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«NIVELES» DE CONOCIMIENTO
Jueves 6
Fenómeno no está tomado aquí en el sentido de apariencia con un matiz despectivo, sino en
cuanto que es lo que se muestra a través de los Accidentes de la Substancia.1
La inteligencia, -en eso fenoménico, en los accidentes-, ve lo esencial de la cosa, esto es, el
fundamento de la cosa; o para seguir la distinción citada anteriormente, lo substancial de la
cosa.3
Por dependencia subjetiva entendemos lo siguiente: la vista, por ejemplo, como potencia
requiere de un órgano -el ojo- para poder efectuar su acto -la visión-. Sin ojos nuestra
capacidad visiva no puede realizarse -por ejemplo un ciego-. La inteligencia en cambio, no
necesita propiamente de un órgano para ejercer su acto.
1
Aquello a cuya esencia le compete SER (existir), en tanto que ES algo (cosa). Acuñado por Aristóteles para referirse al
sustrato básico en donde se asientan los Accidentes -que en la substancia tienen únicamente “ser” y existen en función de
ella-. A decir de Descartes, “substancia es todo aquello que no necesita de ninguna otra cosa para Existir”.
2
…cuando la inteligencia entiende una esencia.
3
[Intelecto agente + intelecto posible = idea.]
1
Si bien esto puede resultar extraño, recordemos los cuatro argumentos presentados en la
inmaterialidad4 del alma. Pero sí depende objetivamente del cuerpo, en tanto que capta el
objeto desde la sensibilidad, esto es, requiere de un órgano para la presentación del objeto,
y este órgano es el cerebro. Así, entonces, sin el cerebro ¿se puede dar conocimiento
intelectual? Dado que el hombre es un compuesto de carne y espíritu, sin el cerebro no
habría hombre, por lo tanto no habría conocimiento intelectual.
Tacto
Gusto
Olfato
Oído
Vista
Así captamos, gracias a él, lo cálido de un objeto y evitamos una quemadura o, al sentir algo
doloroso, huimos de él. El tacto, entonces, nos brinda una primera noticia del mundo y al
mismo tiempo nuestra ubicación en él, en tanto que gracias al tacto sentimos nuestro estado
y nuestra situación, por ejemplo, estamos parados, estamos cansados, [y también sentirse
ubicados, o no -sin tacto-], etc.
Así, en nuestro lenguaje vulgar, solemos decir que una persona “tiene tacto” cuando sabe
manejarse correctamente entre las personas, su “fino tacto” le permite hablar sin lastimar.
Pero también tiene una resonancia afectiva en la “caricia”. Es a través de la caricia por
donde nos adentramos en la expresión de lo afectivo; es la caricia el modo por el cual le
mostramos a un recién nacido la bondad de la vida. Así, entonces, el tacto, que parece
referirse solamente a la ubicación del mundo, tiene gracias a la espiritualidad humana, una
trascendencia afectiva en tanto que no sólo percibe sino que también transmite.
4
Universales, Autorreflexión, Libertad, Fracaso.
2
El segundo sentido es el GUSTO
por un lado se orienta a la conservación del individuo, en tanto que percibe lo que se
ordena a la percepción del alimento, como también del enemigo.
por otro lado gracias al olfato captamos también, la pareja sexual, de modo que el
olfato se orienta a la conservación de la especie.
Ella capta como objeto propio el color y a través de él, las formas y figuras. En nuestra
cultura es el sentido más espiritualizado y el que mayor confianza nos brinda, lo cual lo
comprobamos en nuestro lenguaje vulgar, por ejemplo: para llamar la atención usamos
expresiones cómo “¿viste?”, o “miren”, o “a ver”…
A esta apretada síntesis podemos agregarle algunas notas para completar, un tanto, esta
aproximación.
5
Que se alimenta de toda clase de sustancias orgánicas, tanto animales cómo vegetales.
3
En primer lugar hay una “jerarquización” real de los sentidos en cuanto a la mayor
precisión en orden al conocimiento, pero debemos tener en cuenta que esta jerarquización
está hecha desde el conocimiento intelectual. Y esta aclaración nos lleva a la segunda nota.
Sensibilidad interna
Cuatro son los sentidos de la sensibilidad interna:
Sentido Común
Imaginación
Memoria
Cogitativa
Su objeto son los actos de los Sentidos Externos, en tanto que en el sentido común se
“reúnen” los Sentidos Externos.
El sentido común hace, de este modo, una primera síntesis, dado que reúne nuevamente lo
que estaba unido en la cosa y que se había dividido en los diferentes caminos de acceso,
esto es, a través de cada sentido externo. Ahora bien, dado que el sentido común capta los
actos de los sentidos externos -siento que siento-, esto es, se da en él lo que podríamos
llamar una primera reflexión, una primera captación del yo como sujeto de sensibilidad.
Así, entonces, podríamos decir que gracias al sentido común se da una síntesis objetiva…
-se vuelve a reunir lo que se dispersó en la sensación, pero que estaba unido a la realidad-, y
una primera síntesis subjetiva; es decir, una síntesis entre sujeto y objeto -no es meramente
lo objetivo lo que aparece en el sentido común, sino también el sujeto que conoce-. 7
Esta especie, si bien es producida por el sujeto, no es pura creación del sujeto. En realidad
no hay nada que imaginemos que no hayamos visto u oído o experimentado por algún otro
sentido. Hay entonces en la imaginación una capacidad de reordenar los datos de los
Sentidos Externos, produciendo algo que no está en la realidad. Es por eso que la
imaginación recibe, también, el nombre de fantasía.
Pero junto con esta capacidad nacida del carácter utópico, la fantasía puede enajenar al
hombre, dado que lo saca de la realidad, llevándolo a habitar un mundo imaginario. Así
entones, se convierte en “la loca de la casa”. Es por eso que la imaginación requiere una
educación, un ejercicio ordenado.
La imaginación al producir estas imágenes depende del sentido que las proporciona. Es así
que encontramos personas con una imaginación visual, otras auditivas y existen también
imágenes olfativas como las que tiene el perfumista, o gustativas como el caso del cocinero.
En la Edad Media se decía que la Memoria captaba una “intentio insensata”9, esto es, un
“contenido no sentido”, en tanto que la referencia al pasado no es sentida por ningún
sentido externo, pero tampoco está en la realidad, dado que en la realidad sólo
encontramos lo presente. La memoria capta el paso del tiempo, y no creo que sea casual que
San Agustín se haya interesado, como lo atestigua el libro Confesiones, por estos dos temas:
tiempo y memoria. La memoria, entonces, al captar la referencia al pasado es la sede de la
historia. No cabe relatar una historia sin la ayuda de la memoria. Y por ser sede de la historia
es la sede del yo. No podríamos decir esta palabra yo con sentido, si no fuera por la memoria
que nos permite revivir lo que hemos sido10.
Sin memoria no hay identidad. Es gracias a ella que podemos contar nuestra vida, relatar
nuestra biografía y por lo tanto tener conciencia de una identidad. Es por eso que cuando
8
[...movimiento.]
9
La intención del absurdo.
10
«La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla». GGarcía Márquez (1927-
2014).
5
hacemos memoria decimos que recordamos, esto es, volvemos al corazón, volvemos a
nuestra intimidad, para allí, encontrar lo real.
Varias son las funciones de esta potencia: Si la memoria capta la referencia al pasado, la
estimativa capta la referencia al futuro.
Gracias a ella, estimamos que algo va a suceder; como por ejemplo, un cielo amenazante
nos hace pensar en la lluvia inminente. La estimativa nos permite prever lo que ha de
suceder, ampliando nuestro horizonte perceptivo hacia el futuro, hacia lo que todavía no es.
Otra función de la estimativa es que nos permite captar lo beneficioso y lo nocivo de las
cosas. Pero debemos aclarar que la estimativa no capta el bien o el mal, sino aquello que es
bueno o malo para un sujeto determinado, esto es, en cuanto que entra en relación con
una persona en concreto. Por ejemplo, una comida puede ser beneficiosa para alguien, pero
nociva para otra persona. Gracias a la estimativa entonces, la percepción del hombre se
abre, no solo a lo cognoscitivo, sino también, a lo afectivo, en cuanto que está ordenada a
acrecentar la vida en la búsqueda de lo beneficioso y en evitar lo nocivo.
Esta potencia reúne los datos que la sensibilidad captó de lo real. Produce, entonces,
una imagen en la cual se sintetiza todo lo captado por los otros sentidos, tanto externos
como internos. Es sobre esa IMAGEN sobre la que va a apoyarse la inteligencia para la
producción del CONCEPTO; de modo que, si esta imagen es débil o incompleta, la
inteligencia se va a ver limitada en su ejercicio, en tanto que el material -imagen- sobre el
que va a trabajar habrá de manifestar una realidad imprecisa.
11
«Podemos distinguir dos tipos de Tiempo: el Cronológico -kronos- es común a todos y es establecido arbitrariamente, por
ejemplo, hoy es 30 de octubre de 2007; y el kairológico que es el tiempo propio de cada uno, su tiempo de madurez, su
sazón. Así, entonces, dos personas pueden tener la misma edad cronológica, pero no tienen la misma edad kairológica, la
misma madurez.» [Las Edades de la Humanidad, Video.]
12
Potencia que faculta el pensamiento: «Cógito, ergo sum».
6
Por lo tanto, en la COGITATIVA se presentan, así como el SENTIDO COMÚN, dos síntesis. A
la síntesis objetiva13 manifestada en la imagen, se le suma la síntesis subjetiva, ya que el
sujeto aparece involucrado en cuanto que la imagen no habla solamente de la cosa real, sino
también del estado del sujeto, en cuanto refiere lo beneficioso o nocivo para ese sujeto.
En el Medioevo esta potencia recibió el nombre de razón particular. Su función es ser sede
de la experiencia porque agrega, a los datos del pasado brindados por la memoria, la
previsión del futuro de acuerdo a lo que está presente a través de los Sentidos Externos.
Esto significa que el conocimiento no es una mera copia de la realidad, como lo es una
fotografía o una película, sino que el conocimiento se da en la unión vivida del sujeto con el
objeto, y por lo tanto, a mayor intimidad con el objeto hay una mayor presencia del sujeto.
A medida que captamos más datos de las cosas, más yo se vuelve el sujeto, dado que a
mayor presencia del objeto tenemos una mayor actividad del sujeto. O para decirlo en
otras palabras: el sujeto se hace más real a medida que conoce más la realidad y más
realidades.
Objeto de la inteligencia
POR «ENTE» ENTENDEMOS AQUELLO QUE «ES». Recordemos que, en esta noción de
Ente, se encuentran presentes: el principio SER -es-, el principio ESENCIAL -qué- y el
SUJETO que está constituido por la ESENCIA y por el SER.
13
[Refiere a la calidad de sus propias percepciones sensoriales.]
7
Así, entonces, la inteligencia capta lo real: esto es, algo individual que, por un lado tiene
una esencia y que, por lo tanto, puede ser definido; y por otro lado, tiene un ser que lo hace
ser real. Así, entonces, el Ente, como objeto de la inteligencia, es captado propiamente a
través del juicio, como acto que une lo que está unido y separa lo que está separado.
Pero si tomamos ser en su sentido propio notamos que ser es solamente un principio de lo
real, el más importante desde luego, pero sólo principio de lo real. De hecho, no captamos
nunca el ser de un modo puro, no captamos nunca el existir, como tampoco captamos el
comer o el beber. Lo que captamos, es un sujeto que está comiendo o bebiendo, siempre, lo
que captamos, son sujetos que realizan una u otra acción. Generalmente cuando un autor
dice que el objeto de la inteligencia es el ser, se quiere referir a que el objeto es real, esto es,
no es ni un ente de razón, ni algo que no existe propiamente. Pero, dado que no cuesta nada
ser precisos, preferimos entonces decir que el objeto es el ente.
Nuevamente vemos aquí algo de verdad pero también, alguna imprecisión. Es cierto que la
esencia es el principio de lo real que le da un contenido inteligible y gracias al cual una
realidad se diferencia de otra; esto es, gracias a la esencia, una cosa es una cosa y otra cosa
es otra cosa. Como habíamos afirmado anteriormente, la esencia es aquello que hace que
una cosa sea lo que es, pero, aunque esto es muy importante, no es todo lo que hay en el
ente. Si bien el filósofo es un cazador de esencias y su fin es definir, delimitar lo real, esto no
puede ser hecho unilateralmente, monocularmente. Lo real irrumpe más allá (o más acá) de
la sola esencia.
Así, entonces, decir que el objeto es la esencia, nos llevaría a varias dificultades.
Una de ellas es caer en lo que comúnmente se llama esencialismo, esto es, “lo que vale
la pena conocer de una cosa es su esencia, no la cosa misma”. Este esencialismo crea una
visión abstracta de la realidad y en muchos casos es el responsable de mostrar a la
filosofía como algo que está alejado de lo real. “Lo que tenemos delante” no nos interesa
tanto como su contenido universal, esta actitud nos lleva, poco a poco, a olvidarnos de lo
que tenemos delante, para instalarnos en una especie de lejanía intelectual.
La otra dificultad no es menor y está emparentada con la anterior.
Si lo que conoce propiamente la inteligencia es la Esencia, ¿qué lugar le cabe al Ser? El
ser sería entonces objeto de la sola “sensibilidad”, sería aquello que solamente puede ser
alcanzado por una constatación empírica [fenomenológica]. Una interpretación tal,
impide entonces considerar al ser como principio metafísico, como acto de todos los
actos; concepción que, según algunos especialistas, es un logro de la metafísica clásica.
Así entonces, si afirmamos sin más que el objeto de la inteligencia es la esencia, lo
individual -lo concreto- y el ser como acto, se volverían ininteligibles.14
14
No comprendidos o entendidos.
8
Otra opinión dice que el objeto de la inteligencia es la VERDAD
Pero la verdad más que objeto de la inteligencia es el fruto, esto es, la verdad surge una vez
que la inteligencia se ha adecuado a la realidad, a su objeto. Por lo tanto, la verdad no es
propiamente el objeto de la inteligencia, sino el fin del conocimiento intelectual. Así,
entonces, el hombre al conocer lo real intelectualmente, posee la verdad, pero solamente si
se ha apropiado de eso real, del ente.
Por otra parte, si el objeto fuera la verdad sin más, no cabría un conocimiento intelectual
errado: no habría posibilidad de conocimiento erróneo15. De este modo y en cierto sentido,
todo conocimiento intelectual sería infalible, y si se equivocara sería por la intromisión de
algún otro elemento extraño.
Sin embargo, creemos que si afirmamos que el objeto de la inteligencia es el ente, puede ser
que por exceso del objeto o por debilidad de la inteligencia surja el error, esto es, la no
adecuación con la realidad. En el error hay conocimiento intelectual, pero deficiente,
corregible. De ahí la existencia de la lógica16, como arte del buen pensar.
Una quinta opinión es aquella que afirma que el objeto de la inteligencia es la FORMA de
las cosas
Aquí forma está tomada como principio de lo real y, más propiamente, como aquello que
perfecciona la esencia de una cosa. En esta opinión encontramos las mismas dificultades que
habíamos presentado con respecto a la esencia y podríamos afirmar otra más: la materia se
vuelve incognoscible para la inteligencia, y siendo la materia17 -signada por la cantidad18- el
principio de individuación, el individuo también se vuelve ininteligible.
Una última opinión sería aquella que sostiene que el objeto de la inteligencia es la
QUIDIDAD19 de la cosa material
Pero esta opinión nada agrega a aquella que sostenía que el objeto era la esencia, por tanto,
la nombramos solamente.
De este modo la inteligencia, a través del acto del juicio, no solo capta lo esencial de lo real -
lo cual es captado por la simple aprehensión- 20, sino también capta el acto de ser, y esto no
por separado sino en cuanto que le corresponde a un individuo. Si la inteligencia logra
apresar al ENTE de este modo, logrará su fin: la VERDAD.
15
Esta afirmación se deduce de la afirmación de la teoría clásica según la cual toda potencia se ordena naturalmente a su objeto y todo lo
conoce desde él.
16
Ciencia formal que estudia los principios de la demostración e inferencia válida.
17
[substancia]
18
[accidente-forma]
19
Quididad: La Esencia derivada de la definición misma de las cosas, esto es, la respuesta al quid o ¿qué es? de los seres, lo
que constituye su ser con independencia de su existencia: “Y como aquello por lo cual una cosa se constituye en su propio
género o especie es lo que significa por la definición, la cual indica lo que es la cosa (quid est res), de aquí se deriva que el
nombre de esencia ha sido mudado por los filósofos en el nombre de quididad.”
20
Operación mental que consiste en captar el sentido de algo sin afirmar ni negar. Por ej.: captar lo que significa “tierra”,
“piedra”, “mesa”, etc.
9
El Proceso ideogenético
Al plantear los argumentos de la espiritualidad del alma,21 como al hablar de la diferencia
entre la sensibilidad y la inteligencia, apuntamos a la diferencia entre imagen e idea.
Mientras que la imagen se refiere a algo «individual», la idea se refiere a algo «universal».
Ahora bien, ¿de dónde surgen las ideas? ¿Tienen ellas alguna relación con las imágenes?
Es éste el tema que trataremos ahora.22
El proceso tiene su inicio en la Cogitativa.23 Esta, como habíamos dicho, produce una
imagen que reúne todos los datos que la sensibilidad captó , tanto de la Sensibilidad Interna
como la Externa. Esta imagen es llamada «Especie-Expresa sensible».
Para hacer esto un poco entendible, podríamos decir que el INTELECTO POSIBLE, antes de
esta inmutación, es posible [disponibilidad] de todas las cosas, esto es, puede conocer
cualquier cosa. La «Especie-Impresa inteligible» lo determina a conocer la realidad, de la
cual la «especie» es un reflejo. [IA cumple el rol de Naturaleza a nivel intelectual.]
Una vez que el INTELECTO POSIBLE está en «acto primero de conocer», tiene que pasar
realmente a conocer, es decir, tiene que ponerse en «acto segundo de conocer». Esto es así
porque el conocimiento, como ya dijimos, no es solamente pasivo, sino que, propiamente
es ACCIÓN.
21
Los argumentos de su inmaterialidad.
22
Recordemos que para este tema tenemos que aceptar algunos puntos. En primer lugar que nuestras ideas dicen algo
“universal”; segundo, que esas ideas están tomadas de la realidad, esto es, no son innatas; tercero, estas ideas son tomadas
desde las imágenes, con lo cual sostenemos una correlación entre el conocimiento sensible e intelectual; cuarto y último,
esa capacidad de formar ideas es propia de cada hombre, es decir, no pertenece a un intelecto separado. Recordemos
también, que no es la inteligencia ni la sensibilidad las que conocen, sino el hombre a través de ambas.
23
Como dijimos, esta potencia reúne los datos que la sensibilidad captó de lo real, y produce una imagen en la cual se
«sintetiza» todo lo captado por los otros sentidos, tanto externos como internos. Es sobre esa imagen sobre la que va a
apoyarse la Inteligencia para la producción del «concepto»; de modo que, si esta imagen es débil o incompleta, la
Inteligencia se va a ver limitada en su ejercicio, en tanto que el material sobre el que va a trabajar va a manifestar una
realidad imprecisa. Por lo tanto, en la cogitativa se presentan dos síntesis: a la síntesis objetiva manifestada en la imagen,
se le suma la síntesis subjetiva, ya que el sujeto aparece involucrado en cuanto que la imagen no habla solamente de la cosa
real, sino también del estado del sujeto, en cuanto refiere lo beneficioso o nocivo para ese sujeto.
24
[Potencia específica, clara.]
10
Al conocer, el INTELECTO POSIBLE produce o profiere el CONCEPTO o «Especie-Expresa
inteligible», en la cual ve lo REAL.
Ahora bien, aquí finaliza el proceso ideogenético, en cuanto que hemos producido la
idea o concepto. Pero no concluye con esto el conocimiento intelectual, dado que es
necesario un paso más que se llama «conversión a la imagen».
El INTELECTO POSIBLE compara la idea o concepto con la imagen de la cual los obtuvo,
para comprobar si realmente coinciden esa idea o concepto con la realidad. Si la
confirmación es afirmativa, podemos decir que conocemos intelectualmente.
Algunas aclaraciones
Los «dos intelectos»
En primer lugar surge la duda: ¿cuál es la necesidad de dos intelectos? 25 La distinción surge
para explicar hechos dentro de una teoría más amplia. La teoría es la distinción de Acto y
Potencia;26 los hechos son los siguientes:
Ahora bien, dado que nada puede estar en Acto y en Potencia, a la vez y bajo el mismo
aspecto, tenemos que afirmar la Dualidad27 de intelectos.
Así, entonces, sin el Intelecto Agente, el Intelecto Posible no tendría nada que conocer,
porque no habría nada a su nivel y por sí sólo no puede generar una idea. Sin Intelecto
Posible no conoceríamos, porque no habría nada que produjera la idea y de ese modo
nuestro conocimiento sería meramente sensible.
25
[Intelecto agente-intelecto posible.]
26
[Tema 5: 2.2.a. Potencia, p.3.]
27
[“Temprano en la mañana caminaba yo por un camino todo de bajada y pensé: para un esfuerzo físico y lograr una
oxigenación mayor sería bueno que este camino fuera de subida… Invertí mi caminata recorriendo el mismo camino; ya el
camino es de subida; o sea, el mismo camino puede ser dos caminos opuestos a la vez. Es lo que en filosofía se llama
dualidad. Esa dualidad sucede de forma inevitable y balancea los hechos y las cosas cotidianas de la existencia.”]---------------
[Dualismo Filosófico, dícese a las doctrinas que afirman dos órdenes de Ser, esencialmente distintos: por ejemplo, *Ser real y
Ser ideal. (*=Hipóstasis: término griego usado como equivalente de Ser o sustancia, pero en tanto que realidad de la
Ontología; puede traducirse como "ser de un modo verdadero", "ser de un modo real" o "verdadera realidad".)]
11
Sobre la abstracción
Esta teoría de la Abstracción supone una tesis: que la raíz del conocimiento es la
inmaterialidad. Según esta tesis conocemos gracias a que hay en el sujeto una
inmaterialidad que le hace capaz de recibir formas distintas de la propia, pero sin cambiar su
propia forma. Por ejemplo una pared no tiene inmaterialidad, por lo tanto, cuando recibe
una forma, no puede recibirla sino “transformándose” en esa forma, como al recibir la forma
color rojo. El hombre en cambio puede poseer esa forma color también de un modo
intencional, por lo tanto, cuando lo posee de ese modo, no se convierte en color.
Así entonces, el INTELECTO AGENTE responde por un lado a la necesidad de abstraer una
forma de la materia, es decir, de quitarle el peso de la materialidad. Pero responde por otra
parte a la capacidad de cada hombre, de modo que, en cada hombre encontramos
diferentes capacidades de abstracción.
Según algunos autores, este tercer grado de abstracción no daría propiamente nada que
conocer en tanto que, en este nivel, los conceptos son tan abstractos que son vacíos. Es por
eso que algunos han preferido agregar otro modo de iluminación: el de la SEPARACION.
Según ellos, la inteligencia en este grado no «abstrae», es decir, no deja de lado nada, sino
que «separa» aquello que está unido en la realidad. Así, entonces, en este grado de
«separación», no tendríamos conceptos sino juicios, por lo tanto no habría tanto ideas
como «Proposiciones».
28
Que puede ser comprendido o entendido.
29
[Que puede ser “comprendido” o “entendido”.]
30
[Emily Dickinson.]
12
Y la razón de esto está en que, como hemos dicho anteriormente, el objeto de la
inteligencia no es ni la esencia, ni la forma, ni la quididad, sino el Ente, es decir, aquello que
«es»*, el cual no es captado por una simple aprehensión31 sino por un juicio, el cual
corresponde a este grado de separación.
Es así que el Ente «judicativamente» captado se dice de todas las cosas que «son»,
pero sin dejar nada de lado, sino incluyendo en sí toda la realidad.
Sobre el pensar
Hemos explicado cuál es el objeto de la inteligencia, hemos explicado el proceso
ideogenético, pero aún no hemos tratado del modo propio del conocer intelectual. 32
2) El otro es el de la «razón», el cual comienza en una duda, o bien, frente a algo que se
presenta de un modo que resiste la comprensión. Así entonces, la marcha de la razón es
un ir paso a paso; ella no es otra cosa que un trabajo hacia la intelección. Por eso se dice
que la «razón» se da entre dos intelecciones. La primera intelección es confusa, oscura y
requiere el pensar. Al razonar el hombre piensa y llega finalmente a ver lo real más
claramente y surge así la intelección final que pone fin al pensar y en ella surge la verdad.
Comúnmente no pensamos, sino que nos manejamos por la experiencia 33 o, para decir
con Descartes, con el buen sentido34; comúnmente nuestra potencia de conocimiento es la
cogitativa35, no la inteligencia. El pensar aparece, creo, en dos momentos.
31
Asimilación inmediata de ideas o conocimientos.
32
Dijimos que el conocimiento «sensible» se da a nivel del fenómeno y el conocimiento «intelectual» a nivel del
fundamento. Ahora bien, la inteligencia -en eso fenoménico: los accidentes- ve lo «esencial» de la cosa, el fundamento, o lo
substancial de la cosa.
33
Cfr. El inicio de la Metafísica de Aristóteles: “Y del recuerdo nace para los hombres la experiencia, pues muchos recuerdos
de la misma cosa llegan a constituir una experiencia. Y la experiencia parece, en cierto modo, semejante a la ciencia y al
arte, pero la ciencia y el arte llegan a los hombres a través de la experiencia… Nace el arte (téjne) cuando de muchas
observaciones experimentales surge una noción universal sobre los casos semejantes”, Metafísica, 981a 1-5.
34
Cfr. Descartes, René, El discurso del método, Madrid, Espasa Calpe, 1970, p. 29: “El buen sentido es la cosa mejor
repartida del mundo, pues cada cual piensa que posee tan buena provisión de él, que aun los más descontentadizos
respecto a cualquier otra cosa, no suelen apetecer más del que ya tienen”. -- Hay que aclarar, sin embargo, que para
Descartes buen sentido y razón son equivalentes.
35
La estimativa capta la referencia al futuro.
13
Considero que, a menudo, el hombre no piensa, en tanto que, o bien no pregunta, o porque
la respuesta no la obtiene de su razonar, de su diálogo con la cosa, sino que echa mano a
respuestas ya dadas, a tradiciones no realmente pensadas sino solamente repetidas de
memoria. Este lleva al segundo momento.
Es por eso que el pensar auténtico, no la mera habladuría, saca al pensador del mundo
de la caverna37 para ponerlo cara a cara con el fundamento.
El pensar hace del hombre un liberador, en tanto que, desde el fundamento, puede romper
con las viejas experiencias y, como él es libre, puede volver a liberar. Es por eso que el
pensar tiene algo de abismal, nos deja, por un momento, sin experiencia y por lo tanto nos
deja en soledad.38
Es esta una de las paradojas del pensar: su eclesialidad se crea luego de la soledad… y
viceversa.
36
Cfr. Discurso del Papa Benedicto XVI al Sexto Simposio Europeo de Profesores Universitarios, 7 de junio de 2008: «El nuevo
diálogo entre fe y razón, que se hace necesario hoy, no puede llevarse a cabo en los términos y modos cómo se realizó en el
pasado. Si no quiere reducirse a un estéril ejercicio intelectual, debe partir de la actual situación concreta del hombre, y
desarrollar sobre ella una reflexión que recoja su verdad ontológico-metafísica.»
37
Recordar aquí la alegoría de la CAVERNA en el dialogo República de Platón.
38
Cfr. La obra de Ortega y Gasset, En torno a Galileo. Esquema de la crisis, Madrid, Espasa Calpe, 1965.
14
Ver Tema 02. EL METODO. Test.
Cogitativa
La palabra c. rima con la de estimativa en la terminología escolástica. Una y otra tienen un significado poco
usado en el lenguaje común, razón por la cual se hace preciso afinar en su definición. Tanto la estimativa como
la c. se sitúan en el plano de la imaginación y en contraste con la sensibilidad. Se tiene la sensibilidad de lo
presente en el espacio y en el tiempo; la imaginación se refiere a lo ausente en el espacio y presente y futuro
en el tiempo. Lo pasado en el tiempo es retenido y reproducido por la memoria; lo futuro es planeado por la
estimativa ya en la vida animal. Los animales se ven precisados a buscar su comida para nutrirse, a emparejar
para reproducirse, a defenderse de lo que amenaza su vida. A todo esto se sienten inducidos por un sistema de
imágenes de los alimentos que tomar o evitar, del sexo opuesto con el que copularse para la reproducción y
crianza de la prole, de los peligros que acechan su vida y de los cuales se disponen a huir, cuando no los
afrontan con sus armas defensivas y ofensivas. Esas imágenes afloran espontáneamente a su imaginación y son
secundadas por la motricidad muscular merced a una finalidad natural que recibe precisamente el nombre de
estimativa o de instinto en términos modernos. El instinto induce también a algunos animales (abejas, arañas,
hormigas, castores) a la fabricación de productos determinados (colmenas, telas, casitas) no necesarios para la
vida. La domesticidad de los animales por el hombre se debe también a una inclinación instintiva. Todo ello se
da no sólo en los animales, sino también en el hombre. Pero en éste la estimativa sube de nivel y recibe el
nombre de c. por la participación en ella del pensamiento intelectual; signo de ello es la inventividad.
El hombre contrasta con los animales en que es inventor, esto es, fabricador de cosas artificiales. Según hemos
indicado, también algunos animales las hacen, pero lo mismo hoy que hace miles de años; no hay en ellos
innovación alguna y, pese a las maravillas de sus productos, son puramente instintivos. El hombre no: es
esencialmente descubridor de nuevas formas de vida que han llenado la tierra de cosas artificiales, en
contraste con las naturales: entre el campo y la ciudad la diferencia es manifiesta. La inventividad dice relación
a la c.: no es en efecto actividad sólo intelectual, sino también imaginativa, pero no de la imaginación
reproductora de las sensaciones pretéritas, sino creadora de nuevas por combinación de las anteriores,
proceso en el que se halla latente la inteligencia, por cimentarse en las leyes naturales registradas por ésta.
Pero no es sólo la eficacia lo que persigue el hombre en su actividad inventiva, sino también la valiosidad: los
productos del artificio deben ofrecer una valiosidad distinta y aun superior a los naturales; con su inventividad
el hombre crea la cultura y la cultura es una superación de la naturaleza. Se da la cultura en orden al
sostenimiento de la propia vida por el refinamiento alimenticio, la prevención de la enfermedad por la higiene,
y su curación por la medicina; se da la cultura en orden a la producción de objetivos vitales inéditos en la
naturaleza. La invención se integra con la imitación o adopción de las invenciones ajenas, previa o no su crítica.
Funciones de la cogitativa. La valiosidad de los productos de la imaginación c. avalada por la inteligencia puede
cifrarse en orden a los medios y a los fines de la vida humana.
1) A los medios. Gracias a la inteligencia que da lugar a la técnica, no sólo se aplican los sentidos y las manos a
los objetos naturales, sino también se adoptan instrumentos que fecunden su actividad: instrumentos
utilizables por los sentidos y las manos, como son los utensilios, e instrumentos que, una vez producidos y
puestos en marcha por el hombre, funcionan automáticamente, como son las máquinas. Ellas constituyen el
secreto de la productividad de la gran industria y agricultura modernas, secundada por la división social del
trabajo y la especialización profesional. Gracias a ella se ha llegado a dominar el transporte en el triple medio
terrestre, acuático y aéreo, y aun la telecomunicación sin aquél: alámbrica (telégrafo y teléfono) e inalámbrica
(radio, televisión). Gracias a ella se ofrecen en nuestros escaparates una muchedumbre de objetos que tientan
a los transeúntes a su disfrute por cada uno de los cinco sentidos, hartos ya de las cosas naturales. Las casas, así
como el traje, nos preservan de la intemperie física y de las indiscreciones sociales; el traje acusa también las
diferencias sociales de varias clases. Las ciudades constituidas de casas separadas, pero contiguas, comunicadas
por calles y plazas, con todas las instalaciones anejas, constituyen el artificio de lo inmueble; a él se agrega la
fabricación de muebles en su inmensa variedad. No se da sólo la técnica de las cosas materiales sino que hay
una psicotecnia y una sociotecnia. Y todo ello merced a una actividad intelectual servida por la c.
2) Pero la valiosidad artificial procurada por el hombre merced a su actividad c. no afecta sólo a los medios,
sino también a los fines de la vida humana, y ello en el triple orden poético, estético y ético, conducentes
respectivamente a la verdad, a la belleza y al bien, captables sólo por la inteligencia.
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a) En el orden poético, sólo a la inteligencia compete la abstracción conceptual y la fundamentación judicativa.
Pero en la investigación científica, con la que se pretende lograr verdades nuevas, juega un gran papel la c.
sugeridora de imágenes, de hipótesis de solución y de experiencias para confirmarlas o desmentirlas. La
discusión a que se presta todo ello mediante la aportación de argumentos y de objeciones, con sus
refutaciones y soluciones respectivas, el contraste de tesis con antítesis y su posible conciliación con síntesis
armónicas, es obra que realiza la razón con el frecuente auxilio de la c.
c) Por lo que hace al orden ético, se dan las creaciones de carácter moral y jurídico. La moral regula el apetito
de los bienes objetivos buscados como agradables y de los males como desagradables; poniendo por encima de
ellos la norma de su dignidad, no siempre coincide con el placer y el dolor y la c. interviene para terminar de
vertebrar los dictados de la conciencia (v.). El Derecho determina a quién y en qué proporción corresponden los
bienes sociales; las múltiples formas de la organización social y política a tal efecto conducentes se prestan a
una intensa actividad de la c., bajo el imperio de la ley moral, de la ciencia, y de la prudencia política. En el
orden religioso, en el que nos referimos a Dios, ser absolutamente espiritual, la c. tiene, sin embargo, un papel,
ya que, dada la debilidad de nuestra inteligencia, necesitamos representarnos lo espiritual; de ahí el
simbolismo religioso (v.), el uso de imágenes (v.) en el culto, etc. Cuando en esas representaciones se pierde el
sentido de la trascendencia de Dios, se cae en la idolatría (v.).
3) Finalmente, se revela la actividad c. en la creación del lenguaje o sistema de signos orales o gráficos que
hacen posible la inteligencia entre los hombres. Ante todo en la formación del vocabulario con sus raíces y
prefijos o sufijos, luego en las formas sintácticas del lenguaje, oraciones coordinadas o subordinadas entre sí.
Aquí la actividad c. se ha manifestado en diversas direcciones constitutivas de la pluralidad de lenguas, lo que
plantea el problema de su traducción y versión.
Características. La c. tiene importante papel en la actividad conducente a la procuración de los medios y fines
de la vida humana. El hombre puede no llegar a darse cuenta de su actuación, y dejarse llevar de la
espontaneidad con que afloran a nuestra conciencia las imágenes consiguientes a las sensaciones. Cuando
dicha distinción de fines y medios se hace patente, se constituye el espíritu en actitud de voluntariedad. La
voluntad es la prosecución de un fin o de elección entre varios sobre la base de un conocimiento del ser mismo
de la realidad. Pero toda voluntad se halla precedida de una actuación, más o menos amplia, de la sensibilidad,
por donde tampoco de ella se halla ausente la c. Se da una voluntad de averiguación de hechos sucedidos o por
suceder, o de verificación de éstos. En las casos de voluntad electiva, hay un proceso de deliberación de
motivos (en función del grado de apetecibilidad de los objetivos vitales y de la seguridad de obtenerlos) seguida
de una resolución con su ejecución consiguiente. En la sugestión de dichos motivos la c. desempeña un gran
papel. Lo desempeña también en la voluntad social de coordinación entre individuos independientes o de
subordinación de ellos a una autoridad, voluntariamente constituida u obligatoriamente impuesta. La voluntad
reflexiva viene a actuar sobre la espontaneidad de la vida imaginativa que le antecede y que con la reflexión se
le ofrece como educable; la c. le es entonces sometida.
Con todo esto se echa de ver que la c. se halla pendiente de la causa final o finalidad. Los antiguos escolásticos
distinguían el finis operis del finis operantis; la finalidad operis es la intentada por la Naturaleza, y la finalidad
operantis por la voluntad individual o colectiva. La finalidad natural es ya patente en el mundo material; sólo
por ella se explica en los seres vivientes la subordinación de las partículas físico-químicas a la unidad celular, y
la de cada célula a la unidad del organismo. Pero lo es también en el mundo de la conciencia y sobre todo de la
conciencia imaginativa, no sólo regulada por las llamadas leyes de contigüidad y semejanza de las imágenes,
sino también de orientación hacia objetivos interesantes para la vida: tal aparece en la estimativa de los
animales y en la c. del hombre.
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Metafísica
La Metafísica, “más allá de la física” (del latín metaphysica, y este del griego μετὰφυσικά), es una rama de la
filosofía que estudia la naturaleza, estructura, componentes y principios fundamentales de la realidad.
La metafísica aborda problemas centrales de la filosofía, como lo son los fundamentos de la estructura de la
realidad y el sentido y finalidad última de todo ser.
La metafísica tiene dos tópicos principales:
El primero la Ontología39, que en palabras de Aristóteles viene a ser la ciencia que estudia el Ser en cuanto
tal. El segundo es el de la Teleología, que es el estudio de los fines, como causa última de la Realidad.
Existe, sin embargo, un debate que sigue aún hoy sobre la definición del objeto de estudio de la Metafísica,
sobre si sus enunciados tienen propiedades cognitivas.
La metafísica estudia los aspectos de la realidad que son inaccesibles a la investigación científica.
Según Immanuel Kant, una afirmación es metafísica cuando afirma algo sustancial o relevante sobre un
asunto (“cuando emite un juicio sintético sobre un asunto”) que, por principio, escapa a toda posibilidad
de ser experimentado sensiblemente por el ser humano.
Algunos filósofos han sostenido que el ser humano tiene una predisposición natural hacia la metafísica. Kant la
calificó de “necesidad inevitable”. Arthur Schopenhauer incluso definió al ser humano como “animal
metafísico”.
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“Hic et nunc”, es una locución latina de uso actual que significa literalmente "Aquí y ahora". Se utiliza bien para llamar la
atención sobre la necesidad de pensar las cosas desde la realidad y no dejarse llevar por teorizaciones y planteamientos
abstractos, o bien para conducir un discurso hacia sus aspectos prácticos y concretos, lejos de generalizaciones y
abstracciones.
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REGLA V40
Todo el Método consiste en el orden y la disposición de los objetos sobre los cuales hay
que centrar la penetración de la inteligencia para descubrir alguna verdad. Nos
mantendremos cuidadosamente fieles a él si reducimos gradualmente las proposiciones
complicadas y oscuras a proposiciones más simples, y luego, si partiendo de la intuición
de las que son las más simples de todas, procuramos elevarnos por los mismos escalones
o grados al conocimiento de todas las demás.
REGLA VI41
40
Tan sólo en esto está el grado más alto de toda la industria humana, y esta regla debe ser conservada por el que pretende
conocer las cosas no menos que el hilo de Teseo lo debe ser por el que quiera penetrar en el laberinto. […]
19
Para distinguir las cosas más simples de las que son complicadas y poner orden en su
investigación, es preciso, en cada serie de cosas en que hemos deducido directamente
unas verdades de otras, caer en la cuenta de qué es lo más simple y de cómo todo lo
demás está más, menos o igualmente alejado de ello. […]
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41
Aun cuando esta proposición no parezca enseñar nada realmente nuevo, contiene sin embargo el principal secreto del
arte y no la hay más útil que ella en todo este Tratado. Ella nos enseña, en efecto, que todas las cosas pueden ser
distribuidas en determinadas series, no ciertamente en cuanto son referidas a algún género de ser, siguiendo la división que
de ellos han hecho los filósofos en sus categorías, sino en tanto que pueden ser conocidas las unas por las otras, de tal
manera que, cada vez que se encuentra una dificultad, podamos inmediatamente darnos cuenta de si es útil pasar revista
antes a algunas otras y a cuáles y en qué orden. Ahora bien, para que esto pueda realizarse como es debido, se debe
advertir en primer lugar que todas las cosas –desde el punto de vista que puede hacerlas útiles a nuestro designio, en que
nosotros no consideramos su naturaleza aislada, sino que las comparamos las unas con las otras a fin de conocerlas las unas
por las otras- pueden decirse absolutas o relativas. Llamo “absoluto” a todo aquello que contiene en sí la naturaleza pura y
simple que es objeto de una cuestión: por ejemplo, todo lo que se mira como independiente, causa, simple, universal, uno,
igual, semejante, recto, u otras cosas de este tipo; y al mismo tiempo llamo absoluto en primer lugar a lo que hay de más
simple y más fácil, para servirnos de ello en la solución de las cuestiones. En cuanto a lo “relativo” es lo que posee la misma
naturaleza o al menos uno de sus elementos en participación, en virtud de lo cual puede ser referido a lo absoluto y ser
deducido de ello constituyendo una serie; pero encierra además, en su concepto, otras cosas que yo llamo relaciones. Así
ocurre con todo lo que se denomina dependiente, efecto, compuesto, particular, múltiple, desigual, desemejante, oblicuo,
etcétera. Esas cosas relativas se alejan tanto más de las cosas absolutas cuanto contienen más relaciones de esta clase
subordinadas las unas a las otras. Nuestra regla nos advierte que hay que distinguir todas estas relaciones y prestar
atención especial a su conexión mutua y a su orden natural, de manera que, partiendo del último, podamos llegar a lo más
absoluto a través de todos los demás. […]
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