Está en la página 1de 21

LA DECLARACIÓN DE VOLUNTAD

Tiene lugar cuando la persona manifiesta externamente lo que quiere. Lo que importa es
que se manifieste al exterior, de forma que pueda ser reconocida.
En ocasiones, la declaración de voluntad que se manifiesta al exterior no coincide con lo
realmente e internamente querido por la persona. En estos casos, no hay un
consentimiento válido porque la declaración de voluntad se ha formado de manera
anómala e irregular, pudiendo ser privada de eficacia.

TIPOS DE DECLARACIONES DE VOLUNTAD


- RECEPTÍCIA: cuando para producir sus efectos jurídicos y para que pueda generar
derechos y obligaciones, debe llegar a conocimiento de la otra parte de la relación. Ej:
en el contrato de donación, para su perfección y para que quede válidamente celebrado
se exige que la aceptación del donatario llegue a conocimiento del donante.

- NO RECEPTÍCIA: cuando produce efectos jurídicos con su sola emisión, sin que sea
necesario que llegue a conocimiento de ningún destinatario en concreto. Ej: la
declaración de aceptación en el contrato electrónico.

- EXPRESA: se da a conocer o se manifiesta mediante signos claros e inequívocos. Ej:


por escrito o de palabra.

- TÁCITA: cuando la voluntad de la persona se deduce o se desprende de un


comportamiento o conducta suyos, que dan a entender su voluntad. Debe tratarse de
una conducta inequívoca y concluyente; clara y terminante, que no debe dejar lugar a
duda ni a posibles interpretaciones. El criterio que rige es que en principio debe ser
expresa, excepto cuando el ordenamiento admita claramente que pueda ser tácita o
cuando lo pacten las partes en el contrato.

Las partes podrán pactar la posibilidad de que sea tácita cuando la ley, al regular el
contrato, no exija que deba ser expresa. Fuera de los casos en los que la Ley exige una
declaración expresa, se admite que el consentimiento o la declaración de voluntad en los
contratos pueda ser pactada (configurada por las partes), por lo que éstas pueden
configurar un consentimiento como declaración de voluntad tácita deducible de un
determinado comportamiento.

Ej: en el contrato de mandato la Ley establece que la aceptación tácita del mandatario
podrá ser deducida de los actos de éste. Así, si el mandatario lleva a cabo-realiza
directamente el encargo, se entiende que acepta el mandato aunque no lo acepte con
estas palabras exactamente.
Ej: la herencia se entiende tácitamente aceptada cuando el llamado a heredar se
comporta con respecto a los bienes hereditarios como si fuese heredero. Es decir, realiza
actos que solo podría realizar a título de heredero.
En cuanto al valor del SILENCIO como declaración de voluntad, la regla general en
nuestro ordenamiento, es que no genera ninguna declaración de voluntad; ni expresa ni
tácita. Más bien, es considerado como rechazo de la oferta. Sin embargo, las partes
contratantes pueden configurarlo como una declaración de voluntad con un contenido o
significado concreto.
Ej: cuando las partes establecen que si la parte que tiene que aceptar unas determinadas
condiciones del contrato no contesta ni dice nada en un plazo de10 días, se entenderá
que las acepta.

En la Jurisprudencia del Tribunal Supremo se afirma que el SILENCIO podrá entenderse


excepcionalmente como una aceptación de la oferta cuando concurran los siguientes
requisitos:
- que en los usos normales y habituales del tráfico en el que se celebra el contrato en
cuestión, exista el deber de pronunciarse rechazando la oferta, y no se exprese el
disentimiento, y
- que el aceptante no se encuentre impedido o imposibilitado físicamente para rechazar
la oferta

LA INTERPRETACIÓN DEL CONTRATO


Es la labor del jurista, jueces y tribunales dirigida a la averiguación de lo que han querido
realmente ambas partes en el contrato. Se trata de averiguar la intención o voluntad
común de las partes. La interpretación investiga la voluntad pasada: la que se expresó
entonces en el contrato (en el momento de su celebración), y no la que las partes quieren
darle ahora, en el presente.
La interpretación generalmente es llevada a cabo cuando en una demanda por
incumplimiento de alguna de las partes, se generan conflictos o discusiones entre ellas
acerca del significado del contenido del clausulado estipulado; o cuando en el contrato
hay cláusulas ambigüas, poco claras o que admiten varios significados distintos; o cuando
alguna de las partes pretende una acción de nulidad o de anulabilidad del contrato, que
obligará al Juez a realizar una tarea de averiguación de lo pactado, etc.

Los criterios interpretativos son obligatorios-imperativos para el Juez. Debe aplicarlos


correctamente para evitar la arbitrariedad. Al margen de que también pueda utilizar otros
medios de prueba, pues los elementos de interpretación que contempla el Código Civil no
son exhaustivos.
Los criterios hermenéuticos vienen recogidos en los arts: 1281 a 1289 CC, y
principalmente se sintetizan en los siguientes:

I) Si los términos de un contrato son claros y no dejan duda sobre la intención de los
contratantes, se estará al sentido literal de sus cláusulas. El punto de partida es que el
significado literal de los términos expresa la intención auténtica de las partes, pero es una
presunción iuris tantum que puede destruirse si se prueba que la intención o voluntad de
alguna de las partes o de ambas, fue otra distinta.
En general, se hace necesario interpretar cuando las declaraciones de voluntad
manifestadas externamente se ponen en duda como queridas, y se intenta averiguar lo
realmente querido por ambas a través de elementos de prueba.

II) Pero si las palabras parecieren contrarias a la verdadera intención de los contratantes,
prevalecerá la intención evidente sobre las palabras. Este es el caso en el que por
ejemplo las partes pactan unas obligaciones determinadas (celebran formalmente un
contrato de compra-venta y le dan esta denominación), y después en la práctica ejecutan
otras obligaciones distintas (las propias de una donación). Prevalecerá lo que realmente
pongan en marcha en la práctica, y el Juez deberá exigir a las partes las obligaciones
derivadas del contrato realmente ejecutado, porque es el querido.

Para averiguar la verdadera intención de las partes, se atenderá principalmente a los


actos inmediatamente anteriores, coetáneos y posteriores a la celebración del contrato.
III) Si alguna de las cláusulas admite varios significados o sentidos, o es dudosa, ambigüa
u obscura, deberá atribuírsele el significado que se adapte más a la finalidad global que el
contrato entero persiga. Deberá interpretarse de la forma que se adapte más al resto de
las cláusulas del contrato, y de manera acorde a la naturaleza y objeto de éste. Todo ello,
procurando siempre darle el sentido o significado más adecuado para conseguir que el
contrato se mantenga y produzca efectos (art.1284 CC: principio de la conservación del
contrato).

IV) En los contratos de consumo, cuando exista contradicción entre condiciones generales
y cláusulas negociadas individualmente, prevalecerán estas últimas sobre aquéllas,
excepto cuando las condiciones generales resulten más beneficiosas para el adherente.
Las cláusulas particulares son las que reflejan más la voluntad común de las partes,
porque han sido negociadas. Como la interpretación del contrato busca la intención
común de las partes, entonces, en los supuestos de discrepancia o incompatibilidad entre
cláusulas generales y particulares, debe considerarse que predominan estas últimas en
detrimento de las primeras, salvo cuando resulten menos beneficiosas para el adherente.

VI) En los contratos de consumo debe tenerse en consideración la regla interpretativa que
recoge el art.4 de la Ley Orgánica de 22 de marzo del 2007, para la igualdad efectiva de
mujeres y hombres, que consagra el principio de igualdad de trato y de oportunidades
entre hombres y mujeres, como principio informador del ordenamiento jurídico, que
deberá observarse para la aplicación e interpretación de las normas y de los contratos. En
su art.10 dispone que las cláusulas de los negocios que causen discriminación por razón
de género, serán nulas y sin efecto, y darán lugar a la correspondiente responsabilidad, a
través de un sistema de indemnizaciones y de sanciones.
VII) Finalmente, cuando fuere imposible aclarar las dudas con las reglas citadas, el
art.1289.1º CC, contempla una solución de cierre:
a) si el contrato es gratuito (donación o donación onerosa), las dudas se resolverán en
favor de la parte que reciba menos derechos (en favor de la que realiza la mayor
atribución patrimonial), y
b) si el contrato es oneroso (conmutativo), las dudas se resolverán de forma que se
alcance un mayor equilibrio o proporción entre las prestaciones de ambas partes.

Y si dichas dudas recaen sobre los elementos esenciales del contrato; principalmente
sobre su causa o sobre su objeto, la consecuencia será la nulidad radical del contrato,
según se desprende del art.1289.2º CC.
Contrariamente, cuando a través de la labor de interpretación se consiga averiguar el
significado de sus cláusulas, pueden suceder 2 cosas:
- que las partes hayan celebrado un contrato regulado en el ordenamiento; un contrato
típico.
- Que hayan concluido un contrato atípico, en cuyo caso, se plantea el problema de su
regulación. A tal efecto, las lagunas se resolverán acudiendo: 1) a la aplicación analógica
en defecto de previsión de las partes; 2) a los usos y costumbres, y 3) una solución
acorde a la buena fe y a los Principios Generales del Derecho.
El Juez no tiene facultad o legitimación para configurar los elementos esenciales de un
contrato que quedaron indeterminados por las partes. Por lo tanto, la integración solo será
posible cuando existan tales elementos esenciales.

LA FORMACIÓN IRREGULAR DEL CONTRATO; LOS VICIOS DE


CONSENTIMIENTO
Contemplados en el art.1265 C.c: son la violencia, la intimidación, el dolo y el error. No
dan lugar a la nulidad radical o inexistencia del contrato, sino solo a su anulabilidad. Es
decir, que el contrato, en principio existe y es válido, produciendo todos sus efectos, pero
como el consentimiento se ha formado de forma anómala, no completamente libre, el
ordenamiento legitima a la parte que ha padecido el vicio, siempre que pruebe su
concurrencia, para invalidar el contrato, privándolo de efectos si le interesa. De manera
que si la víctima del vicio no impugna el contrato dentro del plazo legal, el contrato
deviene válido para siempre (confirmación o convalidación).

Si la víctima del vicio invalida el contrato, ello comportará la extinción del vínculo
obligacional, las partes dejan de estar obligadas a ejecutar sus respectivas prestaciones,
y si alguna prestación se ha ejecutado, tendrá que ser restituida (devolución recíproca de
las prestaciones).
Debe entenderse que la parte que sufre el vicio esta legitimada para anular el contrato
desde el momento mismo en que presta el consentimiento viciado, con independencia de
si se ha puesto en marcha alguna prestación.
La parte legitimada para anular el contrato tendrá derecho, además, a solicitar una
indemnización - por los daños (patrimoniales, corporales o morales) que se le hayan
ocasionado a consecuencia del vicio; indemnización que podrá solicitarse tanto si se
anula el contrato como si se mantiene.

-La violencia
Art. 1267.1º CC. Tiene lugar cuando un tercero ajeno al contrato o una de las partes
contratantes, emplea la fuerza física material directa o moral sobre la otra parte, con la
finalidad de lograr que ésta emita una declaración de voluntad determinada y celebre un
contrato. La violencia debe revestir la entidad o gravedad suficiente (fuerza irresistible), de
manera que a la parte que la sufre no le quede más remedio que prestar el
consentimiento.
En la violencia no queda otra alternativa que firmar el contrato. No existen otras
alternativas ni posibilidad de reacción, ni respuesta possible.
La violencia puede producirse en el momento mismo de la celebración del contrato o con
anterioridad al mismo. En cualquier caso, el daño ya se ha producido o se está
produciendo en la actualidad.
El precepto también comprende aquellos supuestos en los que la violencia es ejercida o
se ha ejercido sobre algún pariente o ser próximo o querido de la persona que celebra el
contrato, pues el art.1267.1º CC no los excluye, al disponer que: “hay violencia cuando
para arrancar el consentimiento se emplea una fuerza irresistible”.
La violencia podría ser reconducida a un supuesto de falta absoluta del consentimiento
(nulidad radical), cuando se ejerce de manera tan brutal que acaba por excluir totalmente
la voluntad de la persona, pero aún en este supuesto, la doctrina mayoritaria prefiere
configurarla como un supuesto de vicio del consentimiento, por ser ésta la sanción que
más beneficia a la víctima del vicio.
La parte que ha sufrido el vicio, además de invalidar el contrato, podrá exigir a la parte
contratante que provocó la violencia una indemnización por los daños materiales, morales
o corporales que haya padecido. Y si la violencia provino de un tercero, podrá exigir de
éste la indemnización por la vía de la responsabilidad extracontractual ex.art.1902 CC. Si
lo que decide es mantener el contrato – no invalidarlo - , podrá exigir de todas formas, una
indemnización por daños, por la vía de la responsabilidad civil contractual si el daño
proviene de la otra parte contratante. Y por la vía extracontractual, si la violencia provino
de un tercero.
Todo ello, con independencia de la responsabilidad penal en que en su caso incurra el
que cometió la violencia.

-La intimidación
Art.1267.2º CC.
Tiene lugar cuando alguien (la otra parte del contrato o un tercero) amenaza al contratante
con producirle un daño inminente y grave en su persona o bienes, o en la persona o
bienes de algún pariente o ser próximo o querido, que solo podrá evitar si celebra un
determinado contrato. A diferencia de la violencia, el daño todavía no se ha producido,
pero precisamente se trata de evitar emitiendo por miedo, una declaración de voluntad
determinada.
La amenaza – coacción psíquica- tiene que generar un miedo-temor racional y fundado,
que impulsa a celebrar un contrato para evitar un daño próximo y grave.
Tiene que tratarse de un mal o daño “inminente”. Es decir, que el sujeto no tenga otra
alternativa o medios ordinarios a su alcance a los que acudir para evitar la celebración del
contrato. Si el sujeto intimidado dispone de otras opciones o alternativas razonables de
defensa de que pueda servirse, entonces el contrato no podrá ser impugnado. El afectado
tiene que emplear antes los recursos que razonablemente hubieran estado a su
disposición para cubrirse del peligro. La existencia de remedios legales que sirvan para
paralizar o neutralizar la amenaza, dará lugar a que no prospere la acción de anulación
del contrato. Ahora bien, debe tratarse de remedios legales que realmente supongan una
ayuda efectiva, pues piénsese que los procesos judiciales por ejemplo, son largos e
inseguros. Si el acceso a la justicia, cuerpos de seguridad, etc, por su lentitud u otros
obstáculos, no supone una ayuda efectiva, entonces si que prosperará la acción de
anulabilidad.

Además, el mal con el que se amenaza debe ser ilícito e ilegítimo.


El CC, limita los seres queridos al “cónyuge, descendientes o ascendientes” del que
padece el vicio, pero esta restricción es injusta y ha sido duramente criticada por la
doctrina, existiendo autores que entienden que, no solo debe restringirse a los parientes
citados en el Código Civil (cónyuge, descendientes o ascendientes), sino a otros posibles
seres allegados o queridos de la víctima del vicio. Para lo que habrá que analizar caso por
caso, sus vínculos afectivos.
Al igual que en la violencia, la parte víctima de la intimidación podrá invalidar el contrato y
exigir una indemnización por daños, o bien, no invalidarlo y exigir la correspondiente
indemnización.

En los contratos de consumo, la Ley General de Publicidad tipifica como publicidad ilícita
las prácticas comerciales agresivas, que son aquellas prácticas empresariales que limitan
o merman de manera significativa la libertad de elección del consumidor a la hora de
adoptar una decisión con respecto a la contratación de un bien o servicio. Dentro de estas
prácticas se incluyen el acoso, la coacción, incluido el uso de la fuerza, o la influencia
indebida mediante el empleo de comportamientos amenazadores e insultantes, etc. En
estos supuestos, otra vía posible al alcance del consumidor, además de las acciones de
anulabilidad por vicios del consentimiento, son las acciones que contempla la Ley de
Competencia Desleal (entre ellas: la acción de cesación, la acción de remoción y la acción
de resarcimiento de daños y perjuicios………), que pueden ejercitarse con antelación a la
celebración del contrato o cuando éste ya ha sido celebrado, incluso conjuntamente con la
acción de anulación.

-El error
Art. 1266 CC. Existe error cuando una de las partes contrata creyendo que el contrato
recae sobre unos hechos o elementos determinados, cuando en realidad versa sobre
elementos o condiciones distintas. El error es provocado por la otra parte contratante, ya
sea de forma maliciosa y voluntaria – con dolo - (mediante engaños, mentiras,
proporcionando información/publicidad falsa o errónea, u omitiendo información
relevante), o de forma inconsciente; por un comportamiento descuidado o negligente, que
lleva a omitir ciertos datos o a proporcionar una información incorrecta, sin la intención de
engañar, guiado simplemente por un desconocimiento o descuido inconsciente.
Para que se trate de un error vicio debe recaer:
- bien sobre las cualidades o características del objeto del contrato (ej: se compra un
coche usado creyendo que es nuevo; se compra un caballo salvaje cuando en realidad se
cree que esta domado; se compra una pulsera creyendo que es de oro, cuando en
realidad es de cobre; se contrata una prestación de enseñanza en idiomas con unas
condiciones determinadas que después no se cumplen).
- O bien, sobre la identidad de la persona con la que se contrata, o sobre sus cualidades
personales (ej: una madre contrata con una canguro creyendo que tiene experiencia,
cuando en realidad es inexperta; o se contrata con alguien a quien no se conoce
personalmente, creyendo que es fulanito de tal, y resulta que se presenta otra persona
que se hace pasar por aquella identidad).
Para que el error genere un vicio capaz de invalidar el contrato, es necesario que sea:
- esencial: significa que si la persona hubiera conocido la verdad no hubiera contratado. Y
que sea – excusable: significa que sea muy difícil darse cuenta de la verdad; que sea fácil
caer en la confusión porque la persona no tiene medios a su alcance para conocer la
realidad. Si la persona pudo haberlo evitado empleando la diligencia y responsabilidad
media adecuada al caso, y no lo hizo, entonces el error es inexcusable y no invalida el
consentimiento.
La parte que ha sufrido el error podrá: bien, invalidar el contrato + indemnización por
daños, o bien, no invalidarlo y reconducirlo a un supuesto de responsabilidad por
incumplimiento de las condiciones pactadas en el contrato, en virtud de las acciones
típicas de cumplimiento contractual (arts: 1124 y 1101 y 1911 CC).

-El dolo
Arts: 1269 y 1270 CC. El dolo que origina un error como vicio del consentimiento, lo
provoca la otra parte contratante, y tiene lugar cuando ésta, con el ánimo o intención de
engañar, de manera consciente, deliberada y maliciosa, mediante palabras y
maquinaciones engañosas (mentiras, ocultación de información), induce a la otra parte a
celebrar el contrato. El dolo también puede ser causado por el simple silencio (dolo
negativo), cuando se calla o no se advierte a la contraparte, existiendo el deber de
informar según la ley, la buena fe o los usos del tráfico.
El dolo produce siempre un error en la parte contratante engañada. De tal forma que esta
parte podrá invalidar el contrato a través de dos vías posibles, según le interese: alegando
a) error vicio, o b) error con dolo. Debe tenerse en cuenta que la prueba del error es
bastante más fácil que la prueba del dolo, porque en éste, la víctima tiene que acreditar el
ánimo malicioso y deliberado de engañar.

Al igual que en el error, la víctima del dolo podrá escoger entre: anular el contrato +
indemnización por daños, o bien, no anularlo y dirigirse a la vía de la responsabilidad
contractual por incumplimiento de las condiciones pactadas (arts: 1101, 1911 y 1124 CC).
Para que exista dolo y éste constituya un vicio del consentimiento capaz de anular el
contrato, debe ser grave. Habrá dolo grave cuando haya sido determinante de la
celebración del contrato, de manera que sin su presencia, no se hubiera contratado. Debe
distinguirse el dolo grave del dolo incidental.
El párrafo 2º del artículo 1270 CC, contempla el llamado “dolo incidental”, que solo obliga
al que lo empleó a indemnizar daños y perjuicios, sin legitimar para invalidar el contrato.

El “dolo incidental” tiene lugar cuando la parte que lo sufre hubiera celebrado de todas
formas el contrato, aunque en unas condiciones distintas. Este tipo de dolo, no legitima
para poder anular el contrato, pero si, para reclamar la responsabilidad contractual –
indemnización- que en su caso proceda, por los perjuicios sufridos.
La Ley General de Publicidad tipifica como publicidad ilícita las prácticas comerciales
engañosas. De manera que si el contrato es de consumo, el consumidor, además de los
remedios anteriormente indicados, también tiene a su alcance las acciones que contempla
la Ley de Competencia Desleal (acción de cesación, acción de rectificación de las
informaciones engañosas, incorrectas o falsas, acción de resarcimiento de daños, …….);
acciones éstas, que pueden ejercitarse en la fase previa a la celebración del contrato o
cuando el contrato ya ha sido concluido.

El error-dolo como vicio del consentimiento se diferencia de la reserva mental, en que en


ésta, se considera que no hay consentimiento porque la declaración externa esta muy
alejada de la realidad o de lo que realmente se quiere internamente. En la reserva mental
el engaño recae sobre la identidad misma del objeto sobre el que se contrata (finalidad del
contrato) o sobre el tipo de negocio que se celebra. Mientras que en el dolo-vicio del
consentimiento, se considera que si hay consentimiento porque lo que se declara
externamente no está tan distanciado de lo que se quiere o pretende realmente. Lo que
sucede es que en el dolo-vicio, el objeto del contrato se presenta externamente
maquillado, distorsionado, omitiendo información, o introduciendo algunos datos falsos,
para conseguir que la otra parte contrate.

-Plazos para el ejercicio de la acción


El plazo para el ejercicio de la acción para invalidar el contrato es de 4 años, transcurrido
el cual, ya no podrá ser anulado, convirtiéndose en plenamente válido y eficaz para
siempre.
Este plazo de 4 años comienza a contar:
- en los casos de intimidación o violencia, desde el día en que éstas hubiesen cesado.
- en los casos de error o dolo, desde la conclusión-celebración del contrato.
LA RECISIÓN EN EL DERECHO CATALÁN
En la rescisión partimos de un negocio válido, que reúne todos sus elementos esenciales
y en el que el ordenamiento considera que no existe ningún defecto que afecte a sus
elementos estructurales. Lo que sucede es que la eficacia del contrato ocasiona una
lesión o perjuicio económico a alguna de las partes contratantes o a un tercero, que la ley
considera que no debe soportarse.
En el ordenamiento estatal solo son rescindibles los negocios que contempla el art.1291
CC, que recoge unas causas tasadas.
La consecuencia de la rescisión es la restitución recíproca de las prestaciones, y si el
causante de la lesión no puede devolver lo recibido por desaparición, pérdida o
destrucción, se le podrá exigir una indemnización de daños.
La rescisión solo podrá llevarse a cabo cuando la parte legitimada para ejercerla pueda
devolver aquello a lo que estuviere obligada (la prestación recibida) (art.1295 CC).

Opera en cualquier contrato oneroso que reúna como rasgo típico característico la nota de
la conmutatividad. El ejemplo más común en la práctica es la compra-venta. La lesión la
puede sufrir tanto el vendedor como el comprador, siendo más habitual en la práctica que
la sufra el vendedor.
Diferencia 2 tipos de rescisión por lesión: la subjetiva (art. 621-45 CCCat) y la objetiva
(art.621-46 CCCat).
En la SUBJETIVA el vendedor se encuentra en una situación de debilidad personal que le
lleva a contratar en unas condiciones perjudiciales para él. Tales situaciones son las
siguientes: dependencia o relación de especial confianza con respecto a la contraparte, o
se encuentra en una situación de apremiante necesidad o vulnerabilidad económica, o es
incapaz de prever las consecuencias del acto por manifiesta ignorancia, inexperiencia e
incultura que le lleva a cometer un error sobre el precio, y lo que hace es transmitir un
bien a cambio de un precio muy inferior a su valor real (este precio muy inferior está
pactado en el mismo contrato).

Se produce aquí lo que la ley denomina “ventaja manifiestamente injusta” o un “beneficio


excesivo”. El problema es que la ley no concreta la cuantía a partir de la cual debe
entenderse que hay una ventaja manifiestamente injusta. Queda a la interpretación de los
tribunales.
Para el ordenamiento catalán estas situaciones de vulnerabilidad en la parte perjudicada,
no llegan a tener la importancia o relevancia suficiente como para poder anular el contrato
por vicios del consentimiento.
La parte perjudicada/vendedora podrá rescindir el contrato siempre que pueda demostrar
que se encontraba en alguna de estas situaciones y que la otra parte/compradora la
conocía y se aprovechó de la misma para beneficiarse.
Cuando la compra-venta es de consumo, además de por los motivos indicados, también
podrá rescindirse cuando se cause un grave desequilibrio entre los derechos y
obligaciones de las partes en perjuicio del consumidor.
En este caso, la parte perjudicada, además de poder rescindir el contrato también podrá
optar por no rescindirlo y solicitar al Juez que lleve a cabo una adaptación del contenido
del mismo (modificación de su clausulado) a la práctica negocial prevalente en el
momento de su conclusión.
Y la OBJETIVA, que tiene lugar cuando el vendedor recibe como contraprestación por la
entrega del bien, un precio inferior a la mitad del precio justo (valor) en el mercado de la
cosa objeto de la transmisión. El transmitente (vendedor) recibe este precio injusto porque
es el precio que se pactó al celebrarse el contrato.
Aquí, para poder ejercitar la acción de rescisión únicamente debe probarse la lesión en
más de la mitad del precio. Es decir, la recepción de una contraprestación cuyo valor en el
mercado es inferior a la mitad del valor de la prestación que se realiza, sin necesidad de
tener que entrar a demostrar ninguna situación personal.

En esta rescisión OBJETIVA, la contraparte beneficiada puede frenar la acción de


rescisión pagando en dinero el valor total que tenía la prestación que recibió (el precio que
falte hasta alcanzar su valor real o justo), en el momento de la conclusión del contrato.
También podrà enervar/paralizar la acción de rescisión que se dirije contra ella si logra
probar que la transmisión se realizó con ánimo de liberalidad (con conocimiento del
vendedor de la lesión que sufría y queriendo beneficiar al comprador-demandado).
En este tipo de rescisión el ordenamiento catalán parece presumir que la transmisión no
se hizo con ánimo de liberalidad o con la finalidad de beneficiar al adquirente, pues de ser
así, el esquema contractual que se hubiera utilizado, hubiese sido otro distinto (el de una
donación onerosa). Es decir, el ordenamiento catalán parte de que la transmisión se hizo
encontrándose el vendedor en una situación de vulnerabilidad que le llevó a celebrar el
contrato en estas condiciones perjudiciales para él.

Esta causa de rescisión o de ineficacia de un contrato no se contempla en el


ordenamiento estatal, en el que no se exige la presencia de un precio justo. Las partes
tienen plena libertad para fijar el precio que quieran. Lo que sucede en el Código Civil
estatal, es que si se pacta un precio muy bajo o inferior a la mitad del valor real de la cosa
en el mercado, entonces se entiende que hay una donación onerosa (se produce una
transformación en el tipo de negocio, que pasa a convertirse en una donación, en la que
se encuentra presente el rasgo de la onerosidad, en la medida en que existe
contraprestación). Pero el negocio se mantiene válido.

EL CONTRATO DE COMPRAVENTA
Regulado en los arts: 1445 y siguientes del CC, y 621-1 a 621-54 de la Ley del Libro
Sexto CCCat.
CARACTERES
Oneroso, bilateral y conmutativo: tiene como finalidad el traspaso de la propiedad de una
cosa o la titularidad de un derecho (derechos reales o de crédito) por parte del vendedor,
a cambio de percibir un precio del comprador. Tiene por objeto bienes materiales o
inmateriales, así como los bienes que incorporan o estén interconectados a contenidos o
servicios digitales. Ambas partes buscan el equilibrio económico proporcionado entre
ambas prestaciones.
La compra-venta es mercantil cuando tiene por objeto una cosa mueble y el comprador la
adquiere con la finalidad de revenderla para obtener un beneficio con la reventa (con
ánimo de lucrarse en la reventa). La compraventa mercantil se regula por las normas del
Código de Comercio (arts: 325 y siguientes).
En principio, no esta sujeto a ninguna forma determinada para su válida celebración. Rige
el principio de libertad de forma que contempla el art.1278 CC. No obstante, cuando la c-v
es un contrato de consumo, el empresario-vendedor debe respetar los requisitos de forma
que se le exigen, tanto en la información precontractual, como en el contenido del propio
contrato. Tales requisitos de forma vienen contemplados en la Ley del Código de
Consumo de Cataluña, y en el Real Decreto Legislativo por el que se aprueba el Texto
Refundido de la Ley General para la defensa de los consumidores y usuarios. En estas
disposiciones se establece que el empresario-vendedor tiene la obligación de documentar
esta información por escrito o en cualquier otro soporte de naturaleza duradera adecuado
a la técnica de contratación empleada.
Por otra parte, aunque la compra venta no sea de consumo, el art.621-7 CCCat sostiene
que antes de la conclusión del contrato el vendedor debe facilitar al comprador la
información relevante sobre las características del bien.
Debe transmitir la propiedad de la cosa o titularidad del derecho, para lo cual, debe ser
propietario o titular del derecho que transmite. Si el vendedor no tiene la propiedad de la
cosa que transmite, entonces la propiedad no se transmitirá al comprador (supuesto de
transmisión a non domino), por lo que puede venir posteriormente el verdadero propietario
y arrebatársela al comprador mediante el ejercicio de la acción reivindicatoria. No
obstante, el comprador que adquiere de un vendedor no propietario, será mantenido en su
adquisición, convirtiéndose en propietario definitivo cuando reúna los requisitos del art. 34
Ley Hipotecaria (para el caso de c-v de bien inmueble), o los requisitos del art.464 Código
Civil y 522-8 Ley del Libro Quinto del CCCat (para el caso de c-v de bien mueble). En
estos supuestos, en los que el comprador, por ser un adquirente a “título oneroso” y “de
buena fe”, es mantenido en su adquisición, el verdadero propietario perderá la cosa, no
pudiendo reclamársela al comprador, y solo podrá dirigirse contra el vendedor no
propietario para reclamarle el precio que recibió por ella + una indemnización por daños y
perjuicios.
La buena fe del tercer adquirente se presume. La mala fe consiste en la demostración de
que el tercer adquirente conoció o tuvo la posibilidad real y efectiva de conocer que el
transmitente no era el verdadero propietario de la cosa (o la inexactitud del Registro).
Véase el art.1473 CC sobre la doble venta efectuada por un mismo propietario.
El contrato de c-v queda válidamente celebrado aunque el vendedor no tenga todavía la
propiedad de la cosa en el momento mismo de la perfección (conclusión) del contrato,
pues lo que importa es que ostente dicha propiedad cuando le corresponda cumplir con
su obligación de entrega de la cosa, que puede quedar pospuesta a un momento posterior
a la celebración del contrato.
Así, aunque no se hallen reguladas específicamente como tales en nuestro ordenamiento,
se admiten la venta de cosa futura y la venta de cosa ajena (arts:1271.1º y 1451 CC, y
621-3 CCCat), en las que el vendedor se compromete a vender una cosa que pertenece a
otro (venta de cosa ajena) o una cosa que todavía no tiene existencia (venta de cosa
futura-bienes que tienen que ser producidos o fabricados) en el momento de la perfección
del contrato, siempre y cuando el vendedor adquiera la cosa del tercero o la cosa llegue a
tener existencia en el momento del cumplimiento o de la ejecución de su prestación de
entrega.
Es decir, en el contrato de c-v de cosa ajena o de cosa futura (ej: cosa todavía no
existente, construida o no fabricada en el momento de la celebración del contrato), lo que
sucede es que la obligación de entrega de la cosa por parte del vendedor se pospone a
un momento posterior a la celebración o perfección del contrato.
El vendedor debe entregar el bien en el tiempo, lugar y forma determinados en el contrato;
debe garantizar que el bien es conforme con el contrato; debe transmitir la titularidad del
bien y de sus accesorios (todos los frutos que la cosa haya generado pertenecen al
comprador desde el día en que se perfeccionó el contrato), y debe facilitar al comprador la
documentación necesaria relacionada con el bien para asegurarle la titularidad de la cosa
o derecho que adquiere (art.621-9 CCCat).
En materia de GASTOS, el vendedor esta obligado a sufragar todos los gastos que le
ocasione la entrega de la cosa vendida. Los gastos que comporte el retirar la cosa
después de su entrega son a cargo del comprador (arts:1465 CC y 621-15 CCCat), salvo
pacto en contra.

-Compraventa con pacto de reserva de dominio

En las c-v con precio aplazado o con precio a plazos, es habitual el pacto de reserva de
dominio, por medio del cual, la cosa es entregada materialmente al comprador en el
momento de la celebración del contrato, y el vendedor se reserva el domino o propiedad
de la misma hasta que se le pague la totalidad del precio, o el último de los plazos.
La ventaja de este pacto estriba en que, si el comprador incumple con su obligación de
pago del precio, el vendedor, que conserva la propiedad, podrá resolver el contrato
fácilmente y recuperar la cosa sin problemas, pues ya tiene la propiedad de la misma, que
no ha podido ser transmitida a un tercero por el comprador. De manera que al resolver el
contrato (art.1124 CC), el comprador queda obligado a devolverle la posesión de la cosa +
una indemnización por daños. Y asimismo, el vendedor deberá restituir al comprador el
precio recibido.
Este tipo de pacto tiene sentido cuando lo que pretenda o interese al vendedor, en el caso
de incumplimiento del comprador, sea la resolución del contrato ex.art.1124 CC
(devolución de las cosas y del precio), pues de esta manera, al permanecer la propiedad
de la cosa en manos del vendedor, éste se asegura de que la cosa le será restituida por el
comprador si éste incumple.
En la práctica este pacto suele ser inscrito por el vendedor en el Registro de la Propiedad
(cuando la c-v versa sobre un bien inmueble), o en el Registro de Bienes Muebles
(cuando la c-v versa sobre bien mueble), para que de esta forma sea oponible frente a
terceros adquirentes, por si al comprador se le ocurriera transmitir la propiedad de la cosa
a un tercero infringiendo el pacto. En cuyo caso, el tercero nunca podrá ser considerado
de buena fe por el ordenamiento, no pudiendo llegar a adquirir la propiedad de la cosa por
el juego de los arts: 34 LH ó 522-8 Ley Libro Quinto CCCat.
Si el comprador cumple con el pago del precio, la transmisión de la propiedad a éste se
producirá automáticamente, sin necesidad de ningún desplazamiento posesorio, al tener
el comprador ya la cosa en su poder (art.621- 9.2º CCCat).

-El pacto de condición resolutoria

Este pacto estipulado expresamente en el contrato faculta al vendedor para recuperar el


inmueble vendido resolviendo el contrato en caso de incumplimiento total o parcial del
pago aplazado, con la consecuencia de la restitución de las prestaciones intercambiadas
entre las partes.
Si bien está concebido en la normativa para las ventas inmobiliarias, nada impide que se
incorpore a las ventas de bienes muebles, de manera exactamente igual a como se regula
para los inmuebles o variando requisitos y procedimiento.
Su función es la de otorgar un mecanismo de seguridad al vendedor que, al permitir el
pago aplazado de todo o parte del precio, está de algún modo financiando al comprador.
Para que opere, es requisito que la voluntad de resolver el contrato se notifique al
comprador, el cual tiene un plazo de 20 días para cumplir, con la advertencia de que, si no
cumple, se resolverá la compraventa. Esta notificación del vendedor tiene que realizarse
mediante acta notarial.
Si el pacto de condición resolutoria se inscribe en el Registro de la Propiedad, la
inscripción le concederá eficacia frente a terceros. De manera que si el bien que tiene que
restituirse al vendedor ha sido transmitido por el comprador a otra persona (tercer
adquirente), éste no podrá quedar protegido por el ordenamiento en virtud de las reglas
de protección de terceros adquirentes, al ser considerado de mala fe (conocedor del
pacto) por el ordenamiento. De esta forma, el vendedor se asegura la recuperación del
bien.

-La obligación de saneamiento por evicción

Tiene lugar cuando el vendedor no es propietario de la cosa que transmite, en cuyo caso,
al celebrar el contrato, la propiedad no se le transmite al comprador. Si éste no esta
protegido por los arts: 34 Lh ó 522-8 Ley Libro Quinto CCCat, el verdadero propietario
puede arrebatarle la cosa mediante el ejercicio de una acción reivindicatoria. De esta
forma, la evicción tiene lugar cuando el comprador es privado de la cosa mediante
sentencia judicial en virtud del ejercicio de la acción reivindicatoria que ejercita el
verdadero propietario.
Cuando esto suceda, el vendedor vendrá obligado a responder por evicción frente al
comprador despojado. Para que el comprador pueda exigir esta responsabilidad al
vendedor, debe haber adquirido con desconocimiento o sin haber tenido la posibilidad
razonable de haber conocido que el vendedor carecía de la titularidad sobre el bien.
Además, debe notificarle al vendedor la demanda judicial de evicción.
La responsabilidad del vendedor en el CC estatal, se concreta básicamente, en que el
comprador tendrá derecho a exigirle la restitución del precio que tuviere la cosa vendida al
tiempo de la evicción, ya sea mayor o menor que el precio que se pagó por su venta +
una indemnización por los daños si la cosa se vendió de mala fe (sabiendo el vendedor
que la cosa no le pertenecía) (art.1478 C.c).
En la Ley del Libro Sexto del CCCat, se configura como un supuesto de incumplimiento
de la obligación del vendedor de transmitir la titularidad del bien (art.621-30 CCCat), que
faculta al comprador para activar cualquiera de los remedios generales para exigir la
responsabilidad al comprador (art.621-37).
Las partes pueden suprimir voluntariamente la obligación de saneamiento por evicción del
vendedor, pero este pacto solo será admisible cuando el vendedor sea de buena fe (no
sabe que la cosa no le pertenece). Si contrariamente, el vendedor es de mala fe, el pacto
de exclusión de dicha responsabilidad será nulo (art.1475 párrafo último, y 1476 C.c).
El Código Civil estatal no señala el plazo para el ejercicio de esta acción, por lo que hay
que acudir al plazo general para las acciones personales previsto en el art.1964 C.c, que
es de 5 años contados desde la evicción (privación por sentencia judicial de la cosa).
En la legislación catalana el plazo es de 3 años contados desde que el comprador ha
conocido o ha tenido la posibilidad efectiva de conocer la falta de conformidad o
incumplimiento del vendedor.

-La obligación de saneamiento por vicios ocultos

Los vicios ocultos son defectos o anomalías que padece la cosa vendida, que la hacen
impropia o inapta para el uso al que se destina, o que disminuyen su utilidad (ej: animal
enfermo, funcionamiento defectuoso de una máquina por la mala calidad de sus piezas,
automóvil con frenos en mal estado, etc). De manera que de haberlos conocido el
comprador, no la hubiera adquirido o hubiese dado menos por ella.
Hay que partir del uso al que va destinada, ya sea por su naturaleza o por la intención
común de las partes. Por lo tanto, la cosa es viciosa tanto si tiene defectos o
imperfecciones como si no las tiene, pero carece de las cualidades o de las utilidades
pactadas para la función que ha de prestar.
Los vicios deben ser ocultos, es decir; que no son perceptibles externamente en el
momento de la entrega de la cosa; deben ser preexistentes a la entrega y además, el
vendedor no se los comunica al comprador, que los desconoce. Lo que sucede es que el
comprador descubre los vicios después, con el tiempo y el uso de la cosa.
El vendedor tiene derecho a corregir (reparar el bien o sustituirlo por otro) la falta de
conformidad en un término razonable que debe concederle el comprador (ej: sustituir el
catalizador roto de un coche por otro nuevo), siempre que el vendedor se ofrezca a
hacerlo inmediatamente. No obstante, el comprador puede rechazar este ofrecimiento y
negarse a conceder la moratoria cuando: - la corrección tardía le produzca daños o
inconvenientes; - tenga motivos razonables para creer que el vendedor no lo hará
adecuadamente, y – el incumplimiento sea esencial (art.621-39 CCCat).
Todos los gastos que acarree la corrección serán a cargo del vendedor, el cual deberá
además indemnizar al comprador por los daños por el retraso en el cumplimiento, así
como los demás daños que traigan su causa en la actuación misma de la corrección.
El vendedor responderá por estos vicios tanto si los conocía como si no, pero no
responderá cuando los vicios o defectos estuvieren a la vista o fuesen manifiestos en el
momento de la entrega. Ni tampoco cuando no siendo manifiestos o perceptibles, el
comprador sea un perito o profesional que por razón de su oficio o profesión debía
fácilmente haberlos reconocido.
La noción de perito no se refiere únicamente a personas con titulación oficial, sino
también a quien tiene conocimientos prácticos en el concreto sector económico en el que
se inserta el contrato. Se trata de una persona que por su actividad profesional posee los
conocimientos necesarios para conocer y detectar a primera vista, los defectos.
Ej: un ganadero que contrata la compra de vacas que padecen una enfermedad
difícilmente detectable para una persona normal, pero no para el profesional de la
ganadería, que por sus conocimientos técnicos, tiene la posibilidad de descubrirla
examinando los animales en el momento de la entrega.
La responsabilidad del vendedor en el CC estatal se concreta en que el comprador podrá
optar entre: a) resolver el contrato (acción redhibitoria), o b) que se le rebaje una cantidad
proporcional del precio a juicio de peritos, y se queda con la cosa (acción estimatoria)
(arts:1485 y 1486 .1º C.C).
Si el comprador opta por la resolución del contrato y el vendedor conocía los vicios o
defectos (vendedor de mala fe), entonces tendrá que abonarle además, al comprador, una
indemnización por daños.
El ejercicio de la acción redhibitoria (resolución del contrato) comportará la devolución de
las cosas con sus frutos y del precio con los intereses.
Si opta por la acción estimatoria (conservación del contrato), aunque no lo indique el CC,
también tendrá derecho a solicitar, además de la rebaja del precio, una indemnización
cuando se le produzcan otro tipo de daños que no queden cubiertos con el solo reajuste
del precio, y siempre y cuando el vendedor sea de mala fe. Pueden producírsele daños a
sus bienes o a su persona como consecuencia del vicio. En este caso, probando la mala
fe del vendedor podrá ejercitar conjuntamente la acción indemnizatoria para cubrir este
otro tipo de daños que no alcanza a cubrir la acción estimatoria. Se trata de dos acciones
(la estimatoria y la indemnizatoria) independientes y compatibles, que parten de
presupuestos distintos.
Ahora bien, para poder optar por el ejercicio de ambos tipos de acciones (estimatoria y
redhibitoria), los vicios ocultos tienen que ser graves (propiamente vicios). Es decir; que
impidan al comprador extraer de la cosa alguna de sus utilidades, o que disminuyan su
uso, pues los defectos e imperfecciones que no impidan que pueda utilizarse conforme a
su destino normal, no facultan para el ejercicio de la acción redhibitoria, aunque sí para el
ejercicio de la acción estimatoria. Así, cuando el vicio no es grave, se reconoce al
comprador exclusivamente la posibilidad de pedir una reducción proporcional del precio a
juicio de peritos + la indemnización que en su caso proceda. De modo que el precio que
finalmente pague el comprador se corresponda al que entrega de la cosa vendida
(art.1490 CC), y ello es considerado injusto por nuestra jurisprudencia, ya que los vicios
pueden manifestarse más tarde. Por tal motivo, para superar la insatisfactoria solución
que proporciona el CC en el art.1490, nuestros Tribunales han creado la doctrina del
“aliud pro alio”, que consiste en entender que los vicios ocultos también pueden
considerarse como un supuesto de incumplimiento mediante la entrega de una cosa
distinta, ante la inhabilidad del objeto suministrado, que no reúne las características
exigidas. La doctrina del “aliud pro alio” consiste en la ficción de entender que el vendedor
entrega una cosa distinta al comprador cuando ésta resulta inútil para el fin al que se
destina, por carecer de las cualidades previstas en el contrato. La cosa debe resultar
funcionalmente incapaz para desempeñar su destino económico-social. Cuando así sea,
los defectos, anomalías e irregularidades tendrán la consideración de graves y permitirán
la compatibilidad entre unas u otras acciones, pudiendo acogerse el comprador al plazo
general que rige para las otras acciones típicas de cumplimiento contractual.
La compatibilidad de los remedios comporta que el comprador que ha sufrido el
incumplimiento podrá optar por la acción que más le interese.
En la Ley del Libro Sexto del CCCat, de redacción mucho más moderna y adaptada a los
principios del Derecho Europeo de Contratos, las pretensiones que puede utilizar el
comprador para cuando los vicios son graves, son las acciones típicas de cumplimiento
contractual del art.621-37 CCCat.
El plazo para el ejercicio de las acciones edilicias es de 6 meses a contar desde la
entrega de la cosa vendida (art.1490 C.c), pero el plazo para el ejercicio de las otras
acciones de cumplimiento es de 5 años en el CC estatal, a contar desde la entrega de la
cosa (art.1964.2º) y de 3 años en la legislación catalana. En esta última, contados desde
que el legitimado para ejercitar las acciones tiene conocimiento o ha tenido la oportunidad
real y efectiva de conocer el incumplimiento o la falta de conformidad (art.621- 44 CCCat).
Cuando los vicios ocultos tienen lugar en una edificación o vivienda, es de aplicación el
régimen de responsabilidad previsto en la Ley de Ordenación de la Edificación, de 5 de
noviembre de 1999.

-Aclaración sobre la responsabilidad contractual y extracontractual

La responsabilidad que puede exigirse por los fallos, vicios o defectos que presente el
propio bien (responsabilidad por el daño consistente en ser el mismo producto no
conforme, impropio o inhábil para su uso), se circunscribe al ámbito de la responsabilidad
contractual. Mientras que la responsabilidad por los daños morales, corporales o
patrimoniales que sufra el comprador en su persona o bienes, es considerada en nuestro
ordenamiento como una responsabilidad extracontractual, pudiendo el perjudicado
acumular ambos tipos de acciones y obtener el resarcimiento por ambos tipos de daños.
En la responsabilidad contractual del vendedor por vicios ocultos el ordenamiento articula
una responsabilidad del vendedor que responde por el fabricante y en el lugar de éste, ya
que es el fabricante, la mayoría de las veces, el verdadero culpable de los vicios ocultos,
que responden a un defecto de fabricación habitualmente. Se articula de esta manera
para facilitar que el comprador pueda reclamar responsabilidad por vicios ocultos, al
margen de que después de haber hecho efectiva su responsabilidad, el vendedor tendrá
acción de regreso contra el fabricante para reclamarle lo que haya tenido que pagar por
él, demostrando su culpa.
-La obligación de saneamiento por grávamenes ocultos

Tiene lugar cuando la cosa que se transmite se encuentra gravada con algún derecho real
limitado a favor de un tercero (ej: derecho de uso, derecho de usufructo, derecho real de
garantía….) que desconoce el comprador en el momento de la conclusión y entrega,
porque el vendedor no se lo comunica y además no ha tenido la posibilidad real y efectiva
de conocerlo (art.621-30 CCCat).
El art.1483 CC habla de “finca gravada”, pero el precepto es extensible también a los
bienes muebles. El precepto presume que de haber conocido el comprador el gravámen,
no habría adquirido el bien.
Si el comprador esta protegido por el juego de los arts: 34 LH ó 522-8 Ley Libro Quinto
CCCat, entonces adquiere una propiedad plena y el gravamen se extingue. Pero si el
comprador no esta protegido por el juego de los arts: 34 LH ó 522-8 Ley Libro Quinto
CCCat, el tercero podrá arrebatarle la cosa (y seguir ejercitando sus facultades sobre la
cosa) mediante el ejercicio de una acción real derivada de su derecho real limitado. De
ser así, el comprador podrá dirigirse contra el vendedor para reclamarle la siguiente
responsabilidad:
La responsabilidad del vendedor en el CC estatal, se concreta en que el comprador podrá
optar entre pedir la resolución del contrato (+ indemnización de daños si el vendedor
conocía los gravámenes y no los manifestó al comprador), o bien, no resolverlo, y exigir al
vendedor una indemnización por daños (art.1483 C.c).
El art.1483 CC habla de “rescisión”, pero se está refiriendo a la resolución.
El plazo para el ejercicio de esta acción en el CC estatal, es de 1 año a contar desde la
celebración del contrato. Una vez transcurrido este año, el comprador solo podrá ejercitar
la acción indemnizatoria en el plazo de 1 año a contar desde el descubrimiento del
gravamen oculto (art.1483 Cc).
En la legislación catalana, al igual que sudece con los vicios ocultos y con el saneamiento
por evicción, este tipo de incumplimiento se regula como un supuesto más de falta de
conformidad, que da derecho al comprador a ejercitar cualquiera de los remedios
generales típicos frente al incumplimiento (el que más le interese), que pone a su alcance
el art.621-37 CCCat.
Las partes también pueden excluir por pacto las obligaciones del vendedor de
saneamiento por vicios ocultos y por gravámenes ocultos, pero el pacto solo será válido si
el vendedor es de buena fe (desconocía la existencia de los vicios y de los gravámenes).
-Responsabilidad del vendedor una vez celebrado el contrato y antes de la entrega de la
cosa. La cuestión de los riesgos.

Desde que se celebra el contrato hasta que el vendedor entrega la cosa al comprador,
aquel tiene la obligación de conservarla con diligencia (art.1094 C.c), por lo que
responderá ante el comprador por la pérdida, deterioro o destrucción por su culpa
(acciones típicas de cumplimiento contractual: ejecución forzosa, ex.arts: 1101 y 1911 CC,
o resolución del contrato, ex.art.1124 CC, y art.621-37 CCCat). Contrariamente, si la cosa
se pierde, destruye o deteriora sin culpa del vendedor, entonces éste queda liberado de
su obligación de entrega, por imposibilidad de cumplimiento sobrevenido sin su culpa: se
extingue su obligación (art.1182 CC), por aplicación de las reglas generales de las
obligaciones. La cuestión que entonces se plantea, es la de si pese a ello, subsiste la
obligación para el comprador de pagar el precio, pues el ordenamiento no contempla una
solución al respecto.
Una parte de la Doctrina sostiene que estos riesgos los soporta el comprador, que de
todas formas, vendrá obligado al pago del precio. Otra parte, sostiene que el comprador
podrá resolver el contrato por incumplimiento no culpable del vendedor (art.1124 CC),
para de esa forma, poder recuperar el precio que pagó, o evitar tener que pagarlo, si
todavía no ha pagado el precio.
Si el comprador se niega injustificadamente a recibir el bien y éste de destruye, pierde o
deteriora por causa no imputable al vendedor, cuando ya debía haber sido entregado al
comprador, entonces éste último es el que corre con los riesgos, lo que comporta que siga
obligado al pago del precio. (arts: 621-17.1º y 621-19 CCCat).

-Conformidad del bien con el contrato

Arts: 621-20, -21 y -22 CCCat.


El bien es conforme con el contrato si cumple los requisitos siguientes:
- Reune la calidad, cantidad, tipo, prestaciones, cualidades y uso pactados.
- Se entrega con el envasado o empaquetado pactados.
- Se suministra con los accesorios e instrucciones de uso, consumo, manipulación,
instalación o funcionamiento y con las actualizaciones pactadas en el contrato.
- Se ajusta a la descripción realizada por el vendedor.
La ausencia de cualquiera de estos requisitos será considerada falta de conformidad, y
originará la responsabilidad del vendedor por incumplimiento.
Si el contrato prevé la instalación del bien, su instalación incorrecta será falta de
conformidad. También habrá falta de conformidad cuando habiendo realizado la
instalación el comprador, la incorrección sea debida a una deficiencia en las instrucciones
proporcionadas por el vendedor.
Para que el comprador pueda exigir responsabilidad al vendedor por las faltas de
conformidad que se deriven de vicios, defectos, irregularidades o anomalías que se
encuentren a la vista (sean perceptibles) en el momento de la entrega, es necesario que
examine, compruebe y revise el bien puesto a su disposición, y que notifique y describa al
vendedor las faltas de conformidad dentro del plazo de tiempo pactado, y en su defecto,
en el plazo de tiempo lo más breve posible, que sea razonable, atendiendo a las
circunstancias.
En el caso de que la falta de conformidad tenga su origen en vicios ocultos, el comprador
también deberá realizar la notificación y descripción del vicio al vendedor de la manera
indicada.
El vendedor no responde de las faltas de conformidad que el comprador conozca o que
no podía razonablemente ignorar en el momento de concluir el contrato.
Además, y en cualquier caso, para que el vendedor responda de las faltas de
conformidad, se requiere que éstas se manifiesten dentro de los plazos de garantía que
señala la ley (por regla general, dentro de los tres años siguientes al momento de la
entrega del bien o de su completa instalación), y que sean notificadas y descritas al
vendedor sin dilación indebida.
Se distingue así en el compra-venta, por un lado, el “plazo de garantía”, dentro del cual
deben manifestarse los defectos, vicios o faltas de conformidad, para que el vendedor
venga obligado a responder, y por otro, el plazo de prescripción para el ejercicio de la
acción.
El comprador tiene que probar que la falta de conformidad es imputable al vendedor. Es
decir, que era preexistente a la entrega del bien, aunque si la falta de conformidad se
manifiesta dentro de los plazos que señala la ley (por regla general, dentro de los 2 años
posteriores a la entrega), el ordenamiento presume que la falta ya existía con antelación o
en el momento de la entrega del bien. En cuyo caso, el comprador queda liberado de la
carga de tener que probar este hecho.

-La garantía comercial

La garantía que se ha estudiado hasta ahora es la legal. Esto es, la que está obligado a
respetar el vendedor por imperativo legal y dentro de la cual deberá responder si las faltas
de conformidad se manifiestan dentro de los plazos legales. Ahora bien, además de la
garantía legal, el vendedor puede extender sobre un producto una garantía comercial
adicional, que, a diferencia de la garantía legal, es voluntaria: el vendedor la puede
conceder o no. En cualquier caso, siempre debe suponer una mejora o ampliación de la
cobertura de la garantía legal, a la que complementa, una vez terminada la vigencia de
aquélla.

-Principales obligaciones del comprador

Debe llevar a término los actos que razonablemente sean exigibles y colaborar en la
medida de lo posible para que el vendedor pueda cumplir con la obligación de entrega del
bien en el momento y lugar pactados.
El pago del precio, que deberá cumplirse íntegramente, si no se pacta otra cosa, en el
momento mismo de la entrega de la cosa. Por pacto puede anticiparse o diferirse el pago
respecto al momento de la entrega de la cosa.
El precio consiste en la entrega de una suma de dinero o signo que lo represente, por lo
que el pago puede realizarse también mediante un documento que represente dinero (ej:
un cheque).
Si en el contrato concluído no se determina el precio, ni se establecen los medios para su
determinación, se entiende que el precio será el que generalmente se cobre en
circunstancias similares en el momento de la conclusión del contrato (art.621-5.1º CCCat).
Si el precio consiste, parte en dinero y parte en otra cosa; el contrato será de c-v o de
permuta si las partes así lo han previsto expresamente. Si no han dispuesto nada al
respecto; cuando el valor de la cosa sea igual o inferior al del precio en dinero, será una c-
v. Y cuando el valor de la cosa sea superior al valor del dinero, será una permuta.
En el CC estatal, no se exige un precio justo o que se corresponda con el valor real de la
cosa en el mercado. Las partes son libres de fijar el precio que quieran, salvo en aquellos
supuestos concretos en los que exista una normativa específica para determinados
productos que tengan un precio tasado por la Ley (ej: viviendas de protección oficial). En
cuyo caso, las partes deberán respetarlo. En caso contrario, la c-v será nula.
Pero salvo estas excepciones, las partes son libres de fijar el precio que quieran. Lo que
sucederá, es que, si el precio es inferior al valor real de la cosa en el mercado, cambiará
el tipo negocial; es decir, la c-v se transformará en una donación – donación onerosa -, y
estaremos ante un contrato de donación y no de c-v, pero contrato válido, al fin y al cabo.
No sucede así exactamente en la legislación catalana, en la que se contempla la
posibilidad de rescindir –privar de eficacia- el contrato de c-v por lesión (arts: 621- 45 a –
48 CCCat), cuando el precio que se paga resulta ser muy inferior al valor real de la cosa
en el mercado.
El comprador que ha recibido el bien y que pretende rechazarlo por falta de conformidad,
deberá adoptar todas las medidas necesarias para su conservación hasta que se proceda
a su devolución, y tendrá derecho a retener su posesión hasta que el vendedor le
reembolse los gastos de conservación (art.621-36.1º CCCat).

-Remedios generales al alcance del comprador y del venedor en caso de incumplimiento


de cualquiera de ellos

(Arts: 621-37 a – 44 CCCat)


- El cumplimiento específico, dentro de la pretensión de cumplimiento forzoso, que en el
caso del comprador incluye la reparación o la sustitución del bien, o cualquier otra medida
de corrección de la falta.
- La suspensión del pago del precio, o en el caso del vendedor, la suspensión del
cumplimiento de sus obligaciones.
- La resolución del contrato, que podrá llevarse a cabo cuando el incumplimiento sea
esencial.
La reducción del precio, en el caso del comprador.
La indemnización de daños y perjuicios, que puede acumularse a los otros remedios con
los que sea compatible. En cualquier caso, comprador y vendedor pueden acumular todos
los remedios que no sean incompatibles.
La parte que haya provocado el incumplimiento de la otra, no puede recurrir a ninguno de
los remedios indicados.
En la legislación catalana (CCCat), las pretensiones y acciones derivadas de los remedios
indicados se extinguen por el transcurso de 3 años contados desde que el legitimado para
ejercitarlas tiene conocimiento o ha tenido la oportunidad real de conocer el
incumplimiento o la falta de conformidad (art.621- 44 CCCat).
En la legislación estatal, el plazo es de 5 años a contar desde este mismo momento (arts:
1964 y 1969 CC), debiéndose tener en cuenta los cómputos específicos que se
contemplan para el caso de la evicción y de los gravámenes ocultos.

También podría gustarte