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Literatura Española II (FaHCE-UNLP) - Curso 2020

Clase práctica n° 4

Unidad 3. Ilustración y
Romanticismo
Consideraciones preliminares sobre
Larra y su época:
lectura y escritura, prensa y café,
proyecto literario
Lecturas:
Artículos de Mariano José de Larra:
- “El Duende y el librero. Diálogo”
- “¿Quién es el público y dónde se le encuentra?”
- “Mi nombre y mis propósitos [Variedades teatrales]”
- “Ya soy redactor”
Disponibles en línea en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, y en
otros sitios (procurar siempre sitios institucionales o reconocidos).

Bibliografía obligatoria
ÁLVAREZ BARRIENTOS, Joaquín, 2011. “Proyecto literario y oficio de escritor en
Larra”, en J. Álvarez Barrientos, J.M. Ferri Coll y E. Rudio Cremades
(eds.)Larra en el mundo. La misión de un escritor moderno. Alicante:
Universidad de Alicante, pp. 17-40. Carpeta 341, folio 216.
MARTÍ MONTERDE, Antoni, 2007. “La vida interior de la ciudad”, en Poética del
Café. Un espacio de la modernidad literaria europea. Barcelona: Anagrama,
Colección Argumentos, pp. 77-113. Carpeta 341, folio 183.
 En la Ilustración todavía se considera al lector identificable,
significado socialmente en diversos órdenes entre los cuales la
posibilidad de leer constituía más una condición que un
atributo, pero la situación cambia, se extiende la lectura más
allá de la nobleza y la aristocracia, y el lector pasa a ser un
singular colectivizante: los lectores, anónimos, indiferentes
entre sí, significados socialmente por esa condición, la de
lectores, que podía estructurarse como público pero que
individualmente resultaba indominable, tanto en el sentido de
controlar como en el de contener y abarcar desde una
perspectiva determinada.
 La importancia del papel de la lectura redunda en una
mayor influencia de los escritores, la dimensión pública de su
pensamiento permite pensar en su función y relacionarla con
la conducción del destino de la nación.

 La representación de la sociedad y sus ciudadanos implica


también la pretensión de describirlos, explicarlos y
clasificarlos racionalmente, pero al mismo tiempo la
consciencia de que el dinamismo ciudadano escapa a la
racionalización.
 La lectura extendida como práctica incide en la
administración de los cafés, con salones llenos de espejos y
mesas amplias llenas de prensa, papeles, libros y lectores.

 El café es espacio privilegiado en el cruce de lecturas entre


los siglos XVIII y XIX.

 La lectura de libros y periódicos se disemina en


conversaciones, e intensifica el papel de la lectura comentada
en la vida cotidiana y en la formación ciudadana.
 La idea del café como cruce de voces es fundamental para
entender el paso de la Ilustración al Romanticismo,
especialmente allí donde esa transición resultaba menos clara
y más problemática.

 El Café como espacio de sociabilidad paulatinamente se va


mostrando también como escenario de una asimetría entre el
modelo ilustrado y un modelo emergente (pre- o proto-
romántico) que incluye cierta subjetivización y consciencia de
la propia soledad.

 Este movimiento se encuentra en el origen del artículo de


costumbres.
 El espacio público es escenario y condición fundacional de
la escritura de Larra, en tanto que ámbito en donde no sólo se
desenvuelve la representación mimética y dramática y la
representación institucional de la ciudad, sino que en él toman
sus energías sus principales renovadores.

 Larra es especialista en captar la complejidad de la


sociedad a la que pretendía dirigirse.

 Larra personaliza el nombre de la publicación para darle una


perspectiva, como hacen otras publicaciones anteriores. El
juego de máscaras ayuda a diseminar los enunciados
problemáticos amparándose en una tradición periodística
consolidada: la del personaje del redactor.
 Al recopilar en libro sus artículos en 1835, Larra presenta el
conjunto como “una elocuente crónica de nuestra llamada
libertad de imprenta” y “un documento histórico” para “dar una
idea del estado de nuestras costumbres, de nuestra literatura,
de nuestros teatros y por fin de nuestras vicisitudes y
parcialidades políticas”.

 Escribe para la prensa efímera y sólo cuando decide recoger


sus artículos en libro dará más importancia a la posible vigencia
y trascendencia de su escritura.
Esta idea trasciende hasta la actualidad: el libro como soporte
privilegiado de la escritura literaria.

Define la escritura en prensa como un “género arriesgado”.


 Larra es hijo de la Ilustración, su educación se estructura
desde la base didáctica, política y estética ilustrada.

 El hecho de que se asentase en la prensa, en el artículo


ensayístico y en la crítica de las costumbres (sociales,
literarias y políticas), da cuenta de su intención de intervenir en
tanto que hombre de letras o escritor en el desarrollo de la
vida social.

 Pero, aunque se sitúe en la tradición cultural de la


Ilustración, es consciente de que está en otro momento
cultural, por lo que intenta dar cuenta de la cambiante
sociedad que le toca vivir.
El momento está caracterizado por una crisis que nace al
enfrentar los efectos del progreso, incluso antes de que la
Ilustración triunfe en España:

 a pesar de las mejoras materiales, el progreso acaba con


el mundo espiritual del individuo.
 el progreso no mejora al individuo ni hace que la sociedad
sea más justa, sino que lo sume en la decepción y la
agonía.

La crisis que se percibe en su reflexión sobre el entorno y sobre


su actividad como escritor.

Sus artículos sobre costumbres, literatura y sociedad hablan de la


confusión que genera el paso de una época a otra.

Larra, al igual que los románticos franceses o alemanes, tiene


consciencia de vivir una época de crisis y transición
 Para realizar su crítica, Larra escoge el modelo de escritor
satírico: quiere contribuir a dirigir la sociedad mediante la
emisión de verdades y para eso debe ganarse el público, en su
caso, mediante la risa y la credibilidad.

 Desde su autorrepresentación como satítrico alcanzó su


condición de escritor, progresivamente, a medida que escribe,
publica y tiene éxito.

 A pesar de cultivar los géneros reconocidos por la tradición


literaria (teatro, poesía y narrativa), adquiere una imagen de
escritor definida a partir de su escritura en prensa.
 En sus textos de presentación de El Duende Satírico del
Día y de El Pobrecito Hablador no se considera escritor ni
periodista.

 Se toma a sí mismo más en serio al entrar en La Revista


Española, cuando se profesionalizó, porque los otros
también lo tomaban en serio.

 El momento de máximo reconocimiento es cuando en La


Revista Española se le ofrece por contrato “la parte
principal del folletín” para publicar sus trabajos.

 Pero al mismo tiempo que se reconoce en su nueva


condición, también se desengaña: “Ya soy redactor”.
Larra es un intelectual que además de centrarse en lo que lo
rodea, enseña a los demás las características de su profesión,
no como reflexión estructurada sino surgida de la contingencia
cotidiana, aunque coherente.

Giro autorreferencial de su escritura:

 Piensa sobre cómo redactar un artículo y ese


pensamiento pasa a formar parte del mismo artículo,
se convierte en materia periodística.

 Brinda información sobre sus métodos de trabajo, de


modo que el lector entra en la cocina del escritor.
Como parte de la autorreferencia se presenta la reflexión
sobre el público:

 el público es quien le confiere al escritor su condición de


tal.
 pensamiento sobre la recepción de la obra.
 dimensión económica: ser pagado por el trabajo (de
escritor) es ser un profesional, y por entonces las letras ya
son una profesión.

Dos cuestiones centrales del proyecto literario de Larra:

 Uso de pseudónimo
 Reflexión sobre las palabras
Uso de pseudónimo

o Escribir en prensa y con registro satírico hacía


necesario el anonimato o el pseudónimo, por resabios
de la mala consideración de los “mercenarios” de la
pluma y para esconder la autoría.

o Los primeros pseudónimos de Larra podían servir


para ocultarlo (El Duende, El Pobrecito), pero casi
todos sus lectores ya sabían quién estaba detrás de
Fígaro.

o Fígaro: funciona como punto de vista, una


personalidad satírica y entrometida.
Reflexión sobre las palabras

o En Larra hay reflexión sobre las palabras no desde


un punto de vista lingüístico sistemático, sino desde un
punto de vista político.

o Desconfianza en las palabras: ciertos usos políticos


de las palabras en la época las pueden vaciar de
significado y convertirlas en meros instrumentos de
mentira y simulación. “Ya soy redactor”.

o Consciencia de que las palabras y su uso están


relacionadas con el orden político y social en que se
emplean y al que constituyen, por lo que la crítica a las
palabras es una crítica a la sociedad misma.

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