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Julie
Ana Avila
Sinopsis Capítulo 24
Prólogo Capítulo 25
Capítulo 1 Capítulo 26
Capítulo 2 Capítulo 27
Capítulo 3 Capítulo 28
Capítulo 4 Capítulo 29
Capítulo 5 Capítulo 30
Capítulo 6 Capítulo 31
Capítulo 7 Capítulo 32
Capítulo 8 Capítulo 33
Capítulo 9 Capítulo 34
Capítulo 10 Capítulo 35
Capítulo 11 Capítulo 36
Capítulo 12 Capítulo 37
Capítulo 13 Capítulo 38
Capítulo 14 Capítulo 39
Capítulo 15 Capítulo 40
Capítulo 16 Capítulo 41
Capítulo 17 Capítulo 42
Capítulo 18 Capítulo 43
Capítulo 19 Capítulo 44
Capítulo 20 Epílogo
Capítulo 21 Priceless
Capítulo 22 Sobre el autor
Capítulo 23
Es‖la‖misma‖vieja‖historia‖de‖‚chica‖haciéndose‖pasar‖por‖chico‛‖pero‖con‖un‖
toque de rock and roll.
Remy Curran sueña con algún día estar en una banda, pero el grupo al que
quiere unirse se niega a contratar a un baterista de sexo femenino. Entonces, ella
hace la audición como un hombre... y pasa la prueba.
Convertirse‖ en‖ ‚Sticks‛,‖ un‖ miembro‖ de‖ Non-Castrato, sin embargo, no es
exactamente lo que ella soñaba. Pasa la mayor parte de su tiempo manteniendo la
treta y aprendiendo a caminar, hablar, actuar y beber como un hombre.
Pero lo más difícil es comportarse indiferente cuando el cantante
rompecorazones de la banda, Asher Hart, la trata como a uno de los chicos y no
como una mujer. Ella nunca imaginó que él sería mucho más que una cara bonita
con una buena voz. Pero es mejor que perfecto. Es perfecto para ella.
Cuando el amor y la mentira son combinados, Remy debe mantener la farsa
o perderlo todo. Pero ¿quién hubiera sabido que mentir para alcanzar un sueño
podría impedirle perseguir un sueño aún más importante?
Forbidden Men, #7
Traducido por Julie
Corregido por Val_17
Abrí mis ojos nublados, medio despierto por la dicha post-coital justo
cuando la mujer desnuda encima de mí se movió, mientras la suave y delicada
calidez de su piel acariciaba la mía. Salió de la cama y me dio una espectacular
vista del culo más perfecto de todos, y mi sonrisa‖se‖hizo‖m{s‖entusiasta< hasta
que ella se puso un par de bragas y luego agarró su sujetador.
Un segundo, no, eso no debía suceder. Parpadeando para recuperar la
conciencia, traté de sentarme y me pareció casi imposible. —¿Qué estás haciendo?
¿Qué ocurre?
Ella no respondió, lo cual no fue una sorpresa. Yo no fui capaz de entenderle
más de una docena de palabras desde que nos conocimos, y nada de lo que me
había dicho hasta ahora había sido en inglés. Pero de acuerdo a las palabras de
Jason Derulo, su trasero no necesitaba explicación. En ese momento no.
Al parecer, ahora sí ya que lo ocultó bajo una pieza de seda de encaje negro.
Y maldita sea, se veía muy bien en esas bragas negras de seda, sobre todo desde
atrás, donde pude ver las dos nalgas bronceadas asomándose por todo ese encaje.
—No vas a irte, ¿verdad? —Traté de sentarme de nuevo. Todavía no podía.
Fruncí el ceño ante las esposas cubiertas de piel que me limitaban a la cabecera y
pasé unos segundos murmurando hasta que pude ponerme en una posición
vertical.
Al otro lado de la habitación, ella se puso los pantalones negros de yoga que
le quité anoche con los dientes.
Supongo que era momento de sacar mi español de la escuela secundaria.
Esto se iba a poner feo, pero no me importaba.
—Sentarse1. —Mierda, no. Eso no significaba que se quedara, ¿no?—.
Quedarse. —Lo intenté de nuevo, por fin recordando la palabra correcta.
La cintura de sus pantalones fueron colocadas en sus caderas mientras se
daba la vuelta para enviarme una mirada letal; no es que la culpara. Acababa de
darle órdenes como a los perros.
Hice una mueca y repetí—: Quedarse —y añadí un patético—, por favor.
Suspiró y rodó los ojos antes de ponerse su blusa y alcanzar su bolso.
—¡No! No te vayas. Por favor, no te vayas. Lo siento. No sé qué hice mal,
pero lo siento. Mierda, ¿cómo se dice lo siento en español?
—Lo siento —dijo ella, su voz un tarareo tranquilo y sexy que casi parecía
un maldito susurro.
No tenía idea de lo que significaba lo siento, pero sonaba muy estimulante
saliendo de sus labios. Mi cuerpo respondió, y tuve que doblar una pierna para
tratar de cubrir mi erección expuesta, para que no viera mi excitación, mientras
trataba de deshacerse de mí.
—¡Elisa! —grité, con la voz quebrada por la desesperación. Incluso golpeé
con mis puños los rieles de metal de la cabecera para llamar su atención.
Cuando se detuvo en la puerta, de espaldas a mí, contuve la respiración. Era
un momento crucial. Lo que dijera ahora podría ser el factor decisivo para que se
quedara o no. Pero todo lo que pude pensar en decir fue—: Lo siento. —Y ni
siquiera sabía qué demonios lamentaba. Solo sabía que había hecho algo mal, y eso
provocó que se fuera.
No podría haber sido el sexo. Anoche y esta mañana había sacudido mi
mundo. A ella también le pasó; la descarada no fue para nada silenciosa cuando se
vino. Así que, no<
Se giró lentamente. Mi corazón tartamudeó en mi pecho cuando vi las
lágrimas corriendo por su rostro. —¿Elisa? —susurré, muy preocupado.
¿Qué, en nombre de Dios, hice mal?
—En serio, lo siento tanto. —Se atragantó, y su cara se puso roja cuando
comenzó a sollozar en sus manos—. Tengo que hacer esto.
Negué con la cabeza. Derulo estaba loco. Esto sí que necesitaba explicación.
Todo empezó con una estúpida canción que escribí sobre mi madre y de
cómo renunció a su primer hijo, abandonando al niño en el hospital horas después
que nació y luego yendo a vivir una vida miserable hasta que un imbécil —alias mi
padre— la había golpeado hasta morir. Luego tuve que cantar eso en el escenario
con mi banda. Las personas que oyeron tuvieron que decirme que les recordaba a
Pick porque su mamá lo abandonó en el hospital cuando él nació, lo que me dejó
pensando si Pick posiblemente podría ser ese chico, y luego algo me llevó a hacer
la estúpida decisión de mencionarle la pequeña coincidencia. Él, en respuesta,
corrió y consiguió una prueba de sangre, y bum<‖aquí‖estamos.
Jodidos hermanos de sangre que comparten la misma madre pero tienen
diferentes padres.
Después de trabajar para él algunos meses como pedí, pensé que lo conocía
lo‖ suficiente,‖ pero‖ ahora<‖ ahora‖ me‖ doy‖ cuenta‖ que‖ apenas‖ sabía‖ una‖ maldita‖
cosa.
Como el hecho de que le gustaba la restauración de carros viejos clásicos.
Cuando me guió afuera hacia un Mustang azul tal vez modelo de ‘70 con
una raya blanca corriendo por el capó, dejé escapar un silbido bajo. —Lindo coche.
—Gracias. —Abrió la puerta de mi lado—. Ni siquiera corría cuando me
topé con él. Cambié el original 302 por un 351 e instalé un nuevo sistema de
calefacción y aire antes que lo tuviera ronroneando otra vez.
Entendí básicamente nada de lo había dicho, pero asentí como si lo hiciera
mientras me subía al asiento de pasajero.
—Luego, voy a trabajar en el interior y pintarlo.
Asintiendo un poco más, pasé mis manos a lo largo del andrajoso asiento
debajo de mí. —No tenía idea que sabías como arreglar carros viejos.
Me miró mientras encendía el motor, y demonios, no era un experto en
coches, pero aun así sabía que la melodía de este volviendo a la vida sonaba bien.
Pick podría haberlo llamado un ronroneo, pero para mí era más como un profundo
gruñido satisfecho, como el sonido que podría hacer un chico mientras estiraba sus
músculos sobre un colchón suave después de venirse duro y profundo dentro de
una mujer suave y ansiosa.
—Por supuesto. Es como lo mío. Trabajé en un taller hasta que llegué a ser
dueño de Forbidden. —Ladeó la cabeza como si no pudiera creer que yo no
supiera eso.
No lo sabía. Honestamente, era algo asombroso y un poco desconcertante
saber que fue un mecánico. Su padre había sido un mecánico. Ese es uno de los
pocos detalles que supe acerca de su donante de esperma, dejando fuera el hecho
que el tipo fue asesinado a sus diecinueve años en el mismo día que nació Pick.
Ese, y que mi madre se refería a él como Chaz.
Está bien, perfecto. Ella me dijo mucho acerca de Chaz, el tipo que consideró
como su verdadero amor, pero todo fue dicho a un niño de siete años que no
quería saber ni escuchar sobre su mamá. Así que bloqueé de mi memoria gran
parte de historias explicitas de su sexualidad. Con lo del mecánico, sin embargo,
me di cuenta que Pick pudo tener un poco de conocimientos de carros en sus
genes. Si yo fuera él y no supiera nada de mis orígenes, me gustaría saber.
Pero por alguna razón, no le conté. No estaba listo para ir por ese camino,
demasiado dudoso de si podría sobrellevarlo. Sin embargo, sabía que él estaba
convencido sobre la idea del lazo de hermandad. Se encontraba listo para viajar
por ese pasaje.
Y sí, el primero que dijo mientras puso el carro en marcha fue—: Pensé en
que tal vez podríamos decirles a todos.
—¿Ummm? —Me hice el tonto. Era estúpido, y una táctica inútil que me
llevó a ningún lado, pero cualquier cosa para prolongar lo inevitable sonaba bien.
Él no pretendió pensar que yo no tenía idea de lo que hablaba. Siguió como
si supiera exactamente lo que significaba... lo cual era así. —Es decir, tengo un
presentimiento de que todos ya saben. Le dije a Campanita, por supuesto.
Cuando me miró, me encogí de hombros, sorprendido. Campanita —alias
Eva— era su novia, aunque la mayoría de nosotros la llamamos su esposa. Ellos
tenían una de esas relaciones raras y unidas, que nunca vi antes de que llegara a
Forbidden. Pero era del tipo donde ambas partes compartían todo. Así que me
suponía que él le había contado.
—Y estoy seguro que ella se lo mencionó a Reese. —La mejor amiga y prima
hermana de Eva—. Quien podría haberle dicho a Mason. —El prometido de Reese,
que también resultó trabajar detrás de la barra en Forbidden conmigo—. Y sabes
que‖él‖probablemente‖le‖dijo‖a<
—Al resto —terminé sin convicción. Froté mi rostro con las manos, traté de
ganarle al miedo, ya que no había razones‖para‖entrar‖en‖p{nico<‖pero‖lo‖sentí‖de‖
todas formas. No pude evitarlo; esta mierda empezaba a ser demasiado real para
mí.
—Exacto —decía Pick con un encogimiento de hombros—. Entonces, pensé
por qué no hacerlo oficial y público así todos van a dejar de pretender que no
saben.
Alcé las manos, aterrorizado al descubrir que empezaban a temblar. —Mira,
podemos<‖no‖lo‖sé<‖¿postergar‖cualquier‖gran‖acontecimiento‖un‖tiempo?
La decepción de Pick vino con una pausa de cinco segundos de silencio. Me
mordí el interior de mi labio, odiando que le diera una respuesta que no quería
escuchar,‖pero‖demonios<‖No‖me‖encontraba‖listo.
Finalmente, dijo—: Claro —como una respuesta de salida fácil, pero sabía
que quería más de mí—. Necesitas tiempo para adaptarte a la noticia. Lo entiendo.
Dios, ¿tenía que ser tan condenadamente comprensivo? El hombre era tan
noble, bueno y tenía tan buenas intenciones, que me hizo sentir más jodido porque
no podía superar toda esta mierda sentimental de familia libremente como él. Yo
sabía que quería lo mismo que él. Sí, quería ser su hermano y tener una de esas
relaciones estrechas como cualquier par de buenos hermanos. Pero no podía.
—Lo siento. Sé que estoy quejándome sobre esto más de lo que debería.
Pero‖solo‖no<‖no‖tengo‖la‖mejor‖de‖la suerte con todo los<‖asuntos de familia. Es
por‖ eso<‖ —Maldita sea, era un idiota—. Lo sé, suena muy estúpido ya que tú
tampoco la tuviste.
—En‖ realidad<‖ he‖ tenido‖ muy‖ buena‖ suerte‖ con‖ los asuntos de familia
últimamente. —Su mirada se desvió a su visor donde una instantánea de una rubia
sexy y dos niñitos sonreían hacia él. Una aguda punzada de envidia me atravesó.
Él tenía la novia más devota y dos hijos que cualquier bastardo suertudo debería
tener. Y lo mejor era, que ellos lo amaban con la misma intensidad.
Pick me miró, con sus cejas elevadas. —Eso te incluye a ti.
Suspiré y me hundí más abajo en mi asiento, sintiéndome aún peor y sin
merecerlo.
Pero no me dejó cocer en mi culpa. Girando a la entrada de una agradable
casa de los suburbios con un cartel de venta clavado en el amplio jardín delantero,
puso el Mustang en el parqueo y apagó el motor. —Pero guardaremos el secreto
un tiempo si así lo prefieres. No hay problema.
—Gracias —le respondí distraídamente mientras veía el lugar. Era el tipo de
casa en el que siempre había soñado crecer pero nunca había vivido siquiera en un
vecindario similar.
Cuando no pude aguantar más la curiosidad, lo miré. —¿Dónde estamos?
Pick vio la casa con el mismo tipo de anhelo que sentí dentro de mí. —Con
Campanita hemos estado buscando una casa.
Centré mi atención en el patio. Luego se abrió mi boca, completamente
incrédulo. —¿Y consideras esta casa?
Miró en mi dirección. —¿Qué? ¿No te gusta?
—No,‖sí<‖¡sí‖me‖gusta!‖Es‖asombrosa.‖Es‖solo‖que<‖nada.‖Es‖increíble,‖eso‖
es todo. Buscar casa. Vaya. —no podía decirle que yo podría cometer crímenes
incalificables para vivir en un lugar como este. Eso parecía un poco dramático, así
que solo abrí mi puerta, muriendo por ver como lucía el interior. No lograba ver el
interior de una agradable casa de los suburbios muy seguido.
—Así‖que<‖¿por‖qué‖no‖est{s‖haciendo‖esto‖con‖tu‖Campanita? —pregunté
mientras me seguía con mucha más reservas hacia la puerta principal, donde un
agente de bienes raíces nos esperaba.
Lo miré cuando no respondió. Pick me envió una mueca disgustada y
avergonzada. —Como que la cabreé cuando veté todo lo que habíamos visto tan
pronto como entré en la puerta trasera y vi el jardín.
Le envié una mirada curiosa, pero sacudió su mano. —Larga historia. Para
decir lo menos, estamos buscando casas de forma separada. Después de que ella
las‖comprueba‖por‖fuera,‖me‖da‖una‖lista‖de‖sus‖favoritas‖hasta‖que‖encuentre<‖la‖
indicada.
—De<‖ acuerdo‖ —dije en voz baja, pensando en la extraña manera de
buscar casa con tu pareja, pero lo que sea.
—¿Señor Ryan? —preguntó el agente mirándome educadamente.
—¡Oh! No, no soy yo. Es él. —Mientras señalé hacia Pick, me di cuenta que
tendríamos el mismo apellido si mi madre nunca lo hubiera abandonado.
No, tacha eso. No lo tendríamos, porque yo no existiría si no lo hubiera
abandonado. Ella hubiera estado muy ocupada criando un bebe que amaba y
nunca habría conocido al insignificante y traficante de drogas de mi padre. Ellos no
habrían‖empezado‖su‖malsana<‖fuese lo que fuera que hayan tenido, y yo nunca
hubiera llegado en el futuro.
Ella, probablemente, todavía estaría viva.
Frotando mi nuca, eché un vistazo a través del prístino patio mientras Pick y
el agente se introducían en la casa, y traté de no sentir culpa sobre estar vivo
mientras mi mamá no lo estaba. Ella había sido la que tomo las decisiones que la
llevaron a su muerte; yo era solo un producto de ellos.
Me repetía mucho eso. No es que me hiciera sentir mejor. ¿Pero qué podía
hacer ahora? Lo hecho, hecho estaba.
—Y este es mi hermano, Asher.
Afectado por la etiqueta, volví a la conversación estiré la mano y le envié al
tipo una sonrisa tensa. —Hola.
Él se presentó como Brian y luego nos guió dentro de la casa, explicando de
inmediato todas las características.
Olía a<‖hogareño.‖Me‖gustaba.
Lo quería.
—Como pueden ver, la condición de la casa es de roble biselado manchado
con<
—¿Dónde está la puerta trasera? —lo interrumpió Pick, obviamente para
nada interesado acerca del acondicionamiento.
—Uh<‖ la,‖ uh<‖ est{‖ por‖ aquí‖ —contestó un Brian perplejo. Mientras él le
mostraba a Pick, me detuve a estudiar el modelo del roble, decidiendo, sip, incluso
me gustaba eso. Tener ajuste biselado era agradable. Si alguna vez tenía mi propia
casa, me gustaría esta mierda lujosa.
Luego me volví para seguir a los otros dos hacia la parte trasera.
Los tres nos desplazamos a la salida y entramos al patio que me tenía
babeando, imaginándome barbacoas y fiestas, piscina para nadar y tal vez un
trampolín junto a los columpios de los niños.
Pero Pick puso las manos en sus caderas y frunció el ceño. —No. —Regresó
hacia la casa, diciéndole a Brian—: Lo siento, pero no es la indicada.
El agente y yo compartimos una mirada confusa antes de decirle—: Espera.
¿Qué? ¿En serio no te gusta esta casa? —Extendí mi mano para abarcar el amplio y
asombroso patio, completamente confundido. Este patio era la maldita bomba. Mi
nuevo hermano estaba completamente demente.
Pick se encogió de hombros. —Es‖bonita,‖seguro.‖Pero<‖no‖es‖el‖lugar‖que‖
estoy buscando.
Jesús, con razón Eva no quiere buscar más casas con él.
Cuando empezó a andar hacia la puerta principal, sacudí la cabeza. —¿No
quieres ver el resto del interior?
—No tengo que hacerlo. Esta no es la casa.
—Bueno, yo quiero verla —insistí.
Parando para mirarme, Pick me dio otra de sus miradas espeluznantes,
donde miraba dentro de ti y cavaba alrededor de tu cabeza, trayendo a la luz todos
tus deseos más profundos. Finalmente, asintió como si entendiera. —Está bien.
Así que chequeamos el resto de las habitaciones vacías de la casa. Brian hace
mucho se había dado por vencido en darnos detalles mientras escribía algo en su
libreta frente a la habitación —tal vez que su cliente era difícil de agradar— y
terminamos el recorrido nosotros mismos.
—Estás demente si no te gusta este lugar —murmuré mientras entrabamos a
la última habitación.
—Ah, me encanta —me corrigió Pick—. Solo que no es el lugar correcto.
No tenía idea de cómo no podría ser este un lugar incorrecto. Maldición, era
asombroso. —Daría mi bola izquierda por vivir en una casa como ésta.
Me ocupé examinando la corona blanca que decoraba el techo, pero todavía
podía sentir la mirada de mi hermano en mí.
—¿Nunca has vivido en una casa de verdad?
Sacudí la cabeza. —Nop. Un par de apartamentos, un casa rodante una vez,
y ahora estoy en un sótano bajo un depósito de almacenamiento que renta un tipo,
pero nunca una casa-casa.
—¿Y por qué no consigues una? —preguntó Pick en voz baja después de un
silencio corto.
Bufé. —¿Y vivir ahí con quién? —Encontré su mirada y sacudí mi cabeza—.
Las casas son para las familias.
Cuando la lástima y compasión llenaron su cara, me di cuenta que dije
demasiado. Más expuesto de lo que quería ser con él. Dejé la habitación sin una
palabra y no paré hasta que me hallaba afuera, caminando por el jardín delantero.
No estaba cómodo siendo tan vulnerable y dejando que otros sepan lo que más
quería. Para luchar contra la ansiedad y pánico que se arrasaba contra mí, como
que quería lanzar una patada ninja y romper a la mitad el letrero de venta, pero me
controlé.
Pick emergió un minuto después, sonando las llaves del carro en sus manos.
—¿Listo para irnos?
Asentí, agradecido de que no intentara curiosear más. En el coche, estuvo
mayormente en silencio. Mientras condujo de vuelta a mi motocicleta que dejé en
Forbidden, Pick buscó algo en la radio para escuchar, pero cuando no pudo hallar
una canción decente, suspiró y preguntó—: ¿Tuviste suerte encontrando un nuevo
baterista para tu banda?
Solo pude responder—: Nop —mientras continuaba mirando por la ventana
de copiloto, listo para que este viajecito terminara. Me sentí una mierda porque
sabía que fui la razón de que todo se volviera tan incómodo, pero no sabía cómo
arreglarlo. Así que me permanecí con impotencia y en silencio, empeorándolo.
Cuando Pick estacionó al lado de mi motocicleta Triumph, giró hacia mí,
con preocupación en sus ojos, y eso hizo que mi vergüenza sea doble. Él no tenía
razón para preocuparse o sentir como si hubiera hecho algo malo.
—Sé‖que‖no‖somos‖convencionales,‖Asher,‖pero‖Eva,‖los‖niños‖y‖yo<‖somos
tu‖familia‖ahora.‖Y‖todos‖los‖chicos‖de‖Forbidden<‖también lo son; no estás solo de
ahora en adelante.
Mierrrrrda.
Simplemente no era bueno cuán fácil le resultaba leerme.
—Cuando estés listo para aceptarnos y dejarnos entrar, estaremos allí para
ti. Solo recuerda eso.
Aclarando mi garganta, miré hacia mi regazo, tratando de no ponerme cursi
y emocional. Tuve que aclararme la garganta por segunda vez. —Sí —murmuré,
dándole una diminuta mirada rápida antes de girarme lejos y alcanzar la manija de
la puerta para escapar—. Gracias.
No le di la oportunidad de responder. Estaba fuera de ahí, tirando la puerta,
y subiendo a mi motocicleta antes de que me deshonré a mí mismo haciendo algo
embarazoso, como darle un abrazo y decirle que era el maldito mejor hermano que
un tipo podría tener o esa mierda; creo que ya lo amaba.
Pero me contuve, y mientras iba rugiendo por la cuadra, el viento en mi
rostro hizo filtro a la humedad en las esquinas de mis ojos.
No estaba seguro de cómo manejar todo esto, porque sí tenía una familia
ahora. No tenía que sentirme tan solo.
¿Así que por qué me daba tanto‖miedo<‖aceptarlo?
Traducido por Hansel
Corregido por Sandry
Debería haber sabido cuando recluté a Jodi para este trabajo, que lo haría
todo por lo alto. Ese era su estilo. Y guau, por todo lo alto, lo hizo.
Hacer el molde de arcilla había sido una mierda. Para ella. Todo lo que yo
tenía que hacer era quedarme quieta mientras me llenaba la cara de mugre. Luego,
hizo otro molde. El primero era una réplica exacta de mi cara y el segundo era el
alterado, la versión masculina de mí. Después de eso, fue fácil. Para mí.
Ahí fue cuando el verdadero trabajo comenzó para Jodi. Para que la máscara
funcionara correctamente, tenía que ser una representación exacta de la cara que
queríamos hacer. Cada falla en el molde se presentaba en el resultado.
Me senté y observé con asombro como se cernía sobre el molde, removiendo
y lijado a la perfección.
—¿De qué edad quieres verte? —preguntó, frunciendo el ceño a su trabajo
mientras se concentraba—. ¿Un montón de arrugas o una cara de bebé?
—Uh... ¿Casi como yo? —supuse—. Tal vez un año o dos más.
—A principio de los años veinte. Hecho.
Fue lindo el mirar caer el látex. Jodi movió el molde constantemente por lo
que el líquido llenó cada pliegue y esquina.
—Es como ver un programa de cocina —dije mientras comía palomitas de
maíz.
El reloj se cernía a la una de la mañana, y el molde de arcilla apenas se había
secado lo suficiente como para tocarlo. Empujando el cuenco lleno de látex líquido,
me estremecí. —Excepto que no quiero comer esa mierda. Huele jodidamente
apestoso.
—Oh, no menciones comida en este momento, perra. Me muero de hambre.
—Las manos de Jodi se hallaban cubiertas de una especie de brebaje; ni siquiera
quería saber los ingredientes mientras giraba el molde de un lado a otro.
—Bueno, entonces abre, dulzura, te alimentaré.
Cuando levanté una palomita esponjosa, Jodi obedientemente abrió la boca.
En nuestros tres primeros intentos, una rebotó en su nariz, luego en su mejilla y
finalmente en su barbilla. Fue entonces cuando me di por vencida y me bajé de la
cómoda silla en la que había estado sentada para dejarle agarrar las palomitas de
maíz directamente de mi mano con sus dientes.
Le di de comer de la mano hasta que afirmó que tenía sed. Entonces cogí
una lata de refresco de cola de la nevera y le puse una pajita antes de sostenerla en
su boca para que bebiera.
—Mmm, puta, seguro que me tratas bien. —Me envió una sonrisa y un
guiño sexy. Era demasiado tarde para que le devolviera el coqueteo, por lo que
solo gruñí, me dejé caer de nuevo en mi silla y traté de permanecer despierta con
ella leyendo divertidas cositas que encontraba en el suministro de noticias de la
aplicación de Facebook en mi teléfono.
A las tres y media de la mañana, empezaba a cabecear cuando sonó el
temporizador, informándonos que el látex se secó. Jodi saltó y salió de la cama en
la que había estado dormitando, aterrizando en cuatro patas en el suelo.
—Mierda —murmuró mientras se sentaba, se frotó los ojos y dejó escapar
un bostezo descomunal—. Es hora de decorar tu nueva cara. Levántate, mujer. —
Me dio una palmada en el culo al pasar.
Quería quejarme, pero ya que era para mí, simplemente bostecé también y
salí de la silla en la que había estado acurrucada.
Y a pesar de que me encontraba solo medio despierta durante el resto del
proceso, seguí con el temor a la creatividad de Jodi. Le dio a mi versión masculina
una mandíbula de corte cuadrado y una frente rugosa. Pero fue su talento con el
pelo lo que me dejó alucinada. Después de encontrar una peluca oscura, la cosió a
mano a la máscara, dándole un corte en la zona de la frente, patillas leves e incluso
una barba de un día.
—Mierda —murmuré con asombro mientras Jodi clavada la última de las
cejas en la máscara—. Eso parece... guau.
—Pensé en darte un poco de pelo facial para cubrir la mayor parte de la
mandíbula, por lo que va a ser más difícil saber que estás usando una máscara.
Me limité a asentir, incapaz de decir nada, aunque en serio, no creía que
nadie adivinara que era de látex después de la forma experta en que Jodi la había
pintado y aplicado maquillaje.
—Jesús, eres increíble.
Pavoneándose, mi amiga sonrió mientras sostenía el producto final. —Lo sé.
—Me hizo una seña para que avanzara—. Ahora bien, esto podría sentirse un poco
extraño. He intentado que sea lo más cómoda posible configurando la capa interior
para que se adapte a la forma de tu cara, pero también se calienta más rápidamente
de esa manera.
—Pues bien, gracias a Dios que estamos en el norte de Illinois en noviembre
—bromeé.
Agaché la cabeza, la cual Jodi envolvió con una redecilla de nylon para
contener mi pelo natural, y la máscara se deslizó sobre mi cuero cabelludo. El látex
trató de pegarse y pellizcar mi cara, pero Jodi siguió trabajando con él, decidida a
ponerlo en su lugar. Y finalmente lo logramos. Abrí los ojos, parpadeé un par de
veces y miré hacia fuera por un mini-túnel.
—Oh, hace que tus ojos se vean más profundos. —Asintió con una sonrisa
de aprobación—. Mucho más masculino. Y siempre he preferido eso en los
hombres. En realidad... eres un poco sexy. —Para probarlo, movió las cejas y me
envió un pequeño guiño—. Lástima que no te gusten las chicas, me convertiría
totalmente en bi por ti.
Rodando los ojos, me volví para estudiar mi rostro en el espejo. —Guau —
dije de nuevo.
No me veía para nada como yo. Mi frente era más pronunciada, el puente
de mi nariz más ancho, la barbilla no tan puntiaguda. Incluso mi boca había sido
aplastada por el borde de la máscara para parecer más ancha y más plana.
Abrí y cerré la mandíbula un par de veces; la máscara nunca se movió. —Es
increíblemente loco. Se ve tan real.
—Sí. Por lo tanto, vamos a trabajar con el resto del cuerpo. —Jodi sonaba
demasiado ansiosa y llena de energía para ser las diez de la mañana, después de
haber estado despierta toda la noche.
Me volví al espejo y levanté mis falsas, tupidas y oscuras cejas. —¿El resto de
mi cuerpo?
—Bueno, sí, puta. Si vamos a hacer esto, haremos las cosas bien. Puede que
no tengas doble Ds como yo, pero eso... —Señaló mis pechos—, es claramente un
pecho femenino.
Con el ceño fruncido, observé el frente de mi camisa. —¿No podemos
atarlos con una venda elástica o algo para aplanarlos?
Resopló. —Solo si quieres hacerlo a medias. Y después de todo el trabajo
que he puesto en tu cara, no estás autorizada a hacer el resto a medias.
—Bien. Pero, ¿qué tienes en mente exactamente?
Una gran sonrisa se extendió por su cara. —Esto —anunció antes de tirar de
lo que parecía un chaleco de su armario—, es relleno para actores masculinos, para
hacer que sus pechos se vean más amplios. Pero podemos usarla para ti, cortando
algunos agujeros en el interior donde irán tus pechos.
Solté una carcajada. —Oh, Dios mío. Tienes de la mierda más extraña en tu
armario.
Jodi se encogió de hombros. —No tan extraño como tener arcilla y látex de
máscara a mano.
—Buen punto.
Así que me hizo un pecho masculino. Luego Jodi fue tan lejos como para
coser un fajo enrollado de tela en mi ropa para darme un ‚paquete‛.
—¿Por qué demonios necesito un paquete? —discutí—. Nadie va a estar
mirando mi entrepierna.
—Nunca se sabe, tal vez. Te hice ver lo suficientemente sexy como un chico,
así que estoy segura de que alguna chica en la calle va a echarte un vistazo.
—La verdad, no me importa si una chica me encuentra carente ahí abajo.
—Bueno, a mí sí. Y yo estoy a cargo de este hombre, por lo que lo llevarás.
—Oh, Jesús. —Suspiré, pero obedecí.
—Gracias a Dios que es casi invierno —añadió—. Puedes usar pantalones
vaqueros y camisas de manga larga sin que nadie piense que eres raro. —Revisó
mis cajones, murmurando algo acerca de lo deprimente que era que yo tuviera
tanta ropa que podría considerarse varonil—. Ten —dijo finalmente, empujando
ropa hacia mí—, ponte estos.
Después de ponerme mi ropa interior de ‚hombre‛, me puse un par de
pantalones de mezclilla y una camisa del concierto de AC / DC negra sobre una
térmica blanca de manga larga.
Cuando me di la vuelta para mirarla, Jodi lucía radiante con una enorme
sonrisa. Luego extendió lo que llama joyería de hombre, que consistía en correas de
cuero negro con cuentas de plata como pulseras. Y, por último, roció colonia en mi
dirección.
Tosiendo y escupiendo por el hedor inesperado, agité mi mano sobre mi
cara. —¿Qué demonios?
—Tienes que oler igual a como te ves —argumentó Jodi mientras acercaba la
botella de colonia a su pecho y gorjeó con orgullo—. Y te ves perfecto. Te tiraría a
esa cama y te montaría en este momento si no supiera que eres una chica. Diablos,
estoy tentada a hacerlo, de todos modos.
Puse los ojos en blanco pero formé una sonrisa. —Gracias. Creo.
—Ahora a practicar tu paso de hombre —exigió, agitando la mano.
Vacilé. —¿Mi qué?
Suspiró. —No vas a parecer un chico, si te paseas por allí balanceando las
caderas y sacando tetas.
Mi boca se abrió. —¿Disculpa? Yo no camino así.
Resopló. —Oh... sí lo haces, puta. Eres súper sensual; no puedes evitar la
arrogancia femenina.
—Pero‖yo‖no<
—Encorva tus hombros un poco más, concéntrate en mantener las caderas
en línea, y trata de hacer sobresalir tu polla hacia adelante cuando te pavonees.
—¿Hacer<‖qué?
—Así es como caminan los chicos sexys, como si estuvieran dirigiendo sus
genitales.
Solo pude mover la cabeza. Sinceramente, nunca vi andar a un chico como si
estuviera tratando de destacar su polla. —¿De dónde sacas esta mierda?
—Simplemente hazlo, puta.
Suspiré, pero seguí sus sugerencias, tratando de exagerar el contoneo con la
polla por delante, como si así pudiera imitarlo.
—¿Qué opinas? —pregunté.
Ella ronroneó y arañó el aire en mi dirección. —¿Cómo se dice ‚Quiero
sentarme en tu cara‛ en español?
—Jodi. —Me puse de pie y suspiré con exasperación. Era demasiado a
veces—. ¿En serio?
—No, en serio. Siempre he querido saber cómo decirle eso a un chico. Oh, y
utiliza la voz de señorita cachonda.
Con una sonrisa, tuve que hacerlo. —Quiero sentarme en tu cara —arrullé,
frunciendo los labios para acompañar esa voz.
Desde que le hice una llamada de broma una vez en español, poniendo un
toque sensual a mi tono, quedó fascinada. Totalmente intrigada por mi imitación,
la había apodado como mi voz de señorita cachonda y afirmó que no se parecía en
nada a mí.
Le hice repetir suficientes veces la frase hasta que finalmente lo hizo bien.
Una vez que quedé satisfecha, ella parecía satisfecha también. Dejando escapar un
chillido estridente, saltó en un círculo y apretó los puños en el aire.
—Vas a hacerlo genial esta audición. Lo sé, puta.
Con mi nuevo disfraz puesto, dejé que su confianza me consumiera. —Sí —
murmuré. Y dejé que la esperanza aumentara. En verdad iba a hacerlo genial en mi
audición.
Tenía que hacerlo. Había demasiado de mi propia autoestima en juego.
Traducido por Nika Trece
Corregido por Sandry
Lo peor de ser así de relajado era que cuando se trataba del aspecto más
profesional y comercial de las cosas, apestaba.
—¿Está segura de que no pagué? —pregunté, metiendo mi teléfono celular
entre mi oreja y hombro mientras me arrodillaba frente a la puerta del garaje de la
unidad de almacenamiento donde practicaba la banda, para desbloquear el
candado.
—Estoy mirando en la pantalla de la computadora el historial de su cuenta
justo en frente de mí, señor Hart. Y todavía no hay ningún recibo de pago.
Ceñudo, porque me encontraba seguro de que ya les di la información de mi
tarjeta de crédito, levanté la puerta de metal y entré al reducido espacio.
—De acuerdo, entonces. Solo envíeme otra factura o lo que sea, supongo.
Me aseguraré de tener cuidado esta vez, lo juro.
Después de que la mujer aseguró que lo haría, colgamos y puse mi guitarra
sobre una caja que tenía escrito en el costado Decoraciones Navideñas. La unidad
pertenecía a la familia de Heath. Pero ellos solo usaban la mitad del espacio, así
que no les importaba si movíamos todas sus cosas contra la pared para hacer
espacio en medio para el equipo de batería y el sistema de sonido. Hemos
practicado aquí un par de veces cada semana por casi dos años.
Hoy era la primera oportunidad que teníamos de practicar con el nuevo
miembro de la banda. También era la última antes de nuestra primera actuación
para acoplarnos con él, así que me encontraba un poco nervioso, esperando que
fuera tan bueno como lo fue en su audición. Casi me hallaba agradecido que
Shelly, del estudio, me hubiese llamado para distraerme.
Cuando vi una caja que me pertenecía, me senté sobre una vieja mesita de
noche, puse la caja en mi regazo, y empecé a hojear las páginas dispersas del
interior. Solo había mirado media docena cuando alguien llamó a la puerta.
Levanté la mirada para encontrar al nuevo baterista vacilando en la entrada,
mirando al interior de la unidad medio horrorizado, medio curioso.
—Oye, viniste. Entra. —Le hice una seña para que siguiera adelante y volví
a revisar los documentos en la caja—. Los otros dos deberían estar aquí en
cualquier minuto.
Avanzó cautelosamente, como si temiera que le cayera un piano tan pronto
como entrara. —Entonces, aquí es donde practicamos, ¿eh? Tuve que releer la
dirección que me diste como diez veces, creyendo que era un error cuando me
detuve en el estacionamiento de una jodida unidad de almacenamiento.
—Sí, no es mucho. Pero funciona.
—Si tú lo dices —murmuró en voz baja.
Por el rabillo del ojo, lo vi ir hacia el equipo de batería y pasar la mano sobre
uno de los tambores instalados. Luego se sentó con cuidado en el banquillo frente
al set de cinco piezas y pasó las manos de arriba abajo por sus muslos mientras
asimilaba la vista que tenía delante.
Preguntándome si se hallaba nervioso, lo miré y levanté una de las páginas
de la caja. —Oh, por si acaso, las partituras de todas nuestras canciones originales
se encuentran aquí, por si necesitas revisarlas para aprender alguna.
Sticks movió la mirada rápidamente a mi dirección, como si lo hubiese
sorprendido. Luego se encogió de hombros. —Estoy bien. Ya casi me las aprendí
de oído cuando escuché sus grabaciones.
Asentí, admirando su habilidad de hacer eso. —En el momento justo.
Traté de reenfocar mi atención en la tarea de encontrar la factura que me
hallaba seguro que tenía, cuando Heath y Gally llegaron; Gally siendo tan ruidoso
y revoltoso como Heath era tranquilo y suave.
—¿Qué pasa, perdedores? ¿Listos para rockear esta cochera?
Sticks no respondió y yo apenas dije un distraído—: Hola —ya que me
hallaba ocupado sacando la hoja que buscaba y gritando—: ¡Aja! Ya hice el pago.
—¿El pago de qué? —preguntó Gally mientras Heath y él iban a conectar
sus guitarras al amplificador.
—¿Mmmm? —Levanté la mirada sonriendo triunfantemente—. Oh, el
estudio de música acaba de llamar, diciendo que no había pagado por los tres días
que rentamos la habitación para las audiciones. Y sabía que pagué. —Moví la
factura que tenía un gran sello de‖‚pagado‛‖en‖ella‖mientras‖sacaba el teléfono del
bolsillo.
Gally me miró boquiabierto. —¿En verdad tuvimos que pagar por eso?
Arrugué la frente, esperando que no hablara en serio, pero me hallaba
bastante seguro que lo hacía. —Mmm<‖ ¿No‖ creíste‖ que‖ tocar‖ diariamente‖ allí‖
fuese gratis?
—Oh, eh, sí, supongo. Nunca lo pensé. —Luego se rascó la cabeza—. No
recuerdo pagar ninguna renta por el estudio.
—Eso es porque no lo hiciste. Yo me hice cargo del gasto.
En lugar de agradecerme por hacerlo, murmuró—: Oh —de nuevo y luego
deslizó la tira de su guitarra sobre el hombro—. Bueno, ¿estamos listos para tocar o
no?
Levanté un dedo. —Aún no. Necesito llamar de nuevo a estas personas. —
Mientras marcaba, Gally suspiró y rodó los ojos, así que le aseguré—: Solo tardaré
un minuto.
Llamé a la señora con la que había hablado, y una vez que le leí el número
en el recibo y la fecha, hizo una pausa por un momento antes de decirme: Oh sí, allí
estaba mi pago.‖Eh<‖imagínate.‖
Para el momento en que terminé la llamada, todos ya se encontraban
acomodados y ansiosos por empezar, simplemente mirándome. —Lo lamento. —
Metí el teléfono en mi bolsillo mientras Gally exigía saber si finalmente me hallaba
listo.
Stick y Heath permanecían en silencio, pero, por sus expresiones, no
parecían molestos por el retraso. Parecía que el nuevo baterista iba a ser tan
tranquilo como nuestro guitarrista principal.
Hasta que dije—: ¿Qué quieren tocar primero, chicos? —mientras preparaba
mi guitarra.
Sticks fue el primero en responder. —Ceilings.
Le lancé una mirada sorprendida; no esperé que hablara, pero me alegraba
que lo hiciera. —Muy bien. —Moviendo un dedo en su dirección, le dije que haga
la cuenta regresiva, ya que el ritmo de la batería iniciaba esta canción.
Inició inmediatamente y me quedé asombrado, otra vez, por lo bueno que
era. Casi perdí mi señal de cuando tenía que empezar a cantar. Pero una vez que lo
alcancé, fue fácil sumergirme en la música. Sonábamos bien juntos, mejor que
cuando Rock era el baterista. Sticks tenía una forma de mantenernos en sintonía
con el ritmo que estableció.
Repasamos la mayoría de nuestras canciones originales, así como también
las versiones más populares que solíamos tocar, y cada uno sonaba mejor que el
anterior. Nombré canción tras canción, una detrás de la otra; me encontraba tan
centrado que no me di cuenta de cuánto tiempo pasó hasta que Gally pidió un
descanso.
Revisé la hora en mi teléfono y casi me molesté. —Mierda. —Practicamos
más de tres horas—. Debo ir a trabajar.
Desconectando mi guitarra, miré al miembro más reciente de la banda, que
no solo nos siguió el ritmo sin problema, sino que, básicamente, nos guió. Estuve
un‖ poco‖ preocupado‖ de‖ que‖ tuviera‖ que‖ necesitar‖ m{s‖ pr{ctica,‖ pero‖ no<‖ ya‖ se‖
hallaba listo para la acción sobre el escenario.
Aun así, para asegurarme, pregunté—: ¿Seguro que te parece bien que
toquemos en vivo mañana?
La emoción iluminó sus ojos, lo que me hizo sonreír. Recordé el día antes de
mi primer concierto, la manera en que sentí como si anticipación ansiosa vibrara a
través de mí. Sticks se estremecía con mucho entusiasmo.
Pero se las arregló para mantenerse relajado, asentir y limitarse a decir—:
Claro, solo dime dónde.
—¿Alguna vez has escuchado del club nocturno Forbidden? Tocamos allí
casi todos los viernes, a pesar de que estoy tratando de reservarnos otros lugares,
también.
—Claro, he oído del club. Incluso he estado allí una vez y canté en la noche
de karaoke. Vi en la página web que han estado allí, pero supongo que no me di
cuenta que es allí donde tocaban regularmente. Genial.
—Síp. —Lo miré fijamente porque he trabajado cada noche de karaoke que
hemos tenido, y no recordaba su rostro.
Me hallaba a punto de decir algo, pero Gally bufó. —¿Cantaste karaoke?
¿Cuán‖aburrido‖es‖eso?‖Espera<‖¿no‖fue‖All‖About‖that‖Bass?
Stick se echó para atrás con sorpresa, mirándolo boquiabierto. —¿Disculpa?
Molesto, ya que solo le preguntó eso para molestarme, vi una viaje pelota de
baloncesto situada en la parte superior de una de las cajas embaladas y la agarré
para poder lanzársela. —Cállate, hijo de puta.
Se rió y se agachó, así que la pelota simplemente le rebotó en el hombro.
Aullando aún más fuerte mientras esquivaba la mayor parte de mi ataque, se dobló
por la cintura y se golpeó la rodilla.
Sticks nos miraba con curiosidad, mientras un silencioso Heath se limitaba a
sacudir la cabeza.
—De acuerdo, ese es un tipo de broma interna, ¿verdad? —preguntó Sticks.
Suspiré. —No es nada. Solo ignóralo.
—Puedo hacerlo. Perfectamente.
Lo dijo tan alegremente que Gally dejó de reír para atravesarlo con un ceño
fruncido. —Oye, conoces tu lugar, novato.
—¿Oh? ¿Y dónde es eso? ¿Sentado aquí, riéndome de ti?
Sonreí y metí mi guitarra en su estuche mientras los dos discutían entre sí.
Me saqué la camiseta por la cabeza y la cambié por la camiseta negra de Forbidden
que tenía que usar en el trabajo que escondí en el estuche. Arrugué la camiseta
vieja y la metí en un bolsillo lateral antes de ponerme la correa del estuche sobre el
cuello para poder colocar la guitarra contra mi espalda. Mientras tanto, Gally
trataba de demostrarle a Sticks que era el mejor hombre, jurando que se acostó con
más mujeres que Sticks.
—Vamos —desafió—. Solo dame un estimado. ¿A cuántas perras has
follado?
Suspiré, listo para salir y dejar esta conversación que decaía rápidamente,
cuando Heath, finalmente, decidió hablar, diciéndole a Gally—: Pierdes el tiempo
con esa línea de preguntas.
—¿Eh? —Gally le lanzó una mirada curiosa—. ¿Por qué?
—Porque, obviamente, juega para el otro equipo. Amigo, acaba de observar
el pecho de Hart cuando se quitó la camiseta.
—¿Qué dices? —gritó Gally mientras, con un salto de treinta centímetros, se
alejaba de Sticks.
Me giré para mirar boquiabierto al baterista, sorprendido de ser metido en
la conversación de esta manera.
Sticks se encogió en su taburete, con los ojos moviéndose rápidamente con
miedo, como un animal acorralado antes de que gritar—: Infiernos si lo hice.
Arqueé las cejas. Actuaba demasiado culpable para estar diciendo la verdad.
—¿En serio eres gay? —No pude evitar preguntar—. Porque eso sería genial.
—¿Qué dices? —repitió Gally, girándose hacia mí como si hubiese
enloquecido.
—¿Qué? —Miré entre Gally y Heath, confundido por su conmoción—. Eso
nos daría más diversidad; ya que, últimamente, hemos sido acusados de ser un
cliché.
Y sí, la acusación de esta chica todavía me molestaba.
—¿Diversidad? —gritó Gally—. Mierda, si queríamos diversidad,
simplemente podríamos haber contratado a esa chica punk rocker que quería tocar
con nosotros.
Le fruncí el ceño por traerla a colación.
—¿Qué chica? —preguntó Sticks, de repente muy curioso para mi
comodidad.
Ignorándolo, le fruncí el ceño a Gally. —Eres tú quien se negó a, siquiera,
escucharla tocar.
—Como si quisieras a una chica en la banda. —Gally me regresó la mirada.
Me encogí de hombros desdeñosamente. —Nunca se sabe. Podría haber
sido buena. Pero uno de nosotros, o sea tú, probablemente la hubiese follado, y se
habría ido dentro de una semana. Entonces estaríamos como al principio, en busca
de otro baterista.
Sticks abrió la boca para decir algo, pero levanté una mano para detenerlo.
—En fin, no importa. Ahora tenemos a Sticks. —Sonriéndole amistosamente al
chico nuevo, añadí—: Problema resuelto.
Sin embargo, Sticks no pareció tan halagado. Arqueó una ceja. —Así que...
¿ni siquiera le permitieron hacer la prueba solo porque era una chica?
Suspiré, y señalé significativamente a Gally, echándole la culpa. —Él no
quiso hacerlo. No yo.
Gally le frunció el ceño a Sticks. —Oh, cállate, raro. Nadie te preguntó.
Me hallaba a punto de gritarle por ser tan ofensivo, pero Sticks le devolvió
la mirada ceñuda. —Nunca dije que fuera gay.
Gally levantó las manos. —Bueno, ¿prefieres la polla sobre el coño o no?
Sticks hizo una mueca de dolor. Luego bajó la barbilla y murmuró en su
pecho—: Sí, supongo que sí.
Odiando como Gally hacía que el nuevo miembro de nuestro grupo se
sintiera avergonzado, golpeé al bajista fuertemente en el pecho con la palma de mi
mano y le dije al baterista—: Ignóralo, como hacemos los demás. Nunca encontró
al mago que le conceda un cerebro.
Mientras Sticks me daba una sonrisita de agradecimiento, Gally frunció el
ceño con confusión, murmurando—: ¿Eh?
—No importa. —No tenía tiempo para explicarle el Mago de Oz—. Tengo
que irme. Los veo mañana en Forbidden, chicos. —Cuando miré de manera
significativa en dirección a Sticks para asegurarme de que Gally todavía no lo
hubiera asustado, éste asintió y alivio brotó en mi pecho.
La banda estaba de vuelta.
Gracias a Dios.
Traducido por Valentine Rose
Corregido por Ross Ferrer
—¡Dios mío! Soy tan idiota. —Arrojé mi teléfono a la mesita de centro como
si fuera una infección y golpeé mi frente con la mano, totalmente avergonzada.
Me sorprendía que Asher no me hubiera llamado fenómeno y me hubiera
dicho que no me molestase en ir a la tocada mañana. Lo que le envié por mensaje
había sido más que idiota.
Comencé mandándole el mensaje, intentando hacerme la graciosa, pero
luego sonó como si fuera muy inmadura. Aun así, cuando intenté explicar lo que
de verdad quise decir, todo se fue al diablo y terminó siendo una mierda.
—Ugh. —Decidí que era su culpa. El tipo estaba buenísimo. Tras pasar
horas en su compañía, escuchándolo cantar, las hormonas seguían en erupción.
Asher me impresionó. De una buena forma. Luego de mi primer encuentro
con el grupo, estaba completamente convencida que Galloway era el líder. Eso me
había preocupado. Digo, no tanto como para no tocar mañana con ellos, pero
seguía siendo una idea inquietante, alarmante y deprimente.
No obstante, tras esta tarde, era obvio que Asher se ocupaba de las cosas.
Sabía dónde estaban las canciones, había pagado la cuenta del estudio de alquiler,
hizo las sugerencias de los cambios y ajustes de las canciones de vez en cuando, y
fue quien nos recordó dónde debíamos encontrarnos para nuestra próxima tocada.
Con él siendo el líder puede que‖ lo‖ siguiera<‖ en‖ especial‖ cuando tenía un gran
trasero. Pero, ¿a Gally? Joder, no. Nunca me quedaría en una banda si él fuera el
líder.
Trayendo a mi mente el recordatorio de Asher sobre la actuación, noté que
no tenía la hora exacta. Y así comenzó el debate de diez minutos conmigo misma
sobre si debía llamarlo y enviarle‖ un‖ mensaje<‖ y tenía que ser justo él a quien
contacté; fue el único miembro de la banda que se molestó en intercambiar
números conmigo. De modo que decidí enviarle un mensaje, ya que llamarlo sería
un desastre; estaba muy consciente de lo que su voz me provocaba.
Y aun así me las arreglé para meter la pata incluso por mensajes de textos.
Una vez más me encontraba gruñendo avergonzada cuando la puerta principal se
abrió de golpe y Jodi entró como la briza, cargando una bolsita y una gran sonrisa.
—Hola, puta. ¡Te conseguí unas chucherías! —Luego se detuvo cuando me
miró—. Sigues usando la máscara.
—¿Ah? —La miré con confusión antes de darme cuenta—. Ah, mierda. Sí.
Acabo de llegar del ensayo. —Mientras‖lentamente‖pasaba‖la‖m{scara‖de‖‚Sticks‛‖
por mi cabeza, sonreí, aturdida por poder decir que estuve en‖un‖ensayo< ¡con mi
nueva banda de rock!—. ¿Sabes? En verdad me gusta esta idea de ser gay. —Ya le
había mandado un mensaje, informándole que los chicos me atraparon observando
el pecho desnudo de Asher y de toda la conversación de ser gay que le siguió—.
Ahora puedo mirar a un chico —es decir, a Asher, dado que tenía la certeza que no
me daría cuenta de otros hombres mientras estuviera él—, y nadie pensará que es
raro. Mierda. ¿Por qué no se me ocurrió esta idea antes de siquiera ir a la audición?
Es brillante.
Luego me rasqué justo en el interior del muslo, donde mi ropa interior de
hombre que todavía no me había sacado, me irritaba.
Jodi me miró de reojo, rascándome. —Cariño, sí recuerdas que eres
una chica, ¿verdad?
Saqué de golpe la mano de mi entrepierna. —Sí. Cállate. Además, es culpa
de la ropa interior de hombre que tú me hiciste, me irritan demasiado.
Suspiró. —Olvidaré que acabas de maltratar mi ingeniosa invención, porque
todavía sigo feliz por la mierda increíble que acabo de hacer por ti.
—¿Por qué? ¿Qué hiciste?
Resoplando animadamente, ondeó una mano de forma femenina y
dramática. —Pues<‖ pese‖ al‖ hecho‖ de que no apruebo esta idea y que creo que
estás loca por salir así mañana, decidí mostrarte mi apoyo. Y te compré un par de
cositas que necesitarás.
Sentándome más derecha, aplaudí con felicidad. —¿De verdad? —¡Regalos!
Me encantaban los regalos—. Sabía que por alguna razón te amaba. ¿Qué me
compraste?
—Para‖ empezar,‖ esto<‖ —Sacó un diminuto trozo de plástico que parecía
una tarjeta de crédito sacada de mi bolso, y la mostró con un ademán ostentoso
antes de parar para mostrármela—. ¡Una identificación falsa!
Parpadeando, lentamente se la quité. —Oh, vaya. No debiste molestarte. Es
genial, Jodi.
La última vez que intenté conseguir una identificación falsa, tenía diecisiete
años y mi tío la encontró antes que tuviera la oportunidad de usarla en un bar.
Sorprendentemente, todavía era traviesamente emocionante tener una, incluso a
los veintitrés años.
Jodi me tomó un par de fotos luego de disfrazarme por primera vez, pero
pensé‖que‖era‖para‖sus‖clases‖o‖algo<‖no‖para‖esto.‖Me‖reí‖disimuladamente‖ante‖
el rostro varonil junto a mi nombre verdadero, peso y estatura. En realidad, lo
único que no era‖verdadero‖era‖la‖fotografía<‖y,‖a‖decir‖verdad,‖era‖yo, pero<‖en
una versión alterada. Incluso tenía el mismo género marcado.
—Espera, aquí dice que soy mujer.
Frunciendo el ceño, Jodi me lo arrebató de la mano, y, cuidadosamente, lo
guardó en una nueva billetera. —Como si fueran a revisar la M o la H. Bah. —Me
tendió la billetera, que debió haber sido otro regalo suyo—. Lo más probable es
que ni siquiera te la pidan.
—Cierto —murmuré, poniéndome de pie para comprobar cómo se sentía
tener guardada una billetera en mi bolsillo trasero. Mi nalga se retrajo en sorpresa
cuando la billetera se deslizó y se acomodó. Interesante. No era doloroso ni
cosquilloso ni nada, solo diferente.
—Y<‖guardé‖lo‖mejor‖para‖el‖final.‖—Jodi me arrojó un trozo de silicona de
color piel.
Lo atrapé cuando aterrizó en mi pecho antes de alejarlo y girarlo en todos
los ángulos posibles, estudiándolo. Parecía como una especie de embudo de goma.
—Eh<‖gracias.‖Pero<‖—La miré de reojo—. ¿Qué demonios es esto?
—Es una Go Girl.
—Disculpa, ¿una qué Girl?
Suspirando, puso los ojos en blanco y se acercó a zancadas para
arrancármelo de la mano. —Un dispositivo de micción femenino. Ya sabes, para
que puedas orinar de pie. —Demostrándolo, lo sostuvo contra su entrepierna de
modo que parecía como un consolador. Luego siseó y giró sus caderas como si
estuviera meando todo el piso.
Me hubiese reído —pues era completamente gracioso—, pero tenía el mal
presentimiento de que en realidad esa cosa era para que yo la usara.
—Umm<‖—Rasqué un costado de mi cabeza donde la peluca me dejó con
comezón—. No es una broma, ¿o sí?
Detuvo su acto de mear y se enderezó, quitando el dispositivo de micción de
sus partes. —¿Qué?‖ Solamente‖ pensé‖ que<‖ pasar{s‖ toda‖ la‖ noche‖ en‖ un‖ club‖
público y, tarde o temprano, tendrás que ir al baño. —Se encogió de hombros—.
Dado que estarás en tu disfraz de hombre, simplemente asumí que tendrás que
usar el baño de niños en vez del baño de niñas. Así no será sospechoso si te
atrapan‖sent{ndote‖para‖hacer‖del‖dos.‖Y‖mira<‖—lo alzó con orgullo—, incluso te
compré el de color caqui así parece más a un pene verdadero.
—¡Dios mío! —Me tapé los ojos con la mano—. Por favor, dime que no
vienen en colores diferentes.
—Mi favorito fue el de lavanda, pero pensé que no te serviría de mucha
ayuda si lo elegía.
—¡Locos! —Sacudí la cabeza, incapaz de creer que hablaba en serio.
—Mira. —Dobló el embudo de forma diferente—. Las reseñas decían que
era la mejor marca debido a que es más flexible para almacenar.
—Y<‖ son‖ tan‖ populares,‖ que‖ vienen‖ de todos los tipos —murmuré,
desconfiada. Por supuesto que venían de todos tipos—. ¿Cómo demonios nunca he
escuchado de un Go Girl?
—No sé. —Se encogió de hombros—. Quizá debe ser porque no te gusta
mucho ir de campamento ni a escalar.
O quizá debe ser porque me sentaba en cuclillas y me cernía, y esperaba que
lo que rozaba mi coño desnudo no fuera una serpiente ni una hoja envenenada
cada vez que meaba en el bosque. Como una chica normal.
Jodi parecía estar lastimada por mi reacción ante su regalo. Detestaba
lastimar sus sentimientos, y, además, fue muy lindo y considerado de su parte
pensar en mí, de modo que se lo quité de la mano con cautela y, con toda la
sinceridad que pude reunir, dije—: Gracias.
No tenía ni idea dónde pensaba que debía guardar la cosa cuando no
estuviera usándolo. ¿Pegarlo con cinta adhesiva en mi muslo o algo así? Ya tenía
un pene de imitación en mi ropa interior masculina. ¿Cuántas pollas de mentira
necesitaba?
Aunque mi compañera de piso sí planteó una buena pregunta. ¿Cómo
demonios debía usar los baños públicos cuando estuviera con la banda de un lado
para otro? Será mejor que el club Forbidden tuviera un urinario para cagar, era
todo lo que esperaba.
Veinticuatro horas más tarde, era hora de descubrirlo. Una vez más, me
arreglé‖como‖‚Sticks‛,‖dejé‖el‖Go‖Girl‖en‖casa‖y‖conduje‖hasta‖la‖dirección‖que‖me‖
envió Asher. Pasaron meses —a principio del verano o quizá a finales de
primavera—, desde la última vez que estuve aquí. Pero parecía familiar, así que
me estacioné y crucé la calle hacia la entrada.
El‖letrero‖decía‖que‖abrirían‖en‖media‖hora‖m{s‖y‖la‖luz‖que‖decía‖‚abierto‛‖
no estaba prendida, pero un portero ya se encontraba justo frente a las puertas
principales, de modo que di un golpecito al vidrio para atraer su atención.
Se giró y me frunció el ceño, así que le señalé que me abriera. Cuando me
rehusé a dejar de señalar con las manos, por fin abrió un poco la puerta y se
asomó.
—Todavía no abrimos.
—Sí,‖ lo‖ sé,‖ lamento‖ molestarlo,‖ pero<‖ soy‖ de‖ la‖ banda.‖ —Cuando se me
quedo mirando fijamente como si no tuviera idea de qué hablaba, cautelosamente
añadí—:‖ Ya‖ sabe<‖ Non-Castrato.‖ Se‖ supone‖ que‖ esta‖ noche‖ tocan,‖ y<‖ soy‖ de‖ la‖
banda. —Dios, se sentía genial decirlo—. Necesito entrar e instalar mi batería antes
de tocar.
—¿Identificación? —Estiró la mano con una mirada aburrida en su rostro.
—Uh<‖vale.‖—Recordándome que le debía un inmenso favor a Jodi por la
licencia de conducir falsa y la billetera, busqué a tientas en el bolsillo trasero y por
fin saqué la nueva y vigorizante billetera. Cuando se la mostré, me mordí el labio,
esperando que no notara la gran y deslumbrante M en el cuadro de género.
Apenas le echó un vistazo al pedazo de plástico antes de devolvérmelo y
estudiar una tabla sujetapapeles que tenía en la mano. —No estás en la lista.
Por un breve instante, mi corazón dejó de latir. La banda ya me rechazó, y
mi gran oportunidad para presentarme ante una audiencia terminó antes que
siquiera empezar. Abrí la boca, pero me llevó un segundo decir algo. —Oh<‖ sí.‖
Soy nuevo. Acabo de unirme esta semana.
Al tipo no pareció importarle. Y al parecer, todo lo que sabía decir era—: No
estás en la lista.
Enojo, miedo y preocupación me recorrieron. Decidí que el enojo se
adueñara por completo. Había llegado hasta aquí, me rehusaba a rendirme ahora.
—Mire. Debo entrar así puedo prepararme para nuestro actuación que nos están
pagando para proveerle a sus clientes. —Aguarden, ¿iban a pagarnos? Ni siquiera
pregunté y, honestamente, era lo último que tenía en mente. No importaba. El
punto era que—:‖Tengo‖que‖ir‖al‖escenario‖y<
—No‖est{s<
—¡En la lista! —exploté—. Sí, ya lo dijo. Muchas veces. Pero le juro que no
estoy mintiéndole. ¿No puede simplemente ir a buscar a otro miembro de la banda
para que venga y responda por mí?
—¿Vas a traerme problemas?
Apreté los dientes. —No si tan solo me dejara entrar.
Cuando dejó el marco de la puerta y dio un paso amenazador hacia mí,
tragué saliva y me alejé de él, de repente recordando que, cuando me veía, veía a
otro tipo. Probablemente no tenía problemas con usar sus puños y darme una
paliza.
Oh, demonios, no quería que me dieran una paliza la primera semana que
era un chico.
La puerta detrás de él volvió a abrirse. —¿Todo bien por aquí, Grim?
Echando un vistazo más allá del gigante frente a mí, noté a otro tipo
gigantesco en el marco, excepto que este era un tipo atractivo y no parecía ni de
cerca tan amenazador como Grim3<‖Dios,‖el‖nombre‖le‖sentaba de maravilla.
—Soy de la banda —me apresuré a decirle al tipo atractivo, antes de que el
idiota de enfrente lo despachara—. Tengo que entrar así puedo ayudar a instalar el
escenario antes de la apertura.
—Ah, ¿tú eres el nuevo baterista?
—¡Sí! —Le dediqué un gesto de agradecimiento antes de quedarme mirando
a Grim, que aún bloqueaba mi camino.
—Espera un segundo. Iré a buscar a Asher.
—¿Qué? —De inmediato miré alrededor para ver quién lo había oído, pero,
por fortuna, nadie nos prestaba atención. Me giré de nuevo hacia el hombre con
amplios ojos que seguía observando mi pecho y entornando los ojos—.‖¿Cómo<?‖
¿Qué<?
Se inclinó hacia adelante. —Increíble.‖¿Qué‖hiciste‖con‖tus‖tetas<?
Golpeé una mano en frente de su cara para desviar su atención de mi pecho.
—¿Podrías parar? No soy una chica.
Negarlo no tenía sentido, por lo que no sé por qué lo hice. Había planeado
decirle a Asher, a Galloway y‖a‖Holden‖después‖de‖esta‖noche‖lo‖que‖yo‖era<‖o‖
m{s‖ bien‖ lo‖ que‖ no‖ era.‖ No‖ había‖ necesidad‖ de‖ alargarlo‖ m{s,‖ pero<‖ pensé‖ que‖
sería más respetuoso decirle a la banda cara a cara en lugar de dejar que Asher lo
descubriera por su cuenta.
Hasta este momento, no sentí ningún remordimiento por lo que hice. Vi una
meta (aunque meta era una declaración menor para el impío deseo que tenía por
estar en su banda), luego divisé los obstáculos en mi camino e hice lo necesario
para conseguir mi objetivo. ¿Y la mentirita por omisión que tuve que decir? Pfff.
Esos idiotas se la merecían por no haber escuchado siquiera mi audición. En
realidad, me entusiasmaba el momento de revelar mi verdadera‖identidad<‖hasta‖
ahora.
Gally<‖sí,‖todavía‖no‖me‖importaba‖si‖lo‖engañaba.‖A‖mi‖parecer‖había‖sido‖
un‖completo‖idiota‖y‖lo‖seguía‖siendo.‖Heat<‖de‖acuerdo,‖no‖lo‖conocía‖lo‖bastante‖
como‖para‖preocuparme‖por‖sus‖sentimientos.‖Pero‖Asher<‖había‖sido‖amable y
decente conmigo —eh, con Sticks, al menos— y mientras más aprendía de él, más
lo admiraba como músico y como persona.
Él‖era<‖diferente. Y vale, de acuerdo, quizá su nivel de atracción afectaba
algunos‖ de‖ mis‖ procesos‖ de‖ pensamientos,‖ pero‖ aun‖ así<‖ me preocupaba un
poquito la forma que le había mentido.
—Sí, sin duda eres una chica —insistió Ten, arrastrándome al asunto entre
manos: un atractivo y casado barman, con cicatrices que, de algún modo, sabía
demasiado—. Eres la chica de la camiseta de Incubus.
—No,‖yo<‖espera, ¿qué? —Arrugando la nariz, fruncí el ceño, confundida—.
¿Quién es la chica de la camiseta de Incubus?
—Pues‖ya‖sabes<‖—Ten meneó un dedo—, la chica a la cual Asher escribió
una canción, esa que vino aquí y cantó en el karaoke con la camiseta de Incubus y
lo dejó completamente loco.
Sacudiendo la cabeza, pregunté—: En serio, ¿tomas un chupito por cada
trago que sirves? Porque creo que estás borracho, hermano. Lo que dices no tiene
sentido.
—No estoy borracho, y tú eres una maldita chica —insistió—. Yo estaba
aquí,‖trabajando‖con‖Hart‖la‖noche‖que‖viniste‖y‖cantaste‖‚All‖About‖that‖Bass‛<‖
con Jodi. Me encontraba de pie a su lado cuando declaró que, algún día, ibas a ser
la madre de sus hijos y toda esa basura romántica. Luego observé todas sus dulces
esperanzas y sueños estrellarse e incendiarse cuando saltaste del escenario y te
besaste con otro tipo.
Me le quedé mirando boquiabierta. Pero, en serio, ¿cómo demonios sabía
que canté esa canción‖ aquí<‖ con‖ Jodi? Y, cielos, ¿todavía seguía con Fisher? No
podía recordarlo.
—¿Qué diablos? —murmuré, confundida y curiosa por saber qué hablaba
exactamente.
Sonrió y señaló mi pecho plano. —En serio, no estoy seguro de por qué
sentiste la necesidad de disfrazarte y unirte a su banda para llamar su atención.
Todo lo que tienes que hacer es decirle quién eres. Lo juro por Dios, todavía te
busca cada sábado por la noche. Si quieres al hombre, ya es tuyo.
—No<‖no‖tengo‖idea‖de‖lo‖que‖hablas. Y no soy una chica.
Con una risita, me retó—: Sí, claro, y seguro no le miraste el culo a nuestro
Hart cuando se alejó hace un minuto.
Tartamudeé un segundo antes de espetar—: Porque soy gay.
—O una chica.
—Escucha, idiota. —Lo apunté, pero agarró mi dedo y giró mi muñeca para
examinar mi palma.
—Sip —dijo más para sí mismo—. Definitivamente es una mano de chica.
La alejé de golpe. —¡Oye!‖No<
—Oye, no te preocupes. No se lo diré.
Eso atrajo mi sorpresa. Me enderecé y parpadeé. —¿Eh?
—Así es como lo veo. Ese maldito me debe una. Él sabía que la única chica
de la cual debía permanecer alejado se escabullía en mi cuarto para follarme sin
descanso sin que supiera que era ella, y no dijo nada. Así que no me siento obligado
en lo más mínimo a avisarle que la chica de sus sueños es, en realidad, el nuevo
baterista de su banda, fingiendo ser gay, lo que todavía me confunde. Repito: ¿por
qué haces eso?
—El<‖espera,‖retrocede.‖¿Por‖qué‖sigues‖diciendo‖que‖ ella es la chica de sus
sueños?‖¿Y‖a‖qué‖demonios‖te‖refieres‖cuando‖hablas‖de‖una<‖canción?
—Mierda. —Se me quedó mirando como si estuviera loca—. ¿En verdad no
lo sabes?
Fruncí el ceño, más que irritada. —Si lo supiera, ¿crees que estaría
preguntándote de qué diablos hablas?
—Cielos, eres atrevida. ¿No has escuchado la canción que escribió para ti?
—No. —Sacudí la cabeza estúpidamente—. ¿Podrías comenzar a decir cosas
que tengan sentido antes de que me des una maldita jaqueca? ¿Qué canción?
Ten sonrió de pronto. —Ah, me agradas. Serás buena para él.
—Ten —gruñí, harta de la conversación porque en realidad ya me estaba
dando una jaqueca.
Soltando un suspiro, explicó—: Escribió una canción sobre ti, ya sabes,
cuando te vio cantando aquí en el karaoke con Jodi. Cielos, eres parte de la banda
ahora, ¿por qué no sabes de la canción?
—Ay, no lo sé, tal vez porque estás hablando pura mierda. No existe esa
canción. Créeme, estoy familiarizada con todas las canciones de Non-Castrato.
—No. De verdad no creo que lo estés. Deberías buscarla. —Abrí la boca para
discutir algo más, pero se enderezó y echó un vistazo por encima de mi hombro—.
Ya viene.
—¿Qué? —Miré hacia atrás y casi me meé en los pantalones cuando noté a
Asher casi muy cerca de nosotros, cargando una caja de alcohol. Situó la caja sobre
el mostrador y extrajo dos botellas antes de decirle a Ten que hiciera algo con el
resto. Luego les quitó las tapas a ambas y me pasó una.
—Por nuestra mejor actuación hasta ahora —brindó.
La calidez fluyó por mi cuerpo, haciéndome olvidar de Ten y lo que
acabábamos de discutir. ¿Esta noche había sido la mejor actuación de la banda?
Ay, Dios, me encantaba escuchar eso.
Choqué suavemente el cuello de mi botella contra la suya y tomé un
tentativo sorbo, solo para elevar mis cejas con sorpresa. —Santa mierda. Esto ni
siquiera está mal.
Asher se rió. —Lo sé. Me he vuelto adicto a ellas.
Se deslizó en un taburete vacío y señaló el asiento vacío junto a él. Busqué a
Jodi,‖y‖la‖encontré‖a‖la‖distancia‖en‖una‖mesa‖con‖Galloway<‖sentada‖en‖su‖regazo‖
mientras este metía la lengua en su garganta. Qué asco. No tenía la certeza de
dónde había desaparecido Holden, o si siquiera seguía en el lugar. Ya que no
conocía a nadie más y no se me ocurría una buena razón para rechazar la
invitación de Asher, me senté en el taburete junto a él, pese a que se sintió como si
estuviera engañándolo para jugar a los amigos así.
—¿Por cuánto tiempo has estado tocando? —preguntó, devolviendo mi
atención a él. Me gustaban sus manos; dedos largos y delgados de músico, y que
siempre las mantenía ocupadas, así como la forma en que giraba ociosamente su
botella sobre el mostrador en el charco de su propia condensación. Era como si
tuviera este exceso de energía dentro de él y tuviera que usar sus dedos para
gastarla.
Un temblor y un rastro cálido de lujuria me atravesó, imaginando maneras
mucho más productivas en las que podría usar sus dedos.
Dios, era horrible. Concéntrate, Remy. Te hizo una pregunta.
Me encogí de hombros. —Desde que tengo memoria. Crecí siendo vecina de
los papás de Jodi, y eran dueños de una tienda de música; no un lugar que
vendiera discos o CDs, sino una verdadera tienda de música que tenía pianos,
clarinetes, flautas, guitarras y esas cosas. Siempre escuchaban la música más genial
de los ochentas cada vez que iba. Mi familia no escuchaba nada más que música
mariachi, así que cuando visitaba la casa de los Maleskys, era como un mundo
totalmente nuevo y emocionante.
—Y asumo que es donde compraste tu primer set de batería.
Le guiñé el ojo. —Así es.
Cuando sonrió, lo señalé con la barbilla. —¿Qué hay de ti?
—Oh<‖—Se encogió de hombros y raspó la etiqueta de su botella—. No lo
sé. Siempre me ha gustado cantar. Creo que fue lo único que me ayudaba a
sentirme acompañado de niño. Y luego, cuando me mudé con mi tío a los siete
años,‖ casi‖ nunca‖ pasaba‖ en‖ casa,‖ así‖ que<‖ —Su hombro se elevó de nuevo,
indicándome que no se sentía muy cómodo al compartir su historia. Pero aun así
siguió hablando—. Encontré una vieja guitarra en su armario un día. Tenía el
folleto de instrucciones con ella, y eso fue todo.
Me quedé mirándole por unos cinco segundos antes de decir—: Espera,
¿aprendiste solo a tocar?
Una adorable expresión triste pasó por su rostro. —Tenía bastante tiempo
libre para practicar.
Todavía me sentía asombrada, y estoy segura de que mi boca abierta lo
evidenciaba. —No bromees. ¿Aprendiste solo a tocar la guitarra?
Terminó lo último de su cerveza Angry Orchard de un largo trago, y luego
soltó un profundo suspiro mientras golpeteaba la botella contra la barra y le hacía
un gesto a Noel de que quería otra.
Cuando giró hacia mí, pude darme cuenta que, sin lugar a dudas, iba a
cambiar el tema.
Eso me intrigaba. El vocalista de una banda que no le interesaba hablar de sí
mismo. Era extraño. Y no solo eso, parecía que le avergonzaba más que me
impresionaran sus habilidades de autoaprendizaje en vez de estar orgulloso. Fisher
habría estado devorando cualquier alabanza que le hubiesen dado y asegurándose
de que supiera toda la historia detrás de su grandeza.
No es que estuviera comparándolos. No había razón para ello, más que, ya
sabes, ambos fueran cantantes de una banda.
Aun así, me gustaba más la humildad que tenía sobre sus cualidades.
—Así que, ¿cuál es tu banda favorita? —preguntó, casi haciéndome sonreír,
pues había sido capaz de leerlo lo suficiente para saber que alejaría la conversación
de él.
Resoplé e hice una mueca. —Como si pudiera reducirlo a un solo grupo.
Se rió. —Lo sé, ¿cierto?
—Pero‖ si‖ tuviera‖ que‖ decir,‖ digamos<‖ mi‖ top‖ diez‖ o‖ algo‖ así‖ —continué,
curiosa de si tenía gustos similares—, serían: Metallica, Pink Floyd, Led Zeppeling,
Tom Pretty and the Heartbreakers, The Stones, Incubus, Rush<‖pero‖solo‖por‖Neil‖
Peart.
Asher sonrió y asintió. —El baterista. Por supuesto.
Sentí mis propios labios curvarse con diversión y seguí mi lista. —Los
Beatles,‖Jimi‖Hendrix,‖Joan‖Jett,‖Heart,‖The‖Bangles<
Ahogándose con el trago que acababa de beber, Asher estalló en carcajadas.
—¿The Bangles?
—¿Qué? —Le fruncí el ceño por reírse de mis Bangles.
Movió una mano. —Nada. Es que no esperaba una banda de punk enlistada
con todos los grupos de rock que nombrabas.
—Oye,‖ ellos‖ eran‖ rock<‖ m{s‖ o menos. —Luego me encogí de hombros—.
Salieron‖ con‖ ‚Walk‖ Like‖ a‖ Egyptian‛‖ —discutí mi punto—. La canción es
divertidísima‖ para‖ tocarla‖ en‖ batería.‖ Para‖ mí,‖ est{‖ justo‖ en‖ la‖ cima‖ con‖ ‚Hot for
Teacher‛,‖‚Enter‖Sandman‛ y‖‚Tom‖Sawyer‛.
Había más bandas de chicas que amaba, pero no quería delatar mi género al
enlistar demasiadas, así que apenas observé a Asher seguir riéndose.
—Créeme. No estoy despreciando tus elecciones. Concuerdo con todas. Y
oye, he sido conocido por escuchar a Katy Perry y a Taylor Swift con lo mejor de
ellas, así que no te preocupes por géneros musicales conmigo.
—Hermano —me incliné más cerca—, yo no iría difundiendo eso con
Galloway.‖No‖creo‖que‖él‖sea‖tan<
—Sí —alzó la mano para indicarme que mi advertencia no era necesaria—,
lo sé. —Luego se encogió de hombros despreocupadamente—. Es solo que me
gustan todos los géneros de música. Mientras tenga un buen ritmo, letras geniales
y resuene en mis huesos, me gustan.
Asentí respetuosamente. —Entiendo. —No le dije que yo era bastante
parecida. Country, rap, alternativa, hip hop, clásica; simplemente amaba la música.
—Pero crecí con mis padres escuchando Nirvana, así que a lo mejor es por
eso que la mayoría de nuestras canciones se inclinen más en esa dirección.
—Hmm, se me pasó por la mente. Sin duda puedo ver la influencia. —Me
preguntaba si esto significaba que había participado en la creación de las canciones
originales de la banda. ¿Cuántas facetas podía tener en nuestro grupito?
¿Guitarrista, vocalista, manager y ahora posible compositor?
El tipo en verdad tenía que dejar de decir y hacer cosas para impresionarme.
Estornudó, y de inmediato dijo—: Disculpa —mientras agarraba un montón
de servilletas cercana para limpiarse la nariz. Y, maldita sea, incluso me gustó su
reacción caballerosa cuando arrojó el pañuelo usado a la papelera. ¡Agh! Mi
pequeño flechazo ya comenzaba a ser ridículo.
Necesitando volver a la conversación y alejarla de este hombre interesante y
atractivo, terminé mi cerveza y dije—: En verdad he estado escuchando Breaking
Benjamin últimamente.
—Mmm. —Me apuntó mientras tomaba un sorbo, luego tuvo que esperar
hasta tragar para decir—: A Five Finger Death Punch.
—‚The‖ Wrong‖ Side‖ of‖ Hell‛‖ —dijimos al mismo tiempo, nombrando
nuestra canción favorita del grupo. Luego nos reímos.
—Vaya, ¿no es acogedor? —preguntó Ten, apareciendo frente a nosotros.
Me tensé, esperando que mantuviera cerrada su enorme boca. Pero Asher
soltó un pequeño gemido, y meneó su botella vacía en el rostro de su amigo. —No
seas idiota. Ve a conseguirme otra cerveza.
—Hombre, baja la velocidad. ¿Esta es, qué, la quinta de la noche?
—No,‖es‖la<
Frunció el ceño como si estuviera confundido, así que respondí—: Tercera.
—Cierto. —Chasqueó los dedos y me apuntó—.‖Es‖la‖tercera<‖y‖la‖última,‖
mamá. —Luego de fruncirle el ceño brevemente a Ten, me preguntó—: ¿Quieres
otra?
—Mmm, está bien. Uno más. —Deslicé mi botella vacía hacia Ten, quien
sacudió la cabeza.
—¿Eh? —Tenía una mirada de confusión en el rostro—. ¿Qué demonios
significa uno más?
Rodé los ojos. —Es español. Significa una más. Por favor. Pero esta tendrá
que‖ser‖mi‖último‖trago,‖también.‖Es‖probable‖que‖termine‖llevando‖a‖Jodi‖a‖casa<‖
si no se ha ido ya con alguien más. —Pero cuando eché un vistazo al lugar,
buscándola, me sorprendió encontrarla todavía divirtiéndose con Galloway y su
mesa llena de mujeres.
—Sabes, tomé como dos años de español en la escuela secundaria —dijo
Asher a mi lado—. Y no aprendí ni mierda.
Me giré hacia él y fui atacada con una nueva ola de lujuria. Maldita sea, era
demasiado apuesto. Y esos ojos verdes... tan jodidamente intensos.
—Bueno, toda mi familia es de México, así que crecí con un montón de
gente que no sabe nada más que español —le expliqué—. Es bastante común para
mí.
—¿De verdad? Vaya. Nunca lo hubiera imaginado. Pareces tan...
estadounidense.
Arqueé una ceja. —Soy estadounidense. Nacido y criado aquí en Illinois.
—Quiero‖ decir<‖ —Meneó la mano y sus ojos se agrandaron como si
estuviera preocupado de haberme ofendido.
—Mi padre era estadounidense —le expliqué—, pero como no lo recuerdo y
crecí con el lado de la familia de mi mamá, sí, se podría decir que mi patrimonio
está muy arraigado en la cultura latina. Quizá me enamoré del tipo de música que
escucho porque, para mí, era mucho más exótico y emocionante de lo que mi
familia acostumbraba a escuchar. Además, era divertido ser el rebelde del grupo.
Con una risa, Asher asintió. —Eso tiene sentido. —Abrió la boca para decir
algo más, pero aparecieron dos chicas, una deslizándose por su costado y pasando
los dedos por su pecho—. Oye, tú eres Asher Hart, ¿no es así? Nos encantó tu
actuación de esta noche.
La sonrisa que le dirigió fue lo bastante amable a medida que respondía—:
Gracias. —Pero luego se apartó, obviamente incómodo por su cercanía.
No podía apartar mi mirada estrecha de sus uñas con esmalte rojo, ya que se
mantenían yendo al sur, bajando por su pecho y por su estómago, claramente con
dirección a su regazo. —Tiene la voz más increíble de todos los tiempos.
Asher le atrapó la muñeca antes de que pudiera conseguir un poquito más
de él, pero aun así se las arregló para dedicarle una sonrisa tensa. —Me alegro de
que te haya gustado.
—¡Oigan! Ustedes dos. —Noel señaló a las dos mujeres y les despidió con la
mano—. Esta es una zona VIP. Deben irse de aquí.
Las mujeres resoplaron, descontentas, pero Noel entrecerró los ojos y al final
se largaron. En cuanto estuvo libre del agarre de la chica, Asher giró en su
banquillo, por lo que ya no estaba sentado de lado para mirarme, sino que ahora
tenía las piernas bien escondidas bajo el espacio de la encimera... así no habría más
mujeres pudiendo subir a su regazo.
—Gracias, hermano —le dijo a Noel.
—Oh... cualquier cosa por nuestra pequeña y delicada magdalena. —Noel
fue a pellizcar sus mejillas, pero Asher le dio una palmada en la mano y lo insultó.
Cuando Noel se alejó, riendo, un Asher ruborizado dirigió su mirada hacia
mí. —Lo siento. Pueden ser muy... lanzadas.
Una vez más, me sorprendió. Fisher ya habría estado tirándose a esas chicas,
un hecho muy triste que no me enteré hasta después de que me comprometiera con
el imbécil. Sí, fue un poco decepcionante oír que se acostaba con una nueva chica
prácticamente cada vez que salía en público sin mí.
Tomé un pequeño sorbo de mi cerveza a tiempo que estudiaba la cara de
Asher, observándolo echarles un vistazo a las chicas que Noel había echado. Su
expresión me confundió. Vi el destello de interés; definitivamente le gustaba lo que
veía. Pero también había un recelo que no encajaba con su atracción inicial a ellas.
—¿Y... no te gustan lanzadas? —No pude evitar preguntar.
Trasladó su mirada hacia mí, sus ojos verdes llenos de sorpresa. Luego se
encogió de hombros. —No lo sé. Es que... —se encogió de hombros otra vez—,
supongo que me gusta ser el que persigue, ¿sabes? —Con una última mirada a las
mujeres que rechazó, añadió—: Y no he tenido la oportunidad de hacerlo por un
tiempo.
—Me lo imagino. —Sin lugar a dudas, experimenté la misma atracción que
todas las mujeres tuvieron esta noche. Lo más probable es que era constantemente
perseguido por una multitud cachonda.
Acercándose, bajó la voz y admitió—: Es tan vergonzoso. Todas se agolpan
a mi alrededor como si yo fuera algo, no sé, asombroso, y no saben una mierda de
mí. Solo soy un tipo normal, y no puedo evitar pensar que se decepcionarían si de
verdad llegaran a conocerme.
Oh, no estuve de acuerdo con ese punto. Hasta ahora, resultaba ser muy
interesante... y cada vez más interesante.
Entonces, antes de que pudiera decir algo más, gracias a Dios que apareció
Jodi, pues puede ser que se me hubiese escapado que yo pensaba lo contrario.
Se tiró contra mí, riendo, evidentemente borracha por completo, y casi me
tiró del taburete con dirección a Asher. Tuve que sacar el pie y situar la mano de
golpe sobre la barra para agarrarme.
—Hola, puta —exclamó, rodeándome el cuello y dándome un gran beso
descuidado en mi enmascarada mejilla—. Oh, Dios mío, te ves tan atractivo esta
noche. ¿Te he dicho lo bien que te ves en ese disfraz? ¿Vas a llevarme a casa?
Podría darte una mamada falsa en el coche.
Solté una risita nerviosa, contenta de que aún no hubiera delatado mi
identidad, dejando de lado la referencia de puta y ofrecer la mamada falsa, pero
esperaba que Asher no captara eso. Aun así, se encontraba tan borracha, que en
realidad podría delatarme pronto. —Al parecer lo haré —le contesté, deslizando
un brazo alrededor de su cintura para mantenerla en posición vertical—. Estás
como una cuba, chica.
—Se siente bien —respondió, echando la cabeza para atrás, solo para avistar
quien se hallaba sentado a mi lado. Abriendo los ojos como platos, jadeó—. Oh,
Dios mío, ahí está ese magnífico vocalista de tu banda. ¿No quieres lamerlo? —
Comenzó a subir en mi regazo, arrastrándose para llegar a él—. Oye... ¿Asher
Hart? ¿Puedo lamerte?
—Jodi. —La arrastré de vuelta al otro lado—. Cálmate, muchacha. Nada de
lamer a mis compañeros de banda.
Arrugó la nariz, hizo un puchero y frunció el ceño. —No eres divertida.
Además —sacó la lengua, meneándola hacia mí—, acabo de darle a ese hijo de
puta de Billy sexo oral debajo de la mesa para que me devolviera mi ropa interior.
Y mi lengua estaba por toda su<
Puse mi mano sobre su boca para callarla. —Puaj. —Luego me acordé
adónde acababa de tener esa boca, y quité rápidamente mis dedos para limpiarlos
en el pantalón. Echándole un vistazo a Asher, hice una mueca y modulé—: Lo
siento.
Se limitó a reír. —No te preocupes por eso.
Pero seguí insistiendo. —¿Cuánto tiempo piensas que va a tomar despejar el
escenario?
Haciendo un gesto con la mano, sacudió la cabeza. —No te preocupes por
eso. Yo me encargo de todo. Solo lleva a esta encantadora dama a casa de forma
segura, y estaremos en paz.
Jodi rió entre dientes y apoyó la cabeza en mi hombro. —¿Escuchaste eso?
Me llamó encantadora.
—También te dijo dama, por lo que obviamente también bebió más de la
cuenta.
—Oye —murmuró Jodi con indignación y pellizcó el interior de mi brazo en
el punto más blando, haciéndome saltar y retorcerme.
Junto a nosotros, el teléfono de Asher sonó, impidiéndole tener que
responder.
Mientras respondía, mi compañera de cuarto se inclinó a mi oído y en voz
alta susurró—: ¿Ya le has contado que eres una chica? Dijiste que ibas a decirle
luego de terminar la tocada. Apuesto a que querrá devorarte cuando se entere.
—Shh... —le susurré, frunciendo el ceño mientras agitaba una mano para
callarla—. Aún no.
Tras esta noche, mis objetivos habían cambiado. Las sensaciones que tuve al
tocar frente a una multitud seguían recorriéndome, una multitud que nos animó y
les encantó lo que les presentamos. Y luego Asher... sentado aquí, hablando con
él... me di cuenta de que no quería dejar la banda.
Necesitaba un nuevo plan. Tenía que tratar esto con delicadeza, de una
forma en que pudiera convencer a los chicos que me aceptaran en la banda una vez
que les revelara mi verdadera identidad. Si jugaba bien mis cartas, tal vez podría
convencerles de dejar que me quede como una chica.
Sin embargo, antes de que pudiera explicarle todo eso a Jodi, Asher me
agarró del brazo. —Santo cielo, Sticks, no vas a creer esto. —La emoción irradiaba
de su voz mientras seguía sacudiendo mi hombro con fuerza—. Me llamó un
dueño de un casino de Chicago. Estuvo aquí esta noche y vio nuestro show. Y
quiere que toquemos en uno de sus clubes. El próximo sábado. Nos ofreció dos mil
dólares por una noche. ¿Puedes creer esa mierda?
Me quedé boquiabierta, impactada, a medida que Asher echaba atrás la
cabeza y soltaba una risa feliz y aliviada. —He estado trabajando durante más de
un año para conseguir que nos den una oportunidad como esta. Y entonces estás
con nosotros una noche, una jodida noche, y ¡bum! tenemos una oferta del jodido
Chicago. Eres una especie de amuleto de la suerte, ¿lo sabes?
—Yo... —No salió ni una palabra. Negué con la cabeza, sintiendo lo mismo
que él, y también teniendo un montón de nervios.
Pero, a pesar de eso... ¡Mierda! No podía confesar lo que era. ¿Y si tanto se
molestaban los chicos, que me echaban de la banda? Luego, ¿dónde acabarían?
Necesitaban un baterista para el próximo fin de semana. No podía defraudarlos.
No podía defraudar a Asher. Se veía tan adorable cuando se emocionaba así.
Y sí, maldita sea, realmente quería tocar en ese bar en Chicago.
Así que, sí, supongo que esto significaba que Sticks, el baterista, iba a tener
que quedarse un poco más.
Traducido por Nickie & Verito
Corregido por Anakaren
Mientras Knox saltó por encima de la barra para seguir a Pick en dirección a
Miller Hart, escaneé el área del escenario en busca de Asher. El equipo de karaoke
comenzó a tocar una canción de One Direction, así que en lo que sea que estuvo
ayudando a un cliente, debió haber terminado. Eso significaba que se dirigía de
regreso a la barra. Por lo que, comencé a dirigirme al escenario para interceptarlo,
descartando y muchas veces empujando para abrirme paso entre la gente para
poder llegar donde tenía que estar.
Terminé casi chocando contra él cuando esquivé una horda de mujeres
chismeando, y de repente, allí se encontraba.
Ambos nos detuvimos, no esperando ver al otro.
Sus ojos se abrieron con sorpresa y lo que parecía aprensión. —Sticks.
¿Qué<?
—Oh, Gracias a Dios —espeté, haciéndole señas con apremio para que me
siguiera mientras me dirigía hacia una gran apertura que conducía hacia un pasillo
amplio, pero de techo bajo—. Vamos, vamos, vamos. Por aquí.
Me sorprendí cuando en realidad sí me siguió. —¿Por qué? ¿Qué pasa?
—No tienen que vernos. —Agarré su antebrazo tan pronto como llegamos al
pasillo menos atiborrado de gente—. ¿Cuál puerta conduce a la oficina de Pick?
Sus cejas se fruncieron en confusión y señaló. —Esa.‖¿Por‖qué?‖¿Qué<?
Lo jalé hacia la oficina conmigo y cerré la puerta de un portazo. Luego,
jadeando bruscamente, me apoyé contra ella por si acaso.
Después de tambalearse por mi tirón, recuperó el equilibrio para mirarme
con asombro. —¿Qué demonios, hombre?
—Lo‖siento.‖Es‖que<‖—Agité mis manos para hacerle saber que necesitaba
recuperar mi aliento. Luego exhalé un largo y contante respiro y le expliqué—:
Aquí es donde Pick me dijo que te trajera.
—Está bien —dijo lentamente, frunciendo más el ceño—.‖Y<‖¿por‖qué‖hizo‖
eso?
—Eh<‖ya‖sabes.‖ —Esquivé su pregunta—. Probablemente te lo hará saber
cuándo llegue aquí, así que<‖lo‖dejaré‖que‖te‖lo‖explique‖todo.
Sus labios se abrieron como si quisiera preguntar más, pero con la manera
adorable en que sus cejas seguían arqueándose, no parecía saber qué quería
preguntar primero.
—Bueno, yo me pasé por aquí esta noche para disculparme contigo por lo
de antes —me apresuré a decir, improvisando totalmente, diciendo la primera cosa
que se me vino a la mente.
De nuevo, lucía desorientado por lo que tenía que decir. Pero unos
segundos después, sacudió la cabeza. —¿Por qué? Yo fui el que hizo que las cosas
se pusieran incómodas.
—No,‖no‖es‖así.‖Tú<‖espera,‖¿qué?‖Tú‖no‖hiciste‖que‖nada‖fuera‖incómodo.‖
¿Por qué pensarías eso?
Sus hombros se tensaron y se giró hacia un lado lejos de mí como si quisiera
proteger una parte de sí mismo. Luciendo completamente incómodo por todo el
cuerpo, agitó una mano. —Ya sabes —murmuró, sin mirar en mi dirección—, por
decirte tanta mierda sobre mí.
Parpadeé. —Eh<‖ ¿No‖ es‖ eso‖ lo‖ que‖ haces‖ cuando‖ conoces‖ a‖ alguien;‖
compartes cosas pequeñas sobre ti?
—Sí, pero<‖—Por fin miró en mi dirección—. Esas no fueron cosas pequeñas.
Y‖no‖son‖cosas‖que‖comparto‖con‖la‖gente<‖nunca.‖‖
—Ah. —Dándome cuenta de que se abrió conmigo más de lo normal, la
importancia del momento me quitó la respiración de los pulmones. Una pesadez
llenó‖mi‖pecho,‖y‖solo‖quería<‖ni‖siquiera‖lo‖sabía.‖Pero‖ciertamente‖no‖era‖tomar‖
el regalo de la confianza de Asher por sentado.
Así que sacudí la cabeza y suavizando mi voz, dije—: No hiciste que nada se
pusiera‖incómodo<‖En‖absoluto.
No me di cuenta que estiré una mano para acomodarme el cabello detrás de
mi oreja hasta que mis dedos rozaron los mechones cortos, sobresaltándome y
recordándome que todavía me encontraba en mi forma de chico. Así que me aclaré
la garganta y cuadré mis hombros, intentando una pose más masculina.
Asher inclinó la cabeza hacia un lado a la vez que me fruncía el ceño. —Así
que, ¿de qué te estabas disculpando, y por qué saliste corriendo como si te asusté?
—Bueno,‖ yo<‖ yo‖ me‖ disculpaba‖ por‖ haber‖ salido‖ corriendo‖ en‖ medio‖ de‖
nuestra‖ conversación.‖ Y‖ tuve‖ que‖ salir‖ corriendo‖ porque<‖ porque<‖ —Mierda,
¿por qué mi cerebro se hallaba tan muerto? No podía pensar una pequeña mentira
para decírsela.
No había manera de que le contara la verdad y le hiciera saber que acababa
de descubrir que yo era la chica de la camiseta de Incubus. No creía que le pudiera
decir‖eso<‖nunca.
Así que, farfullé por un minuto más antes de decir—: ¡Mi compañera de
cuarto! Sí, Jodi. Sabes, la conociste anoche. Ella había salido del trabajo, y le dije
que la iba a pasar a buscar esta tarde, darle un aventón. —Mentira—. Me acordé
que me esperaba, así que tenía que apresurarme, o ella iba a estar molesta.
Mentira.
Mentira.
Mentira.
Todas las mentiras se revolvieron como acido en mi estómago, así que me
volteé, centrando mi atención en un estante contra la pared, más que todo lleno de
pequeños portarretratos.
—Entonces, ¿tú vives con ella? ¿Con Jodi? Ah. Supongo que no sabía eso.
—Ajá —murmuré, agradecida de que no tuviera que mentir sobre eso al
menos. Luego estiré mi mano en busca de mi cabello de nuevo, y casi me gruñí a
mí misma cuando recordé que no tenía largos mechones para acomodar detrás de
mi oreja en el momento. Maldición, ¿por qué tenía que tener un hábito nervioso
tan femenino?
—¿Cómo es? —preguntó Asher—. ¿Vivir con una mujer?
—Bien.‖ ¿Por‖ qué‖ sería<?‖ —Recordando que se suponía que fuera gay,
viviendo con una mujer heterosexual, me detuve—. Quiero decir, además del
hecho‖ de‖ que‖ nos‖ peleamos‖ por‖ todos‖ los‖ chicos‖ guapos,‖ es‖ como<‖ como‖ tener‖
cualquier otro compañero.
—Ah. —Por la voz de Asher, sonaba más confundido por mi respuesta que
aclarado.
Devolviendo mi mirada hacia él y desesperada por cambiar el tema antes de
que revelara algo que no debería, ondeé un dedo entre él y las fotos. —Así‖que<‖
Pick y tú. ¿Qué hay con eso?
La sospecha al instante llenó sus ojos. —¿Por qué? ¿A qué te refieres?
Me encogí de hombros. —No sé. No lo sé. Es solo que pareciera que hay
m{s‖ que‖ una‖ relación‖ entre‖ ustedes‖ que‖ solo<‖ ya‖ sabes,‖ de‖ jefe‖ a‖ empleado.‖ —
Luego me giré de vuelta hacia la multitud de fotos; la mayoría con una mujer rubia
y‖dos‖adorables‖niños<‖excepto‖una—. Y luego, está el hecho de que tiene una foto
tuya en su oficina, mientras que ninguno de sus otros bartenders están aquí.
—¿La tiene? —Apareció a mi lado, y su boca cayó abierta cuando vio la foto
que yo señalaba.
En el portarretrato, Asher se encontraba parado en el escenario, cantando en
un micrófono mientras tocaba la guitarra. Los otros miembros de Non-Castrato se
volvían borrosos a los lados; él era el foco principal de la foto obviamente.
—Mierda —murmuró, mirando fijamente—. No tenía la menor idea de que
tenía esto.
—Parece como si este estante está reservado para las fotos familiares —
cavilé en voz alta.
Asher soltó un gran suspiro y se pasó la mano por el cabello. —Supongo<‖
—Comenzó lentamente—.‖Sí.‖Somos‖familia.‖Él‖es<‖mi‖hermano.
A pesar de que obviamente dirigía mis suposiciones hacia una asunción de
ese estilo, escucharlo confirmarlo me hizo sacudir la cabeza en confusión.
Lo miré de reojo. —¿Cómo dices?
Sacudió la cabeza como si toda la cuestión lo desconcertara. —Nadie lo sabe
todavía<‖ no‖ oficialmente.‖ Pero,‖ eh<‖ resulta‖ ser,‖ que‖después‖ de‖ que‖ comencé‖ a‖
cantar‖la‖canción‖‚Ceilings‛,‖descubrí‖que‖él‖había‖sido‖abandonado‖por‖su‖madre‖
biológica en el‖hospital,‖y<
—Santa mierda —murmuré—. ¿Tu jefe terminó siendo tu medio hermano
perdido hace mucho tiempo? ¿Cómo demonios siquiera pasó eso?
Asher me miró, con expresión aturdida. —Me hago la misma pregunta
todos los días.
—Pero, espera. ¿Hace cuánto tiempo sabes de esto? Solo has estado tocando
‚Ceilings‛‖un‖par‖de<‖
—Semanas —terminó por mí—. Obtuvimos los resultados hace tres semanas
aproximadamente.‖Y‖todavía‖es<‖muy‖nuevo.
Solté un suspiro. —Amigo.‖Eso‖es<
Cuando sacudí la cabeza, él asintió. —Lo sé.
—¿Por qué no lo han anunciado oficialmente? —me pregunté, temiendo lo
peor por el pobre Asher—. ¿Él no quiere ser tu hermano?
Asintió, girándose hacia la foto de él. —Sí. Extrañamente, sí quiere. En
realidad soy yo el que se está conteniendo.
Lo miré de soslayo. —Entonces<‖¿no‖te‖agrada?
—No, sí. —Se giró hacia mí, su mirada desesperada y alerta—. Ese es el
problema.‖Es‖este‖chico‖asombroso,‖con‖los‖pies‖en‖la‖tierra‖y‖correcto.‖Y<‖es‖mi‖
hermano.‖Eso‖es<‖mejor‖de‖lo‖que‖jam{s‖esperé‖que‖fuera.‖Pero<‖va‖preguntar por
ella.
Sacudí la cabeza. —¿Por quién?
—Por nuestra madre —dijo entre dientes—. Es lógico, ¿no? ¿No te gustaría
saber sobre tu madre si acabaras de conocer a un hermano que la conoció y tú
nunca lo hiciste?
Cuando abrí la boca para responder que suponía que sí, siguió hablando—:
Sabes que va a querer saber todo. Va a querer saber qué tipo de persona fue, cómo
murió, y yo voy a tener que ser el que le diga la miserable vida que llevó y quien la
mató. ¿Y luego qué va a pensar de mí después de eso? Soy el hijo del asesino de su
madre. No sabe que todo en‖ mi‖ canción‖ ‚Ceilings‛‖ es‖ verdad.‖ ¿Qué‖ pasaría‖ si‖
descubre‖ que‖ lo‖ es‖ y‖ no‖ quiere‖ tener‖ nada‖ que‖ ver‖ conmigo?‖ No‖ puedo<‖ —
Sacudió la cabeza, luciendo miserable—. Simplemente no estoy listo para arriesgar
eso. Toda mi vida está en este edificio, y él podría quitarme todo eso con una sola
palabra.
Me aclaré la garganta y me rasqué la oreja. —Entonces<‖¿Todavía‖no‖le‖has‖
dicho nada sobre tu mamá o tu papá?
Negó con la cabeza y sus ojos verdes se llenaron de temor.
—¿Y él no ha preguntado?
—No. Todavía no. Pero sabes que lo hará.
Dejé salir un suspiro y me encogí de hombros. —Honestamente, creo que
deberías decirle algo, porque tengo el presentimiento de que ya sabe lo que le pasó
a tu mamá y quien la mató.
Su expresión se transformó de preocupación a confusión. —¿Ah?
La puerta se abrió, y Pick entró.
Cuando miré a su hermano y luego de vuelta a él, Asher debió haber visto
algo en mi expresión. Entrecerró los ojos, y su rostro se aclaró con algún tipo de
entendimiento.
Se giró hacia Pick. —¿Qué demonios pasa? —Luego hacia mí, mirándome
fijamente—. ¿Qué le dijiste?
Levanté mis manos, contenta de que estuviera libre de culpa respecto a esto.
—Nada. No le dije ni una mierda a nadie. Nunca traicionaría tu confianza de esa
manera. —Especialmente ahora que sabía que lo que me había contado realmente
era confidencial.
Pick se aclaró la garganta, haciéndome saber que se haría cargo.
Cuando me callé, Asher lanzó miradas sospechosas entre nosotros dos antes
de demandar—: ¿Qué?
—Miles Hart acaba de estar en el club —anunció Pick.
Asher palideció. Luego sacudió la cabeza. —¿Perdón?
—Knox lo reconoció de cuando estuvieron juntos en Statesburg.
—Espera. —Asher levantó ambas manos, solo para enterrarlas en su cabello
y apretar la cabeza. Su frenética mirada fue hacia Pick—, ¿Cómo siquiera sabes
sobre<‖él?
Con una pequeña exhalación, Pick se sentó en la esquina de su escritorio y
dobló las manos sobre sus rodillas. —Por favor, Asher, ¿cómo crees tú? Busqué en
internet y encontré todo lo que podía sobre ti la noche que dejaste ese mensaje en
mi teléfono, antes de que siquiera enviara a buscar los resultado de ADN. Me llevó
a‖artículos‖sobre‖Polly‖Ruddick<‖y‖su‖muerte,‖y‖su‖asesino,‖Miller‖Hart.
Traducido por Julie
Corregido por Dannygonzal
Oh Jesús. Esto era más de lo que podía soportar. Pick lo sabía. Él lo sabía
todo.
—Así que... todo este tiempo... ¿ya lo sabías?
Asintió.
Jadeé en busca de aire, aterrorizado, y luego caí en cuenta. Él sabía... desde
hace tiempo, y no me despidió ni me echó de su vida.
—Y todavía estás bien con... —Moví un dedo entre nosotros—. ¿Nosotros?
Pick arqueó las cejas, sorprendido. —¿De verdad te preocupaba que no
quisiera ser tu...? —Hizo una pausa y miró con inquietud hacia Sticks.
Mi baterista se encogió aún más, totalmente atrapado espiando nuestra
conversación muy personal.
Pero bufé y agité una mano en su dirección. —Él ya lo sabe.
Eso pareció tomar por sorpresa a Pick. —¿De verdad?
Asentí, sin preocuparme por Sticks. —¿Por qué mi papá está aquí? ¿Sigue en
el‖edificio?‖Él<
—No, se ha ido. Knox y yo, sobre todo Knox, lo acompañamos a la puerta y
le hicimos saber que nunca volvería a ser bienvenido bajo este techo.
El alivio me inundó. —¿Lo echaste? —Bien. Pero entonces la renovada
preocupación aumentó. ¿Qué demonios hacía Miller Hart dentro de Forbidden?
Pasando una mano sobre mi cara, me senté en el sofá de Pick—. Me pregunto
cuando salió. Pensé que todavía le quedaban un par de años.
—Yo puedo responder a eso —dijo Remy. Cuando lo miré, explicó el cierre
de Statesburg. Y yo solo pude sacudir la cabeza.
—Bueno... mierda.
Sticks resopló con sorpresa. —¿Eso es todo lo que tienes que decir?
Con un encogimiento de hombros confundido, le pregunté—: ¿Qué otra
cosa se supone que debo decir?
—Oh, no sé. Qué tal... ¿dónde está el lugar más cercano en el que podemos
obtener una orden de restricción?
Lancé una carcajada. —¿Perdón? ¿Por qué demonios voy a necesitar una de
esas?
—Piénsalo, Asher. Acaba de salir de la cárcel después de pasar ¿cuántos
años allí?
—Uh... —Hice un cálculo rápido en mi cabeza—. Como dieciséis.
—Dieciséis años tras las rejas, y ¿cuál es el primer lugar al que va cuando es
liberado? ¡Aquí! El mismo lugar donde el hijo, que testificó contra él y lo puso en la
cárcel, trabaja.
Mi cerebro daba vueltas ante sus palabras. Nunca lo había pensado de esa
manera. Pero fui la única persona que declaró en ese juicio como testigo ocular,
¿no? Seguramente el viejo estaba un poco enojado conmigo por eso.
Oh.
—Tenemos que conseguirte algún tipo de protección —afirmó Sticks de
forma rotunda, sorprendiéndome con la seriedad con la que se tomaba todo esto.
Bufé. —Sí, no creo que eso sea necesario.
—¡Dios mío! —Él levantó las manos con indignación—. ¿Cómo puedes dejar
pasar esto como si no fuera algo serio? Él vino aquí... por ti. Tal vez soy el único,
pero me parece muy alarmante.
—No, no eres el único —murmuró Pick.
Miré a mi hermano que tenía los brazos cruzados sobre el pecho y se pasaba
el nudillo del pulgar sobre el aro del labio inferior, pensativo.
Jesús, ambos se preocupaban sinceramente por mí.
Sí, mi padre fue el monstruo malísimo en mi vida cuando yo era joven. Me
aterraba en aquel entonces, y había temido cada momento en el que era obligado a
entrar en la habitación con él. Pero hace un par de años, visité la prisión donde se
encontraba, decidido a enfrentar mis demonios.
No me reconoció. Después de preguntarme quién era, quiso saber si yo era
su nueva representación legal y empezó a hablar de que estaba seguro que aún
podía librarse si hacíamos pasar el asesinato como autodefensa. Nunca lo corregí y
terminé siguiéndole la corriente antes de dejarlo con una mentira, diciendo que
estaría en contacto.
Toda la visita me dejó... vacío por dentro. No hubo amor perdido por el
hombre que me había aterrorizado, pero tampoco ningún miedo contenido.
Envejeció mal tras las rejas. Él solo fue un anciano débil y patético que no me
provocó ni una pizca de miedo.
Así que era difícil armarme de valor ahora.
—O tal vez no tiene un pensamiento nefasto en la cabeza —le dije a Pick y a
Remy—. Tal vez el tipo solo quiere reencontrarse con su hijo.
—Sí —acordó Remy rodando los ojos de forma sarcástica, y cruzó los brazos
sobre el pecho—. Porque antes no era más que un ser de amor paternal y devoción,
criando a su precioso niño en una casa de drogas y golpeándolo a él y a su madre
cada vez que se le antojaba. Claro.
Fruncí el ceño, decidiendo que le había contado mucho sobre mí mismo.
Pero, maldita sea, él tenía razón. —Bueno, está bien. Soy el único pariente vivo que
le queda. ¿A quién más va a recurrir en busca de dinero o un lugar donde dormir?
Honestamente, si acabas de salir de la cárcel después de dieciséis años, ¿a dónde
irías? Necesita cosas, y estoy seguro de que cree que se lo debo.
—Bueno, no va a conseguir nada de ti.
El anuncio decidido de Remy me hizo reír. —¿De verdad? Y yo que pensaba
darle todo lo que tenía.
No pareció apreciar mi sarcasmo. Girando hacia Pick, me señaló. —Hazle
entrar en razón, maldita sea.
Pick suspiró y se frotó la cara. —Mira —me dijo mientras dejaba caer las
manos—, no importa cuál sea su motivo, yo tampoco lo quiero cerca de ti. Y solo
para asegurarnos, creo que un par de medidas más de protección sería prudente.
—Está bien. —Levanté las manos como si me rindiera a su voluntad, pero
luego me agarré el pelo—. Voy a tomar en cuenta lo que ambos dijeron, y les
agradezco su preocupación, pero, sinceramente, este no es su problema. —Cuando
abrieron la boca, luciendo dispuestos a discutir conmigo, rápidamente seguí
hablando—. Y si alguna vez vuelve, buscándome, dejen que yo me encargue de él.
Voy a echarlo yo mismo. Ahora es un hombre viejo y débil. Ya no me asusta, y que
me condenen antes de permitir que me asuste de nuevo.
Con eso, giré hacia la puerta.
Pick se lanzó hacia adelante, con pánico en sus ojos. —¿A dónde vas?
Suspiré. Era lindo saber que le importaba tanto como para preocuparse por
mí, pero con respecto a este tema en particular, me molestó. —Vuelvo al trabajo. Si
no lo has notado, el bar sigue abierto y está muy ocupado, y para eso me pagan.
Casi desafiándolo a reaccionar con la mirada que le envié, abrí la puerta.
Un suspiro de resignación abandonó sus pulmones. —Solo... cuídate, ¿sí?
—Claro que sí, Capitán. —Lo saludé, enviándole una mirada a Sticks solo
para verlo mordiéndose las uñas con preocupación, y entré en el pasillo. Y quién lo
diría, Miller Hart no se abalanzó sobre mí, con la intención de matarme.
Tanto Pick como Remy hallaron la manera de salir al bar un par de minutos
más tarde. Se mantuvieron cerca, charlando juntos con una cerveza, poniéndome
irritable con cada minuto que permanecían así.
Los evité a los dos, sin estar dispuesto a hablar más sobre mi padre, o
incluso pensar en él.
Salvo que no podía sacarlo de mi cabeza. Me alteró saber que se encontraba
libre. Todo anudado por dentro, no estaba muy seguro de cómo me afectó la
noticia, simplemente sabía que lo hizo. No tenía miedo, como algunas personas
creían que debería tener, pero me quedé muy sorprendido e... inquieto. No quería
hacerle frente al viejo. Después de mi primera y única visita a él tras las rejas, puse
esa parte de mi vida detrás de mí y seguí adelante. Solo quería que continuara de
esa manera.
Mis dos guardaespaldas autoproclamados se fueron por fin una hora antes
de cerrar, pero o Pick le había dado a Knox órdenes de que me acompañara a mi
motocicleta u otra persona se preocupaba por mi seguridad.
Eso era raro, que haya gente que piense y se preocupe por mí. No estaba
seguro de cómo lidiar con ello, así que solo le agradecí a mi compañero de trabajo
y le saludé tan pronto como arranqué mi bestia.
Cuando llegué a mi casa, sí, bien, revisé un poco para ver si el viejo se
encontraba allí. Pero el callejón que conducía a mi puerta estaba vacío. Abrí todos
los cerrojos, recordando bloquearlos detrás de mí, y corrí escaleras abajo hacia mi
pequeño dominio.
Mozart dando vueltas en su jaula fue lo único que me recibió.
—Hola, amiguito —le dije, encendiendo la luz principal, a pesar de que
había dejado una luz de noche encendida para que él viera.
Mi entrada lo puso en marcha, corriendo aún más rápido a lo largo de los
túneles que había hecho para que pasara de jaula en jaula hasta que estuvo en la
más cercana a mí. Su entusiasmo me hizo sentir apreciado, aunque seguramente no
se alegró de verme a mí en específico; lo más probable era que solo tuviera ganas
de que lo dejara suelto. Así que le concedí su deseo, y abrí la puerta.
Salió disparado más allá de mí, una mancha de piel marrón saltando un
metro y medio hacia la parte de atrás del sofá. Luego pasó rápidamente a lo largo
del respaldo y se lanzó al suelo donde desapareció debajo de mi cama.
Suspiré. —Sí, es bueno verte a ti también, amigo.
Oh bien. Él era mejor compañía que nada.
Quitándome los zapatos, me dirigí a la zona de la cocina y abrí la pequeña
nevera para sacar una botella de agua. No había comido desde el ensayo, cuando
me devoré la mitad de la comida de Remy, pero la verdad es que no tenía hambre.
Y no tenía ganas de dormir a pesar de que estaba cansado. Ya sabía que solo
terminaría dando vueltas si me metía en la cama en este momento, y odiaba
quedar enredado en mis propias sábanas... a menos que tal vez tuviera compañía
de la clase femenina.
Pero no tenía a una mujer aquí, y la idea de mi papá libre y vagando por las
calles en algún lugar rondaba por mi cabeza. Podría dormir una o dos horas más
tarde, pero todavía no. Sentándome en una silla de la mesa, agarré el cuaderno que
había dejado abierto y cogí un bolígrafo.
Mi musa ciertamente no se sentía tan inspirada como antes, pero esta
canción era lo único en lo que quería trabajar. Excepto que, mierda, imaginar a mi
padre, viejo y arrugado en la prisión, quejándose de lo injusto que fue tratado, era
lo único en lo que podía enfocarme.
Frotándome la cara, me senté en la silla y abrí mi mente. La primera persona
que apareció en mis pensamientos fue la chica con la camiseta de Incubus,
cantando en el escenario y chocando su cadera con la de la pelirroja más bajita a su
lado. Había estado tan atrevida y relajada allí, cantando con confianza, porque ella
sabía que tenía un buen aspecto y voz, y solo quería divertirse un poco con ambos.
Me hizo desear divertirme un poco con ella.
Pero tanto de ella era borroso en mi mente; recordaba muy pocos detalles
reales aparte de que tenía el pelo largo y oscuro. Así que le di las piernas de la
chica baterista que se presentó a la audición. También le puse la cara de la chica
baterista, pero tampoco podía divisarla muy bien en mi memoria. Era muy malo
para recordar caras. Así que, supuse que las piernas y el cabello tendrían que ser
suficientes.
Me imaginé agarrando puñados de ese cabello sedoso, largo y oscuro
mientras que esas increíbles piernas se envolvían a mi alrededor con la esperanza
de pensar en una nueva oración para la canción.
Pero en lugar de eso, pensé en otra cosa.
Mis pantalones vaqueros se volvieron apretados en el área del regazo, así
que me deslicé un poco más abajo en la silla para hacer más espacio. Pero eso no
ayudó. Había pasado demasiado tiempo desde que el pequeño Asher salió a jugar,
y una vez que lo despertaba, solo quería más atención, y seguía creciendo,
exigiendo que le diera algo. Así que bajé la cremallera y me acomodé a mí mismo.
Una de las pequeñas ventajas de vivir solo; podría sentarme desnudo, y a nadie le
importaba.
Pero la idea de que a nadie le importara impulsaba esa chispa de soledad
que había estado reclamándome últimamente, y tuve que hacerme pensar de
nuevo en la muchacha con la camiseta de Incubus y con las piernas de la chica
baterista para superarlo. Y sí, mi polla se agrandó más. Antes de darme cuenta,
deslicé mi mano alrededor de la base y bombeé con fuerza, sin pensar en las
canciones, pero cerrando los ojos para poder soñar despierto con esa piel suave y
cálida, el cabello largo y un coño mojado y apretado que me hizo correrme en
instantes.
Con un suspiro de alivio, me hundí más en mi silla y apoyé la cabeza contra
el respaldo. Pero mientras jadeaba por los últimos restos de mi orgasmo, solo me
sentí más patético que nunca. A pesar de que conectar con una mujer al azar
después de un concierto no era mi preferencia, tenía que ser mejor que
masturbarme solo en mi apartamento. Por lo menos, podría tener un momento de
abrazos antes de que ella se fuera, clamando que sus amigas no le creerían cuando
les dijera que acababa de follar a Asher Hart.
Mis amigos en Forbidden tenían razón; necesitaba tener sexo. Mucho.
Un sonido desde la cama me hizo echar un vistazo y salté cuando vi a
Mozart allí de pie sobre sus patas traseras, inclinando la cabeza hacia un lado y
mirándome, moviendo su cola peluda con interés.
Me enderecé en la silla, ocultándole de inmediato mi polla. —¿Qué diablos,
pequeño pervertido? ¿En serio acabas de ver eso?
Ante mi voz, salió disparado y desapareció debajo de la cama. Resoplé con
disgusto, más disgustado conmigo mismo que con mi mascota, y limpié rápido mi
desorden, luego me vestí antes de que Mozart intentara echar otro vistazo.
Después de agarrar mi bolígrafo y golpetearlo contra mi libreta, suspiré con
derrota. La adrenalina del concierto de Chicago estaba oficialmente muerta. No fui
capaz de escribir otra palabra por el resto de la noche.
Traducido por Kath1517
Corregido por Julie
Terminé dejando que Remy peinara mi cabello. No sé por qué; sabía que
simplemente había estado bromeando sobre eso. Pero fue divertido bromear con
él, y necesitaba una distracción porque, a decir la verdad, me sentía un poco
nervioso por esta noche.
Tocar en Forbidden se había vuelto cómodo y predecible. Lo amaba, pero
sabía que si queríamos crecer teníamos‖que‖diversificarnos.‖Así‖que<‖bienvenidos‖
sean los experimentos nuevos y aterradores.
Incluyendo el cabello peinado con gel.
Sticks habló atropelladamente todo el tiempo, alterando su voz para que
sonara como la de esos estilistas flameantes de las películas de los ochenta, y
dejando caer su mano cuando la lanzaba hacia un lado. —No te preocupes, cariño,
quedarás magnífico.
—Cállate, idiota. —Le lancé un golpe a su rodilla, pero él saltó hacia atrás
justo en el momento, esquivándome—. Solo haz lo tuyo.
Luego agarró ese pegote de gel de mierda y hundió sus diez dedos en mi
cabello.
Cerré los ojos e intenté no disfrutarlo‖demasiado.‖Pero< mierda. Para haber
sido criado por el tipo de padres que no era sensiblero y luego por un tío que era
de la misma manera, incluso el contacto humano más ligero era como estar en
completo contacto carnal para mí. Y él me torturaba mientras trabajaba lenta y
suavemente, tirando de mi cuero cabelludo con tirones rítmicos que me forzaban a
tragarme un gemido de placer.
Me recordó que no había sido verdaderamente tocado, además de codazos
amistosos o palmadas en los hombros por parte de amigos, en meses. Me hizo
anhelar el sexo, cuerpo contra cuerpo, manos y labios acariciándose, bocas llenas
de pechos y dedos enterrados profundamente‖en‖algo‖apretado‖y‖mojado<
Cuando Sticks dijo algo sobre cuán asombrado estaba por la falta de puntas
abiertas, salté por la sorpresa, recordando de repente que era él el que me tocaba.
—¿Falta poco? —pregunté, cambiando de peso malhumoradamente en la
tapa cerrada del inodoro.
El tener sus manos en mi cabello de repente se sentía demasiado personal.
Ni siquiera las mujeres con las que había dormido jugaron tanto con mi cabello.
Eran conocidas por aferrarse a él cuando se venían, pero luego de eso no les servía
de nada. No estaba seguro de cómo lidiar con el hecho de que Remy se estuviera
familiarizando con él. Y nunca, ni en un millón de años, admitiría que me gustaba
cómo se sentía cuando me masajeaba el cabello.
—Cristo, qué impaciente eres. —Liberó mi cabello y casi lloriqueé por la
pérdida de su toque. Luego de tomar el peine, hizo unos giros aquí y allá, y se
alejó—. Allí está. La perfección. —Sonriendo orgullosamente, señaló el espejo—.
¿Qué te parece?
Me puse de pie y observé mi reflejo. Lo había peinado para que se levantara
y cayera de lado de forma desordenada, pero era un desorden controlado. Me veía
como una maldita estrella de rock. Pero pues supongo que esa era la idea. —Está<
—Condenadamente sexy —confirmó Remy, ganándose un ceño fruncido de
mi parte. Pero él se encogió de hombros, alucinado—. Sí, pensabas que tenías un
montón de mujeres arrastrándose detrás de ti antes. Solo espera hasta esta noche,
hombre. Ese hermoso desorden va a atraer a todas las chicas.
Me eché a reír, pero la mención de las mujeres me hizo pensar en sexo de
nuevo.
Me recordó cuánto tiempo había pasado desde que tuve sexo, y un calor
pulsante se extendió a través de mi pene. Luego mi mente se puso en modo súper
cavernícola, incapaz de pensar en algo que no fueran coños. Y embestidas.
Maldita sea. Esto estaba mal. Tenía que hacer algo al respecto.
Gruñendo algo —ni siquiera estoy seguro qué—, escapé del baño y recogí
mi billetera y mis llaves. —Voy a explorar la zona, a ver cuán cerca estamos del
club. Para entonces probablemente ya será la hora de irnos. El baño es todo tuyo,
hombre.
Apoyó el hombro contra el marco de la puerta, observándome. Cuando todo
lo que dijo fue: ‚est{‖ bien‛,‖ me‖ llenó‖ un‖ extraño‖ malestar,‖como‖si‖ debiera‖ hacer‖
más, saber más, o demonios, ni siquiera lo sé. Simplemente no se sentía bien. Así
que salí corriendo. —Gracias de nuevo por<‖ ya‖ sabes.‖ —Señalé mi cabello y me
apresuré a salir por la puerta.
Estuve afuera por más tiempo del que debería haberlo hecho, pero al menos
entendí cómo funcionaban las cosas, y cuando volví para reunir a la banda, fui
capaz de llevarnos directamente a nuestro destino sin perderme.
Con el parloteo de Gally y el fuerte silencio de Holden, la rareza que sentí
más temprano con Sticks se disipó, y fui capaz de pensar en el concierto. Mientras
esperábamos detrás de bastidores para nuestro momento de empezar —porque
este lugar en realidad tenía bastidores—, Sticks movió el cuello y se puso a saltar
de puntillas, como si estuviera preparándose para una carrera o algo.
Sacudí la cabeza y sonreí. —¿Qué demonios haces?
Él solo se encogió de hombros. —Desentumeciéndome. —Luego movió los
hombros y dio una patada con cada pierna antes de sacudirlas—. No tienes ni idea
de cuán rígido me pongo después de estar sentado en ese taburete por tanto
tiempo.
Tenía sentido, por lo que me di vuelta y contuve el aliento cuando el
coordinador nos hizo un gesto para que pasáramos. —Nos toca —le anuncié a los
chicos, y guié el camino hacia el escenario, donde el personal ya había preparado
nuestro equipo.
Exhalé de repente cuando vi a la multitud. Este lugar no se encontraba tan
lleno como generalmente lo estaba Forbidden, pero era fácilmente cuatro veces
más grande, lo que significaba que había al menos el doble de personas. La pista se
encontraba oscura, con cuatro focos azules iluminando los puestos en los que cada
uno debía situarse, con la luz ya iluminando mi nuca.
Troté hacia mi lugar, me puse mi Taylor y tomé el micrófono, observando a
mi alrededor para asegurarme de que los demás estuvieran listos. Cuando Remy
asintió, le di la señal para comenzar antes de que siquiera nos presentáramos.
Finalmente hablé un poco dos canciones más tarde, contándole a la multitud
un poquito de quiénes éramos, de dónde éramos, y dónde podían encontrar más
información sobre nosotros. Para ese punto, los habíamos animado con nuestra
música y respondían más entusiasmados, aplaudiendo cuando presenté a cada
miembro.
Y luego nos hallábamos tocando de nuevo, rockeando todas las canciones.
Pensé que íbamos a tener un problema cuando Holden tuvo un poco de miedo
escénico y no tocó un punteo corto. Pero Remy se mantuvo firme todo el tiempo, y
Heath fácilmente se acopló con nosotros.
Aliviado, canté un poco más fuerte para compensarlo, y nadie pareció darse
cuenta. Nos vitorearon, bailaron y se divirtieron.
Para el momento en que terminamos, me encontraba cubierto de sudor pero
tenía una descarga de adrenalina que se sentía malditamente increíble. El dueño —
sí, el dueño en persona—, se reunió con nosotros detrás del escenario para
invitarnos a volver dentro de un mes, y solo tuve que mirar a mis compañeros para
que aceptaran, así que asentí diciendo que sí.
Luego de eso, nos dieron cupones para bebidas con descuento en el bar, y
creo que los cuatro teníamos demasiada energía como para irnos al hotel, por lo
que los tomamos y nos dirigimos al club.
Gally desapareció inmediatamente para buscar una aventura de una noche,
pero Holden, Sticks y yo encontramos una mesa libre para sentarnos. A la gente le
tomó unos pocos minutos reconocernos, pero pronto un trío de rubias idénticas se
reunió en nuestra mesa, una particularmente atrevida deslizó una mano justo por
mi rodilla y se quedó allí para decirme cuánto le había gustado observarnos.
Su perfume era fuerte, pero su cuerpo era suave y oh, tan femenino, y tenía
toda esta energía en exceso para gastar; no la alejé. Incluso puse una mano en su
cintura para no tener que preocuparme de que perdiera el equilibrio y cayera en mi
pierna. Coqueteó conmigo mientras sus amigas se acercaban, una de ellas al final
se giró hacia Sticks para hablarle.
Sabía que la mujer en mi regazo estaría de acuerdo si quisiera llevar esto
más lejos. Infiernos, sentía que estaría de acuerdo si quisiera arrastrarla a un rincón
privado en el club y tomarla justo allí. Pero algo seguía frenándome de actuar, tal
vez la manera en que no paraba de llamarme por mi nombre y apellido juntos.
Era bastante molesto.
Habíamos estado sentados allí menos de diez minutos cuando alguien se
acercó, llamándome por mi nombre.
Miré hacia atrás y casi caí de mi silla cuando encontré la mirada burlona de
mi padre.
—¿Qué demonios? —demandé—. ¿Qué haces tú aquí?
—Tenemos que hablar. —Miró lascivamente el escote de la mujer en mi
regazo antes de volver su atención hacia mí—. Ahora.
—¿Qué<?‖¿Cómo me encontraste?
—Está posteado en el sitio web de tu bandita. Ya que me echaron de ese bar
de mierda en el que tocas normalmente y todavía no tengo la dirección de tu casa,
este es el único lugar en el que podía encontrarte.
—Él no quiere hablar contigo —contestó Sticks por mí, apareciendo a mi
lado para cruzar los brazos sobre su pecho y fulminar a mi padre con la mirada.
El viejo parpadeó antes de resoplar. —¿Quién demonios es este? —me
preguntó—. ¿Tu guardaespaldas? El bastardo es más pequeño que yo.
—También soy más joven, más rápido y estoy armado —informó Sticks,
entrecerrando los ojos.
Su postura me divirtió y como que me deleitó, dado que significaba que le
importaba lo suficiente como para cubrirme la espalda, pero era completamente
innecesario.
—Discúlpame por un minuto, cariño. —Saqué a la mujer de mi regazo y me
paré para decirle a Remy—: Yo me encargo de esto. —Haciéndole señas a mi padre
para que me siguiera, busqué el lugar más tranquilo que pude encontrar para oír lo
que fuera que tenía que decir. Cuando vi que el baterista nos había seguido y se
quedó a unos metros, puse los ojos en blanco. De verdad estaba preocupado; qué
tipo tan raro.
Luego enfrenté al hombre que solía ser mi pesadilla viviente. Pero sí, no
podía evocar mi viejo temor hacia él. Ahora era más alto y más ancho que él.
Simplemente lucía arrugado, tosco y amargado. Ni siquiera podía pensar en él
como un asesino. Había estado allí, había visto su conmoción. Su intención no fue
quitarle la vida.
No era más que un bravucón desagradable y fracasado.
—¿Qué quieres? —le pregunté, cruzando los brazos sobre mi pecho.
—Quiero saber dónde está mi alijo —gruñó, moviéndose intimidantemente
cerca, y eso también me pareció un chiste.
Sacudí la cabeza; no tenía idea. —¿Qué alijo?
—El maldito alijo que tenía escondido cuando me arrestaron.
Dejando salir una carcajada, sacudí la cabeza. No había visto a este tipo en
dieciséis años, ¿y todo lo que le importaba eran sus drogas? Ningún perdón por
asesinar a tu madre, por todos los labios partidos y ojos amoratados, por criarte como a un
esclavo. Solo, ¿dónde están mis drogas?
Tenía sentido.
—¿Y de verdad piensas que sé lo que sucedió con esa mierda? —Continué
meneando la cabeza hacia adelante y hacia atrás—. Nunca me dejaron volver a
entrar al apartamento. No sé qué sucedió con nada.
Gruñendo por la decepción, el viejo se mordió el labio inferior. —¿Crees que
los policías lo encontraron?
Alcé las manos. —No tengo idea. Y honestamente, no me importa una
mierda lo que haya sucedido con tus drogas. Estás por tu cuenta en esto.
Comencé a alejarme, pero me agarró por la manga de la camisa. —Oye, no
terminé de hablar contigo, lamepollas.
Sticks se movió hacia nosotros, deslizando una mano en su bolsillo. Mi
padre le dirigió un ceño fruncido, pero inmediatamente me soltó. Inclinándose
más cerca, dijo gruñendo—: Me debes. Evité que esa perra te matara, no sé cuántas
veces, cuando quiso ahogarte en la bañera o sofocarte con una almohada. Te
mantuve respirando y te proporcioné lo necesario.
Lo observé impasiblemente. —Y aun así, no tengo idea por qué. —Nunca
me había demostrado una pizca de compasión.
—Porque se suponía que resultarás ser como yo. —Comenzó a acercarse
incluso más cerca, pero luego recordó a Remy y le envió una mirada cautelosa.
Cuando se giró de nuevo, su labio se curvó en una mueca despreciativa—. Pero
tuviste que resultar de esta manera.
Sacudí la cabeza y suspiré, enfocándome en Sticks porque no podía mirar al
desperdicio de espacio que se suponía fuera mi padre. —Te dije que no sé dónde
está tu alijo, y no lo sé. Así‖que<‖hemos‖terminado‖aquí.
Comencé a caminar de nuevo, pero él me llamó. —Necesito algo de dinero
para volver a empezar. Demonios, chico, no me des la espalda. Vas a lamentarlo.
Sin siquiera mirar atrás, le hablé a Remy por la comisura de mi boca cuando
se movió de inmediato a mi lado. —Ves, te dije que no me buscaba para matarme.
—Oh, sí, seguro;‖ese:‖‚vas‖a‖lamentarlo‛‖no‖fue‖amenazante‖para‖nada.
Me eché a reír. —Relájate, hombre. Estoy seguro de que esa es la última vez
que vamos a ver u oír de él.
—Creo que te equivocas, pero lo que tú digas.
Con una mirada en su dirección, le pregunté—: ¿De verdad llevas un arma?
¿Qué demonios tienes en tu bolsillo? —Simplemente no podía imaginarlo
metiendo un arma en su equipaje, entre el acondicionador y el gel para el cabello.
Por lo que, cuando respondió a regañadientes—: Maza y silbato. —Lancé mi
cabeza hacia atrás y me eché a reír.
Agarrando su hombro, tuve que admitir—: Hombre, me haces reír.
—Ummm. Bueno, mira eso —murmuró, deteniéndose cuando alcanzamos
nuestra mesa—. Tu harén de putas fue lo bastante amable como para esperarte.
Su tono amargo solo me hizo sonreír. —¿Qué? ¿Estás celoso porque no hay
ningún tipo en el grupo para ti?
Me miró con el ceño fruncido. —Ajá. Sí, debe ser por eso.
Cuando me encogí de hombros y comencé a volver a la mesa, él me tomó
del brazo. —No puedo quedarme. Voy a ver si puedo tomar un taxi y volver al
hotel. ¿Estás seguro de que tu padre no va a volver? Podría dejarte mi maza y
silbato.
Le mostré mi dedo medio. —Creo que puedo arreglármelas sin un maldito
silbato para prevención de violación.
Sacudió la cabeza y miró a las mujeres observándonos, y esperando a que
volviéramos. —No lo sé, Hart. Esa luce como si estuviera lista para rasgar tu ropa
en cualquier segundo, estés dispuesto o no.
Con una risa, lo empujé. —Lo que sea. Ya piérdete. Te veré en el hotel.
Una expresión miserable cruzó su rostro, pero luego asintió y se giró. Lo
observé alejarse por un segundo, luego sacudí la cabeza y me giré hacia las
mujeres.
Traducido por anita0990
Corregido por Daliam
Bien, sí, lo admito. Ver a esa mujer fácil arrastrándose sobre Asher me
convirtió en una perra celosa. Pero no podía evitarlo. Ella no paraba de tocarlo.
Y yo quería tocarlo.
No era justo. Ni siquiera podía poner mi maldita oferta, ya que fingía ser un
chico y todo eso.
Incapaz de verla acometerlo un segundo más, salí disparada de allí y me
desplomé en el hotel, miserable, cuando debería haber estado totalmente excitada
y feliz. Habíamos arrasado con esa actuación. Había sido impresionante, hasta que
esa puta se arrastró al regazo de Asher, y él pasó el brazo alrededor de su cintura.
Estaba tan furiosa que ni siquiera podía preocuparme por el hecho de que su padre
apareciera.
Puff.
Traté de no preguntarme qué habría sucedido si hubiera estado en completo
modo de niña, usando mi maquillaje y un pequeño vestido negro. ¿Podría haber
competido por su atención, robarlo de la puta en su regazo?
Y ¿por qué siquiera importaría? Nunca iba a conseguir esa oportunidad. Yo
misma fui la causante de mis problemas cuando me metí en la sala de audición
como Sticks.
Después de tomar una ducha extra-larga, limpiar y secar mi sudorosa
mascara pegajosa, me la puse de nuevo porque no tenía ni idea de cuándo Asher
planeaba regresar. Solo sabía que no podía dormir con todo mi largo y oscuro pelo
extiendo a lo largo de la sabana.
De mala gana me metí en la cama, apagué mi lámpara de noche, y luego di
vueltas durante lo que pareció una eternidad, preguntándome qué hacía con esa
otra chica, donde la tocaba, donde ella lo besaba, cuánta ropa fue removida.
Maldita sea. Golpeé mi almohada. Era una estupidez. Yo era su compañero
de banda. Eso era todo. Él podía hacer lo que quisiera con quien quisiera. No
debería ser asunto mío ni debía preocuparme.
Así que ¿por qué demonios me daba tantas ganas de llorar?
Finalmente, lo que parecía horas después, mi conciencia me arrastró a un
sueño inquieto. Se sentía como si apenas me hubiera quedado dormida cuando me
desperté sobresaltada por la apertura de la puerta de mi habitación.
Esperando que Asher estuviera solo y no hubiera traído a su amiga con él,
me quedé helada, incluso traté de dejar de respirar.
Oh, Dios. ¿Y si él había traído aquí? ¿Tendría que fingir dormir mientras se
folla a otra mujer a solo unos pocos metros?
No hay manera de que pudiera manejar eso.
Mi cara picaba como loca dentro de mi máscara, pero me abstuve de
rascarme o mover un músculo mientras pisadas —solo un par, uff— se arrastraban
por el suelo. Resortes de colchones se movieron detrás de mí cuando Asher se
sentó en su cama.
Mi cuerpo respondió al instante, calentando sin control mi disfraz ya
caliente. Pero entonces el olor a perfume femenino me golpeó y me volví fría.
Había traído esa otra chica a casa. La rubia.
Odiaba esa rubia.
Asher dejó escapar un suspiro largo y cansado; podía imaginarlo frotándose
el rostro, tal vez pasando sus talentosos dedos por su oscuro y sedoso cabello.
Cabello donde había jugueteado con mis dedos, algo que quería experimentar de
nuevo.
Se levantó. El suave roce de la ropa me dijo que se estaba desvistiendo.
Oh, hombre. Mi termómetro interno se disparó, llegando a las nubes con la
intensidad de mi calentura.
No debería mirar. No debería mirar. Sin dudas, no debería mirar.
Estaba siendo una buena chica y no miré, pero luego entró en el baño, y con
el fin de llegar allí, tuvo que pasar mi cama, justo donde yo miraba con los ojos
completamente abiertos en la habitación a oscuras... bueno, casi a oscuras hasta
que encendió la luz del baño y me regaló una visión de su culo desnudo
perfectamente formado.
Dulce bebé Jesús.
Sus tonificadas nalgas bronceadas eran... eran... sí.
Dulce bebé Jesús.
Demasiado pronto, cerró la puerta del baño, desapareciendo en el interior y
envolviéndome de nuevo en la oscuridad de la habitación del hotel. La ducha se
escuchó y mi imaginación corrió salvaje, pensando en todos los lugares que tenía
que estar tocando su mojado cuerpo desnudo en este momento, estregando mi
jabón sobre la caliente y esculpida piel y dejando un resbaloso rastro desde su
estómago tenso hasta entre sus piernas, donde probablemente estaba ahuecando
sus testículos y limpiándolos.
Maldita sea. Una ducha nunca había parecido tan malditamente sucia.
Quería tanto estar bajo el vapor con él.
Me dolía el cuerpo y mis pezones quemaban con la necesidad de ser
tocados. Cerrando mis ojos, respiré a través de los agujeros de la nariz de mi
máscara, cada respiración un poco menos profunda, destacando mi excitación,
mientras mi mano vagó hacia abajo dentro de la cintura de mis pantalones de
franela, dentro de mi ropa interior.
Dios, cómo me gustaban las bragas sexys de seda. Eran perfectas para el
auto-placer, para deslizarlas contra tu clítoris creando fricción para una experiencia
completa.
Pero esta noche, ni siquiera importaba lo que llevaba allí abajo. Podría
haberme‖ corrido‖ al‖ mero‖ sonido‖ de‖ Asher‖ Hart‖ cantando‖ ‚Budapest‛‖ de‖ George‖
Ezra, en la ducha.
Estaba a punto de acariciarme, mis caderas ya esforzándose por levantarse
de la cama, cuando el agua se cerró en el cuarto de baño.
Maldición.
¿Por qué no se podía haber entretenido un poco más?
Saqué mi mano de la ropa y apreté mis piernas al tiempo que la puerta del
baño se abrió. Automáticamente, mis ojos se abrieron.
Asher salió, chorreando agua, con una toalla colgada a la cintura. Me quedé
boquiabierta a la belleza que era su pecho desnudo mientras patinó sorprendido
hasta detenerse.
—Mierda —dijo, haciendo una mueca—. Lo siento, Rem. No quise
despertarte.
—Está bien. —Arrastrando las palabras, traté de actuar medio despierta,
cuando la verdad es que estaba malditamente despierta. Con un bostezo, me estiré
y rodé la cara lejos de él.
Pero eso no solucionó nada. Se acercó a su lado de la habitación, hacia
donde ahora estaba volteada.
Y luego dejó caer la toalla.
A propósito.
—¿Has estado durmiendo mucho tiempo? —preguntó de manera coloquial,
como si no ocurriera nada trascendental. Echándome un vistazo mientras cavaba
por un par de sus propios pantalones de franela en su bolsa de lona, levantó las
cejas con curiosidad.
—Uh... —Mis ojos se negaron a parpadear mientras lo miraba pasar los
pantalones por sus piernas sin ponerse ropa interior primero.
Oh, Cristo. ¿Siempre se mete en la cama desnudo? Esto no era algo que
debería saber. Técnicamente, no tenía que saber qué tan bien dotado estaba. Pero,
vaya, él lo estaba. ¿Cómo podía un hombre tan delgado ser tan grueso donde más
importaba?
Lamiendo mis labios, tuve que alejarme y rodar a mi otro lado mientras él
retiraba las sábanas y se metía en su cama.
—No mucho —finalmente respondí una vez que estuve de espaldas a él.
¿No mucho? ¡Lo que sea! Esa fue probablemente una de las pollas más largas
que había visto. Y la circunferencia. Malditamente caliente, me tomaría más de una
mano para envolver mis dedos a su alrededor.
—Oh, bien. Oye, ¿te importa si enciendo mi luz hasta que me esté listo para
pasar la noche?
—Adelante —me quejé. Desde luego, no iba a volver a dormir en el corto
plazo. Demasiadas pollas bien dotadas flotaban alrededor de la parte interna de
mis párpados cada vez que trataba de cerrarlos.
—Gracias.
Oí unos pies arrastrándose y el sonido de arrugar el papel, pero me negué a
mirar. No hasta que un cierto aroma llegó a mi nariz.
—Puff. ¿Qué es ese horrible olor? —inquirí, rodando hacia atrás para
mirarlo de nuevo.
Sentado en posición vertical en su cama y con el torso desnudo, apoyando la
espalda en sus dos almohadas, las piernas estiradas sobre las sabanas, se sirvió un
puñado de golosinas en su palma, luego se los metió a la boca.
—Maíz tostado —anunció, sosteniéndolos para que los viera—. Sabor a
Ranch. Los vi en la máquina expendedora del pasillo y no pude resistirme. Esta
mierda y los Tic Tacs con sabor a naranja son mi adicción.
Arrugué la nariz. —Bueno, espero por Dios que hayas comprado algunos
Tics Tacs también. Apuesto a que tu aliento apesta hasta el cielo.
Completamente sin ofenderse, Asher se echó a reír. —Lo que sea, idiota. Iba
a preguntarte si querías un poco.
Inmediatamente tendí la mano sobre el espacio entre las camas. —Infiernos,
sí, quiero algunos. Si voy a ser obligado a olerlos toda la noche, puedo también
comerlos.
Con otra sonrisa, Asher se asomó para verter una cantidad saludable en mi
mano. —Eres tan divertido, Sticks.
—Sí, soy un comediante regular. No seas tacaño.
No lo fue, lo que me sorprendió. Probablemente fue demasiado generoso, en
realidad, ante algo que admitió era su comida favorita, porque el montículo en mi
palma era tan grande que un par de granos cayeron por el lado, sobre la alfombra.
—Oh, mierda. —Dejé escapar un grito consternado—. Maíz tostado caído.
—Regla de los cinco segundos —dijo Asher y se lanzó por un lado de su
cama.
—Oye, esas son mis nueces. —Indignada, salté de mi colchón detrás de él.
Mi hombro lo quitó de mi camino, cogí las tres tuercas en el suelo y las metí en mi
boca.
Entonces, mientras seguía masticando, le grité—: ¡Ja! —Justo en la cara, tal
vez fumigándolo con mi aliento sabor a Ranch.
No fue mi momento más atractivo, pero él pensaba que era un chico, así
que... ¿a quién le importaba? Lo había derrotado con el maíz tostado. ¡Yuuujuu!
—Maldito seas. —Él golpeó con su puño mi pantorrilla. Abrí la boca más de
sorpresa que de dolor.
Maldita sea, me iba a tener que acostumbrar a este tipo de camaradería de
golpear al otro.
—¡Ay! —Con el ceño fruncido hacia él, froté el lugar dolorido, aunque esto
me aseguró el hecho de que sí, sin duda pensaba que yo era del sexo masculino. De
ninguna manera podía imaginarlo haciéndole eso a una chica.
Me gustaba un poco, a pesar de que dolía como un hijo de puta. Por lo
menos sabía que no tenía ningún problema conmigo y estaba lo suficientemente
relajado para ser él mismo y perder el tiempo.
Veía al verdadero Asher Hart, con su guardia completamente abajo.
Entrecerró los ojos hacia mí, sus labios sexy retorcidos con picardía. —Verte
comer esos me hizo preguntarme qué exactamente ha pasado en este suelo. Estás
comiendo todo eso, sabes.
Hice una pausa de masticar, luego me encogí de hombros. Y tragué. Era una
cosa tan propia de un chico, que estaba orgullosa de mí misma, a pesar de que hice
una nota mental para hacer gárgaras el triple de largas en la mañana y cepillarme
los dientes dos veces.
Refunfuñando en voz alta, Asher se arrastró de nuevo a su cama y cogió un
bloc de notas en el que había estado escribiendo.
—Siempre estás escribiendo en esa cosa —dije, más que curioso de lo que
estaba garabateando como un loco.
—¿Hum? Oh, son solo canciones —murmuró distraído, con su voz de
concentrado en algo más—. Casi siempre tengo que escribir algo antes de irme a la
cama en la noche, de lo contrario nunca puedo llegar a dormir con mi cerebro en
constante funcionamiento.
—¿En serio? —dije con sorpresa, sintiéndome más conectada con él de lo
que sabía que debería—. Hago eso también.
Me miró, la sorpresa haciéndolo levantar sus cejas. —¿De verdad?
Para demostrarlo, me incliné al otro lado de la cama donde se hallaba mi
equipaje y abrí la cremallera antes de tirar de mi cuaderno. Saludé hacia él antes de
revolotear las páginas abiertas para mostrarle que estaba tres cuartos lleno.
—De ninguna manera —murmuró, extendiendo la mano, como si esperaba
que se lo entregara.
Con el ceño fruncido, lo golpeé de nuevo contra mi pecho. —No lo creo,
motorista. —Había aprendido de la manera difícil a no mostrar mis letras a otra
alma viviente. Después de que Fisher había robado mis frases y las utilizó para
hacer el primer y único éxito de Fish 'N' de Dick, nunca más iba a ir por ese
camino.
Pero Asher parpadeó hacia mí como si yo estuviera loca.
Así que me aclaré la garganta. —Es que... todas son horribles. Así que no
tiene sentido que pierdas tu tiempo mirándolos.
—Como sea, hombre. Voy a ser el juez de eso. Además, el noventa por
ciento de mis las mías también apestan a culo. Ahora... dámelo.
Cuando sacudí la cabeza obstinadamente, me envió una sonrisa sexy. —Te
mostraré el mío si me muestras el tuyo.
Solté un bufido. —Cariño, acabo de ver el tuyo y permíteme decir... Mierda
santa, caray. Tú ganas.
La boca de Asher se abrió antes de negar con la cabeza y murmurar—: No
puedo creer que me hayas admitido eso.
Me encogí de hombros. —¿Qué? ¿Qué eres más grande? Eres tú el que no
tuvo reparos en mostrarme tu pene. Así que solo estoy diciendo que era una polla
impresionante. En serio, debes estar orgulloso de ese monstruo. Quiero decir, el
primer momento en que saliste del cuarto de baño, moviéndolo, yo solo quería... ya
sabes, chuparlo.
Cuando envolví mis manos alrededor del aire, como si agarrara un pene
descomunal invisible, me di cuenta de lo que estaba haciendo y lo que acababa de
decir. —Quiero decir... —Oh diablos santo, había ido muy lejos, incluso para un
hombre gay.
Miré a Asher, preparándome para que pateara mi culo o me echara de la
habitación de hotel, o algo así, pero él solo echó atrás la cabeza y se rió. —Mierda,
eres tan jodidamente gracioso. Eso tiene que ser lo más gay que me hayas dicho
alguna vez.
Tragando saliva, me encogí hacia atrás. —Sí, lo siento.
—Nah, no te preocupes por eso. —Sin dejar de reír, se limpió las lágrimas
de sus ojos—. Pero, caray, eres cien por ciento gay, ¿verdad? Quiero decir,
realmente prefieres a los chicos.
—Hum... sí. —Saqué la palabra como si eso no debería ser tan difícil de
creer.
Sacudió la cabeza. —Es tan extraño. ¿Ni siquiera las tetas? Quiero decir...
senos, hombre. —Fingió apretar un par—. Son tan... —Hizo un sonido de hambre
en la garganta—. Comestibles.
Me encogí de hombros. —Eh.
Todavía sacudiendo la cabeza, me estudió como si fuera alguna especie
sobrenatural. —Bien, vale. ¿Qué pasa con los coños? En serio, no hay manera en
que puedas tener una polla y voltees tu nariz ante uno de ellos. Son tan mojados,
calientes y apretados. Están hechos para sostener una polla, y se sienten como el
cielo cuando entras en ellos. Y el sabor. ¿Alguna vez has probado incluso un coño?
Arrugué la nariz. —Puaj. No.
Levantó las manos. —Bueno, ese es tu problema. No tienes idea de lo que te
pierdes.
Estrechando los ojos, dije—: ¿Estás tratando de convertirme en hetero?
—No. —Entonces él se echó a reír como si se riera de sí mismo—. Bueno, no
lo creo. Solo trataba de averiguar lo que no te gusta de una mujer. Son tan
perfectas, todas suaves, femeninas y de buen olor. —Tomó aire y cerró los ojos—.
No hay nada como hundirse en una mientras estás chupando un pezón en tu boca.
Y luego piernas cálidas y suaves se envuelven alrededor de tu cintura hasta que
ella está clavando los talones en tu culo. Es solo... nirvana.
Traducido por Ana Avila & Val_17
Corregido por Julie
El calor subió por mis muslos hasta que mi coño estaba tan mojado y
adolorido que tuve que apretar mis piernas bajo las mantas.
Asher pestañeó y me miró desde sus brillantes y lujuriosos ojos verdes,
haciéndome saber que la visión que describió lo afectó tanto como me había
afectado a mí. Me preguntaba qué tan grande se encontraba su monstruosa polla
en este momento, y cómo se sentiría si estuviera encima de mí, deslizándola
profundamente entre mis piernas mientras chupaba mis pezones.
Dios.
Me estremecí, notando que él hacía lo mismo.
—Lo siento, es que... amo a las mujeres —murmuró antes de mirar lejos,
como si de repente estuviera incómodo.
Lo que me hizo pensar en el hedor a perfume que se había aferrado a él
cuando entró a la habitación del hotel hace apenas media hora.
Mi lujuria se deterioró, luego murió por completo.
—Sí, me doy cuenta —murmuré. Cuando me miró con el ceño fruncido,
confundido, le dije—: Olías a una docena de putas cuando entraste. De haber sido
tú, yo hubiera saltado a la ducha primero para lavar todo ese tufo.
Riéndose, Asher no se ofendió. Se limitó a sacudir la cabeza. —Eso vino de
solo una mujer. La rubia. Monique.
Solté un bufido, deseándole a Monique una muerte prematura y horrible. —
Bueno, Monique tiene el buen hábito de impregnar su perfume en otras personas.
Asher puso los ojos en blanco y murmuró—: Tú me lo dices.
Mi boca se abrió mientras lo miraba fijamente. Por último, le dije—: Oh, lo
siento, hombre. ¿No te lo hizo Monique en la habitación? —El coño de la zorrillo
probablemente había sido tan bien usado que no logró ser lo suficientemente
apretado para él.
—¿Eh? —Me miró como si estuviera loca. Luego sacudió la cabeza—. No.
Nosotros no tuvimos relaciones sexuales.
—Ajá —murmuré, sin creérmelo.
Frunció el ceño. —Lo digo en serio.
Rodé los ojos. —Así‖que...‖¿Qué?‖Olías‖a‖ella‖porque<
—Porque no dejaba de frotarse contra mí como una especie de gata en celo
—espetó, ceñudo.
—Correcto. Así que estás diciendo que amas todo sobre las mujeres pero
cuando una se frota contra ti como una gata en celo, ¿no aceptas su oferta? Gally sin
duda lo haría.
—Maldición, ¿me veo cómo Gally?
Cuando me di cuenta de lo molesto e irritado que estaba con este tipo de
preguntas, parpadeé y retrocedí, sorprendida. —Hablas en serio, ¿no es así? No te
la follaste.
—No, no lo hice.
Se me atascó la respiración en la garganta, y la esperanza se encendió en mi
pecho. —¿Por qué no?
—Porque... —Parecía demasiado atónito para continuar.
Incapaz de dejar el tema porque me moría de la curiosidad, presioné—:
¿Porque...?
—Estuve tentado, seguro —cedió con un encogimiento de hombros—. Se
siente como una eternidad, y he estado anhelando el sexo últimamente como no
tienes una idea,‖pero<
De ninguna manera iba a dejar caer este tema, así que dije—: ¿Pero qué? —Y
me di cuenta. Oh, querido señor. —¿Tienes una enfermedad de transmisión sexual,
no?
—Jesús. ¡No! —Me lanzó una mirada oscura, luego señaló de forma
amenazadora—. Bueno, está bien, hablaré, pero si alguna vez repites algo de lo que
voy a decir a Gally o Holden, te patearé el culo de regreso a Ellamore ¿entendido?
Resoplé una carcajada. —¿Qué parezco? ¿Una chica chismosa desesperada
por decirles a todos los demás tus asuntos personales? Por favor.
Sus hombros se relajaron antes de que llevara su mirada al techo y de mala
gana admitiera—: Es solo que... no soy muy aficionado a los líos de una noche.
Mi boca se abrió. Apoyándome, acuné con mi mano alrededor de mi oreja y
le dije—: ¿Lo dices de nuevo?
Entrecerró los ojos. —Búrlate, hijo de puta. Simplemente no es lo mío.
¿Bien?
Levanté las manos. —Créeme, no me estoy burlando. Estoy sorprendido, es
todo. —Y de verdad impresionada.
Apartó la mirada, viéndose humillado. —Patético, ¿no es así?
—No he dicho que sea patético. Es solamente... inusual para un hombre en
tu posición. —Un muy bueno e increíble inusual—. Lo que me da curiosidad en
cuanto a... ¿por qué?
Suspiró y giró su mirada hacia el techo. —Sabía que ibas a preguntar eso.
—¿Y bien? —Alcé las cejas, haciéndole saber que todavía quería la respuesta
a pesar de todo—. Para alguien que ama tanto a las mujeres y está ansioso
sexualmente<‖—empecé.
—Amo a las mujeres —insistió—. Solo quiero alguien que me quiera a mí en
lugar de a... —Rodó los ojos—. Asher Hart.
Abrí la boca para responder, pero no salió nada. Después de un segundo, le
dije—: ¿No eres tú Asher Hart?
Gruñó y me frunció el ceño. —Sí, pero... Cristo, ni siquiera sé cómo
explicarlo. —Cuando tomó su cabello en suprema frustración, decidí apiadarme de
él y dejar de hacerme tonta.
—Quieres a alguien que aprecie al hombre interior, no solo una groupie que
quiera anotar con el cantante de una banda.
Dejando caer las manos de su pelo, me miró como si acabara de descubrir
una alma gemela. —Sí —murmuró—. Exactamente.
Asentí, haciéndole saber que entendía. —Así que no quieres una conexión
física. Quieres algo más profundo...
Bajó la mirada a sus manos. —Oh, créeme. Me encanta la conexión física. Y
he hecho lo de una sola noche porque parece ser lo único que las mujeres quieren
de mí. Es que... no sé. Todos mis amigos en Forbidden tienen esas mujeres
increíbles, a las que están dedicados y por las que se encuentran completamente
locos. Y cuando los veo juntos, simplemente parece tan<‖
—¿Genial?
Dejó escapar un suspiro y me miró. —Me pregunto cómo sería una relación
real.
Esa confesión me hizo parpadear. —¿Qué? ¿Nunca has estado en una?
Sacudió la cabeza. —No. ¿Tú?
Mis labios se arquearon. —¿Con una mujer? No.
Dejando escapar un sonido divertido, murmuró—: ¿Y con un chico?
—Bueno... seguro. Un par de veces. Quiero decir, no toneladas pero... tres o
cuatro lo suficientemente significativas.
Centrándose en mí como si acabara de descubrir que yo sabía el significado
secreto de la vida, me preguntó—: ¿Cómo son?
Fruncí el ceño. —¿Las relaciones?
—Sí.
Dejé salir un suspiro y me pasé las manos por el pelo, sorprendida cuando
mis dedos se toparon con los cortos zarcillos de mi peluca falsa. Por un momento,
me había olvidado que estaba siendo Sticks, el baterista. Simplemente había sido
Remy... hablando con Asher.
—Es... —Mentalmente recordándome que era un tipo aquí, traté de pensar
en una forma masculina para describirlo, pero un segundo después, solté—: Al
principio, es muy angustiante. Siempre tienes miedo de mostrar a tu verdadero yo.
Quieres que vean lo que piensas que les gustará, por lo que estás siempre nervioso,
con la esperanza de impresionar, y tratando de averiguar si incluso les gustaría un
cambio. A pesar de que también es algo excitante y emocionante. Pero entonces...
entonces algo hace clic, y te das cuenta que tienen esta... cosa... esta cosa increíble
en común que no tienes con nadie más. Bastante pronto, te abres más y descubres
que más partes encajan, y antes de que lo sepas, la vida es increíble y te encuentras
pensando en ellos noche y día. No puedes esperar a volver a verlos, y amas todo
acerca de todo.
Asher esbozó una sonrisa de ensueño como si estuviera imaginando lo que
acababa de describir, y le gustaran las visiones que eso producía. —¿De verdad?
Asentí. —Y entonces él se convierte en un jodido bastardo mentiroso que
rompe tu corazón, rompe tu confianza y te deja siendo una perra endurecida en lo
que fue un ser humano.
Parpadeó y se echó hacia atrás. —Guau. Uh, no esperaba que terminaras de
esa manera.
—Bueno... —Me encogí de hombros—. No hay un felices para siempre para
todo el mundo.
Me estudió un momento antes de murmurar—: ¿Qué te hizo ese bastardo?
Me encogí de hombros y me puse a jugar con las sábanas que se hallaban
agrupadas en mi regazo. —Él... es decir, además de hacer que me sintiera como si
me estuviera haciendo un gran favor al estar conmigo, me engañó con cada mujer
que‖podía‖y<
—¿Se acostaba con otras mujeres? —Asher echó la cabeza hacia un lado en
señal de confusión.
Mierda, me había olvidado de lo gay nuevamente. Argg. Aclarando mi
garganta, murmuré—: Sí, es que, uh, él es bisexual. —Y curiosamente, esa mentira
se sintió bien al salir. Fisher odiaría ser llamado bisexual. ¡Ja!
Asintió como si comprendiera, e hizo una mueca de simpatía. —Bueno, eso
apesta. ¿Qué otra cosa me dirás que hizo?
—Oh. Él, eh... Escribí un par de canciones y... las robó, su banda las cantó y
afirmó que eran suyas.
—Mierda —murmuró, con compasión—. No es de extrañar que no quieras
que yo mire tu cuaderno.
Me encogí de hombros y levanté las páginas que había creado. —Lo siento,
no te acusaba de plagiador. Es que... ¿sabes qué? Sé que no eres como él. Toma.
Tiré el cuaderno a través de la cama, en su regazo. Lo recogió, con vacilación
brillando en sus ojos verdes. —¿Estás seguro? Respeto tu privacidad, hombre. Y
entiendo‖por‖qué‖eres<
—Acaba de leer —murmuré—. Si siquiera piensas en robar cualquiera de
mis canciones, voy a cortar esa enorme polla tuya y alimentaré a la fuerza a Gally
con ella.
Rió. —Muy bien. —Antes de abrir las páginas, sin embargo, me lanzó su
cuadernillo.
Un nudo se formó en mi garganta cuando me regresó su confianza. Cuando
él abrió mi cuaderno, yo hice lo mismo con el suyo.
Un segundo más tarde, silbé. —Maldita sea, estas son increíbles.
—Lo mismo aquí —murmuró distraídamente, demasiado ocupado leyendo
mi trabajo como para hablar.
Pasé las páginas, mientras mi aturdimiento iba creciendo, sorprendiéndome
que no tuviera algunas, bueno la mayoría, convertidas en canciones.
—En serio, Asher. Tienes un talento increíble.
—¿Hmm? —Distraído, alzó la vista y luego la bajó. Masticando el extremo
de su lápiz, algo que yo hacía cuando me quedaba atascada en una oración,
regresó su atención a mi cuaderno—. Gracias, pero no estoy escribiendo nada estos
últimos días. Sigo quedándome atascado en esa oración.
—¿Ah, sí? —Fui a la última página—. Vamos a ver lo que tienes.
—¡Espera! —Bajando mis canciones, saltó de su cama y me arrebató las
suyas de mis manos.
Parpadeé ante su repentina distancia. Entonces sonreí. —Oh vamos. No te
ocultes de mí. Cántame lo que llevas.
Sacudió la cabeza. —Nunca he... Por lo general no puedo cantar mis cosas
en voz alta hasta que tenga una canción completa. Se siente... raro.
—Entonces dila hablando, porque, ¿cómo diablos se supone que ayude si no
sé en dónde diablos te quedas atascado?
—No tienes que... —Debe haber leído algo en mi expresión, porque soltó un
largo suspiro antes de hojear las páginas y leer en silencio las palabras. Luego
sacudió la cabeza—. Sí, tampoco creo que pueda leerlas. Tendría que cantarlas.
Levanté mis cejas. —Pues canta. —Sabía que el hombre no tenía miedo de
cantar frente a un público, pero de repente parecía inseguro.
Me envió una mirada incómoda. —No te burles si termina sonando como
una mierda, ¿de acuerdo?
Rodé los ojos. —Trata de confiar en mí un poco más que eso, ¿sí? Sé que
nada sale perfecto la primera vez.
—Bien.
Y empezó a cantar.
En un a capela, su voz era hermosa. Quería meterme en la cama con él, justo
en su regazo y dejarlo cantarme el resto de la noche... o de mi vida.
Pero fui una buena chica. Me quedé atrás y simplemente balanceé la cabeza
al ritmo, a continuación, extendí la mano y golpeé el ritmo con mis propias manos
contra la esquina superior de la mesita de noche.
Él sonrió, obviamente, entrando en confianza, y empezó a balancearse con la
música mientras seguía con la canción hasta que se detuvo de repente y negó con
la cabeza.
—Y eso es todo lo que tengo. Ahí es donde siempre me quedo.
Sus palabras aún fluían a través de mí, la melodía prendiéndose fuego en mi
sangre. Seguí tocando el ritmo y canté—: Hasta que las estrellas se desvanezcan y
el día se trague la oscuridad.
Mirándome, Asher parpadeó y retrocedió. —Mierda. —Si no hubiera visto
la sorpresa tan claramente en su rostro, definitivamente la habría oído en su voz—.
Eso es... eso es perfecto. ¿Cómo...? —Negó con la cabeza.
Me encogí de hombros y me alegré de que no pudiera ver mi sonrojo por
debajo de mi máscara. —Estaba terminando lo que empezaste.
—Bueno, trae tu culo aquí, Curran. Vamos a terminar esta canción. Esta
noche.
Cuando dudé, alzó una ceja como si dijera: ¿Y bien? ¿Qué estás esperando?
Solté un gran suspiro como si fuera una dificultad, cuando en realidad, tuve
que contenerme de dar saltitos por ahí demasiado rápido. Agradecida de haberme
dejado puesto mi torso de hombre —a pesar de lo incómodo que sería para
quedarme dormida— me bajé de mi cama y me acomodé con cautela sobre el
colchón a su lado hasta que nos encontrábamos sentados con la espalda en la
cabecera y los pies extendidos delante de nosotros.
Robé un segundo para observar mis pies descalzos junto a los suyos al final
de la cama, asomándose de los extremos de nuestros pantalones de franela
sorprendentemente similares. Excepto que sus pies parecían decididamente más
grandes —y masculinos— junto a los míos, así que acurruqué los míos bajo las
sábanas.
Él no se dio cuenta de nada de esto, gracias a Dios, demasiado ocupado
frunciendo el ceño hacia el cuaderno en el que garabateaba. Así que me incliné más
cerca para estudiar las letras, divertida por todas las veces que tachó una frase, solo
para volver a escribir la misma línea y luego tacharla de nuevo.
—Ooh, podrías decir algo sobre todo siendo una broma para rimar con
oscuridad.
Golpeó el lápiz contra su barbilla mientras me miraba. —Sí, eso podría
funcio<
Un estornudo fuerte cortó el resto de su frase.
Negué con la cabeza. —¿Te das cuenta que siempre estornudas cuando me
acerco a ti? Cielos. Es como si fueras alérgico a mí o algo así.
Se rió entre dientes mientras se inclinaba hacia su mesita de noche para
agarrar un pañuelo de una caja cercana. —Solo si estás hecho de látex.
Me congelé, parpadeando hacia él. —Uh<‖¿qué?
—Esa es la única cosa a la que sé que soy alérgico —respondió en medio de
un estornudo, y se sonó la nariz.
—Oh, mierda. —De inmediato me deslicé hasta el borde de la cama,
preocupada de matarlo en cualquier momento con mi cercanía engañosa.
Bajó el pañuelo de su nariz, mirándome con curiosidad.
Tragué saliva, porque no quería que el chico terminara muriendo cerca de
mí o algo así. Así que espeté—: Estoy usando una máscara de látex.
—¿En serio? —Levantó las cejas con sorpresa y se inclinó más cerca para
examinar mi rostro.
Retrocedí. —¿Qué estás haciendo? No te acerques.
Olió y rodó los ojos. —No va a matarme por estar cerca. Solo un par de
estornudos aquí y allá. Necesito el contacto piel a piel antes de que haga algún
daño como picazón e hinchazón. Increíble —murmuró—. No tenía idea. Esa cosa
se ve tan real.
—Lo sé. Gracias. —Me di unas palmaditas en la cara, manteniendo unos
centímetros entre nosotros pero permaneciendo en el mismo colchón—. Así que,
látex, ¿eh? Esa es una alergia inusual. Yo soy muy aburrido con una común:
cacahuates.
Hizo una mueca, poniéndome nerviosa con lo mucho que se concentraba en
mi máscara. —¿Sin cacahuetes? Eso debe apestar. Sabes, si estarías más cómodo
quitándotela, está bien. Soy solo yo; te prometo que no enloqueceré.
Maldita sea, esa era una oferta dulce. No intentó entrometerse y averiguar
por qué usaba una máscara o preguntar qué tipo de deformidad escondía. De
inmediato trató de tranquilizarme.
—Gracias,‖pero<‖—Me encogí—. Esta noche no, ¿de acuerdo?
Asintió de inmediato. —Sí, no hay problema. Lo que quieras. Solo trataba de
decirte que no tienes que preocuparte de que haga algo que te moleste.
—Gracias —repetí, afectada por su compasión. Me aclaré la garganta,
sintiéndome extra culpable por mentirle. Tal vez debería quitarme la máscara y
dejarle ver a mi verdadero yo.
Pero entonces recordé todas las cosas que me dijo esta noche; se sentiría
muy traicionado si supiera que en realidad era una mujer.
Y tenía demasiado miedo para averiguar cómo respondería.
Maldición. ¿Por qué diablos me metí en este lío? Ponerme un pequeño
disfraz para hacer mi sueño realidad nunca debió tener el poder para lastimar a
nadie. Pero tenía un mal presentimiento de que esto solo podría molestar a la única
persona en toda esta situación a la que no quería hacerle daño.
Observé a Asher mientras leía nuestra canción, repitiendo en silencio las
palabras, y traté de pensar en una manera de decírselo sin que pensara que yo era
una enorme mentirosa. Pero nada me vino a la mente. En cambio, se me ocurrió
otra idea. —¿Qué pasa con el sexo?
Levantó la vista, sorprendido. —¿Qué?
—Los condones. —Moví mi mano—. Ya sabes, tu alergia. ¿No tienes sexo
seguro?
Diversión iluminó su rostro. —Hacen condones sin látex.
—¿Sí? Oh.
Negando con la cabeza como si mi sorpresa fuera la cosa más divertida que
escuchó en todo el día, golpeó su lápiz contra el papel y le echó un vistazo a la
canción mientras decía—: ¿Qué piensas de esta idea?
Me concentré en la nueva frase que leía para mí, tratando de no prestar
atención cuando se pasaba una mano por el pelo. Pero maldita sea, me encantaba
cuando el pelo de Asher se encontraba todo revuelto y sexy. Me dieron ganas de
hundir mis manos en su suavidad de nuevo, luego quitarme la máscara, ponerme a
horcajadas sobre su regazo y experimentar un poco de diversión sin-látex con él.
Sin embargo, no lo hice. Mantuve mis dedos para mí, hice mis propias
sugerencias y no mencioné nada sobre mi género mientras pasábamos el resto de
la noche platónicamente en su cama, arreglando el resto de su canción.
Traducido por MaJo Villa
Corregido por Janira
Volvimos a Ellamore temprano esa noche. Asher, por supuesto, tenía que
decirle a Heath y Gally sobre la chica de la ducha.
La primera pregunta de Gally fue—: ¿La follaste?
Asher se negó a contestar eso, aparte de rodar los ojos. También le restó
importancia a lo bonita que pensaba que era. Me pareció adorable, como su forma
de mantenerme para sí mismo y proteger a su chica de la ducha de un pervertido
como Gally.
El día siguiente, lunes, no teníamos práctica de banda, lo que era bueno
porque debía trabajar en la hora del almuerzo. Pero no podía sacar a Asher de mi
mente. Lo que pasaba con su padre, la canción que cantó para (posiblemente) mí,
lo divertido que fue escribir con él, toda la culpa que cargaba por mentirle de
forma continua. Todo se arremolinó a través de mí hasta que solo tenía que verlo.
Terminé de organizar cajas de Non-Castrato. Planeaba llevarlas a la práctica
al día siguiente, pero no podía esperar tanto tiempo. Planeaba dejárselo a Asher.
Así que después de salir del trabajo y ducharme, le envié un mensaje al saber que
trabajaba en Forbidden. Y media hora más tarde, ahí es donde me encontré vestido
de Sticks.
El lugar se hallaba bastante muerto... bien, no se encontraba lleno de gente.
En realidad había algunas mesas libres y pude caminar directamente a la barra sin
tener‖que‖murmurar‖‚perdón‛‖a‖nadie.‖Era‖lindo.‖Casi‖pacífico. Sentí la tentación
de deslizarme en un taburete en el bar, pedir una cerveza, y suspirar de alegría.
Toda la atmósfera me daba ganas de ver repeticiones de Cheers.
Recorrí la habitación buscando a Asher, pero no lo encontré. Su compañero
de trabajo que sabía que era mujer era el único trabajando. Mierda. ¿Cómo lo llamó
Asher? Dijo algún número. ¿Ocho? ¿Nueve?
Ten. Eso era.
Temiendo el encuentro, puse la caja en mis brazos sobre la barra y le envié
un ceño. —Tengo algo para Hart. ¿Está aquí?
En medio de secar un vaso que acababa de tomar de una tina de tazas recién
limpiadas, miró en mi dirección. —Sabes, no tienes que hablarme como chico. Se
de tu estado de chica, ¿recuerdas?
Maldita sea, ni siquiera me di cuenta de que hablaba como un chico. Esto
era malo. Se volvía costumbre ahora en cuanto me colocaba el traje. ¿Qué si perdía
por completo toda mi femineidad? Bueno, podría estar pensándolo demasiado.
Con el ceño fruncido, me quejé—: Dijo que trabajaba esta noche, y podría dejarle
esto para él.
—¿Ah, sí? —Ten dejó la copa seca a un lado y se inclinó hacia delante,
apoyando los antebrazos en el mostrador, para mirar dentro—: ¿Qué es? ¿Material
de sexo rudo?
—Ya quisieras. —Me moví de nuevo para que no pudiera ver las carpetas de
archivos aburridas que había organizado y arreglado.
Se encogió de hombros, perplejo, cuando se enderezó de nuevo. —Eh, no
importa. Mi colección con Caroline ya está completa, así que estoy bien. Pensaba
en Hart. Ese chico ha esperado mucho.
Fruncí el ceño, confundida. —¿Mucho para qué?
Él parpadeó como si no pudiera creer que no tenía ni idea de lo que hablaba.
Luego dijo—: Para el sexo —añadiendo un silencioso dah detrás de eso.
Oh, hermano. Debería haberlo sabido.
—En serio —continuó—, no creo que sea saludable para un hombre estar
todo ese tiempo sin nada.
—Espera, él habla de todas sus... ¿hazañas? —Esto no lo quería saber. Era
decepcionante saber que Asher era un besador y luego hablador. No quería que me
decepcionara. Empezaba a pensar que era bueno.
Bien... mejor que bueno.
Ten levantó las cejas. —¿Hazañas? Sí, ahí está. Ahora suenas como una chica
de nuevo.
Rodé los ojos y di la vuelta, decidiendo buscar a Asher yo misma y salir de
aquí.
Pero Ten siguió adelante. —Por supuesto que no habla de esa mierda.
No debería haber parado, pero lo hice. Y cuando me di la vuelta, Ten me
envió una sonrisa de suficiencia, sabiendo que yo estaba más interesada de lo que
debía. —Sé cuando tiene sexo —explicó—, Hart definitivamente lo dice.
—¿Decir qué? —Dios, ¿por qué pregunté eso? No quería saber... excepto,
bueno, claro que quería.
Ten rió. —¿Por qué no vas a descubrirlo tú? Está solo en el almacén en este
momento, clasificando una carga de inventario que acaba de llegar.
Resoplé y fruncí el ceño. —Eres un idiota. —Entonces me alejé para hallar el
almacén.
—Cuidado, Sticks. Tu chica realmente se muestra ahora.
Sabiendo que no iba a ganar contra este tipo, lo ignoré, preguntándome
dónde demonios buscar el almacén, hasta que gritó—: Al final del pasillo, la última
puerta a la izquierda.
Fui en esa dirección, y pude oír el canto ahogado antes de llegar a la última
habitación de la izquierda. La puerta se encontraba rota, así que le di un codazo
para abrirla y me detuve justo en la entrada, donde Asher cantaba a todo pulmón
una versión de ‚Take Me to Church‛ de Hozier.
Tenía la voz más increíble, y me di cuenta de que le gustaban las canciones
que desafiaban sus cuerdas vocales. Le encantaba hacerlo. Y Dios, me encantaba
escucharle. Apoyé la caja contra mi cadera, apoyé un hombro en la pared, y
disfruté del espectáculo.
Acababa de vaciar una caja de cartón de botellas de bourbon en un estante y
comenzaba a derribar la caja vacía cuando llegó a los Amen en la canción. Entonces
hizo una pausa para inclinar la cabeza hacia atrás y gemir el coro. Hipnotizada,
negué con la cabeza.
No importaba si estaba solo o en frente de una multitud, colocaba todo su
corazón y alma en ello, ¿no?
Una vez que empezó el siguiente verso, siguió cantando, pero volvió al
trabajo, enderezando la fila de botellas en el estante. Luego dio un paso atrás para
inspeccionar su trabajo, solo para dar un paso adelante de nuevo y mover una
botella un centímetro hacia la derecha hasta que estuvo satisfecho.
Me reí porque no pude evitarlo. Era demasiado adorable. El tipo era tan
tolerante como era posible, actuaba como si nada le molestara, desordenado y
olvidadizo en ocasiones, y sin embargo, tenía este pequeño lado perfeccionista que
contradecía totalmente el resto de él.
Sobresaltado, dejó de cantar y se volvió hacia mí.
Negué con la cabeza y le dije—: Te amo —soltando impulsivamente lo
primero en mi mente.
Traducido por Julie & Val_17
Corregido por Itxi
Comía una manzana para el desayuno —una que compré para Mozart—,
cuando la llamada llegó a la mañana siguiente. Sabía que debería dejar de comer la
fruta de mi mascota. Todo lo que había leído decía que las ardillas necesitaban una
dieta balanceada de frutas y vegetales, junto con plantas y cacahuetes. Pero los
cacahuetes parecían ser sus favoritos, así que lo consentía en esa área. Además,
algunas‖de‖las‖frutas‖empezaban‖a‖ponerse‖feas,‖así‖que<‖me‖imaginé‖que‖podría‖
comérmela antes de que fuera demasiado tarde.
Nunca había sido de esos que comieran frutas. Sin embargo, como que me
acostumbré a ello. En realidad podría acostumbrarme a las comidas sanas.
—¿Hola? —respondí al número desconocido con la boca llena.
En el sofá, Remy se movió y se incorporó, su cabello falso saliendo por todos
lados mientras me miraba sobre la parte de atrás de mi sofá con ojos inyectados en
sangre.
Le hice señas, solo para dar un golpecito con mi pie y darle la espalda
después de que el hombre en la otra línea se presentara. Entusiasmo corrió a través
de mí.
—¿En serio? —dejé escapar sin querer.
El hombre rió antes de decirme lo serio que era. Después de eso, discutimos
a fondo unos pequeños detalles antes de que colgara y girara para compartir las
noticias con Sticks.
—¿Qué? —preguntó de inmediato, saltando del sofá con una mirada de
impaciencia—. Tenemos otro concierto, ¿no?
Asentí. —Aquí en la ciudad, en el Grenada. El próximo sábado. Mierda. —
Ese fue el primer lugar en el que intenté conseguir un concierto para Non-Castrato
hace un año cuando habíamos empezado. Ahora, el tipo me estaba llamando y
rogando por nosotros. Oh, esto era dulce justicia.
—Maldición —dijo Sticks, haciendo un bailecito que me hizo reír.
—Y así comienza —dije dramáticamente, preguntándome por todos los
lugares que conseguiríamos después de esto. Las cosas definitivamente lucían bien
para la banda.
Le ofrecí el puño y lo tocó antes de suspirar como si refrescara. —Eso es tan
genial.‖ Es‖ como<‖ un‖ sueño‖ hecho‖ realidad‖ para‖ mí.‖ A‖ veces‖ todavía‖ no‖ puedo‖
creer‖que‖ustedes‖me‖dejen‖estar‖en‖el‖grupo.‖Es<‖irreal.‖E‖increíble.
Ignoré su alabanza. —Sinceramente, tú tienes puro talento. Estoy seguro de
que habrías podido entrar en cualquier banda que quisieras.
Bufó. —Piensa otra vez. Este ha sido mi anhelo por años. He intentado en
más lugares de los que te imaginas.
Fruncí el ceño. —Entonces,‖ ¿por‖ qué‖ no‖ has<?‖ —Mis cejas se alzaron—.
¿Estás diciendo que te han rechazado porque eres gay? —Qué idiotas han sido los
de las otras bandas.
Una mirada inquieta cruzó su cara. Luego, inclinó la cabeza y se rascó la
nuca antes de decir—: M{s‖o‖menos,‖sí<‖es‖porque‖prefiero‖a‖los‖chicos.‖—Alzó la
mirada y profunda apreciación llenó su mirada—. En serio, Asher, no tienes ni idea
qué regalo me has dado, no solo por la oportunidad de estar en Non-Castrato,
sino<‖por‖aceptarme.
—Oye —dije suavemente, queriendo agarrar su hombro o, no sé, de alguna
manera convencerlo de que era importante para mí—. A la mierda aquellas
personas que se rehusaron a mirar más allá de la superficie y ver a la grandiosa
persona que eres. En realidad, sabes qué, estoy feliz de que fueran todos idiotas,
porque su pérdida fue nuestra ganancia. Tocar en la banda contigo y llegar a
conocerte‖ha‖sido<‖ha‖sido‖bueno.
Los ojos de Remy brillaron como si fuese a llorar.
Mierda, esperaba que no llorara. Me ponía lo suficientemente incómodo
cerca de chicas que lloraban, de ninguna manera sabría cómo manejar a un tipo
llorando.
Pero todo lo que dijo fue—: Gracias. —Antes de aclararse la garganta y
mirar alrededor del apartamento—. Pero maldición, no puedo creer que me quedé
dormido en tu sofá. ¿Qué hora es?
—Son las diez y cuarto.
Sus ojos se desorbitaron. —¡Mierda!‖Llego‖tarde‖al‖trabajo.‖Ah<‖me‖tengo‖
que ir. —Él empezó a retroceder, luego se detuvo como si necesitara mi permiso o
algo.
Me reí y lo despedí. —Vete, hombre. Y lo siento por eso. Te hubiese
levantado más temprano si hubiera sabido. Debí haber preguntado.
—No hay problema. —Tomando sus zapatos que se había quitado en algún
momento en nuestras batallas de Call of Duty, corrió hasta el hueco de la escalera,
ondeando sus dedos hacia Mozart una vez más metido en su cueva mientras se
iba.
—Te veo en el ensayo —grité detrás de él, sonriendo por su agitada salida.
—Sí, nos vemos. —Su voz resonó hacia abajo en las escaleras.
Una vez que la puerta se cerró detrás de él, mi sonrisa murió. La habitación
de‖repente‖se‖sintió‖muy<‖vacía.‖Ni‖ siquiera‖mi‖ardilla‖traqueteando‖en‖su‖jaula‖
pudo llenar el vacío.
Suspirando, decidí que tenía otras cosas por las que preocuparme. Un tubo
de combustible que reemplazar, un nuevo concierto que planear, música para
nuestra nueva canción que componer.
Ocupado, ocupado, ocupado. No tenía tiempo para sentirme solo.
Después de que Asher tomara un buen trago del Grey Goose, y luego otro,
dividió el resto del dinero entre tres, por lo que Heath, él y yo tuvimos partes
iguales. Se me ocurrió que él debería tomar más. No solo que hiciera doble turno
en la banda, cantara, tocara un instrumento y escribiera todas nuestras canciones,
también actuó como nuestro mánager, organizando todos nuestros conciertos y el
cuidando de la parte funcional de Non-Castrato.
Odiaba admitirlo, pero lo admiraba bastante.
Media hora más tarde, no odiaba admitirlo tanto. Estaba malditamente
deseosa de hacerlo mientras le colgué un brazo borracho por encima del hombro y
murmuré—: Hombre, te admiro bastante. Cantante increíble, músico increíble.
Compositor asombroso y cuerpo aún más asombroso con un culo al que quiero
hincarle el diente. ¿Hay algo en lo que seas malo?
Se apoyó pesadamente contra mí, teniendo tantos problemas en sentarse
recto como yo. Después de entrecerrar los ojos como si estuviera perdido en sus
pensamientos, admitió—: No puedo distinguir la izquierda de la derecha.
—Maldita sea. —Mi sonrisa era descuidada y orgullosa—. ¿Quieres decir
que, en realidad, yo sé algo que tú no?
—Deberías haberlo visto tratando de bailar el hokey pokey en un banquete
de boda una vez.
Sonreí hacia donde Gally mientras él se reía por el recuerdo. —Fue en la
boda, donde la prima de Holden se casó y... —Le sonrió a Heath—. Oye,
¿recuerdas cuando yo solía tirármela, hace un tiempo? Hombre, ella era sexy.
—Sí —dijo Holden con un seco ceño fruncido—. Lo recuerdo.
—Tenía una boca hecha para follar. Además, a ella le gustaba tragar.
—Creo que voy a vomitar —le dije a Asher, quien se echó a reír.
—Lo digo en serio. —Gally frunció el ceño, pateándome en la rodilla—. Solo
cállate, gay de mierda. Las bocas de las mujeres se hicieron para las pollas de los
hombres. Te lo estoy diciendo... porque tú no podrías saberlo, nada es tan bueno
como una mamada bien dada. Y... ahora quiero una vagina.
Se tambaleó sobre sus pies. —¿Quién está conmigo? ¿Por qué seguimos aquí
sentados como un grupo de perdedores cuando hay algunas perras de primera y
medio desnudas por ahí? Vamos a encontrarnos alguna vagina.
Heath se paró primero, y Gally lo animó, dándole palmaditas en la espalda,
felicitándolo. Entonces se giró hacia Asher.
—¿Y tú, Hart? Ven a cazar chicas con nosotros. Solo esta vez.
Asher en realidad pareció considerar la oferta antes de que se encogiera de
hombros y empezara a arrastrarse fuera del sofá. —Bueno.
—¿Qué? —Lo miré, pero él no me prestaba atención, demasiado ocupado
tratando de mantenerse erguido.
Gally chasqueó la lengua hacia mí. —Lo siento, chico gay. Supongo que eso
te deja fuera.
—No, Remy todavía puede venir —alegó Asher, haciéndome señas para que
los siguiera—. Puede ser nuestro celestino.
Hice una mueca, de repente no tan borracha como me había encontrado
hace unos segundos. Pero la idea de ayudar a Asher a conseguir una chica me dejó
mal del estómago, con ganas de vomitar todo el alcohol que había bebido.
—O tal vez puede conseguirse su propio chico —añadió Asher, enviándome
una sonrisa alentadora.
Le envié una pequeña sonrisa. —Claro, cuenten conmigo.
¿Cuenten conmigo? ¿Qué demonios decía? No quería verle seducir chicas. Y,
sin embargo, no podía dejar de venir. Me preocuparía toda la noche, pensando en
quién‖había‖escogido,‖lo‖bonita‖que‖era,‖lo‖divertida‖y<
—¡Muy bien! —animó Asher, golpeándome en la espalda antes de ponerme
el brazo por encima de mi hombro y conducirme fuera de la habitación.
Mientras Heath y Gally continuaron por delante de nosotros, me incliné,
haciendo una mueca cuando hice que Asher estornudara. Pero todavía tenía que
murmurarle al oído—: Pensé que dijiste que no te gustaban los rollos de una
noche.
Aunque mi voz fue lo suficientemente discreta, él dijo entre dientes—: Shh.
—Y puso un dedo en sus labios—. No me gustan. Pero estoy caliente, desesperado
y lo suficientemente borracho para no preocuparme por lo horrible y más solo que
me sentiré después.
Arrugué mi frente y abrí la boca para discutir, pero la mirada que me envió
estaba llena de un doloroso deseo que sabía que yo no podía llenar con un par de
rondas de Call of Duty.
—Necesito esto, Sticks —confesó—.‖Necesito<‖algo.
Sabía exactamente lo que necesitaba. Necesitaba ser tocado.
Entonces, como para despejar toda la miseria en sí mismo, sonrió y chocó
con su cuerpo el mío. —Y quién sabe. Tal vez conozca a mi alma gemela por ahí.
Dios mío, esperaba que no. Verlo llevar a casa a un rollo de una noche sería
bastante malo; verlo caer en una relación seria con otra mujer... sí, mátenme ahora.
Lo juro, todas las mujeres en el edificio también podrían oler su necesidad.
Tan pronto como desalojamos la sala de atrás y entramos en la parte principal del
bar, acudieron a él, tocándolo, elogiándolo, dirigiéndole sus sonrisas malvadas y
de brujas zorras.
Fui separada de él cuando se apiñaron, y mientras el espacio entre nosotros
creció de treinta centímetros a tres metros, supe que él se hallaba perdido para mí.
Quería ahogarme en más alcohol, pero entonces... no pude. Fui al bar y ordené
agua antes de regresar a la periferia de la multitud de fans, mirando sin poder
hacer nada.
Después de un par de sorbos, me puse a pensar que la suerte podría estar de
mi lado. Asher fue apartándolas cortésmente a todas. Y mientras la multitud
decepcionada y rechazada se alejaba una por una, mi ánimo se levantó. Si esto
continuaba, su propia meticulosidad salvaría toda mi noche.
Asher se desplomó a mi lado, con el ceño fruncido. —¿Cuáles son las
probabilidades de que una mujer en este lugar no sepa que estoy en una banda?
—Oh, alrededor de cero a nada —le aseguré, sintiéndome mejor al segundo.
Frunció el ceño hacia mí. —Gracias, imbécil —dijo entre dientes—. Eso me
hace sentir mucho mejor.
Me reí y le di una palmada en el brazo. —Solo fui sincero, amigo mío.
—Bueno, podría venirme bien una buena mentira en este momento. Así que
si‖fueras‖tan‖amable<‖Uh.‖—Cayó desbocado hacia mí mientras alguien tropezaba
con él desde atrás.
—Oh, lo siento mucho. No lo vi —soltó una chica, con los ojos muy abiertos
y tapándose la boca con la mano—. ¿Se encuentra bien, señor? ¿Derramó su
bebida?
—No, está bien. Nos encontramos bien. —Asher me miró para asegurarse
de que me hallaba bien, y entonces se giró hacia la mujer—. ¿Estás bien?
Ella se pavoneó y le tendió una mano. —Bueno, ahora lo estoy. Me llamo
Tamra.
—Asher —saludó, agitando su mano.
Frunció las cejas antes de inclinarse hacia adelante y decir—: ¿Archer?
—No. Es Asher —dijo un poco más fuerte.
—Oh, bueno. —Sonrió y mantuvo su mano en la de él—. ¿Has venido a ver
a las bandas, Asher?
Sus cejas se levantaron. Entonces me envió una sonrisita de suficiencia,
como si dijera: De cero a nada, ¿eh? Y se volvió de nuevo hacia Tamra... la puta.
—Algo así —respondió—. ¿Viniste a escucharlos?
Cuando empezaron una conversación sobre las bandas de esta noche y la
música en general, rodé mis ojos y me alejé, enferma, disgustada y malditamente
herida.
Iba a llevarse a esta. Simplemente lo supe.
Lo odiaba, y, sin embargo, no podía hacer nada al respecto.
Debería haberme ido entonces. Sabía que debí haberlo hecho. Pero yo tenía
que torturarme. Tenía que ver cómo ocurría todo.
Estaban congeniando completamente. Asher andaba tranquilo, pero me di
cuenta de que ella le gustaba. Quiero decir, él no coqueteó con ella ni la miró de la
forma en que me miró cuando me sorprendió en la ducha —un pequeño consuelo
que amplifiqué en mi mente— pero era suficiente. Se hallaba borracho y lo
bastante desesperado para llevarla a casa.
Cuando ella anunció que tenía que ir el baño y que enseguida regresaba, él
se giró hacia mí y me lanzó un pulgar hacia arriba, así como una sonrisa que
parecía decir: tenemos una ganadora.
No le regresé la sonrisa. En vez de eso, salté de mi taburete. —También
tengo que hacer pis.
Su sonrisa murió. —Uh... de acuerdo.
Alejándome de él y sin poder seguir mirando a la expresión esperanzada y
emocionada en su rostro, me apresuré hacia los baños. Había un pequeño rincón
antes que separaba a los baños de hombres y mujeres. Cuando entré, ignoré por
completo el lado de los hombres. En cambio, me incliné y me quité la máscara.
Cuando me enderecé y sacudí mi cabello, un chico que acababa de entrar en
el rincón se detuvo congelado, mirándome boquiabierto. —Amigo —dijo, alzando
las manos y rodeándome antes de que él pudiera escapar hacia el lavabo.
Ni siquiera me importó que me hubieran atrapado. Me encontraba
demasiado borracha, o celosa, o algo así, para pensar en ello. Corrí al baño de
mujeres y me detuve cuando vi a Tamra con unas amigas, esponjándose el cabello
en la pared de espejos encima de los lavabos.
—Eres una perra suertuda —dijo una, golpeando el brazo de Tamra—. No
puedo creer que estés a punto de conseguirte a Asher Jodido Hart.
—Lo sé. —Tamra rió y se mordió los labios para hacerlos ver más llenos.
Respiré y presioné mi espalda contra la pared justo dentro de la puerta.
Pero no podía creerlo. Ella ya sabía quién era. Él nunca le dijo su apellido.
Dios, por supuesto que ya sabía quién era. Solo que era mejor en el juego
que el resto de las mujeres ignorantes de allá afuera.
Esto era exactamente lo que Asher no quería. Y, sin embargo, una fanática
estaba a punto de meterse en sus pantalones con engaños. Tenía que advertirle,
pero... ¿cómo?
Oh, nunca vas a creer lo que acabo de oír en el baño de mujeres, ¿Ash?
Sí, es funcionaría de maravilla.
Queriendo llorar, me alejé de la pared y fui hacia un cubículo vacío. Tamra y
su grupo me vio y me ofrecieron sonrisas tentativas.
—Me encantan las mechas púrpuras —tuvo el descaro de decirme.
Le envié una sonrisa asqueada. —Gracias. —Mi cabello era un desastre, lo
sabía. Estuvo atrapado bajo la máscara durante horas y probablemente se hallaba
enmarañado y sudoroso, pegado a mi cabeza en la manera más antinatural.
Escapando hacia un cubículo, me senté y abracé a mis costillas, con ganas de
llorar.
Fuera de mi puerta, una de las zorras preguntó—: ¿Crees que te llevará a su
casa o alquile una habitación en un motel en alguna parte?
—Como si importara. Me conformaría con el asiento trasero de su auto si
eso es lo que quisiera.
Es una motocicleta, perra. Conduce una motocicleta, no un auto.
Y entonces me imaginé a él tomándola en su moto y tuve que cerrar los ojos
fuertemente y presionar mis labios para no llorar.
—Con tal de que no vayamos a mi casa —arrulló Tamra, comenzando a
sonar demasiado petulante.
Sus dos amigas se rieron antes de que una dijera—: Sí, estoy segura de que
tu marido y tus dos hijos tendrían un problemita contigo acostándose con Asher el
dios del rock Hart en el sofá del salón.
Mis ojos se abrieron mientras las otras dos se le unieron, riendo.
¿Qué dijo?
Oh, de ninguna maldita manera. ¿La zorra estaba casada? Poniéndome de
pie, intenté abrirme paso desde el baño, solo para encontrarlo bloqueado. Así que
titubeé un segundo antes de que pudiera escapar, y sí, en el momento en que fui
libre, las tres mujeres se habían ido, solo sus risitas tontas de culos casados hacían
eco alrededor del baño detrás de ellas.
Comencé a seguirlas, abriéndome camino desde el baño. Pero tan pronto
como llegué al rincón del baño vi a Asher dirigiéndose a mi camino.
Y él me vio. Al mismo momento en que sus ojos se abrieron mucho y su
boca redondeó en una O por la sorpresa, me acordé de que me había olvidado de
ponerme mi máscara de nuevo.
Moviéndome rápido, me escondí detrás de un grupo de tres chicos que
pasaban justo cuando oí a la voz de Asher gritar—: Oye, espera.
Me agaché detrás de mi escudo ignorante hasta que pasamos junto a una
puerta, a la que le extendí la mano y traté. Cuando se abrió, pasé dentro del
espacio oscuro, sin tener ni idea de si era una oficina, un cuarto de suministros o
qué. Con miedo de encerrarme dentro sola, me quedé con la puerta entreabierta y
fui capaz de mirar hacia fuera desde mi escondite oscuro.
—Hijo de puta —susurré cuando vi a un determinado Asher caminar hacia
mí como si supiera donde estaba escondida.
Pero Tamra lo encontró, agarrando su brazo y preguntándole a dónde se
dirigía.
Echó un vistazo a la puerta agrietada desde la que yo miraba a escondidas.
—Yo...‖Yo‖creí‖haber‖visto‖a‖alguien‖que‖conocía.‖¿Has‖visto‖a‖una‖chica?‖Um<‖tal‖
vez latina, pelo largo y oscuro, con reflejos púrpuras.
—¿Reflejos púrpuras? —dijo Tamra, y su sonrisa se congeló. Luego sacudió
la cabeza—. No, estoy segura de que no la vi. Lo lamento.
¡Por Dios!
¡Mentirosa!
Bueno, yo era una peor mentirosa. Pero ella trataba de llevarlo con engaños
a la cama. Eso estaba mal.
Después de que le instara a alejarse, agarrándole el brazo para dirigirlo de
nuevo hacia la dirección de nuestra mesa, él le lanzó una última mirada nostálgica
a mi puerta, pero luego se dio la vuelta.
Solté un suspiro atronador, conté hasta diez, luego me puse mi máscara tan
rápido como fue humanamente posible, con la esperanza de no tenerla torcida.
Entonces me fui de mi escondite y corrí de vuelta a la mesa.
De ninguna manera podía dejar que esa puta le hiciera esto a mi Asher.
Los alcancé justo a tiempo. Los dos estaban de pie, Tamra se deslizaba la
correa de su bolso en el hombro como si estuviera a punto de irse, y Asher arrojaba
algo de dinero sobre la mesa para encargarse de la propina. Luego él puso su mano
en la parte baja de la espalda de ella y la giró hacia la puerta. Pero pasé por delante
de ellos, justo en su camino.
Se detuvieron en seco, así que tuve que fingir que también me detuve
sorprendida. —Oh, hola. ¿Ya se van? —pregunté inocentemente.
—Sí. —Asher me envió una mirada extraña—. Recién traté de encontrarte,
pero no estabas en el baño.
—Oh<‖ sí.‖ Yo<‖ —Mierda. Vi la barra y rápidamente improvisé—. Fui a
buscar otra bebida, entonces decidí no hacerlo.
Asintió. —Bueno, nos vamos. Esta es Tamra, por cierto.
Me giré hacia ella, enviándole una sonrisa agradable, si eso me dije a mí
misma.
—Tamra, este es mi amigo, Remy.
—Hola —saludó, extendiendo sus dedos en una de esas maneras patéticas e
inseguras que me volvían loca.
Tomé la punta de su mano de todos modos. —Encantado de conocerte. —
Luego chasqueé los dedos y señalé—. Oh, oye. Eres esa chica que estaba metiendo
su anillo de bodas en el bolso a las afueras del baño hace unos minutos, ¿no?
—¿Qué dijiste? —Asher se volvió hacia ella, con las cejas levantadas.
La conmoción nubló su rostro. —Yo... yo... yo ciertamente no lo era.
—Sí, eras definitivamente tú —le arrullé, incapaz de contener una sonrisa
mientras negué con el dedo—. Andabas presumiéndole a tus amigas sobre cómo
estabas a punto de levantarte a Asher el dios del rock Hart, ¿no es así?
—¿Qué? ¿Cómo...? —Sacudió la cabeza, mirándome boquiabierta y tratando
de averiguar cómo sabía tanto. Luego se giró hacia Asher—. Eso no sucedió. Así
no.
Tal vez no fue exactamente de la manera en que lo describí, pero, oh, sin
duda había sucedido.
A Asher no parecía importarle cómo fue la conversación. —¿De verdad
estás casada? —Dio un paso decisivo lejos de ella.
—Yo... —La culpa extendiéndose por su cara nos dijo a ambos que sí.
—Y mentiste sobre no saber quién era —la acusó aún más antes de levantar
las manos—. Eso es... malo. —Luego se volvió y se alejó.
La boca de Tamra cayó abierta. —¿Qué demonios? —exclamó.
Cuando me miró, me encogí de hombros. —Oye... la vida es una perra y
luego te mueres, ¿eh?
—Tú... —Entrecerró los ojos—. Eres un maldito mentiroso. Gracias por
arruinar mi noche.
Mientras se fue pisoteando, yo estaba a punto de gritar detrás de ella, algo
sobre mira quién habla, pero luego me detuve.
Yo era una mentirosa, y probablemente una peor. Ella solo planeó engañarlo
por una noche. Yo le estuve engañando durante semanas, y seguiría así durante
quién sabe cuánto tiempo más. No había ningún final a la vista para mi decepción,
porque no sabía cómo decirle la verdad.
Sintiéndome como una mierda por diez, rastreé el lugar hasta que lo
encontré en el bar solo un par de minutos más tarde, tomando un poco de agua,
probablemente tratando de recuperar la sobriedad. Sus hombros parecían tensos
mientras se inclinaba sobre el mostrador, consolándose.
Me dejé caer a su lado.
Por un par de segundos, nadie habló. Finalmente, le dije—: Lo siento.
Soltó una carcajada y me lanzó una mirada cansada. —¿Qué demonios
sientes?
—Yo acabo... de bloquearte —murmuré. Porque era una perra malvada y
celosa que no fue capaz de soportar ver que llevara a otra mujer a casa.
—No. Me salvaste de follar una mujer casada. Yo debería estar dándote las
gracias a ti... no tú pidiéndome disculpas a mí. Idiota.
—Sin embargo... —Solté un largo suspiro—. Si solo hubiera mantenido mi
boca cerrada, podrías haber encontrado un poco de alivio.
—O arruinar un matrimonio —argumentó. Girándose hacia mí, me miró a
los ojos y puso su mano en mi hombro—. Acabas de salvar mi culo. Gracias,
hombre. Eres un verdadero amigo.
Excepto que no me sentía como una amiga. Mi decepción me atravesó hasta
lo más profundo de mi alma y me sentí como el mayor fraude de la historia.
Un verdadero amigo simplemente querría que él fuera feliz.
En ese momento, me juré a mí misma que le ayudaría a encontrar a una
mujer antes del final de la noche así eso fuera la última cosa que hiciera. Y a quién
le importaba si yo después lloraba hasta quedarme dormida. Me lo merecía.
Asher, por otro lado, merecía el contacto humano que tanto anhelaba.
Traducido por Jadasa & Pachi Reed15
Corregido por Julie
Cuando llegué a casa desde la cena con Remy, me sentí más solo de lo
habitual. Dejé que Mozart saliera de su jaula para jugar, así que corrió y se
escondió debajo de la cama, y fue una pésima compañía. Terminé practicando la
letra de mi nueva canción mientras limpiaba su jaula.
Finalmente, me quedé dormido alrededor de las cinco de la mañana, y Pick
me llamó a las ocho.
—Oye, tengo otra casa que ver esta mañana. ¿Vienes?
Bostezando mientras me sentaba, me pasé los dedos por mi cabello. —Sí,
seguro. Pero pensé que ibas a volver a mirarlas con Eva.
—Ella se niega. Dice que quiere que le eche un vistazo a ésta última casa.
Así que... ¿te recojo en diez?
—Suena como un plan. —Colgué y arrastré mi culo de la cama. Mozart
golpeó su jaula, recordándome que tenía que darle de comer. Pero después de que
le lancé un poco de brócoli para devorar, él simplemente me miró, haciéndome
saber que ni siquiera iba a comer esa basura saludable. Así que suspiré y le di
algunos de mis viejos frutos secos de maíz rancios, sobre los cuales rápidamente se
abalanzó.
Cuando Pick se apareció, lo primero que me preguntó después de que me
deslicé en el asiento del pasajero fue—: ¿Has escuchado otra cosa de tu papá?
Me quejé y me hundí más bajo en mi asiento. —Jesús, eres tan malo como
Sticks.
—¿Sticks? —Levantó una ceja—. ¿Cómo es eso?
Después de que le conté de mi encuentro con el hombre en Chicago y cómo
Remy le había amenazado con su gas de pimienta y un silbato, Pick echó su cabeza
hacia atrás y se rió. —Me gusta ese chico. Mantenlo contigo.
Me encogí de hombros, negándome a decirle que la línea de combustible de
mi motocicleta fue cortada y la teoría que Remy tenía sobre eso. La había arreglado
el día siguiente, así que ningún daño fue hecho. No había ninguna razón para
mencionárselo a Pick.
—Así que, ¿a qué barrio elegante y brillante nos dirigimos hoy?
Pick me envió una mirada por burlarme de su posible nuevo barrio, y luego
dijo—: Glendale.
Asentí, decidiendo que no era tan lujoso como el último que habíamos
visitado pero era una tipo de zona decente y adecuada para familias.
—La tía y tío de Campanita, los padres de Reese, viven por aquí.
—Ahh —murmuré—. Genial.
Esta vez, ni Pick ni yo nos fuimos por las ramas. Tan pronto como vimos la
inmobiliaria, hablamos al unísono. —¿Patio interior?
Mientras seguía a Pick a la puerta corredera de cristal, le pregunté—: Y,
¿cuándo es la boda?
—El domingo después de la próxima semana.
Me quedé inmóvil en el patio trasero mientras Pick avanzaba hacia el medio
del jardín y se daba una vuelta lentamente.
—Lo siento, ¿dijiste el domingo después de la próxima semana? —pregunté,
moviendo mi cabeza, seguro que había oído mal—.‖Porque‖eso‖es‖en<
—Once días—contestó Pick—. Sí, lo sé.
—Mierda, hombre. ¿Cuál es la prisa?
Se encogió de hombros. —Simplemente decidimos que no queríamos
esperar más. Lo vamos a hacer en Forbbiden, así que... no va a haber un montón de
decoración o planificación de la fiesta. Y va a ser pequeña, en su mayoría todos los
que trabajan en Forbidden, sus familias y tal vez la tía y tío de Campanita. Pero eso
me recuerda. —Miró en mi dirección—. Puesto que vas a ser el padrino, ¿voy a
tener que encontrar un DJ diferente para encargarse de la recepción?
Negué. —Nah. Puedo pedirle a Remy que lo haga. Ya ha aprendido la
configuración; estoy seguro de que estará de acuerdo.
—Genial —asintió Pick, distraído mientras miraba un enorme árbol viejo en
la esquina del patio.
Puse mi mano por encima de su hombro, haciendo un gesto hacia la casa. —
¿Ya estás listo para regresar?
Pero mi hermano se quedó allí, mirando el árbol, luego miró a su alrededor
como si buscara algo.
Parpadeé. —Mierda.‖¿Es<‖es‖este‖el‖lugar?‖—Señalé a la tierra debajo de mí,
de repente sintiéndome como si estuviera de pie en la hierba sagrada.
—No lo sé —murmuró finalmente Pick, pasándose la mano por la cara—.
Parece... diferente. —Hizo un gesto a la valla de madera, la cual separa este patio
de los vecinos—. Esa valla era blanca, y había un pequeño árbol... justo ahí. Un
enorme columpio aquí con una fila de tulipanes púrpuras y amarillas al lado.
Una gran sonrisa se extendió por mi cara mientras le daba una palmada en
el hombro de todo corazón. —Bueno, parece que tienes que hacer un poco de
pintado, sembrado y construcción, porque enhorabuena, hermano mayor, acabas
de encontrar tu casa de ensueño.
—Mierda —pronunció, con aspecto aturdido y sin palabras mientras
empujaba los dedos por su pelo y miraba boquiabierto el patio a su alrededor—. La
encontré. —Luego llevó sus ojos aturdidos en mi dirección—. No sé cómo plantar
un puto árbol.
Reí. —Entonces supongo que vas a aprender. Ven. Vamos a ver el interior.
¿Cuántos cuartos tiene? ¿Vas a tener uno especial para cuando el tío Asher se
aparezca de vez en cuando?
—Ni siquiera lo sé. —La voz de Pick sonaba hueca mientras permanecía
clavado en el centro del patio—. No me molesté en comprobar la cantidad de
habitaciones.
Cuando me di cuenta de que seguía demasiado trastornado como para
moverse, me fui hasta su lado, lo agarré del brazo y lo arrastré hacia la puerta de
atrás. —Vamos, viejo. Vamos a ver cómo luce el dormitorio principal en el que vas
a hacer el amor con tu esposa por el resto de tu vida.
Eso lo hizo moverse. Comprobamos minuciosamente cada habitación, y en
cada una que entrabamos, una sonrisa se extendía por el rostro de Pick, como si no
pudiera creer su buena suerte. Hizo comentarios sobre cuál sería la habitación de
Julian o Skylar, o de Chloe, aunque no tenía ni idea de quién era Chloe. Pero no
necesitaba entenderlo; era el creciente entusiasmo que emanaba de mi hermano lo
impresionante. Él tenía un futuro, familia, y ahora el hogar perfecto que esperar.
Me encontraba feliz por él.
Y extremadamente celoso.
Yo como que no quería volver a mi apartamento después de eso, y no tenía
que trabajar esa noche. No había ensayo de la banda. Era como si yo no tuviera
nada.
Después de que Pick me dejara y corrí por las escaleras hacia mi sótano, le
envié un mensaje a Remy para ver si quería comer algo conmigo. Se acercaba el
mediodía y me había saltado el desayuno. Mi estómago gruñía. Sonaba como el
plan perfecto para mí.
Pero contestó, diciendo que tenía que trabajar, así que le dije que era un
perdedor, y arrojé mi teléfono en mi mesa de café. Hundiéndome en mi sofá, me
quedé mirando mi televisión, sin el estado de ánimo para ver algo. Ni siquiera
quería jugar Call of Duty, porque fue más divertido cuando lo hice con Sticks.
Ugh. Necesitaba una vida. Dejando caer mi cabeza hacia atrás, me quedé
mirando el techo mientras mi estómago gruñía de nuevo. No estaba de humor para
preparar mi propia comida, así que decidí que era un momento tan bueno como
cualquier otro para conocer el restaurante de la familia de Remy. Castañeda o
como sea que se llame.
Poniéndome de pie, recogí mi teléfono, billetera y llaves, y salí por la puerta.
Traducción por Valentine Rose
Corregido por Anakaren
—¡Elisa!
La voz de tío Alonso me sacó del ensueño que me encontraba. Tenía las
manos enterradas en un bol con masa harinosa, y giré.
—Lo siento —me disculpé de inmediato antes que pueda regañarme por sea
cual sea la razón que estaba a punto de regañarme esta vez—. Las pondré en el
horno en unos cinco minutos.
Desde que recibí la llamada de Asher, me distraje. Había sonado solitario.
No tenía ni idea de cómo podía darme cuenta de ello a través de un mensajito,
pero aun así me sentí culpable de tener que negármele. También me sentía
culpable de tener que rechazar su oferta para pasar el rato anoche mismo, y
adem{s‖ de‖ mentirle‖ y‖ estar‖ enamor{ndome‖ de‖ él‖ y<‖ cielos,‖ tan‖ solo‖ me‖ sentía‖
extremadamente culpable, ¿está bien?
Pero todo sería peor si hubiese ido a casa con él. Necesitaba distanciarme de
Asher. Comenzaba a sentir muchas cosas, y solo me dificultaba manejar todo.
—No necesito eso —respondió mi tío, indicándome que me acercara con la
mano—, o sea, sí, los necesitamos, pero te necesito para algo más al frente. —Como
solo fruncí el ceño, confundida, soltó un suspiro—. Juan y Diego no podían venir
hoy.
Asentí, luego fruncí el entrecejo pues todavía no sabía qué tenía que ver yo.
Los dos hermanos menores de mi mamá, Diego y Juan, solo venían una vez a la
semana los miércoles para tocar con Big T y Luis, el hijo de Diego, en su grupo de
mariachis en vivo. Les gustaba ir de mesa en mesa para cantarles a los clientes.
Mientras el tío Diego y Big T tocaban guitarras, el tío Juan se encargaba de la
armónica y Luis sacudía las maracas.
Aplaudiendo impacientemente en mi dirección, el tío Alonso me indicó que
lo siguiera con la mano. —Vamos. Necesitamos entretenimiento en vivo. Es
miércoles. La gente está esperando música.
Me quedé boquiabierta, emocionada, sin haber esperado que me lo haya
pedido a mí. —¿Y quieres que toque la guitarra extra? ¿O la armónica? —Porque,
de verdad, podía tocar cualquiera.
Pero mi tío frunció el ceño. —No, no. Tú cantas. Tienes una hermosa voz.
Tomás puede acompañarte con su guitarra.
Mis‖ hombros‖se‖ desplomaron.‖ Por‖supuesto‖ que‖ quería‖que‖ cantase<‖ y‖ lo‖
m{s‖ probable‖ es‖ que‖ fuera‖ algo‖ como‖ ‚Ave‖ María‛‖ o‖ ‚Don’t‖ Cry‖ for‖ Me,‖
Argentina‛‖también,‖algo‖conmovedor‖y‖deprimente.‖Nunca‖me‖dejó‖tocar‖ningún‖
instrumento. El hombre era tan tradicional que creía que las mujeres no eran
capaces de tocar instrumentos en un grupo mariachi. Solamente podían cantar.
Baa.
No es que odiara cantar. Tan solo detestaba su perspectiva de la vida a
veces.
—Vamos. —Volvió a aplaudir como si estuviese llamando a un perro.
Suspiré y giré hacia mi masa. —Pero, ¿y las sopaipillas?
Le frunció el ceño a mi trabajo por un segundo antes de volver a hacerme un
gesto. —Tráelo contigo. Puedes terminar de prepararlas en la gran mesa de trabajo
del frente. Haz un programa de cocina en vivo mientras cantas.
Soltando otro suspiro, tomé el bol y luego agarré una bandeja de horno,
unas otras cosas que necesitaría, y lo seguí, saliendo de la cocina con mi delantal
cubierto de harina y con una redecilla todavía puesta.
El comedor era un bullicio repleto de gente, y nadie nos prestó atención ni a
mí ni a mi tío cuando lo seguí hasta la gran mesa de trabajo de madera, donde sacó
un florero y empezó a limpiar la superficie antes que pudiera usarla. De pie detrás
de él y agarrando los utensilios contra mi pecho, esperé como una buena chica
hasta que alguien apareció detrás de mí y murmuró en mi oreja.
—Sabía que te convencería de cantar.
Le dediqué una mirada sobre el hombro y le pegué suavemente a Big T un
codazo en su estómago mientras le decía—: Cállate. —Solamente el sonido de su
suave gruñido de dolor hizo que sonriera un poquito.
—Prima, eres mala.
Mi sonrisa creció un poco más.
—Entonces, ¿qué tocaremos? —preguntó—.‖¿‚Cielito Lindo‛?
Me mordí el labio inferior, considerándolo. —No<‖algo‖diferente.
En mi bolsillo trasero, mi teléfono vibró, avisándome que me llegó un nuevo
mensaje. Lo saqué por costumbre y vi que era de Asher.
¡Santa mierda! La encontré.
Frunciendo el entrecejo, pues no tenía idea de qué hablaba, comencé a
preguntarle a quién encontró. Pero otro mensaje de él llegó antes.
¿Cómo se llama la chica que…?
—¡Elisa! —bramó el tío Alonso, sobresaltándome con fuerza y alcé la vista
antes que pudiera terminar de leer la pregunta de Asher. Levantó la mano,
indicándome que estaba listo para que pudiera comenzar. Guardé el teléfono justo
cuando vibró de nuevo con un tercer mensaje.
Inhalando hondo, me centré en situar mis suplementos mientras Big T se
posicionaba detrás de mí, un poquito a la izquierda. Mientras trabajaba, un par de
clientes me echaron un vistazo en tanto seguían comiendo y conversando, tal vez
dándose cuenta que me hallaba a punto de hacer algo para entretenerlos.
Justo cuando tuve todo como lo necesitaba, mi teléfono vibró contra mi
trasero por tercera vez. Big T se inclinó hacia adelante, murmurando—: ¿Prima? —
Queriendo saber qué iba a cantar así sabría qué tocar.
Sabía que tío Alonso esperaba que tocara algo puramente en español, pero
decidí hacer un pequeño mix de inglés y español. Y, además, Doris Day era una de
las cantantes favoritas de mi mamá antes que se volviera loca. De modo que, por
sobre mi hombro, murmuré—: ‚Qué Será Será‛.
Un par de segundos después, la guitarra comenzó a rasguear la melodía.
Algunas personas dejaron de comer para observarnos. Pero no fue hasta que
terminó la introducción y comencé a cantar que recién tuvimos la atención de todo
el mundo.
Ignoré a todos y fingí como si estuviera completamente concentrada en mi
labor domestico de salpicar la mesa con un puñado de harina. Una vez que tuve
una fina capa cubriendo la mesa de madera, tiré mi bola de masa a esta y empecé a
amasarla en círculos con el uslero que traje. La harina se esparció por todos lados.
Más gente detuvo sus conversaciones para observarme trabajar. Seguí
fingiendo no darme cuenta, manchándome la mejilla con harina a propósito
cuando quité un mechón de cabello que había salido de mi redecilla.
No fue hasta que levanté el uslero y comencé a girar la masa plana que
llegué al coro y de verdad elevé mi voz.
Lo juro, todos en el restaurante dejaron de hacer lo que hacían solamente
para escucharme.
Casi se sintió electrizante. Sí, tocar la batería era mi alma y corazón, pero, en
aquel instante, entendí por qué Asher amaba cantar canciones tan poderosas que
requerían todo tu ser. Porque este instante se sentía genial.
Centrando mi enfoque en un lugar profundo en mi interior, dejé que la
melodía de la guitarra se vertiera por mis manos y mi diafragma hasta que el
sonido de mi voz alcanzó un punto culmine y mi última nota se escuchó por todo
el‖restaurante‖silencioso.‖Terminé‖la‖última‖línea‖y‖luego<‖aplausos.
Frente a todos los silbidos, aplausos y ánimos, parpadeé y le sonreí a mi
audiencia. Pero toda mi atención aterrizó en un par de ojos verdes observándome
con un escrutinio intenso desde la cabina de la esquina.
Ay, mierda.
Asher se encontraba aquí.
Congelada, tan solo pude mirarlo boquiabierto mientras se levantaba de la
cabina donde se hallaba sentado solo.
Dio un paso en mi dirección, y mi corazón dio un vuelco y aterrizó en mi
estómago. Dios, venía hacia acá para hablar conmigo.
¿Qué demonios tenía que hacer?
—Bien hecho, Elisa —dijo tío Alonso, dándome una palmadita en el hombro
cuando pasó junto a mí.
Su elogio me sacó de mi rigor mortis, y giré para quedarme mirándolo
sorprendida. Luego señaló mi mesa de trabajo y me dijo que le llevara las
sopaipillas a mi prima segunda, Frida, al freidor.
Le contesté a mi tío que lo haría en un segundo a medida que le echaba un
vistazo a Asher. Seguía acercándose, así que tomé la bandeja para huir. Cuando se
congeló un poco como si no estuviera seguro qué hacer, di media vuelta y me
apresuré a volver a la cocina.
Pero en cuanto estuve detrás de la puerta de vaivén, eché un vistazo por una
de las ventanas circulares. Seguía de pie donde se detuvo en seco, observando el
lugar dónde yo había desaparecido. Pero en cuanto me vio echándole un vistazo,
una sonrisa apareció en su rostro y me saludó con la mano.
Dios. Esa sonrisa. Esa sonrisa‖que‖decía‖ ‚sé‖ que‖ me‖viste‖ y‖ me‖ recuerdas‛‖
me provocaba cosas.
Si este hombre volvía a atraparme estando de mujer, no tenía la certeza de si
podría‖resistírmele<‖y‖realmente‖necesitaba‖resistírmele.‖Mentirle‖y‖fingir‖que‖era‖
hombre ya era lo bastante malo. Pero ir a la cama con él mientras seguía mintiendo
y fingiendo ser hombre en otras ocasiones sería la decepción más grande.
Pasara lo que pasara, no podía volver a encontrarme con él estando de
mujer. No a menos que supiera la verdad.
—Así que< Dugger Murphy, ¿eh? Sí, no veo a Pick con ese nombre.
Mientras le di mis controles en un descanso para agarrar mi botella de
cerveza y tomar un par de tragos, Remy remató la pequeña invasión de enemigos
acercándose a nosotros.
Maldita sea, era muy bueno en este juego.
—Lo sé. —Dejé el vaso para constatar que entraba en un edificio cercano con
las armas desenfundadas.
Con un resoplido, me sonrió—: Dios, tu mamá tuvo un gusto asqueroso en
los nombres.
Le disparé a un chico en la cabeza que estaba a punto de eliminarlo.
—Mierda, no lo vi. —Remy apretó los dientes con frustración—. Gracias.
Su gratitud llegó a regañadientes. Esto me mostró cuán competitivo era y lo
mucho que odiaba perderse algo o pedir ayuda.
Actué displicente al respecto. —Ajá. —Pero aun así me sacó el dedo medio y
tuve que reír.
—Por lo tanto, ese tipo que posee el taller y para el que Pick trabajaba,
¿acabó siendo su abuelo paterno? Eso es una jodida locura.
—Sí, tan loco como el descubrir que mi jefe era mi hermano. —No mencioné
que tenía celos de que Pick hubiera terminado por descubrir un nuevo miembro de
la familia que no lo odiaba, ni estaba resentido contra él, o simplemente no le
importa una mierda acerca de su vida. Pero luego recordé que encontré un nuevo
miembro familiar además de Pick, ¿no? Así que técnicamente ya no perdía por
goleada en ese sentido.
—Oye, sigo olvidándome de preguntarte. ¿Vas a ser el DJ en la recepción de
su boda? Va ser en el Forbidden el próximo domingo.
—¿El próximo domingo? ¿Te refieres al próximo domingo que es en ocho
días?
—Sí. Pensé que Eva era de las que quería una planificación interminable,
pero parece que ya están listos y no quieren perder el tiempo. Así que, ¿qué me
dices acerca de la música? Eres la única otra persona en la que confío con el sistema
de sonido.
—¿Lo soy? —La voz quebrada de Remy me dijo que se sentía honrado por
mi anuncio. Después de aclarar su garganta, sonó mucho menos emocional y más
indiferente—. Bien, seguro. No hay problema. ¿Cómo lo está llevando Pick?
—¿Los planes de la boda? —Le envié un breve ceño fruncido—. Como si lo
supiera. —O me importara.
—No —resopló y agitó una mano—. ¿Cómo está, ya sabes, lidiando con la
conmoción de enterarse tanto en un día? Conoció a su tío, luego, su abuelo. ¿Cómo
le va con eso?
Le envié otra extraña mirada. —Ni idea. Parecía estar bien. ¿Por qué?
—Oh, Jesús. —Remy puso los ojos en blanco—. Hombres hetero. Lo juro.
Siempre demasiado asustados de hablar acerca de sus sentimientos.
Ahora me encontraba perplejo. —¿Qué demonios se supone que debo
preguntarle?
—No sé —suspiró como si me diera por perdido—. Pregúntale si está bien,
tal‖vez.‖Si‖quiere‖hablar‖de‖ello.‖Si<
—Estoy seguro de que Eva se hará cargo de todo eso. No me necesita para
darle un abrazo o una palmadita en la espalda.
Por el rabillo del ojo, vi a Remy mirándome. —¿Y qué hay de ti?
¿Eh? —¿Qué hay de mí?
—No tienes una Eva con la que hablar o que te abrace.
Le envié una mirada incrédula. —Sí, no soy yo el que conoció a mi abuelo
hoy. —Con esto solo obtuve una confirmación de lo mucho que mi madre me
despreció de verdad.
—Sí, pero tuviste que hacer frente a tu tío de nuevo después de no verlo
por< ¿cuánto tiempo? Y pasaste toda la mañana con Pick, cuando hace un mes, te
cagabas de miedo ante la idea.
—Cristo —gemí—. Te cuento demasiado. —Cuando solo sonrió, puse los
ojos en blanco—. Mi tío sigue siendo completamente imparcial sobre cualquier
cosa que haga con mi vida, y Pick< No sé, estoy asimilando la idea de que es mi
hermano.
—¿En serio? —Eso pareció complacer a Remy—. Eso es genial.
—Sí, desde que me dijo que había investigado ya a Polly en internet y sabía
lo que le pasó con mi papá, no he estado tan asustado.
—Hablando de tu papá<
—No. —Poniendo la mano en alto en su dirección para cortarlo, suspiré—.
No he vuelto a verlo desde el encontronazo en el bar.
Remy estuvo en silencio un momento antes de decir—: Sigo pensando que
te está siguiendo. Que te vigila.
Por supuesto que sí. —Y te dije que no puede importarme menos si es así. —
Lo cual dudaba mucho—. Mientras siga lejos y no tenga que enfrentarme a él, todo
está bien.
—Pero y si‖él<
—Sticks. —Le envié una mirada penetrante—. No estoy preocupado por él.
No tiene ninguna razón para venir a por mí. Desde el momento en que se dio
cuenta de que no podía ayudarle con la droga y que no iba a darle ningún apoyo
financiero, probablemente olvidó que existía. Y me parece bien. Adiós y hasta
nunca.
—Bueno, voy a estar paranoico y a mantenerme alerta.
Negué con la cabeza, a pesar de que se sentía bastante bien que alguien
estuviera tan preocupado por mi bienestar. —Haz lo que quieras. Por la presente y
desde ahora, te hago mi guardaespaldas oficial.
Cuando hice una señal de cruz en su dirección, resopló. —¿Una señal de
cruz? ¿De verdad? ¿Qué demonios fue eso?
Me reí. —Ni idea. Me parecía apropiado.
Se rió. —Hombre, eres tan raro.
La forma en que negó con la cabeza como si estuviera perplejo por mis
rarezas me hizo reír, también. Me hallaba a punto de burlarme y decirle que él era
el idiota con un gran enamoramiento por mí, pero no sé, decidí seguir la corriente.
—¿Crees que soy raro? Bueno, ¿sabías que< —Recordando algo que leí en
internet anoche, cuando fui incapaz de dormir porque había estado preocupado
por mi amistad con él, le dije—: cuando se castraba a un niño para hacerlo cantar,
la‖falta‖de‖testosterona‖en‖su‖cuerpo‖hacía‖que‖sus<?
—Articulaciones óseas no fueran tan duras, crecían más y tenían más
capacidad torácica para cantar y una capacidad pulmonar más fuerte. Sí, en
realidad ya lo sabía.
Mi boca se abrió en estado de shock. Pero, maldita sea, ¿cómo sabía eso?
Parpadeé; no sabía si me encontraba impresionado o irritado de que me hubiera
puesto‖en‖evidencia< otra vez.
Antes de que pudiera decidir, sonó mi teléfono.
Tiré mis controles a un lado para alcanzarlo, porque una vez más, Remy
limpiaba la casa sin mi ayuda. —Es Pick —dije, frunciendo el ceño, y me pregunté
qué le pasaba. ¿En serio necesitamos hablar acerca de los sentimientos y ese tipo de
cosas? No tenía ni idea de cómo hacerlo, pero por Pick, supuse que lo intentaría—.
¿Qué pasa? —pregunté en respuesta.
—Hombre —Pick dejó escapar un largo suspiro—, Jesús, Asher. Nunca vas
a creer esto, pero acabo de recibir una llamada de Reese. La madre de Mason
murió como< hace una hora.
—¿Qué? —Me senté con la espalda recta en el sofá—. Eso es una locura.
¿Qué pasó?
—No lo sé. No me dio detalles. Pero dijo que Mason estaba muy alterado.
Acaban de recoger a su hermana pequeña Sarah y ella no lo está tomando muy
bien. Nos dirigimos hacia allí ahora. —Hizo una pausa y luego añadió—: ¿Nos
vemos allí?
—Uh< seguro. Sí. Estaré allí tan pronto como sea posible. —Después de
colgar, continué mirando el teléfono mientras murmuraba—: Mierda.
Remy detuvo el juego y se sentó, con preocupación en su rostro. —¿Qué está
pasando?
—Mi amigo Mason<
—¿El del bar? Sí. —Asintiendo, agitó una mano, instándome a continuar—.
¿Qué hay con él? ¿Está bien?
—No. Quiero decir, sí, lo está. Pero su mamá< mierda, supongo que ella
acaba de morir.
—Guau. —Sticks se echó hacia atrás, parpadeando—. ¿Qué pasó? ¿Un
accidente automovilístico?
—Ni idea. Pick no lo sabía y Reese no se lo dijo cuándo llamó. —Me puse de
pie, sintiéndome desorientado mientras miraba ciegamente por la habitación—.
Debo ir. Para darle mis condolencias y, no sé, mierda... solo tenderles la mano por
si necesitan algo, supongo.
Debí haberme movido, pues una ola de mareo me asaltó. Todo lo que podía
ver era los ojos muertos de mi propia madre, mirando sin ver nada. ¿Qué pasa si la
hermanita de Mason vio morir a su madre?
—Oye. ¿Estás bien? —Remy agarró mi brazo, devolviéndome a la tierra, al
presente.
—Sí. Bien —murmuré—. Solo recordando mierda del pasado. Pick dijo que
la hermana de Mason, Sarah estaba bastante alterada. No pude evitar preguntarme
si ella se hallaba allí. Si lo vio todo.
La mirada audaz de Remy se clavó en mí. —¿Qué viste tú —murmuró en
voz baja—, cuando tu madre murió?
Sorbí por la nariz y sacudí la cabeza. —Todo —respondí sin realmente
querer. Pero Sticks tenía una forma de sonsacarme las cosas con una simple
mirada.
—Eso debe haber sido una mierda. ¿Alguna vez hablaste con alguien sobre
esto?
Le eché un vistazo. —Sí. Por supuesto. Tuve que repetir mi versión de los
hechos alrededor de veinte veces a la policía, a los abogados y a los jueces.
—No, quiero decir, con un psiquiatra. Ayuda emocional.
Con un bufido, le envié una mirada como diciendo ‚¿en serio?‛. —¿Crees
que mi tío estaba dispuesto a desembolsar dinero extra para algo como eso? Sí,
piénsalo otra vez.
Stan pensó que cumplió con su deber al dejarme vivir en su remolque. No se
esforzó más allá de esto, salvo para preguntar de vez en cuando si necesitaba
dinero para comprar mis cosas personales.
—Deberías haber recibido un poco de ayuda inmediatamente después de
que‖ocurriera.‖No‖es‖bueno‖para<
—Sticks. —Levanté una mano para que se callara—. Ocurrió hace años.
Creo que lo superé. Y sé que te gustaría que me abrirse y compartiese todos mis
sentimientos y esa mierda contigo, pero ahora voy a ir a ver a mi amigo y estar allí
para él.
Excepto que eché un vistazo alrededor de la habitación, sintiéndome muy
perdido y sin saber qué hacer a continuación hasta que Remy agarró mi brazo.
—Te llevaré —dijo en voz baja.
Solté un suspiro, sintiéndome patético porque lo necesitaba. Las noticias de
Pick me afectaron profundamente. Eso me sorprendió. Así que asentí ante la oferta
de mi amigo y murmuré—: De acuerdo. Gracias.
Sin darle mucha importancia a mi admisión de que en verdad lo necesitaba,
agarró sus llaves, la cartera, y el teléfono de la mesa del café e hizo un gesto hacia
la puerta. Con mi cabeza todavía hecha un lío, seguí sus indicaciones sin dudarlo.
Pero tan pronto como me abrió la puerta, dijo entre dientes—: Mierda.
Comida. Necesitamos comida.
Miré hacia atrás, frunciendo el ceño. —¿Eh?
—Ya sabes. —Chasqueó los dedos y agitó la mano—. Cuando muere un ser
querido de alguien, llevas comida, como guisos y esa mierda.
Arqueé una ceja. —Eres tonto si piensas que sé cómo cocinar un guiso.
Remy se rió. —No tiene por qué ser un guiso. Solo<‖cualquier cosa. Algo
útil. —Entonces se iluminó—. Cuando murió la madre de Big T, todas las personas
trajeron diferentes comidas, pero solo ese tipo viejo, Jorge, trajo platos de papel,
servilletas y utensilios de plástico, ese tipo de cosas. Era lo más utilizado de lo que
se trajo. Y siempre me dije, ya que no puedo cocinar, eso es lo que haría si alguna
vez visito a un miembro familiar de alguien que murió.
Solté un suspiro. —De acuerdo. Vamos a pasar por la tienda para recoger
algunos platos de papel y esas cosas por el camino.
Así que me quedé con los pequeños Julian y Skylar. Ninguno de ellos vio la
película que puse; solo jugaron un poco a mi alrededor, ocasionalmente escalaron
sobre mis piernas para ir de un lado de mí al otro. A veces una escena ruidosa o
particularmente activa atraparía su atención, pero sobre todo, era la única pegada a
la trama real.
Para el momento en que pasaban los créditos finales, ellos se encontraban
inconscientes por el sueño, cada uno descansando su cabeza en uno de mis muslos
mientras las lágrimas corrían por mi cara, algunas dentro de mi máscara, algunas
filtrándose por la parte exterior.
—Oh, Dios —sollocé, fregando mis mejillas con el dorso de los dedos—.
Esta mierda es triste.
—Oye, Rem. —Asher apareció en la puerta, agarrando el lado del marco
para poder girar el torso hacia el dormitorio—. ¿Estás listo para irnos? Tengo que
ir a trabajar. Aspen dijo que se haría cargo de vigilar a Skylar‖ y‖ Ju<‖ —Pero al
verme, se detuvo en seco, y parpadeó—. ¿Estás llorando?
—Es jodidamente triste —casi grité, haciendo que Julian se revuelva en
sueños, así que tuve que acariciar su pelo rizado para calmarlo de nuevo—. Quiero
decir, ¿qué demonios? Es una película de Disney; pensé que todas las películas de
Disney tenían finales felices.
Rió. El hijo de puta en realidad se rió de mi angustia. —¿Cuál es? —Soltó la
puerta para entrar en la habitación y poder ver la pantalla.
—Campanita y la leyenda de la Bestia, o algo así. No puedo recordar. Él nunca
va a volver a verla. —Hice un gesto a una imagen de la bestia, que cruzó la
pantalla—. Y esa hada Fawn, ella lo ama. Deben llegar a estar juntos. Esto solo... es
tan malo.
Y Dios, era tan bueno.
Asher se deslumbró viendo los créditos. Por último, preguntó—: ¿Qué
canción es esa?
—Es‖‚1.000‖Years‛‖por‖KT‖Tunstall‖y‖Bleu.‖¿Nunca‖la‖has‖oído?‖
—No —murmuró, con su mirada pegada a la pantalla—, pero me gusta.
Fue perfecta para esta película. Dios, esta triste, hermosa e increíble película.
Moviendo suavemente a los bebés en mi regazo y cambiándolos para que
descansen sobre las mantas cercanas, acaricié sus preciosas cabecitas, entonces me
puse de pie. Mi espalda estaba tiesa y me dolían las piernas de estar sentada en el
suelo durante mucho tiempo, así que las estiré y sacudí el polvo de mi trasero.
—¿Dijiste que debías irte? —le pregunté a Asher.
—¿Eh? —Echó un vistazo a la película y me miró parpadeando antes de
sacudir la cabeza para despejarse—. Oh sí. Es sábado, noche de karaoke. Así que
tengo que llegar temprano. Será mejor que nos vayamos. —Luego sonrió hacia los
niños—. Supongo que terminaron gustándote. Gracias de nuevo por vigilarlos.
Mason y Reese realmente necesitaban a Pick y Eva.
—No hay problema. Son buenos chicos... y lindos como aterrorizadores. —
Lo seguí desde la sala, donde el resto del apartamento estaba mucho más tranquilo
de lo que había estado la habitación con los niños y la reproducción de la película.
Al final terminó gustándome Caroline, a pesar de que traté de que no, así no
tendría que sentirme tan culpable por mi engaño. Pero era tan agradable y amable,
y me mantuvo al día en todo lo que discutían con Jodi. Una vez que llegamos al
restaurante y nos sentamos, pedí una piña colada en cuanto el camarero se acercó a
nuestra mesa antes de que incluso pudiera pedir solicitudes de bebidas.
¿Qué? Pasó demasiado tiempo desde que había sido capaz de disfrutar de
una.
Jodi se rió, mientras que Caroline solo me envió una mirada curiosa. Tan
pronto como el camarero se fue nuevamente, Jodi preguntó—: Extrañando la vida
de chica, ¿eh?
Le di un puntapié debajo de la mesa con la punta de mis zapatos de tacón
alto.
Pero Caroline ya hizo como el láser de un misil guiado por calor. —¿Vida de
chica?
Le hice un gesto con la mano y sacudí la cabeza como si fuera nada del otro
mundo, pero Jodi de inmediato comenzó a explicar—: Remy es la chica que he
estado vistiendo como un chico. —Le di otra patada bajo la mesa, pero ella siguió
hablando—. Ya sabes, ¿del proyecto sobre el que estoy haciendo mi tarea de plazo?
—Cuando la golpeé de nuevo, se volvió hacia mí con el ceño fruncido—. ¿Por qué
diablos sigues pateándome?
Mientras me miró, Caroline se echó a reír. —Creo que trata de hacer que te
calles, así no voy a averiguar quién es realmente —dijo a mi compañera de cuarto.
Con un gemido, me hundí bajo en mi silla. —Pero ya sabes —llegué a la
conclusión—. ¿Verdad?
Se echó a reír. —Sí. Lo descubrí un par de días después de tu primera
actuación en Forbidden cuando Jodi trajo una foto de Sticks a clase y explicó cómo
ayudó a transformarte para entrar en la banda de Asher.
—¡Dios mío, Jodi! —Lloré, boquiabierta—. ¿Se lo dijiste a una clase entera
llena de gente?
Mi compañera de cuarto hizo una mueca, dándose cuenta de que podría
haber estado mal. —Bueno, yo...
—Ella lo hizo totalmente —me informó Caroline alegremente.
—Genial —murmuré—. Ahora, lo saben tú, tu marido y un aula entera llena
de extraños.
—Espera —exigió Caroline—. ¿Oren sabe?
Al mismo tiempo Jodi se volvió hacia ella y graznó—: ¿Eres casada?
Negué con la cabeza, confundida. —¿Oren?
Caroline rodó sus ojos. —Bueno, no pensaste que su verdadero nombre era
Ten, ¿verdad?
—Uh, bueno, supongo que nunca pensé en ello.
—¿Cómo puedes estar casada? —embistió Jodi, boquiabierta a Caroline
como si nunca antes la había visto.
Rodé los ojos. —Jodi, conoces a su esposo. Diablos, coqueteaste con él y
trataste de meterte en sus pantalones en el bar hace un par de semanas.
—¿Coqueteaste con mi esposo? —jadeó Caroline, parpadeando hacia Jodi—.
Digo,‖no‖es‖que‖te‖culpe,‖pero,‖maldición<‖¿no‖que‖ya‖est{s‖acost{ndote‖con‖dos‖
miembros de la banda de Asher?
Debía haber sido mi turno para lucir completamente atónita. Me volteé
hacia Jodi. —¿Dos miembros?
—Oh, sí —dijo, sonriendo despreocupadamente, como si hubiera olvidado
mencionar tal detalle—. Fui a casa con el grande y barbudo el último fin de
semana, luego de que nos hubieras abandonado después de la presentación.
—Tú<‖ —Sacudí la cabeza, todavía sin comprenderlo. Entonces chillé—:
¿Heath? ¿Te acostaste con Heath?
—Sí, y, mmh, chica, déjame decirte algo: está bien dotado. Digo, es enorme.
Como, el más grande que he visto, no solo tenido, visto. Todavía camino raro
debido a esa noche. —Se inclinó hacia mí, meneando las cejas, antes de confesar
confidencialmente—: También le gusta por detrás, y me refiero a muy detrás, en
el<
—¡Oh! —solté, cubriéndome instantáneamente los oídos, sin querer saber
eso—. No puedo creerte. ¿Qué hay con Gally?
Jodi frunció el ceño, sin tener idea. —¿Quién?
—Gally —gruñí—. Galloway. Billy Galloway. El bajista en mi banda. Pensé
que te acostaste con él.
—Oh, cierto. —Suspiró con una sonrisa—. Sí, todavía tengo sexo con él. No
es tan grande, pero lo que le falta en tamaño, en definitiva le sobra con lo peculiar.
Los‖juguetes‖que‖tiene<‖Déjame‖decirte<
Me‖atraganté,‖un‖poco,‖porque‖en‖serio<‖no‖quería‖saber‖m{s‖información‖
de mis compañeros de banda. —Pero<
Me guiñó. —Parece que estoy pasando por toda tu banda, puta. Teniendo
en cuenta eso, debería seguir con Asher, ¿cierto?
Mi sorpresa se transformó inmediatamente en un ceño. —Sobre mi maldito
cadáver.
¡Maldita sea! Sabía que lo dijo para molestarme, y claro que caí en su
trampa.
Cuando Caroline se rió, me di cuenta de lo posesiva que soné por el pobre
Asher. —Digo,‖es‖solo‖que<
Jodi le dio un golpe en el codo a Caroline. —Creo que Remy se queja
demasiado. —Entonces me sonrió—. Sí que sientes algo por él.
Solté un resoplido. —Claro que no.
—Lo amas —se burló mi compañera—.‖Quieres‖tener‖a‖sus‖hijos.‖Tú<
—Ya déjalo —gruñí.
—Asher es un chico dulce y maravilloso —dijo Caroline, pensativa—.
Podrías haberte enamorado de alguien mucho peor.
Suspiré. Sí, ya lo sabía.
—Bueno, ya —anunció Jodi, levantando una mano en compromiso—. Me
abstendré de seducir al ardiente. Pero tengo que decírtelo, si viene conmigo, no me
haré responsable de sacudir su pequeño y caliente mundo.
—No lo hará —le aseguré, incluso aunque sabía que nunca haría lo que
decía. Diablos, fue ella la que me puso al tanto de los engaños de Fisher cuando él
fue a buscarla.
Pero‖en‖serio,‖Asher‖no‖iría‖con‖ella<‖¿no?
No. Él buscaba algo significativo. Jodi era alérgica a eso cuando se trataba
de hombres. Quería probarlos a todos, no asentarse. Le gustaba experimentar y ver
lo que había allí afuera.
—No puedo esperar para que conozca a tu verdadera yo —murmuró
Caroline antes de chupar la pajilla de su propia piña colada.
Me la quedé mirando como si estuviera demente, porque, en serio, tenía que
ser tonta para incluso sugerir que una idea así sería buena. —Sí, porque será tan
emocionante ver cómo reacciona a mi mes de decepción.
Se encogió de hombros. —No si se lo dices en el momento adecuado. Como
justo antes de que se vuelva a poner la ropa.
—Ves, te lo dije; necesitas follártelo —dijo Jodi.
Gemí mientras les fruncía el ceño a las dos mujeres al otro lado de la mesa.
—De ninguna manera —anuncié—. No voy a añadir eso a mi decepción. De seguro
me odiará cuando lo descubra.
—No lo sé —murmuró Caroline, sonriendo con picardía—. Un chico podría
perdonar‖un‖montón‖justo‖después‖de<
—Ni siquiera termines esa frase —le advertí—, porque no va a suceder. Fin
de la discusión. Hablemos de algo más.
Por lo que Caroline pasó al tema de la boda de Pick y Eva. —No puedo creer
que solo falten cinco días. Trataron de posponerla después de lo que le sucedió a la
madre de Mason el sábado, pero tanto él como Reese insistieron en que la hicieran
de igual manera.
—¿Cómo están Mason y su hermana? —pregunté.
La expresión de Caroline se arrugó con simpatía. —Todavía están bastante
molestos. Reese dice que Mason se culpa porque cree que debería haber sabido lo
que‖sucedía.‖Y‖Sarah<‖—Negó con la cabeza—. La única persona con la que habla
es Brandt. Por lo que ha estado pasando las últimas noches en su casa, así Brandt
puede hacer que coma y duerma. Tengo el mal presentimiento de que va a tomarle
un tiempo superarlo.
—Pobre chica. —Una vez vi a mi madre tener una sobredosis. Pero después
de llamar al tío Alonso, la llevamos al hospital justo a tiempo para bombearle el
estómago y salvarla. No sabía con seguridad cómo habría reaccionado si nunca se
hubiera recuperado.
Las tres hablamos hasta que tuve que ir al baño. Ya que podía, obligué a
Jodi y Caroline para que fueran conmigo, como un grupo. Se sentía bien. Mientras
entrábamos al baño, suspiré y acaricié la señal en la puerta.
—No puedo creer que en serio pueda usar el baño de damas de nuevo. ¿No
es agradable?
Jodi se rió en lo que hallaba un baño disponible y desaparecía dentro. —Lo
juro, nunca he oído a alguien sonar tan emocionado por ser capaz de usar el baño
de damas.
—Bueno, estoy cansada de tener que usar todo el tiempo el de hombres.
Esas cosas apestan. Se los digo, no es agradable. Lo juro, cada chico que usa el
mingitorio público aspira a fallar en‖el‖aseo‖en‖sí.‖Los‖pisos<‖Oh,‖Dios‖mío,‖chicas.‖
Los pisos son tóxicos.
Caroline se apretó el estómago mientras reía. —En serio vas a tener que
escribir una autobiografía cuando todo esto acabe. Mi Vida como Hombre. —Luego
sacó el teléfono de su cartera y se puso a escribirle a alguien.
Sonreí, preguntándome si le escribía a su esposo, hasta que las palabras
‚cuando‖todo‖esto‖acabe‛‖me‖golpearon.
Mierda, no podía hacer esto para siempre, ¿no?
Estaba viviendo mi sueño, tocando la batería para una banda en una gira
increíble, y lo hacía todo en un tiempo que no era mío. Una vez que la verdad
saliera a la luz, sería echada tan rápido que enloquecería. No existía forma de que
pudiera mantener esto en secreto para siempre.
Poniéndome seria, me tragué el pavor y observé a Caroline guardar su
teléfono antes de ponerse frente al espejo para comprobar su rostro.
Finalmente, entré a un baño e hice mi trabajo, pero cuando salí, ya no me
sentía tan animada. Pero fruncí el ceño cuando encontré todo el baño vacío.
—¿Chicas? —pregunté.
Tanto Caroline como Jodi habían desaparecido.
—Bueno, allí se fue toda la diversión de ir en grupo a hacer pis —murmuré
mientras me lavaba las manos y las secaba. Después de tirar las toallitas de papel,
me revisé en el espejo, alisé mi vestido, corregí el brillo en la esquina de mi labio y
salí del baño de damas.
Tenía toda la intención de ir directo a mi mesa, pero tan pronto como doblé
en la esquina del pasillo y entré a la parte principal del restaurante, mi mirada se
encontró con nadie más que Asher Hart.
Y se encontraba a solo tres metros, inclinándose contra la barra como si
estuviera esperando a que alguien tomara su orden.
Tan pronto como me vio, se enderezó, y pareció contener el aliento. —Hola
—murmuró con sorpresa.
Apreté la cartera contra mi estómago y lo miré con la boca abierta,
congelada en mis tacones altos. —Hola —fui capaz de responder al final.
Su mirada cayó de mis ojos mientras recorría mi vestido favorito, y luego las
piernas y tacos. En lo que su mirada retrocedía, me sentí desnuda.
—Elisa, ¿cierto? —dijo finalmente, después de follarnos con la mirada por
unos buenos diez segundos.
Asentí estúpidamente. Y luego, por alguna razón, dije su nombre.
Su rostro se iluminó al sonreír, y Dios mío, esa sonrisa me derritió las
hormonas. —Asher, sí —dijo—. Buena memoria.
No sabía qué decir ante eso, así que solo me quedé allí, incapaz de moverme
o apartar la mirada.
Entonces el barman nos interrumpió, trayéndole una bebida a Asher y
obligándolo a voltearse hacia él. —Gracias —le dijo al tipo en lo que le pagaba—.
Oye, no has visto a una rubia pequeña y linda, ¿no? Se suponía que iba a reunirme
con ella aquí.
Tragué mientras escuchaba al barman decirle que había visto demasiadas
rubias esa noche. Al mismo tiempo, mi corazón comenzó a acelerarse y juraba que
mis ojos se humedecieron.
Pero, mierda, diablos, y maldita sea. ¿Iba a reunirse con una mujer aquí?
Se encontraba en una maldita cita.
Comencé a apartarme, pero Asher se volteó de golpe hacia mí. Abrió la boca
para hablar, con expresión arrepentida y anhelante en su rostro diciéndome que
preferiría estar aquí conmigo que con su rubia de plástico. Me detuve, más que
atrapada en el deseo de sus ojos verdes.
Entonces suspiró, sacudió la cabeza, y dijo respetuosamente—: Buenas
noches.
Mis hombros se hundieron con decepción. Pero en serio, ¿qué esperaba que
hiciera? ¿Que se olvidara de todas las mujeres en el planeta y me deseara solo a
mí?
Era una idiota.
Además, mi versión hombre le hizo prometer que dejara a mi versión mujer
sola. Respetaba los deseos de su amigo al retroceder.
Murmurándole una despedida, incliné la cabeza y comencé a marcharme,
excepto que desde que no veía a dónde iba, choqué contra un tipo que lucía como
si se estuviera dirigiendo a los baños.
—Disculpa —le dije, asegurándome de hablar en español.
Pero cuando traté de apartarme, solo sonrió y se movió conmigo. —Espera,
¿cuál es su apuro, señorita? Últimamente he estado deseando a una mexicanita.
Le fruncí el ceño al bastardo asqueroso y comencé a rodearlo. Pero, sí,
también me siguió. Por lo que tomé una respiración profunda y tranquilizante para
evitar maldecirlo justo allí y tal vez darle un rodillazo en las joyas de la familia.
Excepto‖que<‖desde‖que‖Asher‖observaba,‖quería‖mantener‖esto‖diplom{tico.‖
Hasta que el idiota me tocó, pasando una mano por el costado de mi brazo
desnudo, por lo que vomité un poco en mi boca. —¿Por qué no vienes al baño
conmigo, cariño? Te enseñaré cómo sabe la verdadera carne blanca.
Ugh. Llené mis pulmones para decirle lo que opinaba al respecto, sin
siquiera preocuparme de dejar al descubierto mi conocimiento de inglés, pero
Asher se interpuso entre nosotros.
—O bien podrías salir de su camino, imbécil.
Era más bajo y no tan ancho como el otro tipo, pero cual fuera la expresión
que le mostró al idiota, hizo que este retrocediera y levantara las manos. —Oye, lo
siento. No sabía que se encontraba aquí con alguien. Ya sabes, una mujer vestida
así solo pide ser<
—Tratada con la misma cortesía y respeto que todas las mujeres en el
planeta —gruñó Asher; sus dedos se tensaron en puños a sus costados.
—Mira, lo entiendo —concedió el imbécil, las manos todavía alzadas en
rendición—. Ella es tuya. Ya me voy. —Ignorándome, rodeó a Asher y escapó al
baño de hombres.
Asher‖se‖volteó‖hacia‖mí,‖pero‖no‖podía<‖en‖este‖momento‖no.‖Que‖saltara‖
en mi rescate tan dulcemente era más de lo que podía soportar. Tan pronto como
sus ojos verdes llenos de compasión encontraron los míos, me volteé y huí. Ni
siquiera sabía a dónde iba. Jodi y Caroline habían desaparecido, mientras que el
pobre Asher se encontraba probablemente confundido por mi reacción. Y lo único
que quería hacer era llorar.
No porque el matón me hubiera molestado. Podría haberle enseñado una
lección. Sino porque Asher me había agobiado en ese momento. Odiaba, odiaba,
odiaba mentirle.
Cuando atravesé una salida cercana, me encontré en un pequeño rincón
donde los fumadores podían salir y fumar un cigarrillo antes de reintegrarse a sus
fiestas adentro. Excepto que no había nadie fumando. Aliviada de tener un
momento a solas, me froté los brazos ante la noche fría y luego abrí la cartera para
buscar mi teléfono y averiguar qué diablos le pasó a Caroline y a mi compañera de
cuarto.
Sin embargo, antes de que pudiera sacarlo, la puerta se abrió, y sí, salió
Asher.
Traducido por Nika Trece
Corregido por Julie
Ella era tan malditamente hermosa. Y en ese vestido, esos zapatos de tacón,
sí... mi boca se hizo agua tan pronto como la seguí afuera. Pero incluso mientras
me dije que era estúpido seguirla como un idiota enamorado, le pregunté—: ¿Estás
bien?
Entonces me acordé de que no sabía inglés. Así que le dije—: ¿Bien? —Y
levanté mis cejas con la pregunta.
Dejó caer la bolsa que había estado revisando en la parte trasera de su
hombro y asintió, luego se frotó las manos por los lados de los brazos.
No se veía bien. Parecía temblar. Fría. Afligida. Lo qué me hizo feliz de
haber parado en el bar antes de seguirla aquí.
Levanté la botella de agua que compré para ella y se la ofrecí. —¿Agua?
La tomó con un tranquilo—: Gracias. —A medida que desenroscaba la tapa
y tomó un largo trago, di un paso atrás, dándole espacio. Pero infiernos, ella lucía
bien incluso bebiendo. Mientras miraba su garganta moverse a través de cada
trago, solo quería acortar la distancia y lamer todo ese largo y grácil cuello.
Excepto que le había jurado a Sticks que mantendría mi distancia. Así que di
otro paso atrás. —Bueno... Estoy seguro de que viniste hasta aquí para estar sola y
obtener un poco de aire. Así que voy a... —Con otro paso hacia atrás, pegué mi
columna a la puerta para volver dentro—. Adiós.
Saltó hacia mí, levantando la mano como si me rogara quedarme. —Espera.
Me congelé. —¿Sí?
Se detuvo de golpe también. Luego dejó caer la mano, y una expresión
extrañamente culpable cruzó su rostro, como si no hubiera tenido intención de
detenerme.
Solté un suspiro. —Dios, eres tan encantadora.
Me alegré de que no pudiera entender mi patética confesión, a pesar de que
sus ojos cambiaron, como si lo entendiera.
—Solo un beso —dijo y dio un paso hacia mí. Sus ojos estaban llenos de
anhelo, lo que hizo a los nervios en mi estómago saltar con esperanza.
—¿Qué<?‖—Comencé a preguntar, pero ella agarró mi camisa y tiró de mí
hacia delante. Luego sus brazos estaban envueltos a mi alrededor y ella estaba...
mierda, estaba abrazándome.
No podía recordar la última vez que había sido abrazado. Demonios, no
podía recordar la última vez que había sido tocado.
Era tan suave y femenina, con curvas en todos los lugares correctos. Olía al
cielo y sus manos... No dejaban de acariciar mi espalda como si no pudiera dejar de
tocarme, sintiendo más de mí. Mientras todas las sensaciones fueron directamente
a mi cabeza, toda la sangre corrió a mi polla, y solo quería estar más cerca,
calmarla... entonces calmarla.
—Está bien —murmuré, deslizando mis dedos por su espalda, Dios, su
columna se sentía maravillosa bajo mis manos. Entonces acaricié su pelo y besé su
sien. Respiró profundamente en mi cuello, y juro que me estaba oliendo, entonces...
sí, ¿era eso su boca en mi garganta?
¿O tal vez su lengua?
No estaba seguro, pero me hizo gemir, me hizo tirar de ella solo un poco
más contra mí e inclinar mi cabeza hacia abajo hasta que mi respiración cayó sobre
su barbilla. Levantó la vista, y bam, nuestras caras estaban allí, alineadas, los labios
a solo centímetros de distancia.
Vagamente, sabía que no debía besarla. Había una buena razón, pero por mi
vida, no podía recordar cuál era.
Sus ojos eran como piscinas marrones de tentación y yo era un hombre
ahogado. Traté de resistir, incluso presioné mi frente con la suya, pero ya sabía que
era demasiado tarde.
Esta mujer era mi dueña.
Así que cuando su boca se levantó una fracción, la mío bajó, hasta que
nuestras respiraciones eran una. Mi mano se extendió hasta acunar su nuca y su
cabello oscuro y sedoso flotó sobre mis nudillos, haciéndome temblar de deseo. Y
en el instante siguiente, se sellaron nuestros labios.
No tenía idea de por qué, pero se sentía como si hubiera estado esperando
durante años para besarla. Lo único que sabía de ella era su nombre y sin embargo,
nada nunca se había sentido tan correcto como establecer mi boca contra la suya.
Mi cuerpo surgió con la conciencia, la piel pinchando con el conocimiento
de que la persona que me tocaba y se presionaba contra mí era la única persona
que se suponía lo hiciera. Abrí la boca, vacilante al principio, y muerto de miedo
de asustarla, porque no quería nada tanto como quería que continuara este
momento.
Casi lloré cuando sus labios se abrieron, y su lengua se encontró con la mía.
Con un gemido hambriento, llevé las cosas más profundas. Ella gimió y se
estiró hacia arriba sobre los dedos de sus pies, excavando con sus dedos en mi pelo
y presionando su pecho contra el mío. Mis necesidades más básicas asumieron el
control; la levanté y caminé con ella unos cuantos pasos antes de dejarla en una
mesa cercana. Sus piernas al instante se envolvieron alrededor de mi cintura y
mientras una mano se quedó en mi pelo, la otra vagó por mi espalda hasta que se
aferraba a mi culo y me animaba a moverme más profundo entre sus muslos.
Cuando mi erección empujó el calor entre sus piernas y la falda de su
vestido se deslizó hasta su cintura, ambos gemimos. Palmeé el muslo expuesto y
llevé su pierna más arriba para que pudiera pasar mi mano por la cálida y suave
piel, hasta que encontré el borde de sus bragas.
—¡Ay por Dios! —Ella se quedó sin aliento, agarrándome mientras echaba la
cabeza hacia atrás y gemía.
Mi dedo se deslizó por debajo del borde de la tela sedosa y en todo su
trasero perfectamente formado.
Jadeante, se inclinó de nuevo hacia delante para descansar la frente en mi
esternón. Seguí el mundo de calidez suave hasta que me gané la lotería.
Estaba mojada, tan jodidamente mojada que ambos contuvimos el aliento
cuando mi dedo acarició su húmedo calor y escarbó dentro.
—No puedo esperar —murmuró con una voz aguda—. Más... Más.
Sus dedos encontraron los botones superiores en mis vaqueros y perdí el
control. —Mierda. —Apreté la cara a un lado de su cabeza mientras ella buscaba
liberarme. Y mientras tanto, le solté la entrepierna, quitando sus bragas del medio,
ya que necesitaba nada en mi camino.
Ella jadeó y gimió, ya que no era capaz de conseguir que mis vaqueros se
abrieran. Quité sus manos para ayudarla cuando la puerta detrás de nosotros se
abrió de golpe.
La helada bofetada de la realidad recordándome dónde diablos estábamos y
cómo no se suponía que la tocara, me hizo darme vueltas por la suprema culpa y
asegurarme de cubrirla de quien haya venido.
Caroline patinó hasta detenerse en el umbral. —¡Oh, Dios mío! —gritó, sus
ojos enormes mientras su mirada se dirigió inmediatamente a las partes de las
piernas de Elisa que no pude ocultar de la vista. Así que di un paso para de esa
manera protegerla más; incluso gruñí.
—¿Caroline? ¿Qué carajo? ¿Dónde has estado?
—Uh... —No parecía saber cómo responder mientras miraba boquiabierta a
las piernas de Elisa, y luego cambió su mirada hacia mis pantalones vaqueros que
se hallaban parcialmente abiertos.
Mientras me apresuré a abrocharme mis pantalones, regañe—: La próxima
vez que me mandes un mensaje de texto para ir a recogerte y que te lleve a casa,
porque Ten está trabajando, trata de no... desaparecer antes de que llegue aquí, ¿sí?
—Oh sí. Lo siento, yo... Debo de haber estado en el baño cuando apareciste.
Elisa agarró la parte trasera de mi camisa, y llevé una mano tranquilizadora
detrás de mí para hacerle saber que todo estaba bien. Sin embargo el movimiento
pareció elevar las cejas de Caroline.
—No parece que me extrañaras demasiado.
La fulminé. —¿Estás lista para irte?
Necesitaba salir de aquí antes de que me olvidara de nuevo que se suponía
que ni siquiera respirara en la dirección de Elisa.
Pero Caroline negó con la cabeza. —Oh, ya sabes... En realidad la chica con la
que vine está lista ahora, así que voy a irme con ella, y además... acabo de recordar
que tú conduces una motocicleta.
Eso me hizo fruncir el ceño. —¿Tienes miedo de montar en mi motocicleta?
—No... Pero pensé que si alguna vez voy a andar con un chico en una moto,
ya sabes, envolver mis piernas alrededor de sus muslos y aplastar mis pechos en
su espalda, creo que prefiero la experiencia con Oren la primera vez, en lugar de
contigo.
Bueno, cuando lo puso de esa manera. —Sí —le dije—. Entonces tú deberías
irte con tu amiga si puedes.
—Lo haré —dijo alegremente, demasiado, como si tuviera algún tipo de
motivo ulterior—. Diviértanse.
Detrás de mí, Elisa se puso tensa, y me di cuenta de lo verdaderamente malo
que era seguir tratando de esconderla de la vista. Caroline obviamente sabía que se
encontraba allí. Di un paso ligeramente hacia un lado y sin embargo seguía igual
de cerca de ella.
—Caroline, esta es Elisa —presenté.
—¿Elisa? —repitió Caroline lentamente antes de asentir y agitar la mano—.
Es un placer conocerte. —Luego se volvió hacia mí—. Sabes, tal vez tú podrías
darle a Elisa un aventón a casa, ya que acabo de ver a la persona con la que vino
irse sin ella.
Elisa se tensó contra mí de nuevo, pero no dijo nada.
Fruncí el ceño. —¿De verdad? Eso es horrible. —Miré a Elisa, sin saber cómo
decirle que acababa de haber sido dejada aquí. Entonces le pregunté a Caroline—.
Oye, ¿sabes algo de español?
—¿Eh? —Parpadeó hacia mí, y luego negó con la cabeza—. No, ni una
palabra, lo siento. —Agitó la mano y retrocedió hacia la puerta antes de volver a
abrirla y comenzar a salir—. No hagan nada que yo no haría. —Y se hubo ido.
—Maldita sea —murmuré, con un poco de pánico porque no tenía idea de
cómo decirle a la chica a mi lado que había sido dejada atrás o incluso preguntarle
cómo llegar a su casa.
Ella exhaló un suspiro mientras se deslizaba fuera de la mesa y se arregló la
falda alrededor de sus piernas.
Al darme cuenta de que tenía un montón de otros problemas, me pasé las
manos por el pelo. —Cristo, lo siento mucho —le dije—. No puedo creer que acabo
de... aquí, en público así. Y rompí tu ropa interior. Juro que la reemplazaré. Y... —
Las palabras se estancaron en mi lengua cuando levantó la vista—. Jesús —
murmuré—. Todavía deseo tanto follarte. —Rápidamente, alcé mis manos—. Pero
no lo haré. Voy a comportarme. Le prometí a un muy buen amigo que mantendría
mis manos lejos de ti. Así que... ¡Remy! Eso. —Golpeé mis dedos—. Apuesto a que
sabe dónde vives. No te preocupes. Lo voy a llamar, y estoy seguro de que va a
venir a recogerte y llevarte a casa sana y salva.
Mientras tomé mi teléfono de mi bolsillo, Elisa abrió su bolso y sacó su
propio teléfono celular también. No estoy seguro de lo que hacía, pero no llamó a
nadie. Segundos después, el teléfono de Remy fue directamente al correo de voz.
—Joder —susurré. ¿No sabía él que trataba de ser un buen chico y no tocar a
su prima... más de lo que ya lo hice? Me pasé la mano por el pelo—. ¿Cómo diablos
se supone que voy a llevarte a casa si ninguno de nosotros entiende una palabra
que dice el otro?
Debió haber percibido la angustia en mi cara porque se acercó a mí y elevó
la mano para tocar mi mejilla. Cerré los ojos e incliné mi cabeza, tratando de
resistir. Pero sus dedos eran tan suaves y gentiles. Cuando se puso de puntillas
para besar mi mejilla, moví mi cara para que nuestros labios rozaran.
Cerró los ojos y se agarró a mi camisa en los hombros. —Tu casa —susurró.
Recordando lo que eso significaba de mi clase de español en la escuela
secundaria, me di cuenta de que acababa de pedir venir a casa conmigo.
La resistencia era inútil. La quería tan condenadamente mal, así que asentí.
—Bueno. Puedes venir a casa conmigo.
No tenía ni idea de si entendía nada de lo que acababa de decir. Pero vino
de buen grado cuando tomé su mano. Continuamos con los dedos entrelazados
mientras la llevé hasta mi Triumph. No estaba seguro de si alguna vez sostuve la
mano a una mujer. Se sentía bien. Caliente. Acogedor.
Besé sus nudillos cuando llegamos a mi moto. Si ese sorprendió al ver que
tenía que montar en una motocicleta, no lo demostró mientras levanté mi pierna a
un lado y di al encendido. Entonces le señalé las partes que necesitaba evitar y
donde podría descansar sus pies.
Sus tacones planteaban un problema, pero pronto lo resolvió sacándoselos,
y subió descalza detrás de mí. Se acurrucó contra mi espalda, atrapando bien mis
caderas entre sus muslos, y envolvió sus brazos alrededor de mi cintura antes de
aplastar sus pechos contra mi columna vertebral como si hubiera nacido para
montar de esta manera. Pensé que había hecho esto antes, lo que me tranquilizó.
No tenía un casco para ninguno de nosotros. No esperaba compañía, y
nunca usé uno cuando andaba alrededor de la ciudad. Pero no pareció importarle,
así que cubrí sus manos en mi cintura brevemente antes de ponernos en marcha.
La brisa era fresca y se estremeció contra mí, haciéndome sentir incomodo
ya que no tenía una chaqueta que ofrecerle.
Gracias a Dios que no vivía muy lejos. Pero todavía me tomó más tiempo de
lo que quería dado que conduje tranquilo. Para el momento en que bajé por mi
callejón, ella era un cubo de hielo, sus dientes castañeaban y los brazos temblaban
mucho.
—No te preocupes —le aseguré, esperando a que se deslizara en sus zapatos
antes de ayudarla a bajar de detrás de mí—. Vamos a ponerte caliente pronto.
Entonces tomé su mano de nuevo mientras la llevé por la apertura oscura de
mi casa. Mi escalera y sus zapatos me preocupaban, pero me mantuve cerca y la
conduje cada paso. —El último —respiré, poniéndome nervioso cuando ella entró
en mi apartamento.
Pero joder. No debería haberla traído aquí. Seguí recordando que la última
persona que había estado en mi casa era Sticks y cómo le aseguré que me alejaría
de esta misma mujer.
Estaba rompiendo esa promesa, probablemente incluso rompiendo nuestra
amistad en el proceso. Pero incluso mientras me preocupaba su reacción, agarré
una manta de mi cama y se la traje a Elisa para que pudiera envolverla alrededor
de sus hombros.
Ella me miró y solo así, yo ya estaba duro de nuevo.
Maldita sea, no era por lo general tan fácil. Sabía cómo decir que no, y lo
había hecho mucho últimamente. Pero todos esos meses de no tener relaciones
sexuales, de no ser capaz de embestir en un coño caliente y dispuesto, de la
necesidad de ser tocado... me exasperaba. Y, además, se trataba de ella, la propia
chica que me hizo masturbarme más de lo habitual últimamente, desde que la vi
en mi ducha. Desnuda. La química que experimenté cerca de ella era fuera de serie.
Tenía que desnudarla otra vez.
Un ruido desde arriba nos hizo darnos vuelta y mirar a Mozart, que trataba
de liberar un cacahuete atascado que se trabó en los alambres de su jaula.
—Oh... sí. —Me sonrojé, preguntándome qué pensaría de que yo tenga una
ardilla de mascota, esperando no asustarla—. Ese es Mozart.
En lugar de rehuir de horror, sin embargo, ella sonrió cariñosamente y se
estiró.
—¡No, espera! —Salté hacia adelante para evitar que la arañase, pero ella
simplemente cogió el cacahuete, provocando que Mozart se alejara, luego se
detuvo y miró como ella ante sus ojos liberaba la nuez. Luego retorció su cola,
tentado cuando ella bajó el maní, ofreciéndoselo a él.
Yo sabía exactamente cómo se sentía.
Él avanzó hacia adelante y se detuvo. Yo contuve la respiración, curioso si la
ardilla en realidad tomaría la nuez directamente de sus dedos. Quería advertirle de
tener cuidado, pero por la forma cautelosa en que se movía, ella ya sabía.
Cuando Mozart enganchó la nuez y despegó, jadeé. —Mierda. Él lo tomó.
Directamente desde tu mano.
Elisa se giró hacia mí, radiante y orgullosa. Su sonrisa me robó el aliento y
antes de que pudiera detenerme, tomé su rostro y la besé.
—Me encanta esa sonrisa —admití—. Quiero robarlas todas para mí mismo,
así nunca serás capaz de sonreír a alguien más de la forma en que me estás
sonriéndome en este momento.
Su mirada se suavizó y sus ojos brillaban como si se llenaran de emoción.
Luego tocó mis mejillas suavemente y me dio un suave beso en la boca.
Después, se apartó y tiró de la camisa de manga larga. Al darme cuenta de
que quería despegarla de mí, elevé mis brazos y la dejé quitarla. Tan pronto como
estuve desnudo, ella contuvo el aliento, lanzando su mirada locamente alrededor
de mi pecho antes de estirar los dedos tentativos y comenzar a tocarme; me tocó
como si fuera su única oportunidad y quisiera absorber cada momento de la
experiencia.
Cogí un mechón de su pelo y vi su cara; el asombro y la emoción
controlaron su expresión. Ella me miró de nuevo, sonriendo con esa sonrisa que
iba a robarme. Así que le di un beso y la recogí, luego la llevé a mi cama.
Acostándola suavemente sobre el colchón, me tomé un segundo para
pararme y simplemente disfrutar de la vista de ella en mis sábanas. Pero se sentó,
se quitó los zapatos de tacón y se deslizó hasta el borde para poder llegar a la
cremallera de mis pantalones vaqueros. Esta vez, tuvo más éxito, y di un paso
fuera de ellos cuando los empujó hacia abajo por mis caderas hasta que estuve en
nada más que mis bóxers.
Cogió mi polla, agarrándola por el frente de mis pantalones cortos, pero
agarré su muñeca.
—Aún no.
En su lugar, le convencí de levantar los brazos para que pudiera deslizar su
vestido sobre su cabeza. Entonces la ayudé a sacarse su sujetador y sonreí mientras
ella arrojó a un lado la tela rasgada que una vez habían sido sus bragas.
Bragas que yo había destruido.
Luego la empujé, reposándola mientras subía sobre ella. Sus ojos marrones
se arremolinaban con anhelo mientras me observaba acomodarme encima. Cuando
sonrió, tuve que sonreír en respuesta.
—Hola —dije en voz baja.
A lo que ella susurró—: Hola.
Notando el collar que llevaba cuando el oro brilló desde la base de su
garganta, me detuve, tomando el colgante familiar. —Guadalupe —murmuré,
recordando el nombre del santo en la imagen.
Sonrió como si estuviera orgullosa de mí por hacer las cosas bien. Y esa
sonrisa... Joder. Me incliné y la besé, profundo y húmedo, con la boca abierta en un
remolino de lenguas. Gimió y se arqueó debajo de mí.
Pezones duros golpearon mi pecho y me obligaron a investigarlos. Aparté
mi boca de la suya para desplazarme hacia abajo y lamer la punta de un pecho con
mi lengua. Gritando, ella agarró las sábanas, y me atrajo más cerca. Todo el tiempo,
mis dedos buscaron sus curvas, aprendiendo cada inmersión y oleaje.
Cuando me mudé al segundo pecho, comenzó a acariciar mi cabello y mi
espalda, trazando al igual que yo gran parte de mí como yo de ella.
—Te amo —susurró, rasgando con sus dedos mi caja torácica.
Recordando que Remy me había dicho que quería decir buen trabajo, levanté
mi cara y sonreí. —Gracias. Pero todavía no has visto nada.
Parpadeó confundida. Pero yo era rápido para mostrarle otra cosa que tenía
en el almacén para su cuerpo perfecto. Besé un camino hacia abajo, por encima de
su ombligo y hasta el vértice de sus muslos. Reteniendo el aire, ella agarró mi pelo,
preparándose para cuando empezara.
Sonreí. Su pecho se movía mientras respiraba con dificultad y sus ojos
marrones parecían brillantes y desenfocados. Estaba tan excitada que yo sabía que
tenía esto controlado.
—Eso es, cariño —animé, acariciando su agarre en mi pelo—. Agárrate
fuerte, porque esto va a ser un paseo intenso.
Traducido por Mary Warner & Julie
Corregido por Vane hearts
Cuando llegué a Forbidden esa noche, todavía me sentía sin energía y listo
para meterme de nuevo en la cama para invernar durante el resto del invierno.
Tenía muchas ganas de saltarme el turno y encontrar a Elisa. Me detendría en su
lugar de trabajo, pero no preguntaría por ella esta vez, no querría parecer un
completo acosador. Pero ese era el único lugar que conocía para encontrarla. Era
probable que tuviera que esperar un par de días antes de volver de nuevo.
Maldición.
Bostecé mientras entraba por las puertas delanteras y saludé a Harper; me
pregunté si quizá podría jugar la carta del hermano con Pick y librarme por esta
noche, pero entonces recordé que Mason ya estaría ausente. Enterró a su madre
hace apenas dos días, además tenía que trasladar a su hermanita al apartamento.
Así que, ya nos encontrábamos escasos de personal.
Desanimado debido a que nada desde el momento en que Elisa dejó mi
cama esta mañana había ido a mi manera, volví a bostezar.
—Saanta mierda —explotó Ten, apareciendo frente a mí, justo en mi cara, así
que tuve que detenerme para evitar chocar—. La estrella de rock por fin consiguió
tener sexo, ¿eh? Ya era hora, mi hombre. —Me golpeó el hombro felicitándome,
haciéndome fruncir el ceño ya que odiaba la forma en que siempre sabía cuándo
estuve con una mujer. Comencé a moverme alrededor de su molesto culo hasta
que dijo—: No creí que alguna vez averiguarías que nuestra chiquita baterista era
tu chica con la camiseta de Incubus. O espera, ¿por fin le crecieron un par y
confesó?
Haciendo una pausa, parpadeé hacia él, tratando de darle sentido a lo que
acababa de decir. Al final, sacudí la cabeza. —¿Qué?
—¿Qué? —dijo Ten como si estuviera confundido por mi confusión.
—Jesús —murmuré—. Lo juro, solo tienes sentido como un cinco por ciento
del tiempo. ¿Por qué hablas de la chica con la camiseta de Incubus? ¿Y quién
diablos es esa chiquita baterista?
Los ojos de Ten brillaron. —Ahh, mierda. No te acostaste con tu baterista
anoche, ¿verdad? —Luego parecía ofendido mientras exigía—: ¿Entonces a quién
diablos follaste?
—No es de tu incumbencia —gruñí—. Ahora explícate.
—Oh, ya sabes. —Se encogió de hombros y empezó a alejarse—. No es nada.
Simplemente ignórame. —Pero agarré un puñado de su camisa y lo arrastré de
vuelta hacia mí.
—No lo creo, hijo de puta. Explícate.
Suspiró y se frotó la cara. —Jesús, no puedo creer que aún sea demasiado
gallina para contarte.
—Ten —advertí.
—Bueno, está bien —se quejó—. No es como si pudiera mantenerse como
un secreto para siempre.‖Ese‖baterista‖en‖tu‖banda<
Parpadeé, muy confundido. —¿Remy? ¿Qué pasa con él?
—No él —dijo—. Ella.
Entrecerré los ojos, sin entenderlo. —¿Eh?
—Cristo en una muleta. —Lanzando un suspiro de disgusto, negó con la
cabeza y miró hacia el techo. Entonces me dijo—: Tu amigo homosexual Remy no
es en realidad un chico homosexual. De hecho, ni siquiera es un hombre. Es en
realidad una chica, con tetas y todo el otro equipo con el que vienen las chicas.
Inmediatamente abrí la boca para decir que era mentira, pero las palabras
no vinieron. Mi mente dio vueltas, recordando todas las veces que pensé que Remy
poseyó una forma femenina, todas las veces que me animó a ‚hablar‛, y Jesús, el
momento en que me confesó que llevaba una máscara.
Mierda.
Todos estos extraños pedacitos comenzaron a alinearse hasta que de repente
tenía sentido. Pero todavía no estaba listo para comprometerme por completo a la
idea. Remy no podía ser una chica. Simplemente... no podía.
Con el ceño fruncido, todavía trataba de darle sentido a la declaración de
Ten cuando lanzó otra bomba.
—Y no solo es una chica, sino que también es la chica de la camiseta de
Incubus, acerca de la cual escribiste esa canción.
Eso me hizo negar con la cabeza, al instante negándome a aceptarlo. Pero
luego tuve que preguntar—: Si... si Remy es una chica, ¿qué diablos te hace pensar
que es la chica de la camiseta de Incubus?
—Porque la noche que cantó en el karaoke, lo hizo con su amiga, Jodi. Y
conocí a Jodi entonces, así que le pregunté acerca de su amiga por ti luego de su
pequeño dúo esa noche, pero todo lo que ella me decía era que el nombre de su
amiga era Remy.
Seguí agitando la cabeza, porque ni siquiera deseaba considerar esto. ¿Pero
la pelirroja en el escenario con mi chica de la camiseta de Incubus en realidad era
Jodi, la compañera de cuarto de Remy? Supongo que podría haberlo sido. No le
había prestado mucha atención a la pelirroja. Demonios, ni siquiera podía recordar
claramente cómo lucía la chica acerca de la que escribí la canción.
—<así que cuando Remy, tu baterista, apareció aquí con Jodi en su brazo,
sume dos más dos y bam, lo averigüé todo. Y ayudó el que admitiera lo que era
cuando le pregunté, por lo que ¡ja! Soy bastante impresionante, ¿no?
¿Impresionante? Impresionante no era exactamente la palabra que usaría.
—Estás jodidamente muerto, eso es lo que eres —gruñí justo antes de lanzar
mi brazo hacia atrás y conectarlo en su cara.
—Mierda —gritó al contacto, apretando los ojos y alejándose—. ¿Qué
demonios, hombre?
—¿Qué demonios tú? —rugí, avanzando para poder agarrar el frente de su
camisa y golpearlo de nuevo. Pero de repente muchas personas se hallaban allí;
Quinn me arrastró hacia atrás, lejos del bastardo que quería matar y Noel ayudó a
Ten a permanecer en posición vertical—. ¿Cómo pudiste no decirme nada en estos
meses la primera vez que supiste su nombre? —exigí, luchando contra Quinn para
poder volver a Ten—. Sabías cuánto tiempo pasé buscándola. Sabías lo mucho que
hubiese dado solamente por saber su nombre.
Ten hizo una mueca mientras se limpiaba la cara y negaba con la cabeza.
—Sí, bueno... la venganza es una perra, ¿no?
—¿Qué? —No tenía ni idea de lo que hablaba.
—Caroline —dijo entre dientes—. Sabías lo que hacía cuando entraba a
escondidas a mi habitación sin que yo supiera que era ella. Y no me dijiste nada.
Solo me dejaste seguir traicionando inconscientemente a mi mejor amigo. Bueno,
vete a la mierda. Tienes lo que te mereces.
Mi boca se abrió mientras la conmoción se esparcía a través de mí. No tenía
idea de que Ten guardaba rencor por ello. Durante todo este tiempo, pensé que
éramos‖amigos‖que‖bromeaban,‖pero‖ahora<
—¿Qué en nombre de Dios está pasando aquí? —Pick salió apresurado de la
sala de atrás, seguido por Knox, quien debía haberlo traído.
Liberándome de Quinn, debido a que ya no sentía el impulso de golpear la
cara de Ten, esnifé e hice un gesto hacia el bastardo que instó su ojo rojo.
—Pregúntale. Obviamente, sabe más de lo que está pasando en mi vida que
yo.
—¿Ten? —dijo Pick, girándose hacia él.
Mientras Ten murmuraba algo en respuesta, pasé mis manos sobre la boca
porque todavía no podía creer lo que acababa de enterarme.
Comencé a alejarme, pero Pick me agarró del brazo. —Oye. ¿Adónde vas?
Negué con la cabeza, sin estar muy seguro. Sabía que necesitaba respuestas,
y solamente una persona podía dármelas. —Simplemente<‖necesito‖irme.
Asintió, con demasiada comprensión y preocupación en sus ojos. —Bueno.
Lo que sea que necesites. ¿Todo bien?
—No —gruñí y pasé mis manos por mi cabello—. No lo sé. Solo necesito
irme. Necesito respuestas.
Pick me despidió con la mano. Envié una última mirada hacia Ten, tan
conmocionado y herido que no le presté atención todo este tiempo. Luego me fui.
No llamé a Remy. No estaba seguro de si podía hablar con él —ella— en
este momento y escucharlo mentirme un segundo más.
En su lugar, llamé a Gally y lo engatusé para conseguir el número de Jodi
con la promesa de que no tendría sexo con ella.
Respondió a la segunda llamada. —Hola, ¿quién es?
Solté un suspiro. —Hola, Jodi. Es Asher. Acabo de intentar ubicar a Remy
porque tengo algunas cosas que darle, pero no contesta. ¿Cuál es tu dirección?
—Eh... oh... Bueno, Remy no está aquí ahora.
—Está bien —aseguré—. Simplemente puedo dejártelo si estás en casa, y
puedes dárselo cuando llegue allí.
—¡Oh! Bueno, seguro. —De repente sonaba aliviada y entrecerré los ojos
porque sabía que me mintió—. En ese caso... —Mientras decía su dirección, me
subí a la motocicleta.
—Gracias. Estaré ahí en un rato —le dije antes de colgar y comenzar el viaje.
Llegué al departamento de Remy en un tiempo récord. Después de correr
por las escaleras al segundo piso que era donde se encontraba el departamento,
golpeé la puerta hasta que su compañera de cuarto respondió.
Jodi me dedicó una sonrisa incómoda mientras asomaba solo la cabeza al
pasillo.
—Hola, guapo. —Entonces sus cejas se arrugaron cuando se dio cuenta de
que no traía nada conmigo—. Ah... ¿qué tenías que dejarle a Remy?
—Nada —contesté—. Mentí. —Luego saqué una mano del bolsillo para
empujar su puerta, haciéndole saber que iba a entrar.
No trató de detenerme, pero se tambaleó hacia atrás, dejándome irrumpir
dentro mientras me miraba boquiabierta y los ojos muy abiertos. —Oh, eh... ¿qué?
—¿En realidad no está aquí o también mentiste acerca de eso? —pregunté.
Su boca se abrió. Entonces susurró—: Mierda. Lo sabes.
—Sí. —Asentí lentamente, mirando el lugar, buscando signos de que el
baterista que llegué a conocer realmente residía aquí. Pero lucía como una típica
sala de estar en la que cualquiera podría vivir.
Así que me dirigí a un pasillo cercano y comencé por la primera puerta
medio abierta que vi.
—Eh... ¿qué haces? —preguntó Jodi, corriendo detrás de mí y tratando de
mantener el ritmo.
No estaba seguro. Nunca allané el departamento de una mujer antes y solo
empecé a buscar. Me encontraba un poco cegado, la mitad de mi conciencia me
decía que parara y me comportara, la otra mitad necesitaba respuestas.
La primera puerta a la que me asomé era un cuarto de baño, un cuarto de
baño claramente femenino con productos para el cabello, joyas y todo tipo de
mierda femenina que salpicaba todo el mostrador, aunque divisé el desodorante
en aerosol que tomé prestado de Remy cuando permanecimos juntos en Chicago.
Mierda. Chicago. Hicimos un montón de unión en esa habitación de hotel. Y
nunca consideró que era prudente decirme que no era un hombre.
Me moví hacia la siguiente puerta y metí la mano para encender la luz. El
aliento se quedó atrapado en mis pulmones cuando me di cuenta de que esta era
sin duda la habitación de él; ella. Decorada con un brillante magenta, azul eléctrico
y verde lima, carteles de rock y bateristas se hallaban de forma diagonal por todas
las paredes. Carteles de Neil Peart, unos que decían Mantén la calma y toca la batería,
otros decían Sé fiel a tus sueños con un par de baquetas en ellos, imágenes de
bandas como Metallica, Iron Maiden, Alice in Chains... Incubus.
Este cuarto era tan Remy. Y sin embargo, la habitación era de una chica.
Tragué cuando vi un sujetador de encaje blanco en el suelo a los pies de su cama.
Jesús, en realidad era una mujer.
Y fue entonces cuando lo vi. Una máscara de látex colgando del estribo de la
cama. Una con la cara de Sticks.
La agarré y de inmediato estornudé. Pero en lugar de arrojarla a un lado,
coloqué mis dedos a su alrededor, sosteniéndola con fuerza.
En la puerta, Jodi tenía su teléfono y escribía un mensaje de texto.
Esnifé y sacudí la cabeza. —No —dije—. Oh, no, no lo harás. No tuve
ninguna clara advertencia acerca de esto, así que tampoco la tendrá ella.
Jodi, culpablemente, bajó el teléfono. —Nunca quiso<‖ —empezó, pero
levanté una mano, deteniéndola.
—No quiero oírlo de ti. Quiero que Remy explique... todo.
La preocupación iluminó su rostro mientras se mordía el labio. —¿Qué vas a
hacer?
Con una risa áspera, negué con la cabeza. —No tengo idea.
Mi mente no paraba de girar. No creía que estuviera enojado con exactitud.
Bueno, algo cabreado, pero en su mayoría simplemente confundido.
No podía entender por qué... ¿por qué pretendería ser un hombre? No tenía
ningún sentido. ¿Y por qué no sintió que podía decirme? Pensé que Sticks y yo nos
habíamos vuelto tan cercanos, tanto que él —ella— podía confiar en mí al igual que
confié<‖
Oh, demonios. De repente recordé toda la mierda que le conté desde que
nos conocimos. La mayor parte era probablemente cosas que no le habría admitido
a una mujer, como lo mucho que me encanta comer un coño y, ¡oh, Jesús! La traté
como si fuera uno de mis amigos, llamándola hijo de puta, perdedor e imbécil.
Santa madre, nunca le diría a una mujer nada de eso.
Y entonces recordé hablarle acerca de la chica de la camiseta de Incubus. Mi
cabeza se sacudió por todo el lugar con eso. ¡Le hablé acerca de ella! ¿Por qué no
había dicho nada? Sabía cómo reaccionaba a la chica de la camiseta de Incubus,
cómo la busqué durante meses. O espera. ¿Supo cómo la busqué? Tal vez no
mencioné esa parte. Solo traté de expresar lo mucho que quería que terminara toda
esta dura experiencia, así que tal vez la hice sentir como si no pudiera contarme,
porque le hice creer que no quería tener nada que ver con ella, como una mujer.
Pero nada de eso explicaba el porqué decidió actuar de incógnita,
haciéndose pasar por un hombre.
Al final del pasillo, la puerta del apartamento se abrió y alguien dijo—:
Hola, prostituta. Estoy en casa y traigo comida. Helado de chocolate doble con
caramelo. Me ayudarás a comer esto.
Solté un suspiro. Esa era la voz de Remy. Todas mis preguntas estaban a
punto de ser contestadas. Jodi y yo nos observamos mutuamente en silencio
mientras escuchábamos los pasos moverse hacia la cocina, probablemente para
dejar el helado.
Luego Remy gritó—: ¿Jodi? ¿Hola? ¿Estás en casa?
—Eh<‖sí.‖—Jodi me lanzó una mirada cautelosa como si creyera que le iba a
cortar la garganta o algo parecido si respondía mal—. En tu habitación, puta.
—¿Qué haces en mi habitación? No importa. Estoy feliz de que estés aquí.
Debes ayudarme‖a‖encontrar‖una‖manera‖de‖decirle‖a‖Asher<
Dobló en la esquina para entrar en la habitación y jadeó cuando me vio,
patinando hasta detenerse y apretándose el pecho.
No tenía idea de lo que esperaba, quizá que se encontraría vestida como
Sticks con la máscara puesta, a pesar de que sostenía la jodida máscara en la mano.
Pero lo último que‖esperé‖ver‖fue‖a<‖Elisa.
Mi boca se abrió ante la sorpresa, mi mandíbula se tensó, pero ninguna
palabra salió.
Sus ojos ensanchados con una mirada de pánico se movieron hacia Jodi,
luego de regreso a mí. Cuando su atención cayó en la máscara que apretaba en mi
mano, se giró de nuevo hacia su compañera de cuarto.
—Ya lo sabe —susurró Jodi con una mueca de simpatía.
Remy, Elisa o quienquiera que fuese, se giró de nuevo hacia mí. —Asher<‖
—comenzó a decir en voz baja, y sus ojos se arrugaron con disculpa a la vez que
daba un paso hacia mí.
Me tambaleé hacia atrás y levanté una mano, deteniéndola, intentando
entender lo que sucedía.
Pero, mierda, joder, demonios y maldición. Esto cambiaba todo. Cuando
simplemente había sido una chica, disfrazándose de hombre, eso era una cosa. No
había estado tan terriblemente enojado entonces. Pero que también me engañara
como Elisa, embaucándome hasta que me llevó a la cama<
—¿Qué demonios está pasando? —demandé—. Voy al trabajo esta noche y
me entero que no solo eres una chica, sino la chica a la que le escribí una canción y
estuve buscando por meses. Y ahora veo que entras en esta habitación, ¿y también
eres Elisa? ¿Quién demonios eres?
Oh, Dios, no me había dado cuenta hasta ese momento; honestamente no
sabía su verdadero nombre.
—Me<‖me llamo Remy —respondió en voz baja.
Entrecerré los ojos, silenciosamente ordenándole que no me jodiera.
Levantó ambas manos. —Lo juro. Mi nombre completo es Remy Elisa
Curran. Elisa es mi segundo nombre, pero solo mi tío en el restaurante me llama
así.
—Y al parecer entiendes el inglés perfectamente bien —me burlé. Luego me
di cuenta. Mierda, entendía el inglés. Entendió todo lo que le dije cuando estuvimos
juntos, las cosas que nunca le hubiese admitido a una chica a la que acababa de
conocer.
Cristo, cómo las mentiras se iban amontonando.
Me pasé los dedos por el cabello, tirando de mi cuero cabelludo, intentando
calmarme,‖pero‖simplemente<‖esto‖me‖dejó‖alucinado.
Extendió una mano hacia mí, con preocupación atada a sus facciones.
—¿Necesitas sentarte?
Le lancé una mirada amenazante. —No, no necesito sentarme, maldición.
Necesito una jodida explicación. ¿Por qué?
—Solo<‖—Sus pestañas parpadearon rápidamente, y podía ver las lágrimas
inundar sus ojos. Luego se abrazó a sí misma y admitió—: Solo quería una
oportunidad de estar en la banda.
Sacudí la cabeza, confundido, ya que no esperaba esa respuesta en absoluto.
—¿Qué?
—Non-Castrato —dijo—. Fui a la audición por el lugar de baterista como yo
misma<‖pero‖ese‖bastardo‖de‖Galloway‖ni‖siquiera‖me‖dejó‖tocar‖una‖canción‖con‖
ustedes.
Mi boca se abrió. —¿La chica roquera punk? —susurré con horror. ¿Era la
chica roquera punk, también?—. ¿Eras tú?
Cuando asintió, tiré mis brazos al aire y resoplé. Pero por supuesto, era
simplemente mi suerte que la mayor mentirosa en el planeta terminara siendo las
tres mujeres por las que había estado soñando y fantaseando últimamente.
Malditamente perfecto.
—¿Qué tenía que ver la peluca de Tina Turner? —demandé.
Se encogió de hombros y lucía un poco enferma. —Nada. Simplemente
pensé que se veía genial para el papel.
¿El papel? Sí,‖definitivamente‖había‖estado‖interpretando‖un‖papel<‖todo‖el‖
maldito mes.
—¿Cuántas identidades secretas tienes?
Sacudió la cabeza y bajó el rostro. —Esas son todas. —Cuando resoplé, alzó
la mirada, frunciendo el ceño—. ¡De verdad!
—Como sea. —Rodé los ojos y me pasé las manos por el cabello, intentando
enderezar todo en mi confusa cabeza—.‖Entonces,‖inventaste‖a‖‚Sticks‛,‖el‖baterista‖
homosexual, para entrar en la‖banda<‖—Me detuve abruptamente para hacer una
mueca porque de repente entendí que Sticks no existía. Todas las rondas de Call of
Duty que jugamos, las bromas, el escribir canciones juntos, toda la mierda con la
que me ayudó y las veces que me cubrió la espalda. Recordé la noche en Chicago
cuando él, ella, estuvo lista para defenderme con nada más que un gas pimienta y
un silbato, y una flecha de dolor me atravesó. Sticks, mi amigo, se había ido para
siempre.
Y por qué demonios no se me ocurrió que el gas pimienta y un silbato eran
los clásicos preventivos de violación, una protección femenina. Era un jodido idiota.
¿Cuántas veces debió haberse reído de mí por ser despistado e idiota?
Entrecerré los ojos cuando dijo—: En realidad no fue mi intención el unirme
a la banda. Simplemente me encontraba tan enojada de que ustedes no me
escucharon; planeé quitarme la máscara después y decirles: Ja, una mujer puede
tocar la batería tan bien como un hombre. Pero luego me invitaste a tocar con
ustedes ese viernes. Nunca antes había tocado en frente de una audiencia. Quería
saber cómo se sentía. Y luego esa misma noche, conseguimos el concierto en
Chicago y sonabas tan emocionado, no podía defraudarte y decirte que era una
chica. ¿Qué tal si Gally me hubiese echado y nunca hubiesen ido a Chicago?
—Ah, así que, ¿todo esto fue para ayudarme? —gruñí.
Se sonrojó y dejó escapar un pequeño suspiro. —Por supuesto que no. Pero
sí contribuyó al porqué no te lo conté de inmediato, hasta que pasé del punto
donde no podía decirte sin causar un gran calvario, y luego simplemente estaba
demasiado asustada<‖porque‖sabía‖que‖reaccionarías‖de esta manera.
¿De esta manera? Así que pensaba que exageraba, ¿eh? Rodé los ojos.
Genial. —¿Dónde encaja la chica de la camiseta de Incubus en todo esto? —Tenía
que saber.
Parpadeó, confundida. —No encaja.
Cuando solo levanté una ceja, diciéndole que lo intentara de nuevo, apretó
los dientes y gruñó—: Ni siquiera sabía que esa canción existía hasta después de
que me uní a la banda, y Ten me contara al respecto.
Gruñí. Maldito Ten. —¿Pero sabías que se trataba de ti?
Se encogió. —Después de que leí la letra, sabía que era una clara posibilidad
de que fuera esa chica, sí.
—Jodidamente increíble.
Me pasé las manos por el rostro y me tuve que voltear porque era
demasiado difícil mirarla y no ver a Elisa, no recordar cada detalle de todo lo que
habíamos hecho en la cama.
—Puedo dar fe de esa parte —habló Jodi—. No tenía idea de que era la chica
de tu‖canción‖hasta< —Me giré para mirarla, rápidamente callándola—. Sabes<‖
—Apuntó con su dedo pulgar por encima del hombro a medida que retrocedía
hacia la puerta—. Voy a dejarlos a los dos solos para que discutan esto. —Y salió
disparada de la habitación.
Miré a Remy, quién parecía haberse encogido aún más, como si esperara
que la ataque físicamente.
Estuve dentro de esta mujer, la vi desnuda, la toqué, la saboreé, tuve el
mejor sexo de mi vida con ella. Soñé con algún tipo de futuro y en realidad pensé
que habíamos comenzado algo grande.
Pero todo fue una mentira.
No estaba seguro si me tragaba la historia acerca de la chica de la camiseta
de Incubus, pero me di cuenta de que se iba a apegar a su cuento, así que dirigí la
cuestión‖hacia‖el‖asunto‖que‖significaba‖m{s‖para‖mí<‖y‖dolía‖m{s‖preguntar.‖—¿Y
Elisa? —susurré.
Lágrimas llenaron sus ojos mientras sacudía la cabeza. —Se suponía que
nunca la conocieras. No se suponía que regresaras a la habitación del hotel por tu
billetera y la descubrieras en la ducha. No se suponía que fueras a Castañeda y la
vieras en su trabajo. Y se suponía que nunca la llevarías a casa contigo. Te lo dije,
demonios, ¿sí o no que te advertí que te mantuvieras alejado de ella?
Resoplé y sacudí la cabeza. —Un poco hipócrita de tu parte, ¿no crees?, ya
que tú eres ella. ¿Por qué demonios no te alejaste cuando te besé por primera vez?
Su boca se abrió ante la sorpresa como si eso fuera la pregunta más ridícula
que alguien le había hecho nunca. —¡¿Te has visto?! —gritó—. Eres increíblemente
asombroso. Ninguna mujer heterosexual en su sano juicio podría remotamente
resistirse a todo eso.
Cuando ondeó una mano para abarcarme desde la cabeza hasta los pies,
siseé una risa áspera. —Cierto.
—Lo digo en serio. —Su rostro palideció a la vez que me observaba, como si
entonces supiera que no importaba lo que me dijera, todo entre nosotros se había
terminado—. Lo último que quería hacer era enamorarme de ti. Demonios,
después de que un maldito cantante principal de una banda aplastara mi fe en los
hombres por completo, esperaba despreciarte. Pero luego te llegué a conocer, y<‖
bueno, es un testamento de lo increíble que eres por romper el estereotipo en el
que te había puesto, y en realidad hiciste que me gustaras.
—Bueno, debe apestar ser tú, porque en este momento, en cambio, no soy
muy fan tuyo. Jesús, en realidad ni siquiera sé una maldita cosa de ti. Eres una
completa extraña para mí.
—Asher —susurró, presionando un puño en su pecho mientras un par de
lágrimas se deslizaban por su mejilla. Odiaba verla llorar, pero la opresión en mi
propio pecho hacía imposible para mí acercarme e intentar consolarla. Estaba
rompiendo mi corazón aquí—. Me conoces —rogó—. Sabes todo lo que hay que
saber de mí. Todo lo que te conté cuando era Sticks, todo eso era yo.
—Excepto que en realidad no eres un hombre, no eres homosexual,‖y‖ah‖sí<‖
entiendes el inglés perfectamente. Cristo. —Me agarré el cabello—. ¿Cuántas veces
te reíste de mí porque fui tan estúpido como para descubrirlo?
—Nunca —juró, sacudiendo la cabeza rotundamente—. Nunca ni una vez
me reí de ti.
—Apuesto a que sí —murmuré—. Te traté como un chico. Te empujaba y
bromeaba, te dije cosas que nunca le diría a una mujer.
Remy se abrazó a sí misma. —No me importaba. Me hacía saber que éramos
amigos.
—Sí —murmuré, asintiendo en acuerdo—. Lo éramos. Te convertiste en uno
de mis amigos más cercanos. Y acabas<‖de quitarme eso. Luego caminaste por esa
puerta y me hiciste saber que Elisa, la única mujer que sacudió mi mundo,
tampoco existe.
—No. —Negó con la cabeza una vez más—. Ambos todavía existen. Sticks y
Elisa siguen aquí. —Golpeó las manos sobre su pecho—. Solo que son una persona
ahora. Solo es Remy.
Esta vez era mi turno de sacudir la cabeza y decir—: No. La única persona
que estoy viendo es una maldita mentirosa.
Me di la vuelta para salir rápidamente por la puerta cuando gritó—:
¡Espera! ¿Qué hay de mañana?
Me detuve y la miré de nuevo, frunciendo el ceño. —¿Qué?
—Es viernes. La banda —me recordó—. Se supone que toquemos en
Forbidden.
Mierda. Y para colmo, también acababa de destruir mi banda. —Ah, ya no
estás en la banda —anuncié en voz baja.
Devastación iluminó su mirada, pero asintió con respeto. —¿Y el domingo?
Todavía necesitas a alguien para que sea el DJ de la boda de Pick.
Maldición. Apreté mis sienes cuando un dolor de cabeza comenzó. ¿Cómo
demonios se convirtió en algo tan esencial en solo unas cortas semanas? No tenía
tiempo para encontrar un nuevo DJ y no confiaba en nadie más para que trabajara
con‖el‖sistema‖de‖sonido‖de‖la‖forma‖en‖que‖confiaba‖en‖Sticks<‖alias,‖ella.
—Si todavía estás dispuesta, Pick te necesita —me las arreglé para decir
renuentemente a través de mis dientes apretados, deseando que en cambio le
pudiera decir que se vaya a la mierda. Pero no podía hacerle eso a mi hermano,
quien contaba con‖ que‖ alguien‖ tocaría‖ ‚Baby‖ Love‛‖ para‖ que‖ pudiera‖ bailar‖ con‖
Eva.
Asintió. —Por supuesto que todavía lo haré.
Le di mi propio asentimiento de agradecimiento antes de mirarla fijamente
y gruñir—: Simplemente mantente fuera de mi camino y no me hables allí. De
hecho, si nunca te veo de nuevo después del domingo, sería demasiado pronto.
Lágrimas llenaron sus ojos, pero asintió entendiendo y aceptándolo.
Sin ser capaz de quedarme por un segundo más, me largué de allí,
prácticamente huyendo del edificio hasta que llegué a mi departamento. Siseé una
maldición cuando me di cuenta que olvidé cerrar la casa con seguro antes de salir
del‖trabajo‖m{s‖temprano<‖porque‖estuve demasiado ocupado con pensamientos
de encontrar a Elisa.
Bueno, la había encontrado. Y desearía no haberlo hecho.
Mi teléfono me alertó de un mensaje de texto de Pick, pero no podía
responderle ahora mismo. Maldiciendo en voz alta, pateé la pared y luego boté
todas las cosas de la mesa de la cocina, una de ellas era una bolsa de regalo que
una‖vez‖había‖contenido‖las‖esposas‖que‖usé‖con<
—Mierda —rugí. Luego ubiqué mi cuaderno de canciones y también tenía
que lanzar eso al otro lado de la habitación. La canción que escribí con ella de
repente se sentía como una gran broma.
Ácido cubrió mi lengua. No podía creer que me engañó completamente.
Miré con desagrado la caja de Call of Duty encima de la mesa de café y
quería destrozarla con mis propias manos. Agarrándola, la lancé al otro lado de la
habitación hasta que golpeé la jaula de Mozart, resonando contra el metal de acero.
—Mierda. Lo siento, Mozart —dije.
Pero cuando verifiqué mi mascota, fruncí el ceño. Mozart no se encontraba
en su jaula. Y la puerta para liberarlo se hallaba ampliamente abierta. Parpadeé,
sabiendo que no lo había dejado salir. Con todo lo que sucedió con Elisa estos
últimos días, no tuve el tiempo de dejarlo correr libre desde probablemente el
lunes.
—¿Mozart? —dije. A pesar de que sabía que no estaría allí, revisé cada
centímetro de toda su jaula. Luego me giré hacia la cama, su escondite favorito—.
Mozart —lo llamé, poniéndome sobre mis manos y rodillas para buscar debajo del
colchón. Lo único debajo eran unas pocas nueces almacenadas.
Casi destrocé el lugar, pero lo único que sabía con seguridad después de
una hora de búsqueda era que mi ardilla se había ido.
Traducido por Lauu LR
Corregido por NicoleM
Justo como me lo temía, Asher borracho era del tipo acaramelado, sensiblero
y cachondo.
—Te veías muy bien esta noche —me dijo desde el asiento del copiloto de
mi auto—. ¿Te he dicho antes lo bien que te veías?
—Umm... —Me mordí el labio para mantenerme controlada—. No, no lo
hiciste. Pero gracias.
—De nada. Sin embargo, es la verdad. Eras la mujer más hermosa en todo
ese club. No le digas a la novia, pero estabas incluso más bonita que Eva. Y logré
estar en este auto completamente a solas contigo en este momento. Maldición, soy
un bastardo con suerte. Oye... —dijo arrastrando las palabras mientras rodaba la
cabeza contra el asiento para poder mirarme—. ¿Sabes algo?
—¿Qué? —pregunté, muy dispuesta a cambiar de tema.
Suspiró mientras me miraba. —Aprendí lo que en realidad quiere decir te
amo.
¡Mierda! Bueno, sin embargo no quería que el tema se cambiara a ese.
Aferré mis manos alrededor del volante y no dije nada. ¿Por qué tuve que
decirle eso a él? Sabía que no le tomaría nada el preguntarle a cualquier persona
que supiera español que se lo tradujera.
—Nunca nadie me lo dijo —dijo, su voz volviéndose ronca—. En ningún
idioma.
Mi corazón se rompió por él, y de repente comprendí por qué lo dije, porque
más o menos ya sabía que no lo escuchó mucho. Su madre, su padre, su tío que
apenas lo crió. Ninguno de ellos se lo habría dicho. Y Pick era un demasiado nuevo
hermano para ir soltando mierda palabras suaves de amor. Así que lo dije porque
él merecía escucharlo.
Y lo dije en serio.
Era un hombre increíble que solo necesitaba a una persona para apreciarlo y
decirle lo especial que era. Sabía que no debí ser yo, pero fui incapaz de resistirme.
Todo el mundo necesitaba‖escuchar‖‚te‖amo‛‖al‖menos‖una‖vez‖en‖su‖vida.
—¿Lo dijiste en serio? —preguntó.
Apreté los dientes y me concentré en conducir mientras entraba en el
callejón que conducía a su casa. Pero tan pronto como apagué el motor, volvió a la
cuestión.
—¿Lo hiciste?
Solté una respiración profunda y tranquilamente le dije la verdad. —Sí. —
Cuando lo miré, sus ojos se encontraban brillantes a causa del alcohol pero parecía
extrañamente lúcido—. Lo dije en serio.
Silbó aire por entre sus dientes apretados. Luego se acercó y apenas rozó mi
pierna desnuda con sus dedos. —Quiero pasar el resto de la noche dentro de ti.
—Asher —gemí y palmeé mis manos sobre el rostro—. No me hagas esto.
Estás borracho.
Se encogió de hombros. —¿Y?
—Así que, obviamente olvidaste lo que sientes por mí. Soy tu persona
menos favorita en el planeta en este momento, ¿recuerdas? Te arrepentirás en la
mañana.
—Sé exactamente lo que siento por ti, Remy. Aún estoy bastante enojado
por lo que hiciste, y no sé si alguna vez te perdonaré, pero aún te deseo. —Su mano
acarició más arriba en mi muslo, deslizándose entre mis piernas—. Y te extraño.
Me estremecí y cerré los ojos, tratando de luchar contra la tentación.
Pero siguió hablando, continuó siendo tentador. —Te he deseado toda la
noche, debajo de mí sobre una cama donde pueda pasar las manos y boca sobre
este cuerpo. —De repente, su toque ya no era burlón y suave. Se volvió fuerte y
deslizó los dedos debajo de mi vestido, buscando mis bragas de inmediato—. Me
refiero a tenerte.
—Dios —jadeé, aferrando el volante mientras frotaba el punto que dolía
más a través de la tela de seda de mis bragas.
Gemí una fracción de segundo antes que él.
—Jesús, y ya estás mojada por mí. —Pasando la barrera que mi ropa interior
proveía, empujó un dedo grueso dentro de mí.
—Asher, espera. —Agarré su muñeca y apreté mis piernas, atrapando su
mano, pero también evitando que me diera más placer.
Pero el maldito hombre curvó el dedo dentro de mí. —¿Por qué? Quieres
esto tanto como yo. —Encontró mi punto G, frotó el dedo en contra de él, una y
otra vez.
Lancé el cráneo contra el reposacabezas del asiento, apreté los dientes contra
el creciente placer. Pero, Dios. Él sabía exactamente dónde tocar.
Maldiciéndolo abiertamente en español, abrí las piernas y alcé las caderas,
encontrando su asalto placentero con codicioso abandono. Cuando llegó la euforia,
comprendí vagamente en algún lugar de mi cabeza que él me hacía llegar con nada
más que su dedo índice. Pero todavía estaba demasiado drogada por las felices
endorfinas para realmente importarme lo vergonzoso que era ese hecho.
Cada músculo de mi cuerpo se aflojó cuando me desplomé inerte en el
asiento, completamente drenada.
—Aún dices un montón en español cuando te vienes —dijo Asher desde un
lado. Sonaba curioso sobre su afirmación, como si se diera cuenta de un hecho
nuevo—. Supongo que esa parte no era mentira, después de todo.
Aún jadeante por mi orgasmo, miré hacia él con lo que solo podrían ser
salvajes ojos aturdidos. —Te sorprenderías por todas las cosas que pasaron entre
nosotros que eran realmente ciertas.
Su mirada era intensa y la expresión un poco salvaje en sí misma. —Entra
conmigo, Remy.
Ya no preguntaba. Era una orden, y el cielo me ayude, lo seguí.
Tomé su mano cuando la extendió para tomar la mía, fui con él a su puerta
y besé la parte posterior de su hombro mientras esperaba a que desbloqueara todos
los cerrojos. Cuando me llevó dentro, se pegó cerca de la escalera, mirando hacia
atrás, a mí, cuando estábamos a mitad de la escalera.
—¿Recuerdas cuando no podía esperar a tenerte y te tomé justo aquí?
Dios, ¿cómo podría olvidarlo? Era una de las razones por la que me hallaba
aquí con él de nuevo, cuando sabía bien que no debería. Agarrando su mano con
más fuerza, le advertí—: No te atrevas a intentarlo esta noche. Estás demasiado
borracho para manejarlo ahora.
Asher se rió entre dientes. —No te preocupes. Te quiero en una cama para
todas las cosas que he planeado.
Me estremecí y le agarré la mano con más fuerza.
Me llevó directamente a la cama y se detuvo al pie de ella para girarse hacia
mí y besarme, a la vez que deslizaba el vestido fuera de mis hombros. Tan pronto
como me tuvo en sujetador y bragas, dio un paso atrás para asimilar el cuadro
completo.
—Jodidamente impresionante —dijo entre dientes, agarrando mis dedos de
nuevo para ayudarme a entrar a la cama. Después de ponerme cómoda sobre la
espalda, la cabeza descansando en su almohada y mi cuerpo extendido ante él,
colocó una mano en mi cadera para que permaneciera así—. Acuéstate aquí, justo
así mientras me doy un festín contigo. —Luego de tomar mis brazos, los movió por
encima de mi cabeza hasta que puso una mano sobre la otra—. Imagina que estás
atada aquí.
Sonreí. —¿Qué? ¿Sin esposas?
Negó con la cabeza, sin devolverme la sonrisa. —Las tiré. —Sus ojos verdes
intensos estaban en los míos—. Me impidieron ir detrás de ti.
Tragando saliva, porque no tenía intención de sacar un tema doloroso,
susurré—: Lo siento.
No respondió; su mirada demasiado concentrada en mi pecho. Extendiendo
la mano, con la parte trasera de sus dedos frotó las copas de sujetador. No era tan
intenso como el contacto piel a piel, pero todavía me hacía temblar y tenía los
pezones animándose con la atención. Luego me quitó el sujetador y se inclinó para
aspirar una doliente punta en la boca. Me arqueé, gritando y apretando mis manos
para no poder romper su regla y enterrar mis dedos en su cabello.
Pero luego se movió hacia abajo, agarró con una mordida las bragas y las
jaló por mis piernas. Cuando su lengua lamió mi sexo, no pude evitarlo. Agarré
puñados de todo ese cabello suave y sexy, apreté mis caderas contra él, montando
su cara con olvido.
Cuando se incorporó, limpiándose la boca y sonriéndome, me estremecí con
un agitado y feliz suspiro, amando lo revuelto que se encontraba su cabello.
—Te dije lo mucho que me encantaba el sabor de coño, ¿cierto? Cuando
pensé que eras un chico.
Asentí, esperando que no comprendiera que cometía un gran error por estar
aquí de esta manera, con una mentirosa como yo.
Pero se limitó a sonreír como si fuera divertido revelarme tal cosa. —Te dije
un montón de mierda. Mucho más de lo que le he dicho a cualquier otro ser
viviente en el planeta.
Sin saber qué decir, salvo que lamentaba que hubiera colocado su confianza
en mí cuando todo el tiempo me encontraba demasiado temerosa por incluso
revelarle mi sexo, contuve la respiración. Porque realmente no lo sentía. Aprecié
cada pequeña confidencia con la que me alimentó.
Sus ojos verdes parecían tristes mientras me miraba y posó la mano sobre su
cadera. Todavía se hallaba completamente vestido, pero pude ver su excitación
elevando la parte frontal de sus pantalones. Tenía que admitirlo, que nunca tuve a
un chico en esmoquin haciéndome sexo oral. Era como algo con clase.
—¿Es por eso que volviste la segunda noche? —preguntó—. ¿Debido a que
sabías lo mucho que odiaba las aventuras de una sola noche? ¿Tuviste que hacerlo
dos noches, así no estaría molesto?
Negué con la cabeza. —No. Volví para decirte la verdad, porque odiaba
hacer que pasaras por otra aventura de una noche. Pero luego me besaste, y... —
Sacudí la cabeza, haciéndole saber que el resto era historia.
Triunfo masculino apareció en su mirada en tanto sus labios temblaban. —Y
mi boca tiene algún tipo de poder místico y controlador sobre ti, ¿eh?
—Ni te imaginas —no quise murmurar.
Se rió y salió de la cama para quitarse la chaqueta y luego desabrocharse la
camisa de vestir. —Tendrás que mostrarme cómo funciona este poder.
Sentándome para ayudarlo con los botones superiores, ya que comenzó
desde la parte inferior, alisé las manos dentro de la camisa, sobre su pecho y la
deslicé fuera de sus hombros. —Todo lo que tienes que hacer es sonreír, y es
bastante seguro que estoy muerta.
—¿Sí? —Sus labios formaron una sonrisa complacida—. ¿Cómo esta?
—Ajá. —Presioné mis labios en sus pectorales y él hundió los dedos en mi
cabello, dejándome tener un poco de diversión antes de jalarme hacia atrás y
urgirme a que me acostara de nuevo.
Luego se quitó los pantalones, mirándome todo el tiempo. Cuando llegó a la
caja de condones y frustrado, sacó un paquete, lo sostuvo entre dos dedos y dijo—:
El último. ¿Sabías que acabaría utilizando todos contigo cuando me los compraste?
Negué con la cabeza. —Los compré, pensando que nunca usarías alguno
conmigo... y odiando a cada mujer con quien los usaras.
Se concentró en rodarlo en su lugar antes de estirarse por encima de mí y
me miró a los ojos. —Y aquí, tú fuiste la única.
Dejé salir un suspiro tembloroso; las lágrimas brillaban en mis ojos porque
sabía que me daba un regalo. No merecía estar aquí. Suavemente, aparté el cabello
de su frente, saboreando el momento.
—Remy —susurró.
Cuando empujó dentro de mí, me quedé sin aliento y me arqueé. Apretó los
dientes y mantuvo su mirada en la mía, incluso mientras sus ojos verdes se volvían
vidriosos por la lujuria. —Maldita sea —dijo con voz áspera—. Siempre me tomas
por completo. He tenido mujeres que me piden que no empuje todo dentro porque
no pueden tomarlo. Folladas vacías y superficiales. Pero tú no. Nunca tú. —Se
inclinó, cerniendo sus labios sobre los míos mientras se movía lentamente dentro
de mí, empujando hasta el fondo antes de retirarse para poder sumergirse de
nuevo.
Luego me besó. Envolví las piernas alrededor de él y agarré su cabello
mientras nuestras bocas se apareaban. Puso más poder detrás de sus caderas,
empujándome sobre el colchón con cada empuje poderoso.
—¿Cómo está mi boca ahora? —preguntó entre jadeos, el aliento cayendo en
mi oído mientras deslizaba su nariz a lo largo de mi mandíbula—. Te hace saber lo
que quiero, ¿no? —Entonces sus dientes mordieron el lóbulo de mi oreja antes de
que susurrara—: Dilo.
Dios, sabía lo que quería, pero no podía entregárselo. Dolía demasiado. Así
que cerré los ojos y me aferré a él con más fuerza mientras bombeaba su cuerpo
contra el mío.
Clavó en mí un poco más duro, perforándome más profundo. —Maldita sea,
Remy. Dilo.
Gemí mi negativa y cerré los ojos con fuerza antes de enterrar mi cara en su
cuello.
Pero Asher acunó la parte posterior de mi cabeza con una dulzura que no
esperaba. —Por favor.
El dolor en su voz fue mi perdición.
—Te amo —susurré.
Gimió y arqueó el cuello hacia arriba. Vi la satisfacción cruzando su rostro
cuando cerró los ojos y dejó su boca abierta como si experimentara el nirvana final.
Adicta a su respuesta, repetí—: Te amo. —Mientras deslicé mis dedos hasta
su garganta antes de inclinarme para besar su pulso. Hundiendo mis talones en la
base de su espalda, lo insté a ir más profundo y chupé un punto directamente
debajo de su oreja—. Te amo más de lo que nunca he amado a otro.
Él no tenía idea de qué tipo de palabras de amor le dije, pero lo puso en
marcha. Agarrando mi trasero con una mano, asió mi cabello en la otra. Luego me
besó como si no hubiera un mañana mientras aceleraba, viniéndose con un
gruñido masculino de liberación.
—Dios —abrí la boca antes de gritar—: ¡Oh, Dios mío! Asher...
Juro que se desmayó en el mismo instante en que acabó, porque permaneció
inmóvil encima de mí, con la frente apoyada en mi hombro. Pero luego me acarició
la espalda y se movió.
—No te muevas. —Pasó la mano alrededor de mi cadera, incluso mientras
se sentaba—. Solo voy a deshacerme de esto. Regreso pronto. —Me miró mientras
se ponía de pie—. ¿Necesitas algo?
Revisé entre mis piernas, e hice una mueca. —Sí, por favor.
Con un movimiento de cabeza, desapareció en el cuarto de baño. Escuché el
agua correr en el fregadero y apagarse una vez más antes de regresar a mí y
entregarme una toalla que humedeció con agua tibia.
—Gracias.
Me limpié y él se sentó a mi lado, mirando con ojos soñolientos, pero con
intención. Con cualquier otro tipo, eso probablemente sería raro. Pero no sé. Con
Asher, era diferente. Íntimo. Casi una unión. No estaba segura de cómo explicarlo.
Cuando terminé, tomó la toalla de mi mano y la arrojó por la habitación
hacia un cesto llena de ropa sucia.
—¿Te quedarás el resto de la noche? —preguntó, girándose hacia mí.
Mi resistencia ya se había ido al infierno, y estaba más allá de aliviada de
que no me echaba después de que consiguió lo que quería, así que asentí. —Sí.
—Bien. —Se arrastró sobre el colchón conmigo, bajo las sábanas, curvándose
detrás de mí mientras envolvía un brazo sobre mi cintura—. Me gusta dormir
contigo.
Cerré los ojos y me dije que esto no significaba que me perdonó. Nada de la
belleza que acababa de ocurrir entre nosotros significaba nada. Aún se encontraba
borracho. Él podría, y probablemente, lamentaría todo por la mañana. No debería
hacerme ilusiones.
Pero mientras me acurrucaba de nuevo en él, suspiré y comencé a tener un
sueño cómodo.
Justo antes de dormirme, murmuré—: Te amo —en inglés.
Su brazo alrededor de mi cintura se apretó un poco más, y me apretó con un
poco más de firmeza contra él.
Pero nunca me lo dijo también. Y por mucho que hizo que el dolor crudo en
mí creciera, no esperaba que él repitiera el sentimiento.
Traducido por Pachi Reed15
Corregido por Daniela Agrafojo
Dormí más de lo que pretendía. Pero estaba bien; Asher seguía inconsciente,
respirando profundamente a mi lado. Tenía un montón de tiempo para escaparme
antes de que se despertara. Salvo que perdí un par de segundos mirándolo con
total asombro, incapaz de creer que había conseguido una noche más con él.
Era tan malditamente hermoso.
Me encantaba cómo sus pestañas descansaban con tal serenidad contra sus
pómulos, y sus labios apenas se abrían para dejar salir cada respiración. Su cabello
se hallaba locamente disperso por toda su frente, oscuros mechones mezclándose
con reflejos más rubios, y no pude evitarlo. Extendí la mano para alejarlos
suavemente de su frente.
Y, por supuesto, su cabello de seda me llamaba, pidiendo más. Así que pasé
dos dedos por unos mechones más. Mi mirada vagó hacia abajo, sobre sus dorados
hombros desnudos hasta las sábanas blancas que se hallaban metidas bajo sus
axilas.
Me gustaba saber que era una persona que dormía en su lado de la cama. Yo
era una persona que dormía en un solo lado de la cama, también. Tal vez, en
alguna realidad alternativa, podríamos dormir en nuestros lados de la cama más
noches juntos, acurrucados durante todo nuestro sueño.
Pero en esta realidad, seguía molesto porque fui una maldita mentirosa, y
solo durmió conmigo porque había estado borracho y demasiado cachondo. Y
tenía que salir de aquí antes de despertarlo y agitar el nido entero de avispas.
No quería saber si se sentía enojado conmigo por haberme aprovechado de
su estado de embriaguez. No, iba a terminar esto con una hermosa y feliz nota, con
él durmiendo pacíficamente y mi cuerpo deliciosamente adolorido por nuestro
reciente acto sexual.
Agarrando mi ropa tan pronto como me deslicé de la cama lo más silenciosa
y sencillamente posible, me vestí en la casi oscuridad y aferré mis zapatos a mi
pecho para poder andar de puntillas hacia la escalera.
Pero detrás de mí, una voz soñolienta preguntó—: ¿Te vas tan pronto?
Jadeé y me di la vuelta, golpeando mi corazón con la mano. —Oh,
mierda. Estás despierto.
—Sí —dijo. Con la voz aún ronca, se sentó y se pasó la mano por el pelo
para acunar los lados de la cabeza. Las sábanas cayeron hasta su cintura, dejando
al descubierto un pecho caliente y tonificado que me hacía agua la boca.
Quería volver a él con tantas ganas, arrastrarme bajo las sábanas y abrazar
su calor, permanecer ahí por el resto de mi vida. Pero<‖sí.
La realidad era una perra.
Y en la realidad, hizo una mueca, recordándome que debía estar sufriendo
de una resaca y se hallaba verdaderamente sobrio por primera vez en horas. Sobrio
y consciente. Que era la razón para escabullirme y permanecer lejos de su cama y
su delicioso cuerpo... antes de que me echara y me gritara por ser una zorra que no
podía alejar sus manos de él cuando se encontraba en un estado vulnerable y fuera
de sí.
Hice una mueca, sintiendo su dolor. —Lo siento, quería estar fuera de aquí
antes de que te despertaras. —Pasando mi peso de un pie descubierto al otro, me
mordí el labio—. En caso de que, ya sabes, lamentaras lo de anoche y no quisieras
verme.
Dejó de agarrarse la cabeza y bajó las manos a su regazo para poder verme.
Cuando no dijo nada, me moví de nuevo, sintiéndome más incómoda que nunca.
Mirando hacia el techo, me aclaré la garganta y pregunté—: Entonces, ¿es
así? ¿Te arrepientes?
No respondió de inmediato, y yo no pude aguantar el suspenso, así que
volví a mirarlo. No me tranquilizó, diciéndome que no lamentaba nada, por lo que
tenía que significar que sí se arrepentía. Debía estar deseando que lo que pasó
anoche entre nosotros nunca hubiera sucedido.
Las lágrimas y la devastación se abrieron paso. Esperaba poder mantenerlas
a raya el tiempo suficiente para salir antes de que las viera, pero también quería
quedarme un segundo más en caso de que, por algún milagro, decidiera... no lo
sé... perdonarme, o algo así.
Pero luego admitió—: No estoy seguro.
Parpadeé, preguntándome si lo había oído bien. Luego sacudí la cabeza.
¿Acababa de decir: no estoy seguro?
¿Qué demonios? Fruncí el ceño, de repente ya no abatida, sino molesta.
¿Pero no estaba seguro? Seguramente, sabría si se arrepentía de tener sexo conmigo
o no. Infiernos, la única razón por la que un buen tipo como él no me estuviera
tranquilizando a estas alturas tenía que ser porque sí lo lamentaba.
Así que, ¿por qué no dejaba de acobardarse y me lo decía de una vez?
—Sabes —murmuré, mirándolo fijamente; el dolor y la ira sacaron mi
personalidad atrevida—, me doy cuenta de que lo eché a perder. Mucho. Te mentí
durante más de un mes. Traicioné tu confianza. Herí tus sentimientos. Y te engañé
de la manera más terrible imaginable. Y lo siento por eso. Me arrepiento mucho. Lo
último que quería hacer era herirte. Si pudiera volver en el tiempo, lo haría, pero...
—Sacudí la cabeza—. No sé si lo haría todo de manera diferente por segunda vez.
Porque si lo hiciera, nunca habría llegado a conocerte como lo hice. Nunca habría
aprendido la... increíble persona que eres. Yo... mierda, no me habría enamorado
tanto de ti. Y no puedo arrepentirme de esa parte. Pero tampoco puedo dejarte usar
mis sentimientos y conciencia culpable contra mí de nuevo. La próxima vez que
estés caliente y quieras sexo de mí, tiene que significar algo. ¿Entiendes?
Tomó una respiración atormentada y se pasó la mano por la cara cuando
desvió la mirada. —Sí —murmuró—, entiendo.
—Voy a irme —dije mientras me daba la vuelta, pero un extraño lugar vacío
encima del rellano de la escalera me llamó la atención.
Con el ceño fruncido, me giré. —¿En dónde diablos está Mozart?
Su rostro cayó, y su expresión se desmoronó. —Se ha ido.
Jadeando, me tambaleé hacia atrás. Agarrando mi pecho, parpadeé hacia él,
tratando de dar sentido a sus palabras.
—¿Qué quieres decir con que se ha ido? —La criaturita había estado tan
llena de vida, y Asher había cuidado de él muy bien. No podía simplemente...
morir. ¿Cierto?
—Quiero decir que se fue, maldición —espetó, frunciendo el ceño hacia mí
por presionar el tema—. Llegué a casa, su jaula estaba abierta, y él no se hallaba en
el apartamento.
—Pero... —Fruncí el ceño mientras sacudía la cabeza. No tenía sentido—.
Es una ardilla. No hay otra manera de que saliera de este apartamento a excepción
de cruzar esa puerta de allá, y no pudo haberla abierto por su cuenta.
—Bueno, entonces debió haberse escapado cuando entré o salí. No tengo ni
puta idea.
Le envié‖ una‖ mirada‖ de‖ ‚no‖ te‖ creo‛.‖ —¿Y no crees que lo habrías visto
correr hacia fuera entre tus piernas cuando abriste la puerta?
—Te lo dije, no lo sé. Solo sé que llegué a casa, y se había ido.
Mordiéndome el labio, me giré para estudiar el tramo desnudo de pared
donde la jaula de Mozart había estado colgada. —Creo que alguien más lo dejó
salir.
Asher dejó escapar un suspiro cansado. —Imposible. Nadie más ha estado
aquí... excepto tú.
Me di la vuelta lentamente. —No fui yo.
Con el ceño fruncido, gruñó—: Lo sé. Entonces, ¿quién sugieres que
irrumpió‖ en‖ mi‖ apartamento‖ para<?‖ —Cuando vio la respuesta en mi cara,
gimió—. Oh, Jesús. ¿Sigues con la teoría de que mi padre quiere venganza?
—Tiene sentido —dije a la defensiva. Y sí lo tenía... para mí.
—¿Por qué dejaría ir a Mozart en lugar de, no sé, matarlo? ¿Y por qué, si hizo
todas las otras cosas que piensas, iba a molestarse con tales bromas irritantes y
estúpidas cuando podría abordarme con algo mucho más letal, como un arma?
—Porque es un matón. A los matones les gusta rascar y sacar las costras
hasta que llegan a la carne bajo la herida. Rara vez vienen con un asalto de frente si
no están completamente seguros de que son más grandes, más fuertes, y que
pueden ganar. Ya no eres un niño de siete años; está tratando de encontrar tus
debilidades. Y probablemente no mató en el acto a Mozart, porque, ¿quién coño
podría en verdad atrapar esa cosita astuta para matarlo? ¿Por qué molestarse
siquiera en intentarlo cuando sería igual de devastador para ti el solo hecho de que
desapareciera?
Y podía decir que era devastador para él. Sus ojos verdes se cerraron con
dolor mientras miraba en el lugar donde había estado colgada la jaula de Mozart.
Debía haberlo entristecido mucho si quitó todo... demasiado doloroso de ver.
Me abracé, mirando el lugar también. —Espero que esté bien.
Asher resopló y sacudió la cabeza. —Probablemente está pasándolo bien en
un lindo parque lleno de muchos árboles y cacahuetes.
O estaba muerto, me preocupé en silencio.
Mirándome con el ceño fruncido, como si hubiera leído mis pensamientos,
murmuró—: Pensé que te ibas porque estás enojada conmigo.
Suspiré. —Tú eres el que no puede decidir si se arrepiente o no de dormir
conmigo.
Sus ojos verdes se llenaron de ira. —Oh, bueno, discúlpame por estar un poco
confundido. Pero me lastimaste más de lo que nadie más lo ha hecho, y eso me
asusta demasiado. Nadie ha llegado a estar tan cerca de mí sin que sea totalmente
inconsciente de ello. Así que lo lamento, si me está tomando más tiempo del que te
gustaría averiguar si en verdad puedo confiar en ti.
Me encogí un poco por dentro, absorbiendo lo que acababa de decir. Le
había hecho daño, y encima de eso, lo dejé tan mal que no sabía si podía confiar de
nuevo. Sabía cómo se sentía. Cuando Fisher me dejó dolida y engañada, rompió mi
confianza y pisoteó todos mis sentimientos, por lo que no quise tener nada que ver
con ningún otro hombre... hasta que llegó Asher.
Y sin embargo, aquí estaba yo, haciéndole lo mismo a la única persona que
me ayudó a sanar de una herida similar.
Sintiendo el peso de mi vergüenza, incliné la cabeza. —Tienes razón. Me iré.
Cuando me di la vuelta, gruñó una maldición, y luego llamó—: Remy... —
Pero yo ya corría por las escaleras para escapar de él.
Para escapar de mí misma.
Pero sin importar lo rápido que corría, o a donde iba, todavía seguía allí,
conmigo... la perra que había lastimado a Asher Hart.
Traducido por Yure8 & Sandry
Corregido por Ana Avila
Lo dejé irse cinco minutos más tarde con una sonrisa tonta y aturdida en su
rostro, y un chupetón en el cuello.
Una calidez emocionante floreció a través de mí cuando me di vuelta para
estudiar su apartamento, preguntándome qué iba a hacer durante las próximas
ocho horas más o menos, hasta que él regresara. No estaba segura de por qué
quería quedarme, pero la idea de estar rodeada de sus cosas se sentía... lindo. Uno
de estos días, sabía que tendría que ir a casa, volver a la vida normal y tratar de
comenzar nuestra relación a partir de ahí, pero por esta noche, simplemente iba a
disfrutar de ser la esclava sexual de Asher Hart.
Después de vestirme, porque estar desnuda para Mozart no era tan
divertido como estarlo para su dueño, me preparé algo de comer. Luego traté de
alimentar a la ardilla, pero tuve la sensación de que me encontraba tan dominada
por esa maldita bola de pelos como Asher. Cuando se negó a mi oferta de frutas,
rompí un par de cacahuetes. Pero le hice acercarse y tomarlos desde la palma de mi
mano... lo que la ardillita codiciosa hizo finalmente.
Mientras lo observaba disfrutar de una nuez, apoyé los brazos sobre mis
rodillas y sacudí la cabeza. —No sé cómo diablos no te da urticaria con esas cosas.
Los cacahuetes son terriblemente asesinos.
Pero Mozart no vio el daño y siguió comiendo, felizmente.
Con un suspiro de felicidad, me puse de pie, y luego saqueé el apartamento
de Asher hasta que encontré las jaulas. Lo que pensé que sería una tarea bastante
simple y útil terminó siendo horas de maldiciones, sudor y un poco de sangre
cuando me raspé el brazo un par de veces con el alambre expuesto, pero por Dios,
las jaulas quedaron colgadas básicamente tal como estuvieron antes.
Cuando terminé, me rasqué la cabeza, preguntándome cómo demonios
Asher iba a lograr que su rata de árbol volviera a meterse allí después de dejar
libre a Mozart, pero luego alcé las manos y decidí que podía hacerle frente a esa
tarea cuando él llegara a casa.
Así que jugué un poco de Call of Duty, pero ya no era tan divertido hacerlo
yo sola.
Echaba de menos a mi hombre.
Era tarde; quizá podría dormir un poco antes de que él llegara a casa, pero
me sentía impaciente para que regresara. A una parte de mí le preocupaba que
todo esto fuera un hecho fortuito y que nunca regresaría, o que nunca volvería a
verlo... o algo. Lo sé, me encontraba en su apartamento, ¿adónde iba a irse? Pero la
sensación persistía.
Simplemente no me merecía este final feliz.
Una media hora antes de que fuera la hora de cierre de Forbidden, llamaron
desde la parte superior de las escaleras. Al principio, salté, pero luego, una sonrisa
iluminó mi cara, preguntándome a qué estaba jugando.
Corrí por las escaleras y abrí la puerta, preparada para cualquier tipo de
entrada que hubiese planeado. Pero no vi a Asher en el callejón oscuro. En
realidad, no había nadie.
Una sensación de inquietud se apoderó de mí, así que comencé a dirigirme
hacia adentro cuando me di cuenta de la caja delgada en el suelo delante de la
puerta.‖Cuando‖leí‖las‖palabras‖escritas‖a‖mano‖‚Para‖Remy‛,‖en‖la‖parte‖superior,‖
una sonrisa apareció en mi cara.
¿Cómo demonios supo que me encantaban los regalos pequeños? El hombre
debió hablar con mi compañera de cuarto. Levantando la caja, cerré la puerta y
bajé rápidamente hacia el apartamento. Una vez que me encontraba sentada en el
extremo de la cama, arranqué el envoltorio marrón.
La caja de chocolates me hizo reír. No tengo idea de por qué. Era algo tan
típico de un pretendiente, algo que un chico haría para cortejar a su mujer, lo que
probablemente era lo que hacía él. Pero, maldita sea, ya era suya. No había
necesidad de que fuera tan dulce.
Pero me alegraba que lo hiciera, porque el chocolate sonaba muy bien. Metí
la primera trufa en mi boca y gemí cuando mis dientes se hundieron en el contorno
y‖en‖un‖gran<‖mmm,‖caramelo; gemí en voz alta.
Me comí tres antes de empezar a preguntarme dónde se encontraba Asher.
Era raro que me hubiese dejado un regalo y luego... no se presentase para recibir su
agradecimiento, lo que ooh, me recordó. Debería darle las gracias... de forma sexy.
Si estuviéramos en mi casa, podría cavar en el fondo del cajón de mi ropa
interior y buscar un conjunto que compré porque era lindo, pero nunca usé.
Bueno, una chica tendría que conformarse. Después de desnudarme, hojeé
el cajón de sus camisas hasta que encontré algo suave y desgastado que lo vi usar
en más de una ocasión.
Cuando me lo puse, un poco más apresurada de lo habitual, me senté en el
reposabrazos del sofá para recuperar el aliento, con el ceño fruncido por mi
repentino agotamiento. Comí otro chocolate, pero por alguna razón, hizo que se
me acelerara el pulso... o tal vez no era el bombón, pero me sentí muy rara de
repente. Dejando de masticar mi cuarto —o era el quinto— chocolate, parpadeé
rápidamente cuando la sala se fue de lado.
—Vaya. —Extendiendo una mano para sostenerme, sacudí la cabeza.
¿Qué demonios? Traté de tragar, pero el chocolate no quería bajar. En
cambio, jadeé, y luego un dolor violento me atravesó el estómago.
Agarrando mi abdomen, me deslicé del sofá y aterricé sobre las rodillas,
doblándome hasta que quedé presionando mi frente contra el suelo de madera
fresca. La cara de Mozart apareció desde debajo de la cama como si estuviera
preocupado, y se acercaba a verme.
Traté de decirle que me encontraba bien, pero me tomó un segundo darme
cuenta de que no podía hablar... porque mi garganta se hinchaba.
Parpadeé cuando la ardilla se volvió difusa, y mis ojos también se
hincharon.
Oh, mierda. Reacción alérgica. Un poco desconcertada porque una nunca
llegó tan lejos antes, busqué mi bolso, pero no podía recordar dónde lo dejé. Traté
de mirar alrededor de la habitación, pero apenas podía ver nada. Mi respiración
empeoró.
Con voz áspera, dije el nombre de Mozart, no muy segura de qué podía
hacer él; ¿buscar mi bolso por mí?
Pero me alegré de que al menos estuviera aquí conmigo.
Mis pulmones se paralizaron porque ya no podía meter oxígeno, y creo que
empecé a vomitar, pero me sentía tan débil, y mi piel estaba tan fría y húmeda, que
solo me acosté en el piso de Asher, temblando.
El segundo antes de perder la conciencia, una lágrima se deslizó por mi
mejilla. Esto iba a ser un golpe duro para él. Vivió toda su vida esperando a que
alguien lo amara, y ahora... ahora tenía que dejarlo. Como no quería eso, intenté
una vez más arrastrarme a ciegas, buscando mi bolso con las manos, solo para
encontrar un pelaje cálido y grueso.
Otra lágrima rodó por mi mejilla, y acaricié a Mozart hasta que todo se
volvió negro.
Traducido por florbarbero
Corregido por Daniela Agrafojo
Cantaba‖ ‚Hey Brother‛ de Avicii en voz baja mientras iba hacia mi moto,
dispuesto a llegar a casa y meterme bajo las sábanas con Remy. Me apresuré con la
limpieza en el bar, pensando en ella cálida y desnuda en mi cama.
Acababa de lanzar la pierna por encima de mi asiento cuando Mandy, una
de las camareras, me llamó—: Oye, Asher. Mi batería murió de nuevo. ¿Podrías
poner en marcha mi coche? Tengo los cables.
Con un pequeño gemido interno, me giré, y le dije—: Claro.
Al mismo tiempo, Quinn se nos unía y decía—: Puedo ayudarla si quieres
salir.
Tenía la tentación de tomar su oferta. Pero Quinn probablemente quería
llegar a casa con su esposa y su bebé tanto como yo quería llegar a casa con Remy.
Casa.
La palabra se arremolinó a través de mí y me llenó de una encantadora
calidez. Ella en verdad era mi hogar. Y finalmente iba a decirle que la amaba. Esta
noche. Tan pronto como ayudara a Mandy.
—No, sigue adelante, hombre. Yo lo hago. —Le hice un gesto a Quinn para
que se fuera y ayudé a Mandy con su coche.
Una vez que estuvo lista para irse, y esperé hasta ver que en realidad
pudiera sacar su automóvil del estacionamiento, me subí a mi bebé y me dirigí
hacia mi familiar callejón oscuro.
Las luces estaban encendidas al final de la escalera mientras abría la puerta.
Ooh, esperó por mí. Aun mejor. Sonriendo, corrí por las escaleras y entré al
apartamento, listo para encontrarla —con suerte— desnuda y extendida sobre
algún mueble, esperándome... como una buena esclava sexual.
Pero no vi a Remy desnuda. Ni siquiera la vi Remy durmiendo en la cama.
De hecho, la cama se encontraba vacía y hecha.
Tomé una respiración profunda, sin estar preparado para que me dejara así.
Sin saber lo que significaba, o lo que podría haber causado que no estuviera aquí,
recorrí lentamente el apartamento cuando mi ardilla vino volando de debajo de la
cama hacia mí.
—Jesús —grité, moviendo mis pies para esquivarla, no del todo seguro de
qué demonios hacía corriendo alrededor de la base de mis pies y luego alejándose
de nuevo—. ¿Qué te dio de comer? —pregunté con el ceño fruncido mientras lo
miraba recoger lo que parecía un bombón del suelo y desaparecer de nuevo bajo la
cama con él.
Pero ¿un bombón? ¿Qué?
Empecé a investigar cuando a solo unos pasos más adelante apareció una
mano humana extendida en mi piso, asomándose desde el otro lado del sofá.
—Oh Dios... ¡Remy! —Corrí hacia ella, lanzándome sobre mis rodillas junto
a su figura inmóvil.
Su rostro estaba irreconocible, hinchado, con una erupción de color rojo con
manchas. Pero tenía que ser ella; tenía las rayas púrpuras en su pelo.
—Oh, Jesús. No. —La recogí en mis brazos y apreté su cuerpo inerte contra
mi pecho, preguntándome qué demonios sucedió—. Remy, despierta. Háblame.
¿Qué pasa?
Apreté los dedos en su cuello y sentí un aleteo. Creí sentir un aleteo, de
todos modos. Joder, no lo sabía con certeza.
—Hay pulso —dije en voz alta, sin hablar con nadie pero con la necesidad
de decirlo.
Fue entonces cuando vi la caja de bombones vacía a unos pocos centímetros.
La miré un momento, preguntándome de dónde venía, antes de sacar el teléfono
de mi bolsillo trasero y marcar a emergencias. Pareció tomarles una eternidad
responder.
Cristo, ¿no se suponía que los operadores de emergencia respondían al
instante? Cuando una señora finalmente atendió, traté de describir todo lo mejor
que pude.
—Sí, inconsciente —dije—. Está toda hinchada y... sí, hay una erupción.
Después de un momento, la mujer me dijo—: Parece una reacción alérgica.
Chasqueé los dedos. —Cacahuete. Es alérgica al cacahuete. —Mi mirada se
desvió a la caja de chocolates—. Oh Dios. Parece que comió... No sé. —¿Cuántos
había comido Mozart?—. Hay una caja vacía de quizás dos docenas de bombones
aquí. Deben haber tenido algún tipo de ingrediente con cacahuete.
—Colócala de espaldas —me dijo—. Levanta sus piernas y cúbrela con una
manta.
Asentí, dispuesto a intentar lo que fuera. Después de ponerla suavemente en
el suelo, tomé una almohada y una manta de mi cama. Se encontraba totalmente
inconsciente mientras la tendía con suavidad. —¿Enviarán una ambulancia?
—Sí, pero tenemos que hacer algo ahora. Si la reacción es tan grave como
describes, solo puede resistir quince minutos sin ningún tipo de tratamiento antes
de que muera.
Mi corazón casi se detuvo en mi pecho. ¿Ya pasaron quince minutos? No
tenía idea de cuánto tiempo estuvo así antes de que llegara a casa. Cristo. —Bueno,
¿entonces cómo demonios la tratamos?
—Debe tener algún tipo de medicación de rescate de emergencia a mano si
tiene una alergia conocida. Como una inyección de epinefrina o algo así.
No tenía ni idea de cómo lucía una inyección de epinefrina, pero cuando vi
la bolsa de Remy en la mesa de la cocina, me lancé hacia ella y vacié el contenido
por toda la mesa. Una tonelada de mierdas se derramó. Plumas, recibos viejos, una
billetera, bloc de notas, tampones, una púa de guitarra, bálsamo para los labios, un
posavasos de Forbidden utilizado, pero... ¿cómo diablos lucía una inyección de
epinefrina?
—Jesús —jadeé, temiendo matarla incluso mientras seguía allí, demasiado
estúpido para saber lo que estaba buscando; mi alergia al látex no era tan mala
como para requerir algún tipo de medicación de rescate de emergencia. Me
encontraba a punto de tirar la bolsa a través de la habitación por la frustración
cuando sentí un bulto duro en el interior. Le di una última mirada y encontré un
bolsillo interior con cremallera.
Y casi lloré de alivio cuando leí en letras negras y gruesas ‚Inyección‖ de‖
Epinefrina‛‖en una caja de color amarillo brillante en el interior.
—¡La tengo! —grité en el teléfono, corriendo de nuevo hacia Remy, donde
Mozart se movía a unos pocos centímetros. Arranqué la tapa y asentí mientras
escuchaba las instrucciones del operador de emergencia sobre cómo inyectarla.
Cuando clavé la aguja en el muslo de Remy, cerré los ojos y recé.
Por favor, por favor, por favor funciona.
Acababa de encontrar a esta mujer. No podía perderla ahora.
Uno, dos, tres segundos pasaron, y luego Remy jadeó. Mis ojos se abrieron
de golpe, justo cuando ella se movió, tratando de rodar sobre su costado. Tosiendo,
jadeó de nuevo.
—¿Remy? ¿Bebé? —La acuné, ayudándola a moverse a donde fuera que
quería ir—. Estoy aquí. Vas a estar bien. Te conseguiremos ayuda ahora.
Su mano atrapó mi muñeca y me apretó, haciéndome saber que me
escuchaba. Lágrimas cayeron por mis mejillas. —Vas a estar bien. Oh Dios. Estás
bien. Vas a estar bien.