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ASUNTO: TESTIMONIO

PROPÓSITO: PASTORAL
TEMA: CARACTERISTICAS BÍBLICAS DEL CRSITIANO VERDAERO

CRISTIANO VERDADERO:
LA CARTA DE PRESENTACIÓN DEL EVANGELIO DE PODER
JUAN 13:34,35

INTRODUCCIÓN:
El cristianismo se ha fundamentado, a lo largo de la historia, como la convicción
que cambia vidas. Es el evangelio, tal como lo describe Pablo, el poder de Dios
para salvar judíos como a Gentiles. Dicho evangelio es la razón por la que el
cristianismo cobra importancia, debido al poder transformador que este contiene.
Jesús, en su prédica y enseñanza, resalta mucho la idea del reino de Dios. El
reino de Dios es precisamente el gobierno que Dios, por medio de su evangelio,
comparte con toda la creación. Es el camino que nos ha señalado Cristo para vivir
según la voluntad del Dios Padre. A lo largo de toda la historia humana, es la fe
cristiana la que, más allá de demandar un cumplimiento de normas y leyes,
establece una salvación gratuita. La fe cristiana es completa, de echo nuestra
Iglesia tiene como complemento en su nombre “Evangelio Completo”,
determinando así la gracia como único medio de salvación, y santidad como
norma de vida vital como evidencia de cambio y testimonio del poder salvador de
Cristo. El creyente a lo largo de su vida, debe estar consiente en la importancia
que tienen los efectos del evangelio en su actitud, carácter y estilo de vida.
Ciertamente en Cristo se nos ofrece salvación, pero es el Espíritu Santo quien
produce un fruto o resultado que muestra la salvación en nuestra vida. Un líder
social y espiritual hindú dijo una vez: “No tengo nada en contra de Jesucristo, ni
del cristianismo. Tengo problema con los cristianos que no viven según sus
creencias.” Estas duras palabras deben resonarnos en estos tiempos. Hoy
trataremos de responder a una pregunta ¿cómo dar testimonio de Cristo? Las
palabras son necesarias, las predicaciones son importantes, así como las
enseñanzas y capacitaciones, pero todo eso sobra cuando el testimonio deja
mucho que desear. Es importante establecer cuál debe ser el carácter de un
creyente, por lo que analizaremos “tres características bíblicas del cristiano
verdadero”, es como ver una fotografía clara de cómo debiera verse un cristiano
realmente. No tiene nada que ver con la vestimenta, no tiene nada que ver con las
palabras que dice y no dice, no tiene nada que ver con lo que canta y no canta. En
realidad, tiene que ver en gran manera en cómo vive, cómo se comporta en su
casa, trabajo, escuela o negocio. Tiene que ver en cómo se trata así mismo y a los
demás, cómo es visto por quienes lo rodean y si es un ejemplo que inspira a otros
a vivir igual. La vida del creyente es un libro abierto y todos ven en el día a día lo
que hay escrito en él, por lo que es importante que lo que lean en sus actitudes,
carácter y forma de ser sea la Biblia y al Cristo de la Biblia. Es sumamente
importante tomar enserio lo que a continuación se predique, también su origen,
analizar profundamente lo que dice la Escritura y no conformarse simplemente con
venir a estudiar. Hoy día la Iglesia de Dios E. C. de Guatemala necesita cristianos
verdaderos, con una conversión y convicción genuinas y dispuestos a dar
testimonio de Cristo.

I. Fe/Confianza (Jn. 14:7-11)


La palabra fe, en la Escritura, tiene una amplia definición. Lo que esto significa
es que no es simplemente creer algo o en algo, significa depositar la entera
confianza en fundamentos firmes, claros y ciertísimos. La fe bíblica no es una fe
basada en ilusiones, ideas o simples creencias, se fundamenta en evidencias
claras de un Dios claramente existente que se ha dado a conocer a este mundo.
Jesús es, según Pablo: “...es la imagen visible del Dios invisible.” (Col. 1:15)
es en Jesús que se tiene la evidencia viva de Dios, es por esto que lo dicho por el
mismo Jesús, y registrado por el evangelista Juan: “Si ustedes realmente me
conocieran, también sabrían quién es mi Padre. De ahora en adelante, ya lo
conocen y lo han visto. Felipe le dijo: —Señor, muéstranos al Padre y
quedaremos conformes. Jesús respondió: —Felipe, ¿he estado con ustedes
todo este tiempo, y todavía no sabes quién soy? ¡Los que me han visto a mí
han visto al Padre! Entonces, ¿cómo me pides que les muestre al Padre?
¿Acaso no crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las
palabras que yo digo no son mías, sino que mi Padre, quien vive en mí, hace
su obra por medio de mí.  Sólo crean que yo estoy en el Padre y el Padre
está en mí; o al menos crean por las obras que me han visto hacer.” Una
palabra que aquí se hace relucir es la palabra creer, debido a que es mencionada
en tres oportunidades en este pasaje y que esta relacionada con la palabra fe.
Creer, confiar o tener fe Jesús lo relaciona con ser él mismo la evidencia clara de
que Dios existe. En el contexto de lo que están hablando, Felipe, uno de sus
discípulos, no tenía problema en confiar en Cristo, pero no lograba relacionarlo
con el Dios Padre. La petición de Felipe no es incongruente, recordemos que
Jesús lo identifica como un judío de judíos la primera vez que lo conoce, es decir,
un hombre que no iba a abandonar sus creencias con facilidad. Para Felipe debía
existir una prueba de que Jesús era quien decía que era, y que podría llevarlos al
Padre. La demanda de una prueba de Parte de Felipe, fuerza a Jesús afirmarles
algo que se ha convertido en un fundamento primordial de la fe cristiana, la íntima
relación existente entre el Dios Padre y el Dios Hijo dentro de la Santísima
Trinidad. Cristo no es simplemente un hijo de Dios, es el unigénito Hijo de Dios, el
Hijo del Hombre, el mesías encarnado proveniente del Padre con el propósito de
gobernar sobre toda criatura con justicia y poder. El creyente tiene como
característica el creer en Jesús, confiar en él y sujetarse a él.

II. Obediencia (Jn. 14:15,21)


La obediencia, justa compañera de la fe, es el complemento perfecto de
aquellos que afirman confiar en Dios. Un creyente que crea que Dios puede hacer
grandes cosas, milagros y señales pero que no obedezca a Dios, es un religioso
que por temor y miedo obedece, pero no por verdadera confianza y en relación
directa con el Padre. Dicho de otra forma, hay personas que obedecen a ciertos
aspectos de la fe, los que consideran les abrirán puertas de oportunidad ante Dios
o algunos privilegios pero que, en otros aspectos, los ocultos y poco vistos, viven a
su manera. Estos religiosos, comúnmente reconocidos actualmente, tienden a
aparentar una vida en santidad, pero su realidad es otra. No obedece a Dios con
honestidad, y espera la oportunidad para fallar o desviarse de la verdad. Jesús
dice algo importante: “Si me aman, obedezcan mis mandamientos.” En pocas
palabras, y con cierto tono tajante, aquellos que afirman amar a Dios deben de
obedecerle. Es la obediencia el fruto del amor hacia Dios, posteriormente
hablaremos del amor, pero podemos resaltar, tal como en el versículo 21 dentro
del mismo capítulo: “Los que aceptan mis mandamientos y los obedecen son
los que me aman. Y, porque me aman a mí, mi Padre los amará a ellos. Y yo
los amaré y me daré a conocer a cada uno de ellos.” En este versículo se
amplía un poco más la idea, y establece algunos parámetros de la fe cristiana, la
aceptación y obediencia a los mandamientos. Previo a analizar esto, es importante
saber que los mandamientos a obedecer son los establecidos por Él, no los que
son impuestos en las congregaciones cristianas por los hombres. Es importante
identificar qué mandamiento es de Dios y cual es una simple y equivocada idea de
un mandamiento bíblico. Los mandamientos establecidos por Dios, tienen como
base el amor como vínculo de la unidad entre los creyentes y hacia Dios. Es en los
evangelios que encontramos una síntesis de dichos mandamientos: “En cuanto
los fariseos oyeron que había silenciado a los saduceos con esa respuesta,
se juntaron para interrogarlo nuevamente. Uno de ellos, experto en la ley
religiosa, intentó tenderle una trampa con la siguiente pregunta: —Maestro,
¿cuál es el mandamiento más importante en la ley de Moisés? Jesús
contestó: —“Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu
alma y con toda tu mente”. Éste es el primer mandamiento y el más
importante. Hay un segundo mandamiento que es igualmente importante:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Toda la ley y las exigencias de los
profetas se basan en estos dos mandamientos.” El problema que tendremos
con este pasaje, es que pareciera que Jesús excluye todos los mandamientos, en
realidad los está resumiendo en el amor y el amor como el fundamento de la
obediencia. Sabemos que Moisés recibió de parte de Dios diez mandamientos,
cuatro se enfocan en una prudente relación con Dios de respeto, amor y confianza
plena, y seis en relación entre los unos a los otros. No se puede pretender que las
personas acepten y obedezcan los mandamientos sin amor. Aunque el amor aquí
no es el tema central, está íntimamente relacionado con la obediencia.

III. Amor (Jn. 13:34,35)


La última característica de un cristiano verdadero es el amor. El amor bíblico, el
amor divino el amor que Jesús nos enseñó a manifestar a nuestro prójimo y
nuestro enemigo. Anteriormente hablamos de la obediencia y el amor como el
poder que impulsa al creyente a obedecer, en este momento nos enfocaremos en
el amor como la naturaleza misma de Dios. Una frase maravillosa de Jesús en el
evangelio de Juan es: “No hay un amor más grande que el dar la vida por los
amigos.” Jesús hizo esta afirmación, previo a dar su vida por sus discípulos, así
como por todos nosotros. En realidad, en esta breve Proción bíblica, se nos
incluye como amigos de Cristo a todos los que hemos llegado a conocerle y
reconocerle como Señor y Salvador. Jesús no es implemente nuestro Señor,
también es un excelente amigo. Nos llama a amar a los demás de la misma forma.
El más grande testimonio de un creyente en los primeros años de la fe cristiana,
era el amor que se mostraban unos con otros. Compartían bienes, alimentos,
dinero, vivienda e incluso se consolaban mutuamente cuando alguien estaba en
una situación difícil. Si bien es cierto que existieron desacuerdos y disputas dentro
de los hermanos, y existen registros bíblicos al respecto, siempre fue el amor lo
que los mantuvo unidos y en armonía. Según Juan, es el amor el mandamiento
por excelencia, y el testimonio de cristianismo y verdadera conversión: “Así que
ahora les doy un nuevo mandamiento: ámense unos a otros. Tal como yo los
he amado, ustedes deben amarse unos a otros.  El amor que tengan unos
por otros será la prueba ante el mundo de que son mis discípulos».” Según
lo expresado en este versículo, ¿estaremos viviendo este mandamiento en
nuestra vida? Muchos creyentes afirman amar a Dios, pero en su relación con los
demás creyentes dejan mucho que desear. La murmuración, el falso testimonio, el
engaño, los pleitos y el chisme son actitudes muy comunes en la iglesia actual.
Hay muchos que incluso han llegado a criticar y rechazar hasta sus líderes y
pastores. ¿Qué clase de testimonio cristiano damos cuando son notorios nuestros
desacuerdos delante de inconversos?, es imperativo que manifestemos un amor
capaz de perdonar, restaurar y reconciliar a unos con otros.

CONCLUSIÓN:
Estas son algunas características, y probablemente las más notorias e
importantes dentro de la fe cristiana. No podemos afirmar ser cristianos y no
manifestar estas características, ya que la rebeldía, desconfianza y malas
relaciones interpersonales dentro de la iglesia son más obras de la carne, que
fruto del Espíritu.

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