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TEMA 10: EL ESTADO

TEMA 10 - EL ESTADO

I. ELEMENTOS Y COMPETENCIAS DEL ESTADO

1. ENFOQUES DOCTRINALES SOBRE LAS COMPETENCIAS

Los Estados ejercen sus poderes en el marco de los límites que establece el Derecho internacional
público. Según el positivismo voluntarista el Derecho internacional constituye un límite jurídico al
poder del Estado y tiene por función organizar la coexistencia entre los Estados mediante normas que
delimitan el ejercicio de sus poderes.

La doctrina anglosajona de la jurisdiction concibe los poderes del Estado como un poder genérico
propio y exclusivo de éste que, en aquellos asuntos que no pertenecen exclusivamente al ámbito
interno, está regulado por el Derecho internacional. La jurisdiction del Estado se desglosa en un poder
de legislar (legislative jurisdiction), un poder de juzgar (jurisdiction to adjudicate) y un poder para
aplicar coercitivamente las leyes y las decisiones administrativas y judiciales (enforcement jurisdiction).

Para la doctrina de las competencias, seguida por los autores franceses (su representante más
conocido es Charles Rousseau) el carácter esencial del Derecho internacional es ser atributivo de las
competencias. Así los poderes del Estado no serían propios de éste, sino que tendrían naturaleza de
competencias que procederían de una atribución realizada por el Derecho internacional.

Para la doctrina normativista, el Derecho internacional es un sistema de normas que establecen


ámbitos de validez o ámbitos de aplicación de los poderes del Estado.

Actualmente, la doctrina considera que la función del Derecho internacional no es atribuir


competencias sino establecer límites al ejercicio de sus poderes. Desde esta perspectiva, aunque con
diferencias en cuanto a planteamiento, hay coincidencias entre la doctrina anglosajona y la doctrina
francesa de las competencias entendidas como límites internacionalmente establecidos a los poderes
del Estado. Las diferencias son, fundamentalmente, de enfoque. Mientras que la doctrina de la
jurisdiction tiene un carácter más funcional debido a que se centra en las funciones legislativa,
ejecutiva y judicial, la doctrina de las competencias tiene un carácter más objetivo y material porque
atiende a los ámbitos de ejercicio del poder: territorio, personas, protección de intereses estatales.

La doctrina internacionalista de las competencias del Estado distingue entre una competencia
territorial, una competencia personal y una competencia universal o funcional.

2. PODERES Y COMPETENCIAS DEL ESTADO:

2.1. La competencia territorial. —Es el poder que ejerce el Estado respecto de las personas que
habitan su territorio, las cosas que en él se encuentran y los hechos que en el mismo ocurren. La
competencia territorial se extiende al territorio terrestre; los espacios marítimos adyacentes al
territorio del Estado en los que éste ejerce sus poderes; mar territorial, zona contigua, zona
económica exclusiva (ZEE) y plataforma continental; y al espacio aéreo que se encuentra sobre el
territorio. Esta competencia territorial es un poder que tiene limitaciones derivadas del Derecho
internacional consuetudinario como las que regulan la inmunidad de los Estados soberanos y las
inmunidades diplomáticas.

2.2. La competencia personal. —Es el poder que el Estado ejerce sobre personas o ciertos bienes que
se hallan fuera del propio territorio con independencia del lugar en que se encuentren. En este

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caso hay una vinculación entre dichas personas o bienes y el Estado. La competencia personal se
extiende a los propios nacionales en función de la nacionalidad, a las sociedades mercantiles en
razón de su domicilio social y a los buques y aeronaves en atención a su registro en tal Estado.

2.3. La competencia universal o funcional. —Consiste en el poder que ejerce el Estado sobre personas
que no tienen su nacionalidad o buques y aeronaves de otros países. Esta competencia universal
tiene un fundamento generalmente convencional y se manifiesta en la represión del terrorismo,
de los crímenes de lesa humanidad o del ejercicio de funciones de policía en el mar, como el
derecho de visita en la represión del tráfico de esclavos y estupefacientes. Actualmente, las
funciones del Derecho internacional son más importantes. La función de reglamentación ha
adquirido mayor complejidad con el desarrollo de regímenes internacionales en muchos sectores.
Por otro lado, muchas normas internacionales tienen una función de promoción de intereses
generales de la comunidad internacional (el mantenimiento de la paz, protección medio ambiente,
etc.).

II. RECONOCIMIENTO DE ESTADOS Y GOBIERNOS

Con la expresión sujeto de Derecho se hace referencia a que determinados entes son titulares de
derechos, obligaciones, competencias y responsabilidades según las normas de un ordenamiento
jurídico. El DIP se caracteriza como un conjunto de normas que rigen las relaciones entre un conjunto
de entes como son los Estados soberanos. El ordenamiento jurídico internacional actual se caracteriza
por la existencia de una pluralidad de sujetos. Los Estados son los sujetos originarios, pero no los
únicos.

1. EL ESTADO COMO SUJETO DE DERECHO INTERNACIONAL

El Estado ha sido definido desde una perspectiva sociológica o realista como el resultado de dominio
que ejercen determinadas fuerzas sobre oras en una sociedad, es decir, como la relación entre la
organización y los objetos de dominación, que son el territorio y la población. Desde una perspectiva
normativa (Kelsen) el Estado se concibe como un orden jurídico y el Estado es, por naturaleza, un
sistema de normas o la expresión para designar la unidad de tal sistema . Generalmente se considera
que el Estado se caracteriza por la conjunción de los siguientes elementos: 1) Un territorio; 2) Una
población; 3) Una organización política y 4) La soberanía. Por lo tanto, el Estado se define
generalmente como una colectividad compuesta por un territorio y una población sometidos a un poder
político organizado; que se caracteriza por la soberanía.

2. EL RECONOCIMIENTO DE ESTADOS

El Institut de droit international, en su sesión de Bruselas de 1936, definió el reconocimiento de un


nuevo Estado como el acto libre por el que uno o varios Estados hacen constar la existencia sobre un
territorio determinado de una sociedad humana políticamente organizada, independiente de cualquier
otro de los Estados existentes, capaz de observar las prescripciones del Derecho internacional, y por el
que manifiestan, en consecuencia, su voluntad de considerarla como miembro de la Comunidad
internacional.
2.1. Naturaleza del reconocimiento. —Según la doctrina positivista, el reconocimiento tiene un valor
constitutivo. El ato de reconocimiento equivale a un acuerdo entre el Estado que reconoce y la
entidad reconocida como Estado, y tiene un carácter recíproco y bilateral. Tiene un carácter
esencialmente relativo y produce la consecuencia paradójica e incoherente en virtud de la cual
una determinada entidad podría ser un Estado en relación a aquellos Estados que lo hubieran
reconocido como tal y no serlo respecto de aquellos que no lo hubieran reconocido. La existencia

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de un Estado no depende del reconocimiento por otros. Actualmente se considera que el


reconocimiento tiene un carácter declarativo. Es un acto mediante el que se comprueba que se
dan los supuestos de hecho de un nuevo Estado y que tiene consecuencias en las relaciones
jurídicas internacionales porque permite el establecimiento de relaciones diplomáticas y exigir el
respeto a la inmunidad de jurisdicción de que gozan los Estados ante los tribunales de otro país.

2.2. Modalidades del reconocimiento de Estados : El reconocimiento de Estados es un acto


discrecional que los Estados pueden realizar en el momento que estimen oportuno y de la forma
que prefieran. El reconocimiento puede ser i) expreso mediante un acto o declaración en el que se
manifieste inequívocamente la voluntad de reconocer a un determinado Estado o ii) tácito o
implícito mediante la realización de un acto o conducta que sólo pueda adoptarse con relación a
una entidad que sea un Estado, como es el establecimiento de relaciones diplomáticas o la
conclusión de un tratado bilateral.

También puede ser i) individual, realizado por un determinado Estado, o ii) colectivo o concertado
por un conjunto de Estados que deciden de común acuerdo proceder al reconocimiento, aunque
en estos casos no hay un acto único de reconocimiento sino tantos actos de reconocimiento como
Estados que lo manifiestan.

No se considera reconocimiento de un Estado que éste participe en un tratado internacional


multilateral, ni el ingreso en una organización internacional intergubernamental equivale a un
reconocimiento por todos y cada uno de los Estados miembros de la organización (caso de Israel y
Palestina). Dado el carácter discrecional del reconocimiento, los Estados pueden acompañar su
reconocimiento de condiciones que haya de cumplir la entidad reconocida. Así, los Estados
miembros de la Comunidad Europea (CE) establecieron en 1991 condiciones para el
reconocimiento de los nuevos Estados en la Europa central, en la antigua URSS y en la ex-
Yugoslavia. Si existen condiciones específicas, su incumplimiento por la entidad reconocida no
implica la anulación del reconocimiento, aunque, al violar una obligación internacional, implica
que incurre en responsabilidad internacional.

En aquellos casos en que los que el nuevo Estado surge como consecuencia de una secesión, de
conflictos internos o de importantes cambios políticos, el reconocimiento de las nuevas entidades
cuando la situación todavía no se ha estabilizado puede decantar los cambios en un determinado
sentido y, en estos casos, el reconocimiento tiene un carácter prematuro y puede considerarse
una intervención en los asuntos internos prohibida por el Derecho internacional.

3. EL RECONOCIMIENTO DE GOBIERNOS:

Cuando se produce un cambio de gobierno al margen de las previsiones constitucionales como resultado
de una revolución o conflicto interno se altera uno de los elementos del Estado como es su organización
política. En estos casos, los demás Estados pueden reconocer o no reconocer al nuevo gobierno, lo que
equivale a manifestar su disponibilidad para mantener o no mantener relaciones con las nuevas
autoridades. El reconocimiento de gobiernos es distinto al reconocimiento de Estados, aunque pueden ir
unido. Cuando surge un nuevo Estado, el reconocimiento del Estado supone también el reconocimiento
del gobierno, pero no a la inversa. Al producir el reconocimiento de gobiernos en situaciones de cambio
revolucionario, el acto de reconocimiento en los momentos en que las nuevas autoridades no han
consolidado su posición por no controlar todo el país o porque se produce una situación de guerra civil,
dicho reconocimiento de gobierno puede dar lugar a intervenciones en los asuntos internos de otros
Estados. Para evitar los intervencionismos, la práctica internacional ha desarrollado dos figuras de
reconocimiento:

- El reconocimiento de iure: es pleno y definitivo, e implica la posibilidad del mantenimiento de

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relaciones diplomáticas, el reconocimiento de la competencia de los órganos judiciales,


administrativos o de sus demás órganos y la atribución de efectos extraterritoriales a sus actos.
- El reconocimiento de facto: es provisional o limitado a ciertas relaciones jurídica. No admite el
establecimiento de relaciones diplomáticas pero no excluye el mantenimiento de relaciones a través
de agentes oficiosos y la posibilidad de reconocimiento de los efectos extraterritoriales a algunos de
sus autoridades.

Para evitar la proliferación de cambios de gobierno como consecuencia de revoluciones o golpes de


Estados, diversos líderes políticos formularon propuestas en materia de reconocimiento de gobiernos
inspiradas en el criterio de legalidad:

- Según la Doctrina Tobar (nombre del ministro de Relaciones exteriores ecuatoriano Carlos R. Tobar en
1907), no debería producirse el reconocimiento de gobiernos hasta que hubieran demostrado que se
asentaban sobre la legalidad constitucional reflejada en el apoyo de una asamblea representativa.
- Según la Doctrina Wilson (presidente de los Estados Unidos que formuló esta doctrina en un discurso
de 1913), dijo “Nosotros no podemos tener simpatía por aquellos que buscan tomar el poder del
Gobierno para satisfacer sus propios intereses”. Pero esta doctrina contrarrevolucionaria, sirvió
paradójicamente para que un año después se produjera la intervención armada de los EEUU en
México.
- Según la Doctrina Estrada (Ministro de Relaciones exteriores de México 1930), se creó para
contrarrestar las intervenciones en los asuntos internos que se pueden derivar de los actos de
reconocimiento de gobierno. En virtud de la cual México no se pronunciaría sobre el reconocimiento
de gobiernos y se limitaría en el futuro cuando lo crea conveniente a mantener o retirar sus
representantes diplomáticos. El Gobierno Español ha seguido tradicionalmente esta doctrina.
- Según la Doctrina Larreta (Ministro de Relaciones exteriores uruguayo 1944). Propugna ante los
cambios de gobierno de hecho la adopción de una posición colectiva o concertada, que excluyendo el
uso de la fuerza armada, se base en los principios de la democracia y la solidaridad americana.

III. LAS INMUNIDADES DEL ESTADO Y LA SUCESION DE ESTADOS

1. LA INMUNIDAD DEL ESTADO:

En DIP la inmunidad de jurisdicción del Estado quiere decir que los tribunales de un Estado no pueden
juzgar a otro Estado, es decir, los tribunales de un Estado en su conjunto no tienen jurisdicción para
juzgar a un Estado extranjero. Esto puede expresarse como una relación jurídica según la cual un
Estado goza de inmunidad ante los tribunales de otro Estado. El Estado cuyos tribunales se enfrentan
con una reclamación contra un Estado extranjero están obligados a no ejercer su jurisdicción y el
Estado extranjero tiene derecho a alegar su inmunidad. Ese derecho a no ser juzgado por los tribunales
de otro Estado es una consecuencia de la soberanía del Estado y del principio de igualdad. Por eso, el
derecho de inmunidad de jurisdicción se denomina también inmunidad soberana del Estado. Esto no
significa que el Estado que haya sido lesionado por la violación de una obligación internacional de otro
Estado no pueda presentar una reclamación contra él. La violación de una obligación internacional
genera en DIP una responsabilidad internacional que puede ser exigida por otros Estados de acuerdo
con los mecanismos de que dispone el Derecho internacional, dado que en el orden internacional no
hay inmunidad para reclamaciones de los particulares ante tribunales internacionales. La inmunidad de
jurisdicción opera en el ámbito de los ordenamientos internos en el caso de reclamaciones ante los
tribunales internos contra Estados extranjeros en litigios de carácter civil o administrativo.

La inmunidad del Estado extranjero tiene dos modalidades: a) La inmunidad de jurisdicción en sentido
estricto, en virtud de la cual el Estado extranjero no puede ser demandado ni sometido a juicio ante los

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tribunales de otro Estado; b) La inmunidad de ejecución en virtud de la cual los bienes del Estado
extranjero no pueden ser objeto de medidas coercitivas de carácter preventivo, como el embargo
cautelar anterior al fallo o medidas de aplicación o ejecución de decisiones judiciales o administrativas.

Las normas internacionales que regulan la inmunidad del Estado son de naturaleza consuetudinaria.
En cuanto a su codificación, en el ámbito europeo existe la Convención europea sobre la inmunidad de
los Estados, hecha en Basilea en 1972. Y, en el ámbito universal, la Asamblea General aprobó en 2004
una Convención de las Naciones Unidas sobre las inmunidades jurisdiccionales de los Estados y sus
bienes. La LO 16/2015 sobre privilegios e inmunidades de los Estados extranjeros, organizaciones
internacionales con sede u oficina en España, ha regulado por primera vez en España esta materia, y se
la ha llamado ley omnibus porque habar muchas materias heterogéneas.

1.1. Fundamento de la inmunidad del Estado:

La inmunidad es una institución de Derecho internacional que tiene carácter consuetudinario y se


fundamenta en el principio de igualdad soberana de los Estados que se expresa en la máxima par in
parem non habet imperium (“entre los iguales no hay jurisdicción de uno sobre otro”). Así lo expresó el
juez Marshall, en la sentencia de 1812 en el asunto The Schooner Exchange, en la que se señala que la
plenitud de la soberanía de un Estado tiene un límite en la soberanía de los demás Estados, por la que
un Estado “renuncia al ejercicio de una parte de su jurisdicción plena en razón a un interés común que
les induce a mantener relaciones mutuas y prestarse servicios recíprocos. Es decir, hay una razón
práctica basada en la propia conveniencia de los Estados y en las ventajas que lleva aparejada la
inmunidad, ya que recibirán un trato recíproco que les permitirá alegar la inmunidad ante los
tribunales de otros Estados. El TC sigue este enfoque, pero se opone al límite negativo que se derivaría
de la inmunidad jurisdiccional atribuida a los Estados Extranjeros.

La Convención de las Naciones Unidas dice que todo Estado goza, para sí y sus bienes, de inmunidad de
jurisdicción ante los tribunales de otro Estado . Se entiende por “Estado” a la luz de la Convención, tanto
el propio Estado como sus diversos órganos de gobierno, así como los elementos constitutivos de un
Estado federal o las subdivisiones políticas del Estado. La inmunidad de jurisdicción del Estado es
distinta de los privilegios e inmunidades que el Derecho internacional reconoce a los órganos de
representación del Estado (jefes de Estado, jefes de Gobierno, etc.). La inmunidad de jurisdicción
puede ser objeto de renuncia si ha consentido expresamente al ejercicio de la jurisdicción (mediante un
acuerdo internacional, contrato o declaración ante el Tribunal). También se entenderá que renuncia a
la inmunidad si el Estado extranjero ha incoado el proceso, ha intervenido en el proceso o ha realizado
cualquier otro acto en relación con el fondo del litigio. Sin embargo, no se entenderá que un Estado ha
consentido a la jurisdicción si interviene en un procedimiento con el solo objeto de hacer valer la
inmunidad o para hacer valer un derecho o un interés sobre bienes objeto de litigio en el proceso.

1.2. Alcance de la inmunidad de jurisdicción: la inmunidad absoluta y restringida

En el S.XIX existía una concepción amplia de la inmunidad de jurisdicción o doctrina de la inmunidad


absoluta, según esta doctrina la inmunidad del Estado se extiende incluso a los asuntos civiles y
mercantiles. De esta doctrina y esta concepción se ha ido evolucionando en el S.XX a raíz del
intervencionismo del Estado en la vida económica, hacía una concepción más limitada de la inmunidad
o doctrina de la inmunidad restringida que limita la inmunidad del Estado a los actos realizados como
poder público y que permite la jurisdicción de sus tribunales en los actos que hubieran realizado los
Estados extranjeros o sus organismos en los asuntos civiles o mercantiles, y ello para proteger los
intereses de los ciudadanos que hubieran contratado con Estados extranjeros. El TS se ha pronunciado
a favor de la inmunidad restringida, aunque no está clara la distinción de qué actos estaban cubiertos
por la inmunidad y cuales podrían ser juzgados por los tribunales españoles.

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1.3. Excepciones a la inmunidad de jurisdicción: la distinción entre actos Iure Imperii y actos Iure
Gestionis:

La doctrina de la inmunidad restringida exigía distinguir entre los actos que los Estados extranjeros
hubieran realizado en tanto que poderes públicos o actos Iure Imperii, y que están cubiertos por la
inmunidad de jurisdicción; de los actos de carácter civil o mercantil o actos Iure Gestionis, que pueden
dar lugar a reclamaciones ante los tribunales frente a las cuales los Estados extranjeros no podrían
alegar la inmunidad de jurisdicción. Pero no hay un criterio universalmente admitido para distinguirlos.
Como criterio de distinción de ambos actos utilizaremos la naturaleza del acto y considerar como actos
Iure Imperii los que se realizan en el ejercicio de la soberanía del Estado, y como Iure Gestionis, los
contratos de actividades de carácter civil o mercantil que podría realizar un particular. Pero si se adopta
como criterio de distinción la finalidad del acto, un contrato puramente mercantil podría ser calificado
como un acto iure imperii si se ha realizado con una finalidad pública.

Las excepciones generalmente reconocidas están en la Convención de las Naciones Unidas de 2004:

a) Los procesos relativos a transacciones mercantiles entre un Estado con una persona natural o
jurídica extranjera. La ley española y la Convención dice que se atenderá a la naturaleza de la
transacción, pero se tendrá en cuenta su finalidad si así lo acuerdan las partes o si en las prácticas
del Estado que es parte, tal finalidad es pertinente para la determinación del carácter no mercantil
del contrato.

b) Los contratos de trabajo entre un Estado y una persona natural respecto de un trabajo ejecutado o
que haya de ejecutarse total o parcialmente en el territorio de otro Estado cuyos tribunales
conozcan del asunto (esta excepción no aplica a las personas con inmunidad diplomática o
consular)

c) En las acciones de indemnización pecuniaria en caso de muerte o de lesiones a una persona o


pérdida de bienes causadas por un acto o una omisión presuntamente atribuible al Estado si el
acto se cometió o el autor se encontraba en el territorio del Estado cuyo tribunal conozca del
asunto.

d) En los procesos civiles relativos a la propiedad, posesión o uso de bienes situados en el Estado del
foro, en asuntos de materia de propiedad intelectual o industrial y en procesos relativos a la
participación de un Estado en sociedades u otras colectividades.

1.4. Inmunidad del Estado y Derechos humanos:

Existe una tendencia doctrinal en virtud de la cual la inmunidad de jurisdicción del Estado no podría
prevalecer en casos de crímenes internacionales según las normas internacionales que protegen
valores universales que trascienden el interés de los Estados o el Ius Cogens, como es el caso de la
prohibición de la tortura. Esta excepción no se incorporó a la Convención.

El conflicto entre la inmunidad de jurisdicción y la tutela judicial efectiva, el TC se ha pronunciado en


recursos presentados por españoles que han visto que sus reclamaciones ante tribunales no podían
prosperar por oponerse la inmunidad por el Estado demandado. El TC ha señalado que el derecho a la
tutela judicial efectiva es de naturaleza prestacional de configuración legal, por lo que el legislador
puede establece límites de acceso, y la LOPJ ha establecido este límite al remitirse al DIP.

El TEDH, en el asunto McElhinney c. Irlanda, se pronunció sobre la compatibilidad de la inmunidad de


jurisdicción con el derecho individual de acceso a los tribunales. La sentencia considera que la
inmunidad de jurisdicción es legítima porque persigue el cumplimiento de normas internacionales que

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promueven las buenas relaciones entre los Estados a través del respeto a su soberanía y no puede
considerarse, como una limitación al derecho de acceso a los tribunales.

1.5. Inmunidad de ejecución:

La inmunidad del Estado comprende las medidas coercitivas dictadas en un proceso contra los bienes
de un Estado extranjero, ya sean de carácter cautelar anterior al fallo o en ejecución de éste situados
en el territorio del Estado del foro o en el de terceros Estados. Pero las normas de Derecho
internacional consuetudinario relativas a la inmunidad de ejecución son distintas a las de la inmunidad
de jurisdicción y deben ser objeto de una aplicación separada. La inmunidad de ejecución va más allá
de la de jurisdicción ya que si los tribunales de un Estado han adoptado de forma adecuada una
decisión judicial contra un Estado extranjero, de ello no se deriva que el Estado condenado pueda ser
objeto de medidas de ejecución con el fin de ejecutar la sentencia. Ni la renuncia por un Estado a la
inmunidad de jurisdicción equivale a la renuncia a la inmunidad de ejecución en lo que concierne a los
bienes que le pertenecen y que se encuentran en territorio extranjero.

La inmunidad de ejecución protege los bienes del Estado extranjero, salvo que dicho Estado haya
consentido de manera expresa o tácita. No podrán adoptarse medidas de ejecución respecto de los
bienes públicos no comerciales del Estado extranjero, siempre que se encuentren en territorio español
y tengan un nexo con el Estado contra el que se incoa el proceso. Y sí podrán adoptarse medidas de
ejecución respeto de bienes dedicados a fines comerciales. La Ley española y la Convención,
especifican que son bienes del Estado dedicados a fines no comerciales, y por tanto no susceptibles de
ejecución:

Los bienes que sean utilizados en


el desempeño de las funciones de
la misión diplomática del Estado o
de sus
oficinas consulares, sus misiones
especiales, sus misiones ante
organizaciones internacionales, o
sus

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delegaciones en órganos de las


organizaciones internacionales o
en conferencias internacionales.
- Los bienes de carácter militar o
los que sean utilizados o
destinados a ser utilizados en el
desempeño de
funciones militares.
- Los bienes del banco central o de
otra autoridad monetaria del
Estado.
- Los bienes que formen parte del
patrimonio cultural del Estado o
parte de sus archivos y no se
hayan puesto
ni estén destinado a ser puestos en
venta.

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- Los bienes que forman parte de


una exposición de objetos de
interés científico, cultural o
histórico y no se
hayan puesto ni destinados a ser
puestos en venta
a) Los bienes, incluidas las cuentas bancarias, utilizados en el desempeño de las funciones de la misión
diplomática del Estado o de sus oficinas consulares, u otros órganos de representación destinados
a los fines propios de dichas instituciones.
b) Los bienes de carácter militar o destinados a funciones militares.
c) Los bienes del banco central o de otra autoridad monetaria del Estado.
d) Los bienes que formen parte del patrimonio cultural del Estado o de los archivos del Estado.
e) Los buques o aeronaves del Estado.

La Ley española y la Convención establecen que solo podrán tomarse medidas coercitivas contra bienes
que tengan un nexo con el Estado contra el que se haya incoado el proceso. Como en la práctica los
Estados solo poseen en el extranjero cuentas bancarias a nombre de sus embajadas, o buques o
aeronaves, los particulares van a tener dificultades para ejecutar una sentencia, salvo que la cuenta se
destine a otras actividades ajenas a las funciones diplomáticas. El TC, con el fin de garantizar la tutela
judicial efectiva, señala que los tribunales deberán esforzarse en localizar créditos, ayudas,
subvenciones etc. de las que fuera beneficiario el Estado extranjero. Pero como eso puede dar
problemas a nivel internacional, sería preferible poder exigir la responsabilidad patrimonial de la
Administración o mejor que se creara un Fondo de Compensación para los particulares que no puedan
hacer efectivas de otro modo las indemnizaciones a las que pudieran tener derecho.

2. LA SUCESIÓN DE ESTADOS:

La sucesión de Estados es un hecho político que plantea cuestiones jurídicas que no siempre están
reguladas por normas de Derecho internacional aplicables en todos los casos. Existe gran variedad de
situaciones y diversidad de soluciones en la materia. La sucesión de Estados ha sido objeto de
codificación como la Convención de Viena sobre la sucesión de Estados en materia de tratados de
1978 y la Convención de Viena sobre sucesión de Estados en materia de bienes, archivos y deudas de
Estado de 1983. Además, en 1999 se aprobó un Proyecto de artículos sobre la nacionalidad de
personas físicas en relación con la sucesión de Estados. Los convenios de codificación se redactaron en
un período posterior a la descolonización. Pero tras la desintegración de la URSS y otros cambios
territoriales postcoloniales han dado lugar a otros problemas. Dado el escaso número de ratificaciones
de los convenios de codificación en materia de sucesión de Estados, sus disposiciones revisten carácter
de reglas de lege federanda o expresiones de la opinio iuris. En la terminología de los Convenios en
materia de sucesión de Estados se denomina Estado predecesor al Estado que ha sido sustituido por
otro a raíz de una sucesión de Estados y Estado sucesor a aquel que ha sustituido al anterior y ha
pasado a ejercer su soberanía sobre lo que era territorio del Estado predecesor.

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2.1. Supuestos de sucesión de Estados:

En los Convenios de codificación se define la sucesión de Estados como la sustitución de un Estado por
otro en la responsabilidad de las relaciones internacionales de un territorio. Los supuestos que dan
lugar a este tipo de sustitución son los siguientes:

a) La transferencia de parte de un territorio a otro Estado. Caso frecuente en los cambios territoriales
después de un conflicto armado en los que los Estados vencedores en los tratados de paz adquieren
territorios de los Estados vencidos (p.ej. anexión de Alsacia y Lorena a Alemania después de la
guerra franco-prusiana).

b) La unificación de Estados puede ser el resultado de una fusión de Estados en virtud de la cual dos o
más Estados se unen para dar lugar a un nuevo Estado distinto con la extinción de los anteriores
(p.ej. Italia en el S.XIX). Pero también la unificación puede producirse manteniéndose uno de los
Estados preexistentes y entonces se está ante una modalidad de unificación conocida como
anexión total (p.ej. así se produjo en 1938 en que Austria fue anexionada a Alemania, esto se
conoció como Anchluss). El proceso de reunificación de las dos Alemanias no fue ni una fusión, ni
una anexión total, sino como una adhesión de la RDA por la RFA.

c) La separación de Estados puede producirse mediante la modalidad de disolución o


desmembramiento que consiste en la formación de Estados independientes a partir de entidades
que anteriormente constituían un único Estado que deja de existir (p.ej. la desaparición del Imperio
Austro-húngaro y del Imperio Otomano al final de la I Guerra Mundial o la disolución de la URSS y de
Yugoslavia). Cuando la separación se produce manteniéndose la existencia del Estado anterior y
dando lugar a la formación de un Estado nuevo a partir de lo que era uno de sus territorios, el
proceso se denomina secesión (p.ej. Pakistán con la separación de Bangla Desh en 1971).

d) La adquisición de la independencia por los pueblos sometidos a la dominación colonial hizo que
en los Convenios en materia de sucesión se incluyera un supuesto de sucesión específico para este
tipo de sucesión. Así aparece la noción de Estado de reciente independencia que se refiere a un
Estado sucesor cuyo territorio, inmediatamente antes de la sucesión de Estados, era un territorio
dependiente de cuyas relaciones internacionales era responsable el Estado predecesor.

Queda excluida de la aplicación de las Convenciones de Viena de 1978 y 1983 aquellos casos en que la
sucesión se produzca mediante el uso de la fuerza o de cualquier otra forma incompatible con los
principios de Derecho internacional reconocidos en la Carta de las Naciones Unidas.

2.2. La sucesión de Estados en materia de tratados:

La Convención de Viena sobre la sucesión de Estados en materia de tratados de 1978 contiene


disposiciones que adoptan las soluciones siguientes:

a) La denominada regla de “las fronteras móviles de los tratados” según la cual, en el caso de
transferencia de una parte del territorio de un Estado, los tratados del Estado predecesor dejan de
aplicarse en el territorio transferido y se aplican en dicho territorio los tratados del Estado sucesor.

b) La regla de la continuidad en los casos de unificación y separación de Estados. Como regla general,
cuando dos o más Estados se unen, los tratados en vigor en cada uno de ellos continuarán
aplicándose en el Estado sucesor. Cuando se produzca la separación de una parte del territorio de
un Estado, y el Estado predecesor continúe existiendo, los tratados en vigor continuarán
aplicándose en dicho Estado, pero no se aplicarán, por regla general, en el territorio del Estado

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sucesor.

c) En el caso de los Estados de reciente independencia se aplicará el principio de la denominada tabla


rasa según el cual dichos Estados surgidos de la descolonización no aplicarán los tratados concluidos
por la potencia colonial que administraba su territorio antes de la independencia. Esta regla es
consecuencia del principio de libre determinación de los pueblos. Para los Estados de reciente
independencia, la sucesión en los tratados concluidos por el Estado predecesor se configura como
un derecho. En el caso de tratados multilaterales, el Estado de reciente independencia podrá optar
a favor de su aplicación bastando una notificación de sucesión, sin necesidad de ratificarlo ni
adherirlo. En los bilaterales concluidos por el Estado predecesor, el Estado de reciente
independencia podrá ser parte mediante un acuerdo colateral con el otro Estado parte del tratado.

Este principio de la “tabla rasa” tiene dos importantes excepciones a favor de la continuidad de los
tratados en vigor en el momento de la adquisición de la independencia cuya continuidad no se verá
afectada por la sucesión de Estados: I) Los tratados que establezcan fronteras y regímenes
fronterizos; II) Los tratados que establezcan regímenes territoriales, es decir, que establezcan un
derecho de uso respecto de un territorio en beneficio de un grupo de Estados o de todos los Estados.

2.3. La sucesión de Estados en materia de bienes, archivos y deudas de Estado:

La Convención de Viena sobre la sucesión de Estados en materia de bienes, archivos y deudas de


Estado de 1983 establece las siguientes soluciones respecto la sucesión de Estados:

a) La sucesión de Estados en materia de bienes debe hacerse mediante acuerdo inspirado en los
principios de territorialidad y distribución equitativa. La regla tradicional es que los bienes de
dominio público (aeropuertos, escuelas, hospitales, etc.) pasan al Estado sucesor.
b) También pasarán a los Estados de reciente independencia los archivos de Estado que, habiendo
pertenecido al territorio al que se refiere la sucesión de Estados, se hubieran convertido durante
el período de dependencia en archivos del Estado predecesor; los archivos necesarios para una
administración normal del territorio al que se refiera la sucesión de Estados y la parte de los
archivos del Estado predecesor que conciernan exclusivamente al territorio al que se refiera la
sucesión de Estados.
c) En lo relativo a las deudas de Estado, es decir, las obligaciones financieras asumidas por un Estado
con otros Estados u organizaciones internacionales, la regla básica es que habrá de establecerse
mediante acuerdo la proporción en que cada Estado sucesor asuma las deudas del Estado
predecesor.

2.4. La sucesión de Estados en otras materias:

a) La nacionalidad de las personas físicas.- El cambio de ordenamiento jurídico repercute en la


nacionalidad de los habitantes del territorio del Estado sucesor. La CDI aprobó en 1999 un proyecto
que parte del principio del derecho de todas las personas a tener una nacionalidad que será al menos
de uno de los Estados involucrados en la sucesión.
b) La condición de miembro de organizaciones internacionales.- La práctica seguida en el caso de
disolución de Estados, ha sido que los Estados sucesores solicitaron su ingreso y fueron admitidos
como nuevos miembros de las Organizaciones.
c) La sucesión de Estados en relación con la responsabilidad internacional.- Antes el estado sucesor no
era responsable de un hecho ilícito del Estado predecesor. Pero en las últimas décadas se está
admitiendo que en algunas ocasiones si pudiera existir en determinadas circunstancias.

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TEMA 10: EL ESTADO

IV. LOS ORGANOS DE LAS RELACIONES EXTERIORES

1. LA DIPLOMACIA Y SUS MODALIDADES

La historia de la diplomacia se confunde con la de los pueblos ya que responde a la necesidad


sociológica fundamental en las comunidades de regular sus relaciones mutuas. Durante la antigüedad,
la diplomacia era esporádica e itinerante y respondía a necesidades puntuales: la conclusión de un
tratado de paz, de comercio o la declaración de guerra. La diplomacia adquirió sus formas clásicas
entre la Paz de Westfalia (1648) y el S.XIX: se crearon las reglas del Derecho diplomático, los agentes
diplomáticos pasaron a representar al Estado y no al soberano, se convirtió en una carrera profesional
en la que sus miembros tenían gran autonomía e influencia. Esta diplomacia clásica desempeña algunas
funciones básicas para el orden internacional: facilita la comunicación entre los líderes de los Estados y
otras entidades de la Comunidad internacional; permite la negociación de acuerdos; ayuda a reunir
información sobre los Estados extranjeros que sirve para elaborar la propia política exterior de los
Estados, etc.

Hay que distinguir entre la política exterior, la diplomacia, y el Dº diplomático. La política exterior es el
conjunto de posiciones y acciones que adoptan los Estados en su relación con otros Estados o en el seno
de organismos internacionales. La diplomacia es el arte de poner apropiadamente en práctica esa
política exterior. Y el Derecho diplomático es el estudio de las normas y usos que regulan las relaciones
formales entre los Estados y en el seno de los organismos internacionales intergubernamentales .

En las últimas décadas se ha producido un aumento del número y la variedad de miembros de la


Comunidad internacional; han aparecido las exigencias de la globalización económica; se han
desarrollado nuevas tecnologías que facilitan la información y la comunicación, reconocimiento de
nuevos miembros en la Comunidad internacional (p.ej. ONG), etc. Todo esto ha estimulado la
innovación diplomática mediante algunas manifestaciones como la llamada paradiplomacia para
incorporar las prácticas de la diplomacia subestatal de ciudades y entes territoriales. Se ha producido
un proceso de pluralización de la diplomacia y convendría hablar de diplomacias. Y también que tener
presente el impacto de internet (redes sociales, medios online, etc.) que se le conoce como E-
Diplomacia.

2. ÓRGANOS CENTRALES DE LAS RELACIONES EXTERIORES DEL ESTADO:

2.1. El jefe del Estado y el Jefe de Gobierno.

La designación y competencias de cada uno de estos órganos de las relaciones exteriores del Estado
corresponde al Derecho interno. En general, dichas competencias comprenden la dirección de la
política exterior, la representación del Estado en cualquiera de las fases de conclusión de los tratados
internacionales, la declaración de guerra y la paz, el recibir y enviar embajadores y cónsules o expresar
la voluntad del Estado. En el caso español, estas competencias se dividen entre el jefe del Estado (el
Rey) y el jefe del Gobierno. Así, el Rey ejerce la más alta representación del Estado español en las
relaciones internacionales y puede manifestar el consentimiento del Estado para obligarse
internacionalmente por medio de tratados. El Gobierno dirige la política interior y exterior y concluye
tratados que no exijan autorización previa.

El Derecho internacional, por su parte, reconoce al Jefe del Estado y al Jefe de Gobierno plena
capacidad para representar y obligar a su Estado en cualquier procedimiento de creación de
obligaciones internacionales sean convencionales, institucionales o actos unilaterales. Además, para

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ayudar al cumplimiento de sus funciones, se les conceden ciertos privilegios e inmunidades.

2.2. El Ministro de Asuntos Exteriores.

El Ministro de Asuntos Exteriores es cada vez más importante, facilita las relaciones exteriores con
otros miembros de la comunidad internacional y contribuye a la adopción de convenios internacionales
en forma simplificada. Colabora con el Jefe del Estado y el Jefe de Gobierno, aplica su política exterior y
tiene las siguientes funciones que regula cada Derecho interno, tales como: i) Cooperar en la
elaboración de la política exterior; ii) Dirigir el Ministerio que preside; iii) Recibir a los jefes de misión
extranjeros; iv) Ser intermediario entre su Estado y los Estados extranjeros; y v)Proteger los derechos e
intereses del país en el exterior, etc. El Derecho internacional le reconoce la competencia para
representar y expresar la voluntad del Estado en procedimientos de adopción de tratados, resoluciones
de organizaciones internacionales o actos unilaterales. Tiene una serie de privilegios e inmunidades
como las del Jefe de Estado y Gobierno

2.3. La inmunidad de jurisdicción penal y los crímenes internacionales .-

Entre las garantías que el Derecho internacional les reconoce a los principales órganos centrales del
Estado de las relaciones exteriores está la inmunidad de jurisdicción penal. Es la protección de que
gozan ciertos funcionarios del Estado frente al ejercicio de la jurisdicción penal por parte de los jueces y
tribunales de un tercer Estado. Tal inmunidad no es un privilegio personal, sino que tiene un
fundamento funcional, el garantizar el ejercicio de sus responsabilidades de forma independiente y
efectiva. En los últimos años, la inmunidad de jurisdicción penal ha sido cuestionada respecto a
conductas que supongan una violación grave y masiva de Dchos. Humanos que puedan ser
constitutivas de crímenes internacionales como el de genocidio, lesa humanidad o crímenes de guerra.
Esta tendencia fue reforzada por los tribunales españoles en el asunto Pinochet que afirmaron que la
inmunidad de jurisdicción penal no podía servir para garantizar la inmunidad de estos órganos y que
tales crímenes eran una excepción al principio de inmunidad. Mientras que, por el contrario, la CIJ en el
asunto la Orden de arresto, que tenía como destinatario a un Ministro de Exteriores pero que se puede
aplicar por analogía al Jefe de Estado o de Gobierno, que no se podía deducir de la práctica la
existencia en el Derecho internacional consuetudinario de una excepción cualquiera a la regla que
consagra la inmunidad de jurisdicción pena. Esta norma fue matizada por el propio tribunal que dijo
que se podría exigir responsabilidad en 4 supuestos: i) Cuando se le exija en su propio país; ii) Si el
Estado al que representan o han representado levanta dicha inmunidad; iii) Respecto de determinados
actos cuando dejen de ocupar el cargo; y iv) Cuando se le exija tal responsabilidad ante tribunales
penales internacionales.

3. LAS MISIONES DIPLOMÁTICAS:

Son uno de los órganos estatales externos de carácter permanente de las relaciones exteriores de los
Estados. Las misiones diplomáticas se generalizaron con la creación de los Estados nacionales y dieron
lugar a un conjunto de normas consuetudinarias que regulan sus funciones y estatuto. Estas normas
tuvieron diversas codificaciones y el resultado final fue la Convención de Viena sobre relaciones
diplomáticas de 1964.

3.1. Inicio y fin de las misiones diplomáticas .-

El establecimiento de relaciones diplomáticas y el envío de misiones diplomáticas permanentes se


efectúa por consentimiento mutuo. El inicio de las misiones diplomáticas se rige por el principio de
consentimiento mutuo, que alcanza también al rango de la misión, al número y localización de las
oficinas de las misiones y al número de miembros de la misma. El fin de la misión diplomática puede
estar ocasionado por muy diversas causas: la ruptura de relaciones diplomáticas entre los Estados, un

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nivel muy bajo de relaciones con el Estado receptor o el cumplimiento de sanción internacional de una
Resolución del Consejo de Seguridad que decide la interrupción de las relaciones diplomáticas. En
cualesquiera de estos actos de terminación de la misión diplomática, sea temporal o definitiva, el
Estado receptor está obligado a respetar y proteger, incluso en caso de conflicto armado, los locales,
bienes y archivos. La creación, modificación y terminación de misiones diplomáticas corresponde al
Consejo de Ministros a iniciativa del Ministro de Asuntos Exteriores.

3.2. Las funciones diplomáticas.

Las funciones diplomáticas se ejercen en interés de los Estados que las realizan y son también
funciones internacionales porque solo tienen existencia en el ámbito de las relaciones internacionales.
El ejercicio de las funciones diplomáticas está sometido a 2 límites de carácter general: el respeto a las
leyes y reglamentos del Estado receptor y el principio de no intervención en los asuntos internos de
dicho Estado. Las principales funciones de las misiones diplomáticas son:

a) La representación del Estado acreditante y los de sus nacionales en el Estado receptor dentro de
los límites permitidos por el Derecho internacional;
b) La negociación con el gobierno del Estado receptor;
c) El fomento de las relaciones amistosas, económicas, culturales y científicas entre el Estado
acreditante y el Estado receptor;
d) El ejercicio de funciones consulares. En ocasiones, también pueden desempeñar funciones
excepcionales en casos en los que ejercen la representación y la protección de intereses de
terceros Estados.

3.3. Los miembros de la misión diplomática. Comprenden los siguientes miembros:

a) Los agentes diplomáticos. —Los agentes diplomáticos están integrados por los jefes de misión y
por el personal diplomático. El jefe de misión es la persona encargada por el Estado acreditante
de actuar con carácter de tal y puede ser de tres clases: embajadores o nuncios acreditados ante
los Jefes de Estado; enviados, ministros o internuncios acreditados también ante los Jefes de
Estado; y encargados de negocios acreditados ante el Ministerio de Asuntos Exteriores. El
nombramiento de un jefe de misión corresponde al jefe del Estado acreditante, pero debe tener el
plácet o asentimiento del Estado receptor. Dicho nombramiento se formaliza en las llamadas
cartas credenciales, en el caso de los embajadores y ministros, y en las cartas de gabinete en el de
los encargados de negocios. Una nueva modalidad es la acreditación múltiple que puede ser: i) la
acreditación de un Jefe de misión y de personal diplomático ante dos o más Estados, salvo que
alguno de los Estados receptores se oponga expresamente o ii) dos o más Estados acrediten como
Jefe de misión a la misma persona ante un tercer Estado, salvo que el Estado receptor se oponga.

El Estado receptor en cualquier momento y sin tener que exponer los motivos, puede declarar
persona non grata y en ese caso el Estado acreditante retirará a dicho jefe de misión o pondrá
termino a sus funciones en la misión.

El personal diplomático está integrado por los miembros de la misión que poseen la condición de
diplomáticos, aunque no es imprescindible que pertenezcan a la carrera diplomática. Su
nombramiento no está sujeto al plácet del Estado receptor, pero puede exigir conocer sus
nombres. El Estado receptor puede declarar a un diplomático persona non grata y el Estado
acreditante debe retirar o dar por terminadas sus funciones.

b) Inicio y terminación de las funciones de los miembros de la misión diplomática . —El inicio de las
funciones del jefe de misión se produce en el momento en que haya presentado sus cartas
credenciales o en que haya comunicado su llegada y presentada copia de estilo de sus cartas

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credenciales al Ministro de Asuntos Exteriores o al Ministerio que se haya acordado. La


terminación de las funciones de un miembro de la misión diplomática puede producirse porque el
agente en cuestión sea llamado por el Estado acreditante bien por jubilación, destitución, cambio
de destino o por desacuerdo con el Estado receptor (“la llamada a consultas”); y por ser declarado
dicho agente por el Estado receptor persona non grata.

3.4. Privilegios e inmunidades diplomáticas.

El conjunto de ventajas y garantías que, con distinto alcance, tienen los miembros de la misión
diplomática se denominan privilegios e inmunidades diplomáticas. No son un privilegio personal sino
un derecho del Estado acreditante para el desempeño de las funciones de la misión diplomática.

a) Los privilegios e inmunidades de la misión diplomática . —Alcanzan a la inviolabilidad de los locales


de la misión; a la inviolabilidad del mobiliario, bienes, medios de transporte y archivos y
documentos de la misión; a la libertad e inviolabilidad de las comunicaciones para fines oficiales; a
privilegios fiscales y aduaneros para la misión como la exención de impuestos y gravámenes
nacionales, regionales o locales; y al derecho a colocar la bandera y el escudo del Estado
acreditante. La inviolabilidad de los locales de la misión diplomática fue reconocida por la CIJ
como un principio fundamental del Derecho diplomático. Este principio no sólo prohíbe a los
agentes del Estado receptor entrar en la misión sin el consentimiento del jefe de misión, sino que,
además, obliga al Estado receptor a adoptar todas las medidas adecuadas para proteger los locales
de la misión contra la intrusión o el daño. El estado acreditante es el único que puede renunciar a
las inmunidades de sus agentes. Las normas que regulan estos privilegios e inmunidades tienen
carácter consuetudinario y han sido codificadas en la Convención de 1961.

b) Los privilegios e inmunidades de los miembros de la misión . —Los agentes diplomáticos gozan de
inviolabilidad personal por lo que no pueden ser objeto de ninguna forma de arresto, detención o
maltrato. La violación de esta regla en la práctica hizo necesario reforzar la protección de
determinadas personas. El resultado fue la Convención sobre la prevención y castigo de delitos
contra las personas internacionalmente protegidas de 1973. Los agentes diplomáticos tienen
también inviolabilidad de residencia, documentación y correspondencia; e inmunidad de
jurisdicción y ejecución. La inmunidad en jurisdicción penal es total mientras que en jurisdicción
civil y administrativa admite excepciones. El TC afirmó que esta inmunidad no es contraria al dcho.
de tutela judicial efectiva, porque se pueden poner los hechos en conocimiento del Estado
acreditante para que requiera a su agente a que cumpla sus obligaciones, o declararla persona non
grata, etc. Los agentes diplomáticos gozan también de inmunidad fiscal, aduanera y están exentos
de las disposiciones sobre seguridad social aplicables en el Estado receptor. Los miembros del
personal administrativo y técnico de la misión y el personal de servicios de la misión gozan de un
conjunto de privilegios e inmunidades vinculados a la realización de sus funciones y, en todo caso,
más reducidos que los de los agentes diplomáticos.

4. LAS MISIONES ESPECIALES:

Son una de las modalidades de diplomacia ad hoc junto con las delegaciones estatales ante las
conferencias diplomáticas, las oficinas temporales o permanentes en el extranjero y la diplomacia que
llevan a cabo funcionarios que no son diplomáticos de diferentes ministerios. Estas misiones se
encuentran reguladas en la Convención de Viena sobre misiones especiales de 1969.

4.1. Noción y características.

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La Convención define como una misión especial como una misión temporal, que tiene carácter
representativo del Estado que envía, ante otro Estado para tratar con él asuntos determinados o
realizar un cometido concreto. Las características de este tipo de diplomacia son: la naturaleza
temporal de la misión; la capacidad de representar al Estado que envía; y tener por objeto la
realización de funciones específicas.

4.2. Composición, inicio y terminación de las misiones especiales .

El envío de estas misiones exige el previo consentimiento mutuo del Estado que envía y del Estado
receptor, pero no es necesario que existan relaciones diplomáticas o consulares entre ellos. El
consentimiento mutuo alcanza al establecimiento, a las funciones asignadas a la misión especial y, en
cierta medida, al número, al nombramiento y a la composición de los miembros de la misión. La misión
especial debe tener un jefe de misión y puede incluir también personal diplomático, administrativo,
técnico. El inicio se produce desde la entrada en contacto con el Ministerio de Asunto Exteriores u otro
órgano del Estado receptor que se haya convenido. La terminación puede producir por acuerdo de los
Estados; por la realización del contenido de la misión; por expiración del plazo asignado. La ruptura de
relaciones diplomáticas no implica por sí misma el fin de la misión especial.

4.3. Privilegios e inmunidades.

La misión y las personas físicas que integran las misiones especiales gozan de un conjunto de privilegios
e inmunidades para favorecer el ejercicio de las funciones. Son similares a los de la misión diplomática,
pero, en la práctica están condicionados por la naturaleza temporal de las misiones especiales. Entre la
pluralidad de formas de diplomacia multilateral se puede distinguir entre la permanente, que se
examina aquí, por medio de la representación de los Estados ante las organizaciones internacionales, y
la temporal, como son la participación de los Estados en las conferencias internacionales y la
participación de las representaciones de los Estados en los diferentes órganos de gestión de tratados
internacionales.

5. LA REPRESENTACIÓN DE LOS ESTADOS EN SUS RELACIONES CON LAS ORGANIZACIONES


INTERNACIONALES:

La representación de los Estados ante las organizaciones internacionales es una modalidad de


diplomacia multilateral permanente que constituye una manifestación del derecho de legación pasiva
de dichas organizaciones, que da origen a un conjunto de relaciones de carácter triangular en la que
intervienen los sujetos que envían los representantes (sean otras organizaciones internacionales o
Estados), las organizaciones internacionales que son receptoras de los representantes y el Estado
anfitrión o de sede de dicha organización. Se encuentra regulada, con alcance general, por la
Convención de Viena sobre representación de los Estados en sus relaciones con las organizaciones
internacionales de 1975, pero también puede estar en los tratados de las organizaciones
internacionales. La Convención se aplica a las representaciones de los Estados en sus relaciones con
cualquier organización internacional de carácter universal y, con algunos requisitos complementarios, a
las representaciones de los Estados ante las conferencias convocadas por tales organizaciones.

El establecimiento de misiones permanentes, ya sean de Estados miembros o de observación de


Estados no miembros, debe hacerse de mutuo acuerdo entre la organización internacional receptora y
los Estados que envían. El Estado que envía tiene libertad para nombrar a los miembros de la misión,
con la exigencia de que tengan su nacionalidad y el número no se exceda. La Convención prevé que el
Estado de sede no puede oponerse a los nombramientos ni declarar persona non grata a los miembros.
No obstante, algunos acuerdos de sede, como el de EEUU y la ONU, exigen el plácet de la Organización
y del Estado anfitrión.

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Las funciones de estas misiones permanentes son: i) Asegurar la representación y el enlace entre
Estados y organizaciones internacionales; ii) Desarrollar negociaciones; iii) Recabar información relativa
a las actividades de la organización y transmitirla a su gobierno; iv) Proteger sus intereses; y v)
Fomentar la realización de los propósitos y principios de la organización. Para el cumplimiento
independiente y eficaz de estas funciones, la misión y los miembros que la integran gozan de un
conjunto de privilegios e inmunidades: La misión ha de estar situada en la localidad sede de la
organización, tiene derecho al uso de la bandera y el escudo del Estado, inviolabilidad de los locales,
exenciones fiscales, inviolabilidad de archivos y documentos y libertad de comunicación. El personal
que integra la misión también goza de inmunidades (la mayoría vistas en el apartado 4).

6. LAS RELACIONES CONSULARES:

Las relaciones consulares tienen por objeto facilitar la asistencia y protección de los nacionales en el
extranjero. Las relaciones consulares, aunque diferentes, no son menos importantes que las relaciones
diplomáticas en la medida en que favorecen el desarrollo de relaciones amistosas entre las naciones y
aseguran protección y asistencia a los extranjeros que residen en otro Estado. Las normas
consuetudinarias que regulaban estas relaciones han sido codificadas en la Convención de Viena de
1964.

6.1. Las funciones consulares.

Las funciones consulares tienen por objeto la asistencia y la protección de los nacionales en el
extranjero o, incluso, la ayuda a personas que no sean nacionales del Estado que envía como es el caso
de la concesión de visados. Según la naturaleza intrínseca de las funciones, se pueden sistematizar en:

a) Funciones políticas, como son las de información, fomento de las relaciones mutuas y mantener
relaciones con el conjunto de nacionales residentes en el Estado que envía;
b) Funciones de asistencia a los nacionales con sus propios medios;
c) Función de protección consular que se materializa en el ejercicio del derecho de reclamación formal
ante la autoridad local pertinente;
d) Funciones administrativas como llevar un registro consular, expedir certificaciones y documentos de
viaje como pasaportes y visados;
e) Funciones en materia de Derecho privado como el establecer el registro civil consular, facilitar la
celebración de matrimonios consulares, instituir la tutela o la curatela de menores e incapaces, e
instruir expedientes de adopción y ayudar a la sucesión sea testada o intestada;
f) Funciones notariales;
g) Funciones de carácter procesal;
h) Funciones de conciliación y arbitraje
i) Funciones comerciales;
j) Funciones relativas a la navegación marítima y aérea;
k) Funciones en materia de emigración y establecimiento;
l) Funciones en materia de seguridad social etc.
m) Funciones en materia de servicio militar
n) funciones en materia electoral
o) Funciones diplomáticas si el Estado receptor lo autoriza y el Estado enviante no tiene misión
diplomática.

6.2. La oficina consular.

Las funciones consulares pueden ser desempeñadas por las oficinas consulares y por las secciones
consulares de las misiones diplomáticas. El establecimiento de relaciones consulares está basado en el
principio de consentimiento mutuo. Este mismo principio alcanza también a la sede de la oficina

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consular, a su clase, a su circunscripción consular y al número de miembros de la misma. Las oficinas


consulares se pueden clasificar según dos criterios:

1) Depende del tipo de oficina consular y se puede distinguir entre oficinas de carrera, si están
dirigidas por un funcionario consular de carrera; y, oficinas honorarias, si están administradas por
un cónsul honorario.
2) El segundo criterio es el de la categoría de la oficina, que permite distinguir entre consulados
generales, consulados, viceconsulados y agencias consulares.

El inicio de las relaciones consulares es independiente de las relaciones diplomáticas y está basado en
el consentimiento mutuo. La terminación de las relaciones diplomáticas no implica obligatoriamente la
ruptura de relaciones consulares.

6.3. Los miembros de la oficina consular.

Las oficinas consulares están integradas por miembros de diferentes categorías: Por funcionarios
consulares, incluido el jefe de oficina consular; por los empleados consulares (son el personal técnico y
administrativo) y por los miembros del personal de servicio de la oficina. Los Jefes de oficina consular
pueden ser cónsules de carrera, que son funcionarios públicos del Estado que los envía, paga y encarga
el desempeño de funciones consulares (consules missi); y cónsules honorarios (consules electi), que son
nacionales o extranjeros del Estado que los nombra que residen y ejercen sus actividades profesionales
en el Estado receptor, que no tienen asignada una retribución por sus funciones y que, en todo caso,
pueden recibir ayuda para los gastos de la oficina.

El inicio de las funciones del jefe de oficina consular se produce tras su nombramiento por el Estado
que envía y su admisión por el Estado receptor. Para ello es necesario que el Estado que envía expida
una carta patente que es el documento que acredita su nombre completo, clase y categoría, la
circunscripción consular y la sede de la oficina consular. Y también es necesario el exequátur del Estado
receptor, que contiene su autorización para que tal jefe de oficina sea admitido en el ejercicio de sus
funciones y que tiene carácter discrecional.

La terminación de las funciones de un miembro de la oficina consular puede producirse por la decisión
del Estado que envía, por revocación del exequátur y por la notificación del Estado receptor de que ha
dejado de considerar a un miembro como personal consular.

6.4. Facilidades, privilegios e inmunidades .

Tanto la oficina consular como los miembros que la integran gozan de un conjunto de facilidades,
privilegios e inmunidades para el eficaz desempeño de las funciones consulares. Estos no son un
beneficio personal ya que tienen un beneficio funcional. Se puede distinguir entre:

a) Privilegios de La oficina consular . —El Estado receptor debe conceder todas las facilidades para el
ejercicio de las funciones de la oficina consular y debe facilitar la adquisición de los locales
necesarios. La oficina consular tiene derecho al uso de la bandera y el escudo nacionales;
inviolabilidad de los locales consulares; exención fiscal de los locales consulares; inviolabilidad de
archivos, etc.

b) Privilegios de Los funcionarios consulares de carrera y demás miembros de la oficina consular . —


Éstos gozan, con distinto alcance según su cualificación, de un conjunto de facilidades, privilegios e
inmunidades que, en todo caso, son más reducidos que los diplomáticos y están más vinculados al
ejercicio de las funciones consulares: inviolabilidad personal; derecho a recibir la comunicación de la
detención o procesamiento de un miembro de la oficina consular; inmunidad de jurisdicción por

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actos ejecutados en el ejercicio de sus funciones, etc.

c) Privilegios de Los funcionarios consulares honorarios y las oficinas consulares dirigidas por ellos
mismos. Los cónsules honorarios gozan de un conjunto de facilidades, privilegios e inmunidades
mucho más reducidos que los de carrera. Los funcionarios honorarios no tienen inviolabilidad
personal pero el Estado receptor tiene la obligación de concederles la protección que puedan
necesitar por razón de su carácter oficial. Además, gozan de inmunidad de jurisdicción, pero sólo
para actos realizados en el ejercicio de sus funciones. También tienen exención fiscal.

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