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Eran las cinco de la tarde cuando Celia decidió salir de su casa.

Llevaba toda
la tarde estudiando para las oposiciones y necesitaba tomar aire. Salió por el campo
y después de una media hora, cuando ya iba a dar la vuelta para volver a casa,
puesto que estaba anocheciendo, vio algo flotando en la balsa de uno de los
terrenos de algún anciano del pueblo, se acercó y llamó a la policía. En esa balsa
estaba flotando el cuerpo de una chica.

Elena estaba viendo la tele, en el salón, el ambiente estaba raro, cuando su


madre llegó a casa.
-Elena, hija, todavía ni te has vestido.
-Hola a ti también, mamá.
-Perdona, hija, esta mañana he tenido mucho trabajo, han encontrado un cuerpo sin
vida en una balsa en el campo y he tenido que hacerle la autopsia.
Celia es forense, de las mejores de la ciudad, y siempre tiene mucho trabajo,
de todos modos parecía un poco rara y nerviosa.
Elena fue a su habitación, a cambiarse. Cogió unos pantalones de chándal grises y
un top blanco y bajó a comer. Quince minutos después llegó su padre de trabajar.
Parecía triste, también, como su madre, pero a él se le notaba mucho más. Algo
malo estaba pasando.
Cuando iba a levantarse para ir a su habitación, se sentaron los padres en la
mesa, justo enfrente de ella. Después de un silencio que se hizo eterno finalmente
el padre habló.
-Hija, nos han llamado desde la comisaría. El cuerpo al que tu madre le ha hecho la
autopsia, el que han encontrado muerto en la balsa es Tamara una de las amigas
con las que salió ayer tu hermana y ella también está desaparecida. Solamente una
vez ha salido sin nosotros y ha tenido que pasarnos esto…
De repente, desaparecieron y Elena se quedó sola en su casa.
Todo era gris.
Agonía. Una fuerte agonía se perdía en la noche. Viento. Un fuerte viento trasladaba
la agonía a los oídos de Carlos. La sensación angustiosa venía en forma de grito.
Grito que conducía a un callejón, aún más oscuro que aquellos espacios sin iluminar
en la fría calle.

Carlos se detiene. Piensa. Sus extremidades se tambalean suavemente ante ese


estruendo. No tiene más opción que avanzar. El callejón, estremecedor, estaba a
apenas unos metros de su posición. El hombre avanza lentamente, vacilando en sus
movimientos cada vez que daba un paso y el sonido se intensificaba. Sin embargo,
él tenía demasiada curiosidad para detenerse.

Llegó un punto en el que estaba a un vistazo de encontrarse con el callejón. La


densidad de la noche lo envolvía mientras bornea suavemente la cabeza. Antes de
llegar a mirarlo por completo, el chirrido se detiene. En su lugar, un par de balas de
plata asoman, contorneando un semicírculo a escasos centímetros de Carlos.

Finalmente, emerge la cabeza de las sombras para mirar el callejón. Alguien o algo
salta fuera de este, por la parte izquierda, aunque Carlos no sabe bien si ha
escalado o saltado. La figura de una mujer yace en el suelo, acompañada de un
charco de sangre seca.

Pronto camina, encontrando una pistola de bolsillo cerca de la mujer. Parece


enredada en su cabello, pero a la vez la sujeta. Dos disparos en el pecho de esta
proceden de la pequeña arma. Sin embargo, el cargador indica que ha disparado
solamente una vez.

Sin tiempo para pensar, Carlos escucha pasos. Pasos cercanos. Lo que lo obliga
soltar la pistola y subir rápidamente por una suerte de escalera, justo en la pared
izquierda del callejón, que da su salida. Mientras tanto, la figura ahora oscura y
difuminada de la mujer se eleva. A la vez, empieza a emitir un molesto chirrido.
LA NIÑA POSEÍDA.

Hoy me he levantado y me he vestido, he ido a desayunar para ir al instituto. Como


cada mañana, tengo que despertar a mi hermana para que vaya al colegio. Cuando
lo he hecho he notado algo raro en ella y me he puesto a hablarle y me decía cosas
que no tenían nada que ver con lo que estábamos hablando, un poco terroríficas
pero yo no le he dado mucha importancia y me he ido al instituto.

Cuando terminé las clasdes y volví a mi casa, estaba mi hermana en su habitación,


y le pregunté qué hacía y no me respondió, entonces decidí subir a preguntarle y la
vi hablando con una muñeca.Fui a avisar a mis padres y me dijeron que no me
creían, por lo que intenté grabarla, pero cuando fui ya no estaba comportándose de
esa forma tan extraña.. De todas formas, no me quedé tranquilo y decidí estar
atento por si volvía a ver algo raro.
Por la noche, mi madre estaba preparando la cena y yo estaba en el comedor con
mi hermana viendo la televisión. De repente, salió en la tele un fantasma que abría
la puerta de una casa encantada, yo miré a mi hermana y vi cómo iba andando
hasta la televisión y se metió dentro de ella. No me lo podía creer, intenté probar yo
pero no pude hacerlo, miraba para todos los sitios y mi hermana no estaba, llamé a
mi madre y no me creía pero se dio una vuelta por la casa y como no la encontraba
ya me creyó.
Yo le expliqué a mi madre cómo era el fantasma que salió en la tele y juntos
recordamos que salía en un libro que tenía mi hermana. Los dos nos fuimos a su
habitación y lo encontramos, pasamos una página más y vimos a mi hermana
dentro del libro. Nos pusimos a rascar con las uñas donde estaba mi hermana y no
pasaba nada, pero leímos lo que ponía esa página que era como un hechizo que
decía que si la queríamos sacar del libro teníamos que ponernos delante de la tele y
decir diez veces su nombre.
Bajamos al comedor y, a la vez, dijimos diez veces su nombre, solamente una vez,
pero aparentemente no pasó nada para nuestra desesperación. Cuando nos dimos
la vuelta, la vimos tan tranquila sentada en una silla, como si no hubiera pasado
nada.
Cuando Alberto se despertó no tenía ganas de ir a la escuela, como era habitual en
él, pero se levantó sin enfadarse con nadie. Bajó entrando a la cocina para comer
algo rápido, antes de salir de allí. Sus padres ya se habían marchado a su trabajo,
dejando a Alberto solo. Mientras estaba desayunando un pan con queso y jamón,
pensaba en lo que la profesora había dicho el día anterior:
—Mañana vamos a trabajar en grupos.
Esperaba poder trabajar con su mejor amigo, Sebastian, pero también sabía ella
que la profesora nunca iba a dejar que lo hicieran porque siempre hacían ruidos y
hablaban alto. Solamente una vez habían podido coincidir por este motivo.
El instituto no estaba lejos de su casa y se puede caminar hacia allí fácilmente.
Cuando llegó, saludó a Sebastiá que estaba hablando con dos chicos de la clase
menor, unos metros delante de la entrada. Ya en el aula, se sentó en su sitio, al lado
de Lucas. Lucas era un niño extraño, no tenía amigos y nunca hablaba a no ser que
la profesora le preguntara algo.
—Hoy vamos a hacer el proyecto de grupo— dijo la profesora con voz alta.
Alberto suspiró desanimado cuando, como él sospechaba, le asignaron a Lucas
como pareja y no a Sebastian. Al principio, no hablaban mucho, solo pequeñas
conversaciones sobre qué personaje iban a elegir. Después de unos minutos en
silencio, Alberto le dijo:
—En mi opinión, es mejor si tu haces la primera parte del texto, y yo la otra.
Lucas elevó sus hombros para enseñar que no le importaba mucho. Lo primero que
pensó Alberto fue que esto iba a ser difícil y que le iba a tocar hacerlo todo él solo,
ojalá la profesora le hubiera asignado a otro compañero.
—Yo puedo hacer la primera parte si quieres—dijo Lucas, interrumpiendo los
pensamientos de Alberto.
—¡Si eso es una buena idea!— Alberto exclamó aliviado. Aunque Lucas no estaba
hablando mucho, Alberto se sentía un poco más seguro y cuando llegó a casa, su
compañero ya había escrito un montón en el texto. Alberto miró al texto en su
ordenador con una sonrisa. Tal vez, no tengamos que dejarnos llevar por las
primeras impresiones.
En un pueblo fresco y nevado aparece un niña saltando en medio de las
calles en busca de diversión. La niña ve algo raro en medio de la calle, es una
pizarra con cientos de nombres escritos. Ella sin pensarlo coge la tiza blanca sucia
del suelo y se dice a sí misma “Solamente una vez” y empieza a escribir su nombre,
Alma, en la pizarra. A todo esto escucha un ruido raro, como si algo antiguo y
oxidado se hubiera girado a pocos metros de ella. Alma se gira y encuentra una
antigua tienda con forma de boca que estaba llena de unos muñecos con unas
aterradoras caras diabólicas y desagradables.
En el escaparate se aprecia una muñeca muy parecida a Alma. Con mucha
curiosidad, Alma se dirige hacia la puerta de la tienda y la intenta abrir, pero está
cerrada. Sin ganas y sin ilusión la niña empieza a irse. De repente, la puerta se
abre, y Alma corre hacia ella. Entra a la tienda, pero no ve a la muñeca. Un muñeco
muy raro con un triciclo choca contra Alma e intenta escapar porque la puerta se
estaba cerrando, aunque al final la desesperación del muñeco no sirve, la puerta
finalmente se cierra y ya no puede escapar. Alma encuentra a la muñeca, pero está
en una estantería muy alta. Intenta subir como puede, y al final consigue tocar a la
muñeca, pero… Algo terrible ocurre: Alma se convierte en la muñeca que tanto
deseaba tener y ahora ya entiende lo que le pasaba a aquel muñeco con el triciclo:
quería escapar pero no pudo porque la puerta se le cerró en la cara. No sabe lo que
hacer porque no puede moverse, pero se da cuenta de que puede hablar. Alma le
dice a la muñeca que tenía al lado si esque habia alguna de escapar de alli. La
muñeca contesta y le dice que es muy difícil salir de la tienda, pero hay una opción:
impedir que un niño toque el muñeco que aparece al escribir en la pizarra.
Nadie lo había conseguido en mucho tiempo, pero no se rendíria. Pasa el
tiempo y Alma sigue esperando a que un niño o niña pasen a la tienda. Entonces un
niño abre la puerta y entra a la tienda en busca del muñeco. Los pasos de aquel
niño hacen temblar el suelo, las estanterías tiemblan y Alma hace lo que puede para
moverse. Es imposible, el niño iba a subirse a la estantería y tocar el muñeco, y así
convertirse en uno de ellos. Una fuerte ráfaga de viento mueve la mesa en la que
estaba apoyado, y logra hacer que se caiga. Alma cae en la cabeza del chico. Tal
horrorosa era la cara de la muñeca, que hace que por fin se vaya de la tienda
horrorizado, haciendo que alma recupere su forma y se marche de la tienda.
Hola, soy Clara. Hoy os vengo a contar la historia de lo que me pasó la noche
del 31 de octubre. Desde ese día odio Halloween.
Esa mañana, mi madre estaba horneando galletas con formas de fantasmas,
calabaza y esqueletos.Mi padre se había ido a trabajar solo que hoy no volvió a las
16:00h,mi madre y yo nos empezamos a preocupar porque ya estaba empezando a
esconderse el sol y todavía no llegaba a casa, llamamos a la empresa donde
trabajaba mi padre pero nos decían q el se marcho en cuanto llegó la hora de salida.
Eran las 23:45h y me desperté porque había tenido una pesadilla, baje a la cocina a
por un vaso de agua con una linterna que tenía en mi mesilla de noche ya que tengo
miedo a la oscuridad,al bajar sentí una sensación rara en la casa, me serví el vaso
de agua y de repente las luces se encendían y se apagaban,me eche agua en la
cara para ver si lo que estaba viendo era de verdad o solo estaba teniendo
alucinaciones ¡Qué era eso!. Era un hombre o eso creía yo, conforme se iba
acercando tenía un aspecto muy terrorífico.Tenía cuernos, unos colmillos afilados y
grandes, una marca dese un arañazo grande en su ojo izquierdo,era musculoso y
con grandes garras, una gran melena de color negro y un ojo de color rojo, pero
habia una cosa que me recordaba a mi padre y era su ojo derecho que en vez de
ser rojo como el otro, era azul, un azul que hacia que te perdieses en su mirada, por
un momento puede ver a mi padre intentando salir de ese cuerpo, pero algo se lo
impedia.En ese momento su mirada se poso en mi, no sabía que hacer, el cuerpo se
me paralizo, se ma cayo el vaso de agua y en mi menteo habia una lucha que
decia..¡Corre, no te quedes quieta, puede hacerte algo!¡Ayúdale a tu padre, es él!.
Corrí en dirección al piso de arriba y entré en el cuarto de mi madre para contarle lo
que estaba pasando, pero cuando abrí la puerta me di cuenta de que…¡No estaba!.
Me acordé de que hoy le tocaba turno de noche en el hospital y llegaba a las
03:00h. De repente escuche que estaba subiendo las escaleras me escondí debajo
de la cama de mi madre, él abrió la puerta de mi cuarto y después fue a abrir el
cuarto de mi madre,cerré los ojos y conté hasta tres, en ese momento me acordé de
que mi madre tenía en su cajón de la mesilla un taser, no lo pensé ni dos segundos
lo agarre y en el momento en el que el se asomo por debajo de la cama,le di en el
hombro. Perdí el conocimiento, abrí los ojos y lo primero que vi fue a mi madre, no
hablamos del tema, pero lo raro era que eso ocurría solamente una vez, en
Halloween.
Eran las 20:00 de la tarde y ya había oscurecido por completo, después de un día
agotador en el que estuve al cuidado de mi hija, hice la compra, mi turno en el
trabajo, pagué facturas y demás. Con cansancio y pereza, me tocó ir a mi segundo
trabajo: la morgue. Cuando entré al edificio, mi compañera terminaba su turno y se
iba, estuvimos hablando normal un tiempo hasta que me dijo:
—Por cierto, acaban de traer un cuerpo y el jefe me ha dicho que te lo deje a ti, lleva
cuidado no vaya a ser que se despierte y te mate — pronunciando sus palabras en
tono de broma y riéndose. Después de seguir hablando un rato me dirigí a la sala 3,
donde estaba ese cuerpo que según mi compañera no tenía buena pinta. Cuando
llegué estuve 5 minutos parado pensando en que tenía que quedarme allí hasta las
6 de la mañana, pero lo que más me preocupaba era que las 2 anteriores noches se
habían estado escuchando ruidos de personas caminando. Me centré en el trabajo,
mi tía siempre me decía que hay que tenerle más miedo a los vivos que a los
muertos, pero, por solamente una vez sí le había tenido miedo a un muerto. De
repente un compañero novato entró por la puerta y me dijo:
—¿Tío, hay alguien más trabajando aparte de nosotros dos?
—No, ¿tú también escuchas esos ruidos?
—Si, pero, aparte de escucharlos, he visto una silueta en el pasillo entrando a una
habitación, por eso supongo que hay alguien más en el turno.
—A lo mejor el jefe ha puesto a alguien más.
—Ya… bueno que tengas buena noche.
—Igualmente.
Me quedé paralizado cuando mi compañero me dijo eso, 1000 pensamientos
aterradores entraron en mi cabeza. Lo busqué por toda la planta y no lo encontré.
Volví a mi sala y el cuerpo ya no estaba. Ahí es cuando me di cuenta de que en el
turno de noche solo estaba yo. ¿Quién era ese hombre vestido de uniforme con el
que había hablado?
El renacimiento.

Hola soy Gabriel y soy psicólogo en Barcelona, esta mañana ha llegado un


paciente que me ha hecho ir a terapia a mí mismo por la historia que os voy a contar
hoy.

Hoy me he levantado en un dia como cualquier otro, con una sonrisa en la cara, lo
que aún no sabía es que hoy volvería a nacer. Cuando salí de mi casa hacia el
trabajo junto a mi pareja, iba tan despistado que en un cruce no me di cuenta de que
el semáforo estaba en rojo y para mi suerte mientras iba pasando venía un autobús,
abrí los ojos, mire hacia un lado, y en milésimas de segundo juro que vi al autobús
pegado a mi mejilla, mientras tanto sentía una manos en mis hombros que me
empujaron cuando abrí los ojos sorprendentemente estaba a salvo en ese momento
no lo podía creer.
Con el paso del tiempo mi vida era la misma y a la vez era diferente, ahora soy
intolerante a la lactosa cuando en mi vida había tenido problemas de ese tipo, mi
entorno era más distante como si no fueran las mismas persona de antes

Con los ojos rojos, las manos temblorosas y los pelos de punta los dos nos
miramos fijamente uno al otro y junto a un silencio infernal mi paciente se levantó y
se fue, yo aun con el escalofrío recorriendo mi cuerpo de arriba a abajo tuve que
llamar a mi compañera, la cual, en un intento de tranquilizarme, me pidió que le
contara la historia. Hoy me he enterado de que tanto mi compañera como mi
paciente se han quitado la vida después de dejar una carta que decía “nos vemos al
otro lado, Gabriel. Solamente una vez puedes escapar a tu destino”.
LA ÚLTIMA NOCHE DE HALLOWEEN

Érase una vez, en una noche de Halloween, había un grupo de amigos que
decidieron ir a un castillo arriba de la montaña. Querían ir a pasarlo bien con sus
amigos para cenar, contar historias de miedo bajo una fogata y dormir allí en una
tienda de campaña.
Quedaron a las 20:00 de la tarde para ir de camino. Era un grupo de 10 amigos que
eran Fran, Ángel, Alejandro, Álvaro, Jesús,Jorge, Pau, Lucia, Victoria y Daniela.
Cuando llegaron al castillo empezaron a encontrar y escuchar cosas extrañas, pero
no se preocuparon mucho.
Se hizo la noche y Daniela dijo que iba a buscar un pendiente que se le había caído
tras el camino mientras todos se quedaban charlando.
Pasó bastante rato y Daniela no volvió y decidió ir a buscarla su novio Pau.
El lugar era oscuro y no se veía casi nada. A Pau le daba miedo ir solo y le preguntó
a Jesús si podía ir con él, Jesús le dijo que sí y se fueron los dos.
En el camino encontraron los pendientes de Daniela pero a ella no, volvieron al
castillo y se lo dijeron a todos, se quedaron flipando.
Decidieron ir a buscarla los chicos mientras las chicas se quedaban allí.
Fueron a un bosque oscuro donde creen que habían visto una niña, la siguieron
creyendo que era Daniela. Los tres escucharon al fondo del bosque que decía una
voz extraña “ solamente una vez vais a venir a este bosque y va a ser la primera y
última”, se quedaron paralizados y vieron a la niña corriendo, Pau fue corriendo
hacia la niña y los demás fueron hacia el castillo.
Cuando llegaron al castillo, les contaron lo que había pasado y fueron otra vez para
abajo separándose en 2 grupos. El primer grupo vio a dos niños corriendo y
escuchando otra vez la horrorosa frase. Y el grupo fue hacia los niños, Los niños se
pararon enfrente de ellos y metieron sus cuerpos en su boca transformándolos en
espíritus. Al otro grupo le pasó lo mismo después de unos minutos. Los espíritus de
los niños se quedaron en el bosque.
Un año después un grupo de niños también fueron al castillo a pasar la noche de
Halloween.
Me despierto, estoy hecho polvo y no recuerdo nada de lo que me ha pasado. No
tengo nada alrededor, desde lejos veo como poco a poco una figura se acerca hacia
mí, era solo una sombra pero no una sombra oscura sino una sombra brillante,
cuanto más se acercaba más calor sentía. ¿Estás bien?—me preguntó. Sí
—contesté—. Era la voz de una chica joven, no tenía apariencia, la voz era lo único
que necesitaba. Pasé un tiempo con ella, le quería preguntar muchas cosas. ¿Quién
es?, ¿dónde estoy, ¿por qué está ella conmigo?, ¿qué es exactamente “ella”?
Cuando estuve apunto de preguntar su nombre me interrumpió.
—Aroa— contesta. Era como si me leyese la mente, me conocía mejor que yo
mismo. —Llevo aquí el mismo tiempo que tú y no creo que me vaya antes—
continúa.
No sé si pasan los días o no, ya no cuento los minutos, lo único que hago es mirar a
Aroa, ella no me cuenta nada pero yo sí le cuento todo lo que sé. Poco a poco, mi
mente desbloquea recuerdos, como que me llamo Alex, y que no tengo trabajo, vivo
en un piso que me pagan mis padres y no tengo muchos estudios. Tengo dolores de
cabeza que cada vez son más fuertes pero Aroa me ayuda a soportarlos,
dejándome su hombro para acostarme y dormir, colmándome de elogios. Pero creo
que voy a peor, ya no me calma el hombro de Aroa y cada vez voy teniendo más
sueño, cada vez duermo más y veo algo de mi vida, algo nuevo y diferente. Lo
último que descubrí es que me atropellaron antes de llegar aquí. ¿Significa que
estoy muerto? Bueno tengo compañía aunque haya muerto solo y no es mala
compañía, de hecho, todo lo contrario, he pasado mucho tiempo con Aroa y no le he
asqueado, como a mis conocidos. Quizás ella sea diferente. Cuanto más tiempo
paso con ella más curiosa me parece, en ningún momento he intentado salir de aquí
y ella tampoco, escucha todo lo que necesito que escuche. Me despierto estoy
tirado en la calle, mareado y con ganas de vomitar me duela la cabeza y hay gente
desconocida a mi alrededor gritando y con rostros preocupados, me llevaron al
hospital y me anestesiaron. Me han atropellado,o al menos eso me está contando
una mujer que tengo enfrente, mi psicóloga, según me han dicho. No me escucha
solo deduce teorías absurdas de lo que le estoy contando, le he dicho que Aroa
existe, que he hablado con ella, le cuento mi vida y mis problemas pero no me hace
ni caso y solo dice que Aroa es un tipo de droga que tome al salir de casa y que me
han atropellado porque estaba caminando por la carretera y que lo que “soñé” era
por culpa de las drogas. Todo son invenciones tontas. Mentiras.
UNA NOCHE DE HALLOWEEN.

El 31 de octubre Laura quedó para salir con sus amigos por su pueblo donde pedían
caramelos y se escondían para asustar a la gente, todos se disfrazaron
monstruosamente. Pensaban pasárselo super bien, pero no fue así…
Eran en total 5 personas las que iban en el grupo de Laura, 3 chicas y 2 chicos: Pablo,
Juan, María, Carla y Laura. Primero se fueron a una casa super pequeñita y bien
decorada a pedir caramelos.
-¡Truco o trato! -gritaron los niños.
La señora de esa casa era super amable y les dio muchas cosas, chuches, piruletas,
chocolates… Después se metieron por un callejón oscuro hasta que se encontraron
con una terrorífica casa abandonada, enorme y desastrosa. A ellos les llamó tanto la
atención que decidieron entrar todos sin tenerle miedo a nada. Pusieron la linterna del
móvil y entraron a la habitación más cercana que tenían, cuando de repente… ¡PUM!
se escucha un gran golpe dentro de la casa.
-¿ Qué ha sido eso? - pregunta María.
- Creo que se ha caído algo de la casa, pero es normal esta muy vieja. - Dice Laura
- JAJAJAJA ¿enserio tenéis miedo a eso? - dice Pablo.
- No se… Bueno sigamos investigando la casa que tengo mucha curiosidad. - Dice
Maria
- Chicos un momento! Tengo que ir al baño, aunque esté muy sucio y viejo, seguir
vosotros que yo no tengo miedo a nada y se ir solo. - Dice Pablo.
- Está bien pero ven pronto, cualquier cosa llamanos. - Dice Juan.
Cuando terminan de ver la casa entera se dan cuenta que ha pasado 15 minutos y que
Pablo todavía no ha vuelto del baño, así que deciden ir allí, pero no lo encuentran.
Después de 30 minutos buscando por la casa, el no aparece entonces deciden
llamarlo, pero se dan cuenta de que no había cobertura, por lo que salieron y
empezaron a escuchar muchísimos gritos dentro de la casa pidiendo ayuda. Todos
ellos corrieron a ese sitio donde se escuchaban los gritos, cuando de repente… ¡Pablo!
Estaba debajo de unos arbustos y no paraba de reírse. -¡Era una broma! -dice.
Todos se enfadaron mucho porque claramente ellos estaban muy preocupados.
En ese momento aprendieron que no se puede jugar con esos sentimientos, ni siquiera
solamente una vez.
Valeria se levantó a las 07:50 como de costumbre, pero hoy decidió vestirse algo
distinta ya que era su último día en el colegio. Se puso un vestido rojo que compró
hace un par de meses con la ilusión de usarlo en alguna ocasión especial y pensó
que hoy podía ser un buen día. Cuando hubo desayunado, cogió su mochila y se
dispuso a salir a la calle, pero nada más abrir la puerta sintió que hacía más frío de
lo que debería, ya que estaba a mitad de verano. De cualquier manera, cogió una
chaqueta y puso rumbo al colegio. Por cada paso que daba, sentía que hacía cada
vez más frío, era una sensación que no podía explicar. Cuando estaba llegando a su
destino vio a sus compañeros nerviosos, quizá algo desorientados. Valeria pensó
que podrían encontrarse en la misma situación que ella, que sentían que algo
estaba fuera de lo normal.Cuando fue a acercarse a hablar con sus amigas, cada
vez pudo distinguir más las palabras que decían entre el barullo de todos los
alumnos del colegio. Estaban repitiendo la misma frase una y otra vez. Decían:

—Solamente una vez cada 3000 años se retrocederá atrás en el tiempo para
reparar los errores del ser humano.

Valeria pensó que sería una broma de sus amigas, así que se dirigió a clase como
de costumbre. Cuando su maestra entró al aula, Valeria se dio cuenta que estaba
repitiendo la misma frase que anteriormente decían sus amigas. En ese momento
pensó que de verdad algo malo estaba pasando. Salió corriendo, quiso regresar a
su casa, pero la gente comenzó a acorralarla. De un momento a otro, despertó
sobresaltada en su cama por el sonido del despertador. Agradeció que todo aquello
no hubiera sido más que un sueño. Después de eso, comenzó a arreglarse para el
colegio, ya que era su último día. Cuando se dispuso a salir, sintió que hacía más
fresco de lo normal en un día de verano, como era este…
Iba caminando por las afueras del pueblo como todas las tardes después de
trabajar, la verdad es que por donde vivía no había mucha gente ya que era un
pueblito lejos de la ciudad. A mi no me parecía un mal sitio, había mucha vegetación
y era todo muy tranquilo, además se veían las estrellas con claridad algo que en la
ciudad no es lo normal. Mientras iba caminando empecé a ver señales extrañas,
estaba un tanto desconcertado. Decidí seguir las señales ya que tenía curiosidad.
Después de estar caminando durante unas largas horas parecía que las señales se
desvanecían en dirección a un extraño bosque que parecía infinito. Rápidamente
noté algo raro, no había ninguna clase de animal. Solo se podían escuchar las
ramas de los árboles chocando entre sí, se notaba una brisa fresca e inquietante, de
pronto la hermosa tarde se convirtió en una noche oscura solo se veía el brillo de la
luna y las estrellas. Saqué el móvil para usar la linterna pero tenía poca batería y se
acabó muy rápido. Pensé que debía volver se estaba haciendo muy tarde y hacía
frío, no creí que fuera una buena idea quedarme más tiempo en aquel bosque tan
siniestro. Por unos instantes sentí como alguien me miraba fijamente desde algún
lugar entre los altos árboles, salí corriendo de allí con una extraña sensación, ¿Qué
fue eso? seguía corriendo pero aquel bosque parecía interminable. Estaba muy
agobiado, no sabía qué hacer. se me pasaron varias cosas por la cabeza pero sabía
que lo que me estaba siguiendo no era humano. Me escondí detrás de unas rocas
rezando para no encontrarme de nuevo con ese extraño ser, pero de repente vi
cómo algo aparecía en frente de mi lentamente eran pequeñas partículas negras vi
como se iba formando una especie de sombra, con unos ojos tan brillantes como
una estrella. Estaba realmente asustado, la sombra se dirigió a mí solamente una
vez susurrando con una voz suave y tranquila "cállate" , caí en un oscuro vacío, no
había nada solo se podían ver miles de luces resplandecientes, y se podían
escuchar unas voces que decían "Ahora es tu turno…"
Era una noche lluviosa, las ventanas chirriaban, Jesús entró en un callejón oscuro y
súbitamente se empezaron a escuchar llantos que parecían de un niño pequeño
¡Puum! ¡Puum! Todo se detuvo en seco. A lo lejos, una sombra en la oscura noche a
la que Jesús decidió acercarse, sigilosamente. Halló sangre reciente en el suelo,
formaba un charco. Una mujer y su hijo, atravesados con una bala, yacen en el
suelo, muertos. Jesús estaba atento a otra sombra, ágil, salir del callejón. Cuando
bajó la mirada, pudo distinguir los rostros de los cadáveres, eran su esposa y su
hijo. ¿Qué iba a hacer? —se preguntó Jesús, cabreado— persiguió durante unos
largos minutos a la sombra, pero la sombra se perdió entre la noche. Desde ese
momento, Jesús decidió ser policía para que no le ocurriera lo mismo que le pasó a
él.
Pasados 5 años, Jesús había conseguido entrar al puesto de policía estaba en su
primera misión, habían robado un banco. Los ladrones tenían el dinero, se fueron a
su furgoneta para huir, pero Jesús vio a un señor que le recordaba a la sombra que
mató a su familia, estuvieron un rato persiguiendo a los ladrones, pero consiguieron
escapar, cuando Jesús llegó a su casa y se puso a investigar y consiguió averiguar
que iba a haber una reunión de ladrones, pero sabía que era muy peligroso y que
podía morir en el intento, pero solamente se vive una vez, así que se fue a la
reunión disfrazado de ladrón. Allí dijeron que estaban planeando robar una joyería y,
al volver a casa, Jesús planeó hacerles una emboscada. El día del robo, los policías
se escondieron cerca del edificio. Cuando los ladrones llegaron a la joyería y
empezaron a robar, les bloquearon todas las salidas y los detuvieron a todos. Jesús
mandó investigar a todos para saber quién fue el que mató a su familia y observó
que las pruebas coincidían y el que había matado a su familia se llamaba Carlos,
que fue condenado a muerte por asesinato.
Por fin, Jesús se quedó más tranquilo porque tenía su merecido.
Como todos los miércoles, a las 16:30, fui a visitar a mis abuelos a su piso. Está a
unos 30 kilómetros de mi casa, así que suelo tardar unos dieciocho minutos en
llegar. Hoy tardé solo quince. Había muchísimos coches menos que todos los días.
Mis abuelos eran personas muy mayores, y me aseguraba de visitarlos una vez
como mínimo a la semana para que no se olvidaran de mí. Llegué al portón del
edificio 4 minutos antes de lo planeado, así que decidí ir al puesto de flores que
había al lado para regalarle un ramo a mi abuela. -Las cuatro y treinta y dos…- La
espera para comprar el detalle se hizo más larga de lo esperado. Por un momento
pude ver el puesto de flores como una habitación blanca. No le di importancia. Al fin,
me dieron las flores pero eran horrendas Habían mezclado flores de color naranja,
rojo y gris. Casi me entran ganas de vomitar. Subí las escaleras del edificio
corriendo ya que llegaba cinco minutos tarde. Quería darme cabezazos contra las
paredes. Odiaba llegar tarde. Llamé al timbre mientras mi forma de respirar volvía a
ser correcta, y mi abuelo abrió la puerta contento. -Hola, Héctor, qué agradable
sorpresa.-No soy Héctor abuelo. - Dije suspirando. Los nombres con H y además
con acentuación me daban pánico. -Ah, emm… Guille, ¿verdad? -Sí…- Me parecía
un desperdicio meter una “u” innecesaria. No suena. A si que yo escribo mi nombre
sin ella. Pasé, saludé a mi abuela y acaricié al gato. Un gato blanco con manchas
negras. siempre me pareció repugnante. Solo acaricié las partes blancas del gato.
Le dí las flores a mi abuela, me respondió con un beso en la mejilla y de repente me
agarró fuerte del brazo y me dijo. - Te estás volviendo loco. mientras lo decía sus
ojos y todo al rededor se volvió negro. Parpadeé. Todo volvió a la normalidad. -Me
encuentro mal. -Dije. -No te preocupes, en la cocina tengo algo que te aliviará el
dolor. -Dijo mi abuela. Mis abuelos fueron a la cocina a por la medicina. Pasó un
buen rato y no volvió nadie con una cura para mi dolor de cabeza. Decidí ir a la
cocina a ver qué estaba ocurriendo. -¿Hola? - No hubo respuesta. Empecé a
hiperventilar, mis abuelos habían desaparecido. Decidí salir de la casa a ver si los
vecinos seguían estando ahí. Llamé a todas las puertas del edificio. Nadie salió.
Bajé las escaleras corriendo para salir del edificio. No pude abrir la puerta. Escuché
una voz chirriante proveniente de las escaleras. Me giré. Apareció un ser sin rostro,
con la piel de un color blanco, tenía el cuerpo muy delgado y los brazos larguísimos.
Era escalofriante. Nunca había visto algo así. Se acercó corriendo hacia mí. No
llegó a tocarme. Justo antes de eso, me desperté. Estoy en una habitación fría pero
que parece segura.Todo es blanco.¿Qué es esto?¿Qué hago ahora?¿Qué es real?..
EL INTERCAMBIO

Esta mañana, cuando me desperté tenía una sensación extraña en el cuerpo, como
si me hubieran absorbido toda la energía que tenía. No le presté mucha atención ya
que anoche me dormí bastante tarde y pensé que sería normal que estuviera
cansado; sin embargo, esto no se repitió solamente una vez, estuve así día tras día,
cada vez más cansado y sin apenas fuerzas.
Hasta que, una noche decidí que iba a averiguar qué me estaba pasando y para ello
tuve que quedarme despierto toda la noche. Justo cuando estaba a punto de
quedarme dormido escuché un ruido que parecía provenir del salón.Estaba un poco
asustado, pero me obligué a mí mismo a levantarme, abrir la puerta e ir al lugar del
cuál venía aquel extraño sonido.
Abrí la puerta del salón rápido, sin miedo a lo que pudiera encontrarme ahí dentro,
lo raro era que no había nadie, pero la puerta de la entrada estaba abierta de par en
par y eso solo podía significar una cosa, alguien había entrado a mi casa y aunque
aparentemente todo estaba como siempre tenía la sensación de que no estaba solo.
Me dí la vuelta sin saber que aquel iba a ser el peor error que cometería en toda mi
vida y me topé con un hombre que era idéntico a mí solo que estaba un tanto
apagado, como una sombra. Era como si de repente mi sombra hubiese cobrado
vida. Pocos segundos después la sombra empezó a caminar hacia mí y grité con
todas mis fuerzas. Cuando hice el amago de salir corriendo la sombra me agarró del
brazo y tiró de mí, intenté zafarme de su agarre, pero no pude y me atrapó mientras
absorbía mi energía, como suponía que tantas veces había hecho antes. Mi cerebro
me decía que debía moverme y salir de allí solo que mi cuerpo no reaccionaba,
estaba totalmente paralizado.
No sé cuánto tiempo pasó hasta que por fin me soltó. Cuando levanté la vista para
mirarla me percaté de que ahora yo era la sombra, nos habíamos intercambiado los
papeles. Fue en aquel momento cuando me di cuenta de que la sombra me había
estado utilizando todo este tiempo, apoderándose de mi energía, con el fin de
quitármela toda para que ella se iluminase y yo me apagase cada día un poco más.
Sophie era una adolescente de ojos verdes esmeralda que brillaban cada vez que el
sol reflejaba su luz en ellos, igual que su sonrisa, que podía hacerte sonreír con
verla solamente una vez. Poseía también un pelo largo y sedoso, de un color rojizo.
Ella deseaba volar por el mundo sin tener que ser piloto y explorarlo sin dedicarse a
ello específicamente. Quería ser un hada. Pero su padre, ahíto, le hizo ver la
realidad a los seis años. Le confesó la verdad y lloró desconsolada.
Siete años después, a Sophie le seguían entusiasmando las hadas aún sabiendo
que ellas no eran reales. Y por ello, en Halloween se disfrazó de una: un vestido
largo verde, alas transparentes y un moño con rizos resalientes. Se sorprendió al
ver que, en la plaza del pueblo, había una chica de alrededor de su edad, también
vestida de hada. Sophie dijo hola y ella le respondió con otro hola, entusiasmada.
Ambas elogiaron el disfraz de la otra. Entonces ella pareció recordar algo. “Ven.”
Sophie la siguió, curiosa pero extrañada por su repentina orden. ¿Tendría prisa?
Se presentó sonriente mientras Sophie andaba a su lado: “Soy Amarilis ¿Y tú?”
“Sophie.” “¿Con quién vives?” “Vivía con mi padre. Él… falleció. Hace cuatro años.”
“Vaya por dios…” Amarilis miró hacia abajo un momento. No parecía interesarle. Se
atrevió a confesarle algo, con una voz muy seria. “Esto no es un disfraz.”. Sophie se
quedó atónita. “Me enteré de que desde pequeña querías ser un hada y hoy tienes
la oportunidad. Aprovéchala.” Amarilis hablaba tajante. Se oían gritos de humanos y
rugidos dentro del bosque. Pero aún así, aceptó, intercambiando miradas fijamente.
Tan fijamente que ni siquiera se percató de que su cuerpo estaba comenzando a
cambiar. Le crecían las uñas y el pelo por todo el cuerpo, sus dientes se afilaron y
sus pupilas iniciaron su dilatación. Amarilis desapareció, dejando a Sophie
moribunda al despertarse de aquel trance. De sus restos de piel y sangre
putrefactos, brotó una mujer con mirada penetrante. “Bueno, tal vez si que era un
disfraz después de todo.” La señora rió y habló con desprecio. “Disfruta la
maravillosa vista de tu pueblo a través de tus ojos por última vez, imbécil. Ahora
eres nuestra. Pronto todos lo seréis.” Sophie se había convertido en una bestia
incapaz de razonar. Solo imaginaba asesinato. Siguiendo a la bruja, llegaron a una
jaula de una madera irrompible, probablemente bañada en magia. Vio a un hombre
dentro de ella. “En nombre de Caedestina, te ordeno que resquebrajes la piel de
este humano y disfrutes de su jugosidad en tu boca.” Él, despavorido, gritó:
“¡¡No!!Por favor, ¡¡Soph…!!” Y luego silencio. Siendo una aliada de la dominación del
mundo de una bruja suprema, así fue como Sophie se comió a su propio padre.
Hace un mes mi abuelo murió y en su testamento nos dejó su gran mansión. Mis
padres tenían unas cuantas deudas por pagar por lo que nos íbamos a mudar
cuanto antes, y así fue, al mes y medio hicimos 2 horas de coche para llegar a
aquella antigua pero elegante casa, donde un viento frío atravesaba tu cuerpo
dejando una sensación vacía y angustiosa. En el jardín me sentía constantemente
observado y podía verme a mi mismo desde la ventana de esa gran torre del ático,
acompañado de unas voces que resonaban con un gran eco en mi cabeza.
Investigando la casa vi muchas fotografías familiares y en todas ellas salía una niña
rubia, con un vestido blanco y dos trenzas, pensé que sería alguna prima de mi
padre. Y, en el último piso, la entrada al ático, esa gran torre. Tenía candados pero
estaban abiertos. Cuando iba a entrar, me llamó mi padre para ir a cenar. Le
mencioné a la niña de las fotos y me explicó que era su hermana, que desapareció
cuando eran pequeños y que nadie supo nada más de ella. Sentí haber preguntado,
el silencio invadió el lujoso comedor. Después de cenar, mis padres se fueron al
pueblo de paseo y yo me quedé en casa jugando al ordenador con mis amigos
hasta que la luz se fue, llamé a mi padre para preguntarles por los fusibles y dijo que
estaban en el ático y que era importante que bajara la palanca solamente una vez,
con la linterna del móvil subí y abrí la puerta eran unas escaleras de madera
húmedas y desgastadas, el ambiente era frío y tenebroso, iba repitiendo las
instrucciones de mi padre, bajar solamente una vez, bajar solamente una vez…
Tras abrir un par de puertas, llegue a los fusibles, tuve mucha curiosidad de por qué
mi padre recalcó tanto “solamente una vez”, siempre he sido curioso y no pensé que
nada malo pasaría, un poco nervioso baje la palanca poco a poco y, no paso nada
hasta que todas las luces en la casa se encendieron incluidas las del sótano, junto a
una música infantil perturbadora que venía de una de las numerosas habitaciones
del ático, fui y todavía con miedo abrí la puerta, las luces se volvierona apagar sin
embargo una televisión iluminaba un sillón, en el que un anciano acunaba a una
niña mientras susurraba “solamente una vez, niñato” Salí de ese sitio asustado bajé
rápidamente mientras una risa burlona me perseguía, levanté la cabeza al final del
pasillo y esta vez la niña era mayor y llevaba un vestido blanco y unas trenzas. Me
acabé desmayando. Han pasado varios años de aquello, ahora, lo único que hago
es observarme desde la ventana del ático.
Hoy era el día en el que me animé a visitar a mi abuela. Me presento, soy María,
tengo veintidós años y desde pequeña, mis padres me decían que no me podía
quedar a dormir en la casa de mi abuela, por más que ella les intentaba convencer.
Nunca me dejaban por alguna razón que jamás me quisieron contar.

Cuando cumplí catorce años, mis padres me ordenaron que nunca más volviera a
visitarla. Yo no lo podía creer, me encantaba estar con mi abuela pero, con el pasar
del tiempo, me intrigaba cada vez más el motivo de no poder volver a mi abuela.
Hoy, diez de octubre del dos mil veintitrés, voy a visitar a mi abuela a la que me
ordenaron no volver a ver nunca más. Al llegar a casa de mi abuela, toqué la puerta
y, mientras esperaba a que alguien abriese la puerta, me puse a observar la casa
por fuera, era muy vieja las paredes estaban despintadas, la puerta y ventanas
estaban llenas de polvo, cuando abrió la puerta , se sorprendió al verme delante de
ella , después de tantos años sin verme entramos a la casa y fuimos a la sala,
donde nos pusimos a hablar, de nuestras cosas se nos hizo muy de noche mi
abuela me propuso de quedarme a dormir esa noche en su casa. Yo acepté ya que
era muy de noche y puede pasar esa noche en su casa .Resuelva algunas de las
muchas dudas que tengo.
Mi abuela se levantó en busca de algo,ella me entregó una hoja de una lista de
normas . Cuando me entregó la hoja , pensé que se trataba de una simple broma
pero empecé a dudar porque su comportamiento cambió a uno muy extraño , salió
de la sala y empezó a subir las escaleras , de repente me dio un gran escalofrío y
decidí seguir esas normas, empecé a leer en la hoja ponía no hables con la abuela
a partir de las diez y cuarto no podía comunicarme con la abuela por más que ella
intente comunicarse conmigo , estar en la cama a las diez y cuarenta , dejar la
puerta abierta , si la abuela entra y no esté en la cama debo de ponerme enfrente de
ella no tan cerca pero tampoco tan lejos arrodillarme y pedirle perdón tres veces si
la abuela se sienta en la orilla de la cama estoy a salvo y no comunicarme con ella
en toda la noche pero si en cambio se empieza a acercar ¡CORRE! cuando
amanezca debes levantarte a las ocho y cuarto bajar a la cocina la abuela estará
preparando , el desayuno no puedo hablar con ella hasta las once y cuarto . Si
cumplo con estas normas estaré a salvo el resto del día .
Me sorprendí y me intrigué con todas esas normas después de esa noche me
desperté cogí la hoja y baje a la cocina no le hable hasta que se hicieron las once.
La supuesta noche tranquila

La noche era tranquila y solitaria y yo estaba paseando por el parque; El único


sonido que se lograba escuchar era el grilleo de los grillos, me parecía tan extraño
que no se escuchara nada más a pesar de ser las 12 de la mañana y estar en una
ciudad que es muy ruidosa incluso por las noches. De repente los grillos se callaron
y lo único que podía sentir era la presencia de alguien o algo observándome desde
no muy lejos. Acelere el paso cada vez más rápido hasta llegar a mi casa, cuando
entre por la puerta me sentí muy aliviado ya que deje de sentirme bajo presión
aunque aun estaba algo asustado y confundido, así que decidí cerrar la puerta y las
ventanas, ir al sofá y ponerme a ver un maratón de una serie policiaca. Pasaron
unas horas y me había quedado dormido en el sofá, cuando desperté estaba algo
sudado y con dolor de cabeza. Eran las 3 de la mañana así que apague la tele para
irme a dormir pero cuando estaba apunto de levantarme del sofá vi como una cara
sonriente me miraba desde la ventana, estaba aterrado pero no por la sonrisa, sino
porque vivo en un séptimo piso. Después de unos minutos mirando la sonrisa
tocaron el timbre de mi casa, pensé ``Quién será el pedazo de imbécil de tocar la
puerta a las 3am´´, cuando abrí la puerta no había nadie, así que cerré la puerta,
apague las luces, cerré la ventana del salón y me fui a la cama.
Desde el 18 de septiembre de 2019 nada volvió a ser igual.
Era un día normal, uno más del desastre de mi vida. Me había pasado el día con mi
familia jugando al parchís, la baraja, el rey de los dados… Me fui a mi cama y
estrené el pijama me había comprado mi madre el día anterior.
Cuando me fui a dormir, soñé con algo extraño, diferente a los demás sueños que
había tenido antes, pero simplemente pasé de ello. Al despertar estaba sola, mis
padres se habían ido a trabajar, me fui directamente a la cocina, a desayunar. Pero
empecé a escuchar ruidos extraños, decidí salir a ver qué era lo que estaba
pasando, pero el paisaje desde mi portal no era el mismo, entré rápidamente sin
entender nada de lo que estaba sucediendo. Decidí ir al sofá a ver un rato la
televisión. Pero tampoco estaba. Salí corriendo de mi casa a preguntar a alguien si
le estaba sucediendo algo extraño como a mi. La gente no vestía como hace un día.
Todos llevaban trajes, gorros y había hombres con chaqueta. No entendía nada, iba
caminando por las calles y la gente me saludaba animada, yo no los conocía,
comencé a mirarme a los reflejos… ¡No era yo! ¿Quién era esa persona? No me lo
podía creer. La cabeza me comenzó a dar vueltas. Pregunté a una persona que
paseaba con su perro qué en qué año estábamos, me miró como si estuviera loca y
salió corriendo. Volví a mi casa lo más rápido que pude y cuando llegué me
encontré con unos extraños que me resultaban bastante familiares. –Buenos días
Carlos, qué pronto has vuelto hoy –dijo una mujer que tendría unos 40 años– ven,
siéntate a desayunar con nosotros. ‘¿Carlos? ¿Quién era ese?’
–¿Qué pasa, estás bien? – me preguntó a continuación.
Asentí con la cabeza. Entonces me invitó a sentarme en la mesa en la que había
una tostada con una taza encima de un mantel rojo. – Ya sabes que este mantel lo
pongo solamente una vez al año. Me pregunté qué tenía de especial ese mantel al
de los demás, me senté como si nada hubiera pasado, tenía un caos en la cabeza
que no me lo podía creer. A los 10 minutos aproximadamente empecé a ver el
mantel de una forma distinta, ya no era rojo, estaba desapareciendo el color, se
veían solo reflejos, al mirar, estaba yo, Clara, no el hombre que había visto hace
unas horas. se me empezó a remover todo el cuerpo, ¿qué me estaba pasando?
Noté una extraña sensación en el cuerpo hasta que perdí el conocimiento. Desperté
angustiada, con el corazón latiendo rápidamente, volvía a estar en mi cama, en mi
casa… Todo parecía ser un estupido sueño. Pero al mirar mi ropa, no era la misma
con la que me había acostado, no llevaba ese pijama recién estrenado.

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