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Sedentarismo

¿Qué es el sedentarismo?
El sedentarismo es el modo de vida de las personas que realizan poco o ningún
ejercicio físico, lo que conlleva un bajo gasto de energía para el organismo. Es un
mal hábito adquirido que acarrea serias consecuencias negativas para nuestra salud
física y psicológica.
La mayor incidencia del sedentarismo se relaciona con el estilo de vida de
nuestra sociedad actual, el cual demanda una menor necesidad de movimiento y de
ejercicio físico, favoreciendo el deterioro de la salud en las distintas edades.

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¿Cuáles son las consecuencias del sedentarismo sobre la salud?
El sedentarismo y la inactividad física se han convertido en un problema de
salud pública, ya que implican serias consecuencias negativas para nuestro bienestar
físico y mental.
Los avances científicos y tecnológicos producidos en las últimas décadas, han
llevado a que las personas encuentren dificultades para adaptarse a un estilo de vida
en el que disponen de una gran cantidad de energía pero, a la vez, no es necesario
realizar un esfuerzo físico para cumplir con las actividades diarias.
De esta manera, se observa que la sociedad actual no favorece la realización
de actividad física y algunos factores, como la automatización de las fábricas, la
reducción del uso de la fuerza física en el trabajo, los nuevos sistemas de transporte,
la gran disponibilidad de equipos electrónicos en los hogares, el consumo de
alimentos calóricos, el abuso de alcohol, drogas y tabaco, han contribuido a fomentar
hábitos más sedentario que perjudica la calidad de vida de las personas.
Como consecuencia de los avances científicos y tecnológicos mencionados
anteriormente, la vida se ha vuelto mucho más llevadera pero resulta cada vez más
complicado encontrar el tiempo y la motivación para mantener una adecuada
actividad física y hábitos de vida más saludables. Los niños y adolescentes invierten
una gran cantidad de su tiempo libre y de ocio en la utilización del celular, la
televisión, las computadoras y otros equipos electrónicos, representan una
generación en el que el sedentarismo ha empezado a consolidarse y se ha perdido el
hábito del deporte, situación muchas veces fomentada por la propia familia. Además,
se encuentran en un contexto en el que deben dedicar la mayor parte del día a la
educación y al trabajo, lo que disminuye aún más el tiempo libre.
Una situación similar se observa en la mediana edad, momento en el que las
personas deben asumir múltiples responsabilidades familiares y laborales que dejan
un tiempo limitado para la práctica de una actividad física o deportiva. Además, el
aumento de la esperanza de vida ocasionó que muchas más personas lleguen a la
vejez e inicien una nueva etapa tras la jubilación, en la que disponen de un mayor
tiempo libre y de ocio. Sin embargo, a las generaciones que hoy llegan a la vejez, no
se les ha inculcado el deporte como un hábito y, muchas veces, no han tenido la
posibilidad de practicarlo en las etapas previas de sus vidas, lo que acarrea un
progresivo deterioro de la salud.
El principal problema de salud que provoca el sedentarismo es el sobrepeso y
la obesidad, que se acompaña de alteraciones psicosociales, necesidad de asistencia
ortopédica, problemas cutáneos, respiratorios y metabólicos, aumento del colesterol

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y los triglicéridos, diabetes o intolerancia a la glucosa. Además, incrementa el riesgo
de padecer múltiples enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, cáncer y
alteraciones osteomusculares.
Teniendo en cuenta los aspectos psicológicos y sociales, la inactividad física
incrementa la presencia de diversos trastornos, como ansiedad, depresión, estrés o
insomnio, provoca baja autoestima y problemas en las relaciones sociales.
La ausencia de actividad física y deportiva genera en las personas un estado
emocional bajo, apatía, desánimo, tristeza, sensación de cansancio permanente aun
cuando no se encuentran realizando ninguna actividad que implica un gasto de
energía, como mirar televisión, falta de motivación, dificultad para alcanzar las
metas, procrastinación, retraso en la realización de las actividades u obligaciones.
Mayor propensión de padecer estrés y angustia, baja tolerancia a la frustración,
insomnio u otras alteraciones del sueño. En muchos casos, esto puede ocasionar un
mayor aislamiento social, dificultades para interactuar con el entorno, disminución
del contacto con otras personas y una creciente sensación de soledad.
Los niños y adolescentes que no tienen el hábito del deporte muestran una
mayor tendencia a presentar problemas emocionales y conductuales, conflictos con
los compañeros y una mayor inhibición o timidez al momento de establecer contacto
social con otras personas. La falta de actividad física también afecta el desarrollo
neuronal, la capacidad de aprendizaje, memoria, atención y concentración, lo que
puede ocasionar un deterioro cognitivo y una mayor propensión a padecer distintos
tipos de demencias en la vejez.

¿Cómo desarrollar un estilo de vida activo?


El mantenimiento de un estilo de vida saludable hasta la adultez y vejez es
más probable si estos hábitos se incorporan desde la infancia o adolescencia
temprana. Es importante que un profesional especializado realice las
recomendaciones necesarias acerca de la actividad física adecuada teniendo en
cuenta la edad y características de cada persona.
Algunos factores que contribuyen al desarrollo de una vida más activa son:
➢ Llevar una dieta sana y equilibrada.
➢ Dedicar al menos media hora al día para la práctica de ejercicios físicos.
➢ Caminar en lugar de utilizar otros medios de transporte, subir y bajar por las
escaleras siempre que sea posible.
➢ Levantarse cada dos horas, estirar las piernas y caminar un rato, en aquellos
trabajos que implican pasar mucho tiempo sentado.

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➢ Encontrar una actividad física o deportiva que se adecúe a los intereses y
habilidades personales.

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