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Mariano José de Larra fue un 

escritor español que publicó más de doscientos artículos.


Estos artículos se dividen en tres grupos: de costumbres, políticos y literarios. Dentro de los
artículos de costumbres hay un subgrupo que son los satírico-burlescos, los más originales. Los
artículos políticos son aquellos en donde Larra hace opinión pública sobre la política y los artículos
literarios son de crítica literaria y tratan por ejemplo la publicación de una novela (“El Trovador” es
un artículo sobre el estreno de uno de los grandes dramas del romanticismo español de García
Gutiérrez y Larra hace una crítica literaria de este texto). Esta es una clasificación canónica no
solamente de la produción literaria de Larra sino de los distintos subgéneros que hay dentro del
articulismo hasta la actualidad (la crítica literaria, la costumbrista y la política).
Respecto a la estructura, los recursos y las técnicas de su obra, utiliza técnicas tradicionales, como
la técnica básica de la descripción pero estas descripciones se reducen a pocos detalles que
adquieren protagonismo. En un artículo de costumbre las descripciones tienen que ser muy
detalladas, claras y directas pero también breves: ahí es donde surge la caricatura, la sátira, la
burla. Es una caricatura que tiene una intención moral, de censura, por tanto vemos que son
descripciones que pretenden ridiculizar con una intención de denuncia. De este modo el artículo
se convierte en una caricatura de la realidad. En “El café” Larra describe directamente una serie de
personajes y como no tiene mucho espacio para escribir, utiliza pocos elementos que son los más
significativos y los amplifica produciendo sátira, burla y risa. Esto ya está en la literatura anterior
desde la edad media, pero ahora esta sátira descriptiva se concentra en un artículo.
El recurso más original que va a utilizar Larra es el monologo satírico, por tanto la presencia del
“yo”, hasta tal punto que él aparece como personaje en sus artículos. Hay un posicionamiento
crítico frente a la realidad y una denuncia a través del sarcasmo y a través de otros elementos que
dan un retrato terrible de la realidad y uno de los mecanismos que se utilizan es el discurso o el
relato del loco y sobre todo la risa del loco.
Larra es un autor muy original porque aunque cultiva todos los géneros literarios (la novela, el
teatro, la poesia) su originalidad es el periodismo y el articulismo. La obra de Larra tiene un
caracter intertextual, o sea por una parte es muy moderna pero por otra parte constantemente
está haciendo referencias directas o indirectas a tradiciones literarias anteriores: cuando Larra
escribe “El café” está pensando en “La comedia nueva o el café” y los personajes que aparecen en
este artículo son los mismos que aparecen en Moratín pero son también los mismos que están
ridiculizados en los caprichos de Goya. Por tanto comparten de manera explícita un mismo
universo y sobre todo una misma perspectiva que es la perspectiva de observar la realidad como
una realidad deforme.
La literatura en el siglo XVIII empieza a ser más real y el costumbrismo romántico sería el género
literario en donde esto se vee de manera más clara. Dentro del costumbrismo romántico
encontramos el artículo de costumbre: un texto breve cuyo suporte son la prensa y la revista, no el
libro, por tanto tenemos un sistema de producción diferente, tenemos también un público
diferente, un sentido nuevo de la realidad. El artículo tiene la función de crear una opinión pública
en torno a un determinado tema, asunto, perspectiva y crear una polémica. Dependiendo del
entorno social que pretendamos reflejar tenemos dos tipos de costumbrismo: uno de caracter
folcklorico y otro más urbano que es el que representa Larra. Este autor no se preocupa de la clase
popular, con Larra tenemos un costumbrismo más centrado en los aspectos de la burguesía, de la
sociabilidad burguésa, un escenario urbano. La perspectiva de Larra es la perspectiva de un
burgués moderno de mediado del siglo XIX. Larra tiene dos fuentes más directas: la sátira
neoclásica y la sátira plástica de los caprichos de Goya. Para el ilustrado la sátira debe servir para
educar el espectador entonces tiene una función moral pero una moral civica, no religiosa. Una de
las vías para conseguir la educación era el uso de la sátira: proponer una situación comica con la
intención de reflejar una enseñanza moral.
El concepto que subyace en el costumbrismo es la mímesis costumbrista, o sea la imitación de la
realidad pero en sus detalles. Por eso importa tanto lo descriptivo, el detallismo y no importa
tanto la acción, de tal manera que en los artículos de costumbres hay muy poco movimento
porque el movimento es la mirada del escritor. De hecho, Larra en “El café” está sentado en una
mesa y son sus ojos y su oido los que se van moviendo.
Otro de los elementos mas originales de Larra es la utilización del pseudónimo literario. El
pseudónimo literario no es una originalidad del siglo XIX pero se desarrolla de manera muy
exagerada. Larra utiliza mucho el pseudónimo literario por ejemplo “El curioso parlante” o “El
pobrecito hablador”. El pseudónimo puede servir para ocultar la personalidad o simplemente para
un desdoblamiento de la personalidad. Larra no se oculta en un pseudónimo porque todo el
mundo sabe que es Larra, por tanto es un disfraz en el que el lector reconoce al autor. El objetivo
de Larra es crear una especie de distanciamento respecto al autor para poder adaptar diferentes
puntos de vistas sin entrar en contradicción. Los pseudónimos son personajes que desarrolla Larra
para opinar, para desdoblarse, es un juego para mostrar distintas facetas de sus personalidad
como escritor. Entonces eso le da una gran libertad a la hora de exponer un tema y mostrarnos
cual va a ser la perspectiva: la perspectiva del curioso parlante no es egual a la del pobrecito
hablador.

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