Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Traducción
Usakoserenity
yiany
Yira Patri
Emotica G. W
CosmicMoon
RRZOE
MadHatter
3
AerisWalker
Corrección
RRZOE
Yani
Lectura Final
Yani
Diseño
Bruja_Luna_
Robsten
Índice
Sinopsis _____________________________________________ 5
1 _____________________________________________________ 6
2 ____________________________________________________ 20
3 ____________________________________________________ 23
4 ____________________________________________________ 32
5 ____________________________________________________ 37
6 ____________________________________________________ 43
7 ____________________________________________________ 49
8 ____________________________________________________ 60
9 ____________________________________________________ 64
10 ___________________________________________________ 75
11 ___________________________________________________ 83
12 ___________________________________________________ 85
13 ___________________________________________________ 88
4
14 ___________________________________________________ 92
15 ___________________________________________________ 97
Sobre la autora __________________________________103
Próximo Libro ____________________________________104
Sinopsis
Sloane
No estoy orgullosa de las cosas que he hecho.
Las cosas que he tenido que hacer.
Las cosas que he entregado.
Pero lo daría todo de nuevo para encontrarla.
Incluso si muero en el intento,
tengo que encontrar a Alexis.
Zeth 5
Ella quiere que la ayude,
pero no lo haré.
Quiere que salve a su hermana,
pero no puedo hacerlo.
Desea que sea su héroe,
pero no soy un buen hombre.
Soy su condenación.
19
2
Sloane
Traducido por Emotica G. W
Corregido por Yani
22
3
Zeth
Dos años después
Traducido SOS por MadHatter & RRZOE
Corregido por Yani
1
Rock-em-sock-em: son unos robots boxeadores de juguete.
No le tomo la mano.
—No. No al hospital. No voy a ir allí.
No voy a arriesgarme a ver a Sloane de nuevo. No hasta que escuche la
verdad que sale de la boca de Charlie. Incluso si tengo que sacársela.
Sabré la verdad.
31
4
Sloane
Traducido por MadHatter
Corregido por Yani
36
5
Zeth
Traducido por Moreline
Corregido por Yani
2
El East End es una zona de Londres, situada en la parte este de la ciudad, famosa
por ser la zona de acción de los gemelos Kray, dos de los gánsteres más importantes del
Reino Unido en los años 60, y de los asesinatos de Jack el Destripador en 1888.
caja. Sin embargo, no me ha pedido que enrolle por él desde que tenía
diez años, hace veintitrés años enteros.
—Estoy seguro de que hay muchas cosas sobre mi negocio que no
conoces, Zeth. Eso no es tu culpa, lo sé. Cuando te puse bajo mi ala, te
observé durante años pensando para mí, ¿dónde encajará mejor este
niño dentro de mi organización cuando le crezcan pelos en las pelotas?
Miré y tomé nota. Si hubieras mostrado un atisbo de sentido para los
negocios, te habría involucrado en eso y sabrías todo sobre mis
proyectos paralelos. Todo lo demás relacionado con eso. Pero no es lo
que vi en ti, Zeth, ¿verdad? Vi que eras una pequeña mierda salvaje con
mal genio y te encontré otros usos. Otros usos que han financiado tus
aventuras desde hace bastante tiempo.
El mensaje es más que claro: no muerdas la mano que te alimenta. A
Charlie siempre le han gustado los mensajes. No cagues donde comes.
No le mires los dientes al caballo regalado. Entiendes la imagen.
—Aprecio todo lo que has hecho por mí, Charlie. Sabes que no se trata
de eso.
Termina de enrollar su cigarro. Se lo mete en la boca y luego frunce los
labios, retirándolo y sellándolo a mano. Cuando lo enciende, puedo oler
el apestoso y dulce hedor de Mary Jane3 con el que ata su tabaco.
Mantiene el humo en sus pulmones antes de exhalar, fijándome con 38
afilados ojos azules como el hielo.
—Entonces, ¿de qué se trata exactamente esto?
—Se trata de las chicas. Secuestrar y vender chicas, sacándolas de sus
hogares.
—Nunca te tuve catalogado como del tipo sentimental, Zeth.
—No sentimental. Simplemente no un monstruo.
Eso pone una sonrisa come mierda en su rostro.
—Ambos sabemos que eres, de hecho, un monstruo.
Tal vez eso sea cierto, pero incluso yo tengo límites. Vender chicas por
sexo es definitivamente cruzar la línea en mi libro.
—Solo dime la verdad. ¿Frankie estaba en lo cierto cuando dijo que
tenías un maldito contenedor de chicas muertas en el puerto?
Charlie arranca un trozo de tabaco tomándose su tiempo. Lo tira lejos.
3
Mary Jane es una forma de referirse o llamar a la marihuana.
—Si insistes en saber la verdad, entonces sí, está bien. Diecisiete
mexicanas muertas. Tuve que pagar a la autoridad portuaria para
hacerlas desaparecer. Un negocio muy sucio.
Aunque sabía que era cierto antes de que lo confirmara, una pequeña
parte de mí había esperado lo contrario. Salto de mi silla; se inclina
hacia atrás y cae al suelo con un estrépito. Charlie observa mi reacción
con una expresión en blanco.
—Jodidamente me mentiste.
—¿Tengo alguna obligación contigo, Zeth? —me pregunta con tanta
calma.
Aprieto la mandíbula.
—No.
—¿Te debo algo en absoluto?
—No.
—Entonces, ¿por qué supones que me inclinaré y me arrastraré ante tu
loco interrogatorio? No estabas bien de la cabeza cuando me
preguntaste sobre las chicas la última vez. Tenías esa jodida... —Agita
su mano en mi dirección, haciendo una mueca—,…sed de sangre en tus
ojos que solo obtienes cuando tienes algo atorado en el culo. 39
—Secuestraste a una chica. Una chica de Seattle, hace dos años y
medio. ¿Dónde se encuentra ahora? —Me apoyo con la punta de los
dedos contra el escritorio de Charlie. Estoy haciendo todo lo que está a
mi alcance para contener a la criatura salvaje que solo está pidiendo
estropearlo. Charlie sonríe con una sonrisa benévola, como si mi ira
fuera entrañable. Como si fuera un cachorro simplemente mostrando
sus dientes. Maldito.
—No tomo estadounidenses. Y no cago donde como, ya lo sabes.
Ves.
—Pensé que sabía muchas cosas sobre ti, pero parece que estaba
equivocado.
—¿Qué es lo que te importa sobre una jodida niña que fue secuestrada
hace dos años y medio, de todos modos? —Arroja su cigarrillo al
cenicero de cristal, tan grande que es casi la pieza central de su
escritorio.
—Ella no significa nada para mí.
—Pero significa algo para alguien más, ¿verdad? ¿Esa pequeña puta con
la que te has acostado este último tiempo?
Él sabe sobre Lacey pero nunca la ha mencionado antes. Está muy por
debajo de él para siquiera estar en su radar la mayoría de los días.
—No. Esto no tiene nada que ver con ella.
Charlie gruñe.
—Bueno, en cualquier caso, no puedo ayudarte, hijo. No sé nada acerca
de una prostituta perdida. Me olvidaría por completo de ella si fuera tú.
Me suena como si hubieras estado llevando esto contigo los últimos dos
años. Y si lo llevas por mucho tiempo más, creo que tal vez tú y yo
vamos a desarrollar un pequeño problema.
Inclino la cabeza hacia un lado, considerando la mirada peligrosa en el
rostro de Charlie. Ya hemos desarrollado un problema; Él simplemente
no lo sabe todavía.
***
Tengo quince minutos para llegar a casa antes de que Lacey se vuelva
jodidamente loca. He estado fuera todo el día esperando hablar con
Charlie, la primera vez desde que Frankie me hizo una herida de bala, y
mi co-dependiente huésped se ha vuelto aún más co-dependiente
durante ese tiempo. Más bien, olvídate del co. Solo es dependiente.
Apenas estoy empezando a rozar la superficie de la historia de fondo de
la chica. Ya me dijo algo de la mierda oscura que vivió en su casa 40
cuando era niña, pero sé que hay más. Lo ha tenido mucho peor que yo.
Tan jodido como pueda sonarme ahora, ella no tuvo suerte como yo.
Charlie es un odioso, vengativo, malvado hijo de puta todos los días de
la semana que terminan con S, pero él me salvó. Literalmente, estaría
muerto ahora mismo si él no me hubiera alejado de mi tío cuando tenía
seis años.
Realmente sabes que tus problemas son graves cuando deseas que un
inglés psicótico y drogadicto haya acudido en tu ayuda siendo un joven
impresionable. Sin embargo, no sé si Lace desea eso. Solo sé que se
vuelve jodidamente loca cuando salgo del almacén por demasiado
tiempo. Si esta versión de mí ahora mismo pudiera retroceder en el
tiempo, digamos, quince meses y tener una conversación con mi yo de
ese momento, creo que mi yo del pasado podría golpearme en las
costillas por ser tan malditamente suave. Quiero decir, mierda. Estoy
corriendo a casa por una mujer. Y ni siquiera me la estoy follando.
Su teléfono sigue sonando cada vez que llamo, y eso hace que me suden
las palmas como un violador enviado directamente a Chino4. Hice una
4
El Instituto para Hombres de California es una prisión estatal solo para hombres
ubicada en la ciudad de Chino, Condado de San Bernardino, California. A menudo se
hace referencia coloquialmente como "Chino".
temporada en Chino una vez; Digamos que vi de primera mano lo que
les sucede a los hombres que fuerzan a los demás. Mujeres, niños,
animales, no importa. Un violador en una prisión como esa es un
hombre que vive con tiempo prestado.
—Vamos, joder, Lacey. Atiende el maldito teléfono. —No contesta.
Rompo todos los límites de velocidad y paso cada luz roja de camino a
casa, acelerando el motor del Camaro hasta la empuñadura. Está
lloviendo cuando por fin llego. El almacén es una fortaleza de dos pisos,
recortada e intimidante en la noche coloreada con tormenta. La enorme
puerta de acero, cubierta de pintura roja ampollada, todavía está
cerrada y encadenada como la dejé, pero Lace tiene una llave. Podría
haberse ido si quisiera. Sin embargo, la música proveniente del interior
me dice que no se ha ido a ningún lado. Tal vez por eso no escuchó el
teléfono.
Esperanza. La esperanza es una perra desagradable.
Sé que estoy jodido tan pronto como pongo un pie en la puerta. El lugar
está destrozado. Los muebles rotos yaciendo descartados como leña
astillada en el suelo; La televisión está rajada, pero aún funciona lo
suficientemente bien como para producir un ruido blanco rompedor-de-
cráneo y una pantalla borrosa y distorsionada. Hay botellas de cerveza
destrozadas por todo el lugar y ropa absolutamente en todas partes,
tanto mía como de Lacey. Mierda.
41
—¡Lacey! LACE, ¿QUÉ MIERDA? —grito. Avanzo desde el espacio
principal hasta mi habitación, a veces se esconde en mi cama cuando
está realmente luchando. Nunca estoy en ella, ya sabes, pero a veces
ella dice que la hace sentirse segura. Sin embargo, no está en mi cama.
Y tampoco en la suya. Estoy en un estado de completo pánico cuando la
encuentro en el baño.
Está muerta y lo ha hecho jodidamente bien.
Su piel es casi azul esta vez. Su cuerpo flota completamente estirado en
el agua llenando la bañera, que tiene un tono carmesí profundamente
ofensivo. Me apresuro primero, arrastrando su cuerpo flojo conmigo. No
pesa nada en absoluto, tan sin vida en mis brazos.
—Vete a la mierda, Lacey. Vete jodidamente a la mierda.
Se ha mutilado las muñecas de forma desastrosa. La envuelvo en su
edredón y la meto en el asiento de pasajero del Camaro, y luego
conduzco. La llevo al único lugar en la faz de este planeta al que
realmente no quiero ir. El lugar al que elegí no acudir cuando estuve en
problemas yo mismo: el Hospital St. Peter’s Mission of Mercy.
42
6
Sloane
Traducido por UsakoSerenity
Corregido por Yani
¿Chaqueta? Comprobado.
¿Bolso? Comprobado
¿Llaves del auto? Comprobado
Veinte horas después de haber comenzado el turno del infierno y
finalmente pareciera que estaba terminando. Siempre me siento como
un fraude cuando me pongo mi ropa de civil. Al igual que solo pretendo
ser un miembro funcional de la sociedad, alguien que compra en The
Gap y se acuerda de combinar el color de la chaqueta con el bolso. Me
siento más en casa con mi uniforme, pero la gente tiende a mirarte raro
43
si haces tus compras en un ambo azul.
—Buenas noches, Sloane. ¿Trabajas mañana? —Jerry, uno de los
encargados, está aquí casi tanto como yo. Es un chico joven, quizás de
veintidós años, con una familia en crecimiento por alimentar. Trabaja
cada hora que Dios permite.
—Claro que sí, Jer. ¿Te traigo un poco de café?
Sonríe.
—Cuento con eso. Lo necesitaré después de esta noche.
Estoy divisando la siguiente salida cuando empiezo a ponerme nerviosa.
Aquí es donde siempre sucede. El tramo de espacio de cuatro metros
entre la recepción y la entrada es como una especie de punto caliente y
mágico. Nueve de cada diez veces, algo o alguien atravesará esa puerta
mientras ocupo ese espacio y terminaré regresando.
Tres metros.
Un metro.
Aguanto la respiración.
Estoy en la puerta. El viento otoñal de Seattle me golpea, levantando mi
cabello mientras las puertas se abren para revelar más allá un cielo
nocturno claro, un matiz magullado de azul real. Suspiro aliviada. Lo
hice. Soy libre y estoy a salvo por un total de siete horas. Voy a pasar
cada una de esas siete horas en la cama y será increíble.
Estoy en mi auto, saliendo del estacionamiento, cuando un Camaro
negro chirriando gira a la vuelta de la esquina, casi chocando
directamente contra mí. Ambos conseguimos frenar a tiempo, pero
apenas. El conductor del Camaro se apoya en su bocina, rompiendo la
paz del estacionamiento casi vacío.
No puedo ver quién está al volante, pero sé que quieren que me vaya a
la mierda. Solo hay una razón por la que un auto vendría a toda
velocidad a un hospital y es debido a una emergencia. Doy marcha
atrás con tanta fuerza que se giran mis neumáticos.
El Camaro ruge hacia las puertas corredizas que acabo de dejar atrás y
una oleada de arrepentimiento me invade. Bien podría despedirme de
esas siete horas, estoy ansiosa por el castigo.
Me toma treinta segundos estacionar y correr adentro. Una enfermera
ya está pidiendo ayuda por el altoparlante, y un hombre de negro se
encuentra inclinado sobre un niño en el piso. Hay un edredón
empapado de sangre abandonado a su lado, y está abofeteando al niño, 44
a la niña, en el rostro. Me acerco para detenerme a su lado, sin pensar.
Le agarro las muñecas y lo empujo hacia atrás con la fuerza suficiente
como para que se caiga de costado y sobre su trasero.
—Alejate de ella. Déjame ver.
Emite un sonido gutural y asfixiante cuando hago una rápida
observación de la niña. No es tan joven como pensé al principio, pero es
pequeña. Tiene el cabello rubio pálido teñido de rosa por las manchas
de sangre. Presenta cortes desgarrados en el interior de las muñecas, y
me toma un segundo completo para componerme. Realmente iba en
serio cuando lo hizo.
—¿Cuánta sangre perdió? —Reviso su pulso, me agacho para colocar mi
oreja sobre su boca. ¿Sigue respirando? Débil pero lo hace. El pulso
está presente pero también débil. Levanto la vista, aún esperando mi
respuesta, y el chico que trajo a la niña se apoya en sus codos,
mirándome con la boca abierta. Sus ojos son enormes, el color tan
oscuro que es casi negro. Parece que está conmocionado.
—Escucha, realmente necesito saber cuánta sangre ha perdido —le
digo.
—Yo... no lo sé. Estaba en el baño —susurra en voz tan baja que
apenas puedo escucharlo. La parte delantera de su camiseta se aferra a
él, abrazando su pecho: la encontró en la bañera, entró y la sacó.
Suresh Patel, uno de los médicos de guardia, llega a la escena un
segundo más tarde y ponemos a la niña en una camilla. Su
temperatura corporal es baja, sus estadísticas desiguales. Requerirá un
milagro en el mejor de los casos.
Fui obligada a regresar al hospital mientras trabajo sobre la pequeña
mujer. Las horas pasan. Reemplazamos litros de sangre y terminamos
envolviendo a la niña en cuatro mantas antes de que finalmente se
reanime lo suficiente para que intentemos una cirugía para arreglar el
desastre que se ha hecho en las muñecas.
Son las cinco de la mañana cuando voy a buscar al tipo que la trajo. Lo
encuentro sentado en un pasillo, con los codos sobre las rodillas y la
cabeza apoyada en las manos. Levanta la vista y me ve, y luego hace la
cosa más maldita: se levanta y comienza a alejarse. Rápido.
—Disculpa. ¡Oye! —Se detiene pero no se da vuelta de inmediato.
Espera un momento, como si estuviera preparándose para ello—.
Necesito información sobre ti y sobre tu novia. No puedes dejarla aquí
para que se despierte sola.
Finalmente, se vuelve. Presiona la mandíbula tan fuerte que las venas
en sus sienes palpitan con el flujo de su pulso. Solo me mira fijamente.
Su camisa se ha secado ahora, pero todavía se aferra a él de la manera 45
más distrayente, tiene las mangas enrolladas para revelar bíceps fuertes
y cubiertos por tatuajes. Tinta en negro, azul y rojo le sube por los
brazos de forma ondulante. Tiene el cabello casi negro en puntas hacia
todas direcciones, despeinado, aún mojado; delicioso. Me doy un golpe
mental cuando me doy cuenta de que lo estoy estudiando.
Estás enojada con él, Sloane, ¿recuerdas? Se estaba yendo. Saliendo
por la puerta.
—Crees que al menos puedas darnos un poco de información antes de
desaparecer en el atardecer. O al amanecer —digo. Parpadea, y luego
cruza los brazos sobre su pecho. Abre la boca para decir algo y se
detiene. Frunce el ceño. Se gira hacia la puerta y parece que de todos
modos está considerando correr. Bastardo.
—Pensándolo bien, si esto es por ti, entonces tal vez deberías irte —le
digo. No hay hematomas en el cuerpo de la niña, pero he visto
suficientes casos de violencia doméstica para saber que no siempre es
físico. Un espíritu roto puede ser tan perjudicial como un hueso roto.
Este tipo podría haber hecho la vida de su novia tan miserable que ella
simplemente quería terminarla. Las cicatrices en sus brazos dicen que
esta no es la primera vez que lo intenta, tampoco.
Alto, oscuro y guapo me mira con una furia pura que me hace
replantear mi sugerencia. Me enfrenta adecuadamente, como si se
estuviera comprometiendo a quedarse ahora, y finalmente habla.
—No —gruñe—. No soy su novio. Y no la voy a dejar.
El estómago me da un vuelco. Esa…
Esa voz.
Santo… Me cubro los labios con los dedos, escrutando cada milímetro
cuadrado de él.
—¿Te conozco? —susurro.
Esboza una sonrisa cruel.
—No.
El alivio me inunda, pero mi cuerpo se niega a aceptar la sensación.
—Podría jurar que reconocí tu voz.
—Nací aquí. Todos sonamos igual, cariño. —Sigue negándolo, pero con
cada palabra mi estómago se retuerce un poco más. Escucho esa voz en
mis sueños; La reconocería en cualquier parte. No estoy equivocada. No
estoy tan equivocada. Este… es él. El tipo que trajo a la niña pequeña y
rota es el mismo que me ató y me jodió sin sentido hace dos años. El 46
tipo que tomó mi virginidad. Sus ojos melancólicos están fijos en mí con
tal intensidad, que sé que solo está esperando que me dé cuenta.
—Yo... necesito saber quién es tu amiga —balbuceo, y él sonríe. Es una
cosa increíblemente salvaje y traicionera, ver a este chico sonreír. El
gesto es tan agudo que podría desollar a un hombre vivo.
—Carrie. Su nombre es Carrie.
—¿Tiene seguro?
Sacude la cabeza. Sus ojos nunca dejan los míos.
—Pagaré.
—Tendrás que ir a hablar a recepción. Dales los datos de tu tarjeta de
crédito. Y tu nombre.
Sonríe, mira sus zapatos y luego levanta sus ojos hacia los míos de
nuevo para observarme por debajo de esas cejas oscuras.
—Tengo efectivo. Y no necesitas saber mi nombre. Mejor si no lo haces.
Mejor olvida que alguna vez estuve aquí.
Comienza a caminar hacia atrás, los brazos todavía cruzados sobre su
pecho, y actúo sin pensar. Una parte de mí ya se pregunta dónde está el
teléfono más cercano para que pueda llamar a la policía, pero el resto lo
sigue por el pasillo. Maldita sea, estúpido cuerpo.
—¡Espera! Yo... ¡no me hagas hacer esto!
—¿Hacer qué?
—¡No lo sé! Yo... eras tú. Admítelo. Admite que eras tú.
—No le hice daño a Carrie. —Su sonrisa se desvanece, reemplazada por
una mirada fría y calculadora.
—Eso no es lo que quise decir y lo sabes.
Hace pucheros, y cualquier duda que pudiera tener es desterrada así de
simple. Esos labios, puede que no los haya visto en la oscuridad, pero
estoy segura de que los he sentido. Él es el chico. Lo comprende ahora.
Sabe que estoy segura.
—Tal vez sé lo que quieres decir. Eso no cambia el hecho de que
deberías olvidar que alguna vez estuve aquí. Lo mejor para todos los
involucrados. No quieres conocerme, cariño.
Su arrogancia no tiene precedentes. Doy cuatro pasos apresurados y lo
apuñalo en el pecho con mi dedo índice.
—¡Tú! 47
Hasta este punto, es tan alto que da miedo.
—Yo —acuerda.
Le hago la única pregunta que ha estado ardiendo en mi mente durante
los últimos dos años.
—¿Tuviste algo que ver con la muerte de Eli?
Aparta la mirada, mordiéndose el labio inferior. Eso es un sí si alguna
vez lo vi.
—Digamos que Eli y yo tuvimos un desacuerdo.
—¡Mierda! Lo sabía. ¿Tomaste el papeleo de Lex?
Es como el doctor Jekyll y el señor Hyde. Un minuto está allí de pie,
mirándome como si fuera un genio y podría desaparecer en una nube
de humo en cualquier momento, y luego es pura, pura ira. Agarra mi
muñeca y se mueve a la velocidad del rayo, empujándome bruscamente
contra la pared. El corredor está vacío a esta hora de la mañana, así
que estoy completamente sola y vulnerable. Cierra su mano alrededor
de mi garganta, lo suficientemente fuerte como para aterrorizarme.
—¿Te gusta sentirte así, Sloane?
Escucharle decir mi nombre hace que mis ojos se llenen de lágrimas.
Supo quién era yo todo el tiempo. Sacudo la cabeza.
—No —jadeo.
—Entonces necesitas atender a Carrie, asegurarte de que se mejore.
Regresaré por ella en dos días. No dejes que los malditos psiquiatras se
le acerquen. No dejes que la aparten o voy a estar seriamente enojado.
—Presiona su cuerpo contra el mío, es como una pared de músculo y
testosterona que está tratando de poseerme. Me siento demasiado
asustada para hacer algo, pero asiento. Algo cambia, entonces. Podría
engañarme a mí misma, pero creo que veo que sus ojos se ablandan—.
¿Te acuerdas?, —susurra.
Asiento.
—¿Y cuando cierras los ojos?
Sé lo que está preguntando. Asiento de nuevo.
—Sí.
—Hazlo entonces. Cierra los ojos. —Su mano se aprieta ligeramente,
haciéndome jadear. Echo un vistazo largo y profundo a las
profundidades sin fondo de sus ojos y luego, al igual que la última vez,
hago lo que me dice. Cierro los ojos. 48
Roza ligeramente los labios contra los míos, y mi mente se detiene. Su
respiración es rápida, irregular y caliente contra mi boca. Tiene el efecto
más devastador. Prácticamente me estoy destrozando por lo conflictiva
que me siento. ¿Debo devolverle el beso? ¿Debería darle un rodillazo
en las pelotas? Detiene toda discusión cuando saca la lengua y se
encuentra con mis labios separados. Se burla lentamente de mi boca,
tan cuidadosamente, con amor, como si me estuviera probando.
Reacciono por impulso. Abro mi boca más amplia, dándole la
bienvenida al interior. Sin embargo, no acepta la oferta.
—Dos días, Sloane. Dos días y vendré por ti —susurra.
Lo siguiente que sé es que me estoy hundiendo en el piso. Cuando abro
los ojos, todo lo que veo son sus botas negras que se alejan.
7
Sloane
Traducido por Yiany, Yira Patri & Emotica G.W
Corregido por Yani
5
Prozac: Medicamento antidepresivo.
Miro fijamente al fondo de mi taza de café vacía, de repente dudando si
debería contarle algo de lo que sucedió ayer. Pero... pero creo que
necesito hacerlo. Es mi mejor amiga, pero también siempre ha podido
ver las cosas desde un punto de vista imparcial. Eso es exactamente lo
que necesito ahora mismo.
—Si te dijera que tengo un paciente que tuvo un problema del que
necesito hablar, ya sabrías que estoy hablando de mí, ¿verdad?
—Sí.
—Está bien, bueno, entonces no me molestaré con ese discurso.
Marcus le entrega su café. Ella le da un sorbo, levantando una ceja
hacia mí.
—Me ahorraría algo de tiempo, sí.
—Está bien, bueno... —Solo necesito decirlo—. Tuve relaciones sexuales
con un chico.
Escupe su espresso en la pequeña taza.
—¿Qué? ¿Quién? ¿Cuándo?
Me estremezco. Esto será muy malo. Pip tiene la idea de que seré la
última virgen en pie desde hace mucho tiempo. 50
—No fue recientemente. Fue... fue hace dos años.
Tensa sus hombros. La mirada incrédula que lucía hace un segundo, se
convierte en algo mucho más frío. Está enojada. Sabía que lo estaría.
Deja su café, mirando la mesa.
—¿Por qué no me lo dijiste?
—No fue... no era algo para sentarse y analizar con una tina de helado,
Pip. Tampoco fue algo de lo que estuviera exactamente orgullosa.
—¿Qué significa eso? Dios mío, no fuiste violada, ¿verdad?
—No, no, por supuesto que no. Pero... —Esta es la parte en la que o le
digo toda la verdad o me decido por una versión diluida. Soy una
completa cobarde al final. Nunca pensaría mal de mí por lo que hice,
pero no puedo soportar la vergüenza de admitirlo. Vendí mi virginidad
por información. Información que ni siquiera obtuve, lo que significa
que la vendí por nada—. No conocía al tipo. Ni siquiera sabía su
nombre. Yo... estaba borracha y lo hicimos en la oscuridad. No podría
haberte dicho cómo era hasta ayer.
Pip cierra los ojos y presiona las yemas de los dedos en la frente.
Por favor, no creas que soy una puta. Por favor, no pienses en una
puta.
—Sloane, diablos... —gime.
—Lo sé, lo sé.
—Ni siquiera sé por dónde empezar con esto.
—¿Qué tal después de la parte del juicio?
—Oh, nena. Nunca, nunca te juzgaré. Solo... Solo quería algo especial
para ti. Ya sabes, romance, rosas rojas, champaña, fuegos artificiales...
Debería haber sabido que nunca me juzgaría. Empujo las migas de mi
panecillo en el plato frente a mí, haciendo pucheros.
—Oh, definitivamente hubo fuegos artificiales. Ninguna de las otras
cosas, pero definitivamente fuegos artificiales.
Suspira y luego se extiende a través de la mesa, quitando el plato para
poder sostener mis manos entre las suyas.
—Así que esto ha estado jugando en tu mente durante dos años
completos y no me dijiste, ¿por qué?
—Porque no fue exactamente sexo normal, si me entiendes.
Pippa parece que no entiende, y luego la comprensión se muestra en su
rostro.
—Así que… ¿dejaste que un tipo te follara y le gustaban algunas cosas
51
extrañas?
—Básicamente.
—Y espera, dijiste que ni siquiera sabías cómo era hasta ayer. ¿Qué
pasó ayer?
—Vino al hospital. Su amiga intentó suicidarse.
Exhala.
—Necesito otro café para esto. —Ordena uno para ella y otro para mí, y
cuando regresa tiene más preguntas preparadas—. Simplemente no lo
entiendo. ¿Cómo supiste que era él?
—Su voz es bastante distintiva. Prácticamente salí y le pregunté si él
era el hombre y, bueno, no lo negó.
—Está bien, aparte de la conversación obvia que no deberíamos
necesitar para que tomes decisiones inteligentes, ¿por qué estás
afilando tus garras por este tipo? ¿No has escuchado nada de él desde
que sucedió esto?
—No.
—¿Entonces?
—Entonces... me dio un beso.
—Ah
—Y fue una especie de momento... —Respiro hondo. Aquí vamos—.
Mientras me tenía atrapada contra la pared... con su mano alrededor de
mi garganta. —Los ojos de Pippa son probablemente la parte más
expresiva de su cuerpo, los abre casi el doble de tamaño.
—¿Te atacó?
—Fue más una amenaza.
—¿Por qué demonios haría eso?
—No quiere que su amiga sea internada. Probablemente piensa que
podría mover algunas cuerdas y que todo el incidente quede bajo la
alfombra.
Resopla.
—Bueno, buena suerte con eso, amigo. La chica trata de suicidarse,
obtiene automáticamente terapia con un profesional. Pero de todos
modos, ¿te besó a la fuerza?
—No. De cierto modo... permití eso.
—Joder, Sloane. No lo sé, esto casi suena como un motivo para llamar a 52
la policía. ¿Por qué diablos le dejaste hacer eso? ¿Está desquiciado?
¿Estás desquiciada?
Dejo escapar una risa amarga.
—Esa es una posibilidad para ambos.
Entrelaza sus dedos, frunciendo el ceño. Se supone que ella no frunce
el ceño; eso revela demasiado.
—Ya sabes lo que te voy a decir, ¿verdad?
—Sí, lo hago. —Suspiro. El peso de todo esto es una carga imposible
para mis hombros. Se siente bien haber compartido incluso una
pequeña parte y aún no he terminado—. Hay algo más, Pip. Puede que
él sepa algo sobre Alexis.
Esta información la congela en su asiento. No hablo a menudo de Lex;
Rara vez menciono su nombre, así que el hecho de que lo haya
mencionado ahora es algo realmente importante.
—¿Cómo? —pregunta con calma—. ¿Este tipo tuvo algo que ver con su
desaparición? Oh, Dios mío.
—No. O al menos no creo que lo haya hecho. No puedo... no puedo
explicarlo en este momento.
No le gusta eso, ni un poco. Resopla un largo suspiro, mirándome como
si me hubiera vuelto loca.
—Tengo un mal presentimiento sobre esto, Sloane. Aparte del hecho de
que todavía no sabes nada acerca de este tipo... —hace una pausa,
como si algo se le hubiera ocurrido—. ¿Sabes su nombre ahora? —
Sacudo la cabeza, negando. Parece mortificada—. Bueno, bien, él no le
ha ofrecido ninguna información a la policía sobre el secuestro de Lex, y
no me dirás cómo crees que podría conocer esta información misteriosa.
Eso me lleva a creer que probablemente esté involucrado en alguna
mala mierda. Hasta el cuello, sin duda. ¿Y trató de ahogarte?
—Lo sé —digo con tristeza. Cuando lo dice de esa manera, realmente
suena bastante mal.
—Sé que quieres encontrarlo, pero este tipo parece peligroso. Parece
que es más probable que te apuñale a que te ayude a encontrar a Lex.
Quiero que te mantengas alejada de él, ¿de acuerdo? No hay manera
que tengas algo que hacer con él. ¿Por favor, Sloane? ¿Por mí?
Oculto mi rostro en mi taza de café. Sabía que haría esto; Sabía
exactamente lo que diría, y me siento aliviada de ser honesta. Es como
si ahora tuviera permiso para evitarlo como la plaga, aunque podría
tener alguna idea de dónde está mi hermana. Debería decirle a la policía
que él prácticamente admitió haber asesinado a Eli ayer y luego pueden 53
hacer todas las preguntas. Puedo mantenerme completamente al
margen.
—Está bien, sí, tienes razón. Me mantendré alejada de él —digo. Pero,
por alguna razón, no le digo que mañana regresará al hospital. No le
digo que prometió que vendría a buscarme.
El sentimiento de inquietud que persiste en mí es una mezcla de culpa
y anticipación. Nunca he mentido ni escondido cosas, y es muy
preocupante que las únicas cosas que le he ocultado a mi mejor amiga
estén relacionadas con este tipo. No puedo evitar preguntarme, ¿estoy
pidiendo problemas al guardar secretos? Parece un argumento inútil;
En lo que a él concierne, siento que los problemas me van a encontrar
independientemente.
***
La mañana se arrastra de manera insoportable mientras trato de
alargar mis rondas, haciendo todo lo posible para que las necesidades
de mis otros pacientes requieran más tiempo del que necesitan. Sin
embargo, finalmente no puedo postergarlo más. He hecho todo lo que
hay que hacer y, como hoy el doctor Patel se ha ido, eso hace que la
chica sea mi responsabilidad.
Carrie está durmiendo cuando voy a su habitación, y no está sola. Kim
Pérez es psicoanalista, una mujer increíblemente encantadora. Es
maternal y cálida, la primera persona que envían aquí cuando un niño
necesita ser evaluado. Carrie no es una niña, pero obviamente se
imaginaron que respondería a una presencia materna.
—Oye, Sloane —susurra, colocando el historial de Carrie en la ranura al
final de su cama—. Escuché que hiciste un gran milagro.
—Suresh hizo la mayor parte del trabajo. —Sonrío, devolviéndole la
misma calidez que me demuestra ella.
—Pobre chica. —Se voltea para mirar a Carrie; La chica definitivamente
luce un poco peor por el daño. Hay anillos morado oscuro alrededor de
sus ojos, y su piel todavía es de un blanco mortal—. Solo estoy
esperando que decida despertarse. ¿Alguna idea de cuánto tiempo
estaré?
—Ya no está sedada. Podría ser un par de horas, podría ser un día o
más. Estaba bastante mal.
Kim se abraza a sí misma y chasquea la lengua, frunciendo el ceño a la
joven en la cama. Siempre se toma en serio estas cosas, sin importar
que no haya conocido al paciente antes.
—La gente dice que el suicidio es la salida de los cobardes, pero no 54
podrían estar más equivocados. Se necesitan nervios de acero para
hacer lo que hizo ella. Sin embargo, es bueno que ahora se encuentre
bien aquí. Puede descansar tanto como necesite, con la esperanza de
que pueda ver las cosas de otra manera. Tendrá todo un equipo de
personas a la espera de ayudarla.
Unos ojos marrones oscuros destellan en mi mente. Trago saliva a pesar
de que no hay nada que obstruya mi garganta. No dejes que la aparten
o voy a estar seriamente enojado.
—Tiene suerte de haber venido a St. Peter —le susurro—. Ella no podría
estar en mejores manos. —Mi mente va a lugares oscuros cuando me
preocupo. Tal vez Alexis esté viva, tal vez haya estado sufriendo igual
que Carrie. Quién sabe las cosas por las que ha pasado si aún está viva.
Ni siquiera soporto pensarlo. Tal vez... tal vez ella también ha estado
recostada en una cama en algún lugar, recuperándose de intentar
terminar con su propia vida. Sin embargo, no la habrían llevado a un
hospital. Demasiadas oportunidades para pedir ayuda. Demasiadas
salidas a través de las cuales podría escapar.
Lex no habría tenido una mujer como Kim para ayudarla. Ese
pensamiento me pone terriblemente triste. Ese tipo, quien quiera que
sea, está loco si piensa que le voy a entregar a Carrie. Jodidamente loco.
—Oye, Kim, realmente no tengo idea de cuándo quedará sin efecto su
sedante, pero he terminado con todo mi trabajo por el momento.
Excluyendo una emergencia, tengo un poco de tiempo para sentarme
con ella. ¿Por qué no vuelves arriba y te buscaré si se despierta?
Kim me sonríe como si yo fuera la persona más reflexiva del mundo.
—Gracias, Chiquita. Tengo una montaña de papeles que no irán a
ninguna parte si no me encadeno a ese escritorio. ¿Tienes mi
localizador?
Le digo que sí, y se va, dándome un apretón suave en la parte superior
de mi brazo cuando me pasa.
Ya sé que la chica está despierta. En este momento solo está jugando
con la muerte, evaluando su entorno antes de decidir si es seguro estar
consciente. Kim no se ocupa de los pacientes que salen de la anestesia
todos los días como yo, y la respiración de Carrie es superficial,
silenciosa y controlada, en lugar del drenaje profundo y regular que
debería tener si estuviera dormida. Llevo la silla de debajo de la ventana
hacia la cama y me siento. Desde allí observo a Carrie, tratando de
descubrir la mejor manera de proceder.
—Entonces... fui a tomar un café con mi mejor amiga esta mañana —le
digo—. Ella es un poco remilgada y correcta a veces, pero siempre ha
estado ahí para mí. Siempre he podido confiar en ella cuando lo he
55
necesitado. Esta mañana le conté algo oscuro sobre mí. Era una
conversación que había estado considerando tener con ella durante
mucho tiempo, pero había estado esperando el momento adecuado para
abordarla, ¿sabes? Sin embargo, soy buena para crear excusas.
Siempre he logrado postergarla.
››Como con todo lo demás, lo postergué hasta el último minuto, hasta
que sucedió algo y sentí que ya no tenía elección. Me dio un consejo
sólido que tenía mucho sentido, y seguí pensando durante mi camino al
trabajo, ¿por qué diablos no pude tomar esa decisión sola? —Me
recuesto en la silla, observando los párpados de Carrie que revolotean.
Está escuchándome.
—Creo que es porque estamos tan cubiertos por nuestros problemas
que a menudo no podemos salir del laberinto en el que nos
encontramos. O cerramos los ojos y caminamos a ciegas porque
estamos demasiado asustados para reconocer el desastre que tenemos.
La oscuridad que creamos nosotros mismos es mejor que la oscuridad
que nos espera con los ojos abiertos, porque al menos así la
controlamos.
No responde. No soy psiquiatra. No estoy calificada para tratar de alisar
los pliegues de la vida de esta chica. Pero siento tanta curiosidad por
ella, por qué él se preocupa tanto por ella, quién es para él. Cómo llegó
a ser la persona que llevó su cuerpo sin vida a mi sala de emergencias.
—Sabes, si estás asustada... si estás en una posición en la que crees
que no hay escapatoria, déjame decirte ahora... siempre hay un escape.
Una salida. Si necesitas un lugar al que ir, si necesitas alguien con
quien hablar, todo lo que necesitas hacer es decirlo ahora. Puedo hacer
que todo suceda.
Los párpados de Carrie se agitan una vez más, y esta vez los abre. Los
ojos de la joven son azul pálido, el color del hielo compactado. Como un
iceberg. Están llenos de lágrimas. La mayoría de las personas se
habrían girado para mirarme, pero ella no lo hace; mira al techo, su
pecho agitado mientras lucha contra sus emociones.
—No necesito tu ayuda. No necesito un lugar al que ir. —Las lágrimas
salen de la esquina de sus ojos, persiguiéndose una a otra a través de
sus sienes y corriendo hacia sus oídos—. Solo necesito a Zeth.
***
―No puedo esperar otro día. Él no me dejaría aquí si supiera que estoy
despierta. ―Carrie apenas está compuesta. Parece tan ansiosa que estoy
considerando darle otro sedante solo para calmarla.
―Entonces dame su número. Le haré saber. ―Zeth. Su nombre es Zeth. 56
Se siente extraño tener un nombre para ponerle a su cara, pero
entonces, recién ayer pude ponerle una cara a la voz, así que supongo
que todo esto es extraño.
Carrie me mira, buen intento, perra.
―¿Qué tal si me sacas en silla de ruedas de esta habitación y me llevas
a un teléfono público para que pueda llamarlo yo misma?
―No estás lista para eso, Carrie. Te encuentras demasiado débil.
Se ve confundida.
―¿Carrie?
―Sí, Zeth dijo que tu nombre era... ―Me detengo cuando comprendo
que fui una estúpida. Por supuesto que no me dio su nombre real. ¿Por
qué lo haría? Pagó en efectivo por su tratamiento ($ 17,000) y firmó el
papeleo como K. Vonnegut, por el amor de Dios―. ¿Cuál es tu verdadero
nombre? ―Suspiro.
―Si Zeth dice que es Carrie, entonces es Carrie. ―Cruza los brazos
sobre su pecho, mirando fijamente con tristeza sus muñecas vendadas.
―Bueno, está bien, Carrie, si no quieres decirme, eso está bien, pero no
saldrás de esta habitación. Y te harán muchas preguntas cuando la
doctora Perez venga más tarde.
―¿Es la loquera?
―Síp. Querrá saber por qué te hiciste esto.
―¿Quién dijo que yo me lo hice? ―Está haciendo pucheros como una
niña petulante, pero aun así mi corazón comienza a vibrar en mi pecho.
―¿Por qué…Zeth lo hizo?
―No. Por supuesto que no.
La chica está jugando conmigo. Hoy no tengo ganas de lidiar con ella,
incluso si tuviera el tiempo. Preferiría estar ayudando a las enfermeras
a cambiar bacinillas que lidiar con una actitud como esta.
―Muy bien, bueno, lo que sea. Puedes decírselo a la doctora Perez
cuando venga.
Carrie deja de fruncir el ceño y se sienta de manera rígida, una
verdadera emoción finalmente controlando su rostro: miedo.
―¡No! Por favor. Yo-no puedo manejar a una loquera. No me dejes. Por
favor. ―Alcanza mi mano, agarrando la barandilla de la cama, y sujeta
débilmente mi muñeca. Pasará un tiempo antes de que recupere algo de
fuerza en las manos considerando lo profundo que llegó con la navaja o
lo que sea que usó ayer―. No entiendes ―dice con un suspiro.
—La doctora Perez es increíble, Carrie. Deberías confiar en ella. Podría
57
ser capaz de ayudarte.
―¡No puede! Por favor. Zeth es el único. El único. Lo necesito. Si me
dejas con esa loquera, yo… juro que no lo arruinaré esta vez. Me
mataré. Lo haré y todo será tu culpa.
Normalmente no negocio con pacientes en esta situación. Casi nunca
están en condiciones de saber lo que es mejor para ellos, pero puedo ver
por la desesperación en sus ojos que Carrie está diciendo la verdad.
Realmente se suicidará.
―Mierda. ―Exhalo, apretando mi mano en un puño tenso―. Hice una
promesa cuando me convertí en doctora, Carrie. Juré que no haría
ningún daño, y considero dañino que no veas a la doctora Perez.
―¿Ves como dañino que yo muera? Porque eso es lo que va a pasar si
esa perra viene aquí y trata de psicoanalizarme.
Doble mierda. Me paso una mano por el cabello, tratando de pensar en
una forma de convencerla de que está siendo tonta. Sin embargo, no
hay forma de razonar con ella. Puedo verlo. Pero definitivamente
necesita ayuda. Solo puedo pensar en una solución en la que consiga lo
que quiere y yo también.
―Muy bien. No estoy diciendo que te ayudaré a salir de aquí porque no
voy a hacerlo. Eso va contra todo lo que defiendo como proveedora de
atención médica. Aún necesitas por lo menos otros tres días de reposo
en cama y necesitamos verificar el rango de movimiento de tus manos
para asegurarnos de que ninguno de tus tendones fueron dañados
permanentemente. Pero...te prestaré mi teléfono celular y me iré por las
próximas tres horas para hacer las rondas de la tarde. Y no te obligaré a
ver a la doctora Perez, pero quiero que veas a mi amiga en su lugar.
Puedo pedirle que te vea fuera de nómina, así no tendrías que contarle
tus detalles.
Ya está sacudiendo la cabeza antes de que pueda terminar mi oración.
―Todos son iguales. Tu amiga no va a hacer ninguna diferencia, ¿está
bien?
Está claro que no voy a llegar a ninguna parte con ella. Eso me
entristece.
―¿Cuántos años tienes, Carrie?
Proporciona la información a regañadientes, después de considerar mi
pregunta y obviamente decidir que ningún daño puede venir de
contestar.
―Veintiséis. 58
Asiento, pensando en esto.
―Tenemos la misma edad, entonces. Y dime, Carrie... ¿por cuánto
tiempo te has sentido... ―Suicida. Inútil. Incapaz de controlar tu camino
en esta vida.―…así?
―Siempre. ―Su arrogancia de antes fue bastante transparente, pero ha
dejado de actuar por completo ahora. Solo es una chica rota en un mar
de sábanas del hospital, todavía aferrándose a mi muñeca como si
necesitara la conexión física para evitar ahogarse en ellas.
―Entonces durante veintiséis años has sentido una desesperación tan
grave que quisiste acabar con tu vida por ello. Eso me parece bastante
horrible. Cuando miras al futuro, ¿puedes imaginarte sintiéndote así
por otros veintiséis años? —Le tiembla el labio inferior, pero se queda
callada―. ¿No sería mejor si vieras a alguien que pudiera ayudarte a
superar con trabajo lo que sea que está haciéndote sentir así? De esa
forma, dentro de veintiséis años, puedes mirar atrás y ver la luz que has
tenido en tu vida, y no solo la oscuridad.
Carrie permanece tan tranquila, obsesionada únicamente en sus
rodillas, las cuales están cubiertas por sus sábanas. Si yo fuera una
mujer de hacer apuestas, no estaría poniendo dinero en que mi
pequeño discurso fuera a tener algún efecto. Pero la chica me sorprende
cuando sus hombros se hunden.
―Está bien, bien. Iré a ver a esta chica una vez. Si está llena de mierda,
entonces me iré.
―¿Lo prometes?
―Lo prometo. Ahora entrega ese celular.
―Bien. Solo asegúrate de dejarlo en el cajón de la mesita de noche
cuando termines. ―Cuando te vayas. No puedo creer que esté
acordando esto.
A pesar de la mala vibra en mi instinto cuando le doy mi teléfono,
también siento que he ganado tres pequeñas victorias. La primera: va a
recibir ayuda, aunque voy a tener que rogarle a Pip literalmente para
que la acepte. La segunda: estará fuera de aquí hoy, veinticuatro horas
completas antes de que Zeth prometiera venir a buscarme. La tercera:
probablemente estará demasiado abrumada para darse cuenta de que
está tecleando el número de teléfono del bastardo en mi celular. Tener
su número se sentirá como que he recuperado un poco de poder, algo
que tengo sobre él. Algo que puedo proporcionarle a la policía si
necesito hacerlo.
Voy en las rondas de la tarde, con cuidado de evitar el ala este de UCI 59
donde mantienen a Carrie; lo último que necesito es encontrarme con
Zeth cuando venga a sacarla en secreto del hospital. Es el fin de mi
turno, siete de la tarde, cuando vuelvo a su habitación para recoger mi
teléfono. Justo como había sospechado, la cama de Carrie está vacía y
sus ropas arruinadas de ayer desaparecieron. Pero cuando miro en el
cajón de la mesita de noche, estoy menos que feliz cuando me doy
cuenta de que también se ha llevado mi teléfono celular con ella.
Joder.
8
Zeth
Traducido por Moreline
Corregido por Yani
Pippa. 11:33
Espero que realmente hayas escuchado lo que estaba diciendo, Slo.
Mantente alejada de ese tipo. ¡Lo digo en serio!
Yo: Perra.
Yo: Apt. 12c, 515 Av. West. 8pm, mañana. Lleva algo bonito y corto.
Y recomendaría seriamente dejar a la policía en casa. No jugamos bien
juntos.
De: mikeywest@webhostprime.com
62
Para: 443232111@connectlive.com
Recibido: 21/02/14 19:21
Oye, jefe, solo un aviso rápido. Todavía no he encontrado nada de
la chica. Si Charlie la enterró, lo hizo profundamente. Tengo algunos de los
chicos de Rufus mirando, también. No saben ningún nombre. Terminaré en
una hora.
6
UFC: La Ultimate Fighting Championship es la mayor empresa de artes marciales
mixtas en el mundo, que alberga la mayor parte de los mejores peleadores del ranking
en el deporte y produce eventos por todo el mundo.
Zeth toma con cuidado mi mano y me acerca a él. Mis pies intentan
quedarse pegados al lugar, pero el resto de mi cuerpo se hunde hacia él
como si hubiera sido inevitable todo este tiempo. Coloca mi mano sobre
su herida de bala, mirándome a los ojos. Su piel está ardiendo, tan
caliente que se siente como si mi mano se encontrara en llamas.
—Hace aproximadamente tres semanas —dice en voz baja—. Y
sucedió porque el tipo al que me enviaron a matar no tenía ganas de irse
en silencio.
¡Mierda! Trato de alejar mi mano, pero él la sujeta con tanta fuerza,
fijándola a su piel, que no puedo irme a ninguna parte.
—Este es mi mundo. Es un mundo en el que las personas reciben
golpes y disparos de manera regular. Es oscuro. Da miedo. La gente
muere. Si tu hermana ha sido absorbida por este mundo, ¿crees que ha
sobrevivido?
Las lágrimas llegan a mis ojos. Quiero golpearlo. Quiero golpear mi
puño contra su cara tan fuerte hasta sentir que los huesos se rompen,
los suyos o los míos, en realidad no importa. Estoy tan enfurecida que en
realidad arremeto, pero con mi palma abierta. Lo golpeo tan fuerte que
su rostro se mueve hacia un lado y la mano me pica muchísimo. Cuando
Zeth gira la cabeza hacia mí, un movimiento lento y considerado, yo ya
he empezado a entrar en pánico. Hay una pequeña mancha de sangre en
su labio inferior en donde le abrí la piel. Mi corazón se tambalea, ya muy
consciente de que hice un movimiento realmente estúpido. Un 71
movimiento realmente, realmente estúpido.
—Pensé que no querías jugar, Sloane —gruñe. Todavía sosteniendo
mi mano, comienza a regresar a la habitación, arrastrándome con él. Este
es el miedo que he tenido en mi vida. Tiro, pero no me suelta. Se mueve
rápidamente, se agacha y me levanta tan rápido que no tengo tiempo para
gritar. En tres largas zancadas, cierra la distancia entre la puerta y la
cama y me tira sobre ella, todavía mirándome con esos ojos casi negros.
—Lo juro por Dios, si me violas, te mataré —digo con brusquedad.
Zeth lanza un gruñido salvaje en la parte posterior de la garganta,
brutal y peligroso.
—No obligo a las mujeres, Sloane. Si tenemos relaciones sexuales,
será porque tú quieres.
—¿Por eso me echaste en esta cama?
—Te tiré a la cama porque me golpeaste y eso fue muy malo de tu
parte, pero decidí hacer un trato.
Miro la puerta. Está a solo tres metros de distancia, pero dudo que
pueda llegar a ella sin que él me ataque.
—¿Qué quieres decir con un trato?
Se agacha junto a la cama y me lleva de vuelta a la habitación de
hotel, pero esta vez puedo ver la mirada inquisitiva y sabia en su rostro.
Su poderosa línea de la mandíbula avergüenza a la mayoría de los
hombres, y junto con los otros elementos únicos que conforman su
rostro: cejas oscuras, barbilla con hoyuelos, labios llenos, una estructura
del pómulo por la que más mujeres morirían, es probablemente el ser
humano más salvajemente hermoso que he visto alguna vez en mi vida.
Sin embargo, no es su aspecto el que congela mis extremidades y las
vuelve de piedra. Es la forma en la que me mira, ya que en esta fracción
de segundo soy el único foco de todo su mundo.
—Quiero hacerte dos preguntas —dice con cuidado—. Y luego
puedes quedarte aquí y hacer lo que te ordeno, o puedes irte. Puedes ir a
casa y olvidarte de todo esto y de mí y lo que has visto aquí esta noche.
Será tu decisión.
Parece sencillo. No creo que me esté mintiendo, pienso que sin
lugar a dudas me dejará salir de aquí. Puedo verlo en sus ojos.
—Bueno.
—Está bien —dice. Una emoción nerviosa me estremece cuando se
levanta y se sienta en el borde de la cama; se inclina y coloca la mano
izquierda junto a mi cabeza, apoyando su peso para desplazarse por
encima de mí—. ¿Has tenido sexo con alguien desde que estuviste
conmigo?
¿Qué clase de pregunta es esa? Espera pacientemente a que
responda mientras finjo enojarme por la indignidad de la pregunta. No
parece importarle que me haya molestado. Solo espera mi respuesta, y
cuanto antes le diga, antes podré irme. De acuerdo. No tengo ninguna
72
razón para mentirle, así que le digo la verdad:
—No. No he tenido relaciones sexuales con nadie después de estar
contigo.
La única reacción de Zeth a esto es una arruga en la esquina de
sus ojos cuando los entrecierra en mi dirección.
—Bueno. Gracias por decirme la verdad. Y ahora contéstame esto
y si todavía quieres irte, podrás...
Tomo aire y lo contengo. Esto va a ser un lío, simplemente lo sé.
—Cuando nos conocimos por primera vez, te dije que tenías que
ser mi dueña o que yo sería el tuyo. Has pensado en cómo sería eso desde
entonces.
—No, no lo he hecho. —Me tiembla tanto la voz que sueno como
una niña aterrorizada. Zeth chasquea la lengua.
—Lo hiciste muy bien antes cuando me dijiste la verdad. No lo
arruines ahora, Sloane. Y esa no era mi pregunta. Te lo estaba diciendo
porque sé que es verdad. —Se agacha tan lentamente mientras habla,
hasta que su rostro se encuentra a centímetros del mío. Mueve la cabeza
hacia un lado y se inclina hacia abajo, pasando la nariz a lo largo de mi
mandíbula, inhalando lentamente y luego exhalando, de modo que su
aliento caliente hace estremecer mi cuerpo tan fuerte que tengo que
trabar mis músculos para detenerlo—. No has podido sacarme de tu
cabeza. Piensas en mí todo el tiempo, preguntándote quién soy, en dónde
estoy, qué estoy haciendo, con quién follo —dice esa última palabra
directamente en mi oído, y mis piernas se aprietan—. Por la noche,
cuando estás sola, cuando te tocas, soy yo por quien estás mojada. Y todo
este tiempo te has estado preguntando... preguntándote cómo habría sido
si me hubiese adueñado de ti esa noche. Qué te hubiera hecho. Cómo te
habría hecho mía. Así que mi última pregunta, Sloane, es esta: ¿eres lo
suficientemente fuerte como para admitir que esto es lo que quieres?
¿Eres lo suficientemente valiente como para averiguarlo?
Me siento desnuda. Es como si Zeth hubiese encontrado de alguna
forma una manera de entrar en mi mente y leer todos mis pensamientos
más personales. No tiene forma de saber esas cosas sobre mí, pero las
dice con una certeza tan inequívoca que sé que él sabe que es verdad. Y
lo es. Mierda. Cierro los ojos, tratando de respirar a través del pánico. El
pánico se debe a Zeth cerniéndose sobre mí, el sexo puro y la malicia
envueltos en un paquete de tatuajes increíblemente atractivo.
—Yo... no quiero eso, Zeth.
Si está decepcionado, no muestra ninguna señal. Se sienta,
dándome algo de espacio.
—Lo suficientemente justo. Ha sido una visita muy agradable,
Sloane, pero es hora de que te vayas.
Me incorporo, mirándolo. Habla en serio. Realmente me dejará ir.
Lentamente levanto las piernas de la cama, tensándome, lista, en caso
73
de que todo esto sea una especie de truco. Se pone de pie y levanta su
camisa de vestir, deslizando sus brazos a través de las mangas. La deja
abierta cuando recoge sus gemelos de un mueble oscuro. Su perfil, los
tatuajes, su rostro, la camisa abierta… se corresponde con la forma
animal y profundamente sexual en la que se mueve. No es una actitud.
Ya puedo decir eso. Es quién es él.
—¿Y bien? —pregunta.
—¿Qué...? —No puedo luchar contra las palabras. Odio que incluso
las esté pensando—. ¿Qué vas a hacer después de que me vaya?
Zeth regresa a la cama, se detiene justo delante de mí. Mis ojos se
encuentran al nivel de su ombligo, el cual es casi perfecto (¿cómo diablos
tiene un hombre un ombligo perfecto?). Dobla su dedo índice y lo coloca
debajo de mi barbilla, levantando mi rostro para que nuestros ojos se
encuentren a lo largo de su torso.
—Voy a salir a tomar algo de champaña y luego encontraré a
alguien que quiera jugar.
—¿Jugar?
—Sí. No el jodido ajedrez, Sloane. Alguien que quiera que me la folle
hasta que no pueda ver claramente. Alguien que me permita hundir mi
lengua en su coño. Alguien que me deje probarla. Alguien que me permita
restringirla y asustarla muy feo. Alguien a quien le guste eso. Esperaba
que fueras tú esta noche, pero...
Trago saliva.
Trago de nuevo. Mi garganta se siente como si hubiera inhalado el
puto desierto del Sahara. Tengo que salir de aquí antes de hacer algo
estúpido. Me paro tan rápido que Zeth tiene que retroceder para evitar
lesiones.
—Yo... tengo que trabajar mañana. Yo... —Me apresuro a ir hacia
la puerta, luchando por... ¿qué? ¿Tener fuerzas para salir?
—Ajá.
Se encuentra envuelto en una luz amarilla pálida cuando me doy
vuelta.
—Creo que te estás olvidando de algo. —Se agacha y levanta mi
bolsa médica, dejándola frente a él. Sonríe cuando ve la mirada en mi
rostro—. Sabes... puedes quedarte si quieres, Sloane. No es necesario que
digas las palabras. No significa que seas débil. Significa que eres fuerte.
Camino de regreso a él, mirándolo directamente a los ojos. No
puedo... no puedo hacer esto. No soy este tipo de persona. ¿Lo soy?
¿Siquiera sé quién soy? Me ofrece el asa de mi bolsa, arqueando una ceja.
—¿Qué va a pasar, chica valiente? ¿Quieres la bolsa, o me quieres
a mí?
Dijo que no tenía que decir las palabras. Dijo que eso no me hacía
débil. Pero tal vez... Dios, tal vez, solo por un segundo quiero ser débil.
He sido fuerte durante los últimos dos años. Fui fuerte cuando Lexi fue
74
secuestrada. Fui fuerte cuando renuncié a mi virginidad para
encontrarla. Fui fuerte cuando me di cuenta de que no iba a poder
salvarla. Estoy tan harta de ser fuerte. Respiro hondo y cierro los ojos, ya
lamentando lo que voy a hacer.
Me muevo a su alrededor y me hundo en el borde de la cama.
La voz baja de Zeth rompe el silencio, un sonido rico y electrizante.
—Sí. Eso es lo que pensé.
10
Zeth
Traducción por AerisWalker & UsakoSerenity
Corregido por RRZOE
***
Sloane 80
¿Qué mierda?
Me despierto en una cama y no es la mía. Curvo los dedos de mis
pies y los flexiono, extendiendo mis brazos sobre mi cabeza en el
estiramiento más satisfactorio de todos los tiempos. Mi cuerpo entero
zumba, como si ayer hubiese trabajado mucho en el gimnasio, pero sé
que no lo hice. Estuve en el hospital todo el día y luego...
Oh.
No.
Me congelo en la cama, de repente recordando dónde diablos estoy.
Su lugar. Su cama. Su sudor por todo mi cuerpo. Y... y oh mi Dios. El
85
sudor de alguna mujer al azar, también. ¿Qué demonios estaba
pensando? Me siento muy erguida, lista para caer sobre el hombre que
me puso en esta posición, junto con muchos otros la noche anterior, pero
él no está aquí. Estoy sola en una cama, en una habitación extrañamente
estéril y vacía, la débil luz del sol entra por las ventanas, y Zeth no está
a la vista.
—Hijo de puta.
Salgo de la cama, estoy a medio vestir cuando me doy cuenta de
que debería haber ido a buscar mi vestido a la otra habitación. Mis
medias y el liguero están doblados cuidadosamente en la cómoda al final
de la cama, y mi bolso médico descansa en el piso junto a la puerta. Metí
las medias y el cinturón dentro de la bolsa, preguntándome dónde
demonios estarán mi sostén y mis bragas, desaparecieron para siempre,
probablemente, y luego salgo corriendo de la habitación en un ataque de
rabia.
El apartamento está destruido. La vajilla vacía, manchada de
pintalabios, decora todas las superficies disponibles y la ropa
abandonada cubre el suelo por el pasillo. Doy patadas a algo brillante y
dorado en mi camino hacia el espacio abierto del salón, murmurando por
lo bajo.
—Estúpido... tan jodidamente tonto. Lo odio tanto...
El apartamento está completamente vacío, aparte de un solo
hombre parado en la enorme terraza de ventanas que dan a la ciudad:
Zeth. Está de espaldas a mí, pero sé que me ha escuchado acercarme.
Recojo lo primero que tengo a mano y se lo lanzo. La copa de champán
falla por poco, rompiéndose contra la viga de apoyo. Él retrocede como si
una bomba acabara de explotar.
Hay un fuego oscuro en sus ojos cuando se da vuelta lentamente,
con las manos a los costados.
—¿Qué. Mierda. Esta. Mal. Contigo?
Levanto otro vaso y lo arrojo, tratando de apuntar con más cuidado.
Zeth se agacha justo a tiempo para evitar algunas lesiones faciales
graves.
—¡Anoche! ¡Eso es lo que me pasa! —Volteo... necesito otra copa.
En su lugar, encuentro un zapato de charol negro de marca. El tacón
parece letal. Lo lanzo, gruñendo por el esfuerzo, y la cosa lo golpea en el
pecho. La expresión de Zeth es una nube de tormenta oscura, que crece
y se enoja cada vez más.
—¿Qué hay de anoche? —susurra.
—¿La cama? ¿Las restricciones? El... —Cierro los ojos, sacudiendo
la cabeza. No puedo creer que haya sucedido—. La mujer.
La comisura de su boca se contrae, como si mi locura fuera
entretenida para él. Sin embargo, todavía parece que me va a asesinar 86
brutalmente. Comienza a avanzar hacia adelante, letal, un depredador
peligroso, y agarro otra copa, una de cristal esta vez. Más pesada en la
base, esquinas más afiladas. Se la lanzo tan fuerte como puedo, pero él
simplemente se aleja del camino, todavía viniendo por mí.
—¿Estabas borracha?
—¿Qué?
—Anoche. ¿Estabas borracha?
—No.
—¿Estabas drogada?
—¡No!
—Entonces deja de tirarme mierda. ¡Y deja de fingir que no
disfrutaste cada segundo!
—Yo... —Mis mejillas se inundan de calor. Tiene razón. Tiene tanta
razón que quiero llorar, pero no puedo dejar que vea eso. Necesito salir
de aquí—. ¿Dónde está mi ropa interior, Zeth?
Está a un metro de mí ahora, cerrando lentamente la distancia
entre nosotros. En un giro completo respecto a anoche, lleva unos
vaqueros bajos y una camiseta blanca lisa. De alguna manera, asumo
que siempre usa el negro, sin importar qué, negro a juego con el color de
su alma.
—La guardaré —me informa.
—Uhhh... no lo creo. Era Provocativa. —Me muevo hacia la
izquierda mientras se acerca más, colocando un mueble estrecho entre
nosotros. Una fría sonrisa se despliega en su rostro, calculadora,
evaluándome.
—¿Negarás que la usaste para mí?
Me tiene ahí. Me encojo de hombros, tratando de recordar cómo
actúan las personas indiferentes.
—¿Y qué?
—Entonces, cuando una chica usa algo para mí, se vuelve mío,
Sloane.
—Guau. Debes tener armarios llenos de ropa interior de putas,
entonces.
—Varios armarios —dice—. Muchos. Llenos a reventar.
Me siento enferma.
—Olvídalo, ¿sabes qué? quédatela. Estoy demasiado cansada,
dolorida y alterada como para hacer esto contigo ahora. Tengo que irme
a casa. —De repente recuerdo que estoy en el turno de la noche y mi
espíritu se desploma aún más. Voy a tener que pasar doce horas
caminando por el hospital, reviviendo cada segundo de la noche anterior,
mientras que Zeth se jacta con... con quien sea de haberme follado de 87
nuevo. Soy una idiota.
—Típica mierda. —Respira Zeth.
—¿Qué?
—Tú. Estás desviando tu mierda sobre mí. Todo lo que hice anoche
fue mostrarte quién eres realmente. No puedes enfadarte conmigo por
eso.
Puedo hacerlo, y estoy enojada con él.
—Creo que estás viendo lo que quieres ver. No estoy buscando un
despertar sexual. Solo estoy buscando a mi hermana. He terminado de
malgastar mi aliento preguntándote lo que sabes, y he terminado de jugar
estos pequeños juegos contigo. Tal vez un día, si de repente desarrollas
una conciencia, vengas a decírmelo porque es lo correcto.
Respiro hondo y camino hacia la puerta del apartamento,
apostando a que no me seguirá. No lo hace, pero logra decir la última
palabra.
—Una conciencia haría que te maten en mi trabajo, Sloane. Y hacer
lo correcto a menudo tiene el mismo efecto.
13
Zeth
Traducido por Emotica G. W
Corregido por RRZOE
7
El Volkswagen Jetta es un automóvil, producido por el fabricante alemán Volkswagen
desde 1979.
ver con él. Gimo y me pongo de pie, esto será horrible. Mikey
prácticamente vuelve corriendo a la recepción, deteniéndose para
asegurarse de mirar por encima del hombro en caso de que realmente no
esté yendo. Cuando llegamos, Grace mira a Mikey con una profunda
desaprobación. Al venir a buscarme, ha ido en su contra y eso es lo último
que quieres hacer por aquí. Grace es la señora y supervisora de este
mundo. Probablemente hubiera sido mejor que Mikey se despidiera de su
auto con un beso. Sentado en una silla plegable roja en el área de espera,
Michael, el portero de la noche anterior, está esperando pacientemente,
con las manos cruzadas sobre su regazo.
Sus ojos castaños cobran vida cuando me ve. Se pone de pie y se
acerca, vestido con el traje gris más hermoso, de ninguna manera no
puede no ser de diseñador, complementando a la perfección su tono de
piel color moca.
—Señorita Romera. —Inclina cortésmente la cabeza—. El señor
Mayfair me dijo que la encontraría aquí.
—¿El señor Mayfair?
Los ojos de Michael parpadean, la curiosidad se enciende y luego
desaparece con la misma rapidez.
—Zeth. Me pidió que viniera y le diera esto. —Saca un sobre negro
del bolsillo de su pecho, sellado y dirigido con una sola S trazada, escrita
en oro. Lo tomo de Michael, frunciendo el ceño. La mayoría de las
personas solo habrían enviado un mensaje de texto, pero no. No Zeth
93
Mayfair (¿seguramente un apellido demasiado ordinario para él?).
Michael me ofrece una sonrisa amistosa, cómo demonios puede
tranquilizarme es un milagro. Es el tipo de hombre del que otros huyen,
rápido y en la otra dirección, mientras suplican por sus vidas.
—¿Sabes lo que hay aquí, Michael? —Agito el sobre de lado a lado,
algo pesado y duro se desliza por el movimiento, y ya puedo sentir lo que
es. Ese arrogante, manipulador...
—Lo hago —me informa.
—¿Quiero saber?
—El señor Mayfair insistió en que esperara aquí hasta que le haya
visto seguir las instrucciones que se encuentran en su carta. —Sus ojos
brillan con risa cuando me dice esto, como si estuviera disfrutando de la
furia que florece en mi rostro. No tengo tiempo para esto. No lo necesito.
Rompo el puntiagudo y costoso papel negro y saco la nota del interior,
que es igual de gruesa y lujosa. No hay muchas palabras garabateadas
en el papel, pero son lo suficientemente poderosas.
Sloane,
Pon esto con el resto de tus llaves.
Dale a Michael la de tu apartamento. La traerá de vuelta
dentro de una hora.
Z
Sloane 99
Escucho el golpe en la puerta a pesar de que la radio se encuentra
a todo volumen. No tengo vecinos, al menos a una distancia de dos o tres
kilómetros, así que nunca tengo que preocuparme por las quejas por el
ruido.
GOLPE, GOLPE, GOLPE.
Los golpes prácticamente sacuden el vidrio en los marcos de las
ventanas que dan a la ciudad a la distancia.
Hago una pausa en doblar mi ropa. Suena de nuevo. Golpe, golpe,
golpe. Quienquiera que sea, se está enojando.
Inmediatamente pienso lo peor: es él. Pero entonces recuerdo: Zeth
tiene llave. Simplemente entraría si estuviera aquí. De nuevo, ¿por qué
demonios acepté eso? Camino por el pasillo en mis calcetines, recogiendo
el bate de béisbol que siempre mantengo apoyado contra la pared detrás
de la puerta principal. Miro a través de la mirilla y mi estómago cae. Hago
girar el bate una y otra vez en la mano, mordiéndome el labio inferior.
Puede que ahora tenga una llave, pero por alguna razón, Zeth está
golpeando mi puerta a las diez de la mañana en mi único día libre esta
semana. Se ve absolutamente furioso, el cristal de la mirilla distorsiona
su rostro. Se ve como un gigante.
—Sloane. Si entro y te encuentro allí, las cosas se pondrán muy
incómodas. —No grita cuando habla. Habla en un tono de conversación,
como si supiera que me encuentro de pie al otro lado de la puerta,
mirándolo fijamente. Mira directamente a la mirilla y arquea una ceja.
Mierda.
Abro la puerta, frunciéndole el ceño.
—¿Qué estás haciendo aquí? ¿No pudiste haber enviado un
mensaje o algo así? —La esquina de su boca se contrae y me doy cuenta
de que intenta no sonreír. Está mirando el bate de béisbol en mi mano.
—Podría haberlo hecho. Pero no lo hice.
—Bueno, deberías haberlo hecho.
—Quería ver dónde vivías. —Sonríe con una mueca secreta y sé lo
que significa. Ya sabía bien en dónde vivía. Se ve ridículamente atractivo
con su camiseta negra ajustada y su chaqueta de cuero, y sus vaqueros
lo abrazan en todos los lugares correctos. Cabello oscuro, ojos oscuros,
ropa oscura... Estoy casi sorprendida de verlo a la luz del día.
—Si no te invito a entrar, ¿vas a quedarte en el umbral? —Me siento
particularmente presumida por eso. Zeth vuelve a hacer la cosa de la ceja
y entra en la casa.
—Piensas que acabo de salir de una película de terror, ¿no?
—Bueno, esto no es un cuento de hadas, ¿verdad?
—Podría serlo. Si lo permites. 100
—¿Ah, sí? ¿Y quién se supone que eres? ¿Mi príncipe azul?
Resopla ante eso.
—No, niña tonta. Soy el gran lobo malo. —Mira a su alrededor con
una curiosidad descarada que no hace nada para amortiguar su vibra
depredadora. En todo caso, parece que está buscando las salidas,
documentando todas las rutas de escape posibles. No para él, por
supuesto. Para mí. Preguntándose en qué dirección voy a correr.
—¿Qué estás haciendo aquí, Zeth?
—Te lo dije. Quería ver dónde vives.
—No, no es así.
—¿Oh? ¿Ya me conoces tan bien? —Toma un marco de fotos,
estudiando una imagen de Alexis y de mí en el campamento de verano.
Parecemos dos guisantes en una vaina, sonriendo, ambas abrazándonos.
Él no debería estar aquí. No debería estar agarrando mis pertenencias,
haciendo cosas mundanas como revisar mi correo sin abrir que se
encuentra en la encimera de mi cocina.
—Oye. ¿Te importa?
—Vives sola.
—Sí.
—Bien. —Continúa investigando el lugar, dejando la cocina para
dirigirse a la sala de estar. El lugar está bastante vacío, solo un par de
estanterías, sofás de cuero gastados, una pequeña pantalla plana que
nunca enciendo. Su mirada permanece en mi guitarra apoyada contra la
pared en la esquina.
—¿Tocas? —le pregunto.
—No. —Se vuelve y finalmente me presta atención—. ¿Has
terminado de husmear?
—La única habitación que estoy interesado en husmear es el
dormitorio, Sloane. Ahora mismo me estoy asegurando de que tu casa
sea segura. Y lo es.
—Lo sé. Gasté miles de dólares asegurándome de que fuera a
prueba de robos cuando me mudé. Ahora, si no te importa, tengo tareas
domésticas que debería estar haciendo.
Zeth sonríe, como si la idea de que yo hiciera tareas domésticas
fuera la mierda más divertida de la historia.
—Esta amiga tuya, la doctora —dice—. Quiero conocerla.
—¿Qué?
—Quiero conocerla.
—¿Por qué?
—Para poder evaluar si puede ayudar a Lacey.
101
¿Ayudar a Lacey? Me lleva un momento comprenderlo. ¿Está
pidiendo ayuda para su amiga? Nunca, ni en un millón de años pensé
que iba a pedirme eso. Sobre todo porque la chica parecía firme en que
no quería ayuda. No importa que ella me haya prometido regresar al
hospital; me han mentido muchas personas para saber cuándo alguien
me está diciendo lo que cree que quiero escuchar.
—El nombre de mi amiga es Pippa. ¿Y por qué demonios debería
ayudarte?
Una sonrisa imprudente curva la boca de Zeth hacia un lado.
—Pippa, ¿eh? —Parece que disfruta de una broma secreta. Camina
lentamente a través de la sala de estar, su rostro repentinamente lleno
de peligro y destrucción. Siento que estoy siendo cazada. Retrocedo
cuando se acerca, pero la maldita pared me detiene después de dar tres
pasos. Zeth se inclina hacia mí y roza la línea de mi mandíbula con el
puente de su nariz, respirando profundamente. Inhalándome—. Me
ayudarás por cuatro razones. —Levanta las manos y encuentra mis
caderas, moviéndose lentamente sobre mi cuerpo, tomándose su tiempo,
hasta que mete la mano en el bolsillo de mis vaqueros y saca mi teléfono.
Permanezco congelada todo el tiempo, enraizada en el lugar. Me está
tocando. Me está tocando a plena luz del día.
—Uno —dice, dejando caer su contacto visual para mirar mi
teléfono—, vas a llamar a Pippa porque te lo pido. Esa es la única razón
que necesitarás de aquí en adelante. —Empieza a teclear los botones y
luego se desplaza por la pantalla táctil, frunciendo el ceño suavemente—
. Dos: vas a llamar a Pippa porque eres médica y quieres ayudar a Lacey.
Presiona el botón de llamada en mi celular y me lo ofrece. Se lo
quito, un poco aturdida por el hecho de que se encuentre tan cerca de mí
y que estoy prácticamente borracha por su olor, y también porque no
puedo decir que no. Él ya es demasiado dominante, demasiado poderoso,
demasiado confiado en sí mismo para dudar de que haré lo que me dice.
El teléfono empieza a sonar en mi oído.
—Tres: vas a hacer lo que te pido porque he decidido que te voy a
ayudar. Voy a ayudarte a encontrar a Alexis. —Levanta un dedo a mis
labios para evitar que diga nada antes de que pueda pronunciar una
palabra, no, gracias, no es hora de joder. Nada—. Y en cuarto lugar... —
Se muerde el labio inferior, tirándolo entre sus dientes, y sé que estoy
arruinada. Estoy arruinada para cualquier otro hombre en la faz del
planeta. Se acerca otra vez, presionando sus labios contra mi oreja. Estoy
temblando antes de que deslice su mano por la parte delantera de mis
vaqueros—. En cuarto lugar, Sloane, estoy a punto de provocarte un
orgasmo. Y estarás muy agradecida. —La presión de sus dedos índice y
medio separándome, separando mis labios vaginales para encontrar mi
clítoris, me hace jadear.
»¿Estás lista?
Tenso cada músculo en mi cuerpo. Una chispa perversa brilla en 102
sus ojos, desafiándome a decirle que no. No lo hago. No puedo. Desliza
sus dedos hacia adelante, gimiendo, empujándolos dentro de mí, su
mirada firmemente fija en mí. Aspiro profundamente, luchando contra la
urgencia de poner los ojos en blanco.
—¿Sloane? ¿Sloane? ¿Estás ahí?
Ni siquiera he notado que el tono de llamada dejó de sonar en mi
oído.
—Mierda.
—Bueno, hola a ti también. —Pippa suena ligeramente entretenida
por mi saludo. Zeth se ve tan malvado como puede lucir un hombre
mientras empuja sus dedos dentro de mí con aún más fuerza.
—¿Quieres que me detenga? —susurra.
Meneo la cabeza.
—Entonces será mejor que empieces a hablar.
Una penetrante ola de placer atraviesa mi cuerpo. No puedo hacerlo
más, cierro los ojos. Eso es todo. Él será mi perdición. Puedo sentirlo.
—Pippa, hola... yo... necesito pedirte un favor.
Sobre la autora
Callie Hart es una de las autoras más
vendidas de novelas románticas dark de USA
Today. Es una romántica obsesiva a la que le
encanta dar un giro oscuro a sus historias.
Sus personajes son individuos imperfectos y
defectuosos que dictan cuándo come,
duerme y respira. Le encanta viajar y, a
menudo, escribe sus libros cuando está de
viaje, inspirándose en su entorno, a menudo
único y salvaje.
104
Zeth Mayfair es prácticamente lo último que necesito en mi vida.
Y sin embargo, con cada respiración que tomo, se arraiga más a cada
aspecto de ella:
Tiene una llave de mi casa.
Sabe dónde trabajo.
Dejó a su extraña compañera mentalmente traumatizada en la
puerta de mi casa y se alejó hacia el atardecer en busca de mi hermana
desaparecida.
Quiero olvidarlo. Quiero cambiar las cerraduras y borrar su
rostro, arrancar su nombre de mi memoria. El problema es que también
lo necesito. Lo necesito más de lo que necesito al aire para respirar, y
ahora no puedo estar sin él.
Me posee.
Me atormenta.
Me ha fracturado.