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Julie

Julie Verito Sandry


AndryGomez Kath1517 Sofía Belikov
Josmary Beluu Mary Warner
Hansel anita0990 Mire
NicoleM Ana Avila Eli Hart
Karen B. Val_17 Vane hearts
nika Trece MaJo Villa Gise
Janira Mae Dannygonzal
Valentine Rose Laura Delilah Miry GPE
Lauu LR Victoria. yure8
*~ Vero ~* Jadasa florbarbero
Daniela Agrafojo Pachi Reed15 Jeyly Carstairs
Beatrix johanamancilla Adriana
Nickie Zara1789

Val_17 Jadasa Janira


Vane hearts Valentine Rose NicoleM
Julie itxi Miry GPE
Ross Ferrer Dannygonzal Daniela Agrafojo
Anakaren Adriana Ana Avila
Sandry Daliam Laurita PI

Julie

Ana Avila
Sinopsis Capítulo 24
Prólogo Capítulo 25
Capítulo 1 Capítulo 26
Capítulo 2 Capítulo 27
Capítulo 3 Capítulo 28
Capítulo 4 Capítulo 29
Capítulo 5 Capítulo 30
Capítulo 6 Capítulo 31
Capítulo 7 Capítulo 32
Capítulo 8 Capítulo 33
Capítulo 9 Capítulo 34
Capítulo 10 Capítulo 35
Capítulo 11 Capítulo 36
Capítulo 12 Capítulo 37
Capítulo 13 Capítulo 38
Capítulo 14 Capítulo 39
Capítulo 15 Capítulo 40
Capítulo 16 Capítulo 41
Capítulo 17 Capítulo 42
Capítulo 18 Capítulo 43
Capítulo 19 Capítulo 44
Capítulo 20 Epílogo
Capítulo 21 Priceless
Capítulo 22 Sobre el autor
Capítulo 23
Es‖la‖misma‖vieja‖historia‖de‖‚chica‖haciéndose‖pasar‖por‖chico‛‖pero‖con‖un‖
toque de rock and roll.
Remy Curran sueña con algún día estar en una banda, pero el grupo al que
quiere unirse se niega a contratar a un baterista de sexo femenino. Entonces, ella
hace la audición como un hombre... y pasa la prueba.
Convertirse‖ en‖ ‚Sticks‛,‖ un‖ miembro‖ de‖ Non-Castrato, sin embargo, no es
exactamente lo que ella soñaba. Pasa la mayor parte de su tiempo manteniendo la
treta y aprendiendo a caminar, hablar, actuar y beber como un hombre.
Pero lo más difícil es comportarse indiferente cuando el cantante
rompecorazones de la banda, Asher Hart, la trata como a uno de los chicos y no
como una mujer. Ella nunca imaginó que él sería mucho más que una cara bonita
con una buena voz. Pero es mejor que perfecto. Es perfecto para ella.
Cuando el amor y la mentira son combinados, Remy debe mantener la farsa
o perderlo todo. Pero ¿quién hubiera sabido que mentir para alcanzar un sueño
podría impedirle perseguir un sueño aún más importante?
Forbidden Men, #7
Traducido por Julie
Corregido por Val_17

Abrí mis ojos nublados, medio despierto por la dicha post-coital justo
cuando la mujer desnuda encima de mí se movió, mientras la suave y delicada
calidez de su piel acariciaba la mía. Salió de la cama y me dio una espectacular
vista del culo más perfecto de todos, y mi sonrisa‖se‖hizo‖m{s‖entusiasta< hasta
que ella se puso un par de bragas y luego agarró su sujetador.
Un segundo, no, eso no debía suceder. Parpadeando para recuperar la
conciencia, traté de sentarme y me pareció casi imposible. —¿Qué estás haciendo?
¿Qué ocurre?
Ella no respondió, lo cual no fue una sorpresa. Yo no fui capaz de entenderle
más de una docena de palabras desde que nos conocimos, y nada de lo que me
había dicho hasta ahora había sido en inglés. Pero de acuerdo a las palabras de
Jason Derulo, su trasero no necesitaba explicación. En ese momento no.
Al parecer, ahora sí ya que lo ocultó bajo una pieza de seda de encaje negro.
Y maldita sea, se veía muy bien en esas bragas negras de seda, sobre todo desde
atrás, donde pude ver las dos nalgas bronceadas asomándose por todo ese encaje.
—No vas a irte, ¿verdad? —Traté de sentarme de nuevo. Todavía no podía.
Fruncí el ceño ante las esposas cubiertas de piel que me limitaban a la cabecera y
pasé unos segundos murmurando hasta que pude ponerme en una posición
vertical.
Al otro lado de la habitación, ella se puso los pantalones negros de yoga que
le quité anoche con los dientes.
Supongo que era momento de sacar mi español de la escuela secundaria.
Esto se iba a poner feo, pero no me importaba.
—Sentarse1. —Mierda, no. Eso no significaba que se quedara, ¿no?—.
Quedarse. —Lo intenté de nuevo, por fin recordando la palabra correcta.
La cintura de sus pantalones fueron colocadas en sus caderas mientras se
daba la vuelta para enviarme una mirada letal; no es que la culpara. Acababa de
darle órdenes como a los perros.
Hice una mueca y repetí—: Quedarse —y añadí un patético—, por favor.
Suspiró y rodó los ojos antes de ponerse su blusa y alcanzar su bolso.
—¡No! No te vayas. Por favor, no te vayas. Lo siento. No sé qué hice mal,
pero lo siento. Mierda, ¿cómo se dice lo siento en español?
—Lo siento —dijo ella, su voz un tarareo tranquilo y sexy que casi parecía
un maldito susurro.
No tenía idea de lo que significaba lo siento, pero sonaba muy estimulante
saliendo de sus labios. Mi cuerpo respondió, y tuve que doblar una pierna para
tratar de cubrir mi erección expuesta, para que no viera mi excitación, mientras
trataba de deshacerse de mí.
—¡Elisa! —grité, con la voz quebrada por la desesperación. Incluso golpeé
con mis puños los rieles de metal de la cabecera para llamar su atención.
Cuando se detuvo en la puerta, de espaldas a mí, contuve la respiración. Era
un momento crucial. Lo que dijera ahora podría ser el factor decisivo para que se
quedara o no. Pero todo lo que pude pensar en decir fue—: Lo siento. —Y ni
siquiera sabía qué demonios lamentaba. Solo sabía que había hecho algo mal, y eso
provocó que se fuera.
No podría haber sido el sexo. Anoche y esta mañana había sacudido mi
mundo. A ella también le pasó; la descarada no fue para nada silenciosa cuando se
vino. Así que, no<
Se giró lentamente. Mi corazón tartamudeó en mi pecho cuando vi las
lágrimas corriendo por su rostro. —¿Elisa? —susurré, muy preocupado.
¿Qué, en nombre de Dios, hice mal?
—En serio, lo siento tanto. —Se atragantó, y su cara se puso roja cuando
comenzó a sollozar en sus manos—. Tengo que hacer esto.
Negué con la cabeza. Derulo estaba loco. Esto sí que necesitaba explicación.

1 Palabras en negrita y cursiva están en español en el original.


Pero cuando abrí mi boca para soltar más de mi español malo, para rogarle
que no se fuera, Elisa se dio la vuelta hacia la salida y corrió por las escaleras hasta
que pude oír la puerta al cerrar de golpe.
—¡Oye! —grité, cuando mi frustración pasó de preocupado a enojado—.
¿Qué demonios? ¡Elisa! No puedes empezar a llorar y luego largarte corriendo así.
¡Regresa aquí y quítame las esposas para salir de esta maldita cama! Dime lo que
hice mal. ¡Por favor! ¡ELISA!
No regresó. Y no podía ir tras ella.
Pasé los primeros treinta segundos de mi solitario encierro con una enorme
rabieta, golpeando el colchón y tratando de dislocarme las muñecas al no poder
liberarlas de las esposas. Las malditas cosas ya no eran divertidas< ni atrevidas.
Los próximos treinta segundos, llené el aire con una blasfemia que nunca
había usado, obvia y resonante. Pero nada de lo que grité me liberó de esta cama.
Después de eso, se instaló el pánico. Con las muñecas magulladas y dolor de
garganta, me pregunté cuánto tiempo iba a estar atrapado desnudo en mi propia
cama. Las personas se preocuparían por mí tarde o temprano< después de unos
días tal vez. Los chicos de la banda. Pick. Aparecerían por acá para verme.
Pero, ¿y si me deshidrataba hasta la muerte antes de esa fecha, o el edificio
se incendiaba y quemaba‖todo‖a‖mi‖alrededor?‖O<
Mierda. Ahora tenía que ir a mear.
¿Stephen King no escribió un libro de terror sobre alguien que fue dejado
esposado y solo en una cama? Odiaba las películas de terror. No quería
protagonizar la mía.
Tiré de mis ataduras un par de veces más para aliviar algo de mi cólera y el
miedo creciente, pero solo logré lesionarme más.
¿Cómo diablos pudo dejarme aquí de esta manera? No era como si yo no
supiera donde trabajaba. Podía encontrarla. Y, oh<‖ la‖encontraría.‖ No saldría de
esto sin repercusiones.
¿Y por qué eran esas lágrimas? Me jodieron la cabeza. No quería nada más
que estar molesto, salvo que también me preocupaba. Pero traté de concentrarme
en la rabia.
—Un maldito mal movimiento, princesa —dije a la habitación vacía,
sonriendo amargamente mientras tramaba mi venganza. Me pregunté cómo se
sentiría ella si la esposaba a la cama y obligaba a decirme todo pensamiento
misterioso de esa bonita cabeza con herramientas‖ de‖ tortura‖ como‖ plumas< y
jarabe de chocolate.
Y maldita sea, allí aparecía mi estúpida polla de nuevo, endureciéndose al
pensar en ella con las manos esposadas y rociada con algo que debía ser lamido.
¿El pequeño imbécil no se daba cuenta que me encontraba en una situación
desesperada? Así que no era momento de estar pensando en sexo.
Aunque lo de anoche fue lo mejor de lo mejor de los maravillosos
encuentros.
En mi mesita de noche, sonó el teléfono. Puse mi atención ahí y quedé
boquiabierto al verlo tan cerca y tan lejos a la vez.
Sonó‖de‖nuevo,‖y‖pude‖distinguir‖el‖nombre‖‚Sticks‛‖en‖la‖pantalla.‖Perfecto.‖
Si podía confiar en alguien durante una situación como esta, sería en él. Sabía que
podía contar con su discreción y lealtad, y también esperaba algo de ayuda.
Ahora, solo tenía que encontrar una manera de responder a su llamada.
Levanté mi pierna y usé el dedo gordo del pie para tratar de deslizar el
botón de responder. Hicieron falta dos intentos, pero gracias a Dios, lo hice.
Con otro toque de mi confiable dedo del pie, puse el altavoz. —Hola, amigo
—jadeé, impresionado por lo casual que pude sonar mientras me encontraba
esposado desnudo a mi cama—. ¿Qué pasa?
—No mucho. —Su voz llenó mi apartamento y fue como música para mis
oídos—. Tenía hambre y se me ocurrió comer pizza para el almuerzo. ¿Quieres
venir conmigo?
—Claro —le dije, incluso me encogí de hombros para mantener la
apariencia de relajado y casual. Sí, me encontraba tranquilo aquí, sin ni una
preocupación en el mundo.
—Genial. Me paso a recogerte en un rato.
—Suena bien. Pero, eh, primero una pregunta rápida.
Cuando no pregunté nada dentro de los cinco segundos, dijo—:‖Est{<‖bien.
Dispara.
Me mordí el labio, debatiéndome si podía confesar lo que ocurrió. La
vergüenza me mataría. Y aunque él se comportaría de lo más amable con el asunto,
dudaba que Sticks me dejara olvidar esto.
Pero luego pensé en toda la cosa de Stephen King, y mi vejiga se sacudió
una vez más, recordándome que se hallaba llena. Así que apreté los dientes y me
tragué mi orgullo.
—Por‖casualidad‖no‖tienes‖unas<‖llaves para esposas, ¿verdad?
Un mes antes…
Traducido por AndryGomez
Corregido por Vane hearts

Usando mis Chuck Taylor de rayas de cebra, medias de red, minifalda de


mezclilla, un cinturón adornado con plata y una camiseta ajustada presentando a
la banda The Pretty Reckless, reajusté mi peluca llena de puntas de cabello rubio.
Los dedos de mis pies golpeaban al ritmo de la amortiguada música
martillando a través de la puerta cerrada, y la dejé correr por mi cuerpo,
conect{ndome‖con‖el‖ambiente<‖hasta‖que‖el‖baterista‖en‖el‖otro‖lado‖de‖la‖pared‖
perdió el ritmo.
Sintiendo compasión, me estremecí incluso mientras mi corazón se aceleró
con anticipación.
—Hasta luego, perdedor. —El tipo a mi lado sonrió mientras las guitarras y
el bajo dentro del estudio se sacudieron hasta detenerse, cortando la canción.
Miré de reojo a mi compañero de banco y él sonrió hacia mí, levantando su
puño para un golpe de felicitación. Ya que estaba cubierto de metal y tatuajes,
supuse‖que‖ era‖ competencia,‖ pero<‖Oh‖ bueno.‖ Obedecí, golpeando mis nudillos
contra los suyos mientas una pequeña sonrisa se movió sobre mis labios.
Ahí se iba un baterista más de nuestro camino.
Imaginando el sermón que el tipo dentro del auditorio debería de estar
recibiendo, comencé una cuenta regresiva, preguntándome cuanto tiempo le
tomaría a la banda sacarlo de ahí.
—Diez, nuevo, ocho —murmuré bajo mi respiración, nunca alcanzando el
siete porque las puertas dobles se abrieron, y un tipo enojado con rastas irrumpió
en la sala.
—Hijos de puta —gruñó antes de enviar un penetrante ceño fruncido a la
fila de solicitantes esperando sentados en el banco contra la pared opuesta, todos a
la expectativa de tener éxito donde él obviamente falló. Nos lanzó un resoplido
despectivo y se fue. Su alboroto por la sala lo acompañó golpeando una puerta y
tirando sus baquetas tan fuerte como pudo hacia el bote de basura.
—Qué mal perdedor, no lo crees —dijo ligeramente mi compañero de banco
mientras observaba la rabieta.
—Bueno. —Me encogí de hombros—. He visto a mi prima de seis años
armar más drama que eso por una muñeca rota.
Con una sonrisa, me dio un asentimiento de aprobación. —Tienes toda la
razón, roquera.
Estaba mejor que bien2. Pero no quería espantarlo. Me di cuenta por el brillo
arrogante en sus ojos, que estaba seguro que lo haría mejor que yo.
No quería aplastar su ego frágil, así que simplemente le di una sonrisa fría.
Sí, estaba bien.
—Siguiente —llamó una voz irritada desde dentro del auditorio, haciendo a
mi corazón saltar a mi garganta.
Dios, ¿ya era mi turno?
Con la autoconfianza cayéndose, me levanté sobre mis piernas temblorosas
y suavicé el frente de mi falda. Ya que el tipo a mi lado fue muy amable, la interna
sumisión en mí despertó al mirarlo con ojos preocupados, buscando algún tipo de
consuelo. Pero era la competencia; él no quería que yo tuviera éxito más de lo que
yo quería que él lo tuviera.
Excepto que no pude evitarlo. Miré en su dirección, mordiendo el interior de
mi labio y borrando la increíble imagen de chica fuerte que quería proyectar.
Cuando sonrió y me mostró sus pulgares arriba con ambas manos, el impulso que
necesitaba me arrojó de regreso a la vida.
Le di un descarado guiño y me giré para alejarme por la puerta, jalando mis
baquetas rosadas de mi bolsillo trasero mientras iba.

2 Juego de palabras intraducible. En el original:‖‚You’re‖all‖right,‖rocker‖chick‛.‖I‖was‖better‖than‖all‖


right.
Techo muy bajo, luces tenues y un gran espacio abierto rodeando a la banda
en el centro de la habitación me hizo desacelerar en una intimidante parada tan
pronto como la puerta se bloqueó detrás de mí. Solo tres personas ocupaban la
asamblea y ninguna de ellas me conocía, pero yo sabía quién era cada miembro sin
siquiera mirar que instrumento sostenían. Porque visité su sitio web e hice mi
trabajo.
En realidad, solo los vi tocar en vivo una vez, en algún evento de día en el
parque donde todas las bandas locales se unieron para mostrar sus talentos en el
pabellón del Parque Memorial. Y habían sido buenos. Pero la mejor parte: Fisher,
mi ex prometido —aunque no ex en ese momento— los odió. Despreciándolos
absolutamente. Probablemente porque se puso verde de envidia. Non-Castrato
tenía mejor sonido, más músicos talentosos y un cantante principal más caliente
que su banda. Más seguidores también.
En ese entonces, lealmente apoyé a‖Fisher,‖diciéndole‖que‖su‖banda‖Fish‖N’‖
Dicks era mucho mejor que Non-Castrato<‖aunque‖no‖lo‖eran.‖En‖realidad,‖había‖
estado hipnotizada, incapaz de apartar la mirada durante todo el tiempo que tocó
Non-Castrato.
El ritmo, las palabras, los increíbles riffs de guitarra se deslizaron a través de
mí con una fascinación casi innatural. Estuve esperando con Fisher y sus amigos
detrás del escenario porque fueron puestos para ir después, así que tuve una vista
bastante mala de la presentación de Non-Castrato.‖Pero‖sin‖embargo<‖estuvieron
increíbles.
Después de que Fisher me traicionó meses después y rompió mi corazón, mi
confianza, así como también mi maldito iPod —el imbécil— me aseguré de
comprar cada canción que Non-Castrato había grabado, más que nada como una
mandar a la mierda al hombre que ahora desprecio.
Pero la cosa más extraña pasó después de que escuché su cuarta canción. En
realidad me enamoré de su música. Toda su música. Cada pieza.
Cuando escuché que buscaban un nuevo baterista, pareció cosa del destino.
Amaba sus canciones, su estilo, cómo muchas de sus letras sintonizaban conmigo.
En lo profundo de mi alma, siempre quise ser la baterista de una banda, pero más
que nada necesitaba algo para echarle en la cara a mi ex prometido con un enorme:
‚¡Ja!‖¡Estoy en una banda mejor, más popular, más talentosa que en la que estás tú!
Toma esa,‖idiota.‛
Y esta era mi oportunidad de oro para conseguir todo lo que quería.
—Eh<‖¿Cómo‖podemos‖ayudarte?‖—preguntó el tipo con un mohicano de
quince centímetros en su cabello naranja. Era el bajista, Billy Galloway. El loco hijo
de puta lo entregaba todo en el escenario. Era el que le daba a Non-Castrato su
reputación de salvaje porque le gustaba mostrar su porquería a las seguidoras
entusiastas<‖o‖eso‖leí en línea.
Aclaré mi garganta y asentí. —Sí. Estoy aquí para la audición. —Cuando los
tres solo pestañaron, arrastré los pies y aclaré mi garganta otra vez—. Umm<‖para‖
el puesto de baterista.
¿Hola? ¿Por qué otra cosa creían que vine aquí? Incluso sacudí mis baquetas
para dejar las cosas en claro, ya que todavía no parecía que lo entendieran.
Finalmente, Galloway resopló. —Sí<‖no‖lo‖creo,‖dulzura.
¿Cómo dijo?
Aunque el fondo de mi estómago se desplomó, le fruncí el ceño con
confusión. El rechazo era mi más grande miedo y oírlo desde el principio era peor
que todas esas horas de temerlo afuera en la sala.
Cuando nadie sonrió ni me dijo que solo era una broma, sacudí la cabeza,
perpleja. —¿Disculpa?
Galloway se inclinó hacia adelante ligeramente mientras apuntaba hacia la
puerta. —No te queremos. Así que, ¡fuera!
¿Fuera?
Miré hacia los otros dos miembros de la banda.
El guitarrista rítmico, Heath Holden, era el más insulso. No vestía de forma
severa, ni actuaba rudo, ni prácticamente hablaba<‖en‖absoluto.‖Las‖únicas‖cosas‖
extremas eran los tatuajes que tenía subiendo por cada enorme brazo descubierto
junto con la terrible barba de motociclista que le crecía. No parecía que tuviera
mucha personalidad, si quisieran mi opinión. Pero, hombre, podía tocar un punteo
estupendo cuando lo pidiera la ocasión.
Mientras mi mirada se deslizaba hacia él, sus pómulos se sonrojaron y de
repente se ocupó con algo, rehusándose a hacer contacto visual al tiempo que se
concentraba en excavar la suciedad debajo de sus uñas.
Así que dirigí mi atención al cantante principal. Asher Hart. Además de
cantar todas sus canciones, tocaba la guitarra, el piano, y era de lejos el atractivo
nominado por el que todas las chicas lanzaban sus bragas y gritaban cuando sea
que Non-Castrato pisaba en el escenario. Su brillante voz era la razón por la que
tenían algo de talento.
Y, ¡guau! ¿Mencioné que es increíblemente caliente?
Una loca atracción surgió desde mi vientre mientras lo asimilaba. Pero
diablos, él era demasiado guapo para ser real. No era que estuviera atraída por los
cantantes principales. Ya superé por completo esa etapa, gracias a mi terrible idiota
ex.
¡Apestas, Fisher!
Aun así, Asher Hart era un bombón. Y parecía demasiado aburrido para
preocuparse por mí en última instancia. Sin ponerle atención a mi penetrante
mirada, desenroscó la tapa de una botella de agua y tomó un largo trago como si
yo estuviera tomando mucho de su precioso tiempo.
Ya que el idiota del bajista era el único que se molestó en hablar, centré mi
atención de regreso a Galloway. —¿Es alguna clase de broma? —Aunque no estaba
enojada, solté una fuerte risa—. Todavía ni siquiera me han oído tocar.
—No tienes que hacerlo. Eres una chica.
Levanté mis manos como diciendo ¿Qué demonios? —¡Guau! Felicidades. No
mucha gente lo nota con la primera impresión. Pero, sí, soy una mujer. ¿Y qué?
—No queremos a una chica en nuestra banda. Nos llamamos Non-Castrato
por una razón, cariño. Porque todos tenemos pollas.
¡Como si me importara alguna de sus asquerosas pollas! Hoy en día, todas
las pollas apestaban. Para mí, podían ir a ahogarse<bueno, con ellos mismos.
Además, castrato significaría que no tenían bolas, ni pollas. Idiota. Excepto
que no le dije eso a Galloway porque estaba muy confundida.
—Pero soy excelente —protesté—. Soy malditamente asombrosa.
Hart ladeó su mirada en mi dirección, levantando una ceja como si se
sorprendiera de escuchar tal gloriosa autocomplacencia.
Pero Galloway simplemente se encogió de hombros, sin importarle una
mierda. —Entonces ve a unirte a una banda de puras chicas.
Mi boca cayó abierta. No pasaba esto. Es que< no podía estar pasando.
Aquí tenía una oportunidad, real y disponible para cumplir el sueño de mi
vida, ¿y un escuálido bajista cretino me rechazaba por mis ovarios?
De ninguna jodida manera.
—No quiero unirme a una banda de puras chicas —contesté, apretando mis
dientes mientras los miraba con el ceño fruncido.
En realidad, si hubiera algunas impresionantes bandas de solo chicas entre
un radio de trescientos kilómetros, buscando una baterista, podría haber estado
tocando sus puertas. Pero no era así. Además, quería estar en Non-Castrato. Su
música era mi tipo de música. Necesitaban un baterista y sucedía que yo era la
mejor maldita baterista que conocía. Y quería mostrarle a Fisher que mi banda
podía vencer a su espantosa y poco convincente excusa de banda cualquier día de
la semana.
Unirme a Non-Castrato era la solución perfecta para todos.
La única solución.
Si solo esos idiotas abrieran sus tontas, sexistas y sucias mentes para verlo.
—De acuerdo —dijo Galloway con una sonrisa santurrona, y puritana—.
Mencióname una banda mixta que tiene un gran éxito, y tal vez te demos una
oportunidad.
Sonreí. ¡A jugar!
—Black Eyed Peas.
—A la mierda —murmuró, sin impresionarse mientras resoplaba de forma
burlona—. Todos ellos son cantantes. No tocan instrumentos, princesa. No son una
banda.
—Está bien. —Soplé aire para alejar de mis ojos el irritable flequillo rubio de
la peluca y comencé a recitar una nueva lista—. Fleetwood Mac, Blondie, Jefferson
Airplane,‖The<
Galloway resopló otra vez, cortándome. —Sí, y lo único que las chicas
hacían en esas bandas era cantar. Tenemos a Hart; no necesitamos otro jodido
cantante.
—Talking Heads. —Levanté la voz para hablar por encima de él—. Del cual
la chica era la bajista, creo. —Lancé una despectiva mirada hacia el bajo amarrado
sobre su hombro—. Y también era la bajista en The Smashing Pumpkins y<
—En ninguna la chica era baterista. —Galloway mantuvo su mano arriba
cuando abrí la boca para protestar—. El hecho es que no queremos a una mujer. Y es
nuestra banda. Nuestra decisión. Así que adiós, cielo. Cuando necesite a una
fanática para chuparme ahí abajo en el baño después de un concierto, te llamaré.
Entrecerré mis ojos hacia él solo para girarme a los otros miembros callados.
—¿Son ustedes dos seguidores que van a permanecer ahí y dejar que este imbécil
tome todas las decisiones por ustedes? ¿Es él como, su dictador o algo así?
—Mira, te escucharía —dijo finalmente Asher Hart. Ojos penetrantes verde
oscuro se alzaron para revisar mi vestuario antes de posarse en mi cara. Cuando
solo entrecerré mis ojos, levantó sus manos en defensa propia—. De verdad. Pero
estamos escogiendo a nuestro baterista por una decisión unánime y tú ya no tienes
eso. —Miró hacia Galloway con un irritado ceño fruncido—. No parece que vayas
a conseguirlo tampoco, si te escucha tocar o no.
—Nop —dijo Galloway, resaltando la p mientras me daba un pestañeo
engreído.
Lágrimas amenazaron con salir, pero me las tragué mientras me lamía los
labios. Con Galloway, había estado solo enojada por su rechazo descarado. Pero
por alguna razón, la compasiva explicación de Hart me partió en dos y me dejó
sangrando.
Después de un suspiro, intenté una última vez. —Está bien, entonces, Billy.
—Fijando toda mi atención en él ya que aparentemente era al único tipo que tenía
que influenciar—. Todo lo que estoy pidiendo es una oportunidad. Si no les gusta
mi trabajo después de eso, pueden decirme que bese su trasero.
Galloway rió. —Prefiero que beses mi polla. Y tal vez que la mames un
poquito. Diablos, cariño, estoy dispuesto a darte una probada ya, si estás sedienta.
—Alcanzó su bragueta pero Hart rápidamente le dijo que se callara.
Apretando los dientes para reprimir mi replica, observé a Galloway, ya
imaginando todas las maneras en las que podía asesinarlo.
Ninguna de ellas era bonita. O rápida.
—Lo cual nos da otra razón por la que no deberíamos tener a una chica en el
grupo. —Finalmente Holden contribuyó con su granito de arena, con su voz suave
mientras pestañeaba—. Con Gally aquí, nos estarías demandando dentro de cinco
minutos por acoso sexual.
Puse los ojos en blanco. —Créeme, puedo soportar que este hijo de puta
diga tonterías. —Miré a Galloway con desinterés—. Siempre y cuando mantenga
sus manos para sí mismo, me importa una mierda lo que diga.
Moviendo sus dedos, Galloway sonrío. —Ah, pero a estas manos les gusta
vagar, bebé. Especialmente sobre paisajes como el tuyo.
Oh, hermano.
—Galloway —soltó Asher, con advertencia. Luego giró hacia mí y sacudió
la cabeza—. Lo siento, es solo que este no es el lugar correcto para ti. Estoy seguro
de que tienes un talento increíble, pero debemos regresar a nuestras audiciones.
Como que tenemos poco tiempo.
Mi garganta se secó y una vez más experimenté la abrumadora necesidad de
sollozar. Pero lo contuve dentro. Apretando los dientes, miré a los tres miembros,
quienes me devolvieron la mirada con tres expresiones diferentes en cada una de
sus caras, esperando mi respuesta.
—¿Así que prefieren ser solo otra banda de rock común? —pregunté—. Con
sus pantalones de piel —apunté hacia Galloway con un gesto de disgusto en mi
nariz antes de apuntar a Holden—, tatuajes, perforaciones y un atractivo cantante
principal mujeriego. —Con una feroz mirada hacia Hart, coloqué las manos en mis
caderas—. Buena suerte para llegar lejos con eso.
Inhalando mi burla, giré y caminé hacia la salida, solo para pararme en la
puerta y mirar de regreso. —Ah, y tal vez deberían de buscar en google a Karen
Carpenter, Moe Tucker y Honey Lantree. Todas eran bateristas de bandas mixtas
exitosas. Desde luego más grandes que los perdedores que serán ustedes. Chinguen
a su madre.
No azoté la puerta como el baterista que lo intentó antes que yo. Pero solo
hizo falta una mirada a mi cara de todos los otros esperando en la sala para saber
que fallé.
Metiendo mis baquetas rosadas de regreso en la bolsa de mi cadera con toda
la dignidad que pude reunir, levanté mi cabeza con orgullo y tragué el dolor.
Mi supuesto compañero siguiente en la fila sonrió. —¿No querían a una
chica, verdad? —El brillo en sus ojos me dijo que supo que no lo lograría desde el
principio.
No lo honré con una respuesta. Levantando mi barbilla más alto, pasé por la
sala rígidamente, saliendo del estudio hacia el día deprimente y nublado. No
estallé en lágrimas hasta que llegué a mi auto y salí del estacionamiento del
estudio, ya que la derrota me dejó más desconsolada e incluso más enojada de
tener que poseer ovarios y muchas jodidas emociones.
Traducido por Josmary & Hansel
Corregido por Julie

Treinta minutos después de que mi vida se arruinara, bajé‖el‖volumen‖de‖‚I‖


Love‖ It‛‖ de‖ Icona‖ Pop‖ en‖ la‖ radio‖ y‖ aparqué‖ a‖ una‖ cuadra‖ del‖ Restaurante‖
Mexicano Castañeda.
Con la cara limpia del delineador negro y la barra de labios que llevé a la
estúpida audición, revisé mi reflejo para asegurarme de que mis ojos ya no estaban
rojos e hinchados. Sin embargo, cuando me vi a mí misma, me reí. La prueba de mi
festival de lágrimas podría haberse ido, pero me veía horrible de todos modos, tan
virginal y cristiana como una maestra de escuela dominical. Y sin embargo, yo
sabía que aun así mi tío no lo aprobaría. El tirano me prefiere en cuello de tortuga
y chaquetas de punto más monótonas, faldas hasta los tobillos hechas de tela de
saco. Pero lo hice lo mejor que pude, con mis vaqueros de dril de algodón rasgados
en las rodillas y un suéter negro suelto que le gustaba deslizarse por mi hombro
revelando la tira de la camisilla púrpura para que coincidiera con los reflejos
púrpura de mi cabello.
Sin mi peluca de rockera punk, peiné con mis manos mi melena oscura por
última vez y luego agarré el bolso.
Pasé frente a la entrada principal de Castañeda y giré por el callejón que se
hallaba a un lado, saludando a Mick, el hombre sin hogar que acampaba allí y
esperaba restos de comida.
Después de abrir la puerta trasera del restaurante, entré y colgué mi
chaqueta en un gancho. Detrás de mí, en la radio sonaba una melodía latina
familiar mientras que un calor húmedo se arrastró hasta el fondo de mi suéter.
—Si sigues llegando tarde, mi padre te pondrá una correa, prima.
Grité y di la vuelta para encontrar a mi primo Big T, un apodo para Tomás,
mezclando la masa. Media docena de empanadas crudas, ya rellenas y selladas se
encontraban en una bandeja listas para entrar en el horno. Una redecilla cubría su
cabeza oscura de espeso pelo negro y sus brazos estaban cubiertos por harina hasta
los codos.
—Cállate —murmuré mientras escondía mi bolso y encontraba mi propia
redecilla para colocármela.
Él se rió. —¿Qué es esto? Abandono mi puesto en las estufas para hacerme
cargo del trabajo del horno por ti y ¿lo único que consigo es que me digas que me
calle? En español, para el colmo. Mi dulce prima me ofende.
Al darme cuenta de que había sido una perra con una de mis personas
favoritas en la tierra, dejé escapar un suspiro de disculpa. —Además de un gran
gracias y un beso en la mejilla para mi maravilloso Big T. —Envolví mis brazos
alrededor de su pecho ancho desde atrás y me incliné por encima del hombro para
estampar un beso grande, húmedo y descuidado en su mejilla.
Se sonrojó, pero sonrió en reconocimiento mientras me ignoraba y seguía
mezclando la masa con su mano fornida. —Shuuu. Basta ya de eso. Dime cómo te
fue en la audición. Debes de haberlo hecho bien si te quedaste hasta tarde.
Superaste la primera ronda, ¿sí?
Mi sonrisa se esfumó. —¿La‖ audición?‖ Estuvo<‖ bien. —Lo empujé a un
lado con mi cadera y tomé el lugar que dejó libre, ya que hornear era técnicamente
mi trabajo. Puse toda mi atención en amasar con las palmas, lo que de repente hizo
la función de una bola para la tensión. Doblar, aplastar. Harina. Doblar, aplastar.
Olvida las audiciones, los cantantes sensuales y las lágrimas que causaron. Harina.
Doblar,‖aplastar<
Tomás agarró mi codo. —Hijo de puta, está muerto. Deja de torturar a la
pobre masa.
Fruncí el ceño hacia él, pero obedecí, tirando el palo de amasar y aplanando
un disco. Cruzando los brazos sobre su pecho, mi primo apoyó la espalda contra la
mesa a mi lado mientras estudiaba mi cara.
—No son la única banda de por aquí, ya sabes.
Apreté los dientes, tratando de ignorarlo mientras tomaba un cuchillo, a
continuación, tomé la placa que se usaba como plantilla y corté la masa en círculos
perfectos. —Pero son la mejor banda.
Él resopló. —Cuestión de opinión.
Siendo un fan a muerte de Los Horóscopos de Durango, no entendía mi
fascinación por todas las cosas pop, rock o punk.
—Oye, quita esa tristeza de tu cara. La abuela está aquí esta noche,
trabajando en la caja registradora. Verla siempre es motivo para sonreír. Además,
sabrá en cuanto te vea que algo anda mal. No quieres molestar a nuestra frágil
abuela, ¿verdad?
Después de que me arqueara una ceja en censura, suspiré y dejé que mis
hombros se desinflaran. —No. Está bien. Dejaré de ser una dramática.
—Bien. Porque hace que sea un total dolor en el culo estar a tu lado. —
Luego cogió un puñado de harina y lo lanzó hacia mí... como si eso ayudara a
animarme o algo así.
—¡Tomás Emmanuel Fernando Castañeda! —grité indignada y me quité la
redecilla, cepillando frenéticamente la harina de mi cabello—. ¿Cómo pudiste?
Pendejo.
—¡Elisa! —El fuerte tono de la voz de mi tío me hizo cambiar la atención al
instante y levantar los hombros hasta que mi espalda se encontrara recta como un
militar.
Mierda. A pesar de que me sentía como si estuviera en casa en este edificio
donde pasé la mayor parte de mi infancia, nunca he dejado de estremecerme con
esa voz. Pero odiaba ser atrapada soltando palabrotas delante de tío Alonso. Me
recordó mucho a cuando era pequeña y me daba un tortazo en los nudillos con una
espátula cada vez que me escuchaba maldecir.
Ya no censuraba mi lenguaje ni iba tras de mí con una espátula, pero seguro
que me dio la peor mirada de desaprobación en cuanto puso un pie en la sala.
Dando un pasito y reteniendo la respiración antes de darme a vuelta, miré
hacia él y dije—: ¿Sí?
—Llegas tarde.
Cambié mi peso, incómoda de un pie a otro mientras miraba al patriarca de
mi familia. A pesar de que viví y me crié con mi abuela, tío Alonso —el
primogénito de mi abuela y el padre de Big T— ha sido la única figura paterna en
mi vida desde qué tenía dos años. Así que, a pesar del hecho de que no me
importaba‖ su‖ actitud‖ autocr{tica,‖ aún‖ sabía‖ cómo‖ hacer‖ que‖ me‖ comportara<‖ y‖
que me rebelara.
Luego de alzar mi mentón, asentí. —Sí,‖sé‖que‖llegué‖tarde.‖Lo‖siento‖pero<‖
—Hice una pausa, tratando de pensar una razón aceptable para mi tardanza (ya
que él aborrecía mi amor por su estilo de música menos favorito), pero era obvio
que hoy no quería oír excusas.
—Carmen no vino. Necesitamos tu ayuda al frente, pronto.
Me‖ tragué‖ una‖ maldición.‖ Pero<‖ demonios. Odiaba ser mesera más que
nada. Tomando el dobladillo de mi suéter, dije—: No estoy vestida para trabajar al
frente.
—Solo hazlo —ordenó.
—Sí, tío querido. —Mi respuesta lo hizo fruncir el ceño porque le recordó
que constantemente le decía que era un tirano. Odiaba cuando lo llamaba tío
querido con mi voz dulce y angelical, como una especie de sirviente manso (ya que
él sabía que yo era todo menos dulce o dócil), tanto como yo odiaba que se
rehusara a llamarme por mi primer nombre.
El tío Alonso era la única persona en el mundo que me llamaba Elisa, mi
segundo nombre, porque él pensaba que Remy era muy masculino y no era muy
latino para su gusto.
—Y, ¿Elisa? —refunfuñó, destacando su acento por su irritación.
Suspiré, preguntándome que iba a decir ahora. —¿Sí?
—Limpia tu camisa. —Señaló mi suéter con su dedo índice.
Bajé la mirada para ver la harina manchar la tela. Murmurando en voz baja,
le di golpecitos, para quitarla lo mejor que pude, mientras tío Alonso regresó por la
puerta y nos dejó.
Detrás de mí, Big T rió suavemente por mi regaño.
—Idiota —le susurré, hablando más bajo esta vez, por si acaso tío Alonso
todavía podía oírnos—. Mira lo que me hiciste.
Solo sonrió aún más. —Oye, no sabía que te obligarían a hacer de camarera
esta noche.
—¿Qué tal si mejor tú sirves mesas, y yo termino estas empanadas? —le
rogué, agitando mis pestañas. Pero debo haber usado ese truco demasiadas veces;
ya que se quedó totalmente impasible.
—Ni en tus sueños, prima. Sal ahí fuera.
—Idiota. —Le aporreé antes de apresurarme por la puerta y encontrarme
detrás del mostrador frontal caminando hacia el comedor, donde decenas de mesas
ya estaban llenas. ¡Uf! Yo que no tenía disposición para ser una buena mesera esta
noche, y ya que era lunes, vendrían más familias, incluyendo niños malcriados
desagradables y padres hartos irritables.
Qué alegría.
Dondequiera que estuviera Carmen, esperaba que su ausencia valiera la
pena, porque la mataría por hacerme pasar por esto precisamente hoy. Si no me
hubiera visto obligada a trabajar ahora mismo, estaría en casa, matando nazis o
zombis en mi Call of Duty... porque tenía el humor perfecto para sacar algo de
sangre virtual.
Buscaba un delantal de camarera de repuesto de debajo del mostrador, junto
con una libreta de órdenes extra, cuando una voz suave me llamó desde la caja
registradora. Miré y vi a mi abuelita, de pelo gris encaramada en un taburete
mirándome.
Me había olvidado completamente de que Big T había dicho que estaba aquí
esta noche... eso denotaba lo disperso que se encontraba mi cerebro después de mis
audiciones.
—Abuela —corrí hacia ella para darle el abrazo de nieta obediente—, te
extrañé.
La abuela había sido mi tutora legal desde que tenía nueve años, cuando las
drogas frieron tanto el cerebro de mi madre, que la tuvieron que colocar en una
institución mental. Pero ya que la abuela vivía con tío Alonso desde que llegó a los
Estados Unidos con visas de trabajo dos años antes de que yo naciera, me crié
prácticamente bajo su techo... y su gobierno. Y a pesar de que mi abuela podría ser
descarada cuando te la cruzabas, todavía era el alma más dulce y por lo general
complaciente con la autoridad de su hijo mayor.
—Mi linda nieta —murmuró, sosteniendo mi cara y mirándome a los ojos—
, te ves triste.
Forcé una sonrisa y sacudí la cabeza. —No estoy triste. —Traté de
tranquilizarla en español, mientras mordía el interior de mi labio, odiando que ella
siempre podía ver tanto en mí. No podía hablarle de mi audición; detestaba mi
tipo de música tanto como tío Alonso—. Solo... molesta por tener que servir mesas.
Sacudiendo la cabeza, me dio un manotazo para que me alejara, y me dijo
que me fuera a trabajar, antes de decirme que parara a visitarla más a menudo.
Con un rápido beso en la mejilla, salí y tomé una mesa de clientes que esperaban
para ser atendidos ya que mi primo más joven Luis se veía ocupado tratando de
limpiar un derrame de bebidas en otra mesa en el lado opuesto de la sala.
—Hola. Buenas noches —saludé con una sonrisa a la familia de tres cuando
me acerqué—. ¿Ya han ordenado sus bebidas?
Castañeda se jactaba de servir la auténtica comida mexicana, a pesar de que
los tacos crujientes no eran nada parecidos a los verdaderos tacos de México, de
donde provenía mi familia. Tío Alonso llamaba chingaderas a los tacos que le
servíamos a los locales, es decir, pedazos de mierda, pero eran uno de las órdenes
más populares, así que continuábamos vendiéndolos.
Aparte de eso, todo lo que servíamos eran verdaderos platos latinos. Y todo
el que trabajaba aquí era un auténtico descendiente de latinos. Yo era casi la
excepción, ya que mi sangre estaba diluida. Mi padre era norteamericano con
ancestros alemanes-irlandeses, y estuvo el tiempo suficiente como para casarse con
mi madre y darme el apellido Curran, antes de que tomara caminos desconocidos.
Pero me veía suficientemente mexicana y mi madre era una Castañeda, así que
supongo‖que‖eso‖me‖daba‖el‖‚pase‛‖para‖trabajar‖en‖el‖restaurante‖familiar.
Y me dio el privilegio de que el chico de la mesa en frente de mí rociara mi
pantalón con moco ligado con queso cuando estornudó encima de mí.
Qué bien.
Sonreí con los dientes apretados a sus padres como si todo marchara bien, a
pesar de que quería estrangular a su mocoso que ahora cantaba Bob, el Constructor
a todo pulmón y lanzaba sus papas de tortilla en su asiento para que pudiera
machacarlos en migajas mientras estudiaban sus menús, ajenos. Reteniendo mi
irritación, tomé su orden y escapé antes de descargar mis frustraciones del día
sobre ellos.
Seis horas más tarde, caminé a mi apartamento y me dejé caer en el sofá,
donde lamenté mi miseria y golpeé mis manos sobre mi cara.
Esto —esto— era mi vida. Y parecía que iba a seguir siendo mi existencia
patética en el largo plazo. Ningún puesto de baterista. Sin ser miembro de ninguna
banda. Nada más que servir a los clientes imbéciles que escribían LOL en la línea
de propinas en lugar de proporcionar un solo centavo de gratitud después de mi
excelente servicio, si me permites decirlo, a pesar de cuánto quería enroscarme en
un bola en mi sofá y llorar, mientras mataba cosas en los videojuegos... y tal vez
ensuciar mi cara con chocolate y helado. Y piñas coladas. ¡Dios, y ahogarme con
muchas piñas‖coladas!‖Y‖tal‖vez‖cantar‖canciones‖de‖amor‖tristes‖y‖cursis‖como‖‚My‖
Heart‖Will‖Go‖On‛‖mientras‖me‖imaginaba‖que‖todos los zombis sacrificados eran
Fisher... o ese bajista de Non-Castrato y el cantante principal demasiado-sexy-para-
ser-verdad, Asher Hart.
El trabajo me había ayudado un poco a distraerme de mi melancolía toda la
noche, pero ahora, ni siquiera con la mitad de una docena de manchas de grasa, el
mal olor en la ropa o mis pies doloridos podía dejar de pensar en esas audiciones
estúpidas y ese grupo bastardo de miembros de la banda que se rieron en mi cara.
En realidad, mi olor a grasa y dolor en los pies solo ayudaron a resaltar lo horrible
que era todo.
Nunca sería aceptada en ninguna banda. No sé en qué estuve pensando al ir
a la audición. Ni siquiera salir con el cantante de Fish 'N' Dicks me garantizó estar
en esa banda. ¿Por qué estaba segura de que alguien más me aceptaría? Yo era el
mayor fracaso que conocía. Nunca he conseguido nada de lo que intenté o soñé
con obtener en toda mi vida.
¿Un padre que estuviera presente y una madre sana que me amara?
Denegado.
¿Terminar la universidad y mostrarle a mi tío que no era inútil? Nop.
¿Casarme con Braden Fisher —que se suponía que era el gran amor de mi
vida—, y crear la mejor banda junto a él y sus compañeros? Diablos, no.
¿Encontrar a un hombre que me amara? Nada.
¿Convertirme en una baterista en cualquier banda que me aceptara y tocar
delante de una audiencia en vivo? Ni siquiera una jodida audición.
Odiando lo miserable, triste y abatida que me sentía, me centré en la rabia.
Apreté los puños de furia y murmuré a la habitación en general. —Nunca voy a
escuchar tu estúpida música de nuevo, Non-Castrato.
No esperaba que la habitación respondiera. Así que cuando dijo—: Tuve el
mal presentimiento de que no lo conseguiste —di un grito de sorpresa.
Girando hacia la puerta de la cocina, miré ceñuda a mi compañera de
habitación por asustarme. Ella había apilado su pelo rojo llameante en un moño en
la cima de su cabeza y llevaba una camisa verde y pantalones cortos que apenas
cubrían su entrepierna; su vestimenta usual alrededor de la casa, sin importar si
estábamos en verano o en el medio del invierno... sin embargo resultaba ser
noviembre.
Acunando una taza humeante que olía a capuchino con las dos manos, ella
lo llevó a la sala y se acurrucó en el sofá a mi lado para darme un último suspiro de
simpatía. —Habrías llamado hace horas, gritando y extática, si hubiera habido una
buena noticia.
Mi labio inferior temblaba. Nunca podría manejar bien la pena. —Los
idiotas ni siquiera me tomaron la prueba.
—Lo siento, puta. —No tengo ni idea de por qué Jodi siempre utilizaba la
palabra española como un término de afecto hacia mí, pero desde que le había
enseñado la traducción, así es como ella me llamaba cariñosamente. Hoy, solo me
hizo llorar más fuerte, sin embargo, porque me recordó lo mucho que me amaba, y
yo realmente, realmente necesitaba un poco de amor.
Malditos ovarios.
—¿Fue porque eres una chica? —preguntó.
—Sí. —Limpié mis ojos, solo para hacer una pausa y darle una mirada
severa—. Espera, ¿cómo lo sabes?
Ella se encogió de hombros. —Debido a que su nombre es Non-Castrato y
castrato‖significa<
—Sé lo que significa el maldito castrato —espeté, sintiéndome un poco
irritable... y patética... y bastante inútil. Pero la música era mi vida; me había
especializado en ella en la universidad por unos buenos tres semestres antes de
dejarlo ante la insistencia de Fisher, ya que me necesitaba para su banda. Incluso
había escrito un artículo sobre cómo se habían castrado chicos jóvenes en los 1700
antes de la pubertad para que sus voces se mantengan altas, lo que da el propio
término, castrato. No era una completa idiota, solo tal vez medio idiota. Bien, tres
cuartas partes. Lo que sea. Aun así, sabía lo que significaba castrato.
—Por supuesto que lo haces —arrulló Jodi, acariciando mi pierna—. Pero lo
que no puedo entender es por qué estás sentada aquí, dejando que esos idiotas te
hagan llorar.
Típico de mi compañera de cuarto. Ella era rápida para simpatizar, pero me
dio una patada en el culo igual de rápido para que termine con mi fiesta de
compasión.
Parpadeé y me limpié la cara. —Porque he soñado toda mi maldita vida
precisamente con este tipo de oportunidad. He practicado, sudado y sangrado para
ser la mejor baterista que existe. ¡Y ni siquiera pueden escucharme, maldita sea!
—Exacto —dijo Jodi—. Has trabajado años en esto. ¿Por qué te rindes ahora?
Non-Castrato‖no‖es‖la‖única‖banda.‖Estoy‖segura‖de‖que‖puedes<
—¡Pero quería estar en esa! Eran buenos e iban a lugares. Y quiero ser parte
de eso. Simplemente... algo acerca de ellos se sentía bien. —Hasta que me trataron
como una mierda y me dijeron que me fuera.
—Entonces hazte parte de ella, maldita sea.
—Da igual. Ahora no quiero tener nada que ver con los cabrones. Lo que me
gustaría hacer es obligarlos a escuchar mi talento y luego reírme en sus caras y
negarme cuando me pidan unirme a su banda.
—Ooh sí. Me gusta esa idea. —Jodi me señaló antes de tomar un sorbo—.
Haz eso.
—Como si pudiera. —Derrotada, tiré mis manos en el aire—. Los bastardos
no escuchan a una niña baterista, ¿recuerdas?
—Entonces no seas una niña baterista. —Jodi puso los ojos en blanco y
murmuró—: Dah.
Me quedé inmóvil, mirándola fijamente. —Espera. ¿Qué? Te refieres a... —
Abrí mis ojos bien grandes mientras volaba del sofá para agarrarme la cabeza con
ambas manos—. Oh Dios mío. Eres un genio. ¿Crees que podrías hacerlo? ¿Crees
que podrías hacerme un hombre? Como... ¿por una hora?
Jodi negó con la cabeza; obviamente, no seguía el hilo de mis pensamientos.
—¿Eh?
—Para esto vas a la universidad. Para hacer efectos especiales para las
películas. Eso incluye máscaras y eso, ¿no? ¿Puedes convertirme en un chico? Ya
sabes, ¿como hicieron con Robin Williams en Mrs. Doubtfire?
—Um... —Dejó escapar una risa nerviosa como si ella creyera que era una
broma, pero al temer que no lo era, Jodi negó con la cabeza—. Creo que no te das
cuenta de la cantidad de tiempo y trabajo que cuesta hacer algo así. Y sería aún
más difícil que sea realista.
Desesperada, agarré su mano, con mi mirada suplicante. —Solo tiene que
ser creíble el tiempo suficiente como para tener una audición. Después de eso,
cuando se enteren de lo buena que soy, entonces voy a sacar la máscara y decirles:
Ja, una chica puede ser buena, así que váyanse a la mierda.
Cuando la tentación asomó en los ojos de mi compañera de cuarto, sabía
que la convencí. Solo necesitaba un ruego más sólido para romper su resistencia.
—Jodi, por favor, necesito esto. Cuento contigo y tu increíble talento para
ayudarme a encontrar un poco de justicia en el mundo... para todas las mujeres.
Y... Jodi se derritió. Sostuve mi mirada suplicante mientras su conflicto
interno se convertía en polvo. —Oh, bien. Pero si mañana es el último día en que
realizarán audiciones, tenemos que empezar, como, mierda, ahora mismo.
Traducido por NicoleM
Corregido por Ross Ferrer

Un hecho extraño de mí: me gustan los hechos extraños e inusuales.


Sabía que el término para cuando matas a tu tío era avunculucidio;
hermana: soricidio; esposa: uxoricidio; la extinción total de la especie humana
como consecuencia de la acción humana: omnicidio. Pero no sabía cuál era el
término cuando querías asesinar a tus compañeros de banda, y en realidad pensé
que debería familiarizarme en específico con ese, puesto que me encontraba
considerando seriamente hacer uso de él.
Me estaban volviendo malditamente loco.
Hicimos un trato antes de contratar al próximo baterista, en el cual
decidimos que todos debíamos estar de acuerdo al cien por cien y votar de forma
unánime con un pulgar hacia arriba antes de dejarlo entrar. Desde el comienzo no
estuve demasiado interesado en el último baterista. Hubo algo asqueroso en él que
me irritó, pero al menos podía llevar el ritmo, así que no me resistí cuando Gally lo
trajo a bordo. Era así de tolerante.
Oh, ¿tienes a alguien en mente? Bien, está dentro.
Bueno, ya no. Rock me curó de esa ingenuidad ciega cuando trató de dañar
a uno de mis muy buenos amigos. Resultó que para comenzar era un pirómano
que había matado a una buena parte de su familia en un incendio en su casa hace
años (se le llama familicidio, por cierto). Así que, en el presente se encontraba
pudriéndose en la cárcel y sufriendo momentos duros, mientras que el resto de
nosotros quedamos en la estacada, con cuatro días para hallar un nuevo baterista,
o no podríamos tocar nuestro concierto habitual del viernes por la noche... por el
sexto fin de semana consecutivo.
Este era el segundo día de audiciones; anunciamos que serían tres días, y los
tres todavía no habíamos sido capaces de ponernos de acuerdo en un solo maldito
baterista. Ni si quiera uno.
Me mantenía por el hecho del talento, y ya sabes, el no parecer pirómano;
aterradoramente habían habido un par de esos. Gally parecía obsesionado con la
imagen. No intimida, demasiado metal en la cara, sin demasiados tatuajes. No
importaba cómo sonaban; solo quería un aspecto... o género al parecer, ya que no
se molestó en escuchar a la chica que vino.
Y‖ Heath<‖ sí,‖ Heath‖ no‖ daba‖ una‖ explicación.‖ Se‖ limitaba‖ a‖ sacudir la
cabeza, sí o no. Quizá tenía alguna clase de presentimiento. ¿Quién sabe? Era difícil
decirlo con él.
Tuve que admitirlo, nadie me impresionó lo suficiente, pero hubo un
puñado con los que me hubiese conformado, si mis dos compañeros de banda no
los hubiesen vetado de inmediato.
Comenzaba a pensar que esta cosita de la democracia con la que estuvimos
de acuerdo, fue la peor idea cuando Gally se dejó caer en una silla y gimió
mientras pasaba ambas manos por los lados de su mohicano, el cual era naranja
esta semana, como si se asegurara que todavía se encontraba en su lugar.
—Esta mierda apesta. Digo que lo dejemos por hoy.
Sí. Esa era la única cosa con la que podía estar de acuerdo. Señalé a Heath.
—Sácalos de aquí.
Mientras Heath se sacó la correa de la guitarra por encima de la cabeza y
dejó a su bebé abajo antes de dirigirse hacia la puerta, me saqué mi Taylor y moví
los hombros para aliviar los músculos. No habíamos tenido un descanso en horas,
y pude sentirlo.
—¿Nos reconvocamos aquí a las ocho? —les pregunté cuando Heath regresó
de sacar a todos del pasillo.
—Re< ¿qué? —preguntó Gally dándome una mirada confundida con la
boca abierta y los ojos entrecerrados.
Me contuve de soltar el suspiro largo y cansado que se hallaba atrapado en
mi pecho. —Encontrarnos —dije—. ¿Quieren encontrarse de nuevo aquí a las ocho...
de la mañana?
Gally negó con la cabeza. —¿Por qué simplemente no dijiste eso la primera
vez?
Oh, Dios mío, de verdad tenía que salir de aquí.
Esta vez, suspiré. Después de ahuecar mi nuca con las manos, para evitar
que todas las venas explotaran, dije entre dientes—: Los veo en la mañana.
Guardando mi guitarra en su estuche, arrojé la correa por encima del
hombro por lo que la Taylor se apoyó en mi espalda, y me dirigí hacia la salida.
Nunca antes me había unido realmente con cualquiera de la banda. Después
de trabajar un turno de noche junto a Heath durante más de dos años como
empaquetador en un almacén de envío local, por fin entablé una conversación con
él durante un descanso donde me dijo que le gustaba tocar la guitarra. Cuando
sugerí que pasáramos el rato e hiciéramos una sesión improvisada, no se negó.
El comenzar una banda se encontraba lo más alejado de mi mente en ese
momento. Pero el novio de la prima de Heath, en ese entonces mejor conocido
como Billy Galloway, nos escuchó tocar una noche y comenzó a presentarse a
nuestras sesiones, diciendo que conocía un baterista, y así... nuestros días en la
cochera comenzaron.
Los amigos pasaban para escucharnos. Todavía no se me ocurría comenzar
una banda real hasta que una de las muchas mujeres de Gally nos dijo que
seríamos famosos algún día. A partir de ahí, todo de lo que podían hablar Gally y
Rock era en hacerse conocidos.
Y dado que ninguno tenía los medios para en realidad hacer algo por ello,
comencé a meterme en eso de investigar y descubrí lo que teníamos que hacer para
empezar.
El encontrar un nombre nos tomó más de una semana. Eso fue un dolor de
cabeza casi tan grande como el sobrevivir en la búsqueda de un baterista nuevo.
Pero al final nos quedamos con Non-Castrato. Lo siguiente fue encontrar un lugar
para presentarnos. Después de tachar un par de clubes nocturnos que eran bien
conocidos por aceptar artistas nuevos y darles la oportunidad de demostrar sus
talentos, tomé un salto de fe y me puse en contacto con el propietario novato de
Forbidden. El lugar nunca tuvo algo a parte de la música de máquinas, pero ya
había estado vendiendo por goleada. No tenía nada que perder con simplemente
preguntar.
Después de arrinconar a Pick Ryan en su oficina, le solté mi petición, y no
tengo idea por qué, debo haberlo encontrado en un buen día o algo así, pero
accedió a dejar que tocáramos en su club. Podría haber tenido algo que ver
conmigo diciendo que tocaríamos gratis y que vendría a trabajar para él como
camarero, que era lo que necesitaba en ese entonces, pero lo que sea. ¡Había
accedido!
Así que me encontré renunciando al trabajo de empaquetador para trabajar
para Pick y comenzando esta aventura musical con, básicamente, tres extraños. Sin
embargo, ni una vez me arrepentí, ni por cualquiera de esas largas horas o dolores
de cabeza, o prácticamente tener que preparar todos los conciertos y escribir las
canciones originales que cantábamos. Fue un reto que me encantó y un lugar al
que sé que pertenecía tan pronto como me puse en posición.
Pero sí, a veces pensaba que sería genial si todos nos lleváramos un poco
mejor, o si mis compañeros de banda en realidad entendieran lo que significa la
mitad de las palabras que decía. Sin embargo, supongo que no necesitábamos ser
unidos para formar una banda. No había razón para estar quejoso y melancólico.
Probablemente era una de esas personas que simplemente no estaba destinado a
tener un gran encuentro de mentes con los demás.
Además, mañana era un día nuevo y fresco. Me aseguraría de que por fin
encontráramos un cuarto miembro con el cual estar de acuerdo y mis frustraciones
actuales serían irrelevantes.
Pero, mientras salía del estudio a la fresca tarde de noviembre, me sentí
inquieto. Insatisfecho. Porque todavía deseaba tener... mierda, ni siquiera estaba
seguro. Quizás un amigo. Una persona con la cual pasar el rato y hacer cualquier
cosa, o quizá ni siquiera hacer cosas. Simplemente alguien que estuviera ahí, para
ayudarme a salir de mi propia cabeza por un rato. Un sustento de todo tipo.
Me dije por años que no me encontraba solo. Pero a la mierda, estaba solo.
Y por extraño que parezca, el año pasado que trabajé en Forbidden e hice
más amigos que nunca antes, me di cuenta cuán solo me encontraba.
O quizá simplemente me encontraba de mal humor, porque aún dejaba que
lo que dijo esa chica me molestara. Pero, maldita sea, no éramos un cliché. Trabajé
duro para ser yo mismo y escribir canciones que fuesen diferentes a cualquier cosa
ahí afuera. ¿Por qué tuvo que llegar y decir la única cosa que más me molestaría?
Ahora sus palabras iban a infectarme hasta volverme loco.
¿Y qué con llamarme mujeriego? ¿Hablaba en serio? No me conocía. No
sabía cómo me relacionaba con las mujeres, o que habían pasado meses desde que
tuve sexo. Me picaba la garganta por etiquetarme así con tanta facilidad.
Pero entonces, intenté decirme que se sentía molesta, por lo cual no la
culpaba por completo. Gally debió haberla dejado tocar, otra razón por la cual me
encontraba irritado con él. Así que quizá solamente fue por la rabia.
Bueno, está bien... la verdad era que me sentía molesto, porque me hallaba
molesto conmigo mismo. Podría haber forzado el asunto y dejado que tocara,
excepto que maldición... me afectó. De inmediato.
Tan pronto como entró por esa puerta con sus piernas largas y bronceadas
saliendo de su falda muy, muy corta con esa caminata engreída y segura, este calor
se extendió desde mis entrañas y me quemó las neuronas. Ese tipo de reacción
inmediata e intensa solo me había pasado, como, dos veces en mi vida. Una hace
meses, y luego... hoy. No me gustó mucho. Convirtió a mis hormonas en estos
ritmos primitivos que solo querían un coño.
Me vi obligado a alejarme y pretender tomar una bebida, porque temí que al
mirarla mucho más tiempo me podría haber hecho gemir. Pero seguí imaginando
que le arrancaba esa peluca rubia barata para ver cómo se veía en realidad y luego
la empujaba contra la primera superficie disponible así podía deleitarme en ella.
En serio, el deseo fue así de intenso.
Me encontraba tan ocupado enfriándome, que no presté atención a lo que
Gally le dijo hasta que ella había dicho—: ¿Es alguna clase de broma? —y su voz...
maldita sea, su voz me tuvo imaginando a lo grande. Fue baja para una mujer,
pero aun así, realmente atractiva.
Cuando por fin me di cuenta que Gally la rechazó debido a su género, por
desgracia, sentí una chispa de alivio. No hubiese habido forma en que podría
concentrarme cerca de alguien que me atrajo de la manera en que lo hizo. Sabía
que fue tendencioso, cobarde, horrible y completamente sexista de mi parte, pero
no podría estar en una banda juntos sin querer saltar sobre ella... constantemente, y
era probable que la convencería incluso más de que era una especie de mujeriego.
Y así, me sentí mal, ansioso y lamentable mientras caminaba hasta mi moto
por no darle una simple oportunidad de tocar como quería.
Mi motocicleta, bendigan su fiel corazón, se encontraba en la acera,
esperándome con paciencia. La Triumph del ‘72 podría haber sido fantástica si no
hubiese sido tan vieja. Pero fue más barata que cualquier otra de cuatro ruedas que
pude encontrar y tenía un mejor rendimiento de gasolina, así que no me iba a
quejar de la imagen. De todos modos, me encantaba.
Me enfoqué en traerla a la vida, activando el combustible, empujando la
pata, cambiando el obturador y el encendido antes de echarla a andar, entonces me
encontraba listo para ir.
El único lugar en el que en realidad me tenía que dirigir era a casa con
Mozart, pero en este momento, eso parecía una opción miserable, así que me dirigí
hacia mi lugar favorito en la tierra.
Sabía que el club nocturno Forbidden existía por un poco más de un año, y
en ese tiempo había vivido todos mis momentos felices allí. Conseguí presentarme
allí para mi primera vez y volvía cada noche de viernes a tocar de nuevo. Mi banda
logró reconocimiento y reunió a un grupo de seguidores debido a ese lugar. Fue en
Forbidden que experimenté ese primer golpe de intenso anhelo cuando vi a la
chica desconocida a través de la multitud y quise saber todo acerca de ella.
Diablos, supe que tenía un hermano dentro de sus muros. El lugar se sentía más
como un hogar que el departamento-estudio en el sótano, donde descansaba la
cabeza todas las noches.
Cuando llegué al club veinte minutos después y revisé el estacionamiento
para asegurarme que un Barracuda negro no se encontraba en el local, regresé, y
me estacioné, satisfecho de que el chico que evitaba no se encontraba dentro.
No tenía que trabajar esta noche, y medio esperaba que Pick me diera más
horas así tenía algo que hacer con mis noches libres, pero una cerveza y un poco de
compañía sonaban bien. Necesitaba un poco de energía positiva a mi alrededor
para absorber, así podría aumentar mi propia moral.
Quinn y Knox trabajaban en el bar. De todos los camareros del club, eran los
más callados. Con el estado de ánimo en el que me encontraba, no estaba seguro de
que sería el mejor conversador esta noche, así que eran una opción perfecta para
acompañarme.
—Hola, Asher —me saludó Quinn con su sonrisa amistosa—. ¿Cómo van
las audiciones?
—Apestan. —Me dejé caer en un taburete—. ¿Cómo están tu esposa e hijo?
Su sonrisa cambió a una de orgullo, y sí, esa era exactamente el tipo de
energía exuberante que necesitaba. —Zoey parece un cien por ciento mejor, y el
médico piensa que podemos llevar a J.B. a casa en una semana.
—Eso está muy bien, hombre. —Su esposa había dado a luz a un bebé muy
prematuro hace un par de meses. Fue agradable escuchar que se encontraban
recuperándose por completo. Debería haber estado más feliz de que las cosas
funcionaban para ellos.
En lugar de la alegría, sin embargo, una bola de amarga soledad se hinchó
dentro de mí. ¿Por qué no podía encontrar a alguien como hizo Quinn?
Una botella de cerveza apareció frente a mí justo antes de que Knox quitara
la tapa y desapareciera.
—Gracias —le dije a su espalda, agradecido de que supiera exactamente lo
que necesitaba. La recogí y tomé un largo trago.
Dios, eso sabía muy bien. Suspiré y me relajé en mi asiento. Quinn fue a
ayudar a un cliente al otro lado de la barra, y me encontré satisfecho con mi alcohol
mientras ambos chicos permanecían cerca de mí y hacían lo suyo.
Detrás de ellos, estantes de botellas surtidas brillaban por la tenue luz azul
de encima. Le daba a la atmosfera un efecto de calma que alivió la parte inquieta
de mí. Si pudiera simplemente haberme sentado allí y vivido en ese taburete por el
resto de mi vida, lo habría hecho.
Cerré los ojos e incliné mi rostro hacia adelante mientras descansaba ambos
codos en la barra, dejando que el sonido y el olor de Forbidden se filtraran en mí.
Pero al parecer, mi ensueño pacifico no pensaba durar.
—¿Asher? —Una voz familiar hizo que levantara la cabeza y que mis ojos se
abrieran de par en par.
De inmediato alerta, me giré hacia la voz y me quedé boquiabierto ante el
hombre que se acercaba.
—¡Mierda! ¿De dónde saliste?
Pick, mi jefe y como desde hace tres semanas mi medio hermano, redujo la
velocidad de su acercamiento y levantó una ceja. —Eh<‖¿de mi oficina?
Maldita sea, debería haber sabido que aún estaría por aquí tan temprano.
Era su club, ¿por qué no estaría aquí? Pero, había estado tan seguro de que no vi su
Barracuda ahí afuera.
—¿Te compraste un auto nuevo o algo parecido?
—En realidad, sí. —Entornó los ojos—. ¿Por qué? ¿Intentabas evitarme?
—¿Qué? —Resoplé como si fuera algo ridículo—. No.
Sabía que mentía. Pick tenía una forma de ver a una persona que te hacía
saber podía leer cada pensamiento en tu cabeza. Como que admiraba eso de él, a
pesar de que me intimidaba demasiado. Demonios, casi todo lo que tenía que ver
con Pick Ryan me impresionó e inquietó en igual medida.
Era muy extraño, así como también sorprendente y sin embargo abrumador,
saber que me encontraba relacionado con un chico tan intuitivo pero agradable.
Si habría podido elegir a cualquiera en la tierra para ser mi hermano mayor
biológico, hubiese sido él. Simplemente era uno de esos tipos agradables y
tranquilos que te aceptaban por quien eres y te cuidaban la espalda sin siquiera
tener que pedírselo.
Y sin embargo, todo el asunto de hermanos me sacudió hasta la médula. La
‚familia‛ y yo nunca habíamos encajado. Tuve este presentimiento que no podía
quitarme de que si lo dejaba en realidad ser mi hermano, todo se iría al infierno.
Tenía demasiado que perder si Pick terminaba diciéndome que me fuera.
Este lugar y lo que tenía aquí eran toda mi vida. Mi trabajo, tocar en el escenario de
Forbidden con mi banda, mi amistad con él y todos los otros chicos que trabajaban
aquí, y simplemente... bueno, todo eso se convirtió en las cosas más importantes
para mí. No sabía qué haría sin todo lo que ya me había dado.
Pick siguió mirándome con esos ojos marrones omniscientes que debe haber
heredado de su padre porque nuestra madre tenía los ojos verdes, como los míos.
—Demuéstralo —murmuró—. Acompáñame.
—¿Eh? —Parpadeé como si hubiese hablado en otro idioma.
Una sonrisa divertida apareció en su rostro. Inclinó la cabeza hacia la salida.
—Tengo un lugar en el que estar pronto. ¿Por qué no vienes?
—¿Por qué? —Hice una mueca mientras la palabra sospechosa dejaba mis
labios. Lo que en realidad debí preguntar era dónde. Pero Pick me respondió de
todas formas.
Con un encogimiento de hombros descuidado, dijo—: Solo a pasar el rato.
La oferta era tentadora. Era la clase de compañerismo que estuve anhelando
hace unos minutos. Pero no me lo podía creer, no sería la victima de la tentación.
Terminaría mal. Tenía que terminar mal. Todos los asuntos familiares en mi vida
terminaron mal. ¿Por qué esto sería diferente?
—Oh, Jesús. —Rodó los ojos y golpeó el brazo contra el mío—. Ya deja de
pensar demasiado. Solo saca tu trasero del taburete y ven conmigo.
—Pero... no he terminado mi cerveza. —Sí. Eso sonó... aburrido.
Pick miró la barra frente a mí. —¿Qué cerveza?
Me giré para ver mi bebida, pero se había ido; solo un anillo húmedo quedó
sobre la barra donde una vez estuvo, mientras Quinn tiraba una botella a la basura
que parecía sospechosamente de la misma marca que la mía.
—Así que ya nos vamos. —Pick me empujó de nuevo.
Con un gemido reacio, me levanté del asiento. Me dije que solo lo hacía
porque era mi jefe; me podría despedir si me subordinaba. Pero, sinceramente,
tenía curiosidad. No importaba qué tan inseguro y asustado me encontraba de
comenzar una relación de hermanos que podría terminaría mal, quería saber más
acerca de este chico que vino desde el mismo vientre que yo. En secreto, ansiaba
tenerlo como familia.
Traducido por Karen B.
Corregido por Anakaren

Todo empezó con una estúpida canción que escribí sobre mi madre y de
cómo renunció a su primer hijo, abandonando al niño en el hospital horas después
que nació y luego yendo a vivir una vida miserable hasta que un imbécil —alias mi
padre— la había golpeado hasta morir. Luego tuve que cantar eso en el escenario
con mi banda. Las personas que oyeron tuvieron que decirme que les recordaba a
Pick porque su mamá lo abandonó en el hospital cuando él nació, lo que me dejó
pensando si Pick posiblemente podría ser ese chico, y luego algo me llevó a hacer
la estúpida decisión de mencionarle la pequeña coincidencia. Él, en respuesta,
corrió y consiguió una prueba de sangre, y bum<‖aquí‖estamos.
Jodidos hermanos de sangre que comparten la misma madre pero tienen
diferentes padres.
Después de trabajar para él algunos meses como pedí, pensé que lo conocía
lo‖ suficiente,‖ pero‖ ahora<‖ ahora‖ me‖ doy‖ cuenta‖ que‖ apenas‖ sabía‖ una‖ maldita‖
cosa.
Como el hecho de que le gustaba la restauración de carros viejos clásicos.
Cuando me guió afuera hacia un Mustang azul tal vez modelo de ‘70 con
una raya blanca corriendo por el capó, dejé escapar un silbido bajo. —Lindo coche.
—Gracias. —Abrió la puerta de mi lado—. Ni siquiera corría cuando me
topé con él. Cambié el original 302 por un 351 e instalé un nuevo sistema de
calefacción y aire antes que lo tuviera ronroneando otra vez.
Entendí básicamente nada de lo había dicho, pero asentí como si lo hiciera
mientras me subía al asiento de pasajero.
—Luego, voy a trabajar en el interior y pintarlo.
Asintiendo un poco más, pasé mis manos a lo largo del andrajoso asiento
debajo de mí. —No tenía idea que sabías como arreglar carros viejos.
Me miró mientras encendía el motor, y demonios, no era un experto en
coches, pero aun así sabía que la melodía de este volviendo a la vida sonaba bien.
Pick podría haberlo llamado un ronroneo, pero para mí era más como un profundo
gruñido satisfecho, como el sonido que podría hacer un chico mientras estiraba sus
músculos sobre un colchón suave después de venirse duro y profundo dentro de
una mujer suave y ansiosa.
—Por supuesto. Es como lo mío. Trabajé en un taller hasta que llegué a ser
dueño de Forbidden. —Ladeó la cabeza como si no pudiera creer que yo no
supiera eso.
No lo sabía. Honestamente, era algo asombroso y un poco desconcertante
saber que fue un mecánico. Su padre había sido un mecánico. Ese es uno de los
pocos detalles que supe acerca de su donante de esperma, dejando fuera el hecho
que el tipo fue asesinado a sus diecinueve años en el mismo día que nació Pick.
Ese, y que mi madre se refería a él como Chaz.
Está bien, perfecto. Ella me dijo mucho acerca de Chaz, el tipo que consideró
como su verdadero amor, pero todo fue dicho a un niño de siete años que no
quería saber ni escuchar sobre su mamá. Así que bloqueé de mi memoria gran
parte de historias explicitas de su sexualidad. Con lo del mecánico, sin embargo,
me di cuenta que Pick pudo tener un poco de conocimientos de carros en sus
genes. Si yo fuera él y no supiera nada de mis orígenes, me gustaría saber.
Pero por alguna razón, no le conté. No estaba listo para ir por ese camino,
demasiado dudoso de si podría sobrellevarlo. Sin embargo, sabía que él estaba
convencido sobre la idea del lazo de hermandad. Se encontraba listo para viajar
por ese pasaje.
Y sí, el primero que dijo mientras puso el carro en marcha fue—: Pensé en
que tal vez podríamos decirles a todos.
—¿Ummm? —Me hice el tonto. Era estúpido, y una táctica inútil que me
llevó a ningún lado, pero cualquier cosa para prolongar lo inevitable sonaba bien.
Él no pretendió pensar que yo no tenía idea de lo que hablaba. Siguió como
si supiera exactamente lo que significaba... lo cual era así. —Es decir, tengo un
presentimiento de que todos ya saben. Le dije a Campanita, por supuesto.
Cuando me miró, me encogí de hombros, sorprendido. Campanita —alias
Eva— era su novia, aunque la mayoría de nosotros la llamamos su esposa. Ellos
tenían una de esas relaciones raras y unidas, que nunca vi antes de que llegara a
Forbidden. Pero era del tipo donde ambas partes compartían todo. Así que me
suponía que él le había contado.
—Y estoy seguro que ella se lo mencionó a Reese. —La mejor amiga y prima
hermana de Eva—. Quien podría haberle dicho a Mason. —El prometido de Reese,
que también resultó trabajar detrás de la barra en Forbidden conmigo—. Y sabes
que‖él‖probablemente‖le‖dijo‖a<
—Al resto —terminé sin convicción. Froté mi rostro con las manos, traté de
ganarle al miedo, ya que no había razones‖para‖entrar‖en‖p{nico<‖pero‖lo‖sentí‖de‖
todas formas. No pude evitarlo; esta mierda empezaba a ser demasiado real para
mí.
—Exacto —decía Pick con un encogimiento de hombros—. Entonces, pensé
por qué no hacerlo oficial y público así todos van a dejar de pretender que no
saben.
Alcé las manos, aterrorizado al descubrir que empezaban a temblar. —Mira,
podemos<‖no‖lo‖sé<‖¿postergar‖cualquier‖gran‖acontecimiento‖un‖tiempo?
La decepción de Pick vino con una pausa de cinco segundos de silencio. Me
mordí el interior de mi labio, odiando que le diera una respuesta que no quería
escuchar,‖pero‖demonios<‖No‖me‖encontraba‖listo.
Finalmente, dijo—: Claro —como una respuesta de salida fácil, pero sabía
que quería más de mí—. Necesitas tiempo para adaptarte a la noticia. Lo entiendo.
Dios, ¿tenía que ser tan condenadamente comprensivo? El hombre era tan
noble, bueno y tenía tan buenas intenciones, que me hizo sentir más jodido porque
no podía superar toda esta mierda sentimental de familia libremente como él. Yo
sabía que quería lo mismo que él. Sí, quería ser su hermano y tener una de esas
relaciones estrechas como cualquier par de buenos hermanos. Pero no podía.
—Lo siento. Sé que estoy quejándome sobre esto más de lo que debería.
Pero‖solo‖no<‖no‖tengo‖la‖mejor‖de‖la suerte con todo los<‖asuntos de familia. Es
por‖ eso<‖ —Maldita sea, era un idiota—. Lo sé, suena muy estúpido ya que tú
tampoco la tuviste.
—En‖ realidad<‖ he‖ tenido‖ muy‖ buena‖ suerte‖ con‖ los asuntos de familia
últimamente. —Su mirada se desvió a su visor donde una instantánea de una rubia
sexy y dos niñitos sonreían hacia él. Una aguda punzada de envidia me atravesó.
Él tenía la novia más devota y dos hijos que cualquier bastardo suertudo debería
tener. Y lo mejor era, que ellos lo amaban con la misma intensidad.
Pick me miró, con sus cejas elevadas. —Eso te incluye a ti.
Suspiré y me hundí más abajo en mi asiento, sintiéndome aún peor y sin
merecerlo.
Pero no me dejó cocer en mi culpa. Girando a la entrada de una agradable
casa de los suburbios con un cartel de venta clavado en el amplio jardín delantero,
puso el Mustang en el parqueo y apagó el motor. —Pero guardaremos el secreto
un tiempo si así lo prefieres. No hay problema.
—Gracias —le respondí distraídamente mientras veía el lugar. Era el tipo de
casa en el que siempre había soñado crecer pero nunca había vivido siquiera en un
vecindario similar.
Cuando no pude aguantar más la curiosidad, lo miré. —¿Dónde estamos?
Pick vio la casa con el mismo tipo de anhelo que sentí dentro de mí. —Con
Campanita hemos estado buscando una casa.
Centré mi atención en el patio. Luego se abrió mi boca, completamente
incrédulo. —¿Y consideras esta casa?
Miró en mi dirección. —¿Qué? ¿No te gusta?
—No,‖sí<‖¡sí‖me‖gusta!‖Es‖asombrosa.‖Es‖solo‖que<‖nada.‖Es‖increíble,‖eso‖
es todo. Buscar casa. Vaya. —no podía decirle que yo podría cometer crímenes
incalificables para vivir en un lugar como este. Eso parecía un poco dramático, así
que solo abrí mi puerta, muriendo por ver como lucía el interior. No lograba ver el
interior de una agradable casa de los suburbios muy seguido.
—Así‖que<‖¿por‖qué‖no‖est{s‖haciendo‖esto‖con‖tu‖Campanita? —pregunté
mientras me seguía con mucha más reservas hacia la puerta principal, donde un
agente de bienes raíces nos esperaba.
Lo miré cuando no respondió. Pick me envió una mueca disgustada y
avergonzada. —Como que la cabreé cuando veté todo lo que habíamos visto tan
pronto como entré en la puerta trasera y vi el jardín.
Le envié una mirada curiosa, pero sacudió su mano. —Larga historia. Para
decir lo menos, estamos buscando casas de forma separada. Después de que ella
las‖comprueba‖por‖fuera,‖me‖da‖una‖lista‖de‖sus‖favoritas‖hasta‖que‖encuentre<‖la‖
indicada.
—De<‖ acuerdo‖ —dije en voz baja, pensando en la extraña manera de
buscar casa con tu pareja, pero lo que sea.
—¿Señor Ryan? —preguntó el agente mirándome educadamente.
—¡Oh! No, no soy yo. Es él. —Mientras señalé hacia Pick, me di cuenta que
tendríamos el mismo apellido si mi madre nunca lo hubiera abandonado.
No, tacha eso. No lo tendríamos, porque yo no existiría si no lo hubiera
abandonado. Ella hubiera estado muy ocupada criando un bebe que amaba y
nunca habría conocido al insignificante y traficante de drogas de mi padre. Ellos no
habrían‖empezado‖su‖malsana<‖fuese lo que fuera que hayan tenido, y yo nunca
hubiera llegado en el futuro.
Ella, probablemente, todavía estaría viva.
Frotando mi nuca, eché un vistazo a través del prístino patio mientras Pick y
el agente se introducían en la casa, y traté de no sentir culpa sobre estar vivo
mientras mi mamá no lo estaba. Ella había sido la que tomo las decisiones que la
llevaron a su muerte; yo era solo un producto de ellos.
Me repetía mucho eso. No es que me hiciera sentir mejor. ¿Pero qué podía
hacer ahora? Lo hecho, hecho estaba.
—Y este es mi hermano, Asher.
Afectado por la etiqueta, volví a la conversación estiré la mano y le envié al
tipo una sonrisa tensa. —Hola.
Él se presentó como Brian y luego nos guió dentro de la casa, explicando de
inmediato todas las características.
Olía a<‖hogareño.‖Me‖gustaba.
Lo quería.
—Como pueden ver, la condición de la casa es de roble biselado manchado
con<
—¿Dónde está la puerta trasera? —lo interrumpió Pick, obviamente para
nada interesado acerca del acondicionamiento.
—Uh<‖ la,‖ uh<‖ est{‖ por‖ aquí‖ —contestó un Brian perplejo. Mientras él le
mostraba a Pick, me detuve a estudiar el modelo del roble, decidiendo, sip, incluso
me gustaba eso. Tener ajuste biselado era agradable. Si alguna vez tenía mi propia
casa, me gustaría esta mierda lujosa.
Luego me volví para seguir a los otros dos hacia la parte trasera.
Los tres nos desplazamos a la salida y entramos al patio que me tenía
babeando, imaginándome barbacoas y fiestas, piscina para nadar y tal vez un
trampolín junto a los columpios de los niños.
Pero Pick puso las manos en sus caderas y frunció el ceño. —No. —Regresó
hacia la casa, diciéndole a Brian—: Lo siento, pero no es la indicada.
El agente y yo compartimos una mirada confusa antes de decirle—: Espera.
¿Qué? ¿En serio no te gusta esta casa? —Extendí mi mano para abarcar el amplio y
asombroso patio, completamente confundido. Este patio era la maldita bomba. Mi
nuevo hermano estaba completamente demente.
Pick se encogió de hombros. —Es‖bonita,‖seguro.‖Pero<‖no‖es‖el‖lugar‖que‖
estoy buscando.
Jesús, con razón Eva no quiere buscar más casas con él.
Cuando empezó a andar hacia la puerta principal, sacudí la cabeza. —¿No
quieres ver el resto del interior?
—No tengo que hacerlo. Esta no es la casa.
—Bueno, yo quiero verla —insistí.
Parando para mirarme, Pick me dio otra de sus miradas espeluznantes,
donde miraba dentro de ti y cavaba alrededor de tu cabeza, trayendo a la luz todos
tus deseos más profundos. Finalmente, asintió como si entendiera. —Está bien.
Así que chequeamos el resto de las habitaciones vacías de la casa. Brian hace
mucho se había dado por vencido en darnos detalles mientras escribía algo en su
libreta frente a la habitación —tal vez que su cliente era difícil de agradar— y
terminamos el recorrido nosotros mismos.
—Estás demente si no te gusta este lugar —murmuré mientras entrabamos a
la última habitación.
—Ah, me encanta —me corrigió Pick—. Solo que no es el lugar correcto.
No tenía idea de cómo no podría ser este un lugar incorrecto. Maldición, era
asombroso. —Daría mi bola izquierda por vivir en una casa como ésta.
Me ocupé examinando la corona blanca que decoraba el techo, pero todavía
podía sentir la mirada de mi hermano en mí.
—¿Nunca has vivido en una casa de verdad?
Sacudí la cabeza. —Nop. Un par de apartamentos, un casa rodante una vez,
y ahora estoy en un sótano bajo un depósito de almacenamiento que renta un tipo,
pero nunca una casa-casa.
—¿Y por qué no consigues una? —preguntó Pick en voz baja después de un
silencio corto.
Bufé. —¿Y vivir ahí con quién? —Encontré su mirada y sacudí mi cabeza—.
Las casas son para las familias.
Cuando la lástima y compasión llenaron su cara, me di cuenta que dije
demasiado. Más expuesto de lo que quería ser con él. Dejé la habitación sin una
palabra y no paré hasta que me hallaba afuera, caminando por el jardín delantero.
No estaba cómodo siendo tan vulnerable y dejando que otros sepan lo que más
quería. Para luchar contra la ansiedad y pánico que se arrasaba contra mí, como
que quería lanzar una patada ninja y romper a la mitad el letrero de venta, pero me
controlé.
Pick emergió un minuto después, sonando las llaves del carro en sus manos.
—¿Listo para irnos?
Asentí, agradecido de que no intentara curiosear más. En el coche, estuvo
mayormente en silencio. Mientras condujo de vuelta a mi motocicleta que dejé en
Forbidden, Pick buscó algo en la radio para escuchar, pero cuando no pudo hallar
una canción decente, suspiró y preguntó—: ¿Tuviste suerte encontrando un nuevo
baterista para tu banda?
Solo pude responder—: Nop —mientras continuaba mirando por la ventana
de copiloto, listo para que este viajecito terminara. Me sentí una mierda porque
sabía que fui la razón de que todo se volviera tan incómodo, pero no sabía cómo
arreglarlo. Así que me permanecí con impotencia y en silencio, empeorándolo.
Cuando Pick estacionó al lado de mi motocicleta Triumph, giró hacia mí,
con preocupación en sus ojos, y eso hizo que mi vergüenza sea doble. Él no tenía
razón para preocuparse o sentir como si hubiera hecho algo malo.
—Sé‖que‖no‖somos‖convencionales,‖Asher,‖pero‖Eva,‖los‖niños‖y‖yo<‖somos
tu‖familia‖ahora.‖Y‖todos‖los‖chicos‖de‖Forbidden<‖también lo son; no estás solo de
ahora en adelante.
Mierrrrrda.
Simplemente no era bueno cuán fácil le resultaba leerme.
—Cuando estés listo para aceptarnos y dejarnos entrar, estaremos allí para
ti. Solo recuerda eso.
Aclarando mi garganta, miré hacia mi regazo, tratando de no ponerme cursi
y emocional. Tuve que aclararme la garganta por segunda vez. —Sí —murmuré,
dándole una diminuta mirada rápida antes de girarme lejos y alcanzar la manija de
la puerta para escapar—. Gracias.
No le di la oportunidad de responder. Estaba fuera de ahí, tirando la puerta,
y subiendo a mi motocicleta antes de que me deshonré a mí mismo haciendo algo
embarazoso, como darle un abrazo y decirle que era el maldito mejor hermano que
un tipo podría tener o esa mierda; creo que ya lo amaba.
Pero me contuve, y mientras iba rugiendo por la cuadra, el viento en mi
rostro hizo filtro a la humedad en las esquinas de mis ojos.
No estaba seguro de cómo manejar todo esto, porque sí tenía una familia
ahora. No tenía que sentirme tan solo.
¿Así que por qué me daba tanto‖miedo<‖aceptarlo?
Traducido por Hansel
Corregido por Sandry

Debería haber sabido cuando recluté a Jodi para este trabajo, que lo haría
todo por lo alto. Ese era su estilo. Y guau, por todo lo alto, lo hizo.
Hacer el molde de arcilla había sido una mierda. Para ella. Todo lo que yo
tenía que hacer era quedarme quieta mientras me llenaba la cara de mugre. Luego,
hizo otro molde. El primero era una réplica exacta de mi cara y el segundo era el
alterado, la versión masculina de mí. Después de eso, fue fácil. Para mí.
Ahí fue cuando el verdadero trabajo comenzó para Jodi. Para que la máscara
funcionara correctamente, tenía que ser una representación exacta de la cara que
queríamos hacer. Cada falla en el molde se presentaba en el resultado.
Me senté y observé con asombro como se cernía sobre el molde, removiendo
y lijado a la perfección.
—¿De qué edad quieres verte? —preguntó, frunciendo el ceño a su trabajo
mientras se concentraba—. ¿Un montón de arrugas o una cara de bebé?
—Uh... ¿Casi como yo? —supuse—. Tal vez un año o dos más.
—A principio de los años veinte. Hecho.
Fue lindo el mirar caer el látex. Jodi movió el molde constantemente por lo
que el líquido llenó cada pliegue y esquina.
—Es como ver un programa de cocina —dije mientras comía palomitas de
maíz.
El reloj se cernía a la una de la mañana, y el molde de arcilla apenas se había
secado lo suficiente como para tocarlo. Empujando el cuenco lleno de látex líquido,
me estremecí. —Excepto que no quiero comer esa mierda. Huele jodidamente
apestoso.
—Oh, no menciones comida en este momento, perra. Me muero de hambre.
—Las manos de Jodi se hallaban cubiertas de una especie de brebaje; ni siquiera
quería saber los ingredientes mientras giraba el molde de un lado a otro.
—Bueno, entonces abre, dulzura, te alimentaré.
Cuando levanté una palomita esponjosa, Jodi obedientemente abrió la boca.
En nuestros tres primeros intentos, una rebotó en su nariz, luego en su mejilla y
finalmente en su barbilla. Fue entonces cuando me di por vencida y me bajé de la
cómoda silla en la que había estado sentada para dejarle agarrar las palomitas de
maíz directamente de mi mano con sus dientes.
Le di de comer de la mano hasta que afirmó que tenía sed. Entonces cogí
una lata de refresco de cola de la nevera y le puse una pajita antes de sostenerla en
su boca para que bebiera.
—Mmm, puta, seguro que me tratas bien. —Me envió una sonrisa y un
guiño sexy. Era demasiado tarde para que le devolviera el coqueteo, por lo que
solo gruñí, me dejé caer de nuevo en mi silla y traté de permanecer despierta con
ella leyendo divertidas cositas que encontraba en el suministro de noticias de la
aplicación de Facebook en mi teléfono.
A las tres y media de la mañana, empezaba a cabecear cuando sonó el
temporizador, informándonos que el látex se secó. Jodi saltó y salió de la cama en
la que había estado dormitando, aterrizando en cuatro patas en el suelo.
—Mierda —murmuró mientras se sentaba, se frotó los ojos y dejó escapar
un bostezo descomunal—. Es hora de decorar tu nueva cara. Levántate, mujer. —
Me dio una palmada en el culo al pasar.
Quería quejarme, pero ya que era para mí, simplemente bostecé también y
salí de la silla en la que había estado acurrucada.
Y a pesar de que me encontraba solo medio despierta durante el resto del
proceso, seguí con el temor a la creatividad de Jodi. Le dio a mi versión masculina
una mandíbula de corte cuadrado y una frente rugosa. Pero fue su talento con el
pelo lo que me dejó alucinada. Después de encontrar una peluca oscura, la cosió a
mano a la máscara, dándole un corte en la zona de la frente, patillas leves e incluso
una barba de un día.
—Mierda —murmuré con asombro mientras Jodi clavada la última de las
cejas en la máscara—. Eso parece... guau.
—Pensé en darte un poco de pelo facial para cubrir la mayor parte de la
mandíbula, por lo que va a ser más difícil saber que estás usando una máscara.
Me limité a asentir, incapaz de decir nada, aunque en serio, no creía que
nadie adivinara que era de látex después de la forma experta en que Jodi la había
pintado y aplicado maquillaje.
—Jesús, eres increíble.
Pavoneándose, mi amiga sonrió mientras sostenía el producto final. —Lo sé.
—Me hizo una seña para que avanzara—. Ahora bien, esto podría sentirse un poco
extraño. He intentado que sea lo más cómoda posible configurando la capa interior
para que se adapte a la forma de tu cara, pero también se calienta más rápidamente
de esa manera.
—Pues bien, gracias a Dios que estamos en el norte de Illinois en noviembre
—bromeé.
Agaché la cabeza, la cual Jodi envolvió con una redecilla de nylon para
contener mi pelo natural, y la máscara se deslizó sobre mi cuero cabelludo. El látex
trató de pegarse y pellizcar mi cara, pero Jodi siguió trabajando con él, decidida a
ponerlo en su lugar. Y finalmente lo logramos. Abrí los ojos, parpadeé un par de
veces y miré hacia fuera por un mini-túnel.
—Oh, hace que tus ojos se vean más profundos. —Asintió con una sonrisa
de aprobación—. Mucho más masculino. Y siempre he preferido eso en los
hombres. En realidad... eres un poco sexy. —Para probarlo, movió las cejas y me
envió un pequeño guiño—. Lástima que no te gusten las chicas, me convertiría
totalmente en bi por ti.
Rodando los ojos, me volví para estudiar mi rostro en el espejo. —Guau —
dije de nuevo.
No me veía para nada como yo. Mi frente era más pronunciada, el puente
de mi nariz más ancho, la barbilla no tan puntiaguda. Incluso mi boca había sido
aplastada por el borde de la máscara para parecer más ancha y más plana.
Abrí y cerré la mandíbula un par de veces; la máscara nunca se movió. —Es
increíblemente loco. Se ve tan real.
—Sí. Por lo tanto, vamos a trabajar con el resto del cuerpo. —Jodi sonaba
demasiado ansiosa y llena de energía para ser las diez de la mañana, después de
haber estado despierta toda la noche.
Me volví al espejo y levanté mis falsas, tupidas y oscuras cejas. —¿El resto de
mi cuerpo?
—Bueno, sí, puta. Si vamos a hacer esto, haremos las cosas bien. Puede que
no tengas doble Ds como yo, pero eso... —Señaló mis pechos—, es claramente un
pecho femenino.
Con el ceño fruncido, observé el frente de mi camisa. —¿No podemos
atarlos con una venda elástica o algo para aplanarlos?
Resopló. —Solo si quieres hacerlo a medias. Y después de todo el trabajo
que he puesto en tu cara, no estás autorizada a hacer el resto a medias.
—Bien. Pero, ¿qué tienes en mente exactamente?
Una gran sonrisa se extendió por su cara. —Esto —anunció antes de tirar de
lo que parecía un chaleco de su armario—, es relleno para actores masculinos, para
hacer que sus pechos se vean más amplios. Pero podemos usarla para ti, cortando
algunos agujeros en el interior donde irán tus pechos.
Solté una carcajada. —Oh, Dios mío. Tienes de la mierda más extraña en tu
armario.
Jodi se encogió de hombros. —No tan extraño como tener arcilla y látex de
máscara a mano.
—Buen punto.
Así que me hizo un pecho masculino. Luego Jodi fue tan lejos como para
coser un fajo enrollado de tela en mi ropa para darme un ‚paquete‛.
—¿Por qué demonios necesito un paquete? —discutí—. Nadie va a estar
mirando mi entrepierna.
—Nunca se sabe, tal vez. Te hice ver lo suficientemente sexy como un chico,
así que estoy segura de que alguna chica en la calle va a echarte un vistazo.
—La verdad, no me importa si una chica me encuentra carente ahí abajo.
—Bueno, a mí sí. Y yo estoy a cargo de este hombre, por lo que lo llevarás.
—Oh, Jesús. —Suspiré, pero obedecí.
—Gracias a Dios que es casi invierno —añadió—. Puedes usar pantalones
vaqueros y camisas de manga larga sin que nadie piense que eres raro. —Revisó
mis cajones, murmurando algo acerca de lo deprimente que era que yo tuviera
tanta ropa que podría considerarse varonil—. Ten —dijo finalmente, empujando
ropa hacia mí—, ponte estos.
Después de ponerme mi ropa interior de ‚hombre‛, me puse un par de
pantalones de mezclilla y una camisa del concierto de AC / DC negra sobre una
térmica blanca de manga larga.
Cuando me di la vuelta para mirarla, Jodi lucía radiante con una enorme
sonrisa. Luego extendió lo que llama joyería de hombre, que consistía en correas de
cuero negro con cuentas de plata como pulseras. Y, por último, roció colonia en mi
dirección.
Tosiendo y escupiendo por el hedor inesperado, agité mi mano sobre mi
cara. —¿Qué demonios?
—Tienes que oler igual a como te ves —argumentó Jodi mientras acercaba la
botella de colonia a su pecho y gorjeó con orgullo—. Y te ves perfecto. Te tiraría a
esa cama y te montaría en este momento si no supiera que eres una chica. Diablos,
estoy tentada a hacerlo, de todos modos.
Puse los ojos en blanco pero formé una sonrisa. —Gracias. Creo.
—Ahora a practicar tu paso de hombre —exigió, agitando la mano.
Vacilé. —¿Mi qué?
Suspiró. —No vas a parecer un chico, si te paseas por allí balanceando las
caderas y sacando tetas.
Mi boca se abrió. —¿Disculpa? Yo no camino así.
Resopló. —Oh... sí lo haces, puta. Eres súper sensual; no puedes evitar la
arrogancia femenina.
—Pero‖yo‖no<
—Encorva tus hombros un poco más, concéntrate en mantener las caderas
en línea, y trata de hacer sobresalir tu polla hacia adelante cuando te pavonees.
—¿Hacer<‖qué?
—Así es como caminan los chicos sexys, como si estuvieran dirigiendo sus
genitales.
Solo pude mover la cabeza. Sinceramente, nunca vi andar a un chico como si
estuviera tratando de destacar su polla. —¿De dónde sacas esta mierda?
—Simplemente hazlo, puta.
Suspiré, pero seguí sus sugerencias, tratando de exagerar el contoneo con la
polla por delante, como si así pudiera imitarlo.
—¿Qué opinas? —pregunté.
Ella ronroneó y arañó el aire en mi dirección. —¿Cómo se dice ‚Quiero
sentarme en tu cara‛ en español?
—Jodi. —Me puse de pie y suspiré con exasperación. Era demasiado a
veces—. ¿En serio?
—No, en serio. Siempre he querido saber cómo decirle eso a un chico. Oh, y
utiliza la voz de señorita cachonda.
Con una sonrisa, tuve que hacerlo. —Quiero sentarme en tu cara —arrullé,
frunciendo los labios para acompañar esa voz.
Desde que le hice una llamada de broma una vez en español, poniendo un
toque sensual a mi tono, quedó fascinada. Totalmente intrigada por mi imitación,
la había apodado como mi voz de señorita cachonda y afirmó que no se parecía en
nada a mí.
Le hice repetir suficientes veces la frase hasta que finalmente lo hizo bien.
Una vez que quedé satisfecha, ella parecía satisfecha también. Dejando escapar un
chillido estridente, saltó en un círculo y apretó los puños en el aire.
—Vas a hacerlo genial esta audición. Lo sé, puta.
Con mi nuevo disfraz puesto, dejé que su confianza me consumiera. —Sí —
murmuré. Y dejé que la esperanza aumentara. En verdad iba a hacerlo genial en mi
audición.
Tenía que hacerlo. Había demasiado de mi propia autoestima en juego.
Traducido por Nika Trece
Corregido por Sandry

Estuve a punto de no llegar a tiempo. Era casi la una de la tarde para el


momento en que me deslicé dentro del estudio, con la esperanza de que todavía no
se hubieran cerrado las audiciones. Encaré directamente al pasillo donde esperé en
la fila durante horas el día anterior, y mi alivio se disparó cuando vi seis chicos que
seguían merodeando fuera de la sala de audición.
Toda la media docena estrechó los ojos. No fue ni de cerca la recepción que
recibí ayer de mis compañeros bateristas, porque el día de hoy, vieron a un chico.
Vieron competencia.
Jodidos machistas.
—¿Esta es la fila para Non-Castrato? —pregunté.
Un hombre fue lo suficientemente amable como para asentir, pero eso era
todo. Los otros volvieron a ignorarme.
Solo otras dos personas se presentaron para esperar en fila detrás de mí, y
este era su último día, así que yo era la tercera de los últimos para intentarlo. Por
alguna razón, se sentía como un mal presagio.
Pero me quedé de todos modos. Había ido demasiado lejos para renunciar.
Esta vez, maldita sea, iba a tocar con ellos antes de que me dijeran ‚l{rgate‛.
Una hora de espera después, fue mi turno. Entré, para nada nerviosa. Tal
vez fue porque estaba escondida detrás de mi máscara. Tal vez fue porque ya me
habían rechazado, y las cosas solo podrían mejorar desde allí. O tal vez me sentía
confiada.
No tenía ni idea de que lo causaba, todo parecía... bien esta vez. Aún más
bien que la última vez.
La habitación era exactamente la misma, y los chicos seguían merodeando
en sus mismos lugares básicos en los que habían estado el día anterior. Pero hoy,
Galloway me ignoró y parecía estar de mal humor mientras jugueteaba con las
púas en su guitarra.
Hart se hizo cargo y saludó con la cabeza. —Hola, amigo. ¿Cómo te llamas?
¡Punto para mí!
Ya había conseguido ir más lejos en esta audición de lo que lo logré en la
primera. Y el disfraz de hombre obviamente funcionó; ¡me había llamado amigo!
Carraspeé, me aclaré la garganta y usé la voz más baja que pude reunir, a
pesar de que ya era bastante baja para ser la voz de una mujer. — Llámame Sticks.
—¿Sticks? —resopló Galloway, mirando hacia arriba—. Guau. Es original.
Aún ofendida por la forma en que me trató ayer, tuve la tentación de meter
mis baquetas por su culo. Pero como no quería hacer tal daño permanente a mis
bebés, incluso si se trataba de mi par de repuesto no rosado, logré contenerme lo
suficiente como para enviarle una mirada aburrida. —Tan original como un bajista
imbécil.
Holden dejó escapar una carcajada. Cuando Galloway miró a Holden, se
limitó a sonreír. —¡Toma esa! —informó a su compañero de banda.
—Que te jodan —me murmuró Galloway... o tal vez a Holden, no estaba
segura a cual. Probablemente a los dos.
Hart esbozó una media sonrisa. —Bien, ya puedes coger la mierda de Gally
y devolvérsela servida. Es esencial. Vamos a ver lo que puedes hacer con esos
palos. —Asintió hacia la batería—. Puedes manejar un quinteto, supongo.
¿Qué idiota no podía manejar un quinteto? Arqueé una de mis cejas falsas,
ya que la asombrosa Jodi había sido capaz de manipular mi máscara para que
pudiera manejar expresiones faciales también. —Solo desde que tenía seis años.
Con un estremecimiento, Hart negó con la cabeza. —Te sorprendería la
cantidad de falta de talento que hemos visto pasar por aquí en estos últimos días.
Asentí, comprendiendo. —Bueno, puedo manejar cualquier batería que
pongas delante de mí.
Él sonrió, y maldita sea... esa sonrisa. No debería mirarle cuando sonreía.
Demasiado peligroso.
—Bueno —dijo, emocionándome con su aprobación—. Quiero probar un
ritmo débil retrasado con un toque rápido durante el coro, luego duplicar el ritmo
para terminar.
Sacando mis baquetas del bolsillo trasero, lo saludé. —Voy a hacer lo que
me pidas, sargento instructor.
Con otra media sonrisa, negó con la cabeza. —Forrest Gump. Muy gracioso.
En ese caso, vamos a tocar ‚Run, Daddy, Run‛. ¿Estás familiarizado con esa?
¿Estaba familiarizada?
—Pfft. —Me tomó todo lo que tenía el no poner los ojos en blanco—. Estoy
familiarizado con todas las canciones que han producido.
Hart sonrió. —Bueno, está bien. —Me hizo un gesto hacia el taburete—. Haz
el conteo.
Después de sentarme, tomé una respiración profunda, levanté las manos en
posición, y empecé con el platillo, ajustando el tempo.
Cuando añadí los tambores, las guitarras se unieron a mí, completamente en
sintonía con el ritmo que puse. Una sonrisa se dibujó en mi rostro; el alivio voló
como un globo dentro de mí hasta que me encontraba ingiriendo la emoción con
cada respiración.
Incluso si bombardeaba esta audición, me hallaba aquí, en este momento,
viviendo mi sueño. Estaba tocando con Non-Castrato. Por un momento, me olvidé
de lo idiotas que eran y que se suponía que debía odiarlos.
Fue euforia.
Obligando a mis pulmones a funcionar, exhalé y aspiré más aire. Cuando
Hart se inclinó hacia el micrófono y comenzó a cantar, ya tenía un zumbido de
adrenalina, pero el sonido de su voz envió otro pico a través de mí. Había algo en
su forma de cantar. Me mojaba las bragas siempre.
Sí, no parecía correcto mojarme las bragas de hombre con este entusiasmo
juvenil, pero ahí lo tenías.
La música me inspiró, fluyendo a través de mi sangre. Me encontraba
viviéndolo de verdad, transformándome.
Convirtiéndome en uno con el equipo de batería, cambié el platillo al hit-hat
cuando Hart cambió de un pasaje al siguiente, dando a la canción un toque extra
con el sonido magro añadido. El baterista anterior nunca antes lo hizo, pero yo
siempre había pensado que sonaría mejor. Así que le di una oportunidad.
Es decir, infiernos, ¿qué podían hacer? ¿Echarme de nuevo? Ya he pasado
por eso.
Salvo que el sonido en la habitación fue volviéndose un poco desagradable.
Para reducirlo, tiré un pañuelo de mi bolsillo sin perder el ritmo y lo puse sobre mi
rodilla más cercana a la cabeza del tambor para amortiguar la reverberación de la
caja. Sonreí cuando ayudó al instante. Moviendo la cabeza, cambié al tempo extra
como me había instruido Hart. Su voz se elevó, llegando a un crescendo.
Aunque nunca había escuchado una en esta canción, golpeé el platillo crash
cuando alcanzó su punto máximo y añadí una fuerte patada al pedal del bombo.
Los otros miembros dejaron de tocar, y terminó. Un eco de guitarras, batería
y la voz de Hart continuaron resonando por toda la habitación, llenándola de una
pesadez que me hizo morder el interior de mi labio y contener la respiración.
Los tres miembros de la banda se volvieron para mirarme.
—Has hecho el hi-hat en medio del segundo verso —dijo Hart al final. Su
mirada no era exactamente acusatoria, pero tampoco era tranquilizante.
Mierda. Tal vez no debería haberme dejado llevar tanto, añadir mi toque
personal tan pronto.
Pero se había sentido tan bien en ese momento.
Le di un asentimiento. —Eh, sí. Me parecía... adecuado. —Más nervios
surgieron, y cogí el pañuelo de mi rodilla para limpiarme la frente húmeda, solo
para recordarme que el sudor no se veía en la parte exterior de mi máscara.
—Y el platillo crash al final —habló Holden—. Eso era nuevo.
—Bueno... —Me aclaré la garganta—. Saben... pensé... ¿por qué no?
—¿Por qué no? —repitió Galloway con voz apagada, sacudiendo la cabeza
mientras miraba a Hart y Holden. Entonces estalló—: Mierda, sí ¡¿por qué coño
no?! Cristo, eso fue jodidamente increíble.
Holden asintió, coincidiendo con Galloway.
Casi me hice pis en los pantalones. —¿De verdad? ¿Les ha gustado? —Por
supuesto, les gustó. Había estado impresionante. Pero oírles admitirlo en voz alta...
Hombre, no tienes idea del ataque que me dio.
—Me encantó —dijo Holden. Su sonrisa era ridícula pero orgullosa—. Creí
que nunca íbamos a encontrar a alguien la mitad de bueno de lo que era Rock.
—Pero, maldita sea, tú eres el doble de bueno —explotó Galloway—. Tienes
oído para esta mierda, Sticks. Un jodido oído brillante.
Gracias a Dios por mi máscara; me hallaba tan sonrojada que mi verdadero
rostro tenía que ser un tomate rojo en este momento. Alegrándome de que pudiera
mirar de manera fría y serena, alcé las cejas hacia Asher Hart, que aún tenía que
comentar.
Entrecerrando los ojos como si no confiara en mi talento y que esa canción
fue un golpe de suerte para mí, murmuró—: Vamos a ir con ‚Sweat‛'. Vamos a ver
lo bien que manejas esta.
Desde que me senté en el pasillo en los de dos días de audiciones hasta
ahora, sabía que era raro cuando un baterista tocaba más de una canción con ellos.
Esto tenía que significar algo.
Algo bueno.
Emocionada, mareada y un poco mal del estómago, asentí y me limpié las
palmas sudorosas en mis muslos revestidos de vaqueros. —No hay problema.
‚Sweat‛‖ era‖ una‖ canción dura con movimientos de batería complicados,
pero no era algo que no pudiera manejar. Estando lista para mostrarles mis locas
habilidades, me lancé directa a eso.
Y di en el clavo.
Vaya, era tan buena que me sorprendía a mí misma.
Mientras el último latido de mi platillo resonó a través del aire, Holden y
Galloway abuchearon y gritaron mientras Hart se volvió lentamente para mirarme
fijo.
Me retorcí bajo la pesada inspección. Sabía que Jodi había hecho un maldito
buen trabajo masculinizándome, pero, ¿qué si Hart vio directamente a través de las
capas? ¿Qué si él sabía lo que era realmente?
Luego dijo—:‖‚Stone-Hearted‛.‖—Que era más o menos su canción insignia.
Sonreí y comencé el conteo.
Después de terminarla, de inmediato comencé la entrada para ‚Ceilings‛;
una nueva, pero mi favorita, de ellos. Hart me miró y me pregunté si se enfadaría
por haber iniciado una nueva canción por mi cuenta. Pero entonces una sonrisita
impresionada cruzó sus labios antes de que gimiera la primera frase llamativa para
unirse con su guitarra, en el momento justo.
Le siguieron los otros, y juntos, tocamos una cuarta canción, casi rockeando
para este punto.
Hubiera hecho una quinta después de que Asher cantara la última frase,
pero él levantó una mano, deteniéndome.
Puse mis baquetas contra la rodilla y contuve la respiración.
Me estudió un segundo, y luego asintió. —¿Puedes tocar este viernes?
—¿Viernes? —Le hice eco estúpidamente. ¿Es cuando comienza la segunda
ronda?
Hart asintió. —Sí, es nuestro próximo concierto. ¿Estás disponible?
Mierda. —Espera. ¿Estás diciendo que estoy en...? ¿Estoy en la banda?
Tuvieron audiciones para bateristas durante tres días completos. ¿Cómo
podían simplemente contratar a uno en el acto? Nadie era lo suficientemente
bueno para ser contratado después de tocar cuatro canciones con ellos. ¿Verdad?
Hart alzó las cejas. —Claro... si estás interesado en unirte a Non-Castrato.
Sus ojos verdes eran enloquecedoramente hipnotizantes y las pestañas
oscuras enmarcándolos los hicieron destacar aún más. No parecía justo que un
hombre tuviera unos ojos tan hermosos para coincidir con un rostro tan hermoso y
un magnífico cuerpo delgado. Pero diablos, ponlo en un sello, y escribiría una carta
a todos los que conocía solo por la oportunidad de lamerlo.
¿Aún hacen sellos lamibles siquiera? Deberían, totalmente. Sellos lamibles de
Asher Hart.
Parpadeé, aclarando mi confuso cerebro de toda lujuria, y lo que acababa de
decir al fin causó una impresión en mi cabeza. Y luego, me llené de un resplandor
vertiginoso.
Mierda, querían contratarme después de cuatro canciones.
Yo estaba dentro la banda.
—¡Mierda, sí, quiero unirme! —exploté.
Pero tan pronto como las palabras cruzaron mis labios, se impuso la
realidad. Oh, demonios, ¿qué acababa de hacer?
Allí era donde se suponía que me arrancara la máscara y les diría a todos
que se jodieran. Excepto que las palabras nunca llegaron. Nunca rasgué la máscara.
Porque quería tocar en ese concierto el viernes más de lo que quería mi próximo
aliento. ¿A quién le importaba si tenía que trabajar en Castañeda? Carmen me
debía una. ¿Y a quién le importaba si dije una mentirita piadosa por omisión, y les
dejaba creer que era un chico? Mi género no tenía relación alguna con lo bien que
podía tocar. Sabía una cosa: nada iba a dejar que faltara a mi primera actuación
como baterista en mi primera banda.
Supuse que iba a tener que ser un hombre un poco más. Todavía podía
arrancarme la máscara después del viernes y hacer que todos se sintieran tan
estúpidos y sexistas por no darme la oportunidad cuando yo vine como una chica.
Así que, sí, haría eso. Esperaría hasta después del viernes para dejarlos saber mi
secreto.
Traducido por Janira
Corregido por Jadasa

Lo peor de ser así de relajado era que cuando se trataba del aspecto más
profesional y comercial de las cosas, apestaba.
—¿Está segura de que no pagué? —pregunté, metiendo mi teléfono celular
entre mi oreja y hombro mientras me arrodillaba frente a la puerta del garaje de la
unidad de almacenamiento donde practicaba la banda, para desbloquear el
candado.
—Estoy mirando en la pantalla de la computadora el historial de su cuenta
justo en frente de mí, señor Hart. Y todavía no hay ningún recibo de pago.
Ceñudo, porque me encontraba seguro de que ya les di la información de mi
tarjeta de crédito, levanté la puerta de metal y entré al reducido espacio.
—De acuerdo, entonces. Solo envíeme otra factura o lo que sea, supongo.
Me aseguraré de tener cuidado esta vez, lo juro.
Después de que la mujer aseguró que lo haría, colgamos y puse mi guitarra
sobre una caja que tenía escrito en el costado Decoraciones Navideñas. La unidad
pertenecía a la familia de Heath. Pero ellos solo usaban la mitad del espacio, así
que no les importaba si movíamos todas sus cosas contra la pared para hacer
espacio en medio para el equipo de batería y el sistema de sonido. Hemos
practicado aquí un par de veces cada semana por casi dos años.
Hoy era la primera oportunidad que teníamos de practicar con el nuevo
miembro de la banda. También era la última antes de nuestra primera actuación
para acoplarnos con él, así que me encontraba un poco nervioso, esperando que
fuera tan bueno como lo fue en su audición. Casi me hallaba agradecido que
Shelly, del estudio, me hubiese llamado para distraerme.
Cuando vi una caja que me pertenecía, me senté sobre una vieja mesita de
noche, puse la caja en mi regazo, y empecé a hojear las páginas dispersas del
interior. Solo había mirado media docena cuando alguien llamó a la puerta.
Levanté la mirada para encontrar al nuevo baterista vacilando en la entrada,
mirando al interior de la unidad medio horrorizado, medio curioso.
—Oye, viniste. Entra. —Le hice una seña para que siguiera adelante y volví
a revisar los documentos en la caja—. Los otros dos deberían estar aquí en
cualquier minuto.
Avanzó cautelosamente, como si temiera que le cayera un piano tan pronto
como entrara. —Entonces, aquí es donde practicamos, ¿eh? Tuve que releer la
dirección que me diste como diez veces, creyendo que era un error cuando me
detuve en el estacionamiento de una jodida unidad de almacenamiento.
—Sí, no es mucho. Pero funciona.
—Si tú lo dices —murmuró en voz baja.
Por el rabillo del ojo, lo vi ir hacia el equipo de batería y pasar la mano sobre
uno de los tambores instalados. Luego se sentó con cuidado en el banquillo frente
al set de cinco piezas y pasó las manos de arriba abajo por sus muslos mientras
asimilaba la vista que tenía delante.
Preguntándome si se hallaba nervioso, lo miré y levanté una de las páginas
de la caja. —Oh, por si acaso, las partituras de todas nuestras canciones originales
se encuentran aquí, por si necesitas revisarlas para aprender alguna.
Sticks movió la mirada rápidamente a mi dirección, como si lo hubiese
sorprendido. Luego se encogió de hombros. —Estoy bien. Ya casi me las aprendí
de oído cuando escuché sus grabaciones.
Asentí, admirando su habilidad de hacer eso. —En el momento justo.
Traté de reenfocar mi atención en la tarea de encontrar la factura que me
hallaba seguro que tenía, cuando Heath y Gally llegaron; Gally siendo tan ruidoso
y revoltoso como Heath era tranquilo y suave.
—¿Qué pasa, perdedores? ¿Listos para rockear esta cochera?
Sticks no respondió y yo apenas dije un distraído—: Hola —ya que me
hallaba ocupado sacando la hoja que buscaba y gritando—: ¡Aja! Ya hice el pago.
—¿El pago de qué? —preguntó Gally mientras Heath y él iban a conectar
sus guitarras al amplificador.
—¿Mmmm? —Levanté la mirada sonriendo triunfantemente—. Oh, el
estudio de música acaba de llamar, diciendo que no había pagado por los tres días
que rentamos la habitación para las audiciones. Y sabía que pagué. —Moví la
factura que tenía un gran sello de‖‚pagado‛‖en‖ella‖mientras‖sacaba el teléfono del
bolsillo.
Gally me miró boquiabierto. —¿En verdad tuvimos que pagar por eso?
Arrugué la frente, esperando que no hablara en serio, pero me hallaba
bastante seguro que lo hacía. —Mmm<‖ ¿No‖ creíste‖ que‖ tocar‖ diariamente‖ allí‖
fuese gratis?
—Oh, eh, sí, supongo. Nunca lo pensé. —Luego se rascó la cabeza—. No
recuerdo pagar ninguna renta por el estudio.
—Eso es porque no lo hiciste. Yo me hice cargo del gasto.
En lugar de agradecerme por hacerlo, murmuró—: Oh —de nuevo y luego
deslizó la tira de su guitarra sobre el hombro—. Bueno, ¿estamos listos para tocar o
no?
Levanté un dedo. —Aún no. Necesito llamar de nuevo a estas personas. —
Mientras marcaba, Gally suspiró y rodó los ojos, así que le aseguré—: Solo tardaré
un minuto.
Llamé a la señora con la que había hablado, y una vez que le leí el número
en el recibo y la fecha, hizo una pausa por un momento antes de decirme: Oh sí, allí
estaba mi pago.‖Eh<‖imagínate.‖
Para el momento en que terminé la llamada, todos ya se encontraban
acomodados y ansiosos por empezar, simplemente mirándome. —Lo lamento. —
Metí el teléfono en mi bolsillo mientras Gally exigía saber si finalmente me hallaba
listo.
Stick y Heath permanecían en silencio, pero, por sus expresiones, no
parecían molestos por el retraso. Parecía que el nuevo baterista iba a ser tan
tranquilo como nuestro guitarrista principal.
Hasta que dije—: ¿Qué quieren tocar primero, chicos? —mientras preparaba
mi guitarra.
Sticks fue el primero en responder. —Ceilings.
Le lancé una mirada sorprendida; no esperé que hablara, pero me alegraba
que lo hiciera. —Muy bien. —Moviendo un dedo en su dirección, le dije que haga
la cuenta regresiva, ya que el ritmo de la batería iniciaba esta canción.
Inició inmediatamente y me quedé asombrado, otra vez, por lo bueno que
era. Casi perdí mi señal de cuando tenía que empezar a cantar. Pero una vez que lo
alcancé, fue fácil sumergirme en la música. Sonábamos bien juntos, mejor que
cuando Rock era el baterista. Sticks tenía una forma de mantenernos en sintonía
con el ritmo que estableció.
Repasamos la mayoría de nuestras canciones originales, así como también
las versiones más populares que solíamos tocar, y cada uno sonaba mejor que el
anterior. Nombré canción tras canción, una detrás de la otra; me encontraba tan
centrado que no me di cuenta de cuánto tiempo pasó hasta que Gally pidió un
descanso.
Revisé la hora en mi teléfono y casi me molesté. —Mierda. —Practicamos
más de tres horas—. Debo ir a trabajar.
Desconectando mi guitarra, miré al miembro más reciente de la banda, que
no solo nos siguió el ritmo sin problema, sino que, básicamente, nos guió. Estuve
un‖ poco‖ preocupado‖ de‖ que‖ tuviera‖ que‖ necesitar‖ m{s‖ pr{ctica,‖ pero‖ no<‖ ya‖ se‖
hallaba listo para la acción sobre el escenario.
Aun así, para asegurarme, pregunté—: ¿Seguro que te parece bien que
toquemos en vivo mañana?
La emoción iluminó sus ojos, lo que me hizo sonreír. Recordé el día antes de
mi primer concierto, la manera en que sentí como si anticipación ansiosa vibrara a
través de mí. Sticks se estremecía con mucho entusiasmo.
Pero se las arregló para mantenerse relajado, asentir y limitarse a decir—:
Claro, solo dime dónde.
—¿Alguna vez has escuchado del club nocturno Forbidden? Tocamos allí
casi todos los viernes, a pesar de que estoy tratando de reservarnos otros lugares,
también.
—Claro, he oído del club. Incluso he estado allí una vez y canté en la noche
de karaoke. Vi en la página web que han estado allí, pero supongo que no me di
cuenta que es allí donde tocaban regularmente. Genial.
—Síp. —Lo miré fijamente porque he trabajado cada noche de karaoke que
hemos tenido, y no recordaba su rostro.
Me hallaba a punto de decir algo, pero Gally bufó. —¿Cantaste karaoke?
¿Cuán‖aburrido‖es‖eso?‖Espera<‖¿no‖fue‖All‖About‖that‖Bass?
Stick se echó para atrás con sorpresa, mirándolo boquiabierto. —¿Disculpa?
Molesto, ya que solo le preguntó eso para molestarme, vi una viaje pelota de
baloncesto situada en la parte superior de una de las cajas embaladas y la agarré
para poder lanzársela. —Cállate, hijo de puta.
Se rió y se agachó, así que la pelota simplemente le rebotó en el hombro.
Aullando aún más fuerte mientras esquivaba la mayor parte de mi ataque, se dobló
por la cintura y se golpeó la rodilla.
Sticks nos miraba con curiosidad, mientras un silencioso Heath se limitaba a
sacudir la cabeza.
—De acuerdo, ese es un tipo de broma interna, ¿verdad? —preguntó Sticks.
Suspiré. —No es nada. Solo ignóralo.
—Puedo hacerlo. Perfectamente.
Lo dijo tan alegremente que Gally dejó de reír para atravesarlo con un ceño
fruncido. —Oye, conoces tu lugar, novato.
—¿Oh? ¿Y dónde es eso? ¿Sentado aquí, riéndome de ti?
Sonreí y metí mi guitarra en su estuche mientras los dos discutían entre sí.
Me saqué la camiseta por la cabeza y la cambié por la camiseta negra de Forbidden
que tenía que usar en el trabajo que escondí en el estuche. Arrugué la camiseta
vieja y la metí en un bolsillo lateral antes de ponerme la correa del estuche sobre el
cuello para poder colocar la guitarra contra mi espalda. Mientras tanto, Gally
trataba de demostrarle a Sticks que era el mejor hombre, jurando que se acostó con
más mujeres que Sticks.
—Vamos —desafió—. Solo dame un estimado. ¿A cuántas perras has
follado?
Suspiré, listo para salir y dejar esta conversación que decaía rápidamente,
cuando Heath, finalmente, decidió hablar, diciéndole a Gally—: Pierdes el tiempo
con esa línea de preguntas.
—¿Eh? —Gally le lanzó una mirada curiosa—. ¿Por qué?
—Porque, obviamente, juega para el otro equipo. Amigo, acaba de observar
el pecho de Hart cuando se quitó la camiseta.
—¿Qué dices? —gritó Gally mientras, con un salto de treinta centímetros, se
alejaba de Sticks.
Me giré para mirar boquiabierto al baterista, sorprendido de ser metido en
la conversación de esta manera.
Sticks se encogió en su taburete, con los ojos moviéndose rápidamente con
miedo, como un animal acorralado antes de que gritar—: Infiernos si lo hice.
Arqueé las cejas. Actuaba demasiado culpable para estar diciendo la verdad.
—¿En serio eres gay? —No pude evitar preguntar—. Porque eso sería genial.
—¿Qué dices? —repitió Gally, girándose hacia mí como si hubiese
enloquecido.
—¿Qué? —Miré entre Gally y Heath, confundido por su conmoción—. Eso
nos daría más diversidad; ya que, últimamente, hemos sido acusados de ser un
cliché.
Y sí, la acusación de esta chica todavía me molestaba.
—¿Diversidad? —gritó Gally—. Mierda, si queríamos diversidad,
simplemente podríamos haber contratado a esa chica punk rocker que quería tocar
con nosotros.
Le fruncí el ceño por traerla a colación.
—¿Qué chica? —preguntó Sticks, de repente muy curioso para mi
comodidad.
Ignorándolo, le fruncí el ceño a Gally. —Eres tú quien se negó a, siquiera,
escucharla tocar.
—Como si quisieras a una chica en la banda. —Gally me regresó la mirada.
Me encogí de hombros desdeñosamente. —Nunca se sabe. Podría haber
sido buena. Pero uno de nosotros, o sea tú, probablemente la hubiese follado, y se
habría ido dentro de una semana. Entonces estaríamos como al principio, en busca
de otro baterista.
Sticks abrió la boca para decir algo, pero levanté una mano para detenerlo.
—En fin, no importa. Ahora tenemos a Sticks. —Sonriéndole amistosamente al
chico nuevo, añadí—: Problema resuelto.
Sin embargo, Sticks no pareció tan halagado. Arqueó una ceja. —Así que...
¿ni siquiera le permitieron hacer la prueba solo porque era una chica?
Suspiré, y señalé significativamente a Gally, echándole la culpa. —Él no
quiso hacerlo. No yo.
Gally le frunció el ceño a Sticks. —Oh, cállate, raro. Nadie te preguntó.
Me hallaba a punto de gritarle por ser tan ofensivo, pero Sticks le devolvió
la mirada ceñuda. —Nunca dije que fuera gay.
Gally levantó las manos. —Bueno, ¿prefieres la polla sobre el coño o no?
Sticks hizo una mueca de dolor. Luego bajó la barbilla y murmuró en su
pecho—: Sí, supongo que sí.
Odiando como Gally hacía que el nuevo miembro de nuestro grupo se
sintiera avergonzado, golpeé al bajista fuertemente en el pecho con la palma de mi
mano y le dije al baterista—: Ignóralo, como hacemos los demás. Nunca encontró
al mago que le conceda un cerebro.
Mientras Sticks me daba una sonrisita de agradecimiento, Gally frunció el
ceño con confusión, murmurando—: ¿Eh?
—No importa. —No tenía tiempo para explicarle el Mago de Oz—. Tengo
que irme. Los veo mañana en Forbidden, chicos. —Cuando miré de manera
significativa en dirección a Sticks para asegurarme de que Gally todavía no lo
hubiera asustado, éste asintió y alivio brotó en mi pecho.
La banda estaba de vuelta.
Gracias a Dios.
Traducido por Valentine Rose
Corregido por Ross Ferrer

Me estacioné en un lugar diez minutos antes de abrir el local, pero cuando


entré me sorprendí al darme cuenta que no era el último en llegar. Todos excepto
Mason se paseaban, haciendo varias tareas.
Era jueves, noche de chicas, así que dejando de lado al portero y a los
cocineros al fondo, solo trabajábamos los bármanes, tomando órdenes y
atendiendo el bar. Knox y Noel preparaban las cosas detrás de la barra, mientras
Ten y Quinn bajaban las sillas de las mesas.
—Ya era hora que decidieras aparecer, estrella de rock —me gritó Ten.
—Ah, oye, Ten —grité, chasqueando los dedos y luego señalándolo—, antes
que se me olvide, ¿podrías avisarle a Caroline que dejó una de sus camisetas en mi
apartamento la semana pasada? —Cuando Ten me miró con los ojos entrecerrados
por nombrar a su esposa, sonreí—. Es esa blanca apretada con unos labios rojos.
¿Sabes de cuál hablo, verdad?
—Bastardo, voy a cortarte en pedazos.
Me reí. Nadie era más divertido que Oren Tenning para sacar de quicio. De
modo que tenía que fastidiarlo en cada oportunidad que se presentaba. Ten tenía
una respuesta para todo lo que decía, también, lo que me divertía más.
En el momento justo, su ceño se transformó en una sonrisa. —Aparte, le
quité esa camiseta anoche, así que, ja. Sé que estás mintiendo.
Y luego se fue, silbando en voz baja, para quitar una mesa y hacer un mejor
camino. Riéndome, me giré hacia la barra donde Knox se encontraba detrás de ella,
sustituyendo un contenedor del grifo.
Cielos, me encantaba trabajar con estos tipos.
—Hola, hermano —saludé a Knox con un movimiento de cabeza—, ¿cómo
está Felicity? Ya se aburrió de ti, así que ¿puedo tener mi turno con ella?
Unos ojos marrones se alzaron para dedicarme una mirada de muerte. —No
solo te cortaré en pedazos —dijo en una voz que me daban ganas de mearme, pues
sabía que no lo decía por decir, sino que las decía en serio.
Sí, Knox no era tan entretenido de sacar de quicio. Pero de cualquier modo
aun así me agradaba, porque era un hombre genial para tener a tu lado cuando
necesitabas ayuda.
Me aclaré la garganta, dedicándole una sonrisa tensa, y rápidamente me
escapé donde Ten preparaba el área de clientes.
No obstante, en cuanto bajé la silla de la mesa, Harper dejó entrar a tres
personas al club. Solo personas VIP, es decir, personas cercanas a los bármanes,
tenían permitido entrar antes de la apertura y después del cierre —nuevas reglas—
, de modo que trasladé la mirada hacia allá, curioso de ver quién vino de visita.
Tenía que ser alguien que me agradaba, ya que adoraba a todas las parejas de mis
colegas. Mis amigos habían hallado a las mujeres más geniales para enamorarse.
Bastardos suertudos.
La hermosa morena al principio del trío fue directo a la barra, con su rostro
lleno de furia. El primer chico directamente detrás de ella tenía la cabeza agachada,
avergonzado, mientras que el menor detrás de él veía boquiabierto a su alrededor,
maravillado.
Aspen Gamble se detuvo al otro lado de la encimera frente a su esposo,
donde este contaba los billetes antes de guardarlos en la caja registradora.
—Tu hermano —gruñó, provocando que Noel alzara la cabeza—, está tan
metido en graves problemas, que no puedo lidiar con él.
Al instante, Noel le frunció el ceño al chico mayor mientras el niño se
sentaba en un taburete y, con aire sombrío, colocaba los codos en la encimera y
luego su barbilla en las manos.
—Brandt —gruñó Noel—, ¿qué demonios hiciste?
Brandt abrió la boca para contestar, pero Aspen habló por él. —Se metió en
una pelea. En la escuela. En la mismísima escuela donde llevo trabajando solo
cuatro meses. Fue tan humillante; me mandaron a llamar a la oficina del director.
Oh, cielos, Noel. Nunca en mi vida he estado en problemas con un director.
—No eras tú quien estaba en problemas —discutió Brandt—, era yo.
—Pero tengo tu custodia, lo que me sitúa en la misma posición que tú. De
verdad no puedo creer lo que has hecho. Rompiste la nariz de ese chico.
—Se la destrocé por completo —concordó Brandt con una sonrisita engreída
antes de que los ceños fruncidos de Aspen y Noel provocaran que volviera a
sentarse en su asiento, avergonzado.
—¿Qué hizo para que lo golpearas? —preguntó Noel, todavía siendo el
marginado desconcertado.
—Ah, esa es la mejor parte —despotricó Aspen, todavía mirando fijamente a
su cuñado—. Se rehúsa a divulgar ese pedacito de información, de modo que no
tengo idea de por qué se acercó a un chico que simplemente intentaba llegar a su
casillero entre clases y lo molió a golpes. Escuché que incluso lo dejó inconsciente
por unos segundos. Pero todo lo que Brandt dice del tema es...
Cuando miró a Brandt con las cejas alzadas, este suspiró a regañadientes y
contestó—: El lamepollas se lo merecía.
—Dijo ese verbatim al director también —se quejó Aspen.
Acababa de instalarme en el taburete al otro lado de Colton, el hermano
menor, que miraba fijamente todas las botellas de alcohol alineadas en la pared del
fondo con los ojos completamente abiertos. Pero ante las palabras de Aspen, me
echó un vistazo.
—¿Qué significa verbatim?
—Significa palabra por palabra —murmuré en respuesta.
Asintió mientras Noel suspiraba y frotaba su rostro antes de dedicarle una
mirada seca a Brandt y repetir—: ¿Se lo merecía?
—¡Pues, sí! —gritó Brandt.
—¿Con qué así luce por dentro el bar de Noel? —me preguntó Colton.
No le corregí diciéndole que técnicamente era el bar de Pick. Dado que aquí
es donde trabajaba su hermano mayor, era probable que en su cabeza siempre sería
el bar de Noel. De modo que dije—: Síp. Bastante genial, ¿eh?
Se encogió de hombros. —No está tan mal.
Luego golpeó la encimera para atraer la atención de Knox. —Oye, cantinero.
Quisiera una cerveza.
Knox se le quedó mirando con confusión. —¿Cuántos años tienes?
—Once —respondió orgullosamente Colton.
—Ya<‖—Knox sacudió lentamente cabeza—. Limonada de cereza es todo lo
que te serviré
Colton soltó un suspiro y gruñó con derrota, diciendo—: Vale.
Al mismo tiempo Brandt brumó—: ¿Por qué no pueden confiar en mí? No
es como si haya atacado a un pobre chico inocente y desprevenido. Les aseguro
que el imbécil lamepolla se lo merecía.
A medida que tanto Aspen como Noel lo regañaban, diciéndole que cuidara
su vocabulario, Ten le daba amigablemente unas palmaditas en la espalda. —Oye,
hermano, yo te creo.
Noel lo miró con el ceño fruncido. —No te metas en esta conversación.
—¿Uh? Si me disculpas, es mi cuñado, tengo el mismo derecho que
Shakespeare aquí —discutió Ten, señalando a Aspen.
—Excepto que Aspen y yo tenemos su custodia. Tú no. Ocúpate de lo tuyo.
—No entiendo por qué eres tan duro con él, desde que se vino a vivir
contigo no se ha metido en ningún problema. Joder, se ha portado de maravilla.
—Gracias —le dijo Brandt a Ten mientras Knox colocaba el trago de Colton
en la encimera frente a él.
El niño de once años bebió un gran sorbo y suspiró con satisfacción. —
Gracias.
Luego siguió mirando a Knox un segundo antes de alzar su barbilla. —¿Tú
eres el que sale con Felicity?
Knox se detuvo y le dedicó una mirada curiosa. —Sí. ¿Por qué?
—¿Le has pedido matrimonio?
Frunciendo el ceño, Knox entrecerró los ojos. —No.
—Pues —Colton infló su pecho—, resulta que es como la mujer de mis
sueños, así‖que<‖—soltó un suspiro de ensueño al pensar en Felicity Bainbridge—,
si para el momento en que tenga dieciséis años no está casada, voy a hacerla mía.
Sola pensaba en advertirte de, ya sabes, hombre a hombre.
—Dices que tengo cinco años para pedirle matrimonio o de lo contrario, voy
a tener competencia, ¿eh? —Colton apenas se encogió de hombros, y apareció una
sonrisa en el rostro de Knox—. Qué así sea, hombrecito. —Le ofreció un puño, y
ambos chocaron sus nudillos.
Al otro lado de ellos, Brandt seguía defendiendo su caso. —¿Por qué les
importa tanto el por qué lo hice? Su nariz sigue rota, y seguiré suspendido sin
poder ir a clases una semana. Ningún motivo cambiará las consecuencias. ¿Pueden
simplemente dejar el tema?
—No comprendo por qué simplemente no nos cuentas —gruñó Noel.
Cuando vi a Brandt apretar los dientes, frustrado, llegué a la conclusión que
protegía a alguien.
Treinta segundos después, me enteré a quién cuando Mason llegó tarde, dos
minutos antes de que abriéramos el local. Cuando divisó a Brandt, se desvió del
camino hacia él, diciendo—: Tú< tengo que hablar contigo. Sarah le contó a Reese
lo que hiciste hoy.
Brandt hizo una mueca y, lentamente, se giró en su taburete para enfrentar
al hermano de Sarah. —¿A sí? Mierda.
Mason asintió. —Reese estaba en casa con mi mamá cuando llegó Sarah de
la escuela, notablemente molesta. Requirió un poco de persuasión, pero Reese al
final le sacó‖información‖de‖lo‖‖ocurrido.‖Y<‖—Soltó un suspiro antes de tenderle
la mano a Brandt—<gracias.
Cuando Brandt enrojeció claramente avergonzado, Noel sacudió las manos.
—¿Gracias? ¡¿Qué?! Lowe. ¿Qué demonios hizo?
Mason necesitó otro segundo antes de hablar. Luego anunció—: Un hijo de
puta se burló de Sarah, jugando con su silla de ruedas y diciéndole sobrenombres.
Al parecer pasó toda la hora del almuerzo llorando en el baño. Cuando Brandt se
enteró, le enseñó modales al idiota.
Todos nos volteamos para ver con asombro a Brandt, quien solamente se
hundió más y más en su taburete, luciendo totalmente avergonzado.
Al final Aspen se cubrió el rostro con las manos y soltó un quejido. —Ay,
cielos,‖lo‖lamento‖tanto,‖Brandt,‖pero<‖—Bajando los dedos, frunció el entrecejo—:
¿Por qué sencillamente no dijiste eso al principio?
El chiquillo de quince años soltó un murmuro refunfuñando—: Porque a
ella le dio vergüenza y no quería llamar la atención. —Miró a Mason con el ceño
fruncido—. No puedo creer que haya cedido y le haya contado a Reese. Le prometí
que no incluiría su nombre en el tema, y es todo lo que quería.
Mason solamente se encogió hombros. —Creo que la culpa le ganó. No le
gustó que te metieras en problemas por su culpa.
—Como si me importara una mierda si me suspenden por eso. No me pidió
hacer nada de lo que hice. Demonios, ni siquiera sabía que me había enterado. Él se
lo merecía, y enfrentaré a cualquier lamepollas que se burle de uno de mis amigos.
—Mierda, obvio que lo harás —gruñó Noel, concordando—. Ese maldito
bravucón. Mañana iré a hablar con el director, así lo castigarán igual o más que a
Brandt.
—Y yo te acompañaré —declaró Aspen.
—Oh, ya llamé —les aseguró Mason con una sonrisa enfadada y tensa—.
Está muy consciente de que el chiquillo no es tan inocente, y me aseguró que hará
algo al respecto
—Cielos, chicos —se quejó Brandt y se agarró la cabeza—. Esto es justo lo
que Sarah no deseaba. Si agrandan más el tema, de un momento a otro, un millón
de personas van a mirarla, sintiéndose mal y teniéndole lástima, peor, quizá hasta
culpándola. Sarah no quiere eso.
Habiendo presenciado suficiente de su drama familiar, me bajé de mi
taburete y le di unas palmaditas a Colton en la espalda mientras este seguía dando
sorbos a su limonada de cereza, observando el espectáculo. Luego hice una última
ronda por el área de clientes antes de avisarle a Harper que podíamos abrir.
Quinn tuvo la misma idea y se encontraba recogiendo una pajilla perdida
del suelo.
Me sonrió cuando movió la cabeza en dirección a la barra. —Nunca es una
noche aburrida por aquí, ¿eh?
Solté una risa. —No con el drama que nos arreglamos para suscitar.
Señalando a Harper con el dedo, le avisé que no había problema de
permitirles la entrada a los clientes. Asintió, y medio minuto después, comenzaron
a entrar por la entrada.
Atendí mi primera mesa de la noche llena de órdenes, y se las llevé a Knox
para que las llenara dado que Mason y los Gamble seguían discutiendo entre ellos
con respecto a cómo hacerles justicia a sus hermanos menores. Ten dejó de intentar
dar su opinión y decidió ayudarnos a Quinn y a mí a atender las mesas.
Acababa de entregar una bandeja llena y guardaba el pago cuando mi
teléfono sonó alertándome de un mensaje. Revisé la pantalla, sorprendido de
encontrar que provenía de mi nuevo baterista.
Acabo de darme cuenta que no tengo la hora exacta ni la dirección del
lugar donde estar mañana para la actuación. Solo he ido una vez a Forbidden y
no conduje yo, así que no estoy seguro si recuerdo el camino.
Envié la hora y la dirección, y guardé el teléfono, solo para sonara segundos
después.
Gracias. Mis dos chicos y yo te veremos allá.
Luego de decirle que vale, al mismo tiempo preguntándome quiénes eran
sus dos chicos, me mandó otro mensaje.
Al decir mis dos chicos, me refiero a mis baquetas, no al par en mis
pantalones.
Antes que pudiera siquiera pensar en una respuesta, me envió un mensaje.
Claro. No significa que los otros dos no estarán allá. Pero técnicamente, no
verás a esos chicos, así que sí... solamente hablo de mis baquetas.
Sonreí, entreteniéndome más por sus mensajes incoherentes. Casi podía
imaginarlo gruñéndose a sí mismo como si supiera que decía mierda que no tenía
intención de mencionar incluso mientras seguía escribiendo más. Y en el momento
justo, envió otro mensaje.
Así que, sí, mejor voy a callarme antes que siga humillándome más y más.
Nos vemos mañana.
Reí abiertamente y le escribí que mañana nos veríamos.
—¿Y tú con quién coqueteas? —preguntó Ten, haciendo que me sobresaltara
pues había estado centrado en presionar ‚enviar‛.
Frunciéndole el ceño, lo empujé cuando intentó leer los mensajes por encima
de mi hombro. —No es de tu incumbencia, intruso. —Luego guardé mi teléfono en
el bolsillo, quitándolo de su vista.
Soltó una risita y movió sus cejas. —Simplemente dime si es ardiente.
Puse los ojos en blanco. —¿Qué te hace pensar que siguiera hablaba con una
chica?
—Porque sonreías mientras leías los mensajes, como un chiquillo con un
flechazo.
—¿Qué demonios? —Lo empujé por el hombro otra vez, callándolo esta
vez—. No es así. Era el baterista mi banda. Y él dijo algo gracioso así que me reí.
—Ya<‖—Siguió observándome mientras rascaba un costado de su rostro—.
No te creo. Leías y miraste la pantalla mucho tiempo como para que fuera un tipo.
Me quedé mirándolo completamente confundido—: ¿Eh?
—Te demoraste en leer —explicó—, de modo que tenía que ser una chica.
Dos tipos mandándose mensajes solo tomarían unas cinco palabras o menos por
mensaje... o solamente se llaman. Así que sin duda enviabas mensajes pervertidos.
—Como sea. —Sacudí la cabeza conforme me alejaba—. Eres raro. Así que
deja de serlo.
—No hay problema si todavía no quieres hablar de ella —me gritó—.
Pronto me enteraré quién es.
—Fenómeno —murmuré entre dientes. Pero, por una razón extraña, lo que
dijo seguía rondando en mi cabeza. Asegurándome que no estuviera viéndome,
saqué el teléfono de mi bolsillo y volví a la conversación con Sticks.
En efecto, lo que envié fue puesto en cinco palabras o menos. Su mensaje
más corto fue de un largo de nueve palabras.
—Ajá —murmuré, frunciendo el ceño y volviendo a guardar mi teléfono.
Luego terminé mi turno y no volví a pensar en la extrañeza del tema.
Traducido por Valentine Rose & Lauu LR
Corregido por Ross Ferrer

—¡Dios mío! Soy tan idiota. —Arrojé mi teléfono a la mesita de centro como
si fuera una infección y golpeé mi frente con la mano, totalmente avergonzada.
Me sorprendía que Asher no me hubiera llamado fenómeno y me hubiera
dicho que no me molestase en ir a la tocada mañana. Lo que le envié por mensaje
había sido más que idiota.
Comencé mandándole el mensaje, intentando hacerme la graciosa, pero
luego sonó como si fuera muy inmadura. Aun así, cuando intenté explicar lo que
de verdad quise decir, todo se fue al diablo y terminó siendo una mierda.
—Ugh. —Decidí que era su culpa. El tipo estaba buenísimo. Tras pasar
horas en su compañía, escuchándolo cantar, las hormonas seguían en erupción.
Asher me impresionó. De una buena forma. Luego de mi primer encuentro
con el grupo, estaba completamente convencida que Galloway era el líder. Eso me
había preocupado. Digo, no tanto como para no tocar mañana con ellos, pero
seguía siendo una idea inquietante, alarmante y deprimente.
No obstante, tras esta tarde, era obvio que Asher se ocupaba de las cosas.
Sabía dónde estaban las canciones, había pagado la cuenta del estudio de alquiler,
hizo las sugerencias de los cambios y ajustes de las canciones de vez en cuando, y
fue quien nos recordó dónde debíamos encontrarnos para nuestra próxima tocada.
Con él siendo el líder puede que‖ lo‖ siguiera<‖ en‖ especial‖ cuando tenía un gran
trasero. Pero, ¿a Gally? Joder, no. Nunca me quedaría en una banda si él fuera el
líder.
Trayendo a mi mente el recordatorio de Asher sobre la actuación, noté que
no tenía la hora exacta. Y así comenzó el debate de diez minutos conmigo misma
sobre si debía llamarlo y enviarle‖ un‖ mensaje<‖ y tenía que ser justo él a quien
contacté; fue el único miembro de la banda que se molestó en intercambiar
números conmigo. De modo que decidí enviarle un mensaje, ya que llamarlo sería
un desastre; estaba muy consciente de lo que su voz me provocaba.
Y aun así me las arreglé para meter la pata incluso por mensajes de textos.
Una vez más me encontraba gruñendo avergonzada cuando la puerta principal se
abrió de golpe y Jodi entró como la briza, cargando una bolsita y una gran sonrisa.
—Hola, puta. ¡Te conseguí unas chucherías! —Luego se detuvo cuando me
miró—. Sigues usando la máscara.
—¿Ah? —La miré con confusión antes de darme cuenta—. Ah, mierda. Sí.
Acabo de llegar del ensayo. —Mientras‖lentamente‖pasaba‖la‖m{scara‖de‖‚Sticks‛‖
por mi cabeza, sonreí, aturdida por poder decir que estuve en‖un‖ensayo< ¡con mi
nueva banda de rock!—. ¿Sabes? En verdad me gusta esta idea de ser gay. —Ya le
había mandado un mensaje, informándole que los chicos me atraparon observando
el pecho desnudo de Asher y de toda la conversación de ser gay que le siguió—.
Ahora puedo mirar a un chico —es decir, a Asher, dado que tenía la certeza que no
me daría cuenta de otros hombres mientras estuviera él—, y nadie pensará que es
raro. Mierda. ¿Por qué no se me ocurrió esta idea antes de siquiera ir a la audición?
Es brillante.
Luego me rasqué justo en el interior del muslo, donde mi ropa interior de
hombre que todavía no me había sacado, me irritaba.
Jodi me miró de reojo, rascándome. —Cariño, sí recuerdas que eres
una chica, ¿verdad?
Saqué de golpe la mano de mi entrepierna. —Sí. Cállate. Además, es culpa
de la ropa interior de hombre que tú me hiciste, me irritan demasiado.
Suspiró. —Olvidaré que acabas de maltratar mi ingeniosa invención, porque
todavía sigo feliz por la mierda increíble que acabo de hacer por ti.
—¿Por qué? ¿Qué hiciste?
Resoplando animadamente, ondeó una mano de forma femenina y
dramática. —Pues<‖ pese‖ al‖ hecho‖ de que no apruebo esta idea y que creo que
estás loca por salir así mañana, decidí mostrarte mi apoyo. Y te compré un par de
cositas que necesitarás.
Sentándome más derecha, aplaudí con felicidad. —¿De verdad? —¡Regalos!
Me encantaban los regalos—. Sabía que por alguna razón te amaba. ¿Qué me
compraste?
—Para‖ empezar,‖ esto<‖ —Sacó un diminuto trozo de plástico que parecía
una tarjeta de crédito sacada de mi bolso, y la mostró con un ademán ostentoso
antes de parar para mostrármela—. ¡Una identificación falsa!
Parpadeando, lentamente se la quité. —Oh, vaya. No debiste molestarte. Es
genial, Jodi.
La última vez que intenté conseguir una identificación falsa, tenía diecisiete
años y mi tío la encontró antes que tuviera la oportunidad de usarla en un bar.
Sorprendentemente, todavía era traviesamente emocionante tener una, incluso a
los veintitrés años.
Jodi me tomó un par de fotos luego de disfrazarme por primera vez, pero
pensé‖que‖era‖para‖sus‖clases‖o‖algo<‖no‖para‖esto.‖Me‖reí‖disimuladamente‖ante‖
el rostro varonil junto a mi nombre verdadero, peso y estatura. En realidad, lo
único que no era‖verdadero‖era‖la‖fotografía<‖y,‖a‖decir‖verdad,‖era‖yo, pero<‖en
una versión alterada. Incluso tenía el mismo género marcado.
—Espera, aquí dice que soy mujer.
Frunciendo el ceño, Jodi me lo arrebató de la mano, y, cuidadosamente, lo
guardó en una nueva billetera. —Como si fueran a revisar la M o la H. Bah. —Me
tendió la billetera, que debió haber sido otro regalo suyo—. Lo más probable es
que ni siquiera te la pidan.
—Cierto —murmuré, poniéndome de pie para comprobar cómo se sentía
tener guardada una billetera en mi bolsillo trasero. Mi nalga se retrajo en sorpresa
cuando la billetera se deslizó y se acomodó. Interesante. No era doloroso ni
cosquilloso ni nada, solo diferente.
—Y<‖guardé‖lo‖mejor‖para‖el‖final.‖—Jodi me arrojó un trozo de silicona de
color piel.
Lo atrapé cuando aterrizó en mi pecho antes de alejarlo y girarlo en todos
los ángulos posibles, estudiándolo. Parecía como una especie de embudo de goma.
—Eh<‖gracias.‖Pero<‖—La miré de reojo—. ¿Qué demonios es esto?
—Es una Go Girl.
—Disculpa, ¿una qué Girl?
Suspirando, puso los ojos en blanco y se acercó a zancadas para
arrancármelo de la mano. —Un dispositivo de micción femenino. Ya sabes, para
que puedas orinar de pie. —Demostrándolo, lo sostuvo contra su entrepierna de
modo que parecía como un consolador. Luego siseó y giró sus caderas como si
estuviera meando todo el piso.
Me hubiese reído —pues era completamente gracioso—, pero tenía el mal
presentimiento de que en realidad esa cosa era para que yo la usara.
—Umm<‖—Rasqué un costado de mi cabeza donde la peluca me dejó con
comezón—. No es una broma, ¿o sí?
Detuvo su acto de mear y se enderezó, quitando el dispositivo de micción de
sus partes. —¿Qué?‖ Solamente‖ pensé‖ que<‖ pasar{s‖ toda‖ la‖ noche‖ en‖ un‖ club‖
público y, tarde o temprano, tendrás que ir al baño. —Se encogió de hombros—.
Dado que estarás en tu disfraz de hombre, simplemente asumí que tendrás que
usar el baño de niños en vez del baño de niñas. Así no será sospechoso si te
atrapan‖sent{ndote‖para‖hacer‖del‖dos.‖Y‖mira<‖—lo alzó con orgullo—, incluso te
compré el de color caqui así parece más a un pene verdadero.
—¡Dios mío! —Me tapé los ojos con la mano—. Por favor, dime que no
vienen en colores diferentes.
—Mi favorito fue el de lavanda, pero pensé que no te serviría de mucha
ayuda si lo elegía.
—¡Locos! —Sacudí la cabeza, incapaz de creer que hablaba en serio.
—Mira. —Dobló el embudo de forma diferente—. Las reseñas decían que
era la mejor marca debido a que es más flexible para almacenar.
—Y<‖ son‖ tan‖ populares,‖ que‖ vienen‖ de todos los tipos —murmuré,
desconfiada. Por supuesto que venían de todos tipos—. ¿Cómo demonios nunca he
escuchado de un Go Girl?
—No sé. —Se encogió de hombros—. Quizá debe ser porque no te gusta
mucho ir de campamento ni a escalar.
O quizá debe ser porque me sentaba en cuclillas y me cernía, y esperaba que
lo que rozaba mi coño desnudo no fuera una serpiente ni una hoja envenenada
cada vez que meaba en el bosque. Como una chica normal.
Jodi parecía estar lastimada por mi reacción ante su regalo. Detestaba
lastimar sus sentimientos, y, además, fue muy lindo y considerado de su parte
pensar en mí, de modo que se lo quité de la mano con cautela y, con toda la
sinceridad que pude reunir, dije—: Gracias.
No tenía ni idea dónde pensaba que debía guardar la cosa cuando no
estuviera usándolo. ¿Pegarlo con cinta adhesiva en mi muslo o algo así? Ya tenía
un pene de imitación en mi ropa interior masculina. ¿Cuántas pollas de mentira
necesitaba?
Aunque mi compañera de piso sí planteó una buena pregunta. ¿Cómo
demonios debía usar los baños públicos cuando estuviera con la banda de un lado
para otro? Será mejor que el club Forbidden tuviera un urinario para cagar, era
todo lo que esperaba.

Veinticuatro horas más tarde, era hora de descubrirlo. Una vez más, me
arreglé‖como‖‚Sticks‛,‖dejé‖el‖Go‖Girl‖en‖casa‖y‖conduje‖hasta‖la‖dirección‖que‖me‖
envió Asher. Pasaron meses —a principio del verano o quizá a finales de
primavera—, desde la última vez que estuve aquí. Pero parecía familiar, así que
me estacioné y crucé la calle hacia la entrada.
El‖letrero‖decía‖que‖abrirían‖en‖media‖hora‖m{s‖y‖la‖luz‖que‖decía‖‚abierto‛‖
no estaba prendida, pero un portero ya se encontraba justo frente a las puertas
principales, de modo que di un golpecito al vidrio para atraer su atención.
Se giró y me frunció el ceño, así que le señalé que me abriera. Cuando me
rehusé a dejar de señalar con las manos, por fin abrió un poco la puerta y se
asomó.
—Todavía no abrimos.
—Sí,‖ lo‖ sé,‖ lamento‖ molestarlo,‖ pero<‖ soy‖ de‖ la‖ banda.‖ —Cuando se me
quedo mirando fijamente como si no tuviera idea de qué hablaba, cautelosamente
añadí—:‖ Ya‖ sabe<‖ Non-Castrato.‖ Se‖ supone‖ que‖ esta‖ noche‖ tocan,‖ y<‖ soy‖ de‖ la‖
banda. —Dios, se sentía genial decirlo—. Necesito entrar e instalar mi batería antes
de tocar.
—¿Identificación? —Estiró la mano con una mirada aburrida en su rostro.
—Uh<‖vale.‖—Recordándome que le debía un inmenso favor a Jodi por la
licencia de conducir falsa y la billetera, busqué a tientas en el bolsillo trasero y por
fin saqué la nueva y vigorizante billetera. Cuando se la mostré, me mordí el labio,
esperando que no notara la gran y deslumbrante M en el cuadro de género.
Apenas le echó un vistazo al pedazo de plástico antes de devolvérmelo y
estudiar una tabla sujetapapeles que tenía en la mano. —No estás en la lista.
Por un breve instante, mi corazón dejó de latir. La banda ya me rechazó, y
mi gran oportunidad para presentarme ante una audiencia terminó antes que
siquiera empezar. Abrí la boca, pero me llevó un segundo decir algo. —Oh<‖ sí.‖
Soy nuevo. Acabo de unirme esta semana.
Al tipo no pareció importarle. Y al parecer, todo lo que sabía decir era—: No
estás en la lista.
Enojo, miedo y preocupación me recorrieron. Decidí que el enojo se
adueñara por completo. Había llegado hasta aquí, me rehusaba a rendirme ahora.
—Mire. Debo entrar así puedo prepararme para nuestro actuación que nos están
pagando para proveerle a sus clientes. —Aguarden, ¿iban a pagarnos? Ni siquiera
pregunté y, honestamente, era lo último que tenía en mente. No importaba. El
punto era que—:‖Tengo‖que‖ir‖al‖escenario‖y<
—No‖est{s<
—¡En la lista! —exploté—. Sí, ya lo dijo. Muchas veces. Pero le juro que no
estoy mintiéndole. ¿No puede simplemente ir a buscar a otro miembro de la banda
para que venga y responda por mí?
—¿Vas a traerme problemas?
Apreté los dientes. —No si tan solo me dejara entrar.
Cuando dejó el marco de la puerta y dio un paso amenazador hacia mí,
tragué saliva y me alejé de él, de repente recordando que, cuando me veía, veía a
otro tipo. Probablemente no tenía problemas con usar sus puños y darme una
paliza.
Oh, demonios, no quería que me dieran una paliza la primera semana que
era un chico.
La puerta detrás de él volvió a abrirse. —¿Todo bien por aquí, Grim?
Echando un vistazo más allá del gigante frente a mí, noté a otro tipo
gigantesco en el marco, excepto que este era un tipo atractivo y no parecía ni de
cerca tan amenazador como Grim3<‖Dios,‖el‖nombre‖le‖sentaba de maravilla.
—Soy de la banda —me apresuré a decirle al tipo atractivo, antes de que el
idiota de enfrente lo despachara—. Tengo que entrar así puedo ayudar a instalar el
escenario antes de la apertura.
—Ah, ¿tú eres el nuevo baterista?
—¡Sí! —Le dediqué un gesto de agradecimiento antes de quedarme mirando
a Grim, que aún bloqueaba mi camino.
—Espera un segundo. Iré a buscar a Asher.

3 Grim también significa serio, ceñudo, etc.


Desapareció, la puerta volviendo a cerrarse detrás de él, de modo que una
vez más me hallaba a solas con el portero malhumorado, que se había cruzado de
brazos y continuó montando guardia al frente de la entrada del club.
—Irá a buscar a Asher. —No pude evitar burlarme con una sonrisita
petulante.
Grim respondió con un gruñido.
Segundos más tarde, Asher asomó la cabeza. Cuando me vio, la sorpresa
iluminó su rostro. —Ah, hola. Llegas temprano. Entra. —Cuando abrió más la
puerta, el tipo todavía inminente en mi camino se negó a moverse, así que Asher
dijo—: Grim, hermano, no pasa nada. Es parte de la banda. Lo lamento, creí que lo
puse en la lista.
—No hay ningún Remy Curran en la lista —le dijo Grim.
—¿Remy<? —Asher parpadeó con confusión antes de que sus ojos se
iluminaran con comprensión—. Oh, claro. Sí. —Me señaló—. Nunca supe tu
nombre verdadero, así que te puse en la lista como Sticks. —Luego le dio un
codazo a Grim—. ¿Podrías ser tan gentil de escribir Remy Curran al lado de Sticks?
Él puede entrar.
Grim no lucía muy feliz de hacerlo, pero asintió y se hizo a un lado a
regañadientes.
Asher me indicó que siguiera adelante, y finalmente fui admitida al interior
de Forbidden. Estaba tentada a sacarle la lengua y hacerle una trompetilla a Grim,
pero‖me‖contuve,‖porque‖las‖trompetillas‖no‖eran‖muy‖masculinas<o‖maduras.
—Lamento eso —me dijo Asher mientras me guiaba hacia el escenario—.
Grim es ex militar. No se aleja de las reglas. Nunca. Si Harper hubiera estado
trabajando en la puerta esta noche, no habría sido tan duro contigo.‖Aun‖así<me‖
sorprendiste. Ninguno de los otros miembros de la banda se aparece hasta que
abrimos.
Eso me hizo fruncir el ceño. —¿Qué pasa con acomodar todo?
—Oh. Yo suelo encargarme de eso.
Parpadeé. —¿Cada semana? ¿Tú solo?
—Sip. —Se encogió de hombros como si no fuera gran cosa mientras se
dirigía al escenario—. Pero ya que tú estás aquí, te dejaré encargarte de la batería.
—Seguro. —Trepando detrás de él, tuve que detenerme para mirar el lugar
con asombro, tratando de imaginar cómo luciría en una hora. Había estado aquí
arriba una vez, cantando karaoke, pero esto se sentía totalmente diferente. La
emoción pulsaba a través de mí.
¡Iba‖a‖tocar‖aquí<esta‖noche!‖En‖la‖batería.
—Así que ¿Remy es tu nombre verdadero?
Salté ante la pregunta y miré hacia Asher donde estaba arrodillado junto a
un amplificador y probando las cuerdas de su guitarra. Cuando mi mirada conectó
con la suya verde y curiosa, un pinchazo en mi estómago hizo que todas mis partes
de chica volvieran a la vida. —Um< sí.
Vaya, mírenme, con mi sorprendentemente extenso vocabulario alrededor
del niño bonito. Si no me reviso pronto, estaré babeando detrás de él después.
Sonrió, y por supuesto, tuve que tragar algo de baba. —¿Prefieres Sticks?
Me encogí de hombros. —Como sea. —Obligándome a decir más palabras,
pobremente agregué—: Cualquiera funciona.
Su risita hizo que mis hormonas gimotearan. Traté de ignorarlo y preparé
mi área, pero todo ya parecía estar casi en orden. Todo lo que tuve que hacer fue
bajar mi banco y acomodarme, mover los pedales un poco más cerca, reajustar el
tambor y mover unos centímetros los tambores pequeños. Así que me encontré
cerniéndome encima de Asher, preguntándole si necesitaba que hiciera algo más,
mientras alrededor de nosotros, en el suelo, otros trabajadores del bar se movían
por todos lados, preparándose para la apertura del club.
—Umm<‖ —Mordió su labio inferior mientras miraba el escenario—. De
hecho, creo que estamos listos. Usualmente soy el único que viene a preparar todo
así que llego aquí muy temprano, pero si quieres hacer un hábito de esto, puedo
mostrarte el armario de almacenamiento donde guardamos todo y cómo funciona
el sistema de sonido.
Traté de no observar como su labio se liberaba de sus dientes, pero era tan
locamente sexy, que tuve que aclarar mi garganta antes de decir. —Seguro. Eso
sería genial.
Tuve que moverme más cerca de él para ver mejor todas las funciones que
señaló, y hombre, el chico incluso olía maravilloso. No era justo.
Inhalando hondo, me mareé por la cantidad de veces que lo olí. Entonces
estornudó, y por Dios, incluso eso fue adorablemente sexy.
Cuando Asher detuvo su demostración, dije—: Esta es una organización
muy dulce. —Mi voz fue más aguda de lo normal, haciéndola sonar más femenina.
Usualmente tenía una ligera ronquera, un sonido rasposo de mis cuerdas
vocales que hacía que las personas por teléfono a menudo me confundieran con un
chico. Pero justo entonces, no soné para nada como uno. Lanzando una mirada
preocupada a mi derecha, me sentí aliviada cuando Asher no pareció notarlo.
Él sonrió con orgullo y dijo—: Gracias.
Estaba demasiado ocupada masticando mis preocupaciones; que me tomó
un momento darme cuenta de lo que decía. Finalmente, sacudí la cabeza. —Espera.
¿Acabas de decir gracias, como si tú hubieras montado esto?
Cuando asintió, aún sonriendo con orgullo, devolví mi atención al panel de
palancas y botones con nuevo asombro. —Impresionante. Yo pensé que pertenecía
al club.
—Oh, así es. —Lo miré, frunciendo el ceño con confusión, así que explicó—:
Cuando Pick, el dueño del club, me contrató, me dio vía libre para instalar
cualquier‖tipo‖de‖escenario‖y‖sistema‖de‖sonido‖que‖quisiera.‖Así‖que< lo hice.
Negué con la cabeza, incluso más perdida. —¿Tú trabajas<aquí?‖ —¿Eso
significaba que yo también trabajaba aquí? Mierda, ¿iba a tener que llenar formas
legales, como números de seguridad social y eso?
Una cosa era mentir por una noche para conseguir tocar la batería, pero
mentirle al gobierno, diablos. ¿En qué me había metido?
—Sí, es como una larga historia. Vine un día, tratando de rogar porque nos
dejaran tocar una noche, pero él‖solo‖necesitaba‖un‖bartender.‖Así‖que<hicimos‖un‖
trato. Trabajo en la barra las noches que no tocamos, y prácticamente me deja
construir cualquier cosa que quiera que tenga que ver con la música en este lugar.
Me‖da‖dos‖mil‖por‖los‖viernes,‖los‖cuales< reparto entre los cuatro miembros y se
los doy en efectivo. —Me envió una mueca de disculpa—. Lo siento, quinientos no
es mucho, pero<
—Oye, es más de lo que me han pagado antes por tocar —le dije, aliviada de
que obtuviera efectivo y emocionada porque ganaba algo de dinero.
Asher se rió. —Sí, esa era mi forma de pensar cuando nosotros empezamos.
—Palmeando mi hombro y asustándome cuando movió ligeramente mi pechera,
sonrió—. Creo que vas a encajar muy bien, Sticks.
Momentáneamente olvidé que necesitaba acomodar mi pecho falso. Pero en
serio, cuando Asher Hart me sonreía con tanta aprobación, la vida era perfecta.
Esta iba a ser una noche que no olvidaría jamás.
Traducido por AndryGomez
Corregido por Julie

—Buenas tardes, Ellamore. ¡Bienvenidos a Forbidden!


El saludo de Asher por el micrófono tenía una tonelada de fans gritando —
más que nada mujeres—, arremetiendo contra el escenario y sacudiendo los brazos
salvajemente. Sonreí desde mi pequeño banco seguro detrás de la batería mientras
Asher tuvo que saltar otros dos pasos en reversa para evitar que las manos largas
lo alcanzaran.
Su risa nerviosa hizo eco por el sistema de altavoz justo antes de que dijo—:
Es bueno también verlas a todas ustedes, señoritas, pero vamos a poner algo de
música, ¿quieren?
Las‖ mujeres‖ comenzaron‖ a‖corear‖ algo‖ que‖ sonó‖ como‖ ‚If‖ I‖ Knew‛‖ que‖ no‖
era un título de una canción que tocara Non-Castrato. Fruncí el ceño en confusión,
preguntándome de qué demonios hablaban.
Asher‖nos‖miró,‖gesticulando‖‚Counting‖Stars‛‖y‖luego‖levantó‖sus‖cejas‖en‖
mi dirección, dándome una señal de pulgares arriba.
No estaba nerviosa, usualmente no tenía problemas enfrente de multitudes.
Y con mi mascara puesta, no había siquiera un espasmo de ansiedad. Creo que mi
subconsciente sabía que si arruinaba algo, estaría bien porque nadie sabía que era
yo realmente. Pero el segundo en que Asher me mandó el pulgar en aprobación y
apoyo, haciéndome saber silenciosamente que lo haría bien, un tirón pequeño en
mi pulso volvió todo caótico dentro de mí.
Así que lo culpé completamente cuando tiré una maldita baqueta.
Cayó ruidosamente contra el suelo hueco del escenario con un resonante eco
que‖ causó‖ que‖ todos‖ mis‖ compañeros‖ de‖ banda‖ miraran‖ en‖ mi‖ dirección<‖ así‖
como también cerca de la mitad de la multitud.
Luchando por recuperar mi baqueta caída, me enderecé tan rápido que la
sangre corrió a mi cabeza, haciéndome sentir instantáneamente mareada. Pero di
una arrepentida sonrisa y sacudí ambas baquetas por encima de mí para hacerle
saber a todos que estaba bien. Todo iba bien aquí. No había razón en absoluto para
mírame asombrados como si fuera una idiota.
Asher se volteó al micrófono. —Creo que esa es mi seña para presentarles al
más nuevo miembro de nuestra banda. Todos, por favor denle a Sticks, el mejor
jodido baterista que escucharán, un poco de ánimo, ¿lo harían? —Sosteniendo las
manos en su boca, agregó más bajito—: Es su primera vez, así que sean amables
con él, por favor.
Algunas personas rieron, más animaron, pero hombre, la habitación me
alentó. Muy entusiasmada, sacudí las baquetas por encima de mi cabeza en
agradecimiento, luego las choqué cuatro veces para poner el ritmo de la canción, y
bum<‖toc{bamos‖un‖cover‖de‖una‖de‖mis‖canciones‖favoritas‖de‖One Republic. En
vivo. En frente de personas. Tomó todo un verso para que en realidad tocara, pero
cuando llegó mi entrada, lo conseguí.
Era<
Asombroso.
Mi sueño se hacía realidad. No podía dejar de sonreír, no podía dejar de
sentir la adrenalina, no podía dejar de tocar. Una vez que la canción terminó,
simplemente‖seguí,‖moviéndome‖directamente‖a‖la‖canción‖‚Ceilings‛.
Asher me miró con sorpresa. Luego rodó los ojos, como diciendo que lo
debía haber sabido, y sonrió antes de regresar para su primera línea. Su voz me
golpeó fuerte, y pareció vibrar por mis huesos, haciendo eco a lo largo de mi
columna vertebral y temblando hasta la punta de los dedos de mis pies.
Era nirvana pura. Mi paraíso.
Ni siquiera me di cuenta de cuantas canciones o cuánto tiempo pasó hasta
que Asher dijo que íbamos a ir a un rápido descanso. Es cuando repentinamente
me golpeó cuan empapada estaba dentro de mis ropas y mascara, del sudor que
vino por culpa del calor cayendo de las lámparas de arriba. Entonces me levanté;
mis piernas y la espalda dieron un grito de protesta debido a sentarme por mucho
tiempo.
Moviendo mis hombros y estirando las piernas una o dos veces, seguí a los
otros tres, saltando el lado del escenario y dentro de la multitud. No había
‚backstage‛‖así‖que‖fuimos‖saturados al instante, la mayoría de todos reuniéndose
alrededor de Asher para poner sus manos sobre él.
Apareció un hombre con una camiseta de Forbidden; el mismo sexy que me
había rescatado de Grim, el portero idiota, y trajo a Asher para dejarme entrar.
Ayudó a Asher a liberarse de las que se pegaban y luego abrió un camino para que
nosotros alcancemos el pasillo de atrás, donde nos guiaron a una habitación trasera
con un sillón, algunos casilleros y una pequeña cocina.
—Gracias, Quinn —le dijo Asher al hermoso gigante mientras pasaba la
parte trasera de su antebrazo sobre el brillante sudor en su frente—. Eres un
salvavidas.
La sonrisa de Quinn era adorable; sexy y dulce, todo en uno. —No hay
problema. Sin embargo, es mejor que regrese al bar. Cautivaron a la multitud esta
noche.
Mientras Asher lo despedía, Quinn comenzó a retirarse, solo para sentir mis
ojos sobre él o algo, porque miró en mi dirección.
Me dio un pequeño saludo de reconocimiento y dijo—: Buen trabajo,
sonaron geniales, chicos.
Cuando desapareció por la puerta, miré al sitio donde había estado y traté
de‖ no‖ suspirar.‖ Me‖ agradó‖ Quinn.‖ Había‖ algo‖ en‖ su‖ aura‖ que‖ me‖ hacía‖ sentir<‖
bien. Y segura. Además era guapo.
Es cuando Galloway me golpeó en el brazo. —Hombre, ¿te diste cuenta de
la pelirroja que nos mostró sus tetas? La de la ajustada blusa amarilla con escote
hasta su ombligo. Gritaba tu nombre.
Parpadeé hacia él, sin idea. —¿Eh?
Rodó los ojos. —Oh, sí, es cierto. No te gustan las chicas. Qué desperdicio.
—Volteó hacia Holden, que estaba limpiando las manchas de sudor en su camiseta,
directamente debajo de sus brazos—. Holden, la viste, ¿verdad? Voy a follarme a
esa perra esta noche.
Gemí en desaprobación y busqué a Asher con la mirada. No sabía por qué,
solo que siempre me encontraba buscándolo cuando estaba con él. No era grande
ni clásicamente lindo como su co-barman Quinn, pero mirar su esbelta estructura y
su rostro profundamente angulado causó la misma sensación en mí. Excepto que
no‖sentía‖seguridad‖cuando‖mis‖ojos‖estuvieron‖en‖él.‖Me‖sentí<‖no‖lo‖sé<‖retada,‖
un poco sin aliento, entusiasmada, como si estuviéramos parados en la orilla de un
acantilado y ya podía sentir la adrenalina quemando por mi sangre antes de que
incluso saltara.
Ignorándonos a todos, se inclinó para abrir un refrigerador miniatura y sacó
una botella de agua. Miré su trasero. No usaba sus pantalones ajustados, como un
montón de roqueros estos días —ejem, Galloway— pero el material ciertamente
apretaba bien su trasero perfecto cuando se agachó. Entonces se enderezó muy
pronto y regresó hacia nosotros antes de que pudiera cortar mi pequeña fiesta.
Me atrapó en el acto, pero en lugar de fruncir el ceño por estarlo mirando,
levantó su botella. —¿Necesitas una?
Sacudí la cabeza, aunque mi boca estaba seca como el aserrín. —En realidad,
necesito encontrar el retrete. —Lo que estaba temiendo. No tenía ganas de entrar al
baño de hombres en este lugar. ¿Por qué, oh por qué, tuve que reírme del Go Girl
de Jodi y no traerlo a propósito?
—Puedes usar el privado para trabajadores. —Hizo señas hacia una puerta
cercana, y por poco, lloré de alivio.
—Gracias. —Gracias, gracias, gracias.
Me apresuré a entrar en el pequeño cuarto, feliz de tenerlo todo para mí, y
pasé allí mi descanso. Todo el sudor que se había reunido dentro de mi mascara
me molestaba mucho, pero no caí en la tentación de sacarla para secarme rápido.
Tenía un mal presentimiento de que probablemente la pondría mal luego.
Una vez lavé mis manos y regresé con el resto del grupo, Galloway seguía
parloteando acerca de todas las diferentes mujeres con que sintió que podría
acostarse antes que la noche terminara mientras Holden lo escuchaba en silencio.
Asher se encontraba tirado en el sofá con su cabeza contra los cojines, sus ojos
cerrados, y dando golpes con los dedos y pies a un ritmo que solo él podía oír. Sus
labios se movían mientras cantaba para sí mismo.
Cuando cerré la puerta, sus pestañas se abrieron y sus ojos verdes me
evaluaron. —¿Cómo lo llevas? Has estado genial.
—Gracias. —Me encogí de hombros y me senté en la silla de al lado—. Y
estoy bien. Sintiendo la buena energía y listo para regresar ahí.
La emoción salía de mi voz, causando que él sonriera como un profesional
experimentado a su novato y posiblemente recordando su primera vez afuera.
—Entonces, tómame la palabra; toma todo el descanso que puedas ahora,
solo estamos a mitad de camino.
¿Ya estábamos a mitad de camino? ¡No! No podíamos estar tan cerca de
terminar. Todavía tenía mucha energía. Quería hacer esto por días. Y ya había
acabado con este descanso que parecía durar días.
Asher regresó a su tranquila meditación, o lo que sea que hacía, mientras
Gally seguía hablando acerca de su polla y a quien podría empujársela antes que
terminara la noche. Qué asqueroso. A su lado, Holden escuchaba su fanfarroneo.
Me moví impacientemente en mi silla, incapaz de sentarme quieta.
Por último, Asher con sus ojos aún cerrados, dijo—: Está bien, Sticks.
Regresaremos afuera.
Preguntándome por qué se dirigía solo a mí, miré en su dirección,
frunciendo el ceño. —¿Eh?
Se paró de una manera sexy que solo podía hacer un chico sexy, y me dio
una sonrisa. —Lo juro, tu entusiasmo es más ruidoso que el murmullo de Gally.
Galloway dejó de hablar y miró en nuestra dirección. —¿Qué me dijiste?
—Nada. —Asher giró sus dedos en círculos sobre su cabeza—. A ponerse en
marcha.
La segunda mitad de nuestra presentación pareció ir incluso más rápido que
la primera. Y cerca de la una menos cuarto de la mañana, cuando Asher les deseó a
todos buenas noches, seguía muy entusiasmada como para calmarme.
Amaba esto.
Siempre había anhelado la oportunidad; miré otras bandas en el escenario y
deseé poder hacerlo algún día, pero aun así no tenía idea, ni idea de que me daría
esta clase de‖subidón.‖Adem{s,‖les‖encantamos‖a‖las‖fans,‖lo‖que‖fue<‖guau.
Y demonios, me hizo amar a todos.
Tan rápido como bajamos del escenario, la mayoría de ellos rodeó a Asher,
pero algunos se abalanzaron sobre Galloway y Holden. Grité de sorpresa cuando
un par de brazos me envolvieron a mi alrededor y me apretaron fuertemente.
—Oh, por Dios, ¡Remy! —gritó Jodi en mi oído— ¡No puedo creer que lo
hiciste! Estuviste genial.
—Gracias. —Reí, y nos abrazamos de nuevo. Cuando la aparté, vi que
usaba una blusa ajustada amarilla con un escote en picada.
Dios, debí haber sabido que ella era la exhibicionista de la que Galloway
había estado hablando.
—Oh, mierda. ¿Tú eres la que me mostró las tetas? No puedo creerlo, ¿en
serio? Eso es como comprar un paquete de cohetes en una tienda de juegos
artificiales de segunda mano. Sabes que no vas a obtener nada de mí.
Jodi rió. —Lo sé, pero no pude evitarlo. Me quedé atrapada en el calor del
momento.
—No te preocupes, corazón. —Galloway se abrió paso entre las dos, puso
un brazo alrededor de los hombros de Jodi y le sonrió—. Los miembros heteros de
la banda seguro que apreciamos el espectáculo. Lindas tetas.
Jodi levantó sus finamente depiladas cejas. —Vaya, gracias.
—¡Ya lo creo! —Le dio una sonrisa—. Mi nombre es Billy. Billy Galloway.
Cuando Jodi levantó su mano para sacudir la suya, empujé sus dedos hacia
abajo. —No —mirando a Galloway, fruncí el ceño—, ella no quiere conocerte.
—Sí, quiero —dijo Jodi.
La ignoré y continué mirando al bajista. —Jodi es mi amiga. Tú permaneces
lejos. ¿Entendiste?
—¿Queee? —La inocente sonrisa de Gally no podría haber engañado ni a un
niño de seis meses de edad—. Solo me presenté a tu amiga.
—Y adivinando su talla de sostén —murmuré.
—Treinta y seis DD —recitó, y la boca de Jodi calló abierta.
—Guau, es bueno.
—Lo sé, ¿verdad? —se jactó Gally y preguntó—: ¿Quieres que te muestre
que tan bueno? —Justo después, Asher se nos unió.
Olvidando a Gally, Jodi se le quedó viendo boquiabierta, con sus ojos bien
abiertos al tiempo que me pegó en el brazo.
—Santa<‖mierda‖—susurró—. Asher Hart está parado justo ahí.
—Oh, por Dios —susurré—. ¿Tú también lo ves?
Asher soltó una risita. —Hola —dijo, extendiendo su mano hacia Jodi—. Tú
debes de ser la amiga de Remy.
Jodi gimoteó y sacudió su mano. Cuando siguió mirando y apretando fuerte
su mano sin decir nada, rodé los ojos.
—Esta es Jodi —dije—.‖ Es‖ mi‖ amiga‖ que<‖ normalmente‖ tiene‖ mejores‖
habilidades de comunicación que yo.
—Quiero sentarme en tu cara —soltó Jodi en español.
Aunque Asher pestañeó con confusión, obviamente sin entender, chillé—:
¡Jodi! —Incapaz de creer que acababa de pedirle sentarse en su cara, o que recordó
como pronunciar la frase correctamente, la miré boquiabierta con horror.
—¿Qué? —me preguntó inocentemente—. Puede decirme que no si no está
interesado.
Con otra risa, Asher se las arregló para extraer sus dedos de los de ella. —Tu
amigo aquí salvó nuestro trasero esta noche —dijo, obviamente sin tener idea de lo
que Jodi le había acabado de preguntar—. No sé lo que habríamos hecho si no
hubiéramos encontrado a Sticks. Tiene un gran talento.
—Oh, ¡lo sé! —Jodi enrolló su brazo por el mío y me jaló cerca con una
sonrisa orgullosa—. Remy ha tocado la batería desde que corríamos en pañales,
juntas. Ella es asombrosa.
Dejé de respirar mientras Asher parpadeaba. Cuando la pellizqué donde
nadie viera, Jodi saltó y soltó un gritito de alarma, con los ojos muy abiertos. —Me
refiero a él. Es asombroso.
—Demonios, chica. —La alejé para darle una mirada crítica—. ¿Cuánto has
tomado esta noche?
Jodi soltó una risa nerviosa, con sus ojos vidriosos de pánico. —Mucho —se
volteó hacia Asher y tragó—, obviamente.
Asher le sonrió pero así de rápido se volteó hacia mí. —Oye, cuando tengas
un segundo, quiero presentarte a mis compañeros de trabajo.
Me miraba directo, así que supuse que me hablaba a mí. Le devolví la
mirada, un poco desconfiada de conocer a mucha más gente con esta mascara. Era
un buen disfraz, pero no me preocupé mucho por la culpa penetrante que venía
con engañar a más gente.
Pero Asher seguía mirándome, y sus ojos verdes eran muy cautivadores.
Malditos hermosos ojos verdes.
Terminé asintiendo y diciendo—: Seguro. Está bien. Cuando sea. —Así que
comenzó a guiarme hacia el bar, y creo que cuando sea era justo entonces. Mierda.
Traducido por *~ Vero ~*
Corregido por Valentine Rose

No sé cuántas veces nos detuvieron fans que querían abrazar a Asher,


besarlo o simplemente tocar su camisa. Algunas fueron muy reacias a hacer
realidad el contacto, pero aun así se acercaban lo más cerca que se atrevían y
hacían parecer nuestro camino a la barra como la maratón de Boston.
En su mayoría, Asher fue vago y distante con todo el mundo, sonriendo
junto a ellas y luego colocándolas a un brazo de distancia una vez que dejaba que
lo abrazaran.
Estábamos a solo un metro y medio de nuestro destino cuando una linda
rubia se abrió paso entre la multitud para llegar a él, chillando—: ¡Asher!
En su rostro apareció la sonrisa más grande y la llevó a sus brazos, besando
el costado de su cabeza.
No tengo ni idea de por qué me molestó. Apenas conocía al tipo, y sentirme
muy posesiva con alguien porque pensaba que era atractivo, sin duda, no era mi
estilo. Demonios, ni siquiera había parpadeado cuando las admiradoras besaron
con lengua a Fisher justo en frente de mí... estando comprometida con él. Sin
embargo, el impulso de alejar a la rubia de Asher, jalándola por su lindo cabello,
me golpeó fuerte.
Tal vez se debía a que Asher parecía contento cuando la miraba. Me gustaba
más cuando me sonreía a mí por la mierda que yo decía. —Hola, preciosa —dijo en
su oído por encima del ruido—. Gracias por venir esta noche.
Intentaba mentalmente no dedicarle miradas quisquillosas a su novia, pero,
maldita sea, cuando la giró hacia mí, no le encontré ni un solo defecto.
Ay, qué alegría, pensé. Iba a ser presentada al espécimen perfecto.
—Sticks, ella es Caroline.
Alcé una ceja cuando me le quedé mirando. —¿La razón por la que tocamos
‚Sweet Caroline‛ esta noche? Dos veces.
Me devolvió la sonrisa. —La misma.
La miré, abrí la boca para mentir y decirle lo encantada que me encontraba
de conocerla cuando alguien nos gritó—: Vale, hijo de puta. Suficiente tiempo de
besitos y abracitos. Aparta las manos. ¡Ahora!
Eché un vistazo para alcanzar avistar un hombre detrás del bar dándole su
dedo medio a Asher.
Curiosa de la razón de su enfado, le pregunté—: ¿Quién es ese?
La sonrisa de Asher creció a tiempo que Caroline se alejaba de él. —El
marido de Caroline.
Mis cejas se alzaron por la sorpresa, y, sí, una pequeña bola de alivio brotó
en mis entrañas. Después de observar a Caroline ir hasta el bar para besar al
hombre que todavía le hacía gestos a Asher, lo miré, frunciendo el ceño. —¿Así que
coqueteabas con ella porque...?
Se rió entre dientes. —Porque es divertidísimo fastidiar a Ten. En serio,
deberías probarlo.
Me dio un codazo incitándome a avanzar hasta que me hallaba donde había
estado Caroline, pues esta ya se alejaba para ir a hablar con una morena y una
pelirroja a unos cinco metros al final de la barra.
—Así que esa es tu mujer, ¿eh? —pregunté, mirando al chico que Asher
había llamado Ten. Cuando me encontré con su mirada, me sorprendió ver la
mitad de su cara llena de cicatrices. Auch.
Al mirar con nostalgia a Caroline, asintió. —Lo sé, ¿verdad? Soy un
bastardo con suerte.
Solté un silbido por lo bajo. —Digo, porque, mierda... tiene un hermoso
culo. Apuesto que todos los hombres aquí darían su huevo izquierdo para tocar
eso.
La sonrisa de Ten murió al instante. —¿Qué dijiste, hijo de puta?
Con una risita, le di un codazo a Asher en el brazo. —Vale. Eso fue
divertido.
Se ahogó con el agua que había estado tomando de una botella, y acabó
escupiendo un poco sobre la encimera.
Cuando se echó a reír, Ten me señaló y exigió—: ¿Quién carajos es este
idiota?
—Ten, conoce a Sticks. El nuevo miembro de la banda. Es nuestro baterista.
—Me parece un baterista muerto.
—Oh, déjalo en paz —le dijo Asher tranquilamente mientras tomaba una
servilleta y limpiaba el lío—. Le dije que te haga enojar.
Pero Ten ya se encontraba saltando la barra con dirección a mí, viéndose
decidido a mutilarme.
Mierda. Me tambaleé, retrocediendo, mis ojos grandes con preocupación. Es
que, diablos, una noche en público, y dos tipos ya habían amenazado con patearme
el culo.
¿Eran los hombres siempre tan golpeadores?
Asher alzó una mano y se interpuso entre nosotros. —Relájate —ordenó
con voz áspera—. Sticks es gay. No irá a por Caroline.
Ten se detuvo de golpe y le dedicó a Asher una mirada incrédula antes de
que se volviera hacia mí y me mirara con los ojos entrecerrados, sospechosamente.
—No sonaba muy gay con la mierda que dijo de ella.
Alcé las manos. —Lo soy. Créeme. Creo que eres más ardiente que tu
esposa. Lo juro por Dios. —Y solo porque había sido divertido sacarlo de quicio,
miré a su esposa y me encogí de hombros—. Digo, claro, tiene un trasero lindo y
todo —la forma y el tamaño perfecto para poner a una chica como yo completamente
celosa—, pero prefiero ver lo que está detrás de tu cremallera.
Giré para enviar una mirada significativa a la parte delantera de sus
pantalones, y me di cuenta, eh, el tipo sí lucía un bulto de buen tamaño. Quizá Jodi
había estado en lo cierto cuando hizo mis bragas de hombre.
Lista para Ten se pusiera todo homofóbico y me diga que me alejara de él,
me sorprendió cuando se limitó a sonreír. —Diablos, claro que te gustaría saber. —
Señaló su bragueta—. Éste mismísimo pena es única en su clase y de clasificación
perfecta.
—Ay, cielos —murmuró Asher.
Ten enarcó una ceja y lo desafió con la mirada. —¿Qué? Caroline no puede
mantener sus manos alejadas. Ni su boca. A su coño le encanta también. —Luego
por fin retomó su atención a mí—. Y tú... ni siquiera te acerques a él, muchacho
gay.
Finalmente consiguiendo la respuesta que buscaba, sonreí y le guiñé un ojo.
Frunció el ceño aún más. Pero una fracción de segundo después, una nueva
sonrisa apareció en su rostro. Codeándome, preguntó—: Crees que soy más
ardiente que Hart, ¿no? Vamos, puedes admitirlo.
—Ehh... —No tenía intención que Asher supiera qué tan atraída me sentía
por él, pero la mirada incrédula que le dediqué a Ten como que me delató. Así que,
dado que ya lo había arruinado, tan solo seguí la corriente y tranquilamente
respondí—: Yo no iría tan lejos.
No era mi intención hacer que Asher se sintiera incómodo, pero es que no
podía mentir respecto a ese tema. Demasiado temerosa de mirarlo y comprobar su
expresión, me centré en mirar a Ten con el ceño fruncido por ponerme en esta
posición.
—Como sea. Sin duda tengo mejor culo que él. —Dio la vuelta para dejarme
ver su trasero.
Miré. O sea, ¿cómo no iba a hacerlo? Un chico atractivo intencionalmente
me mostraba sus pompis envueltas en un vaquero, y, sí, sin duda alguna tenía algo
interesante allí. Pero incluso con la buena curvatura que tenía Ten, algo tenían las
apretadas, pequeñas y lindas nalgas de acero de Asher, enmarcados dentro de sus
estrechas caderas, que me atraía más.
De modo que le respondí—: No. En realidad, no.
Ten frunció el ceño. —Ah, como sea. Apestas.
A mi lado, Asher estalló en carcajadas. Era una de esas risas de cuerpo
entero, donde uno tenía que echar la cabeza hacia atrás para permitir que saliera
todo el sonido. Más que aliviada de que no estuviera molesto por las cosas que
acababa de decir de él, le sonreí.
Me devolvió la sonrisa y me dio un golpecito en el brazo. —Venga. Te
presentaré al resto de los chicos. No te preocupes, no son tan... Ten.
—Lo que significa que dan lástima —dijo Ten cuando volvió a saltar la
barra, posicionándose detrás de esta y dirigiéndose a un cliente en espera.
Nos encaminamos hacia al otro extremo de la barra, donde había un grupo
de parejas reunidas y Caroline incluida, a quien odiaba mucho menos ahora que
sabía que no era la novia de Asher.
—Chicos. —Hizo un gesto con la mano, atrayendo la atención de casi media
docena de personas—. Él es Sticks, el nuevo baterista. Pensé en presentarles los
nuevos miembros de la banda de ahora en adelante, en caso de que resulten estar
relacionados con alguien.
Le eché un vistazo por ese comentario extraño, pero hizo que los otros se
rieran.
Y comenzó a señalar. —Ellos son Mason y Reese. Mason también trabaja
aquí, pero es su noche libre. Lo mismo con Knox ahí. Y esa adorable criatura a su
lado es Felicity, que es camarera aquí. Caroline, ya la has conocido. Faltan tres
mujeres más, Eva, Zoey y Aspen, que esta noche optaron por quedarse en casa con
los niños. Pero creo que Pick está por ahí...
Echó un vistazo hacia la apertura del pasillo al fondo antes que una voz
sonara desde nuestra izquierda, diciendo—: Aquí mismo.
Asher y yo giramos, y me encontré con un atractivo hombre sonriéndome
con un anillo de labio y una ceja perforada.
—Sticks, él es Pick, mi... —Asher vaciló un segundo, y se agarró un mechón
de cabello como si de repente estuviera incómodo, pero luego terminó con—: El,
eh, el dueño de Forbidden.
Un breve destello de decepción cruzó por el rostro de Pick antes que
sonriera forzosamente.
Le tendí la mano, diciendo—: Encantado de conocerte. Tienes un increíble
local.
No sé muy bien por qué me di la mano con él y no con ninguno de los otros,
quizá fue porque era el jefe de Asher, quizá porque parecía que me prestaba más
atención que los demás o tal vez tenía algo que ver en la forma en que Asher
reaccionó ante él, pero se sentía como si necesitara más... No sé, ¿atención?
¿Respeto?
Algo rígido e incómodo emanaba de Asher mientras Pick me agradecía y me
decía que había hecho un buen espectáculo. Tras eso, Asher me dio unos golpecitos
en el brazo para alejar mi atención de su jefe. —Y él es Noel. El otro camarero que
está de turno es Quinn, a quien ya conociste temprano.
Arrancada de Pick, asentí a Noel, que respondió con un asentimiento. Quinn
se encontraba al otro extremo de la barra frente a una licuadora haciendo lo que
parecía, ay Dios... piña colada. Moriría por una ahora mismo. Entonces Quinn le
puso un diminuto paragua, junto con una rebanada de piña y una cereza, y casi
solté un gemido.
Las piñas coladas eran mi vicio.
Estaba a punto de imitar a Jimmy Buffett y empezar a cantar sobre hacer el
amor a la medianoche y quedar atrapados en la lluvia, cuando Asher le dijo a
Noel—: Oye, hermano. ¿Podrías tráeme una cerveza Angry Orchard? —Y, mierda,
de repente me acordé que, si iba a beber algo, no podía ser una bebida femenina
como la piña colada.
¿O sí?
No, probablemente no.
—Se acabó —gritó Noel mientras llenaba una jarra con cerveza Miller Lite
del grifo.
Asher frunció el ceño. —¿Hablas en serio o simplemente estás jugando
conmigo?
—No hay detrás del mostrador. Si deseas ir al depósito y ver si puedes abrir
un cajón con unas no tan frías, adelante.
—Claro, puedo hacerlo. —Asher llevó su atención hacia mí—. Oye, Remy,
¿quieres una?
Nunca antes habría probado la marca, y no era una admiradora del licor de
malta, pero no podía beber una piña colada, y, por alguna extraña razón, no podía
decirle que no, así que me encogí de hombros. —Claro.
—¿Remy? —repitió Ten con el ceño fruncido cuando Asher se alejó. Me
sobresalté, sorprendida que hubiera aparecido de la nada atrás del mostrador.
Girando hacia él, trasladé mi mirada del perfecto culo de Asher hacia los ojos color
avellana de Ten.
—¿Hmm? Lo siento, ¿qué?
Me frunció el ceño, llevó su atención hacia un Asher caminando y luego de
regreso a mí. —Acaba de llamarte Remy.
—Sí... —respondí lentamente—. A lo mejor porque ese es mi nombre.
Justo cuando dije eso, Jodi apareció a mi lado y colgó su brazo sobre mi
hombro. —Oye, puta. ¿Qué pediste para mí?
—Vaya, vaya, vaya —murmuró Ten a sabiendas—, pero si no es Jodi.
Jodi se giró hacia él, apareciendo inmediatamente una calidez interesada en
su mirada. —¡Oh! Hola, Ten —ronroneó en su voz más seductora.
La inquietud se agitó a través de mi estómago, pero maldita sea. Si Jodi
conocía a Ten, lo más probable es que durmieron juntos. Mierda.
Los señalé a ambos con el dedo. —Ustedes dos... ¿se conocen?
Conforme rogaba en silencio que dijeran que no, Jodi se lamió los labios y
paseó su mirada por la camisa negra ajustada de Ten. —No tan bien como me
hubiera gustado.
Los ojos de Ten se estrecharon ligeramente. —Más bien como nunca lo harás,
quieres decir. Estoy casado ahora.
La sonrisa de Jodi se extendió lentamente. —Oye, no hay problema. No me
importa si la esposa observa. —Se acercó más y bajó la voz—. De hecho, soy mejor
cuando doy un espectáculo.
—Vale, cálmate, mujer. —Agarré su brazo y la jalé hacia atrás, lejos del
camarero casado—. Intenta mantener tus manos lejos de los amigos de mis nuevos
compañeros de banda, y en especial los casados, por favor.
Resopló y me frunció el ceño. —Hablando de compañeros de banda, ese hijo
de puta Billy Galloway se niega a devolverme mis briagas.
Me la quedé mirando con confusión, momentáneamente desorientada a qué
se refería antes de ladeara la cabeza y le preguntara—: ¿Cómo demonios consiguió
tu ropa interior?
Arqueó las cejas. —¿Cómo crees, puta?
Mi boca se abrió. —¡Dios mío! ¿Tuviste sexo con él? ¿Ahora? Pero... tú<‖
cómo... Santo cielo, acabas de conocerlo. Y solo te fuiste cinco minutos.
Se encogió de hombros. —¿Qué puedo decir? Apuntó en el lugar correcto.
No me tomó mucho tiempo. —Entonces se detuvo, con los ojos cada vez más
grandes—. Ay, mierda. No lo querías para ti, ¿verdad?
—¡¿Qué?! Uff, no. —Arrugando la nariz con disgusto, negué con la cabeza,
tratando de negar lo que me decía, pero... no. No quería que tuviera cualquier tipo
de conocimiento carnal de ninguno de mis compañeros de banda. En especial ese.
—Así que... ¿no te importa que yo...?
Cuando alzó las cejas, suspiré. —Es un poquito tarde preguntarme ahora,
pero‖no<‖supongo‖que‖no.‖Es‖solo‖que‖no‖puedo‖creer‖que‖realmente‖lo‖desearas.‖
—Él era asqueroso.
Con un encogimiento de hombros, se echó el pelo para atrás y empezó a
escanear las multitudes de nuevo. —¿Por qué no habría de agarrármelo? Es como
una versión masculina de mí.
Sí, claro. Sabiduría promiscua... bueno, tal vez. Pero aparte de eso, Gally era
un imbécil intolerante que no se preocupaba por nadie más que su polla. Jodi era
una chica divertida que a veces, o muchas veces, no pensaba las cosas ni
consideraba los sentimientos de otras personas, pero por debajo de eso, tenía un
buen corazón y nunca se proponía herir deliberadamente a nadie. O quizá siempre
la excusaba pues, para mí, al conocerla mucho tiempo, era más como una hermana
menor que una amiga. Lo más probable es que podría ponerme anteojeras ante sus
defectos, la perdonaba con demasiada facilidad, y me ponía un poco a la defensiva
cuando alguien intentaba maltratarla.
—¡Oh! Ahí está. —Se puso de puntitas y examinó la multitud antes de
decir—: Aparte eran mis favoritas. Discúlpame. Tengo que recuperar mi ropa
interior. —Y volvió a irse.
Me quedé boquiabierta mirando el lugar donde había estado de pie, aún
aturdida de que ya se hubiese tirado a uno de mis malditos compañeros de banda.
De repente, Ten golpeó la parte superior de la barra y luego me señaló.
—Remy —casi gritó. Luego señaló a Jodi—. Jodi, Remy. Remy, Jodi. ¡Santa
mierda! —Sus ojos se agrandaron y me señaló. Luego se inclinó hacia mí y siseó—:
Eres tú. Eres... —Su mirada me recorrió—. Cielos, ahora entiendo por qué le envías
esos largos mensajes de texto a Hart. No eres un tipo. ¡Eres una maldita chica!
Traducido por Daniela Agrafojo & Beatrix
Corregido por Valentine Rose

—¿Qué? —De inmediato miré alrededor para ver quién lo había oído, pero,
por fortuna, nadie nos prestaba atención. Me giré de nuevo hacia el hombre con
amplios ojos que seguía observando mi pecho y entornando los ojos—.‖¿Cómo<?‖
¿Qué<?
Se inclinó hacia adelante. —Increíble.‖¿Qué‖hiciste‖con‖tus‖tetas<?
Golpeé una mano en frente de su cara para desviar su atención de mi pecho.
—¿Podrías parar? No soy una chica.
Negarlo no tenía sentido, por lo que no sé por qué lo hice. Había planeado
decirle a Asher, a Galloway y‖a‖Holden‖después‖de‖esta‖noche‖lo‖que‖yo‖era<‖o‖
m{s‖ bien‖ lo‖ que‖ no‖ era.‖ No‖ había‖ necesidad‖ de‖ alargarlo‖ m{s,‖ pero<‖ pensé‖ que‖
sería más respetuoso decirle a la banda cara a cara en lugar de dejar que Asher lo
descubriera por su cuenta.
Hasta este momento, no sentí ningún remordimiento por lo que hice. Vi una
meta (aunque meta era una declaración menor para el impío deseo que tenía por
estar en su banda), luego divisé los obstáculos en mi camino e hice lo necesario
para conseguir mi objetivo. ¿Y la mentirita por omisión que tuve que decir? Pfff.
Esos idiotas se la merecían por no haber escuchado siquiera mi audición. En
realidad, me entusiasmaba el momento de revelar mi verdadera‖identidad<‖hasta‖
ahora.
Gally<‖sí,‖todavía‖no‖me‖importaba‖si‖lo‖engañaba.‖A‖mi‖parecer‖había‖sido‖
un‖completo‖idiota‖y‖lo‖seguía‖siendo.‖Heat<‖de‖acuerdo,‖no‖lo‖conocía‖lo‖bastante‖
como‖para‖preocuparme‖por‖sus‖sentimientos.‖Pero‖Asher<‖había‖sido‖amable y
decente conmigo —eh, con Sticks, al menos— y mientras más aprendía de él, más
lo admiraba como músico y como persona.
Él‖era<‖diferente. Y vale, de acuerdo, quizá su nivel de atracción afectaba
algunos‖ de‖ mis‖ procesos‖ de‖ pensamientos,‖ pero‖ aun‖ así<‖ me preocupaba un
poquito la forma que le había mentido.
—Sí, sin duda eres una chica —insistió Ten, arrastrándome al asunto entre
manos: un atractivo y casado barman, con cicatrices que, de algún modo, sabía
demasiado—. Eres la chica de la camiseta de Incubus.
—No,‖yo<‖espera, ¿qué? —Arrugando la nariz, fruncí el ceño, confundida—.
¿Quién es la chica de la camiseta de Incubus?
—Pues‖ya‖sabes<‖—Ten meneó un dedo—, la chica a la cual Asher escribió
una canción, esa que vino aquí y cantó en el karaoke con la camiseta de Incubus y
lo dejó completamente loco.
Sacudiendo la cabeza, pregunté—: En serio, ¿tomas un chupito por cada
trago que sirves? Porque creo que estás borracho, hermano. Lo que dices no tiene
sentido.
—No estoy borracho, y tú eres una maldita chica —insistió—. Yo estaba
aquí,‖trabajando‖con‖Hart‖la‖noche‖que‖viniste‖y‖cantaste‖‚All‖About‖that‖Bass‛<‖
con Jodi. Me encontraba de pie a su lado cuando declaró que, algún día, ibas a ser
la madre de sus hijos y toda esa basura romántica. Luego observé todas sus dulces
esperanzas y sueños estrellarse e incendiarse cuando saltaste del escenario y te
besaste con otro tipo.
Me le quedé mirando boquiabierta. Pero, en serio, ¿cómo demonios sabía
que canté esa canción‖ aquí<‖ con‖ Jodi? Y, cielos, ¿todavía seguía con Fisher? No
podía recordarlo.
—¿Qué diablos? —murmuré, confundida y curiosa por saber qué hablaba
exactamente.
Sonrió y señaló mi pecho plano. —En serio, no estoy seguro de por qué
sentiste la necesidad de disfrazarte y unirte a su banda para llamar su atención.
Todo lo que tienes que hacer es decirle quién eres. Lo juro por Dios, todavía te
busca cada sábado por la noche. Si quieres al hombre, ya es tuyo.
—No<‖no‖tengo‖idea‖de‖lo‖que‖hablas. Y no soy una chica.
Con una risita, me retó—: Sí, claro, y seguro no le miraste el culo a nuestro
Hart cuando se alejó hace un minuto.
Tartamudeé un segundo antes de espetar—: Porque soy gay.
—O una chica.
—Escucha, idiota. —Lo apunté, pero agarró mi dedo y giró mi muñeca para
examinar mi palma.
—Sip —dijo más para sí mismo—. Definitivamente es una mano de chica.
La alejé de golpe. —¡Oye!‖No<
—Oye, no te preocupes. No se lo diré.
Eso atrajo mi sorpresa. Me enderecé y parpadeé. —¿Eh?
—Así es como lo veo. Ese maldito me debe una. Él sabía que la única chica
de la cual debía permanecer alejado se escabullía en mi cuarto para follarme sin
descanso sin que supiera que era ella, y no dijo nada. Así que no me siento obligado
en lo más mínimo a avisarle que la chica de sus sueños es, en realidad, el nuevo
baterista de su banda, fingiendo ser gay, lo que todavía me confunde. Repito: ¿por
qué haces eso?
—El<‖espera,‖retrocede.‖¿Por‖qué‖sigues‖diciendo‖que‖ ella es la chica de sus
sueños?‖¿Y‖a‖qué‖demonios‖te‖refieres‖cuando‖hablas‖de‖una<‖canción?
—Mierda. —Se me quedó mirando como si estuviera loca—. ¿En verdad no
lo sabes?
Fruncí el ceño, más que irritada. —Si lo supiera, ¿crees que estaría
preguntándote de qué diablos hablas?
—Cielos, eres atrevida. ¿No has escuchado la canción que escribió para ti?
—No. —Sacudí la cabeza estúpidamente—. ¿Podrías comenzar a decir cosas
que tengan sentido antes de que me des una maldita jaqueca? ¿Qué canción?
Ten sonrió de pronto. —Ah, me agradas. Serás buena para él.
—Ten —gruñí, harta de la conversación porque en realidad ya me estaba
dando una jaqueca.
Soltando un suspiro, explicó—: Escribió una canción sobre ti, ya sabes,
cuando te vio cantando aquí en el karaoke con Jodi. Cielos, eres parte de la banda
ahora, ¿por qué no sabes de la canción?
—Ay, no lo sé, tal vez porque estás hablando pura mierda. No existe esa
canción. Créeme, estoy familiarizada con todas las canciones de Non-Castrato.
—No. De verdad no creo que lo estés. Deberías buscarla. —Abrí la boca para
discutir algo más, pero se enderezó y echó un vistazo por encima de mi hombro—.
Ya viene.
—¿Qué? —Miré hacia atrás y casi me meé en los pantalones cuando noté a
Asher casi muy cerca de nosotros, cargando una caja de alcohol. Situó la caja sobre
el mostrador y extrajo dos botellas antes de decirle a Ten que hiciera algo con el
resto. Luego les quitó las tapas a ambas y me pasó una.
—Por nuestra mejor actuación hasta ahora —brindó.
La calidez fluyó por mi cuerpo, haciéndome olvidar de Ten y lo que
acabábamos de discutir. ¿Esta noche había sido la mejor actuación de la banda?
Ay, Dios, me encantaba escuchar eso.
Choqué suavemente el cuello de mi botella contra la suya y tomé un
tentativo sorbo, solo para elevar mis cejas con sorpresa. —Santa mierda. Esto ni
siquiera está mal.
Asher se rió. —Lo sé. Me he vuelto adicto a ellas.
Se deslizó en un taburete vacío y señaló el asiento vacío junto a él. Busqué a
Jodi,‖y‖la‖encontré‖a‖la‖distancia‖en‖una‖mesa‖con‖Galloway<‖sentada‖en‖su‖regazo‖
mientras este metía la lengua en su garganta. Qué asco. No tenía la certeza de
dónde había desaparecido Holden, o si siquiera seguía en el lugar. Ya que no
conocía a nadie más y no se me ocurría una buena razón para rechazar la
invitación de Asher, me senté en el taburete junto a él, pese a que se sintió como si
estuviera engañándolo para jugar a los amigos así.
—¿Por cuánto tiempo has estado tocando? —preguntó, devolviendo mi
atención a él. Me gustaban sus manos; dedos largos y delgados de músico, y que
siempre las mantenía ocupadas, así como la forma en que giraba ociosamente su
botella sobre el mostrador en el charco de su propia condensación. Era como si
tuviera este exceso de energía dentro de él y tuviera que usar sus dedos para
gastarla.
Un temblor y un rastro cálido de lujuria me atravesó, imaginando maneras
mucho más productivas en las que podría usar sus dedos.
Dios, era horrible. Concéntrate, Remy. Te hizo una pregunta.
Me encogí de hombros. —Desde que tengo memoria. Crecí siendo vecina de
los papás de Jodi, y eran dueños de una tienda de música; no un lugar que
vendiera discos o CDs, sino una verdadera tienda de música que tenía pianos,
clarinetes, flautas, guitarras y esas cosas. Siempre escuchaban la música más genial
de los ochentas cada vez que iba. Mi familia no escuchaba nada más que música
mariachi, así que cuando visitaba la casa de los Maleskys, era como un mundo
totalmente nuevo y emocionante.
—Y asumo que es donde compraste tu primer set de batería.
Le guiñé el ojo. —Así es.
Cuando sonrió, lo señalé con la barbilla. —¿Qué hay de ti?
—Oh<‖—Se encogió de hombros y raspó la etiqueta de su botella—. No lo
sé. Siempre me ha gustado cantar. Creo que fue lo único que me ayudaba a
sentirme acompañado de niño. Y luego, cuando me mudé con mi tío a los siete
años,‖ casi‖ nunca‖ pasaba‖ en‖ casa,‖ así‖ que<‖ —Su hombro se elevó de nuevo,
indicándome que no se sentía muy cómodo al compartir su historia. Pero aun así
siguió hablando—. Encontré una vieja guitarra en su armario un día. Tenía el
folleto de instrucciones con ella, y eso fue todo.
Me quedé mirándole por unos cinco segundos antes de decir—: Espera,
¿aprendiste solo a tocar?
Una adorable expresión triste pasó por su rostro. —Tenía bastante tiempo
libre para practicar.
Todavía me sentía asombrada, y estoy segura de que mi boca abierta lo
evidenciaba. —No bromees. ¿Aprendiste solo a tocar la guitarra?
Terminó lo último de su cerveza Angry Orchard de un largo trago, y luego
soltó un profundo suspiro mientras golpeteaba la botella contra la barra y le hacía
un gesto a Noel de que quería otra.
Cuando giró hacia mí, pude darme cuenta que, sin lugar a dudas, iba a
cambiar el tema.
Eso me intrigaba. El vocalista de una banda que no le interesaba hablar de sí
mismo. Era extraño. Y no solo eso, parecía que le avergonzaba más que me
impresionaran sus habilidades de autoaprendizaje en vez de estar orgulloso. Fisher
habría estado devorando cualquier alabanza que le hubiesen dado y asegurándose
de que supiera toda la historia detrás de su grandeza.
No es que estuviera comparándolos. No había razón para ello, más que, ya
sabes, ambos fueran cantantes de una banda.
Aun así, me gustaba más la humildad que tenía sobre sus cualidades.
—Así que, ¿cuál es tu banda favorita? —preguntó, casi haciéndome sonreír,
pues había sido capaz de leerlo lo suficiente para saber que alejaría la conversación
de él.
Resoplé e hice una mueca. —Como si pudiera reducirlo a un solo grupo.
Se rió. —Lo sé, ¿cierto?
—Pero‖ si‖ tuviera‖ que‖ decir,‖ digamos<‖ mi‖ top‖ diez‖ o‖ algo‖ así‖ —continué,
curiosa de si tenía gustos similares—, serían: Metallica, Pink Floyd, Led Zeppeling,
Tom Pretty and the Heartbreakers, The Stones, Incubus, Rush<‖pero‖solo‖por‖Neil‖
Peart.
Asher sonrió y asintió. —El baterista. Por supuesto.
Sentí mis propios labios curvarse con diversión y seguí mi lista. —Los
Beatles,‖Jimi‖Hendrix,‖Joan‖Jett,‖Heart,‖The‖Bangles<
Ahogándose con el trago que acababa de beber, Asher estalló en carcajadas.
—¿The Bangles?
—¿Qué? —Le fruncí el ceño por reírse de mis Bangles.
Movió una mano. —Nada. Es que no esperaba una banda de punk enlistada
con todos los grupos de rock que nombrabas.
—Oye,‖ ellos‖ eran‖ rock<‖ m{s‖ o menos. —Luego me encogí de hombros—.
Salieron‖ con‖ ‚Walk‖ Like‖ a‖ Egyptian‛‖ —discutí mi punto—. La canción es
divertidísima‖ para‖ tocarla‖ en‖ batería.‖ Para‖ mí,‖ est{‖ justo‖ en‖ la‖ cima‖ con‖ ‚Hot for
Teacher‛,‖‚Enter‖Sandman‛ y‖‚Tom‖Sawyer‛.
Había más bandas de chicas que amaba, pero no quería delatar mi género al
enlistar demasiadas, así que apenas observé a Asher seguir riéndose.
—Créeme. No estoy despreciando tus elecciones. Concuerdo con todas. Y
oye, he sido conocido por escuchar a Katy Perry y a Taylor Swift con lo mejor de
ellas, así que no te preocupes por géneros musicales conmigo.
—Hermano —me incliné más cerca—, yo no iría difundiendo eso con
Galloway.‖No‖creo‖que‖él‖sea‖tan<
—Sí —alzó la mano para indicarme que mi advertencia no era necesaria—,
lo sé. —Luego se encogió de hombros despreocupadamente—. Es solo que me
gustan todos los géneros de música. Mientras tenga un buen ritmo, letras geniales
y resuene en mis huesos, me gustan.
Asentí respetuosamente. —Entiendo. —No le dije que yo era bastante
parecida. Country, rap, alternativa, hip hop, clásica; simplemente amaba la música.
—Pero crecí con mis padres escuchando Nirvana, así que a lo mejor es por
eso que la mayoría de nuestras canciones se inclinen más en esa dirección.
—Hmm, se me pasó por la mente. Sin duda puedo ver la influencia. —Me
preguntaba si esto significaba que había participado en la creación de las canciones
originales de la banda. ¿Cuántas facetas podía tener en nuestro grupito?
¿Guitarrista, vocalista, manager y ahora posible compositor?
El tipo en verdad tenía que dejar de decir y hacer cosas para impresionarme.
Estornudó, y de inmediato dijo—: Disculpa —mientras agarraba un montón
de servilletas cercana para limpiarse la nariz. Y, maldita sea, incluso me gustó su
reacción caballerosa cuando arrojó el pañuelo usado a la papelera. ¡Agh! Mi
pequeño flechazo ya comenzaba a ser ridículo.
Necesitando volver a la conversación y alejarla de este hombre interesante y
atractivo, terminé mi cerveza y dije—: En verdad he estado escuchando Breaking
Benjamin últimamente.
—Mmm. —Me apuntó mientras tomaba un sorbo, luego tuvo que esperar
hasta tragar para decir—: A Five Finger Death Punch.
—‚The‖ Wrong‖ Side‖ of‖ Hell‛‖ —dijimos al mismo tiempo, nombrando
nuestra canción favorita del grupo. Luego nos reímos.
—Vaya, ¿no es acogedor? —preguntó Ten, apareciendo frente a nosotros.
Me tensé, esperando que mantuviera cerrada su enorme boca. Pero Asher
soltó un pequeño gemido, y meneó su botella vacía en el rostro de su amigo. —No
seas idiota. Ve a conseguirme otra cerveza.
—Hombre, baja la velocidad. ¿Esta es, qué, la quinta de la noche?
—No,‖es‖la<
Frunció el ceño como si estuviera confundido, así que respondí—: Tercera.
—Cierto. —Chasqueó los dedos y me apuntó—.‖Es‖la‖tercera<‖y‖la‖última,‖
mamá. —Luego de fruncirle el ceño brevemente a Ten, me preguntó—: ¿Quieres
otra?
—Mmm, está bien. Uno más. —Deslicé mi botella vacía hacia Ten, quien
sacudió la cabeza.
—¿Eh? —Tenía una mirada de confusión en el rostro—. ¿Qué demonios
significa uno más?
Rodé los ojos. —Es español. Significa una más. Por favor. Pero esta tendrá
que‖ser‖mi‖último‖trago,‖también.‖Es‖probable‖que‖termine‖llevando‖a‖Jodi‖a‖casa<‖
si no se ha ido ya con alguien más. —Pero cuando eché un vistazo al lugar,
buscándola, me sorprendió encontrarla todavía divirtiéndose con Galloway y su
mesa llena de mujeres.
—Sabes, tomé como dos años de español en la escuela secundaria —dijo
Asher a mi lado—. Y no aprendí ni mierda.
Me giré hacia él y fui atacada con una nueva ola de lujuria. Maldita sea, era
demasiado apuesto. Y esos ojos verdes... tan jodidamente intensos.
—Bueno, toda mi familia es de México, así que crecí con un montón de
gente que no sabe nada más que español —le expliqué—. Es bastante común para
mí.
—¿De verdad? Vaya. Nunca lo hubiera imaginado. Pareces tan...
estadounidense.
Arqueé una ceja. —Soy estadounidense. Nacido y criado aquí en Illinois.
—Quiero‖ decir<‖ —Meneó la mano y sus ojos se agrandaron como si
estuviera preocupado de haberme ofendido.
—Mi padre era estadounidense —le expliqué—, pero como no lo recuerdo y
crecí con el lado de la familia de mi mamá, sí, se podría decir que mi patrimonio
está muy arraigado en la cultura latina. Quizá me enamoré del tipo de música que
escucho porque, para mí, era mucho más exótico y emocionante de lo que mi
familia acostumbraba a escuchar. Además, era divertido ser el rebelde del grupo.
Con una risa, Asher asintió. —Eso tiene sentido. —Abrió la boca para decir
algo más, pero aparecieron dos chicas, una deslizándose por su costado y pasando
los dedos por su pecho—. Oye, tú eres Asher Hart, ¿no es así? Nos encantó tu
actuación de esta noche.
La sonrisa que le dirigió fue lo bastante amable a medida que respondía—:
Gracias. —Pero luego se apartó, obviamente incómodo por su cercanía.
No podía apartar mi mirada estrecha de sus uñas con esmalte rojo, ya que se
mantenían yendo al sur, bajando por su pecho y por su estómago, claramente con
dirección a su regazo. —Tiene la voz más increíble de todos los tiempos.
Asher le atrapó la muñeca antes de que pudiera conseguir un poquito más
de él, pero aun así se las arregló para dedicarle una sonrisa tensa. —Me alegro de
que te haya gustado.
—¡Oigan! Ustedes dos. —Noel señaló a las dos mujeres y les despidió con la
mano—. Esta es una zona VIP. Deben irse de aquí.
Las mujeres resoplaron, descontentas, pero Noel entrecerró los ojos y al final
se largaron. En cuanto estuvo libre del agarre de la chica, Asher giró en su
banquillo, por lo que ya no estaba sentado de lado para mirarme, sino que ahora
tenía las piernas bien escondidas bajo el espacio de la encimera... así no habría más
mujeres pudiendo subir a su regazo.
—Gracias, hermano —le dijo a Noel.
—Oh... cualquier cosa por nuestra pequeña y delicada magdalena. —Noel
fue a pellizcar sus mejillas, pero Asher le dio una palmada en la mano y lo insultó.
Cuando Noel se alejó, riendo, un Asher ruborizado dirigió su mirada hacia
mí. —Lo siento. Pueden ser muy... lanzadas.
Una vez más, me sorprendió. Fisher ya habría estado tirándose a esas chicas,
un hecho muy triste que no me enteré hasta después de que me comprometiera con
el imbécil. Sí, fue un poco decepcionante oír que se acostaba con una nueva chica
prácticamente cada vez que salía en público sin mí.
Tomé un pequeño sorbo de mi cerveza a tiempo que estudiaba la cara de
Asher, observándolo echarles un vistazo a las chicas que Noel había echado. Su
expresión me confundió. Vi el destello de interés; definitivamente le gustaba lo que
veía. Pero también había un recelo que no encajaba con su atracción inicial a ellas.
—¿Y... no te gustan lanzadas? —No pude evitar preguntar.
Trasladó su mirada hacia mí, sus ojos verdes llenos de sorpresa. Luego se
encogió de hombros. —No lo sé. Es que... —se encogió de hombros otra vez—,
supongo que me gusta ser el que persigue, ¿sabes? —Con una última mirada a las
mujeres que rechazó, añadió—: Y no he tenido la oportunidad de hacerlo por un
tiempo.
—Me lo imagino. —Sin lugar a dudas, experimenté la misma atracción que
todas las mujeres tuvieron esta noche. Lo más probable es que era constantemente
perseguido por una multitud cachonda.
Acercándose, bajó la voz y admitió—: Es tan vergonzoso. Todas se agolpan
a mi alrededor como si yo fuera algo, no sé, asombroso, y no saben una mierda de
mí. Solo soy un tipo normal, y no puedo evitar pensar que se decepcionarían si de
verdad llegaran a conocerme.
Oh, no estuve de acuerdo con ese punto. Hasta ahora, resultaba ser muy
interesante... y cada vez más interesante.
Entonces, antes de que pudiera decir algo más, gracias a Dios que apareció
Jodi, pues puede ser que se me hubiese escapado que yo pensaba lo contrario.
Se tiró contra mí, riendo, evidentemente borracha por completo, y casi me
tiró del taburete con dirección a Asher. Tuve que sacar el pie y situar la mano de
golpe sobre la barra para agarrarme.
—Hola, puta —exclamó, rodeándome el cuello y dándome un gran beso
descuidado en mi enmascarada mejilla—. Oh, Dios mío, te ves tan atractivo esta
noche. ¿Te he dicho lo bien que te ves en ese disfraz? ¿Vas a llevarme a casa?
Podría darte una mamada falsa en el coche.
Solté una risita nerviosa, contenta de que aún no hubiera delatado mi
identidad, dejando de lado la referencia de puta y ofrecer la mamada falsa, pero
esperaba que Asher no captara eso. Aun así, se encontraba tan borracha, que en
realidad podría delatarme pronto. —Al parecer lo haré —le contesté, deslizando
un brazo alrededor de su cintura para mantenerla en posición vertical—. Estás
como una cuba, chica.
—Se siente bien —respondió, echando la cabeza para atrás, solo para avistar
quien se hallaba sentado a mi lado. Abriendo los ojos como platos, jadeó—. Oh,
Dios mío, ahí está ese magnífico vocalista de tu banda. ¿No quieres lamerlo? —
Comenzó a subir en mi regazo, arrastrándose para llegar a él—. Oye... ¿Asher
Hart? ¿Puedo lamerte?
—Jodi. —La arrastré de vuelta al otro lado—. Cálmate, muchacha. Nada de
lamer a mis compañeros de banda.
Arrugó la nariz, hizo un puchero y frunció el ceño. —No eres divertida.
Además —sacó la lengua, meneándola hacia mí—, acabo de darle a ese hijo de
puta de Billy sexo oral debajo de la mesa para que me devolviera mi ropa interior.
Y mi lengua estaba por toda su<
Puse mi mano sobre su boca para callarla. —Puaj. —Luego me acordé
adónde acababa de tener esa boca, y quité rápidamente mis dedos para limpiarlos
en el pantalón. Echándole un vistazo a Asher, hice una mueca y modulé—: Lo
siento.
Se limitó a reír. —No te preocupes por eso.
Pero seguí insistiendo. —¿Cuánto tiempo piensas que va a tomar despejar el
escenario?
Haciendo un gesto con la mano, sacudió la cabeza. —No te preocupes por
eso. Yo me encargo de todo. Solo lleva a esta encantadora dama a casa de forma
segura, y estaremos en paz.
Jodi rió entre dientes y apoyó la cabeza en mi hombro. —¿Escuchaste eso?
Me llamó encantadora.
—También te dijo dama, por lo que obviamente también bebió más de la
cuenta.
—Oye —murmuró Jodi con indignación y pellizcó el interior de mi brazo en
el punto más blando, haciéndome saltar y retorcerme.
Junto a nosotros, el teléfono de Asher sonó, impidiéndole tener que
responder.
Mientras respondía, mi compañera de cuarto se inclinó a mi oído y en voz
alta susurró—: ¿Ya le has contado que eres una chica? Dijiste que ibas a decirle
luego de terminar la tocada. Apuesto a que querrá devorarte cuando se entere.
—Shh... —le susurré, frunciendo el ceño mientras agitaba una mano para
callarla—. Aún no.
Tras esta noche, mis objetivos habían cambiado. Las sensaciones que tuve al
tocar frente a una multitud seguían recorriéndome, una multitud que nos animó y
les encantó lo que les presentamos. Y luego Asher... sentado aquí, hablando con
él... me di cuenta de que no quería dejar la banda.
Necesitaba un nuevo plan. Tenía que tratar esto con delicadeza, de una
forma en que pudiera convencer a los chicos que me aceptaran en la banda una vez
que les revelara mi verdadera identidad. Si jugaba bien mis cartas, tal vez podría
convencerles de dejar que me quede como una chica.
Sin embargo, antes de que pudiera explicarle todo eso a Jodi, Asher me
agarró del brazo. —Santo cielo, Sticks, no vas a creer esto. —La emoción irradiaba
de su voz mientras seguía sacudiendo mi hombro con fuerza—. Me llamó un
dueño de un casino de Chicago. Estuvo aquí esta noche y vio nuestro show. Y
quiere que toquemos en uno de sus clubes. El próximo sábado. Nos ofreció dos mil
dólares por una noche. ¿Puedes creer esa mierda?
Me quedé boquiabierta, impactada, a medida que Asher echaba atrás la
cabeza y soltaba una risa feliz y aliviada. —He estado trabajando durante más de
un año para conseguir que nos den una oportunidad como esta. Y entonces estás
con nosotros una noche, una jodida noche, y ¡bum! tenemos una oferta del jodido
Chicago. Eres una especie de amuleto de la suerte, ¿lo sabes?
—Yo... —No salió ni una palabra. Negué con la cabeza, sintiendo lo mismo
que él, y también teniendo un montón de nervios.
Pero, a pesar de eso... ¡Mierda! No podía confesar lo que era. ¿Y si tanto se
molestaban los chicos, que me echaban de la banda? Luego, ¿dónde acabarían?
Necesitaban un baterista para el próximo fin de semana. No podía defraudarlos.
No podía defraudar a Asher. Se veía tan adorable cuando se emocionaba así.
Y sí, maldita sea, realmente quería tocar en ese bar en Chicago.
Así que, sí, supongo que esto significaba que Sticks, el baterista, iba a tener
que quedarse un poco más.
Traducido por Nickie & Verito
Corregido por Anakaren

Esa llamada. Maravillosa, increíble y que te cambia la vida.


Desde que la recibí, he sido un manojo de anticipación y nervios. Todo el
asunto apestaba a Pick. Quiero decir, en serio. ¿Por qué el exitoso dueño de un
casino de Chicago estaría aquí en Ellamore y dentro del club Forbidden, de todos
los lugares, para incluso escucharnos tocar? Tenía una sensación de que mi nuevo
hermano había tirado de algunos hilos para llevar al tipo dentro del edificio. Y sip,
cuando fui a preguntarle directamente sobre esto, de repente estaba demasiado
confundido y ocupado para hablar.
No tenía idea de qué hacer con eso. ¿Solo agradecerlo y seguir adelante?
¿Tratar de recompensarlo de alguna manera? ¿Decirle que se detuviera porque
sabía que un día se arrepentiría de ayudarme? No estaba seguro, así que decidí ni
siquiera pensar en eso por ahora.
Me‖ concentré‖ en‖ los‖ pros<‖ como‖ el‖ hecho‖ que‖ Non-Castrato acababa de
recibir una oportunidad única en la vida. Cosas buenas se hallaban a punto de
suceder, podía sentirlo, como algún tipo de descarga de adrenalina disparándose
por mis venas. Tenía a mi musa desenfrenada con ideas para canciones y mi
insomnio crónico alcanzó un nuevo nivel.
La tarde después de la llamada, me senté en el asiento de una vieja bicicleta
fija, garabateando letras en mi cuaderno. Me detenía cada pocos segundos para
cantar las palabras en mi cabeza, luego marcaba una frase aquí, o a veces toda una
línea que no funcionaba allá y escribía algo nuevo encima o debajo de eso.
Acababa de elaborar una estrofa que hizo a mi sangre bombear con
entusiasmo, cuando alguien llamó—: Toc, toc.
Levantando la vista, le sonreí al nuevo baterista. —Oye, hombre. Llegas
temprano de nuevo. Eso se volverá una costumbre, ¿cierto?
Sticks se encogió de hombros mientras entraba al garaje, sosteniendo una
bolsa de comida para llevar de un restaurante, que, mierda<‖ olía‖ muy‖ bien.‖ —Y
aquí, aún tengo que llegar más temprano que tú —mencionó.
—Touché —murmuré, viéndolo sentarse en la banqueta de su batería y abrir
la bolsa, solo para sacar una cosa con aspecto de burrito frito que hizo mi boca
agua y me recordó que había pasado mucho tiempo desde la última vez que comí.
Nunca me acordaba de comer o dormir cuando tenía un ataque de escritura.
Pero cuando hundió sus dientes en el empanizado frito, no pude soportarlo.
—¿Qué demonios es eso? —exigí—. Huele increíble.
Deteniéndose a la mitad de una mordida, levantó las cejas y miró en mi
dirección. Luego tomó un bocado, masticó un segundo y finalmente cubrió su boca
con la mano antes de decir—: Lo siento. Tuve que venir directo del trabajo y estaba
muriendo de hambre.
—No. —Agité la mano—. No me importa si tienes que comer. Lo que sea.
Está absolutamente bien. Digo, ¿específicamente qué es eso que estás comiendo?
—Oh. Es una chimichanga. —Cuando lamí mis labios, arqueó una ceja y me
lo tendió más alto en mi dirección—. ¿Quieres uno? Tengo más en la bolsa.
—¿En serio? —Me puse de pie al instante—. Mierda, sí, quiero uno.
Sonrió con suficiencia, sacó otra chimichanga y me la entregó. La desenvolví
y le di mi primer mordisco, apenas dándole las gracias antes de meterme de lleno a
ello y eso fue todo; estaba muerto. Pasamos los próximos minutos en silencio,
inhalando discretamente nuestra comida antes de que pudiera formar una palabra
coherente. Finalmente, señalé mi casi terminada chimichanga, y con la boca llena,
anuncié—: Esto es bueno.
—Lo sé. —Limpió su boca con una servilleta—. Mi familia es dueña del
restaurante. Crecí con esta mierda.
—Bastardo afortunado. —Hice un pequeño gemido y cerré mis ojos cuando
tragué el último bocadito que tenía. Tomando nota del nombre del restaurante a
un lado de la bolsa, decidí que tenía que ir pronto a Castañeda por un menú
completo.
—En serio, no era mi intención interrumpir lo que hacías. —Hizo señas a mi
cuaderno abandonado al otro lado de la habitación.
Me encogí de hombros. —No te preocupes. Ya escribí lo que necesitaba.
¿Tienes algún alimento extra allí que no quieras?
Con una risita, buscó dentro de la bolsa. —Tengo un par de empanadas.
No tenía idea de lo que era eso. Pero cuando me lo dio, mi boca se hizo
agua. —Eres un maldito santo.
Me observó comer deprisa por unos segundos antes de levantar las cejas y
abrir la boca para decir algo. Cuando no lo hizo, le hice una seña para que hablara.
Sus hombros cayeron un poco antes de aclararse la garganta. —¿Recuerdas
el otro día cuando dijiste que podía revisar todas nuestras canciones? —Cuando
asentí, se avergonzó—. ¿Todavía está en pie esa oferta?
—Seguro. —Me limpié las migas de los dedos sobre los muslos de mis
vaqueros, tentado a lamerlos para limpiarlos—. La caja está por allá. Normalmente
la mantengo aquí en el garaje porque parece más fácil de esa manera. Menos
probabilidades de extraviar algo.
Asintió y dejó la bolsa al lado de su asiento. Mientras marchaba hacia la caja,
volví a la bicicleta y traté de crear una línea para completar las últimas que había
escrito, pero nada parecía ser adecuado.
—Oye, aquí hay un par de facturas también —dijo fuerte de repente,
haciéndome echar un vistazo para verlo frunciendo el ceño a mi caja.
—Sí. —Agité mi bolígrafo—. Puse todo lo relacionado con la banda ahí.
Como un archivador. Es simple y me ayuda a mantener un registro de donde están
las cosas.
—¿En serio? —Sus cejas se alzaron con incredulidad—. Porque no sé cómo
puedes encontrar una mierda aquí. Esto es un maldito desastre.
Tuve que reírme ante el horror en su rostro. —Siéntete libre de organizarlo
como quieras —dije—, pero no pierdas nada.
Resopló. —¿Te preocupa que yo pierda algo? Increíble.
—Oh, cállate, sabelotodo. —Me reí y releí la última línea, finalmente
inventando una nueva.
Holden llegó entonces. Gally tardó otros cinco minutos en aparecer, durante
los cuales continué haciendo arreglos a mi canción, Stick intentó sonsacarle una
conversación a Holden mientras llenaba de papeles el piso alrededor de la caja,
pero no tuvo mucha más suerte que yo. Solo le contestaba con un par de gruñidos
y un asentimiento, o una sacudida de cabeza.
Una vez que todos llegaron, solté mi bolígrafo y papel y pasamos una buena
media hora discutiendo que canciones queríamos cantar para el concierto de
Chicago.‖Para‖el‖beneficio‖del‖nuevo‖baterista,‖agregué‖‚Hot‖to‖Teacher‛‖a‖nuestras‖
lista de covers ya que no teníamos suficientes composiciones originales aún para
cubrir una presentación completa; y me recordaba a Noel, qué se enganchó con su
profesora de universidad y se casó con ella.
Se rió con placer cuando mencioné esa elección, lo que me hizo sonreír.
Nadie se metió con la selección de canciones que hice; fue el orden en el que quería
cantarlas lo que hizo que Gally saliera por la tangente.
—Hombre,‖ ‚Stone-Hearted‛‖ es nuestro mayor éxito. Debemos comenzar
con esa mierda.
—No estoy de acuerdo —dijo Stick—. Ningún concierto en el que he estado
comenzó con su canción más popular. Tienes que esperar hasta más tarde, para
que la gente tenga tiempo de aparecerse y entonces hacerlos quedarse un poco, a la
expectativa. En los tres cuartos del show es mejor.
Qué es exactamente donde la había puesto. Le envié una sonrisa agradecida,
pero Gally resopló. —Cállate, marica. No tienes nada que decir en esto.
—¡Oye! —Mirando al bajista, grité—: ¿Podrías parar ya con los comentarios
despectivos? Y sí, puede opinar. Sticks es tan miembro de Non-Castrato como
cualquiera de nosotros.
Gally nos envió una ronda de gruñidos obscenos, pero al menos cerró la
boca antes de cruzar los brazos sobre su pecho de mala gana y murmuró—: Como
sea.
—Creo que tiene que ir más adelante, también —dijo finalmente Holden.
—Tres contra uno —le dije a Gallay, tal vez con demasiado regocijo.
—Dije que como sea —ladró—. Pero creo que entonces deberíamos empezar
con‖esa‖canción‖de‖Kongos.‖‚Come‖with‖Me‖Now‛.
—En realidad, probablemente deberíamos comenzar con una original —
argumentó Sticks.
Sabía que Gally iba a decir otra cosa fuera de lugar y estaba completamente
preparado para darle una reprimenda, pero al último segundo cerró la boca y alisó
su cresta, que era de color verde hoy. —Demonios, ¿Por qué simplemente el chico
gay aquí no lo decide todo?
—Honestamente —dije—, ya tenía un orden planeado, y la primera canción
que‖puse‖fue‖‚Ceilings‛
Mostrándome los dos pulgares arriba, Stick articuló: Buena elección.
Tuve que apartar la mirada para no sonreír, lo que tenía la sensación de que
enfadaría aún más a Gally. Así que leí la lista completa que planeé. Cada uno tenía
su propio aporte, así que la adaptamos hasta que casi todos estuvieron felices. Para
cuando en efecto practicamos alguna de las canciones, me hallaba tan listo para
ahogarme en la música que elegí las más vocalmente desafiantes que me obligaron
a poner todo en mi voz.
Cuando terminamos, mi garganta acabó un poco dolorida por el ejercicio,
pero me sentía mejor que nunca, logrando una satisfacción que solo obtenía
cuando cantaba.
—Mierda, hombre —dijo Stick con asombro—. Claramente puedes cantar a
todo pulmón una melodía cuando quieres.
Le sonreí, divertido ante la forma en que dijo su cumplido. —No seas tan
mezquino contigo mismo, chico de la batería. No mentías cuando dijiste que hiciste
una buena interpretación‖de‖‚Hot‖for‖Teacher‛
—Oh, Jesús —gimió Gally—. Me iré antes de que comiencen a elogiar las
carteras y los moños de cada uno. Vayan al centro comercial juntos o algo, y ya
sáquenlo de su sistema. Mierda.
Con eso, se echó la correa de su guitarra al hombro y se fue pisando fuerte
del garaje.
—No le gusta cuando no se sale con la suya —dijo Holden con voz
profunda y tranquila.
—Eso o simplemente es su momento del mes —agregó Sticks.
Me reí. —Bueno, creo que tenemos una lista decente para tocar el sábado, a
pesar de su humor.
—Absolutamente. —Se puso de pie y estiró sus músculos—. Vamos a
arrasar tan salvajemente ese club. —Volvió a la caja con partituras y facturas,
retomando donde lo había dejado en su autoproclamada tarea de organización
Guardé mi guitarra y Holden hizo lo mismo, diciéndonos adiós con la mano
antes de deslizarse sigilosamente por la puerta automática.
Stick miró en mi dirección cuando encontré un lugar más cómodo para
sentarme que el asiento de la bicicleta y subí mi trasero a la marcada y vieja mesa
de noche.
Frunció el ceño. —No tienes que quedarte aquí solo por mí. Cerraré la
puerta cuando me vaya.
—Está bien. Tenemos que cerrarla con candado también, y todavía no te di
la llave. Así que, sí, en cierto punto tengo que quedarme.
—Oh. —Se puso de pie súbitamente—. Mierda, lo siento. Puedo irme. No
era mi intención mantenerte aquí.
—No, en serio. —Le hice señas para que retrocediera—. No estoy apurado.
No tengo que estar en el trabajo hasta dentro de una hora‖m{s‖o‖menos.‖Y‖esto<‖—
Apunté el cuaderno en el que escribía—. Puedo hacerlo aquí tan fácilmente como
en casa.
Volvió a sentarse cautelosamente en el suelo dónde estuvo sentado con las
piernas cruzadas. —Bueno, sino te importa<‖creo‖que‖terminaré‖de‖organizar‖esta‖
mierda o enloqueceré.
Con una carcajada, agité mi mano. —Haz lo que quieras, hombre.
Así que trabajamos en total silencio por un tiempo hasta que de repente
dijo—: Todas estas canciones están escritas con la misma caligrafía.
—Sí. —Levante la vista con curiosidad—. ¿Había una pregunta ahí?
—No, yo solo<‖—Miró la partitura, luego un par de otras páginas. Entonces
levantó rápidamente la cabeza para mirarme boquiabierto—. Espera.‖¿Tú<?
Arqueé una ceja, esperando que continuara.
Al final, soltó abruptamente—: ¿Cuántas canciones para Non-Castrato
escribiste personalmente?
Incliné la cabeza a un lado, confundido. —Todas. ¿Por qué?
—¿Tod<‖todas? —graznó—.‖Sí,‖claro.‖¿Incluso‖‚Ceilings‛?
Incapaz de contenerme, sonreí. —Sí. ¿Por qué? ¿Te gusta esa, cierto? —Sabía
que sí. Era la única que había pedido.
—Me encanta —dijo efusivamente—. No puedo creer que escribieras eso.
—Sí, puedo ver que es tu favorita. ¿Qué hace que te guste tanto?
Levantó una mano como si fuera a correr el cabello de sus ojos, cuando no
había nada en su rostro. —No‖ lo‖ sé<—El movimiento me hizo fruncir el ceño
porque vi a Caroline hacer eso con su cabello muchas veces. Me pregunté si tuvo el
pelo largo recientemente—. Me recuerda a mi mamá, supongo —contestó.
Eso llamó mi atención. —¿En serio? ¿Tu mamá?
Con un asentimiento, murmuró—:‖ Sí,‖ ella‖ uh<‖ estuvo‖ muy‖ metida‖ en‖ las‖
drogas por un tiempo cuando yo era más joven.
Lo entendí de inmediato. Ceilings era una canción deprimente. La letra
contaba el viaje de una chica que se pasó su vida mirando techos durante sus
momentos más cruciales. Se enamoró mientras clavaba los ojos en el techo desde el
asiento trasero del auto de su novio. Luego contempló el cielo raso de un taller
mecánico dónde se escondía cuando un tiroteo desde un coche le quitó la vida. El
techo del hospital es lo que miró mientras daba a luz al bebé de su amante muerto
a los dieciséis. Y lloró en ese mismo lugar cuando tomó la decisión de escaparse del
hospital y abandonarlo. Cuando su familia se rehusó a tener algo que ver con ella,
se enganchó con un distribuidor de drogas que la convirtió en una repugnante
adicta. Y observó el techo de su baño mientras trataba de abortar al bebé con el
que el traficante la había embarazado. Y finalmente, miró fijamente el cielo raso de
la sala de su casa donde él la mató.
—Es una historia tan conmovedora y demasiado realista que siempre envía
escalofríos por mis brazos. —Los frotó ahora cuando se le puso la piel de gallina—.
Y‖cada‖vez‖que‖la‖oigo,‖no‖lo‖sé<‖automáticamente pienso en mi mamá.
Lo miré en silencio, experimentando una extraña conexión con él que nunca
tuve‖con‖nadie‖antes.‖Porque‖lo‖que‖dijo<‖era‖exactamente‖así‖para‖mí,‖también.‖
Siempre pensé en mi mamá cuando la canté. Probablemente porque era sobre ella,
pero lo que sea.
Remy dio un repentino y autoconsciente encogimiento de hombros. —Es
decir, si su familia no la hubiese tenido controlada, fácilmente podría haber visto a
mi mamá caer en ese tipo de vida, liándose con un tipo que la golpeara hasta
matarla y eso. Maldición, si no fuese por mi tío y abuela, ella me hubiese dejado en
el hospital o tratado de abortarme.
Mi corazón dio un vuelco en mi pecho, porque totalmente entendía lo que él
decía. —Eso apesta —murmuré—. ¿Qué terminó pasándole? —Pero ya sabía que
no podía ser un final feliz. No conocía a nadie que se hubiese metido en las drogas
y luego encontrado un buen final.
Sticks bajó la mirada a sus manos. —Se arruinó el cerebro y terminó en una
institución mental.
—Jesús. —Negué con la cabeza, llenándome de simpatía—. Lo siento,
hombre.
Pero solo se encogió de hombros. —No es tu culpa. Yo soy el peor hijo que
existe, porque no puedo soportar visitarla. Duele demasiado. Ella nunca recuerda
quien soy. La última vez, pensó que yo era su hermana.
Fruncí el ceño. Luego dije—: Quieres decir, ¿pensó que ella era tu hermana?
La expresión en el rostro de Sticks se congeló antes de que negara con la
cabeza. —Eh... sí. ¿Qué dije?
—Dijiste que pensó que tú eras su hermana.
—Oh. Mierda. Lo siento. Como sea, si no fuese por la abuela y tío Alonso, es
difícil saber dónde habría terminado, pero estoy bastante seguro de que no hubiese
sido en ningún lugar bueno.
Cuando comenzó a jugar con el collar que usaba, alcé una ceja. —¿Abuela?
—Sí, es abuela en español. Ella, junto con el hermano mayor de mi mamá,
Alonso, además de un par de sus hermanos menores, y toda su familia vinieron a
los Estados Unidos dos años antes de que yo nazca. Son un gran grupo demasiado
religioso que siempre se mete en los asuntos de los demás, pero... de alguna
manera los respeto por eso. Nos mantiene juntos, tú sabes, se preocupan, lo que es
muchísimo mejor de lo que sé estaría si estuviese solo.
Continué observándolo jugar con el medallón antes de que mi curiosidad
me ganara. —¿Es una reliquia familiar?
—¿Mmm? Oh, ¿esto? No. Bueno... supongo, sí. La abuela me dijo que era de
su madre pero en realidad es solo un colgante de la Virgen de Guadalupe.
Niego con la cabeza. —¿Quién?
Sticks sonríe. —La santa... Guadalupe. Es famosa en México. Si ves a alguien
usando esto, probablemente es mexicano. Personalmente, no soy muy religioso,
pero... no sé. Me gusta usarlo de todos modos. Me recuerda a mis raíces, mi
familia. Me hace sentir cómodo, como si estuviese en casa otra vez. Mi familia... es
extraño, pero nadie puede volverme tan loco como ellos. Son todos, totalmente
diferentes a mí, pero... hay algo sobre ellos que adoro. Amo su cultura, y orgullo
latino, y todo lo que les hace ser ellos. Son mi herencia. Mi fundación.
—Eso es genial. —Observé el oro de la imagen de Guadalupe brillar en la
luz y de pronto deseé tener alguna herencia familiar también. Pero nop—. No
tengo nada como eso. —Bajé la mirada a mis pies donde enrollaba una cuerda de
guitarra alrededor de la punta de mi zapato—. Mi mamá... es la chica en la canción.
Entonces mis raíces, una fundación familiar, lograron ser eliminadas de la faz de la
tierra con ella.
No tengo idea de por qué le dije eso. Es solo que... él me había dicho sobre
su madre. Se sentía bien decir algo sobre mí, especialmente desde que ambas
habían caído en adicciones similares.
Frunció el entrecejo un segundo antes que sus ojos se desorbitaran. —¿Te
refieres a ‚Ceilings‛?‖¿Escribiste‖eso‖sobre‖tu‖madre?‖¿Es‖todo...‖real?
Asentí. —Cada palabra.
—Pero... —Negó con la cabeza, y pude adivinar que trataba de averiguar
qué niño era yo; el que ella había dejado en el hospital o el que había tratado de
abortar.
Así que dije—: Yo fui su intento fallido de aborto, el error que cometió con
el traficante de drogas.
La boca de Remy se abrió. —Vaya. Así qué, espera... Entonces, ¿tu papá...?
—Está en la cárcel. Statesburg —añadí estúpidamente.
—Santa mierda. ¿Dónde estabas tú cuando él, ya sabes...?
—¿La mató? Sentado en el sofá. —No tengo idea de por qué respondí su
pregunta. No quería hablar de ello. Pero entonces solo seguí... conversando—.
Comiendo un plato de cereal y mirando los Power Rangers en la televisión.
Esa aplastante vieja y familiar sensación de culpa me invadió. No seguro de
cómo combatirlo, pasé una mano por mi cabello. —Llegó una mañana de haber
estado en cualquier parte, probablemente con otra mujer, y preguntó dónde estaba
ella. Solo le respondí que en su habitación, no me molesté en decirle que no se
encontraba sola. Y no me molesté en correr a avisarle que él había llegado a casa.
Me metía en problemas cuando me entrometía en su mierda. Pero, Jesús, no puedo
evitar preguntarme... si solo hubiese hecho algo esa mañana en lugar de comer mi
desayuno y mirar la televisión, las cosas habrían sido diferentes.
—¿Cuántos años tenías? —preguntó Sticks despacio.
Negué con la cabeza. No importaba. Era lo bastante mayor para saber que
pelearían cuando él la encontrara en la cama con uno de sus compañeros traficante
de drogas. Pero dije—: Siete.
—Jesús. ¿Qué demonios se suponía que debías hacer a los siete?
—No sé. —Observé la muralla, viendo nada—. Algo. Cuando él finalmente
fue ahí y los encontró juntos, aún no hice nada. Mi papá comenzó a gritar y el otro
tipo salió corriendo de la habitación, poniéndose sus pantalones. Entonces mamá
comenzó a gritar. Supongo que empacó una bolsa y amenazó con irse porque entró
hecha una furia a la habitación delantera con una maleta, ropa saliéndose por los
costados. Cuando trató de abrir la puerta principal...
—Espera. ¿Planeó dejarte ahí? —El shock en los ojos de Remy me hizo
encogerme en diversión.
—No fue la primera vez. Pero ella siempre volvía por más mierda para
inhalar, así que no me preocupaba mucho no volverla a ver. Cuando mi papá cerró
la puerta para evitar que se fuera y la golpeó, seguía sin sorprenderme. Se
golpeaban todo el tiempo. Y si trataba de ayudar a alguno, el otro se enojaría y me
golpearía, así que continué ahí sentado como un idiota... mientras él la mataba.
—Joder, Asher. Lo que hizo no fue tu culpa. No piensas que podrías haberlo
detenido y salvado, ¿verdad? Él simplemente se hubiese enojado contigo y te
habría matado a ti también.
—Hubiese podido correr y obtener ayuda —respondí—. Pero simplemente
me senté ahí y observé mientras la empujaba al televisor y lo rompía. Cuando cayó
sobre ella y salieron chispas por todas partes, ella gritó por el dolor y yo solo... solo
observé. No fue hasta que estaba muerta y sus ojos sin vida miraban al techo que
hice algo. Mi papá me miró con conmoción y pánico, y supe... seguía yo. Había
visto demasiado. Entonces... finalmente, ahí fue cuando corrí.
—¡Dios mío! —Sticks puso la mano sobre su boca—. ¿Dónde fuiste? ¿Te
atrapó?
Temblé, de repente incomodo por haber compartido tanto. —A la casa de
unos vecinos. El viejo que vivía ahí me dejó quedarme hasta que apareció la
policía, así que no... mi papá nunca me atrapó. No los vi de nuevo ese día. El
próximo lugar en que lo vi fue la corte cuando tuve que dar mi testimonio.
—Demonios, eso es... intenso.
Aclaré mi garganta y miré los papeles que había dejado de clasificar y
sostenía en un puño. —Si quieres, puedes llevarte la caja a casa. Tráela después.
No quería quedarme aquí mucho tiempo más, no después de abrirme como
lo hice.
—¿Qué? —Sitcks miró a sus manos y luego saltó—. Oh, mierda. Lo siento.
Pero sí, seguro. Haré eso. —Comenzó a guardar las páginas dentro de la caja, pero
se congeló cuando vio algo que había ahí—. ¿Qué... qué es esto?
Acercó la página para leer, sus ojos creciendo cada vez más a cada segundo.
—Oh... mierda —susurró.
—¿Qué? —pregunté, curioso... pero además aliviado por el cambio de tema.
Mirando con una expresión aturdida, agitó lo que parecía una hoja con mi
escritura a mano con una de nuestras canciones. —Esto no es... no tocamos esta
canción. ¿De dónde salió?
Lo tomé de su mano e inmediatamente gruñí. —Oh, Jesús. Debo quemar
esta maldita cosa.
—¡No! —Sticks saltó y lo arrancó de mí, solo para ponerlo protectoramente
contra su pecho, mirándome con horror—. No puedes. Solo... ¿qué es esto?
Suspiré, mis hombros cayendo en derrota. Hablar de esto era casi tan malo
como contarle lo que pasó entre mis padres. —Es solo una estúpida canción que
escribí luego de ver a una chica cantar karaoke una noche en el bar.
—Esto es más que ver a una chica. —Su mirada escaneó la página—. Querías
saber todo sobre ella, casarte con ella y darle hijos. Hacerla tu única chica...
—De acuerdo, ¡gracias! —Arranqué la canción de sus manos con un ceño—.
No tienes que leérmela. Yo la escribí. Recuerdo lo que dice... desafortunadamente.
—Cuando me miró como si me hubiese vuelto loco, hice un gesto con la mano,
dejándole saber que no era gran cosa—. Mira, es solo una canción que inspiró una
extraña que nunca vi antes o veré otra vez, no significa nada.
Sticks entrecerró los ojos, mostrándome que no creía eso. —¿Entonces por
qué estás siendo tan susceptible al respecto?
—Porque —apreté mis dientes—, la tocamos una vez en Forbidden. Una vez.
Una maldita vez, y todas esas mujeres se volvieron locas, tratando de convencerme
de que eran ella. ¿Y quieres saber la parte más loca? No creo volverla a reconocer
si alguna vez la veo de nuevo. La vi una vez, desde el otro lado de la sala hace
meses como por tres minutos. Y además tenía novio, así que no entiendo porque
todos hicieron un gran asunto de ello. No fue amor a primera vista como todos mis
amigos me molestan. Sé eso. Solo fue...
—¿Lujuria? —preguntó Sticks con calma.
Hice una mueca ante la palabra, de inmediato rechazándola. —No. Quiero
decir, sí, hubo eso también. Pero fue como... más. Como... ni siquiera lo sé. Un
deseo. Una esperanza. Una... —La palabra correcta me falló hasta que la dije en voz
alta—. Una posibilidad. Como si de repente quisiera tratar algo que nunca tuve
antes.
—¿Una pequeña belleza latina? —susurró, luciendo casi herido.
Pestañeé en confusión. —¿Qué?
Tomó la hoja del suelo y apuntó a la letra. —Así la llamaste... en la canción.
—¿Lo hice? Oh sí, bien. Pero, no, no hablo sobre eso, en absoluto. No tenía
nada que ver con las apariencias, aunque ella era hermosa. Esto era más como... un
sentimiento. Algo cálido. Justo ahí, observándola cantar, era donde yo pertenecía
en el universo. Como si hubiese encontrado mi lugar. Todo... se ajustó.
La boca de Remy cayó abierta. Dándome cuenta de que otra vez compartí
más de lo que quería, aclaré mi garganta y rasqué mi nuca. —Como sea, como dije,
fue estúpido. Solo un bache momentáneo en mi loco radar. Nunca la veré de
nuevo, y probablemente será mejor para ella.
Cuando reí por la broma hacia mí mismo, Sticks no se unió. En su lugar, se
convirtió en una ráfaga repentina de movimiento, guardando los documentos
dentro de la caja mientras espetaba—: Tengo que irme.
—Eh... —Miré alrededor, sorprendido por su anuncio repentino—. De
acuerdo. —Ahora me sentía incomodo por decirle tanto. Demonios. ¿Lo espanté de
la banda porque descargué un montón de mi drama personal con él?
—¿Seguro que está bien si me llevo la caja entera? —No hizo contacto visual
cuando preguntó. Era como si de repente tuviese miedo de mirarme a los ojos, lo
que me hacía estar increíblemente consciente de mí mismo.
—Sí, claro —dije—. ¿Está todo... bien?
—¿Qué? —Alzó la mirada, sus ojos café ardiendo y lejos de estar bien—. Sí,
seguro. Lo siento, es que... recordé que debo estar en un lugar. Ahora. Discúlpame,
tengo que...
—Irte —terminé por él.
—Exacto —apuntándome con gratitud por reemplazar la palabra que él
buscaba, se levantó desde el suelo donde estaba agazapado. Cuando se preparó
para salir, casi tropezó con la caja que cargaba justo contra mi estómago, así que di
un paso atrás para darle espacio, y finalmente pareció darse cuenta de que me
encontraba ahí.
—Mierda, lo siento. Uh... —Me miró a los ojos de nuevo, y creo que vio cuan
preocupado estaba, porque dejó salir un suspiro y sus hombros cayeron—. No es
tu culpa, lo sabes.
Entrecerré los ojos sin estar seguro de a qué se refería, ¿No era culpable de
haber traído una carga de incomodidad en nuestra conversación, haciéndole
apurarse por irse? ¿O no era mi culpa que...?
—Que ella muriese —clarificó—. Tu mamá. En serio, solo piensa en cada
cosa que pudiste hacer ese día. Sabes que iba a terminar... como terminó. Lo único
que pudo haber cambiado es que murieras con ella.
Di un paso atrás ante esas palabras. Ya había pensado en las cosas que
pudieron ser diferentes, y en cada realidad alternativa que creé en mi cabeza, era
capaz de salvarla. Pero quizá Sticks tenía razón. En realidad, probablemente no
hubiese sido capaz de salvarla. Darme cuenta de eso me sorprendió.
Sticks dejó salir una respiración. —Tengo que irme. ¿Te veo el lunes? ¿En el
ensayo?
Asentí, distraído por los pensamientos que puso en mi cabeza. —Sí. Seguro.
Te veo entonces.
No noté cuando se fue. Me dejé caer sobre la mesa de noche, ambas manos
en mi cabello, y me pregunté... ¿tenía razón Remy? ¿Había sido inevitable la
muerte de mi madre? Quizá no era tan culpable como siempre temí.
Traducido por Julie & Beatrix
Corregido por Itxi

Irrumpí dentro de mi apartamento, con la caja oficial de Non-Castrato


acunada en mis brazos, incapaz de dejar de pensar en todo lo que me enteré
durante el ensayo de hoy< o mejor dicho, todo lo que me enteré después del
ensayo.
Saber de la infancia de Asher y sus padres fue suficiente para estallarme la
mente. Y luego vi esa canción. Esa increíble y tremenda canción alteradora de vida.
Ten no había estado loco después de todo. Una canción de Non-Castrato
que nunca oí, existía de verdad. Y sabía por qué Asher se negó a volver a tocarla.
Era tan personal, tan reveladora, tan<
Sobre mí.
Bien, puede ser sobre mí. Tal vez no. No podía estar segura. Salvo que
encajaban todos los detalles. Por Dios, encajaban muy bien.
Con los pensamientos dispersos en millones de pedazos, dejé la caja sobre la
mesita donde siempre lanzaba mis llaves y cartera, vagamente consciente de Jodi
en el sofá viendo la televisión.
Por lo que noté, podría haberme saludado. No tengo ni idea de si le
contesté. Estaba demasiado ocupada revisando la caja para recuperar esa canción.
Una vez que la encontré, la página temblaba en mis manos mientras releía la letra.
Todo parecía bien. Y sin embargo< no podía creerlo. La idea de que Asher me vio
una vez y quedó tan abrumado por el encuentro que escribió una< canción de
amor sobre mí, fantaseando con todo un futuro lleno de cosas que podrían ocurrir
entre nosotros, era más de lo que podía asimilar.
—Jodi —comencé, sin dejar de mirar los sueños manuscritos de Asher, a la
vez que me puse delante de la televisión.
—Shh< —Sacudió la mano para que me apartara y pudiera seguir viendo
la pantalla—. Mira esto. —Hizo un gesto hacia< Dios mío, ¿de verdad veía las
noticias?
¿Quién era esta mujer y qué había hecho con mi compañera de cuarto?
—Cerraron Statesburg —dijo—. Ya sabes, esa gran prisión no muy lejos de
aquí. Hubo un gran y confidencial escándalo sobre el último alcaide y sobre
algunos reclusos actuales y pasados. Supongo que fue lo bastante malo para que
cerraran todo el lugar, y al parecer, no hay suficiente espacio en las cárceles de los
alrededores para albergar a todos sus presos, por lo que van a simplemente< dejar
libre a algunos de ellos.
—¿Qué? —Me giré para mirar boquiabierta las noticias.
—Lo sé. Todo el que tenía previsto libertad permanente o condicional para
este año, va a salir. Eso es como cincuenta nuevos delincuentes en las calles con
nosotros. ¿Qué clase de mierda es esa?
—Aterrador —murmuré, mirando la pantalla mientras la cámara del
periodista enfocaba el exterior de la prisión estatal, donde las puertas se abrían
para dejar salir el último autobús lleno de condenados que iban a mandar a otras
prisiones—. ¿Cuándo pasó esto?
—Al parecer, ha estado sucediendo desde hace un par de semanas. Pero la
noticia acaba de darse a conocer.
—Statesburg está como a unos treinta kilómetros de aquí, ¿no?
—Por muy lejos que sea eso, es demasiado cerca. —Jodi se estremeció y se
abrazó a sí misma—. Voy a invertir en un maldito Taser. —Entonces me miró y
resopló cuando miró mi máscara—. Y si fuera tú, me quedaría de esa forma por un
tiempo. Si liberaron a algún violador, estás mucho más segura como un hombre.
Rodé los ojos, pero la mención de mi máscara me recordó<
Sticks.
La banda.
Asher y su canción.
—Oye. —Me senté a su lado y traté de actuar de forma causal—. ¿Te
acuerdas de la noche que fuimos a Forbidden hace unos meses y cantamos en el
karaoke?
—Claro. —Su atención volvió a la televisión mientras se mordía una uña—.
Cantamos ‚All‖About‖that‖Bass‛, ¿verdad?
—Sí. —Esa parte me acordaba. Y es exactamente lo que cantó la chica en la
canción de Asher< con su amiga pelirroja< es decir, Jodi< tal vez—. ¿En ese
momento yo era novia de Fisher?
Rodó los ojos y gimió. —Sí. El imbécil me dijo que mi voz se parecía a dos
gatos callejeros apareándose.
—Qué idiota. —Arrugué la nariz, aunque sí, por desgracia, sonaba a algo
que podría haber dicho Fisher. Pero todos los problemas con él terminaron.
Ahora< me hallaba demasiado concentrada en Asher para pensar en Fisher—. ¿Te
acuerdas de lo que usaba yo?
—En realidad no importa. —Puso los ojos en blanco—. Nunca te pones nada
emocionante cuando vamos a bailar. Solo esas estúpidas camisetas que tienes de
los conciertos.
—Lo sé. —Me mordí el labio y volví mi mirada a la canción, releyendo la
oración sobre la latina bonita con la camiseta de Incubus que sacudió el mundo de
Asher Hart.
Las noticias deben haber pasado a diferentes temas, menos interesantes
porque Jodi se centró de pronto en mí. —¿Qué pasa con todas las preguntas? ¿Y
qué es eso?
Agarró el pedazo de papel, y le expliqué mientras comenzó a leerlo.
Después que le conté todo y hojeó la canción de nuevo, quedó boquiabierta.
—Mierda, Remy. Somos nosotras. Asher Hart escribió una canción sobre nosotras.
—Su mirada con ojos abiertos aterrizó en mí—. Sobre ti.
Tragué saliva. —Sí< eso parece, ¿no?
—¿Qué quieres decir con que eso parece? Puta, esto es sobre< nosotras.
Sacudiendo la cabeza, tuve que negarlo. Era mucho< Demasiado. —Tal vez
no.
—Oh, créeme. Sí es.
—Jodi —gemí—, no puede ser. ¿Qué diablos haría si esto termina tratándose
de mí? Me gusta mucho.
—Entonces cuéntaselo de inmediato y consigue un boleto para el mejor
asiento en el expreso Asher Hart, porque vaya< Te escribió una maldita canción,
puta. Ten sexo salvaje con el chico como agradecimiento.
Uf, por supuesto que no lo entendería.
—¿Estás loca? No puedo hacer eso. Ahora soy su compañero de banda. Cree
que soy un chico. Dios mío, si se entera de lo que soy realmente, pensaría lo mismo
que Ten, que sabía acerca de la canción todo el tiempo y esto fue solo un intento
jodido para acercarme a él. Oh< maldición. —Puse la mano sobre mi frente y el
látex de mi máscara me sorprendió, porque me olvidé que todavía la tenía
puesta—. ¿Qué voy a hacer, Jodi?

Como no era mi compañera de cuarto y todas mis respuestas no terminaban


con‖sexo,‖veté‖la‖idea‖de‖‚tener‖sexo‖salvaje‖con‖Asher‖Hart‛.‖Jodi‖y‖yo‖decidimos‖
que teníamos que ir a la noche de karaoke otra vez, conseguir algunas respuestas y
descubrir la verdad< o las dudas constantes nos llevarían a la locura.
No tengo ni idea de por qué fui como Sticks. Asher me dijo que era probable
que no reconociera a su chica con la camiseta de Incubus aunque volviera a verla y
era aún más probable que no me reconociera como la chica que trató de entrar a su
banda debido a mi peluca, pero no quería correr el riesgo. Así que me puse mi
máscara, torso falso y bragas de hombres, y a continuación, Jodi y yo fuimos al
club.
Grim no trabajaba esta noche, así que me pregunté si este gorila era el chico
Harper que mencionó Asher. Cuando llegamos a la parte delantera de la fila, ya
deslizaba mi mano en el bolsillo trasero para sacar nuestra cuota de inscripción y la
identificación, pero Jodi tuvo que señalar en mi dirección. —Él está con la banda.
La miré de forma severa, pero el gorila nos dio una enorme sonrisa. —Oh,
¿eres Sticks, el nuevo baterista? Hola, hombre, encantado de conocerte. Soy
Harper. —Extendió una mano para estrecharla conmigo, así que me aclaré la
garganta‖y‖traté‖de‖sacar‖mi‖actitud‖de‖‚chico‛.
—Hola —dije, haciendo la inclinación de cabeza que hacían los hombres.
Harper tenía mucho mejor carácter que Grim. No pidió identificación, y dejó
que Jodi y yo pasáramos sin cobrarnos.
—No puedo creer que haya funcionado —le dije, mirando hacia atrás, solo
para asegurarme de que nadie nos perseguía en busca de dinero.
Jodi sonrió. —¡Por supuesto que sí! Ahora eres VIP aquí. Vamos a ver si
también podemos conseguir bebidas gratis. —Cuando enganchó su brazo con el
mío, traté de detenernos.
—Mejor no. No exageremos.
Me encontraba un poco reacia a acercarme al alcohol en este momento.
Asher atendía el bar, y ahí es exactamente donde estaría.
Claro, él fue la razón por la que vinimos aquí esta noche, pero ahora que en
realidad nos encontrábamos aquí y en realidad podía descubrir que una vez en
realidad se sintió atraído por mí —la versión femenina de mí—, todo era< sí. Todo
me hacía repetir las palabras en realidad una y otra vez en mi cabeza, y tuve un
ataque repentino de miedo escénico.
Sinceramente, no sabía cómo sería capaz de mirar a sus increíbles ojos
verdes otra vez.
A Jodi no parecía importarle lo que mis nervios estuvieran sufriendo.
Agarró el brazo con más fuerza. —Es por eso que estamos aquí, puta. ¡Momento de
respuestas!
Arrastrada por el codo, la seguí pero discutí todo el camino. —Sabes, no
estoy segura de por qué hemos venido aquí. Él puso todos los detalles imaginables
sobre su chica con la camiseta de Incubus en la canción. Y no es como si yo tuviera
un lunar visible, tatuaje o un rasgo distintivo que podría recordar de repente.
Diablos, ni siquiera te reconoció a ti como la compañera que cantó conmigo cuando
te conoció anoche. Así que, en serio, ¿qué más podríamos sacarle?
—No dijo el largo de su pelo o si era más alta o más baja que la compañera.
—Me pellizcó en el brazo, haciéndome saltar—. Y eso es por llamarme compañera
mezquina, por cierto. Puta. No soy compañera de nadie. Soy mi propia fuerza de
la naturaleza, muchas gracias.
Eso era cierto. Pero en lugar de disculparme, me reí de su ofensa, porque
sabía que eso era lo que quería que hiciera, hasta que de repente, nos hallábamos
en el bar y ya nada parecía tan divertido.
—No quiero hacer esto —me quejé, tratando de alejarme mientras Jodi me
empujaba hacia adelante.
Cuando finalmente me rendí, me fui hacia la barra, aplastando mi estómago
contra el borde y haciendo que el camarero más cercano se girara con sorpresa.
No era Asher, gracias a Dios. Pero era hermoso, y que me estuviera mirando
tumbada como una idiota en la barra hizo que mi cara se calentara miserablemente
dentro de mi máscara. Le envié al camarero ardiente una mueca de disculpa y
saludé. —Hola< lo siento, por eso.
Entrecerró los ojos un segundo antes de señalarme. —Eres Sticks, ¿verdad?
Asentí. —Correcto. Y tú eres< ¿Mason?
Sonriendo, me dio un pulgar hacia arriba. —¿Qué hay? ¿Puedo traerte a ti y
a tu< —Miró a Jodi—<amiga algo de beber?
—Quiero una piña colada —anunció de inmediato Jodi.
¡Maldita sea! Fruncí el ceño. Por supuesto, ella bebería uno de esos justo en
frente de mí, cuando trataba de ser toda varonil.
—Claro que sí —dijo Mason y me miró—. ¿Sticks?
Como me gustó la cerveza que me trajo anoche Asher, le pedí una de esas.
Mason se dio la vuelta para ocuparse de nuestro pedido, y Jodi se elevó en
puntillas para decirme al oído—: No veo a tu hombre. ¿Seguro que está trabajando
esta noche?
—Shh< —La callé—. No es mi hombre, y sí, estoy segura.
—Bueno, ¿dónde está?
Fruncí el ceño, pero negué con la cabeza, insegura de la respuesta mientras
revisaba el lugar, buscándolo y temiendo tanto como me aliviase el momento en
que viera su oscuro cabello largo con los reflejos rubios. Dios, su cabello era
increíble. Para agarrarlo con los dedos mientras se grita por el orgasmo, así de
increíble.
—¡Oye, tú! Camarero sexy con la cicatriz —exclamó Jodi, haciéndome sentir
vergüenza mientras le hacía señas al segundo hombre detrás de la barra que no era
Mason—. ¿Asher está trabajando esta noche?
El chico que recordé que Asher llamó Knox hizo una pausa para enviarle a
mi compañera de piso un ceño fruncido. —Eso es información clasificada, lo
siento.
Sonreí, entretenida por lo protectores que eran con él sus compañeros de
trabajo. Debe llamar la atención de más mujeres de las que pensé inicialmente.
—Pero estoy preguntando por ella —argumentó Jodi, señalándome con su
pulgar antes de corregirse rápidamente—. Quiero decir, por él.
Knox me miró. Le tomó un segundo antes de reconocerme, pero cuando su
rostro se aclaró, asintió. —Oh hola. No te había visto.
—No hay problema. Jodi, este es Knox, otro de los compañeros de trabajo de
Asher. Tú estabas< ocupada con otra cosa cuando me lo presentaron anoche.
Knox, esta es mi compañera de cuarto, Jodi.
Ella estiró su mano, susurrando—: Bueno, hola, precioso. Hola, a ustedes
dos. —Apuntó con su barbilla a Mason cuando regresó con nuestras bebidas—.
Han considerado estar en un trío juntos, porque sin duda me ofrezco como
voluntaria para ser la mujer en medio de su caliente sándwich.
—Uh< —Mason se quedó inmóvil junto a un Knox igualmente inmóvil
mientras ambos miraban a Jodi con horror—. Tenemos novias.
—Oh, Dios mío —gruñó Jodi, levantando sus manos en derrota—. ¿Es que
cada maldito camarero caliente de aquí ya está comprometido?
—Todos excepto Asher —contestó Mason, estableciendo nuestras bebidas
en frente de nosotros y agitando la mano para que me detuviera cuando saqué mi
billetera para pagar.
Maldita sea, me acostumbraba a deslizar mi billetera a mi bolsillo trasero de
vuelta. ¿Es que nadie iba a cobrarme nada otra vez?
Guay.
—En fin, ¿a dónde fue? —preguntó una voz a mi izquierda, haciéndome
girar para encontrarme a Pick a mi lado, apoyando su brazo en la barra como si
acabara de llegar.
—A ayudar a alguien en la máquina de karaoke< otra vez —respondió
Mason mientras recogía un par de tazas vacías que quedaban en lo alto de la barra.
—Por supuesto —murmuró Pick, mirando allí, mientras Jodi prácticamente
me apartó a un lado para que pudiera confrontarle directamente.
—Oh mi jodido Dios —murmuró, casi babeando—. Quiero unos cinco de
ustedes. ¿Quién demonios eres?
Las cejas de Pick se alzaron con sorpresa cuando se fijó en Jodi, el anillo en
su ceja brillaba contra la luz del techo. —Bueno, ¿no es eres lo más dulce? —Él
tendió una mano hacia ella—. Mi nombre es Pick.
Tomó su mano, pero no la sacudió con él y no lo soltó. —¿Puedo tener a tus
bebés?
Con una sonrisa, negó con la cabeza y levantó su mano para besar sus
nudillos. —Lo siento, dulzura. Ya tengo una mujer para eso. Pero aprecio la oferta.
Es bueno para un hombre escuchar que una mujer hermosa aprecia su aspecto.
—Oh, Dios mío —gimió y se volvió para mirarme boquiabierta—. Él acaba
de llamarme hermosa.
—Y también te dijo que estaba comprometido. —Agarrando sus hombros, le
tiré hacia atrás lejos de Pick, obligándola a soltar su mano. Gimió de nuevo cuando
se vio obligada a separar el contacto con él.
—Pero< es tan caliente. ¿Solo un toque más? ¿Una lamida? ¿Olerle? Por
favor.
—¿Oye, ese es Carter Lang? —le pregunté, notando a alguien entre la
multitud que había visto salir de su habitación varias veces a lo largo de los años.
Sabiendo lo fácil que era distraerla, solté un suspiro de alivio cuando miró por
encima.
—¡Santa mierda, lo es! Enseguida vuelvo. —Y se fue.
Exhalando un suspiro, me giré hacia Pick. —Lo siento mucho. Ella< —No
tenía idea de cómo describir a Jodi. Era dulce, divertida, para nada tímida a la hora
de‖ir‖detr{s‖de‖lo‖que‖quería,‖hombres‖incluidos.‖Pero<‖sí.‖Podía‖ser‖terrible.
Pick simplemente se rió entre dientes. —No te preocupes por eso. Me sentí
halagado.
Así que comencé a girarme hacia los dos camareros detrás del mostrador a
pedirles disculpas en caso de que alguno de ellos se hubiera sentido insultado,
cuando Knox disparó hacia mí< o más bien, hacia Pick.
—Pick, juro que Miller Hart acaba de entrar por la puerta principal.
—¿Qué? —contestó Pick, escudriñando el club—. ¿Dónde?
Alertada por el apellido de Asher en la conversación, me distancié, mirando
a la dirección que Knox señaló a Pick.
—Mierda. ¿Qué diablos hace aquí? Pensé que todavía estaba en la cárcel.
Me tomó, como, medio segundo, averiguar de quién hablaban.
Chasqueando los dedos, señalé a cada hombre, recordando la noticia que oí
cuando llegué a casa después de la práctica.
—¿Se hallaba recluido en Statesburg? —No pude abstenerme de preguntar,
porque de repente recordé a Asher mencionar eso, y oh, mierda.
Mierda, era cierto. Esto no puede ser bueno.
Cuando ambos, Knox y Pick, me fruncieron el ceño por meterme en la
conversación, me aclaré la garganta. —Es solo que< que mostraron algo en las
noticias antes, diciendo que unos cincuenta reclusos de la prisión Statesburg
fueron puestos en libertad condicional antes de tiempo porque el lugar está
cerrado, y el resto de las prisiones de los alrededores se hallaban demasiado llenas
de gente para tomarlos a todos.
—Mierda —murmuró Knox, compartiendo una mirada preocupada con
Pick, que también parecía preocupado.
Dado que ya empecé, solo seguí adelante, porque en serio, tenía que saber.
—¿Quién es Miller Hart? Es el padre de Asher, ¿verdad?
La inquietud cruzó el rostro de Pick y a regañadientes asintió. —Sí.
—Ah< mierda. —Me volví a estudiar al hombre que mató a la madre de
Asher—. Esto no puede ser bueno.
—¿Crees que está aquí debido a Asher? —preguntó Knox a Pick.
Pero fui yo la que respondió. —Por supuesto. ¿Por qué si no iba a venir
aquí? Asher es su hijo< por no hablar del único testigo que vio al hombre que
mató a su esposa. Probablemente el testimonio de Asher fue lo que lo encerró. Si él
es vengativo, infiernos sí, este sería el primer lugar al que vendría.
—Espera. ¿Cómo supiste que Asher era el único testigo? —Pick me miró con
una curiosa expresión de sospecha—. ¿Él te lo contó?
Me encogí de hombros. —Es que< surgió el tema.
—Mierda —dijo Knox de repente—. Se dirige hacia aquí. ¿Qué hacemos?
Pick tomó el control, señalando. —Knox, lleva a Asher hasta mi oficina. Ya.
Me desharé de este hijo de puta.
Pero Knox negó con la cabeza. —Y una mierda. No vas a tratar con Miller
Hart tú solo. Es viejo y patético, pero poco fiable como el infierno.
—Sacaré a Asher de aquí —ofrecí.
Pick me lanzó una mirada sorprendida, aun así agradecido. —Gracias.
Traducido por Adriana
Corregido por Julie

Mientras Knox saltó por encima de la barra para seguir a Pick en dirección a
Miller Hart, escaneé el área del escenario en busca de Asher. El equipo de karaoke
comenzó a tocar una canción de One Direction, así que en lo que sea que estuvo
ayudando a un cliente, debió haber terminado. Eso significaba que se dirigía de
regreso a la barra. Por lo que, comencé a dirigirme al escenario para interceptarlo,
descartando y muchas veces empujando para abrirme paso entre la gente para
poder llegar donde tenía que estar.
Terminé casi chocando contra él cuando esquivé una horda de mujeres
chismeando, y de repente, allí se encontraba.
Ambos nos detuvimos, no esperando ver al otro.
Sus ojos se abrieron con sorpresa y lo que parecía aprensión. —Sticks.
¿Qué<?
—Oh, Gracias a Dios —espeté, haciéndole señas con apremio para que me
siguiera mientras me dirigía hacia una gran apertura que conducía hacia un pasillo
amplio, pero de techo bajo—. Vamos, vamos, vamos. Por aquí.
Me sorprendí cuando en realidad sí me siguió. —¿Por qué? ¿Qué pasa?
—No tienen que vernos. —Agarré su antebrazo tan pronto como llegamos al
pasillo menos atiborrado de gente—. ¿Cuál puerta conduce a la oficina de Pick?
Sus cejas se fruncieron en confusión y señaló. —Esa.‖¿Por‖qué?‖¿Qué<?
Lo jalé hacia la oficina conmigo y cerré la puerta de un portazo. Luego,
jadeando bruscamente, me apoyé contra ella por si acaso.
Después de tambalearse por mi tirón, recuperó el equilibrio para mirarme
con asombro. —¿Qué demonios, hombre?
—Lo‖siento.‖Es‖que<‖—Agité mis manos para hacerle saber que necesitaba
recuperar mi aliento. Luego exhalé un largo y contante respiro y le expliqué—:
Aquí es donde Pick me dijo que te trajera.
—Está bien —dijo lentamente, frunciendo más el ceño—.‖Y<‖¿por‖qué‖hizo‖
eso?
—Eh<‖ya‖sabes.‖ —Esquivé su pregunta—. Probablemente te lo hará saber
cuándo llegue aquí, así que<‖lo‖dejaré‖que‖te‖lo‖explique‖todo.
Sus labios se abrieron como si quisiera preguntar más, pero con la manera
adorable en que sus cejas seguían arqueándose, no parecía saber qué quería
preguntar primero.
—Bueno, yo me pasé por aquí esta noche para disculparme contigo por lo
de antes —me apresuré a decir, improvisando totalmente, diciendo la primera cosa
que se me vino a la mente.
De nuevo, lucía desorientado por lo que tenía que decir. Pero unos
segundos después, sacudió la cabeza. —¿Por qué? Yo fui el que hizo que las cosas
se pusieran incómodas.
—No,‖no‖es‖así.‖Tú<‖espera,‖¿qué?‖Tú‖no‖hiciste‖que‖nada‖fuera‖incómodo.‖
¿Por qué pensarías eso?
Sus hombros se tensaron y se giró hacia un lado lejos de mí como si quisiera
proteger una parte de sí mismo. Luciendo completamente incómodo por todo el
cuerpo, agitó una mano. —Ya sabes —murmuró, sin mirar en mi dirección—, por
decirte tanta mierda sobre mí.
Parpadeé. —Eh<‖ ¿No‖ es‖ eso‖ lo‖ que‖ haces‖ cuando‖ conoces‖ a‖ alguien;‖
compartes cosas pequeñas sobre ti?
—Sí, pero<‖—Por fin miró en mi dirección—. Esas no fueron cosas pequeñas.
Y‖no‖son‖cosas‖que‖comparto‖con‖la‖gente<‖nunca.‖‖
—Ah. —Dándome cuenta de que se abrió conmigo más de lo normal, la
importancia del momento me quitó la respiración de los pulmones. Una pesadez
llenó‖mi‖pecho,‖y‖solo‖quería<‖ni‖siquiera‖lo‖sabía.‖Pero‖ciertamente‖no‖era‖tomar‖
el regalo de la confianza de Asher por sentado.
Así que sacudí la cabeza y suavizando mi voz, dije—: No hiciste que nada se
pusiera‖incómodo<‖En‖absoluto.
No me di cuenta que estiré una mano para acomodarme el cabello detrás de
mi oreja hasta que mis dedos rozaron los mechones cortos, sobresaltándome y
recordándome que todavía me encontraba en mi forma de chico. Así que me aclaré
la garganta y cuadré mis hombros, intentando una pose más masculina.
Asher inclinó la cabeza hacia un lado a la vez que me fruncía el ceño. —Así
que, ¿de qué te estabas disculpando, y por qué saliste corriendo como si te asusté?
—Bueno,‖ yo<‖ yo‖ me‖ disculpaba‖ por‖ haber‖ salido‖ corriendo‖ en‖ medio‖ de‖
nuestra‖ conversación.‖ Y‖ tuve‖ que‖ salir‖ corriendo‖ porque<‖ porque<‖ —Mierda,
¿por qué mi cerebro se hallaba tan muerto? No podía pensar una pequeña mentira
para decírsela.
No había manera de que le contara la verdad y le hiciera saber que acababa
de descubrir que yo era la chica de la camiseta de Incubus. No creía que le pudiera
decir‖eso<‖nunca.
Así que, farfullé por un minuto más antes de decir—: ¡Mi compañera de
cuarto! Sí, Jodi. Sabes, la conociste anoche. Ella había salido del trabajo, y le dije
que la iba a pasar a buscar esta tarde, darle un aventón. —Mentira—. Me acordé
que me esperaba, así que tenía que apresurarme, o ella iba a estar molesta.
Mentira.
Mentira.
Mentira.
Todas las mentiras se revolvieron como acido en mi estómago, así que me
volteé, centrando mi atención en un estante contra la pared, más que todo lleno de
pequeños portarretratos.
—Entonces, ¿tú vives con ella? ¿Con Jodi? Ah. Supongo que no sabía eso.
—Ajá —murmuré, agradecida de que no tuviera que mentir sobre eso al
menos. Luego estiré mi mano en busca de mi cabello de nuevo, y casi me gruñí a
mí misma cuando recordé que no tenía largos mechones para acomodar detrás de
mi oreja en el momento. Maldición, ¿por qué tenía que tener un hábito nervioso
tan femenino?
—¿Cómo es? —preguntó Asher—. ¿Vivir con una mujer?
—Bien.‖ ¿Por‖ qué‖ sería<?‖ —Recordando que se suponía que fuera gay,
viviendo con una mujer heterosexual, me detuve—. Quiero decir, además del
hecho‖ de‖ que‖ nos‖ peleamos‖ por‖ todos‖ los‖ chicos‖ guapos,‖ es‖ como<‖ como‖ tener‖
cualquier otro compañero.
—Ah. —Por la voz de Asher, sonaba más confundido por mi respuesta que
aclarado.
Devolviendo mi mirada hacia él y desesperada por cambiar el tema antes de
que revelara algo que no debería, ondeé un dedo entre él y las fotos. —Así‖que<‖
Pick y tú. ¿Qué hay con eso?
La sospecha al instante llenó sus ojos. —¿Por qué? ¿A qué te refieres?
Me encogí de hombros. —No sé. No lo sé. Es solo que pareciera que hay
m{s‖ que‖ una‖ relación‖ entre‖ ustedes‖ que‖ solo<‖ ya‖ sabes,‖ de‖ jefe‖ a‖ empleado.‖ —
Luego me giré de vuelta hacia la multitud de fotos; la mayoría con una mujer rubia
y‖dos‖adorables‖niños<‖excepto‖una—. Y luego, está el hecho de que tiene una foto
tuya en su oficina, mientras que ninguno de sus otros bartenders están aquí.
—¿La tiene? —Apareció a mi lado, y su boca cayó abierta cuando vio la foto
que yo señalaba.
En el portarretrato, Asher se encontraba parado en el escenario, cantando en
un micrófono mientras tocaba la guitarra. Los otros miembros de Non-Castrato se
volvían borrosos a los lados; él era el foco principal de la foto obviamente.
—Mierda —murmuró, mirando fijamente—. No tenía la menor idea de que
tenía esto.
—Parece como si este estante está reservado para las fotos familiares —
cavilé en voz alta.
Asher soltó un gran suspiro y se pasó la mano por el cabello. —Supongo<‖
—Comenzó lentamente—.‖Sí.‖Somos‖familia.‖Él‖es<‖mi‖hermano.
A pesar de que obviamente dirigía mis suposiciones hacia una asunción de
ese estilo, escucharlo confirmarlo me hizo sacudir la cabeza en confusión.
Lo miré de reojo. —¿Cómo dices?
Sacudió la cabeza como si toda la cuestión lo desconcertara. —Nadie lo sabe
todavía<‖ no‖ oficialmente.‖ Pero,‖ eh<‖ resulta‖ ser,‖ que‖después‖ de‖ que‖ comencé‖ a‖
cantar‖la‖canción‖‚Ceilings‛,‖descubrí‖que‖él‖había‖sido‖abandonado‖por‖su‖madre‖
biológica en el‖hospital,‖y<
—Santa mierda —murmuré—. ¿Tu jefe terminó siendo tu medio hermano
perdido hace mucho tiempo? ¿Cómo demonios siquiera pasó eso?
Asher me miró, con expresión aturdida. —Me hago la misma pregunta
todos los días.
—Pero, espera. ¿Hace cuánto tiempo sabes de esto? Solo has estado tocando
‚Ceilings‛‖un‖par‖de<‖
—Semanas —terminó por mí—. Obtuvimos los resultados hace tres semanas
aproximadamente.‖Y‖todavía‖es<‖muy‖nuevo.
Solté un suspiro. —Amigo.‖Eso‖es<
Cuando sacudí la cabeza, él asintió. —Lo sé.
—¿Por qué no lo han anunciado oficialmente? —me pregunté, temiendo lo
peor por el pobre Asher—. ¿Él no quiere ser tu hermano?
Asintió, girándose hacia la foto de él. —Sí. Extrañamente, sí quiere. En
realidad soy yo el que se está conteniendo.
Lo miré de soslayo. —Entonces<‖¿no‖te‖agrada?
—No, sí. —Se giró hacia mí, su mirada desesperada y alerta—. Ese es el
problema.‖Es‖este‖chico‖asombroso,‖con‖los‖pies‖en‖la‖tierra‖y‖correcto.‖Y<‖es‖mi‖
hermano.‖Eso‖es<‖mejor‖de‖lo‖que‖jam{s‖esperé‖que‖fuera.‖Pero<‖va‖preguntar por
ella.
Sacudí la cabeza. —¿Por quién?
—Por nuestra madre —dijo entre dientes—. Es lógico, ¿no? ¿No te gustaría
saber sobre tu madre si acabaras de conocer a un hermano que la conoció y tú
nunca lo hiciste?
Cuando abrí la boca para responder que suponía que sí, siguió hablando—:
Sabes que va a querer saber todo. Va a querer saber qué tipo de persona fue, cómo
murió, y yo voy a tener que ser el que le diga la miserable vida que llevó y quien la
mató. ¿Y luego qué va a pensar de mí después de eso? Soy el hijo del asesino de su
madre. No sabe que todo en‖ mi‖ canción‖ ‚Ceilings‛‖ es‖ verdad.‖ ¿Qué‖ pasaría‖ si‖
descubre‖ que‖ lo‖ es‖ y‖ no‖ quiere‖ tener‖ nada‖ que‖ ver‖ conmigo?‖ No‖ puedo<‖ —
Sacudió la cabeza, luciendo miserable—. Simplemente no estoy listo para arriesgar
eso. Toda mi vida está en este edificio, y él podría quitarme todo eso con una sola
palabra.
Me aclaré la garganta y me rasqué la oreja. —Entonces<‖¿Todavía‖no‖le‖has‖
dicho nada sobre tu mamá o tu papá?
Negó con la cabeza y sus ojos verdes se llenaron de temor.
—¿Y él no ha preguntado?
—No. Todavía no. Pero sabes que lo hará.
Dejé salir un suspiro y me encogí de hombros. —Honestamente, creo que
deberías decirle algo, porque tengo el presentimiento de que ya sabe lo que le pasó
a tu mamá y quien la mató.
Su expresión se transformó de preocupación a confusión. —¿Ah?
La puerta se abrió, y Pick entró.
Cuando miré a su hermano y luego de vuelta a él, Asher debió haber visto
algo en mi expresión. Entrecerró los ojos, y su rostro se aclaró con algún tipo de
entendimiento.
Se giró hacia Pick. —¿Qué demonios pasa? —Luego hacia mí, mirándome
fijamente—. ¿Qué le dijiste?
Levanté mis manos, contenta de que estuviera libre de culpa respecto a esto.
—Nada. No le dije ni una mierda a nadie. Nunca traicionaría tu confianza de esa
manera. —Especialmente ahora que sabía que lo que me había contado realmente
era confidencial.
Pick se aclaró la garganta, haciéndome saber que se haría cargo.
Cuando me callé, Asher lanzó miradas sospechosas entre nosotros dos antes
de demandar—: ¿Qué?
—Miles Hart acaba de estar en el club —anunció Pick.
Asher palideció. Luego sacudió la cabeza. —¿Perdón?
—Knox lo reconoció de cuando estuvieron juntos en Statesburg.
—Espera. —Asher levantó ambas manos, solo para enterrarlas en su cabello
y apretar la cabeza. Su frenética mirada fue hacia Pick—, ¿Cómo siquiera sabes
sobre<‖él?
Con una pequeña exhalación, Pick se sentó en la esquina de su escritorio y
dobló las manos sobre sus rodillas. —Por favor, Asher, ¿cómo crees tú? Busqué en
internet y encontré todo lo que podía sobre ti la noche que dejaste ese mensaje en
mi teléfono, antes de que siquiera enviara a buscar los resultado de ADN. Me llevó
a‖artículos‖sobre‖Polly‖Ruddick<‖y‖su‖muerte,‖y‖su‖asesino,‖Miller‖Hart.
Traducido por Julie
Corregido por Dannygonzal

Oh Jesús. Esto era más de lo que podía soportar. Pick lo sabía. Él lo sabía
todo.
—Así que... todo este tiempo... ¿ya lo sabías?
Asintió.
Jadeé en busca de aire, aterrorizado, y luego caí en cuenta. Él sabía... desde
hace tiempo, y no me despidió ni me echó de su vida.
—Y todavía estás bien con... —Moví un dedo entre nosotros—. ¿Nosotros?
Pick arqueó las cejas, sorprendido. —¿De verdad te preocupaba que no
quisiera ser tu...? —Hizo una pausa y miró con inquietud hacia Sticks.
Mi baterista se encogió aún más, totalmente atrapado espiando nuestra
conversación muy personal.
Pero bufé y agité una mano en su dirección. —Él ya lo sabe.
Eso pareció tomar por sorpresa a Pick. —¿De verdad?
Asentí, sin preocuparme por Sticks. —¿Por qué mi papá está aquí? ¿Sigue en
el‖edificio?‖Él<
—No, se ha ido. Knox y yo, sobre todo Knox, lo acompañamos a la puerta y
le hicimos saber que nunca volvería a ser bienvenido bajo este techo.
El alivio me inundó. —¿Lo echaste? —Bien. Pero entonces la renovada
preocupación aumentó. ¿Qué demonios hacía Miller Hart dentro de Forbidden?
Pasando una mano sobre mi cara, me senté en el sofá de Pick—. Me pregunto
cuando salió. Pensé que todavía le quedaban un par de años.
—Yo puedo responder a eso —dijo Remy. Cuando lo miré, explicó el cierre
de Statesburg. Y yo solo pude sacudir la cabeza.
—Bueno... mierda.
Sticks resopló con sorpresa. —¿Eso es todo lo que tienes que decir?
Con un encogimiento de hombros confundido, le pregunté—: ¿Qué otra
cosa se supone que debo decir?
—Oh, no sé. Qué tal... ¿dónde está el lugar más cercano en el que podemos
obtener una orden de restricción?
Lancé una carcajada. —¿Perdón? ¿Por qué demonios voy a necesitar una de
esas?
—Piénsalo, Asher. Acaba de salir de la cárcel después de pasar ¿cuántos
años allí?
—Uh... —Hice un cálculo rápido en mi cabeza—. Como dieciséis.
—Dieciséis años tras las rejas, y ¿cuál es el primer lugar al que va cuando es
liberado? ¡Aquí! El mismo lugar donde el hijo, que testificó contra él y lo puso en la
cárcel, trabaja.
Mi cerebro daba vueltas ante sus palabras. Nunca lo había pensado de esa
manera. Pero fui la única persona que declaró en ese juicio como testigo ocular,
¿no? Seguramente el viejo estaba un poco enojado conmigo por eso.
Oh.
—Tenemos que conseguirte algún tipo de protección —afirmó Sticks de
forma rotunda, sorprendiéndome con la seriedad con la que se tomaba todo esto.
Bufé. —Sí, no creo que eso sea necesario.
—¡Dios mío! —Él levantó las manos con indignación—. ¿Cómo puedes dejar
pasar esto como si no fuera algo serio? Él vino aquí... por ti. Tal vez soy el único,
pero me parece muy alarmante.
—No, no eres el único —murmuró Pick.
Miré a mi hermano que tenía los brazos cruzados sobre el pecho y se pasaba
el nudillo del pulgar sobre el aro del labio inferior, pensativo.
Jesús, ambos se preocupaban sinceramente por mí.
Sí, mi padre fue el monstruo malísimo en mi vida cuando yo era joven. Me
aterraba en aquel entonces, y había temido cada momento en el que era obligado a
entrar en la habitación con él. Pero hace un par de años, visité la prisión donde se
encontraba, decidido a enfrentar mis demonios.
No me reconoció. Después de preguntarme quién era, quiso saber si yo era
su nueva representación legal y empezó a hablar de que estaba seguro que aún
podía librarse si hacíamos pasar el asesinato como autodefensa. Nunca lo corregí y
terminé siguiéndole la corriente antes de dejarlo con una mentira, diciendo que
estaría en contacto.
Toda la visita me dejó... vacío por dentro. No hubo amor perdido por el
hombre que me había aterrorizado, pero tampoco ningún miedo contenido.
Envejeció mal tras las rejas. Él solo fue un anciano débil y patético que no me
provocó ni una pizca de miedo.
Así que era difícil armarme de valor ahora.
—O tal vez no tiene un pensamiento nefasto en la cabeza —le dije a Pick y a
Remy—. Tal vez el tipo solo quiere reencontrarse con su hijo.
—Sí —acordó Remy rodando los ojos de forma sarcástica, y cruzó los brazos
sobre el pecho—. Porque antes no era más que un ser de amor paternal y devoción,
criando a su precioso niño en una casa de drogas y golpeándolo a él y a su madre
cada vez que se le antojaba. Claro.
Fruncí el ceño, decidiendo que le había contado mucho sobre mí mismo.
Pero, maldita sea, él tenía razón. —Bueno, está bien. Soy el único pariente vivo que
le queda. ¿A quién más va a recurrir en busca de dinero o un lugar donde dormir?
Honestamente, si acabas de salir de la cárcel después de dieciséis años, ¿a dónde
irías? Necesita cosas, y estoy seguro de que cree que se lo debo.
—Bueno, no va a conseguir nada de ti.
El anuncio decidido de Remy me hizo reír. —¿De verdad? Y yo que pensaba
darle todo lo que tenía.
No pareció apreciar mi sarcasmo. Girando hacia Pick, me señaló. —Hazle
entrar en razón, maldita sea.
Pick suspiró y se frotó la cara. —Mira —me dijo mientras dejaba caer las
manos—, no importa cuál sea su motivo, yo tampoco lo quiero cerca de ti. Y solo
para asegurarnos, creo que un par de medidas más de protección sería prudente.
—Está bien. —Levanté las manos como si me rindiera a su voluntad, pero
luego me agarré el pelo—. Voy a tomar en cuenta lo que ambos dijeron, y les
agradezco su preocupación, pero, sinceramente, este no es su problema. —Cuando
abrieron la boca, luciendo dispuestos a discutir conmigo, rápidamente seguí
hablando—. Y si alguna vez vuelve, buscándome, dejen que yo me encargue de él.
Voy a echarlo yo mismo. Ahora es un hombre viejo y débil. Ya no me asusta, y que
me condenen antes de permitir que me asuste de nuevo.
Con eso, giré hacia la puerta.
Pick se lanzó hacia adelante, con pánico en sus ojos. —¿A dónde vas?
Suspiré. Era lindo saber que le importaba tanto como para preocuparse por
mí, pero con respecto a este tema en particular, me molestó. —Vuelvo al trabajo. Si
no lo has notado, el bar sigue abierto y está muy ocupado, y para eso me pagan.
Casi desafiándolo a reaccionar con la mirada que le envié, abrí la puerta.
Un suspiro de resignación abandonó sus pulmones. —Solo... cuídate, ¿sí?
—Claro que sí, Capitán. —Lo saludé, enviándole una mirada a Sticks solo
para verlo mordiéndose las uñas con preocupación, y entré en el pasillo. Y quién lo
diría, Miller Hart no se abalanzó sobre mí, con la intención de matarme.
Tanto Pick como Remy hallaron la manera de salir al bar un par de minutos
más tarde. Se mantuvieron cerca, charlando juntos con una cerveza, poniéndome
irritable con cada minuto que permanecían así.
Los evité a los dos, sin estar dispuesto a hablar más sobre mi padre, o
incluso pensar en él.
Salvo que no podía sacarlo de mi cabeza. Me alteró saber que se encontraba
libre. Todo anudado por dentro, no estaba muy seguro de cómo me afectó la
noticia, simplemente sabía que lo hizo. No tenía miedo, como algunas personas
creían que debería tener, pero me quedé muy sorprendido e... inquieto. No quería
hacerle frente al viejo. Después de mi primera y única visita a él tras las rejas, puse
esa parte de mi vida detrás de mí y seguí adelante. Solo quería que continuara de
esa manera.
Mis dos guardaespaldas autoproclamados se fueron por fin una hora antes
de cerrar, pero o Pick le había dado a Knox órdenes de que me acompañara a mi
motocicleta u otra persona se preocupaba por mi seguridad.
Eso era raro, que haya gente que piense y se preocupe por mí. No estaba
seguro de cómo lidiar con ello, así que solo le agradecí a mi compañero de trabajo
y le saludé tan pronto como arranqué mi bestia.
Cuando llegué a mi casa, sí, bien, revisé un poco para ver si el viejo se
encontraba allí. Pero el callejón que conducía a mi puerta estaba vacío. Abrí todos
los cerrojos, recordando bloquearlos detrás de mí, y corrí escaleras abajo hacia mi
pequeño dominio.
Mozart dando vueltas en su jaula fue lo único que me recibió.
—Hola, amiguito —le dije, encendiendo la luz principal, a pesar de que
había dejado una luz de noche encendida para que él viera.
Mi entrada lo puso en marcha, corriendo aún más rápido a lo largo de los
túneles que había hecho para que pasara de jaula en jaula hasta que estuvo en la
más cercana a mí. Su entusiasmo me hizo sentir apreciado, aunque seguramente no
se alegró de verme a mí en específico; lo más probable era que solo tuviera ganas
de que lo dejara suelto. Así que le concedí su deseo, y abrí la puerta.
Salió disparado más allá de mí, una mancha de piel marrón saltando un
metro y medio hacia la parte de atrás del sofá. Luego pasó rápidamente a lo largo
del respaldo y se lanzó al suelo donde desapareció debajo de mi cama.
Suspiré. —Sí, es bueno verte a ti también, amigo.
Oh bien. Él era mejor compañía que nada.
Quitándome los zapatos, me dirigí a la zona de la cocina y abrí la pequeña
nevera para sacar una botella de agua. No había comido desde el ensayo, cuando
me devoré la mitad de la comida de Remy, pero la verdad es que no tenía hambre.
Y no tenía ganas de dormir a pesar de que estaba cansado. Ya sabía que solo
terminaría dando vueltas si me metía en la cama en este momento, y odiaba
quedar enredado en mis propias sábanas... a menos que tal vez tuviera compañía
de la clase femenina.
Pero no tenía a una mujer aquí, y la idea de mi papá libre y vagando por las
calles en algún lugar rondaba por mi cabeza. Podría dormir una o dos horas más
tarde, pero todavía no. Sentándome en una silla de la mesa, agarré el cuaderno que
había dejado abierto y cogí un bolígrafo.
Mi musa ciertamente no se sentía tan inspirada como antes, pero esta
canción era lo único en lo que quería trabajar. Excepto que, mierda, imaginar a mi
padre, viejo y arrugado en la prisión, quejándose de lo injusto que fue tratado, era
lo único en lo que podía enfocarme.
Frotándome la cara, me senté en la silla y abrí mi mente. La primera persona
que apareció en mis pensamientos fue la chica con la camiseta de Incubus,
cantando en el escenario y chocando su cadera con la de la pelirroja más bajita a su
lado. Había estado tan atrevida y relajada allí, cantando con confianza, porque ella
sabía que tenía un buen aspecto y voz, y solo quería divertirse un poco con ambos.
Me hizo desear divertirme un poco con ella.
Pero tanto de ella era borroso en mi mente; recordaba muy pocos detalles
reales aparte de que tenía el pelo largo y oscuro. Así que le di las piernas de la
chica baterista que se presentó a la audición. También le puse la cara de la chica
baterista, pero tampoco podía divisarla muy bien en mi memoria. Era muy malo
para recordar caras. Así que, supuse que las piernas y el cabello tendrían que ser
suficientes.
Me imaginé agarrando puñados de ese cabello sedoso, largo y oscuro
mientras que esas increíbles piernas se envolvían a mi alrededor con la esperanza
de pensar en una nueva oración para la canción.
Pero en lugar de eso, pensé en otra cosa.
Mis pantalones vaqueros se volvieron apretados en el área del regazo, así
que me deslicé un poco más abajo en la silla para hacer más espacio. Pero eso no
ayudó. Había pasado demasiado tiempo desde que el pequeño Asher salió a jugar,
y una vez que lo despertaba, solo quería más atención, y seguía creciendo,
exigiendo que le diera algo. Así que bajé la cremallera y me acomodé a mí mismo.
Una de las pequeñas ventajas de vivir solo; podría sentarme desnudo, y a nadie le
importaba.
Pero la idea de que a nadie le importara impulsaba esa chispa de soledad
que había estado reclamándome últimamente, y tuve que hacerme pensar de
nuevo en la muchacha con la camiseta de Incubus y con las piernas de la chica
baterista para superarlo. Y sí, mi polla se agrandó más. Antes de darme cuenta,
deslicé mi mano alrededor de la base y bombeé con fuerza, sin pensar en las
canciones, pero cerrando los ojos para poder soñar despierto con esa piel suave y
cálida, el cabello largo y un coño mojado y apretado que me hizo correrme en
instantes.
Con un suspiro de alivio, me hundí más en mi silla y apoyé la cabeza contra
el respaldo. Pero mientras jadeaba por los últimos restos de mi orgasmo, solo me
sentí más patético que nunca. A pesar de que conectar con una mujer al azar
después de un concierto no era mi preferencia, tenía que ser mejor que
masturbarme solo en mi apartamento. Por lo menos, podría tener un momento de
abrazos antes de que ella se fuera, clamando que sus amigas no le creerían cuando
les dijera que acababa de follar a Asher Hart.
Mis amigos en Forbidden tenían razón; necesitaba tener sexo. Mucho.
Un sonido desde la cama me hizo echar un vistazo y salté cuando vi a
Mozart allí de pie sobre sus patas traseras, inclinando la cabeza hacia un lado y
mirándome, moviendo su cola peluda con interés.
Me enderecé en la silla, ocultándole de inmediato mi polla. —¿Qué diablos,
pequeño pervertido? ¿En serio acabas de ver eso?
Ante mi voz, salió disparado y desapareció debajo de la cama. Resoplé con
disgusto, más disgustado conmigo mismo que con mi mascota, y limpié rápido mi
desorden, luego me vestí antes de que Mozart intentara echar otro vistazo.
Después de agarrar mi bolígrafo y golpetearlo contra mi libreta, suspiré con
derrota. La adrenalina del concierto de Chicago estaba oficialmente muerta. No fui
capaz de escribir otra palabra por el resto de la noche.
Traducido por Kath1517
Corregido por Julie

Me fui a dormir alrededor de las ocho de la mañana siguiente después de


tentar a Mozart dentro de su jaula con algunas semillas de girasol.
A las diez, mi teléfono comenzó a estallar. Bien, bien, recibí tres mensajes de
texto y una llamada. Pero para mí, eso era mucho. Ignoré los mensajes, pero me
quejé y moví mi brazo a ciegas para buscar mi teléfono en la mesa de noche
cuando siguió sonando.
Después de saludar, la voz demasiado despierta de Pick resonó en mi oído.
—Oye, tengo otro par de casas para revisar. ¿Vienes?
Me pasé la mano sobre mi cabeza, bostecé y entonces me senté. —Seguro.
¿Cuándo y dónde?
—Te recogeré en diez minutos.
Me colgó y sacudí la cabeza, sin estar seguro de porqué seguía pidiéndome
que lo acompañara. Entonces fui a borrar los mensajes que me había enviado, solo
para descubrir que no eran de él. Los tres eran de Sticks.
Oye, solo para asegurarme de que llegaste a casa bien y que tu papá no se escabulló
para sofocarte mientras dormías anoche.
El siguiente: Aquí es cuando respondes y me dices que estás bien. Incluso puedes
añadir un “ahora desaparece” si mi preocupación te molesta.
Y finalmente: En serio, hombre. ¿Estás muerto o solo enojado conmigo?
Teniendo lastima por él, le escribí. No estoy muerto, solo durmiendo.
Mandó inmediatamente una respuesta. Mierda, lamento despertarte. Olvidé que
trabajas hasta tarde. Pero me alegra que estés vivo. Intenta permanecer así. Como que te
necesitamos el próximo domingo para el tocar en Chicago.
Sonriendo, sacudí la cabeza y le dije que vería que podía hacer. Entonces
arrojé mi teléfono de nuevo a la mesa de noche y me apresuré a buscar algo de
ropa antes de que apareciera Pick. Tomé una manzana que compré para Mozart y
estaba puliéndola cuando mi hermano se estacionó en mi puerta en su Barracuda.
—¿A qué vecindario vamos a ir esta vez? —pregunté mientras me deslicé en
el asiento del pasajero.
Cuando Pick me respondió mientras colocaba el auto en movimiento, solté
un bajo e impresionado silbido. —Bien.
Una sonrisa de orgullo tiró de sus labios. —Nada es demasiado bueno para
mi familia.
—Lo que me recuerda —dije, acomodándome más en mi asiento y tirando
mi cabeza hacia atrás para cerrar los ojos—. ¿No crees que deberías, no lo sé,
declarártele a Eva antes de comprar una casa con ella? —Ya se consideraban el uno
al otro esposo y esposa, así como la mitad del grupo con el que salíamos, pero aún
tenían que atar el nudo de verdad–. ¿O no te gusta esa clase de mierda tradicional?
—Oh, me he declarado. —Pick me mostró una sonrisa secreta y petulante
mientras movía las cejas—.‖E‖incluso‖hemos‖fijado‖una‖fecha<‖para‖dentro‖de‖un‖
mes, de hecho. Lo que me recuerda, ¿vas a ser mi padrino o qué?
Jadeé por aire. Después de sentarme derecho y golpearme el pecho con mi
puño, le lancé una mirada de incredulidad. —¿Qué? ¿Yo? ¿Qué hay de Mason?
Mason sería la opción obvia. Era el hombre de Reese, y ya que Reese era la
prima de Eva y su mejor amiga, ella no tendría dudas de ser la dama de honor.
Además, los cuatro pasaban mucho tiempo, o eso había escuchado. Él tenía que ser
mucho más cercano a Mason de lo que era a mí.
Pero Pick se encogió de hombros. —Estoy seguro de que él entendería que
prefiero que tú estés parado a mi lado.
Estremecido por tal declaración, me froté con las manos sobre rostro. —¿De
verdad no tienes problemas por quien es mi papá, verdad?
—¿Qué quieres decir? —Me miró, claramente confundido.
Escupí con incredulidad. —¿Qué‖crees?‖Él<‖mató‖a‖tu‖madre.
Después de entrecerrar los ojos, como si estuviera más confundido por mi
explicación, murmuró—: También era tu madre.
Dejé salir el aire. Definitivamente no era del tipo que colocaba los pecados
del padre sobre el hijo, eso era seguro. —Todavía no puedo creer que ya sabes todo
—murmuré, más para mí que para él—. Me sigo cuestionando porque jamás
preguntaste sobre ella.
Se encogió de hombros y dio vuelta en una agradable y tranquila calle
residencial que me tuvo mirando por la ventana y salivando ante todas las casas
hermosas. —Me supuse que me dirías cuando estuvieras listo.
—No es una historia bonita —dije, mirando a una madre con dos niñitos
abriendo la puerta de una casa para salir fuera. Parecían como una familia unida
feliz y saludable.
Aparté la mirada.
—No pensé que lo fuera.
—Ella‖hablaba‖mucho‖sobre‖ti<‖y‖tu‖pap{.‖Me‖contó‖toda‖clase‖de‖mierda‖
que nunca debió hacer. —Tal como que nunca perdonó a mi padre por detener su
aborto en casa cuando había estado embarazada de mí—. Pero ella lo amaba, si
sirve de consuelo. —Miré en su dirección. Por la expresión en su cara, se empapaba
con cada palabra y quería escuchar más—. Ella tenía dieciséis y él diecinueve.
Siempre lo llamaba Chaz, así que no sé su nombre completo; lo siento.
Pick se encogió suavemente, haciéndome saber que estaba bien. Aprendía
más de su donante de esperma de lo que jamás había escuchado antes.
—Su familia no aprobó que estuvieran juntos. Era una tipo que había dejado
la secundaria y bebía mucho, y no parecía que alguna vez fuera a aspirar a más
que al trabajo de mecánico que tenía.
Pick me miró fijamente. —¿Mecánico?
Asentí. —Sí, también le gustaba los autos. Entonces, cuando mamá, Polly, se
fue de la casa para estar con él, su familia cortó todo lazo con ella. Se embarazó casi
de inmediato, y entró en trabajo de parto el mismo día que tu padre fue asesinado
en un tiroteo en el taller en que trabajaba.
Me apresuré con la última parte, sin estar seguro de cómo lo tomaría Pick.
Sus dedos se apretaron alrededor del volante, pero no dijo nada. Solo desaceleró el
auto‖en‖frente‖de‖una‖casa‖de‖dos‖plantas‖con‖un‖aviso‖de‖‚SE‖VENDE‛‖en‖el‖patio.‖
Estacionó en la cera y apagó el motor.
Luego soltó una bocanada de aire. —¿Entonces, también está muerto, eh?
—Lo siento. —Sacudí la cabeza con tristeza—. Ella estaba bastante enojada y
no pudo manejar un nuevo bebé tan pronto después de lo que pasó, pero siempre
hablaba sobre lo mucho que se arrepentía de dejarte. Sin embargo, nunca intentó
encontrarte; estaba convencida de que tenías que estar en un mejor lugar.
No mencioné todas las veces que me dijo durante los años que deseaba
haberme dejado y quedarse con él en cambio.
—Bueno<‖—dijo Pick lentamente, mirando directamente por la ventana—.
Eso es algo, supongo. —Luego me miró y levantó sus cejas—. ¿Listo para mirar la
casa?
Lo había molestado. Me sentía como una mierda por eso, pero no tenía idea
de cómo arreglarlo, así que asentí y abrí mi puerta. —Hagámoslo.
La verdad, no quería mirar más casas, por lo que tan pronto nos reunimos
con el de la inmobiliaria y comenzó a mostrarnos las cosas, dije—: Bien podrías
ahorrártelo, hombre, y solo mostrarnos el patio trasero.
Pick se rió cuando el otro tipo me lanzó una mirada graciosa. Pero fuimos a
ver el patio trasero primero, y tan pronto como la decepción brilló en el rostro de
mi hermano, supe que no había encontrado aún lo que buscaba.
Esperando hasta que estuvimos de nuevo en su auto y alejándonos de la
casa, dejé que mi curiosidad me ganara. —Entonces, ¿vas a decirme que pasa con
la cosa del patio trasero?
Pick me miró con el ceño medio fruncido, luego gruñó y admitió. —Nunca
me creerías.
Me encogí. —Pruébame.
—De‖acuerdo.‖Lo‖he‖visto‖antes.‖En<‖como,‖una‖visión.
Levanté una ceja. No me sorprendió tanto lo que dijo como saber que creía
en eso. Nunca lo hubiera tomado como de ese tipo.
Levantando un dedo, advirtió—: No me mires así. No creo en esa mierda,
pero es la maldita verdad.
—No dije nada.
—Cuando era niño —continuó con un suspiro reacio—,‖ tuve‖ un<‖
encuentro con una bruja. Como una bruja verdadera, que vendía pociones, esa
mierda y adivinaba la fortuna en su casa.
—Bien<‖—dije lentamente.
—No es una maldita mentira —murmuró a la defensiva.
Me reí y levanté las manos en rendición. —No dije que lo fuera.
—Fui a su casa para lanzarle una roca por la ventana por haber molestado a
una de mis amigos, pero me atrapó y puso sus manos sobre mi cara. No sé qué
demonios hizo, pero de repente tuve una visión, como pequeños retrocesos, pero
eran más bien como adelantos. Vi a Campanita, a Julian‖y‖a‖Skylar‖en‖sus<‖diez‖
años antes de siquiera conocer a Eva o de que nacieran los chicos. Vivíamos como
una‖ familia‖ en‖ una‖ casa‖ que‖ solo‖ vi‖ desde‖ el‖ patio‖ trasero,‖ y<‖ —Me miró—. Tú
también aparecías en una de las visiones.
—¿Yo? —Se erizó el vello de mi nuca.
Pick asintió. —Estabas en la recepción de mi boda, en un esmoquin, junto al
sistema de sonido en Forbidden, exactamente como tienes el escenario organizado
ahora. Es por eso que no te rechacé cuando apareciste ese primer día, preguntando
sobre tocar ahí. Te había visto antes. Sabía que tendrías que quedarte lo suficiente
para estar en mi boda.
—Mierda —dije, sorprendido por todo lo que acababa de decirme.
—Oh, y por cierto, la primera canción que Eva y yo tenemos que bailar es
‚Baby‖Love.‛‖No‖lo olvides.
—Mierda —dije de nuevo.
Sonrió. —¿Demasiado para asimilar de una vez?
Sacudí la cabeza, pero dije—: Sí, un poco. —Entonces me giré por completo
en mi asiento para mirarlo—. No es una broma, ¿verdad?
Sacudió la cabeza. —En absoluto.
—Ajá. —Moví mis‖dedos‖contra‖mi‖labio‖inferior‖al‖ritmo‖de‖‚Baby‖Love‛‖
porque ahora esa canción se metió en mi cabeza—. Entonces, déjame entender eso.
¿Estás buscando ese patio trasero que viste en tu visión durante todo este viaje de
cazar casas? —Cuando asintió, resoplé—. Bueno, eso es estúpido.
—¿Discúlpame? —Me lanzó una mirada sorprendida antes de estacionar en
el callejón en mi casa y se detuvo en mi puerta delantera.
Solo me encogí de hombros, sin disculparme. —Por como yo lo veo, tienes
las mejores partes del sueño. La mujer y los niños, ¿verdad?
—Verdad —dijo lentamente.
—Entonces, porqué no los disfrutas y dejas que el resto caiga por su propia
cuenta. Deja de intentar forzar las cosas para que se hagan realidad, porque
diablos<‖alguien‖podría‖todavía‖estar‖viviendo en la casa de tus sueños. Podrían
pasar años antes de que siquiera esté disponible para la venta. ¿Por qué torturarte
a ti, a Eva, poniendo todo patas arriba y molestándola en el proceso, cuando
podrías estar disfrutando de las mejores partes?
Pick estuvo pensativo antes de murmurar—: Buen punto. —Entonces miró
hacia mí y sonrió—. Seguro haría mucho más feliz a Campanita si sintiera que
tiene voz en decidir a donde vamos a vivir.
—Entonces<‖ahí‖tienes.
—Maldición. —Dejó salir una risita—. ¿Por qué no lo pensé de esa forma?
—Supongo que solo necesitabas que tu hermanito te metiera algo de sentido
común.
Sonrió, genuinamente complacido por la respuesta. —¿Entonces estás listo
para admitir que estamos emparentados, eh?
Miré por la ventana hacia la oxidada puerta de metal que llevaba a mi
apartamento. —Supongo que debo, ya que voy a ser el padrino en tu boda y todo
eso.
Cuando arriesgué mirar en su dirección, me sonrió y revolvió mi cabello,
como si fuera alguna clase de hermano mayor.
Como que quería pasar más tiempo con él, pero se sentía demasiado
arriesgado, como si algo malo fuera a suceder si me quedaba a su lado demasiado
tiempo, y lo perdería, así que murmuré—: Te veo luego —mientras abría la puerta.
Pero Pick agarró mi brazo. —Oye, espera.
Lo miré.
Movió su atención a mi puerta también, pero su mirada estaba fija en los
tres cerrojos que la mantenían cerrada. —¿Nos has oído de tu padre desde anoche,
verdad?
Me quejé. —Dios, suenas como Sticks. No, nunca se apareció por aquí, y
nunca lo vi en el bar después de que te fuiste.
—Bien. —Entonces usó sus dientes para jugar con el arete en el labio
inferior—. ¿Qué pasa entre tú y tu nuevo baterista?
Esa pregunta me atrapó fuera de guardia. —Nada. ¿Por qué?
Se encogió de hombros. —No lo sé. Es solo que los dos parecen demasiado
cercanos para acabar de conocerse.
Parpadeé, sin estar seguro de a dónde llevaba su pregunta. Lentamente,
dije—: Sí, supongo. Me cae bien. Es gracioso, tiene buen gusto musical, y toca
genial la batería. —Y tenía una forma extraña de hacerme contarle todo mi drama
personal. Además sentía una extraña conexión con él.
—Creo que también le caes bien —murmuró Pick—. Mucho.
Comencé a negar y resoplar por su declaración, pero entonces me encogí de
hombros. —No lo sé. Él es gay; supongo que es posible.
—Aja. Tal vez es eso. Es gay.
Fruncí el ceño, confundido. —¿Qué quieres decir? ¿No te cae bien?
—Sí,‖sí‖me‖cae‖bien.‖Parece‖bueno.‖Solo‖hay‖algo<‖diferente‖en‖él.
Me enderecé, casi a la defensiva por mi nuevo amigo. —¿Diferente, cómo?
—No lo sé —respondió Pick con su propio ceño de confusión—. Solo vi algo
en‖él‖cuando‖habl{bamos‖anoche‖que‖me‖hizo‖querer‖tratarlo‖como‖si‖fuera<‖una‖
mujer.
Me reí. —Sí, supongo que esa es la cosa de gay. No estoy seguro.
—¿Entonces has notado sus pequeñas cualidades afeminadas? Demonios,
debemos estar relacionados.
Sonriendo, abrí mi puerta. —Deja a mi pobre baterista en paz. Puede ser
todas las malditas cosas que quiera. Aun así creo que es genial.
—Sí, me divertí hablando con él. —Se inclinó hacia mí mientras salía del
auto y dijo—: Y solo para que lo sepas, si termina cambiándote de gustos por los
hombres, aun así te declararé orgullosamente como mi hermano.
—Oh<‖ vete‖ a‖ la‖ mierda,‖ hombre.‖ —Cerré la puerta con fuerza, pero aún
tuve que reírme y sacudir la cabeza mientras me giraba para desbloquear mi
puerta.
Pero, en serio, ¿no podía un hombre heterosexual ser amigo de un hombre
homosexual sin que todo el mundo asuma tonterías?
Traducido por Beluu
Corregido por Julie

No podía calmar mis nervios. Era sábado, estábamos en Chicago, e íbamos a


tocar en horas —en solo unas horas— enfrente de una nueva multitud de
espectadores, un lugar más grande y fanáticos más exigentes que se encontraban
acostumbrados a tener bandas más grandes tocando en su club. E iban a pagarnos
diez veces más de lo normal.
¡Era como si en realidad estuviéramos llegando a algún lado!
Asher había rentado una camioneta para llevarnos a los cuatro y a todo
nuestro equipo, mi batería ocupando la mayor parte del lugar. Estaba apretado y
olía a muerto —porque Heath tenía un serio problema de gases—, cuando nos
bajamos en la ciudad, cuatro horas después de haber estado atrapados juntos en un
vehículo. Jadeé por aire tan pronto como deslicé la puerta trasera. Pero Dios, tan
pronto como consiguiera mi habitación en el hotel en que teníamos planeado pasar
la noche antes de volver a primera hora de la mañana, iba a sacarme esta máscara y
pecho‖falso‖y‖a‖descansar‖desnuda‖en‖mi‖cama,‖solo‖para<‖airear.
Detrás de mí, Gally y Heath comenzaron a descargar sus cosas mientras
Asher se dirigía al escritorio principal para confirmar nuestras habitaciones. Robé
otro momento para mí misma, agradecida de no tener que oír a Gally degradar a
las mujeres mientras presumía sobre cuántos coños conseguía, o seguir oliendo los
pedos con olor a calcetín sucio de Heath.
Pero Gally tenía que interrumpirme y gritar—: Sticks, ya junta toda tu
mierda. No voy a arrastrar tu equipaje gay.
Me di la vuelta para fulminarlo con la mirada; mi equipaje era de color
negro, simple y aburrido. Dios, era tan idiota. Pero volví pisoteando a la
camioneta, de cualquier manera, porque no quería sus manos asquerosas en
ningún lugar cerca de mis cosas.
—Lo siento, chicos —anunció Asher mientras volvía a unírsenos, mostrando
dos tarjetas de acceso—. Parece que vamos a tener que dormir en parejas esta
noche.
Mi estómago inmediatamente comenzó a retorcerse. —¿Cómo?
Había dejado explícitamente claro que quería mi propia habitación; no me
importaba cuánto más me costara.
Pero mierda, esto no podía estar sucediendo de verdad. ¿Cómo demonios se
suponía que me quitara mi máscara para dormir? El pánico me arañó la garganta.
—Qu<‖qu<‖¿por‖qué‖vamos‖a‖hacer‖eso?
Asher me dio un pequeño encogimiento para disculparse. —Estamos
demasiado cerca del estadio Soldier Field y aparentemente los Bears tienen un
juego de fútbol mañana. Nos conseguí las últimas dos habitaciones disponibles.
Fruncí el ceño. Estúpidos Bears. Estúpido fútbol. ¿Por qué, por qué, por qué
me harían esto? Contaba con tener mi propia maldita habitación.
Asher le lanzó a Gally uno de los pedazos de plástico. —Tú y Sticks pueden
tomar‖la‖5B.‖Holden‖y‖yo‖estaremos‖en<
—Oh, diablos, no —explotó Gally—. No vas a hacerme pasar la noche con el
marica. ¿Qué pasa si se mete en la cama conmigo a mitad de la noche e intenta
ponerse travieso?
Resoplé. —Como si eso fuera a pasar jamás.
—Me verá cambiarme —se quejó Gally, ignorándome por completo—. Y
duermo desnudo. No quiero que Sticks me vea desnudo.
Ni él ni yo. Ahora era yo la que se giraba hacia Asher, rogando con los ojos.
—Por favor, Dios, no me hagas quedarme con él.
—Está bien. —Asher rodó los ojos en un arco lo suficientemente grande para
abarcarnos a Gally y a mí—. Tú ve con Heath, entonces. Sticks puede quedarse
conmigo.
Oh, Dios, ¿qué?
¿Yo, compartir habitación con Asher Hart?
¡No! De cierta manera, eso era peor.
En realidad quería verlo desnudo. Mierda, ¿qué pasaba si lo veía desnudo?
Así probablemente intentaría meterme en su cama a mitad de la noche y ponerme
traviesa.
Me sentí un poco enferma por la preocupación.
Pero en serio, ¿cómo demonios iba a esconder el hecho de que era una chica
a alguien que compartía habitación conmigo?
Oh, mierda. ¿Cómo se suponía que me sacara la máscara durante todo este
viaje?
—Hay dos camas, ¿verdad?
Asher me dio una mirada seca. —Sí.
Casi me desmayé del alivio ante esa respuesta, pero conseguí dar un
asentimiento contenido. —Genial.
Así que descargamos los bolsos de la camioneta, dejamos los instrumentos
dentro, y mientras Heath y Gally se alejaban para encontrar el 5B, Asher y yo nos
quedamos en la planta baja, buscando el 1D. Caminé detrás de él, arrastrando mi
valija mientras él solo cargaba una pequeña bolsa de lona sobre su hombro.
Mi mente corría mientras pensaba en las distintas formas en que podría ser
revelada mi identidad. Gracias a Dios no era ese momento del mes; no necesitaría
tener cerca mis productos de higiene femenina. Incluso había salido a comprar
todos los artículos de aseo de hombre para poder seguir con mi rol. Aun así, solo
tomaría un vistazo en mi equipaje para ver mi tanga o la máscara de repuesto que
me había hecho Jodi, en caso de que a esta le sucediera algo.
No estaba segura de cómo Asher o los otros dos reaccionarían cuando lo
descubrieran, pero estaba bastante segura de que no quería arriesgarme a que
sucediera mientras me hallaba atrapada con ellos en Chicago.
Intentando no preocuparme ni pensar en eso, dije—: Lamento que hayas
quedado atrapado con el tipo gay.
La espalda de Asher se encontraba hacia mí mientras desbloqueaba la
puerta de nuestra habitación. Santa mierda, no podía creer que estuviera a punto
de compartir una habitación de hotel con Asher Hart.
—No te preocupes por eso. —Miró sobre su hombro para sonreírme—. Lo
que Gally no sabe es que he visto a Heath dormir en los recreos cuando
trabajábamos juntos. Ronca como un maldito tren de carga.
Reí y sacudí la cabeza. —Genial.
Abrió la puerta y entró delante de mí. —¿Tienes alguna preferencia con las
camas?
Y ahora hablaba de camas con Asher Hart.
Qué irreal.
—Eh<‖no.‖Como‖quieras.‖—Estaría completamente de acuerdo con simplemente
compartir, pero no dije eso en voz alta.
Lanzó su bolso en la cama más cerca de la puerta e inmediatamente se quitó
sus zapatos. Arrastré mi valija hasta el final de la cama más cerca del baño y asomé
la cabeza para ver cuán grande era, porque aparentemente, este podría ser el único
lugar en el que conseguiría despegarme de Sticks por un par de minutos y respirar.
Era pequeño pero estaba limpio, por lo que supuse que tendría que servir.
Cuando salí, Asher se quitaba su camiseta y la arrojaba a su cama.
Mi boca se quedó seca. En serio, para ser un tipo tan delgado, sabía cómo
empacar unos músculos impresionantes en su cuerpo esbelto. Luego extendió su
mano hacia su bragueta, y mis ojos casi salieron de mi cabeza.
—Qué<‖qué<‖¿qué‖est{s‖haciendo?‖—conseguí preguntar.
Bajó sus pantalones por sus piernas hasta que quedó en bóxers. —Preferiría
no oler al culo de Holden por el resto de la noche, así que voy a tomar una ducha
rápida.
—Oh. —No podía quitar mis ojos de él mientras desataba su bolsa y
buscaba dentro, manteniendo sus bóxers puestos. Probablemente debería mirar a
otro‖ lado‖ o‖ hacer‖ algo‖ productivo‖ como<‖ no‖ lo‖ sé.‖ Pero‖ en‖ serio‖ debía‖ dejar‖ de‖
mirar boquiabierta.
Tampoco es que hiciera eso.
Simplemente continué observando<‖y‖probablemente‖babeando.
—Maldita sea —murmuró repentinamente Asher—. Olvidé empacar las
cosas de baño. —Alzó la vista—. Oye, ¿trajiste cosas de aseo? Odio esas barritas de
jabón que dejan. Es como si proveyeran suficiente para limpiar el pulgar de tu pie.
Me tomó un segundo volver a la realidad y a la conversación, y luego
parpadeé. —¿Olvidaste todo? ¿Cómo puedes olvidar todos los malditos artículos de
aseo?
Mientras subía mi valija a la cama y la abría, metiendo la mano, asustada de
lo que podría haber dejado encima de todo, Asher resopló. —¿Cómo puedes
recordar todos?
Extrayendo mi bolsa de cosméticos muy varonil, se la lancé, y la atrapó sin
esfuerzo. —No es tan difícil.
Abrió mi bolsa y silbó. —Jesús, en serio recordaste todo. ¿Para qué diablos
es todo esto?
Ofendida por su pregunta, fruncí el ceño. —¿A qué te refieres? Solo traje lo
que necesitaba.
—¿De verdad? —Arqueando una ceja, alzó una botella—. ¿Necesitas esto?
¡Ni siquiera sé lo que es!
—Es gel. Ya sabes, para peinar tu pelo.
—Claro. —Lo volvió a meter en la bolsa, solo para sacar un peine, jabón,
champú y desodorante en aerosol—. Esto es todo lo que necesitas, hombre. Y una
hoja de afeitar si vas a estar fuera por mucho tiempo.
Con un resoplido, puse los ojos en blanco. —Cavernícola.
Rió. —Cállate. —Con una sonrisa, me lanzó mi bolsa. Desprevenida, luché
para atraparla contra mi pecho—. Voy a ducharme —anunció mientras entraba al
baño con mis cosas—. Gracias por prestarme tus cosas. Te debo una.
—Ajá —murmuré, distraída mientras observaba mi bolsa de cosméticos—.
¡Espera! ¿No quieres el acondicionador? —Sacándolo, lo alcé para que lo viera.
Él hizo una pausa y miró hacia atrás, frunciendo el ceño. —Pensé que solo
las mujeres usaban eso.
—Oh, cielos, ¿podrías leer esta pequeña etiqueta? Dice acondicionador para
hombres.
—Sí,‖pero‖solo<‖ —Se interrumpió repentinamente, como si supiera que lo
que estaba a punto de decir era ofensivo.
—¿Solo qué? —pregunté, alzando mis cejas—. Sigue y termina esa oración.
¿Solo los tipos gay lo usan?
Frunció el ceño. —Eso... no es lo que iba a decir.
Le envié una mirada, haciéndole saber que sabía la verdad, y él frunció
todavía más el ceño.
Luego suspiré. —En serio no puedo creer que no te pongas acondicionador.
—Lucía tan suave y brillante, como si en verdad lo cuidara—. Con todas esas
iluminaciones‖ rubias,‖ debes‖ tener‖ montones‖ de‖ puntas‖ abiertas.‖ Es‖ solo<‖ que‖ es‖
una‖situación‖triste,‖eso‖es‖lo‖único‖que‖puedo‖decir.‖Y‖apuesto‖a‖que‖tus‖raíces<
—Oh, hermano. —Extendió una mano—. Lánzame el maldito
acondicionador.
Lo hice, sonriendo presumidamente por alguna razón. —Y cuando termines,
usaré el gel en tu cabeza y te mostraré cómo peinar esa preciosa melena tuya.
Se congeló, observándome, moviendo solo sus pestañas. —Tú<‖ ¿quieres‖
peinar mi cabello?
—¿Qué? —pregunté inocentemente—. Soy gay, ¿recuerdas?
Una sonrisita curvó sus labios y sus hombros se relajaron un poco. —Estás
jodiendo conmigo, ¿no es así?
—Por supuesto. —Con un guiño, le soplé un beso—. ¿Cómo podría
resistirme?
—Jesús. —Sacudiendo la cabeza y riendo suavemente, comenzó a encerrarse
en el baño mientras decía—: Sabía que había una razón por la que me caías bien.
Mientras cerraba el cerrojo, una amplia sonrisa se extendió por mi rostro.
Eso había sido divertido.
Nota para mí misma: Jugar verbalmente con Asher Hart tan seguido como
sea posible.
Claro, me había tratado como a un tipo durante todo el tiempo, pero esta
burbujita dentro de mí seguía subiendo y subiendo por mi pecho.
A pesar de su despiste y completa falta de habilidades organizacionales,
Asher era un tipo genial. Ni una sola vez en el camino había hecho algo para
molestarme, a diferencia de los otros dos, con quienes, gracias a Dios, me sentía
aliviada de no tener que compartir habitación. Y tenía mi sentido del humor. Nadie
tenía mi sentido del humor.
Esto‖era‖simplemente<‖asombroso.
Escuché el agua en la ducha, y mi sonrisa sufrió una muerte repentina. Todo
lo‖ que‖ podía‖ imaginar‖ era‖ a‖ él<‖ desnudo‖ y‖ mojado,‖ deslizando‖ el‖ mismo‖ jabón‖
que‖ yo‖ compré‖ en‖ partes‖ que‖ nunca‖ llegaría‖ a‖ ver<‖ o‖ tocar.‖ En este momento,
deseaba tanto ser sus manos, deslizándose por sus abdominales o lavando su
cabello. Demonios. Esto no era asombroso. Me torturaba sin siquiera saberlo.
Asher Hart no necesitaba seducir a una mujer para atraerla. Simplemente
tenía que ser él mismo para que yo lo quisiera. Mucho.
Traducido por Beluu
Corregido por Adriana

Terminé dejando que Remy peinara mi cabello. No sé por qué; sabía que
simplemente había estado bromeando sobre eso. Pero fue divertido bromear con
él, y necesitaba una distracción porque, a decir la verdad, me sentía un poco
nervioso por esta noche.
Tocar en Forbidden se había vuelto cómodo y predecible. Lo amaba, pero
sabía que si queríamos crecer teníamos‖que‖diversificarnos.‖Así‖que<‖bienvenidos‖
sean los experimentos nuevos y aterradores.
Incluyendo el cabello peinado con gel.
Sticks habló atropelladamente todo el tiempo, alterando su voz para que
sonara como la de esos estilistas flameantes de las películas de los ochenta, y
dejando caer su mano cuando la lanzaba hacia un lado. —No te preocupes, cariño,
quedarás magnífico.
—Cállate, idiota. —Le lancé un golpe a su rodilla, pero él saltó hacia atrás
justo en el momento, esquivándome—. Solo haz lo tuyo.
Luego agarró ese pegote de gel de mierda y hundió sus diez dedos en mi
cabello.
Cerré los ojos e intenté no disfrutarlo‖demasiado.‖Pero< mierda. Para haber
sido criado por el tipo de padres que no era sensiblero y luego por un tío que era
de la misma manera, incluso el contacto humano más ligero era como estar en
completo contacto carnal para mí. Y él me torturaba mientras trabajaba lenta y
suavemente, tirando de mi cuero cabelludo con tirones rítmicos que me forzaban a
tragarme un gemido de placer.
Me recordó que no había sido verdaderamente tocado, además de codazos
amistosos o palmadas en los hombros por parte de amigos, en meses. Me hizo
anhelar el sexo, cuerpo contra cuerpo, manos y labios acariciándose, bocas llenas
de pechos y dedos enterrados profundamente‖en‖algo‖apretado‖y‖mojado<
Cuando Sticks dijo algo sobre cuán asombrado estaba por la falta de puntas
abiertas, salté por la sorpresa, recordando de repente que era él el que me tocaba.
—¿Falta poco? —pregunté, cambiando de peso malhumoradamente en la
tapa cerrada del inodoro.
El tener sus manos en mi cabello de repente se sentía demasiado personal.
Ni siquiera las mujeres con las que había dormido jugaron tanto con mi cabello.
Eran conocidas por aferrarse a él cuando se venían, pero luego de eso no les servía
de nada. No estaba seguro de cómo lidiar con el hecho de que Remy se estuviera
familiarizando con él. Y nunca, ni en un millón de años, admitiría que me gustaba
cómo se sentía cuando me masajeaba el cabello.
—Cristo, qué impaciente eres. —Liberó mi cabello y casi lloriqueé por la
pérdida de su toque. Luego de tomar el peine, hizo unos giros aquí y allá, y se
alejó—. Allí está. La perfección. —Sonriendo orgullosamente, señaló el espejo—.
¿Qué te parece?
Me puse de pie y observé mi reflejo. Lo había peinado para que se levantara
y cayera de lado de forma desordenada, pero era un desorden controlado. Me veía
como una maldita estrella de rock. Pero pues supongo que esa era la idea. —Está<
—Condenadamente sexy —confirmó Remy, ganándose un ceño fruncido de
mi parte. Pero él se encogió de hombros, alucinado—. Sí, pensabas que tenías un
montón de mujeres arrastrándose detrás de ti antes. Solo espera hasta esta noche,
hombre. Ese hermoso desorden va a atraer a todas las chicas.
Me eché a reír, pero la mención de las mujeres me hizo pensar en sexo de
nuevo.
Me recordó cuánto tiempo había pasado desde que tuve sexo, y un calor
pulsante se extendió a través de mi pene. Luego mi mente se puso en modo súper
cavernícola, incapaz de pensar en algo que no fueran coños. Y embestidas.
Maldita sea. Esto estaba mal. Tenía que hacer algo al respecto.
Gruñendo algo —ni siquiera estoy seguro qué—, escapé del baño y recogí
mi billetera y mis llaves. —Voy a explorar la zona, a ver cuán cerca estamos del
club. Para entonces probablemente ya será la hora de irnos. El baño es todo tuyo,
hombre.
Apoyó el hombro contra el marco de la puerta, observándome. Cuando todo
lo que dijo fue: ‚est{‖ bien‛,‖ me‖ llenó‖ un‖ extraño‖ malestar,‖como‖si‖ debiera‖ hacer‖
más, saber más, o demonios, ni siquiera lo sé. Simplemente no se sentía bien. Así
que salí corriendo. —Gracias de nuevo por<‖ ya‖ sabes.‖ —Señalé mi cabello y me
apresuré a salir por la puerta.
Estuve afuera por más tiempo del que debería haberlo hecho, pero al menos
entendí cómo funcionaban las cosas, y cuando volví para reunir a la banda, fui
capaz de llevarnos directamente a nuestro destino sin perderme.
Con el parloteo de Gally y el fuerte silencio de Holden, la rareza que sentí
más temprano con Sticks se disipó, y fui capaz de pensar en el concierto. Mientras
esperábamos detrás de bastidores para nuestro momento de empezar —porque
este lugar en realidad tenía bastidores—, Sticks movió el cuello y se puso a saltar
de puntillas, como si estuviera preparándose para una carrera o algo.
Sacudí la cabeza y sonreí. —¿Qué demonios haces?
Él solo se encogió de hombros. —Desentumeciéndome. —Luego movió los
hombros y dio una patada con cada pierna antes de sacudirlas—. No tienes ni idea
de cuán rígido me pongo después de estar sentado en ese taburete por tanto
tiempo.
Tenía sentido, por lo que me di vuelta y contuve el aliento cuando el
coordinador nos hizo un gesto para que pasáramos. —Nos toca —le anuncié a los
chicos, y guié el camino hacia el escenario, donde el personal ya había preparado
nuestro equipo.
Exhalé de repente cuando vi a la multitud. Este lugar no se encontraba tan
lleno como generalmente lo estaba Forbidden, pero era fácilmente cuatro veces
más grande, lo que significaba que había al menos el doble de personas. La pista se
encontraba oscura, con cuatro focos azules iluminando los puestos en los que cada
uno debía situarse, con la luz ya iluminando mi nuca.
Troté hacia mi lugar, me puse mi Taylor y tomé el micrófono, observando a
mi alrededor para asegurarme de que los demás estuvieran listos. Cuando Remy
asintió, le di la señal para comenzar antes de que siquiera nos presentáramos.
Finalmente hablé un poco dos canciones más tarde, contándole a la multitud
un poquito de quiénes éramos, de dónde éramos, y dónde podían encontrar más
información sobre nosotros. Para ese punto, los habíamos animado con nuestra
música y respondían más entusiasmados, aplaudiendo cuando presenté a cada
miembro.
Y luego nos hallábamos tocando de nuevo, rockeando todas las canciones.
Pensé que íbamos a tener un problema cuando Holden tuvo un poco de miedo
escénico y no tocó un punteo corto. Pero Remy se mantuvo firme todo el tiempo, y
Heath fácilmente se acopló con nosotros.
Aliviado, canté un poco más fuerte para compensarlo, y nadie pareció darse
cuenta. Nos vitorearon, bailaron y se divirtieron.
Para el momento en que terminamos, me encontraba cubierto de sudor pero
tenía una descarga de adrenalina que se sentía malditamente increíble. El dueño —
sí, el dueño en persona—, se reunió con nosotros detrás del escenario para
invitarnos a volver dentro de un mes, y solo tuve que mirar a mis compañeros para
que aceptaran, así que asentí diciendo que sí.
Luego de eso, nos dieron cupones para bebidas con descuento en el bar, y
creo que los cuatro teníamos demasiada energía como para irnos al hotel, por lo
que los tomamos y nos dirigimos al club.
Gally desapareció inmediatamente para buscar una aventura de una noche,
pero Holden, Sticks y yo encontramos una mesa libre para sentarnos. A la gente le
tomó unos pocos minutos reconocernos, pero pronto un trío de rubias idénticas se
reunió en nuestra mesa, una particularmente atrevida deslizó una mano justo por
mi rodilla y se quedó allí para decirme cuánto le había gustado observarnos.
Su perfume era fuerte, pero su cuerpo era suave y oh, tan femenino, y tenía
toda esta energía en exceso para gastar; no la alejé. Incluso puse una mano en su
cintura para no tener que preocuparme de que perdiera el equilibrio y cayera en mi
pierna. Coqueteó conmigo mientras sus amigas se acercaban, una de ellas al final
se giró hacia Sticks para hablarle.
Sabía que la mujer en mi regazo estaría de acuerdo si quisiera llevar esto
más lejos. Infiernos, sentía que estaría de acuerdo si quisiera arrastrarla a un rincón
privado en el club y tomarla justo allí. Pero algo seguía frenándome de actuar, tal
vez la manera en que no paraba de llamarme por mi nombre y apellido juntos.
Era bastante molesto.
Habíamos estado sentados allí menos de diez minutos cuando alguien se
acercó, llamándome por mi nombre.
Miré hacia atrás y casi caí de mi silla cuando encontré la mirada burlona de
mi padre.
—¿Qué demonios? —demandé—. ¿Qué haces tú aquí?
—Tenemos que hablar. —Miró lascivamente el escote de la mujer en mi
regazo antes de volver su atención hacia mí—. Ahora.
—¿Qué<?‖¿Cómo me encontraste?
—Está posteado en el sitio web de tu bandita. Ya que me echaron de ese bar
de mierda en el que tocas normalmente y todavía no tengo la dirección de tu casa,
este es el único lugar en el que podía encontrarte.
—Él no quiere hablar contigo —contestó Sticks por mí, apareciendo a mi
lado para cruzar los brazos sobre su pecho y fulminar a mi padre con la mirada.
El viejo parpadeó antes de resoplar. —¿Quién demonios es este? —me
preguntó—. ¿Tu guardaespaldas? El bastardo es más pequeño que yo.
—También soy más joven, más rápido y estoy armado —informó Sticks,
entrecerrando los ojos.
Su postura me divirtió y como que me deleitó, dado que significaba que le
importaba lo suficiente como para cubrirme la espalda, pero era completamente
innecesario.
—Discúlpame por un minuto, cariño. —Saqué a la mujer de mi regazo y me
paré para decirle a Remy—: Yo me encargo de esto. —Haciéndole señas a mi padre
para que me siguiera, busqué el lugar más tranquilo que pude encontrar para oír lo
que fuera que tenía que decir. Cuando vi que el baterista nos había seguido y se
quedó a unos metros, puse los ojos en blanco. De verdad estaba preocupado; qué
tipo tan raro.
Luego enfrenté al hombre que solía ser mi pesadilla viviente. Pero sí, no
podía evocar mi viejo temor hacia él. Ahora era más alto y más ancho que él.
Simplemente lucía arrugado, tosco y amargado. Ni siquiera podía pensar en él
como un asesino. Había estado allí, había visto su conmoción. Su intención no fue
quitarle la vida.
No era más que un bravucón desagradable y fracasado.
—¿Qué quieres? —le pregunté, cruzando los brazos sobre mi pecho.
—Quiero saber dónde está mi alijo —gruñó, moviéndose intimidantemente
cerca, y eso también me pareció un chiste.
Sacudí la cabeza; no tenía idea. —¿Qué alijo?
—El maldito alijo que tenía escondido cuando me arrestaron.
Dejando salir una carcajada, sacudí la cabeza. No había visto a este tipo en
dieciséis años, ¿y todo lo que le importaba eran sus drogas? Ningún perdón por
asesinar a tu madre, por todos los labios partidos y ojos amoratados, por criarte como a un
esclavo. Solo, ¿dónde están mis drogas?
Tenía sentido.
—¿Y de verdad piensas que sé lo que sucedió con esa mierda? —Continué
meneando la cabeza hacia adelante y hacia atrás—. Nunca me dejaron volver a
entrar al apartamento. No sé qué sucedió con nada.
Gruñendo por la decepción, el viejo se mordió el labio inferior. —¿Crees que
los policías lo encontraron?
Alcé las manos. —No tengo idea. Y honestamente, no me importa una
mierda lo que haya sucedido con tus drogas. Estás por tu cuenta en esto.
Comencé a alejarme, pero me agarró por la manga de la camisa. —Oye, no
terminé de hablar contigo, lamepollas.
Sticks se movió hacia nosotros, deslizando una mano en su bolsillo. Mi
padre le dirigió un ceño fruncido, pero inmediatamente me soltó. Inclinándose
más cerca, dijo gruñendo—: Me debes. Evité que esa perra te matara, no sé cuántas
veces, cuando quiso ahogarte en la bañera o sofocarte con una almohada. Te
mantuve respirando y te proporcioné lo necesario.
Lo observé impasiblemente. —Y aun así, no tengo idea por qué. —Nunca
me había demostrado una pizca de compasión.
—Porque se suponía que resultarás ser como yo. —Comenzó a acercarse
incluso más cerca, pero luego recordó a Remy y le envió una mirada cautelosa.
Cuando se giró de nuevo, su labio se curvó en una mueca despreciativa—. Pero
tuviste que resultar de esta manera.
Sacudí la cabeza y suspiré, enfocándome en Sticks porque no podía mirar al
desperdicio de espacio que se suponía fuera mi padre. —Te dije que no sé dónde
está tu alijo, y no lo sé. Así‖que<‖hemos‖terminado‖aquí.
Comencé a caminar de nuevo, pero él me llamó. —Necesito algo de dinero
para volver a empezar. Demonios, chico, no me des la espalda. Vas a lamentarlo.
Sin siquiera mirar atrás, le hablé a Remy por la comisura de mi boca cuando
se movió de inmediato a mi lado. —Ves, te dije que no me buscaba para matarme.
—Oh, sí, seguro;‖ese:‖‚vas‖a‖lamentarlo‛‖no‖fue‖amenazante‖para‖nada.
Me eché a reír. —Relájate, hombre. Estoy seguro de que esa es la última vez
que vamos a ver u oír de él.
—Creo que te equivocas, pero lo que tú digas.
Con una mirada en su dirección, le pregunté—: ¿De verdad llevas un arma?
¿Qué demonios tienes en tu bolsillo? —Simplemente no podía imaginarlo
metiendo un arma en su equipaje, entre el acondicionador y el gel para el cabello.
Por lo que, cuando respondió a regañadientes—: Maza y silbato. —Lancé mi
cabeza hacia atrás y me eché a reír.
Agarrando su hombro, tuve que admitir—: Hombre, me haces reír.
—Ummm. Bueno, mira eso —murmuró, deteniéndose cuando alcanzamos
nuestra mesa—. Tu harén de putas fue lo bastante amable como para esperarte.
Su tono amargo solo me hizo sonreír. —¿Qué? ¿Estás celoso porque no hay
ningún tipo en el grupo para ti?
Me miró con el ceño fruncido. —Ajá. Sí, debe ser por eso.
Cuando me encogí de hombros y comencé a volver a la mesa, él me tomó
del brazo. —No puedo quedarme. Voy a ver si puedo tomar un taxi y volver al
hotel. ¿Estás seguro de que tu padre no va a volver? Podría dejarte mi maza y
silbato.
Le mostré mi dedo medio. —Creo que puedo arreglármelas sin un maldito
silbato para prevención de violación.
Sacudió la cabeza y miró a las mujeres observándonos, y esperando a que
volviéramos. —No lo sé, Hart. Esa luce como si estuviera lista para rasgar tu ropa
en cualquier segundo, estés dispuesto o no.
Con una risa, lo empujé. —Lo que sea. Ya piérdete. Te veré en el hotel.
Una expresión miserable cruzó su rostro, pero luego asintió y se giró. Lo
observé alejarse por un segundo, luego sacudí la cabeza y me giré hacia las
mujeres.
Traducido por anita0990
Corregido por Daliam

Bien, sí, lo admito. Ver a esa mujer fácil arrastrándose sobre Asher me
convirtió en una perra celosa. Pero no podía evitarlo. Ella no paraba de tocarlo.
Y yo quería tocarlo.
No era justo. Ni siquiera podía poner mi maldita oferta, ya que fingía ser un
chico y todo eso.
Incapaz de verla acometerlo un segundo más, salí disparada de allí y me
desplomé en el hotel, miserable, cuando debería haber estado totalmente excitada
y feliz. Habíamos arrasado con esa actuación. Había sido impresionante, hasta que
esa puta se arrastró al regazo de Asher, y él pasó el brazo alrededor de su cintura.
Estaba tan furiosa que ni siquiera podía preocuparme por el hecho de que su padre
apareciera.
Puff.
Traté de no preguntarme qué habría sucedido si hubiera estado en completo
modo de niña, usando mi maquillaje y un pequeño vestido negro. ¿Podría haber
competido por su atención, robarlo de la puta en su regazo?
Y ¿por qué siquiera importaría? Nunca iba a conseguir esa oportunidad. Yo
misma fui la causante de mis problemas cuando me metí en la sala de audición
como Sticks.
Después de tomar una ducha extra-larga, limpiar y secar mi sudorosa
mascara pegajosa, me la puse de nuevo porque no tenía ni idea de cuándo Asher
planeaba regresar. Solo sabía que no podía dormir con todo mi largo y oscuro pelo
extiendo a lo largo de la sabana.
De mala gana me metí en la cama, apagué mi lámpara de noche, y luego di
vueltas durante lo que pareció una eternidad, preguntándome qué hacía con esa
otra chica, donde la tocaba, donde ella lo besaba, cuánta ropa fue removida.
Maldita sea. Golpeé mi almohada. Era una estupidez. Yo era su compañero
de banda. Eso era todo. Él podía hacer lo que quisiera con quien quisiera. No
debería ser asunto mío ni debía preocuparme.
Así que ¿por qué demonios me daba tantas ganas de llorar?
Finalmente, lo que parecía horas después, mi conciencia me arrastró a un
sueño inquieto. Se sentía como si apenas me hubiera quedado dormida cuando me
desperté sobresaltada por la apertura de la puerta de mi habitación.
Esperando que Asher estuviera solo y no hubiera traído a su amiga con él,
me quedé helada, incluso traté de dejar de respirar.
Oh, Dios. ¿Y si él había traído aquí? ¿Tendría que fingir dormir mientras se
folla a otra mujer a solo unos pocos metros?
No hay manera de que pudiera manejar eso.
Mi cara picaba como loca dentro de mi máscara, pero me abstuve de
rascarme o mover un músculo mientras pisadas —solo un par, uff— se arrastraban
por el suelo. Resortes de colchones se movieron detrás de mí cuando Asher se
sentó en su cama.
Mi cuerpo respondió al instante, calentando sin control mi disfraz ya
caliente. Pero entonces el olor a perfume femenino me golpeó y me volví fría.
Había traído esa otra chica a casa. La rubia.
Odiaba esa rubia.
Asher dejó escapar un suspiro largo y cansado; podía imaginarlo frotándose
el rostro, tal vez pasando sus talentosos dedos por su oscuro y sedoso cabello.
Cabello donde había jugueteado con mis dedos, algo que quería experimentar de
nuevo.
Se levantó. El suave roce de la ropa me dijo que se estaba desvistiendo.
Oh, hombre. Mi termómetro interno se disparó, llegando a las nubes con la
intensidad de mi calentura.
No debería mirar. No debería mirar. Sin dudas, no debería mirar.
Estaba siendo una buena chica y no miré, pero luego entró en el baño, y con
el fin de llegar allí, tuvo que pasar mi cama, justo donde yo miraba con los ojos
completamente abiertos en la habitación a oscuras... bueno, casi a oscuras hasta
que encendió la luz del baño y me regaló una visión de su culo desnudo
perfectamente formado.
Dulce bebé Jesús.
Sus tonificadas nalgas bronceadas eran... eran... sí.
Dulce bebé Jesús.
Demasiado pronto, cerró la puerta del baño, desapareciendo en el interior y
envolviéndome de nuevo en la oscuridad de la habitación del hotel. La ducha se
escuchó y mi imaginación corrió salvaje, pensando en todos los lugares que tenía
que estar tocando su mojado cuerpo desnudo en este momento, estregando mi
jabón sobre la caliente y esculpida piel y dejando un resbaloso rastro desde su
estómago tenso hasta entre sus piernas, donde probablemente estaba ahuecando
sus testículos y limpiándolos.
Maldita sea. Una ducha nunca había parecido tan malditamente sucia.
Quería tanto estar bajo el vapor con él.
Me dolía el cuerpo y mis pezones quemaban con la necesidad de ser
tocados. Cerrando mis ojos, respiré a través de los agujeros de la nariz de mi
máscara, cada respiración un poco menos profunda, destacando mi excitación,
mientras mi mano vagó hacia abajo dentro de la cintura de mis pantalones de
franela, dentro de mi ropa interior.
Dios, cómo me gustaban las bragas sexys de seda. Eran perfectas para el
auto-placer, para deslizarlas contra tu clítoris creando fricción para una experiencia
completa.
Pero esta noche, ni siquiera importaba lo que llevaba allí abajo. Podría
haberme‖ corrido‖ al‖ mero‖ sonido‖ de‖ Asher‖ Hart‖ cantando‖ ‚Budapest‛‖ de‖ George‖
Ezra, en la ducha.
Estaba a punto de acariciarme, mis caderas ya esforzándose por levantarse
de la cama, cuando el agua se cerró en el cuarto de baño.
Maldición.
¿Por qué no se podía haber entretenido un poco más?
Saqué mi mano de la ropa y apreté mis piernas al tiempo que la puerta del
baño se abrió. Automáticamente, mis ojos se abrieron.
Asher salió, chorreando agua, con una toalla colgada a la cintura. Me quedé
boquiabierta a la belleza que era su pecho desnudo mientras patinó sorprendido
hasta detenerse.
—Mierda —dijo, haciendo una mueca—. Lo siento, Rem. No quise
despertarte.
—Está bien. —Arrastrando las palabras, traté de actuar medio despierta,
cuando la verdad es que estaba malditamente despierta. Con un bostezo, me estiré
y rodé la cara lejos de él.
Pero eso no solucionó nada. Se acercó a su lado de la habitación, hacia
donde ahora estaba volteada.
Y luego dejó caer la toalla.
A propósito.
—¿Has estado durmiendo mucho tiempo? —preguntó de manera coloquial,
como si no ocurriera nada trascendental. Echándome un vistazo mientras cavaba
por un par de sus propios pantalones de franela en su bolsa de lona, levantó las
cejas con curiosidad.
—Uh... —Mis ojos se negaron a parpadear mientras lo miraba pasar los
pantalones por sus piernas sin ponerse ropa interior primero.
Oh, Cristo. ¿Siempre se mete en la cama desnudo? Esto no era algo que
debería saber. Técnicamente, no tenía que saber qué tan bien dotado estaba. Pero,
vaya, él lo estaba. ¿Cómo podía un hombre tan delgado ser tan grueso donde más
importaba?
Lamiendo mis labios, tuve que alejarme y rodar a mi otro lado mientras él
retiraba las sábanas y se metía en su cama.
—No mucho —finalmente respondí una vez que estuve de espaldas a él.
¿No mucho? ¡Lo que sea! Esa fue probablemente una de las pollas más largas
que había visto. Y la circunferencia. Malditamente caliente, me tomaría más de una
mano para envolver mis dedos a su alrededor.
—Oh, bien. Oye, ¿te importa si enciendo mi luz hasta que me esté listo para
pasar la noche?
—Adelante —me quejé. Desde luego, no iba a volver a dormir en el corto
plazo. Demasiadas pollas bien dotadas flotaban alrededor de la parte interna de
mis párpados cada vez que trataba de cerrarlos.
—Gracias.
Oí unos pies arrastrándose y el sonido de arrugar el papel, pero me negué a
mirar. No hasta que un cierto aroma llegó a mi nariz.
—Puff. ¿Qué es ese horrible olor? —inquirí, rodando hacia atrás para
mirarlo de nuevo.
Sentado en posición vertical en su cama y con el torso desnudo, apoyando la
espalda en sus dos almohadas, las piernas estiradas sobre las sabanas, se sirvió un
puñado de golosinas en su palma, luego se los metió a la boca.
—Maíz tostado —anunció, sosteniéndolos para que los viera—. Sabor a
Ranch. Los vi en la máquina expendedora del pasillo y no pude resistirme. Esta
mierda y los Tic Tacs con sabor a naranja son mi adicción.
Arrugué la nariz. —Bueno, espero por Dios que hayas comprado algunos
Tics Tacs también. Apuesto a que tu aliento apesta hasta el cielo.
Completamente sin ofenderse, Asher se echó a reír. —Lo que sea, idiota. Iba
a preguntarte si querías un poco.
Inmediatamente tendí la mano sobre el espacio entre las camas. —Infiernos,
sí, quiero algunos. Si voy a ser obligado a olerlos toda la noche, puedo también
comerlos.
Con otra sonrisa, Asher se asomó para verter una cantidad saludable en mi
mano. —Eres tan divertido, Sticks.
—Sí, soy un comediante regular. No seas tacaño.
No lo fue, lo que me sorprendió. Probablemente fue demasiado generoso, en
realidad, ante algo que admitió era su comida favorita, porque el montículo en mi
palma era tan grande que un par de granos cayeron por el lado, sobre la alfombra.
—Oh, mierda. —Dejé escapar un grito consternado—. Maíz tostado caído.
—Regla de los cinco segundos —dijo Asher y se lanzó por un lado de su
cama.
—Oye, esas son mis nueces. —Indignada, salté de mi colchón detrás de él.
Mi hombro lo quitó de mi camino, cogí las tres tuercas en el suelo y las metí en mi
boca.
Entonces, mientras seguía masticando, le grité—: ¡Ja! —Justo en la cara, tal
vez fumigándolo con mi aliento sabor a Ranch.
No fue mi momento más atractivo, pero él pensaba que era un chico, así
que... ¿a quién le importaba? Lo había derrotado con el maíz tostado. ¡Yuuujuu!
—Maldito seas. —Él golpeó con su puño mi pantorrilla. Abrí la boca más de
sorpresa que de dolor.
Maldita sea, me iba a tener que acostumbrar a este tipo de camaradería de
golpear al otro.
—¡Ay! —Con el ceño fruncido hacia él, froté el lugar dolorido, aunque esto
me aseguró el hecho de que sí, sin duda pensaba que yo era del sexo masculino. De
ninguna manera podía imaginarlo haciéndole eso a una chica.
Me gustaba un poco, a pesar de que dolía como un hijo de puta. Por lo
menos sabía que no tenía ningún problema conmigo y estaba lo suficientemente
relajado para ser él mismo y perder el tiempo.
Veía al verdadero Asher Hart, con su guardia completamente abajo.
Entrecerró los ojos hacia mí, sus labios sexy retorcidos con picardía. —Verte
comer esos me hizo preguntarme qué exactamente ha pasado en este suelo. Estás
comiendo todo eso, sabes.
Hice una pausa de masticar, luego me encogí de hombros. Y tragué. Era una
cosa tan propia de un chico, que estaba orgullosa de mí misma, a pesar de que hice
una nota mental para hacer gárgaras el triple de largas en la mañana y cepillarme
los dientes dos veces.
Refunfuñando en voz alta, Asher se arrastró de nuevo a su cama y cogió un
bloc de notas en el que había estado escribiendo.
—Siempre estás escribiendo en esa cosa —dije, más que curioso de lo que
estaba garabateando como un loco.
—¿Hum? Oh, son solo canciones —murmuró distraído, con su voz de
concentrado en algo más—. Casi siempre tengo que escribir algo antes de irme a la
cama en la noche, de lo contrario nunca puedo llegar a dormir con mi cerebro en
constante funcionamiento.
—¿En serio? —dije con sorpresa, sintiéndome más conectada con él de lo
que sabía que debería—. Hago eso también.
Me miró, la sorpresa haciéndolo levantar sus cejas. —¿De verdad?
Para demostrarlo, me incliné al otro lado de la cama donde se hallaba mi
equipaje y abrí la cremallera antes de tirar de mi cuaderno. Saludé hacia él antes de
revolotear las páginas abiertas para mostrarle que estaba tres cuartos lleno.
—De ninguna manera —murmuró, extendiendo la mano, como si esperaba
que se lo entregara.
Con el ceño fruncido, lo golpeé de nuevo contra mi pecho. —No lo creo,
motorista. —Había aprendido de la manera difícil a no mostrar mis letras a otra
alma viviente. Después de que Fisher había robado mis frases y las utilizó para
hacer el primer y único éxito de Fish 'N' de Dick, nunca más iba a ir por ese
camino.
Pero Asher parpadeó hacia mí como si yo estuviera loca.
Así que me aclaré la garganta. —Es que... todas son horribles. Así que no
tiene sentido que pierdas tu tiempo mirándolos.
—Como sea, hombre. Voy a ser el juez de eso. Además, el noventa por
ciento de mis las mías también apestan a culo. Ahora... dámelo.
Cuando sacudí la cabeza obstinadamente, me envió una sonrisa sexy. —Te
mostraré el mío si me muestras el tuyo.
Solté un bufido. —Cariño, acabo de ver el tuyo y permíteme decir... Mierda
santa, caray. Tú ganas.
La boca de Asher se abrió antes de negar con la cabeza y murmurar—: No
puedo creer que me hayas admitido eso.
Me encogí de hombros. —¿Qué? ¿Qué eres más grande? Eres tú el que no
tuvo reparos en mostrarme tu pene. Así que solo estoy diciendo que era una polla
impresionante. En serio, debes estar orgulloso de ese monstruo. Quiero decir, el
primer momento en que saliste del cuarto de baño, moviéndolo, yo solo quería... ya
sabes, chuparlo.
Cuando envolví mis manos alrededor del aire, como si agarrara un pene
descomunal invisible, me di cuenta de lo que estaba haciendo y lo que acababa de
decir. —Quiero decir... —Oh diablos santo, había ido muy lejos, incluso para un
hombre gay.
Miré a Asher, preparándome para que pateara mi culo o me echara de la
habitación de hotel, o algo así, pero él solo echó atrás la cabeza y se rió. —Mierda,
eres tan jodidamente gracioso. Eso tiene que ser lo más gay que me hayas dicho
alguna vez.
Tragando saliva, me encogí hacia atrás. —Sí, lo siento.
—Nah, no te preocupes por eso. —Sin dejar de reír, se limpió las lágrimas
de sus ojos—. Pero, caray, eres cien por ciento gay, ¿verdad? Quiero decir,
realmente prefieres a los chicos.
—Hum... sí. —Saqué la palabra como si eso no debería ser tan difícil de
creer.
Sacudió la cabeza. —Es tan extraño. ¿Ni siquiera las tetas? Quiero decir...
senos, hombre. —Fingió apretar un par—. Son tan... —Hizo un sonido de hambre
en la garganta—. Comestibles.
Me encogí de hombros. —Eh.
Todavía sacudiendo la cabeza, me estudió como si fuera alguna especie
sobrenatural. —Bien, vale. ¿Qué pasa con los coños? En serio, no hay manera en
que puedas tener una polla y voltees tu nariz ante uno de ellos. Son tan mojados,
calientes y apretados. Están hechos para sostener una polla, y se sienten como el
cielo cuando entras en ellos. Y el sabor. ¿Alguna vez has probado incluso un coño?
Arrugué la nariz. —Puaj. No.
Levantó las manos. —Bueno, ese es tu problema. No tienes idea de lo que te
pierdes.
Estrechando los ojos, dije—: ¿Estás tratando de convertirme en hetero?
—No. —Entonces él se echó a reír como si se riera de sí mismo—. Bueno, no
lo creo. Solo trataba de averiguar lo que no te gusta de una mujer. Son tan
perfectas, todas suaves, femeninas y de buen olor. —Tomó aire y cerró los ojos—.
No hay nada como hundirse en una mientras estás chupando un pezón en tu boca.
Y luego piernas cálidas y suaves se envuelven alrededor de tu cintura hasta que
ella está clavando los talones en tu culo. Es solo... nirvana.
Traducido por Ana Avila & Val_17
Corregido por Julie

El calor subió por mis muslos hasta que mi coño estaba tan mojado y
adolorido que tuve que apretar mis piernas bajo las mantas.
Asher pestañeó y me miró desde sus brillantes y lujuriosos ojos verdes,
haciéndome saber que la visión que describió lo afectó tanto como me había
afectado a mí. Me preguntaba qué tan grande se encontraba su monstruosa polla
en este momento, y cómo se sentiría si estuviera encima de mí, deslizándola
profundamente entre mis piernas mientras chupaba mis pezones.
Dios.
Me estremecí, notando que él hacía lo mismo.
—Lo siento, es que... amo a las mujeres —murmuró antes de mirar lejos,
como si de repente estuviera incómodo.
Lo que me hizo pensar en el hedor a perfume que se había aferrado a él
cuando entró a la habitación del hotel hace apenas media hora.
Mi lujuria se deterioró, luego murió por completo.
—Sí, me doy cuenta —murmuré. Cuando me miró con el ceño fruncido,
confundido, le dije—: Olías a una docena de putas cuando entraste. De haber sido
tú, yo hubiera saltado a la ducha primero para lavar todo ese tufo.
Riéndose, Asher no se ofendió. Se limitó a sacudir la cabeza. —Eso vino de
solo una mujer. La rubia. Monique.
Solté un bufido, deseándole a Monique una muerte prematura y horrible. —
Bueno, Monique tiene el buen hábito de impregnar su perfume en otras personas.
Asher puso los ojos en blanco y murmuró—: Tú me lo dices.
Mi boca se abrió mientras lo miraba fijamente. Por último, le dije—: Oh, lo
siento, hombre. ¿No te lo hizo Monique en la habitación? —El coño de la zorrillo
probablemente había sido tan bien usado que no logró ser lo suficientemente
apretado para él.
—¿Eh? —Me miró como si estuviera loca. Luego sacudió la cabeza—. No.
Nosotros no tuvimos relaciones sexuales.
—Ajá —murmuré, sin creérmelo.
Frunció el ceño. —Lo digo en serio.
Rodé los ojos. —Así‖que...‖¿Qué?‖Olías‖a‖ella‖porque<
—Porque no dejaba de frotarse contra mí como una especie de gata en celo
—espetó, ceñudo.
—Correcto. Así que estás diciendo que amas todo sobre las mujeres pero
cuando una se frota contra ti como una gata en celo, ¿no aceptas su oferta? Gally sin
duda lo haría.
—Maldición, ¿me veo cómo Gally?
Cuando me di cuenta de lo molesto e irritado que estaba con este tipo de
preguntas, parpadeé y retrocedí, sorprendida. —Hablas en serio, ¿no es así? No te
la follaste.
—No, no lo hice.
Se me atascó la respiración en la garganta, y la esperanza se encendió en mi
pecho. —¿Por qué no?
—Porque... —Parecía demasiado atónito para continuar.
Incapaz de dejar el tema porque me moría de la curiosidad, presioné—:
¿Porque...?
—Estuve tentado, seguro —cedió con un encogimiento de hombros—. Se
siente como una eternidad, y he estado anhelando el sexo últimamente como no
tienes una idea,‖pero<
De ninguna manera iba a dejar caer este tema, así que dije—: ¿Pero qué? —Y
me di cuenta. Oh, querido señor. —¿Tienes una enfermedad de transmisión sexual,
no?
—Jesús. ¡No! —Me lanzó una mirada oscura, luego señaló de forma
amenazadora—. Bueno, está bien, hablaré, pero si alguna vez repites algo de lo que
voy a decir a Gally o Holden, te patearé el culo de regreso a Ellamore ¿entendido?
Resoplé una carcajada. —¿Qué parezco? ¿Una chica chismosa desesperada
por decirles a todos los demás tus asuntos personales? Por favor.
Sus hombros se relajaron antes de que llevara su mirada al techo y de mala
gana admitiera—: Es solo que... no soy muy aficionado a los líos de una noche.
Mi boca se abrió. Apoyándome, acuné con mi mano alrededor de mi oreja y
le dije—: ¿Lo dices de nuevo?
Entrecerró los ojos. —Búrlate, hijo de puta. Simplemente no es lo mío.
¿Bien?
Levanté las manos. —Créeme, no me estoy burlando. Estoy sorprendido, es
todo. —Y de verdad impresionada.
Apartó la mirada, viéndose humillado. —Patético, ¿no es así?
—No he dicho que sea patético. Es solamente... inusual para un hombre en
tu posición. —Un muy bueno e increíble inusual—. Lo que me da curiosidad en
cuanto a... ¿por qué?
Suspiró y giró su mirada hacia el techo. —Sabía que ibas a preguntar eso.
—¿Y bien? —Alcé las cejas, haciéndole saber que todavía quería la respuesta
a pesar de todo—. Para alguien que ama tanto a las mujeres y está ansioso
sexualmente<‖—empecé.
—Amo a las mujeres —insistió—. Solo quiero alguien que me quiera a mí en
lugar de a... —Rodó los ojos—. Asher Hart.
Abrí la boca para responder, pero no salió nada. Después de un segundo, le
dije—: ¿No eres tú Asher Hart?
Gruñó y me frunció el ceño. —Sí, pero... Cristo, ni siquiera sé cómo
explicarlo. —Cuando tomó su cabello en suprema frustración, decidí apiadarme de
él y dejar de hacerme tonta.
—Quieres a alguien que aprecie al hombre interior, no solo una groupie que
quiera anotar con el cantante de una banda.
Dejando caer las manos de su pelo, me miró como si acabara de descubrir
una alma gemela. —Sí —murmuró—. Exactamente.
Asentí, haciéndole saber que entendía. —Así que no quieres una conexión
física. Quieres algo más profundo...
Bajó la mirada a sus manos. —Oh, créeme. Me encanta la conexión física. Y
he hecho lo de una sola noche porque parece ser lo único que las mujeres quieren
de mí. Es que... no sé. Todos mis amigos en Forbidden tienen esas mujeres
increíbles, a las que están dedicados y por las que se encuentran completamente
locos. Y cuando los veo juntos, simplemente parece tan<‖
—¿Genial?
Dejó escapar un suspiro y me miró. —Me pregunto cómo sería una relación
real.
Esa confesión me hizo parpadear. —¿Qué? ¿Nunca has estado en una?
Sacudió la cabeza. —No. ¿Tú?
Mis labios se arquearon. —¿Con una mujer? No.
Dejando escapar un sonido divertido, murmuró—: ¿Y con un chico?
—Bueno... seguro. Un par de veces. Quiero decir, no toneladas pero... tres o
cuatro lo suficientemente significativas.
Centrándose en mí como si acabara de descubrir que yo sabía el significado
secreto de la vida, me preguntó—: ¿Cómo son?
Fruncí el ceño. —¿Las relaciones?
—Sí.
Dejé salir un suspiro y me pasé las manos por el pelo, sorprendida cuando
mis dedos se toparon con los cortos zarcillos de mi peluca falsa. Por un momento,
me había olvidado que estaba siendo Sticks, el baterista. Simplemente había sido
Remy... hablando con Asher.
—Es... —Mentalmente recordándome que era un tipo aquí, traté de pensar
en una forma masculina para describirlo, pero un segundo después, solté—: Al
principio, es muy angustiante. Siempre tienes miedo de mostrar a tu verdadero yo.
Quieres que vean lo que piensas que les gustará, por lo que estás siempre nervioso,
con la esperanza de impresionar, y tratando de averiguar si incluso les gustaría un
cambio. A pesar de que también es algo excitante y emocionante. Pero entonces...
entonces algo hace clic, y te das cuenta que tienen esta... cosa... esta cosa increíble
en común que no tienes con nadie más. Bastante pronto, te abres más y descubres
que más partes encajan, y antes de que lo sepas, la vida es increíble y te encuentras
pensando en ellos noche y día. No puedes esperar a volver a verlos, y amas todo
acerca de todo.
Asher esbozó una sonrisa de ensueño como si estuviera imaginando lo que
acababa de describir, y le gustaran las visiones que eso producía. —¿De verdad?
Asentí. —Y entonces él se convierte en un jodido bastardo mentiroso que
rompe tu corazón, rompe tu confianza y te deja siendo una perra endurecida en lo
que fue un ser humano.
Parpadeó y se echó hacia atrás. —Guau. Uh, no esperaba que terminaras de
esa manera.
—Bueno... —Me encogí de hombros—. No hay un felices para siempre para
todo el mundo.
Me estudió un momento antes de murmurar—: ¿Qué te hizo ese bastardo?
Me encogí de hombros y me puse a jugar con las sábanas que se hallaban
agrupadas en mi regazo. —Él... es decir, además de hacer que me sintiera como si
me estuviera haciendo un gran favor al estar conmigo, me engañó con cada mujer
que‖podía‖y<
—¿Se acostaba con otras mujeres? —Asher echó la cabeza hacia un lado en
señal de confusión.
Mierda, me había olvidado de lo gay nuevamente. Argg. Aclarando mi
garganta, murmuré—: Sí, es que, uh, él es bisexual. —Y curiosamente, esa mentira
se sintió bien al salir. Fisher odiaría ser llamado bisexual. ¡Ja!
Asintió como si comprendiera, e hizo una mueca de simpatía. —Bueno, eso
apesta. ¿Qué otra cosa me dirás que hizo?
—Oh. Él, eh... Escribí un par de canciones y... las robó, su banda las cantó y
afirmó que eran suyas.
—Mierda —murmuró, con compasión—. No es de extrañar que no quieras
que yo mire tu cuaderno.
Me encogí de hombros y levanté las páginas que había creado. —Lo siento,
no te acusaba de plagiador. Es que... ¿sabes qué? Sé que no eres como él. Toma.
Tiré el cuaderno a través de la cama, en su regazo. Lo recogió, con vacilación
brillando en sus ojos verdes. —¿Estás seguro? Respeto tu privacidad, hombre. Y
entiendo‖por‖qué‖eres<
—Acaba de leer —murmuré—. Si siquiera piensas en robar cualquiera de
mis canciones, voy a cortar esa enorme polla tuya y alimentaré a la fuerza a Gally
con ella.
Rió. —Muy bien. —Antes de abrir las páginas, sin embargo, me lanzó su
cuadernillo.
Un nudo se formó en mi garganta cuando me regresó su confianza. Cuando
él abrió mi cuaderno, yo hice lo mismo con el suyo.
Un segundo más tarde, silbé. —Maldita sea, estas son increíbles.
—Lo mismo aquí —murmuró distraídamente, demasiado ocupado leyendo
mi trabajo como para hablar.
Pasé las páginas, mientras mi aturdimiento iba creciendo, sorprendiéndome
que no tuviera algunas, bueno la mayoría, convertidas en canciones.
—En serio, Asher. Tienes un talento increíble.
—¿Hmm? —Distraído, alzó la vista y luego la bajó. Masticando el extremo
de su lápiz, algo que yo hacía cuando me quedaba atascada en una oración,
regresó su atención a mi cuaderno—. Gracias, pero no estoy escribiendo nada estos
últimos días. Sigo quedándome atascado en esa oración.
—¿Ah, sí? —Fui a la última página—. Vamos a ver lo que tienes.
—¡Espera! —Bajando mis canciones, saltó de su cama y me arrebató las
suyas de mis manos.
Parpadeé ante su repentina distancia. Entonces sonreí. —Oh vamos. No te
ocultes de mí. Cántame lo que llevas.
Sacudió la cabeza. —Nunca he... Por lo general no puedo cantar mis cosas
en voz alta hasta que tenga una canción completa. Se siente... raro.
—Entonces dila hablando, porque, ¿cómo diablos se supone que ayude si no
sé en dónde diablos te quedas atascado?
—No tienes que... —Debe haber leído algo en mi expresión, porque soltó un
largo suspiro antes de hojear las páginas y leer en silencio las palabras. Luego
sacudió la cabeza—. Sí, tampoco creo que pueda leerlas. Tendría que cantarlas.
Levanté mis cejas. —Pues canta. —Sabía que el hombre no tenía miedo de
cantar frente a un público, pero de repente parecía inseguro.
Me envió una mirada incómoda. —No te burles si termina sonando como
una mierda, ¿de acuerdo?
Rodé los ojos. —Trata de confiar en mí un poco más que eso, ¿sí? Sé que
nada sale perfecto la primera vez.
—Bien.
Y empezó a cantar.
En un a capela, su voz era hermosa. Quería meterme en la cama con él, justo
en su regazo y dejarlo cantarme el resto de la noche... o de mi vida.
Pero fui una buena chica. Me quedé atrás y simplemente balanceé la cabeza
al ritmo, a continuación, extendí la mano y golpeé el ritmo con mis propias manos
contra la esquina superior de la mesita de noche.
Él sonrió, obviamente, entrando en confianza, y empezó a balancearse con la
música mientras seguía con la canción hasta que se detuvo de repente y negó con
la cabeza.
—Y eso es todo lo que tengo. Ahí es donde siempre me quedo.
Sus palabras aún fluían a través de mí, la melodía prendiéndose fuego en mi
sangre. Seguí tocando el ritmo y canté—: Hasta que las estrellas se desvanezcan y
el día se trague la oscuridad.
Mirándome, Asher parpadeó y retrocedió. —Mierda. —Si no hubiera visto
la sorpresa tan claramente en su rostro, definitivamente la habría oído en su voz—.
Eso es... eso es perfecto. ¿Cómo...? —Negó con la cabeza.
Me encogí de hombros y me alegré de que no pudiera ver mi sonrojo por
debajo de mi máscara. —Estaba terminando lo que empezaste.
—Bueno, trae tu culo aquí, Curran. Vamos a terminar esta canción. Esta
noche.
Cuando dudé, alzó una ceja como si dijera: ¿Y bien? ¿Qué estás esperando?
Solté un gran suspiro como si fuera una dificultad, cuando en realidad, tuve
que contenerme de dar saltitos por ahí demasiado rápido. Agradecida de haberme
dejado puesto mi torso de hombre —a pesar de lo incómodo que sería para
quedarme dormida— me bajé de mi cama y me acomodé con cautela sobre el
colchón a su lado hasta que nos encontrábamos sentados con la espalda en la
cabecera y los pies extendidos delante de nosotros.
Robé un segundo para observar mis pies descalzos junto a los suyos al final
de la cama, asomándose de los extremos de nuestros pantalones de franela
sorprendentemente similares. Excepto que sus pies parecían decididamente más
grandes —y masculinos— junto a los míos, así que acurruqué los míos bajo las
sábanas.
Él no se dio cuenta de nada de esto, gracias a Dios, demasiado ocupado
frunciendo el ceño hacia el cuaderno en el que garabateaba. Así que me incliné más
cerca para estudiar las letras, divertida por todas las veces que tachó una frase, solo
para volver a escribir la misma línea y luego tacharla de nuevo.
—Ooh, podrías decir algo sobre todo siendo una broma para rimar con
oscuridad.
Golpeó el lápiz contra su barbilla mientras me miraba. —Sí, eso podría
funcio<
Un estornudo fuerte cortó el resto de su frase.
Negué con la cabeza. —¿Te das cuenta que siempre estornudas cuando me
acerco a ti? Cielos. Es como si fueras alérgico a mí o algo así.
Se rió entre dientes mientras se inclinaba hacia su mesita de noche para
agarrar un pañuelo de una caja cercana. —Solo si estás hecho de látex.
Me congelé, parpadeando hacia él. —Uh<‖¿qué?
—Esa es la única cosa a la que sé que soy alérgico —respondió en medio de
un estornudo, y se sonó la nariz.
—Oh, mierda. —De inmediato me deslicé hasta el borde de la cama,
preocupada de matarlo en cualquier momento con mi cercanía engañosa.
Bajó el pañuelo de su nariz, mirándome con curiosidad.
Tragué saliva, porque no quería que el chico terminara muriendo cerca de
mí o algo así. Así que espeté—: Estoy usando una máscara de látex.
—¿En serio? —Levantó las cejas con sorpresa y se inclinó más cerca para
examinar mi rostro.
Retrocedí. —¿Qué estás haciendo? No te acerques.
Olió y rodó los ojos. —No va a matarme por estar cerca. Solo un par de
estornudos aquí y allá. Necesito el contacto piel a piel antes de que haga algún
daño como picazón e hinchazón. Increíble —murmuró—. No tenía idea. Esa cosa
se ve tan real.
—Lo sé. Gracias. —Me di unas palmaditas en la cara, manteniendo unos
centímetros entre nosotros pero permaneciendo en el mismo colchón—. Así que,
látex, ¿eh? Esa es una alergia inusual. Yo soy muy aburrido con una común:
cacahuates.
Hizo una mueca, poniéndome nerviosa con lo mucho que se concentraba en
mi máscara. —¿Sin cacahuetes? Eso debe apestar. Sabes, si estarías más cómodo
quitándotela, está bien. Soy solo yo; te prometo que no enloqueceré.
Maldita sea, esa era una oferta dulce. No intentó entrometerse y averiguar
por qué usaba una máscara o preguntar qué tipo de deformidad escondía. De
inmediato trató de tranquilizarme.
—Gracias,‖pero<‖—Me encogí—. Esta noche no, ¿de acuerdo?
Asintió de inmediato. —Sí, no hay problema. Lo que quieras. Solo trataba de
decirte que no tienes que preocuparte de que haga algo que te moleste.
—Gracias —repetí, afectada por su compasión. Me aclaré la garganta,
sintiéndome extra culpable por mentirle. Tal vez debería quitarme la máscara y
dejarle ver a mi verdadero yo.
Pero entonces recordé todas las cosas que me dijo esta noche; se sentiría
muy traicionado si supiera que en realidad era una mujer.
Y tenía demasiado miedo para averiguar cómo respondería.
Maldición. ¿Por qué diablos me metí en este lío? Ponerme un pequeño
disfraz para hacer mi sueño realidad nunca debió tener el poder para lastimar a
nadie. Pero tenía un mal presentimiento de que esto solo podría molestar a la única
persona en toda esta situación a la que no quería hacerle daño.
Observé a Asher mientras leía nuestra canción, repitiendo en silencio las
palabras, y traté de pensar en una manera de decírselo sin que pensara que yo era
una enorme mentirosa. Pero nada me vino a la mente. En cambio, se me ocurrió
otra idea. —¿Qué pasa con el sexo?
Levantó la vista, sorprendido. —¿Qué?
—Los condones. —Moví mi mano—. Ya sabes, tu alergia. ¿No tienes sexo
seguro?
Diversión iluminó su rostro. —Hacen condones sin látex.
—¿Sí? Oh.
Negando con la cabeza como si mi sorpresa fuera la cosa más divertida que
escuchó en todo el día, golpeó su lápiz contra el papel y le echó un vistazo a la
canción mientras decía—: ¿Qué piensas de esta idea?
Me concentré en la nueva frase que leía para mí, tratando de no prestar
atención cuando se pasaba una mano por el pelo. Pero maldita sea, me encantaba
cuando el pelo de Asher se encontraba todo revuelto y sexy. Me dieron ganas de
hundir mis manos en su suavidad de nuevo, luego quitarme la máscara, ponerme a
horcajadas sobre su regazo y experimentar un poco de diversión sin-látex con él.
Sin embargo, no lo hice. Mantuve mis dedos para mí, hice mis propias
sugerencias y no mencioné nada sobre mi género mientras pasábamos el resto de
la noche platónicamente en su cama, arreglando el resto de su canción.
Traducido por MaJo Villa
Corregido por Janira

Acababa de guardar mi trabajo en mi portátil cuando Sticks murmuró algo


en sueños. Alrededor de las cuatro de esta mañana, se arrastró de nuevo a la cama,
agarró una almohada, y se enroscó alrededor de ésta, cerrando los ojos mientras
me ayudaba a llegar a una frase final. Entonces se quedó dormido a los pocos
minutos.
Pero yo no podía dormir. Me encontraba demasiado emocionado porque
acabábamos de terminar algo que me tomó semanas hacerlo funcionar. Así que
saqué la portátil de la bolsa de lona y abrí el programa de música, esperando
inventar la melodía perfecta para las palabras.
Sticks durmió pacíficamente durante las últimas tres o cuatro horas, pero
cuando agitó una mano y la golpeó contra la cabecera, empezó a despertarse.
—¿Qué...? —Finalmente gritó y levantó la cabeza de golpe para mirarme
boquiabierto con sus ojos marrones enrojecidos. Su cabello llenaba la cabecera,
saliendo por todas partes, y tuve que preguntarme por qué trajo tantos productos
para eso, ahora que sabía que era una peluca conectada a una máscara. Pero
diablos, no sabía nada acerca de pelucas. Tal vez la lavabas y les colocabas gel
como si fuera cabello natural.
Entonces me pregunté qué demonios le pasó para joderlo tanto que pensaba
que tenía que usar todo eso. Pobre tipo.
—Mierda, lo siento —murmuró, pasándose una mano por el rostro mientras
se sentaba—. No puedo creer que me quedara dormido.
—No hay problema. —Guardé el archivo en el que estuve trabajando y
luego hice clic en la opción de reproducir para poder hacer que lo escuchara—.
¿Quieres escuchar lo que se me ha ocurrido hasta ahora?
—¿Eh? —Me miró parpadeando; aún, claramente, medio dormido—.
¿Cuánto tiempo he dormido, qué hora es, y cómo diablos puedes estar despierto
todavía?
Negué. —Son pasadas las ocho, más o menos. Te dormiste poco después de
las cuatro. Y sufro de insomnio, así que... no suelo tener más de unas pocas horas
de sueño a la vez, de todos modos.
Sacudió la cabeza como si le diera vueltas y se encontrara completamente
desorientado. No pude contener una sonrisa, al tiempo que decía—: Escucha
nuestra canción.
Presioné reproducir, y mientras la melodía empezaba en el programa digital
que tenía, Sticks entrecerró los ojos e inclinó la cabeza hacia un lado al tiempo que
estudiaba las longitudes de onda reproduciéndose por la pantalla. Cuando empecé
a cantar la letra que habíamos debatido, su mirada se desvió hacia la mía.
Su boca se abrió mientras yo cantaba todos los versos. Y cuando la última
nota sonó por la habitación, sacudió la cabeza. —¿Qué?... ¿cómo?... eso fue total y
jodidamente increíble.
Me encogí de hombros, a pesar de que el cumplido hizo que mi pecho se
comprimiera con orgullo.
—No, de verdad —me dijo—. ¿Cómo diablos fuiste capaz de inventar toda
la melodía en tan solo unas pocas horas?
—No fue muy complicado, además, todavía necesita ajustes —aseguré—, y
aún tengo que añadirle otros instrumentos. Pero esto es un comienzo.
—Tienes toda la maldita razón, lo es —balbuceó—. Eres un jodido genio. Un
genio de la música.
Su alabanza me hizo sentir raro, así que cerré el portátil y estiré los brazos
sobre la cabeza. —En realidad, me muero de hambre. ¿Quieres ir al otro lado de la
calle conmigo a ese local, Denny, y llenarnos con panqueques?
—Diablos, no. Voy a volver a dormir. —Abrazando la almohada, se dejó
caer de nuevo sobre el colchón y tiró de las sábanas hasta su barbilla—. Dudo que
Gally o Holden estén listos antes del mediodía, así que no me despiertes hasta
entonces.
—Mmm... tenemos que irnos antes de las once —le recordé.
Gruñó una maldición y luego murmuró—: Entonces diez y media. —Pensé
que se había vuelto a dormir; pero, por último, añadió—: Por cierto, me encanta la
canción. Creo que será nuestro próximo éxito.
Sonreí y sacudí la cabeza mientras su respiración pesada llenaba la
habitación. Me gustaba Remy Curran. Era extraño, pero divertidísimo. Anoche fue
agradable escribir con él. Nunca antes intenté eso con nadie. No tuvo miedo de no
estar de acuerdo conmigo, y a diferencia de Gally, no se puso malhumorado ni fue
grosero y presionó para ir por su propio rumbo cuando yo tenía otra idea; escuchó
mi opinión y la tomó en cuenta.
Non-Castrato fue afortunado cuando se presentó a una audición para
nuestra banda.
Silbando la melodía de la nueva canción en voz baja, me vestí para el día,
agarré la llave electrónica y me dirigí a la sala, reajustando las persianas de la
ventana para que la franja de luz que entraba no molestara a mi compañero de
cuarto. Entonces, apagué la lámpara que dejé encendida toda la noche y lo dejé
dormir mientras iba a buscar comida.
Pero tan pronto como crucé la calle y entré en el restaurante recordé que
dejé la billetera en el hotel. Lanzando un suspiro, me pasé las palmas de las manos
por el rostro. Pensando que, tal vez, también debería haber tomado una siestita
para recargar mi cerebro, salí del reservado, le dije a la camarera que regresaría, y
luego me apresuré a salir al aire fresco de la mañana.
El aire me espabiló mientras esperaba que cambiara la luz en el ocupado
cruce peatonal, y luego corrí al hotel y saqué la llave electrónica de mi bolsillo al
tiempo que me acercaba a mi habitación.
La luz seguía apagada como lo había estado cuando me fui hace un par de
minutos antes, pero la puerta del baño se hallaba diferente. Se encontraba casi
completamente cerrada, solo una pequeña rendija se exhibía, revelando la luz que
se hallaba en el interior. Los sonidos de una ducha y un canto filtrándose en la
habitación del hotel.
—... Y un abrazo alrededor del cuello. Un abrazo alrededor del cuello... —
Una voz claramente femenina daba una serenata desde el baño.
Me quedé inmóvil, frunciendo el ceño con fuerza, al tiempo que la letra de
la canción ‚A‖Bushel‖And‖A‖Peck‛‖de‖Doris‖Day continuaba. Al principio, me volví
loco, con miedo de que acabara de entrar en la habitación equivocada. Empecé a
dar marcha atrás, temiendo ser atrapado en la habitación de otra persona, pero
entonces me pregunté por qué mi llave me dejó entrar. Así que encendí la luz.
Mi portátil se encontraba en la cama y las mantas en el lado de Remy se
encontraban arrugadas y sin tender. Además, su maleta familiar y mi bolso de lona
se hallaban en el suelo, así que sabía que me encontraba en la habitación correcta.
Pero, ¿quién demonios se hallaba en nuestra ducha? Por cómo sonaba,
habría pensado que Sticks metió a una mujer, excepto que no le atraían las mujeres.
Arrugando la frente, me acerqué con cautela hacia la rendija de la puerta del
baño. Utilizando las yemas de los dedos, extendí la mano, encontrándome de pie
tan lejos como me fue posible, y le di un codazo suave para abrir la puerta. Salió
vapor, nublando mi alrededor mientras la voz de la mujer se hacía más fuerte.
—... Haces que mi corazón se detenga —continuó lamentándose con una
voz decente. Levanté las cejas, intrigado.
No tengo ni idea de por qué, pero dije—: ¿Remy? —Ya sabía que no se
encontraba ahí dentro.
En respuesta, la mujer gritó.
—¿Qué‖ de<?‖ —Completamente confundido con lo que pasaba, agarré la
cortina de la ducha y la abrí.
Dentro, la mujer desnuda y mojada gritó de nuevo, empujando al instante
un brazo encima de sus pechos y extendiendo la mano libre entre sus piernas para
cubrirse.
—¡Mierda! —Solté un grito ahogado.
Nos quedamos mirándonos boquiabiertos el uno al otro, mientras el agua se
esparcía sobre ella, haciendo que su largo cabello oscuro le tape el rostro.
Racionalmente, sabía que tenía que darme la vuelta, pero... por alguna
razón, como que perdí la capacidad de pensar racionalmente. En lugar de eso,
sacudí la cabeza, y pregunté—: ¿Quién eres?
Se sacó el cabello del rostro para poder verme, probablemente olvidando
que tenía que usar la mano para cubrirse, porque, de repente, tuve un destello de
unas tetas muy bonitas.
Mi mirada al instante cayó a su pecho, y ella se quedó sin aliento,
regresando de golpe el brazo sobre sí. Una fracción de segundo después, agarró la
cortina de la ducha y la envolvió a su alrededor, ocultando las mejores partes.
—No hablo inglés —jadeó en esta voz súper caliente y sensual que puso a
mis hormonas mucho peor.
Ah, mierda. Negué, todavía totalmente estupefacto. —¿No sabes inglés?
—No. —Negó—. No hablo inglés.
—Mierda. —Me pasé la mano por el rostro, agradecido de que no hubiera
empezado a babear ni nada por el estilo, porque... vaya. Había una chica muy
caliente hablando español en mi ducha—. Bueno, no sé ni mierda de español. —
Echando un vistazo detrás de mí, me dije a mí mismo—: ¿En dónde diablos está
Remy cuando se le necesita?
Detrás de mí, la chica de la ducha repitió—: ¿Remy? —Me volví a girar y
balbuceó algo en español, agitando la mano todo el tiempo.
Parpadeé, sin entender absolutamente nada. Pero dijo el nombre de Remy,
así que lentamente le pregunté—: ¿Conoces a Remy?
Asintió, sus ojos se iluminaron con reconocimiento. —Sí. Remy. —Entonces
dejó salir otra cosa. Estaba seguro de que capté la palabra amigo, así que extendí el
dedo de golpe.
—Amigo —repetí. Sí, una palabra que entendía—. Amigo. De acuerdo.
Entonces... ¿te‖dejó‖entrar‖para‖tomar<‖una‖ducha...‖tú‖sola?‖
Entrecerré los ojos, porque no existía manera de que sonara como si eso
fuera plausible.
—Dios —gimió, llevando la cortina de la ducha más cerca de sus pechos.
Entonces se mordió el labio y me hizo un gesto con la mano libre para que me
fuera, farfullando algo en español que no entendí. Pero el movimiento de echarme
y la desesperación en su rostro hicieron su súplica suficientemente obvia.
—Mierda, lo siento. —De repente, me di cuenta cómo la miraba embobado.
Levantando las manos, retrocedí un paso hacia la puerta medio cerrada del baño
detrás de mí, hasta que me di un golpe en la columna vertebral—. Te... dejaré para
que termines. —Pero no era capaz de apartar la mirada. Era simplemente...
impresionante—. Y te juro, miraré hacia otro lado... pronto. Una vez que la sangre
deje de correr hacia mi polla y regrese a mi cabeza y pueda pensar racionalmente
de nuevo, porque... vaya.
Oh, diablos, acababa de decir eso en voz alta, ¿cierto? Gracias a Dios que no
sabía inglés, aunque juro que se sonrojó, como si lo supiera. Pero entonces sus cejas
se movieron con irritación y me bombardeó con más español, esta vez sin duda me
regañaba por ser un raro y seguir mirándola.
Así que dejé escapar un suspiro nervioso, regresé a la habitación dando
tropiezos, y cerré la puerta del baño por completo para darle privacidad.
Pero, Jesús, eso fue... En realidad, no me hallaba muy seguro de lo que fue,
pero definitivamente fue intenso. Me preguntaba si debería estar molesto o
indignado porque una desconocida se sintiera como en casa en mi habitación de
hotel, pero luego me acordé de toda su magnífica desnudez, y, sí... no podía
invocar ninguna emoción.
Me paseé por el piso, pasándome las manos por el cabello, preguntándome
qué demonios pasaba. ¿En dónde se hallaba Remy y por qué dejó que una chica
caliente entrara a nuestra habitación a ducharse... sola? Finalmente, me di cuenta
de que solo le podía preguntar, así que saqué mi teléfono del bolsillo y marqué su
número. Al otro lado de la habitación, The Bangles comenzaron a cantar ‚Walk‖
Like‖an‖Egyptian‛, que debe ser su tono de llamada, debido a que, cuando seguí la
fuente del sonido con la mirada, vi a su teléfono abandonado sobre su mesita de
noche.
Maldición. No se llevó el teléfono... a donde sea que se haya ido.
¿A dónde demonios se fue?
Cuando el agua de la ducha del baño se cerró, di la vuelta en esa dirección.
Luego me di cuenta de que seguía siendo un raro. Así que me detuve en mi cama
para esperar. Pero, en realidad, no tuve que esperar en absoluto.
La puerta del baño se abrió lentamente y unos grandes ojos marrones se
asomaron.
Agité los dedos en su dirección. —Hola de nuevo.
—Hijo de puta —murmuró, frunciendo el ceño. Entonces pareció tomar una
respiración profunda antes de abrir la puerta por completo. Había agarrado una
toalla y envuelto a su alrededor, apretándola en sus pechos, pero apenas cubría la
parte superior de sus muslos salpicados de agua, así que mostraba cuan largas y
musculosas eran sus piernas bronceadas y hermosas.
Agarrando un bulto de ropa, caminó en puntillas descalza desde el baño y
murmuró—: Gracias. —Mientras hacía un gesto hacia su espalda, dándome las
gracias por haber usado la ducha, supongo. Entonces movió la mano y añadió—:
Adiós.
¿Qué? De ninguna manera se iba a ir así como así. Me levanté de la cama de
golpe y me puse de pie tan rápidamente que se estremeció hasta detenerse y me
miró con recelo.
—Todavía no tienes que irte —le dije, señalando hacia su ropa—. Puedes
colocarte tu ropa primero. Está bien.
Negó y señaló hacia la puerta, recitando toda una cadena de mierdas que no
entendí.
Cuando comenzó a huir de nuevo, me puse en su camino y coloqué la mano
en la puerta. Patinando hasta detenerse, miró asombrada a mis dedos con los ojos
bien abiertos antes de deslizar una mirada asustadiza hacia mí.
Sabía que la asustaba muchísimo, pero como que eso me gustaba. Sin duda
me asusté cuando la descubrí en la ducha.
—Soy Asher —dije, apoyándome ligeramente en la puerta y atrincherando
efectivamente su salida.
Respiró hondo, miró al suelo un momento, luego alzó la mirada, hallando la
mía de frente, sin miedo, mientras hacía un gesto hacia la puerta. —Por favor —
murmuró, solicitando que la dejara salir.
Solo sonreí y negué. —No lo creo, hermosa. Es tu turno. ¿Cómo te llamas?
¿Nombre? ¿Cómo te llamas?
Sus ojos se abrieron más. Luego negó firmemente y susurró—: No.
Me acerqué más, mi sonrisa se hizo más amplia. —¿No qué? ¿No es tu
nombre, o no, no puedes darme tu nombre?
—No-no —repitió; su respiración se aceleró al tiempo que colocaba mi
rostro más cerca del suyo. Definitivamente, ya no parecía tenerme miedo. Sus ojos
brillaban con calor y ni siquiera trató de alejarse. Por la forma extasiada en que me
estudiaba, me preguntaba si iba a besarme. Como que de verdad esperaba que lo
hiciera.
Pura y caliente lujuria se agitó en mi interior, haciendo que mi piel pique y
que mi polla se endurezca.
Incapaz de dejar de sonreír, me acerqué más, deteniéndome solo cuando me
encontraba a tres simples centímetros de presionar mi boca en la suya. —Sí —
argumenté en voz baja, juguetonamente.
Se estremeció, parpadeando rápidamente. Luego movió la cabeza de un
lado a otro, negándose a ceder. —No —insistió en un susurro ronco—. Por favor.
La decepción me llenó, pero en realidad no esperaba que hiciera algo
diferente.
—Bueno, seas quien seas —murmuré, dejando caer el brazo de la puerta
antes de dar un paso atrás e incluso abrírsela para que se fuera—. Fue muy lindo
conocerte. Espero encontrarte desnuda de nuevo en mi ducha. Preferiblemente
pronto.
—Gra... —Sus ojos se abrieron mucho por la sorpresa, de repente sacudió la
cabeza y farfulló sonidos inconexos antes de jadear un adiós y escapar por la
puerta. Huyó por el pasillo, quitándome la puerta para poder cerrarla de golpe al
salir.
Una vez que estuve solo en la habitación, me pasé la mano por el cabello y
lo hice girar en un círculo lento, tratando de darle sentido a lo que acababa de
suceder. Me envolvió el impulso de seguirla, pero ¿qué diablos iba a hacer si la
atrapaba? Se negó a darme su nombre, y no era como si pudiéramos tener una
conversación de verdad, así que no existía forma de que fuera a averiguar cómo
consiguió entrar en mi habitación o por qué había estado allí.
Y echarla encima de mi hombro para poder arrastrarla de regreso a mi cama
y follarla hasta dejarla sin sentido, probablemente, era una mala idea.
Tal vez si se hubiera olvidado algo podría agarrarlo y tener una razón para
rastrearla, devolverle sus artículos, y así poder... ¿qué? ¿Disfrutar de su presencia
unos segundos más?
Aunque la idea era muy tonta, era la única que tenía, así que corrí hasta el
baño, rezando para hallar sus bragas o diablos, cualquier cosa, para entregárselo.
Pero no encontré nada. La pequeña habitación seguía nublada y una gota
ocasional de agua se escurría del cabezal de la ducha, recordándome que estuvo
recientemente desnuda aquí dentro. Olía como el jabón de Remy, pero ni siquiera
me importó.
Una visión de la chica en la ducha llenó mi cabeza y antes de que lo supiera,
me quitaba la ropa y entraba en el mismo lugar en el que ella acababa de estar de
pie, desnuda. Imaginé que todavía se hallaba aquí, húmeda y hermosa. Mientras
ponía el agua a todo lo que daba, la inmovilicé contra la pared en mi mente.
Agarrándome a mí mismo, me pregunté cómo se sentiría entrar en su interior,
sentir la calidez de su piel envuelta a mi alrededor, succionar sus pechos con la
boca y conducir mis caderas repetidamente entre sus muslos abiertos.
—Dios. —Aceleré el ritmo, prácticamente sacudiendo mi polla mientras el
orgasmo me recorría la espalda, hasta entre las piernas, presionándose en mi
escroto y luego saliendo disparado por el extremo de mi polla. Bajé la cabeza y
apoyé una mano contra la pared, acariciándome hasta terminar por completo.
Pero a medida que el alivio comenzaba a satisfacerme, también lo hacía el
auto-disgusto. Era tan patético, masturbándome en una ducha simplemente
después de ver a una chica bonita. Necesitaba tener sexo con urgencia, sino, pronto
iba a masturbarme hasta quedar ciego.
Nunca debí haber rechazado a Monique anoche. ¿Qué demonios esperaba?
¿Y qué si una mujer no era mi alma gemela? Un par minutos íntimos con una
extraña tenían que ser mejor que nada, porque en este momento, no tenía nada.
Traducido por Mae
Corregido por Julie

Oh, mierda, oh mierda, oh mierda.


No podía creer que fuese tan estúpida como para dejar que me atrapara en
la ducha. Pero apenas se fue para conseguir comida, e incluso tan cansada como
me encontraba, sabía que sería mi última oportunidad de tomar una ducha antes
de irnos, así que salté de la cama y traté de darme prisa, pero, maldita sea, me
atrapó.
Y entonces usé mi voz de señorita cachonda.
Jodi estaría muy orgullosa.
Yo, por el contrario, me encontraba horrorizada.
Pero él no descubrió la verdad, y cuando me preguntó quién era, el español
simplemente salió porque sabía que no me entendería. Le dije que odiaba mentirle,
pero algún día estaba segura de que conocería la verdad, pero no en ese momento,
mientras me hallaba desnuda en una ducha y él me miraba como si me encontrara
atractiva.
Y luego admitió que me encontraba atractiva.
Casi me fundí en ese momento.
Asher pensó que la yo chica era atractiva. Eso era... increíble. No solo eso,
sino que coqueteó conmigo. Jodidamente coqueteó... ¡conmigo!
Nunca lo vi tan atrevido o cautivador con alguna mujer. Jamás.
Pero... una vez me confesó que le gustaba ser el cazador; no lo fue, y sin
duda retrocedí lo suficiente para atraer al depredador en él. No intencionalmente.
En ese momento, solo quería huir, pero maldita sea, mirarlo cazar era muy erótico.
Llena de nervios, miedo y emoción, corrí a lo largo de los pasillos del hotel
en nada más que una toalla, mi máscara y ropa de dormir que se aferraban a mi
pecho hasta que encontré un baño público al final del pasillo. Metiéndome, solté lo
que llevaba en el suelo a mis pies. Lo bueno es que me encontraba desnuda cuando
entró; lo distraje con éxito suficiente como para que no se diera cuenta de la
peluca-máscara de Sticks en el tocador del baño.
Maldiciéndome por mi estupidez al dejar la puerta entreabierta, me quité la
toalla y rebusqué en mi montón para encontrar mis calzoncillos. Pero odiaba
ducharme con una puerta cerrada; se sentía tan húmedo y cerrado para mí.
Quieto...
—Estúpida, estúpida, estúpida —murmuré, recogiendo mi pecho de
espuma y luego el resto de mi ropa.
Mi pelo estaba mojado y no tenía nada con que peinarlo, así que usé la toalla
para quitar tanta humedad como era posible. Luego pasé los dedos un par de veces
a través de los mechones húmedos antes de enrollarlos en un moño y colocarme mi
máscara. Fui al espejo a ver problemas técnicos y enderecé mi oreja izquierda
cuando vi que se encontraba poco firme. Luego dejé escapar un suspiro y me giré
para salir del baño. Fue entonces cuando me di cuenta que estaba descalza.
No podía volver a la sala descalza; Asher se preguntaría por qué no tenía
zapatos, de seguro me iba a bombardear con suficientes preguntas para las que
necesitaba inventar algunas respuestas.
Así que, mientras me escabullía descalza alrededor del hotel, buscando algo
que pudiera pasar como zapatos, traté de encontrar una historia creíble.
Pero en realidad... ¿por qué dejaría a una chica en nuestra habitación y luego
la dejaría allí sola en la ducha? Tal vez creí que necesitaba un poco de intimidad.
Pero entonces, él querría saber quién era. ¿Solo una chica al azar que llamó a
nuestra puerta, pidiendo usar nuestro cuarto de baño? Nah, no podía verlo creer
esa historia. Si la dejé sola en nuestra habitación, entonces tendría que conocerla, y
si la conocía, tendría que pensar un nombre para ella, posiblemente, una historia
de vida si se ponía muy curioso.
Ya‖le‖mentía‖lo‖suficiente‖con‖todo‖el‖engaño‖de‖‚soy‖un‖chico‛,‖no‖quería‖
mentir más de lo necesario. Así que decidí fingir no tener idea. Sí, eso sonaba bien.
Después de milagrosamente encontrar un par de zapatillas de los Osos de Chicago
con una correa rota en la tapa cerrada de los contenedores de basura afuera,
caminé de regreso al hotel, conteniendo la respiración mientras entraba en nuestra
habitación.
Asher se me abalanzó de inmediato. Apenas abrí la puerta antes de que me
enfrentara, exigiendo—: ¿Dónde diablos has estado?
Me tambaleé un paso atrás, preocupada por la ira en sus ojos. —Yo... te
buscaba a ti. Creí que dijiste que ibas a desayunar en Denny cruzando la calle, y
cuando no pude volver a dormir, fui allá, pero te habías ido.
—Porque se me olvidó mi billetera en la habitación y volví a buscarla.
¿Quién era la chica?
Lo juro, me merecía un Oscar por la forma en que fruncí mis cejas, lo miré
de reojo y le pregunté—: ¿Qué chica?
—La... la... —Farfulló un segundo más, señalando frenéticamente hacia el
cuarto de baño. Finalmente, fue capaz de dejar escapar—: ¡La maldita chica en la
ducha!
Boca abierta, miré hacia la puerta abierta del baño y luego de nuevo a él,
enviándole una mirada que le decía que pensaba que deliraba.
—¿Hay una chica en la ducha?
—¡Sí! —espetó, y luego movió una mano hacia mí—. Bueno, ahora no. Pero
se encontraba allí cuando entré.
—Imposible. —Haciéndole saber que no le creía, me dirigí hacia el baño y
miré dentro para ver que la ducha seguía húmeda. Regresé—. ¿Quién diablos era?
¿Cómo entró aquí?
—Eso es lo que estoy tratando de preguntarte, imbécil. Ella dijo que te
conocía.
—¿Sí? —Me rasqué la cabeza, perfeccionando la confusión.
Pobre Asher, se encontraba muy desconcertado por todo esto. —Bueno...
maldita sea —murmuró, pasándose las manos por el pelo—. Creo que sí. Solo
hablaba español.
Levanté mis cejas, ofendida. —Oh, ¿entonces la gente de habla hispana debe
conocerse?
—No... no quise decirlo así. —Me frunció el ceño, por asumir tanto. Luego
dejó escapar un suspiro. Una vez que estuvo más tranquilo, explicó—: Dije tu
nombre y su rostro se iluminó con reconocimiento. Luego recitó... algo que creo
significa amigo, ¿no? Tenía que ser una de tus amigas.
Maldita sea, parecía muy preocupado por todo esto. Tuve la tentación de
decirle todo, pero entonces el temor de su reacción me dejó en silencio. —Bueno...
—Fruncí el ceño, odiando este juego más con cada segundo—. ¿Cómo se veía?
—Magnífica —dijo de inmediato, haciendo que mi ritmo cardíaco se
acelerara—. Recto pelo largo y negro con mechones púrpuras. Ojos del mismo
color que los tuyos, pero como más llenos. Pestañas gruesas y oscuras que parecían
no terminar nunca. Cara en forma de corazón, rasgos perfectos. Tetas perfectas y
piernas, y... —Respiró hondo antes de añadir—: Un cuerpo para follar. No te
miento; era hermosa.
Me sonrojé y estuve tentada a darle las gracias. Diablos, estuve tentada a
empujarlo sobre la cama y arrastrarme sobre él para que pudiera apreciar todo lo
que había felicitado de cerca y personalmente.
En cambio, sacudí la cabeza y murmuré—: Qué extraño.
Asintió. —Por lo tanto, ¿no tienes idea de quién era, o cómo llegó aquí?
—No. Lo lamento. ¿Tú... crees que deberíamos decir algo al hotel? Es un
poco extraño que cualquiera pueda entrar en la habitación de esa manera.
—No veo por qué. Solo tomó una ducha. Y no creo que robara nada, excepto
una toalla, quiero decir, mi portátil sigue allí.
—Eh. Eso es... extraño.
Mi culpa por mentir creció cuando Asher se rascó la sien y murmuró—: Sí
—en un tono igualmente perplejo.
Porque no podía seguir mirándolo con toda su confusión, me apresuré a mi
lado de la habitación. —Igual voy a revisar mis cosas. A ver si todo sigue aquí.

Volvimos a Ellamore temprano esa noche. Asher, por supuesto, tenía que
decirle a Heath y Gally sobre la chica de la ducha.
La primera pregunta de Gally fue—: ¿La follaste?
Asher se negó a contestar eso, aparte de rodar los ojos. También le restó
importancia a lo bonita que pensaba que era. Me pareció adorable, como su forma
de mantenerme para sí mismo y proteger a su chica de la ducha de un pervertido
como Gally.
El día siguiente, lunes, no teníamos práctica de banda, lo que era bueno
porque debía trabajar en la hora del almuerzo. Pero no podía sacar a Asher de mi
mente. Lo que pasaba con su padre, la canción que cantó para (posiblemente) mí,
lo divertido que fue escribir con él, toda la culpa que cargaba por mentirle de
forma continua. Todo se arremolinó a través de mí hasta que solo tenía que verlo.
Terminé de organizar cajas de Non-Castrato. Planeaba llevarlas a la práctica
al día siguiente, pero no podía esperar tanto tiempo. Planeaba dejárselo a Asher.
Así que después de salir del trabajo y ducharme, le envié un mensaje al saber que
trabajaba en Forbidden. Y media hora más tarde, ahí es donde me encontré vestido
de Sticks.
El lugar se hallaba bastante muerto... bien, no se encontraba lleno de gente.
En realidad había algunas mesas libres y pude caminar directamente a la barra sin
tener‖que‖murmurar‖‚perdón‛‖a‖nadie.‖Era‖lindo.‖Casi‖pacífico. Sentí la tentación
de deslizarme en un taburete en el bar, pedir una cerveza, y suspirar de alegría.
Toda la atmósfera me daba ganas de ver repeticiones de Cheers.
Recorrí la habitación buscando a Asher, pero no lo encontré. Su compañero
de trabajo que sabía que era mujer era el único trabajando. Mierda. ¿Cómo lo llamó
Asher? Dijo algún número. ¿Ocho? ¿Nueve?
Ten. Eso era.
Temiendo el encuentro, puse la caja en mis brazos sobre la barra y le envié
un ceño. —Tengo algo para Hart. ¿Está aquí?
En medio de secar un vaso que acababa de tomar de una tina de tazas recién
limpiadas, miró en mi dirección. —Sabes, no tienes que hablarme como chico. Se
de tu estado de chica, ¿recuerdas?
Maldita sea, ni siquiera me di cuenta de que hablaba como un chico. Esto
era malo. Se volvía costumbre ahora en cuanto me colocaba el traje. ¿Qué si perdía
por completo toda mi femineidad? Bueno, podría estar pensándolo demasiado.
Con el ceño fruncido, me quejé—: Dijo que trabajaba esta noche, y podría dejarle
esto para él.
—¿Ah, sí? —Ten dejó la copa seca a un lado y se inclinó hacia delante,
apoyando los antebrazos en el mostrador, para mirar dentro—: ¿Qué es? ¿Material
de sexo rudo?
—Ya quisieras. —Me moví de nuevo para que no pudiera ver las carpetas de
archivos aburridas que había organizado y arreglado.
Se encogió de hombros, perplejo, cuando se enderezó de nuevo. —Eh, no
importa. Mi colección con Caroline ya está completa, así que estoy bien. Pensaba
en Hart. Ese chico ha esperado mucho.
Fruncí el ceño, confundida. —¿Mucho para qué?
Él parpadeó como si no pudiera creer que no tenía ni idea de lo que hablaba.
Luego dijo—: Para el sexo —añadiendo un silencioso dah detrás de eso.
Oh, hermano. Debería haberlo sabido.
—En serio —continuó—, no creo que sea saludable para un hombre estar
todo ese tiempo sin nada.
—Espera, él habla de todas sus... ¿hazañas? —Esto no lo quería saber. Era
decepcionante saber que Asher era un besador y luego hablador. No quería que me
decepcionara. Empezaba a pensar que era bueno.
Bien... mejor que bueno.
Ten levantó las cejas. —¿Hazañas? Sí, ahí está. Ahora suenas como una chica
de nuevo.
Rodé los ojos y di la vuelta, decidiendo buscar a Asher yo misma y salir de
aquí.
Pero Ten siguió adelante. —Por supuesto que no habla de esa mierda.
No debería haber parado, pero lo hice. Y cuando me di la vuelta, Ten me
envió una sonrisa de suficiencia, sabiendo que yo estaba más interesada de lo que
debía. —Sé cuando tiene sexo —explicó—, Hart definitivamente lo dice.
—¿Decir qué? —Dios, ¿por qué pregunté eso? No quería saber... excepto,
bueno, claro que quería.
Ten rió. —¿Por qué no vas a descubrirlo tú? Está solo en el almacén en este
momento, clasificando una carga de inventario que acaba de llegar.
Resoplé y fruncí el ceño. —Eres un idiota. —Entonces me alejé para hallar el
almacén.
—Cuidado, Sticks. Tu chica realmente se muestra ahora.
Sabiendo que no iba a ganar contra este tipo, lo ignoré, preguntándome
dónde demonios buscar el almacén, hasta que gritó—: Al final del pasillo, la última
puerta a la izquierda.
Fui en esa dirección, y pude oír el canto ahogado antes de llegar a la última
habitación de la izquierda. La puerta se encontraba rota, así que le di un codazo
para abrirla y me detuve justo en la entrada, donde Asher cantaba a todo pulmón
una versión de ‚Take Me to Church‛ de Hozier.
Tenía la voz más increíble, y me di cuenta de que le gustaban las canciones
que desafiaban sus cuerdas vocales. Le encantaba hacerlo. Y Dios, me encantaba
escucharle. Apoyé la caja contra mi cadera, apoyé un hombro en la pared, y
disfruté del espectáculo.
Acababa de vaciar una caja de cartón de botellas de bourbon en un estante y
comenzaba a derribar la caja vacía cuando llegó a los Amen en la canción. Entonces
hizo una pausa para inclinar la cabeza hacia atrás y gemir el coro. Hipnotizada,
negué con la cabeza.
No importaba si estaba solo o en frente de una multitud, colocaba todo su
corazón y alma en ello, ¿no?
Una vez que empezó el siguiente verso, siguió cantando, pero volvió al
trabajo, enderezando la fila de botellas en el estante. Luego dio un paso atrás para
inspeccionar su trabajo, solo para dar un paso adelante de nuevo y mover una
botella un centímetro hacia la derecha hasta que estuvo satisfecho.
Me reí porque no pude evitarlo. Era demasiado adorable. El tipo era tan
tolerante como era posible, actuaba como si nada le molestara, desordenado y
olvidadizo en ocasiones, y sin embargo, tenía este pequeño lado perfeccionista que
contradecía totalmente el resto de él.
Sobresaltado, dejó de cantar y se volvió hacia mí.
Negué con la cabeza y le dije—: Te amo —soltando impulsivamente lo
primero en mi mente.
Traducido por Julie & Val_17
Corregido por Itxi

No me di cuenta de lo que dije hasta que Asher me envió una sonrisa


confundida. —¿Te amo? ¿Qué significa eso?
Me congelé, con la boca abierta, pero las palabras no salían. No quise decir
eso. Se veía tan lindo acomodando las botellas con su trastorno obsesivo
compulsivo y su voz me inundaba con una sensación feliz; que las palabras se me
escaparon.
—Uh< —Pensando demasiado lento para mi gusto, le dije—: Ya sabes<
buen trabajo< con tus habilidades de almacenamiento. Creo que podrías ganar
algún tipo de premio con tales estanterías de alcohol.
La parte superior de sus mejillas se sonrojaron mientras caminaba hacia mí.
Pero luego negó con la cabeza y sonrió. —Cállate, listillo.
Me encantaba la forma en que caminaba; con esa arrogancia intencional en
sus caderas que era tan increíblemente masculino. No se parecía en nada a lo que
Jodi intentó enseñarme y no tenía nada que ver con el movimiento de la cadera.
Era por los brazos, su postura, e incluso la forma en que sus muslos quedaban
alejados. Era tan‖confiado‖y‖lento.‖Era‖imposible‖que‖‚Sticks‛‖pudiera‖lograr‖una‖
caminata como esa, y gracias a Dios; tal vez querría hacerlo yo misma si pudiera.
—¿Ya terminaste? —Extendió la mano para tomar la caja.
No respondí, solo podía mirar mientras sacaba una carpeta y empezaba a
hojear las hojas de cálculo que hice. —Oye, estas son impresionantes. Gracias,
hombre.
Estudié su expresión; la apreciación entusiasta calentó mi vientre. Me aclaré
la garganta, notando que volvía a tararear ‚Take‖ Me‖ to‖ Church‛ en voz baja
mientras miraba mi trabajo.
—De verdad te encanta cantar, ¿no? —reflexioné.
—Sí. Claro. —Una sonrisa apareció en su rostro—. No seguí la ruta de
rockero porque quería que un torrente de mujeres me atacara dondequiera que
fuese.
Me reí.
—En realidad —se encogió de hombros—, otra razón por la que me hallaba
tan decidido a estar en una banda fue para molestar a mi padre.
Ahora se parecía a mí. Recientemente me teñí reflejos de color púrpura más
que nada para molestar a mi tío, que odiaba los pelos de colores no naturales.
Extendiendo mis manos como si leyera una placa de identificación en la
puerta de una oficina, le dije—: Asher Hart, el cantante rebelde.
Sonrió ligeramente. —De niño, mi viejo solía darme una paliza cada vez que
me sorprendía cantando. Ni siquiera me daba cuenta al hacerlo. Yo simplemente
jugaba con mis camiones Tonka, ya sabes, pensando en mis cosas y tratando de
mantenerme lejos de él, cuando zas< de la nada recibía un golpe en la parte
posterior de mi cabeza. Me decía que la cortara con la mierda del canto porque era
algo gay.
—Mierda —murmuré. Ya sabía que abusaron de él, pero escuchar detalles
reales me destrozaba. Tío Alonso fue un estricto hijo de puta y jamás parecía
contenerse con los castigos, pero nunca me golpeó físicamente, aparte de un par de
bofetadas en el dorso de la mano con utensilios de cocina.
Asher me envió una sonrisa maliciosa y repentina, lo que me dijo que su
mala infancia ya no era un problema para él. —Si no me encantaran tanto las tetas,
probablemente me habría vuelto gay, solo para molestarlo aún más.
Mis pechos se estremecieron ante sus palabras, provocando el deseo de
poder liberarlos para él y dejarlo disfrutar de mis tetas. Pero entonces recordé que
estaba en modo de chico. En modo de chico gay. Así que le dije—: Bueno, eso es
una lástima —y moví mis cejas como si quisiera tentarlo al otro lado.
Dejó escapar una risa plena y golpeó mi brazo. —Lo siento —ofreció con
una sonrisa divertida que fue tan condenadamente adorable que hirvieron mis
hormonas.
Este hombre iba a ser mi muerte. Cuanto más tiempo pasaba con él, más me
gustaba y más atractivo se ponía.
—Debería volver al frente. —Movió la cabeza hacia la puerta—. ¿Quieres
una cerveza o algo?
Ya que todavía no me encontraba lista para dejarlo, asentí. —Por supuesto.
Lo seguí desde el almacén, entonces esperé en el pasillo mientras él dejaba
la caja de Non-Castrato en la sala de descanso. Una vez que volvimos a la zona
principal, se deslizó detrás de la barra y fue a buscarme una cerveza, lo que dio a
su compañero de trabajo un momento para deslizarse hasta mí y susurrar—: ¿Ya se
lo dijiste?
Fruncí el ceño. —Cállate.
Se limitó a reír mientras se movía al otro extremo de la barra para servir a
un cliente.
—¿Qué fue eso? —preguntó un curioso Asher, mirando entre nosotros dos
mientras abría mi botella y la ponía delante de mí.
Dios bendiga a mi máscara; no podía ver mi sonrojo. Tuve la oportunidad
de hacerme la tonta al encogerme de hombros y levanté el licor de malta a los
labios. —¿Cómo debería saberlo? Solamente hablo los idiomas español e inglés, no
el de idiotez.
Asher se rió. —Esa es buena.
¿Mencioné lo mucho que me encantaba su risa? Pero me encantaba aún más
cómo parecía que siempre era capaz de hacerlo reír. Le gustaba, no solo como una
chica bonita que había visto en una ducha o alguien cantando en el escenario. Le
gustaba yo, la persona.
Eso me hizo sentir mejor de lo que podía verbalizar.
El primer momento en que estuvo de espaldas mientras atendía a un cliente,
golpeé la parte superior de la barra para conseguir la atención de Ten.
—Oye —le susurré. Frunció el ceño con desconfianza, pero se acercó—.
¿Qué tan seguro estás de que esa canción se trataba de mí?
—Oh, así que por fin escuchaste tu canción, ¿eh?
Gruñí.‖ No‖ había‖ tiempo‖ para‖ que‖ él‖saliera‖ con‖ un‖ ‚te‖ lo‖ dije‛.‖ —Ten —le
advertí.
Puso los ojos en blanco y suspiró. —La chica con la camiseta de Incubus
cantó con Jodi. Lo sé con certeza. ¿Cuántas malditas amigas llamadas Remy tiene
ella?
Solo yo. Tragué saliva. —¿Era más alta, con el pelo negro y lacio? ¿Más alta
que Jodi? ¿Una camiseta de Incubus negra y ajustada, en lugar de una suelta?
Asintió. —Sí, sí, y sí.
Maldita sea. Me mordí el labio. Eso sonaba exactamente como yo. Pero
todavía no quería admitirlo. —¿Alguna otra característica distintiva? ¿Tatuajes?
¿Marcas de nacimiento? ¿Cualquier cosa?
Suspiró, cansándose de la interrogación. —No, pero< —Chasqueando los
dedos, me señaló—. Tatuajes. El hombre que ella besó después de cantar tenía un
tatuaje‖en‖el‖lado‖izquierdo‖de‖su‖cara,‖que‖era‖un<
—Pez —terminé por él—. ¡Dios mío! Era yo. Oh< por< Dios. —Enterré la
cara en mis manos y me incliné hacia adelante, incapaz de manejar esto—. ¿Qué
diablos voy a hacer?
—Dile a Hart la verdad —dijo Ten con un encogimiento de hombros
despreocupado como si pensara que era así de fácil. Luego entrecerró los ojos—.
Espera, ya has acabado con el cara-pescado, ¿no?
Fruncí el ceño como si estuviera loco. —¡Sí! Resultó ser un imbécil
mentiroso, infiel y ladrón, así que sí< ya se acabó. Completamente.
—Bien. Entonces confiésate con mi chico, y todo estará bien.
Todo estaría simplemente< bien, ¿Eh?
Sí, claro.
Dándole una mirada incrédula, dije—: ¿De verdad crees que sería tan fácil?
¿Simplemente... olvidaría que he estado mintiéndole por casi dos semanas?
—Sí, nunca he entendido por qué mentiste para empezar. ¿Hay, como, una
buena razón para ello, verdad?
Suspiré. —Ni siquiera me escucharon en la audición cuando fui a intentarlo
como una chica. Así que tuve la loca idea estúpida de vestirme como un chico para
ver si eso hacía la diferencia, y obviamente lo hizo. Las cosas simplemente se
hicieron una bola de nieve a partir de ahí. Cada vez que tenía una pequeña
oportunidad de decir la verdad, pasaba algo que me hacía mantener la farsa un
poco más, hasta que ahora< ahora parece demasiado tarde para decir cualquier
cosa sin causar un gran problema.
Asintió mientras hablaba, como si entendiera y simpatizara perfectamente
con mi dilema. Pero luego levantó las manos. —Por lo tanto, espera< ¿fuiste a
hacer la prueba como una chica?
Cuando asentí, negó con la cabeza. —¿Por qué Hart no te reconoció?
Avergonzada de admitir la verdad, agaché mi cara y murmuré—: Yo como
que exageré un poco al vestirme para la ocasión. Tenía una peluca rubia de
rockera, medias caladas y<
—Y te gusta, obviamente, ir de incógnito —concluyó.
Bajé los hombros. —En realidad no. Solo< esas dos veces.
—Lo cual fue suficiente para engañar completamente a mi chico.
—Oye —murmuré, frunciendo el ceño—. Nunca tuve la intención de
engañar ni lastimar a nadie.
Pero Ten ya no me prestaba atención. Una sonrisa nostálgica se dibujó en su
rostro. —Sabes, mi mujer también fue de incógnito para atraparme. Fue muy
caliente< y una manera más eficaz para ganar al chico.
O perderlo, en este caso, dije en mi cabeza.
—¿Qué me perdí? —dijo Asher, acercándose a nosotros desde el lado
izquierdo de Ten al tiempo que daba golpecitos sobre la barra—. ¿De qué estamos
hablando?
—Remy tiene algo que decirte —anunció Ten antes de apretar el hombro de
Asher y alejarse.
Fruncí el ceño, deseando poder estrangularlo. Pero Asher ya se giraba hacia
mí. —¿Qué pasa?
—Yo< —Miré a sus ojos verdes y< me acobardé totalmente—. Debería
irme. Es tarde. —De hecho, miré la hora después de eso y, vaya, era tarde. Casi la
hora de cierre.
—Está bien. —Asher me sonrió y saludó con la mano—. Nos vemos en el
ensayo de mañana. Y gracias por organizar esa caja.
Me deslicé del taburete. —Desde luego. —Entonces salí rápido del bar para
poder llorar todo el camino a casa. Después de llegar a mi solitario apartamento —
sin ninguna idea de donde se encontraba mi comprensiva compañera de piso para
llorar con ella— tuve una fiesta de compasión en la ducha, obsesionada con el
hecho de que nada de lo que hiciera a partir de ahora iba a tener un buen final
feliz.
Hice la audición como forma de encontrarme a mí misma, para ser aceptada
en una banda por quién era yo, y molestar a mi ex. Pero nada de eso sucedió. Tuve
que fingir todo el tiempo, pretendiendo ser otra persona para encajar, y Fisher ni
siquiera podía saber lo que estaba haciendo.
Ahora no tenía idea de por qué luchaba.
Un segundo, sí lo sabía. Ahora, mi principal objetivo era no hacerle daño a
Asher.
Excepto que no tenía idea de cómo evitarlo, salvo seguir ocultándole la
verdad.
Maldita sea, la jodí. A lo grande.
Mis dedos se encontraban arrugados y blancos para el momento en que
cerré el grifo del agua, diciéndome cuánto tiempo estuve entretenida con mis
problemas. Pero no podía evitarlo. Asher nunca iba a querer verme ni hablar
conmigo de nuevo después de que se enterara.
Acababa de vestirme con unos pantalones cómodos y una camisola, saqué
un poco de helado de la nevera, y sumergía mi cuchara directamente en el
recipiente cuando sonó mi teléfono.
Era Asher.
Claro. Porque mi conciencia culpable necesitaba oír su voz para que pudiera
sentirme aún peor.
—Oye, no te desperté, ¿verdad? —preguntó en cuanto respondí.
—No. En absoluto. —Metí la cuchara en el recipiente y puse de nuevo la
tapa, como para ocultar todas las pruebas del festival de mal humor.
—Bien. —Dejó escapar un suspiro—. Esperaba que siguieras despierto,
porque< necesito un aventón< si estás en la zona.
—¿Un aventón?
—Sí, mi moto arrancó y luego< murió, así que me quedé varado aquí solo
en el estacionamiento, y Ten ya se fue. Lo habría llamado y molestado, pero tuve
una imagen mental horrible de que despierta a Caroline cada vez que llega a casa
del trabajo, y no quería interrumpir, ya sabes, nada de eso.
Levanté mis cejas. —Ah, ¿pero sabías que no estarías interrumpiendo nada
si me llamabas a mí?
Se quedó callado un segundo antes de sisear—: Mierda. Lo siento. Si estás
ocupado, voy a llamar a<
—No, no. —Me reí y agité una mano—. Solo bromeo contigo. Estaré allí en
unos minutos.
Colgué y salté a la acción, demorándome más tiempo de lo que quería para
ponerme mi equipo de Sticks. Esta mierda no fue hecha para vestirse rápido. En mi
prisa, rompí un poco de látex en la nuca, pero esperaba que mi cabello lo cubriera.
No es que importara; él ya sabía que llevaba una máscara. Solamente
pensaba que estaba grotescamente desfigurado por debajo. Mierda< otra mentira
que añadí a mi plato.
Quince minutos más tarde, entré en el estacionamiento vacío en la calle de
Forbidden donde una sola figura se apoyaba en una motocicleta de aspecto rudo,
directamente bajo la claridad de una farola.
¡Por Dios! Montaba una motocicleta. Bueno, sí, lo dijo cuando habló
conmigo, pero hizo falta que lo viera para procesar realmente las palabras. Asher
Hart conducía una motocicleta.
En ese segundo, se puso, como, cinco veces más sexy.
Tratando de bajar los humos, dejé escapar un suspiro y me detuve junto a él,
bajando mi ventana. —¿Aún no arranca? —le pregunté.
Se irguió lejos de la moto y estiró la mano hacia la manija de la puerta de mi
coche. —No. —Después de deslizarse en el interior, se desplomó en el asiento del
pasajero de mal humor—. Descubrí el problema. Se cortaron los cables de la línea
de combustible.
Parpadeé y lo miré fijamente. —¿Se cortaron? ¿Te refieres a cortar, cortar?
Arqueó una ceja, haciéndome saber que no había otro tipo de corte.
Mi boca se abrió. —Mierda. ¿Quién lo haría< —Entonces me di cuenta—.
Mierda. ¿Crees que fue tu padre?
Esa idea le hizo echarse hacia atrás, sorprendido. Me lanzó una mirada
extraña. —No. —Entonces negó con la cabeza e hizo una mueca como si quisiera
asegurarse a sí mismo que su respuesta seguía siendo no—. ¿Por qué sería él? Ya
tuvimos nuestra confrontación. Todo lo que quería de mí era sus reservas, algo que
no tenía. Así que dudo que alguna vez vuelva a saber de él.
Suspiré. —Tu testimonio lo puso en la cárcel, Asher. Por años.
—Sí, claro. Mi testimonio no hizo una mierda. Había suficientes pruebas y
evidencias para encerrarlo sin que yo testificara.
Eso me hizo fruncir el ceño en confusión mientras ponía el coche en marcha,
dejando a su adorable bestia muerta atrás. —Entonces, ¿por qué tuviste que
testificar? —Parecía una gran cantidad de estrés innecesario para hacerle pasar a
un niño.
Se encogió de hombros y se volvió para mirar por la ventana lateral. —No lo
sé. Supongo que los abogados pensaron que mi yo de siete años de edad no se
encontraba lo suficiente traumatizado después de ver a mi madre asesinada.
—Qué hijos de puta —le susurré concordando.
—Ciertamente, no era razón suficiente para que el anciano lleve a cabo una
venganza de dieciséis años en contra de mí.
Me mordí el labio, tomando esa opción en consideración. Entonces recordé,
estábamos sentados en la apertura del estacionamiento porque no tenía ni idea de
dónde vivía. —¿Por dónde voy?
Alzó la mirada. —Oh, lo siento. Por aquí. Luego gira a la izquierda cuando
lleguemos al Grand.
Asentí y volví a la calle. —Entonces, ¿quién crees que lo hizo? —insistí—.
Porque, ya sabes, los tubos de combustible no se cortan solos. Alguien obviamente
lo hizo para ti.
Arqueó una ceja impresionado. —¿Así que fueron tras los cables de la línea
de combustible? Eso es como< un arreglo de treinta dólares, y lo peor que podría
haberme pasado con esto es que mi moto no arrancara, que< no arrancó. Si
alguien lo cortó, podría haber hecho algo mucho peor. Probablemente esto lo hizo
alguno de los chicos para meterse conmigo.
Hice una mueca. —No es una broma muy divertida.
Dejó escapar un suspiro de frustración y frotó su cabello antes de admitir—:
Sí, yo tampoco me estoy riendo. Ve hacia el norte.
Me giré, frunciendo el ceño ante sus direcciones. No nos dirigíamos hacia
algún tipo de zona residencial. La única cosa en esta parte era un par de fábricas
cerradas y condenadas a ser futuros almacenes.
¿Dónde diablos vivía?
Dijo—: Gira aquí. —Y dudé.
—Eso es un callejón —discutí.
—Sí, lo he notado.
Finalmente di la vuelta, sacudiendo la cabeza lentamente. —¿Vives en un
callejón?
—Alquilo el sótano de este lugar. Y la única entrada es por este callejón.
—Espeluznante —murmuré, entrecerrando los ojos por la ventana ante la
total oscuridad que rodeaba el hogar de Asher.
—Justo aquí —dijo, y me detuve, luego apagué el motor. Me envió una
mirada divertida—. En serio, hombre. Estoy bien. No tienes que acompañarme a la
puerta. Mi viejo no está acechando en una esquina, esperándome.
—Ya veremos eso —contesté, quitándome el cinturón de seguridad y
abriendo la puerta.
—Lo que sea —respondió Asher, suspirando en derrota—. Puedes venir si
quieres. Aunque no hay mucho que ver.
Mi curiosidad por este apartamento en el sótano, más mi preocupación
sobre su cableado de combustible cortada, me impulsaron a seguirlo a través de la
oscuridad hasta una puerta de metal oxidado. Una farola en la apertura del
callejón mostraba lo abollada que lucía la entrada, como si varias personas
hubieran tratado de patearla, en múltiples ocasiones.
—Vigila por donde vas. No hay luz en la escalera. —Después de que abriera
la puerta, desapareció en el interior. Respiré hondo, y miré para ver un resplandor
suave desde el otro extremo, ayudando a iluminar un poco mi camino, así que bajé
con cautela. Los escalones eran más empinados de lo que esperaba y la madera
crujía y gemía, pero por la forma en que Asher las pisó, debían ser resistentes. Una
vez que llegó a la planta baja, encendió otra luz en su apartamento y gritó—:
¿Mejor?
—Sí. Gracias.
Llegué a la puerta de su pequeño y ordenado sótano, y me detuve a mitad
de paso, así podría quedarme boquiabierta con asombro. Pero santa mierda, no era
un basurero aquí abajo. Todo era pequeño, pero la cocina en una esquina parecía
relativamente‖nueva,‖al‖igual‖que‖todos‖los‖muebles‖y<
Un estruendo de metal por encima de mí casi me hizo orinarme en los
pantalones.
—¡Dios mío! —grité, agarrando mi pecho mientras me alejaba rápidamente
de la pared y me daba la vuelta para mirar con miedo lo que escuché. Entonces me
di cuenta de lo femenina que acababa de sonar, así que me aclaré la garganta y
murmuré—: ¿Qué demonios fue eso?
Pero ya no podía ver lo que causó todo el estruendo. Asher reunió media
docena de malla metálica de jaulas y de alguna manera las puso en la pared por
encima de la puerta. Luego unió tubos cortos de aluminio entre ellas para que la
criatura pudiera viajar desde una jaula a otra.
—Eso<‖—anunció Asher, apoyado en las puntas de sus pies para alcanzar
el seguro de la jaula más cercana—. Es Mozart.
Un destello de piel marrón se lanzó más allá de él tan pronto como la puerta
estuvo abierta, y el animal en el interior saltó, aterrizando cerca de tres metros en
la parte trasera del sofá de Asher antes de saltar y rebotar por el suelo hasta
desaparecer bajo la cama.
Señalé hacia la cama, entrecerrando los ojos, porque no podía estar
absolutamente segura de que acababa de ver lo que realmente vi. —Esa era una
ardilla.
Sonrió con orgullo. —Lo sé. Bastante genial, ¿eh? Fui a todas las tiendas de
mascotas en la ciudad, en busca de una, hasta que me encontré con él. Supongo
que era un caso de rescate, lo hallaron con una pierna rota en el parque un día.
Después de sanarlo, no parecía seguro dejarlo volver a la vida salvaje, a pesar de
que parece haber sanado bien. Sus clientes lo devolvieron tres veces antes de que
yo llegara, porque él arañaba a todos sus otros propietarios. —Asher se encogió de
hombros como si no pudiera entender por qué una ardilla arañaría a alguien—.
Pero he aprendido que si no tratas de tocarlo y le das su espacio, él está bien.
Negué con la cabeza, tratando de superar el hecho de que Asher Hart tenía
una ardilla de mascota. Pero luego ondeé una mano y dije—:‖Quiero‖decir<‖¿por‖
qué alguien compraría una mascota, pensando que en realidad podrían acariciarlo?
—Cállate, sabelotodo. —Sonrió y negó con la cabeza mientras se movía a la
cocina para abrir unos armarios y sacar un puñado de cacahuetes. De inmediato, la
cabeza de Mozart apareció de debajo de la cama, retorciendo la nariz mientras
observaba a Asher tirar los cacahuates en varias partes de la habitación—. Me
gusta porque es genial verlo. Las ardillas son genios. Mira.
Lanzándose de su escondite, Mozart saltó e hizo de su objetivo recuperar
todos y cada uno de los cacahuates, todo el tiempo haciendo imposible para
cualquier humano acercarse a él.
—Bastante genial —tuve que admitir, poniendo las manos en mis caderas
mientras veía a Mozart desaparecer de nuevo bajo la cama de Asher, una cama
tamaño King de aspecto cómodo con las mantas arrugadas como si acabara de
arrastrarse de las sábanas blancas.
Maldita sea, no debería mirar su cama. —Personalmente, habría ido por un
perro o un gato —dije, obligándome a dejar de tener pensamientos traviesos de lo
que me gustaría hacer en la cama con su dueño. Podríamos asustar a Mozart hasta
que tuviera un ataque al corazón con todos los pensamientos que corrían por mi
cabeza—. Ya sabes, algo que en realidad pudiera tocar, pero sí, está bien.
Asher negó con la cabeza. —Solo porque no puedo tocarlo no quiere decir
que no deba ser cuidado y amado —discutió—. Lo juro, esas son las almas que más
necesitan un poco de atención.
Parpadeé hacia él, dándome cuenta que hablaba de sí mismo. Quizá. Sin
embargo, le adaptaba. Después de que me confesó en Chicago que le gustaría tener
una relación con alguien, se me ocurrió que no tenía a nadie a quien tocar< y eso
parecía ser lo que más deseaba.
No era lo bastante afortunada para ser capaz de tocarlo —realmente— pero
decidí en ese mismo momento que le daría un poco de atención, porque podía
seguir siendo su amigo.
—¿Por qué el nombre Mozart? —pregunté.
—Porque también el Mozart original era un genio. Ya sabes, tenía catorce
años cuando escribió su primera ópera. Una maldita ópera.
Arrugué la nariz. —¿Por qué siquiera sabes algo así?
Se encogió de hombros. —Lo encontré en internet una vez, cuando buscaba
sitios de música. Y leí un artículo sobre él una noche, e hice clic en su música. Hizo
que‖la‖ardilla‖se‖durmiera<‖así‖que,‖lo‖nombré‖Mozart.
Miré a la rata de árbol con cautela cuando se asomó por debajo de la cama
para vigilarnos como si supiera que era el tema de discusión. Sus pequeños y
brillantes ojos marrones lucían sabios, pero aun así nerviosos.
—Está bien, puedo notar por qué te lo quedaste. —Entonces miré a Asher,
frunciendo el ceño—. Dijiste él, ¿verdad? ¿Es una ardilla chico?
Asher frunció el ceño antes de admitir—: Oh, diablos, supongo que no lo sé.
Nunca me deja acercarme lo suficiente para mirar.
—Así que, ¿él podría ser un ella?
Rodó los ojos. —Solo diré que es un él. Le queda.
Moví un dedo. —Nunca deberías asumir esa mierda, sabes. —Yo era una
prueba viviente.
Se rió y movió una mano hacia mí. —Lo que sea, idiota. Cómo puedes ver,
mi papá no está escondido con un machete, una pistola, o una motosierra. Estoy
perfectamente‖a‖salvo‖aquí‖con‖mi‖salvaje‖ardilla‖mascota.‖Así‖que<
Sabía que era mi señal para irme. Pero me sentía mal por abandonarlo, a
pesar‖ de‖ que‖ era‖ tarde‖ y‖ probablemente‖ quería‖ ir‖ a‖ dormir<‖ en‖ ese‖ colchón‖ de‖
aspecto cómodo. Seguía repitiendo sus palabras en mi cabeza, sintiendo como si
fuera una indirecta de un hombre solitario. Así que cuando bajé la vista y vi el
juego de Play Station sobre su mesa de café, jadeé y me agarré el pecho. —Tienes la
nueva edición de Black Ops 3. Santa< mierda. Eso es genial. Solo tengo la versión
original y la versión zombi.
Asher arqueó las cejas con interés. —¿Juegas Call of Duty?
Le envié una mirada para hacerle saber que se encontraba loco por incluso
preguntarlo. —Oh, demonios sí. Mi primo Big T, Tomás, oficialmente se ha negado
a jugar contra mí. El pequeño niño llorón. Le he pateado el culo demasiadas veces,
supongo.
—Oh, entonces crees que eres bueno, ¿eh?
—¿Creer? —Solté un bufido y le envié una mirada desafiante—. Cariño, no
sabes lo que es una paliza hasta que eres vencido en Call of Duty<‖por‖mí.
Tan pronto como dije las palabras, recordé que él sí sabía lo que se sentía ser
golpeado<‖ por‖ sus‖ padres.‖ Tragando,‖ lo‖ miré‖ para‖ asegurarme‖ de‖ que‖ no‖ toqué
un punto delicado, pero solo sonrió. —Desafío aceptado, imbécil. Estás dentro.
Así que jugamos por el resto de la noche, hasta la madrugada. No lo hacía
mal, y ya que nunca jugué esta versión, tuve un poco de aprendizaje con el que
ponerme al día. Pero tan pronto como entendí el programa, le pateé el culo. Y cada
vez, exigía la revancha.
No tenía idea de cuánto tiempo jugamos. Después de un rato, nos trajo
aperitivos y bebidas. Pero me divertí mucho, simplemente pasando el rato con él,
que me olvidé de comprobar la hora. Eventualmente, me desmayé agotada en su
sofá.
Traducido por Laura Delilah
Corregido por Julie

Comía una manzana para el desayuno —una que compré para Mozart—,
cuando la llamada llegó a la mañana siguiente. Sabía que debería dejar de comer la
fruta de mi mascota. Todo lo que había leído decía que las ardillas necesitaban una
dieta balanceada de frutas y vegetales, junto con plantas y cacahuetes. Pero los
cacahuetes parecían ser sus favoritos, así que lo consentía en esa área. Además,
algunas‖de‖las‖frutas‖empezaban‖a‖ponerse‖feas,‖así‖que<‖me‖imaginé‖que‖podría‖
comérmela antes de que fuera demasiado tarde.
Nunca había sido de esos que comieran frutas. Sin embargo, como que me
acostumbré a ello. En realidad podría acostumbrarme a las comidas sanas.
—¿Hola? —respondí al número desconocido con la boca llena.
En el sofá, Remy se movió y se incorporó, su cabello falso saliendo por todos
lados mientras me miraba sobre la parte de atrás de mi sofá con ojos inyectados en
sangre.
Le hice señas, solo para dar un golpecito con mi pie y darle la espalda
después de que el hombre en la otra línea se presentara. Entusiasmo corrió a través
de mí.
—¿En serio? —dejé escapar sin querer.
El hombre rió antes de decirme lo serio que era. Después de eso, discutimos
a fondo unos pequeños detalles antes de que colgara y girara para compartir las
noticias con Sticks.
—¿Qué? —preguntó de inmediato, saltando del sofá con una mirada de
impaciencia—. Tenemos otro concierto, ¿no?
Asentí. —Aquí en la ciudad, en el Grenada. El próximo sábado. Mierda. —
Ese fue el primer lugar en el que intenté conseguir un concierto para Non-Castrato
hace un año cuando habíamos empezado. Ahora, el tipo me estaba llamando y
rogando por nosotros. Oh, esto era dulce justicia.
—Maldición —dijo Sticks, haciendo un bailecito que me hizo reír.
—Y así comienza —dije dramáticamente, preguntándome por todos los
lugares que conseguiríamos después de esto. Las cosas definitivamente lucían bien
para la banda.
Le ofrecí el puño y lo tocó antes de suspirar como si refrescara. —Eso es tan
genial.‖ Es‖ como<‖ un‖ sueño‖ hecho‖ realidad‖ para‖ mí.‖ A‖ veces‖ todavía‖ no‖ puedo‖
creer‖que‖ustedes‖me‖dejen‖estar‖en‖el‖grupo.‖Es<‖irreal.‖E‖increíble.
Ignoré su alabanza. —Sinceramente, tú tienes puro talento. Estoy seguro de
que habrías podido entrar en cualquier banda que quisieras.
Bufó. —Piensa otra vez. Este ha sido mi anhelo por años. He intentado en
más lugares de los que te imaginas.
Fruncí el ceño. —Entonces,‖ ¿por‖ qué‖ no‖ has<?‖ —Mis cejas se alzaron—.
¿Estás diciendo que te han rechazado porque eres gay? —Qué idiotas han sido los
de las otras bandas.
Una mirada inquieta cruzó su cara. Luego, inclinó la cabeza y se rascó la
nuca antes de decir—: M{s‖o‖menos,‖sí<‖es‖porque‖prefiero‖a‖los‖chicos.‖—Alzó la
mirada y profunda apreciación llenó su mirada—. En serio, Asher, no tienes ni idea
qué regalo me has dado, no solo por la oportunidad de estar en Non-Castrato,
sino<‖por‖aceptarme.
—Oye —dije suavemente, queriendo agarrar su hombro o, no sé, de alguna
manera convencerlo de que era importante para mí—. A la mierda aquellas
personas que se rehusaron a mirar más allá de la superficie y ver a la grandiosa
persona que eres. En realidad, sabes qué, estoy feliz de que fueran todos idiotas,
porque su pérdida fue nuestra ganancia. Tocar en la banda contigo y llegar a
conocerte‖ha‖sido<‖ha‖sido‖bueno.
Los ojos de Remy brillaron como si fuese a llorar.
Mierda, esperaba que no llorara. Me ponía lo suficientemente incómodo
cerca de chicas que lloraban, de ninguna manera sabría cómo manejar a un tipo
llorando.
Pero todo lo que dijo fue—: Gracias. —Antes de aclararse la garganta y
mirar alrededor del apartamento—. Pero maldición, no puedo creer que me quedé
dormido en tu sofá. ¿Qué hora es?
—Son las diez y cuarto.
Sus ojos se desorbitaron. —¡Mierda!‖Llego‖tarde‖al‖trabajo.‖Ah<‖me‖tengo‖
que ir. —Él empezó a retroceder, luego se detuvo como si necesitara mi permiso o
algo.
Me reí y lo despedí. —Vete, hombre. Y lo siento por eso. Te hubiese
levantado más temprano si hubiera sabido. Debí haber preguntado.
—No hay problema. —Tomando sus zapatos que se había quitado en algún
momento en nuestras batallas de Call of Duty, corrió hasta el hueco de la escalera,
ondeando sus dedos hacia Mozart una vez más metido en su cueva mientras se
iba.
—Te veo en el ensayo —grité detrás de él, sonriendo por su agitada salida.
—Sí, nos vemos. —Su voz resonó hacia abajo en las escaleras.
Una vez que la puerta se cerró detrás de él, mi sonrisa murió. La habitación
de‖repente‖se‖sintió‖muy<‖vacía.‖Ni‖ siquiera‖mi‖ardilla‖traqueteando‖en‖su‖jaula‖
pudo llenar el vacío.
Suspirando, decidí que tenía otras cosas por las que preocuparme. Un tubo
de combustible que reemplazar, un nuevo concierto que planear, música para
nuestra nueva canción que componer.
Ocupado, ocupado, ocupado. No tenía tiempo para sentirme solo.

—Hermano —siseó Remy en mi oído, agarrando mi brazo con fuerza—, no


dijiste‖que‖Fish‖’N’‖Dicks‖iba‖a‖estar‖aquí‖esta‖noche.
Habíamos llegado al Grenada donde la banda que Stick había mencionado
ya se encontraba en el escenario tocando.
—Sí, te lo dije. Dije que otros grupos estarían tocando esta noche antes de
nosotros —grité sobre el sonido a todo volumen.
—Pero no especificaste que Fish‖’N’‖Dicks‖sería‖uno‖de‖ellos.
Le fruncí el ceño, preguntándome por qué sonaba tan molesto. Luego me
encogí de hombros. —No‖veo‖el‖gran‖problema.‖Su‖canción‖‚Tomorrow’s‖Promise‛‖
es genial.
Ese comentario pareció atrapar fuera de guardia a mi baterista antes de que
dijera—: ¿En serio? —Como si acabara de elogiar su vestuario. Entonces de repente
enderezó los hombros y se aclaró la garganta—. Su cantante principal es un
imbécil.
Solo me reí. —Si los imbéciles me molestaran, nunca habría creado una
banda con Gally.
—¿Eh? —Gally miró, solo escuchando su nombre.
Remy miró al bajista y rápidamente se volvió a mí. —Buen punto. —Y se
calló de ahí en adelante... hasta que nos topamos con la otra banda detrás del
escenario mientras iban saliendo y nos preparábamos para ir después de que cantó
el segundo grupo.
Sí, dije eso correcto. Teníamos la gran actuación final. Hurra.
—Bueno, bueno, bueno, si no es Non-Castrato —dijo el cantante cuando nos
vio a los cuatro juntos. Creo que su nombre era Fisher algo, pero por el momento,
no lo recordaba—. ¿Es Hart, cierto?
Cuando asentí, sin dejarle saber que no recordaba su nombre, simplemente
dije—: Oye, hombre. ¿Qué pasa?
Deslizó su mirada a Remy, que se sentía tenso junto a mí. —No hay mucho.
Escuché que tuvieron que conseguir un nuevo baterista. El último hizo... ¿Qué era?
Fue a la cárcel por quemar a toda su familia en un incendio, ¿no?
—Él también estaba preguntando donde vivías —escupió Remy.
Gally comenzó a ulular por su respuesta, consiguiendo que Holden se riera
también.
Le di a Remy una mirada para que se comportara, pero él me ignoraba,
estrechando sus ojos en el hombre con el tatuaje de pescado ocupando la mitad de
su rostro.
—¿Quién diablos eres tú? —exigió Chico Pescado, frunciendo el ceño a mi
baterista.
Y mi baterista también le frunció el ceño. —Nadie que te incumba.
Los dos caminaron hacia el otro como para empezar a pelear allí, así que
puse mi mano entre ellos. —Oigan, oigan. Estamos aquí para tocar esta noche,
amigos. No para pelear.
Remy inmediatamente soltó el aliento y se retiró, pero el otro tipo siguió
mirándolo.
—Tu baterista tiene un problema serio de actitud.
—Él está bien —le aseguré, palmeando su pecho para enviarlo lejos—. Buen
trabajo esta noche.
Finalmente pacificado, cara de pescado resopló y se alejó gruñendo.
—¿Qué demonios? —le siseé a Remy tan pronto se fue. Generalmente debía
preocuparme de Gally por entrar en una pelea.
Se encogió de hombros y miró lejos. —Odio a ese bastardo —murmuró.
Levanté mis cejas. —Y lo conoces, porque él no parecía conocerte.
Remy me miró. —Yo<‖yo‖conozco‖a‖una‖muchacha‖que‖salió‖con‖él...‖y‖salió‖
magníficamente jodida. Para decir lo menos, no soy su admiradora.
—Bien, bien —cedí—. Solo avísame la próxima vez que te pongas bocazas
con una banda contraria, así estaré preparado.
—Bueno,‖si‖hubiera‖sabido‖que‖iba‖a‖estar‖aquí<
—Bien. Bien. —Levanté mis manos—. Y te advertiré si alguna vez tocamos
en el mismo lugar con ellos.
—Gracias. —Me dio una última mala cara y eso fue todo.
Tuvimos nuestro turno en el escenario, tocamos con el corazón y dejamos a
la multitud gritando y pidiendo por más. Gally, Heath y Remy se fueron al cuarto
de atrás que nos había sido asignado para la noche, y el dueño del club me detuvo
con un pago en efectivo.
Sonreí y le dije que nos encantaría volver cuando nos invitara. Traté de no
preocuparme por mis amigos de Forbidden. Todos los chicos habían pataleado y
gemido cuando supieron que no iba a estar ahí para otra noche de karaoke.
Odiaban tener que lidiar con las cuestiones técnicas, con las que generalmente yo
lidiaba.
Pick les había dicho a todos que se callaran porque mis presentaciones
nuevas eran grandes oportunidades para mí, pero también me preocupaba por él.
Me ayudó a empezar, dándome más oportunidades que cualquier otra persona, y
aquí me sentí como si lo estuviera abandonando.
Sin embargo sabía que él no querría que yo esté así. Era extraño tener a un
miembro de la familia que solo quería lo mejor para mí. Me hizo desear poder
hacer más por él.
Apartando esos pensamientos, me apresuré hacia los chicos, que parecían ya
estar borrachos mientras se pasaban una botella de Grey Goose que había quedado
en la sala.
—Y ahí está el hombre del momento —gritó Remy, levantando la botella en
aclamaciones—. Todos aplaudan a Asher Hart. —Hizo el sonido de una multitud
rugiente antes de tomar un gran trago.
—Míralo, bastardo codicioso —se quejó Gally, robando el trago de vodka a
medias, así que Remy acabó derramando algo por su barbilla.
—Hijo de puta —le dijo a Gally mientras se limpiaba con el dorso de su
mano. Entonces sonrió con ojos vidriosos hacia mí—. ¿Qué pasa, jefe?
Sin idea de por qué me llamó jefe, levanté el dinero que habíamos hecho y
me abaniqué la cara con él. —Es día de pago —anuncié.
—Maldición, es cierto —abucheó Gally, empuñando la mano en el aire—.
¡Dame mi dinero!
Puesto que el único lugar disponible para sentarse era en el final del sofá
junto a Remy, donde extendido, ocupaba prácticamente toda la maldita cosa,
empujé a un lado sus piernas con mi rodilla y me senté junto a él.
Me sonrió y metió un caramelo entre sus dientes.
Jalando la parte libre que colgaba del palito de caramelo, tomé un bocado
grande desde el lado opuesto y comencé a masticar. —El gerente nos invitó
nuevamente el próximo mes si nos interesa. Dije que sí.
—Infierno sí —dijo Gally mientras que Holden asintió.
Remy estaba demasiado ocupado frunciendo el ceño a la tira de dulces que
le había robado. Sacando su mano para recuperarlo, gruñó cuando fui más rápido,
tomándolo de mi propia boca y sosteniéndolo burlonamente hacia él. Entonces lo
hice; lamí toda la longitud, extendiendo mis gérmenes así que él no podía tomarlo
de vuelta sin ser asqueroso.
—Já —canté triunfalmente—. Lamido, así que es mío. —Eso fue venganza
por patear mi culo en Call of Duty.
Frunció el ceño. —¿De veras? ¿Cuán maduro es eso? —Entonces, movió sus
cejas—. Ahora, solo lo quiero más.
Mientras dejé salir una risa y casi me ahogué con mi Twizzler, Gally silbó—:
Qué enfermo, hombre. Eso es asqueroso. No se permite el coqueteo aquí, marica.
—Lo que sea —murmuró Remy, inclinándose hacia adelante para encontrar
el bolso por un nuevo palo de Twizzler—. Estás simplemente celoso porque no fue
para ti.
—Vaya —dijo Gally mientras arrancaba su parte del dinero de mi mano—.
No era el caso. En serio, sin embargo, ustedes dos tortolitos, se volvieron muy
cariñosos desde su alojamiento en Chicago.
—Sí. —Dejando escapar un suspiro grande de ensueño, Remy presionó una
mano en su pecho y agitó sus pestañas hacia mí—. Nos unimos. Fue hermoso.
—Jesús, Sticks. —Fruncí el ceño hacia él—. ¿Qué tan borracho estás?
Soltó una risa ronca y me sopló un beso. —Estoy completamente bebido,
bebé.
—Sí, me doy cuenta. —Señalé a Heath, indicando que tirara la botella de
vodka que ahora estaba en su poder hacia mi dirección—. Parece que voy a tener
que consumir para ponerme al día.
Traducido por Victoria.
Corregido por Julie

Después de que Asher tomara un buen trago del Grey Goose, y luego otro,
dividió el resto del dinero entre tres, por lo que Heath, él y yo tuvimos partes
iguales. Se me ocurrió que él debería tomar más. No solo que hiciera doble turno
en la banda, cantara, tocara un instrumento y escribiera todas nuestras canciones,
también actuó como nuestro mánager, organizando todos nuestros conciertos y el
cuidando de la parte funcional de Non-Castrato.
Odiaba admitirlo, pero lo admiraba bastante.
Media hora más tarde, no odiaba admitirlo tanto. Estaba malditamente
deseosa de hacerlo mientras le colgué un brazo borracho por encima del hombro y
murmuré—: Hombre, te admiro bastante. Cantante increíble, músico increíble.
Compositor asombroso y cuerpo aún más asombroso con un culo al que quiero
hincarle el diente. ¿Hay algo en lo que seas malo?
Se apoyó pesadamente contra mí, teniendo tantos problemas en sentarse
recto como yo. Después de entrecerrar los ojos como si estuviera perdido en sus
pensamientos, admitió—: No puedo distinguir la izquierda de la derecha.
—Maldita sea. —Mi sonrisa era descuidada y orgullosa—. ¿Quieres decir
que, en realidad, yo sé algo que tú no?
—Deberías haberlo visto tratando de bailar el hokey pokey en un banquete
de boda una vez.
Sonreí hacia donde Gally mientras él se reía por el recuerdo. —Fue en la
boda, donde la prima de Holden se casó y... —Le sonrió a Heath—. Oye,
¿recuerdas cuando yo solía tirármela, hace un tiempo? Hombre, ella era sexy.
—Sí —dijo Holden con un seco ceño fruncido—. Lo recuerdo.
—Tenía una boca hecha para follar. Además, a ella le gustaba tragar.
—Creo que voy a vomitar —le dije a Asher, quien se echó a reír.
—Lo digo en serio. —Gally frunció el ceño, pateándome en la rodilla—. Solo
cállate, gay de mierda. Las bocas de las mujeres se hicieron para las pollas de los
hombres. Te lo estoy diciendo... porque tú no podrías saberlo, nada es tan bueno
como una mamada bien dada. Y... ahora quiero una vagina.
Se tambaleó sobre sus pies. —¿Quién está conmigo? ¿Por qué seguimos aquí
sentados como un grupo de perdedores cuando hay algunas perras de primera y
medio desnudas por ahí? Vamos a encontrarnos alguna vagina.
Heath se paró primero, y Gally lo animó, dándole palmaditas en la espalda,
felicitándolo. Entonces se giró hacia Asher.
—¿Y tú, Hart? Ven a cazar chicas con nosotros. Solo esta vez.
Asher en realidad pareció considerar la oferta antes de que se encogiera de
hombros y empezara a arrastrarse fuera del sofá. —Bueno.
—¿Qué? —Lo miré, pero él no me prestaba atención, demasiado ocupado
tratando de mantenerse erguido.
Gally chasqueó la lengua hacia mí. —Lo siento, chico gay. Supongo que eso
te deja fuera.
—No, Remy todavía puede venir —alegó Asher, haciéndome señas para que
los siguiera—. Puede ser nuestro celestino.
Hice una mueca, de repente no tan borracha como me había encontrado
hace unos segundos. Pero la idea de ayudar a Asher a conseguir una chica me dejó
mal del estómago, con ganas de vomitar todo el alcohol que había bebido.
—O tal vez puede conseguirse su propio chico —añadió Asher, enviándome
una sonrisa alentadora.
Le envié una pequeña sonrisa. —Claro, cuenten conmigo.
¿Cuenten conmigo? ¿Qué demonios decía? No quería verle seducir chicas. Y,
sin embargo, no podía dejar de venir. Me preocuparía toda la noche, pensando en
quién‖había‖escogido,‖lo‖bonita‖que‖era,‖lo‖divertida‖y<
—¡Muy bien! —animó Asher, golpeándome en la espalda antes de ponerme
el brazo por encima de mi hombro y conducirme fuera de la habitación.
Mientras Heath y Gally continuaron por delante de nosotros, me incliné,
haciendo una mueca cuando hice que Asher estornudara. Pero todavía tenía que
murmurarle al oído—: Pensé que dijiste que no te gustaban los rollos de una
noche.
Aunque mi voz fue lo suficientemente discreta, él dijo entre dientes—: Shh.
—Y puso un dedo en sus labios—. No me gustan. Pero estoy caliente, desesperado
y lo suficientemente borracho para no preocuparme por lo horrible y más solo que
me sentiré después.
Arrugué mi frente y abrí la boca para discutir, pero la mirada que me envió
estaba llena de un doloroso deseo que sabía que yo no podía llenar con un par de
rondas de Call of Duty.
—Necesito esto, Sticks —confesó—.‖Necesito<‖algo.
Sabía exactamente lo que necesitaba. Necesitaba ser tocado.
Entonces, como para despejar toda la miseria en sí mismo, sonrió y chocó
con su cuerpo el mío. —Y quién sabe. Tal vez conozca a mi alma gemela por ahí.
Dios mío, esperaba que no. Verlo llevar a casa a un rollo de una noche sería
bastante malo; verlo caer en una relación seria con otra mujer... sí, mátenme ahora.
Lo juro, todas las mujeres en el edificio también podrían oler su necesidad.
Tan pronto como desalojamos la sala de atrás y entramos en la parte principal del
bar, acudieron a él, tocándolo, elogiándolo, dirigiéndole sus sonrisas malvadas y
de brujas zorras.
Fui separada de él cuando se apiñaron, y mientras el espacio entre nosotros
creció de treinta centímetros a tres metros, supe que él se hallaba perdido para mí.
Quería ahogarme en más alcohol, pero entonces... no pude. Fui al bar y ordené
agua antes de regresar a la periferia de la multitud de fans, mirando sin poder
hacer nada.
Después de un par de sorbos, me puse a pensar que la suerte podría estar de
mi lado. Asher fue apartándolas cortésmente a todas. Y mientras la multitud
decepcionada y rechazada se alejaba una por una, mi ánimo se levantó. Si esto
continuaba, su propia meticulosidad salvaría toda mi noche.
Asher se desplomó a mi lado, con el ceño fruncido. —¿Cuáles son las
probabilidades de que una mujer en este lugar no sepa que estoy en una banda?
—Oh, alrededor de cero a nada —le aseguré, sintiéndome mejor al segundo.
Frunció el ceño hacia mí. —Gracias, imbécil —dijo entre dientes—. Eso me
hace sentir mucho mejor.
Me reí y le di una palmada en el brazo. —Solo fui sincero, amigo mío.
—Bueno, podría venirme bien una buena mentira en este momento. Así que
si‖fueras‖tan‖amable<‖Uh.‖—Cayó desbocado hacia mí mientras alguien tropezaba
con él desde atrás.
—Oh, lo siento mucho. No lo vi —soltó una chica, con los ojos muy abiertos
y tapándose la boca con la mano—. ¿Se encuentra bien, señor? ¿Derramó su
bebida?
—No, está bien. Nos encontramos bien. —Asher me miró para asegurarse
de que me hallaba bien, y entonces se giró hacia la mujer—. ¿Estás bien?
Ella se pavoneó y le tendió una mano. —Bueno, ahora lo estoy. Me llamo
Tamra.
—Asher —saludó, agitando su mano.
Frunció las cejas antes de inclinarse hacia adelante y decir—: ¿Archer?
—No. Es Asher —dijo un poco más fuerte.
—Oh, bueno. —Sonrió y mantuvo su mano en la de él—. ¿Has venido a ver
a las bandas, Asher?
Sus cejas se levantaron. Entonces me envió una sonrisita de suficiencia,
como si dijera: De cero a nada, ¿eh? Y se volvió de nuevo hacia Tamra... la puta.
—Algo así —respondió—. ¿Viniste a escucharlos?
Cuando empezaron una conversación sobre las bandas de esta noche y la
música en general, rodé mis ojos y me alejé, enferma, disgustada y malditamente
herida.
Iba a llevarse a esta. Simplemente lo supe.
Lo odiaba, y, sin embargo, no podía hacer nada al respecto.
Debería haberme ido entonces. Sabía que debí haberlo hecho. Pero yo tenía
que torturarme. Tenía que ver cómo ocurría todo.
Estaban congeniando completamente. Asher andaba tranquilo, pero me di
cuenta de que ella le gustaba. Quiero decir, él no coqueteó con ella ni la miró de la
forma en que me miró cuando me sorprendió en la ducha —un pequeño consuelo
que amplifiqué en mi mente— pero era suficiente. Se hallaba borracho y lo
bastante desesperado para llevarla a casa.
Cuando ella anunció que tenía que ir el baño y que enseguida regresaba, él
se giró hacia mí y me lanzó un pulgar hacia arriba, así como una sonrisa que
parecía decir: tenemos una ganadora.
No le regresé la sonrisa. En vez de eso, salté de mi taburete. —También
tengo que hacer pis.
Su sonrisa murió. —Uh... de acuerdo.
Alejándome de él y sin poder seguir mirando a la expresión esperanzada y
emocionada en su rostro, me apresuré hacia los baños. Había un pequeño rincón
antes que separaba a los baños de hombres y mujeres. Cuando entré, ignoré por
completo el lado de los hombres. En cambio, me incliné y me quité la máscara.
Cuando me enderecé y sacudí mi cabello, un chico que acababa de entrar en
el rincón se detuvo congelado, mirándome boquiabierto. —Amigo —dijo, alzando
las manos y rodeándome antes de que él pudiera escapar hacia el lavabo.
Ni siquiera me importó que me hubieran atrapado. Me encontraba
demasiado borracha, o celosa, o algo así, para pensar en ello. Corrí al baño de
mujeres y me detuve cuando vi a Tamra con unas amigas, esponjándose el cabello
en la pared de espejos encima de los lavabos.
—Eres una perra suertuda —dijo una, golpeando el brazo de Tamra—. No
puedo creer que estés a punto de conseguirte a Asher Jodido Hart.
—Lo sé. —Tamra rió y se mordió los labios para hacerlos ver más llenos.
Respiré y presioné mi espalda contra la pared justo dentro de la puerta.
Pero no podía creerlo. Ella ya sabía quién era. Él nunca le dijo su apellido.
Dios, por supuesto que ya sabía quién era. Solo que era mejor en el juego
que el resto de las mujeres ignorantes de allá afuera.
Esto era exactamente lo que Asher no quería. Y, sin embargo, una fanática
estaba a punto de meterse en sus pantalones con engaños. Tenía que advertirle,
pero... ¿cómo?
Oh, nunca vas a creer lo que acabo de oír en el baño de mujeres, ¿Ash?
Sí, es funcionaría de maravilla.
Queriendo llorar, me alejé de la pared y fui hacia un cubículo vacío. Tamra y
su grupo me vio y me ofrecieron sonrisas tentativas.
—Me encantan las mechas púrpuras —tuvo el descaro de decirme.
Le envié una sonrisa asqueada. —Gracias. —Mi cabello era un desastre, lo
sabía. Estuvo atrapado bajo la máscara durante horas y probablemente se hallaba
enmarañado y sudoroso, pegado a mi cabeza en la manera más antinatural.
Escapando hacia un cubículo, me senté y abracé a mis costillas, con ganas de
llorar.
Fuera de mi puerta, una de las zorras preguntó—: ¿Crees que te llevará a su
casa o alquile una habitación en un motel en alguna parte?
—Como si importara. Me conformaría con el asiento trasero de su auto si
eso es lo que quisiera.
Es una motocicleta, perra. Conduce una motocicleta, no un auto.
Y entonces me imaginé a él tomándola en su moto y tuve que cerrar los ojos
fuertemente y presionar mis labios para no llorar.
—Con tal de que no vayamos a mi casa —arrulló Tamra, comenzando a
sonar demasiado petulante.
Sus dos amigas se rieron antes de que una dijera—: Sí, estoy segura de que
tu marido y tus dos hijos tendrían un problemita contigo acostándose con Asher el
dios del rock Hart en el sofá del salón.
Mis ojos se abrieron mientras las otras dos se le unieron, riendo.
¿Qué dijo?
Oh, de ninguna maldita manera. ¿La zorra estaba casada? Poniéndome de
pie, intenté abrirme paso desde el baño, solo para encontrarlo bloqueado. Así que
titubeé un segundo antes de que pudiera escapar, y sí, en el momento en que fui
libre, las tres mujeres se habían ido, solo sus risitas tontas de culos casados hacían
eco alrededor del baño detrás de ellas.
Comencé a seguirlas, abriéndome camino desde el baño. Pero tan pronto
como llegué al rincón del baño vi a Asher dirigiéndose a mi camino.
Y él me vio. Al mismo momento en que sus ojos se abrieron mucho y su
boca redondeó en una O por la sorpresa, me acordé de que me había olvidado de
ponerme mi máscara de nuevo.
Moviéndome rápido, me escondí detrás de un grupo de tres chicos que
pasaban justo cuando oí a la voz de Asher gritar—: Oye, espera.
Me agaché detrás de mi escudo ignorante hasta que pasamos junto a una
puerta, a la que le extendí la mano y traté. Cuando se abrió, pasé dentro del
espacio oscuro, sin tener ni idea de si era una oficina, un cuarto de suministros o
qué. Con miedo de encerrarme dentro sola, me quedé con la puerta entreabierta y
fui capaz de mirar hacia fuera desde mi escondite oscuro.
—Hijo de puta —susurré cuando vi a un determinado Asher caminar hacia
mí como si supiera donde estaba escondida.
Pero Tamra lo encontró, agarrando su brazo y preguntándole a dónde se
dirigía.
Echó un vistazo a la puerta agrietada desde la que yo miraba a escondidas.
—Yo...‖Yo‖creí‖haber‖visto‖a‖alguien‖que‖conocía.‖¿Has‖visto‖a‖una‖chica?‖Um<‖tal‖
vez latina, pelo largo y oscuro, con reflejos púrpuras.
—¿Reflejos púrpuras? —dijo Tamra, y su sonrisa se congeló. Luego sacudió
la cabeza—. No, estoy segura de que no la vi. Lo lamento.
¡Por Dios!
¡Mentirosa!
Bueno, yo era una peor mentirosa. Pero ella trataba de llevarlo con engaños
a la cama. Eso estaba mal.
Después de que le instara a alejarse, agarrándole el brazo para dirigirlo de
nuevo hacia la dirección de nuestra mesa, él le lanzó una última mirada nostálgica
a mi puerta, pero luego se dio la vuelta.
Solté un suspiro atronador, conté hasta diez, luego me puse mi máscara tan
rápido como fue humanamente posible, con la esperanza de no tenerla torcida.
Entonces me fui de mi escondite y corrí de vuelta a la mesa.
De ninguna manera podía dejar que esa puta le hiciera esto a mi Asher.
Los alcancé justo a tiempo. Los dos estaban de pie, Tamra se deslizaba la
correa de su bolso en el hombro como si estuviera a punto de irse, y Asher arrojaba
algo de dinero sobre la mesa para encargarse de la propina. Luego él puso su mano
en la parte baja de la espalda de ella y la giró hacia la puerta. Pero pasé por delante
de ellos, justo en su camino.
Se detuvieron en seco, así que tuve que fingir que también me detuve
sorprendida. —Oh, hola. ¿Ya se van? —pregunté inocentemente.
—Sí. —Asher me envió una mirada extraña—. Recién traté de encontrarte,
pero no estabas en el baño.
—Oh<‖ sí.‖ Yo<‖ —Mierda. Vi la barra y rápidamente improvisé—. Fui a
buscar otra bebida, entonces decidí no hacerlo.
Asintió. —Bueno, nos vamos. Esta es Tamra, por cierto.
Me giré hacia ella, enviándole una sonrisa agradable, si eso me dije a mí
misma.
—Tamra, este es mi amigo, Remy.
—Hola —saludó, extendiendo sus dedos en una de esas maneras patéticas e
inseguras que me volvían loca.
Tomé la punta de su mano de todos modos. —Encantado de conocerte. —
Luego chasqueé los dedos y señalé—. Oh, oye. Eres esa chica que estaba metiendo
su anillo de bodas en el bolso a las afueras del baño hace unos minutos, ¿no?
—¿Qué dijiste? —Asher se volvió hacia ella, con las cejas levantadas.
La conmoción nubló su rostro. —Yo... yo... yo ciertamente no lo era.
—Sí, eras definitivamente tú —le arrullé, incapaz de contener una sonrisa
mientras negué con el dedo—. Andabas presumiéndole a tus amigas sobre cómo
estabas a punto de levantarte a Asher el dios del rock Hart, ¿no es así?
—¿Qué? ¿Cómo...? —Sacudió la cabeza, mirándome boquiabierta y tratando
de averiguar cómo sabía tanto. Luego se giró hacia Asher—. Eso no sucedió. Así
no.
Tal vez no fue exactamente de la manera en que lo describí, pero, oh, sin
duda había sucedido.
A Asher no parecía importarle cómo fue la conversación. —¿De verdad
estás casada? —Dio un paso decisivo lejos de ella.
—Yo... —La culpa extendiéndose por su cara nos dijo a ambos que sí.
—Y mentiste sobre no saber quién era —la acusó aún más antes de levantar
las manos—. Eso es... malo. —Luego se volvió y se alejó.
La boca de Tamra cayó abierta. —¿Qué demonios? —exclamó.
Cuando me miró, me encogí de hombros. —Oye... la vida es una perra y
luego te mueres, ¿eh?
—Tú... —Entrecerró los ojos—. Eres un maldito mentiroso. Gracias por
arruinar mi noche.
Mientras se fue pisoteando, yo estaba a punto de gritar detrás de ella, algo
sobre mira quién habla, pero luego me detuve.
Yo era una mentirosa, y probablemente una peor. Ella solo planeó engañarlo
por una noche. Yo le estuve engañando durante semanas, y seguiría así durante
quién sabe cuánto tiempo más. No había ningún final a la vista para mi decepción,
porque no sabía cómo decirle la verdad.
Sintiéndome como una mierda por diez, rastreé el lugar hasta que lo
encontré en el bar solo un par de minutos más tarde, tomando un poco de agua,
probablemente tratando de recuperar la sobriedad. Sus hombros parecían tensos
mientras se inclinaba sobre el mostrador, consolándose.
Me dejé caer a su lado.
Por un par de segundos, nadie habló. Finalmente, le dije—: Lo siento.
Soltó una carcajada y me lanzó una mirada cansada. —¿Qué demonios
sientes?
—Yo acabo... de bloquearte —murmuré. Porque era una perra malvada y
celosa que no fue capaz de soportar ver que llevara a otra mujer a casa.
—No. Me salvaste de follar una mujer casada. Yo debería estar dándote las
gracias a ti... no tú pidiéndome disculpas a mí. Idiota.
—Sin embargo... —Solté un largo suspiro—. Si solo hubiera mantenido mi
boca cerrada, podrías haber encontrado un poco de alivio.
—O arruinar un matrimonio —argumentó. Girándose hacia mí, me miró a
los ojos y puso su mano en mi hombro—. Acabas de salvar mi culo. Gracias,
hombre. Eres un verdadero amigo.
Excepto que no me sentía como una amiga. Mi decepción me atravesó hasta
lo más profundo de mi alma y me sentí como el mayor fraude de la historia.
Un verdadero amigo simplemente querría que él fuera feliz.
En ese momento, me juré a mí misma que le ayudaría a encontrar a una
mujer antes del final de la noche así eso fuera la última cosa que hiciera. Y a quién
le importaba si yo después lloraba hasta quedarme dormida. Me lo merecía.
Asher, por otro lado, merecía el contacto humano que tanto anhelaba.
Traducido por Jadasa & Pachi Reed15
Corregido por Julie

Bueno, esto apestaba. La noche empezó muy bien y rápidamente cayó en


picada a la mierda. Todo porque estuve pensando con mi estúpida polla.
Prácticamente me encontraba sobrio de nuevo cuando terminé de tomar la
última de las botellas de agua que pedí. A mi lado, Remy se encontraba pensativo.
No había dicho mucho desde que intentó disculparse conmigo por salvar mi culo.
Se sentó de espaldas a la barra para que así pudiera ver la multitud. Pensé que
sabía cuál era su estado de ánimo, y lo ignoré durante el pasar de los minutos. Pero
ahora, ya era el momento de que haga algo.
Después de bajar el envase vacío, golpeé con él la barra para llamar su
atención. Desde hace bastante tiempo, no veía a Holder ni a Gally, pero me parecía
bien. De todos modos, solo me interesaba despedirme de Sticks.
—Creo que voy a irme.
Centró su atención en mí, alarmado. —¿Qué? No. ¿Adónde?
—A casa. —Me bajé de mi taburete, pasando la mano por mis bolsillos para
asegurarme de que tenía mi billetera y llaves—. Solo estoy... yéndome a casa.
—¿Por qué? —Sacudió la cabeza, confundido mientras se levantaba de un
salto de su taburete—. Vas a rendirte después de un callejón sin salida, ¿verdad?
¿Y tu... tu necesidad?
Suspiré, sintiéndome como un idiota por confesárselo. —Estoy bien. No es
nada. Tengo una mano y conoce bien mi polla. —Esa respuesta pareció aturdirlo—.
Mira —suspiré, decidiendo ser realista—, es que... Tengo la sensación de que... te
molestaría que esta noche me fuera a casa con una mujer. Y eres mi amigo. No
quiero molestarte alardeando a una chica frente a ti.
Ahí. Lo dije.
Y sí que conseguí una reacción.
Remy se sacudió hacia atrás, con los ojos abiertos y boquiabierto. Sacudió la
cabeza por un segundo antes de farfullar—: ¿Perdona? ¿A qué te refieres con
molestarme?
Sonaba tan ofendido que enseguida me di cuenta que lo arruiné. —Mierda.
—Levanté las manos, tratando de restaurar la paz—. No debí haber dicho nada.
Sonaba mucho menos arrogante en mi cabeza.
—Increíble —murmuró, sorprendido como si le hubiera dicho mentiroso y
tramposo—. En serio crees que te deseo, ¿no? Bueno, jódete, hombre. No me
importa si esta noche llevas diez mujeres a tu casa. Folla a quien quieras. Me
importa una mierda.
Empezó a alejarse, pero agarré su brazo. —Oye. Mierda. Lo lamento. En
serio, Rem. —Levanté las manos de nuevo—. Lo siento. Yo no... Fui un idiota.
Me miró fijamente un total de cinco segundos antes de murmurar algo en
español y luego frotar su rostro con las manos. Después de bajarlas para mirarme
cansinamente, murmuró—: Maldita sea... Sin embargo, tienes razón. —Cuando
incliné mi cabeza hacia un lado, a regañadientes admitió—: Me habría molestado.
Al levantar su cabeza, se veía tan culpable y arrepentido, que quise
tranquilizarlo. Incluso extendí mi mano hacia su hombro. Pero me detuve; no
quería enviar una señal equivocada.
Entonces dejé escapar un suspiro. —Lo sospechaba.
—Pero la cosa es —continuó, por fin levantando la mirada—, no importa
cuánto te desee y lo malditamente dulce y considerado que eres al preocuparte por
mis sentimientos; también eres mi amigo, Asher, y quiero que seas feliz. Por lo que
no vayas a convertirte en un miserable monje por mi culpa. Te aseguro que viviré.
Asentí, mirándolo de cerca. Cuando me encontraba seguro de que estaba
bien con ello, le dije—: Muy bien, entonces. De aquí en adelante, simplemente...
seré discreto al respecto.
Hizo una mueca. —En realidad... prefiero saberlo.
—¿Qué?
Con un encogimiento de hombros triste, explicó—: Si lo ocultas, voy a
enloquecer siempre preguntándome. Cada vez que sonríes o pareces inusualmente
feliz, pensaría que fue porque echaste un polvo. Siempre estaré estresándome, por
mi mente pasarían los peores escenarios posibles. Pero si yo supiera... bueno,
entonces lo sé. Y podría lidiar con ello para superarlo.
Asentí. —Bueno. Extrañamente, tiene sentido. Entonces, no te lo ocultaré.
Con un serio gesto en respuesta, respondió—: Gracias.
—Y... ¿cómo vamos a hacer que funcione esto? —Froté con las manos mis
caderas—. No quiero causarte ningún malestar excesivo.
Riéndose, negó con la cabeza. —No tengo idea. Quizá, como que, no metas
la lengua en la garganta de una chica frente a mí. Eso sería genial. Sin embargo, no
puedo imaginarte como del tipo demostrativo.
Me encogí de hombros. —Nunca lo hice antes.
Sticks asintió. —Entonces no habrá ningún problema. Quiero decir, tengo la
oportunidad de aprobarlas, verdad, ¿descartar a las horribles que no apruebo?
Recliné mi cabeza y me reí. —Que te parece si me enganchas con alguien
que alcance pasar, y si me gusta, iremos desde allí.
—Nop. Lo siento. —Hizo una mueca—. Eso sería una tarea imposible.
Francamente, dudo que encontrara una mujer lo suficientemente buena para ti.
Sacudiendo la cabeza, suspiré. No estaba seguro de que alguien no fuera lo
suficientemente buena para mí, ni siquiera era capaz de encontrar a alguien
dispuesta a estar conmigo... por más de una noche. Pero no iba a pensar en eso.
Echando un vistazo a mi amigo, tenía que admitir—: Sabes, esta es la conversación
más extraña que he tenido con un chico, ¿no?
—Dímelo a mí. —Puso los ojos en blanco—. No puedo creer que admití en
voz alta que siento algo por ti.
Me encogí de hombros, sin saber cómo responder. Antes me golpearon las
dudas y las borré de mi zona de confort. Pero por alguna razón, saber lo que Remy
pensaba estaba bien. Tal vez porque no era agresivo ni esperaba que corresponda.
Se hallaba relajado al respecto, casi tomando a la ligera sus sentimientos por lo que
terminamos riéndonos en vez de volverlo todo incomodo.
Por lo que dije—: En serio, hombre, me halagas.
Extendió una mano en mi dirección como para golpear mi brazo. —Cállate.
Es embarazoso.
Riendo, dije—: No es tan malo.
—Lo que sea. Ahora vas a tener que decirme algo embarazoso acerca de ti.
—Claro que no. —Cuando frunció el ceño, me rendí—. Bien. Dice Ashley en
mi acta de nacimiento.
Al principio, pareció no comprenderlo. Luego frunció el ceño e inclinó la
cabeza hacia un costado. —De ninguna manera.
—Oh... sí. Mi madre se encontraba muy decidida a que fuera una chica, me
nombró como Ashley Jean. Tenía mi certificado de nacimiento y lo legalizó antes
de que mi padre se enterara. Él se enojó tanto. Se negó a llamarme así, por lo que
con el tiempo se transformó en Asher. Y cuando estuve bajo la custodia de mi tío,
me ayudó a cambiarlo legalmente.
Remy se quedó boquiabierto. —Santa mierda. ¿En serio te llamó Ashley... y
no por Ashley Wilkes de Lo que el viento se llevó sino porque quería que fueras una
chica?
—Síp. Y sospecho que me hubiera criado como si fuera una niña con
vestidos de volantes rosados si mi padre la dejaba.
—¡Dios mío! Eso es...
Cuando negó con la cabeza como aturdido, suspiré y dije—: Jodido. Sí, lo sé.
Pero sigue adelante. Ríete, idiota.
Se rió entre dientes, pero agitó las manos mientras tanto. —No. En realidad,
es un poco triste. —Dejó escapar un suspiro—. Y aquí, crecí molesto porque tenía
un nombre de chico.
Le fruncí el ceño extrañado. —¿Eh?
Empezó a abrir su boca cuando adoptó una extraña expresión. Después de
un segundo, tartamudeó—: Es que... ya sabes, por lo de ser gay, como que siempre
preferí los nombres más universales que podrían usarse indistintamente, como
Alex‖o<
—Remy podría usarse indistintamente —argumenté—. En realidad, Remy
sería bastante genial para una chica.
—¿Tú crees? —preguntó; su voz sonaba melancólica. Cuando le fruncí el
ceño, rápidamente se aclaró la garganta—. Entonces, sobre esta chica que vamos a
hallar para ti esta noche. —Frotándose las manos, observó la multitud buscando
posibles objetivos, pero levanté la mano.
—No. Vamos a dejarlo por esta noche. Además, me muero de hambre. En
vez de eso, vamos a conseguir algo de comer.
Remy parpadeó como si nunca oyó hablar de esa idea. —¿Comida?
—Taco Bell —aclaré—. Solo un lugar al cual ir después de una noche de
beber. —Entonces sonreí y cité su lema—: Yo quiero un Taco Bell.
—No. —Arrugando su nariz, Remy sacudió la cabeza—. No, no, no. No
quiero un Taco Bell. La única comida mexicana que como es la de Castañeda.
Recordando el chimichanga que me invitó, froté mi estómago. Eso sonaba
bien. Pero... —Supongo que no están abiertos hasta tarde.
Sacudió la cabeza. —Pero podría llamar a mi primo Big T y que encienda la
parrilla. Hace las mejores tostadas de tinga. Oh, o chicharrón si solo quieres un
aperitivo frío.
Suspiré. —Nah. No lo molestes. Vamos a encontrar una cafetería abierta las
veinticuatro horas o algo así.
De manera que media hora más tarde, nos encontramos sentados en una
cabina cenando uno frente al otro; comiendo tocino, huevos, galletas y salsa.
—Estuvo buenísimo esta noche, ¿eh? —dijo Remy, limpiándose las migas de
la comisura de los labios con su pulgar—. Creo que mejor de lo que estuvimos en
Chicago.
—Sí —concordé. Sin duda, desarrollamos nuestro talento y aprendimos a
tocar mejor como grupo. Pero la palabra Chicago trajo a mi mente un recuerdo,
haciendo que vaya en una dirección diferente. Chasqueando los dedos, señalé—:
Oye, me olvidé de contártelo antes. Vi a la chica de la ducha en Granada.
Remy bajó su tenedor y parpadeó. Luego dijo lentamente—: ¿La chica de la
ducha?
Puse los ojos en blanco, porque, en realidad, ¿a quién más podría estar
refiriéndome? —La mujer extraviada que encontré en nuestra ducha en Chicago...
en el hotel —agregué cuando siguió mirándome como si no tuviera ni idea de lo
que hablaba.
Al final, lamió una miga de su labio superior y lentamente respondió—: ¿Y
ella estaba... en Granada? ¿Esta noche? —Cuando asentí, entrecerró los ojos—.
¿Estás seguro?
—Cien por ciento seguro —contesté—. Fue ella, las mismas mechas moradas
en el cabello y todo.
—Eso es... eso es... —Sacudió la cabeza y me dio una sonrisa socarrona—.
Eso es en realidad un poco difícil de creer, hombre. ¿Me refiero a exactamente la
misma chica que se encontraba en Chicago y aquí en Ellamore?
Tenía razón. La idea sonaba un poco tonta. Mordí mi labio inferior, seguro
de que era ella; pero no obstante, dudando de mí mismo. —No crees que me estoy
volviendo loco, ¿verdad? —pregunté finalmente—. Es decir, no tengo suficiente
sexo, últimamente me masturbo mucho... ¿Qué pasa si me está haciendo delirar?
Oh, mierda. —Me recosté en mi cabina, aturdido—. ¿Qué pasa si ni siquiera estuvo
en nuestra ducha? ¿Y si no existe, y esta pequeña obsesión resulta ser peor de la
que tenía por la chica con la camiseta de Incubus, y termino babeando y
meciéndome en un rincón porque perdí la razón?
—Uh... —Evidentemente sin saber qué decir, Remy movió su boca un par de
veces, pero no pudo encontrar nada.
—No importa —le dije, haciéndole saber que no necesitaba decir algo—.
Debes tener razón. No pudo haber sido la misma chica. Probablemente, yo solo
quería que fuera ella porque hubo, ya sabes, mucha química cuando la vi en
Chicago.
—¿Química? —Remy arqueó sus cejas interesado—. ¿Oh, en serio? Cuenta.
Suspiré y puse mis ojos en blanco. —Cállate, hijo de puta. Prefiero hablar
acerca de tus obsesiones que de las mías.
Murmurando un sonido de lástima, inclinó la cabeza hacia un lado. —Ah,
pero ya sabemos quién es mi actual obsesión, ¿no es así?
Tragué saliva, recordando que era yo. Mierda. No tenía intención de ir por
ese camino de nuevo. Abrí la boca para disculparme, pero sacudió su mano.
—Además, eso es noticia vieja. Regresemos a ti. Esta chica de la ducha. Sé
sincero. ¿Más o menos química que sentías por la chica con la camiseta de Incubus?
Abrí la boca aturdido cuando me di cuenta de que no sabía qué responder a
eso. —No estoy seguro —dije con honestidad—. Extraño. Ambos encuentros
fueron... diferentes, pero tuvieron la misma intensidad. ¿Tiene sentido?
—Algo así —murmuró—, en realidad no.
—Sabes —dije, frunciendo el ceño al pensar—. Ahora que mencionas a la
chica de la camiseta de Incubus, ambas se parecían mucho. Misma figura, cabello
largo y oscuro, esa mirada latina determinada. Lástima que nunca pude mirar de
cerca a la chica con la camiseta de Incubus.
Remy dio una palmada sobre la mesa como si acabara de ocurrírsele una
idea. —Quizá son la misma chica.
Solté un bufido. —Bien... porque se presentó en Forbidden, Granada y en
Chicago en las mismas noches que estuve allí. Eso es totalmente posible. Claro. —
Entonces puse los ojos en blanco.
—Es... poco posible —cubrió Remy.
Sonreí y negué con la cabeza. —Sí, mezcla las dos con una chica rockera
punk, y tendremos a la mujer de mis sueños... allí mismo. Bum.
Enderezándose, Remy dijo—: Chica rockera punk. ¿Quién es esa chica?
Maldición con mi boca. —Nadie. Solo... una chica que hizo la prueba para tu
puesto de baterista el día antes que tú te presentaras.
Remy se llevó la mano hasta su barbilla. —Pensé que solo una chica... hizo la
prueba para eso.
—Sí... y tenía esta apariencia punk con una peluca de puntas blancas de
Tina Turner, y solo tenía una imagen un poco perversa. —Cuando me di cuenta de
adónde iba con mi confesión, me detuve y levanté una mano—. Sabes, voy a
detenerme ahí, dejaré de pensar en el sexo, de hablar de sexo y mujeres, y solo...
toda esa mierda. Vamos a ir a mi casa y matar a algunos zombis futuristas. ¿Qué
dices?
Remy abrió la boca y luego sacudió la cabeza. —No sé, ya es tarde. Y algunos
de nosotros no tenemos insomnio. Soy una de esas razas raras que necesita más de
dos horas de sueño por noche, por lo que... sí. Voy a ir a casa a dormir.
La decepción me golpeó fuertemente. No quería ir a casa solo. Pero asentí y
forcé una sonrisa. —Bien, perdedor. Me voy a casa para practicar, así finalmente
puedo patearte el culo la próxima vez que juguemos.
Resopló. —Sueñas, hijo de puta. Simplemente deberías enfrentar los hechos.
Nunca me vencerás, porque soy... una leyenda.

Cuando llegué a casa desde la cena con Remy, me sentí más solo de lo
habitual. Dejé que Mozart saliera de su jaula para jugar, así que corrió y se
escondió debajo de la cama, y fue una pésima compañía. Terminé practicando la
letra de mi nueva canción mientras limpiaba su jaula.
Finalmente, me quedé dormido alrededor de las cinco de la mañana, y Pick
me llamó a las ocho.
—Oye, tengo otra casa que ver esta mañana. ¿Vienes?
Bostezando mientras me sentaba, me pasé los dedos por mi cabello. —Sí,
seguro. Pero pensé que ibas a volver a mirarlas con Eva.
—Ella se niega. Dice que quiere que le eche un vistazo a ésta última casa.
Así que... ¿te recojo en diez?
—Suena como un plan. —Colgué y arrastré mi culo de la cama. Mozart
golpeó su jaula, recordándome que tenía que darle de comer. Pero después de que
le lancé un poco de brócoli para devorar, él simplemente me miró, haciéndome
saber que ni siquiera iba a comer esa basura saludable. Así que suspiré y le di
algunos de mis viejos frutos secos de maíz rancios, sobre los cuales rápidamente se
abalanzó.
Cuando Pick se apareció, lo primero que me preguntó después de que me
deslicé en el asiento del pasajero fue—: ¿Has escuchado otra cosa de tu papá?
Me quejé y me hundí más bajo en mi asiento. —Jesús, eres tan malo como
Sticks.
—¿Sticks? —Levantó una ceja—. ¿Cómo es eso?
Después de que le conté de mi encuentro con el hombre en Chicago y cómo
Remy le había amenazado con su gas de pimienta y un silbato, Pick echó su cabeza
hacia atrás y se rió. —Me gusta ese chico. Mantenlo contigo.
Me encogí de hombros, negándome a decirle que la línea de combustible de
mi motocicleta fue cortada y la teoría que Remy tenía sobre eso. La había arreglado
el día siguiente, así que ningún daño fue hecho. No había ninguna razón para
mencionárselo a Pick.
—Así que, ¿a qué barrio elegante y brillante nos dirigimos hoy?
Pick me envió una mirada por burlarme de su posible nuevo barrio, y luego
dijo—: Glendale.
Asentí, decidiendo que no era tan lujoso como el último que habíamos
visitado pero era una tipo de zona decente y adecuada para familias.
—La tía y tío de Campanita, los padres de Reese, viven por aquí.
—Ahh —murmuré—. Genial.
Esta vez, ni Pick ni yo nos fuimos por las ramas. Tan pronto como vimos la
inmobiliaria, hablamos al unísono. —¿Patio interior?
Mientras seguía a Pick a la puerta corredera de cristal, le pregunté—: Y,
¿cuándo es la boda?
—El domingo después de la próxima semana.
Me quedé inmóvil en el patio trasero mientras Pick avanzaba hacia el medio
del jardín y se daba una vuelta lentamente.
—Lo siento, ¿dijiste el domingo después de la próxima semana? —pregunté,
moviendo mi cabeza, seguro que había oído mal—.‖Porque‖eso‖es‖en<
—Once días—contestó Pick—. Sí, lo sé.
—Mierda, hombre. ¿Cuál es la prisa?
Se encogió de hombros. —Simplemente decidimos que no queríamos
esperar más. Lo vamos a hacer en Forbbiden, así que... no va a haber un montón de
decoración o planificación de la fiesta. Y va a ser pequeña, en su mayoría todos los
que trabajan en Forbidden, sus familias y tal vez la tía y tío de Campanita. Pero eso
me recuerda. —Miró en mi dirección—. Puesto que vas a ser el padrino, ¿voy a
tener que encontrar un DJ diferente para encargarse de la recepción?
Negué. —Nah. Puedo pedirle a Remy que lo haga. Ya ha aprendido la
configuración; estoy seguro de que estará de acuerdo.
—Genial —asintió Pick, distraído mientras miraba un enorme árbol viejo en
la esquina del patio.
Puse mi mano por encima de su hombro, haciendo un gesto hacia la casa. —
¿Ya estás listo para regresar?
Pero mi hermano se quedó allí, mirando el árbol, luego miró a su alrededor
como si buscara algo.
Parpadeé. —Mierda.‖¿Es<‖es‖este‖el‖lugar?‖—Señalé a la tierra debajo de mí,
de repente sintiéndome como si estuviera de pie en la hierba sagrada.
—No lo sé —murmuró finalmente Pick, pasándose la mano por la cara—.
Parece... diferente. —Hizo un gesto a la valla de madera, la cual separa este patio
de los vecinos—. Esa valla era blanca, y había un pequeño árbol... justo ahí. Un
enorme columpio aquí con una fila de tulipanes púrpuras y amarillas al lado.
Una gran sonrisa se extendió por mi cara mientras le daba una palmada en
el hombro de todo corazón. —Bueno, parece que tienes que hacer un poco de
pintado, sembrado y construcción, porque enhorabuena, hermano mayor, acabas
de encontrar tu casa de ensueño.
—Mierda —pronunció, con aspecto aturdido y sin palabras mientras
empujaba los dedos por su pelo y miraba boquiabierto el patio a su alrededor—. La
encontré. —Luego llevó sus ojos aturdidos en mi dirección—. No sé cómo plantar
un puto árbol.
Reí. —Entonces supongo que vas a aprender. Ven. Vamos a ver el interior.
¿Cuántos cuartos tiene? ¿Vas a tener uno especial para cuando el tío Asher se
aparezca de vez en cuando?
—Ni siquiera lo sé. —La voz de Pick sonaba hueca mientras permanecía
clavado en el centro del patio—. No me molesté en comprobar la cantidad de
habitaciones.
Cuando me di cuenta de que seguía demasiado trastornado como para
moverse, me fui hasta su lado, lo agarré del brazo y lo arrastré hacia la puerta de
atrás. —Vamos, viejo. Vamos a ver cómo luce el dormitorio principal en el que vas
a hacer el amor con tu esposa por el resto de tu vida.
Eso lo hizo moverse. Comprobamos minuciosamente cada habitación, y en
cada una que entrabamos, una sonrisa se extendía por el rostro de Pick, como si no
pudiera creer su buena suerte. Hizo comentarios sobre cuál sería la habitación de
Julian o Skylar, o de Chloe, aunque no tenía ni idea de quién era Chloe. Pero no
necesitaba entenderlo; era el creciente entusiasmo que emanaba de mi hermano lo
impresionante. Él tenía un futuro, familia, y ahora el hogar perfecto que esperar.
Me encontraba feliz por él.
Y extremadamente celoso.
Yo como que no quería volver a mi apartamento después de eso, y no tenía
que trabajar esa noche. No había ensayo de la banda. Era como si yo no tuviera
nada.
Después de que Pick me dejara y corrí por las escaleras hacia mi sótano, le
envié un mensaje a Remy para ver si quería comer algo conmigo. Se acercaba el
mediodía y me había saltado el desayuno. Mi estómago gruñía. Sonaba como el
plan perfecto para mí.
Pero contestó, diciendo que tenía que trabajar, así que le dije que era un
perdedor, y arrojé mi teléfono en mi mesa de café. Hundiéndome en mi sofá, me
quedé mirando mi televisión, sin el estado de ánimo para ver algo. Ni siquiera
quería jugar Call of Duty, porque fue más divertido cuando lo hice con Sticks.
Ugh. Necesitaba una vida. Dejando caer mi cabeza hacia atrás, me quedé
mirando el techo mientras mi estómago gruñía de nuevo. No estaba de humor para
preparar mi propia comida, así que decidí que era un momento tan bueno como
cualquier otro para conocer el restaurante de la familia de Remy. Castañeda o
como sea que se llame.
Poniéndome de pie, recogí mi teléfono, billetera y llaves, y salí por la puerta.
Traducción por Valentine Rose
Corregido por Anakaren

—¡Elisa!
La voz de tío Alonso me sacó del ensueño que me encontraba. Tenía las
manos enterradas en un bol con masa harinosa, y giré.
—Lo siento —me disculpé de inmediato antes que pueda regañarme por sea
cual sea la razón que estaba a punto de regañarme esta vez—. Las pondré en el
horno en unos cinco minutos.
Desde que recibí la llamada de Asher, me distraje. Había sonado solitario.
No tenía ni idea de cómo podía darme cuenta de ello a través de un mensajito,
pero aun así me sentí culpable de tener que negármele. También me sentía
culpable de tener que rechazar su oferta para pasar el rato anoche mismo, y
adem{s‖ de‖ mentirle‖ y‖ estar‖ enamor{ndome‖ de‖ él‖ y<‖ cielos,‖ tan‖ solo‖ me‖ sentía‖
extremadamente culpable, ¿está bien?
Pero todo sería peor si hubiese ido a casa con él. Necesitaba distanciarme de
Asher. Comenzaba a sentir muchas cosas, y solo me dificultaba manejar todo.
—No necesito eso —respondió mi tío, indicándome que me acercara con la
mano—, o sea, sí, los necesitamos, pero te necesito para algo más al frente. —Como
solo fruncí el ceño, confundida, soltó un suspiro—. Juan y Diego no podían venir
hoy.
Asentí, luego fruncí el entrecejo pues todavía no sabía qué tenía que ver yo.
Los dos hermanos menores de mi mamá, Diego y Juan, solo venían una vez a la
semana los miércoles para tocar con Big T y Luis, el hijo de Diego, en su grupo de
mariachis en vivo. Les gustaba ir de mesa en mesa para cantarles a los clientes.
Mientras el tío Diego y Big T tocaban guitarras, el tío Juan se encargaba de la
armónica y Luis sacudía las maracas.
Aplaudiendo impacientemente en mi dirección, el tío Alonso me indicó que
lo siguiera con la mano. —Vamos. Necesitamos entretenimiento en vivo. Es
miércoles. La gente está esperando música.
Me quedé boquiabierta, emocionada, sin haber esperado que me lo haya
pedido a mí. —¿Y quieres que toque la guitarra extra? ¿O la armónica? —Porque,
de verdad, podía tocar cualquiera.
Pero mi tío frunció el ceño. —No, no. Tú cantas. Tienes una hermosa voz.
Tomás puede acompañarte con su guitarra.
Mis‖ hombros‖se‖ desplomaron.‖ Por‖supuesto‖ que‖ quería‖que‖ cantase<‖ y‖ lo‖
m{s‖ probable‖ es‖ que‖ fuera‖ algo‖ como‖ ‚Ave‖ María‛‖ o‖ ‚Don’t‖ Cry‖ for‖ Me,‖
Argentina‛‖también,‖algo‖conmovedor‖y‖deprimente.‖Nunca‖me‖dejó‖tocar‖ningún‖
instrumento. El hombre era tan tradicional que creía que las mujeres no eran
capaces de tocar instrumentos en un grupo mariachi. Solamente podían cantar.
Baa.
No es que odiara cantar. Tan solo detestaba su perspectiva de la vida a
veces.
—Vamos. —Volvió a aplaudir como si estuviese llamando a un perro.
Suspiré y giré hacia mi masa. —Pero, ¿y las sopaipillas?
Le frunció el ceño a mi trabajo por un segundo antes de volver a hacerme un
gesto. —Tráelo contigo. Puedes terminar de prepararlas en la gran mesa de trabajo
del frente. Haz un programa de cocina en vivo mientras cantas.
Soltando otro suspiro, tomé el bol y luego agarré una bandeja de horno,
unas otras cosas que necesitaría, y lo seguí, saliendo de la cocina con mi delantal
cubierto de harina y con una redecilla todavía puesta.
El comedor era un bullicio repleto de gente, y nadie nos prestó atención ni a
mí ni a mi tío cuando lo seguí hasta la gran mesa de trabajo de madera, donde sacó
un florero y empezó a limpiar la superficie antes que pudiera usarla. De pie detrás
de él y agarrando los utensilios contra mi pecho, esperé como una buena chica
hasta que alguien apareció detrás de mí y murmuró en mi oreja.
—Sabía que te convencería de cantar.
Le dediqué una mirada sobre el hombro y le pegué suavemente a Big T un
codazo en su estómago mientras le decía—: Cállate. —Solamente el sonido de su
suave gruñido de dolor hizo que sonriera un poquito.
—Prima, eres mala.
Mi sonrisa creció un poco más.
—Entonces, ¿qué tocaremos? —preguntó—.‖¿‚Cielito Lindo‛?
Me mordí el labio inferior, considerándolo. —No<‖algo‖diferente.
En mi bolsillo trasero, mi teléfono vibró, avisándome que me llegó un nuevo
mensaje. Lo saqué por costumbre y vi que era de Asher.
¡Santa mierda! La encontré.
Frunciendo el entrecejo, pues no tenía idea de qué hablaba, comencé a
preguntarle a quién encontró. Pero otro mensaje de él llegó antes.
¿Cómo se llama la chica que…?
—¡Elisa! —bramó el tío Alonso, sobresaltándome con fuerza y alcé la vista
antes que pudiera terminar de leer la pregunta de Asher. Levantó la mano,
indicándome que estaba listo para que pudiera comenzar. Guardé el teléfono justo
cuando vibró de nuevo con un tercer mensaje.
Inhalando hondo, me centré en situar mis suplementos mientras Big T se
posicionaba detrás de mí, un poquito a la izquierda. Mientras trabajaba, un par de
clientes me echaron un vistazo en tanto seguían comiendo y conversando, tal vez
dándose cuenta que me hallaba a punto de hacer algo para entretenerlos.
Justo cuando tuve todo como lo necesitaba, mi teléfono vibró contra mi
trasero por tercera vez. Big T se inclinó hacia adelante, murmurando—: ¿Prima? —
Queriendo saber qué iba a cantar así sabría qué tocar.
Sabía que tío Alonso esperaba que tocara algo puramente en español, pero
decidí hacer un pequeño mix de inglés y español. Y, además, Doris Day era una de
las cantantes favoritas de mi mamá antes que se volviera loca. De modo que, por
sobre mi hombro, murmuré—: ‚Qué Será Será‛.
Un par de segundos después, la guitarra comenzó a rasguear la melodía.
Algunas personas dejaron de comer para observarnos. Pero no fue hasta que
terminó la introducción y comencé a cantar que recién tuvimos la atención de todo
el mundo.
Ignoré a todos y fingí como si estuviera completamente concentrada en mi
labor domestico de salpicar la mesa con un puñado de harina. Una vez que tuve
una fina capa cubriendo la mesa de madera, tiré mi bola de masa a esta y empecé a
amasarla en círculos con el uslero que traje. La harina se esparció por todos lados.
Más gente detuvo sus conversaciones para observarme trabajar. Seguí
fingiendo no darme cuenta, manchándome la mejilla con harina a propósito
cuando quité un mechón de cabello que había salido de mi redecilla.
No fue hasta que levanté el uslero y comencé a girar la masa plana que
llegué al coro y de verdad elevé mi voz.
Lo juro, todos en el restaurante dejaron de hacer lo que hacían solamente
para escucharme.
Casi se sintió electrizante. Sí, tocar la batería era mi alma y corazón, pero, en
aquel instante, entendí por qué Asher amaba cantar canciones tan poderosas que
requerían todo tu ser. Porque este instante se sentía genial.
Centrando mi enfoque en un lugar profundo en mi interior, dejé que la
melodía de la guitarra se vertiera por mis manos y mi diafragma hasta que el
sonido de mi voz alcanzó un punto culmine y mi última nota se escuchó por todo
el‖restaurante‖silencioso.‖Terminé‖la‖última‖línea‖y‖luego<‖aplausos.
Frente a todos los silbidos, aplausos y ánimos, parpadeé y le sonreí a mi
audiencia. Pero toda mi atención aterrizó en un par de ojos verdes observándome
con un escrutinio intenso desde la cabina de la esquina.
Ay, mierda.
Asher se encontraba aquí.
Congelada, tan solo pude mirarlo boquiabierto mientras se levantaba de la
cabina donde se hallaba sentado solo.
Dio un paso en mi dirección, y mi corazón dio un vuelco y aterrizó en mi
estómago. Dios, venía hacia acá para hablar conmigo.
¿Qué demonios tenía que hacer?
—Bien hecho, Elisa —dijo tío Alonso, dándome una palmadita en el hombro
cuando pasó junto a mí.
Su elogio me sacó de mi rigor mortis, y giré para quedarme mirándolo
sorprendida. Luego señaló mi mesa de trabajo y me dijo que le llevara las
sopaipillas a mi prima segunda, Frida, al freidor.
Le contesté a mi tío que lo haría en un segundo a medida que le echaba un
vistazo a Asher. Seguía acercándose, así que tomé la bandeja para huir. Cuando se
congeló un poco como si no estuviera seguro qué hacer, di media vuelta y me
apresuré a volver a la cocina.
Pero en cuanto estuve detrás de la puerta de vaivén, eché un vistazo por una
de las ventanas circulares. Seguía de pie donde se detuvo en seco, observando el
lugar dónde yo había desaparecido. Pero en cuanto me vio echándole un vistazo,
una sonrisa apareció en su rostro y me saludó con la mano.
Dios. Esa sonrisa. Esa sonrisa‖que‖decía‖ ‚sé‖ que‖ me‖viste‖ y‖ me‖ recuerdas‛‖
me provocaba cosas.
Si este hombre volvía a atraparme estando de mujer, no tenía la certeza de si
podría‖resistírmele<‖y‖realmente‖necesitaba‖resistírmele.‖Mentirle‖y‖fingir‖que‖era‖
hombre ya era lo bastante malo. Pero ir a la cama con él mientras seguía mintiendo
y fingiendo ser hombre en otras ocasiones sería la decepción más grande.
Pasara lo que pasara, no podía volver a encontrarme con él estando de
mujer. No a menos que supiera la verdad.

Así que fui capaz de evitar encontrarme con Asher en el restaurante. Me


quedé tanto tiempo en el freidor, que cuando mi tío me indicó que volviera al
comedor para otra canción, él ya no estaba, y volví a rastras a situarme frente a los
clientes.
Pero ya sabía dónde trabajaba, así que podría ser un desastre.
Iba a tener que hacer unos serios arreglos para impedir que volviera a
encontrarse conmigo estando de mujer.
Para cuando terminé mi turno, olvidé que me envió muchos mensajes justo
antes que cantase. Así que, cuando iba a llamarlo, me sorprendí de ver todos sus
mensajes esperándome. Fueron algo como así:
1. ¡Santa mierda! La encontré.
2. ¿Cómo se llama la chica que trabaja en el restaurant de tu familia? ¿Esa con las
mechas moradas en su cabello?
3. Ya no importa. Acabo de enterarme.
Fruncí el ceño, intentando recordar a alguien llamándome Remy, pero luego
recordé<‖el‖tío‖Alonso‖me‖había‖llamado‖Elisa.‖Unas‖cuantas‖veces.
4. Llámame en cuanto salgas del trabajo.
Soltando un suspiro, marqué su número, insegura de qué decirle, pero
determinada‖a‖despistarlo‖de<‖bueno,‖de mí.
Sí, yo tampoco podía creer que iba a hacerlo.
—Hola —respondió, y, lo juro, el ánimo y la sonrisa en su voz iluminaron
mi interior.
—Hola —murmuré en respuesta, todavía insegura de qué decirle pues sabía
que‖iba‖a‖preguntar‖por‖ella<‖digo,‖por‖mí.
Iba a preguntar por mí.
—Entonces —y aquí venía—, ya sé con quién puedes juntarme.
—¿Hmm? —Mi garganta se secó de inmediato. Me hice la tonta—. ¿Qué?
—Con la chica del Castañeda, el restaurante mexicano de tu familia. Elisa,
¿verdad?
Ay, diablos. De verdad creyó que mi nombre era Elisa. —¿Elisa? —dije
lentamente.
Pero, en serio. ¿Conmigo? ¿Quería que lo juntara conmigo? Por un mínimo
segundo, lo visualicé. Podía usar mi voz de señorita cachonda, fingiendo que era
alguien llamada Elisa, y por fin podría tocar a Asher Hart del modo que había
estado queriendo.
Pero luego apareció la realidad.
No,‖no‖podía‖hacerle‖eso.‖De‖ninguna‖manera.‖Es‖que<‖no‖lo‖haría.
—Nunca creerás esto. Pero la chica de la ducha. De Chicago.
Las palabras no me salieron. ¿Qué demonios decía ahora? Al final,
tartamudeé—: ¿Ah, sí?
—Sí, y es familiar tuyo, ¿verdad? Dijiste que todos los que trabajaban allí
eran familia. ¿Qué es tuyo, una prima o algo parecido?
—Claro —respondí, sin saber qué más expresar.
Soltó una risa. —No suenas muy seguro.
Me encogí de hombros e hice gestos con la mano. —Pues,‖ ya‖ sabes<‖
complicados árboles familiares mexicanos y todo eso.
—Ahh —murmuró como si entendiera, pero en verdad era más confusión
que otra cosa—. Entonces, ¿de verdad no sabes qué hacía en Chicago, en nuestro
cuarto de hotel?
—Pues,‖eh<‖supongo‖que sí sabía que estaría allí ese fin de semana, y le dije
dónde iba a quedarme, pero no pensé que iba a pasar a verme. Quizá, eh, quizá
cuando fui a desayunar contigo, dejé la puerta abierta o algo así, y justo fue a
visitarme‖y<‖necesitaba‖usar‖la‖ducha.‖Te<‖tendré‖que‖preguntarle‖sobre‖ello.
—Sí<‖ hazlo.‖ Y<‖ ¿por‖ qué‖ no‖ te‖ diste‖ cuenta‖ de‖ quién‖ hablaba‖ cuando‖
mencioné las mechas moradas, siendo que obviamente la esperabas?
Maldita sea, Asher, casi gruñí. Deja de obligarme a inventar más mentiras.
—¿Son moradas? —pregunté, luego reí—. Creí que era un color grisáceo.
Big T siempre me fastidiaba diciendo que parecían grises en vez de
moradas.
—No —sonó la voz de Asher en mi oreja—. Ciertamente son moradas
claras.
Gracias, casi le dije. Me alegraba que algunas personas no las vieran grises.
—¿Crees que puedas hacerlo? —presionó.
Parpadeé, confundida, y sacudí la cabeza. —¿Hacer qué?
Suspiró. —¿Juntarme con ella?
Sonaba‖ tan‖ ansioso<‖de‖conocerme.‖¡A‖ mí!‖Una‖ increíble‖ dosis‖ de‖ energía‖
me atravesó y, de un momento a otro, me sentí más viva que nunca. Asher me
deseaba. A mi versión femenina. Como que quería gritar y bailar y abrazar a todo
el mundo.
Pero,‖sí<‖la‖realidad‖apareció‖y‖todo‖eso.
Mi propia decepción se estrelló cuando lentamente dije—:‖ No<‖ disculpa,‖
no puedo hacerlo.
Silencio.
No esperaba esa respuesta. En verdad creía que lo ayudaría. Luego,
lentamente, preguntó—: ¿Debido a tus sentimientos por mí o debido a que es tu
prima?
Dado que el dolor se adueñó de su voz, rápidamente le aseguré—: No, no.
No‖tiene‖nada‖que‖ver‖con<‖ninguna‖de‖ellas.
Cuando me quedé sin palabras, intentando pensar en una respuesta que
pudiera complacerlo, dijo—: ¿Ya tiene novio?
—No. —Mierda. ¡Sí! Debí haber dicho que sí, y eso lo habría detenido en
seco. Maldita sea, ¿por qué era tan estúpida?
—¿Entonces<?
—No quieres salir con ella —solté, insegura de qué más decir.
Soltó una risa. —Sí, sí quiero salir con ella. Acabo de decirte.
—No<‖—Sacudí la cabeza rotundamente, pese a que no podía verme—. No
quieres.
—¿Por qué?
—Porque<‖—Sí, Remy, ¿por qué?—, porque ni siquiera la conoces.
Otra vez soltó una risa, pero esta vez sonaba más fastidiado. —Lo cual es
por qué quiero que me juntes con ella. Así podemos conocernos, ver cómo fluyen
las cosas.
Pero seguí sacudiendo la cabeza. —No.
Por fin, la irritación apareció en su voz. —¿Pero qué demonios crees que le
haría? Sé que es tu familia, lo que te hace sentir protector, pero creí que éramos lo
bastante‖buenos‖amigos‖como‖para‖que‖sepas‖que‖yo‖nunca<
—No es eso —interrumpí antes que pudiera terminar la frase—. No se trata
para nada de eso.
—¿Entonces qué? —Parecía‖tan<
Me encogí de hombros, sintiéndome horrible. —Tal vez es al revés —dije
antes de poder detenerme—. Tal vez me preocupa que tú salgas lastimado. No ella.
—Porque, honestamente, todo esto se trataba de que no quería lastimarlo.
Un par de segundos de silencio me secundaron. Al final, con tono perplejo
soltó—: ¿Qué?
—Por‖ favor<‖ confía‖ en‖ mí‖ —le dije en voz baja—.‖ No‖ puedo<‖ no‖ puedo‖
contarte los detalles, pero sé que no querrías relacionarte con ella.
Suspiró. —Está bien. Bueno.
Pero sabía que no era así. De verdad quería conocer a mi versión femenina.
Y cuando me dijo secamente que tenía que colgar un par de minutos después, me
subí a una silla y me abracé, preguntándome cómo demonios iba a arreglar este
lío.
Traducido por johanamancilla
Corregido por Julie

Creo que metí la pata.


Nunca debí haberle pedido a Remy que me emparejara con su prima. No
estaba seguro si era porque él no confiaba en que trataría bien a sus familiares o
porque me quería para sí mismo. Había insistido que tampoco era eso, pero sabía
que tenía que ser algo.
Como cuando una mujer te decía que estaba bien; él no estaba bien.
Todo el asunto parecía extraño como si estuviera tratando con una chica.
Con otros tipos, nunca me preocupó herir sus sentimientos, ni siquiera qué sentían.
Nunca tanto drama. O golpeabas a otro tipo en el trasero por molestarte o le decías
que se vaya a la mierda. Cinco minutos después, eran amigos de nuevo.
No era así con Remy Curran. No estaba seguro si era la cosa gay o qué, pero
habían pasado tres días y había una distancia entre nosotros.
Yo tampoco facilitaba las cosas, ya que seguía ofendido porque él me había
rechazado tan rotundamente, y no solo se rehusó a ayudarme con una chica que
quería conocer más que... probablemente cualquier otra chica que he visto antes —
tal vez incluso la chica de la camiseta de Incubus— sino que me bloqueó la polla,
diciéndome que él no me quería cerca de ella, así que ahora ni siquiera podía tratar
de conseguirla yo mismo. Sinceramente, más bien se sintió como un movimiento
de mierda. Él sabía mejor que nadie que mis intenciones eran honorables. No la
follaría y abandonaría. Legítimamente, quería llegar a conocerla.
Qué imbécil.
Y si era porque me quería para sí mismo, también debía dejar eso. Quiero
decir, me agradaba el chico. Era probable que se haya convertido en mi mejor
amigo en las pocas semanas que nos habíamos conocido, pero no iba a cambiar de
bando, ni siquiera por él. No podía evitar preferir a las mujeres. Maldita sea. El
jodido asunto me irritaba muchísimo. Como que me hacía querer abandonarlo a él
y a su drama por completo.
Salvo que extrañaba juntarme con él. Era entretenido y competitivo, tenía
gustos similares a los míos así que siempre teníamos mucho de qué hablar, y sabía
que podría confiar en él para probablemente casi cualquier cosa. Era el amigo
perfecto, excepto por la parte donde quería mi polla, pero podía ver más allá de
eso.
Hubo tantas veces en los últimos días que levanté el teléfono para llamarlo
así podríamos pasar el rato, solo para detenerme. Porque él también me evitaba. Se
había ido justo después de la ensayo el jueves sin tontear conmigo como siempre.
Y siempre pasábamos el rato después de nuestro concierto la noche del viernes en
Forbidden. Pero se fue tan pronto como terminó el espectáculo, alegando un dolor
de cabeza.
Un movimiento completo de chica.
Si no lo supiera bien, juraría que él era una chica.
—Hoy estás callado.
Aparté los ojos de la ventana por la que había estado mirando fijamente y
miré a lo largo del automóvil a Pick.
También me cansaba de siempre estar en el asiento del pasajero, siendo el
acompañante. Necesitaba conseguir mi propio coche así podría estar en el asiento
del conductor de vez en cuando. No sé si era la falta de sexo últimamente, o qué,
pero casi podía sentir mis testículos marchitarse en ovarios. Estaba sentado aquí,
estresándome sobre mi amistad con otro chico y molesto porque ni siquiera había
sido capaz de solo hablar con alguna chica. Tenía el deseo repentino de tirarme un
pedo ruidoso y apestoso o eructar o algo propio de un chico para probar que aún
era capaz.
—Estoy bien —murmuré, e inmediatamente me di cuenta que acababa de
hacer la oración puramente femenina. Nada genial, así que rápidamente añadí—:
Necesito echar un polvo.
Pick soltó una risita. —Por la forma en que las mujeres acuden en manada
hacia ti después de todos tus espectáculos, no habría pensado que tenías un
problema con eso.
—Sí, pero todo lo que ellas quieren es al cantante de una banda. Terminé
con esa mierda. Solo soportas un cierto número de folladas vacías sin sentido antes
de que quieras... —No me molesté en terminar la idea. Sonaba aburrido y quejica
para mis propios oídos, y además, dos chicos no hablaban sobre eso. Pero no solo
había confiado en Sticks al respecto, ahora también en Pick. ¿Qué diablos andaba
mal conmigo?
—Ahh.... ¿Mi hermanito está creciendo?
Le fruncí el ceño, no estando seguro de que quiso decir con eso—: ¿Eh?
—Es una señal de maduración masculina cuando él está listo para dejar de
ser un mujeriego y sentar cabeza con una buena mujer.
¿Madurez? ¿Eh? ¿Eso era lo que pasaba? Porque todavía me sentía como un
niño inútil y torpe la mayoría del tiempo. Pero madurar sonaba mejor que
convertirme en una chica.
—Te tiene tan inquieto y nervioso, ¿no? ¿Sintiéndote solitario y patético
porque sigues rechazando cosas seguras que no tienes razón para rechazar?
¡Mierda! ¿Cómo sabía eso?
La expresión estupefacta debe haber revelado mis sentimientos porque él
me envió una sonrisa cómplice.
—He pasado y sufrido eso, y estuve feliz de encontrar a mi Campanita
cuando lo hice.
—Bastardo con suerte —murmuré, frunciendo el ceño.
Lo cual solo lo hizo reír. —Lo sé, ¿verdad?
Cuando estacionó en la entrada de un taller mecánico, me senté más
derecho, olvidándome acerca de mis propios problemas.
Acabábamos de llegar de la casa de mi tío. Él era el único miembro de la
familia con el que tenía algún contacto, a pesar de que han pasado tres o cuatro
años desde la última vez que lo visité... o llamé. Después de que mi mamá hubo
muerto y mi papá fue arrestado, las autoridades habían encontrado a la familia de
mi mamá para ver si ellos me cuidarían. Ninguno estuvo interesado en criar al
bebito del crack de Polly, excepto su hermano mayor Stan.
Él no había sido del tipo cariñoso y de crianza. De hecho, rara vez estuvo
cerca de mí. Ya que trabajaba para una empresa de transporte, se iba por días y
días.‖ El‖ mayor‖ interés‖ que‖ había‖ mostrado‖ por‖ mi‖ vida‖ fue‖ un‖ ‚¿Cómo‖ te‖ va?‛,‖
cada vez que me veía. Pero nunca me golpeó ni me gritó. Solo era alguien que se
encontraba allí... a veces. Aunque, si no fuera por él, habría sido puesto en acogida
temporal y quién sabia donde habría terminado.
De todos modos, ya que Stan era el hermano de Polly, eso lo hacía tanto el
tío de Pick como el mío. Así que cuando le pregunté a Pick si quería conocer a Stan,
él estuvo de acuerdo con esa ida. Y por eso vinimos aquí.
La visita con Stan había ido aproximadamente cómo esperaba, excepto con
una pequeña sorpresa.
No había llamado antes de la visita. Él no era un fanático de responder su
teléfono, así que ni siquiera me molesté. Así que estuvo ligeramente sobresaltado
de verme cuando abrió la puerta de su remolque.
—¿Asher? ¿Eres tú? ¿Cuánto ha pasado? Por fin has ganado algo de peso.
Pensé que ibas a ser un palo por el resto de tu vida. Bueno, entra. ¿Quién es este?
—Observó a Pick cautelosamente antes de darme un vistazo—. ¿Te gustan los
hombres, o algo así?
Jesús. No el tío Stan también.
—No, este es Pick. Pick Ryan. Él, uh... bueno, también es tu sobrino.
El escrutinio de Stan a los tatuajes y perforaciones de Pick se transformó en
un ceño fruncido antes de echarme un vistazo y levantar una ceja. —¿Cómo?
Después que expliqué cómo Pick fue el bebé que Polly dejó en el hospital, y
cómo terminamos descubriendo nuestro parentesco, Stan se rascó su deshilachado
rastrojo de barba. —Diablos. Ni siquiera sabía que ese niño había sobrevivido. Solo
supuse que Polly tuvo un aborto espontaneo.
—Bueno... —Me encogí de hombros—. Ella no lo tuvo.
—Es un placer conocerte. —Pick tendió una mano, y Stan la miró fijamente
como si no supiera qué hacer con esta, antes de finalmente agarrar la palma de
Pick y devolverle el apretón.
—Tienes la barbilla de los Ruddick, supongo —murmuró pensativamente
Stan.
—No vinimos solo para que te conozca, sino para ver si tenías alguna
información sobre su papa, así quizás él podría investigar su lado paterno.
—Tu papá está muerto —anunció Stan abruptamente, haciéndome encoger.
Gracias a Dios que ya le conté esto a Pick, así no era tan sorprendente, pero joder.
Nuestro tío nunca se había molestado con la sutileza—. No sabía su nombre real,
solo qué Polly lo llamaba Chaz.
—Sí —murmuró Pick, y la decepción destellaba en sus ojos—. Eso es lo qué
me dijo Asher.
—De todas formas no había mucho que valga la pena saber. Él era un
borracho inútil —siguió Stan—. Nunca iba a ir a ningún lado más allá de ese taller
donde trabajaba en la calle Bullview.
Pick de repente avivó su atención. —¿Te refieres al taller mecánico de
Murphy?
—Sí. —Stan chasqueó sus dedos—. Ese lugar.
La expresión más extraña apareció en el rostro de Pick. —Mierda —
murmuró, sonando estupefacto.
—¿Qué —tuve que preguntar—. ¿Has oído de este?
Él se volteó hacia mí, más mirando a través que a mí. La conmoción hizo a
sus pupilas dilatarse y a sus labios separarse. —Solía trabajar allí —dijo.
Así que por eso condujimos al taller mecánico de Murphy. Pick me dijo que
el dueño había dirigido el lugar casi cuarenta años; él recordaría a un empleado
llamado Chaz.
Mientras salíamos del Mustang, seguí a Pick hasta una puerta de acero
abierta, donde la voz de Luke Bryan gemía desde una radio sobre desnudarse y
regresar a la vida más simple. Pick dio un empujoncito a un par de botas rotas que
sobresalían de debajo de un vieja camión Chevy.
—Oye, ¿está Murphy aquí?
Las botas se movieron y rodaron hacia afuera hasta que pudimos ver el
rostro manchado de grasa del trabajador. —Bueno, hola. Regresa el hijo prodigo.
¿Vas a regresar a trabajar para nosotros, Pick?
Pick simplemente sacudió la cabeza. —Solo busco conversar con Murphy.
El mecánico inclinó la cabeza hacia la derecha. —En su oficina. Ve allí.
—Gracias, hombre.
Pick fue hacia allí, así que lo seguí. La puerta hacia la oficina de vidrio se
hallaba abierta, y a pesar de que hacía frío afuera, un pequeño ventilador oscilante
giraba lentamente por encima de una pila de papeles. El hombre sentado detrás de
este parecía ser más delgado y más alto con hombros encorvados. Él tenía sus
anteojos posados en la punta de la nariz mientras leía algo en un sujetapapeles en
su mano.
Golpeando con sus nudillos el marco de la puerta, Pick dijo—: Oye, Murph.
¿Tienes un minuto?
El hombre viejo alzó la mirada y sus espesas cejas color gris se arquearon en
sorpresa. —¡Hola! Si no es Patrick. Entra, chico. Siempre tengo un minuto para ti.
Pick se metió lo suficiente para darme espacio con él. Después de echarme
un vistazo, se volteó hacia su antiguo jefe. —¿Has sido dueño de este lugar por
mucho tiempo, verdad?
—Cuarenta años el próximo verano, ¿por qué lo preguntas? ¿Quieres
comprármelo? Diablos, dame un precio decente y lo consideraré, ¿sí?
—Ahh. —Pick rió entre dientes y ondeó una mano—. No, estoy demasiado
ocupado con el club para juguetear con autos.
Una sonrisa cariñosa se extendió a lo largo del rostro de Murphy mientras él
se reclinaba en su asiento. —Si recuerdo bien, te encantaba juguetear con autos.
—Todavía me encanta, pero ahora solo con el mío. No quiero hacer un
negocio de ello.
—¿Entonces a qué has venido aquí si no quieres trabajar para mí de nuevo,
ni comprar mi parte, y puedes ocuparte de tus propios automóviles? —Me dio un
vistazo, y se reclinó más en su silla mientras me tomaba en cuenta—. ¿Quieres que
contrate a esta cosa de aquí? —Cuando su mirada aterrizó en mis manos, él bufó—:
No parece que haya tenido grasa bajo sus uñas ni un día en su vida.
—No, él... —Pick me echó un vistazo—. Este es mi hermano. Me ha estado
ayudando con una búsqueda, a encontrar a alguien, y aunque parezca mentira,
nuestra pista nos guió aquí a uno de tus empleados hace... veinticinco o veintiséis
años atrás.
Algo extraño destelló en el rostro de Murphy antes de que se sentara hacia
adelante, de repente interesado. —¿Oh?
—Sí. —Pick limpió las manos en sus muslos—. Todo lo que sé es que el
chico era conocido por el nombre de Chaz, y que fue asesinado aquí, o cerca de
aquí, posiblemente por un tiroteo desde un auto.
La mano de Murphy revoloteó hacia su boca mientras miraba fijamente a
Pick con una repentina intensidad. —Bueno, que me maldigan —murmuró él,
parpadeando como si las lágrimas estuvieran nublando sus ojos.
—¿Lo recuerdas? —preguntó Pick suavemente, pero dando un paso hacia
adelante con impaciencia porque era obvio que Murphy recordaba a Chaz.
Después de aclararse la garganta, respondió—: Chaz era el diminutivo de
Charles. Charles Edward Murphy... hijo.
Cuando Pick aspiró una respiración, lo miré, pero se hallaba ocupado
mirando fijamente a su antiguo jefe. —Quieres decir... ¿Estás diciendo que era tu
hijo?
Con un asentimiento, Murphy dijo—: Lo era, ¿por qué estás preguntando
sobre él?
Mi hermano se volvió hacia mí, y pensé que parecía demasiado atónito para
hablar, así que traté de sonreírle a Murphy. —Él, uh... bueno, acabamos de
descubrir que mi mamá, Polly Ruddick, también era la mamá de Pick.
—¡Dios mío! —graznó Murphy, incapaz de quitar sus ojos de Pick—. Pensé
que te parecías a él. El primer día que viniste aquí, buscando trabajo, podía ver
tanto de Chaz en tus ojos. Probablemente por eso te contraté sin una referencia a tu
nombre, pero yo... yo nunca habría soñado que eras ese bebé.
Pick suspiró antes de sacudir la cabeza y preguntar—: Así que sabías... eras
consiente que mi madre estaba embarazada de...
Él terminó cuando Murphy asintió. —Por supuesto. Ellos convivían juntos,
viviendo en mi cochera durante el embarazo. Ella entraría a la cocina cada mañana,
y yo le daría de comer un desayuno abundante así crecerías bien y fuerte.
―¿Supiste‖que‖me‖dio‖a‖luz‖el‖mismo‖día<?
—Sí —dijo Murphy con un asentimiento conmovido—. Me llevó un par de
días, después del funeral, antes de que fuera a verte. Polly ya se había ido para
entonces, pero ellos me dejaron mirarte a través de una ventana.
—Y tú no... —Pick sacudió la cabeza, sus ojos vidriosos con conmoción—.
¿No trataste de conseguir mi custodia?
La culpa arrugó los ojos de Murphy antes de apartar la vista. —Mierda,
Pick. Acababa de perder a mi hijo. Mi esposa se había ido por años. Trataba de
dirigir mi propio negocio yo solo; no había forma de que estuviera equipado para
cuidar de un niño.
Murphy y yo observamos como la desolación iluminó los rasgos de Pick.
Pero tragó ruidosamente y asintió. —Entiendo, Murphy. Habría sido duro.
Como si se diera cuenta del error que había cometido, el rostro de Murphy
tomó una expresión de súplica. —Ellos me dijeron que encontrarían un hogar de
acogida muy bueno para ti, personas que habían sido entrenados en cómo cuidar
de un bebé. Pensé... supe que sería lo mejor para ti. —Una sonrisa vacilante
iluminó su rostro—. Y diablos, mírate ahora. Saliste perfectamente.
Con otro asentimiento, Pick murmuró—: Sí, perfectamente.
Pateé una mancha en el piso, casi mordiéndome la lengua por la mitad,
porque quería decirle tanto a Murphy que Pick no había estado bien... no por
muchos, muchos años. Pero asumí que si Pick habría querido que lo sepa, le habría
dicho algo. No era mi lugar.
—Si te sirve de consuelo —siguió Murphy—, tu mamá te amaba con
desesperación.
Levanté la vista y vi la cariñosa sonrisa en el rostro del hombre mayor
mientras él asentía hacia Pick. —Era joven, mierda, ambos eran demasiado jóvenes,
pero ella en particular. Y aun así... nada de eso importaba. Ella hablaba y soñaba y
preveía el día que ibas a llegar. Habría sido una mamá malditamente buena para ti
si Chaz no hubiese... —Después de aclararse la garganta, Murphy siguió—. Iban a
llamarte Dugger.
—¿Dugger? —murmuró Pick, mirándome con una leve mueca de dolor—.
Dugger Murphy.
—Lindo. —Le mostré dos pulgares hacia arriba, absteniéndome de decirle
como me había llamado en realidad nuestra madre.
Pick me sacó el dedo antes de voltearse de nuevo hacia su abuelo.
Incluso mientras reía entre dientes, traté de no dejar entrar la amarga
envidia, pero esta se movió dentro de mí, de todas formas.
Quería tanto decirle a Pick lo grandioso que era que nuestra madre lo
hubiese amado. Porque ella nunca me había amado. Me odiaba, y me lo decía a
menudo. Se quejaba de lo mucho que había deseado que yo hubiese muerto, cómo
le guardaba rencor a Miller Hart por hacerla mantenerme, cómo quería de vuelta a
su verdadero bebé. Siempre supe que ella amaba a Pick y a mí no, pero escuchar de
nuevo ese hecho solo profundizó más el dolor.
—Creo que hemos terminado aquí —dijo Pick, dándole un golpecito a mi
codo para llamar mi atención. Luego asintió estoicamente hacia su anterior jefe...
su abuelo—. Murphy, gracias por tu información. Voy a... solo voy a reflexionar
sobre esto por algún tiempo, entonces estaré de vuelta para ponerme al día con
las... cosas, si eso está bien contigo.
Murphy asintió de inmediato, y una sonrisa iluminó su rostro. —Me
gustaría eso, gracias.
Mientras Pick se daba la vuelta y se alejaba a zancadas, necesitando espacio,
o pensar, o lo que sea, su abuelo me dio un vistazo. Después de un largo parpadeo,
dijo—: Ahora tú... tú tienes los ojos de tu madre.
Entonces él sonrió cariñosamente como si eso fuera algo de lo que debería
haber estado orgulloso.
Asentí, crispando los labios para hacerle creer que sonreía, pero todo lo que
podía recordar era cuanto había odiado Polly el hecho que heredé sus ojos. Casi
tanto como me había odiado a mí.
Traducido por Zara1789 & Sandry
Corregido por Itxi

Cuando Pick volvió a casa, seguía sintiéndome cobarde e inseguro. Si esto


era la madurez, entonces iba a actuar como tal y simplemente llamaría a Remy.
Además, quería matar zombis con mi amigo de nuevo.
Pero tan pronto como saqué mi teléfono del bolsillo, sonó. Cuando vi Sticks
en la pantalla, sonreí.
—Oye, perdedor —contesté, aliviado de hablar con él de nuevo—. Estaba a
punto de llamarte.
—¿Sí?
Parecía tan sorprendido, que me hizo reír.
—Infiernos, sí. No tengo que ir a trabajar hasta las cinco de esta tarde, así
que me preguntaba si estarías dispuesto a jugar a Call of Duty.
—Por supuesto. En realidad iba a ver si te encontrabas por los alrededores
porque< tengo algo para ti.
Asentí y moví la mano, a pesar de que no me podía ver a través del teléfono.
—Bueno, pues trae tu culo aquí, hombre.
Diez minutos más tarde, alguien llamó a mi puerta, y uno pensaría que
esperaba la visita de una dama caliente, ya que me hallaba demasiado ansioso por
contestar. Pero no me importaba, y tan pronto como la abrí, esa bola de alivio se
acomodó en mi interior.
—Esto es para ti. —Sticks me tendió una bolsita de papel marrón tan pronto
como entramos en mi apartamento. Cuando arqueé una ceja, curioso, agitó la bolsa
con impaciencia—. Bueno vamos, tómala. No es venenosa, lo juro.
Tomé la bolsa y desplegué la parte superior para poder mirar dentro.
—¿Qué demonios? —Miré con incredulidad y boquiabierto la nueva caja de
condones que tenía escritas con un grueso marcador negro a lo largo del lateral las
palabras ‚Úsame, por favor‛.
—Y me acordé de comprar de los que no son de látex.
Remy sonaba demasiado orgulloso de sí mismo, por lo que le lancé una
mirada incrédula de reojo.
Suspiró como si le disgustara que no estuviera feliz. —Esto demuestra que
no tengo ningún problema con que salgas y tengas sexo con quien sea<
—Pero no con tu prima —tuve que añadir, tratando de no sonar amargado y
esperando que no hubiera metido la pata, empeorando las cosas entre nosotros.
Pero tenía algo de esperanza de que no le molestara que persiga a Elisa después de
todo.
No fue así. Claro.
Frunció el ceño un segundo antes de encogerse de hombros. —Sí. Ella no.
Quería estar deprimido, gruñir y discutir, pero< este era Sticks dándome
una ofrenda de paz. Método extraño, pero quería hacer las paces, así que la acepté.
—Bueno< gracias, creo —le dije, lanzando la caja a mi cama—. ¿Así que,
quieres matar zombis ahora?
Sus hombros se relajaron y una sonrisa de alivio se deslizó por su rostro.
—Por supuesto.

—Así que< Dugger Murphy, ¿eh? Sí, no veo a Pick con ese nombre.
Mientras le di mis controles en un descanso para agarrar mi botella de
cerveza y tomar un par de tragos, Remy remató la pequeña invasión de enemigos
acercándose a nosotros.
Maldita sea, era muy bueno en este juego.
—Lo sé. —Dejé el vaso para constatar que entraba en un edificio cercano con
las armas desenfundadas.
Con un resoplido, me sonrió—: Dios, tu mamá tuvo un gusto asqueroso en
los nombres.
Le disparé a un chico en la cabeza que estaba a punto de eliminarlo.
—Mierda, no lo vi. —Remy apretó los dientes con frustración—. Gracias.
Su gratitud llegó a regañadientes. Esto me mostró cuán competitivo era y lo
mucho que odiaba perderse algo o pedir ayuda.
Actué displicente al respecto. —Ajá. —Pero aun así me sacó el dedo medio y
tuve que reír.
—Por lo tanto, ese tipo que posee el taller y para el que Pick trabajaba,
¿acabó siendo su abuelo paterno? Eso es una jodida locura.
—Sí, tan loco como el descubrir que mi jefe era mi hermano. —No mencioné
que tenía celos de que Pick hubiera terminado por descubrir un nuevo miembro de
la familia que no lo odiaba, ni estaba resentido contra él, o simplemente no le
importa una mierda acerca de su vida. Pero luego recordé que encontré un nuevo
miembro familiar además de Pick, ¿no? Así que técnicamente ya no perdía por
goleada en ese sentido.
—Oye, sigo olvidándome de preguntarte. ¿Vas a ser el DJ en la recepción de
su boda? Va ser en el Forbidden el próximo domingo.
—¿El próximo domingo? ¿Te refieres al próximo domingo que es en ocho
días?
—Sí. Pensé que Eva era de las que quería una planificación interminable,
pero parece que ya están listos y no quieren perder el tiempo. Así que, ¿qué me
dices acerca de la música? Eres la única otra persona en la que confío con el sistema
de sonido.
—¿Lo soy? —La voz quebrada de Remy me dijo que se sentía honrado por
mi anuncio. Después de aclarar su garganta, sonó mucho menos emocional y más
indiferente—. Bien, seguro. No hay problema. ¿Cómo lo está llevando Pick?
—¿Los planes de la boda? —Le envié un breve ceño fruncido—. Como si lo
supiera. —O me importara.
—No —resopló y agitó una mano—. ¿Cómo está, ya sabes, lidiando con la
conmoción de enterarse tanto en un día? Conoció a su tío, luego, su abuelo. ¿Cómo
le va con eso?
Le envié otra extraña mirada. —Ni idea. Parecía estar bien. ¿Por qué?
—Oh, Jesús. —Remy puso los ojos en blanco—. Hombres hetero. Lo juro.
Siempre demasiado asustados de hablar acerca de sus sentimientos.
Ahora me encontraba perplejo. —¿Qué demonios se supone que debo
preguntarle?
—No sé —suspiró como si me diera por perdido—. Pregúntale si está bien,
tal‖vez.‖Si‖quiere‖hablar‖de‖ello.‖Si<
—Estoy seguro de que Eva se hará cargo de todo eso. No me necesita para
darle un abrazo o una palmadita en la espalda.
Por el rabillo del ojo, vi a Remy mirándome. —¿Y qué hay de ti?
¿Eh? —¿Qué hay de mí?
—No tienes una Eva con la que hablar o que te abrace.
Le envié una mirada incrédula. —Sí, no soy yo el que conoció a mi abuelo
hoy. —Con esto solo obtuve una confirmación de lo mucho que mi madre me
despreció de verdad.
—Sí, pero tuviste que hacer frente a tu tío de nuevo después de no verlo
por< ¿cuánto tiempo? Y pasaste toda la mañana con Pick, cuando hace un mes, te
cagabas de miedo ante la idea.
—Cristo —gemí—. Te cuento demasiado. —Cuando solo sonrió, puse los
ojos en blanco—. Mi tío sigue siendo completamente imparcial sobre cualquier
cosa que haga con mi vida, y Pick< No sé, estoy asimilando la idea de que es mi
hermano.
—¿En serio? —Eso pareció complacer a Remy—. Eso es genial.
—Sí, desde que me dijo que había investigado ya a Polly en internet y sabía
lo que le pasó con mi papá, no he estado tan asustado.
—Hablando de tu papá<
—No. —Poniendo la mano en alto en su dirección para cortarlo, suspiré—.
No he vuelto a verlo desde el encontronazo en el bar.
Remy estuvo en silencio un momento antes de decir—: Sigo pensando que
te está siguiendo. Que te vigila.
Por supuesto que sí. —Y te dije que no puede importarme menos si es así. —
Lo cual dudaba mucho—. Mientras siga lejos y no tenga que enfrentarme a él, todo
está bien.
—Pero y si‖él<
—Sticks. —Le envié una mirada penetrante—. No estoy preocupado por él.
No tiene ninguna razón para venir a por mí. Desde el momento en que se dio
cuenta de que no podía ayudarle con la droga y que no iba a darle ningún apoyo
financiero, probablemente olvidó que existía. Y me parece bien. Adiós y hasta
nunca.
—Bueno, voy a estar paranoico y a mantenerme alerta.
Negué con la cabeza, a pesar de que se sentía bastante bien que alguien
estuviera tan preocupado por mi bienestar. —Haz lo que quieras. Por la presente y
desde ahora, te hago mi guardaespaldas oficial.
Cuando hice una señal de cruz en su dirección, resopló. —¿Una señal de
cruz? ¿De verdad? ¿Qué demonios fue eso?
Me reí. —Ni idea. Me parecía apropiado.
Se rió. —Hombre, eres tan raro.
La forma en que negó con la cabeza como si estuviera perplejo por mis
rarezas me hizo reír, también. Me hallaba a punto de burlarme y decirle que él era
el idiota con un gran enamoramiento por mí, pero no sé, decidí seguir la corriente.
—¿Crees que soy raro? Bueno, ¿sabías que< —Recordando algo que leí en
internet anoche, cuando fui incapaz de dormir porque había estado preocupado
por mi amistad con él, le dije—: cuando se castraba a un niño para hacerlo cantar,
la‖falta‖de‖testosterona‖en‖su‖cuerpo‖hacía‖que‖sus<?
—Articulaciones óseas no fueran tan duras, crecían más y tenían más
capacidad torácica para cantar y una capacidad pulmonar más fuerte. Sí, en
realidad ya lo sabía.
Mi boca se abrió en estado de shock. Pero, maldita sea, ¿cómo sabía eso?
Parpadeé; no sabía si me encontraba impresionado o irritado de que me hubiera
puesto‖en‖evidencia< otra vez.
Antes de que pudiera decidir, sonó mi teléfono.
Tiré mis controles a un lado para alcanzarlo, porque una vez más, Remy
limpiaba la casa sin mi ayuda. —Es Pick —dije, frunciendo el ceño, y me pregunté
qué le pasaba. ¿En serio necesitamos hablar acerca de los sentimientos y ese tipo de
cosas? No tenía ni idea de cómo hacerlo, pero por Pick, supuse que lo intentaría—.
¿Qué pasa? —pregunté en respuesta.
—Hombre —Pick dejó escapar un largo suspiro—, Jesús, Asher. Nunca vas
a creer esto, pero acabo de recibir una llamada de Reese. La madre de Mason
murió como< hace una hora.
—¿Qué? —Me senté con la espalda recta en el sofá—. Eso es una locura.
¿Qué pasó?
—No lo sé. No me dio detalles. Pero dijo que Mason estaba muy alterado.
Acaban de recoger a su hermana pequeña Sarah y ella no lo está tomando muy
bien. Nos dirigimos hacia allí ahora. —Hizo una pausa y luego añadió—: ¿Nos
vemos allí?
—Uh< seguro. Sí. Estaré allí tan pronto como sea posible. —Después de
colgar, continué mirando el teléfono mientras murmuraba—: Mierda.
Remy detuvo el juego y se sentó, con preocupación en su rostro. —¿Qué está
pasando?
—Mi amigo Mason<
—¿El del bar? Sí. —Asintiendo, agitó una mano, instándome a continuar—.
¿Qué hay con él? ¿Está bien?
—No. Quiero decir, sí, lo está. Pero su mamá< mierda, supongo que ella
acaba de morir.
—Guau. —Sticks se echó hacia atrás, parpadeando—. ¿Qué pasó? ¿Un
accidente automovilístico?
—Ni idea. Pick no lo sabía y Reese no se lo dijo cuándo llamó. —Me puse de
pie, sintiéndome desorientado mientras miraba ciegamente por la habitación—.
Debo ir. Para darle mis condolencias y, no sé, mierda... solo tenderles la mano por
si necesitan algo, supongo.
Debí haberme movido, pues una ola de mareo me asaltó. Todo lo que podía
ver era los ojos muertos de mi propia madre, mirando sin ver nada. ¿Qué pasa si la
hermanita de Mason vio morir a su madre?
—Oye. ¿Estás bien? —Remy agarró mi brazo, devolviéndome a la tierra, al
presente.
—Sí. Bien —murmuré—. Solo recordando mierda del pasado. Pick dijo que
la hermana de Mason, Sarah estaba bastante alterada. No pude evitar preguntarme
si ella se hallaba allí. Si lo vio todo.
La mirada audaz de Remy se clavó en mí. —¿Qué viste tú —murmuró en
voz baja—, cuando tu madre murió?
Sorbí por la nariz y sacudí la cabeza. —Todo —respondí sin realmente
querer. Pero Sticks tenía una forma de sonsacarme las cosas con una simple
mirada.
—Eso debe haber sido una mierda. ¿Alguna vez hablaste con alguien sobre
esto?
Le eché un vistazo. —Sí. Por supuesto. Tuve que repetir mi versión de los
hechos alrededor de veinte veces a la policía, a los abogados y a los jueces.
—No, quiero decir, con un psiquiatra. Ayuda emocional.
Con un bufido, le envié una mirada como diciendo ‚¿en serio?‛. —¿Crees
que mi tío estaba dispuesto a desembolsar dinero extra para algo como eso? Sí,
piénsalo otra vez.
Stan pensó que cumplió con su deber al dejarme vivir en su remolque. No se
esforzó más allá de esto, salvo para preguntar de vez en cuando si necesitaba
dinero para comprar mis cosas personales.
—Deberías haber recibido un poco de ayuda inmediatamente después de
que‖ocurriera.‖No‖es‖bueno‖para<
—Sticks. —Levanté una mano para que se callara—. Ocurrió hace años.
Creo que lo superé. Y sé que te gustaría que me abrirse y compartiese todos mis
sentimientos y esa mierda contigo, pero ahora voy a ir a ver a mi amigo y estar allí
para él.
Excepto que eché un vistazo alrededor de la habitación, sintiéndome muy
perdido y sin saber qué hacer a continuación hasta que Remy agarró mi brazo.
—Te llevaré —dijo en voz baja.
Solté un suspiro, sintiéndome patético porque lo necesitaba. Las noticias de
Pick me afectaron profundamente. Eso me sorprendió. Así que asentí ante la oferta
de mi amigo y murmuré—: De acuerdo. Gracias.
Sin darle mucha importancia a mi admisión de que en verdad lo necesitaba,
agarró sus llaves, la cartera, y el teléfono de la mesa del café e hizo un gesto hacia
la puerta. Con mi cabeza todavía hecha un lío, seguí sus indicaciones sin dudarlo.
Pero tan pronto como me abrió la puerta, dijo entre dientes—: Mierda.
Comida. Necesitamos comida.
Miré hacia atrás, frunciendo el ceño. —¿Eh?
—Ya sabes. —Chasqueó los dedos y agitó la mano—. Cuando muere un ser
querido de alguien, llevas comida, como guisos y esa mierda.
Arqueé una ceja. —Eres tonto si piensas que sé cómo cocinar un guiso.
Remy se rió. —No tiene por qué ser un guiso. Solo<‖cualquier cosa. Algo
útil. —Entonces se iluminó—. Cuando murió la madre de Big T, todas las personas
trajeron diferentes comidas, pero solo ese tipo viejo, Jorge, trajo platos de papel,
servilletas y utensilios de plástico, ese tipo de cosas. Era lo más utilizado de lo que
se trajo. Y siempre me dije, ya que no puedo cocinar, eso es lo que haría si alguna
vez visito a un miembro familiar de alguien que murió.
Solté un suspiro. —De acuerdo. Vamos a pasar por la tienda para recoger
algunos platos de papel y esas cosas por el camino.

Media hora más tarde, llamamos a la puerta de Reese y Mason. Respondió


Eva, y su rostro se iluminó cuando me vio.
—Asher. —Me jaló en un fuerte abrazo, murmurándome al oído lo mucho
que iba a significar para Mason y Reese que hubiera venido. Entonces se dio cuenta
del tipo detrás de mí—. ¡Oh! Hola. —Le presenté a Remy, y él agitó un saludo
respetuoso antes de seguirnos por el pasillo hasta la cocina, donde Pick y Reese se
encontraban encima de un directorio telefónico, debatiendo sobre cual funeraria
contactar—. Miren a quien encontré en la puerta —anunció Eva.
Reese levantó la vista, y aunque su cara se encontraba roja e hinchada por
haber estado obviamente llorando, sonrió cuando me vio. —Asher. Muchas gracias
por haber venido. —Se extendió alrededor de la mesa hacia mí y me atrajo en un
abrazo.
Después, le pasé la bolsa de comestibles.
Se inclinó para mirar dentro y se iluminó. —¡Oh! Gracias. Ha sido muy
considerado. Esto nos vendrá más bien que cualquier otra cosa.
Miré hacia atrás a Remy, listo para darle el crédito, pero me dio un codazo y
susurró—: Tu frase es de nada. —Así que obedientemente me volví hacia Reese y
me encogí de hombros.
—De nada. Así que<
No sabía qué preguntar. Pero Reese se inclinó murmurando en voz baja—:
Ella tuvo una sobredosis.
La sorpresa se extendió a través de mí. —¿La madre de Mason? Mierda. No
era‖consciente‖de‖que<
—No lo era. De verdad, no. Supongo que tuvo algún problema con la
prescripción de píldoras hace mucho tiempo. Ella solía robar algunas medicinas de
Sarah‖para‖lidiar‖con<‖bueno,‖la‖vida, supongo. Pero lo dejó mucho antes de que
yo apareciera. Mason ni siquiera me dijo nada al respecto hasta después de que nos
hubiéramos mudado aquí desde Florida. Pero supongo que, últimamente, en estos
últimos meses< se convirtió en un problema de nuevo. —Negó con la cabeza
mientras lágrimas llenaron sus ojos—. Sarah es quien la encontró. Después de que
nos llamara, no ha dicho ni una palabra.
—Mierda —murmuré, lamentándolo por la pobre hermana de Mason.
—Y Mason< Dios mío. —Más lágrimas llenaron los ojos de Reese—. Ha
estado ocupado con el teléfono, llamando a los abogados y trabajadores sociales,
empeñado en asegurarnos de que podamos conseguir la custodia de Sarah y no se
ha parado a pensar en lo que sucedió. No creo que él quiera pensar en ello.
No le culpaba. Antes de que pudiera decir algo, ofrecer ayuda, cualquier
cosa que fuera necesario, dos niñitos entraron en la habitación. —Mamá, papá —
exclamaron, yendo hacia sus padres.
Mirando a los que supuse que eran mis sobrinos ahora corriendo hacia Eva
y Pick buscando atención, sacudí la cabeza. Eran tan malditamente lindos, y tenían
mucha suerte de tener dos padres que se preocupaban, que no tuvieran sobredosis
y que no los abandonaban, que simplemente<‖los amaban.
Desde el pasillo, aparecieron más personas: Noel y su familia, y Quinn y
Zoey, portando un bebé súper pequeño.
Mientras Reese se estiró para arrebatarle al bebé de los brazos de Zoey,
diciendo que necesitaba una dosis de ternura en este momento, Brandt miró
alrededor de la cocina de repente estrecha y preguntó—: Sarah está aquí, ¿verdad?
El dolor nubló el rostro de Reese mientras mecía al bebé. —Sí, pero lo siento,
Brandt. —Negó con la cabeza—. Ahora no le habla a nadie. Mason ni siquiera
puede conseguir que le responda a él. Se encuentra muy mal.
La determinación brilló en los ojos de Brandt. —¿Puedo ir a verla de todos
modos? —Tenía la sensación de que habría encontrado una manera, incluso si
Reese le negaba el acceso.
Pero asintió. —Claro. Está acostada en mi habitación.
Se fue y unas silenciosas voces respetuosas llenaron la cocina mientras
Aspen y Quinn entregaban platos de comida a Eva, que guardó en el refrigerador.
Cuando Mason entró en la habitación, con aspecto pálido, agotado, y un poco
conmocionado, las chicas se reunieron en torno a él para una ronda de abrazos,
mientras que nosotros los chicos nos quedamos de pie detrás, dándole uno de esos
asentimientos de ‚lo siento‛ por la pérdida.
Julian y Skylar siguieron tratando de gritar y correr alrededor de la cocina,
así que Pick los reunió en sus brazos, anunciando—: Yo puedo llevarlos a casa.
Campanita< sigue adelante y quédate aquí todo el tiempo que necesites, estate
con tus primos. Y llama cuando estés lista para volver a casa.
Estuve a punto de hablar, y ofrecerme a llevarla a su casa para que no
tuviera que volver, pensando que Remy tenía un coche para llevar a Eva, pero
luego mi amigo levantó la mano. —Eh, oye. Puedo vigilarlos. No hay problema. Si
tienen una habitación extra aquí podría pasar un tiempo con ellos, y todos pueden
quedarse.
Reese le puso la mano en el brazo. —Muchas gracias, Sticks. —Luego miró
en mi dirección—. ¿Podrías mostrarle donde está la oficina? Hay DVDs infantiles y
juguetes allí para mantener ocupados a los niños.
Asentí y ayudé a Remy a reunir a los pequeños bárbaros de Pick y Eva.
Nos dirigimos por otro pasillo, pero al pasar la habitación de Mason y de
Reese, la voz de Brandt me hizo detenerme en la puerta entreabierta y mirar en el
interior.
—Vas a estar bien —murmuró el chico mientras yacía acurrucado detrás de
Sarah en la cama y le acariciaba el pelo—. Vivir con tu hermano mayor no es tan
malo. En realidad para mí ha sido mejor desde que lo he hecho. Ya verás.
Sarah le agarró de la camisa en el hombro y lo apretó con fuerza. —Por
favor< no< me dejes.
—No voy a ninguna parte —le aseguró Brandt—. Me voy a quedar aquí
contigo.
Detrás de mí, Remy me dio un codazo, señalándome que escuchaba una
conversación privada, pero tan pronto como llegamos a la oficina de Mason y de
Reese, él sonrió y dijo—: Bueno, eso fue lo más dulce que he jamás visto. Creo que
me enamoré de ese chico.
Sonreí y sacudí la cabeza. —Sí, Brandt es una buena semilla. —Luego miré
alrededor de la habitación que obviamente fue creada para entretener a Julian y a
Skylar. Los dos niñitos de inmediato buscaron sus juguetes y empezaron a jugar—.
¿Seguro que no te molesta vigilarlos?
—Crecí siendo niñero de mis primos más jóvenes. Lo tengo controlado. —
Me dio un codazo hacia la puerta—. Ahora ve a estar con tus amigos.
Asentí y empecé a alejarme. —Gracias, Rem. Eres un verdadero amigo.
Traducido por Nika Trece & Sofía Belikov
Corregido por Julie

Así que me quedé con los pequeños Julian y Skylar. Ninguno de ellos vio la
película que puse; solo jugaron un poco a mi alrededor, ocasionalmente escalaron
sobre mis piernas para ir de un lado de mí al otro. A veces una escena ruidosa o
particularmente activa atraparía su atención, pero sobre todo, era la única pegada a
la trama real.
Para el momento en que pasaban los créditos finales, ellos se encontraban
inconscientes por el sueño, cada uno descansando su cabeza en uno de mis muslos
mientras las lágrimas corrían por mi cara, algunas dentro de mi máscara, algunas
filtrándose por la parte exterior.
—Oh, Dios —sollocé, fregando mis mejillas con el dorso de los dedos—.
Esta mierda es triste.
—Oye, Rem. —Asher apareció en la puerta, agarrando el lado del marco
para poder girar el torso hacia el dormitorio—. ¿Estás listo para irnos? Tengo que
ir a trabajar. Aspen dijo que se haría cargo de vigilar a Skylar‖ y‖ Ju<‖ —Pero al
verme, se detuvo en seco, y parpadeó—. ¿Estás llorando?
—Es jodidamente triste —casi grité, haciendo que Julian se revuelva en
sueños, así que tuve que acariciar su pelo rizado para calmarlo de nuevo—. Quiero
decir, ¿qué demonios? Es una película de Disney; pensé que todas las películas de
Disney tenían finales felices.
Rió. El hijo de puta en realidad se rió de mi angustia. —¿Cuál es? —Soltó la
puerta para entrar en la habitación y poder ver la pantalla.
—Campanita y la leyenda de la Bestia, o algo así. No puedo recordar. Él nunca
va a volver a verla. —Hice un gesto a una imagen de la bestia, que cruzó la
pantalla—. Y esa hada Fawn, ella lo ama. Deben llegar a estar juntos. Esto solo... es
tan malo.
Y Dios, era tan bueno.
Asher se deslumbró viendo los créditos. Por último, preguntó—: ¿Qué
canción es esa?
—Es‖‚1.000‖Years‛‖por‖KT‖Tunstall‖y‖Bleu.‖¿Nunca‖la‖has‖oído?‖
—No —murmuró, con su mirada pegada a la pantalla—, pero me gusta.
Fue perfecta para esta película. Dios, esta triste, hermosa e increíble película.
Moviendo suavemente a los bebés en mi regazo y cambiándolos para que
descansen sobre las mantas cercanas, acaricié sus preciosas cabecitas, entonces me
puse de pie. Mi espalda estaba tiesa y me dolían las piernas de estar sentada en el
suelo durante mucho tiempo, así que las estiré y sacudí el polvo de mi trasero.
—¿Dijiste que debías irte? —le pregunté a Asher.
—¿Eh? —Echó un vistazo a la película y me miró parpadeando antes de
sacudir la cabeza para despejarse—. Oh sí. Es sábado, noche de karaoke. Así que
tengo que llegar temprano. Será mejor que nos vayamos. —Luego sonrió hacia los
niños—. Supongo que terminaron gustándote. Gracias de nuevo por vigilarlos.
Mason y Reese realmente necesitaban a Pick y Eva.
—No hay problema. Son buenos chicos... y lindos como aterrorizadores. —
Lo seguí desde la sala, donde el resto del apartamento estaba mucho más tranquilo
de lo que había estado la habitación con los niños y la reproducción de la película.

Aunque me encantaba mi sitio en Non-Castrato, siempre tener que vestirme


como Sticks, el baterista varón, me agotaba. Yo realmente echaba de menos ser una
chica. Quiero decir, todavía podía ser yo cuando estaba en casa, y cuando tenía que
ir a trabajar a Castañeda, pero parecía que aparte de eso, me hallaba atrapada en
mi máscara y obligada a actuar como hombre casi todo el día.
Lo sé, lo sé. ¿Por qué diablos me quejaba? Había metido a mi propio maldito
ser en esta situación. Hice mi cama, y así sucesivamente.
No significaba sin embargo que no tenía remordimientos. Todavía habría
probado como un hombre si tuviera que hacerlo todo de nuevo. Me encantó poder
tocar con la banda. Y me encantaba esta oportunidad de conocer a Asher. El
veredicto seguía en Gally y Heath. Heath podría estar bien, pero era difícil de
decir. Gally, me temía, era un imbécil irremediable.
Sin embargo tendré que confesarme a ellos cuanto antes.
Ahora, me preocupaba demasiado destruir todo si exponía mi verdadera
identidad. Esto definitivamente molestaría a Asher. Y haría cualquier cosa para no
molestar a Asher, aún continuar vistiéndome como Sticks.
Nunca había sido la chica más femenina en el planeta, pero tres noches
después de cuidar a los niños de Pick y Eva mientras Asher los ayudó a consolar a
Mason y Reese, sentí la necesidad de complacer mi lado femenino. Tomé un largo
baño de burbujas, me di un facial de aguacate, dejé dos rodajas de pepino sobre los
ojos y no me moví del agua hasta que todos los dedos de mis manos y pies
estuvieron arrugados e incoloros.
Después de eso, di un paseo descalza por el apartamento en una bata de tela
difusa con una toalla en mi cabeza mientras asaltaba la cocina en busca de helado,
chocolate y una taza de té de calabaza con especias.
Una mini pedicura siguió junto con pintura de uñas y luego pinzas de cejas.
Para el momento en que había terminado con todo eso, me sentía renovada y lista
para conquistar el mundo de nuevo.
No pensaba salir, pero me puse uno de mis vestidos negro preferido y
arreglé mi cara y pelo, solo porque podía, antes de regresar a la cocina para, uf...
lavar los platos.
Pasó un par de días y se habían amontonado. Lo que era peor, la plancha de
hacer gofres que no había usado durante más de una semana seguía asentada en el
mostrador, a la espera de ser limpiada. Estaba segura que tanto Jodi como yo
habíamos hecho una ronda de platos cada una, desde que usamos la maldita
plancha de gofres. Pero como era un dolor en el culo para lavar, las dos la dejamos
de lado.
Le entrecerré los ojos, preguntándome si sería un error simplemente
lanzarla y comprar otra. Era una especie de marca barata. Podría comprar algo
bonito y de auto-limpieza. ¿Acaso las gofreras vienen en marcas de auto-limpieza?
Bueno, deberían.
Qué asco, está bien. Limpiaría la estúpida cosa.
Tenía el jabón y cada posible estropajo en la mano, trabajando en ello,
cuando escuché a Jodi entrar a casa temprano de su clase de los martes por la
noche. Grité a modo de saludo y volví a la plancha de gofres mientras cantaba
‚Anaconda‛.‖Balanceaba‖mis‖caderas‖y‖trasero‖mientras‖rapeaba‖la‖parte‖de‖Nicki‖
Minaj, porque infiernos, ¿no es eso lo que se supone que haces cuando te metes con
Nicki?
Acababa de llegar al verso cuando alguien se rió detrás de mí. Aullando de
sorpresa, me di la vuelta, la espuma aferrándose en mis manos se lanzó por todas
partes.
—Oh, Dios mío, lo siento mucho. No era mi intención asustarte. —La chica
apoyada en el quicio de la puerta de la cocina y agarrando su estómago con un
brazo mientras continuaba riendo levantó una mano—. Acabo de oír el canto y
tenía que mirar.
Miré boquiabierta, parpadeando y sin poder creer lo que veía... porque la
conocía.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí? —le espeté, sacudiendo la cabeza en
confusión. Tan pronto como me di cuenta de lo grosera que había sonado, golpeé
con la mano mi boca—. Digo... lo siento. Es que... no me esperaba a nadie. Pensé
que‖mi‖compañera‖de‖cuarto‖acababa‖de‖llegar‖a‖casa‖y<
—¿Te refieres a Jodi? Oh, sí vino. —La rubia hizo un gesto con el pulgar por
encima del hombro, hacia el resto de la vivienda—. Tomo clases de Diseño Teatral
con ella, y cuando salimos temprano esta noche, decidimos ir a comer a algún
lugar, pero quería hacer una parada primero en su casa para cambiarse, por lo que
voilà. Es por eso que estoy aquí, esperándola. Soy Caroline, por cierto.
—Re<‖ —empecé a contestar automáticamente antes de detenerme a mí
misma, preguntándome si debería darle mi verdadero nombre. Ella era amiga de
Asher, casada con su compañero de trabajo. ¿Qué tan seguro era dejarla conocerme
como una chica? Entonces lo decidí. No tenía ganas de seguir mintiendo el resto de
la noche, así que sonreí y dije—: Remy.
Me devolvió la sonrisa, como si se complaciera con mi respuesta. Me
pregunté si sabía la verdad. Su marido sabía; pero ¿le había dicho?
—Así que ¿quieres ir a comer con nosotras? —preguntó, luciendo ansiosa
como si realmente quisiera que yo fuera.
—Uh... —Miré hacia los platos, que en realidad no quería terminar. Pero
pasar demasiado tiempo con la amiga de Asher podría dejarme atrapada en una
mentira que no quiero contar.
Antes de que pudiera lamentablemente declinar, sin embargo, Jodi irrumpió
en la cocina, diciendo—: ¡Sí! Por supuesto que sí. Siento que no te he visto en
mucho tiempo.‖Siempre‖est{s‖ocupada,‖pasando‖el‖tiempo‖con<
—Claro —embestí antes de que pudiera decir el nombre de Asher o el
nombre de su banda—. Voy a acompañarlas, si no te importa.
—No, en absoluto —respondió alegremente Caroline.
—Genial. —Mi sonrisa fue forzada y mi corazón latía con el estrés—.
Déjame que vaya a cambiarme en algo un poco más adecuado.
—Oh, infiernos no. —Jodi me agarró del brazo, deteniéndome—. Ha pasado
mucho tiempo desde que te he visto luciendo tan bien. Vas a quedarte con eso. —
Entonces arrugó las cejas en un gesto confuso—. En realidad, ¿por qué llevas eso
para lavar los platos?
Me sonrojé mientras me encogí de hombros. —Solo, ya sabes... a veces te
quieres sentir linda cuando estás trabajando como un burro en tareas domésticas.
Caroline se rió de mi respuesta. —Creo que me vas a gustar.
Le envié una sonrisita. Fenomenal. Tendría que mentir y engañar a la chica
toda la noche, pero ella me gustó. Nada más para que me sienta culpable.
No, en absoluto.
—Sabes, tu canto me recuerda a uno de mis amigos. Siempre canta para sí
mismo cuando está absorto en cosas como la limpieza.
—Hmm —murmuré, tratando de no actuar interesada en tal coincidencia
porque tenía la sensación de que sabía exactamente a qué amigo se refería—. Así
que, si no estoy autorizada a cambiarme, ¿deberíamos irnos ahora? —Supera ya esta
noche.

Al final terminó gustándome Caroline, a pesar de que traté de que no, así no
tendría que sentirme tan culpable por mi engaño. Pero era tan agradable y amable,
y me mantuvo al día en todo lo que discutían con Jodi. Una vez que llegamos al
restaurante y nos sentamos, pedí una piña colada en cuanto el camarero se acercó a
nuestra mesa antes de que incluso pudiera pedir solicitudes de bebidas.
¿Qué? Pasó demasiado tiempo desde que había sido capaz de disfrutar de
una.
Jodi se rió, mientras que Caroline solo me envió una mirada curiosa. Tan
pronto como el camarero se fue nuevamente, Jodi preguntó—: Extrañando la vida
de chica, ¿eh?
Le di un puntapié debajo de la mesa con la punta de mis zapatos de tacón
alto.
Pero Caroline ya hizo como el láser de un misil guiado por calor. —¿Vida de
chica?
Le hice un gesto con la mano y sacudí la cabeza como si fuera nada del otro
mundo, pero Jodi de inmediato comenzó a explicar—: Remy es la chica que he
estado vistiendo como un chico. —Le di otra patada bajo la mesa, pero ella siguió
hablando—. Ya sabes, ¿del proyecto sobre el que estoy haciendo mi tarea de plazo?
—Cuando la golpeé de nuevo, se volvió hacia mí con el ceño fruncido—. ¿Por qué
diablos sigues pateándome?
Mientras me miró, Caroline se echó a reír. —Creo que trata de hacer que te
calles, así no voy a averiguar quién es realmente —dijo a mi compañera de cuarto.
Con un gemido, me hundí bajo en mi silla. —Pero ya sabes —llegué a la
conclusión—. ¿Verdad?
Se echó a reír. —Sí. Lo descubrí un par de días después de tu primera
actuación en Forbidden cuando Jodi trajo una foto de Sticks a clase y explicó cómo
ayudó a transformarte para entrar en la banda de Asher.
—¡Dios mío, Jodi! —Lloré, boquiabierta—. ¿Se lo dijiste a una clase entera
llena de gente?
Mi compañera de cuarto hizo una mueca, dándose cuenta de que podría
haber estado mal. —Bueno, yo...
—Ella lo hizo totalmente —me informó Caroline alegremente.
—Genial —murmuré—. Ahora, lo saben tú, tu marido y un aula entera llena
de extraños.
—Espera —exigió Caroline—. ¿Oren sabe?
Al mismo tiempo Jodi se volvió hacia ella y graznó—: ¿Eres casada?
Negué con la cabeza, confundida. —¿Oren?
Caroline rodó sus ojos. —Bueno, no pensaste que su verdadero nombre era
Ten, ¿verdad?
—Uh, bueno, supongo que nunca pensé en ello.
—¿Cómo puedes estar casada? —embistió Jodi, boquiabierta a Caroline
como si nunca antes la había visto.
Rodé los ojos. —Jodi, conoces a su esposo. Diablos, coqueteaste con él y
trataste de meterte en sus pantalones en el bar hace un par de semanas.
—¿Coqueteaste con mi esposo? —jadeó Caroline, parpadeando hacia Jodi—.
Digo,‖no‖es‖que‖te‖culpe,‖pero,‖maldición<‖¿no‖que‖ya‖est{s‖acost{ndote‖con‖dos‖
miembros de la banda de Asher?
Debía haber sido mi turno para lucir completamente atónita. Me volteé
hacia Jodi. —¿Dos miembros?
—Oh, sí —dijo, sonriendo despreocupadamente, como si hubiera olvidado
mencionar tal detalle—. Fui a casa con el grande y barbudo el último fin de
semana, luego de que nos hubieras abandonado después de la presentación.
—Tú<‖ —Sacudí la cabeza, todavía sin comprenderlo. Entonces chillé—:
¿Heath? ¿Te acostaste con Heath?
—Sí, y, mmh, chica, déjame decirte algo: está bien dotado. Digo, es enorme.
Como, el más grande que he visto, no solo tenido, visto. Todavía camino raro
debido a esa noche. —Se inclinó hacia mí, meneando las cejas, antes de confesar
confidencialmente—: También le gusta por detrás, y me refiero a muy detrás, en
el<
—¡Oh! —solté, cubriéndome instantáneamente los oídos, sin querer saber
eso—. No puedo creerte. ¿Qué hay con Gally?
Jodi frunció el ceño, sin tener idea. —¿Quién?
—Gally —gruñí—. Galloway. Billy Galloway. El bajista en mi banda. Pensé
que te acostaste con él.
—Oh, cierto. —Suspiró con una sonrisa—. Sí, todavía tengo sexo con él. No
es tan grande, pero lo que le falta en tamaño, en definitiva le sobra con lo peculiar.
Los‖juguetes‖que‖tiene<‖Déjame‖decirte<
Me‖atraganté,‖un‖poco,‖porque‖en‖serio<‖no‖quería‖saber‖m{s‖información‖
de mis compañeros de banda. —Pero<
Me guiñó. —Parece que estoy pasando por toda tu banda, puta. Teniendo
en cuenta eso, debería seguir con Asher, ¿cierto?
Mi sorpresa se transformó inmediatamente en un ceño. —Sobre mi maldito
cadáver.
¡Maldita sea! Sabía que lo dijo para molestarme, y claro que caí en su
trampa.
Cuando Caroline se rió, me di cuenta de lo posesiva que soné por el pobre
Asher. —Digo,‖es‖solo‖que<
Jodi le dio un golpe en el codo a Caroline. —Creo que Remy se queja
demasiado. —Entonces me sonrió—. Sí que sientes algo por él.
Solté un resoplido. —Claro que no.
—Lo amas —se burló mi compañera—.‖Quieres‖tener‖a‖sus‖hijos.‖Tú<
—Ya déjalo —gruñí.
—Asher es un chico dulce y maravilloso —dijo Caroline, pensativa—.
Podrías haberte enamorado de alguien mucho peor.
Suspiré. Sí, ya lo sabía.
—Bueno, ya —anunció Jodi, levantando una mano en compromiso—. Me
abstendré de seducir al ardiente. Pero tengo que decírtelo, si viene conmigo, no me
haré responsable de sacudir su pequeño y caliente mundo.
—No lo hará —le aseguré, incluso aunque sabía que nunca haría lo que
decía. Diablos, fue ella la que me puso al tanto de los engaños de Fisher cuando él
fue a buscarla.
Pero‖en‖serio,‖Asher‖no‖iría‖con‖ella<‖¿no?
No. Él buscaba algo significativo. Jodi era alérgica a eso cuando se trataba
de hombres. Quería probarlos a todos, no asentarse. Le gustaba experimentar y ver
lo que había allí afuera.
—No puedo esperar para que conozca a tu verdadera yo —murmuró
Caroline antes de chupar la pajilla de su propia piña colada.
Me la quedé mirando como si estuviera demente, porque, en serio, tenía que
ser tonta para incluso sugerir que una idea así sería buena. —Sí, porque será tan
emocionante ver cómo reacciona a mi mes de decepción.
Se encogió de hombros. —No si se lo dices en el momento adecuado. Como
justo antes de que se vuelva a poner la ropa.
—Ves, te lo dije; necesitas follártelo —dijo Jodi.
Gemí mientras les fruncía el ceño a las dos mujeres al otro lado de la mesa.
—De ninguna manera —anuncié—. No voy a añadir eso a mi decepción. De seguro
me odiará cuando lo descubra.
—No lo sé —murmuró Caroline, sonriendo con picardía—. Un chico podría
perdonar‖un‖montón‖justo‖después‖de<
—Ni siquiera termines esa frase —le advertí—, porque no va a suceder. Fin
de la discusión. Hablemos de algo más.
Por lo que Caroline pasó al tema de la boda de Pick y Eva. —No puedo creer
que solo falten cinco días. Trataron de posponerla después de lo que le sucedió a la
madre de Mason el sábado, pero tanto él como Reese insistieron en que la hicieran
de igual manera.
—¿Cómo están Mason y su hermana? —pregunté.
La expresión de Caroline se arrugó con simpatía. —Todavía están bastante
molestos. Reese dice que Mason se culpa porque cree que debería haber sabido lo
que‖sucedía.‖Y‖Sarah<‖—Negó con la cabeza—. La única persona con la que habla
es Brandt. Por lo que ha estado pasando las últimas noches en su casa, así Brandt
puede hacer que coma y duerma. Tengo el mal presentimiento de que va a tomarle
un tiempo superarlo.
—Pobre chica. —Una vez vi a mi madre tener una sobredosis. Pero después
de llamar al tío Alonso, la llevamos al hospital justo a tiempo para bombearle el
estómago y salvarla. No sabía con seguridad cómo habría reaccionado si nunca se
hubiera recuperado.
Las tres hablamos hasta que tuve que ir al baño. Ya que podía, obligué a
Jodi y Caroline para que fueran conmigo, como un grupo. Se sentía bien. Mientras
entrábamos al baño, suspiré y acaricié la señal en la puerta.
—No puedo creer que en serio pueda usar el baño de damas de nuevo. ¿No
es agradable?
Jodi se rió en lo que hallaba un baño disponible y desaparecía dentro. —Lo
juro, nunca he oído a alguien sonar tan emocionado por ser capaz de usar el baño
de damas.
—Bueno, estoy cansada de tener que usar todo el tiempo el de hombres.
Esas cosas apestan. Se los digo, no es agradable. Lo juro, cada chico que usa el
mingitorio público aspira a fallar en‖el‖aseo‖en‖sí.‖Los‖pisos<‖Oh,‖Dios‖mío,‖chicas.‖
Los pisos son tóxicos.
Caroline se apretó el estómago mientras reía. —En serio vas a tener que
escribir una autobiografía cuando todo esto acabe. Mi Vida como Hombre. —Luego
sacó el teléfono de su cartera y se puso a escribirle a alguien.
Sonreí, preguntándome si le escribía a su esposo, hasta que las palabras
‚cuando‖todo‖esto‖acabe‛‖me‖golpearon.
Mierda, no podía hacer esto para siempre, ¿no?
Estaba viviendo mi sueño, tocando la batería para una banda en una gira
increíble, y lo hacía todo en un tiempo que no era mío. Una vez que la verdad
saliera a la luz, sería echada tan rápido que enloquecería. No existía forma de que
pudiera mantener esto en secreto para siempre.
Poniéndome seria, me tragué el pavor y observé a Caroline guardar su
teléfono antes de ponerse frente al espejo para comprobar su rostro.
Finalmente, entré a un baño e hice mi trabajo, pero cuando salí, ya no me
sentía tan animada. Pero fruncí el ceño cuando encontré todo el baño vacío.
—¿Chicas? —pregunté.
Tanto Caroline como Jodi habían desaparecido.
—Bueno, allí se fue toda la diversión de ir en grupo a hacer pis —murmuré
mientras me lavaba las manos y las secaba. Después de tirar las toallitas de papel,
me revisé en el espejo, alisé mi vestido, corregí el brillo en la esquina de mi labio y
salí del baño de damas.
Tenía toda la intención de ir directo a mi mesa, pero tan pronto como doblé
en la esquina del pasillo y entré a la parte principal del restaurante, mi mirada se
encontró con nadie más que Asher Hart.
Y se encontraba a solo tres metros, inclinándose contra la barra como si
estuviera esperando a que alguien tomara su orden.
Tan pronto como me vio, se enderezó, y pareció contener el aliento. —Hola
—murmuró con sorpresa.
Apreté la cartera contra mi estómago y lo miré con la boca abierta,
congelada en mis tacones altos. —Hola —fui capaz de responder al final.
Su mirada cayó de mis ojos mientras recorría mi vestido favorito, y luego las
piernas y tacos. En lo que su mirada retrocedía, me sentí desnuda.
—Elisa, ¿cierto? —dijo finalmente, después de follarnos con la mirada por
unos buenos diez segundos.
Asentí estúpidamente. Y luego, por alguna razón, dije su nombre.
Su rostro se iluminó al sonreír, y Dios mío, esa sonrisa me derritió las
hormonas. —Asher, sí —dijo—. Buena memoria.
No sabía qué decir ante eso, así que solo me quedé allí, incapaz de moverme
o apartar la mirada.
Entonces el barman nos interrumpió, trayéndole una bebida a Asher y
obligándolo a voltearse hacia él. —Gracias —le dijo al tipo en lo que le pagaba—.
Oye, no has visto a una rubia pequeña y linda, ¿no? Se suponía que iba a reunirme
con ella aquí.
Tragué mientras escuchaba al barman decirle que había visto demasiadas
rubias esa noche. Al mismo tiempo, mi corazón comenzó a acelerarse y juraba que
mis ojos se humedecieron.
Pero, mierda, diablos, y maldita sea. ¿Iba a reunirse con una mujer aquí?
Se encontraba en una maldita cita.
Comencé a apartarme, pero Asher se volteó de golpe hacia mí. Abrió la boca
para hablar, con expresión arrepentida y anhelante en su rostro diciéndome que
preferiría estar aquí conmigo que con su rubia de plástico. Me detuve, más que
atrapada en el deseo de sus ojos verdes.
Entonces suspiró, sacudió la cabeza, y dijo respetuosamente—: Buenas
noches.
Mis hombros se hundieron con decepción. Pero en serio, ¿qué esperaba que
hiciera? ¿Que se olvidara de todas las mujeres en el planeta y me deseara solo a
mí?
Era una idiota.
Además, mi versión hombre le hizo prometer que dejara a mi versión mujer
sola. Respetaba los deseos de su amigo al retroceder.
Murmurándole una despedida, incliné la cabeza y comencé a marcharme,
excepto que desde que no veía a dónde iba, choqué contra un tipo que lucía como
si se estuviera dirigiendo a los baños.
—Disculpa —le dije, asegurándome de hablar en español.
Pero cuando traté de apartarme, solo sonrió y se movió conmigo. —Espera,
¿cuál es su apuro, señorita? Últimamente he estado deseando a una mexicanita.
Le fruncí el ceño al bastardo asqueroso y comencé a rodearlo. Pero, sí,
también me siguió. Por lo que tomé una respiración profunda y tranquilizante para
evitar maldecirlo justo allí y tal vez darle un rodillazo en las joyas de la familia.
Excepto‖que<‖desde‖que‖Asher‖observaba,‖quería‖mantener‖esto‖diplom{tico.‖
Hasta que el idiota me tocó, pasando una mano por el costado de mi brazo
desnudo, por lo que vomité un poco en mi boca. —¿Por qué no vienes al baño
conmigo, cariño? Te enseñaré cómo sabe la verdadera carne blanca.
Ugh. Llené mis pulmones para decirle lo que opinaba al respecto, sin
siquiera preocuparme de dejar al descubierto mi conocimiento de inglés, pero
Asher se interpuso entre nosotros.
—O bien podrías salir de su camino, imbécil.
Era más bajo y no tan ancho como el otro tipo, pero cual fuera la expresión
que le mostró al idiota, hizo que este retrocediera y levantara las manos. —Oye, lo
siento. No sabía que se encontraba aquí con alguien. Ya sabes, una mujer vestida
así solo pide ser<
—Tratada con la misma cortesía y respeto que todas las mujeres en el
planeta —gruñó Asher; sus dedos se tensaron en puños a sus costados.
—Mira, lo entiendo —concedió el imbécil, las manos todavía alzadas en
rendición—. Ella es tuya. Ya me voy. —Ignorándome, rodeó a Asher y escapó al
baño de hombres.
Asher‖se‖volteó‖hacia‖mí,‖pero‖no‖podía<‖en‖este‖momento‖no.‖Que‖saltara‖
en mi rescate tan dulcemente era más de lo que podía soportar. Tan pronto como
sus ojos verdes llenos de compasión encontraron los míos, me volteé y huí. Ni
siquiera sabía a dónde iba. Jodi y Caroline habían desaparecido, mientras que el
pobre Asher se encontraba probablemente confundido por mi reacción. Y lo único
que quería hacer era llorar.
No porque el matón me hubiera molestado. Podría haberle enseñado una
lección. Sino porque Asher me había agobiado en ese momento. Odiaba, odiaba,
odiaba mentirle.
Cuando atravesé una salida cercana, me encontré en un pequeño rincón
donde los fumadores podían salir y fumar un cigarrillo antes de reintegrarse a sus
fiestas adentro. Excepto que no había nadie fumando. Aliviada de tener un
momento a solas, me froté los brazos ante la noche fría y luego abrí la cartera para
buscar mi teléfono y averiguar qué diablos le pasó a Caroline y a mi compañera de
cuarto.
Sin embargo, antes de que pudiera sacarlo, la puerta se abrió, y sí, salió
Asher.
Traducido por Nika Trece
Corregido por Julie

Ella era tan malditamente hermosa. Y en ese vestido, esos zapatos de tacón,
sí... mi boca se hizo agua tan pronto como la seguí afuera. Pero incluso mientras
me dije que era estúpido seguirla como un idiota enamorado, le pregunté—: ¿Estás
bien?
Entonces me acordé de que no sabía inglés. Así que le dije—: ¿Bien? —Y
levanté mis cejas con la pregunta.
Dejó caer la bolsa que había estado revisando en la parte trasera de su
hombro y asintió, luego se frotó las manos por los lados de los brazos.
No se veía bien. Parecía temblar. Fría. Afligida. Lo qué me hizo feliz de
haber parado en el bar antes de seguirla aquí.
Levanté la botella de agua que compré para ella y se la ofrecí. —¿Agua?
La tomó con un tranquilo—: Gracias. —A medida que desenroscaba la tapa
y tomó un largo trago, di un paso atrás, dándole espacio. Pero infiernos, ella lucía
bien incluso bebiendo. Mientras miraba su garganta moverse a través de cada
trago, solo quería acortar la distancia y lamer todo ese largo y grácil cuello.
Excepto que le había jurado a Sticks que mantendría mi distancia. Así que di
otro paso atrás. —Bueno... Estoy seguro de que viniste hasta aquí para estar sola y
obtener un poco de aire. Así que voy a... —Con otro paso hacia atrás, pegué mi
columna a la puerta para volver dentro—. Adiós.
Saltó hacia mí, levantando la mano como si me rogara quedarme. —Espera.
Me congelé. —¿Sí?
Se detuvo de golpe también. Luego dejó caer la mano, y una expresión
extrañamente culpable cruzó su rostro, como si no hubiera tenido intención de
detenerme.
Solté un suspiro. —Dios, eres tan encantadora.
Me alegré de que no pudiera entender mi patética confesión, a pesar de que
sus ojos cambiaron, como si lo entendiera.
—Solo un beso —dijo y dio un paso hacia mí. Sus ojos estaban llenos de
anhelo, lo que hizo a los nervios en mi estómago saltar con esperanza.
—¿Qué<?‖—Comencé a preguntar, pero ella agarró mi camisa y tiró de mí
hacia delante. Luego sus brazos estaban envueltos a mi alrededor y ella estaba...
mierda, estaba abrazándome.
No podía recordar la última vez que había sido abrazado. Demonios, no
podía recordar la última vez que había sido tocado.
Era tan suave y femenina, con curvas en todos los lugares correctos. Olía al
cielo y sus manos... No dejaban de acariciar mi espalda como si no pudiera dejar de
tocarme, sintiendo más de mí. Mientras todas las sensaciones fueron directamente
a mi cabeza, toda la sangre corrió a mi polla, y solo quería estar más cerca,
calmarla... entonces calmarla.
—Está bien —murmuré, deslizando mis dedos por su espalda, Dios, su
columna se sentía maravillosa bajo mis manos. Entonces acaricié su pelo y besé su
sien. Respiró profundamente en mi cuello, y juro que me estaba oliendo, entonces...
sí, ¿era eso su boca en mi garganta?
¿O tal vez su lengua?
No estaba seguro, pero me hizo gemir, me hizo tirar de ella solo un poco
más contra mí e inclinar mi cabeza hacia abajo hasta que mi respiración cayó sobre
su barbilla. Levantó la vista, y bam, nuestras caras estaban allí, alineadas, los labios
a solo centímetros de distancia.
Vagamente, sabía que no debía besarla. Había una buena razón, pero por mi
vida, no podía recordar cuál era.
Sus ojos eran como piscinas marrones de tentación y yo era un hombre
ahogado. Traté de resistir, incluso presioné mi frente con la suya, pero ya sabía que
era demasiado tarde.
Esta mujer era mi dueña.
Así que cuando su boca se levantó una fracción, la mío bajó, hasta que
nuestras respiraciones eran una. Mi mano se extendió hasta acunar su nuca y su
cabello oscuro y sedoso flotó sobre mis nudillos, haciéndome temblar de deseo. Y
en el instante siguiente, se sellaron nuestros labios.
No tenía idea de por qué, pero se sentía como si hubiera estado esperando
durante años para besarla. Lo único que sabía de ella era su nombre y sin embargo,
nada nunca se había sentido tan correcto como establecer mi boca contra la suya.
Mi cuerpo surgió con la conciencia, la piel pinchando con el conocimiento
de que la persona que me tocaba y se presionaba contra mí era la única persona
que se suponía lo hiciera. Abrí la boca, vacilante al principio, y muerto de miedo
de asustarla, porque no quería nada tanto como quería que continuara este
momento.
Casi lloré cuando sus labios se abrieron, y su lengua se encontró con la mía.
Con un gemido hambriento, llevé las cosas más profundas. Ella gimió y se
estiró hacia arriba sobre los dedos de sus pies, excavando con sus dedos en mi pelo
y presionando su pecho contra el mío. Mis necesidades más básicas asumieron el
control; la levanté y caminé con ella unos cuantos pasos antes de dejarla en una
mesa cercana. Sus piernas al instante se envolvieron alrededor de mi cintura y
mientras una mano se quedó en mi pelo, la otra vagó por mi espalda hasta que se
aferraba a mi culo y me animaba a moverme más profundo entre sus muslos.
Cuando mi erección empujó el calor entre sus piernas y la falda de su
vestido se deslizó hasta su cintura, ambos gemimos. Palmeé el muslo expuesto y
llevé su pierna más arriba para que pudiera pasar mi mano por la cálida y suave
piel, hasta que encontré el borde de sus bragas.
—¡Ay por Dios! —Ella se quedó sin aliento, agarrándome mientras echaba la
cabeza hacia atrás y gemía.
Mi dedo se deslizó por debajo del borde de la tela sedosa y en todo su
trasero perfectamente formado.
Jadeante, se inclinó de nuevo hacia delante para descansar la frente en mi
esternón. Seguí el mundo de calidez suave hasta que me gané la lotería.
Estaba mojada, tan jodidamente mojada que ambos contuvimos el aliento
cuando mi dedo acarició su húmedo calor y escarbó dentro.
—No puedo esperar —murmuró con una voz aguda—. Más... Más.
Sus dedos encontraron los botones superiores en mis vaqueros y perdí el
control. —Mierda. —Apreté la cara a un lado de su cabeza mientras ella buscaba
liberarme. Y mientras tanto, le solté la entrepierna, quitando sus bragas del medio,
ya que necesitaba nada en mi camino.
Ella jadeó y gimió, ya que no era capaz de conseguir que mis vaqueros se
abrieran. Quité sus manos para ayudarla cuando la puerta detrás de nosotros se
abrió de golpe.
La helada bofetada de la realidad recordándome dónde diablos estábamos y
cómo no se suponía que la tocara, me hizo darme vueltas por la suprema culpa y
asegurarme de cubrirla de quien haya venido.
Caroline patinó hasta detenerse en el umbral. —¡Oh, Dios mío! —gritó, sus
ojos enormes mientras su mirada se dirigió inmediatamente a las partes de las
piernas de Elisa que no pude ocultar de la vista. Así que di un paso para de esa
manera protegerla más; incluso gruñí.
—¿Caroline? ¿Qué carajo? ¿Dónde has estado?
—Uh... —No parecía saber cómo responder mientras miraba boquiabierta a
las piernas de Elisa, y luego cambió su mirada hacia mis pantalones vaqueros que
se hallaban parcialmente abiertos.
Mientras me apresuré a abrocharme mis pantalones, regañe—: La próxima
vez que me mandes un mensaje de texto para ir a recogerte y que te lleve a casa,
porque Ten está trabajando, trata de no... desaparecer antes de que llegue aquí, ¿sí?
—Oh sí. Lo siento, yo... Debo de haber estado en el baño cuando apareciste.
Elisa agarró la parte trasera de mi camisa, y llevé una mano tranquilizadora
detrás de mí para hacerle saber que todo estaba bien. Sin embargo el movimiento
pareció elevar las cejas de Caroline.
—No parece que me extrañaras demasiado.
La fulminé. —¿Estás lista para irte?
Necesitaba salir de aquí antes de que me olvidara de nuevo que se suponía
que ni siquiera respirara en la dirección de Elisa.
Pero Caroline negó con la cabeza. —Oh, ya sabes... En realidad la chica con la
que vine está lista ahora, así que voy a irme con ella, y además... acabo de recordar
que tú conduces una motocicleta.
Eso me hizo fruncir el ceño. —¿Tienes miedo de montar en mi motocicleta?
—No... Pero pensé que si alguna vez voy a andar con un chico en una moto,
ya sabes, envolver mis piernas alrededor de sus muslos y aplastar mis pechos en
su espalda, creo que prefiero la experiencia con Oren la primera vez, en lugar de
contigo.
Bueno, cuando lo puso de esa manera. —Sí —le dije—. Entonces tú deberías
irte con tu amiga si puedes.
—Lo haré —dijo alegremente, demasiado, como si tuviera algún tipo de
motivo ulterior—. Diviértanse.
Detrás de mí, Elisa se puso tensa, y me di cuenta de lo verdaderamente malo
que era seguir tratando de esconderla de la vista. Caroline obviamente sabía que se
encontraba allí. Di un paso ligeramente hacia un lado y sin embargo seguía igual
de cerca de ella.
—Caroline, esta es Elisa —presenté.
—¿Elisa? —repitió Caroline lentamente antes de asentir y agitar la mano—.
Es un placer conocerte. —Luego se volvió hacia mí—. Sabes, tal vez tú podrías
darle a Elisa un aventón a casa, ya que acabo de ver a la persona con la que vino
irse sin ella.
Elisa se tensó contra mí de nuevo, pero no dijo nada.
Fruncí el ceño. —¿De verdad? Eso es horrible. —Miré a Elisa, sin saber cómo
decirle que acababa de haber sido dejada aquí. Entonces le pregunté a Caroline—.
Oye, ¿sabes algo de español?
—¿Eh? —Parpadeó hacia mí, y luego negó con la cabeza—. No, ni una
palabra, lo siento. —Agitó la mano y retrocedió hacia la puerta antes de volver a
abrirla y comenzar a salir—. No hagan nada que yo no haría. —Y se hubo ido.
—Maldita sea —murmuré, con un poco de pánico porque no tenía idea de
cómo decirle a la chica a mi lado que había sido dejada atrás o incluso preguntarle
cómo llegar a su casa.
Ella exhaló un suspiro mientras se deslizaba fuera de la mesa y se arregló la
falda alrededor de sus piernas.
Al darme cuenta de que tenía un montón de otros problemas, me pasé las
manos por el pelo. —Cristo, lo siento mucho —le dije—. No puedo creer que acabo
de... aquí, en público así. Y rompí tu ropa interior. Juro que la reemplazaré. Y... —
Las palabras se estancaron en mi lengua cuando levantó la vista—. Jesús —
murmuré—. Todavía deseo tanto follarte. —Rápidamente, alcé mis manos—. Pero
no lo haré. Voy a comportarme. Le prometí a un muy buen amigo que mantendría
mis manos lejos de ti. Así que... ¡Remy! Eso. —Golpeé mis dedos—. Apuesto a que
sabe dónde vives. No te preocupes. Lo voy a llamar, y estoy seguro de que va a
venir a recogerte y llevarte a casa sana y salva.
Mientras tomé mi teléfono de mi bolsillo, Elisa abrió su bolso y sacó su
propio teléfono celular también. No estoy seguro de lo que hacía, pero no llamó a
nadie. Segundos después, el teléfono de Remy fue directamente al correo de voz.
—Joder —susurré. ¿No sabía él que trataba de ser un buen chico y no tocar a
su prima... más de lo que ya lo hice? Me pasé la mano por el pelo—. ¿Cómo diablos
se supone que voy a llevarte a casa si ninguno de nosotros entiende una palabra
que dice el otro?
Debió haber percibido la angustia en mi cara porque se acercó a mí y elevó
la mano para tocar mi mejilla. Cerré los ojos e incliné mi cabeza, tratando de
resistir. Pero sus dedos eran tan suaves y gentiles. Cuando se puso de puntillas
para besar mi mejilla, moví mi cara para que nuestros labios rozaran.
Cerró los ojos y se agarró a mi camisa en los hombros. —Tu casa —susurró.
Recordando lo que eso significaba de mi clase de español en la escuela
secundaria, me di cuenta de que acababa de pedir venir a casa conmigo.
La resistencia era inútil. La quería tan condenadamente mal, así que asentí.
—Bueno. Puedes venir a casa conmigo.
No tenía ni idea de si entendía nada de lo que acababa de decir. Pero vino
de buen grado cuando tomé su mano. Continuamos con los dedos entrelazados
mientras la llevé hasta mi Triumph. No estaba seguro de si alguna vez sostuve la
mano a una mujer. Se sentía bien. Caliente. Acogedor.
Besé sus nudillos cuando llegamos a mi moto. Si ese sorprendió al ver que
tenía que montar en una motocicleta, no lo demostró mientras levanté mi pierna a
un lado y di al encendido. Entonces le señalé las partes que necesitaba evitar y
donde podría descansar sus pies.
Sus tacones planteaban un problema, pero pronto lo resolvió sacándoselos,
y subió descalza detrás de mí. Se acurrucó contra mi espalda, atrapando bien mis
caderas entre sus muslos, y envolvió sus brazos alrededor de mi cintura antes de
aplastar sus pechos contra mi columna vertebral como si hubiera nacido para
montar de esta manera. Pensé que había hecho esto antes, lo que me tranquilizó.
No tenía un casco para ninguno de nosotros. No esperaba compañía, y
nunca usé uno cuando andaba alrededor de la ciudad. Pero no pareció importarle,
así que cubrí sus manos en mi cintura brevemente antes de ponernos en marcha.
La brisa era fresca y se estremeció contra mí, haciéndome sentir incomodo
ya que no tenía una chaqueta que ofrecerle.
Gracias a Dios que no vivía muy lejos. Pero todavía me tomó más tiempo de
lo que quería dado que conduje tranquilo. Para el momento en que bajé por mi
callejón, ella era un cubo de hielo, sus dientes castañeaban y los brazos temblaban
mucho.
—No te preocupes —le aseguré, esperando a que se deslizara en sus zapatos
antes de ayudarla a bajar de detrás de mí—. Vamos a ponerte caliente pronto.
Entonces tomé su mano de nuevo mientras la llevé por la apertura oscura de
mi casa. Mi escalera y sus zapatos me preocupaban, pero me mantuve cerca y la
conduje cada paso. —El último —respiré, poniéndome nervioso cuando ella entró
en mi apartamento.
Pero joder. No debería haberla traído aquí. Seguí recordando que la última
persona que había estado en mi casa era Sticks y cómo le aseguré que me alejaría
de esta misma mujer.
Estaba rompiendo esa promesa, probablemente incluso rompiendo nuestra
amistad en el proceso. Pero incluso mientras me preocupaba su reacción, agarré
una manta de mi cama y se la traje a Elisa para que pudiera envolverla alrededor
de sus hombros.
Ella me miró y solo así, yo ya estaba duro de nuevo.
Maldita sea, no era por lo general tan fácil. Sabía cómo decir que no, y lo
había hecho mucho últimamente. Pero todos esos meses de no tener relaciones
sexuales, de no ser capaz de embestir en un coño caliente y dispuesto, de la
necesidad de ser tocado... me exasperaba. Y, además, se trataba de ella, la propia
chica que me hizo masturbarme más de lo habitual últimamente, desde que la vi
en mi ducha. Desnuda. La química que experimenté cerca de ella era fuera de serie.
Tenía que desnudarla otra vez.
Un ruido desde arriba nos hizo darnos vuelta y mirar a Mozart, que trataba
de liberar un cacahuete atascado que se trabó en los alambres de su jaula.
—Oh... sí. —Me sonrojé, preguntándome qué pensaría de que yo tenga una
ardilla de mascota, esperando no asustarla—. Ese es Mozart.
En lugar de rehuir de horror, sin embargo, ella sonrió cariñosamente y se
estiró.
—¡No, espera! —Salté hacia adelante para evitar que la arañase, pero ella
simplemente cogió el cacahuete, provocando que Mozart se alejara, luego se
detuvo y miró como ella ante sus ojos liberaba la nuez. Luego retorció su cola,
tentado cuando ella bajó el maní, ofreciéndoselo a él.
Yo sabía exactamente cómo se sentía.
Él avanzó hacia adelante y se detuvo. Yo contuve la respiración, curioso si la
ardilla en realidad tomaría la nuez directamente de sus dedos. Quería advertirle de
tener cuidado, pero por la forma cautelosa en que se movía, ella ya sabía.
Cuando Mozart enganchó la nuez y despegó, jadeé. —Mierda. Él lo tomó.
Directamente desde tu mano.
Elisa se giró hacia mí, radiante y orgullosa. Su sonrisa me robó el aliento y
antes de que pudiera detenerme, tomé su rostro y la besé.
—Me encanta esa sonrisa —admití—. Quiero robarlas todas para mí mismo,
así nunca serás capaz de sonreír a alguien más de la forma en que me estás
sonriéndome en este momento.
Su mirada se suavizó y sus ojos brillaban como si se llenaran de emoción.
Luego tocó mis mejillas suavemente y me dio un suave beso en la boca.
Después, se apartó y tiró de la camisa de manga larga. Al darme cuenta de
que quería despegarla de mí, elevé mis brazos y la dejé quitarla. Tan pronto como
estuve desnudo, ella contuvo el aliento, lanzando su mirada locamente alrededor
de mi pecho antes de estirar los dedos tentativos y comenzar a tocarme; me tocó
como si fuera su única oportunidad y quisiera absorber cada momento de la
experiencia.
Cogí un mechón de su pelo y vi su cara; el asombro y la emoción
controlaron su expresión. Ella me miró de nuevo, sonriendo con esa sonrisa que
iba a robarme. Así que le di un beso y la recogí, luego la llevé a mi cama.
Acostándola suavemente sobre el colchón, me tomé un segundo para
pararme y simplemente disfrutar de la vista de ella en mis sábanas. Pero se sentó,
se quitó los zapatos de tacón y se deslizó hasta el borde para poder llegar a la
cremallera de mis pantalones vaqueros. Esta vez, tuvo más éxito, y di un paso
fuera de ellos cuando los empujó hacia abajo por mis caderas hasta que estuve en
nada más que mis bóxers.
Cogió mi polla, agarrándola por el frente de mis pantalones cortos, pero
agarré su muñeca.
—Aún no.
En su lugar, le convencí de levantar los brazos para que pudiera deslizar su
vestido sobre su cabeza. Entonces la ayudé a sacarse su sujetador y sonreí mientras
ella arrojó a un lado la tela rasgada que una vez habían sido sus bragas.
Bragas que yo había destruido.
Luego la empujé, reposándola mientras subía sobre ella. Sus ojos marrones
se arremolinaban con anhelo mientras me observaba acomodarme encima. Cuando
sonrió, tuve que sonreír en respuesta.
—Hola —dije en voz baja.
A lo que ella susurró—: Hola.
Notando el collar que llevaba cuando el oro brilló desde la base de su
garganta, me detuve, tomando el colgante familiar. —Guadalupe —murmuré,
recordando el nombre del santo en la imagen.
Sonrió como si estuviera orgullosa de mí por hacer las cosas bien. Y esa
sonrisa... Joder. Me incliné y la besé, profundo y húmedo, con la boca abierta en un
remolino de lenguas. Gimió y se arqueó debajo de mí.
Pezones duros golpearon mi pecho y me obligaron a investigarlos. Aparté
mi boca de la suya para desplazarme hacia abajo y lamer la punta de un pecho con
mi lengua. Gritando, ella agarró las sábanas, y me atrajo más cerca. Todo el tiempo,
mis dedos buscaron sus curvas, aprendiendo cada inmersión y oleaje.
Cuando me mudé al segundo pecho, comenzó a acariciar mi cabello y mi
espalda, trazando al igual que yo gran parte de mí como yo de ella.
—Te amo —susurró, rasgando con sus dedos mi caja torácica.
Recordando que Remy me había dicho que quería decir buen trabajo, levanté
mi cara y sonreí. —Gracias. Pero todavía no has visto nada.
Parpadeó confundida. Pero yo era rápido para mostrarle otra cosa que tenía
en el almacén para su cuerpo perfecto. Besé un camino hacia abajo, por encima de
su ombligo y hasta el vértice de sus muslos. Reteniendo el aire, ella agarró mi pelo,
preparándose para cuando empezara.
Sonreí. Su pecho se movía mientras respiraba con dificultad y sus ojos
marrones parecían brillantes y desenfocados. Estaba tan excitada que yo sabía que
tenía esto controlado.
—Eso es, cariño —animé, acariciando su agarre en mi pelo—. Agárrate
fuerte, porque esto va a ser un paseo intenso.
Traducido por Mary Warner & Julie
Corregido por Vane hearts

Me levanté al segundo que su lengua me tocó. Chasqueando su lengua en


una rápida y suave provocación, me excitó en menos tiempo que el que me tomó
gritar algunas frases en español aturdido. Tardíamente las solté, probablemente
arrancándole un poco de su hermoso cabello cuando calor húmedo y abrazador me
consumió. Finalmente dejó de jugar y acarició valientemente entre los labios de mi
vagina para encontrar mi clítoris tembloroso.
—Hijo de puta —jadeé—. ¡Chinga! ¡Mierda! ¡Oh, Dios mío!
Deslizó dos dedos en mi interior y grité su nombre mientras mi útero se
contrajo casi dolorosamente. Los espasmos fueron tan severos que me dejaron sin
respiración. Solo pude arquearme debajo de él, conmocionada, electrocutada,
aturdida mientras ola tras ola me inundaba, chisporroteando cada terminación
nerviosa en mi cuerpo hasta que colapsé en el colchón, jadeante y drenada.
De repente, supe porque los franceses le llamaban a esto pequeña muerte,
porque ciertamente acababa de pasar por otra completa realidad de existencia.
En serio. El mejor orgasmo de la vida.
Miré al techo de azulejos del apartamento de Asher, sin estar segura como
se suponía que seguiría desde aquí. La vida como la conocía acababa de ser
alterada completamente.
—Maldición, luces tan bien —murmuró en una de esas voces masculinas
satisfechas con aire de suficiencia cuando se incorporó.
Deslicé mi mirada hacia él, no completamente resucitada de mi pequeña
muerte. Pero su sonrisa se ensanchó más cuando nuestras miradas se cruzaron. Oh
sí, sabía exactamente lo que me acababa de hacer. Entonces, arrogantemente, con el
dorso de su mano se limpió sus labios rojos e hinchados. Hermosos, mágicos labios
que albergaban la lengua más perfecta.
Gemí y mi sexo se estremeció queriéndolo de vuelta en mí.
Pero Dios mío. ¿Quién sabía que Asher Hart llegaría a ser un jodido dios del
sexo?
Aún conmocionada por mi orgasmo, sonreí mientras él se cernió sobre mí,
lamiendo mis pezones erectos juguetonamente mientras se inclinaba más allá de
mí para estirar una mano hasta su mesa de noche y abrir la gaveta superior. Oh,
bien. Brillé con entusiasmo. Más sexo.
Entonces se sentó, una caja familiar en su mano con mi propia letra en el
exterior, las palabras Úsame por favor, escritas con una cara sonriente al lado.
Resplandecí, feliz de ver que no había usado ninguno y luchaba para abrir la caja.
Le tomó un segundo ver mi mensaje, cuando lo hizo, se quedó inmóvil, y su
sonrisa determinada se borró.
—Mierda —se susurró a sí mismo mientras esta depresión cabizbaja cubrió
su expresión.
Dándome cuenta que recordaba su promesa a mí —a mi versión chico—
tragué, de repente no tan resplandeciente. Lo estaba haciendo sentir culpable.
Lo último que quería era causarle tal angustia. Todo esto era mi culpa. La
culpa debería ser mía, solo mía. No suya. Él no hizo nada malo.
Maldita sea, ¿qué le había hecho a mi hermoso y dulce Asher?
Estirándome, acuné su rostro, tratando de convencerlo de que era inocente,
libre de culpa y bueno. Su tormentosa mirada se movió hacia mí.
—Lo siento —dijo suavemente—. Le prometí a un muy buen amigo que no
haría esto.
Lágrimas se precipitaron a mis ojos, no solo porque odiaba hacerle esto a él
sino porque se refirió a mí como un muy buen amigo. Me incorporé y descansé mi
mejilla contra la suya, tratando de mostrarle que estaba bien, lo entendía. Incluso a
pesar que mis partes de chica palpitaban y se hallaban listas para continuar, no
quería torturarlo con alguna culpa indebida.
El olor de Asher llenó mis fosas nasales y lo respiré, dándome cuenta que
ésta era probablemente la última vez que estaría así de cerca de él. Froté mi mejilla
contra la suya, saboreando el suave roce de la picadura de la barba. Toqué con mis
labios su sien y dejó salir un tortuoso sonido mientras cerraba sus ojos con fuerza.
Presioné mi frente contra la suya y él respondió de la misma manera,
ahuchando con una mano mi nuca para evitar que me aparte.
—¿Qué demonios estoy haciendo? —se espetó con dureza a sí mismo,
sacudiendo la cabeza de un lado a otro—. No debería ser tan difícil detener esto.
No sé nada sobre ti. No entiendes una puta palabra de lo que digo. ¿Y por qué
estoy sentado aquí hablándome a mí mismo mientras estás desnuda en mi cama
cuando solo quiero enterrarme tan profundo en tu interior hasta que no pueda
recordar mi propio nombre?
Abriendo sus pestañas, se apartó y buscó mi mirada como si trabara de
entrar en mi cabeza. —Y sin embargo —murmuró—, cuando miró en tus ojos,
siento como que podría haber más, mucho más. Como si podría tenerlo todo.
Lo besé. No estaba ayudando. El hombre no podía decirme mierda como esa
y no esperar que lo abusara sexualmente hasta dejarlo sin sentido. Mi lengua salió
disparada y él se hallaba justo allí conmigo, empujándome de vuelta al colchón y
rasgando sus pantalones cortos antes de abrir los condones y sacar uno con una
salvaje intensidad que me puso más húmeda. Al saber que toda esa intensidad
estaría enfocada en mí pronto —en mi interior— me arqueé a él, tirando de sus
hombros desesperadamente.
Entonces bajé la mirada, y mi boca se secó mientras lo vi ponerse el látex
sobre su longitud. Pero, mierda. Era grande cuando lo espié fláccido en el cuarto
de hotel en Chicago. Pero erecto, la polla de Asher era masivamente enorme. Sin
duda, nunca tuve una así de grande.
Me preocupó un poco, y me desplacé hacia atrás cuando se inclinó sobre mí.
Se veía tan depredador; sabía que iba a ser tomada de forma ruda. Me excitaba
tanto como me asustaba.
Debió sentir mi recelo porque se detuvo e inclinó sus cejas mientras me
miraba a los ojos. —¿Qué pasa?
Me ahogué. —Grande.
—Grande —repitió, confundido al principio. Entonces sus ojos se aclararon
y lo tradujo—. Grande. —Entonces reapareció la sonrisa masculina arrogante—.
Bueno, gracias.
Fruncí el ceño porque no intentaba hacerle un cumplido. Dios, tan típico de
chico. Pero entonces pareció darse cuenta que me hallaba más preocupada que
asombrada.
La yema de sus dedos se movió a través de mi mejilla mientras susurraba—:
Cariño, ni siquiera te preocupes por eso. Encajará. Lo prometo.
Sí, fácil para él decirlo. No se encontraba a punto de ser empalado por el
Empire State de la extremidad masculina. Pero entonces presionó su cabeza contra
mi apertura y extendió mis piernas más ampliamente, para facilitar ser llenada a
pesar de su tamaño, porque maldita sea, grande de repente parecía muy atractivo.
Mi boca se hizo agua cuando embistió hacia adelante y la deliciosa sensación de
mis paredes internas al estrecharse, luego un poco más, para acomodarlo me tenía
gimiendo—: ¡Sí! ¡Sí!
Luego embistió más profundo, potente, y tuve tanta razón. No fue gentil.
No, señor, no. Fue con todo, lo juró, con todo lo que tenía en él.
Grité ante la invasión, pero no por alguna clase de dolor. Maldita sea, él
tenía razón. Encajó. Perfecto, feliz y cómodamente. Y se sentía demasiado bien.
El placer era tan intenso que mis músculos internos se contrajeron y me vine
sobre su polla monstruosa antes de que pudiera incluso empezar a bombear. Se
mantuvo dentro, sin embargo, observando mi cara mientras mi orgasmo lo
rodeaba. Entonces sonrió cuando terminé y traté de recuperar el aliento.
—Lo ves —dijo—. Encaja perfecto.
¡Qué presumido!
Me encantaba.
Saliendo, se impulsó dentro de nuevo, haciéndome jadear por el impacto.
Entonces el hombre comenzó a follarme con locura. Solo podía aférrame como si
mi vida dependiera de ello mientras bombeaba sus caderas, empujando dentro y
fuera de mí, volviéndome loca de placer.
—Dios, maldita sea —siseó, presionando su frente sobre la mía mientras sus
poderosas caderas chocaban con las mías—. Esto no es solo sexo —declaró.
Mis pestañas se abrieron, pero apenas podía enfocarlo. El mundo se hallaba
demasiado borroso, mi cuerpo aún experimentaba demasiada dicha.
—Se siente más que un polvo —jadeó, enterrando sus diez dedos en mi
cabello así podía sostener mi cabeza quieta y mirarme a los ojos—. ¿Qué demonios
estás tomando de mí, mujer?
No me encontraba segura si tomaba tanto como él me daba, o más aptó,
estábamos intercambiando. Mi alma por la suya. Fue tan hermoso que mis ojos se
llenaron de lágrimas.
—Te amo —le dije.
Pero todo lo que hizo fue asentir. —Lo sé. Es bueno. Tan malditamente
bueno. Lo mejor de todo.
Inclinó su cabeza y enterró su frente contra mi hombro mientras su cuerpo
se tensaba. Cuando se vino, sentí el cambio desde la punta de los dedos del pie
hasta mi cuero cabelludo, y fue como si fui forzada a prenderme fuego con él.
Sosteniéndonos el uno al otro, montamos la tormenta hasta que nuestros
cuerpos se calmaron.
Colapsó sobre mí, pesado y tan deliciosamente caliente. Me acurruqué
contra él, saboreando este momento, disfrutándolo mientras duraba.
—Te amo —admití de nuevo.
Pero todo lo que dijo fue—: Sí, fue bueno.
Fruncí el entrecejo, preguntándome por qué seguía diciendo esa respuesta a
mi gran declaración, hasta que recordé —oh, sí— el yo Sticks fue quien le dijo que
te amo significaba buen trabajo.
Liberé una respiración, aliviada y también decepcionada que no tuviera ni
idea de que le decía realmente. Era tan bueno como si nunca supiera. Tal vez de
esta forma podía preservar algo de mi dignidad después que descubriera la verdad
y me dejara.
Pero la idea de perderlo provocaba lágrimas a mis ojos. Me limpié mi mejilla
húmeda justo cuando él murmuró algo y rodó fuera de mí, cayendo pesadamente
en el colchón a mi lado. Parpadeé, aturdida cuando, literalmente, se durmió
segundos después de haberse venido.
—Bueno, supongo que si duerme —anuncié en voz alta, un poco
decepcionada pero también aliviada de tener un momento para mí.
Asher no respondió; sus labios se separaron mientras exhalaba largas
respiraciones drogadas.
Se veía un poco lindo, agotado de esa manera, sin embargo, satisfecho y
contento. Estiré una mano y, gentilmente, tomé un mechón de su cabello para
moverlo a través de su frente.
Murmurando dormido, dijo—: Lo siento. Nunca puedo quedarme despierto
después del sexo.
Sonreí. —Está bien —le dije en inglés, y se hallaba lo suficientemente
dormido para no darse cuenta que ya no hablaba español.
Aprovechando el momento, lo acaricié todo, cada línea de su rostro, sus
hombros, cada costilla, alrededor de su ombligo. Cuando llegué a la masa entre sus
piernas, me hice cargo de su condón, segura de que estaría agradecido por evitarle
el lío cuando se despertara. Y mientras yo estaba en el baño, ocupándome de eso,
hice pis y me lavé las manos, básicamente para refrescarme.
Seguía medio desnuda cuando salí del baño. El sonido metálico de la jaula
me hizo mirar a Mozart, que me observaba un poco demasiado alerta.
—Oye, deja de mirarme fijamente, pervertido. —Puse las manos sobre mis
pechos. Entonces decidí—: Sí, definitivamente eres una ardilla chico.
Al darse cuenta de que ya no iba a proporcionarle más espectáculo, se dio la
vuelta y echó a correr, adentrándose en su jaula lejos de mí.
Luego volví a la cama para sentarme en el borde y observarlo dormir
profundamente. —Realmente eres especial —le dije, pasando de nuevo mis dedos
por su pelo. Pero cuando traté de alejarme, él agarró mi muñeca, haciéndome
jadear.
Legañosos ojos verdes se abrieron. —No te vayas —dijo arrastrando las
palabras, volteándome sobre el colchón justo contra él.
Incapaz de negarle una solicitud, me moví un poco para acomodarme, y
luego lo dejé acurrucarse conmigo, con mi culo metido en su regazo y su brazo
alrededor de mi cintura. Juntos, soltamos un suspiro de satisfacción.
Cerré los ojos mientras me acariciaba con sus manos distraídamente hacia
arriba y abajo de mi cadera. Pero luego sus dedos se movieron más arriba, y los
deslizó alrededor de mi pecho. Cuando pellizcó mi pezón, haciendo que se
endurezca de inmediato, me tensé y no quise, pero apreté mi trasero de nuevo
contra él.
Su polla tembló contra mí. Humedad se juntó entre mis piernas, y antes de
darme cuenta, yo jadeaba por más mientras él me rodaba sobre mi estómago y
empujaba dentro de mí desde atrás.
El embiste me tomó por sorpresa y me hizo llorar... en un muy buen sentido.
Bombeó un par de veces más antes de sisear una maldición y salir de repente.
—Mierda, lo siento. Condón. —Me miró boquiabierto en shock mientras lo
observaba buscar en la caja derramada de condones en la mesita de noche, y se
puso uno.
Se sentía tan bien; ni siquiera me había acordado. Esto era tan aterrador
como fuerte. Lo que sucedía entre nosotros no era solo sexo normal, él había tenido
razón.
Cuando me embistió de nuevo desde atrás, yo me encontraba lista esta vez,
pero la sorpresa de su polla dentro de mí seguía siendo una emoción deliciosa. Me
impulsé hacia atrás y él se lanzó hacia delante. Su gemido de satisfacción me dijo
que le gustaba mi ímpetu. Luego reunió un puñado de mi cabello en la base del
cuello y mantuvo mi cabeza clavada en la almohada mientras yo levantaba mi culo
para darle un acceso más profundo. A cambio, él gimió. Empecé a correrme con
jadeos agitados.
Espeté algo en un español poco fluido, porque por alguna razón esa era la
lengua que me salía cuando me encontraba en la agonía de la pasión.
Pero él parecía saber cuánto yo disfrutaba de esto porque murmuró—:
Mierda, sí —antes de embestir dentro de mí para liberarse.
Esta vez, tuvo los recursos para sacarse el condón y arrojarlo a una papelera
cercana antes de acostare en su lado y acercarme para acurrucarme con él. Con un
bostezo perezoso, murmuró—: Al final es bueno que no nos entendamos el uno al
otro y no podamos hablar después del sexo, ya que de ser así, recibirías una
conversación de mierda de mi parte.
Sonreí, sin importarme cómo podía dormirse tan fácilmente. Necesitaba
todo el descanso que pudiera conseguir.
Cuando empezó a respirar pesadamente detrás de mí, cerré los ojos y
descansé.
No tengo ni idea de cuánto tiempo dormimos, acurrucados juntos.
Simplemente sabía que un fenómeno había tenido lugar aquí porque nunca abracé
a un hombre durante toda la noche. Cinco minutos con Fisher, y ya me retorcía
para alejarme porque había estado demasiado caliente y sofocante.
Con Asher, se sentía demasiado bien para moverme.
Pero tenía que salir de aquí... a menos que quisiera confesarle todo, lo que
no quería. No mientras su apartamento todavía olía a sexo.
Hice lo peor. Me acosté con él a pesar de todo mi engaño.
Era la peor de las peores en estos momentos.
Aun así... no podía arrepentirme al cien por ciento porque, bueno, mierda...
anoche podría haber sido la mejor noche de mi vida.
Mirándolo por última vez, me arrastré fuera de la cama antes de buscar en
mi cartera, llamar a mi compañera de cuarto y susurrarle-sisearle-exigirle que
venga a recogerme en este mismo instante.
Veinte minutos más tarde, usando mis tacones y el vestido de la noche
anterior, estaba fuera del apartamento de Asher, abrazando mi bolso a mi
estómago cuando el coche de Jodi entró en el callejón. Apenas le di el tiempo para
detenerse junto a mí antes de que yo estuviera tirando la puerta del lado del
pasajero y murmurando—: ¡Vamos!
La perra no dejó de sonreírme mientras ponía el coche en marcha. —Bien,
debe haber sido bueno si el nido de ratas en tu cabello dice algo al respecto.
—Vete a la mierda —murmuré, peinándome el cabello con los dedos—. Esto
es todo tu culpa. No quería acostarme con él, Jodi. Jesús, ¿en qué pensaron con
Caroline? Ustedes orquestaron todo esto, ¿no?
—Oh, cálmate, ¿quieres, puta? Nosotras nos limitamos a organizar un
encuentro casual y feliz entre ustedes dos. No pusimos su pene en tu coño. Eso fue
toda tu culpa.
—Jesús, Dios —sollocé; las lágrimas al instante corrían por mis mejillas—.
Me acosté con él. No puedo creer que me acosté con él.
—En verdad, cariño —suspiró Jodi—, no es para tanto. Era solo sexo.
Para ella, la unión de dos cuerpos era solo sexo, sí. Pero para mí... eso
significaba algo. No podría programar mi cuerpo, corazón y cabeza con la idea de
que era solamente un buen momento. Y, además, nada de lo que había sucedido
anoche nunca podría ser clasificado como solo sexo. Así que gemí—: No, no era
solo sexo. Acabo de agravar mi traición al doble. Mierda, un triple. Nunca me
perdonará cuando se entere. Va a odiarme.
—Nunca se sabe —argumentó—. ¿Qué tan bueno fue anoche?
—El mejor de todos —murmuré miserablemente, secándome mi rímel
corrido con un pañuelo de papel que encontré en mi bolso.
—Entonces tal vez será más fácil para él superar la mentira... si quiere más
de ti. —Cuando me guiñó un ojo, solo gemí.
—No. Me odiará. Fue tan bueno, Jodi. Estoy enamorada de él, maldición.
Quiero decir, juro por Dios que amo todo sobre Asher Hart. Es el mejor hombre, el
mejor amante, el mejor amigo que he tenido.
Vagamente me di cuenta de que acababa de decir que era un mejor amigo
para mí de lo que era ella, pero ni siquiera Jodi se ofendió con el desprecio. De
repente, no tan arrogante hacia mi miseria, tragó saliva y dijo—: Oh. Bueno... eso
puede cambiar las cosas.
—¿Crees? —Lloré—. ¿Qué debo hacer ahora?
Pero ni siquiera Jodi tenía algún consejo sabio para mí.
Traducido por Mire & Eli Hart
Corregido por Vane hearts

A las dos de la tarde, me había calmado por lo que no me eché a llorar en un


santiamén, pero tomó un montón de persuasión de Jodi para conseguir que fuera a
la práctica de la banda.
—¿Por qué estás tan firme en que vaya? —gimoteé—. Nunca quisiste que
me quedara en la banda al principio.
—Bueno, no me escuchaste, así que ahora eres un miembro y es tu deber.
Además, Asher se preguntaría por qué no te presentaste, y si ata cabos, podría
descubrir la verdad. ¿Quieres que lo averigüe de esta forma?
—No. —Para nada. Así que puse mi culo en marcha y me presenté a la
práctica. Fui la penúltima en llegar; solo Asher llegó más tarde que yo, lo que era
insólito por sí mismo.
Pero entonces se comportó aletargado y cansado, bostezando y en varias
ocasiones tomando una respiración profunda para despertarse. Siempre era un
manojo de actividad, incluso teniendo que tamborilear con sus dedos cada vez que
tenía‖que‖quedarse‖quieto.‖Verlo‖así‖era<
Y entonces me di cuenta de que cuando Ten dijo que se le notaba, se refería
a esto. El sexo lo ponía débil y cansado.
Me puse caliente al darme cuenta de que esto fue todo por mi culpa. Pero
luego me regañé a mí misma por siquiera pensar en la noche anterior.
Sin embargo, Asher no se encontraba solo apático. También preocupado...
sobre Sticks. No hizo contacto visual conmigo en toda la práctica y cuando tenía
que decirle algo a su baterista, por lo general lo decía en mi dirección, no
directamente a mí.
Dándome cuenta de que se sentía culpable por romper su promesa a mi
versión chico, cerré los ojos y sacudí mi cabeza. Odiaba hacerle esto.
Tan pronto como terminó la práctica, holgazaneé, sabiendo que tenía que
hacer algo. Confesar, o... no sé. Simplemente hacer las cosas bien.
Heath y Gally se fueron, y Asher me envió una mirada cautelosa. Fingí jugar
con cosas de la batería antes de rendirme y directamente preguntar—: ¿Todo bien?
Saltó y puso su puño contra su boca antes de girar hacia mí. —¿Eh?
Maldita sea, el pobre tipo no podía ocultar su culpabilidad para nada.
Abrí la boca para... no lo sé, tal vez decirle toda la verdad, cuando de
repente exclamó—: Tuve sexo anoche.
Parpadeando porque no esperaba que dijera eso, abrí mi boca, luego la cerré
antes de arreglármelas para contestar—: Está... bien.
—Es solo que... —Ondeó una mano en mi dirección—. Dijiste que querías
saber, así que... te estoy contando.
Oh, de acuerdo. Me había olvidado de esa conversación. —Bueno... está
bien. Gracias por decirme. —Y antes de que supiera lo que iba a decir luego,
añadí—: También tuve sexo anoche.
Ya está. Ambos confesamos medias verdades. Parecía lógico. Pero incluso
mientras me encogía internamente, él se alegró. —¿De verdad?
Asentí y sus hombros se hundieron en alivio. —Oh, gracias a Dios —dijo.
Luego ondeó un dedo entre nosotros—. Así que... ¿estamos bien?
Me encogí de hombros. —Claro. Absolutamente.
Dentro, gemí: ¡No! Todavía era una gran gorda mentirosa y no merecía ni
un minuto de su amistad.
Pero se veía tan feliz cuando dijo—: Genial. —No pude decirle entonces.
Y la culpa solo creció mientras conducía a casa. Realmente, realmente,
realmente tenía que decirle. Todo.
Anoche, fui demasiado lejos, y ahora cada vez que lo veía, iba a querer
saltar a sus huesos o gritarle por mentir.
Jodi no se hallaba cerca cuando volé dentro de mi apartamento, y realmente
la necesitaba para convencerme de esto porque después de que me quité el traje de
Sticks, me vestí como Remy —la chica Remy— y me dirigí al apartamento de
Asher... como una chica.
Su moto no se encontraba en el callejón cuando me presenté, así que seguí
conduciendo. Pero unas pocas cuadras más adelante, maldije mi falta de coraje y
me moví a un lado de la carretera. Volví a la entrada de su callejón, manteniendo
mi cara abajo contra el viento frío soplando y practicando todo lo que iba a decir
cuando llegara a casa.
Una confesión completa, honesta; eso era lo que haría.
No podía arreglar lo que había hecho. A lo hecho, pecho. Lo hecho, hecho
estaba. Pero podía hacer las cosas bien de aquí en adelante. Más vale tarde que
nunca. Más vale tarde que nunca, ¿eh?
Entré en el callejón, abrazándome a mí misma cuando el ruido familiar de
su motocicleta entró desde el extremo opuesto. Llegamos a su puerta de entrada
más o menos al mismo tiempo. Apagó el motor y saltó de su asiento cuando
levanté mi cara y aparté el cabello de mis ojos, animándome a hablar con él... en
inglés... con mi voz de Sticks.
Pero él habló primero. —Gracias a Dios que regresaste. Acabo de ir a tu
restaurante, pero me dijeron que hoy no te encontrabas trabajando.
Abrí la boca para decirle que no, que tenía el día libre, pero me agarró la
cara y me besó.
Amaba los labios de Asher. Quiero decir, en serio, su boca mataba las
células del cerebro. Las mías ciertamente hicieron cortocircuito hasta que estuve
apoyada contra él, agarrando sus brazos fuertes y abriéndome para él cuando
buscó entrar en mi boca con su lengua.
Gimió y me levantó, así que envolví mis piernas alrededor de su cintura.
Fijándome en la pared junto a su puerta mientras buscaba a tientas desbloquear
todos los cerrojos, continuó besándome hasta que presionó su frente a la mía para
admitir—: No he sido capaz de dejar de pensar en ti desde que me desperté solo en
la cama con nada más que tu olor rodeándome.
Maldita sea, yo tampoco había sido capaz de dejar de pensar en él. Aplasté
mi boca contra la suya.
Nos llevó dentro de la escalera de su apartamento, pero solo dio un par de
pasos conmigo en sus brazos porque casi se cayó y rompió nuestros cuellos.
—Mierda, lo siento. —Me puso en pie una grada arriba de él, pero seguí
aferrándome, besando su cuello y mordiendo la piel para memorizar cada maldito
centímetro de su carne.
—Jesús —gimió y me fijó en la pared de la escalera. Envolví mis piernas a su
alrededor de nuevo, y me cargó unos minutos antes de que ambos necesitáramos
más.
Fui capaz de abrir sus vaqueros y coger un puñado de su inmensa polla,
pero solo maldijo cuando llegó a mis pantalones de yoga y no pudo sacarlos de mí
tan rápido como fue capaz de arrugar la falda de mi vestido anoche.
Logramos unos pasos más. Luego dijo—: A la mierda. —Y me acostó en las
escaleras. Agarrando mis pechos en cada mano, bajó su boca a mi cintura y cogió
entre sus dientes la banda elástica de mis pantalones antes de bajarlos. Di patadas
para ayudar a zafarme de ellos, y gracias a Dios, mi ropa interior bajó con ellos,
porque no me encontraba segura de que pudiera permitirle sacar cada par de lo
que tenía encima. Y con el estado hambriento en el que se hallaba, habrían estado
rotas en medio segundo.
Sacó su billetera de sus vaqueros que colgaban alrededor de sus rodillas.
Luego tuvo un condón en su mano. Entonces, el condón en su lugar. Al momento
siguiente, tenía el condón en mí.
Tiré mi cabeza hacia atrás, disfrutando de su fuerte empuje encajando con el
suave dar de mí misma. Encajábamos tan bien juntos.
Espeté algo en español, incapaz de preocuparme por los peldaños de
escalera clavándose en mi espalda. Con Asher enterrado tan profundo dentro de
mí, nada más importaba.
Mi liberación vino rápido así como la suya. Nuestra combustión simultánea
nos tuvo apretándonos el uno al otro a través de nuestro orgasmo, y luego
murmuró un sonido de conmoción antes de rodar fuera de mí y deslizarse unos
pasos para colapsar en su espalda, lanzando el brazo sobre su cara y jadeando.
Aunque me sentía como masilla, no lo quería desmayado en las escaleras.
Qué lugar horrible para dormir. Así que me contoneé hasta que estuve a su lado.
Tomé su brazo y lo ayudé a pasarlo alrededor de mi hombro. Entonces me levanté,
tirándolo conmigo.
Gimió en desagrado, pero se aferró a la barandilla para ayudarse a
levantarse.
—Gracias —murmuró—. Eres demasiado buena para mí.
Froté su pecho y besé su mejilla.
—No te vayas esta vez, ¿de acuerdo? —rogó, arrastrándome con él mientras
se desplomaba sobre la cama—.‖Solo<‖quédate.
Así que me quedé. Bostezando, cerré mis ojos y dormí la siesta con él por un
rato, hasta que me desperté en algún momento de la noche con su boca entre mis
piernas, su lengua masajeando mi clítoris y mi cuerpo inclinándose hacia arriba, ya
preparado para explotar.
—Hola, ahí. —Me sonrió, sus ojos verdes aún caídos por el sueño, pero su
sonrisa llena de vida.
Murmuré algo, no estoy segura si fue en español o inglés, pero cualquiera
que fue el sonido distorsionado que salió de mí, lo hizo reír. Entonces, levantó mis
piernas hasta mi pecho y se sentó derecho así podía empujar en mí desde ese
ángulo. Me vio retorcerme mientras me torturaba con su polla, deslizándose
profundo y en el ángulo correcto para golpear el lugar perfecto.
—Me encanta ver cómo te corres —admitió, antes de levantarme a sí ambos
estábamos sentados rectos, yo todavía en su regazo mientras nos mirábamos el uno
al otro—. Ahora vente de nuevo.
Sacudí mi cabeza, todavía no completamente abajo desde la última subida,
pero a Asher no le importó. Deslizó su pulgar sobre mi clítoris, empujó con más
fuerza dentro de mí y me tuvo gritando en un momento.
El resto de la noche siguió un patrón similar. Follamos, dormimos, de vez en
cuando nos abrazábamos, una vez salió de la cama para conseguirnos un aperitivo
de manzanas y queso. Mozart se convirtió en el mirón en algún momento, Asher
tuvo que salir de la cama para tirar una manta sobre su jaula. Pero volvió de
inmediato para abrazarme y sostenerme cerca.
A la mañana siguiente, me desperté primero, todavía envuelta en su agarre
amable y un gratificante dolor entre mis piernas. Sabía que debía irme. Dos noches
seguidas de esto era... el doble de malo. Pero tan pronto como traté de sentarme,
sus brazos se juntaron con más fuerza a mi alrededor.
—Oh, no, no lo harás. No te vas a ir a escondidas de aquí tan fácilmente esta
mañana. No me importa si tengo que esposarte a la cama. De hecho... —Se levantó
detrás de mí y saltó del colchón para pasear desnudo por la habitación hasta que
llegó a su mesa, donde tenía una bolsa de regalo situada. Después de que metió
una mano dentro, se giró, sonriendo.
Mi boca cayó abierta cuando vi las peludas esposas estampadas de leopardo
colgando de sus dedos. —Iba a dárselas a mi hermano por una broma de regalo de
bodas —explicó—. Pero ahora creo que le conseguiré algo más. Ven aquí, hermosa.
Insegura de si quería ser atada, grité una carcajada y me deslicé lejos de él
mientras se lanzaba hacia mí. Me persiguió a través del colchón, sonriendo todo el
tiempo antes de que se detuviera con un suspiro agitado y dijera—: ¿No?
Sacudí la cabeza. —No.
Pero entonces se me ocurrió una idea. Estiré la mano por las esposas. Asher
levantó sus cejas a la petición, pero las entregó fácilmente. Mi sonrisa se extendió
grande mientras movía mis cejas y le indicaba que pusiera sus manos en alto por la
cabecera.
Frunció sus cejas en confusión un segundo antes de que se dispararan alto
en comprensión. —Oh... ¿quieres esposarme?
Asentí y me mordí el labio, sin poder dejar de sonreír ante la idea.
Y maldita sea, pero era un buen chico. Con ojos verdes ardiendo con lujuria,
dijo—: Está bien. —Se movió en posición, extendiéndose en su espalda y alzando
sus brazos sobre su cabeza para permitirme atarlo a su cama.
Maldición, se veía bien así, mirándome con ansiosa anticipación mientras
lamía mis labios y trataba de decidir lo que quería hacer con él primero. Las risas
que estuvieron creciendo dentro de mí murieron mientras la lujuria se agrupaba
dentro de mi abdomen.
Dios, era magnífico, extendido desnudo como un banquete para mí sola.
Solo quería lamerlo.
Así que lo hice. Me incliné, puse mi lengua contra su ombligo y me moví
hacia arriba, lamiendo un camino por encima de su abdomen, el cual se estremeció
y apretó debajo de mí, directo a lo largo de su esternón hasta que llegué a la base
de su cuello. Entonces hundí mis dientes en su garganta, chupando la suavidad de
su piel, inhalando el aroma que era puramente suyo, deleitándome con su gemido
mientras vibraba contra mis dientes.
Movió su cara hacia un lado para verme, y esa mirada en sus ojos verdes,
tan llenos de confianza y afecto... Quería grabar este momento en mi memoria para
siempre. Le acaricié con la punta de mis dedos a lo largo de cada lado de su cara,
memorizando cada detalle, cómo se sentía, olía, sabía. Luego me incliné y presioné
suavemente mis labios con los suyos. Tiró de sus esposas para encontrar mi beso y
tratar de ir más lejos, pero lo detuve, queriendo explorar más. Sonriendo, se
recostó en los cojines, observándome.
Pasé unos minutos jugando con su cabello. Gimió cada vez que mis uñas
rozaron su cuero cabelludo. Entonces presioné tiernos y rápidos besos por cada
brazo, decidida a no perder un solo lunar o peca. Y lo que mi boca se perdía, mis
dedos siguieron el camino por detrás para engullir.
—Cristo —murmuró, cerrando los ojos e inclinando su cabeza hacia atrás
mientras disfrutaba mis atenciones—. Eso se siente bien.
Con una sonrisa, esparcí un poco de amor en su pecho, por su estómago.
Contuvo el aliento cuando llegué a la V en la base de su abdomen. Le sonreí y soltó
la respiración que acababa de tomar para hacerme saber que lo estaba torturando.
Manteniendo el contacto visual, deslicé mis dedos alrededor de la base de
su polla y la levanté de su estómago, luego me incliné para tomar la cabeza entre
mis labios. Vi sus ojos dilatarse mientras el sabor salado golpeaba mi lengua.
—Santa... —intentó decir y se rindió. Una gota de sudor cayó por su sien.
Sin dejar de mirarlo a la cara, lo succioné más hasta que tocó la parte
posterior de mi garganta. Sus labios se abrieron pero parecía no poder hacer más
que respirar mientras lo metía unos centímetros más. Aunque no podía meterlo
todo, eso no me detuvo de sacarlo y meterlo de nuevo.
—Dios —jadeó, sus ojos fijos en los míos para ocasionalmente mirar mis
labios aún envueltos a su alrededor, y regresar a mis ojos otra vez.
Acaricié sus bolas unos segundos y su escroto se endureció bajo mi tierno
cuidado cariñoso. Se acercaba. Pero no quería que terminara en mi boca.
Cuando lo saqué, gruñó pero no discutió. Solo miró, sus ojos acalorándose
mientras yo tomaba la caja de condones, que estaba más de la mitad vacía hasta
este momento.
—Eres tan hermosa —murmuró mientras rodaba el profiláctico por su
masiva longitud. Sabía que lo decía en serio porque no tenía idea de que yo podía
entender cada palabra.
En lugar de verlo de frente, me giré de espaldas a él mientras montaba su
regazo. Tarareó en aprobación e intentó elevar su regazo antes de que estuviera
lista. Así que puse una mano en su cadera, para mantenerlo en la cama y me giré
con una sonrisa de advertencia mientras movía mis dedos hacia él.
—Está bien —me dijo, respirando rápido mientras bajaba otra gota de
sudor—. Me comportaré, lo juro. Pero, mierda, me encanta este juego.
Me reí, encantada. Luego lo agarré y me posicioné sobre él para que pudiera
frotar la entrada de mi ano.
—Ay, tiene que ser una maldita broma. —Su voz era alta, sorprendida y con
un montón de lujuria—. Es demasiado bueno para ser real.
Pero en el último segundo, lo miré, le guiñé un ojo y lo moví hacia mi
vagina. —Maldita sea, pequeña bromista... —Pero la palabra bromista salió como
un gruñido porque fue cuando me senté sobre él, empalándome completamente—.
Mierda. Bien. Eso tampoco está tan mal. Maldición.
Dejé caer mi cabeza hacia atrás y me reí mientras lo montaba. Maldijo un
poco más, y empecé a dejar salir cosas en español porque simplemente no pude
evitarlo. Cuando mi matriz se empezó a contraer, sacándome un intenso orgasmo,
gritó su propia liberación y llevó sus caderas hacia arriba.
Tan pronto como terminamos, me bajé de él y me hice cargo del condón.
—Gracias —murmuró, mirándome como si tuviera un millón de dólares o
algo así. Luego me recosté a su lado y descansé mi cabeza en su hombro para
poder mirarlo a los ojos.
Ninguno mencionó quitarle las esposas. Creo que a los dos nos gustaba
estar así. Sus pestañas se movieron, diciéndome que se ponía soñoliento. Le sonreí
y acaricié su barbilla, y sus labios se levantaron bajo la caricia.
—Todavía no lo sabes —me dijo, con la voz llena de sueño—. Pero voy a
conservarte. Vamos a hacer que funcione, con la barrera de idioma o no. Porque
nunca nada ha sido así de asombroso.
Sus ojos verdes lucían tan llenos de tanta sinceridad, que tuve que cerrar los
míos y presionar mi cara a un lado de su cuello. —Te amo —le dije, avergonzada y
culpable de que no se lo pudiera decir en inglés, que no le pudiera confesar nada.
No me merecía a este maravilloso y asombroso hombre. Todo lo que tenía
con él se basaba en una mentira mía y se merecía más, mucho más que eso.
—Ya no puedo hacer esto —admití, porque no podía seguir haciendo esto. Él
acababa de cerrar los ojos mientras me alejaba, necesitando irme, escapar antes de
estallar en lágrimas.
Detrás de mí, murmuró—: ¿Qué estás haciendo? ¿Qué ocurre? —mientras
me colocaba rápidamente las bragas y agarraba mi sostén.
No podía mirarlo, no podía decir nada. Así que me apresuré a escapar.
Intentó hacer que me quedara, incluso probó con la peor pronunciación de
las palabras sentarse y quedarse conocidas por el hombre.
—¡No! No te vayas. Por favor, no te vayas. Lo siento. No sé qué hice mal,
pero lo siento. Mierda —murmuró, como si estuviera arruinándolo todo y no
supiera cómo componerlo—. ¿Cómo se dice lo siento en español?
Le dije, no es que él supiera que eso era lo que yo decía. Solo siguió
rogándome, siguió intentando hacer que me quedara, lo que solo me hacía sentir
peor por cada mentira que le dije y me hizo más determinada a irme.
Conteniendo las lágrimas, me detuve en la puerta y lo miré. Parpadeó como
si estuviera sorprendido de verme llorar. Luego susurró mi nombre... El erróneo, y
dije—: Lo siento tanto. Tengo que hacer esto —en español antes de dirigirme a la
escalera y subir corriendo por los escalones.
Una vez afuera en el aire frío, troté a mi auto, a unas calles, donde lo dejé el
día anterior. Lágrimas nublaron mi visión mientras encendía el motor, pero seguí.
Llegué a casa antes de que me diera cuenta —mierda— no podía simplemente
dejarlo ahí esposado en su cama.
Así que busqué mi teléfono en mi bolso y lo llamé. Sabía que no podría
responderme,‖pero‖imaginé‖que‖‚Sticks‛‖podría‖intentar‖entrar‖en‖contacto‖con‖él,‖
y llegar a su apartamento para echarle un ojo, para asegurarse de que su padre no
lo había matado o algo parecido.
Y mierda, ahora que lo pensé, me maldije. ¿Qué demonios pensaba al
dejarlo atrapado cuando su padre loco seguía cerca? ¿Qué si su viejo lo encontraba
así, y lo lastimaba? Dejé su apartamento completamente abierto.
Estaba a punto de colgar y entrar en mi habitación para cambiarme por la
ropa de Sticks cuando Asher contestó, sorprendiéndome.
—Hola, amigo —respondió, sonando completamente sin aliento y casual,
como si no estuviera atrapado desnudo en su cama—. ¿Qué pasa?
Bien, tal vez ya se había liberado.
—No mucho. —Mi voz sonaba rígida para mis propios oídos. No estaba
segura de cómo hacía esto, por qué seguía jugando como dos personas diferentes.
Solo quería quitarme la máscara, y aun así, las consecuencias de mis actos eran
demasiado grandes para afrontarse. Me iba a odiar tanto.
—Yo... —Tuve que hacer una pausa y aclararme la garganta—. Tenía
hambre y se me ocurrió comer pizza para el almuerzo. ¿Quieres venir conmigo?
—Claro —respondió, aún sin mencionar su dilema, pero sabía que iba a
tener que decirme... pronto... si seguía atrapado, de todas formas.
—Genial —dije—. Me paso a recogerte en un rato.
—Suena bien. Pero, eh, primero una pregunta rápida.
Genial. Aquí viene. —Muy bien —murmuré, esperando lo que acababa de
pasar.
Pero luego de dudar ligeramente, todo lo que dijo fue—: Por casualidad no
tienes‖unas<‖llaves‖para esposas, ¿verdad?
—Eh... —Demonios, no estaba lista para esa pregunta, y era probablemente
la más lógica. Pero no tenía las llaves. No sabía siquiera donde podrían estar.
—No importa —dijo de pronto—. Sé que tengo unas por aquí. En algún
lado. ¿Puedes... venir a ayudarme?
—Claro. Estaré ahí en menos de veinte.
Colgué antes de que pudiera decir algo. Y regresé a su casa en quince
minutos, con mi máscara, mi torso falso y calzones de hombre en su lugar.
Cuando me estacioné frente a su apartamento, me maldije otra vez por dejar
abierta la puerta en mi escape. Su padre pudo haber entrado y herirlo. Un poco
asustada de que su padre hubiera llegado antes que yo, me apresuré a la puerta e
inmediatamente grité—: ¿Asher?
—Aquí abajo.
Sentí alivio en mis hombros y bajé los escalones de dos en dos. Logró usar
las piernas para cubrir su regazo con las sábanas, pero olvidé cuán expuesto lo
abandoné.
Pero... diablos. El chico era puro arte. Mi boca se hizo agua mientras
recordaba todo lo que hicimos juntos en esa cama.
Salvo que el modo cauteloso en que me miraba y el sonrojo en sus mejillas
porque no podía ocultarse de su amigo gay, me trajo de vuelta a la realidad.
Abrió la boca, probablemente para explicar, pero levanté una mano. —Ni
siquiera voy a preguntar,
El aire salió rápido de sus pulmones antes de que murmurara agradecido—:
Gracias.
Asentí. —Mi pregunta es, ¿dónde crees que estén las llaves?
—Mierda, no estoy seguro —murmuró, sonando enojado consigo mismo—.
Pero tiene que estar cerca de la bolsa de regalo que está en la mesa.
Me apresuré hacia la bolsa que se había inclinado hacia un lado y se le
escapaba un papel arrugado. Luego de buscar en el desastre, encontré la caja de las
esposas y sí, ¡éxito! Dos llavecitas estaban dentro.
Volteé la caja, así que se deslizaron en mi palma. —¡Las encontré!
—Gracias a Dios —gimió mientras me giraba hacia él. Pero cuando lo miré,
esa mirada sospechosa cruzó su rostro. Sus ojos ya no lucían llenos de confianza y
calor.
Era la cachetada para regresar a la realidad que necesitaba.
—Solo tomará un segundo —prometí mientras me apresuraba a ponerme de
rodillas en la sábana al lado de sus brazos estirados y metía la llave en la
cerradura. Luego de un giro pequeño y un clic, se encontraba libre y bajando los
brazos, agarrando más sábana para cubrirse mientras se alejaba de mí.
Me alejé de la cama para darle espacio. Luego miré que cerraba los ojos y se
concentraba en respirar antes de sobarse las muñecas. Cuando me di cuenta de que
la piel estaba irritada, me acerqué.
—¡Oh, Dios mío! Estás herido.
Pero elevó una mano, calmándome. —Estoy bien —espetó.
No era cierto. Se veía derrotado y perdido.
—¿Entonces...? —pregunté, insegura de qué quería que hiciera ahora.
Insegura de qué debería hacer. Moví la pierna, intentando, sin éxito, calmarme.
Suspiró y negó con la cabeza, sin hacer contacto visual. —Tenías razón. No
debí enredarme con Elisa.
Mi boca se abrió. No creí que me lo confesara y por un momento, no supe
qué decir. Luego levantó la cara; se veía tan culpable y arrepentido, que mi propia
culpa y necesidad de decir que lo sentía se hallaba en mi garganta.
Me encogí de un hombro. —Bueno, supongo que ahora lo sabes.
Y‖tal‖vez‖ahora‖se‖quedaría‖alejado‖de‖‚Elisa‛‖para‖ siempre, aunque la sola
idea me hizo querer llorar por dentro.
Agitó la cabeza, frunciendo el ceño. —¿Es todo lo que tienes que decir?
Lo miré, insegura de qué más podría decir, a menos que soltara una gran
confesión. Lo que, claro, no hice.
Agitó la cabeza, obviamente confundido. —¿No te molesta que fuera a tus
espaldas y estuviera con ella de todas formas?
Suspirando, agité la cabeza. —No —dije honestamente. De hecho, me ponía
muy muy contenta de que se hubiera enrollado conmigo de todas formas. Nuestras
dos noches juntos iban a ser unos de los mejores recuerdos—. Es decir, como dije,
tú eres el que me preocupaba desde el inicio. Si querías arriesgarte de todas formas,
es... —Insegura de cómo decirlo o siquiera si debía decirlo, murmuré—: Además,
tengo el presentimiento de que no... lo incitaste. —Cuando arrugó la frente,
confundido, estiré una mano—. Digo, puedo imaginarte intentando detenerte y
ella‖solo< quería más.
Me miró, rehusándose a hablar de ello. Honrada de que no me convirtiera
en una charla de vestidores, incluso después de lo que le hice, también miré a otro
lado.
Mozart seguía en su jaula, inclinando la cabeza a un lado, estudiándome.
Me preguntaba si sabía que yo era la misma persona de anoche o no.
—Si no quieres comer, está bien —dije, esperando que se negara. Necesitaba
un par de horas lejos para reorientarme.
Pero dijo—: No. Vamos. Necesito salir de aquí un par de horas.
Supongo que también para aclararse la cabeza. Quería dejar su mente en paz
más que la mía, así que lo llevé a la pizzería más cercana porque entonces, haría lo
que fuera por él.
Comimos en silencio, perdidos en nuestros propios pensamientos. No habló
de‖lo‖que‖pensaba‖o‖de‖lo‖que‖planeaba‖con‖‚Elisa‛,‖por‖lo‖que‖estuve‖agradecida.
Cuando lo dejé de nuevo en su casa, me dio las gracias y salió del auto.
Luego me dijo que era un verdadero amigo. Me sentí perdida luego de eso. Ya no
podía seguir haciéndolo. No podía seguir manteniendo este secreto, no podía
mentir, ni llevar una doble vida. Necesitaba saberlo y lo necesitaba más de lo que
yo necesitaba mantenerlo oculto.
Iba a doler cuando me echara de su vida, pero tendría que lidiar con ello.
Simplemente no quería estar ahí cuando se enterara de la verdad aunque era mejor
que la escuchara por mí.
Mañana, me prometí. Lo llamaría en la mañana y le diría todo.
Traducido por Vane hearts & Adriana
Corregido por NicoleM

Cuando llegué a Forbidden esa noche, todavía me sentía sin energía y listo
para meterme de nuevo en la cama para invernar durante el resto del invierno.
Tenía muchas ganas de saltarme el turno y encontrar a Elisa. Me detendría en su
lugar de trabajo, pero no preguntaría por ella esta vez, no querría parecer un
completo acosador. Pero ese era el único lugar que conocía para encontrarla. Era
probable que tuviera que esperar un par de días antes de volver de nuevo.
Maldición.
Bostecé mientras entraba por las puertas delanteras y saludé a Harper; me
pregunté si quizá podría jugar la carta del hermano con Pick y librarme por esta
noche, pero entonces recordé que Mason ya estaría ausente. Enterró a su madre
hace apenas dos días, además tenía que trasladar a su hermanita al apartamento.
Así que, ya nos encontrábamos escasos de personal.
Desanimado debido a que nada desde el momento en que Elisa dejó mi
cama esta mañana había ido a mi manera, volví a bostezar.
—Saanta mierda —explotó Ten, apareciendo frente a mí, justo en mi cara, así
que tuve que detenerme para evitar chocar—. La estrella de rock por fin consiguió
tener sexo, ¿eh? Ya era hora, mi hombre. —Me golpeó el hombro felicitándome,
haciéndome fruncir el ceño ya que odiaba la forma en que siempre sabía cuándo
estuve con una mujer. Comencé a moverme alrededor de su molesto culo hasta
que dijo—: No creí que alguna vez averiguarías que nuestra chiquita baterista era
tu chica con la camiseta de Incubus. O espera, ¿por fin le crecieron un par y
confesó?
Haciendo una pausa, parpadeé hacia él, tratando de darle sentido a lo que
acababa de decir. Al final, sacudí la cabeza. —¿Qué?
—¿Qué? —dijo Ten como si estuviera confundido por mi confusión.
—Jesús —murmuré—. Lo juro, solo tienes sentido como un cinco por ciento
del tiempo. ¿Por qué hablas de la chica con la camiseta de Incubus? ¿Y quién
diablos es esa chiquita baterista?
Los ojos de Ten brillaron. —Ahh, mierda. No te acostaste con tu baterista
anoche, ¿verdad? —Luego parecía ofendido mientras exigía—: ¿Entonces a quién
diablos follaste?
—No es de tu incumbencia —gruñí—. Ahora explícate.
—Oh, ya sabes. —Se encogió de hombros y empezó a alejarse—. No es nada.
Simplemente ignórame. —Pero agarré un puñado de su camisa y lo arrastré de
vuelta hacia mí.
—No lo creo, hijo de puta. Explícate.
Suspiró y se frotó la cara. —Jesús, no puedo creer que aún sea demasiado
gallina para contarte.
—Ten —advertí.
—Bueno, está bien —se quejó—. No es como si pudiera mantenerse como
un secreto para siempre.‖Ese‖baterista‖en‖tu‖banda<
Parpadeé, muy confundido. —¿Remy? ¿Qué pasa con él?
—No él —dijo—. Ella.
Entrecerré los ojos, sin entenderlo. —¿Eh?
—Cristo en una muleta. —Lanzando un suspiro de disgusto, negó con la
cabeza y miró hacia el techo. Entonces me dijo—: Tu amigo homosexual Remy no
es en realidad un chico homosexual. De hecho, ni siquiera es un hombre. Es en
realidad una chica, con tetas y todo el otro equipo con el que vienen las chicas.
Inmediatamente abrí la boca para decir que era mentira, pero las palabras
no vinieron. Mi mente dio vueltas, recordando todas las veces que pensé que Remy
poseyó una forma femenina, todas las veces que me animó a ‚hablar‛, y Jesús, el
momento en que me confesó que llevaba una máscara.
Mierda.
Todos estos extraños pedacitos comenzaron a alinearse hasta que de repente
tenía sentido. Pero todavía no estaba listo para comprometerme por completo a la
idea. Remy no podía ser una chica. Simplemente... no podía.
Con el ceño fruncido, todavía trataba de darle sentido a la declaración de
Ten cuando lanzó otra bomba.
—Y no solo es una chica, sino que también es la chica de la camiseta de
Incubus, acerca de la cual escribiste esa canción.
Eso me hizo negar con la cabeza, al instante negándome a aceptarlo. Pero
luego tuve que preguntar—: Si... si Remy es una chica, ¿qué diablos te hace pensar
que es la chica de la camiseta de Incubus?
—Porque la noche que cantó en el karaoke, lo hizo con su amiga, Jodi. Y
conocí a Jodi entonces, así que le pregunté acerca de su amiga por ti luego de su
pequeño dúo esa noche, pero todo lo que ella me decía era que el nombre de su
amiga era Remy.
Seguí agitando la cabeza, porque ni siquiera deseaba considerar esto. ¿Pero
la pelirroja en el escenario con mi chica de la camiseta de Incubus en realidad era
Jodi, la compañera de cuarto de Remy? Supongo que podría haberlo sido. No le
había prestado mucha atención a la pelirroja. Demonios, ni siquiera podía recordar
claramente cómo lucía la chica acerca de la que escribí la canción.
—<así que cuando Remy, tu baterista, apareció aquí con Jodi en su brazo,
sume dos más dos y bam, lo averigüé todo. Y ayudó el que admitiera lo que era
cuando le pregunté, por lo que ¡ja! Soy bastante impresionante, ¿no?
¿Impresionante? Impresionante no era exactamente la palabra que usaría.
—Estás jodidamente muerto, eso es lo que eres —gruñí justo antes de lanzar
mi brazo hacia atrás y conectarlo en su cara.
—Mierda —gritó al contacto, apretando los ojos y alejándose—. ¿Qué
demonios, hombre?
—¿Qué demonios tú? —rugí, avanzando para poder agarrar el frente de su
camisa y golpearlo de nuevo. Pero de repente muchas personas se hallaban allí;
Quinn me arrastró hacia atrás, lejos del bastardo que quería matar y Noel ayudó a
Ten a permanecer en posición vertical—. ¿Cómo pudiste no decirme nada en estos
meses la primera vez que supiste su nombre? —exigí, luchando contra Quinn para
poder volver a Ten—. Sabías cuánto tiempo pasé buscándola. Sabías lo mucho que
hubiese dado solamente por saber su nombre.
Ten hizo una mueca mientras se limpiaba la cara y negaba con la cabeza.
—Sí, bueno... la venganza es una perra, ¿no?
—¿Qué? —No tenía ni idea de lo que hablaba.
—Caroline —dijo entre dientes—. Sabías lo que hacía cuando entraba a
escondidas a mi habitación sin que yo supiera que era ella. Y no me dijiste nada.
Solo me dejaste seguir traicionando inconscientemente a mi mejor amigo. Bueno,
vete a la mierda. Tienes lo que te mereces.
Mi boca se abrió mientras la conmoción se esparcía a través de mí. No tenía
idea de que Ten guardaba rencor por ello. Durante todo este tiempo, pensé que
éramos‖amigos‖que‖bromeaban,‖pero‖ahora<
—¿Qué en nombre de Dios está pasando aquí? —Pick salió apresurado de la
sala de atrás, seguido por Knox, quien debía haberlo traído.
Liberándome de Quinn, debido a que ya no sentía el impulso de golpear la
cara de Ten, esnifé e hice un gesto hacia el bastardo que instó su ojo rojo.
—Pregúntale. Obviamente, sabe más de lo que está pasando en mi vida que
yo.
—¿Ten? —dijo Pick, girándose hacia él.
Mientras Ten murmuraba algo en respuesta, pasé mis manos sobre la boca
porque todavía no podía creer lo que acababa de enterarme.
Comencé a alejarme, pero Pick me agarró del brazo. —Oye. ¿Adónde vas?
Negué con la cabeza, sin estar muy seguro. Sabía que necesitaba respuestas,
y solamente una persona podía dármelas. —Simplemente<‖necesito‖irme.
Asintió, con demasiada comprensión y preocupación en sus ojos. —Bueno.
Lo que sea que necesites. ¿Todo bien?
—No —gruñí y pasé mis manos por mi cabello—. No lo sé. Solo necesito
irme. Necesito respuestas.
Pick me despidió con la mano. Envié una última mirada hacia Ten, tan
conmocionado y herido que no le presté atención todo este tiempo. Luego me fui.
No llamé a Remy. No estaba seguro de si podía hablar con él —ella— en
este momento y escucharlo mentirme un segundo más.
En su lugar, llamé a Gally y lo engatusé para conseguir el número de Jodi
con la promesa de que no tendría sexo con ella.
Respondió a la segunda llamada. —Hola, ¿quién es?
Solté un suspiro. —Hola, Jodi. Es Asher. Acabo de intentar ubicar a Remy
porque tengo algunas cosas que darle, pero no contesta. ¿Cuál es tu dirección?
—Eh... oh... Bueno, Remy no está aquí ahora.
—Está bien —aseguré—. Simplemente puedo dejártelo si estás en casa, y
puedes dárselo cuando llegue allí.
—¡Oh! Bueno, seguro. —De repente sonaba aliviada y entrecerré los ojos
porque sabía que me mintió—. En ese caso... —Mientras decía su dirección, me
subí a la motocicleta.
—Gracias. Estaré ahí en un rato —le dije antes de colgar y comenzar el viaje.
Llegué al departamento de Remy en un tiempo récord. Después de correr
por las escaleras al segundo piso que era donde se encontraba el departamento,
golpeé la puerta hasta que su compañera de cuarto respondió.
Jodi me dedicó una sonrisa incómoda mientras asomaba solo la cabeza al
pasillo.
—Hola, guapo. —Entonces sus cejas se arrugaron cuando se dio cuenta de
que no traía nada conmigo—. Ah... ¿qué tenías que dejarle a Remy?
—Nada —contesté—. Mentí. —Luego saqué una mano del bolsillo para
empujar su puerta, haciéndole saber que iba a entrar.
No trató de detenerme, pero se tambaleó hacia atrás, dejándome irrumpir
dentro mientras me miraba boquiabierta y los ojos muy abiertos. —Oh, eh... ¿qué?
—¿En realidad no está aquí o también mentiste acerca de eso? —pregunté.
Su boca se abrió. Entonces susurró—: Mierda. Lo sabes.
—Sí. —Asentí lentamente, mirando el lugar, buscando signos de que el
baterista que llegué a conocer realmente residía aquí. Pero lucía como una típica
sala de estar en la que cualquiera podría vivir.
Así que me dirigí a un pasillo cercano y comencé por la primera puerta
medio abierta que vi.
—Eh... ¿qué haces? —preguntó Jodi, corriendo detrás de mí y tratando de
mantener el ritmo.
No estaba seguro. Nunca allané el departamento de una mujer antes y solo
empecé a buscar. Me encontraba un poco cegado, la mitad de mi conciencia me
decía que parara y me comportara, la otra mitad necesitaba respuestas.
La primera puerta a la que me asomé era un cuarto de baño, un cuarto de
baño claramente femenino con productos para el cabello, joyas y todo tipo de
mierda femenina que salpicaba todo el mostrador, aunque divisé el desodorante
en aerosol que tomé prestado de Remy cuando permanecimos juntos en Chicago.
Mierda. Chicago. Hicimos un montón de unión en esa habitación de hotel. Y
nunca consideró que era prudente decirme que no era un hombre.
Me moví hacia la siguiente puerta y metí la mano para encender la luz. El
aliento se quedó atrapado en mis pulmones cuando me di cuenta de que esta era
sin duda la habitación de él; ella. Decorada con un brillante magenta, azul eléctrico
y verde lima, carteles de rock y bateristas se hallaban de forma diagonal por todas
las paredes. Carteles de Neil Peart, unos que decían Mantén la calma y toca la batería,
otros decían Sé fiel a tus sueños con un par de baquetas en ellos, imágenes de
bandas como Metallica, Iron Maiden, Alice in Chains... Incubus.
Este cuarto era tan Remy. Y sin embargo, la habitación era de una chica.
Tragué cuando vi un sujetador de encaje blanco en el suelo a los pies de su cama.
Jesús, en realidad era una mujer.
Y fue entonces cuando lo vi. Una máscara de látex colgando del estribo de la
cama. Una con la cara de Sticks.
La agarré y de inmediato estornudé. Pero en lugar de arrojarla a un lado,
coloqué mis dedos a su alrededor, sosteniéndola con fuerza.
En la puerta, Jodi tenía su teléfono y escribía un mensaje de texto.
Esnifé y sacudí la cabeza. —No —dije—. Oh, no, no lo harás. No tuve
ninguna clara advertencia acerca de esto, así que tampoco la tendrá ella.
Jodi, culpablemente, bajó el teléfono. —Nunca quiso<‖ —empezó, pero
levanté una mano, deteniéndola.
—No quiero oírlo de ti. Quiero que Remy explique... todo.
La preocupación iluminó su rostro mientras se mordía el labio. —¿Qué vas a
hacer?
Con una risa áspera, negué con la cabeza. —No tengo idea.
Mi mente no paraba de girar. No creía que estuviera enojado con exactitud.
Bueno, algo cabreado, pero en su mayoría simplemente confundido.
No podía entender por qué... ¿por qué pretendería ser un hombre? No tenía
ningún sentido. ¿Y por qué no sintió que podía decirme? Pensé que Sticks y yo nos
habíamos vuelto tan cercanos, tanto que él —ella— podía confiar en mí al igual que
confié<‖
Oh, demonios. De repente recordé toda la mierda que le conté desde que
nos conocimos. La mayor parte era probablemente cosas que no le habría admitido
a una mujer, como lo mucho que me encanta comer un coño y, ¡oh, Jesús! La traté
como si fuera uno de mis amigos, llamándola hijo de puta, perdedor e imbécil.
Santa madre, nunca le diría a una mujer nada de eso.
Y entonces recordé hablarle acerca de la chica de la camiseta de Incubus. Mi
cabeza se sacudió por todo el lugar con eso. ¡Le hablé acerca de ella! ¿Por qué no
había dicho nada? Sabía cómo reaccionaba a la chica de la camiseta de Incubus,
cómo la busqué durante meses. O espera. ¿Supo cómo la busqué? Tal vez no
mencioné esa parte. Solo traté de expresar lo mucho que quería que terminara toda
esta dura experiencia, así que tal vez la hice sentir como si no pudiera contarme,
porque le hice creer que no quería tener nada que ver con ella, como una mujer.
Pero nada de eso explicaba el porqué decidió actuar de incógnita,
haciéndose pasar por un hombre.
Al final del pasillo, la puerta del apartamento se abrió y alguien dijo—:
Hola, prostituta. Estoy en casa y traigo comida. Helado de chocolate doble con
caramelo. Me ayudarás a comer esto.
Solté un suspiro. Esa era la voz de Remy. Todas mis preguntas estaban a
punto de ser contestadas. Jodi y yo nos observamos mutuamente en silencio
mientras escuchábamos los pasos moverse hacia la cocina, probablemente para
dejar el helado.
Luego Remy gritó—: ¿Jodi? ¿Hola? ¿Estás en casa?
—Eh<‖sí.‖—Jodi me lanzó una mirada cautelosa como si creyera que le iba a
cortar la garganta o algo parecido si respondía mal—. En tu habitación, puta.
—¿Qué haces en mi habitación? No importa. Estoy feliz de que estés aquí.
Debes ayudarme‖a‖encontrar‖una‖manera‖de‖decirle‖a‖Asher<
Dobló en la esquina para entrar en la habitación y jadeó cuando me vio,
patinando hasta detenerse y apretándose el pecho.
No tenía idea de lo que esperaba, quizá que se encontraría vestida como
Sticks con la máscara puesta, a pesar de que sostenía la jodida máscara en la mano.
Pero lo último que‖esperé‖ver‖fue‖a<‖Elisa.
Mi boca se abrió ante la sorpresa, mi mandíbula se tensó, pero ninguna
palabra salió.
Sus ojos ensanchados con una mirada de pánico se movieron hacia Jodi,
luego de regreso a mí. Cuando su atención cayó en la máscara que apretaba en mi
mano, se giró de nuevo hacia su compañera de cuarto.
—Ya lo sabe —susurró Jodi con una mueca de simpatía.
Remy, Elisa o quienquiera que fuese, se giró de nuevo hacia mí. —Asher<‖
—comenzó a decir en voz baja, y sus ojos se arrugaron con disculpa a la vez que
daba un paso hacia mí.
Me tambaleé hacia atrás y levanté una mano, deteniéndola, intentando
entender lo que sucedía.
Pero, mierda, joder, demonios y maldición. Esto cambiaba todo. Cuando
simplemente había sido una chica, disfrazándose de hombre, eso era una cosa. No
había estado tan terriblemente enojado entonces. Pero que también me engañara
como Elisa, embaucándome hasta que me llevó a la cama<
—¿Qué demonios está pasando? —demandé—. Voy al trabajo esta noche y
me entero que no solo eres una chica, sino la chica a la que le escribí una canción y
estuve buscando por meses. Y ahora veo que entras en esta habitación, ¿y también
eres Elisa? ¿Quién demonios eres?
Oh, Dios, no me había dado cuenta hasta ese momento; honestamente no
sabía su verdadero nombre.
—Me<‖me llamo Remy —respondió en voz baja.
Entrecerré los ojos, silenciosamente ordenándole que no me jodiera.
Levantó ambas manos. —Lo juro. Mi nombre completo es Remy Elisa
Curran. Elisa es mi segundo nombre, pero solo mi tío en el restaurante me llama
así.
—Y al parecer entiendes el inglés perfectamente bien —me burlé. Luego me
di cuenta. Mierda, entendía el inglés. Entendió todo lo que le dije cuando estuvimos
juntos, las cosas que nunca le hubiese admitido a una chica a la que acababa de
conocer.
Cristo, cómo las mentiras se iban amontonando.
Me pasé los dedos por el cabello, tirando de mi cuero cabelludo, intentando
calmarme,‖pero‖simplemente<‖esto‖me‖dejó‖alucinado.
Extendió una mano hacia mí, con preocupación atada a sus facciones.
—¿Necesitas sentarte?
Le lancé una mirada amenazante. —No, no necesito sentarme, maldición.
Necesito una jodida explicación. ¿Por qué?
—Solo<‖—Sus pestañas parpadearon rápidamente, y podía ver las lágrimas
inundar sus ojos. Luego se abrazó a sí misma y admitió—: Solo quería una
oportunidad de estar en la banda.
Sacudí la cabeza, confundido, ya que no esperaba esa respuesta en absoluto.
—¿Qué?
—Non-Castrato —dijo—. Fui a la audición por el lugar de baterista como yo
misma<‖pero‖ese‖bastardo‖de‖Galloway‖ni‖siquiera‖me‖dejó‖tocar‖una‖canción‖con‖
ustedes.
Mi boca se abrió. —¿La chica roquera punk? —susurré con horror. ¿Era la
chica roquera punk, también?—. ¿Eras tú?
Cuando asintió, tiré mis brazos al aire y resoplé. Pero por supuesto, era
simplemente mi suerte que la mayor mentirosa en el planeta terminara siendo las
tres mujeres por las que había estado soñando y fantaseando últimamente.
Malditamente perfecto.
—¿Qué tenía que ver la peluca de Tina Turner? —demandé.
Se encogió de hombros y lucía un poco enferma. —Nada. Simplemente
pensé que se veía genial para el papel.
¿El papel? Sí,‖definitivamente‖había‖estado‖interpretando‖un‖papel<‖todo‖el‖
maldito mes.
—¿Cuántas identidades secretas tienes?
Sacudió la cabeza y bajó el rostro. —Esas son todas. —Cuando resoplé, alzó
la mirada, frunciendo el ceño—. ¡De verdad!
—Como sea. —Rodé los ojos y me pasé las manos por el cabello, intentando
enderezar todo en mi confusa cabeza—.‖Entonces,‖inventaste‖a‖‚Sticks‛,‖el‖baterista‖
homosexual, para entrar en la‖banda<‖—Me detuve abruptamente para hacer una
mueca porque de repente entendí que Sticks no existía. Todas las rondas de Call of
Duty que jugamos, las bromas, el escribir canciones juntos, toda la mierda con la
que me ayudó y las veces que me cubrió la espalda. Recordé la noche en Chicago
cuando él, ella, estuvo lista para defenderme con nada más que un gas pimienta y
un silbato, y una flecha de dolor me atravesó. Sticks, mi amigo, se había ido para
siempre.
Y por qué demonios no se me ocurrió que el gas pimienta y un silbato eran
los clásicos preventivos de violación, una protección femenina. Era un jodido idiota.
¿Cuántas veces debió haberse reído de mí por ser despistado e idiota?
Entrecerré los ojos cuando dijo—: En realidad no fue mi intención el unirme
a la banda. Simplemente me encontraba tan enojada de que ustedes no me
escucharon; planeé quitarme la máscara después y decirles: Ja, una mujer puede
tocar la batería tan bien como un hombre. Pero luego me invitaste a tocar con
ustedes ese viernes. Nunca antes había tocado en frente de una audiencia. Quería
saber cómo se sentía. Y luego esa misma noche, conseguimos el concierto en
Chicago y sonabas tan emocionado, no podía defraudarte y decirte que era una
chica. ¿Qué tal si Gally me hubiese echado y nunca hubiesen ido a Chicago?
—Ah, así que, ¿todo esto fue para ayudarme? —gruñí.
Se sonrojó y dejó escapar un pequeño suspiro. —Por supuesto que no. Pero
sí contribuyó al porqué no te lo conté de inmediato, hasta que pasé del punto
donde no podía decirte sin causar un gran calvario, y luego simplemente estaba
demasiado asustada<‖porque‖sabía‖que‖reaccionarías‖de esta manera.
¿De esta manera? Así que pensaba que exageraba, ¿eh? Rodé los ojos.
Genial. —¿Dónde encaja la chica de la camiseta de Incubus en todo esto? —Tenía
que saber.
Parpadeó, confundida. —No encaja.
Cuando solo levanté una ceja, diciéndole que lo intentara de nuevo, apretó
los dientes y gruñó—: Ni siquiera sabía que esa canción existía hasta después de
que me uní a la banda, y Ten me contara al respecto.
Gruñí. Maldito Ten. —¿Pero sabías que se trataba de ti?
Se encogió. —Después de que leí la letra, sabía que era una clara posibilidad
de que fuera esa chica, sí.
—Jodidamente increíble.
Me pasé las manos por el rostro y me tuve que voltear porque era
demasiado difícil mirarla y no ver a Elisa, no recordar cada detalle de todo lo que
habíamos hecho en la cama.
—Puedo dar fe de esa parte —habló Jodi—. No tenía idea de que era la chica
de tu‖canción‖hasta< —Me giré para mirarla, rápidamente callándola—. Sabes<‖
—Apuntó con su dedo pulgar por encima del hombro a medida que retrocedía
hacia la puerta—. Voy a dejarlos a los dos solos para que discutan esto. —Y salió
disparada de la habitación.
Miré a Remy, quién parecía haberse encogido aún más, como si esperara
que la ataque físicamente.
Estuve dentro de esta mujer, la vi desnuda, la toqué, la saboreé, tuve el
mejor sexo de mi vida con ella. Soñé con algún tipo de futuro y en realidad pensé
que habíamos comenzado algo grande.
Pero todo fue una mentira.
No estaba seguro si me tragaba la historia acerca de la chica de la camiseta
de Incubus, pero me di cuenta de que se iba a apegar a su cuento, así que dirigí la
cuestión‖hacia‖el‖asunto‖que‖significaba‖m{s‖para‖mí<‖y‖dolía‖m{s‖preguntar.‖—¿Y
Elisa? —susurré.
Lágrimas llenaron sus ojos mientras sacudía la cabeza. —Se suponía que
nunca la conocieras. No se suponía que regresaras a la habitación del hotel por tu
billetera y la descubrieras en la ducha. No se suponía que fueras a Castañeda y la
vieras en su trabajo. Y se suponía que nunca la llevarías a casa contigo. Te lo dije,
demonios, ¿sí o no que te advertí que te mantuvieras alejado de ella?
Resoplé y sacudí la cabeza. —Un poco hipócrita de tu parte, ¿no crees?, ya
que tú eres ella. ¿Por qué demonios no te alejaste cuando te besé por primera vez?
Su boca se abrió ante la sorpresa como si eso fuera la pregunta más ridícula
que alguien le había hecho nunca. —¡¿Te has visto?! —gritó—. Eres increíblemente
asombroso. Ninguna mujer heterosexual en su sano juicio podría remotamente
resistirse a todo eso.
Cuando ondeó una mano para abarcarme desde la cabeza hasta los pies,
siseé una risa áspera. —Cierto.
—Lo digo en serio. —Su rostro palideció a la vez que me observaba, como si
entonces supiera que no importaba lo que me dijera, todo entre nosotros se había
terminado—. Lo último que quería hacer era enamorarme de ti. Demonios,
después de que un maldito cantante principal de una banda aplastara mi fe en los
hombres por completo, esperaba despreciarte. Pero luego te llegué a conocer, y<‖
bueno, es un testamento de lo increíble que eres por romper el estereotipo en el
que te había puesto, y en realidad hiciste que me gustaras.
—Bueno, debe apestar ser tú, porque en este momento, en cambio, no soy
muy fan tuyo. Jesús, en realidad ni siquiera sé una maldita cosa de ti. Eres una
completa extraña para mí.
—Asher —susurró, presionando un puño en su pecho mientras un par de
lágrimas se deslizaban por su mejilla. Odiaba verla llorar, pero la opresión en mi
propio pecho hacía imposible para mí acercarme e intentar consolarla. Estaba
rompiendo mi corazón aquí—. Me conoces —rogó—. Sabes todo lo que hay que
saber de mí. Todo lo que te conté cuando era Sticks, todo eso era yo.
—Excepto que en realidad no eres un hombre, no eres homosexual,‖y‖ah‖sí<‖
entiendes el inglés perfectamente. Cristo. —Me agarré el cabello—. ¿Cuántas veces
te reíste de mí porque fui tan estúpido como para descubrirlo?
—Nunca —juró, sacudiendo la cabeza rotundamente—. Nunca ni una vez
me reí de ti.
—Apuesto a que sí —murmuré—. Te traté como un chico. Te empujaba y
bromeaba, te dije cosas que nunca le diría a una mujer.
Remy se abrazó a sí misma. —No me importaba. Me hacía saber que éramos
amigos.
—Sí —murmuré, asintiendo en acuerdo—. Lo éramos. Te convertiste en uno
de mis amigos más cercanos. Y acabas<‖de quitarme eso. Luego caminaste por esa
puerta y me hiciste saber que Elisa, la única mujer que sacudió mi mundo,
tampoco existe.
—No. —Negó con la cabeza una vez más—. Ambos todavía existen. Sticks y
Elisa siguen aquí. —Golpeó las manos sobre su pecho—. Solo que son una persona
ahora. Solo es Remy.
Esta vez era mi turno de sacudir la cabeza y decir—: No. La única persona
que estoy viendo es una maldita mentirosa.
Me di la vuelta para salir rápidamente por la puerta cuando gritó—:
¡Espera! ¿Qué hay de mañana?
Me detuve y la miré de nuevo, frunciendo el ceño. —¿Qué?
—Es viernes. La banda —me recordó—. Se supone que toquemos en
Forbidden.
Mierda. Y para colmo, también acababa de destruir mi banda. —Ah, ya no
estás en la banda —anuncié en voz baja.
Devastación iluminó su mirada, pero asintió con respeto. —¿Y el domingo?
Todavía necesitas a alguien para que sea el DJ de la boda de Pick.
Maldición. Apreté mis sienes cuando un dolor de cabeza comenzó. ¿Cómo
demonios se convirtió en algo tan esencial en solo unas cortas semanas? No tenía
tiempo para encontrar un nuevo DJ y no confiaba en nadie más para que trabajara
con‖el‖sistema‖de‖sonido‖de‖la‖forma‖en‖que‖confiaba‖en‖Sticks<‖alias,‖ella.
—Si todavía estás dispuesta, Pick te necesita —me las arreglé para decir
renuentemente a través de mis dientes apretados, deseando que en cambio le
pudiera decir que se vaya a la mierda. Pero no podía hacerle eso a mi hermano,
quien contaba con‖ que‖ alguien‖ tocaría‖ ‚Baby‖ Love‛‖ para‖ que‖ pudiera‖ bailar‖ con‖
Eva.
Asintió. —Por supuesto que todavía lo haré.
Le di mi propio asentimiento de agradecimiento antes de mirarla fijamente
y gruñir—: Simplemente mantente fuera de mi camino y no me hables allí. De
hecho, si nunca te veo de nuevo después del domingo, sería demasiado pronto.
Lágrimas llenaron sus ojos, pero asintió entendiendo y aceptándolo.
Sin ser capaz de quedarme por un segundo más, me largué de allí,
prácticamente huyendo del edificio hasta que llegué a mi departamento. Siseé una
maldición cuando me di cuenta que olvidé cerrar la casa con seguro antes de salir
del‖trabajo‖m{s‖temprano<‖porque‖estuve demasiado ocupado con pensamientos
de encontrar a Elisa.
Bueno, la había encontrado. Y desearía no haberlo hecho.
Mi teléfono me alertó de un mensaje de texto de Pick, pero no podía
responderle ahora mismo. Maldiciendo en voz alta, pateé la pared y luego boté
todas las cosas de la mesa de la cocina, una de ellas era una bolsa de regalo que
una‖vez‖había‖contenido‖las‖esposas‖que‖usé‖con<
—Mierda —rugí. Luego ubiqué mi cuaderno de canciones y también tenía
que lanzar eso al otro lado de la habitación. La canción que escribí con ella de
repente se sentía como una gran broma.
Ácido cubrió mi lengua. No podía creer que me engañó completamente.
Miré con desagrado la caja de Call of Duty encima de la mesa de café y
quería destrozarla con mis propias manos. Agarrándola, la lancé al otro lado de la
habitación hasta que golpeé la jaula de Mozart, resonando contra el metal de acero.
—Mierda. Lo siento, Mozart —dije.
Pero cuando verifiqué mi mascota, fruncí el ceño. Mozart no se encontraba
en su jaula. Y la puerta para liberarlo se hallaba ampliamente abierta. Parpadeé,
sabiendo que no lo había dejado salir. Con todo lo que sucedió con Elisa estos
últimos días, no tuve el tiempo de dejarlo correr libre desde probablemente el
lunes.
—¿Mozart? —dije. A pesar de que sabía que no estaría allí, revisé cada
centímetro de toda su jaula. Luego me giré hacia la cama, su escondite favorito—.
Mozart —lo llamé, poniéndome sobre mis manos y rodillas para buscar debajo del
colchón. Lo único debajo eran unas pocas nueces almacenadas.
Casi destrocé el lugar, pero lo único que sabía con seguridad después de
una hora de búsqueda era que mi ardilla se había ido.
Traducido por Lauu LR
Corregido por NicoleM

Destrozada es una manera amable de describir lo que sentí después de que


Asher salió de mi cuarto. Había sido derrotada antes, engañada y traicionada por
un hombre con el que me iba a casar, aplastada cuando mi madre perdió la
cordura y me abandonó, dejándome para sentirme como una intrusa en casi cada
reunión familiar porque no era como ellos. Estaba acostumbrada a no obtener lo
que deseaba.
Aún así de alguna forma esto se sentía peor, porque esta vez sabía que lo
merecía. Causé esto al cien por ciento, y cada decisión que tomé el mes pasado nos
llevó a este momento. Apestaba que mi único momento en una banda hubiese
terminado así, pero lo que dolía más fue el ver la dolida expresión en el rostro de
Asher mientras poco a poco se iba dando cuenta de cuánto le mentí.
No creo que nunca antes haya lastimado a alguien así.
Me mató.
Jodi trató de consolarme.
No ayudó.
Luego intentó la técnica: sobreponte, deja de llorar y vuélvete a subir a ese caballo.
Eso tampoco funcionó.
Ni siquiera estuve interesada en el helado con el que trató de alimentarme.
Finalmente, se rindió por completo y me dejó sola para deprimirme en mi
cama, debajo de las cobijas, con un puñado de pañuelos que me terminé como en
dos minutos.
No creo que nadie en la vida comience una historia, pensando que iban a
terminar como villanos. Solo sabían que tenían un objetivo que conquistar y
trataban de llegar a él. Sin embargo, ni siquiera tenía un objetivo que valiera la
pena. Ninguna vida que salvar, ninguna lucha por justicia o libertad, fui
plenamente egoísta, queriendo sentir que pertenecía a una banda. Y aun así,
cuando hice todo para alcanzar ese sueño, terminé pisoteando otro sueño que ni
siquiera me di cuenta‖que‖era‖mucho‖mejor< hasta que fue demasiado tarde.
En algún punto, Asher debe haber alertado a Heath y Gally del hecho de
que no estaríamos tocando en Forbidden al día siguiente, y el porqué, ya que los
mensajes comenzaron a aparecer cerca de la medianoche.
La mayoría eran de Gally.
¿Eres una maldita chica? ¿Qué carajos?
Qué manera de separar una banda, perra.
Solo querías ser la siguiente Yoko Ono, ¿no?
Y el último: Oye, si eres caliente, ¿quieres pasar el rato?
El único que recibí de Heath decía: Por ESTO era una mala idea tener a una
chica en la banda.
Así que lloré un poco más debido a que arruiné las cosas para todos los
chicos. En algún punto, me dormí, pero solo para despertar unas cuantas horas
después y volver a mi fiesta de autocompasión antes de desmayarme de nuevo. Mi
cabeza dolía y mis ojos se sentían tan hinchados que se cerraban solos cuando salí
a tropezones de la cama a la mañana siguiente. Poniendo mi cabello en un moño
desordenado en la cima de mi cabeza con hebras negras regadas por todos lados,
caminé descalza en la cocina, usando nada más que una camiseta de dormir y
pantalones cortos debajo de una bata puesta rápidamente.
No tenía hambre, ni sed, pero me hallaba cansada de estar en mi cuarto, así
que me hice un chocolate caliente. Mientras lo sorbía y salía de la cocina, la puerta
al cuarto de Jodi se abrió y pasos se acercaron.
Esperando ver a mi compañera de cuarto, abrí la boca para darle un saludo
medio alegre, pero no era la persona que salió del pasillo. Con los ojos amplios,
grité—: ¿Qué demonios?
Gally se rió de mí, su mirada yendo a mis piernas desnudas. —Así que eres
el verdadero Sticks, ¿eh? Parece que necesitas volver a ponerte tu mascara,
dulzura. —Entonces salió, todo engreído y asqueroso.
Sus palabras aún picaban, así que mi mano voló conscientemente hacia mi
cara, sabiendo que debía lucir como el infierno después de la noche que tuve.
Cuando la puerta de Jodi se abrió de nuevo, apreté los dientes. —No puedo
creer que trajiste a ese idiota a nuestro apartamento anoche. Es un completo<‖
¿Heath?
Mientras otro miembro de Non-Castrato salía del pasillo, mi boca se abrió.
Si mi mandíbula no hubiese estado fijada, hubiese caído y rebotado en el piso.
—¿Qu<cómo<eh? —tropecé.
Se ruborizó con un brillante rojo, pero entonces me saludó con respeto antes
de apresurarse hacia la puerta y huir.
Miré boquiabierta hacia la puerta, sin entender.
Momentos después, Jodi salió a la sala, quejándose de los músculos
adoloridos y estirándose mientras dejaba salir un gran y satisfecho bostezo.
—Mmm< buenos días.
Solo podía mirarla fijamente mientras pasaba a mi lado y entraba a la
cocina. Dándome la vuelta, la seguí. —¿Jodi? —dije al final en voz baja mientras la
veía prepararse su propia taza humeante.
—¿Sí? —preguntó, su espalda hacia mí mientras trabajaba—. ¿Por fin estás
lista para dejarme animarte?
—¿Qué? No. Eh< preferiría que me explicaras ¿por qué ambos, Gally y
Heath acaban de salir huyendo de tu habitación?
—Claro. —Se dio la vuelta con una sonrisa brillante, antes de saltar y
decir—: Oh, puta. Luces como el infierno. En verdad necesitas una ducha y hacer
algo con tu rostro.
Apretando los dientes, murmuré—: Enfócate, mujer. Gally y Heath.
—Oh,‖correcto.‖Bueno,‖seguían‖peleando‖por‖mí,‖así‖que< —Se encogió de
hombros—. Solo les enseñe cómo compartir.
Los pocos sorbos de chocolate caliente que acababa de tomar se revolvieron
malvadamente en mi estómago, amenazando con salir de nuevo. —Qué asco —
dije, tratando de no imaginar lo que lanzó en mi cabeza, y aún así fui incapaz de no
imaginármelo.
Bajando el chocolate caliente, volví a mi cuarto para llorar un poco más. No
estaba segura del porqué ver a mi compañera de cuarto con dos chicos que ni
siquiera quería me provocó más lágrimas, pero me sentía lo bastante desgraciada y
egoísta, que cuando Jodi pasó a revisarme unos minutos más tarde, fui poco
cooperativa y amargada porque no había detenido nada en su vida para estar ahí
para mí, a pesar de cuánto tratara de hacer justo eso.
Suspiró ante mi patético estado y entonces se fue de nuevo, dejándome sola
en el departamento, y no pude evitar pensar en cómo Asher no se habría rendido
con Sticks tan fácilmente si hubiese estado así de deprimido. Habría estado
molestando aquí sin importar qué.
Lo cual me hizo llorar<‖de‖nuevo,‖porque‖perdí‖al‖mejor‖amigo‖que‖podría‖
tener.
No estaba segura de cuánto tiempo pasó después de eso, pero estaba medio
ida cuando alguien golpeó la puerta principal.
Pensando que podría ser Asher, salté fuera de la cama, entonces casi me
desmayé cuando la sangre llegó tan rápido a mi cabeza. Tomando un segundo
para recuperar el aliento, palmeé mi rostro y cabello, luego pensé a la mierda y corrí
a la puerta, abriéndola.
—Santa mierda —jadeó Ten, retrocediendo—. ¿Es así cómo luces de mujer?
—Oye, dale un descanso —regañó Caroline, apareciendo detrás—. Nadie
puede lucir presentable después de la noche que debe haber tenido. ¿Cómo lo
llevas, dulzura?
Negué con la cabeza, tratando de descifrar el porqué los veía. Finalmente,
tuve el valor de preguntar—: ¿Qué hacen aquí?
—Oren como que también la jodió anoche con Asher, así que estamos aquí
para aliarnos contigo y descubrir cómo pueden volver a estar bien.
Esnifé, sequé mi cara y miré a Ten. —Así que también la jodiste, ¿eh?
Dejó escapar un disgustado suspiro antes de admitir—: Sí. Tuve que sacar
un viejo asunto a la luz, el cual ya ni‖siquiera‖me‖molesta< solo porque podía.
—¿Es por eso que tienes un ojo negro?
Asintiendo, repitió—: Sí.
—Chicos —murmuró Caroline, tomando mis hombros y obteniendo un
buen vistazo de mi rostro—, creen que golpearse resuelve todo.
—Bueno, usualmente lo hace —discutió Ten.
Su esposa lo ignoró mientras chasqueaba la lengua y decía—: Primero lo
primero, vamos a limpiarte. No serás capaz de pensar claramente hasta que te
sientas humana de nuevo.
—Diablos, sí. —Ten se frotó las manos con codicia mientras entraba y
cerraba la puerta detrás de él—. Mi mujer metiéndose a la ducha con otra chica;
esto será asombroso de ver.
—Tú vas a quedarte aquí —le advirtió Caroline con las cejas arqueadas—.
Además, estoy segura de que será capaz de ducharse sola. —Entonces se dio la
vuelta hacia mí y se mordió el labio—. ¿O no?
Cuando asentí, Ten murmuró una maldición y nos llamó el equivalente
sucio de aguafiestas antes de dejarse caer en el sofá y tomar el control remoto.
Caroline me empujó de regreso al baño y entonces escogió algo de ropa para
que me cambiara antes de poner la ducha y dejarme para terminar sola.
En piloto automático, me bañé, y sorprendentemente, me sentí un poco
mejor cuando terminé. Me puse un poco de loción en la cara, me amarré el cabello
y salí del baño, humana una vez más.
La pareja casada levantó la mirada cuando entré a la sala. Las cejas de Ten
llegaron hasta la línea de su cabello. —Bueno, santa mierda, qué diferencia hace
una pequeña ducha.
—Oh, basta. —Caroline le golpeó en el brazo antes de levantarse y venir
hacia mí—. ¿Te sientes mejor?
Me encogí de hombros.
Mostrando su simpatía, me tomó la mano y me guió de regreso al sofá así
podía sentarme entre ella y su hombre. Pensé que se suponía que estuviera enojada
con ella por la forma en que nos lanzó a Asher y a mí la noche del jueves. Pero
entonces< Jodi lo dijo bien. Caroline no fue la que puso su pene dentro de mí.
Pude haberme detenido en algún momento.
—En fin —comenzó, dándose la vuelta para mirarme mientras acomodaba
una pierna debajo de ella—, ambos estamos aquí para ayudarte a recuperar a
Asher. Por mi lado, ya que siento que meterlos en el restaurante la otra noche solo
empeoró las‖cosas,‖y‖Oren‖porque< bueno<
—Porque voy a tener una mejor oportunidad de ser perdonado por ser un
estúpido con él si está obteniendo algo de ti.
Parpadeé ante su cruda admisión, pero básicamente entendía a dónde
quería llegar a pesar de todo. Entonces sacudí la cabeza. —No< nosotros‖ no<
Asher no me va a perdonar por esto. No tengo ni una oportunidad con él.
—Tonterías. —Movió una mano como si mi dilema no fuera gran cosa—.
Solo ten sexo lo suficientemente bueno con él, y va a perdonarte todo.
—Sexo —espeté, frunciéndole el ceño—, es el cómo me metí en este desastre.
Si solo hubiese sido capaz de mantener mis malditas manos fuera de él, podría de
hecho, quizá, con el tiempo haberlo convencido de perdonarme. —Pero no, no pude
mantener las piernas juntas, ¿verdad?
—Lo que sea —resopló Ten—. El sexo resuelve cualquier cosa con un chico.
—No lo sé —murmuró Caroline, mordiendo su labio, pensativa—. Estamos
hablando de Asher. No de ti.
Con un gruñido, su esposo corrigió—: Tienes razón. Hart no es normal. —
Entonces se enterró más profundo en el sofá como si no tuviera más ideas.
—¡Ya sé! —gritó de repente Caroline, sentándose más derecha. Se giró para
verme y tomó mis manos—. ¿Cómo atrajiste su atención en primer lugar? —Fruncí
el ceño, pensando acerca del día en que me presenté como Sticks, pero Caroline
respondió su propia pregunta, diciendo—: Tu voz. Cuando cantaste en el escenario
esa primera noche de karaoke.
La miré y de repente supe exactamente lo que tenía en mente.
Traducido por Gise
Corregido por Valentine Rose

Aunque la banda no tocaba, trabajé la noche del viernes, pues necesitaba


algo que hacer, y no tenía ganas de estar en mi muy silencioso apartamento. Nunca
encontré a Mozart, y él nunca apareció. Cuando vi una ardilla muerta en la calle de
camino a Forbidden, me convencí que ese no era él. Me convencí que encontró un
lindo y tranquilo parque en algún lugar, y se hallaba viviendo su sueño,
recogiendo nueces y trepando árboles.
Aun así, lo extrañaba muchísimo.
El sábado, me presenté a trabajar muy temprano, a pesar de que era otra
miserable noche de karaoke. En ese instante, era como si me sintiera que pudiera
ir, sin ningún problema, por el resto de mi vida sin volver a escuchar otra canción
de karaoke.
Pero para mi mala suerte, casi media docena de mujeres se enfilaron para
cantar‖ ‚All‖ About‖ That‖ Bass‛,‖ todas‖ usando‖ camisetas‖ de‖ Incubus. Lo detestaba.
Esta noche apestaba incluso más ahora que sabía quién era la chica de la camiseta
de Incubus.
Me encontraba a punto de perder la cabeza a tiempo que otra mujer
terminaba la canción. Estaba en la punta de mi lengua decirle a Quinn y a Knox
que iba a dirigirme al almacén y comprobar nuestros suministros cuando una voz
familiar habló sobre el sistema de altavoces.
—He estado observando a un par intentando imitar mi interpretación
original.
Volteé de prisa a tiempo para ver a Remy usando unos vaqueros apretados
y una ajustada camiseta negra de Incubus, además de una guitarra con correa
sobre su hombro, y su largo cabello suelto, cayendo por su espalda.
—Y‖debo‖decir‖que‖algunas<‖—se estremeció y acercó más al micrófono—,
de verdad apestan.
Un montón de abucheos y respuestas maliciosas se oyeron, pero los ignoró
mientras le sonreía a la multitud como si no se diera cuenta. —Y por si las moscas,
la mismísima camiseta de Incubus que usé esa noche era esta. —Tiró de los lados
de su camiseta para mostrarla—.‖Ah,‖y‖la‖pelirroja‖que‖cantó‖conmigo<‖est{‖justo‖
por ahí. —Señaló hacia las escaleras del escenario donde Jodi se hallaba de pie.
Jodi saludó y tiró besos a todo el mundo mientras Remy se sentaba en un
taburete y colocaba la guitarra en su regazo.
—Ahora‖bien,‖no‖voy‖a‖cantar‖‚All‖About‖That‖Bass‛‖esta‖noche‖porque<‖
pues, en primer lugar, Asher está cansado de escucharla. Y también, se siente tonto
recrear mi interpretación original, de modo que voy a tocar algo un poco diferente,
y dado que el local no tiene esta canción en particular en la máquina de karaoke,
traje mi guitarra para que me ayude.
Dio unas palmaditas al costado de su guitarra Taylor; mierda, también tenía
una Taylor, y luego empezó a rasguear. Perfectamente.
—No sabía que tu novia podía tocar la guitarra y la batería —dijo Quinn a
mi lado mientras observaba a Remy comenzar‖a‖cantar‖‚Green‖Eyes‛‖de‖Coldplay.
—No es mi novia —murmuré con voz ronca—, pero sí, al parecer está llena
de sorpresitas, ¿no? —Pues tampoco tenía idea de que pudiera tocar.
Pero tocó increíblemente bien.
Mi mirada estaba clavada al escenario, y no tenía ni idea de lo que sentía
cuando su clara voz cantaba mierdas como que yo era su mar, pero provocaba que
todo el aire en mi pecho se comprimiera hasta que me era difícil respirar.
Me convencí que eran solo palabras vacías, poniéndome firme contra la
ternura de su intento de llamar mi atención; contra las letras de la canción de
alguien más que no significaban nada para mí, al igual que ella no debía significar
nada para mí. Ni siquiera la conocía.
Pero,‖aun‖así.‖No‖podía‖creer‖que‖estuviera‖allí<‖cant{ndome. Tratando de
implorar mi perdón.
Claro, otras mujeres me habían cantado ‚All‖ About‖ That‖ Bass‛‖ durante‖
meses. Pero ahora se trataba de Remy. Eso hacía toda la diferencia.
Pero empecé a pensar en las todas cosas que compartí con ella estando en
confianza, en la forma que desahogué mi corazón, y su respuesta fue mentirme. El
rencor de aquel engaño luchaba contra la parte de mí que se derretía y quería
perdonarla.
Di media vuelta justo cuando terminó la canción, alegre de que se haya
acabado, para no tener más guerra mental para mantenerme alejado. Pero luego
dijo—: Ah, no. Lo siento, cariño, pero estableceré aquí mis pequeñas tácticas
obstructivas. Me quedaré aquí y cantaré hasta que el mensaje que intento entregar
llegue a los oídos de quien deseo que escuche. No abandonaré el escenario hasta
que el mismísimo Asher Hart suba hasta aquí y me obligue.
Volteé para observar justo como espantaba a tres mujeres que intentaron
tomar su turno después. Cuando se giró de nuevo hacia el público, su mirada
atrapó la mía y guiñó un ojo con una sonrisa cómplice, como si supiera que estaba
llegando a mí.
Detestaba que me conociera tan bien, así que le fruncí el ceño, poniendo mis
manos en las caderas para mostrarle que no me hacía ninguna gracia.
Pero felizmente me ignoró a‖ tiempo‖que‖ empezaba‖ a‖ cantar‖ ‚The‖ Reason‛‖
de Hoobastank, donde me decía que lamentaba haberme lastimado y que deseaba
poder suprimir todo mi dolor.
Por un minuto, me la quedé mirando, cautivado por su belleza y su voz, por
las palabras que me decía. Luego recodé cómo, a propósito, me hizo creer que no
sabía inglés y me empecé a preguntar qué demonios hacía aquí, intentando
torturarme con su presencia cuando llegó el coro, y por fin se volvió claro.
Realmente‖pensaba‖que‖con‖solo‖cantar<‖iba‖a‖volver‖conmigo.
—Mierda —murmuré cuando su mirada encontró la mía y la sostuvo.
Entrecerré los ojos siniestramente, pero tan solo siguió cantando, así que di vuelta,
murmurándole algo a Quinn antes de salir como un rayo detrás de la barra con
dirección al pasillo trasero. Una vez que llegué al almacén, paseé de un lado a otro
y maldije en voz baja, obligándome a no estar afectado.
Tras un par de minutos, abrí la puerta para ver si una nueva canción había
empezado. Respiré con más facilidad cuando me di cuenta de que así era, pero
luego<‖ escuché‖ su‖ voz.‖ Todavía‖ se‖ hallaba‖ en‖ el‖ escenario,‖ esta‖ vez‖ cantando‖
‚Please‖Forgive‖Me‛‖de‖Bryan Adams.
Dios santo. Había un montón de putas canciones de disculpa; era posible
que cumpliera su palabra y cantara toda la noche.
Si no lo detenía en este momento, puede que terminara haciendo algo
verdaderamente estúpido, como perdonarla.
De modo que marché hacia el bar, determinado. Cuando localicé a Pick
sentado en un taburete, observando su actuación, me detuve a su lado.
—¿Vas a hacer algo o no? —exigí.
Se volvió hacia mí, con las cejas alzadas con sorpresa. Luego se encogió de
hombros. —Ya escuchaste a la mujer. La única persona que la bajará del escenario
eres tú. —Abrí la boca para decirle que era su maldito bar; la podría echar a
patadas si quisiera, pero luego sonrió—. Además, ya le di permiso de cantar toda
la noche si quiere.
—Ah, hijo de puta —respiré—. No es de extrañar que todavía estés aquí tan
tarde en la noche antes de tu boda. Sabías que iba a estar aquí y solo querías verme
sufrir, ¿verdad?
Frunció el ceño. —No, no quiero verte sufrir. Quería ver a mi hermano hacer
las paces con alguien que ha sido un buen amigo con él este mes y lo hizo muy
feliz en el proceso. Y al parecer, ella lo ha hecho.
Quería discutir. Pero no podía dejar de recordar todos los buenos momentos
que‖Remy‖y‖yo‖habíamos‖pasado‖juntos<‖tanto‖como‖Sticks y Elisa.
—Ella‖no‖es<‖ —Empecé a decirle que no era la misma persona con quien
me había hecho amigo. Sticks fue mi amigo. Excepto que ahora se suponía que ella
era Sticks. No tenía la certeza de cómo me sentía respecto a eso. Pero la irritación
que crecía en mi interior como que tomó el control.
Marché hacia el escenario.
Sus ojos se iluminaron, esperanzados, cuando me vio acercándome. Pero no
le sonreí ni le di nada para que se aferrara a esa esperanza. Aparté la mirada y me
enfoqué en la estación de karaoke. Después de poner la canción que quería, salté al
escenario, y arrebaté el micrófono de sus dedos.
Se me quedó mirando con confusión, frunciendo ligeramente el ceño incluso
cuando una sonrisa permanecía en su rostro. Pensaba que iba a cantarle algo sobre
perdonarla.‖Pero‖en‖lugar‖de‖eso,‖surgió‖‚Bad‖Blood‛‖de‖Taylor Swift. Y se la canté
directamente.
Su boca se abrió por completo cuando la conmoción inundó sus rasgos.
Cerca de la cuarta vez que le dije que teníamos problemas y que no
podíamos solucionarlos, infló el pecho con un ceño enojado y se bajó con rapidez
del escenario. La observé, pensando que sería todo, pero simplemente se detuvo en
la máquina de karaoke y escogió algo de la lista.
No quise, pero tenía curiosidad por lo que había escogido.
Así‖ que‖ cuando‖ ‚Sorry‖ Seems‖ to‖ Be‖ the‖ Hardest‖ Word‛‖ de‖ Elton John
interrumpió la voz de Taylor, y Remy me robó el micrófono para cantar, sacudí la
cabeza. La testaruda mujer no sabía cuándo rendirse, ¿no?
Así‖que‖continué‖con‖‚Better‖Things‖to‖Do‛‖de‖Terry Clark.
Por alguna razón, esperaba una actitud más enfadada de su parte. Como
que me metí en el juego, disfrutando del tira y afloja, y me impacientaba poder
escuchar con qué saldría a continuación.
Pero la tristeza trepó a su mirada a tiempo que me observaba cantar y
escuchaba las frases amargas salir de mi boca. Sus hombros cayeron con derrota,
asintió con comprensión y se apresuró a salir del escenario. Conforme aplaudían
unas veinte mujeres, Remy huía. Chocó con Jodi tras unos pasos, luego agarró a su
amiga del brazo y se apresuraron a salir del club.
Extrañamente decepcionado incluso aunque no quería perdonarla, sacudí la
cabeza y me alejé del micrófono, ya sin tener ganas de cantar. Luego salté del
escenario y me abrí paso a través de la multitud hasta que estuve de vuelta en el
almacén, paseándome de un lado a otro hasta que la puerta se abrió, y Pick entró
por esta.
Rechiné los dientes y sacudí la cabeza, sin ganas de estar dispuesto a hablar
al respecto. —¿Tú no deberías estar en casa con Eva y los niños?
—Nop. —Apoyó sus caderas contra un barril cercano—. Campanita quería
ser tradicional así que me echó. Dijo que no se me permitía verla hasta la boda. —
Se encogió de hombros—. Parecía un mal momento molestar a Mason y Reese, y
pedirles que me dejasen pasar la noche en el sofá, así que planeé rentar una
habitación‖en‖un‖hotel<‖a‖menos‖que‖quieras‖acoger‖a‖tu‖hermano‖mayor‖por‖un‖
par de horas.
Me encogí de hombros. —Claro. Mi sofá no es lo más cómodo del mundo,
pero<‖como‖quieras.
—Gracias. —Asintió y me observó ir de un lado a otro y pasar mis manos
repetidamente por mi cabello antes de murmurar—:‖Así‖que<‖Remy.
—No quiero hablar sobre eso —contesté de prisa, fulminándolo con la
mirada.
Simplemente sonrió. —Deslumbró usando ese disfraz. No tenía idea de que
en‖realidad‖era‖mujer.‖Y,‖vaya,‖sí‖que‖se‖ve<‖realmente‖diferente como mujer. No
hay razón para que te sientas como un idiota y pensar que debiste haberte dado
cuenta antes. Nadie más se dio cuenta, tampoco.
—No dije que me sentía como un idiota —murmuré.
Pero Pick levantó sus cejas así que suspiré, cediendo. —Vale. Me siento
como un jodido idiota. Pero también estoy cabreado. Me mintió, maldición, me
traicionó por semanas. Es como si le importara un rábano todo lo que le conté.
Pensé que de verdad me hacía amigo de alguien, y tan solo estuvo jugando a
disfrazarse para estar en la maldita banda. —Ni siquiera podía hablar del engaño
que había fingido llamarse Elisa‖porque<‖simplemente‖no‖podía.
Pick abrió la boca, pero sabía que iba a decir algo a su defensa, así que seguí
vociferando—:‖ Y‖ ahora< ahora piensa que puede pasearse por aquí, mover las
caderas y cantar algunas canciones, y yo voy a, ¿qué?, ¿olvidar sin más lo que me
hizo? No, maldita sea. No voy a volver con ella. Ni siquiera la conozco.
Sonriendo ligeramente, Pick preguntó—: ¿Tú crees?
Comencé a decirle que sí, sí lo creía. Excepto que no pude. Tal vez había
aprendido un par de cosas de ella. Estoy seguro de que su versión femenina era
igual de competitiva que Sticks. Sin duda alguna era musicalmente talentosa, tenía
buen gusto en canciones, le gustaba bromear y fastidiar a la gente al igual que yo.
Diablos,‖podría‖ser‖la‖persona‖perfecta<‖si‖no‖me‖hubiera hecho tanto daño.
—Asumo que te dio una razón para hacer lo que hizo —dijo Pick,
haciéndome parpadear puesto que me había olvidado que se hallaba aquí.
Resoplé y aparté la vista. —Me dio algo.
—¿Pero no crees en la razón que te dio?
—No lo sé. —Coloqué las manos en mis caderas y miré el techo, indeciso.
Medio creí las razones por las que había empezado toda esta farsa porque,
en serio, ¿por qué más se habría disfrazado de hombre? No pudo haber sido para
acercarse a mí luego de enterarse de que era la chica de la camiseta de Incubus,
puesto que habría tenido mucha más suerte en conseguir algo de mi parte si se
hubiera quedado como mujer. Pero, aun así, tras un tiempo de conocerme, ¿por
qué no se dio cuenta de que a mí no me importaba si había una chica en la banda, y
que hubiera luchado contra Gally y Heath para dejarla en el grupo?
Incluso dolía esa falta de confianza en mí.
A unos metros, Pick murmuró—: Si amas a alguien lo suficiente, hallarás
que puedes perdonarlos por lo que sea, porque vivir sin ellos es más miserable que
cualquier rencor que podrías guardar.
Le eché un vistazo, pero, al parecer, ese fue todo el sabio consejo que tenía
para ofrecer. Apartándose del barril, me dio unas palmaditas en el hombro y salió
del almacén para dejarme sentirme molesto en paz.
Hijo de puta, quería responderle. ¿Cómo se atreve incluso a poner la palabra
amor a la mesa? No amaba a Remy. Ni siquiera la conocía. Pero incluso mientras
me decía eso, mi cerebro sacó a relucir todas las veces que habíamos reído juntos y
discutido sobre Call of Duty.
La noche que compartimos maíz tostado y habíamos escrito una canción
juntos.
La vez que me fue a buscar luego de los problemas con mi moto y de la
forma que se preocupó por lo de mi papá, y de cuando me llevó hasta la casa de
Mason cuando no había estado en el estado mental correcto.
Hacerle el amor dos gloriosas noches consecutivas.
Sí la conocía. Y me había gustado.
Además, la extrañaba.
Cuando regresé detrás de la barra para realmente ponerme a trabajar, ya no
me encontraba enojado, pero todavía no estaba seguro de qué sentía. Pick había
plantado una semilla en mi mente y la maldita cosa crecía.
¿Podría perdonarla?
¿Podría volver a ser su amigo como lo había sido con Sticks?
¿Podría ser su pareja otra vez? Mi cuerpo se agitó ante esa idea, pero aparté
rápidamente esos pensamientos, pues no me sentía seguro de mis respuestas. El
mayor‖enigma‖era<
¿Podría vivir sin ella?
Cuando una pareja se acercó al mostrador para pedir tragos, no les presté
mucha atención. Se murmuraban mierdas románticas el uno al otro en español,
haciéndome enrollar mi labio con irritación, recordándome cómo Remy usó el
español para impedirme averiguar lo familiar que sonaba su voz a Elisa.
Pero luego el tipo dijo algo como—: Eres mi nena, mi chica. Te amo. —Y me
detuve, mirándole con los ojos entrecerrados.
¿Te amo?
Remy‖me‖lo‖había‖dicho<‖un‖montón,‖estando‖como‖Elisa.‖Pero‖ella,‖como‖
Sticks, me dijo que significaba ‚buen trabajo‛, mientras que el tipo que miraba
fijamente a su amada no parecía estar diciéndole que había hecho un buen trabajo.
Antes de que supiera lo que hacía, me dirigí hacia ellos.
—Disculpen. —Cuando alzaron la mirada, sacudí la cabeza—. ¿Acabas de
decirle te amo?
El hombre frunció el ceño. —¿Qué?
—¿Qué significa te amo?
Se me quedó mirando como si estuviera loco por incluso preguntar mientras
la mujer soltaba una risita y se acurrucó contra su costado, envolviendo sus brazos
alrededor del brazo del tipo.
—Significa te amo —contestó la mujer.
Sentí el aire no llegar a mis pulmones a tiempo que me tropecé, mirándola
boquiabierta.
No‖ esperé‖ que‖ respondiera‖ eso.‖ Es‖ que<‖ mi‖ mente‖ se‖ hallaba‖ demasiado‖
confundida como para formar un pensamiento apropiado.
Asintiendo en agradecimiento, me di vuelta, alejándome, y creo que quizá
les preparé sus tragos, pero en verdad no recuerdo haberlo hecho.
El resto de aquella noche pasó en un borrón. Parecía no poder concentrarme
en nada más que el hecho del significado de la frase te amo.
Traducido por Dannygonzal
Corregido por Miry GPE

El domingo en la tarde, me paré al lado de Pick y lo observé casarse con el


amor de su vida en la habitación trasera del club Forbidden. Supongo que la
conoció en este edificio, así como aquí me enteré de que él era mi hermano, y aquí
fue la primera vez que vi a Remy sobre el escenario.
La vida se sentía como si hubiera comenzado verdaderamente el día en que
puse‖un‖pie‖en‖este‖lugar<‖En‖este‖momento,‖era‖el‖último‖sitio‖en‖el‖que‖quería‖
estar.
Tan pronto como salimos de la habitación y fuimos por el pasillo a la parte
principal del bar en donde sería la recepción, sabía que la vería. Estaba seguro que
ya se encontraba aquí, instalando el sistema de sonido, asegurándose que todo
estuviera listo para comenzar. Así era de confiable, o al menos su versión de Sticks
lo había sido.
Y por lo que sabes, tan pronto como se dieron los acepto y la fiesta se movió
de la ceremonia a donde se realizaría, allí estaba, en un vestido negro que abrazaba
sus curvas mientras se quitaba el cabello del rostro cuando se inclinaba contra el
tablero de sonido.
Cuando alguien se detuvo a mi lado y me golpeó la espalda amigablemente,
miré por encima, conmocionado al encontrar a Ten también observando a Remy.
Lanzó un gran suspiro. —Sí, probablemente yo también cedería y perdonaría eso
—dijo antes de mirarme y arquear una ceja—, así como vas a perdonarme por ser
un idiota la otra noche. ¿Verdad?
Sacudí la cabeza y me reí un poco por su disculpa. Además, el brillo de su
ojo negro me ayudó a superarlo un poco. —Nada que perdonar, hombre —le
dije—. Como dijiste, ahora estamos a mano.
Sus hombros se relajaron, pero luego asintió. —Joder sí. Siempre y cuando
dejes de coquetear con Caroline solo para molestarme.
—Oh, demonios, no. ¿Cuál sería la diversión en eso? —Cuando capté un
vistazo de su esposa cerca de nosotros, observándonos, me moví hacia adelante,
así podía deslizar un brazo alrededor de su cintura y arrimarla a mi lado—. Hola,
hermosa. ¿Por qué no le das al padrino un poco de azúcar?
Con una sonrisa, Caroline presionó sus labios contra mi mandíbula y me
abrazó más cerca antes de que Ten gruñera y la alejara. —De acuerdo. Suficiente,
idiota. —Luego me apuntó y frunció el ceño—. Eso es todo, estás de nuevo en mi
lista negra.
Me reí, contento de que volviéramos a ser amigos. Luego me giré y capté un
vistazo de Remy al lado del escenario, observándome interactuar con Caroline y
Ten. Mi sonrisa murió y los pulmones se expandieron contra mi caja torácica. Pero
entonces alguien le codeó el brazo, alejando su atención de mí, y tuve que fruncir
el ceño ante el chico grande de pie en el sistema de sonido con ella.
¿Quién demonios era?
No estaba celoso. Joder no. Pero pude haber empuñado mis manos mientras
se movía más cerca de ella. Demasiado cerca.
Al tiempo que Remy le respondía, sus manos se movían de forma ostentosa,
y me encontré a mí mismo deambulando hacia ellos, incapaz de mantenerme lejos.
Ella no vio que me aproximaba, su espalda aún se encontraba hacia mí
mientras le recitaba al chico mierda en español rápidamente. Pero él me dio un
vistazo, y su mirada sobre el hombro de Remy hizo que ella se volteara para
mirarme también.
Saltó cuando nuestras miradas se encontraron. Presionando una mano sobre
su corazón, se tambaleó hacia atrás, justo en el pecho del chico grande, quien la
sujetó del brazo para mantenerla de pie. Cuando mi mirada fue a su mano
sosteniéndola, ella susurró mi nombre. —¡Asher! Eh, ¿qué haces aquí? Se suponía
que me mantuviera lejos de ti.
Miré sus ojos cafés, amplios y preocupados. Cuando no dije nada pero
cambié mi atención hacia el chico con la mano aún en su brazo, ella se aclaró la
garganta y dio un paso lejos de él así podía presentarlo.
—Este, eh, es mi primo Tomás. Big T. Estuvo de acuerdo en ser mi asistente
hoy. Podrías recordarlo. Tocó la guitarra en Castañeda cuando estuviste allí y
canté<‖—No se molestó en terminar la explicación, como si tuviera miedo de que
el recuerdo despertara mi temperamento.
Asentí hacia Tomás, negándome a creer que era alivio inflando mi pecho
mientras mis músculos tensos se relajaban. —¿Cómo va todo?
Movió la cabeza en respuesta. —¿Qué pasa?
Olvidándolo, me giré de nuevo hacia Remy. —¿Cuál es el problema?
Sus cejas se alzaron. —¿Problema? ¿Por qué piensas que hay un problema?
—Le lanzó a su primo una mirada rápida antes de regresar a mí. Luego resopló
como si mi pregunta fuera completamente ridícula—. Estamos bien. Regresa a
donde tus amigos y diviértete. —Incluso me empujó del brazo para lograr que me
moviera—. Estoy segura de que ya me odian lo suficiente sin añadir que acapare tu
tiempo con ellos.
Me resistí a su empujón. —¿Qué te hace pensar que te odian?
—Bueno<‖—Sus cejas se unieron por la confusión—. Tú me odias, ¿así que
ellos no deberían también hacerlo, debido a su lealtad hacia ti? Además, también
les mentí acerca de quién era en realidad. Parece lógico.
Abrí la boca para decirle que no la odiaba. Pero luego me detuve. ¿Se
suponía que la odiaba después de decirle que nunca quería nada que ver con ella
de nuevo, después de rechazarla de la forma en que lo hice anoche?
Una sensación incómoda se deslizó por mi columna. Inseguridad y culpa
mezcladas con nostalgia. Tanto como quería mantener mi rabia y dolor, no podía
odiarla completamente. ¿Fue apresurado alejarla? Demonios, no me gustaba esta
sensación de querer estar cerca de ella y aún no confiar en todo lo que quería.
Así que lo arreglé diciéndole—: No te odian. Si sirve de algo, te apoyan y
piensan que ya debería perdonarte.
—¿En serio? —Su rostro se encendió con entusiasmo mientras llevaba las
manos hacia el pecho y miraba al otro lado del bar—.‖ Ayy<‖ me‖ encantan‖ tus‖
amigos. Ya sabes, deberías escucharlos. Quieren lo mejor para ti.
No pude evitarlo; sonreí. Pero luego se desvaneció. Mierda. No quería ser
cálido con ella. Remy me traicionó en una de las formas más vergonzosas y
humillantes posible. Curvando mi sonrisa en un gruñido, dije—: Deja de cambiar
de tema. ¿Qué ocurre?
Volvió a fruncir el ceño e hizo un sonido de frustración. —En serio, ¿cómo te
diste cuenta que ocurre algo?
Porque ya he visto la angustia en Sticks, y Remy ahora mostraba un
comportamiento similar. —¿Qué ocurre? —repetí.
Sus hombros bajaron mientras me fruncía el ceño y de mala gana admitía—:
No puedo lograr que encienda el sistema de sonido.
Mis cejas se fruncieron. —¿Intentaste con el interruptor principal de
energía?
Usualmente lo mantenía encendido porque tenía modo de suspensión, y no
recordaba apagarlo anoche después del karaoke, pero no recuerdo mucho de ayer
en‖la‖noche,‖y‖con‖mi‖falta‖de‖memoria<‖todo‖era‖posible.
Mientras alcanzaba el interruptor, Remy frunció el ceño. —Oh, vaya. ¿Por
qué no pensé en esa idea? ¡Sí, giré el maldito interruptor de energía!
Sonreí porque su respuesta era tan típica de Sticks. Me hizo extrañar a mi
amigo. Pero mi sonrisa cayó cuando el sistema no respondió a mi orden.
—Y el enchufe —comencé, solo para detenerme cuando Remy me envió una
mirada—. Por supuesto lo verificaste para asegurarte que estaba conectado —
respondí por ella, de todas formas mirando el cable—. Quizá la conexión viene
floja del otro lado o algo.
Tenía la sensación de que también comprobó las conexiones del otro lado
porque suspiró y dobló los brazos sobre su pecho mientras me observaba sujetar el
enchufe‖y‖seguir‖el‖cable‖a<‖mierda.
El‖cable‖terminó‖en‖mi‖mano,‖el‖resto‖de‖él<‖no‖estaba‖allí.
—Mierda —murmuró Remy sorprendida, saltando hacia adelante para ver
el cable cuidadosamente cortado que sostenía—. De acuerdo, eso no lo vi. —Elevé
la mirada a sus ojos asombrados mientras sacudía la cabeza como si se disculpara
por obviarlo. Luego gimió—: Oh Dios mío, no piensas que yo hice esto, ¿verdad?
—¿Qué? —Sacudí la cabeza, sin esperar en absoluto esa conclusión—. No.
Sus hombros cayeron con alivio. —Bien, porque no lo hice. —Luego se le
ocurrió una idea porque su frente se arrugó cuando estudió el cable cortado—. Ya
sabes, esto es como el cable de la línea de combustible de tu motocicleta, cortado en
dos limpiamente. —Sus cejas se levantaron, haciéndome saber que tenía otra teoría
conspiratoria armándose en su cabeza, señaló—: Claramente alguien te está
molestando. Todavía pienso que es tu papá.
Suspiré. Sí, en eso definitivamente era Sticks, paranoica sobre mi viejo y
todo eso. —¿Cómo esto tiene que ver conmigo? —Levanté el cable—. Fue hecho
claramente contra Pick.
Oh, mierda. Pick. Él necesitaba música para su recepción, o iba a volverse
loco‖ porque‖ su‖ visión‖ de‖ bailar‖ con‖ Eva‖ ‚Baby‖ Love‛‖ no‖ pasaría.‖ Necesit{bamos‖
música. Rápido.
—Pero Pick es tu hermano. —Remy parecía determinada en discutir
conmigo—.‖Y‖es‖como<‖—Movió una mano—. Cercano a ti en este momento. La
peor forma de hacerte daño sería lastimando a los que amas, ¿verdad? Y Pick es la
única persona que realmente amas, ¿no?
La pregunta me hizo detener. Amaba a Pick, ¿no? Y a Mozart, quien se
había ido, y ahora más que nunca tenía la certeza de que no dejé abierta su jaula.
¿Pero ellos eran los únicos a quienes realmente amaba? Mi mirada viajó hacia los
preocupados ojos de Remy, y no pude responder.
—No es que en este momento en realidad importe quien cortó el maldito
cable —habló su primo, haciéndome parpadear de regreso a la realidad—, porque
tenemos otros problemas, por ejemplo, ¿cómo vamos a lograr que esta fiesta
comience? ¿Hay alguna otra clase de parlante aquí? Puedo correr a casa y traer mi
guitarra si necesito hacerlo.
Lo miré fijamente, buscando ideas. Él, Remy y yo podríamos ser capaces de
formar rápidamente una banda, pero entonces Remy chasqueó los dedos. —La
máquina del karaoke —dijo—. Hay un pequeño parlante allí. Eso funcionará.
Sacudiendo la cabeza, me reí a carcajadas. —¿Qué? ¿Vas a cantar karaoke
toda la noche? Esta recepción podría durar horas. —Se agotaría.
Se encogió de hombros, ya alejándose para abrir un armario cercano y sacar
la máquina del karaoke. —Si tengo que hacerlo —respondió mientras lo conectaba.
Luego alisó el cabello y se lo quitó del rostro—. Además, Big T puede sustituirme
cuando necesite un descanso. Su voz no está nada mal.
Su primo resopló ante eso, pero no discutió ninguna de sus declaraciones.
Suspiré y miré escépticamente la máquina del karaoke. Usualmente la
conectaba al sistema de sonido, pero también fue diseñada para reproducirse por sí
sola si tenía que hacerlo.
Aparentemente, esta noche, iba a tener que hacerlo.
Remy y yo nos inclinamos al mismo tiempo para encenderla.
—Lo siento —murmuramos juntos cuando casi nos golpeamos las frentes.
Luego nos apartamos un centímetro, pero aun así ambos fuimos a conseguir
prender la máquina y a que funcionara.
—Mierda —murmuró en voz baja, volteándose lentamente hacia mí—.
Hueles muy bien.
No quería hacerlo, pero mi cuerpo reaccionó, recordando cada toque,
lamida y beso que alguna vez me dio. Miré su rostro, y sus ojos destellaron como si
estuviera en problemas por decir ese tipo de cosa.
—Lo siento. —Levantó las manos en algún tipo de rendición—.‖Es‖solo<‖es‖
nuevo. Nunca antes oliste así.
Lujuria se agitó a través de mí. Traté de reprimirla, traté de aferrarme al
hecho de que estaba enojado con ella, pero una necesidad diferente a la que
experimenté con cualquier otra persona rugió por mi sangre.
Tuve que sacudir la cabeza y parpadear para regresar al presente,
recordándome en dónde me encontraba y qué hacía. Y no era Remy Curran.
—Es,‖ eh<‖ Eva‖ me‖ lo‖ dio‖ como‖ regalo‖ para‖ el‖ padrino.‖ Supuse‖ que‖ debía‖
usarlo hoy.
Asintió, acordando—: Bueno, es increíble. Creo que acabo de quedar
embarazada.
Resoplé con diversión, sin querer sonreír, pero haciéndolo de todas formas.
Ella se inclinó más cerca de mí mientras instalaba el karaoke, y de repente
también pude olerla. Algo femenino y no como el champú masculino de Sticks.
Olía‖como<‖Elisa.
Y sip, ahora tenía una erección.
—Tienes que admitirlo —me dijo mientras mis dedos hacían nudos—.
Debió‖ser‖agradable‖no‖estornudar‖cuando‖me‖acercaba‖a‖ti,‖porque‖ya‖sabes<‖ya‖
no hay necesidad de usar la máscara de látex.
La miré fijamente, a un segundo de inclinarme hacia adelante y besarla con
fuerza. Pero el brillo predador en mis ojos debió salir más como una advertencia.
—De acuerdo, bien. —Levantó las manos—.‖Retrocederé.‖Solo<‖demonios,‖
una aspiración más antes de que te vayas. —Rápidamente se inclinó, tomó una
calada ruidosa y veloz, y abruptamente se alejó de nuevo—. Y por si acaso, te ves
demasiado sexy en un esmoquin.
—Sticks —advertí, pero no estaba molesto. Me sentía tentado hacia mi
límite.
—Ya me quedaré lejos —discutió con un pequeño entrecejo—. Lo juro.
Acepto el hecho de que exploté cualquier oportunidad que podría haber tenido
contigo. De aquí en adelante, voy a ser auténtica y sin adornos, y yo coquetearía
completamente contigo mientras te ves así, incluso en este momento preferiría
estar en casa en la cama, llorando mucho.
La miré, sin estar seguro de qué pensar porque honestamente, estaba tan
decepcionado como aliviado por sus palabras. Haciendo una X sobre su corazón
con el dedo, mantuvo su promesa y se quedó lejos. Luego esperó hasta que terminé
y tuvo que enderezarse hasta retroceder a la máquina, ya buscando la primera
canción que quería cantar.
Escaneé la gente. Todos mis amigos del bar se hallaban presentes. Incluso
Mason, Reese y su hermana Sarah vinieron. Usando su vestido de dama de honor,
Reese se mantenía cerca de su prometido, frotándole el brazo como calmándolo, y
Brant Gamble sentado junto a la silla de ruedas de Sarah diciendo algo que sacó
una reacia sonrisa de los labios de la chica.
Aunque sabía que debían estar sufriendo la pérdida de la madre de Mason,
esperaba que esta noche los ayudara a animar un poco sus espíritus.
Vagando con mi mirada, le sonreí a Julian y a Skylar, que corrían en círculos
alrededor de la pista de baile, haciendo que los globos volaran sobre ellos. Luego
encontré a Ten y a Caroline merodeando a Quinn y a su esposa Zoey, quien
sostenía un bulto envuelto en sus brazos antes de pasarle el bebé a Caroline para
que lo sostuviera. Noel y su esposa Aspen estaban en la barra hablando con
Felicity y Knox. Cuando ubiqué a la novia y al novio cerca de Murphy el del taller,
sin querer atrapé a Pick mirando en mi dirección.
Cuando le di un asentimiento, haciéndole saber que nos encargábamos de
las cosas, se volteó hacia Eva y le ofreció una mano. Mi corazón se sacudió hasta
mi garganta, esperando que él no pensara que ya nos encontrábamos listos. De
verdad no quería arruinar su visión de cómo se suponía fuera el primer baile con
su novia.
Pero entonces la música comenzó en la máquina del karaoke, y maldición,
Remy cantaba ‚Baby‖Love‛,‖la‖canción‖que‖Pick‖me‖dijo‖bailó con su esposa.
La miré boquiabierto, estupefacto.
Demonios, ella era increíble.
Traducido por Julie
Corregido por Dannygonzal

Asher me volvió loca al quedarse cerca mientras yo cantaba la primera


canción. Y no solo eso, sino que me observó todo el tiempo. Y la forma en que me
miró era... cariñosa.
Fue suficiente para darle ideas a una pobre chica, para hacerle pensar que su
voluntad se iba suavizando hacia ella, como si en realidad pudiera perdonarla un
día.
Pero después de la forma brutal en la que me rechazó la otra noche, yo sabía
la verdad. Le canté con todo mi corazón, le dije con cada letra que lo amaba y que
lo sentía por hacerle daño.
Y ¿cómo había respondido? Me dijo que existía demasiado resentimiento
entre nosotros y que se encontraba mejor sin mí.
Auch.
Mensaje recibido. Dolorosamente.
Nunca iba a tener otra oportunidad con él, nunca.
¿Entonces por qué demonios seguía mirándome? Cuando la canción llegó a
su fin, se acercó más, pareciendo confundido. —¿Cómo sabías que era esa canción
en específico?
—¿Eh? —Fruncí el ceño y miré a la máquina—. Recuerdo que una vez
mencionaste que esa era su canción.
—Oh.
Sin embargo, siguió mirándome como si hubiese hecho algo mal, así que
dije—: ¿Se suponía que debía cantar algo más?
Sacudiendo la cabeza, murmuró—: No. Eso fue perfecto. Gracias de nuevo
por hacer esto por Pick.
Extendió la mano como si fuera a acariciar mi brazo y tal vez decirme que
era un amigo de verdad, como solía hacer cuando lo ayudaba con algo, pero luego
frunció el ceño, retirando la mano, y se dio la vuelta para alejarse.
Lo observé, con las manos en los bolsillos, que levantaban la parte posterior
de su chaqueta y ajustaban el pantalón contra su culo.
Maldita sea, se veía bien con esa ropa. Era difícil creer que lo había tenido
desnudo y debajo de mí una vez en mi vida.
—Estás babeando —dijo Big T en mi oído, haciéndome saltar—. Y... todavía
necesitamos más música.
—Mierda. —Le di la espalda al cuerpo de Asher e inconscientemente me
limpié la boca como si hubiese estado babeando de verdad. Luego volví a la
máquina de karaoke y empecé canción tras canción.
La noche avanzaba, el alcohol fluía libremente, y mi primo se hizo cargo de
un par de canciones para que yo pudiera descansar mi voz. Bebí agua y miré el
baile, la risa y la camaradería. Pero sobre todo observé a Asher. Él encajaba con
este grupo. Sus compañeros de trabajo lo empujaban y se reían continuamente,
bromeando.
Era agradable.
Se veía feliz. Lo que me puso contenta, y a la vez triste porque yo nunca
tendría la oportunidad de volver a hacerle feliz.
Cuando llegó el momento para el lanzamiento del ramo, Reese y Felicity
llevaron a Sarah en la silla de ruedas hasta el centro, y ellas le ayudaron a atrapar
las flores. Después, todos los chicos empujaron a un tambaleante Asher hacia el
centro de la pista de baile mientras Pick retiraba la liga de Eva. Se volteó y trató de
que Mason y Knox se unieran a él, pero ambos negaron con la cabeza y dijeron que
estaban prácticamente casados, así que Asher halló a los dos hermanos menores de
Noel, Colton y Brandt, y los arrastró hacia allí con él.
Me reí y sacudí la cabeza, sorprendida por recordar los nombres de todos.
Pero Asher habló de ellos lo suficiente, describiéndolos a todos perfectamente
cuando pensó que yo era un chico, por lo que era fácil saber quién era quién. Casi
sentía como si los conociera tan bien como él.
Brandt terminó agarrando la liga después que Asher se apartó rápidamente
del camino. Sonriendo, la agitó con la mano como si fuera una bandera antes de
llevársela a Sarah y deslizarla alrededor de su cabeza como una diadema.
Cuando empecé a cantar canciones de grupos de baile como The Chicken
Dance, Limbo, y Cha-Cha Slide, no pude evitar echarle un grito a Asher, cuando
llegó el momento para el Hokey Pokey.
—Oiga, todo el mundo —grité en el micrófono—. El padrino va a necesitar
un poco de ayuda de todas las mujeres con esta siguiente canción porque... —Puse
mi mano sobre el micrófono para hacer una cara, luego quité los dedos para
inclinarme hacia delante y confesar—: No distingue muy bien su izquierda de su
derecha.
Se rió y sacudió la cabeza, incluso mientras me mostraba el dedo medio.
Pero entonces aceptó de buen grado toda la ayuda de Reese, Eva, Felicity, Caroline,
Zoey y Aspen, quienes se apresuraron hacia adelante para hacer el Hokey Pokey
con él.
Después, le pasé el micrófono a Big T para que él pudiera entretener a todos
con la canción del Jarabe tapatío. El padrino me vio tomar un descanso y se dirigió
hacia adelante con ese atractivo andar masculino que solo Asher Hart podría
perfeccionar, sacudiendo la cabeza y todavía riéndose.
—Muchas gracias, listilla —dijo—. No puedo creer que recuerdes que te
admití eso.
Le envié una sonrisita mientras bebía agua. —Recuerdo todo sobre ti.
Sus ojos se calentaron ante mi confesión, y yo sabía que también estaba
recordando cosas. Mis pezones se endurecieron y mis bragas se pusieron húmedas,
por lo que me aclaré la garganta y traté de no excitarme demasiado, a pesar de que
fallé.
Un par de risas de chicas borrachas tambaleándose hacia nosotros,
interrumpieron el momento. Cuando me di cuenta de que era la novia y la dama
de honor, me enderecé con respeto.
—Remy —exclamó Reese, con los ojos vidriosos y balanceándose hacia Eva
cuando agarró mi brazo—. ¿Puedes cantar ‚Dear‖Future‖Husband‛ para que baile
con Mason? Creo que podría ayudar a animarlo.
Apreté los dientes por la solicitud de una canción de Meghan Trainor. Había
estado esperando evitar toda su música esta noche con la esperanza de no irritar
más la ira de Asher al recordarle ‚All‖About‖that‖Bass‛. Pero Reese había pasado
por un montón de mierda últimamente, enterrando a su suegra, haciéndose cargo
de su cuñada adolescente. No podía decirle que no.
Antes de que pudiera asentir, sin embargo, dijo Eva—: Y quiero que tú y
Asher canten ‚Marvin‖Gaye‛ juntos. He oído sobre sus travesuras de anoche y lo
maravilloso que ustedes dos sonaron juntos, por lo que ahora quiero escucharlo yo
misma. Además, quiero bailar esa con mi hombre.
¿De verdad? Estas chicas trataban de condenarme aquí. ¿No querían una,
sino dos canciones de Meghan Trainor, y una de ellas con Asher? No iba a gustarle.
Compartimos una mirada renuente. Él no quería cantar conmigo tanto como
yo no quería obligarlo a hacerlo pero en secreto sí quería cantar con él.
Antes de que pudiéramos rechazarla, sin embargo, Eva levantó el brazo y
declaró—: La novia ha hablado.
—Mierda —murmuró Asher, pero se volvió hacia Eva y le dijo—: Lo que tú
quieras, muñeca.
—¡Bien! —Aplaudió y dio un salto hacia adelante para darle un beso en la
mejilla—. Eres el mejor cuñado de todos. Ahora ve a cantar primero mi canción.
Así que, después de que Big T terminó, Asher y yo enfilamos a Meghan
Trainor y Charlie Puth, y seguimos desde ahí. Era extraño, estar de pie tan cerca de
él cuando sonaba tan increíble, olía tan bien y se veía tan bien mientras cantamos
juntos sobre sexo, todo siendo consciente de que nunca podría volver a tocarlo.
Me encontré echándole vistazos mientras cantaba unas frases significativas,
solo para también notar su mirada en mí. Mantuvimos el contacto visual durante el
resto de la canción, y no había manera de que pudiera evitar que mi excitación me
reclamara con toda su fuerza para el momento en que las últimas palabras dejaron
nuestros labios.
Exhaló un suspiro, mirándome fijamente, antes de decir—: Una más.
Fruncí el ceño, aunque mi corazón saltó de emoción, extasiada de que él
quisiera cantar una más conmigo.
—Quiero hacer una de la película Campanita —dijo, frunciendo el ceño
mientras trataba de recordar el título.
—¿‚1000‖Years‛‖con‖KT‖Tunstall‖y‖Bleu? —dije, y asintió, chasqueando los
dedos.
—Sí. Esa. —Alzó la mirada, la encontró y, Dios. Si cantar ‚Marvin‖Gaye‛ me
puso de un buen estado de ánimo, entonces, ‚1000‖ Years‛ acabó conmigo para
siempre. Asher y yo nos miramos a los ojos mientras prometíamos el uno al otro
que nuestro amor seguiría presente después de mil años.
Las lágrimas brillaban en mis pestañas cuando el final de la melodía se
desvaneció. Luego Asher tomó el control del micrófono. —Antes de empezar la
canción de Reese, tengo que decir algunas cosas a todo el mundo.
Asentí, con mi corazón en la garganta, porque yo medio deseaba que dijera
algo sobre mí, como que me había perdonado y quería darnos otra oportunidad.
Pero en cambio, dijo—: Está bien, escuchen. —Hizo un gesto con la mano
para llamar la atención de la multitud—. Pick me dijo que no tenía que darle un
discurso de padrino, pero he bebido suficiente así que creo que voy a hacerlo de
todos modos.
Hizo una pausa, esperando que las risas murieran antes de comenzar de
nuevo. —Vine a este establecimiento hace poco más de un año, sin banda, sin
familia real de la que hablar, y sin amigos verdaderos. Pero gracias a Patrick Ryan,
he ganado los tres. Si no fuera por ese hombre de allí —señaló a Pick—, yo habría
renunciado a todos los sueños que he tenido. Mi banda habría muerto en sus días
de cochera, no habría llegado a conocer a todos esos camareros imbéciles con los
que trabajo y amo a muerte... ni me habría enamorado de todas sus encantadoras
mujeres. —Se inclinó hacia su grupo de amigos—. Y nunca me habría enterado
hace un par de meses que tenía una verdadera vida, un hermano de sangre. Pick.
—Empuñó su mano y la levantó como una especie de saludo—. Me siento honrado
de ser el hermano pequeño de un hombre increíble como tú... y estoy celoso de la
esposa magnífica e increíble, y de los niños que tienes. Felicidades, hombre.
Pick se adelantó y lo jaló en un enorme abrazo de oso. Cuando se apartó, se
limpió las lágrimas de sus ojos y luego se rió cuando Eva se abalanzó para abrazar
a Asher.
Entonces Reese se encontraba allí porque también quería darle un discurso
de dama de honor, pero no fue nada tan increíble como lo que había dicho Asher...
en mi opinión, al menos. Me dio tiempo para componerme, porque me sentía tan
feliz de que Asher hubiese encontrado un lugar donde pertenecer después de una
infancia tan solitaria. Pero muy pronto, Reese me pasó el micrófono, anunciando
que era el momento de ‚Dear‖Future‖Husband‛.
Canté su canción, pero no la canté para ella. Miré a Asher, y durante todo el
tiempo en que las palabras salieron de mis labios, él también me observó, tomando
de una botella de Angry Orchard mientras tanto.
Después de eso, Quinn y Zoey se acercaron para aliviarme de mi deber de
disc-jockey, diciendo que ellos cantarían algunas canciones antes de decirme que
fuera a conseguir un poco de pastel y ponche, y que descansara un poco.
Me encontré sola junto a la mesa de refrescos, enterrando mi tenedor en una
rebanada de la torta de aspecto exuberante cuando de repente todo el plato fue
arrebatado de mi mano.
—¡No! —espetó Asher, con los ojos abiertos por el miedo.
Bajando la mirada hacia mis manos vacías, sin ni siquiera una miga ni una
pizca de glaseado, me quedé boquiabierta un instante antes de volver mi atención
al señor arrebatador. —¿Qué demonios?
—Acabo de escuchar a alguien diciendo que tiene aceite de cacahuete en los
ingredientes.
—¿Cacahuete...? —Empecé en voz baja. Luego tragué saliva—. Oh, mierda.
Gracias.
Asintió y desapareció de nuevo. Miré detrás de él, con una pequeña sonrisa
levantando mis labios. Pero, maldita sea. Él recordaba mi alergia y me salvó.
Mi héroe.
Caroline atrapó mi atención entonces y me envió un pulgar hacia arriba,
pero yo rodé los ojos, haciéndole saber que estaba loca. El hecho de que no dejó
que me matara no significaba que el hombre estaba listo para volver conmigo, y
mucho menos perdonarme. Sin embargo, una partecita de mí esperaba que ella
tuviera razón.
Volví al micrófono y canté un par de canciones más. Ya que Big T tenía que
abrir el restaurante a la mañana siguiente, se fue temprano, pero me pareció bien.
Me estaba divirtiendo demasiado como para importarme si mañana me quedaba
hasta sin voz. Y, además, un par de otras personas se hallaban dispuestas a darme
un descanso y probar suerte en el karaoke. La pareja más sorprendente fueron
unos borrachos Ten y Asher, cuando vinieron a tropezones hacia el escenario, con
los brazos alrededor de los hombros del otro antes de que Ten anunciara—:
Queremos cantar ‚I‖Just‖Had‖Sex‛.
Entonces Asher lo señaló y se rió—: No, él quiere cantar. Solo estoy aquí
para hacer la parte de Akon... y para ver cómo Noel le patea el culo.
Levanté mis cejas, luego me reí y sacudí la cabeza. —¿Ten? ¿En serio canta?
Me frunció el ceño como si estuviera ofendido. —Diablos no, pero estoy lo
suficientemente borracho como para hacerlo. Además de que va a molestar mucho
a mi cuñado, así que... ¡Debo hacerlo!
Me reí y tuve que preguntar—: ¿Tu cuñado?
—Noel. ¿No sabías que era el hermano de Caroline?
—¿Lo es? No, no tenía ni idea. —Mis cejas se arquearon mientras escaneaba
la multitud para ver a Caroline y a Noel reunidos alrededor de Brandt, Colton,
Sarah y Aspen—. Ah.
Así que les pasé el micrófono y preparé la canción para ellos.
Tan pronto como Ten cantó la primera oración, cubriendo la parte del dúo
Lonely Island, un Noel indignado gritó—: Hijo de puta —mientras marchaba hacia
adelante.
Temiendo que Asher pudiera quedar atrapado en algún fuego cruzado, me
acerqué y levanté la mano para detenerlo. Lo suficientemente loco, él no trató de
pasarme, pero se quedó allí mirando y le mostró el dedo medio a Ten, gritándole
algunas cosas sucias.
Asher se inclinó, riendo tanto que apenas podía cantar sus líneas. Pero se
enderezó para el final, e incluso arrastrando las palabras, su voz era hermosa.
Sin embargo, verlo pasar un buen momento era duro. Era egoísta de mi
parte querer ser la única en hacerlo sonreír, pero no podía evitarlo. Estaba loca por
este hombre.
En el momento en que la recepción de la boda llegó a su fin, mis pies me
mataban y mi garganta se sentía en carne viva. Pero simplemente estiré mi espalda
antes de comenzar a guardar la máquina de karaoke.
Solo media docena de personas permanecieron: Knox y Felicity ayudaron a
limpiar la pista, Ten y Caroline hacían lo mismo, y Asher.
Tambaleándose hasta acercarse a mí, hizo un gesto con la mano. —Oye,
señorita sexy. Déjame ayudarte a guardar eso.
Me reí y lo despedí con un gesto de la mano. —Oh, no, no lo hagas. Puedo
ocuparme de esto, muchacho ebrio. Me sorprende que todavía seas capaz de
mantenerte en pie.
—Lo sé. —Extendió sus brazos y miró las piernas oscilantes—. Es como una
especie de milagro.
Maldita sea, él era adorable incluso cuando estaba completamente borracho.
—Oye, chica baterista. —Apartando mi mirada de Asher, fruncí el ceño
hacia Ten, que pasaba tanto su brazo como su chaqueta alrededor de los hombros
de Caroline mientras la guiaba hacia la salida—. Hart no está apto para conducir,
así que puedes llevarlo a casa, ¿verdad?
Mis ojos se ensancharon. Por supuesto que no, no podía llevar a Asher a
casa. Estaba todo dulce y borracho. ¿Qué pasaba si no podía evitarlo y terminaba
abusando de él sexualmente? —¿No puedes llevarlo tú? —le pregunté, rogando
con mis ojos.
Pero Ten solamente sonrió. —Diablos, no. Mi plan es darle sexo oral a
Caroline mientras ella lleva mi culo borracho a casa.
—Iug. —Arrugando mi nariz, no pude discutir con eso, y además, ya era
demasiado tarde. Él y Caroline acababan de escapar por la puerta principal,
dejándome aquí sola... con Asher.
Miré frenéticamente alrededor del lugar, pero hasta Knox y Felicity ya
habían desaparecido también.
Mierda.
—Te acuerdas de donde vivo, ¿no? —dijo Asher, subiendo su dedo por mi
brazo—. Porque recuerdo que recuerdas muy claramente donde vivo.
Le eché un vistazo y supe que estaba condenada. De ninguna manera podía
dejarlo conducir así. Y tampoco podría negarme si él intentaba algo.
Teniendo en cuenta la mirada de lujuria en sus ojos verdes, sin duda iba a
hacerlo.
Maldición. Yo estaba jodida... literalmente.
Traducido por Miry GPE
Corregido por Daliam

Justo como me lo temía, Asher borracho era del tipo acaramelado, sensiblero
y cachondo.
—Te veías muy bien esta noche —me dijo desde el asiento del copiloto de
mi auto—. ¿Te he dicho antes lo bien que te veías?
—Umm... —Me mordí el labio para mantenerme controlada—. No, no lo
hiciste. Pero gracias.
—De nada. Sin embargo, es la verdad. Eras la mujer más hermosa en todo
ese club. No le digas a la novia, pero estabas incluso más bonita que Eva. Y logré
estar en este auto completamente a solas contigo en este momento. Maldición, soy
un bastardo con suerte. Oye... —dijo arrastrando las palabras mientras rodaba la
cabeza contra el asiento para poder mirarme—. ¿Sabes algo?
—¿Qué? —pregunté, muy dispuesta a cambiar de tema.
Suspiró mientras me miraba. —Aprendí lo que en realidad quiere decir te
amo.
¡Mierda! Bueno, sin embargo no quería que el tema se cambiara a ese.
Aferré mis manos alrededor del volante y no dije nada. ¿Por qué tuve que
decirle eso a él? Sabía que no le tomaría nada el preguntarle a cualquier persona
que supiera español que se lo tradujera.
—Nunca nadie me lo dijo —dijo, su voz volviéndose ronca—. En ningún
idioma.
Mi corazón se rompió por él, y de repente comprendí por qué lo dije, porque
más o menos ya sabía que no lo escuchó mucho. Su madre, su padre, su tío que
apenas lo crió. Ninguno de ellos se lo habría dicho. Y Pick era un demasiado nuevo
hermano para ir soltando mierda palabras suaves de amor. Así que lo dije porque
él merecía escucharlo.
Y lo dije en serio.
Era un hombre increíble que solo necesitaba a una persona para apreciarlo y
decirle lo especial que era. Sabía que no debí ser yo, pero fui incapaz de resistirme.
Todo el mundo necesitaba‖escuchar‖‚te‖amo‛‖al‖menos‖una‖vez‖en‖su‖vida.
—¿Lo dijiste en serio? —preguntó.
Apreté los dientes y me concentré en conducir mientras entraba en el
callejón que conducía a su casa. Pero tan pronto como apagué el motor, volvió a la
cuestión.
—¿Lo hiciste?
Solté una respiración profunda y tranquilamente le dije la verdad. —Sí. —
Cuando lo miré, sus ojos se encontraban brillantes a causa del alcohol pero parecía
extrañamente lúcido—. Lo dije en serio.
Silbó aire por entre sus dientes apretados. Luego se acercó y apenas rozó mi
pierna desnuda con sus dedos. —Quiero pasar el resto de la noche dentro de ti.
—Asher —gemí y palmeé mis manos sobre el rostro—. No me hagas esto.
Estás borracho.
Se encogió de hombros. —¿Y?
—Así que, obviamente olvidaste lo que sientes por mí. Soy tu persona
menos favorita en el planeta en este momento, ¿recuerdas? Te arrepentirás en la
mañana.
—Sé exactamente lo que siento por ti, Remy. Aún estoy bastante enojado
por lo que hiciste, y no sé si alguna vez te perdonaré, pero aún te deseo. —Su mano
acarició más arriba en mi muslo, deslizándose entre mis piernas—. Y te extraño.
Me estremecí y cerré los ojos, tratando de luchar contra la tentación.
Pero siguió hablando, continuó siendo tentador. —Te he deseado toda la
noche, debajo de mí sobre una cama donde pueda pasar las manos y boca sobre
este cuerpo. —De repente, su toque ya no era burlón y suave. Se volvió fuerte y
deslizó los dedos debajo de mi vestido, buscando mis bragas de inmediato—. Me
refiero a tenerte.
—Dios —jadeé, aferrando el volante mientras frotaba el punto que dolía
más a través de la tela de seda de mis bragas.
Gemí una fracción de segundo antes que él.
—Jesús, y ya estás mojada por mí. —Pasando la barrera que mi ropa interior
proveía, empujó un dedo grueso dentro de mí.
—Asher, espera. —Agarré su muñeca y apreté mis piernas, atrapando su
mano, pero también evitando que me diera más placer.
Pero el maldito hombre curvó el dedo dentro de mí. —¿Por qué? Quieres
esto tanto como yo. —Encontró mi punto G, frotó el dedo en contra de él, una y
otra vez.
Lancé el cráneo contra el reposacabezas del asiento, apreté los dientes contra
el creciente placer. Pero, Dios. Él sabía exactamente dónde tocar.
Maldiciéndolo abiertamente en español, abrí las piernas y alcé las caderas,
encontrando su asalto placentero con codicioso abandono. Cuando llegó la euforia,
comprendí vagamente en algún lugar de mi cabeza que él me hacía llegar con nada
más que su dedo índice. Pero todavía estaba demasiado drogada por las felices
endorfinas para realmente importarme lo vergonzoso que era ese hecho.
Cada músculo de mi cuerpo se aflojó cuando me desplomé inerte en el
asiento, completamente drenada.
—Aún dices un montón en español cuando te vienes —dijo Asher desde un
lado. Sonaba curioso sobre su afirmación, como si se diera cuenta de un hecho
nuevo—. Supongo que esa parte no era mentira, después de todo.
Aún jadeante por mi orgasmo, miré hacia él con lo que solo podrían ser
salvajes ojos aturdidos. —Te sorprenderías por todas las cosas que pasaron entre
nosotros que eran realmente ciertas.
Su mirada era intensa y la expresión un poco salvaje en sí misma. —Entra
conmigo, Remy.
Ya no preguntaba. Era una orden, y el cielo me ayude, lo seguí.
Tomé su mano cuando la extendió para tomar la mía, fui con él a su puerta
y besé la parte posterior de su hombro mientras esperaba a que desbloqueara todos
los cerrojos. Cuando me llevó dentro, se pegó cerca de la escalera, mirando hacia
atrás, a mí, cuando estábamos a mitad de la escalera.
—¿Recuerdas cuando no podía esperar a tenerte y te tomé justo aquí?
Dios, ¿cómo podría olvidarlo? Era una de las razones por la que me hallaba
aquí con él de nuevo, cuando sabía bien que no debería. Agarrando su mano con
más fuerza, le advertí—: No te atrevas a intentarlo esta noche. Estás demasiado
borracho para manejarlo ahora.
Asher se rió entre dientes. —No te preocupes. Te quiero en una cama para
todas las cosas que he planeado.
Me estremecí y le agarré la mano con más fuerza.
Me llevó directamente a la cama y se detuvo al pie de ella para girarse hacia
mí y besarme, a la vez que deslizaba el vestido fuera de mis hombros. Tan pronto
como me tuvo en sujetador y bragas, dio un paso atrás para asimilar el cuadro
completo.
—Jodidamente impresionante —dijo entre dientes, agarrando mis dedos de
nuevo para ayudarme a entrar a la cama. Después de ponerme cómoda sobre la
espalda, la cabeza descansando en su almohada y mi cuerpo extendido ante él,
colocó una mano en mi cadera para que permaneciera así—. Acuéstate aquí, justo
así mientras me doy un festín contigo. —Luego de tomar mis brazos, los movió por
encima de mi cabeza hasta que puso una mano sobre la otra—. Imagina que estás
atada aquí.
Sonreí. —¿Qué? ¿Sin esposas?
Negó con la cabeza, sin devolverme la sonrisa. —Las tiré. —Sus ojos verdes
intensos estaban en los míos—. Me impidieron ir detrás de ti.
Tragando saliva, porque no tenía intención de sacar un tema doloroso,
susurré—: Lo siento.
No respondió; su mirada demasiado concentrada en mi pecho. Extendiendo
la mano, con la parte trasera de sus dedos frotó las copas de sujetador. No era tan
intenso como el contacto piel a piel, pero todavía me hacía temblar y tenía los
pezones animándose con la atención. Luego me quitó el sujetador y se inclinó para
aspirar una doliente punta en la boca. Me arqueé, gritando y apretando mis manos
para no poder romper su regla y enterrar mis dedos en su cabello.
Pero luego se movió hacia abajo, agarró con una mordida las bragas y las
jaló por mis piernas. Cuando su lengua lamió mi sexo, no pude evitarlo. Agarré
puñados de todo ese cabello suave y sexy, apreté mis caderas contra él, montando
su cara con olvido.
Cuando se incorporó, limpiándose la boca y sonriéndome, me estremecí con
un agitado y feliz suspiro, amando lo revuelto que se encontraba su cabello.
—Te dije lo mucho que me encantaba el sabor de coño, ¿cierto? Cuando
pensé que eras un chico.
Asentí, esperando que no comprendiera que cometía un gran error por estar
aquí de esta manera, con una mentirosa como yo.
Pero se limitó a sonreír como si fuera divertido revelarme tal cosa. —Te dije
un montón de mierda. Mucho más de lo que le he dicho a cualquier otro ser
viviente en el planeta.
Sin saber qué decir, salvo que lamentaba que hubiera colocado su confianza
en mí cuando todo el tiempo me encontraba demasiado temerosa por incluso
revelarle mi sexo, contuve la respiración. Porque realmente no lo sentía. Aprecié
cada pequeña confidencia con la que me alimentó.
Sus ojos verdes parecían tristes mientras me miraba y posó la mano sobre su
cadera. Todavía se hallaba completamente vestido, pero pude ver su excitación
elevando la parte frontal de sus pantalones. Tenía que admitirlo, que nunca tuve a
un chico en esmoquin haciéndome sexo oral. Era como algo con clase.
—¿Es por eso que volviste la segunda noche? —preguntó—. ¿Debido a que
sabías lo mucho que odiaba las aventuras de una sola noche? ¿Tuviste que hacerlo
dos noches, así no estaría molesto?
Negué con la cabeza. —No. Volví para decirte la verdad, porque odiaba
hacer que pasaras por otra aventura de una noche. Pero luego me besaste, y... —
Sacudí la cabeza, haciéndole saber que el resto era historia.
Triunfo masculino apareció en su mirada en tanto sus labios temblaban. —Y
mi boca tiene algún tipo de poder místico y controlador sobre ti, ¿eh?
—Ni te imaginas —no quise murmurar.
Se rió y salió de la cama para quitarse la chaqueta y luego desabrocharse la
camisa de vestir. —Tendrás que mostrarme cómo funciona este poder.
Sentándome para ayudarlo con los botones superiores, ya que comenzó
desde la parte inferior, alisé las manos dentro de la camisa, sobre su pecho y la
deslicé fuera de sus hombros. —Todo lo que tienes que hacer es sonreír, y es
bastante seguro que estoy muerta.
—¿Sí? —Sus labios formaron una sonrisa complacida—. ¿Cómo esta?
—Ajá. —Presioné mis labios en sus pectorales y él hundió los dedos en mi
cabello, dejándome tener un poco de diversión antes de jalarme hacia atrás y
urgirme a que me acostara de nuevo.
Luego se quitó los pantalones, mirándome todo el tiempo. Cuando llegó a la
caja de condones y frustrado, sacó un paquete, lo sostuvo entre dos dedos y dijo—:
El último. ¿Sabías que acabaría utilizando todos contigo cuando me los compraste?
Negué con la cabeza. —Los compré, pensando que nunca usarías alguno
conmigo... y odiando a cada mujer con quien los usaras.
Se concentró en rodarlo en su lugar antes de estirarse por encima de mí y
me miró a los ojos. —Y aquí, tú fuiste la única.
Dejé salir un suspiro tembloroso; las lágrimas brillaban en mis ojos porque
sabía que me daba un regalo. No merecía estar aquí. Suavemente, aparté el cabello
de su frente, saboreando el momento.
—Remy —susurró.
Cuando empujó dentro de mí, me quedé sin aliento y me arqueé. Apretó los
dientes y mantuvo su mirada en la mía, incluso mientras sus ojos verdes se volvían
vidriosos por la lujuria. —Maldita sea —dijo con voz áspera—. Siempre me tomas
por completo. He tenido mujeres que me piden que no empuje todo dentro porque
no pueden tomarlo. Folladas vacías y superficiales. Pero tú no. Nunca tú. —Se
inclinó, cerniendo sus labios sobre los míos mientras se movía lentamente dentro
de mí, empujando hasta el fondo antes de retirarse para poder sumergirse de
nuevo.
Luego me besó. Envolví las piernas alrededor de él y agarré su cabello
mientras nuestras bocas se apareaban. Puso más poder detrás de sus caderas,
empujándome sobre el colchón con cada empuje poderoso.
—¿Cómo está mi boca ahora? —preguntó entre jadeos, el aliento cayendo en
mi oído mientras deslizaba su nariz a lo largo de mi mandíbula—. Te hace saber lo
que quiero, ¿no? —Entonces sus dientes mordieron el lóbulo de mi oreja antes de
que susurrara—: Dilo.
Dios, sabía lo que quería, pero no podía entregárselo. Dolía demasiado. Así
que cerré los ojos y me aferré a él con más fuerza mientras bombeaba su cuerpo
contra el mío.
Clavó en mí un poco más duro, perforándome más profundo. —Maldita sea,
Remy. Dilo.
Gemí mi negativa y cerré los ojos con fuerza antes de enterrar mi cara en su
cuello.
Pero Asher acunó la parte posterior de mi cabeza con una dulzura que no
esperaba. —Por favor.
El dolor en su voz fue mi perdición.
—Te amo —susurré.
Gimió y arqueó el cuello hacia arriba. Vi la satisfacción cruzando su rostro
cuando cerró los ojos y dejó su boca abierta como si experimentara el nirvana final.
Adicta a su respuesta, repetí—: Te amo. —Mientras deslicé mis dedos hasta
su garganta antes de inclinarme para besar su pulso. Hundiendo mis talones en la
base de su espalda, lo insté a ir más profundo y chupé un punto directamente
debajo de su oreja—. Te amo más de lo que nunca he amado a otro.
Él no tenía idea de qué tipo de palabras de amor le dije, pero lo puso en
marcha. Agarrando mi trasero con una mano, asió mi cabello en la otra. Luego me
besó como si no hubiera un mañana mientras aceleraba, viniéndose con un
gruñido masculino de liberación.
—Dios —abrí la boca antes de gritar—: ¡Oh, Dios mío! Asher...
Juro que se desmayó en el mismo instante en que acabó, porque permaneció
inmóvil encima de mí, con la frente apoyada en mi hombro. Pero luego me acarició
la espalda y se movió.
—No te muevas. —Pasó la mano alrededor de mi cadera, incluso mientras
se sentaba—. Solo voy a deshacerme de esto. Regreso pronto. —Me miró mientras
se ponía de pie—. ¿Necesitas algo?
Revisé entre mis piernas, e hice una mueca. —Sí, por favor.
Con un movimiento de cabeza, desapareció en el cuarto de baño. Escuché el
agua correr en el fregadero y apagarse una vez más antes de regresar a mí y
entregarme una toalla que humedeció con agua tibia.
—Gracias.
Me limpié y él se sentó a mi lado, mirando con ojos soñolientos, pero con
intención. Con cualquier otro tipo, eso probablemente sería raro. Pero no sé. Con
Asher, era diferente. Íntimo. Casi una unión. No estaba segura de cómo explicarlo.
Cuando terminé, tomó la toalla de mi mano y la arrojó por la habitación
hacia un cesto llena de ropa sucia.
—¿Te quedarás el resto de la noche? —preguntó, girándose hacia mí.
Mi resistencia ya se había ido al infierno, y estaba más allá de aliviada de
que no me echaba después de que consiguió lo que quería, así que asentí. —Sí.
—Bien. —Se arrastró sobre el colchón conmigo, bajo las sábanas, curvándose
detrás de mí mientras envolvía un brazo sobre mi cintura—. Me gusta dormir
contigo.
Cerré los ojos y me dije que esto no significaba que me perdonó. Nada de la
belleza que acababa de ocurrir entre nosotros significaba nada. Aún se encontraba
borracho. Él podría, y probablemente, lamentaría todo por la mañana. No debería
hacerme ilusiones.
Pero mientras me acurrucaba de nuevo en él, suspiré y comencé a tener un
sueño cómodo.
Justo antes de dormirme, murmuré—: Te amo —en inglés.
Su brazo alrededor de mi cintura se apretó un poco más, y me apretó con un
poco más de firmeza contra él.
Pero nunca me lo dijo también. Y por mucho que hizo que el dolor crudo en
mí creciera, no esperaba que él repitiera el sentimiento.
Traducido por Pachi Reed15
Corregido por Daniela Agrafojo

Dormí más de lo que pretendía. Pero estaba bien; Asher seguía inconsciente,
respirando profundamente a mi lado. Tenía un montón de tiempo para escaparme
antes de que se despertara. Salvo que perdí un par de segundos mirándolo con
total asombro, incapaz de creer que había conseguido una noche más con él.
Era tan malditamente hermoso.
Me encantaba cómo sus pestañas descansaban con tal serenidad contra sus
pómulos, y sus labios apenas se abrían para dejar salir cada respiración. Su cabello
se hallaba locamente disperso por toda su frente, oscuros mechones mezclándose
con reflejos más rubios, y no pude evitarlo. Extendí la mano para alejarlos
suavemente de su frente.
Y, por supuesto, su cabello de seda me llamaba, pidiendo más. Así que pasé
dos dedos por unos mechones más. Mi mirada vagó hacia abajo, sobre sus dorados
hombros desnudos hasta las sábanas blancas que se hallaban metidas bajo sus
axilas.
Me gustaba saber que era una persona que dormía en su lado de la cama. Yo
era una persona que dormía en un solo lado de la cama, también. Tal vez, en
alguna realidad alternativa, podríamos dormir en nuestros lados de la cama más
noches juntos, acurrucados durante todo nuestro sueño.
Pero en esta realidad, seguía molesto porque fui una maldita mentirosa, y
solo durmió conmigo porque había estado borracho y demasiado cachondo. Y
tenía que salir de aquí antes de despertarlo y agitar el nido entero de avispas.
No quería saber si se sentía enojado conmigo por haberme aprovechado de
su estado de embriaguez. No, iba a terminar esto con una hermosa y feliz nota, con
él durmiendo pacíficamente y mi cuerpo deliciosamente adolorido por nuestro
reciente acto sexual.
Agarrando mi ropa tan pronto como me deslicé de la cama lo más silenciosa
y sencillamente posible, me vestí en la casi oscuridad y aferré mis zapatos a mi
pecho para poder andar de puntillas hacia la escalera.
Pero detrás de mí, una voz soñolienta preguntó—: ¿Te vas tan pronto?
Jadeé y me di la vuelta, golpeando mi corazón con la mano. —Oh,
mierda. Estás despierto.
—Sí —dijo. Con la voz aún ronca, se sentó y se pasó la mano por el pelo
para acunar los lados de la cabeza. Las sábanas cayeron hasta su cintura, dejando
al descubierto un pecho caliente y tonificado que me hacía agua la boca.
Quería volver a él con tantas ganas, arrastrarme bajo las sábanas y abrazar
su calor, permanecer ahí por el resto de mi vida. Pero<‖sí.
La realidad era una perra.
Y en la realidad, hizo una mueca, recordándome que debía estar sufriendo
de una resaca y se hallaba verdaderamente sobrio por primera vez en horas. Sobrio
y consciente. Que era la razón para escabullirme y permanecer lejos de su cama y
su delicioso cuerpo... antes de que me echara y me gritara por ser una zorra que no
podía alejar sus manos de él cuando se encontraba en un estado vulnerable y fuera
de sí.
Hice una mueca, sintiendo su dolor. —Lo siento, quería estar fuera de aquí
antes de que te despertaras. —Pasando mi peso de un pie descubierto al otro, me
mordí el labio—. En caso de que, ya sabes, lamentaras lo de anoche y no quisieras
verme.
Dejó de agarrarse la cabeza y bajó las manos a su regazo para poder verme.
Cuando no dijo nada, me moví de nuevo, sintiéndome más incómoda que nunca.
Mirando hacia el techo, me aclaré la garganta y pregunté—: Entonces, ¿es
así? ¿Te arrepientes?
No respondió de inmediato, y yo no pude aguantar el suspenso, así que
volví a mirarlo. No me tranquilizó, diciéndome que no lamentaba nada, por lo que
tenía que significar que sí se arrepentía. Debía estar deseando que lo que pasó
anoche entre nosotros nunca hubiera sucedido.
Las lágrimas y la devastación se abrieron paso. Esperaba poder mantenerlas
a raya el tiempo suficiente para salir antes de que las viera, pero también quería
quedarme un segundo más en caso de que, por algún milagro, decidiera... no lo
sé... perdonarme, o algo así.
Pero luego admitió—: No estoy seguro.
Parpadeé, preguntándome si lo había oído bien. Luego sacudí la cabeza.
¿Acababa de decir: no estoy seguro?
¿Qué demonios? Fruncí el ceño, de repente ya no abatida, sino molesta.
¿Pero no estaba seguro? Seguramente, sabría si se arrepentía de tener sexo conmigo
o no. Infiernos, la única razón por la que un buen tipo como él no me estuviera
tranquilizando a estas alturas tenía que ser porque sí lo lamentaba.
Así que, ¿por qué no dejaba de acobardarse y me lo decía de una vez?
—Sabes —murmuré, mirándolo fijamente; el dolor y la ira sacaron mi
personalidad atrevida—, me doy cuenta de que lo eché a perder. Mucho. Te mentí
durante más de un mes. Traicioné tu confianza. Herí tus sentimientos. Y te engañé
de la manera más terrible imaginable. Y lo siento por eso. Me arrepiento mucho. Lo
último que quería hacer era herirte. Si pudiera volver en el tiempo, lo haría, pero...
—Sacudí la cabeza—. No sé si lo haría todo de manera diferente por segunda vez.
Porque si lo hiciera, nunca habría llegado a conocerte como lo hice. Nunca habría
aprendido la... increíble persona que eres. Yo... mierda, no me habría enamorado
tanto de ti. Y no puedo arrepentirme de esa parte. Pero tampoco puedo dejarte usar
mis sentimientos y conciencia culpable contra mí de nuevo. La próxima vez que
estés caliente y quieras sexo de mí, tiene que significar algo. ¿Entiendes?
Tomó una respiración atormentada y se pasó la mano por la cara cuando
desvió la mirada. —Sí —murmuró—, entiendo.
—Voy a irme —dije mientras me daba la vuelta, pero un extraño lugar vacío
encima del rellano de la escalera me llamó la atención.
Con el ceño fruncido, me giré. —¿En dónde diablos está Mozart?
Su rostro cayó, y su expresión se desmoronó. —Se ha ido.
Jadeando, me tambaleé hacia atrás. Agarrando mi pecho, parpadeé hacia él,
tratando de dar sentido a sus palabras.
—¿Qué quieres decir con que se ha ido? —La criaturita había estado tan
llena de vida, y Asher había cuidado de él muy bien. No podía simplemente...
morir. ¿Cierto?
—Quiero decir que se fue, maldición —espetó, frunciendo el ceño hacia mí
por presionar el tema—. Llegué a casa, su jaula estaba abierta, y él no se hallaba en
el apartamento.
—Pero... —Fruncí el ceño mientras sacudía la cabeza. No tenía sentido—.
Es una ardilla. No hay otra manera de que saliera de este apartamento a excepción
de cruzar esa puerta de allá, y no pudo haberla abierto por su cuenta.
—Bueno, entonces debió haberse escapado cuando entré o salí. No tengo ni
puta idea.
Le envié‖ una‖ mirada‖ de‖ ‚no‖ te‖ creo‛.‖ —¿Y no crees que lo habrías visto
correr hacia fuera entre tus piernas cuando abriste la puerta?
—Te lo dije, no lo sé. Solo sé que llegué a casa, y se había ido.
Mordiéndome el labio, me giré para estudiar el tramo desnudo de pared
donde la jaula de Mozart había estado colgada. —Creo que alguien más lo dejó
salir.
Asher dejó escapar un suspiro cansado. —Imposible. Nadie más ha estado
aquí... excepto tú.
Me di la vuelta lentamente. —No fui yo.
Con el ceño fruncido, gruñó—: Lo sé. Entonces, ¿quién sugieres que
irrumpió‖ en‖ mi‖ apartamento‖ para<?‖ —Cuando vio la respuesta en mi cara,
gimió—. Oh, Jesús. ¿Sigues con la teoría de que mi padre quiere venganza?
—Tiene sentido —dije a la defensiva. Y sí lo tenía... para mí.
—¿Por qué dejaría ir a Mozart en lugar de, no sé, matarlo? ¿Y por qué, si hizo
todas las otras cosas que piensas, iba a molestarse con tales bromas irritantes y
estúpidas cuando podría abordarme con algo mucho más letal, como un arma?
—Porque es un matón. A los matones les gusta rascar y sacar las costras
hasta que llegan a la carne bajo la herida. Rara vez vienen con un asalto de frente si
no están completamente seguros de que son más grandes, más fuertes, y que
pueden ganar. Ya no eres un niño de siete años; está tratando de encontrar tus
debilidades. Y probablemente no mató en el acto a Mozart, porque, ¿quién coño
podría en verdad atrapar esa cosita astuta para matarlo? ¿Por qué molestarse
siquiera en intentarlo cuando sería igual de devastador para ti el solo hecho de que
desapareciera?
Y podía decir que era devastador para él. Sus ojos verdes se cerraron con
dolor mientras miraba en el lugar donde había estado colgada la jaula de Mozart.
Debía haberlo entristecido mucho si quitó todo... demasiado doloroso de ver.
Me abracé, mirando el lugar también. —Espero que esté bien.
Asher resopló y sacudió la cabeza. —Probablemente está pasándolo bien en
un lindo parque lleno de muchos árboles y cacahuetes.
O estaba muerto, me preocupé en silencio.
Mirándome con el ceño fruncido, como si hubiera leído mis pensamientos,
murmuró—: Pensé que te ibas porque estás enojada conmigo.
Suspiré. —Tú eres el que no puede decidir si se arrepiente o no de dormir
conmigo.
Sus ojos verdes se llenaron de ira. —Oh, bueno, discúlpame por estar un poco
confundido. Pero me lastimaste más de lo que nadie más lo ha hecho, y eso me
asusta demasiado. Nadie ha llegado a estar tan cerca de mí sin que sea totalmente
inconsciente de ello. Así que lo lamento, si me está tomando más tiempo del que te
gustaría averiguar si en verdad puedo confiar en ti.
Me encogí un poco por dentro, absorbiendo lo que acababa de decir. Le
había hecho daño, y encima de eso, lo dejé tan mal que no sabía si podía confiar de
nuevo. Sabía cómo se sentía. Cuando Fisher me dejó dolida y engañada, rompió mi
confianza y pisoteó todos mis sentimientos, por lo que no quise tener nada que ver
con ningún otro hombre... hasta que llegó Asher.
Y sin embargo, aquí estaba yo, haciéndole lo mismo a la única persona que
me ayudó a sanar de una herida similar.
Sintiendo el peso de mi vergüenza, incliné la cabeza. —Tienes razón. Me iré.
Cuando me di la vuelta, gruñó una maldición, y luego llamó—: Remy... —
Pero yo ya corría por las escaleras para escapar de él.
Para escapar de mí misma.
Pero sin importar lo rápido que corría, o a donde iba, todavía seguía allí,
conmigo... la perra que había lastimado a Asher Hart.
Traducido por Yure8 & Sandry
Corregido por Ana Avila

La necesidad de correr tras Remy y arrastrarla de nuevo a mi apartamento


se intensificó. Maldita sea, probablemente se encontraba llorando, y no quería eso.
Solo quería que mi cabeza dejara de pulsar, y algunos minutos sin preguntas y
compromisos de toda la vida, para pensar con claridad de nuevo.
¿No entiende que nunca se me dio la oportunidad de amar y ser amado? No así.
Era una mierda. Y saber que todo comenzó con una mentira y la confianza rota...
¿qué hombre en su sano juicio le daría a eso otra oportunidad?
Supongo que un hombre desastroso y loco, que solo quería a su chica de
cualquier forma que pudiera tenerla. Porque un segundo después, lancé mis
sábanas y agarré el primer par de pantalones que encontré: los pantalones de vestir
de anoche para la boda. Sujetándolos, corrí por las escaleras. Para cuando me metí
al callejón, se había ido. Todo lo que vi fue el parachoques trasero de su coche
mientras daba vuelta en la esquina.
—¡Maldita sea! —Agarré mi dolorida cabeza y moví mis pies descalzos
sobre el sucio asfalto para evitar que los vidrios rotos se clavaran en mis talones.
Ahora iba a tener que perseguirla, y todavía no estaba seguro de lo que
quería decirle. Supongo que podría comenzar confesándole que no me arrepentía
por lo de anoche. Fue... increíble. Pero me molestó que tratara de escapar de mí
otra vez, y todavía encontraba difícil el dejar de lado todas sus mentiras.
Sin embargo, Pick tenía razón. Iba a tener que perdonarla, porque sabía que
no quería pasar el resto de mi vida sin ella. Anoche abrí los ojos al hecho de que la
conocía. Pudo haberme engañado sobre un par de cosas importantes, pero por
dentro, seguía siendo esa persona que entabló una amistad conmigo, y no estaba
dispuesto a perder ese amigo... o amante.
Con un suspiro, pasé las manos por mi cabello y me giré para volver a
entrar al apartamento. Debía ponerme más ropa, tal vez tomar unos analgésicos y
beber alrededor de un litro de agua antes de ir tras ella. Pero antes de que pudiera
dar un paso para entrar, un extraño animal desde un contenedor de basura cercano
me hizo detenerme y echar un vistazo.
Esperaba ver una rata, así que cuando una ardilla de aspecto desaliñado con
el pelo muy enredado, incluso su cola, salió como una flecha del contenedor de
basura, casi me tropecé conmigo mismo.
—¿Qué... Mozart?
Tenía que serlo porque corrió directamente hacia la puerta abierta y saltó
dentro, brincando por las escaleras hasta desaparecer en mi apartamento.
—Mierda —jadeé. Mi mascota había vuelto a casa.
La emoción me inundó; pasé una mano temblorosa por mi cara antes de
apresurarme abajo para darle algo de comer. La vida en el exterior no debe haberle
tratado amablemente porque se movía como si tuviera frío o miedo. Quería
abrazarlo, pero sabía que no le gustaría. Así que corrí al mueble de la cocina y
vacié toda una bolsa de cacahuetes en el suelo. Ni siquiera le importó que me
quedara ahí mismo, al lado de la pila. Corrió y empezó a llenar sus manos antes de
abrir uno y comer allí mismo.
—Pobre pequeñín —murmuré, parándome para poderle conseguir un poco
de agua—. Fue duro ahí afuera ¿no?
Una sonrisa iluminó mi rostro mientras lo observaba por un minuto antes
de que él decidiera que era suficiente la unión y desapareciera bajo la cama. Luego,
dejé escapar un suspiro tembloroso y miré alrededor de mi apartamento antes de
reír aliviado. —Bienvenido a casa, amigo —dije en voz alta, pero el lugar todavía
era lo suficientemente solitario así que mi voz hizo eco a mi alrededor. Eso hizo
que la partecita hueca y vacía en mí picara con necesidad.
La primera persona a la que quería llamar era Remy. Demonios, era la única
a quien quería llamar y contarle.
Y eso me dijo todo, ahí mismo.
Mintió. Tuvo una razón, y nunca fue herirme. Se disculpó y realmente lo
sintió. Podría superar eso. Porque, mierda, la amaba.
Reconocer esto, casi al instante provocó esta sensación de liberación dentro
de mí.
Alegría corrió a lo largo de mi piel, y me quité los pantalones para tomar
una ducha rápida.
Iba a recuperarla.
Después de ducharme, me vestí, me puse los zapatos, y cogí mi teléfono.
Asegurándome de que Mozart aún se encontrara satisfecho y debajo de la cama,
me enderecé desde el suelo y fui hacia a la puerta.
Remy Elisa Curran, allá voy.
Diez minutos más tarde me detuve en su edificio de apartamentos y apagué
el motor de mi moto mientras me quedaba sentado, solo... mirando su casa. Como
que corrí hasta aquí sin un plan. Ella fue a lo épico, y cantó canciones para mí
frente a cientos de personas para recuperarme, y todo lo que sabía decirle era—:
No me arrepiento de ello.
Haciendo una mueca de dolor por mi propia anomalía, me encontraba un
poco tentado a acobardarme, encender mi moto Triumph y volver a casa. No tenía
experiencia en el amor. ¿Y si fracasaba? ¿Y si el darle, darnos, una oportunidad,
terminaba matándome?
¿Y qué si me encontraba tan asustado del dolor que me perdía lo mejor que
me pudo haber pasado alguna vez? Apretando los dientes, salté del asiento y me
dirigí a su edificio. Tenía hasta el segundo piso para impulsar mi decisión, y me
pasé la mayor parte de ese tiempo respirando como un tipo de luchador listo para
saltar en un ring para su primera ronda de golpes.
Las cosas terminaron bien entre Pick y yo. Aquí también podrían acabar
bien. Y extrañamente, sentía como si estuviera, una vez más, arriesgando todo lo
importante en mi vida solo para construir una relación con alguien. Pero esta chica
valía la pena.
Cuando llegué a la puerta, estreché mis manos a mis costados antes de
levantar una y golpear. Sin embargo, antes de que mis nudillos pudieran tocar la
madera, la puerta se abrió de golpe, haciéndome dar un salto atrás, sorprendido.
Esperaba que Remy estuviera allí, así que parpadeé confundido cuando
Gally salió al pasillo. Muy ocupado abrochándose el cinturón, se hallaba casi sobre
mí antes de darse cuenta que me encontraba en su camino. Jalando sus pantalones
cortos, alzó la cabeza.
—Oh, hola, hombre. —Una presumida y relajada sonrisa se extendió por su
cara—. ¿Finalmente decidiste poner fin a tu sequía? —Levantó el puño para chocar
con el mío, felicitándome mientras otro miembro de la banda, Holden, salía del
apartamento de Remy detrás, tirando de su camisa.
Mi boca se abrió mientras me quedaba boquiabierto entre los dos. —¿Qué...?
Pero en serio... ¿qué?
Gally rió mientras Holden se volvió de un rojo brillante. Finalmente, mi
bajista se encogió de hombros. —¿Qué puedo decir? La niña no puede obtener
suficiente de penes. Le gusta más cuando cada hoyo se encuentra lleno.
Riéndose, golpeó un lado de su brazo contra el mío, como si compartiera
algún tipo de broma interna. Pero todo lo que podía probar era ácido, y todo lo que
podía ver era una masa borrosa de luz.
—No te preocupes, Hart —la voz de Gally irritó mis oídos—. La dejamos
agradable y ablandada para ti. Diviértete.
No me detuve a pensarlo. No creí que fuera posible contemplar ni siquiera
pensar en este momento. Solo quería hacerle daño al idiota. Hacerle sangrar y
gritar de dolor... de la manera en que me dolía a mí.
Con un rugido salvaje, me lancé a él, empujándolo contra la pared. —Estás
muerto, imbécil. No puedo creer que la tocaras. Te odia.
Le golpeé en un ojo y habría ido hacia el otro, pero Holden me tiró detrás de
él.
Eso me molestó más. Traté de pegarle también, pero usó mi propia táctica
contra mí y me inmovilizó contra la pared apretando su antebrazo en mi garganta
para frenarme.
Luché, me moví y lo empujé para salir, pero el bastardo era más grande, lo
que me hizo gruñir de rabia frustrada. Si tan solo pudiera tener el tamaño de Knox
o Quinn, o incluso Noel, lo hubiera derribado en este momento.
Invocando interiormente algo de refuerzo y adrenalina, me lancé de nuevo,
haciéndole tropezar hacia atrás, lejos de mí. A punto de saltar tras él, detuve el
golpe cuando escuché una voz, la voz de Remy, llorando. —¿Qué demonios?
Pero no venía de la dirección de su piso. Girando mi cabeza, boquiabierto
miré donde se encontraba parada y congelada en la parte superior de la escalera,
todavía con el vestido de anoche y sosteniendo un vaso de plástico humeante
contra su pecho. Sus ojos estaban rojos e hinchados de tanto llorar, pero con su
pelo gratamente despeinado, de tener mis manos en ella anoche, se encontraba
jodidamente hermosa. Me tomé un segundo para recuperar el aliento.
Detrás de nosotros, la puerta de su piso se abrió. Cuando miré, vi a Jodi
asomarse curiosamente al pasillo, vestida solo con un corto y sedoso abrigo, que
estaba lo suficientemente suelto para mostrar que no llevaba mucho debajo. Cerré
los ojos y maldije en voz baja.
—¿Qué diablos pasa aquí? —exigieron las chicas, casi simultáneamente.
—Pregúntale a este hijo de puta —respondió Gally, y me di cuenta de que
me apuntaba a mí, pero todavía me encontraba demasiado ocupado inclinando la
cabeza ante la vergüenza y reprendiéndome por mi estupidez para verlo—. Es el
idiota que nos atacó sin razón tan pronto salimos al pasillo.
Hubo un segundo de silencio, haciéndome saber que ahora todo el mundo
me miraba, esperando mi explicación.
Entonces Remy tuvo que murmurar—: ¿Asher? —Como si estuviera muy
preocupada por mí.
—Maldita sea —susurré y alcé la cara, encontrando su mirada, y haciendo
una mueca tan pronto como lo hice—. Yo... —Mierda, no podía confesarlo. Pero sus
grandes ojos marrones se hallaban tan amplios y preocupados. Solté un suspiro y
admití—: Yo... malinterpreté la situación.
Parpadeó, frunció el ceño y luego miró entre Gally, Holden y Jodi antes de
que sus ojos se ensancharan con sorpresa. Luego se giró de nuevo a mí, con el ceño
fruncido. —¿En serio?
Hice una mueca y apreté mi mano en mi dolorida cabeza. Mierda, olvidé
tomar los analgésicos para mi resaca. —No sé lo que pensaba —comencé de
inmediato, empujando toda la culpa y disculpa que pude a mi expresión—. No
estaba pensando. Mierda. Salieron de ahí aún arrastrando su ropa.
Con las cejas arqueadas, puso sus manos en las caderas. —¿Así que asumiste
que se hallaban ahí dentro visitándome? ¿En serio? Guau, eso debe haber sido un
trío de dos minutos, porque te vi hace ¿qué?, veinte minutos.
Abrí la boca para negar mi exabrupta suposición, pero maldita sea... tenía
razón.
Sin saber cuándo mantener la boca cerrada, Gally se pavoneó hacia
adelante, lamiendo sus labios mientras miraba el vestido de Remy. —Eso no es una
mala idea. Te ves mucho mejor que hace unos días... Remy. ¿Por qué no nos
enseñas a Holden y a mí el interior de tu cuarto?
Cuando dio un paso más hacia ella, gruñí y lo empujé hacia atrás.
—Retrocede.
Sus ojos se estrecharon y supe que me respondería, así que me giré hacia él
para encararlo. Pero Remy se interpuso entre los dos, empujando una mano contra
mi pecho y levantando una en dirección a Gally para alejarlo.
—Está bien, suficiente —mandó. Cuando Gally y yo paramos, dejó escapar
un suspiro, maldijo algo en español, y murmuró—: ¿Por qué se golpean?
Me gustó un poco que todavía dejara la palma de su mano en mi pecho. Así
que dije—: Porque es mucho más rápido para aliviar el estrés que comer helado o
hablar con otra chica como lo hacen ustedes, las mujeres.
Me miró, sus ojos marrones amplios, llenos de emociones. Detecté humor en
ellos antes de que frunciera el ceño y luego los cerrara con dolor. —No es momento
de ser sexista y lindo —murmuró finalmente.
Cuando susurré—: Lo siento —su mirada cayó a sus dedos repartidos sobre
los latidos de mi corazón.
Vi sus pestañas revoloteando mientras hacía un poco más de presión en mí,
como si tratara de imprimirse dentro de mí antes de quitar su mano. Lo que pude
haberle dicho era que ya se encontraba bastante impresa en mi corazón.
Pero Gally rió. —Oh, así que eran follamigos, ¿eh? Dime, Hart. ¿Intentaste
entrar en sus pantalones antes o después de descubrir que era una chica?
Curvé mi labio en una mueca y Remy inmediatamente vino hacia mí,
deteniéndome para que no lo golpeara de nuevo. Dejé escapar un suspiro
calmante, entrecerré los ojos y le dije a Gally—: Debes referirte a nuestra baterista
con un poco más de respeto que eso, idiota.
Con un jadeo, Remy se giró hacia mí, moviendo su cabello sobre el hombro.
Gally frunció el ceño y negó con la cabeza, luego intercambió una mirada
con Holden antes de volverse hacia mí. —¿Nuestra baterista? Pensé que estaba
fuera de la banda. Mandaste un mensaje, suspendiendo el concierto del viernes,
diciendo que era una chica.
Apreté los dientes, porque ella estaba fuera de la banda cuando les mandé
esos mensajes, pero ahora había cambiado de opinión. —Solo les conté su cambio
de condición. Y tuvimos que cancelar lo del viernes debido a... otras razones.
Remy no me corrigió, gracias a Dios. Simplemente estrechó su mirada hacia
los tres, con sus ojos amplios y con ganas de escuchar cómo iba a terminar esta
conversación.
—Así que, ¿en serio quieres una maldita perra en la banda? —explotó Gally
con incredulidad, señalando a Remy mientras me miraba—. Pero nos llamamos
Non-Castrato‖porque<
—No me importa por qué nos nombramos Non-Castrato. Y no la insultes. El
hecho es que ya ha estado en la banda durante más de un mes. ¿Qué diferencia
hace<?
—¡Porque no quiero una maldita chica en la banda! —rugió Gally.
Frunciéndole el ceño, empuñé mis manos. Mire a Holden, que todavía tenía
que dar su opinión, pero por su expresión, supe que seguiría los deseos de Gally.
Separando un poco mis piernas, me puse firma. —Si ella no se queda, entonces yo
tampoco. —A mi lado, Remy inhaló, sorprendida, pero seguí mirando a los otros
dos miembros—. Remy es la mejor baterista que he conocido, y seré parte de
cualquier banda en la que esté ella.
Gally me miró un segundo más antes de maldecir y alzar las manos. —Bien.
Da igual. Sin embargo, si nos causa problemas, me voy. —Salió furioso, creando
más drama con su salidita furiosa de lo que jamás vi hacer a Remy. Holden asintió
una vez en acuerdo y lo siguió.
Los vi irse, recordando lo que acababan de hacer, juntos, con Jodi, y sacudí
la cabeza, perplejo.
Desde el apartamento de Remy, Jodi se aclaró la garganta. —Así que, uhm...
sí. Una vez más, me quedo aquí de pie torpemente entre ustedes dos. Entonces<‖
Voy a dejar de hablar... otra vez. —Y desapareció dentro, cerrando la puerta,
dejándome a solas con Remy.
La miré, de repente sin palabras. Había venido aquí para recuperarla, pero
luego... había sucedido todo esto, así que terminé suspirando y pasando las manos
por mi pelo. —Lo siento. No estaba pensando.
Abrazándose, asintió. —Eso ya lo habías dicho.
—Mi cabeza sigue estando desperdigada esta mañana —traté de explicar, ya
que no parecía que iba a perdonarme por asumir tal cosa acerca de ella y nuestros
dos compañeros de banda—. Me olvidé de tomar algo para la resaca y estuve
preocupado, tratando de decidir qué decirte. Cuando abrió la puerta... No sé. Es
que... perdí por completo la capacidad de pensar racionalmente.
Me puse al modo de hombre de las cavernas, dispuesto a luchar por mi
mujer.
Pero Remy todavía no me miraba.
Apreté los dientes. —Maldición. No estoy acostumbrado a esto. Las mujeres
que realmente me conocen no me dicen que me aman.
Por fin, levantó la vista, con sus ojos marrones abiertos por la sorpresa.
Después de una respiración profunda, añadí—: No parecía real. Era más
fácil creer que no lo dijiste en serio, que habías seguido adelante. Pensar en ti y en
ellos<‖fue solo una reacción inmediata e instintiva muy estúpida‖y<
Se acercó y puso sus dedos sobre mi boca, callándome. Cuando exhalé,
murmuró—: Está bien.
Cuando bajó la mano, jalé mi labio inferior entre los dientes, tratando de
probar su caricia.
Dios, me encontraba perdido por esta mujer.
Sin saber muy bien qué decir, espeté—: ¿Sabías que tu compañera de cuarto
estaba... con los dos?
Remy se estremeció. —Por desgracia, sí. —Entonces vio la bebida que dejó
en el poste de la escalera en la parte superior. Agarrándola, tomó un sorbo y luego
me miró con recelo—. ¿De verdad acabas de enfrentarte a ellos para mantenerme
en la banda?
De repente no me encontraba seguro de qué hacer con mis manos, así que
las metí en mis bolsillos.
—Bueno... —Elevé mi hombro tímidamente—. Es lo que más querías en el
mundo, ¿no es así?
Cuando no respondió, la miré a la cara. Sus ojos parecían un poco acuosos e
inciertos, así que di un paso más cerca y susurré su nombre.
—Maldita sea —murmuró, cerrando los ojos—. Sí, eso solía ser lo que más
quería en el mundo.
Mis labios se arquearon con satisfacción. —¿Solía ser? —pregunté.
Cuando se mordió el labio y asintió con la cabeza, me acerqué aun más. Su
respiración se aceleró, y mi cuerpo se agitó con necesidad. —Entonces, ¿qué es lo
que más quieres ahora? —pregunté.
Sus pestañas se agitaron y su pecho se movía pesadamente.
—Solo dilo —animé en voz baja.
Pero negó con la cabeza. —Yo... no puedo. Lo he jodido todo.
Mi pecho se hinchó. —¿Estás segura de eso?
Las lágrimas llenaron sus ojos. Susurró mi nombre y alcanzó mi pecho, solo
para alejar la mano de nuevo después de apenas llegar a tocarme.
Ahora era mi turno de mover la cabeza. —Porque por mucho que haya
tratado de arrepentirme y estar enfadado contigo, no puedo.
Hipó y luego rápidamente se presionó los labios con los dedos, sus grandes
ojos mirándome como si no pudiera creer lo que oía.
Así que seguí hablando—: Creo que quería odiarte porque me sentía tan
estúpido. Debí‖de‖haber< yo solo... Debería haber sido capaz de averiguarlo.
—No. —Echando la cabeza hacia atrás y hacia adelante, me agarró del
brazo—. Te engañé a cada paso, mentí y te engañé, así que no podías darte cuenta
de la verdad. Tú no has hecho nada malo. Fue todo mi culpa.‖Yo<
Puse los dedos sobre sus labios para hacerla callar. —Y sin embargo, nunca
parecía importar si eras Sticks o Elisa, chico o chica, siempre quise estar cerca de ti.
Yo... —Con una risita autocrítica, miré al techo y le dije—: ¿Sabes por qué te llevé a
casa apenas diez minutos después de nuestro primer beso sin un solo reparo de
duda, después de haberte dicho sin parar acerca del deseo de conocer a una mujer
primero y empezar una relación con ella?
Vergüenza llenó los ojos de Remy. —Sí. Debido a que había pasado mucho
tiempo desde‖que<‖
—Claro que no —gruñí—. Mi libido no me controla tanto. Podría haber
esperado más tiempo.
Frunció el ceño, sorprendida... y sin embargo, confundida. —Entonces<
—Fue porque parecías tan familiar. —Me incliné hacia delante y puse mi
frente contra la suya—. Como si te conociera y tú me conocieras a mí; no entendía
en ese momento que había una razón para ello. Pero también conecté con Elisa, sin
necesidad de hablar con ella porque ya tenía esa otra parte de la relación que
deseaba... con Sticks. Tu alter ego llenó mi necesidad emocional, por lo que lo
único que quedaba era la intimidad, y luego me entregaste eso también, así que
realmente... me diste todo lo que más quería. No pude imaginar que todo venía de
la misma persona.
—Maldita sea. —Esnifó y se limpió la nariz mientras más lágrimas se
deslizaron por sus mejillas—. Me vas a perdonar, ¿verdad?
—Sí, lo voy a hacer. —Sonreí y la tomé de la cara para poder borrarle las
lágrimas de sus mejillas con mis pulgares.
Cerró los ojos e inclinó la cabeza. —Pero‖te‖mentí.‖Yo<
—Para —murmuré en voz baja antes de dejar escapar un gran suspiro y
frotar con mis manos su cansado rostro. Entonces vi más lágrimas derramándose
por sus mejillas y sacudí la cabeza. Tomando sus dedos, insté suavemente—: Por
favor, para de llorar.
Negó con la cabeza. —No puedo evitarlo. He llorado casi todo este mes
desde que te conocí y nunca lloro tanto. ¿Cómo me has convertido en una maldita
regadera?
Negué con la cabeza. —Supongo que Nazareth sí sabía de lo que hablaba.
Esnifando, frunció el ceño antes de decir—: ¿Qué? ¿Eso de que el amor
duele?
Una sonrisa floreció en mi cara. —Ves. Pillas mis bromas musicales. Me
encanta eso. Me encanta que me entiendas. ¿Cómo diablos podría no perdonarte?
—Porque no lo merezco —balbuceó, todavía con lágrimas cayendo por sus
mejillas—. Me equivoqué tanto.
Todo lo que podía hacer era encogerme de hombros mientras le daba un
abrazo y besaba su cabello. —¿Quién puede decir que no habría hecho lo mismo en
tu lugar? Me dijiste lo mucho que habías deseado estar en una banda y cómo nadie
te dio una oportunidad. La verdad —mis labios se arquearon—, fue algo ingenioso
el cómo te las arreglaste para ello. Y estuve allí para ver como todo fue haciéndose
una mentira más grande, así que sé que no hiciste nada con mala intención. Sé que
nunca quisiste hacer daño, o engañar, o<
—¿Qué pasa con Elisa? —espetó.
Me quedé inmóvil, todavía dolido por eso. Pero aun así... no podía
arrepentirme. —¿Qué pasa con ella? —pregunté con voz ronca.
—Ese tiene que ser mi mayor engaño de todos. Digo, más o menos me
dijiste cómo atraparte. Dijiste que te gustaba perseguir. Y no tenía la intención de
despertar‖al‖cazador‖en‖ti,‖pero‖sabía<
—Pensé que habías dicho que no podías resistirte a mí ni al poder místico de
mi boca —le corté, sonriendo hasta que la hice sonrojar.
—Sí —murmuró, poniendo los ojos en blanco—. Eso es exactamente lo que
ocurrió, idiota demasiado impresionante. Pero también me dijiste que querías
conocer a una mujer antes de llevarla a la cama, y no te permití hacer eso. Te hice
pasar por otra noche de sexo ocasional, a pesar de que sabía que lo odiabas,‖y‖yo<
Mi risa la calló.
—¿Por qué demonios te ríes? —preguntó.
—Porque —negué con la cabeza—, eres tan linda, tratando de defenderte.
—Pero<
—No. Shh. —Presioné mi boca con la suya, y sí, funcionó. La callé. Y sabía
muy bien, también. Quería profundizar más, besarla más, pero había una cosa más
por decir antes de perderme en el placer que era Remy Curran.
—No me arrepiento —prometí—. De nada. ¿Ahora, vas a dejar de tratar de
discutir conmigo sobre esto, mujer? ¿O vas a aceptarlo y venir a casa conmigo ya
para poderte mostrar mi sorpresa, y luego hacerte el amor durante el resto de la
tarde?
Parpadeó una vez, luego dos veces, sus ojos marrones amplios con
esperanza antes de murmurar—: De acuerdo, llévame a casa contigo.
Traducido por Julie
Corregido por Miry GPE

Me desperté con unos labios presionando un camino hasta mi espina dorsal.


Cada pocos centímetros, los dientes me mordían y la lengua se deleitaba con la
mordedura. Entonces palmas cálidas me acariciaron la piel por detrás y se
abalanzaron hacia el frente, ahuecando mis pechos.
—Mmm —tarareé con deleite, manteniendo los ojos cerrados porque tenía
algo de miedo de que toda esta tarde de pasarla desnuda con Asher hubiese sido
un sueño. Desnudos en el sofá, jugando Call of Duty, desnudos en la cocina
preparando aperitivos de supervivencia juntos, desnudos en la cama, pasando por
una nueva caja de condones... solo gratamente desnudos—. Eso se siente tan...
bien.
—¿Sí? —La voz de Asher me llenó antes de que se inclinara y besara el lugar
sensible justo detrás de mi oreja—. Entonces deberías quedarte aquí mientras estoy
fuera, así en cuanto regrese puedo retomarlo desde donde lo dejé.
Mis ojos se abrieron. —¿Fuera? ¿Regrese? —Con el ceño fruncido, rodé
hacia él, solo para jadear cuando no lo encontré desnudo. En vaqueros y una
camiseta de color negro, se veía demasiado sexy... pero aun así. ¿Se iba?
—¿Adónde vas?
Sus ojos verdes viajaron por mi cuerpo, aterrizando en mis pechos
expuestos mientras contestaba—: Tengo que ir a trabajar. Pero puedes quedarte. —
Luego su mirada se levantó a la mía y la incertidumbre llenó sus rasgos—. ¿Lo
harás? Tú, uh, tú me harías un favor enorme. Estoy un poco preocupado por dejar
a Mozart aquí solo hasta que arme su jaula.
En realidad quiso volver a colgar la jaula antes, pero yo no lo dejé ponerse la
ropa, y aunque me encantaba la idea de verlo hacerlo desnudo, se negó, y en su
lugar me abordó en la cama y me tomó duro y rápido. Tampoco me importó esa
opción.
Acuné su cara para ayudar a apaciguar su preocupación. —Por supuesto,
voy a cuidar de la ardilla por ti. No voy a dejar que nada le suceda a tu adorado.
Con los labios curvados en una sonrisa inmediata, se zambulló para un beso
rápido y satisfecho. —Gracias, pero sinceramente, solo quería volver a casa para
encontrarte aquí dormida en mi cama.
—Oh... —dije, rodando los ojos—. Sale la verdad. Lo que deseas es
mantenerme atrapada aquí como tu pequeña esclava sexual, ¿no?
La sonrisa del bastardo se propagó. —Si tan solo hubiese guardado las
esposas.
Eché la cabeza hacia atrás y me reí. Envolviendo mis brazos alrededor de él,
mantuve mi cuello arqueado hacia atrás para que pudiera besar un camino hasta
mi garganta. Llena de una felicidad que irradiaba todos mis miembros, suspiré y
murmuré—: Te amo tanto.
La presión de sus labios se detuvo en mi mandíbula. Cuando no dijo nada,
aunque‖ su‖ frase‖ de‖ aquí‖ debería‖ haber‖ sido‖ ‚Yo también te amo‛,‖ bajé‖ la‖ barbilla‖
para encontrar su mirada. Sus ojos verdes se arremolinaban con necesidad.
Sabía que le gustaba escuchar mi declaración, y pude ver que quería
responder del mismo modo —simplemente tenía miedo— así que solo sonreí y
presioné suavemente mi boca a la suya y acaricié su pelo con mis dedos. Él nunca
le había dicho esas palabras a una mujer, y sentía una especie de alegría de que
estuviera indeciso. Eso me hacía saber que cuando finalmente lo dijera, significaría
más.
Hasta entonces, estaba completamente de acuerdo con ser paciente y jugar a
la esclava sexual hasta que se sintiera lo suficientemente cómodo para decírmelo.
Con un gemido, apartó la boca de la mía, pero luego presionó nuestras
frentes. —En serio tengo que ir a trabajar.
Sonreí. —Entonces ve a trabajar. —Pero incluso mientras lo decía, me
extendí contra él y me aseguré de que mi rodilla rozara no tan accidentalmente la
entrepierna de sus pantalones vaqueros.
—Maldita seas, mujer tentadora, desnuda y sexy. —Gruñendo, me puso
sobre la espalda, cogió uno de mis muslos para deslizar sus caderas entre mis
piernas, y se arrastró sobre mí cuando empezó a desabrochar sus pantalones
vaqueros—. Solo tenemos tiempo para uno rapidito.
—¡Oh, bien! —grité con alegría y tiré de su camisa, quitándosela al tiempo
que abrió un paquete de condón. Pero ni siquiera tuve tiempo para tirarla al otro
lado de la habitación antes de que él estuviera empujando dentro—. ¡Oh!
Jadeando por la sorpresa, me aferré a su espalda y clavé las uñas en su piel
cálida mientras me penetraba sin piedad.
—Por Dios, de verdad iba a ser rápido, ¿no? Mmm... Más rápido. ¡Más
duro!
No sé si entendía algo de mi español, o si simplemente se daba cuenta de lo
que quería mi cuerpo, porque me lo entregó, lanzándose dentro de mí, llenándome
con una alegría física que estalló justo debajo de mi piel y me hizo venir, pero
también de una calidez en mi corazón que me hizo cerrar los ojos y aferrarme a él
mientras me seguía con su propio orgasmo.
—Te amo —le susurré.
Expulsó un suspiro lleno de paz y presionó su frente con la mía. Un
momento de silencio satisfecho le siguió, donde simplemente nos abrazamos. Le
acaricié la espalda y pelo, dándome cuenta de que se ponía somnoliento y
seguramente se quedaría dormido encima mío en cuestión de segundos, pero no
me encontraba del todo lista para despertarlo y enviarlo a trabajar.
Sin embargo, un castañeo me hizo mirar por encima del hombro desnudo de
Asher para ver a Mozart, de pie sobre sus patas traseras en el extremo de la cama,
mirándonos.
Grité por la sorpresa y le lancé la camiseta que seguía arrugada en mi mano.
Asher se agitó encima de mí y se sentó para mirar atrás y ver lo que había hecho.
—Necesitaba ponerme eso de nuevo —dijo arrastrando las palabras, todavía
medio dormido.
—Bueno, tu ardilla debe dejar de ser un pervertido —discutí, con el ceño
fruncido—. En serio, estaba mirándote el culo.
Riéndose, Asher se arrastró hasta el final de la cama para recuperar su ropa
y se preparó de nuevo para el trabajo. —Estoy tan feliz de que ustedes dos se
lleven bien.
Crucé los brazos sobre mi pecho y lo miré terminar de vestirse. —No habría
problema si él aprendiera cuál es su lugar. —Me señalé el pecho con un dedo, y
exclamé en la habitación para que Mozart pudiera oírme... dondequiera que
estuviese—. Ese es el culo de mi hombre, ardilla. Así que aparta los ojos de encima,
¿entendido?
—Díselo, preciosa. —Sonriendo, Asher se arrastró de nuevo hacia mí y tomó
la parte de atrás de mi cabeza mientras me besaba con fuerza y rapidez. Cuando se
retiró, su sonrisa continuaba con aire de orgullosa suficiencia—. Como que me
gusta que me reclames como tuyo.
Arqueando una ceja, le eché un vistazo a su cuello. —Bueno, si quieres que
marque mi propiedad...

Lo dejé irse cinco minutos más tarde con una sonrisa tonta y aturdida en su
rostro, y un chupetón en el cuello.
Una calidez emocionante floreció a través de mí cuando me di vuelta para
estudiar su apartamento, preguntándome qué iba a hacer durante las próximas
ocho horas más o menos, hasta que él regresara. No estaba segura de por qué
quería quedarme, pero la idea de estar rodeada de sus cosas se sentía... lindo. Uno
de estos días, sabía que tendría que ir a casa, volver a la vida normal y tratar de
comenzar nuestra relación a partir de ahí, pero por esta noche, simplemente iba a
disfrutar de ser la esclava sexual de Asher Hart.
Después de vestirme, porque estar desnuda para Mozart no era tan
divertido como estarlo para su dueño, me preparé algo de comer. Luego traté de
alimentar a la ardilla, pero tuve la sensación de que me encontraba tan dominada
por esa maldita bola de pelos como Asher. Cuando se negó a mi oferta de frutas,
rompí un par de cacahuetes. Pero le hice acercarse y tomarlos desde la palma de mi
mano... lo que la ardillita codiciosa hizo finalmente.
Mientras lo observaba disfrutar de una nuez, apoyé los brazos sobre mis
rodillas y sacudí la cabeza. —No sé cómo diablos no te da urticaria con esas cosas.
Los cacahuetes son terriblemente asesinos.
Pero Mozart no vio el daño y siguió comiendo, felizmente.
Con un suspiro de felicidad, me puse de pie, y luego saqueé el apartamento
de Asher hasta que encontré las jaulas. Lo que pensé que sería una tarea bastante
simple y útil terminó siendo horas de maldiciones, sudor y un poco de sangre
cuando me raspé el brazo un par de veces con el alambre expuesto, pero por Dios,
las jaulas quedaron colgadas básicamente tal como estuvieron antes.
Cuando terminé, me rasqué la cabeza, preguntándome cómo demonios
Asher iba a lograr que su rata de árbol volviera a meterse allí después de dejar
libre a Mozart, pero luego alcé las manos y decidí que podía hacerle frente a esa
tarea cuando él llegara a casa.
Así que jugué un poco de Call of Duty, pero ya no era tan divertido hacerlo
yo sola.
Echaba de menos a mi hombre.
Era tarde; quizá podría dormir un poco antes de que él llegara a casa, pero
me sentía impaciente para que regresara. A una parte de mí le preocupaba que
todo esto fuera un hecho fortuito y que nunca regresaría, o que nunca volvería a
verlo... o algo. Lo sé, me encontraba en su apartamento, ¿adónde iba a irse? Pero la
sensación persistía.
Simplemente no me merecía este final feliz.
Una media hora antes de que fuera la hora de cierre de Forbidden, llamaron
desde la parte superior de las escaleras. Al principio, salté, pero luego, una sonrisa
iluminó mi cara, preguntándome a qué estaba jugando.
Corrí por las escaleras y abrí la puerta, preparada para cualquier tipo de
entrada que hubiese planeado. Pero no vi a Asher en el callejón oscuro. En
realidad, no había nadie.
Una sensación de inquietud se apoderó de mí, así que comencé a dirigirme
hacia adentro cuando me di cuenta de la caja delgada en el suelo delante de la
puerta.‖Cuando‖leí‖las‖palabras‖escritas‖a‖mano‖‚Para‖Remy‛,‖en‖la‖parte‖superior,‖
una sonrisa apareció en mi cara.
¿Cómo demonios supo que me encantaban los regalos pequeños? El hombre
debió hablar con mi compañera de cuarto. Levantando la caja, cerré la puerta y
bajé rápidamente hacia el apartamento. Una vez que me encontraba sentada en el
extremo de la cama, arranqué el envoltorio marrón.
La caja de chocolates me hizo reír. No tengo idea de por qué. Era algo tan
típico de un pretendiente, algo que un chico haría para cortejar a su mujer, lo que
probablemente era lo que hacía él. Pero, maldita sea, ya era suya. No había
necesidad de que fuera tan dulce.
Pero me alegraba que lo hiciera, porque el chocolate sonaba muy bien. Metí
la primera trufa en mi boca y gemí cuando mis dientes se hundieron en el contorno
y‖en‖un‖gran<‖mmm,‖caramelo; gemí en voz alta.
Me comí tres antes de empezar a preguntarme dónde se encontraba Asher.
Era raro que me hubiese dejado un regalo y luego... no se presentase para recibir su
agradecimiento, lo que ooh, me recordó. Debería darle las gracias... de forma sexy.
Si estuviéramos en mi casa, podría cavar en el fondo del cajón de mi ropa
interior y buscar un conjunto que compré porque era lindo, pero nunca usé.
Bueno, una chica tendría que conformarse. Después de desnudarme, hojeé
el cajón de sus camisas hasta que encontré algo suave y desgastado que lo vi usar
en más de una ocasión.
Cuando me lo puse, un poco más apresurada de lo habitual, me senté en el
reposabrazos del sofá para recuperar el aliento, con el ceño fruncido por mi
repentino agotamiento. Comí otro chocolate, pero por alguna razón, hizo que se
me acelerara el pulso... o tal vez no era el bombón, pero me sentí muy rara de
repente. Dejando de masticar mi cuarto —o era el quinto— chocolate, parpadeé
rápidamente cuando la sala se fue de lado.
—Vaya. —Extendiendo una mano para sostenerme, sacudí la cabeza.
¿Qué demonios? Traté de tragar, pero el chocolate no quería bajar. En
cambio, jadeé, y luego un dolor violento me atravesó el estómago.
Agarrando mi abdomen, me deslicé del sofá y aterricé sobre las rodillas,
doblándome hasta que quedé presionando mi frente contra el suelo de madera
fresca. La cara de Mozart apareció desde debajo de la cama como si estuviera
preocupado, y se acercaba a verme.
Traté de decirle que me encontraba bien, pero me tomó un segundo darme
cuenta de que no podía hablar... porque mi garganta se hinchaba.
Parpadeé cuando la ardilla se volvió difusa, y mis ojos también se
hincharon.
Oh, mierda. Reacción alérgica. Un poco desconcertada porque una nunca
llegó tan lejos antes, busqué mi bolso, pero no podía recordar dónde lo dejé. Traté
de mirar alrededor de la habitación, pero apenas podía ver nada. Mi respiración
empeoró.
Con voz áspera, dije el nombre de Mozart, no muy segura de qué podía
hacer él; ¿buscar mi bolso por mí?
Pero me alegré de que al menos estuviera aquí conmigo.
Mis pulmones se paralizaron porque ya no podía meter oxígeno, y creo que
empecé a vomitar, pero me sentía tan débil, y mi piel estaba tan fría y húmeda, que
solo me acosté en el piso de Asher, temblando.
El segundo antes de perder la conciencia, una lágrima se deslizó por mi
mejilla. Esto iba a ser un golpe duro para él. Vivió toda su vida esperando a que
alguien lo amara, y ahora... ahora tenía que dejarlo. Como no quería eso, intenté
una vez más arrastrarme a ciegas, buscando mi bolso con las manos, solo para
encontrar un pelaje cálido y grueso.
Otra lágrima rodó por mi mejilla, y acaricié a Mozart hasta que todo se
volvió negro.
Traducido por florbarbero
Corregido por Daniela Agrafojo

Cantaba‖ ‚Hey Brother‛ de Avicii en voz baja mientras iba hacia mi moto,
dispuesto a llegar a casa y meterme bajo las sábanas con Remy. Me apresuré con la
limpieza en el bar, pensando en ella cálida y desnuda en mi cama.
Acababa de lanzar la pierna por encima de mi asiento cuando Mandy, una
de las camareras, me llamó—: Oye, Asher. Mi batería murió de nuevo. ¿Podrías
poner en marcha mi coche? Tengo los cables.
Con un pequeño gemido interno, me giré, y le dije—: Claro.
Al mismo tiempo, Quinn se nos unía y decía—: Puedo ayudarla si quieres
salir.
Tenía la tentación de tomar su oferta. Pero Quinn probablemente quería
llegar a casa con su esposa y su bebé tanto como yo quería llegar a casa con Remy.
Casa.
La palabra se arremolinó a través de mí y me llenó de una encantadora
calidez. Ella en verdad era mi hogar. Y finalmente iba a decirle que la amaba. Esta
noche. Tan pronto como ayudara a Mandy.
—No, sigue adelante, hombre. Yo lo hago. —Le hice un gesto a Quinn para
que se fuera y ayudé a Mandy con su coche.
Una vez que estuvo lista para irse, y esperé hasta ver que en realidad
pudiera sacar su automóvil del estacionamiento, me subí a mi bebé y me dirigí
hacia mi familiar callejón oscuro.
Las luces estaban encendidas al final de la escalera mientras abría la puerta.
Ooh, esperó por mí. Aun mejor. Sonriendo, corrí por las escaleras y entré al
apartamento, listo para encontrarla —con suerte— desnuda y extendida sobre
algún mueble, esperándome... como una buena esclava sexual.
Pero no vi a Remy desnuda. Ni siquiera la vi Remy durmiendo en la cama.
De hecho, la cama se encontraba vacía y hecha.
Tomé una respiración profunda, sin estar preparado para que me dejara así.
Sin saber lo que significaba, o lo que podría haber causado que no estuviera aquí,
recorrí lentamente el apartamento cuando mi ardilla vino volando de debajo de la
cama hacia mí.
—Jesús —grité, moviendo mis pies para esquivarla, no del todo seguro de
qué demonios hacía corriendo alrededor de la base de mis pies y luego alejándose
de nuevo—. ¿Qué te dio de comer? —pregunté con el ceño fruncido mientras lo
miraba recoger lo que parecía un bombón del suelo y desaparecer de nuevo bajo la
cama con él.
Pero ¿un bombón? ¿Qué?
Empecé a investigar cuando a solo unos pasos más adelante apareció una
mano humana extendida en mi piso, asomándose desde el otro lado del sofá.
—Oh Dios... ¡Remy! —Corrí hacia ella, lanzándome sobre mis rodillas junto
a su figura inmóvil.
Su rostro estaba irreconocible, hinchado, con una erupción de color rojo con
manchas. Pero tenía que ser ella; tenía las rayas púrpuras en su pelo.
—Oh, Jesús. No. —La recogí en mis brazos y apreté su cuerpo inerte contra
mi pecho, preguntándome qué demonios sucedió—. Remy, despierta. Háblame.
¿Qué pasa?
Apreté los dedos en su cuello y sentí un aleteo. Creí sentir un aleteo, de
todos modos. Joder, no lo sabía con certeza.
—Hay pulso —dije en voz alta, sin hablar con nadie pero con la necesidad
de decirlo.
Fue entonces cuando vi la caja de bombones vacía a unos pocos centímetros.
La miré un momento, preguntándome de dónde venía, antes de sacar el teléfono
de mi bolsillo trasero y marcar a emergencias. Pareció tomarles una eternidad
responder.
Cristo, ¿no se suponía que los operadores de emergencia respondían al
instante? Cuando una señora finalmente atendió, traté de describir todo lo mejor
que pude.
—Sí, inconsciente —dije—. Está toda hinchada y... sí, hay una erupción.
Después de un momento, la mujer me dijo—: Parece una reacción alérgica.
Chasqueé los dedos. —Cacahuete. Es alérgica al cacahuete. —Mi mirada se
desvió a la caja de chocolates—. Oh Dios. Parece que comió... No sé. —¿Cuántos
había comido Mozart?—. Hay una caja vacía de quizás dos docenas de bombones
aquí. Deben haber tenido algún tipo de ingrediente con cacahuete.
—Colócala de espaldas —me dijo—. Levanta sus piernas y cúbrela con una
manta.
Asentí, dispuesto a intentar lo que fuera. Después de ponerla suavemente en
el suelo, tomé una almohada y una manta de mi cama. Se encontraba totalmente
inconsciente mientras la tendía con suavidad. —¿Enviarán una ambulancia?
—Sí, pero tenemos que hacer algo ahora. Si la reacción es tan grave como
describes, solo puede resistir quince minutos sin ningún tipo de tratamiento antes
de que muera.
Mi corazón casi se detuvo en mi pecho. ¿Ya pasaron quince minutos? No
tenía idea de cuánto tiempo estuvo así antes de que llegara a casa. Cristo. —Bueno,
¿entonces cómo demonios la tratamos?
—Debe tener algún tipo de medicación de rescate de emergencia a mano si
tiene una alergia conocida. Como una inyección de epinefrina o algo así.
No tenía ni idea de cómo lucía una inyección de epinefrina, pero cuando vi
la bolsa de Remy en la mesa de la cocina, me lancé hacia ella y vacié el contenido
por toda la mesa. Una tonelada de mierdas se derramó. Plumas, recibos viejos, una
billetera, bloc de notas, tampones, una púa de guitarra, bálsamo para los labios, un
posavasos de Forbidden utilizado, pero... ¿cómo diablos lucía una inyección de
epinefrina?
—Jesús —jadeé, temiendo matarla incluso mientras seguía allí, demasiado
estúpido para saber lo que estaba buscando; mi alergia al látex no era tan mala
como para requerir algún tipo de medicación de rescate de emergencia. Me
encontraba a punto de tirar la bolsa a través de la habitación por la frustración
cuando sentí un bulto duro en el interior. Le di una última mirada y encontré un
bolsillo interior con cremallera.
Y casi lloré de alivio cuando leí en letras negras y gruesas ‚Inyección‖ de‖
Epinefrina‛‖en una caja de color amarillo brillante en el interior.
—¡La tengo! —grité en el teléfono, corriendo de nuevo hacia Remy, donde
Mozart se movía a unos pocos centímetros. Arranqué la tapa y asentí mientras
escuchaba las instrucciones del operador de emergencia sobre cómo inyectarla.
Cuando clavé la aguja en el muslo de Remy, cerré los ojos y recé.
Por favor, por favor, por favor funciona.
Acababa de encontrar a esta mujer. No podía perderla ahora.
Uno, dos, tres segundos pasaron, y luego Remy jadeó. Mis ojos se abrieron
de golpe, justo cuando ella se movió, tratando de rodar sobre su costado. Tosiendo,
jadeó de nuevo.
—¿Remy? ¿Bebé? —La acuné, ayudándola a moverse a donde fuera que
quería ir—. Estoy aquí. Vas a estar bien. Te conseguiremos ayuda ahora.
Su mano atrapó mi muñeca y me apretó, haciéndome saber que me
escuchaba. Lágrimas cayeron por mis mejillas. —Vas a estar bien. Oh Dios. Estás
bien. Vas a estar bien.

No tenía el número para llamar a nadie de la familia de Remy, así que


terminé llamando a Jodi, y ella me encontró en el hospital con Holden y Gally.
Cuando le dije lo que pasó, se estremeció y abrazó su cuerpo. —Oh Dios.
Voy a llamar a su familia.
Mientras ella, Gally y Holden se quedaban de un lado de la sala de espera,
donde Jodi se paseaba y llamaba a número tras número, me senté con los codos
apoyados sobre mis rodillas abiertas, para poder enterrar la cara en mis manos.
No podía creer que estuviera tan cerca de perder a Remy, y ni siquiera la
tenía todavía. Tan pronto como se despertara le haría saber lo mucho que la
amaba... y que no tenía permitido morir sobre mí.
Le envié un mensaje de texto a Pick.
No sabía por qué lo hice; era un hombre recién casado. Eva y él debían estar
en su luna de miel. No debería haberlo molestado.
Pero era mi familia, y necesitaba a alguien conmigo. No le pedí que viniera,
sin embargo, solo le conté lo que pasó, y extrañamente, me sentí un poco mejor
después de eso, simplemente teniendo a alguien con quien hablar.
Había estado sentado allí unos diez minutos, esperando que alguien viniera
y nos dejara verla pronto, cuando vi a lo que parecía ser su primo Tomás entrando
a la sala de espera, seguido de una versión más vieja de él —probablemente el tío
Alonso— y una viejita, quien me imaginé que tenía que ser su abuela.
Fueron hacia Jodi, exigiendo respuestas. Mientras los actualizaba lo mejor
que podía, Tomás le traducía todo a su abuela en español, y ella se tapó la boca y
lució como si fuera a desmayarse.
—Asher fue quien la encontró y le salvó la vida. —Jodi me señaló—. Él sabe
más que yo.
Su familia se giró y tres pares de ojos se centraron en mí. Me enderecé en la
silla, sin estar listo para ser su centro de atención.
—¿Quién eres tú? —preguntó el tío, viéndome con desprecio y desdén.
—Yo... —Me levanté y le tendí una mano—.‖Asher‖Hart,‖señor.‖Soy<‖amigo‖
de Remy.
El hombre mayor resopló burlón hacia mi mano. —Tiene demasiados
amigos gringos. ¿Qué hacías en su apartamento?
Parpadeé, sin esperar este tipo de preguntas. —Yo, uh... En realidad, ella
estaba en mi casa. Llegué del trabajo y la encontré inconsciente en el suelo. El
servicio de emergencias me explicó cómo ponerle su inyección de epinefrina.
—Bien —me dijo Tomás, golpeando el lateral de mi brazo amigablemente—.
Gracias por ayudarla.
Su padre frunció el ceño y dijo algo en español, lo que solo hizo a su hijo
encogerse de hombros y responder con algunas palabras tranquilas. Luego el tío de
Remy se giró hacia mí, parpadeando como si no estuviera seguro de cómo
recibirme ahora.
No estoy seguro de lo que le dijo Tomás, pero pareció moderar un poco al
anciano.
—¿Conocen a alguien que pudiera querer envenenarla? —pregunté—.
Alguien le dio una caja de chocolates con cacahuate. Pero... —Negué con la
cabeza—. No creo que haya sido accidental.
—A pesar de que probablemente fue accidental —se apresuró a añadir Jodi
cuando se extendió la alarma a través de los rostros de los miembros de la familia
de Remy.
Tomás negó con la cabeza. —No sé, amigo. Ella no tiene enemigos. Remy es
simpática, ya sabes.
Asentí. Sí, lo sabía.
—Tal vez su ex. Ese vocalista en la banda. ¿Cuál era el nombre? —Por un
segundo, pensé que se refería a mí. Pero luego elevó el dedo—. Fish ‘N’‖Dicks. Eso
es.
Mi boca se abrió. —¿Braden Fisher? ¿Ella salió con él? —Miré a Jodi, quien
se encogió y asintió, antes de volver a girarme hacia Tomás, quien rodó los ojos.
—¿Lo sé, verdad? Pero no puedo verlo con ganas de lastimarla por ningún
motivo. Él fue‖quien‖la‖engañó‖y<
Cuando sus ojos se abrieron como si estuviera a punto de decir demasiado,
suspiré y dije—: Robó la letra de su canción. Sí, lo sé.
Traté de pensar en alguien más que estuviera enojado con ella por algún
motivo. La única persona que se me ocurrió fui yo, pero luego volví mis
pensamientos hacia Gally y Holden... que se vieron obligados a aceptarla en su
banda. Pero cuando los miré, Gally dijo con voz aburrida—: ¿Conseguiremos sexo
extra esta noche por ser caritativos y venir a ver cómo estaba?
Muy bien, probablemente Gally y Holden no la envenenaron. Me giré con
un suspiro de frustración, pero alguien al acecho en el pasillo me llamó la atención.
Parpadeé, centrándome en él, pero se fue antes de que tuviera un buen vistazo.
Estrechando los ojos, lo seguí y salí de la sala de espera. El hombre se
hallaba a unos seis metros, de espaldas a mí y con los hombros encorvados hacia
adelante como si tratara de ocultar su identidad. Pero sabía quién era. Maldición.
—Oye —grité.
Miró hacia atrás, y sí, allí estaba mi padre.
Hijo de puta.
Cuando nuestras miradas se encontraron, él se apartó y giró la esquina.
Las palabras de Remy se hicieron eco de repente en mi cabeza. La peor forma
de hacerte daño sería lastimando a los que amas. Y no tomaría mucha investigación
para alguien darse cuenta de que la amaba.
Empecé a correr y giré la esquina. Cuando llegué a otra esquina y me
apresuré a doblar, algo me golpeó con fuerza en la cara, haciéndome caer de
rodillas. También dolió mucho. Probé la sangre e inmediatamente vi estrellas.
—Cristo. —Golpeé un par de piernas delante de mí, y oí el gruñido de papá
cuando lo derribé. Su cabeza golpeó contra el suelo de baldosas, y aproveché el
momento para saltar encima de él y golpear mi puño contra su cara.
Maldijo y luchó debajo de mí.
—¿Fuiste tú? —demandé—. ¿Le diste esos chocolates?
Se rió, mostrando una sonrisa sangrienta. —¿Terminé el trabajo, o sigue
viva?
—Maldito bastardo. —Lo golpeé de nuevo.
Le habría roto la nariz a continuación, pero lanzó algo contra un lado de mi
cabeza, lanzándome lejos de él y noqueándome hasta que vi estrellas.
—Lástima que no fue tan fácil deshacerse de tu estúpida mascota —espetó
mientras se elevaba por encima de mí—. ¿Qué tipo de marica tiene una ardilla
como mascota? ¿Nunca pude meter nada de hombría en ti, verdad?
Parpadeé hasta que pude enfocarlo, a tiempo para verlo levantar su arma
sobre la cabeza, y ¿qué carajo era eso? Parecía un portapapeles de metal que podría
haberle robado a un médico o una enfermera. Levantando las manos para proteger
mi cabeza, porque no sabía si podría soportar otro golpe, me encogí hacia atrás.
El enfermizo placer malicioso en sus ojos me dijo lo mucho que le encantaba
estar en esta posición, de pie junto a mí, haciéndome encogerme. Apreté los
dientes, dispuesto a golpear sus piernas otra vez, pero alguien lo empujó por la
espalda, haciéndole perder su agarre del portapapeles. Salió volando por delante
de mi cabeza mientras él tropezaba y caía de rodillas.
—No, no, viejo. Nadie tiene permitido jugar sucio con mi hermanito.
Miré a Pick boquiabierto, quien empujó a mi padre sobre su espalda en el
suelo para poder presionar su pie sobre la tráquea del anciano, sujetándolo por la
garganta.
—¿Qué haces aquí? —No podía dejar de jadear con asombro.
—Me llamaste. Vine. —Se encogió de hombros—. Es lo que hago.
Poniéndome de rodillas, me apoyé sobre mis piernas y dejé escapar un
suspiro de alivio.
—¿Así que realmente hiciste toda esa mierda estúpida, como cortar el cable
de la línea de combustible de mi moto y el cable del sistema de sonido del club?
Papá me gruñó, pero no podía responder ya que mi hermano más o menos
tenía aplastadas sus cuerdas vocales en ese momento.
Solo sacudí la cabeza. —Y pensabas que yo era un marica. Podrías haber
llegado realmente a mí, viejo. Sin embargo, fuiste por esta ruta estúpida. Ahora vas
a perder tu libertad condicional y volver a la cárcel... y sin que funcionara en
absoluto tu venganza contra mí. Eso es triste... muy triste.
—Debí dejar que tu mamá te abortara el día que entré al cuarto de baño y la
encontré toda ensangrentada —balbuceó hacia mí, con los ojos llenos de odio—.
Ninguno de nosotros tenía ningún uso para ti. Nunca fuiste nada. Tu pobre madre
murió despreciando la mera visión de ti.
Tragando, me giré para atrapar a Pick mirándome con ojos preocupados.
Asintiendo hacia él, dije con voz ronca—: He terminado aquí.
Asintió justo cuando un par de enfermeras giraba en la esquina y se
detenían al ver al chico tatuado y perforado sosteniendo a un hombre mayor en el
suelo con una bota en la garganta.
Pero mi hermano... lo único que hizo fue mirar hacia las mujeres con una
sonrisa agradable. —Hola, señoras. ¿Creen que podrían hacerme un favor y llamar
a seguridad o tal vez a la policía? Este hombre acaba de admitir tratar de matar a la
novia de mi hermano.
Ellas asintieron y se alejaron de prisa.
Levanté la vista hacia Pick. Él me miró de regreso. Y ambos sonreímos.
—Gracias por venir —dije finalmente.
Traducido por Jeyly Carstairs
Corregido por Laurita PI

Me hallaba sentado solo en la sala de espera cuando Pick me encontró de


nuevo. El médico había ido y venido, haciéndonos saber que Remy estaba mejor; la
inflamación se redujo y sus vías respiratorias se hallaban despejadas. Descansaba
pacíficamente.
Mientras su familia, Jodi, y el resto de la banda fue a visitarla para ver cómo
se encontraba, seguía sentado allí, mirando a la pared, tratando de no pensar en lo
cerca que estuve de perderla, solo porque mi propio padre me odiaba demasiado.
¿En serio existía algo tan malo en mí que mi propia sangre me detestaba a
tal extremo? Tal vez involucrarme con Remy era una mala idea. Casi la mataron
por mi culpa. Enamorarme no valía la pena si pondría la vida de la mujer en
peligro.
—La policía acaba de arrestar a tu papá.
Salté, irguiéndome de golpe al sonido de la voz de mi hermano. Cuando se
acercó lentamente y se sentó a mi lado, asentí. —Bien. Tal vez, en esta ocasión, no
lo liberen antes.
—Eso sería bueno. —Frotándose las manos, miró alrededor de la sala de
espera antes de girarse hacia mí—. Así que, ¿qué haces aquí solo? Me pareció ver
que el médico vino con novedades y luego todos se dirigieron al pasillo para ver a
Remy.
—Lo viste. Va a estar bien. Su familia se encuentra con ella ahora.
—Pero, ¿no fuiste con ellos? —preguntó lo obvio, mirándome como
diciendo: ¿por qué no regresaste?
Me encogí de hombres.
—La perdonaste, ¿no?
Asentí.
Suspiró. —Entonces, no veo cuál es el problema.
Rechinando mis dientes, agarré los cojines de vinilo debajo de mí. —Él fue
tras ella por mi culpa. Casi‖muere‖esta‖noche,‖Pick.‖Ella<
—Pero no lo hizo.
Sus tranquilas palabras se ganaron una mirada mía. —Pero podría haberlo
hecho —dije entre dientes. Entonces me apoyé contra el asiento y agarré mi cabeza,
con fuerza—. Jesús, ¿qué diablos hago todavía aquí? Debería estar a miles de
kilómetros, así al menos ella estaría a salvo. No sé ni por qué siquiera lo intento.
No sé una mierda sobre el amor y las relaciones. Mis propios jodidos padres no
podían siquiera quererme, por no hablar de amarme. ¿Por qué esperar‖que<?
—Oye. —Pick apretó mi nuca y luego me obligó a inclinarme hacia él para
presionar nuestras frentes—. No dejes que esa mierda que dijo tu papá juegue con
tu cabeza de esa manera.
—¿Qué? —pregunté, con mi voz ronca—. ¿La parte del aborto? Demonios,
eso no era nuevo para mí. Mi madre me contó que trató de matarme muchas veces.
Me odiaba. Odiaba que fuera su hijo, odiaba que no fuera tú, el bebé que siempre
lamentó abandonar, me odiaba porque estaba allí. Y, ¿quieres saber la verdadera
sorpresa? —Miré a los ojos marrones de Pick—. En verdad la quería. La escuchaba
hablar de ti y de tu padre con tanta devoción y reverencia, y siempre quería que
hablara‖de‖mí‖de‖esa‖manera,‖que‖me‖mirara‖y‖solo<
—¿Quieres saber lo que pienso? —me interrumpió Pick—. Creo que nuestra
madre era una joven perturbada que nunca aprendió el verdadero significado del
amor, y que no tenía ninguna razón para traer hijos a este mundo. Pero, de todos
modos, aquí estamos y me siento muy contento y honrado de haberte encontrado y
descubrir que eres mi hermano.
Sentí un nudo en la garganta, así que tuve que aclararla y apartar los ojos
mientras Pick siguió hablando.
—No‖ importa‖ de‖ dónde‖ venimos.‖ Los‖ dos‖ salimos‖ adelante<‖ por nuestra
cuenta. Y me siento muy orgulloso del hombre en que te has convertido. No existe
nada y ninguna razón por la que no deberías tener una vida plena y feliz con la
gente que más te importa. Te quiero, hermano. Eres una buena persona, y mereces
ser feliz. —Soltó mi cuello para palmearme la espalda—. Ahora, ve a conseguirlo.
Me desperté con el rasgueo suave de una guitarra. En el fondo, un monitor
del hospital emitió un pitido y los paquetes de aire alrededor de mis tobillos
dejaron salir un sonido a medida que liberaban la presión.
Girando la cara a la melodía de la guitarra, parpadeé mientras Asher
entraba en foco sentado a mi derecha, tocando para mí. Mis pestañas se sentían
arenosas y mi garganta cruda, recordándome lo que había sucedido.
Los chocolates, me di cuenta. Alguien me regaló chocolates con algún tipo
de cacahuate oculto. Pero eso era algo que ahora no me preocupaba. Me hallaba
despierta, sin hinchazón, y respiraba de nuevo, así que supongo que las cosas
salieron bien.
Por el momento, solo quería escuchar a Asher tocar para mí. La melodía era
inusual,‖record{ndome‖un‖montón‖a‖‚Hey‖There‖Delilah‛‖de‖Plain‖White‖T’s<‖y‖
sin embargo un poco diferente. No creía que la hubiera escuchado antes.
Y entonces empezó a cantar.

Me levanto temprano con tu respiración


posándose en la almohada junto a la mía.
He pasado otra noche en tus brazos
y sé que este día es perfecto.
Sí, lo es.

Porque en tu sonrisa existe tal promesa


de que no importa lo que traiga el mañana,
seguiré a través de los kilómetros
contigo aquí, a mi lado.

Oh… puedo hacer cualquier cosa contigo aquí, a mi lado.

A veces contengo las palabras


que quiero decirte,
porque esto que hemos comenzado
es demasiado fresco y demasiado nuevo.

Oh… oh, oh, oh, oh. A mi lado.

Pero en tu sonrisa existe tal promesa


de que no importa lo que traiga el mañana,
seguiré a través de los kilómetros
contigo aquí, a mi lado.

Puedo hacer cualquier cosa, cualquier cosa en absoluto, cuando sé


que estarás allí en la mañana.
De pie a mi lado.

Ya me has enseñado a amar,


a reír, y escuchar a tu corazón.
Oh, nena, no puedo esperar a aprender un poco más
así nunca vamos a estar realmente separados.

Esta vez es bueno.

Podemos hacer algo.


Solo tú y yo.
Justo a tu lado.

Una sonrisa iluminó mi rostro mientras rasgueaba lo último de la melodía, y


las lágrimas llenaron mis ojos. —Esa es mi canción.
Asher levantó la vista, y sus ojos verdes se calentaron. —Lo sé. Lo siento por
cambiar un poco el ritmo. Me pareció que le vendría bien un tono más suave que el
que utilizó Fish ´N´ Dicks.
—No. Éste está bien. Es perfecto. Hermoso. Exactamente el tipo de tono que
tenía en mente cuando la escribí. —Sacudí la cabeza con asombro—. ¿Cómo
sabías?
—¿Qué eran tu canción? —Una sonrisa iluminó su rostro—. No fue
demasiado difícil de descubrir.
—Gracias —dije en voz baja, tocando el fondo de mi alma—. Es perfecta. No
tienes idea de lo que esto significa para mí.
Bajó su Taylor y extendió la mano para tomar la mía, corriendo suavemente
su pulgar sobre mi intravenosa. —Y no tienes idea de los que tú significas para mí.
—Sacudió la cabeza y parecía dolido, como si le resultara difícil tragar—. Porque
nunca‖te‖lo‖dije.‖Jesús,‖Remy<‖Ni‖siquiera‖puedes‖imaginar‖lo‖que‖fue‖sostener‖tu‖
cuerpo inconsciente en mis brazos y darme cuenta que nunca llegué a decírtelo.
—Asher —empecé, sacudiendo la cabeza—,‖no‖tienes‖que<
Pero negó con la cabeza, deteniéndome. —Quiero hacerlo. Quiero decirlo
ahora. También te amo, Remy. Me he enamorado tanto de ti el mes pasado sin
siquiera‖darme‖cuenta,‖yo<‖—Dejó de hablar y sacudió la cabeza como si quisiera
detenerse de nuevo. Luego, un instante, cerró los ojos antes de abrirlos y mirarme
directamente—. Te amo —dijo.
Lágrimas de felicidad llenaron mis ojos. Pero luego sacudí la cabeza. —No
tienes‖que‖decirlo‖solo‖porque‖casi‖me‖muero.‖Tú<
—No es así. Te lo prometo. —Llevando mi mano a su boca, besó mis
nudillos—. Simplemente intentaba averiguar la mejor manera de decírtelo cuando
llegué a casa y te encontré en el suelo.
Tomé una respiración temblorosa y sorprendida. —¿Sí?
Asintió, luego se inclinó hacia adelante y apoyó la frente en mi brazo. —Te
amo. Eres mi nena, mi chica.
Una sonrisa estalló en mi interior. —¡Dios mío! Eso‖ fue<‖ lo‖ dijiste‖ a‖ la‖
perfección. —Aliviada, sentí cómo la alegría me envolvía cuando sus labios
chocaron con los míos. Abrí la boca para él y nuestras lenguas se enredaron. Se
acercó más y agarré su cabello con mayor intensidad. Sus dedos acariciaron un
lado de mi garganta y se movían sobre mi pulso latiendo. No se apartó hasta que
las voces de las enfermeras fuera de la puerta de la habitación nos hicieron saltar
alejándonos.
Al mismo tiempo, cada uno de nosotros tocamos nuestros labios, todavía
recordando el beso. Luego comenzamos a sonreír juntos.
Sacudí la cabeza, más allá de sorprendida de que esto en verdad estuviera
sucediendo. —¿Quién te enseñó a decir eso?
Riendo, se sonrojó un poco y admitió—: Tomás podría haberme entrenado.
—¿Big T? —La mención de mi primo me hizo mirar alrededor con
expectación.
Pero Asher dijo—: Se tuvo que ir. Refunfuñó algo sobre tener que cubrir tu
turno en el restaurante‖ya‖que‖tu‖culo‖perezoso‖no‖iba‖a‖trabajar‖por‖la‖mañana<‖
Sus palabras.
Sonreí. —Parece propio de él.
—Tu‖ tío‖ y‖ tu‖ abuela‖ también‖ estuvieron‖ aquí.‖ Junto‖ con‖ Jodi‖ y<‖ Gally‖ y‖
Holden.
—¿En serio? —Arqueé las cejas—. Deben haber pensado que conseguirían
buen sexo extra de Jodi si se presentaban.
Asher negó con la cabeza. —Los conoces bien. —Entonces frunció el ceño—.
No sé si Non-Castrato‖ sobrevivir{.‖ No‖ sé<‖ mierda,‖ no‖ sé‖ un‖ montón‖ de‖ cosas.‖
Todo lo que sé es que de ahora en adelante, voy a estar en cualquier lugar donde tú
estés. Y probablemente seré el hombre más feliz del mundo.
—¡Oh, Dios mío! —sollocé con abrumadora alegría mientras una lágrima de
felicidad se deslizaba por mi mejilla—. Podrías decirme cosas como esas todos los
días.
—Eso planeo, mi nena. Eso planeo. —Se inclinó, viéndose con la intención
de besarme de nuevo, pero luego se detuvo e hizo una mueca—. Pero, tal vez,
debería‖decirte‖primero‖que<‖tenías‖razón‖sobre‖mi‖padre.
Cuatro años después…
Traducido por Julie
Corregido por Laurita PI

Bueno, Non-Castrato terminó sobreviviendo. Perdimos otro miembro de la


banda, pero, sorprendentemente —o quizá debería decir tristemente—, no fue
Gally. Heath Holden dejó el grupo en el mismo momento en que el padre de Asher
fue condenado por otros diez años de prisión, o más precisamente en el momento
en que Jodi los dejó tanto a él como a Billy, y se metió con un chico de un club de
motociclistas. Bueno, ella dijo club... yo lo llamaba pandilla, pero daba igual.
Hablando de Miller Hart. Asher en ninguna otra ocasión fue víctima de
bromas que involucraran cortar neumáticos ni nada similar después de que su
padre fue arrestado el día en que me dio los chocolates, por lo que todos estuvimos
de acuerdo en que él estuvo detrás de eso, después de todo. Y sí, tener razón en eso
se sintió muy bien.
De todos modos, cuando Heath abandonó, mi primo Tomás estuvo más que
dispuesto a unirse a Non-Castrato, siendo el guitarrista principal y el coro para
Asher, para gran decepción de tío Alonso. Sin embargo, Big T se adaptó bastante
bien a la música rock. Le gustaba sobre todo la cantidad de mujeres que venía con
eso. Y Asher no ayudaba en lo más mínimo a los nuevos métodos de mujeriego de
mi primo, porque siempre ahuyentaba a las mujeres en dirección de Big T.
No es que no quería que lo hiciera. No, Asher Hart era todo mío.
Y‖la‖vida‖era‖buena.‖Oh,‖muy<‖buena.
Los dos estábamos sudorosos y agotados después de nuestra actuación en el
Metro —sí, he dicho el jodido Metro, cariño—, pero alegres y listos para ver a
nuestros amigos cuando me metió en la parte trasera del taxi detrás de él, luego
directo en su regazo para envolver sus brazos alrededor de mi cintura y besarme
profundamente.
Le devolví el beso unos segundos antes de alejarme para reír y gritar—:
¡Dios mío! No puedo creer que acabemos de tocar en el Metro.
Asher besó un camino por mi garganta. —No puedo creer que tengamos
que ir a ver a mis patéticos amigos, y no puedo llevarte directamente a la cama. Te
ves muy bien con este conjunto.
Deslizó su mano por mi muslo hasta que desapareció en el interior de mi
corta falda vaquera. Pero cogí su muñeca y eché un rápido vistazo al taxista,
esperando que no nos estuviera mirando.
—Oye, oye, señor Hart —advertí con una sonrisa, golpeando mi nariz
contra la de Asher—. Tío Alonso nos dijo explícitamente que nada de eso hasta
después de la boda.
Asher gimió y presionó su frente con la mía. —Tu tío delira. Salimos desde
hace cuatro años, te he dado un anillo, y vivimos juntos. ¿De verdad cree que no
hemos<?
Presioné un dedo contra sus labios mágicos. —Si no lo cree entonces estoy
segura de que no voy a insinuarle lo contrario. ¿Y tú?
—Joder, no. —Asher resopló justo antes de arrastrar una hilera de besos en
mi cuello—. Pero tampoco voy a permanecer célibe durante un mes hasta que nos
encontremos debidamente casados.
Oh, yo tampoco. Presionando mi boca en su oreja, le susurré—: Solo espera
hasta que te tenga solo en nuestra habitación, y te mostraré lo poco célibe que voy
a ser.
Gimió y creció con fuerza contra mi trasero. —Eso es todo. Vamos a
saltarnos esta cosa de reunión de amigos y dirigirnos directamente a nuestra
habitación con una botella de champán y tal vez algunas fresas... y jarabe de
chocolate.
Mareada por su interés, porque tenía puesta una sorpresa debajo de mi ropa
que sabía que él disfrutaría de arrancar, simplemente toqué la punta de su nariz
con el dedo. —Pero Ten y Caroline no vienen de visita a menudo desde que se
mudaron a California. Quiero verlos y ponernos al día.
—Bien. —Golpeó la cabeza melancólicamente con el asiento del coche y
gimió—. Lo haré por Caroline. Pero Ten puede comer mierda.
Sonreí, contenta de que Ten y él siguieran disfrutando de discutir y
provocarse entre sí desde el otro lado del país. Pero también sabía que extrañaba a
su amigo y se sentía ansioso por verlo de nuevo, junto con el resto de la pandilla.
Me sorprendió la facilidad con la que todos me aceptaron después de la
forma en que comenzó mi relación con Asher. Temí que fueran más críticos porque
le había mentido y herido a su estrella de rock. Pero ellos me trataron del modo en
que Asher quería que me trataran, con aceptación cálida. Y ahora sentía como si
también fueran mi familia.
—Todavía no puedo creer que tío Alonso nos dijo nada de sexo hasta la
boda. —Tomando mi mano, comenzó a jugar con mi anillo de compromiso—.
Nunca voy a agradarle, ¿verdad?
Besando su mejilla, le dije—: Oye, no te preocupes por eso. No puede
soportar a ningún extraño. Demonios, apenas me tolera, y soy su sobrina. Pero la
abuela te ama, así que eso es todo lo que importa.
Asher me miró, con la frente arrugada. —Remy, tu tío te ama.
Me reí y rodé los ojos, a pesar de que mi pecho se apretó con la idea. —Solo
porque soy de su sangre. Él tiene que quererme.
Pero mi prometido negó con la cabeza. —No, no tiene. Apenas la semana
pasada, me pidió doscientos volantes de Non-Castrato para pasarle a los clientes
en el restaurante. Y he oído que presume de ti a los demás en más de una ocasión.
Tragué un enorme nudo en la garganta. —¿En serio? —Bueno, tal vez no era
tan aborrecible para mi tío. Vaya.
—En serio. —Me besó en la frente—. Nadie tiene que amarte, familiares u
otros. Todos lo hacemos... porque, bueno, no podemos evitarlo. Eres increíble.
—Mírate, siendo todo dulce —murmuré, tratando de aligerar sus palabras a
pesar de que me afectó profundamente. Rocé mi boca con la suya—. Debes desear
mucho tener sexo esta noche.
—Claro que sí. Sí, lo quiero, a pesar de que cada palabra que digo es la
verdad. Es imposible no amarte, Remy Elisa Curran, casi Hart.
—Igual que a ti, Ashley Jean Hart.
Jadeó. —Oh, listilla. Simplemente no podías resistirte, ¿verdad?
—No. —Me reí, y lo besé de nuevo.
Cuando el coche se detuvo al lado de nuestro hotel, los dos respirábamos
con dificultad cuando nos separamos. Me encontraba a punto de decirle: evitemos a
los amigos durante unos minutos, primero podríamos tener un rapidito en la habitación,
pero después, él pagó el taxi, tomó mi mano y me arrastró adentro, mirando el
número de habitación de hotel de Pick en su teléfono.
—Es la habitación 312 —le dije mientras él fruncía el ceño y se desplazaba a
través de sus mensajes.
Asher levantó la vista. —¿Estás segura?
Solo asentí y sonreí.
Sacudiendo la cabeza, acunó mi nuca. —Ves, esta es la razón por la voy a
casarme contigo. Sería un desastre perdido sin mi organizada Remy.
Después de otro suave beso, gimió y se apartó. —Muy bien, amigos
primero.
Sorprendentemente, llegamos a la habitación 312 con toda nuestra ropa
todavía puesta. Después de que Asher golpeó, me besó de nuevo. Siempre se ponía
juguetón después de un espectáculo; el entusiasmo de la presentación era una
inyección de adrenalina tanto para él como para mí. Y me encantaba.
La puerta se abrió. —Ya era hora. ¿Cuántos rapiditos tuvieron ustedes dos
en el camino? —Nos separamos para encontrar a Eva arqueando la ceja mientras se
frotaba el vientre de embarazada—. Si no tienen cuidado, van a terminar así.
Asher solo se rió entre dientes mientras la acercaba para un abrazo. —¿Qué?
¿No estás lista para ser tía?
—Probablemente más lista que tú, cariño. —Le dio un beso en la mejilla y se
alejó—. Ahora entren aquí. Se están perdiendo toda la diversión.
—¡Asher y Remy se encuentran aquí! ¡Hurra! —gritó Aspen tan pronto
como entramos en la habitación. Se encontraba sentada en el suelo con un vaso
medio vacío en la mano mientras se apoyaba contra Noel. Claramente borracha,
levantó su copa hacia nosotros antes de que echara la cabeza hacia atrás y vaciara
la bebida.
Reese y Caroline se pusieron de pie de un salto mientras se adelantaban
corriendo para recibirnos con una ronda de abrazos. El resto de los chicos nos
saludó con la mano, mientras tanto Zoey y Quinn como Felicity y Knox
permanecían acurrucados en sus asientos, luciendo demasiado acogedores para
levantarse y saludarnos. De todos modos, los brazos de Felicity estaban llenos con
su paquetito de alegría. Mason le murmuró algo a Pick, haciéndolo reír, y Ten
permaneció sentado en el medio del piso con la cara enrojecida y... ¿qué demonios?
¿Tenía lágrimas en los ojos?
Reese, también muy embarazada, me abrazó y luego a Asher, diciéndonos
lo mucho que le encantó el espectáculo. Entonces Caroline se metió para agarrar mi
mano y echarle un vistazo a mi anillo de compromiso porque todavía no había
llegado a verlo.
—Me siento tan feliz por ustedes. —Pasando un brazo alrededor de mi
cuello y otro alrededor del de Asher, nos abrazó.
—Gracias, hermosa. —Asher la besó en la mejilla antes fruncir el ceño y
apuntar con la barbilla a Ten—. ¿Qué pasa con tu marido?
—Oh, no le hagas caso. —Caroline agitó una mano indiferente hacia Ten—.
Está un poco conmocionado. Acaba de enterarse de que va a ser papá.
—¡Oh, Dios mío! —grité, saltando—. ¿Estás embarazada? Oh por Dios,
¡felicitaciones! —La acerqué para otro abrazo y nos reímos juntas mientras
saltábamos en un círculo.
—¿No es genial? —preguntó Reese, frotando su propio vientre—. Nuestro
grupo acaba de convertirse en una fábrica regular de hacer bebés.
Asher pasó un brazo alrededor de mi cintura y presionó su boca en mi oreja.
—Y tengo la sospecha de que no vamos a estar muy lejos detrás de ellos.
Le eché un vistazo, pero no parecía consternado por la idea. En cambio,
movió las cejas y sonrió como preguntando: ¿Quieres?
Mierda, no podía creerlo. ¿Asher se encontraba listo para tener hijos...
conmigo?
Ya éramos abuelos. Un par de meses después que Asher y yo compráramos
una casa con un gran patio trasero cerrado donde Mozart podía jugar todo lo que
quisiera, fuimos a la tienda de mascotas y le conseguimos un compañero, uno que
nos aseguraron era otro macho. Pero unos meses más tarde, Mozart se hinchó
antes de tener a tres pequeños bebés.
Supongo que, después de todo, no fui la única haciéndose pasar por un
chico.
No tenía ni idea de cómo Asher y yo íbamos a hacer con un bebé humano en
nuestras vidas, estando tanto de gira, cantando y tocando para Non-Castrato. Pero
no me preocupaba. Con un hombre como Asher Hart a mi lado, no le temía al día
siguiente. Solo esperaba con ansias la promesa del mañana.
Tres cosas eran un hecho en mi vida.
Necesito a Sarah para sobrevivir.
Necesito el sexo para mantener la cordura.
Y nunca podía mezclar el sexo con Sarah.
Simplemente sabía —en mi interior— que si lo
mezclaba, iba a perderla de alguna manera. Todos mis
secretos más profundos y más oscuros saldrían a la luz,
y arruinarían todo entre nosotros. No desencadenaría
la mierda dentro de mí ni a mi peor enemigo, por no
hablar de ella. Así que iba a quedarse estrictamente en
la zona de amigos.
Era probable que la gente pensara que nunca fui allí con ella debido a su parálisis
cerebral, pero a la mierda con ellos. Ella sabía que era la persona más importante
en mi mundo, y yo no estaba dispuesto a correr el riesgo de dañar nuestra relación
solo para hacer feliz a mi pene.
Hasta el momento en que ella me rogó que tomara su virginidad.
Ahora todo está a punto de irse al infierno, porque ¿cómo diablos se resiste uno a
la única persona prohibida cuando te pide por favor?
—Brandt Gamble
Linda se crió en una granja lechera en el Medio Oeste
como la más joven de ocho hijos. Ahora vive en Kansas
con su esposo, su hija y sus nueve relojes de cucú. Su vida
ha sido bendecida con una gran cantidad de personas de
las que aprender y amar. Escribir siempre ha sido una
gran parte de su mundo, y está tan feliz de compartir por
fin algunas de sus historias con otros amantes de los
romances.
Por favor visita su sitio web: http://www.lindakage.com/

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