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Por eso es importante que siempre dejemos que el emisor termine su mensaje sin
interrupciones, trabajando nuestra empatía para comprender el porqué de su mensaje,
aunque no estemos de acuerdo con él y mostrando interés a través de preguntas o
repeticiones…
– Oír sólo aquello que nos interesa. Posición egocéntrica, contraria a la empatía. No
prestamos atención a aquello que no coincide con nuestros puntos de vista o intereses.
– Estar en posición de oír. Fingir escuchar es menos cansado que escuchar. Pensamos
en que vamos a contestar sin escuchar que nos están preguntando.
– Preguntarse de forma reflexiva (¿es esto realmente, o que quiere decirme? ¿Hay
algo más detrás de su mensaje verbal?). Atender al lenguaje para verbal nos ayudará a
entender mejor la intención y el sentimiento de la comunicación.
La escucha activa aporta notables ventajas. A nivel general, podemos decir que ofrece
tiempo para evaluar y comprender al emisor, lo que lleva a precisar y adecuar una
buena respuesta. Comportamental mente, la escucha activa suaviza tensiones,
especialmente en actos comunicacionales de queja, ya que al permitir expresar las
discrepancias reduce las hostilidades.
Mostrar empatía: mostrar nuestro interés sobre lo que el cliente nos está expresando,
además de intentar comprender los sentimientos que nos está transmitiendo es
importante para que el cliente sienta que lo estamos escuchando. Sin embargo, esto no
quiere decir que tengamos que estar de acuerdo o que tengamos que sentir lo mismo,
por lo que no es necesario mostrar simpatía sino comprensión con frases como;
“entiendo lo que me quiere decir”, “noto que es algo importante…”