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PASO DEL MÉTODO CATÁRTICO AL MÉTODO PSICOANALÍTICO

El procedimiento catártico tenía como premisa que el paciente fuera hipnotizable y reposaba en la
ampliación del campo de la consciencia durante la hipnosis (consciencia ensanchada). Tendía a la
supresión de los síntomas y la conseguía retrotrayendo al paciente al estado psíquico en el cual había
surgido cada uno de ellos por vez primera: “los síntomas histéricos desaparecían enseguida y sin retornar
cuando se conseguía despertar con plena luminosidad el recuerdo del proceso ocasionador, convocando
al mismo tiempo al afecto acompañante, y cuando luego el enfermo describía ese proceso de la manera
más detallada posible, expresando en palabras el afecto. Este método cancela la acción eficiente de la
representación (es decir, la formación del síntoma por conversión) porque permite a su afecto
estrangulado el decurso a través del decir, y así introduce la representación en la consciencia normal”
(Estudios sobre la histeria, pág. 263).
Pero este sencillo esquema de la intervención terapéutica se complicaba en casi todos los casos, pues
resultaba que en la génesis del síntoma no participaba una única impresión «traumática», sino
generalmente toda una serie de ellas.
La técnica que caracteriza el método catártico es la sugestión hipnótica. De tal manera, mediante la
hipnosis, la paciente estaba invitada a verbalizar el recuerdo reprimido, enlazando así el recuerdo con el
afecto a fin de que pudiera ser revivido y abreaccionado, produciendo un efecto catártico.
Esta técnica buscaba la supresión directa de los síntomas, intentando atacar las causas internas que los
habían provocado, que según Freud eran los recuerdos penosos, dolorosos y cargados de afecto
estancados. Sin embargo, como no ha llegado todavía a la raíz de la causa, el retorno de aquello
reprimido seguirá insistiendo dando lugar al retorno de la patología.
Por todo esto, Freud abandona este método y lo sustituye por el método psicoanalítico, en el cual se le
pide al paciente que adopte una postura cómoda sobre un diván situándose el terapeuta a su espalda,
fuera del alcance de su vista. No se les pide tampoco que cierren los ojos, y se evita todo contacto, así
como cualquier otro manejo que pudiera recordar a la hipnosis.
A diferencia del método catártico, ya no se considera que el paciente tiene que abreaccionar una energía
paralizada, sino que tiene que descubrir y elaborar el deseo inconsciente a través de sus
manifestaciones transferenciales.
Permite abrirse hacia el interior de uno mismo para descubrir aquello inaccesible al paciente, entendiendo
por aquello inaccesible la superficie psíquica inconsciente reprimida que dificulta la asociación de ideas
y el recuerdo. En esto, se diferencia del método catártico porque no existe una selección del tema por
parte del médico, es decir, no se busca el recuerdo de un trauma en particular sino que se trabaja sobre
todo aquello que venga a la mente.
De allí se desprende que la técnica fundamental en este método es la asociación libre, que consiste en
que el paciente debe comunicar todo aquello que le venga a la mente sin filtrar ni seleccionar la
información. De esta manera, afloran las representaciones inconscientes a la vez que también afloran las
resistencias. Las asociaciones pueden surgir de manera espontánea o inducidas por sueños, fantasías o
delirios.
La contrapartida de la asociación libre es la atención flotante del analista, por lo que, mientras el paciente
tiene que intentar expresar aquello que piensa, el analista ha de poder captar aquello que el paciente
transmite tanto consciente como inconscientemente sin juzgar y prestando la misma atención a todo lo
que dice sin priorizar un contenido sobre otro.
A partir de estas asociaciones y de la interpretación que el analista hace de la significación inconsciente de
las palabras y/o reproducciones imaginarias como sueños y fantasías, el paciente podrá comprender la
composición de sus formaciones psíquicas altamente complicadas y descubrir sus resistencias.

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