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2.2.

LA DINAMICA DEL «CONOCER»1

Podríamos partir de dos definiciones de Conocimiento:

1. Se dice conocimiento a la posesión intencional o inmaterial de un “aspecto” de la


realidad.

Posesión intencional significa que el objeto poseído se mantiene en el sujeto como tal,
esto es, no desaparece, no es asimilado -como es la posesión material- por el sujeto. La
posesión implica un enriquecimiento por parte del que conoce, al acceder a otros modos de
ser, a otras realidades distintas de las suyas. Gracias al conocimiento el hombre sale de sus
límites y su mundo se abre al mundo.

2. La segunda definición que queremos proponer es la siguiente, en primer término:

a) Conocer es hacerse otro en cuanto otro.

Aquí notamos que la dinámica es distinta a la anterior. Mientras que en la primera


acentuábamos el momento pasivo, de recepción, aquí presentamos al conocimiento
como una acción que está en poder del sujeto que conoce. Pero la acción -que es el
conocimiento- no es un simple hacer, sino un hacerse, esto es, posee un carácter
reflexivo de conversión sobre sí mismo . Esto nos lleva al segundo término de la
definición.

b) Conocer es convertirse pero no «en sí mismo», no consiste en encerrarse en sí


mismo, sino en perderse a sí mismo al asumir la forma del otro.

Caben aquí varias aclaraciones. El que conoce sólo puede conocer si se reconoce primero
como ignorante, es decir, como vacío, pobre de saber. Es por eso que Aristóteles hablaba
de la inteligencia como una pizarra vacía -mens se habet sicut tabula rasa2, decían los
medievales-. Sin esta actitud de ignorancia -solo sé que no sé nada- el conocimiento
queda congelado en un círculo vicioso donde lo único válido es él mismo. Es en este
silencio propio donde escuchamos al otro.

Pero ¿qué otro es ese otro? Una forma de entenderlo es tomar al otro como un «otro yo»;
es decir, lo que conocemos del otro es el otro en cuanto semejante a mí. Así, entonces, entre
el sujeto y el objeto [ese otro] tiene que haber una cierta proporción, una igualdad. El
conocimiento es apropiación del otro que es como yo.

Pero creo que aquí se impone otra interpretación. Si conocer es hacerse otro en cuanto otro,
esto implica que debo dejar que lo distinto3 de mí aparezca, que irrumpa el «exceso» que el
otro -en cuanto otro- es.

Este segundo momento del conocer, este hospedar al otro, es, paradójicamente, lo que
abre al conocimiento una dimensión de creatividad, de novedad. Ya no es “repetir” lo
sabido, lo establecido, sino que implica descubrir nuevas facetas, la constante novedad de
lo real.

1
Dijimos que lo Real se manifiesta al hombre como verdad, y que el hombre responde a esa verdad con el conocimiento.
2
La mente es cómo una pizarra en blanco.
3
El cambio -potencia pasiva- que se abre a la metamorfosis.

1
Pasemos ahora a la breve psicología del conocimiento.

En primer lugar tenemos que distinguir tres elementos de esta dinámica. Esos elementos
son: el objeto, el acto y la potencia o facultad.

2.2.a. OBJETO - ACTO - POTENCIA

 OBJETO
Como la etimología del nombre lo indica, es lo que se opone, lo que ofrece resistencia, lo
que ha sido arrojado delante.

El «objeto» es, entonces, lo que da contenido al acto de conocer. En tanto que


conocemos colores u olores, conocemos distintos aspectos de las cosas, distintas
características de las cosas.

Podemos distinguir tres tipos de objetos.


 En primer lugar encontramos los objetos que se llaman «objeto de suyo propios». Estos
son los que son captados por una potencia y sólo por ella. Por ejemplo, el olor para el
olfato, o el color para la vista.
 En segundo lugar, encontramos los «objetos de suyo comunes». Estos son los que son
captados por varias potencias y por ninguna como propio. Ejemplos son el movimiento,
que es captado por la vista o el oído (veo acercarse el tren o escucho que el tren se
acerca); o la «figura» que es captada por el tacto y por la vista.
 Finalmente encontramos el tipo de «objeto incidental». Es aquel que es captado
concomitantemente4 al objeto de suyo propio. Se diferencia del objeto de suyo común,
porque este objeto «per accidens» es incidental de una potencia, pero propio de otra.
Por ejemplo: el color es propio de la vista, pero incidental de la inteligencia. O viceversa,
cuando la inteligencia en una figura, vista por la vista, entiende una esencia.
Aquí nuestros ojos ven propiamente una figura negra sobre blanco;
en tanto la figura es objeto común de la vista y el color es su objeto
propio, corazón es objeto incidental de la vista, en tanto que, como
esencia, es objeto propio de la inteligencia. La existencia de este
«objeto incidental» no es accidental.5 Con su existencia está
mostrando la diferencia de niveles de conocimiento que hay en el
hombre y al mismo tiempo su mutua interrelación. En este sentido
podemos afirmar que no es la sensibilidad o la inteligencia la que
conoce, sino el hombre a través de su sensibilidad y su inteligencia.
Por otra parte me permite comprobar que lo sensible no es puramente sensible, sino que
está poseído por un contenido inteligible, al cual el hombre siempre antepone. Pero al
mismo tiempo me permite comprobar que lo inteligible no está “descarnado”, no lo
encontramos en un mundo supra-terrenal, sino en lo fenoménico, en lo sensible, en lo
concreto. [Dinero]

4
Que se produce al mismo tiempo.
5
Traducimos la formula latina per se cómo «de suyo» y la fórmula per accidens cómo «incidental». En cambio lo que
acaece es accidens, lo que ocurre sin razón; de ahí es que preferimos la traducción «incidental» en cuanto que incide en
algo de un modo casual; y no la traducción “accidental” porque esto podría llevar a confundir con lo que corresponde al
Accidente [-que manifiesta a la Substancia- y este no es el caso].

2
 ACTO
Ahora bien, estos objetos tienen una función: ellos son los encargados de despertar a las
potencias. En términos técnicos, se dice que: «Los Objetos ponen a las Potencias en acto
primero6 de actuar, en este caso, de conocer.»

Pero esa actualización no es aún conocimiento; se requiere que la potencia se dirija al


objeto, lo posea intencionalmente, para que surja así propiamente el conocimiento. Como
decíamos anteriormente, el conocimiento implica poseer pero también un hacerse el objeto.
Esta unión entre objeto y potencia es precisamente el acto de conocimiento.

Por eso el acto, lo «dinámico», tiene dos momentos:


 Un primer momento de Pasión o «acto primero», y
 Un segundo momento de Acción o «acto segundo»

En el primer momento la Potencia recibe al objeto, lo hospeda; en el segundo, sale de


sí, se aliena en el objeto y lo posee activamente dándose así el Conocimiento: «se hace
otro en cuanto otro».

 POTENCIA
El tema de las potencias en el hombre surge a partir de la necesidad de coordinar hechos y
teorías.

La teoría es que el hombre actúa porque es un ser viviente, y la vida y -por lo tanto- la
Acción, le viene al hombre por el Alma. Cómo dijimos anteriormente, el Alma es aquello
por lo que nos movemos, sentimos, pensamos, amamos.

Ahora bien, aceptando esta teoría, nos encontramos con un hecho.

Si el hombre actúa por el Alma, nos damos cuenta de que no siempre estamos “actuando”,
esto es, si bien siempre estamos viviendo, no siempre estamos sintiendo o pensando o
amando. Este hecho, el de la continuidad de la vida y la discontinuidad del hacer, exige una
explicación; esta explicación sería la siguiente:

Es necesario poner junto al Alma otros «principios de operación» que expliquen la


discontinuidad y la variedad del hacer. Estos principios son las Potencias.

Así, entonces, vamos a decir que el ALMA es «principio remoto»


de la Acción. Sin el alma no hay vida y por lo tanto no existe el
principio que da origen a la actividad. Las Potencias son el
«principio próximo» de Operación -como prolongaciones del
Alma-, en tanto que permiten dar razón a la pluralidad de
Acciones frente a la unidad del Alma y permiten dar razón a la
discontinuidad de las acciones frente a la permanente presencia
del Alma.7

6
[Predisposición, estímulo, toma de conciencia de lo real. (Tema 6; 2.2.b.2. Proceso ideogenético, p.9.)]
7
[Tema 4.10) 1. LA ESENCIA DEL HOMBRE; 1.1. Dificultades y perspectivas, DAVID HUME, p.2.]

3
Cabe distinguir, aquí también, dos nombres.

Algunos llaman a las Potencias, Facultades. El nombre deriva de que las potencias facultan al
hombre para realizar tal o cual acto. Tanto Potencia como Facultad implican poder de
Acción, y sin embargo hay un matiz a destacar:

 Facultad refiere más directamente al segundo momento del acto, a la Acción.


 Potencia refiere más directamente al «primer momento» del Acto, esto es la
«Pasión».

Así, entonces, preferimos usar Potencia en tanto que implica este momento de Pasión
que consideramos clave en tanto que expone nuestra dependencia con lo real, esto es, que
la acción humana está arraigada en lo real, toma de ella su contenido y orientación.

4
Sustancia
Término acuñado por Aristóteles para referirse al sustrato básico en donde se asientan los accidentes, a
aquello cuya esencia le compete SER (existir) en tanto que es ALGO (cosa).
Descartes denominó sustancia a todo aquello que no necesita de ninguna otra cosa para existir.

Sustancia y Accidente
Aristóteles afirma la unidad del ser, pero no es una unidad en el sentido de unicidad como pretendía
Parménides. El ser no es único: hay distintas formas de "ser" pero todas ellas se refieren a una forma
primordial, al ser propiamente dicho: la substancia. Pero la substancia tampoco es única, porque existen
muchas substancias (o sea, existen muchos "seres"). Las diferentes formas del "ser" no son sino modificaciones
o accidentes de la substancia; ellos son: Cantidad, Cualidad, Relación, Lugar, Tiempo, Posición, Estado, Acción,
Pasión. Entonces, Substancia y Accidente son los géneros supremos (categorías) unificados por su común
referencia a la substancia.
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Propiedades intensivas
Ejemplos de propiedades intensivas son la temperatura, la presión, la velocidad, el volumen específico
(volumen ocupado por la unidad de masa), el punto de ebullición, el punto de fusión, la densidad, viscosidad,
dureza, concentración, solubilidad, etc., en general todas aquellas que caracterizan a una sustancia
diferenciándola de otras, Si se tiene un litro de agua, su punto de ebullición es 100 °C (a 1 atmósfera de
presión). Si se agrega otro litro de agua, el nuevo sistema, formado por dos litros de agua, tiene el mismo punto
de ebullición que el sistema original. Esto ilustra la no aditividad de las propiedades intensivas.

Propiedades extensivas (o aditivas)


Son las que dependen de la cantidad de sustancias del sistema, y son recíprocamente equivalentes a las
intensivas. Una propiedad extensiva depende por tanto del "tamaño" del sistema. Una propiedad extensiva
tiene la propiedad de ser aditiva en el sentido de que si se divide el sistema en dos o más partes, el valor de la
magnitud extensiva para el sistema completo es la suma de los valores de dicha magnitud para cada una de las
partes. Algunos ejemplos de propiedades extensivas son la masa, el volumen, el peso, cantidad de
sustancia, energía, entropía, entalpía, etc. En general el cociente entre dos magnitudes extensivas nos da una
magnitud intensiva, por ejemplo la división entre masa y volumen nos da la densidad.

Objeto incidental

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5
HUME
Para Hume, a lo real se accede a través de las percepciones; pero, que al estar estas referidas a lo
pasajero, a lo contingente, no podemos asumirlas como «fundamento» de una idea. Así, entonces,
no podemos llegar a afirmar una idea de yo, dado que no hay ninguna percepción que la justifique.
Como él mismo nos dice, dolor y placer, tristeza y alegría, pasiones y sensaciones se suceden unas
tras otra, y nunca existen todas al mismo tiempo, por lo tanto, no podemos tener una idea que
siempre se acepte como estable, duradera y siempre con el mismo contenido.

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