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A. Ecografía Cervical.
B. Prueba de Laboratorio.
C. Estudio Citológico.
La PAAF permite diferenciar de forma fiable los nódulos malignos de los benignos,
excepto en aquellas lesiones en las que se observa proliferación folicular, en las que
la citología no puede precisar si se trata de un adenoma folicular (benigno) o un
carcinoma folicular; el criterio que diferencia ambas entidades es la presencia de
invasión capsular y/o vascular, por lo que para el diagnóstico definitivo es necesaria
la extirpación quirúrgica y revisión histológica de toda la lesión.
D. Gammagrafía.
Clasificación:
A. Tumores metastásicos
Los más habituales son: melanomas, carcinoma de pulmón, mama y esófago.
B. Linfoma tiroideo
Son menos del 5% de todos los tumores tiroideos. La forma más frecuente (más del
70% de los casos) es el linfoma B difuso de células grandes, que aparece en
mujeres entre 55-75 años, que generalmente padecen Tiroiditis de Hashimoto o
tienen anticuerpos antiperoxidasa positivos. Tratamiento: quimioterapia y
radioterapia.
Clínica:
El 75% son esporádicos, y el 25% formas familiares (mutaciones del gen RET:
carcinoma medular familiar, MEN 2A o MEN 2B). La máxima incidencia se da entre
la sexta y la séptima década de la vida.
Diagnóstico:
Histológicamente, hay acúmulo de células C junto con sustancia amiloide. La IHQ
refleja tinción para tiroglobulina negativa, y positividad para cromogranina A,
calcitonina y CEA. En casos familiares, se identificó como responsable al gen RET
(protooncogén).
La calcitonina y CEA son marcadores tumorales para detectar enfermedad residual
después del tratamiento quirúrgico.
Tratamiento:
El tto de elección es la cirugía (tiroidectomía total con linfadenectomía central
profiláctica). Dado que el 25% serán formas familiares, hay que descartar la
coexistencia de un feocromocitoma mediante cribado con catecolaminas y
metanefrinas antes de entrar en quirófano. En enfermedad residual, la radioterápia y
quimioterapia convencional tienen un papel paliativo.
Carcinoma papilar:
El tumor más frecuente (85-90%) y de mejor pronóstico. De presentación bimodal,
con un pico entre la segunda y tercera década, y un segundo pico más tardío en la
edad media de la vida, más frecuente en áreas yodo-suficientes.
Es de crecimiento lento, se propaga a través de la cápsula tiroidea hacia estructuras
vecinas del cuello, especialmente ganglios linfáticos. Es mayor en jóvenes. Los
tumores menores de 4 cm, limitados a la glándula o con mínima extensión
extratiroidea y sin afección metastásica a distancia, tienen un pronóstico excelente.
Carcinoma folicular:
5-10% de los tumores tiroideos. Es más tendencial en personas de edad avanzada.
Solo se diferencia del adenoma folicular benigno por la invasión de la cápsula o
vascular. Se propaga principalmente por vía hematógena y puede haber metástasis
a pulmón, hueso o SNC. El carcinoma de células de Hürthle es más invasor,
presenta diseminación linfática y es menos sensible al tto con I-131.
Carcinoma anaplásico:
Menos del 5% de cánceres tiroideos. Es una lesión de aparición tardía en 6ta-7ma
década de vida, pero puede diagnosticarse a cualquier edad. Es de crecimiento muy
rápido, invade y comprime estructuras vecinas y puede generar úlceras en la piel.
Tiene un pronóstico muy desfavorable a pesar de la cirugía, con una supervivencia
de meses. Puede confundirse en su presentación como un linfoma o sarcoma pero,
se diferencia en que el carcinoma anaplásico tiene tinción inmunohistoquímica
positiva para tiroglobulina.
A. Tratamiento quirúrgico
El tto inicial es la cirugía. Si el resultado de la PAAF es maligno, se debe hacer una
tiroidectomía total. Si el paciente ya tiene una hemitiroidectomía porque la PAAF no
concluye en malignidad y se confirma carcinoma diferenciado de tiroides, hay que
emplear la tiroidectomía total. No requiere linfadenectomía.
B. Radioyodo
Ablación de restos de tiroides con I-131 bajo cantidades altas de TSH conseguidas
por hipotiroidismo por interrupción del tto con levotiroxina o bajo estímulo agudo
mediante administración de TSH recombinante humana (TSHrh). Objetivo: destruir
restos de tejido sano y restos tumorales que puedan haber quedado tras la cirugía
inicial, eliminando toda producción de tiroglobulina. Ptes con carcinomas papilares
de pequeño tamaño y sin FR de recurrencia, no precisan la dosis ablativa de I-131.
E. Pruebas de imagen
● Ecografía tiroidea: permite explorar el cuello. En caso de imagen sospechosa
(restos de lecho quirúrgico, adenopatías), se realiza PAAF para descartar
malignidad. Si se confirma malignidad, la cirugía es la primera elección.
● Rastreo corporal total (RCT): prueba isotrópica que permite localizar la
presencia de tejido con avidez por el yodo. Es de rutina luego de tratamiento
con radioyodo (para ver donde se depositó el I-131) y en aquellos pacientes
con evidencia bioquímica de enfermedad (Tg positiva, anti-Tg en ascenso) en
los que no se ha localizado la misma mediante ecografía cervical.
F. Otras actuaciones
Si los marcadores tumorales son positivos pero el RCT negativo, seguirán
realizándose estudios de imagen para ver dónde están los restos tumorales (TC,
RM, gammagrafía ósea, PET). Los casos que presentan captación en PET son los
más agresivos y no suelen responder al tto.
En enfermedad progresiva que no responde a los tratamientos, se emplea
quimioterapia con inhibidores de tirosina-cinasa: sorafenib y lenvatinib. La
radioterapia externa puede indicarse en casos de metástasis concretas, como
hueso.