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SYLVIA DAY

Atrapando a la cazadora

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SYLVIA DAY
Atrapando a la cazadora

SYLVIA DAY
Atrapando a la Cazadora
Snaring the Huntress (2005)

AARRGGU
UMMEEN
NTTO
O::

Star es una juez del Consejo Interestelar. Su posición la obliga a dictar sentencias, cazar a los
infractores y administrar los correspondientes castigos. Está considerada una de las mejores, y si
juega bien sus cartas, podría convertirse en la primera Cazadora en ascender a la Corte Suprema,
su meta en la vida. Cuando le ordenan atrapar a un granuja embajador Jacian que está en celo, su
sentencia es la muerte. Compasiva, pero seguidora de la ley a muerte, lo persigue para intentar
acabar con él.
Roark ha entrado en su ciclo de apareamiento. Según la ley del Consejo, deberá encerrarse en
una habitación con su pareja pre-asignada durante una semana de sexo interminable que lo
envolverá en su fuego. Pero él no quiere tener nada que ver con su pre-asignada. Él quiere a Star,
la exuberante juez rubia cuya compasión e inteligencia se han ganado su respeto. La pena para el
prófugo pícaro es la muerte durante el apareamiento, pero esto es un pequeño precio a pagar por
una semana de sensual placer con la mujer que desea más que nada.
Ahora la cazadora es la presa, y cuando ella está atrapada por un hombre en celo, es esta
pasión quien gobierna, no la ley. ¿O no? Roark mantiene todavía su condena, y su amante Star es
juez, jurado… y verdugo.

SSO
OBBRREE LLAA AAU
UTTO
ORRAA::

Sylvia Day (también conocida S.J. Day y Livia Dare) la galardonada


autora más vendida a nivel nacional, que tiene en su haber una docena
de novelas escritas a través de múltiples subgéneros.
Es esposa y madre de dos hijos, trabaja como lingüista antigua rusa
para la Inteligencia Militar del Ejército de EE.UU. El trabajo de Sylvia fue
calificado como una “aventura apasionante” por Publishers Weekly y
“perversamente divertido” por Booklist. Sus novelas han sido traducidas
al ruso, japonés, portugués, alemán, checo, italiano y tailandés.
Se le han concedido numerosos premios, entre ellos “Romantic Times Reviewers’ Choice
Award”, “EPPIE Award”, “The National Readers’ Choice Award”, “The Readers’ Crown” y ha
recibido varias nominaciones en “Romance Writers of America’s prestigious RITA award of
Excellence”, dónde ha quedado finalista.

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Como todas las noches durante la última semana, Star se despertó sin un orgasmo.
Se pasó las manos por sus cabellos húmedos por el sudor, y gruñó de frustración. Había algo
fundamentalmente malo en tener un sueño sexual totalmente caliente que no la dejara correrse.
—¿Soñando de nuevo?
La voz femenina y suave resonó en los confines de metal de la nave de Star.
Tiró a un lado su manta, y saltó de la cama, estaba demasiado ocupada para poder dormir.
—Sí, mierda. El maldito. Si no quisiera follármelo, ya le habría dado una patada en su trasero.
—¿Te das cuenta de que estás hablando de un producto de tu imaginación?
—Sí, lo sé Dos Mil. Se debe a la falta de sueño —desnuda y descalza caminó por el pasillo hasta
llegar al puente—. Lo más disparatado de todo es que aún no tengo idea de cómo es él. No es más
que una profunda voz deliciosa en la oscuridad. Juro que ese tipo de voz me excita.
Y sus manos, esas manos tan cálidas y tiernas. Sabían exactamente dónde tocarla, reavivarla,
acariciarla.
Se estremeció.
—¿Por qué te has despertado?
—¡Porque se ha ido! —Star se quejó—. Justo antes de que folláramos, se marchó.
Dejándose caer en la silla del capitán, revisó por completo las lecturas de navegación.
—¿Cómo vamos de tiempo?
—Excelente. Atraparás a tu fugitivo muy pronto.
—Bien. Realmente podría desahogarme en ese instante.
—¿Lo matarás, cuando lo captures?
Star suspiró ante la pregunta, retiró la mirada de la ventana de la cabina y de la visión de la
galaxia de más allá.
—Probablemente.
—Has contestado sin apenas titubear.
Encogiéndose de hombros, Star alzó los pies para descansar en la nave. Había comprado el
último modelo Starwing con el bono obtenido en su última captura.
—¿Por qué habría de alimentarle todo el camino de regreso a Primus cuando nos mataría nada
más llegar? Soy una cazadora de criminales no un restaurante. Además, será un estorbo. No
quiero tratar con él.
—Aunque estoy de acuerdo en qué es práctico, ¿no te preocupa que tal vez la Corte Suprema
haya dictado sentencia demasiado rápido?
—Sabes —Star se quejó—, para ser un ordenador tienes muchos pensamientos hipotéticos.
—Todas las CPUs correccionales están programadas para adivinar las decisiones. Ayuda a
mantener a los jueces con los pies sobre la tierra.

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—Sí, sí. Ya conoces las reglas, Dos Mil. Él lo hizo. Los Jacian no pueden estar en libertad cuando
están en celo. No pueden controlar sus impulsos sexuales, y si no están bloqueados por sus
parejas pre-asignadas, violarían o se volverían locos de manera irreversible. Es así de simple.
—Para ti, tal vez. —Si su ordenador pudiera suspirar, lo hubiera hecho—. ¿Y si no se siente
atraído por su pareja pre-asignada?
Inclinándose hacia adelante, Star agarró su lima de uñas y comenzó a acortar sus garras. Las
malditas crecían como la mala hierba.
—Cuando un Jacian está en celo, incluso una plancha metálica les parece atractiva.
—De todos modos, ¿cómo podría gustarle permanecer encerrado en una habitación con
alguien que no quiere tener relaciones sexuales?
Star puso los ojos en blanco y lanzó una mirada rápida a la lectura de la consola. Estaban a
cinco clics de Rashier 6. Intel había informado que el Jacian había sido visto por última vez allí. Si
su historial médico era correcto, entraría en celo ahora, atrapándolo de manera efectiva en el
planeta. Su cuerpo no podría hacer nada la próxima semana, aparte de follar.
—Estás perdiendo el rumbo. Él está tan desesperado en este momento que querría tener sexo
contigo.
—Muy graciosa, Star.
—En realidad no lo soy. Pobre infeliz. En este momento, su cerebro está tan enfocado en el
sexo que le es imposible pilotar una nave y el uso del transporte masivo haría que lo apresaran.
Casi puedo saber cómo se siente, pensó sombríamente, su sangre todavía latía con el sueño de
antes.
Solo que no estaba rompiendo las reglas del Consejo Interestelar, y él sí. Algunos de sus casos
habían sido más difíciles que otros, como este. Realmente sentía lástima por el hombre, pero ella
era jueza y su trabajo consistía en cumplir las leyes a rajatabla. Blanco o negro. Correcto o
erróneo. No había lugar para dar libertad de acción porque simpatizara con él por tener una
genética de mierda. Y ella era la única jueza que pertenecía a la especie de los cazadores. Su
habilidad para dictar sentencias justas era analizada en gran medida, y la dejaba completamente
sin margen de error. Mientras que otro juez podría haber sido capaz de apelar a una sentencia
reducida, ella simplemente no podía. Por eso le había sorprendido tanto que el gobierno Jacian le
hubiera pedido que fuera ella personalmente quién manejara esta captura. Era casi como si
quisieran muerto al canalla de su embajador.
—Tal vez su pareja pre-asignada tenga reparos.
—Lo que sea, Dos Mil. Ahora estás siendo ridícula. Sabes perfectamente que su pareja está
excitada por ello.
Los Jacian era una especie telepática conocida por su exótica belleza. De piel verde claro con
manchas más suaves y tonos más oscuros. El cabello grueso y sedoso en varios colores. Los ojos
con todos los colores del arco iris como piedras preciosas. Y su inagotable apetito sexual que
aumentaba las fantasías de su pareja, para luego hacerlas realidad.
Todos los rasgos que hacían que fueran los más buscados como pareja.
—¿Has estado alguna vez con alguno? ¿Sexualmente?

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—No. —Star se puso de pie y se estiró, levantando los brazos sobre su cabeza y arqueando los
huesos que recorrían su espalda antes de volverlos a poner en su lugar—. Me gusta el sexo tanto
como a los demás, tal vez más que a la mayoría, pero día tras día con el mismo tipo me mataría.
Incluso si estás follando la mayor parte del tiempo, tiene que haber un momento en qué no.
Tienes que alimentarte y dormir, ¿no es así? Y una vez que los hombres empiezan a abrir la boca,
se vuelven rápidamente aburridos.
—Estás de coña.
Riendo, Star comprobó las coordenadas programadas y comenzó la preparación mental para la
caza. Le gustaba estar lista para todo. Por eso era la mejor. Debido a su habilidad con la qué
contaba hacía que la captura fuera sencilla. El Jacian estaba escondido en algún lugar, ya fuera con
una mujer o volviéndose loco con la necesidad de una. No tenía ninguna posibilidad.
—Por supuesto que estoy bromeando, Dos Mil. Amo a los hombres. Todo lo relacionado con
ellos. Eso es lo que apesta de esta asignación. Los Jacian no suelen tener escrúpulos. De hecho,
este es el primer caso que conozco en toda mi vida. Es una pena tener que perder un Jacian macho
de este tipo, pero tuvo un juicio y fue condenado debidamente. Hay que encontrarlo vivo o
muerto. Esas son nuestras órdenes.
—Tengo curiosidad en saber si estás de acuerdo con la opinión popular sobre su belleza.
—No lo sé, nunca he visto uno. —Star abrió el bunker de armas y retiró su espada favorita. No
la necesitaba. Físicamente, estaba bien equipada con garras y dientes para matar cualquier cosa,
pero el uso de un cuchillo o una pistola mantendrían con vida a su presa—. Siempre he estado
demasiado ocupada cobrando los créditos judiciales que necesito para llegar a la magistratura del
Tribunal Supremo.
—Tengo fotos de él —dijo Dos Mil con voz persuasiva.
—No, gracias. —Volviendo por el pasillo hasta su habitación, Star alcanzó la plateada cabellera
rubia que le caía por la espalda, y la asió con un nudo en la nuca. Ya era hora de prepararse para la
caza—. Los Jacian son muy distintos. Sólo tengo que encontrar uno que esté empalmado.
—Pero tienen diferentes colores de pelo y de ojos.
—Mantendré mis ojos entrenados por debajo de la cintura. No hay problema.
—¿Qué tal un nombre?
—Embajador Teron es bastante bueno, —suspiró. La amabilidad era un lujo que no podía
permitirse—. Eres un ordenador, no lo entiendes.
—¿Qué no entiendo?
—Se hace más difícil acabar con la presa, si en realidad se convierte en un individuo.
—Oh.
—Sí —murmuró Star—. Eso es lo que dirá cuando lo atrape.

Habían enviado a la cazadora tras él.


Si no fuera por todo el dolor, Roark se sentiría halagado. Así eran las cosas, estaba más que
aliviado de que su plan hubiera funcionado tan bien. Por supuesto, eso significaba que el Tribunal
Supremo quería acabar con él. El Consejo Interestelar nunca habría enviado un cazador para nada

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si no lo quisieran matar. Pero si todo saliera como esperaba, valdría la pena. La muerte era un
pequeño precio a pagar por la realización de su verdadero deseo. Un deseo que había elegido, no
uno que le había sido impuesto por su genética.
Roark apoyó la cabeza contra la pared y cerró los ojos, un escalofrío desesperante le recorrió la
longitud de su largo cuerpo. En este momento, no deseaba la muerte.
Había empezado el ciclo de celo justo el día anterior y sus venas ardían con las exaltadas
hormonas en su sangre.
Cada músculo de su cuerpo se contraía, su respiración era trabajosa y el sudor brotaba de su
piel. Si se hubiera iniciado follando, ahora sería lánguido y juguetón. Pero él quería lo que quería,
deseaba tenerla. No era un hombre que pudiera ser atrapado para negárselo.
¡Pero maldita fuera! Deseó que ella se diera prisa.
Había escogido el alojamiento en las afueras de la ciudad, e hizo lo mejor que pudo para
ocultarse aunque no se había escondido muy bien. Ella era una cazadora. Si seguía su rastro
fácilmente, despertaría sus sospechas. Se arrepentía de no haberse quedado en la intemperie,
ahora lo hubiera encontrado. Necesitaba ayuda, estaba a pocas horas de la recta final para poder
pensar con claridad y manejarla correctamente.
Oyó cómo el pestillo de la puerta se retiraba y suspiró con alivio.
Finalmente, tras años de espera y deseo, Star había llegado.

Star entró a oscuras en la casa con un paso deliberadamente ruidoso, tirando de su capa con un
encogimiento de hombros. Sí había alguna mujer dentro retenida contra su voluntad, Star quería
que ella supiera que la ayuda estaba a mano. Pero a medida que olfateó el aire se relajó. No había
habido nada de sexo en la propiedad desde hacía tiempo. Su presa, sin embargo, olía
deliciosamente. Una fragancia oscura y picante inundó la sala, la aspiró, encontrándola familiar y
excitante.
Alejándose de sus pensamientos, Star se obligó a poner toda su atención en la tarea en
cuestión. El posadero le había asegurado que un Jacian macho se había registrado el día anterior, y
de acuerdo con el video de seguridad, no había salido. Entonces, ¿dónde estaba?
Había mantenido las luces apagadas, pero era más un inconveniente para él que para ella. Era
una cazadora. Su gente podía ver en la oscuridad, olerlos a gran distancia y moverse con
sorprendente rapidez. De hecho, eran tan conocidos por sus atributos físicos que la mayoría de las
otras especies se habían olvidado de lo inteligente que eran. Un error fatal en la mayoría de los
casos.
Star parpadeó, poniendo en su lugar la delgada membrana óptica que hacía posible la visión
nocturna, ofreciendo una vista sin obstáculos de la habitación. Una cama, aún hecha, en el centro
con dos pequeñas mesas a ambos lados de la misma. A la derecha, una puerta que daba al cuarto
de baño. A la izquierda había un escritorio, junto al cual había una nevera y un radiador. Con la
fragancia de ella, el embajador no había comido nada desde que había llegado.
Magnífico, estaba excitado y hambriento.
Ella resopló con sorna. Menuda mierda de caso. Pero siempre acababa con los trabajos más
indeseables. Era la primera de la especie de cazadores en obtener la banca, y debido a ello tenía

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que trabajar el doble y sentenciar muchos veredictos, sólo para obtener el mismo respeto y el
mismo número de créditos judiciales. Dos de sus compañeros de clase ya se habían trasladado a la
Corte Suprema de Justicia, a pesar de tener mucha menos experiencia que ella. Ambos habían
fallado y se habían retirado rápidamente.
Por supuesto, los cazadores podían rastrear y matar cualquier cosa, pero también podrían ser
amables, justos y sabios, básicamente, tenían cerebros que respaldaran esos músculos. Y esa era
su meta en la vida, demostrar ese hecho al universo. Su especie dependía de ella para hacerle ver
al Consejo que estaba equivocado.
—Espero que no bajaras las luces por mí —murmuró ella, empuñando firmemente la pequeña
daga pero sin apretarla.
—Ciertamente no lo hice por mí —oyó la voz aterciopelada a su alrededor, procedente de la
nada, y sin embargo, estaba impregnada en todas partes—. Me gustaría mucho más que verte.
Podrías cazar desnuda, al igual que el resto de tu especie, ¿no?
Star se detuvo a medio paso, el pulso se le aceleró con el sonido de ese profundo gruñido y la
promesa sexual. Un hormigueo le recorrió la piel.
—¿Quién eres? —respiraba, cada exhalación la abrasaba—. ¿Dónde estás?
La habitación estaba vacía.
—Eso depende. Puedo ser tu presa o tu amante. Tienes que decidir cuál de las dos.
Revisó el baño. Nada.
—No te conozco.
—¿Estás segura, Star? Te he tenido en mis brazos, acariciado, lamido cada centímetro de tu
piel. Tienes una cicatriz en la cadera izquierda. Una herida de batalla. Me gusta besarte. Lamerte
desde tus pezones a…
—¡Cállate! —Sus púas salieron disparadas, en señal de excitación y miedo. Aquí era ella el
depredador, pero no se sentía de esa manera—. ¡Fuera de mi cabeza!
—¿Puedo tenerte en otro lugar? —ronroneó—. Estoy bastante desesperado en este momento.
Te has tomado más tiempo de lo que esperaba.
Por un momento, ella juró que podía sentir el calor de él a su espalda. Inclinó la cabeza hacia
atrás y miró hacia el techo un instante demasiado tarde. El Jacian dejó caer un arnés y la tomó en
brazos. Corrió hasta la pared y la sujetó con fuerza contra sí. El cuchillo de su mano se deslizó lejos,
pero aún así se movió para agarrarlo, encontrando en su lugar que las púas se habían hundido en
la pared y la tenía firmemente sujeta.
—Oh, mierda, —se quejó, cuando ahuecó un pecho en su mano con tacto familiar. Si se
quedaba despierta, estaría atrapada por un tiempo—. Estoy bien jodida.
—Todavía no —susurró, chasqueando la lengua a través de su pezón—. Pero estás a punto de
estarlo.

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Roark abrió la boca y envolvió el perfecto pezón de Star con ella. Estaba casi mareado por su
fragancia, el sentimiento que le provocaba, el sabor de su piel. Los sueños no podían expresar con
precisión todo esto. Ella solo podía ver a través de sus propios ojos, no a través de los ojos de un
hombre que se apoderara de ella, por lo que sus sueños compartidos no podían darle ese placer a
él.
Su lengua la acarició suavemente, abrasando el duro pezón. Se estremeció, el fuego en sus
venas era casi insoportable. Sabía que tenía que despertar rápidamente.
El primer polvo sería rápido, había esperado demasiado tiempo, pero tenía que hacerlo bien
por ella o lo arrestaría tan pronto hubiera acabado.
—Así que eres lo que aparentas —dijo ella con voz jadeante—. Eres espléndido pero todavía
voy a patearte el trasero cuando hayas terminado.
Quería mirarla hasta hartarse de ella, pero no podía arriesgarse a encender la luz ahora. Una
mirada a su exuberante belleza y estaría jodido por llegar al orgasmo para siempre.
Pero más tarde, una vez que su erección se hubiera marchado, tenía la intención de verla en
todo su esplendor. Toda esa plateada cabellera rubia y su pálida piel. Y esos ojos azules, más claro
en su contorno que los suyos de color zafiro. Parecía un ángel celestial, hasta que esas garras
afiladas salieron al descubierto y mostró sus puntiagudos colmillos.
—Sabes quién soy.
Inundó su mente con imágenes de ellos dos juntos, haciéndose eco de la pasión que habían
compartido en sus sueños. Guió su mano entre sus piernas, encontrando la suave y lisa piel, y el
resbaladizo lugar dónde yacía su deseo. Ella dio un leve grito, un sonido que amaba y había oído
muchas veces. Era suficiente.
Levantando considerablemente una de sus ágiles piernas, la extendió abriéndola por completo.
Luego dio un paso entre sus muslos y puso su pene en su mano.
—Guau —las manos de Star acariciaron su estómago, luego frotaron su pene—. Por lo menos,
ha valido la pena esperar.
—Lo siento —dijo, haciendo sonar lo contrario—. Tenías que estar preparada para estar aquí, o
en estos momentos me encontraría en el calabozo en lugar de aquí, junto a ti.
Frotó la cabeza de su falo contra ella, cubriéndolo con su leche. Deteniéndose un momento
cuando su cuerpo se sacudió violentamente, Roark esperó que la ola de calor pasara antes de
adentrarse en ella.
—Será mejor que no abandones en este momento, —jadeaba, restregándose sin cesar contra
él, con las piernas cerradas alrededor de su cintura, como si quisiera atraparlo para sí—. O con
seguridad, acabaré contigo.
En respuesta, asió su cadera y se hundió en ella.
—Oh, mierda, —jadeó—. Ni siquiera sé tu nombre.
Y entonces, se corrió. Una cascada de fuertes espasmos se apoderó de su pene, robándole el
aliento y acallando su corazón.

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—Maldición —gruñó, sus muslos temblaban de necesidad por ella—. Eres tan pequeña… tan
apretada como un puño.
Movió su pene con potentes embestidas, gruñendo con cada zambullida profunda.
Definitivamente valía la pena morir.
Su cabeza cayó hacia atrás y aulló su puesta en libertad, dos días de miseria lo habían
arrastrado y ahogado en ella. Agarrando fuertemente su cuerpo suspendido, acarició su coño
hasta que fue drenado.
Por ahora. La próxima ola de calor lo golpearía de nuevo en unos instantes.
Apoyó su frente contra la suya húmeda, luchando por mantener el control, ambos respiraban
de manera entrecortada.
—Hola —logró decir—. Soy Roark.
—Hola, Roark. Bueno, finalmente jódete.

Star negó con la cabeza. Esto había estado muuuuuy mal. Un juez no debería tener relaciones
sexuales con los criminales.
—Esto no cambia nada y lo sabes.
—Sí, lo sé.
Volvió la cabeza y empezó a lamer el sudor que empañaba su piel.
Profundamente en su interior, su erección latía sin cesar. Se sentía tan bien, que tomó el
control de cada parte que se agitaba con su pene enorme.
Era hermoso, el embajador. Roark. No podía ver los colores con su visión nocturna pero podía
ver todo lo demás. Las manchas que moteaban su sedosa piel creaban un patrón maravilloso. Su
cabello era oscuro y lacio, colgando casi hasta sus caderas. Su boca, con unos labios esculpidos,
eran una obra de arte, y ella gimió cuando él volvió la cabeza y los presionó contra los suyos.
—Sólo dame una semana, Star —se humedeció los labios—. Entonces, iré contigo sin luchar.
—No puedes luchar contra mí —dijo secamente, con las manos acariciando la parte superior de
sus hombros. Era muy grande. Alto y bien musculado. Muy sabroso, pero aún así…—. Tengo que
despedazarte.
—Pero entonces echarás de menos todo esto.
Alzó su pene a través de sus jugos.
Ella se estremeció.
—Eres un jodido bromista, ¿lo sabías? ¡Una semana de mierda en la que he estado
retorciéndome por ti!
Roark se echó a reír, y era un sonido cálido, tan vibrante y lleno de vida. Ahuecó su mano en la
nuca y frotó su nariz contra la de ella.
—No fue fácil para mí, ya sabes. He esperado casi dos años antes de entrar en celo.
—¿Qué tiene eso que ver?
—Era la única manera de llegar hasta ti. El tiempo que dura nuestro acaloramiento es el
momento preciso cuando los poderes telepáticos de un Jacian son más fuertes. No podía soñar

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contigo en cualquier otro momento, y sin sueños no estaríamos juntos. Estás demasiado centrada
en tu trabajo. Si fuera posible, lo hubiéramos hecho antes, y sin arriesgar mi vida, pero esta era la
única manera.
Ella se tomó unos minutos para asimilar lo que le había dicho. ¿Qué demonios iba a hacer?
Cualquiera que hubiera sido la indiferencia que había sentido cuando había entrado, se había
esfumado de inmediato. Su presa no era un cuerpo sin nombre o sin rostro. Era un hombre. Un
hombre que había estado amándola todas las noches durante una semana. Un hombre que, aún
en las garras del acaloramiento tormentoso, había detenido el tiempo a su favor.
—No puedo pasar por esto sin ti, Star ,—deslizó las manos por sus brazos y entrelazó los dedos
con los suyos—. Vas a tener que matarme si no vas a quedarte. Me volveré loco atrapado como un
animal salvaje en un calabozo, —se metió en ella tan adentro como pudo—. Prefiero morir si no
puedo tenerte.
Vas a tener que matarme. ¿Cómo diablos se suponía que debía hacerlo ahora? Él estaba en su
interior.
—¿Por qué?
Arriesgar todo eso… por ella… ni siquiera lo conocía.
Él extendió la mano y le acarició el pelo.
—¿Puedo? —Star asintió con la cabeza, y tiró de su cabellera hasta dejarla libre de nudos—. He
pasado una gran cantidad de tiempo en los tribunales de Primus. Este —asió su cabello con los
dedos—, me llamó la atención. Te he seguido. Te he visto trabajar, he visto la compasión que tan
duramente has tratado de ocultar. Me gusta tu dureza, así como tu suavidad, y me encanta que el
avance de la especie sea tan importante para ti. Como embajador, puede verlo y respetarlo.
—Nunca te había visto —se burló ella.
—Llevo un manto negro y una capucha.
Sus ojos se abrieron.
—Ah… veo que te has fijado en mí. Tengo que cubrirme. Mi apariencia… distrae la atención.
Star soltó un bufido.
—No te subestimes —frunciendo el ceño, le preguntó—. ¿Todos los Jacian son como tú?
—Compartimos el mismo nivel de similitud como cualquier otra especie.
Roark acercó su pelo hasta su nariz, y respiró hondo.
—Así que… no —respondió ella, sorprendida por su reacción de ternura—. Eres
excepcionalmente cálido. Las mujeres deben caer rendidas a tus pies, rogando por ser folladas.
Su boca se curvó en una sonrisa que hizo que su corazón latiera rápidamente.
—¿Tú harías eso? ¿No? Pues bien, mi apariencia no ofrece ninguna ventaja que pueda
interesar. De ahí el manto.
Deslizando sus manos sobre sus hombros, Roark presionó su cuerpo por completo contra el
suyo. Ella sintió el temblor que la recorrió, la hinchazón repentina de su pene en su interior. Sus
senos crecieron pesadamente, su sangre se calentó y su excitación se ralentizó. Olía tan bien… una
poderosa atracción por sus sentidos se agudizaron. Su piel era suave y elegante sobre sus
músculos bien definidos. Sus manos le acariciaron la espalda, deslizándose por ella, amasando su
piel.

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—Bésame, Star, —le rogó suavemente con una voz profunda y oscura que la hacía temblar—.
Así como hiciste en nuestros sueños.
No debía. Pero su boca esperaba a centímetros de la suya, una boca que había estado
presionada contra la suya, besando cada centímetro de su piel. Lamiéndose los labios, inclinó la
cabeza y le dio lo que quería, su lengua se deslizó a lo largo de él, bebiendo de su sabor. Él gimió,
luego comenzó a moverse, su pene se sacudía palmo a palmo, para luego deslizarse hacia lo más
profundo, la cabeza gruesa acariciaba cada parte sensible de su ser.
—¡Oh, Dios! —susurró ella, temblando al igual que lo había hecho antes, la sensación de
profundidad era constante, y la sumergía haciendo que se retorciera en su abrazo. Su pelo largo y
sedoso oscilaba alrededor de él, acariciando sus piernas, dónde ella permanecía sujeta para no
perder el control. Ella había estado esperando esto por una semana, y sin embargo, el hambre que
sentía era aún más antigua.
—¿Es lo suficientemente bueno para ti? —ronroneó, sabiendo muy bien que lo era. Se inclinó
de rodillas y cambió su punto de vista, masajeándola fuertemente, sus ojos se humedecieron—.
¿Qué tal esto? —sacó la punta de su pene, luego agarró sus caderas duramente antes de volver a
introducirse en su interior.
Su gemido lastimero fue toda la respuesta que pudo dar. Su piel se volvió más cálida al tacto,
sus músculos temblaban bajo sus manos. Él se estaba frenando por ella. Una vez más.
—Adelante, Roark. —Star lamió el contorno de su oreja, y luego el lóbulo. Su pene se sacudió—
. Toma lo que necesites.
—Star…
—Lo quiero todo… —susurró.
Como si sus palabras lo liberaran de ataduras invisibles, todo su cuerpo se endureció, entonces,
como una bobina enrollada con demasiada fuerza, entró en acción. Retiró su pene y luego golpeó
su cadera contra la suya, la pared de detrás protestó con un chirrido. Una vez más se deslizó fuera,
una vez más empujó, su ritmo aumentaba con cada embestida hasta que latía en ella, dándola una
larga y profunda sacudida, sumergiéndose como había rogado en sueños.
Fijado como estaba, solo podía tomar lo que le daba. Ella luchó por hacerse con el control, pero
no pudo. Roark mordió su hombro y luego gruñó.
—¿Te estás viniendo?
—¡Sí! Maldito seas.
Asió su pelvis contra su clítoris y la miró mientras alcanzaba el orgasmo, su mirada era tan
caliente que quemaba su piel. Ella se agitó compulsivamente, ordeñándolo, apretándose contra él
para sentirlo en lo más hondo. Se acurrucó contra su cuerpo a la vez que sus gritos de placer salían
a borbotones de su interior. La sensación del poder reducido por la desesperación era increíble.
Qué hubiera querido compartir esto sólo con ella era fabuloso.
Cuando terminó, la abrazó con fuerza, pero su dominio se había templado ante su
inconfundible ternura. Su cuerpo era denso, los músculos y huegos irrompibles, pero Roark la
acariciaba de una forma delicada. Mucho más allá del sexo, y del acaloramiento, el abrazo era
dolorosamente íntimo, su sudor estaba mezclado con el de ella, su lengua lamía su mordisco, sus
manos estaban enredadas en su cabello.
Ella nunca podría acabar con él.

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Y ahora… ¿qué iba a hacer con él?


—Si nosotros… —se aclaró la garganta seca— …si estoy de acuerdo en que nos quedemos aquí
durante una maldita semana, ¿voy a estar colgada en la pared todo el tiempo? ¿Qué sucederá
cuando tenga que mear?
Riendo, Roark echó su cabeza hacia atrás y besó la punta de su nariz.
—Esto es algo que desconocía de ti, tu sentido del humor. Me gusta.
Retrocedió un paso, su pene se deslizó húmedamente fuera de ella. Star puso mala cara ante la
pérdida y gimió, pero no había nada que hacer. Nunca podría retraer sus púas si él no dejaba que
se calmara un poco.
—Luces —gritó, y parpadeó al ver el brillo de nuevo.
—Oh, por Dios, —pasó sus dedos sobre su boca para ver si se le caía la baba. A todo color, él le
quitaba el aliento. Las trenzas negras hacían juego con sus ojos de color zafiro, un azul profundo,
transparente pero oscuro.
Luego registró cómo esos ojos la miraban, y tragó saliva.
Caminó lentamente en semicírculo, su cuerpo se movía con una gracia fluida y poderosa. Cada
músculo se delineó con claridad, agrupándose y flexionándose mientras caminaba inspirando
calma y estudiándolo cuidadosamente. Extendió la mano, sus dedos cepillaron los lados de sus
pechos, haciéndole cosquillas en la cintura, hundiéndose entre sus piernas, dónde semilla escapó
de ella.
—Eres tan hermosa, —suspiró. La sonrisa la llenó de nostalgia—. Gracias por esta semana, Star.
Va a ser memorable, —rozó sus labios con los de ella—. Recuérdalo.
Cuando me haya ido.
Las últimas palabras no habían sido pronunciadas, pero las oyó.
Consumida por una repentina tristeza, sus púas se retrajeron, y ella se deslizó fácilmente hasta
el suelo.
Una semana.
Bajó la cabeza. Sólo una semana para encontrar una salida para salir de este embrollo sin matar
a Roark o arruinar su carrera. Star esperaba tener tiempo suficiente para ello.

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SYLVIA DAY
Atrapando a la cazadora

CCAAPPÍÍTTU
ULLO
O 0033

―¿Has escogido este sitio debido a su facilidad para los arneses? ―Star preguntó, acostada
sobre su espalda y mirando hacia el aparato por encima de la cama.
—Sí. Un hombre tiene que ser creativo cuando folla a una mujer que le salen púas cuando está
en estado de excitación.
Su sonrisa se curvó contra su hombro. Roark tenía una extraña manera de dormir. Se envolvió
alrededor de ella con sus miembros enredados entre sí. Al mismo tiempo que su mano ahuecaba
su pecho y su pierna colgaba de las suyas. Después de años sirviendo al Tribunal, con una posición
que requería frecuentes viajes y que había acabado con cualquier posibilidad de tener una
relación, esta intimidad aliviaba su soledad.
—También era la mejor manera para caer sobre ti.
—Sabes —refunfuñó—, esta técnica no hubiera funcionado si no hubiera dormido la semana
anterior.
—No has dormido esta semana de ninguna manera —dijo con aire de suficiencia—. En parte,
debido al arnés, y sus infinitas posibilidades. ¿Quién hubiera imaginado que la severa jueza
cazadora obtendría placer con los juegos eróticos? —Atrapó su pezón entre el pulgar y el dedo
índice—. Eres una caja llena de sorpresas.
Él también. Roark era un individuo multifacético, en un momento estaba de broma y siendo
juguetón, luego se comportaba de forma brusca y arrogante. Todavía estaba acostumbrado a que
ella estuviera en desacuerdo con él, en las cosas más simples, como que estación de video ver o a
qué restaurante llamar para pedir comida. Estaba claro que él nunca había tenido una relación a
largo plazo, pero acababa de cumplir los treinta años y era excepcionalmente atractivo. Ella no se
sorprendió. El enlace de comunicaciones sonó a su lado.
—¿Sí?
—El Secretario de Justicia Yamada está viniendo hacia nosotros —dijo Dos Mil.
—Ha estado haciéndolo durante toda la semana.
Star se encogió de hombros levemente, o tanto como pudo con la cabeza de Roark sobre ella.
—Lo ha intentado varias veces hoy y su último mensaje fue muy claro: “Ponte en contacto o
abandona la misión”.
De modo que ya estaba. Su tiempo había expirado.
Star suspiró, su mano acariciando a través de las hebras sedosas del cabello de Roark.
—Prepara todos los dispositivos previos al vuelo. Estaremos a bordo en menos de una hora.
Emprendemos el viaje.
Roark besó la punta de su seno y luego salió de la cama. Se estiró, moviendo su hermosa piel
sinuosamente exponiendo sus músculos. Ella lo miró, como lo había hecho durante toda la
semana, memorizando todas las líneas de su cuerpo, cada sonrisa, cada mirada caliente.
—No voy a ir en tu nave, Star —dijo con esa voz profunda que ella tanto adoraba.
—¿¡Qué!? —sentándose, lo miró boquiabierta—. ¡Lo prometiste!
Su boca se tensó con determinación, su mirada de zafiro se intensificó.

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Atrapando a la cazadora

—Acaba conmigo, aquí y ahora.


—¿¡Qué!? ¿Estás loco?
—Es el mejor modo, y lo sabes.
Después de saltar de la cama, comenzó a caminar hasta él.
—Pensaba que todo el sexo que pudieras tener evitaría que cayeras en la locura. ¿No fue
bueno? ¿No te bastó?
Alzó las manos y luego lo señaló con un dedo.
—Para que lo sepas, a veces estaba tan dolorida… pero ¿oíste que me quejara? ¡No! Me abrí de
piernas toda la semana. No deberías decir tonterías.
Roark se acercó y la tomó en sus brazos.
—Me encanta cuando empiezas con humor. Sobre todo cuando lo haces porque la situación es
muy incómoda, o te enfrentas a las preguntas que no quieres contestar. Es una de tus
características.
Hundió la cara en su pecho, su propia exhalación era tan fuerte que le costaba respirar.
—No me pidas que haga esto, Roark. No después de esta última semana, —inclinó la barbilla
para mirarlo.
—¿Ha significado algo para ti, Star? —Su mirada buscó su rostro—. ¿Significo yo algo para ti?
—Bueno, eres agradable a la vista. Estás bien formado en los lugares correctos, y lo que haces
con tu lengua es impresionante.
Roark bajó la cabeza y tomó su boca, una mano se apoderó de su pecho mientras que el otro se
alejaba cuando sus espinas avanzaron. Su tacto era como el fuego, siempre lo había sido. Todo en
su interior cobró vida cuando la poseyó.
—Sí —le susurró cuando se rompió el beso—, esto significa algo.
—Entonces hazlo por mí —tocó su mejilla—. Si tiene que suceder, preferiría que fueras tú.
Ella sacudió la cabeza.
—No has hecho nada malo. Nadie resultó herido, superaste el ciclo. Tal vez pueda argumentar
en tu favor.
—Huí de mis pre-asignados —apuntó con cuidado—. Si ahora me librara de ellos, vendrán
otros. Es un buen sistema, Star. Protege a un gran número de personas. Cómo anterior embajador
Jacian del Consejo Interestelar, sé lo importante que es que la gente Jacian conserve su
reputación.
—¡Sí, ya sé todo eso! —le espetó, empujándolo y pasándose las manos por el pelo enredado—.
Pero, ¿cómo te sentirías si te pidiera que acabaras conmigo?
Al darse la vuelta para enfrentarse a él, se sorprendió al ver la espada en su mano. Roark se la
ofreció, su porte era tan orgulloso y noble como siempre.
—No . —Star negó con la cabeza, sus ojos desorbitados de terror.
—Tu trabajo pende de un hilo.
Sus manos se convirtieron en un puño.
—Te odio.
Se estremeció, pero mantuvo su mano extendida.

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A medida que lo acechaba, sus ojos se entornaban y se secaba las lágrimas que corrían por sus
mejillas. Sacó su brazo hacia atrás cuando lo alcanzó y le dio un puñetazo en el hombro. Recibió el
golpe fácilmente.
—Te burlas de mí durante una semana —golpe—. Me pides que venga hasta aquí —golpe—.
Me posees hasta el agotamiento —golpe—. Y ahora, después de que te haya gustado, ¿quieres
que te mate? ¡Jódete!
Roark atrapó la siguiente estocada, cuando se acercó a él y la tomó de la mano.
—Yo no te lo he pedido, Star. Esperaba que fueras tú quién viniera detrás de mí, pero no estaba
seguro. Con la condena para los canallas, pensé que tenía una muy buena oportunidad de que la
Justicia te enviara precisamente a ti, pero yo no pedí que fueras tú. No había manera de que
pudiera hacerlo, sin revelar mi plan de huída.
Llorando en silencio, lo miró.
—Tú gobierno me lo pidió personalmente. Insistieron en ello.
Su ceño fruncido y sus labios apretados le dijeron que estaba tan perdido como ella. Estiró su
puño y secó las lágrimas de sus mejillas.
—Creo que es mejor que averigües qué es lo que quiere Yamada.
Asintiendo con la cabeza, Star se movió hasta el enlace de comunicación sobre la mesita de
noche y contactó con Dos Mil.
—Conéctame con la secretaría —llevó solo un momento que las características reprobables del
Secretario llenaran la pantalla.
—Debería al menos tratar de ponerse presentable antes de informar de ello, juez Star.
—Pareciera que estuviera en un apuro —señaló, alisándose el pelo con manos temblorosas.
—Su aportación surtió efecto, pero el Presidente de Justicia avanzaba sin ella cuando no pudo
ser alcanzada. Ahora quieren saber si aún no ha terminado con el embajador Jacian.
Star alzó la barbilla.
—Todavía no.
—Excelente, se sentirán aliviados.
Se quedó inmóvil, y sintió la tensión de Roark en respuesta.
—¿¡Qué!?
—Los Jacian han solicitado una reducción de condena basada en la importancia del embajador
y el hecho de que no hirió a nadie durante su ciclo. El Consejo Interestelar ha acordado que
acabar con una figura política con la popularidad del Embajador Teron incitaría a problemas que
no desean. Los Jacian señalaron que están de acuerdo con los pre-asignados en una muestra de
buena voluntad, y no están obligados a seguir el dictado.
—¿Pueden hacer eso? —le preguntó.
—Por supuesto. Perderían participación en el Consejo si se resistieran a los pre-asignados, pero
parece que están dispuestos a hacerlo. A la luz de estas maquinaciones, el Presidente de Justicia
ha ordenado que el embajador pase cinco años de prisión custodiada.
—No —Star negó con la cabeza firmemente, con un nudo en el estómago—. Prefiero matarlo a
enviarlo a una colonia penal.

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Atrapando a la cazadora

—Todavía no he terminado —dijo el Secretario en un tono reprendedor—. El embajador va a


ser puesto en arresto domiciliario, y ya que obviamente has tratado tan bien con él... —hizo una
pausa—. Fue su pareja a través del ciclo, ¿no?
—Sí.
Los brazos de Roark llegaron alrededor de su cintura con un suave abrazo que ofrecía las
comodidades necesarias. Él miró sobre su hombro al enlace de comunicación.
El Secretario sonrió.
—Saludos, embajador.
—Saludos.
—Por lo tanto, juez Star —continuó el secretario—. Se le ha asignado como deber durante
cinco años hacer guardia de su arresto, además de sus tareas regulares en el Tribunal.
Los ojos de Star se abrieron como platos. A medida que sus rodillas se fueron debilitando con
alivio, estaba agradecida por aceptar el firme abrazo de Roark.
—Cinco años.
—Eso es un montón de créditos judiciales, ¿verdad? —Roark le preguntó.
—Sí, lo es embajador. A su regreso, juez Star, se reunirá con el Presidente de Justicia para
discutir su progreso. Felicitaciones. Tomaremos una copa cuando regrese —sonrió de nuevo—.
Nos vemos. Corto.
La pantalla quedó en blanco.
—Oh, tío... —tomó aire, girándose dentro del abrazo de Roark—. Oh, Dios —sus ojos se
estrecharon—, pero todavía eres un bastardo egoísta.
Se echó a reír con esa risa cálida que la hizo temblar, y le besó la nariz.
—Lo sé. Lo haré por ti, juez Star.
—Maldita sea, eso suena bien, ¿no?
—Sí, suena muy bien —lanzó una respiración profunda y su boca se curvó en una sonrisa
irónica—. Supongo que no era tan bueno tratando de ocultar mi atracción por ti tanto como yo
pensaba.
—Sí, bueno es bastante obvio que alguien sabía que tenías todo ese fuego para mí —Star
cepilló las madejas de seda del cabello de Roark sobre sus anchos hombros—. Y nos puso las pilas.
—Mi asistente personal, seguro. Tendré que pagarle bien cuando lo vea la próxima vez.
—¿Cuál es mi recompensa por ver a través de tú maratón de sexo duro? Fue una locura, lo
sabes, —sacudió la cabeza—. Una completa locura.
—Los próximos cinco años voy a ser tu esclavo sexual. Podrás hacer lo que quieras conmigo. Si
es que puedes soportar estar conmigo tanto tiempo.
—Un esclavo, mmm. Sí, claro, —soltó un bufido—. Eres demasiado arrogante para eso. Y estás
demasiado acostumbrado a salirte con la tuya. Discutes acerca de lo que deben mostrar los videos.
—Pero te gusto —señaló en voz baja, tirando de ella para acercarla—. Y tal vez, si soy bueno y
afortunado, puedo hacer que delires de placer por mí.
Star miró sus hermosos ojos azules, y sonrió.
—¿Quieres ser realmente bueno en este momento?

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Atrapando a la cazadora

Caminando hacia atrás, lo tiró sobre la cama. Sus espinas estallaron hacia fuera, y su mirada se
calentó a la vista.
Su sonrisa era traviesa.
—Parece que tuve suerte.

FFIIN
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