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MODERADORA DE TRADUCCIÓN
Jessibel

TRADUCTORAS

Jessibel Mich Fraser

∞Jul∞ Lvic15

Cjuli2516zc Zara1789

MODERADORA DE CORRECCIÓN
Tamij18

CORRECTORAS

Florpincha Light Feather

Caile Jessibel

Nuwa Loss Daliam

LECTURA FINAL
Daliam

DISEÑO

Daniela Herondale

Índice
Sinopsis Capítulo 21

Capítulo 1 Capítulo 22

Capítulo 2 Capítulo 23

Capítulo 3 Capítulo 24

Capítulo 4 Capítulo 25

Capítulo 5 Capítulo 26

Capítulo 6 Capítulo 27

Capítulo 7 Capítulo 28

Capítulo 8 Capítulo 29

Capítulo 9 Capítulo 30

Capítulo 10 Capítulo 31

Capítulo 11 Capítulo 32

Capítulo 12 Capítulo 33

Capítulo 13 Capítulo 34

Capítulo 14 Capítulo 35

Capítulo15 Capítulo 36

Capítulo16 Capítulo 37

Capítulo 17 Epílogo

Capítulo 18 Chase

Capítulo 19 Finales Felices de Bree

Capítulo 20 Sobre El Autor


Sinopsis
Es un tabú. Incorrecto. Fuera de los límites.
Sé cómo funciona. Conozco las reglas.
Pero, maldita sea, si él no consigue meterse bajo mi piel.
Y en mi cama...

No hay ninguna razón para que una mujer como yo,


establecida, con éxito, independiente,
duerma alguna vez con un hombre más joven.
Un hombre muy joven con un fuerte cuerpo duro y esculpido.
Un cuerpo que puede durar toda la noche.
Durante toda la noche.

No puedo resistir, no lo puedo rechazar.


No puedo escapar.
Debido a que nunca he conocido placer como este.
Chase Nolan entró en mi vida e interrumpió mi pequeño mundo perfecto.
Y lo hizo mucho mejor.

Disfruta mientras puedas, Jillian.


Pues no hay forma de que haya un futuro para nosotros.
Después de todo, ¿él es apenas legal?

La música es como suenan los sentimientos.

~Autor Desconocido

1
Traducido por Jessibel

Corregido por Tamij18

—¡Date prisa! Creo que mis pezones se están derritiendo.


—Tus pezones están bien. —Me volví de espaldas hacia el espejo de
cuerpo entero e hice otra inspección. No había duda que el vestido era
definitivamente más corto que cualquier cosa que hubiera llevado en mucho
tiempo. Tal vez nunca. La idea de llevarlo en público hizo que mi estómago
se revolviera.
Los pasos de Perry hicieron eco por el pasillo mientras se acercaba a
mi dormitorio. —En serio, Jills, hay como cien grados aquí.
Levanté el pelo de mis hombros, debatiendo si debía o no cortarlo.
Hacía mucho calor allí afuera, el día más caluroso del año. Tal vez no en los
tres dígitos, pero lo suficientemente cerca como para desear una ducha cada
cinco minutos.
—No entiendo por qué no acabas de arreglar el maldito aire
acondicionado de una vez por todas. No es que no puedas pagarlo. ¿Quieres
que a ese barista caliente le suden las pelotas cuando lo traigas aquí
después de tu cita?
—No tengo que preocuparme por eso porque no voy a salir con él.
Sabes muy bien que es demasiado joven para mí.
—Dios, eres tan...
Su frase fue interrumpida cuando rodeó la puerta. —¿Arriba o abajo?
—pregunté, agrupando un puñado en la parte superior de mi cabeza.
—Hacia abajo. —Dejé caer mi mano. Sí, de esa manera se veía mejor
con el vestido. A veces podría estar el lago diez grados más fríos, y eso es lo
que tendría que apostar.
—Mierda, te ves mejor en ese vestido que yo. ¿Cómo se supone que
volveré a usarlo ahora? Lo has arruinado.
Miré a Perry, riéndome de su expresión enfurruñada. Exageración o
no, era dulce lo que dijo. —Es mi proyecto para mañana. —Agarré mi bolso
de la cama y revolví a través de él, asegurándome que tenía suficiente dinero

en efectivo para la noche—. Hay una pequeña pieza que Mike modificaba
cada vez que se apagó. Siempre me pareció fácil, así que estoy segura que
puedo aprender a hacerlo yo misma. No necesito contratar a nadie.
—¿De qué demonios estás hablando? —Ella cogió una de mis revistas
de la cómoda y la convirtió en un abanico.
Me puse de rodillas y empecé a rebuscar en el armario, en busca de
zapatos. —El aire acondicionado, ¿recuerdas? ¿La cosa de la que te estabas
quejando hace un minuto? —Tiré a un lado mis lindas sandalias, que
habrían complementado mi atuendo perfectamente, a favor de un par de
sandalias muy gastadas. Sabía que no debía torturar mis pobres pies en el
nombre de la moda. Estaba tan cansada de eso.
—Olvídate de la sudadera, eso son viejas noticias. Lo que es tendencia
ahora eres tú con ese vestido. Te ves jodidamente caliente, Jills. Me gustaría
tener tus piernas. Estoy tan celosa.
Dijo la mujer que se veía impecable vistiendo nada más que
pantalones cortos y una diminuta camiseta. En todo el tiempo que la
conocía, no creo que jamás la haya visto nada menos que alegre.
Yo, por el contrario....
Me puse de pie y alisé el material endeble, ajustándomelo. —Sí, ¿estás
celosa de estos también? —Apreté mis manos sobre mis pechos, dando un
giro hacia el espejo. Juro que se habían caído desde la noche anterior.
Hmm... Tal vez Perry estaba en algo con esta cosa del derretimiento. Una
vez que tuviera el aire frío a todo volumen de nuevo, saldrían de nuevo y
podría congelarlos en su lugar. Era una fantasía agradable.
—Estás loca. No hay nada malo con tus pechos.
—Mi vecina me dijo que sucede durante la noche. Vas a la cama con
ellos apuntando hacia el norte, y por la mañana, te estás tropezando con
ellos. Lo mismo pasa con tu culo. Estoy esperando que sea el próximo. Dijo
que un día, de repente, se puso sus pantalones vaqueros, y parecía que tenía
barras metálicas planas en los bolsillos traseros. Su trasero se hundía hasta
sus muslos.
—Probablemente se lo hace en los pantalones. ¿No es ella como de
ochenta?
—¡Tiene cuarenta y nueve!
—Eh. Bueno, parece mucho mayor. —Perry me agarró del brazo—.
Vamos. No quiero llegar tarde al espectáculo. Te ves perfecta. No hay nada
más que hacer aquí.
Mi larga lista de tareas pendientes rodó por mi cabeza. —¿Tendré un
segundo para…?

—No. Ni siquiera lo pienses, Jills. Todo trabajo y nada de juego, y…


ya sabes el resto.
—Yo juego. —Deslicé mis pies en los zapatos, pensando que mi
esmalte podría necesitar un retoque. Incluso con mi vista enfocada hacia
abajo, pude sentir a Perry rodar los ojos.
—Lo que sea. Tu ordenador está fuera de los límites. Puede esperar
hasta mañana.
Colgué mi bolso sobre mi hombro. —Sólo necesito apagar todos los
ventiladores antes de irnos.
Perry se dirigió hacia la puerta contigua a mi dormitorio y oficina en
casa. —Está bien, pero estoy comprobando esta sala.
Suspiré. Me conocía muy bien. Si entro allí, no podría resistirme a
mirar la pantalla. Salí por la puerta de enfrente y di vueltas en la cocina.
—Oye, ¿qué hay con todas las cajas? ¿Te estás mudando y no me lo
dijiste?
Apagué el ventilador de una ventana, entonces lo encendí de nuevo.
Tal vez era un peligro eléctrico, pero necesitaba algún tipo de circulación en
la casa, o me metería en el suelo cuando llegara a casa.
Me acerqué y asomé la cabeza en la oficina, con cuidado de no cruzar
el umbral. La cara de Perry estaba enterrada en una caja de juegos de mesa.
Ella sacó una caja desde la parte superior de la pila, y luego la arrojó de
nuevo hacia abajo antes de pasar a la siguiente.
—No me estoy mudando, simplemente limpio la casa. Haciendo un
poco de limpieza. Lo he pospuesto por mucho tiempo, pero ahora que Daniel
se ha ido, no hay necesidad de continuar aferrándose a todas estas cosas.
Perry levantó la vista y asintió. Luego se acercó y tomó mi mano. —
Vamos, Jills. Yo manejaré. Es hora de conseguir sacarte de esta casa.

2
Traducido por Jessibel

Corregido por Tamij18

Cuanto más nos acercamos a la orilla del lago, más se desmoronaban


mis nervios. En su mayor parte, estaba bastante cómoda conmigo misma,
¿pero a quién estaba engañando? Tener una figura digna de cintura para
abajo no significa que debería andar con un atuendo destinado a alguien en
sus primeras dos décadas de vida. Me sentía como una impostora.
—¿Vas a relajarte ya? —Perry miró por encima, viéndome moverme
inquieta para cubrir partes de mí misma que no quería mostrar—. Te ves
increíble, así que empieza a actuar como tal.
Tan pronto como se paró en Jackson, decidí que tenía razón. No sobre
la parte increíble, sino la necesidad de relajarse. No tenía un juego de
repuesto de ropa en el bolso, por lo que también podría disfrutar de mí
misma. Demonios, probablemente haya bisabuelas alardeando de las partes
superiores de los bikinis, así que no sabía por qué estaba tan nerviosa
acerca de empujar a una mujer de cuarenta en un escaso vestido.
La asistente saludó con la mano a Perry en el aparcamiento, y ella se
volvió hacia un lugar, tirando de un grupo de adolescentes que salían de su
Jeep. Cuando abrió la puerta, una ráfaga de calor pegajoso entró,
cubriéndome y convirtiendo los quince minutos de aire helado que tuve en
un recuerdo lejano.
Bajé mi visor y me sequé el sudor que se acumulaba en mi frente antes
de abrir la puerta. Hace mucho más fresco aquí abajo. En todo caso, hacía
más calor, y todavía quedaban un buen par de horas antes que se pusiera
el sol. Salí, pero no antes de agarrar un fajo de servilletas de Starbucks que
había escondido en su consola y deslizarlas sobre la parte posterior de mi
cuello.
—Sabes que es como secarte con una toalla mientras estas en la
piscina, ¿verdad? Aquí hay un mil por ciento de humedad, por lo que sólo
tienes que lidiar con eso y no preocuparte por gotear todo el lugar.
—¿No eras tú quien estaba haciendo una gran cosa acerca de mi
aparato de aire acondicionado roto? —La imagen mental de hordas de chicas
chocando sus cuerpos empapados uno contra el otro de repente me hizo

cuestionar salir por la noche. En realidad, estaba bastante cómoda en mi


pequeña oficina con los ventiladores a distancia. Y tenía mucho trabajo por
terminar....
—Sí, cuando estábamos atrapadas dentro, pero ahora que estamos al
aire libre, es un juego completamente nuevo. —Perry alzó mi brazo, sin duda
centelleando a todo el mundo detrás de nosotros—. ¿Cómo puedes no estar
emocionada ahora mismo? Estamos en un gran festival de música al aire
libre. Bandas, comida, cerveza. Diversión, diversión, diversión. Todo lo que
tienes que hacer es aventurarte unos pasos hacia adelante, y todo puede ser
tuyo hoy.
Me reí y bajó el brazo. —Suenas como la teletienda.
—En serio, Jills. Estás en tu elemento aquí. ¿Cuánto tiempo ha
pasado?
—Ni siquiera lo sé. Todavía tenía paseos aquí, sin embargo. Recuerdo
traer a Daniel durante el día. —Dios, tuvo que ser hace más de diez años.
Ella arqueó las cejas—. Ni siquiera digas nada.
—Sólo iba a decir que estoy feliz que estés aquí. —Ella sonrió
dulcemente—. Eso es todo.
Asentí. Perry había tratado de traerme de vuelta desde hace años, pero
siempre tenía alguna razón para rechazarlo. Me quedé mirando la gran verja
blanca que llevaba al recinto ferial y me sentí un poco mareada. Era muy
justa. Merecía esta noche. Mi vida tenía que consistir en algo más que estar
sentada detrás de un escritorio, y este era el lugar perfecto para empezar.
—Está bien —le dije, sonriendo en respuesta a su tirón fuera del lote—
. Voy. No necesitas volver a mostrar mis bragas.
Di un paso en torno a un hombre que vendía globos gigantes de
animales y casi chocó con otro. —¿Las entradas? —Preguntó él, sosteniendo
una pila.
Perry frunció los labios y buscó frenéticamente en su bolso. Lo sostuve
más abierto para ella. — No me digas que olvidaste las entradas. —Se
suponía que debía estar a cargo de ellas. Mis piernas empezaron a saltar.
De repente, no quería nada más que estar dentro del parque, bebiendo una
cerveza fría y moviendo mis caderas.
—¡Ah! Te tengo. —Cerró su bolso y sonrió ampliamente—. Ves, tú
realmente quieres estar aquí.
Negué con la cabeza al revendedor, y pasamos a través de la acera.
Sólo tomó unos segundos antes que rompiera a reír, y Perry pronto me
siguió. —Sí, has hecho tu punto. Estoy lista para divertirme. Honestamente.
—Ese es el espíritu. Ahora, repite conmigo: luzco jodidamente
preciosa esta noche.

—Me veo preciosa esta noche. —Perry, mi mayor animadora.


—Bueno, lo suficientemente cerca. Y no voy a llenar mi cabeza con
argumentos de marketing o informes de activos o cualquier otra cosa
aburrida que hago las veinticuatro horas del día.
—No voy a pensar en el trabajo. —Una brisa débil flotaba sobre
nosotras, y se sintió maravilloso. Estaba empezando a emocionarme aún
más.
—Y voy a echar un polvo esta noche.
—¡Perry!
—Sólo pensé que quería escapar con uno allí. Una noche de fiesta no
es todo lo que te debes.
Abrí la boca para negarlo, pero la cerré con la misma rapidez.
Maldición. Ella probablemente también tenía razón sobre eso. Si no fuera
cuidadosa, mi vagina volvería al estado virgen.
Llegamos a la entrada y Perry sacó las entradas, frunciendo el ceño a
su teléfono. —¿Qué pasa?
Ella suspiró con fuerza. —Stephen está atrapado en el trabajo. Un
problema severo o algo por el estilo. Todo lo que sé es que probablemente
no se reunirá con nosotras esta noche. —Asentí, sabiendo que cuando mi
hermano tenía grandes problemas en la empresa, no podía salir hasta que
se resolvieran—. Oh, bueno, más diversión para nosotras.
Perry sonrió, pero no fue muy convincente. Me dio la entrada para que
el operador la escaneara, luego hizo lo mismo con la suya. Recibió una
sonrisa de él a cambio; un educado “no gracias”, pero una sonrisa “me
gustaría hablar contigo más tarde”, que no contó con suficiente atención por
parte de ella. Niño tonto; ¿no podía ver que estaba desperdiciando sus
encantos en la chica equivocada.
—¿Hay algún acto especial por el que vinieron esta noche? —
Preguntó.
Me abstuve de responder, "solo navegando”. Tuve la impresión que
sólo estaba tomando ventaja ya que los trabajadores de la puerta por lo
general no hacen una pequeña charla. Retrocedía, pero Perry tenía ese
efecto en los hombres.
—Reino Santificado —respondió ella rápidamente cuando nos
abrimos paso, casi derribando a una despedida de soltera. La novia llevaba
una corona de princesa y poco más.
—Y te estabas volviendo loca sobre un pequeño vestido sin buen
gusto.

—Parece tener la mitad de mi edad, Perry. Difícilmente es lo mismo.


—Ella se encogió de hombros, pero entonces su rostro creció de dolor
mientras observaba al grupo embriagado girando a través de la multitud. La
mayoría de las veces, su cantidad de paciencia me dejaba impresionada,
pero ciertas cosas como esas llegaban y la provocaban.
—Sabes —dijo ella—, sin Stephen alrededor babeándome por todo mi
cuerpo, tendré más tiempo para pasar con el cantante caliente.
Nos dirigimos al mostrador de información para tomar un programa,
el olor a cloro de las fuentes de refrigeración me hizo llorar.
—¿Tu amigo, Stu? Pensé que habías dicho que es gay. —Y aunque no
lo fuera, no importaba qué tan caliente era; la conocía lo suficiente como
para saber que nunca consideraría hacer nada que dañara a mi hermano.
—Lo es, pero ¿qué diablos, Jills? Van a ser seis años la próxima
semana.
Lo sentía por ella; realmente lo hacía. —Sólo tienes que darle un poco
más de tiempo, ¿de acuerdo? No hay duda de cuánto te ama. Ustedes dos
son el uno para el otro.
Perry agitó la mano. —Sí, sí. Lo que sea. Por supuesto, le daré más
tiempo. —Ella suspiró—. Siempre lo hago. Pero será mejor que ponga su
culo en marcha pronto.
Estaba de acuerdo, mordí mi lengua para mantener las palabras
contenidas. ¿Qué le estaba tomando tanto tiempo? Ya tenía el anillo. No le
hacía falta armar la propuesta perfecta. A Perry no le importaba eso; ella
sólo lo necesitaba. Estaba manteniendo el secreto porque él me lo había
pedido, y quería que fuera algo especial para ella, pero me estaba matando.
No sabía cuánto tiempo más podría mantenerlo.
—Así que, ¿cuánto tiempo hasta que toquen?
Perry volvió a comprobar el horario. —No por otra hora, pero quiero
llegar temprano para poder estar al frente. Estarán abajo en el extremo
norte.
—Está bien, ¿qué tal si bajamos y caminamos un poco? Podemos
tomar una cerveza y echar un vistazo a alguna otra música.
—Suena bien.
Nos dirigimos al puesto más cercano y esperamos en fila, mi cuerpo
zumbaba con toda la energía del lugar. No podía creer que me hubiera
alejado tanto tiempo. Antes que todas las responsabilidades estuvieran
establecidas, solía ahorrar mis vacaciones para poder pasar los once días
aquí cada verano.

Perry levantó dos dedos cuando fue nuestro turno en el mostrador,


señalando una vez al recolector de vino, y luego a la cerveza. El hombre le
dio una buena mirada antes de tocar con el dedo su insignia de Documento
de identidad. Se volvió hacia mí con una enorme sonrisa y sacó su
identificación. Fanfarrona.
Me tomé la mitad de la mía de un trago. Me aseguraría de conseguir
algo de comida en mi estómago antes que pasara mucho tiempo, pero era
difícil no estar abrasado cuando podía literalmente freír un sándwich en el
pavimento debajo de mí.
Caminamos dentro y fuera de la gente, haciendo nuestro camino
hasta el otro extremo del parque. Si recordaba correctamente, una gran
cantidad de nuevas y futuras bandas tocaban en ese escenario. En realidad,
tenía muchas ganas de comprobarlo.
—Reino Santificado, ¿verdad? —Nunca había oído hablar de ellos,
pero Perry dijo que sólo habían estado alrededor por algunos años y que
principalmente realizaban actuaciones locales.
—Sí, te van a encantar. —Perry tiró bruscamente de mi brazo, casi
tirando mi taza al suelo mientras me tiraba en una dirección diferente. Ella
señaló hacia el planeador—. Lo siento, no quiero ser escupido.
Me reí. —Esa es una de esas cosas que siempre dicen que sucede, pero
nunca lo he visto.
—Bueno, no me arriesgaré. Las únicas secreciones que quiero en mí
son de Stephen. Si él va abajo de mí, puede cubrirme tanto como quiera.
—Voy a actuar como si nunca hubiera escuchado eso. —Tener una
futura cuñada como mejor amiga tenía muchas ventajas. Escuchar acerca
de la vida sexual de mi hermano no era una de ellas—. Oh Dios mío. ¿Es
eso un salón de tatuajes?
—Sí, ¿estás interesada? Algún día me gustaría conseguir otro.
Negué con la cabeza. Cuando era más joven, siempre quise uno, pero
no podía decidir sobre el diseño adecuado. Algo sexy podría convertirse en
aterrador cuando las partes del cuerpo empiezan a cambiar. —Solo mira esa
fila.
—Es así todos los años. Deben hacer una matanza aquí.
—Me imagino. —¿Establecer el negocio en un lugar de bajas
inhibiciones? Es una receta para el éxito.
Pasamos algún tiempo explorando las tiendas al aire libre antes que
Perry quisiera ir a asegurar su lugar. Para mi sorpresa, ya había unas
cuantas personas que guardaban su espacio en el banco. Fue uno de los
escenarios más pequeños sin una gran cantidad de asientos. Nos dejamos
caer en la primera fila junto a una mujer con tantas perforaciones en su

cara que se veía como un disgustado puercoespín. Me dolía la cabeza


mirándola.
—Discúlpenos —le dije—. Mi amiga conoce a la banda. —La mujer
puso los ojos en blanco y nos dio la espalda.
Me abaniqué con el programa, levantando el pelo de mi cuello. Me
había resignado al hecho que, a estas alturas probablemente, parecía una
rata ahogada, pero también lo parecían los demás. No estaría oscuro
durante unos buenos cuarenta y cinco minutos más, y el espacio se estaba
llenando rápidamente. La comodidad ya no era una prioridad; solo quería
perderme en un poco de música. Excepto…
—Haz todo lo posible para guardar mi sitio, ¿de acuerdo? Tengo que
correr al baño.
—¿Estás segura? ¿Ya?
—Sí, estoy bastante segura de saber si tengo que hacer pis o no —
dije. Esa primera cerveza había viajado a través de mí rápidamente. Pensé
que habría tomado más tiempo para romper el sello ya que se estaba
escapando tanto líquido de mi piel. Obviamente, ese no fue el caso.
—Está bien, pero date prisa.
Me fui en busca de los baños más cercanos, sólo para encontrar la
cola fuera de la puerta. Apreté mi abdomen con fuerza y me alejé. Estaba
aún más lleno, así que volví al primero. Tomé mi lugar en la cola y me
desplacé de un lado a otro, mirando el baño de hombres con envidia. Sin
espera, como de costumbre.
Estaba considerando seriamente ir a escondidas, tenía tanto dolor,
pero la fila avanzó y finalmente logré entrar. Dulce alivio.
Me debatí entre si debía o no mirar hacia arriba en el espejo de
plexiglás cuando me lavé las manos, pero ¿Por qué estaba torturándome
cuando nada se podía hacer al respecto? Un golpe fuerte resonó dentro de
mí. Oh, mierda….
Salí corriendo y volví al escenario. Había una gran cantidad de
personas congregadas en la entrada, y me deslicé a través de ellos, sin duda
molestando a algunos. Tenía que volver a mi asiento, aunque parecía que
sólo es una habitación permanente.
Avanzando poco a poco a través de las filas, me encontré a Perry
tendida en el banco, tratando de salvar mi asiento. Cuando me vio, se
deslizó. —Uf, lo siento. Se me olvidó cuánto tiempo podrían durar esas colas
al baño.
Ella no respondió, y me preguntaba si ella incluso me había oído.
Entre el escenario a solo unos pies frente a nosotras y toda la gente gritando,

apenas podía oírme. Vaya, para una nueva banda, deben ser bastante
conocidos para atraer tanta atención.
En poco tiempo, estábamos de pie de todos modos, por lo que los
bancos estaban simplemente ocupando espacio. Su sonido me absorbió. Sin
duda era rock alternativo, pero difuso. Me gustó que no pudiera ser
identificado. La música siempre fluyó en mi sangre y me gustó lo que estaba
escuchando. Me atrapó. Fuerte y profundo.
Dejé que el pulso me llenara y me balanceaba con Perry mientras ella
cantaba canciones de las que no sabía las palabras. En medio de los
números, grité: —Son muy buenos.
Ella me dio una enorme sonrisa. —Lo sé.
Mis ojos se posaron en el vocalista principal. Su sonido era increíble,
y él era increíblemente guapo para empezar. ¿Seriamente? ¿Gay? Sus
pantalones de cuero pintados eran muy agradables a la vista. Si él no se
atiborró, me sentí muy mal por mi compañera.
—¿Es otro amigo tuyo? —Señalé el guitarrista, y ella negó con la
cabeza—. Bueno, él sigue mirándote por encima.
—Estamos en la audiencia. ¿Dónde más se supone que debe mirar?
¿Y cómo sabes que no te está mirando?
—Muy bueno.
Había más o menos aceptado que mis días de salidas a exceso de
velocidad habían terminado. Con diez años menos, Perry no había llegado a
ese punto todavía. Todavía podía caerse de la cama a primera hora de la
mañana y tener a los hombres rompiendo a través de la ventana para
atraparla.
Ella iba a responder, pero fue ahogada por su distanciamiento
acústico. Me concentré en las vibraciones, dejándolas atravesarme. Cerré
los ojos, y fue entonces cuando el mareo me tomó por sorpresa. Me atravesó
de la nada, sintiéndose como un pequeño tornado dentro de mi cabeza. De
repente estaba muy claustrofóbica.
—Agua —grité. Perry me dio una mirada divertida, y le hice un gesto
para decirle que estaba saliendo para conseguir un poco de agua. Por lo que
sabía, ella probablemente pensaba que tenía que ir al baño de nuevo.
La sensación de giro se intensificó a medida que mi cuerpo aplastaba
a otros, y esperaba que, si me desmayaba, alguien sería lo suficientemente
amable como para evitar que salpicara todo el cemento.
Lo hice en una sola pieza y conté mis bendiciones cuando vi un
mostrador de bebida sin cola. Ese tipo de cosas era inaudito aquí. Compré
y bebí una botella de agua, al instante me sentí más estable. Debería haber

sabido que me deshidrataría. Obviamente, ya no podía mezclar alcohol y


sudar. Dios, las cosas realmente se escabullen de la noche a la mañana.
Visité el puesto de pretzel y cogí uno grande, pegajoso, con montones
de sal. Esperaba que Perry no se molestara demasiado porque había
decidido quedarme fuera por el resto del espectáculo. Casi había terminado
de todos modos, y quería continuar sintiéndome mejor. Estaba lo
suficientemente cerca como para escucharlo bien, así que comí mi masa y
observaba a la gente mientras saboreaba la brisa que entraba desde el lago.
Arrojé el envoltorio a la basura, mundos mejores de lo que era hace
un breve periodo de tiempo, y comprobé los vestidos que colgaban alrededor
del perímetro de una de las tiendas. Mientras tanto, podía mantener un ojo
en la entrada; lo último que quería era que Perry tuviera que buscarme.
Cuando la música terminó, me quedé mirando más cerca, pasando
los ojos entre la multitud que salía y un vestido color lavanda del que me
había enamorado a primera vista. Casi el doble de material del que llevaba
ahora, pero aún ligero y perfecto para un día de verano. Lo saqué del gancho
y lo llevé al espejo, sosteniéndolo frente a mí. Para mi sorpresa, no lucía tan
desaliñada como me imaginaba. Esperaba un cabello lacio y encrespado,
una contradicción que he experimentado demasiado a menudo, y los ojos
manchados de negro, pero en su lugar, me veía decente. Algunas personas
maldecían la humedad, pero esa misma humedad que hinchaba los dedos
también podía rellenar tu cara.
—Definitivamente deberías tomar ese.
Me di la vuelta para ver a Perry de pie allí, y me sentí como una amiga
horrible. Había puesto mi atención lejos y no había estado buscándola.
Colgué el vestido de nuevo. —Estoy pensando en ello. —Le di un abrazo—.
Lamento mucho haberme perdido el final. Pensé que me iba a desmayar por
un minuto. Tenía que conseguir un poco de agua y luego había planeado
esperar aquí, pero saliste y no estaba prestando atención y…
Ella levantó la mano y se rio. —Detente. Está bien. Estabas justo aquí,
imposible perderse. Así que... ¿te sientes mejor ahora?
—Como nueva.
—Porque... —Ella saltó y chilló, sosteniendo un par de insignias—.
Stu nos dio pases para la fiesta privada en la terraza de martini. Comida y
bebidas gratis. Incluso si sólo vamos por un corto tiempo, valdrá la pena.
También me encantaría la oportunidad de ponerme al día con él. No hemos
hablado en mucho tiempo.
Tomé una de las insignias y miré por encima. Era genial. Nunca había
tenido acceso a la azotea antes.
—¿No es impresionante? Después del espectáculo, me saludó y me dio
esto. Deberías haber visto las dagas disparadas en mi dirección.

—Lo puedo creer. —Un hombre talentoso y magnífico, ¿que también


pasa a estar en una banda? No habría escasez de mujeres dispuestas a
tomar su lugar. U hombres. Según Perry, no hace alarde de su preferencia,
pero no la ocultó tampoco. Giré la cadena alrededor de mi dedo. La fiesta
sonaba divertida y Perry estaba claramente entusiasmada.
—¿Estás preparada para ello?
—Sí —le dije, y ella aplaudió—. Pero Stephen estará tremendamente
celoso, ya sabes. Que estés cerca de todos esos bateristas y guitarristas,
todos con la esperanza que seas una groupie fácil.
—Pff. Puedo manejarlo. Además, el único chico que me interesa esta
noche no quiere tener nada que ver con el sexo.
Perry desenganchó el vestido que estaba admirando y lo sostuvo
contra mí. —Realmente pienso que debes conseguir esto. Se ve fantástico,
con tu cabello rubio. —Lo dejó caer en mis manos.
Enganché el vestido de nuevo. —Todavía lo estoy pensando. —Lo
adoraba, ¿con qué frecuencia realmente lo usaría?
—Entonces, vámonos —dijo Perry—. Me muero de hambre. —Me sentí
casi culpable por el fajo de pan que digerí felizmente en mi estómago.
—¿Caminamos por las rocas?
Asentí con la cabeza, y caminamos a lo largo de la costa, una variedad
de melodías nos llegaba desde todas las direcciones. Fue una noche de
verano llena de vapor, pero muy tolerable. Estaba tan contenta de haber
salido. Al menos hasta que llegué a casa y...
No. Prometí a Perry que no pensaría en el trabajo esta noche. Quería
centrarme en las luces que brillan sobre el agua, la prisa que nos rodeaba
por todos lados.
Paseamos hasta el final del parque, luego giramos para llegar a la
terraza. —¿Lista para pasar un buen rato? —Preguntó, frotándose las
manos.
—Definitivamente.
Lo que sea que la noche tenía guardado, estaba preparada para ello.

Traducido por Jessibel


Corregido por Florpincha

Con las insignias colgando alrededor del cuello, subimos por la


escalera de atrás del edificio y un hombre alto y delgado que jugaba con su
teléfono nos hizo un gesto.
—No creo que ni siquiera nos prestó atención —le susurré—.
Podríamos haber sido cualquiera.
—Lo sé, pero todavía me siento como si fuéramos parte de un club
exclusivo. Y estoy segura que tendremos que mostrar pruebas al comer o
beber cualquier cosa.
Cruzamos por la puerta y entramos a la terraza. La barra de atrás,
que también contenía la comida difundida, estaba protegida, pero el resto
estaba descubierto. Tuvimos que haber llegado muy temprano, ya que había
un montón de mesas y sillas disponibles.
Me acerqué a la barandilla y tomé la vista por debajo de mí. Pude ver
por lo menos otros cinco escenarios, desde donde yo estaba, y el gran
número de gente que llenaba todo el espacio disponible, era alucinante.
Vitalidad era el rey aquí.
Perry subió a mi lado. —Muy bueno, ¿eh?
Asentí. Puede que no sea una fiesta privada en Madison Square, pero
era algo que nunca había experimentado antes en uno de mis lugares
favoritos de todos los tiempos. Hice una promesa en ese momento para
reanudar mi tradición de volver cada año.
—Ahí está mi preciosa niña.
Nos dimos la vuelta para ver a Stu que venía hacia nosotros. Cuanto
más se acercaba, más fascinada me sentía. Su piel era perfecta, y sabía que
él era mayor que Perry. La abrazó, y cuando se volvió hacia mí, no podía
apartar los ojos. No porque quería entrar en esos pantalones ajustados, sino
porque quería saber su secreto. Tal vez me podría recomendar una crema
para la cara.
—Stu, esta es Jillian, la hermana de Stephen, y mi mejor amiga.
—Un placer conocerte. ¿Te gustó el espectáculo?

Maldición, era un muñeco de porcelana. —Mucho. Tienes algo


especial.
—Y ella sabe lo que dice —dijo Perry, guiñando un ojo—. Jills también
canta. Ella es increíble.
—¿Oh?
—No por mucho tiempo. —Di vuelta a mi insignia—. Gracias por la
invitación.
—De nada. —Él tiró de Perry contra él—. ¿Dónde se está escondiendo
tu delicioso novio? —No podía dejar de notar cómo su pelo brillaba bajo las
luces. Debería preguntar acerca de su acondicionador también.
Perry hizo un puchero. —En el trabajo. ¿Qué hay de la tuya?
—Rompimos.
—¿Kenny? —Él asintió—. Oh no, ¿qué paso? Ustedes estaban juntos
para siempre.
Se encogió de hombros. —La vida. —Perry lo tomó de la mano y él
sonrió—. ¿Ustedes dos quieren algo?
—Sí —dijo, frotándose el estómago.
—Tomaré un poco de agua.
Perry ladeó la cabeza hacia mí. —¿En serio? Ah, ¿mencioné que es
gratis? Escoge algo del estante superior.
—Obtuve un pretzel mientras te esperaba. —Y no estaba de humor
para ir por otra ronda inducida por el alcohol en el túnel de viento.
Los tres nos desplazamos hacia el bar, mientras señaló un par de tipos
a lo largo del camino. Una docena de personas más habían llenado la zona
mientras charlábamos. —Ese es Will, bajista y tecladista. Cleo, un jodido
mago con los palillos de la batería. Parece que Chase, sin embargo, no está
aquí. Es nuestro apoyo acústico. —Ganamos algunos saludos a medida que
nos acercamos a la mesa de la comida—. No todo el mundo aquí está
asociado con nosotros. —Se rio—. Todavía no somos tan populares.
Compartimos este espacio con algunos de los otros actos.
Mientras que Perry colmó el plato, miré a mí alrededor para ver si
reconocía a alguien. ¿Otras bandas estaban aquí? Me sentía tan fuera de
onda con la gente del lugar. El camarero me dio una botella de agua, y por
una fracción de segundo, reflexioné sobre su sustitución por una cerveza.
Si tuviera suficiente hidratación en mí, probablemente la habría tomado,
pero algo me decía que continuara con mi elección original.
—Oooh, mira —dijo Perry, empujando un vaso de martini en mi cara
llenándome de un líquido de color marrón—. Magdalena de chocolate. —Ella

tomó un sorbo—. Mmm... no me pude resistir, pero solo será uno. Promesa.
—Ella me lo entregó—. ¿Pruebas algunos?
Tomé una pequeña muestra y me estremecí. Tenía el sabor de una
buena magdalena de chocolate, sí, también se mezcló con una bebida de
cacao y una libra de azúcar adicional. —Enloquece. —Le di vuelta a la
bebida—. Seré conductora designada.
—¿Estás segura?
Asentí. —Estoy lista para la noche. Mientras no necesite llevarte al
coche, todo está bien. Tienes lo que quieras. —A Perry le encantaban las
bebidas decoradas, entre más dulce, mejor.
—Promesa. —Ella cruzó su corazón—. Me pregunto si me pueden
hacer una tarta de manzana.
—Tú sabes que estás bebiendo ochenta pruebas, no seleccionando las
cosas desde el carro de postres, ¿verdad?
Ella tragó saliva desde su vaso. —¿Quién dice que no pueden ser
ambos a la vez? Oye, vamos a tomar una mesa antes que sean tomadas. —
Perry dio un tirón al brazo de Stu, que acababa de terminar de ligar con un
chico gótico.
—Ustedes dos vayan adelante. Me reuniré en un momento. —El
sonido de voces femeninas agresivas me llamó la atención—. Quiero ver esto
por un momento.
Fui al borde del tejado y me incliné sobre la barandilla; tenía una vista
perfecta del escenario desde allí. Además, pude disfrutar del espectáculo y
todavía había espacio para moverse, a diferencia de las personas que a
continuación ya se aplastan en los bancos o se prensan juntos bailando
sobre las mesas. En un momento, fui parte del atractivo, pero ya no tanto.
Todavía apreciaba una gran banda, pero también me gusta la respiración.
Miré detrás de mí para ver a Perry y Stu reír histéricamente. Fue
bueno darles tiempo para ponerse al día. Volví mi atención hacia delante y
concentrándome en mi zona, dejando que el ritmo me bañara. Manejando el
rock con suficiente ansiedad para tirar de mí y sostenerme. Balanceaba mis
caderas y lo tomé.
—Ella es buena.
La voz me sobresaltó, señalando con la cabeza hacia los lados. Un
hombre de rostro fresco, que parecía vagamente familiar, se había
estacionado a mi lado y puso sus manos sobre la valla. Asentí. —Me
recuerda a Alanis Morissette. —Los recuerdos de ese programa me
inundaron de nuevo, y comencé a girar números en mi cabeza. Tenía
diecisiete años. ¿De Verdad? Dios, se sentía como una vida atrás.
—¿Las letras o la música?

—Ambas.
—Solo estaba debatiendo esto mismo con alguien el otro día. Así que,
te conecta a lo más profundo, ¿suscita más las emociones?
—¿Perdón? —Me quedé mirando al chico, no muy segura de que
estaba en fase creciente poético. Tal vez él no tiene ni idea tampoco—. ¿Has
tomado?
Eché un vistazo a sus ojos verdes salpicados de oro. Ellos eran
inusualmente bonitos, o podría haber sido debido a las luces parpadeantes.
De cualquier manera, no se veía como si estuviera en nada.
Él rio. —No, ni siquiera he bebido esta noche.
Agradable sonrisa. Le di otra buena mirada e hizo clic. —Espera, no
estás...
Me tendió la mano. —Chase. —Parecía educado para reconocer su
gesto, por lo que le dio la mano. Su agarre era seguro, lo que provocó una
pequeña sacudida que me tomó por sorpresa. Por supuesto; era la
naturaleza humana. Era joven y atractivo. Y viril. Y joven. Saqué mi mano.
—Jillian —dije, rompiendo mi mirada hacia Perry. Ella agitó su mano,
luego empujó su silla y se dirigió hacia acá, con una pequeña bebida azul
en la mano.
—¿Qué es eso? —Señalé a su vaso.
—Un muffin de arándanos.
Sacudí la cabeza. —Perry, este es...
—Chase, lo sé. El salvavidas.
Arrugué la cara. ¿Qué? Tal vez yo era la empedrada y ni siquiera lo
sabía. Olfateé alrededor. No hubo indicios que estaba recibiendo un
zumbido de contacto.
—Stu nos presentó ya. —Luego intentó confluir—. Es caliente. —Pero
lo dijo lo suficientemente alto para hacer a mis mejillas arder. Perry movió
las cejas mientras puso el aro al borde de los labios. Entrecerré los ojos en
ella, esperando que estuviera fuera, pero me ignoró y se volvió hacia Chase.
—¿Y estás seguro que no parezco familiar para ti? ¿Perry Sommers no
te suena de nada?
—Lo siento, no.
—Porque estoy segura que te he visto antes, y me está volviendo
alocada.
Tal vez era el momento de interrumpirla. Ella no estaba calumniando
y baboseando todavía, pero su mente parecía un poco inestable. —Tal vez

porque él es el guitarrista de la banda que acabamos de ver una hora antes,


Perry.
—Sé eso, tonta. Estaba hablando de un tiempo diferente. —Ella puso
su brazo alrededor de mi cuello—. ¿No es linda? Me encanta esta chica. —
Su copa chocó con mi boca—. Prueba. Estoy obteniendo tamaños de niños,
así que ahora puedo probar más sabores. Y es todo graaatisss.
—Estoy bastante segura que no hacen tamaños de niño de licor. —
Empujé la copa sobre la mesa—. No, gracias. Mis dientes aún duelen desde
el último sorbo.
—¿Quieres otra cosa en su lugar? —preguntó Chase.
Estaba a punto de decir: “No, gracias, pero si cambio de opinión,
puedo ir fácilmente hacia arriba y conseguirlo yo misma”, cuando Perry
dijo—: Ella es una chica de cerveza.
—Bueno, estás en la ciudad correcta, entonces. —Chase me enfrentó
directo, por lo que me pregunté de nuevo si esas motas de oro eran real o
inducidas por la luz. Maldita sea. No quería ser atrapada mirando.
—A ella también le gusta el tequila y whisky, y bueno, ya sabes, le
gustan las cosas difíciles.
Dios, Perry. Cállate.
—Estoy bien gracias. No necesito nada en este momento. —Miré a
Perry—. ¿No está Stu por allí esperando por ti?
—Sí, será mejor que me vaya. Hablando de eso, ¿de casualidad
conoces su nombre real?
—¿Stuart? —dijo Chase.
—Nop. ¿Puedes creer que después de todo el tiempo que lo conozco,
nunca me lo dijo? Solo sé que no es Stuart. ¿Qué otra jodida cosa podría
ser? Debe ser muy malo si es un secreto. ¿Stutholomew? ¿Stuffleupagus?
Y con eso, se balanceó de nuevo a la mesa. Me enderecé hacia
adelante, con las manos en las vallas, capturando la parte final del
espectáculo.
—¿Salvavidas?
—He llenado el puesto en el último minuto. La esposa de nuestro
cantante principal se puso en trabajo de parto antes de tiempo.
—Bueno, estuviste increíble. —Mierda. No, eso salió mal. Sonaba
demasiado burbujeante—. Toda la banda estuvo grandiosa —le dije en un
tono un poco bajo—. Me gustó mucho el espectáculo.
—Encantado de escuchar eso. Me preguntaba desde que te fuiste
temprano.

Hmm... Supongo que habría sido difícil pasar por alto, dado la
intimidad del ámbito. Negué con la cabeza. —No tenía nada que ver con la
música. Puedo ver a Reino Santificado haciéndolo, y no estoy diciendo eso.
¿Un sonido único que también hace un llamamiento a las masas? Esa
combinación rara te llevará a lugares.
Él inclinó la cabeza y sonrió, haciendo que me preguntara si me había
excedido de nuevo. No era una fan enloquecida con la esperanza de tener
mis cuerdas pulsadas por un lindo guitarrista virtuoso. Había muchas
mujeres animadas merodeando por estos terrenos para completar ese papel
en un latido del corazón. Ahora que lo pienso, ¿por qué está aquí de pie
conversando conmigo cuando no hay escasez de hermosas chicas que
comparten alrededor de su misma edad?
A menos que sea gay también... Él es sin duda lo suficientemente
caliente para ello. Espera, ¿acabo de pensar en él como caliente? Perry debe
haber poseído mi mente por un segundo.
—Se lo merecen —dijo—. Nunca encontrarás a un grupo de chicos
más decente. Por eso no dudé de ayudar al equipo.
Alcé la ceja. —¿Es por eso?
Se rio con fuerza, y no podía evitar participar. —Pues bien, la enorme
ilusión no duele tanto. ¿Dónde puede un desconocido relativamente obtener
una audiencia tan masiva? Es jodidamente increíble.
Es lo que era. Examiné el suelo debajo de mí, maravillada por la
enorme cantidad de oídos y ojos que compartían un amor por la música.
¿Cuántas bandas durante muchos años se habían iniciado aquí como un
parpadeo, pero habían volado como un dirigible? Era un lugar para que los
sueños se conviertan en realidad.
—Sabes —dije, encontrándolo divertido para hablar—, nunca compré
toda la teoría de que la “música moderna apesta”. Sin originalidad, algunos
pocos acordes repitiendo una y otra vez para mantener a las personas sin
pensar demasiado, bla, bla, bla. Siempre ha habido mala música;
simplemente no es recordada, así como la buena.
La forma en que sus labios se curvaron me hizo concentrarme en su
boca por un segundo, demasiado tiempo antes que mis ojos se apartaran.
Toda su atención parecía estar directa en mí. Tal vez estaba llegando como
una idiota balbuceante, pero tuve la excusa de no salir mucho.
—¿No crees que la creatividad ha muerto?
—Nunca. Solo tienes que saber dónde buscar. Tienes que estar
dispuesto a ir fuera de la corriente a veces. —Me reí—. Pero supongo que
estoy predicando para el coro aquí.
—¿Qué hay de continuar esto en alguna parte con menos gente?

—Estamos en un sitio menos concurrido.


Señaló el planeador de cielos. —Podríamos dar un paseo.
Apenas tuve un momento de procesar su sugerencia cuando Perry
apareció, asustándome hasta la mierda. Di un salto hacia atrás. —Caray,
Perry. —Ella tenía una enorme sonrisa en su cara, el rosa neón emanó de
su mano—. Déjame adivinar, pastel de fresas.
—No, malvavisco de frambuesas. Oye, deberías ir totalmente a dar ese
paseo. —Ella me guiñó un ojo. La amo, pero, ¿en serio? Quería que
desapareciera en este momento. Si pensaba que estaba siendo sutil, estaba
fallando miserablemente—. Sabes que quieres. Lo mencionaste cuando
llegamos aquí.
—No, Perry. Eso lo dijiste tú.
—Es lo mismo.
—No, no lo es. —Me volví a Chase, que parecía divertido. Las cosas
estaban tomando un giro extraño—. No te conozco.
—Jillian, no estoy sugiriendo que me sigas a un callejón oscuro. Allí
hay policías que pululan por todo este lugar. ¿Qué crees que voy a hacer
contigo?
—Bueno, para empezar, si eres un psicópata, me podrías empujar y
caería en picada doce metros hasta mi muerte solo por el gusto de hacerlo.
—Pero entonces supongo que nada lo iba a parar de tirarme desde el tejado.
Tal vez estaba trastornada por haber pensado que era una posibilidad.
—Tiene razón, ya sabes —dijo Perry. Le sonreí con dulzura, y ella
sabía cómo interpretarlo—. Solo voy a ir ahora. Estaré aquí cuando vuelvas,
esperando con Stuffleupagus.
Chase estaba mirándome, y no pude evitar pensar en lo que mi noche
era, mundos diferentes en comparación con el día anterior. —Está bien. —
Me encogí de hombros—. ¿Por qué no?
Lo seguí hacia fuera, evitando la mirada de Perry. Ella no tenía
necesidad de hacer una gran cosa acerca de un paseo tonto, y tampoco lo
hizo.
Tan pronto como bajamos las escaleras y salimos del edificio, me
agarró la mano y me condujo a través de la multitud. Fue tan inesperado.
Mi sangre subió, bombeó duro en lugares que no se había molestado en
llegar desde hace tiempo.
Por favor, sé gay.
No hablamos cuando pasamos a través de todos los visitantes de la
feria que sostenían las copas y platos de comida por encima de sus cabezas.
No habría sido posible escuchar, de todos modos. No sin acercar arriba en

la cara del otro, y no era una vía que quería explorar. No mientras mi cerebro
estaba en sobrecarga tratando de hacer frente a la forma en que mi piel
reaccionó contra la suya. El hecho que él era tremendamente atractivo no
significaba que era apropiado que mi cuerpo respondiera. A menos que a él
le gustaran los hombres. Entonces estaría bien.
La línea rápida para el planeador era corta, y tan pronto como
entramos en ella, separé mi mano de la suya. Deliberé: ¿debo o no debo
arremeter contra él por tomar mi mano sin permiso? Parecía insignificante
hacerlo; realmente fue un gesto práctico teniendo en cuenta la cantidad de
personas. Simplemente no me ha gustado la forma en que me hizo sentir
cuando lo hizo. Pero si estaba en el trabajo, sin duda pasó por alto la misma.
—¿Jillian?
—¿Eh? Oh, lo siento. —La mujer en el servicio estaba tratando de
mantener las cosas en movimiento a lo largo rápidamente, y yo no estaba
ayudando al tener mi dilema personal. Solo un corto paseo, Jillian. Puedes
manejar eso.
Ella nos hizo pasar a estar delante del carrito, ya que pasó detrás de
nosotros. Caímos de nuevo en el asiento, y el bar cerró sobre nuestro regazo.
Empezamos a movernos hacia arriba y, en el último momento, me quité las
sandalias. No las necesitaba aterrizando en alguna pobre persona a
continuación.
Crucé las piernas en los tobillos, mis mejillas ardían cuando miré y vi
sus ojos en mis muslos. Dejé de prestar atención al material de mi vestido
desafiado... hasta que lo sorprendí mirando. Desvergonzadamente. Santo
cielo, ni siquiera trató de ocultarlo; él sólo arrastró su mirada hacia arriba
hasta que sostuvo la mía.
La respuesta a la no pregunta si era gay o no solo me torpedeó. Se
sentía como si toda mi cabeza había sido despegada.
Aspiré una bocanada de aire y miré hacia otro lado, avistando el
restaurante famoso por su berenjena frita. Era mi favorita. Definitivamente
tenía que conseguir algo de eso antes de irme. No, no podía caminar antes
de engullir una orden completa.
—¿Qué bandas has visto aquí antes? —preguntó él.
—Una gran cantidad para enumerar.
—¿Qué hay de la última, entonces?
Hice una pausa. ¿Por qué de repente tengo un momento tan difícil
para hablar? Había sido un problema antes. ¿Cuál fue la última banda que
vi? Podría concentrarme en eso y dejar de ser tan ridícula. No iba a dejar
que este chico me hiciera tropezar.

Examiné mi cerebro. Había pasado tanto tiempo. ¿Smashing


Pumpkins? No, eso fue antes de Daniel. La última vez que estuve allí, lo
había llevado conmigo durante el día y se las arregló para volver más tarde
esa noche. —Violent Femmes —dije, recordando.
—El premio mágico está en tus muslos.
—¿Perdón? —Lo miré. Sus ojos se veían verdes eléctricos hasta aquí.
—Las Femmes. Estuve en ese espectáculo también. Probablemente
pasamos uno al lado del otro sin saberlo.
¿En serio? Abrí la boca para hacer algún comentario acerca de él
pasando por un carrito, pero callé al recordar que tocaba allí todo el tiempo.
Él no sabía a qué espectáculo me refería, y realmente podría haber estado
allí. Todavía….
—¿Por qué me pediste venir contigo aquí, dejando la fiesta?
No tiene mucho sentido para mí. ¿Acaso pensaba que era una presa
fácil? ¿Un disco plano, mujer desesperada pidiendo un poco de atención?
Pero no había ninguna posibilidad que él no encontrara la compañía de otra
persona. Tuvo que darse cuenta de eso. La forma en que se manejó en el
escenario, las miradas de humedece bragas, el... todo lo demás. Tendría
alguna dificultad.
—Creo que eres interesante.
Dios, ¿qué con esos jodidos ojos? La forma en que llegaron a mí solo
me molestó. Los podía sentir arder en mi piel, orbes de llamas lamiendo su
camino a través de mí. Negué con la cabeza bruscamente. Deja al pequeño
cabrón pensar que tienes un trastorno convulsivo psicótico. Tal vez pueda
dejar de mirar entonces.
—Entre otras cosas.
Ahora, ¿qué se supone que significa “eso”? Interesante, pude entender
hasta cierto punto, pero ¿qué eran exactamente "otras cosas"? Perry estaba
en lo cierto; realmente tenía necesidad de salir más.
Obviamente, no le había repelido suficiente para detener la mirada
lasciva. Tal vez no era lasciva, esa palabra tenía connotaciones de un
hombre viejo y sucio. Él sin duda no es viejo, y no me sentía sucia. Bueno,
no sucia de una forma viscosa, más bien sucia en el jodido el camino.
¿Qué demonios está pasando aquí?
Mi pulso se había ido y enganchado en un paseo con un tanque fuera
de control. Apreté mis piernas juntas con más fuerza tratando de
convencerme que tenía que mantener mis zapatos juntos. Hasta que recordé
que mi puño los estaba agarrando para salvar su vida.

Arriba, arriba, arriba... Me concentré en el festival por debajo de mí,


tomando una gran fascinación al pasar sobre los techos llenos de objetos
caídos, y las hojas del árbol que casi podía tocar. El viaje estaba un cuarto
ya terminado. Era una vista hermosa. No dejaría que algún muchachito me
afectara. Yo podría hacer esto.
Tarareé "Wild Horses" al mirar alrededor, sin saber qué decir. Su
melodía me calmó, y necesitaba cortar a través de la incomodidad. La
conversación había sido tan libre de fluir antes; una cosa era hablar de
música con él, y otra muy distinta ser los únicos dos en un pequeño
recipiente en el aire. Su cercanía provocó mis terminaciones nerviosas hasta
el punto de que era doloroso.
—¿Estás saliendo con alguien?
Tiré mi cabeza hacia un lado y lo enfrenté. ¿Había pensado
honestamente que era torpe antes? Hora de ser realistas. Tomé la
oportunidad de estudiarlo, manteniendo mis hormonas bajo control. Tal vez
solo estaba mintiéndome a mí misma, pero de repente pareció un poco
mayor. Si ladeaba la cabeza justo así, y no estábamos directamente debajo
de las luces, podía pasar por la edad de Perry. Tal vez.
Hmm.... ¿Podría entonces colocarlo en los treinta? ¿O poner una bolsa
en la cabeza? Entonces podría ser de cualquier edad que quería que fuera.
Argh. ¿Qué demonios es lo que me pasa? —No, estoy… —Estaba a
punto de decir divorciada, pero difícilmente era su tema—. Mira, Chase, no
quiero darte una idea equivocada aquí. Creo que eres interesante también.
—Entre otras cosas—. Pero no salgo con hombres más jóvenes.
—No he dicho nada acerca de las citas.
Sus ojos recorrieron de nuevo mi piel caliente, desnuda, revelada
gracias a mi corto traje hasta mis muslos, y es entonces cuando el maldito
paseo se detuvo. Estábamos colgando hacia el punto más alto, atascados
juntos, y pensé que haría combustión. ¿Por qué era la única que sudaba
llevando casi nada cuando él estaba en pantalones vaqueros, viéndose tan
bien?
Maldito sea. Maldita esta cárcel voladora. No era raro estar atrapada
por un corto tiempo, mientras alguien tenía problemas para subir o bajar,
pero el momento apestaba. En ese momento, casi me hubiera gustado que
me hubiera atraído hasta allí para satisfacer su diversión empujándome.
Hubiera sido menos demencial de lo que estaba sintiendo.
Este niño se estaba alimentando de mí con cada mirada descarada,
haciendo mi corazón martillear, perforando contra mis costillas hasta que
casi se abre. Alentando el calor para patear un centenar más de muescas
hasta que le supliqué a mi cuerpo darse prisa y se incinerara ya. No es que
hubiera funcionado desde que estaba tan jodidamente mojada.

Este chico me estaba convirtiendo en algo grande, y estaba tan, tan


mal.
Los cables comenzaron a girar, y se movieron hacia adelante con una
sacudida. Volví la cabeza hacia la izquierda y traté de identificar los lugares
que configuraron una tienda desde la última vez que estuve allí. Hmm... De
Martia Pizza, ese era nuevo. Y qué hay sobre...
Su toque me detuvo fría, y me quedé helada. No tomó más de una
fracción de segundo antes de fundirme de nuevo, goteando por todas partes.
Dios, ¿qué diablos? Sus dedos presionan suavemente justo por encima de la
rodilla, y mi cuerpo se estrelló a toda marcha. Chupé mi labio inferior, sin
atreverme a mirar esos verdes y oro-moteado irises, o cualquier color eran
ahora malditos.
Estábamos bajando; cuanto más cerca del suelo quedó a la vista, más
empecé a sentir pánico. Una vez que nos viéramos obligados a bajar...
entonces, ¿qué? Aspiré profundamente, sabiendo que estaba siendo
absurda. Me gustaría simplemente deslizarme en los zapatos y luego
alejarme. Regresar y reunirme con Perry. Obtener mi berenjena frita y volver
a casa, y fingir que nunca me había disuelto en un charco por algo tan joven.
El carretón dejó de rodar, y tan pronto como la barra de seguridad se
levantó, él quitó la mano de fuego y saltamos. Me sentí bastante pueril al
alejarme de él sin una palabra y madurar lo suficiente como para manejar
todo lo que corrió a través de mí. Miradas intensas. Toques, golpes de
corazón. Vaya cosa. No era una adolescente sin experiencia teniendo su
primer amor.
Grité cuando sentí el agarre en mi cintura y empujada de espaldas a
algo duro. Había demasiados estímulos para que mi cerebro procese. El
ruido, las luces y olores de varios vendedores de alimentos diferentes
bombardearon todo a la vez. No luché por el toque casi tanto como debería
haberlo hecho. Mi cabeza estaba dando vueltas mientras Chase me hizo
girar y me pegaba contra un portón alto, aplastando su boca contra la mía.
El sabor de sus labios me hizo gemir contra él, lo que a su vez hizo
que presionara con más fuerza contra mí. Los enjambres de personas
alrededor de nosotros desaparecieron; era imposible percibir nada más que
él. ¿Cuándo fue la última vez que sentí algo tan duro? Jesús, era una
plancha de acero, pero su boca era suave, su lengua era dulce y....
Mierda, esto no es bueno.
Chase se hizo hacia atrás lo suficiente como para dejarme recuperar
el aliento. Su beso me había dejado mareada y sacudida. Mis manos
apretadas alrededor de los listones de madera detrás de mí para evitar el
colapso. Un pequeño beso había hecho eso a mí. Dios, estaba tan jodida.

Enredó sus dedos a través de mi pelo, rozando mi cuello, y me


estremecí. No sabía qué pensar; mi cerebro se había ausentado oficialmente
y dejó mi cuerpo a cargo.
Su boca se movía sobre la piel de mi cuello, apenas hizo contacto y
me estaba volviendo loca. —Realmente me gustaría follarte, Jillian.
Inhalé bruscamente, girando la cabeza. —¿Estás siempre en esta
dirección? —le susurré.
—Cuando se trata de algo que quiero, y deseo tan jodidamente.
Casi me perdí. Dios, ayúdame. Era práctica y lógica, y todas esas
partes me instaban a abofetearlo y huir. Pero esas partes estaban muy, muy
lejanas y disminuyeron rápidamente. Mis deseos eran demasiado fuertes
para ser racionales.
Un lento asentimiento de mí lo tuvo agarrando mi mano y tirando de
mí a través de todos esos cuerpos calientes que de repente habían
reaparecido. Dejé que me guiara, sin saber a dónde íbamos. Sin
preocupaciones. Estaba demasiado lejos para eso.
Todo era borroso, y antes que lo supiera, había regresado a la terraza
de Martini, pasando por el camino de regreso y en otra área que no reconocí.
Entramos a una pequeña sala de almacenamiento, y cuando la puerta
apenas se cerró detrás de nosotros, sus manos y su boca me encontraron
de nuevo.
Los labios por mi cuello, fuertes caricias hasta mis muslos. Los
tirantes de mi vestido de verano cayeron de mis hombros y mi sujetador fue
arrojado fuera de mi cuerpo. Estaba sucediendo tan rápidamente. ¡Dios,
sí...! Sus dientes tiraron de mi pezón, y un gemido bajo escapó.
—Eres tan jodidamente caliente.
Besos arriba y abajo de mis muslos, mis bragas fueron arrastradas
hacia un lado, luego las arrojó lejos para unirse con el sujetador. Sí, sí, sí,
necesitaba esto desesperadamente. Le supliqué que no se detuviera cuando
su lengua se deslizó a través de mi hendidura, y el golpeteo se incrementó a
una explosión ensordecedora. La prisa a toda velocidad dentro de mí había
devanado. Tan delicioso. Tan jodidamente bueno.
Tan equivocado.
Ese fue mi último pensamiento justo antes que mi cuerpo explotó. Los
temblores golpearon a través de mí cuando mis oídos registraron el crujido
de un envoltorio de condones. ¿Cómo pude haber sido tan estúpida de no
pensar en eso? No me importaba que no fuera el momento adecuado para
quedar embarazada. Todavía debería saber mejor; debería...
Grité cuando me inmovilizó contra la pared, absolviéndome de mi
mente otra vez mientras conducía profundamente. La pura potencia de su

pene me tomó con fuerza, una vez más me llevó a otro lugar completamente.
No había experimentado este tipo de pasión maníaca desde... nunca.
—Oh, Dios… —Se inclinó dentro de mí, frotándose contra mi clítoris—
. Muy duro. —No me importó cómo sonaba; el acero grueso me consumió
por completo.
Me encontré con sus embestidas mientras mi cuerpo se deslizó hacia
arriba y abajo. La dureza estaba en todo mí alrededor, la pared, los
músculos, la follada, su pene. Empecé a construir de nuevo lentas ondas
rodando, tomando fuerza, y empecé a temblar.
—¿Así? —preguntó, con voz ronca y encendiéndome. Todo en él
intensificó mi excitación. Su aliento en mi cuello. El pecho triturando en el
mío. La forma en que sus brazos me acorralaron y atraparon.
Asentí, y llevó su boca a la mía, bombeando profundamente con esos
músculos gloriosos mientras me besaba suavemente. Dios, es mágico.
¿Cómo he pasado tanto tiempo sin esto? Estaba destinada a tener este placer,
destinada a gritar cuando su duro pene me llevó una y otra y otra vez....
El segundo orgasmo me hizo pedazos, con la boca absorbiendo mis
gemidos mientras que los espasmos me hacían temblar. Oí un gemido
lejano, así, demasiado lejos para centrarme totalmente. El efecto fue más
intenso que el primero, y mis piernas temblaban mientras poco a poco
comenzó a deslizarse. Una gota de sudor rodó por el lado de mi cara, y cerré
los ojos, disfrutando de la deliciosa calidez.
Chase, se aferró a mí, agarrándome firmemente cuando recobré mis
sentidos. Mis párpados se abrieron para ver el verde suave mirando hacia
mí. Si miraba el tiempo suficiente, sabía que me iba a encontrar nadando
en el oro de su interior, calentando aún más.
Lancé mi mirada lejos. No quería mirar, no quería ver su linda cara o
el cuerpo impecable que solo me había dado una cantidad indescriptible de
placer. No quería nada de eso. No me importaba que todavía estaba
hirviendo. No me importaba que era increíble, extraordinario y alucinante.
Pero me importaba que haya tenido el mejor sexo de mi vida en las
peores circunstancias.
Mierda.

4
Traducido por Jessibel
Corregido por Florpincha

Estaba a mitad de camino a través de la puerta cuando ella se lanzó.


—Oh. Mi. Dios, ¿qué te llevó tanto tiempo? ¡Dime todo en este
momento! —exclamó, sin molestarse en tomar una respiración.
Negué con la cabeza para despejarme. Perry sonaba terriblemente
exaltada para alguien que debería haber estado acostada con una tela negra
sobre los ojos. Esas lindas y suaves bebidas causaron algunas resacas
malvadas.
—¿Cómo te sientes? —le pregunté, caminando el resto del camino en
el interior. Miré a mí alrededor, sin ver a nadie más. Mamá y Frank deben
estar en la cocina.
—Ni siquiera pienses en cambiar el tema. —Me agarró del brazo y me
llevó a la habitación de invitados, mi pie tropezó con la alfombra—. Y por
cierto, estoy bien. Mantuve mi promesa. Ahora es el momento de mantener
la tuya
—Apenas —le dije. No tuve que llevarla la noche anterior, pero tuve
que sostenerla cuando nos tambaleamos de regreso al coche.
Desafortunadamente, ella sabía exactamente lo que había estado haciendo
cuando volví a la fiesta. Ella me delató de inmediato; debí haber estado
brillando o algo así. Pero, afortunadamente, estaba bastante borracha como
para aceptar mí no quiero hablar de ello entonces.
Perry hundió las uñas en mis hombros y me dejó caer en el sofá,
sentándose a mi lado. —¿No sabes que me estoy muriendo? Comienza a
hablar.
Suspiré. —No hay mucho que decir, Perry. Hice algo que no debí
hacer. Fue una cosa de una sola vez, y eso es todo.
Ella dio unos golpecitos con los dedos sobre sus labios. —Ajá.
—Tenías razón. Estaba atrasada, y supongo que eso me hizo un poco
loca. Fui impulsiva y apresurada, y no va a volver a ocurrir.
—¿Con él, o con alguien?

Saqué una banda de goma de mi bolso y até mi pelo hacia atrás. —No
estoy corriendo para unirme al convento, Perry. Solo tengo que tener más
cuidado con la pertinencia de los chicos con los que duermo.
—¿Tuviste buen sexo?
Apoyé la cabeza sobre la almohada y dejé escapar un largo suspiro,
temblando como si me estuviera tocando de nuevo. El hormigueo pasó por
encima de mi piel, y los retiré como insectos imaginarios. No quería pensar
en ello, mucho menos sentirlo.
—Me lo tomaré como un sí.
—¿Y qué si fue fantástico? Fue un error, y después que me di cuenta,
tuve mi control de nuevo. No hay necesidad de convertirlo en un gran
problema. —Tuve que seguir gritándomelo a mí misma: No es gran cosa. No
es gran cosa. Porque la noche anterior, me estaba volviendo loca y fue un
problema muy grande.
Y para colmo de males, nunca llegué a mi berenjena frita.
—Nunca te pregunté si era fantástico; te pregunté si era bueno.
—Lo que sea, Perry.
—Uh-huh.
—¿Vas a dejar de decir eso?
Perry plantó la cara a pocas pulgadas de la mía. —¿Me estás diciendo
que no vas a verlo, ni siquiera para el sexo?
—Por supuesto que no. En caso que no te hayas dado cuenta, él no
está exactamente en mi grupo de edad. No sería responsable de volver a
verlo, por cualquier razón.
—Al diablo la responsabilidad. Ten un poco de diversión, sé salvaje
para un cambio. Mierda, en caso que no te hayas dado cuenta, él es
jodidamente precioso.
Barrí mis manos por mi cara. Argh. —Primero, incluso si fuera
conveniente para mí, no tendríamos ninguna forma de contactar entre sí.
Segundo, estoy segura que después de que el calor del momento terminó, se
dio cuenta de su error también. Probablemente no tenía ni idea de lo que se
estaba metiendo antes que el sujetador push-up se desprendió. Con suerte,
no lo asusté de por vida.
Está bien, esa última parte fue un poco exagerada. Tal vez. ¿Quién
sabía lo que pasaba por su mente impresionablemente joven cuando vio el
firme desafío de mis tetas? Es como comprar un melón de la tienda y luego
volver a casa y sacar una calabaza marchita fuera de la bolsa. Esas cosas
realmente pueden estropear tu realidad.

—Dios, ¿te estás realmente escuchando? —Ella me pegó en la frente,


y estrechó los ojos—. Primero, podría fácilmente recuperar su número de
Stu y en cuanto a tu estúpido número dos...
—Oye, hermana. —Mi hermano entró en la habitación, bebiendo un
“Spotted Cow”.
—¿De dónde sacaste eso?
—Traje un paquete de seis. ¿Quieres uno?
¿Mi cerveza favorita de todos los tiempos? Sí, claro. Empecé a
levantarme, pero Perry empujó mi trasero de nuevo al sofá.
—Justo a tiempo, cariño —dijo Perry hacia Stephen—. Si un chico
está tratando de seguir adelante con una chica que nunca ha visto desnuda
antes, pero termina disgustado una vez que su ropa está fuera, ¿sigue
resoplando con los ojos cerrados o su pene se marchita?
—¿Por qué diablos me preguntas eso?
—Bueno, Jills acaba de tener su primera aventura de una noche y...
Stephen levantó la mano y se dirigió hacia fuera, moviendo la cabeza.
—Y mamá dice que te quiere en la cocina —gritó él—. No debería ser el único
ayudando aquí.
—¿Era eso necesario? —le pregunté a ella, poniéndome de pie.
—Sí, aunque no fue de mucha ayuda. Mira, no puedo dar fe de tus
habilidades en la cama, pero estoy segura que el sexo fue tan fantástico para
él, así que deja de preocuparte por ello.
—¡No voy a tener que preocuparme por nada! Eres tú la que hablar de
ello. Es apenas tan siquiera un bache en mi mente todavía. —Me dirigí fuera
de la habitación, y Perry se levantó y me siguió.
—Ajá.
Me detuve en seco, y chocó contra mí. —Perry, prométeme que lo
soltarás, ¿de acuerdo? Porque puedo garantizar que Chase ya lo hizo. Estoy
segura que fue solo una de muchas, y estoy bien con eso. —Me di la vuelta
para mirarla—. Así que, por favor, prométeme que no irás a encontrar su
información porque crees que en secreto lo quiero. Porque no lo hago. No
quiero volver a verlo. No quiero dormir con él de nuevo. Solo quiero pretender
que nunca sucedió.
—Y seguir trabajando día a día…
—Perry.
Ella me sacó la lengua. —Está bien, lo prometo. No voy a excavar en
busca de cualquier suciedad.

—Gracias. —A pesar de ser perfectamente feliz con mi vida, no estaba


en contra de un hombre en ella. La palabra clave es “hombre”—. Vamos,
antes que Stephen se termine las cervezas.
Nos dirigimos hacia la cocina, el olor fuerte y picante llenó mi nariz.
Perry se unió a su secreto prometido futuro en la mesa, y se concentró en la
estufa. Ese maravilloso olor flotaba arriba de una olla grande de metal. Alcé
la tapa para echar un vistazo, y mi madre dio un manotazo a mi mano. —
No dejes que Frank te atrape haciendo eso.
Sonreí, dejando caer la cubierta. —¿Boloñesa? —Mi estómago rugió.
Frank era una maravilla en el departamento de comida. O bien teníamos un
almuerzo o cena familiar cada fin de semana, dependiendo de nuestros
horarios, y mi padrastro hacía gran parte de la comida.
Me enfrenté a mi madre y le di un abrazo. —Sí. Pasta hecha en casa
también.
—No puedo esperar. —Me separé y abrí el refrigerador, sacando una
botella—. ¿Qué puedo hacer para ayudar?
—Solo a poner la mesa, querida. —Quité la parte superior y tomé un
largo trago—. ¿Has oído de Daniel últimamente? —preguntó ella.
Puse la cerveza en el suelo y agarré una pila de platos de la alacena.
—Solo la semana pasada. Él envió saludos. Lo echo de menos terriblemente,
pero lo está haciendo tan bien, mamá. Puras A.
—Por supuesto. Él lleva mis genes.
—Sabes que eso es imposible, ¿verdad?
Ella agitó la mano. —Tomayto, tomahto. —Me reí; debería haberlo
sabido mejor. Mi mamá ama a ese chico tanto como yo.
Contaba los cubiertos cuando Frank se deslizó detrás de mi madre y
la agarró por la cintura, dándole un beso en la mejilla en voz alta. —¿Lista
para comer, mi hermosa?
Llevaba los platos a la mesa, sin capturar su respuesta. Su conexión
me llenó de tanta calidez. Me encantaban conjuntamente. Él era perfecto
para ella, mucho más adecuado de lo que mi padre fue siempre.
—Oye, no olvides el partido del jueves —dijo Stephen cuando dejé
abajo las placas. Él y Perry se sentaron en la mesa, prácticamente encima
mutuamente. No existía una carencia de afecto que me rodeara—. Vendrás,
¿verdad?
—Por supuesto que lo haré —dijo Perry.
—¿Una y diez? —pregunté.
—Sí, pero llega antes. Vamos a empezar a seguirlos alrededor de las
once.

El jueves sería difícil cortar el trabajo, pero hicimos un pacto para


tratar de equilibrar mejor mi vida y darle un poco más de prioridad a la
diversión. No siempre estar trabajando era bueno. —No puedo garantizar
cuándo, pero voy a estar allí.
Cada vez que Stephen conseguía entradas gratis del trabajo, estaban
en los palcos de lujo, completo con toda la comida y bebida gratis que nadie
podía manejar durante el juego, pero todavía traía hieleras y parrillas para
cocinar de antemano. Era tradición, y me lo perdí. Dios, ¿cuándo fue la
última vez que estuve incluso en un juego? Fue hace años con Daniel y Mike.
—¿Quiénes están jugando de nuevo?
—Los Cards.
Frank colocó una cesta de pan recién horneado a mi lado. Divino.
Quería arrebatar todo el asunto y correr.
—Perry, querida, ¿me ayudas un momento?
—Voy, señora B. —Ella se levantó, sonriendo a Stephen y a mí—. Me
llamó querida. Ella me ama.
Tan pronto como Perry saltó para ayudar a mamá, miré a mi hermano,
golpeando mi dedo anular. Sí, mi madre la quería; todos lo hicimos. Ella ya
era considerada de la familia. Ahora solo tenía que ser oficial.
Me senté cerca de él y le susurré—: ¿Por qué te está tomando tanto
tiempo?
—Shhh... Baja la voz. Pronto, lo prometo.
Una vez que todo estaba en la mesa, nos sentamos en nuestra fiesta
semanal. No sabía por dónde empezar, pero agarré una rebanada de pan
cuando todavía estaba caliente y le unté mucha mantequilla. Me moría de
hambre hoy por alguna razón. Temblores de tierra, orgasmos explosivos
deben quemar muchas calorías, ya que los “oh-hum” ciertamente no lo
hicieron.
Metí un pedazo en la boca, temblando ante el recuerdo. Al menos
puedo marcar el placer del tipo “dedos del pie que se encrespan” de mi lista
de cosas pendientes.
—Jillian. —Mi madre comenzó, tomando un sorbo de vino—. Perry dijo
que conociste a un joven hombre agradable, anoche. Háblanos todo acerca
de él, querida.
Farfullé, casi ahogándome con mi pan. Entonces entrecerré los ojos
en mi objetivo. Ella dio una media sonrisa y se encogió de hombros.
Maldita Perry.

5
Traducido por Mich Fraser
Corregido por Florpincha

—Dios, Mike, ¿no tocas?


Me tapé el pecho. Nunca había pensado en cambiar las cerraduras,
pero tal vez no era una mala idea.
—Lo siento. Supongo que es hábito. No es como si no me esperaras.
—Ese no es el punto. —Ya no estábamos casados; él no debería
sentirse libre de entrar y asustarme hasta el infierno.
Le entregué una caja. —Hay unas cuantas más allá —dije, señalando
la pila en el suelo—, todos recuerdos deportivos. Creo que eso es todo por
ahora.
Durante las últimas semanas, había estado limpiando el sótano y
ático, haciendo enormes pilas y dejándolas por toda la casa. Estaba
acabando, eventualmente. Él se había llevado todo cuando se mudó, salvo
por su colección de mierda.
—¿Querías algo de la vieja escuela de Daniel? —pregunté. Había
toneladas de dibujos y proyectos de arte, y cosas que no sabía qué hacer
con ellas, pero no podía tirarlas.
—No, puedes quedártelas por ahora. No tengo espacio.
Asentí y eché otro vistazo alrededor de la habitación. Pensé en pedirle
que me mostrara cómo arreglar el aire ya que estaba allí. No lo necesitaba
en el momento; la temperatura era mucho más fría a los ochenta y uno, pero
se suponía que llegaría a las noventa la próxima semana.
—Sabes, Jillian, me preocupo por ti aquí sola. No es seguro. —Abrí la
boca para estar en desacuerdo, pero él levantó la mano—. Escúchame. Sé
que he dicho esto antes, pero tal vez deberías de pensar en vender. No se
necesitaría mucho esfuerzo para encontrar a alguien. Puedo ayudarte con
un pago si lo necesitas.
—No lo necesito, y como he dicho antes, estoy perfectamente bien y
feliz aquí. Me encanta esta casa, y es una buena zona. No tengo nada de qué
preocuparme. Además, quiero que Daniel tenga un lugar familiar cada vez
que vuelva a casa.

Me aparté de él y comencé a ordenar mi escritorio. —Jillian, tal vez no


podamos estar juntos, pero siempre me importarás.
—Estoy bien, Mike. —No estaba desamparada, y era lo suficiente
grande para cuidarme. Diablos, yo crie a un niño durante dieciséis años e
hice un trabajo malditamente bueno. Y otra cosa, no necesitaba su estúpida
ayuda con el aire acondicionado. Era más que capaz de averiguarlo yo
misma.
—Muy bien, maldita sea. No es necesario que me recrimines. Solo
trato de ayudar.
Tomé una respiración profunda. No pensé que me había roto, pero no
iba a entrar en una discusión con él. —¿Sabes lo que sería de gran ayuda?
Si vas cerca del centro de donaciones, agradecería que dejaras algunas de
estas cosas. —Bolsas de ropa estaban alineadas contra la pared, junto con
cajas llenas de juguetes y basura que estaba muy necesitada de un nuevo
hogar.
—Uh, lo siento. Mi coche estará lleno de mis cosas, y no pienso ir al
centro pronto.
Miré por la ventana, observando su coche atestado. Era una maravilla
que Mike incluso pudiera entrar con los grandes, gordos, gelatinosos labios
llenando el espacio delantero con globos rojos. ¿Cómo diablos besaba esas
cosas?
Detente, Jillian. Estaba tomando el trabajo de Perry. Uno de sus
papeles como mejor amiga, como ella diría, era ser malintencionada y mala
cuando las situaciones lo justificaban para ser inmadura y graciosa.
¿A quién le importaba si mi ex marido tenía una novia? A mí no. No
cuando tenía una súper amiga que hacía cosas impresionantes como
dejarme notas pegajosas diciendo, los amigos no dejan que los amigos se
dejen llevar por labios de tamaño de un neumático, y ¿escuchaste las
noticias? Tuvieron que crear un nuevo código postal, solo para la boca de
Candace.
—Puedo volver un día diferente. No deberías hacerlo tú misma. Estoy
seguro que la mayoría son cosas de Daniel.
—No te preocupes por eso. Me ocuparé de ello. —Recogí mi bolso y
mis llaves—. Estoy segura que estás ocupado. Gracias por comprobarme. —
Miré la hora. También tenía que salir.
—Seguro. —Apiló sus cajas y las recogió, y le abrí la puerta—. Jillian,
¿estás segura que lo tienes todo bien? Quiero decir, con Daniel fuera y tú
en esta casa…
—Toda sola. —Terminé por él—. Sí, ya hemos dicho esto, Mike. Una y
otra vez. Puede que sea la única que vive en esta casa, pero estoy lejos de

estar sola. Aprecio la preocupación, pero es hora de darle un descanso de


una vez por todas.
—Está bien. —Fue al porche—. Hazme saber si necesitas algo.
—Lo haré. Gracias. Y la próxima vez dile a Candace que no tiene que
esconderse en el coche. —Más de un año y ella apenas podía mirarme a los
ojos. La hizo parecer culpable, si me lo preguntabas.
—Tiene dolor de cabeza.
—Seguro. —Putas mentiras.
—Y ya sabes, es un poco incómodo para ella.
Pobre bebé. —Un poco de aire sería bueno para su dolor de cabeza,
pero ten cuidado de no bajar toda la ventana. No querrías que su cabeza
flotara lejos. —Su actitud y sus labios podrían estallar.
—¿Qué?
—No importa. —Era mejor terminar esta conversación antes de decir
algo más. Algo que terminaría siendo la antítesis de lo maduro y gracioso.
Perry podría ser una perra, a veces.

En el último momento, decidí acercarme y caminar el resto a Miller


Park. ¿Por qué pagar veinte dólares para conducir cuando podría disfrutar
este hermoso día? Necesitaba el ejercicio, mucho. Otro objetivo: mover más
mi culo.
Me uní a las docenas de otros haciendo lo mismo, y pasamos Gen
Mitchell, pasando el cementerio que me asustaba hasta la mierda cuando
era más joven. Uno de mis amigos vivía al otro lado de la calle, y solíamos
desafiarnos a entrar a hurtadillas por la noche y ver quién duraba más
tiempo. No creo que alguna vez me haya recuperado completamente de eso.
Fui hacia el viaducto y al otro lado de la calle en el aparcamiento.
Ahora, solo tenía que encontrar el camión de Stephen.
—¡Jills! —Perry me encontró primero—. ¡Llegaste más temprano de lo
que pensé!
Corrió en sus shorts y playera, viéndose adorable. Me sentí un poco
fuera de moda con mis pantalones más largos y una camisa de gran tamaño,
pero bueno, me sentía cómoda.

—Sí, Mike se detuvo antes de lo esperado. Entró directamente, como


si todavía fuera el dueño del lugar.
—Cabrón. —Agarró mi brazo y pasamos entre las parrillas y
agachándonos bajo las redes de voleibol—. En verdad deberías cambiar esas
cerraduras. ¿Labios de burbuja iba con él?
Asentí. —Pero se quedó en el coche.
—Claro que lo hizo. La pequeña otra mujer descarada debería
esconderte la cara.
—Ya no es la otra mujer. Y no sabemos si alguna vez lo fue. Las
sospechas no son un hecho. —¿Por qué rayos la defendía? Oh, cierto, porque
era madura y graciosa.
Perry rodó los ojos. —Lo que sea, Jills. De todos modos, ahora estás
mucho mejor. —Me apretó el brazo—. Me alegra que estés aquí.
Sonreí. —También yo.
Llegamos a nuestro lugar, el olor de las hamburguesas
chisporroteantes y los palos de golf hicieron a mi estómago crujir. Todavía
no había comido nada. Stephen estaba dando vueltas alrededor de la bolsa
de frijoles con uno de sus compañeros de trabajo, pero se detuvo para agitar
y gritar. —Cerveza, refrescos, y agua están en la hielera. La comida estará
lista pronto.
—Gracias. —Agarré una cerveza, y Perry y yo nos sentamos. No había
una nube a la vista. Realmente era un día perfecto.
Unos momentos más tarde, Stephen llegó. —¿Recuerdas a Alex y
Chris? —Señaló un par de chicos a nuestro lado.
—Sí, me alegro de verlos de nuevo. —Me había familiarizado mucho
con sus amigos. Stephen siempre estaba recibiendo beneficios por medio de
su compañía: boletos de juegos, recaudaciones de fondos, museos, etc, y
siempre extendía las invitaciones. Había llevado a Daniel a muchas cosas a
lo largo de los años, gracias a mi hermanito.
Nos lo tomamos tranquilamente, solo disfrutando del sol antes que
Perry me arrastrara a la parte delantera del coche. —Tengo que contarte lo
que pasó anoche.
La miré con sospecha. —Espera, ¿incluso quiero escuchar esto? —Si
ella planeó actualizarme con alguna nueva posición extraña recién
descubierta, no quería escucharla.
—Yo… —Sus párpados se abrieron de par en par.
—¿Qué? —Miré por encima de mi hombro para ver qué la dejó sin
palabras. No tenía ni idea de lo que era. Agité mi mano delante de su cara—
. ¿Qué está pasando?

—Oh. Dios. Mío. ¿Es él?


—¿Es quién?
Oh, mierda. Finalmente miré la fuente de su mirada. Me endereché,
tirando mi gorra más abajo. —Muy bien, solo volvamos. Lentamente. No
hagas la gran cosa por cosas así.
Perry seguía mirando. —Esto me esta rebanando. No puedo resolverlo.
Parece más familiar a la luz del día.
—Maldita sea, Perry. Para. Voy a regresar. —Él estaba a dos coches.
Muy cerca para mi comodidad.
Ella me agarró del brazo. —Espera. No te reconocerá con esa ropa
puesta, de todos modos. Solo necesito un poco más de tiempo para activar
mi memoria. —Tocó sus labios con la yema de los dedos—. Santa mierda,
¿crees que te está acosando? Qué romántico.
—No, no lo creo, y no, eso no sería romántico. Sería perturbador. —
Agarré su muñeca—. Ahora ven. Puede que no me reconozca, pero te
reconocerá a ti, especialmente con la forma en que lo miras. —No necesitaba
esto ahora mismo. Ni siquiera había considerado que me encontraría con él
de nuevo.
—Uh, ¿Jills?
—Vamos —dije con los dientes apretados.
—Hola, Chase, ¿verdad?
Mierda. Jodida mierda, de mierda, de mierda.
Le di a Perry lo que esperaba que fuera una mirada fea y enfadada
antes de dar la vuelta. —Hola.
Quería morir. Enterrarme viva. Con el sol brillando en su cara,
pareció…
Maldita sea.
—Oh, mira. —Perry señaló la botella en la mano de él—. Spotted Cow.
¿No te gusta?
—En realidad no —le dije. Iba a matarla.
Chase inclinó su cabeza hacia ella, pero no dijo nada. Después se
concentró en mí. Su cara estaba demasiado lisa. —Tuve que venir y
comprobar si realmente eras tú. Me alegro que no estés muerta después de
todo. —Sonrió, convenciéndome que mi primera y definitivamente última
noche estaba con un lunático.
Lo miré con los ojos entrecerrados. Sus ojos parecieron más dorados
que verdes al sol. ¿Los locos siempre eran tan hermosos? Supongo que eso
sería una ventaja añadida; podrían atraer más gente de esa manera.

—Imagina mi sorpresa —dijo—, cuando llamé a ese número que me


diste y resultó ser la Funeraria De Andersen.
Mis mejillas ardieron. —Oh, lo siento por eso. —Fue una buena cosa
que la mortificación me distrajera de recordar sus manos por todo mi
cuerpo. En su mayor parte.
Sus labios se curvaron, y yo en verdad esperé ver algunas líneas, pero
tenía una suerte de mierda. —No te preocupes por eso. —No hubo desprecio
en su voz, y eso me hizo sentir peor. Chase levantó la cerveza, asintió y se
alejó.
Los ojos de Perry se clavaban al costado de mi cabeza. La miré. —
¿Qué?
—¿Qué? Ya sabes qué. ¿La funeraria? ¿Qué mierda con eso, Jills?
Regresé de nuevo a la seguridad de la escotilla con ella en mis talones.
—No lo hice a propósito. Me entró el pánico e inventé un número. No sabía
de quién era.
—Oh, ¿y él es el joven?
Me subí al camión y bebí la mitad de mi cerveza. Tenía razón, lo sabía.
Fue estúpido e infantil, pero como mencioné, entré en pánico.
Tomé una respiración lenta y profunda. —Pidió mi número y no quería
darle el verdadero, así que cambié los últimos dígitos. Sinceramente no
pensé que lo recordaría, de todos modos. No puedo creer que lo hiciera.
—¿Por qué juegas? Deberías haberle dicho que no querías.
Miré a dos niñas pequeñas tirando alrededor de una pelota. Una vez,
Daniel tenía una playera igual. —Lo sé, pero nunca he hecho esto antes,
Perry. No quería que pensara que era una fulana. ¿Lo conocí una sola hora
antes de tener sexo con él? Al menos no parecería tan malo si aceptaba
volver a verlo. Estaba un poco aturdida, no pensando exactamente.
—¿Por qué te importó lo que pensara sobre ti si no querías volver a
verlo?
—Ya te lo dije…
—¡Santa mierda! —Perry rebotó. Después saltó delante de mí—. Ni
siquiera me di cuenta al principio. ¿Preguntó por tu número después de
tener sexo, no antes?
—Bueno sí. ¿Y qué? —Me miró como si lo hubiera perdido—. Estoy
segura que estaba siendo educado.
—¿Cortés? No funciona de esa manera. Él no va a pedir tu número
para ser cortés. Y seguro como la mierda que no llamaría para ser cortés.

—Bueno, tal vez no cortés, pero ya he demostrado que era fácil.


Probablemente…
—Oh. Mi. Dios. —Me clavó las uñas en el brazo—. ¿Y si le reventaste
su Cherry?
—¿Qué les pasa a ustedes dos? —Stephen se puso de pie en nuestras
caras—. Hay niños alrededor. —Se acercó más a Perry ya que era la que
gritó—. ¿Y de quién estabas hablando?
—Es la cosa más divertida. ¿Recuerdas al tipo que tu hermana
conoció el fin de semana pasado?
—Perry. —Dejé caer mi cabeza entre mis manos, todavía
tambaleándome del comentario virgen—. Él está interesado.
—¿Ese es el tipo con el que te metiste? —Miré hacia arriba—. ¿Qué
demonios, Jillian, incluso es legal?
—Claro que sí —espeté de regreso. Oh Dios, oh Dios, oh Dios—. ¿Está
bebiendo, no?
Stephen puso los ojos en blanco. —Oh, sí. Porque el consumo de
alcohol en menores no existe.
—Ahora cariño —dijo Perry, en un tono que me recordó las bebidas
enfermizas que le gustaba tomar—. Hay niños alrededor.
—¿Y piensas que lo que hace Jillian está perfectamente bien?
—Jills puede hacer lo que quiera. Es una mujer adulta.
Stephen levantó los brazos. —¡Ese es el maldito problema!
Me sentí como un niño cuyos padres estaban tomando lados. —Basta,
¿bien? Fue un error, y se acabó. No deberíamos estar hablando de esto
ahora mismo.
—Tienes la maldita razón. Daniel probablemente es mayor que él.
Casi me desmayé en el acto. No había pensado en eso antes. Me iba a
enfermar. Gracias a Dios estaba sentada porque estaba segura que mis
piernas se hubieran desmoronado debajo de mí.
—Pero, ¿y si no fue un error? —preguntó Perry—. ¿A quién le importa
si es más joven?
Stephen se quitó el sombrero y se pasó una mano por el cabello. —
Perry —dijo con calma—. Hay jóvenes, y después jóvenes. No creciste con
nosotros. No viste lo que le pasó a nuestra madre. Jilian nunca pondría a
Daniel en la misma situación.
Mi hermano estaba clavando más fuerte. Tal vez terminaría en esa
funeraria después de todo. No estaba diciendo nada incorrecto, pero eso no
ayudó a sentirme menos de mierda.

—Dios, Stephen. Ya déjalo. No se casará con el tipo. Y tus padres no


son Jill y Chase.
—No hay ningún Chase y yo.
—Él es lindo. Parece agradable. —Enumeró con los dedos—.
Obviamente le gusta tu hermana. Es educado, de acuerdo con Jills. —Me
sonrió dulcemente—. Toca la guitarra. Está en una buena banda por la
noche. Probablemente lo estuviera más si no estuviera en la escuela. Él es…
—Espera, dilo de nuevo —dije. Stephen sacudió la cabeza mientras
sumergió la mano en la hielera.
—¿Qué atributo quieres que repita?
—¿Sobre la cosa de la escuela? Perry, me prometiste que no
investigarías.
—Probablemente la secundaria —dijo mi hermano, negando todavía
con la cabeza.
—Eso no es ni remotamente gracioso y lo sabes.
—¿Me ves jodidamente riéndome?
Crucé los brazos. Esto era ridículo. Estábamos pasando una enorme
cantidad de tiempo hablando de algo que no necesitaba ser hablado. Lo que
se hizo estaba hecho; no podía deshacerse y cambiar nada.
—No lo hice, Jills. Estaba interrogando a Stu cuando te fuiste a, uh,
a taladrar a Chase.
Stephen se alejó. Su cabeza iba a zafarse si no dejaba de moverla de
esa manera. —Maldita sea, Perry. —Descrucé mis brazos y empujé mis
palmas contra la frente.
—Lo siento. De todos modos, le pregunté a Stu muchas cosas esa
noche. No he hablado con él desde entonces. Lo juro. Quería saber más
sobre el tipo con el que estabas. Comprensible, ¿verdad? No mencioné esto.
Estabas un poco nerviosa ese día.
Hizo una pausa y me pregunté qué más podría decir. ¿Y ni siquiera
me importaba en ese momento?
—Entonces, descubrí que era un buen tipo; salvó sus traseros esa
noche. Tiene algo que ver con la cosa de la caridad… creo. Y umm… no
recuerdo exactamente lo que dijo sobre la escuela, pero está en una. Estoy
bastante segura de eso. Probablemente. Estaba bebida un poco.
—¿Un poco?
—Y cuando vi a Chase de nuevo… Bueno, se ve muy joven.
—¿Tú crees?

Suspiró en voz alta. —¿El punto es a quién le importa? Stephen está


exagerando por completo. Dudo que sea más joven que Daniel. Te debías un
poco de diversión, así que no te hagas daño. La edad es solo un número,
¿verdad?
—No, Perry, no lo es. —Mi estómago se endureció. No podía explicar
la agitación que seguía allí abajo.
Ella me miró y me dio un fuerte abrazo. —Oh, Jills, ¿qué vas a hacer?
—No voy a hacer nada. Ya pasó. Se acabó. Puede que no tenga
experiencia en tener sexo con un casi adolescente, pero creo que tengo
experiencia suficiente para manejar esto.
Fue una vez. Chase es legal. Definitivamente no virgen. Y nunca estoy
cometiendo el error dos veces.
Fue una sola.
Una. Sola. Vez.

Traducido SOS por Jessibel


Corregido por Nuwa Loss

¿Almuerzo?
Escribí una respuesta rápida a Perry: No puedo. Abrumada. Mi
estómago rugió tan fuerte que me preocupó que el Sr. Swanson hubiera
escuchado en el otro extremo. No sé si iba a firmar o no, pero estaba
tomando su dulce tiempo para dejarme saber la respuesta. Estaba
empezando a pensar que simplemente le gusta escuchar mi voz. O haciendo
que me retuerza.
¿Puedo llevarte de Angelina?
Oh, mi Dios, la amo. Estaría siempre en deuda contigo.
Estoy allí en 20. XO
Sentí como si sólo unos pocos minutos antes de ver a Perry, pisoteaba
las escaleras que la conducían a la puerta de mi oficina. Se asomó por la
ventana, y agité la mano a manera de saludo.
—Gracias, Sr. Swanson. Voy a tener toda la documentación requerida
para enviarla por fax en menos de una hora.
Perry dejó la bolsa en mi escritorio, el aroma flotó hacia arriba y me
distrajo. Articulé, gracias, tan pronto terminé la llamada. Reclinándose en
la silla, froté las manos sobre mi cara. —Eso fue brutal, pero vale la pena.
A menos que cambie de opinión en las próximas veinticuatro horas, estoy
de oro.
—¡Eso es increíble! —Acercó una silla, y sacó los sándwiches—. Ahora
puedes tomar más tiempo libre y empezar a disfrutar de toda la comisión
que te está trayendo.
Engullí una gran parte de mi bocadillo antes de que ella comenzara la
suya. —Oye, quité una gran parte de mi día para el juego. —En realidad,
era más como todo el día ya que no podía centrar mi mente el tiempo
suficiente para conseguir nada cuando volví a casa. Terminé sentada en el
porche trasero meciéndome y viendo la caminata de pavos salvajes, de ida y
vuelta a través de mi patio. Productivo.

Ella mordisqueó un trozo de queso. —¿Cómo está tu sándwich?


—Es muy bueno. Eres un regalo del cielo. —La única cosa que había
aparecido en el estómago todo el día fue varias tazas de café fuerte, negro—
. ¿Quieres un poco de té helado?
Ella asintió con la cabeza, fui a la cocina y saqué la jarra de la nevera.
Serví dos vasos, agarrando el frasco de azúcar para ella.
—¿Todavía estás libre este fin de semana? —Preguntó Perry cuando
regresé.
—Principalmente. —Le di un vaso, preparando el azúcar a su lado. —
Especialmente ahora que tengo a Swanson involucrado—. ¿Por qué, qué
pasa? Yo creía que había que trabajar.
—Sí, ese es el problema. Prometí recoger a Emily de la práctica de
softball y llevarla a casa durante mi descanso, pero ahora han llamado a
una reunión obligatoria durante ese tiempo. Y pensé que tal vez, ya que
estás siempre en deuda conmigo y todo...
Me reí. —No hay problema. ¿A qué hora?
Pensé que su sonrisa rompería las mejillas. Supongo que estaba feliz.
—Llega allí a las once. No se puede llegar tarde, ¿de acuerdo? Hillside Park
justo a la salida 94, junto a la pequeña escuela privada.
—Sí, sé dónde está. ¿Algo más? —Recogí todos los documentos que
necesitaba para enviar por fax otra vez, y tuve una llamada entrante. Mi
breve pausa para el almuerzo había terminado, pero si no fuera por Perry,
probablemente no hubiera comido en absoluto.
—No, eso es todo. Le dejaré saber a Sam. Muchas gracias; no te
arrepentirás.
Mis cejas se arrugaron juntas cuando cambié el auricular. Qué cosa
más extraña dice. ¿Por qué me podría arrepentir?

Di vueltas en el lote diez minutos antes, al ver a las chicas que todavía
estaban reunidas en el campo. No sabía si debía esperar en el coche hasta
el final de la práctica, pero era un día demasiado agradable para estar
encerrada. La ola de calor predicha estuvo presente otro día, brindando más
tiempo para trabajar en el aire acondicionado. Cada día que había planeado
solucionarlo, otras razones aparecían para no hacerlo.

Corté a través de la hierba y hacia el diamante, acercándome mucho


a las gradas. Miré alrededor a todos los espacios vacíos. ¿No debería haber
más padres aquí? Estaba lo suficientemente cerca para recoger. Ahora que
pienso en ello, sólo había otro coche en el aparcamiento.
Entrecerrando los ojos contra el sol, maldije por haber olvidado mis
gafas. Me protegí los ojos con la mano y traté de identificar a Emily del resto
del grupo que fue alineando para la prueba. La práctica no parece estar a
punto de terminar. Tal vez Perry consiguió el momento equivocado.
Saqué mi teléfono para enviarle un texto, pero decidí no hacerlo, no
quería molestarla durante la reunión. Me puse a un lado cuando una mujer
joven se sentó a mi lado. —Hola —dijo—. No te he visto por aquí antes. ¿Cuál
es la tuya?
—Emily. Bueno, ella no es mía; ella es la sobrina de mi amiga. La voy
a recoger hoy en día.
Ella asintió con la cabeza. —La pelirroja. —Con el sol perforando mis
globos oculares, todos ellos parecían tener un tono rojizo en su cabello. Ella
me dio una mirada de arriba hacia bajo—. Bonita camisa.
—Gracias. —Di una palmada en mis muslos—. ¿A qué hora termina
la práctica? Me dijeron a las once.
—Oh, no. Es probable que todavía tengan por lo menos una media
hora todavía.
Hmm... ¿Y ahora qué? Podría dar un paseo, mecerme en los
columpios. Me encantaba eso. Me preguntaba si podía tolerar incluso más
sin sentir náuseas. O si podría sentarme aquí en el calor del sol y charlar
con la mujer junto a mí. Ella parecía bastante agradable.
Volví la cabeza, a punto de preguntarle su nombre, cuando noté una
sonrisa tonta en la cara. Sus ojos estaban fijos en el entrenador, y creo que
detecté un poco de baba. Reconocí esa mirada. —¿Su novio? —Le pregunté.
—Todavía no.
—Buena suerte. —Sonreí. Qué lindo —un pequeño flechazo. La mujer
parecía tener veinte. Me gustaría poder decir que recordaba aquellos días,
pero no podía recordar un momento en que yo no estaba con Mike. Ser un
nuevo adulto casado con una familia ya hecha no deja mucho tiempo para
alardes y ojos saltones.
Una de las chicas conectó su bate con la pelota, enviándola a volar.
Ella corrió derecho hacia su entrenador y le dio un gran abrazo. Dulce. Yo
estaba tratando de obtener una mejor visión de la persona por la que tenía
una al lado de mí tan embelesada cuando mi celular saltó.
¿Cómo está todo?

Pensé que estabas en una reunión. Envié un mensaje de vuelta.


Terminó temprano. Lo juro.
Fruncí el ceño ante la pantalla. Hombre, estaba actuando de manera
extraña.
—¿Jillian?
¿Eh? Levanté la cabeza y pensé que había perdido mi maldita mente.
¿En qué mundo estaba en su sano juicio tenerlo parado justo delante de
mí? ¿Y qué demonios...? ¿Era el entrenador de Emily?
—¿La conoces? —Me di cuenta de una vez que unos ojos femeninos
se estrecharon.
—Se podría decir —dijo, y todo el ambiente cambió aún más—. ¿Qué
haces aquí?
—Yo... uh… —Si mi lengua no se desataba pronto, iba a morderla por
actuar como una idiota. Ambos me miraron. ¿No había una práctica a
cabo?—. Estoy recogiendo a Emily hoy.
—¿Pensé que nunca había estado aquí antes? —dijo ella como si le
hubiera mentido. Como si hubiera alguna manera orquestada de toda esta
escena extraña para poder llegar a su galán para hablar conmigo en lugar
de ella.
—No he estado. Disculpe.
Tenía la línea de Perry sonando antes que apenas lo hiciera fuera de
las gradas. Irrumpí a la zona de patio vacío, esperando a que tomara mi
llamada. Desconecté tan pronto como me lanzó al correo de voz.
¿Por qué no contestas? Escribí.
Lo siento. La reunión acabó, pero todavía estoy en el trabajo.
¿Por casualidad sabes lo que estoy pensando en este momento?
Era una posibilidad remota, pero estaba dispuesta a darle el beneficio
de la duda. Muchas coincidencias extrañas habían ocurrido. Perry podría
haber tenido ni idea de la identidad del entrenador. Robé un vistazo para
ver a Chase de nuevo en el campo y volver a como se llame, comiéndome
con los ojos, supuse. Yo sólo quería conseguir a Emily e irme.
¿Gracias? Respondió.
Maldita sea.
¿Qué demonios, Perry?
De nada.
Argh. Empujé mi celular en el bolsillo, sabiendo que me ocuparía de
ella más tarde en persona. Me senté en el columpio, bombeando mis piernas,

sorprendida que mi estómago no estaba rodando. Esperé fuera el resto de


la práctica, en la zona del chirrido de las cadenas y me pregunté cómo
alguna vez me había metido en tal lío.
En el gran esquema de la vida, no debería haber sido tan importante.
Las personas se enganchan todo el tiempo. Tienen relaciones sexuales, se
olvidan y se van.
Pero yo no estaba olvidando y no me estaba moviendo sucesivamente.
Porque el maldito hijo de puta estaba justo en frente de mí. Burlándose de
su mayo en mi diciembre.
Había llegado hasta ser responsable, ¿por qué la metida de pata
ahora?
Finalmente. Las niñas corrieron fuera del campo y sumergidas en
varios refrigeradores sentados en el césped. Reduje la velocidad del
balanceo, hundiendo los talones en el suelo, salté fuera cuando vi que Emily
estaba mirando a su alrededor. Ella me vio y corrió con su botella de agua
y una bolsita de snacks.
—Tía Jillian.
—Hola, cariño. —Mi corazón se hizo todo caliente y pegajoso.
Técnicamente, no soy su tía, por supuesto, pero me encantaba cuando me
llamaba así. Ella deslizó su mano en la mía, y supuse que estaríamos yendo
al coche.
—Tengo que conseguir mi guante, tía Jillian. —Estaba a punto de
decirle que esperaría cuando vi una mancha negra en el banco de plata.
Mierda. ¿Estaría mal pedir a Emily que recogiera eso también?
Sí lo haría. A menos que no me importara ser una cobarde porque
hice a una niña recuperar el bolso que había dejado atrás. —Está bien,
querida, iremos y luego tengo que llegar a casa.
Lo absorbí y caminamos, mi pulso se elevaba más alto mientras Chase
aparecía más cerca a la vista. Llevaba un par de pantalones cortos
deportivos, y fue la primera oportunidad que tuve de conseguir una muy
buena visión de la musculatura de las pantorrillas, las curvas muy cerradas
que conducen a sus gruesas lajas. Habían estado escondidos en los
pantalones vaqueros, a excepción del momento en que sus muslos desnudos
y se presionaron contra mí....
—¡Ay! Estás apretando mi mano.
Disminuí mi agarre. —Lo siento, cariño.
Lancé mis ojos hacia arriba para coger una pequeña sonrisa
formándose en sus labios. Oh no. Él no me había sorprendido mirando. Por
favor, Dios. ¿Cuál era el asunto con mis procesos cognitivos? ¿Y cómo pude

estar tan increíblemente excitada y muy disgustada conmigo misma, todo


en un solo aliento?
—Adiós, entrenador. Nos vemos la próxima vez —dijo Emily—. Y
gracias.
Chase, le dio un tirón y sonrió. —De nada, Emily. Gran trabajo hoy
en mantener el ojo en la bola. Y la manera que conseguiste ensuciar tu
guante.
Hizo un guiño y Emily se iluminó. Su alabanza obviamente significaba
mucho para ella y fue conmovedor ver su cara encendida. Si nada más, al
menos sabía que mi primera y única aventura de una noche no había sido
con un bastardo insensible.
—Sí, gracias —dije rápidamente, apretando su mano y agarrando mi
bolso.
—¿Jillian?
Tomé un largo suspiro y me enderecé, sólo para obtener una imagen
a la vista una chica amorosa corriendo directamente hacia nosotros. —Oh,
Chase. Dado que el padre de Willow no se presentó hoy, pensé que podría
utilizar un poco de ayuda con el nuevo equipo de la escuela.
—Eso sería genial. Gracias
—En cualquier momento, Chase.
Su mirada fue sustancial, con un peso sobre mí. Afortunadamente,
su peregrina se balanceó con una mueca parecida a arañar una pizarra, lo
que me permitió estar en alerta. Yo estaba interfiriendo, y no era mi
intención. Si pudiera conseguir un poco de algo que hacer con él, entonces,
¿quién era yo para interponerme en el camino? Eran mucho más adecuado
el uno para el otro.
Ella tocó el brazo de Chase. —La madre de Rosa espera por ti. Ella
realmente necesita hablar contigo antes que se vaya. Por lo que te ha
necesitado hace cinco minutos.
—Estaré allí en un minuto, Cassie.
Cassie y Chase. Incluso sus nombres juntos sonaba como algo que te
pone en la parte superior de una magdalena y se come. Para luego vomitar
después. Tenía que salir de allí.
—No por favor. No quiero retenerte. Tenemos que irnos de todos
modos.
Para mi alivio, no protestó. Estos encuentros inesperados tenían que
terminar. Me asustó sin cesar, poniendo todo caliente y molestada por
alguien que podría pasar como mi hijo. Un escalofrío se deslizó por mi
columna vertebral. Ahora realmente voy a vomitar.

Puede que haya estado fuera del mundo de las citas por demasiado
tiempo. Puede que no sepa la etiqueta correcta para introducir mi vagina de
vuelta en la sociedad. Pero yo no era tan tonta para creer que el sexo
caliente, sin sentido con el hombre más duro que he sentido alguna vez
significa cualquier cosa.
Puede que no sepa todo, pero sabía que no era una maldita roba
cunas.

7
Traducido SOS por Jessibel y Cjuli2516zc
Corregido por Nuwa Loss

—Le gustas al entrenador. —Alcé los ojos para ver la reflexión de Emily
en el espejo retrovisor—. Nunca detiene la práctica para hablar con alguien.
Sonreí, sin saber qué decir, pero no queriendo dejarla plantada. —
¿Qué te parece el softball hasta ahora?
—Me encanta. Tengo muchos amigos, y el entrenador es muy
agradable. Y divertido. Él nos hace reír mucho.
Asentí. —Eso es bueno, cielo. —Tiré mi bolso en mi regazo—. ¿Me
puedes hacer un favor? Llama a tu madre y hazle saber que estaremos allí
en unos cinco minutos.
—Está bien, tía Jillian.
Cavé a mí alrededor por mi teléfono con una mano, sin encontrar
ningún objeto plano. Mis dedos se volvieron locos, sintiendo todo, mientras
mi corazón comenzó a martillar. Oh, es cierto. Metí la mano en el bolsillo,
recordando que había guardado allí mientras me balanceaba. Palmeé el otro
bolsillo. Mierda. El aleteo comenzó de nuevo, más fuerte que nunca.
Me puse a un lado. —Sólo en busca de mi teléfono —le dije mientras
comencé a revisar alrededor de los asientos, agachando la cabeza debajo. Mi
garganta estaba cerrada.
No, no, no.
Piensa, Jillian. ¿Cuándo fue la última vez que lo utilizaste? No desde
los columpios. Me había bombeado bastante alto, amando la prisa de volver
a bajar, maravillándome de lo bien que se sentía de nuevo.
Maldita sea, se debe haber escapado.
Perdí todo un minuto para decidir qué hacer. ¿Volver al parque, o
llevar a Emily a casa primero? Estábamos mucho más cerca, así que la llevé
a casa, cruzando los dedos para que su madre hubiera terminado con su
reunión.

La suerte estaba de mi lado. No quise ser grosera, así que charlamos


un poco, pero en su mayor parte, yo estaba fuera de allí rápidamente
después de abrazar a Emily en la despedida.
Trece minutos después, estaba añadiendo mi coche a la colección de
los demás en el estacionamiento. En el tiempo transcurrido desde que había
dejado y conducido a Emily casa, todos los niños de la zona habían invadido.
Examiné la falta de definición de la actividad en el área de juegos, y mi
cabeza cayó. Si mi teléfono todavía estaba allí, probablemente fue pisoteado.
Corrí otra vez, esperando ver lo peor. El escaneo de la tierra debajo de
los columpios y la hierba que rodea anotó ningún resultado. Volví sobre mis
pasos, yendo a las gradas y viceversa. Temía que algún niño caminó con él
y lo estaba usando como juguete. ¿Había recordado bloquearlo? Gruñí. Mi
objetivo para traer más diversión en mi vida solamente estaba invitando a
más complicaciones.
Me di cuenta de un par de mujeres en un banco cercano. —Siento
interrumpir, pero, ¿habrán visto por casualidad un teléfono celular por ahí?
—No, lo siento.
Maldición. —Está bien, gracias.
Una chica en una gorra de béisbol pasó precipitada, balanceando su
cola de caballo violentamente. La vi hacer una línea recta hacia el tobogán
y hacia donde, supuse, su madre y su hermana menor estaban jugando. Me
acerqué; valía la pena el intento.
—Disculpe. —La mujer levantó la cabeza mientras el niño continuó
haciendo un dibujo en la tierra con un palo—. ¿Ha estado en el parque todo
el tiempo cuando la práctica terminó?
—Sí.
—Estaba aquí antes, y creo que se me cayó mi teléfono. ¿Ha notado
uno... en cualquier lugar? —Levanté mis cejas, a la espera de su respuesta.
Por favor, por favor, por favor...
—Me gustaría poder decir que lo tuve, pero no. —Mis hombros
cayeron—. Pero puede comprobar en la oficina. —Ella señaló hacia la
escuela—. Están abiertos hasta la una. Si hay algo que no es reclamado
después de la práctica, se encargan de eso allí. No vi nada, pero tal vez
alguien más lo hizo.
—Muchas gracias. Voy a hacer eso.
Corría a mi coche. Estaba lo suficientemente cerca para caminar si
quería pisar a través del grupo de árboles y perder más tiempo, pero tenía
que darme prisa y llegar a la oficina.

Ni siquiera había caído en la cuenta hasta que estaba corriendo por


las escaleras, ¿quién exactamente toma los objetos perdidos a la oficina?
Cassie mencionó algo acerca de traer el equipo a una escuela. Abrí las
puertas y entré en el edificio. No había nada de lo que pudiera preocuparme
por ahora.
La oficina estaba directamente enfrente de las puertas delanteras. Por
desgracia, nadie lo ocupó. Miré a mí alrededor. El lugar era tan pequeño que
podía ver hasta el final de los dos pasillos simultáneamente. Había señales
de vida que venían de diversas clases, pero en su mayor parte, estaba
abandonada. ¿Qué esperaba? Era un sábado a finales de junio.
—¿Puedo ayudarle?
Giré para ver a una mujer extremadamente pequeña con una pila de
papeles que parecía casi tan alta como ella. Ella les dejó caer al suelo y
comenzó a empujar piezas en las ranuras individuales que recubren la
pared. Me pregunté si ella había estado en la oficina todo el tiempo, y yo no
la había visto.
—Sí. Estoy esperando que alguien haya dejado un teléfono. Lo dejé en
el parque durante la práctica de softball.
—No que yo sepa, pero he estado entrando y saliendo. ¿Por qué no
compruebas con el Sr. Nolan?
—Ah, no estoy familiarizada con esta escuela. Donde es...
—La puerta principal se abrió, y una señora mayor atractiva entró. Ella agitó
la mano y se dirigió por el pasillo.
—Señora. Freemont, ¿podría mostrar a...? —La pequeña mujer me
miró.
—Jillian —le dije.
—¿Le puede mostrar a Jillian hacia el señor Nolan, por favor?
La señora sonrió cálidamente. —Por supuesto.
Me acerqué a ella y le tendí la mano. Su cabello era totalmente gris,
pero funcionó para ella. —Hola, Jillian. Soy Linda. ¿Es nueva en la escuela?
—Oh, no. He olvidado mi teléfono en el parque, y esperaba que alguien
lo haya traído aquí.
¿Cuántas veces había dicho eso en el día de hoy? Parecía un disco
rayado.
Linda asintió, y dimos unos pasos más. —Bueno, aquí estamos. —
Hizo un gesto hacia la puerta cerrada—. Mi nieta ha terminado su lección.
Entraremos cuando hayan terminado.

No podía oír nada y estaba a punto de preguntar a qué hora terminaba


la lección cuando el desplume de las cuerdas de la guitarra llamó mi
atención. Segundos después, la puerta se abrió.
Sus ojos se abrieron, y yo deseaba que los míos lo hicieran. Creo que
realmente los expulsé de mi cabeza en un punto y rodaron por el pasillo.
—¿Quieres oír lo que aprendí hoy, abuela?
—¡Por supuesto que sí. —Ella entró y se sentó junto a su nieta
mientras que la niña tocaba en su guitarra de color rosa. ¿Era Green Day?
Yo estaba alucinando.
Chase se apoyó en el marco de la puerta y me llevó adentro, mi
temperatura se elevó a las nubes. El tono cambió a "bollos cruzados
calientes", y la ironía no escapó. Nunca pensé que una canción de la infancia
inocente podría hacer que me sonrojara.
¿Tan delirante pensar que era la tonta canción que calentó mis
mejillas?
¿Por qué él no estaba hablando? Bien, sería la primera en hacerlo. No
iba a estar allí y permitir que me haga sudar.
—Estoy buscando al señor Nolan.
—Lo has encontrado.
Qué demo…
Mis ojos atraparon la vista de un esbelto cuadro que soplaba por el
pasillo. Su cara de granito me recibió. —Oh, hola. Jillian, ¿verdad? —Miró
a su alrededor—. ¿Está Emily con usted?
—No, sólo yo.
—Oh. —Cassie forzó una sonrisa, pero solo estaba por hablar con la
perra. Traduje esa palabra como: "Entonces, ¿qué coño haces aquí, maldita
zorra?—. Entonces, ¿qué te trae por aquí? —Pasa de mi hombre ahora
mismo o haré que lo sientas, perra.
Fue casi cómico, la sensación que brotaba de ella. No tenía ninguna
razón para sentirse amenazada, sin embargo, su actitud indicaba que lo
estaba, claramente. Yo estaba más que molestamente halagada.
—Estoy aquí para hablar con el señor Nolan. —Realmente no estaba
de ánimos para descubrir toda la situación para ella.
Silencio.
—¿Necesitas algo, Cassie?
Se volvió hacia Chase, su cara pétrea se suavizó. —Sí, me gustaría un
poco de ayuda en el gimnasio cuando estés libre. La señora Hanson dejó

una enorme cantidad de artículos para el juego, e iría mucho más rápido si
tiene un par extra de manos para pasar por todos ellos.
Él asintió con la cabeza. —Estaré allí tan pronto como pueda.
—¡Grandioso! —Ella movió su mirada de nuevo a mí—. Es bueno verte
de nuevo, Jillian. —Si veo tu cara de nuevo, la desgarraré.
Linda se acercó, y Cassie se escabulló. Me hice a un lado, agradecida
por el indulto. Este día fue un torbellino de peculiaridades.
Ella abrió su bolso y sacó su billetera. Chase, levantó la mano. —No
se preocupe por eso ahora. —Él se acercó más—. Ten un muy buen día —
dijo en voz baja.
Su cara se veía aliviada. —Gracias, Chase. —Ella le tocó el brazo y se
inclinó—. ¿Podemos hablar un momento?
Se volvió hacia mí, con los ojos verdes bosque profundo
arremolinándose con los rayos de luz. Contrólate, Jillian. Son jodidamente
verdes.
—No tardaré mucho. Quédate por favor.
Asentí. Como si tuviera una opción, pero al menos me preguntó
amablemente. Salieron por la puerta, cerrándola, y me acerqué a la niña. —
Hola, soy Jillian. Me gusta tu guitarra.
—A mí también. —Su rostro se iluminó—. Me llamo Hazel.
—Encantada de conocerte, Hazel. —Saqué una silla—. Suenas muy
bonita cuando tocas. ¿Has estado tomando lecciones durante mucho
tiempo?
—Hmm. —Ella se encogió de hombros—. A veces. Estoy mejorando en
la lectura de acordes. ¿El Sr. N es tu novio?
—¿El Sr. Nolan? —Hazel balanceó su cabeza de arriba a abajo
mientras punteaba las cuerdas de nylon—. No, no lo es. ¿Por qué?
Se encogió de hombros de nuevo. —Me gusta tu pelo.
—Bueno, gracias, Hazel. Me gusta el tuyo también. —Correspondió
perfectamente a su nombre.
Ella sonrió ampliamente, luego saltó de su silla cuando la puerta se
abrió. Su abuela le tendió los brazos y Hazel corrió hacia ellos.
La niña rebotó hacia Chase y lo abrazó fuertemente. —Adiós, Sr. N.
Nos vemos el lunes.
Él desordenó su cabello. —Buen trabajo hoy, Hazelnut. No te olvides
de practicar.
—No lo haré. Lo prometo.

Ella se fue con Linda, y me quedé allí de pie con un chico al que
apenas conocía, a pesar de que ya lo dejaba entrar en mi cuerpo. Nunca volví
a tener una aventura de una noche otra vez.
—Entonces, enseñas lecciones de guitarra. Aquí.
Chase asintió, llevándome más adentro, luego cerró la puerta. —
También enseño música. Aquí. —Él agitó su mano alrededor de la
habitación.
—Y entrenas softbol.
—Lo hago.
Se reclinó sobre su escritorio, luciendo completamente confiado en su
elemento. No podía decidir si eso me excitaba o me cabreaba. Espera...
probablemente no fue hace mucho tiempo cuando él mismo estaba sentado
en uno de estos escritorios. Sí, definitivamente cabreaba.
Pero realmente aclaró algunas cosas. Pensé en las divagaciones de
Perry, y me explicaba lo de la escuela. El alivio fluyó a través de mí. De
acuerdo, tal vez estar cabreada era una palabra demasiado fuerte. Y no
podía negar que los profesores de música llamaban mi atención—los
mayores, claro está.
—Y obviamente eres lo suficientemente bueno para estar en el
escenario.
—Era temporal, pero agradezco el cumplido. —Sonrió, y eso hizo que
su cara luciera tan malditamente... hermoso. Chase se enderezó y dio un
paso más cerca. Su pelo era un poco más largo y oscuro. Me gustaba el pelo
oscuro—. ¿Por qué no continuamos esta conversación durante la cena
mañana por la noche? Tú sabes cosas sobre mí, y yo no sé nada sobre ti.
—Mañana es la tercera. Ese es el centro de los fuegos artificiales.
—¿Vas a ir?
—Bueno, no, pero...
—Ni yo tampoco, así que ¿y la cena? —Fruncí el ceño. Estábamos
corriendo fuera de la pista—. ¿No quieres tu teléfono de vuelta? —preguntó.
¡Mi teléfono! —¡Sí! Gracias. —Debería haber sido mi primera pregunta
para él. Respiré profundamente; la búsqueda había terminado. Entonces
entrecerré los ajos hacia él—. Espera, ¿estás reteniendo a mi teléfono como
rehén?
Él rio. —Tu imaginación está al mismo nivel con mis estudiantes. —
Él abrió su cajón del escritorio y sacó mi celular.
—¿Cómo supiste que era mío? —Genial, probablemente lo dejé
desbloqueado. Escudriñé mi memoria, ¿había algún texto inapropiado de
Perry? Por supuesto que sí, pero ¿algo que ver con Chase? Me sentí

desmayar. ¿Algún comentario sobre "el mejor sexo de mi vida"? ¿Algo que
ver con abdominales duros y erecciones que rompen muros?
—No fue tan difícil teniendo en cuenta que eras la única en el patio
durante la práctica. Normalmente no soy tan distraído. —Lo sostuvo en su
mano abierta—. Aquí tienes. Sin condiciones.
Estaba tan feliz de tenerlo de vuelta que me acerqué y lo agarré,
deteniéndome antes de la etapa de abrazos. Casi ignoré el efecto que su
proximidad tenía sobre mí también. Dios, soy una mujer adulta. Es hora de
comenzar a actuar como una de nuevo.
—Sin embargo, creo que me debes una. Aceptaré la cena como
reembolso.
—¿Te debo?
—Por mantenerlo a salvo.
—Eso no suena como 'sin compromisos'. Mira, estoy muy agradecida,
pero yo....
Puedo también cortar esto de raíz ahora mismo. Me acerqué más, casi
ignorando las chispas de nuevo. Casi sin tener en cuenta la forma en que
mi piel hormigueó, prácticamente sintiendo su boca por todas partes. Carajo
¿Por qué tenía que estar completamente sobria esa noche? ¿Por qué tenía
que recordar cada último maldito orgasmo?
—¿Qué edad tienes, Chase?
—Veintitrés.
Inhalé bruscamente. Eso era malo. No, eso era bueno. Bueno porque
es mayor que Daniel. Malo porque todavía es más joven de lo que pensaba
cuando dormí con él. Podría tomar letras perturbadoras y cubrirlas con una
hermosa melodía durante todo el día, y no cambiaría el significado. Sea cual
fuere la manera en que lo descifrares, era demasiado joven. Demasiado
jodidamente joven.
Sus labios se curvaron mientras me miraba. No tenía ninguna duda
de que parecía neurótica mientras repasaba mis conclusiones dentro de mi
cabeza. —Y tengo treinta y ocho.
En menos de dos años, ni siquiera estaríamos en décadas
consecutivas. Miré su cara de cerca, y para su crédito, ni siquiera se
estremeció, y mucho menos retrocedió con disgusto.
—¿Así qué?
—¿Así qué? —¿Cuál es el asunto con él?—. Eso es
—Quince años.

—Puedo hacer matemáticas —ladré, luego me sentí culpable. Pero,


Dios... ¿quince años? ¿De Verdad? Sonaba mucho peor oyéndolo en voz
alta—. Iba a decir que está mal. Como ya he dicho, no salgo con hombres
más jóvenes.
Él envolvió su mano alrededor de mi brazo y me jaló. —Jillian. —Pude
ver la suavidad de sus labios, probar su olor, sentir la vibración cuando
habló mi nombre. Era un desastre—. No es una cita. Cena.
¿Iba a besarme? Yo quería eso. No, no lo quería. Mi realidad estaba
peligrosamente retorcida. Este muchacho era todo un hombre. Su boca
estaba a centímetros de la mía, y mi coño palpitaba. Literalmente palpitaba.
Mi cerebro seguía enviando la pista para alejarse, pero se estaba ahogando
en toda la humedad.
Estaba segura que el beso llegaría en cualquier momento, pero él
levantó mi cabello y se acercó a mi oído. —Y como ya he dicho, Jillian, te
encuentro interesante —susurró, el calor de su aliento me hizo temblar—. Y
sexy como la mierda. Puede que tengas una salvaje imaginación, pero no
creo que seas una muy buena farsante. Disfrutas de mi compañía tanto
como yo disfruto de la tuya.
Bueno, ¿no era eso presuntuoso? Debería... Acarició mi cuello y me
dije que me callara. Cerré mis ojos, preguntándome cómo explicaría la mujer
derretida por todo el piso al portero cuando él quitó su mano. Levanté mis
párpados, sintiéndome totalmente derrotada. Bueno, malo. Correcto
incorrecto. Ni siquiera sabía cómo terminaría todo en ese momento.
—Una cena —dijo—. Dos personas disfrutando de la compañía del
otro y compartiendo una comida. Eso es todo lo que estoy pidiendo ahora
mismo.
Todo lo que podía ver era su rostro masculino, los ángulos duros y los
ojos suaves. Mis sentidos dijeron adiós y yo asentí. Antes que yo lo supiera,
le había dado ese número de teléfono que había intentado proteger.
Salí de esa habitación sintiendo como si hubiera pasado por una
tormenta eléctrica, sin tener idea de lo que me había golpeado tan duro.
No es una cita. Cena. Podría hacer eso. Me encuentro para cenar todo
el tiempo.
No mires hacia atrás. Simplemente sigue caminando, Jillian. No mires
hacia atrás.
Mire hacia atrás. Chase se paraba fuera de la puerta, observándome
irme. Era excitante como el infierno. Miré hacia adelante y abrí las puertas
delanteras. Acababa de acceder a algo con lo que me sentía fuertemente en
contra.
¿Cómo algo volvería a ser lo mismo otra vez?

8
Traducido SOS por Jessibel y Cjuli2516zc
Corregido por Nuwa Loss

—¿Qué demonios, Perry?


Acabamos de terminar nuestro temprano almuerzo familiar y Perry
estaba completamente llena de lasaña. Mi estómago estaba demasiado lleno
de alborotos nerviosos para añadir cualquier alimento al mismo. El aire
sofocante me cubrió, recubriendo como una segunda piel. Decir que estaba
incómoda no le hacía a mi ansiedad justicia suficiente.
—¿Qué demonios, Perry?
—Acabas de decir eso.
—Merece ser dicho dos veces. —La grava crujía bajo nuestros zapatos
cuando las dos fuimos en una caminata post comida por el bloque de mi
madre. Perry quería quemar un poco de su vientre hinchado; Yo quería
conformarme con el pequeño puntaje que tuve con ella y obtener toda esta
oscuridad de la cabeza antes que golpeara mi culo—. ¿Qué se supone que
debo hacer ahora?
—¡Cuidado con ese tortuga! —Miré hacia abajo en el momento justo
para pasar por encima del pequeño individuo. Nos quedamos allí y tuvimos
que esperar a que terminara de cruzar la calle antes de que nos pasara—.
¿Quieres sentarte junto al estanque? —Preguntó.
—Pensé que estabas lo suficientemente llena como para vomitar tus
entrañas por toda la mesa. —Creo que fueron sus palabras exactas de
regreso a casa.
—Sí, estoy bien ahora. Nos hemos movido lo suficiente.
Caminamos por la colina hasta el pequeño banco de madera. Una
adherencia más pesada se arrastraba en el aire con venganza, haciendo que
me sienta como si estuviera atrapada en una axila. El cielo estaba todavía
bastante claro, pero estaban prediciendo tormentas importantes para el
resto del fin de semana.
—Tal vez debería ir con ustedes esta noche si no les cancelan —dije.

Ella me dio una mirada de soslayo. —Ya habías rechazado la


invitación.
—Sí, pero eso fue antes.... —Antes que Chase me invitara a cenar.
Antes de decir que no iba a los fuegos artificiales. Antes de que Perry se
encargó de jugar a la Pequeña Señora Celestina.
Ella dijo que era el destino cuando se había fijado en la foto del equipo
en la mesa de su hermana. Y al igual que, la identidad de Chase llegó
disparada directamente a ella. Todo lo que tenía que hacer era pedir el
nombre del entrenador de Emily, ¡y listo! Perry tuvo su confirmación. Ella
dijo que todo cayó en su lugar tan fácilmente después de eso, debía ser una
prueba que estaba predestinado. Según ella, no estaba excavando si aterrizó
en el regazo.
Lo que Perry llama destino, yo lo llamo intromisión, y debo decir, que
estaba haciendo un trabajo estelar al restringir mis ganas de tirarla en el
estanque.
Me quedé atrapada en el final de algún dibujo animado, y era el
personaje loco agitando su puño en el aire y diciendo, "Y me habría salido
con la mía también, si no fuera por los malditos niños entrometidos”.
—Perry, ¿qué demonios estabas pensando? Al menos podrías
haberme advertido.
—Sólo lo hice por ti, Jills. ¿Hubieras ido si te dijera que era su
entrenador?
—Todavía habría recogido a Emily si me necesitaba. —Perry había
jurado que ella realmente estaba en una reunión importante. Aunque no me
gustó la forma en que se manejó la situación, todavía me la creí.
—Sí, pero no habrías conseguido salir del coche. Y probablemente
habrías usado una babushka.
Suspiré, sabiendo que ella tenía razón hasta cierto punto, pero vaya...
Estos no eran el tipo de sorpresas que quería encontrar. Si ella nos hubiera
dejado solos, Chase y yo no hubiéramos cruzado en el camino de nuevo.
Pero, ¿quién sabía siquiera si era correcto tampoco?
Me dejé caer en el banco, probablemente me asemejo a un fideo
cocido. Entre la humedad y mi caos interior, estaba agotada. Saqué mi
teléfono y lo golpeé contra mi labio inferior. —Voy a cancelar. No sé lo que
estaba pensando cuando acepté de todos modos. Me tenía toda nerviosa.
—Eso suena como una buena cosa para mí.
Negué con la cabeza. —Me sentía como una adolescente infestada de
hormonas, que poseyó mis cuerdas vocales y habló por mí.

Perry se paró frente a mí, poniendo los ojos en blanco y las manos en
las caderas. —Sólo tienes que ir a la maldita cita, Jills. Siempre puedes
decidir no ir a una segunda.
—No es una cita. Es una cena.
—Lo que sea.
Se sentó a mi lado y puso su cabeza en mi hombro, agarrando mi
teléfono a distancia. Vimos los patos por un tiempo mientras todo giraba en
mi mente. No podía creer lo mucho que luché con algo que debería haber
sido emocionante y divertido. Si yo fuera quince años más joven....
—¿Crees que me siento atraída a Chase porque extraño a Daniel? —
Perry levantó la cabeza y me miró—. ¿Porque sólo quiero a alguien a quien
criar otra vez?
—Hmm, eso depende... Cuando veas a Chase, ¿quieres darle de comer
leche y galletas, o quieres joder sus sesos?
Dejé caer la cabeza entre las manos. —Oh, Dios mío, Perry. Soy una
rompe cunas.
—¿Qué coños estás hablando?
—Lo busqué. Estoy en los treinta largos. Hay una diferencia de edad
de quince años...
—Creo que el hecho de que vas a entrar en esto pateando y gritando
un poco, anula todo el requisito de depredadora.
Levanté los ojos para ver las nubes que se arremolinaban por encima
de mí. El azul aún se asomaba, pero la lluvia caía. Podía oler. Había una
buena posibilidad de que los cielos estarían demasiado nebuloso para
disparar nada esta noche.
—No entiendo por qué estás actuando así. Nunca has tenido un
problema con tu edad antes. ¿Y qué si te sientes atraída por él? Mientras
que sea legal, está todo bien.
No, realmente ella no entendía, pero mi hermano lo haría. —No vas a
mencionar nada de esto a Stephen, ¿verdad?"
—No, si no quieres que lo haga. No necesito que me vuelva loca de
nuevo por estupideces. —No era estúpido para mí. Tomé mi teléfono de
nuevo y lo aseguré en la mano—. Y sé lo que estás pensando —dijo ella—,
pero lo que tu padre hizo no fue una cosa de la edad, fue una cosa idiota.
Sin ánimo de ofender
—Ninguna tomada.
Perry se levantó, agarró mis manos y me dio un tirón hacia arriba. —
Debemos empezar a caminar de nuevo. Es necesario llegar a casa y entre
algo caliente. ¿A dónde te llevará, de todos modos? Nunca lo mencionó.

Mi instinto se torció en espiral hasta la garganta. —Maldita sea, Perry,


no es una cita.
—Cálmate. No he dicho que era. No esta vez.
Estudié los bordes afilados de la hierba ya que volvimos por la colina.
Se veía muy... verde. Decidí buscar la tortuga en su lugar. Tenía que estar
en alguna parte.
—Oye, tengo una idea. —Perry se detuvo en seco—. Si te sientes más
a gusto y te da una sensación que es menos una cita, ¿por qué no lo invitas
a tu lugar? Pedir algo para llevar y mantenerlo casual.
Le di un respingo. ¿Traerlo a mi casa? ¿En serio?
—Piensa en ello. Sería patético que canceles en el último momento,
¿verdad?
—A menos que tenga una buena razón y...
—Sí, pero no la tienes. Y sé que te gusta el chico, ¿verdad?
—Sí, pero...
—Y te conozco, Jills. Probablemente estás teniendo algún momento
de enloquecimiento sobre alguien que los vea a los dos en público y
pensando que estás en una cita de verdad.
No me molestaba hablar, solo me limité a seguir arrastrando los pies
abajo de esa colina. Sí, la posibilidad se me había ocurrido, que nos
confundieran con madre e hijo, pero eso no era el único...
—De esta manera estarías en tu propio terreno, y te quitaría la
presión.
Ahora estaba interrumpiendo mis pensamientos. Me detuve y levanté
la mano. —¿Puedo hablar, por favor? —Ella asintió con la cabeza—. No lo
conozco lo suficiente como para tenerlo a solas dentro de mi casa. —Sus
cejas se levantaron—. El sexo no cuenta.
—Bueno, Stu lo conoce, y dice que es un buen tipo. No es necesario
preocuparse de ser destripada en pequeños pedazos.
—Stu dijo que no lo conocía tan bien.
Ella levantó las manos. —Mierda, eres terca. Ahora sólo estás dando
excusas.
¿Estaba? No lo creo. De hecho, pensé que mis puntos eran bastante
válidos. Retomamos nuestro camino, bajando hasta la carretera. —Si le
sugiero que vaya a mi lugar en vez de salir, va a tener una idea equivocada.
—¿Y? ¿No quieres tener sexo con él de nuevo?
—¡No! —Sí. Tal vez.

—Te diré lo que vamos a hacer. Invítalo, por lo que serán ustedes dos.
Conócelo un poco mejor sin influencias externas. Déjalo ser. Hazle saber de
antemano que tienes planes esta noche, así que hay un límite de diversión.
Voy a mostrarte en la puerta tan pronto como regrese a casa. Si sabes que
estoy yendo allí, tendrás una mejor oportunidad de mantener controlado a
tu adolescente caliente.
—Estarás con Stephen esta noche.
—Tan pronto como los fuegos artificiales finalicen, vendré sola. Solo
dile a tu hermano que tienes alguna emergencia hormonal. Por lo menos no
le vas a estar mintiendo.
El plan casi sonaba... razonable. —¿Lo juras?
Ella sonrió amplia. —Lo prometo.
Cinco horas más tarde, entrecerraba los ojos a través de mis persianas
mientras un Ford negro entraba en mi entrada. Mi corazón comenzó a
rebotar de las paredes, así que retrocedí y caminé alrededor de la habitación
en su lugar. Una puerta de coche se cerró de golpe. Sería sólo cuestión de
segundos ahora, un minuto antes que mi timbre sonara.
Me puse delante de uno de los muchos ventiladores que tenía
soplando alrededor de la habitación y tomé una dosis grande en la cara.
Lástima que no había una pequeña mano que salía en tiempos como estos.
Necesitaba una buena bofetada de sentido.
Sentí mis mejillas; estaban ardiendo caliente y palpitante. Tal vez
estaba enfermándome con algo o tal vez...
El timbre me envió al techo porque, por supuesto, no esperaba eso en
absoluto. ¿Por qué debo permitir que un chico me ponga tan nerviosa? Sólo
porque no estaba acostumbrado a tener huevos revueltos por cerebro, no
significaba que tenía que actuar como tal.
Abrí la puerta, la bolsa en sus brazos sirviendo como distracción
temporal. —Hola, Jillian. —Chase entró—. Bonito lugar. ¿Dónde está la
cocina?
—¿Por qué tienes una bolsa de supermercado? —Él sonrió, lanzando
una nueva distracción hacia mí. ¿Por qué la sombra de su iris cambia todo
el maldito tiempo? Tal vez debería preguntarle eso en su lugar.
—Estoy haciendo la cena.
No respondí, así que se dio la vuelta y dobló la esquina, tomando por
su cuenta encontrar la cocina. Asumí que era lo que estaba haciendo desde
que me quedé muda. Seguí rápidamente y... No mires, Jillian. Mantén tus
ojos hacia el frente. No mires hacia abajo.

Carajo. Miré su culo, y él me atrapó. Mi rostro se encendió


nuevamente, y sus labios se curvaron cuando colocó la bolsa en el
mostrador. ¿Por qué tuvo que dar la vuelta en ese momento?
Buen plan, Perry.
Tomé una respiración profunda y abrí la nevera. No. En lo que
respecta a los planes, era un medio decente. El problema no era con la idea
de Perry; estaba conmigo. Sólo tenía que volver a ese lugar cuando pensaba
que era gay. Conversación fluida con cero posibilidades de desnudarse.
Pan comido.
Saqué un par de cervezas y le di una, sabiendo que sería mejor
saborear la mía porque era la única que tenía. Al menos hasta que Perry
llegara.
Todo lo que tenía que hacer era abrir mi boca y expulsar algunas
palabras. —¿Cena? —Ves, eso no fue tan difícil. ¿A quién le importaba si
sólo era una frase de una palabra? Era un comienzo.
—Fajitas ¿bien? —Metió su mano en la bolsa y sacó una bolsa de
pimientos, dejándolos caer junto a mi cafetera—. Dijiste que te gustaba
mexicano.
—Sí, pero... —Me tomé un buen trago de la botella—. Pensé que
íbamos a ordenar. —Al menos eso es lo que recordaba hablando cuando le
informé sobre el cambio de planes. Había sido tan complaciente cuando lo
había mencionado, pero ahora las cosas estaban cambiando de rumbo.
Dejó un recipiente de vidrio lleno de líquido. —Quiero cocinar en su
lugar. ¿Eso te molesta? —Sacudí mi cabeza. Necesitaba relajarme. Toda la
noche no iba a explotar en mi cara sólo porque el menú de la cena cambió.
Aún estábamos comiendo—. Bien. Comenzaré marinando estos filetes
enseguida. Normalmente me gusta dejarlos de la noche a la mañana, pero
todavía funcionará.
Lo observé descargando el resto de las cosas mientras tomé otro sorbo
profundo, casi terminándolo. El alcohol se acumuló en mi vientre vacío, y si
me meneaba lo suficientemente rápido, sería capaz de oírlo chapotear.
—Déjame pagar la mitad de esto. —Me agaché, saqué una sartén de
hierro fundido del armario inferior y se la mostré.
Él asintió, tomándolo de mí. —Naw, tienes la cerveza. Estamos a
mano.
Dudaba de eso. Todo mi mostrador estaba cubierto. —Entonces,
¿cómo puedo ayudar? —Mi estómago retumbó, y me levanté y terminé mi
cerveza, tratando de calmarme. Ya me sentía más suelta. Tenía esta noche
en la bolsa.

—Puedes cortar algunas verduras.


—Hecho. —Saqué la tabla de cortar, luego llevé un plato de pimientos
rojos y amarillos al fregadero. Abriendo la ventana, una fuerte brisa sopló
sobre mi cara, enfriándome. Por lo menos la temperatura había descendido
a un grado confortable. Podría apagar los ventiladores y abrir todas las
ventanas en su lugar.
—¿Hacer algo especial para celebrar el Cuarto? —preguntó.
Llevé los pimientos de vuelta al mostrador, colocándolos junto a las
cebollas. —Depende. No estoy segura acerca de este año, ya que están
llamando por tormentas todo el día, pero por lo general paso las vacaciones
con la familia.
Oí el chisporroteo del aceite; entonces Chase se deslizó a mi lado. A
pesar de la fuerza de mi pulso coincidiendo con el pesada corte del cuchillo,
lo estaba sosteniendo malditamente bien.
—Tengo una confesión que hacer.
Mi mano se detuvo un momento antes de reanudar el corte. Joder,
esto fue todo. Iba a decirme algo horriblemente inquietante, como que el
bistec que estaba cocinando era realmente su ex novia o que había sido un
virgen de dieciséis años hasta que le hice un hombre. Un escalofrío
serpenteó por mi espina dorsal. Al menos yo era la que sostenía el cuchillo.
—No fui yo quien encontró tu teléfono después de la práctica. Fue
Hazel.
Oh. Lo miré. —¿Así que aún tienes veintitrés?
Se rio. —La última vez que lo comprobé. —Mis hombros se relajaron.
Luego aplasté mis labios juntos. ¿Desde cuándo su edad era algo para estar
aliviado?
—¿Y eres un miembro equilibrado de la sociedad? —A diferencia de
mí, aparentemente.
—Eso creo. Realmente me soltaron temprano por buena conducta; eso
tiene que contar algo.
Mi boca se ensanchó y él guiñó un ojo. Huh. Volví a las verduras,
pelando el plástico del contenedor de hongos. —Dijiste que encontraste mi
teléfono y por eso te debía una.
—No, dije que lo mantuve a salvo, y es por eso que me debías.
—Bueno, si realmente crees que no me engañaste, entonces lo que
acabas de decirme no es realmente una confesión, ¿verdad?
Agarró mi barbilla en su mano e inclinó mi cabeza hacia él. Se me
cayó el cuchillo en sorpresa; afortunadamente, no me corté un dedo. La casi

pérdida pronto fue olvidada cuando me perdí en un mar de verde. Y cuando


sus labios tocaron los míos, todo lo demás también escapó de mí.
Terminó demasiado rápido. El calor siguió fluyendo a través de mí
incluso después que la conexión se rompió, y mi cabeza quedó en una niebla
brumosa. No podía imaginar cómo un beso tan suave podría afectarme tan
profundamente.
—El siguiente dependerá de ti, Jillian.
Pasamos el resto de la preparación de la comida en relativo silencio.
Corrí a través de toda la gama de emociones: frustración, alivio, felicidad,
irritación, excitación ardiente, frustración, frustración, frustración.
Lo saqué en las pobres cebollas rojas, planeando comer todo el lote
después de pulverizarlas, así no estaría tentada a instigar ese siguiente
beso.
Era cosa mía, ¿verdad? Esto viene del hombre que me dejo en claro
que quería follarme. Quién realmente me folló, y a fondo, mientras lo follé
de vuelta. Que llenó mi cuerpo con un intenso placer que no había
experimentado en tanto tiempo, si alguna vez. Apreté mis dientes; era
tiempo de devolverlo.
Que se joda el límite de una cerveza.

9
Traducido por ∞Jul∞ y Zara1789
Corregido por Nuwa Loss

Comimos nuestras fajitas en sofás separados. Yo, con las piernas


cruzadas con el plato en mi regazo y él, inclinado sobre la mesa de café de
la sala de estar. Manteniéndolo casual. No era como si me fuera a ir a todos
los lujos y aparecer la porcelana y la luz de las velas.
Probablemente fue la mejor comida que he tenido.
—Esto es tan delicioso —dije, tragando. No iba a comer pequeñas
mordeduras delicadas cuando esto era jodidamente bueno.
—Es mi especialidad. Me alegro que te guste picante.
—Me encanta. —Tomé un trago de cerveza, que complementaba la
comida perfectamente. Adoraba la comida caliente y picante, pero Mike no
podía soportarlo. Yo habría hecho algo así todas las noches si hubiera
compartido los mismos gustos que yo.
—Tienes que darme la receta.
—Es un secreto.
Hmm Entrecerré mis ojos hacia él. El ambiente fácil volvió entre
nosotros ahora que teníamos cierta distancia. No me preocupaba beber
demasiado porque tenía un montón de comida dentro de mí, y
definitivamente no era un peso ligero.
El viento aullaba a través de las ventanas abiertas, y observé mis altos
robles balanceándose de un lado a otro. No había duda de que los fuegos
artificiales serían cancelados. Incluso si la lluvia se detuvo, la cobertura de
las nubes era demasiado gruesa.
—¿Alguna vez has perdido un árbol?
Puse mi plato sobre la mesa y apoyé mi cabeza hacia atrás,
completamente satisfecha. Por lo menos en mi estómago. —No, he tenido
mucha suerte. Los vecinos lo han hecho, pero hasta ahora en los dieciséis
años que he vivido aquí, sólo ha habido ramas cayendo. Tengo que hacer un
buen trabajo cuidando las cosas.

Chase se levantó y caminó hacia la ventana. Yo estaba mejorando; Ni


siquiera miré. —¿Te encargas tú de todo este patio? Estoy impresionado.
Sí, era una perra, pero me encantaba. Dos acres con árboles maduros
hecho para un montón de trabajo de jardín, especialmente en el otoño. —
Junto con mi negocio, me mantiene ocupada. —Hice una pausa cuando noté
que me miraba fijamente—. No siempre fue así. Solía tener ayuda. Soy
divorciada.
—Mejor que estar casada.
Ni siquiera perdió el ritmo. Una parte de mí quería que reaccionara
negativamente, aunque a mi edad se suponía que tendría un pasado con
algún viejo, andrajoso equipaje tirado. No sería realista pensar que creía lo
contrario. Pero al igual que cuando le conté mi edad, ni siquiera se
estremeció.
Eso me molestaba por razones que ni siquiera podía empezar a
entender.
—Y estuve casada por mucho tiempo, Chase. Diecisiete años. Casi
como has vivido. —Todavía nada. Parecía una maldita estatua. Mármol
esculpido. ¿Dolería mis dientes al hundírselos en él? Otra respiración
calmante—. ¿Entiendes lo que te estoy diciendo? Tú eres la primera con la
que he estado desde mi divorcio. Y nunca he dormido con alguien tan rápido.
¿Lo estaba tirando todo ahí ahora, y si no podía soportarlo? Oh,
bueno, no es mi problema. Pero dibujé la línea en Daniel. No podía dar el
siguiente paso y mencionar a mi hijastro de veinte años, y no podía explicar
mis razones para eso tampoco.
—No recuerdo que hayamos dormido.
—¿Crees que es una broma?
—No, definitivamente no es una broma para mí.
Me levanté y llevé mi plato a la cocina, sacando otra cerveza, aunque
aún no había terminado la última. Agarré otra para él también, por si acaso.
El curso había dado otro giro, y no estaba segura de hacia dónde se dirigía.
Cuando volví, estaba recostado en el sofá. Le tendí la botella y él
asintió, abriéndola. Volví a mi sofá y me arrojé.
—¿Haces de un hábito el tener relaciones sexuales con mujeres
desconocidas?
Porque mi repertorio no incluía follar a hombres extraños. Había
estado con otros antes de mi matrimonio, pero difícilmente podía contar eso
como experiencia sexual. Era más como buscar y tratar de conseguir algo
que pegarse.
—No diría que es un hábito, pero sí, sí.

De acuerdo, podría tachar definitivamente la pregunta virgen / no


virgen de mi lista. Sabía que no había manera que pudiera haber sido tan
bueno por primera vez. ¿Por qué dejé que Perry me lo pusiera en la cabeza?
Todo lo que hizo fue volverme loca. Tacha eso-más loca.
—Entonces déjame preguntar esto de una manera diferente. ¿Eres un
cazador de pumas1?
Escupió, y estaba tan cerca de correr y golpearlo en la espalda. Al
parecer, no era un buen momento para preguntarle tal cosa durante un
trago porque casi escupió cerveza por todos mis cojines.
—¿De qué diablos estás hablando? —Chase empezó a reír, y yo crucé
mis brazos y lo miré.
—Pensé que eras mayor esa noche. Si hubiera conocido tu verdadera
edad, no habría dormido contigo. No importaba lo difícil que estuviera.
Esperé a que hiciera un comentario de nuevo sobre el sueño, pero
luego me di cuenta que había admitido que era difícil. Muy bien, Jillian.
—Y pensé que eras más joven. —Él apoyó sus antebrazos en sus
muslos y se inclinó más cerca de mí—. Pero, a diferencia de ti, si hubiera
sabido de su edad esa noche, todavía te habría jodido, y puedo asegurarle
que no estoy necesitado.
—No, supongo que no.
¿Desde cuándo el verde no era un color frío? Sus ojos brillaron como
si estuvieran en un tono de fuego, y me hundí más en el sofá para desviar
un poco de la intensidad. Él me recordó a nada menos que un hombre en
este momento.
—Desde que estamos siendo tan honestos el uno con el otro esta
noche, también puedo asegurarte que eres la primera mujer desconocida
que incluso quería ver de nuevo. Así que, supongo que dirías que somos los
primeros del otro.
—Ah... —Si hubiera una manera correcta de responder a eso, deseaba
que se diera prisa y saliera del cielo porque estaba en una pérdida total.
La inspección de Chase se detuvo lo suficiente como para darme un
poco de espacio para respirar antes de que se levantara. Mis ojos se
alinearon inmediatamente con otra parte del cuerpo igualmente intensa.
No mires, no mires. Maldición.
Él rio entre dientes, su rostro se suavizó. —Aquí nos estamos
poniendo demasiado serios. ¿Estás de acuerdo?


1
En inglés cougar hunter, término utilizado para referirse a un hombre joven que le
gusta ir detrás de mujeres mayores

—Dios, sí. —Mi intención original de arrojar todo a él sólo parecía


llegar a la culata contra mí.
—¿Tienes algún juego?
—¿Juegos? ¿Cómo en el tablero?
Chase se sentó y bebió su cerveza. —Sí. Cualquiera que consigas
funcionará.
Él sonrió, una sonrisa infantil que no me hizo querer correr y
esconderme. En su lugar, hizo el aire circundante más ligero, y la habitación
mucho más cómoda para estar.
—Tienes suerte —dije, sonriendo. Pilas de ellos seguían apiladas en
mi oficina. Juegos de mesa, ¿eh? Nunca lo vi venir.
Fui a través de la cocina, robando un pimiento picante para masticar
a lo largo del camino. La computadora fue lo primero que noté al entrar en
la habitación, pero no tenía ganas de echar un vistazo. Fui directamente a
los juegos, agarrando la primera caja de la parte superior. No había jugado
uno de estos en quién sabía cuánto tiempo y no tenía ninguna preferencia.
Volví, poniendo Bunked en la mesa de café. —¿Alguna vez has jugado
este? —le pregunté.
—Nop.
—Yo tampoco. —Ajusté la mesa, así encajaba uniformemente entre
los dos sofás. No estaba lista para que él compartiera uno conmigo todavía.
Un poco de espacio entre nosotros era algo necesario.
Sacudió la tapa superior. —Perfecto. Otra primera vez. —Sus labios
se curvaron, y sentí que el cálido hormigueo se extendía por mi cuello. ¿Qué
pasa con este tipo?
Chase exploró brevemente las instrucciones y luego las arrojó a un
lado. —No lo has leído ya —le dije.
—Es bastante simple. Leemos una tarjeta, y el otro dice si es verdad
o una mentira. Obtiene un punto extra si puede dar la respuesta correcta a
una pregunta de mentira. El que tiene la mayor cantidad de puntos gana.
—Colocó la pila de cartas sobre la mesa, junto con el temporizador. Cogió la
primera carta—. Entonces, dime, Jillian, ¿Milwaukee siempre ha sido tu
casa central?
Me reí. —Esa no es una de las cartas.
—Es una pregunta de calentamiento. —Chase se deslizó hasta el
suelo, apoyando su espalda contra el sofá. Extendió las piernas un poco y
apoyó los antebrazos sobre las rodillas. La posición me molestó. Por no
mencionar que estaba más cerca ahora.

—Nacida y criada. Honestamente, no podía imaginar vivir en ningún


otro lugar. —Chase asintió—. ¿Qué hay de ti? —pregunté.
—Viví en Madison hasta los cinco años, desde entonces. El nombre
científico de un lobo es Canid Lupis.
—Espera, ¿qué? —Señaló el cronómetro. Oh, estamos jugando el juego
real ahora—. Um, Verdad.
—Mentira. El nombre correcto es Canis Lupis.
Sacudí la cabeza. Suficientemente cerca. Dios mío. Recogí una tarjeta,
esperando a que la arena se agotara. Nunca lo conseguiría. Comencé el
cronómetro y leí. —El término médico para los glóbulos rojos se deriva de
una palabra latina.
—Mentira. Es griego.
Humph. Le entregué dos fichas y tomé otro sorbo de cerveza. Por
supuesto, ¿en qué estaba pensando? Si se trataba de un juego de hechos
inútiles, recordaría mucho más que yo. Sólo había salido de la escuela
para... No, no ir allí.
—Mencionaste que trabajas mucho. ¿Qué es lo que haces?
—¿Otra pregunta de calentamiento? —Chase sonrió y levantó la
botella a sus labios. Estuve en trance durante varios segundos antes de
desviar la vista—. Nada tan excitante como tú. —Me congelé, pero él no
pareció notar mi desliz freudiano—. Soy un reclutador para asesores
financieros. Empecé el negocio hace dos años y he estado trabajando mi
culo desde entonces. Pero supongo que ese es el secreto de mi éxito. —Me
acerqué y le di un golpecito en la parte posterior de la tarjeta que tenía en
la mano—. Ahora la verdadera pregunta, por favor.
—El idioma escrito más antiguo es sumerio.
Yo tenía una. —Mentira. Es sánscrito.
—Hecho, es sumerio.
—¿Qué? Déjame ver eso. —Le robé la tarjeta. Maldita sea. Nunca
había sido lo menos competitiva con estos juegos, pero solo quería patearlo.
Tomé la siguiente carta en la línea y gemí. Vamos, ¿por qué no podría
conseguir fáciles como éste? —¿Por qué decidiste enseñar música? —Le
pregunté, retrasando el seguro triunfo.
—Para seguir mi pasión.
Me metí las piernas debajo de mí. —¿Y la música es tu pasión o
enseñanza?
—Música. Aunque, enseñar a otros a amarlo como lo hago ocupa el
lugar.

Un agradable escalofrío serpenteó a través de mí. Me gustaba hablar


con él; él estaba en sintonía conmigo. Ese era el problema. Traté de
conseguir una nueva tarjeta, pero su mano cubrió la mía y me sacudió,
causando algo de mi cerveza saliera.
—¿Qué crees que estás haciendo? —dijo.
—Esta pregunta es injusta. Necesito conseguir una diferente.
—No funciona de esa manera.
Saqué mi mano antes que le quemara un agujero, preguntándose por
qué me había llevado tanto tiempo. Torrentes de emociones contradictorias
corrieron a través de mí, y tanto como me dolió admitirlo, sólo quería que él
se hiciera cargo como lo hizo la otra noche. Me sentía tan atraída por él que
me dolía, y quería ser puesta fuera de mi miseria.
Respiré hondo y retrocedí un poco. Muy pronto, sería tragada en los
cojines. No había mucho más lejos que pudiera ir. —Bien. Una heptatónica
es una escala musical con cinco notas por octava.
—Hecho.
Me froté la cara y él se echó a reír. —Deja de engañar. Sabes muy bien
que la respuesta es siete.
—No creo que eso califique como engaño. Vamos, déjame tener otra y
dame la oportunidad de ponerte al día.
—Ya estás por delante.
—Entonces deberíamos estar explorando maneras para que obtengas
más puntos.
Maldición, Chase. No podía decir si él era sugestivo a propósito, pero
toda la habitación era ping con electricidad. Pequeñas chispas
chisporroteaban sobre mi piel, y casi temí su contacto de nuevo. Drené el
resto de mi botella. —Entonces deberías leerme otra pregunta.
Si esperaba que hiciera algún tipo de movimiento, simplemente no
podía hacerlo. Eso estaría de acuerdo con mi atracción inapropiada, y yo
prefería vivir en la negación. Mientras no lo persiguiera, estaría bien.
“Mantén el delirio casual” debe ser mi mantra.
—La Lira es la moneda oficial de Italia.
¡Ja! Ya era hora. —Mentira. Fue antes del euro. Por supuesto que lo
sé porque... —Porque es donde Daniel está ahora mismo.
Chase ladeó la cabeza, pero cuando no terminé mi oración, metió la
tarjeta y me entregó dos fichas. —¿Sabes, nunca me contestaste esa noche
cuando te pregunté qué te movía más profundamente, letras o música?

—Depende. Puedo ser afectado igualmente por cualquiera. —Pensé en


ello, alegre por la distracción—. Las palabras me conectan con la canción,
pero el sonido puede cambiar todo el significado, a pesar de las letras. Un
tono inquietante puede dar palabras optimistas un mensaje diferente y
viceversa.
Me estaba estudiando de nuevo, y no estaba segura de cómo
interpretarlo. —¿Estás siguiendo tu pasión, Jillian?
—No sé a qué te refieres.
—Tu negocio de reclutamiento. ¿Es eso lo que te gusta?
Estaba un poco desconcertada. Era un trabajo, una carrera. ¿Cuántas
personas realmente amaban su trabajo? Chase fue una de las excepciones
afortunadas. —Yo no diría exactamente amor, pero soy muy buena en eso.
Tomé una tarjeta y leí: —Las plantas almacenan energía en sus raíces.
—Mentira. Es hojas. —Le tiré dos fichas más—. Así que, cuando no
estás absorbida en el trabajo, ¿qué haces para divertirte? Además de dormir
con maestros de música apasionados y evitar a dichos profesores de música
en los estadios de béisbol.
Levanté la cabeza y sonrió. Entrecerré mis ojos hacia él. No es
divertido. —Ah... —¿Parecería patético decir que el trabajo era
principalmente mi diversión? Claro, veía a Perry cuando podía y tuve esas
comidas semanales en familia, pero desde el divorcio -y el año anterior- me
enterré—. Rastrillo las hojas y paleo la nieve.
—Debe ser por eso que tienes un cuerpo tan hermoso.
Me tensé. Algo sobre la palabra "hermosa" tiró de mí. No "sexy" o
"jodidamente caliente" o cualquiera de los otros adjetivos que podría haber
utilizado para hacerse entender, sino hermosa. Era la forma en que lo decía
también. El matrimonio perfecto entre las letras y la música, y mis
emociones se convirtieron en un gigantesco desastre.
—¿Quieres otra cerveza? —dije.
—Estoy bien.
Miré hacia la ventana al cielo oscuro. La lluvia se había detenido, pero
el viento continuaba fuerte. Mucha energía giraba alrededor de esa
habitación. Tal vez un poco demasiado. Me alejé de Chase con la esperanza
de no hacer que mi incomodidad fuera demasiado obvia. Su olor era patente,
y me pareció extraño. A menos que fuera un olor desagradable, por lo
general no lo detectaba con tanta fuerza. Y era definitivamente lo contrario
de desagradable. Me hizo querer extender mi cuerpo por encima de él y
tomarlo para mí.
—¿Estás usando colonia?

—No, ¿por qué?


Maldita sea. Tenía miedo de eso.
—Solo me preguntaba.
Me chupé el labio inferior.
—Entonces, ¿tocas cualquier otra cosa, alguno acústico?
—Bajo. Piano. Un pequeño violín. ¿Y tú?
Sacudí la cabeza.
—¿Cuánto tiempo llevas con esa pequeña escuela? Parece diferente —
Levanté la vista, pensando en la palabra—. Confiable.
Daniel había ido a la escuela pública, y estaba acostumbrada a los
zumbadores y detectores de metales y a mucha más seguridad. Y acababa
de caminar por allí hoy como si nada.
Chase se echó a reír.
—Sí, es como una gran familia. He estado allí un par de años. Tengo
la suerte de ser parte de un lugar que valora tanto las artes.
—¿Y allí haces clases particulares en verano?
El asintió.
—Son geniales con eso. Y es mucho mejor que usar mi apartamento
ya que lo comparto con otros dos chicos. Ya estoy allí de todos modos
enseñando en la escuela de verano unos días a la semana. O eso o
entrenamiento de mantenimiento de softbol.
Pensé en la sobrina de Perry.
—Pero Emily no va allí y eres su entrenador.
—Es una liga recreativa. Cerca de la mitad de los niños son de la
escuela y la otra mitad viven en la zona
Sentí que estaba empezando a hacer demasiadas preguntas, incluso
si no tuviera esa impresión de él, pero realmente estaba interesada. Me
gustaba Chase, realmente lo hacía. Simplemente no quería que me gustara.
—¿Dónde está mi próxima pregunta? —dije—. Necesito una
oportunidad para vencerte aquí.
—El orgullo del león, un macho y varias hembras.
—Verdad.
—Mentira. También pueden tener varios machos.
Argh. Supongo que no estaba al tanto en mis orgías animales. La
próxima docena de preguntas no fueron mucho mejores. Me las arreglé para

conseguir acertar algunas, y Chase pareció acertar algunas mal, pero él aún
me superaba en número por lo menos dos a uno.
Una sonrisa grande estalló en su cara cuando cogió mi siguiente
tarjeta. Genial, probablemente algo sobre los hábitos de apareamiento de
los protozoos. Todavía recuerdo algunas cosas de la escuela, pero no todos
esos pequeños detalles. Desafortunadamente, este juego no tuvo en cuenta
la experiencia de la vida.
—El verdadero nombre de Stevie Nicks es Stella.
—¡Oh! Mentira. Su verdadero nombre es Stephanie Lynn Nicks.
—Excelente —Él entregó dos fichas—. Aquí se dice que puedes
conseguir puntos extra y ganar si cantas una de sus canciones.
—No dice eso.
Traté de agarrar la tarjeta, pero él la devolvió al montón.
—¿De verdad vas a dejar pasar la oportunidad de bajarme los humos?
Antes que me diera cuenta, estaba cantando "Leather and Lace". No
estoy segura de por qué escogí esa canción, sobre todo porque era un dúo,
pero siempre me encantó. Me divertí mucho con ello, haciéndolo parte del
juego, pero cuando terminé, el silencio era ensordecedor.
¿Me perdí algo aquí? ¿Por qué Chase me está mirando?
—Santa mierda, Jillian. Me dijiste que no tocabas ningún
instrumento.
—Eso es porque no lo hago.
—¿Cómo llamas a ese conjunto de agudos?
Me encogí de hombros. Sabía que podía cantar medio decente, pero
también podía hacerlo mucha gente.
—Sólo estaba jugando el juego —Sonreí ampliamente—. Yo gano.
—Diablos, sí, tú lo hiciste. Quiero saber más sobre tu arma secreta.
—Es una voz, Chase. Y no hay mucho que decir al respecto.
—Parecía que estabas adorando esa canción. Eso es lo que llamo
pasión. ¿Con qué frecuencia la usas? No puedo imaginarte cantando todos
los días a los trajes.
—Tienes razón sobre eso.
—Ya has admitido que no amas lo que estás haciendo. ¿Por qué no
persigues lo que amas?
Como si fuera tan fácil. Su idealismo juvenil estaba mostrándose,
golpeándome descaradamente en la cabeza.

—Porque eso no siempre es realista, Chase. Estuve en el programa de


música de UWM durante un par de años pero tuve que abandonar debido
a... responsabilidades. Así es como funciona la vida a veces.
Estaba empezando a sentirme incómoda. Nunca tuve este tipo de
conversaciones con Mike. Pensó que era frívolo seguir estudiando algo que
consideraba poco práctico para la vida cotidiana. Teníamos una familia que
criar, y no nos sentábamos a hablar de pasiones y de perseguir sueños
personales.
Chase parecía que quería decir algo más, pero se calló. Estaba
agradecida por eso hasta que se acercó hasta terminar en mi sofá. Mi sofá.
¿Qué pasaba con él? Era perfectamente cómodo. Su cuerpo irradiaba calor
y mi ritmo cardíaco dio un salto. Debe haber quedado atascado en el techo
porque no se estaba bajando.
—Quieres besarme ahora —dijo.
—¿Qué? — ¿qué?
—¿Verdadero o falso?
—Ya gané el juego —dije con la boca apenas trabajando. Miré sus
labios sin pretenderlo y luego seguidamente a sus ojos, cometiendo dos
errores seguidos.
—¿Verdadero o falso? —preguntó de nuevo.
No estaba borracha, pero me hubiera gustado. Ojalá estuviera tan
borracha como una cuba y me desmayara. Estaba agradablemente
borracha, y eso era lo peor de todo en este momento. No es que estar sobrio
como una fría piedra hubiera funcionado demasiado bien a mi favor. Tenía
la sensación que nada menos que una completa evasión me salvaría de
Chase Nolan.
—¿Por qué estás haciendo todo esto? —susurré—. ¿Por qué no lo
dejaste en una noche? ¿Por qué me hiciste querer darte mi número?
Podría haber continuado... ¿Por qué siento algo por ti? ¿Por qué no dije
que no a la cena? ¿Por qué te invité y por qué quería hacerlo? ¿Por qué tienes
que ser tan joven?
¿Y por qué quiero besarte tanto?
Él tocó un lado de mi cara con la parte de atrás de sus dedos, tan
ligeramente que ardía. Sentí la sensación bajar, y cerré los ojos, el calor
abrasando a través de mí.
—No lo dejé, Jillian, porque no quería. Y después de verte de nuevo
en mi clase, supe que sentías lo mismo. ¿Sabes lo fácil que habría sido para
mí obtener tu número correcto? Podría haber preguntado alrededor, pero no

quería hacer eso. Quería que fueras tú quien me lo diera —Levantó la


mano—. Ahora creo que me debes una respuesta.
Tuve una oportunidad más de mantener la calma. Ya dijo que el
siguiente beso vendría de mí, así que si no estaba de acuerdo, él no lo haría.
Me mordisqueé los labios. Tenía miedo de lo mucho que lo quería. Ansiaba
mucho más que sus labios contra los míos. Comenzaría con un beso, pero
no terminaría allí.
—Verdad. —Su cuerpo estaba dolorosamente cerca—. Pero ¿querrá
alguien hacer lo correcto?
—¿Todo por una pequeña diferencia de edad?
¿Pequeña?
—No lo entiendes, Chase. —Ni siquiera entendía por qué estaba
sentada allí, cocinándome a fuego lento en mis propios jugos, lista para
burbujear sólo porque estaba cerca. Había una conexión que no podía
comprender. Él era mi canción de sirena—. Como querías seguir jugando,
haré otra apuesta. Te besaré si puedo nombrar tu canción de amor favorita.
Podría haber dicho que no, sin juegos, pero estaba siendo una
cobarde. Tomando la salida fácil. No lo adivinaría, y eso sería todo.
Terminaría antes de que empezara.
Se inclinó y levantó mi cabello, igual que el día en que me había pedido
salir a cenar. Un escalofrío me atravesó de la misma manera, y me
estremecí.
—Wild Horses.
Me eché hacia atrás.
—Espera, ¿qué?
No había ninguna maldita manera de que lo adivinara.
—¿Es eso otra verdad, Jillian?
Estaba sonriendo, pero no de una manera linda y encantadora. Era
de esa manera sexy de 'quiero comerte'.
—¿Cómo…?
—Estabas tarareándola en el Sky Glider. Ya que es una canción de
amor, aunque triste, me arriesgué. Supongo que valió la pena.
—No la veo tan triste. Lo veo como una de amor eterno. Yo….
Su boca se movió hacia la mía, pero nuestros labios no tocaron. —De
acuerdo, Jillian. Aceptaré tu interpretación.
Mi cuerpo estaba zumbando fuerte, completamente en el presente,
mientras mi mente corría de vuelta a esa noche.

—Pero fue probablemente sólo segundos.


Y estaba tarareando. ¿Y qué diablos? Esa canción era mucho antes de
su tiempo. Era apenas del mío.
—Suerte para mí que presto atención.
La distancia entre nosotros se estrechó, conmocionando otra vez a mi
mente a una velocidad vertiginosa.
—No, suerte para mí —dije, inclinándome lo suficiente para hacer ese
primer contacto breve. Mi cuerpo se abrió paso. Ya no me importaba.
Quería esto, y no iba a luchar contra esto.
Chase enredó sus dedos en mi pelo, atrayéndome más cerca. Separé
mis labios para él, y su lengua se entrelazó con la mía, compartiendo mi
aliento y dándome todas las razones para llevarlo más lejos. Haciendo
desaparecer todas las razones para detenerlo.
Gemí en su boca, y su beso fue bajando, bailando por mi cuello. Labios
suaves y duros en mi piel, lamiendo y mordisqueando, convirtiéndome en
una masa palpitante de nervios hipersensibles. Su olor me dejó loca. Me
volvió loca.
Un chasquido en la puerta me sacudió. Chase se alejó y la ausencia
de él me cubrió como una nube oscura. Lo quería de vuelta de inmediato.
—¿Vas a conseguir esto? —preguntó, sus labios hinchados de
devorarme.
Sacudí la cabeza, pensando en todos los otros lugares a los que su
boca aún necesitaba ir. Él sonrió y se acercó de nuevo. Estaba muy
preparada para ser sofocada por un pedazo de acero.
La puerta principal se abrió. —¡Sorpresa!
Salté claramente fuera de mi piel, aterrizando en medio de la sala de
estar. Una vez que recogí mi sensatez, me enfurecí con Perry, lista para
quitarle sus privilegios clave para siempre.
—Los fuegos artificiales fueron cancelados, así que llegué incluso
antes. Mira —dijo, bajando a un tono de voz—. Te dije que era el plan
perfecto.
Si perfecto.
Jodidamente perfecto.

10

Traducido por Jessibel

Corregido por Caile

Me senté en la silla rallada por el gato y vi la lluvia torrencial desde la


esquina de mi habitación solar/oficina. Me froté las manos contra los brazos
manchados; estaba arruinada, pero demasiado cómoda para deshacerme de
ella. El Sr. Waffles ya no estaba con nosotros, pero había dejado su huella
en la casa, es decir, concretamente era la silla que él había usado como su
poste de rasguño. Siendo el compañero de Daniel, no pude evitar sonreír
cada vez que me sentaba en ella.
Un trueno hizo temblar las ventanas enormes alrededor de mí,
recordándome que este era probablemente el lugar menos seguro para estar
durante una tormenta, pero también era mi favorito. Acurruqué mis piernas
debajo de mí, apoyé la cabeza hacia atrás, y disfruté del espectáculo.
No podía recordar la última vez que había estado sola en el Fourth. Mi
elección, pero aun así... se sentía extraño. Cada año, el partido comenzaba
aquí. Estaríamos asando en la parrilla afuera y pasando el rato, jugando
voleibol, tirando del disco volador alrededor, lo que sea. Y entonces
caminaríamos hasta el Candle Parl para las fiestas antes que los fuegos
artificiales volaran. Cuando Daniel era más joven, comenzábamos el día
muy temprano, incluso antes de ir al desfile de la mañana.
Este también fue el primer año que todo se suspendió por lluvia. La
ciudad está dispuesta a renegociar en una fecha posterior, probablemente
el próximo fin de semana si el clima coopera. Tomé un sorbo de café y miré
a mi computador. Podría adelantar un poco de trabajo también hoy si el
estado de ánimo cambiaba, pero por ahora, estaba contenta de ver mi
camino de entrada inundado.
Hablando de las inundaciones....
Rechiné la palma de la mano en la sien, tratando de borrar la noche
anterior. Una vez que había bajado mi punto de ebullición, dejando caer
hacia abajo a fuego lento, era un poco racional de nuevo. Chase, se fue poco
después que Perry llegó, y Perry se fue poco después de eso. Ella y yo
hablamos un poco, pero luego le dije que estaba bien que regresara a
Stephen. Estaba bien. Mejor que nunca. Su plan era de hecho perfecto.

Ese plan me había detenido de hacer el tipo de error del que me


arrepentiría en la mañana. Si no hubiera llegado cuando lo hizo, podría
haber estado sentada en esa silla fibrosa apaleándome en lugar de saborear
mí tiempo a solas.
Dios, Chase... me tragaba el resto de la copa, sintiendo la capa de
grabación de mi garganta. Su contacto era todavía en mí como si hubiera
marca su huella. Pasé los dedos sobre mi cuello, imitando el curso de sus
labios. Temblando, dibujé con más fuerza en una bola y dejar que mi cerebro
se vuelven locos.
Si no fuera nada más que una forma dura con un pene más duro, me
gustaría ser capaz de darle una patada fuera de mi mente más fácil. Tal vez.
Pero sólo después de luchar con el resto de mi cuerpo, desde la cabeza hacia
abajo. Él fue capaz de hacerme sentir de una manera que nunca había
experimentado antes, y que no se olvida fácilmente.
Me deleité en la memoria. Sí, mi cuerpo había estado pidiendo un poco
de atención, y sí, había sido tambalea al borde de la desesperación. Pero no
desesperada, y luego está desesperada. Todavía no estaba senil. No me
beber una lata de licor de malta barato y confundirla con una vaca
manchada.
Así que a pesar de la perfección física y sexual que era Chase, el
verdadero peligro estaba en lo que había debajo. De hecho, me gustó el
chico. Me gustó mucho su compañía a pesar que nada bueno podía salir de
ella. Me encantó que él enseña música; enterarme era más excitante para
mí que verlo actuar en el escenario. Yo quería que fuera joven y estúpido y
un culo y una completa cagada en lugar de simplemente... joven.
Le gusto, y me estaba matando.

—Los nachos están listos —grité por encima del torbellino de la


licuadora, tirando de la bandeja del horno. Antes de haberlo puesto sobre la
estufa, Stephen estaba allí acumulando en su plato—. Toma un poco para
Tony y Val también.
Perry apareció detrás de mí, comiendo una galleta y aguantando una
bebida.
—Aquí, prueba este. Es apenas dulce en realidad.
Tomé un sorbo y levanté el pulgar hacia arriba. Pesado en el tequila,
ligero en el jarabe. Perry había improvisado margaritas, y todos los que
había hecho hasta el momento casi me envió en coma. Yo estaba de humor

para algo más que la cerveza, así que era perfecto. Corté una rodaja de lima,
apreté y solté en mi vaso.
—Ya era hora —dijo, terminando la galleta y un chip de tortilla
cargado—. Maldita sea, mujer. Eres difícil de complacer.
Sonreí de regreso a la barra para picar los tomates para la siguiente
ronda. Hice una pausa por un segundo. Cortar las verduras me llevó a un
ligero recuerdo, pero lo empujé a un lado con facilidad. Casi una semana y
lo estaba haciendo muy bien. Chase se estaba desvaneciendo bastante bien.
—¿Has oído de Chase todavía?
Suspiré.
—No, Perry. Te dije eso el otro día.
—Sólo pensé en preguntar de nuevo. —Saltó sobre el mostrador y
metió la mano en la lata de oliva negro—. No hemos tenido la oportunidad
de hablar mucho desde que me estrellé en tu fiesta de dos.
—Tú me enviabas un mensaje o me llamabas todos los días.
—Sí, pero no tenías nada bueno que decirme.
—Y todavía no lo hago.
Negué con los chips de tortilla en la sartén y los rocié con queso.
Planeaba hacer sólo un lote más ya que había sólo cinco de nosotros aquí y
no quería irme por la borda. Stephen ya tenía el maíz y las hamburguesas
en la parrilla.
—Por lo menos es un día soleado, y ellos no tienen que posponer el
festival de nuevo —le dije.
—Deja de cambiar el tema.
Perry empezó a balancear las piernas hacia atrás y adelante, y las
calmé con la mano. Me recordaba a Daniel cuando era pequeño y saltaba en
el cereal azucarado.
—¿Chicas, vienen o qué? —Stephen llamó desde la puerta de atrás.
—Tan pronto como termine aquí. Estoy haciendo un lote más. —Rocié
tomates y aceitunas en la parte superior, dejando las cebollas verdes fuera
por ese momento desde que Perry afirmó que vomitaría sobre ellas.
—Y estamos terminando nuestro tiempo de chicas —gritó Perry.
—Oye —dije, tirando a un lado el pelo de la frente—. ¿Qué piensas?
Ella agitó la mano.
—No hagas caso a ese niño malcriado. Tenía mocos corriendo de su
nariz. Tu frente no es tan grande.

—¿Qué? No. —No estaba hablando de ese niño en el bloque de mi


madre que me llamó cabezona durante nuestro paseo la semana pasada—.
Estoy hablando de esto. —Metí mi dedo entre las cejas.
Perry miró más de cerca.
—Um, ¿qué estoy mirando?
—Esa línea monstruosa que tengo. Es pequeña, ¿no te parece?
—¿De qué carajos estás hablando?
Deslicé la bandeja en el horno y luego fui a la nevera para sacar la
sandía que había seccionado antes.
—Michelle me dijo de este pequeño truco para suavizar las líneas de
la frente. He estado pegando cinta adhesiva cada noche antes de acostarme
para evitar fruncir mis cejas mientras duermo.
—¿Quién es Michelle?
—Mi vecino detrás de mí, ¿recuerdas?
—Creo que se llamaba Mabel. —Negué cabeza—. Bueno, ella se ve
como Mabel. ¿Y qué haces tomando consejos de arrugas de alguien que
podría pasar por tu abuela?
—Dios, Perry. Ella no se ve tan vieja —Empecé a cargar el lavavajillas;
también podría limpiar mientras estábamos esperando.
—Ni siquiera noto alguna línea en ti.
—Entonces, está funcionando.
Agarré una toalla debajo del fregadero para limpiar toda el agua que
de alguna manera, había salpicado en el piso. Las baldosas se estaban
agrietando e hice una nota mental para tratar de conseguir reemplazarlas.
—¿No te das cuenta de lo bien que te ves? No entiendo por qué está
incluso haciendo estas cosas. —Miré hacia arriba para ver succionar un
pedazo de sandía. Dale diez años más y ella lo haría—. Apuesto a que Chase
estaría de acuerdo. —Me puse de pie y tiré la toalla en el lavabo—. ¿Por qué
no lo llamas?
Tomé un largo trago de mi margarita; que iba hacia abajo agradable y
fácil.
—Perry, te dije que ya me alegro de que no he sabido nada de él. No
quiero saber de él. ¿Por qué en el mundo iba a llamar?
—Te estás mintiendo, ya sabes.
Tiré mi cabeza hacia atrás. Podía ser desesperante a veces.
—No, no estoy. Creo que es un gran tipo, y me gusta estar cerca de él.
Acepto eso. Pero también sé que él y yo somos un desastre en espera de

ocurrir. Ya ha ido más allá de lo que debería. Y si sucede que jamás se pone
en contacto conmigo, lo diré también. Pero tal y como está en este momento,
las cosas están en un buen lugar. Con suerte, he visto lo último de Chase
Nolan.
—Eres una cabezota.
Encendí la luz del horno, escondidas en el interior. Suficientemente
bueno. Era un día demasiado agradable para permanecer encerrada en la
casa por más tiempo. Con las ventanas abiertas y los ventiladores en, era
bastante soportable, incluso Perry no estaba quejándose de ello, pero no
había nada como estar en el aire fresco en una tarde de ensueño. Y mañana,
estaría haciendo tiempo para trabajar en ese maldito aparato de aire
acondicionado. Estaba en la parte superior de mi lista.
Perry saltó de la encimera.
—Jills, tu estado de ánimo esa noche decía mucho. Aquí pensé que te
estaba haciendo un favor al venir temprano; sé lo golpeada que consigues
estar a veces, pero esa mirada en tus ojos... pensé que vendrías en pos de
mí con un cuchillo de carne. Definitivamente querías ser parte del desastre
por llegar a continuación.
La agarré por los hombros y la miré.
—¿Podemos dejar esto, por favor? Estaba atrapada en el momento,
pero realmente me siento aliviada que apareciste cuando lo hiciste. Así que
gracias. Tuve una gran semana, obtuve un montón de trabajo realizado, hice
una nueva comisión, y empujé a Chase de mi mente. Y en la remota
posibilidad de que él no ha decidido que tengo demasiado equipaje, voy a
dejarlo todo claro para él.
La solté y saqué una pila de platos de la alacena. Tenía la esperanza
que mis confesiones incoherentes de esa noche se habían hundido una vez
que se había ido. Chase estaba probablemente enloquecido, por ser el primer
pene en honrar un divorcio en años.
Bueno. Él debe estar asustado.
Equilibré los platos, los utensilios y la sandía en una mano y en la
otra, los nachos.
—¿Vienes? —le pregunté.
—Sólo voy a mezclar otra jarra primero.
Asentí y luego me dirigí a la puerta trasera, dándole un codazo para
abrirla. Puse todo sobre la mesa debajo de la sombrilla. El patio parecía aún
más grande sin toda la gente moliendo. Tenía un gran espacio para el
entretenimiento, pero era una multitud ligera este año. Probablemente
porque la celebración de las fiestas no era en realidad en un día festivo. Ni
siquiera valía la pena poner la red de voleibol.

—Entonces, ¿sobre qué estabas tú y Perry hablando?


Miré a mi hermano, que se había acercado a mi lado.
—Oh, ella me estaba contando cómo está pensando en terminar
contigo. Está este otro tipo que pidió a salir y... —La expresión de su cara
me hizo parar. Casi me sentí culpable, pero se lo merecía—. Caray, sabes
que te estoy tomando el pelo, pero...
—Lo sé, lo sé —susurró—. Estoy en el medio de la planificación de
toda la noche. Voy a hacerlo justo, que sea especial. A ella le encantará.
Agarré su barbilla y lo sacudí duro.
—Ella te ama. Deja de hacerla esperar.
—Sí, mamá.
Acerqué una silla junto a Tony y Val, mientras que Stephen atendía
la parrilla. Por suerte, siempre fueron mis amigos más que Mike, así que,
los mantuve después del divorcio.
Charlamos un rato, y estaba a punto de comprobar a Perry antes de
que saliera como cañón a través de la puerta.
—¿Quién necesita una recarga? —Tenía una jarra espumosa en una
mano y un vaso en la otra. Me dio el vaso—.Hice otra sólo para ti ya que
eres la única que no sabe lo que sabe bien.
—Gracias. —Tomé un sorbo, y todo mi cuerpo se estremeció—. ¿Estás
tratando de matarme? —Ella había ido al otro extremo y lo hizo letal.
—Deja de ser un bebé. Al menos no es dulce. —Ella llenó el vaso con
un poco de lo que tenía en la jarra—. Eso debería ayudar.
—Sí, un cuarto de pulgada hará toda la diferencia. —Intenté de nuevo
y tuve la misma reacción. Juré que era puro tequila con tal vez un cubo de
hielo en él. Alcé la ceja—. ¿Estás tratando de emborracharme?
—Deja de quejarte y solo bebe.
Perry volvió a llenar las bebidas de los otros, luego se acercó a
Stephen. Eran una pareja llamativa. Tendrían algunos bebés hermosos
juntos algún día. Mi hermano comparte la misma coloración justo como yo;
Perry era el negativo fotográfico con su rico pelo color café. Su luz a su
oscuridad.
Tomé un pequeño sorbo más antes de levantarme para diluirlo con
algo. Perry estaba en lo cierto sobre mis tacones, en pos de mí en el interior.
—¿Qué haces?
—Si no atenúo esto, ni siquiera llegaré a los fuegos artificiales.

—Mmm. Y dijiste que puede manejar tu licor. —Ella tomó el vaso de


mí y lo mezcló con un poco más de agua y un poco de jugo de limón—. Ahí.
¿Suficientemente bueno?
—¿Qué estaba mal con el primero que me hiciste? —Entrecerré los
ojos; ella estaba actuando extraña, de repente.
—Sólo comer algo y estarás bien. Ahora vamos.
Perry sujetó mi brazo y me condujo fuera de la cocina. Me detuve con
fuerza, casi vertiendo la bebida a mi camisa.
—¿Qué está pasando contigo? —pregunté.
Ella me miró de arriba abajo.
—Ahora que lo mencionas, ¿vas a usar eso?
—No he mencionado nada. Y creo que estás cortando por la noche. —
Conseguí salir al patio y me detuve—. Espera, ¿qué hay de malo en lo que
estoy usando? —Miré hacia abajo a mis pantalones cortos y camiseta. Ella
tenía básicamente lo mismo.
—Debería ser más patriota.
—Estás usando rosa.
—Bueno, sí, pero estamos hablando de ti. Deberías ir a ponerte ese
vestido rojo que se ve tan impresionante en ti.
—¿Quieres que use un vestido de noche sin tirantes para ir a
sentarme en la hierba? —Negué con la cabeza, y luego fui a hacer un plato.
La comida estaba hecha y se extendía sobre la mesa. Me moría de hambre,
y el alcohol estaba empezando a ponerse al día conmigo.
Perry puso los ojos en blanco.
—Todavía es un vestido de verano. Exigente, exigente.
Suspiré, atribuyendo su comportamiento a Perry solo siendo Perry
bebidas azucaradas y lo dejé así. Me sentía demasiado bien para
preocuparme por ello. Fue un día perfecto en el sol con la gente que quiero.
Comida placentera y el tipo de conversación que te reventaría una tripa.
Había terminado la mayor parte de mi vaso antes de saber lo que me golpeó.
Creo que lo que me avisó estaba jugando el disco volador; seguí tirándolo a
mí misma en lugar de a otra persona.
—Lemme acaba de agarrar mi bolso —dije cuando era hora de ir al
parque. Todo el mundo se aseguró de que todas las ventanas estaban
cerradas, y los fans estaban fuera. La comida fue puesta dentro y a
distancia. Estábamos listos para ir—. Necesito mi teléfono también. —
Escudriñé la zona donde lo deje la última, pero no estaba allí.

—¿Por qué no compruebas tu bolso? —Dijo Perry. Miré en el interior,


y sí, estaba allí. Fruncí el ceño. Tenía muy claro que lo había dejado sobre
la mesa de repuesto. Ella tiró de mi brazo—. Vamos; tenemos que ir.
Afortunadamente, vivía a poca distancia, y todo lo que necesitaba
llevar era un par de mantas. Y repelente de insectos. Mucho de ello. Los
mosquitos estarían fuera de hordas después de todo, después de la lluvia
que tuvimos.
Los cinco de nosotros partieron hacia Candle Park. Tony y Val
tuvieron que irse antes de tiempo, antes de los fuegos artificiales, por lo que
volvería a caminar de nuevo por su cuenta después de la fiesta. Fue sólo un
poco de algo extra que la ciudad puso junto: bandas, cerveza, casas
inflables.
Al ver el pandemonio de coches me hizo agradecer vivía tan cerca; era
difícil encontrar aparcamiento por aquí. Caminamos a través de la entrada
y fui directo hacia la colina para reclamar nuestros puntos. Después de la
difusión de las mantas, Perry me arrastró de nuevo.
—Vamos a tomar un poco de algodón de azúcar.
—¿En serio?
Ella me sacó la lengua.
—Se puede conseguir algo tan aburrido como el agua. —En realidad,
eso hizo lo sonar bastante bueno. Tenía un bastante alcohol flotando en mí,
y me sentía bien poderosa, pero ¿por qué tentarlo? Los mareos podrían
resultar en un abrir y cerrar de ojos, y luego toda mi noche estarían en el
inodoro. Literalmente.
Perry me condujo hacia uno de los puestos de comida que tenían
decenas de niños que pululaban alrededor. Recorrí la zona y señalé a uno
de los otros.
—Esa está mucho menos concurrida.
—No, este es mejor. ¿Qué, estás en un apuro o algo? Todavía tenemos
un buen par de horas antes de que sea oscuro todavía.
Arrugué mi cara.
—Está bien. —Así que, ¿ella era conocedora de algodón de azúcar
ahora?
La música empezó a subir, y di un golpecito en mis muslos mientras
esperábamos en la fila. Me acordé de esta banda; estaban aquí el año pasado
también, pero yo no podía recordar el nombre. Sólo un grupo de banda
imitadora local, pero lo suficientemente decente.

Finalmente llegamos a la parte delantera e hicimos nuestro pedido.


Perry comenzó lanzando su cabeza alrededor como si tuviera algún tic
nervioso.
—¿Extracciones de azúcar?
—Ja, ja, gracioso.
El adolescente que trabaja detrás del mostrador estaba actuando un
poco demasiado útil cuando él entregó a Perry el cono de color rosa y azul.
Tanteó las servilletas, metiéndolas en sus manos y golpeando sobre el
dispensador de paja en el proceso. Reí; podía causar una conmoción
dondequiera que iba sin siquiera intentarlo.
Cogí la botella de agua antes que el chico la impresionara abriéndola.
No quería llevarlo en todo mi cuerpo. Por desgracia, creo que es cierto que
uno atrae lo que no desea.
Torcí la tapa, di la vuelta, y arremetió directamente a Chase.

11
Traducido por Jessibel

Corregido por Caile

—Vaya, seguro que has estado jurando mucho últimamente. Eso es


por lo general mi departamento.
—Sólo explícame qué coños está pasando, Perry.
Tiré de ella hacia abajo conmigo sobre la manta, y ahora era sólo para
nosotras dos, necesitaba que ella empezara a explicar. Podría haberla tirado
todo el camino por la oreja; No podía recordar. Mi cabeza daba vueltas.
Perry parecía culpable como el infierno.
—Bueno...
—Puedes empezar por decirme por qué coños Chase pensó que estaría
encontrándome con él aquí.
Después de chocar con todas las ondulaciones cinceladas, pensé que
iba a morir allí mismo. Chase, por el contrario, actuó como si fuera la cosa
más natural del mundo. Como si nosotros estuviéramos en el mismo maldito
parque juntos, en el mismo maldito tiempo que estaba previsto. Me presentó
a sus dos compañeros de habitación antes de ir a tomar una cerveza, y tomé
esa oportunidad para disculparnos por un momento.
Se pellizcó el dedo pulgar y el dedo índice juntos.
—Puede que tenga una pequeñísima confesión que hacer.
Dejé caer la cabeza entre mis manos. Me daba vueltas, y no tenía nada
que ver con el tequila. El tequila. Me tiró hacia arriba.
—¡Estabas tratando de emborracharme!
—No estaba. Estaba tratando de disminuir tus inhibiciones. Hay una
diferencia. —Vi a Stephen dispararse alrededor del fútbol con nuestros
amigos. Al menos estaba ocupado. No podía creer lo que estaba
sucediendo—. Además, incluso si estuvieras borracha, no importaría. Te
conozco desde hace mucho tiempo, y no haría nada que no hago
normalmente y echarle la culpa a alcohol. Ahora, lo que podrías hacer es

aflojar lo suficiente como para hacer algo que realmente quieres hacer. —
Ella agitó su dedo—. Recordé eso esta noche.
Puse mis manos sobre los ojos y froté con fuerza. Mi cabeza estaba
creciendo más turbia por un segundo. Sentí algo que cayó en mi regazo.
Moví las manos y vi a mi teléfono sentado allí.
—Echa un vistazo.
—Perry, ¿qué hiciste?
—Basta con mirar tus textos.
Mierda. La primera cosa que noté fue una llamada perdida a las 4:32.
Chase. Tabulé mis textos y vi uno de él poco después de eso:
¿Puedo verte esta noche?
Inmediatamente después: No es una cita.
Y entonces….
—Maldita sea, Perry. ¿Cómo diablos es que hay una respuesta de mí
cuando yo no contesté?
—Um....
Tomé una respiración profunda y leí: Vamos a Candle Park
alrededor de las 7. ¿Nos vemos?
Estaré allí, respondió.
Abrí la boca, pero no salió nada. ¿Dónde incluso he de empezar? Ella
señaló la pantalla.
—Mira, yo incluso dije “vamos” en lugar de “Voy” para que sea un poco
ambiguo. No mentiría y decir que fuiste tú.
—¿Por qué no iba a pensar que fui yo? ¡Fue enviado desde mi maldito
teléfono! —Caí en la manta y crucé los brazos sobre mi cara.
Yo la sentí a mi lado.
—Lo siento, Jills, pero me pareció que era uno de esos momentos en
los que era mejor actuar primero y explicar más adelante, así que déjame
explicar. —Ella hizo una pausa, y cuando no dije nada, continuó—. Chase,
llamó cuando estabas fuera, y yo estaba a punto de ignorarlo. Lo juro. Pero
luego envió un mensaje, y estaba justo allí para ver... iba a decirle, pero
luego supe lo terca... ehh, inflexible que estabas sobre no volverlo a ver. No
te quiero estropear las cosas. Sé que le gustas, y quiero que seas feliz, y
estoy segura de que si le das la oportunidad de conocerlo mejor, comenzarás
a ver más allá de la diferencia de edad.
Gemí. Me hubiera gustado no quererla tanto, así podía odiarla.
Ella hizo girar mi pelo alrededor de sus dedos.

—Una vez más, lo siento, Jills. Sólo lo estaba haciendo por ti, pero
eres muy confusa. No siempre sé exactamente qué hacer. Te molestas
cuando los uno y te molestas cuando los separo.
Bajé los brazos y me volví hacia ella, mi interior girando.
—Puedo decirte exactamente qué hacer: deja de inmiscuirte. Por favor.
Te lo estoy pidiendo aquí, Perry. No. Te. Entrometas. No más encuentros
casuales. No más haciéndote pasar por mí. No más cualquier cosa que tenga
que ver con Chase.
Ella cruzó su corazón.
—No lo haré. Juro por nuestra amistad. Ya he terminado ahora. El
resto depende de ti.
Yo le creí, pero todavía estaba jodida.
—¿El vestido rojo? ¿En serio? —Bueno, al menos todo tenía sentido
ahora.
Ella se rio.
—Sí, eso fue un poco más de la parte superior, ¿eh? Probablemente
fue bueno que no tomaras mi consejo y te cambiaras.
—Cierto. Porque estaba muy cerca de hacer eso. —Rodé los ojos, y ella
se rio de nuevo. Después de que el pico de adrenalina me abandonó, iba en
picada en un estado apacible—. Oh, Perry. ¿Qué se supone que debo hacer
ahora? —Dije en voz baja. Tendría que explicar a Chase que no era yo quien
quería verlo esta noche, y eso me hacía sentir como una idiota.
—No creo que fue una coincidencia que llamó hoy, cuando tú no
estabas disponible para dispararle. Creo que se supone que funciona de esta
manera.
Levanté las cejas.
—¿Estaba destinado que te hicieras pasar por mí? Vamos, Perry. Esto
no es un rollo del destino sobre amantes predestinados.
Ella se encogió de hombros cuando dos cuerpos altos se acercaron
por ambos lados. Chase a nuestra derecha y Stephen a nuestra izquierda.
Perfecto.
Estábamos atrincherados en una posición sentada, y Chase sonrió.
—Hola —dijo.
—Hola. —Miré a Stephen. Su mandíbula se estableció cuando él
disparó una mirada a Chase. No podría decir si él lo reconoció por el juego
o simplemente era sospechoso.
—Chase, éste es mi hermano, Stephen. Stephen, este es Chase... uh,
un amigo mío. Y, por supuesto, ya conoces a Perry.

Se dieron la mano, y Perry dijo al oído: —Me haré cargo de él.


Ella se levantó y abrazó a Stephen, arrastrándolo lejos. Chase, se
sentó a mi lado en la manta, y se deslizó sobre ella. Los entorpecidos
sentidos estaban sin protección; mi cuerpo ya estaba zumbando a la vida.
Hmm.... ¿Qué matiz tenían esos irises hoy?
—Parecía que había un “ciervo ante los faros del auto” cuando me
viste aquí.
—Sí, sobre eso... —Le hablé sobre la confusión pero me abstuvo de
mencionar la parte de “no volverlo a ver”. Cuando estaba a mi lado, mi
firmeza vacilaba. Todo un conflicto en el interior, confiscando la lógica por
la garganta. Lo que quería y lo que debería querer nunca estuvo más reñido.
En resumen, yo era un desastre.
—Así que, ¿cómo me hubiera respondido?
—No sé. —Esa era la pura verdad. Podría hacer determinaciones antes
del hecho, ¿pero acabé cediendo? No lo supe—. ¿Dónde están sus
compañeros, ah... Trevor y...? —No podía recordar sus nombres. Había
estado un poco distraída cuando Chase lo había mencionado.
—Trevor y Connor. Están en la tienda de cerveza. Mira, Jillian. Me
puedo ir; no hay problema. No estoy aquí para joder tus planes.
Miré a mí alrededor. ¿Dónde estaban Tony y Val? Tenía la esperanza
que no se habían ido sin decir adiós, pero si fue así, no los culpo. Es
probable que no quieran estar en el medio de mi sesión de drama.
—No, no te vayas —dije—. Quiero decir, si tiene que volver con tus
amigos, eso es una cosa, pero no hagas que yo sea la razón por la que te
vayas.
Lo dije en serio también. Lo quería allí en esa manta conmigo. Tal vez
el plan taimado para bajar las inhibiciones de Perry estaba funcionando,
pero lo que sea. Se sentía bien en este momento, y para todos los
transeúntes, no sería nada habitual sobre nosotros estar allí sentado en
medio de una fiesta a la espera de los fuegos artificiales para empezar.
—Muy bien —dijo.
Nos quedamos en silencio, y no estaba incómoda. Tomó un sorbo de
cerveza de su vaso de plástico, y vi todos los niños corriendo, haciendo
diseños en el aire con sus bengalas.
Chase, se inclinó sólo un poco, pero lo suficiente como para enviar
una ráfaga fresca a través de mí. Verde dinámico. Ese es el color que había
elegido para él hoy.
—Ellos van a tener karaoke pronto. —Asentí. Tenían todos los años;
un gran éxito con los niños y los residuos—. Haz un dueto conmigo.

—¿Qué? —Me di vuelta y lo miré fijamente. El oro estaba escondido


en alguna parte—. ¿Cantas también?
—No es uno de mis puntos fuertes, pero nadie me prestaría ninguna
atención de todos modos.
—Voy a pasar. —Hablando de llamar la atención sobre nosotros
mismos.
—Entonces, un show privado será.
Mi corazón dio un salto mortal, y estaba a punto de preguntarle qué
quiso decir cuando me topé con Perry. Ella sacó el labio inferior.
—Stephen acaba de ser convocado. Está en el teléfono ahora. Otro
problema del estúpido trabajo. Y en un día de fiesta también. Capataces de
mierda.
—Bueno, técnicamente no es un día de fiesta, pero aun así apesta. Lo
siento —dije—. Con suerte, lo volverás a ver pronto.
—No, ese es el problema. Él tiene que volver a casa e iniciar sesión.
Sólo vine para dejarte saber. Voy con él.
—¿Te vas también? ¿Por qué? —Pero tan pronto como lo dije, sabía
muy bien por qué. Ella y Chase querían que tuviera este tiempo—. ¿Dónde
está Tony y Val?
—Oh, se fueron hace un tiempo. Dijeron adiós. —Uf. Me sentí mal por
no pasar mucho tiempo con ellos—. No es gran cosa —dijo.
Busqué mis cosas.
—Caminaré de regreso con ustedes.
—Por supuesto que no. —Perry se puso las manos en las caderas—.
Quédate para los fuegos artificiales. No es tu culpa que tu hermano tenga
tantos problemas. Chase, ¿puedes asegurarte de que Jills llegue a casa
bien?
¿Qué? No necesitaba un maldito guardián. Este era mi barrio, estaba
a un simple paseo de diez minutos, y sólo tenía un par de mantas y repelente
de insectos para llevar.
—Eso no será necesario. Chase no está aquí para cuidar de mí. —Eso
realmente me hizo reír un poco. ¿Ironía, ninguna?
—No hay problema en absoluto —dijo—. Estaré feliz de hacerlo.
Apreté los puños, y luego los liberé. No tuve tiempo para discutir, no
cuando tenía la vejiga llena gritándome. Eso tomó precedente. Me puse de
pie y me desmayé un poco, y Perry me enderezó. No pensé que era
demasiado notable, pero aun así... Tal vez no sería la peor idea tener un

poco de ayuda. No quería perderme el espectáculo, pero irme ahora tiene


más sentido.
Abracé a Perry y le dije al oído—: Voy con ustedes, pero realmente
necesito hacer pis en primer lugar.
—¿Sabes esas líneas, Jills? Stephan no puede esperar tanto tiempo.
Sólo hay tanto que se puede hacer en el teléfono; él necesita estar delante
de su ordenador portátil.
Apreté los muslos juntos y absorbí mi abdomen.
—No hay manera que pueda esperar tampoco. Nunca seré capaz de
caminar a casa así. —Empecé a saltar un poco. Esto era ridículo. Me tengo
que ir ahora.
—Puedo llevarlos en coche a todos ustedes de vuelta —dijo Chase, y
me iluminé. Eso sonaba como una gran idea.
—Gracias, pero en el momento en que lleguemos a tu coche y vayamos
a casa, va a ser mucho tiempo de todos modos. Y no se consigue de nuevo
estacionamiento en la playa a esta hora. Empiezan a bloquear las calles. —
Ella me besó en la mejilla—. No, sólo ve al baño maldición, Jills. Nos vamos.
Hablaré contigo mañana. —Ya había empezado a cojear. No iba a quedarme
y reconsiderar esto nunca más. La oí decir—: Cuida de ella, Chase.
Apreté los dientes. Como si no tuviera edad suficiente como para
cuidar de mí misma. Chase, se acercó a mí y me entregó mi bolso.
—Ten, no pensé que te gustaría dejar esto atrás.
Uf.
—Gracias —le dije. Está bien, cuidar de mí misma, obviamente, no se
extendía a mis objetos personales.
—Mientras estés en la línea, simplemente voy a comprobar a Con y
Trav.
Saludé con la mano, bien. Mi única preocupación era vaciar la vejiga.
Mis ojos estaban empezando a inundarse.
Chase se fue cuando tomé mi lugar en la línea; bordeó un lado del
edificio y compuso la cosa de las pesadillas. ¿Cómo podría este parque tener
sólo un baño público? Sabía que no era el único en el dolor aquí, pero seguro
que dio la gana.
Vi a los baños portátiles por un camino a la derecha. La cantidad de
personas que esperaban era mucho más manejable, y por buenas razones.
Intenté evitarlos como la peste, pero en tiempos desesperados...
Me lancé y medio corrí, medio me torcí, llegando a conseguir entrar
muy rápidamente. Entré, deseando tener la nariz tapada, y deslicé el seguro
para “ocupado”. Dios, era repugnante. Una tenue luz resplandeció a través

de la rejilla en la parte superior e iluminó lo suficiente como para dar vuelta


a mi estómago, pero no lo suficiente para hacer que me dieran náuseas y
añadir al resto de los fluidos corporales que recubren el asiento y el suelo.
En ese momento, supe que no estaba completamente ebria, y Dios
ayude a quien sea que entra en esa caja de orina y mierda. Me estremecí al
pensar en que alguien se caiga allí. Era capaz de ponerme en cuclillas y
mantenerme constante sin tocar las paredes o cualquier otra cosa. Metí la
mano en mi bolso por un pañuelo de papel para usar como papel higiénico,
luego me fui del infierno fuera de allí con la sensación de cinco libras más
ligera.
Cuando utilicé la estación de lavado de manos portátil, una voz
familiar me obligó a volver la cabeza.
—¿Señora. Hudson?
—¿Ben? —Parpadeó un par de veces. No hay nada como ver a un
amigo de tu hijo para darte una gran inyección de sobriedad. Terminé, y
luego le di un abrazo enorme. El niño probablemente había pasado más
tiempo en nuestra casa durante los años que en la suya, y no lo había visto
desde la graduación—. ¿Cómo estás?
—Muy bien. —Se encogió de hombros—. En casa para el verano, ya
sabes.
Recorrí mi cerebro.
—Vas a Whitewater, ¿verdad? —Ben asintió—. ¿Cómo vas con tus
clases?
—Bastante bien. Aun así decidí sobre una de las principales. ¿Está
Dan por ahí? No he hablado con él por un tiempo.
—No, él se queda en Milán, haciendo una pasantía de verano. Con la
esperanza de tenerlo en casa para Navidad.
—Bueno, dile que le digo hola la próxima vez que hable con él.
—Lo haré, Ben. Fue agradable verte de nuevo.
—Usted también. Tómelo con calma, señora Hudson.
Le di otro abrazo, detectando a Chase que venía detrás. Ben se alejó,
y Chase lo vio salir, pero no dijo nada.
—Eso fue... no importa —dije, mirando a su alrededor. ¿Qué pasa si
más de los amigos de Daniel estaban alrededor? Estaba un poco asustada
en ese momento. ¿Qué pasa si se dieron cuenta de Chase y yo juntos? Tenía
tan sólo unos pocos años mayor que ellos. Oh, Dios, ¿y si me había hundido?
Ni siquiera podía imaginar que alguien nos hubiera capturado, mirándonos
un poco demasiado amistosos juntos y que informara de ello a Daniel.

—¿Estás bien? —Ese era un tema de debate, pero asentí—. Pensé que
terminaste yendo sin mí. No estabas en donde te dejé.
—Lo siento. Estas líneas eran más cortas. Pero sabes —hice otra
exploración en torno a mí—, me gustaría irme.
—¿Ahora?
—Sí, y realmente no necesito una escolta. Estoy bien. Puedes
quedarte. Soy una chica grande; soy perfectamente capaz de verme a casa.
—Como el infierno.
—Como el infierno soy un gran chica o como el demonio soy capaz.
Suspiró. No estaba tratando de ser difícil, si eso es lo que él pensaba.
Simplemente no quería que nadie nos viera. Hasta que me encontré con
Ben, la posibilidad que podrían estar al acecho ni siquiera se me había
ocurrido.
—Te llevo caminando a casa, y no quiero que te importe una mierda
sobre ello, Jillian. —Lo saludé, no estando de humor para bloquear cuernos.
Tan pronto como nos marcháramos, estaba bien. El cielo se oscurecía por
momentos. Tenía que ser casi las nueve—. Vamos a ir a tomar tus cosas y
nos vamos.
—¿No tienes que hablar con tus amigos en primer lugar?
—Ya lo hice.
Fuimos de nuevo a la zona del césped, navegando a través de las
nubes químicas y saltando sobre las personas. Les di golpes sin descanso a
los mosquitos y me pregunté si necesitaba rociarme sólo para salir con vida.
Envolví una de las mantas a mí alrededor como un manto y Chase
llevaba el resto. Él me condujo por el brazo, y una vez que lo hizo por la
acera, las pequeñas sanguijuelas nos dejaron solos.
El camino a casa me dejó, hasta cierto punto, en una zona, y para el
momento en que entramos en mi camino, era totalmente oscuro. Miré hacia
abajo para ver lo que me hizo sentir muy, muy bien.
—¿Hemos estado haciendo eso todo el tiempo? —le pregunté, al
comentar sobre la mano envuelta en la suya.
Él rio.
—Sí, bastante. No podría tenerte dando traspiés y cayendo en la acera,
¿podría?
—¿De qué hablamos?
Debo haber parecido una completa boba haciendo esas preguntas,
pero realmente no podía recordar mucho. Había sentido todo el camino a
casa una niebla adormeciendo mi mente.

—Nada que pueda repetir. No quiero que me des una palmada.


Mierda. ¿Qué dije? Tocó mi boca; asumí fue para cerrarla, pero su
toque tuvo el efecto contrario. Me dieron ganas de forzarla a abrirla. Mejor
tragarte, querido.
—Estoy bromeando, Jillian. —Me acarició la mejilla brevemente antes
de retirar los dedos—. No, no hablamos mucho. Estabas perdida en tu
propio mundo.
—¿Qué pasa con el coche? —Era algo que sólo apareció en mi
cabeza—. Estoy pensando que los llevaste a todos juntos.
—Le di mis llaves a Con. Él es el único responsable de los dos. Ya sea
que voy a caminar de regreso hasta allí, o recogerme cuando se vayan. —
Sonrió—. Todo depende de cuánto tiempo estaré necesitado aquí.
En la seguridad de mi camino privado, en la oscuridad de la noche,
podría llegar a un montón de maneras en que sería necesitado.
—¿No les importa que te fueras de ellos?
—Nah. Estaban en el proceso de conectar con algunas mujeres
cuando los encontré. Están muy ocupados.
—¿Y no quieres ser parte de eso? —No estaba preguntando a causa
de esa extraña cosa de los celos; tenía curiosidad. Me ha acompañado a
casa, sabiendo que no podría obtener nada a cambio cuando podría haber
encontrado un poco de algo en la tienda de la cerveza. No quería retenerlo.
Él me dio una mirada extraña.
—No, vine esta noche por ti.
¿Tal vez debería hacerlo digno de su tiempo entonces? Podría haber
reído un poco al pensar en ello. Ni siquiera estaba segura. Se frotó las cejas
y sacudió un poco la cabeza. Probablemente pensó que era un golpe a ciegas.
Las ruedas se volvieron a otro arranque. Hmm... Tal vez contaba con
tener suerte conmigo esta noche. Cedió las llaves del coche antes de saber
que quería irme temprano. El pequeño cabrón estaba pensando en estar a
solas conmigo, incluso después de los fuegos artificiales. Lo sabía. Pero
independientemente de si él estaba apostando o no en su pene uniéndose al
partido permaneció indeterminado. Sólo le podría preguntar —parecía lo
suficientemente honesto. Pero cuando llegó el momento, ¿realmente me
importaba?
—¿Seguro que estás bien? —preguntó.
Llevé mi atención lejos del cielo y de vuelta a su cara.
—Sí, ¿por qué?
—Pensé que te estaba perdiendo de nuevo allí.

Estudié sus características, realmente me absorbía en la forma de sus


ojos y el color único de su iris. Sus pestañas eran oscuras y largas, de esas
que hacen que las mujeres se sientan muy envidiosas. El tipo que no existe
en un tubo de rímel, no importa lo que los anuncios tratan de vender.
No me aparté, no traté de disminuir la intensidad que azotó a través
de mi cuerpo. Mi mirada viajó hacia abajo sobre su mandíbula sin afeitar y
de vuelta hasta sus labios. Pude probar desde aquí, podía sentir su calor.
Tuve un breve momento de incredulidad. Este tipo delante de mí era
precioso. Él era jodidamente precioso, y desafió toda lógica.
Si tuviera un tipo físico perfecto, este espécimen de macho lo era. Y él
me quería. Esa fue la pieza que podría golpear a mi culo en un latido del
corazón. Podría estar teniendo sexo con mi propio modelo, y no estaba
saltando sobre ello. No sólo el sexo regular, más bien del montón que te
“conduce durante una semana con desmayos orgásmicos”.
No debería importar si tenía algún fetiche excéntrico, y por eso se
sentía atraído por mí. Sin duda alguna no me importa verlo fuera de la
habitación. De hecho, no era ni siquiera una opción. Resolví yo misma el
hecho que él era joven, pero todo el mundo miraba la misma época en la que
las luces estaban apagadas.
Me lavé los dedos sobre sus labios mientras él siguió mirándome. Me
merecía esto. He trabajado duro, ¿por qué no debería permitirme un
capricho de vez en cuando? Era un hombre de unos veinte años, en una de
las etapas más cachondas de su vida. Por supuesto, él no rechazaría la
oportunidad de tener el insignificante sexo sin ataduras.
Y desde que me gustaba, podía respetarme en la mañana.
—¿Sabe lo que me estás haciendo en este momento? —Dijo.
Tenía una idea. Me incliné y lo besé, confirmando exactamente lo que
estaba haciendo con él. Su pene duro se presionó contra mí, y yo lo
necesitaba desesperadamente.
Mi nuevo plan: tener tantas noches ocasionales junto a Chase como
sea posible.
—¿Quieres entrar? —Dije, respirando en su boca—. ¿Hecho o
tonterías?
Sentí la curva de sus labios mientras empuñaba mi pelo apretado. Su
lengua acarició mi labio inferior, provocando un gemido. Era tan sensual, y
yo no iba a fingir que no me estaba afectando. Encendiendo mi sexo y
haciéndolo cantar. Sus besos se extendieron hacia el frente de mi cuello y
más escalofríos bailaron a través de mí. ¿Qué lo estaba demorando tanto en
responder?

—¿Hecho o tonterías? —le pregunté de nuevo. Si decía tonterías, solo


dispárame ahora.
—Sabe que es hecho, Jillian. La respuesta a esa pregunta es siempre
hecho. —Bueno. Entonces, ¿qué estamos esperando? Tiré de su mano, con
la intención de llevarlo por las escaleras hasta mi puerta—. Espera. Quiero
tener esa cena contigo. Pronto. Quiero recogerte y llevarte a salir. Para un
restaurante real.
¿Qué? No. Eso no era parte del plan.
Chase, parecía esperar una respuesta, y no quería darle una. A menos
que la respuesta fuera no, ¿y luego qué? ¿Estaba tomando de rehén mi
vagina hasta que le diera una afirmación? Quería hacer un puchero y
patalear. Si fuera posible impulsar a una mujer de cuarenta años de edad,
tener una rabieta, pronto estaría en el suelo golpeando mis puños y
lanzando patadas.
El rugido de trueno me hizo saltar. Ya era hora de fuegos artificiales.
En cuestión de segundos, habría explosiones gigantes de luz llenando el
cielo.
—Vamos, vamos a verlos en la parte trasera —dijo.
—¿Qué?
Una pantalla de color rojo y blanco explotó por encima de nosotros, y
luego se apagó hacia abajo. Ya me estaba tirando de los escalones, pero en
lugar de pasar por la puerta, pasamos por delante.
—¿Alguna vez los has visto desde tu casa? Apuesto a que estamos lo
suficientemente cerca para verlos casi tan bien como en el parque.
—Uh, no. —Aun cuando Daniel era pequeño, no hubo nunca un año
que nos quedamos en casa. Seguí otro flujo de rodaje de color en el cielo
antes de expandirse a las serpientes de plata. Eran muy notables en mi patio
trasero, pero venía al caso—. ¿Quieres ver los fuegos artificiales? ¿Ahora?
—Sí, creo. Contigo. —Chase, se sentó en mi silla ancha al aire libre,
más como un sofá de dos plazas, y me tiró hacia abajo sobre su regazo. Mi
espalda se enfrentó a él, y podía sentir su erección todavía muy fuerte,
hurgando en mi culo. Así que, ¿cuál era el problema aquí?
Envolvió sus brazos alrededor de mi cintura y me arrastró más cerca
de su pecho. Apoyé la cabeza en su hombro y vi el espectáculo. Una espiral
roja chocó con una estrella amarilla, despojándose de pequeños crecientes
naranja. Estaba en una caja de Lucky Charms. Sonreí cuando me apretó
con más fuerza. Podía manejar esto por un tiempo. Por lo menos no estaba
trayendo a colación la cuestión de la cena en público otra vez.
—¿De qué color es el siguiente? —Dijo—. Diré púrpura.

—Verde. —Se disparó fuera, formando en un corazón rojo. Aww... era


linda. No suelo ver esa forma—. Ambos fallamos —le dije.
Él acarició sus labios en el lado de mi cuello.
—¿Qué sigue? Digo rojo.
—Ellos hicieron ya una roja completa. Digo oro. —Los dos ojos al cielo,
esperando a que el color se revele. Era rojo. ¿Qué? Prácticamente sentí su
aire de triunfo contra mi piel cuando una rama de oro enriquecida estalló.
—Ambos correcto —susurró, reanudando donde lo había dejado,
volviendo mi piel con su boca en lava fundida. Él fue el que quería ver los
colores bonitos, fuertes, en primer lugar, ¿por qué me estaba burlando de
esta manera?
Oh, fue así sucesivamente. Podría jugar este juego también. Antes que
esta noche terminara, iba a ser la que explotara, maldición.
Me moví hacia atrás y adelante en su regazo, moviéndome hasta que
me calmó. Levanté la cabeza.
—Si el próximo es de color verde, me vas a permitir darte la vuelta.
—Oh, ¿tengo?
—Sí, así te puedo besar, y puedes besarme de regreso. Y luego ya
veremos a donde nos lleva después de eso. —Por favor, por favor, por favor
no lo arruine invitándome a salir—. Y quiero tu receta de fajitas —dije en el
último momento.
Se rio al igual que el fuego se disparó hacia el cielo, en erupción en
zarcillos de color verde. Alguien allá arriba me quería. Me quisieron mucho.
Me reí aún más duro cuando balanceé mi cuerpo y a horcajadas sobre él
antes que pudiera detenerme. Y antes que pudiera decir una palabra, planté
mis labios en los suyos.
Rastrillé mis manos por el cabello esta vez, instándole a ir más
profundo. Quería que no hubiera ninguna duda de lo mucho que quería
esto. Estaba mojada y lista tan sólo estar su presencia en mi camino.
Posiblemente incluso antes de eso. Me había aturdido en el camino a casa,
por lo que la mano que me sostuvo podría haberme preparado. Demonios,
¿a quién estaba engañando? Chase, me había provocado desde la primera
noche.
Su lengua bailaba con la mía mientras bajé mis manos por su pecho,
por su estómago, disfrutando de toda la fuerza y el acero que me pertenecía
en ese mismo momento. Incluso cuando Mike tenía esa edad, nunca se
sintió tan duro.
Palmeé su pene, acariciando a través de sus pantalones cortos. Los
estruendos sonaban detrás de mí, y me pregunté qué colores eran ahora.

Era la perfecta distracción del mundo exterior. Era alta, y aunque era
brillante, mis enormes árboles blindaban el patio lo suficiente como para
permitir la privacidad.
—Joder, Jillian. Tienes que parar.
—¿Por qué? —Él no quería tomar un respiro de esa primera vez. Él
estaba encima de mí, dándonos ninguna posibilidad de subir por aire.
Acaricié más duro, mientras tiraba de la cremallera. Necesitaba sentir
la piel caliente en mi mano. Esto era inusual para mí, conseguir estar tan
encendida tan solo por tocar a otra persona. Apenas había hecho contacto
con cualquier parte de mí desde el cuello hacia abajo, sin embargo, sabía
que estaba hinchada, que podía estallar con un pequeño pincel sobre mi
clítoris o unos pocos deslizamientos arriba y abajo de su pene. Era un
melocotón maduro que necesitaba ser arrancado ahora mismo jodidamente.
Agarró mis dos manos y las mantuvo a un lado. Su boca no se detuvo,
sin embargo. Mis labios se sentían magullados y utilizados. Chupó mi labio
inferior, pellizcando con los dientes antes de que lo soltó y se movió más
abajo. Desnudé mi cuello para él, y pasó la lengua hacia abajo. Me
estremecí, tratando de liberarse de mis limitaciones improvisadas.
—¿Son tus fuegos artificiales siempre así de largos?
Argh. Olvídate de los malditos fuegos artificiales ya.
—Deja que te toque. —Tiré mis manos, llegando a ninguna parte, pero
¿qué esperaba? ¿Pensé que lo había machacado?—. Por favor. Sé lo mucho
que deseas esto también. Puedo sentirlo. Deja que te toque.
Siseó entre dientes, y sabía que lo tenía. Tomé esa oportunidad para
poner mi boca en su cuello para ver qué le parecía. Desgaste mis labios
sobre su mandíbula y moví mis besos abajo, saboreándolo a lo largo del
camino, inhalando su aroma. Intoxicándome más; no podía explicar por qué
olía tan bien, pero era vertiginoso.
—¿Seguro que no llevas ninguna colonia? —La fragancia era una
reminiscencia de la última vez pura lluvia mezclada con tierra fresca y
especias. Era un ramo de todas mis canciones favoritas atadas con un
hermoso arco, y quería embotellarlo y ponerlo en mi caja de recuerdos.
—No.
—Bueno, funciona en ti. Mucho. —Molí mis caderas contra él, girando
con todo lo que tenía—. Por favor, Chase, simplemente deja que te folle. —
No estaba por encima rogando en ese mismo momento. Él lo ansiaba tanto
como yo, de eso estaba segura.
Un sonido profundo y gutural salió de él, y él soltó las manos y deslizó
las suyas por debajo de mi camisa. El broche delante de mi sujetador se
abrió, y entonces él estaba tocando mi espalda, empujándome hacia

adelante y hacia su invitadora boca. Mientras lamía y chupaba, me deslicé


hacia abajo y liberé su pene, causando una oleada de frío en mis pechos
cuando él inhaló profundamente.
Gruesa y potente. Todavía no podía superar la enorme dureza de él.
Bromeé con movimientos ligeros de mis dedos y caricias vigorosas hasta que
arrancó mis manos a distancia.
—Si me corro, será mientras esté enterrado profundamente dentro de
ti.
Asentí. Ahora sí. Es cuestión de tiempo.
—Date prisa —le susurré. Oh, mierda. No. No No.
—¿Tienes un condón contigo? —Por favor. Tenía uno la última vez.
Mentalmente crucé todos los dedos y los pies.
—En mi billetera. Agárralo.
Él palmeó entre mis piernas y masajeó, una cascada de calor y
corriente corrió en mí. Gemí, luchando por conseguir su maldita billetera de
su bolsillo. Él no estaba ayudando, y con cada toque, me sentía cada vez
más frustrada.
Sus dedos rozaron a través de mi parte superior del muslo y se deslizó
debajo de mis pantalones cortos. Burlándose a través de mis bragas y
haciendo de mi aliento un impedimento. ¿Dónde estaba? Maldición,
necesitaba ese masaje.
—¿Crees que podría correrte de esta manera? ¿Con las bragas todavía
puestas?
—Sí —le susurré. Mi interior ya estaba vibrando. Frotó mi clítoris, a
través del material, pellizcando.
Arqueé la espalda, tratando de mover mi cuerpo lejos. Sí, podría venir,
y no tomaría mucho tiempo tampoco. Pero tenía un profundo deseo de
correrme al mismo tiempo que él.
—Si voy a correrme —le dije—, quiero que sea cuando estés enterrado
profundamente dentro de mí.
Él gruñó, luego agarró mis caderas y me llevó directo a la parte
superior de su pene al descubierto. Mis pantalones cortos y las bragas
estaban todavía, pero me asusté independientemente. Estaba paranoica de
esa manera.
—Necesitamos el condón. —Traté de despegarme de encima—. Estoy
súper fértil en este momento. —Contaba los días en mi cabeza. Mierda.
Probablemente estaba ovulando justo en ese mismo instante. Por lo general
sentía una punzada cuando sucedía, pero mi cuerpo entero estaba
punzando, por lo que una cantidad infernal de buena señal me indicaba que

era en este momento—. Y no estoy en nada, desde que tenía treinta años, y
conozco mi cuerpo muy bien y...
¿Qué carajos, Jillian? Deja de hablar. Estaba nerviosa, balbuceando,
y, sin duda, aniquilando el estado de ánimo. Matando mi oportunidad de
todas aquellas futuras conexiones con él.
—Eso es caliente.
O no...
—Quítatelo —dijo en una voz cruda. Me deslicé de encima y me
levanté, dejando caer mi ropa interior y pantalones cortos empapados—.
Todo, Jillian.
Él observó con los ojos entornados mientras sacaba mi camisa sobre
mi cabeza, el puño envuelto alrededor del músculo que me sorprendía tanto.
Me preguntaba si alguna vez me acostumbraría a ella. Si me sentiría
mareada cada vez que lo veía y sentía su fuerza. Esta fue la segunda vez,
pero maldición...
Saqué el sujetador de mis hombros y eché a un lado mis
inseguridades. No, no eran turgentes de veinte años de edad, las tetas, pero
a Chase no parecía importarle. Me concentré en la forma en que las miraba,
no en la forma en que yo lo hacía.
Sacó el condón y lo hizo rodar sobre su pene. Luego dobló el dedo.
—Ven aquí. —Me sentí un poco fuera de equilibrio porque él todavía
estaba completamente vestido, mientras que yo no lo estaba. Su pene era la
única cosa expuesta, e incluso estaba cubierto ahora. Puede haber sido una
necesidad, pero también era una vergüenza para enmascarar algo tan
magnífico.
Dios, Jillian, es sólo un pene. No hay necesidad de adorar como si fuera
la cura para el síndrome premenstrual y la menopausia todos envueltos en
uno.
Me senté a horcajadas sobre mis rodillas sobre su regazo, bajándome
hasta que la punta me penetró. Agarró el asimiento de mis caderas y me
trabajó más hacia abajo, avanzando poco a poco hacia él lentamente,
controlando el movimiento hasta que quería gritar.
Me sentía por dentro tan llena, pero no fue suficiente. Yo quería
tomarlo contra mi cuerpo con fuerza, experimentarlo por completo. Me dio
un poco de margen para ondular mi torso mientras él jugaba con mis
pechos, retorciendo mis pezones hasta que dolieron con el placer.
Chase, tomó el control de nuevo, ligeramente inclinado hacia atrás lo
suficiente como para sentir exactamente lo que necesitaba. Me golpeó en
todos los lugares correctos, haciendo replantearme todo sobre es solo-un-

pene. No lo era, era una varita mágica. Acariciando, deslizándose y


electrizando. Oh, Dios, Señor, Jesús…
—Joder, Jillian.
Su agarre se redujo cuando grité, el gran final soplando desde detrás
de mí y flotando el olor de la pólvora en mi nariz. Boom, boom, boom. Lo
último de la celebración de pirotecnia se disparó rápidamente todos a la vez,
explotando junto con nosotros. Como propósito.
Me estaba desvaneciendo rápidamente, bajando. Me dejé caer hacia
adelante, mi frente chocó con su hombro. Acarició mi cabello mientras mis
pensamientos se coagulaban en grupos ininteligibles. Sabía que tenía que
bajarme de él, pero ¿por qué?
—Déjame sacarte, Jillian.
—¿Fuera?
—Voy a recogerte y vamos a cenar.
Mis párpados parecían que elefantes colgaban de las pestañas.
Estaban bajando por mis mejillas, y no podía levantarlas —Sin citas —
murmuré.
—¿Cómo puede ser? No sales con hombres más jóvenes.
—Correcto.
—¿Es eso un sí para cenar entonces?
—Mmhmm.

12
Traducido por Jessibel

Corregido por Light Feather

Estiré los brazos por encima de mí y giré la cabeza de lado a lado.


Estaba boca abajo y babeando toda mi almohada. ¿Qué hora era? Mi boca
sabía cómo si alguien la hubiese utilizado de inodoro. Mantuve los ojos
cerrados un poco más y me quedé así, tratando de mantenerme al día con
el solo de batería que jugaba dentro de mi cabeza.
Dejé caer los brazos y di la vuelta, frotándome los brazos con mis
manos. Estaban desnudos, y tenía pequeñas protuberancias sobre ellos.
¿Tenía frío? Había pasado un tiempo desde que sentí eso en mi dormitorio.
Con los ojos todavía cerrados, me acurruqué debajo de la manta, tratando
de volver a dormir.
La pesadez en el abdomen no estaba permitiendo que esto sucediera.
Necesitaba usar el baño, pero tenía bastante frío así que ignoré ese impulso
todo el tiempo que pude. Debe haber sido una noche ardiente porque de otra
manera no hubiera dormido desnuda.
En poco tiempo, mi cuerpo me obligó a tomar medidas. Me dolía la
cabeza, y solo quería volver a la cama tan pronto como pudiese. ¿Qué día
era? Traté de recordar si tenía que trabajar temprano.
Empujé las mantas y oscilé las piernas a un lado de la cama, saltando
hacia el piso. Crucé los brazos, arrastrando los pies por el suelo de madera.
No se quedaban pegados al suelo por el calor. ¿Qué estaba pasando? Tal vez
había habido una monstruosa tormenta de nieve en julio.
Giré en la esquina y entré en el cuarto de baño sin encender la luz,
agarrando mi bata del gancho. O tal vez todavía estaba soñando. Es por eso
que las cosas eran tan raras. Oh, por favor, Dios, no dejes que me levante en
un charco de orina.
Me lavé las manos y me pellizqué dos veces antes de salir del cuarto
de baño, determinando que las probabilidades de estar todavía durmiendo
estaban en contra de mí. Dudaba que me sentiría tan mal en un sueño.
Pensé que lucía como una babosa cuando avancé con dificultad por
el pasillo. Necesitaba conseguir un gran vaso con agua antes de cualquier

otra cosa. Mi lengua se sentía asquerosa y tenía pequeños animales peludos


derramados por todas partes. ¡Puaj!
—Buenos días, encanto.
Grité a la forma que acababa de materializarse adelante mío y casi
caigo hacia atrás. ¿Qué…? Entrecerré los ojos, y Chase apareció. ¿Qué
carajos?
Bam. Bam. Bam. Rocas estallaron en mi cerebro, y todo regresó de
nuevo a mí. Tequila... Bam. Algodón de azúcar... Bam. Fuegos artificiales…
Bam. Orgasmo… Bam. Chase… Bam.
Mierda.
—Lo siento. —Me miró más de cerca—. ¿Qué demonios tienes pegado
en la cara?
¿Eh? Di una palmada alrededor y sentí la cinta cementada por encima
de las cejas horizontalmente. Ni siquiera la había puesto correctamente. La
arranqué, pensando que debí haberla pegado en algún momento en el medio
de la noche sin darme cuenta. Siempre he mantenido la cinta en el cajón de
mi mesilla para un fácil acceso, junto con mi colección de vibradores.
—Uh, no es nada. —Espera un maldito minuto—. ¿Has... has dormido
aquí?
Asintió con la cabeza.
—Quería asegurarme que estabas bien. Con llegará en cualquier
momento para recogerme. —Sonrió, y lo fulminé con la mirada—. Estoy
contento de haber llegado a verte esta mañana antes de irme.
Apreté más mi bata y me abracé. Era una locura el que me estuviese
congelando. Aparté la vista, sabiendo que lucía como algo que trajo el gato,
pero al menos me quedé dormida con mi maquillaje. Podría haber sido peor.
A pesar que todavía no me había molestado en conseguir un espejo, así que
el jurado todavía estaba evaluando eso.
—¿Por qué hace tanto frío aquí? —Le pregunté.
—Arreglé tu aire acondicionado.
Mi cuerpo se tensó.
—¿Qué?
—Sí, estabas murmurando anoche acerca que estaba roto y que
debías arreglarlo. —Arrugué la cara. ¿Cuándo hice eso?—. Así que tomé un
vistazo esta mañana y lo arreglé. —Se encogió de hombros—. Bastante
simple. Me tomó cinco minutos.

—Pero... ¡pero iba a hacer eso hoy! —Creo que mi voz rayaba los gritos,
pero no estaba segura de si así es como sonaba dentro de mi cabeza—. Soy
totalmente capaz de arreglarlo yo misma.
Chase, levantó las manos.
—Cálmate, Jillian. Sé que eres capaz. Solo pensé que podría ayudarte
un poco, eso es todo.
—Bueno, pensaste mal.
Irrumpí de nuevo en mi habitación y cerré la puerta. Me dejé caer en
la cama, y luego me hice un ovillo. ¿Qué estaba mal conmigo? A mi SPM le
faltaba una semana para llegar. ¿Fue mi reacción irracional? Posiblemente
la forma en que me expresé, pero maldita sea; se suponía que era mi
proyecto, y él me lo quitó.
Cerré los ojos, necesitaba desesperadamente agua, pero necesitaba
evitar a Chase aún más. Dijo que se iba a ir pronto de todos modos. La
beberé entonces. Apreté los puños. No tenía por qué quedarse otra vez sin
preguntarme primero. Maldita sea, puedo cuidar de mí misma.
Miré a través de mis párpados, creyendo oír la puerta de un coche.
Esperé unos minutos más y luego me dirigí a la ventana. No había nada en
el camino de entrada. Cuando miré el reloj, me di cuenta de que era... ¿la
una? Mierda, nunca he dormido hasta tan tarde. Debo haberme quedado
dormida de nuevo. Bueno, al menos sabía que Chase se había ido.
Mis tripas se retorcían. Me sentía físicamente como basura, y lo
merecía. Había actuado como una perra con él. Fui a la cocina y agarré mi
agua, bebiendo tres vasos rápidamente. Me di cuenta que la cafetera estaba
llena. Me acerqué y palmeé el cristal. Estaba frío. Era evidente que lo hizo
hace varias horas. Me deshice de ella e hice una nueva.
Domingo. Era domingo. A veces trabajaba si el estado de ánimo lo
permitía, lo que ocurría casi siempre. Hoy no sería uno de esos días. Iba a
plantar mi culo perezoso y no hacer nada. Excepto ducharme. Me sentía tan
sucia en el exterior como en el interior.
Lancé una pizza congelada en el horno antes de ir al baño para lavar
mi cuerpo. Tendría que faltar a la cena familiar de esta noche, y también me
hizo sentir horrible. Pero tenía que hacerlo; pensé que sería mejor para todos
si permanecía en cuarentena por el día de hoy.
Puse el agua tan hirviente como pude y me coloqué debajo. No sabía
si debía llorar o tirar cosas o pedir disculpas. Técnicamente, Chase no hizo
nada malo, pero ¿quién se creía que era reparando mis cosas por su cuenta?
Tal vez solo debería darle mi tostadora reventada para que la reparase o
entregarle mi cortadora de césped que necesita ser afinada. ¿Se creía que
era el señor Handyboy?

Maldición, Jillian. Chase tenía razón. Necesitaba calmarme, mirarlo


racionalmente. Coloqué bastante champú en la mano y lo froté por mi cuero
cabelludo. Los hechos estaban claros: lo quería por su cuerpo y lo que podía
hacer con él. No lo quiero para introducirlo en mi vida. No quería que
duerma aquí o ayude en el hogar. Su pene. Mi coño. Fin de la historia.
Cuando terminé mi ducha, engullí la mayoría de la pizza y rematé con
un par de tazas de café negro antes de salir de la cocina.
Encendí la radio, apagué el aparato de aire acondicionado, y me tendí
en el sofá. Cuando estaba allí, me di cuenta que sí, fui una perra con él, y
no, no lo merecía. Sobre todo, después de la forma en que me hizo sentir la
noche anterior. Pero eso no quería decir que no debería haber límites.
Siempre que Chase conociera cuál era su lugar, todo estaría bien.

El lunes por la mañana me desperté muy temprano, sintiéndome


como si hubiera regenerado un nuevo cuerpo durante la noche. No hay nada
como tener el horario de sueño de un felino para poner un poco de primavera
de nuevo en tu paso.
Mi domingo perezoso dio sus frutos, y estaba más que lista para
sumergirme en el trabajo. Me di una ducha y me preparé rápidamente, la
energía fluyendo a través de mí a pesar de que no había tenido una gota de
café todavía.
Estaba a punto de comenzar la rutina de ir alrededor de la casa y
encender los ventiladores hasta que recordé que el aire estaba funcionando.
Lo encendí, oyendo el clic. Todavía estaba trabajando. Decidí dejarlo
funcionar durante un tiempo para reducir la humedad; era mejor para la
casa de todos modos.
Todo estaba marchando bien hasta que mi máquina de café se negó a
trabajar. Uf. La desenchufé y la conecté de nuevo, comprobado si estaba
atascada, la di un golpe. Aún nada. Ten cuidado con lo que deseas. El
universo debe haber tomado nota de mi parloteo ayer y decidió enviarme un
regalo roto para arreglar. Bonito.
Suspiré, y luego me sacudí. Realmente no era un gran problema. Me
había despertado temprano y tenía mucho tiempo para correr a tomar un
café antes de anclarme a la silla de la oficina.

Agarré mi bolso, me subí al coche, y estaba volviendo con una taza de


medio litro a los nueve minutos exactos. A medida que me acercaba más al
garaje, me di cuenta de una caja colocada frente a mi puerta.
Estacioné y corrí por las escaleras, preguntándome que era lo que iba
a encontrar. Parecía ser mi día para los regalos, lo que me preocupó un poco.
Pegaron un sobre pequeño en la parte superior, por lo que lo despegué y lo
sostuve a la luz del sol antes de abrirlo.
Argh, simplemente ábrelo. Tiré de la tarjeta sacándola del sobre e
inmediatamente fui a la firma. Chase. Mi garganta se apretó. Hasta ese
momento, ni siquiera había acariciado la idea de que él fuese el remitente.
¿Por qué?, no lo sabía, excepto que tal vez no quería que fuera, así que
bloqueé la posibilidad.
Jillian: Mi ofrenda de paz. Lo siento por sobrepasar mis límites. Chase.
Levanté la caja y la llevé dentro. Le eché un vistazo, luego la sacudí.
Clunk. La puse sobre la mesa, me la quedé mirando un rato, luego la volví a
tomar y la di vuelta. Clunk. Hice todo excepto abrir la maldita cosa.
Ridículo. ¿A qué exactamente le tenía miedo?
Tomé las tijeras del cajón y rocé con la hoja a lo largo de la parte
superior, rompiendo la cinta. Saqué el cartón y... ¿salsa caliente?
Tomé la pequeña botella y leí la etiqueta: Salsa Lunacy. ¿Estaba
tratando de decirme algo?
Agarré la salsa, mi café y me fui a mi oficina. ¿Debería mantener un
ojo sobre mi hombro hoy? Tal vez mi siguiente sorpresa sería una visita de
la divertida granja móvil.
Mis cuentas estaban organizadas en frente de mí, todas las llamadas
que necesitaba hacer alineadas en orden de importancia. Tenía mi café y
estaba lista para patear culos, pero...
¿Salsa picante?
Puse mi teléfono hacia abajo, y mis ojos apenas habían mirado la
pantalla del ordenador antes de escuchar el ding de un nuevo texto.
¿Así es como le dices? ¿Salsa picante? respondió.
Examiné la botella de nuevo. Mi visión puede no ser tan buena como
la perspectiva, pero si se ve como un pato y grazna como uno, es un maldito
pato.
¿¿¿No lo es???
No. Lo que tienes ahí es oro líquido. El griterío estrella en mi
receta de fajitas.
Sonreí en grande. Entonces, ¿dónde están los actos de apertura?

¿Crees que daría todo tan fácilmente? No soy ese tipo de


persona.
Había estado tomando un sorbo de mi taza cuando su texto había
entrado, y casi rocío todo de mi escritorio. Después de detener la tos, empecé
a reír, y tomó un tiempo para detenerse. Se sintió bien.
Gracias. Mis dedos se detuvieron, e inhalé una gran dosis de aire.
Era hora de aguantar, y disculparse. Soy yo quien debe disculparse,
Chase. No tenía derecho a estar furiosa contigo. Solo estabas tratando
de hacer algo agradable.
Me quedé mirando la pantalla, tamborileando los dedos sobre la mesa,
a la espera de una respuesta.
Disculpa aceptada.
Dejé el teléfono a un lado y bebí el resto de mi café antes de empezar
a trabajar. Programé una serie de reuniones entre los candidatos y sus
respectivas oficinas nuevas. Facturé a los clientes y registré futuros
contratos. Estuve trabajando unas sólidas cuatro horas antes de oír el ding.
¿A qué hora te puedo recoger el sábado?
Apreté mis labios. ¿Sábado? ¿Pasaba algo que no conocía?
Para llevarte a cenar, continuó unos minutos más tarde.
¿Seguía con eso? Regresó a mí más temprano, la memoria de Chase
tratando de engañarme para decir que sí, pero estaba planeando no dejar
que me aferrase a eso.
Tus métodos son tortuosos. No fue justo preguntarme durante mi
coma post-orgásmico.
Te pregunté antes de eso. Solo que no me contestaste. Pero ahora
me tienes fantaseando acerca de tus orgasmos. Después de la cena me
comprometo a darte el mejor de tu vida.
Cerré los ojos y dejé escapar el aliento con fuerza. Ya me lo había dado.
Chase iba a hacer que sea muy difícil para mí concentrarme en el trabajo
por el resto del día.
Podemos omitir todo eso e ir directamente a lo siguiente.
No respondió de inmediato, por lo que mis esperanzas eran altas de
que estaba de acuerdo. Cinco minutos más tarde, me dio un simple:
No.
Maldición. Prefiero que vuelvas a venir, Chase. Puedo cocinar esta
vez. Realmente no tengo nada que ponerme para salir.
De acuerdo, eso sonaba como una excusa bastante pobre, pero había
algo de verdad en ella. Mis cosas eran o bien casual o elegante, sin un

intermedio. Y no llevaba uno de los conjuntos de Perry que podría doblar


como un recorte de muñeca de papel.
Ya me disté esa excusa. Lo siento, no va a funcionar.
¿Qué? ¿Cuándo?
Eres linda cuando hablas en sueños. Informativa también.
Toda mi cara se prendió fuego. ¿De qué diablos está hablando? Esto
podría ser malo, muy malo. Él estaba fanfarroneando, eso tenía que ser.
Tratando de sacarme de quicio. Pero he mencionado mi falta de opciones de
ropa y mi aire acondicionado roto sin ningún recuerdo. ¡Oh, mierda! ¿Qué
otra cosa habré dicho?
Vuelve al trabajo. Y descansa, potra salvaje.
¿Potra salvaje? Debo haber mirado a mi teléfono durante quince
minutos antes de meterlo en el cajón del escritorio. No respondí, y él no
envió nada más. Podría perder todo el día pensando en mi boca fuera de
control, pero el único lugar al que me llevaría sería a un agujero. Estaría
mejor descansando en mi porche trasero y observando la fauna de nuevo.
Le di a mi teléfono un poco de compañía y lo asocié con la Salsa
Lunacy, colocándolos juntos en el cajón. Tenía un negocio que atender, y no
iba a permitir que Chase me distrajera por más tiempo.
No importa lo deliciosa que imaginaba que estaba su salsa.

El resto de la semana pasó sin contratiempos y sin problemas. No he


oído ni pío de Chase, y dado que no habíamos establecido una cita para el
sábado, empecé a creer que había cambiado de opinión.
Hasta el viernes.
El viernes, empecé mi pre-jornada laboral con la rutina habitual:
desperté temprano, me duché, fui a buscar mi café (ya que mi máquina
todavía estaba estropeada), y revisé el porche. Tenía la esperanza de que
enviaría más ingredientes. Realmente, realmente quería esa receta.
Efectivamente, había un paquete en el porche por la mañana, pero no
era lo que estaba esperando. En lugar de ser una caja pequeña, de color
marrón, me recordó a algo por lo que Daniel saltaría de arriba a abajo,
pensando que Barney le había dejado un regalo. Era grande y morado.
La llevé dentro y la sacudí, por supuesto, pero está vez era un zas en
lugar de un clunk. Tal vez había escrito la receta completa en una tarjeta de

índice antigua y la enterró dentro de montones de papel, solo para ser


astuto. Era bueno en eso.
Abrí los costados y levanté la parte superior. Había una nota en el
interior, colocada en la parte superior del papel de seda.
Sin excusas. Iré por ti mañana a las 7:00.
Me ocuparía de eso más tarde. Arrojé la carta sobre la mesa, entonces
abrí paso entre los montones de papel crepé. Había mucho de ello, como si
hubiera salvado hasta el último trozo de los regalos de cumpleaños y
Navidades y los metiese todos en el interior. Rebusqué entre las capas hasta
que un pedazo de lavanda me llamó la atención.
Hice una pausa por un minuto. Esto no podría ser lo que yo pensaba
que era. De ninguna manera. Mis manos fueron hacia atrás y saqué un
vestido precioso color lavanda. Cuello caído. Corte asimétrico, con la falda
más larga por detrás. Glamuroso como el infierno. Creo que me petrifiqué
un poco y quedé completamente en blanco. Pongo el vestido de nuevo en la
caja, lo sacó, lo pongo de nuevo. Decir que estaba confundida era un
eufemismo.
Número uno: ¿Por qué no fue lencería cachonda en su lugar? Eso
habría sido más apropiado.
Número dos: ¿Cómo en el nombre de todo lo que es bueno y decente,
Chase supo que codiciaba este vestido? ¿Cómo podía haber posiblemente
elegido exactamente el mismo vestido por el que estaba embelesada? Nadie
es tan bueno.
Perry.
El vapor saliendo de los oídos, no solo pasaba en los dibujos
animados. Había una bola de fuego sentada encima de mis hombros.
Afortunadamente, mi teléfono apareció en mi mano y marcó para mí, lo que
era muy práctico ya que mis ojos estaban nublados.
Maldita sea, Perry. Lo prometiste.
—Hola. —La voz aturdida de mi hermano me confundió—. Mierda,
Stephen. Lo siento. Estoy tratando de hablar con Perry.
Escuché un: —Aquí, es Jillian —y luego la voz igualmente atontada
de Perry—. Hola, Jills. ¿Qué pasa?
—¿Estuvo Stephen despierto toda la noche?
—Algo así.
Maldita sea.
—Vuelve a decirle que lo lamento. —A mi hermano suelen llamarlo
con frecuencia durante la noche y tiene que arrastrarse fuera de la cama
para hacer frente a caídas de sistemas y todo tipo de trabajos horribles y

urgentes. No es diferente de cualquier otro momento del día, pero al menos


estaba coherente—. Pero ¿por qué sigues en casa? Llamé a tu teléfono
porque pensé que ya te habías ido.
—Voy a entrar más tarde.
—Está bien. Solo llámame de inmediato cuando estés despierta.
—Ya me levantaste, Jills. Habla ahora.
Tomé una respiración profunda.
—Antes de empezar a hacer acusaciones, por favor explícame cómo
Chase sabía sobre el vestido lavanda.
—¿Cuál vestido?
—El vestido en Summerfest. El que me encantó. Me dijiste que debería
conseguirlo. Chase, me lo compró. ¿Cómo lo sabía, Perry?
Un segundo. Dos segundos. Tres...
—¡Santa mierda! ¿Chase te compró ese vestido?
Casi me reventó el tímpano.
—Shhh, baja la voz. No está Stephen...
—¿Quién es Chase? —Oí de fondo. Simplemente genial—. Espera, ¿no
es él...? Joder, Jillian. ¿Por qué te compraría un vestido?
—Cálmate, Fido —dijo Perry—. Ellos son amigos. No hay problema.
—Perry...
—Por supuesto, que hay un problema —dijo Stephen. Empecé a dar
vueltas por la habitación, lista para golpear mi teléfono contra la pared—.
Los muchachos de su edad no tienen su vida organizada, y desde luego no
deben comprarle a mi hermana ningún vestido.
¿Debería colgar? ¿Dejar que ellos tengan esta conversación sin mí?
—Jillian ¿me estás escuchando? —Continuó mi hermano—. ¿Estás
animándole? Si es así, eso está jodido.
—Nada se ha jodido, tonto malhumorado. Vuelve a dormir —gritó
Perry.
Escuché algunos pies arrastrándose, y Stephen dijo algo más, pero
fue demasiado bajo para poder entenderlo.
—Está bien, Jills. Tuve que salir de la habitación. Ahora, de vuelta a
este vestido. Santa mierda, ¿sabes lo que esto significa?
—De acuerdo con lo que dijo mi hermano, no significa nada.

—Bueno, sí. Me dijiste que no le dijera nada a él. —Olvida el teléfono.;


quería golpear mi cabeza contra la pared. ¿No se daba cuenta de que su
gran boca ya lo había hecho?
—Perry, tu... No importa. ¿Fuiste tú o no quien le dijo Chase sobre el
vestido?
—¡Por supuesto que no! Juré que no volvería a ayudar más, y lo dije
en serio. No sé cómo supo eso. Tuvo suerte, supongo.
—No lo llamaría ayudar, y tu teoría de "tuvo suerte" suena bastante
imposible. —Me senté en mi escritorio y tamborileé mis dedos contra la
madera dura—. Por lo tanto, ¿realmente no fuiste tú?
—Eso es lo que dije. ¿No estabas escuchando?
—Yo... —no sabía qué pensar. No había sido descabellado asumir que
Perry estaba involucrada, pero ahora estaba de nuevo en un callejón sin
salida.
—En pocas palabras, Jills: No eres solo un “usar y dejar” para él, y
necesitas aceptarlo eso.
—¿Qué
—Siente algo por ti. ¿Por qué no le preguntas sobre el vestido?
—Es solo sexo sin sentido, y le voy a devolver el vestido. —Abrí el
congelador para agarrar un par de cubitos de hielo para volcar en mi café
ahora tibio.
—Como el demonio que es, y como el demonio que vas a hacerlo.
—Me alivia saber que no estuviste involucrada, Perry, pero tú...
—Sí, sí, sí. No entiendo. Dame un respiro, Jills. Probablemente
entiendo mejor que tú y Stephen juntos. Mira, hablaremos de esto más
tarde, ¿de acuerdo? Tu hermano está tratando de levantarse, y tenemos que
echar un polvo rápido en primer lugar. Pero mientras tanto, no hagas nada
estúpido.
—¿Mi estúpido o tu estúpido?
—Algo estúpido que luego lamentes.

Pasaron varias horas, y debo haber tomado y guardado mi teléfono


cien veces. No estaba segura de qué hacer. Quería llamarlo, pero no me
atrevía a hacerlo realmente. Sería más fácil enviar un texto, pero no creí que

resolviese nada. La caja estaba puesta a mis pies, y de vez en cuando, quería
abrirla y echar un vistazo al vestido. Incluso lo tuve en mis manos una vez,
lista para sacarlo y probarlo, pero por suerte volví en mí. Si no lo hubiera
hecho, algo loco podría haber sucedido. Podría haber decidido mantenerlo.
Incliné mi cabeza hacia atrás en la silla. Mi habitual y productivo día
estaba siendo absorbido por un agujero negro. Mi mente no podía
concentrarse.
El vestido tenía que regresar a él, eso estaba claro. Era demasiado
personal. Su función consiste en quitar mi ropa, no agregarla. Golpeé mis
dedos contra mi barbilla. Sabía que él vivía en el lado este, y probablemente
podría encontrar su dirección, pero no quiero ir allí y enfrentarme a sus
compañeros. Podría llevarlo a la escuela. Él daba clases los viernes.
Me enderecé y agarré la caja. Eso es lo que haría. No podía mantenerlo
allí por más tiempo o de lo contrario me lo probaría. Estaba segura de ello.
Manejaría hasta allí y, o bien se lo daría a él personalmente o lo dejaría con
el personal de la oficina. Arreglé el vestido muy bien entre todo el papel,
dejándolo exactamente cómo lo había encontrado.
Era el momento de tomar un descanso de todos modos, sin tener en
cuenta el hecho de que todo el día había sido una larga sesión perdida. Fui
hasta el garaje, me convencí de que esto era absolutamente lo que tenía que
hacer. Que necesitaba devolverlo con gracia y luego poner algunas reglas
básicas.
Y realmente esperaba que las aceptara, porque si no, estaba segura
de que extrañaría ese cuerpo duro que tenía.

13
Traducido por Mich Fraser
Corregido por Jessibel

Entré en el pequeño estacionamiento de la escuela, junto a la puerta


principal. Había dos niños en los escalones, golpeando dos borradores
juntos, soplando el polvo de las tizas en el aire. Sonreí. ¿Cuándo fue la
última vez que vi algo así? La mayoría de las escuelas ni siquiera tenían
pizarras.
Saludaron mientras pasé, fui al pequeño vestíbulo y entré al pasillo
principal. Me sentí extraña entrando, como si estuviera entrando en una
casa sin invitación. ¿Tal vez tuve que haber hecho los arreglos primero?
Tenía una bolsa colgando de mi mano con la caja adentro. El color púrpura
brillante nunca se podría considerar discreto, y no quise atraer ninguna
atención indebida.
Había pocas personas y niños pululando, pero en general, estaba tan
desierto como la última vez que estuve allí. Me pregunté si Cassie estaría al
acecho en las sombras. Tener un encuentro con ella no estaba en mi lista
de pendientes para el día.
Pasé por delante de la oficina aparentemente desocupada cuando una
pequeña mujer apareció como una maldita bolsa de Jack in The Box. Agarré
mi pecho y grité. Ella realmente debería vestir un cinturón alrededor de su
cuello.
—Lo siento, cariño. Jillian, ¿verdad? —Asentí. Guau, que buena
memoria—. ¿Estás aquí para ver de nuevo al señor Nolan?
—Sí, pero no quiero molestar a su clase. Sólo tengo algo para él.
¿También puedo dejarlo contigo si tengo que hacerlo?
Miró detrás del reloj. —Es un buen momento. Sólo ve abajo, cariño.
La misma habitación de antes. Los niños tienen descanso de merienda en
cinco minutos.
—Ah, está bien. Gracias… lo siento nunca supe tu nombre.

—Dime, Sue, cariño.


—Gracias, Sue.
Di un paso más cuando noté una niña familiar que vino hacia mí. —
Hola. Soy Jillian. ¿Me recuerdas? Te conocí durante tu lección de guitarra.
Sonrió. —Te recuerdo. Eres la novia del señor N.
—Ah, no, cariño. Sólo somos…
—Tengo que ir al doctor. Mi abuela me espera afuera.
La miré. Esperé que todo estuviera bien. Sus mejillas se veían mucho
menos rosadas que antes, pero pudo ser la madre en mi preocupándose
demasiado.
—¿Te sientes bien? —Pregunté mientras caminé con ella hacia las
puertas principales.
Se encogió de hombros. —Es sólo una revisión.
—Eso es bueno. Escuché que encontraste mi teléfono por los
columpios después de la práctica. Muchísimas gracias. Ese teléfono es muy
importante para mí, y estoy muy contenta de tenerlo de vuelta.
Su sonrisa cubrió toda su cara. —De nada. —Me abrazó antes de ir al
auto de su abuela. Que dulce chica. La despedí, después volví a la misión
entre manos.
Disfruté de la obra de arte publicadas en las paredes mientras fui al
final del pasillo. Me pregunté si alguno de los artistas eran los chicos de
Chase, lo que me hizo reír un poquito. Era divertido pensar en Chase
teniendo hijos cuando apenas era un adulto.
La puerta de su aula estaba abierta, y me arrastré en silencio. No
quería interrumpir, pero tenía curiosidad por escuchar lo que estaba
enseñando. Eché un vistazo y me hice hacia atrás antes de que pudiera
verme. Estaba de pie, con un puñado de niños sentados en los escritorios
frente a él.
—¿Una cuarta nota? —Preguntó dudosa una de las chicas.
—Excelente. Sigue así, Lily, y podrías ser la próxima Bach. —Ella
sonrió y yo reí entre dientes—. Ahora, ¿qué hay de éste? —Preguntó Chase.
La clase estaba en silencio—. ¿Nadie? Vamos, chicos… me están matando
aquí.
Oí el movimiento y la habitación estalló en carcajadas. Ojala pudiera
ver lo que Chase estaba haciendo allí para hacer sonreír a esos niños.

—¿Qué hay de usted, señora Hudson? ¿Puede decirme qué es esto?


¿Eh? Asomé la cabeza. Supongo que mis movimientos no fueron tan
sigilosos como pensé. Estaba señalando la pizarra con una tiza azul. —Es
una nota triple —dije.
—Muy bien. —Chase apuntó hacia mí, sus labios estaban curvados
hacia arriba—. Tienes una estrella.
Su voz era como la miel, goteando en mi boca. Me estremecí, después
quise darme una bofetada. Ningún niño quería verme toda empalagosa
sobre su maestro.
El chasquido de los tacones llamó mi atención al pasillo donde vi el
choque de cabello rubio primero. Ella se dirigió hacia mí, con la cara dura,
una sonrisa plantada, como de muñeca Barbie.
—Otra visita a nuestra escuela, ¿y tan pronto? Que delicia.
Qué jodida perra. —Sí, lo es, Cassie.
—¿Algo en que pueda ayudarte?
—Que amable de tu parte, pero estoy aquí para ver a Chase. Puedo
esperar.
—Desafortunadamente el señor Nolan…
—Señorita Randall —dijo Chase. Estaba teniendo una conversación
tan deliciosa que no me había dado cuenta de lo que venía—. ¿Puedo pedirte
un favor?
Ella se enderezó, sacando el pecho. —¡Claro que sí!
Mis ojos rodaron tan fuerte en mi cabeza que me sentí como una bola
de nieve gigante volando por la colina.
—¿Podrías cuidar a la clase durante unos minutos mientras hablo a
solas con la señora Hudson?
—Uuuu —todos los niños dijeron al unísono. Teníamos audiencia.
—Oh. Claro. —Sus hombros cayeron un poco.
¿Chase se dio cuenta de lo que le estaba haciendo a esta mujer? Perra
o no, casi sentí lástima por ella. Se metió en el aula y él salió, cerrando la
puerta.
—Le gustas, sabes —dije.
—Sí, ella me pasó una nota el otro día en la clase de gimnasia.
Le di un puñetazo en el brazo. —Lo digo en serio. Lo tiene mal.

Él sonrió. —¿Estás celosa?


¿Qué? —No, Chase. No me pongo celosa. Sólo lo estoy señalando, ya
sabes, en caso de que te sintieras de la misma manera.
Sus ojos se estrecharon. —No lo hago.
—Bueno.
Dio un paso más cerca y yo retrocedí uno. —Sólo una conjetura aquí,
como que no pienso que viniste para hablar sobre Cassie.
—No, claro que no. —Tuve que recobrar mis pensamientos, sacar mi
mierda junta. Su mandíbula estaba recién afeitada, la piel lisa que no había
tocado mis labios. Aunque, lo picante era agradable también.
—¿Jillian?
—Correcto. —Abrí la bolsa, mostrándole la caja purpura—. Es por
esto. Para regresarte esto.
Sonrió. —Tengo suficiente cajas moradas. No lo necesito. Puedes
quedártelo.
—Sabes muy bien que estoy hablando del vestido.
—Tampoco lo quiero. No es de mi tamaño.
Argh. —¿Por favor, puedes ser serio, Chase?
—¿Crees que no puedo hablar serio cuando lo necesito, Jillian? —Él
ligeramente rozó mi cara con la punta de sus dedos, y me estremecí. Fue
inesperado.
Retrocedí de nuevo. Estábamos jugando de nuevo al gato y el ratón.
—No puedo aceptar el vestido. Por favor, sólo, tómalo. —Empujé la bolsa
hacia él.
Miró hacia abajo sin tomarlo, después volvió a mirarme. —¿Pero la
salsa era aceptable? —Asentí—. ¿Por qué eso?
—Porque…
—¿Por qué es práctico?
—Exactamente.
—¿No te gusta el vestido?
—La cuestión no es si me gusta. —Sentí como si estuviera jugando
conmigo, viéndome retorcer un poco antes de saltar—. Sí me gusta. Basta
que quisiera comprarlo. —Hice una pausa, formando otro signo de
interrogación—. Espera, ¿cómo supiste lo que quería?

Tocó sus labios, y lamí los míos sin querer. —Después del show te vi
sosteniéndolo, con una gran sonrisa en tu cara. Te reconocí, y… y no voy a
repetir los pensamientos que estaban en mi mente. —Se inclinó—. No aquí.
La quemadura de su contacto inicial se extendió como un incendio.
—Y después me recibiste en la azotea. —Con sus ojos verdes y manchas color
oro. Mi coño se apretó.
—Y después te conocí en la azotea.
La puerta se abrió, y retrocedí, mi corazón golpeó contra mis costillas.
—Eh, ¿señor Nolan? Creo que han pasado más de unos minutos.
—¿Los niños aún están en su merienda? —Ella asintió—. Entonces te
agradecería si pudieras sentarte con ellos unos minutos más. Estoy
ocupado.
Chase cerró la puerta cuando ella la dejó entreabierta. Tomé una
respiración profunda. Cassie era la distracción que necesité. —¿Entonces,
volviste allá y me compraste el vestido justo después de…?
Se apoyó contra la pared. —No, lo compré más tarde. Conozco la
tienda; esta cerca de mi casa. Iba a contarte sobre eso, pero los planes
cambiaron cuando necesitaste algo que vestir. Decidí comprar el vestido.
—De acuerdo, bueno, aprecio el gesto. —Traté de devolver la bolsa,
pero no prestó atención—, pero no tenemos ese tipo de… arreglos. No es
apropiado que me compres cosas como esta.
—¿Te haría sentir mejor si me pagas?
Oh. No había pensado en esa opción. —En realidad, sí. —Giré mi bolso
y lo desabroché. Podría quedarme el vestido y mis principios. Sería ganar y
ganar.
Apoyó su mano en la mía. —No con dinero, Jillian. Dejándome llevarte
algo para cenar. Sábado. A Las siete en punto.
Dios, ¿estábamos de vuelta en esto? —¿Qué pasa contigo y la cena?
—Me gusta comer.
Cerré los ojos y me acerqué. Maldición, Chase. ¿Qué estás haciendo
conmigo y mi cabeza y mi… todo?
—Mira —dijo—. Necesitabas algo que ponerte, y ahora lo tienes. Te
gusta el vestido, y a mi me va a gustar en el suelo. No olvides la promesa
que hice.

Agarró ligeramente mi barbulla y lo miré. Sabía que no me besaría allí


en el pasillo, pero la mirada fue suficiente. Lo quería hacer tanto, y eso me
hizo sentir más caliente que cualquier aire acondicionado roto alguna vez
hizo.
—No puedo esperar a estar solos, Jillian, pero vamos a intentarlo a
mi manera primero.
A la mierda. Asentí. Después tragué saliva. Después de nuevo. Tuve
una inundación en mi boca. Tuve una inundación en todas partes. Mi
cuerpo respondió como si estuviera en sequía y estaba sobre compensando.
Chase volvió a la clase y yo a mi coche, con la bolsa en mi mano, la
caja púrpura en el bolso, el vestido lavanda en la caja. Si esta cena era así
de importante para él, pasaría por esto. Podría romper las reglas está vez.
¿Pero después de esto? No más compromiso.
Después de esta cena, el único lugar en el que mostraría mi
flexibilidad sería en el dormitorio, y la única flexión que haría, sería para
abrir las piernas.

14
Traducido por Cjuli2516zc
Corregido por Jessibel

—Te ves bien, Jills.


Me sentía bien. Me giré de un lado a otro, examinándome en el espejo
de cuerpo entero. Perry estaba rebotando arriba y abajo en mi cama.
—Como realmente bien —dijo—. Lo posees, Jills. Ese vestido es tu
perra.
Sí... Tenía que estar de acuerdo con ella. Estaba pateando algunos
culos ahora mismo. Incluso mis tetas parecían más firmes. Cómo un par de
yardas de tela podría darme súper poderes, no lo sabía, pero me sentía
invencible.
—El vestido es mágico —dije. No había otra forma de explicarlo.
Alguna hada madrina lo creó de polvo de hada y lágrimas felices de ángel, y
de alguna manera terminó en una pequeña tienda de ropa indie en el lado
este de Milwaukee.
Cosas más extrañas habían ocurrido. Consentir una cena con Chase
esta noche era un ejemplo.
—No es el vestido, eres tú. —Juguetee con mi pelo, tratando de
encontrar un estilo que estaría en la misma liga que el resto de mí—. Estas...
no lo sé, brillando o algo así.
—Es la magia; te lo estoy diciendo. —¿Cuándo fue la última vez que
estuve alocada con una simple pieza de ropa? Lamentablemente, ni siquiera
mi vestido de novia.
—Puede que haya algo de magia, pero no creo que tenga nada que ver
con lo que llevas. —Sacudí mi cabeza. No, estaba equivocada. Me sentía
hermosa, y tenía todo que ver con el vestido—. Y mantén el cabello suelto.
Te queda mejor.
Alboroté los mechones un poco y miré atentamente al espejo,
asegurándome de que mi sombra de ojos no estuviera arrugándome. Guau,

incluso mis párpados parecían más altos. Eso es todo, estaba declarando
que este vestido era mi atuendo oficial desde ahora hasta siempre.
—Me encanta verte así, Jills.
—¿Así cómo? —Recorté la parte delantera de mi cabello, solo para ver
cómo se vería.
—Toda mariposa, en el buen sentido. Emocionada de ir a su ci... uh,
cena.
Miré su reflejo. Estaba apoyada sobre los antebrazos, con las piernas
colgando por el costado. —Perry, si hay alguna excitación dentro de mí es
por lo que pasará más tarde de vuelta aquí. No podría importarme menos la
parte de la cena. De hecho, casi lo estoy temiendo.
Ella sostuvo su puño hasta su boca y tosió: —Mentira.
—Oye, ¿de qué lado estás?
—Del tuyo. Por eso me encanta verte así. —Ella saltó y fue a mi
armario—. Y sé que Stephen vendrá eventualmente.
—No hay razón para que él lo haga. Todos sus puntos son válidos, y
estoy de acuerdo con él.
—Sus puntos son estúpidos. Es cinco años mayor que yo, ¿pero tiene
un problema porque eres mayor que Chase? Suena un poco sexista, si me
lo preguntas.
—Cinco años es diferente de quince, y no es la diferencia de edad; es
la edad del chico con quien estoy durmiendo. Lo que Stephen ni siquiera
sabe que estoy haciendo, y si él supiera que iba a salir con él esta noche,
tendría todo el derecho a darme un tiempo difícil. —Perry tenía su espalda
hacia mí, barajando mis zapatos, pero pude sentir sus ojos ponerse en
blanco—. Deja de poner tus ojos en blanco. Ni siquiera debería estar
durmiendo con él en absoluto, incluso casualmente. No estoy usando mi
mejor juicio, y debería saberlo mejor.
Sin embargo, había decidido hacerlo de todos modos. En ese momento
estaba dejando que mi cuerpo tenga la última palabra, pero sólo en forma
temporal. Todo terminaría una vez que mis glándulas dejaran de funcionar
como las de un adolescente o Chase huyera en busca de pastizales más
jóvenes. Lo que ocurriera primero.
Hasta entonces, bien podría tener mi ración.
—El sexo es impresionante, ¿eh?

Me entregó un par de sandalias de tiras color piel con un tacón de


cinco centímetros. Perfecto. —Podrías decir eso.
A pesar de que sólo lo tuvimos dos veces, una vez conmigo sobria y
una vez no, todavía sabía cuan increíble era de los sentimientos que generó.
No tenía que haber una penetración real; una sola mirada o el tacto más
ligero podría acelerarme como si nada. Si el sexo pudiera ser considerado
en esos términos, entonces ya habríamos tenido sexo cien veces.
—Él es un buen partido, Jills. Si alguien merece más que lamer y
meter, eres tú.
Me congelé, con una pierna doblada mientras me puse un zapato. —
¿De qué estás hablando?
—Oh, ya sabes. —Se levantó y cerró la puerta del armario—. El tipo
que dice, ooh, nena, estás tan mojada y tú estás como, por supuesto que lo
estoy, imbécil. Sólo escupiste tus dedos y los metiste en mi vagina porque no
te molestaste en tomarte el tiempo para encenderme primero, y por cierto, es
mejor que tengas una boca limpia, idiota. No quiero una candidiasis sólo
porque has comido una gigantesca lata de melocotones cargados de almíbar
justo antes de llenarme con tu baba.
—Oh, sí. No puedo decir que haya tenido esa conversación antes.
—Bueno, tienes suerte. Es bueno que esos días estén detrás de mí. Lo
golpeé en grande cuando conocí a tu hermano, te lo dije. Él me pone más
húmeda que... Recuerdas ese fin de semana hace un par de veranos cuando
hubo advertencias de tornados, y todos nos juntamos en tu sótano y luego
todo tu patio trasero se inundó y...
—Sí, Perry. Lo entiendo. Ustedes chicos son compatibles.
Una expresión cachorro enamorado brilló sobre su rostro y sonrió. —
Sí lo somos.

Perry se quitó cuando yo estaba en mis últimos quince minutos.


Mientras esperaba a que Chase llegara, saqué el pote de DermaIce y apliqué
un poco más de la crema clara en mi cara. Michelle me la había regalado el
otro día—: Quita diez años y dura cuatro horas —pero los resultados
tardaron al menos treinta minutos en hacer efecto. Lo había probado el otro
día y se sintió bien en mi cara, pero no pude distinguir una diferencia.
Cuando le pregunté, me dijo que simplemente no usé lo suficiente.

Golpeteé una cantidad generosa alrededor de mis ojos y entre mis


cejas; se mezcló muy bien con mi maquillaje. Todo lo que necesitaba era
congelar mis líneas durante el tiempo que estábamos fuera. Si pudiera solo
pasarme a mis veinte años, entonces no tendría que preocuparme por
bromas roba-cuna y risitas detrás de mi espalda.
Cuando estaba lista para salir, me paseé por la sala de estar, los
nervios jugando al pilla-pilla dentro de mi cuerpo. Justo cuando una parte
de mí se calmaba, otra tomaría el relevo. El ruido de los neumáticos rodando
en la entrada causó que mi pecho se volviera loco. Tú lo llevas.
Eché un vistazo a mis persianas y lo vi salir del coche con un jodido
traje. Mi estómago revoloteó, salió a mi garganta y luego volvió a bajar.
Chase me estaba convirtiendo en una forma de vida extraterrestre que no
reconocí. No se suponía que tuviera estas reacciones. Yo era Jillian Hudson,
controlada y totalmente equipada con un cerebro funcionando. Puede que
esté lejos de estar sobre la colina, pero era demasiado vieja para esta mierda.
Me alejé de la ventana; no quería que él me capturase viéndolo. Eso
parecería demasiado ansioso. Cuando mi timbre sonó, tuve que rasparme
del techo. Cálmate de una puta vez, Jillian.
Abrir la puerta me hizo temblar un poco, pero mantuve la calma. Él
lucia... arrebatadoramente increíble. Mi look favorito para él era desnudo,
pero quizás tenga que hacer una excepción esta noche.
A mi alcance se encontraba un espécimen perfecto en un traje
entallado gris ligero. Perfecto para una noche de verano. Perfectamente
emparejado a mi vestido lavanda. Ambos dijimos simultáneamente, —Guau.
—Aunque la mía fue en mi cabeza, y la suya en voz alta.
—Volveré con una manera más original de felicitarte más tarde, pero
por ahora, déjame decirte que estás hermosa, Jillian. Esa es la única manera
en que puedo describirlo ahora. —Hmm... Esa palabra otra vez. Lo decía en
serio, sin embargo; podía verlo en la forma en que sus ojos se suavizaron
cuando me miró. Antes de que yo pudiera decir un gracioso—: Gracias —él
sostuvo un paquete de seis de Spotted Cow—. Para ti.
Levanté mi ceja. —¿Cerveza? —Lo tomé de él y entré en la cocina.
¿Cómo no me había fijado antes? Chase me siguió, permitiéndome otra
mirada. Oh sí. Por eso.
—Bueno, no podía aparecerme con las manos vacías, y no iba a traer
flores. Ya que no es una cita. —Sus labios se curvaron, y me di la vuelta,
metiendo las botellas en la nevera.

—Gracias —dije. Si fuera por mí, me saltaría directamente al postre.


Destaparía una tapa y gotearía todo el contenido sobre las colinas y en los
valles de su cuerpo. Luego arrastraría mi lengua por cada músculo duro y
lo chuparía.
Tocó mi hombro y me estremecí. —¿Estás lista para ir? —Preguntó.
Asentí. Sí, cuanto antes nos fuéramos, más pronto... Me giré para
hacerle frente y... Maldición. Realmente lucia excepcional. Un poco más viejo
también. Tal vez esto no sería tan malo. Si yo parecía más joven y él no,
podríamos dar la impresión de una pareja normal. Si fuéramos una pareja,
eso es.
Chase tomó mi mano en la suya y me sacó. Podría hacer esto. No hay
problema. Abrió la puerta del coche para mí, la cerró y se volvió hacia el lado
del conductor.
Es hora del espectáculo.

15
Traducido por Jessibel

Corregido por Light Feather

Se dirigió hacia el oeste y, treinta minutos más tarde, salió en la calle


Delafield. Estaba un poco familiarizada con la zona, pero no lo suficiente
como para saber lo que había alrededor, además de campos de maíz y
caminos de tierra. Le había preguntado de inmediato a dónde íbamos, pero
solo recibí una sonrisa y un "ya lo verás".
Poco después, llegamos a un lugar que parecía estar en el medio de la
nada, pero era obviamente popular. El estacionamiento estaba lleno. Chase,
encontró un lugar mientras iba a la entrada, el nombre Zydecki’s estaba
extendido por todos los ladrillos. Nunca había oído hablar de él.
Al lado, había un gran piso de madera cubierto con asientos al aire
libre. Luces blancas esparcidas, y podía imaginar que eso, cuando estuviera
totalmente oscuro, sería magnífico.
—¿Qué es este lugar? —pregunté mientras caminábamos hasta el
restaurante.
—La mejor comida cajún que encontrarás fuera de Nueva Orleans. —
Creo que hice un chillido feliz porque me apretó la mano y sonrió
ampliamente—. Veo que lo apruebas.
—Por supuesto.
Para mi deleite, nos sentamos. El tiempo era perfecto con la cantidad
justa de brisa. Dios, me sentía bien. Cómoda en mi propia piel. La música
de blues que me rodeaba era agradable a mis oídos, y el chico que estaba
sentado frente a mí era caramelo a los ojos.
Y estaba muy entusiasmada por probar la comida. Miré el menú,
dividido entre cinco cosas diferentes.
—Así que, ¿has estado allí? —pregunté—. ¿Nueva Orleans?
—Hace un par de años. ¿Tú?
Negué con la cabeza.

—Siempre quise, sin embargo. —Había muchos lugares a los que


quería viajar, pero nunca tuve la oportunidad. Supongo que no había nada
que me detenga ahora.
—¿Qué te puedo conseguir, bombón? —Nuestra hermosa camarera
sureña hizo un guiño a Chase. Apenas me dio una mirada.
Pedí un café helado de achicoria, no teniendo ganas de algo más fuerte
esta noche. Él hizo lo mismo.
—Siéntete libre de pedir algo más fuerte —le dije—. Puedo conducir si
es necesario.
—No, estoy bien.
La camarera tomó nuestra orden.
—Si necesitas algo, cualquier cosa, házmelo saber. Mi nombre es
Dalila. —Era absolutamente obvio que le estaba hablando a Chase y no a
mí. Negué con la cabeza y se rio un poco. Me preguntaba si tenía este tipo
de atención femenina dondequiera que iba. No me sorprendería en lo más
mínimo.
—¿Zydeco o Swamp Pop? —preguntó cuándo Dalila balanceó sus
caderas a la siguiente mesa.
—Depende de si estoy de humor para algo rápido o algo más
emocional. Estoy disfrutando mucho de la mezcla de esta noche, sin
embargo. La música coincide con el ambiente. —Chase, se echó hacia atrás
y me miró con pequeña sonrisa en sus labios. Estaba empezando a tener un
complejo—. ¿Qué?
—Creo que es genial que conocieras de lo que estaba hablando.
La siguiente hora voló de esa manera. ¿Debería decir que la estaba
pasando bien? El resto de los comensales parecían disolverse a mi alrededor,
a excepción de la señorita: “¿Puedo hacer algo por ti, bombón? Mi trabajo es
servir.” Guiño-guiño, toquecito-toquecito. Era imposible ignorarla, como un
gato necesitado de frotarse contra ti cada segundo. O en mi caso, el gato
descarriado que se dispara entre las piernas por "accidente" cuando estás
caminando por las escaleras. Chase, parecía inmune a sus insinuaciones, y
eso solo hacía que ella tratase más fuerte.
Afortunadamente, Dalila era bastante fácil de descartar cuando no
estaba merodeando alrededor de la mesa, tratando de exagerar su trabajo.
Chase y yo discutimos y debatimos sobre cualquier cosa relacionada con la
música mientras moría e iba al cielo con mi plato de pasta de camarones
incinerados. Valió tanto la pena.
Me estaba abriendo más a ser mostrada en público, pero lo hice trazar
la línea cuando trató de convencer de levantarme y bailar con él. Una cosa
era compartir el mismo restaurante y tener una buena cena y otra muy

distinta divertirse en frente de todos y básicamente gritar: “Oye, míranos,


estamos juntos. Como una pareja.”
Después de una enorme ola de risas, Chase me miró de nuevo, pero
esta vez con una expresión extraña.
—Tu cara se ve....
¿Impecable? ¿Suave? ¿Diez años más joven?
—Blanca.
Mis manos volaron a mis mejillas, y empecé a dar palmaditas
alrededor. Se sentía arrugada debajo de los ojos. Oh, mierda.
—Disculpa. —Me retiré para ir al baño, manteniendo la cabeza baja.
¿Qué diablos está pasando?
Hice todo lo posible por ignorar a la señora lavándose las manos al
lado mío, cuando quedé boquiabierta en el espejo. Parecía una jodida
lechuza. Miré más de cerca. No, tacha eso. Me veía como un niño feliz en
edad preescolar que consiguió un poco de pegamento. Mi cara era lo
contrario de impecable y lisa; daba miedo y estaba quebradiza, como si
tuviera alguna extraña enfermedad de piel.
Me quité una capa de mi máscara de pestañas, solo para descubrir
más mugre blanca debajo. Si mi compañera de cuarto fue presa del pánico
de que fuera contagiosa, no actuó como tal, Dios la bendiga. Ella solo
asintió, sonrió y salió rápidamente de allí.
Encontré con una toalla de papel debajo del lavabo y sequé mi cara.
Después de un poco de buen lavado, todas las arrugas blancas fueron
sustituidas por manchas rojas. Cavé frenéticamente en mi bolso, con la
esperanza de encontrar algo para cubrirlo. Usaría goma de mascar si
tuviera.
Afortunadamente, no tuve que llegar a eso. Tenía un tubo de corrector
e hice un buen uso de ello. En el momento en que salí del baño, lucía algo
normal otra vez, al menos en el exterior. En el interior, tenía demasiadas
emociones desordenadas.
El punto de inflexión fue volver a mi mesa y encontrar a la camarera
irritante-como-mierda, literalmente cerniéndose sobre Chase, dándole una
vista cordial de sus irritantes-como-mierda tetas turgentes. No hay duda de
que estaba a la espera de que me fuera para que pudiera saltar.
Probablemente deslizó un diurético en mi café.
Me vio y se enderezó, luego se escabulló. Me dejé caer en la silla, el
estado de ánimo más o menos terminado para mí. Sí, había estado teniendo
un tiempo fantástico antes de que mi cara se derrumbara. Sí, era una
pequeñez de mi parte dejar que algo así arruinara mi noche. Sí, era el
interior lo que contaba. Bla, bla, bla.

—Te fuiste por demasiado tiempo. Estaba a punto de enviar a alguien


allí. —Hizo una pausa de un minuto—. Te ves mejor. ¿Está todo bien?
—Sí. No. —¿A quién estaba engañando? No podía solo poner crema y
mágicamente volver atrás otra década. No estaba ni siquiera cerca de su
edad, y nunca lo estaría—. Delilah parecía que se estaba poniendo cómoda
en mi ausencia. —Traté de hablar sin sonar sarcástica, y afortunadamente,
lo logré.
—Trató de darme su número. No lo quise.
Mis ojos podrían haber sobresalido un poco. Alcancé mi bebida, y
luego lo pensó mejor y las aguas volvieron a su lugar.
—¿Por qué aún me estás diciendo esto? No lo habría sabido. ¿Siempre
eres tan honesto?
—¿Por qué no lo sería?
—O... ¿simplemente estás tratando de ponerme celosa?
—¿Estás?
—Dios, Chase. Te dije que no me pongo celosa. —Sentí el calor
saliendo a la superficie, y no estaba segura de por qué—. Pero creo que es
muy grosero de su parte, hacer algo tan audaz cuando estás aquí con otra
persona.
Respiré profundo. En su defensa, probablemente pensó que yo era su
madre.
—Estoy de acuerdo.
Tuve que pensar en eso por un segundo. Al principio, pensé que
estaba de acuerdo con mi comentario sobre ser su madre hasta que me di
cuenta de que lo había dicho en mi cabeza.
—¿Es por eso que no tomaste su número? ¿Por la forma en que lo
hizo?
Me miró como si mi cerebro estuviese cayéndose a pedazos justo
ahora.
—No, Jillian. No lo tomé porque no estoy interesado en ella. Y eso no
habría cambiado si estuviese aquí contigo o con un grupo de chicos.
Lo hizo sonar tan simple cuando en realidad era todo lo contrario. Era
joven y hermosa. Dale otros quince, veinte años y él estaría sobre toda esa
mierda que ella estaba ofreciendo. Necesitaba mantener ese pequeño hecho
al frente y al centro. Era necesario para mantener las cosas reales.
—Sería más fácil si estuvieras interesado, Chase. —Sinceramente,
quería decir eso. No estaba haciendo alguna estúpida basura psicológica a
la inversa, esperando que me tranquilizase—. Soy demasiado complicada…

Sonrió.
—¿No lo son todas las mujeres?
Momento para sacar las armas grandes.
—¿Recuerdas en Candle Park, el chico con el que estaba hablando
justo antes de irnos? —Él asintió con la cabeza—. ¿Quién te pareció que
era... un ex-romance?
Chase escupió en su bebida.
—No, eso ni siquiera había pasado por mi cabeza. —Levantó una
ceja—. ¿Un ex que te dice señora Hudson?
—Tal vez fue una situación de señora Robinson.
Él negó con la cabeza.
—¿Qué está pasando contigo, Jillian?
—Ese chico, Ben, es un buen amigo de mi hijo. —Espera, espera.
Hmm... Nada—. Técnicamente, es mi hijastro, pero he criado a Daniel desde
que tenía dos años y no podría amarlo más si fuera mi hijo biológico. Sin
entrar en demasiados detalles, soy más o menos la única madre que ha
conocido.
Chase estuvo en silencio durante unos minutos, y me quedé
esperando a que saltara y dijera a la Reina del Sur que había cometido un
error.
—¿Las fotos en tu biblioteca, son de Daniel?
—Sí. —Me di cuenta que las vio en algún momento. No las estaba
escondiendo, pero tampoco las empujé en su rostro. Por lo que Chase sabía,
podrían haber sido de un hermano pequeño o sobrino o—... ¿Por qué no me
preguntaste quién era? Pareces preguntarme todo lo demás.
—Me di cuenta que me dirías cuando quisieras.
Sonaba razonable. Ya había sido un poco idiota cuando arregló el aire
acondicionado; pude ver que es un poco receloso preguntándome cosas
personales.
—Y ahora te lo conté —le dije.
—¿Lo voy a conocer?
Mi boca se abrió y se congeló allí un rato. Su pregunta había venido
lanzada a mí cien millas por hora tomándome desprevenida.
—Eh, está en la escuela en este momento. En Italia. —Y es solo tres
años más joven que tú. Y no lo avergonzaré de esa manera. Y tú y yo
habremos terminado de tontear mucho antes de que esté en casa de todos
modos. Por lo tanto, en otras palabras, por supuesto que no.

—¿Qué estudia?
—Comercio Internacional.
Sabía que había mucho más que quería preguntar, su cara se retorcía
con pensamientos no expresados. Nos sentamos uno frente al otro en un
incómodo silencio; el ambiente agradable había desaparecido. Por lo menos
para mí. Delilah se había esfumado, y casi me hubiera gustado que viniese
a entrometerse. Estaba tan incómoda. Quería irme.
—¿Algo más que quieras decirme? —preguntó—. Para mostrar tu
complicación, quiero decir. Porque si estás tratando de asustarme, voy a
necesitar más que eso.
—¿Eso no fue suficiente? —Lo miré con los ojos abiertos. No tenía
nada más que tirarle en ese momento. ¿En qué universo no era un desastre
estar durmiendo con un chico solo tres años mayor que tu hijo?
—No, ¿y sabes por qué no es suficiente? —Negué con la cabeza.
Sinceramente, no lo sabía, pero me gustaría averiguar el secreto mágico. Tal
vez era un chiflado. Nada molesta a esas personas—. Porque no hay nada
que me hayas contado hasta ahora que cambie cómo me siento. Estás
siendo la mujer que me gusta. Bastante. Me sigues pareciendo interesante
y sexy. Me gusta mucho tu compañía, ya sea que estemos conversando en
una mesa o follando sobre ella.
Lancé mis ojos alrededor, pero nadie nos prestaba atención.
—Por lo tanto, ¿todavía quieres venir a casa conmigo? —El hecho de
que no quisiera seguir en el restaurante con él no significaba que había
renunciado a él por completo. Todavía estaba lo suficientemente loca para
querer el placer alucinante. Chase no estaba corriendo por las colinas, sin
embargo, y todavía tenía un puñado de meses antes de que Daniel regresara.
Lo que viniera primero...
Se inclinó hacia delante y tomó mi mano, acariciándola con el pulgar
mientras abría las compuertas.
—Solo si quieres mi boca en tu coño.
—Vamos.

16
Traducido por Zara1789 & Cjuli2516zc

Corregido por Light Feather

El viaje a casa no pudo ser lo suficientemente rápido. Chase me


mantuvo al límite y atormentada. Un ligero roce en el muslo aquí. Una
sugestiva promesa de lo que estaba por venir. Sus ardientes ojos verdes y
dorados estaban por todas partes.
Tendría que haber estado preocupada de que él se mantuviera
concentrado en el camino, pero estaba demasiado malditamente caliente
para importarme. Caliente como “de celibato durante diez años a viviendo
en una orgia en casa”. Lo necesitaba, y lo necesitaba ahora.
Estábamos a una casa de la mía cuando vi el auto. Un Saab rojo
desconocido estaba estacionado allí, y mi primer pensamiento fue, quien
quiera que sea como el infierno es mejor que se fuera antes de que pateara su
culo por las escaleras. A menos que fuera una girl scout. Oh, por favor, no
seas una girl scout. Nunca sería capaz de volverle la espalda a una de ellas.
¿Era la temporada de galletas?
—¿Quién es? —preguntó mientras aparcábamos en la entrada.
—No tengo ni idea.
No había nadie parado en la puerta principal, y eso me puso nerviosa.
Chase aparcó junto al Saab. Estaba vacío.
—Quédate aquí, Jillian. —Extendió su mano—. Dame las llaves.
—Chase, es mi casa. Voy contigo.
—No, tú no vas.
—Bien —suspiré.
Saqué las llaves de la casa de mi bolso y se las entregué.
—Cierra las puertas y quédate aquí hasta que vuelva.
Cerré las puertas, pero entreabrí la ventana para poder oír algo. La
idea de que alguien vagara fuera o dentro de mi casa me asustó mucho, pero
no quería que nada le pasara a Chase. En todo caso, deberíamos haber
llamado a la policía para que la revisara.

Lo observé subir e ir por la parte de atrás y no me gustó nada cuando


lo perdí de vista. Balanceé mis piernas y golpeé las puntas de mis dedos. No
podía soportar esta espera. Si Chase no estaba de vuelta…
Oí un grito y luego otro, y lo siguiente que supe era que me lanzaba
hacía la casa, con el teléfono en la mano, lista para llamar a las autoridades.
La luz de la sala se encendió a la derecha cuando subí hacia la puerta,
permitiéndome ver dentro. ¿Qué jodida mierda? Golpeé en la puerta
principal ya que Chase tenía mis llaves y no podía entrar. Podría haber dado
un rodeo hacia la parte de atrás, pero no estaba pensando claramente
porque estaba jodidamente lívida.
Chase abrió la puerta, no parecía mucho más feliz que yo.
—Jillian, te dije que esperas, maldita sea.
—Pensé que estabas en problemas —dije, empujándolo más allá y
enfocándome en mí objetivo—. ¿Qué demonios estás haciendo aquí?
—¿Lo conoces?
Chase señaló al hombre que estaba tendido en mi diván, con los
zapatos fuera, las manos entrelazadas detrás de su cabeza y actuando como
si poseyera el condominio.
—Chase, este es mi ex marido, Mike. —Apreté mis puños—. Mike, ¿por
qué estás sentado en mi casa en la oscuridad? ¿Estás tratando de darme un
maldito ataque al corazón? —Mi pecho repentinamente se hundió
excesivamente cuando un pensamiento voló por mi mente—. Oh Dios mío.
¿Está todo bien con Daniel?
—Está bien. —Agitó su mano—. Y no estaba oscuro cuando llegué
aquí. Debo haberme quedado dormido esperándote.
—¿Has estado bebiendo?
—Solo unos cuantos tragos mientras te estaba esperando. ¿Y quién
es este chico?
La forma en que arrastraba las palabras me indicó que eran más que
unos cuantos.
Argh. Mi lujuria se había ido tan lejos que era como si nunca hubiera
existido. Mike era el máximo antiafrodisiaco. Estaba tan enojada. No podía
expulsarlo de buena gana por poner en peligro a los demás, y no podía
permitir que Chase permaneciera en la misma casa que él. Quería
arrancarme el cabello.
Esto no está sucediendo en este momento.
—Es un amigo mío —le dije a Mike. Cogí el brazo de Chase y susurré—
: ¿Podemos por favor hablar afuera? —Vi su mandíbula apretarse mientras
miraba a Mike, pero me miró y asintió—. Lo siento, Chase.

Fuimos a la entrada por un poco de privacidad. No estaba segura de


qué decir, pero quería disculparme de nuevo, aunque no tenía nada que ver
con el hecho de que Mike se hubiera colado.
—¿Tu ex viene así a menudo?
—No. De hecho, después del divorcio, apenas lo vi en absoluto. Hace
poco estuvo recogiendo algunas de sus cosas que estaban almacenadas
aquí. No tengo ni idea de lo que está haciendo aquí esta noche.
—¿Cómo entró?
—Um, todavía tiene una llave. —Levanté la vista hacia la casa—.
Nunca fue un problema antes, pero ahora sé que necesito recuperarla. O
cambiar las cerraduras.
Vi esa mandíbula apretarse otra vez.
—Pedir que te la devuelva parece lo más lógico.
—Lo sé. —Nada de esto era asunto de Chase, pero de todos modos me
sentía extraña. ¿Por qué debería importarme lo que piense que haya otro
hombre en mi casa? Podría tener un harén si quisiera uno—. Mira, de nuevo,
siento mucho que esto haya sucedido, pero tengo que ir a ver lo que quiere,
y no puedo dejarlo conducir. Tampoco probablemente sea lo mejor para ti
estar allí mientras hablo con él. ¿Puedes entenderlo?
Me sentí mal... hasta cierto punto. Había hecho mi parte dejando a
Chase saber sobre mi pasado, básicamente sosteniendo un letrero de neón
con una flecha apuntándome que decía: Bagaje reclamado aquí.
Mis ojos recorrieron su rostro, tratando de descifrarlo. Me seguía
diciendo a mí misma que no me importaba lo que él pensara... sin embargo,
lo hacía.
Sus labios fueron duros sobre los míos y completamente inesperados.
Sus dedos se retorcieron en mi pelo, atrayéndome, tomando mi aliento.
Intenté luchar contra la enorme excitación porque sabía que no podía
conducir a ninguna parte. No esta noche.
—Chase… —hablé suavemente contra su boca cuando me dejó tomar
aire. Eso solo instigó otro beso, su lengua se burlaba de mí, haciéndome
odiar más a mi ex por aparecer y mantener esa boca experta lejos del resto
de mi palpitante cuerpo.
Me liberó y yo quería desmoronarme. No quería malditamente que se
fuera. Fue entonces cuando noté la luz de la sala de estar. ¿Mike volvió a
dormirse? Será mejor que no lo haya hecho. Necesitaba una explicación de
por qué estaba allí, y si no era una malditamente buena, lo colgaría de sus
pelotas.
Chase tocó su frente con la mía y me acarició el pelo.

—Para que sepas, Jillian, tú tal vez no te pongas celosa, pero yo lo


hago.

Vi a Chase irse, y luego me preparé para volver a entrar y desgarrar a


Mike de una vez. Subí furiosa los escalones, abrí la puerta e inmediatamente
encendí la luz. No estaba durmiendo en absoluto. Estaba sentado derecho.
—Pensé que dijiste que era un amigo.
Mi sangre empezó a hervir.
—¿Me estabas espiando?
—Los amigos no se besan así, Jillian.
El imbécil me estaba espiando. Por eso apagó la luz.
—¿Por qué no me dices lo que haces aquí? Y creo que es hora de que
me devuelvas esa llave. Ya no vives aquí, y no puedo tenerte apareciendo
cuando quieras.
—Joven para ti, ¿no crees? —Cerré los ojos. No necesitaba esta
conversación—. ¿Qué, eres una de esas pumas2 ahora?
—Dios, Mike. Es asaltacunas. ¿Cómo no sabes eso? Si vas a
insultarme, al menos hazlo bien.
—No es una palabra que pensé usar nunca, especialmente no contigo.
Entré en la cocina y abrí la nevera. Si bebió incluso una de mis
cervezas, me pondría furiosa. Los seis seguían allí, pero cuando eché un
vistazo al vodka que estaba en el mostrador, él definitivamente había tocado
eso. Cogí una botella y la abrí.
—Una vez más, ¿por qué estás aquí? —le dije cuando volví a la sala
de estar—. Dijiste que has estado aquí por un tiempo. ¿No tienes pacientes
que ver?
—No a esta hora.
Sonreí. Eso no es lo que habría dicho al final de nuestro matrimonio.
No tenía ningún problema para mantener su oficina abierta para las citas
tardías entonces. Afortunadamente para Candace, Mike era un cirujano
ortopédico experto. Ella había entrado con el maguito rotador desgarrado y


2 Pumas: Es una expresión del argot para definir a las mujeres que buscan una pareja

más joven.

se fue seis meses más tarde con un nuevo músculo brillante con la forma
de la polla de Mike.
—¿Algo gracioso? —preguntó.
—No.
No había nada incluso remotamente humorístico sobre esto. Y tuve
que recordarme que no había pruebas de que me engañara, así que no podía
ser una perra al respecto. Pero tenía todo el derecho de ser una sobre otras
cosas. Me dejé caer en el sofá opuesto.
»Maldita sea, Mike. No puedes aparecer cuando quieras sin ser
invitado. ¿Cómo te sentirías si te hiciera eso?
Estaba dispuesta a meterme con él, pero todo su comportamiento
cambió, y se desplomó de nuevo.
—Lo sé. No lo haré de nuevo, lo prometo. Y te devolveré la llave.
—Mike, ¿por qué estás aquí? —pregunté con un tono más suave.
Se pasó las manos por la cara.
—Creo que Candace podría estar jodiéndome.
Tuve que morder el interior de mis mejillas para no reírme. Eso era
gracioso. Tomé un largo trago. Maldición, sin embargo, su larga cara
absorbió toda la diversión de esto. Quería regodearme, arrojarle “lo que se
va, vuelve”, aunque no tenía pruebas, pero no era cruel.
—¿Por qué piensas eso?
—Bueno, lo que debería haber dicho es que me preocupa que lo haga.
Volví la cabeza hacia atrás, golpeándola contra la pared.
—Eso no es lo mismo.
¿Arruinó mi festival de orgasmos por eso? ¿Porque es inseguro y
paranoico?
—Es solo que... No sé qué hacer, Jillian. —Se pasó las manos por el
pelo—. Me está presionando duro para casarme, quiere formar una familia
antes de que sea demasiado tarde. ¿Y qué sucede si no le doy lo que quiere,
y se va a otra parte a buscarlo?
—La cosa de la familia es comprensible, Mike. —La estimé de mi edad,
tal vez un poco mayor. Era difícil distinguirlo por su cara porque sus labios
se interponían. Sé agradable, Perry. Pero a pesar de todo, su reloj biológico
estaba marcando—. Y en cuanto al matrimonio, ha sido... uh, más de un
año.
O más.

—Sé todo eso, pero no estoy listo para nada de ello. Creo que ni
siquiera quiero empezar de nuevo.
—Entonces, dile eso a ella.
Sacudió su cabeza.
—Y tengo la sensación de que a Daniel no le gusta demasiado, pero
probablemente no le gustaría nadie que no seas tú.
Sabía que no lo hacía, pero no lo mencioné. No era mi estilo patear a
un hombre cuando estaba tirado.
—Tienes que decirle cómo te sientes, Mike. No la encadenes solo
porque te preocupa que encuentre a alguien más. Eso no está bien.
—No sé por qué las cosas no pueden simplemente permanecer igual.
Dejé que se mudara conmigo. ¿Eso no es suficiente?
—Aparentemente no. Y es a ella a quien deberías hacerle estas
preguntas. —Las luces de los faros cruzaron a través de la habitación
cuando un auto pasó por el frente de la casa, haciéndome pensar en el auto
rojo cereza en mi entrada—. ¿Es su auto el que estás usando esta noche?
Asintió.
—El mía está en el taller.
—¿Dónde cree que estas?
—En casa de un amigo.
—Probablemente no fue lo mejor mentir, ¿no crees? —Por el bien de
ambos. No conocía a Candace demasiado bien. ¿Y si ella era un psicópata
delirante? Combina eso con una mujer despechada y podrías tener que
empezar a buscar un guardaespaldas de inmediato, mucho antes de que los
conejitos muertos comenzaran a aparecer en el porche delantero.
—Eso no es una mentira. ¿No somos amigos, Jillian? Bueno, tal vez
no tu definición de un amigo...
Y aquí vamos de nuevo.
—No estamos hablando de esto, Mike. Chase no es de tu incumbencia.
—Estoy en desacuerdo. Es de mi incumbencia, por Daniel. —Abrí mi
boca, pero Mike me cortó antes de que pudiera hablar—. Son de la misma
edad, Jillian. La misma edad. ¿Cómo vería eso Daniel? Tienes que pensar
en él.
Empujé mi cuerpo hacia adelante y agitó mi botella alrededor. Quería
golpearlo en la cabeza.
—No te atrevas, Mike. No tienes derecho a decir que no estoy
pensando en nuestro hijo. Eso es todo lo que he hecho. Crie a ese chico

mientras estabas fuera todo el tiempo. Yo era más parte de su vida que tú.
Así que no te atrevas.
—Estaba pasando por la residencia, construyendo mi práctica. Estaba
trabajando, Jillian. No es como si estuviera jugueteando por la ciudad.
—¿Crees que no lo sé? ¿Pero tener el descaro de decir que necesito
pensar en él? —Dios, iba a reventar pronto. Estaba tan enojada que mis ojos
estaban cruzándose.
Mike levantó y bajó sus manos como para decirme que me
tranquilizara. Le disparé una mirada de muerte.
—Lo siento, realmente. Todo salió mal —dijo en voz baja—. No podría
haber hecho nada sin ti, Jillian. No podría haber pedido una mejor madre
para Daniel. No importa qué, siempre te amaré por eso.
Sentí que me desinflaba un poco, luego drené el resto de mi botella.
Todo estaba tan jodido. ¿Cómo podría estar tan atraída por Chase? ¿Qué
estaba mal conmigo?
—Lo entiendo. Realmente lo hago. Es bueno tener una distracción, y
sé lo mucho que extrañas a Daniel.
—Eso no es…
—Por favor. No te estoy atacando. Lo prometo.
Crucé mis brazos. ¿Por qué molestarse en defenderme cuando
probablemente solo me cortaría de nuevo? Daniel no era la razón por la que
me gustaba Chase. Perry y yo ya pasamos eso con la prueba de la leche y
las galletas. No quería ser su madre. No quería arroparlo por la noche y
cantarle canciones de cuna. No quería cambiar sus pañales. Me gustaba
Chase por una razón y una sola razón: Sexo. Montones y montones de
“duro-bombeo, quita-aliento, curvador-dedo-del-pie, estrellarte-en-tu-
espalda-y-hacerte-gritar” sexo.
—Es solo que me importa —continuó—. No quiero que te metas
demasiado. Sabes que lo que haces no puede durar. No es a largo plazo, y
si te olvidas de eso, podrías resultar herida.
—Me voy a la cama. —Me levanté y alisé mi pelo—. Puedes dormir en
el sofá. Después de eso, me gustaría que te fueras. —Me dirigí por el pasillo
hacia mi habitación.
—Jillian…
—Buenas noches, Mike.

Me desperté con el sonido de una puerta de auto cerrándose. Revisé


la hora: 1:30 a.m. Rodando, vi las luces aumentar a través de mi ventana
mientras Mike salió de la calzada. De repente estaba bien despierta;
probablemente me tomaría otra buena hora volver a conciliar el sueño.
La mitad de la noche fue lo peor para mis pensamientos
incontrolables. No tenían dónde ir excepto Locolandia. No pude dejar de
reproducir todos los eventos de las últimas tres semanas. Conocí a un tipo
que me hizo sentir cosas que nunca había sentido, y él era completamente
incorrecto.
Mike tenía razón, y sabía eso incluso mientras me hacía enojar. Me
tiré de espaldas y miré al techo. Chase y yo no estábamos destinados a durar
mucho tiempo, y no quería eso de todos modos. Realmente tenía que
considerar lo que pensaba Daniel, aunque eso era obvio. En cuanto a
lastimarme cuando todo terminara, eso solo ocurriría si me importara.
Ningún problema allí. Claro, sentiría un vacío entre mis piernas, pero
cuando llegara el momento, había otras pollas en el barrio.
Ding. Mi cuerpo se sacudió ante el sonido, y me revolví por mi celular.
Otra cosa que no era compatible con la madrugada: llamadas telefónicas.
Siempre me hacían entrar en pánico.
Afortunadamente, era un texto, por lo que no sudé demasiado, pero
había múltiples maneras de dar malas noticias. Tomé mi teléfono y miré a
través de un ojo, como si eso suavizaría el golpe.
¿Chase?
No puedo dormir. Arriesgándome de que no puedes tampoco.
Sonreí, luego me regañé por los cálidos y difusos sentimientos. ¿Me
golpeó una piedra en los últimos treinta segundos? Necesitaba volver a mi
mentalidad anterior.
Estoy despierta.
¿Estás sola?
Hombre, ¿pensaba que yo era una total sinvergüenza? Tenía todo el
derecho de dormir con docenas de otros hombres si quería, pero aun así...
Te contestaré en cuanto patee a estos dos chicos fuera de mi
cama. Mis manos están un poco llenas.
Jesús, Jillian. Solo quería decir que si seguías hablando con tu
ex. No si tenías a alguien en la cama contigo.
De acuerdo, tal vez me precipité esta vez. Golpeé el teléfono contra mi
barbilla. Ding.
Y eso NO fue divertido.
Lo siento.

Simplemente no vuelvas a decir una mierda así, ¿de acuerdo?


No le debía una explicación, pero quería tranquilizarlo de que no iba
a recoger enfermedades como monedas de la calle y dejarlas en su tazón.
De acuerdo. Pero solo para que estés claro, mientras tengamos
sexo, solo tendré sexo contigo. Así es como funciono, así que sin
preocupaciones.
Entonces, ¿solo es sexo?
Por supuesto, le respondí. Y hablando de... Gracias por la cena,
pero no puedo hacerlo de nuevo. Lo intenté a tu manera, pero no
funcionó para mí. No hay razón para que una relación puramente
física salga de la casa.
Fui tan al punto como pude hacerlo. Si él quería que siguiéramos
durmiendo juntos, estaría allí. Si quería más, estaba bien con terminarlo
ahora. Le tomó tanto tiempo responder que pensé que se había quedado
dormido. Me estaba quedando dormida, cuando... Ding.
De acuerdo, potra salvaje. Lo haremos a tu manera.

17
Traducido por Lvic15
Corregido por Jessibel

Chase mantuvo su promesa, y yo tenía mi sexo dolorido para probarlo.


Las siguientes dos semanas fueron un borrón de ser tomada de seis
maneras hasta el domingo, lamiendo, chupando, jugando hasta que casi no
podía ver bien. Su resistencia era implacable, y los orgasmos continuaban
viniendo. Nunca me había sentido mejor.
Los hombres de veintitrés años tenían los mejores penes.
Todavía me las arreglé para tener una vida durante este tiempo; me
aseguré de ello. Todavía conseguía cuentas, y todavía llegaba a las comidas
familiares, incluso si tenía que caminar raro para llegar allí. Perry quería
saberlo todo, por supuesto, pero no había mucho que contar. Mi cuerpo
estaba siendo utilizado duro, y daba las gracias por ello.
Programaba ver a Chase en bloques durante el día y pronto por la
tarde, planeando alrededor de lo que cada uno tuviera que hacer. Funcionó
muy bien. Períodos cortos solamente, y nunca hasta demasiado tarde; no
necesitaba que él se quedase dormido y se quedase en casa de nuevo.
¿Quién habría pensado que programar el sexo como si fueran citas
con el dentista podía ser tan caliente?
Una vez, incluso había ido a su casa cuando sus compañeros estaban
fuera. Eran los típicos bloques de casas alquiladas lejos de UWM. La misma
clase de casas en las que había estado muchas veces durante mis días de
universidad. Me traía recuerdos, pero nunca había tenido sexo en uno de
esa manera antes. Mis felicitaciones para Chase.
¿Qué estás haciendo?
Estaba estirada en el sillón mecedora de dos plazas en el porche de
atrás. El cielo estaba negro, y el aire era caliente y húmedo. Un delicioso
dolor impregnó mi núcleo; incluso mis muslos internos estaban tiernos.
Todavía sintiéndote dentro de mí, le escribí. Él acababa de irse
hacía menos de media hora.

Y todavía puedo olerte en mis dedos.


Puedo saborearte en los míos.
Mi pantalla mostró una llamada entrante, y la tomé para contestar.
—Hola, Chase.
—Quiero volver de nuevo. —Sonaba más como un gruñido, y casi lo
consideré. Mi cuerpo respondió a él como un Stradivarius finamente
sintonizado.
—Es demasiado tarde.
Dejó escapar un suspiro en voz alta, y no supe si se estaba preparando
para defender su caso. Aparte de esos dos días de período —gracias al cielo
por los ciclos menstruales cortos— lo habíamos hecho todos los días, y
nunca había pedido más fuera de los horarios de las horas asignadas.
—Entonces quiero escucharte venir por mí otra vez, ahora mismo
mientras te escucho.
—Chase, estoy fuera. —Los árboles sólo proporcionan cobertura
visual, y no había fuegos artificiales esta noche. No podía depender del
sonido de los grillos para enmascarar mis gemidos.
—Es eso o voy para allá.
Deslicé mi mano entre mis muslos y debajo de mi falda. No me había
tomado la molestia de ponerme mis bragas de nuevo después de que se
fuera. O me había mojado de nuevo al oír su voz, o todavía estaba empapada
de antes. Era imposible decir; mi excitación iba toda junta como acuarelas
en estos días.
—¿Tienes tus dedos dentro de ti?
—Sí.
—Chúpalos.
Metí dos en mi boca y los deslicé por encima de mi lengua, cerrando
mis labios con fuerza antes de sacarlos—. Mmm... me recuerdan a ti, Chase.
—El sabor de sus labios, el olor de su cuerpo, todo era parte de mí. No sabía
dónde empezaba él y dónde acababa yo. Repetí el movimiento una y otra
vez, pensando en él.
—Mierda, Jillian. Puedo oírte.
Pasé mis dedos por mi cuerpo, imaginando que eran los suyos. Como
si no hubiera recibido suficiente de él. Como si no estuviera cansada,
hinchada y dolorida—. Estoy tocando mi sexo ahora —le susurré—. Voy a
venirme, como tú querías.

Le oí decir en voz baja. —Quiero un montón de cosas.


Su respiración se incrementó a la vez que la mía, mientras
manipulaba mi clítoris hipersensible. Hubo un ligero dolor; fue crudo, pero
era una molestia placentera. Imágenes de Chase inundaron mi mente
mientras fantaseaba que él estaba allí conmigo. Su dureza llevándome más
profundo, más adentro. Haciéndome balancear en esa línea entre suficiente
y demasiado.
—Vente para mí. —Su voz sonaba muy lejos en la distancia mientras
las ondulaciones se convirtieron en olas, y me di una vez más.
Una capa de sudor recubría mi piel, y me aparté el pelo de la cara.
Estaba totalmente exhausta. Dormir al aire libre no sólo parecía una idea
plausible, sino necesaria; no creo que pudiera levantarme sin caer hacia
atrás.
—¿Estás ahí, Jillian?
—Mmhmm. ¿Vas a venir mañana? —Recorrí mi Rolodex mental,
buscando el momento que habíamos planeado—. Al mediodía. —No sabía si
podría manejarlo, pero todavía quería probar.
Se rio en voz baja. —Sólo me quieres por mi cuerpo.
—Hecho.
Me acurruqué en la mecedora, mis párpados estaban demasiado
pesados como para mantenerlos abiertos por más tiempo.
—Buenas noches, Potra Salvaje. Duerme bien.
—Buenas noches, Chase.

18
Traducido por Lvic15
Corregido por Jessibel

Chase no vino al día siguiente o al siguiente o al siguiente. Canceló


sin explicación, y a pesar de que tenía la sensación de que quería que yo le
preguntase, no lo hice. No teníamos ese tipo de acuerdo. Si no podía venir
para nuestras sesiones de sexo, ese era su problema, no el mío.
Era la mañana del cuarto día, y me dolía todo. Mi cuerpo estaba
pasando por el abandono, y estaba de mal humor e irritable. Nunca me
había dado cuenta de cuánto me aliviaba del estrés un buen orgasmo hasta
que me fue denegado. Podría haber elegido algo del cajón de mi habitación
para traer un poco de alivio, pero por alguna razón no era lo mismo de antes.
Maldito seas, Chase.
Saludé a mi vecina, Michelle. Ella caminaba por la calle con su
pequeña mezcla de caniche, dirigiéndose hacia mí. Cogí el periódico y el
correo del día anterior, entonces esperé al final de mi camino de entrada a
que ella llegara.
—Buenos días, Jillian.
—Buenos días. Un día perfecto para un paseo. —Debería salir a hacer
lo mismo que ella, pero como siempre, las llamadas no se iban a hacer solas.
—Sí. —Ella tomó una calada a su cigarrillo—. Oye, veo que estás
cogiendo un poco de carne fresca. Bien por ti.
—¿Disculpa?
—Esa cosa bonita que ha estado dando vueltas. No se queda mucho
tiempo, ¿eh? —Me guiñó el ojo, y sentí que mi cara ardía.
—Oh, eso no es nada. Sólo un amigo.
Michelle asintió y sonrió, y supe que no se creía nada. Sabía que no
estábamos en un club de lectura durante esas horas.
—¿Te gustaría entrar un rato? Tengo esa crema que tengo que
devolverte.

—Claro. —Subimos hacia la casa, por detrás de Sasha—. ¿Cómo te


fue? —Le di un vistazo. ¿Estaba hablando de Chase de nuevo?—. El
DermaIce.
—¡Oh! Por desgracia, no muy bien. Debe haberse secado de manera
rara en mí, hizo que mi cara pareciera blanca y escamosa.
—Utilizaste demasiado; eso es todo. Tienes que conseguir el equilibrio
adecuado. ¿Por qué no lo guardas, inténtalo de nuevo?
—No, estoy bien. Gracias de cualquier forma.
Entramos en la casa, yendo hacia la cocina. Llené un recipiente con
agua para el perro y un par de vasos de té helado para nosotras. Michelle se
dejó caer en la silla, y Sasha yació a sus pies. Buscó en su bolso y sacó un
pequeño frasco.
—Aquí. —Me lo entregó. ¿Pastillas?—. Estas te podría ser útiles, sobre
todo ahora.
Abrí la tapa y vi unas pequeñas cápsulas de color rosa en el interior.
—¿Qué son?
Michelle agitó la mano. —No te preocupes; son naturales. Sólo un
poco de energía para que te sientes más joven. Querrás hacer lo que puedas
para mantenerte al nivel de ese nuevo muchacho, ¿no?
Se las devolví y suspiré. —Voy a pasar. —No había manera en el
infierno de que me tomase algo que estaba por su bolso. Entre la crema
milagrosa y la cinta que dejé de utilizar porque me arrancó parte de mi ceja,
no estaba ansiosa por ponerme a la cola del siguiente producto de la
farmacia de Michelle. Seguramente me daría el efecto secundario de
sellarme la vagina. ¿De qué te sirve tener más energía cuando ni siquiera
puedes tener sexo?
Se encogió de hombros, lanzándolas en su bolso mientras me
excusaba para conseguir el DermaIce. En el camino, escuché un ding y
agarré mi teléfono.
¿Funciona para ti esta noche?
Estaba realmente bipolar o algo. El tirón en mi estado de ánimo
cuando vi el texto de Chase me dio miedo. ¿Me estaba convirtiendo en una
adicta al sexo?
Sí. ¿08:00?
¿Cuánto tiempo tenemos?
2 horas.

Esperé a que él respondiera mientras cogía su crema del armario del


baño. Comencé a pensar más las cosas. ¿Era buena esa hora? ¿Era
demasiado tiempo? Normalmente no programábamos un periodo de tiempo
tan largo. Ding. Miré la pantalla y sonreí ampliamente, sintiendo mis
entrañas pegajosas.
Hasta entonces, Potra Salvaje.
Oh, mierda, ¿qué es lo que me pasa? ¿En serio he ido saltando de
vuelta a la cocina?
Le di sus cosas a Michelle, luego palmeé a Sasha en la cabeza antes
de sentarme en el otro lado de la mesa, preguntándome si me veía tan
contenta como me sentía. Juro que era como me estaba preparando para
tener sexo por primera vez en la historia.
—Es divertido, ¿eh? —dijo—. Monta ese caballo tanto tiempo como
puedas, cariño.
Mi cabeza se movió rápidamente. —¿Qué…?
—Sabes estuve con uno de esos una vez. Estuvimos comprometidos
por un tiempo también. Le llevaba unos veinte años. —Otro guiño—.
Deberías escucharme. Hablo desde la experiencia.
Mi boca se abrió. —¿En serio?
—Sí, claro. —Sus ojos miraron hacia arriba, y enumeró con sus
dedos—. Entre Tom y Jim.
—¿Qué pasó?
—Tuve que echarle. —Tapó los oídos de Sasha con sus manos—. Tenía
la capacidad de concentración de un cachorro. Babeando sobre ti un
minuto, y saltando afuera al siguiente, ensuciándose. Me cansé de limpiar
todos sus problemas. Sí, tenía la energía de un Jack Russell Terrier en la
cama, pero él quería alguien que le hiciera las cosas. Decidí que prefería a
alguien que cuidara de mí en su lugar.
—Guau. —No estaba segura de qué más decir. Mi cerebro no podía
ver la imagen de ella y… ¿Veinte años más joven? Justo cuando piensas que
conoces a tus vecinos.
—Y después de un tiempo, incluso los revolcones en el dormitorio
llegaron a ser una molestia. Me cansé que me cogiera todo el tiempo. Era
imposible apagarle, y las batas sólo lo ponían más caliente que una rana de
árbol.

Alguien había enrollado y tirado de su cuerda, pero no quería


detenerla. Era fascinante para mí, como un horrible choque de cinco coches
donde todo el mundo salía ileso.
—¿Batas? —Dije.
Michelle llevó a Sasha a su regazo. —Sólo quería decir que le gustaban
mayores, le ponía juguetón como el infierno. Me estremezco al pensar lo que
habría ocurrido si hubiera empezado a usar zapatos ortopédicos.
—Eh. Era diferente con mi madre. Mi padre es más joven que ella. Él
tuvo... eh, unos momentos duros cuando ella envejeció. —No quería hablar
mucho más de eso.
—¿De qué clase es el tuyo? —Preguntó.
—No tengo ni idea. —¿Era Chase, como mi padre, o sólo iba tras mis
arrugas? ¿Y por qué me importaba cuando sólo se trataba de una situación
temporal?
—Bueno, tienes que entenderlo. Es la única manera en que sabrás
cómo deshacerte de él. No querrás que él se quede después que le des el
finiquito. —Se frotó su barbilla—. Pero mientras tanto, hazte tantos
tratamientos faciales como sea posible. —Guiñó—. Ya sabes lo que quiero
decir.
Arrugué mi cara. —No, creo que no.
Ella hizo un gesto de hacer una paja. —Excelente para la piel.
Asegúrate de frotar bien y dejarlo toda la noche. Ese joven espermatozoide
tiene más de esos antioxidantes y otras cosas. —Abrí la boca y la cerré. No
tenía palabras—. ¿Mi consejo? Tú…
Un golpe en la ventana de la cocina hizo que nos estremeciéramos.
Era Perry, y le dije que entrase. No la esperaba hoy.
—Hola, ¿qué haces aquí? Te acuerdas de…
Perry asintió y sonrió. —Sí. ¿Cómo te va, Mabel?
—Es Michelle.
—Correcto. Lo siento. Tenía un descanso, así que pensé en pasar por
aquí y charlar. —Perry sólo trabajaba a menos de un kilómetro de distancia.
Michelle se puso de pie. —Tengo que irme de todos modos. Es el
momento de dar a Henry su píldora.
—¿Tu perro? —Preguntó Perry.

—Mi esposo. Ahora recuerda, Jillian. Como te iba diciendo —acabó


después de su ataque de tos—, ordéñale por todo lo que vale la pena. Y lo
digo literal y figurativamente, querida. Pero cuando llegue el momento de
establecerse de nuevo, ves a por uno más mayor. No tendrás el mismo tipo
de acción, pero estarás mejor a largo plazo. —Sacudió su cabeza y
murmuró—. Bien podría tener ochenta por lo poco que se le pone dura.
Perry parecía que estaba mordiéndose el interior de sus mejillas, y le
lanzó una mirada. Ni siquiera pienses en ello. Se quedó callada hasta que
Michelle se fue, luego rompió a reír.
—¿En serio, Jills?
—¿Qué?
—Dime que no estás pensando en tomar ningún consejo de esa mujer.
—Ha pasado por esto antes, Perry. Puede que no sea la peor idea.
—Lo haces sonar como una enfermedad. —Abrió la nevera y sacó una
lata de refresco—. Hablando de eso, ¿está bien? Pensé que se le iba a caer
un pulmón en tu suelo.
—Sí, sólo tiene el pequeño hábito de fumar. —Perry alzó la ceja, y se
encogió de hombros. De acuerdo, era más como un hábito de un cartón al
día. En combinación con un toque de enfisema.
—En cualquier caso, no puedo creer que estuvieras escuchando a esa
vieja bola de pelo. ¿Soy la única que está cuerda por aquí?
—Es una persona muy agradable, Perry.
—Estoy segura de que lo es, ¿pero no va como por su décimo
matrimonio? No vas a un cura cuando quieres embarazarte.
Me reí. —Es su cuarto, y creo que éste viene para quedarse. —Miré la
hora; tenía que irme pronto—. Y no estoy buscando consejos sobre
matrimonio, o sobre relaciones. Quería alguna idea sobre las dinámicas de
mujer mayor/chico joven, y ella ha pasado por ello. Estoy más interesada
en la manera de acabarlo cuando terminemos… de que sea informal.
Perry alzó las manos. —Soy la única cuerda. Está confirmado. Se
acabará cuando se acabe, Jills. No importa si tiene dieciocho o ciento
dieciocho. —Puso su boca en una línea—. Bueno, eso no es verdad. Supongo
que, si es tan viejo, probablemente se muera antes de que puedas romper
con él.
Tenía que irme para poder continuar haciendo llamadas.
Afortunadamente, el centro comercial estaba a sólo diez minutos de mi casa.

—Escucha, no quiero cortarte, pero tengo que irme por un rato a la tienda.
Puedes esperarte aquí si quieres.
Ella entrecerró sus ojos hacia mí. —¿Por qué no puedo ir contigo?
Suspiré, dejando caer mis hombros. —Está bien, pero tienes que
prometerme que no me vas a hacer pasar un mal rato por lo que quiera
comprar.
Sí, como que eso no iba a suceder nunca.

19
Traducido por Lvic15
Corregido por Jessibel

Me ajusté el escote por centésima vez, de mi blusa de punto doble de


poliéster. ¿Cómo diablos usa la gente estas cosas? Me sentía como si
estuviera siendo estrangulada por una olla a presión. Incluso con el aire
puesto, me estaba muriendo. Pero incluso eso no fue tan malo como los
pantalones a juego. Tiré de la cinturilla elástica que llegaba hasta mis
pechos y respiré profundamente antes de ponerla en su sitio de nuevo.
Deja de lloriquear, Jillian. Estaba actuando como un bebé cuando era
yo la que optó por vestirse así. Por lo menos mi pelo estaba recogido en un
moño; lo cual permitía que una parte de mi cuerpo estuviera fresca y
cómoda.
Tomé rápidamente un vaso de agua helada y traté de parar mi latido
frenético. Estaba más que nerviosa por todo tipo de razones. Me sentía y me
veía idiota, pero me había pegado a mi objetivo. Eso era lo principal. Incluso
después de que Perry me dijese que era una loca de mierda lo
suficientemente alto como para que todo el centro comercial lo escuchase.
A dos minutos para las ocho, Chase se detuvo en el camino de
entrada. Por un segundo, me pregunté si estaba demasiado lejos, pero era
demasiado tarde. Tenía que seguir adelante con el plan. Cualquiera que
fuera la forma en la que fuera, sólo esperaba poder obtener mi dosis antes
de que se fuera.
Al abrir la puerta de entrada para él, estaba sudando a chorros. En
parte debido a los nervios y en parte porque llevaba el sofá de mi abuela.
Maldición, se veía bien. Muy, muy bueno. No podía esperar para empezar.
Fruncí el ceño. Estupendo. Probablemente estaba demasiado sucia y tendría
que perder tiempo tomando primero una ducha.
Chase me miró por encima, inclinando su cabeza. Luego se acercó y
envolvió sus brazos alrededor de mí. Hmm... Antes de que mi cabeza pudiera
analizarlo, mi cuerpo se hizo cargo y respondió muy favorablemente al

contacto cercano. Todos los lugares correctos estaban presionándose contra


mí. Tan, tan bien.
—Dios, Jillian. Te he echado de menos. —Se frotó contra mi cuello, y
me olvidé de mi piel mojada. Si no le molestaba, no iba a dejar que me
incomodase. Por supuesto, él estaba tocando uno de los pocos lugares que
no estaban cubiertos, así que tal vez tendría que reconsiderarlo más tarde.
Su beso elimina algunas de mis células cerebrales, y me resigné a
pasar el resto de mi noche como un charco. Abrió un par de botones de mi
blusa, lo suficiente como para deslizar su mano en el interior. Se detuvo y
me miró raro. —¿Qué es esto?
—Mi sujetador. —Lo dije como, Por supuesto, ¿qué otra cosa podría
ser? y me dio esa mirada de nuevo. Pero se las arregló para mover sus manos
por el sujetador triplemente reforzado de acero y agarrar un pezón. La
sensación fue derecha a mi interior, y me susurró—. Al dormitorio. Ahora.
Continuó burlándose de mis pechos, provocando y haciendo rodar mis
pezones mientras sus labios hacían su magia con los míos. Gemí y me
retorcí contra él, chocando contra la dureza que adoraba tanto. Estaba a
punto de arrastrarlo por el pasillo por sus pelos cuando algo se me ocurrió.
Estaba duro como una piedra.
Me aparté. —Esto te enciende, ¿no es así? Tienes un fetiche por
señoras mayores.
Me mordisqueó la oreja. —Tengo un fetiche por ti. —Empujó mi
cuerpo más cerca de él, y mi mente osciló. ¿Qué hacer? ¿Por qué me
importaba?
—Pero estás como una roca. No es que no lo estés normalmente,
pero…
Él puso un dedo sobre mis labios. —Han pasado cuatro días, Jillian.
Te he extrañado. Estaba conduciendo duro como una roca por el camino
sólo de pensar en estar de nuevo contigo.
Sus dedos acariciaron suavemente mi cuello, e iba a entrar en
combustión. —No tuvo por qué pasar tanto tiempo —dije en voz baja—. Yo
te invité.
—Te estaba dando un descanso para recuperarte. —Se rió por lo
bajo—. ¿Estás de acuerdo en que lo necesitabas? —Apreté los muslos juntos
y asentí. Lo necesitaba; había estado tan dolorida, incluso si hubiera estado
más que dispuesta a ignorarlo—. Dado que es mi cuerpo lo que quieres, no
te habría hecho ningún bien que viniera a jugar a juegos de mesa.

De acuerdo, tenía un punto. Su toque me estaba disolviendo. Cerré


los ojos mientras sus dedos bailaron sobre mi piel desnuda. —Totalmente
recuperada ahora —dije.
Chase, se rio y tomó mi mano, me llevó como si fuéramos a su
habitación y no a la mía. Uno por uno, deshizo el resto de mis botones, y si
tenía algo que decir sobre el sujetador Fort Knox, no hizo ningún
comentario. Estaba muy preparada para salir de esta ropa. Por lo que pude
ver, no había aprendido nada de mi pequeño experimento. Si la sola idea de
verme realmente le había empezado a emocionar, entonces el disfraz no le
había afectado de ningún modo. No estaba ni excitado ni asqueado por ella.
Tuve que ayudarle a sacarme el sujetador, y me sentí incluso más
ridícula parada allí con mis pantalones rosas y las medias de compresión,
sabiendo que debajo tenía las bragas de la abuelita. De todas las ideas
estúpidas....
Besó la parte superior de mis hombros, y luego arrastró su boca por
mi clavícula y hacia abajo a mis pechos. En nada, estuvo en la cinturilla.
Tiró de ella hacia abajo, sólo para encontrar más barreras. Negando, intentó
sacar el resto. —Tu cuerpo es demasiado hermoso como para cubrirlo así,
Jillian.
Le ayudé a sacarme el resto, pensando que estaba destruyendo por
completo el estado de ánimo, pero una vez más Chase me sorprendió.
Estaba empezando a creer que tomaría mucho más para espantarlo.
Agarrando su pene probó eso, al menos físicamente. No mostró signos
de estar bajando su excitación. Ahora estaba libre de mis restricciones
autoimpuestas, y era glorioso. Podía respirar profundamente, estaba abierta
para él, y él estaba listo para mí. —Por favor, Chase. —Tiré de su ropa—.
Quítatelo. Desnúdate conmigo.
Sin embargo, él me levantó y me puso en la cama, acostándose junto
a mí. No hizo ningún movimiento para desvestirse, y traté de no tener en
cuenta la disminución en el tiempo. Normalmente ya íbamos por nuestra
segunda ronda ahora y yo por mi cuarto orgasmo. Él nunca parecía bajar
por completo antes de ponerse duro de nuevo, incluso después de haber
tenido su orgasmo. Uf, estúpida ropa de abuela. Iba a ir directamente a la
pila de donación.
Chase, yacía de costado y yo en mi espalda, sus dedos deslizándose
como vidrio caliente sobre mi piel. Era muy lento, tomándose su tiempo
abriéndome y dándome placer. Cada terminación nerviosa se avivó, y yo
estaba muriendo lenta y ardientemente.

—Chase… —No entendía por qué estaba tomándole tanto tiempo. Ni


siquiera podía intentar más. Mi intelecto estaba por los suelos. Era una
masa de sensaciones, todas zumbando y girando. Y estaba húmeda. Estaba
tan dolorosamente húmeda. Incluso en mi incoherencia, sabía que estaba
totalmente inundada.
Su cálida boca se cerró sobre un pezón y luego sobre el otro. Continuó
atormentándome con su toque, acercándose a mi clítoris que estaba
gritando, pero moviéndose hacia arriba a mi vientre en su lugar. Mis
músculos se estremecieron. Ni siquiera me había penetrado de ninguna
forma. Estaba cien por cien allí —¿todavía estaba preocupado por eso? Mi
sexo estaba suplicando por él, rogándole que me golpeara duro. Si no
estuviera débil como una bolsa de gelatina, me lanzaría sobre él y me
forzaría encima de él.
—Dios, Chase. Te necesito. Ahora. —Apreté los dientes. Todavía
llevaba su ropa. ¿Por qué la llevaba todavía?
—Relájate, Jillian. —Pasó un dedo por mi humedad, como para
apaciguarme—. Me has dejado tomarte. Ahora déjame amarte.
Estaba saliéndome de control, las diferentes partes de mí competían
por la autoridad. Esta no era la forma en la que se suponía que debía ir.
Cuando teníamos nuestras sesiones, eran rápidas y furiosas. Empujones
una y otra y otra vez. Posiciones profundas y gritos de éxtasis. Jodidamente
crudo y primitivo, sin preocuparse de nada que no fuera el placer físico.
Incluso su lengua tenía una suavidad áspera mientras chupaba hasta el
último orgasmo de mí.
Pero esto... esto era algo completamente distinto. Era íntimo, y mi
cuerpo respondió igual de bien, si no mejor. No sabía si podía manejar eso.
—¿Vas a hacer eso por mí, Potra Salvaje? —Rozó sus labios
suavemente a través de los míos—. ¿Me dejas que te ame?
—Sí. —La palabra estuvo fuera antes que pudiera detenerla, pero una
vez que la dije, la última parte que luchaba, se dejó ir.
Chase, lamió su camino por mi cuerpo y movió su lengua sobre mi
clítoris. Una vez... dos veces fue todo lo que necesité para estar al borde. Me
licué en la cama, las olas chocando una contra la otra mientras se abrían
camino a través de todos mis tensos músculos. Un orgasmo de todo el
cuerpo y fue increíble. Exactamente lo que necesitaba para relajarme
totalmente y darme por completo.
Por esa noche, era inequívocamente suya, de la forma que él quisiera.

Debió besar cada centímetro de mí, y yo no le precipité. Saboreé sus


tiernos labios y sus mordiscos suaves. Su aliento en mi cuello y sus dedos
que me rozaban, lanzando mi excitación a una estratosfera completamente
nueva. Me estaba enviando alto, su esencia intensificando todo a lo largo
del camino. Me vine duro, y fue más satisfactorio que nunca.
En algún punto, se había quitado la ropa y puso su piel caliente al
lado de la mía. No se lo había pedido. Ni siquiera me había dado cuenta de
ello hasta después de que lo hiciera. Debió haber sido durante una de esas
veces en que mi cuerpo chocó contra el techo.
Puse mi mano en la parte inferior de su espalda; él estaba de lado, su
erección golpeaba mi cadera. Pasé mis dedos sobre su dureza antes de rodar
mi cuerpo para ponerme frente a él. Hubo una corriente instantánea cuando
su pene golpeó entre mis muslos.
Nunca habíamos estado tan cerca, y lo deseaba. En ese momento,
nunca lo había deseado más. Su mano se enredó en mi pelo, el apretado
moño una memoria tonta, distante, y atrajo mi boca profundamente a la
suya. Nos besamos como dos amantes, no había espacio entre su cuerpo y
el mío. La única forma de poder estar más cerca era si estuviera dentro de
mí.
—Jillian. —Intentó moverse un poco hacia atrás, pero yo lo quería
cerca. Cerca, cerca, cerca. Tenía que estar dolorido en ese momento, su
erección dolorosamente pulsante. Él no había tenido el beneficio de
múltiples orgasmos para calmarle.
—Chase —susurré en su oído, con las manos llenas de pura dicha
mientras tocaban todos aquellos sitios donde podían llegar. Su cuerpo era
una maravilla para mí. Perfección—. Quiero sentirte, todo de ti, sin nada
entre nosotros.
No estaba seguro de si él lo entendió hasta que deslicé mi humedad
contra él. No había palabras para lo mucho que quería esto. Sus ojos se
abrieron. —¿Cómo…?
—Es tu elección. Soy tuya esta noche, Chase. —Sonreí ligeramente—
. Confío en mi cuerpo lo suficiente para saber que estoy a salvo, pero
necesito que confíes en mí también. Es todo decisión tuya, y aceptaré
cualquier cosa que quieras. —Lo aceptaría, pero no había duda de cuál
esperaba que fuera su respuesta. Me dijo que nunca había tenido sexo sin
condón antes. Nunca. Yo le creía, y creía en mi cuerpo para saber que no
era un momento viable para que me quedase embarazada—. Te lo prometo,
Chase. Nunca haría nada para atraparte.

—Lo sé, Jillian. —Su voz era apenas audible mientras se deslizaba
dentro de mí. Su cuerpo se sacudió mientras me llenó, mientras presionaba
más y más profundamente. Por un momento, me preocupó que su decisión
le asustase, que estuviese arrepintiéndose de su impulsividad. Hasta que vi
su cara. Se metió dentro de mí suavemente, luego con más urgencia. Nunca
había experimentado algo tan delicioso, y sabía que él sentía lo mismo.
—Lo sé, Jillian —repitió—. Pero a veces me gustaría que lo hicieras.

20
Traducido por Jessibel

Corregido por Tamij18

El sonido de un teléfono me despertó solo lo necesario como para


pensar que era parte de mi sueño. Todo lo que vi fue una neblina a mi
alrededor. Lentamente las cosas se enfocaron, y me di cuenta de que el reloj
marcaba las 5:57 am. Me sequé los ojos, recordando algo acerca de no ser
capaz de discernir los números en los sueños. No si eso era cierto o no, pero
me di cuenta de que tenía que estar despierta si estaba pensando en ello.
En la siguiente respiración, me di cuenta. Chase no estaba allí, y el
lugar a mi lado en la cama estaba frío. ¿Cuánto tiempo había estado
ausente? No puedo creer que ni siquiera me haya movido. La última cosa
que recuerdo fue quedarme dormida en sus brazos después de hacer el
amor. Hacer el amor.
Mi corazón se hundió. No sabía qué era peor, que Chase no estuviera
allí o pensar si me importaba o no que estuviera allí. No fue hace mucho
tiempo cuando me habría enojado si se hubiera quedado. Ahora bien, el
hecho de que no estaba me había dejado... vacía. Y eso apestaba. Apestaba
tanto que quería borrar todos los rastros de la noche.
A pesar de que había sido fenomenal.
Maldita sea, Jillian, ¿cuál es tu problema? Chase se había quedado
durante la ventana de tiempo de dos horas, o cerca de ella, y eso es lo que
debería haber importado. Me hice una bola y traté de volver a dormir. Tenía
una reunión con un cliente más tarde, pero por lo demás, no era crucial
para mí levantarme temprano. Había estado trabajando lo suficiente
últimamente; Podría darme el lujo de ser perezosa.
Me quedé allí un rato, con los párpados cerrados herméticamente y
molesta por estar tan despierta, cuando recordé el tono que me había
despertado antes. Me había olvidado de comprobar si era real o no. Estiré la
mano y agarré el móvil, desplazándome a través de las llamadas perdidas.
Chase. Sostuve la pantalla en mi pecho por un momento, sin saber
cómo proceder. No había dejado ningún mensaje, y no sabía cómo me sentía.
Bueno, sabía cómo me sentía, pero no quería sentirme de esa manera. Alisé
mi mano sobre las sábanas revueltas. Me encantó esta cama. Fue la primera

cosa que compré después del divorcio. Necesitaba un nuevo comienzo, algo
que fuera mío ya que había decidido mantener la casa. Cuando todo esto
con Chase estuviera dicho y hecho, ¿tendría que salir y comprar otra nueva?
Estaba siendo tonta y melodramática. Una aventura de siete semanas
difícilmente podía compararse con un matrimonio de diecisiete años. No era
el sexo increíble lo que contaba; era la intensidad de los sentimientos
cuando no estaban teniendo relaciones sexuales.
Mierda, estaba en problemas.
Cuando estaba debatiendo qué hacer, me envió un mensaje: Buenos
días. Bueno, eso simplifica las cosas. Enviar mensajes de texto era más fácil
que llamar. Era tan infantil.
Buenos días. No te escuché salir.
Dios, ¿por qué incluso menciono eso?
Estabas fuera de combate. Espero que hayas dormido bien.
Toqué entre mis piernas. Se había venido dentro de mí anoche y cada
parte de mí todavía lo sentía. Maldita sea, lo echaba de menos.
Lo hice, respondí.
¿Hasta qué hora estás trabajando esta noche? ¿Puedo verte?
Sentí una oleada en hacer esto de nuevo. Estaba segura por otra
semana, pero sólo porque no podía quedar embarazada, ¿eso significaba
realmente que estaba a salvo? Podría haber cometido un estúpido, un
estúpido error. Le había permitido entrar en mi cuerpo de una manera tan
personal, y obviamente estaba atormentando mi cordura. Deberíamos
habernos quedado en follar duro. La próxima vez será al estilo perrito. Sin
besos, sin contacto visual, toques mínimos.
Debería haber terminado para las 6. ¿Qué hay de ti?
Me quedaré en casa todo el día trabajando en el itinerario de
otoño, envió.
Tal vez debería hacer una parada y ayudarte con eso, así no
conseguirás equivocarte.
Mierda. ¿Fue eso demasiado coqueto? Pero estaba interesada en la
programación que estaba planeando para el próximo año escolar.
¿Seguiríamos durmiendo juntos entonces, a todo un mes de distancia?
Deberías. Estas son mentes jóvenes impresionables y no quiero
echar a perder algo. Necesito tu ayuda.
Sonreí. Bueno, es hora de volver a la pista.
¿En mi lugar de 8 a 10?

¿Qué hay de 6 a 8? Es más pronto.


Mi corazón brincó, pero luché de nuevo. Eso suena bien. No hay
ninguna posibilidad de quedarse dormido y extender el tiempo, le dije.
Correcto.
—En resumen, Sr. Reed...
—Por favor, llámame Kurt.
Asentí. —Kurt. —Extendí los papeles frente a él—. Su AUM es de diez
millones de dólares. Usted está trayendo a lo largo de su libro de quinientos
veinte mil. Tendrá un período inicial de tres meses en el que se llevará a
casa un salario base de setenta y cinco mil al año, más comisiones, más
bonos. Tendrá un período adicional de producción de veinticuatro meses en
el cual recibirá su salario. Sin embargo, una vez termine dicho período,
termina su salario, pero en ese momento, usted debe recibir un ingreso
residual muy decente de los ingresos de su cartera.
Tomé una respiración profunda. —¿Suena bien hasta ahora, Kurt? —
Él asintió, y continué—. Su objetivo para el primer trimestre es de diez mil.
Usted recibirá un bono trimestral en efectivo basado en los activos, una
bonificación en acciones anuales y un bono de incentivo basado en todo lo
que haya ingresado por encima de su meta. Ah, y recibirá todos los
beneficios desde el primer día.
Kurt cogió el bolígrafo. —Perfecto, Jillian. —Indiqué todos los lugares
para que firmara y eché un vistazo alrededor de la cocina de su pequeño
apartamento. Basado en su ejecución hasta el momento, se mudaría en poco
tiempo, si eso es lo que quisiera. Era un corredor nuevo y próximo, y le
estaba yendo muy bien.
Me entregó los papeles firmados, y los apilé. El trato estaba hecho, y
también mi trabajo allí. Le tendí la mano. —Felicitaciones. Siga atrayendo
ese tipo de números y será un gran éxito.
Kurt me dio la mano, sosteniéndola un poco más de lo que me sentí
cómoda. — Entonces, ¿hemos terminado oficialmente? —Preguntó.
—Sí. —Las negociaciones habían llegado a su fin, junto con las
relaciones futuras de mi parte con Kurt Reed. Ahora estaba en las buenas
manos de la firma de inversiones de Barclay Schmit—. El señor Morgan le
estará esperando el lunes. Enhorabuena, una vez más. —Recogí mis cosas
para irme, reuniendo todas mis copias y deslizándolas en mi bolsa. Los
organizaría más tarde en casa.
—¿Te gustaría tomar una copa o un café en algún momento?
Levanté mi cabeza. ¿En serio? Era muy atractivo; No lo podía negar.
También estaría nadando en dinero pronto, si ese tipo de cosas me
importara. Cosa que no lo hacía. Podría ser mío. Tenía veintitantos años, lo

que automáticamente lo descartaba, pero no habría cambiado nada si


hubiera cumplido los treinta años. Era halagador, pero no.
—No, gracias —le dije—. Estoy viendo a alguien. —A pesar de que Kurt
y yo ya no trabajáramos juntos, todavía tenía que mantenerlo profesional.
Decir que “estaba viendo a alguien”, sonaba como la razón más razonable
para un rechazo a una cita.
—Va a demostrar que no puedo ganar en todo.

—Sí, bueno, que tenga una buena noche, señor Reed.


Sonrió. —Del mismo modo, señora Hudson. Ya sabe dónde
encontrarme si cambia de opinión.
No hay posibilidad en el infierno, Kurt.
Volví a mi coche, aliviada de haber finalizado el día. Eran casi las
cinco, y antes de que me diera cuenta, Chase habría terminado. Me senté
en el asiento, tamborileando con los dedos sobre el volante. Estaba
contemplando la mejor ruta para llegar a casa, teniendo en cuenta la hora
punta en la noche del viernes.
Busqué en mi bolso un bálsamo labial y saqué el llavero rosado. Había
olvidado mostrárselo a Chase. Lo vi en uno de los quioscos del centro
comercial ayer y lo compré sin pensarlo dos veces. Era perfecto, una guitarra
de color rosa que tocaba "Take Me Out to the Ballgame". Muy inusual y
genial. Por supuesto, Hazel me había venido a la mente al instante, no es
que ella tuviera ningún uso para un llavero a su edad. Perry había levantado
las cejas al verme, comprando algo para uno de los niños de Chase, pero
ella estaba demasiado ocupada diciéndome que me había vuelto loca por la
ropa que decía mucho al respecto.
Mientras meditaba entre las calles de la autopista y laterales, me di
cuenta de lo cerca que estaba del lugar de Chase. Giré el llavero entre mis
dedos. Él estaba en camino a casa si tomaba esa dirección. Lo que
probablemente debería, ya que sería la menos congestionada.
No podría hacer daño sólo pasar y comprobar si su coche estaba en el
frente. Realmente no me importaría echar un vistazo a ese itinerario;
además, teníamos previsto reunirnos muy pronto de todos modos. Le envié
un mensaje rápido para advertirle. No era fan de visitas rápidas.

Estaba conduciendo por Oakland diez minutos más tarde, al ver el


Ford en la calzada. Me acerqué a la acera y aparqué, comprobando mi
teléfono. Ninguna respuesta todavía.
Me acerqué a la puerta y toqué el timbre, mis mariposas tuvieron un
día de campo. Esto era tan diferente para mí, venir cuando sabía que podría
haber otros a su alrededor. No es gran cosa, sin embargo. Somos solo un
par de amigos. Hasta las seis en punto. Luego nos follamos como amigos.
—Lo que sea que estás vendiendo, lo compro.
Un tipo estaba en la puerta, el cabello cayendo en sus ojos inyectados
en sangre. No lo reconocí; no era uno de sus compañeros. Creo que lucía un
poco comercial en mi traje y zapatos de tacón.
—¿Está Chase aquí?
Mantuvo la puerta abierta, y entré. El aire estaba lleno de humo, el
olor acre se me pegó. Estupendo. Miré alrededor y vi a dos chicos y una
chica desmayados en el sofá de aspecto sucio; su camisa a medio camino.
Una botella de Jack estaba metida en el brazo y goteaba sobre la alfombra.
¿De Verdad? El fin de semana apenas había comenzado.
Encendió un porro y me lo tendió. Empecé a lamentar haber ido allí.
No tengo tiempo para esta mierda. Negué con la cabeza, lista para salir
cuando Trevor entró tranquilamente en la habitación, enfocándose en mí.
Se veía aún peor, un pastelillo de hierba sobre cocido al horno. Su olor llenó
mi nariz en una habitación que ya estaba sobresaturada.
—Oye, te conozco. Eres la chica del parque.
—Sí, hola. ¿Puedes traer a Chase, por favor?
Había estado en esa casa antes, en una sesión de polvo rápido, pero
estaba oscuro y el pene duro de Chase era un distractor importante. No
había prestado mucha atención a los alrededores. Pero estar allí ahora fue
un balde de agua fría en la cara, seguido de un ladrillo irregular. Lanzó un
gran amplificador sobre nuestras diferencias. Fue así como muchos jóvenes
veinteañeros actuaban hasta que consiguieron su mierda juntos, y yo ya no
estaría en ese lugar nunca más.
—Él no está aquí.
—¿Qué? Si, está. Su coche está al frente. No me hagas enojar, Trevor.
—Nop. Agarró su guitarra y despegó en el de Ric. Tenía prisa para ver
a alguien y no podía tomar el tiempo para llenar su coche. Con gasolina.
¿Guitarra? Su discurso fue lento, y me molestó muchísimo. Apreté los
dientes. —No, eso no puede ser correcto. Se va a reunir conmigo pronto.
Entró otro chico con las manos en los bolsillos delanteros. —Oye, Ric.
¿A dónde fue Chase? Ella no me cree.

Ric se encogió de hombros. —Salió corriendo al encuentro de una


chica joven o algo así.
Trevor se volvió hacia mí y agitó la mano. —Ay ya, vete. —Fruncí el
ceño. No, eso ni siquiera tenía un poco de sentido—. Si me preguntas,
cometió un error. —Su aliento apestaba en mi espacio personal. Giré hacia
la puerta, pero él cogió mi muñeca—. No tienes que irte. Únete a la fiesta.
Cerró ambos brazos a cada lado de mi cabeza, pegándome contra la
pared. —Podemos jugar a la niñera traviesa.
Aparté mis frenéticos latidos del corazón y lo miré a los ojos. —Baja
tus jodidos brazos. Ahora.
Una lenta sonrisa se dibujó en su cara, y los bajó. —Un petardo.
Me largué de allí, y cuando volví a mi coche, solté un enorme suspiro.
Realmente debería considerar tomar algunas clases de defensa personal.
Eso podría haber resultado muy diferente.
Apenas recordaba conducir a casa; mi mente era una maraña, y
entrar en el camino de entrada fue la guinda del pastel. Tenía ganas de
gritar. Entré en el garaje, salí del coche, y cerré la puerta detrás de mí.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Mi ex levantó una llave. —Devolviendo esto como prometí. Me olvidé
de dejarla la otra noche.
La agarré y la puse en mi bolso. —Gracias, pero todavía tienes una de
la puerta del garaje.
—Oh, está bien. Voy a conseguir volver en otro momento. —Se inclinó
y me olió—. ¿Cuándo empezaste a fumar de nuevo?
—Dios, Mike. ¿Me veo como si estuviera colocada? —Negué con la
cabeza—. ¿Eso es todo lo que querías?
No dijo nada durante un tiempo, y tuve la profunda sospecha de que
estaba tratando de inventar algo. Sentí que mi nivel de frustración
aumentaba. —Oye —dijo, sacando su celular—. ¿Viste las nuevas imágenes
de Daniel?
—Sí, Mike. Sabes que también me las envió.
Empezó a desplazarse a través de ellas, riendo. —¿Qué te parece la de
uno de ellos en Rossi? Bastante divertido, ¿eh?
—Fue Luini.
—No, no lo creo. Mira.
Resultó que yo tenía razón, pero el daño ya estaba hecho. Él ya me
había absorbido. Nos quedamos allí mirando todas las fotos, y no pude parar
hasta la última. Hombre, echaba de menos a ese niño.

Miré la hora: 6:17. Chase, nunca llegaba tarde. Nunca. Algo estaba
pasando. —Realmente tengo que irme y cambiarme de ropa ahora. Gracias
de nuevo por dejar la llave.
Estaba a mitad de camino antes de darme cuenta de que me seguía
como un perrito. —Oye, ¿necesitas alguna ayuda para limpiar el desorden
o algo así? —Preguntó.
¿Me está tomando el pelo? ¿Qué pasaba con los hombres hoy?
¿Estaba emitiendo un ambiente de "Tengo sexo sin sentido"?
Me gire para mirarlo. —¿Qué está pasando, Mike? ¿Se trata de
Candace de nuevo?
—Bueno, ahora que lo preguntas...
Me enderecé y entré en la casa. Apenas habíamos hablado desde antes
del divorcio, y ahora, ¿era mi amigo? Me quité los zapatos de tacón, y me
dirigí directamente a la habitación para quitarme el traje. Para mi sorpresa,
Mike me estaba esperando en la sala de estar cuando salí.
Me senté allí escuchándolo físicamente divagar sobre su angustioso
compromiso, pero el resto de mí estaba en otra parte. Cerca de las siete,
recibí un mensaje de texto.
Lo siento te he echado de menos, Jillian. Estaré allí más tarde
para explicarte todo.
Me quedé mirando la pantalla. No lo creo. Claro, éramos casuales, pero
eso no quería decir que podía volar fuera con otra persona y esperar que yo
lo esperara pacientemente mientras lo hacía. Sería una puta mucho antes
de ser el felpudo de algún tipo.
—¿Pasa algo? —Preguntó Mike.
—No, está bien. —Dejé el teléfono y apoyé la cabeza hacia atrás.
Odiaba que esto me afectara, pero ¿qué esperaba?
—Y todavía no entiendo por qué me estás diciendo estas cosas y no a
la persona que debe ser.
—Es más fácil hablar contigo.
De esa manera, hizo una pizca de sentido. Me froté los ojos. Entre
anoche y el día de hoy, estaba agotada. No fue mucho más tarde antes de
recibir una llamada entrante, que rechacé, y luego otro mensaje.
¿Jillian?
Mike me dio una mirada. —Hay algo mal. ¿Esto tiene que ver con tu,
eh, amigo? —No respondí; era la última persona con la que hablaría sobre
Chase—. ¿He mencionado que lo vi hoy en Santa María?
Mi cabeza se giró hacia los lados. —¿Qué? No. ¿Cuándo?

—Al menos creo que era él. Estaba corriendo cuando me iba.
—Demonios, Mike. ¿Cuándo? —Esos niveles de frustración estaban
llegando a su punto máximo. ¿Había esperado hasta ahora para decir algo?
—Cálmate. No lo sé. Antes de venir. ¿Alrededor de las cinco tal vez?
Salté y metí mi teléfono en mi bolso, sacando las llaves del coche. —
Arriba, Mike. Ahora. Tengo que irme.

21
Traducido por Jessibel

Corregido por Tamij18

Santa María estaba aproximadamente a quince minutos. Marqué a


Chase por el camino. Mi corazón estaba azotando en mi pecho mientras
esperaba a que me respondiera.
—Jillian. —Su tono fue de alivio, y me sentí como la perra más grande
que jamás haya vivido.
—Chase, ¿estás en el hospital? —Solté rápidamente.
—Sí, ¿cómo…?
—¿Por qué? ¿Qué está pasando?
—Estoy aquí con Hazel...
—Oh, Dios mío.
—Jillian, está bien. Ella está bien. Su abuela estará aquí pronto, y
luego me iré. Te lo explicaré todo luego, pero tengo que irme ahora.
—Chase, ya estoy en camino.
Me las arreglé para obtener el número de habitación, incluso después
de que me dijo que no era necesario hacer el viaje. Casi estaba allí de todos
modos. Me dijo que estaba bien, pero que todavía tenía ese hoyo en el
estómago. Ella era una niña muy dulce, y odiaba pensar en ella acostada en
la cama de un hospital.
Corrí al ala de los niños y busqué la habitación 205. ¿Era incluso la
hora de visita? No me importaba, y nadie me iba a parar. Oí el rasgueo
primero antes de encontrarlo. La puerta estaba entreabierta, y me asomé.
Chase estaba en una silla junto a la cama, con la guitarra en su regazo,
tocando una canción de Guns N' Roses.
—¿Es eso apropiado? —Pregunté, dando un paso dentro.
Su sonrisa ocupaba toda su cara. —Ella lo pidió.
—¡Jillian!

Fui al lado de Hazel y le di un vistazo una vez más. Parecía estar bien.
—Hola, cariño. —Empujé el flequillo de su frente—. ¿Cómo te sientes? —
Tenía tantas preguntas.
—Bien.
De repente recordé el llavero descansando en mi bolso. Perfecto.
Busqué la guitarra rosa y pulsé el botón, activando la música. Su rostro se
iluminó cuando se lo di. —Esto es para ti, Hazel.
—Oh, gracias. ¡Me encanta!
Una cosa tan simple, pero parecía hacerla feliz, e hizo que mi corazón
se hinchara. Su abuela, Linda, entró entonces, toda nerviosa y agobiada. No
oí lo que le dijo Chase, pero después de un saludo y una docena de
agradecimientos, salí de la habitación con Chase saludando.
—Adiós, Hazel —dijo Chase, y nos saludó a los dos. Tan pronto como
estábamos en el pasillo, dejó la caja de la guitarra y me atrajo hacia él—.
Eso fue impresionante por tu parte, Jillian.
—¿Qué, el pequeño llavero? Fue sólo... —Me besó entonces, y dejé que
todo el peso se disolviera. Todo lo que había acumulado en mí desde el día.
Lo que quedaba era puro sentimiento de culpa y retrocedí—. Chase, siento
no haber respondido antes, yo...
Puso su dedo sobre mis labios, silenciándome de nuevo. —Está bien.
Me encanta que estés aquí ahora.
—¿Qué pasa con Hazel?
—Ven, caminemos. —Tomó su maletín y tomó mi mano—. No es nada
que no se espera de vez en cuando. Ella tiene una enfermedad renal y sufre
recaídas. El marido de Linda murió hace un par de años, por lo que es el
único sostén de Hazel. No puede permitirse el lujo de dejar su trabajo todo
el tiempo o lo perdería. Es entonces cuando intervengo. Me quedo con Hazel
hasta que Linda pueda llegar allí. Nunca voy a permitir que esté en este
lugar sola si puedo evitarlo.
—¿Va a estar bien?
—Soy optimista. —Apretó mi mano—. Quería hacerte saber antes por
qué tuve que posponer, pero yo...
—Detente, Chase. —Esta vez, lo interrumpí. Sé que nunca trataría de
hacerme sentir como un pedazo de mierda, pero así es exactamente como
me sentía—. Lo que estás haciendo es maravilloso. Fui yo quien saltó a
conclusiones después de pasar por tu casa.
—Así que, ¿realmente te detuviste de nuevo? —Parecía muy feliz por
eso. Se me ocurrió entonces que corrió a ver a una chica joven. Una muy
joven. No sabía si reír o llorar.

Asentí. —Tu compañero de cuarto, Trevor. Es... algo. —No sentí


ninguna necesidad de entrar en ello, ya que no tenía intención de ver al
capullo de nuevo.
—Por algo, ¿quieres decir un idiota? —Me reí. Si, bastante—. No
siempre fue así, pero de todos modos se mudará el próximo mes. Ahora,
¿Con? Él es genial. Me alegro de que se quede.
Llegamos a la puerta principal y nos detuvimos—. ¿Puedo llevarte a
algún lugar? —preguntó—. ¿O necesitas llegar a casa?
—No, estoy bien.
Chase, me llevó fuera, bajando por el camino de cemento, alrededor
de la parte trasera del edificio y en una zona boscosa. —Es uno de mis
lugares favoritos. Solía venir aquí a menudo cuando era más joven, pero
esta es la primera vez que vengo con otra persona.
Fuimos a un pequeño claro. Había una enorme roca plana en el medio.
No estoy segura de lo que estaba esperando, pero no era esto. Envolvió sus
manos alrededor de mi cintura, el contacto envió esa chispa familiar, y me
levantó como si no fuera nada. Él me puso en la roca antes de moverse hacia
el otro lado para unirse a mí.
Nos recostamos; era lo suficientemente grande para estar estirarnos,
pero lo suficientemente pequeño como para mantenernos en contacto. Miré
hacia el cielo a través de las copas de los árboles entreabiertos. Era de
noche, y pude ver los primeros indicios de las estrellas sobre mí.
Tomó mi mano en la suya una vez más. —¿Solías vivir por aquí? —Le
pregunté.
—A veces sentía como si mi madre lo hiciera. —Giré la cabeza hacia
él, y sonrió suavemente—. Ella tenía fiebre reumática, y su corazón se
debilitó. Pasó mucho tiempo en este hospital. Mi padre tenía dos trabajos,
así que estaba con ella la mayor parte del tiempo. Cada vez que necesitaba
escapar, llegaba a esta roca y practicaba mis acordes o simplemente me
relajaba y miraba al cielo.
Me di cuenta de que no tenía ni idea de sus padres. —¿Está tu
madre...?
—Está bien ahora. Mucho mejor que antes. —Exhalé lentamente. No
la conocía, pero me habría entristecido saber que algo había sucedido—.
Creo que es por eso por lo que he conectado al instante con Hazel. Ella tenía
algo similar a mi madre, pero en lugar de dañar su corazón, atacó sus
riñones.
Dios, no podía imaginar pasar por algo así con Daniel. —Así que, ¿su
abuela tiene la custodia completa?

—Sí. La madre de Hazel murió cuando ella era apenas un bebé. Una
sobredosis de heroína.
Mierda. Mi corazón se encogió. Quería hacer algo más por esa
muchacha que solo darle un pequeño llavero.
—La madre de Daniel también se fue. Él tenía sobre un año y medio.
—Chase cambió su cuerpo hacia un lado y me miró. Me miró con el iris del
color de la hierba más suave del verano. Siempre me hizo sentir como si
estuviera tan interesado en lo que tenía que decir, y eso me hizo sentir lo
suficientemente cómoda como para decirlo—. Aunque, en su caso, no
sabemos si está viva o muerta. Ella estaba en mal estado. Solo decidió que
no quería ser madre, empacó y se trasladó a Florida con un tipo. Mike nunca
supo de ella y nunca la siguió. No estaban casados, y pensó que Daniel
tendría una vida mejor sin ella.
Me quedé sin aliento, estudiando su expresión. Estaba revelando más
de lo que haría normalmente, y no sabía cómo interpretar eso. Él sonrió y
me dio un beso ligero, y me animó a continuar.
—Entré en la vida de ese niño cuando tenía apenas dos años y yo
veinte. Mike y yo nos casamos poco después. Daniel ni siquiera la recuerda.
Soy la única madre que ha conocido.
Chase acarició mi pelo. —Eso fue mucho para asumir en esa edad.
—Él significa el mundo para mí, Chase. Tengo que creer que he
cambiado su vida. Sé que él cambió la mía.
—¿Y tú ex? ¿Qué ocurrió allí?
Una parte de mí quería encintar mi boca; demasiado estaba siendo
derramado. Pero la parte que me instaba a hablar es la parte que ganó.
—Solía reírme y decir que era un paquete. Si quería estar con Daniel,
entonces tenía que aceptar a Mike. Fuimos buenos padres, pero no los
mejores compañeros de matrimonio. Una vez que Daniel fue un adulto, no
parecía haber ninguna razón para permanecer juntos.
Entre otras razones. No iba a entrar en la supuesta aventura porque
honestamente, no podía echar toda la culpa a mi ex. Nuestra relación había
terminado mucho antes que Candace entrara en su oficina. Si alguna vez
comenzó en primer lugar. Incluso desde el principio, de mi corazón nunca
brotaron piernas y estalló en un baile feliz cuando Mike puso sus labios o
los ojos en mí.
Esperé para ver si Chase preguntaba más al respecto, pero no lo hizo.
Creo que fue bastante auto explicativo. Quería a Daniel en mi vida más de
lo que hubiera querido a su padre.
Las estrellas estaban afilando, pintando un retrato a través del cielo
manchado de tinta. Era un espectáculo impresionante, y teníamos los

asientos perfectos. Chase me dio otro apretón en la mano, y me sonrió. Era


imposible evitarlo. ¿Qué me estaba pasando? Probablemente estaba
goteando savia por toda la roca.
—He estado loca desde que te conocí, Chase. Actuando como loca.
Pensando locamente.
—¿Es eso algo malo?
—No es una cosa mía. Por lo general no soy así. Bien podría vestir loca
también. Anoche, esa ropa... normalmente no uso cosas así.
Se rio. —Me di cuenta, Jillian.
—¿Y la noche que fuimos por comida cajún? La razón de que mi cara
se asemejaba al papel crepé blanco era porque me había excedido con esta
crema que supuestamente iba a hacerme quedar más cerca de tu edad.
¿Ves? Loca.
—Sólo para dejarlo claro, ¿estás tratando de ser más joven o mayor?
Porque estoy confundido.
—Dios, no lo sé. —Me tapé la cara con una mano y sacudí la cabeza.
Si él no me volviera tan loca, probablemente sería capaz de responder a esa
pregunta.
—Déjame darte mi opinión. Sólo sé tú misma. —Me acarició la mano
con el pulgar y cerré los ojos—. ¿Sabes lo difícil que fue para mí dejarte
anoche? ¿Sabes lo mucho que quería quedarme? Pero no quiero asustarte.
—Es muy difícil para mí, Chase. Esta... cosa con nosotros. —Había
decidido que, si él iba a escuchar, seguiría hablando—. Mi padre es catorce
años más joven que mi madre, y no terminó bien. No fue una experiencia
positiva para ella, para mí, o para mi hermano. La idea de hacerle eso a
Daniel o a mí misma... Incluso una cosa a corto plazo puede estropear
mundos.
Sobre todo, si esa cosa a corto plazo se convirtió en dolor a largo plazo.
Me estaba abriendo demasiado a él sin querer, como si hubiera alcanzado
con sus manos mi pecho y lo hubiera abierto mientras estaba fuera de
combate en la mesa. Y para cuando volví en mí, estaba alterado de forma
permanente y no podía hacer nada al respecto.
No importa si esta "cosa" entre nosotros duraba un día más o un año
más. Él ya estaba impreso en mi corazón, y tenía las cicatrices para
probarlo.
—Lo entiendo.
—¿En serio?
—Sí, lo hago, pero no estoy de acuerdo. No hay garantías con nada,
potra salvaje.

—Cierto. Pero las probabilidades ya estaban en nuestra contra desde


el principio. —Abrí los ojos de nuevo; la vista era demasiado hermosa para
bloquearla por mucho tiempo. Tanto arriba como a mi lado.
—Yo diría que las probabilidades nos funcionan. Hay algo que decir
acerca de dos picos sexuales que se unen.
Una pequeña bola de fuego rodó a través de mí. Otra cosa que sentía
incapaz de controlar. Sí, nuestros picos sexuales estaban alineados muy
bien, muchas gracias.
—Pero estoy hablando de más que eso, Jillian. Por un lado, me
encanta tu pasión por la música porque también es mía. Me encanta hablar
contigo acerca de ella, experimentarla contigo. Conozco a mucha gente que
le gusta, pero tú lo entiendes, y eso significa algo para mí.
Acostados allí, mano con mano, mirando las estrellas, completamente
solos, como si fuéramos las únicas dos personas que importaban era un
placer doloroso. Era a la vez perfecto y agonizante. Tan maravilloso como lo
fue en el momento, no era realista, y no podía durar.
—¿Sabes lo que estaba haciendo el año en que naciste, Chase? Estaba
en el estadio del condado viendo a Paul McCartney. ¿No te parece extraño?
—No, creo que es genial.
Rompió nuestro agarre y se inclinó sobre la roca, tomando su guitarra.
La siguiente cosa que supe, fue que "Maybe I’m Amazed" estaba llenando el
aire. Canté en mi cabeza, ordeñando el sentimiento por todo lo que valía la
pena.
No hubo sexo. Ni orgasmos múltiples. Sin hacer el amor. Solo
estábamos juntos, hablando y disfrutando de la compañía del otro.
Y estaba bien con eso.

22

Traducido por Jessibel

Corregido por Tamij18

Eso de no decir follar, orgasmos múltiples, y hacer el amor estaba


fuera de la mesa. Eran en gran medida, y con frecuencia; Simplemente ya
no podría llamarlo sin sentido. Estos encuentros con Chase no podían ser
clasificados como estrictamente informales, y reconocí eso. Tenía mis
sentimientos y debido a eso, era capaz de mantenerme a raya.
Era una mujer adulta con mi propia casa y un negocio exitoso. Era
totalmente independiente y autosuficiente. Sin duda podía manejar un
pequeño revoloteo del corazón.
¿Qué estás haciendo?
El texto llegó mientras estaba acostada en la cama, el olor de él aún
fuerte. No me había tomado la molestia de ponerme ropa, porque lo único
que quería en mi piel era el recuerdo de su cuerpo por todas partes.
Lo mismo que hago siempre después de que te vas.
¿Pensar en mí?
Sonreí, pasando la mano por encima de mi estómago. Había estado
durante todas las noches durante los últimos siete días, pero esta noche fue
en la que más temprano se había marchado. Tenía una cita en la mañana y
necesitaba estar despierta. Todas esas noches, Chase técnicamente no se
había quedado a dormir, pero sus horarios de salida habían progresado
hasta más tarde. Parecíamos haber ignorado por completo la ventana de
una o dos horas.
Es difícil no pensar en ti cuando estás goteando por mis muslos.
Me encanta que todavía esté ahí contigo. Pon tus dedos en tu
sexo y prueba los dos juntos.
Hice lo que me dijo, llevando mis dedos a la boca. Lo quería de vuelta
en mi cama. Lo quería a mi lado mientras los chupaba. Quería que se
derramara dentro de mí otra vez para poder sentir que se escapaba.
Quería…

Quiero probar tu pene mientras se desliza sobre mi lengua.


Quiero más de tu crema llenando mi sexo. Quiero que baje por mi
garganta.
Tantas cosas que quería esta noche. Me sentí codiciosa, pero en el
buen sentido. No podía tener suficiente de él. ¿Cómo no lo había tragado
todavía? Parecía imposible con todo lo que habíamos hecho, pero siempre
estaba tan concentrado en mí y tener orgasmos golpeándote casi
constantemente distraía un poco.
Mierda, Jillian. Sigue hablando así, sabes que voy a volver otra
vez.
Doy una maldita buena mamada. Realmente deberías
experimentarlo.
¿Y cómo sabes que es buena?
Estaba en medio de escribir mi respuesta cuando se me adelantó.
No espera. No respondas a eso.
Se me olvidó que podía ponerse celoso, lo cual era una tontería, la
verdad. No éramos vírgenes cuando nos conocimos; Sabía cómo manejar un
cuerpo masculino, incluso si esos hombres necesitaban direcciones
alrededor de la mía. Hasta Chase. Él era un conductor profesional que
podría navegar el curso con los ojos cerrados.
Quiero decir que creo que es bueno, pero necesito más práctica
para estar segura. ¿Ayudarás a una chica y me dejarás ahogarme en
tu pene?
Maldita sea. No estás haciendo esto más fácil. ¿No te tienes que
levantar temprano?
Sí, pero el cansancio es una valiosa compensación por sentirte
dentro de mí otra vez.
¿Por qué tuve que dejarlo ir? Así que estaría un poco soñolienta para
mi cita. Por lo menos fue por teléfono, y pude ocultar las bolsas en mis ojos
y mis párpados caídos. Ni siquiera tenía que vestirme.
Sólo me quieres por mi cuerpo, envió un mensaje.
Tonterías.

El estridente sonido de mi teléfono me arrojó hacia arriba. Perry.


Apenas eran las cinco de la mañana. Mi corazón comenzó a martillar. Esto
no podía ser bueno. Ella nunca llamaba tan temprano.
—¿Qué pasa? —Solté tan pronto como le respondí. Hubo un sonido
de extraño gorgoteo en el otro extremo, y realmente comencé a entrar en
pánico—. Oh Dios. Perry, ¿qué está pasando?
Chase se agitó a mi lado, murmurando, —¿Todo bien?
—Lo siento. Tuve que sacar el pene de Stephen de mi boca primero.
Ahora puedo hablar.
—¡¿Qué?!
—¡Es broma! —Perry rompió a reír, y tenía suerte de no estar frente a
mí. La habría estrangulado por asustarme—. Ese fue mi ruido feliz.
Mi cabeza estaba confusa. ¿Qué demonios estaba pasando aquí? Me
volví a Chase y susurré, —Todo está bien. Puedes volver a dormir. Voy a
tomar esta llamada en la otra habitación.
—¿Quién es ese? ¿Con quién estás hablando? —Exigió Perry. Me
deslicé de la cama y tropecé por el pasillo—. ¡Santo cielo, Jills! —Gritó en mi
oído, y tuve que tirar el teléfono lejos—. ¿Chase, se quedó a dormir?
—Nunca dije que fuera Chase, y estás lastimando mi cabeza.
—¿De verdad lo dejaste? —Ella ignoró por completo la posibilidad de
que no fuera Chase—. ¿Y no tuvo que tranquilizarte primero?
Me froté la sien y me pregunté si incluso valía la pena volver a dormir.
Debería hacer una taza de café y seguir adelante. —Perry, ¿podemos volver
al por qué llamas? ¿Qué es lo que posiblemente te enloquecería a esta hora?
Tan pronto como las palabras salieron de mi boca, lo supe. Santa
mierda. Un puño bombeó en el aire. ¡Sí! Olvidé el café; Estaba totalmente
despierta.
Perry volvió a gritar, y ni siquiera me afectó. Estaba tan jodidamente
emocionada por ella. —Me lo propuso, me pidió matrimonio, me pidió
matrimonio. —Ella medio gritaba y medio cantaba y, probablemente, bailó
alrededor de la casa—. Te hubiera llamado antes, pero acabamos de
terminar la celebración.
—Oh, Dios mío, dime todo. ¿Cómo lo hizo?
—Bueno, primero me tomó desde arriba mientras me miraba
fijamente a los ojos, luego, cambiamos mientras él...
—¡Perry!
—Está bien. —Ella soltó una risa tonta, luego suspiró ruidosamente—
. Fue tan romántico, Jills. Después de pasar el día juntos haciendo todas

mis cosas favoritas, me llevó hasta la orilla del lago, y caminamos por la
playa. Nos sentamos y vimos las olas durante un rato y luego uno de esos
aviones volando. Ya sabes, ¿del tipo que siempre pensé que era tan cursi?
Escribió un mensaje, ¿Quieres casarte conmigo? Al principio, pensé que no
era para mí, porque no tenía nombre. Miré alrededor de la playa, en busca
de otra pareja, pero todo lo que vi fue a tu hermano arrodillado. Juro que
casi pierdo la cabeza, Jills. Casi comienzo a lloriquear sobre la maldita
arena. Él me dijo que era el aniversario de la primera vez que me dijo, “Te
amo”. Estábamos en la misma playa cuando sucedió también. No puedo
creer que recordara algo así.
Guau, no podría tampoco. Stephen me dijo que estaba tratando de
hacer la propuesta increíble para ella, pero no tenía ni idea de que lo hubiera
hecho tan bien. Estaba tan feliz por los dos que quería explotar todo el lugar.
—Y el anillo... Oh, Dios mío, es precioso. Honestamente, no me habría
importado si se trataba de una caja de Cracker Jack, pero después de verlo,
me alegro de que no haya sido así. Es tan... mío. Él me entiende, Jills. Nunca
he tenido un hombre tan dentro de mí, y nunca lo dejaré ir.
Mi sonrisa era enorme. —Sabía que sería perfecto para ti —dije sin
pensar. Mierda.
—Espera un momento... ¿Sabías de esto?
—Um...
—¿Me dejaste sufrir todo este tiempo y no dijiste nada? ¿Pensé que
eras mi mejor amiga? ¿Pensé que me amabas? Yo creía...
—Basta, Perry. Te amo; es por eso por lo que no te lo dije. No sabía
ningún detalle, solo vi el anillo y sabía que estaba planeando algo. No quería
quitarte la magia dejándote saber de antemano. ¿Crees que te habrías
emocionado así, si cada segundo que estabas con él, te preguntabas
constantemente si ese era el momento?
—Bueno, cuando lo pones de esa manera... supongo que puedo
perdonarte ya que serás mi hermana oficialmente. Y estoy demasiado
contenta para estar molesta en este momento. Pero lo traeré de regreso
algún día, de alguna manera.
Ella sonrió, y sabía que todo estaba bien. —No puedo esperar a ver el
anillo.
—Acabas de decir que ya lo hiciste.
—No mientras estaba en tu dedo. —Entré en mi oficina y apoyé la
cabeza contra uno de los grandes ventanales. El sol saldría pronto.
—Es verdad. ¿Cuáles son tus planes hoy? Además del sexo por la
mañana.

—Veamos. Tengo una teleconferencia en menos de dos horas. Luego,


al mediodía, tendré mi periodo, y luego acepté ver a Chase jugar béisbol a
las tres. Después de eso, no estoy segura.
—Hmm... cosas en público. Así que, para después, ¿por qué no
simplemente dices que vas a tener más sexo? Sabes que eso es lo que harás.
—No, Perry. ¿Acaso no me oíste decir que voy a tener mi periodo?
—Tal vez le gusta eso.
—No importa si le gusta. No a mí. ¿Por qué crees que todavía está aquí
esta mañana? Quería estar con él una última vez antes de estar fuera de
servicio durante los próximos dos días.
—No puedes mentir un carajo, Jills. —Fijé mi mirada al nido de la
paloma sentado encima de mi surtidor de agua exterior para evitar reírme—
. Sabes muy bien por qué está allí. Ahora, vas a repetir después de mí: nunca
volveré a mentirle a mi mejor amiga y hermana.
—Nunca volveré a mentirle a mi mejor amiga y hermana. —No pude
evitarlo esta vez; Empecé a reír.
—Ahora dices, “Chase todavía está aquí porque me preocupo por él.
Es más que sólo sexo”. ¿Entendido?
—Chase todavía está aquí porque me preocupo por él. Es más que
sólo sexo. Realmente me gusta.
—Nunca te dije que dijeras la última parte. —Oh, maldición. Eso debe
haberse deslizado simplemente de alguna manera—. Entonces, ¿dónde está
jugando hoy?
—En el campo Killmer.
—Está bien, iré y me sentaré un rato contigo antes de volver a
reunirme con Stephen. Traeré las sales aromáticas en caso de que te
desmayes.
—Suena bien Perry. Hasta entonces.
Me di la vuelta para ver a Chase apoyado en la puerta, desnudo y
duro. Mierda.
—Realmente te gusto, ¿eh?
Mis ojos recorrieron su cuerpo. Me sentí como si hubiera recibido mi
regalo favorito de Navidad cada vez que lo miraba. —¿Y eso te excita?
—No tienes idea, potra salvaje. —Su voz añadió más intensidad a la
palpitación. Me tendió la mano, y me acerqué a él. No iba a perder mi tiempo
restante durmiendo. Me apretó contra él—. No tienes ni idea —me repitió en
el oído.
Tenía una idea.

23
Traducido por Jessibel

Corregido por Tamij18

Un toque en mi hombro me hizo girar mi cabeza alrededor. —¡Oye, lo


lograste! —dije.
—Por supuesto que sí, tonta. —Perry se sentó a mi lado en las gradas
justo cuando el bateador contrario ponchó. Ella envolvió sus brazos a mi
alrededor y me atrajo hacia sí—. Maldita sea, él es caliente.
—¿Quién?
—Tú sabes quién. —Puso los ojos en blanco—. Quién, pregunta ella.
Tu novio, ¿quién pensabas? Sin embargo, en tu defensa, hay varios chicos
calientes y sudorosos por ahí.
—Él no es... No importa. Y ¿qué haces mirándolos? Eres una mujer
comprometida ahora.
Ella se asomó, apretando y haciendo que mi brazo se adormeciera
antes de soltarlo. —Mira —dijo, empujando su mano en mi cara.
Bajé sus dedos, luego los incliné hacia atrás y hacia adelante. —
Precioso. Realmente parece que fue hecho para ti. Sentado en una caja no
le hace justicia.
Perry asintió. —Dios, estoy tan feliz. Lo amo tanto, Jills.
—Lo sé. ¿Ya hablaron de una fecha?
—Probablemente el próximo verano. Sabes que vas a ser mi dama de
honor, ¿verdad? No tienes opción, así que felicitaciones, lo eres.
—Pero ¿qué pasa con tu hermana?
—Ella estará de pie también, pero eres la única que quiero a mi lado.
Tendrás que lidiar con toda mi locura, por supuesto, y te arrastraré a todas
partes durante el próximo año. Vas a comer tanto pastel que vomitarás, con
suficientemente glaseado espeso como para ahogar a un elefante. Luego
tendrás que sentarte y ver al menos quinientos cambios de vestidos y ser
brutalmente honesta acerca de cada uno de ellos, incluso si me dan ganas
de meterte un velo en la garganta para hacerte callar. Así que, básicamente,

es mejor que sigas viendo a Chase, porque él te hace feliz, y lo último que
voy a querer es una perra dama de honor.
Una lágrima rodó por su rostro, y le di un abrazo. —Oh, Perry. Suena
perfecto. Sería un honor. —Sabía que mi hermano la amaba tanto como ella
lo amaba, pero que él la hiciera tan dichosamente feliz me hizo querer llorar
junto con ella.
—Bueno, entonces. —Se secó los ojos—. Está decidido. Soy la ley
ahora, y estoy haciendo que tú y Chase celebren conmigo y con mi prometido
el viernes.
Negué con la cabeza. —Perry, eso no es una buena idea.
—No te preocupes por Stephen, ¿de acuerdo? Por favor haz esto. ¿Por
mí?
Me puse de pie y aplaudí cuando Chase enganchó con un batazo una
línea en el jardín central. —Lo pensaré. —No podía imaginar que esto
sucediera. Claro, teníamos sentimientos el uno por el otro, pero no éramos
técnicamente una pareja. ¿Por qué ponernos a todos en una noche
incómoda, a menos que fuéramos en serio? Y si fuéramos en serio,
enloquecería aún más a mi hermano. Parecía que cualquier escenario no
sería un buen augurio.
—¿Ustedes lo hacen anal?
Me estrellé de nuevo en el banco tan rápido que me mareé. —Mierda,
Perry —susurré—. ¿Qué te pasa? Cálmate.
Ella agitó la mano. —Tsss. Nadie escucha. Así que, ¿lo hacéis?
—No, no lo hemos hecho.
—Deberías. Déjale tomar tu virginidad parcial y compensa el
espectáculo de fenómenos que Mike te hizo pasar.
—No me gusta. Eso no va a cambiar sólo porque es un pene diferente.
—No podía creer que estuviéramos hablando de esto aquí. Era tan mala
como ella, pero al menos no dije nada al respecto.
—Mierda. Por supuesto que será diferente. Todo con Chase es
diferente, ¿no?
Asentí. Ella tenía razón en eso, pero aun así... me estremecí, pensando
en la primera y única vez que Mike y yo probamos el sexo anal. Había llegado
a la mitad antes de que quisiera cortarle su pene y empujarlo por su
garganta. Así que, no es una experiencia tan placentera.
—Apuesto a que lo haría atractivo. Ya dijiste lo fantástico que es el
sexo. Nunca dijiste eso de tu ex.

Me volví hacia ella. —¿No crees que es extraño lo bueno que es? Es
decir, no es que haya tenido toda una vida para perfeccionar su técnica.
Trabaja mi cuerpo como si estuviera poseyéndolo siempre.
Ella se encogió de hombros. —Él está en el lado más joven, pero no es
como si tuviera dieciséis. Podría haber tenido decenas de mujeres. Tal vez
era un total mujeriego antes de conocerte.
—Gracias.
—¡Ja! Sé que te pone celosa.
—No, no lo creo. No me importa con cuántas se haya acostado. Es
sólo que es un pensamiento extraño, eso es todo.
—Uh-huh. —Me moví en mi asiento, esquivando un pequeño
calambre. Por suerte, fueron leves y sólo se prolongó durante la primera
mitad del día—. O tal vez la razón por la que es tan bueno es porque está
loco por ti. —Moví mis caderas en la otra dirección—. ¿Qué es lo que te
pasa?
—Sólo unas pocas punzadas.
—Oh, está bien. Tienes tu periodo. Al medio día.
—En realidad, a las doce y cuarto.
—Eso es una mierda extraña, Jills. No sé cómo sabes estas cosas. —
No sabía tampoco. Lo acabo de saber. Mi superpotencia, supongo—. Está
bien, tengo que irme. ¿Confío en que vas a estar bien si te dejo con Chase?
—Le di una mirada, y se rio—. Los veo a ambos el viernes. Te quiero.
Ella se fue, y volví a mirar el partido, preguntándome cómo iba a salir
de allí. Aún iría, pero llevar a Chase conmigo sonaba tan armonioso como
una flauta sin agujeros.
Sentí a una persona muy cerca de mí, y me di la vuelta. —Perry,
¿qué...?
—Oye, petardo.
Mi estómago se revolvió, y me moví un poco, sacudiendo todo el
fastidio que acababa de aterrizar en mí. Hice todo lo posible para ignorarlo
y centrarme en el campo, pero su energía se estaba desbordando.
Probablemente haría demasiado el asunto de levantarme e irme a otro lugar,
por lo que sólo me quedé donde estaba. Estábamos en un área pública de
todos modos.
Trevor se deslizó hacia mí. —Ahora, ¿por qué te tienes que ir y ser así?
Sólo quería disculparme por mi comportamiento del otro día. No fue bueno
ser alfa contigo. Obviamente, no te gusta esa mierda.

Eso no era alfa, eso fue idiota. —Acepto la disculpa. —Ahora


permanece jodidamente lejos de mí. Una vez más, me moví hacia abajo y una
vez más, hizo lo mismo.
—Vamos, nena. Estás hiriendo mis sentimientos aquí. —Él agarró su
pecho—. Solo dame una oportunidad. Tan pronto como termines con Chase,
déjame entrar en la acción. Dejaré que te hagas cargo. Me gustan las
mujeres... con experiencia.
Me puse de pie, sin importar si estaba haciendo un problema
importante del mismo. Necesitaba ser detenido. —Mantente....
—¿Qué demonios estás haciendo? —Chase nos sorprendió a los dos,
parecía salir de la nada. Estaba justo en la cara de Trevor.
—Eh hermano. Sólo viendo alguna bola y familiarizándome con tu
señora aquí.
El puño de Chase conectó fuertemente con la mandíbula de Trevor,
haciéndolo caer de nuevo en las gradas. La vibración casi me envió abajo
también. —¡Chase! —grité. ¿Qué demonios está pasando? El juego se había
detenido, y todo el mundo nos estaba mirando. Me sentí como una idiota.
Trevor estaba luchando por levantarse, y me preocupaba que Chase
fuera a perder su mierda de nuevo y no lo dejara. Estaba de pie sobre él
como si quisiera arrancarle la cabeza.
—¡Maldita sea, detente! —Estaba tan jodidamente irritada. Si quería
jugar esta basura, no iba a quedarme a mirar.
Agarré mi bolso y me largué. —Jillian, ¿a dónde vas? —Chase pronto
salió detrás de mí, alcanzándome—. Jillian. —Se agarró a mi brazo.
—¿Ya terminaste? ¿O necesitas volver y tener otro tiro? —Podría haber
estado exagerando, pero no lo creía. Tal vez fue sólo las hormonas
empujando mis límites, pero no creo que fuera eso tampoco. Era algo más.
Chase, me tiró contra él. —Lo siento —dijo—. No fue mi intención
haberte molestado. —Mis músculos se aflojaron en su abrazo, pero mi
sangre todavía estaba bombeando a un ritmo frenético—. Trev te estaba
molestando, y no me gustó.
Me retorcí alejándome, manteniendo la distancia. —Chase, no
necesito que me defiendas. Puedo cuidar de mí misma. Lo manejé la primera
vez, y era capaz de manejar esto...
—¿A qué te refieres con la primera vez?
Mierda. —No te preocupes por eso. —Yo y mi maldita boca, pero eso
no hizo que el punto fuera menos válido.
—No me digas que no me preocupe, Jillian. ¿Qué te hizo?

Su voz era uniforme y controlada, pero me di cuenta de que estaba


hirviendo bajo la superficie. No quería darle a su testosterona otra razón
para pavonearse.
—Ven conmigo primero. —Tomé su mano y lo conduje al interior del
edificio de restauración. A veces se utiliza para las concesiones, pero en este
momento estaba vacío—. No es gran cosa, Chase. Cuando fui allí, estaba un
poco descontrolado, pero duró treinta segundos. Le dije que retrocediera, y
lo hizo.
Él tomó una respiración profunda. —¿Por qué no me lo dijiste?
—¡Porque no fue un gran problema! Chase, te lo dije, puedo cuidar de
mí misma.
Él me agarró fuerte y me abrazó. Su cuerpo era sólido, inquebrantable.
Dios, era fuerte. Me encantó eso, pero estaba tan en conflicto con toda esta
basura machista.
—Jillian. —Él acarició mi cabello, el aliento caliente en mi cuello—. Lo
que sea que te involucre es un gran problema para mí. ¿Entiendes eso? No
me pidas que deje de defenderte porque no lo haré. Si alguna vez pienso que
estás en peligro, voy a reaccionar.
Rodé suavemente mi cabeza sobre su pecho, inhalando. Todo esto era
tan extraño para mí. No diría que a Mike le gustaba que otros chicos vinieran
a mí o me hicieran comentarios lascivos, pero él no se dispararía a atacarlos.
—Chase. —Me miró—. ¿No te molesta la diferencia de edad, aunque
sea un poco?
—Ya hemos pasado por esto antes, Jillian. No, no lo hace.
Ese tema podría cambiar fácilmente si empezamos a hacer más
apariciones públicas juntos. El pensamiento de él provocando risas y las
referencias de madre-hijo era agotador.
Me dio un beso suspirando, luego acarició mi mejilla. —Deja de buscar
cosas que no están ahí. Se trata de ti y de mí, no de los años entre nosotros.
Cuando te vi por primera vez, no pensé que eras preciosa para ser una mujer
mayor. Pensé que eras preciosa y punto.
Mi madre comenzó a ser hermosa para mi padre también. Hasta que
no lo era. Tal vez mi periodo me estaba poniendo un poco emocional. Cavé
en mi bolso y encontré un paño de maquillaje. Luego lo froté sobre mis ojos.
—¿Qué pasa ahora? —le dije.
Chase, me dio una de esas miradas divertidas a las que estaba tan
acostumbrada. —¿Qué te parece ahora?
—Esto es lo que parezco con dos horas de sueño. No me recupero tan
fácilmente como lo hacía hace quince años. En aquel entonces, podría

quedarme todas las noches en vela sin problemas y parecía que acababa de
regresar de un día en el spa. ¿Crees que realmente me has visto antes? No
lo has hecho. Siempre me quedo dormida con mi maquillaje. Esta soy yo,
con bolsas y todo.
Tal vez emocional no era la palabra adecuada. Malditamente
desquiciada era lo más apropiado. Acabo de señalar los defectos que pasé
una hora completa encubrimiento.
—Todavía preciosa.
Negué con la cabeza. Estaba loco también, pero al menos teníamos
eso en común. A diferencia de nuestro mutuo grupo.
Se echó a reír. —¿Es esta otra manera de tratar de asustarme?
Tendrás que hacer algo mejor que eso.
Aplasté mis labios, y parecía encontrar eso también humorístico. Este
tipo era un enigma, pero, realmente me gustaba. Y si realmente no le
preocupa mi edad, iba a tratar de ignorarlo también. No es como que íbamos
a estar juntos a largo plazo de todos modos. Daniel, con suerte, volvería a
casa en cuatro meses, y no iba progresar visiblemente mucho más en ese
período de tiempo.
Así que, mientras tanto... lo jalé detrás del mostrador. Había unas
cuantas bolsas de tazas de papel y servilletas apiladas en los estantes, pero
en su mayor parte, estaba despejado hasta que se utilice de nuevo. Me
arrodillé delante de él.
—¿Qué estás haciendo?
—¿Qué te parece? —Todavía no lo había mamado en seco. La noche
anterior, se había volcado en mí de nuevo, y aunque estaba muy, muy feliz,
quería hacer algo exclusivamente para él.
Tiré de la cremallera, pero detuvo mi mano. —No voy a dejar que hagas
esto aquí.
—Tu pene no está de acuerdo contigo. —Podría argumentar todo lo
que quiera, pero la erección justo en frente de mí no miente—. Y estás en
un lugar perfecto para vigilar.
Él gimió cuando lo liberé, y, de repente, sus intentos poco entusiastas
de pararme ya no funcionaban. Nadie podía verme; estaba protegida por
todos lados. Si alguien entraba, sólo verían a Chase, de cintura para arriba.
Lo deslicé por mis labios y en mi boca, y me agarró el pelo. Por un
momento, pensé que me iba a dar un tirón, pero me empujó más profundo.
Lo llevé tan lejos como pude en mi garganta, girando mi lengua alrededor de
su piel pulsante. Él sabía divino.
—Joder, Jillian. —Bombeó en mi boca—. Es tan bueno.

No pasó mucho tiempo en absoluto. Mi mandíbula se estiró para


acomodarlo, pero ni siquiera tuvo la oportunidad de doler antes de sentir
los primeros chorros calientes. Me lo tragué. Y tragué. Y tragué. Se siguió
viniendo, y no pude conseguir tragar lo suficientemente rápido. ¿Había una
cosa tal como la asfixia por eyaculación?
Cuando se separó de mis labios, aún estaba duro, haciendo que desee
la etapa del sexo. Miré hacia su expresión de satisfacción y me pregunté si
me veía así de soñadora después de que él me hiciera correr duro. Lo cual
era siempre.
Chase agarró mis brazos y me atrajo hacia él, besándome
profundamente, lo que era una de las cosas más jodidamente eróticas que
jamás había experimentado.
—Así que, profesor —susurré cuando sus labios dejaron los míos—.
¿Cómo lo estoy haciendo? ¿Necesito más práctica?
Un ruido sordo salió de su garganta, me recordaba a un gruñido. —
Sólo conmigo, potra salvaje.
Siguió con otro beso, y para una mujer libre que cuida de sí misma,
me sentí irremediablemente reclamada.

24
Traducido por Mich Fraser
Corregido por Jessibel

—Te ves bien.


Levanté la cabeza y sonreí. —Gracias. —Terminé de regar mis flores
al lado de la casa y después caminé hasta la cerca que separaba nuestros
patios.
—¿Has terminado con el trabajo para este fin de semana? —Preguntó
Michelle. Asentí, saludando a Henry, que estaba tendido en una silla de
jardín, no muy lejos de nosotras. Sasha estaba corriendo en círculos
ladrando.
—Me encontraré con Perry y mi hermano pronto. Sólo una pequeña
celebración. Recientemente se comprometieron.
—Bien por ellos. —Dio una larga calada—. Felicítalos por mí.
—Lo haré. —Sacudí un poco mi vestido—. ¿Qué pasa con ustedes…
algunos planes?
—Nah. Se quedó sin esas píldoras azules. No pasará mucho aquí. —
¿Por qué no podrían hacer otra cosa? Aunque, Henry pareció que se
quedaría dormido en poco tiempo.
—Hablando de eso… —guiñó un ojo—. Tú recién horneado
panquecito, ¿irá esta noche?
Me tapé la boca con la mano y me reí. ¿Panquecito? —No, sólo yo.
Me miró más de cerca, haciéndome sentir como un animal de granja
bajo inspección. Sus ojos recorrieron mi cara. —¿Qué le estás haciendo a tu
piel? Se ve increíble.
—Um, nada diferente. —Lo único que estaba haciendo era extender
mi cantidad diaria de orgasmos. Había escuchado que eran excelentes para
aumentar el flujo de sangre y traer ese resplandor juvenil a tu piel. Tal vez
sí estaba haciendo algo.

—¡Lo sabía! Has estado recibiendo de esos… —Puso la mano en su


boca—. Tratamientos especiales.
Buen Señor. —No, Michelle. —Si un hombre se iba a derramar en mi
cara, no sería por esa razón.
—No dejes que te convenza de nada, Jillian —gritó Henry, con los ojos
aún cerrados.
Mis mejillas se calentaron. Esto era incómodo. Michelle agitó la mano.
—Ah, él no sabe nada.
—Sé que gastas mucho en esas malditas cremas de lujo.
—Se llaman faciales, Henry —gritó, a pesar que estaba a una docena
de pasos de distancia. Me tocó el brazo—. Sigue haciendo lo que haces,
cariño. Estás estupenda.
—Gracias.
Disfruta mientras dure, Jillian.

Entré en Wengo, sonaban música de los años 80, y escaneé alrededor


de su mesa. Había visto a Perry y Stephen antes de que me vieran, y tuve
un momento para prepararme. Aunque le dije que era más probable que
viniera sola, ella todavía esperaba que cambiara de opinión.
Fui a través de los pasillos y les di un abrazo a cada uno antes de caer
en la silla de madera. Ya tenían una jarra de cereza y una gran canasta de
alitas de pollo sobre la mesa. Me encantaba este lugar. Sencillo, con buena
comida, música en vivo por las noches.
—¿Qué te tomó tanto tiempo? —Dijo Perry.
—La caminata tardó un poco más de lo que pensaba. —Había pensado
que tomaría treinta minutos, pero fueron más de cuarenta.
—¿Caminaste? ¿Por qué diablos harías eso?
—Me gusta caminar. Y es una noche agradable.
Me serví un vaso de cerveza mientras Perry me fulminó con la mirada.
Uno. Dos. Tres. Aquí vamos.
—¿Dónde está Chase? —Justo a tiempo.

—¿Chase? —Stephen miró atónito.


—Te dije que iba a venir sola.
—¿Por qué Chase estaría aquí? —Preguntó Stephen.
—No, tú dijiste que probablemente vendrías sola. No es lo mismo. Este
fue tu primer choque de dama de honor. —Perry entrecerró los ojos.
Negué con la cabeza y agarré una alita, algo para mantener la boca
llena.
—Dijiste que ella traería a su nuevo novio, Perry. —Stephen giró la
cabeza entre nosotras—. ¿Qué mierda está pasando aquí? ¿Estás viendo a
este niño ahora?
Escupí y tomé un sorbo de cerveza. —Eso no es justo. —Entrecerré
mis ojos hacia ella—. No es mi novio.
—Pero te gusta lo suficiente para serlo. —Crucé mis brazos. Esto no
estaba empezando bien, pero al menos Chase no estaba atrapado en el fuego
cruzado—. Stephen puede aceptar eso. ¿Verdad, cariño?
—No, Stephen no puede —dijo él.
Una pequeña curvilínea rubia se detuvo en nuestra mesa, bajando
una orden de mozzi palos. Ella se inclinó, las mejillas de su culo se
asomaron en sus shorts. ¿Eso era sanitario? Agarré un palo y comí.
—Dios, ustedes son dos cabezas de culo obstinados. ¿Cuál es la gran
cosa? Ella cuida de él, y él la trata bien. ¿No es eso lo principal? Y tu
hermana por fin está consiguiendo buen sexo decente, por primera vez en
su vida. Deberías estar feliz por ella.
Stephen hizo una mueca y después apartó su silla, alejándose. Tal vez
estaba planeando unirse a la otra mesa, una donde no tenía que estar al
tanto de la historia sexual de su hermana.
—No tendría que seguir preguntándote esto, pero, ¿eso era realmente
necesario?
—Oye, lo atenué. Dije sexo decente cuando pude haber dicho,
golpearle duro su culo y que no pueda caminar por una semana de sexo.
Porque de eso se basa la sonrisa de mierda que siempre tienes últimamente.
—Pensé que esta noche estaríamos hablando de cosas de bodas.
—Nah, hay mucho tiempo para eso. Oh, lo que me recuerda. —Sacó
una tarjeta de su bolso y me la entregó—, tendremos una fiesta de
compromiso oficial el tres de septiembre en el Metro Loft.

La miré. —¿Bien? ¿Cómo planeaste esto tan rápido?


—Principalmente Stephen se hizo cargo. Hubo una cancelación de
última hora, así que saltó sobre ello.
—Está bien, estaré allí. —Puse la tarjeta en mi bolso.
Ella alzó una ceja. —Es más de una invitación, sabes. —No dije nada.
La fiesta era en dos semanas más. mucho podría pasar en ese tiempo—.
Jills, habla conmigo. —Su voz se hizo más silenciosa, y apenas pude
escucharla por encima de la banda en los altavoces—. ¿Por qué no trajiste
a Chase?
—No se lo voy a restregar a Stephen, y además, lo hacemos mucho
mejor cuando somos nosotros dos únicamente.
Mucho mejor era en verdad un eufemismo. Estábamos
completamente en sincronía, tanto dentro como fuera de la habitación.
Cuando era sólo un nosotros, la mujer de treinta ocho años y el hombre de
veintitrés años no existían. Sólo había conexión. Ese no era el caso cuando
nos aventurábamos fuera.
Perry abrió la boca pero la cerró de nuevo cuando Stephen volvió a la
mesa, con una bebida roja y espumosa en la mano. —Daiquiri de fresa.
—Oh, gracias —dijo y le dio un beso—. Mira lo maravilloso que él es.
—Sonreí sabiendo que adoraba el piso por el cual ella caminaba—. Sabía
que mi estómago se revolvería si tomaba un sorbo de cerveza más. Si puedes
encontrar a un hombre como éste, Jills, presta atención, nunca lo dejes ir.
Su significado era muy claro, y suspiré tragando el resto de mi vaso. Si
tan sólo fuera tan simple, Perry.

Pasamos las próximas horas hablando al azar y evitando cualquier


cosa relacionada con Chase, afortunadamente. Estando en un estado de
negación hizo de la noche una divertida.
Poco antes de que estuviera lista para terminar la noche, recibí un
mensaje: ¿Todavía fuera?
Sí, pero me estoy yendo pronto.
¿Condujiste o te llevaron?

Caminé.
La llamada llegó casi de inmediato, pero no la acepté. La banda estaba
tocando, y si no salía, no podría escucharlo bien.
Demasiado ruidoso para responder. ¿Qué pasa?
Voy por ti.
¡No! Mierda. Por favor, no es necesario. Me voy ahora. Llamaré
cuando llegué a casa.
Permanece allí. Lo digo en serio. Voy en camino.
Consideré mis opciones. Podría irme en este segundo, y él podría
recogerme en el camino. Podría pedirle a Stephen un paseo, pero sería
grosero que me fuera cuando él llegara, y ellos no estaban listo para irse de
todas maneras. Sólo esperaría afuera hasta que Chase llegará, y después
me escaparía sin que nadie me viera. Perfecto.
Me acerqué al lado de Perry y traté de trasmitir el mensaje en su oído
sin hablar demasiado alto.
—Eso es estúpido —dijo.
—No, no lo es. Es mi mejor opción. Y no veo cuál es el problema. Él
actuó demasiado cavernícola cuando le dije que estaría caminando a casa.
—Dios, Jills. Eso no es un hombre de las cavernas; eso es ser
considerado y protector. No deberías estar caminando sola a casa a esta
hora, no importa lo mucho que te guste. Estoy de acuerdo con él.
—Soy una chica grande, Perry. —La abracé para despedirme, y
después a Stephen.
—¿Ya te vas? —Dijo—. Te llevo a casa.
—No, gracias. Estoy bien.
—Fue una buena cosa que caminaras aquí antes que el sol cayera,
pero no ahora. Te estoy llevando.
¿En serio? Quise gritar. Esto no iba bien. Miré a Perry, pero ella se
encogió de hombros. Apuesto que estaba disfrutando de esto.
En medio de nuestro desacuerdo, la rubia mesera curvilínea nos
entregó otra jarra, después dijo en voz alta—: ¡Chase!
Los tres nos congelamos y la miramos fijamente, después a la persona
que se había unido a nuestra pequeña fiesta. Mi pecho se volvió loco por
una multitud de razones.
—Hola, Amanda.

Stephen abrió un agujero a través de mí, su expresión era como de


cristal. Decía: Te lo dije.
—¿Qué puedo conseguirte? —Pude haberla acusado de empujar sus
tetas, pero ella pudo haber estado de cabeza y ellas hubieran parecido
iguales.
—Nada, gracias. Me voy de inmediato.
Ella frunció el ceño. —Bien, déjame saber si cambias de opinión.
Después se fue con un balanceo extra de sus caderas, aclaré mi
garganta. La banda estaba en un descanso, y estaba dolorosamente
silencioso allí. —Um, Chase, recuerdas a Perry y Stephen. —Se estrecharon
las manos, Stephen actuando cordial, pero la desconfianza en sus ojos era
descarada. Hora de irse. Ahora—. Bien, bueno, tengo que correr. Hablaré
contigo más tarde.
Me giré pero Stephen me agarró del brazo. —Tienes una buena cabeza
en sus hombros, Jillian —me susurró al oído—. No la pierdas por este tipo.
Asentí, no segura de cómo responder. No tenía que preocuparse por
mí. Podía manejar esto.
Empujé a Chase a través de las mesas y fuera de la puerta, el aire me
golpeó como una ducha helada. Estaba demasiado caliente allí. —¿Cómo
llegaste tan rápido? —Le pregunté. Estaba contando con más tiempo para
salir como comadreja del edificio.
—No estaba tan lejos. No puedo creer que ibas a caminar a casa con
eso. Sola. En la noche.
Miré hacia abajo. ¿Qué diablos estaba mal con mi vestido? —No hay
nada malo con lo que llevo puesto, Chase. —Ni siquiera era tan corto. Nada
en comparación con lo que Perry usó en festival de verano.
—Es caliente como la mierda, y si yo creo eso, otros hombres también.
—¿Y?
—Y no te dejaré ir sola por una calle oscura, incluso si llevas una
parca. Y en especial no en un vestido que muestra tu piel. Quiero empujarte
contra esta maldita pared ahora mismo y hacerte gritar.
Bien, todo mi cuerpo se sonrojó. Respira y céntrate en el tema en
cuestión. En el que se sentía como si fuera agredida, tres contra una. ¿Qué
había de malo con cuidarme yo sola?
—¿Qué pasa con la chica? —Le dije, cambiando de tema—. Amanda.
—Sólo alguien que vi algunas veces.

—Por mirar te refieres a tener sexo.


Traté de leer su cara, pero no podía decir si estaba enojado o
divertido.
—Sí. ¿Eso te molesta? Fue hace años.
—Sin embargo ambos aún se recuerdan.
Agarró mis manos. ¿Creía que necesitaba ser aplacada? No estaba
afectada por la cantidad de mujeres por la ciudad a las cuales le metió su
pene. Sólo tenía curiosidad.
—Todavía me encuentro con ella de vez en cuando, cuando vengo
aquí. Y con encontrar, no me refiero a tener sexo.
Como sea. Un pequeño musculo en mi ojo empezó a contraerse, y fui
al coche antes que él pudiera notarlo. Me alcanzó antes de llegar allí.
—¿Estás bien?
—Claro que lo estoy.
Ves, ese era el tipo de cosas que pasaba cuando salíamos de la casa.
Jóvenes y bonitas cosas aparecían por todo mi patio como dientes de león,
recordándome que Chase y yo no pertenecíamos juntos. Recordándome lo
fácil que sería para las malas hierbas asumir el control y sofocar lo que
teníamos juntos.
—No, no del todo cierto, Chase. ¿Podemos irnos en el coche ya?
Asintió y agarró mi mano. Cuando llegamos, me apoyé contra el lado,
el metal frío estaba contra mi espalda. Me sentí más segura aquí. Era oscuro
y no había aparcado demasiado cerca del edificio.
—No soy una mujer insegura. Todo lo contrario. —Hice una pausa,
pensando las palabras correctas para decir. Me di cuenta que cuanto mayor
era, más cómoda me sentía conmigo. Sabía sin lugar a dudas que no tendría
estos problemas con un hombre de mi edad. Sí, me molestaba un poco el
departamento de pechos y esa línea en la frente que sacaba la mierda de mí,
pero por lo demás, me sentía y veía bastante bien.
Chase me abordó, atrapando mi cuerpo hacia el coche. Me encantaba.
Nunca me acostumbraría a su fuerza contra mí. La forma en que siempre
estaba listo y dispuesto a darme el mejor orgasmo de mi vida, una y otra, y
otra vez.
Pero una vez más, ese no era el tema en cuestión…
—No soy insegura, pero soy realista. ¿Por qué estar conmigo cuando
puedes estar con las Amandas del mundo?

No intenté traerlo a la mente, pero una vez más la idea de mi papá


huyendo con Amanda después de haber herido a mi mamá se estrelló justo
en el centro.
Chase retrocedió, obligándome de inmediato a mirarle. El aire contra
mi no era el mismo. —Maldición, Jillian. Dame un poco de crédito para saber
lo que quiero. Siempre he seguido mi pasión, y ha funcionado muy bien para
mí hasta ahora. ¿Eso no te dice nada?
No estaba segura, pero ya estaba harta de discutir. No podía entender
por qué seguía plantando cosas que ni siquiera en meses serían relevantes
para mí desde ahora. Necesitaba saborear esta vez con él, porque cuando
estábamos haciendo clic, era unido e irrompible. Yo estaba satisfecha y feliz,
y adoraba esos sentimientos lo suficiente como para seguir persiguiéndolos.
En realidad ya había aceptado que quería algo más que sexo, pero teníamos
que ser más cuidadosos. No podíamos ponernos en situaciones que
pudieran destruir el momento.
—Lo siento, Chase. —Lo atraje hacia mí y me acurruqué en su
pecho—. No estoy dudando que me quieras. —Al menos no por hoy, y hoy
era todo lo que teníamos—. Vamos a centrarnos en el ahora, ¿está bien?
Haré todo lo posible para no dejar que nuestra diferencia de edad me ponga
loca.
Agarré sus manos y las puse en mis muslos. Una vez que empecé a
moverlas, sabía que lo tenía. Él quería luchar tanto como yo. Lo quería hacer
demasiado.
Su cuerpo me aplastó, y sentí ese lazo de nuevo. Sus manos fueron a
tientas a través de mi vestido, moviéndose sobre mis pechos, apretando mis
pezones hasta que perdí el aliento. Había labios por todo mi cuello, dedos
agarrando mi cabello y moldeándome como él quería.
Lo necesitaba tanto. Lo animé a ser más duro, a tomar todo de mí.
Poseer a una mujer que no quería ser poseída. Deseé que estuviéramos en
la casa para poder estar más a su merced, pero no quería esperar para llegar
allí.
Escuché a gente en el fondo, pero no estaban lo suficiente cerca para
que me importara. Estaba bastante oscuro para no ser detectado. Éramos
dos cuerpos juntos, pero nadie sabía a quién pertenecían esos cuerpos.
—Tómame, Chase. Lo quiero duro.
Abrió la puerta del coche y me tiró al asiento trasero. Mi vestido voló,
exponiendo mis bragas mojadas. Las arrancó como si estuvieran hechas de
papel. Santa mierda. Deseé poder ver de qué color eran sus ojos porque

quería saber si coincidían con el animal salvaje. Había un fuego primitivo


que hacía que mi sexo chorreara y mi cabeza girara. Su vigor se entrelazaba
perfectamente con el mío. Rápido y furioso.
—¿Lo quieres duro, Potra Salvaje?
—Sí. —Dios, sí. Oh, Dios… no—. Espera —jadeé, antes de que su pene
me tocara. Giré mi bolso, el contenido se derramó por todo el piso—.
Necesitamos un condón. —Estaba demasiado cerca de la ovulación.
Conociéndolo, probablemente tenía súper espermatozoides con el doble de
vida útil. No era seguro.
Busqué a ciegas por uno de los envoltorios que siempre mantenía bien
surtido en mi bolso desde Chase. Él estaba ocupado apretando sus dedos
profundamente en mis muslos interiores y abriéndome. Tomé una
respiración profunda. Enfócate, Jillian. Su boca estaba justo allí, el rastrojo
de su mandíbula rascándome y aumentando la intensidad.
Mi mano se cerró alrededor de uno, y lo oí justo cuando mordió mi
clítoris, enviando mis caderas contra su cara. Entonces sus dedos estaban
dentro, acariciándome profundamente, sin darme la oportunidad de
siquiera jadear antes que estuviera ronroneando de nuevo.
Agarró mis pantorrillas y las empujó más allá, doblándome en dos.
Estaba comprimida en el asiento, encerrada en un pequeño espacio.
Tomando ambos tobillos con una mano, me sostuvo en el lugar antes
que me quitara el condón, abriéndolo con los dientes y rodándolo.
—Dime otra vez que lo quieres duro. Brutal. —Sentí la punta entrar
ligeramente—. Necesito oírlo de nuevo antes de darte lo que quieras.
Estaba pulsando por dentro, la piel de mis muslos interiores estaba
fresca por la humedad. —Lo quiero tan duro como puedas. —Lo miré a los
ojos—. Toma todo, Chase.
Lo siguiente que vi fueron estrellas. Se estrelló contra mí con tanta
fuerza, haciéndome sentir como si hubiera dejado mi cuerpo por completo.
El dolor inicial era intenso. Tan profundo, muy profundo… mi respiración
se hizo pesada. Estaba en una posición tan indefensa, el ángulo de
penetración me empujó más allá del límite.
Su cuerpo se frotó contra el mío, moliéndome, vacilando los límites
entre el placer y el dolor. Habíamos tenido sexo duro antes, pero esto era
algo tan primitivo. Me quedé impresionada, y nunca quise parar.
Mis gemidos debieron provocarle aún más porque era implacable, sin
frenar, dándome exactamente lo que pedí. Lo anhelaba más profundo de lo

que físicamente era posible. Mientras lo miraba fijamente a la cara, el


orgasmo me dejó ciega, viniendo hacia mí cuando menos lo esperaba. No
hubo acumulación, ninguna advertencia; Me golpeó sin sentido. Grité
mientras sentí desgarrarme, y momentos más tarde, su cuerpo tembló y se
derrumbó encima de mí.
Chase estaba ahí justo después, sus músculos duros se presionaron
en mi pecho, mis piernas regresaron a posición horizontal. Todo en mí
palpitaba, un dolor irradiaba de dentro hacia fuera, dejándome saber cuán
bien mi cuerpo fue utilizado en su totalidad.
Estábamos en el asiento trasero de un jodido coche. Nunca había
hecho algo así, perder el control como un par de adolescentes calientes.
Había sido tan arrastrada que ni siquiera esperamos a casa. ¿Qué me hizo
actuar así?
Su pecho se elevó y cayó sobre el mío, sus labios descansaban sobre
mi cuello. Él había consumido mi cuerpo y se apropió de él.
Chase. Eso era lo que me había poseído.

25

Traducido por Jessibel


Corregido por Daliam

—¿Estás lista para la cena?


Sus brazos estaban apretados a mí alrededor mientras me moví en su
regazo. —Siempre tenemos hambre.
—¿Qué puedo decir? Tengo un apetito voraz. —Él acarició su
mandíbula contra mi cuello, haciendo cosquillas que me retuerce.
Otra noche perfecta. Habíamos estado teniendo una gran cantidad de
eso los últimos días. No todos los días uno con el otro, pero cerca. Haciendo
comidas picantes juntos, teniendo largas conversaciones sobre la música y
viviendo la vida que amas, cantando la melodía de su guitarra, sintiendo
que moría e iba al cielo. Nunca en mi vida había reído tanto ni llegaba con
tanta frecuencia. Chase, era el hombre casi ideal. Casi.
Era el último día de agosto. Pronto sería un nuevo mes. Pronto para
ser otro mes, y luego otro. Por lo menos cuando conseguiremos romper, yo
estaría en la parte superior. Mi corazón iba a tomar un duro golpe, pero era
lo suficientemente fuerte como para recuperarme. Sólo estaba haciendo más
difícil para mí ampliar nuestro tiempo, hasta el último momento, pero
estaba dispuesta a correr el riesgo. Me sentía demasiado bien alrededor de
Chase para no hacerlo.
Él era joven y malditamente casi perfecto. Seguirá adelante también,
más fácil de lo que yo lo haría. Sentí una ligera punzada sobre quién sería
la próxima que lo tendría al lado, pero sacudí el pensamiento. No quería
destruir este momento, mientras lo tenía ahora.
—¿Quieres hacer algo con tu otro ingrediente secreto? —Pregunté.
Había traído una botella de vinagre de manzana hoy. Otro elemento de su
receta de fajita. Todavía no estaba cerca de tener la cosa completa, pero tal
vez me gustaría obtenerla como regalo de despedida.
—Podríamos teñir los huevos de Pascua.
—Eso es vinagre blanco, tonto. Y estamos a siete meses antes de
tiempo. —Mi instinto apretaba. Yo ya no estaría con él entonces. Salté de su
regazo. Dios, Jillian, deja de ser tan jodidamente dramática.

Fui a la cocina. Y pensar que casi le pedí que se moviera


temporalmente conmigo. Por razones prácticas, pero todavía. Estaba
preocupada que viviera en la misma casa que Trevor después de lo sucedido.
Más asustada el que Chase hiciera algo estúpido y tener que pagar el precio
del idiota de Trevor. Pero estaba todo resuelto. Trevor aclaró antes de
tiempo, y Chase me aseguró que todo estaba bien, nada de qué preocuparse
nunca más. Gracias a Dios. Si pensé que mi corazón estaba tenso ahora,
¿qué sucedería si hubiera ido a la cama con él cada noche para despertarse
junto a él todas las mañanas? Se habría roto la espalda y por completo.
Abrí la nevera, debatiendo si quería tomar la última Spotted Cow.
Había quedado una del paquete de seis que me había dado en nuestra
primera cita no oficial. No, lo guardo por un tiempo todavía. Cogí una Apple
Ale, tomando una para él también.
Chase estaba justo detrás de mí, abrazando mi cintura. Cerré la
nevera y puse las botellas en el mostrador, luego me volví hacia él. Después
de un largo beso, pregunté—: Entonces, ¿qué es lo que tienes en tu bolsa de
regalos hoy?
Por lo general traía la comida para nuestras cenas. Una variedad de
esto y aquello. A veces tenía un plan y, a veces creábamos una mezcolanza
de ingredientes. Siempre estaba delicioso.
Chase liberó sus brazos de mí y cogió la bolsa de papel. Miró dentro.
—Hmm, vamos a ver. Tenemos el pimiento rojo y tomates roma —los sacó
de la bolsa y los colocó junto a la cerveza—, y algo de mozzarella fresco. Y —
Chase me entregó una tarjeta de aspecto familiar—, he encontrado esto hoy
debajo del asiento.
—Gracias. —Lo pegué en la nevera con un imán. Pensé que había
recogido todo, desde mi bolso tirado esa noche, pero obviamente no. Ya sabía
cuándo y dónde fue la fiesta, así que ni siquiera me había dado cuenta de
la invitación que falta.
Me di la vuelta para ver que me miraba de forma extraña. ¿Tenía algo
colgando de mi nariz? Me pasé el dedo. —Eh, ¿pasa algo malo?
—¿A dónde me vas a invitar? —Preguntó en voz baja.
Mi boca se abrió un poco. De todas las cosas que imaginaba había
causado su mirada divertida, este no era uno de ellos. ¿Lo decía en serio?
—¿Chase? —Me acerqué y me apoyé en el mostrador con él—. No, no
iba. ¿Te molesta eso?
—Sí, Jillian. Por supuesto, que sí.
Negué con la cabeza, despejando algunas telarañas. Estaba tratando
de darle sentido a esto. ¿Una fiesta de compromiso? ¿Por qué iba a querer
ir a uno de esos? Es casi como invitarle a una boda real.

La atmósfera se había desplazado en una dirección completamente


nueva. Podía sentirlo en el aire, e hizo a mi piel erizarse. No, esto no estaba
sucediendo. Habíamos tenido nada más que armonía desde aquella noche
en Wengo’s, ¿y la razón era? Debido a que habíamos sido sólo nosotros dos.
—Chase, ¿no ha sido nuestro tiempo juntos maravilloso estas últimas
dos semanas? No quiero arruinar eso. Sabes que los problemas comienzan
cuando estamos cerca de otras personas. ¿Qué hay de malo en mantenernos
los dos solos?
Suspiró y me tomó en sus brazos, besando la parte superior de mi
cabeza. —Ha sido increíble, hermosa. No estoy discutiendo eso. Pero, ¿cómo
podemos mejorar nuestras salidas sin practicar más? —Miré hacia, a su
cálida sonrisa, llenándome de sentimientos difusos—. Vamos a tratar,
Jillian.
—Está bien.

Reboté en mi asiento, tamborileando los dedos sobre mi rodilla, lista


para estar enferma. ¿Qué estaba pensando? ¿Cómo pude dejar que me
convenciera de esto? Me había engañado con promesas de grandeza. Me hizo
pensar que lo estábamos haciendo tan bien que éramos invencibles para
manejar cualquier cosa. Había estado delirantemente optimista. U
optimistamente delirante. Cualquiera que sea la forma en que veas la
película, la canción sigue siendo la misma.
Esto fue un error.
—Relájate, Jillian. —Chase, puso su mano en mi pierna, aplanando
mi tic nervioso—. Voy a estar husmeándote desde el techo pronto.
No importa el hecho que estábamos en nuestro camino a una fiesta
de compromiso de aproximadamente cincuenta personas. No importa el
hecho que mi madre y Frank iban a estar allí y esta era la primera vez que
lo conocerían. No importa el hecho que Stephen nos estaría dando el ojo de
águila cada treinta segundos. Eso era todo un juego de niños comparado
con donde nos detenemos en primer lugar.
Mi boca me recordó a los profesores que tiraban polvos hacia abajo en
el suelo para absorber el vómito. Estaba asustada hasta la mierda.
Chase se detuvo en el camino corto, y me hubiera gustado tener un
poco de ese polvo a la mano en ese momento. Él no estaría demasiado feliz
por el lío que yo estaba a punto de dejar en su alfombra.

—¿Lista? —Preguntó.
—No.
Se rio. —Estará bien. Honesto. Son grandes personas y no hacer nada
para hacer sentir incómodo.
—Demasiado tarde.
Chase, se bajó del coche y dio la vuelta a mi lado, tratando de
ayudarme a levantar. Como si no supiera cómo salir de un coche. Lo había
estado haciendo por más tiempo que él. Simplemente no quiero.
—Jillian, por favor. No es gran cosa. Confía en mí.
—Está bien. —Me puse de pie y alisé el vestido de cóctel sin mangas.
Me había aventurado en el lado elegante de mi armario hoy. Me obligué a
tumbarse. Para una mujer madura, estaba segura que actuaba como una
niña malcriada—. Lo siento, Chase. Estoy muy, muy nerviosa.
—Lo bueno es que lo ocultas bien. —Entrecerré los ojos, y él se rio de
nuevo—. Vamos. —Él pasó un brazo por mi cintura y se acercó a mi lado
mientras hice clic en mi camino a la puerta principal. ¿Por qué había traído
dichos tacones altos? ¿Me veía demasiado como una excursionista?—. Te
ves hermosa —dijo como si leyera mi mente, rozando sus labios sobre los
míos.
Su madre tenía cuarenta y tres. Cuarenta y tres. ¿Por qué no pudo
haberlo tenido más adelante en la vida, por ejemplo, a los cuarenta? Hubiera
sido mucho mejor a los sesenta y seis. O incluso en los años cincuenta para
variar, al igual que el padre de Chase. Podría haber trabajado con eso. ¿Pero
sólo cinco años mayor que yo? Hablo de un ataque de pánico. Estaba bien
encaminada a tener uno.
La puerta se abrió y me encontré mirando a dos personas muy
atractivas. Por supuesto, ¿qué otra cosa iba a esperar? Mi estómago
comenzó a torcerse en nudos dolorosos ante la idea de estar dentro. Puse
una sonrisa feliz, sin embargo. Vamos, yo.
—Mamá, papá, esta es Jillian. Jillian, mis padres, Colleen y Ray.
—Mucho gusto.
Después que las sutilezas sociales acabaron, Chase fue a ayudar a su
padre a mover algunos muebles en el sótano para prepararse para su nueva
entrega, que era toda la razón por la que pidió detenernos allí en primer
lugar. Ya había planeado ayudar ese fin de semana, y viven cerca de la sala
donde se realizaba la fiesta. Así que nos fuimos un poco temprano. Boom.
Perfecto.
Si perfecto. Estaba sentada allí con su madre en el sofá de la sala, solo
nosotras dos, y yo estaba perdida completamente. Esta mujer podría haber

sido mi mejor amiga, pero en cambio, había dado a luz a un chico que quería
desnudo todo el tiempo. Eso no fue un buen comienzo para una
conversación.
—Así que, Jillian. Chase me dice que se dirigen a la fiesta de
compromiso de tu hermano. Felicidades.
—Gracias. —Chase tenía sus ojos; eso era obvio, a pesar que tenía
manchas de color azul en lugar de oro. En cualquier caso, fueron amables.
No se veía como si quisiera agarrar una horca y perseguirme por el bosque
pensando que era la depredadora de su hijo—. Nos encanta la mujer con la
que se va a casar, así que estamos todos muy feliz por eso.
Ella habló de la familia y un poco acerca de los negocios, sin pedir
nunca nada demasiado personal y evitar incluir preguntas acerca de Chase
y yo como pareja. Me preguntaba si eso fue premeditado. Chase,
probablemente, le había informado sobre los temas de seguridad.
Cualquiera que sea la razón, me sentí aliviada y agradecida. Sobre todo
porque mi edad nunca salió a la luz, y no era como si estábamos sentadas
en la oscuridad con gafas de sol. Ella sabía muy bien que era mucho mayor
que su hijo, pero nunca me trató de esa manera.
Mi nivel de estrés se redujo a dígitos negativos. Ya no me importaba
el tiempo que estaba tomando Chase. Todavía teníamos mucho tiempo antes
de que empezara la fiesta, y tenía razón. Estuvo bien.
Ella debe haber notado que miraba un álbum de fotos muy sentado
en la mesa de café, porque dijo: —¿Quieres echar un vistazo?
—Oh, no quiero ser entrometida. —Estaba mirando las gardenias y
rosas amarillas en la cubierta, sin sugerir que me muestra fotos privadas.
Pero entonces, si fueran privada, probablemente no las tendría ahí para
empezar.
—No, en absoluto —dijo, y me entregó el álbum—. Puedes ver lo
adorable de Chase era cuando él era pequeño. —Sonreí. No había duda de
que era un niño hermoso.
Las hojeé, esas cosquillas inundándome de nuevo. Chase con un
guante de béisbol, montado en su bicicleta, sosteniendo un cordero en el
zoológico. —¿Su primera guitarra? —Mi corazón se apretó. Tenía en la mano
una Les Paul Junior.
Ella asintió. —Él tenía unos diez años, creo. Nuestro vecino en el
momento tenía una que apenas utilizaba, y Chase trabajó durante meses
para comprar esa cosa. Lavó coches, hizo trabajos en el jardín, todo lo que
pudiera.
Había más y más fotos tomadas en y alrededor del hospital que más
hojeé. —Chase, me dijo que eras un paciente a veces, y se sentaba con usted
en la habitación. Espero que estés bien ahora.

Su sonrisa era tranquilizadora. —Oh sí. Estoy maravillosamente


ahora, pero fue tocar e irme, por un tiempo. ¿Te explicó Chase por qué? —
Asentí con la cabeza, esperando no haber traicionado su privacidad—. Era
la que estaba enferma, pero él es el único que sufrió. Estuve fuera de servicio
en ese cuarto de hospital muchas veces, Jillian. Si le añado más, Chase
perdió años de su niñez por estar allí conmigo. Lo obligó a crecer demasiado
rápido, pero nunca se quejó. No sé lo que hice bien para merecer un niño
como él, pero....
Mi corazón comenzó a golpear de nuevo. Sus ojos se empañaron, y
pensé que empezaría a llorar en cualquier momento. No estaba segura de
qué hacer, así que le di un abrazo. Debe haber sido lo correcto porque ella
regresó sonriendo.
—No te preocupes por mí —dijo—, me pongo un poco emocional
cuando pienso en aquellos días. Buena, Jillian. Si no hubiera visto en ese
álbum de fotos... —¿Sabes que advertida en contra de tenerlo a él? —Negué
con la cabeza—. Mi corazón estaba demasiado débil. Me dijeron que si iba
con el embarazo y el parto, estaba básicamente firmando mi propia
sentencia de muerte. Pero sabía que lo podía llevar a cabo. Tenía la edad de
mi lado. Siendo una joven madre tenía sus ventajas. Dudo que mi cuerpo
hubiera sido lo suficientemente fuerte como si hubiera esperado a tener un
niño más adelante en la vida. Lo único que lamento es haber recaído tan a
menudo a medida que crecía.
—Por lo que sé de Chase, resultó bastante bien, a pesar de todo. Es
una de las personas más honesta y solidaria que conozco.
Su sonrisa era amplia. —Estoy de acuerdo, pero gracias, es muy
amable decir eso.
—¿Lista?
Giré mi cabeza hacia atrás para ver a Chase de pie allí. No había oído
llegar. Me tendió la mano, y la tomé.
—Lista —dije.

26
Traducido por ∞Jul∞
Corregido por Jessibel

¿Dije que estaba lista? Qué broma. Había estado tan relajada y
cómoda en la casa de sus padres, para mi completa sorpresa, que me habían
convencido de una sensación de invencibilidad otra vez. Pero después de
que aparcamos en la estructura y salimos del coche, mi pecho reanudó su
comportamiento maníaco.
Caminar con él de la mano empujó mis límites hasta el extremo, pero
hice mi mejor esfuerzo para mantener mi ansiedad bajo envolturas. Chase
se lo merecía. Dios, ¿por qué no podía tomar lo que sea que estaba? Estaba
demasiado tranquilo, como si hacer una entrada con una mujer de quince
años mayor era lo más normal del mundo.
Fuimos a través de las puertas de cristal y dentro del vestíbulo
principal del edificio histórico. El vestíbulo estaba situado en un hotel, y ni
siquiera podía reunir los pensamientos de escabullirme con él más tarde.
Mi lujuria estaba pospuesta; Eso es lo que disparó mis nervios.
—Lo hiciste a través de la visita con mis padres. Esto debería ser fácil,
¿verdad? —Apretó mi mano unas cuantas veces.
Exhalé largo y fuerte. Él estaba en lo correcto. Había estado mucho
más preocupada por eso, y resultó genial. Podría hacer esto.
No pasó mucho tiempo antes de que pudiéramos ver el letrero de
Bienvenidos a la Fiesta de Compromiso de Perry y Stephen. —Bueno, esto
es—dije. Otro apretón de mano de él y estábamos empujando a través de la
puerta.
Santa mierda. Me sentí como si me hubiera dado una patada un canguro.
Ella se me acercó a toda velocidad y me empujó hacia atrás. —¡Jills! —Gritó
Perry, aplastándome en un abrazo gigante—. ¡Estás temprano!
—Por sólo unos minutos. —Miré alrededor; No había muchos todavía,
y eso hizo que Chase y yo nos destacáramos más. Me apartó, dejándome
verla bien. —¿Haciendo una prueba? Guao... Luces más allá de lo increíble.
—Perry llevaba un corto vestido de tul blanco, un contraste chocante contra

su cabello pintado. En lugar de parecerse a una princesa el día de su boda,


hizo que la princesa pareciera que la habían golpeado con un palo feo. Perry
iba a ser la novia que hacía a todos los demás envidiosos. Diablos, tenía
envidia, y ni novia que haría a las otras sentir envidia. Demonios, yo estaba
envidiosa y ni siquiera quería casarme de nuevo.
—Gracias. Era demasiado casual para usar como mi vestido de novia,
pero pensé que era perfecto para llevar a la fiesta.
—Definitivamente lo es.
Perry fijó su mirada en Chase a continuación, ganándome una sonrisa
de ella. —Te estoy dando una tarjeta de liberación de la cárcel para esto,
Jills. Voy a recuperar el primer ataque que te di. Siempre y cuando no
vuelvas a estropearlo, estás claro.
—¿Um, gracias? —Por lo menos ella no dijo: “Estoy tan feliz de que
por fin caíste en cuenta y tomaste mi consejo de salir con Chase en público
porque ahora ustedes dos pueden enamorarse profundamente y vivir felices
para siempre, y por cierto, ¿no has hecho sexo anal todavía?
—Chase —dijo Perry, atrayéndolo hacia el mismo abrazo—. Muchas
gracias por venir. Significa mucho. —Lo giró ligeramente, así que ella estaba
frente a mí y susurró—: Él [i]esta[/i] duro.
—Dios, Perry. Puede oírte, sabes. —Chase rió entre dientes, y ella
toqueteó los brazos y los hombros unas cuantas veces antes de dejarlo ir.
—No es que Stephen no lo sea, por supuesto.
—¿No es que Stephen no es qué? —Mi hermano se acercó a nosotros,
y juré que detecté una mueca cuando se dio cuenta de Chase, a pesar de
que él lo esperaba. Al menos esperaba que Perry le hubiera advertido de
antemano.
—Duro.
—¿Qué? —preguntó Stephen.
—Estás duro —dijo en voz alta.
—¿En serio, Perry? —Su hermana, Samantha, acababa de llegar—.
¿No puedes mostrar un poco de moderación durante tu fiesta de
compromiso? —Saludó con un hola a Chase, luego parecía confundida en
cuanto a por qué estaba allí.
—Sería más fácil si mi prometido caliente no fuese tan duro. —Perry
lo agarró por la cintura—. ¿Qué dices, nene? Sería una pena desperdiciarlo.
¿Deberíamos subir a la habitación antes de que los otros lleguen aquí?

Sam simplemente sacudió la cabeza y se alejó.


—¿Disfrutaste? —preguntó Stephen.
—Sí —dijo Perry—. La amo y todo, pero a veces puede ser tan
mojigata. Es divertido jugar con ella.
—Mientras te hayas divertido, querida. —Mi hermano la besó, y me
derritió a la vista. Eran como el caramelo más dulce junto con nada de
enfermedad.
—¿No es perfecto? —dijo—. Perfecto y duro. ¿Qué más podría pedir
una mujer? —Perry me guiñó un ojo.
La feliz pareja salió a saludar a los otros invitados que se habían
presentado. El lugar estaba empezando a llenarse rápidamente. Caminé con
Chase, sin saber qué hacer. Nos detuvimos en la torre de champaña, la
comprobamos un rato, conseguimos un par de vodka de arándanos que
tenía esos cubos de hielo en forma de anillo flotando en ellos. Hablamos con
algunas personas, y si alguien nos preguntaba, Chase era un amigo mío.
Pan comido.
A lo largo de las dos horas siguientes, fue agradablemente sublime.
Chase había sobrevivido al encuentro de mamá y Frank; De hecho, fue mejor
de lo imaginado. Había preparado a mi madre el otro día, revelando su edad,
con la esperanza de eliminar cualquier sorpresa. Sin embargo, yo todavía
pensaba que ella estaría recelosa de él, teniendo en cuenta lo que había
pasado. Ese no era el caso en absoluto. Tanto ella como mi padrastro fueron
muy acogedores, y pensé que tenía que ver con todas mis garantías previas
diciéndoles que no era nada serio.
—¿Cómo te va? —Preguntó Chase. Su aliento en mi oído me hizo
temblar. Durante toda la noche había mantenido una estrecha pero
respetable distancia de mí, y no había muestras de afecto. Realmente lo
aprecio por eso.
No podía esperar a llevarlo a casa y darle las gracias adecuadamente.
—Hasta ahora, todo bien.
Chase y yo encontramos nuestro lugar para cenar y nos sentamos.
Estábamos en la mesa de honor, junto con Perry, Stephen y los padres. Mi
padre biológico no estaba presente, y dudaba que lo invitaran.
Fuimos los primeros en sentarnos, y nos pareció agradable tener
nuestro pequeño rincón del mundo por un tiempo. Había plumas y tarjetas
en la mesa, y me preguntaba qué se suponía que teníamos que hacer con
ellos.

—¡Oye! —Perry se acercó—. Pruébalo. —Intentó entregarme su vaso


azul hielo, pero lo empujé—. Tienes que hacerme feliz, ¿recuerdas? Es uno
de sus deberes.
—Bien. —Esperaba temblar, y eso es exactamente lo que sucedió
cuando tomé un sorbo. Sabía a puré de jellybeans.
Señaló las cartas. —Tienes que escribir palabras de sabiduría para
nosotros. —Sonrió ampliamente—. Asesoramiento para la pareja casada. —
Tuve que contenerme de reír. Como si hubiera tomado consejo matrimonial
de alguien. Perry llevaría a cabo su relación de la manera que ella
consideraba conveniente y probablemente sea el más acertado en ello
también. Apuesto a que ella y Stephen serían una de esas parejas raras que
duraban para siempre.
—¿Y éstos? —Recogí otro conjunto.
—No puedes hacer eso. Los clientes tienen que adivinar cómo se
propuso para ganar un premio. Obviamente, estás descalificada.
—¿Y qué hay de mí? —Preguntó Chase.
Perry levantó una ceja. —¿No lo sabes? —Él negó con la cabeza, y ella
entrecerró los ojos como si fuera mi culpa por no decirle—. Entonces tienes
una oportunidad. Cuando hayas terminado, escribe tu nombre y tíralo en la
caja rosa. —Ella me señaló con un dedo como si dejara claro que mi ventana
de derramar la respuesta estaba cerrada.
—No voy a ayudarlo, Perry.
—Estoy segura de que tiene maneras de hacerte hablar. —Me lanzó
un beso y luego se alejó.
Chase escribió algunas cosas y me moría de ganas de ver. Apuesto a
que serían hilarantes. Era un gran tipo, pero dudaba mucho que supiera
mucho sobre las ideas de la propuesta. Cuando intenté agarrar la tarjeta, él
la arrebató.
—Uh-uh. —Luego rápidamente salió, dejándolo caer en la caja antes
de que pudiera echar un vistazo. Crucé mis brazos, y cuando volvió a la
mesa, él los separó, haciéndome sonreír. —¿Y el consejo? —Preguntó.
Agarré una bolígrafo y la puse en la tarjeta. —Probablemente no soy
la mejor para entregar palabras de sabiduría. Estoy divorciada, ¿recuerdas?
—Así que si pudieras hacerlo todo de nuevo, ¿qué harías diferente?
—Escoger al tipo correcto.

¿Espera, qué? ¿Acabo de decir eso en voz alta? Mierda. Espero que no
piense que yo estaba insinuando que él era el tipo correcto. No lo dije de esa
manera; Sólo se suponía que era una declaración general. ¿Estaba leyendo
demasiado en esto?
Golpeé la tarjeta contra mi labio y luego la puse antes de cortar el
papel. Afortunadamente, el servidor llegó poco después, colocando un par
de cestas de pan en el centro de nuestra mesa. Treinta segundos después,
los asientos estaban llenos, y Chase y yo ya no estábamos solos.
La cena fue sin problemas. Chase estaba feliz. Tenía un plato lleno de
comida delante de él. Yo estaba cómoda con la compañía a mi alrededor.
Stephen estaba reservado alrededor de Chase, pero eso era mejor que la
alternativa. En general, todo estaba bien.
El único momento incómodo fue cuando Perry me pidió que cantara
en la boda. Entonces ella casualmente comentó que Chase debería tocar
conmigo. Tan pronto como salió de su boca, pude ver que ella se dio cuenta
de su error. Ella me dio una mirada que decía; "mierda, lo siento",
cambiando rápidamente el tema. Afortunadamente, las cosas volvieron a la
normalidad después de eso, y nada salió de él.
Chase y yo reclamamos la mesa para nosotros una vez más cuando
los otros salieron disparados después de la cena para llenarse de pastel. —
¿No quieres nada? —Pregunté.
—No, a menos que pueda lamerlo de ti. —Mi cuerpo entró en calor y
miré a mi alrededor. Sólo tomaba algo como eso para empezar a palpitar. Yo
era tan fácil—. Nadie me oyó, Jillian.
—Lo sé, pero estoy segura de que mi excitación es obvia para
cualquiera que preste atención.
—¿Estás, Potra Salvaje? ¿Excitada?
Su voz era el sexo crudo, y eso me provocaba una docena más. —
Maldita sea, Chase. Sabes quién soy. Ahora para.
Él se echó a reír, apoyándose en su silla mientras tomaba unos tragos
de agua helada. Planeé quedarme hasta el final de la fiesta, pero tener un
afrodisíaco de respiración tan cerca desafió mi resolución.
—¿Jillian? —Levanté la vista para ver a Jeff de pie al otro lado de la
mesa—. Guao, ¿cuánto tiempo ha pasado? Te ves increíble.
—Gracias, Jeff. ¿Cómo estás?

—No puedo quejarme. ¿Es este... —miró a Chase y sacudió la


cabeza— ¿Daniel? Oh hombre. No te he visto desde que estabas… ¿qué...
así de alto? —Alzó la mano unos cuantos centímetros.
—Eh... —dije, sintiendo toda la sangre escurrirse de mi cara. Goteo.
Goteo. Goteo.
Chase se levantó y le tendió la mano. —No, soy Chase. Yo... —Me miró,
pero no dije nada. Mi garganta se sentía como si estuviera cubierta de
cemento húmedo—. Soy un amigo.
Jeff pasó la mano por la mesa y se volvió hacia mí. —Oye, siento
escuchar sobre tu divorcio. Eso es duro. —Asentí—. Ven aquí, tú. —Jeff se
acercó a mí y me levantó—. Dame un abrazo.
Me aplastó más y más fuerte que su abrazo estándar. Me sentí como
una muñeca de trapo. Miré a Chase, mirando su expresión. Era ilegible.
Pero entonces, todavía tenía esa neblina empañando mi cabeza, así que ¿qué
sabía yo?
Jeff se echó hacia atrás y me sostuvo a lo largo del brazo. —Maldita
sea, Jillian. Realmente te ves... Guao, increíble. ¿Un abrazo más?
Fue rápido antes de que lo rompiera y me sentara. No había tenido
problemas con Jeff en el pasado, pero esto me estaba poniendo incómoda.
—Me encantaría llevarte a cenar alguna vez, Jillian.
Levanté mis ojos para mirar alrededor. —Um...
—Sabes —dijo Jeff— siempre tuve una pequeña cosa por ti. —Se rió—
. Mike se metió en el camino de eso, pero ¿qué tal ahora? Sería divertido
ponerse al día con los viejos tiempos.
—¿Por supuesto?
—Genial. —Él aplaudió una vez—. ¿Aún en el mismo número? Puedo
llamarte para preparar algo.
—Um, sí. —Incluso mientras lo decía, pensaba en una manera de salir
de ella. ¿Qué sucedió aquí? Mi cerebro era un trozo de caramelo derretido.
En el momento en que Jeff se alejó, Chase preguntó: —¿Quién era?
—Uno de los hermanos mayores del amigo de Stephen. Solía venir a
veces cuando teníamos fiestas. Lo conozco desde hace mucho tiempo. Y no
voy a salir con él, Chase.
—Así que. Otro amigo.

—Sssi —dije lentamente y ladeé la cabeza, sin estar segura de a qué


se estaba dirigiendo. Chase no lo había hecho como una pregunta, sino
como una simple declaración. De hecho, todo su comportamiento era plano.
No tardó mucho más en darme cuenta de que no sólo era plano, sino
también frío. Una losa de hielo. Poco después, se excusó para ir a saludar a
Emily de su equipo. La sobrina de Perry acababa de llegar y estaba de pie
con su mamá, Sam. Lo vi reír y sonreír y hacer todas las cosas que había
hecho conmigo hace unos minutos.
Estaba confundida como el infierno. La situación con Jeff había sido
incómoda, pero no había manera de que le hubiera molestado tanto. No
afectó en nada a Chase y yo tenía que ir, y le dije que no estaba pensando
en tomar su oferta de la cena. Ni siquiera había querido llegar a un acuerdo,
pero había sido un desastre. ¿En realidad creyó que Chase era Daniel? Eso
fue suficiente para hacerme olvidar mi propio nombre.
Nos quedamos hasta casi el final, aunque no me sentía
completamente presente. Yo no había visto a Jeff de nuevo, suponía que se
había ido temprano, y eso fue un pequeño alivio. Pero todavía estaba
funcionando en un estupor, y Chase se mantuvo distante de mí. Sólo
necesitaba llevarlo de vuelta a casa, y entonces todo estaría bien otra vez.
Chase y yo nos despedimos y nos dirigimos silenciosamente por las
puertas a través del vestíbulo. Nunca lo había visto tan malhumorado,
ciertamente no durante este período de tiempo. Tenía que estar extrañando
algo. Chase era con el que yo iba a casa, ¿no era lo único que importaba?
Abrió la puerta del coche para mí, luego se acercó a su lado. Giré mis
dedos, sintiendo la misma energía nerviosa que cuando llegamos, pero bajo
circunstancias totalmente diferentes. Chase se sentó y puso las manos en
el volante. No estaba encendiendo el coche.
—¿Chase?
—¿Hiciste en serio una jodida cita justo delante de mí?

27
Traducido por Lvic15
Corregido por Jessibel

Le miré, un poco desconcertada. —No… —¿En serio estaba haciendo


un gran problema de esto? —No es una cita de verdad. Te dije que no estoy
saliendo con él, y te dije antes que no vería a nadie más mientras estuviera
durmiendo contigo. Sólo… pasó. Sabes que él pensó que eras mi hijo, y yo…
—Sólo dame un poco de tiempo, Jillian. —Sus manos se tensaron
alrededor del volante, y parecía que estaba a punto de estallarlo como una
galletita salada.
—Bien.
Chase puso en marcha el coche y retrocedió. Salió de la estructura,
conduciendo tranquilamente sin decir una palabra. Todo estaba bien, me
aseguré a mí misma. Sólo necesitaba tiempo para procesarlo, tal como dijo.
En el momento en que llegamos a casa, se daría cuenta de que nada terrible
había sucedido, y que estaba exagerando. No dejaría que una gran noche
terminase de esta manera. Iríamos adentro, tendríamos un sexo fantástico
de reconciliación, y después se quedaría dormido para que pudiéramos
hacerlo de nuevo por la mañana.
Aparcó en mi camino de entrada y apagó el motor. Esperé un minuto
para ver si iba a salir y abrir la puerta para mí, pues le gusta hacer eso, pero
cuando no se movió, puse mi mano en la puerta.
—Jillian. —Giró su cabeza hacia mí, y no me gustó lo que vi.
Dejé caer mi mano de nuevo en mi regazo. —Chase, ¿qué se supone
que debo hacer?
—Aquí hay una idea absurda para ti… ¿qué tal decir no?
Suspiré. —Me entró el pánico, ¿de acuerdo? No estaba pensando con
claridad. Él pensó que eras Daniel, y me asusté bastante. Eso es lo que la
gente ve cuando nos miran, Chase. Ellos no ven una pareja; ven a una
madre y un hijo.

—Y ¿por qué deberían vernos como pareja, Jillian? No les diste


ninguna razón para hacerlo.
Me quedé boquiabierta. —Eso es totalmente injusto. Ya sabes lo que
pienso de todo esto, y, además, eres el que le dijo a Jeff que éramos sólo
amigos.
—Maldita sea. Lo hice por ti. Pensé que estabas a punto de
desmayarte. La última cosa que quería hacer era molestarte más. ¿Te
hubiera gustado que le dijera que estamos juntos?
—Bueno, no... —Él tenía razón. Me habría sentido peor si Jeff
descubriera que el hombre que creía que era mi hijo era realmente mi
amante.
—Toda la noche he hecho esto por ti, Jillian. Hice todo lo posible para
asegurarme de que nuestra noche fuera un éxito. Por eso me fui con la
mierda de “sólo amigos” cada vez que hablábamos con alguien. Por eso no
te toqué más de lo necesario, a pesar de que quería poner mis jodidas manos
encima de ti. Quería que toda la habitación supiera que eres mía. Quiero
que todo el puto mundo se entere. Pero sólo lo empujo muy fuerte, Jillian.
¿Por qué? Porque en tu cabeza piensas que hay algo malo con nosotros.
—Chase. —Él estaba llevándolo fuera de proporción, yendo en una
dirección totalmente diferente. Pero una vez más, sólo estábamos en
perfecta sintonía hasta que salíamos de casa—. Te he intentado decir que
era una mala idea. No hay nada malo con nosotros cuando somos sólo
nosotros. ¿No te das cuenta?
Golpeó el volante una vez con el puño, sorprendiéndome. Estaba, sin
duda, de mal humor esta noche. Con suerte, nos reiríamos de todo esto
mañana.
—No, sabes muy bien que las cosas iban bien esta noche hasta que
dejaste que esta mierda te molestase e hiciste tu puta cita. —Abrí la boca
pues no estaba de acuerdo con el comentario sobre la cita, pero la cerré
cuando comenzó a hablar de nuevo—. Y a pesar de que te quería más cerca
de mí, todavía me lo pasé bien porque estaba contigo. No tengo los mismos
obstáculos que tú.
—Tal vez no los tengas ahora, Chase, pero créeme, si seguimos juntos
durante cualquier periodo de tiempo, lo harás. Todos los comentarios te
empezarán a llegar. Algún día, me verás bajo una luz diferente y te darás
cuenta de que todas esas chicas más jóvenes harían tu vida mucho menos
complicada.

—¿Cuál jodidos es tu problema, Jillian? Deja de hacer la mierda que


no existe.
Nunca lo había visto tan enojado antes, y estaba tratando de
entenderlo todo. Habíamos estado en desacuerdo sobre este tema varias
veces antes, pero nunca había llegado a ser tan malo. ¿Todo esto por una
estúpida cita falsa?
—No es mi problema; es la forma en que funciona el mundo. Y no
tengo que inventármelo porque así es como realmente son las cosas. Cuando
los demás me miran, ven a una mujer lo suficientemente mayor como para
ser tu madre, y sólo va a empeorar.
Esta tormenta de mierda tenía que acabar. ¿Sólo teníamos un poco
de tiempo juntos, e íbamos a pasarlo en el coche discutiendo?
Puse mi mano sobre su pierna. —Sólo entra, por favor, ¿si? No
hagamos esto.
Tomó mi mano y la quitó. ¿Qué? —No, Jillian. No vamos a entrar a
tener sexo y actuar como si todo estuviera bien.
—Dios mío, Chase. ¿Todo por culpa de lo que ocurrió con Jeff? En
serio, no lo entiendo. Te dije que me entró el pánico. Te dije que no iré a esa
maldita cita. ¿Qué más quieres de mí?
—Hablas mucho acerca de cómo nos ve el resto de la gente, ¿pero
sabes qué veo cuando te miro? —Su voz era más suave ahora—. No veo la
diferencia de quince años. Veo un alma gemela. ¿Qué más quiero de ti?
Quiero que creas que nuestra conexión está dentro, y esa es la única luz en
la que te veo.
Mi cabeza estaba dando vueltas tan rápido que iba a estallar y salir
rodando. La conversación se había torcido. No me puede ver como un alma
gemela. Simplemente no puede. Soy la mujer que se coge, la mujer con la que
hace comidas, la mujer para la que toca música, la mujer con la que habla,
con la que se ríe, a la que le hace el amor…
—Te amo, Jillian.
Cerré los ojos. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, tratando de
liberarse. Mierda. Él no puede amarme. Él no me puede amar porque
también le amo. Y los dos no podemos estar enamorados porque no había
suficiente música en el mundo para calmar este desastre bestial. Esto no
tenía que suceder. Lo que teníamos juntos era sólo un arreglo temporal.
—Eso no es realista, Chase. —Ni siquiera podía mirarlo. En mi interior
habían crecido garras afiladas, y me estaban apuñalando dolorosamente,

excavando hasta que no quedaba nada—. No podemos simplemente


tumbarnos en una roca y escondernos durante el resto de nuestras vidas y
mirar las estrellas. Esa no es la vida real.
Se quedó en silencio durante tanto tiempo que no supe qué hacer.
Una parte de mí ya había muerto, y estaba esperando que alguien viniese y
terminase con el resto de mí.
—Felicidades —dijo finalmente—. Has encontrado una manera de
ahuyentarme.
¿Había dicho que estaba aturdida? Mi exactitud rivalizaba con la de
un meteorólogo suspendido de una grieta. Lo que sentí antes era una suave
lluvia. Compara esto con un ciclón destruyendo todo a su paso. Me quedé
parada en la puerta de mi porche, preguntándome cómo había llegado hasta
aquí. Sólo hacía unos minutos, él me había pedido que saliera del coche, y
lo había hecho. Sin discusiones. Sin quejas.
Saqué las llaves de mi bolso y entré. Una vez que la puerta se cerró
detrás de mí, le escuché irse. Fue surrealista estar allí sin él. Deberíamos
haber estado rasgándonos la ropa del otro, riéndonos de algo que alguien
dijo antes. Haciendo lo que sea.
Simplemente no… esto.
Me dejé caer en el sofá, sin molestarme en encender una luz. No había
peligro de llanto; había llegado demasiado lejos para eso. Estaba más
insensible que otra cosa. Este día tenía que venir con el tiempo; sólo vino
antes de lo previsto, eso es todo. Ya sabía que habíamos acabado antes de
empezar.
Si pensaba en ello, él me hizo un favor. Me daría más tiempo para
superarlo antes de que Daniel llegase a casa. Y ahora no había ninguna
posibilidad de sufrir por la inevitable decadencia que venía junto con
nuestro tipo de arreglo.
Sí, decidí, acurrucándome sobre mí misma. Esto era una buena cosa.

28
Traducido por Lvic15
Corregido por Jessibel

Sobre las dos de la mañana, mi teléfono sonó. No me había movido de


mi lugar en el sofá desde que planté mi trasero allí hace rato. No estaba
siguiendo ese tipo de cosas; mi atención era un peso muerto. No estaba ni
dormida ni despierta.
Lo saqué de la bolsa que todavía estaba abierta en mi regazo y miré la
pantalla. —Hola, Perry. ¿Qué pasa? —Me aplaudí a mí misma por sonar
normal.
—¿Qué pasa?
O no. Forcé una risa. —Todo está estupendo.
—Mmm... no suena como si fuera así. Y no creo que te interrumpiera
en medio de una sesión sudorosa. Porque si lo hubiera hecho, no estarías
haciendo las cosas bien. No estás respirando lo suficientemente fuerte.
—No. —Eso es todo lo que pude decir.
—Déjame hablar con Chase.
Mi estómago retrocedió como si le hubieran dado un puñetazo. No
importaba si nuestra ruptura era una buena cosa; su nombre
probablemente todavía me afectase por un tiempo, junto con todo lo demás.
No importaba. Sólo me daba una mejor oportunidad de afinar mis
habilidades de apechugar.
—No está aquí.
—¿Porque no?
Suspiré. —¿Cómo es que estás llamando? Pensé que estarías ocupada
con, eh, ¿actividades de después de la fiesta? —Sabía que era malo cuando
la estaba animando a que me dijera cosas que nunca me dejaría mirar a mi
hermano a los ojos de nuevo.
—Buen intento. Voy para allá.

—¿Qué? No. ¿No estás con Stephen? Acabas de celebrar un gran hito
juntos.
—Tengo el resto de mi vida para estar con él. Me necesitas más en
este momento.
—Perry…
Escuché los sonidos de que había colgado, y lancé mi cabeza atrás. Si
quería venir, no podía pararla. Pasé las yemas de mis dedos arriba y abajo
por mi cara lo suficientemente duro como para hacer que un dermatólogo
se encogiera, pero se sentía tan bien.
Pensé en levantarme y encender la luz. Pensé en hacer muchas cosas,
pero en el momento en que pude decidir sobre algo, ella ya había llegado.
Perry entró por la puerta y encendió una lámpara, inundando la
habitación con luz. Entrecerré los ojos hacia ella. —Hola —le dije.
—Hola. —Dejó caer su rostro a pocos centímetros del mío—. Oh,
gracias a Dios. Y yo que pensaba que tuvisteis una pelea horrible y
rompisteis o algo.
—Lo hicimos.
—No. —Negó—. Eso no es posible. Tus ojos no están rojos e
hinchados.
—Eso es porque no estoy llorando.
Se sentó a mi lado y puso su cabeza sobre mi hombro. —Oh, cariño.
¿Qué pasó?
—Siempre estuvimos destinados a decirnos adiós, Perry. Sólo que lo
dijimos antes. Así es como se suponía que tenía que ser, y estoy bien con
eso.
Ella levantó su cabeza y me miró a los ojos. —No estás mintiendo.
Sonreí suavemente. —No, no lo estoy.
—Pero ustedes dos... La fiesta... no entiendo. Puede que no estés
mintiendo, pero de alguna manera te has convencido de que lo que estás
diciendo es la verdad. No se puede negar que todo era perfecto, Jills.
Sólo sobre una roca. —Entonces, ¿por qué llamaste antes? No lo has
mencionado.
—Yo... —Se detuvo y me comprobó de nuevo. Le di una sonrisa más
grande en esta ocasión, uno que le dijo que confiase en mí. Yo. Estaba.

Bien—. Realmente estaba esperando para hablar con Chase. —Abrió su


bolso y sacó una tarjeta—. Ganó el premio.
—¿De verdad? No le ayudé, lo juro. —¿Cómo demonios lo había
adivinado correctamente? Me quedé sin aliento de nuevo después de que un
golpe invisible me rozase. Tomará tiempo, Jillian. Cogí la tarjeta y la
desdoblé, mis ojos pasando sobre su escritura.
La propuesta perfecta:
En algún lugar privado, la ubicación no importa. Podría ser en una
colina, en la arena, o una roca bajo las estrellas. Es el amor que se tienen el
uno por el otro lo que lo hace perfecto.
Chase
—Eso ni siquiera se acerca —le dije, devolviéndole la tarjeta. Hermosa,
pero equivocada. De repente me sentí como que si pudiera dormir durante
días.
—Sí lo es. Para empezar, mencionó la arena, y él era el único que lo
hizo. Nadie más siquiera averiguó sobre la playa o la orilla del lago, lo cual
me sorprendió. Y tenía razón sobre el resto también, Jills. La propuesta era
romántica y perfecta para mí, pero no fueron los detalles los que la hicieron
de esa manera. No la hubiera gustado tanto si no amase tanto a Stephen.
—Lo sé. —Sonreí —. Entonces, ¿qué ganó? —Levanté mi mano —.
Espera, no estarás planeando todavía en darle algo, ¿verdad?
—¿Estaría mal si lo hiciera?
—Sí. O fatal, si dejas que Stephen lo haga.
Ella se rio. —Oh, Jills. ¿Has leído de verdad lo que escribió Chase?
—Por supuesto lo he hecho.
—No, leerlo de verdad. Se estaba dirigiendo más hacia ti que a
Stephen y a mí.
Cerré los ojos, sintiéndome muy inestable. —No se me estaba
proponiendo, Perry. Eso es ridículo. Apenas nos conocemos lo suficiente
para que lo haga.
—No estoy diciendo eso. Pero creo que te ama, y él quería que quedase
claro.
Mi respiración se convirtió en un jadeo. —Me dijo que me amaba —
dije en voz baja— justo antes de....
—¿Y cómo te sientes?

No respondí, simplemente mordí mi labio inferior. Perry me abrazó, y


me desplomé contra ella. —No tienes que decir nada, Jills. Ahora lo entiendo
todo. Y está bien que llores. De verdad.
Sí, estaba perfectamente bien, pero no lo necesitaba. No había
ninguna razón para llorar, no cuando todo era para hacer las cosas mejor.
Lo único que tenía que hacer era salir de esto y seguir adelante con mi vida.
Una densa nube se posó sobre mí, y me hundí más en el sofá.
La paciencia era la clave.
Y no iba a suceder en una noche.

29
Traducido por Lvic15
Corregido por Jessibel

Resultó que estaba equivocada de nuevo. Sucedió en una noche.


Arrastré la cortadora de césped en el garaje, cada músculo dolorido y
gritándome, mi ropa empapada y pegada contra mi cuerpo. Acababa de
pasar las últimas seis horas bajo el sol caliente cortando el césped con una
máquina manual en lugar de la automática que normalmente utilizaba para
mi patio de dos acres. Yendo hacia atrás y hacia adelante sobre el suelo
irregular, arrastrando hacia arriba y abajo las zanjas, maniobrando
alrededor de decenas de árboles hasta que pensé que mis brazos se caerían
era lo más sensato que podría haber hecho.
Tomé un largo trago de mi botella de agua, sacándome el pelo de la
cara. Me sentía sucia como el infierno y necesitaba una ducha lo antes
posible. Me di cuenta de la notificación de un mensaje por el rabillo del ojo;
dejé la botella y fui a coger mi teléfono. Iba a dormir bien esta noche.
Sonreí al escribir mi respuesta: Todavía estoy bien, Perry.
Gracias por preguntar. Te amo.
Nada como sudar mucho y setenta libras de hombre para comenzar
mi día bien.
Puse el teléfono junto a mi botella y barrí el desorden de hierba que
había desparramado fuera de la segadora. Mi estómago hizo un ruido fuerte,
enojado. Realmente necesitaba llenarlo con algo o de lo contrario nunca me
dejaría en paz. Me salté el almuerzo familiar antes, diciendo que tenía
demasiado trabajo en el jardín. Perry vino después y me trajo las sobras.
Tenía un cuenco monstruoso de raviolis hechos en casa en mi nevera, pero
incluso eso no sonaba apetecible.
Bueno, tendría que encontrar algo para picar o de lo contrario correría
el riesgo de ser alimentada a la fuerza. Ella estaba un poco preocupada por
nada. Estaba yendo hacia atrás mucho más rápido de lo que pensé que lo
haría. Pero incluso después de estar conmigo toda la noche y parte de la
mañana, Perry aún decidió que tenía que preguntar por mí regularmente.

Mientras cerraba el garaje, Mike llegó con unas almohadas hinchables


en el coche. Levanté la cabeza hacia el cielo e inhalé profundamente. Si
estaba buscando más consejos sobre Candace, ya no tenía ninguno más.
Todo lo que quería hacer era comerme un puñado de galletas, darme una
ducha bien larga e ir a la cama temprano.
—Me alegro de haberte encontrado en un buen momento. —Cerró la
puerta del coche y se dirigió hacia mí.
—En realidad no. Acabo de terminar con el patio y estaba a punto de
tomar una ducha.
—Ah, vale. Puedo esperar.
—Estoy muy cansada, Mike. He tenido un día largo. —No tenía la
energía para pelearme.
—Sólo unos pocos minutos, Jillian. Diez, máximo. Te puedo contar
sobre Daniel también. —Arrugué mi cara e incluso eso fue difícil. ¿Por qué
demonios me dolían esos músculos? No había estado cortando la hierba con
mis dientes—. No te preocupes. No hay nada mal.
—Está bien, está bien. Puedes esperar, pero me daré la ducha
primero, y podría ser larga.
—No hay problema. Tómate su tiempo.
Me sentía como si prácticamente tuviera que arrastrarme por los
escalones de mi entrada para entrar. No debería estar tan agotada; estaba
bastante en forma. Pero era un cansancio bueno. Un cansancio necesario.
Tal vez debería hacerlo todos los días. Sólo tenía que asegurarme de comer
y dormía más de tres horas primero.
Hice una parada en la cocina y me serví un vaso de té helado. Esa
solitaria botella de Spotted Cow se veía condenadamente sabrosa, y casi la
cogí en su lugar. Lo que realmente tenía que hacer era verterla por el
desagüe. Cerré la nevera y fui al cuarto de baño.
Cuarenta y cinco minutos más tarde, salí limpia y lista para terminar
con esto. Mike había puesto un poco de mi té y estaba buscando en los
canales de la televisión, con los pies sobre la mesita de café. —No te importa,
¿verdad? —Levantó su vaso.
—No, pero puedes sacar tus pies.
Los puso done pertenecían, y dijo—: Oye, ¿eso son raviolis de Frank?
—Asentí—. Estoy hambriento. ¿Crees que…?
Suspiré. —Adelante. —Fui a la despensa y agarré una bolsa de
galletitas saladas, pensando que podría necesitar la sal. Me senté en la sala

de estar, esperando a que se calentase la comida—. Entonces, ¿qué pasa


con Daniel? —Grité hacia la cocina.
El microondas sonó, y él salió un minuto después. —Está yendo este
fin de semana de viaje a Roma.
—Sí, Mike. Eso ya lo sé. —Le vi meterse fideos y salsa en su bocaza,
sin apenas probarlos. Probablemente estaba totalmente blando. La comida
de Frank no estaba destinada a ser recalentada de esa manera—. También
planea ir a Zurich después —dije.
—¿Qué haces mañana? —Preguntó con la boca llena.
—Trabajar.
—¿En el Día del Trabajador?
Me encogí de hombros. —¿Sí, por qué no? Espera, ¿eso era todo lo
que querías decir sobre Daniel?
—Sí, pensé que estarías interesado en saberlo. —Me froté las sienes.
¿Alguna vez se daría cuenta de que cuando se trataba de nuestro hijo,
probablemente sabía más que él? —Y sobre esa otra cosa de la que quería
hablarte...
—Déjame adivinar… ¿Candace?
Dejó el cuenco y bebió el resto de su té helado. —Seguí tu consejo. Le
dije que no estaba preparado para el matrimonio y los bebés, si alguna vez
estaba de nuevo.
—¿Y?
—Y me echó.
—Mierda, Mike. Lo siento. Pero es tu lugar. ¿No debería ser ella quien
se fuera?
—Ella no tiene ningún otro lugar para ir ahora. —Puso sus pies sobre
la mesa, y luego los sacó rápidamente.
—Bueno, tú tampoco. Supongo que podrías quedarte en tu oficina,
pero eso… —La expresión de su cara me detuvo en seco—. No, Mike. Ni
siquiera lo pienses.
Se pasó las manos por su pelo. —Sería solo por un par de días, una
semana máximo…
—No.
—Ni siquiera sabrás que estoy aquí. Estaré trabajando la mayor parte
del…

—No.
—Estaré en la habitación de invitados y no te molestaré y…
—No.
Sonrió con timidez. —En cierto modo, esto es un poco culpa tuya.
—¿Qué?
—Vamos, Jillian. Escúchame, ¿si?
Perdí la cuenta de cuántas veces parpadeé. —¿Cómo es que algo de
esto es tan siquiera remotamente mi culpa?
—Bueno. —Apagó el televisor—. Me animaste a hablar con ella.
—Porque era lo más decente que podías hacer, Mike.
Dios, sólo quería irme a la cama. Me acurruqué en el sofá, cruzando
los brazos alrededor de mí. ¿Qué clase de mierda era esto?
—Tienes razón, lo sé. No debería haber dicho que fue tu culpa. Sólo
necesita un descanso, eso es todo. Ella pronto entrará en razón, lo prometo.
Todo se arreglará otra vez, y volveré allí en poco tiempo. Como he dicho, un
par de días, una semana máximo. Por favor, Jillian.
—¿Cómo puedes pensar que esto es una buena idea? Si se entera de
que te quedas aquí, ella ni siquiera querrá que vuelvas.
—Deja que yo me preocupe por eso. —Estaba tan sorprendida por su
extraña petición que abrí la boca, pero no salió nada—. ¿Estás indecisa por
ese chicoo con el que estás jugando?
—No, ¡estoy indecisa porque es jodidamente loco!
Realmente necesitaba un poco de descanso, pronto. Me tapé los ojos
con las palmas de las manos y negué, empezando a tener dolor de cabeza.
—Jillian, por favor. Te estoy rogando prácticamente. En realidad no
es algo tan malo. No es como si no hubiéramos vivido juntos la mayor parte
de nuestras vidas. No estaré en medio de tu camino, estaré en la oficina la
mayor parte del tiempo, limpiaré —resoplé ante esa— y estaré muy
agradecido. Hemos pasado por muchas cosas juntos, y sólo te pido este
pequeño favor. Y además, cuando Daniel llamé, será capaz de hablar con
los dos a la vez.
Me puse de pie. —La habitación de huéspedes. Una semana como
mucho. —Ni siquiera podía creer que estuviese de acuerdo con esto, pero
tenía algunos puntos válidos. No me iba a matar el ayudar al padre de mi
hijo durante una semana.

—Sí. —Se levantó de un salto—. Lo arreglaré todo con Candace para


entonces. Lo prometo. Gracias, Jillian.
—De nada. Me voy a la cama.
—Bueno. Sólo tengo que ir a casa y coger mis cosas. Ella no está allí
ahora, por lo que será un rápido entrar y salir. Usaré la puerta del garaje
para entrar de nuevo, pero mañana necesitaré esa llave de vuelta.
Una ráfaga de aire pasó a través de mis dientes. Esto no me mataría,
me recordé. Tendría un compañero de piso temporal durante una semana.
Apenas un gran problema. No era como si tuviera que preocuparme de lo
que pensaría Chase.
No, Chase ya no era un factor a tomar en cuenta para nada.

30

Traducido por Jessibel


Corregido por Daliam

—¿Te has vuelto jodidamente loca?


Estaba en el proceso de actualizar mis archivos, categorizando a todos
mis clientes por coeficientes de activos y duración del servicio. Una de esas
tareas gruñonas y tediosas que había estado postergando indefinidamente.
Había estado en ello toda la mañana y volvería pronto a necesitar encontrar
más trabajo fastidioso que afrontar.
Oh, sí, y también mencioné casualmente a Perry acerca que Mike se
movería de regreso acá. Temporalmente.
—No, en realidad, mi mente está bastante bien conmigo últimamente
—dije. Era buena. Me estaba haciendo mierda.
—Sólo han pasado dos días, Jills. Dos días. ¿Cómo se supone que
hagas el duelo adecuadamente cuando tu ex está dando vueltas? Estoy
segura que él no conoce la historia, así que va a estar preguntando cada vez
que te quiebres. Eso podría ser molesto como el infierno. Estoy de acuerdo
en que no debes estar sola, pero Mike no es el que debería estar allí. Tal vez
debería moverme en su lugar por un tiempo.
Comencé a reír. —Te dije, le estoy ayudando. Él no está aquí para
cuidar de mí. No necesito hacer el duelo, Perry. Nadie murió. Y no voy a
llorar, por lo que no tienes que preocuparte.
Perry cerró su mano sobre la mía, lo que me impide hacer otro clic del
ratón. Luego, giró mi silla para mirarla, y estrechó sus ojos. —Y es un día
de fiesta. Ni siquiera deberías estar trabajando en absoluto.
—Y tú debes pasar el día fuera con Stephen, asar a la parrilla y
divertirte.
—Ven conmigo.
—No, Perry, yo me quedo aquí. Estoy poniendo todo muy al día.
Ella presiona sus labios y aspiró ruidosamente por la nariz. Entendí
su frustración, pero no sabía cómo ayudar a salir. No quería irme cuando
estaba realizando faenas a través de las cosas que había olvidado por un

tiempo. Su rostro se suavizó. —Simplemente no te pierdas en tu trabajo de


nuevo, Jills, porque creo que esta vez sería millones de veces peor.
Le di mi mejor sonrisa. —No estoy pensando en ello. Con honestidad.
Sólo estoy siendo productiva.
—Parece que estás bien, pero no creo que lo estás, Jills. Chase y tú se
gustan —se aman—, el uno al otro y una persona cuerda no olvida en dos
días.
Entonces debo en una habitación de goma encerrada con una camisa
de fuerza chiflada porque lo superé en uno. Esto no quiere decir que dejé de
cuidar de él; sólo quería decir que reconocí que era lo mejor. No había
ninguna razón para ser un lío de llanto cuando algo estaba destinado a ser.
Y antes que me diera cuenta, el amor sería reemplazado con un recuerdo
agradable. De aquí en adelante, sólo iba a ser más fácil.
—Tú y Chase —dijo Perry—. ¿Están seguros de que esto es realmente
lo mejor? ¿Seguro que no es el con quien se supone que debas estar?
—Estoy segura.

Después que Perry se marchó y había terminado tantas cosas como


pude por el día, fui a dar un largo paseo, lo que demostré que pude hacer
algo más que trabajo. No iba a volver a la costumbre de trabajar diecisiete
horas al día. Sabía cuán poco saludable era eso para mantenerlo durante
cualquier periodo de tiempo. Ella no tenía que preocuparse; podría
mantenerme equilibrada.
Golpear los pies en el pavimento con suavidad, no fue tan eficaz al
gravar mi cuerpo como si transportara una cortadora de césped, pero hice
el trabajo. Me sentía ligera y clara mientras me dirigía a mi casa. Incluso me
había detenido a hablar con Michelle un poco mientras ella estaba paseando
a Sasha. Le dije que mi aventura había terminado, y ella estuvo de acuerdo
que era sólo cuestión de tiempo. Fue una conversación fácil.
El coche de Mike estaba estacionado en la calzada cuando llegué a
casa. Había estado fuera todo el día, seguramente estaba arreglando las
cosas con Candace. Estaba cruzando los dedos para escuchar algunas
buenas noticias cuando llegara al interior.
Estaba tirado en el sofá, los pies encima de la mesa, se quitó
bruscamente cuando me vio. Apenas di cuidado a eso; mis ojos estaban
demasiado centrados en su mano.

—¿De dónde sacaste eso? —Pregunté con calma.


—De tu nevera. ¿De dónde más?
Tomé un largo sorbo mientras mi sangre comenzó a bombear más y
más difícil. “Respira profundo, Jillian”. Mi piel estaba palpitante, la
superficie lista para abrirse. Apreté los puños. Mis respiraciones profundas
no estaban haciendo una mierda.
—¿Y quién diablos te dio el derecho de tomar lo que querías sin
preguntar?
—¿Jillian?
—¿Esta es la jodida forma en la que me pagas por dejar que te quedas
aquí? No pensé que tenía que ocultar mi mierda de ti. No pensé que serías
desconsiderado y tomar lo que sea que querías como si fuera tuyo para
tomarlo. Es mi casa, Mike. No la tuya.
Dejó la botella de Spotted Cow. Parecía estar casi vacía. —Estoy muy
confundido aquí, Jillian. Voy a recoger más, ¿de acuerdo? No sabía que
tomar la última sería tan enorme problema.
Su expresión de ingenuidad simplemente me hizo enfurecer aún más.
Él tomó sin pedir y luego, ¿pensó que podía hacerlo todo mejor, ofreciendo
a comprar más?
—Um, ¿estás en esa época del mes? Si es así, lo entiendo
completamente. Voy a... ah, más cuidado.
Estaba temblando, echando humo, lista para empujar la botella por
su culo. Sí, eso lo traería de vuelta por tratar de empujar su pene a la mía.
—Si eso es todo lo que te preocupa, te sugiero que te desaparezca en cinco
días. Tengo algunos cuchillos bastante afilados en la cocina. Estoy obligada
a cortar tus pelotas y dártelas a comer.
—Mierda, Jillian. ¿Qué demonios? Me estás asustando un poco aquí.
Salí furiosa a tomar otro paseo. Maldito ingrato cretino. Le hice un
favor, dejar que se quede en mi casa después de haberlo jodido con su novia,
y ¿cómo muestra su aprecio? Tomando el lugar como fuera suyo de nuevo.
Tomando lo que era mío por derecho.
Mis pasos golpean el suelo un poco más fuerte esta vez hasta que
estaba prácticamente corriendo. Tenía que hacer lo que podía para dejar
salir el vapor, para difundir la presión en la cabeza.
Me moví fuerte hasta que no pude más, entonces me arrastré de vuelta
a casa. Mike estaba sabiamente en su habitación con la puerta cerrada.
Rápidamente me bebí tres vasos llenos de agua antes de entrar en mi oficina.
No he hablado con él durante dos días.

A la mañana del tercer día, había entrado en razón. No solía


enloquecer tanto antes de mi periodo, no desde que tenía veinte años. No
sabía lo que había tomado el control de mí de esa manera. Tal vez iba a una
menopausia temprana.
Mike iba de puntillas a mí alrededor mientras me serví una taza de
café. —¿Quieres un poco? —Pregunté. Se detuvo en seco, luego dio un paso
atrás. Era evidente que no quería estar cerca de mí. Pobre tipo. Tenía todo
el derecho a estar recelosos de mí en la cocina. O en cualquier lugar. Estuve
un poco psicótica, el otro día.
—Puedo parar por uno de mi camino a la oficina —dijo.
—No seas tonto. —Saqué una taza del armario y se la di—. Tengo
mucho aquí. —Él me miró con escepticismo, y se rio—. No está envenenado.
Promesa. —Me tomé un gran trago de la mía—.
¿Ves?
Se llenó la taza. —Gracias. —Luego se apoyó en el mostrador y me
observó mientras bebía. Probablemente a la espera de ver si la otra Jillian
iba a salir a jugar.
—Escucha, Mike. Lo siento mucho. Por supuesto, vas a servirte a ti
mismo, mientras te quedes aquí, y no necesitas mi permiso para comer o
beber cualquier cosa. Yo... no sé qué me ha pasado. —Sonreí—.Tal vez
estaba realmente deseando una cerveza esa noche.
Al hablar de ello, me di cuenta de lo absurdo que había sido. Tenía
esa maldita botella de Spotted Cow puesta justo a la intemperie. Si hubiera
querido el placer de verterla en el fregadero, debería haber, al menos,
ocultarla a la vista. Mike realmente me hizo un favor. Ahora no tenía que
mirar más.
—No te preocupes por eso —dijo. —Sólo agradezco que estés de vuelta.
—¿Alguna noticia de Candace todavía? —Era más de la mitad de su
semana.
—No, sigue jugando pelota dura, pero estoy trabajando en ello. Ella
piensa que haré y le daré lo que quiere a cambio de estar con ella otra vez.
—¿Quieres?
—No, no funciona de esa manera. Estoy apostando en que será la
primera en ceder.
Hmm... Tampoco estaba en contra de un segundo matrimonio y la
familia rotundamente o simplemente no la amaba lo suficiente. En cualquier
caso, no podía simplemente pasar el rato conmigo para siempre.
Entró en la habitación de invitados y salió con un trozo de papel. —He
querido mostrar esto. Mira lo que encontré. Creo que tenía, ¿diez años?

Desdoblé el papel, y mi corazón casi estalló. —Él tenía ocho años —


dije. Mis ojos siguieron a lo largo de los dibujos de mí en lápices de colores,
Mike, y Daniel. Estábamos todos tomados de la mano, millones de corazones
que nos rodean. Uno grande, la familia feliz. Por lo menos ante los ojos de
Daniel, lo estábamos, y eso era lo que importaba. Eso fue lo que fuimos
capaces de darle.
—Olvidé mencionar. Quiere saltar en la encima de Zurich
próximamente, después de Roma. Es muy bueno que él tenga la
oportunidad de ver algo del mundo antes de que comience la vida real.
—Sí, soy quien te ha hablado de eso, ¿recuerdas?
—Así que, he estado aquí varios días, y no he oído nada acerca de
ese... amigo suyo. ¿Todavía pasas tiempo con él?
Al menos él lo dijo muy bien. Bebí el resto de mi café antes de
responder. —No, Mike. No estoy. —Él asintió con la cabeza. De repente tuve
un pensamiento de pánico—. No has mencionado nada a Daniel, ¿verdad?
Él negó con la cabeza. —¿Por qué habría de hacerlo? No es como si
cualquier cosa iba a salir de ello, y, ¿qué niño quiere oír hablar sobre su
madre ser amistosa con alguien de su misma edad?
Exhalé lentamente. —Sí, bien. Tienes razón —dije—. Se acabó todo, y
eso es algo positivo. Daniel no necesitaba oír hablar de eso. —Miré hacia
abajo en el dibujo de nuevo. No podía esperar llegar a casa para poder darle
un gran abrazo.
—Hicimos bien, Jillian. Un montón de buenos recuerdos aquí. —
Asentí y doblé el papel, colocándolo en el mostrador.
Enjugué mi taza y la coloqué en el lavavajillas. —Estoy saltando a la
ducha ahora. ¿Te vas pronto? —Pregunté.
—Sí, tengo una cita temprano.
Miré el calendario colgado en la pared, recordándome acerca de la
entrega de agua programada. —¿Es posible que saques las botellas vacías
de agua a la salida? Vendrán en algún momento de esta mañana.
—Claro.
Me dirigí al cuarto de baño y acababa de enjabonar mi pelo cuando oí
el timbre de la puerta. Mierda, ¿están aquí ya? Deslicé la puerta de la ducha,
abriendo un poco. —Mike, ¿puedes conseguir eso? —Grité. No debería
haberse ido sin embargo, si estaban en la puerta en busca de las botellas.
Sonó una segunda vez mientras estaba exprimiendo mi acondicionador. —
¿Mike? —A menudo, el repartidor intentaría de nuevo después de que ir por
el barrio. Salté y sequé lo suficiente para lanzar una bata. Entonces me
lancé pasando todas las botellas vacías sentadas allí para ver el camión
tomando el final de mi camino.

Argh. Perdimos la entrega. A veces dejaban nuevas botellas sin los


envases vacíos, pero esta no fue una de esas veces. Estaba usando por una
gran cantidad de agua últimamente, y mi grifo sabía cómo una piscina. Iba
a tener que tomar tiempo fuera de mi horario de trabajo para ir a recoger
algunos.
Gruñí. Le había pedido hacer una cosa sencilla antes de irse, y él
estuvo de acuerdo. Me preguntaba si incluso me había estado escuchando.
Maldita sea, Mike. Gracias por prestar atención.

31
Traducido por Jessibel
Corregido por Daliam

—Te extrañamos la semana pasada, querida.


Mi madre me recibió en la puerta, y le di un abrazo. La mayoría de las
veces, la cicatriz ya no era visible; me había acostumbrado tanto a ella que
apenas la he notado. Pero de vez en cuando, como hoy, cuando el sol golpeó
su cara apenas a la derecha, pude ver.
—Extrañé a todo el mundo también, mamá.
—Hey, Jills —Perry llamó desde el comedor—. Ven y mira esto con
nosotros.
Fui a través de la cocina, al cuarto de al lado donde ella y Stephen
tenía un montón de tarjetas sobre la mesa.
Mi hermano me miró de nuevo. —¿Cómo te va, hermana?
—¡Genial! —Me senté al lado de ellos. No tenía ni idea de lo mucho
que sabían de mis últimos eventos—. Entonces, ¿qué tenemos aquí?
Frank se acercó, y se puso de pie para saludarlo antes de que reanudó
su puesto en la cocina. Ya olía maravilloso, como siempre. Amaba la
creación de estas comidas familiares para nosotros, y se notaba.
—Nuestro consejo de la fiesta de compromiso.
—¿No es de mala suerte leerlos ahora o algo así? —Le dije.
—¿De dónde has sacado esa idea? —Rio Perry—. No es un vestido de
novia, aunque no creo en esa superstición tampoco. —Ella me dio un
puñado de tarjetas—. Tenemos el material habitual: No ir a la cama
enojados, mantener sus propios intereses, encontrar una razón para
enamorarnos todos los días. Ese tipo de cosas. Pero algunos son malditos
histéricos.
Miré a uno que me hizo sonreír. Mantener las peleas limpias y el sexo
sucio. Mi mente al instante rebotó a Chase. No había sido justa con él, casi
sentí como si me hubiera lanzado su declaración de amor a la cara. Tal vez
no es justo, pero necesario.
—¿Jills? —Corté el pensamiento y la miré—. ¿Estás bien?

—Sí.
—¿Tu esposa no dirá, “¿qué?” porque no te escuchó —leyó Esteban—
. Ella sólo está diciendo para darte la oportunidad de cambiar tu respuesta.
—Lo bueno es que somos tan perfectos juntos, cariño. —Perry le dio
un fuerte golpe en la mejilla—. Me gustan el consejo de “siempre luchen
desnudos". —Ella movió las cejas—. Pero supongo que nunca dejaríamos la
casa entonces, y siempre estaría luchando.
Perry se acurrucó en su regazo. —¿Cualquier cosas de la boda en la
que te puedo ayudar aún? —Pregunté.
Ella sacudió su cabeza. —Créame, serás el primero en saberlo. No vas
a salir de la nada. —Ella agarró otra tarjeta—. Aquí está uno para ti, Jills.
Nunca confíes en un consejo matrimonial de alguien que lo ha hecho más de
tres veces. Hmm... Creo que recuerdo haber dicho algo similar acerca de
Mabel.
—Michelle.
—Cierto.
Cogí uno que mencionó algo acerca de un alma gemela, pero puse de
regreso sin tener que leer todo el asunto. Decidí sólo seguir solo con los
divertidos y renunciar cualquier cosa seria o profunda. Fue un buen plan.
Llegué a tener un gran momento, y era exactamente lo que necesitaba. Un
montón de risas, y una salsa Alfredo que le dio a mi estómago un orgasmo,
fue una combinación ganadora. No estoy segura de lo que haría sin mi
familia.
Perry me llevó aparte después. —¿Está Mike haciendo las maletas ya?
Han pasado seis días.
—No, todavía está trabajando en ello con Candace.
—¿En serio? —Ella puso los ojos en blanco—. Arranca su culo fuera
mañana.
La traje al cuarto de sol, y nos sentamos en el sofá. Los otros estaban
lo suficientemente lejos, pero quería más privacidad. —En realidad no es
tan malo. Ha ido a la oficina mucho, y cuando él está allí, ha sido agradable
recordar a Daniel. —No mencioné mí dos días rabieta.
—¿Y si la Chase viene y lo ve viviendo allí? —No. No quiero hablar de
esto. Eso no ocurriría porque no estábamos juntos más—. Ayer lo vi.
Sentí como una onda de choque se estrelló sobre mí. —¿Qué? Oh, no,
Perry. Dime que no lo hiciste.
—Tranquila. —Ella puso su mano sobre la mía—. No estaba allí para
entrometerme. El premio, ¿recuerdas? —Como si ella no podría haber hecho
caso omiso de que él ganó. Él podría no saber—. Fui a la escuela y le di una

jarra de cerveza. Pero no fue nada. Aunque tengo que decir, que se veía como
la mierda sobrecalentada.
—Mierda ya caliente. Mala metáfora. —Mi corazón no se calmaba,
corriendo tan rápido como si pudiera llegar a la línea de la meta. Quería
oírlo todo. Cada pequeño detalle. Pero, ¿qué lograré con eso?
Perry negó con la cabeza y puso los ojos en blanco de nuevo. —Creo
que sabes lo que estoy tratando de decir. Lucía como tú en este momento,
como si estuviera medio muerto. Al menos él está haciendo las cosas bien y
en duelo en lugar de saltar a través de los tulipanes.
—Dios, Perry. Nadie murió. Ninguno de los dos debería estar de luto—
. Pensé en Hazel y me pregunté cómo se encontraba—. ¿Fuiste a la clase?
—No, me enteré de cuando terminaban, luego, esperé fuera. Había
una maldita rubia puta no me retiraba el ojo cuando me vio hablando con
él. Quería correr sobre ella.
Me reí. —Eso es Cassie. Ella tiene una cosa para él. —Tal vez ella
tendría la oportunidad de hacer algo al respecto ahora. ¿Sería Chase
receptivo? Dijo que no estaba interesado antes, pero eso podría cambiar
ahora. Pequeñas dagas dispararon en el pecho. Tenía la esperanza de que
los consejos fueron envenenados, por lo que me gustaría estar
confortablemente adormecida.
—No lo estás ocultando muy bien, Jills. No puedes soportar la idea de
que alguien más esté con él. No cuando él estaba destinado para ti.
—Sólo detente, Perry, ¿de acuerdo? ¿Por favor?
—Estoy tratando de ser paciente contigo, pero creo que todo esto es
un gran error. Este no es el momento para que seas terca y dejes que se
escape.
—El único error fue dejarlo entrar en mi corazón, para empezar.
Y la única cosa correcta que hice fue dejarlo ir.

32
Traducido por Jessibel

Corregido por Tamij18

La semana de Mike se convirtió en dos. No lo obligué a salir por la


puerta como sugirió Perry, ni lo alenté a quedarse. Prefiero dejar las cosas
como están. Hice los movimientos de mi día, hacer llamadas y reunirme con
los clientes. Cerrando negocios y manteniendo mi mierda organizada. Mis
emociones estaban equilibradas y no había tenido más estallidos.
En general, lo estaba haciendo muy bien, y estaba orgullosa de ello.
—¿Recuerdas cuando se subió a ese árbol? —Mike estaba de pie junto
a la ventana, mirando hacia el pequeño roble blanco—. Subió sin problemas,
pero estaba muerto de miedo para bajar.
Sonreí. —Lo recuerdo. Tuviste que subir hasta allí y entregármelo.
—Estábamos tan bien juntos, Jillian.
—Éramos buenos siendo padres de Daniel.
Se giró y se acercó a mí. Me desplomé en el sofá después de dar un
paseo de tres horas. —¿Eso es todo lo que crees que fue?
—¿No?
—No, teníamos más a nuestro favor que sólo la paternidad.
No tenía idea de a dónde iba con esto. ¿Estuvo en coma todos estos
años? —Hay una razón por la que nos divorciamos, Mike. Le dimos a Daniel
lo que necesitaba, pero no teníamos lo que se necesitaba para mantener
nuestro matrimonio después de que él se fue a la universidad. No te estoy
diciendo nada que no sepas.
—Sé que estaba trabajando mucho, construyendo mi práctica. Y
luego, cuando comenzaste tu negocio, no entendí demasiado todo el tiempo
que pusiste en él. Esa fue mi culpa. Fue difícil para mí no tenerte siempre
ahí.
Asentí. —Lo sé, pero sólo quería hacer algo que fuera todo para mí
después de todos esos años de ser madre y esposa. Todo ocurrió por una
razón, Mike. No hay ningún propósito para reconstruir todo.

—No estoy de acuerdo. Necesito disculparme. Nos diste mucho, y


debería haber aceptado mejor lo que querías. En lugar de ello, empecé a
programar citas en horas más tarde para mantenerme fuera más tiempo.
Eso sólo nos empujó más lejos.
¿Qué pasa con él? Está siendo todo introspectivo. —Pero entonces no
habrías conocido a Candace.
Me miró con cara de piedra y sobrio. —Necesitas saber, Jillian. Nunca
te fui infiel. Sé que ha habido alguna duda de eso, pero le dije a Candace
que nada pasaría entre nosotros hasta que tú y yo estuviéramos divorciados.
Sin nada más, quiero que creas eso. No importa lo mucho que ella lo
intentara, no pude romper mis votos.
Eso realmente me hizo reír. La infidelidad envolvía más que solo
conectar las partes del cuerpo. —Está bien, de verdad. Lo que pasó, pasó.
—Busqué en mi interior un rastro de emoción volátil, imaginando que Mike
me engañó. No, nada. No estoy segura de haberlo sentido alguna vez, incluso
en el calor del momento.
—Sí, eso está todo en el pasado —dijo, mirando hacia abajo y
frotándose las palmas de las manos contra las rodillas—. Sólo ve hacia
delante. —¿Qué diablos está pasando con él esta noche—? ¿Alguna vez has
pensado en intentarlo de nuevo, Jillian?
Mike me miró, y esperé a que se riera. Ni siquiera esbozó una sonrisa.
Oh, buen Señor. Él va en serio. —Ah, no. No lo hago. —Ni una sola vez. Ni
siquiera un poquito.
—Bueno, piénsalo ahora. Tal vez encontrarás que no es una idea tan
loca. —Él sonrió entonces, y lo único que pude hacer fue mirarlo
boquiabierta—. Hemos estado este tiempo separados, y eso podría haber
sido exactamente lo que necesitábamos. Podremos volver juntos más fuertes
que nunca. Y estaría apoyando plenamente tu trabajo.
—Es mi negocio, no un trabajo, y... —¿Y por dónde empezar siquiera?
Mierda—. ¿Estás buscando una manera de evitar volver a casarte? —Eso
era mucho más plausible que cualquier otra cosa que mi cerebro pudiera
evocar.
—Me gustaría casarme de nuevo contigo, Jillian. Eso debe decir algo.
—Me tomó la mano, pero la retiré. ¿Qué tipo de maldito viaje bizarro en su
cabeza era esto?
—Esto es completamente ridículo. Una vez más, nos divorciamos por
una razón, y no fue para poder decir “sí, quiero” de nuevo porque
necesitáramos más poncheras.
—Jillian —dijo riendo—. No estoy sugiriendo que huyamos y nos
volvamos a casar, solo que lo haría si quisieras. Pero creo que deberías

darme otra oportunidad. Basta con pensar lo feliz que sería Daniel al volver
a casa y encontrarnos juntos de nuevo.
—Él es un adulto ahora con su propia vida. No es lo mismo que
cuando era pequeño.
—Pero él siempre se preocupará por sus padres, y sé que siempre te
importará lo que piense, lo que lo hace feliz.
Enrosqué mis piernas debajo de mí y envolví los brazos alrededor de
las rodillas. Por supuesto, quería a Daniel feliz, ¿pero hacer lo que Mike
estaba proponiendo? No era como si tuviera otro chico en el panorama, pero
aun así hacía mi cabeza nadar. ¿Las cosas podrían realmente ser diferentes
por segunda vez? ¿Podríamos volver a unir a nuestra familia para el
beneficio de todos?
—Y sólo piensa en los nietos, Jillian. Sé que todavía podría haber un
trecho muy lejos, pero imagina lo divertido que sería pasar tiempo con ellos
juntos. Podríamos darles a todos los mismos recuerdos que le dimos a
Daniel. Todos en esta misma casa sin que ninguno de nosotros se pierda ni
un momento.
Él se acercó más a mí. —Sólo prométeme que lo pensarás, ¿de
acuerdo? —Su rostro se estaba moviendo hacia el mío, y giré la cabeza, por
lo que sus labios se apoderaron de mi mejilla.
—Lo pensare.

—¿Has perdido tu jodida cabeza?


—Me dijiste ya que lo estaba. —Puse mi taza encima de la servilleta
para que no se volara, luego di un mordisco a mi sándwich. Mi boca estaba
cantando una alegre melodía. Angelina hizo el mejor panini de mozzarella y
tomate, sin duda.
Perry se quedó mirándome como si fuera una persona trastornada
comiendo delante de un enjaulado y hambriento animal. Ella no había
tocado su comida, desde que le dije lo que sugirió Mike, y que lo estaba
considerando.
—Esto es más allá que perderla, Jills. Esto es poner tu mente en una
maldita licuadora, luego tirarla por el inodoro. ¿Con qué tipo de mierda te
está llenando la cabeza?
Afortunadamente, nos encontramos para un almuerzo tardío durante
nuestras horas libres y éramos las únicas personas sentadas en las mesas

del exterior. No necesitaba estar diciéndole que cuide su lenguaje cada cinco
segundos.
—Esa fue mi primera reacción también, pero no es realmente tan loco
si lo piensas.
Perry apoyó su mano en mi frente. —Está bien, sabía que no estabas
tan bien como pretendiste estar después de que Chase y tú se separaran,
pero esto es más serio de lo que pensaba. He sido paciente contigo hasta
ahora, pero creo que es hora de un poco de amor duro.
Le aparté, riendo. —Estoy bien, Perry. ¿Cuántas veces tengo que decir
eso? Mejor que nunca y avanzando. Tal vez el reencuentro con Mike es la
pieza que falta y que necesito para recuperar mi vida. Algo no está del todo
bien, y si las cosas entre nosotros son diferentes esta vez... Bueno, sería una
gran sorpresa para cuando Daniel llegue a casa.
—Jills, me estás preocupando seriamente aquí. ¿Sabes lo que no está
del todo bien en tu vida? Chase no está en ella. Él es la pieza que falta. —
Negué con la cabeza. ¿Alguna vez iba a descansar y dejar de llevarlo a casi
todas las conversaciones—? Mike es como un buitre, atacando cuando estás
débil. No estás pensando con claridad, y necesitas echarlo, como ayer.
Terminé mi sándwich. —Dios, Perry, me haces sonar como una
inválida que no puede cuidar de sí misma. No estoy fuera de la tierra, y Mike
no es mi despiadado cuidador. Mi mente es perfectamente capaz de tomar
decisiones racionales.
—Entonces, ¿ya has tenido relaciones sexuales con él?
—¿Qué? Por supuesto que no. Ni siquiera estamos oficialmente de
nuevo juntos todavía.
—Ajá. ¿Qué pasa con los besos? ¿Al menos ustedes dos hicieron eso?
—En la mejilla.
—Oh, dulce. Al igual que hace mi abuela.
Limpié mi desorden, luego me recliné en la silla, sintiendo el sol en la
cara. —Entonces, ¿qué, Perry? ¿Solo porque no quiero arrancar su ropa?
Eso no es todo.
—No, tienes razón. No lo es. Dime qué más tienen tú y Mike en común
entonces. —Abrí la boca—.Y no puedes decir que Daniel o la edad. —La cerré
de nuevo.
—Oh, está bien, lo sé —dije—. Ambos tenemos una carrera exitosa, y
los dos podemos entender lo que es trabajar largas horas.
—Claro, no. Estoy vetando esa. A menos que tengas negocios con él,
trabajar todo el tiempo es algo que pasarías haciendo aparte. No es
exactamente íntima. ¿Qué más tienes?

Golpeó sus dedos sobre la mesa. Esto era estúpido. —Muy bien,
entonces, ¿por qué no me dices lo que Chase y yo tenemos en común,
además de la atracción?
—Música.
—A todo el mundo le gusta la música. A Mike le gusta la música.
Ella suspiró con fuerza. —No estoy hablando sólo de escucharla, sino
de vivirla. Estoy hablando de sentirla. Sabes exactamente a lo que me
refiero. Tú y Chase la tienen corriendo por su sangre. De hecho, puedo
garantizar que si fueras con Chase a la universidad, nunca habrías
abandonado y...
Levanté mi mano. —No quiero ir allí, Perry.
—Está bien, entonces, ¿qué hay de tener valores similares? ¿Sabes lo
que se siente al crecer demasiado rápido? ¿En realidad, hablar y escucharse
uno al otro como si significara algo? Hmm... ¿Comer alimentos que
quemarían un agujero a través de un ser humano normal?
—Eso es como decir que Mike y yo estamos destinados a estar juntos
porque ambos tomamos café. La comida picante es un rasgo superficial para
tener en común.
—Tal vez sea así, pero todo suma.
—Te estás olvidando la única cosa que no tenemos en común, Perry.
Lo que prevalece sobre todo lo demás que tenemos. Nuestra diferencia de
edad. Es demasiado grande, y él es demasiado joven.
—No, Jills. Estás olvidando la única cosa que puede anular tu
diferencia de edad.
—¿Y eso es? —¿Tener sexo toda la noche, apenas tomando aire?
¿Perdernos en el cuerpo del otro durante días? ¿Tener tantos orgasmos que
me sintiera como que iba a quedarme ciega?
—Amor.

33
Traducido por Lvic15

Corregido por Tamij18


—¿Pensaste más en lo que discutimos?
Estaba en el fregadero lavando los platos cuando Mike se puso detrás
de mí. Sólo me había preguntado eso una docena de veces desde nuestra
primera conversación, y cada vez le decía lo mismo. —Sí, pero todavía estoy
indecisa —dije, cambiando de lado.
Todo parecía tan clínico, como si estuviéramos negociando un
contrato. En cierto modo, supongo que no difería demasiado. Estaba
tratando de averiguar cuál era la mejor manera de actuar, dejando mis
emociones fuera. Por un lado, me cerraría a cualquier relación futura, pero
eso no estaba en mi mente. Por otro lado, reuniría a nuestra familia y
conseguiría una vida simple y libre de drama.
Le había preguntado por Candace, pero todo lo que decía era que
estaba más convencido que nunca de que ella no era con la que quería estar,
sino conmigo. Y aunque nada funcionase entre nosotros, no iba a volver con
ella. Sentí que eso debería significar algo para mí, pero no fue así.
—Oye, deberíamos planear algo especial para la Navidad de este año.
—Quedan tres meses, Mike. —Y eso suponiendo que aún estemos
juntos.
—Sí, pero nuestro hijo estará en casa. Eso es motivo de celebración,
¿verdad? Sé que es un adulto ahora, pero tal vez podríamos ir al centro y
echar un vistazo a la plaza por los viejos tiempos.
Sonreí. —Bueno.
No importa lo lejos que me fuera; siempre me podía traer de vuelta
con Daniel.

Necesito hacer esto más a menudo. Fue agradable pasar algún tiempo
a solas con mi madre. Frank fue a jugar al golf durante todo el día, y yo
tenía una reunión con un cliente en la zona. Todo fue rodado.
Estábamos sentados en la mesa de la cocina, charlando y bebiendo
café, cuando habló sobre Mike. En las comidas familiares recientes,
mencioné con indiferencia que él se estaba quedando por un tiempo, y
además de Perry, nadie había tenido ningún problema con ello.
—¿Cuánto tiempo se quedará, querida?
—No estoy segura... Estamos hablando de algunas cosas más. —
Jugueteé con mi taza, preguntándome cuánto contarle. Mi madre no solía
decir sus opiniones a la ligera, pero sabía que no sentía como si Mike y yo
fuéramos una buena pareja como matrimonio.
—¿Y qué pasa con ese chico agradable que te acompañó a la fiesta de
compromiso?
—¿Qué pasa con él, mamá?
Ella puso su mano sobre la mía. —No quiero entrometerme, pero
asumí que teníais algo. Parecíais muy felices juntos.
Me sorprendí un poco. Nunca había hablado sobre Chase antes.
Nunca. Una extraña, paranoica sensación me atravesó. ¿Estaban mi madre
y Perry confabuladas?
—Como ya he dicho antes, era más como un amigo. Nada serio. —
Sentí una punzada de culpabilidad por mentirle. Él no era sólo un amigo
para mí, pero para todos los intentos y propósitos, esa noche lo era. Eso fue
lo que le mostramos a todo el mundo.
—Ya veo. Entonces me equivoqué. —Asentí con la cabeza y tomé un
sorbo de café—. ¿Y Mike? ¿Esto podría convertirse en algo serio de nuevo?
Podría decírselo ya que muy pronto podría dejarle un sitio en la mesa
de la familia. —Estoy pensando en ello, mamá. —Sonrió, pero no
respondió—. ¿Crees que es un error considerarlo? —pregunté.
—Oh, Jillian. No puedo responderte a eso, pero el hecho de que te lo
estés planteando es... ¿Puedo preguntar por qué el cambio repentino? Todo
esto parece suceder de la nada.
Me encogí de hombros. —Todo comenzó porque necesitaba un lugar
temporal para quedarse. Después comenzamos a hablar de Daniel y
progresó rápidamente desde allí. Mike sugirió que probásemos de nuevo.
Ella bebió su café y miró por la ventana. Había varios comederos de
aves cerca de las puertas del patio, y veíamos algunas oropéndolas
rezagadas comiendo en los naranjos que mi padrastro había plantado para
ellas. Pronto todos ellos se habrían ido, se trasladarían a su casa de invierno.

Eché un vistazo a su cara. Me di cuenta de que quería decir algo, pero no


quería sobrepasarse.
—Si tienes algo que decir, mamá, me encantaría escucharlo.
Realmente valoro tu opinión.
Se volvió hacia mí, dejando su taza sobre la mesa. —Sólo quiero que
seas feliz, querida. Y cuando estabas casada con Mike, no diría que fueras
infeliz, pero no tan feliz como podrías ser, si eso tiene sentido.
Asentí. Lo hizo, pero, ¿no estaba la felicidad sobrevalorada? Era fugaz.
Venia un día, se iba al siguiente.
—Las únicas veces que realmente te vi brillar fue alrededor de Daniel.
—Haría cualquier cosa por ese niño —le dije.
—Lo sé. Eso es lo que me preocupa.
Fruncí el ceño, dándole una mirada interrogante. —No entiendo.
Ella sonrió, la suavidad de su cara arrugándose. —¿Todavía quieres
oír mi opinión?
—Por supuesto.
—Pasaste gran parte de tu vida criando al hijo de otro hombre. —Abrí
la boca para protestar, pero ella me apretó la mano—. No estoy diciendo que
fuera una decisión equivocada, ni estoy diciendo que no sea tu hijo. Lo es,
en todos los sentidos que cuenta. Y no podría considerar a Daniel más mi
nieto si fuera mi propia carne y sangre. Pero mi punto es que lo diste todo
por ese niño, incluyendo la posibilidad de encontrar tu propio amor
verdadero.
Se me hizo un nudo en la garganta, y lo forcé hacia abajo con saliva.
No pude evitar sentirme un poco a la defensiva. Ya sabía que amaba a Daniel
más que a Mike, pero ¿y qué?
—Nunca me arrepentí de nada, mamá. Hice lo correcto.
Ella asintió. —Sí, y estoy muy orgullosa de ti por darle a un niño la
oportunidad de tener una buena vida, una vida llena de tanto amor. Fuiste
desinteresada durante un período en que la mayoría todavía están centrados
en sí mismos. Tal vez ha llegado el momento de que vivas tu vida.
Negué. Ya lo había hecho al comenzar mi negocio. —Está bien admitir
que es difícil poner las necesidades de los demás antes que nada, incluso si
fue satisfactorio. No significa que ames menos a Daniel. Pero ya no es un
niño pequeño. Es un adulto, Jillian. No te necesita de la misma manera, y
tampoco Mike.
Me froté la cara, tratando de volver a la tierra. Estaba tan
impresionada por el momento. Mi madre nunca había hablado así antes. Tal
vez nunca le había dado la oportunidad de hacerlo, pero aun así....

—¿Sabes cuándo más te he visto brillar? —La miré, ya sabiendo lo


que iba a decir y deseando que no lo hiciera—. No creo que Chase fuera sólo
un amigo para ti, querida.
No podía negarlo o sino seguramente comenzase a llorar, y había
llegado tan lejos manteniendo mis lágrimas bajo control. No iba a romperme
ahora. —Sabes qué edad tiene, mamá.
—Si, lo sé. ¿Eso es algo malo para ti?
—Por supuesto que sí. —La miré boquiabierta, preguntándome cómo
podía hablar con tanta calma. Toqué ligeramente su cara—. Después de todo
lo que has pasado...
Mi madre sonrió y tomó mis manos entre las suyas. —Jillian, querida,
por favor, no dejes que mis errores del pasado afecten tu felicidad futura.
—¡No fueron tus errores! —Una burbuja protectora creció dentro de
mí. Si ella se estaba culpando a sí misma por lo que pasó, buscaría a mi
padre y se lo haría pagar.
—Todo el mundo juega un papel importante en todo.
—No —dije—. No en este caso. —Mi padre fue el que prácticamente
había forzado a mi madre a que se hiciera una cirugía plástica porque ya no
era lo suficientemente bonita para él. Debido a que ella estaba empezando
a envejecer más rápido de lo que él quería. Fue su culpa que tuviese
complicaciones. Su culpa que llevase esa cicatriz en la cara a día de hoy.
Después el bastardo la había dejado de todos modos.
—No le guardo ningún rencor, y me gustaría que tú y tu hermano
tampoco lo hicierais. —Cerré los ojos y moví mi cabeza bruscamente. Mi
madre era demasiado buena—. Mira lo rica que es mi vida ahora. Tengo a
Frank y a mi familia a mí alrededor. Salí de esto como una persona mucho
más fuerte y segura. Tu padre no me obligó a hacer nada, Jillian. Si me
hubiera plantado, él no habría sido capaz de convencerme de algo que no
quería hacer.
El suelo se estaba desmoronando debajo de mí. Este era otro tema del
cual mi madre nunca hablaba. Nunca. —Pero... papá era mucho más joven
que tú. Incluso si nunca hubieras tenido la cirugía, aún habrían estado
todos esos problemas adicionales a los que tendrías que haber hecho frente.
Por no mencionar el estrés añadido por el que Stephen y yo pasamos.
Aunque, él lo tenía peor que yo. No sólo tuvo que pasar por el sufrimiento
de su madre, sino que también tuvo el placer de encontrarse con una de las
jóvenes amigas de papá.
—No más problemas que cualquier otra persona pudiera tener en un
matrimonio problemático. El hecho de que era más vieja que tu padre no

era relevante. El hecho de que no estábamos hechos el uno para el otro si lo


era.
Yo... yo no sabía qué pensar. —No sé qué hacer, mamá.
—Sólo se feliz, Jillian.

34
Traducido por Lvic15
Corregido por Nuwa Loss

Conduje a casa más ligera y más pesada a la vez. ¿Cuándo fue la


última vez que había tenido una conversación tan profundamente personal
con mi madre? ¿Alguna vez? Era un sentimiento surrealista.
No sabía a dónde ir desde aquí. No había esperado que mi tarde fuese
de la forma en que lo sucedió. Me sacó de mi camino, y estaba tan lejos de
la ruta marcada que no sabía si alguna vez encontraría el camino de vuelta.
Entré en el camino de entrada para encontrar el coche de Mike allí,
como esperaba. Dijo que iba a pasar el día haciendo un poco de limpieza, lo
que me hizo reírme en el momento. Su versión de poner en orden era poner
un nuevo rollo de papel higiénico y tirar el viejo.
—Hola —dije en voz alta cuando entré. La sala de estar todavía tenía
el mismo aspecto; A pesar de que, no había estado demasiado desordenada
para empezar—. ¿Hola Mike? ¿Estás ahí?
Caminé por la cocina, notando sus platos sucios en el fregadero, y fui
hacia mi oficina para dejar mi bolsa de trabajo. Me detuve en la puerta. La
habitación parecía diferente, más abierta. Limpiada. Me tomó medio
segundo para desarme cuenta de por qué —las cajas de juguetes y bolsas
de ropa no estaban.
—Hola, Jillian. Me pareció oírte llegar a casa. —Me di la vuelta para
ver a Mike subiendo las escaleras del sótano.
—¿Dónde pusiste todo esto? —le pregunté.
—Lo dejé en el centro de donación esta mañana. Me pediste que lo
hiciera, ¿recuerdas?
—Bueno, sí, hace unos meses. Todavía estaba revisando por casa
cada vez que tenía tiempo, añadiendo cosas a la pila, pero... gracias. —Cogí
los papeles de mi bolsa y los metí en el cajón.
—De nada. Pensé en dejar algunas cosas, ya sabes, para los niños de
Daniel, pero la mayor parte estaba bastante estropeada. A excepción de
algunos de los juegos de mesa.

¿Juegos? Desconecté el resto de sus palabras mientras mis ojos se


movieron a un lado de mi escritorio. Me asomé por debajo, luego detrás. El
golpeteo en mis oídos aumentaba más y más.
—Jillian, ¿algo está mal?
Tiré una pila de carpetas. La habitación estaba muy, muy limpia; no
había demasiados sitios para que una caja cuadrada jugase al escondite.
No. Por favor, no.
—Tenía un juego a un lado. Separado de la pila de la donación. —
Hablé con calma y racionalmente—. ¿Lo has visto?
—Por supuesto. ¿Estaba justo ahí? —Señaló el lugar junto a mi
escritorio donde había hecho un lugar para él. Donde lo veía cada vez que
trabajaba, que era mucho—. Lo apilé con los demás y lo llevé.
—¿Por qué harías eso? Estaba a un lado por una razón, Mike. —Mi
voz había perdido algo de su uniformidad. Si se parecía a mis emociones, se
asemejaba a un picador de hielo dentado. Tenía este sentimiento enfermizo
que no podía dominar, y que estaba haciéndose más fuerte.
Todo lo que tenía que hacer era respirar—. ¿A qué centro lo llevaste?
—El que está en North Ave. ¿De qué se trata esto? ¿Era el juego
favorito de Daniel o algo?
—Me tengo que ir —grité mientras corrí hacia la puerta. Si recordaba
correctamente, el lugar cerraba en veinte minutos, y ese es el tiempo que
tardaba en llegar.
Llegué en dieciocho minutos. Las posibilidades eran aún bastante
buenas, me aseguré. Lo había dejado justo esa mañana. Era poco probable
que alguien lo hubiese comprado ya. El centro, probablemente ni siquiera
había terminado de clasificarlo de todo. Era una carga enorme.
Me lancé al interior mientras la recepcionista se dirigía a la puerta,
probablemente para bloquearla—. Estoy buscando un juego. Se
llama Bunked. Una caja púrpura y verde. La dejaron antes.
Esperaba que la mujer se riera ante mi solicitud frenética. Estaba
hablando con tanta rapidez, que sonaba como si estuviera ansiosa. “Debe
necesitar ayuda con los juegos de mesa.” Cuando me lo entregase, tenía que
asegurarme de que no juntaría mis labios y saltaría arriba y abajo.
—Lo siento, cariño. —No hubo risas, sólo ojos amables—. Nos han
dejado sin juegos ni juguetes hoy. De vez en cuando son recogidos para el
Hospital de Niños.
—Oh, está bien entonces.

—¿Estás enferma? ¿Necesitas sentarte? —La mujer estaba


mirándome con una expresión preocupada, por lo que me pregunté cómo
me debía ver para ella.
—No, estoy bien. Gracias por su tiempo.
Regresé a mi coche y entré. ¿Qué había pasado aquí? Conducir como
una lunática en por unas carreteras llenas de tráfico para qué… ¿un juego
de mesa usado? No entendía mi reacción impulsiva. Sí, Chase y yo habíamos
jugado a ese juego, pero hicimos un montón de cosas juntos. ¿Debería haber
estado guardando todos nuestros condones usados también?
Empecé el viaje de regreso a casa. Es un puto juego, me recordé.
Podría ir a comprar uno completamente nuevo uno ahora mismo. Uno que
no tuviese una mancha de cerveza en una de las tarjetas o sus huellas
digitales por todo el maldito temporizador.
Sólo un juego, Jillian.
Plop.
Un puto juego.
Plop plop.
No significa nada.
Plop plop plop.
Estaba hundida en el momento en que llegué a casa. Un lío total. El
pelo pegándose a mi cara, los mocos corriendo por mis labios. Ni siquiera sé
cómo lo hice. Mis ojos se sentían como si alguien hubiese vertido ácido en
ellos.
Fui adentro y directamente a mi habitación, sin recordar si había visto
o hablado con Mike. Cerré la puerta y me metí en la cama, las lágrimas ni
una sola vez me dejaron descansar, los sollozos ni una sola vez se
silenciaron en mi boca.
En un momento de la noche, miré y vi a Perry sentada allí—. ¿Cómo
...? —Tenía que estar soñando.
—Shhh... —Se acercó y me meció como a un niño—. No hables, sólo
llora. Esto es necesario, Jills. Estoy aquí para ti.
Me quedé en esa habitación durante tres días. Empecé a creer que
estaba enferma por lo mucho que dormía. Cuando estaba despierta, Perry
me forzaba ya fuera a comer sopa sin gusto, o estaba llorando, a veces
ambas. Mis ojos se habían convertido en rendijas hinchadas.
Para el momento en que finalmente mi llanto acabó, estaba seca.
Aniquilada como si hubiera estado trabajando durante setenta y dos horas,
sin descansar. Pero todo valía la pena, porque una vez que la suciedad se
fue, mi mente se aclaró.

—Lo amo, Perry.


—Sé que lo haces.
—¿Piensas que voy demasiado tarde?
—No lo sé. Me gustaría pensar que no.
Me senté en la cama y bebí de mi botella de agua. Mi boca sabía cómo
si hubiera apenas sobrevivido a un ataque de gripe estomacal—. Tengo que
lavarme los dientes.
—Sí, tienes.
—Y tomar una ducha.
—Sí, definitivamente tienes que hacerlo. —Sonrió—. Lo bueno es que
tiene un aparato de aire acondicionado que funciona, o las cosas se podrían
haber puesto un poco mal aquí.
—¿Todavía hace calor afuera? —pregunté. Era una sensación extraña
que varios días de tu vida hubieran desaparecido.
—Sí. —Estábamos en medio de un verano indio y las temperaturas
llegaban a los veintiséis grados—. Pero abrí las ventanas por la noche para
conseguir un poco de aire fresco.
No sabía cómo se las había arreglado para quedarse conmigo tanto
tiempo—. Espero que no te metieras en problemas en tu trabajo. —
Rápidamente miré mi horario, rogando por no haber dejado a ninguna cita.
Menos mal... Tuve suerte.
Ella agitó la mano—. Tomé unos días de vacaciones. Tenía extra de
todos modos.
—Gracias, Perry. —¿Quién más podría haberme cuidado de esa
manera? Mi dinero no hubiera ido a mi ex, sobre todo porque mi colapso se
debía a razones que él nunca entendería—. ¿Qué te hizo venir aquí en primer
lugar?
—¿Puedes creer que Mike me llamó?
—¿Qué?
—Sí. Me alegro de que lo hiciera, pero tiene que darse cuenta. Dios, te
lo juro. No sabía cómo manejarte, y pensó que estabas teniendo “problemas”
—hizo comillas en el aire— “de mujeres”. Dijo que te asustaste por algún
juego y luego no dejaste de llorar. Debería saber más; es médico, por el amor
de Dios.
—Es cirujano de hombros, no un ginecólogo.
Rodó sus ojos. —Aún así, debería saber más.
—En su defensa, nunca he actuado así antes.

—Nunca has estado así de enamorada antes.


Nos quedamos en silencio por un tiempo. Tenía que salir a la calle y
sentir un poco de sol. Tenía que hacer un montón de cosas.
—Sabes que tienes que hablar con Mike, ¿verdad? Y pronto. Tiene que
irse.
—Lo sé.
Tenía un nuevo plan: Mike, después Chase.
Y rezar que no fuera demasiado tarde.

35
Traducido por Lvic15
Corregido por Nuwa Loss

—¿Estás bien? —Mike me miró receloso—. Te ves mejor.


—Sí, mucho. —No pude evitar reírme para mí misma. Se mantuvo a
distancia como si fuera un animal salvaje al que se le acabaran de terminar
los tranquilizantes y no podía ser de confianza—. No te preocupes. No voy a
atacar.
—Dabas bastante miedo antes, Jillian.
—Bueno, estoy bien ahora. —Tan increíblemente bien. Toda la mierda
tóxica dentro de mí había desaparecido. Me había duchado, limpiado mi
habitación, y estaba a punto de arrojar otra gran porción de peso muerto.
—Perry te escuchó hablando con alguien el otro día. ¿Era Candace?
Su cara se veía como si hubiera entrado y me hubiera encontrado a él
inclinando a su secretaria sobre el escritorio—. Oh, no era nada.
Honestamente, Jillian. Ella me llamó.
—Está bien, de verdad. —Más que bien—. ¿Qué quería?
Se acercó más a mí—. Ah, ella quiere que vuelva a casa. Pero yo no la
quiero. Te quiero a ti. Ya te lo dije.
—¿Pero se lo has dicho? —No respondió. Por supuesto que no lo había
hecho. Gallina—. Creo que deberías, Mike. Vete a casa. O no. Esa es tu
elección, pero no es adecuado que te quedes aquí conmigo más tiempo.
Habrá pasado un mes de aquí a poco.
—¿Qué estás diciendo? Ya hemos hablado de esto. Daniel…
—Ves, eso es de lo que estoy hablando. Tal vez no me di cuenta antes,
pero siempre lo has utilizado como palanca. Como una manera de
mantenerme contigo.
—Eso es una locura.
—Realmente no. Creo que las cosas fueron mejores durante un tiempo
cuando estuviste con Candace, pero en general, así es como ha sido durante

toda nuestra relación. Sabes que haría cualquier cosa por nuestro hijo, y te
aprovechas de eso.
Se pasó su mano por su pelo—. No puedo creer que digas estas cosas,
Jillian. Dar a entender que le uso es simplemente incorrecto.
—No estoy diciendo que tus acciones fueron puramente con mala
intención, pero creo que tengo un rol para ti, y estás tratando de aferrarte a
eso. Nunca fue nuestro matrimonio en primer lugar porque no había un
gran amor entre nosotros. Pero a pesar de todo, dejé que sucediera, así que
soy igual de culpable. No puedo dejar que suceda más. Siempre estaré ahí
para Daniel, pero tú y yo no estamos destinados a estar juntos.
—Oh ya entiendo. Esto tiene que ver con otra persona.
Dejé caer la cabeza entre mis manos. Sí, había alguien más, pero no
sabía ni la mitad. Sea o no que Chase me perdonase, eso no tenía nada que
ver conmigo y Mike.
—Se trata de ese niño, ¿verdad? Dijiste que ya no estabas con él.
—No lo estoy. —Tomé una respiración profunda y me forcé a decir el
resto de las palabras. Mis días de no permitir que mis sentimientos brillasen
tenían que acabarse o sino no tendría ninguna posibilidad—. Pero yo quiero
estarlo. Yo... estoy enamorada de él.
Mike me miró, con los ojos desorbitados. Luego echó la cabeza hacia
atrás y se echó a reír. Tamborileé mis dedos en el sofá esperando a que
terminase.
—Sí, claro, Jillian. No estás enamorada de él.
Entrecerré los ojos—. Me alegro de que encuentres esto tan gracioso
porque lo digo completamente en serio.
—Ya le dije que estaba perdiendo el tiempo cuando se presentó ese
día. ¿Por qué ir hacia atrás y remover las cosas de nuevo? Déjalo como está.
Si quieres a alguien que te cuide, puedes hacer eso conmigo.
Jadeé bruscamente, mi estómago apretándose—. ¿Qué mierda, Mike?
¿Chase vino y le impediste que me viera? —El resto de mi cuerpo se tensó
cuando se encogió de hombros como si no fuera nada. Respiré. Nada podía
cambiar el pasado; tenía que concentrarme en el futuro—. Y no estoy
buscando a alguien a quien cuidar. Y si lo estuviera haciendo, Chase no
sería la persona correcta. Ha sido más maduro que yo a lo largo de estos
últimos meses. No, esto tiene que ver con el amor. Es por eso que quiero
estar con él.
Mike se despejó, perdiendo su jovialidad. Parecía muerto y dijo—. No
irás con tu chico juguete alrededor de nuestro hijo. Piensa en lo que eso le
haría a él.

—Daniel es un adulto ahora. Lo entenderá, y si no lo hace, no es mi


responsabilidad. No necesito su permiso para ser feliz.
—Estás cometiendo un error, Jillian. Vas a joderlo todo.
Tuve una pequeña duda. Tal vez lo jodería todo. Tal vez Daniel tendría
un problema con Chase que nos haría separarnos. Suponiendo, por
supuesto, que Chase aún me quisiera.
Valía la pena el riesgo. Amaba a Daniel más que a nada, pero sentía
lo mismo por Chase. Como Perry con tanto cariño había metido en mi
cabeza, este no era el momento de aferrarme a mis decisiones tozudas. Me
podría costar mi oportunidad en el amor verdadero.
—Entonces será error mío. Adiós, Mike.

36
Traducido por Mich Fraser
Corregido por Nuwa Loss

No necesitaba conducir. Podría haber volado. Las mariposas estaban


trabajando horas extras, y todo lo que hacer era dejar ir la rueda y florar
todo el camino allí.
Mierda, me iba a enfermar.
Pero una buena enfermedad. Una ansiedad saludable que me
recuerda cuánto esperaba un buen resultado. Oh, Dios mío, ¿y si ya tenía
otra novia? A mi garganta no le gustaba esa opción. Tuve que empujarlo
lejos. En su lugar, me visualizaría en el escenario perfecto: Entraría y él me
tomaría en sus brazos. Me disculparía y él aceptaría. Entonces viviríamos
felices para siempre.
Sí, eso tampoco funcionaba. No pude concentrarme lo suficiente para
mantener las vibraciones fluidas y positivas. Algo interfería con mi fantasía
y volaría todo al infierno. Otra mujer, su comprensión que él está mejor sin
mí, la azotea cayendo. Mi mente era un pozo de posibilidades.
Aparqué en el estacionamiento y me senté allí. No llamé primero; Esto
no era algo para hacerlo por teléfono. Necesitaba mirarlo a los ojos cuando
le hablara. Eché un vistazo alrededor, sin estar segura de cómo proceder. El
día escolar terminaría pronto, y no sabía si debía esperar en el coche o
entrar. No había clavado todos los detalles del plan.
Al final, decidí entrar. Tenía miedo de perderlo de alguna manera,
incluso con los ojos en la puerta principal. ¿Qué tal si había estado ciega
por mucho tiempo? Me aterraba a muerte que él no me perdonara, y mi
cerebro estaba tratando de distraerme el tiempo suficiente hasta que me
enteré.
Empujé a través de la puerta y caminé a través de grupos de personas
alrededor. Era una escuela pequeña, pero con un ambiente muy diferente
durante el verano. Me mezclé, lo cual agradezco. Pude haber sido cualquier
otro padre recogiendo su hijo. La púnica atención que quería atraer hacia
mí era Chase. Quería que me reconociera primero.
Bajé a su clase al final del pasillo, mirando por cada ventana en caso
de que lo hubieran cambiado de salón. Mi pulso era como una maldita

bomba, y no dejaba de esperar que alguien me preguntara de dónde venía


ese sonido. Algunas puertas estaban abiertas, otras no, pero la que estaba
al final del pasillo lo estaba.
Lo primer que me llamó la atención fue la guitarra rosa brillante junto
a una mochila en el suelo. Mi corazón hizo un pequeño tirón. La mochila
estaba apoyada contra el escritorio donde Hazel estaba sentada, con la
cabeza baja y trabajando en algo. De hecho toda la clase pareció ocupada.
Retrocedí, así que no los molesté, y al hacerlo lo vi.
Sus ojos ya estaban en los míos, sin duda notándome antes de que yo
lo hubiera visto. Deseé que yo lo hubiera visto primero; Eso pudo haberme
dado un poco de esperanza porque basado en la mirada que tenía ahora, no
era la reacción que quería.
O podría haberme aplastado por completo, así que tal vez era mejor
para mí no saberlo. Mi pecho se apretó dolorosamente. No pude apartar la
mirada. ¿Cómo había pasado tanto tiempo sin mirar a su impecable rostro?
¿Cómo había dejado que esa bella alma se alejara?
Todo se movió en cámara lenta. Miré a Chase bajar la pluma y
empujar silenciosamente lejos su escritorio. Se levantó y caminó con fuerza
silenciosa que me hizo sentir dolor por él. Una vez fue mío. ¿Lo volvería
hacer?
La energía zumbó dentro de mí. Me pregunté si podría sentirme tan
intensamente como yo podía. La conexión estaba allí; Estaba segura de ello.
Quería que impusiera esa creencia con una sonrisa, un brillo ardiente en
sus ojos verdes, cualquier cosa.
No pasó. Cuanto más se acercaba, más me hundía. Él era una versión
diluida de sí mismo, y eso me rompió el corazón.
—¿Qué estás haciendo aquí, Jillian? —Su voz era baja, sus emociones
planas.
—Estoy siguiendo mi pasión.
No había planeado qué decir; No ensayaba conversaciones en mi
cabeza de antemano, si lo hubiera hecho, tal vez no hubiera estado tan
callado cuando me rechazó.
—Y yo estoy en clase. Lo siento. No puedo hacer esto.
Volvió a entrar al salón y cerró suavemente la puerta, dejándome sola.
Estaba arraigada en el lugar, demasiado sorprendida para moverme una
pulgada. Todas las personas y los sonidos a mi alrededor estaban
amortiguados como si mi cabeza estuviera sumergida. Chase no dijo: No
puedo hacer esto ahora mismo. Él dijo: No puedo hacer esto. Como, nunca.

No importaba si me merecía su tratamiento o no. No me importaba si


conseguí exactamente lo que pagué. Dolía. Todavía dolía tan jodidamente
tanto que quería acurrucarme y morir.
De alguna manera logré poner una pierna delante de la otra y
alejarme. No sabía a dónde iba, pero me ocuparía de eso cuando llegara.
Estaba a medio camino en el pasillo cuando sentí un zumbido detrás
de mí y giré a tiempo para encontrar a Hazel antes que me golpeara en las
piernas. —¡Jillian!
Me incliné y la abracé. —Hola, cariño. ¿Qué haces? Se supone que
debes estar en clase.
—El señor N me dejo venir a saludarte. Siempre y cuando fuera muy
rápido.
Me reí. —Bueno, ciertamente has sido rápida, Hazel.
—¿Vendrás a verme en el show de talentos?
—¿El show de talentos?
—Por favor, ¿Jillian? —Empezó a saltar arriba y abajo—. Estaré
tocando mi guitarra.
—¿Qué días es? —Le hice una seña para que empezara a seguirme al
salón. No quería que pasara demasiado tiempo. La escuela tenía que
terminar en cualquier momento y no creí que pudiera ver la expresión sin
vida de Chase.
—Sábado. Aquí en el gimnasio. ¿Por favoooooor?
—Te prometo que haré todo lo posible, ¿bien?
Asintió y le di un abrazo de despedida. Justo antes de levantarme de
nuevo susurró—: Te extraño. El señor N también. Él todavía hace bromas,
pero puedo decir que está en verdad triste.
Hazel se deslizó de mis brazos y entro al salón, y rápidamente me di
la vuelta. No sabía qué hacer con él. Con lo que sea de eso. Triste o no,
Chase dejó claro sus sentimientos, y ahora estaba sola una vez más con mis
pensamientos, me estaba matando de nuevo.
Fui hacia la puerta, viendo la pila de volantes. Tomé uno justo cuando
sonó la campana. Llegué a mi coche y salí enseguida, dispuesta a
recomponerme. Estaba al borde de otro ataque de llanto; podía sentirlo. Las
lágrimas brotaban dentro de mis parpados, listas para caer a la menor
provocación.
Las empujé dentro y puse música. Justo que los conductos lagrimales
tenían un sello igual que una vejiga. Una vez rota, tenía que preocuparte
por el líquido que salía cada veinte minutos. Y no era como si nunca hubiera

llorado antes, lo había hecho, mucho. No así. No estos sollozos crudos y


emocionales que destrozaban tu corazón.
¿Acaso Chase se sintió así? Aunque fuese sólo una fracción, quería
estrangularme por hacerle eso. Apestaba. Mucho.
Cuando llegué, sólo tenía las mejillas ligeramente húmedas. No tan
mal, teniendo en cuenta. El camión de Shephen estaba estacionado allí; Era
la última persona que esperaba. Bueno, la segunda última. Entré al garaje
y revisé mis ojos en el espejo retrovisor antes de salir.
Tanto Perry como mi hermano saltaron también. Traté de recordar si
había hecho planes con ellos, pero ella sabía que estaba tratando de
resolverlo con Chase hoy. La bola de plomo en mi estómago revotó con
fuerza, golpeándome fuera del centro. Las cosas estaban mucho mejor
cuando todavía estaba intentando y esperanzado, en vez de intentar y fallar.
—¡Tiempo perfecto! —dijo Perry—. Estábamos a punto de… —Se
detuvo y se precipitó—. ¿Jills? —Me miró a los ojos—. Oh, no, ¿Chase? —
Me mordí el labio inferior y asentí—. ¿Ya lo viste? —Asentí de nuevo,
mirando a Stephen.
Él había estado jugando al papel de fuerte y silencioso hacia mí. —
Pero dijiste que ibas a llamar e invitarlo a pasar esa noche. ¿Qué paso?
—Cambié de opinión y fui a la escuela. Quería que mis primeras
palabras fueran a la cara. No funcionó tan bien —dije suavemente.
—¿Qué dijo él?
—Que lo sentía, pero no podía hacer esto. —Nunca.
—¿Y cómo se ve?
—Diferente.
Suspiró y después le hizo una seña a Stephen. —Necesitamos tu
opinión de hombre.
—No tiene por qué involucrarse, Perry.
Stephen se acercó y me miró. —Oye, hermanita.
—Si un chico le dice a una chica que la ama, y ella básicamente jode
todo con él, lo siento, Jills, pero es cierto, ¿no sería un poco indeciso volver
con ella?
Stephen se volvió hacia mí. —¿Chase te dijo que te ama?
—Sí.
Esperé por ello. Esperé que dijera que un chico de su edad no tenía
nada profesando su amor por mí, pero no dijo nada. Sólo exhaló con fuerza
y se pasó las manos por el cabello.

—Está bien, obviamente él está de acuerdo conmigo —dijo Perry—. El


mensaje aquí es que no te des por vencida todavía. Chase está sufriendo y
podría tomar algún tiempo, pero vendrá. Pero también tiene que saber que
eres seria. ¿Sabe lo que sientes por él?
—No exactamente. —En retrospectiva, debería haber dicho que lo
amaba de inmediato, pero nunca esperé que nuestro tiempo terminara tan
rápido. Mis ojos volvieron a mirar a mi hermano.
—Él necesita saberlo, Jills. Pronto.
Sabía que Chase valía la pena intentarlo de nuevo, pero no estaba
segura de cuántas veces me tomaría antes de que mi corazón cediera. —
¿Por qué vinieron?
—¡Oh, sí! —Perry le dio un codazo a Stephen—. Dile lo que me dijiste.
Necesita un poco de animación.
Incliné mi cabeza hacia él, sin tener idea de qué estaba pasando. —
Estuve en el Wengo la otra noche. Al igual que Chase.
Mi pecho comenzó a gritar. —¿Con quién estaba él? —Espera. Perry
me dijo que esto me alegraría. Eso descarta a otra chica.
Stephen se encogió de hombros. —No lo sé, un par de amigos tal vez.
—Sus manos estaban clavadas en sus bolsillos delanteros y se mecía
lentamente de un lado al otro sobre sus talones mientras Perry bailaba a su
alrededor. Hizo un gesto para que continuara—. Sí, y por si ayuda, se veía
muy serio, triste. Varias veces esa rubia mesera se acercó, pero él ni la rozó.
¿Amanda?
—¿Ves? —preguntó Perry con una enorme sonrisa—. Y eso es aún
más importante, considerando que a los chicos les gusta follar cualquier
cosa que se mueva.
Mis entrañas se revolvieron. Ya sabía que Chase se sentía atraído por
ella; Se habían follado antes, pero… pero esto era algo nuevo, ¿verdad? Nada
impedía que volviera a estar con ella, pero él no tomó el cebó.
—No todos los tipos son así, Perry —dijo Stephen.
—Bueno, ya sé que tú no. —Le rodeó el cuello con sus brazos—. No
hay coño en el mundo que te ayudaría a superarme.
—Tienes razón sobre ello.
Ella rió y lo besó, y yo respondí aclarándome la garganta. Si esto era
el comienzo de sus preliminares, no quería que pasara en mi camino. —
¿Cómo supiste que la estaba rechazando? —pregunté a Stephen.
—Fue bastante obvio con lo que estaba pasando.

—¿Crees que te vio y por eso estaba teniendo cuidado? —Pero eso no
tenía sentido. Ya habíamos terminado, y no era como si estuviera tratando
de volver conmigo.
—No lo sé, Jillian, pero lo dudo mucho. Mira, no estoy seguro de lo
que pasa entre ustedes, y no estoy pidiendo detalles. Sólo quiero saber que
lo que sea que hagas, lo hagas con los ojos bien abiertos.
Él no estaba de acuerdo, pero tampoco condenando. No necesitaba el
consentimiento de Stephen para amar a Chase, pero su postura suavizada
sobre el asunto significó mucho.
—Gracias, hermanito. —Le di un abrazo—. Por primera vez en mi vida,
eso es lo que estoy haciendo.

37
Traducido por ∞Jul∞
Corregido por Nuwa Loss

Volví a escanear el folleto: Las puertas abren a las siete. Los actos
comienzan a las siete y media. Lo había leído en innumerables ocasiones.
Fue un beneficio apoyar al departamento de música. No había más
información que anotar al seguir mirándola fijamente, pero yo era una bola
de nervios ardientes y perdiendo el tiempo. Utilicé el papel como un
ventilador improvisado en lugar de otro y miré la gente entrar en el gimnasio.
Estaba aparcada en el abarrotado lote de atrás no demasiado lejos de
un Ford negro. Había sabido que las posibilidades estaban muy por encima
de la media que Chase sería parte del evento, pero notar su coche todavía
me tiró en mi espalda. Estaba emocionada y asustada de verlo. Me había
comprometido a no renunciar a nosotros, pero yo estaba allí para Hazel, en
primer lugar. Si me reconocía o no, no me iba hasta que la viera tocar. Y
Dios no lo quiera, él esté allí con una cita-por favor, por favor, por favor, no-
todavía no me iría.
Tenía que meter mi culo dentro y conseguir un asiento; No tenía
sentido aparecer sólo para pasar la noche escondiéndome en el coche.
Además, no debería estar tan nerviosa... estaba usando el vestido mágico.
No lo había usado para Chase, sino para mí. Necesitaba el impulso adicional
de confianza.
Tomé una respiración energizante y abrí la puerta. Aquí vamos. Seguí
el camino de los demás y entré en un pequeño vestíbulo lateral, y de allí, en
el gimnasio. La entrada era gratis, pero había un frasco de donación cerca
de la entrada. Saqué un poco de dinero de mi bolso y lo dejé caer dentro.
Entonces inspeccioné el área. Era más pequeño que la mayoría de las
escuelas, pero también lo era todo el edificio. No había gradas como
esperaba encontrar, pero varias mesas de todos los tamaños diferentes
estaban en frente del escenario. Era más personal de lo que me hubiera
gustado.
Una vez más, Chase me había notado primero. Estaba sentado en una
de las mesas, pero todavía estaba lo bastante cerca como para ver su
confusa expresión mientras me admiraba. Su camisa de cuello estaba

enrollada en las mangas, y sus antebrazos estaban directamente frente a él,


las manos cruzadas.
La visión de él era un cuchillo en el estómago. Le echaba mucho de
menos. Y viendo a Cassie acercarse y sentarse a su lado, casi acabó
conmigo. Ella tocó su brazo por un breve segundo, pero fue un segundo
demasiado largo. Quería arrancarle la mano y golpearla con ella.
—¡Jillian! ¡Viniste! —El sonido de la voz de Hazel era exactamente lo
que necesitaba para concentrarme. Ella corrió hacia mí y me agarró la mano.
Cualquier cosa que tuviera que tratar esta noche, valió la pena. Habrá
mucho tiempo después para llorar.
—Hola, cariño. —Le di una gran sonrisa—. No puedo esperar a verte
en ese escenario.
—¿Quieres sentarte conmigo?
—Me encantaría. —Suspiré aliviada cuando me llevó a una mesa más
pequeña a una distancia segura de la de Chase. Si tuviera que ver a Cassie
tocarlo de nuevo, no sabía qué haría. De todos modos, eché un rápido
vistazo, castigándome a mí misma por ser una maldita masoquista. ¿Qué,
disfrutaba del dolor y la humillación? Estaba guardando sus garras por el
momento, pero no quería que compartiera su espacio. Punto.
—Puedes sentarte con el señor N si quieres.
Sacudí la cabeza. —Oh no. Estoy aquí sentada contigo.
—¿No quieres que vuelva a ser tu novio?
Sonreí. ¿Cómo era ser tan inocente? No podía recordar. —No soy un
maestro, y el señor Nolan está sentado en la mesa del profesor.
Ella asintió, aceptando mi respuesta. Sin duda fue mejor que "Es
complicado". Un par de amiguitos de Hazel se sentaron y mis ojos volvieron
a Chase. Había unas cuantas personas más en la mesa, lo que me hizo
esperar que mi comentario de profesor tenía alguna validez. Sí, tal vez fue
eso. Cassie sólo estaba allí porque trabajaba con él.
Mi garganta se apretó. Esto no era lo correcto. Si estaba tan
preocupada por ella sentada en una estúpida mesa con él, ¿qué pasa con
las otras docenas de horas que le rodeaba?
—Creí que eras tú.
Giré la cabeza y sonreí a la abuela de Hazel. —Hola linda. Qué bueno
verte de nuevo.
Tomó un lugar en la mesa. —Estaba allí hablando con algunas
personas cuando me pareció verte. Hazel dijo que podrías venir. Me alegra
mucho que lo hayas hecho.

—Yo también. —Me aseguré de que Hazel estuviera ocupada con sus
amigos—. ¿Cómo está ella? —pregunté en voz baja.
—Oh muy bien. No hay más reveses desde el día que estuviste allí. —
Un leve sentimiento descendió sobre mí. Estaba muy contenta al oír eso.
Linda tocó mi mano—. Gracias de nuevo por estar allí, por cierto. Significa
tanto tener un apoyo extra.
—De nada. Es una niña especial.
No sabía si era intencional o simplemente una coincidencia, pero ella
no hizo comentarios ni preguntas sobre Chase. Yo estaba muy agradecida.
Habría sido un poco más complicado explicar las cosas a una mujer adulta.
Hazel pasó por encima de nosotros y dijo: —La abuela podría hacer
un acto conmigo también.
—¿De verdad? —Miré a Linda, y ella se encogió de hombros.
—Baile irlandés. Pero sólo si sus rodillas no duelen demasiado.
—Solía tomar lecciones —le dije—, pero hace mucho tiempo. —Dios,
¿cuándo fue eso? ¿Primer grado?
Las luces se apagaron y todos se pusieron de pie para sentarse. Chase
no había venido a hablar conmigo, y no podía negar cómo eso me hizo sentir.
Pero suponía que ya había descubierto que yo estaba allí porque Hazel me
invitó. Realmente no había razón para que él viniera y lo averiguara por sí
mismo. Eso estaba bien; Había un tiempo y un lugar para todo.
Oh, mierda. Estaba subiendo al escenario, y ese escenario no estaba
demasiado lejos de mi mesa. Me froté las sudorosas palmas en mis muslos
y tragué unas cincuenta veces antes de que empezara a hablar. Gracias a
Dios las luces estaban bajas porque no podía imaginarme cómo me veía.
Pero Chase... estaba bajo el centro de atención y el centro, la pantalla llena,
y mi memoria me estaba sirviendo bien. Si hubiera sido un idiota completo,
tal vez no hubiera tenido esos deseos de correr hasta allí y arrancarme la
ropa con los dientes.
Le seguí la boca mientras él agradecía a todos por asistir y mientras
discutía el papel de las artes en la educación. Lo que él hablaba era
importante, y yo ya sabía que estaba de acuerdo con él basándome en
conversaciones anteriores que habíamos compartido. No podía
concentrarme en cada una de sus palabras en este momento, no mientras
él estuviera tan cerca de mí. Si mi proximidad le estaba afectando
igualmente, no lo mostró. No es que yo quisiera que él se molestara y
estropeara; Sólo quería detectar algo.
Después de haber terminado, una señora tomó su lugar, y me enteré
de que habría veinte actos, separados por un breve intermedio y refrescos.

Cada acto trajo una nueva donación, así que por lo que pude decir, cuanto
más, mejor.
Cuando Hazel me había pedido que viera el espectáculo, no sabía qué
esperar, pero pasó la primera hora. Fue encantador. Todo el talento
aficionado, pero algo de él bastante bueno. Niños de todas las edades
cantando, haciendo magia, representando sketches. Había un acto de baile
tap de madre-hija y una actuación de guitarra eléctrica de padre-hijo de
"Smoke on the Water". Tuve la sensación de que no era necesario hacer
ninguna audición; Quien quiera ser una estrella por la noche podría tener
su oportunidad.
Cuando las luces encendieron de nuevo, había otra prisa loca para
llegar a la mesa de aperitivos. Hazel se levantó con su abuela, pero me quedé
quieta. Mi estómago estaba demasiado retorcido para poner cualquier cosa
en él de todos modos. Me alegré de haber venido, pero vamos... ¿Chase
estaba en la misma habitación que yo, y yo no estaba en sus brazos? Duele.
No la noté hasta que estuvo a mi lado. Perra disimulada. —Cassie.
—Hola —dijo ella, su sonrisa tan falsa como sus uñas. Su silla estaba
tirada cerca de la mía, y algo me estaba haciendo náuseas. ¿Perfume, laca
para el cabello? No, probablemente sólo ella—. No estoy segura de lo que
esperas lograr, pero es obvio que Chase ya no está interesado. Así que ¿un
pequeño consejo amable? Ve a buscar a alguien de tu propio... tamaño para
jugar.
En el momento siguiente, se había ido. Estaba desgarrada entre
perseguirla y desmenuzarse en pedazos diminutos. No, tal vez no estuviera
interesado por más tiempo, pero no necesitaba ser una jodida puta al
respecto. Yo estaba temblando por dentro, la ira y la angustia
arremolinándose juntos y creando un desorden caótico.
Hazel regresó a la mesa y lo solté lo mejor que pude. Tiempo y lugar,
me recordé. Podría ser maduro y gentil. Dejó un brownie del tamaño de un
pequeño libro de bolsillo. —Eso se ve bien —dije.
—¿Quieres algo
—No, gracias. —Señalé el escenario—. ¿Cuándo vas allá arriba?
—Creo que pronto.
Linda había regresado con una taza de café justo antes de que la
habitación volviera a oscurecer. Yo estaba deseando salir. Ya había tenido
suficiente por la noche. Le daría a Chase un poco más de tiempo después
de esta noche, entonces tal vez trataría de llamar e invitarlo como yo había
planeado originalmente. No quería colgar mi cabeza y salir corriendo como
un conejo asustado, pero honestamente, ¿cuánto quería tomar?

Después de dos actos, Hazel finalmente fue llamada. Agarró su


guitarra rosa y fue al escenario. No pude dejar de sonreír. Se puso la correa
por encima del hombro y se sentó en un taburete, practicando un poco de
pinchazos primero. Se acercó al micrófono. —Esto es algo que mi maestro
me enseñó.
Chase se lanzó hacia allí y le susurró algo al oído, haciéndola reír.
Sólo verlo por esos pocos segundos hizo mi pecho apretarse. No quería ver
su cara más esta noche.
Cuando se bajó, ella comenzó a rasguear unos cuantos acordes de lo
que supuse que era "Sweet Child O 'Mine". Aplaudí y sonreí aún más. Fue
increíble.
Hazel dejó la guitarra. —Y ahora mi amiga Jillian va a bailar una danza
irlandesa conmigo.
¿Esperar, qué? Mi aliento se atoró en la garganta. ¿No quiere decir
abuela? Hazel me estaba saludando y me incliné hacia Linda. —¿No se
supone que debes subir?
—Mis rodillas no lo harán —susurró de regreso.
—¿Jillian? Vamos. —llamó Hazel desde el escenario.
Oh, mierda. Sacudí la cabeza. Hubiera sido bueno tener un aviso. —
No recuerdo nada, Linda. —Todo el mundo estaba mirando en mi dirección,
esperando a que me moviera. ¿Qué demonios estaba pasando por la cabeza
de Chase?
—Está bien. Ella te lo enseñará.
Dios, me sentí como un idiota. Si Hazel no estuviera usando esos
grandes ojos marrones como un arma, habría mantenido mi terreno. Fui
hasta allí preguntándome cómo iba a hacer esto. No es como si estuviera
audicionando para Bailando con las estrellas, pero todavía no quería caer de
plano en mi cara y hacer un tonto de mí mismo.
Cuando me acerqué a la plataforma y miré hacia la audiencia, parte
de mi tensión se disolvió. Las luces eran demasiado cegadoras para que yo
pudiera ver a alguien más allá de las mesas más cercanas. Eso dejó sólo a
un pequeño puñado de personas en mi línea de visión, y ni Chase ni Cassie
fueron una de ellas.
Me incliné y dije: —No recuerdo ninguna de mis lecciones, Hazel.
Tendrás que enseñarme.
—Está bien —gritó en voz alta en el micrófono—. Tengo que enseñarle
primero.
La multitud se rió, y no pude evitar relajarme más. Esto podría incluso
ser divertido. Miré sus pasos, manteniendo los brazos rectos a mis lados.
Uno dos tres. Dos-dos-tres. Ella hizo las plantillas más básicas, y fue

bastante fácil para mi cerebro hacer el recuerdo. Tan pronto como


estábamos en sincronía, alguien comenzó a tocar melodías de violín en el
fondo.
No podríamos haber estado allí más de diez minutos, pero cuando
terminamos, estaba en una mentalidad completamente diferente. Agarré la
mano de Hazel y volvimos a nuestra mesa. Debido a ella, me sentí muy, muy
bien.
—Eso se veía divertido —dijo Linda, y ambas nos reímos.
Me quedé para el resto de los actos, y cuando el último fue
completado, esperé a que las luces se encendieran. Cogí mi bolso y agarré
mis llaves, listas para salir. —Ahora vamos tomar un paseo y bailar un
poco. —Levanté la cabeza para ver a la misma mujer de antes hablando en
el micrófono y agitando sus caderas.
Me imaginé que no necesitaba quedarme para esta parte. Deslicé mi
silla hacia atrás, casi chocando con un par de chicas corriendo a toda
velocidad. Hazel me rogó que me quedara mientras sus amigas estaban en
el escenario, así que regresé y los escuché cantar una canción absurda de
la que nunca había oído hablar. —¿Inventaron esto? —pregunté.
—Síp. Ella me dio una sonrisa tonta, y yo le di uno de vuelta.
Tan pronto como las chicas bajaron, un hombre de mediana edad
tomó su lugar e intentó hacer alguna forma de rap. La noche acababa de
tomar un extraño giro. Las mesas fueron empujadas a un lado, dejando
espacio libre en la parte de atrás para una pista de baile, y en poco tiempo,
los adultos y los niños estaban cantando todo, desde duetos country hasta
hard rock. —Tengo que irme, Hazel. —No estaba segura de dónde había
desaparecido Linda. Tal vez estaba en línea como todos los demás.
—Ah, ¿ya?
Por el rabillo del ojo, me di cuenta de Cassie. Ella estaba inclinada y
hablando con un tipo en la mesa junto a la mía mientras me lanzaba
cuchillos con la mirada. Me volví para encontrar su mirada, y el mensaje era
claro: Chase no quiere tener nada que ver contigo, ¿qué carajo haces todavía
aquí?
Algo estalló en mí. No iba a caer sin pelear. Podría haber arruinado
mis oportunidades con Chase, pero no estaba retrocediendo sin que él
supiera exactamente lo que sentía por él. Y si esperaba otro momento y lugar
para hacer conocer mi amor, tal vez nunca suceda.
—¿De verdad tienes que ir, Jillian?
—No cariño. Aún no. Cambié de opinión.

Yo estaba operando en piloto automático cuando me levanté y me paré


en esa línea con todos los demás. No lo había pensado hasta el final, pero
estaba bien; Si comenzaba a pensar demasiado, podría disuadirme de ello.
Cuando era mi turno, me levanté en el escenario y me enfrenté a la
audiencia. Podría darle las gracias a Hazel por mi relativa falta de nervios,
sabiendo de antemano que la mayoría de la multitud sería invisible para mí.
—Me gustaría dedicar esta canción al amor.
Hice una pausa, no segura de cuánto divulgar. Era evidente que no
había planeado esto. No quería dramatizar demasiado el momento, y no
quería que fuera obvio para nadie, excepto Chase. Después de todo, era su
lugar de trabajo.
—A todos los que están enamorados, pero especialmente al hombre
que amo. Una vez me mostró una hermosa roca debajo de las estrellas. Y
me enseñó que siempre puedo volver allí si sigo el camino de mi corazón.
No importaba si no tenía sentido para nadie, siempre que tuviera
sentido para Chase. Rápidamente escaneé las letras en mi mente,
asegurándome de que fueran apropiadas para toda edad. Realmente no
había pensado demasiado en esto.
Luego procedí a llegar dentro y sacar todo lo que tenía. Cantaba
"Maybe I'm Amazed", cambiando cada palabra de hombre a mujer y
viceversa. La música tocaba dentro de mí, y yo seguía adelante, trayéndome
de vuelta a esa noche. El rasgueo de sus cuerdas de su guitarra. El sentido
de la armonía completa. Me perdí en ese mundo, derramando pasión y
emoción como si nunca tuviera la oportunidad de nuevo.
Cuando me detuve, tuve que recuperar el aliento. No había retenido
nada, y se notaba. Un leve escalofrío me atravesó a pesar de las luces
calientes. Las extrañas sensaciones se arrastraron cuando bajé de mi altura.
Necesitaba un poco de aire fresco.
Recibí aplausos, y eso me hizo sentir un poco tonta ya que sólo lo
hacía por una persona. Oí murmullos y comentarios mientras volvía a la
mesa, todos ellos positivos, pero no estaba buscando un impulso del ego.
¿Qué estaba buscando? ¿Chase estando esperando allí cuando salí del
escenario?
—¡Eso fue tan bueno, Jillian! —Hazel envolvió sus brazos alrededor
de mí y saltó arriba y abajo.
—Gracias, cariño. —No había manera de que ella tuviera una pista
sobre algo que yo solo cantaba—. Pero tengo que irme ahora. De verdad esta
vez. —Hice un rápido vistazo alrededor—. ¿Puede despedirte de su abuela
por mí?

—Está bien. —Le di un abrazo extra porque por mucho que me


gustaría volver a verla pronto, no estaba segura de cuando sucedería.
Salí de las puertas del gimnasio lo más discretamente posible. Ya
había hecho mi escena, no había necesidad de hacer otra. Si mi canción
significaba algo, Chase sabía dónde encontrarme.
El aparcamiento estaba lleno pero iluminado lo suficientemente bien
para encontrar mi coche rápidamente. Estaba casi a mi puerta, llaves en
mano cuando sentí un zumbido. Sonreí y me volví.
—Hazel, qué…
Los ojos verdes me detuvieron fría y luego me subieron a
sobrecalentarse en dos segundos. Colocó sus manos a ambos lados de mi
cara y me sostuvo allí, a pocos centímetros de él. Mis párpados cayeron, y
yo podría haber lloriqueado un poco. Su primer toque después de un mes
se sintió aún mejor de lo previsto.
—Te he extrañado tanto, Chase. —Incluso cuando lo negué, incluso
cuando me había negado a aceptarlo, seguía deseándolo a mi lado.
Apoyó su frente contra la mía. —Y mi vida ha sido un infierno sin ti.
Sus palabras enviaron un río de placer a través de mis venas. Nunca
lo quería triste; Sólo lo quería feliz. Conmigo. Dios, podía saborear sus labios
desde aquí. Por favor, por favor, bésame ya. —Te quiero de vuelta. Quiero
que regresemos. — Por favor, di sí.
—No te compartiré con tu ex marido, Jillian.
Abrí los ojos. —No te lo estoy pidiendo. No quiero que me compartas
con nadie. No quiero compartir a nadie contigo.
Él inhaló profundamente. —Está en tu casa. No estoy de acuerdo con
eso.
¿Cómo podía estar tan cerca de su boca sin devorarme? ¿Tengo su
cuerpo tan cerca sin aplastarme? Sólo sus manos estaban en contacto con
mi piel, y estaban por encima del cuello. Su cara ya ni siquiera tocaba la
mía. ¿Cómo diablos no estaba tan loco como yo?
—Chase, ya no está allí. Le hice salir. Lo siento mucho por todo lo que
pasaste. Necesitaba un lugar para quedarse temporalmente. Nunca sucedió
nada, y nunca volverá. Por favor, créeme. —No quería pasar nuestro tiempo
hablando de Mike—. Él no es el que me importa. Tú eres el indicado. Te
amo, Chase.
Su cuerpo empujó la mía hacia atrás, cerrando la brecha entre mi
coche y yo. Estaba metida entre el metal frío y sus músculos calientes y
duros, y el calor estaba ganando. Joder, Chase. ¿Cómo pudo un hombre
hacerme sentir tanto? Conseguí ese beso que estaba doliendo, y decidí justo

entonces y allí que nunca llegaría a respirar. Simplemente me ahogaría y


moriría como una mujer feliz.
Resistí cuando me salvó, cuando se desprendió lo suficiente para que
yo tomara un respiro. El hecho de que estábamos en el estacionamiento de
la escuela se filtró de regreso, y sabía que no podíamos empujarlo hasta
donde yo quería ir. En general, sus acciones físicas habían sido mansas.
Fueron mis emociones las que pusieron todo en marcha. Sus manos y su
boca nunca se habían sentido tan eróticas.
—Así que me amas, ¿eh?
—Sinceramente. —Sonreí—. ¿Y supongo que eso te excita?
Apartó un mechón de mi pelo, enviando un agradable frío. —Oh, no
tienes idea.
—Recuerda, hay niños alrededor.
—Lo sé muy bien, Sra. Hudson.
Necesitaba estar segura de que estábamos bien, no sólo por esta
noche, sino por el tiempo que pudiéramos hacer que durara. Y esperaba que
fuera por mucho, mucho tiempo.
—Lo siento mucho —dije de nuevo—. Tenías razón; Me doy cuenta de
eso ahora. Nuestra diferencia de edad no importa, y me encanta cómo eso
nunca te molestó. Siempre estuviste tan seguro de nosotros. Nunca
vacilaste, y admiro tu fuerza más de lo que sabes. Quiero la oportunidad de
demostrarte que puedo ser de la misma manera.
Me acarició el costado del cuello, y volví a cerrar los ojos,
penetrándome profundamente. —Haré cualquier cosa por ti, Jillian, pero no
aguantaré más mierda. No puedo pasar por eso otra vez.
—No quiero que tengas que hacerlo.
—Y voy a amarte siempre y donde quiera. No voy a contenerme. Si
quiero tocarte, entonces te voy a tocar. El mundo va a saber que eres mía, y
si tienes algún problema con eso, necesito oírlo ahora.
Sacudí la cabeza. —No hay problemas.
Me dio un golpecito en la barbilla con la mano y levanté los párpados.
—Si estás dentro, necesito todo. Porque te puedo prometer que lo
estaré. Te voy a amar como si nunca te hubieran amado antes, Jillian.
Tú ya lo tienes. —Sí, Chase. Estoy adentro.
Nuestros labios sellaron el trato. Esto fue. Estábamos dentro. Me
abrazó fuertemente mientras clavaba mi cara en su cuello, inhalando mi
saciedad. Había sido demasiado largo. Miré por encima de su hombro para

ver una figura de pie cerca de la entrada de la escuela, la luz iluminando su


largo cabello rubio.
Levanté la cabeza levemente, lo suficiente para que ella me viera
sonreír. Entonces le saqué el dedo. Jodidamente gracioso y maduro. No
había otros alrededor. Era el momento perfecto para poner a esa perra en
su lugar.
Ella irrumpió dentro. —¿Chase? —Miedo rebotó bajo mi piel—. Sé que
me dijiste que no te interesaba Cassie, pero ¿alguna vez ocurrió algo entre
ustedes dos, ni siquiera por una noche? —Dios, vomitaré allí si él se conectó
con ella durante el mes pasado.
Se apartó para poder mirarme, una mirada divertida en su rostro. —
No. Nunca.
—¿Ni siquiera un beso?
Sus labios se arquearon más arriba. —No.
Respiré en voz alta. —Bueno, porque por mucho que me duela
admitirlo, su rostro es demasiado bonito para arañar. Incluso si ella merece
cada rasguño.
Empezó a reír. —Estás celosa.
Qué se joda. —Sí, lo estoy. —Si eso es lo que se llama esa sensación
royendo dentro de mi tripa, entonces supongo que tenía que ser dueño de
ella.
Chase me trajo de vuelta contra él, todavía riendo suavemente. —
Tengo que entrar y terminar algunas cosas, pero luego te llevaré a casa. —
Presionó su boca contra mi oído y susurró—: Me voy a volver loco aquí, Wild
Horses. Si no entro dentro de ti pronto...
—Dios, sí. Apúrate.
Nos enfrentamos a la escuela juntos, y justo entonces, Hazel y su
abuela salieron. Nos reunimos a mitad de camino, Linda asintiendo con la
menor sonrisa y Hazel aplaudiendo.
—¿Es su novio de nuevo?
Miré a Chase y me llené de calidez. —Sí, cariño, lo es.
Después de más aplausos emocionados, nos despedimos de ellas.
Chase agarró mi mano en la suya mientras nos preparábamos para entrar
en la escuela como una pareja.
—¿Estás lista para esto, Jillian?
—Con los ojos bien abiertos.

Epílogo
Traducido por Jessibel
Corregido por Jessibel

Condiciones de tormenta de nieve. Desplazamientos por carreteras


peligrosas. Ráfagas fuertes de viento. Predijeron romper los registros de
nevadas antes de que terminara la noche. Me asomé a través de mis
persianas, tenía un pie de altura de una manta blanca cubriendo mi patio.
Parecía hacerse más gruesas por el segundo. Más pulgadas estaban en
camino y traía amigos.
Gracias a Dios por los inviernos de Wisconsin.
Chase envolvió con sus brazos alrededor de mi cintura, tirándome
hacia atrás contra su pecho. —Parece que seremos solo nosotros dos esta
noche —le dije—. No me puedo imaginar a Perry y Stephen haciendo el
camino.
Viajó en un camino de besos por el lado de mi cuello. —Incluso
podríamos estar invernando durante un par de días. Sin poder salir de la
casa —continué.
Sus labios se movieron hacia el otro lado, y a pesar de la chimenea
encendida, sentí un escalofrío que se deslizaba hacia abajo, a mis dedos de
los pies. Tres meses. Casi tres meses del día en que volvimos a estar juntos
y cada vez que me tocaba, me recordaba una vez más haber tomado la
decisión correcta.
—Mmm —gemí. —¿Qué vamos a hacer con todo ese tiempo?
—Podríamos hacer un iglú.
Me di la vuelta y lo enfrenté. —¿Un iglú? —Le dije, riendo.
—Por supuesto. ¿No lo has hecho antes?
—Bueno, vamos a ver. —Él comenzó a trabajar en la parte frontal del
cuello, rozando hasta mi clavícula—. Recuerdo a muchas familias de nieve
y fuertes techos abierto. Incluso un dragón una vez. Pero no, nunca un iglú
real.
Tiró del jersey hacia abajo por un hombro y pasó la lengua por la
punta, provocando más escalofríos. Antes de Chase, nunca consideré mi
hombro una zona erógena.

—Si se hace bien —dijo—, se puede volver muy cálido en el interior.


Lo suficiente como para desnudarse.
Sus manos estaban dando sus primeros pasos sobre la curva de mi
culo. Sus labios me estaban enloqueciendo. —Suena como una interesante
manera de pasar la víspera de Año Nuevo. Tal vez deberíamos practicar en
el interior primero.
No podía pensar en nada mejor que pasar el día siguiente o dos,
escondida en sus brazos. Todavía nos veíamos tan a menudo como pudimos,
pero su horario era más agitado durante el año escolar. Hubo momentos
como estos para apreciar.
—¿Sabes lo que quiero hacer primero? —Se agachó y levantó mi
jersey, dándole acceso a la piel sensible a través de mi vientre. —Quiero tu
sexo en mi lengua. Quiero probar hasta que grites para mí.
—Mmhmm. —Mis pantalones ya estaban deslizándose sobre mis
caderas.
—Luego, después de que tu humedad llene mi boca, te voy a dar una
opción. ¿Quieres que te tome duro y rudo, o amas lenta y suavemente? ¿O
debería decidir?
—Todo lo anterior —murmuré, y rió, arrastrando los pantalones hasta
el suelo. Mi ropa interior pronto le siguieron.
Salí de ellos y preparé mi mano en la parte superior del colchón. La
otro abría paso a través del pelo oscuro que tanto amaba. Me puse de pie
frente a él, con su cara entre mis piernas, con la esperanza de no torcerme.
La suavidad de su boca contrastaba con la aspereza de su mandíbula
frotándose contra mis muslos. Me abrió amplia y me consumía con besos
suaves y lamidas afiladas, llenándome con su lengua y haciéndome temblar.
—Hueles y sabes tan jodidamente bien.
Mi respiración se detuvo cuando sus dedos se deslizaron dentro de
mí, la punta de su lengua rodeó mi clítoris antes de succionar en la boca.
Chase acarició dentro y fuera lentamente, penetrando profundamente y
golpeando el punto que me hizo brotar.
Él sabía exactamente qué hacer para traerme allí rápidamente. A
veces se retiraba, solo haciendo que el placer fuera insoportable y otras
veces tomaba mi orgasmo rápido y furiosamente. Empecé a temblar más
fuerte. Esta vez parecía ser el último.
Él movió su lengua por mi, controlando la presión de sus movimientos
hasta que me tenía exactamente donde él quería. —Eso es todo, Jillian. Ven
por mí ahora. Y no quiero que te detengas hasta que estés toda sobre mi
puta boca.

Eso hice. Me estremecí duro, y retiró sus dedos y me agarró por el


culo, sosteniéndome aún cuando su lengua lamió sobre mí. El hecho de que
le gustaba esto tanto como a mí era la más increíble excitación. Me trató
como el néctar, y nunca lo había experimentado antes.
Disfrutaba de las réplicas, en preparación para la segunda ronda, y
habría una segunda ronda; Chase, nunca me dejó parada en una sola,
mientras agarró una manta del sofá y la envolvió alrededor de mí.
—¿Qué?
La puerta se abrió de golpe, y Perry pisoteó sus botas y dio un paso
dentro. —Oh, mierda. Sólo estaremos en el porche hasta que terminen.
—¡Perry! —Saqué rápidamente mis pantalones y ropa interior,
mientras que Chase sostuvo la manta. Afortunadamente, mi camisa no
había caído todavía. —¿No golpearán más?
Ella tropezó hacia adelante cuando Stephen se colocó detrás de ella.
—¿Qué está pasando? ¿Por qué están allí de pie? —Le oí decir desde fuera.
—Bueno, obviamente no sabía que ustedes dos entraron en acción
junto a la puerta.
—Mierda —dijo Stephen. —¿Tengo que volver a mi coche?
—No, creo que están bien. No estás desnuda más, ¿verdad Jills?
Oía a mi hermano gemir. —Maldita sea, Perry, acaba de llegar al
interior. Vosotros dos. Hace mucho frío ahí fuera.
Ellos entonces, se sacudieron la nieve y entraron, despegando sus
abrigos húmedos. Perry lanzó su sombrero hacia abajo sobre el colchón.
—Aww ... ¿Recuerdas cuando éramos así, en la luna de miel? —Le dijo
a Stephen—. Ahora lo hacemos dos veces al día como un viejo matrimonio.
Negué con la cabeza y puse los ojos en blanco mientras sonreía a
Chase. Él me llevó junto a él y me besó en la frente. —Debemos tener la
misma suerte —susurró.
¿Espera, qué? ¿Suerte, cómo? Mi mente comenzó a dar vueltas. ¿Dos
veces al día o matrimonio de ancianos? Ya lo hemos hecho a menudo cuando
nos veíamos, así que tampoco quería verme más....
Stephen me entregó una bolsa de papel, sacándome de ello. Miré en
el interior. —Trajimos mucha champán —dijo Perry.
Cogí una botella, a continuación, y la puse de nuevo en la bolsa. —
Tenemos muchas cervezas también.
—Voy a tomar una de esas —dijo Stephen.
—No, chicos. No se puede beber una sola cerveza regular en la víspera
de Año Nuevo. Hay que beber champán. ¿Chase?

Él se encogió de hombros. Sabía que podía tolerar esta mierda tan


bien como yo. —Perry, esto es más como refrescos con gas extra. No es
incluso champán seco —dije.
—Por supuesto que no. Champán y sin azúcar es desagradable. Su
sabor es como el quitaesmalte.
Entré en la cocina con las botellas, y Perry me siguió. —¿Cómo
ustedes dos han llegado hasta aquí de todos modos? No hay manera de que
pudieras entrar en mi camino de entrada, y mucho menos por las calles
laterales. No he visto un arado llegar en horas.
—El camión de Stephen puede superar cualquier cosa. —Ella saltó
sobre el mostrador mientras descargué las seis botellas. —Entonces, ¿qué
debemos hacer esta noche? Los chicos probablemente tratarán de ver el
fútbol. Espera, los Badgers no están jugando, ¿verdad?
Sonreí. —No, Perry. —Mi mano acababa de hacer contacto con el
mango de la puerta de la nevera cuando la habitación se volvió negra.
—¡Ah! Ahora no pueden ver la tele de todos modos, y no puedes
obtener tu cerveza. Tenemos que beber mi champán.
—Vamos a buscar unas velas primero. No olvides que tengo mucha
vodka también.
Ella suspiró y saltó, casi aplastándome al suelo. —En este momento,
es de noche, ya sabes. —Ambas dejamos la cocina, redondeamos la esquina
de la sala, donde había suficiente luz de la chimenea. Chase estaba tomando
un encendedor del cajón de la mesa, varias velas sentadas y listas para
funcionar.
Lo besé. —Gracias. —Fue una emoción extraña, sintiendo el placer
que sabía dónde se encuentra todo.
Encendí las velas y traje un par de vuelta conmigo a la cocina. No
tenía idea de cuánto tiempo durará la interrupción de la energía, pero Perry
estaba en lo cierto. No podía abrir la nevera si no quería echar a perder todo
en el interior. La última vez que esto sucedió, había estado fuera de servicio
durante quince horas.
Abrí una botella de sus cosas y pensé que así podría intentarlo para
hacerla feliz. Me serví un poco en un vaso y tomé un sorbo. Claro, no. Ya
me había hecho sufrir bastante cuando fuimos a la exposición de novia hace
un par de semanas. Juro que sólo fuimos para los postres. ¿Pero sabes que?
Todavía me encantó cada minuto con ella.
Tan pronto como Perry irrumpió en la habitación, le di un vaso, y ella
frunció el ceño. —Te diré algo —dije, metiendo la mano en el armario y
sacando mi Grey Goose. Me encantó la cosa, pero bébela con moderación.

—Vamos a comprometernos y tratar de mezclar. —Eso no suena atractivo


tampoco, pero podría manejar un toque de dulce.
—No sé cómo puedes beber eso —dijo ella, arrugando la nariz.
—Me gustan las cosas difíciles, ¿recuerdas? ¿No fue eso lo que dijiste
Chase, la primera noche que nos encontramos?
—Vaya ... ¿Realmente hice eso? —Las dos nos echamos a reír. Vaya,
había pasado hace más de seis meses. No podía creer lo mucho que había
cambiado desde entonces. —Y ha sido bueno, Jills, ¿verdad? —Asentí. Sí, lo
es—. ¿Qué te he dicho todo el tiempo? Él es el único.
Sonreí suavemente y tomé un sorbo de mi vaso. ¿Era él? Seguro que
se sentía así. Desde luego, se ajusta correctamente a nuestra familia.
Stephen fue incluso entrando en razón, y mi madre lo adoraba mucho. Yo
era feliz. Muy, muy feliz.
Ahora lo único que quedaba era conocer a Daniel.
—Lo sé, vamos a jugar un juego de mesa esta noche —dije. Preparé
un par más de bebidas, pensando que aprecian la forma en que las hago
frente a Perry.
—No, no Bunked.—Ella gimió—. ¿Chicos, no han agotado todas las
preguntas por ahora?
—No, has tenido suerte. —Tomé una vela—. —¿Pueden tomar algunas
fichas de la despensa mientras voy a conseguir el juego? Esta tendrá que
ser una noche de tentempiés. —Maniobré por el pasillo, riéndome de todos
los pequeños ruidos enfurruñados que ella estaba haciendo.
Fui a la habitación y obtuve el juego desde el estante superior de mi
armario. Chase había traído uno nuevo en noviembre para conmemorar
nuestros cumpleaños. Compartimos el mismo mes, dos semanas de
diferencia. Estaba un año más cerca de los cuarenta años, y él técnicamente
se movía en su mediados veintes.
Sin embargo, durante esas dos semanas de diferencia, me hice mayor,
y él se mantuvo igual. Durante catorce días, se podría decir que no eran
quince años de diferencia, pero dieciséis años mayor que él. Habíamos
celebrado en medio de ello por ir a Zydecki. Comimos tan caliente como
podíamos soportar y bailamos hasta que ya no pudimos. Y cuando lo hice a
través de noviembre, sin un ataque de pánico... fue entonces cuando supe
que todo iba muy bien.
Cuando regresé a la sala de estar, todos estaban pasando el rato
juntos. Sonreí ampliamente y dejé caer la caja sobre la mesa, dejando a un
lado todas las bolsas de comida. —Para que lo sepas —señalé a Perry y a
Stephen—, ustedes dos se van a quedar esta noche. Ni siquiera piensen en
tratar de manejar a su casa.

Perry asintió y levantó su copa. —Vamos a festejar el fin de año juntos.


Chase, abrió los brazos para mí, y me enrosqué en ellos. ¿Estarás en
mi equipo? —Pregunté.
—Siempre.
Me incliné y preparé el juego. Probablemente nos hubiéramos
quedado sin preguntas pronto, y entonces, ¿qué? Me preguntaba si había
otra versión. Dividí las tarjetas en diferentes pilas y saqué el temporizador.
Ya no echaba de menos el original; el nuevo había acumulado aún mejores
recuerdos.
En realidad hicimos unas cuantas rondas del juego antes de que las
cosas se salieran de la pista. Teniendo en cuenta que todos estábamos un
poco alegre, fue más largo de lo que esperaba.
—La ballena azul es el animal más fuerte en el planeta —leí.
—Voy con hecho —dijo Perry. —Al menos para las hembras, ya que
los machos tienen los mayores huesos en la Tierra.
—¿Qué?
Perry recogió una tarjeta. —Una cáscara de guineo tiene la misma
longitud del pene de un humano promedio.
Me arrebató la tarjeta a distancia. —Esa no es una de las preguntas.
—Vimos una especial el otro día en animales muy grandes. Sólo estoy
compartiendo mis conocimientos.
—No, tú lo viste, Perry —dijo Stephen, metiéndose un puñado de
patatas fritas en la boca.
—Oh, está solo celoso de los crustáceos.
Fui a tirar más troncos en el fuego. El estado de ánimo era
completamente diferente en una casa sin electricidad. O tal vez fue todas
las burbujas de champán en nuestro cerebro, en especial de Perry.
—Hecho —dijo Chase. —A la pregunta de la cáscara del plátano.
—¡Correcto! —Perry aplaudió.
Volví la cabeza y rió. —¿Cómo siquiera sabes eso?
Él negó con la cabeza. —No tengo ni idea.
—Así que es probable que también sabe acerca de que un pato...
—Creo que hemos hablado lo suficiente sobre el pene de los animales,
Perry —dijo Stephen—. ¿Y qué consideran como un humano promedio?
—Bueno, menos que un crustáceo, eso es seguro.

Reí mientras me acurrucaba de regreso a Chase. —Y pensar que


podríamos haber perdido todo esto y tener la noche para nosotros mismos
—susurré.
Él me apretó con fuerza. —Habrá muchas más noches para nosotros,
mi amor. —Rompió el abrazo y se levantó. —Quédate ahí. Quiero darte algo
antes de que llegue el nuevo año.
Incliné mi cabeza, mirándolo meter la mano en el bolsillo del abrigo.
Perry y Stephen seguían todavía sobre algo raro, pero se detuvieron en seco
cuando él se acercó con una caja.
¿Que…? Mi corazón comenzó a martillar. Está bien, no era el tamaño
adecuado. Era más larga y plana que una caja de un anillo. No era una
persona fascinante de la joyería, así que dudaba de que me conseguiría otra
cosa. Inhala y exhala. No es que no podía ser astuto y utilizar una caja de
pulsera porque un anillo sin duda encajaba allí. Pero ¿por qué iba a hacer
alguna tontería como esa? Así que, resuélvelo de una puta vez, Jillian.
Chase, se inclinó, pero no en una rodilla. Más en dos. Luego se echó
hacia atrás, lo que era bueno, ¿verdad? Me lo entregó y los impulsos se
disparaban en todas partes. La caja era muy confusa. ¿Era bueno o malo?
Mi cabeza estaba muy borrosa. Sabía que era malo. Bueno. Respiraciones
más profundas. Si se trata de un anillo, podría manejarlo. Era demasiado
pronto, pero también lo amaba más que ayer. ¿Y qué estaba diciendo eso?
Lo quería menos que mañana. Sí, eso fue todo.
Definitivamente lo amaba lo suficiente como para manejar todo lo que
pasó.
Abrí la parte superior de la cubierta lentamente, sabiendo que los ojos
de Perry me estaban molestando a lo grande. Todo lo que vi fue blanco. La
abrí aún más, mi corazón saltaba alrededor de la habitación. Era... ¿una
tarjeta de índice?
¿Ah? Hice una pausa por un momento, sintiendo... algo. Entonces la
saqué y le di la vuelta. Hay algo escrito en el otro lado: Un tercio de taza de
jugo de limón, media taza de aceite de oliva , Lunacy salsa…
Mi rostro dibujó la sonrisa más grande. —¿Eso es todo? ¿Todo el
asunto? —Chase, asintió. —¿Por fin te diste por vencido?
—Sólo para ti.
Empujé mis brazos alrededor de su cuello y lo besé. —Te amo.
Me di cuenta de que Perry estaba mirándome con una cara arrugada.
Mi hermano se echó hacia atrás mirando a través de las tarjetas de juego.
Tal vez pensó que era algo pervertido y no quería saber.
—Es una receta de fajita —dije.

—Ah... sí. —Perry tomó las cartas de Stephen—. Deja de mirar las
respuestas.
—Realmente la quería —le dije.
—¿Está bien?
Di un salto, agitando la tarjeta. —Tengo que ir a poner esto en un
lugar seguro.
Tomé una vela y fui a la cocina, Perry justo detrás de mí. —Entonces,
¿qué pasa? —Dijo.
—¿No te acabo de decir hace más de medio segundo?
Ella me sacó al pasillo que conecta la cocina y mi oficina. —Vi tu cara,
Jills. Sólo duró un segundo, pero sé lo que vi.
—¿De qué estás hablando?
—Ese momento, entre pensando que podría ser un anillo y aceptando
que no era.
—Viste la caja. No era la forma correcta. —Fui a mi oficina y puse la
receta en el cajón del escritorio.
—Ese no es el punto aquí.
Suspiré, inclinándome hacia atrás en mi escritorio. No estaba segura
de lo que quería que yo dijera. Lo amaba, pero era demasiado pronto para
hacer promesas eternas. Al menos eso es lo que mi cabeza me decía. Mi
corazón quería todo. Y mi pasión lo quería para siempre.
—Está bien que te sientas confundida, Jills. A veces uno no sabe lo
que quiere hasta que no lo tiene. —Me tomó de la mano—. Vámonos. Es casi
la medianoche.
Volvimos con Chase y Stephen. Perry se unió a mi hermano en el sofá,
y yo me acurruqué en Chase, cerca de la chimenea.
—Ahora todo el mundo tiene que pedir un deseo exactamente cuando
el reloj marca las doce —dijo Perry. —Pero tiene que ser exacto. Esa es la
única forma en que se hará realidad.
—No eres supersticiosa —dije.
—No es superstición. Es un hecho.
—¿Cuál es tu deseo? —Chase, me preguntó al oído.
—Me gustaría… —No sabía. ¿Me gustaría que no me hubieras dado la
receta porque eso puede significar que no siempre vas a estar ahí para
hacerla para mí? Eso sonaba tonto.
Él agarró la mano y me detuvo. —Ven conmigo.

Chase, me llevó a mi oficina y cerró la puerta. Colocó una vela sobre


la mesa, arrojando sombras por todas partes. Me puse de pie delante de la
ventana grande, viendo la pelea más grande de almohadas que tuvo lugar
en mi jardín. Motas blancas mezcladas con destellos, frágiles pero feroz. Era
casi demasiado bonito de ver.
Él vino detrás de mí y me envolvió en sus brazos apretados, su
mandíbula descansando en el hueco de mi cuello. —Gracias por la receta.
—Sonreí—. Estaba a punto de renunciar a preguntar.
—Eso pertenecía a este año. Quiero cosas nuevas que pertenezcan al
siguiente.
Chase, me sostuvo mientras veíamos los copos de nieve caer. Robando
un momento privado juntos cuando cambió el calendario. Fue justo donde
yo quería estar en el momento adecuado.
Exactamente a la medianoche, los dos dijimos —Te amo. —Para
siempre.
Era el deseo perfecto.

Chase
Traducido por Jessibel

Corregido por Tamij18

Quería coger con ella desde el primer momento en que la vi.


Después de la primera noche, quería que fuera mía.
Cuando se sabe, se sabe.
Seguir mi pasión es un absoluto, y perseguir a Jillian no fue una
excepción. Sabía que obtenerla no iba a ser fácil, pero nada que vale la pena
lo es.
Si hubiera presionado demasiado, la habría perdido. No lo
suficientemente duro y ella habría escapado de mis dedos.
Pero la tengo ahora, y no voy a dejarla ir. Mi energía es ilimitada para
mantenerla, y haré lo que sea necesario.
Jillian es mi letra, magistralmente escrita. Ella es mi música,
armónicamente rica. Ella me tiene. Mi corazón. Mis discos. Mis deseos. No
tiene importancia para ella si estoy tocando en el escenario o en un aula, y
eso significa todo para mí.
Ella lo es todo para mí.
Nunca su edad ha sido un problema para mí. Lo decía en serio cuando
le dije lo hermosa que es, exactamente cómo es ella. A la mierda la diferencia
de edad, no significa nada. Ella es todo lo que necesito.
Sexy es atractivo, y ella tiene corazón, alma y cuerpo.
¿Y su voz? Mierda. Exuberante y embriagadora, podría escucharla
para siempre. Su melodía, sus palabras, sus gemidos cuando mi lengua se
desliza sobre su dulce sexo... Esa es una canción que sólo mejora con tocarla
repetidamente.
Quiero lo que quiero, y eso es la mujer en mis brazos.
Su hijo, Daniel, volverá a casa antes de lo esperado.
Permanentemente. Se saltó la visita de las vacaciones para permanecer en
Italia para una sesión extra, de modo que pueda graduarse más pronto en
su título de negocios. Él sabe de mí, pero no por mí. ¿Estoy preocupado?

Maldición, sí. Él es el único hombre que podría interponerse entre nosotros.


El único que tiene su corazón tanto como yo.
Tiene la capacidad de alejarme de Jillian, pero tengo que confiar en
que eso nunca sucederá. La agarré con más fuerza, la abrazo con todo lo
que tengo mientras observamos la nieve caer. Hemos llegado hasta aquí.
Haremos todo el camino. Habrá muchos más Años Nuevos que pasaremos
juntos.
Cuando ella se puso allí y cantó para mí esa noche, no solo me puso
duro. También mostró que finalmente estaba lista para darnos una
oportunidad real. Y ahora, tres meses después, ella no ha hecho nada más
que demostrar su amor por mí, creer en nuestra relación.
Le devuelvo la misma devoción y amor. Quiero que sea mi esposa.
Intensamente. Apasionadamente.
Ya tengo el anillo. Una piedra amatista de un suave color púrpura, su
color favorito. Listo y esperando. Nunca la pondría en la posición de
presentarme a su hijo por primera vez como su prometido. El momento es
instrumental. Pero cuando llegue ese momento, sé en mi interior que
aceptará.
Vi su cara cuando se dio cuenta de que mi regalo no era una
propuesta. Fue sólo un flash rápido, pero estaba allí. Decepción. No quiero
volver a ver esa mirada de nuevo.
¿Mi deseo a medianoche? Jillian Nolan.
Así que, cuando llegue el momento de hacerla mía para siempre, será
perfecto. La ubicación no importa, siempre y cuando solo seamos nosotros
dos. Podría ser en una colina, en la arena, en una roca debajo de las
estrellas.
Es el amor que tenemos el uno por el otro lo que lo hace perfecto.

Fin

Finales Felices de Bree


Cada libro que escribo me llena de una reacción diferente. En algunos


vierto tanta energía en ello, y tan satisfactoria como sea, no puedo evitar
salir un poco drenada. Otros son relajados y fresco, haciéndome sentir como
si pudiera saltar al instante en algo nuevo sin interrupción. ¿Pero, Legal?
De principio a fin, fue sin duda la más divertida que jamás había elaborado
en una historia, y espero que hayan disfrutado de su lectura tanto como me
encantó escribirlo.
Es difícil imaginar ahora, pero nunca he planeado escribir este libro.
Ya tengo una sobreabundancia de ideas embutidas dentro de mi cabeza, y
una historia de mujer de edad y hombre más joven no era una de ellas. Pero
hace un par de meses, mientras estaba en medio de mi último proyecto, la
inspiración golpeó duro. Llegó disparada a mí de la nada, y tuve que dejar
todo. Sabía que el título anterior me había puesto abajo de una sola línea,
pero una vez que empecé, las palabras fluyeron rápidamente. Y antes de que
me diera cuenta, había terminado mi novela más larga hasta la fecha.
Bastante inesperada por algo que no había tenido ninguna intención de
hacer sólo unas semanas antes.
Pero estoy tan contenta de haberlo hecho. Tuve una explosión
absoluta, y era exactamente lo que necesitaba. Me enamoré perdidamente
de los personajes, hice algunas plantillas, y tuve un tiempo increíble
trayendo a Jillian y Chase a su final feliz. Perry fue muy muy entretenida
para crear también ;-)
Legal es mi primer libro fijado en Milwaukee, Wisconsin, una ciudad
que amo hasta la muerte. Porque quería involucrar a la música en la
historia, yo sabía que tenía que tener lugar en el verano. Cualquier persona
que es amante de la música tiene que estar aquí a finales de junio; principios
de julio para experimentar el Summerfest al menos una vez en su vida. Para
aquellos que no están familiarizados, es un enorme festival de música al aire
libre que tiene una duración de once días. Grandes nombres tocan directo
junto a locales e independientes, y si alguna vez estás en la zona para esta
época del año, ¡no te lo puedes perder! Y no, no estoy afiliada con ellos, ¡sólo
paso un buen momento!
Para mis lectores, estoy tan increíblemente agradecida por todos los
comentarios positivos y correos electrónicos. ¡Por favor, continúen! He leído
todos y cada uno; que son el combustible diario para mi fuego creativo, y
me motivan más de lo que puedas saber.

Si desea, puedes inscribirte para mi (ocasional) boletín. Lo envío para


las nuevas versiones, junto con el funcionamiento de los concursos de azar
y sorteos.
Además, añade a un amigo o sígueme en Facebook o Goodreads. Si
tienes alguna pregunta, comentario, o simplemente quieres decir hola, estoy
disponible en breedahliaauthor@gmail.com. Me encantaría saber de ti
Si te gustó Legal, apreciaría realmente una reseña, que significan
mucho para mí.
¡Gracias!
Como siempre, gracias por leer,
Bree

Sobre el autor
Bree Dahlia es una adicta al romance no convencional. Ama leerlos
pero adora escribirlos mucho más. Sus historias oscilan desde lo jovial hasta
lo ardiente con ese satisfactorio final de felices por siempre y un toque de lo
inesperado. Ella favorece temas de amistad, perdón y amor incondicional
con personajes alfa y de gustos excéntricos.
Ella retiene títulos con los cuales no hace nada y tiene experiencia de
un largo camino en trabajos que la han dejado insatisfecha. Solo como
autora ha encontrado su verdadera pasión. Cuando no está armando
historias en su pequeño pueblo en Wisconsin, hace senderismo en caminos
imbatibles, ver juegos de hockey y desea no detestar cocinar tanto.
Dahlia es su segundo nombre. Su primer nombre es más apropiado
para una escritora de horror.

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