.

Cortez se acercó a la puerta de los aposentos del Capitán.


Sospechaba que Falconer ya sabía que estaba allí. Él tendría acceso a los
sensores internos de la nave desde su ordenador de muñeca. Podría saber
que Jerick también estaba, pero Cortez le ordenó que esperara más lejos,
cerca del ascensor.

—Estoy aquí —dijo Cortez cuando la puerta no se abrió


automáticamente.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Presionó el vial contra la palma de su mano con el pulgar,


inclinando la mano para esconderlo. Si no hubiera estado bastante
seguro de que Keiko y Skylar estarían aquí, se habría lanzado a través de
la puerta, lanzando el frasco a los pies de Falconer y noqueándolos a
ambos. Pero alguien tenía que quedar despierto para sacarlos de allí, y le
preocupaba que no hubiera tiempo para que Jerick o Pip revolvieran en
la enfermería para encontrar un antídoto para el sedante.

La puerta se abrió. Cortez extendió sus manos para sugerir que no


tenía armas, manteniendo el frasco escondido fuera de la vista y entró.

Falconer estaba de pie en medio de la habitación, junto a su


escritorio y frente a la cama. A Cortez no le sorprendió que tuviera a
Skylar frente a él como un escudo, ni que tuviera un arma presionada
contra su sien. Era un revólver anticuado en lugar de un arma de fuego
moderna, pero eso no importaba. Esas balas podrían matar, al igual que
los rayos-plas.

En caso de que el arma no fuera suficiente, cuatro jóvenes guardias


estaban apostados alrededor del camarote, dos en la puerta a cada lado
de Cortez y dos a cada lado de Falconer. Tres de ellos apuntaron con
armas a Cortez en el instante en que entró. El cuarto necesitaba ambas
manos para agarrar a la ceñuda Keiko que estaba retorciéndose.
Desafortunadamente, ella estaba con el guardia más alejado de la puerta.
¿Cómo se suponía que Cortez bloquearía el camino para que Jerick
pudiera llegar a ella?

—Encontré algo tuyo —dijo Falconer—. Es linda. Buen culo.

Cortez ignoró la puya y miró a Skylar a los ojos, buscando signos


de angustia. ¿Estaba sufriendo? ¿Le había hecho daño?

Parecía más enojada que angustiada y cuando sus miradas se


encontraron, hizo una mueca de dolor, una disculpa en sus ojos. Él

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

sacudió ligeramente la cabeza. No era culpa de ella que estuviera aquí en


esta situación. Debió dejarlas a ella y a Keiko en uno de los
compartimentos ocultos del transbordador. Él no había cometido más
que errores en su autoproclamada misión. Era culpa de él que ella
estuviera en esta situación.

—Lo siento, Diego —dijo Skylar, usando su nombre de pila por


primera vez.

Eso apuñaló su corazón.

—Dije que te calles, perra traidora. —Falconer levantó el brazo que


tenía alrededor de su cintura, sujetándola con los antebrazos y
aferrándola a él, y le puso la mano en la boca mientras mantenía el
revólver presionado contra su sien con la otra.

Cortez apretó los dientes, deseando tanto saltar sobre él como un


tigre y hacerlo pedazos.

—Revisa el pasillo —le dijo Falconer a uno de los guardias de la


puerta.

Cortez se obligó a adoptar una expresión neutra en el rostro,


esperando que Jerick los oyera y tuviera tiempo de esconderse en otro de
los camarotes del pasillo.

El guardia pasó junto a Cortez, mirándolo con recelo.

Cortez pudo haberlo golpeado y tomado su rifle. No reconoció a


ninguno de los cuatro guardias que Falconer había elegido pero estaba
seguro de que no eran ciborgs. Falconer lo estaba observando, sin
embargo, y su mandíbula se apretó, al igual que su dedo en el gatillo de
ese revólver.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—¿Matarías a una científica civil para llegar a mí? —preguntó


Cortez—. Tu carrera se acabará si lo haces.

—No, me darán una medalla por capturar al traidor Diego Cortez


—se burló Falconer—. ¿Realmente pensaste que podrías tomar mi nave?
¿O que la Flota simplemente te daría una?

Cortez resopló.

—Ya tenemos al Estrella. ¿No has mirado por una ventana?

Falconer miró hacia una portilla detrás de la cama. Fue una mirada
increíblemente rápida, pareció darse cuenta enseguida de que era un
error, y Cortez casi salta sobre él, pero estaba aterrorizado de que el arma
se disparara, volándole los sesos a Skylar.

Ella fue la que actuó.

Skylar mordió la mano mientras bajaba la cabeza y se alejaba del


revólver. El arma se disparó y la bala se estrelló contra un panel del techo.

Cuando los guardias se movieron hacia ellos, Cortez saltó, la rabia


atravesaba sus miembros y el asesinato estaba en su corazón.

Skylar pisoteó el empeine de Falconer y lanzó su codo hacia atrás


a su plexo solar. Se alejó a trompicones a tiempo para que Cortez se
arrojara sobre él.

Cortez apenas tuvo la presencia de mente para mantener el vial en


su mano en lugar de dejarlo caer. Usó su otra mano para golpear a
Falconer, queriendo pagarle por las palabras poco amables que le dijo a
Skylar, y por usarla para llegar a él.

Armas se dispararon por detrás de él, y se oyó un rugido, Jerick


saltando por la puerta.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Cortez forzó a Falconer contra la cubierta, sujetándolo mientras le


envolvía los dedos alrededor de la garganta.

Sabía que tenía que noquear al hombre y prestar atención al resto


de la gente del camarote, para que no le dispararan en la nuca, pero
durante un largo segundo, miró a los ojos de Falconer, haciéndole saber
en silencio lo tentado que estaba a apretar un poco más fuerte…

Falconer se agarró a sus brazos, pero no tenía la fuerza para alejar


a Cortez.

—No la vuelvas a tocar —gruñó Cortez, luego se puso de pie,


arrastrando a Falconer con él.

Por un segundo, pensó en usar al Capitán como escudo, como


Falconer había hecho con Skylar, pero eso era cobarde. Lo lanzó contra
un mamparo, asegurándose de que estaría demasiado herido para
regresar a la pelea.

Cortez se giró para enfrentarse a los guardias restantes, para


unirse a la lucha. Justo a su lado, un guardia tropezó hacia atrás
mientras Keiko le daba una patada en el estómago. Jerick había sacado
una de las antiguas porras de la pared, y la hizo caer sobre la cabeza del
guardia con un golpe contundente.

El soldado cayó, inconsciente antes de llegar a la cubierta, donde


se unió a los otros tres soldados que ya habían sido tratados. La “refriega”
había terminado. Skylar sostenía el aturdidor de alguien, Keiko había
agarrado un hacha de la pared, y Jerick tenía su rifle además de la porra.

—Lo siento —dijo Skylar otra vez, con la mano temblorosa mientras
bajaba el aturdidor—. No queríamos que nos capturara. Incluso lo
aturdimos. Pero nos engañó. —Ella fulminó con la mirada a Falconer, y

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

luego se encontró con los ojos de Cortez—. Gracias por venir. —Miró a
Jerick—. A los dos.

Cortez pasó por encima de un soldado flácido y quejumbroso para


llegar a su lado y abrazarla con un solo brazo. Habría usado ambos
brazos, pero aun así sostuvo el frasco en la otra mano. Se inclinó para
enterrar su cara en el pelo de ella pero golpeó su frente con la de otra
persona. La de Jerick. Había venido a abrazar a Skylar desde el otro lado.

Cortez se ajustó para que hubiera espacio para ambos y le dio una
palmada a Jerick en el hombro, con cuidado de no romper la ampolla.

Skylar dejó caer su aturdidor y deslizó sus brazos alrededor de


ambos.

—Skylar —susurró Jerick, con su voz llena de emoción—. No dejes


que Capitanes gilipollas te capturen, ¿de acuerdo?

—Ella sabía que podía manejarlo —dijo Cortez, sus propias


emociones se inclinaron hacia el orgullo al pensar en ella mordiéndole la
mano a Falconer.

—Yo también sabía que ella podía manejarlo, pero eso no significa
que no me preocupe.

—Intentaré que no me capturen de nuevo —susurró Skylar,


acariciándoles la espalda.

—Te lo agradeceríamos —dijo Jerick.

—Uh, yo estoy bien —dijo Keiko desde el otro lado del camarote—.
No es necesario que me reviséis. Continuad haciendo... lo que sea que
estéis haciendo.

Las luces se apagaron.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

Cortez casi se rio.

—Es bueno saber que Varma lo logró.

Jerick hizo un sonido contento, que fue seguido por un débil sonido
de beso. Una oleada de envidia pasó por Cortez, sobre todo porque no
había pensado primero en usar el momento para besar a Skylar.

Necesitaban llegar al puente con Keiko antes de que fuera


demasiado tarde, pero no podía dejar pasar la oportunidad de expresar
sus sentimientos a través de su boca sin aprovecharla. Bajó la cabeza
pero descubrió, como le habían dicho sus agudos oídos, que los labios de
Skylar ya estaban comprometidos.

Decidiendo que Jerick ya había tenido su turno, no había tiempo


para una prolongada sesión de besuqueo después de todo, Cortez levantó
una mano para agarrarlo por la parte posterior de la cabeza. Suavemente
pero con firmeza tiró de Jerick hacia atrás.

Skylar debió sentir el movimiento, porque su cara se volvió a la de


él, y sus labios esperaban cuando él los encontró con los suyos. Su beso
hablaba de calidez, deseo y agradecimiento por haberse reunido.

La mano de Jerick se acercó a la parte posterior de la cabeza de


Cortez, y esperaba que replicara su propio movimiento. Ya se había
preparado para echarse hacia atrás de mala gana. Pero Jerick le dio una
palmadita en la nuca, luego se agachó y le apretó el culo. Cortez sonrió
contra los labios de Skylar, imaginando qué más podrían hacer los tres
juntos más tarde si pudieran sacar la nave de aquí a tiempo.

Pensar en la nave y en los problemas que tenía le llevó a romper el


beso y dar un paso atrás.

La puerta se abrió. Se volvió, temiendo que otro enemigo se


presentara.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

La Teniente Varma se asomó, entrecerrando los ojos a la oscuridad.

—Capitán… ¿Falconer?

—Está indispuesto —dijo Skylar.

—Sí, lo está. —Jerick se rio.

—¿Teniente Varma? —preguntó Keiko—. ¿Eres tú?

Cortez se acercó a la piloto, pero se detuvo sorprendido. ¿Ellas se


conocían?

—Sí. ¿Quién es?

—La ex Teniente Sasaki. Ahora dirijo cargueros mercantes.


Ocasionalmente lanzaderas llenas de terroristas ciborgs.

—Oh, oye. ¿Terroristas? No te referirás a Cortez, seguramente. Fue


un gran Capitán.

—Es un captor horrible.

—¿Lo es? Hm. Tal vez trabaje para mejorarlo ahora que le has
hecho consciente de ese fallo personal. Asumiendo que esté ahí. ¿Señor?

—Sí, Varma. Gracias por la ayuda. Señorita Sasaki, el piloto del


Estrella Negra está inconsciente. Necesitamos que vueles la nave lejos del
asteroide.

Cortez se preparó, esperando una batalla. Ella había estado


peleando contra ellos a cada paso del camino. Estaba dispuesto a
obligarla a hacerlo, o a sobornarla, aunque no tenía mucho que ofrecer
excepto un viaje al Espacio Hostil, que atraía a algunos individuos raros,
pero no a muchos otros.

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—Te mostraré el camino al timón —ofreció Varma—. ¿Has volado


recientemente un AS-4 Comet Rider?

—Fui entrenada en uno. —Keiko se acercó a la puerta—. Hace casi


diez años.

—He hecho muchas modificaciones en el timón del Estrella Negra.


Me encantan los ordenadores de navegación. ¿Me harás saber lo que
piensas? Nuestro piloto, Stodgers, es tan aburrido como su nombre lo
hace sonar, y no me da ninguna respuesta. Sobre todo, se pone gruñón
si toco su consola.

Las dos mujeres caminaron juntas por el pasillo, dirigiéndose hacia


el puente.

—¿Qué acaba de pasar? —preguntó Cortez.

—Varma demostró que es mucho mejor que tú para obligar a los


pilotos a ayudar —dijo Jerick.

Sacudiendo la cabeza, Cortez caminó hacia la puerta. Quería


asegurarse de que llegaran al puente y sacaran la nave de aquí antes de
que llegaran las otras naves de guerra.

—Es bueno que seas bueno para coaccionar a las doctoras —dijo
Jerick, yendo detrás de él con su brazo alrededor de la cintura de
Skylar—. O tal vez lo soy yo. Skylar, ¿quién de nosotros te encantó
primero para que te unieras a nuestra causa? ¿Fui yo cuando te registré
en busca de armas?

—¿Por qué me habría encantado que me avergonzaran y me


manosearan? —dijo Skylar.

—Tus pezones parecían un poco encantados.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Solo tenía frío. Se fruncen cuando tienen frío.

—¿Mis manos no te calentaron lo suficiente? Quizás debí haberme


presionado más contra ti.

—Para responder a tu pregunta —dijo Skylar, ignorando


afortunadamente su otro comentario—, definitivamente no fuiste el
primero en encantarme. Cortez me miró a los ojos y me recitó poesía en
la celda.

—¿Estás segura de que fue encantador? No vi que tus pezones se


emocionaran.

—¿Cómo lo sabrías? Para entonces ya me había puesto la chaqueta


de laboratorio.

—Tengo visión rayos X como Winged Ranger.

—¿Es Winged Ranger un pervertido que pasa una cantidad de


tiempo excesiva mirando los pezones de las mujeres?

—Si él tiene visión rayos X y no lo hace, yo estaría desconcertado.


Y para que lo sepas, solo me interesan los pezones de una mujer.

—Qué suerte tiene ella —murmuró Cortez, haciendo un gesto para


que dejaran la conversación en espera mientras se acercaban al puente.
Miró hacia atrás y vio que los ojos de Skylar parpadeaban.
Aparentemente, a ella no le importaba que Jerick fuera un pervertido. O
que Cortez fuera… lo que fuera. Un criminal ahora, supuso, sintiéndose
más triste que triunfante por lo que habían logrado.

Skylar le sonrió y le dio una palmadita en el culo antes de que


entraran en el puente. Decidió que no importaba lo que deparara el
futuro, y lo que los libros de historia dijeran sobre él, esto había valido la
pena.

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Epílogo
Skylar entró en el camarote del Capitán en el Estrella Negra con
Jerick y Cortez detrás de ella.

El camarote no era más atractivo en su segunda visita, pero la


compañía definitivamente había mejorado. Falconer no estaba
inconsciente en la cubierta, Keiko no la estaba fulminando con la mirada
por haberlo aturdido, y un Almirante no estaba mirando desde un enlace
de comunicación holográfico. Y para sorpresa de Skylar, las otras naves
de guerra no perseguían al Estrella Negra mientras se dirigía al agujero
del gusano que salía del sistema.

Después de asegurar la nave de guerra, Cortez se había


comunicado con los Comandantes de la Flota, mostrándoles al Capitán
Falconer, atado y amordazado, e imágenes del resto de la tripulación en
el calabozo. Les había informado que estaba dispuesto a ir a la batalla
con ellos si así lo deseaban, porque iba a tomar la nave de guerra, pero
que prefería cambiar a la tripulación del Estrella Negra por los ciborgs
que quedaban dentro de la prisión de asteroides. Había enfatizado que si
se llevaba a todos los ciborgs con él, también estaría eliminando un
problema para la Flota y las colonias en su conjunto.

Los Comandantes habían parecido estar chupando limones


mientras escuchaban, y cada uno afirmó que no tenían derecho a
negociar en nombre de la Flota y que Cortez podía irse al infierno. Pero
las tres naves habían desarrollado abruptamente dificultades mecánicas
y se habían detenido para arreglarlas, dejando tiempo a Cortez para
enviar el transbordador de vuelta al asteroide para recuperar al resto de
los prisioneros ciborgs. También tuvo tiempo de trasladar a la tripulación
del Estrella Negra del calabozo a los otros dos transbordadores, que lanzó

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

al espacio cerca de la prisión, confiado en que las naves de guerra serían


capaces de recuperarlos, así como algunos soldados con armadura de
combate que había forzado a salir por una esclusa de aire desde el
principio.

Baxtor y Varma habían optado por quedarse con el Estrella Negra


y dirigirse al espacio Hostil con Cortez. Para sorpresa de Skylar, Keiko
también venía. Había sido amiga de Varma durante sus días en la Flota,
así que eso la había ayudado a convencerla, y aparentemente había
decidido que se metería en problemas, probablemente sería despedida
por completo, si volvía con su jefe e intentaba explicarle lo que había
pasado.

Skylar se alegró de que unas cuantas mujeres más vinieran en esta


aventura. Aunque disfrutaba de la compañía de sus dos nuevos
caballeros, sabía que apreciaría tener a alguien de su propio sexo con
quien hablar de vez en cuando.

Jerick le tocó el hombro.

—¿Estás sorprendida de nuevo por la decoración?

Al darse cuenta que había dejado de caminar, Skylar negó y


continuó dentro del camarote.

Los diversos patrones de camuflaje que chocaban en todo el lugar


podrían haber aturdido a una persona. No había visto esa espantosa
manta colgada en la pared la última vez. O se había dado cuenta de lo
polvorienta y apolillada que estaba la cabeza del oso con cuernos
disecada montada sobre la cama. Supuso que le tocaría a Cortez, o a
todos ellos, redecorar.

—Danos el recorrido, Capitán. —Jerick entró tranquilamente y se


dejó caer en un sillón tapizado con tela de camuflaje inspirada en

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invierno. Pasó su pierna sobre el reposabrazos—. Nunca antes me habían


invitado a subir aquí. No sé por qué. Soy encantador.

—Más aún ahora que estás completamente vestido —murmuró


Cortez.

Él se quedó cerca de la puerta mientras miraba a su alrededor, con


el labio rizado. ¿Porque estaba horrorizado por la decoración? Skylar
esperaba que así fuera. Sería preocupante descubrir que él había sido el
que había decorado el camarote con esos dudosos colores y objetos de
arte, y que Falconer lo había dejado como estaba cuando se mudó. Pero
no podía imaginar que su profesor de chaqueta de tweed optara por estar
rodeado de camuflaje y animales muertos mientras dormía.

—Solo te gusto en camisa —dijo Jerick, señalando la chaqueta de


trabajo y la camiseta que había reclamado del armario de suministros de
alguien en la nave—, así puedes fantasear con arrancarla más tarde. Con
tus dientes.

—¿Estás hablando conmigo o con Cortez? —preguntó Skylar.

—Como si ambos no fantasearais con mi pecho. —Jerick se dio una


palmadita en los pectorales.

—Ahora mismo, estoy fantaseando con tapizar de nuevo esa silla


—dijo Skylar.

—Es bastante horrible. Como lo es esa cabeza de tigre blanco que


me mira lascivamente desde la estación de comunicaciones. Parece que
también está fantaseando con mi pecho. Comerlo más que besarlo o
lamerlo.

Cortez se frotó la mano en el pelo y finalmente entró. Parecía


aturdido, ya sea por la horrible decoración o por darse cuenta de que
tenía su nave de vuelta. Y esta vez, era realmente su nave, aunque la

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

ganara ilícitamente. Skylar no podía creer que se iba con él, con ellos,
con menos de lo que había empacado para su supuesto viaje de
investigación de seis meses a la prisión.

Pero tal vez podría encontrar algunos cerebros alienígenas para


analizar ahí fuera. Con tantas otras razas con tendencias insulares19,
podría hacer un trabajo innovador, al menos desde la perspectiva
humana. Si pudiera encontrar una forma de devolver la comunicación a
las colonias, podría publicar artículos en la red. De acuerdo, sería
rechazada y su trabajo sería burlado, pero podría llevar a cabo los
proyectos que quisiera y no tendría que preocuparse por la política.

—¿Besar y lamer? —Cortez cruzó la cabina y se sentó en la cama.


Tocando con el dedo dudosamente en el edredón—. Jerick, esa es tu
fantasía, no la nuestra.

—¿Estás seguro? Tal vez olvidaste lo atractivo que es mi pecho. —


Desabrochó su chaqueta de trabajo, mostrando la camiseta negra
ajustada debajo—. Hice un montón de flexiones en mi celda para
mantener mi masa muscular. Sentadillas, abdominales, sentadillas con
una sola pierna, flexiones en una mano, ejercicios de estiramiento
isométricos… Quería que disfrutarais de mí cuando me tuvierais.

—¿Porque sabías que vendríamos? —Skylar arqueó sus cejas hacia


él, queriendo burlarse de él, pero su mirada se enganchó a los contornos
de su pecho. Hasta ahora, solo habían tenido sexo una vez, y
técnicamente, ella ni siquiera había tenido sexo con Jerick todavía. Su
cuerpo se calentó mientras se imaginaba explorar más posibilidades en
este largo viaje a donde sea que terminaran yendo.

—Tenía la esperanza de que alguien viniera. —Jerick sonrió, pero


sus ojos azules se pusieron serios cuando miró a Cortez—. Señor… no

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Alguien que no está dispuesto a conocer gente nueva o considerar nuevas ideas.

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tuve la oportunidad de decirlo antes durante el… caos total, pero significa
mucho para mí que lo hayas dejado todo por esto. Para ayudarnos. A mí.
Me salvaste la vida.

Cortez dejó de hurgar en el edredón y le devolvió la mirada.

—Como tú me salvaste la vida tres veces cuando servimos juntos.

—Pero ese era mi deber. No estaba violando la ley y renunciando a


mi carrera por empujarte fuera del camino del fuego enemigo.

—Sé que la sociedad no estará de acuerdo conmigo, quizás la


historia lo haga, pero es un crimen mayor quedarse sentado en tu cómodo
escritorio, en tu cómoda oficina en tu cómoda vida y no hacer nada
mientras las indignidades y el sufrimiento continúan a tu alrededor. Si
no hubiera habido un catalizador, tal vez podría haber continuado
luchando solo con palabras, pero, ¿cuántos otros habrían muerto que
podrían haber vivido si yo hubiera hecho tan poco?

Jerick sonrió a Skylar.

—Me encanta cuando se pone filosófico y poético.

Cortez se hizo eco de la sonrisa e inclinó un sombrero imaginario.

—En realidad, aún no lo he oído ponerse poético. —Skylar inclinó


la cabeza—. Ha estado demasiado ocupado disparando a los enemigos.

—Rara vez recito mi propia poesía. —Cortez se encontró con sus


ojos y dio una palmadita en la cama a su lado en invitación—. La puse
en los libros y dejo que la universidad la publique, o lo hice, pero parece
arrogante proclamar que tus propias palabras son dignas de la atención
de la gente. Si queréis buscarlas y leerlas, que así sea, pero nunca me he
sentido cómodo aburriendo a extraños con mis divagaciones.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—¿Y qué hay de aburrir a amantes sexys? —preguntó Jerick.

—Pocos de ellos lo han pedido.

—Si eso es cierto, parece un crimen. —Skylar se sentó en el borde


de la cama a su lado, su muslo tocando el de él, el calor de su pierna
filtrándose a través del material de su ropa—. Puedo recitar algunos de
mis resúmenes de trabajos de investigación si eso te hace sentir cómodo
para compartir.

—Todavía sigo esperando mi Limerick de la masa —señaló Jerick.

Cortez sonrió maliciosamente.

—Había una vez un ciborg llamado Jerick que proclamó tener una
gran polla. Él se la mostró a una chica, diciendo que le diera una vuelta,
pero ella se rio y lo llamó un palillo20.

Jerick lo fulminó con la mirada y negó con la cabeza.

—Espero que no hayas estado componiendo eso durante días. Eso


fue horrible.

—¿Por falta de ritmo o por el contenido?

—Por ambas cosas.

Cortez se apoyó en sus codos sin parecer particularmente apenado


por la condena.

—Muéstranos si tú puedes hacerlo mejor.

20
En español no rima pero en inglés sería: There once was a cyborg named Jerick, who
proclaimed he had a great big prick. He showed a girl, said give it a twirl, but she laughed
and called it a toothpick.

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—¿Con Diego Cortez? ¿Rima eso con más cosas en español? Porque
hay unas tres palabras que funcionan con él en inglés.

—Es un nombre encantador en español —le aseguró Cortez.

—Cortez, dice, fez21… Los poetas ingleses probablemente quisieron


escribir sonetos sobre ti después de la guerra, pero estaban
desconcertados.

—¿La gente escribe sonetos hoy en día? —preguntó Skylar, perpleja


ante la idea.

—No. Cosas como esta es lo que suena en la red. —Jerick se puso


de pie y empezó a dar golpecitos en el muslo.

No quería ser un héroe, solo quería ser alguien


Pasé mi infancia escondiéndome, luchando y huyendo
Me inscribí en la Flota, me enviaron al espacio
Chico, ve a salvar la Tierra, derrota la raza alienígena
La guerra es una perra, y no todos sobrevivimos
Pero el enemigo fue aplastado, no queda ninguno vivo.
Nos llamaron héroes y dieron un banquete a los Capitanes
Dijeron que la Tierra es libre, que toda nuestra gente lo logrará
Pero los recuerdos se desvanecen, la gratitud se desvanece
Estoy de vuelta al principio, solo quiero ser alguien22.

Jerick sonrió e hizo una reverencia.

21
Fez es un sombrero usualmente rojo típico turco. Pero también es otro nombre para
un condón. Algo así como un fez pero para tu otra cabeza.
22
En español no rima pero en inglés sería:
I didn’t wanna be a hero, just wanted to be someone
Spent my childhood hiding and fighting and on the run
Signed up for the fleet, got sent into space
Boy, go save Earth, defeat the alien race
War is a bitch, and we didn’t all survive
But the enemy got smashed, ain’t none left alive
They called us heroes and threw the captains a banquet
Said Earth is free, all our people gonna make it
But mem’ries fade away, gratitude gets undone
I’m back at the beginning, just wanna be someone.

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Ruby Lionsdrake Desencadenado

—Eso se parece mucho a una de las canciones del Soldado


Desconocido —observó Cortez.

—Eso imagino. —Su sonrisa se hizo más profunda—. Espero que


toda la maldita galaxia esté angustiada cuando no saque otro álbum.

—¿Estás insinuando…? —Las cejas de Cortez se juntaron en un


ceño pensativo.

—¿Nunca notaste que todo es una voz de sintetizador, y que no


hace shows en vivo? —preguntó Jerick—. Es porque su trasero ha estado
en prisión por más de dos años. Desconocido.

—¿Eres Soldado Desconocido? —preguntó Skylar, entendiendo


más lentamente—. Las canciones suenan en todas partes. Incluso yo las
conozco, y apenas escucho música.

Jerick se inclinó de nuevo, más profundamente esta vez.

—Yo hago las letras y los ritmos, y sintetizo la voz, así que sí, más
o menos lo hago todo. Firmé un contrato con un mánager antes de acabar
acusado y encarcelado. Pensé que él se echaría atrás, pero ni siquiera le
importó. Hace que te preguntes a quién más representa, ¿eh? Él saca las
cosas y gana dinero con ellas, como puede. No tengo ni idea de cuánto
gana. No tenía forma de controlarlo desde Antioch. Supongo que me
estaban jodiendo bastante. No es que él tuviera que preocuparse de que
fuera a salir y lo encontrara.

—¿Pero te pagaron algo? —preguntó Cortez—. Entonces, ¿tienes


dinero en una cuenta bancaria en algún lugar?

—Un par de millones, sí. Me pregunto si hay una manera de sacarlo


y convertirlo en algo valioso que podamos usar ahí fuera. —Jerick hizo
un gesto vago indicando el Espacio Hostil, supuso Skylar.

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—¿Un par de millones? —Así que, eso era lo que parecía confuso
en Cortez—. Jerick, ¿te interesaría enviar ese dinero al gobierno como
pago por el Estrella Negra? Es una nave muy vieja. Podría ser suficiente.
Y entonces nosotros… tú serías el dueño legítimo.

—¿Poseerla legítimamente? Cortez, ¿qué estás tramando? Nos


escapamos de la cárcel y la tomamos. Como piratas. Piratas legítimos y
justificados.

—Sí, pero quizás si pagamos por ello, algún día podríamos volver
al espacio Terrestre.

Jerick frunció el labio.

—No queda nada para mí en el espacio Terrestre. Todo lo que


quiero está aquí mismo. —Hizo un gesto hacia el ojo de buey, y luego
extendió un brazo hacia ambos.

Skylar sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas, tanto por la


idea de que él los quisiera, como por la de darse cuenta de que tu tonto
Jerick tenía mucho más bajo la superficie de lo que dejaba ver.

—Aunque tal vez no este camuflaje —añadió, empujando el


reposabrazos de la silla.

Skylar resopló y dio una palmadita a la cama, como Cortez había


hecho con ella.

—¿Por qué no vienes y puedes ser alguien aquí con nosotros?

—¿En esa cama? No parece lo suficientemente grande.

—¿Prefieres una armería? —Ella se sorprendió de que él fuera tan


exigente. Había visto las duras repisas de esas celdas. Apenas pasaban
como camas.

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—Bueno, no, pero este camarote necesita una extrema


redecoración si vamos a pasar juntos tiempo aquí.

—Jerick —dijo Skylar—, es la primera cosa que has dicho en la que


estoy completamente de acuerdo contigo.

—¿Oh? Tomaré nota para poder decirla de nuevo. —Se sentó al lado
de ella y opuesto a Cortez, y le rodeó la cintura con un brazo.

Skylar repitió el gesto y deslizó su otro brazo alrededor de la cintura


de Cortez. Pero él estaba mirando hacia la portilla con una expresión de
desconcierto.

—¿Estás bien? —preguntó Skylar.

—Yo… me sorprende que Jerick sea Soldado Desconocido. Algunas


de esas canciones son buenas.

—¿Algunas? —protestó Jerick.

—Ni siquiera lees libros. ¿Cómo puedes ganar millones como


compositor? Tu manager probablemente haya ganado decenas de
millones.

—Oye, no me restriegues eso.

—No estás celoso de su fama y notoriedad, ¿verdad, héroe? —


Skylar sonrió y le dio una palmadita a Cortez en la espalda.

—¿Celoso? No. Aturdido… tal vez.

—¿Te sentirías mejor con todo esto si hiciera lo que sugeriste? —


preguntó Jerick—. ¿Enviar mi dinero al gobierno con la esperanza de que
mandarán el título de propiedad de la nave? Si yo fuera el propietario
legítimo, supongo que eso me convertiría en tu jefe, ¿eh, Capitán?

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—Yo… sí. Sería extraño acostumbrarse a esa relación, pero lo creas


o no, el saber que esencialmente robé una nave militar es lo que más me
molesta de todo esto.

—Creo que podrías acostumbrarte a una relación poco ortodoxa —


dijo Skylar—. Solo una corazonada.

Cortez resopló, los miró a ambos y apoyó una mano en el hombro


de Skylar, luego se inclinó hacia ella para agarrar el hombro de Jerick.

—Puede que sí.

—Tal vez deberíamos relajarnos un poco —sugirió ella—. Antes de


entrar en el Espacio Hostil y tener que estar más vigilantes.

—Relajarse no es exactamente lo que me viene a la mente en este


momento —dijo Cortez.

—Estoy de acuerdo. —Jerick meneó sus cejas, y luego tiró a Skylar


con él a la cama.

Ella se colocó en su pecho y tiró de Cortez hacia abajo también.


Pronto, estaba atrapada entre ellos, sin ningún otro lugar en el que
quisiera estar.

Fin

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Staff
Traductora: Mdf30y

Correctora: Pily1

Diseño: Lelu

Lectura Final: Auxa

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