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SOBRE PSICOTERAPIA
1904 [1905]
Pero ¿no habrá de ser mucho más adecuado y posible influir sobre la
moral de un hombre con medios morales, o sea psíquicos?
La Psicoterapia nos ofrece procedimientos y caminos muy diferentes.
Cualquiera de ellos que nos conduzca al fin propuesto, a la curación del
enfermo, será bueno. Las promesas de mejoría que prodigamos
consoladoramente a los enfermos corresponden ya a uno de los métodos
psicoterápicos. Pero al ahondar en la esencia de las neurosis no hemos
hallado nada que nos obligue a limitarnos a semejante consuelo y hemos
desarrollado las técnicas de la sugestión hipnótica y las de la Psicoterapia por
distracción y entretenimiento y por provocación de afectos favorables. Todas
ellas me parecen estimables y las emplearía en circunstancias apropiadas. Si,
en realidad, me he limitado a un único método, al que Breuer denominó
«catártico» y yo prefiero llamar «analítico», ha sido tan sólo por razones
subjetivas. A consecuencia de mi participación en la génesis de esta terapia
me siento personalmente obligado a consagrarme a su investigación y al
perfeccionamiento de su técnica. Puedo afirmar que la Psicoterapia analítica
es la más poderosa, la de más amplio alcance y la que consigue una mayor
transformación del enfermo. Abandonando por un momento el punto de vista
terapéutico, puedo afirmar también que es la más interesante y la única que
nos instruye sobre la génesis y la conexión de los fenómenos patológicos. Por
la visión que nos procura del mecanismo de la enfermedad anímica, es
también la única que puede conducirnos más allá de sus propios límites e
indicarnos el camino de otras formas de influjo terapéutico.
Con relación a este método psicoterápico, catártico o analítico, vais a
permitirme que rectifique algunos errores y exponga algunas aclaraciones:
PSICOTERAPIA
(TRATAMIENTO POR EL ESPÍRITU)[795]
1905
Aún resta algo por decir acerca del estado hipnótico. El discurso del
hipnotizador, que ejerce en forma casi mágica los efectos descritos, se
denomina sugestión, habiéndose adoptado la costumbre de aplicar también
este término cuando existe tan sólo el propósito de despertar un efecto
análogo. Igual que el movimiento y la sensibilidad, también las restantes
actividades psíquicas del hipnotizado obedecen a esta sugestión, mientras que
no suele efectuar ningún acto por propia iniciativa. La obediencia hipnótica
puede asimismo ser aprovechada para una serie de experiencias harto
extrañas, que ofrecen una profunda visión del funcionamiento psíquico y
confieren al observador la inquebrantable convicción del insospechado
poderío de lo psíquico sobre lo corporal. Tal como es posible inducir al
hipnotizado a ver lo que no existe, también se le puede prohibir que vea algo
que existe y que se impone a sus sentidos, como, por ejemplo, determinada
persona (la denominada alucinación negativa); en tal caso, a dicha persona le
resultará imposible hacerse notar por el hipnotizado, cualquiera que sea la
estimulación que aplique; aquél la tratará «como si fuera aire». Se puede
impartir al hipnotizado la sugestión de que realice determinado acto, pero
solamente cierto tiempo después de despertar de la hipnosis (sugestión
posthipnótica), y el sujeto no sólo se ajusta al plazo, sino que ejecuta la
acción sugerida en medio de su estado vigil, sin atinar a explicarla con
motivo alguno. Si se le pregunta entonces por qué acaba de hacer tal cosa,
invocará un oscuro impulso que no logra comprender, o bien inventará un
pretexto medianamente adecuado, pero sin recordar nunca el verdadero
motivo, o sea la sugestión que le ha sido impartida.
El despertar de la hipnosis se produce sin esfuerzo alguno, mediante la
simple orden en tal sentido impartida por el hipnotizador. En las hipnosis más
profundas falta luego el recuerdo de cuanto fue experimentado durante el
sueño hipnótico bajo la influencia del hipnotizador. Este sector de la vida
psíquica queda, en cierto modo, aislado de todo lo demás. Otros sujetos
hipnotizados conservan un recuerdo nebuloso, y otros aun, si bien lo
recuerdan todo, manifiestan haberse encontrado bajo el dominio de un
imperio psíquico contra el que no había resistencia posible.