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González Juárez Ernesto A.

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Introducción a la Liturgia

EL LUGAR DE LA CELEBRACIÓN
Cristo es el único y verdadero Templo donde el Pueblo de la Nueva Alianza realiza el culto
agradable al Padre. Así lo entendieron los primeros cristianos y lo siguieron comprendiendo y
realizando las generaciones posteriores. La reforma llevada a cabo a instancias del Vaticano II,
lejos de rectificar esta actitud, la ha ratificado y enriquecido.

I. LA IGLESIA
1. Visión histórica de conjunto. Los primeros cristianos celebraron la Eucaristía en sus
propias casas, pues carecían de lugares propios para el culto. Probablemente eligieron la parte
llamada por los griegos anógaion o yperoon, que estaba situada encima de la planta y se
reservaba a las grandes fiestas familiares. Técnicamente se las designa como domus ecclesiae
o ecclesiae domesticae. En la edad media a partir del Edicto de Milán aparecieron las basílicas y
se propagaron rápidamente.
Durante los siglos VI-XI las iglesias occidentales se construyeron casi siempre según el
esquema de la basílica romana. Al final del siglo VIII surgió en Italia y Francia un nuevo estilo
resultante de mezclar elementos bárbaros, orientales y reminiscencias clásicas, este fue llamado
románico, por derivarse del arte romano. Más tarde los arquitectos encontraron un sistema de
bóveda tan radicalmente distinto que dio lugar al estilo gótico. El siglo XX ha conocido diversos
intentos arquitectónicos; pero no obstante la calificación habitual de arte moderno, no parece que
pueda hablarse de un estilo verdaderamente nuevo.

2. Teología de la iglesia como lugar cultual. Los primeros cristianos, por sus
condiciones, ofrecían en todo lugar la Víctima Sagrada. Para ellos, lo esencial era la ofrenda que
el sacerdote hacía al Padre. Una mesita para colocarla y un recinto donde congregarse la
comunidad cristiana bastaban para realizar esa acción divina. Los cristianos de Roma rechazaron
el término templum, que utilizaban los paganos, prefiriendo aplicar el nombre ecclesia. La iglesia
es el lugar donde acontece la nueva teofanía, es decir, el encuentro entre Dios y el hombre
cuando celebra la liturgia. Esta manifestación de Dios, que desciende hasta el hombre y le eleva
hasta El, convierte a la iglesia en el lugar por excelencia de todos los lugares de culto y en realidad
santa y sagrada. En donde el Verbo Encarnado ha querido hacerse presente de modo verdadero,
real y substancial en las Especies Eucarísticas.
3. Ordenación de los diversos elementos de la iglesia. Según lo dicho hasta ahora, la
naturaleza del lugar cultual exige una adecuada ordenación de todos sus elementos,
concretamente para dignificar y enriquecer el acto litúrgico.
a) El Altar. Mientras la Eucaristía y el ágape estuvieron unidos, no existió un altar
propiamente. Cuando esta se separó del ágape, comenzó a usarse una mesa especial. Al final
del siglo IV el altar adquiere características distintas en oriente y occidente, en este mismo siglo
se asocia, con las reliquias de los mártires por la unión mística de éstos con Cristo. Con el inicio
del movimiento litúrgico moderno comenzó la recuperación del simbolismo, naturaleza y dignidad
del altar. El altar es a la vez, el ara donde se realza sacramentalmente el sacrificio de la Cruz; la
mesa del Señor en torno a la cual se congrega el Pueblo de Dios; y el centro de la acción de
gracias que realiza la Eucaristía.
b) La cátedra o sede. Es la silla reservada al obispo cuando preside la comunidad
cristiana. El uso de la cátedra data de la misma época apostólica, a partir del siglo II. Los obispos
predicaban sentados en ella. La catedral es la iglesia donde el obispo tiene su cátedra, insignia
de magisterio y de la potestad de Pastor de la iglesia particular y signo de la unidad de fe de los
creyentes que la hace la más importante de todas las iglesias y el centro de la vida litúrgica de la
diócesis.
c) El ambón. Deriva del griego anabainein, que significa subir. El ambón estaba orientado
hacia la nave, lugar donde se situaban los fieles, a quienes iba dirigida tanto la lectura como la
predicación. Desde el ambón que debería ser estable se proclaman las lecturas, se cantan o leen
el salmo responsorial y el pregón pascual, y puede tenerse la homilía y la oración de los fieles.
d) El Sagrario. Está destinado a guardar permanentemente las Sagradas Especies. La
costumbre de guardar las Especies Eucarísticas es muy antigua y se remonta a la época en que
terminaron las persecuciones, esta costumbre se abandonó a mediados del siglo IX, cuando se
comenzó a colocar sobre el altar la píxide para llevar la comunión a los enfermos. El movimiento
litúrgico moderno, al propugnar la celebración de la misa cara al pueblo y el altar exento, propuso
la posibilidad de colocar el sagrario en una capilla lateral a una recomendación expresa a dicha
capilla.
4. Una cuestión concreta: las imágenes y la iglesia. En los primeros tiempos de la
Iglesia, los artistas se dedicaron a decorar con pinturas y mosaicos los primeros lugares de culto
representando escenas bíblicas, litúrgicas, u otras que eran símbolos de Cristo, los mártires y a
la Virgen María. La historia de la iconografía cristiana, cultualmente hablando, puede dividirse en
tres grandes períodos: durante los siglos I-X donde las pinturas y las esculturas adquirieron una
función docente; en el periodo entre los siglos XI-XVI se popularizan las imágenes y su culto
adquiere gran incremento y por último a partir del siglo XVI las imágenes adoptaron los aires
renacentistas, inspirados frecuentemente en el arte pagano.

II. EL BAUTISTERIO
1. Visión histórica de conjunto. En los inicios el Bautismo se administraba con agua
corriente de fuentes y ríos. Mas tarde se fue disponiendo de lugares específicos. A partir del siglo
IV, por razones prácticas y morales, comienzan a construirse estructuras específicas destinadas
a las diversas fases del Bautismo. El agua llegaba a la piscina o por una cañería o por medio de
cubos. La generalización del bautismo por infusión y de los niños trajo consigo un cambio
importante, los bautisterios fueron reemplazados por grandes pilas, que se situaron en un anexo
o capilla de la iglesia.
2. El bautisterio actual. La primera instrucción promovida por el Vaticano II señala que el
bautisterio ha de ser signo claro de la dignidad del Bautismo. Según esta disposición el
bautisterio, debe estar reservado al sacramento del Bautismo y ser verdaderamente digno, de
modo que aparezca con claridad que allí los cristianos renacen del agua y del Espíritu Santo. El
Código de Derecho Canónigo vigente establece que el bautisterio constituye un lugar sagrado,
después del altar y de la reserva.

III. EL CONFESONARIO
En sus orígenes el ritual de la penitencia se administraba de forma privada con el sacerdote
sentado en una silla, mientras el penitente, después de haberse acusado, sentado también, se
ponía de rodillas para recibir la absolución, permitiendo un contacto directo entre ambos. Los
primeros confesonarios fijos, datan del siglo XIV. A partir del Concilio de Trento aparecen los
confesonarios cerrados a los lados, con paredes provistas de rejilla. Los confesonarios actuales
son funcionales y prácticos, y generalmente están situados en lugares especiales de la iglesia.

IV. EL CEMENTERIO.
Cuando el cristianismo llego a la Roma pagana, encontró un método de enterramiento en
que los ciudadanos decidían ser enterrados solos o en compañía. Durante el siglo IV tuvo lugar
un nuevo cambio, en el subsuelo de las nuevas basílicas comenzaron a recibir sepultura, además
de los mártires, otros cristianos. Durante la época de las invasiones, la Iglesia mantuvo, la
separación de cristianos y paganos en los enterramientos, creando lugares sagrados en los
cuales daba sepultura a quienes habían recibido el Bautismo. El Derecho Canónico actual
establece que la Iglesia, siempre que sea posible, tenga cementerios propios para dar sepultura
a sus hijos o, al menos, un espacio en los cementerios civiles. En ambos casos, el cementerio es
considerado un lugar sagrado.

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