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¿QUÉ REALIDAD ERA UN SUEÑO?

Hace mucho tiempo en una pequeña aldea francesa al lado del mar vivía una niña
llamada Aslynn junto a su madre y su hermano mayor. Su madre se llamaba Charlotte y
su hermano, Adrien. Aslynn tenía tan solo 5 años cuando su padre desapareció sin dejar
rastro. La policía que había en esa época aunque puso todo su empeño en encontrarlo,
no lo consiguió. Esto dejó a la familia de Aslynn completamente destrozada en todos los
sentidos, tanto emocional como económicamente. Su padre era el único de la familia que
trabajaba, mientras su madre se quedaba en casa con los niños. En aquellos tiempos no
mucha gente iba a la escuela, por lo que su madre se encargó de enseñarles en casa. A
pesar de que su hermano era tres años mayor, Aslynn era muy inteligente y sabía lo
mismo o incluso más que su hermano. Con tan solo 5 años no pidió muchas
explicaciones acerca de la misteriosa desaparición de su padre, pero ahora que tenía casi
11 años, las preguntas eran cada vez más frecuentes. “¿Cómo iba a desaparecer así sin
dejar rastro?”, se preguntaba ella cada día. Su padre era la persona que ella más quería
en el mundo y cuanto más avanzaba su edad, más le afectaba, pues era más consciente.
No sabía cómo los demás con el paso del tiempo habían sido capaces de superarlo y ella
parecía que cada vez sufría más.

Una tarde de invierno, Aslynn iba paseando por el pueblo; su madre la había mandado a
comprar algunos alimentos, pues su hermano, que ahora tenía 14 años, había
comenzado a trabajar para llevar algo de dinero a casa. Ella fue a la tienda de la esquina,
donde siempre, y con lo poco que tenía compró leche, pan y algo de fruta. Al salir se
despidió de la amable señora, que siempre que la veía le regalaba alguna golosina o
algún alimento que ella no pudiera permitirse. La gente del pueblo a partir del trágico
suceso, se empezó a mostrar más amable y compasiva. Aslynn iba de vuelta a su casa
cuando vio algo que le llamó la atención. Una persona vestida demasiado elegante como
para vivir en ese pueblo, pasó rápidamente por su lado. Vestía con sombrero y gabardina
negra. Era un hombre. Él siguió recto, pero al final de la calle, giró hacia la izquierda.
Aslynn, que siempre había sido muy curiosa, decidió seguirlo sin pensar en las
consecuencias. Echó a correr, intentando ser lo más disimulada posible. Siguió la misma
ruta que él, primero fue recto y después giró hacia la izquierda. Lo volvió a ver y el
hombre se metía por los callejones más oscuros de la aldea, aún así, ni eso la detuvo.
Prácticamente recorrió todo el pueblo en busca del hombre y después se adentró en el

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bosque, donde muchos decían que su padre desapareció. Estaba anocheciendo y una
parte de ella le decía que no continuara, pero se dejó llevar por ese instinto aventurero
que ella siempre poseyó. Lo que sentiría su familia cuando no la encontraran, fue lo
último que pensó.

Aslynn ya había perdido la noción del tiempo y estaba por darse la vuelta e irse cuando
vio una figura moverse entre las sombras. Ella corrió y salió del bosque buscando a la
figura que había visto anteriormente. Nunca había salido de la aldea por lo cual lo que vio
al salir le sorprendió. Era una mansión enorme con un toque escalofriante, que le asustó,
pero aún así se encaminó hacia el interior de la casa. No había nadie y ninguna luz
estaba encendida. La casa daba verdadero miedo, sobretodo por esa decoración tan
siniestra. Calaveras, todo desordenado, lleno de telarañas… parecía que no había habido
mucha gente por allí últimamente. Al final del pasillo vio una puerta y su instinto
aventurero la mandó hacia allí. No había rastro del hombre, pero eso pareció no
importarle cuando abrió la puerta y bajó las escaleras.

Al abrir la puerta, una gran corriente de aire llegó a Aslynn y la puerta se cerró de un
portazo. Por primera vez en todas las horas que llevaba con este juego, se asustó, y fue
hacia la puerta para intentar abrirla, pero ésta no se abría, era como si la hubieran
cerrado con llave. Aslynn sintió como una sombra se alzaba detrás de ella y ella pegó el
chillido más fuerte de su vida.

El hombre de la gabardina negra estaba detrás de ella y no parecía muy feliz, tenía un
cuchillo en la mano. Ella se escabulló como pudo y bajó las escaleras a toda prisa,
intentando encontrar una salida. Pero al bajar todas las escaleras encontró algo que no
esperaba en absoluto. Era un cuadro de ella cuando tenía 4 años, su hermano, su madre
y su… padre. Pero había una particularidad en el rostro de su padre, que estaba tachado.
—La siguiente serás tú, Aslynn —el hombre de la gabardina volvió a aparecer y le dijo
eso. Aslynn asustada echó a correr por el sótano.
Se permitió pensar solo una cosa. Ese hombre había matado a su padre y ahora iba a
matarla a ella, si no se daba prisa. Vio una ventana al final de una habitación, por lo cual
corrió hacia allí, la abrió y pudo salir. Ganó tiempo para escapar, pero no mucho, pues
aunque la ventana era pequeña el hombre cabía. Echó a correr por el jardín de la casa,
pero el hombre de la gabardina cada vez estaba más cerca. Aslynn se cayó al suelo y el
hombre aprovechó para acorralarla.

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—Por fin te tengo muñeca —le dijo— Acabé con tu padre y ahora pienso acabar contigo.
Ella gritó y pareció ver a cámara lenta como el hombre acercaba el cuchillo hacia su
corazón.

Aslynn estaba gritando muy fuerte en su habitación. Su padre fue corriendo hacia allí para
ver que le había ocurrido a su pequeña y adorada hija de 5 años.
—Aslynn cariño ¿qué ocurre?
—Papá —lloriqueó y su padre se acercó y ella le echó los brazos al cuello para abrazarlo.
—¿Qué pasa? Es la hora de irme a trabajar y te he oído gritar. ¿Has tenido una pesadilla?
—Sí, pero no logró recordar de que iba —musitó.
—Te quiero mucho Aslynn —le dijo su padre mientras la abrazaba durante unos minutos.
—Yo también papá.
—Bueno pequeña, si no te ocurre nada, debo irme a trabajar.
Cuando su padre iba a salir por la puerta, algo dentro de Aslynn le dijo que no dejara salir
a su padre, o lo que pasaría después la haría sufrir por el resto de su vida.
—Espera papá, ¿te puedes quedar hoy conmigo por favor? —le hizo los gestos que
siempre le hacía cuando lo quería convencer de algo —No me encuentro muy bien. —
Está bien —accedió su padre y se acostó junto a ella en la cama.
Ambos se durmieron y Aslynn, casi sin saberlo, le salvó la vida su padre y a ella misma. Si
él hubiera ido a trabajar tendría que haber entrado al bosque para cortar leña para la
carpintería y allí el hombre de la gabardina lo hubiera matado y lo habría enterrado en su
mansión. Años después ella habría perseguido al hombre de la gabardina y finalmente,
hubiera acabado muriendo también.

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