Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ahora veremos cómo actuó esa dialéctica marxista en la historia, al menos en el último siglo y
medio.
Ahora bien, toda acción revolucionaria debe hacerse buscando una apariencia de bien. Todo
el obrar humano persigue consciente o inconscientemente un bien como fin, aunque sea erróneo.
Primero el marxismo hace un diagnóstico aterrorizante del surgimiento del capitalismo, como algo
indeseable y que trae consecuencias nefastas como el hambre y la miseria; luego, el mismo
marxismo dirige todo su combate contra ese ídolo aborrecido, del cual disfraza a todo lo que
pretende destruir. Si busca destruir la familia, dirá que la familia es una construcción capitalista.
Organizará leyendas acerca de la acumulación primitiva, la propiedad y el dominio para
explicarnos que la familia es una construcción social a partir de la idea de poder sobre las cosas.
Por supuesto que todo ese palabrerío insubstancial no puede demostrarse, sólo afirmarse. Por eso
el marxismo al inventar la prehistoria o recrearla, necesita de la fe del oyente, que tendrá que
creer en algo que no puede demostrarse. De ese modo alineará todo lo que busca destruir (la
naturaleza humana en su conjunto) detrás de la bandera del capitalismo. Familia, religión,
propiedad, patria… y hasta los sentimientos naturales del hombre como las diversas formas de
amor, etc. Todo es, según esa perspectiva, una perversa construcción social que el mesiánico
marxismo viene a redimir.
El lector atento se dará cuenta que en los casi dos siglos que lleva la praxis marxista en acción
todas las cosas nombradas anteriormente se han resentido, desordenado o simplemente
destruido, incluso el capitalismo, pues lo que ha sobrevivido es la acumulación de propiedades de
los usureros con el poder de las leyes públicas, una especie de Capitalismo de y con el Estado. Por
eso la praxis marxista NO SE DIRIGE CONTRA ESE CAPITALISMO. Por el contrario. Si uno lee
atentamente los escritos de los ideólogos marxistas más conspicuos como Ulianovich (Lenín) o
Bronstein (Trotsky), se dará cuenta que el ese capitalismo es la fase previa necesaria para la
instauración de la sociedad comunista. Ni hablar de quiénes han financiado y sostenido todos los
movimientos marxistas a lo largo del tiempo y del mundo. Siempre ha sido la más alta finanza
internacional, el centro de la usura mundial, curiosamente los causantes de las peores parálisis
productivas del mundo, y los que nunca han pagado en las revueltas marxistas que siempre han
dirigido a sus esclavos contra los empresarios o productores.
La acción psicológica necesaria para poner en movimiento esa vorágine destructiva supone
hacer creer al actor que lleva a cabo la obra destructiva que en realidad está contribuyendo a
hacer un mundo mejor y más justo.
Éstos son los ejemplos más decisivos con sus consecuencias visibles:
Se han enumerado los principales, pero hay muchos más. Donde se vea la lucha dialéctica
entre dos cosas que naturalmente son subordinadas una a la otra o complementarias, está
presente la dialéctica revolucionaria. La mentalidad conscientemente destructiva de los ideólogos
marxistas sabe que en la naturaleza creada las cosas desiguales se ordenan, y ese orden implica,
valga la redundancia SUBORDINACIÓN. Pues bien, el marxista nos impondrá un axioma indiscutible
que es que TODA SUBORDINACIÓN ES MALA EN SÍ MISMA. A partir de esa idea dogmática, y dado
que el orden supone necesariamente la disposición desigual de cosas distintas, cualquier situación
de subordinación da el pie para empezar a aplicar el ácido corrosivo de la dialéctica.
Nuevamente la disposición de la naturaleza caída del ser humano a la soberbia y el egoísmo
actúa como motor psicológico en todo esto. Es más fácil desobedecer que obedecer,
insubordinarse que subordinarse. Toda pasión desordenada del hombre es utilizada para mover la
praxis, en especial ésta. Sin duda el marxismo va a recurrir a la manipulación emocional de los
seres humanos, transformando ese proceso destructivo en una obra redentora de justicia.
La lucha entonces es contra la naturaleza humana, todo lo que hay de SER, de TRASCENDENTE
(dado por la Causa Primera) en ella, el marxismo lo buscará destruir planteando una supuesta
búsqueda de justicia. Hará creer a la víctima (sin probarlo, por supuesto), que todo es una
construcción social de la sociedad capitalista que el hombre debe reconstruir destruyendo el
orden anterior.
Es muy significativo que esta subversión educativa se hace en un medio bastante represivo: el
estado lo obliga unilateralmente desde la escuela o la universidad, los autores lo imponen de
acuerdo a los viejos paradigmas educativos (ya sea con los textos que nos obligan a leer en donde
somos aprendices pasivos, o a través de conferencias y clases magistrales donde nos enseñan no
dar clases magistrales).
El obstáculo que quedaría a superar en el marco educativo del ser humano es el ámbito
familiar, pero como sabemos, el estado moderno imitando a los comunistas introducen cada vez
más temprano a las personas a este sistema subvertido: desde los 3 ó 4 años compulsivamente se
lo introduce a un ámbito nocivo para el desarrollo intelectual, y que, como veremos
consiguientemente, inoculará los factores disolventes de la misma familia en la mente del joven
con las dos dialécticas que nos faltan ver.