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ASUNTO: ECLESIOLOGÍA NEUMATOLÓGICA

PROPÓSITO: DIDÁCTICO
TEMA: LOS PRECEPTOS BÍBLICOS DEL DESARROLLO DE LA IGLESIA EN
UN MUNDO CAIDO

ESPIRITU SANTO, IGLESIA Y AVIVAMIENTO:


LOS PRECEPTOS BÍBLICOS DEL DESARROLLO DE LA IGLESIA EN UN
MUNDO CAIDO
INTRODUCCIÓN:
Generalmente, cuando se habla de avivamiento en estos días, muchas
personas rápidamente piensan, en los medios evangélicos, en gente gritando,
llorando, riendo, etc. Pero, el avivamiento bíblico, que pudiéramos decir que es el
más importante de todos, no se identifica como un avivamiento ni como un
despertar en sí. Se le han llamado avivamientos a sucesos históricos donde la
iglesia recapacita sobre su situación, manifiesta congoja y procede a un ajuste en
su caminar con el fin de mantenerse sobre la línea bíblica establecida. Pero, ¿por
qué no se le puede considerar un aviamiento a lo registrado a partir de Hechos 2?
La razón es porque en realidad la idea de un avivamiento o despertar es
simplemente la concepción extra bíblica del reconocimiento del creyente que se ha
desviado de su caminar, mismo que ha sido marcado desde Hechos 2. Es decir, lo
de Hechos 2 en adelante, no es un despertar, es el nacimiento y fundación de la
iglesia de Cristo, tal cual esta ha de haber sido siempre, y que en el devenir de los
tiempos tiene momentos de alejamiento del camino que debe seguir. Si bien es
cierto, lo que ocurre en el libro de los Hechos, a partir del capítulo 2 fue un fuerte
movimiento religioso completamente nuevo, no puede considerarse avivamiento
porque en realidad no se trataba de un despertar dentro de una religión que se
había apagado, era el surgimiento de un nuevo camino, una fe completamente
nueva que había sido el fruto de la enseñanza de un extraordinario hombre, quien
también era Dios. Por consiguiente, lo ocurrido posteriormente, en momentos
críticos del cristianismo en su línea histórica, donde se había perdido el curso
totalmente, donde la fe se había contaminado con el mundo y sus pasiones,
cuando los creyentes habían perdido el rumbo marcado por el Señor y se
volvieron por alguna obra divina hacia el determinado designio divino, a eso se le
puede llamar despertar o avivamiento. Ahora bien, en Hechos encontramos la
clave esencial para que la iglesia no experimente avivamientos, porque la iglesia
no debe experimentar avivamientos, aunque esto suene mal, si la iglesia
experimenta avivamientos es porque a experimentado valles de oscuridad, es
porque se ha adormecido por la tentación del mundo. La iglesia no debe
experimentar avivamiento porque debe permanecer viva, no debe morir ocasional
mente para luego volver a vivir. Debe estar viva siempre porque es el Espíritu de
Vida quien la debe sustentar siempre. Sin embargo, la realidad histórica de la
iglesia ha sido esos despertares que, para nada son emocionales de forma
totalitaria, en realidad tiene un tinte más cognitivo que emotivo, cognitivo que
empujó a los precursores a un compungimiento emocional, ciertamente, porque se
dieron cuenta del problema. Por lo cual, se hace necesario ver la vida de la iglesia
como tal, dentro del marco de su nacimiento.
I. La persecución (Hechos 4:23-31)
El libro de los Hechos, según algunos especialistas, cuenta la historia por ciclos,
el primer ciclo es el cristianismo en Jerusalén, el segundo ciclo es Judea, el tercer
ciclo es Samaria y por último lo último de la tierra, pero esta ultima parte no
aparece en realidad porque es indefinida, termina con Pablo llegando a Roma y de
ahí es partir hacia lo ultimo de la tierra. Pero en los primeros ciclos, el cristianismo
se esparce por causa de la persecución. La persecución fue, en parte, un fuerte
precursor de la evangelización, dado que generaba migración en masa de
creyentes que, a donde llegaban predicaban de Cristo. De hecho, cuando Pedro y
Juan fueron sueltos, luego de haber sanado al cojo frente al templo y ser
acusados ante el concilio de ancianos, hacen esta oración: “tú, Padre nuestro,
por medio del Espíritu Santo dijiste en labios de tu siervo David: ¿Por qué se
amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Los reyes de la
tierra se reunieron, y los príncipes se confabularon, contra el Señor, y contra
su Cristo. Es un hecho que Herodes y Poncio Pilato, junto con los no judíos
y el pueblo de Israel, se reunieron en esta ciudad en contra de tu santo Hijo y
ungido, Jesús, para hacer todo lo que, por tu poder y voluntad, ya habías
determinado que sucediera. Ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a
estos siervos tuyos proclamar tu palabra sin ningún temor. Extiende también
tu mano, y permite que se hagan sanidades y señales y prodigios en el
nombre de tu santo Hijo Jesús.» Cuando terminaron de orar, el lugar donde
estaban congregados se sacudió, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y
proclamaban la palabra de Dios sin ningún temor.” (Hechos 4:25-31) Toda la
oración es importante, pero el versículo que es sumamente impresionante es el
29: “Ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a estos siervos tuyos
proclamar tu palabra sin ningún temor.” Lo cual indica que no pedían no ser
perseguidos, pedían valor y constancia para proclamar la palabra con autoridad
aunque eso les implicara la muerte. Dze forma más práctica podemos ver este
efecto en el versículo 4 del capitulo 8 de Hechos: “Mientras tanto, los que se
habían dispersado iban por todas partes anunciando el evangelio.” La
persecución, a causa de la movilización masiva que provocaba, abría el escenario
para la evangelización. Sin embargo, es claro que los cristianos de aquel
entonces, bajo la presión externa de la persecución y rechazo hacia una “nueva
fe”, o como le llamaban ellos “un nuevo camino”, resultó favorable en muchos
sentidos. De hecho, la persecución, en los momentos más críticos de la fe
cristiana, siempre ha aparecido y también servido de un modo indirecto para la
expansión del mismo. No se pretende indicar que la persecución origina un
despertar en la fe, el despertar de los cristianos, cuando se vuelve a la verdad
bíblica, generará persecución. Cuando la iglesia se parece al mundo, cuando la
iglesia abandona la verdad bíblica y cuando la iglesia es hereje, no hay
persecución, agrada, cae bien y es hasta simpática con el mundo porque coquetea
con el pecado constantemente. Si consideramos que lo que documenta Hechos no
es un avivamiento sino el nacimiento de la fe, podemos apreciar que los que
llegaba por causa de la predicación a diferentes lugares, aunque huían por la fe,
no negaban la fe donde llegaba, tampoco se adaptaban a aquella cultura,
provocaban seguir siendo perseguidos, o comunicar la fe a aquel lugar para que
Dios los salvara. La predicación del evangelio, movida por la Persona del Espíritu
Santo, no es en sí un avivamiento, es la normalidad bíblica de la fe. El libro de los
Hechos, no nos habla de los hechos de los creyentes o de la Iglesia, sino los
Hechos que resultaron como producto de la actividad del Espíritu Santo sobre las
personas, por lo tanto, la persecución por dura que esta sea, será un resultado de
la predicación leal del evangelio. No será la causa por la que la iglesia despierte,
porque debe ser la causa del despertar real de la iglesia.

II. Las señales (Hechos 5:12-16)


Es importante aclarar que aquí señales no deben de verse como la
obligatoriedad de milagros como, resurrección de muertos, sanidades o cosas por
el estilo. Estigmatizar las señales divinas en cierto grupo de milagro, porque
textualmente así aparecen aquí, es un error, es probable que Dios haga algún tipo
de señal que no tenga que ver con lo descrito ni en los evangelios ni en el libro de
los hechos. Esta aclaración indica, no el hecho de que Dios no haga un milagro,
una sanidad, etc. Sino que no se puede encerrar en eso solamente, sino en todo
lo que pueda atribuirse a una acción divina fuera de las capacidades humanas.
Tampoco es una obligatoriedad que deba exigirse a Dios, sino que es
simplemente la misericordia divina haciéndose palpable a la realidad humana. Se
hace importante aclarar todo esto, porque las señales no son el resultado de algún
esfuerzo humano, sino que forman parte de la gracia divina, es Dios siendo bueno
y mostrando su bondad. De hecho, eso es lo que apreciamos en el capitulo 5 de
hechos: “Dios hacía muchas señales y prodigios entre el pueblo por medio
de los apóstoles, y todos ellos se reunían sin falta en el pórtico de Salomón.
Ninguno del pueblo se atrevía a juntarse con ellos, aunque el pueblo los
elogiaba mucho. Los hombres y mujeres que creían en el Señor iban
aumentando en número, y en sus camas y lechos sacaban a los enfermos a
la calle, para que al pasar Pedro por lo menos su sombra cayera sobre
alguno de ellos. Aun de las ciudades vecinas venían muchos a Jerusalén, y
traían a sus enfermos y a los atormentados por espíritus inmundos, y todos
eran sanados.” (Hechos 5:12-16) Ante lo registrado en el libro de los hechos,
habiendo establecido la aclaración previa, puede observarse que el pasaje indica
que Dios hacía muchas señales prodigios, versiones como la RVR lo indica
afirmando que por vía de los apóstoles, indicando que las señales no se
originaban en los apóstoles sino en una fuerza sobrenatural divina. Las señales
que aquí se comentan, refuerzan la idea que los evangelios presentan del reino de
Dios manifestado, como una pequeña prueba. Por lo tanto, la idea de señal, no
tiene aquí el designio de afirmar que deben ocurrir este tipo de cosas
necesariamente, deben existir indicativos claros de que Dios está obrando, por
medio de quienes le sirven fielmente, indicadores claros y concretos de su
actividad divina en medio de la corrupción del mundo. Es imprescindible ver las
señales divinas como un indicio de la participación concreta de Dios dentro de la
misión, más allá que un modelo fijo del actuar de Dios. Es la forma en la que, en
aquel momento Dios afirmó su aprobación y respaldo al trabajo misional y
evangelístico de la iglesia, mas no una forma uniforme del actuar divino en el
devenir temporal de la iglesia. La palabra señales utilizada aquí está bien
traducida, un sinónimo es indicio o evidencia. Debe de entenderse como las
señales de tránsito, que apuntan hacia una dirección en concreto. Como un mapa
que indica hacia adonde se debe dirigir la mirada. También es importante que el
despertar de la iglesia, basado en esta participación divina, estas señales de lo
alto, más allá de ser simples milagros aleatorios en realidad son indicadores que
manifiestan la aprobación divina sobre la iglesia de Cristo. No se deben buscar, no
es algo por lo que debe irse de tras, es algo que se manifestará cuando Dios lo
considera prudente y esa es la idea del pasaje. En esta sección, podemos
comprender que como iglesia debemos hacer nuestro trabajo, cumplir con nuestra
misión y dejar a Dios la parte sobrenatural, todo lo que abarca de la salvación,
restauración y capacitación, así como todo aquello que requiera de su soberana
voluntad.

III. La conversión (Hechos 8:4-15)


Lo siguiente respecto a la misión de la iglesia cuya vida provista por el Espíritu
Santo, tiene que ver con la conversión. La predicación y el respaldo divino
produjeron en las personas la convicción de la fe. Debe considerarse que el
trabajo misional de la iglesia, no lo hace la iglesia en soledad, en realidad
experimenta el acompañamiento del Espíritu Santo y la verdad divina. En el libro
de los hechos vemos el evento cíclico de predicación y conversión. Existen
diferentes sermones muy famosos, tal cual el de Pedro, qué es el primero, luego el
de Esteban y algunos de Pablo, pero existe el ministerio que realizó Felipe en
Samaria en el capitulo 8:4-15. Debemos saber que esto no fue accidental, aunque
muchos de los creyentes llegaron a este lugar por causa de la persecución,
sabemos que Hechos 1:8 indica que el evangelio llegaría aquí por vía de los
discípulos de Cristo, bajo el impulso del Espíritu Santo. Felipe testifica lo siguiente:
“Mientras tanto, los que se habían dispersado iban por todas partes
anunciando el evangelio. Fue así como Felipe llegó a la ciudad de Samaria, y
allí les predicaba a Cristo. Toda la gente escuchaba con atención lo que les
decía Felipe, y oían y veían los milagros que hacía. Muchos de los que tenían
espíritus malignos eran sanados, y los espíritus salían de ellos lanzando
fuertes gritos; también muchos de los cojos y paralíticos quedaban sanos, y
había una gran alegría en toda la ciudad.” (Hechos 8:4-15) Vemos en este
pasaje el acompañamiento divino, siguiendo la agenda divina, predicando el
evangelio y manifestando el arrepentimiento. No debe verse esto como un modelo
estricto en sí, pero como modelo bíblico en el que al momento de que el evangelio
de Cristo sea predicado las personas lleguen a la conversión por la predicación del
evangelio de Cristo y la convicción del Espíritu Santo. La conversión es uno de los
elementos esenciales de una iglesia guiada por el Espíritu de Dios, la predicación
del evangelio convencerá, bajo la divina influencia del Espíritu a las personas.
Estos pasajes que se nos presentan aquí, establece el escenario en el que Felipe
se movió en Samaria, sabiendo que en aquel lugar las personas experimentaron la
gracia salvadora. Como complemento de los versículos anteriores, Hechos nos
presenta lo siguiente: “Todos, desde el más pequeño hasta el más grande, lo
escuchaban con mucha atención y decían que era el gran poder de Dios,
pues con sus artes mágicas había captado su atención y por mucho tiempo
los había engañado; pero muchos hombres y mujeres se bautizaron cuando
creyeron a Felipe y a las buenas noticias que les anunciaba del reino de Dios
y del nombre de Jesucristo” (Hechos 18:10-12) Lucas, en estos pasaje,
continuando con el bosquejo original, comenta con detalle lo ocurrido en Samaria,
un evento muy significativo, toda la gente que escuchó el mensaje, fue convencida
de su pecado, se acercaron a Cristo movidos por la persona del Espíritu Santo y
esta es una maravillosa señal divina. Los despertares en la historia, más allá de
manifestaciones emocionales en principio, fueron un momento de mucha
recapacitación, de análisis y de conversión. Ciertamente esto generó una serie de
emociones que produjeron compungimiento moral, pero que inició por el análisis y
crítica de la vida moral de su momento. En el caso del Hechos, las personas no
habían escuchado este mensaje, era nuevo y tenía todo el sentido del mundo,
vieron también la mano de Dios manifestarse en medio de los discípulos, vieron en
los discípulos el testimonio de Cristo y la convicción de la fe. La conversión no es
una acción humana, entra por el entendimiento humano, pero el pecador no es
convencido por las palabras de otro pecador, sino por la persona del Espíritu
Santo.

IV. El compromiso (Hechos 7:54-60)


En estos principios de la fe, el cristianismo se fundamentó y organizó, Jesús
dictaminó una doctrina, misma que fue debidamente fundamentada por los
Apóstoles. Contaban con una estructura, la punto que llegó a institucionalizarse. El
evangelio, a distinción de cómo hoy se presenta, expone un compromiso serio de
los que han sido rescatados de su vana manera de vivir. Aquellos a quienes Dios,
en su misericordia, les ha perdonado sus pecados, adquieren un compromiso
serio que involucra sus propias vidas si es necesario: “Cuando ellos oyeron a
Esteban decir esto, se enfurecieron tanto que hasta les rechinaban los
dientes. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, levantó los ojos al cielo y vio
la gloria de Dios, y a Jesús a su derecha. Dijo entonces: «Veo los cielos
abiertos, y que el Hijo del Hombre está a la derecha de Dios.» Pero ellos,
lanzando un fuerte grito, se taparon los oídos y arremetieron contra Esteban,
y lo sacaron de la ciudad y lo apedrearon. Los testigos falsos pusieron sus
ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo, y mientras lo apedreaban,
Esteban rogaba: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Luego cayó de rodillas y
clamó con fuerte voz: «Señor, no les tomes en cuenta este pecado.» Y dicho
esto, murió.” (Hechos 7:54-60) El cristiano moderno ha olvidado que está
sentado sobre la sangre de muchos que, confiando plenamente en Cristo,
murieron por sus convicciones. Venir, sentarnos en un templo, cantar coritos,
recitar pasajes, festejar y hacer fiesta nos ha hecho olvidar que nuestra fe se
fundó sobre la sangre de muchos hombres y mujeres valientes que dieron su vida
convencidos de que era la verdad absoluta, no solo el evangelio que predicaban,
también el evangelio que vivían. Esteban, conocido como el primer mártir de la fe
cristiana, aunque este sería Cristo, pero como seguidor de Cristo es Esteban el
primer mártir, luego de predicar, su predica no convenció a la gente, provocó a ira
a Pablo y le generó el que le mataran a pedradas. No había para él ni aplausos, ni
premios, ni reconocimientos. Lo que recibió fue la glorificación de Cristo, el martirio
de la fe y el testimonio de la gracia. Los creyentes de estos tiempos hemos
olvidado que el evangelio es compromiso con el reino de Dios, no con los
hombres, compromiso con la fe y no con las pasiones. El cristianismo se selló con
el sello de la muerte, pero con la glorificación de la resurrección. El avivamiento,
desde una perspectiva bíblica, es retomar de alguna manera el compromiso de la
fe, aceptar el desafío de vivir y morir par Cristo, es llevar cautiva nuestra mente,
corazón y voluntad hacia Cristo mismo. El compromiso no nace de las emociones
del creyente, nace de las convicciones, está convencido de su fe, de su amor a la
Palabra y su Señor. En la iglesia de hoy necesitamos más Estebans, hombre y
mujeres con la misma convicción y compromiso.

CONCLUSIÓN:
No podemos estancarnos en un cristianismo religioso, verbal y mediocre, debe
ser un cristianismo comprometido con el amor de Cristo, con la Gracia y Voluntad
del Dios Padre, con el Espíritu Santo y el impulso que este produce en la vida de
cada creyente. No porque la gente llore, cante o dance hay avivamiento,
avivamiento es en realidad el compromiso cristiano de vivir para la Gloria de Dios.
Ser adoradores en espíritu y en verdad.

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