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Esta, es una traducción hecha por una fan que le encanta leer y no
ha encontrado este libro en español para comprarlo y como es
desesperada, lo ha traducido ella misma. Es una traducción sin afán
de lucro, no se recibió ningún centavo por ella. No he pretendido ni
pretenderé suplantar el original, fui lo más fiel posible en la
traducción, incluyendo modismos. Si llegan libros de esta esta autora
a tus manos, cómpralos, valen la pena.

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Contenido
Prólogo
Capítulo 1

Capítulo 2
Capítulo 3

Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6

Capítulo 7
Capítulo 8

Capítulo 9
Capítulo 10

Capítulo 11
Capítulo 12

Capítulo 13
Capítulo 14

Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17

Capítulo 18
Capítulo 19

Capítulo 20
Capítulo 21

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Capítulo 22

Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25

Sobre la Autora

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Prólogo

Lucy

Enero

La fría lluvia de enero adormecía mi cuerpo mientras que el dolor en mi alma


adormecía mi cerebro. Me había estado moviendo en piloto automático durante los
últimos días, pero hoy no pude hacer eso. Mi vida estaba en juego y no podía dejar
California sin al menos intentar luchar por ello.

Me iba en unas pocas horas. Mamá había pasado los últimos dos días empacando
toda la ropa que pensó que necesitaría para la escuela. Todas las fotos en las
paredes de mi habitación estaban en cajas. Todos mis libros favoritos habían sido
cuidadosamente embalados y todo estaba esperando tan cuidadosamente junto a
la puerta principal de mi casa. Mis padres volaban a DC conmigo y se quedarían
dos días mientras me acomodaba para el semestre de primavera en Georgetown.

Georgetown

Había pasado la mayor parte de mi vida soñando con ir a Georgetown, pero ahora
parecía que iba a ser mi prisión. Decidí no aceptar el lugar de entrada temprana que
me habían ofrecido en su programa de inglés. Estaba lista para comenzar UCLA en
el otoño. No quería moverme por todo el país cuando todo lo que necesitaba, a
todos los que necesitaba, estaba allí en California.

Todos esos planes se habían ido al infierno cuando Tessa Conway cambió mi vida,
- nuestra vida-, al revés.

Ella no acababa de destruir mis planes. También había borrado mi futuro con Harris.
Me había quitado todo, cuando casi había matado a Harris drogándolo. Todavía no

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podía sacar de mi cabeza los videos que ella había enviado a mi teléfono, estaba
atormentada por cada gemido y suspiro que habían salido de Harris mientras él
había hecho cosas con ella, que yo, había estado ansiando de él.

Sin embargo, nada de eso había importado en el momento en que Harris me echó
de su habitación del hospital. Hacer que me echara fue la patada en el pecho que
me hizo darme cuenta de que, sin importar lo que sucediera con Tessa, quería
luchar por él.

Lucha por nosotros.

Que no quisiera pelear por nosotros, había dolido más que ver esos malditos videos.
Que ni siquiera lo hubiera intentado me estaba matando lentamente.

Con mi cabello cayendo en mi cara y mis labios temblando, alcancé ciegamente el


timbre. Escuché los pasos del otro lado, esperé mientras alguien miraba por la mirilla
y se detenía. Pasaron varios largos momentos y me rodeé con los brazos en un
intento de evitar desmoronarme allí mismo, en los escalones delanteros de los
Cutters.

Me escabullí de la casa cuando no pude hacer que Harris contestara su teléfono o


que alguien más contestara el teléfono fijo. No podía irme esa noche sin al menos
hablar primero con Harris. No podía simplemente alejarme sin intentarlo, maldita
sea.

Finalmente, la puerta se abrió y Natalie Cutter me miró con una mezcla de


preocupación, lástima y determinación oscureciendo sus ojos azul grisáceo. Respiré
profundamente, vi como el aire se empañaba con mi exhalación y encontré su
mirada con mi propia determinación.
-Necesito verlo, Nat- Abrió la boca y supe que me iba a rechazar. Alcancé su mano,
la agarré como si mi vida dependiera de eso, porque sí lo hizo, y susurré la única
palabra que pude. -Por favor.

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Ella se sacudió como si la hubiera abofeteado y cuidadosamente liberó su mano.


En lugar de alejarme como temía, su brazo me envolvió y suavemente me empujó
dentro de su casa.

-Estás empapada, Lu-, Natalie me regañó suavemente mientras me llevaba a la sala


de estar. -Dev, tráeme una toalla-, llamó.

-Quédate ahí, bebé.

Ya había un fuego encendido y Natalie me instó a acercarme. El calor dolía contra


mi cuerpo frío y húmedo y me alejé de él, no queriendo que el entumecimiento
desapareciera. Necesitaba ese entumecimiento para ayudarme a mantenerme
unida.

-Vas a contraer neumonía, cariño-. Natalie apartó mi cabello que goteaba de mis
ojos y pasó sus ojos grises azulados por mi cara como si buscara algo. Después de
solo un momento, sus ojos se oscurecieron y se dio la vuelta con la lástima aun
brillando en sus ojos.

Tragué un pequeño sollozo, odiando que esto la lastimara tanto como a mí. Casi
había perdido a su hijastro hacía menos de una semana. La idea de haber casi
perdido a Harris casi me mata en el acto, así que sabía que todavía estaba sufriendo
por lo que casi había sucedido.

Los pasos me hicieron girar solo cuando Devlin Cutter entró en la habitación. Se
detuvo cuando me vio junto a la chimenea.
-Lucy ...- Sacudió la cabeza como si no entendiera lo que estaba pasando. -Cariño,
¿qué haces aquí? Estás empapada.

Su tono suave hizo que mi garganta se tensara con lágrimas frescas. Ya estaba casi
ronca por tanto llorar y el nudo en la garganta me hizo casi imposible respirar a
través del dolor. -Yo ...- tragué saliva, con la esperanza de aliviar algo de los latidos.
-Tengo que ver a Harris, señor Cutter. Él ... yo ... nosotros ...- Me detuve, respiré

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hondo e intenté de nuevo. -Mamá y papá me están enviando lejos. Esta noche me
voy a Georgetown, pero no puedo irme sin al menos decirle adiós.

La cara de Devlin, muy parecida a la de su hijo, se tensó. -Cariño, sé que tus padres
no te enviarían lejos. Te quieren, Lucy. Esto es para ayudarte.

Bajé mis ojos. Eso fue lo que todos habían dicho. Que Jesse y Layla Thornton solo
intentaban ayudarme. Que necesitaba tiempo fuera y el espacio para despejar mi
cabeza. No solo para darme tiempo para sanar, sino también para Harris. Mi cerebro
sabía que estaban bien. Pero mi corazón estaba gritando que estaba mal. Que me
necesitaban allí para poder ayudar a Harris a seguir adelante. Para que podamos
seguir adelante juntos.

Había llorado, gritado y hecho los peores berrinches que recordaba haber hecho.
Le había gritado y arrojado cosas a mamá. Sollocé y supliqué, intentando que Nik y
Shane convencieran a tía Emmie de no dejar que papá hiciera esto. Llamé a Lana
y Drake innumerables veces, exigiendo que mi hermana y mi cuñado me ayudaran
a quedarme.

Nadie había escuchado. Nadie había ayudado. Todos querían que me fuera tanto
como mi madre. Todos pensaron que era lo mejor. Todos menos yo.

Me moví sobre mis pies, el fuego finalmente me deshizo lo suficiente como para que
pudiera sentir el dolor en mi pie una vez más. Mientras que el dolor del corte que
me había infligido palpitaba al latir de mi corazón, recibí con beneplácito el dolor
físico. Ayudó a bloquear el dolor en mi pecho y facilitó un poco la respiración.

-Sé que solo quieren lo mejor para mí-, susurré y lentamente levanté la cabeza. -
Yo-yo solo quiero decir adiós.

Fue una mentira. No estaba allí para despedirme, pero sabía que, si él o Natalie
sabía, sería mil veces más difícil lograr que me dejaran ver a Harris. Tal vez si ellos
pensaran que solo iba a abrazar a su hijo y alejarme, se rendirían.

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El señor Cutter cruzó el resto de la sala de estar y envolvió la toalla que llevaba
sobre mis hombros. Sus fuertes manos frotaron la gruesa tela sobre mi cabello por
un momento antes de mirar a su esposa.

- ¿Nat?

Se apartó el pelo oscuro, hasta la cintura, de la cara e hizo una mueca.


-No lo sé, Dev. No quiero molestarlo más de lo que ya está. Él no va a comer ... Ella
se interrumpió, su mirada regresó al fuego mientras tragaba saliva.

-Él se enojará si ella se va y él no pudo decirle adiós, bebé.

Mi corazón se aceleró. Me iba a dejar ver a Harris. Cerré los ojos cuando el alivio
me invadió y esperé en silencio mientras los Cutters continuaban debatiendo las
ventajas y desventajas de dejarme ver a su hijo.

- ¿Lu?

Mi cabeza se disparó cuando el Sr. Cutter se paró frente a mí una vez más.
-Está en su habitación, cariño. Te daré cinco minutos.

Me quité la toalla, se la devolví y corrí hacia las escaleras. Mientras me apresuraba


por el pasillo hacia la habitación en la que Harris había crecido, pasé por la puerta
abierta de Trinity, pero no me detuve a pensar en lo que sucedería si la niña me
escuchaba a mí y a su hermano mayor hablando. Nada importaba en ese momento
sino llegar a él y rogar ...

No me molesté en llamar a la puerta del dormitorio. No quería perder ni unos


segundos deteniéndome o dándole la oportunidad de encerrarme. Entré y cerré la
puerta detrás de mí antes de girar para encontrar a Harris acostado en su cama.

Verlo acostado sobre su espalda, la palidez de su rostro mientras miraba


ciegamente el techo por encima de él, fue como una patada en el pecho. En los

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pocos días, desde la última vez que lo había visto, me di cuenta de que Harris había
perdido peso. Natalie había dicho que no estaba comiendo. Incluso desde donde
estaba parada pude ver las sombras oscuras debajo de sus ojos. Tenía ganas de
limpiarlos. No quería nada más que acostarme a su lado y borrar esas manchas
oscuras junto con todos los malos recuerdos que Tessa nos había dejado en tan
poco tiempo.

Como si estuviera viendo una película en cámara lenta, Harris giró lentamente la
cabeza. Cuando se dio cuenta de que era yo parada allí, todo su cuerpo pareció
sacudirse como si hubiera sido electrocutado.
- ¿Lu? -, Murmuró como si no creyera en sus propios ojos. - ¿Por qué estás mojada?

Las lágrimas llenaron mis ojos y quedé cegada mientras intentaba parpadear.

-Tenía que verte-, le dije mientras se sentaba y se ponía de pie. Dio un paso hacia
mí, pareció balancearse, pero rápidamente se enderezó. -Por favor no me envíes
lejos. Yo solo ... quiero hablar.

Apretó la mandíbula y clavó los ojos en algo sobre mi cabeza, negándose a mirarme.
-No hay nada de qué hablar, Lu. Tessa me jodió-. Él soltó una carcajada que no era
en absoluto humorística. -En más de un sentido, parece.

-No me importa eso-.

-Mierda-, dijo, interrumpiéndome. -No hay forma de que puedas borrar la vista de
esos videos, Lucy. Seguro que me gustaría que pudieras. Ojalá pudiera. Pero no
podemos.

-Yo puedo-, le dije honestamente. -Ya lo he hecho. Podemos resolver esto, Harris.
Te amo.

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Apretó aún más la mandíbula y volvió la cabeza en lugar de hacer eco de las
palabras que me moría por oír, palabras que nunca antes me había ocultado. No
oírlas regresar fue una puñalada en el corazón, pero ignoré el dolor.

-Deberías irte, Lucy.

-No puedo irme-. Di dos pasos hacia él, mis manos temblaban tanto como mi voz. -
Mis padres están tratando de enviarme lejos-. Eso hizo que volviera la cabeza y en
realidad me miró esta vez. Asentí. - Quieren que vaya a Georgetown para el
semestre de primavera. Mi avión sale en unas pocas horas.

- ¿Te vas? - Sus ojos se pusieron encapuchados a pesar de que su rostro estaba
lleno de conmoción. - ¿Esta noche?

-Traté de llamarte, de hablarte sobre eso, pero no respondiste-. Me abracé y di otro


paso más cerca de él. -Todo está listo para irme.

Abrió la boca y respiró hondo. Levantando la cabeza, me dio una evaluación larga
y dura como si pensara que estaba jugando con él. Al ver que hablaba en serio, se
dio la vuelta y miró por la ventana para no tener que mirarme.

-Dime que no me vaya, Harris-. Estaba rogando, pero no me importaba.

¿Qué era el orgullo cuando todo lo que quería se me iba de las manos? No
importaba lo que mis padres quisieran. No importaba lo que tuviera que hacer para
que todo esto desapareciera. Lo único que importaba éramos Harris y yo. Todo lo
que necesitaba era que él me diera la oportunidad de arreglarnos y con mucho gusto
iría en contra de cualquiera y de todos. Podría renunciar a todo lo que conocía, pero
no a él. Nunca a él.

Su cabeza dio vueltas para fruncirme el ceño.

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-Por favor. Dime que no vaya y no lo haré. Dime que me amas y podemos resolver
toda esta mierda. No me voy a ir. No me iré. No pueden obligarme.

Él solo se quedó allí, mirándome como si hubiera perdido la cabeza. Mis dedos
comenzaron a temblar incontrolablemente mientras mi pie palpitaba más
dolorosamente. No lo había dejado sanar, había vuelto a abrir la herida una y otra
vez para poder concentrarme en el dolor y apagar las heridas emocionales que
dejaban agujeros en mi alma.

Su rostro de repente se convirtió en piedra, rompiendo mi corazón de nuevo.

-No. Quiero que vayas. No debemos estar juntos, Lucy. Estás mejor sin mí.

- ¡No! - Negué con la cabeza, lista para diezmar cualquier argumento que pudiera
presentar, pero las siguientes palabras que salieron de su boca hicieron que mis
rodillas amenazaran con doblarse.

-Estoy mejor sin ti, Lu-.

Abrí la boca, pero nada saldría. No pude hablar. No podía respirar.

No había nada que él pudiera haber dicho que me hubiera dolido más.

Nada que me hubiera convencido de que no teníamos una oportunidad, excepto


eso. Seis palabras que me abrieron y me dejaron desangrado hasta la muerte. A
ciegas me di la vuelta, alcancé la puerta y casi la tropecé cuando un sollozo
amenazó con destruir mis pulmones.

Tenía que alejarme de él, lejos de todos. El dolor fue demasiado. El dolor demasiado
profundo. Me tropecé en mi camino por las escaleras, casi cayendo. Escuché a
alguien llamarme por mi nombre, pero sonaba demasiado lejos para que supiera

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quién era. De alguna manera bajé las escaleras sin matarme y salí por la puerta
principal. Estaba corriendo, pero no tenía idea de a dónde estaba corriendo.

- ¡Lucy! - Escuché a Harris rugir detrás de mí, pero no me detuve para mirar hacia
atrás.

No. No podría enfrentarlo ahora. No podía mirarlo, no cuando todavía lo amaba


tanto. No cuando supe que no había ninguna posibilidad para nosotros porque él no
quería que hubiera una. No me amaba lo suficiente como para intentarlo. No me
quería lo suficiente como para aferrarse a lo que podríamos tener. No fue lo
suficientemente valiente como para dejar atrás lo que Tessa había hecho.

Ya habíamos terminado.

Cada gota de lluvia fría golpeó mi cara como un golpe físico, pinchándome la piel.
Agradecí el dolor, rogué por más. Cualquier cosa para bloquear la agonía en mi
corazón.

El sonido de los neumáticos chirriando fue lo que me llamó la atención. Me detuve


y miré hacia arriba para encontrar una gran SUV a solo un pie de distancia. Respiré
profundamente cuando vi al hombre corpulento salir detrás del lado del conductor,
su rostro era un bloque de hielo mientras me miraba con tantas emociones
arremolinándose en sus ojos siempre cambiantes.

-Lucy-, una voz débil llenó mis oídos mientras cálidos brazos me envolvían.

-No puedo-, susurré mientras dejaba que mi madre me empujara contra su pecho.
-No puedo.

- ¿No puedes qué, bebé? - Layla susurró contra mi cabello.

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-No puedo respirar-, sollocé.

-Lu-. Los brazos de mi papá nos envolvieron a mí ya mamá, su voz suave y gentil.
-Está bien, cariño. Va a estar bien.

Mi papá nunca me había mentido antes.

No hasta justo en ese momento.

Nada volvería a estar bien otra vez.

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Capítulo 1

Lucy

Finales de mayo

-Te extraño muchísimo.

Una pequeña sonrisa intentó burlarse de mis labios, pero no pude lograrlo. No había
sonreído realmente en tanto tiempo que estaba segura de que mis músculos
faciales ya no sabían cómo hacerlo. Sin embargo, escuchar la excitada voz de Kin
en mi oído, calmó algo de la frialdad en mi corazón.

-Yo también te extraño-, le dije honestamente.

-Entonces, tu avión llega el viernes y tengo planes para nosotras todo el fin de
semana. Así que no dejes que tus padres o tía Emmie traten de decir algo diferente.
Eres mía este fin de semana, cariño.

-Soy toda tuya-, le prometí por segunda vez desde que atendí el teléfono hace diez
minutos. -Mamá y papá ya saben que pasaré el fin de semana contigo. Sin embargo,
tienen planes para mí después. Tía Emmie invitó a toda la familia a su casa para
una gran barbacoa de fin de semana después de la graduación.

El semestre de primavera en Georgetown había pasado a paso de tortuga, pero


solo me quedaban unos días más. El viernes volaría a casa para graduarme. Kin
tenía planeado un millón de cosas para nosotras, todas programadas para nuestro
gran día. La había extrañado tanto que ni siquiera la había cuestionado. Mis padres
habían estado dispuestos a que me quedara con mi mejor amiga, queriendo que
me sintiera lo más normal posible en mi primer viaje a casa en meses. Era tía Emmie
quien me quería en casa para la barbacoa que había estado planeando durante
semanas.

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-Angie y yo te recogeremos el viernes en el aeropuerto.

-Tienes espacio para Marcus, ¿verdad? - Pregunté rápidamente, porque ella no lo


había mencionado en absoluto.

Ella dejó escapar un suspiro exasperado de que la había interrumpido.


-Sí, Lucy. No lo dejaría afuera. Solo intentaba ser amable e ignorar el hecho de que
tienes un gorila de doscientas treinta libras en un traje que actúa como tu sombra.

Otra sonrisa intentó formarse en mis labios cuando le lancé a Marcus una mirada
por el rabillo del ojo. No había peleado cuando mis padres insistieron en que Marcus
viniera conmigo a Georgetown. Había estado demasiado perdida en el desastre que
se arremolinaba en mi cabeza como un huracán de categoría cinco para
preocuparme de una manera o de otra. Su presencia había sido un poco
reconfortante y si él no hubiera estado allí conmigo, no sabía lo que me habría
pasado a la larga. Había tenido el sabor de lo normal que necesitaba para
mantenerme anclada lo suficiente como para mantener intacto el poco control que
tenía sobre mi cordura.

-Le di la habitación de invitados y tú estás durmiendo conmigo, en mi habitación.


Pero no planees dormir mucho el viernes por la noche. Tenemos demasiada mierda
para ponernos al día -. La emoción de Kin estaba burbujeando a través del receptor
y bajé la vista hacia el libro de texto frente a mí para evitar que alguien a mi alrededor
viera mis lágrimas.

Acostumbrada a mi silencio por ahora, Kin continuó como si yo estuviera tan


emocionado como ella.
-Tendremos un Bruch el sábado y luego nos dirigiremos a la práctica de la
graduación. Luego cenaremos y regresaremos directamente al departamento para
ver películas de mierda y comer comida chatarra. Sin embargo, prometo que no nos
quedaremos despiertas demasiado tarde. Carter ya me ha dicho que si tengo
círculos oscuros debajo de mis ojos para todas las fotos que planea tomar, me
matará.

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-Suena razonable-, bromeé a medias. -Mi madre me ha dicho lo mismo al menos


dos veces.

Esta era la primera graduación a la que asistiría mi madre. Ella no se había


graduado de la escuela secundaria, pero había obtenido su GED. Lana no había ido
a su propia graduación, sino que había elegido quedarse en Nueva York. Sería el
primero en cruzar el escenario y aceptar mi diploma. Sabía que Layla estaba
esperando ese día más que yo. Todos en mi familia estaban emocionados.

Excepto yo.

-Cooorreectooo-. Kin corrió la voz por un largo momento antes de continuar. -


Entonces, sí ... Después de la graduación y todas las fotos familiares y abrazos y el
llanto, Angie y Jace tienen una gran fiesta planeada para nosotras.

Todo mi cuerpo se quedó quieto. Esta fue la primera vez que escuché sobre una
fiesta. No es que me opondría a beber hasta insensibilizarme y pasar un buen rato,
pero era la posibilidad de quién asistiría a esta fiesta. Especialmente si Jace St.
Charles fue coanfitrión. Estaba feliz de que Kin y Jace estuvieran juntos y se
mantuvieran firmes en una relación que nunca debería haber tenido problemas en
el camino, pero Jace era su mejor amigo y sabía que él no dejaría a dicho amigo
afuera.

-Kin…

-Sé lo que vas a decir, Lu. Entiendo, pero ... —murmuró una maldición. -Harris
también es mi amigo. Realmente me gustaría que viniera.

Escuchar su nombre fue como recibir un disparo en el pecho con un rifle de alta
potencia. Había evitado todo lo relacionado con Harris durante meses. Al menos lo
había intentado. Nadie pronunció su nombre. Nadie ofreció información sobre cómo
estaba. Las pocas veces que recibí fragmentos de lo que estaba sucediendo en su
vida me dejaron nuevas heridas en mi alma.

El dolor explotó e irradió por todo mi cuerpo. Cerré los ojos con fuerza, con la
esperanza de bloquear la imagen que instantáneamente me vino a la mente del
chico que había sido mi todo y que ahora era mi nada. Sin embargo, fue inútil. La
imagen habría aparecido incluso si hubiera mantenido los ojos abiertos. Él era
demasiado parte de mí para que no lo hiciera.

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Me tragué el nudo que instantáneamente me había llenado la garganta.


-Está bien, Kin.

- ¿Está bien? -Sonaba sorprendida de que me estuviera rindiendo tan fácilmente. -


¿De Verdad?

-Sí. Realmente- Empecé a poner mis libros en mi bolsa de mensajero. No tuve una
clase por otros veinte minutos, pero como tenía un examen quería llegar temprano
y acomodarme. -Me tengo que ir, Kin. Deséame suerte en este estúpido examen.

-Buena suerte nena. Nos vemos el viernes -. Hubo una pequeña pausa. - ¿Y Lu?

- ¿Sí?

-Gracias.

Me mordí el labio y rápidamente colgué antes de empezar a llorar. El cuerpo


humano no fue hecho para llorar tanto y durante tanto tiempo como yo había estado
llorando. Sentí que no me había detenido desde mi cumpleaños en enero y ahora
era casi finales de mayo. Había perdido tantos fluidos corporales que era una
maravilla que no estuviera constantemente deshidratada.

No tuve que ver a Marcus para saber que estaba detrás de mí mientras caminaba
hacia mi próxima clase. Podía sentir su presencia, le di la bienvenida. Saber que
estaba allí hacia que fuera un poco más fácil respirar. Para superar las cosas
cotidianas con las que tenía que lidiar para poder acostarme cada noche y llorar
hasta quedarme dormida.

Mi hermana seguía diciendo que sería más fácil. Eso funcionó para ella y por eso
había querido que me fuera durante el semestre de primavera tanto como mis
padres. Hubo noches en que todo lo que quería hacer era llamarla y gritarle que era
una mentirosa. No me había resultado más fácil. Nada se había vuelto más fácil,
maldita sea. En todo caso, era más difícil sacarme de la cama todas las mañanas.

El tiempo no alivió un corazón roto. Al menos no lo hizo con el mío. Las partes
destrozadas no se habían vuelto a armar milagrosamente con la distancia que puse
entre SoCal y yo. Caminé con un enorme agujero en mi pecho que lentamente me
estaba matando.

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Antes de que pudiera llegar a mi clase, mi teléfono comenzó a sonar. No tuve que
mirar la pantalla para saber quién era. El tono de llamada era una suave canción de
cuna clásica que me trajo la poca paz que había luchado por encontrar. Sin
detenerme, saqué mi teléfono de la bolsa de mensajería y presioné contestar.
-Oye.

"
-Dos exámenes más y tu primer semestre ha terminado-, dijo con una nota feliz en
su voz. -Vas a hacerlo genial, bebé.

-Gracias, tía Emmie.

-La información de tu vuelo está en tu correo electrónico. Kin te está recogiendo a ti


y a Marcus, ¿verdad? - Ella no parecía distraída, pero podía imaginar su multitarea
en su oficina en Los Ángeles.

-Sí- confirmé.

-Bueno. ¿Estás segura de que no puedo robarte para una cena rápida o algo
después de la graduación?

-Me atraparas el día después de la graduación- le recordé. -Estaré allí unos días
antes de que nos vayamos de vacaciones.

Mis padres nos llevarían a mí y a los gemelos a Florida por unas semanas. Nos
daría todo el tiempo para ponernos al día antes de que regrese a Georgetown para
el semestre de verano de seis semanas. Tenía muchas ganas de pasar el rato con
mis hermanos pequeños y pasar tiempo con mis padres, pero al mismo tiempo lo
temía.

-Pero te extraño- murmuró, con el puchero en su voz fuerte y claro.

-Yo también te extraño. Prometo que podemos tener un día solo para nosotras antes
de irnos.

-Está bien-. Fue rápida en cumplir mi promesa. -Haré planes para nosotras. Ahora
...- Hice una mueca ante su cambio de tono porque sabía lo que iba a seguir. -
Finalmente recibí el extracto de tu tarjeta de crédito esta mañana. ¿Por qué estabas
en un Med Express hace dos meses?

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Ni siquiera parpadeé ante su pregunta. Sabía que ocurriría cuando ella viera mi
declaración, y me había preparado para su inquisición. -Tuve un virus. La mitad del
campus todavía está luchando contra eso.

-Desearía que me hubieras dicho que estabas enferma. Te hubiera enviado un


paquete de atención.

Puse los ojos en blanco, sabiendo lo que incluía sus paquetes de atención. Sopa de
uno de los mejores restaurantes de DC, un envío de algunos de mis libros favoritos
de Amazon, y suficientes medicamentos para ver a diez estudiantes universitarios
a través de una epidemia de gripe. Emmie Armstrong era tan sobreprotectora como
mis padres y la quería por eso.

Cuando ella no me estaba volviendo loca.

-No quería molestarte-, le dije mientras me detenía para abrir la puerta del
departamento de inglés y entraba al edificio con aire acondicionado.

Tía Emmie hizo un ruido de desaprobación.


-No podrías molestarme, aunque lo intentes. Te amo cariño. Si necesitas algo,
sabes que estoy a solo una llamada de distancia.

Bajé los ojos, observando mis pies mientras daba cada paso hacia mi clase.
-Lo sé- murmuré. -Yo también te amo, tía Em.

-Bueno. Me alegra que hayamos cubierto eso. Te voy a dejar ir. No puedo esperar
para verte el domingo, Lu. Estoy muy orgullosa de ti, cariño.

¿Por qué todos intentaban hacerme llorar? Me tragué el nudo que se estaba
formando y me aclaré la garganta.
-Gracias tía Em. Te veo pronto.

Me desconecté antes de que ella pudiera decir algo más que hiciera fluir las
lágrimas, apagué el teléfono y lo metí en el fondo de mi bolsa de mensajero. Al
llegar, abrí la puerta que daba a mi clase y mis ojos se posaron en la banda de cuero
en mi muñeca. No quería pensar en la mentira que acababa de decirle a mi tía, o
qué había debajo del brazalete de cuero que había conseguido para cubrir mi
tatuaje.

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Apretando la mandíbula, concentré mi atención en encontrar un asiento y saqué mi


libro de texto para revisar un poco más antes de que comenzara el examen.

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Capítulo 2

Lucy

LAX estaba abarrotado cuando Marcus y yo bajamos del avión. Ajusté mi mochila
de mensajero sobre mi hombro mientras miraba a mi alrededor en busca de alguna
señal de nuestro aventón, mientras Marcus tiraba nuestro equipaje detrás de él. Le
envié un mensaje de texto a Kin antes de que el avión despegara para recordarle a
qué hora debía recogernos, pero había habido mal tiempo en el Medio Oeste y el
piloto había aterrizado en Arizona a esperar.

Intenté llamar a Kin para avisarle que llegaríamos al menos una hora tarde, pero
ella no respondió y no recibí respuesta a mis mensajes de texto. Con la esperanza
de que no se hubiera dado por vencida con nosotros, continué buscando a la
pelirroja alta que era mi mejor amiga en el mundo.

Curiosamente, fue su hermanastra más pequeña la que me llamó la atención antes


que Kin. Angie estaba de pie con ella de espaldas a mí, pero sabía que era ella a
pesar de haber conocido a la chica mayor solo un par de veces. Había algo en Angie
Jacobson que gritaba para que la gente la mirara. Tenía la cara de un ángel, pero
había visto su temperamento en el trabajo y sabía lo demonio que realmente era.
Me había gustado de inmediato e incluso me mantuve en contacto con ella en las
redes sociales y a través de correos electrónicos.

En ese momento, Angie estaba parada cara a cara con un tipo con uniforme de la
TSA que fácilmente la superaba en cien libras. Él era casi un pie más alto que ella,
pero en ese momento parecía que quería encogerse al tamaño de un ratón y
escabullirse.

-Te dije que estamos esperando a nuestra amiga. Su avión se retrasó y no me iré
hasta que ella llegue. Ve a molestar a alguien más, vil culo ...

Kin se interpuso entre su hermanastra y el oficial de la TSA, cortando lo que la chica


más pequeña iba a decir.
-Está bien, entonces- Me detuve y vi como Kin le dio al chico una sonrisa brillante,
tratando de calmar la situación. -Perdón por ella. Nuestra amiga debe estar aquí en
cualquier momento, señor. El avión aterrizó hace quince minutos.

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-Le daré cinco minutos más, pero entonces ambas deben seguir adelante, señora.
No puedo tener gente merodeando por aquí- Le lanzó a Angie una mirada fría. -Es
por la seguridad de todos.

Angie abrió la boca para golpearlo con más insultos, pero Kin la rodeó con el brazo
con una sonrisa tensa para el oficial de la TSA y luego rápidamente cubrió la boca
de la chica mayor.
-Lo entendemos completamente, señor. Cinco minutos y luego estaremos fuera de
su vista. Lo prometo.

Miré a Marcus para ver cuál era su opinión sobre la situación, pero estaba mirando
a mis amigas con su expresión siempre neutral. La única señal que vi, de que estaba
incluso un poco divertido, fueron las pequeñas arrugas en sus ojos mientras se
inclinaban un poco. Para Marcus eso significaba que estaba muy divertido y me
encontré tratando de sonreír.

Volviéndome hacia las dos chicas que aún estaban allí mientras el oficial de la TSA
se dio vuelta y volvía al trabajo, me apresuré hacia ellos.
-Lo siento, llegamos tarde. El mal tiempo hizo que el piloto aterrizara en Phoenix.

Al escuchar mi voz, la cabeza de Kin se levantó y ella soltó a Angie mientras se


precipitaba hacia mí, sus largas piernas devorando la distancia entre nosotros. En
el siguiente segundo, estaba siendo envuelta en un par de brazos que se apretaron
a mi alrededor hasta el punto en que mis vías aéreas quedaron bloqueadas.

El aroma familiar del champú de Kin mezclado con el calor que irradiaba de ella
hacia mí fue tan bienvenido que sentí que las lágrimas quemaban mis ojos. Los
cerré con fuerza y los alejé, sin querer que nuestro tiempo juntas comenzara
conmigo llorando. Tomando un respiro muy necesario, traté de retroceder, pero los
brazos de Kin se apretaron aún más.

-Te he extrañado tanto-, murmuró cerca de mi oreja y mis brazos la rodearon,


sosteniéndola tan fuerte como ella.

-Yo también te extrañé-, susurré, incapaz de luchar contra las lágrimas cuando una
se derramó sobre mis pestañas.

-Podrías soltarla un poco, chinche de azúcar-, escuché a Angie decir con una
sonrisa a su hermanastra. -La chica se está poniendo púrpura.

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Kin me soltó al instante.


-Lo siento. He estado tan emocionado de verte.

Encontré la voluntad de reír y le di una sonrisa tensa, la mejor que podía ofrecerle
en ese momento.
-Está bien. También he estado emocionado de verte. La abracé de nuevo, luego me
di vuelta para abrazar a Angie. -Es bueno verte. Lamento que hayan tenido que
esperar tanto.

-Lo entendemos. Fue ese estúpido imbécil de la TSA a quien no le podía entrar a
través de su grueso cráneo que no nos íbamos sin ti. Angie tiró de mi cerca y
comenzó a sacarnos del aeropuerto.

-Eso comenzó con él coqueteando con Ang-, nos informó Kin con una sonrisa
mientras las puertas corredizas se abrían para nosotros y nos dirigimos hacia el
estacionamiento donde habían dejado el Range Rover de Kin. -Él no es su tipo, así
que lo envió corriendo con la cola entre las piernas. Después de eso, se convirtió
en un imbécil y venía cada veinte minutos para decirnos que teníamos que seguir
adelante.

-Los chicos son idiotas-, murmuró Angie, luego hizo una mueca y miró a Marcus. -
La mayoría de ellos al menos. Pero tú no.

Sus ojos se arrugaron nuevamente, pero por lo demás permanecieron impasibles.


Kin soltó una carcajada.
-Buena jugada.

-Cállate, Kin.

Sacando la lengua a su hermanastra, Kin abrió el vehículo y le entregó las llaves a


Marcus. --Quiero ir en la parte de atrás con Lucy y prefiero llegar allí de una pieza,
así que voy a pedirte que conduzcas y no a Angie.

-No soy una mala conductora-, dijo Angie con un puchero.

-En Virginia no eres una mala conductora-, la corrigió Kin mientras se subía al
asiento trasero. -LA es otra historia. Deja que el tipo conduzca, Ang. Quiero caminar
al cruzar el escenario al graduarme. No hacerlo en un molde de cuerpo.

-Nunca voy a vivir bajo ese choque de autos, ¿verdad?

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-Probablemente no-, dijo Kin con un guiño y se puso el cinturón de seguridad justo
cuando me acomodé.

Angie se metió en el asiento del pasajero adelante y se puso el cinturón de


seguridad mientras estaba de mal humor. Marcus terminó de poner nuestro equipaje
en el maletero y se subió al volante. Angie se adelantó, presionó la opción 'Ir a casa'
en el GPS que ya estaba en la pantalla y luego se recostó para continuar
enfurruñada.

Kin ni siquiera se sorprendió por los pucheros de su hermanastra y se volvió hacia


mí con sus ojos azules brillantes de emoción.
- ¿Cómo estuvo tu vuelo?

Me encogí de hombros.
-Sin acontecimientos notables. Más que nada leí.

-Bueno. ¿Los exámenes salieron bien? -Su teléfono sonó con un mensaje de texto,
pero ella lo ignoró. - ¿Cuándo sabrás tus puntajes?

-Estuvieron bien, creo, pero no lo sabré hasta dentro de una semana más o menos.
Su teléfono sonó dos veces más con nuevos mensajes y levanté la ceja cuando
sacó el teléfono y comenzó a apagarlo. -Deberías contestar eso.

-Es solo Jace. Caleb pasará el fin de semana en su apartamento y no me dejarán


en paz-. Ella sacudió la cabeza con una sonrisa. -Nos han estado haciendo bromas
a mí y a Ang todo el día.

- ¿Cuándo se gradúa la hermana de Jace? ¿No van a ir a Virginia para eso? - No


sabía mucho acerca de la hermana menor de Jace, excepto que tenía la misma
edad que Kin y yo y que vivía en Bristol con su madre adoptiva.

-La de Kassa es el próximo fin de semana y nos vamos el jueves- Hizo una mueca.
– Afortunadamente Gray sale el lunes para que no tengamos que lidiar con su
trasero en el vuelo.

- ¿Ya se decidió por una escuela? -. Sabía que Kin había elegido UCLA y que ella
y Angie se mudarían de su departamento actual a uno más cercano al campus
durante el verano.

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-Ella irá a UCLA e irá a vivir con Jace y Gray. Había pensado en ir a la Universidad
de Tennessee, pero quiere estar más cerca de los chicos, y no es como que Alicia
la vaya a extrañar. La mujer se ha convertido en una seria adicta al trabajo-. Kin
hizo una mueca y se encogió de hombros. -Quizás Gray se calme ahora. Ha estado
volviendo loco a Jace.

-Nada nuevo sobre eso-, le recordé, y ella sonrió. Gray y Jace no se llevaban bien
y apenas se toleraban. En el poco tiempo que conocía a los dos rockeros de Tainted
Knights, los había visto en repetidas ocasiones. Lo único en lo que los dos podían
estar de acuerdo era en su banda y la hermana pequeña de Jace. Para ellos, sin
embargo, eso era todo lo que parecía importar.

El viaje a Malibú se pasó con Kin, en su mayoría, hablando, sobre todo. Solo me
empapé de estar con ella después de tantos meses lejos. Era bueno verla tan feliz.
Desde que se había mudado de la casa de su padre, Kin había podido ser ella
misma. Con Angie viviendo con ella, consiguió tener una parte de su familia todos
los días y su nostalgia se había evaporado. Sin embargo, sabía que Jace era la
mayor parte de lo feliz que estaba Kin. Eran geniales juntos, incluso si me había
tomado un poco de tiempo aceptar que Jace no era el imbécil que originalmente
había pensado, cuando descubrí que había roto el corazón de mi mejor amiga.

En el departamento, Kin no perdió el tiempo ordenándonos algo de cenar y luego


haciendo que Marcus se acomodara en su habitación antes de volver a acampar
conmigo y Angie en el sofá. Por mucho que echaba de menos a Kin, comenzaba a
sentirme un poco abrumada. En Georgetown fui a clase, estudié en la biblioteca,
comí en la cafetería y luego me escondí en mi dormitorio. Era el mismo ciclo todos
los días. La emoción de Kin me estaba agotando y estaba lista para dormirme
incluso antes de que llegara nuestra comida.

Mis ojos comenzaban a cerrarse cuando mi teléfono comenzó a sonar. Kin me dio
una mala mirada cuando lo alcancé.
-Este es nuestro tiempo-, se quejó.

-Lo siento. Son solo mis padres asegurándose de que esté bien-. Le di una mueca
de disculpa mientras levantaba el teléfono a mi oído. -Hola mamá.

-Hola bebé. ¿Llegaste a casa de Kin? - La suave voz de Layla llenó mi oído.

-Sí. Estoy aquí y nos estamos preparando para comer —le aseguré.

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-Excelente. Le haré saber a tu papá. ¿Necesitas algo?

-No. Estoy bien. Kin dejó escapar un resoplido y sacudí la cabeza ante su
impaciencia. -Te veré el domingo, ¿de acuerdo?

-Está bien, bebé. Diviértete con Kin -. Pero ella no se despidió ni trató de colgar, lo
que me puso tensa.

- ¿Mamá?

Ella dejó escapar un suspiro largo y cansado.


-Lo siento. No es nada. Me alegra que estés en casa, Lucy. Te amo cariño. Te veo
el domingo.

Antes de que pudiera decirle que la amaba, había colgado y colgué mi teléfono
distraídamente. Algo le pasaba a mi madre, pero no tenía idea de qué era. No la
había visto desde que ella y papá me dejaron en Georgetown en enero. Hablamos
regularmente, pero ella podría haber estado ocultándome cosas.

Justo como yo le estaba ocultando cosas a ella.

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Capítulo 3
Lucy

Me desmayé a mitad de la gran pijamada de Kin el viernes por la noche. Entre el


estrés de los exámenes de fin de semestre, el vuelo y la ansiedad de estar en casa,
no había podido seguir el ritmo de Kin. A pesar de que me quedé dormida a las seis,
era la última en despertar a la mañana siguiente, pero aún me sentía exhausta.

Kin no perdió tiempo en sacarme por la puerta. Ella ya estaba marcando cosas en
su lista y me alegré de seguirla. Cualquier cosa para distraerme de la ceremonia de
graduación y, lo que es más importante, de la fiesta posterior. Me encontré
sonriendo un poco más fácilmente a medida que avanzaba el día, y esa noche,
cuando volvimos a subir a su cama, mi cara no se sentía tan rígida y las sonrisas
se volvieron un poco más fáciles.

Me estiré sobre mi estómago junto a Kin y agarré una de sus almohadas debajo de
mi cabeza.
-Gracias por hoy-, murmuré mientras luchaba contra el sueño.

Se volvió de lado, apoyando la cabeza en la mano.


-Fue divertido, pero me mostró cuánto te extrañé. ¿Seguro que quieres volver a
Georgetown para el verano? Quiero decir, en serio, ¿escuela de verano?

-No quiero tomar un descanso. Me ayuda a mantener mi mente ocupada.

Los ojos azules se oscurecieron y ella se acercó. Extendiendo la mano, apartó


algunos de mis rizos de la cara. El suave toque de sus dedos en mi mejilla hizo que
me picaran los ojos, pero no la rehuí.
-Sé que ha sido difícil, Lu, pero las cosas tampoco han sido fáciles para él.

Aparté mi rostro de ella.


- ¿Es por eso que ha estado en las revistas de basura con un puñado de chicas
diferentes en los últimos meses?

Había sido una píldora difícil de tragar cuando vi por primera vez a Harris en la tapa
de un periódico sensacionalista con su brazo alrededor de una rubia con piernas
asesinas y un cuerpo aún más mortal. Él había estado sonriéndole como si fuera su

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mundo entero y me había hundido un poco más en el abismo negro en el que había
estado desde el día en que me dijo que no estábamos juntos.

Traté de decirme a mí misma que era feliz si él continuaba. Si él era feliz, eso era
todo lo que realmente importaba. ¿Correcto?

Incorrecto.

Me había dolido muchísimo y había recurrido a viejos métodos para afrontarlo.

La semana siguiente Harris había aparecido en otro tabloide con esa misma sonrisa,
pero una rubia diferente con piernas que se fueron por millas y un pecho que tenía
que haber costado unos buenos diez mil dólares s. Las revistas de chismes se
habían mantenido al día con cómo Harris Cutter tenía a una hermosa rubia diferente
en su brazo cada semana y lo mucho que parecía divertirse.

Aunque me mató verlo con tantas chicas diferentes, todavía estaba agradecido de
que los medios no se hubieran enterado de lo que había sucedido con Tessa
después de que casi lo mata. Tía Emmie me había mantenido al tanto de lo que
estaba sucediendo con respecto a la ex de Jenna. Se había declarado culpable de
algunos delitos menores y había recibido cinco años. Fue lo mejor que pudo
encontrar el fiscal de distrito para mantener lo que había sucedido fuera de los
documentos. Tía Emmie se había asegurado de decirme que a Tessa tampoco le
iba bien por dentro. El segundo día de su condena de cinco años, Tessa había sido
asaltada por cinco mujeres y había terminado en la enfermería de la prisión con una
conmoción cerebral y una muñeca rota.

No quería pensar en el tipo de conexiones que mi tía tuvo que haber logrado, pero
supe instintivamente que ella había sido responsable de lo que le había sucedido a
Tessa. Emmie Armstrong podría hacer que cualquier cosa que quisiera suceda con
solo unas pocas llamadas telefónicas. Ella era un poco peligrosa.

Está bien, entonces ella era muy peligrosa. Sin embargo, esa era solo una de las
muchas cosas que amaba tanto de ella.

Kin dejó escapar un profundo suspiro.


-No deberías leer esas cosas, Lucy. Tú, mejor que nadie, debe saber que esas
cosas no tienen ni un poco de verdad en ellas.

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Quizás los paps que imprimieron esas historias sobre Harris se equivocaron, pero
las imágenes contaban su propia historia. Harris definitivamente se estaba
divirtiendo con ellas.

Que él hubiera sido capaz de seguir adelante tan fácilmente mientras luchaba por
levantarme de la cama cada mañana me dolía más de lo que cualquier otra cosa
podría haber hecho en ese momento. Había sido más fácil cuando pensaba que
estaba tan destruido como yo, no mucho más, pero algo más. Me sentí tan estúpida
cuando supe que no lo era. Era más que obvio para mí que Harris no había estado
tan comprometido con nosotros como yo.

Sin embargo, no tenía ganas de discutirlo con Kin. Ella no quería elegir lados y yo
respetaba eso. En la mayor parte. Me dolió un poco que ella no estuviera
completamente de mi lado, cuando me había quedado con ella, cuándo afirmó que
odiaba a Jace. Ella se preocupaba por Harris y eso estaba bien porque sabía que
ella también se preocupaba por mí.

-Siempre puedes venir a casa e ir a UCLA conmigo y con Kassa.

Respiré profundamente y giré la cabeza para darle una sonrisa tensa.


-He querido Georgetown desde que tenía diez años, Kin. Me encanta allí.

La mirada en el rostro de Kin me dijo que no había comprado completamente mi


mentira. -Puede que ames la escuela, pero no te gusta estar lejos de tu familia y
amigos. Realmente no has sonreído desde que te fuiste y te ha llevado todo el día
finalmente sonreír como si lo sintieras. Puedes mentirles a tus padres e incluso a ti
misma todo lo que quieras, cariño, pero puedo ver que no eres feliz.

Por mucho que amaba a esa chica, odiaba que ella pudiera ver a través de mi
mierda tan fácilmente. Me puse de lado para poder verla mejor y decirle la verdad.
-Ser infeliz no tiene nada que ver con dónde estoy. Sería igualmente infeliz si viviera
en California o si viviera en la luna. Se necesita toda mi energía solo para salir de la
cama cada mañana
-Lucy …

Sacudí mi cabeza.
-No, está bien. En serio-. Otra mentira, pero qué demonios, todo lo que hacía era
mentirle a la gente que me amaba. -Voy despacio, pero lo voy a lograr.

-Eres fuerte, Lucy. La persona más fuerte que conozco.

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Me moví sobre mi espalda para evitar que viera el dolor que sabía que brillaría en
mis ojos. Ella no tenía idea. Nunca había sido fuerte. Era débil, muy débil. Si no
fuera por las cosas que hice para ayudarme a lidiar con toda la mierda emocional
que parecía estar constantemente en mi cabeza, no estaba segura de lo cuerda que
hubiera estado en ese momento.

Kin bostezó y se puso el edredón sobre los hombros. -Mañana será otro día
divertido-, dijo mientras cerraba los ojos.

No iba a hacerla cumplir esa promesa. No había forma de que el día siguiente fuera
divertido para mí.

Kin cayó en un sueño profundo fácilmente, pero yo simplemente me quedé allí,


mirando hacia el techo y temiendo al día siguiente.

No hubo tiempo que perder a la mañana siguiente. Solo había dos baños en el
departamento de Kin y tres chicas que intentaban prepararse en ellos. Fue una
pequeña pesadilla, por decir lo menos. Me apresuré a ducharme, me aseguré de
que mi pulsera de cuero estuviera en su lugar y luego me apresuré a ponerme
suficiente maquillaje para no parecer un fantasma.

No había tiempo para el desayuno, así que todas agarramos una manzana mientras
salíamos corriendo del apartamento. El estacionamiento de la escuela ya se estaba
llenando cuando llegamos allí y corrí sobre mis talones para ponerme al día con el
resto de la clase cuando se pusieron en fila para salir a la parte inaugural de la
ceremonia.

Llegar tarde fue algo bueno en mi opinión. No tuve que pasar por las lágrimas y los
abrazos y toda la basura que sabía que sería sometido nuevamente después de la
ceremonia. No había tiempo para los nervios o para preguntarse quién había venido
y quién no. Apenas tuve tiempo de arreglar la estola de honor amarilla cuando ocupé
mi lugar cerca del final de la fila con mis compañeros de clase.

Kin estaba más cerca de la mitad de la línea y salió antes que yo, pero escuché a
mi familia y a la de ella, gritar su nombre cuando salió. No pude evitar la pequeña
sonrisa que inclinó mis labios cuando escuché sus voces. Pude identificar fácilmente
a tía Emmie y a mi madre. Podría haber distinguido el chiflido de mi padre en una
multitud de diez mil.

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Demasiado pronto fue mi turno y tuve que morderme el labio para no mirar hacia
arriba para encontrar a mi familia cuando sus gritos se hicieron aún más fuertes una
vez que me vieron. Levanté una mano y saludé cuando escuché a mis sobrinas y a
los gemelos gritar mi nombre, pero mantuve mis ojos en el chico frente a mí para no
tener que ver si Harris estaba allí o no. Sabía que Natalie y Devlin lo estarían; yo
mismo había enviado la invitación e incluso había confirmado su asistencia con
Natalie semanas antes por correo electrónico. Sin embargo, no había invitado a
Harris. No había forma de que pudiera manejar verlo.

Eso no significaba que Kin lo dejara fuera. Ella no había dicho si lo había hecho o
no, pero sabía que lo habría querido allí.

Finalmente, en mi asiento con todos los demás, crucé las piernas y me quité los
tacones mientras se daba un discurso tras otro. Estaba agradecido por los retrasos
mientras me frotaba el arco de mi pie izquierdo. Odiaba los tacones, pero a todas
las chicas se les había dicho repetidamente que teníamos que usarlos. Pensé que
era una mierda y no los habría usado si mi madre no hubiera insistido en que había
encontrado los zapatos perfectos para combinar tanto con mi vestido, como con el
birrete y el vestido.

Tres filas delante de mí, Kin volvió la cabeza y me hizo una mueca. Me reí solo para
ver a las dos personas a mi derecha, lo que solo me hizo reír más fuerte.
Guiñándome un ojo, Kin se dio la vuelta y me concentré en las últimas palabras que
decía la directora.

-Ahora, cuando nos dejen, salgan al mundo y cometan errores. Rompan las reglas,
ya que sé que la mayoría de ustedes son buenos en este momento, pero aprendan
de esas reglas también. Hagan de la vida lo que quieran de ella y nunca tengan
miedo de luchar por sus sueños. -La mujer nos sonrió con calidez y dio un paso
atrás cuando todos aplaudieron.

Ni siquiera me moví cuando sus palabras pasaron por mi cabeza como un tsunami.
Nunca había pensado en la directora como una persona profunda, pero esas
palabras fueron más profundas de lo que podría haber imaginado y se quedaron
conmigo incluso mientras cruzaba el escenario para estrecharle la mano y aceptar
mi diploma.

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Capítulo 4
Harris

-Mueve tu trasero, Harris. Vamos a llegar tarde.

Le di la vuelta a Jace mientras corría hacia el auditorio donde su novia se estaba


graduando en solo unos minutos. No estaba de humor para ver a un grupo de niños
de secundaria graduarse. Joder, la mayor parte del tiempo no estaba de humor para
nada. Especialmente no estaba de humor para ver a Lucy.

Mentiroso.

Apreté los dientes cuando Jace miró por encima del hombro para ver si lo estaba
siguiendo. Al ver que no le estaba siguiendo el ritmo, se detuvo y se volvió para
mirarme.
-Me haces llegar tarde a esto y te voy a patear el trasero. Date prisa, joder, idiota.
No me estoy perdiendo a Kin caminando por ese escenario y cruzarlo para obtener
su diploma.

Kin fue la única razón por la que incluso salí de la cama un domingo antes del
mediodía. No solo me había enviado una invitación a su graduación, sino que me lo
había pedido personalmente. No había tenido el corazón para decirle que no. Ella y
Jace habían sido mis rocas en los últimos meses y sin ellos no estaba seguro de
dónde diablos habría estado. Presentarme hoy era lo menos que podía hacer por
ella.

Murmurando una maldición, troté para alcanzar a mi mejor amigo y él me lanzó una
mirada desagradable antes de guiar el resto del camino hacia adentro. El lugar ya
estaba lleno y al menos cincuenta de los asistentes eran rockeros o la familia de
rockeros. Tan pronto como entramos, escuché el nombre de Jace y luego el mío.

Girándome, miré hacia las hileras de rostros e inmediatamente encontré a mis


padres y mi hermana pequeña saludándome. Jace, al ver al padrastro y
hermanastros de Kin, me dijo que me vería después de la ceremonia. Asentí y subí
las escaleras de dos en dos. Antes de que pudiera alcanzarlos, mi hermana
pequeña se precipitó hacia adelante y la recogí en mis brazos mientras se arrojaba
sobre mí.

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Trinity sonrió, haciendo que sus hoyuelos a juego aparecieran y yo estaba indefenso
para no devolverle la sonrisa.
-Hola alborotadora.

Ojos azul grisáceos idénticos a los de su madre se estrecharon sobre mí.


-Yo soy la buena-, me recordó con el tipo de insolencia
por el que su madre era tan conocida, haciéndome reír. -Te extrañé, Harris-. Sus
pequeños brazos abrazaron mi cuello y se agarró con fuerza.

La abracé más cerca, respiré su dulce aroma de niña y encontré un pequeño sabor
de paz que había estado desesperado por encontrar por tanto tiempo.
-También te extrañé, Trin-. Sin dejarla ir, subí el resto de las escaleras hasta que
llegué a nuestros padres y tomé su silla vacía al lado de Natalie.

Mi madrastra me dio una sonrisa de bienvenida antes de alcanzar mi corbata para


enderezarla.
-Pensé que ibas a afeitarte- dijo con un resoplido.

Me encogí de hombros.
-No tenía ganas-. No tenía ganas de hacer nada la mayoría de los días. Si no fuera
por el trabajo, me quedaría en la cama todo el día, odiando al mundo.

Odiándome a mí mismo.

Trinity se dio vuelta en mi regazo.


-Papá nos llevará a mí y a mamá a almorzar después. ¿Quieres venir con nosotros?

-Él viene, Trin-. La voz del rockero no dejó lugar para discutir.

Le lancé una mirada fulminante a Natalie, donde estaba sentado mi padre,


mirándome como un halcón.
-Ya tengo planes-, le dije.

- ¿Hacer qué? ¿Ir a casa y mirar tus paredes? - Él puso los ojos en blanco. -Eso es
una mierda. Tu trasero va a ir a comer con nosotros. Parece que necesitas unos
filetes, amigo.

-Jace le está dando una fiesta a Kin en su departamento. Voy.

Eso hizo que mis padres levantaran las cejas.

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-Kin ... y ¿Lucy? - Devlin Cutter dijo su nombre casi vacilante, como si supiera cuánto
me afectaría escuchar su nombre. No había forma de que él no supiera que la sola
mención del nombre de Lucy me atravesaba como una cuchilla caliente.

Forcé a mis manos a soltarse y pasé mis dedos por el largo cabello oscuro de Trinity.
Al habernos mirado en ese momento, la mayoría de las personas habrían asumido
que ella era mi hija y no mi hermana pequeña. Me parecía mucho a mi padre, y
Trinity era el clon femenino perfecto de los dos.

-Sí- gruñí después de un largo silencio donde tanto mi padre como mi madrastra se
quedaron allí mirándome. -Kin y Lucy.

-Está bien- dijo Devlin con un movimiento de cabeza, haciendo que su largo cabello
oscuro cayera sobre su hombro. -Sin embargo, todavía estás comiendo con
nosotros.

-No tengo hambre.

Natalie se volvió hacia mí en su silla, sus instintos maternos captaron cada pequeño
detalle sobre mi rostro y encontraron todas las respuestas tácitas que necesitaba.
-Para de discutir. Te vas con nosotros. Ahora cállate. Las chicas saldrán pronto.

Trinity me lanzó una sonrisa, habiéndose salido con la suya. Le di un golpecito en


la nariz antes de ponerla en mi regazo para que pudiera ver la ceremonia que estaba
por comenzar. Segundos después, las luces en el auditorio se atenuaron y el
escenario se volvió más brillante a medida que los mayores salían.

Cuando cada estudiante salió con su toga y birrete, mi corazón se aceleró un poco
más. A mitad de camino, vi a Kin. Con su estatura y su largo cabello rojo, era difícil
pasarla por alto. La grité junto con mis padres, Jace, y su familia, negándome a
volver la cabeza cuando escuché un coro de otras personas silbando y llamándola
desde el otro lado del auditorio. Los demonios habían recibido a Kin con los brazos
abiertos desde el primer día que Lucy la había llevado a su casa. Vi, como Kin
sonreía y levantaba la mano para saludar a todos mientras tomaba asiento.

Diez estudiantes más tarde y mi corazón ya no latía en mi pecho hasta morir. Se


detuvo cuando se expulsó todo el aire de mis pulmones y no se llenó de nuevo. Con
tacones de cinco pulgadas y sus rizos rebotando alrededor de sus hombros, Lucy
salió y la gente a mi alrededor se volvió loca mientras trataba de encontrar la
voluntad para hacer que mis pulmones volvieran a funcionar.

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Incluso desde donde estaba sentado podía distinguir su rostro, podía ver su
pequeña sonrisa tímida mientras levantaba la mano y saludaba cuando sus
hermanos y sobrinas la llamaban. Vi un brazalete de cuero en su muñeca izquierda
cuando su mano comenzó a bajar y quise ir al escenario y arrancarlo, para exponer
la tinta que combinaba con la mía.

Mierda. Ella era tan malditamente hermosa. Traté de minimizar su belleza en mi


mente, traté de mentirme a mí mismo sobre el efecto que tenía sobre mí. Solo me
había estado engañando a mí mismo. Solo mirarla dificultaba la respiración. Saber
que había tirado lo que podríamos haber tenido no ayudó a mi situación respiratoria.
Los músculos de mi pecho protestaron y solté a Trinity para pasar una mano sobre
ellos.

No la había visto desde que había salido corriendo de la casa de mis padres en
enero. No había tratado de seguirla, de decirle que no lo había dicho en serio, que
todo era una mentira. Que lo sentía. Que no quería que ella se fuera. Que la amaba
más que a ninguna otra persona en el mundo. Incluyéndome a mí mismo. En vez
de eso, me quedé en la puerta viéndola huir del dolor que había causado. Lejos de
mí. Aunque casi me mata, la dejé ir sin otra palabra.

Toda esa mierda con Tessa me había demostrado que Lucy estaría mejor sin mí.
Que solo la hundiría. Ella había estado lista para cambiar sus planes universitarios
por mí. Se hubiera quedado en California para estar conmigo. Todos sus sueños de
ir a Georgetown desde que tenía diez años se habrían ido por el desagüe y habría
sido mi culpa. Ella merecía más de la vida, que la mierda que me sentía que era, en
ese entonces.

Que aún lo era.

No había habido un día en que no me arrepintiera de no haber seguido a Lucy. No


pasaron diez segundos sin que ansiara llamarla y rogarle por otra oportunidad.

Sin embargo, le iba bien en la escuela. Emmie mantuvo a Natalie actualizada


regularmente ya que trabajaban juntas. Nat a cambio me contó cómo estaba Lucy.
Si ella se hubiera quedado atrás, si se hubiera estado desmoronando, entonces tal
vez la habría llamado. La señal más pequeña de que ella me necesitaba tanto como
yo la necesitaba a ella y habría estado en un maldito avión. Pero ella no lo estaba,
y no estaba a punto de arruinar su vida de nuevo.

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Eso no significaba que no me odiara por no llamar. No quiero decir que no marcaba
su número todas las noches y peleaba conmigo mismo por enviarle un mensaje
hasta que caía en un sueño profundo e inquieto en mi nueva cama tres pisos debajo
de mi antiguo departamento.

Traté de quitar mis remordimientos con indiferencia, y cuando eso no funcionó, la


hostilidad total. No dejé que nadie más que Natalie me hablara de Lucy. No me
acerqué a nadie más en su familia, especialmente a sus padres o Emmie.
Honestamente, había esperado durante semanas, esperando que Jesse Thornton
apareciera en mi puerta y me matara a golpes por herir a su única hija. Con mucho
gusto habría dejado que terminara conmigo para no tener que sentir
constantemente que mi corazón ya no era parte de mi cuerpo.

No lo hizo.

Natalie me había dicho que no me culpaba por lo que había sucedido con Tessa o
por lo que siguió. Ella no tuvo que decir las palabras para que me diera cuenta de
que Jesse probablemente sentía pena por mí. Eso lo empeoró. Él entendió y se
sintió mal, no solo por el dolor que sentía Lucy, sino también por mi propio dolor. Si
hubiera sido mi hija, no estaba tan seguro de haber podido comprender ni la mitad.

La ceremonia de graduación parecía que nunca iba a terminar. Aunque me dije que
mirara hacia otro lado, mis ojos seguían yendo directamente hacia Lucy. Se sentó
allí con las piernas cruzadas, frotándose los pies, y me di cuenta de que no estaba
prestando atención. Ella debe haber estado aburrida en su mente. No presté
atención a los discursos, no pude oír nada más que la sangre corriendo por mis
oídos mientras silenciosamente deseaba que me mirara.

Mis ojos se quedaron en ella mientras se paraba y esperaba con los demás para
aceptar su diploma. Vi como ella le sonrió al chico frente a ella cuando él se giró
para decirle algo. Observé mientras jugaba con el brazalete de cuero en su muñeca.
Tenía ganas de arrancar esa maldita cosa y exponer el tatuaje de amistad que
combinaba con el mío.

Sin darme cuenta, mi dedo trazó sobre la tinta de mi muñeca derecha. Ese tatuaje
me había ayudado a pasar más días malos de lo que quería admitir.

-Lucy Daniels Thornton.

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- ¡Sí! - Al menos diez personas gritaron a la vez cuando Lucy dio un paso adelante,
estrechó la mano de su directora y tomó su diploma. Rockeros que había conocido
toda mi vida silbaban y gritaban su nombre. La gente volvió la cabeza para mirar,
pero a nadie le importó. Todos los familiares y amigos de Lucy estaban orgullosos
de ella, incluido yo mismo. Las pequeñas manos de Trinity comenzaron a aplaudir
antes de que pudiera levantar las mías. Mi garganta se llenó de emoción cuando la
vi hacer una pequeña reverencia cuando llegó al final del escenario y sonrió a toda
su familia y amigos.

- ¡Ve, Lu! - Mi padre llamó y su cabeza se volvió en nuestra dirección.

Su sonrisa seguía siendo brillante cuando su mirada lo encontró fácilmente en el


auditorio con poca luz, pero supe en el instante en que me vio. Esa hermosa sonrisa
se evaporó y la vi tragar con fuerza. Bajando la cabeza, bajó lentamente los cuatro
escalones y ocupó su lugar con el resto de la clase. Se llamaba el apellido, pero no
podría haber dicho quién era. Mi corazón se había convertido en plomo, mi
estómago ya se retorcía y apretaba.

Esos ojos.

Era peor que el día que había venido a rogarme que le pidiera que se quedara. Era
peor que verla huir de mí. Fue peor que tener que pasar los últimos meses con todo
el país entre nosotros.

Sus ojos oscuros parecían sin emociones, casi ... muertos.

La información que Emmie le había transmitido a Natalie obviamente no había


estado en lo cierto. No podía ser. Sus ojos no hubieran sido así si lo estuviera
haciendo bien. Tal vez podría poner una sonrisa brillante y engañar a todos los
demás, pero no estaba ciego. Ella todavía estaba sufriendo.

Y todo era mi culpa.

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Capítulo 5
Lucy

Mi cara comenzaba a doler por toda la sonrisa que me obligaron a hacer. Me dolía
el cuerpo por todos los abrazos apretados que me daba mi familia.

Me dolía el corazón de ver a Harris.

Él todavía estaba allí. Podía sentir su presencia. Podía distinguir su voz mientras
hablaba con Jace, Caleb y una docena de personas. Sin embargo, ni una vez se
me acercó. Traté de decirme a mí misma que me alegraba que se hubiera alejado.
Me alegro de que ni siquiera mirara en mi dirección. Lo hizo más fácil.

Mentira.

Lo empeoró. Quería que se acercara a mí. Quería que me sonriera.

Quería que me abrazara como todos los demás.

Otra mentira.

No quería los mismos abrazos que me daba mi familia. Quería uno que me dijera
que todavía me amaba. Quería que se me acercara, respirara hondo como si
estuviera tratando de memorizar mi aroma, y luego que me susurrara al oído que
me había extrañado mucho y que no podía pensar con claridad sin mí.

Cada vez que alguien me decía que sonriera para una foto, hice lo que me dijeron
y mentalmente conté los minutos hasta que pudiera escapar. Hasta que pudiera
volver al apartamento de Kin y encerrarme en el baño. Hasta que pudiera abrir la
ducha y sentarme en el borde de la bañera y poner una cuchilla de afeitar en mi ...

-Vamos, Lu. Solo una foto más y te dejaré en paz.

Sentía que se me iba a romper la cara cuando le sonreí a mi papá mientras mis
hermanos se paraban a ambos lados de mí. Los gemelos tendrían diez años en
octubre, pero eran solo unos centímetros más bajos que yo. Cada uno puso un
brazo alrededor de mis hombros mientras sonreían con facilidad a la cámara que

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papá no había dejado de usar desde que los encontré en la multitud afuera del
auditorio.

Cinco fotos después, Luca y Lyric me abrazaron con fuerza y retrocedieron para
examinarme.
- ¿Qué pasa? - Lyric fue el primero en preguntar con el ceño fruncido en reemplazo
de su sonrisa fácil.

- ¿Necesitamos lastimar a alguien? - Preguntó Luca mientras me observaba de


cerca. -Todavía tengo algunos petardos en mi cajón de calcetines en la casa.

Una pequeña risa se me escapó y los rodeé con mis brazos, por primera vez
dándoles un fuerte abrazo en lugar de recibir uno.
-Los extrañé mucho a las dos, pequeñas bestias.

-También te extrañé- murmuraron ambos.

Lyric se echó hacia atrás, sus ojos oscuros giraban con una mezcla de emociones.
- ¿Harris te hace llorar? - Dijo y gruñó tan bajo que solo yo podía escucharlo.

Sacudí mi cabeza, tratando de reírme de su pregunta. -Nadie me hizo llorar, Ric.


Solo estoy cansada. Ha sido un largo día.

Sus ojos se movieron sobre cada centímetro de mi cara por un largo momento antes
de que finalmente asintiera y retrocediera.
-Te hace llorar de nuevo y está muerto.

-No hables así- lo regañé. -Eres demasiado joven para ir a prisión- Conociendo a
esos dos, solo tomaría una palabra de mí y ambos harían exactamente eso, sin
embargo.

Mis hermanos gemelos eran tan protectores conmigo como lo era nuestro padre. Si
bien eso hizo que mi corazón se derritiera, la idea de que lastimaran a Harris de
alguna manera dolía más de lo que cualquier otro dolor podría haber causado en
ese momento. Él podría haber aplastado mi corazón, pero si algo le sucediera,
literalmente me mataría.

- ¡Mi turno!

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Me giré ante la suave voz y me agaché para darle un abrazo a Violet mientras me
rodeaba el cuello con los brazos. Lyric dio un paso atrás para darle espacio, pero
Luca, como siempre, se quedó dónde estaba para poder vigilar a su persona favorita
en el mundo.
-Papá dijo que ya te graduaste. Estoy tan feliz.

Levanté la vista para encontrar a Shane y Harper Stevenson de pie a solo unos
metros de distancia. Harper ya estaba tomando fotos con su cámara de nivel
profesional, mientras que su hijo Mason se sentó en los hombros de Shane
observando todo a su alrededor con un ojo crítico. Shane me guiñó un ojo y me
enderecé para poder posar para más fotos con Violet y luego con Shane.

Con Luca y Violet ahora jugando en el césped detrás de nosotros con Lyric y Mason,
Shane y Harper se movieron a rodearme mientras mi padre se hizo cargo de la
cámara de Harper y comenzó a tomar más fotos.
-Estamos muy orgullosos de ti, Lu-, me dijo Shane mientras me miraba con el mismo
orgullo que brillaba no solo en los ojos de mi padre, sino también en los de Drake y
Nik.

-Gracias- murmuré, tratando de no llorar. -Gracias a los dos por venir hoy. Significa
mucho para mí.

El brazo de Harper se apretó alrededor de mi hombro y presionó un suave beso en


mi mejilla.
-No nos lo habríamos perdido por nada, cariño-. Papá dejó de tomar fotos cuando
alguien se acercó para estrecharle la mano y Harper se movió para quedar frente a
mí.
- ¿Estás segura de que quieres hacer un verano en Georgetown? Tengo un puesto
de interno abierto en la revista y me encantaría que lo llenaras.

No era la primera vez que Harper me había pedido que tomara un puesto de interno
en su revista. Desde que se había separado de Rock América, había estado detrás
de mí para que trabajara para ella. Harper ya no trabajaba con estrellas de rock,
pero había convertido su nueva revista en un medio de comunicación tradicional
que se había convertido no solo en una de las revistas más grandes del país, sino
también en todo el mundo. Ella tenía sucursales en París, Londres, Toronto,
Alemania, Brasil y ahora estaba considerando poner una sucursal en Japón.

Trabajar haciendo los primeros trabajos como periodista, con Harper Stevenson
sería un sueño hecho realidad para cualquiera. Pero no estaba segura si el

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periodismo era donde quería ir con mi título de inglés una vez que lo obtuviera. Mi
vacilación no fue solo porque no estaba segura de si pertenecía a California o no.
Con todas las ramas que tenía Harper, podría haber trabajado en cualquier parte
del mundo. Simplemente no había decidido qué quería hacer una vez que terminara
la escuela. Quería trabajar con asuntos de actualidad en un puesto de periodista.
También quería ser autor, pero también había estado pensando en enseñar.

Estaba indecisa, pero nadie dijo que tenía que elegir entre las tres opciones. Podría
hacerlos todos si quisiera. En todo caso, quería probar los tres. Quizás entonces
estaría tan ocupado que no tendría tiempo para pensar en otra cosa.

-Quizás el próximo verano, Harper, - ofrecí con una sonrisa. -Realmente me gustaría
comenzar el semestre de otoño como estudiante de segundo año.

-Trabajas demasiado duro-, se quejó Shane mientras revolvía mis rizos. -Ya nunca
hablamos.

Él estaba en lo correcto. No hablamos tanto como solíamos hablar. Antes de mi


cumpleaños, le enviaba mensajes de texto a Shane al menos una vez al día y
hablamos por teléfono o nos reuníamos para salir a correr juntos al menos cada dos
semanas. No era el único con el que no hablaba como lo hacía normalmente. No
llamé a Drake como lo había hecho en el pasado y mis conversaciones con mi
hermana eran cada vez menos. No sabía por qué me estaba distanciando de mi
familia.

Mentirosa.

Sabía por qué. No podía soportar escuchar sus voces o ver sus caras cuando
hablábamos a través del chat de video que usamos. Me sentí muy avergonzada de
mí misma por las cosas que seguía haciéndole a mi cuerpo. El corte se me estaba
yendo de las manos. Lo sabía, pero no sabía cómo parar. Me estaba volviendo
adicto a la liberación que me daba.

-De acuerdo, creo que tengo suficientes fotos-. Miré a mi madre que
afortunadamente estaba guardando su cámara. Con una sonrisa que parecía del
lado tambaleante, se movió entre Shane y yo y me envolvió con fuerza en sus
brazos. -Estoy muy orgullosa de ti, bebé.

Enterré mi cara en su cabello, dejando que los aromas reconfortantes de su loción


y champú me calmaran como nada más podría hacerlo. "Gracias mamá."

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-Necesito una foto grupal dijo Kin de repente.

Mi cabeza se disparó cuando mi mejor amiga dejó a su padrastro y agarró a Jace


por el brazo para atraerlo hacia mí.
-Vamos cariño. Quiero una foto con todos nosotros.

Tenía la sospecha de que sabía quién "todos nosotros" incluidos. Efectivamente,


Kin se detuvo el tiempo suficiente para agarrar a Harris por el codo con su mano
libre y tiró de él en mi dirección.
- ¿Dónde está Carolina? -, Se quejó Kin mientras se detenía para mirar a su
hermanastra.

- ¡Ya voy!

Todavía me resultaba difícil comprender el hecho de que Kin y su hermanastra más


joven se habían convertido en amigas tan cercanas. Yo, como Kin, originalmente,
siempre pensé que Carolina era como su madre y su hermana mayor, Georgia. La
niña más joven siempre había estado rodeada de su madre y su hermana, y
habíamos asumido que era tan tonta como ellas. Sin embargo, había demostrado
que no lo era cuando se convirtió en la amiga que Kin había necesitado una vez que
me fui a Georgetown.

-Carolina, dije que no.

Nadie le prestó atención a Jillian Montez cuando llamó a su hija menor. Carolina,
que había venido no solo para ver a Kin y a mí graduarse, sino también a Georgia,
había estado sentada lo más lejos posible de mi familia. Era una incógnita quien le
disgustaba más a Jillian: mi madre o tía Emmy. Jillian era el tipo de persona que se
alimentaba de la atención que recibía. Mamá y tía Emmy no jugaban ese tipo de
juegos, así que las evitaba.
-Veo que sigue siendo una perra como siempre lo ha sido-, escuché que mamá
murmuraba a tía Emmy, que estaba parada justo a su lado.

Tía Emmie se encogió de hombros.


-Mientras deje a Kin sola, estará a salvo. Le dije a esa perra en la mañana de
Navidad que, si no se retiraba de Kin, me aseguraría de que su esposo no
consiguiera ese próximo trabajo de dirección con Paramount. Tengo a la hija del
CEO en marcación rápida. Una palabra de ella sobre el trasero de Kin y Scott es

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hierba, lo que significa que no hay más zapatos de diseñador para la perra con cara
de coño.

Mi boca se abrió y me giré para mirarlos a los dos.


- ¿Qué?

Tía Emmie ni siquiera parpadeó cuando cambió su mirada de Jillian a mí.


- ¿Pensaste que me sentaría y dejaría que continuara lo que pasó en la víspera de
Navidad? Kin es familia, Lucy. Cuidamos de la familia, bebé.

-Lo sé, pero no tenía idea de que estabas detrás de por qué Jillian se echó para
atrás con Kin como lo hizo. Dio un giro de 180 grados después de esa estúpida gala
navideña. Miré a Kin, que ignoraba el nuevo giro en nuestra conversación. No sabía
si debía decirle o no. Ella estaba feliz hoy y no quería criar a su monstruo de paso.

-Angie y Caleb, ustedes dos están parados aquí-. Kin ya estaba posicionando a
todos para que se adaptaran a ella. -Lucy, aquí- Ella agarró mi mano y me empujó
bruscamente a su lugar justo en frente de Caleb. -Caro, deberías pararte aquí.
Harris, detrás de Angie, y Jace pueden pararse a mi lado en el medio.

Escuché a Caleb resoplar y levanté la cabeza para encontrarlo sonriéndome. Al


igual que su hermana gemela, me gustó Caleb desde el primer momento en que lo
conocí. Tal vez incluso antes de eso, cuando Kin me contó todo sobre los gemelos
que no podrían haber sido más su hermano y su hermana si hubieran estado
relacionados con la sangre.

-No sirve de nada discutir, Lu. Ella va a salirse con la suya de una forma u otra. Es
mejor ceder y dejar que haga lo suyo-. Caleb me guiñó un ojo y me encontré
relajándome un poco más.

-No puedo meterlos a todos-, se quejó Carter, el padrastro de Kin, mientras se


paraba frente a nosotros con su cámara. -Caleb, pon tu brazo alrededor de la chica
y jálala más cerca.

Un gran brazo me rodeó la cintura y de repente me levanté varias pulgadas cuando


Caleb me atrajo hacia el grupo. No pude evitar chillar, lo que lo hizo reír. Ese sonido
profundo hizo retumbar su pecho y me reí mientras me metía debajo de su brazo
como si no pesara nada.

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-Eso es mejor-, dijo Carter con un movimiento de cabeza mientras comenzaba a


tomar su cámara. Varios otros hicieron lo mismo y nos quedamos allí por un minuto
completo, dejándolos a todos tomar sus fotos.

-Cámbialo un poco-, escuché que alguien llamaba y podría haberles golpeado la


garganta. -Lucy se ve demasiado pequeña con Caleb. Amigo, ¿haces press de
banca o algo por diversión?

Caleb volvió a reír.


-Solo los domingos.

Kin comenzó a reorganizarnos, pero tan pronto como ella me trasladó, supe que
tenía que haber sido el plan todo el tiempo. Estaba a punto de arrancarme el pelo
cuando colocó a Carolina al lado de Caleb y luego me movió para que me enfrentara
a Harris.
-Perra- murmuré y ella me dio una mueca de disculpa antes de tomar su lugar con
Jace una vez más.

Mirándola, comencé a salir del grupo cuando otro brazo me rodeó la cintura. No fui
levantado del suelo, pero inmediatamente sentí que estaba enraizado en el lugar.
Mi cuerpo entero de repente sintió que se había incendiado cuando la mano de
Harris se apoyó firmemente en mi cadera y se tensó como si tuviera todo el derecho
del mundo para tocarme.

Mi cerebro comenzó a gritar para alejarse, muy, muy lejos, del dolor que podía y
causaría. Mi corazón, por otro lado, estaba llorando, sollozando, que ya era hora.
Mi cuerpo no recibió ninguna nota de esos dos órganos en conflicto y cobró vida por
primera vez desde que Harris Cutter me había besado por última vez.

Me quedé allí, la tensión irradiando de mí. La mano de Harris se apretó y bajó la


cabeza hasta que pude sentir su cálido aliento en mi cuello.
-Relájate.

-Muérdeme-, gruñí para que nadie a nuestro alrededor pudiera oír.

- ¿Qué, puedes dejar que Caleb te toque, pero no a mí?"

Me negué a mirarlo, así que no tenía idea de lo que tenía en los ojos, pero parecía
casi celoso.

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-Vete a la mierda-, le espeté, aún sin relajarme ni mirarlo. Quería alejarme de él.
Quería estar al otro lado del jodido planeta de él, en cualquier lugar menos allí
mismo con su mano sobre mí, haciéndome sentir tantas cosas que me retorcían
como un pretzel.

-Sonríe, Lucy- ordenó Nik. Le fulminé con la mirada mientras tomaba una foto.

-Vamos, Lu. Sonríe solo una vez para mí -, instó mi papá.

Si alguien más me hubiera pedido que sonriera, les habría sacado el dedo, pero no
podía decepcionarlo. De alguna manera encontré la fuerza para hacer que mis
músculos faciales se levantaran en una pequeña sonrisa, pero tan pronto como él
tomó una foto, me estaba alejando de Harris y me dirigía al estacionamiento.

No podría lidiar con esta mierda hoy. Pidió demasiado tener que sonreír como si
estuviera en la cima del mundo mientras estaba de pie junto al tipo que me había
destruido.

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Capítulo 6
Lucy

-Un trago-. El tequila no dejó un rastro de fuego en mi garganta. Ya había bebido


tanto que estaba entumecida por el fuego. -Dos tragos Tres tragos, cuatro. Tragué
los tres tragos como si fueran agua, dando la bienvenida al calor en mi estómago.
- ¿Cuántos tragos hasta que deje de sentir?

Hice una pausa en el proceso de rellenar mis cuatro vasos y me reí de la pequeña
rima que acababa de inventar. Ya estaba borracha y solo eran las nueve y media.
Empecé a beber tan pronto como volvimos al departamento de Kin.
Afortunadamente, Marcus no estaba con nosotros esta noche. Había pedido una
noche libre para ser la "princesa del rock" para poder soltarme y ser una chica
normal de dieciocho años celebrando con sus amigos. Afortunadamente no tuve
que esforzarme mucho. Mis padres ni siquiera habían cuestionado mi solicitud, pero
me habían dicho que me divirtiera.

No se trataba de diversión para mí. Se trataba de beber hasta que vomitara y luego
beber un poco más. Beber, todas las cosas que giraban en mi cabeza. Beber, el
dolor que trataba de consumirme cada segundo de cada día. Beber, la urgencia de
encontrar una maldita cuchilla de afeitar.

Tan pronto como Kin abrió la puerta, cogí la primera botella de alcohol que encontré
y comencé a beberla. Ahora el tequila se había ido a medias, pero el dolor seguía.
Todo lo que el alcohol había hecho fue hacerme reír.

Jodidamente risueña.

La fiesta había durado unas horas, pero no me había unido a ella. Fui a la habitación
de invitados donde dormiría esa noche y cerré la puerta. Luego abrí la puerta del
balcón y estacioné mi trasero en una de las tumbonas. Había estado bebiendo un
trago cuando el sol se había puesto sobre el Pacífico, incapaz de disfrutar de la
belleza porque había escuchado la voz de Harris en el estacionamiento cuando él y
Jace habían salido del taxi que los había traído. No podía entender lo que decían,
pero podía distinguir el timbre profundo de la voz de Harris en una multitud de diez
mil.

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Murmurando una maldición para mí misma, alineé los vasos de chupitos


nuevamente y vertí el tequila en cada uno. Derramé más de lo que realmente metí
en los vasos, pero no me importó. Probablemente era mejor que estuviera
desperdiciando un poco. Tal vez podría evitar el envenenamiento por alcohol.

Dejé la hermosa botella de calavera sobre la mesita junto a mi tumbona, alineé los
chupitos y tragué. Había varias luces de la calle brillando en el estacionamiento para
que pudiera ver que algunos de los invitados de la fiesta estaban allí. Algunas
personas estaban sentadas en la playa, mirando las olas golpear la arena. Algunos
de ellos estaban besándose.

- ¿Lucy?

No me molesté en reconocer la voz que me llamó desde el otro lado de la puerta de


la habitación de invitados. No quería compañía. Especialmente su compañía.

-Vamos, Lu. Abre.

Ignorando los vasos de chupitos, tomé la botella de tequila y tomé varios tragos,
solo deteniéndome cuando las ganas de llorar se desvanecieron.

Me preguntaba si mi padre sabía que me estaba emborrachado. Probablemente. Él


había sido joven en su momento.

Seguramente no me regañaría esta vez por ser estúpida. Demonios, él era una
leyenda del rock. Estaba segura de que había hecho más que emborracharse varias
veces a lo largo de los años.

Mi teléfono comenzó a sonar en la mesita donde lo había tirado antes. Había


apagado el timbre, pero aún vibraba con cada mensaje de texto o llamada que había
ignorado toda la noche. Tomando otro trago de tequila, lo alcancé, decidiendo
apagar la maldita cosa.

‘Abre la puta puerta.’

Parpadeé ante el mensaje que aún iluminaba la pantalla de mi teléfono, pensando


que lo había leído mal. No. Seguían siendo las mismas palabras con el mismo
nombre justo encima. Harris. No había visto su nombre en mi teléfono en meses.
No había llamado ni enviado mensajes de texto para ver si estaba bien. No había
intentado averiguar cómo era la escuela. No había hecho una mierda.

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A la mierda eso.

A la mierda con él.

Fruncí el ceño al teléfono por otro momento, luego me encogí de hombros y lo tiré
por el balcón. Escuché a alguien chilló y no pude evitar reírme. El teléfono debe
haber aterrizado cerca de ellos.

- ¡Lucy! -Gritó la que chilló. - ¿Qué demonios estás haciendo?

Mierda. Kin.

-Me estoy emborrachando-, le respondí.

-Ya estoy ahí, bebé. Tengo tu teléfono. Por suerte para ti, Jace lo atrapó.

Me encogí de hombros, demasiado borracha para comprender que nadie podía


verme.

-Tíralo al océano, Jace.

-No- espetó Kin. - Lo estoy guardando. Lo querrás por la mañana -. Hubo una
breve pausa a continuación, luego Kin volvió a llamarme. -Ve a la cama, Lucy.
Tienes que dormir la mona.

-Estoy bien aquí-, le aseguré y levanté la calavera de cristal para tomar otro trago.

El calor que siguió esta vez no fue tan reconfortante. Me puse de pie lentamente y
me dirigí a la puerta. La habitación de invitados no tenía un baño conectado, así que
tuve que usar el de la habitación de Kin. Tropezando a través de la habitación,
busqué a tientas la puerta cerrada, reteniendo la bilis que intentaba arrastrarse por
mi garganta.

Con un grito triunfante abrí la puerta.

Abrir mi boca había sido un error. Mi estómago se revolvió y no pude contener el


vómito por más tiempo. Doblándome por la mitad, dejé que la naturaleza hiciera su
magia y vomité allí mismo.

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El tequila duele mucho al volver a subir que, al bajar, especialmente si todo lo que
comiste ese día fue una manzana y algunos palitos de pan.

-Joder- escuché una voz muy familiar gemir segundos antes de que una mano
cálida y oscura me alejara el cabello de la cara. - ¿Cuánto bebiste?

Estaba demasiado ocupado vomitando para responder a Harris. Otra ronda brotó y
mis ojos se abrieron lo suficiente como para ver que había volado pedazos sobre
los zapatos de Harris. Si no me hubiera sentido como muerta en ese momento,
probablemente me habría reído.

-Me rompes el corazón, arruino tus zapatos. Eso nos hace iguales, ¿verdad?

-Lu ...-

El dolor que escuché en su voz me dijo que no acababa de decir eso en mi cabeza,
sino en voz alta, y él me había escuchado.

Mierda.

Pasaron unos minutos donde él solo se quedó allí, sosteniendo mi cabello hacia
atrás mientras estaba inclinada, rezando para que la Muerte fuera amable y acabara
conmigo. Cuando pareció que había terminado, al menos por el momento, Harris
me levantó en sus brazos y me llevó a la habitación de Kin. Pateando la puerta
cerrada detrás de él, se detuvo el tiempo suficiente para cerrarla y luego me llevó al
baño.

Me sentó en el inodoro cerrado y abrió el armario de la ropa. Segundos después,


puso una toallita debajo del grifo del fregadero y la humedeció con agua fría antes
de usarla para limpiar mi cara.

Fue demasiado. Entre el estrés del día, el dolor que había estado creciendo dentro
de mí durante tantos meses y el alcohol, no pude contener las lágrimas ni un
segundo más. Se derramaron sobre mis pestañas antes de que incluso me diera
cuenta de que estaba llorando, un sollozo me asfixió mientras trataba de alejarme
de su suave toque.

-Está bien, Lucy. Cuidaré de ti, dulzura -. Me habló como si estuviera hablando con
un animal asustado, y tal vez yo lo estaba en ese momento.

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No se podía negar que estaba asustada. Tenía miedo de dejarlo acercarse


demasiado. Asustada de que una sola palabra de él me enviara al borde del abismo
oscuro por el que había estado6 luchando tanto para mantenerme alejada. Asustada
de que siempre lo amaría y estaría sola por el resto de mi vida.

Tenía miedo de todas esas cosas, pero lo que realmente me aterrorizaba era que
nunca me volvería a amar.

******

Harris

Cada lágrima que caía de los ojos oscuros de Lucy era como una puñalada
directamente a mi corazón.

Desde el momento en que entré en el apartamento de Kin y Angie, había estado


tratando de encontrar una manera de entrar a la habitación de invitados para hablar
con Lucy. Al principio había esperado, esperando que ella quisiera salir y estar cerca
de las personas que se habían presentado para festejar con ella. No lo había hecho
y había empezado a tirar una cerveza tras otra. En la cerveza número seis, comencé
a llamar a la puerta del dormitorio. Ella no había respondido y estaba seguro de que
no había venido a la puerta cuando la llamé, así que le envié un mensaje de texto.

El texto era la cerveza hablando. No me había permitido enviar mensajes de texto


o llamar a Lucy en meses, pero había estado sobrio. Esta noche, estaba borracho
y no tenía fuerza de voluntad para alejarme. Especialmente después de ver sus ojos
durante su ceremonia de graduación. Especialmente después de ver sus ojos
durante su ceremonia de graduación. Aún más después de la forma en que había
reaccionado a estar cerca de mí en la foto que Kin había preparado después.

Había dejado que Caleb Jacobson la tocara, que jugara e incluso coqueteara con
ella. Sin embargo, en el momento en que la toqué, ella se puso tan rígida como una
tabla. Estaba claro que estaba afectada por estar tan cerca y no le había gustado
su reacción hacia mí. Sin embargo, no todo había sido ira. Había visto el dolor y la
confusión en sus ojos marrones. Había escuchado el dolor en su voz cuando ella
susurró brutalmente "muérdeme" y "vete a la mierda" cuando estúpidamente dije
algo sobre ella y Caleb.

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Había planeado hablar con ella esta noche. Al tratar de resolver esto, fuera lo que
fuese, con ella. Era obvio para mí que ella no había podido seguir adelante más de
lo que yo lo había hecho, y terminé de pelear conmigo mismo. La quería de vuelta.

Jodidamente la necesitaba de vuelta.

Ahora, con la cara limpia, también tenía que limpiar el resto de ella. Tenía vómito en
la camisa y olía a una mezcla de tequila y mantequilla de ajo mezclada con jugos
gástricos. Ella no podía dormir en eso.

-Está bien, dulzura. Vamos a quitarte estas cosas sucias- murmuré, tratando de
fingir que estaba cuidando a Trinity y no a la chica que me ponía duro simplemente
por estar en la misma habitación que yo.

Mentalmente advirtiendo a mi polla que fuera buena, comencé a poner su camisa


sobre su cabeza. Todavía llorando en silencio, Lucy me dejó quitarle la camisa.
Como cualquier hombre que respira vivo, mi mirada se dirigió directamente a sus
tetas cubiertas por el sostén. Ah, joder. Llevaba un sexy sujetador push up de
Victoria Secret que hacía que sus tetas perfectas parecieran querer liberarse de sus
confines.

Matemáticas. División larga. ¿Cuál fue la raíz cuadrada del pastel? No podía
recordar y mi cerebro no me importaba porque estaba demasiado ocupado
memorizando cada centímetro de piel de alabastro expuesto a mí en ese momento.
Mierda. Mierda. Mierda.

Sin darme cuenta de lo que estaba haciendo, mi mano se levantó y mi dedo índice
se deslizó sobre la parte superior de su seno izquierdo. Ella contuvo el aliento,
temblorosa y las lágrimas parecieron secarse mientras me miraba con ojos
vidriosos. Maldito infierno. No tenía por qué tocarla. Ella estaba borracha. Incluso
pensar en las cosas que mi polla ansiaba hacer con ella en ese momento era como
aprovecharse.

Apretando los puños para no tocarla otra vez, respiré hondo antes de
desabrocharme la camisa. Me encogí de hombros rápidamente, se lo puse a Lucy
y comencé a abotonarlo, escondiendo su hermoso cuerpo de mis ojos hambrientos.
Una vez que se lo abroché en el cuello, pude respirar un poco más tranquilo
nuevamente.

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-Está bien, dulzura, quítate esos jeans y luego te acostaré. ¿De acuerdo? -La ayudé
a ponerse de pie porque estaba temblorosa por estar tan borracha. Con una mano
sosteniendo su cintura, alcancé su cremallera con la otra.

Si quitarle la camisa había sido una prueba de mi fuerza de voluntad, no era nada
al quitarle los jeans. Sus bragas combinaban con su sostén, pero eran transparentes
y pude ver todo.

Todo.

Mi polla se presionó dolorosamente en la cremallera de mis jeans y tuve que


ajustarme antes de que me lastimara permanentemente. A Lucy se escapó una risita
mientras me miraba, sus mejillas se pusieron rosadas mientras se mordía el labio.
Me encontré sonriendo a pesar del dolor que sentía.

-Todavía tienes el poder de hacerme sentir dolor, dulzura.

El rosa en sus mejillas se profundizó y bajó la vista hacia la bragueta de mis jeans.

-Así lo veo.

Borracha. Ella esta borracha. No hagas algo estúpido.

Lucy se tambaleó y tuve que agarrarla por la cintura con ambas manos para
estabilizarla, pero llegué demasiado tarde. Ella cayó contra mi pecho.
Instintivamente, sus manos salieron para protegerse, frotaron mi pecho y me
envolvieron el cuello. Tan cerca que podía sentir cada respiración que tomaba,
podía sentir cada centímetro de su piel pegada a la mía.

Borracha, me recordé otra vez. Ella esta borracha

Tomó cada onza de fuerza de voluntad que poseía para darle la vuelta y ayudarla a
enjuagarse la boca. Mientras ella usaba el enjuague bucal, peiné mis dedos a través
de sus gruesos rizos, diciéndome a mí misma que era para que no se despertara
con un montón de enredos a la mañana siguiente, pero honestamente solo quería
una razón para seguir tocándola.

Había pasado demasiado tiempo desde que pude tocarla tan libremente y me moría
de hambre al sentir su piel bajo mis dedos. Por esta noche podría fingir que nada
había cambiado y que tenía todo el derecho de llamarla mía.

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Lucy inclinó la cabeza para escupir el enjuague bucal y luego se dejó caer contra
mí.

-Tengo sueño- murmuró, con los ojos ya cerrados.

Presionando un beso en su frente, la levanté a mis brazos y la llevé a la habitación.


Kin podía dormir en la habitación de invitados o volver al apartamento de Jace.
Quería que Lucy estuviera cerca del baño en caso de que volviera a enfermarse.

Acostándola sobre la cama, cuidadosamente bajé las mantas y luego sobre las
piernas desnudas de Lucy. Se giró sobre su costado y se acurrucó en las
almohadas. Me di la vuelta, quitándome los zapatos para poder dormir con ella. No
había nada que me alejara de Lucy esa noche. Un jodido tsunami podría haber
estado a punto de golpear la playa y no habría salido de esta habitación.

-No te vayas —gritó Lucy, levantando su mano para que yo la tomara.

Lo tomé y le di un beso en la palma de su mano antes de ponerlo cuidadosamente


en la cama.
-No voy a ninguna parte, dulzura. Solo déjame ponerme cómodo y te abrazaré.
¿Está bien?

Una pequeña sonrisa triste se elevó en sus labios, pero ella asintió.
-Está bien.

Me quité los jeans y me quité la camiseta, dejando solo mis boxers mientras me
subía detrás de ella y la empujaba contra mi frente. No pude contener el gemido
que se me escapó cuando encajó tan perfectamente contra mí de esa manera. Su
pequeño culo apretado se movió, acurrucado contra mi polla como si estuviera
hecho para hacer eso.

Presionando un beso contra la parte posterior de su cabeza, aspiré los aromas


familiares de su loción y champú.
-Te amo, Lu.

Soltó un pequeño suspiro y levanté la cabeza para encontrarla ya dormida.


Sacudiendo mi cabeza, me recosté y apreté mis brazos alrededor de ella.
-Te amo tanto, - susurré en su cabello. -Arreglaré esto. Nos arreglaré, lo juro.

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Capítulo 7
Lucy

La brillante luz de la mañana brillaba en mis ojos. Gimiendo, porque incluso con los
ojos cerrados, sentía que la luz era un rayo láser que intentaba diseccionar mi
cerebro, me alejé del inductor de agonía. Los brazos de los que no me había dado
cuenta, me envolvieron con fuerza y me empujaron hacia un cuerpo duro y caliente.

Oh, mierda.

¿Dónde diablos estaba yo y qué demonios hice anoche?

Lentamente, para no incurrir en más dolor del necesario, primero abrí un ojo y luego
abrí el otro lo suficiente para ver qué había hecho la noche anterior, o más bien
quién. Tan pronto como vi el oscuro rastrojo oscureciendo su mandíbula, cerré los
ojos de nuevo.

No, no, no.

Fue un sueño. Eso fue todo lo que fue. Un sueño realmente malo y muy doloroso.

Abrí los ojos nuevamente, esta vez un poco más y vi que la imagen frente a mí no
había cambiado. Harris dejó escapar un pequeño suspiro mientras dormía y se
movía, empujándome contra él hasta el punto de que una hoja de papel no podría
haberse deslizado entre nosotros. Levanté mis manos, me aseguré de que mi
pulsera aún cubriera la tinta de mi muñeca izquierda y luego las presioné contra su
pecho.

Su pecho desnudo.

Oh dioses.

¿Tuvimos sexo anoche?

No podía recordar haber vomitado sobre los zapatos de Harris. El resto estaba en
blanco en mi cabeza palpitante. Probablemente nunca debería beber de nuevo. No
era buena en eso, lo que se hizo evidente al despertarme en la cama con un chico
que no me quería.

Dorita
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Mientras mis manos presionaban el pecho de Harris, traté de hacer un balance de


mi cuerpo. Si hubiéramos tenido relaciones sexuales, entonces mi cuerpo lo sentiría
esta mañana. ¿Correcto? Sentía que mi cabeza iba a explotar a través de mis
globos oculares, y mi estómago había visto días mejores, pero aparte de eso no me
dolía en ningún otro lado. Bueno, en cualquier lugar que contara.

Soltando un suspiro de alivio, traté de alejarme del agarre de Harris, solo para que
él se acercara. ¿Cómo demonios era eso posible? Su pierna se extendió sobre la
mía sin mucha dificultad, su muslo áspero se presionó contra mis bragas
empapadas de repente. Mis dientes se hundieron en mi labio inferior para evitar
gemir por el placer exquisito, casi cegador, que el pequeño contacto creó en lo más
profundo de mí.

-Mm-, gimió Harris, abriendo los ojos a media asta. -Oye, dulzura-. Su cabeza
comenzó a moverse sobre la almohada y antes de que pudiera comprender que me
iba a besar, sus labios ya estaban rozando los míos.

Quería alejarlo. Quería saltar y correr, para poner la mayor distancia posible entre
los dos. Sin embargo, otras partes de mi cuerpo vetaban esa opción cuando cedí y
le devolví el beso.

Su sabor explotó en mi lengua, y me di cuenta de que había olvidado lo bueno que


era besando. Había olvidado que me había enseñado a besar. Olvidé que podía
hacerme perder el sentido del tiempo o de la razón con solo tocar su boca con la
mía. Lo había olvidado, pero rápidamente él me estaba recordando todo.

Harris pasó su lengua por mi labio inferior, aliviando la pequeña herida que había
causado cuando lo había mordido antes. Sin pensarlo, mis manos se movieron de
su pecho, para envolverlas alrededor de su cuello, mis dedos empujaron su cabello
para sostenerlo en su lugar mientras le devolvía el beso, exigiéndole que me diera
todo lo que tenía para ofrecer.

Un gruñido lo abandonó y él retrocedió, solo para cambiarnos de modo que yo


estaba boca arriba y él estaba justo entre mis piernas. A través de sus boxers pude
sentir exactamente cuán entregado estaba el beso y mis bragas solo se volvieron
más húmedas cuando presionó exactamente el lugar correcto para hacerme ver las
estrellas. Mi agarre en su cabello se tensó y lo tiré hacia abajo para otro beso que
nos robó el aliento.

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Las manos grandes y calientes no estaban inactivas. Me rozaron los costados hasta
llegar al final de mi camisa, su camisa. ¿Cuándo me había puesto la camisa? La
respuesta no importó cuando sus manos acariciaron debajo de ella, escaldando la
piel de mi estómago hasta que encontró mi sostén. Estaba sin sentido, tan perdida
en el beso que una bomba podría haber estallado afuera y no me habría dado
cuenta. Mi dolorida cabeza ni siquiera registró cuando él desabrochó mi sostén y
luego llenó sus manos con mis doloridos senos.

-Sí-, gruñó mientras arrastraba besos de mis labios, bajando por mi mandíbula y
hasta el cuello de su camisa. -Joder, sí-. Su voz era casi animal mientras me soltaba
para abrir la camisa.

No traté de detenerlo, pero tampoco me moví para ayudarlo, demasiado temerosa


de interponerme en su camino cuando estaba haciendo un trabajo tan bueno de
todos modos. Cuando la camisa estaba abierta, menos unos pocos botones que
habían salido volando por la habitación, se detuvo. Dejó de moverse, dejó de
respirar. Sus ojos color aguamarina se comieron la vista de mi carne expuesta,
haciéndome sentir orgulloso de mis muchos activos de una manera que nunca había
estado antes.

Luego su cabeza oscura bajó, su roce frotó mi piel sensible, haciendo que la carne
de gallina apareciera por todo mi cuerpo antes de que sus labios incluso tocaran el
globo de mi pecho izquierdo. Grité cuando sus labios atraparon mi pezón y lo chupó
por mucho tiempo.

-Harris ...- gemí su nombre cuando él atrapó mi otro seno y lo masajeó


bruscamente. Mis caderas se movieron, pareciendo tener voluntad propia,
arqueándose contra él en un acto desesperado para encontrar la liberación que se
estaba acumulando en mi interior a la velocidad de un tren fuera de control.

-Joder, estás tan mojada-. Cambió los senos para que mi pezón derecho estuviera
ahora en su boca y estaba masajeando el izquierdo.

-P-por favor-, susurré, tratando de encontrar la presión adecuada para hacer que
el dolor entre mis piernas desapareciera.

Levantó la cabeza y me miró con los ojos vidriosos por el deseo por un largo
momento antes de capturar mis labios en un beso largo y duro. Sus manos se
movieron desde mis senos hasta que llegó a la parte superior de mis bragas.
-He soñado con hacer esto- respiró cuando rompió el beso.

Dorita
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-Yo también-, confesé, demasiado perdida en el momento para importarme lo que


estaba diciendo. -Por favor, Harris. Te necesito.

-Me tienes, dulzura. Estoy aquí -. Comenzó a moverse para poder quitarme las
bragas, pero antes de que pudiera llegar lejos, hizo un gruñido en el fondo de su
garganta y arrancó los lados. En el momento siguiente, el aire frío golpeó mi coño
sobrecalentado. Fue un shock tan grande para mi cuerpo en llamas que no pude
contener el pequeño jadeo de placer.

Harris me dejó entonces. Me besó en el estómago y sobre mis muslos. Sentí sus
pulgares frotando pequeños círculos en el interior de cada uno mientras me instaba
a separar más mis piernas para él. No había tiempo para estar nerviosa o asustada.
Eso simplemente no era posible con Harris. Su boca besó el interior de mi muslo
izquierdo, luego el derecho y con mi siguiente inhalación me estaba lamiendo el
coño.

Mis manos se extendieron, necesitando algo a lo que aferrarme. No había nada más
que mantas y me agarré, retorciéndolas en mis puños mientras me recorría con la
lengua.

-Eso es, dulzura. Dame toda esa miel.

Solo pude jadear su nombre, todo mi cuerpo tembló con la reacción de la intensidad
de mi primer orgasmo desde enero. No había tiempo para bajar de lo alto de mi
liberación. Harris ya me estaba haciendo retroceder hacia otro con sus dedos
mientras se burlaba de mi apertura. Gimoteé cuando él empujó un poco más
profundo con su dedo medio, disfrutando de la invasión.

-No puedo contenerme, Lucy-. Su rostro estaba tenso, su cuerpo irradiaba con su
necesidad de mí.

Al ver el deseo en sus ojos, la forma en que todo su cuerpo parecía inclinarse hacia
el mío, me dio poder. No pensé en lo que estaba haciendo, no me detuve a
cuestionar nada de lo que estaba sucediendo en ese momento. Lo alcancé a través
de sus boxers con una mano mientras comencé a empujar el material de sus
caderas con la otra.

Era más grande de lo que recordaba, mi mano apenas podía envolver su grueso
eje. Ya podía sentir la humedad de su líquido pre seminal, incluso antes de quitarle

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los boxers. Harris me ayudó a superar su carne hinchada y luego los pateó el resto
del camino. Gimiendo, se bajó hasta que pudo besarme otra vez, su mano cubrió la
mía sobre su carne mientras lo acariciaba.

-P-por favor-, gemí contra sus labios. -Te deseo.

-Joder-, murmuró y alejó mi mano. Sentí que se posicionaba en mi apertura, y abrí


mis piernas más ampliamente en señal de bienvenida cuando comenzó a
empujarme.

Nada podría compararse con lo bien que se sentía tener a Harris dentro de mí.
Sentirlo estirando el delicado tejido oculto en el fondo, saber que él era el único
hombre que alguna vez me tocó, que me hizo sentir así, fue alucinante. Sus caderas
se movieron, meciéndose lentamente de un lado a otro, dándome un poco más de
sí mismo a la vez. Lo quería todo, quería que él fuera parte de mí. Ahora.

Mis piernas se envolvieron alrededor de su cintura y tragó una maldición cruel


cuando lo forcé dentro de mí por completo.

La parte de dolor, cuando su grosor atravesó mi himen, me dejó sin aliento. Se


quedó completamente quieto sobre mí, su respiración se agitó en suspiros
entrecortados mientras trataba de darme el tiempo que necesitaba para adaptarme
a ser invadida por él.

Levantando los codos, levantó la cabeza para poder mirarme.


- ¿Estás bien, dulzura?

-S-sí-, le dije asintiendo. -Ahora estoy bien. Solo ... solo ve despacio.

Asintió con la cabeza y apretó la mandíbula cuando comenzó a retroceder. Jadeé


cuando la fricción de su cuerpo se deslizó sobre el tejido adolorido, pero cuando
volvió a meterse en mí no hubo dolor, solo una nueva ternura que me dejó aún más
en sintonía con lo bien que se sentía dentro de mí. Harris se tomó su tiempo unos
minutos más, asegurándose de que estaba bien y disfrutándolo antes de que
aumentara su ritmo.

Arqueé mis caderas, encontrándolo empuje por empuje, mientras el placer


comenzaba a crecer a proporciones cegadoras una vez más. No había un solo
pensamiento en mi cabeza sino venirme de nuevo. Extendí la mano hacia él, mis

Dorita
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uñas cortaron sin saberlo en su espalda mientras sus caderas me bombeaban una
y otra vez.

-Oh Dios. Esto es mejor de lo que podría haber soñado, dulzura. Te sientes tan
jodidamente bien. Estás tan apretada y tan mojada para mí-. Parecía que no podía
detenerse mientras aumentaba su ritmo, pero estaba feliz de complacerlo. -Maldito
infierno, Lu. Estoy cerca.

Sus palabras me dispararon sobre el borde en el que había estado y sobre el


acantilado hacia el paraíso. Sentí a Harris ponerse rígido sobre mí, lo escuché gritar
mi nombre, luego no hubo nada más que un dulce olvido.

*******
Harris

Mi ritmo cardíaco volvía lentamente a la normalidad, mi respiración finalmente se


regulaba hasta que podía tomar una bocanada. Mi cuerpo aún temblaba por la
intensidad de un alivio de un anhelo que había estado creciendo desde el día en
que me di cuenta de que estaba enamorado de Lucy Thornton.

Maldito infierno.

Mi cabeza se disparó cuando todo volvió lentamente a mí y me di cuenta de lo mal


que me había jodido. Esto no debería haber sucedido. Así no. Lucy merecía mucho
más, mucho mejor. Una cogida rápida cuando probablemente tenía a la madre de
todas las resacas, no era como había planeado que sucediera nuestra primera vez.
Antes de que mi vida se hubiera ido al infierno, sin remedio, por Tessa, tenía planes
para nosotros. Una salida nocturna seguida de flores y el tipo de amor lento del que
estaban hechos los libros de romance. Quería mostrarle con mi cuerpo cuánto
significaba para mí.

¿Qué había hecho en su lugar? Saltaba sobre ella como un ciervo en celo. Tomar
su virginidad cuando ni siquiera estaba seguro de si aún era mía. No la había
preparado lo suficiente, no le había dado tiempo a su pequeño cuerpo para
adaptarse a mi gran tamaño. Probablemente la lastimé.

- ¿Estás bien? Pude preguntar con voz ahogada.

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Sus ojos se abrieron lentamente y me sonrió.

Por cerca de un segundo.

Entonces esos ojos oscuros que habían estado tan llenos de una felicidad que no
había visto en mucho tiempo, se volvieron tormentosos antes de que sus pestañas
bajaran, escondiendo sus emociones de mí. Sentí una bofetada en la cara, pero
nada que no mereciera. La había jodido seriamente.
-Estoy bien-, murmuró, presionando sus suaves manos contra mi pecho
humedecido por el sudor.

Me moví de buena gana, queriendo darle el espacio que necesitaba. Podría haberlo
jodido, pero iba a arreglar esto. Tenía que arreglarlo. Lucy era demasiado parte de
mí como para no pelear por nosotros esta vez.

Se sentó en la cama y comenzó a levantarse. La inhalación rápida que tomó me dijo


que tenía dolor antes de que incluso se dejara caer al borde de la cama.
- ¿Es esta la habitación de Kin? -, Murmuró.

No estaba seguro de si realmente me estaba preguntando o hablando sola, pero le


respondí de todos modos.
-Sí. Quería que estuvieras más cerca del baño en caso de que volvieras a
enfermarte.

Se cubrió la cara con las manos.


-Oh, buenos dioses. No vuelvo a beber.

Extendí la mano y le pasé la mano por la espalda. Su cabeza se levantó


bruscamente y rápidamente bajé la mano. Estaba desnuda y ese pequeño toque ya
estaba afectando mi cuerpo de una manera muy obvia. Sin embargo, la expresión
de su rostro me dijo que no estaba de humor. No es que la hubiera llevado por
segunda vez. Le dolía y tampoco era solo por la resaca.

La mancha roja en las sábanas donde Lucy había estado recostada unos momentos
antes me estaba gritando fuerte y claro que le había causado dolor físico. Maldito
infierno. Hubiera dado lo que fuera por no haberla lastimado, pero al mismo tiempo
me alegré de haber sido quien tomó su virginidad. Tal vez no era mía para tomarla,
pero lo hice y me quedaría con eso por el resto de mi vida.

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Más despacio esta vez, Lucy se puso de pie y se llevó una de las sábanas para
envolver su tentador cuerpecito mientras lo hacía. Bueno. Ahora la tentación estaba
cubierta. Su cabeza giró a izquierda y derecha como si estuviera buscando algo.
Cuando su mirada aterrizó en el reloj de noche, su rostro palideció.
-Oh, por el amor de Dios. Estoy muerta. Tía Emmie va a volar una junta.

Miré el reloj, vi que era más de la una de la tarde y gemí. Necesitaba ir a trabajar,
pero Lucy era más importante. No podría dejarla a menos que supiera que iba a
estar bien. Y que ella me volvería a ver.

- ¿Puedo llevarte a casa? - Ya estaba alcanzando mis boxers, asegurándome de


que mi polla no estuviera a la vista antes de terminar cometiendo otro error.

-Preferiría que no lo hicieras-, se quejó mientras se dirigía al baño.

Mierda.

- ¿Puedo llamarte más tarde?

Se detuvo en la puerta del baño y se detuvo un momento, pensando en su


respuesta. Entonces ella sacudió la cabeza.
-Por favor ... no lo hagas, Harris. Yo ... no puedo -. Su voz se quebró y di un paso
hacia ella, pero se dio la vuelta para mirarme. -No puedo hacer esto contigo. No soy
lo suficientemente fuerte como para soportar que me rompan de nuevo. Lo que
sucedió fue un error, pero no me arrepiento. Realmente no. Tal vez sea el cierre
que ambos necesitamos. No lo sé, pero lo que sí sé es que no voy a sobrevivir de
nuevo.

Un nudo llenó mi garganta, haciendo que sea difícil respirar por un momento.
-Lu, sé que la he jodido. La cagué y mucho, dulzura. Pero dame la oportunidad de
arreglar esto. Para arreglarnos No te rindas conmigo -. Estaba rogando, tan cerca
de las lágrimas que no había forma de ocultarlas, pero no me importaba. Quería
que ella viera. Necesitaba que ella supiera exactamente cuánto lo lamentaba por
dejarla ir.

-No lo hice- susurró y se abrazó a sí misma. -Lo hiciste hace meses. He estado
tratando de recuperarme desde entonces-. Bajó la cabeza y ahora hablaba al suelo.
-He estado intentándolo, pero no ha funcionado.

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Estaba al otro lado de la habitación en el siguiente instante, tirando de ella a mis


brazos. Estaba rígida como una estatua en mis brazos, pero no la dejé ir. Nunca la
dejaría ir. Había cometido ese error una vez, y no lo repetiría. Nunca.
-También he tratado de recomponerme, dulzura. Nada de lo que hago funciona
tampoco. Es hora de que volvamos a ponernos juntos.

Ella sacudió su cabeza.


-No puedo-. Dio un paso atrás, pero no la obligué a quedarse. Ella necesitaba
tiempo y yo tenía mucho de eso.

No me rendiría esta vez.

No la dejaría ir.

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Capítulo 8
Lucy

Aturdida, salí de la habitación de Kin. Mi cabeza me estaba matando y me dolía el


cuerpo de una manera que me dejó la sangre cantando por las venas. No podía
creer que acabara de tener sexo con Harris. ¿Qué había estado pensando? Esto
solo complicaba las cosas mucho más.

-Ahí estás-, gritó Kin desde la cocina mientras se servía una taza de café. -Estaba
a punto de enviarte un grupo de búsqueda. Tu teléfono ha estado sonando como
loco. Tía Emmy está molesta, por decir lo menos.

-Diablos-, murmuré, apartándome el pelo de la cara. Estaba empapado porque no


me había tomado el tiempo para tratar de secarlo en mi apuro por limpiarme y salir
por la puerta lo más rápido posible. - ¿Qué le dijiste a ella?

Kin hizo una pausa para darme un vistazo completo, luego me ofreció la taza de
café que acababa de servir.

-Toma, parece que necesitas esto más que yo.

Sacudí la cabeza y me dirigí a la puerta.


-Me tengo que ir- Quería irme antes de que Harris saliera de la ducha. No le había
dicho una palabra cuando pasamos por el dormitorio. Ni siquiera podía mirarlo sin
recordar lo que acabábamos de hacer.

-Guarda los sudores-, me dijo Kin mientras me dirigía a la puerta. -Voy a quemar tu
ropa. Ah, y gracias por todo el vómito que tuve que limpiar anoche.

Me detuve con la mano en la puerta. No tuve más remedio que pedir prestada la
ropa de Kin. No iba a tomarme el tiempo de volver a la habitación de invitados por
mi propia ropa y las únicas otras opciones eran la ropa cubierta de vómito que había
arruinado la noche anterior o la camisa que Harris me había puesto. La que había
destruido mientras intentaba quitármela solo una hora antes.

Miré a Kin por encima del hombro. Al ver que ella me había seguido, me volví para
mirarla.
-Lo siento, Kin. Me equivoqué anoche. ¿Me odias?

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Ella me abrazó en un fuerte abrazo.


-Nunca podría odiarte. Maldije tu trasero mientras trataba de no aumentar el
desorden que tenía que limpiar, claro, pero nunca te odiarla. Ella se echó hacia
atrás, sus ojos se entrecerraron preocupados. - ¿Estarás bien?

-Sí, estaré bien. Es solo una resaca "-. Intenté disimularlo, pero ella me vio.

-Sí, resaca. Así lo llaman en estos días- Ella sacudió la cabeza y me entregó el
teléfono. -Aquí, vas a necesitar esto. Dile a tía Emmie y a tus padres que dije 'hola'.
Llámame más tarde y te traeré tus cosas.

Puse mi teléfono en mi bolsillo y salí por la puerta. Fue solo un viaje en taxi de dos
minutos hasta la casa de mis padres, y afortunadamente había varios taxis
esperando en la planta baja. Le dije al conductor a dónde iba, le lancé un billete de
veinte y luego me recosté. Cerrando los ojos, traté de ignorar el dolor en mi cabeza.

La mayoría de las personas no tenían una comida al aire libre los lunes, pero mi
familia no era la mayoría de las personas. No funcionaban de las nueve a las cinco
normales. Así que no me sorprendió cuando salí del taxi y encontré no solo el
camino de entrada de mis padres lleno de autos, sino también el de tía Emmie.
Sabiendo que todos estarían en la casa de esta última, pasé junto a la casa que
separaba a los Thornton de los Armstrong. En lugar de entrar en la casa, caminé
hacia el patio trasero donde ya podía escuchar a los niños riéndose y chapoteando
en la piscina.

- ¡Ella vive!

Traté de no estremecerme ante la fuerte voz de Nik cuando él hizo que mi apariencia
llamara la atención de todos. Hubiera asesinado felizmente a alguien por un par de
gafas de sol y una botella de aspirina en ese momento. Todos estaban allí: Mia y
Jagger nadando en su piscina, Drake y Lana con sus cuatro hijas, Shane y Harper
con Violet y Mason, Axton y Dallas con Cannon y Shaw, Liam y Gabriella con Asher
y Piper, Zander y Annabelle con su hijo Jaco. No vi a mi madre ni a mi tía Emmie,
que todavía deben haber estado en la casa preparando las cosas.

- ¡Lu! -, Gritó la voz retumbante de mi papá. - ¿Tienes hambre?

El olor de lo que sea que estaba asando de repente me golpeó cuando la brisa
cambió. No pude controlar mis reflejos nauseosos, pero afortunadamente no vomité

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allí. Intentando respirar por la boca, me agarré el estómago y sacudí la cabeza. Mi


reacción solo hizo que mi padre y el resto de los rockeros, se extendieran por el
patio riendo.

-Está bien, pasteles de bebé. Te arreglaré enseguida.


Agradecí la calidez del brazo de Drake sobre mi mientras cubría mis hombros y me
guiaba hacia las puertas francesas que conducían a la cocina.

- ¿Es esta tu primera resaca?

No tenía sentido tratar de mentir. Drake era el rey de las resacas en sus días antes
de que mi hermana lo hubiera domesticado.
-Sí-, murmuré, aun tratando de respirar por la boca para evitar vomitar de nuevo.

Mi cuñado se echó a reír.


-Está bien, Lu. Esto va a apestar por unos minutos. Ven conmigo. No te guiaré mal
".

Solo asentí cuando entramos en la cocina. Confiaba en Drake con mi vida.

Mamá y tía Emmie habían estado hablando hasta que entramos. Tan pronto como
me vieron, ambas se callaron rápidamente, pero estaba demasiado distraída por el
dolor en mi cabeza y el nuevo dolor en mi cuerpo para concentrarme en eso. Drake
me dejó en la isla y se dirigió al refrigerador para sacar cosas al azar. Jugo de
tomate, huevos, apio y muchas otras cosas.

-Te ves miserable, bebé-, dijo mamá con una sonrisa mientras tomaba un cuchillo
y comenzaba a cortar cebollas.

-Estoy bastante segura de que me estoy muriendo-, murmuré sinceramente,


haciendo que los tres se rieran a carcajadas de mí.

-Estoy segura de que se siente así-, dijo mamá con una sonrisa mientras me
abrazaba. -Drake te arreglará. Solo una pequeña advertencia. Va a empeorar antes
de mejorar.

Crucé los brazos sobre la isla y recosté la cabeza.


-No vuelvo a beber.

-Buena idea-, dijo Drake asintiendo.

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- ¿Me puede dar una aspirina?

-No lo necesitarás después de que Drake termine, tía Emmie me aseguró mientras
continuaba cortando tomates frescos. -Solo prepárate para correr.

Eso solo me confundió, pero no me molesté en moverme, especialmente cuando


mamá comenzó a frotarme la espalda. No habían sido consentida así es mucho
tiempo, pero quería empaparme de todo. Mi mamá daba los mejores masajes en la
espalda del mundo.

-Está bien, Lu-. Drake puso un vaso de algo que parecía alquitrán frente a mí.
Levanté la cabeza a regañadientes y tan pronto como percibí el olor del contenido,
mi reflejo nauseoso comenzó a trabajar horas extras.

-No- dije, alejándome de la isla. -De ninguna manera.

Drake levantó el vaso y caminó hacia mí.


- ¿Confías en mí?

-Generalmente. Sin embargo, no estoy tan segura ahora.

Sus ojos azul grisáceo se arrugaron con su sonrisa.


-Nunca haría nada para lastimarte, Lu. Ángel me mataría.

- ¿Entonces esa es la única razón? Crucé los brazos sobre mi pecho, haciendo un
puchero hacia él. -Ya veo como es.

-Te amo más que a la vida, niña. Ahora bebe esta mierda. Empujó el vaso en mi
mano y luego dio un paso cauteloso hacia atrás. -Solo tómalo. Termina todo de una
vez.

-Idiota-, murmuré y me llevé el vaso a los labios. Mi estómago se revolvió


nuevamente por el olor, pero me incliné hacia atrás y comencé a tragarlo.

Sabía peor de lo que olía, el contenido era líquido y grueso mientras se deslizaba
por mi garganta. Mi estómago protestó de inmediato, pero seguí bebiendo hasta
que todo desapareció.

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Afortunadamente, alguien estaba allí para quitarme el vaso ya que la necesidad de


vomitar se volvió demasiado. Me tapé la boca con la mano y corrí hacia el baño de
la planta baja. ¿Cómo demonios se suponía que esa mierda me ayudaría? No pude
evitar preguntarme mientras vomitaba todo de mi estómago. Joder, esta vez
realmente iba a morir. Mi estómago se encogió tanto que caí de rodillas junto al
inodoro, gimiendo y rezando mentalmente para que al menos uno de los dioses de
la tía Emmie se compadeciera de mí y acabara conmigo en ese momento.

Sentí una mano áspera tocar mi espalda, pero no podía girar la cabeza para mirar
a mi cuñado. Otro espasmo se hizo cargo y gemí mientras vomitaba una y otra vez.

-Yo. Te. Odio. - El sudor me cubría la frente, la nariz me corría y estaba bastante
segura de que había vómito en la camisa de Kin.

Drake seguía frotando mi espalda con una mano y mantenía mi cabello retirado de
mi cara con la otra. Cuando por fin parecía que estaba completamente vacía del
veneno que acababa de ingerir, sacó una toallita fría y me limpió la cara. Una visión
de Harris haciendo exactamente eso la noche anterior me hizo jadear con un nuevo
tipo de dolor, y las lágrimas quemaron mis ojos.

-Aquí, ahora. Mucho mejor-. Drake me tocó la nariz como lo había visto hacerles a
sus niñas cuando intentaba calmarlas, y me ofreció una sonrisa sombría. -No te voy
a dar una conferencia sobre beber tanto, Lucy. Eso me convertiría en el peor tipo
de hipócrita, pero voy a pedirle que tenga cuidado en el futuro. No te excedas,
cariño.

Parpadeé las lágrimas y asentí.


-No te preocupes. Es la primera y la última vez que hago algo así, lo prometo.

Él asintió, con esa sonrisa sombría todavía en su rostro, sus ojos parecían casi
atormentados.
-Eso espero, Lu. Realmente espero eso.

Quería asegurarle que no lo haría, pero no se me ocurría nada que decir para hacer
eso. No había sido tan joven que no recordaba cómo era Drake cuando había
estado luchando contra sus demonios con el alcohol. No necesitaba el alcohol para
ayudarme a superar mis propios demonios.

No, mi forma de automedicación era mucho peor.

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Capítulo 9
Lucy

Por extraño que parezca, la mezcla de Drake ayudó. Una vez que mi estómago dejó
de protestar, vaciando de mi sistema todo el tequila que había bebido la noche
anterior, me sentí casi humana nuevamente. Mi dolor de cabeza se había vuelto
tolerable y mi estómago incluso se sintió mejor.

Sin embargo, el resto de mi cuerpo todavía me dolía.

Empujando todos los pensamientos de por qué me dolía, a la parte posterior de mi


cerebro, para analizarlos más tarde, regresé a la cocina. Drake se había ido, pero
mi madre y mi tía Emmie se quedaron. Sin embargo, se les unieron Lana y Dallas.
Podía oírlas hablar, todas ellas manteniendo la voz baja como si no quisieran ser
escuchadas.

-Necesitas decirle-, dijo Lana apasionadamente, y me detuve, curiosa de lo que


estaba pasando. Quien era ella --Si no lo haces, yo lo haré".

- ¿No la viste, Lana? -, Exigió mamá. -En la graduación de ayer fue destruida de
nuevo cuando lo vio.

Bueno, eso explica eso. Yo era ella.

¿Qué demonios?

- ¡Exactamente! Si ella supiera la verdad, tal vez no lo sería. Tal vez podrían
resolver esta mierda y podemos recuperar a nuestra vieja Lucy-. Lana dejó escapar
un suspiro frustrado. -Mira, sé que es tuya. Lo entiendo. Pero ella fue mía primero.
Yo fui quien la cuidó cuando nació. Le enseñé a caminar y atar sus zapatos. Ella es
tanto mi primogénita como tu hija ahora. Y no me sentaré y dejaré que le ocultes
esto cuando puede ayudarla.

-Eso no es justo-, gritó mamá en voz baja. - ¿Crees que es fácil para mí saber esto
y no decirle? Él debería haber sido quien se lo dijera, Lana. Harris debería haber
sido el que ...

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No pude quedarme más tiempo. Me mudé a la cocina y las cuatro mujeres volvieron
la cabeza. Las miradas en los rostros de Lana y de mi madre eran las de dos niñas
atrapadas haciendo algo que ambas sabían que no deberían. Podría haber sido
cómico si no hubiera escuchado lo que acababa de escuchar. Vi la culpa en los ojos
de mamá, vi la determinación mezclada con preocupación en los de Lana.

- ¿Qué debería haberme dicho Harris? - Salió con los dientes apretados, pero
estaba más allá de preocuparme si hería los sentimientos de alguien en ese
momento. Era obvio que mi madre me había estado ocultando algo.

No. No solo mamá. Todos me lo habían estado ocultando.

-Lucy ...- Lana dio un paso adelante, pero levanté las manos para detenerla. Cerró
la boca y la vi tragar con fuerza antes de intentarlo de nuevo. -Esto es más difícil de
lo que pensé que sería-, murmuró.

- ¿Ves? - Mamá le espetó. - ¿Ves ahora, Lana?

-Sí- Se mordió el labio y sacudió la cabeza. -Lo siento, Layla.

-Bueno. Respiremos todos profundamente -, sugirió la tía Emmy.

Se limpió las manos con un paño de cocina y dio un paso adelante, pero tampoco
quería que me tocara. No fueron solo mi madre y mi hermana las que me ocultaron
todo lo que era. Tía Emmie tenía que haber sabido lo que estaba pasando. Ella
sabía todo lo que sucedía en nuestra familia. Ella era como el maldito Padrino
cuando se trataba de lidiar con toda nuestra mierda y hacer desaparecer los
problemas. Al ver la traición que brillaba en mis ojos, hizo una pausa y exhaló un
largo suspiro. -Es complicado, Lucy. Tu madre no quería mencionar algo que ya te
había lastimado una vez, a menos que pensara que tenía que hacerlo.

No pude detener la risa sin humor que me dejó.


-No sabes nada sobre lo adolorida que he estado, le gruñí. -Ninguno de ustedes
podría entender lo que he estado pasando. Entonces, dime qué mierda necesito
saber o sal de mi camino para poder encontrar a alguien que lo haga.

-Bebé-

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-No soy un bebé-, lloré, volviendo la mirada hacia mi madre, -así que deja de
tratarme como tal-. Ahora mismo, durante cinco minutos, finge que no soy tu hija y
que soy tu hermana. Dime lo que Harris debería haberme dicho. Ahora. Mismo.

La boca de mamá se abrió, luego se cerró, solo para volver a abrirse, pero no la
dejó ninguna palabra. La frustración comenzó a hervir y quise enfurecerme con ella,
pero Dallas dio un paso adelante y me tomó por sorpresa cuando me rodeó con los
brazos y apretó mi rostro contra su pecho.

-Vamos a la sala de estar-, murmuró, pero no respondí. Mi frustración se estaba


convirtiendo en dolor y apenas podía ver a través de mis lágrimas. Con sus brazos
todavía a mi alrededor, Dallas me guió a la sala de estar y me instó a sentarme en
el sofá.

Tomó el lugar justo a mi lado y mantuvo un brazo alrededor de mis hombros. Sentí
que mamá y Lana la habían seguido, así como tía Emmie, pero nadie habló más
que Dallas.
-Lucy, cuando todo sucedió con Jenna y Tessa ...- Se detuvo cuando me estremecí
ante la mención de ambos nombres.

Nadie hablaba de Jenna a mi alrededor y estaba agradecida por la falta de


comprensión de lo que le había sucedido a Jenna después de que Tessa nos había
jodido. Tal vez me hizo una mala persona, pero no pude evitar culparla por lo que
había sucedido. Al principio no lo había hecho, pero a medida que pasaba el tiempo,
toda mi ira hacia Tessa se había transferido para incluir a Jenna también.

Dallas continuó.

-Cuando sucedió todo, estaba en Tennessee. Emmie mantuvo todo tan en silencio
que no tenía idea de lo que sucedió hasta semanas después.

- ¿Y? - Salió con voz ronca.

-El médico no sabía lo que había sucedido, nadie le contó lo que sucedió después
de que Tessa lo drogó. Así que el médico no creía que fuera importante explicarle
a nadie que, con la mezcla de drogas en el sistema de Harris, era imposible para él
hacer las cosas que Tessa hizo que pareciera que había hecho en esos videos.

Hablando en un tono amable, pero bien podría haberme gritado. La fuerza de cada
palabra era como una bala que me golpeó justo entre los ojos.

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Todo el aire quedó atrapado de repente en mis pulmones.

- ¿Él no ...? ¿Él no pudo ...? - No pude terminar ninguna oración. No podía soportar
escuchar las palabras en voz alta, mucho menos pensarlas. Había hecho las paces
con el hecho de que Harris había hecho algo que sabía que normalmente no haría
si no hubiera estado bajo la influencia de la mezcla de drogas que Tessa había
puesto en el té de Harris la noche de mi fiesta de cumpleaños. Seguí adelante y
quise dejarlo atrás cuando me di cuenta de que significaba tener que renunciar a él
para siempre.

Lo había amado demasiado para dejar que ese error nos arruinara.

Todavía lo amaba.

-No cariño, no lo hizo. Las drogas habrían hecho que las cosas en ese, err,
departamento, fueran inútiles-. Ella hizo una mueca y se encogió de hombros. -No
digo que no besó a Tessa y otras cosas, pero no hubo sexo involucrado. Tessa pudo
hacer que pareciera que sucedió colocando las cámaras en ciertos ángulos y luego
manipulando las imágenes.

- ¿Cómo lo sabes? - Exigí, poniéndome de pie. - ¿Cómo podrías saber que no


sucedió?

La mirada en el rostro de Dallas habría sido divertida si hubiera estado de humor


para reír. Yo no lo estaba. Quería gritar y tirar cosas. Quería gritarle a mi madre, a
Lana y a cualquier otra persona que lo supiera y no me lo dijo. Quería darle una
paliza a Harris, que no había dicho una palabra sobre nada de esto cuando ...

Sí.

-Soy enfermera, Lucy-, dijo Dallas como si necesitara recordarlo. -Después de que
Emmie me contó lo que pasó, fui a ver a Natalie. Harris todavía estaba en la casa
de sus padres y les dije que no había manera de que Harris hubiera tenido
relaciones sexuales con Tessa. Al principio no me creyó, pero cuando lo convencí,
las cosas se volvieron un poco locas. El chico se salió de los rieles. Comenzó a
gritar sobre dejarte ir cuando no lo necesitaba y salió corriendo. Nat y Dev no
tuvieron noticias suyas por casi una semana. Estaban seguros de que iría a verte,
o al menos, a llamarte.

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-Bueno, no lo hizo-. Y eso lo hizo mucho peor. Todo el dolor, todo el dolor, se sentía
como si estuviera presionando mi pecho con diez veces el peso de lo que había
sido solo unos minutos antes.

-Lo descubrimos cuando no dijiste nada-, murmuró mamá por primera vez. -Quería
darte tiempo, en caso de que solo estuvieras tratando de entender todo. Lo que le
pasó a Harris fue una pesadilla, Lucy, pero sé que te lastimó igual de mal.

No pude responder, ni siquiera pude mirarla. En cualquiera de ellos. Todo este día
se sintió surrealista. Estaba segura de que me despertaría en cualquier momento
con un dolor de cabeza un millón de veces peor de lo que había experimentado
antes. Todo lo que había sucedido desde el momento en que abrí los ojos esa
mañana no había sucedido realmente. Esto fue solo un sueño.

Un muy mal sueño.

-Me tengo que ir-, murmuré, ya girando hacia la puerta.


- ¿A dónde vas? - Mamá me llamó. - ¿Lucy?

Me detuve antes de llegar a la puerta, pero no me volví a mirarla.


-Tengo que ver a Harris- Necesitaba saber por qué no me lo había dicho, porque
mamá tenía razón. Él debería haber sido el que me lo dijera. Nadie más que él.

-Lucy, date un tiempo para pensar en esto-, sugirió Lana

Me di la vuelta entonces.
-No he hecho nada más que pensar en esto durante cinco meses. Cinco meses de
volverme loca pensando que mi novio se había acostado con otra persona. Cinco
meses de reproducir esos malditos videos una y otra vez en mi cabeza- Un sollozo
me sorprendió al liberarse, haciendo imposible recuperar el aliento por un momento.
-Y no tenía que hacerlo porque realmente no sucedió".

-Marcus te llevará-, dijo la tía Emmie, sonando como siempre. Le envidiaba la


capacidad de mantener la calma cuando las cosas se iban al infierno.

-No. Estoy cansada de llevar a Marcus conmigo a todas partes. No lo necesito Él


es tu manta de seguridad, no la mía -. Era una mentira, pero estaba demasiado
enojada con todos para admitirlo. -Ya terminé de ser tratada como si aún tuviera
nueve años. Todos ustedes me están sofocando.

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Mamá estaba llorando tan fuerte como yo ahora.


-Lucy, por favor. Bebé, cálmate y arreglaremos esto.

Arreglar esto.

¿Arreglar esto?

Eso fue lo que Harris había dicho esa mañana. Todos querían arreglarlo. Quería
arreglarme.

Pero no me podía arreglar.

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Capítulo 10
Harris

Los lunes eran normalmente mi día libre, con mi asistente de gerente entrando y
manejando las cosas ya que era la noche menos loca de la semana. Esta semana
estaba de vacaciones o habría seguido a Lucy a casa.

Se había ido para cuando salí de la ducha, tal como pensé que lo haría, pero eso
no me había impedido esperar. Sin embargo, obtuve el tercer grado de Kin, lo que
me hizo llegar aún más tarde al trabajo ya que tuve que pasar por mi departamento
y cambiarme primero.

No había estado pensando en quién podría escucharnos cuando Lucy y yo hicimos


el amor. No había estado pensando, punto. Si lo hubiera estado, mi última cagada
no habría sucedido y Lucy aún sería virgen. Pasé treinta y cinco minutos
convenciendo a Kin de que no iba a lastimar a Lucy esta vez, que iba a luchar por
ella y no dejarla ir de nuevo.

Ahora, mientras estaba sentado detrás de mi escritorio tratando de repasar el último


pedido de licor que necesitaba hacer, no podía dejar de pensar en esa mañana.
Cada segundo, desde el momento en que me desperté, hasta que volví a la realidad
después de la más increíblemente, alucinante liberación que había experimentado
en toda mi vida, se repitiera una y otra vez. El sabor de los labios de Lucy, su piel
... su coño persistía en mi lengua. El recuerdo de cómo se había sentido su calor
hirviendo alrededor de mi polla mientras me deslizaba en su pequeño cuerpo
apretado me estaba volviendo loco y había estado en un estado de excitación a
pesar de la segunda ducha que había tomado cuando llegué a casa antes.

Estaba agradecido de que mi personal fuera lo suficientemente competente para


manejar las cosas sin necesitar mi supervisión constante porque no podría haberlos
ayudado incluso si hubiera querido hacerlo en ese momento. No, a menos que
quisiera que un club entero lleno de gente supiera exactamente cuán afectado
estaba.

-Jefe, London y Génesis están aquí-. La voz de Tiny se escuchó fuerte y clara a
través del sistema Bluetooth en mi escritorio.

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Reprimí un gemido, preguntándome qué querían esas dos ahora. Génesis y London
estaban en la nueva banda que había contratado para tomar los shows de la noche
del jueves cuando expiró el contrato de Tainted Knights. The Blonde Bombshells
había aumentado mis ingresos diez veces en los pocos meses desde que habían
estado haciendo los shows. Por supuesto, el setenta y cinco por ciento de la
asistencia fue de muchachos, pero mientras siguieran trayendo el dinero, no me iba
a quejar.

No sé de sus shows al menos.

Sus constantes disputas, a las que tenía que jugar como árbitro, se estaban
haciendo viejas. Me sentí más como su maldito padre que como su jefe.
Especialmente cuando se trataba de Génesis y London. No podían llevarse bien en
absoluto y esa era una de las principales razones por las que Emmie Armstrong
dudaba en ofrecerles un contrato cuando terminaba el de First Bass. De todos
modos, no podía ver a la banda de chicas perder su contrato.

-No estoy de humor para lidiar con su mierda, Tiny-, le dije, sin importarme si me
escuchaban o no.

-Claro, jefe. Me desharé de ellas ... Er. ¡Espera! -Mi jefe de seguridad dijo algo
cruel por lo bajo que no pude captar, pero escuché las voces familiares de Génesis
y London llorando. -Atención, jefe. La señorita Thornton se dirige hacia ti y no está
contenta.

Mi polla se crispó con solo mencionar el nombre de Lucy. -Puedo cuidar a Lucy.
Solo deshazte de las rubias, hombre.

-Lo tiene, jefe.

Me puse de pie y me dirigí a la puerta de la oficina que conducía al nivel inferior del
club. Al abrir la puerta, llegué justo a tiempo de verla marchar hacia mí. Tiny había
subestimado el año cuando dijo que se veía infeliz. Sus ojos estaban rojos e
hinchados, diciéndome que había estado llorando, pero no había señales de esas
lágrimas en ese momento. Había ira venenosa en sus ojos oscuros mientras se
acercaba a mí con la fuerza de un pequeño tren de carga.

- ¿Qué pasó? -Exigí, cruzando la puerta para atraparla por la cintura.

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Luchó contra mí, sus rizos volaron en todas direcciones y me golpearon en la cara
más de una vez.
- ¿Creías que nadie me lo diría? ¿Se te pasó por la cabeza que deberías haber
sido el único en decirme?

Confundido, solté su cintura para agarrar sus muñecas cuando sus puños
comenzaron a golpear mi pecho. Joder, le quedaba bien. El lugar justo debajo de la
clavícula con la que se había conectado ya estaba doliendo.
- ¿De qué diablos estás hablando? ¿Te diría qué?"

-Sobre Tessa-, gritó. -No me hablaste de Tessa.

Maldito infierno.

Cuando no dije nada, Lucy trató de luchar más fuerte contra mí.
-Deberías habérmelo dicho-, gritó, haciendo que las camareras que estaban
preparando el nivel inferior para que se abrieran y nos miró - ¡No ellos, tú!

-Joder, Lucy-. Perdí su muñeca derecha en mi sorpresa y ella me dio un puñetazo


en la mandíbula, haciendo que mis dientes se rompieran y me mordí la lengua. Giré
la cabeza, escupí un bocado de sangre y luego me incliné, agarrándola por la cintura
una vez más y arrojándola sobre mi hombro.

-Tu jodido cerdo-, se enfureció, sus puños golpeándome la espalda con golpes
fuertes. Jesse Thornton le había enseñado a su hija a defenderse bien, eso era
seguro. -Te odio en este momento, Harris. Te odio.

-Ese es mi riñón, Lu-. Gruñí cuando ella me golpeó en el lugar exacto nuevamente.

Nadie se molestó en moverse cuando llevé a Lucy a mi oficina y cerré la puerta de


un puntapié. Antes de que la puerta se cerrara, vi a Nate de pie en el piso VIP
sonriéndome. Quería ir a golpearlo en la cara. Nate había estado tan malhumorado
como yo cuando Lucy se fue a Georgetown. Nuestra relación laboral, una vez fácil,
desapareció, reemplazada por mis celos por la amistad que él y Lucy habían tenido
una vez.

Ahora, a puertas cerradas, senté a Lucy en el borde de mi escritorio y luché con ella
hasta que pude controlar sus brazos agitados. Mi boca estaba llena de sangre una
vez más y mi lengua comenzaba a hincharse, empeorando cuando uno de sus

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puños se conectó con mi barbilla. Mierda, mi pequeña fierecilla me estaba


golpeando.

Y me estaba excitando de una manera que desmentía mi liberación anterior dentro


de su increíble cuerpecito.

- ¿Te detendrás? - Gruñí y la sacudí con el mayor cuidado posible hasta que su
cabeza se echó hacia atrás y encontró mi mirada. Cuando vi el dolor en sus ojos,
casi la dejo ir para que me golpeara un poco más. En cambio, agarré ambas
muñecas con una mano y aparté su cabello de la cara con la otra, ahuecando su
mandíbula para que no pudiera bajar la cabeza y bloquearme. - ¿Quién te lo dijo?

-Dallas-, gruñó ella. -No mi mamá o Lana o incluso la tía Emmie. Fue Dallas.

Girando la cabeza, escupí más sangre, dándome tiempo para pensar. ¿Por qué le
había dicho Dallas? No tenía ninguna razón para decirle a ella ni a nadie lo que me
había hecho entender hace meses. El alivio que sentí cuando me di cuenta de que
no había hecho las cosas que esos malditos videos habían hecho que pareciera
que tuve una corta vida cuando me di cuenta de que había dejado ir a Lucy sin
siquiera intentar luchar por nosotros. Algo que ella me había rogado que hiciera.
Algo que no había tenido las bolas para intentar.

Porque había estado demasiado retorcido. Demasiado avergonzado de no tener el


control de una situación de la que nunca hubiera sido parte si no hubiera estado
drogado de mi mente. Había sido débil y odiaba esa debilidad.

No debería haberme obligado a alejar lo único que todavía había sido puro y bueno
en mi mundo. No debería haberle dicho que se fuera. No debería haberla hecho
pensar que no la necesitaba tanto como ella me necesitaba a mí.

Todos esos arrepentimientos me habían estado comiendo, pero hasta que me di


cuenta de que Lucy no había seguido adelante, no había querido pedir otra
oportunidad. Se merecía mucho más y si hubiera seguido adelante, ni siquiera me
habría acercado a ella otra vez. Pero no lo había hecho y ahora quería una segunda
oportunidad.

-Deberías habérmelo dicho-. Ella estaba empezando a perder vapor ahora, pero el
resplandor era tan feroz como siempre, incluso cuando las lágrimas llenaban sus
ojos. -Tenía derecho a saber.

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-Sí-, estuve de acuerdo con una mueca. -Tienes razón, Lu. Debí decírtelo tan
pronto como supe que no sucedió. Pero pensé que habías seguido adelante. Me
mató no perseguirte cuando supe la verdad, pero no quería volver a arruinarte la
vida.

Dos lágrimas gordas se derramaron sobre sus pestañas. -Si me amaras, lo


hubieras hecho, si hubiera seguido adelante o no.

Mientras su ira se estaba apagando, la mía fue acariciada por esas palabras. Mi
agarre en sus muñecas se tensó. Quería darle un poco de sentido.
- ¿De verdad crees que no te amo, Lucy?"

-En este momento, sabiendo lo que sé, sí-. Dos lágrimas más se derramaron
seguidas de una docena más. -Tal vez pensaste que me amabas, pero cuando
realmente se redujo a eso, ese amor se quedó bastante corto. En lugar de luchar
por nosotros, me enviaste lejos. Luego, cuando se supo la verdad, ni siquiera
trataste de arreglar las cosas. Si me amaras, incluso la mitad de lo que dijiste, nunca
me habría ido.

Dejé caer sus manos y tropecé hacia atrás, necesitando poner espacio entre
nosotros antes de hacer algo estúpido. Nunca la tocaría con violencia. Nunca. Pero
en ese momento quería darle un poco de sentido. Ella podría haberme golpeado
hasta que mi cuerpo fuera negro y azul, pero no podría haberme lastimado ni una
fracción de lo que acababa de decirme.

-No sabes una mierda, Lucy. Te he amado toda mi vida. No ha pasado un día
donde no te haya amado. Ni uno. Dejarte ir fue lo más difícil que he hecho. El
jodidamente más duro. Pero lo hice porque te amaba. Mi cabeza estaba
desordenada por lo que había sucedido con Tessa y no quería que eso te manchara.
Maldita sea, chica, te merecías mucho mejor que un chico que ni siquiera podía
pensar con claridad.

-Podría haberte ayudado. Quería ayudarte-, me gritó.

- ¿No crees que lo sé?"-También estaba gritando, pero en ese momento no me


importó una mierda. Hablar no funcionaba, tal vez gritar sí. -Me tomó semanas
darme cuenta, pero una vez que lo hice, fue demasiado tarde. Te habías ido. Pensé
que te había perdido y estaba preparado para vivir con ese error. Me habría matado
lentamente, pero lo habría hecho. Todos decían que estabas bien, así que me

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mantuve alejado porque te amaba demasiado como para volver a meterte en mi


jodido mundo otra vez.

-Sí, estabas tan jodido que te metiste en la cama con la primera extraña que se
acercó". Ella se apartó del escritorio, sus ojos ardiendo en mí una vez más. -Luego,
una nueva la siguiente semana y todas las semanas siguientes".

- ¿De qué demonios estás hablando? - Ella me estaba dando jodidamente latigazo
con este nuevo giro de temas. No pude seguirle el ritmo.

-Las rubias, Harris-. Hablaba como si yo fuera completamente tonto y tal vez lo era
porque no tenía idea de lo que estaba hablando. -Los tabloides han estado
imprimiendo todo lo que pueden tener sobre ti y tu larga línea de rubias. Dos de los
cuales pasé de camino aquí hace un momento.

- ¿London y Génesis? - Se había vuelto loca. - ¿De verdad? ¿Vas a acusarme de


acostarme con las Blonde Bombshells?

Una risa sin humor la ladró.


-Agradable. Apruebo sus nombres. Les queda perfectamente.

Me pasé las manos por el pelo.


-Ese es su nombre. Son la banda que firmé para reemplazar a Jace y los
muchachos. Las he llevado varias veces a diferentes eventos musicales para darles
publicidad. Eso es todo. Fin de la historia. Nunca las he tocado.

-Lo que sea-, murmuró Lucy. Por su tono cuando se alejó de mí y se dirigió hacia
la puerta, me di cuenta de que no me creía. Maldito infierno. Esta chica me iba a
matar.
-No debería haberme molestado en venir. Ni siquiera sé por qué lo hice.

Sabía que, si ella se iba en ese momento, eso realmente terminaría entre nosotros
y no iba a permitir que eso sucediera. No importa cuán loco me volviera, cuán
enojado me pusiera, la amaba y no la iba a dejar ir esta vez.

Mi mano se estrelló contra la puerta antes de que ella pudiera girar el pomo y me
moví para que mi cuerpo estuviera entre ella y la salida.
-No lo que sea. Estas loca. Está bien. Así que enloquece, pero no te vayas de aquí
pensando en estupideces, Lu.

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Ella abrió su boca para dispararme con algo frío y vicioso otra vez, pero fui más
rápido. Agarré su cintura con ambas manos y la jalé contra mi cuerpo. Bajando la
cabeza, atrapé sus labios en un beso que no debería haberla dejado dudar de lo
que sentía por ella. Luchó contra mí durante medio segundo antes de que yo
sofocase su gemido con mi boca y se derritió contra mí.

La besé mucho después de haber perdido todo el aliento y mis pulmones exigían
ser rellenados. Alejándome, presioné mi frente contra la de ella.
-Solo has estado tú, dulzura. Las chicas de mi pasado no son más que sombras
para mí ahora. Sombras sin rostro que no significan nada. La segunda vez que te vi
arriba esa primera noche, fue el momento en que todos las demás desaparecieron.
Hasta esta mañana no había tenido relaciones sexuales desde antes de que
volvieras a mi vida en septiembre.

-No, no te creo-, murmuró, pero no había convicción en su voz y sabía que solo
estaba siendo obstinada.

Eso me hizo sonreírle.


-No me creas entonces, pero dame la oportunidad de demostrarte lo equivocada
que estabas en que no te amo. Porque yo sí, Lucy. Te amo tanto que duele.

-Yo-yo ... no te creo-, susurró contra mis labios mientras presionaba su boca contra
la mía en un beso lento y suave.

-Mentirosa-, le susurré.

-Cállate, Harris. Sólo. Cierra. La. Boca-. Sus brazos rodearon mi cuello, sus dedos
empujaron mi cabello bruscamente mientras me sostenía en su lugar mientras me
besaba hasta que los dos estábamos sin aliento.

Tenerla de buena gana en mis brazos rápidamente nublaba mi mente a todo menos
de deslizarme entre sus piernas. Quería arrancarle la ropa y follarla en mi escritorio,
pero prevaleció un pequeño pedazo de cordura y pude levantar la cabeza y dar
medio paso atrás. Su cuerpo debe haber estado adolorido después de lo que
habíamos hecho esa mañana y no iba a causarle más dolor. Ella merecía algo mejor
y no iba a darle nada menos.

- ¿Saldrás conmigo mañana por la noche? - Respiré contra su oreja.

Ella se puso rígida.

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-No-, murmuró, sacudiendo la cabeza. -No puedo.

-Bueno. El miércoles por la noche, entonces.

Lucy dejó caer los brazos y dio un paso atrás. La realidad estaba volviendo y pude
ver que estaba tratando de agarrarse de su ira nuevamente.
-No puedo. Le prometí a mi familia que les daría esta semana.

Los celos irracionales ardieron en mi pecho, pero asentí. La familia era importante.
La quería toda para mí, pero podía compartirla con su familia.
-Bien. Luego la semana que viene.

Ella sacudió su cabeza otra vez.


-Me voy a Florida el domingo.

- ¿Qué? - No. No podía irse otra vez. No tan pronto. Jamás. - ¿Esperar? ¿Florida?
- Florida significaba que no volvería a la escuela. Podría trabajar con eso. Parte de
mi tensión se desvaneció.

-Mis padres nos llevan a mí y a los gemelos de vacaciones a Panamá City Beach-
, me informó encogiéndose de hombros. -Entonces todos iremos a Disney World
por una semana. Luca y Lyric solo han estado en Disneylandia.

- ¿Cuándo volverás? - Esperaría unas semanas si tuviera que hacerlo. Joder,


había esperado tanto tiempo, podía esperar un poco más.

Bajó los ojos para mirar la alfombra y tuve una sensación de malestar en el
estómago.
-No voy a volver. Regresaré a Georgetown para el semestre de verano.

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Capítulo 11
Lucy

Quería enojarme con mi familia, pero era difícil cuando me amaban tanto. Sabía que
solo me habían ocultado las noticias sobre Harris y Tessa porque les importaba. Si
los roles se hubieran invertido, estaba seguro de que habría hecho exactamente lo
mismo.

Después de resolver la mayor parte de mi enojo con Harris, pude ver las razones
de mi madre para no decirme, más claramente. Eso no significaba que todavía no
me doliera que ella, y todos los demás, me hubieran ocultado algo tan importante.

Una vez que dejé First Bass la noche anterior, poco después de decirle a Harris que
regresaría a DC para el semestre de verano en Georgetown, me subí a mi Range
Rover y conduje por la ciudad hasta tarde. Era raro estar sola. Eso nunca sucedió.
Siempre. Siempre había alguien vigilándome, haciéndome sentir que no podía
relajarme por completo.

Para cuando volví a la casa, todas las luces habían estado apagadas y estaba
agradecida de no tener que enfrentar a mamá o papá. Mantuve mi teléfono apagado
para no tener que hablar con nadie, y como no había llevado a Marcus conmigo,
sabía que debían estar preocupados por mí. Que no tuve que lidiar con ellos
esperándome en la puerta principal para gritarme o darme una conferencia había
sido un alivio.

Cuando subí a mi habitación, tratando de estar lo más tranquila posible, fue para
encontrar que mi cama no estaba vacía. Mi madre había estado durmiendo encima
de mis sábanas con una de mis almohadas acurrucada contra su pecho. A medida
que me acercaba a la cama, había visto claramente por la tenue iluminación de la
luz del pasillo que se había quedado dormida llorando, y mi corazón se había roto
de nuevo.

Estaba cerca de mis padres. Compartimos un vínculo al que pocas familias llegaron.
Normalmente no guardamos secretos. Confiamos el uno en el otro. Nos amábamos
más que a cualquier otra familia que conociera. Tal vez fue porque nos habíamos
juntado de una manera tan poco ortodoxa ya que Layla era realmente mi hermana
y Jesse prácticamente me había adoptado, tanto a Lana como a mí cuando se casó

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con Layla. Sabíamos cómo no tratarnos y nos habíamos amado y agradecido por lo
que teníamos.

Me quité los zapatos y me metí en la cama junto a ella sin molestarme en cambiarme
de ropa. Odiando la vista de esas lágrimas y sabiendo que las había causado, la
rodeé con mis brazos y, antes de darme cuenta, estaba profundamente dormida.
Cuando me desperté a la mañana siguiente, con el sonido de mis hermanos
corriendo por las escaleras, fue para encontrar mi cama vacía.

Con un suspiro cansado, me levanté de la cama y fui a mi baño a ducharme. El dolor


entre mis piernas fue un dolor sordo esta mañana, pero mis puños estaban
magullados por haberlos usado para golpear a Harris tantas veces la noche anterior.
El arrepentimiento me llenó al recordar la sangre que escupió cuando le hice
morderse la lengua. No podía creer que hubiera tratado de patearle el trasero.

Y él me dejó.

Haciendo una mueca, me lavé el pelo y salí de la ducha. Quería terminar la


confrontación con mis padres más pronto que tarde, así que me vestí sin secarme
el pelo y bajé las escaleras. El olor a salchicha me llevó a la cocina.

Luca y Lyric ya estaban en la mesa comiendo platos cargados de panqueques,


salchichas y huevos revueltos. Mi papá estaba parado en la isla, sirviendo tres vasos
de jugo de naranja, mientras mamá terminaba preparando el último desayuno. Al
crecer, este habría sido un típico domingo por la mañana para nosotros. Sin
embargo, hoy era martes, así que me detuve en el umbral.

Al verme allí de pie, papá me lanzó una sonrisa.


-Buenos días, Lu. ¿Dormiste bien?

Envolví mis brazos alrededor de mi cintura y me mordí el labio, pero le di un pequeño


asentimiento.

Su sonrisa se atenuó ligeramente y pude ver la indecisión arremolinándose en sus


ojos, pero no comenzó a darme una conferencia sobre quedarme fuera demasiado
tarde y preocuparlos. Mientras lo veía mirándome, me di cuenta de que debía
haberse sentido tan culpable como mamá.

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-Te perdiste la mejor fiesta ayer, Lucy-, me dijo Luca, hablando con la boca llena,
pero demasiado emocionado para preocuparse. -Cannon empujó a Piper a la
piscina y Lyric le sacó los mocos.

Mis ojos se agrandaron ante esa noticia y me encontré cruzando a la mesa para
sentarme al lado del gemelo más joven, mis propias preocupaciones fueron llevadas
al fondo de mi mente a la luz de las noticias de mi hermano pequeño. Lyric estaba
mirando su comida, sus ojos tan tormentosos como los de nuestro padre cuando
estaba enojado por algo. No era como si Lyric golpeara a alguien. Ese era
normalmente el comportamiento de Luca.

- ¿Por qué Cannon empujó a Piper? -, Pregunté.

-Pensó que era divertido-, respondió Luca por su gemelo. -Se rió de eso, aunque
ella lloró. Lyric saltó de la piscina y lo inmovilizó antes de que alguien pudiera
detenerlo. A la tía Dallas le salió vapor de las orejas cuando descubrió lo que
Cannon hizo. Recibió un ojo morado de Lyric y estará castigado durante dos
semanas.

- ¿Piper está bien?

-Se raspó la rodilla en el fondo de la piscina-, murmuró Lyric, hablando por primera
vez. -Estaba sangrando mucho.

- ¿La ayudaste a ponerse la tirita? - Intenté que me mirara, pero mantuvo los ojos
centrados en su plato. Ah, mi pobre Ric. Su corazón gentil probablemente lo estaba
golpeando por lo que le había hecho a Cannon, que era más joven y un poco más
pequeño que los gemelos.

-Sí.

-Buen trabajo cuidando a las chicas, chico grande.


Levanté una mano para frotar su cabello corto.
-Cannon se lo merecía.

El hecho de que mis padres no comentaran eso decía todo lo que necesitaba saber
acerca de cómo se sentían con respecto a toda la situación. Lyric no se había metido
en problemas con ellos. Había sido perforado en la cabeza de los gemelos para
proteger no solo a las niñas, sino a cualquier persona más pequeña que ellas. Por
supuesto, por la expresión de su rostro en ese momento, estaba bastante segura

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de que se estaba castigando a sí mismo por lastimar a su amigo. Sacudí mi cabeza


y le ofrecí una pequeña sonrisa.
-Estoy segura de que Piper aprecia que la hayas apoyado, Ric.

-Ella no dejará de seguirlo después de eso-, dijo Luca, volviendo a la conversación.


-Ella está enamorada de él ahora-. Él se rió y movió las cejas hacia su gemelo, que
apretó la mandíbula y apretó los puños, pero continuó en silencio.

- ¿Oh, como Violet está enamorada de ti? - Levanté una ceja y él cerró la boca con
los ojos marrones entrecerrados.

-También amo a Violet-, murmuró después de un minuto.

-Está bien, muchachos, eso es suficiente-, dijo papá cuando mamá comenzó a
colocar la última salchicha que estaba friendo. -Vayan a limpiarse. El hecho de que
estén de vacaciones de verano no significa que no puedan cepillarse los dientes.
Cuando terminen, quédense en su habitación. Mamá y yo queremos hablar con
Lucy.

-Uh-oh-. Luca empujó su silla hacia atrás y se levantó. Me dio una mirada
comprensiva. -Lo que sea que hiciste, lo niegas. Si no tienen pruebas, no pueden
culparte de nada.

A pesar del temor que me hizo apretar el estómago, no pude evitar sonreírle. Luca
tenía mucha experiencia metiéndose en problemas. Él era un profesional ahora.

-Gracias por el consejo, amigo.

Lyric se levantó lentamente, pero me dio una sonrisa sombría mientras seguía a su
hermano.
-Buena suerte-, susurró mientras pasaba junto a mí.

Nadie más en la habitación se movió hasta que escuchamos que la puerta de la


habitación de los gemelos se cerraba de golpe. Papá tomó los tres vasos de jugo
de naranja y se acercó a la mesa. Colocando uno frente a mí, tomó el asiento que
Lyric acababa de desocupar.
-Estuviste fuera del toque de queda, Lu.

-Sí-, murmuré.

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-Nos tenías a todos preocupados. Tu teléfono estaba apagado, no tenías a Marcus


contigo, y cuando llamamos a Harris dijo que no te había visto en horas. Dejó el
trabajo para salir a buscarte.

Bajé la mirada hacia mi vaso de jugo.


-No debería haber hecho eso. Estaba bien.

-No lo sabíamos, Lu-. Papá extendió la mano y agarró mi mano derecha. No


levanté la vista hasta que sentí el ligero temblor en sus dedos. Ver esa mirada
angustiada en los ojos de mi padre fue como una patada en el estómago. No había
visto esa mirada desde que tenía nueve años.
-Mamá me contó todo lo que pasó ayer. Tienes razón, Marcus es nuestra manta
de seguridad, pero es una que aún no estoy listo para abandonar. Tal vez nunca.
Bebé, por el bien de mi cordura, no luches con nosotros sobre Marcus. No puedo…
No puedo arriesgarme a perderte de nuevo.

Mis dientes se hundieron en mi labio inferior para evitar que temblara.


-Lo siento-, susurré.

-Haré un trato contigo. Marcus no tiene que ir con nosotros de vacaciones. Puedes
tomar un descanso de él y pasar un buen rato con nosotros en Florida. Pero cuando
vuelvas a la escuela, él tiene que ir contigo.

-Está bien-. Todavía estaba susurrando, temiendo que si hablaba demasiado


fuerte comenzaría a llorar y no podría parar.

El alivio hizo que la cara de papá se relajara.


-Gracias Lu. No sabes lo preocupado que estaba de que peleáramos por esto.

Sabía exactamente lo preocupado que había estado. Mi padre y yo raramente


discutíamos, pero cuando lo hacíamos, se ponía feo. Odiaba pelear con él y mamá.

Una bandeja de panqueques, huevos revueltos y salchichas estaba puesta en la


mesa frente a mí y tragué saliva antes de levantar los ojos para mirarla. Aunque era
mi madre adoptiva, Layla Thornton era mi media hermana biológica, por lo que
compartimos algunas de las mismas características y personalidad. Los dos
estábamos en el lado corto, teníamos las mismas curvas e incluso la misma nariz.
Era una de las mujeres más bellas que había conocido, por dentro y por fuera.

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Que tengamos algo que se interponía entre nuestra relación normal y fácil, en ese
momento, me estaba destrozando.

La barbilla de mamá tembló mientras tomaba asiento en la mesa. Las lágrimas


llenaron sus ojos, pero ella me dio una sonrisa vacilante.
-Gracias por regresar.

Yo no sabía cómo responder a eso. Tenía todo el derecho a rasgar en mí. Gritarme
y despotricar y gritarme por ser tan desconsiderada e irresponsable. Había actuado
como una mucosa inmadura el día anterior.

-Tenías todo el derecho de estar enojada. Debería haberte llamado en el momento


en que recibí nueva información sobre esa noche. Ella tragó saliva con dificultad y
tomó mis manos. Se los di de buena gana. -Es un error que nunca volveré a
cometer, bebé. Yo solo ... no quería lastimarte con eso.

Envolví mis dedos alrededor de sus manos, dándoles un suave apretón.


-Tenías razón, mamá. No era tu lugar decirme. Harris debería haberlo hecho.

-Pero debería haberte dicho de todos modos-. Algunas lágrimas cayeron sobre sus
mejillas, pero no trató de limpiarlas. -Lo siento mucho.

- ¿Qué mierda te pasó en las manos? - El rugido de papá cuando vio los moretones
en mis puños me hizo soltar las manos de mamá. Las agarró entre las suyas y las
acercó para examinarlas. - ¿Qué golpeaste, una maldita pared?

Hice una mueca cuando pasó el pulgar sobre un moretón particularmente tierno en
el nudillo medio de mi mano izquierda.
-Más o menos-. Su ceño se levantó y me encogí de hombros. -Ayer golpeé a Harris
cuando lo enfrenté.

La reacción de mis padres a eso fue tan cómica que en realidad me encontré
sonriendo. Mamá jadeó y la boca de papá se abrió por la sorpresa.
- ¿Golpeaste a Harris Cutter?

-Algo así-. Sentí mis mejillas ponerse rosadas de vergüenza. -Estaba molesta y
enojada y cuando lo vi empecé a balancearme.

La boca de papá se cerró y sacudió la cabeza dos veces antes de soltar una
carcajada que parecía salir directamente de su alma.

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-Esa es mi chica-. Me soltó las manos con cuidado y me abrazó, en un abrazo que
me sacó todo el aire de los pulmones. -Nunca había estado tan orgulloso de ti como
ahora, Lu.

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Capítulo 12
Harris

El timbre me despertó.

Gimiendo, levanté la cabeza y entrecerré los ojos al reloj digital al lado de mi cama.
Mierda.

Dos treinta y seis. PM.

Joder, joder. Necesitaba levantarme y dirigirme al club.

Estaba pasando tal vez tres horas de sueño. La noche anterior había salido del club
a las diez y salí a buscar a Lucy cuando su padre me llamó para ver si todavía
estaba conmigo. Había destrozado toda la ciudad con la esperanza de encontrarla.
Alrededor de las tres de la mañana, Jesse finalmente me envió un mensaje de texto
diciendo que había llegado a casa. Había regresado a First Bass, exhausto y
estresado al máximo, y no había llegado a casa hasta después de las nueve de la
mañana, todavía intentando que Lucy me llamara.

Su teléfono todavía estaba apagado y me había caído en la cama, incapaz de


mantener los ojos abiertos por otro segundo. Mi celular todavía estaba acostado en
la cama a mi lado, donde lo había dejado, pero no había llamadas o mensajes
perdidos. Ella me estaba matando, me estaba matando.

Sin contestar su teléfono. No me volvería a ver mientras ella estuviera en la ciudad.


Yéndose el domingo. No volvería.

Estaba. Matándote.

Bueno, a la mierda eso. No me importaba si ella no me iba a hacer esto fácil. Si


quisiera lo fácil, habría seguido adelante. Demonios, nunca la habría esperado en
primer lugar. Lucy Thornton era todo menos fácil. Ella era exactamente lo contrario
y esa era solo una de las millones de cosas que amaba de ella.

Sin embargo, ella todavía me estaba matando.

El timbre volvió a sonar, y esta vez la persona presionó y no lo soltó. Mierda.

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Saltando de la cama, agarré la camisa que había arrojado al suelo esa mañana y
me dirigí a la puerta principal. Si era Jace, iba a golpearlo en la cara. Sabía que
había estado buscando a Lucy y había prometido llamar si él o Kin hablaban con
ella.

Mi cerebro cansado se dio cuenta de que probablemente no era Jace cuando llegué
a la sala de mi apartamento de una habitación. Probablemente se estaba
preparando para ir a Virginia con Kin para la graduación de su hermana ese fin de
semana. Murmurando una maldición porque no tenía idea de quién estaba en la
puerta, me detuve para mirar por la mirilla.

Al ver a la rubia parada al otro lado, aun sosteniendo el timbre, me hizo gemir. Abrí
la puerta, la abrí y miré a Angie.
- ¿Qué?

-Mierda. ¿Quién te dio el labio gordo?

Hice una mueca y me toqué el labio hinchado con la lengua. Lucy había metido
algunos buenos golpes la noche anterior. Estaba jodidamente orgulloso de ella.
-Lucy.

-Oh-. Angie sonrió.

Mi mirada se volvió más dura.


- ¿Qué deseas?

-Jenna no me deja entrar.

Mis cejas se alzaron.


- ¿Y?

-Entonces dame la maldita llave-, me gruñó, poniendo sus manos en sus caderas
y tirando su largo cabello rubio hacia atrás. -Ella no puede simplemente sentarse
allí y ponerse de mal humor.

-En caso de que no te hayas dado cuenta, eso es todo lo que hace en estos días-
. Me aparté de la puerta y abrí el cajón a la mesita detrás de mí. Saqué un juego de
llaves, encontré la que estaba en mi antiguo departamento y se la entregué. Jenna

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probablemente me llamaría más tarde y se quejaría, pero Angie tenía razón. Jenna
necesitaba dejar de ponerse de mal humor y salir.

Después de todo lo que había sucedido en enero, Jenna se había convertido en una
ermitaña. Raramente salía del departamento que una vez compartimos. Natalie se
había separado por completo de su hermana, pero Drake y Shane seguían
apareciendo. Sin embargo, sin sus esposas o hijos. Nadie, ni siquiera Drake, estaba
contento con ella después de que ella les había ocultado su tiempo de rehabilitación.
Que había cuidado a las niñas de Drake durante el tiempo en que había estado
drogada, algo de lo que yo no tenía idea, había vuelto a Lana y Harper Stevenson
en su contra. Drake todavía trataba de ayudarla a mantenerse limpia, pero tomaría
un milagro antes de dejar a sus hijas alrededor de ella nuevamente.

Jenna era una marginada ahora, y no ayudaba en nada con solo quedarse en su
apartamento, pintar mierda emo oscura y no hablar con nadie.

La única luz brillante en la vida de Jenna en estos días era Angie, que se había
encargado de ayudar a Jenna. Sin embargo, la mayoría de los días, Jenna trataba
de mantener a Angie fuera, pero Angie, siendo Angie, no iba a aceptar un no por
respuesta. Yo tampoco. Si Angie ayudaba a mi amiga, aunque fuera un poco, le
daría la llave del apartamento y todo lo que necesitara.

Me arrebató la llave, se dio la vuelta, haciendo que su cabello me golpeara en la


cara y se dirigió a los ascensores.
-Nos vemos.

-Asegúrate de que coma-, la llamé.

-Ese era el plan.

Empecé a cerrar la puerta, luego salí.


-Hola, Ang. - Se detuvo en el elevador para mirarme. - ¿Puedes cuidar de ella por
mí durante unas semanas? Creo que voy a estar fuera de la ciudad por un tiempo.

Las cejas rubias se alzaron, pero ella solo asintió.


-Seguro. No te preocupes por Jenna -. El ascensor llegó y ella entró. Pero llámame.
Hazme saber que estás vivo y esa mierda.

Yo sonreí.
-Sí, vale. Gracias, Angie.

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Cerrando la puerta, volví a mi habitación y fui directamente a la ducha. Si iba a estar


fuera de la ciudad, tenía que trabajar mucho en el club.

Mi personal ya estaba llegando cuando llegué a First Bass. Normalmente estaba allí
una hora antes que ellos, así que se detuvieron para mirar boquiabiertos cuando
entré detrás de ellos. Ignorando su aspecto, me dirigí a mi oficina.
-Dile a Nate que necesito verlo-, llamé por encima del hombro.

Me puse manos a la obra, asegurándome de que todo estaba en orden para mi


subgerente cuando regresó. Si terminaba desaparecido todo el tiempo que había
planeado, tenía que hacer planes de contingencia. Cada base tenía que estar
cubierta porque no iba a dejar que el trabajo interfiriera una vez que me fuera.

Nate tardó treinta minutos en llegar a mi oficina. No esperaba que viniera en el


momento en que envié a alguien detrás de él. Era bueno en su trabajo y eso
significaba que hacía la mierda que necesitaba hacer sin que yo tuviera que
decírselo. Cualquier cosa que necesitaba hablar con él, podría esperar.

Estaba preparando la lista de "cosas por hacer" para el subgerente cuando se abrió
la puerta de mi oficina y entró Nate.
- ¿Sí?

Levanté mis ojos de la pantalla de mi computadora lo suficiente como para mirarlo.


-Siéntate. Necesito hablar contigo sobre algo.

Tomando uno de los dos asientos vacíos frente a mi escritorio, sonrió mientras
estiraba sus largas piernas.
-Buen labio. Lucy tiene un gran gancho de izquierda.

Ignoré su broma y tomé la pila de papeles que ya había impreso.


-Me voy el domingo por la noche. No sé cuándo volveré, así que debes intervenir
como mi segundo asistente de gerente en caso de que Barb necesite ayuda.

Eso borró esa sonrisa de la cara del cantinero. Se enderezó con los ojos muy
abiertos.
- ¿Qué?

-Eres el único en quien confío para asumir ese papel, Nate. Conoces este club por
dentro y por fuera y sé que puedes manejar cualquier problema que surja tan bien

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como yo. Le ofrecí los papeles. -Este es el contrato. Te pagaré un sueldo y aún
puedes quedarte con las propinas que recibes mientras bates arriba.

Tomó el contrato y lo hojeó. Lo leyó, asimilando todos los detalles como debería
hacerlo una persona inteligente. No esperaba que él solo firmara y no leyera la
maldita cosa. Supe en cuanto vio la página que tenía el salario que pensé que
merecía. Su cabeza volvió a levantarse.
- ¿Confías tanto en mí?

Me encogí de hombros.
-Sí, hombre. Confío mucho en ti. Ahora firme la jodida cosa para que pueda
enviársela a mi abogado. Tengo una mierda que hacer y solo unos pocos días para
hacerlo.

Nate sacudió la cabeza, agarró un bolígrafo y garabateó su nombre en la última


página.
- ¿A dónde vas?

-Florida-. Tomé el contrato, garabateé mi firma debajo de Nate y luego la tiré sobre
la mesa detrás de mí para que me acordara de enviársela a mi abogado.

Nate parpadeó como si acabara de decir el espacio exterior.


- ¿Florida? ¿Qué demonios hay en Florida?

-En este momento, nada. La semana que viene, todo.

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Capítulo 13
Lucy

El resto de la semana pasó rápidamente. Pasé un día entero con tía Emmie, el
miércoles. No hablamos sobre lo que sucedió el lunes y estaba agradecida. No
quería volver a contar toda esa basura de nuevo. Lo lamentaron Lo lamentaba. Fin
de la historia.

Lo mismo sucedió cuando pasé el jueves en la casa de Lana. Ella quería decir que
lo sentía, pero en lo que a mí respecta, ella era la que menos necesitaba disculparse
conmigo. Mi hermana había hecho lo que había hecho desde el momento en que
nací: me cuidó. Cubriéndome la espalda

En lugar de dejar que se disculpara, la abracé fuerte y le dije que se callara. Tuvimos
un gran día pasando el rato en su casa con sus cuatro chicas y Drake. Pasé la
noche, acampando entre mis tres sobrinas mayores, donde nos quedamos
dormidas después de haberlas leído algunos capítulos de la serie Ever After High a
la que Lana había vuelto adicta a Nevaeh.

El viernes fui directamente de la casa de Lana a la de Shane y Harper, que vivía a


solo unos minutos de distancia. Nadie mencionó el lunes y me preguntaba si fue
porque no sabían lo que había sucedido. Aun así, sabía que Harper y Dallas eran
tan cercanos como hermanas, por lo que tenía que saber incluso si Shane no lo
hacía.

- ¿Estás segura de que no harás pasantía para mí? -, Preguntó Harper con un
puchero mientras ponía un plato de bocadillos en la mesa de la cocina para el
almuerzo. -Quiero decir, sé que quieres obtener tu título lo más rápido posible, pero
piensa en la experiencia que obtendrás y podrás incluirlo en tu currículum cuando
termines la escuela.

-Lo siento-, le dije con una sonrisa. -Pensaré en hacerlo el próximo verano, ¿de
acuerdo?

El puchero solo creció.


- ¿Entonces me vas a someter a un grupo de pasantes que no saben nada y no
pueden escribir para frijoles? Pensé que me amabas.

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Me reí.
-Estoy segura de que encontrarás excelentes pasantes que pueden escribir incluso
mejor que yo, Harp. Además, no quieres que tu personal te acuse de nepotismo,
¿verdad?

-Como si me importara. ¿Qué es lo divertido de ser el jefe si no puedo jugar un


poco de favoritismo de vez en cuando, ¿eh? - Cogió uno de los sándwiches y dio
un pequeño mordisco. - ¿Es el dinero, o más bien la falta de dinero? Porque puedo
cuadrarlo con recursos humanos y conseguirte un salario.

- ¡Oh, mis dioses! - Negué con la cabeza, riendo aún más fuerte ahora. -Eres una
chiflada, lo sabes, ¿verdad?

El puchero se convirtió en una sonrisa descarada.


-Es cierto, pero todavía te pagaría.

-Shane-, grité. Estaba afuera con los niños que jugaban en la arena. -Dile a tu
esposa que ya se detenga.

-Sí, eso no va a suceder-. Él se rió entre dientes. -Me gusta dormir a su lado
demasiado para hacer eso, Lu.

Harper siguió así durante otros diez minutos, hasta que sus hijos vinieron a comer
con nosotros. Después de eso, la energía de todos se centró en Violet y Mason, y
me alegró olvidarme de todo. Fue bueno saber que Harper quería que trabajara
tanto con ella, pero todavía estaba debatiendo a dónde quería ir con mi carrera y
tenía mucho tiempo para resolverlo.

Me fui a casa después de cenar para encontrar la casa vacía. Mi madre me había
enviado un mensaje de texto más temprano para avisarme que todos iban a cenar
con Emmie, Nik y los niños. Estaba cansada y solo quería acostarme, así que subí
a mi habitación y me dejé caer boca abajo en mi cama. Mi teléfono aterrizó en la
almohada a mi lado y levanté la cabeza para mirarlo antes de enterrar mi cara en la
almohada una vez más.

Kin estaba ahora en Virginia con Jace, así que no podía llamarla para pasar el rato
conmigo y Harris ...

Me había tomado en serio y no había intentado llamarme. Ni una sola vez. La


decepción que me inundaba cada vez que mi teléfono se apagaba y no había sido

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él, cortaba como un cuchillo. Todo lo que había dicho sobre no renunciar a nosotros
aparentemente había sido solo un montón de tonterías.

Al negarme a llorar por él, una vez más, encendí la televisión para ver una repetición
aburrida de un programa de crimen que me gustó y me quité los jeans antes de
meterme debajo de las sábanas y dormirme.

El sábado fue pasado en empacar. Nuestro avión salía temprano el domingo por la
mañana y como no iba a regresar a California por el resto del verano, tuve que
empacar todo lo que quería llevar conmigo a la escuela. Cuando me fui en enero,
no empaqué nada. Mamá hizo todo eso por mí porque si no lo hubiera hecho, nada
se habría empacado. Esta vez quería irme, así que me aseguré de tomar todo lo
que quería y necesitaba.

Cenamos temprano esa noche y luego nos fuimos a la cama. Los gemelos estaban
más hiperactivos de lo normal con entusiasmo por nuestro viaje y papá tuvo que
gritarles para que dejaran de hacerlo y se durmieran. No estaba tan emocionada
pero aún no podía conciliar el sueño.

Era todo. Me iba en menos de doce horas y no tenía idea de cuándo volvería. O
incluso si volvería. Claro que mi familia estaba allí, pero también pasaron tiempo en
la costa este durante todo el año. Kin estaba allí, pero cada vez que estaba en
Virginia, Marcus podía llevarme a pasar un rato con ella.

Harris estaba aquí.

Él estaba aquí y yo estaría a más de tres mil millas de distancia. La distancia sería
buena para los dos. Podríamos seguir adelante.

Finalmente.

A la mierda. No tenía sentido mentirme a mí misma. Nunca iba a superarlo, pero


nuestra oportunidad había terminado.

Ya habíamos terminado.

Con ese pensamiento, caí en un sueño inquieto con lágrimas todavía humedeciendo
mis pestañas.

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Cuando eran bebés, los gemelos odiaban volar. Les había lastimado los oídos y los
había enfermado. Ahora que eran mayores, ese seguía siendo el caso. Mamá los
llenó con Dramamine y les dio goma de mascar para masticar con la esperanza de
ayudar con el problema del oído, pero todavía odiaban volar.

Luca más que Lyric. Afortunadamente, estábamos todos en Primera Clase, por lo
que fue un poco más soportable para ellos.

Mamá y papá se sentaron con Luca, con la esperanza de mantenerlo tranquilo


mientras yo me sentaba con Lyric. Se puso los auriculares Beats, puso la música a
todo volumen y se recostó en la silla. Cerrando los ojos, lo vi murmurar para sí
mismo de vez en cuando, pero no podía decir si estaba orando o maldiciendo.

Una vez que aterrizamos en el Aeropuerto Internacional de las Playas del Noroeste
de Florida, era solo un viaje de dieciocho millas hasta Panamá City Beach. El calor
en SoCal y el calor en Florida fueron calores completamente diferentes. SoCal era
un calor seco y soportable. El calor en Florida estaba lleno de humedad que
agobiaba a una persona, y si tenían el cabello rizado como yo, entonces estaban
jodidos.

No me había molestado en tratar de alisar mi cabello y probablemente dejaría mi


plancha en mi maleta durante todo el viaje. Incluso con el producto en mi cabello
para calmarlo, se convirtió en una bola gigante de friz en el momento en que
bajamos del avión. Saqué una corbata resistente y puse los gruesos mechones en
un nudo en la parte superior de mi cabeza, cuando papá recogió nuestro alquiler y
comenzó a poner nuestro equipaje en la parte trasera del SUV.

Antes de llegar al condominio donde pasaríamos las próximas dos semanas antes
de mudarnos a Orlando para divertirnos en Disney World, nos detuvimos para cenar.
Se suponía que el condominio estaba listo para funcionar con el refrigerador
abastecido, pero nadie tenía ganas de cocinar esa noche. La cena tardó más de
una hora porque la comida rápida era algo que nadie quiso y el sol comenzaba a
ponerse cuando papá abrió la puerta del condominio que pertenecía a tía Emmie,
Natalie Cutter y Annabelle Brockman.

Tía Emmie había comenzado su compañía de gestión en solitario y luego Annabelle


había llegado como una socia igual. Natalie, que había trabajado para ser asistente
de tía Emmie, ahora era dueña de un tercio de la compañía. Las tres socias habían
decidido invertir parte de su dinero en bienes raíces, no solo en todo el país sino en

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todo el mundo. Tenían el condominio en Panamá City Beach, una casa en Toronto
y varios apartamentos en Londres, París, Roma y Alemania.

Era agradable tener un lugar donde esconderse que ofreciera privacidad. El


condominio en Panamá City Beach era un complejo cerrado con su propia playa
privada. La seguridad era estricta porque las celebridades poseían la mayoría de
los condominios. Se excluyeron a los paps, así como a los fanáticos y a cualquier
tipo de locura que intentara acercarse a uno de los muchos residentes famosos.

Con la puerta ahora abierta, papá dio un paso atrás y dejó entrar a los gemelos.
Mamá los siguió y lentamente me abrí paso detrás de ella. Estaba caliente, pegajosa
y lista para una ducha seguida de una cita con mi almohada. Mi mente ya estaba
empezando a apagarse con el desfase horario y todo lo que podía pensar era en la
tibia ducha que lavaría toda la mugre que se sentía en mi piel.

-Estamos aquí-, avisó mamá mientras dejaba su bolsa de dormir en el sofá de la


sala de estar.

-Sí, mamá, estamos al tanto-. Bostecé cuando la pasé en mi camino hacia una de
las muchas habitaciones.

Este condominio ocupaba todo el nivel superior del complejo y tenía seis
habitaciones, todas con sus propios baños, así como una gran cocina y comedor;
sin mencionar la sala de estar del tamaño de un teatro con el televisor 4K de sesenta
y cinco pulgadas que ocupaba la mayoría de una pared. Sin embargo, no era el
espacio lo que había vendido el lugar a tía Emmie. Era la vista desde el balcón, o,
mejor dicho, balcones. La puesta de sol sobre el Golfo no tenía precio.

-No te estaba hablando, Lucy-, me dijo mamá con una nota en su voz que me hizo
hacer una pausa y girar para mirarla.

- ¿Entonces a quién? - Los gemelos ya están en su habitación. Eché un vistazo


detrás de ella a papá, que estaba metiendo nuestro equipaje dentro.

-Tenemos compañía que se unió a nosotros-, me informó mamá, su mirada marrón


recorría la habitación mientras intentaba evitar mirarme a los ojos. - Fue de último
minuto.

-Oh. Está bien-. Estaba demasiado cansada para tratar de averiguar qué pasaba
con ella, así que me volví hacia las habitaciones.

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Cuatro tomaron el ala oeste y otros dos estaban en el ala este.

Mamá y papá siempre tomaban una de las principales en el ala este, y porque sabía
lo "cariñosos" que solían ser, me alegraba tener ese tipo de distancia entre su
habitación y la mía.

Al escuchar a los gemelos hablar con entusiasmo acerca de ir a la playa a jugar


desde detrás de una de las puertas cerradas de la habitación, sonreí para mí y tomé
la que estaba al otro lado del pasillo y a la derecha de la suya. Me encantaba esta
habitación. La cama era enorme y la combinación perfecta de suave y firme, pero la
vista desde el balcón privado de la habitación fue lo que me llamó la atención la
primera vez que pasamos una semana allí. Por la noche, cuando salía la luna,
brillaba en el Golfo. La vista siempre fue impresionante y siempre me había traído
una especie de paz que me había faltado en mi vida durante demasiado tiempo.

Estaba tan distraída por el pensamiento de la cama y la vista de la que estaría


aprovechando, cuando estaba menos cansada, que me tomó un momento darme
cuenta de que la ducha ya estaba corriendo. Me detuve a la mitad del dormitorio y
miré a mi alrededor. Había una maleta en la otomana al final de la cama king-size.

Gimiendo porque no quería pelear con quien se uniera a nosotros en nuestras


vacaciones familiares, pero tampoco quería renunciar a mi habitación favorita,
marché el resto del camino hasta la puerta cerrada del baño y llamé. Cuando nadie
respondió y el agua siguió corriendo, abrí la puerta unos centímetros y asomé la
cabeza. La habitación estaba llena de vapor de la ducha, así que no podía ver nada.
- ¿Hola?

Nadie respondió, así que entré más en el baño.


- ¿Hola? - Llamé de nuevo.

El baño era grande con una ducha a ras de suelo que tenía las vidrieras más
hermosas que había visto en mi vida, ofreciendo algo de privacidad en caso de que
alguien te visitara. El cabezal de la ducha era del tipo que llovía sobre ti desde el
medio de la ducha con varias otras cabezas que tenían el tipo de poder para liberar
la tensión en los hombros y la espalda baja.

Cuando todavía no recibía una respuesta, solté un resoplido y llamé a la puerta de


la ducha con vitrales.
- ¡Oye! Esta es mi habitación. Tendrás que cambiarte.

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El agua se cerró instantáneamente y menos de un segundo después se abrió la


puerta. La cabeza que salió de la ducha era una que no esperaba. Sorprendida, di
un paso atrás, mi corazón se aceleró mientras mi cuerpo respondía a la vista de
Harris completamente desnudo y empapado.

Santo infierno, era el chico más sexy que había visto en mi vida.

-Oye, dulzura. Lo siento, no te escuché entrar-. Cogió la toalla que colgaba de la


pared al lado de la ducha y la envolvió alrededor de su cintura estrecha antes de
salir.

Parecía que no podía recuperar el aliento. Incluso con su parte inferior del cuerpo
cubierta, estaba reaccionando a él de la única manera que mi cuerpo sabía cómo.
Estaba ardiendo en llamas y solo estaba parada allí mirándolo boquiabierta. No me
había tocado, no me había besado, ni siquiera me había dicho una cosa sexy. Sin
embargo, estaba listo para repetir lo que había sucedido el lunes por la mañana, y
esta vez quería tomarme mi tiempo para explorar cada centímetro de su cuerpo.

Con mi cuerpo entrando en hiperimpulsión en el departamento sexual, mi cerebro


estaba tratando de darle sentido a su presencia allí. ¿Qué demonios? Nadie había
dicho que se uniera a nosotros. No me había llamado ni enviado mensajes de texto
ni una vez en la última semana. Estaba segura de que se había rendido con
nosotros, pero aquí estaba.

- ¿Q-qué estás haciendo aquí? - Me atraganté con la garganta muy seca. Cada
gota de humedad fluía hacia el sur y ahora estaba empapando mis bragas.

Él se encogió de hombros y mi mirada siguió varias gotas de agua mientras se


arrastraban por su abdomen, joder, quería lamer su paquete de seis, y desapareció
en la toalla.
-Estás aquí, eso significa que yo también estoy aquí.

Estúpidamente, mi corazón se volvió loco por su respuesta. Maldición. Envolví mis


brazos alrededor de mi cintura e intenté mirarlo, pero mi corazón se quedó corto.
-Estás en mi habitación-, le dije, tratando de mantener mi voz firme, pero tembló
con la necesidad que estaba tratando malditamente de suprimir.

Sus cejas oscuras se arquearon sobre los ojos color aguamarina.

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- ¿De Verdad? Esta suele ser la habitación que uso cuando vengo con mis padres-
Él sonrió y dio unos pasos en mi dirección. Estaba tan atrapada viendo más gotas
caer hacia abajo que no pensé en alejarme. Lo siguiente que supe fue que estaba
justo en frente de mí, sus grandes manos se alzaban para tocar uno de los muchos
rizos que habían escapado del nudo en el que había metido mi cabello.
- ¿Qué tan enojado crees que estaría tu padre si compartiéramos?

Mi siguiente aliento escapó en un suspiro lleno de toda la necesidad que


rápidamente estaba elevando la temperatura de mi cuerpo.
-Probablemente te mataría-, murmuré.

-Me lo imaginé- Me dejó un beso en la frente y luego dio un paso atrás. Me quedé
allí, temblando con el deseo que solo él podía producir en mí. -Está bien, tomaré
mis cosas y tomaré la habitación de al lado. Pero tienes que compartir el balcón
conmigo por la noche. No voy a renunciar a ese punto de vista, dulzura.

No podía hacer que mi voz funcionara, así que mantuve la boca cerrada mientras
estaba allí mirándolo moverse. Todavía estaba allí cuando entró en la habitación y
se puso unos boxers y una camiseta. Un millón de cosas diferentes pasaron por mi
cabeza, pero solo unas pocas sobresalieron más.

Harris estaba en la ciudad de Panamá.

Por mí.

No se había rendido.

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Capítulo 14
Harris

El condominio estaba en silencio. Los gemelos se habían acostado poco después


de la llegada de los Thornton, y Layla y Jesse se habían acostado hacía más de
una hora. Aunque les había preguntado si estaba bien que me quedara con ellos en
el condominio, estaba seguro de que Jesse me tiraría por el balcón. Habría
conseguido un hotel por la duración de su estadía allí si hubiera tenido que hacerlo.
En cambio, el Demonio me había estrechado la mano, me preguntó si había tenido
un buen vuelo y si tenía hambre, desapareciendo en su habitación con su esposa
momentos después.

Estaba bastante seguro de que había desaparecido para salir de la línea de fuego.
Les pedí a los padres de Lucy que no le dijeran que venía, que quería sorprenderla.
Cuando se dio cuenta de que Jesse y Layla sabían que iba a venir, ella resopló y
se fue a su habitación, cerrando la puerta detrás de ella.

Eso había sido hace una hora.

Ahora estaba sentado al borde de mi cama en la habitación contigua a la suya,


esperando que la ducha se detuviera. Ansiaba estar allí con ella, pero sabía que
teníamos que hablar antes de llevar las cosas tan lejos de nuevo. No iba a joder
esto de nuevo. Si lo hiciera, entonces podría perderla para siempre.

Eso no impidió que mi mente imaginara el agua corriendo sobre Lucy como una
mano acariciándola. No me impidió imaginarla frotando sus manos sobre cada
centímetro de su delicioso cuerpo como ansiaba hacer. Con cada minuto que seguía
corriendo la ducha, mi polla se engrosaba aún más. Me volvería loco si ella no se
apuraba allí.

El agua se cerró justo cuando me pasé las manos por el pelo por centésima vez.
Me puse de pie de un salto y silenciosamente salí de mi habitación. Cuando cerré
la puerta detrás de mí, no pude evitar mirar por encima del hombro. Jesse era genial,
pero yo no era estúpido. Si me atrapaba yendo a la habitación de su hija a altas
horas de la noche, no dudaría en echarme por el balcón.

Su puerta estaba abierta, así que entré y silenciosamente la cerré y la aseguré. Ella
todavía estaba en el baño, pero la puerta del balcón estaba abierta, así que salí.

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Las luces de la habitación estaban atenuadas, y la luna estaba en la posición


perfecta para brillar en el agua, haciéndome respirar profundamente por la belleza.

No estaba completamente seguro de por qué este balcón era la mejor vista en mis
ojos. Mis padres pensaron que la mejor vista era desde el balcón de la sala de estar.
Tenía la misma vista desde todas las habitaciones de este lado del condominio,
pero esta siempre me había llamado. Ahora que sabía que a Lucy le encantaba
tanto como a mí, entendí la atracción un poco más.

Dando la espalda a la vista, esperé a Lucy. La puerta del baño estaba abierta ahora,
dejando salir el vapor persistente de su ducha y llenando la habitación con los dulces
aromas de su gel de baño. Esa dulzura mezclada con el aire salado del mar fue
suficiente para marearme. Agarré la barandilla detrás de mí y contuve el aliento.

Maldito infierno.

Habla con ella, idiota. No jodas esto. No. Jodas. Esto.

La voz de la razón hizo eco en mi cabeza una y otra vez, hasta que entró en su
habitación. Desde donde estaba parado podía ver cada centímetro de ella. Cada
centímetro que vestía solo una vieja camiseta que le caía hasta la mitad del muslo.

Mi camiseta.

Santo cielo

Había pasado tanto tiempo desde que había visto esa camiseta, pero sabía que era
mía. La dejé en el autobús turístico el verano que Demon's Wings y OtherWorld
habían realizado una gira juntos. ¿Había estado durmiendo con esa camisa desde
entonces? Dios, eso esperaba.

Lucy se movió hacia las puertas francesas del balcón, apagando la lámpara, así,
estaba oscureciendo la habitación a medida que avanzaba. Agarré el riel con más
fuerza para evitar agarrarla en el momento en que ella salió.

Tan lejos, el resplandor de la luna era la única luz para ver con todas las luces
apagadas en su habitación. Le dio a todo el momento una sensación de ensueño
mientras la veía salir. Ella no se movió hacia la barandilla de inmediato, sino que se
detuvo. Cerró los ojos y respiró hondo, como si se estuviera relajando por primera

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vez ese día. Mi colonia debe haberme delatado, porque ella abrió los ojos y me miró
directamente.

-Hola-, murmuró casi con timidez.

- ¿Estás usando algo debajo de eso, Lu? - Joder, ¿por qué había preguntado eso?
Ahora todo lo que podía hacer era imaginarme lo que llevaba, o no, debajo de mi
vieja camiseta.

Ella se encogió de hombros y cruzó la distancia hasta el riel, poniéndose a menos


de un pie de mí. Vi el más pequeño fantasma de una sonrisa en sus labios. antes
de que ella se mordiera el labio de abajo.
- ¿Qué haces aquí, Harris?

-Tratando de mantener mis manos en mi lugar, principalmente-. Ella giró la cabeza,


se encontró con mi mirada y traté de recordar cuál había sido mi plan para esta
noche. -Estás aquí, dulzura. Eso significa que yo también estoy aquí. Ya he perdido
suficiente tiempo, Lucy. Demasiado tiempo cuando ambos podríamos haber sido
felices en lugar de morir lentamente el uno sin el otro-. Incluso a la luz de la luna, vi
cómo se estremeció. -Lo siento, maldita sea, lo siento.

- ¿Es así como te sentiste a tú también? -, Susurró. - ¿Como si te estuvieras


muriendo sin mí?

-No-, le dije honestamente. -No, no era como si me estuviera muriendo. Estaba


muerto, Lucy. Estaba muerto sin ti-. Soltando la barandilla, levanté una mano para
apartar sus rizos húmedos de su cara y ahuequé su barbilla. -Me despertaba todas
las mañanas, odiándome a mí mismo porque la había jodido. Comía porque Nat
gritaba si no lo hacía. Fui a trabajar porque no había nada más que hacer que
acostarme en la cama odiando al mundo. Y me caí en la cama por la noche,
deseando poder retroceder en el tiempo y cambiar todo. Por fuera podría parecer
que estaba vivo y respirando, pero por dentro estaba luchando por cada respiración
que tomaba y no me importaba si la tomaba o no. Mi corazón se encogió y yacía en
mi pecho, completamente muerto porque no estabas allí para que volviera a latir.

La sentí temblar, vi las lágrimas llenar sus ojos, y no pude evitar besarla en ese
momento, incluso si tenía un arma apuntando a mi cabeza. Envolviendo mis manos
alrededor de su cintura, la levanté. Ella tampoco parecía ser capaz de detenerse,
ya que sus dedos se zambulleron en mi cabello, sosteniéndome justo donde ella me
quería cuando encontró mis labios con un hambre que nos quemó a los dos.

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Ella sabía a cielo e infierno mezclados en uno. Tan dulce, tan tentador, y no podía
tener lo que ese sabor estaba ofreciendo. Tuve que contenerme, tuve que darle
tiempo para pensar y para mostrarle que lo que teníamos era para siempre. Amaba
a esta chica más que a nadie en el planeta y necesitaba que ella entendiera eso
antes de dejar que mi polla se interpusiera.

Mi corazón estaba tratando de explotar fuera de mi pecho y mis manos ya estaban


explorando sus curvas. Todavía había una parte de mi cerebro que intentaba
mantenerse cuerda y estaba luchando por aferrarme a esa pequeña pieza antes de
que lo arruinara. Necesitaba estar dentro de ella. Quería recuperar todo el tiempo
perdido cuando podríamos haber estado juntos.

Una fuerte carcajada desde el balcón, unos pisos más abajo, nos hizo separarnos
y nunca había estado tan feliz de escuchar un sonido tan molesto en mi vida.
Aspirando una bocanada de aire tras otra, presioné mi frente contra la de ella y recé
para no venirme en mis pantalones cortos. En ese momento, la brisa más pequeña
me habría provocado.

-Deberías irte a la cama, Lu-. Incluso mientras lo decía, mis manos apretaron su
trasero. Gracias a Dios, ella llevaba bragas. Ese pensamiento apenas había
susurrado en mi cabeza cuando me di cuenta de que sus bragas estaban
empapadas. Hubiera tenido que ser un santo para contener la sensación de su
humedad cubriendo mis dedos en ese momento. Si no se iba en los próximos diez
segundos, la iba a devorar. -Por favor, vete.

Ella sacudió su cabeza.


-No puedo. Estoy donde quiero estar.

Enterré mi rostro en su cuello, tratando de calmar mi palpitante cuerpo.


-No soy lo suficientemente fuerte como para mantener mis manos lejos de ti si no
entras, Lucy.

-Pero quiero tus manos sobre mí-, ella respiró en mi oído, rompiendo
completamente lo último de mi control.

-Infierno-, gemí, pero no traté de luchar por un segundo más. La levanté más alto,
la llevé al dormitorio y cerré las puertas francesas detrás de nosotros.

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El aire acondicionado estaba explotando, haciéndonos temblar a ambos después


del calor húmedo del exterior. La acosté en el medio de la cama y la seguí mientras
me pasaba la camisa sobre la cabeza. Antes de perderme en otro beso, tuve el
sentido común de tirar mi billetera a la cama junto a nosotros. Tratando de
alcanzarla, la arrojé a través de la habitación donde había aterrizado mi camisa.

-No necesitas eso-, me aseguró, ya sin aliento. -Estoy tomando la píldora.

-Gracias a Dios-, gruñí. -Perdí la cabeza el otro día y olvidé todo sobre protegerte.
Pero me encantó estar dentro de ti desnudo, dulzura. Eso fue pura felicidad-. Su
rostro se contrajo y supe exactamente lo que estaba pensando. -No, Lucy. Nunca
he hecho eso antes. Nadie nunca me ha hecho perder el control así. Siempre he
usado protección. Eres la única que ha tenido el poder de volverme tan loco.

-He estado celosa de todas tus novias desde que tenía once años-, confesó con
una voz ligeramente malhumorada y, aunque era más difícil verla ahora que
estábamos adentro, pude distinguir fácilmente el pequeño puchero de sus labios
hinchados.

Me incliné y besé el puchero.


-Nunca hubo necesidad de estarlo, dulzura. Antes de ti, nunca tuve novia. Todas
esas chicas en mi pasado son solo eso. Mi pasado. No importan. Nunca lo hicieron.
Solo tú, Lu. Siempre. Eres mi presente y mi futuro.

-Harris-, respiró ella y escuché el temblor en su voz, supe que estaba cerca de las
lágrimas.

Esas lágrimas fueron suficientes, para enfriar mi cuerpo palpitante los pocos grados
que necesitaba y dejarme agarrar el control que tan desesperadamente necesitaba.
Joder, sus lágrimas eran un millón de veces peores que las de Trinity. Haría
cualquier cosa para evitar que ella tenga que deshacerse de otra. Moviéndome para
acostarme a su lado en la cama, bajé su cabeza hacia mi pecho y acaricié su cabello
mientras lloraba.

Su brazo derecho estaba metido entre nosotros, pero puso su izquierda sobre mi
pecho, su mano justo sobre mi corazón. Lo cubrí con el mío, mi pulgar acariciando
el dorso de su mano hasta que conecté con su pulsera de cuero. Estaba tan herida
que había cubierto, lo único que me había traído la poca paz, que había tenido
durante los casi seis meses que habíamos estado lejos el uno del otro.

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-Te amo-, susurró en un suspiro tembloroso.

Mierda. Las lágrimas quemaron mis propios ojos. Después de lo que sucedió en mi
oficina el lunes, no pensé que ella volvería a decir esas palabras. Me había acusado
de no amarla, y sabía que solo lo había dicho porque estaba enojada, pero lo que
había dicho me había cortado hasta los huesos. Nunca le había ocultado cómo me
sentía. Sin embargo, entendí por qué ella lo pensaba. Después de lo que sucedió
en enero podía ver exactamente por qué ella pensaba esas cosas venenosas.

Y me iba a asegurar de que nunca más tuviera una razón para pensar o creer esa
mierda.

Presioné un beso en la parte superior de su cabeza, continué acariciando el dorso


de su mano una vez más.
-Te amo, Lucy.

Me quedé allí, sosteniéndola y absorbiendo la paz que tenerla tan cerca me trajo
mucho después de que se hubiera quedado dormida. No me atreví a cerrar los ojos
por miedo a que si me despertaba por la mañana todo esto habría sido un sueño.
Quería memorizar el sonido de su respiración mientras dormía. Quería imprimir la
sensación de su cuerpo contra el mío para nunca olvidarlo.

Eran casi las tres de la mañana antes de desenredarnos y regresar tranquilamente


a mi habitación.

Cuando comencé a abrir la puerta, la que estaba detrás de mí se abrió y Layla salió
de la habitación de sus hijos. Sus ojos fueron directamente a mi pecho desnudo.
Mierda. Olvidé ponerme la camisa. Luego su mirada se dirigió a la puerta
parcialmente cerrada a la habitación de Lucy. Un ceño fruncido arrugó su frente, y
ella levantó una ceja cuando se volvió hacia mí.

-Solo estábamos hablando-, le dije rápidamente.

La arruga se desvaneció y ella asintió con la cabeza lentamente.


-Ustedes dos necesitan hacer mucho de eso, creo.
-Sí, lo necesitamos-. Me pasé una mano por la cara. -Gracias por dejarme
quedarme. Sé que estas son vacaciones familiares y ...

Sus manos se levantaron, interrumpiéndome a mitad de la oración.

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-Detente. Eres familia, Harris. Siempre lo has sido. De alguna manera, siempre
supe que serías una gran parte de la vida de Lucy de una forma u otra. Espero que
las cosas funcionen para ustedes dos-. Ella dio un paso más cerca de mí, sus ojos
se volvieron más fríos de lo que los había visto en Layla Thornton. -Pero si la
lastimas de nuevo, no es de Jesse de quien tienes que preocuparte. Será de mí -.

Le creí por completo, pero sabía que nunca tendría que preocuparme porque nunca
iba a dejar que Lucy se fuera de nuevo.
-Nunca más la lastimaré, Layla. Tienes mi palabra sobre eso. Amo a Lucy. Quiero
casarme con ella cuando esté lista.

La fría mirada desapareció y su rostro se partió con una sonrisa radiante.


-Bien. Espero que todo salga bien, cariño. Solo recuerda, todavía tienes que
convencer a Jesse para que te permita casarte con ella-. Con una pequeña risa y
un guiño, regresó a su propia habitación.

Sacudiendo la cabeza ante su risa, abrí la puerta de mi habitación. Dejándome caer


en el medio de mi cama, puse una almohada sobre mi cabeza y solté un largo
gemido. Esto requeriría mucha planificación. Jesse Thornton no me iba simplemente
a dejar casarme con su única hija. Había sido genial con mi amistad con ella y
nuestra relación más tarde, pero casarme con ella era una historia completamente
diferente.

Sin embargo, no iba a dejar que eso me detuviera. Por tener a Lucy para siempre
valía la pena luchar. Asumiría el desafío de Jesse y cualquier otro demonio que se
interpusiera en mi camino. Ella era todo y más.

Solo tenía que demostrarlo.

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Capítulo 15
Lucy

El primer día fue un día largo pero divertido. Mamá nos había despertado a todos
para un gran desayuno y luego nos habíamos pasado unas horas de diversión en
la playa antes de que el calor se volviera demasiado insoportable. Los gemelos
habían enterrado a papá en la arena mientras que mamá había tomado un poco de
sol mientras leía un libro, y Harris me había perseguido en las olas, amenazando
con hacerme cosquillas.

Después de eso nos fuimos al Sea Dragon, que fue una aventura pirata para niños.
A los gemelos siempre les encantó el viaje de dos horas y disfruté buscando delfines
mientras mamá y papá se relajaban adentro con bebidas frías y comían los
encurtidos más grandes que había visto en mi vida. Harris se quedó conmigo
durante todo el viaje en bote, excepto cuando Luca y Lyric lo empaparon con las
pistolas de agua que le proporcionaron los piratas. No pude dejar de reír mientras
los perseguía por la cubierta.

Después de la aventura pirata, volvimos al condominio y pedimos suficiente pizza


para alimentar a tres familias, pero resultó que apenas alimentaba a todos los
chicos. Toda la diversión había despertado un gran apetito en todos nosotros. Luca
y Lyric se durmieron frente al televisor en la sala de estar y mamá y papá decidieron
salir a caminar por la playa después de llevar a los niños a la cama. Eso nos dejó a
Harris y a mí solos por primera vez en todo el día.

No estaba segura de por qué, pero me sentí un poco tímido cuando tomó mi mano
y me llevó por el pasillo hacia mi habitación. Sin embargo, no se detuvo en mi cama,
lo que me dejó decepcionada. Quería terminar lo que habíamos comenzado la
noche anterior, pero ese no era su plan y salió al balcón antes de cerrar la puerta a
medias detrás de nosotros.

Todavía sosteniendo mi mano, se estiró en una de las tumbonas y me tiró a su lado.


Mi cabeza fue instantáneamente a su pecho y un pequeño sonido feliz se me escapó
cuando lo sentí besar la parte superior de mi cabeza. Fue una locura. Una semana
antes de haber sido tan miserable, llorando hasta quedarme dormida todas las
noches. Ahora, sentía que podía flotar, estaba tan contenta. Solo unos días con
Harris Cutter y todo parecía estar encajando donde pertenecía.

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- ¿Qué tal si mañana pasamos el día en uno de los bancos de arena? Solo nosotros
dos.

Una sonrisa levantó mis labios y los presioné contra su pecho.


-Mm, me gusta ese plan.

- ¿Podemos conseguirte un traje de baño de una sola pieza antes de irnos? -,


Preguntó con una voz ligeramente estrangulada, y mi cabeza se levantó, frunciendo
el ceño. -Ese maldito bikini que usabas hoy casi me volvía loco, dulzura.

Yo sonreí.
-Mala suerte. Tengo muchos bikinis. No estoy comprando otro traje de baño. Papá
no se quejó, así que tú tampoco deberías hacerlo.

Soltó un largo suspiro por la nariz.


-No me estoy quejando. Ni siquiera un poco. Estoy pensando en mi cordura, Lu.
Mi cordura y no ser arrestados por indecencia pública por tener sexo en la playa.

-Has hecho un buen trabajo al mantener tus manos quietas hasta ahora-, le
recordé.

-Solo porque estoy tratando de no arruinar esto de nuevo-. Se giró para estar
acostado de lado, frente a mí, pero aun apoyando mi cabeza en su bíceps. Se
estaba convirtiendo rápidamente en mi almohada favorita. Me apartó el pelo de la
cara cuando la brisa sopló unos cuantos rizos hacia adelante. –Me estoy
esforzando, Lucy.

Mi estómago se llenó con los aleteos cálidos de las alas de mariposa y levanté la
mano para trazar mi dedo índice a lo largo de su mandíbula desaliñada. Se había
afeitado la barba a principios de semana, lo que me había decepcionado un poco.
Este nuevo desaliño, sin embargo, se sentía tan delicioso contra mi dedo como su
barba lo había sido en mis muslos el lunes por la mañana.

-No voy a mentir. Realmente me gusta que te estés esforzando mucho-, confesé.
-Pero desde el momento en que te vi en mi baño ayer, estaba convencida de que
hablabas en serio y que deberíamos darle otra oportunidad.

Había dejado todo en California para venir a Florida y estar conmigo. Había dejado
su club en manos de otras personas para cuidarlo, así que podría aprovechar este
momento para mostrarme cuánto le importaba. Para mí, esa fue toda la prueba que

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necesitaba de que al menos debería tratar de ver a dónde podríamos ir esta vez.
Tal vez fue un error, pero de nuevo, tal vez no lo era. Lo amaba demasiado para no
darnos una oportunidad.

Incluso si me destruía por completo al final. Harris valía la pena ese riesgo.

-Joder, Lucy. Te quiero muchísimo, dulzura.

Sentí el calor de sus labios antes de que él me besara, estaba lista y esperándolo.
Envolví mis brazos alrededor de su cuello, sin querer dejarlo ir nunca. Me encantó
la sensación de su cabello mientras pasaba mis dedos por su corta longitud. Mis
uñas rasparon su cuero cabelludo cuando su lengua se hundió profundamente en
mi boca, mi cuerpo ya ardía por él.

Sus manos se movieron sobre mi cuerpo como si no pudiera controlarlas. Uno


ahuecó mi pecho izquierdo mientras la otra viajó hacia el sur, apretando mi trasero
con fuerza mientras tiraba de la parte inferior de mi cuerpo con fuerza contra la suya.
Su polla se flexionó contra mi estómago y mis muslos se abrieron, ofreciéndole
acceso completo. Solo llevaba un par de boxers y el fino material de algodón apenas
era una barrera para su polla de acero.

Queriendo sentir más de eso, empujé su pecho. Harris fue de buena gana, sus
manos agarraron mi cintura mientras rodaba sobre su espalda y tiró de mí a
horcajadas sobre él. El gemido que se me escapó mientras me colocaba
perfectamente sobre su gruesa longitud tenía sus manos apretando mi cintura en
reacción, pero yo estaba demasiado perdida en la sensación de él para que me
importara. Me arqueé hacia él, moviendo mis caderas para presionarlo. El placer
fue tan intenso que vi estrellas por un segundo.

-Me estás conduciendo más allá del punto de no retorno, Lucy. Detente ahora o
las cosas van a ir a toda velocidad a partir de ahora-. Su voz era ronca con una
necesidad que coincidía con la mía.

Estaba loco si pensaba que iba a parar. Quería más de lo que habíamos tenido el
lunes por la mañana. Lo quería dentro de mí. Quería que me hiciera venir de todas
las formas humanamente posibles. Lo necesitaba para aliviar el dolor en lo más
profundo de mí y luego hacerme sentir todo de nuevo.

Alcanzando entre nosotros, metí mi mano en la parte superior de sus pantalones


cortos de baloncesto y envolví mis dedos alrededor de su grueso eje. Él soltó una

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dura maldición y apretó la mandíbula, rogándome que me detuviera. Sacudí la


cabeza y me tomé mi tiempo disfrutando de su dureza caliente y sedosa. No es de
extrañar que me doliera tanto los días posteriores a nuestra primera vez. Él era
jodidamente enorme. Una mano no envolvía completamente su plenitud y ansiaba
que él me llenara nuevamente.

Mi pulgar rozó su punta cubierta de esperma y soltó un silbido a través de sus


dientes apretados.
-Maldita sea, Lucy. Haz lo que quieras hacer ahora antes de que explote en tu
mano.

Lo miré a través de mis pestañas, vi que apenas se sostenía y sonreí


perversamente.
- ¿Lo que quiera? -. Él asintió con la cabeza, su mandíbula se apretó tanto que
supe que iba a dañar algo. - ¿Cualquier cosa que quiera?

-Sí, dulzura. Cualquier cosa. Solo, por favor, hazlo ahora.

Oh, las posibilidades. Quería probarlo, quería sentir cómo se hinchaba en mi boca
cuando entraba en erupción. Quería sentirlo estirando mis paredes interiores
mientras lo llevaba profundamente dentro de mi coño empapado. Quería…

Chillé de sorpresa cuando Harris se movió. De repente estaba de espaldas, mi


cabello se extendía sobre la tumbona mientras Harris se sentaba de rodillas sobre
mí, sus manos ya tiraban de mis boxers.
-Estás jugando conmigo-, gruñó mientras bajaba la cabeza y pellizcaba el punto
sensible justo detrás de mí oreja izquierda. El cálido aire nocturno sopló sobre mi
coño desnudo cuando los arrojó a un lado y frotó su pulgar sobre mí ya pulsante
clítoris. -Joder, ¿cómo se supone que debo contenerme cuando estás tan mojado
para mí?

-N-no lo haces-, respiré, arqueándome en su toque con la esperanza de algún tipo


de alivio de la necesidad que me quemaba. -Te quiero, Harris. Por favor.

-Vas a hacer que me maten-, se quejó mientras se levantaba. Gimoteé en protesta,


perdiendo su peso contra mí. Se inclinó, me levantó en sus brazos como si yo no
pesara más que una mariposa y me llevó a la habitación.

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Apenas había aterrizado en la cama cuando me estaba cubriendo de nuevo, esta


vez completamente desnudo. Alcancé mi camisa, queriendo estar tan desnuda
como él, pero él me detuvo.
-No te muevas-. gruñó.

Su mando solo me hizo reír.


-Bien, entonces me quitas la camisa y el sujetador.

-Confía en mí, Lu. Voy a hacerlo-. Él agarró el borde de mi camisa y la levantó,


pero en lugar de quitármela por completo, la jaló hasta el final de mis brazos y la
enredó para que no pudiera liberarme.

-Hey-. Hice un puchero cuando me dejó así. -Quiero tocarte.

-La próxima vez-, prometió mientras se estiraba detrás de mí con una mano y
fácilmente desabrochaba mi sostén. -Estoy a punto de venirme ahora mismo,
dulzura. Es más seguro si mantienes tus manos para ti misma.

Mis senos se soltaron cuando empujó el sujetador por mis brazos para enredarlo
con mi camisa. Su fuerte exhalación me dijo sin mirar que estaba disfrutando la vista
de lo que había descubierto. Mis pezones se tensaron hasta el punto de dolor
cuando él bajó la cabeza y rozó tiernos besos sobre cada globo. Cuando su lengua
rozó un pezón, tuve que morderme el labio inferior para no llorar.

Mierda, eso se sentía bien.

Sus manos no estaban ociosas mientras se tomaba su tiempo con mis senos.
Bajaron por mis costados hasta mis caderas y luego bajaron por mis muslos hasta
mis rodillas. Sacudí mi cabeza mientras besaba el valle entre mis pechos y luego
se movió hacia abajo. Su aliento estaba caliente contra mi estómago, su barba
cosquilleaba mi piel justo debajo de mi ombligo, pero continuó moviéndose más al
sur.

-Oh, dioses-, gemí cuando su boca inquisitiva se detuvo sobre mi montículo. Traté
de alejarme de él mientras su lengua rozaba mi clítoris, sin querer venirme todavía,
pero sabiendo que podía hacerme estallar en cuestión de segundos. -Harris, por
favor. Te deseo.

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-Silencio, dulzura. Me tendrás tan pronto como consiga lo que quiero-. Extendió
mis muslos y bajó la cabeza, su lengua extendió mis pliegues mientras lamía el
deseo líquido que ya me cubría.

-No-, jadeé, sintiendo que el orgasmo comenzaba a acumularse. -Tú. Te quiero


dentro de mí cuando me venga.

-Lo estaré-. Me lamió desde la apertura hasta el clítoris y de regreso,


conduciéndome hacia el borde. -Quiero tu liberación en mi lengua esta primera vez,
Lu. Déjame tenerlo.

Déjame tenerlo.

Me mordí el labio inferior para evitar gritar cuando mi liberación me atravesó. Mi


cuerpo estaba temblando, mi entrada inundada con la liberación que había pedido.

Todavía tenía que bajar de lo alto que me acababa de disparar cuando sentí que
entraba en mí. Al abrir los ojos, lo miré. La mirada en sus ojos cuando me empujó,
estirando la carne tierna que acababa de sanar, llenándome con cada centímetro
de él, me empujó hacia otro orgasmo. No quería dejarlo ir todavía. No quería
venirme tan pronto. Quería que durara esta vez, quería experimentar el puro placer
de tenerlo dentro de mí antes de perder toda razón una vez más.

Sus brazos se flexionaron mientras se mantenía completamente quieto por encima


de mí, sus músculos del cuello estaban tan tensos que podía ver las venas latiendo
al ritmo de su corazón. Bajó la cabeza y lo escuché pronunciar una breve oración.
-Dios, por favor. Nunca dejes que esto termine.

Las lágrimas quemaron mis ojos y luché por liberar mis manos para poder
levantarlas para acunar su rostro, obligándolo a mirarme a los ojos.
-Te amo-, susurré.

El sudor goteaba en su frente y las lágrimas llenaban sus ojos.


-Te amo, Lucy. Tan jodidamente tanto.

Entonces comenzó a moverse, empujándome suavemente al principio. Envolví mis


piernas alrededor de su cintura y lo encontré empuje por empuje. Todavía estaba
empapada desde mi primer orgasmo y con cada empuje dentro de mí, mi canal se
volvía aún más húmedo, haciendo que su grueso grosor se deslizara hacia mí un

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poco más fácil cada vez. Traté de contener los gemidos de placer, intenté evitar
gemir y susurré su nombre cuando el placer se intensificó.

Querido Señor, se sintió tan bien. Nada en mi vida había sido tan sorprendente
como cuando lo tenía dentro de mí de esta manera. ¿Cómo podría sobrevivir sin
esto otra vez?

Me aferré a sus hombros cuando el próximo orgasmo comenzó a acumularse. Sentí


sus músculos tensarse, su polla engrosándose aún más y supe que estaba tan
cerca como yo. Bajó la cabeza, capturando mis labios para ahogar mis gritos cuando
perdí el control y dejé que mi orgasmo me consumiera.

Más tarde, cuando ambos pudimos respirar de nuevo, lentamente se alejó de mí y


entró en mi baño. Escuché correr el agua y momentos después apareció con una
toallita y una toalla. Con cuidado, Harris me limpió, teniendo cuidado con mi carne
aún tierna mientras borraba todos los rastros de su propia liberación en mi piel.

Una vez que terminó, llevó la toalla y la toallita al baño. Antes de acostarse a mi
lado, volvió a ponerse sus pantalones cortos de baloncesto y luego me acercó. Sus
labios estaban en mi cabello, besando la parte superior de mi cabeza, mientras
acariciaba con sus dedos mi espalda desnuda.
-Desearía poder dormir contigo esta noche-, murmuró casi con tristeza. -Quiero
abrazarte toda la noche y despertar contigo por la mañana.

-Yo también-. Por más que lo intenté, no pude contener un bostezo. - ¿Te quedarás
hasta que me duerma, sin embargo?

-Siempre-, juró y besó la parte superior de mi cabeza de nuevo. -Te amo, Lucy.

-Te amo-, pensé que dije, pero ya me estaba quedando dormida, sintiéndome
segura en sus brazos ...

La sensación de que el colchón se movía a mi lado me hizo sonreír y levanté las


pestañas mirar al chico que acababa de sentarse a mi lado en la cama. Cuando
miré no uno, sino dos pares de ojos oscuros, chillé. Definitivamente no era quien
esperaba.

Luca levantó su gofre que estaba cubierto con lo que parecía Nutella y dio un gran
mordisco, sonriéndome con la boca llena.
-Mamá dijo que el desayuno está listo-, me informó.

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Gimiendo, me di vuelta sobre mi estómago, asegurándome de que las mantas me


quedaran sobre el cuello porque todavía estaba desnuda. El sonrojo me llenó las
mejillas al recordar por qué estaba desnuda. ¿Dónde estaba Harris? Hubiera
preferido que él me hubiera despertado que mis hermanos gemelos.

-Papá dijo que Harris no podía entrar aquí-, dijo Lyric, como si pudiera leer mi
mente. -Están en la sala viendo fútbol-.

-Genial, gracias-. Levanté la cabeza y luego señalé la puerta. -Fuera. Dile a mamá
que estaré allí después de una ducha.

Los gemelos saltaron de mi cama y se dirigieron a la puerta. Antes de que pudieran


irse, lo pensé mejor y llamé por ellos. -Guárdame algunos waffles, Luca".

Solo se rió mientras cerraba la puerta detrás de él.

Con otro gemido, salí de la cama y lentamente me dirigí al baño. Me dolía todo el
cuerpo, pero era un buen dolor. Quería que me doliera así para siempre. Al
encender la ducha, me aseguré de que la puerta estuviera cerrada antes de
quitarme el brazalete de cuero.

Trazando mi dedo índice sobre la piel rizada de mi muñeca, sacudí la cabeza y me


metí en la ducha humeante. Me tomé mi tiempo para lavarme el cabello y luego dejé
que los poderosos chorros aliviaran un poco la tensión en mis hombros. Era solo el
segundo día de nuestras vacaciones, pero parecía que todo estaba pasando
demasiado rápido. Quería congelar el tiempo y saborear cada segundo del aquí y
ahora con Harris y mi familia.

Cuando terminé, me sequé y me puse el brazalete antes de volver a la habitación


para vestirme. No me molesté en secarme el cabello, pero puse suficiente control
del frizz para que no se convirtiera en una bola de pelusa cuando salí. No es que
importara, de todos modos, lo tendría en un nudo antes del mediodía.

Todos ya estaban sentados a la mesa cuando me uní a ellos. Por suerte para Luca,
todavía quedaban dos gofres. Tomando mi lugar entre Lyric y Harris, alcancé mi
vaso de jugo de naranja que ya me estaba esperando.

-Buenos días, Lu-, me saludó papá. - ¿Dormiste bien?

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-Estuvo bien-, le aseguré y recé para que mis mejillas no se pusieran rosadas y
me delataran. - ¿Disfrutaron tú y mamá de tu paseo por la playa? -, Pregunté,
mirando de un padre a otro.

Al ver la forma en que las mejillas de mi madre se volvieron tan rosadas como
esperaba que las mías no lo fueran, casi sonreí. No quería pensar en lo que mis
padres habían estado haciendo para que se sonrojara de esa manera, pero me
encantó, cómo no podían mantener sus manos libres unos de otros doce años
después de su matrimonio.

-Estuvo bien-, papá repitió mi respuesta, le guiñó un ojo malvado a mamá y


rápidamente se llenó la boca con un gran bocado de gofre.

Debajo de la mesa, la gran mano de Harris cubrió mi muslo vestido con pantalones
cortos y me dio un suave apretón. Alcancé su mano, uniendo nuestros dedos. No
queriendo dejarlo ir, tomé mi gofre con los dedos y lo doblé por la mitad. No me
gustaba nada en mis gofres, a diferencia de todos los demás en la mesa, por lo que
no era probable que causara un desastre.

- ¿Entonces ustedes dos irán a uno de los bancos de arena más tarde? -, Preguntó
mamá unos minutos más tarde. - ¿Estarán allí todo el día?

-Probablemente volveremos a cenar-, le respondió Harris. - ¿Está bien?

-Seguro. Íbamos a llevar a los chicos al cine o algo así. Si vas a volver a cenar, yo
cocinaré. ¿Quién quiere espagueti?

- ¡Sí! -, Dijeron Luca y Lyric, levantando sus manos y prácticamente saltando en


sus asientos al pensar en su cena favorita.

-Volveremos alrededor de las seis-. Los dedos de Harris se apretaron alrededor de


los míos por un momento. -Sin embargo, creo que primero llevaré a Lucy de
compras.

-No, tu no lo…- comencé a decirle, pero papá me interrumpió.

-Buena idea. Ella necesita algunos trajes de baño nuevos.

Mi boca se abrió.

Dorita
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-No dijiste nada sobre lo que llevaba ayer.

-Porque estaba allí para matar a cualquiera que te mirara demasiado tiempo, Lu.
Papá le hizo a Harris un gesto de aprobación.
-Buen trabajo, muchacho.

Puse los ojos en blanco y solté la mano de Harris. "


-No hay nada de malo en el traje de baño que traje conmigo y no voy a gastar dinero
en algo nuevo-. Los dos hombres permanecieron mudos y volví la mirada hacia mi
mamá, que estaba escondiendo una sonrisa detrás de su taza de café. -Diles,
mamá.

Ella sacudió su cabeza.


-No me arrastres a esta discusión. No voy a decir una palabra.

-Pero estabas conmigo cuando compré esos bikinis-, le recordé. -Dijiste que me
quedaban bien.

-La definición de bien de tu madre está a un millón de millas de la mía, Lucy-, se


quejó papá. -Deja que Harris te lleve de compras. No hagas que el chico se vuelva
loco cuando no me tenga allí para ayudarlo a mantener alejados a los morbosos,
bebé.

Abrí la boca para discutir, pero Harris se movió y cubrió mi boca con la suya,
cortando efectivamente todo lo que podría haber dicho. Estaba tan sorprendido por
el beso que ni siquiera dudé en devolverlo. Lentamente, levantó la cabeza.
-Te llevaré de compras. ¿Está bien?

Incapaz de encontrar mi voz, todo lo que pude hacer fue asentir.

Entonces recordé a papá y volví los ojos sobresaltados hacia él.

Oh, mierda. ¿Tendría que raspar los restos de Harris del pavimento en el patio y
enviárselos a sus padres?

Pero en lugar de estar molesto por Harris besándome así, papá estaba sonriendo.
Él inclinó su taza hacia Harris.
-Bien pensado, amigo.

Dorita
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Cuando volvimos de nuestro día en el banco de arena, me estaba muriendo de


hambre. Nos abrimos el apetito mientras exploramos las aguas poco profundas al
lado del banco de arena y luego nos relajamos al sol. Harris nos había preparado
un pequeño almuerzo, pero lo habíamos comido horas antes y tan pronto como
percibí el olor de la marinara casera de mamá y los nudos de levadura fresca de
ajo, mi estómago comenzó a gruñir.

Hoy había sido uno de mis días favoritos de todos los tiempos. Estar con Harris,
explorar cosas nuevas con él y llegar a ser yo mismo a su alrededor era algo de lo
que nunca me cansaría. Me encantó lo seguro que me sentía con él. Lo amado que
me hizo sentir con solo un pequeño toque aquí y una mirada allí. Estaba ayudando
a borrar el dolor de los últimos seis meses y mi corazón se sintió más libre de lo que
había estado en mucho tiempo.

Todavía llevaba puesto mi nuevo traje de baño, que era una simple pieza morada
que había elegido en una de las tiendas de surf Jon Jon que me había arrojado. Me
lo probé en uno de los pequeños vestuarios mientras Harris estaba afuera
murmurando para sí mismo sobre todas las razones por las que no debería
seguirme dentro. Cuando le dije que encajaba, abrió la puerta, quitó rápidamente la
etiqueta de ventas y luego agarró un puñado de los mismos trajes de baño en
diferentes colores antes de pagarlos.

Había visto el deseo en sus ojos, así que ni siquiera lo había molestado cuando
entramos en el auto que había alquilado. Esa mirada me había dejado brillando con
una nueva sensación de poder por el resto del día. Yo podía causar esa mirada en
sus ojos. Yo y solo yo.

-Hola, niños-, gritó mamá cuando abrimos la puerta. -Lávense y comeremos.

Cuando me dirigí a la cocina, Harris me rodeó la cintura con los brazos y me detuvo.
Lo miré y vi el amor brillando por mí que coincidía con el mío. Nunca me cansaría
de ver esa mirada. Nunca.
- ¿Podemos tener una repetición de anoche?

Sonreí y me puse de puntillas para besarlo.


-Oh sí. Ni siquiera tienes que preguntar, bebé.

Dorita
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Capítulo 16
Harris

Las siguientes tres semanas pasaron en un abrir y cerrar de ojos.

Nuestro tiempo en Panamá City Beach terminó antes de darme cuenta y luego nos
mudamos a Orlando para divertirnos en Disney World. Nunca me gustaron los
parques de atracciones y los juegos de carnaval, pero entre Lucy y los gemelos,
aprendí rápidamente a disfrutarlos. A Lucy le encantaban los paseos locos, y la
forma en que se aferró a mi brazo cuando nos enfrentamos a un Yeti y luego a un
ascensor que caía me hizo amarlos junto con ella.

Jesse y Layla me hicieron sentir como siempre, como si fuera uno de su familia. Si
me saliera con la mía, pronto sería un miembro oficial de su familia. Ya había
hablado con Jesse sobre cuáles eran mis intenciones, y aunque él no estaba
emocionado sobre dónde veía mi futuro con su hija, me había dado su bendición.

Mientras yo nunca rompa el corazón de su pequeña niña.

Eso nunca volvería a suceder. Nunca. Había intentado vivir sin Lucy en mi vida y no
valía la pena vivir. Ahora podríamos dejar eso atrás y avanzar hacia la vida que
deberíamos haber tenido todo el tiempo.

Nos quedaba una noche más en Disney antes de que todos voláramos a
Washington DC para dejar a Lucy. Se me hizo un nudo en el estómago pensando
en dejarla en Georgetown durante las próximas seis semanas. No quería dejarla,
especialmente cuando no habíamos hablado sobre sus planes después de que
terminara el período de verano. ¿Se iba a quedar en DC? ¿Volvería a California por
unas semanas y luego regresaría a Georgetown para el semestre de otoño?

No lo sabía y había estado evitando averiguarlo porque no sabía si podía manejar


su respuesta. Tenía que volver a trabajar el día que se suponía que debía comenzar
las clases. Por mucho que me doliera quedarme con ella, sabía que no podía dejar
a mi personal colgado por otras seis semanas sin mí.

Nate y Barb estaban haciendo un gran trabajo, y Nate me llamaba todas las noches
para decirme cómo habían ido las cosas, pero sabía que estaba empezando a
ponerse difícil sin mí allí para interferir con la banda. Las cinco chicas de las Blonde

Dorita
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Bombshells, se impacientaban y todas me enviaban mensajes de texto a horas


extrañas durante el día y la noche. Por extraño que parezca, no fue London o
Génesis las que causaron los problemas, lo que fue un cambio. Todo estaba en
Peyton, quien era la verdadera reina del drama de las cinco. Las otras cuatro
Bombshells incluso estaban pensando en echarla de la banda, y estaba bastante
seguro de que con Peyton desaparecida, sus posibilidades de obtener un contrato
con un gerente y un sello aumentarían dramáticamente.

Lucy y yo pasamos ese día explorando Epcot con los gemelos mientras Jesse y
Layla tenían un día tranquilo para ellos en nuestra suite de tres dormitorios en Bay
Lake Tower. Ahora Lucy y yo estábamos en el Reino Mágico, solos, mientras
esperábamos a que comenzaran los fuegos artificiales. Durante los últimos días
habíamos estado viendo el espectáculo de fuegos artificiales desde el balcón de la
sala de nuestra suite con los demás, pero quería que esta noche solo fuéramos
nosotros dos. Incluso si estuviéramos rodeados de miles de extraños, no quería
tener esta conversación con los gemelos interrumpiendo o sus padres escuchando.

Por mucho que lo temía, teníamos que hablar sobre lo que sucedería cuando la
dejara en DC. El no saber qué iba a suceder me estaba comiendo vivo y necesitaba
dejar de ser un coño y solo preguntarle. Al encontrar el lugar perfecto frente al
palacio, me senté en uno de los pocos bancos que estaban sorprendentemente
vacíos. Ella se sentó cerca y yo pase mi brazo por el respaldo del banco mientras
nos acomodamos para esperar.

Tomando su mano, comencé a jugar con sus dedos. Ella era mucho más pequeña
que yo en muchos sentidos. Mi mano hizo dos de las suyas. Sin embargo, no tuve
que tener cuidado con ella. Ella no se rompería si fuera demasiado rudo, algo que
ambos descubrimos de muchas maneras durante nuestro tiempo en Panamá. No
habíamos podido compartir una cama desde que habíamos estado en Disney, ya
que estaba compartiendo una habitación con los gemelos y la habitación de Lucy
estaba justo al lado de sus padres. Sin embargo, no iba a quejarme. Solo estar allí
con ella fue suficiente para mí.

-Has estado callado todo el día-, murmuró Lucy mientras apoyaba su cabeza en
mi hombro. - ¿Todo bien?

-Dulzura, estoy contigo. Todo en el mundo podría irse al infierno y no me importaría


en este momento-. Continué jugando con sus dedos. Tragando fuerte, envié una
oración silenciosa para que esta conversación saliera bien, y me sumergí de
cabeza. -Sin embargo, no hemos hablado realmente sobre lo que sucederá

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después-. Su cabeza se levantó de golpe, sus ojos oscuros miraron directamente a


los míos. Apreté la mandíbula, pero seguí. - ¿Cuáles son tus planes para después
del semestre de verano, Lu?

Abrió mucho los ojos y se quedó allí sentada mirándome durante casi dos minutos
completos. Estaba demasiado asustado como para parpadear. ¿En qué estaba
pensando? Yo sabía que era algo profundo por la forma en que sus ojos se
oscurecieron, pero no tenía idea de lo que estaba pasando por su cabeza en ese
momento. ¿Estaba tratando de encontrar una manera de decirme que se iba a
quedar en Georgetown? ¿Que tendríamos que hacer todo el asunto de larga
distancia?

Por mucho que odie tener el país entre nosotros durante la mayor parte del año, lo
haría funcionar. Georgetown siempre había sido la escuela de sus sueños. Era
donde ella brillaría más con su talento para escribir. Volaría para verla cada dos
semanas y estaríamos bien. Solo necesitaba saber cuál era su plan para poder
hacer mis propios planes al respecto.

Girando sobre el banco, levantó las piernas debajo de ella y me miró por completo.
-Al comienzo del verano, cuando volví a casa, mi plan era regresar a Georgetown
después de estas vacaciones y solo volver a casa cuando tuviera que hacerlo.
Pensé que sería ... mejor para todos nosotros-. Ella bajó los ojos, estudiando
nuestras manos aún unidas y yo jugando con las yemas de sus dedos. -Pero esos
planes han cambiado.

Mi corazón dio un salto en mi pecho y apreté mi agarre sobre ella.


- ¿Lo han hecho?

Ella asintió, causando que algunos rizos cayeran del nudo desordenado en la parte
superior de su cabeza.
-Sí, Harris. Mientras estabas con los gemelos ayer, hablé con mamá y papá sobre
lo que quería que pasara. Ella hizo una mueca. -Mamá no estaba completamente
de acuerdo con todo, pero papá estaba hablando por teléfono con tía Emmie tan
pronto como terminamos de hablar.

- ¿Y? Vamos Lu. Me estás matando aquí. Yo era en un manojo de nervios ahora.

Una sonrisa provocó en sus labios y se inclinó hacia adelante, presionando un beso
en mi barbilla.

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-Comenzaré UCLA en el otoño, Harris. Incluso le he pedido a papá que busque


conseguirme mi propio apartamento.

El alivio nunca se había sentido tan bien. La alcancé, la puse en mi regazo y le quité
el aliento. Se estaba aferrando a mí cuando finalmente levanté la cabeza y presioné
mi frente contra la de ella.
-Quiero que sepas que habría respaldado cualquier decisión que tomaste, pero,
joder, estoy tan contenta de que quieras volver a casa.

-Lo sé-. Ella ahuecó mi mandíbula en su mano izquierda, su pulgar frotando sobre
la barba de un día.
-No quería ir a Georgetown en primer lugar, bebé. Mamá pensó que sería bueno
poner esa distancia entre nosotros. Y luego tú ... me hiciste ir-. Sus ojos se nublaron
y mi estómago se agotó. -Por favor, no vuelvas a enviarme lejos, Harris.

-Nunca-, respiré y la atraje para otro beso. -Lo juro por mi vida, Lucy. Nunca te
dejaré ir de nuevo.

-Será mejor que no-, respiró ella, con una pequeña sonrisa torciendo sus labios
hacia arriba, y me alegré de ver que las nubes de tormenta se desvanecían de sus
ojos. -Papá ya dijo que te haría cosas impensables si me rompes el corazón otra
vez.

-Tu papá nunca tiene que preocuparse por eso, dulzura-. Besé la punta de su nariz.
-Nunca.

Sus cejas se levantaron, pero ella me dio una sonrisa completa.


-Nunca es mucho tiempo.

-Así es para siempre, pero ese es el tiempo que planeo amarte, Lucy-. La sonrisa
en su rostro desapareció. Su barbilla comenzó a temblar y no podía dejar caer las
lágrimas en sus ojos. Levantando la barbilla, bajé la cabeza y le di el beso que mi
alma ansiaba darle. Una que hizo todas las promesas que acababa de expresar y
un millón más.

Ninguno de los dos se dio cuenta cuando estalló la primera explosión de fuegos
artificiales, y todavía la estaba besando mucho después de que el último se
desvaneciera.

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No había llevado mi teléfono conmigo cuando Lucy y yo fuimos a ver los fuegos
artificiales. Sin embargo, los gemelos nos recibieron en la puerta cuando volvimos
a la suite, empujándome la cosa ruidosa tan pronto como entramos por la puerta.
-Un tipo llamado Nate sigue llamando-, se quejó Luca, con sueño. -No me decía lo
que quería, pero me llamaba cada diez minutos.

Maldito infierno. Tragando un gemido, tomé el teléfono y salí al balcón para atender
la llamada. Era sábado a la noche; Un millón de cosas diferentes podrían haber
salido mal. Cerrando la puerta detrás de mí para tener algo de privacidad en caso
de que tuviera que destrozar a Nate o Barb, una nueva, me llevé el teléfono a la
oreja.
. ¿Qué pasa? - Exigí mientras me recostaba contra la barandilla. Mi instinto ya se
retorcía de una manera que me decía que no me iba a gustar lo que mi nuevo
asistente de gerente tenía que decir.

Mierda. No quería esto ahora. Yo tenía planes.

-Peyton trajo una multitud difícil, jefe-. Nate saltó al grano, y pasé mi mano libre
por mi cabello. -Tiny no la dejó llevarlos arriba, así que comenzó a causar una
escena. Luego, dos de los hijos de puta que trajo con ella comenzaron una pelea
con un VIP que intentaba escapar de ellos. Le rompieron la mandíbula, hombre,
pero aún podía gritarle demanda a Barb.

Me dejé caer en una de las sillas y volví a pasar mi mano libre por mi cabello. Joder,
joder, joder. Perfecto.
-Tomaré el primer vuelo-, le aseguré. Tenía que lidiar con esta mierda
personalmente o me arriesgué a enfrentar una mala publicidad para First Bass.
Había trabajado muy duro para que una chica me arruinara todo. No quería dejar a
Lucy, pero necesitaba poder mantenerla a ella y a nuestro futuro, y First Bass haría
eso y más. -Si las cosas se ponen muy mal, llama a mi mamá. Ella puede manejar
cualquier PR mala hasta que llegue allí.

-Lo tienes, hombre-. Soltó un suspiro frustrado. -Lo siento jefe. Sé que todavía
tienes unos días más por ahí.

Apreté mis manos en puños.


-No se puede evitar. Te veo pronto.

-Correcto. Más tarde.

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Dejé caer la mano con el teléfono y me senté allí por un largo momento, temiendo
tener que irme. Tener que decir adiós. Había planeado quedarme con Lucy en
Georgetown el domingo y lunes por la noche y luego volar el martes por la mañana.
Necesitaba esas noches extra a solas con ella, para absorber estar con ella y
ayudarme durante las seis semanas que estaríamos separados.

Ahora tenía que irme y ella no podía venir conmigo.

Maldito infierno.

Lucy estaba en la cocina cuando volví a entrar. Se estaba preparando una taza de
té Sleepytime, pero levantó la cabeza y me ofreció una sonrisa de bienvenida
cuando entré. La expresión de mi cara le dijo que mi conversación no había ido bien.
La sonrisa desapareció y su rostro se llenó de desilusión.
-Tienes que irte, ¿no?

-Sí-, murmuré. -Lo siento, Lu.

Dejando su taza en el suelo, rodeó la pequeña isla y me rodeó la cintura con los
brazos. -Estará bien-, murmuró, tratando de poner una cara valiente para mí. -
Pasarán seis semanas en muy poco tiempo-. Su voz se quebró al final y vi temblar
su barbilla. - Estaremos bien.

-Lo sé, dulzura-. Besé la parte superior de su cabeza. -Lo sé.

Ella enterró su cara en mi pecho.


- ¿Me llamarás todos los días?

Presioné mis labios en la parte superior de su cabeza. Cerrando los ojos, me


empapé de tenerla allí contra mí de esa manera.
-Lu, te llamaré tanto que te cansarás de ver mi nombre aparecer en tu teléfono.

-Nunca.

-Nunca es mucho tiempo-, traté de provocar, lanzándole sus palabras desde antes.

-Así es para siempre-, respiró ella. -Pero ese es el tiempo que te amaré.

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Capítulo 17
Lucy

Harris no me dejó ir al aeropuerto con él. Había tenido la suerte de encontrar un


vuelo esa noche, pero el avión partió de inmediato, sin darnos tiempo para discutir
sobre si iría o no.

Sabía que sería difícil decirle adiós cuando me dejara en Georgetown, pero esto fue
peor de lo que había imaginado. Lo extrañé en el momento en que salió de la suite
del hotel. Pensé que me dolería cuando me fui de California en enero, pero eso no
era nada de cómo me sentía en ese momento.

Me dejó algunas de sus camisetas para dormir y me puse una mientras tomaba una
manta y me sentaba en el balcón. No dormí mucho esa noche, mientras esperaba
a que me enviara un mensaje de texto diciendo que había aterrizado en LAX con
seguridad. Traté de ser fuerte y seguí recordándome a mí misma que volvería con
él en seis semanas, pero seis semanas se sintieron como seis años en ese
momento.

Mamá y papá estaban dormidos cuando Harris se fue la noche anterior, así que
cuando papá se levantó para hacer su café habitual, no estaba preparado para
encontrarme llorando en el balcón.

- ¿Qué está mal, bebé?

Su voz era casi aterradora cuando se agachó a mi lado, sus grandes manos
alcanzaron las mías heladas.
- ¿Dónde está Harris?

Me encogí de hombros, tratando de evitar que mi voz se quebrara, pero fallé.


-Hubo problemas en First Bass. No me dijo lo que estaba sucediendo, pero
aparentemente era algo de relaciones públicas que tenía que tratar él, en persona.

-Ah, Lu. Lo siento-. Se sentó en la silla junto a la mía y me llevó a su regazo.


Acercándome como si todavía fuera una niña pequeña, besó mi sien y me abrazó
fuerte. -Sin embargo, todo va a estar bien. Seis semanas no es nada. Ustedes han
pasado más tiempo que eso sin verse el uno al otro ... -Se detuvo, recordando

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exactamente por qué había pasado tanto tiempo lejos de Harris. Soltando un fuerte
suspiro, apretó sus brazos aún más. -Van a estar bien.

Solo podía asentir mientras descansaba contra su pecho grande y recibía el


constante latido de su corazón. Si no podía estar en los brazos de Harris en ese
momento, este era el segundo mejor lugar. Mi papá significaba el mundo para mí.
Tal vez no mejoró las cosas, pero hacer que me abrazara y me hiciera sentir, que
sin importar que, siempre sería su bebé, hizo que el dolor fuera un poco más fácil
de soportar.

Cuando mamá y los gemelos se levantaron, ya no estaba llorando. Tomamos un


desayuno rápido y luego nos preparamos para partir. Nuestro vuelo a DC partió al
mediodía y tuvimos que esperar una hora en el aeropuerto. La sala de primera clase
no estaba abarrotada y encontré un rincón para enviar mensajes de texto a Harris.
Me había dicho que Nate lo recogía del aeropuerto y que se iría a casa a dormir
unas horas antes de ir al club para ocuparse de todo. First Bass no estaba abierto
los domingos, pero esto lo requeriría en la oficina.

‘Ya te extraño.’

Todavía era temprano en California, así que no esperaba que me respondiera.


Cuando mi teléfono sonó con un mensaje de texto entrante menos de diez minutos
después, me sorprendió ver aparecer su nombre.
‘Te extraño más, dulzura. Te extraño más.’

Saber que no era el único herido hizo un poco más fácil subir al avión.

El vuelo a DC fue tan malo como el de Panamá City Beach con los chicos. Luca
pasó la mayor parte del tiempo con la cabeza en una de las bolsas de mareo o en
el baño, a pesar de los medicamentos para el mareo que le dio mamá. Lyric se
desmayó a la mitad del viaje, lo que me dejó libre para ayudar con Luca.

Todos estábamos felices de estar en tierra, aunque mamá y papá tendrían que
volver a hacerlo al día siguiente cuando volvieran a California. Me sentí mal por los
cuatro, especialmente por Luca. No había nada más que alguien pudiera hacer para
ayudarlo a superar su miedo a volar y su mareo. Era una locura verlo tan vulnerable
cuando estaba tan acostumbrado a ver su intrépida y traviesa personalidad en
cualquier otro momento.

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Marcus nos estaba esperando con el SUV que tía Emmie me había alquilado
mientras estaba en la zona. En poco tiempo, él y papá tenían nuestro equipaje en
la parte de atrás y estaban listos para llevarnos al campus. Tenía una suite privada
en uno de los dormitorios de las chicas. Tenía dos habitaciones, lo que nos dio a
Marcus ya mí nuestro propio espacio personal para relajarnos cuando
necesitábamos estar lejos el uno del otro.

No era la única que tenía una suite para mí sola, pero era la única con un hombre
que podía pasar por el servicio secreto durmiendo conmigo. Había tenido miradas
envidiosas y sucias durante todo el semestre de primavera, y había habido muchos
susurros cada vez que estaba cerca. Sin embargo, no me importaban esas cosas.
No fue diferente de cómo había sido para mí en la escuela secundaria y dudaba que
alguna vez cambiara. Llegó con el papel de ser la hija de una estrella de rock.

Sin embargo, no cambiaría a mi padre por ningún otro padre en el mundo, yo podía
vivir con las miradas y los susurros.

Marcus había llegado unos días antes que nosotros y había conseguido la suite
para mí. No tenía idea de lo que había estado haciendo las últimas semanas
mientras estuve con mis padres y Harris, pero me imaginé que había tenido unas
lindas vacaciones propias por el bronceado en la cara y los brazos. Sus hombros
no estaban tan tensos como lo habían estado antes de que nos fuéramos a
California el mes anterior y me di cuenta de que no había tenido un verdadero
descanso de mí en años.

La despensa estaba bien abastecida en nuestra pequeña cocina y vi todas mis


bebidas favoritas en la nevera esperándome. Mi cama ya estaba hecha y mis libros
estaban acomodados en el escritorio de mi habitación con mi computadora portátil
esperando por mí para ir a trabajar. El período de verano fue de solo seis semanas,
lo que significaba que tenía que reunir el doble de la cantidad de información con
menos de un tercio del tiempo en el que normalmente tendría que hacerlo.

Iba a ser un semestre difícil, pero necesitaba el trabajo extra para evitar que mi
mente divague. Mantenerme ocupada hará que las próximas seis semanas pasen
rápidamente.

Eso esperaba.

Una vez que desempaqué el resto de mis cosas, todos salimos a cenar y luego fui
al hotel con mis padres. Quería pasar una noche más con ellos antes de que se

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fueran a la mañana siguiente. Marcus regresó al dormitorio, y me instalé para ver


una película con los gemelos y mamá mientras papá atendía algunas llamadas que
necesitaban su atención.

No fue hasta que los gemelos se durmieron que finalmente saqué mi celular y abrí
mis mensajes de texto. Solo recibí un mensaje de Harris que me envió cuando se
levantó antes.

‘Te amo Lucy.’

Ese mensaje me había ayudado a pasar la cena y la película, pero ahora, mientras
me recostaba para tratar de dormir, comencé a extrañarlo aún más. Debería haber
podido conciliar el sueño ya que la noche anterior no había dormido nada, pero este
me eludía.

Deslizando mi pulgar sobre su nombre, levanté el teléfono a mi oído, necesitando


escuchar su voz solo una vez antes de poder cerrar los ojos.

Capítulo 18

Harris

Si pensaba que podía regresar y manejar todo con el gesto de mi mano, estaba
equivocado. Al parecer, Peyton me había causado suficiente dolor de cabeza para
mantenerme alerta durante semanas.

Los amigos que había traído no se habían peleado con cualquier VIP, sino con uno
de los nombres más importantes del baloncesto en ese momento, Greg York. Dos
de los muchachos que Peyton tenía con ella habían atacado al chico porque Tiny
iba a dejarlo subir como normalmente lo haría. Peyton, que les había prometido todo
lo que podía que los llevaría arriba con todas las otras celebridades importantes que
"conocía", no había podido cumplir su promesa y todos se habían enojado.

Ahora estaba enfrentando una reacción violenta de la prensa porque uno de mis
empleados había incitado a la pelea además de la mala publicidad de los fanáticos
de York que se suponía que debían estar jugando en los Juegos Olímpicos en unas
pocas semanas con el resto del equipo estadounidense. No podía jugar con lo mal
que se había roto la mandíbula. Ya tenía un abogado que me llamó sobre la
demanda que el agente del jugador de pelota intentaba hacer realidad y los policías
también querían hablar conmigo.

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Era una puta mierda y una que no estaba de humor para manejar con la cabeza fría
y la paciencia que necesitaba.

Tan pronto como llegué al club esa tarde, las Blonde Bombshells me estaban
esperando. Llamé a Génesis y le dije que tuviera a sus chicas en mi oficina cuando
llegara allí o que las despediría a todas. El contrato que todos habían firmado tenía
estipulaciones en caso de que ocurriera algo así y podría cancelarlo en cualquier
momento si difamaban a mi club o a mí de alguna manera. Natalie me había
enseñado bien sobre cómo asegurarme de que mi trasero estuviera cubierto de
todas las formas posibles desde el punto de vista comercial. Tenía uno de los
mejores abogados de California a mis espaldas para asegurarme de que no hubiera
escapatorias e hice cualquier contrato en el que pusiera mi nombre lo más
herméticamente posible.

Los Blonde Bombshells tenían un gran talento y quería conseguir un trato con un
gerente y una etiqueta mientras todavía estaban bajo contrato conmigo, pero su
incapacidad para llevarse bien había dejado incluso a Emmie Armstrong reacia a
trabajar con ellas. Principalmente habían sido las peleas entre Génesis y London.
Pensé que era solo una cuestión de celos y me había mantenido al margen lo más
posible. Continuaron viniendo a mí e intentaron atraerme a sus argumentos, pero
no quería tener nada que ver con nada que no le preocupara al club.

Sin embargo, fue genial trabajar con Roanna y Aubree. Roanna era la cantante
principal del grupo y su voz dejó la piel de gallina en mis brazos cuando tocó esas
malditas notas altas. Ella era dulce, quizás demasiado dulce para el mundo del rock,
pero, de nuevo, no la conocía tan bien. Las otras chicas tendían a protegerla del
mundo y no pude evitar preguntarme por qué. Aubree, por otro lado, era tan feroz
que me recordó a Kin y había llegado a quererla un poco más que las otras cuatro
chicas.

Peyton siempre había sido mi menos favorita de las chicas. Era demasiado
engreída, actuaba como si el mundo le debiera algo y tenía derecho a todo. Nunca
había trabajado duro por nada en su vida y eso se notaba. Era una perra absorta en
sí misma que no era feliz a menos que estuviera haciendo la vida miserable de otra
persona.

Normalmente tenía mucha paciencia y podía manejar cualquier cosa que me


arrojaran cuando se trataba de trabajar, pero esta mierda me había alejado de la

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única persona con la que quería estar y estaba más que enojado cuando entré en
mi oficina.

Cerrando la puerta de mi oficina detrás de mí, vi como cuatro de las rubias saltaban
mientras la quinta jugaba con algo en su teléfono. Me acerqué a la silla donde estaba
sentada Peyton y le quité el teléfono de las manos. Su cabeza se alzó bruscamente,
la ira ya brillaba hacia mí desde sus ojos marrones.

- ¿Qué carajo? ¡Estaba a punto de superar el nivel cuatro treinta y siete!

- ¿De verdad? - Exploté. - ¿Casi cierras mi club y solo te preocupa superar un nivel
en Candy Crush?

Ella se encogió de hombros.


-Estaba en una buena racha.

Reprimiendo una maldición, tiré el teléfono a través de la habitación, pero no me


sentí ni un poco mejor cuando se estrelló contra la pared. Peyton se puso de pie de
un salto.
-Me debes un teléfono nuevo, imbécil.

-Siéntate y cállate-, rugí. La poca paciencia que tenía había desaparecido por
completo ahora. Ella se quedó allí, mirándome, luego después de un minuto se dejó
caer sin gracia en su silla. Me aparté de ella, disgustado por la mera visión de ella.
-Te estás yendo, Peyton. Ya terminé de lidiar con tu mierda.

-Gran cosa-, murmuró ella.

-Gran cosa es que rompes todo el trabajo que he puesto para que First Bass sea
lo que es hoy. Gran cosa es que me estás arrastrando lejos de mi novia cuando se
suponía que no debía estar aquí hasta el martes. Gran cosa es que cagas en todo
lo que es importante para mí y no te importa dos veces la destrucción que has
causado-. Ahora estaba gritando, incapaz de contenerme un segundo más sin
explotar en un millón de piezas.

- ¿Novia? - Los ojos de Peyton se abrieron y sus orejas se volvieron rosadas. -


Pero…

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La ignoré mientras dirigía mi atención a las otras cuatro chicas. De ninguna manera
estaba discutiendo de Lucy con ninguna de ellas. No era asunto suyo si tenía novia
o no. Yo era su jefe, y ese fue el principio y el final de nuestra relación.
--Todas se pueden ir con ella, si creen que ella lo vale. Ya no me importa una
mierda. Todas ustedes han tenido más dolor de cabeza de lo que valen. Puedo
tener una nueva banda aquí el jueves por la noche para llenar sus lugares sin ningún
problema. Hay bandas por ahí que matarían por tener este trabajo.

Génesis y London ya estaban sacudiendo sus cabezas, por una vez acordando
algo.
-No. No queremos irnos con ella. Ya hemos decidido que está fuera -, me aseguró
Génesis, disparándole a Peyton una mirada desagradable que la otra chica solo
puso los ojos en blanco. -Ella nos está derribando y no nos hundiremos con ella.

-Bien. Pero una mierda más de cualquiera de ustedes otras cuatro y todas se
habrán ido. Ya había terminado de jugar bien con ellos. -Buena suerte para
encontrar un contrato discográfico si vuelven a joder conmigo.

-No lo haremos-, fue Roanna quien me aseguró, pero apenas le eché un vistazo. -
Tendremos nuestro mejor comportamiento, lo juro. ¿Verdad, chicas?

-Sí-, hicieron eco los otros tres.

-Lo que sea-, se quejó Peyton.

Todos los ojos en la habitación se volvieron hacia ella.


- ¿Todavía estas aquí? - Levanté mis cejas hacia ella. - ¿Creías que estaba
bromeando? Estás fuera. Nadie te dejará entrar en este club nunca más.

Ella resopló, todavía completamente segura. Para ella esto era solo un juego.
-No quieres decir eso.

No intenté discutir con ella. En cambio, fui a mi escritorio y encendí mi sistema


Bluetooth para poder hablar con Tiny. Le pedí que entrara para discutir lo que había
sucedido la noche anterior. Los policías vinieron más tarde para hablar conmigo y
quería que él, Nate y Barb asistieran cuando eso sucediera.
-Ven a sacar a Peyton. Si ella trata de regresar, llame a la policía. Dile a todos que
ella ha sido prohibida en el local. Si la veo aquí despediré a cualquiera que le permita
acceder al club.

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-En ello, jefe-, me aseguró la voz profunda de Tiny.

Peyton finalmente comenzó a darse cuenta de que no estaba jugando. Tampoco las
otras Bombshells.
-No puedes hablar enserio-, gritó mientras se ponía de pie de un salto. -Tenemos
algo especial aquí, Harris. Pensé que significamos algo el uno para el otro.
¿Había perdido la cabeza?

- ¿De qué mierda estás hablando?"- Apenas había hablado con ella durante los
pocos meses que había estado trabajando para mí. Apenas podía soportarla en los
mejores días.

-Todas esas citas que tuvimos. Me llevaste a todas partes y me presentaste a tanta
gente. Pensé que íbamos a ir a alguna parte-. Las lágrimas llenaron sus ojos, pero
a diferencia de cuando Lucy lloraba me destruía, la vista del brillo en los ojos
marrones de barro de Peyton no me afectó por completo.

-Las saqué a los cinco. Les presenté a todos a esas personas para ayudarlos a
entrar por la puerta. No jugué ningún favoritismo y solo fue un negocio. - Hubo un
golpe seco en la puerta de mi oficina y luego Tiny entró. -Sin embargo, no vayas
demasiado lejos, Peyton. Estoy seguro de que te citarán en la demanda que Greg
York está tratando de mantenerme. Espero que tu padre rico quiera pagar la cuenta,
porque me condenarán si estoy pagando algo por tus cagadas.

Tiny cruzó la habitación y tomó a Peyton por el brazo. Ella lo fulminó con la mirada
y luego hizo un puchero en mi dirección.
-Pero te amo-. Su barbilla comenzó a temblar. -Lo siento, Harris. Lo siento mucho.
No me envíes lejos así. Lo arreglaré y luego podremos estar juntos de nuevo.

-Deshazte de ella, Tiny- No tenía tiempo para su loco trasero.

-No. ¡Harris! - Peyton seguía gritando cuando Tiny la sacó del club.

-Las veré a los cuatro el jueves por la noche. No quiero saber de ustedes o verlas
hasta entonces -. Me moví para sentarme detrás de mi escritorio.

Las otras cuatro Bombshells se pusieron rápidamente de pie y salieron de la oficina.


Cuando la puerta se cerró detrás de Roanna, mi teléfono comenzó a hacer ruido. Al
ver la cara de Lucy en mi pantalla, algo de mi agitación se desvaneció y una
sensación de pérdida me llenó cuando levanté el teléfono a mi oído.

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-Te extraño-, gruñí cuando me di la vuelta en mi silla y cerré los ojos.

-Te extraño más-, susurró, pero aún podía escuchar el sonido en su voz. Mierda.
¿Estaba llorando? Solo pensar en sus lágrimas me volvía loco. - ¿Cómo van las
cosas? -, Se apresuró a preguntar, tratando de distraerme.

-Lo tengo manejado, dulzura-. Levanté el teléfono y golpeé FaceTime, necesitando


ver su rostro. Hubo una pausa mientras ella lo aceptaba y luego me relajé aún más
hasta que vi sus ojos hinchados. -Ah, Lu, por favor no llores.

Ella soltó una risita forzada.


-Estoy bien. De Verdad. Solo te extraño. Se limpió los dedos debajo de los ojos
para secar algunas lágrimas.

-Lo siento, Lucy. Daría cualquier cosa por estar allí contigo ahora mismo-. Maldita
sea, quería estar allí con ella ahora más de lo que quería respirar. Mi odio por Peyton
solo se duplicó cuando vi otra lágrima caer sobre su mejilla.

-Lo sé-, murmuró ella. -Hubiera sido así el martes cuando te fueras también, Harris.
Simplemente llegó unos días antes, eso es todo.

Hubo otro golpe fuerte en mi puerta, pero antes de que pudiera decirle a quien fuera
que se fuera a la mierda, se abrió y Nate y Barb entraron con Tiny justo detrás de
ellos. Mierda. Quería hacer que se fueran para poder tener unos minutos a solas
para hablar con Lucy, pero una mirada al reloj en mi escritorio me dijo que
la policía estaría allí pronto.

- ¿Estás listo para nosotros, jefe? -, Preguntó Barb mientras entraba más en la
habitación para que Nate y Tiny pudieran unirse a ella.

-Sí- murmuré y me volví hacia Lucy. -Voy a tener que dejarte ir, Lu-. La decepción
llenó sus ojos oscuros, pero trató de sonreír. -Te llamaré cuando llegue a casa, lo
prometo.

Ella sacudió su cabeza.


-Probablemente estaré dormida. Yo ... no dormí en toda la noche.

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Quería poner mi puño a través de una jodida pared. Maldito infierno. Con mucho
gusto habría renunciado a todo para tenerla a mi lado. Saber que pronto estaría en
casa conmigo era lo único que me mantenía cuerdo.

-Entonces te llamaré a primera hora mañana. Si me necesitas, ni siquiera pienses


en dudar en llamar, dulzura. No me importa qué hora sea. Llámame.

-Lo haré- me aseguró y me lanzó un pequeño beso. -Te amo-, susurró antes de
desconectarse sin darme la oportunidad de devolver las palabras.

Frustrado, arrojé el teléfono sobre el escritorio y me puse de pie.


-Solucionemos esta basura-, le espeté a mis tres empleados más confiables. -
Quiero solucionar esto y dejarlo atrás lo antes posible.

Y luego podría concentrarme en lo más importante de mi vida.

Lucy

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Capítulo 19
Lucy

Fue un poco más fácil decir adiós a mis padres y hermanos que a Harris. Los extrañé
tan pronto como se despidieron y tomaron un taxi para ir al aeropuerto mientras
Marcus me llevaba de regreso al dormitorio. Pero no era el tipo desgarrador, no
poder comer o dormir, como echarlos de menos como yo lo había hecho cuando
Harris se había ido el sábado por la noche.

Traté de no pensar en los miles de kilómetros entre nosotros cuando me instalé en


mi habitación y comencé a leer un poco antes de que mis clases comenzaran a la
mañana siguiente. La universidad no era como la secundaria. Los maestros
esperaban que vinieras a clase el primer día ya envueltos en el material que el
profesor estaría cubriendo desde el primer día. Los holgazanes no llegaron lejos en
las clases que estaba tomando, y nunca había sido floja en lo que respecta a mi
educación.

Durante las horas que estuve en mis clases no tuve tiempo de pensar en lo que
estaba haciendo Harris, pero tan pronto como regresaba a mi suite que compartía
con Marcus, él era lo único que tenía en mente. Traté de mantener mis mensajes
de texto cada pocas horas, no queriendo molestarlo demasiado ya que sabía lo
ocupado que estaba con el trabajo y la tormenta de mierda a la que había tenido
que volver.

La posibilidad de una demanda presentada contra First Bass por Greg York fue
noticia no solo en las revistas de chismes, sino también en ESPN e incluso en
algunas de las estaciones de noticias más grandes. Sin embargo, pensaba que
Harris lo estaba manejando todo muy bien. Mantuvo la cabeza fría cuando había
hecho una conferencia de prensa sobre la situación y les había asegurado a todos
que estaba lidiando con este incidente personalmente.

Hablamos por teléfono todas las noches después de que me metía en la cama y él
se quedaba en el teléfono mucho después de que me dormía. Me recordó cuando
éramos más jóvenes y no podía dormir, así que él me hablaba y sabía que todo
estaba bien y me dormía tranquila sabiendo que él siempre estaría allí para mí.

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Mis clases de verano fueron aún más difíciles de lo que pensé que serían, pero
agradecí con agrado la distracción. Sin embargo, para la cuarta semana, no podría
haberme importado menos cómo me estaba yendo en mis clases. La distracción de
estudiar y mantenerme ocupada con los laboratorios que también estaba tomando
no fue suficiente para detener los sentimientos de aislamiento que comenzaban a
tragarme por completo. Extrañaba mucho a Harris. No importaba que solo tuviera
dos semanas más antes de volver a verlo. Ansiaba estar con él ahora.

Hubiera dado cualquier cosa por tener sus brazos alrededor de mí durante cinco
segundos. Hubiera cambiado un año de mi vida por una noche en la que Harris me
sostuviera. Las últimas noches en que habíamos hablado, tuve que morderme la
lengua para no rogarle que viniera a una breve visita y evité sus mensajes de texto
y llamadas durante todo el día porque sabía que no sería capaz de detener las
lágrimas. Lo extrañaba muchísimo y tomaba cada pedazo de fuerza de voluntad
que poseía para mantenerlo unido.

Marcus era un cocinero decente y nos hizo cenar esa noche cuando volvimos al
dormitorio después de mi última clase ese viernes. La cazuela de pollo olía deliciosa
pero no podía hacer más que picarla. No tenía apetito. Todas las emociones que
llenaban mi mente se estaban volviendo demasiado e incluso mientras trataba de
luchar contra el deseo de hacer lo que estaba tratando de evitar, sabía que pasaría
un tiempo extra en el baño una vez que conociera a Marcus estaba dormido.

Me disculpé después de forzar un tercio de la comida, alegando que tenía que


estudiar para hacer. No es mentira. Tuve un montón de estudiar qué hacer. Todos
los días en cada clase tenía un examen o prueba para la que tenía que estar
preparado, sin mencionar los cinco trabajos que tenía que escribir al final del
semestre para mi clase de inglés que era obligatoria para mi especialización.

Sabiendo que Marcus lavaría los platos y luego se dirigiría directamente a su


habitación para relajarse mientras miraba un documental en el canal de Historia,
cerré la puerta de mi habitación y me dejé caer en mi cama. Saqué mis libros y notas
de la mesita de noche y los abrí todos.

Mi teléfono, que ya estaba sobre mi almohada donde lo arrojé cuando regresé, hizo
un ruido de enojo y lo miré para ver diez llamadas perdidas. Todos ellos de Harris.
Silencié el teléfono, desactivé la vibración que seguiría sonando si recibía alguna
llamada o mensaje de texto, y luego forcé mi atención sobre el trabajo que tenía que
hacer.

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No era que no quisiera hablar con Harris. Jodidamente me dolía escuchar su voz.
Simplemente no tuve la fuerza para no romperme esta noche. Tenía demasiado en
su plato para tener que lidiar conmigo llorando y sollozando en ese momento.

Dos semanas más, me recordé. Dos semanas más y luego estaría en casa y podría
verlo cuando quisiera. Tendría mi propio departamento y él podría pasar la noche
conmigo cuando quisiera.

Mientras leía mis notas, descubrí que mi mente volvía a él una y otra vez. La
distancia que nos separaba parecía que aumentaba por segundos, haciendo que el
dolor en mi corazón fuera casi insoportable. Repetidamente mi mirada seguía yendo
a mi baño conectado y apreté mis dedos alrededor de mi lápiz, tratando de luchar
contra la necesidad de entrar y hacer lo único que me ayudaba cuando las cosas
se ponían tan intensas.

Volví a leer la misma página en mi libro de texto de biología cinco veces sin que una
sola palabra tuviera sentido. Mis dedos se apretaron aún más alrededor del lápiz
hasta que escuché el pequeño crujido cuando la madera y el plomo comenzaron a
protestar y luego se partieron por la mitad. El pequeño dolor en mi mano por el
calambre muscular, al usar la fuerza para romper el lápiz, ni siquiera comenzó a
distraerme.

En piloto automático, me levanté de la cama y caminé sin verlo al baño. Cerrando


la puerta, me acerqué al botiquín y abrí la puerta con espejo. Con dedos
temblorosos, saqué el paquete nuevo de navajas de afeitar que ya me habían
abastecido cuando regresé al comienzo del semestre.

No debería estar haciendo esto. No necesitaba hacer esto ...

¡No! No necesitaba hacerlo. Solo quedaban dos semanas más ...

Dos semanas más de extrañar a Harris. Dos semanas más de tener miles de millas
entre nosotros. Dos semanas más de no poder concentrarme. Dos semanas.

Podría soportar dos semanas más. No necesitaba hacer esto.

No lo hice

Pero lo hice de todos modos.

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Me quité el brazalete de cuero que solo me quité cuando me duché, miré las líneas
débiles, algunas de ellas todavía rosadas y arrugadas. El más nuevo tenía las
muescas a su alrededor donde tuve que ir al Med Express local y obtener puntos
porque había ido demasiado profundo. Ese corte lo hice la primera vez que vi a
Harris en uno de los tabloides con una de sus Blonde Bombshell, pensando que
había seguido adelante mientras estaba atrapada en una especie de limbo retorcido
sin él.

Me fingí enferma para que Marcus no sospechara y luego lo hice esperar en la sala
de espera mientras yo volvía y le conté a la enfermera una historia falsa que
realmente había comprado. Le había estado abriendo un paquete con un cortador
de cajas. Se me había resbalado y me había cortado mal. El médico tampoco había
cuestionado mi historia y me había puesto los seis puntos antes de aconsejarme
que tuviera cuidado la próxima vez. Pagué con mi tarjeta de crédito y luego le conté
a tía Emmie la misma historia que le conté a Marcus cuando me preguntó al
respecto. Solo un virus. Nada de que preocuparse. Estaría mejor en unos días una
vez que los antibióticos surtieran efecto. Antibióticos que me recetó el médico para
ayudar a prevenir una infección alrededor de mis puntos.

Puntadas que me había quitado.

Había conseguido el brazalete de cuero para ocultar la prueba de lo que había


hecho. En el pasado siempre me cortaba la planta de los pies para ocultar mi oscuro
secreto. Nunca debería haber comenzado a hacerlo en un lugar que pudiera verse
tan fácilmente, pero el tatuaje de amistad que Harris y yo nos habíamos hecho me
parecía que se estaba burlando de mí cuando vi esas fotos de él con la rubia. Quería
que desapareciera tanto como necesitaba el dolor físico, la única liberación que tuve
de la tormenta emocional que trataba de consumirme.

Desde entonces, he sido más cuidadoso con lo profundo que iba cuando me
cortaba. Solo rebanadas de superficie que eventualmente se desvanecerían, pero
había convertido la tinta que combinaba con la de Harris en una versión fea y
grotesca que era ahora.

Como siempre hacían cuando levantaba la pequeña cuchilla, mis dedos temblaban
mientras luchaba contra el ansia por el dolor físico. Sabía que estaba mal, sabía
que no resolvía nada. Sabía que debía obtener ayuda para esta adicción jodida en
la que había llegado a confiar. Sin embargo, saber esas cosas no me impidió
presionar la cuchilla contra mi carne y rápidamente hizo un pequeño corte. La

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sangre goteó y vi cómo unas gotas se derramaban sobre mi muñeca y salpicaban


la porcelana blanca del fregadero.

Con el leve dolor llegó la capacidad instantánea de respirar profundamente y dejé


que el pequeño corte sangrara por un momento antes de alcanzar algunos tejidos y
sostenerlo contra la herida. Volví a colocar la cuchilla en la navaja desechable, la
tiré a la basura y encontré una curita. Deslizando un poco de ungüento antibiótico
sobre el corte, me puse la curita y limpié cualquier signo de lo que acababa de hacer.

De vuelta en mi habitación, me acosté en la cama justo cuando una ola de


vergüenza me cubrió. Las lágrimas me cegaron y acerqué mi almohada a mi pecho,
enterrando mi cara para que Marcus no me escuchara mientras lloraba hasta
quedarme dormida ...

Los insistentes golpes en la puerta de mi suite me despertaron horas después. Me


desperté y me senté en la cama. Me llevé los dedos a la muñeca, asegurándome
de que mi brazalete estaba puesto antes de saltar de la cama. Estaba usando los
pantalones cortos y una de las viejas camisetas de Harris que me ponía cuando
regresaba de las clases, así que no me molesté en agarrarme una bata cuando salí
corriendo a la sala de estar de la suite.

Marcus ya estaba en la puerta. Abriéndolo lo suficiente para ver, vi que sus hombros
perdían la tensión que había estado irradiando de él y él retrocedió, abriendo la
puerta por completo mientras sacudía la cabeza. Curioso sobre quién podría
aparecer allí a las dos y treinta y seis de la mañana, miré el reloj en la pared y me
acerqué a la puerta.

El chico que entró en la sala me dejó sin aliento, pero un pequeño grito me dejó a
pesar de ello. Los ojos color aguamarina de Harris corrieron por la habitación,
luciendo salvajes y peligrosos hasta que aterrizaron sobre mí.
-No has levantado tu teléfono en todo el maldito día, Lu. He estado perdiendo la
cabeza.

La sorpresa comenzaba a desvanecerse, a ser reemplazada por el aguijón de las


lágrimas cuando llenaban mis ojos. Abrí la boca para decirle que estaba tan
contenta de verlo. Para preguntar por qué estaba allí. Cualquier cosa. Pero nada
salía.

Marcus cerró y cerró la puerta.

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-Buenas noches, Lucy-, murmuró sobre su hombro mientras se dirigía hacia su


habitación.

Ni siquiera podía repetir el saludo, ya que solo me quedé allí, enraizado en el lugar,
dejando que mis ojos se deleitaran al ver a la única persona que quería ver en ese
momento. Envolví mis brazos alrededor de mi cintura, solo para tener el corte más
reciente en la muñeca, recordándome la vergüenza de lo que había hecho solo unas
horas antes.

Tan pronto como la puerta se cerró detrás de Marcus, Harris se movió, sus grandes
pasos devoraron la distancia entre nosotros hasta que estuve en sus brazos y se
aferró a mí como si nunca quisiera soltarme.
- ¿Qué pasa? -, Exigió en un susurro áspero. - ¿Por qué no coges el teléfono?

-Porque sabía que lloraría, y no quería agregar más estrés a tu plato-, confesé con
voz temblorosa.

- ¿Y pensaste que no tener noticias tuyas lo haría más fácil? - No parecía enojado
cuando sus brazos se apretaron a mi alrededor y bajó la cabeza para besar un rastro
desde mi sien hasta la esquina de mi boca. -He estado perdiendo la cabeza
pensando que algo había sucedido. Salté en el primer avión que pude tomar y vine
directamente aquí.

-Y-Yo diría que lo siento, pero tú estás aquí y no podría arrepentirme si mi vida
dependiera de eso- Me incliné hacia él, respirando profundamente para que mis
pulmones estuvieran llenos de solo el olor de él. Quería embotellar ese aroma, así
que nunca tendría que estar sin él. ‘Yo ... te extrañé mucho-, sollocé, incapaz de
contenerlo un momento más.

Toda la tensión pareció desvanecerse de su cuerpo y sus brazos se apretaron a mi


alrededor. Me levantó en sus brazos y miró a su alrededor.
- ¿Qué camino es a tu habitación? - Señalé hacia la puerta cerrada de mi
habitación y él no perdió el tiempo en llevarme adentro.

Usando su pie para cerrar la puerta detrás de nosotros, se detuvo el tiempo


suficiente para cerrar la puerta antes de girar hacia la cama. Cuando se detuvo y
frunció el ceño en mi cama, seguí su mirada e hice una mueca cuando vi el desorden
de libros y notas esparcidos por todas partes. Con una risa profunda, me sentó en
la silla junto a mi escritorio y luego limpió la cama.

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-Veo que has estado trabajando duro, dulzura -. Puso la pila de libros y notas en
mi escritorio, luego me recogió en sus brazos.

Ahuequé su rostro entre mis manos, notando la barba y me di cuenta de que no se


había afeitado en varios días.
-Tú también- dije suavemente, trazando el desaliño sobre el hoyuelo en su mejilla
derecha y luego la izquierda. -Te ves exhausto. ¿Va todo bien con el club?

-El club está bien. Ya he manejado la situación de York una y otra vez. Sin
embargo, no he dormido bien desde que te dejé. Es difícil conciliar el sueño cuando
no te tengo en la cama a mi lado. Bajó la cabeza y acarició mi oreja con la nariz. -
Joder, te he extrañado.

-Yo también te extrañé.

- ¿Todavía me amas?

Mis ojos se abrieron.


-Eres un idiota. Te amaré por el resto de mi vida. Nada cambiará eso nunca. Nada.

-Gracias a Dios-, susurró y lentamente me bajó a mi cama. Quitándose los zapatos,


me siguió, envolvió su cálido cuerpo alrededor del mío y apoyó su cabeza sobre mi
almohada. -Quiero hacerte el amor ahora mismo, pero creo que necesito abrazarte
más.

-Así que abrázame-. Envolví mis brazos alrededor de su cintura y enterré mi rostro
en su pecho. -Abrázame y nunca me dejes ir.

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Capítulo 20
Harris

Dormí pacíficamente por primera vez en un mes esa noche.

Había estado trabajando duro manejando toda la mierda que Peyton había
despertado y afortunadamente había evitado la mala publicidad de una demanda
de Greg York. Había ayudado, por supuesto, tener la prueba de las muchas
cámaras en todo mi club que habían sorprendido a York siendo tan antagónico con
los dos tipos que lo habían saltado como lo habían sido con él. Había tenido algunos
buenos golpes propios, y una vez que mi abogado lo convenció de que el tiempo en
la cárcel que podría enfrentar si los otros muchachos presentaban sus propios
cargos contra él por lanzar el primer golpe, había abandonado todas las acciones
legales contra First Bass.

Eso me había ocupado la mayor parte del tiempo durante las últimas cuatro
semanas, pero no había sido suficiente para distraerme de extrañar a Lucy. Lo más
destacado de mis días fue hablar con ella, así que cuando no había levantado su
teléfono en todo el día anterior, me había vuelto loco. No sabía lo que estaba
pasando con ella.

¿Estaba enojada conmigo? ¿Había hecho algo para molestarla o herirla? ¿Estaba
ella bien?

No lo sabía y salté en el primer avión a D.C., sin importarme que hubiera dejado
First Bass en medio de la multitud del viernes por la noche con solo Nate para
hacerse cargo. Sabía que Nate podía manejarlo, pero incluso si no podía, no habría
importado. First Bass siempre vendría en segundo lugar después de Lucy.

Siempre.

Ahora, mientras saboreaba despertarme con ella tan cerca de mí y dormir tan
profundamente, me tomé mi tiempo dejando que mis ojos se deleitaran con cada
parte de ella. Su cabello grueso y rizado estaba revuelto y les había caído a medias
en la cara. Cuidadosamente lo empujé hacia atrás, queriendo ver su hermoso rostro.
Tenía el más ligero polvo de pecas en la nariz de todo el sol que habíamos recibido
en la playa y en Orlando. Me tomé mi tiempo contando cada uno de ellos antes de
bajar.

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Llevaba una de mis viejas camisas que le había dejado, así como un par de viejos
pantalones cortos para correr. No llevaba sostén, y pude ver que sus pezones ya
estaban adornados con pequeños diamantes incluso mientras dormía. Quería
despertarla lamiendo esos bonitos pezones. Quería tomarme mi tiempo y probar
cada parte de ella. Incapaz de no tocarla, levanté una mano y deslicé mis dedos
desde su hombro hasta su muñeca, tratando de luchar contra la necesidad de tocar
otros lugares.

Al llegar a su muñeca, sentí el cuero familiar de su pulsera y lentamente comencé


a desabrocharlo. No había visto la tinta que hacía juego con la mía para siempre y
quería trazar mis dedos sobre ella. Mi propio tatuaje me había traído un poco de paz
durante mi tiempo sin ella. Saber que ella tenía la misma tinta significaba que
siempre estaríamos conectados a través de ella.

Con cuidado, quitándome el brazalete, me sorprendió encontrar una tirita.


Preocupado y más que un poco curioso, lentamente le di la vuelta a su muñeca. La
habitación estaba oscura por el sol tratando de brillar a través de las persianas
medio cerradas, pero fue suficiente para distinguir el tatuaje.

O lo que quedaba de eso.

Mi estómago se revolvió con náuseas cuando conté las pequeñas cicatrices en su


muñeca y luego tracé sobre la arrugada de aspecto enojado que era más gruesa y
más larga que las otras. Al principio no podía entender lo que estaba viendo, pero
lentamente me di cuenta y mi sangre se volvió helada.

No quería admitir que lo que estaba viendo y pensando era verdad, pero era difícil
no creerlo cuando la verdad era tan obvia.

Mi cabeza comenzó a girar cuando el miedo me llenó hasta los huesos.

¿Lucy realmente se había estado lastimando?

Sabía que era una posibilidad, pero recé para que no fuera la verdad. Siempre
pensé que Lucy era la persona más fuerte que había conocido. Incluso con todas
las cosas que había pasado con su padre biológico, pensé que había aprendido a
sobrellevarlo. Ella había ido a un terapeuta y había estado allí para hablar con ella
cuando me necesitaba. Ella no necesitaba hacerse daño.

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Solo pensar en ella haciéndose eso a sí misma, estar tan perdida en su dolor que
necesitaba recurrir a ese tipo de liberación, era como ser golpeada en el pecho. No
quería creerlo. No quería admitir que era incluso una posibilidad.

Pero incluso mientras trataba de negarlo, mi instinto me gritaba que era la realidad.

Mi pulgar rozó la carne arrugada y, al mirar más de cerca, vi lo que solo podían ser
las marcas de los puntos.

Puntadas

Lucy suspiró mientras dormía y se movió a mi lado, pero no le solté la muñeca. Sus
ojos se abrieron lentamente y me sonrió tan feliz que me rompió el corazón. ¿Cómo
podría mi niña feliz hacerse esto a sí misma?

Pero ella no había sido feliz hace meses, ¿verdad? La había enviado lejos. Yo la
había lastimado.

Al ver la expresión en mi rostro, comenzó a abrir la boca, pero rápidamente la cerró


cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Se sentó en la cama, tratando de
liberar su brazo, pero no podía dejarla ir. Si lo hiciera, ella lo escondería y lo negaría,
y aunque quisiera negarlo yo mismo, no podría permitir que eso suceda.

- ¿Qué es esto? - Traté de mantener mi voz tranquila y calmada, pero tembló un


poco cuando la forcé a sostener mi mirada. - ¿De qué son estas cicatrices, Lucy?

Vi la culpa y la vergüenza que brillaron en sus ojos antes de que ella bajara sus
pestañas, bloqueándome efectivamente.
-No son nada-, dijo con una voz completamente desprovista de toda emoción.

-Nada-. Asentí y alcancé la tirita. Antes de que ella pudiera detenerme, lo logré,
exponiendo un nuevo corte que todavía estaba tratando de sangrar. - ¿Cuándo
hiciste esto? - Ella no respondió, y apreté mi agarre en su muñeca lo suficiente para
hacerle saber que no iba a dejar caer esto. - ¿Cuando?

Bajó la barbilla y cerró los ojos con fuerza.


-Anoche-, susurró con una voz que no se parecía en nada a mi Lucy. -Yo ... intenté
no hacerlo, pero ... -Ella se encogió de hombros. -No pude evitarlo.

Si hubiera estado de pie, sabía que me habría arrodillado ante su respuesta.

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Ayer.

- ¿Por qué?

-Yo ...-Se interrumpió, tragó saliva varias veces e intentó de nuevo. -No podía
respirar. Extrañarte, querer estar en casa contigo ... Todo se volvió demasiado. Solo
necesitaba respirar. Esto ... E-Esto ayuda.

Las lágrimas quemaron mi garganta, pero no podía dejar que me llenaran los ojos.
Necesitaba mantener la cabeza despejada mientras trataba de resolver todo esto.
- ¿Has estado haciéndolo mucho tiempo? - Ella no respondió. - ¿Comenzó
después de enero? - ¿Había causado esto? ¿Fue nuestra ruptura hace tantos
meses lo que desencadenó esta necesidad de hacerse daño?

Aun así, permaneció callada, pero pude ver por el conjunto de sus hombros que
había algo más que solo lo que había sucedido con Tessa y las consecuencias
posteriores.
-Lucy ... por favor, háblame. Necesito entender qué y por qué ...

Una sola lágrima cayó de sus pestañas cerradas y se derramó sobre su mejilla.
-Comenzó cuando tenía doce años-, confesó, quitando completamente el aire de
mi pecho.

Cristo, ¿cómo nunca había sospechado?

Seis años.

¿Seis malditos años había estado haciéndose esto y nadie lo sabía? Sabía que, si
sus padres hubieran sabido, ella ya habría recibido ayuda. Jesse y Layla no habrían
permitido que esto continuara. Su brazo no habría quedado marcado ...

Pero su brazo no estaba marcado cuando obtuvimos la tinta correspondiente. Nunca


había visto ninguna marca en su cuerpo que sugiriera incluso que se autolesionaba.
Ni un pequeño rasguño.

- ¿Dónde más, Lu? -, Pregunté, aun tratando de mantener la voz tranquila, pero
fallando. Joder, estaba aterrorizado. No podría ayudarla si no lo supiera todo. -
¿Dónde están las otras cicatrices?

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Lentamente, levantó las piernas y cuando me mostró la planta de los pies, no pude
contener las lágrimas ni un segundo más. Querido Dios. Todas esas pequeñas
cicatrices. Algunos en sus talones, algunos en la punta de sus pies, pero la mayoría
estaban bajo sus dedos. Ver esas cicatrices me asustó muchísimo.

Ella podría haberse lastimado realmente. ¿Y si se hubiera suicidado? ¿Qué pasaría


si ella hubiera profundizado demasiado y golpeado algo importante y la hubiera
perdido? Joder, ¿y si la próxima vez que hiciera algo así, se la llevara lejos de mí
para siempre?

-Sé que debo asquearte-, habló con una voz ahogada con sus propias lágrimas. -
He tratado de parar tantas veces ... pero parece que no puedo evitarlo. Las cosas
se ponen muy intensas y tengo que hacerlo. E-entiendo si no ... si no puedes ... -Un
sollozo se liberó y ella bajó la cabeza avergonzada. -Lo entendería.

Levanté mis manos, ahuecando su rostro y obligándola a mirarme.


-Nada me haría dejar de amarte-, le dije con ferocidad y unas lágrimas se
derramaron por mi rostro. ¿Cómo podría no ver que mi amor por ella no veía las
cicatrices como algo que no fuera aterrador, porque podría haber sido forzada a vivir
sin ella por el resto de mi vida si hubiera ido demasiado lejos? Nada, ni una maldita
cosa, me aterrorizaba más que la idea de una vida sin ella. -Solo estoy tratando de
entenderlo. Intentando bloquear todas las imágenes de lo que podría haber
sucedido si te hubieras matado mientras lo hacías.

-Nunca ... -Ella sacudió la cabeza, sus lágrimas cayeron más rápido. -Nunca quise
suicidarme, Harris. Nunca. El corte solo ha sido una forma de ayudarme a
sobrellevarlo- Trató de bajar los ojos nuevamente, pero me negué a dejarla. -Sé que
está mal. Me odio por hacerlo.

-Necesitas ayuda, dulzura.

-Lo sé-, susurró ella entrecortadamente. -Lo sé.

Entonces la jalé contra mí, envolviéndola con tanta fuerza contra mí que supe que
probablemente tenía problemas para respirar, pero no pude detenerme. Mis manos
temblaban mientras sostenía mi querida vida, aterrorizado de perderla si no lo hacía.
- ¿Me dejarás ayudarte?

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No sabía cómo hacerlo, pero tenía que intentarlo. Tenía que pedirle ayuda porque
no podía vivir sin ella, y sabía que incluso si ella no tenía deseos de morir, cortar
era peligroso. Ella podría golpear por error algo vital y yo la perdería.

Sus ojos se abrieron por la sorpresa.


-Tú ... ¿Quieres ayudarme? Pensé ... pensé que no querrías estar conmigo si
alguna vez te enterabas.

-Nunca. Eres mi todo y nunca te dejaré ir. Nada me impedirá estar contigo. Nada-
. Sus lágrimas comenzaron a fluir más rápido. Cogí uno con el pulgar y lo limpié. -
Te amo, Lucy. Un día, te pondré un anillo en el dedo y te convertiré en mi esposa.
Siempre supe que eras mía y que yo era tuyo. Ahora, por favor, déjame ayudarte.

-Pero, ¿y si no me pueden ayudar? - El miedo genuino llenó sus ojos oscuros. -


¿Qué pasa si soy ... irreparable?

-Entonces pasaré el resto de mi vida asegurándome de que nunca más sientas la


necesidad de lastimarte de nuevo, Lu-. Aparté su cabello de su rostro y le di una
sonrisa tranquilizadora. -Haremos esto juntos, dulzura. No tienes que enfrentarlo
sola. Nunca más tendrás que enfrentarte a nada sola.

-H-Harris-. Sollozó y enterró su rostro en mi camisa, sus manos apretando el


material en sus puños mientras me sostenía por mi vida. La sostuve así durante
mucho tiempo, solo dejándola llorar, mientras trataba de descubrir los primeros
pasos que teníamos que dar para llevarla al camino de la recuperación que tanto
necesitaba.

Cuando las lágrimas se detuvieron, aún la sostenía. Tenía el comienzo de un plan


que esperaba que nos pusiera en la dirección correcta, pero sabía que iba a ser
difícil para ella. Mientras acariciaba sus rizos y la mantenía a salvo en mis brazos,
comencé a contarle lo que pensaba que deberíamos hacer.

Lucy no dijo una palabra mientras le decía que teníamos que llamar a sus padres.
No se movió cuando le dije que llamaría a Emmie y que todos podríamos sentarnos
y tomar las decisiones correctas que serían mejores para ella. Fue solo después de
que terminé de hablar que ella levantó la cabeza y me miró.

- ¿Estarás allí conmigo? -, Preguntó con una barbilla temblorosa.

-Estaré aquí a tu lado todo el tiempo, Lucy-. No había forma de que la dejara ahora.

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First Bass podría arder hasta el suelo por todo lo que me importaba.

Estaba exactamente donde necesitaba estar.

Nada más importaba.

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Capítulo 21
Lucy

Él sabía. Oh, dioses, lo sabía.

Lo sabía y todavía estaba allí.

Harris conocía mi secreto más profundo, más oscuro y más vergonzoso y todavía
estaba allí a mi lado. Diciéndome que me amaba.

¿Cómo demonios puede seguir amándome después de descubrir lo que me hago a


mí misma?

Diciéndome que me ayudaría. Que lo haría mejor.

¿Cómo?

No podía entender cómo podía seguir queriéndome, aún amarme. No podría por mi
vida comprender cómo no estaba disgustado cuando yo estaba tan disgustada
conmigo misma.

Se había acostado en la cama a mi lado, sosteniéndome y acariciando mi cabello


mientras llamaba a tía Emmie. No le contó todo, solo que necesitaba que ella trajera
a mamá y papá, e incluso a Lana, a verme. Ahora. Había escuchado su demanda
de saber si estaba bien, pero él se había negado a decírselo por teléfono.

Ya era de noche y se suponía que llegarían en cualquier momento. No creo haber


estado tan nerviosa en mi vida. Marcus, que estaba sentado en la silla de la sala,
me miraba con más frecuencia que la televisión. Harris no se lo había dicho, pero
sabía que algo estaba pasando. Mis padres y tía Emmie no aparecieron sin una
razón. El hecho de que todavía estaba llorando y jugando con el brazalete que me
había puesto de nuevo, solo lo puso diez veces más alerta a mi estado de ánimo.

Harris no se había alejado de mi lado en todo el día. Nos sentamos en el sofá,


mientras Harris trabajaba desde su teléfono con una mano y mantenía la otra
alrededor de mí. No volvería a California sin mí. Sabía que debía sentirme culpable
de que iba a faltar dos semanas más al trabajo, pero todo lo que sentí fue alivio.

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El puñetazo en la puerta de la suite me dijo sin tener que mirar que mi papá había
llegado. Mi estómago se retorció de ansiedad y nuevas lágrimas llenaron mis ojos.
Dioses, no quería ver la decepción en sus ojos cuando se lo dijera. Esta iba a ser
una de las cosas más difíciles que había hecho y no estaba segura de estar lista
para hacerlo.

Dudaba que alguna vez estuviera lista para decírselo.

Marcus desdobló su gran cuerpo de la silla y cruzó la pequeña habitación hasta la


puerta. Enterré mi cara en el pecho de Harris, deseando que este día se fuera.

Sentí sus labios contra mi frente.


-Está bien, dulzura. Estoy aquí.

-Tengo miedo-, le susurré.

-Lo sé, Lucy. Lo sé.

- ¿Lu? - Papá empujó a Marcus como si ni siquiera estuviera allí y se agachó a mi


lado. Sentí sus manos tocar mis piernas con una gentileza que hizo que un sollozo
burbujeara en mi garganta. - ¿Bebe que está mal? ¿Qué ha pasado? Díselo a papá
para que pueda arreglarlo.

- ¿Lucy? - Mamá estaba en la habitación ahora, su voz llena de preocupación dolía


peor que cualquier corte que me hubiera infligido.

- ¿Qué está pasando? -, Exigió Lana, la preocupación en su voz me desgarró, pero


aun así escondí mi rostro, agarrándome a Harris como si fuera mi salvación.

-Marcus, ¿qué ha estado pasando? - Tía Emmie estaba tratando de hacerse cargo,
pero por una vez no podría simplemente agitar su mano y arreglar todo.

-No tengo idea-, le aseguró Marcus, su voz grave irritada por primera vez desde
que lo conocí. -Ella ha estado llorando todo el día. Ella no me hablará.

-Harris ...- Había escuchado ese tono en la voz de mi tía antes y sabía que ella iba
a desgarrarlo. - ¿Qué demonios está pasando?

Incapaz de dejar que lo tratara así, levanté la cabeza.


-Tengo que decirles algo-, susurré, pero todos me escucharon.

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Harris apretó su brazo a mi alrededor, ofreciéndome la fuerza que tan


desesperadamente necesitaba para hacer esto. Sabía que él estaría detrás de mí a
través de esto y eso solo me hizo amarlo mucho más. Frotando una mano sobre mi
cara para limpiar algunas de las lágrimas, me puse de pie temblorosamente.

Mamá y Lana se adelantaron para abrazarme, pero sabía que no podría hablar si
las dejaba. Levantando mis manos para mantenerlas a raya, puse un poco de
distancia entre mi familia y yo. Papá se levantó lentamente, sus ojos oscuros llenos
de tormento mientras me miraba.
-Lu, puedo ver que algo anda mal. Sólo dime. Sea lo que sea, podemos
encargarnos. Lo prometo.

Harris se puso de pie y dio un paso detrás de mí, poniendo sus manos sobre mis
hombros y frotando pequeños círculos relajantes con sus pulgares.
-Quizás deberían sentarse todos. Sé que esto no va a ser fácil para ella y no es
algo que deban escuchar mientras están de pie -, sugirió. -Tú también, Marcus.

Mamá, Lana y tía Emmie tomaron el sofá. Marcus regresó a su silla, pero papá
permaneció de pie. Mi coraje se evaporaba lentamente y bajé los ojos hacia la
alfombra, incapaz de mirar a nadie. Joder, esto fue difícil.

-Si nos va a decir que está embarazada, juro que no dejaré que Jesse asesine a
Harris-, me aseguró Lana con una pequeña sonrisa, tratando de aligerar la tensión
que era tan espesa como la niebla en la habitación. -Un bebé no es el fin del mundo,
Lucy. Lo prometo.

-Eso no es gracioso, Lana-. Papá hizo un gruñido. -Y si ese es el caso, esperaré


hasta que ella se haya ido y luego le daré una paliza. No sería la primera vez que
jodía a alguien sin dejar una marca en su rostro. Pregúntale a Nik.

-No estoy embarazada-, susurré.

-Oh-, dijo Lana con un suspiro. -Entonces tal vez podrías decirnos qué está
pasando. Este suspenso me está matando y es peor que mi último episodio de
náuseas matutinas con Bliss, así que ten piedad de mi estómago, cariño.

Harris se acercó y presionó sus labios contra mi oído.


-Está bien. Diles.

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Otra lágrima se derramó sobre mis pestañas e inundó mi mejilla, y me obligué a


levantar la barbilla y mirar a mi padre.
-Lo-lo siento, papi. Lo siento mucho.

Dio un paso hacia mí.


-Bebé, no hay nada por lo que arrepentirse. Sea lo que sea, lo juro, lo arreglaré.
Pero primero tengo que saber qué es, Lu.

-Tú ... no puedes arreglarme, papi-. Respirando hondo, me metí a fondo de cabeza.
-He estado ... cortándome desde que tenía ... doce.

El peso no se levantó mágicamente de mis hombros cuando admití lo que había


estado haciendo. En todo caso, cuando vi que los ojos de mi padre se abrían en
una mezcla de sorpresa y terror, solo se hizo más pesado. Mis piernas se volvieron
gelatinosas, pero Harris estaba allí para sostenerme cuando comencé a
balancearme.

-Eso no es gracioso, Lucy-. Cruzó los brazos sobre el pecho, tratando de negar lo
que acababa de decirle. -Volvamos a lo del embarazo. Si esto es una estratagema
para evitar que mate a Harris, mantendré mis manos limpias. Llamaré a su padre y
dejaré que lo maneje.

No había querido mostrarle la prueba, pero sabía que tenía que hacerlo. Harris no
me dejaba hacer esto a medias. Con dedos temblorosos, desabroché el brazalete
en mi muñeca y lo giré, mostrándole mis cicatrices. La pequeña sonrisa que había
tratado de darme en sus burlas desapareció. Lana y tía Emmie soltaron pequeños
jadeos mientras la cara de mamá palidecía y supe que si no hubiera estado sentada
probablemente se habría desmayado.

- ¿Doce? - Mamá se ahogó. - ¿Te has lastimado durante seis años, Lucy? ¿Pero
por qué?

No pude responderle. ¿Cómo le expliqué por qué? Ya había sido bastante difícil
decirle a Harris.

Decirle que fue como un lanzamiento para mí ni siquiera comenzó a explicarlo.


Nadie entendió. ¿Cómo podrían?

Lana se puso de pie de un salto y cruzó los pocos pies que nos separaban. Sus
dedos eran como hielo cuando levantó mi muñeca para examinarla más de cerca.

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-Lucy, esta fue profunda. Podrías haberte matado-. Su cara era blanca como el
papel, sus ojos color miel parecían atormentados ahora. - ¿Es eso lo que querías
hacer? ¿Matarte?

-No. No es así- me apresuré a asegurarle, pero sus manos temblaban tanto y las
lágrimas, dioses, las lágrimas, me ahogaron hasta el punto de que no podía hablar.

Su cabeza se giró en dirección a Marcus.


- ¿Sabías sobre esto?

Nunca había visto ninguna emoción real de Marcus antes. Normalmente era tan
estoico que era difícil saber si estaba aburrido, pero en ese momento parecía
destruido. Su rostro estaba pálido, sus ojos llenos de tantas emociones que ni
siquiera podía comenzar a nombrarlas todas.
-No sospeché nada de eso- Su voz era ronca, y me di cuenta de que estaba cerca
de las lágrimas.

Marcus

Casi llorando.

No me había dado cuenta de que le importaba tanto. Nunca supe que lo lastimaría
tan profundamente como lo hice con mi familia. Quería rodearlo con los brazos y
prometer que nunca volvería a hacerlo, pero una parte de mí sabía que no podía.
¿Y si lo volviera a hacer? Quería hacerlo en ese mismo momento. Todos en la
habitación lloraban y yo estaba luchando por respirar.

- ¿Pero por qué? -, Exigió mamá otra vez. Estaba temblando y sus ojos estaban
tan abiertos por el miedo como los de mi padre, pero su voz estaba llena de ira. -
¿Por qué Lucy? ¿Por qué te harías esto a ti mismo?

-Layla, tal vez deberías calmarte-, aconsejó la tía Emmie.

-A la mierda la calma-, gritó. -Quiero saber por qué, maldita sea.

-Porque me ayudaba-, exploté, y contuve el aliento que no llenó mis pulmones. -


Es lo único que me ha ayudado. A veces me siento sofocada por todo lo que pasa
por mi cabeza. Se vuelve demasiado y todo lo que quiero hacer es respirar lo
suficientemente profundo, y el dolor ayuda. Me pone a tierra. Puedo respirar de

Dorita
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nuevo. Puedo apagar todo lo demás y dormir. Puedo concentrarme porque el dolor
me distrae de toda la mierda mala.

No tenía la intención de gritar. No había planeado contarles nada de lo que acababa


de salir de mí. Pero la ira de mamá me había golpeado directamente en el corazón
porque era lo único que me había asustado si alguna vez se enteraba.

Que ella me odiaría por eso.

Ha habido muchas mujeres increíblemente fuertes como modelos a seguir en mi


vida. Miré a todas y cada uno de ellas, pero no podía ser tan fuerte como ellas. No
podía soportar el estrés, las emociones que no dejaban de destruirme. El corte me
trajo el tipo de liberación que no podía encontrar en ningún otro lado. No con un
terapeuta. No con Harris.

Tal vez estaba defectuosa.

- ¿El terapeuta no ayudó? -, Preguntó la tía Emmie en voz tan baja que casi no la
escuché.

-N-no-, murmuré y me encontré con su mirada por un segundo antes de bajar los
ojos a la alfombra. - ¿Te ayudó? - Ella había estado conmigo cuando mi padre
biológico me había llevado. La había dejado inconsciente y sangrando en el suelo y
no había podido ayudarla. Esa no era la única cosa con la que la Tía Emmie había
tenido que lidiar en su vida que necesitaba buscar ayuda de un terapeuta, pero era
algo que ambas habíamos compartido juntas.

-Un poco- Ella hizo una mueca. -No mucho, pero un poco.

- ¿Por qué no me dijiste que no estaba funcionando, Lucy? -, Preguntó mamá,


alejándose de mí. Ver la distancia que estaba poniendo entre nosotras solo me hizo
sentir diez veces más avergonzada de lo que había hecho. - ¿Por qué no viniste a
mí?

-No pude.

- ¿Por qué? - Gritó ella.

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-Layla, eso es suficiente- Papá la agarró por los brazos y la atrajo hacia él, sus
ojos eran los más tormentosos que había visto - ¿Qué es lo que te pasa? Nuestra
hija nos necesita y le estás gritando.

Con un grito estrangulado, cayó contra el pecho de papá.


-Le he fallado-, sollozó. -Debería haber sabido que algo andaba mal. Esto es mi
culpa.

- ¿Qué? - Me aparté de Harris y me acerqué a ella. ¿Ella pensó que era su culpa?
Agarré su mano y ella se volvió para mirarme. -Mamá, nada de esto es tu culpa. Es
mía. Yo fui quien me hizo esto a mí misma.

El dolor en sus ojos me dijo todo lo que necesitaba saber. La ira que había estado
en su voz no había estado en mí. Fue en sí misma. Tal vez ella no me odiaba
después de todo.

-Soy tu madre, Lucy -, susurró con tristeza, sus manos cubrieron las mías y las
apretó tranquilizadoramente. -Es mi trabajo saber cuándo las cosas te duelen tanto
que quieres hacerte daño.

No sabía qué decir a eso. Tal vez debería haberlo sabido, pero había ocultado mi
secreto durante seis años. Nadie lo había sospechado nunca. Ninguno. ¿Por qué
debió hacerlo ella? Había encontrado una manera de hacer frente y ella pensó que
estaba mejorando después de que las pesadillas de mi padre me siguieron por tanto
tiempo.

-Ninguno de nosotros sabía, Lay- Lana nos rodeó con los brazos, sus labios
presionaron primero el cabello de Layla y luego el mío. -Pero ahora lo sabemos y
podemos ayudarla.

- ¿Cómo? - Susurró Layla. - ¿Cómo la ayudamos?

-Podemos resolver eso juntas-, prometió, ofreciéndonos a ambos una sonrisa


tranquilizadora. Siempre pensé que mamá era la más fuerte de las tres, pero en ese
momento supe que era Lana. Siempre había sido Lana. -Mientras lo hagamos
juntas, sé que ella puede superar esto.

Con un tembloroso aliento, mamá asintió. Sus brazos me envolvieron,


sosteniéndome contra su pecho.
-Lo siento mucho- le dije, tratando de no llorar de nuevo.

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-Yo también, cariño. Yo también - Pasó sus manos sobre mi cabello, diciéndome
sin palabras que me amaba y que nunca dejaría que nada me lastimara de nuevo.

Sabía que no podía cumplir esa promesa. No tenía forma de saber lo que deparaba
el futuro, pero en ese momento, absorbí todo su amor y esperaba que me ayudara
a superar lo peor que seguiría.

Yo estaba agotada. Me dolían los ojos de tanto llorar, me dolía la garganta y aún
tenía el estómago revuelto por la ansiedad.

Quería acostarme y dormir durante un año, pero sabía que dormir me eludiría. Los
acontecimientos del día seguían repitiéndose en mi cabeza y traté de averiguar si
debería haber hecho algo diferente, decir algo más, o menos. Después de eliminar
todo lo que podía usar para lastimarme, mi familia había ido a su hotel a pasar la
noche, prometiendo regresar a la mañana siguiente y con suerte teniendo
respuestas sobre los pasos que podríamos tomar a continuación.

Después de que se habían ido, me había bañado mientras Harris y Marcus se


habían quedado en la sala de estar, hablando en voz baja.

Eso había sido hace media hora, y ahora estaba sentada en el medio de mi cama,
esperando que Harris se uniera a mí. Esperando que aún quisiera estar conmigo.
Que no lo había asustado con mis problemas jodidos y que todavía no estaba allí
solo porque sentía pena por mí.

Había estado a mi lado todo el día. Me abrazó y me dio el coraje que necesitaba
para contarles a todos lo que estaba pasando. Pensé que estaba allí porque me
amaba y quería ayudar, pero tal vez me equivoqué. Tal vez solo quería ser amigo
ahora. Tal vez ni siquiera quería tanto.

Esos pensamientos me estaban volviendo loca y apreté los puños para evitar ir al
baño y encontrar el tipo de liberación por la que estaba desesperada.

La puerta del dormitorio se abrió y Harris entró, distrayéndome por un momento de


la necesidad sofocante de cortar. Se dejó caer sobre la cama junto a mí, dejando
escapar un suspiro cansado y rodeó mi cintura con un brazo. -Dulzura, ¿te sientes
bien? - Murmuró, presionando un beso en mi sien.

Asentí.

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- ¿Estás bien? Has estado callada desde que todos se fueron- Sus dedos frotaron
pequeños círculos en mi muslo desnudo, haciendo que la necesidad de hacer algo
estúpido se desvaneciera aún más cuando un nuevo dolor ocupó su lugar.

Quería sus manos en cada centímetro de mi cuerpo. Quería su calor para ahuyentar
la frialdad que había invadido mi cuerpo en el momento en que me di cuenta de que
sabía sobre el corte. Quería que me besara para saber si todavía me quería tanto
como yo a él.

-Gracias por estar conmigo hoy-, le dije. -No creo que pudiera haberlo hecho sin ti.

Sus dedos se detuvieron y mordieron la carne de mi muslo externo.


-No hubiera querido estar en ningún otro lado, dulzura.

Traté de sonreír, pero mi cara no quería cooperar.


-Todavía estoy agradecida.

-Lucy-. Se giró para quedar frente a mí en la cama, sus ojos buscando los míos. -
Amarte no se detiene cuando las cosas se ponen feas. En todo caso, es cuando
descubres si ese amor es para siempre. No voy a ninguna parte. Nunca. ¿Lo
entiendes?

-Sí- respiré.

Levantó su mano libre y ahuecó mi mejilla, esos ojos color aguamarina se


oscurecieron de una manera que hacía imposible apartar la mirada.

-Te he amado toda mi vida, Lucy Thornton. Haría falta mucho más que esto para
hacerme parar ahora. Eres mi luna y mis estrellas, mi jodido mundo, niña. Nunca
dudes de eso. Nunca.

-Harris ... Las lágrimas se derramaron de mis ojos. Saber que no iba a dejarme
hizo que todo fuera mucho más soportable. Lo necesitaba más que cualquier otra
persona en el planeta. Con él a mi lado, sabía que podía hacer cualquier cosa.

-Acostúmbrate a decir mi nombre así, Lucy. Hace que mi polla sea dura como el
acero. -Bajó la cabeza y pasó sus labios burlonamente sobre los míos. -Tal vez eso
me convierte en un bastardo, pero te quiero malditamente tanto en este momento.

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Él todavía me quería. El alivio se apoderó de mí, inundó el frío y lo reemplazó con


un calor que solo él podía calmar. Me incliné hacia él, suplicando en silencio por un
beso más profundo. Los dedos de mi muslo se movieron, ahuecaron mi trasero y
me apretaron. Fuerte. Se me escapó un gemido y él gruñó algo incoherente. Me
agarró con ambas manos y me atrajo hacia él hasta que me senté a horcajadas
sobre su cintura.

Solo me puse una de sus camisas y un par de bragas después de mi ducha, así que
no había mucha barrera entre su gruesa erección y mi coño goteando. Su polla se
flexionó debajo de sus jeans, golpeando el lugar perfecto para hacerme ver
estrellas. Los eventos del día se desvanecieron de mi mente y todo lo que podía
pensar era en qué tan rápido podría meterlo dentro de mí.

Mis manos se interpusieron entre nosotros mientras él continuaba besándome y


encontré el chasquido de sus jeans. No llevaba cinturón, gracias a Dios, y me tomé
mi tiempo bajando la cremallera por miedo a lastimarlo. Se estaba esforzando contra
el metal y cuando lo liberé centímetro a centímetro, soltó un siseo de satisfacción.

-Te quiero tanto-, gemí contra sus labios.

-Yo también, dulzura- Me besó fuerte y rápido, sus dedos ya alcanzaron mis
bragas. -Lo siento, Lu, pero no puedo tomármelo con calma esta noche.

-Bien. Me alegro-. Lo agarré por la base y lo acaricié hacia arriba, deleitándome


con las gotas de pre-semen que liberé de la punta. -Te he extrañado mucho, Harris.

-Ah, Dios, Lucy, yo también te extrañé-. Apoyó la cabeza contra la cabecera y cerró
los ojos mientras yo continuaba acariciándolo. -Te amo demasiado, maldita sea.

Nunca me cansaría de escuchar esas palabras.


-Por favor, no pares nunca- susurré.

-Nunca, Lu. Nunca me detendré -. Cogió mis manos y levantó cada una para
besarles el dorso. -Eres mío. Siempre.

--Siempre-, repetí, y robé otro beso.

Bajando mis manos, comenzó a tirar de mi camisa sobre mi cabeza.

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-Eres tan hermosa- Acunó un seno en su mano, su pulgar frotando la punta ya


endurecida, haciéndome gemir. -Soy un hombre afortunado, Lucy. Tan jodidamente
afortunado.

Yo era la afortunada. Que él me amara. Para pasar el resto de mi vida con él. Si
aún podía desearme después de saber todo sobre mí, entonces yo era la persona
más afortunada del mundo. -Hazme el amor ahora, Harris. Muéstrame cuánto me
quieres.

Envolviendo un brazo alrededor de mi cintura, me levantó. Agarrando su polla con


la otra mano, tiró de mí hacia la punta. Sus jeans y camisa todavía estaban puestos,
pero no me importó. Todo lo que quería era que él estuviera dentro de mí,
haciéndome desmoronarme de la mejor manera posible.

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Capítulo 22
Harris

-Pensé que volverías a casa.

Hice una mueca ante el tono derrotado de Jenna. No la había visto mucho en
semanas, meses. Me fui sin decir adiós cuando seguí a Lucy a Florida y luego el
trabajo me tomó tanto tiempo que solo me detuve para verla dos veces. Habían
pasado más de dos semanas desde la última vez que la había visto. Sin embargo,
le envié un mensaje de texto a Angie para ver cómo estaba, así que sabía que
estaba comiendo e incluso saliendo a caminar de vez en cuando.

Con todo lo que estaba pasando con Lucy, Jenna no había estado en mi lista de
prioridades. Mientras Angie la cuidara bien, ella tampoco lo estaría. Amaba a Jenna,
pero era hora de que dejara de cuidarla. No podía seguir dejando que se enfurruñara
en su apartamento. Tenía que comenzar a asumir la responsabilidad de su vida. Tal
vez si ella le mostrara a Natalie y a los demás que ella hablaba en serio acerca de
comenzar de nuevo, volverían. Sin embargo, nadie lo haría si ella iba a actuar
enfurruñada y de mal humor si se quedaba encerrada.

-Mis planes cambiaron -, le dije. No había razón para decirle lo que estaba pasando
con Lucy. Ella solo quería que los familiares más cercanos lo supieran y yo lo
respetaría. Ella se tomaba en serio la búsqueda de ayuda y no iba a darle ninguna
razón para no querer que yo fuera parte de su proceso de recuperación. -Estaré en
casa mañana.

- ¿Vendrás a cenar entonces? - Su tono era esperanzador y odiaba decepcionarla,


pero había mucho que hacer para una visita.

-No puedo, Jen. Tengo que ponerme al día con el trabajo-. No era todo lo que
necesitaba hacer en el trabajo, pero era una excusa lo suficientemente buena como
cualquier otra.

El último día del verano de Lucy era el día siguiente y, tan pronto como terminara,
nos iríamos. Emmie y Lana habían regresado a California la semana anterior, pero
Layla y Jesse no se habían ido. Ellos, como yo, no estaban a punto de dejar a Lucy
fuera de su vista durante las dos semanas que todavía había tenido en la escuela.
Los gemelos, que se habían quedado con Shane y Harper, habían llegado el fin de

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semana anterior y, con todos los Thornton alrededor, Lucy se había vuelto más
como ella.

Emmie ya había estado buscando opciones de tratamiento para Lucy. Nos


reuníamos con unos pocos terapeutas especializados en automutilación para ver si
Lucy se adaptaba a algo. Quería que encontrara a alguien con quien se sintiera
cómoda hablando y que pudiera recurrir si alguna vez sentía que no podía acudir a
mí o a sus padres con la necesidad de lastimarse. También había grupos de apoyo
a los que podía asistir que iba a ir con ella para ver si se sentía cómoda.

Poco a poco se estaba acomodando para ella que no iba a dejarla. Me había
asegurado de que entendiera que era lo más importante en mi vida y que no iba a
dejar que algo así nos destruyera. La única forma en que sabía cómo demostrarle
eso era estar con ella en cada paso para mejorar.

- ¿Esto es por Lucy?

Parpadeé ante la frialdad en el tono de Jenna. ¿Cuáles demonios era su problema?


- ¿Qué quieres decir?

-Todos se pusieron de su lado en enero. Ahora se siente como si ella también te


estuviera alejando de mí -. Había un tono en su voz, pero sus lágrimas no calmaron
la creciente ira que sentía comenzar a hervir en mis venas.

Echando un vistazo alrededor de la suite que había estado viviendo en las últimas
dos semanas con Lucy y Marcus, me aseguré de que nadie estaba lo
suficientemente cerca como para escuchar. Lucy estaba estudiando para su última
final y Marcus estaba en la ducha, pero aun así bajé la voz.
-Solo voy a decir esto una vez, Jenna. te quiero. Eres uno de mis amigos más
cercanos y siempre estaré aquí para ti. Pero Lucy siempre vendrá primero conmigo.
Siempre. No sé qué tipo de mierda está pasando por tu cabeza en este momento,
pero esto no tiene nada que ver con lo que sucedió en enero. No estoy tomando el
lado de nadie porque no hay lados para tomar.

-Nunca tienes tiempo para mí en estos días-. Estaba llorando ahora. -No quiero
perderte, Harris. Eres todo lo que me queda.

-No me vas a perder. Siempre seré tu amigo, Jenna. Y no soy todo lo que te queda.
Shane y Drake los ves todas las semanas. Angie está allí todos los días ...

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-Se detienen por diez minutos, me preguntan si necesito algo y luego se van. Angie
solo se sienta por aquí todo el día, diciéndome sobre comer y tomar suficiente sol.
Se siente como una maldita madre gallina-. Las lágrimas se estaban secando ahora,
reemplazadas por ira. -Eres el único que entiende.

-Soy el único que te permite deprimirte y sentir pena por ti misma- espeté. -Es hora
de que te detenga. Si quieres la vida anterior que tenías antes de Tessa, tienes que
mostrarles a todos que has cambiado. Sentarse en su oscuro apartamento todos
los días no va a hacer eso. Quejarse y quejarse de cómo has perdido a todos y todo
lo que sea, seguro no lo hará -. La escuché inhalar bruscamente, pero ni siquiera
me detuve. -Junta tu mierda, Jenna.

Al segundo siguiente, la línea se cortó y me di cuenta de que me había colgado.


Arrojé mi teléfono sobre la mesa de café y me incliné hacia delante. Bajé la cabeza,
levanté las manos y me apreté la nuca. Me sentí como una mierda por lastimarla,
pero no me arrepiento de una palabra que le acababa de decir. Lo que sucedió en
enero no fue culpa suya, pero lo estaba haciendo todo sobre ella. Era hora de que
ella creciera.

Suaves dedos tocaron el dorso de mis manos y mi cabeza se levantó bruscamente.


Lucy se paró sobre mí, sus ojos llenos de preocupación y compasión.
- ¿Estás bien?

Tomé su mano y la tiré sobre mi regazo.


-Estoy bien.

Dedos suaves y sedosos trazaron sobre mi barbilla, luego se movieron al hoyuelo


en mi mejilla izquierda.
-Lamento lo de Jenna. No quise mantenerte alejado de ella.

Dejé un beso rápido y duro en sus labios.

-No me estás alejando. Tengo una breve lista de prioridades en este momento,
dulzura, y Jenna simplemente no está en eso. Si ella no puede entender eso,
entonces tal vez debería echar un vistazo más de cerca a sus propias prioridades.

Ella apretó los labios por un momento, sumida en sus pensamientos, luego se lamió
con la lengua sobre lo carnoso. Inútilmente seguí el movimiento de esa pequeña y
sexy punta rosa.
-Deberías haberle dicho lo que está pasando conmigo. Ella lo habría entendido.

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-No es asunto de ella-, interrumpí. -Odio admitirlo, Lu, pero ahora Jenna está
atrapada en una mentalidad de" lástima de mí "y no puede pensar más allá de sí
misma. Está deprimida y se ha encerrado, pero nadie puede ayudarla porque no
quiere ayudarse a sí misma. Le daré unos días y luego la volveré a llamar. Quizás
para entonces tenga una mejor perspectiva.

-No quiero que pelees con Jenna, Harris. Ustedes dos han sido amigos durante
tanto tiempo- Ella apoyó la cabeza en mi pecho. -No quiero interponerme entre
ustedes dos.

Besé la parte superior de su cabeza.


-No lo haces, lo juro.

Ella comenzó a trazar pequeños patrones en mi camisa, pero sentí todo el camino
hasta mi polla.
-Tal vez ... Bueno, tal vez todos podamos ir a cenar juntos pronto. Tal vez si ve
que no quiero alejarte de ella, no me odiará.

-Nadie podría odiarte, dulzura-. La besé de nuevo.

-Pero la idea de la cena es algo de lo que podemos hablar una vez que estamos
en casa. ¿Está bien?

Ella levantó la cabeza, una pequeña sonrisa inclinó sus labios.


-Bien. Quiero que seas feliz.

La sorpresa hizo que mis cejas se levantaran y mis ojos se abrieran.


-Lucy, estoy feliz. Mucha más felicidad y podría matarme- Su sonrisa comenzó a
atenuarse y acuné su rostro con ambas manos. -Todo el mundo podría estar
yéndose al infierno, pero seguiría siendo el hombre más feliz con vida mientras te
tenga.

-No has parecido muy feliz últimamente-. Bajó las pestañas. -Ya no sonríes a
menudo.

-Eso es solo porque estoy preocupado por ti. Siempre me preocuparé por ti, Lu.
Hoy, mañana, dentro de diez años. Cincuenta años más adelante. Seguiré
preocupándome-. La atraje más cerca, metiendo su cabeza debajo de mi barbilla. -

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Pero no piensen que no estoy contento, porque nada cambiará eso. Tenerte a mi
lado es la única necesidad que tengo para ser feliz.

Sus uñas me mordieron el pecho, pero el pequeño dolor solo hizo que mis jeans se
volvieran casi insoportablemente apretados.

-Te amo mucho.

-Yo también te amo, Lucy.

Nos sentamos así por un largo rato. Abrazarla me trajo paz y esperaba que también
la ayudara. No teníamos que besarnos o hacer el amor para sentirnos conectados.
Todo lo que necesitábamos era abrazarnos y sabía en mi alma que ella estaría bien.
Finalmente, fue su estómago gruñendo lo que nos separó.

Marcus salió de su habitación y nos preparamos para irnos. Jesse, Layla y los
gemelos ya nos estaban esperando cuando llegamos a la pizzería donde íbamos a
cenar. Luca y Lyric no sabían qué estaba pasando con su hermana. Todos
pensaban que eran demasiado jóvenes para entender, y estuve de acuerdo con
ellos. Pero eran demasiado inteligentes como para no saber que algo estaba mal
con Lucy, y pensé que eventualmente les diría. Hasta entonces, no hablábamos de
eso cuando estaban cerca.

Jesse se levantó cuando nos vio acercándonos a la cabina de la esquina en la que


ya estaban sentados. Abrazó a Lucy con fuerza, luego se giró para estrecharme la
mano. El enorme rockero no había pestañeado cuando le dije que me quedaría con
Lucy mientras estábamos en DC. En todo caso, pensé que estaba aliviado de que
estaría con ella día y noche. El hecho de que compartiéramos una cama no parecía
molestarlo. Supongo que la posibilidad de que Lucy se lastimara supera la idea de
lo que estábamos haciendo a puerta cerrada.

Layla también se levantó y abrazó a su hija aún más fuerte que Jesse. Layla todavía
se estaba culpando y podía entender de dónde venía. Si Lucy y yo alguna vez
tuviéramos hijos propios, sabía que me sentiría de la misma manera si
descubriéramos que uno de ellos se estaba lastimando. Madre e hija se habían
acercado aún más en las últimas dos semanas. Hablaban todos los días y Layla
intentaba ser más comprensiva sobre las razones de Lucy para el corte. Sin
embargo, dudaba que ella lo entendiera por completo.

Dudaba que alguno de nosotros realmente lo hiciera.

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-Estoy tan listo para irme a casa mañana-, dijo Lyric mientras tomábamos nuestros
asientos. Dio un gran mordisco a su pizza de queso.

-Yo también-, se quejó Luca. - ¿Pueden Violet y Mason dormir mañana por la
noche? - Sus ojos oscuros brillaron ante la posibilidad hasta que su padre sacudió
la cabeza.

-Lo siento amigo. Violet y Mason están en Irlanda esta semana con tío Shane y tía
Harper -, le dijo Layla, y la cara de Luca se cayó. -No volverán por otra semana
más o menos.

-Pero ella no dijo que iría a ninguna parte-. Luca apartó su plato de pizza a medio
comer. -Hablé con ella ayer y ella no dijo nada.

-Tal vez ella no lo sabía-, ofreció Lucy como explicación mientras se deslizaba en
la cabina con él. -Estoy segura de que te lo habría dicho si lo hubiera sabido.

-Sí. Tal vez.

Marcus esperó hasta que todos nos acomodamos antes de tomar el final de la gran
cabina. Jesse y Layla siempre se aseguraban de que él se sintiera parte de la familia
cuando comían fuera. Sabía por Lucy que él era como otro tío y la amaba como si
fuera suya. Su papel en su vida no iba a cambiar, me aseguraría de eso. Él era el
único en quien confiaba con su seguridad cuando no estaba cerca y sabía que Jesse
sentía lo mismo.

Después de la cena, Jesse llevó a los niños a jugar en la galería detrás de la pizzería
y Layla se volvió hacia Lucy.
- ¿Cómo va el estudio, bebé?

-Creo que pasaré mañana-. Cogió un popote adicional que estaba sobre la mesa
y comenzó a arrancar el envoltorio de papel en un extremo.

-Eso es genial-. Layla miró por encima del hombro para asegurarse de que los
gemelos estaban fuera de la vista, luego se dio la vuelta. -Emmie tiene dos citas
médicas programadas para el lunes por la mañana. ¿Estás segura de que no
quieres que vaya contigo?

Sorprendido por su pregunta, miré a Lucy.

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- ¿Pensé que íbamos todos juntos? - Si pensaba que no iba a estar con ella, había
perdido la cabeza. No iba a dejar que ella hiciera esto sola. Necesitaba ser parte de
eso.

Lucy se puso el extremo de paja desnuda en la boca y giró la cabeza para mirarme.
Soplando la paja, el resto del papel de paja me golpeó en la mejilla. Con una sonrisa,
dejó la pajita sobre la mesa.
-No te preocupes. Aún vienes. Solo les pedí a mamá y papá que me dejaran hacer
esto solo contigo.

Al instante me relajé, pero vi que Layla estaba teniendo problemas con esta
decisión.
-Sé que reaccioné mal cuando nos lo dijiste, Lucy. Lo siento mucho por eso.

-Está bien, mamá. Reaccionaste como lo haría cualquier madre- Ahora su sonrisa
había desaparecido y le dio un apretón suave a la mano de Layla. -Solo quiero hacer
esto sola-. Sus ojos se dispararon hacia los míos y me dio una sonrisa. -Bueno, no
completamente sola. Pero Harris y yo somos un equipo. Yo solo ...- Ella hizo una
mueca. -No estoy explicando esto bien.

Parte de la tensión de Layla comenzó a desvanecerse y ella giró su mano para


entrelazar sus dedos con los de Lucy antes de alcanzar mi mano.
-No. Lo entiendo-. Sus dedos se apretaron alrededor de los míos y por una vez
comprendí que Layla estaba feliz de que Lucy y yo estuviéramos juntos.

Siempre había sido buena conmigo, y me había tratado como a uno de sus propios
hijos, pero sabía que no había estado contenta de que Lucy cambiara de escuela al
principio. Sabía que había pensado que era mi culpa y que no estaba lejos de la
realidad, pero ahora estaba aliviada de que Lucy estaría más cerca de casa.

-Así es conmigo y con tu papá. Siempre esperé que encontraras a alguien con
quien compartir tu vida así, bebé -. La sonrisa que nos dio en ese momento era
acuosa, pero sincera. -Estoy muy contento de que lo hayas encontrado, Lucy, y de
que sea Harris.

Soltó la mano de Lucy y volvió toda su atención hacia mí.


-Y si la lastimas, haré que desees nunca haber nacido.

Ni siquiera lo dudé.
-Sí, señora.

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Layla Thornton no tenía nada de qué preocuparse, pero joder, me asustó casi más
que Jesse.

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Capítulo 23
Lucy

El timbre de la puerta me sacó de un sueño agotador. Me desperté, me senté en la


cama, desorientado por un minuto porque no estaba segura de dónde estaba hasta
que mis ojos se centraron en la habitación. Estaba en casa, en mi propia habitación,
con todas las cosas que normalmente me brindaban consuelo.

No me habían ayudado a dormir la noche anterior, ni la noche anterior. No ninguna


noche desde que volvimos todos. No había dormido toda la noche desde la última
noche que dormí en mi dormitorio con el calor de Harris rodeándome. Durante la
última semana me había sentado, jugando con aplicaciones en mi teléfono,
escribiendo un poco, pero principalmente caminando por el suelo hasta que me
dormía inquieta en el sofá.

Cada mañana me despertaba en mi propia cama, sabiendo que mi papá me había


puesto allí. Estaba preocupado por mí; todos lo estaban. Estaba un poco
preocupada por mí también. La necesidad de cortar se hacía más fuerte con cada
noche que pasaba. Esa necesidad no se había detenido con decirles a todos lo que
estaba pasando. En todo caso, solo había empeorado. Hasta ahora, había luchado.

Sin embargo, no estaba segura de cuánto tiempo podría seguir luchando.

Harris estaba pasando todo su tiempo disponible conmigo y odiaba estar llevándolo
fuera del trabajo. First Bass era su sueño, uno que él había hecho realidad, y lo
mantenía alejado de eso la mayoría de las veces. Odiaba aún más que él pareciera
más exhausto que yo. Pasó las horas del día conmigo, luego se fue a trabajar
durante unas horas y no pudo dormir hasta casi las tres. Eso no le impidió estar en
Malibú a las nueve para recogerme para una cita o simplemente para pasar el día
conmigo.

Después de la cita que tuve el día anterior, una con un médico que realmente me
gustó y me sentí cómoda hablando, le pedí que durmiera todo el día hoy. Necesitaba
el resto. A Harris no le había gustado, pero después de que le dije que iría al club a
verlo esta noche, se relajó y finalmente cedió.

El timbre volvió a sonar y no estaba cien por ciento segura de que no fuera Harris.
Sin embargo, no usaría el timbre. Mamá le había dado su propia llave cuando

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llegamos a casa el viernes pasado, y la había estado usando para entrar toda la
semana.

Incluso desde mi habitación podía escuchar los golpes en la puerta de entrada


seguidos de quien estaba acostado en el timbre. Se hizo eco a través de la casa y
gemí, dándome cuenta de que mis padres y los gemelos debían haber salido de la
casa. Una mirada al reloj de mi mesita de noche dijo que eran poco más de las once.
Mierda.

Tirando las mantas hacia atrás, agarré mi bata y me la puse sobre mi camiseta y
mis pantalones cortos mientras bajaba apresuradamente las escaleras.

- ¿Quién es? - Pregunté mientras me acercaba a la puerta.

Soltaron el timbre.
-Soy Drake-, me aseguró su voz profunda.

Frunciendo el ceño, abrí la puerta y la abrí. Drake se paró en el escalón delantero


con una cálida sonrisa en su rostro y sus brazos abiertos para un abrazo. No dudé
en dárselo. No lo había visto en semanas. Meses, de verdad. No había venido con
Lana cuando ella había ido a DC con mis padres y no había estado con ella cuando
se había detenido a verme en los últimos días. Sabía que él sabía lo que estaba
pasando. Lana no le ocultaba nada y no quería que lo hiciera.

El abrazo de Drake fue cálido y fuerte, haciéndome sentir segura y amada. Cuando
se retiró, sin embargo, había un destello de lágrimas en sus ojos.
- ¿Cómo estás?

-Estoy bien-, le aseguré. Incluso con la necesidad de cortar, realmente estaba bien.
Principalmente. Sin embargo, quería tranquilizarlo. Esas lágrimas no eran algo que
me gustara ver en sus ojos azul grisáceo. Drake era una de mis personas favoritas
en el planeta y solo quería que sonriera, que no tuviera esa mirada atormentada en
sus ojos que podía ver intentando romper la paz que sabía que había luchado tanto
por encontrar.

- ¿Qué estás haciendo aquí? -, Pregunté cuando comencé a dar un paso atrás y
dejarlo entrar. - ¿Está bien Lana?

-Ángel está bien- dijo mientras entraba y yo cerraba la puerta. -Ve a vestirte. Quiero
que vayas a algún lado conmigo. ¿Está bien?

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-Pero…

Me abrazó de nuevo.
- ¿Por favor? Sin preguntas. Verás cuando lleguemos allí.

Curiosa, pero confiando en él, subí las escaleras y me vestí rápidamente. Quince
minutos después estábamos en el auto de Drake y nos dirigimos a la ciudad. Como
estaba con Drake, no tuve que llevar a Marcus conmigo, pero lo llamé y le pedí que
nos viéramos en First Bass más tarde, ya que sabía que probablemente estaría con
Drake todo el día.

Fue agradable pasar un tiempo a solas con mi cuñado. Raramente teníamos tiempo
solo para nosotros dos, así que este fue un regalo especial para mí que iba a
saborear.

Me sorprendió cuando entró en el garaje del edificio de apartamentos.


- ¿Qué estamos haciendo aquí? ¿Es esta la sorpresa?

Sacudió la cabeza.
-Esta es una recogida corta"-. Salió del auto y vino a abrir mi puerta. No estaba
segura de si fue Lana quien le había enseñado tan buenos modales o tía Emmie a
lo largo de los años que se había ocupado de todos los chicos de Demon's Wings,
pero fue adorable y con gusto le tomé la mano cuando me la ofreció.

Sabía a dónde íbamos en cuanto entramos en el ascensor y él presionó el botón.


Solo había estado en el apartamento de Harris y Jenna unas pocas veces en el
pasado, pero aún recordaba en qué piso estaba. También sabía que Harris se había
mudado de su departamento a uno en el mismo piso que Jace St. Charles.

Algo de mi placer de estar con Drake se evaporó. No sabía cómo ver a su hermana
en este momento. No habíamos hablado en meses y todavía no sabía dónde me
encontraba en toda la pesadilla de Tessa-Harris-Jenna. Quería culparla, pero en el
fondo, sabía que no era realmente su culpa. Había limpiado y roto las cosas con
Tessa. ¿Cómo podría haber sabido lo que sucedería después?

Aun así, me tensé cuando el elevador se levantó. Se detuvo en el vestíbulo por un


momento para dejar ver a una rubia con una gorra de béisbol y un atuendo que
parecía al mismo tiempo caro y vulgar

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. Le di una mirada a Drake y rodé los ojos, haciéndolo sonreír. Envolvió su brazo
alrededor de mis hombros y me empujó contra su costado. La rubia ni siquiera nos
dio una segunda mirada mientras apuñalaba el botón del piso en el que se estaba
bajando.

No me sorprendió el piso al que iba, pero no lo cuestioné cuando las puertas se


abrieron y la dejaron salir. Gray Knight probablemente esperaba compañía, o
cualquier número de otros residentes en ese piso. Una parte de mí quería saltar con
ella y llamar a la puerta de Harris, pero probablemente todavía estaba dormido y le
había prometido a Drake que iría con él.

-Puedes ver al chico en cualquier momento se quejó Drake cuando las puertas se
cerraron de nuevo.

- ¿Ahora lees mentes? -, Le pregunté con una sonrisa.

-Pasteles de bebé, te conozco desde que tenías seis años. Te conozco tan bien
como a mis propias chicas. Sí, cuando se trata de Harris Cutter, puedo leerte alto y
claro.-. Su brazo se apretó, una mirada oscura pasó sobre sus ojos. -Al menos
pensé que podía.

Mis dientes se hundieron en mi labio inferior porque sabía lo que estaba pensando.
-No te rindas por eso, Dray. Mamá y papá no lo sabían. Harris ni siquiera lo sabía.
Lo escondí muy bien.

-Sí- murmuró. -Sí.

Afortunadamente, el ascensor se detuvo en ese momento y salimos al piso de


Jenna. Tirando de mí con él, Drake fue por el pasillo hasta el departamento de Jenna
y llamó. Se abrió unos segundos más tarde, pero no esperaba a la hermosa
pequeña rubia que abrió la puerta.

Al verme, la cara de Angie se dividió en una sonrisa de bienvenida.


-Hola extraña.

Di un paso adelante para abrazarla.


-Hola. No esperaba verte aquí.

Ella se encogió de hombros.

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-Jenna y yo somos buenas amigas-. Nos indicó que entrara. -Jenna se está
preparando. Ella no debería tardar mucho más.

Drake asintió con la cabeza.


-Gracias, Ang. Aprecio que me hayas ayudado a armar esto.

- ¿Qué es exactamente, por cierto? Todavía no lo has dicho-. Obviamente mi


sorpresa fue para mí y para Jenna, pero no pude entender qué podría ser. Con
Drake, podría ser casi cualquier cosa.

Me guiñó un ojo.
-Y no lo harás hasta que lleguemos allí.

Me crucé de brazos y resoplé.


-No sé por qué te amo.
-Sí, lo haces-. Él sonrió.

Con los labios crispados por la diversión, puse los ojos en blanco.
-Sí-, admití, -lo hago.

Una de las puertas del dormitorio se abrió y Jenna salió. Traté de evitar que mi
sorpresa por su apariencia se mostrara en mi rostro, pero no estaba segura de tener
un éxito completo. Jenna había perdido mucho peso. Más que cuando se había
drogado la mayoría de las veces. Tenía sombras oscuras debajo de sus ojos
atormentados de color gris azulado, y su cabello parecía seco y sin vida.

Eso fue todo lo que hizo falta. Esa única mirada a ella, y supe que había pagado
más de lo que le había pasado a Harris. Cualquier castigo que podría haber pensado
no se habría acercado a cuánto se había estado castigando a sí misma. Mi ira con
ella desapareció y fue reemplazada por compasión cuando di un paso adelante sin
siquiera pensarlo y la abracé.

El delgado cuerpo de Jenna se tensó al principio. Sabía que todavía estaba molesta
porque pensó que estaba tratando de poner a Harris en su contra, pero trataría de
arreglar eso. Después de un largo momento, la escuché soltar un suspiro
tembloroso y sus brazos me envolvieron también.
-Es bueno verte-, murmuró contra mi oído.

Me aparté lo suficiente como para mirarla.


-Igualmente. Lo siento mucho, Jen.

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Ella me dio una sonrisa temblorosa.


-Yo también.

Drake se aclaró la garganta.


- ¿Si ustedes damas están listas? Tenemos una cita en media hora.

Angie, aún de pie junto a la puerta, la abrió.


-Ustedes tres diviértanse.

Jenna agarró su bolso y las llaves y nos siguió. Cuando pasó junto a Angie, la
pequeña rubia agarró su mano y le dio un pequeño apretón.
-Llámame más tarde, ¿de acuerdo?

La mirada que cruzó la cara de Jenna fue tan intensa que tuve que mirar hacia otro
lado. Su amistad fue más cercana de lo que pensé y me alegré de que Jenna tuviera
a alguien tan amable en su vida para ayudarla.

La puerta se cerró detrás de nosotros y Drake tomó cada una de nuestras manos.
-Angie no dijo a dónde íbamos- le dijo Jenna a su hermano cuando entramos en el
ascensor.

-Él tampoco me lo dijo-, le aseguré cuando el elevador comenzó a bajar.

-Ambas tendrán que esperar y ver. No falta mucho tiempo, así que puedan esperar
un poco más.

De vuelta en el coche, Drake salió del garaje y entró en el tráfico. Jenna y yo


habíamos tomado el asiento trasero porque quería hablar con ella. No la había visto
desde enero y quería ponerme al día.

Sin embargo, no había mucho para ponerse al día. No había salido de su


departamento en semanas. Rápidamente me di cuenta de que Angie era su única
conexión con el mundo exterior además de Shane y Drake, quienes la visitaban una
vez a la semana. Me dolía el corazón porque sabía que lo estaba pasando muy mal
desde que su hermana había dejado de hablar con ella. Cuando Jenna era más
joven, ella y Natalie habían sido más cercanas que cualquier otra hermana que haya
visto. Más cerca que incluso mi relación con Lana. La distancia comenzó cuando
Natalie dio a luz a Trinity, y solo empeoró con los años cuando Jenna salió a explorar
el mundo con su arte. Desde enero, su relación se había cortado por completo.

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El tiempo pasó rápidamente y cuando Drake se detuvo, miré a mi alrededor.


Estábamos en West Hollywood y Drake había estacionado justo afuera de una de
las mejores tiendas de tatuajes del estado.
- ¿Recibimos tinta?

Me lanzó una sonrisa.


-Por supuesto.

- ¿Todos nosotros? - Jenna frunció el ceño cuando salió de su lado y miró hacia la
tienda. -No soy una gran fanática de los tatuajes, Dray.

-Tienes unos pocos-, dijo. -Uno más no te hará daño.

-Pero-

No le dio tiempo para protestar. Tomando su mano, la condujo a la tienda de


tatuajes. El lugar estaba tranquilo cuando entramos, pero tres hombres se pararon
detrás del mostrador, todos parecían aburridos hasta que vieron a Drake.

El chico del medio se movió alrededor del mostrador y dio un paso adelante para
saludarnos.
-Stevenson. Qué bueno verte.

Se dieron la mano y él jaló a Jenna hacia adelante.


- ¿Están listos para nosotros?

-Estamos todos preparados. Solo díganos dónde los quiere y comenzaremos de


inmediato.-. Él asintió con la cabeza hacia los otros dos muchachos. -Tengo a mis
dos mejores chicos listos para las chicas.

-Gracias hombre. Dame un segundo con ellas, ¿quieres?

Sin cuestionarlo, los tres muchachos desaparecieron en la parte de atrás, y Drake


lentamente se giró para mirarnos a mí y a Jenna. Estaba más que curiosa ahora.
No solo estábamos obteniendo tinta, sino que aparentemente Drake ya había
elegido lo que estábamos obteniendo. ¿Qué demonios está pasando?

Sus ojos azul grisáceo, cuando los vi, detuvieron por completo todo lo que podría
haber dicho. La expresión de su rostro me dijo que esto era importante para él. La

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mano de Jenna todavía estaba en la suya, pero él tomó la mía y nos dio un fuerte
apretón a los dos.
-Ustedes dos son más que una familia para mí. Las quiero mucho a las dos y me
está matando que ambas estén pasando, por tanto. Que ambas se sintieron tan
solas y se hicieron cosas que podrían haberlas alejado de mí para siempre.

Bajé los ojos al suelo, incapaz de mirarlo un segundo más. Dudaba que la
vergüenza de lo que había hecho alguna vez me dejara.

A mi lado, sentí a Jenna tensa.


- ¿De qué estás hablando? - En realidad podía sentir su mirada en mi cabeza
inclinada. -Lucy, ¿de qué está hablando? ¿Estás bien?

Mordiendo el interior de mi labio inferior, de mala gana busqué el brazalete en mi


muñeca izquierda y me lo quité. Drake dejó escapar un siseo, porque era la primera
vez que veía la prueba de mi corte. Los dedos fríos de Jenna me agarraron del
brazo y acercaron mi muñeca.
-Dios mío, Lucy. No tenía ni idea.

-Nadie lo hizo- murmuré.

Drake exhaló largo y fuerte.


-Nadie sabía de ninguna de ustedes. Ahora lo hacemos Ahora lo hago. No
pretendo saber qué es bueno para ninguna de ustedes en este momento. Dudo
seriamente que ustedes dos sepan qué es eso, y eso está bien. El camino para
mejorar es largo y, según mi propia experiencia, ese camino nunca se acorta.
Quizás sea más fácil caminar, pero nunca termina.

Mis ojos volvieron a mirarlo.


-Has hecho un gran trabajo, Dray.

Me dio una sonrisa sombría.


-He tenido ayuda, Lu. He ido a reuniones, he tenido gente detrás de mí y tengo a
mi Ángel y a nuestros bebés para mantenerme en línea recta. Pero ustedes dos, no
han tenido eso. Realmente no. Hoy, quiero mostrarles a ambas que pase lo que
pase, siempre estoy aquí para ustedes.

Las cejas de Jenna se levantaron.


- ¿Con tatuajes?

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Su sonrisa era a la vez triste y divertida.


-Con tatuajes- estuvo de acuerdo. -Pero no cualquier tatuaje. Algo que los tres
podemos compartir y cuando ustedes dos sientan que el mundo se está yendo al
infierno, puedan mirarlo y saber que estaré allí para ayudarlas.

Las lágrimas llenaron mis ojos.


-Siempre he sabido eso, Dray.

-Quizás, pero ahora nunca lo olvidarás.

*******
Punto y coma.

Me encantaba escribir, pero nunca pensé en un punto y coma como una posible
obra de arte para poner en mi cuerpo. Pero el significado detrás de esto fue perfecto
para mí. Un punto y coma representa una oración que un autor podría haber
terminado, pero decidió no hacerlo. El Proyecto Punto y coma representaba a
aquellos que lucharon no solo con pensamientos suicidas, sino que lucharon
diariamente contra la adicción, la depresión y las autolesiones. Fue la tinta perfecta
para los tres. Nos representaba perfectamente a los tres de nuestra propia manera
jodida y posiblemente era el vínculo que necesitaba para ayudarme en lo que
vendría en el futuro. Todos los tenemos en negro y en nuestras muñecas derechas.
Los amaba y solo me hizo sentir mucho más cerca de un hombre que siempre había
estado allí para mí.

Me hizo sentir más cerca de Jenna también.

Tal vez su adicción no era exactamente como mi necesidad de lastimarme, pero


aún podríamos ayudarnos mutuamente. Podría estar allí para ella y ella podría estar
allí para mí. No teníamos que sentirnos tan solos. No teníamos que ocultar nuestras
enfermedades entre nosotros ni preocuparnos si el otro iba a juzgar. Saber que era
algo catártico.

A Jenna también le pareció así.

Después de nuestros tatuajes, Drake nos llevó a comer no lejos del departamento
de Jenna. Nos sentamos en la acera, comiendo sándwiches y bebiendo refrescos.
El sol se sentía bien en mi cara y no tenía ganas de volver al auto, así que después,

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le dije a Drake que iba a caminar con Jenna de regreso a su casa y luego llamaría
a Kin.

Se suponía que debía reunirme con ella y Jace para poder ir juntos a First Bass.
Tenía muchas ganas de salir con ellos. Sería como en los viejos tiempos con la
ventaja de conocer a la hermana de Jace, Kassa.

Kin sabía de mi corte. No podía ocultárselo cuando todos los demás lo sabían. Ella
no lo había tomado bien. Al igual que mi madre, se había culpado por no darse
cuenta de lo que me hacía. No podía entender por qué todos se culpaban a sí
mismos. Me había asegurado de que ninguno de ellos lo supiera. Todo fue sobre
mí. Nadie más.

Deslizando mi brazo por el de Jenna, caminamos unas pocas cuadras hasta su


departamento.

-Hoy ha sido un muy buen día-, murmuró mientras nos acercamos al edificio. -Se
sintió bien salir.

La sorpresa en su voz me rompió el corazón.


-Bueno, tendrás que hacerlo con más frecuencia. ¿Qué tal si cenas conmigo y con
Harris el sábado? - La miré mientras seguíamos caminando, dándole una cálida
sonrisa. -Angie también puede venir.

Sus ojos se iluminaron ante la mención de Angie.


-Realmente me gustaría eso.

-A mí también-. Nos detuvimos afuera del edificio y le apreté el brazo. -Harris te


extraña.

Sus pestañas bajaron.


-También lo extraño. Pero…

-Sin peros. Está resuelto. Cenaremos Tú y Harris se reconciliarán y todos


viviremos felices para siempre. Le guiñé un ojo y alcancé la puerta.

Cuando comenzamos a entrar, la chica que había subido al elevador con Drake y
yo antes salió corriendo. Parecía enojada y su ropa estaba en completo desorden.
Se topó con Jenna y ni siquiera se disculpó.

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-Perra-, la llamé, enojada porque casi había caminado sobre Jenna. -Mira hacia
dónde vas.

Obtuve el dedo en respuesta cuando ella entró en el auto que esperaba en la calle.
- ¿Estás bien? -, Le pregunté a Jenna cuando entramos.

-Estoy bien. Ella no me hizo daño.

- ¿La conoces- Miré a través de la puerta de vidrio y vi como el auto en el que


acababa de entrar la chica, se alejó? - ¿Ella vive aquí?

-No que yo sepa, pero no conozco a todos los que viven aquí. Las únicas personas
que veo son Harris y los chicos de TK. Sin embargo, parecía familiar.
Probablemente alguna celebridad -, reflexionó Jenna mientras esperábamos en el
ascensor. -Olvídate de ella, Lu. Ya lo he hecho.

Encogiéndome de hombros, la seguí al ascensor cuando se abrieron las puertas.


- ¿Qué tal comida mexicana el sábado?

-Suena bien para mí, bebé-. Sin embargo, sus ojos azul grisáceo parecían
inciertos. - ¿Estás segura de que esto estará bien con Harris?

-Jenna, él te ama. Por supuesto que estará bien.

-Lo he extrañado mucho, Lucy. Es el único amigo que me queda aparte de Angie.
Nat ... Su voz se quebró y sacudió la cabeza. -Ella ni siquiera me habla.

No sabía qué decir a eso. Quería ayudarla, pero no tenía idea de cómo o si podía.
En cambio, cambié de tema.
-Vamos de compras el sábado por la mañana. Podríamos cortarnos el pelo y un
nuevo atuendo. Angie y Kin pueden venir con nosotras. Tendremos un día de
chicas.

- ¿Quizás solo nosotros dos? -, Sugirió ella. -Me gustaría ir con las demás, pero
...- Ella se encogió de hombros. -Prefiero que seamos solo nosotras.

Pequeños pasos.

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-Claro-, dije asintiendo. -Por supuesto. Solo nosotros, lo prometo. Lo que quieras,
Jen.

-Gracias, Lucy- El elevador disminuyó la velocidad y finalmente se detuvo en su


piso. -Significa mucho para mí.

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Capítulo 24
Lucy

Marcus se detuvo frente a First Bass, pero ninguno de nosotros lo notó al principio
porque todos nos reíamos demasiado. Mi Range Rover estaba lleno de chicas.
Jenna, Angie, Kin y Kassa se habían reunido conmigo cuando salimos del
apartamento de Jenna antes. Es decir, Jace, Gray porque no iba a dejar que Kassa
se fuera sin él, tuvieron que tomar un taxi ya que no había espacio para nadie más.

- ¿Viste su cara? -, Dijo Kin con una sonrisa mientras finalmente se giraba para
mirar por la ventana trasera cómo el taxi que los chicos habían tomado se detuvo
detrás de nosotros. -Kas, ¿qué le has hecho a Gray? Parecía que se le iba a
reventar una bola de tan enojado que estaba.

Kassa se giró en el medio del asiento trasero para seguir la mirada de Kin.
-Juro que no sé cuál es su problema. Ha sido como un oso con dolor de cabeza
durante las últimas semanas. No puedo dejar el apartamento sin él.

Observé divertido mientras Jace y Gray salían del taxi y Gray llegó a la puerta
trasera, donde Jenna y Angie se habían metido con los otros dos, y la abrieron. Kin
salió primero y se colocó en los brazos de Jace para un beso de bienvenida. Kassa
tardó un poco más en salir, su diversión se había ido ahora mientras fruncía el ceño
ante su nuevo compañero de cuarto.
-A veces me preocupo por ti, Gray. Tendrás un derrame cerebral si no te relajas.

-Me relajaré cuando dejes de hacer locuras-, se quejó. -No me gusta que vayas al
club sin mí. Si no hubiera aparecido cuando lo hice, te habrías ido sola.

-Jace está con nosotros, y tengo otras cuatro chicas conmigo. No hubiera estado
sola, imbécil- Ella le lanzó una mirada irritada por encima del hombro y se unió a su
hermano en la acera.

Esperé hasta que todos salieron antes de abrir la puerta del pasajero delantero.
Marcus ya estaba en la acera, entregando las llaves al valet. Mantuve mi enfoque
en el club frente a mí y en la larga fila de personas esperando para entrar. Las luces
intermitentes de las cámaras de los paps al otro lado de la calle tenían mi propia
diversión desapareciendo y apreté los dientes mientras me dirigía directamente
hacia el Entrada.

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Sabía que no sabían sobre mi secreto, pero ahora que tanta gente que estaba cerca
de mí lo sabía, no pude evitar preguntarme si algún día los papás empezarían a
lanzarme preguntas como: “¿Te has cortado esta noche, Lucy? " O " ¿Manteniendo
las cuchillas afiladas, Lucy? "

Jace ya estaba esperando con la puerta abierta y le di un pequeño abrazo cuando


entré. Como de costumbre, Tiny estaba esperando en la entrada VIP. Dio un paso
adelante cuando me acerqué.
-Señorita Thornton, es bueno verla. El jefe te estaba esperando hace una hora.
¿Se toparon con el tráfico?

-Tráfico, un rockero furioso ...- Miré a Gray, que cruzó sus enormes brazos sobre
su pecho y me levantó las cejas oscuras. -Sabes cómo los tipos artísticos son muy
volubles, Tiny.

El hombre grande y moreno sonrió.


-Eso hago, señorita Thornton- Se hizo a un lado y los demás comenzaron a subir
las escaleras hasta el piso VIP. -Disfrute su noche.

-Gracias, Tiny- Marcus estaba a mi espalda cuando comencé a subir las escaleras.
A mitad de camino, mi teléfono comenzó a sonar y lo hubiera ignorado si no hubiera
sido el tono de llamada de mi padre. Frunciendo el ceño, saqué mi teléfono del
bolsillo trasero.
-Hola papi. ¿Qué pasa? - Sabía que iba a ir a First Bass esta noche y que
probablemente no estaría en casa hasta tarde.

-Hola Lu. ¿Estás ocupada ahora?

Había algo en su voz que hizo que mi corazón se apretara.


-Espera un segundo, papi-. Llegué a la cima de las escaleras y me alejé de mis
amigos para poder escucharlo mejor. - ¿Está todo bien?

-No, bebé, no lo está-. Soltó un fuerte suspiro y podría haber jurado que escuché
lágrimas en su voz. Mi mano libre se apretó en un puño apretado, mis uñas
mordieron la palma de mi mano. -He estado pensando en esto por mucho tiempo,
Lucy. Creo que ... —otro suspiro—— ... creo que deberías quedarte con Harris.

- ¿Qué? - No podría haberlo escuchado bien. De ninguna manera mi padre lo


sugeriría. Demonios, me encantaría quedarme con Harris. Si estuviera con él, sabía

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que sería capaz de dormir. Me envolvería en sus brazos y me quedaría dormida con
el sonido de los latidos de su corazón debajo de mi oreja y su calor haciéndome
sentir segura.

-No duermes, Lucy. Te encuentro caminando por el suelo o desmayada en el sofá


con la salida del sol. Me preocupa que algo suceda ...- Se interrumpió y hundí mis
dientes en mi labio inferior. Su preocupación no era infundada. Había estado
teniendo los mismos pensamientos corriendo por mi mente tanto como él
aparentemente, solo que mis preocupaciones fueron seguidas rápidamente por la
urgencia de hacer las malditas cosas por las que estaba tan preocupado. -Necesitas
dormir, y no creo que hagas mucho de eso aquí sin que el chico te mantenga
anclada a tierra. Me está matando dejar que te mudes, Lucy, pero quiero que seas
feliz y sé que no lo serás a menos que estés con él.

-Papi ... -Me recosté contra la pared, necesitándolo como apoyo después de lo que
acababa de decir. Las lágrimas llenaron mis ojos, pero las parpadeé. -No sé qué
decir.

-Solo dime que me amas, Lu. Y promete que me llamarás todos los días -. Sabía
con certeza que estaba llorando ahora, y la idea de que mi papá grande y fuerte
lloraba era como un golpe mortal en el pecho.

-Te quiero, papi. Te juro que te llamaré todos los días. Rápidamente arranqué una
lágrima que se había escapado. -Y vendré a verte todos los fines de semana.

Se aclaró la garganta.
-Bueno. Me alegro de que hayamos solucionado eso. Yo ... te dejaré volver con
tus amigos, Lu. Llámame mañana, y mamá y yo traeremos tus cosas. Te quiero,
cariño.

-Yo también te amo, papi.

Me quedé allí, solo mirando mi teléfono mucho después de que él colgara. No podía
creer lo que acababa de decir. Lo que acababa de hacer. Jesse Thornton era mi
héroe en todos los sentidos posibles. Todos los que lo conocían sabían que dejar
que su única hija se mudara con su novio era un paso que nunca daría sin antes
golpear al novio a una pulpa sangrienta. Sin embargo, lo hizo, porque se dio cuenta
de que necesitaba más a Harris.

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-Hey- Kin se paró a mi lado con una mirada preocupada en su rostro cuando vio la
prueba de mis lágrimas. - ¿Todo bien?

-Sí- murmuré y le di una pequeña sonrisa para mostrarle que estaba bien. -Sí. Solo
mi papá.

-Bueno. Vamos, tomemos un trago. Me tomó de la mano y tiró de mí hacia el bar.


-Jace bajó las escaleras para buscar a Harris, así que busquemos un lugar para
sentarnos antes de que regresen.

El bar estaba abarrotado y ni siquiera nos podíamos meter para ordenar. Haciendo
una mueca, me moví hasta el final y me puse de puntillas para ver por encima de
las cabezas de los VIP frente a mí. Vi a Nate poner unas cervezas en la barra.
- ¡Nate! Lo llamé y agité la mano.

-Ustedes dos, muévanse-, ordenó Nate y, como por arte de magia, de repente
había un lugar despejado en el bar. Sus ojos inusuales se iluminaron cuando me vio
y di un paso adelante para abrazarlo al otro lado -Hola hermosa. ¿Cómo has
estado?

Lo abracé fuerte, luego retrocedí.


-He estado bien. Muy, muy bien.-. Le sonreí. -Escuché que tuviste un ascenso.
Felicidades. Te lo mereces.

-Gracias, Lucy-. Sus ojos se posaron detrás de mí hacia las otras chicas que había
traído, se quedaron con Kassa y luego volvieron a mí. - ¿Lo normal?

-Cinco cervezas de jengibre, por favor.

Colocando las gafas en la parte superior de la barra, me guiñó un ojo.


-No te pierdas.

-Creo que puedo hacer esa promesa-. Él sonrió y esperé hasta que fue al otro
extremo de la barra antes de entregar las bebidas.

-Entonces es por eso que Gray se pone irritable cuando vienes aquí sin él-,
murmuró Kin con una sonrisa en dirección a Kassa.

-Nate es solo un amigo-, le aseguró Kassa, pero pude ver el leve sonrojo que llenó
sus mejillas. -Simplemente no le digas nada sobre Nate, ¿de acuerdo?

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-Mis labios están sellados, bebé.

- ¿Dónde está Gray de todos modos? - Angie miró alrededor de la habitación. -


¿Pensé que estaba justo detrás de nosotros?

-Ahí está-. Jenna lo señaló y todos miramos a través de la habitación para


encontrarlo hablando con una rubia con piernas que se extendió por millas. Estaba
apoyado contra la pared, pero sus ojos eran depredadores mientras los mantenía
enfrente de él.

-Pensándolo bien, menciona a Nate tanto como quieras-. Kassa tomó un largo
trago de su ginger ale y dejó el vaso sobre la barra. -Creo que pasaré un rato aquí.
Vayan a divertirse.

-Nos quedaremos contigo. No hay ningún lugar para sentarse de todos modos -.
Todos los sofás estaban ocupados y no había una silla libre en el lugar. Era la típica
multitud de los viernes por la noche y estaba muy orgullosa de Harris por todo su
éxito con First Bass.

-Se ve familiar-. Kin echó una mirada por más tiempo, pero sacudió la cabeza. -No
puedo distinguir su rostro desde aquí, pero juro que la he visto antes.

-Por supuesto que sí-, Kassa murmuró. -Ella es una de esas groupies estándar,
corrientes y vulgares. Son una moneda de diez centavos por docena en nuestro
lugar.

-Gray es un imbécil. Ignóralo.

No podría estar en desacuerdo con la observación de Angie. Pensé que Gray era
un imbécil desde la primera vez que lo conocí. Pero había visto la forma en que
estaba con Kassa antes e incluso cuando estaba enojado, todavía la miraba como
si fuera preciosa. Sin embargo, no iba a decirle eso en ese momento. Kassa se veía
verde por los celos que conocía demasiado bien. Lo había experimentado un millón
de veces diferentes a lo largo de los años antes de que Harris se convirtiera en mío.

-Espera, no creo que esté tratando de meterse en sus pantalones-, observó Jenna
mientras seguía mirando a Gray.

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Volvimos nuestra atención a la pareja al otro lado de la habitación. Jenna tenía


razón. La expresión del rostro de Gray no era la de un hombre que intentaba
seducirle entre las piernas de una chica. A segunda vista, parecía aburrido y más
que un poco irritado. Lo vi levantar la cabeza en nuestra dirección. La rubia miró
hacia nosotros y Kassa rápidamente se dio la vuelta, pero no pude apartar la mirada
por alguna razón. Como dijo Kin, la chica me resultaba familiar.

- ¿Es esa la chica de antes? - Preguntó Jenna mientras daba un paso más cerca
de mí.

Entonces hizo clic en mi cabeza.


-Sí, creo que es ella-. Las mismas piernas de una milla de largo, la misma cola de
caballo larga sin la gorra. Llevaba un atuendo diferente, pero no era menos costoso
ni de mala calidad. Parecía una chica al acecho de un hombre, pero mientras veía
a Gray seguir hablando con ella, llegué a la conclusión de que él no era el hombre
por el que ella estaba merodeando.

-Genial, aquí viene- Angie suspiró. - ¿Qué carajo? ¿Por qué está sonriendo así?

Mi disgusto anterior por la chica solo creció mientras caminaba hacia nosotros. La
sonrisa que estaba en su rostro le dio una mirada de niña malvada que me puso los
nervios de punta. Apreté la mandíbula, tratando de luchar contra el deseo de golpear
a la perra en la cara. ¿Quién demonios era ella y qué coño quería?

Ella se detuvo justo a nuestro lado.


- ¿Así que eres tú? - Su tono era frío y tenía un filo agudo.

Nos tomó a todos, un segundo darnos cuenta con quién estaba hablando, pero su
mirada estaba en mí.
- ¿La que qué? -Mi tono era igual de frío, pero más sarcástico. La odiaba y ni
siquiera sabía su nombre.

-La que cree que puede quitarme a Harris.

Increíble. Ella no solo era una perra, sino una loca. Me preguntaba si tendría que
cumplir condena si le rompía la cara bonita a una chica con enfermedades mentales.

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Capítulo 25
Harris

Entre Nate y Barb, el trabajo que tuve que poner al día fue mínimo. Eso fue un alivio
porque no estaba seguro de tenerlo dentro de mí para dar a una avalancha de
trabajo apilada en mi escritorio la atención que necesitaba. Cada dos segundos mis
pensamientos iban del trabajo a Lucy y todo lo que quería era estar con ella.

Joder, la extrañaba.

La había visto justo el día anterior, y sabía que la vería antes del final de la noche,
pero la extrañaba de todos modos. Pasar las horas del día con ella no era suficiente.
No podía dormir sin ella, así que no había dormido lo suficiente últimamente. Todo
lo que quería era pasar cada segundo libre con ella, amarla, y eso no era posible.

Haciendo una mueca, arrojé mi bolígrafo sobre el escritorio y tomé mi teléfono.


Debería haber estado en el club hace más de una hora, pero me envió un mensaje
de texto para decirme que llegaba tarde. Estaba nervioso como un adicto que
necesitaba su siguiente dosis solo por verla: el sonido de su voz en mi oído.

El sonido de mi elevador me hizo levantar la cabeza. Observé esperanzado cuando


las puertas se abrieron, ansiando que fuera Lucy.

Jace salió con una sonrisa en su rostro.


-Yo, hombre. Vámonos. Las chicas están arriba esperando.

-Lucy?

Él asintió y solté un suspiro de alivio.


-Debería haberme enviado un mensaje de texto cuando llegó aquí.

-Estaba hablando por teléfono cuando subimos-, me aseguró. - ¿Terminaste por


la noche?

-Principalmente. Sin embargo, todo lo demás puede esperar. Lo manejaré mañana


o dejaré que Barb termine el lunes por la noche. Me aparté de mi escritorio y agarré
mis llaves. Cuando entré en el elevador, mi teléfono se encendió y reprimí una
maldición cuando vi quién era.

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Jesse Thornton. Maldición. Aún no había visto a su hija y probablemente estaba


llamando para preguntarme a qué hora la llevaría a casa. Sabiendo que no podía
ignorarlo, levanté el teléfono a mi oído.
- ¿Hola?

-Harris, ¿tienes un minuto? - Su voz sonó ahogada pero fría y apreté el botón del
segundo piso, pensando que no me iba a gustar esta conversación ni un poco.

-Sí señor. Siempre tengo tiempo para usted, señor. - Si quería hablar con él o no,
le daría tiempo cuando él necesitara hablar conmigo. Él iba a ser una gran parte de
mi futuro, después de todo.

-Acabo de hablar con Lucy, pero también quería hablar contigo sobre esto
personalmente-. Mi estómago se apretó porque sonaba ... extraño.

- ¿Lucy está bien? - Por favor, Dios, déjala estar bien. Jace había dicho que estaba
arriba, pero eso no significaba una mierda. Ella podría estar teniendo un mal día,
pero yo no lo sabía. Joder, ¿por qué no la había llamado?

-Ella está bien, muchacho-. Soltó un suspiro irregular. -Mayormente bien, creo.

- ¿Qué significa eso? - Mi tono era más agudo de lo que pretendía, pero, joder, iba
a perder mi mierda si no supiera que ella estaba bien o no.

-Ella no ha estado durmiendo en la noche. No desde que llegamos a casa. Ella


está caminando por los pasillos o quién sabe qué más por la noche. Estoy
preocupado por ella- Su voz era tensa. -Ella te necesita, Harris. La amo lo suficiente
como para admitir que ella te necesita más de lo que me necesita a mí.

- ¿Qué puedo hacer para ayudar? - Pararía el tiempo para ayudarla si eso era lo
que ella necesitaba. Cualquier cosa, siempre y cuando estuviera segura y feliz.

-Creo que la ayudaría si se mudara contigo.

El elevador se detuvo, pero presioné el botón cerrado para que las puertas no se
abrieran. Jace me lanzó una mirada curiosa, pero no podría haberle hablado si mi
vida dependiera de ello. No podía creer lo que estaba escuchando. Lo deseaba
tanto que estaba bastante seguro de que estaba teniendo un colapso mental y
escuchaba cosas. De ninguna manera Jesse Thornton me había dicho que quería

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que su hija viviera conmigo. Hubiera hecho un maldito salto mortal hacia atrás desde
la parte superior de mi club si pensara que era real en ese momento.

- ¿Puede decir eso otra vez, señor?

-Ella duerme más fácilmente contigo, Harris-. La tensión en su voz se había


duplicado ahora. -Ella es más feliz cuando está contigo. Su felicidad es todo lo que
podría pedir y eso significa dejarla ir para que pueda vivir contigo.

-Yo ...- tragué saliva e intenté de nuevo. -Yo ... Gracias, señor. Le prometo que la
cuidaré perfectamente.

-Lo sé, muchacho. Si no lo hiciera, nunca la dejaría ir- Se aclaró la garganta. -Te
dejaré ir ahora.

-Sí señor. Adiós, señor-. El teléfono se cortó en su extremo y dejé caer mi mano,
tratando de entender la realidad de lo que acababa de suceder.

Jace me dio un codazo en el hombro.


- ¿Estás bien, hombre?

-Sí- murmuré cuando una sonrisa levantó mis labios. -Sí, estoy genial, hombre.

-Bien, ¿entonces quizás puedas dejarnos salir de esta lata de sardinas y podamos
ir a ver a nuestras chicas? Me estoy poniendo claustrofóbico aquí con tu trasero.

Riendo, solté el botón y las puertas se abrieron. Jace se bajó primero y mis ojos
recorrieron la habitación en busca de Lucy. Tenía ganas de celebrar después de la
conversación con su padre. Este fue solo un paso más en la dirección correcta para
nosotros y el futuro que quería con ella. Nunca había imaginado que se uniría tan
rápido, pero estoy seguro de que no lo lamentaré.

-Esa chica Peyton te ha estado buscando, amigo.

Mi cabeza giró a mi izquierda cuando escuché la voz de Gray. Obviamente había


estado esperando para poder contarme esa pequeña noticia.
- ¿Peyton está en mi maldito club?

Iba a arrestar a esa perra. Se estaba volviendo demasiado para tratar. No había
hecho nada más que llamarme desde que la había despedido y las Blonde

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Bombshells la habían echado de la banda. Había bloqueado su número, pero solo


recibió otro teléfono y comenzó a acosarme con mensajes de texto y el doble de
llamadas. Sin embargo, no me había preocupado por eso, en realidad no. Era
molesta pero no había sobrepasado ninguna línea.

Hasta esa tarde, cuando había entrado en mi departamento diciéndole al conserje


que creía que estaba enfermo y que no podía entrar para ver cómo estaba. El idiota
la había dejado entrar y ella había pasado. Dios sabía cuánto tiempo estuvo en mi
lugar mientras dormía. Me había despertado cuando ella se metió en la cama a mi
lado. En nada más que su sostén y bragas.

Había amenazado con llamar a la policía y ella había salido rápido, pero debería
haber sabido que esa perra no había terminado de tratar de volverme loco con su
mierda. Estaba seriamente desquiciada si pensaba que la quería, pero eso era
exactamente lo que parecía pensar.

-Ella solo fue a hablar con las chicas-, Gray me informó ahora. -Sin embargo, ella
tiene problemas serios, hombre. Ella quería saber todo sobre Lucy.

Maldito infierno.

No le había dicho a Lucy lo que estaba sucediendo porque no quería molestarla,


pero sabía que tendría que explicar toda la mierda que Peyton había estado
haciendo en las últimas semanas. Especialmente ahora que Lucy iba a vivir
conmigo.

- ¿Dónde están? - Mordí, y Gray abrió el camino hacia el bar.

Primero vi el pelo rojo de Kin, luego la cabeza rubia de Peyton. Ahora estaba parada
frente a las chicas y solo quería agarrar a Lucy y llevarla tan lejos de Peyton como
pudiera humanamente. ¿Y si esa perra intentara sabotear cosas con Lucy y
conmigo? ¿Qué pasaría si ella llenara la cabeza de Lucy con todo tipo de basura y
mentiras y Lucy le creyera? No estaba a punto de perder lo mejor de mi mundo ante
una pequeña perra vengativa. Mataría a Peyton con mis propias manos antes de
que eso sucediera.

Al acercarme al grupo de chicas, vi la cara de Lucy y supe que no estaba feliz. Sus
ojos oscuros se centraron únicamente en la rubia frente a ella, sus labios se
volvieron hacia abajo con disgusto. Quería envolverla en mis brazos y besarla sin
aliento.

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-Harris y yo hemos estado juntos durante meses y no voy a dejar que lo arruines -
escuché decir a Peyton. -El me ama.

Los ojos de Lucy se abrieron.


- ¿Oh sí?

Me detuve, incapaz de moverme otra pulgada por miedo a lo que estaba por
suceder. Ella no podía creer las mentiras de Peyton. Ella no podía. Si lo hiciera y
me dejaba, me destruiría. Lucy fue la razón por la que me levantaba de la cama
todas las mañanas. Si la perdiera ahora, ese sería mi fin.

-Estuve en su cama esta tarde y se quejaba de que no podía deshacerse de ti-


Ella cruzó los brazos sobre su pecho y miró a Lucy. -Solo voy a decir esto una vez.
Mantente alejado de Harris. Él es mío.

A su alrededor, las otras chicas se echaron a reír. Si hubiera estado pensando


claramente, podría haberme reído también. A mi lado, Jace incluso soltó una risita.
Esta chica estaba totalmente loca y no podría haber arrojado una mentira más obvia
si hubiera estado tratando de hacerlo. Nadie que me conociera, que supiera lo que
Lucy y yo habíamos superado, jamás creería lo que acababa de decir.

Lucy dio un paso hacia Peyton, pero fue la sonrisa en su rostro lo que hizo que todo
el aire saliera de mis pulmones.
-Esa es una linda historia que tienes en mente, cariño. Pero probablemente
deberías aclarar tus hechos antes de comenzar a vomitar ese tipo de locura-. Ella
se inclinó más cerca como si fuera a decirle a la otra chica un secreto. -No sé qué
pasó hoy, pero sí conozco a Harris Cutter. Probablemente me ama más que
cualquier otra persona en el planeta, incluido él mismo. Nunca me engañaría.

El alivio fue como un maremoto que me atravesó y pude respirar hondo. Me sacó
de mi aturdimiento y avancé los últimos metros hacia adelante. Cuando Peyton me
vio, su rostro palideció. Sin embargo, ella no era lo importante en ese momento.
Envolví una mano alrededor de la cintura de Lucy. La sensación de ella contra mí
hizo que todo en el mundo volviera a estar bien. Presioné un beso en la sien de
Lucy, respirando el aroma de su champú y agradeciendo a Dios que era mía.

Lucy levantó la cabeza y esa sonrisa seguía en su hermoso rostro.


-Hola- prácticamente ronroneó.

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-Te amo tanto- le dije. Peyton emitió un sonido angustiado, pero mi enfoque estaba
únicamente en la única persona que alguna vez importaría. -Te ves realmente
hermosa esta noche, dulzura.

-Gracias, cariño- Su cabeza se inclinó hacia un lado, sus ojos bailando con
diversión. - ¿Por qué no te deshaces de loa alta, rubia y loca que está allá y
podemos pasar un buen rato con nuestros amigos? Me está aburriendo un poco.

Bajé la cabeza y presioné un beso rápido y duro en sus labios. Al retroceder, vi la


necesidad en sus ojos que coincidían con los míos.
-En eso, Lu-. Robando otro beso, de mala gana la dejé ir y finalmente miré a
Peyton. - ¿Cómo entraste? Tengo órdenes estrictas de no dejarte entrar.

Me miró de reojo a Lucy y de regreso, con el odio en sus ojos como llamas.
-Una de las nuevas camareras me dejó entrar cuando le dije que era tu novia.

-Correcto. Ella está despedida- Miré por encima del hombro y me encontré con los
ojos de Nate. Dejó la bebida de alguien y se unió a nosotros. Cuando vio a Peyton,
sus ojos se estrecharon con hostilidad. -Muéstrale a Peyton la puerta y luego
despide a la idiota que la dejó entrar. Mientras lo haces, recuerda a todos acerca de
nuestra nueva regla. Asegúrate y hazles saber que la única novia que tengo y que
tendré es Lucy Thornton.

- ¿Thornton? - Gritó Peyton. -No sabía que eras Lucy Thornton.

- ¿Eso te habría detenido? - Lucy se rió de nuevo. - ¿Saber que mi papá podría
arruinar tus posibilidades de llegar al mundo del rock te hubiera impedido tratar de
separarnos a mí y a Harris? - Se acercó a la otra chica de nuevo. -No es de mi papá
de quien tienes que preocuparte, Peyton. ¿Puedo llamarte Peyton? - Me guiñó un
ojo y quise agarrarla y escondernos a los dos en mi oficina durante unas horas.
Tornillo saliendo con nuestros amigos. -Papá no podría preocuparse menos por ti y
tus sueños de rockera de corta duración con las Blonde Bombshell, porque nadie te
tocará una vez que tía Emmie se asegure de que tu nombre esté en la lista negra.

- ¿Ti-tía Emmie? - Peyton estaba ahora tan blanca como un fantasma.

-Mi tía, Emmie Armstrong. Ella también me ama. Quizás no tanto como Harris, pero
no mucha gente podría amarme tanto. Un pequeño susurro en su oído y será como
si nunca hubieras existido-. Ella dio un paso atrás. -Fue un placer conocerte, Peyton.

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Nate agarró el brazo de la niña y se la llevó. No los vi irse; en cambio, agarré a Lucy
por la cintura y la arrojé sobre mi hombro. A la mierda el club y todo lo demás. La
necesitaba sola. Ahora.
-No prometo que volveremos- le dije a nuestro grupo de amigos, que me miraban
con ojos risueños. -O que estaremos por aquí mañana- Pude sentir a Lucy riéndose
y mi polla se engrosó aún más. Pronto no podría estar de pie. Frotando una mano
sobre su culo perfecto, me dirigí al ascensor.

-Buenas noches, Lucy.

-Buenas noches, Kin- respondió ella, todavía riendo.

Las puertas del ascensor apenas se cerraron detrás de nosotros antes de bajarla y
presionarla contra la pared. La diversión dejó sus ojos para ser reemplazada por
una necesidad ardiente que solo acariciaba los fuegos míos.
-Te extrañé hoy- murmuró.

-Joder, Lu. También te extrañé. Bajé la cabeza y le rocé el cuello con la nariz.

-No soy fanática de tu amiga- dijo con una sonrisa. - ¿Qué pasa con ella, de todos
modos?

-Esa perra está loca, Lu-. Me aparté lo suficiente como para mirarla. -Sabes que la
despedí y que las Bombshells la echaron. Ella me ha estado llamando, pero no la
tomé en serio hasta hoy. Ella consiguió que mi conserje idiota abriera la puerta de
mi apartamento y la dejara entrar mientras yo dormía. Ella trató de meterse en la
cama conmigo.

Todo su cuerpo se puso rígido e hice una mueca ante la mirada asesina en sus ojos
oscuros.
- ¿Ahora me lo dices? Podría haberle arañado la cara bonita.

-La próxima vez, dulzura- prometí y besé la punta de su nariz.

- ¿Estaba desnuda? - Pude ver los celos tan claros como el día en sus ojos.

-Tenía puesta su ropa interior- No iba a mentir sobre eso. Nunca le ocultaría algo
así.

- ¿De qué color eran?

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-No lo sé, Lu. No estaba mirando- Su sonrisa regresó. - ¿Qué? - No entendí esa
mirada en sus ojos.

Ella solo sacudió la cabeza.


-Te amo.

-Yo también te amo, dulzura. Más que nada. El ascensor se detuvo, pero ninguno
de los dos se movió cuando las puertas se abrieron detrás de mí.

-Lo sé y nunca lo dudaré otra vez. Ahuecó mi cara con ambas manos. -Pensé con
certeza que te perdería cuando descubrieras lo del corte.

-Eso nunca va a suceder. Estás atrapada conmigo de por vida, Lu. Presioné un
beso en su palma derecha. - ¿Estás preparada para eso?

-Más que lista. Especialmente ahora que voy a ser tu compañera de cuarto- Sus
ojos se iluminaron y sentí una sonrisa dividir mi rostro. -Entonces, papá me llamó y-

La corté con un beso rápido y duro.


-Él también me llamó- le aseguré cuando volví a levantar la cabeza. -Lo siento, Lu,
pero tu papá es mi nueva persona favorita en el mundo. Me dio lo único que siempre
he querido.

- ¿Oh sí? ¿Y qué es eso? - Bromeó, pero yo estaba completamente serio.

-Tú, Lu. Tú.

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Epílogo
Lucy

El débil sol de enero intentaba abrirse paso a través de las sombras dibujadas. Abrí
un ojo y miré el reloj de la mesita de noche. Las tres y cinco.

Había dormido más de doce horas sin siquiera escuchar a Harris irse al club. Nos
lo pasamos bien la noche anterior con sus padres y los míos celebrando mi
cumpleaños un día antes, y me había acostado con él mientras él me daba el único
regalo de cumpleaños que podía desear. Me había quedado dormida encima de él
y ni siquiera había abierto los ojos hasta ahora.

Girándome en nuestra cama, miré hacia el techo y me sentí un poco triste. Esta fue
la primera vez desde que me convertí en la hija de Jesse y Layla Thornton que no
me habían despertado con un coro de "Feliz cumpleaños" y un pastel con velas
encendidas para pedir un deseo. Sin embargo, no podía estar muy triste, ya que
había logrado hacer eso la noche anterior con ellos. No obstante, los extrañaba.

Era el único inconveniente de vivir con Harris. No podía ver a mi familia todos los
días como lo había hecho una vez. Entre la escuela, mi sesión de terapia semanal
y mi grupo de apoyo todos los miércoles por la noche, quedaba poco tiempo para
cualquier otra cosa. Normalmente solo veía a mis padres los sábados por la tarde
cuando conducía a Malibú con Marcus para pasar el día con ellos y mis hermanos.

Sin embargo, esa fue la única queja que tuve al respecto. Demonios, era la única
queja que tenía, punto. Desde que me mudé con Harris, mi deseo de cortarme se
había desvanecido hasta el punto de que solo apareció en unas pocas ocasiones.
Estaba más feliz de lo que recordaba haber estado en toda mi vida y ahora no habría
cambiado mi vida por nada.

Desde la mesita de noche oí que mi teléfono sonaba y lo alcancé a ciegas. Al ver el


nombre en la pantalla, lo acerqué a mi oído.
-Hola, Kin.

-Feliz cumpleaños- su voz emocionada llenó mi oído. - ¿Estás lista? Deberíamos


estar allí en unos dos minutos. Voy a subir al ascensor ahora.

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Me levanté en la cama, gimiendo porque no estaba lista. Kin y las chicas me


llevaban a mi cumpleaños y lo había olvidado por completo.
-Necesito quince minutos.

Kin se rio.
-Bueno. Lo entiendo. Harris te mantuvo despierta hasta tarde otra vez, ¿eh?

No pude negarlo. Me encantó cómo me mantuvo despierto y nunca, nunca, me


quejaría de eso.
-Lo siento.

-No hay problema, bebé. Kassa, Caro y yo nos iremos a casa de Jenna y la
recogeremos a ella y a Angie primero. Ella se echó a reír. -Entonces puedes
olvidarte de tu delicioso novio por unas horas porque eres todo nuestra.

-Lo prometo. Todos los pensamientos sobre Harris quedarán en espera mientras
te dejo a ti y a las chicas mimarme- Salí de la cama y me dirigí al baño. -Nos vemos
en un rato.

Me apresuré a ducharme y ni siquiera intenté lavarme el cabello. Una vez que


estuve limpia, me puse un poco de maquillaje y me vestí con un simple par de
leggins negros, botas hasta la rodilla y un top que era un poco más elegante de lo
que normalmente usaba. Pensé que las chicas me llevarían a cenar y quería estar
preparada para cualquier lugar que quisieran comer.

Cuando salí de la habitación, encontré a Marcus en la cocina tomando una taza de


café. Harris había decidido cambiar los apartamentos de una habitación a dos
habitaciones cuando me mudé con él para que Marcus pudiera quedarse con
nosotros. Entre Harris y mi papá, Marcus siempre tendría una parte en mi vida y
honestamente podría decir que estaba contento.

-Feliz cumpleaños- saludó Marcus con una sonrisa. Se había relajado más
conmigo desde que había confesado lo del corte. Ya no era el guardaespaldas sin
emociones que siempre había sido en el pasado, sino un amigo más abierto con el
que estaba feliz de tener que hablar todos los días.

-Gracias- Le di un breve abrazo y tomé la taza de café que me ofreció. -Todas


estarán aquí pronto. ¿Estás listo?

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. Por supuesto- Abrió uno de los gabinetes y pensé que estaba obteniendo una
taza de viaje para su café, pero cuando se dio la vuelta había un pequeño regalo en
la mano. -Para ti.

Conmovida por su gesto, tomé el regalo y lo abrí rápidamente. Cuando encontré el


bolígrafo plateado adentro, grabado con las simples palabras 'nunca dejes de
soñar', las lágrimas picaron en mis ojos. -Esto es hermoso. Muchas gracias, Marcus.

Pensé que veía rosa llenando sus mejillas, pero se dio la vuelta antes de que pudiera
cuestionarlo.
-Tomaré mis llaves.

Todavía sonriendo ante su atento regalo, bebí mi café. Cuando terminé, sonó el
timbre y corrí a contestar. Kassa, Jenna, Angie, Carolina y Kin estaban todas de pie
en el pasillo. Agarrando mi abrigo y mi bolso, salí con ellas y me envolvió en un
abrazo tras otro.

-Feliz cumpleaños- murmuró Jenna, la última en abrazarme. Manteniendo un


brazo alrededor de mis hombros, todas giramos hacia el elevador con Marcus justo
detrás de nosotras. -Estábamos pensando en uñas, luego un poco de compras,
algo de cenar y, por último, pero no menos importante, volver a First Bass para que
Harris no pierda su mierda.

Me reí.
-Un plan impresionante.

Durante las siguientes horas, dejé que mis amigos me trataran con todo tipo de
mimos y golosinas. Comí demasiado en la cena y luego compartí un gran postre
con las demás antes de dirigirnos al club. Como le había prometido a Kin, intenté
mantener a Harris fuera de mi mente, pero no pude evitar extrañarlo. No había
hablado con él en todo el día y estaba un poco triste porque no había enviado
mensajes de texto o llamado. Normalmente me enviaba mensajes de texto cada
tanto tiempo para decirme cómo iba su día y preguntarme por el mío.

Era el típico jueves por la noche con mucha gente tratando de entrar a First Bass
para ver a las Blonde Bombshell Su contrato estaba llegando a su fin en unas pocas
semanas más y Harris ya tenía una nueva banda en fila para tomar su lugar. Desde
que dejaron caer a Peyton, las Blonde Bombshells habían recibido algunas ofertas
serias para gerentes y sellos discográficos. Tía Emmie todavía estaba en la cerca
para tratar con ellas, pero Harris había confesado que Natalie estaba pensando en

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aceptarlos como sus clientes. Como socia igual en la compañía con Emmie y
Annabelle, Natalie tenía el derecho de tomar las bandas que quisiera.

-Feliz cumpleaños, señorita Thornton- me saludó Tiny cuando entramos en el club.

Le di una cálida sonrisa.


-Gracias, Tiny.

-El jefe ya está arriba con Jace y los demás- nos informó. -Espero que disfrute su
noche.

Kin y Jenna me llevaron por las escaleras hasta el piso VIP. No bajamos las
escaleras los jueves por la noche porque la multitud podía ponerse ruidosa con
todos los chicos que asistían a ver las Bombshells. La seguridad de Harris había
roto muchas peleas por eso.

A diferencia del año anterior, no había ninguna fiesta sorpresa esperándome cuando
subimos las escaleras. Tenía que admitir que estaba aliviada. No quería que
ninguna repetición de mi decimoctavo cumpleaños siguiera a ningún otro
cumpleaños mientras viviera. Jenna y Kin no me dieron tiempo para mirar a mi
alrededor, ya que me llevaron a nuestro rincón habitual donde normalmente nos
relajábamos y veíamos el espectáculo.

- ¡Lucy! - Jace y Caleb se pusieron de pie para abrazarme, luego me llevaron al


sofá con las chicas.

Miré a mi alrededor, decepcionado de que Harris aún no estuviera allí.


- ¿Está ocupado?

Jace se encogió de hombros cuando retomó su asiento y tiró de Kin sobre su regazo.
-Creo que hubo un problema técnico antes y fue a solucionarlo. No te preocupes
estará aquí arriba pronto.

-Oh- murmuré y me recosté.

- ¿Qué tal una bebida? - Sugirió Caleb. -Buscaré una camarera y nos traeré algo.

-Claro- Asentí. -Lo de siempre está bien.

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Nos sentamos y hablamos durante un buen rato, pero no pude decir nada. Seguí
mirando mi teléfono y luego alrededor para ver si podía encontrar a Harris. Estaba
rodeado de todos mis amigos, pero sinceramente me sentía solo porque lo único
que quería era a Harris. Era ridículo porque lo veía todos los días, me despertaba
con él todas las mañanas. Sin embargo, lo extrañaba como loca. Mi necesidad de
estar con él cada segundo de cada día no había disminuido al verlo tan libremente
todos los días. Dudaba que alguna vez lo hiciera, y estaba perfectamente feliz de
que nunca fuera más fácil estar sin él.

- ¿Estamos retrasados?

Mi cabeza se alzó al oír la voz de mi hermana. Confundida, vi como Lana y Drake


caminaban hacia nosotros. De pie, la abracé.
- ¿Tarde para qué?

-Para decirte feliz cumpleaños- dijo Drake con una sonrisa y nos abrazó a Lana y
a mí. -Maldición, mi pequeña Lucy tiene diecinueve años. Sin embargo, para mí,
siempre serás esa niña de seis años que se subió a mi regazo y me preguntó si yo
era un verdadero demonio.

- ¿Podemos arruinar tu fiesta? - Preguntó una nueva voz.

Al mirar por encima del brazo de Drake, vi a Natalie y Devlin Cutter caminando hacia
nosotros con tía Emmie y Nik justo detrás de ellos. Mientras observaba, Shane y
Harper aparecieron en la parte superior de las escaleras, seguidos por mis padres.
Confundida, pero feliz de verlos a todos, abracé a cada uno de ellos. Natalie me dio
un fuerte apretón cuando me soltó y se volvió hacia su esposo, pero no pude parar
de cuestionar la mirada que creí haber visto en sus ojos cuando los brazos de mi
madre me envolvieron.

Papá fue el último en abrazarme y no me soltó cuando nos volvimos para mirar a
los demás. Me alegré tanto de que estuviera allí, que parte del aguijón de que Harris
no llegaba aún, se había desvanecido.
- ¿Tuviste un buen día, Lu? - Preguntó papá.

-Ha sido genial- Le sonreí. -No tenía idea de que vendrías esta noche. Pensé que
no volvería a verte hasta el sábado.

- ¿Te estas quejando? Porque puedo irme, si quieres- Mi agarre sobre él solo se
apretó, y él me guiñó un ojo. -Eso creí.

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-Nunca me quejaría de verte, papi. Gracias por venir- Solo mejoró el día tenerlo a
él y al resto de mi familia allí conmigo.

Abajo, escuché a la banda prepararse para comenzar su espectáculo. Seguí de pie


con mi papá, nos acercamos al balcón para mirar. Roanna, Aubree, Génesis y
London subieron al escenario, listas para rockear el club. Nunca dejaba de
sorprenderme lo fácil que fue llamar la atención de todos. Estas cuatro chicas
estaban destinadas a ir a lugares con su música, especialmente Roanna con su voz
asesina.

-Es bueno ver todas sus caras esta noche- dijo Roanna al micrófono mientras se
movía por el escenario. Todos los ojos en el club se volvieron hacia ella ahora, y
ella lo sabía. Era extraño porque allá arriba se convertía en una diosa y sabía
exactamente qué control tenía sobre las personas, y prosperaba con eso. Fuera del
escenario, trataba de mezclarse con el fondo, volviéndose su hermosura lo más
pequeña posible, para evitar la atención.
-Antes de sacudir sus bragas, nos gustaría tomarnos un momento y desearle un
feliz cumpleaños muy especial a la única Lucy Thornton- Roanna me miró y sonrió,
aunque estaba segura de que no podía verme con todas las luces enfocadas
directamente sobre ella y las otras Bombshells.

Los fanáticos de abajo siguieron su mirada y escuché que cientos de ellos me


deseaban un feliz cumpleaños. Sentí mis mejillas calentarse con la atención, y me
acurruqué un poco más contra mi padre.

-Feliz cumpleaños, a ti- comenzó la voz sensual de Roanna y sus compañeros de


banda se unieron. -Feliz cumpleaños a ti- La multitud de abajo comenzó a cantar. -
Feliz cumpleaños, querida Lucy- Quería matar a mis amigos y familiares cuando
comenzaron a cantar también. -Feliz cumpleaños a ti.

Gemí contra el pecho de papá.


- ¿Ya se acabó?

Él se rió entre dientes y me alejó de la banda y los fanáticos de abajo.


-Casi-murmuró, pero escuché un sonido extraño en su voz y lo miré. Sus ojos, sin
embargo, estaban en algo a su izquierda.

Siguiendo su mirada, encontré a Nate y Barb bajando del elevador con un enorme
pastel, ya encendido con velas, siendo llevados hacia nosotros en una mesa.

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Riendo, di un paso adelante con todos los demás para mirar el pastel. Mi corazón
se aceleró ante todo el pensamiento que Harris debió haber puesto en esta pequeña
sorpresa y no quería nada más que abrazarlo en ese momento, pero aún estaba
desaparecido.

Empujando a través del pequeño grupo de familiares y amigos que ya estaban de


pie junto al pastel, finalmente lo vi bien. Mientras leía el mensaje escrito en un bonito
color púrpura, mi corazón se detuvo y retrocedí un paso sorprendido.

Oh. Mis. Dioses.

Todo había cobrado sentido ahora. Por qué nuestros padres estaban allí con el resto
de mis familiares más cercanos. Oh, dioses, esto era surrealista y tan
exquisitamente hermoso que no podía recuperar el aliento.

Fuertes brazos atraparon mis caderas y mi cabeza se levantó lentamente del pastel
hacia el hombre parado detrás de mí. Las lágrimas llenaron mis ojos cuando me
encontré con la mirada aguamarina de Harris. Pude ver la ansiedad devolviéndome
la mirada, la incertidumbre mezclada con la esperanza. Inconscientemente, mi
mirada volvió al pastel y volví a leer las palabras.

“¿Te quieres casar conmigo?”

Con sus manos aún en mi cintura, Harris cayó sobre una rodilla y todo el club pareció
quedarse en silencio. No pude encontrar mi voz, no podía respirar. Todo lo que pude
hacer fue observar cómo soltaba mis caderas y tomaba mi mano izquierda con la
suya.
-Lucy, te he amado por tanto tiempo que no recuerdo un momento en que no te
amé. Eres mi paz y mi cordura. Sin ti, nada tiene sentido. Sé que eres mía, pero
¿darás un paso más conmigo y te convertirás en mi esposa?

-Si.

-Si. Si. Si. Si.

No estaba segura si había dicho las palabras en voz alta o no, así que asentí con la
cabeza salvajemente. Debe haber sido suficiente porque a través de mis lágrimas
vi a Harris deslizar un diamante marquesa en mi dedo y finalmente estuve donde
quería estar todo el día, en sus brazos, besándome y diciéndome una y otra vez.
cuanto me amaba

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No escuché las felicitaciones de nuestros amigos y familiares y los muchos clientes


VIP que habían estado presentes. No sentí las palmaditas en la espalda ni escuché
a mi madre y a Natalie llorar.

Todo lo que podía ver era a Harris.

Todo lo que podía escuchar eran sus palabras de amor.

Tenía todo lo que siempre había querido allí, y nunca lo dejaría ir.

La autolesión está ahí cuando parece que nadie más lo está, pero siempre hay luz
en la oscuridad al alcance cuando estás listo. No estás solo.

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Sobre la Autora:

Terri Anne Browning es la autora superventas de USA TODAY de The Rocker ...
Series. Comenzó a escribir sus propias novelas a la edad de dieciséis años,
obligando a su hermana a ser su único club de fans. Ahora tiene algunos lectores
más y mucha más pasión por la escritura. Siendo disléxica, nunca pensó que una
carrera en la escritura sería posible, sin embargo, ha estado en las listas de mejores
ventas varias veces desde 2013. Reese: A Safe Haven Novella fue su primer libro
publicado en Indie. The Rocker Who Holds Me cambió las mesas y comenzó la serie
The Rocker ... con los miembros pecaminosamente deliciosos de Demon's Wings.
La serie Rocker ... se ha expandido a OtherWorld con Axton Cage y los miembros
de su banda. Otros libros de Terri Anne incluyen Angel's Halo MC Series y The Lucy
& Harris Novella Series.

Terri Anne vive en Virginia con su esposo, sus tres demonios, err, hijos, y un
adorable Bulldog Inglés llamado Olde.

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