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«UN FANTASMA RECORRE EUROPA, EL FANTASMA DEL

COMUNISMO»

INTRODUCCIÓN: Si el liberalismo había removido las bases del mundo medieval que agonizó
durante la «Edad Moderna», el nacimiento del marxismo va a sacudir hasta sus más profundas
raíces el pensamiento del siglo XIX. Como dicen Marx y Engels en sus primeras palabras del
Manifiesto Comunista: «Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo». Nada mejor
que esa frase para comprender lo que significó el marxismo en su época.

HISTORIA: El marxismo tiene su origen en la obra de Marx (1818-1883). Marx pretendía


desvelar las leyes inherentes al desarrollo del capitalismo.

Creía que cada época histórica se caracterizaba por un modo de producción específico que se
correspondía con el sistema de poder establecido y, por lo tanto, con una clase dirigente en
perpetuo conflicto con una clase oprimida.

Las ramificaciones de la doctrina marxista podemos encontrarlas en ámbitos filosóficos,


económicos, históricos, políticos y de la mayoría de las ciencias sociales. Ningún otro teórico ha
sido tan estudiado y tan discutido durante el siglo XX como Karl Marx.

La razón de este interés está lejos de ser exclusivamente académica. Ningún otro pensador
moderno ha tenido tanta influencia sobre los movimientos políticos y sociales.

El pensamiento de Marx estuvo influido por filosofías anteriores y por la época en la que vivió, y
en la que se produjeron los estallidos de las Revoluciones liberales y la Revolución Industrial, el
triunfo de la visión utópica del socialismo en Francia y de la ciencia económica en Inglaterra.
Las ideologías socialistas y marxista aparecieron en la primera mitad del siglo XIX, como
consecuencia de las contradicciones de la sociedad liberal del capitalismo.

Marx debía unir las filosofías hegelianas y post hegeliana, el socialismo y la ciencia económica, y
crear una filosofía propia, en la que la economía fuese la estructura íntima de la sociedad y que
condujese al socialismo.
De la teoría económico-política presente en Inglaterra, aceptó la idea de que el trabajo es esencial
en la creación del valor de una mercancía. No obstante, Marx fue más lejos que la economía
clásica, e intento explicar el origen de la propiedad privada (origen=alienación del trabajo
humano). Su objetivo al estudiar a los economistas clásicos (David Ricardo, Adam Smith,
Malthus, etc.) era ofrecer una alternativa científica a las teorías económicas capitalistas.

Marx, en sus inicios, se identificó con el pensamiento de Feuerbach. Sin embargo, con el paso del
tiempo, adaptó una actitud crítica ante éste, ya que consideraba insuficientes a sus teorías y ante
la izquierda hegeliana en general. Criticará la visión del materialismo de Feuerbach y lo concibió
de un modo mecanicista, del mismo modo que la concepción del hombre y su concepto de
alienación religiosa.

Podemos distinguir ciertas similitudes y diferencias con Hegel. Estuvo de acuerdo en que la
realidad es un proceso dialéctico, el hecho de que el curso de la historia es necesario e inevitable
y que se produce de forma dialéctica y la alienación del hombre. Sin embargo, Marx, al contrario
que Hegel, consideraba que el fin de la historia no había sido alcanzado todavía, no todo lo real
tiene que ser racional, lo que se desarrolla en la historia no es el espíritu sino las condiciones
materiales de vida de los objetos. Marx no ejerció demasiada influencia en la sociedad de su
época. Sin embargo, fue después de su muerte cuando su pensamiento alcanzó una gran
proyección dentro del movimiento obrero. Su filosofía se denominó marxismo o socialismo
científico, una de las principales corrientes de la teoría política de la actualidad. Su análisis del
sistema capitalista y su teoría del materialismo histórico, la lucha de clases y la plusvalía son las
fuentes de la ideología socialista moderna. Su tesis sobre la naturaleza del Estado capitalista, el
camino hacia el poder y la dictadura del proletariado tienen una enrome importancia en la acción
revolucionaria. Estas doctrinas, fueron retomadas por Lenin en el siglo XX, y el desarrollo y
aplicación que hizo de ellas fueron el núcleo de la teoría y la práctica del bolchevismo y de la
Tercera Internacional.

CONCEPTO: El marxismo es el reconocimiento de las relaciones de dominación de capitalistas


sobre obreros asalariados desde el punto de vista de los dominados. Se trata de un
reconocimiento, una toma de conciencia de una situación dada, que se percibe, es decir que
aparece a la conciencia de los que la reconocen en su práctica social diaria, en su interacción
social.. Dicho reconocimiento o percepción de la realidad se da en forma de manifestaciones de
dominación de los propietarios de los medios de producción, sobre los desposeídos; de modo que
estos perciben, de uno u otro modo, que la capacidad productiva de la sociedad no está al servicio
de la sociedad entera, ó lo que es lo mismo; que de un modo u otro, los propietarios de los medios
de producción, utilizan su poder sobre estos medios para dominarlos socialmente, para
mantenerlos en la escasez, independientemente de las posibilidades productivas de los medios de
producción.

Se trata de un reconocimiento que sólo es posible desde el punto de vista de los dominados, que
son los únicos que pueden percibir su situación de dominados, y por tanto reconocerse como
dominados, por lo que “ser marxista” es reconocerse como dominado en una estructura social
dada, de una determinada relación de dominación (capital-trabajo asalariado, imperialismo-países
pobres), cuya irreductibilidad a otros tipos de dominación (hombres sobre mujeres, blancos sobre
negros, etc.) da continuidad a dicho reconocimiento en sus cambios de forma (así, por ejemplo, la
dominación de países ricos sobre pobres tiene una continuidad respecto a la de capitalistas sobre
obreros asalariados, pero no la tiene, en principio, con respecto a la dominación de hombres sobre
mujeres).

Se trata de una situación que en principio sólo se reconoce subjetivamente, de forma instintiva, ó
si se quiere intuitiva; siendo la característica definitoria del marxismo, el hecho de que pasa del
reconocimiento subjetivo, de la percepción de estar dominado, al conocimiento objetivo de dicha
relación de dominación..

En otras palabras: el marxismo es el proceso que va del reconocimiento subjetivo de las


relaciones de dominación capital-trabajo asalariado, de su certeza “moral”, al conocimiento
objetivo de dicha relación de dominación, como un objeto existente independientemente de la
conciencia, de la subjetividad.
Ahora bien, el conocimiento y reconocimiento de ser el dominado en una relación de
dominación no puede darse sin lucha, es decir sin oposición a esa situación de dominación. Un
marxista es pues, alguien que se reconoce como dominado por el capital, reconocimiento que
solo se da en su lucha contra el capital, del mismo modo que un teórico del marxismo, es aquel
que se reconoce como dominado a nivel teórico, “ideológico”, por la ideología que reproduce las
relaciones de explotación y que traban el conocimiento de la realidad de dicha relación. En otras
palabras, que el marxismo es la teoría científica que investiga la objetividad de las relaciones de
dominación capital-trabajo asalariado en todas sus formas, pero sólo en el interior de dicha
relación, de forma inmanente a la misma, en la lucha económica, política o teórica que esa
dominación produce como sus manifestaciones; ó lo que es lo mismo: el marxismo es la ciencia
de la lucha de clase proletaria contra la explotación capitalista, en todas sus formas, económica,
política y teórica (ó ideológica). Interpretaciones e influencias del maxismo.

La compleja, y a veces confusa, obra de Marx, permitió que se produjeran interpretaciones


dispares de la misma:

- Ya antes de 1914, la ortodoxia dominante, representada en Alemania por Karl Kautsky y que
defendía la inevitabilidad del colapso del capitalismo a través de la revolución, fue puesta en
duda por Eduard Bernstein, auténtico fundador de lo que vino a denominarse revisionismo.

- Tras la Revolución Rusa (1917), Lenin (1870-1924) añadió a la doctrina marxista una
interpretación del imperialismo, una teoría del Estado y los principios de la organización
revolucionaria liderada por el partido; la formulación de leninismo permitió hablar de una
doctrina marxista-leninista. Las posteriores aportaciones hechas al marxismo por Stalin (el
estalinismo, que negaba la internacionalización de la revolución), Trotski (el trotskismo, que
preconizaba justo lo contrario), Mao Zedong (el maoísmo, que suponía la adaptación del
marxismo al Tercer Mundo) o Antonio Gramsci (que subrayó el papel de la ideología en una
sociedad civil para la construcción de una hegemonía política), se sumaron a las distintas
interpretaciones que en el siglo XX se hicieron del pensamiento de Marx.

- Es especialmente importante su influencia en la Escuela de Frankfurt (Ver Teoría Crítica):


Adorno, Horkheimer, Marcuse, Habermas. He aquí los principales fundamentos del marxismo:
LOS FUNDAMENTOS DEL MARXISMO:

* La oposición a un sistema económico desigual, basado en la alienación, la explotación de la


mayoría (a través del sistema del salariado), y dirigido hacia la consecución del beneficio para
algunos, y no hacia la satisfacción de las necesidades de todos. Se trata del capitalismo, pero se
pueden obviamente imaginar otros sistemas que presentan similares características esenciales, a
los cuales los marxistas se opondrían igualmente.
Para la transformación de la sociedad, el marxismo considera necesario un proceso
revolucionario que permita llegar a una sociedad basada en la cooperación y la gratuidad.

* « La emancipación de los trabajadores debe ser la obra de los propios trabajadores« . Éste es
un principio inherente al verdadero marxismo, que implica la democracia y la autoemancipación;
así como que la democracia es elemento fundador indispensable para una nueva sociedad (a la
que se denomina socialismo o comunismo). Sociedad que debe construirse liberada de las
diversas formas de dominación.
* El internacionalismo, que es, a la vez, la constatación del interés común de los trabajadores del
mundo entero y de la necesidad de la lucha a escala mundial, y el objetivo de la superación de las
naciones hacia una comunidad humana mundial.

* El conocimiento y el análisis de la Historia (concepción materialista de la historia).


* La constatación de la existencia de clases sociales que dividen a los hombres y a las mujeres en
distintos segmentos de población; la constatación de las profundas desigualdades e injusticias
entre esas clases; y la constatación de que mientras exista la división de la sociedad en clases,
habrá luchas entre esas clases (lucha de clases).
En consecuencia, mientras participan actualmente en la lucha de clases de los trabajadores, los
marxistas militan por una reorganización de la sociedad destinada a acabar con esa división
clasista.

* El libre ejercicio del espíritu crítico. « Duda de todo« , decía Marx, siendo el objetivo conocer
la realidad tal como es, para comprenderla mejor y así transformarla.
Estos principios, o algunos de ellos, pueden perfectamente ser compartidos por otras teorías
políticas y sociales: si es el caso, ¡obviamente tanto mejor! El marxismo no pretende aislarse,
todo lo contrario: el objetivo es contribuir a la constitución de un movimiento del conjunto de la
sociedad para crear « una asociación donde el libre desarrollo de cada uno es la condición del
libre desarrollo de todos » (Karl Marx,Manifiesto Comunista).

AUTORES MARXISTAS:

1) Carlos Marx (1818-1883)
Co-fundador de la práctica y filosofía del socialismo científico junto a Federico Engels. Sentó las
bases del marxismo a través del examen de la historia, del surgimiento del capitalismo y aguda
crítica a otras filosofías. Fundador de la de la Liga Comunista y de la la  I Internacional.

Algunos Pensamientos de Marx:

Desde el derecho positivo, hasta las más excelsas muestras del arte, la música pintura, la
arquitectura no son para Marx más que una cubierta engañosa que encubre un modo de
producción, y todas esas formas exteriores no hacen más que engañar, justificar e intentar
perpetuar un sistema económico.(capitalismo)

La cultura es en la mayoría de los hombres el adiestramiento que los convierte en máquinas y el


derecho  no es más que la voluntad de la clase burguesa erigida en ley.

La religión es el «opio de los pueblos», ese conjunto de creencias falsas impuestas en la mente de
los oprimidos para que no cuestionen nada, para que acepten mansamente su situación y esperen
una recompensa en el cielo.

Para Marx el Estado es el órgano mediante el cual una clase social dominante impone, mediante
el monopolio de la fuerza su voluntad a otra clase. Mientras existan clases sociales se necesitará
del Estado para que una clase someta a la otra. El Estado es para Marx como la Junta directiva de
la burguesía, el órgano donde, siendo competidores entre sí, acuerdan las bases para la
supervivencia y beneficio de su clase.
2) Federico Engels (1820-1895)
Co-fundador de la práctica y filosofía del socialismo científico junto a Carlos Marx. Sentó las
bases del marxismo a través del examen de la historia, del surgimiento del capitalismo y aguda
crítica a otras filosofías. Fundador de la de la Liga Comunista y de la la  I Internacional. 
 
3) Nicolás Bujarin (1888-1938)
Revolucionario bolchevique. Editor de Pravda. Uno de los dirigentes teóricos del partido, enfocó
en materia económica y escribió sobre el socialismo de mercado. Se unió a Stalin contra Trotsky,
pero luego dirigió la Oposición de Derecha. 

4) James P. Cannon (1890-1974)
Uno de los fundadores del Partido Comunista  y luego del trotskismo en los EEUU, fue por un
tiempo secretario de Trotsky.  En 1938, junto a Max Schachtman y Martin Abern, funda el
Socialist Workers Party (SWP)  al que sirvió de Secretario Nacional hasta su muerte. 

5) Tony Cliff (1917-2000)
Teórico trotskista palestino. Impulsó la tesis de que la URSS era un régimen capitalista de estado.
Fundó y dirigió el Socialist Workers Party de Gran Bretaña. Se opuso a las diversas fracciones de
la IV Internacional.

6) Herman Gorter (1864-1927) 
Escritor y poeta holandés, militante del ala izquierda del movimiento obrero, fue adversario de la
Primera Guerra Mundial. Fundó el Partido Comunista Laborista, antiparlamentario. 

7) Antonio Gramsci (1891-1937) 
Miembro fundador del Partido Comunista italiano. Arrestado en 1926 y condenado por el
gobierno fascista a 20 años de prisión. Teorizó sobre conceptos claves como la hegemonía, base y
superestrúctura, intelectuales orgánicos, y guerra de posiciones.

8) Ernesto "Che" Guevara (1928-1967)


Revolucionario internacionalista. Ayudó a crear y mantener el socialismo en Cuba, teorizó sobre
nuevas forams de organizar la economía bajo el socialismo. Desarrolló la teoría y estrategia
foquista y contribuyó directamente a luchas revolucionarias en Africa y Sudamérica. 

9) Karl Kautsky (1854-1938) 
Amigo de Marx y Engels, ayudó a establecer la Social-Democrácia Alemana y fue uno de los
principales teóricos de la II Internacional.  Durante la I Guerra Mundial devino en pacifista y se
opuso al bolchevismo.

10) Alejandra Kollontai (1872-1952) 


Revolucionaria feminista bolchevique. Dirigió la Oposición Obrera que se opuso al control
partidario sobre los sindicatos.  Promovió el amor libre y escribió acerca de temas sociales y de la
mujer.

11) Nadezhda Krupskaya (1869-1939) 


Revolucionaria bolchevique, miembra del gobierno soviético y de la editorial de Iskra. Promovió
el Día Internacional de la Mujer en Rusia. También recordada por haber sido la compañera y
consejera de V. I. Lenin.  

12) Vladimir Lenin (1870-1924) 


Miembro fundador, principal teórico y dirigente del partido Bolchevique. Dirigió al partido y los
soviets a la toma del poder en la Revolución Rusa. Fundó la Internacional Comunista, identificó
al imperialismo como fase nueva del capitalismo y puso emfasis en el partido como vanguardia
de la revolución.

13) Karl Liebknecht (1871-1919)


Miembro de la socialdemocracia alemana desde 1900. Fue el único parlamentario del SPD que se
opuso  a votar los créditos de guerra. Expulsado del partido y encarcelado por su oposición a la
guerra fue. Junto a Rosa Luxemburgo creó el grupo Espartaco y el 1° de enero de 1919 creó el
Partido Comunista. 
14) Rosa Luxemburgo (1871-1919) 
Promotora de la huelga general como arma de combate clasista, opositora sin tregua a la I Guerra
Mundial y crítica de Lenin y los bolcheviques. Separose del Social-Democracia alemana para
fundar la Liga Espartaquista y luego el Partido Comunista alemán. 

15) José Carlos Mariátegui (1894 - 1930)


Periodista y escritor indigenista y marxista peruano. Impulsó la fundación de la Confederación
General de Trabajadores del Perú y fundó el Partido Comunista Peruano. Editor de varios
periódicos obreros y de la influencial revista Amauta. 

16) Paul Mattick (1904-1981)


Comunista de izquierda alemán.  Luego de una juventud de actividad comunista con los
Espartaquistas se mudó a los EEUU, desde donde fue uno de los principales promotores del
"comunismo de consejos".

17) Nahuel Moreno (1924-1987) 


Destacado líder y teórico trotskita argentino. Organizador del Secretariado Latinoamericano del
Trotskismo Ortodoxo (SLATO) y luego de la Liga Internacional de los Trabajadores - Cuarta
Internacional (LIT-CI). 

18) Andreu Nin (1892-1937) 


Destacado miembro de la Oposición de Izquierda y fundador y secretario general del POUM
durante la Guerra Civil española. Sus desacuerdos con Trotsky no lo salvaron de ser detenido,
asesinado y desaparecido por agentess de Stalin. 

19) Anton Pannekoek (1873-1960)


Socialista y astrónomo holandés. Conformó el ala izquierda de los partidos socialdemócratas
holandés y alemán. Alentó al movimiento de consejos obreros, y luego de la división del
movimiento comunista, se alineó con su ala anti-bolchevique.
20) Karl Radek (1885-1939)
Miembro del POSDR desde su juventud, se hizo bolchevique en 1917, luego de la Revolución de
Octubre.  Ocupó varios cargos en partido y en la Comintern pero acabó víctima de las purgas y
murió en prisïón en 1939. 

21) Jorge Abelardo Ramos (1921-1994)


Historiador argentino. Adopta el marxismo en los años 1930s y,  retomando la observación de
Trotsky sobre los Estados Unidos Socialistas de América Latina,  análiza a fondo la historia
latinoamericana y concluye que la única Nación posible al sur del Río Bravo es la Nación
Latinoamericana. 

22) Leon Trotsky (1879-1940) 


Primero cercano a los mencheviques y luego bolchevique. Como Comisario de Guerra dirigió al
Ejército Rojo a la víctoria en la Guerra Civil rusa y sobre la invasión imperialista a la Rusia
soviética. Ayudó a crear y luego dirigió la Oposición de Izquierda a Stalin. Desarrolló la teoría de
la Revolución Permanente y fundó la IV Internacional.

CORRIENTES SURGIDAS DEL MARXISMO:

Durante el siglo XIX y sobre todo en el siglo XX, el marxismo se divide en varias corrientes,
algunos se alejan con fuerza:

 El Auto Marxismo.
 El leninismo o marxismo-leninismo (incluyendo el trotskismo, el estalinismo y otras
corrientes relacionadas).
 La izquierda comunista (incluyendo luxemburguismo y el comunismo de consejos).
 La socialdemocracia
 El marxismo libertario
 El marxismo autónomo (incluyendo el operaismo, que consiste en un análisis y
movimiento político heterodoxo y antiautoritario cuyo análisis empieza por observar el poder
activo de la clase obrera para transformar las relaciones de producción).

ANÁLISIS:

El pensamiento de Marx y Engels comprende tres aspectos fundamentales que no pueden ser
singularizados sin incurrir en el peligro de empobrecerlos notablemente. A pesar de la
simplificación que esto conlleva, estudiaremos el marxismo a partir de estos tres aspectos: el
análisis del pasado (materialismo histórico), la crítica del presente (estudio económico realizado
básicamente en la obra El capital) y el proyecto de futuro (alternativa política marxista)

a) El análisis del pasado: el materialismo histórico. Para Marx, el motor que hace evolucionar la
historia es la lucha de clases. Toda la historia ha sido una lucha permanente entre las clases
opresoras y las oprimidas. De este modo, la historia de la Humanidad ha sido la sucesión de
diferentes modos de producción, que se caracterizan por la naturaleza de las relaciones de
producción existentes (entre amos y esclavos, señores y siervos, patronos y obreros...)

A lo largo de la historia se han sucedido tres grandes modos de producción: esclavismo,


feudalismo y capitalismo. El paso de un sistema al otro tiene lugar cuando las contradicciones y
los antagonismos de clase en el seno de un modo de producción acaban destruyéndolo. Entonces
se configura una nueva clase dominante que controla los medios de producción y el aparato del
Estado.

El capitalismo no es para Marx el punto de llegada de la evolución humana, sino una fase más
que es preciso superar para llegar a un nuevo modo de producción, el socialismo, en el que no
existirán desigualdades sociales ni económicas.

b) La crítica del presente: el análisis económico del capitalismo. La necesidad de analizar el
presente, es decir, el modo de producción capitalista, movió a Marx a realizar una crítica de la
economía política. Esta labor la llevó a cabo, fundamentalmente, en su obra magna: El capital.
Según él, el elemento clave de la explotación capitalista es la plusvalía, que consiste en la
apropiación por parte del capitalista de una parte de las ganancias que producen los obreros. Así,
durante la jornada laboral, el obrero trabaja primero para producir las mercancías que equivalen a
su salario. Pero después continúa trabajando, y este trabajo no pagado, constituye la plusvalía,
única fuente de beneficio de los capitalistas.

c) El proyecto de futuro: la sociedad comunista. Para poner fin a la explotación del hombre por
el hombre, Marx proclamó la necesidad de que el proletariado, mediante la revolución,
conquistase el poder político y económico y crease un nuevo Estado obrero al servicio de los
trabajadores. Esto daría lugar a un nuevo modo de producción (socialismo), en el que no existiría
propiedad privada, ya que la primera misión de la revolución sería la socialización de la
propiedad, que pasaría al Estado. Ahora bien, el socialismo era para Marx tan sólo una etapa
intermedia, ya que la desaparición de las diferencias sociales supondría la disolución de las clases
sociales. Y como no habría clases, el Estado sería innecesario, porque el Estado es la expresión
de la dominación de una clase sobre otra. Poco a poco éste se iría autodisolviendo para dar paso a
la sociedad comunista, es decir, igualitaria, sin clases y sin Estado.

En síntesis, el llamado socialismo científico o marxismo nació en el siglo XIX, a partir de las
ideas de Marx y Engels, en pleno desarrollo de la Revolución industrial. Aquella Revolución, la
misma que habría de iniciar una era de progreso material para la civilización, se fundó sobre uno
de los capítulos más negros de la historia, el de las injusticias sufridas por una nueva clase social,
el proletariado o clase obrera. Centenares de miles de hombres, mujeres y niños se vieron
obligados para subsistir a trabajar y vivir en penosas condiciones: con sueldos de hambre,
jornadas laborales agotadoras de 14 horas, expuestos a los accidentes y los despidos arbitrarios,
sin seguros médicos, descanso o jubilación, hacinados en pequeños e insalubres apartamentos y
amenazados siempre por la mortal tuberculosis.

Contra esta situación de auténtica explotación se alzaron dos voces, muy distintas en sus
orígenes, naturaleza, ideas y objetivos: la Iglesia católica y el ya citado marxismo. La Iglesia fue
desarrollando un cuerpo de doctrina, la Doctrina Social, cuyo documento más representativo fue
la encíclica de León XIII, Rerum novarum (1891). La Doctrina Social de la Iglesia condenó, a la
vez, los abusos del liberalismo económico y el marxismo, y fue también el origen de numerosas
iniciativas personales y organizaciones que defendieron los derechos de la clase obrera y
trabajaron por mejorar sus condiciones de vida. Pese a todo, el socialismo se impuso en los
ambientes obreros desde finales del siglo XIX.

El marxismo nació con la publicación, en 1848, del Manifiesto comunista, obra de Karl


Marx y Friedrich Engels. Más tarde, vendrían las internacionales obreras (1864 y 1889), los
partidos y sindicatos socialistas y la ansiada Revolución: la Revolución Rusa, en octubre de 1917,
dirigida por Lenin, que habría de instaurar el primer régimen comunista o de socialismo real, la
Unión Soviética (1917-1991).

         El socialismo de Marx fue concebido como una filosofía materialista y atea, en la que la
historia se interpretaba como un enfrentamiento entre clases opresoras y oprimidas. Para Marx,
en su tiempo, la sociedad se presentaba dividida en dos clases antagónicas: la burguesía -los
opresores- y el proletariado -los oprimidos-. El marxismo entendía que el pueblo trabajador debía
tomar “conciencia de clase” y lanzarse al enfrentamiento contra la burguesía. Era pues necesaria
“la lucha de clases” y la “Revolución”, es decir, la toma del poder político por la fuerza.
Obtenido el poder, se instauraría la “Dictadura del Proletariado” que habría de imponer el fin de
las clases y de la propiedad privada. Finalmente, la Dictadura del Proletariado, transformando la
sociedad, llevaría a una sociedad perfecta, al Paraíso en la Tierra.

        El marxismo se definió como ateo y enemigo de la religión, declarando que “la religión era
el opio del pueblo”. Sin embargo, en los temas planteados por esta ideología descubrimos ciertos
inquietantes paralelismos con la fe cristiana. Tendríamos, por ejemplo, un Pecado Original
consistente en el surgimiento de la propiedad privada, una Redención a través del sufrimiento del
proletariado, la víctima que habrá de rescatar con su pasión a toda la Humanidad, o un Partido
que se concibe a modo de Iglesia con un Comité Central que ejerce de sagrado magisterio (1). El
sucesor de Lenin, Stalin, que había sido en su juventud seminarista, supo dotar al socialismo de
una liturgia perfectamente representada en numerosos actos y manifestaciones del Partido
Comunista, como los desfiles del 1 de mayo en la Plaza Roja de Moscú, que tanto recuerdan a las
procesiones con iconos de la Iglesia ortodoxa rusa. Por no hablar del culto establecido en torno al
cuerpo “incorrupto” de Lenin.
         Estamos pues ante una religión laica cuyo cielo no está en el otro mundo sino que es preciso
buscarlo en la Tierra. La lucha por conseguir ese objetivo, el Paraíso en la Tierra, ha llenado de
sentido la vida de muchos hombres a lo largo del siglo XX, inyectándoles un fervor y una fuerza
solo comparable a la que se puede observar en los fieles de una auténtica religión, de una fanática
religión. Benedicto XVI cuando era cardenal recordaba que el “bien absoluto” del marxismo, es
decir, “la implantación de una justa sociedad socialista, viene a constituirse como norma moral
que justifica cualquier cosa, incluso la violencia, la muerte y la mentira cuando sean
necesarias”. De este modo podemos entender el espantoso genocidio al que fueron sometidos los
países en los que se implantaron regímenes comunistas. El entonces cardenal Ratzinger
concluía: “Este es uno de tantos aspectos por donde se comprueba cómo la humanidad, cuando
se aparta de Dios, llega a las consecuencias más disparatadas. La razón del individuo puede dar
en cada caso a sus acciones los más varios, imprevistos y peligrosos objetivos. Y lo que parecía
ser liberación muestra en realidad el diabólico rostro de lo más contrario” (2). 

          Paralelamente al establecimiento de los totalitarismos de izquierda después de la II Guerra


Mundial (Desde 1945, primero en Europa del Este y posteriormente en China y otras zonas del
mundo), en diversos países, desde EEUU y Canadá hasta Europa occidental, pasando por
Australia y Nueva Zelanda, la evolución política, económica y social fue desarrollando y
consolidando un nuevo tipo de sociedad, cuya principal novedad histórica ha sido, no sólo
conseguir un alto grado de riqueza, sino ante todo que esa riqueza esté bien repartida entre la
mayor parte de la población. Lo que hace rico al primer mundo son sus clases medias, un sector
que supone en torno al 80% de los ciudadanos. Los niveles de renta conseguidos por estas clases
medias unido al establecimiento de diferentes sistemas de Seguridad Social han permitido unos
niveles de vida generalizados impensables en 1900. Es el Estado del Bienestar, que ha sabido
sobrevivir a todas las crisis económicas que se han sucedido desde 1973. Un buen ejemplo lo
representa la España de los años 60, donde en poco más de una década se pasó de una sociedad
rural y subdesarrollada a una sociedad urbana de clases medias, formadas tanto por aquellos que
procedían de los antiguos grupos privilegiados como por los que ascendían desde los sectores
hasta entonces más desfavorecidos (obreros y campesinos). En la España de finales de los 60 y
principios de los 70 muchas familias comenzaron a disfrutar, por vez primera, de vivienda propia,
vacaciones pagadas, electrodomésticos y automóvil, o enviaron -también por primera vez- a uno
de los suyos a la Universidad.                 

         Si explico todos estos cambios, es para entender una parte de la herencia transmitida por el
marxismo en los países ricos. Porque, aunque hace veinte años (1989) cayera el Muro de Berlín y
poco después se desmoronaran la Unión Soviética y la mayor parte de los regímenes comunistas,
mostrando el rotundo fracaso del socialismo real, la ideología marxista -que durante más de un
siglo trabajó con esfuerzo- ha dejado, después de su caída, su poso, una pegajosa película
contaminante adherida a distintos ámbitos sociales, de la cultura, la política y la religión.

         Quiero destacar una de esas envenenadas herencias del marxismo, la que podemos
encontrar en la mentalidad dominante de ciertos ambientes sociales. Es el caso de muchas
familias que, disfrutando hoy de unos niveles económicos propios de clase media, se saben
descendientes de los antiguos sectores desfavorecidos de la sociedad.  Puede ser que sus ingresos
provengan todavía del trabajo manual (la fábrica, el campo, etc.) o que, a través de la preparación
académica, ejerzan una profesión de médico, abogado, docente, etc. Da igual, de algún modo
estas familias han logrado transmitir a sus miembros, de generación en generación, la condición
de “pobres”, de una manera muy parecida a la practicada por la aristocracia: se hereda la
categoría de “pobre” como si fuera la sangre azul o un título de nobleza. Así pues, se puede ser
“pobre”, o como también suele decirse “de familia obrera”, poseyendo, por ejemplo, una vivienda
propia -o dos- con todos los electrodomésticos, un automóvil, viajando habitualmente con la
familia a lugares de vacaciones, disfrutando de ropa de marca, etc., etc. Además, esa “humilde
condición” es generalmente presentada con orgullo y aireada notoriamente con tono victimista
siempre que se presenta la ocasión. Se trata de la impronta dejada por “la conciencia de clase”. 

         Parece como si aquel pasado, cada vez más lejano, de penuria y sufrimientos, hubiera
convertido a los antepasados proletarios en santos mártires y a sus descendientes en una casta de
venerables. No olvidemos que el marxismo exaltó a la clase trabajadora transformándola en una
especie de “pueblo santo” o “raza elegida”. Si el nazismo proclamó a la raza germana como
superior contraponiéndola a los judíos, el marxismo ensalzó al proletariado enfrentándole al
enemigo burgués, “al enemigo de clase”.
         Esta mentalidad “obrera” se traduce actualmente en numerosos prejuicios y, sobre todo, en
un fuerte clasismo. A menudo cuando pensamos en el clasismo solemos tirar del tópico de un rico
mirando por encima del hombro a un pobre, pero olvidamos que ese afán por marcar el territorio
y despreciar al otro puede también surgir entre los que se sienten socialmente inferiores y
reaccionan contra el que creen está por encima. Es el resultado de “la lucha de clases” propuesta
por Marx, y que aún hoy predispone a muchos individuos que, casi inconscientemente, dividen la
sociedad en buenos -los pobres- y malos -burgueses, ricos, fachas-, obrando en consecuencia, es
decir, rechazando, excluyendo, discriminando. Es curioso como estas actitudes de rechazo, que
en muchas ocasiones derivan en serias injusticias, parecen ser compatibles con las viejas
proclamas que giran entorno al ideal de la solidaridad. En definitiva, un enorme bagaje -un
hervidero- de sentimientos negativos -odio, orgullo, complejos y rencores- atizados en el pasado
por el fuego del marxismo y hoy mantenidos por los rescoldos de dicha ideología, que
constituyen un muro invisible, un factor de división que dificulta, a veces gravemente, la
cohesión social, la comunicación entre personas y grupos.

        El tema de la herencia del marxismo en el mundo actual es extenso. Para terminar, podemos
indicar algunos de sus capítulos. Por ejemplo, el tan querido enfrentamiento de buenos contra
malos, oprimidos contra opresores, lo encontramos en el movimiento indigenista difundido por
Hispanoamérica y defendido, entre otros, por el boliviano Evo Morales, o en el feminismo y la
ideología de género. Igualmente, lo detectamos en ámbitos educativos, donde el profesorado y los
alumnos aventajados pueden ser vistos con recelo y sospecha pues son asimilados a las élites
opresoras. Incluso, por parecidas razones, la cultura humanística tiende a ser arrinconada y el
conocimiento se presenta para algunos casi como un pecado.

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