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Hoy empezamos con la unidad II, que trata sobre la filosofía moderna. El eje sigue
siendo el mismo, la antropología, es decir, las formas que tienen los filósofos de
auténtico yo. Con Aristóteles pasaba otro tanto: sus categorías ontológicas (sustancia,
forma, materia) eran luego aplicadas al ser humano para definir qué era este: la unión
Con los filósofos que vamos a estudiar ahora —los modernos— las cosas son
diferentes. Para ellos, si bien el problema metafísico continúa siendo algo sumamente
moderno ,este nuevo “enfoque” será inaugurado por el célebre René Descartes.
Lo que encontramos entonces, antes que nada, a principio de la Edad Moderna, con el
que ahora se pone a sí mismo como fundamento del conocimiento y como meta de
sus actos. ¿Qué quiere decir esto? Que el hombre ya no quiere conocer más el mundo
a través de la revelación divina, sino que quiere conocerlo a través de sus propias
facultades; que ya no espera más encontrar la felicidad en una vida futura y en tanto
que recompensa divina, sino que espera ser feliz en esta vida y que planea lograrlo a
capaz de acceder a la verdad por sus propias facultades así como de acceder a la
felicidad por medio de su esfuerzo, es decir, a través de las industrias y las ciencias.
De este modo, para los modernos el nuevo criterio de verdad pasará a ser el sujeto
una verdad impuesta porque una autoridad externa nos dice que esa es la verdad;
sólo puede ser verdadero aquello que puede ser reconocido por el sujeto como tal,
en una institución exterior. Sin embargo, no todos los filósofos modernos van a
entender este sujeto de la misma manera. Resulta que en este sujeto encontramos
facultades cognoscitivas muy diferentes: los sentidos y la razón, que nos dan
filósofos dirán que es la razón, y establecerán a esta como criterio de verdad. Estos
son los filósofos racionalistas. Otros dirán que son los sentidos, y propondrán a la
experiencia como criterio de verdad. Estos son los empiristas. Pero vemos que en
ambos casos el criterio de verdad es una facultad cognitiva interior al sujeto, sea la
Presentación
René Descartes (1595-1650) fue un filósofo moderno que no sólo fue afectado por
además fue uno de sus padres, de sus pioneros. Descartes no es un moderno más,
sino que es el símbolo por antonomasia de la modernidad. Podemos decir sin temor a
fácil que era caer en el error si es que uno presentaba una fe ciega en los sentidos
como una facultad adecuada para alcanzar la verdad. Ya que, si los humanos por
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El heliocentrismo es un modelo astronómico según el cual la Tierra y los planetas se mueven
alrededor del Sol relativamente estacionario y que está en el centro del universo. Esta postura
fue defendida por el matemático, astrónomo y clérigo católico polaco Nicolás Copérnico, con la
publicación póstuma en 1543 del libro De Revolutionibus Orbium Coelestium, lo cual marcó el
inicio de lo que se conoce en Historia de la ciencia como “revolución copernicana”.
tanto tiempo –por haber confiado plenamente en lo que nos mostraban los sentidos–
habíamos caído en el error de pensar que era el sol el que gira alrededor de la tierra y
no al revés, entonces esto tenía que ser un gran grito de advertencia: significaba que
las bases del pensamiento científico de su época eran endebles, y que por lo tanto
había que reconstruir “el edificio del conocimiento” desde cero, con una base mucho
más estable y segura. Es así como Descartes, al igual que el resto de filósofos
conocimiento puramente racional, libre de cualquier tipo de vicio importado por los
cero, procurando hacerse de un método para evitar el error, tratando de dar con una
Es así que Descartes propondrá un método, que no consistirá en otra cosa que en un
nos presenta como algo evidente, claro y distinto al punto tal que no
haya ocasión de ponerlo en duda. Este criterio nos exige que todo
duda habrá que dejarlo en suspenso hasta contar con bases más
sólidas.
2) El segundo principio es el de análisis: Que nos invita a
para su análisis.
descuido.
pueda dudar. No solo consiste en rechazar aquello que veamos falso, sino de dudar
propósito es el de descubrir algo tan claro y evidente, que pueda servir como un
Ahora bien, dado que no podemos examinar una por una todas nuestras
opiniones, Descartes propondrá mejor revisar los "fundamentos" en los que estas
opiniones descansan: los cuales son los sentidos (base de las ciencias empíricas) y la
matemáticas, presenta también dos objeciones: por un lado la idea de que con
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Muy probablemente la base literaria de estos argumentos se encuentre en la literatura española
de la época, como el Don quijote, y La vida es sueño de Calderón de la Barca.
frecuencia hay equivocaciones al razonar; y por el otro, la hipótesis del genio maligno:
correcto juicio fuera viciado por algún tipo de coerción externa, del tipo sobre-humana.
para Descartes la base indubitable de la que tendrá que partir toda indagación
sentidos: 1) por una parte porque es la primera verdad a la que llegamos cuando
hacemos uso de la duda metódica: 2) por el otro, porque a partir de ella podemos
fundamentar todas las demás. Este “pienso entonces existo”, vendrá a ser el axioma
básico a partir del cual desarrollar toda la filosofía como un sistema de conocimiento
absolutamente fundamentado.
sustancia pensante.
similar a como lo hizo este filósofo griego, Descartes definirá a la sustancia como
aquella forma de ser que existe por sí misma. Sólo que ahora, a diferencia de lo que
pasaba en la unidad anterior, en vez de tener una sustancia para cada ente de la
solamente dos.
La sustancia pensante (res cogitans) correspondería a lo que nosotros
pensamiento. Por otro lado la sustancia extensa (res extensa) se identificaría con los
objetos físicos, con todos aquellos cuerpos tangibles dotados de algún tipo de
extensión.
Estos dos tipos de sustancias son representados de forma tan contrapuestas, que
Mecanicismo
Para que entiendan: el mecanicismo vendría a ser una doctrina filosófica según la cual
Ahora bien, créanlo o no, esto traerá consigo implicaciones muy importantes para
esto significaría que –al igual que como ocurre con el resto de los objetos físicos– su
comportamiento también estaría regido por estas leyes, implicando que los hombres
embargo, sabemos que no es así. Los seres humanos poseemos libre albedrío,
contamos con la voluntad para actuar en contra de estos dictámenes naturales. Y esto
materiales, no estaría sometida a las leyes físicas del cuerpo, y por lo tanto sería la
determinismo mecanicista.
Sin embargo la cosa no terminará ahí para Descartes, ya que su dualismo
alma. En textos como su Tratado de las pasiones, nos dirá que podríamos entender
esta relación como la que existe entre un piloto y su nave. A pesar de esto, no serán
poco los filósofos y pensadores que seguirán encontrando puntos débiles en su teoría.
Por ejemplo: una de las críticas más severas sobre este punto vendrá por parte de
sí misma algo tan diferente del cuerpo, no tendría forma alguna de interactuar con él.
para que un cuerpo se mueva reside en que este sea movido por otro; entonces no se
Frente a esto, Descartes –al ver amenazado su sistema– ensayará una solución
(hoy en día científicamente desechada) en su Tratado del hombre, en el que dirá que
Por su parte Leibniz, otro filósofo cartesiano, dirá que la armonía entre los
la existencia de Dios.
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Tal y como ella dice : “¿Cómo el alma humana (ya que no es más que una sustancia pensante)
puede llevar a los espíritus del cuerpo a producir acciones voluntarias? Ya que parece que toda
determinación de movimiento proviene de un impulso de la cosa movida, acorde con la manera
en que es empujada por aquello que la mueve; y si no, depende de la calidad y figura de la
superficie del segundo. Se requiere contacto para que se den las primeras dos condiciones y la
extensión para el tercero. Usted excluye por completo la extensión de la noción del alma, y el
contacto, por lo tanto, me parece incompatible con una cosa inmaterial.” (Isabel a Descartes, 16
de mayo de 1643)
Cualidades primarias y secundarias
Descartes va a decir que sólo son reales las cualidades primarias de las cosas, es
cualidades secundarias, que son las cualidades sensibles de las cosas, las que
el sonido) va a decir que no tienen una realidad objetiva: no pertenecen a las cosas en
sí mismas, sino que son la manera en que nuestros sentidos perciben esas cosas. Son
ideas confusas, es decir, poco confiables, porque en ellas es difícil saber qué
pertenece al objeto y qué pertenece al sujeto. Me golpeo el dedo del pie con la cama;
el dolor que siento, ¿es una propiedad de la cama o una propiedad de mi cuerpo?
es una propiedad suya, sino que es la manera en que la manzana repercute en mis
rojo sino amarillo, y sin embargo la manzana seguiría siendo la misma. Las cualidades
pero no tienen lugar en la sustancia extensa, en la que solo hay movimiento, figura y
a partir de ella, con certeza incuestionable, el resto de las verdades. Esta verdad
la idea de unicornio. Ahora bien, todas estas ideas de objetos que tengo bien podrían
por eso no puedo estar seguro de la realidad de sus objetos. Sin embargo, Descartes
nombre de “Dios”. Como ocurre con el resto de los objetos, no sé si existe Dios, hasta
ahora sólo puedo estar seguro de que existo yo; pero esta idea presenta una
animales fabulosos, de otras sustancias finitas, porque las invento más o menos a
partir de la idea que tengo de mí, que soy una sustancia pensante. Pero a partir de
qué, yo que soy un ser finito, imperfecto, mortal, deleznable, voy a inventar la idea de
un ser que sea perfecto, infinito, eterno, etc. Es imposible que algo inferior produzca
algo superior; que Descartes haya inventado la idea de Dios es como que una
misma manera, sé que soy finito e imperfecto, que adolezco de ciertas privaciones,
comparo con la idea de Dios. Entonces, ¿de dónde obtuve esta idea, si no pude
inventarla yo? Tiene que haber sido puesta en mí por otro ser. Un ornitorrinco no va a
producir en mí la idea de Dios, tiene que haber sido un ser semejante al que
representa esta idea, igualmente infinito; tiene que haber sido... Dios. Por lo tanto,
Dios existe.
no puede haberla inventado el “yo pienso”, por lo tanto la ha puesto en mí otro ser; el
único ser que pudo haberla puesto es Dios; por lo tanto, la existencia en mi mente de
La existencia de Dios vuelve imposible toda duda razonable sobre la existencia del
mundo externo, del mundo material. Si somos obra de Dios, no tiene sentido dudar de
sentidos. Dios, por definición, no puede ser malvado, no puede haberme hecho de
manera tal que me engañe, que mis facultades de conocimiento no sean idóneas. No,
Dios es bueno y omnipotente, y, por lo tanto, me ha hecho de manera tal que pueda
una inclinación irrefrenable a creer que existen objetos materiales que corresponden a
mis ideas, entonces es porque esos objetos existen. La realidad no es un sueño; Dios
dice Descartes, siempre y cuando siga el método correcto, que consiste en aceptar
como verdaderas solamente las ideas que se presentan a mi mente con claridad y
es, ideas conocidas a través de los sentidos, ideas que no he analizado debidamente
a la luz de la razón), me engaño yo solo, por mi exclusiva culpa, no por culpa de Dios
Bibliografía:
DESCARTES, René, Discurso del método. Trad. Mario Caimi. Bs. As.: Colihue, 2004.
Cap. 4.