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ASUNTO: ECLESIOLOGÍA NEUMATOLÓGICA

PROPÓSITO: DIDÁCTICO
TEMA: ARGUMENTOS ESENCIALES PARA LA FE

DOCTRINA DEL PECADO:


EL DILEMA DE LA ESCLAVITUD POR MEDIO DEL ENGAÑO
JUAN 8:31-38
INTRODUCCIÓN:
El pasaje que será el centro de nuestro estudio, se centra en la idea de la
libertad del pecado, pero tiene una contra partida que habla de la esclavitud del
pecado. La idea del pecado, según la Escritura y de labios del propio Señor
Jesucristo, es la idea de esclavitud. La pregunta que debemos hacernos en este
pasaje es, ¿libres de qué o de quién debemos ser?, ¿Satanás? El texto deja en
claro que la libertad de la esclavitud del pecado, no es una libertad ante una
entidad espiritual, sino ante una naturaleza. Ciertamente, quien encarcela al ser
humano es el engaño satánico, la mentira convincente de Satanás que nos
empuja hacia nuestra naturaleza caída. Naturaleza que está sujeta a los límites
humanos. La esclavitud al pecado, no es otra cosa más que estar sujetos a la
naturaleza caída, es decir, es la plena inclinación a la maldad. Puede pensarse
que el ser humano a veces es bueno y a veces malo, pero en realidad hasta sus
actos de bondad no son más que trapos de inmundicia ante Dios. No puede
considerarse bueno a lo que un ser pecador puede hacer, cuando menos no
desde la perspectiva escritural. Esta maldad existente, que contamina nuestro
diario vivir, es erradicado por la bondad divina. La misión de Cristo era una misión
de rescate, él es el precio del rescate mismo, trajo su verdad la cual nos libera,
pero también su vida misma. La situación moral del ser humano es grave, al punto
que un ser inocente, divino, pero al mismo tiempo se había humanizado, tuvo que
morir para rescatar de su fatal destino, así como de su condición espiritual al ser
humano. La estrategia satánica de sumisión humana siempre ha sido el engaño, la
mecánica del mismo la explica Jesús a un grupo de judíos religiosos, mismos que
habían olvidado que su rey era una marioneta del imperio Romano y que ellos
mismos renegaban contra el imperio que supuestamente los hostigaba. Por lo
tanto, si la mentira satánica nos esclaviza al pecado, la verdad divina nos libera de
él mismo. La Escritura es de suma importancia, y es siempre utilizada por Cristo
para combatir las artimañas engañosas de Satanás. Es por esto que los religiosos
judíos, engañados por creer tener una verdad absoluta, no vieron en Cristo la
verdad absoluta del Dios Padre. Esa es la exposición que Jesús hace en estos
pasajes, explicando la peligrosidad, no solo del engaño sino también del producto
del mismo a través del pecado. La debilidad humana radica en su incapacidad de
entender todo el panorama, solo puede ver hasta donde sus ojos le permiten, por
lo tanto, la identificación de la verdad para el ser humano se reduce a una corta
visión que caduca con el tiempo. Esta limitación, tanto física como cognitiva, lo
hace vulnerable. Tiene que pararse frente a dos datos de información, confiar en
Dios y su palabra o en Satanás y sus promesas. Los limitados juicios humanos
deben ser fundamentados en lo que considera la verdad, la realidad es que
Satanás puede utilizar la razón para confundirnos, pero no es tan persuasiva como
la sensación, la necesidad y la búsqueda de placer, donde se anula la razón,
misma que posteriormente servirá para justificar la actitud pecaminosa. La razón
humana está limitada a comprender solo hasta donde su alcance cognitivo le
permite, por esta razón, aceptar la verdad bíblica no es una cuestión intelectual en
términos humanos, se requiere del convencimiento de una fuerza aún mayor,
sobrenatural y sumamente infinita en la que le hombre deposite su confianza. Por
esta razón, lo que dice aquí Cristo produjo aún mayor repudio a su doctrina,
enseñanza y metodología para los judíos. Aquí se describe el proceso de la
mentira en la mente del pecador.

I. La mentira dicha v. 33, 43,44


La mentira dicha, tiene que ver con la mentira que se entiende como una
verdad en apariencia. Como vimos el domingo pasado, Satanás no dice mentiras
abiertas, sino enmascaradas de verdad. La religión judía que se practicaba en los
tiempos de Cristo era una verdad enmascarada con la verdad de la revelación de
Dios hacia Moisés: “—Pero nosotros somos descendientes de Abraham —le
respondieron—, nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Qué quieres decir
con “los hará libres”? La falta de aceptación de la realidad, no les permitía ver
sus limitaciones. La mentira dicha por Satanás eleva el orgullo humano, nos hace
soberbios. Esto lo vemos con claridad con los judíos, los mismo que crucificaron al
Maestro, quienes encarcelaron a Pedro y persiguieron por primera vez a los
creyentes. La idea de silenciar el mensaje, porque no cuadraba con los ideales
que ellos creían como verdaderos, los llevó al extremo de matar personas. En el
mismo capítulo, versículos 43 y 44 afirman lo siguiente: “¿Por qué no pueden
entender lo que les digo? ¡Es porque ni siquiera toleran oírme! Pues ustedes
son hijos de su padre, el diablo, y les encanta hacer las cosas malvadas que
él hace. Él ha sido asesino desde el principio y siempre ha odiado la verdad,
porque en él no hay verdad. Cuando miente, actúa de acuerdo con su
naturaleza porque es mentiroso y el padre de la mentira.” Jesús sabía que la
información que había en la mente de sus compatriotas, provenía del engaño
satánico. Jesús no está dialogando con científicos ateos, ni con políticos
idealistas, no hablaba con personas que rechazaban la existencia de Dios, eran
personas que creían en Dios, pero lo hacían, y aun lo hace, a su manera. La
mentira dicha es tarea de Satanás, el habla mentira, engaña y falsea torciendo la
verdad. Jesús indica que los judíos creyeron las mentiras de Satanás,
convirtiéndolos en hijos de él. Escuchar, en la Escritura, es sinónimo de
obediencia, al dejar de obedecer y escuchar a Dios, y al escuchar y obedecer a
Satanás los convirtió en Hijos de Satanás. Es la misma situación que en Edén, la
mujer escuchó a Satanás, el hombre escuchó a la mujer, todo fue a la inversa de
lo que Dios estipuló. Los judíos se consideraban como los verdaderos hijos de
Dios, el pueblo de Jehová, pero aquí Jesús les aclara que son hijos de quien ellos
escuchan. La iglesia debe escuchar a Dios, debe escuchar y obedecer a Cristo.
Nos llamamos hijos de Dios, adoptados, pero hijos de Dios. Desde el momento
que dejamos de escuchar a Dios, en ese mismo instante estaremos escuchando
a Satanás y sus engaños, no hay términos medios, no hay mensajes intermedios,
o es la palabra de Dios o es el engaño de Satanás. El templo sirve para predicar la
Palabra, la iglesia debe escuchar y obedecer la Palabra, cuando a la palabra le
agregamos ideas humanas, la adulteramos y fallamos en convertirla en el engaño
de Satanás, la mentira escuchada.

II. La mentira creída v. 34, 39-40


Jesús demuestra que los judíos habían creído a las mentiras y engaños de
Satanás. Cuando las personas creen a la mentira, inmediatamente ceden a la
esclavitud del pecado: “Jesús contestó: —Les digo la verdad, todo el que
comete pecado es esclavo del pecado.” Los judíos se creyeron la mentira de su
religiosidad, se creyeron la mentira de que encerrarse en sus tradiciones e ideas
les traería la salvación y la misericordia divina. Se creyeron la mentira que su
Mesías era un guerrero libertador, se creyeron el engaño satánico de no confiar en
Dios. Cuando se escucha a Satanás y se cree a su engaño, esa mentira creía nos
lleva a vivir en el error de aquel engaño, a ser esclavos del pecado. La doctrina del
pecado tiene como disciplina estudiar, no solamente el origen y consecuencias del
mismo, así mismo pretende establecer el fundamento bíblico del pecado, como
una forma clara para su entendimiento. Dentro de la doctrina del pecado, se tratan
asuntos de otras doctrinas como la del hombre, la salvación y así mismo la de los
ángeles y demonios. La realidad es que el pecado habla del ser humano y su
naturaleza, pero también de la obra de Cristo. La condición de pecado, existente
en los judíos, el orgullo étnico de pertenecer a la estirpe de Abraham, les había
hecho perder el norte, creyeron la mentira del orgullo que Satanás había puesto
en sus corazones: “¡Nuestro padre es Abraham! —declararon. —No —
respondió Jesús —pues, si realmente fueran hijos de Abraham, seguirían su
ejemplo. En cambio, procuran matarme porque les dije la verdad, la cual oí
de Dios. Abraham nunca hizo algo así.” El problema interpretativo de las
verdades escriturales que tenían los judíos, es que creían que ellos eran el centro
de la historia humana y el universo. Pensaban que tenían privilegios especiales de
parte de Dios, por lo que no les ayudaba a aceptar la realidad de su situación. La
afirmación que hacen los judíos de ser llamados hijos de Abraham, contrastado
con lo que Jesús indica de ellos Hijos de Satanás. Esto es subliminalmente
importante en el pasaje y en la enseñanza de Cristo, dado a que el abrahianismo
de los judíos no justificaba su ideal que plantean ellos mismos en el versículo 33:
“Pero nosotros somos descendientes de Abraham —le respondieron—,
nunca hemos sido esclavos de nadie.” La mentira creída tiene como daño el no
percatarse de su condición, de no darse cuenta que se está perdido estando
perdido. Jesús les dice a la afirmación constante de ellos respecto a su
descendencia abrahámica con esta afirmación: “…si realmente fueran hijos de
Abraham, seguirían su ejemplo.” La afirmación de Jesús, en el versículo 32,
tiene su importancia en todo el pasaje: “Conoceréis la verdad, y la verdad os
hará libres.” ¿Cuál verdad? Nosotros asimismo que esa verdad es Cristo mismo,
por lo que indica el versículo 36: “Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes
son verdaderamente libres.” Pero no es todo lo que Jesús está afirmando aquí,
la verdad que los judíos necesitan conocer, tal cual necesitamos todos los seres
humanos hoy, incluyendo muchos de los que nos hacemos llamar cristianos, es
que nuestra seguridad de salvación no radica en lo que creemos ser sino en lo
que Dios nos hace ser. Dicho de otra manera, la verdad que debemos conocer es
que somos pecadores, que estamos muertos en nuestros delitos y pecados por lo
que no podemos rescatarnos a nosotros mismos, ahora sí completemos la verdad
con lo que dice Cristo en el versículo 36 que Jesucristo es quien nos hace
verdaderamente libres del engaño. Pero estando bajo la influencia de la mentira,
esa mentira que se ha creído como una verdad, en los judíos por creer que son
descendientes de Abraham y en muchos cristianos por practicas o confesiones de
fe y rituales, descartando muchas veces a Jesucristo de la misma práctica de la fe,
al despojarnos de este engaño considerando a Cristo como nuestro único y
suficiente libertador ahí seremos verdaderamente libres. Jesús les dice a los
judíos que, si fueran hijos de Abraham, su modelo de vida sería el de Abraham,
pero tiene como modelo de vida a Satanás, siendo hipócritas, perversos,
engañadores y acusadores: “Claro que me doy cuenta de que son
descendientes de Abraham. Aun así, algunos de ustedes procuran matarme
porque no tienen lugar para mi mensaje en su corazón.”

III. La mentira vivida v. 37, 41,42


Lo anterior nos lleva a considerar lo que significa la mentira vivida, dado a que
según se cree y piensa así se vive. Es imprescindible comprender que los judíos
habían adaptado un estilo de vida fervorosamente fiel a sus tradiciones, trataron
de vivir al pie de la letra sus ideales religiosos, al punto que adjunto a la Torá,
cuyos escritos son eminentemente sagrados, adaptaron una serie de tradiciones o
explicaciones de la misma Ley. La mentira que creían los judíos, aún más los
fariseos, es que estaban bien en la vida, que ellos eran unos privilegiados por el
hecho de ser hijos de Abraham. Al analizar el texto desde su propio trasfondo nos
puede ayudar a colocarnos en la posición correcta del mismo y saber que mentiras
satánicas hemos creído y por consiguiente se viven como fundamento. La mentira
vivida de los judíos, aunque se mantenían lo más fieles posibles a sus tradiciones,
era creer que bastaba con eso, Jesús mismo indica lo siguiente: “«Los maestros
de la ley religiosa y los fariseos son los intérpretes oficiales de la ley de
Moisés. Por lo tanto, practiquen y obedezcan todo lo que les digan, pero no
sigan su ejemplo. Pues ellos no hacen lo que enseñan.” Pablo incluso en la
carta a los Romanos lanza una fuerte crítica al legalismo judío, donde se
pensaban que eran los amos del universo. Es más, la afirmación que hacen en el
versículo 41 es muy clara: “¡Nosotros no somos hijos ilegítimos! —
respondieron—, Dios mismo es nuestro verdadero Padre.” La mentira creída,
y por lo tanto vivida, es pensar que no hay nada mal en nosotros. Los judíos no
estaban negando su realidad, sabían que estaban bajo la opresión romana, pero
ellos creían que todo eso era culpa de los demás y no de ellos. Jamás pensaron
que estaban bajo algún juicio divino, cosa que ya les había ocurrido con los
imperios Babilónico, Medo-persa y Griego, ahora en el entorno del pasaje, el
imperio romano. Ellos estaban bien, los demás estaban mal, ese es el peor y más
destructivo engaño satánico. Creer que estamos bien y que los demás están mal,
incluso creer que estamos bien y que nuestras circunstancias no son el resultado
de nuestras acciones, por consiguiente culpar a Dios mismo por ello. Esto fue lo
que ocurrió con Adán y Eva. Dado a que ellos habían creído la mentira de ser
especiales, de que nada estaba mal en ellos, vivían como si no le deberán nada a
Dios. Cuando una persona, o grupo de personas, acepta una idea como
verdadera, es decir, que la idea tal convence al que la recibe como una verdad,
vive bajo la condición que esa idea le plantea. La afirmación que hace
constantemente Jesús de los judíos, no es para nada una idea ofensiva en
principio. Jesús no pretende ofender a los judíos, por su puesto que se ofendieron,
pero lo que Jesús pretende es establecer que el origen del pensamiento de los
judíos, por ende de su conducta, no proviene ni de Abraham ni mucho menos de
Dios. Toda su conducta es satánica, por lo cual actúan más bien como Satanás.
Esto aduce a contradecir la idea de que ellos consideren a Abraham su Padre, si
no tiene la fe que Abraham demostró tener, tampoco pueden afirmar que Dios es
su Padre, sin el temor que deben mostrar al Dios Padre como tal. ¿De dónde
afirma esto Jesús? Aquí lo explica el Señor: “Jesús les dijo: —Si Dios fuera su
Padre, ustedes me amarían, porque he venido a ustedes de parte de Dios. No
estoy aquí por mi propia cuenta, sino que él me envió. ¿Por qué no pueden
entender lo que les digo? ¡Es porque ni siquiera toleran oírme! Pues ustedes
son hijos de su padre, el diablo, y les encanta hacer las cosas malvadas que
él hace. Él ha sido asesino desde el principio y siempre ha odiado la verdad,
porque en él no hay verdad. Cuando miente, actúa de acuerdo con su
naturaleza porque es mentiroso y el padre de la mentira. Por eso, es natural
que no me crean cuando les digo la verdad.” (Juan 8:42-45) Al poner esto en
perspectiva, con facilidad podemos identificarnos con los judíos. Debemos saber
que Jesús, y vamos a recalcar aquí, no está hablando con filósofos ateos ni
científicos, muchos menos con criminales o psicópatas, está hablando con el
pueblo que afirma creer en Dios. Esto hace esta conversación un verdadero
dilema para los creyentes, por la razón que es de la propia casa de Dios que
aparecen los enemigos de Dios. De ninguna manera podemos colocarnos en la
posición, al igual que los judíos, de considerarnos hijos de Dios, cuando nuestra
conducta manifiesta lo contrario, porque nuestra conducta está dictada por nuestra
creencia.

CONCLUSIÓN:
La mentira vivida es una mentira creída, y la mentira creída es una mentira
escuchada. Por consiguiente, debemos evitar mentiras que nos lleven hacia un
camino contrario al de Cristo. Debemos escuchar siempre la verdad de Dios desde
la verdad de Dios, sin permitir espacio al engaño. Este engaño que a la verdad
está vestido de verdad.

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