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COVID 19

es una nueva forma de la enfermedad del Coronavirus la cual se debe al nuevo virus SARS-CoV2
que causa una infección aguda con síntomas respiratorios. Este nuevo-virus es diferente de los que
causan el SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) o el MERS (Síndrome Respiratorio del Medio
Oriente). También es diferente del Coronavirus que causa la infección estacional en los EE.UU..

Estructura general de SARS-CoV-2

Se reconocen cuatro géneros


dcoronavirus: Alphacoronavirus, Betacoronavirus, Gammacoronavirus y Deltacoronavirus2. El
exámen genealógico del SARS-CoV-2 reveló que pertenece al coronavirus del género
betacoronavirus

Los coronavirus reciben su nombre debido al aspecto que presentan sus viriones al microscopio
electrónico, semejante a una corona solar (con proyecciones de superficie) gracias a sus proteínas
de superficie9. Estructuralmente los coronavirus son virus esféricos que miden entre 80 a 160
nanómetros de diámetro, con una envoltura de bicapa lipídica y que contienen genoma de ARN
monocatenario (ssRNA) de polaridad positiva de entre 27 y 30 kilobases de longitud 9. El genoma
del virus SARS-CoV-2 codifica 5 proteínas estructurales, las cuales están codificadas dentro del
extremo 3’ del genoma viral

origen
En el mes de diciembre de 2019, un brote de casos de una neumonía grave se inició en la
ciudad de Wuhan, provincia de Hubei, en China. Los estudios epidemiológicos iniciales
mostraron que la enfermedad se expandía rápidamente, que se comportaba más
agresivamente en adultos entre los 30 y 79 años, con una letalidad global del 2,3% . La
mayoría de los primeros casos correspondían a personas que trabajaban o frecuentaban el
Huanan Seafood Wholesale Market, un mercado de comidas de mar, el cual también
distribuía otros tipos de carne, incluyendo la de animales silvestres, tradicionalmente
consumidos por la población local . Los estudios etiológicos iniciales dirigidos a los
agentes comunes de la infección respiratoria aguda, incluyendo los agentes de la influenza
aviar, del síndrome respiratorio agudo severo (SARS, del inglés, Severe Acute Respiratory
Syndrome) y del síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS, del inglés, Middle East
Respiratory Syndrome), arrojaron resultados negativos. El uso de métodos de secuenciación
profunda, que no requieren información previa sobre el agente que se busca, así como el
aislamiento en cultivo de células, seguido de microscopía electrónica y de secuenciación
profunda, demostró que se trataba de un agente viral nuevo, perteneciente al grupo de los
coronavirus, y fue inicialmente llamado 2019-nCoV (novel coronavirus de 2019),
genéticamente relacionado, pero distinto al agente del SARS

El brote se extendió rápidamente en número de casos y en diferentes regiones de China


durante los meses de enero y febrero de 2020. La enfermedad, ahora conocida como
COVID-19 (del inglés, Coronavirus disease-2019), continuó propagándose a otros países
asiáticos y luego a otros continentes . El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de
la Salud (OMS) declaró la ocurrencia de la pandemia de COVID-19, exhortando a todos los
países a tomar medidas y aunar esfuerzos de control en lo que parece ser la mayor
emergencia en la salud pública mundial de los tiempos modernos

Estructura viral
Los coronavirus tienen forma esférica o irregular, con un diámetro aproximado de 125 nm.
Su genoma está constituido por RNA de cadena sencilla, con polaridad positiva, y con una
longitud aproximada de 30.000 ribonucleótidos [11]. Poseen una cápside de simetría
helicoidal, constituida por la proteína de nucleocápside (N). La proteína N es la única
presente en la nucleocápside y se une al genoma viral en forma de rosario; se cree que
participa en la replicación del material genético viral en la célula y en el empaquetamiento
del mismo en las partículas virales [11]. Los coronavirus tienen una envoltura lipídica con
tres proteínas ancladas en ella, denominadas E (envoltura), M (membrana) y S (del inglés,
spike, o espícula), la cual le da al virión (partícula infecciosa) la apariencia de una corona y
es la proteína que media la unión al receptor y facilita su fusión con la membrana celular
[4] (figura 2). Las funciones de las proteínas M y E aún no están bien establecidas, pero se
considera que podrían participar en el ensamblaje y liberación del virión [3,11]. El genoma
viral es notable por su extensión de aproximadamente 30 kb con 15 marcos de lectura
abiertos (ORFs, del inglés, Open Reading Frames) [3,13], que le permiten formar hasta 28
proteínas, un número inusualmente elevado para un virus con genoma RNA de cadena
simple. La mayoría de las proteínas codificadas en dichos ORFs no hacen parte de la
estructura del virión, y por lo tanto se denominan no estructurales (NS) [3]. Además, el
genoma cuenta con un extremo 5' no codificante, el cual tiene un gorro o cap, y un extremo
3' con una cola de poli (A), que le permiten actuar como RNA mensajero (mRNA) [7,11].
Aproximadamente las dos terceras partes codificantes del genoma hacia el extremo 5' están
ocupadas por los ORFs 1a y 1b, los cuales generan poliproteínas largas, que mediante
proteólisis producen una gran cantidad de proteínas no estructurales de tamaño variable.
Entre estas se destacan la RNA polimerasa dependiente de RNA (RdRp), una helicasa y dos
proteasas; estas últimas se encargan de partir las poliproteínas en sus fragmentos
funcionales. La otra tercera parte del genoma, hacia el extremo 3', contiene los ORFs
correspondientes a las proteínas estructurales (S, E, M y N) y a otras nueve proteínas
pequeñas de función desconocida, que se traducen a partir de mRNAs subgenómicos

Agente etiológico
El virus del síndrome respiratorio agudo severo tipo-2 (SARS-CoV-2), causante de
COVID-19, se ubica taxonómicamente en la familia Coronaviridae SARS-CoV-2/COVID-
19: el virus, la enfermedad y la pandemia Volumen 24, Número 3, 2020 185 [6]. Esta
familia se subdivide en cuatro géneros: Alphacoronavirus, Betacoronavirus,
Gammacoronavirus y Deltacoronavirus [7,8]. Muchos coronavirus de los cuatro géneros
mencionados son causantes de enfermedades en animales domésticos, y por lo tanto son
principalmente de interés veterinario [9]. Los coronavirus de importancia médica conocidos
hasta hoy son siete, y pertenecen a uno de los dos primeros géneros mencionados [7].
Desde el punto de vista ecoepidemiológico se pueden clasificar en dos grupos: coronavirus
adquiridos en la comunidad (o coronavirus humanos, HCoV) y coronavirus zoonóticos
(tabla 1). Los coronavirus humanos circulan libremente en la población de todos los
continentes, suelen causar enfermedad respiratoria leve. Se estima que producen entre el
10% y el 30% de los casos de resfriado común [7,10]. Por el contrario, los coronavirus
zoonóticos circulan transitoriamente, pero pueden generar grandes epidemias de
enfermedad respiratoria grave [9]. El origen de los coronavirus de importancia médica,
incluidos los coronavirus humanos, parece ser zoonótico. En particular, los betacoronavirus
zoonóticos están filogenéticamente relacionados con coronavirus de murciélagos, los cuales
podrían haber sido su fuente para el hombre, ya sea directamente o a través de un
hospedero intermediario; dicho intermediario para el SARSCoV fue la civeta, un animal
silvestre del grupo de los vivérridos, y para el MERS-CoV fue el dromedario [4,7,8]. Aún
no es claro cuál pudo haber sido el intermediario para el SARS-CoV-2, o si pasó
directamente del murciélago al humano. En la figura 1 se observa un árbol filogenético que
muestra las relaciones evolutivas de los coronavirus de importancia en salud humana, y
algunos de sus parientes más cercanos

Variantes

Replicación viral
Al llegar a la célula blanco, la proteína S se une al receptor en la célula, la enzima convertidora de
angiotensina 2 (ACE2). La proteína S es luego clivada por una proteasa celular (TMPRSS2),
Glicoproteína spike (S) Proteína de envoltura (E) RNA viral y nucleoproteína (N) Proteína de
membrana (M) Figura 2. (A) Microfotografía del virión. (B) Esquema de la estructura del SARS-CoV-
2, que muestra los diferentes componentes estructurales del virión. Una de las características más
destacadas es la presencia de unas proyecciones prominentes o espículas que sobresalen de la
superficie viral, y que están formadas por trímeros de la proteína S. Estas espículas están ancladas
en una membrana lipídica que constituye la envoltura viral. También en la envoltura hay otras dos
proteínas, la M y la E. Al interior de la envoltura está la nucleocápside viral, la cual está
conformada por el ácido nucleico viral y por múltiples unidades de la proteína N, organizadas en
simetría helicoidal, que protegen el genoma. A B Díaz-Castrillón FJ, Toro-Montoya AI 188 Volumen
24, Número 3, 2020 Figura 3. Estructura del genoma del SARS-CoV-2. Dos tercios del RNA viral,
ubicados en el extremo 5' (ORF1a y ORF 1b), generan dos poliproteínas no estructurales: 1a y 1ab.
La parte restante del genoma del virus codifica para otras proteínas de función desconocida y para
las cuatro proteínas estructurales: la S (spike), la E (envoltura), la M (membrana) y la N
(nucleocápside). ORF10 ORF3b ORF8 ORF7a ORF9b ORF6 ORF9a ORF ORF7b 3a ORF1b ORF1a E S
M N 0 5.000 10.000 15.000 20.000 25.000 29.903 bp en dos subunidades, S1 y S2. La subunidad S1
contiene el dominio de unión al receptor (RBD, del inglés, Receptor Binding Domain), en tanto que
la subunidad S2 contiene el péptido para la fusión a la membrana celular [3,8]. Luego de su
entrada a la célula, mediante la formación de un endosoma, el virus es desenvuelto y el RNA viral
es liberado al citoplasma, para iniciarse en los ribosomas la traducción. de los genes ORF 1a y 1b
en sus proteínas, las cuales realizan la replicación del genoma viral. Las proteínas estructurales
codificadas hacia el extremo 3' son traducidas a partir de mRNAs transcritos desde la hebra de
polaridad negativa que se forma durante la replicación del genoma viral. Estas proteínas
estructurales son posteriormente ensambladas con el genoma viral, en las membranas celulares
internas del retículo endoplasmático y aparato de Golgi, formándose las nuevas partículas virales.
Finalmente, las vesículas que contienen los nuevos viriones se fusionan con la membrana celular
para liberar los virus al exterior de la célula, proceso llamado exocitosis

Manifestaciones clínicas
El curso de la COVID-19 es variable y va desde la infección asintomática hasta la neumonía grave
que requiere ventilación asistida y es frecuentemente fatal (figura 5). La forma asintomática y las
presentaciones leves son más comunes en niños, adolescentes y adultos jóvenes, en tanto que las
formas graves se observan más en los mayores de 65 años y en personas con condiciones crónicas
como diabetes, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), enfermedad cardiovascular o
cerebrovascular, e hipertensión, entre otras [40,46,47]. Los síntomas más comunes, fiebre y tos,
están presentes en la mayoría de los pacientes, pero no en todos los casos sintomáticos. La fiebre
puede ser alta y prolongada, lo que se asocia a desenlace desfavorable [40]. La tos puede ser seca
o productiva con igual frecuencia, y a veces se acompaña de hemoptisis. La fatiga es común, y las
mialgias y la cefalea ocurren entre el 10% y 20% de los casos. La disnea se ha reportado con
frecuencias muy variables, desde 8% hasta más del 60%, dependiendo de los criterios de inclusión
de cada estudio; la disnea puede aparecer desde el segundo día pero puede tardar hasta 17 días, y
dicha aparición tardía parece asociarse a desenlaces más graves [47]. Otros síntomas de afectación
del tracto respiratorio alto, como dolor de garganta, congestión nasal y rinorrea, se presentan en
menos del 15% de los casos [40,47,48]. Las manifestaciones gastrointestinales, como náuseas,
vómito, malestar abdominal y diarrea, se presentan tempranamente entre el 10% y 20% de los
pacientes. La anorexia se manifiesta en uno de cada cuatro casos, y es más frecuente a partir de la
segunda semana de la enfermedad [40,47]. Estos síntomas digestivos se correlacionan con mayor
frecuencia de detección y mayor carga viral en materia fecal [49]. Las alteraciones de los sentidos
del gusto (ageusia) y del olfato (anosmia) también son frecuentes [50]. Entre las complicaciones
más comunes de la COVID-19 se menciona la neumonía, presente virtualmente en todos los casos
graves, el síndrome de dificultad respiratoria del adulto (SDRA), la miocarditis, el daño renal agudo
y las sobreinfecciones bacterianas, frecuentemente en la forma de choque séptico [40,47]. Los
trastornos de la coagulación, expresados por la prolongación del tiempo de protrombina, el
aumento del dímero D y la disminución en el recuento de plaquetas, han llevado a pensar que la
coagulación intravascular diseminada es uno de los fenómenos comunes en los casos graves, por
lo que algunos recomiendan anticoagulación temprana. El compromiso de múltiples órganos se
expresa por la alteración de las pruebas bioquímicas, como la elevación de las aminotransferasas,
deshidrogenasa láctica, creatinina, troponinas, proteína C reactiva y procalcitonina

Pruebas diagnósticas de COVID-19


Reacción en cadena de la polimerasa en tiempo real La reacción en cadena de la polimerasa en
tiempo real (RT-PCR) identifica la presencia de ARN del SARS-CoV-2 en diversas muestras
biológicas y se considera la prueba de diagnóstica de referencia1. En general, las muestras del
tracto respiratorio inferior proporcionan un rendimiento diagnóstico más alto que las del tracto
respiratorio superior, pero su obtención es más invasiva y aumenta el riesgo de contagio del
personal sanitario2. Como se discute a continuación, deben tenerse en cuenta además diversos
condicionantes metodológicos en función del tipo de muestra analizada3. Hisopos
orofaríngeos/nasofaríngeos Son las muestras biológicas más frecuentemente utilizadas para el
diagnóstico de COVID-194. Deben ser obtenidos por personal entrenado, siguiendo una
metodología protocolizada que incluye desde disponer del material necesario, un correcto
etiquetado de los tubos y el uso adecuado de los Equipos de Protección Individual (EPI), hasta las
instrucciones al paciente, el propio procedimiento de obtención de la muestra y su correcta
manipulación y traslado al laboratorio5. Una obtención deficiente de la muestra puede dar lugar a
un resultado falsamente negativo5. Por otra parte, aunque la E de esta técnica es próxima al
100%, su S es más variable y depende del momento evolutivo del proceso infeccioso (la carga viral
es mayor en etapas iniciales) y del lugar de toma de la muestra6. Por ello, como se discutemás
adelante,unresultadonegativodeRT-PCR debe evaluarse teniendo en cuenta la prevalencia y la
probabilidad previa a la prueba de la enfermedad en la población analizada. El VPN, que disminuye
con el aumento de la prevalencia, debe interpretarse con precaución y el autoaislamiento está
indicado para cualquier paciente con síntomas típicos de COVID-19. Puede estar indicada una
segunda prueba para el paciente que tiene varios síntomas típicos, que tendría una probabilidad
previa del 40-50%7. Esputo Las muestras de esputo son difíciles de obtener porque pocos
pacientes con COVID-19 producen esputo espontáneo8 y no está indicado el esputo inducido por
el riesgo de diseminación viral. Sin embargo, se ha observado que la carga viral suele ser superior
en muestras de esputo que en las obtenidas con hisopos nasofaríngeos y orofaríngeos9. Muestras
salivales Las glándulas salivales expresan el receptor de superficie de la enzima convertidora de
angiotensina II (ACE2), que facilita la entrada a la célula del SARS-CoV-210. La toma de muestras
de saliva para el diagnóstico de infección por SARS-CoV-2 presenta ciertas ventajas como su fácil
obtención no invasiva, menor riesgo de contagio para el personal sanitario, la posibilidad de
realizar una automuestra y menor riesgo de hemorragia para pacientes con trastornos en la
coagulación, entre otros11. Sin embargo, la S de la PCR en muestras de saliva es inferior a la
obtenida en muestras nasofaríngeas. Por otra parte, en la fase de convalecencia la carga viral
disminuye antes en muestras de saliva que, en muestras nasofaríngeas, en las que el virus muerto
podría persistir y dar lugar a un «falso positivo»12. Finalmente, la saliva tiene un papel importante
en la transmisión del SARS-CoV-2 en la población, por lo que las muestras salivales podrían ser una
alternativa para la monitorización de la carga epidemiológica de SARS-CoV-2 en la población
general13. Aspirado traqueobronquial Este tipo de muestras solo son posibles en pacientes
ventilados mecánicamente o portadores de traqueostomía. Aunque la carga viral detectada es
alta, este procedimiento puede suponer un riesgo importante para el profesional sanitario que lo
realiza14. Lavado bronco-alveolar En pacientes críticos con neumonía COVID-19 es posible
detectar SARS-COV-2 en muestras de lavado bronco-alveolar (BAL), incluso en ausencia de
positividad en muestras del tracto respiratorio superior6. Igual que en el caso del aspirado
traqueobronquial, este procedimiento puede suponer un riesgo importante para el profesional
sanitario que lo realiza, por lo que tampoco está indicados de forma rutinaria para el diagnóstico
de COVID-192,15. Hisopos rectales y muestras fecales Algunos pacientes COVID-19 presentan
síntomas digestivos. Se puede detectar SARS-CoV-2 en muestras rectales, especialmente en las
fases avanzadas de la infección16. Dado que los pacientes con enfermedad temprana o leve
pueden tener una carga viral baja en frotis nasales y faríngeos, la obtención de muestras fecales
puede ser una estrategia diagnóstica alternativa, incluso en ausencia de síntomas
gastrointestinales17. Detección rápida de antígenos en el punto de atención Dado que los
resultados de la RT-PCR no son inmediatos (generalmente no están disponibles hasta unas horas,
que tiende a aumentar a las 24-48 horas en función de la demora en eltransporte del centro
asistencial al laboratorio central, y que en situaciones de colapso asistencial, incluso puede
demorarse unos siete a 10 días el resultado) que deben procesarse en un laboratorio central con
nivel de bioseguridad 2 o superior, y que es una técnica cara, se han desarrollado pruebas rápidas
(más baratas) de antígenos que mediante inmunocromatografía de difusión (lateral-flow) puede
presentar resultados en muestras orofaríngeas en 15-30 minutos18. No precisan un laboratorio de
bioseguridad y se pueden realizar en el punto habitual de atención al paciente. Su principal
limitación es que, en individuos asintomáticos, su S es baja (alrededor del 50%) por lo que puede
dar lugar a falsos negativos. Además, la S disminuye si se retrasa la realización de la prueba desde
la toma de muestra (se ha de realizar en menos de dos horas desde la toma de la muestra). Por
otra parte, la S aumenta de forma significativa en pacientes sintomáticos (98,2%)19. Encualquier
caso, suE esmuy alta (99,5%)20. Estas pruebas solo pueden realizarse con hisopos nasofaríngeos y,
al ser cualitativas, no pueden cuantificar la cantidad de antígeno presente. Las pruebas en el punto
(POCT), ofrecen resultados en pocosminutos, lo que permite tomar decisiones diagnósticas
rápidas, facilitando el acceso a pruebas diagnósticas a las comunidades y poblaciones remotas que
no pueden acceder fácilmente a la atención sanitaria. Inmunidad humoral En muestras de sangre
es posible detectar niveles de anticuerpos (IgM, IgG y IgA) específicos para SARS-CoV-221. Sin
embargo, el organismo no produce estos anticuerpos de forma inmediata. Los anticuerpos IgG e
IgM específicos SARS-CoV-2 S no son detectables en los tres primeros días de la infección. A partir
del día cuatr post-infección se pueden detectar anticuerpos IgM específicos para SARS-CoV-2, que
alcanzron un máximo en el día 20 aproximadamente y luego disminuyeron. Los de IgG tardan más
tiempo en aparecer, pero persisten elevados varios meses22. La E de este tipo 2 ARTICLE IN PRESS
G Model MEDCLI-5650; No. of Pages6 M.VilaMuntadas,I.Agustí Sunyer andA.AgustíGarcia-Navarro
Medicina Clínica xxx (xxxx) xxx–xxx de pruebas es alta (98,7%) y su S varía con el tiempo: 72,2%
entre los ocho y 14 días y 100% entre los 15 y 39 días del proceso23,24. Por otra parte, cabe
destacar que los anticuerpos humanos son más estables que el ARN viral, por lo que las muestras
serológicas son menos propensas al deterioro durante la recolección, preparación, transporte,
almacenamiento y análisis de muestras en comparación con las muestras de RT-PCR. Además, las
muestras serológicas tienen menor variabilidad en comparación con las muestras nasofaríngeas,
porque los anticuerpos se dispersan homogéneamente en la muestra sanguínea. Finalmente, las
muestras serológicas se pueden recolectar fácilmente con una molestia mínima para el paciente
durante la flebotomía. La IgA secretora desempena˜ un papel importante en la protección de las
superficies mucosas contra patógenos mediante la neutralización de virus o la obstaculización de
su adhesión a las células epiteliales25. En un modelo experimental murino de infección por SARS-
CoV-2, la instilación intranasal de proteínas del SARS-CoV-2 induce respuestas IgA específicas del
virus (localizadas y sistémicas) y proporciona una mejor protección contra la exposición al SARS-
CoV-2 en comparación con la administración intramuscular26. Se ha sugerido que la inmunidad de
la mucosa mediada por IgA también pudiera reducir la infectividad de las secreciones humanas y,
por lo tanto, la transmisión viral poblacional. Estas observaciones pueden informar el desarrollo de
vacunas que induzcan respuestas de IgA respiratorias específicas frente a SARS-CoV-227.
Inmunidad celular Recientemente se ha demostrado que algunos pacientes pueden montar una
respuesta inmunitaria celular (linfocitos T CD4+ y CD8+), con o sin respuesta humoral
simultánea28. Aunque este conocimiento puede ser importante para la mejor comprensión de la
patogénesis de la infección por SARS-CoV-2 y puede ayudar al diseno˜ y evaluación de vacunas
potenciales29, actualmente no existen pruebas diagnósticas basadas en este tipo de respuesta
inmunológica. Técnicas diagnósticas complementarias Diversas pruebas pueden contribuir a
complementar el diagnóstico de COVID-19. Entre ellas destacan las pruebas de imagen y algunos
marcadores bioquímicos. Pruebas de imagen La COVID-19 es, inicial y fundamentalmente, una
infección respiratoria (neumonía). Por ello, las pruebas de imagen torácica son fundamentales
para definir el contexto clínico en el que interpretar las pruebas diagnósticas realizadas en el
momento agudo de la infección, aunque por sí mismas no establecen el diagnostico de COVID-19.
Se utilizan para apoyar el diagnóstico, establecer la gravedad de la enfermedad pulmonar, guiar el
tratamiento y valorar la respuesta terapéutica30. Existen diversas pruebas de imagen torácica a
considerar en este contexto. Radiografía simple de tórax La radiografía simple de tórax (RT) es una
exploración complementaria fundamental para identificar la presencia de neumonía por SARS-
CoV-2 (COVID-19). Las imágenes radiológicas más habituales en estos pacientes incluyen
opacidades irregulares, parcheadas, nebulosas, reticulares y en vidrio esmerilado bilaterales,
aunque la RT puede ser normal en pacientes con síntomas y RTPCR positiva31. En general, las
imágenes radiológicas en la RT suelen mejorar a partir de las dos semanas de evolución
satisfactoria de los síntomas de la enfermedad, pero la mayoría de los pacientes (98%) continúa
presentando alteraciones en la RT 28 días después del inicio de síntomas32. Algunos estudios
sugieren que los hallazgos de la RT pueden variar según la edad de los pacientes, siendo más
frecuentes las consolidaciones en pacientes de mayor edad, mientras que las imágenes en vidrio
deslustrado suelen ser más constantes en pacientes jóvenes33. Tomografía computarizada del
tórax Las imágenes de tomografía computarizada (TC) en pacientes con COVID-19 son diversas y
dependen de la etapa de infección después del inicio de los síntomas. Son frecuentes las
opacidades bilaterales y periféricas de vidrio esmerilado31 y de consolidación pulmonar34. Estas
alteraciones son frecuentes (56%) en las primeras etapas de la enfermedad (0-2 días)35 y alcanzan
su máximo alrededor de 10 días después del inicio de los síntomas36. La TC tiene una S del 86-
98%37 pero su E es baja (25%) ya que estas imágenes pueden observarse en otras patologías
respiratorias37. En pacientes con RT-PCR negativa, la TC no puede usarse como prueba
diagnóstica38. Otros aspectos logísticos a considerar tienen relación con los problemas de control
de infecciones relacionados con el transporte de pacientes a las salas de TC, posibles ineficiencias
en la descontaminación de la sala de TC y la falta de disponibilidad de TC en algunas zonas. Por
todo ello, la radiografía de tórax portátil es la modalidad recomendada para la identificación y
seguimiento de anomalías pulmonares39. Ecografía pulmonar En manos de personal cualificado, la
ecografía pulmonar (EP) es una técnica útil en pacientes con sospecha de COVID-1940. Entre sus
ventajas destaca que es una técnica que se puede hacer en el punto de atención, que es segura
(no irradia) y reproducible, que ofrece información rápida sobre el estado del parénquima
pulmonar, que es de bajo coste y que solo es necesario el profesional sanitario que realiza la
exploración, lo que disminuye el riesgo de contagio. Entre sus limitaciones hay quemencionar que
es fundamentaltener experiencia enla técnica y que la EPnodetecta lesiones queno estén en
contacto con la pleura debido al aire interpuesto entre la sonda y la lesión (en estos casos es
preciso complementar la exploración con RT o TC)41. Los hallazgos de la EP en pacientes con
COVID19 dependen de la fase evolutiva de la enfermedad, la gravedad de la lesión pulmonar y las
posibles comorbilidades existentes. En general, en pacientes COVID-19 se aprecian diversos grados
de afectación intersticial y consolidación alveolar, especialmente en los pacientes más graves. La
EP también puede ser útil para evaluar la posible presencia de síndrome de distrés respiratorio
agudo (SDRA) por SARS-CoV-2, para monitorizar la evolución de la enfermedad en respuesta al
tratamiento establecido, el efecto de las maniobras de reclutamiento pulmonar, la respuesta a la
posición prona y para tomar decisiones relacionadas con el destete (weaning) del paciente de la
ventilación mecánica. Marcadores bioquímicos Los pacientes con COVID-19 pueden presentar
múltiples alteraciones bioquímicas que incluyen: 1. leucocitosis o leucopenia, en general
acompanada ˜ de linfopenia, eosinopenia y neutrofilia42, 2. elevación de niveles de reactantes
inflamatorios de fase aguda, como la proteína C reactiva, la ferritina, interleucina-6, amiloide
sérico y la procalcitonina8,43, 3. marcadores de disfunción hepática (ALT, AST, LDH, bilirrubina) y
renal (creatinina)8,21, 4. alteraciones de la coagulación, que incluyen trombocitopenia o
trombocitosis42 y elevación de los niveles de dímero D44, 5. aumento de troponina45, 6.
disminución de niveles séricos de albúmina y 7. elevación de la glucemia. Muchas de estas
alteraciones tienen valor pronóstico. Por ejemplo, son predictores de mortalidad intrahospitalaria
los valores elevados de glucemia, AST, LDH y creatinina. Valores elevados de dímero D informan
sobre la posibilidad de evento

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