Los sujetos de Derecho Internacional son aquellas entidades que son destinatarias de las normas jurídicas internacionales, participan en su proceso de elaboración y tienen legitimación para reclamar por su incumplimiento o incurren en responsabilidad internacional si son ellas quienes las infringen. Los Estados eran los únicos sujetos del Derecho Internacional. Los Estados hoy ya no son considerados los únicos sujetos del Derecho Internacional. Diversos factores han cambiado: la comunidad internacional se ha hecho universal, el ámbito de materias reguladas por normas internacionales se ha expandido, las actividades colectivas de los Estados han crecido, las Organizaciones Internacionales han proliferado e influyen en la estructura y funcionamiento del Derecho Internacional. La estructura de la comunidad internacional y de su ordenamiento es hoy más compleja y diversificada. Junto a los Estados, sujetos plenos, originarios o primarios del Derecho Internacional, existen otros sujetos derivados, creados por los Estados soberanos (las Organizaciones Internacionales) y otras entidades no estatales que tienen una cierta subjetividad internacional. Los sujetos plenos y primarios del Derecho Internacional son los Estados ya que únicamente ellos reúnen plenamente los requisitos antes señalados como rasgos característicos de la subjetividad internacional: ser destinatarios de las normas internacionales, ser los creadores de las mismas, por último, incurrir en responsabilidad en caso de incumplimiento de sus obligaciones internacionales y estar legitimados para presentar una reclamación internacional contra el autor de un hecho ilícito internacional. El Derecho Internacional exige tres requisitos para que exista un Estado: un territorio, una población y un gobierno capaz de mantener el control efectivo de su territorio y de encargarse de las relaciones internacionales con otros Estados. Pero de estos requisitos se extrae la noción de soberanía que es el criterio básico del concepto de Estado en Derecho Internacional. Para que exista un Estado se requiere de los tres elementos fácticos, además de ser soberanos, es decir, ser una entidad no sometido a ningún poder o autoridad ajenos. La soberanía es un principio del Derecho Internacional que se caracteriza por las notas de plena, exclusiva e inviolable. Esta soberanía es limitada pues se debe respetar el principio de igualdad soberana y el principio de no intervención en los asuntos internos de otros Estados, que se vienen afirmando desde que se consagra el Estado como ente primario del Derecho Internacional en la Paz de Westfalia. Todos los Estados gozan de igualdad soberana y todos se benefician del derecho a que los demás Estados no intervengan en sus asuntos internos. Territorio: base espacial sobre la que se ejercen las competencias soberanas del Estado, y característica diferenciadora respecto de otros sujetos del Derecho Internacional. Ese espacio ha de ser estable y determinado, con unas fronteras establecidas. Además, el territorio incluye tanto el espacio terrestre como marítimo, así como el espacio aéreo sobre ambos. Pero para el derecho internacional resulta indiferente la extensión del territorio o su carácter continental, insular o mixto, pero en cualquier caso no hay Estado sin territorio. Población: comunidad humana establecida sobre el territorio de un Estado y sujeta al Derecho interno de dicho Estado. En general, dicha población viene constituida por aquellas personas unidas al Estado por el vínculo de la nacionalidad, la cual se extiende a las personas físicas, jurídicas y a ciertos objetos como buques y aeronaves, y la regulación sobre la adquisición y pérdida de este vínculo jurídico con el Estado es facultad propia de los Estados, aunque con límites impuestos por el Derecho Internacional. El Estado mantiene ciertos vínculos con sus nacionales, aunque estos se encuentren fuera de su territorio, y puede ejercer sus competencias sobre todas las personas en sus territorios, nacionales o no, aunque el estatuto de los no nacionales se matizará en cada caso. No hay Estado sin población, y el número o densidad de esta es indiferente para el Derecho Internacional. Organización política o Gobierno: organización institucional capaz de asegurar las funciones de Estado en el orden interno (establecer y mantener el orden) e internacional (ejercer la representación exterior). No debe confundirse con el Poder Ejecutivo, sino que se refiere al conjunto de poderes que ejercen las funciones del Estado. El criterio utilizado para determinar si existe una organización política es el de la efectividad, tanto en el plano interno como externo. El Estado tiene poder de autoorganización, por lo que las características del gobierno es una cuestión interna, como afirmo la CIJ “ninguna norma de DI exige que el Estado tenga una estructura determinada” (da igual democracia, dictadura, teocracia, etc., y su estructura interna sea unitaria, autonómica o federal, en este último caso destacar que la subjetividad internacional sigue siendo única del Estado). 2. Aparición y transformación de Estados. Los Estados no son inalterables, a menudo cambia su territorio, población, gobierno e incluso su nombre, pero eso no afecta a su subjetividad internacional ni a su soberanía. En general, se es reacio a reconocer la desaparición de un Estados por causas como la pérdida de control del Gobierno en el Territorio. Respecto al nacimiento y extinción de Estados puede darse: - Nacimiento con escisión: un Estado se desmiembra en otros nuevos (Checoslovaquia). - Nacimiento sin escisión: separación pacífica o descolonización. - Escisión sin nacimiento: un Estado es anexionado por otro (se excluyen anexiones con el uso de la fuerza por ser contrarias al DI). Es clave para estas situaciones el acuerdo de las partes, en su defecto pueden entrar en juego terceros interesados mediante el reconocimiento. Reconocimiento de Estados. El principal problema que suscita la aparición de un nuevo Estado es el de su entrada en las relaciones internacionales ya que tal inserción depende de la actitud de los otros Estados. El problema se expresa jurídicamente en la institución del reconocimiento, que es definido como el “acto libre por el que uno o varios Estados constatan la existencia sobre un territorio determinado de una sociedad humana políticamente organizada, independiente de otro Estado existente y capaz de observar las prescripciones del DI manifestando su voluntad de considerarla como miembro de la comunidad internacional”. Ningún Estado está obligado a reconocer a otro (es libre – discrecional) y de hacerlo el reconocimiento únicamente produce efectos jurídicos respecto de él. Tiene efectos declarativos, la existencia del Estado no depende del reconocimiento y no queda afectada por el hecho de que uno o varios Estados se nieguen a reconocer a un nuevo Estado, sin embargo, supone un elemento para el normal desarrollo de sus competencias soberanas como sus relaciones exteriores. Aunque el reconocimiento es libre el DI impone ciertos límites; el reconocimiento de una entidad que no reúna los requisitos constitutivos del Estado, que podría ser considerado además una injerencia en los asuntos internos de otro Estado, iría en contra de las normas imperativas de DI general, del mismo modo no debe ser reconocido un nuevo Estado o situación surgida de la violación del derecho de libre determinación de los pueblos o sea producto del uso ilícito de la fuerza. El reconocimiento puede ser expreso (por ejemplo, a través de un acto unilateral) o implícito, que es producto de ciertos actos o comportamientos del tercer Estado que manifiestan implícitamente una voluntad de reconocer (ejemplo: establecer relaciones diplomáticas o votar a favor de la admisión de un nuevo Estado como miembro de una OI – dicha admisión no afecta a los Estados que voten en contra o se abstengan). Reconocimiento de Gobiernos. Una situación distinta al reconocimiento de Estados es el reconocimiento de Gobiernos. Se da cuando un nuevo Gobierno alcanza el poder por medio de la fuerza en un Estado ya existente, o de una forma inconstitucional y contra la legalidad interna (caso de un golpe de estado o revolución), los demás Estados han de decidir si reconocen o no al nuevo gobierno como representante del Estado, lo cual realizarán o no en función de factores políticos. El único requisito que exige el Derecho Internacional para que el nuevo Gobierno sea reconocido es el de su efectividad, esto es, que controle efectivamente un determinado territorio. Se han formulado una serie de doctrinas, la legalista preconiza el no reconocimiento de los gobiernos nacidos de revoluciones hasta que se demostrase que gozaban del apoyo de sus poblaciones, la doctrina estrada, etc. (especialmente en América Latina). Sucesión de Estados. Consiste en “la sustitución de un Estado por otro en la responsabilidad de las relaciones internacionales de un territorio”, es decir, en un territorio determinado cambia el Estado titular de la soberanía. Hay 2 convenciones sobre sucesión, la primera sobre tratados y la segunda sobre bienes, archivos y deudas. Esta figura se creó a consecuencia de la colonización, pero ha resultado ser una práctica habitual. Prima el acuerdo entre las partes y supletoriamente el DI, el cual busca el reparto equitativo. Puede conllevar: - La sucesión de Estados en materia de Tratados: está regulada en el Convenio de 1878. Cuando la sucesión de Estados da lugar a la aparición de un nuevo Estado la cuestión de la sucesión de tratados se articula por dos principios: el principio de tabula rasa, en cuya virtud el Estado sucesor no queda obligado por los tratados celebrados por el estado predecesor, o el principio de continuidad, el Estado sucesor queda obligado por los tratados celebrados por el Estado predecesor, a fin de garantizar una continuidad. Suele primar la sucesión de obligaciones. - Sucesión de Estados en calidad de miembro de una OI: habrá que observarse el tratado constitutivo de la OI en cuestión. En las convenciones la regla general es la no transmisión de esa condición. - Sucesión de Estados en materia de bienes, archivos y deudas: está regulado en el Convenio de 1983. Respecto del reparto de bienes se determinará por acuerdo entre ellos. A falta de acuerdo: los bienes inmuebles y los bienes muebles ligados a ellos pasarán al Estado sucesor. Respecto de los archivos el paso de los archivos del Estado predecesor al sucesor se determinará por acuerdo entre ellos, y se permiten las copias de estos. Respecto de las deudas el paso de la deuda del Estado predecesor al sucesor se determinará por acuerdo entre ellos. A falta de tal acuerdo, la deuda del Estado predecesor pasará al sucesor en una proporción equitativa (reparto equitativo). 3. Inmunidades del Estado y de sus Representantes. En principio las actividades de un Estado en territorio de otro con su consentimiento estarían sometidas al Derecho de foro, pero en virtud del principio de soberanía mutua se establece la inmunidad de los Estados. Los Estados gozan de inmunidad de jurisdicción y ejecución ante los tribunales de otros Estados. La inmunidad de jurisdicción implica la imposibilidad de que un Estado sea juzgado por las autoridades jurisdiccionales de otro Estado. La inmunidad es un principio consuetudinario de DI, aunque ha sido codificado (Convenio de las NNUU sobre inmunidades). La inmunidad es renunciable y, aunque antes se había considerado absoluta, se considera por la mayoría de la doctrina como restringida: se distingue entre los actos iure imperio (de poder público o de soberanía) y los actos de iure gestionis (de carácter privado) del Estado, reservando la aplicación del principio de inmunidad a los primeros, el problema aquí es que los distintos Estados usen criterios distintos para determinar si se trata de Derecho Público o Privado. La Convención de NNUU sobre inmunidades señala excepciones a la inmunidad como transacciones mercantiles, contratos de trabajo, indemnizaciones por lesiones a personas etc. La inmunidad de ejecución hace referencia a la imposibilidad de hacer efectiva la sentencia dictada por los Tribunales internos en contra de los bienes de un Estado extranjero. Según la convención no se podrán imponer medidas coercitivas antes del fallo, pero sí después y solo a determinados bienes que no estén destinados a un uso oficial público. Los representantes de los Estados (Jefes de Estado, Jefes de Gobierno, Ministros de Asuntos Exteriores, misiones diplomáticas, etc.) también gozan de inmunidad para garantizar el desempeño eficaz de sus funciones al tratarse de órganos centrales del Estado encargados de las relaciones exteriores. Se establece por normas consuetudinarias, pero se ha codificado y se extiende a las familias de los representantes.