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1
G. Reale y D. Antíseri, Historia de la filosofía 3. Del humanismo a Descartes, pág. 98.
2
J. Xiol, Decartes. Un filósofo más allá de toda duda, pág. 51.
había aprendido, pues ningún tipo de sabiduría o estudio le garantizaba ser libre de toda
duda. La filosofía, por ejemplo, fue cultivada por los más «excelentes ingenios», mas eso
no la salvó de tener una infinidad de cuestiones donde cada una de ellas es tan dudosa como
la otra3.
[La primera es] no admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con
evidencia que lo es; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención,
y no comprender en mis juicios nada más que lo que se presentase tan clara y
distintamente a mi espíritu, que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda. El
segundo, dividir cada una de las dificultades que examinaré en cuantas partes fuese
posible […] El tercero, conducir ordenadamente mis pensamientos, empezando por
los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco,
3
R. Descartes, Discurso del método, pág. 105.
gradualmente, hasta el conocimiento de los más compuestos […] y el último, hacer
en todo unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales, que llegase a
estar seguro de no omitir nada4.
La primera regla nos es de gran interés para nuestro objetivo, pues esta primera
regla se trata del mismo principio del que Descartes se valdrá en las Meditaciones para
fundamentar las ciencias: «Primero pienso, luego existo». En primer lugar debemos tener
en cuenta que esta regla no es un silogismo sino una proposición única 5; “se trata de un
principio normativo fundamental”6, es un acto que se auto justifica al no necesitar ningún
tipo de demostración para su garantía, o sea, es como un principio. Esta idea que no
necesita ningún tipo de base argumentativa es, pues, a lo que Descartes llama claro y
distinto.
En los Principios de filosofía Descartes define una percepción clara como “aquella
percepción que es presente y manifiesta a un espíritu atento” 7 y la distinta como “aquella
que es en modo tal separada y precisa de todas las otras que solo comprende en sí lo que
manifiestamente aparece a quien considera como es preciso”. Esto lo que nos quiere decir
es, en primer lugar, que una percepción clara es similar al conocimiento de algo que se
hace evidente para quien se le manifiesta tal saber. Un ejemplo puede ser más claro: Yo
pienso. La percepción distinta es lo que no podemos confundir, de ninguna manera, con
otra cosa; distinguimos lo verdadero de lo falso, por ejemplo. En síntesis, una idea clara y
distinta nace de una intuición simple que, voluntariamente, acepta o niega lo que se le
manifiesta. Podríamos pensar, por ejemplo, en el principio de no contradicción. Es algo
evidente que no necesita de ninguna demostración y las personas, voluntariamente, pueden
escoger entre aceptarlo o no aceptarlo
Por último, como habíamos dicho, esta noción de lo claro y lo distinto le es útil a
Descartes en las Meditaciones, pues a partir de esta verdad es que se puede fundamentar un
conocimiento. Sin embargo, la cuestión no termina ahí. Una objeción que se le puede hacer
al cogito ergo sum es que es una proposición que carece de contenido, más con la noción de
lo claro y distinto Descartes llena de contenido esta misma proposición, eso sucede de la
4
R. Descartes, Discurso del método, pág. 114.
5
B. Spinoza, Principios de filosofía de Descartes, pág. 175.
6
G. Reale y D. Antíseri, Historia de la filosofía 3. Del humanismo a Descartes, pág. 436.
7
R. Descartes, Principios de Filosofía, pág. 48.
siguiente manera: si todas las cosas de las que conocía eran dudosas, por descarte se debía
deshacer de ellas por no ser ni claras ni distintas. Sin embargo, todas las cosas que hizo
antes de encontrar la verdad8 de lo claro y lo distinto son ideas que, en últimas, proceden de
esa misma esencia que le garantiza la seguridad del conocimiento. Por lo tanto, en la
medida que todas esas cosas se siguen de su existencia, “todas ellas se pueden concebir
bajo un mismo atributo, se sigue que todas estas cosas son verdaderas y pertenecen a su
esencia”9.
Bibliografía.
J. Xiol, (2015). Descartes. Un filósofo más allá de toda duda. España: Bonalletra
Alcompas, S. L.
8
No querer equivocarse, desear entender, dudar etc.
9
B. Spinoza, Principio de filosofía de Descartes, pág. 178.