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Mateo 5:27-30
Introducción
A. En toda esta sección del capítulo 5 nos encontramos con la misma situación repetidas
veces: un mandamiento que ellos ya conocían y que lo interpretaban a su manera; y
una contraparte que inicia con un “pero” … yo os digo… con el que el Señor Jesús, no
cambia ni invalida la ley, sino que les amplía el verdadero significado, y esto, muy
probablemente era lo nuevo para ellos.
B. Hasta ahora, los dos mandamientos que hemos visto para ellos eran más o menos así:
“no sabes cuánto te odio, no te mato solo porque la ley me lo prohíbe”; y, “cuanto te
deseo, no me meto contigo solo porque …”.
1. Y es allí, en esas cosas que para ellos no tenían importancia en las que el Señor
se centra y les dice: Tu no matas, pero cuando odias y no buscas la
reconciliación eres un asesino.
2. Tu no adulteras, pero cuando ves con deseo a una mujer ya eres un adultero
3. El Señor dice, que de la misma forma que podemos cometer homicidio con
nuestras malas actitudes y palabras hacia los demás, podemos también
cometer adulterio con el pensamiento
Conclusión
A. Quiero terminar como la otra vez, relacionando esta enseñanza con todo lo que el
Señor ya mencionó atrás en el sermón.
1. Nuestra justicia no puede ser mayor que la de los escribas y fariseos si nos
quedamos con la idea de que el adulterio es solamente cometer el acto sexual con
la mujer o el hombre que se codicia. Seamos conscientes que solo con ver y
desear ya es adulterio...
2. Cristo nos ha dado una responsabilidad: sal y luz. Y si con la ayuda de Dios y su
palabra no estamos dispuestos a controlar nuestros ojos para que no vean lo que
no deben, controlar nuestras manos para que no toquen ni hagan lo que no
deben, y a controlar nuestros pies para que no vayan a donde no deben, no
podremos cumplir con nuestra responsabilidad. Para ser sal y luz, necesitamos
seguir las enseñanzas de Jesús, y si el problema existe en nosotros, apegarnos a su
solución porque sin duda Él quiere ayudarnos a liberarnos de los malos hábitos
(pecado)
3. Esta enseñanza se relaciona con los de “limpio corazón”. Un cristiano (a) de
limpio corazón no anda viendo a las mujeres o a los hombres con codicia. Y esos
son considerados bienaventurados por Dios. Y su usted hasta ahorita no tiene
limpio su corazón, sométase a Dios, y Él se lo va a limpiar, Él es especialista en
ello.