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Semana 02 Seguridad Ciudadana

Introducción
La seguridad ciudadana es un concepto emergente que ha evolucionado desde la década de los ochenta y
particularmente en los noventa, por su entrecruzamiento con avances importantes en materia de inclusión de la doctrina de
los derechos humanos en el debate y en la agenda pública. Lo anteriormente explicitado ha significado que la seguridad
ciudadana exprese la transición desde una forma y visión reduccionista de la seguridad, que la subordina únicamente a la
respuesta policial y legal por parte del Estado y sus órganos (donde el referente más actual son, por ejemplo, riesgos globales
como el terrorismo y el narcotráfico, entre otros flagelos de la vida moderna), hacia un enfoque más amplio e integral
vinculado a la necesidad de abordar, controlar y superar los riesgos “cotidianos” que afectan a las personas.
En esencia, podría decirse que la seguridad ciudadana es un “bien”, una “aspiración”, una “condición” a alcanzar, en la
que el riesgo y la amenaza se reducen o, al menos, la contienen, y que no se concibe al margen de las condiciones de la
democracia y tampoco alejada de una gestión pública basada en la persona como principal beneficiario. El conjunto de ellas
conforma un discurso que, a su vez, es la concreción del marco ideológico-social en que surge y de donde se ha desarrollado.
Los diferentes contextos desde los cuales emergen el concepto “seguridad ciudadana” explican su valor y uso. Cada gobierno
ha determinado e implementado sus propias directrices que, no necesariamente se articulan con las anteriores puesto que en
términos de políticas públicas cada uno quiere imprimir su propio sello, no teniendo visión de visión de “Política de Estado”
Por último cabe señalar que la redacción de este documento fue en base a la recopilación de información de diversos autores
expertos den la materia, tales como Lucía Dammert, Santiago Escobar, Alejandro Álvarez, Juan Carlos Montero, entre otros.

Ideas fuerza
El concepto de seguridad de la nación surge estrechamente relacionado con la aparición del estado moderno y
articulado a los conceptos de Estado y Nación
La Seguridad Interior tenía como principal objetivo la defensa del modelo económico y del orden público estatal,
frente a las amenazas y enemigos internos.
La seguridad ciudadana comparte los principios bajo los cuales los Estados democráticos deben ejercer la seguridad
interior (orden público), pero su diferencia deriva en que los agentes involucrados son ahora también las personas, titulares de
deberes y derechos ciudadanos.
En Chile desde el retorno a la democracia se evolucionó parea reformar las instituciones y políticas públicas en
Seguridad Ciudadana donde la persona humana debe ser concebida de manera integral y en respeto a sus derechos.

2. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL CONCEPTO DE SEGURIDAD CIUDADANA


Desde la configuración moderna del Estado-nación, después del tratado de paz de Westfalia en el siglo XVII, la
seguridad en un sentido amplio se asoció a la necesidad de proteger a los Estados en su territorio, su soberanía y sus
habitantes, por ello se habla de la seguridad nacional y la seguridad del Estado.
Para darle validez al concepto de seguridad, se necesitaban de fuerzas armadas que protegieran al territorio, sobre
todo de invasiones externas que atentaran contra la soberanía, desde allí que la seguridad y el orden interno se sindicó como
competencia de los militares.
En este contexto, la seguridad externa constituye la primera y más antigua instancia que debió resguardar al Estado,
vinculándose a la defensa de la soberanía territorial de la nación de posibles fuentes de amenaza provenientes desde el
exterior. En esta esfera son las Fuerzas Armadas de un país las instituciones en que recae dicha responsabilidad (Leal, 2003).
En la segunda mitad del siglo XX gran parte de América latina vivió una etapa de doctrina de seguridad nacional enmarcada en
una macro teoría militar del Estado y del funcionamiento de la sociedad. Es así que la seguridad nacional y el orden público
hasta 1990 privilegia la defensa del sistema político institucional de amenazas internas y externas donde el ciudadano es un
elemento que debe subordinarse para este fin. Entendiendo a Latinoamérica presa de esta doctrina, asumida por estamentos
militares, viviendo en su mayoría dictaduras militares durante el período comprendido entre los años 1960 y 1990.
Se entiende entonces que la seguridad nacional y la seguridad del Estado son conceptos que prevalecieron en América
latina en gran parte del siglo XX, pero en una versión de lógica de la guerra fría de manera que sectores de la sociedad que se
oponían al status quo y deseaban transformarlo, la seguridad es sinónimo de represión contra las libertades y amenazas
contra los derechos humanos.
Ya con la llegada de las democracias, Latinoamérica, sobre todo después de los atentados a las torres gemelas, volvió a
nuevos enfoques integrales de la seguridad, en el marco de la conferencia de seguridad, los Estados Americanos aprobaron la
Declaración Especial, en la ciudad de México (2003) sobre seguridad en América; en la que se decía:
La seguridad en el hemisferio es de alcance multidimensional y que debe contribuir a la consolidación de la paz, al
desarrollo integral y la justicia social, basándose en valores democráticos, los derechos humanos, la solidaridad, la cooperación
y el respeto a la soberanía nacional
El concepto de seguridad de la nación es un término muy utilizado en la geopolítica de los diversos países y surge
estrechamente con la aparición del Estado moderno y articulado a los conceptos de Estado y Nación que en Latino América ha
evolucionado desde una visión distorsionada hasta una que aborde problemas estructurales que amanecen a las sociedades y
a los individuos y por tanto atentan contra la seguridad. El enfoque de seguridad ha evolucionado no solo en América latina
sino a nivel mundial esto en virtud de los cambios geopolíticos de los países y del orden mundial.

Pregunta de reflexión:
“¿Qué doctrina es asumida en la mayor parte de Latinoamérica como seguridad ciudadana durante el periodo comprendido
entre los años 1960 y 1990?

En síntesis, por mucho tiempo la Seguridad de la Nación, Seguridad Nacional, Seguridad de Estado, o simplemente
Seguridad Exterior, alude entonces al objetivo central de resguardar la soberanía nacional, frente a amenazas o enemigos
externos, a través de las Fuerzas Armadas, sin embargo, en los últimos años debido a factores sociales e internacionales los
estados han Formulado nuevos conceptos de seguridad (Álvarez et all,, 2008)

2.2. El orden público, la seguridad pública y seguridad interior


La seguridad interna, es entendida como el mantenimiento del orden público e imperio de la ley dentro del territorio
de un Estado nación, en el que su cumplimiento dentro de la mayor parte de los regímenes democráticos está consagrado a
las fuerzas policiales (Mohor y Polo, 2013).
Durante los regímenes militares de la segunda mitad del siglo XX en América Latina la seguridad adoptó un significado
bastante amplio en el cono sur, confundiéndose con el concepto de defensa. Es decir, el concepto de seguridad obedecía a
requerimientos de un Estado autoritario y a la protección de una institucionalidad que garantizaba su existencia, donde los
valores centrales, eran el orden y disciplina social orientados a garantizar la seguridad interior. Para esta doctrina, la seguridad
se basaba en la construcción de un enemigo interno. Bajo este precepto no son las policías quienes ejercen el imperio de la ley
sino hay un hay un cambio en post de una confusión, ya que la defensa ya que las Fuerzas Armadas, tienen el monopolio del
uso de las armas, mezclan sus deberes pasando estos últimos a ser un instrumento de aquel fin llamado seguridad nacional. Es
en este contexto, según Montero, (2013), que la Seguridad Interior bajo este tipo de regímenes tenía como principal objetivo
la defensa del modelo económico y del orden público estatal, frente a las amenazas y enemigos internos.
El concepto de orden público ha ido modificándose a lo largo del tiempo. Originariamente, este es el que emana del
artículo 9 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 que dice: “Nadie puede ser inquietado por
sus opiniones, incluso las religiosas, siempre y cuando su manifestación no altere el orden público establecido por la ley”. Este
artículo, tiene que ser interpretado y puesto en relación con el numeral 4 de la misma declaración dice que: “La libertad
consiste en poder hacer todo lo que no sea perjudicial al otro”. Así, el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no
tiene otro límite que aquellos que aseguren a los otros miembros de la sociedad el disfrute de estos mismos derechos; estos
límites sólo pueden estar determinados por la ley.
El concepto de orden público, sinónimo de garantía y límite de la libertad evolucionará hacia el de seguridad
ciudadana (originado en la doctrina de la “nueva prevención”) mucho más amplio, y que incorpora los valores del Estado social
y democrático de Derecho.
Claro está, que la seguridad nacional, hoy en día, no puede ser concebida como la respuesta a una constante amenaza,
es necesario orientarla hacia una condición, un estado de cosas, más que hacia un fin. Esto significa que la seguridad debe
abarcar un todo y por lo tanto debe ser concebida en el ámbito de lo político, ya que de ella se desprenden las instancias para
asegurar la estabilidad interior, lo que implica englobar lo social, lo económico y lo político (Guillén, 2015).
El orden político se caracteriza por la aspiración democrática, el desarrollo social y los derechos de las personas. La
institucionalidad de la seguridad y las formas de materializarla se resuelven en el marco del Estado democrático de derecho.
Surge entonces la búsqueda por reformar las instituciones y políticas de seguridad pública buscando un modelo de seguridad
ciudadana democrática.
Lo anterior debiera significar una reformulación en términos tales que la seguridad ciudadana se entienda como la
seguridad de todas las personas y que esto implica, por tanto, el desarrollo de condiciones que permitan la regulación
eficiente de la violencia, individual o social, incluyendo la regulación de la violencia de las propias instituciones del orden
público. Por tanto, el objeto de la seguridad ya no es el Estado, sino la persona humana concebida de manera integral, en
oposición a la visión dominante que existía sobre la seguridad, fuertemente anclada en la noción de seguridad nacional y
orden público.
La “doctrina de la seguridad ciudadana” actual, en esencia destaca el carácter de bien público de la seguridad y que en
democracia la seguridad no puede ser entendida como un fin en sí mismo, sino como una garantía para el ejercicio de los
derechos y el logro del bien común. Este enfoque implica el respeto incondicional de las libertades económicas, políticas y
sociales. Por ello es relevante que las estrategias y actuaciones de las instituciones públicas se sustenten en el marco de un
Estado de Derecho.
Efectivamente, la seguridad ciudadana comparte los principios bajo los cuales los Estados democráticos deben ejercer
la seguridad interior (orden público), pero su diferencia deriva en que los agentes involucrados son ahora también las
personas, titulares de deberes y derechos ciudadanos De allí que se entienda que para la consecución de la seguridad
ciudadana se requiera de responsabilidad tanto del Estado y de sus diversos organismos como de la ciudadanía en general: “La
seguridad es tarea de todos”. La seguridad ciudadana puede ejercerse entonces en diversos niveles: nacional, regional, local,
vecinal, etc., puesto que no dice relación con una diferenciación o escala territorial ni con límites espaciales determinados,
sino fundamentalmente con las formas de incorporación de las personas, las organizaciones o comunidades de manera activa
en diversas modalidades de participación ciudadana para la prevención frente a los peligros que los afecten, (Cossio, Cordero,
Delgado y Merino, 2014).
De esta manera la seguridad la entendemos como una relación desde lo micro a lo macro:

En las políticas públicas se asocia la seguridad ciudadana o seguridad pública a


la inseguridad ciudadana en un sentido reduccionista vinculándolo a la
delincuencia y el temor que esta genera hacia las personas y sus bienes debido la
actividad delictiva. Si bien es claro existen ciertos fenómenos propios de la
sociedad moderna como la concentración urbana, marginalidad debilitación de
valores de convivencia, etc., que afectan la seguridad ciudadana y los derechos de
las personas, son los Estados los llamados a garantizar una política de seguridad
ciudadana que involucre elementos esenciales para el desarrollo de la sociedad
que consoliden la democracia y no afecten los niveles de vida de la población e
impidan a vigencia plena de los derechos humanos y garantías de las personas
(Montrouis,1995)
En síntesis, el término “seguridad ciudadana” se ha vuelto un sinónimo de
prevención y control del crimen, reduciendo su campo semántico a la seguridad
pública afectada por la delincuencia y el ejercicio de una política criminal
ineficiente. Lo anterior se debe al hecho de que el crimen y la violencia en América Latina han emergido y “copado” el debate
público, constituyéndose en desafíos complejos para los gobiernos de los países en vías de desarrollo.
La seguridad ciudadana, supone que las personas, individual y colectivamente, se encuentran en situación de convivir
disponiendo de la protección necesaria que les permita superar los peligros propios del entorno social. Este deber de
protección corresponde al Estado, actuando con pleno respeto de los derechos y garantías que el sistema político mismo
reconoce a las personas, y se relaciona con la calidad de vida, la persona debe ser el centro de la acción del Estado y sus
órganos y su seguridad está vinculada con los factores de riesgo para la vida, la integridad física y los bienes, además con el
ejercicio de sus derechos y libertades económicas, civiles, políticas, sociales y culturales.
La seguridad ciudadana también debe ser entendida como un bien público y como el resultado de la acción de
distintos órganos del Estado y de los diversos sectores de la sociedad, en el marco de una política pública que incluya la
participación ciudadana. Por lo tanto, es necesario que aborde la prevención, las acciones en el ámbito administrativo local,
policial, legal, social y económico de forma integral, considerando la violencia y la delincuencia como un fenómeno
multidimensional: psicosocial, político y cultural.
Y como bien público las políticas de seguridad deben ser coherente con medidas consistentes y adecuadas a la
exigencia de administrar los recursos eficiente y eficazmente. Las acciones deben ser sistemáticas, es decir permanentes y a su
vez estar sujetas a un seguimiento y evaluación constante por parte de los organismos gubernamentales y de la comunidad.
Por último, la mayoría de la doctrina como también la política pública analiza el tema utilizando el término inseguridad
ciudadana, considerando que la palabra seguridad se presta para diversas interpretaciones y que resulta difícil definirla dadas
las diversas connotaciones que encierra. Así, se entiende que la inseguridad de los habitantes está sometida a una doble
dimensión: la objetiva, que se refiere a las acciones delictivas y los hechos de violencia conocidos y, la subjetiva, expresada en
la vivencias y sentimientos personales, que posee un peso significativo en la configuración del fenómeno perceptivo y de su
representación social.
2.3. Historia de las iniciativas de Seguridad Pública en Chile
En nuestro país ha existido una preocupación por la seguridad ciudadana al igual que el resto de América Latina, esto
con el término de los regímenes autoritarios y los inicios de los Estados democráticos. Chile figura como uno de los países más
seguros, estando cercano a cifras europeas en cuanto a criminalidad (Dammert, 2007), pero esto no es acorde con la
percepción de inseguridad a ser víctima de delitos violentos. A su vez la temática está constantemente en el debate público a
raíz del aumento de los delitos denunciados y de sensacionalismo de los medios de comunicación tradicional. Al inicio de la
democracia los esfuerzos del gobierno se encausaron en el fortalecimiento de la institucionalidad y el posicionamiento del
ministerio del interior, así nace el CONACE (Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes), y la Dirección de Seguridad
Pública e informaciones (Fernández, 2014). También se genera un Plan Nacional de Seguridad Ciudadana, no promulgado
oficialmente, pero que establecía medidas tendientes a mejorar la gestión de las policías y la coordinación institucional. Así
también, comienzan a implementarse iniciativas locales que otorgan un rol a la ciudadanía, como el programa de seguridad
vecinal y los comités de seguridad vecinal.

Evolución de la Seguridad Ciudadana en Chile 1990-1994

Entendemos que las acciones del gobierno que


comprende de 1990 a 1994 y el que le va a suceder, a cargo
del presidente Eduardo Frei, se van a concentrar
principalmente en tres temas: la labor policial, los esfuerzos
por configurar un soporte institucional en el aparato del
Estado que se encargue del tema y el incipiente desarrollo de
iniciativas con participación vecinal.
La preocupación por una institucionalidad al interior
del Estado que asumiera el liderazgo en el desarrollo de una
política de seguridad adquiere su mayor nivel de concreción
en el período de Ricardo Lagos, creándose la División de
Seguridad Ciudadana (DSC) en el año 2000, como eje
articulador de los distintos actores gubernamentales,
civiles, policías, públicos y privados involucrados en el diseño,
elaboración e implementación de medidas para la prevención
y control de la delincuencia. Al alero de la División de
Seguridad Ciudadana comienza a desarrollarse la intervención
local en el tema, a través de los programas como: “Comuna
Segura – Compromiso 100” y “Barrio Seguro”, lo cuales se
erigirán cómo la apuesta de gobierno en prevención y control del delito focalizada en ciertos territorios y barrios más críticos.

Primera Política de Seguridad Ciudadana


Hasta el año 2003, el Estado no había logrado consolidar una dirección clara y consistente en el abordaje de la
seguridad y lo que se detectaba más bien eran proyectos pilotos y paquetes de acciones y medidas (sectoriales) sin una
articulación evidente y/o norte común. En atención a ello, ese mismo año, la División de Seguridad inicia el proceso de
formulación de una política de Estado, convocando a una serie de actores del mundo académico de distintos sectores ligados
al desarrollo de la temática y a través de la cual se busca explicitar los principios orientadores de las diversas iniciativas
gubernamentales, así como los desafíos de mediano y largo plazo en la temática. No obstante, lo anterior, la Política Nacional
de Seguridad Ciudadana del año 2004 no estableció una orientación clara que, en términos operativos, permitiese derivar la
implementación de una agenda y/o medidas concretas en materias de seguridad. Este tema será retomado entonces en el
gobierno que le sucede, a partir de la Estrategia Nacional de Seguridad Pública.
Probablemente, a partir de una cierta madurez política en el tema, y de la creciente discusión acerca de la necesidad
de “institucionalizar” a la seguridad ciudadana, en el sentido de dotarnos de una institucionalidad especializada en la materia,
nuestro país arriba a fines del año 2006 al concepto de Seguridad Pública.

Estrategia Nacional de Seguridad Pública


A fines del año 2006, surge en Chile la Estrategia Nacional de Seguridad Pública (ENSP), cambiando el concepto de
Seguridad Ciudadana, hasta ese entonces vigente en el discurso político e institucional, al de “Seguridad Pública”, en el cual el
acento parece estar puesto en la capacidad del Estado para proteger y garantizar el derecho a la seguridad.
La Estrategia Nacional de Seguridad Pública pretende poner al Estado y sus instituciones al servicio de los ciudadanos., o sea,
“La seguridad es un derecho y es el Estado el llamado a garantizarla”. Entonces, la Estrategia Nacional de Seguridad Pública
surge como una forma de materializar lineamientos de acción planteados en la Política de Seguridad Ciudadana redactada el
año 2004 ya mencionada para lo cual propone seis áreas o dimensiones de acción: Institucionalidad, Información, Prevención,
Control y Sanción, Rehabilitación y Asistencia a víctimas. Tal como lo menciona el documento Estrategia Nacional de Seguridad
Pública, el objetivo tras la intervención en estas áreas es “enfrentar el fenómeno delictual de manera integral y coordinada en
el sector público” sobre la base de 6 principios motores identificados: Integralidad, Focalización, Coordinación, Territorialidad,
Participación Ciudadana y Seguimiento y Evaluación.
Si realizamos una lectura del conjunto de principios motores, podemos concluir que se intenta configurar una política
poniendo énfasis en la integralidad de la misma, intentando abordar el problema desde una visión que reúna principios
interconectados entre sí y que mutuamente se potencian. En paralelo, mantiene el enfoque de focalización que subraya la
necesidad de racionalizar los recursos priorizando a quienes resulten con mayores necesidades más inmediatas. Al mismo
tiempo, se aboga por la coordinación conjunta, interdisciplinaria e interinstitucional y entre actores diferentes, abriendo el
horizonte hacia una política articulada y no jerárquicamente centralizada. Lo mismo resulta del principio de la territorialidad,
que básicamente apunta hacia la necesidad de descentralización, el cual es seguido por el principio de participación,
conectando lo anterior a la necesidad de redefinir una política bajo un enfoque que también considere a las bases para la
coordinación de la política. Por su parte, al tener seguimiento y evaluación, incorpora, además, un conjunto de principios con
una mirada de política no sólo desde el diseño o la implementación, sino que se haga cargo de los resultados y de la
posibilidad incremental que se sabe al conocer los logros, desajustes e incumplimientos de objetivos, así como las razones que
explican las brechas entre los resultados observados y esperados para su mejoramiento.
El espíritu y acento de la Estrategia está puesto, en gran medida, en la coordinación intersectorial. Para ello, se anuncia
la creación de una instancia expresada en el Consejo Nacional de Seguridad Pública, liderada por el Ministerio del Interior y
donde participan las distintas reparticiones públicas vinculadas a la seguridad. Al mismo tiempo, se forma a nivel central en
dicho ministerio, la Unidad de Coordinación Intersectorial que reúne a sectorialistas de Vivienda, Salud, Justicia, Trabajo y
Educación y que serán los interlocutores encargados de llevar la relación con tales sectores. De esta forma, se posiciona el
tema de la coordinación como un elemento central, asumiendo la complejidad que supone el desarrollo de estrategias de
intervención en la problemática y la necesidad de llevar a cabo acciones en sintonía y con un norte común.

Plan Chile Seguro


En línea con los programas y planes de gobierno en temas de seguridad, en el año 2010 el gobierno de Sebastián
Piñera presentó el Plan de Seguridad Pública Chile Seguro, el cual promovía cinco áreas de intervención y ejes temáticos
basados en un diagnóstico previo el que involucró estudios realizados por ENUSC, Fundación Paz Ciudadana y los datos del
Ministerio del Interior (que involucra a Carabineros y PDI) basándose esencialmente en los índices de victimización de los
hogares chilenos, donde se concluyó lo siguiente:

Chile no sufre de un problema generalizado de violencia o de inseguridad grave como otros países de la región o del
mundo. El problema delictivo chileno se caracteriza, en cambio, por una alta frecuencia de delitos contra la propiedad, tanto
en hogares como en establecimientos comerciales, y por la existencia de barrios urbanos críticos en los cuales se ha instalado
el narcotráfico. Tanto en estos lugares, como en el resto del país, los efectos de la delincuencia son más graves en las personas
de bajos ingresos (Chile Seguro, 2010).

Cabe mencionar, que, en el año 2011, se promulgó la Ley 20.502, que crea el Ministerio del Interior y Seguridad
Pública. Con esta creación se llevaron a cabo una serie de modificaciones que, en líneas generales, dotaron al país de una
institucionalidad fortalecida a cargo de la seguridad pública y ciudadana. Los esfuerzos para articular la política pública dejaron
de depender de una División (de seguridad ciudadana), adquiriendo un rango ministerial, situando las problemáticas de
seguridad pública y ciudadana en un rango de relevancia mayor, acorde con diversos estudios de opinión, que venían
ratificando continuamente, la importancia que representaba la delincuencia y la inseguridad para la sociedad chilena.
Evolución de la política Nacional de Seguridad Ciudadana en Chile 2004-2014

La Ley 20.502, constituyó un hito trascendental para optimizar el funcionamiento de los actores del sistema de
seguridad y justicia, pues configuró un esquema de trabajo de mayor coherencia e interrelación. En efecto, se instituyó el
Consejo Nacional de Seguridad Pública, instancia en la que se reúnen las principales autoridades del sector de seguridad y
justicia, con el fin de aunar criterios y establecer objetivos comunes.

Política Seguridad para todos 2016


Siguiendo la línea de los hitos en materia de seguridad pública y ciudadana, en el año 2016, se promulgó la Ley 20.965,
que dio origen, de manera legal, a los Consejos y Planes Comunales de Seguridad Pública en virtud de la política denominada
“Seguridad para Todos” de la presidenta Michelle Bachelet dando paso a la gran importancia para establecer las problemáticas
delictuales a nivel local. En este sentido, el rol de los municipios en la seguridad pública y ciudadana se incrementó, pues el
alcalde de cada comuna asumió la responsabilidad principal de diseñar un plan, previo diagnóstico y en coordinación con los
actores del sistema de persecución penal, para enfrentar la delincuencia, además de liderar estos Consejos Comunales de
Seguridad Pública, dando pie a integrar a actores locales, como organizaciones sociales, comités y la sociedad civil en general
en la toma de decisiones con respecto a la prevención y seguridad.
Los planes Comunal de Seguridad Pública responden al diseño metodológico central de esta política de gobierno, para ello una
de las principales herramientas que se consideró dentro del apoyo a la gestión y se puso a disposición los municipios es Fondo
Nacional de Seguridad Pública destinado a las comunas que no cuenten con inversiones focalizadas del Plan Comunal de
Seguridad Pública y a las organizaciones de la sociedad civil que se interesen en desarrollar iniciativas en el ámbito territorial.
La política Seguridad para todos es una estrategia que tiene la necesidad de un círculo virtuoso conformado por el
actuar de las policías, hasta cierto ámbito de actuación, acciones de prevención, acciones de control sanción y regulación, y
también se busca relacionar estos con algún espacio medular que las reúna, fortaleciendo lo local (municipios) en la mejora de
las condiciones de seguridad.
Acorde al siguiente diagrama:
Lineamientos segundo mandato presidencial S. Piñera: 2018 - 2022
Bajo el segundo mandato del presidente Sebastián Piñera en el
2018 llamó a un acuerdo Nacional por la Seguridad Ciudadana,
constituyéndose una mesa de trabajo entregada por diversos actores
políticos incluyendo a los alcaldes y también al mundo civil y
académico, quienes presentaron un conjunto de propuestas de
abordarían esta temática de manera integral. En este acuerdo se
constataron 150 propuestas concernientes a la seguridad pública.
(Ministerio del Interior, 2018)
Algunos de los avances más destacados de Acuerdo Nacional son:

1. Denuncia de conductas indebidas y Transparencia Normativa


Interna: conformándose una nueva plataforma denominada
“Comisaría Virtual” para Carabineros de Chile, y “PDI Virtual”, para
Policía de Investigaciones de Chile. Su objetivo fue optimizar los
procesos dentro de las instituciones policiales, en la que el ciudadano
pueda interponer sus denuncias o reclamos bajo una vía moderna.
En el contexto de la pandemia COVID- 19 la plataforma de carabineros fue utilizada como mecanismos de control ciudadano,
ya que bajo ella se generaban los permisos correspondientes a través de diversos filtros, para el desplazamiento de las
personas dentro del territorio.
2. Transparencia policial: Con el fin de entregar una mayor transparencia a la ciudadanía se incorpora la visualización
de más de mil órdenes generales, las que permiten conocer sobre la normativa interna de las instituciones policiales.
3. Proyecto de ley de especialización preferente de las fuerzas de orden y seguridad pública: Se ingresó el 12 junio del
año 2019 un proyecto de ley del Ejecutivo que tiene por objeto propender a la especialización de nuestras policías, de forma
tal que Carabineros de Chile realice funciones preferentemente preventivas, así como la Policía de Investigaciones, aquellas
investigativas.
4. Proyecto de ley que moderniza la gestión institucional y fortalece la probidad y la transparencia en las Fuerzas de
Orden y Seguridad Pública: el proyecto busca que la gestión policial a nivel financiero, administrativo y operativo de ambas
policías conste en planes, informes, publicaciones y otros medios que le permitan tener acceso, según corresponda, a
autoridades civiles, de Carabineros y a la ciudadanía.
5. Proyecto de ley relativo a la entrega voluntaria, regularización y amnistías de armas de fuego.
6. Proyecto de ley de modernización del Sistema de Inteligencia del Estado.
7. Proyecto de ley que fortalece el control de identidad.

Plan Calle Segura 2019.


Uno de los objetivos centrales de la gestión de gobierno para este período presidencial (2018-2022) es la seguridad
ciudadana y acorde a ello se determina la creación del plan calle segura. Este se sustenta en tres pilares fundamentales:
Modernización de las Policías, Proyectos de Ley en Seguridad Pública y Tecnología al servicio de la comunidad.

Pilares Fundamentales
Modernización de las Policías • Gestión, control civil, D.D.H.H. y transparencia
• Especialización, estandarización y coordinación de las policías
• Modernización de las plantas, carrera y formación de nuestras instituciones policiales
• Flexibilidad de plantas de la Policía de Investigaciones de Chile
• Acceso a la información de las plantas y dotaciones de las policías
• Integración tecnológica en las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública
• Medidas administrativas
• Derechos Humanos
Proyectos de Ley en Seguridad • Ley Anti Portonazos
Pública • Ley anti saqueos y anti barricadas
• Sistema Táctico de Operación Policial (STOP)
• Política de Control de Armas
• Modificación a la Ley de Control de Armas
• Responsabilidad Penal Adolescente
• Ley Antiterrorista
• Amedrentamiento ciudadano y fuegos artificiales
• Modificación de Ley nº 20.000
• Fortalece la protección de las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública y de Gendarmería de Chile
• Control de identidad preventivo
• Fortalecimiento rol municipal
• Carreras clandestinas de vehículos
• Asociaciones ilícitas
• Aumento de sanciones por uso de menores de edad en delitos
• Modifica el delito de usurpación
• Endurecimiento del combate al contrabando de tabaco y sus derivados
• Cierre de calles y pasajes
Tecnología al servicio de la Cámaras
comunidad. Drones
Pórticos con lectores de patentes para la detección de vehículos robados
Canales de denuncia modernos,
Comisaría Virtual
API (Application Programming Interface)
Vehículos Robados 44 3.3.6
Patrullaje aéreo 45 3.3.7 Protocolos de funerales de alto riesgo
El Plan Calle Segura se establece como un sistema integral de acción del Estado para la seguridad pública, con la finalidad de
perfeccionar las políticas en este ámbito y orientarlas en pos del mejoramiento de la calidad de vida de las personas. Se fijan
metas como la disminución de la victimización y los canales de denuncia electrónica, este último enmarcado en la
modernización del Estado y transformación digital la cual busca acercar los tramites a la ciudadanía de manera simple y rápida.
Estos objetivos a su vez requirieron de un componente fundamental para el plan, el diseño e implementación de un
Plan de Modernización y Fortalecimiento de las Policías, de modo que éstas se adecúen a las necesidades del Chile de hoy y
logren una mayor eficacia en su accionar, ello, de la mano de profundos cambios en sus modelos de gestión administrativa,
financiera y operativa, especialización preferente de sus funciones, y el mejoramiento de la estructura de carrera profesional y
de su formación. Esta modernización, que incluye la incorporación de altos estándares de transparencia de cara a la
ciudadanía y de control de las policías por parte de la autoridad civil, labor que ya había comenzado su diagnóstico y desarrollo
en el acuerdo Nacional por la Seguridad Ciudadana (Ministerio del Interior, 2020)

Metas plan Calle Segura


A ello, se suma el desafío de la Reforma del Sistema de Seguridad Pública, en
particular, de Carabineros. Luego de los hechos ocurridos con posterioridad al 18
de octubre de 2019, diversas instancias como el Consejo Para la Reforma de
Carabineros y el informe emitido por la Comisión de Seguridad Ciudadana del
Senado, hicieron necesario avanzar desde la modernización hacia la reforma.
Dicha reforma continua este esfuerzo modernizador, pero focaliza la urgencia en
el control del orden público con pleno respeto a los derechos de las personas,
reforma aún en construcción.

Pregunta de reflexión:
¿Cuáles son las diferencias sustanciales entre la política de seguridad ciudadana
del año 2004 y el Plan Calle Segura del año 2018?

Conclusiones
Durante esta semana, se abordó la evolución del concepto de Seguridad Ciudadana, desde una perspectiva histórico-
sociológica.
Se entiende que la seguridad ciudadana no es un concepto simple, que a lo largo de la historia ha estado en constante
construcción. En un principio se instaló como un concepto en el marco de la defensa ante los riesgos externos para
posteriormente centrarse en las violencias acaecidas al interior del territorio (nación), en el cual el Estado era el principal
agente normalizador.
Desde el retorno a la democracia, en los años noventa la seguridad ciudadana sufrió una transformación en su
conceptualización, la macro teoría militar del Estado dejó de estar presente con el término de la dictadura militar.
Los diferentes gobiernos que han sucedido desde 1990 hasta la fecha, han hecho diferentes esfuerzos por fortalecer
las instituciones, además de crear una política pública tendiente al manejo y control de los hechos delictuales, cada uno con su
sello particular y característico.
En 1990 Patricio Aylwin, dio los primeros cimientos para la institucionalidad del ministerio del interior.
Ya en el 2014 bajo segundo mandato de Michelle Bachelet se crea una política integral en la que se entrega mayor importancia
a la prevención del delito, lo que significa una fuerte participación de los actores locales, los que son fundamentales y pasan a
constituir los consejos comunales quienes crearán los planes de seguridad pública.
En el segundo mandato de Sebastián Piñera se dimensiona la seguridad ciudadana desde una perspectiva de sanción
del delito, estas medidas se direccionan desde la perspectiva de la inseguridad y lo punitivo, no desde lo preventivo.
A las puertas de un nuevo cambio de Gobierno1 no hay certeza de cuál será el escenario de cómo se enfrentará la
seguridad ciudadana hacia el futuro, lo que viene a reafirmar que la seguridad ciudadana no ha podido ser abordada como una
Política de Estado integral, sino que esta queda sujeta a los gobiernos de turno.

1 Enero 2022

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