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Descartes – Discurso del método

Parte Primera

Esta primera etapa del Discurso puede ser divida, a su vez, en 3 momentos
teniendo en cuenta grupos de párrafos.
El primero de ellos va desde el 1 al 3. En ellos, Descartes presenta un problema
que podría ser caracterizado como escéptico, junto a un diagnóstico, a partir de una
premisa que no justifica: “el buen sentido es la cosa mejor repartida del mundo”.
Entonces, hay diversidad de opiniones según la diferente dirección del Espíritu,
llevándonos a la indecidibilidad. Por lo tanto, ya no es suficiente con tener buen
ingenio, sino que es necesario aplicarlo bien. Descartes comienza a mencionar la
solución que el encuentra a lo largo del texto: es necesario construir un método que nos
permita direccionar correctamente el Espíritu.
El segundo grupo de párrafos está comprendido por los siguientes tres párrafos
(4-6) y presenta el modo en que se desarrolla el Discurso a partir de sus propósitos: no
procura explicar el método que se debe utilizar, sino mostrar el camino por el cual el ha
decidido conducir su razón. Es por esto que todo el texto tiene un tono autobiográfico,
incluyendo rasgos característicos de las fábulas, con el fin de que se le haga fácil a
lector entender los ejemplos y así, si es que lo elije, seguir el mismo camino, pero sin
que sea nocivo para quien decida no hacerlo. Esto lo ilustra perfectamente a partir de la
analogía con el cuadro, es decir, el intenta hacer una representación del camino
transitado. Teniendo en cuenta esto, entendemos la decisión de publicar el texto como
discurso y no como tratado.
El último momento, hace referencia a la presentación de las 3 vías posibles de
conocimiento, en el que Descartes va buceando hasta llegar al “individualismo
cartesiano”. La primera vía es mencionada como “las letras”, es decir, aquellas ciencias
a las que él se dedicó desde joven y las cuales les prometieron, a partir de su herencia
institucional educativa, un conocimiento seguro y verdadero. Pero no conforme con esta
promesa, Descartes dice que lo único que aprendió es a reconocer cada vez más su
propia ignorancia. Es por eso que realiza una serie de críticas a las diferentes ciencias.
Las lenguas, fábulas e historias -dice Descartes- son muy importantes para la
inteligencia de los libros antiguos, pero son las causantes de que muchas veces
imaginemos cosas que no son. Por otro lado, la poesía tiene como elemento
fundamental la elocuencia y no la erudición, por ende, no aporta ningún conocimiento.
También está la matemática, que es útil para el trabajo del hombre, pero no muestra con
certeza cuales son sus principios; conocer las diferentes costumbres o morales, en
cambio, es bueno para juzgar con mayor acierto las propias, pero al haber tanta
diversidad de opiniones al respecto, es imposible juzgar con claridad. Además,
Descartes nombra a la filosofía como ámbito donde todo es objeto de disputa y, por
ende, tanto ella como las demás ciencias -que basan sus principios en los de la filosofía-
son oscuras. Por último, están las supersticiosas y la magia, pero aunque sean falsas
también deben ser investigadas, ya que es la única forma de determinar su valor. Y esto
ultimo es lo que hace Descartes, analizar una por una estas ciencias y determinar qué
importancia y valor tienen frente al conocimiento. Una vez criticada la primera vía,
Descartes pasa inmediatamente a la segunda: el libro del mundo. Esta vía hace
referencia al conocimiento que se obtiene de la experiencia de viajar. Entonces, hay un
conocimiento más práctico frente al libresco de las ciencias, y este conocimiento
empírico es mejor que el primero. Pero -dice Descartes-, quien viaja todo el tiempo, se
termina convirtiendo en extranjero del país propio. Es por todas estas razones que
Descartes decide tomar una actitud escéptica y suspender su juicio. Es así como pasa a
la última y verdadera vía de conocimiento: el sí mismo. Resuelve y elije estudiar en sí
mismo. En todo este proceso, podemos identificar el desarrollo del sujeto moderno que
hace abstracción de todas las determinaciones que lo rodean.

Parte Segunda

Esta parte también la dividimos, pero en 2 etapas: 1) la crítica a las ciencias de la


lógica, la matemática y la filosofía, y 2) la presentación de los 4 preceptos utilizados por
el método cartesiano en consonancia con las Reglas III y IV.
La crítica que desarrolla Descartes frente a la lógica es que, si bien tiene
silogismos o principios verdaderos y útiles, tiene otros que no lo son. Entonces, como
son inseparables, todos deben ser descartados. A la filosofía o “análisis antiguos”, les
dice que consideran figuras y no pueden ejercitar el entendimiento sin desgastar la
imaginación, mientras que a los álgebras o matemáticos del recrimina que no se refieren
sino a cosas abstractas que no tienen ningún uso. Por estas críticas, Descartes dice que
debe construir un método que conserve las bondades de estas ciencias, pero que se
deshaga de los errores. Por eso, presenta los cuatro preceptos que se despliegan en el
método.
El primer precepto, conocido como “precepto de la evidencia”, plantea dos
formulaciones, una positiva y otra negativa. La formulación negativa dice que hay que
evitar siempre la precipitación y la prevención; la positiva, que hay que admitir sólo
aquello que se nos presenta con claridad y distinción. Este primer precepto tiene que
claridad es aquello que se nos presenta en el sujeto atento, con total ausencia de
oscuridad. La distinción es lo que se nos presenta de manera significativa, mientras que
la prevención y la precipitación hacen referencia a los prejuicios y los juicios no
controlados por la razón, respectivamente.
El segundo precepto, de la “división”, formula que hay que dividir cada una de
las dificultades en cuantas partes fuere posible.
En tercer lugar, el “precepto del orden”, siguiendo en línea con el segundo, dice
que hay que conducir los pensamientos de lo más simple y fácil a lo más complejo.
Y, por último, el cuarto precepto presenta la enumeración exhaustiva, que
expresa que hay que recorrer de manera integral y revisar cada parte para estar seguro
de no omitir nada, tan rápidamente que sea similar a una intuición.
Los preceptos 2, 3 y 4 tienen en cuenta las definiciones que aparecen en la Regla
III, acerca de la intuición y la deducción. La primera es entendida como concepción del
puro y atento espíritu, tan fácil y distinta, que no quede en absoluto duda alguna al
respecto de aquello que entendemos. La certeza y evidencia son necesaria en la
intuición, mientras que la deducción es una serie de inferencias que, si están sustentadas
en principios intuidos, conservan la certeza, aunque la intuición sea más fuerte que esta.
Así, la deducción es aquello que necesariamente se sigue de otras cosas.
Estos preceptos, también tienen en cuenta la definición de método que utiliza
Descartes en la Regla IV: entiende método como reglas ciertas y fáciles gracias a las
cuales, quien las observe nunca puede tener a los falso por verdadero y llegará, sin
gastar inútilmente esfuerzo de la mente, sino que aumentando gradualmente la ciencia, a
un conocimiento verdadero de todo aquello de lo que sea capaz de investigar. A estos
cuatro preceptos, Descartes les tiene mucha confianza, ya que plantea que le sirvieron
para “desenmarañar todas las cuestiones”. Entonces, con el método asi dispuesto, siente
que el espíritu, no sólo se iba acostumbrando a deshacerse de todos sus errores, sino
también dirigirse de la mejor manera posible.

Parte Tercera

En Esta parte, comienza diciendo que es preciso tener una habitación donde
quedarse mientras dure el trabajo de derribar todas sus antiguas opiniones. Planteando
una analogía con al arquitectura, dice que -para no quedar irresoluto en las acciones de
la vida- se propone tener una moral provisional que le sirva de soporte. Esta moral está
basada en 4 máximas fundamentales:
- Primera máxima: hace referencia a la necesidad de seguir las leyes y costumbres
del pueblo, es decir, conservar su religión y seguir a los más sensatos en los
asuntos prácticos.
- Segunda máxima: expresa la constancia y firmeza en las acciones, aunque estas
sean dudosas. Descartes afirma que es necesario decidir y luego razonar en estos
asuntos por el desfasaje temporal entre la teoría y la acción.
- Tercera máxima: refiere a la subordinación de los deseos, es decir, alterar los
deseos antes que el orden del mundo
- Cuarta máxima: necesidad de encontrar un oficio, el cual para Descartes es el
mismo que venia desarrollando: emplear toda su vida a la investigación de la
verdad y aumentar todo lo posible en conocimiento.
Hay que aclarar que las máximas pueden ser leídas en clave estoica, ya que la
constancia, la imperturbabilidad y la necesidad de darle sentido a la vida a partir de
un oficio son caracteres con herencia estoica. Además, esto tiene como consecuencia
necesaria la crítica al modo de vida escéptico.
Reglas para la dirección del Espíritu
I. El fin de los estudios debe ser la dirección del espíritu para formular juicios
firmes y verdaderos
II. Solo debemos investigar aquello cuyo conocimiento es cierto e indudable
III. Solo debemos investigar aquello que podemos intuir con claridad y
evidencia o deducir con certeza
IV. El método es necesario para la investigación de la verdad
V. Todo el método consiste en el orden y disposición de las cosas a las que se
han de dirigir la agudeza de la mente
VI. Observar siempre primero lo más simple
VII. Para completar la ciencia es necesario examinar, con un movimiento
continuo no interrumpido del pensamiento, todas y cada una de las cosas y
abordarlas ordenadamente
VIII. Si, en la serie de cosas que se examinan, se presenta algo que nuestro
entendimiento no puede intuir suficientemente bien, es necesario frenar allí
IX. Conviene dirigir toda la fuerza del espíritu a la cosa que se ha de examinar
X. Para ejercitarse, hay que investigar las cosas que ya han sido descubiertas
por los otros, obteniendo sagacidad de pensamiento
XI. Después de intuir, deducir y recorrer las inferencias
XII. Utilizar todos los auxilios disponibles del entendimiento, de la memoria, los
sentidos y la imaginación

Meditaciones Metafísicas

Primera meditación
Aquí se demuestra que podemos dudar generalmente de todas las cosas y
especialmente de la razón:
Descartes se percata de que tenía principios tan poco seguros que “me era preciso
acometer seriamente una vez en mi vida la empresa de deshacerme de todas las
opiniones en las que hasta allí había creído y comenzar todo de nuevo desde los
fundamentos”.
Entonces, Descartes dice que se aplicará seriamente y con libertad a destruir en
general todas sus antiguas opiniones. Pero para esto no es necesario demostrar la
falsedad de cada opinión, recorriéndolas todas de manera particular, sino que “me
bastará el menor motivo de duda para rechazarlas todas” y “atacaré los principios
sobre los cuales todas mis opiniones se apoyaban”. Es decir, hay que atacar los
cimientos. Para esto, presenta dos grupos de argumentos, el primero va dirigido a los
sentidos, mientras que el segundo al conocimiento racional
El primer argumento contra los sentidos presenta la desconfianza en los sentidos, ya
que estos nos engañan a veces, por ende, no es prudente confiar nunca en ellos. A este
argumento, opone una posible objeción: ¿Como podría negar que estas manos y este
cuerpo son míos? Es decir, los sentidos sólo nos engañarían en situaciones
desfavorables. A esto, responde con el segundo argumento, conocido como el
argumento del sueño: Descartes dice que “no hay índices concluyentes ni señales lo
bastante ciertas por las que pueda distinguirse netamente la vigilia del sueño”. La
objeción que hace este segundo argumento plantea que habría que admitir que, al
menos, las cosas representadas en el sueño “son como cuadros y pinturas que no
podrían forjarse sino es a semejanza de algo real y verdadero”, es decir, las
representaciones de los sueños dependen de la experiencia.
Argumentos contra la razón:
1. Error sistemático de la razón: Descartes plantea la posibilidad de que nuestra
razón falle sistemáticamente, por la imperfección con la cual Dios nos creó. Pero
como objeción propone que Dios no nos podría haber creado con tal error,
porque él es suma bondad, a lo que responde que nos equivocamos igualmente y
con el segundo argumento queda más claro.
2. Posibilidad del Genio Maligno: Este argumento plantea la existencia de un genio
tan astuto y engañador como poderoso, que emplea toda su industria para
engañarnos.

Entonces, Descartes llega a la conclusión de que “de todas las opiniones que alguna
vez he tenido por verdaderas, no hay una de la cual no pueda dudar ahora, por
razones fuertes y consideradas. Por lo cual es preciso que desde ahora detenga y
suspenda mi juicio sobre ellas”. Esto último de “suspender el juicio” marca la
actitud escéptica que hereda Descartes.

SEGUNDA MEDITACIÓN
“En la segunda, expongo que el espíritu que, usando de su propia libertad, supone
que no existe ninguna de las cosas de cuya existencia tiene la menor duda, advierte
que es absolutamente imposible que él mismo no exista”
Como conclusión de la primera meditación, Descartes decide considerarse sin
cuerpo, sin sentidos ni extensión. Pero advierte algo, que Yo era sin duda. Y
siguiendo con la hipótesis del Genio Maligno, dice que aun siendo esta verdadera,
yo soy algo. “Y que me engañe cuanto quiera, jamás podrá hacer que yo no sea
nada, mientras piense que soy algo”, es decir, si me engaña, es porque soy algo. De
acá se deriva la primera certeza: “Yo soy, Yo existo”
Con la certeza se revela un sujeto e inmediatamente después Descartes se pregunta
por el qué soy: una “cosa que piensa”. Es decir, hay un pasaje entre autoconciencia y
autoconocimiento: Saber que soy (es decir, la autoconciencia) es diferente de saber qué
soy (es decir, el autoconocimiento), ya que el autoconocimiento supone la auto
objetivación (esto es, ser objeto para sí mismo). La autoconciencia que intuye Descartes
implica que puede desligarse del cuerpo, pero no del pensar.
Descartes dice que el pensar es “el único que no puede ser separado de mí”. Yo soy,
yo existo es cierto en la medida que piense. Entonces “yo no soy pues, hablando con
precisión, más que una cosa que piensa”. Una cosa que duda, que concibe, que
afirma, que niega, que quiere, que no quiere, que imagina y que siente. Ya que es de
por sí evidente que soy yo quien duda, entiende y desea. Ahora bien, hay que tener
cuidado porque hay ciertas interpretaciones del cogito cartesiano que no son
correctas: la primera de ellas plantea al cogito ergo sum como una deducción, es
decir, el “por lo tanto” de la formula marca que se trataría de un razonamiento. Pero
Descartes niega esta posibilidad diciendo que no son dos premisas distintas, porque
la certeza es intuida de golpe y no por deducción. La segunda posibilidad marca al
cogito como una verdad lógica, donde hay identificación entre pensar y existir, pero
Descarte dice que no puede suceder tal cosa, porque la existencia no es parte de la
esencia de nada, ni siquiera del pensamiento. La tercera interpretación posible
expresa que “pienso, luego existo” es reemplazado por la formula “pienso, luego el
pensamiento existe”, pero aquí hay un error, ya que se pierde el Yo, algo
fundamental en el cartesianismo, es decir, se estaría cambiando el sujeto como parte
de la certeza.
PROBLEMAS DE LA PRIMERA CERTEZA
Por otro lado, dejando invalidadas estas interpretaciones incorrectas, siguen
existiendo algunos problemas en la formulación y desarrollo de esta primera certeza,
ya que se plantea la sustancialización, es decir, esa cosa que piensa es substancia.
Pero esto es un supuesto no advertido por Descartes. Entonces, la perdida de
evidencia en este punto es el primer problema. El segundo, hace referencia a las
objeciones de Hobbes y Arnauld, respecto de la inmaterialidad de la sustancia.
Hobbes critica a la interpretación de cosa como algo inmaterial. Y Arnauld dice que
en la primera meditación descartes llega a la conclusión que puede negar los cuerpos
y en la segunda que puede afirmar la existencia del yo, por lo tanto, llega a la
conclusión que es una cosa pensante no corporal. Pero él dice que tiene que haber
llegado a otra conclusión: “me puedo conocer, sin conocer el cuerpo”. Frente a estas
críticas, Descartes responde que deben esperar a la sexta meditación donde se
resuelve la problemática, mientras tanto, es legítimo que la cuestión quede
indeterminada
Siguiendo la meditación, Descartes utiliza el ejemplo de la cera y los hombres
encapuchados para demostrar la esencialidad de la materia. Ahora bien, ni por los
sentidos ni por la imaginación la puedo conocer. La esencia de la materia, que es una
cosa extensa, es un trabajo del intelecto. Además, agrega que “cada vez que conozco
algo extenso, más me conozco a mí mismo”. Así, el conocimiento supone el
autoconocimiento.

TERCERA MEDITACIÓN
Una vez hecho esto, el paso siguiente es buscar otras verdades a partir de la primera
certeza y de la regla general.
Habíamos dicho que es evidente que soy, que soy una cosa que piensa. “Por
consiguiente, me parece que puedo establecer una regla general: que todas las cosas
que percibimos muy clara y distintamente son verdaderas. Y a partir de esta lógica
es que va a lograr eliminar por completo la hipótesis del Genio Maligno ¿Por qué es
tan importante eliminarla? Porque en la primera meditación, el genio maligno afecta
la verdad de todas las evidencias; en la segunda, las evidencias excepto el Cogito, y
recién en la tercera meditación es que no afecta a ninguna evidencia. A su vez, tener
en cuenta el alcance del GM es importante para determinar qué garantiza la
existencia de Dios. Entonces, para eliminar esta hipótesis, utiliza un argumento
planteado anteriormente: la bondad divina. Por consiguiente, Dios garantiza
suprimir la duda sobre las evidencias al mismo tiempo que, la existencia de Dios, es
derivada de las evidencias de las cuales Dios es garante. Así se construye la
circularidad cartesiana.
DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS
Para esto, primero decide hacer una clasificación de las cosas que integran el
pensamiento: Por un lado están los juicios, donde hay verdad y falsedad. Por otro,
las voluntades, que no poseen falsedad. Y por último están las Ideas. Ellas son como
imágenes de cosas, no pueden nunca ser falsas. Las ideas se clasifican en:
Ideas innatas: son aquellas que fueron nacidas conmigo, pero no hechas por mí.
Ideas adventicias: aquellas extranjeras, impuestas por algo externo a mí.
Ideas facticias: aquellas que son en mí, y hechas por mí.
Es a partir de la clasificación que Descartes expresa la evidencia de que la Idea de
Dios es innata. ¿Por qué? Por la Idea de Dios lo afirma como la suma de todas las
perfecciones (infinito, inmutable, perfecto, etc.). y para demostrar esto tiene en
cuenta varias premisas:
1. Principio de causalidad: todo tiene una causa (contra el Creatio ex nihilo)
2. Adecuación causal: la causa debe tener igual o mayor grado de realidad objetiva
que el efecto
3. Jerarquía ontológica de las sustancias: las sustancias infinitas tienen mayor
grado de realidad que las finitas; y las finitas mayor grado que los accidentes.
4. Hay dos tipos de realidades: la realidad formal (por lo que la idea es) y la
realidad objetiva (por lo que la idea me representa).
Partiendo de que es evidente que la idea de Dios es innata, es decir, que está en mí,
pero no procede de mí, y de las premisas, Descartes concluye que Dios existe. ¿Por
qué? Por el siguiente razonamiento:
Es necesario que Dios exista, porque, siendo la idea de Dios innata, y esta idea
representa a la suma de todas las perfecciones -y yo no soy la suma de todas las
perfecciones-, Dios es la causa de la Idea de Dios que está en mí. Es decir, como la
Idea de Dios tiene un mayor grado de realidad objetiva que el grado de realidad
formal del Yo, él es el único que puede ser la causa de la Idea de Dios. La realidad
Formal que el Yo tiene, no alcanza para “producir” una Idea con tanta Realidad
Objetiva como la Idea de Dios, ya que ésta representa una Sustancia infinita,
mientras que el Yo es finito. La idea de Dios sólo puede ser causada por Dios.
Resumiendo, Descartes cruza los tipos de realidad porque, si considerara sólo la
formal, todas las ideas (incluyendo la idea de Dios) tienen el mismo grado de
realidad y, por ende, la idea de Dios sería una idea facticia (es decir, creada por el
Yo).
En este punto, también habría otro inconveniente respecto de la suposición de
postulados: Descartes supone la posibilidad de comparar la realidad objetiva con la
formal.
OBJECIONES QUE ÉL MISMO PROPONE
La primera objeción presenta la posibilidad de que esta idea de Dios como infinito
estaría dada por la negación de la idea de finito, lo que implicaría que yo fuera su
causa. Pero Descartes Responde que no puede ser una idea facticia porque esa idea
de infinitud tiene mayor realidad que yo, porque representa una sustancia infinita, y
yo soy finito, por ende, a partir de la jerarquía ontológica, se concluye que sólo Dios
La segunda objeción dice que esta idea de dios podría ser materialmente falsa. Las
ideas podrían decirse que son materialmente falsas cuando se pueden decir que
representan algo, pero en realidad no representan nada, cuando se tienen ideas
materialmente falsas, estas, no son claras y distinguibles. La idea de Dios, en
cambio, es clara y distinta, entonces, no puede ser materialmente falsa.
Por otro lado, la tercera objeción expresa que yo tengo una idea de infinito, pero es
una idea tan finita como soy yo, por lo tanto, no podría comprenderla. Descartes
responde que no se puede abarcar ese infinito con su idea, pero la idea de infinito, es
suficientemente clara y distinta.
Por último, podría suceder que la idea de infinito no provenga de Dios. Esta idea de
Dios puede provenir de ciertas ideas de perfecciones que tenemos, y surge
aumentando por grados ciertas cualidades que descubrimos en nosotros
infinitamente por grados. Pero el responde que el infinito en dios es un infinito en
acto, no es un infinito potencial. No se puede aumentar por grados.

En la parte siguiente de la tercera meditación, Descartes presenta un segundo grupo


de argumentos que demuestran la existencia de Dios; mientras que el primero se
encarga de demostrar que Dios es la causa de la Idea de Dios del Yo.
- Argumento I: Posibilidad que el Yo sea causa de su propia existencia. Descartes
responde que, si Yo fuera mi propio autor, sería perfecto, y así, sería Dios.
- Argumento 2: Posibilidad que el Yo haya existido desde siempre. Pero para que
esto sucediera, debería haber una causa que me conserve. Descartes dice que la
existencia del Yo es contingente, porque si existiera desde siempre -y yo fuera
mi propio autor-, debería tener poder de auto conservarme (y tal poder sería
evidente, pero no lo tengo). Entonces, concluye que dependo de un ser que no
soy yo.
- Argumento 3: Plantea la posibilidad de que haya una causa menor a Dios. Pero
esto no es posible, porque debe haber tanta realidad en la causa como en el
efecto. Así, esta causa “intermedia”, tiene dos posibilidades: O es causa de sí
misma, y si es así, esta causa es Dios, porque tiene la perfección de ser causa de
sí y de auto conservarse; o es causada por otra cosa. Pero si sucede esto otro,
habría un regreso hasta una primera causa que sería Dios. ¿Por qué habría una
causa ultima y no un regreso al infinito? Porque tiene que haber un último
eslabón que conserve toda la cadena
- Argumento 4: Posibilidad de haber recibido la Idea de Dios de “otras causas”
que no sean perfectas, pero que tienen el mismo grado de realidad que Yo. Pero
sucede que no puede haber varias causas que hayan concurrido a mi creación y
que cada una posea alguna de las perfecciones que concibo en Dios, porque la
unidad de todas las perfecciones es una de las principales perfecciones que
concibo en Dios.
- Argumento 5: Posibilidad de existencia a partir de los padres. Descartes elimina
esta posibilidad rápidamente porque los padres podrían ser su causa, pero no
conservan al Yo.
Dicho todo esto, se concluye que Dios existe y Finalmente cae la hipótesis del
Genio Maligno. Porque, al ser mi creador suma bondad, no puede haberme creado
de tal manera que me engañe sistemáticamente. Así, Dios funciona como garantía y
se cierra la circularidad.

CUARTA MEDITACIÓN
“En la cuarta, se prueba que las cosas que concebimos muy clara y distintamente
son todas verdaderas y se explica en qué consiste la razón del error o falsedad”
Entonces, En esta meditación entra en juego el error parcial, ya que el error
sistemático está descartado ¿Por qué? Porque el error que sistemático es
incompatible con la bondad divina. Pero Descartes dice que igualmente nos
equivocamos. Entonces, necesita demostrar la compatibilidad del error parcial con la
bondad divina. Para esto presenta dos clases de error:
- Error como negación: Este error consiste en tener límites. Es decir, hace
referencia a que somos seres finitos y, por ende, no tenemos todos los
conocimientos que tendríamos si fuéramos infinitos ¿Por qué, siendo Dios
bondadoso, nos creó imperfectos, finitos? Descartes responde que “no puedo
saber con qué fin Dios hace lo que hace”, es decir, no sabemos cuales son los
fines de la creación, y esto sucede por la propia imperfección. Entonces, este
tipo de error se compatibiliza con la Idea de Dios. (*también habría que aclarar
que una posibilidad es que la imperfección de la creación individual contribuya a
la perfección de la obra completa. Así, la finitud es un medio entre Dios y la
nada.)
- Error como privación: Este tipo de error es más difícil de compatibilizar con la
bondad divina, porque si nos equivocamos dentro de nuestros propios límites,
nos podríamos equivocar sistemáticamente. Pero el error surge de la voluntad y
el entendimiento, y el uso que hacemos de él. El entendimiento es una facultad
finita, es decir, hay cosas que ni siquiera nos podemos dar una idea. Aquí no hay
error. Donde sí hay error es en el juicio, y este depende de la voluntad, que es la
capacidad de elegir. Y como la voluntad es infinita, no solo es compatible con la
bondad de Dios, sino que es lo que nos acerca a Dios. Entonces, el error se
origina en el concurso de ambas facultades, ya que “los juicios se conforman
sobre ideas que conciben el entendimiento”. El error dentro de los límites se
produce por el mal uso de la voluntad, es decir, formular un juicio sobre ideas
que no son claras y distintas.
Además, la infinitud de la voluntad nos permite inferir la libertad. Hay diferentes
grados de libertad según el uso de la voluntad:
Afirmar o negar cualquier cosa es un grado inferior de libertad y atenerse a la
claridad y distinción es un grado de libertad superior, ya que es guiada por el buen
sentido.
Estas tesis -especialmente la segunda- están relacionadas con el método, ya que este
nos permite hacer que la voluntad no se extralimite y, además, sujeta a la voluntad a
ideas claras y distintas.
Dicho todo esto, el error se hace evitable (utilizando el método). Y con esto, queda
explicado el error parcial y se lo hace compatible con la ida de Dios como suma
bondad. Básicamente, el error no es por Dios, sino que está en mí. El yo es el
responsable del error parcial y no Dios.
Pero frente a esto, Descartes vuelve a plantear nuevas objeciones, esta vez de
acuerdo a la extensión de la voluntad y el entendimiento como facultades que
inciden en el error y su posterior compatibilización con la bondad divina. La primera
objeción plantea que “El entendimiento parece tener tanta extensión o mayor que la
voluntad, porque para tener un juicio depende de que el entendimiento tenga una
idea”: Descartes responde que esto es correcto, pero la voluntad sigue siendo más
extensa que el entendimiento. La segunda objeción expresa que la voluntad juzga
mal porque el entendimiento concibe la cosa de una manera que no es. Frente a esto,
Descartes responde que si el entendimiento determinó una vez a la voluntad, cuando
este se suspende ¿Quién la determina? No la determina nadie, por eso es infinita. La
última objeción hace referencia a la posibilidad de suspender el juicio frente a algo
claro y distinto. Pero, cuando alguna razón evidente nos mueve en alguna dirección,
si no podemos ser dirigidos a lo opuesto, se puede suspender el juicio. Aun así, se
puede negar, es decir, queda demostrada la libertad sin restricciones de la voluntad.

QUINTA MEDITACIÓN
Se explica la naturaleza de las cosas corpóreas y se dan nuevas razones para la
demostración de la existencia de Dios.
Descartes comienza diciendo que, si bien no sabemos si el mundo exterior existe, sí
sabemos que es una idea clara y distinta. Entonces, hay que demostrar la extensión
de la materia, y para esto dar un argumento ontológico, que permite la derivación de
la existencia de Dios a partir de su esencia. Es decir, si tengo la idea de Dios, y esa
idea representa la suma de todas las perfecciones y la existencia es una perfección,
Dios existe. “Cuando tengo una idea de una cosa, en caso de que exista, se sigue que
todo cuanto reconozca clara y distintamente pertenecer a esa cosa, le pertenece en
efecto”. Este enunciado está justificado por la bondad divina. Entonces, las cosas
son tal como las concibo
Descartes presenta nuevamente posibles objeciones al argumento:
- El primero dice que la existencia no está incluida en ninguna esencia. Descartes dice
que esto sólo es válido para un ser imperfecto (esta objeción es cierta, excepto para
Dios). Siempre se tiene que separar esencia y existencia, pero esto no ocurre con
Dios, porque la perfección en la idea de Dios y la inexistencia de Dios son
contradictorias
- Se podría decir que no tengo la idea de Dios: si alguien tiene una idea diferente de
Dios, no estaría dirigiendo la atención hacia un Dios perfecto
- Otra objeción, pero que no es concebida por Descartes plantea que la existencia no
es una perfección singular, es decir, la existencia es la actualización de las
perfecciones. Podríamos decir que la existencia no es un atributo como perfección,
sino que es donde se dan las perfecciones.

SEXTA MEDITACIÓN
Acá se resuelve la existencia del mundo exterior a partir de 3 argumentos:
El primer argumento tiene como punto de partida lo siguiente: que tenemos una idea
clara y distinta de la extensión, y tenemos la garantía divina de que Dios puede crear
todo aquello de lo que tenemos una idea clara y distinta. Entonces, es posible que
Dios hay creado el mundo exterior y, por ende, es posible que las cosas materiales
existan.
El segundo, dice que la imaginación supone un esfuerzo; por eso, es una facultad
distinta del entendimiento. Entonces, el esfuerzo es un indicio de que el Yo como
sustancia pensante está relacionada con algo que no es sustancia pensante, es decir,
con una res extensa, ya que “necesito una particular contención del espíritu para
imaginar”. Esta particular contención no es mi espíritu. Por lo tanto, es probable que
yo tenga unidad con un cuerpo extenso.
Entre el segundo y tercer argumento, se resuelve la indeterminidad de la sustancia
planteada en la tercera meditación: la naturaleza o esencia es sólo ser cosa que
piensa, es decir, demuestra la inmaterialidad de la sustancia, porque puedo
concebirme clara y distintamente sin el cuerpo, y viceversa. Es decir, si existen
ambas naturalezas, son independientes una de la otra. (con esto se confirma la
posición dualista de Descartes, que concluye la distinción entre alma y cuerpo)
El tercer argumento plantea que tengo ideas adventicias que parecen venir del
mundo exterior, donde la sensibilidad es pasiva. Además, está claro que yo no soy
causa de ellas, porque no depende de mi voluntad. Pero, sin embargo, yo tengo una
fuerte inclinación a creer que esas ideas sensibles vienen de las cosas materiales.
Ahora bien, si esto no fuera así, Dios nos estaría engañando, porque el nos creó con
dicha inclinación natural (es una inclinación que no se puede evitar), siendo Dios
garante de esa inclinación. Por ende, el mundo exterior existe porque Dios lo
garantiza. (*hay que tener cuidado porque Dios ya no es garante de evidencia, sino
de inclinación. **Además, se marca el carácter compuesto del yo y la necesidad de
“dejar la desconfianza en los sentidos”, ya que estos tienen una función orientativa,
para preservarme como compuesto de alma y cuerpo)

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