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Criterios II
Documento de clase: Unidad 3
Instrumentos de evaluación familiar

María del Rosario Sanguineti


Marzo 2024

Nombre del alumno- Materia


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Unidad 3

Instrumentos de Evaluación Familiar

Como ya les anticipé, en esta unidad voy a presentar algunos modelos de evaluación
familiar que se utilizan en el ámbito terapéutico. Estos modelos se apoyan en diferentes
teorías respecto a la consideración del funcionamiento familiar.
Son muchos los teóricos que proponen cuestionarios de medición del funcionamiento
conyugal y familiar, y proponen escalas que en sus mediciones se acercan más a las
características disfuncionales, y otros se enfocan más en los aspectos positivos de la familia,
estos últimos consideran que en una familia siempre hay algo que funciona bien y prefieren
enfatizar los lados positivos y fortalezas familiares.
En esta unidad nos vamos a referir a algunos de los estudios realizados en torno al
funcionamiento familiar. Las escalas o cuestionarios que se presentan tienen como objetivo
ampliar la visión que se puede tener al entrevistar a una familia y al analizar una situación
familiar. Para la Orientación Familiar son útiles como material de consulta y no como
instrumento de evaluación.

En Polaino-Lorente y Martinez Cano (1998) texto que seleccioné para esta unidad,
deben centrar su atención en los aspectos que hacen al trabajo del Orientador Familiar,
tratando de relacionar el contenido de las Escalas, con lo que le pasa a una familia en un
momento determinado de la vida y las dificultades para afrontarlo, para que la familia pueda
buscar soluciones a los problemas presentados.
Los cuestionarios que se mencionan tanto en el libro recién citado, como los
publicados por el equipo EIF (2008) en Manual de Instrumentos de Evaluación Familiar, se
consideran como guías para el Orientador. En este sentido se pueden utilizar como
herramientas para la Orientación Familiar, pero no como instrumentos de medición del
funcionamiento familiar tal como se los utiliza desde el ámbito terapéutico. Es importante que
tengan esto muy presente y no aparten la mirada propia de la profesión de Orientación
Familiar, lejos estamos, como ya lo dijimos en varias oportunidades, de catalogar o etiquetar
a una familia con un diagnóstico o clasificación rígida.
Posiblemente vean que algunos conceptos se repiten, o que ya los hemos visto en
otras oportunidades, como por ejemplo la consideración de las características de las familias
fuertes, pero ahora los podrán ver en un contexto más completo dentro del funcionamiento
familiar.
Los aportes que se incorporaron en esta unidad, en relación con el texto de Polaino
Lorente y Martinez Cano (1998), son las dos Escalas que analiza a lo largo de todo el libro.
La “Escala de Cohesión y Adaptación familiar” y la “Escala del Estilo de
funcionamiento Familiar”. Algunas de las variables que se analizan, ustedes las han visto
explicadas en otros contextos, pero ahora las ven plasmadas en un estudio científico, aunque
como se explica en el libro, estas escalas de valoración aún no han sido calificadas en su
totalidad como confiables. Es decir, la validez de estas mediciones aún no está comprobada,

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por lo que se recomienda utilizarlas sólo como herramientas de análisis familiar para evaluar
los datos que surgen de las entrevistas en la consulta y no considerarlas como un
instrumento de evaluación.

Puede ser que los ítems que se analizan y la forma en que se presentan los
cuestionarios varíen según se los encuentre en diferentes libros, esto se debe a que muchos
terapeutas han realizado algunas modificaciones a los que se elaboraron en forma original.
Algunos de los cuestionarios se han renovado según los criterios de distintos profesionales,
las diferentes experiencias y análisis de resultados o según las características de la sociedad
en las que se los utilice.
Les copio en forma textual una parte de la presentación que hacen los autores del
libro mencionado ya que me parece que utilizan un criterio sumamente enriquecedor que se
adapta a la Orientación Familiar:
Dicen Polaino Lorente y Martinez Cano (1998)
Cada familia dispone, a qué dudarlo, de un código de conducta que, implícita o
explícitamente, le sirve para su autorregulación. Pero, además, en cada familia se
concitan un número determinado de personas, con sus peculiaridades, idiosincrasias,
motivaciones, temperamento, personalidad, lo que hace de cada una de ellas un ser
único, irrepetible y, sin embargo, no por ella, herméticamente cerrado.

Más aún, lo propio de cada una de esas personas es estar abierto a los demás, ser
sensible –y en algunos casos- también vulnerables-, a las interacciones que entre los
diversos miembros de la familia se ponen en marcha, la mayoría de las cuales le
atañen personalmente, porque se siente interpelado por ellas.

Esta rica dinámica de la interacción entre los miembros de una familia no es algo
epidérmico ni tangencial a la formación de la personalidad. Es, por el contrario, algo
“auto constitutivo” que funda los primeros estadios evolutivos de los que, en buena
parte, dependerá el futuro y la trayectoria biográfica por la que se opte. Ello en cierto
modo, condicionará una accesibilidad mayor o menor al propio destino personal, a la
autorrealización como persona, a la conquista de la felicidad. (p.5)

Cabe agregar que la posibilidad de poder acceder a la autorrealización, y la felicidad, como


se menciona en el párrafo anterior, podrá conquistase si se ven cubiertas necesidades
básicas, ya se trate de biológicas, como de supervivencia; económicas, sociales, culturales,
emocionales, etc., (Polaino Lorente- Martínez Cano, 1998, p, 110-112).

Para que el obrar de las personas en la familia pueda alcanzar estos fines, y como se decía
alcanzar la felicidad, es importante detenernos en el sentido de las interrelaciones, la
finalidad del accionar en la familia para sostener vínculos familiares que se basen en el
respeto, reconocimiento, perdón, amor. Estos presupuestos pueden proyectarse en

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cualquier contexto familiar, más allá de la realidad en la que le toque vivir, y se deben tener
en cuanta tanto en la evaluación familiar, como en el trabajo de objetivos en la intervención.

Si bien los aspectos que analizan las dos escalas a las que hice mención más arriba,
son muy abarcativos de la dinámica familiar, no hay que olvidar que hay otras situaciones
que también influyen en los efectos de las interacciones en la familia. Los aspectos
comunicacionales nunca se deben olvidar, están presentes en todas las pautas de
interacción, como también la implicación afectiva de cada uno de los miembros de la familia.
El Manual de Instrumentos de Evaluación Familiar también recoge una serie de
escalas o cuestionarios que son de utilidad para todos aquellos profesionales que se dedican
tanto a la investigación como a la clínica, es decir a la atención directa a los problemas
familiares.
Las escalas que seleccioné para su lectura y que encontrarán en documentos
adjuntos son, en primer lugar, una adaptación de la Escala de Evaluación de la Adaptabilidad
y de la Cohesión Familiar (Faces II Family Adaptability and cohesión Evaluation Scale). En
el libro de Polaino Lorente y Martínez Cano (1998) también se refiere a el contenido de esta
escala, con algunas variaciones producto de diferentes actualizaciones que se fueron
realizando. La escala original fue llamada Faces, contaba con 111 ítems, luego distintos
estudiosos de la problemática familiar elaboraron la versión Faces II, más tarde apareció el
Faces III, y ya está publicada una versión más breve, el Faces IV.
Las otras tres escalas que seleccioné son: la Escala de Satisfacción Familiar, La
Escala de Comunicación Familiar y la Escala de Recursos Familiares.
Los autores del Manual de Instrumentos de Evaluación familiar, luego de un trabajo
de investigación, han realizado modificaciones a las versiones originales de dichos
instrumentos como resultado de un trabajo de adaptación a nuevas necesidades, contextos
o realidades sociales.
En el primer capítulo del libro se explica el proceso de adaptación de cada una de
estas escalas, -entre otros aspectos: adaptación a las traducciones de los textos originales,
estudio de parámetros de calidad para verificar confiabilidad, validez de las mediciones, etc.-
y de otras escalas, que no cito por no ser de utilidad para la Orientación Familiar.
Esta aclaración vale también para tenerla en cuenta para no aferrarse a ningún
instrumento de evaluación, sin considerar la oportunidad de la utilización del mismo, aun
cuando se lo utilice sólo para un análisis de una situación familiar.
Como verán cada escala de evaluación contiene un cuestionario que incluye una
puntuación para cada respuesta, y así obtener una medida respecto al objetivo de evaluación
de la escala. Sin embargo, como ya he expresado en repetidas oportunidades, aun entre los
psicólogos clínicos de familia, terapeutas familiares, no hay acuerdo en cuanto a la
oportunidad y confiabilidad que pueden aportar las respuestas a cuestionarios, las que
pueden contener muchos sesgos.
Algunos profesionales, especialmente del campo de la psicología, utilizan estos
instrumentos como autoinformes, es decir en lugar de obtener la información a través del
diálogo en la consulta, se le entrega a cada integrante de la familia un cuestionario y se les

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pide que dentro de determinado tiempo lo completen según consignas específicas. Si bien
esto puede ser muy útil, con una preparación adecuada para que cada integrante de la
familia vuelque su parecer a determinadas situaciones familiares, muchos no están
totalmente de acuerdo con esta modalidad de trabajo, ya que la información no se puede
considerar totalmente confiable pues puede estar sesgada por varios factores.

Sin embargo, todos los contenidos de las diferentes escalas pueden ser una muy
buena guía para trabajar en las entrevistas, con un diálogo dirigido se podrá obtener
información para ayudar a un matrimonio o a una familia. Y esta manera de proceder es la
más propia de la Orientación Familiar.

BIBLIOGRAFÍA
• Equipo EIF. Universidad de Deusto. (2008) Manual de instrumentos de evaluación
familiar. Madrid: CCS
• Polaino-Lorente A. y Martínez Cano P. (1998) Evaluación Psicológica y
psicopatológica de la familia. España: Rialp

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