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Actividad 2.

1
Seguridad nacional, seguridad
interior, orden público y
seguridad pública. Texto
retomado del IIDH
Es común que todavía en la actualidad se utilicen conceptos diferentes para
aludir, muchas veces, a un mismo objeto. Esto contribuye a generar una
mayor confusión respecto a las diferentes responsabilidades de las
instituciones públicas en las acciones dirigidas a la prevención y control de la
violencia y el delito.

Así, se utilizan, entre otros, los conceptos de seguridad nacional, seguridad


interior, orden público o seguridad pública, para hacer referencia a un mismo
campo de imputación de funciones estatales. La idea fuerza que tienen en
común todos estos conceptos es que el objetivo de las intervenciones contra
el delito y la violencia no es otro que la seguridad del propio Estado, la que se
logra generando las condiciones para el mantenimiento de determinado
orden político, jurídico económico o social. En otras palabras: desde que el
delito y la violencia interpersonal alteran ese “orden de lo público”, el
aparato estatal debe tener la capacidad operativa para suprimir esas
alteraciones, en aras de lo que se considera intereses superiores del mismo
Estado.

Sin embargo, en las últimas dos décadas, el desarrollo de las doctrinas


democráticas sobre seguridad, especialmente en América Latina a partir del
restablecimiento del Estado de Derecho superados los años de gobiernos
autoritarios y las dictaduras militares, permitió que se generaran los
contenidos del concepto de seguridad ciudadana. En esa dirección, la
doctrina especializada sostiene que el concepto de seguridad ciudadana
permite alcanzar un “(…) enfoque centrado en la construcción de mayores
niveles de ciudadanía democrática, con la persona humana como objetivo
central de las políticas, a diferencia de la seguridad del Estado o de
determinado orden político. (…) En los regímenes democráticos, el concepto
de seguridad frente a la amenaza de situaciones delictivas o violentas, se
asocia a la seguridad ciudadana y se utiliza en referencia a la seguridad
primordial de las personas y grupos sociales”.1

1Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Informe sobre seguridad ciudadana y


derechos humanos (OEA/Ser.L/V/II. Doc. 57. 31 diciembre 2009), párr. 21.
La expresión seguridad ciudadana no se refiere a la seguridad de las personas
que viven en ámbitos urbanos o que poseen los requisitos para ostentar la
ciudadanía política, sino a la idea de ciudadanía democrática, concebida
como la capacidad de ser sujeto de derechos.

En esa dirección, y frente a los paradigmas sustentados en la idea de


mantenimiento del orden jurídico y de la autoridad del Estado por sobre
todas las cosas, el nuevo modelo elaborado a partir del concepto de
seguridad ciudadana, tiene como objetivo “preservar derechos y libertades, a
la vez que se ofrece un servicio público a la ciudadanía, y cuya misión
fundamental sería la protección de la seguridad de los ciudadanos, todo ello
en procura de una mejor calidad de vida”2.

En suma: el concepto de seguridad ciudadana es humanocéntrico (la persona


es su fin último), porque tiene que ver con las obligaciones del Estado como
garante de los derechos de quienes se encuentran bajo su jurisdicción. Esta
aproximación es coherente con la doctrina clásica más prestigiosa en la
materia, que enseña que: “La teoría de los derechos fundamentales (...) es,
en realidad, la expresión doctrinaria de la contienda histórica que se ha
desarrollado entre los individuos y los grupos sociales frente al Estado”3.

2 Núñez, Gilda. “Política de seguridad ciudadana en Venezuela. Especial referencia al desarrollo jurídico-
penal”. En: Capítulo Criminológico Vol. 34, Nº 3, Julio-Septiembre 2006, pág. 344.
3 Barbagelata, Aníbal. Derechos fundamentales. Ed. Fundación de Cultura Universitaria, Montevideo

1973, Capítulo II, pág. 15 y ss.

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