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ANTROPOLOGÍA UBA XXI

CÁTEDRA: PATRICIA VARGAS

SELECCIÓN DE TEXTOS
Selección de textos de diferentes autores/as
BOURGOIS, P. (2010). Introducción, Cap. 4. La’ brega legal’: humillación y oposición en el trabajo y Conclusión en P. BOURGOIS, En busca de respeto.
Vendiendo crack en Harlem. (pp. 31-48; pp. 137-191; pp. 333-341). Siglo XXI.

GEERTZ, C. (1995). Juego profundo: notas sobre la riña de gallos en Bali, en C. GEERTZ, La interpretación de las culturas (pp.339-372). Gedisa.

GODELIER, M. (1978). Poder y lenguaje. Reflexiones sobre los paradigmas y las paradojas de la legitimidad de las relaciones de dominación y de
opresión, en M. BOIVIN, A. ROSATO, y V. ARRIBAS, Constructores de Otredad (pp. 171-177). EUDEBA (Traducción de Ana Rosato).

HARRIS, M. (1985). Bichitos, en Harris, M. Bueno para comer (pp. 202-230). Alianza.

KEISER, L. (1970). Trabajo de campo entre los Vice Lords de Chicago en G. DEARBORN SPINDLER (Ed.), Being an anthropologist. Fieldwork en eleven
cultures. Holt, Rinehart and Winston. (Traducción de Patricia Monsalve).

KROTZ, E. (1994). Cinco ideas falsas sobre la cultura en Diálogos en la Acción, (pp. 13-19).

MALINOWSKI, B. (1973). Introducción en B. MALINOWSKI, Los argonautas del Pacífico Occidental (pp. 19-42). Antropología - BIBLIOGRAFÍA 3 Planeta-
Agostini.

RIVAL, L. (2001). Cerbatanas y lanzas: la significación social de las elecciones tecnológicas de los huaorani en P. DESCOLA y G. PÁLSSON (Eds.)
Naturaleza y Sociedad: Perspectivas Antropológicas. (pp.169-191). Siglo XXI.

SCHEPER-HUGHES, N. (1997). Introducción y Cap. 8. Amor materno / amor alterno, en N. SCHEPER-HUGHES, La muerte sin llanto. Violencia y vida
cotidiana en Brasil. (pp. 13-40; pp. 327-381). Ariel.
Traducción de Fernando Montero Castrillo
EN BUSCA
DE RESPETO
vendiendo crack en harlem

philippe bourgois

~);,'i" ~re\ M
~oS [{1~
d--0\0.
~ siglo veintiuno
~editores
Introducción

Pana, yo no culpo a nadie aparte de a mí


mismo por la situación en la que estoy.
Primo

Me metí en el crack en contra de mi voluntad. Cuando llegué a East


Harlem, El Barrio, 1 en la primavera de 1985, buscaba un departamento econó-
mico en Nueva York donde pudiera escribir un libro sobre la experiencia de la
pobreza y la marginación étnica en el corazón de una de las ciudades más ca-
ras del mundo. Desde una perspectiva teórica, me interesaba examinar la eco-
nomía política de la cultura callejera en la inner city. * Desde una perspectiva
personal y política, deseaba investigar el talón de Aquiles de la nación indus-
trializada más rica del mundo, y documentar la manera en que les impone la
segregación étnica y la marginación económica a tantos de sus ciudadanos
afronorteamericanos y latinos.
Pensaba que el mundo de las drogas sería solamente uno de los muchos te-
mas que exploraría. Mi intención original era indagar la totalidad de la econo-
mía subterránea (no sujeta a impuestos), desde la reparación de autos y el cui-
dado de niños hasta las apuestas ilegales y el tráfico de drogas. Antes de
conocer el vecindario, nunca había escuchado hablar del crack, ya que este
compuesto quebradizo hecho de cocaína y bicarbonato de sodio, procesados
para formar gránulos eficazmente fumables, aún no se había convertido en un
producto de venta masiva. 2 Al concluir mi primer año, sin embargo, la mayo-
ría de mis amigos, vecinos y conocidos habían sido absorbidos por el ciclón
multimillonario del crack: lo vendían, lo fumaban, se desesperaban por él.

* La expresión inner city surgió en los años ochent.o"1 en los Estados U nidos
como un eufemismo de la palabra "gueto", que sigue utilizándose en la
lengua coloquial para referirse a Jos enclaves urbanos altamente segregados
como el Bronx y Harlem. No hay palabra en español que condense los
significados culturales, sociales y políticos que ha llegado a poseer esta
expresión. Otros traductores de los artículos de Philippe Bourgois han
utilizado frases más extensas como "Jos distritos pobres de la ciudad central",
"las zonas urbano-marginales" y "las zonas deprimidas de la ciudad". Aquí
hemos decidido conservar la expresión en inglés, siguiendo el criterio de la
traducción francesa de este libro (París, Seuil, 2001, traducción de Lou
Aubert). Véase también la traducción al italiano que hizo Alessandro De
Giorgi (Roma, Derive Approdi, 2005). [N. del T.]
32 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIENDO CRACK EN HARLEM INTRODUCCIÓN 33

Siguiéndoles el rastro, observé cómo la tasa de homicidios ascendía vertigi- que demarca ese nivel. Las manzanas a mi alrededor eran aún más pobres: la
nosamente en los tenements* frente a mi edificio hasta convertirse en una de las mitad de los residentes vivía bajo la línea de pobreza. 5 Si se toma en cuenta el
más elevadas de Manhattan. 3 Las ampollas vacías de crack crujían bajo los pies precio de los bienes y servicios básico~ en Nueva York, esto quiere decir que,
de los peatones, tanto en la vereda frente al edificio incendiado y abandonado de acuerdo con l~s medidas económicas oficiales, más de la mitad de la pobla-
de la esquina de mi cuadra como en los terrenos baldíos repletos de basura que ción de El Barrio no tenía lo necesario para subsistir.
rodeaban mi edificio. Casi diez años después, cuando la primera edición de No obstante, la gente no está muriéndose de hambre a gran escala. Muchos
~ste libro iba a la imprenta, los llamados "expertos en drogas" seguían discu- niños y ancianos carecen de dietas adecuadas y padecen frío en el invierno,
ti~ndo la posibilidad de que el país padeciera un serio problema con las drogas pero la mayor parte de la población viste adecuadamente y goza de buena sa-
mientras esta misma vereda continuaba llenándose de todo tipo de restos deri- lud. Rehuyendo tanto el censo como los impuestos, la inmensa economía sub-
vados de su uso. La única diferencia a mediados de los años noventa era que en terránea permite que cientos de miles de neoyorquinos vecinos de barrios
las cunetas había jeringas hipodérmicas junto a las ampollas de crack . La he- como East Harlem logren subsistir, aunque sea con el mínimo de las facilida-
r~ína se había vuelto a sumar al crack y a la cocaína como una de las drogas pre- des que los estadounidenses perciben como sus necesidades básicas. Mi prin-
dilectas de los residentes de la inner city. Tras bajar el precio y mejorar la calidad cipal propósito era estudiar los métodos alternativos de generación de ingre-
~e-su ~~oducto, los proveedores internacionales de heroína rec.uperaron la par- sos, las estrategias en las que los jóvenes de mi vecindario parecían invertir
tJnpanon que habían perdido en el mercado de sustancias psicoactivas.4 mucho de su tiempo y energía.
A lo largo de las décadas de 1980 y 1990, poco más de una de cada tres fami-
lias en El Barrio recibía asistencia pública. 6 Los responsables de estos hogares
pobres se veían obligados a buscar ingresos suplementarios para mantener vi-
LA ECONOMÍA SUBTERRÁNEA
vos a sus hijos. Muchas eran madres que optaban por cuidar a los hijos de al-
gún vecino o por limpiar la casa de algún inquilino. Otras trabajaban por las
Este libro no habla exclusivamente sobre el crack. El consumo de drogas en las noches como cantineras en las casas de baile o en los clubes sociales dispersos
zonas urbanas es solamente un síntoma -y a la vez un símbolo vivo- de una di- por el vecindario. Algunas trabajaban en sus casas como costureras sin regis-
námica profunda de alienación y marginación social. Desde luego, en un trar para contratistas de las compañías textiles. Muchas otras, sin embargo, se
plano personal inmediatamente perceptible, la narcodependencia es uno de veían obligadas a entablar relaciones amorosas con hombres capaces de ayu-
los hechos más brutales entre los que configuran la vida en las calles. Sin em- dar a sufragar los gastos del hogar.
bargo, a la veintena de traficantes con quienes entablé amistad, al igual que a Las estrategias masculinas en la economía informal eran mucho más visi-
sus familias, no les interesaba mucho hablar acerca de las drogas. Más bien, bles. Algunos reparaban automóviles en las calles; otros esperaban en la en-
q~er~an que yo supiera y aprendiera sobre la lucha diaria que libraban por la trada de los edificios a cualquier subcontratista que deseara emplearlos en ta-
digmdad y para mantenerse por sobre la línea de pobreza. reas nocturnas informales, como la reparación de ventanas y la demolición de
De acuerdo con las estadísticas oficiales, mis vecinos de El Barrio debieron edificios. Muchos vendían "bolita", la versión callejera de las apuestas hípicas.
haber sido pordioseros hambrientos y harapientos. Dado el costo de la vida en El grupo más conspicuo, el que vendía pequeñas cantidades de una u otra
M~nhattan, para la mayoría de ellos debió de haber sido imposible pagar el al- droga ilegal, formaba parte del sector multimillonario más robusto de la pu-
qmler y hacer las compras mínimas de alimentos y, además, lograr cubrir el jante economía clandestina. La cocaína y el crack, sobre todo a mediados de
costo de la electricidad y el gas. Según el censo de 1990, el 39,8 por ciento de los años ochenta y principios de los noventa, seguidos por la heroína y la ma-
los residentes de East Harlem en ese año vivían bajo la línea federal de po- rihuana desde mediados de los años noventa hasta finales de la década de
breza (en comparación con el 16,3 por ciento de todos los residentes de 2000, representaban si no la única fuente de empleo igualitario para la pobla-
Nueva York) y un 62,1 por ciento percibía menos del doble del ingreso oficial ción masculina de Harlem, al menos la de mayor crecimiento. La venta de
drogas continúa superando holgadamente cualquier otra fuente de genera-
ción de ingresos, tanto legal como ilegal. 7
* E~ificios angostos construidos en Nueva York durante el siglo XIX y La calle frente a mi edificio no era atípica, y dentro de un radio de dos cua-
pnnop10s del XX para el alquiler de departamentos económicos. [N. del T.] dras era posible comprar crack, heroína, cocaína en polvo, valium, polvo de án-
34 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIE NDO CRACK E 1-IARLEM INTRODUCCIÓN 35

gel,8 metadona , marihuana , mescalina, j e ringas , alcohol de contrabando y ta-


baco . A cien metros de mi edificio , tres casas d e crack vendían ampollas de
droga a 2, 3 y 5 dólares . Unas calles más abajo, en una d e las varias "fabriqui-
llas de pastillas" [pill mill] del vecindario, un médico distribuyó 3,9 millones ele
dólares en recetas de Medicaid * en un solo año y obtuvo casi un millón de dó-
lares por sus servicios. El 94 por ciento de sus "medicinas" estaba en la lista ele
los "fármacos recetados ele los que se abusaba con mayor frecuenc ia" del De-
pa rtamento de Servicios Sociales. Los be neficiarios ele estas prescripciones re-
South Bronx
vendieron la mayor parte de las píldoras que recibieron , ya sea al por menor
e n las esquinas o al por mayor a precio de descuento en las farmacias. En la
cuadra donde yo vivía, arriba de la casa c,le crack donde llegaría a pasar gran
parte de mi tiempo por las noches, otra clínica insalubre repartía sedantes y
es tupefacientes a una multitud de adictos demacrados . Los heroinómanos, se-
di entos y apüi.ados, esperaban la llegada de la enfermera encargada de levan-
tar los portones no señalizados d e la clínica, y absortos la veían fij ar, sobre la
ventana forrada de linóleo, un cartel de cartón escrito a mano que anunciaba:
"LLEGÓ EL DOCTOR". Nunca pude investigar el volumen de negocios de esta clí-
nica porque las autoridades nunca la allanaron. Sin embargo, en el caserío pú-
blico frente a la mencionada "fabriquilla", la policía d el Instituto Neoyorquino
de Vivienda arrestó a una madre de cincuenta y dos at'i.os y a sus hijas d e vein-
tidós y dieciséis en el momento en que empacaban diez kilos de cocaína adul-
terada en ampollas jumbo de un cuarto de gramo. Estas empresarias se habrían
e mbolsado más de un millón de dólares de haber vendido toda su mercancía .
Al allanar e l departamento, la policía encontró $25 000 en billetes de bajas de-
nominaciones.
En otras palabras, hay millones de dólares al alcance de los jóvenes que cre-
cen e n los tenements y los complejos h abitacionales de East Harlem. ¿Por qué
esperar, entonces, que estos jóvenes estén dispuestos a tomar el tren todos los
días para ir a trabajar a las oficinas del distrito financiero para ganar salarios
mínimos, cuando pueden ganar mucho más dinero vendiendo drogas en la es-
quina o en e l patio escolar? Siempre me sorprende que tantos hombres y mu-
jeres de la inner city permanezcan aferrados a la economía lega l, trab~and6 de
nueve de la mañana a cinco de la tarde más algunas horas extra, para ganar
apenas lo suficiente para cubrir sus gastos básicos. De ac u erdo con el censo d e
1990, el 48 por ciento de todos los varones y el 35 por ciento de todas las mu-
jeres mayores de dieciséis años de East Harlem tenían empleos legales, en
comparación con el 64 por ciento d e los varones y el 49 por cie nto de las m u-

* Seguro d e salud del gobierno de los Estados Un idos destinado a perso nas Fuentes: Housing Environments Research Group ofNewYork; Kevin Keamey,
con bajos ingresos. [N. del T.] New York City Housing Authority; New York City Department of City Planning.
36 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIENDO CRACK EN HARLEM INTRODUCCIÓN 37

jeres de toda la ciudad. 9 Los datos de mi vecindario indicaban que el 53 por


ciento de todos los varones mayores de dieciséis años (1923 de un total de
<!:)
3647) y el28 por ciento de todas las mujeres (1307 de un total de 4626) traba- .....
jaban legalmente en empleos reconocidos por la oficina del censo. Un 17 por
ciento adicional de la fuerza laboral se declaraba sin trabajo pero en busca de
empleo, comparado con un 16 por ciento en El Barrio y un 9 por ciento en
todo Nueva York. 10
Es difícil y arriesgado emplear las estadísticas del censo para hacer generali-
zaciones sobre la inner city. Varios estudios encargados por la Oficina Censal de-
muestran que entre un 20 y un 40 por ciento de los jóvenes afronorteamerica-
00
nos y latinos entre los diecisiete y los veinticuatro años de edad no aparecen en o-s
sus estadísticas. Muchos de ellos se ocultan deliberadamente, pues temen sufrir
represalias por participar en la economía subterránea. II El Instituto N eoyor-
quino de Vivienda (NYCHA, por sus siglas en inglés) ha intentado medir la o-
-.;~<
magnitud del encubrimiento en los sectores de bajos ingresos. En un informe
de 1988, el Instituto compara y analiza los crecientes gastos de mantenimiento
del Departamento de Bienestar Público con los de la Junta de Educación y de-
termina que la población que vive en sus departamentos supera en un 20 por e<)
Q
.....
ciento el número que registra el censo. 12 Estas y otras cifras nos permiten hacer
un cálculo aproximado de los números específicos para East Harlem y el micro-
vecindario donde llevé a cabo mi trabajo de campo. Si suponemos que existe
-
O"l
O"l

igual proporción entre las personas de ambos sexos, el desequilibrio entre el


núrnero de hombres y mujeres mayores de dieciséis años (3647 contra 4626) en
las cuadras aledañas a mi edificio indica que alrededor de 979 varones (el 21
por ciento) eludieron el conteo oficial. Para la ciudad en su totalidad, hubiese
e<)
sido necesario agregar un 16 por ciento de varones mayores de dieciséis años e<)

para obtener un equilibrio perfecto entre adultos de ambos sexos. En El Ba-


rrio, el 24 por ciento de los hombres no figuró en las estadísticas oficiales.
Resulta aún más complicado determinar el volumen de la economía subterrá-
nea, por no mencionar el narcotráfico. 13 El censo, por definición, no propor-
ciona datos sobre el tema. Si presuponemos que en las zonas urbanas el conteo
oficial excluye a menos familias que individuos, una estrategia para medir la eco- Ol Ol
Ol Ol
l.C"l
nomía informal sería tomar en cuenta el número de familias que declara no re- l.C"l
o
.....
..... .....
cibir ingresos por concepto de "jornal o salario". Esta medida comparativa, sin .....
embargo, sólo puede ser rudimentaria, ya que algunas familias se autoemplean
en labores legítimas o viven de la jubilación. Además, muchas personas involu-
cradas en la economía sumergida trabajan simultáneamente en empleos legal-
mente registrados. Este método alternativo tampoco logra medir el narcotráfico,
porque gran parte de las familias que complementan sus ingresos con activida-
des irregulares tienen empleos lícitos y se mantienen al margen de las drogas.
No obstante, se debe suponer que un gran número de hogares que no declaran
INTRODUCCIÓN 39
38 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIENDO CRACK EN HARLEM

salarios dependen de una combinación de ingresos clandestinos, entre los cua-


les la venta de drogas puede representar una fuente importante.
En todo caso, según las estadísticas oficiales, durante los años ochenta el 40
por ciento de los hogares de El Barrio no ganaba ingresos sujetos a impuestos,
en comparación con el 26 por ciento de toda la ciudad de Nueva York. Los ve-
cinos de las manzanas a mi alrededor estaban un poco más implicados en la
economía clandestina, pues sólo el 46 por ciento de los 3995 hogares recibía
sueldo o salario.
El número de hogares beneficiarios de la asistencia pública [ welfare] repre-
senta otra medida útil para calcular el volumen de la economía informal. Es
evidente que ninguna familia puede vivir únicamente de la asistencia federal,
y que cualquier ingreso que declare se le descontará del cheque que recibe
quincenalmente así como de su cuota mensual de cupones alimenticios: En las
cuadras cercanas a mi edificio, el 42 por ciento de los hogares recibía ayuda fe-
deral, en contraste con el 34 por ciento de todos los hogares de East Harlem
y el 13 por ciento de toda la ciudad de Nueva York. 14

LA CULTURA DE LAS CALLES: RESISTENCIA Y AUTODESTRUCCIÓN

Cuando se aventuran fuera de su vecindario, los jóvenes de El Barrio a me-


nudo enfrentan un ataque cultural que agrava la angustia de nacer y crecer
pobres en la ciudad más rica del mundo. Esto ha producido en Nueva York lo
que yo llamo la "cultura callejera de la inner city": una red compleja y conflic-
tiva de creencias, símbolos, formas de interacción, valores e ideologías que ha
ido tomando forma como una respuesta a la exclusión de la sociedad conven-
cional. La cultura de la calle erige un foro alternativo donde la dignidad per-
sonal puede manifestarse de manera autónoma.
En el caso particular de lo~ Estados Unidos, la concentración de poblaciones
socialmente marginadas en enclaves deprimidos, ecológica y políticamente ais-
lados del resto de la sociedad, ha fomentado una explosiva creatividad cultural
como desafío al racismo y a la subordinación económica. Esta cultura callejera
de resistencia no es un universo consciente o coherente de oposición política.
Por el contrario, es un co~unto espontáneo de prácticas rebeldes que se ha " oblación de El Barrio". El portero de este edificio abandona~ o colocó
forjado paulatinamente como un modo, un estilo, de oposición. Irónicamente, ~ep 0 de peluches en las ventanas como protesta ante el d~tenoro de su
a través del mercado de la música, la moda, el cine y la televisión, la sociedad cua~~ que se había convertido en un paraíso para el narcotráfico.
Fotografia de Henry Chalfant
convencional suele absorber estos estilos antagónicos, y los recicla como "cul-
tura popular" .15 En efecto, algunas de las expresiones lingüísticas elementales
con las que la clase media norteamericana se refiere a la autoestima (tales
como cool, square o hip) se acuñaron en las calles de la inner city.
40 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIENDO CRACK EN HARLEM INTRODUCCIÓN 41

La búsqueda de los medios necesarios para hacer uso y abuso de narcóticos los de la influencia de las calles~ Viven con la esperanza de mudarse a otro
configura la base material de la cultura callejera contemporánea. Esto la hace lugar.
mucho más poderosa y atractiva de lo que lo fue para generaciones anteriores. En otras palabras, los narcotraficantes que protagonizan este libro represen-
El comercio ilegal que ella supone, sin embargo, arrastra a la mayoría de sus tap una pequeña minoría de los residentes de East Harlem, pero son ellos
participantes hacia una vida de violencia y adicción. Por lo tanto, y paradóji- quienes han implantado el tono de la vida pública. Les imponen el terror a los
camente, la cultura callejera de resistencia interioriza la rabia y organiza la des- vecinos, especialmente a las mujeres y los ancianos, que temen sufrir asaltos y
trucción de sus participantes y de la comunidad que los acoge. En otras pala- agresiones. A la mayoría de los vecinos, el espectáculo de adictos demacrados
bras, pese a que la cultura callejera surge de una búsqueda de dignidad y del congregados en las esquinas les inspira lástima, tristeza y rabia. Sin embargo,
rechazo del racismo y la opresión, a la larga se convierte en un factor activo de día tras día, los traficantes callejeros les ofrecen a los jóvenes que crecen a su
degradación y ruina, tanto personal como de la comunidad. alrededor un estilo de vida emocionante y atractivo, a pesar de su perfil vio-
lento y autodestructivo.
Independientemente de su marginalidad en números absolutos, no se
puede desestimar a los individuos que acaparan la hegemonía en la inner city;
debe hacerse el intento de entenderlos. Por esta razón, quise que en los años
que viví en El Barrio mis mejores amigos fueran adictos, ladrones y traficantes.
No hay lugar donde el calvario de los guetos estadounidenses se manifieste con
mayor claridad que en el mundo de las drogas. Tomo prestado el cliché: "En lo
extraordinario puede verse lo ordinario". Los adictos y traficantes de este libro
representan respuestas extremas y quizá algo caricaturescas a la pobreza y la se-
gregación. No obstante, nos ayudan a entender los procesos que experimentan
poblaciones vulnerables que enfrentan cambios acelerados en la estructura de
su sociedad en un contexto de opresión política e ideológica. No hay nada ex-
cepcional en la experiencia puertorriqueña en Nueva York, salvo que los costos
humanos de la inmigración son mucho más evidentes porla rapidez y ampli-
tud con que Estados Unidos colonizó y desarticuló la economía y la organiza-

• ción política de Puerto Rico. El único aspecto de su experiencia que merece


calificarse como extraordinario es la manera en que los inmigrantes de la se-
gunda y tercera generación continúan reinventando y expandiendo las formas
culturales de la isla en torno a los temas de la dignidad y la autonomía. Tanto
Mural conmemorativo de un joven asesinado cerca del Salón de Juegos, que es así que un grupo de intelectuales puertorriqueños suele referirse a la "men-
aspiraba a convertirse en boxeador profesional. Foto de Óscar Vargas talidad de oposición" de Puerto Rico, forjada frente al hecho de una larga ex-
periencia colonialP

Debe destacarse que la mayoría de los residentes de El Barrio se mantiene al


margen de las drogas. 16 El problema es que los ciudadanos que obedecen las
leyes han perdido el control del espacio público. Independientemente de LOS ESTEREOTIPOS Y LA METODOLOGÍA ETNOGRÁFICA
sus números absolutos o su porcentaje relativo, la población de Harlem que
trabaja con dedicación sin consumir ni traficar drogas se ve obligada a atrin- Cualquier examen detallado de la marginación social enfrenta serias dificulta-
cherarse y a tomar una posición defensiva. La mayoría vive con miedo o in- des con respecto a la política de la representación, especialmente en los Esta-
cluso con desdén hacia su vecindario. La angustia de las madres y los padres dos Unidos, donde los debates sobre la pobreza tienden a polarizarse de inme-
es tal, que encierran a sus hijos en sus casas en un firme intento por aislar- diato en torno a ideas preconcebidas sobre la raza y los méritos individuales.
42 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIENDO CRACK EN HARLEM INTRODUCCIÓN 43

Por lo tanto, me preocupa que los análisis de historias personales presentados propias. Los oiudadanos "hof!estos" también participan en la economía infor-
en este libro se malinterpreten como un intento de estereotipar a los puerto- mal cuando falsean los datos en los formularios fiscales con el fin de pagar me-
rriqueños o como un retrato hostil de los pobres. He librado una lucha interna nos impuestos. En fin, ¿cómo esperar' que una persona experta en asaltar an-
sobre estos asuntos por muchos años, pues concuerdo con los científicos socia- cianos suministre información precisa sobre sus estrategias de generación de
les críticos del tono paternalista con que los tratados académicos y la literatura ingresos?
periodística estadounidenses acostumbran tratar el tema de la pobreza. 18 Sin Las técnicas etnográficas de observación participante, desarrolladas sobre
embargo, el combate contra los prejuicios moralistas y la hostilidad de la clase todo por la antropología social desde los años veinte, han demostrado ser más
media hacia los pobres no debe acometerse al costo de "desinfectar" las calles adecuadas que las metodologías cuantitativas para documentar la vida de los
de la inner city y presentarlas como si la destrucción y el sufrimiento no existie- individuos marginados por una sociedad hostil. Solamente tras establecer la-
sen. Me niego a omitir o minimizar la miseria social de la que he sido testigo zos de confianza, proceso que requiere mucho tiempo, es posible hacer pre-
por temor a que una imagen desfavorable de los pobres se perciba como inc guntas incisivas con respecto a temas personales y esperar respuestas serias y
justa o "políticamente incómoda", pues eso me haría cómplice de la opre- reflexivas. Por lo general, los etnógrafos viven en las comunidades que estu-
sión. 19 dian y cultivan vínculos estrechos de larga duración con las personas que des-
Es por lo tanto lógico que este libro encare las contradicciones inherentes criben. Para reunir "datos precisos", los etnógrafos violan los cánones de la in-
a la representación de la marginación social en los Estados Unidos mediante vestigación positivista. Nos involucramos de manera íntima con las personas
la exposición de los acontecimientos brutales sin censura, tal como los expe- que estudiamos.
rimenté o como me los relataron quienes participaron en ellos. En ese pro- Con esta meta en mente, amanecí en la calle y en las casas de crack en cien-
ceso, he hecho el esfuerzo de construir una concepción crítica de la inner cit:y tos de oportunidades, para poder observar a los adictos y a los traficantes que
estadounidense. Por ello, la forma en que organizo mis temas centrales y pre- protagonizan este libro. Por lo general, utilicé un grabador para documentar
sento las vidas y conversaciones de los traficantes de crack tiene como fin subra- sus conversaciones e historias personales. Visité a sus familias para participar
yar la relación entre las restricciones estructurales y las acciones individuales. en sus fiestas y reuniones íntimas, desde la cena de Acción de Gracias hasta el
Utilizo el marco analítico de la teoría de la producción cultural y me apoyo en Año Nuevo. Pude entrevistarme, y en muchos casos entablé amistad, con las
el feminismo con el propósito de avanzar hacia una comprensión de la expe- esposas, amantes, hermanos, madres, abuelas y, cuando fue posible, con los pa-
riencia de la pobreza y la marginación social desde la perspectiva de la econo- dres y padrastros de los vendedores de crack que aparecen en estas páginas.
mía política. Tal comprensión sería inconcebible sin reconocer el papel activo También dediqué tiempo a entrevistar a los políticos locales y a asistir a las reu-
de la cultura y la autonomía de los individuos, así como el rol fundamental de niones de las instituciones comunales.
las relaciones entre los sexos y la esfera doméstica. La explosión de la teoría posmodernista dentro de la antropología en los
Como ya he señalado, las técnicas tradicionalmente cuantitativas de la inves- años ochenta y noventa puso en entredicho el mito de la autoridad etnográ-
tigación social, que dependen de las estadísticas de la Oficina Censal por un fica y denunció la jerarquía inherente a la política de la representación antro-
lado y de las encuestas de muestreo en los vecindarios por el otro, son incapa- pológica. La autorreflexión, reivindicada por los posmodernistas, resultó ser
ces de aportar información confiable sobre las personas que sobreviven en la necesaria y útil en mi caso: yo venía de afuera, procedente de las categorías do-
economía informal, y mucho menos sobre las que venden o consumen drogas. minantes de clase, etnia y sexo, a intentar estudiar la experiencia de los puer-
Una persona social, cultural y económicamente subordinada suele mantene~ torriqueños pobres en la inner city. Quiero reiterar que mi preocupación por
relaciones negativas con la sociedad dominante y desconfiar de los represen- estos problemas se manifiesta en la forma en que he editado y contextualizado
tantes de dicha sociedad. Los adictos y traficantes jamás le admitirían al encar- las conversaciones transcriptas. Tal preocupación ha quedado reflejada en la
gado de una encuesta, por más amable o sensible que parezca, los detalles ín- estructura misma del libro.
timos acerca de su consumo de drogas, por no mencionar sus actividades Mientras editaba miles de páginas de transcripciones, llegué a valorar el cli-
delictivas. Como resultado, es común que los sociólogos y criminólogos que ché deconstruccionista de "la cultura como texto". También reconocí que mi
con tanto esmero efectúan encuestas epidemiológicas sobre el delito y el con- estrategia de investigación era de naturaleza colaborativa y, por lo tanto, tam-
sumo de narcóticos recopilen un sinnúmero de falsedades. No hace falta ser bién contradictoria. Aunque la calidad literaria y la fuerza emocional de este
adicto o traficante para querer esconder los detalles de las actividades ilícitas libro dependan completamente de las palabras claras y fluidas de los persona-
44 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIENDO CRACK EN HARLEM
INTRODUCCIÓN 45

jes principales, siempre tuve la última palabra con respecto a cómo iban a table escasez de estudios etnográficos sobre la pobreza urbana, especialmente
transmitirse, y si iban a transmitirse, en el producto final. 20 en los años setenta y ochenta, tiéne mucho que ver con el temor de sucumbir
Como he sacado a relucir el fantasma de las críticas teóricas postestructura- a la pornografía de la violencia, que acaso sólo sirva para reforzar los estereo-
listas, quiero expresar mi desazón ante las tendencias profundamente elitistas tipos racistas existentes. La mayoría de los etnógrafos producen análisis com-
de muchos adeptos del posmodernismo. La "política" de la deconstrucción prensivos desprovistos de toda mirada crítica hacia los grupos y culturas que
suele limitarse a una retórica hermética y cerrada sobre la "poética" de la in- estudian. De hecho, tal suposición está entronizada en el credo antropológico
teracción social, con clichés dirigidos a explorar las relaciones entre el yo y el del relativismo cultural: las culturas nunca son buenas o malas; sencillamente,
otro. Los etnógrafos posmodernistas se consideran subversivos, pero su oposi- poseen una lógica interna. Pero la realidad es que el sufrimiento es espantoso,
ción a la autoridad se concentra en críticas hiperletradas de las formas por me- disuelve la integridad humana, y los etnógrafos suelen impedir que sus sujetos
dio de un vocabulario evocativo, una sintaxis extravagante o juegos polifónicos, de estudio luzcan repulsivos o desagradables. El impulso de "desinfectar" a los
en vez de ocuparse de las luchas cotidianas concretas. Sus debates entusiasman vulnerables ejerce un poder singular en los Estados U nidos, donde las teorías
sobre todo a los intelectuales alienados suburbanizados, en efecto desconecta- de acción individual que "culpan a la víctima" y presuponen la supervivencia
dos de las crisis sociales de los desempleados de la inner city. La autorreflexión del más apto constituyen el "sentido común". Como resultado, casi puede ga-
de estos intelectuales con frecuencia degenera en celebraciones narcisistas de rantizarse que el público en general desfigurará las representaciones etnográ-
su privilegio. Asimismo, el deconstruccionismo radical hace imposible catego- ficas de la marginación con una lente implacable y conservadora. La obsesión
rizar o priorizar las experiencias de injusticia y opresión, lo que sutilmente de los estadounidenses con el determinismo racial y con el concepto de mé-
niega la experiencia auténtica de sufrimiento que les es impuesta, social y es- rito personal ha terminado por traumatizar a los intelectuales, menoscabando
tructuralmente, a tantos individuos a través de las categorías de raza, clase, gé- su capacidad para discutir temas como la pobreza, la discriminación étnica y la
nero y sexualidad y otras, en las que se pone en juego el poder. inmigración.
Más allá de las luchas teóricas internas de los académicos, las técnicas de ob- Por otra parte, la manera popular en que se concibe la relación entre el fra-
servación participante de la antropología social, si bien ofrecen un discerni- caso individual y las ataduras sociales estructurales tiene muy pocos matices en
miento inigualable a nivel metodológico, también están plagadas de tensiones los Estados Unidos. Los intelectuales han abandonado la lucha y se han lan-
analíticas fundamentales. Históricamente, los etnógrafos han evitado abordar zado a efectuar retratos puramente positivos de las poblaciones desfavorecidas.
temas tabúes como la violencia personal, el abuso sexual, la adicción, la aliena- Quienes han sido pobres o han vivido en vecindarios de bajos recursos recono-
ción y la autodestrucción. 21 Parte del problema surge a raíz de uno de los pa- cen que estas representaciones son completamente falsas. 22 Este problema se
radigmas de la antropología fundonalista, que impone orden y comunidad en manifiesta en numerosos escenarios académicos donde presento los temas de
sus proyectos de estudio. Por otro lado, la observación participante requiere este libro. Muchos colegas progresistas o nacionalistas culturales, que suelen
de la injerencia personal de los etnógrafos en las circunstancias investigadas, proceder de la clase media, parecen incapaces de escuchar mis planteamientos.
lo que a menudo los incita a omitir las dinámicas negativas porque deben es- Algunos reaccionan indignados al ver imágenes superficiales fuera de contexto.
tablecer lazos de empatía con las personas que estudian y necesitan su autori- Parecen estar tan aterrados ante la posibilidad de proyectar "connotaciones ne-
zación para vivir con ellas. Esto puede conducir a diversas formas de autocen- gativas" que se sienten obligados a descartar todo mensaje amargo antes de es-
sura que acaban afectando las cuestiones y los entornos examinados. Por' un cucharlo. Lo irónico es que muchas de sus críticas en estos foros expresan los
lado, es más fácil obtener el consentimiento de las personas si se investigan ex- puntos básicos de lo que intento exponer en estas páginas sobre la experiencia
clusivamente temas inofensivos o pintorescos. Por el otro, los ambientes extre- individual de la opresión social estructural.
mos llenos de tragedia humana, como lo son las calles de El Barrio, pueden re-
sultar física y psicológicamente abrumadores.
La obsesión de la antropología por "el otro exótico" ha disminuido el inte-
rés de los etnógrafos por estudiar sus propias sociedades y los expone al riesgo UNA CRÍTICA DE LA CULTURA DE LA POBREZA
de exotizar sus hallazgos cuando el proyecto de estudio está cerca de casa.
Tuve que vigilar que mi propia investigación no se convirtiera en una celebra- El Barrio y la experiencia de los puertorriqueños en los Estados Unidos han
ción vayeurista de los traficantes y de la cultura callejera en la inner city. La no- suscitado una vasta producción bibliográfica. A los puertorriqueños se los ha
46 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIENDO CRACK EN HARLEM INTRODUCCIÓN 47

llamado " 1 ' · d


,
23
e_ ~rupo mas_m agado pero peor comprendido de los Estados Uni- duos, es imposible. tocar las estructuras del poder y la historia, o hablarles di-
d-~s · E~ ultimo estudiO etnográfico realizado en El Barrio que recibió aten- rectamente. En el contexto ne@yorquino de los puertorriqueños, los actos au-
non naciOnal fue La vida: una familia puertorriqueña en la cultura de la pobrez todestructivos de las personas que buscan la supervivencia en las calles deben
del a~tr~pólogo Osear Lewis.* Elaborado a mediados de los años sesenta, es: situarse en una larga historia de hostilidad interétnica y de dislocaciones socia-
estud~o Ilustra claram~nte los problemas de la metodología etnográfica y, más les. En mis años en East Harlem, sumido como estaba en lo que parecía un
~spenficam~nte, los nesgos del análisis de las historias personales. De hecho, torbellino de sufrimiento, era difícil percibir las relaciones de poder que con-
JUnto co~ el mforme de 1965 sobre las familias afronorteamericanas, realizado figuraban el enjambre de interacciones humanas que sucedían a mi alrededor.
por Dame! Patrick Moynihan, La vida ... suele mencionarse como uno de Jos li- Inmerso en el calor de la vida en El Barrio, sentía una confusa ira hacia las víc-
bros responsables de ahuyentar a toda una generación de científicos sociales timas, los victimarios y la rica sociedad industrializada que logra engendrar tal
de la innerdtyesta~~unidense. 24 Lewis reunió miles de páginas de relatos per- nivel de sufrimiento. Una noche me encontré con una amiga embarazada que
sonales de una fam1ha puertorriqueña en la que la mayor parte d 1 · fumaba crack desesperadamente, y así destinaba a su bebé a una vida de tras-
. , . ., e as muJeres
eJerci~n la prost:Itucwn. La teoría de la "cultura de la pobreza" que desarrolló tornos personales y un cerebro inerte. ¿Qué sentido tenía invocar la historia
a ~a~r de esta~ hist~~as, además de otros datos etnográficos recopilados en de opresión y humillación colonial de su gente o reconocer su posición en la
~ex1co, hace hmcap1e en lo que el antropólogo llama la transmisión patoló- metamorfosis económica de Nueva York? Enfrascado en el infierno del grupo
gi~a de valores y de comportamientos destructivos dentro de las familias. En- que los estadounidenses llaman su "clase inferior",* yo, al igual que mis veci-
raiza~o como estaba en el paradigma de cultura y personalidad de Freud pre- nos e incluso las mujeres embarazadas adictas al crack, con frecuencia culpé a
do~-~~ante en la antropología estadounidense de los años cincuenta, su la víctima.
anah~Is ~asa p~~ alto el modo en que la historia, la cultura y las estructuras El análisis económico-político no es una panacea que pueda compensar las
economico-poht:Icas como las del colonialismo restringen la vida de Jos indivi- interpretaciones individualistas, acusatorias y racistas de la marginación social.
d~os. Cua~enta años más tarde, es fácil criticarle a Lewis su marco teórico sim- Acentuar las estructuras sociales puede opacar el hecho de que las personas
pl~sta. Sus Interpretaciones del carácter y las experiencias de los pobrísimos in- no son víctimas pasivas, sino sujetos activos de su propia historia. De hecho, la
~u~~ntes _puertorriqueños adhieren al determinismo psicológico y caen en el cualidad principal de la metodología etnográfica es que permite el surgi-
~~~~~du_ahsmo extremo, lo que omite la explotación de clases, la discrimina- miento de los "peones" de las fuerzas estructurales; los enfoca para que se re-
c~on etmca y desde luego la opresión machista, así como las sutilezas de los sig- conozcan como seres humanos que construyen su propio destino. Sin em-
mficados_cu~turales en su debido contexto. En todo caso, pese a la falta de ri- bargo, en numerosas ocasiones me sorprendí a mí mismo recurriendo al
gor academico, el lib~o d~ Lewis sobre la vida cotidiana en El Barrio y en los estructuralismo más rígido como un método para apartar la vista de las perso-
arrabales de Puerto Rico smtonizó con la propagada noción de "responsabili- nas que se autodestruían en su lucha por sobrevivir. Cabe reiterar que este
da~ p~rsonal", herencia de la ética protestante del trabajo, y significó un éxito problema puede entenderse en el contexto del debate teórico acerca del
e~Itonal en los Esta~os Unidos. La intención crítica del autor y su empatía ha- rango de acción de las personas versus la estructura social,** es decir, la rela-
na los grupo~ m~rg¡~ados no impidieron que su obra se interpretara como ción entre la responsabilidad individual y las restricciones sociales estructura-
una de _las cnstahzacwnes del desdén profundo que la ideología estadouni- les. Las observaciones incisivas de las teorías de la producción cultural y la re-
dense siente hacia los "pobres sin dignidad". producción social, sobre todo la idea de que la resistencia de la cultura
No es casualidad que un antropólogo acuñara el concepto de la cultura de callejera frente a la subordinación social es la clave contradictoria que explica
la pobreza a la vez que orientaba la colección de datos etnográficos hacia el su ímpetu destructivo, resultan útiles para evitar las interpretaciones simplis-
comportamiento_in~i~dual. Si bien los métodos de observación participante tas. Por medio de las prácticas culturales antagónicas, los individuos le dan
le otorgan a la disciplina un acceso privilegiado a las acciones de los indivi- forma a la opresión que las fuerzas más grandes les imponen. 25

* Véase la traducción al español realizada por el escritor puertorriquen-oJ - * Underclass en inglés. [N. del T.]
. Go nza'1 ez (M'exiCo,Joaquín
Lms . Mortiz, 1969). ose
** "Structure versus agi[Ytcy" en inglés. [N. del T.]
48 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIENDO CRACK EN HARLEM

La dificultad de vincular las acciónes individuales y la economía política, su-


mada a la timidez personal y política de los etnógrafos estadounidenses a par- l. Ettiia y clase: el apartheid
tir de los años setenta, ha nublado nuestra comprensión de los mecanismos y estadounidénse ,
experiencias de la opresión. Se me hace imposible resolver el debate que con-
trapone el rango de acción de los individuos a la estructura social. Tampoco
Felipe, nos encanta oírte hablar.
puedo superar mi desconfianza de que algunos lectores hostiles vayan a malin-
Suenas igualito a un comercial de la tele.
terpretar mi etnografía como un método más de "calumniar a los pobres". Sin
Una niña de ocho años
embargo, desde una perspectiva personal y ética, así como analítica y teórica,
siento la obligación de exponer sin censura los horrores que presencié entre
las personas con quienes trabé amistad. 26 Se debe hablar abiertamente y en-
Mi trabajo de campo en las calles de El Barrio casi acaba desastro-
frentar el profundo dolor provocado por la pobreza y el racismo en los Esta-
samente a mitad de camino cuando, involuntariamente, le "falté el respeto" a
dos Unidos, aunque hacerlo nos perturbe o incomode. He documentado una
Ray, el dueño de las casas de crack donde pasé gran parte de mi tiempo entre
gama de estrategias ideadas por los pobres urbanos para eludir las estructuras
1985 y 1990. Era poco después de la medianoche y Ray visitaba su punto de
de segregación y marginación que los encierran, incluso aquellas que los lle-
venta más lucrativo para asegurarse de que el gerente del turno de la madru-
van a infligirse sufrimiento a sí mismos. Escribo este libro con la esperanza de
gada hubiera abierto el local puntualmente. A esa hora el negocio alcanzaba
que "la antropología pueda ser un foco de resistencia" y con la convicción de
su auge y este exitoso empresario del crack, un voluminoso puertorriqueño de
que los científicos sociales pueden y deben "enfrentarse al poder".27 Al mismo
treinta y dos años, se encontraba rodeado de un séquito de empleados, ami-
tiempo, aún me preocupa la repercusión política de mostrar los detalles minu-
gos y personas que deseaban conocerlo: todos querían llamar su atención. Es-
ciosos de la vida de los pobres y los desfavorecidos, pues baJo el microscopio
tábamos en la esquina de la calle llO frente a la entrada del subterráneo de
etnográfico todos tenemos verrugas y podemos parecer monstruos. Además,
la Avenida Lexington, delante del edificio tipo tenement de cuatro pisos que
como señaló la antropóloga Laura Nader a principios de los años setenta, "es
. ocupaban sus traficantes. Ray había camuflado el ~rimer piso del edificio
peligroso estudiar a los pobres, porque todo lo que se diga sobre ellos se usará
"WN . como un club social y un salón de billar nocturnos. El y sus empleados se ha-
en su contra . o estoy seguro de que sea posible presentar la historia de mis
bían criado en el edificio antes de que el dueño italiano lo quemara para co-
tres años y medio como residente de El Barrio sin caer presa de una pornogra-
brar el seguro. Desde hacía mucho tiempo, esta esquina era conocida como
fía de la violencia o convertirme en un voyeur racista: en última instancia, el
La Farmacia por la cantidad insólita de sustancias psicoactivas que se conse-
problema y la responsabilidad también están del lado del observador.
guían allí, desde las drogas más comunes, como heroína, Valium, cocaína en
polvo y crack, hasta las más sofisticadas y poco convencionales, como la mes-
calina y el polvo de ángel. 1

LA MALICIA DE LAS CALLES

En retrospectiva, me avergüenza que mi falta de astucia callejera me haya lle-


vado a humillar, aunque fuera de manera accidental, al hombre responsable
de asegurar no sólo mi acceso al mundo del crack, sino también mi bienestar
físico. Pese a mis dos años y medio de experiencia en las casas de crack en ese
entonces, quizá estuvo justificado que me dejara seducir por la atmósfera amis-
tosa de una noche. Ray reía y conversaba recostado sobre el paragolpes de su
Mercedes dorado. Sus empleados y seguidores también estaban alegres, pues
"el jefe" acababa de invitarnos a una ronda de cervezas y había prometido
4. La "brega legal":
humillación y ?posición en el trabajo

Yo quisiera trabajar legal.


Primo

Todos los miembros de la red de Ray, incluso él, poseen amplia ex-
periencia en trabajos honrados. Casi todos ingresaron al mercado laboral legal
a edades excepcionalmente tempranas. A los doce años ya empacaban bolsas
en supermercados, almacenaban cajas de cerveza en bodegas locales o trabaja-
ban como mensajeros. Sin embargo, al alcanzar los veintiún años de edad, nin-
guno de ellos había cumplido el sueño de encontrar un empleo estable bien
remunerado.
El problema es estructural. Como señalé en el capítulo 2, desde los años cin-
cuenta hasta finales de los ochenta, los puertorriqueños asentados en zonas
urbanas estaban atrapados en el rincón más vulnerable de la economía esta-
dounidense, que empezaba a abandonar la industria y a orientarse a los servi-
cios. Entre 1950 y 1990, el porcentaje de trabajos industriales en Nueva York
decreció dos tercios mientras que el del sector de servicios se duplicó. El De-
partamento de Planeamiento Urbano calcula que entre los años sesenta y
principios de los noventa, más de 800 000 plazas industriales desaparecieron,
al tiempo que el total de empleos en todas las categorías permanecía estable
en alrededor de 3,5 millones. 1
Sociólogos y economistas han mostrado que esta reestructuración de la eco-
nomía estadounidense ha derivado en mayor desempleo, menores ingresos, el
debilitamiento de los sindicatos y un dramático empobrecimiento de las condi-
ciones laborales en los empleos básicos. Sin embargo, pocos estudiosos han to-
mado nota de los trastornos culturales que ha provocado esta transformación.
Con la insólita expansión del sector de finanzas, seguros y bienes raíces (FIRE,
por sus siglas en inglés) en Nueva York, los trabajos de oficina del distrito finan-
ciero se han convertido en la opción predilecta para los jóvenes ambiciosos de
la inner city que aspiran a mejorar su situación socioeconómica. Una vez allí,
empleados como fotocopiadores, mensajeros o carteros, es común que sosten-
gan un penoso enfrentamiento con el mundo de la clase media alta. Las nor-
mas culturales dominantes en los rascacielos neoyorquinos chocan frontal-
mente con las definiciones de dignidad personal que defiende la cultura
callejera, especialmente los varones, cuyo proceso de socialización suele condi-
cionarlos para rechazar toda manifestación pública de subordinación.
138 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIENDO CRACK EN HARLEM LA "BREGA LEGAL": HUMILLACIÓN Y OPOSICIÓN EN EL TRABAJO 139

DESACATO, DESIDIA Y AUTODESTRUCCIÓN Ayer tuve una cita en una compañía que ella quería que yo visitara,
una empresa que limpia las sábanas de los hoteles y ese tipo de c~­
Contrariamente a mis expectativas, los vendedores de drogas con los que sas, servicios de habitación. Así que fui, nada más pa echar un VIS-
interactué no se habían retirado por completo de la economía legal. Más bien, tazo, pero me di cuenta que los que bregan allí son un chorro de
como mostré en el capítulo 3 al examinar la experiencia laboral de Willie y mexicanos. Y yo no soy un jodío mexicano.
Benzie, que abandonaron sus empleos para convertirse en vendedores y con- El primo mío tiene un trabajo; él ha estado allí como tres años ya. La
sumidores de crack, casi todos ellos penden precariamente de las orillas de la semana pasada me dijo: "Primo, vente conmigo y le hablamos al
economía legal. La pobreza es la única certeza que poseen conforme alternan boss". Pero no pude ir a hablar na porque me dormí. Puse el reloj y
entre la venta de crack al por menor y una larga sucesión de empleos legales de todo pero no escuché la alarma [inhala cocaína].
salario mínimo. Los puestos que logran conseguir son invariablemente los me- Philippe. ¿Por qué no consigues un trabajo cualquiera sólo por ahora,
nos apetecidos. En los años en que los conocí, los empleados del Salón de Jue- como el que tiene tu hermana en McDonald's?
gos trabajaron como extractores de asbestos, repartidores de volantes, cuida- o;>
Primo: ¿Tú sabes por qué yo no me ajoro por encontrar trab aJO.
dores de casas, cocineros freidores y vigilantes nocturnos en el servicio de alta Mira, yo tengo veintiséis años. Si yo me apresuro y en vez de encon-
seguridad del hospital municipal para psicóticos delincuentes. trar trabajo con un sindicato me embalo a bregar en McDonald's,
La mayor parte de estos intentos de ingresar al mercado laboral legal acabó eso sólo muestra que yo me abalancé sobre un McDonald's pa guar-
en el despido, pero ellos concebían el retorno al narcotráfico como un acto de
dar las apariencias.
resistencia voluntaria y un triunfo del libre albedrío. Un llano rechazo de la ¡Un pana de veintiséis años en McDonald's! Tú no ves tipos de mi
explotación los impulsa a regresar a la economía del crack y al consumo empe- edad cuando vas a McDonald's.
dernido de drogas. Al mismo tiempo, recurrir a la venta de crack no es de nin- Cuando uno ve a alguien mayor es porque esa persona no tiene edu-
gún modo una decisión tan triunfal y deliberada como ellos pretenden. Primo cación, no tiene escuela superior, nada de nada. No sabe hablar in-
es un buen ejemplo de un traficante que solía expresar frustración por su in- glés. 0 sea, mi inglés es malo, pero yo hablo mejor que los que tra-
capacidad para conservar un empleo legal estable. La primera vez que mema-
bajan en Burger King.
nifestó tal parecer fue poco tiempo después de recibir la primera condena de Philippe. Pana, lo único que tú haces es inventar excusas.
su vida por vender crack, cuando el supervisor del régimen de libertad condi- César. [interrumpe, casi enojado conmigo] ¿Tú sabes cómo llamo
cional lo obligó a acudir a una agencia de colocación laboral. Detrás de la ira yo a los trabajos de Burger King o McDonald's? Yo los llamo escla-
que sentía por las pésimas condiciones de trabajo que le ofrecieron, Primo al-
vitud.
bergaba un profundo temor de que la ineptitud y la desidia fueran sus mayo- y yo sé lo que te estoy diciendo porque yo he trabajado allí. En
res problemas. McDonald's te explotan y te pagan pésimo. Puedes trabajar tiempo
completo, una semana, cinco días por semana, y te vas pa tu casa
Primo: [tritura cocaína con un billete de un dólar en el cuarto tra- con ciento treinta o ciento cuarenta pesos más nada.
sero del Salón de Juegos] La mujer que me asignaron como super- ·Y tú sabes cuál es la jodienda? Que no sólo te explotan y te pagan
visora es una imbécil. Quiere que yo trabaje como guarda de segu- e
pésimo, sino que tú tienes que ... Quiero decir, ¡cuando te d"1go que
ridad. Y yo no quiero ser ningún gualdián. Yo no quiero lidiar con te explotan y te pagan pésimo! Tienes que freír las jodías hambur-
locos que se quieran meter a robar. Yo dejo que se metan y se ro- guesas, tienes que mapeal; tienes que hacer tanto trabajo pa ganarte
ben lo que quieran. ¡Te lo juro! Lo único que te dan es un bastón
una paga de porquería.
y sólo te pagan una vez por semana. Por mí que se roben cualquier [Extiende la mano para tomar el billete con la cocaína y cambia el
cosa. tono con una sonrisa burlona] A mí me da pereza buscar trabajo de-
Esa jodía asesora me dice [imita un quejido burocrático]: "Mien- cente. Eso es todo. No me viene en gana pasar por todos los procesos.
tras mejores sean tus calificaciones, mejor va a ser tu trabajo". y 0 no me voy a meter en un empleo de porquería pa después vol-
Pues que se joda porque yo voy a seguir buscando por mi propia verme loco enfogonado por la paga, por lo que me ponen a hacer
cuenta.
hasta que aparezca algo mejor.
140 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIENDO CRACK EN HARLEM
LA "BREGA LEGAL": HUMILLACIÓN Y OPOSICIÓN EN EL TRABAJO 141

Piénsalo bien: si tú tienes un trabajo de porquería, ¿con qué tiempo arrebatarme [aspira de nuevo]. Todos los días yo bajo al primer piso
vas a ir a buscar uno mejor? Bregas todo el día. ¿Vas a faltar al trabajo y trabajo para Pops, y no me llevo nada de lo que me gano pa mi
pa ir a una entrevista, pa que te digan que te llamarán más tarde? casa porque al día siguiente los chavos no me hacen falta. Así que
[Le hace una señal a Primo para que hunda la llave en el montón de voy y me pongo high pero mañana no me hacen falta chavos, porque
cocaína] ¡Ey, Primo! ¡Aliméntame! vuelvo al Salón de Juegos, trabajo, me gano los chavos y eso me per-
Y por eso tú pierdes el salario de un día y eso te acerca todavía más mite fumar pipa otra vez [le hace una señal a Primo, que hunde la
al infierno porque no tienes chavos pa compra) perico [sonríe malé- llave otra vez en el montón de cocaína].
volo e inhala de la punta de la llave con cocaína que Primo le sos- Philippe: [se ríe] ¿Por eso es que tienes los zapatos tan sucios?
tiene bajo la fosa nasal izquierda]. Y si yo no me puedo ennotar César. La única razón por la que yo no tengo zapatillas nuevas es por-
como a mí me gusta los fines de semana ... [aspira de nuevo; fuertes que tengo que tomar una decisión: o ahorro chavos pa comprarme
risas mutuas].
unos chambones o me ennoto y me enfiesto. Y por ahora, sea como
Philippe: ¡Okey, okey! Te entiendo, C-Zone. Pero en serio, Primo, tú sea, yo me voy a arrebata) [vuelve a inhalar coca].
tienes un juicio en estos días.
Los chavos que yo me gano en el Salón de Juegos son pa mi locura
Primo: [inhala] Tienes razón, yo estoy inventando excusas, pero el lu- personal, pa alimentar mi propia drogadicción y autodestrucción. Yo
nes voy a ir otra vez a la agencia pa darle seguimiento. Debe ser que y más nadie soy el que decido qué hacer con ellos. Nadie me puede
ya me acostumbré a bregar en la calle porque ha pasado mucho decir qué hacer.
tiempo desde la última vez que tuve un trabajo legal. Son pa que yo me pueda lastimar por dentro, pa despeltarme todas
La semana pasada me mandaron a una sastrería pero no me gustó. las mañanas con el estómago torcido, hecho un nudo, enfermarme y
Yo no quería ponerme a medir hombres. ¿Tú estás loco? No es pa mí vomitar y no poder comer ni respirar y tener churras, y andar ca-
eso de tocar hombres por todas partes. gando por toas partes, y estar jodido, y tener un ojo rojo y el otro
Aun así pude haber durado más de dos semanas. Ésa no es la única blanco, y el pelo apestoso, y odiar a mi mujer y odiar a todo el mundo
excusa. El problema es que yo me seguía amaneciendo en el Salón por la mañana. Eso es lo que me pasa a mí la mañana siguiente
de Juegos y me tenía que levantar por la mañana pa ir a trabajar. [vuelve a inhalar] .
César. [lo consuela] Naaa. Yo visité la tienda. Ése no es un lugar pa Pero después me tranquilizo y vomito y cuando vuelvo al Salón de
empezar una carrera.
Juegos ya me siento bien. Aquí la pasamos bien y rompemos cosas
Primo: [cabizbajo] Yo hice un chorro de estupideces. Escogí venirme [señala el sitio donde estaba el televisor; le abre la puerta a
de allá pa acá y sigo metido acá.
un cliente del Salón que toca a la puerta]. Fastidiamos a los clien-
César. Sí, en estos días yo me siento perezoso; sencillamente quiero tes, insultamos a los clientes. Insultamos a los clientes en espa-
despertarme a la jodía hora que me venga en gana. Lavarme las bo- ñol frente a sus narices, les jodemos el cerebro, les vendemos dro-
las y salir a la calle empanzado por toda la comida que hay en mi gas de polquería pa ganarnos nuestros chavos [acepta diez
casa, y janguear con el corillo, y escribir rimas [de rap] y relajar en el dólares y entrega dos ampollas de crack] y entonces podemos ir a
piso de arriba y ganarme mis chavos de porquería. comprar drogas de porquería [señala el billete doblado con
Ves, yo me mantengo fuera de problemas mientras vendo piedra cocaína sobre la rodilla de Primo] y despedazarnos a nosotros
porque me la paso relajando con Primo [le hace una indicación a mismos y hablar una inmensa cantidad de pendejadas [señala mi
Primo para que prepare más cocaína]. Lo que me jodió cuando yo grabador].
tenía trabajo limpio es que yo fumaba pipa. Eso fue lo único que me Philippe: ¿Y qué pasa con los chavos que te podrías ganar regular-
jodió.
mente si tuvieras un trabajo limpio?
Porque, en serio, yo estoy feliz con mi vida. [Aspira] Nadie me fasti- César. La mujer mía está pendiente de mí y me da comida, porque a
dia. Recuperé el respeto.
ella le dan weifarey cupones pa alimentos. En unos meses a mí otra
Abuela me quiere mucho. Tengo una mujer. Tengo un hijo. Yo me vez me empiezan a dar trescientos pesos mensuales del seguro social
siento completo. A la verdá no necesito más nada. Tengo chavos pa y eso va a ser suficiente pa todo lo que yo necesito.
142 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIENDO CRACK EN HARLEM LA "BREGA LEGAL": HUMILLACIÓN Y OPOSICIÓN EN EL TRABAJO 143

Yo me metí en un lío porque el gobierno se dio cuenta que yo tuve Yo le dije: "Tal vez usted no es mi supervisor. ¿Por qué no le pre-
un trabajo legal y me cobraron mil quinientos pesos de impuestos. gunta a otra persona?".
Me van a sacar el jugo unos meses hasta que mi SSI* lo pague todo. Y él me dijo: "No, yo tengo su carpeta. No sé qué se hizo".
Tenía una montaña de carpetas y yo con la esperanza de que buscara
por allí y encontrara la mía, pero nunca apareció. Fue como si yo
nunca hubiera existido.
LOS PRIMEROS EN SER DESPEDIDOS, LOS ÚLTIMOS EN SER CONTRATADOS
Un mes después, tras otra serie de rechazos, la confianza de Primo cayó en pi-
Ninguno de los miembros del círculo de Ray se consideraba una víctima. El ni- cada y su consumo de drogas se intensificó. Vivía en carne propia la sensación
cho que ocupaban en la economía clandestina les impedía reconocer que la de impotencia que las fuerzas impersonales de la oferta y la demanda les im-
sociedad dominante los juzgaba social y económicamente superfluos. Fui tes- ponen a Jos obreros vulnerables en períodos de recesión:
tigo de una de las mayores batallas de Primo contra el trágico reconocimiento
de su profunda vulnerabilidad económica al seguir de cerca uno de sus inten- Primo: Supongo que se ha vuelto complicado conseguir trabajo. An-
tos de reingresar al mercado laboral legal, esfuerzo que desafortunadamente tes era fácil, aunque pa mí que este centro TAP [Centro de Evalua-
coincidió con la recesión que afectó a la economía estadounidense entre 1989 ción, Valoración y Colocación, por sus siglas en inglés] me manda a
y 1991. Al principio, Primo tenía plena confianza en que encontraría trabajo: los sitios equivocados.
"He tenido como diez trabajos en mi vida. Me salí de la escuela a los dieciséis Yo le dije a mi asesor: "¿Por qué usted no me manda a un sitio donde
y he trabajado siempre. Cualquiel morón puede encontrar trabajo por ahí". no haya mandado a nadie el día anterior, pa que me contraten? Por-
Incluso sentía una suerte de placer al tomar el metro por la mañana, maravi- que cuando usted manda a una pila de personas, ya se sabe que no
llado ante lo "sanos y bien peinados" que lucían los pasajeros con empleos le- me van a contratar".
gales. Pero yo creo que mi asesor tiene un trato con los jefes pa que les
Primo sufrió una larga serie de rechazos categóricos. Pese a que los periódi- mande el puñado de personas a la vez. Así ellos pueden escoger al
cos en esos días publicaban una avalancha de artículos eufemísticos acerca del mejor. Y eso me está malo, pana.
"apaciguamiento del mercado laboral" y la "pausa temporal del crecimiento Yo me le quejé: "¿Por qué usted no les dice: 'Solamente podemos
de la economía estadounidense", Primo culpó a su asesor de colocación de mandar a una persona, porque no tenemos más. No tenemos mu-
empleo. 2 Desafiante, "despidió" a su asesor: chos clientes'?".
Pero, en cambio, el tipo me mandaba a mí y a todos los demás. Eso
Prirrw: Pa mí que este canto de cabrón en el centro de trabajo, el ase- te jode las posibilidades. ¿Cómo es eso que uno tiene que reñir pa
sor de empleo, estaba drogao. Siempre que yo me reunía con él te- conseguir trabajo?
nía los ojos rojos. Perdió todos mis papeles. Lo asignaron a que me Antes Jos TAP eran mejores. Siempre que me mandaban a una com-
ayudara y no tenía ni la menor idea de quién yo era. Me mandó a un pañía, fuácata, me contrataban, porque no enviaban a un puñado
fracatán de lugares, y nada. de gente. ¡Te lo juro!
El pana ése pasaba arrebatado. El día que perdió mis papeles se
puso a buscar mi archivo por toda la oficina. Es un idiota, pana, por- En 1990, la caída estrepitosa del número de empleos básicos en el mercado la-
que ese archivo era bien grueso. Todos los exámenes que yo había boral legal tomó a Primo por sorpresa. La recesión no sólo le dificultó la bús-
hecho estaban allí. queda de empleo, sino que lo llevó a percatarse de las restricciones particula-
res de la nueva etapa de vida en que se encontraba: pronto sería demasiado
viejo para competir por los trabajos que había desempeñado cuando era ado-
lescente, época en la cual abandonó la escuela e ingresó con entusiasmo a la
* Supplemental Security Income: beneficio que otorga el gobierno a personas fuerza laboral legal. Ahora, a sus veintiséis años, su historial de trabajo legal te-
con bajos ingresos y recursos limitados. [N. del T.] nía una larga interrupción difícil de justificar al solicitar empleo. Acabó in te-
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riorizando la m<Wginación estructural. Entró en pánico y cayó en espiral hacia Primo: [suspicaz] ¿Cómo, "lo que tiene""?
la depresión mentaL Benzic. (ignora la pregunta] Pues mira, Pops.lo que tú tienes que ha-
cer es fregar platos, pero te pagan seis pesos la hora, y no hay nin-
Prinw: Me equivoqué, Felipe. Yo pensaba que era facil conseguir tra- gún otro lugar que de entrada te pague seis pesos por fregar platos.
bajo. Lo más que te dan son cuatro o cinco pesos.
Escuché en las noticias que hay una depresión ... una recesión eco- Y después de un año te dan una semana de vacaciones...
nómica, una vaina así. Y yo pensé para adentro: "¡Coño! Eso va a jo- Primo: [interrumpe] Contéstame. ¿Qué tiene El Gordo? ¿Por qué le
der no sólo a los que bregan pal Estado, la municipalidad o el go- tienen pena?
bierno federal, eso también nos jode a gente como yo, gente que no Benzie: [avergonzado] Bueno, es lento, tú sabes, entonces trabaja un
tiene especialización, como yo. Esto va a estar bien cabrón". poco raro ...
No poder encontrar trab~o me hace sentir como un mamao. Por- Prinw: [preocupado] ¿Qué quieres decir con que es lento?
que a veces la gente piensa que yo soy un manganzón porque me Benzie: Es decir, es lento de mente. Tiene una discapacidad. [A la de-
viene en gana. fensiva] Mira, pana, yo sólo te estoy tratando de ayudar.
Pero uno se cansa de estar sin nada que hacer. A mí me gusta ser útil,
sentir como que valgo algo. Estar sin trabajo me hace sentir mal, pana. Quedaba claro que el colega de Benzie que sufría de retraso mental era más
competente que Primo para el puesto de lavaplatos. Mientras tanto, en esos
Quizá consciente de que las conexiones personales suelen ser útiles para obte- meses, la vida personal de Primo comenzaba a desmoronarse. Llevaba meses
ner empleo, Primo empezó a invitar a Benzie, su único ex colega del Salón de alojándose en el cuarto de su novia, María, que vivía en el departamento de su
Juegos que tenía un trabajo estable, a pasar más tiempo juntos. Dicho y hecho, hermana en el caserío ubicado frente al Salón de Juegos. La hermana de Ma-
Benzie comenzó a contarle a Primo sobre la posible desocupación de un ría huyó a Connecticut con su marido y sus tres hijos después de que el socio
puesto en la cocina del gimnasio del barrio rico al sur de East Harlem donde narcotraficante de su marido apareciera muerto de un disparo en el automó-
trabajaba. Un 23 de diciembre, Benzie invitó a Primo a la fiesta navideña del vil familiar. Primo y María asumieron la responsabilidad del alquiler, pero fue
gimnasio con la esperanza de presentarle a la supervisora, pero Primo llegó en esta época cuando Ray disminuyó los turnos de Primo a dos noches por se-
tarde, horas después de que se marcharan los gerentes y administradores. Úni- mana y, para colmo, las ventas no marchaban bien. María consiguió empleo
camente pudo conocer a algunos de los conserjes que se habían quedado ter- en un restaurante de comida rápida, pero el salario no era suficiente para sol-
minando de beber el ponche. Más tarde esa misma noche, rodeado de cer- ventar las necesidades de ambos. Primo, carente de opciones, les tuvo que pe-
veza, cocaína y heroína en la escalera del residencial público donde vivía con dir limosna a su mamá y sus hermanas.
su madre, Benzie le reprochó a Primo el haber arruinado su mejor oportuni-
dad de conseguir empleo. En el transcurso del diálogo, Primo descubrió los Primo: María empezó a brega! en Wendy's esta semana, pero gana
inconvenientes del puesto y con quiénes debía competir: ochenta y pico, noventa y pico pesos semanales netos. El weifare que
le dan es una porquería, no llega ni a cuarenta pesos por quincena.
Benzie. ¿Tú te acuerdas de El Gordo, el goldito ése que estaba en l;;¡ Son treinta y siete pesos y un par de centavos porque los cajeros le
fiesta? Bueno, ése es el que estoy tratando de que boten pa que tú quitan un poco. Acho, es una porquería lo que le dan.
cojas el puesto que él tiene. Pero yo y María nunca pasamos hambre, porque si no tenemos nada
fumo: Pero ése lo único que hace es fregar los platos. que comer en casa de María, yo me voy pa la casa de mi mai, o
Benzie. (un tanto inquieto] Yo sé ... yo estoy con él atrás. Yo estoy a donde mi otra hermana que vive aquí en la cuadra.
cargo de él y todo lo hace mal. Yo lo trato de corregir, pero él no se A veces la mai mía me ayuda. Me da veinte pesos, tú sabes. De vez en
toma el trabajo en serio. cuando me da cupones, más o menos una vez al mes.
Yo le digo a mi supervisora que yo conozco a una persona que de ve-
ras quiere trabajar. Pero es que ella es blandita con él, porque le Pocas semanas después de esta conversación, el Instituto Neoyorquino de Vi-
tiene pena. Y yo le tengo pena también porque sé lo que él tiene. vienda desalojó a Primo y María por no pagar el alquiler. Debieron separarse,
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y ambos regresaron a vivir con sus respectivas madres en dos complejos habi- pesos con cuarenta la hora. Cuatro pesos es una porquería y ése es
tacionales del Instituto de Vivienda en El Barrio. un trabajo con un sindicato.
Así que creo que yo no voy a conseguir trabajo por mucho tiempo,
porque yo no pienso trabajar de gratis. Y, para ser honesto contigo,
tampoco pienso trabajar por cinco pesos la hora. De pór sí no me
LA INTERIORIZACIÓN DEL DESEMPLEO cogen en los trabajos que pagan eso, como quiera.
Ya no tengo ganas de hablar de eso, Felipe.
Durante los meses siguientes, la estrategia principal de Primo consistió en ne- No tiene sentido que yo despeldicie tantos chavos en pasajes pa ir a
garse a reconocer que el mercado laboral legal le había cerrado las puertas de- todas esas entrevistas y que luego no me cojan. Fui a muchos lugares
finitivamente. Acrecentó su consumo de alcohol y drogas y arremetió contra su y ya me cansé, Felipe. Así fue como acabé de nuevo en el Salón de
novia, la única persona sobre la cual todavía ejercía poder. Cuando María per- Juegos.
dió el empleo en Wendy's, Primo reaccionó con sermones cuya lógica subverúa
los roles sexuales tradicionales respecto al trabajo asalariado, aunque a la vez in- De hecho, Primo sí tenía ganas de hablar de ello, pero únicamente después de
sistía en mantener el monopolio del patriarca sobre la disciplina familiar. tomar suficiente alcohol e inhalar suficiente cocaína y heroína como para ad-
mitir sus más íntimas preocupaciones. Willie, su anterior vigilante, ahora re-
Primo: Yo tengo que abusar verbalmente de esajeba porque no hace cluta militar, había tenido franco durante este período difícil y al atardecer los
nada por sí misma: terminar la escuela o algo por el estilo. Siempre tres acostumbrábamos ir al patio de una escuela cercana para discutir nuestros
quiere quedarse en casa dándome besos y acurrucándose conmigo problemas personales. Nos agachábamos entre las trepadoras y los pasamanos,
en vez de hacer algo productivo. aislados de las ráfagas de viento y de las luces policiales para que Primo y Wi-
Pero yo lo manejo bien. Yo me la paso diciéndole que busque tra- llie pudieran colocar sus paquetes de diez dólares de cocaína y heroína sobre
bajo. Ya la voy a hartar de tantos sermones que le doy. dos gruesos troncos de madera diseñados para juegos de niños. Como amigo
Yo creo que María debería trabajar en un McDonald's, pa que acu- de Primo, me preocupaba el aumento en su consumo de alcohol y drogas y de-
mule la experiencia que va a necesitar en el futuro, tú sabes. Pero seaba verlo enfrentar sus problemas. Irónicamente, en mis grabaciones de los
ella que no y que no. Yo la amenacé que si no consigue trabajo, yo depresivos diil.ogos entre Primo y Willie, que eran prácticamente confesiones
me voy a dejar de ella. al estilo del "fluir de la conciencia", se escuchan de fondo los gritos de los ')o-
Yo le digo: "Vete pal counseling, llama por teléfono". Pero ella nunca seadores" con los nombres de las marcas de heroína que estaban a la venta en
llama y se olvida del asunto. el patio escolar: "Terminator", "Black Power", "DOA'' (Dead on Arrival, Muerto
al llegar), "Rambo", "Tóxico". Este patio de recreo era uno de los puntos de
A largo plazo, el mecanismo de defensa de Primo consistió en refugiarse en las heroína más dinámicos de Manhattan y al mismo tiempo la sede central del
filas de quienes los economistas llaman -con un eufemismo-los "obreros des- Distrito Escolar de East Harlem. 4
motivados", individuos a quienes los datos oficiales ni siquiera clasifican como
desempleados. A mediados de los años ochenta, un número cada vez mayor Primo: Okey, okey, Felipe, entiendo lo que tú dices. Yo me la paso
de sociólogos comentaba "la caída en picada" de la tasa de ocupación laboral dándome palos y esnifeando perico.
entre los puertorriqueños residentes en Nueva York. Primo fue parte de este Tú dices que estoy deprimido. Pero cuando yo estoy bajo la influen-
proceso. A pesar de que la tasa masculina de ocupación laboral se estabilizó cia, lo que siento es que no hay nada que me importe un caraja. Tal
para el censo de 1990, en ese año, entre todos los grupos étnicos estadouni- vez hoy me vomite y me salgan las tripas, pero mañana será otro día.
denses, los puertorriqueños superaban únicamente a ciertos sectores de los Mañana es el día siguiente. Voy a estar sobrio y voy a tener tiempo pa
nativos norteamericanos. 3 pensar [inhala heroína y me pasa un cuarto de Bacardi].
Willie: ¿Tú sabes cuál es tu problema, Primo? [inhala]. Que tú no tie-
Primo: Me ha ido mal buscando trabajo. No me han cogido en nin- nes esperanzas. Tú no tienes trabajo. Uno tiene que estar entusias-
gún sitio. Ni siquiera como portero en Woolworth's, que paga cuatro mado por algo pa tener esperanzas.
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Primo: [continúa] Mañana, pana ... mañana será otro día ... [señala con un poco de los chavos que te ganas en el Salón de Juegos?
la cocaína y la heroína]. [tomo un trago].
Philippe. Mañana vas a estar pegado. Primo: Ése es el problema. La mai mía me da comida y hospedaje. Lo
Primo: ¿Tú sabes? Yo creo que estoy a punto de volverme alcohólico. único que yo hago es aprovecharme de esas cosas [aspira cocaína].
Sí, yo tengo que dejar de beber, pana. Tengo que dejar el alcohol. Yo Pero yo lo reconozco. Me hace pensar y me hace sentir mal y yo digo
me estoy matando a mí mismo. No voy pa ningún sitio. Tienes ra- pa entre mí: "tal vez si yo no relajara tanto, como ahorita mismo, yo
zón. No voy pa ningún sitio. podría bregar con mis problemas".
Philippe. ¿Y qué piensa tu mamá de lo que está pasando? ¿Le mo- Philippe. ¿Entonces por qué hoy te gastaste tu dinero en esto? [señalo
lesta? [le paso el cuarto de Bacardi]. la cocaína y la heroína y después la botella de Bacardi de la que
Primo: ¡Claro! [toma un sorbo]. Pero Felipe, esto me molesta a mí bebo].
también. Sobre todo porque yo no voy pa más joven. Cada vez estoy Prima: Y la mai mía se la pasa regañándome. No porque me coma la co-
más viejo y sería como: "¿Qué pasaría si no estuviera mi mamá?". Si mida de ella, porque ella no quiere que yo pase hambre, pero es que
mi mai no estuviera, mis hermanas no me tratarían como me tratan a nadie le gusta que haya un agregao en la casa. "Tú no vas a la escueta.
ahora. Y si ellas no me quisieran cuidar, pues entonces, tú sabes, yo Tú no haces na. ¿Por qué no vas y buscas un trabajo? Tú ya no eres un
sería un bon ... un bon todo abochornao. nene". "¡Él es un hombre ya!" [Levanta los brazos para imitar el gesto
Si quisiera vivir aquí en Manhattan yo no tendría casa y tendría que de angustia de su madre en un diálogo imaginario con alguna persona
vivir como un poldiosero. Y si no puedo encontrar trabajo, ¿cómo amiga.]
voy a conseguir los chavos pa pagar un apartamento donde vivir? Philippe. ¿Y eso, cómo te hace sentir?
Con lo caro que está ahora el alquiler. Tendría que vender drogas ... Primo: Me hace sentir como que tiene razón y que tengo que endere-
o ... o hacer algo pa poder sobrevivir. zarme, y ganar dinero, y después no usar drogas, y trabajar.
Si no hago nada de eso, tendría que coger mantengo. Y a mí no me A la verdad, pana, si yo trabajara, la mai mía hasta me plancharía la
gusta pedir dinero, tú sabes. Yo no quiero pedirle nada a nadie. Yo ropa. Yo andaría por ahí con la ropa toda aplanchada. Mi mai no se
me quiero ganar mis propios chavos. quejaría cuando María me visita, ni siquiera cuando se queda a dormir.
Willie. [interrumpe] ¡Sí! Antes todo el mundo trabajaba y el man- En cambio, ahora mi mamá me mortifica: "para que aprendas".
tengo era lo más bajo, lo peor de lo peor. Pero ahora es como el Ella trabaja, mis hermanas trabajan, ¡todas trabajan! Uevan una vida
nuevo estilo. Ahora todo el mundo coge mantengo. Pero mi familia tranquila, tú sabes. Ella quiere verme trabajando y haciendo algo
sí trabaja. Nosotros nunca hemos pedido mantengo. bueno con mi vida.
Primo: Además, los del weifare me obligarían a hacer algo. Tendría Así es como me trata la mai mía. Ella se encabrona cuando se des-
que meterme en una escuela o llevar algún tipo de entrenamiento pierta en la mañana y yo sigo durmiendo. Y después cuando vuelve a
pa que me sigan dando el cheque. la casa cansada del trabajo y me ve sentado te como un rey frente a la
¿Cómo voy a vivir solo, mantenerme y además ir a la escuela con tele en una mecedora, como unjodío turista ... [despliega el cuerpo
la porquería de dinero que le dan a uno del weifare? Tendría que como si estuviera tendido en una hamaca] ¡Se enfogona, pana!
ponerme ajoseal pa ganarme los chavos que uno necesita pa vivir. [toma un trago].
Willie. No, Pops [inhala cocaína, luego bebe]. ¿Tú sabes cuál es el Y tiene razón. Tengo que hacer algo bueno con mi vida. Tengo que
problema contigo? El problema contigo es el dinero rápido. Tú empezar ahora, aunque no tenga trabajo. Tengo que volver al mundo
te acostumbraste ... te acostumbraste a ser un mandulete y aun así del trabajo ... y buscar lo que yo quiero.
tener donde vivir, donde comer, donde caer dormido por la no- Hasta ahora, pa decirte la verdad, yo sólo he sido un manganzón
che. jendido y desnudo.
Prima: Sí, yo me acostumbré a que me dieran de comer en casa ... sin Willie. Yo soy como tú, Primo [bebe]. Crecí contigo al mismo
hacer nada por mejorar mi vida [inhala y bebe]. tiempo. La mai mía también ha trabajado siempre. Trabajaba duro,
Philippe. ¿Y cómo te sientes por eso? ¿Qué tal si ayudas a tu mamá como una esclava. Era la asistente de una norsa. No ganaba mucho,
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tú sabes, pero nunca tuvimos que pedir mantengo. Y yo me siento tiempo. El mes pasado duró quince días en un sitio [la sastrería]. Yo
igual que tú. le daba dinero pal pasaje y comida ~al almuerzo, pero él ni siquiera
¡Pero carajo, pana! Es difícil. Sí que es difícil. O sea, toda la mielda regresó a la tienda a recoger el cheque que le tenían que dar.
por la que yo he pasado [inhala heroína]. Yo no puedo dejar cervezas en la refrigeradora porque él las coge pa
Primo: [inhala cocaína] Okey, es difícil, pero no imposible. llevárselas a los amigos.
Willie: [extiende la mano para tomar la cocaína] Pero cuesta, Pops. ¿Y si de pronto yo cayera enfelma y no pudiera trabajar más? ¡Perde-
Yo tuve que pasar por tantos dilemas. ríamos el apartamento!
Primo: Olvídate del pasado. Piensa en el hoy, y luego aborda tu fu-
turo. Por si fuera poco, Primo y su madre fueron víctimas de un timo por $2400 idea-
Es decir, si yo vivo mal, yo quiero que me ayuden a corregirme. Tú y do por una escuela de formación técnica que se aprovechaba de las falsas espe-
yo estamos enfiestándonos ahora, ¿no? Pero mañana tú te vas a des- ranzas de los desempleados. Una carta de la escuela le hizo creer a su madre
pertar. Aunque estés pegao, te vas a comer tu desayuno, o lo que sea, que se había ganado un cupón válido por un 50 por ciento de descuento para
y te vas a recuperar. Porque tienes que hacer algo pa mejorar tu vida un curso de capacitación en mantenimiento que costaba $4800. Pagó la prima
por ese día, y luego continúas con el mañana, si se tiene que conti- de inmediato y obligó a Primo a asistir a las clases. Rápidamente descubrirían
nuar. que la oferta de mitad de precio dependía de que el cliente calificara para un
Willie: Pero Primo, Primo, estoy tan perdido en mi vida. préstamo federal que cubriera el monto reducido, y Primo, que no tenía ni la
menor idea respecto a las responsabilidades que involucraba el préstamo, soli-
Esta noche acabó desastrosamente para Willie. De alguna manera logró que le citó los $2400 y se inscribió en el curso con entusiasmo. Pronto empezaría a ha-
prestáramos diez dólares y se lanzó en una juerga de crack hasta la mañana si- cer alarde de los "ochentas y noventas" que obtenía en las pruebas semanales y
guiente. a ilusionarse con la expectativa de encontrar trabajo estable como conserje.
A lo largo de estos meses, en la etapa más grave de la recesión económica, Añadía el clásico refrán rural puertorriqueño "si Dios quiere" cada vez que
yo empezaba a cimentar mi amistad con la madre de Primo. Sosteníamos con- mencionaba la fecha de graduación del curso.
versaciones telefónicas con regularidad, y ella parecía desconsolada ante el El sueño de Primo se estrelló estrepitosamente pocas semanas antes de su gra-
hundimiento de su hijo en la depresión y el alcoholismo. La situación familiar duación, cuando la escuela se declaró en quiebra. Su madre perdió los $2400 y
se deterioró aún más cuando la entrada principal de agua del departamento Primo quedó comprometido a saldar el préstamo que la escuela le había trami-
se reventó, cosa que obligó a la madre y las hermanas de Primo a utilizar cube- tado. Para rematar, en esos meses Primo peleaba su segundo juicio de año y me-
tas para traer agua de los departamentos vecinos. Esta molestia se extendió dio de duración por la venta de dos ampollas de crack a un policía encubierto.
por dos semanas, pues los plomeros se presentaban a arreglar la tubería du- Recuerdo el asombro que sentí el día que asistí al juicio y observé al abogado pú-
rante el día, cuando las mujeres estaban trabajando, y Primo, dormido, no es- blico regañar a un Primo manso y cabizbajo en la escalera frente al tribunal.
cuchaba el timbre.
¿Qué clase de imbécil eres? ¡Lo único que tienes que hacer es conse-
La madre de Primo: Llega a la casa a las siete de la mañana y se echa guir trabajo! ¡Cualquier trabajo estúpido! Para mostrarle al juez que
en el sofá como un perro borracho. eres una buena persona. ¿No entiendes lo que yo te digo, carajo?
Le debería dar vergüenza que a los veintiséis años todavía esté vi-
viendo con la mai. Debería buscar una mujer y mudarse con ella. Desde luego, el problema era que, en plena recesión, Primo era incapaz de en-
Hace veintitrés años que yo eché a mi esposo de la casa y Primo es contrar "cualquier trabajo estúpido". César, ahora su única fuente de empatía
igualito a él. Todas las mañanas viene jendío de la calle. y comprensión, se solidarizó con él e intentó alentarlo con evocaciones del éx-
Él siempre tuvo malas juntas. Ya me lo decían los maestros de la es- tasis de las drogas y de la explotación y manipulación que ambos habían expe-
cuela, y él dejó de estudiar a los quince años por culpa de esas ma- rimentado en el mercado laboral legal.
las juntas que tenía. La dimensión más convincente de esta celebración de la vida marginal era
A la verdad, él nunca se ha mantenido en un trabajo por mucho que redefinía el crack y el desempleo como fuentes de orgullo, aun si a largo
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plazo ambas v.ocaciones e:ran aut.odestluctfva5.. Un martes por la noche, luego de Okey, tal vez no todos los puertorriqueños sean así, porque todavía
un .Yetreado turno en el Salón de Juegos, ¡;¡.compañé a Primo y a César a com- hay mucha gente de la vieja guardia,que trabaja. Pero la nueva gene-
prar una bolsa de veinte dólares de Sapo Verde, una nueva y reconocida marr:a ración, ¡ni lo pienses!
de cocaína que se vendía varias calles hacia el sur. Era su primera compra en este Nosotros no respetamos na. La nueva generación no le tiene respeto
punto, por lo que César y yo decidimos esperar a la vuelta de la esquina mientras a la porquería de las instituciones públicas. Queremos ganar dinero
Primo hacia la transacción para no "petrolizar" a los vendedores. fácil y eso es todo. Fácil, eh, fíjate. No nos gustan los trabajos duros.
Mientras Primo hacía la compra, entré en conversación con tres mexica- Ésa es la nueva genernción.
nos indocumentados originarios de Piaxda (una municipalidad rural en el La vieja gualdia era pa cuando éramos nenes y bregábamos como es-
estado de Puebla) que bebían cerveza en la entrada del tenement donde vi- clavos. Yo tuve toda clase de trabajos estúpidos ... ordené chatarra,
vían, y miraban con desdén a los compradores de Sapo Verde que pasaban lavé ropa, repartí el correo en agencias de publicidad.
por delante. Uno de ellos había inmigrado dos años atrás y ganaba $500 se- Pero ya no más, panín [pone el brazo alrededor de Primo]. Ahora
manales arreglando máquinas freidoras. Puse mi brazo alrededor de César y es tiempo de la rebeldía. Preferimos no pagar impuestos, ganar
le pregunté al mexicano exitoso cómo explicaba que le fuera "tan bien" en chavos rápidos y fáciles y sobrevivir. Pero eso tampoco nos satisface,
tanto que mi amigo César, un estadounidense anglófono e inteligente, no ¡ja!
hallaba un puesto que pagara $200 semanales. La respuesta fue llanamente
racista:

Bueno, te lo voy a explicar con una sola palabra: porque los puerto- SUEÑOS DE CAMBIO
rriqueños son estúpidos. ¡Estúpidos! ¿Me entiendes? Son estúpidos,
porque mira a este güey [señala a César]: él sabe hablar inglés. Y mí- Pese a la firmeza que mostraba en público, César tenía dudas respecto de su
raJe el cuerpo. Con ese cuerpo debería tener un trabajo al menos exclusión de la sociedad dominante. De vez en cuando compartía las fanta-
tan bueno como el mío. Y la razón por la que no lo tiene es porque sías de Primo de transformarse en un "pana normal, trabajador". Su toleran-
es bruto. Eso es todo. cia de la explotación, sin embargo, era mucho menor que la de Primo; era
Les gusta hacer dinero fácil. Les gusta andar como sanguijuelas, chu- mucho más sensible al desprecio personal en el trabajo y era aún más incapaz
pando todo lo que puedan a las demás personas. ¡Pero los mexica- que Primo de interactuar eficazmente con la cultura de oficina. De todos mo-
nos no somos así! ¡Para nada! Nos gusta trabajar para ganarnos el di- dos, él también se dejaba ilusionar con "bregar legal" cuando quiera que se le
nero que nos pagan. No somos ladrones. Vinimos aquí a trabajar y presentaban oportunidades en contextos no plenamente antagónicos a las
eso es todo. normas de la cultura callejera. Por ejemplo, cuando Ray alquiló un almacén
en su primer intento concertado de lavar las ganancias que recibía del crack,
Convencido de haber provocado un altercado, entré en pánico y me volteé César se abalanzó sobre la posibilidad de asistido. Ray había contratado a
para mirar a César. Éste, sin embargo, sencillamente esperó a que Primo regre- Primo para que limpiara y renovara el local y este último subcontrató a César
sara y luego contestó en inglés con una réplica que transformó la hum:illación como ayudante. Era una oportunidad perfecta para atenuar la transición de
del mexicano en una reivindicación de la cultura callejera. estos 'joseadores" al empleo legal estable: no sólo mantendrían el mismo jefe,
sino que además permanecerían en el mismo sector de El Barrio. El almacén
César. [en inglés] ¡Así es, panita! Los boricuas somos cucarachas, es- estaba ubicado a media cuadra de la casa de crack que Ray camuflaba como
tamos viraos y vendemos drogas. No queremos formar parte de esta club social al costado del correo de Hell Gate. En otras palabras, lo único que
sociedad. "¡Combate al poder!", como dice la canción. 5 Primo y César tendrían que hacer seria intercambiar el crack que solían sumi-
¿Pa qué nos vamos a poner a trabaJar? Nosotros vinimos a este país nistrar a los vecinos por manteca, cigarrillos, papas fritas, cerveza, helados y
y nos aprovechamos de las libertades porque a los puertorriqueños sándwiches.
no nos gusta trabajar. Somos cacheteros del sistema, nos engorda- Por razones similares, a Ray también lo ilusionaba el intento de abrir un ne-
mos y nos chichamos a toas las jebas. gocio "limpio". En la etapa inicial demostró ser un empresario astuto y logró
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negociar un precio reducido por el alquiler del negocio delantero con el Yo soy el jefe del departamento de los sánguches, de la limpieza y de
dueño anterior, quien debió huir del vecindario cuando los boliteros que usa- los fuetazos a los clientes. Y jefe del departamento [agranda los ojos
ban el local como banco lo prendieron fuego tras una disputa por el reparto con malicia] de estafas y malversación.
de las ganancias. Las primeras tareas de Primo consistieron en matar las ratas, ¡Ajá, ajá! También soy el bichote, el que pone orden. Si yo atrapo a un
tirar a la basura la mercadería incendiada y anegada y, por último, repintar el ladrón, cuando venga la jara no lo van a tener que esposa!. Van a te-
local. César era singularmente eficaz a la hora de fulminar los gigantescos ro- ner que sacarlo en camilla, porque Primo y yo lo vamos a encamillar.
edores que se habían reproducido exponencialmente en el almacén, como [Toma mi grabador y habla directo al micrófono como si se le hu-
sólo ellos saben hacerlo en una tienda neoyorquina abandonada durante un biera oc{¡rrido una idea brillante] Vamos a convertirlo en un club de
mes y medio después de un incendio. Se deleitaba aniquilándolos con pata- informantes, pa Felipe. ¡Un club!
das, escobazos y ladrillazos certeros.
Independientemente de la mugre y de la cantidad y el tamaño de las ratas, César hizo a un lado el grabador y empezó a actuar como si fuera un cajero,
dignas de un filme de Alfred Hitchcock, que infestaban su nuevo espacio de gritando órdenes, imitando los sonidos de una caja registradora y repartiendo
trabajo, Primo y César seguían entusiasmados por la posibilidad de "bregar con fluidez emparedados imaginarios.
limpio" bajo el auspicio de Ray. A lo largo de estos meses, solían visitarme a la
salida del trabajo con la ropa hedionda y los zapatos empapados y apestosos, César. ¡Ey, el de los sánguches! ¡Ten! ¡Toma el tuyo! ¡Ring! ¡Chin-
forrados con una capa de veneno para ratas y una costra de verduras y frutas chín! ¡Siguiente!
podridas. Alrededor de varios speedball y botellas de cerveza, fantaseaban con [Se recuesta en el sofá de mi sala con los ojos dilatados] Uf, mira
la seguridad de que gozarían cuando trabajaran legalmente en el almacén de qué raro ... Ven, Primo, mira esto [eleva las manos admirando los
Ray. trances visuales de la mezcalina]. Olas azul marino. [Gira y señala
hacia el techo en dirección contraria] ¡Éstas son moradas!
César. Yo todavía no le he dicho nada a Abuela. No le voy a decir a [Abruptamente se voltea de nuevo y me mira a los ojos como si yo
nadie hasta que llegue a casa con un sueldo semanal [choca el puño fuera un cliente] ¿Tienes chavos? [Alza los brazos como He-Man]
contra la palma de la mano y se agacha para inhalar de la llave con ¡Yo trabajo! [alza las manos otra vez para apreciar los colores; luego
he roína que Primo acaba de preparar]. vuelve a actuar como cajero y cliente]. Quiero celeste. ¡Sánguche!
No me quiero salar, pero yo creo que esto es lo único que me va a Ey, el de los sánguches, ¿cómo te va?
funcionar. Voy a dejar las drogas fuertes [inhala heroína una vez más [Se recuesta otra vez, sonriendo] ¡Mira pana! ¡Vamos a abrir un deli!
y sonríe]. Bueno, excepto el perico y la manteca, tal vez. [Se estira y abraza a Primo]
Y mi carrera aquí va a mejorar, porque mientras más chavos gane la
tienda, más chavos voy a ganar yo, porque yo soy el encargado de los El sueño eufórico y legal de César nunca se materializó. Ray fue incapaz de ne-
sánguches. Eso quiere decir que seguramente vaya a tener que traba- gociar el complicado papeleo de inspección sanitaria y de derogación de im-
ja! dos turnos. puestos morosos y no logró abrir el negocio conforme a la ley por un solo día.
Esto es bueno pa nosotros; esto es bueno pa Primo; ya estamos Inauguró el local y lo mantuvo abierto sin autorización oficial cerca de diez
cerca. Hasta aquí llegó el relajo [señala la sala de mi casa con un mo- días, lo suficiente como para percatarse de que no había una cantidad ade-
vimiento circular del dedo]. cuada de demanda para sus productos. La gota que derramó el vaso fue que el
hombre encargado del inventario lo estafó y huyó a Puerto Rico. Ray, dándose
Esa noche, Primo y César habían ingerido cápsulas moradas de mezcalina sin- por vencido, devolvió a Primo y a César a sus turnos de lunes y martes en el Sa-
tética. Si es cierto, como afirman los psicoterapeutas, que las drogas alucinóge- lón de Juegos.
nas desatan las ansiedades, fantasías y obsesiones inconsckntes de quienes las El contraste entre los reiterados fracasos de Rayen el establecimiento de
consumen, la perorata de César muestra lo profundamente ilusionado que es- una empresa legítima (el deli, el club y la lavandería automática) y su nota-
taba con la posibilidad de tener un empleo legal: ble éxito como cabecilla de una compleja franquicia de casas de crack corro-
bora que existe una enorme divergencia entre el capital cultural necesario
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para operar como empresario privado en la economía formal y el que re- legal y lucrativo surgía de sus propias definiciones jíbaras del decoro y de la
quiere la economía clandestina. Como seílalé en el capítulo anterior, la obligación recíproca hacia amigos y parientes. Por ejemplo, cuando mi madre
desenvoltura de Rayen la cultura callejera le permitía ser un jefe eficaz en le pidió que revisara un equipo de ,sonido descompuesto, Primo, extraíla-
el circuito del crack. Era hábil para disciplinar a los empleados y calibrar las mente, faltó a varias citas en el departamento de ella. Yo le insistí para que
necesidades de los clientes. Mantenía un equilibrio delicado entre uso de fuera y por fin una noche fue conmigo. Semanas después admitió que le había
violencia, coacción y amistad, lo que le permitía ganar ingresos consistentes parecido inapropiado visitar sin compañía el hogar de una mujer descono-
y le aseguraba el respeto en la calle. En cambio, en la economía convencio- cida. Finalmente, reparó el equipo y lo dejó en perfectas condiciones, pero no
nal, estas mismas habilidades lo hacían parecer un jíbaro analfabeto y tosco sabía cuánto cobrar porque la cliente era mi madre, quien además nos pre-
a lo~ ojos de los inspectores y demás agentes subalternos que adjudican los paró la cena mientras él arreglaba el aparato.
permisos, realizan inventarios y supervisan el otorgamiento de licencias en
Nueva York.
De modo similar, cuando Primo intentó establecer su propia empresa y
pegó volantes en las paradas de autobuses para anunciar sus "Servicios Mr. Fix- EN BUSCA DEL SUEÑO DEL INMIGRANTE
It [Arreglalotodo]" de reparación de electrodomésticos, también fracasó estre-
pitosamente, a pesar de las destrezas empresariales que demostraba poseer La sociedad convencional dispone de un sinfín de estereotipos racistas para
como gerente del Salón de Juegos. Los pocos clientes que lograban ponerse desestimar a Primo, César e incluso Ray por considerarlos perdedores paté-
en contacto con él por medio del teléfono de su novia, María, se mostraban re- ticos o drogadictos holgazanes, enfermos y autodestructivos. Los ejemplos
acios a contratarlo al tomar nota de su dirección. Luego solían rechazar la que he ofrecido hasta ahora, informados por la teoría de la producción cul-
oferta de Primo de prestar servicios a domicilio. Aquellos que no colgaban el tural, hacen hincapié en el abismo que separa los diversos estilos de comuni-
teléfono sospechaban de su método precapitalista de fijar los precios. Primo, cación y la manera en que el poder se distribuye en torno a indicadores sim-
que ya se sentía inseguro de su intento de "bregar legal", vio cómo la empresa bólicos específicos. Un análisis más atento de la economía política, por otra
se convertía en un foro de humillación racista. parte, nos invitaría a considerar de qué manera el fracaso de estos jóvenes es
producto de las circunstancias en que se encuentran, que los conducen al
Primo: Oyen mi voz y se detienen, tú sabes ... Hay un silencio del otro sector más precario de la economía estadounidense casi desde su naci-
lado de la línea. miento. Quise poner a prueba este argumento solicitándoles a los persona-
Todos me preguntan que de qué raza soy. Me dicen: ¿De dónde tú jes de este libro que me hablaran a fondo acerca de su primer trabajo "ver-
eres, con ese nombre? Porque escuchan el acento puertorriqueílo. Y dadero". Sus relatos me demostraron que, en la adolescencia temprana,
yo les digo que yo soy nuyorican. Me enfogona que me pregunten todos compartieron la ilusión clásica de las poblaciones inmigrantes de clase
eso. trabajadora de encontrar puestos industriales arduos y masculinos para tra-
Yo les digo que me paguen lo que les parezca bien después de repa- bajar tenazmente por un sueldo fijo. Un escenario común surgió de las de-
rar el aparato. Pero ni siquiera quieren que yo vaya a la casa de ellos. cenas de relatos que grabé: con el permiso de su madre, cada uno de estos
Eso no me da coraje, Felipe. jóvenes abandonó la escuela secundaria o incluso la escuela primaria para
solicitar trabajo en fábricas locales. En un plazo de uno a dos años a partir
Las pocas veces que lograba encontrarse cara a cara con sus clientes, Primo en- de su contratación, las plantas en las que trabajaban fueron clausuradas, a
frentaba más obstáculos estereotipados. Cuando hice gestiones en una funda- medida que los empresarios comenzaban a marcharse en busca de mano de
ción a la que estaba afiliado para que Primo reparara tres dictáfono~ y una caja obra más barata. Entonces empezaron a migrar de un trabajo mal pago a
de televisión por cable, recibí un correo electrónico que me aconsejaba no vol- otro, carentes de la educación y las aptitudes que les habrían permitido esca-
ver a invitar a Primo a las instalaciones para que los usuarios "no vayan a pensar par del enclave industrial que atrapó por completo a su círculo de amigos y
que estamos convirtiendo el edificio en un taller de reparación electrónica". parientes.
No todos los fracasos empresariales de Primo fueron impuestos por clientes Otra vez, los casos de Primo y César ilustran claramente estas dinámicas. La
desconfiados o racistas. Parte de su incapacidad para administrar un negocio motivación y la energía de Primo para cumplir el sueño de su madre eran ta-
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les, que abandonó la escuela media en la temprana adolescencia para buscar Primo: Esos tipos nadaban en dinero, pana. Les ayudamos con la mu-
trabajo a través de las conexiones familiares. danza cuando se fueron de El Barrio.
Nos tomó dos días, a mí y a mi p'rimo. ¡Anda pal ca rajo! Qué mucho
Faltaba a la escuela y me iba pa la fábrica a prensar vestidos o cual- trabajo que tuvimos que hacer. Nos dieron setenta pesos a cada uno,
quier cosa que estuvieran haciendo con la plancha de vapor. Era y en ese tiempo eso era un montón de chavos. Además, en ese
ropa de baratija. tiempo éramos unos nenes y no sabíamos na.
Yo era un nene nada más y entre las planchas hacía un calor del de-
monio, pero qué mucho que me gustaba ese trabajo. Fue el mejor No fue casualidad que César interrumpiera este relato con un recuerdo pro-
trabajo que yo tuve. Ojalá me hubiera durado, pero la compañía se pio casi idéntico. Al igual que Primo, César había conseguido su primer tra-
fue de El Barrio. bajo por medio de las conexiones familiares, pero en vez de la industria textil,
La primera pelsona que empezó a trabajar allí fue la hermana de mi acabó en la metalurgia, otro de los nichos menos apetecidos y más inestables
mai, y después el hijo de ella, el hermano de Luis, el que está en la del sector industrial de Nueva York.
cárcel. A él lo contrataron primero porque la mai de él le dio per-
miso: "Si tú no quieres ir a la escuela, tienes que ponerte a trabaja!''. César. Yo también trabajé en una fábrica. Fue mi primer trabajo. El tío
Él era un chamaquito ... tenía como dieciséis o quince años, y yo era mío me consiguió el trabajo cuando dejé de ir a la escuela. Mi mai me
más nene todavía. Así que yo empecé a janguear con él. Sólo a jan- dijo que si no me ponía a trabajar me iba a meter a la escuela otra vez.
gueal, tú sabes, pero luego en la factoría, a veces él necesitaba ayuda En ese tiempo el trabajo me gustaba, pero perdí mucho peso por-
con algún trabajo que lo tenía ajorado y pues, yo le ayudaba. Y el boss que hacía un calor cabrón allí dentro. El jefe nos tenía que dar unas
de él me daba algo al final de la semana. Yo no tenía planeado bre- pastillas de sal y todo.
gar en la factoría; se suponía que yo terminara la escuela; pero sen- Lo que hacíamos era chapar metales y pintar joyas de fantasía. Pero
cillamente sucedió. esa compañía también se fue de El Barrio.
Yo quería ganar chavos y además detestaba la escuela. Yo prefería
trabajar. El tío de César profesaba la misma ideología de clase trabajadora que la tía de
Primo y contrap~nía la dignidad del trabajo duro a la aparente inutilidad de
Como era de esperar, Primo trabajaba para un subcontratista textil, uno de los la educación. Estas miradas remiten más a una adolescencia de clase trabaja-
nichos más vulnerables del sector manufacturero. dora que a una identidad lumpen. Carecen aún del nihilismo desesperanzado
del veterano vendedor de crack. Las condiciones objetivas de las vidas de am-
Primo: La jefa era latina; no sé si ella era la dueña. Ella era la encar- bos jóvenes, sin embargo, les impidieron mantenerse estables en la fuerza la-
gada de toda la factoría. boral industrial. En el caso de César, los límites del trabajo de fábrica se hicie-
El esposo de ella era tecato, pero él estaba encargado de recoger los ron evidentes en la experiencia postrera de su tío, el modelo a seguir entre los
chavos de toa la planilla. Íbamos al centro a que nos pagaran; eran hombres jóvenes de la familia.
unos panas blancos los que tenían todo el dinero.
César. Ése era el oficio de mi tío, recuperar y chapar metales. Él
Primo y su primo hermano asumieron la paradójica tarea de mudar sus em- bregó en la misma factoría casi cuarenticinco años. En un solo tra-
pleos lejos de la inner city. Con ello, se convirtieron en dos de los 445 900 tra- bajo por cuarenticinco años. ¿Tú te imaginas? Cuarenticinco años
bajadores industriales neoyorquinos que perdieron sus puestos entre 1963 y y apenas llegó a ser capataz.
1983, años en que las plazas manufactureras disminuyeron a la mitad. 6 Natu- Un día se tropezó, cayó en el ácido y eso lo jodió. El ácido donde
ralmente, en vez de considerarse víctima de la transformación estructural, hunden el metal. Sí, yo estaba allí. Estuvo bien cabrón. Yo vi cuando
Primo recuerda con placer y orgullo el ingreso adicional que recibió por lim- él se resbaló.
piar la fábrica y trasladar las máquinas: No pudo trabajar por más de ocho meses, pana. Se quemó el tejido
de la piel. Yo lo vi todo colorao con los músculos expuestos. Bien jevi.
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Ni siquiera pudo demandar a los dueños de la factoría. Fue culpa de César ya estaba haciendo chavos y mientras tanto yo de morón en la
su propia negligencia, porque él fue el que se resbaló. Figúrate, tra- escuela. Yo le tenía tantos celos. Tantos celos.
bajaba en una cadena de ensamblaje y le tocaba limpiar los tanques, César siempre trabajó. Cuando yo estaba en octavo y noveno ... no,
unos tanques grandísimos donde echaban los cantos de metal. Pero más bien en décimo, decimoprimero, decimosegundo, él bregaba
que un día iba caminando encima de los tanques y se resbaló. en esa factoría. Siempre andaba acicalao polque tenía mucho di-
Cuando cayó ene el estanque, él se salió bien rápido, en cuestión de nero, tenía jebas y eso.
segundos, pero la ropa se le deshizo todita, SSSS, SSSS. Se achicha- Después de la escuela, yo llegaba a la casa y me ponía a pensar: "Sí,
rró, pana. Gritaba como desquiciado. César tiene jebas porque dejó la escuela y tiene chavos".
Después de eso él peldió mucho peso. Se puso BIEN FLACO. Antes Él era bien chévere. No le tenía miedo a nada, tú sabes. Eso fue an-
de eso él era puro músculo. tes de que te conociéramos, Felipe.
César fue el primeró que empezó a andar con ropa cool. Primo, ¿tú
Es significativo que la vida laboral del tío de César haya tenido como desenlace te acuerdas de Ce en ese tiempo?
la esterilidad y la impotencia sexual, temas que los personajes de este libro so- Siempre andaba con una radio grande. Y en privado él me ayudaba
lían evocar al discutir su débil posición en el mercado laboral legal. con las conexiones, porque después de clase yo siempre me iba a
jangueal con él. Él y yo éramos tan panitas ... tan panitas que yo es-
César. Ése es mi tío Joe. Todavía está to jodía. Tiene las piernas trenaba abrigo todos los años.
como ... como- si hubiera sobrevivido un incendio, con la piel toda César se ponía una chaqueta de cuero color vino y un Kangol color
quemada. vino. Y teníamos unas coronas, esas coronas de oro que uno le pega
Él ya no puede tener nenes, pana. Sólo perros.. Pooque se quemó el a la chaqueta, ves; como esos pinesitos que uno le pega a la camisa.
miernbt"o y eso, tú sabes. Y éramos los cheches del corillo. Fue el mejor tiempo de mi vida.
Ahora vive en Cincinnati, porque la cOJIDpañía ésa se fue de Nueva
York. y el jefe le consigui6 otro puesto como capataz en una factoría
que hace accesorim para baños.
[Reacciona alerta al ver a nna patnl11a desacekrar f:rente al Salón de DESILUSIÓN EN EL SECTOR DE SERVICIOS

Juegos y le hace un gesto a Primo para que es4:ond3! el bolso con las
ampollas de cmck] ¡Oe oe oe oet ¡Quieto quieto qmetof Durante la adolescencia, César, Primo y Willie estuvieron atrapados en un tú-
nel del tiempo. Desde entonces, el sueño proletario masculino de trabajar
En retrmpecúva, la decisión de César de abandonar la escuela con cl permiso ocho horas diarias en un taller sindicalizado para toda la vida, ideal que todos
de su madre para encontrar empleo en un nicho sin salida deJ sector manu- persiguieron en la juventud, se ha visto suplantado por la pesadilla del trabajo
facturero parece un acto trágico y autodestructivo. Sin embargo, en el mo- de oficina mal remunerado y altamente feminizado. El ingreso estable del em-
mento en que tomaba estas decisiones, César se sentía como un rey en su uni- pleo industrial, que quizá les hubiera permitido mantener una familia, esen-
verso de clase trabajadora conformado por hijos de inmigrantes. Para· un cialmente ha desaparecido de la inner city. Acaso si su círculo de amigos y pa-
adolescente de bajos recursos, renunciar a la escuela y transformarse en rientes no hubiera permanecido enclaustrado en el rincón más inseguro del
obrero marginal era un cambio atractivo. Willie, el único miembro de la red sector fabril, su sueño adolescente de clase trabajadora los hubiera mantenido
de Ray graduado en la escuela secundaria, me describió la imagen de poder y a flote por suficiente tiempo como para que lograran adaptarse a la metamor-
masculinidad que César irradiaba a sus quince años en su condición de fosis económica. En cambio, las circunstancias históricas los han impulsado a
obrero industrial: un explosivo enfrentamiento entre su sentido de dignidad cultural y la humi-
llante subordinación que experimentan en los trabajos del sector de servicios.
Willie: Cuando yo tenía catorce y César como quince, el canto de ca- En décadas anteriores, cuando el empleo básico consistía principalmente
brón se salió de la escuela y trabajó todo el año con el tío de él, que en trabajo en fábricas, el choque entre la cultura callejera de oposición y la
era cromador de metales. cultura tradicional trabajadora no era tan marcado, sobre todo cuando las in-
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dustrias contaban con sindicatos. No deseo idealizar el trabajo industrial, que percatan de ello y se dan cuenta de que, a los ojos de sus superiores, parecen
suele ser tedioso y agobiante y acostumbra estar plagado de peligros y jerar- bufones ineptos. Este libro, como sugiere el título, da cuenta de que jóvenes
quías antagónicas. Sin embargo, en el plantel de producción, rodeados de como Primo y César no aceptan pasivamente estas circunstancias, sino que re-
operarios veteranos, los desertores escolares instruidos en los dur_os estilos de curren a la economía ilegal y a la cultura callejera como respuesta a la margi-
la calle suelen funcionar con eficacia, ya que ser rudo y macho tiene un alto nación. Ello, a la postre, los destruye a ellos y a la comunidad que los ampara.
valor cultural, y cierto grado de antagonismo contra el capataz y el "manda-
más" se considera masculino y necesario.
Por el contrario, una identidad callejera antagónica es desastrosa en el sec-
tor de servicios, sobre todo para los auxiliares del sector FIRE, nueva fuente de LA HUMILLACIÓN EN LA OFICINA
la mayor parte de los empleos básicos potencialmente estables. La cultura ca-
llejera entra en total contradicción con las formas dóciles y humildes de inter- Primo y César experimentaron agudas humillaciones en su intento de pene-
acción servil esenciales para prosperar en los trabajos de oficina. Los encarga- trar el mundo hostil y extraño de los ajetreados pasillos de oficina. Primo tiene
dos de las fotocopias y de la correspondencia simple y sencillamente son amargos recuerdos de su breve lapso como mensajero en la sede de una re-
incapaces de conservar su autonomía cultural en el trabajo. Por un lado, no vista especializada, desaparecida pocos meses después de su renuncia. En los
cuentan con sindicatos, y por el otro, tienen pocos colegas del mismo rango años en que lo conocí, ésta fue la única vez que Primo manifestó haberse sen-
que puedan servir de apoyo y resguardo y que cuenten con una noción cul~u­ tido objeto del racismo. La pobreza de la comunicación intercultural en su ofi-
ral de solidaridad de clase. En cambio, los obreros subalternos se ven asedia- cina se manifestaba en el hecho de que Primo ignoraba el nombre y la etnia
dos por jefes y supervisores de una cultura ajena y hostil, empleados de mayor de su supervisora, así como probablemente ella tampoco supiera pronunciar
rango que, cuando no se sienten intimidados por ellos, los ridiculizan, y los o deletrear el nombre de Primo ni del país latinoamericano del que había
juzgan lentos e ignorantes cuando intentan imitar el habla del p~der pero tro- emigrado su madre.
piezan patéticamente al pronunciar palabras técnicas desconoCidas. Los em-
pleados como Primo y César no consiguen descifrar los garabatos llenos de Primo: Mi jefa era una prejuiciosa. Se llamaba Gloria y era una imbé-
abreviaturas misteriosas con que sus jefes les escriben instrucciones en diminu- cil. Era blanca. El apellido de ella era Christian; o no, no Christian,
tas notas adhesivas. El "sentido común" del trabajo administrativo les parece Kirschman. No estoy seguro de si ella era judía o no.
extraño; no comprenden, por ejemplo, la lógica de posfechar facturas o archi- Ella le hablaba mal de mí a cualquier persona que visitara la oficina,
var tres copias de un comunicado. Sus intentos de improvisar o de mostrar ini- tú sabes, como los socios que venían pa coger un break.
ciativa fracasan ineludiblemente, y más bien los hacen parecer incompetentes Les decía: "Él es analfabeto", como si yo fuera tan morón que no iba
0 aun hostiles por no "seguir las claras instrucciones" del supervisor. a entender lo que les estaba diciendo.
La capacidad de comunicación y sociabilidad de estos trabajadores suele ser Entonces lo que yo hice un día -porque ellos tenían un diccionario
aún más inadecuada que sus aptitudes profesionales. Ignoran cómo mirar a los grandísimo allí en el escritorio, ves, un librote bien pesado-, enton-
compañeros, por no mencionar a los supervisores, sin transmitir un aire de ces lo que yo hice fue que abrí el diccionario y busqué la palabra
amenaza. No pueden caminar por el pasillo hacia el surtidor de agua sin mover "analfabeto". Y entonces me di cuenta de lo que ella estaba diciendo
los brazos agresivamente como si estuvieran patrullando el territorio. Las barre- de mí.
ras sexuales son otro terreno todavía más tenso y cargado de complejos matices Ella les estaba diciendo que yo era estúpido, o algo por el estilo.
culturales. Reiteradamente les llaman la atención por ofender a las compañe- ¡Que yo soy estúpido! [se señala con ambos pulgares y hace un gesto
ras con comportamientos que ellas interpretan como agresión sexual. de asco] "Él no entiende nada".
El choque cultural que ocurre en el sector de servicios entre el poder "yup-
pie" y la "babilla" de quienes han crecido en la inner city es mucho más que un Lo más humillante para Primo no fue que lo llamaran analfabeto, sino tener
encuentro superficial de estilos disímiles. Un obrero incapaz de obedecer los que buscar la palabra en el diccionario. La economía clandestina nunca desa-
protocolos de comportamiento de la cultura de oficina jamás conseguirá fiaría de este modo su sentido de mérito personal.
triunfar en esta esfera económica. Los desertores escolares rápidame~te se
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Primo: Ray nunca me humillaría de esa manera. Él no me diría eso cultural de la clase media es requisito implícito del trabajo de oficina. La jefa
porque él también es analfabeto, y además yo tengo más educación de Primo le prohibió atender el teléfono porque, en términos objetivos, un
que él. Yo una vez casi saco el GED.* acento coloquial puertorriqueño desalienta a los clientes y ocásiona pérdidas
económicas. Irónicamente, la disputa por el tema del teléfono ocurrió cuando
Peor aún, Primo se esforzaba por demostrar iniciativa en la compañía Primo quiso demostrar su buena fe e iniciativa, atendiendo las llamadas telefó-
de Gloria Kirschman, pero mientras mayor era su esfuerzo, mayor su nicas cuando los supervisores estaban ocupados o ausentes.
sentido de impotencia al topar con el fracaso. Como él mismo comen-
taba: "Cuando te empiezan a conocer, las cosas van de mal en peor". Primo: No me hubiera importado que me dijera analfabeto. Lo que
me enfogonaba más era que me fastidiara cuando yo contestaba el
Primo: Tú sabes, uno trata de hacer el bien pero igual lo tratan a uno teléfono, aunque no estuviera mi supervisora, que era la recepcio-
como si fuera un mamao. nista, y el teléfono había sonado mucho rato.
Uno está chévere al principio, pero cuando te conocen, en seguida Las veces que mi jefa llamaba y yo atendía, parecía que le iba a dar
te empiezan a denigrar. un infarto: "¿Dónde está René?", me decía; René Silverman, la re-
Cuando yo llegaba a un trabajo nuevo, al principio yo me mataba y cepcionista, mi supervisora.
todo, pero en cuestión de varias semanas yo ya odiaba a mi supervisor. Y yo le decía: "Anda almorzando", o lo que sea.
Varias veces me insultaron porque no cumplí las órdenes. Mi super- Y ella: "¿Y Fran?"
visora me decía que hiciera las cosas de una manera y yo pensaba Y yo: "Sí, ella sí está".
que era mejor hacerlas de otra. Me regañó bien cabrón un par de ve- Pero lo que pasa es que a Fran no le tocaba atender el teléfono. Ella
ces. Canto de cabrona que era. era la encargada de pagar las cuentas y siempre estaba ocupada tra-
bajando. Entonces yo decía: "Seguro anda almorzando también".
Simple y sencillamente, Primo estaba obligado a reconocer que carecía del ca- Esa jefa mía era una imbécil, porque yo contestaba el teléfono bien.
pital simbólico y cultural adecuados para el trabajo de oficina, recursos que le Hay tantas clases de personas en Nueva Yol con acentos raros. Traba-
habrían permitido dejar las fotocopias y el cuarto del correo por un puesto de jan en bienes raíces; trabajan en cualquier cosa. Sencillamente tie-
mayor importancia. Estaba acorralado por supervisores de una cultura extraña nen su acento. Pero esa jeba tenía un problema con el acento puer-
y poderosa: torriqueño.
No sé qué tenía metido en el culo. Canto de imbécil ésa.
Primo: Yo me tenía que comportar. Hasta en la hora del almuerzo, Okey, tal vez yo no tenga educación pa escribir a máquina, así que
cuando se suponía que descansáramos, hasta en ese rato teníamos a no voy a tocar la computadora. Pero que no me humille por coger el
los supervisores encima. teléfono en vez de dejarlo sonar pa siempre. ¡Tal vez sea una emer-
gencia! ¡Imbécil!
Primo no podía, ni quería, traicionar su identidad callejera imitando las for- Yo lo atendía muy bien, pana. Pero después de eso, después de que
mas de interacción profesional para ganarse el respeto de su jefa. Precisa- me humilló, cada vez que yo cogía el teléfono yo ponía un acento
mente, circunstancias como ésta son las que permiten advertir la instituciona- bieeeen pueltorriqueño. Que se joda.
lización del racismo en el sector de servicios, lo que corrobora que el capital

LA HUMILLACIÓN ENTRE LOS SEXOS

* El GED es un certificado disponible en los Estados Unidos para personas que


no han completado la escuela secundaria y desean obtener un diploma El impacto de estas experiencias denigrantes en la memoria de los personajes de
equivalente. Por medio de un examen, la persona debe demostrar que posee este libro muestra la intensa sensibilidad a la humillación que caracteriza a la cul-
el nivel educativo correspondiente. [N. del T.] !
tura callejera contemporánea. El machismo generalizado acentúa la sensación de
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agravio que padecen los hombres, ya que la mayoría de los supervisores en las ofi- ques de la planilla, y luego era yo el que repartía el salario de los eje-
cinas son mujeres. De ahí las constantes referencias a las jefas y supervisoras como cutivos.
"canto de putas" y las frecuentes valoraciones despectivas de sus cuerpos. En el Sa- Había una tipa que se llamaba fnga ... Hoffman ... o no, Hawthorne,
lón de Juegos, en la sala de mi casa y en la calle, César solía interrumpir las histo- porque era judía. Pues a esajeba le pagaban bien, pana. Yo ponía el
rias de Primo con relatos propios de experiencias indignan tes. Por ejemplo, mien- cheque de ella a contraluz pa fijalme y averiguaba cuánto ganaba.
tras Primo contaba la historia del teléfono, César se interpuso con una larga y ¡Esajeba ganaba como cinco mil pesos semanales! Yo espiaba el che-
confusa denuncia contra el modo en que el mercado laboral legal lo obligó a sub- que y veía que decía [entrecierra los ojos espiando un cheque imagi-
ordinarse en público ante una mujer, todo un tabú en la cultura callejera. nario] cinco mil trescientos cuarentitrés dólares con nosecuántos
centavos.
César. Yo tuve dos trabajos donde les tenía que soportar todo a las je- Yo decía: "¡Anda pal carajo!" Sí, Hoffman, a esajeba le iba bien.
fas, como un desgraciado, con lo feas y goldas que eran. Tenía que Yo era el peor pagado de todos. Por eso me fui. Yo era la escoria
lamber ojo como un desgraciado. puertorriqueña de la tierra.
Lo peor pa mí fue en Sudler & Hennesey, la agencia de publicidad
de las compañías farmacéuticas. No me gustaba, pero yo seguía tra- En los bajos fondos del sector financiero neoyorquino, decenas de miles de fo-
bajando allí porque, pues, ni modo, uno tiene que mantener la re- tocopiadores, mensajeros y guardias de seguridad, empleados por empresas
lación. Entonces te tienes que quedar callao. del Fortune 500, obedecen las bruscas órdenes de jóvenes ejecutivos blancos,
¡Anda pal carajo! Yo detestaba a esa supervisora, Peggy Macnamara, frecuentemente mujeres, cuyos sueldos quincenales llegan a superar los ingre-
canto de puta que era. Era una irlandesa. Tremenda mami, pana, sos anuales de los primeros. La riqueza descomunal del distrito financiero de
pero mala. Una imbécil. Manhattan agrava la sensación de ultraje racista y sexista que suscitan los tra-
¡Las cosas que me ponía a hacer! Ese trabajo era bien cabrón. Una vez bajos de salario mínimo.
me hizo ir hasta la última sínsora en Staten Island pa recoger dos pin-
turas. Y cosas parecidas. Esa jeba me tenía un odio, un odio, que yo no
me lo explico.
A ella le encantaba despedir a los empleados, pana. Se le veía en la LAS GUERRAS INTERNAS
cara. Hizo llorar a un tipo, un italiano; lo puso a rogar por el puesto
y todo. Después le devolvió el trabajo y le puso un chorro de condi- La extraordinaria rentabilidad de las empresas financieras les permite a los ge-
ciones. Todo lo hizo así [chasquea los dedos y mueve la cabeza hacia rentes otorgar bonificaciones arbitrariamente a todos los miembros de la
los lados con una mueca de asco], como si nada. fuerza laboral, incluso a los que se encuentran en el escalón más bajo de la je-
Y después la oí burlándose, tú sabes, riéndose del tipo con los otros rarquía. Dicha práctica aplaca cualquier espíritu de resistencia o solidaridad
supervisores. que se desarrolle tras las fotocopiadoras o en el cuarto del correo, ya que in-
cita a los trabajadores de menor rango a usar su energía contra sí mismos y a
En última instancia, los agra,~os que sufren los hombres tienen su funda- competir celosamente por una porción de la piñata de propinas y regalías.
mento en las desigualdades económicas y las jerarquías de poder. Es común
que los vendedores de crack expresen su malestar y exterioricen su sentido de César. Mi supervisor era bien maceta, pana. Siempre quería que yo le
impotencia en un lenguaje racista y machista. Por ejemplo, aunque César, dijera cuánto me habían pagado, porque en los feriados a uno le
como Primo, era incapaz de efectuar una lectura acertada de los marcadores dan bonificaciones, ves, como el aguinaldo, y las bonificaciones su-
étnicos de sus supervisores blancos, las características económicas y étrlicas de ben cada año. La mía era de trescientos pesos.
su nicho en la jerarquía laboral le resultaban transparentes: Primo: [con la boca abierta] Qué muchos chavos que te daban a ti. A
mí nunca me dieron más de veinticinco, cincuenta pesos.
César. Duré como ocho meses como encargado de la corresponden- César. Entonces, cuando mi supervisor se dio cuenta de cuánto yoga-
cia. Confiaban en mí. Me mandaban pal banco a recoger los che- naba, cogió el teléfono y llamó a quejalse:
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"Eh, aló, sí, eh, cómo es posible" [hace una imitación pobre de la das esas cosas, la computadora, limpiar las máquinas, hasta reencen-
voz telefónica de un oficinista], así es como hablaban allí: "¿Cómo es der el sistema cuando se conge,laba. ¡Todo eso! Ah, y también tenía
posible que el encargado de la correspondencia, que lleva ocho me- mi propia carpeta.
ses aquí, tenga una bonificación de trescientos pesos, y yo, que tengo Pero me quedaba dormido, pana; a veces me quedaba dormido en
nueve años, sólo gano cuatrocientos? Debe ser un error". la silla con una terminal prendida delante mío.
Lo que quería decir era que él merecía ganar más y yo debía ganar Y cuando me despertaba, alguien estaba haciendo el trabajo por mí,
menos, ¿ves? No sé por qué le dije cuánto me pagaban. y yo me espabilaba bien rápido y los mandaba de vuelta: "No, no,
Se encabronó. Canto de imbécil. No sé si le habrán pagado más, tranquilo, está bien; está bien, ¡puñeta! Podría quedarme sin tra-
pero después de un tiempo me empezó a dar lata por todo. Me hizo bajo. Tengo que hacer mi trabajo" [inhala cocaína de nuevo].
la vida imposible. Pero la supervisora de la noche, la gorda cueruda ésa, ya había em-
pezado a hablar mal de mí.
En las industrias menos establecidas del sector FIRE, las disputas entre un su- Yo encontraba las cartas que escribía sobre mí en la terminal. Por-
pervisor y un empleado de menor nivel acaban en el despido. Tal fue la expe- que yo sé que cuando uno tiene una carpeta en la terminal, en el sis-
riencia de Primo en la industria editorial, un sector sumamente vulnerable tema, uno tiene una contraseña. Así que yo adivinaba la contraseña.
por su alto grado de especialización. A pesar de que aprendió a usar la compu- Yo decía pa entre mí [cierra los ojos, concentrado] "Seguro puso el
tadora, Primo carecía del capital cultural necesario para competir eficazmente apellido, el nombre, el apodo". Yo probaba con todos esos nombres
en el contexto de una oficina. Ciertamente, en el momento en que ocurrió hasta que me metía en la carpeta. Entonces yo abrí la carpeta del su-
una fluctuación en la demanda de informes anuales, o quizá un acuerdo de fu- pervisor general de la sección y encontré las cartas de la supervisora
sión y adquisición, fue el primer empleado despedido. Una vez más, su reac- que tenían que ver conmigo [inhala otra vez].
ción ante el despido se fijó en una obsesión misógina: la humillación infligida Cada vez que la veía me daban ganas de matarla, pana; me entraban
por una mujer más poderosa que él. Al contarme la historia, puntuaba las ora- ganas de quemarla viva. Ella vivía en una casa móvil pequeñita. Me
ciones con la frase "canto de puta" y hacía referencias al cuerpo de su Néme- entraban ganas de agarrarla y... me ponía a pensar en toas las cosas
sis, descripciones que remató con la clásica fantasía de perseguir a la supervi- que yo le podía hacer.
sora al salir del trabajo para dominarla físicamente en el hogar, el entorno Yo me daba cuenta que yo le caía mal.
patriarcal por antonomasia. Las inhalaciones de un paquete de cocaína pare- r
Le dije a la compañía que ella también se duerme en el piso. A veces
cían dar rienda suelta a la ira y la frustración que le provocaban los amargos se va pa atrás y se duerme en el piso.
recuerdos. Pero ellos me dijeron: "Sí, pero ella descuenta el tiempo de la bo-
leta. Ella anota cuánto tiempo se salió y después apunta otra vez
Primo: Mi problema era la supervisora. Era un canto de puta obsesio- cuando regresa".
nada con asegurarse de que yo siempre estuviera trabajando, hasta Me deberían haber dicho que anotara mi tiempo cuando me veían
cuando no había nada que hacer y ella no tenía necesidad de fasti- dormido. Pero ella era una supervisora y yo era un cero a la iz-
dialme. quierda.
Yo era responsable. Lo peor que hice fue que me quedé dormido,
porque me cambiaron al turno de la noche. Por eso fue que me des- Desde luego, la enemiga de Primo era invulnerable a los intentos de venganza
pidieron [inhala cocaína]. de su súbdito. A la larga, Primo llegó a reconocer que su impotencia, más que
A esa jeba yo le tengo odio. Era una vaca gorda esa mujer, y la ha- el resultado de la tensa relación que sostenía con su jefa inmediata, era de or-
bían contratao después de mí. Apenas tenía unos meses allí también den estructural.
la imbécil cuando hizo que me despidieran.
Yo era el encargado de las telecomunicaciones [entusiasta]. Yo man- Primo: Yo trabajé allí mucho tiempo. El problema es que empezaron a
daba archivos a Boston con una de esas computadoras Kaypro [se- cortar cabezas. Yo fui uno de Jos pocos que topó con suerte. Buscaban
ñala a la distancia con gesto hacendoso]. Yo estaba encargao de to- cualquier cosita que uno hiciera mal y te botaban. Andaban buscando
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razones pa botar a la gente [chasquea los dedos], así como si nada. Yo tenía dieciocho años y ya había nacido mi hijo Papito. Es decir,
No contrataban a nadie. Los únicos que no botaron fueron los que hay cosas en el mundo que uno quiere lograr. Uno no se puede dar
habían trabajado allí desde el principio, que eranjohn, Art Schwartz el lujo de esperar hasta sacar un jodido título.
y otro pana blanco alto. ¿A ella qué le importaba que yo no fuera a la escuela?
Philippe. ¿Y cómo te sentiste? César: En este mundo yo no entiendo de qué puñeta le sirve a uno
Primo: [inhala cocaína por ambas fosas, pensativo] Pana, cuando yo saber cómo hizo George Washington pa cruzar el Delaware.
me enteré yo sentí ganas de llora!. Se me secó la garganta, yo estaba Primo: Deberían enseñarnos a escribir cartas a otras compañías. In-
como ... [boquiabierto, agita los brazos como si se sofocara; luego as- glés [se da vuelta y se dirige a César], esa asignatura se llama Inglés,
pira cocaína nuevamente]. pa leer y escribir bien.
Yo había ido a recoger mi cheque, ves, pero antes de que me lo die-
ran hubo como un tumulto y me llamaron a la oficina. Primo carecía de un_ marco de referencia para entender las tareas que Gloria
Yo pensé: "¡Puñeta!" [inhala otra vez]. Kirschman le insistía que realizara.
Pero no los pude convencer. Yo les dije: "Pónganme otra vez de
mensajero, bájenme el sueldo, pero no me despidan. Yo necesito el De todos modos a mí no me gustaba bregar allí. Yo detestaba eso de
dinero; tengo que trabajar porque tengo familia". organizar fotocopias y materiales pa mandar por correo.
Y ellos me dijeron [simula un rechazo prepotente]: "No, no, no". Además, ella siempre me hacía metelme en un armario a ordenar
Ton ces yo les dije: "Okey". Y me fui. todo lo que ellos tenían ... Se me olvidó cómo es que ella les decía ...
Mis amigos me estaban esperando afuera. Yo estaba mal, pana, como Ah, sí, ella me decía: "Prepara un inventario".
si me fuera a atragantar. Yo no sabía qué carajos quería decir un inventario. Pero bueno, la
cosa es que en ese armari~ lo que había era un revolú. Entonces yo
La relación con los jefes y supervisores no tiene que ser conflictiva para ser hu- pensaba: "Lo que tengo que hacer es botar parte de esta porquería
millante o intolerable según las pautas de la cultura callejera. Por ejemplo, es al safacón pa que se vea más ordenadd''.
posible que Gloria Kirschman, la jefa de Primo en su anterior trabajo como Entonces boté el chorro de papeles al safacón, porque yo sabía que
mensajero en una editorial de revistas, fuera una bienintencionada mujer de ella nunca los iba a necesitar.
izquierda. Si se lee entre líneas el relato envilecido de Primo, uno sospecha
que ella se preocupaba por el futuro del adolescente afanoso y perspicaz que Desconcertado por los misterios aparentemente irracionales del trabajo de ofi-
trab~aba para ella. En determinado momento lo llamó a su oficina para acon- cina, Primo temía que lo volvieran a llamar analfabeto. Se mantenía alerta
sejarle que "volviera a la escuela". A Primo, sin embargo, el consejo le sonó de para impedir que Gloria Kirschman lo humillara sin que él lo advirtiera.
esta manera: Cuando le ordenaba desempeñar tareas misteriosamente específicas, como
doblar, abrochar y agrupar materiales publicitarios de un modo determinado
Primo: Tienes que ser un mamao pa trabajar cuando eres joven. para enviarlos por correo a un público selecto, Primo activaba sus mecanismos
La jefa mía, ella quería que yo estudiara. ¡Pues que se joda, pana! Yo de defensa. El domicilio de su madre rara vez era objeto de los envíos postales
brego porque quiero bregar. Yo me quiero ganar mis propios cha- publicitarios, por lo que carecía de un marco de referencia que le permitiera
vos. comprender la escrupulosidad con la que Gloria supervisaba su trabajo. Por el
Y te hablan de que la escuela esto y que la escuela lo otro porque contrario, Gloria le parecía opresiva, autoritaria y denigrante; y el rigor y el
ellos la han tenido fácil; a ellos los han mimao toa la vida. No todo el ahínco con los que revisaba los paquetes publicitarios, síntomas de una capri-
mundo puede ir a la escuela por muchos años. Algunas personas tie- chosa superstición.
nen que sobrevivir, pana; tienen que comer, ¿tú me entiendes? Esas
personas tienen que encontrar una manera para no morirse de ham-
bre. Especialmente si uno tiene un hijo, uno tiene que ... uno tiene
muchas cosas que hacer.
172 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIENDO CRACK EN HARLEM
LA "BREGA LEGAL": HUMILLACIÓN Y OPOSICIÓN EN EL TRABAJO 173

LAS TRETAS DEL DÉBIL


desde el punto de vista de Primo. ¿Qué mujer normal de mediana edad recibi-
ría a altas horas de la noche a un empleado de diecinueve años en su cocina
A Primo lo exasperaba la "flexibilidad laboral" que requerían las campañas pu-
comiendo alimentos para bebé? Aunque parezca irónico, precisamente el en-
blicitarias. Repudiaba la profusión de operaciones rutinarias que debía realizar
tusiasmo y la flexibilidad para elaborar las campañas de publicidad por correo
hasta altas horas de la noche -reunir y compaginar materiales en los días en
directo y cumplir con los plazos nocturnos eran las cualidades que podrían ha-
que debía esforzarse para lograr que la hora límite de los envíos postales coin-
berle asegurado a Primo un ascenso, o al menos la estabilidad laboral, en la
cidiera con los plazos de impresión y ventas de la revista-. Le parecía ofensivo
empresa de Gloria. Es probable que invitar a Primo a su cocina y ofrecerle
e inapropiado tener que llevar de noche los paquetes ensamblados a la casa de
algo de comer fuese para Gloria un modo de ser amigable y de expresarle con-
Gloria para someter el trabajo a una revisión de última hora.
fianza a un empleado tímido que se mostraba moderadamente hostil.
En todo caso, los triunfos de Primo sobre su jefa demostraron ser pírricos. Su
Primo: Yo me quedaba hasta bien tarde terminando los paquetes,
definición de los derechos laborales permanecía aferrada a las ideas surgidas en
porque tenían que estar listos pa la noche: tenía que compaginados,
los talleres industriales, donde, luego de décadas de enfrentamiento entre obre-
engrapados, doblarlos como ella quería. Siempre era distinto.
ros y patrones, los empleados siempre exigen que se les pague tiempo y medio
Y tenía que ser justo como ella quería. Yo llenaba los sobres exacta-
por cualquier operación que exceda las ocho horas establecidas por ley. Por el
mente de esa manera [hace gestos frenéticos con las manos, como si
contrario, en las oficinas, un empleado que reclame el pago de horas extra echa
barajara] y después los sellaba.
por tierra toda posibilidad de éxito. El archivo y las "pruebas documentales" -no
Yo odiaba tener que hacer todo eso. Echaba todo en cajas y lo lle-
las convenciones colectivas- determinan la supervivencia.
vaba al correo de la treintiocho a las diez y media de la noche.
Un obstáculo adicional que enfrentan los trabajadores de nivel básico pro-
Pero a veces ella me llamaba de la casa y me hacía traerle los papeles
cedentes de la inner city es que el vocabulario utilizado para evaluar el rendi-
al apartamento, que quedaba en la setentinueve y tercera [el barrio
miento en los trabajos de oficina no tiene correlato en la cultura callejera.
de más privilegiado de Manhattan] pa revisar lo que yo había hecho.
Cuando la gerencia "cesantea" a un empleado como Primo o César, el informe
Inspeccionaba hasta el último sobre. Y siempre encontraba algún pa-
administrativo suele contener algunas de las siguientes valoraciones: "falta de
pelito que yo había doblado mal.
iniciativa", "incapacidad de expresión", "incomprensión de las metas corpora-
Me trataba de ofrecer algo pa come!, pero yo la paraba en seco: "No,
tivas". Primo sabe que en el idioma callejero estas observaciones se traducen
gracias". Porque ella me trataba de pagar de esa manera, porque era
como: "Ella les dice a los socios que yo soy estúpido"; pero, como tantos otros
bien maceta.
jóvenes de su edad y procedencia, es incapaz de mejorar su desempeño sin
Me decía: "¿Quieres pizza, té, galletas?". Tenía de esas galletitas Pep-
comprometer el sentido de dignidad que se ha forjado en las calles de la znner
peridge Farm.
city. Como resultado, en uno de los declives económicos característicos de la
Pero yo no le aceptaba nada. Yo no iba a regalar mi tiempo, pana.
industria editorial, actividad que fluctúa según las modas y los caprichos de las
Ella pensaba que yo era analfabeto. Pensaba que yo era un ilnorante.
clases acomodadas, Primo fue la primera víctima.
¡Pero no! Yo le cobraba hasta el último centavo [sonríe maliciosa-
mente]. Desde el momento en que yo salía de la oficina eran horas
Primo: Tuve que renunciar a ese trabajo porque me redujeron las ho-
extra, hasta que llegaba a la casa de ella. Valía tiempo y medio.
ras. Creo que al final yo bregaba sólo cuatro horas y media diarias, y
Yo exageraba las horas. Si trabajaba dieciséis, yo ponía dieciocho o
algunos días me los quitaban completos. Ellos decían que es que ha-
veinte pa ver si me pagaban más. Y funcionaba. Yo no iba a trabajar
bía menos trabajo por hacer.
de gratis, no señor.
Yo ya tenía a mi hijo, Papito, y otros gastos. A Sandra, la mai de mi
Yesajeba estaba loca, pana. Comía comida pa bebés. Yo sé porque
hijo, a ella le daban welfare, pero no eran suficientes chavos. A ella le
yo la vi comiéndosela derechito del frasco con una cuchara.
pagaban por debajo de la mesa, pero apenas le alcanzaba pa sobre-
vivir. La prima de ella ... o alguien ... la vecina de aliado le cuidaba al
Quizá Primo pareciera un empleado desagradecido, desagradable y desho-
nene pa que pudiera trabajar. Era un trabajo de salario mínimo.
nesto desde la perspectiva de Gloria, pero ella parecía casi una pervertida
Ella se mataba trabajando pa ganarse una porquería.
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Por eso fue que yo tuve que buscar otro trabajo. Mi jefa me tenía con el Pitney Bowes [máquina franqueadora] y los echaba en el buzón
horas restringidas y ni siquiera me dejaba hacer horas extra. de la esquina.

Pese a ocupar el fondo de la jerarquía en el sector FIRE, Primo y César no Primo se sentía orgulloso de su habilidad para robarle a Gloria Kirschman, la
eran completamente impotentes. junto a los demás trabajadores no sindica- jefa que lo llamó analfabeto. Pocos meses después de su contratación, ya había
lizados de las oficinas financieras, disponían del mismo repertorio de artifi- perfeccionado el método para manipular el sistema de facturación de la re-
cios que tantos grupos dominados a lo largo de la historia, desde los siervos vista (habilidad difícil de asociar con el analfabetismo):
feudales y los aprendices de artesanos hasta las amas de casa contemporá-
neas, han utilizado para hacer frente a sus superiores: el robo, la desobe- Primo: Una vez me tumbé ochenta pesos de la caja chica, que estaba a
diencia, el espíritu de desafío. 7 Sin embargo, en el nuevo contexto del sector cargo de la recepcionista de la oficina del frente [inhala con fuerza de
de servicios, donde la "actitud" definida como empeño, iniciativa y flexibili-. un paquete de heroína que había colocado en la mesa de mi sala].
dad suele determinar quién progresa y quién es destituido, estas manifesta- Bueno, no es que haya metido la mano pa sacar los chavos. Yo sabía
ciones intencionales de malestar se sancionan con singular vehemencia. Las cómo funcionaban las cosas. Hice todo paso a paso.
identidades culturales antagónicas, legítimas en los talleres industriales Cuando empecé a trabajar allí, ves, yo tenía que traer los recibos de
-donde incluso sirven para ritualizar y estabilizar los enfrentamientos entre cualquier cosa que comprara. Y a veces tenía que coger chavos pres-
obreros y patrones-, son completamente inadmisibles en el sector FIRE, tados de la caja chica, que después tenía que devolver cuando me
donde las formas de interacción de la clase media anglosajona imperan casi pagaban. Gloria era tan maceta ... Ella se quejaba y se quejaba de
vindicativamente. que las facturas no estaban en su lugar, de que yo contestaba el telé-
A diferencia del obrero industrial sindicalizado, los empleados de menor ni- fono, me decía que yo era analfabeto ...
vel en el sector de servicios carecen de canales institucionales para legitimar su Bueno, la cuestión es que ella no mantenía un buen registro. En ese
desagrado para con las condiciones laborales o encauzar su malestar de modo lugar nada era exacto. Tonces lo que pasa es que ella me mandaba
productivo. El resultado es una "cultura de clase trabajadora" alienada dentro a sacar fotocopias, pero yo sabía cuánto iban a costar porque lla-
del estrechísimo espacio que los obreros de nivel básico logran labrarse para maba a la tienda a averiguar cuánto cobraban por sacar las copias.
sí. En la agencia publicitaria que lo contrató, César reconoció esta realidad in- Yo les decía el tamaño y la cantidad de copias: ocho y medio pulga-
mediatamente: das de ancho por once de largo.
Ese día le dije a la dependiente, la recepcionista, que me diera
César. Yo siempre llegaba tarde pero, cuando llegaba, los demás em- ochenta pesos pa pagar las copias.
pleados nunca estaban haciendo na. Eran unos manganzones, hasta Después fui y le pregunté a Gloria [inhala más heroína], mi jefa:
el supervisor. "¿Quieres pagar con cheque o efectivo?".
Pasaban sentadotes todo el día, preguntándose boberías por telé- Ella me dice: "Con cheque" [sonríe]. Y entonces me dio un cheque
fono y jugando Pac-Man en la computadora. Eso es todo lo que se por ochenta pesos; yo me dejé el efectivo y metí la factura en la caja
hace en un sitio como ése. chica. Nadie se dio cuenta [risas].
El jefe mío, Bill, se la pasaba dándose palos a escondidas y comiendo Esa canto de cuerúa era bien boba. Pasaba quejándose y no sabía ha-
chorizo como un puerco. cer bien las cosas. [carcajadas]

Primo y César preferían vengarse de una manera más práctica y gratifican te: el La risa de Primo se detuvo de pronto: dio un sacudón en dirección al baño de
robo. mi departamento y se vomitó en la alfombra de la sala. César gritó, preocupado:

Primo: Yo estaba encargado del correo exprés. Costaba nueve pesos ¡Acho, pana! ¿Estás bien? Mira, pana, yo ya te he dicho que tú eres
con treinticinco centavos y me daban diez dólares pa que llevara las flojito pa esto. No esnifees tanto de una sola vez [hunde la llave de
cartas al correo. Pero en vez de ir hasta allá, yo pasaba los sobres por su casa en el paquete de heroína e inhala en seco por ambas fosas].
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central del vínculo entre esta expresión simbólica de la identidad y las rela-
ciones de poder en el mercado laboral.
El sentido contestatario del "estilo subcultural" de los jóvenes y los secto-
res socialmente marginados ha fascinado a los sociólogos por muchos años.s
Dichos académicos frecuentemente idealizan y exotizan el sufrimiento que
conlleva la marginación. En cambio, desde la perspectiva de la sociedad con-
vencional, la obsesión de los jóvenes de la inner city por la "ropa cool' no hace
más que confirmar los estereotipos de inmadurez, irracionalidad mezquina
e incluso patología personal que los caracterizan en las representaciones po-
pulares.
En efecto, cuando los jóvenes de bajos recursos se ven obligados a obedecer
las órdenes de supervisoras blancas en las oficinas del sector de servicios, el as-
pecto físico se convierte en un intenso campo de batalla donde el poder se im-
pone y se disputa. En términos generales, esto ocurre cada vez que una per-
sona involucrada en la cultura callejera se atreve a penetrar el mundo blanco
de clase media, imperante en la mayor parte del espacio público fuera de la in-
ner city. César, por ejemplo, subrayaba los efectos de esta tensión cuando reme-
moraba, rencoroso, sus conflictos laborales. No tenía ni la menor idea de que
Autorretrato de un vendedor de crack con cadena y medallón de oro. Este ciertos atuendos podían provocar ira o sarcasmo en la oficina. Lo enfurecía la
traficante, competidor directo del Salón de Juegos, rotulaba su punto de "flexibilidad" que le exigía su jefe, lo qué demostraba su impotencia y desam-
venta con graffiti. Fotografía de Philippe Bourgois paro en este contexto tan ajeno a él. Preocuparse por la confusa etiqueta labo-
ral era un modo de amortiguar la precariedad de su situación:

LA ROPA COOL Y EL PODER SIMBÓLICO César. Cuando yo bregaba en Sudler & Hennessey, la compañía que
hacía campañas publicitarias pa empresas farmacéuticas, ellos te-
No todas las formas de resistencia contra la subordinación en el empleo legal nían una etiqueta pa vestir. Yo llevé corbata las primeras tres sema-
son tan prácticas y deliberadas como el robo. En principio, la base misma de nas, pero, este ... Bob, ¿qué digo?, Bill, él era mi supervisor, un irlan-
la cultura callejera y de la fidelidad de jóvenes como Primo y César a la iden- dés bien hijoputa, un tipo blanco, viejo; él me dijo que yo no me
tidad que se fraguan en la calle es el repudio a la marginación que experi- tenía que poner corbata si yo no quería. Así que de allí en adelante
mentan en el mundo profesional. Las identidades desafiantes de la cultura yo no me la puse.
callejera manifiestan tanto un rechazo triunfal de la subordinación social Por alguna razón, seguro porque yo era nuevo -yo era el nuevo ayu-
como una renuencia defensiva, en ocasiones aterrorizada, a reconocer las vul- dante en la oficina de la correspondencia- y ellos estaban remode-
nerabilidades propias. La vestimenta de trabajo, caracterizada por marcadas lando, querían que yo hiciera un chorro de trabajo bien difícil. Qui-
distinciones según los diferentes rangos y categorías de los empleados, es un tar estantes, limpiar polvo, mapear el piso: trabajos sucios, tú sabes.
terreno útil para comprender esta dinámica, pues es uno de los ámbitos O sea, yo no quería hacer ese tipo de trabajo con mi ropa buena.
donde el conflicto simbólico y cultural se encarna de manera perceptible. Pero yo no podía ir mal vestido, porque entonces el supervisor me
Muchos de los personajes de este libro mencionaron la ropa (la indumenta- decía: "¿Qué te pasa a ti que tú vienes vestido así?". Es decir: "Como
ria inapropiada que utilizaban y la degradante imposición del uniforme labo- un maleante". Pero yo me vestía bien, con buenos baggies, chambo-
ral) como razón principal para darle la espalda al "trabajo limpio". Debo ad- nes chéveres y camisas estampadas.
mitir que, al comenzar mi trabajo de campo, yo desestimé el tema por Pero lo que me daba coraje era que la descripción del puesto no de-
considerarlo insignificante. Me llevó varios meses reconocer la importancia cía que me iban a poner a bregar en construcción. A mí me contra-
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taron como auxiliar pala correspondencia, ¿verdad? Nunca me dije- periencia por varias semanas. Tuve que insistirle hasta el cansancio para que
ron que iba a tener que remodelar na. me explicara su ausencia en las sesiones, que en todo caso eran gratuitas, para
Entonces tenían esa etiqueta, ¿ves? Yo la odiaba. En ese tiempo yo que por fin me confesara cuál era el problema. Cada vez que ingresaba en el
no tenía ropa porque todavía me iba de misión, tú sabes. Así que mi mercado laboral legal, se sentía inseguro y avergonzado. En el caso particular
primer cheque lo gasté todo en ropa, pero después tuve que reem- del curso de capacitación, la ropa y el aspecto físico (nuevamente, el estilo)
plazar la ropa que se me rompió remodelando el sitio. fueron los medios por los cuales intentó evitar la humillación de someterse a
un puesto de menor nivel en el sector de servicios.
Primo y César se hallaban en situaciones paralelas: a uno lo humilló tener que
buscar en el diccionario la palabra "analfabeto"; al otro, que el supervisor lo Philippe: Oe, Primo, préstame atención. Estoy preocupado por
acusara de parecer "un maleante" cuando creía estar bien vestido. El pro- ti, porque yo creo que tú no te das cuenta de algo muy impor-
blema de César no era únicamente que no tenía dinero para comprar ropa, tante. La coca que esnifeas: ese tipo de cosa pasa todas las no-
sino que desconocía completamente qué ropa elegir. Perder esta lucha en el ches.
terreno del capital cultural debe ser sumamente desequilibrante para una p~;:r­ Primo: ¿Y qué pasa?
sona acostumbrada a ser el "cheche del corillo" por su forma de vestir, como Philippe: Y te desapareciste de la capacitación. Tú dices que el pro-
me aseguró Willie, el amigo de César desde la adolescencia, en la conversación blema es que dejas todo pa más tarde, pero yo creo que tú no le es-
mencionada anteriormente en este capítulo. tás dando la cara a algo más profundo. Siempre quieres janguear, es-
Asimismo, varios meses atrás vi a Primo abandonar un curso de "motivación y nifear. Tal vez por eso es que nunca regresaste.
capacitación" que dos ex heroinómanos, favorecidos con una subvención pri- Primo: A la verdá, escúchame Felipe, lo que a mí me tenía preocu-
vada multimillonaria para poner en práctica su estrategia alternativa de capaci- pado era la etiqueta que ellos tenían pa vestir, porque yo no tengo
tación de poblaciones "inempleables", ofrecían en el sótano del caserío donde mucha ropa. Ni siquiera tengo una camisa de vestir; sólo tengo un
vivía su madre. Primo sentía que el curso era cruelmente denigrante; lo enfure- par de zapatos, y en ese programa no te dejan llevar zapatillas. Tam-
cía, sobre todo, el desdén con el que lo hostigaban por su forma de vestir. La fi- bién uno se tiene que poner corbata, ¿no? Bueno, pues yo ni si-
losofía fundamental de estos cursos de motivación es que "el problema de estas .
qmera tengo corb~ ata, so'l o 1a que tu' me prestaste.
personas es la actitud". Someten a los clientes a un procedimiento similar al de Hubiera tenido que ir con la misma ropa las tres semanas, la misma
los campamentos militares: les destrozan la autoestima la primera semana y se la remera y los mismos majones. ¡Estoy jodío como un bon!
reconstruyen las semanas siguientes haciéndoles interiorizar la epifanía de que Philippe: ¿Tú te crees que yo me creo esa excusa? Tú no estabas preo-
la meta de sus vidas es trabajar como mensajeros, vigilantes o dependientes por cupado por eso. Nadie se fija en cómo andan vestidos los demás.
salarios mínimos. El mayor éxito estadístico del curso se ha dado con mujeres Primo: ¡Felipe, es en serio! Préstame atención. Yo pensaba en eso
afronorteamericanas de mediana edad que aspiran a independizarse del régi- todo el tiempo. ¡Claro que sí!
men de asistencia social en cuanto sus hijos se marchen de casa. Claro que se hubieran fijado, igual que yo me fijaría si alguien lleva
En un principio, mi propia "actitud" ante a la idea de manipular a las perso- una camisa toa arrugada.
nas para animarlas a aceptar puestos mal pagados y tediosos era la de un com- Y yo no quiero ir a una capacitación donde voy a estar todo abochor-
pleto escepticismo. Sin embargo, la violencia y la autodestrucción de las que nado. No me podría concentrar, tú sabes. Me denigrarían y me vol-
fui testigo en el Salón de Juegos paulatinamente me convencían de que la ex- verían a ver como si yo fuera un mamao, con los mojones sucios ... o
plotación en la economía legal era mejor que la exclusión total y completa. En viejos, porque sólo tengo un par. ¡Te lo juro! Sólo tengo dos camisas
todo caso, logré persuadir a Primo y a varios de sus socios del Salón, entre ellos de vestir y a una le hacen falta dos botones.
Candy y Litde Pete (que en ese entonces administraba la casa de crack ubicada No tenía ganas de decírtelo porque yo sé que suena como una mala
en la esquina de La Farm<tcia), de que se inscribieran en el curso. El propio excusa, pero eso es lo que a mí me tenía preocupado. El día que fui
César se vio tentado de apuntarse. yo pensé: "Pues no vengo más".
Ninguno de los traficantes asistió a más de tres sesiones del curso. Primo fue Además, Felipe, mírame que estoy [muy] flaco. Tengo que tener cui-
el primero en dejarlo tras la charla inaugural y evitó hacer mención de la ex- dado de lo que me pongo pa que no piensen que yo fumo piedra.
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Philippe. [nervioso] Mierda. Y yo estoy más flaco que tú. La gente sado, aunque su experiencia en el sector fue menos humillante que la catás-
debe pensar que soy tecato. trofe que atravesó en Sudler & Hennessey. Es sabido que la industria construc-
Primo: No te preocupes. Tú eres blanco. tora neoyorquina es un ámbito racista reservado a los obreros blancos bien pa-
gados, protegidos por sindicatos controlados por la mafia. !O Pero desde los
Lógicamente, el problema es más profundo que la falta de dinero para com- años setenta, un conjunto de organizaciones de fomento de grupos étnicos mi-
prar ropa. El racismo y otros indicadores más sutiles de poder simbólico se ma- noritarios se ocupa de presionar a las empresas constructoras para que contra-
nifiestan en la indumentaria y el lenguaje corporal. Para Primo, el mayor pro- ten a obreros locales para realizar obras en sus vecindarios. Irónicamente, para
blema era su desconocimiento del tipo de ropa adecuado para trabajar; al este fin utilizan los métodos violentos introducidos por la antigua mafia: reclu-
igual que César, temía lucir como un payaso al hacer el intento de vestirse tan hombres de la estatura corpulenta y disposición irascible de César para
bien. Tiempo después, Primo me confesó que la gota que derramó el vaso fue que formen piquetes e intimiden a las empresas hasta que accedan a incorpo-
que en la sesión inicial del curso alcanzó a oír que acusaban a Candy de vestir rar a trabajadores afronorteamericanos y latinos en su fuerza laboral. Los ma-
chabacanamente. Ese día, Candy estrenaba con orgullo un traje amarillo muy nifestantes más efectivos reciben como premio uno de los escasos puestos dis-
ajustado que a Primo y a su madre les pareció muy elegante cuando fue a su ponibles en las construcciones donde las rudas tácticas tuvieron éxito.
casa a mostrárselo antes de la primera clase. Gracias a su corpulencia y su capacidad para desplegar violencia en público,
César se ganó uno de estos puestos en una manifestación organizada por
"Harlem Fight-Back" [Harlem Contraataca], una de las agrupaciones más co-
nocidas y legítimas entre las que buscan romper la homogeneidad étnica de la
FRAUDES SINDICALES: RACISMO Y EXTORSIÓN industria constructora. Pese a su brillante éxito como manifestante, César se
desmoronó cuando tuvo que dejar la membrana protectora de las tácticas ca-
El aislamiento en la cultura callejera es una estrategia para evitar las experien- llejeras. Se encontró, de súbito, tras un muro racista levantado por colegas ex-
cias denigrantes que Candy, Primo y César deben soportar cuando dejan su clusivamente blancos.
círculo social en busca de empleos legítimos. No obstante, todos los persona-
jes de este libro, incluso los que albergan mayor resentimiento, reconocen que Pagaban bien, tú sabes. Catorce pesos por hora. Pero yo era el único
un trabajo sindicalizado es a todas luces mejor que la venta de drogas. Ven con puertorriqueño; todos los demás eran italianos. Y aparte, nunca me
buenos ojos, sobre todo, el sector de la construcción, que ofrece la mayor can- pagaron.
tidad de puestos básicos accesibles en Nueva York y armoniza con las definicio- Lo que pasa es que me empezaron a pasar de mano en mano como
nes callejeras de la masculinidad incluso en mayor medida que el sector indus- un títere. Me asignaron a bregar en una demolición, pero el capataz
trial Y El propio César me corrigió cuando 'lo acusé de ser demasiado perezoso no sabía que me habían contratao; entonces siempre que yo iba me
como para trabajar en construcción. Enmarcado por la puerta del Salón de mandaban de un edificio a otro, a otro, a otro.
Juegos en su puesto de vigilante, sacó el pecho y alzó los puños al estilo del Ca- Y los italianos, que eJC'.n grandotes, como de cuarenta años, me pre-
pitán Planeta. guntaban: [tosco] ¿Quétú haces aquí?
Y yo: [encoge los hombros, indefenso].
César. No, pana. ¿De qué tú hablas? Está bien la construcción. Y ellos: [rudo] ¿A ti quién te contrató?
Mírame el cuelpo. Tengo el cuerpo que uno necesita pa ser cons- · Y yo les decía quiénes me contrataron. El problema es que el sindicato
tructor. nunca me mandó los papeles; no me dieron taljeta pa marcar las horas
No lo tengo como Primo [señala a Primo, que atiende a un cliente]; ni na de eso. Entonces yo iba a trabajar pero nadie sabía quién yo era.
él tiene un cuerpo que es mejor pa bregar en envíos de paquetes [se Yo llegaba al sitey me encontraba a todos los trabajadores esperando
oyen disparos]. a que el jefe dijera: "Okey, manos a la obra". Tonces se ponían a tra-
bajar, ves, y yo me metía donde fuera.
Para mi sorpresa, César me confesó que, antes de empezar a trabajar en el Sa- Pero nadie sabía quién yo era. Me preguntaban: "¿Quién te con-
lón de Juegos, su único intento por convertirse en constructor había fraca- trató?", "¿Adónde está tu taljeta?"
182 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIENDO CRACK EN HARLEM LA "BREGA LEGAL": HUMILLACIÓN Y OPOSICIÓN EN EL TRABAJO 183

Así que me mandaban de sitio en sitio. Hice una estupidez. Nunca fas. Little Pete, gerente del Club Social, se encontraba trabajando en la restau-
volví. Porque en ese tiempo yo fumaba piedra; entonces yo dije pa ración de las miles de ventanas del caserío frente al Salón de Juegos cuando
mis adentros: "Qué mucho lío que me dan aquí; que se jodan". Y me un cristal se desprendió y le cayó en la c~beza, y varias esquirlas de vidrio le pe-
fui de misión. netraron el ojo izquierdo. El subcontratista que lo empleó no disponía de co-
bertura médica ni de pólizas contra riesgos laborales para sus trabajadores,
En otras palabras, el crack y el racismo en el mercado laboral se confabula- por lo que Little Pete debió acudir en categoría de indigente al Hospital Me-
ron con las debilidades personales de César para impedirle percatarse de su tropolitano, el centro de salud municipal de East Harlem. Como si fuera poco,
exclusión estructural incluso del nicho más tradicional y "macho" de la el hospital llevó a cabo una investigación que descubrió múltiples irregularida-
clase trabajadora. des en su contratación. Un funcionario sindical corrupto autorizaba al subcon-
Dos sectores de la industria constructora eran en cierta medida más inclusi- tratista a cobrar $18 por hora, mientras que Little Pete recibía únicamente
vos de la población puertorriqueña y afronorteamericana de El Barrio: la de- $10. Little Pete estaba tan orgulloso de ganar $10 la hora que jamás se le ocu-
molición de edificios y la reposición de ventanas elevadas. Estos enclaves de la rrió que su trabajo costaba $8 adicionales según las normas sindicales. 11
industria, particularmente peligrosos, prosperan en los barrios deprimidos ne-
oyorquinos gracias a las artimañas de los propietarios especuladores y a la co-
rrupción rampante en el sector público. En las obras de demolición efectua-
das en El Barrio, rudos adolescentes orgullosos de tener empleos legales, casi LA OPCIÓN DE LOS RECIÉN LLEGADOS
todos ellos desertores escolares, limpian los armatostes de los inmuebles aban-
donados para dejar lugar a los nuevos y lujosos edificios que, por su elevado Pese a la sucesión de malas experiencias que atravesaban en los márgenes de
costo, ellos y sus familias jamás serán capaces de habitar. Los economistas y co- la economía legal, todos mis conocidos aseguraban que el mayor deseo de sus
rredores de bienes raíces denominan a este proceso "elitización"; en la calle, vidas era encontrar trabajo y asociarse a un sindicato. Primo, en los lapsos en
oí que lo llamaban "blanquificación". que hacía el esfuerzo de obtener empleo, solía repetir el refrán: "Estoy bus-
La relación entre la fuerte competencia por viviendas asequibles en Manhat- cando un puesto con un {sindicato". De hecho, por un período de dos meses,
tan y la abundancia de empleos en la reposición de ventanas es sólo un poco esperanzado porque había conseguido uno de estos empleos, se dejó engañar
más sutil. Las leyes neoyorquinas designan la reposición de ventanas como una por una empresa que limpiaba los teatros y las salas de conferencias de varios
de las "mejoras a los activos fDos", cuyo costo puede transferirse a los inquilinos hoteles en Times Square. Al comienzo tenía grandes ilusiones, y no le daba
por un monto varias veces superior al real, siempre y cuando los propietarios mayor importancia al hecho de que su sueldo inicial fuera de $6,50 por hora.
adhieran a procedimientos estratégicos (aunque perfectamente legales) de con- Un día me aseguró que se sentía de maravilla, "como un pana normal, trabaja-
tabilidad. Por lo tanto, éste es uno de los métodos utilizados por los propietarios dor", aunque añadió: "¿Pero sabes qué me está raro? Que todos los trabajado-
para eludir las estrictas leyes neoyorquinas dirigidas a mantener estable el precio res allí sean inmigrantes, excepto los jefes". También solía quejarse de que la
de los alquileres y combatir el desalojo de familias, pues les permite aumentar compañía se negaba a reconocer las horas extra. Aceptaba como válida, eso sí,
súbitamente el costo mensual del alquiler y, de esa manera, desplazar a los inqui- la explicación que le daban los gerentes al exigirles a él y a los demás conser-
linos de menores recursos. Las zonas limítrofes entre vecindarios ricos y pobres, jes que abandonaran los hoteles al amanecer: "Supongo que los huéspedes no
como la que representa la calle 96 donde East Harlem linda con el Upper East quieren ver mugre como nosotros. Entonces nos matamos limpiando de once
Side, son las áreas más vulnerables a estas estratagemas. Irónicamente, los jóve- [de la noche] a seis y media [de la mañana]". Le desagradaba el jefe ')udío,
nes de El Barrio experimentan el desplazamiento de su vecindario como un pro- blanco, calvo" porque lo retaba cuando examinaba su trabajo, pero admiraba
ceso positivo, pues en el corto plazo consiguen empleos como restauradores de a los colegas afiliados al sindicato pues se atrevían a insultar al "pana blanco
edificios que, gracias a su labor, se tomarán inasequibles para ellos. calvo". Al recibir el segundo cheque quincenal, se dio cuenta de que no le ha-
Cada cierto tiempo, el crimen organizado patrocina dichas "obras de restau- bían pagado varias noches de trabajo. Poco a poco advirtió que ninguno de los
ración" en los caseríos del Instituto de Vivienda, y de esa forma genera abun- empleados estadounidenses conservaba el puesto hasta el final de los dos me-
dantes empleos en la reposición de ventanas elevadas. Varios de los habitués ses y medio que duraba el período de prueba, cuyo cumplimiento los acredi-
del Salón de Juegos participaban afanosa y desapercibidamente en estas esta- taba para afiliarse al sindicato.
184 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIENDO CRACK EN HARLEM
LA "BREGA LEGAL": HUMILLACIÓN Y OPOSICIÓN EN EL TRABAJO 185

Como era de esperar, dos semanas antes de que Primo cumpliera los requi- Y son como animales, viven tos juntos en el mismo cuarto.
sitos para incorporarse al sindicato, la empresa rescindió su contrato. Especialmente los africanos; esa gente es sucia.
Primo: Nos tratan mal y viven mejoor que nosotros.
Primo: Yo me imaginé que eso es lo que pasaría, porque yo sólo lle- César. Por alguna razón me parecen puercos.
vaba dos o tres meses allí. Por eso yo era el que tenía mayor riesgo de Philippe: ¡Noooo! Oye ...
que me botaran, tú sabes, por el asunto ése del sindicato. Y aparte, César. Son bien prietos. Negritititos de veldá. No sé tú, pero a mí me
en ese trabajo no te dan Blue Cross/Blue Shield [seguro médico], y parecen sucios. No son el mismo tipo de moreno que los negros
la planilla es un desorden. americanos que andan por aquí. Éstos son negros negros, como si
Los panas más viejos, los que ya llevaban allí muchos años, me de- los hubiera tostao el sol.
cían: "Aquí no te van a dejar entrar en el sindicato. Cuando cumplas Primo: Y luego están los dominicanos.
tres meses te van a botar. Ten cuidado". Philippe: Ey, panas ... Deberían leer mi libro sobre lo estúpido que es
Todavía me deben chavos. Ese trabajo es una mielda. Ahorita van a ser racista contra otra gente que también está pelada. 12 Déjenme
botar a tos los americanos pa comenzar a contratar sólo mojados,ja- que lo traiga para leérselo. Es sobre una plantación en Costa Rica
maiquinos, centroamericanos. Vas a ver. donde los latinos y los morenos se serruchan el piso. A las compa-
ñías les encanta; se burlan de los pleitos y se aprovechan de ellos.
Si bien César, por un lado, reaccionaba con mayor indignación que nadie ante César. [despreocupado] Y los más bestias son los dominicanos. Se
las estrategias antisindicales del sector de servicios, por el otro reproducía la vienen de ilegales y pegan a vender drogas, o compran una tienda.
lógica racista del "divide y reinarás" que los administradores políticos y empre- Los dominicanos son los que más detesto.
sariales han sabido explotar a lo largo de la historia como mecanismo de con-
trol laboral. Como Primo, culpaba a los mexicanos y a los caribeños recién lle- Primo, César y casi todos los habitués del Salón de Juegos renegaban de la
gados a Nueva York de su exclusión del mercado laboral legal. Con ello, gran afluencia de extranjer?s que empezaba a hacer acto de presencia en El
demolía aún más su propio sueño de encontrar un empleo estable bien remu- Barrio. Se producía una auténtica repetición, aunque con los roles invertidos,
nerado. del proceso por el que sus padres y abuelos habían arribado al vecindario. En
los últimos años de mi estadía en East Harlem, los mexicanos de las zonas ru-
César. A los mexis los abusan en esos puestos, pana. No les pagan na rales de su país llegaban en cantidades cada vez más numerosas y se estable-
y los cogen pa todos los trabajos, ¿tú me entiendes? Es mano de obra cían en los edificios más decrépitos, próximos a los epicentros más enérgicos
a precio de ganga. del narcotráfico. Varios de los clientes del Salón de Juegos, entre ellos Néstor,
Ahora contratan a un mexicano antes que a un blanco o a un puer- contratado por Ray para reemplazar ocasionalmente a Primo y a César, caye-
torriqueño, porque saben que lo pueden exprimir más. ron presos en algún momento por asaltar, apuñalar y en un caso asesinar de
Primo: Les pagan dos o tres pesos por hora por un trabajo que yo se- un disparo a estos nuevos vecinos.
ría capaz de hacer perfectamente. Tres o cuatro décadas atrás, eran los puertorriqueños los que ocupaban el lu-
César. A mí eso me tiene encojonao, pana. gar de chivos expiatorios, entonces para los italonorteamericanos que los acusa-
Primo: Toman los puestos que podrían ocupar otras personas que so- ban de "invadir" el vecindario y de "robarles" los puestos en las fábricas donde
mos ciudadanos. trabajaban. Y es que en los años cuarenta y cincuenta, la pobreza desahuciada,
César. Porque nosotros pertenecemos a los Estados Unidos. semejante a la que padecerían los mexicanos en la década de los noventa, trans-
Primo: Y entonces a mí me pagarían lo que me tienen que pagar: formaba a los puertorriqueños en mano de obra mucho más "explotable" que la
cinco, seis, ocho pesos por hora. que representaban los hijos neoyorquinos de los italianos. Tal hecho queda
César. Y además los mexicanos se traen a to el corillo del país de claro en los recuerdos de infancia de la madre de Primo:
ellos. Ahora hay edificios que son puro mexicano.
Primo: Hay un edificio en la 116 que está estibado de mexicanos. La madre de Primo: A mí me encantaba vivir en Puerto Rico. Siempre
César. Toda esta cuadra está repleta, son un chorro de razas distintas. teníamos qué comer, porque el pai mío tenía trabajo, y en ese
186 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIENDO CRACK EN HARLEM LA "BREGA LEGAL": HUMILLACIÓN Y OPOSICIÓN EN EL TRABAJO 187

tiempo la costumbre era tener una huerta en el patio de la casa pa rantes que se asentaban en East Harlem eran mexicanos de los estados rura-
g 1 -
sembrar comida y todo lo necesario pa la alimentación de la familia. les de Guerrero y Puebla. La pobreza de sus pueblos natales os converua en
Comíamos carne solamente los domingos, porque todo estaba culti- mano de obra altamente disciplinada y económica, ideal para satisfacer las
vado en la misma parcelita. De ahí sacábamos nuestra bere~ena, cuantiosas necesidades de los ejecutivos del sector FIRE en los servicios domés-
15
nuestras habichuelas, nuestro cilantro, nuestro... [nombra otras ticos, las entregas a domicilio, la preparación de alimentos y la conseijería.
hierbas y vegetales típicos de una agricultura de subsistencia]. De Además, debido a que sus pueblos por lo general no cuentan con servicios bá-
ese modo ahorrábamos dinero. sicos como agua potable y electricidad, tienen mayor facilidad para soportar el
No teníamos refrigeradora, entonces comíamos bacalao, que se desmoronamiento del sector público en la inner city estadounidense. Indepen-
puede dejar afuera, y un tipo de carne al que le llaman carne de dientemente de su etnia, los neoyorquinos de nacimiento no se dejan explotar
vieja, y sardinas de lata. lo suficiente como para competir con estos inmigrantes por los puestos de me-
Pero gracias a Dios nunca pasamos hambre. La mai mía preparaba nor categoría.
un montón de harina de maíz. Y pa ahorrar dinero, siempre que so- Además de la ventaja material que supone tolerar estilos de vida más escue-
braban habichuelas mi mai las cogía y las colaba, las apachurraba, tos y condiciones laborales abusivas, los mexicanos recién llegados a Nueva
hacía una sopita y le echaba un poquito de harina. Entonces nunca York poseen ideas muy distintas acerca del racismo y la subordinación que los
pasamos hambre. afronorteamericanos y los puertorriqueños. Por un lado, su definición de la
dignidad se corresponde poco con las jerarquías étnicas y las nociones de ~é­
En los años cincuenta, Leonard Covello, director italonorteamericano de la es- rito personal predominantes en los Estados Unidos; por el otro, no les dan Im-
cuela superior de El Barrio, se sentía descorazonado por el racismo de sus ve- portancia a las manifestaciones más sutiles de racismo que ordinariamente se
cinos contra personas como la madre de Primo. En su autobiografía, Covello dirigen contra los latinos en Nueva York. Desde luego, esta capa aislante con-
reproduce una discusión que sostuvo con un grupo de italonorteamericanos tra la humillación por parte de otros grupos étnicos se debilitará con el
en una esquina de East Harlem: tiempo, conforme los recién,Jlegados desarrollen vínculos personales y emo-
cionales con la sociedad local y a medida que una generación de mexicanos
[Un hombre en la esquina:] Ellos no son como nosotros. Nosotros so- neoyorquinos alcance la madurez. Ciertas dinámicas semejantes, aunque me-
mos estadounidenses. Comemos carne al menos tres veces por se- diadas por parámetros culturales y económicos distintos, tienen lugar en la ac-
mana. ¿Ellos qué comen? ¡Frijoles! tualidad entre los inmigrantes indocumentados procedentes de Asia estableci-
[ CIJVello:] ¿Y qué crees que comían tus padres cuando llegaron a este dos en el sur de Manhattan, los grupos dominicanos en el Upper West Si de y
16
país? ... Pasta e fasul ... Frijoles con macarrones, no lo olvides. No ol- los caribeños oriundos de las Antillas instalados en Brooklyn.
vides que otras personas decían lo mismo de tus padres que lo que
tú dices ahora sobre los puertorriqueños. 13

Décadas más tarde, la violencia y los conflictos interétnicos entre los puertorri- LA OPCIÓN DE LA BICULTURÁLIDAD: MOVILIDAD SOCIAL O TRAICIÓN
queños desempleados y los extranjeros que "invadían" sus vecindarios "ase-
diando" los mercados laborales representaban la cara oscura de la reestructu- A raíz de la dinámica estructural de sucesión étnica en los empleos de me-
ración económica neoyorquina en su fase tardía. En los años ochenta, el valor nor categoría, la mejor esperanza para los puertorriqueños neoyorquinos
real del salario mínimo en Nueva York cayó en una tercera parte, a la vez que descansa en la creciente demanda de personal de apoyo para las oficinas del
el gobierno federal recortó a la mitad el porcentaje de su contribución al pre- sector FIRE en ocupaciones tales como el fotocopiado, la recepción y el re-
supuesto local. En circunstancias normales, tales cambios habrían ocasionado parto de correspondencia. Ésta no es sólo una de las esferas de mayo.r creci-
una crisis en la reproducción de la fuerza laboral de nivel básico. 14 No obs- miento en la economía local, sino que además posee el mayor potennal para
tante, la nueva ola de trabajadores extranjeros llegó justo a tiempo para satis- los jóvenes que aspiran a mejorar su situación socioeconómica a medid~ que
facer la demanda de obreros dispuestos a aceptar sueldos inferiores al costo de los mensajeros ascienden al puesto de auxiliares, luego al puesto de asisten-
la subsistencia y condiciones laborales deplorables. La mayoría de los inmi- tes administrativos, y así sucesivamente. Como es natural, también son éstos
188 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIENDO CRACK EN HARLEM LA "BREGA LEGAL": HUMILLACIÓN Y OPOSICIÓN EN EL TRABAJO 189

los empleos que exigen conductas serviles opuestas a los principios de la cul- Leroy: Uno se monta al elevador y deja que la mujer salga primero
tura callejera. como una cortesía, tú sabes. Bueno, eso fue lo que yo hice, pero ese
Como vimos antes, todo joven de la inner city que desee tener éxito en el sec- día yo tal vez andaba un poco desaliñado. A veces uno se despeina,
tor FIRE debe ser bicultural: tiene que acatar "las leyes de la mujer blanca" en tú sabes. Entonces, tal vez, cuando me quedé esperándola pa que sa-
el d~st~to financiero y regresar a casa a un tenement o un caserío y ser capaz de liera primero, yo le haya parecido sucio.
restitUir su personalidad callejera. Es una cuerda floja sobre la cual las identi-
dades de miles de habitantes de East Harlem hacen equilibrio. A menudo los Leroy no reconoció hasta más adelante que él también se había sentido intimi-
jóvenes exitosos deben soportar que amigos y vecinos menos afortunados los dado por compartir el pequeño espacio con una mujer blanca. El tabú que sig-
acusen de traicionar a su etnia o de albergar un racismo internalizado. nificaba la proximidad de la mujer lo desconcertó a tal punto que olvidó opri-
Algunos habitués del Salón de Juegos censuraban a sus vecinos que, exito- mir el botón cuando abordó el ascensor:
sa~ ente empleados, lograban adaptarse a la cultura financiera. Leroy, un
pnmo de César que dirigía su propia red de crack, le daba gran importancia Leroy: Ella se metió primero, pero esperó a ver qué botón apretaba
al tema: yo.
Fingió que no sabía a qué piso iba pa esperar a que yo apretara el
Leroy: Cuando una persona se va al downtown y consigue un buen tra- botón. Y yo me quedé parado allí y se me olvidó apretarlo.
bajo, si esa persona es puertorriqueña, rápido uno lo ve empezar a Yo me quedé viendo pal ciprés; no sé qué carajas me pasó. Y enton-
arreglarse el pelo y ponerse lentes de contacto. Así encaja. ¡Y hay ces ella pensó: "No apretó ningún botón. ¡Me está siguiendo!".
mucha gente que hace eso! Yo soy testigo.
Es gente que da un vuelco. Es gente que quiere ser blanca. Si uno les Leroy hace un gran esfuerzo por entender el terror que su mera presencia ins-
dice que son hispanos, pana, te metes en un lío. pira en las personas blancas.
Digamos que tú conoces a Pedro, sólo como un decir. Pues de re-
pente, Pedro viene y te dice: [imita un acento blanco nasalizado] Leroy: Ya me había pasado antes. Es decir, después de un tiempo uno
"Me llamo Peter". se vuelve inmune a eso.
""'
¿De dónde saca uno Peter de Pedro? Cuando pasa por primera vez, a uno le molesta. "Eso está mal.
Préstale atención al modo en que los hispanos se peinan. Cuando ¿Cómo puede ser que te juzguen así nomás?". Pero ése es el modo
los cogen en un trabajo bueno, de repente, tú sabes, se ponen a ha- de pensar de ellos, tú sabes: "Qué mucho moreno que anda por
blar formal. aquí". Es bienjevi.
Pero a algunos de ellos yo los entiendo. ¿Cómo te lo explico? Mucha
La biculturalidad no es una opción viable para Leroy, ya que su piel negra y su gente blanca ... [me vuelve a ver, nervioso] quiero decir, caucási-
brusco proceder le impiden adquirir credibilidad en el contexto de oficina. cos ... [avergonzado, me pone la mano levemente en el hombro].
Tiempo después, averigüé que parte de la ira que expresó esa noche contra la No te ofendas cuando digo gente blanca, porque yo sé que en este
"gente que da un vuelco" surgía como resultado de su última incursión-en el vecindario viven muchos blancos.
mundo laboral legal. Recientemente había renunciado a un trabajo como Pero luego hay gente blanca que nunca ha visto gente morena. Cre-
mensajero por el que le pagaban centavos para regresar a vender crack en la es- cen en barrios ricos, y las escuelas donde estudian ... allí no van mo-
cal~ra del caserío donde vivía, poco después de que una mujer blanca huyera renos. Las universidades donde estudian ... allí tampoco van more-
de el espantada por el pasillo de un edificio financiero. Leroy entró al ascen- nos. Y luego se vienen pa las oficinas y empiezan a toparse con
s~r al mismo tiempo que la muchacha, y por casualidad se bcyó en el mismo nosotros.
p1so para hacer una entrega. Lo peor del caso es que Leroy había hecho el in- Y nosotros no tenemos los mejores trabajos, tú sabes. Tú sabes cómo
tento de ser caballeroso. Sospecha que el contraste entre su cortesía y su des- funcionan las cosas. Yo les digo trabajos de miseria. Y nosotros no
aseo fue lo que aterrorizó a la mujer: siempre encajamos bien ni vamos tan bien vestidos.
A veces yo voy a trabajar desaliñao y en seguida piensan que yo soy
190 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIENDO CRACK EN HARLEM LA "BREGA LEGAL": HUMILLACIÓN Y OPOSICIÓN EN EL TRABAJO 191

un criminal que los quiere asaltar, o algo por el estilo. Así que yo ... tengo confianza. No les presto atención. No me fastidian para nada.
yo no les presto atención. A veces me encabronan. Eso me pone a De vez en cuando me llaman a la casa a fastidiarme, y me dicen, tú
pensar, tú sabes. Me dan ganas de escribir. Siempre escribo cuando sabes: "Ey, spic"; "spic" y cosas así•, tú sabes, pero yo no lo cojo a pe-
me pasa algo parecido. cho [risa nerviosa].
A veces escribo la historia de lo que pasó. Trato de escribir rimas [le- En cierto sentido yo he aprendido a ponerme en su lugar. ¿Tú me
tras de rap] sobre el incidente. entiendes? Porque yo he visto lo que las minorías étnicas le pueden
hacer a un vecindario. Yo he visto caer a grandes vecindarios. Enton-
Desde luego, al vender crack, Leroy no tiene que enfrentar estas confusas hu- ces yo me pongo en sus zapatos y los comprendo; he aprendido a te-
millaciones basadas en las diferencias étnicas y de clase. ner empatía. Yo entiendo la fon.na de pensar de ellos.
Uno de los primos de César me ayudó a examinar el asunto desde otra pers-
pectiva. Él había "alcanzado el éxito" en la economía legal pero conservaba la Primo y César encuentran imposible tanta empatía y comprensión. Se refu-
amistad con varios de sus antiguos vecinos. Tras criarse en El Barrio y atravesar gian en la economía informal y celebran la cultura de la calle.
una etapa de adicción a la heroína, logró conseguir un empleo administrativo
fijo en una agencia de seguros y adquirió una casa en los suburbios para su fa-
milia. En un principio, negó haber tenido que desechar su identidad étnica
para escapar de la cultura callejera. Él y su familia eran devotos testigos deJe-
hová y él concebía su conversión a la fe y su superación socioeconómica como
un solo hecho. Sin embargo, cada vez que regresaba a El Barrio a visitar a ami-
gos y parientes, se sentía obligado a esconder el alcance de su éxito econó-
mico.

El primo de César. La mitad de mis amigos se murieron: asesinatos, so-


bredosis. Pero sigo en contacto con los que quedan vivos. De hecho
hoy estuve con uno de ellos. Está en un programa de metadona.
Mis amigos de acá, ellos no sienten que yo los menosprecie. Claro
que no saben cómo yo vivo. Saben que yo "trapicheo con seguros",
pero yo no me las guillo en frente de ellos. Puede que los haga sen-
tirse incómodos, así que nunca hablo de eso. Por eso no me ven
como un traidor.

La cuerda floja de etnia y clase no es tan fácil de transitar en este nuevo


mundo de ascenso social, gobernado por una forma de racismo hondamente
institucionalizada.
El primo de César ha optado por aceptar e interiorizar la legitimidad del
apartheid en los Estados Unidos.

El primo de César. El futuro de mis hijos tiene horizontes que yo


nunca tuve. Vivimos en condiciones suburbanas. De hecho, somos
una de las tres familias hispanas de todo el sitio.
Hay gente que se asusta cuando yo salgo a correr por el vecindario.
Se ponen nerviosos cuando me ven. Yo me despreocupo porque yo
~l w ;;:lA'if . ~ ..•.. ;.··
~t· vi l. Wli~-, ~ \~ ..·~~.lf-Jt..
~··t-·.~~ ·.~.~. ~...... ~4
'óf- . _JlM. 'f,'f\ ~. ik:~~ tB: /fl.l'. Conclusión
r--ill~u.- . ·.....· , >.. :
·~!.e .~,,.~,ti~,',
. . .
~1-(. ~ii;:~.:
,. . . .... ... ,. ':··
,• ' ·:;; .

¡Acho, Felipe! Nos haces quedar como joseadores tan sensibles.


César, al comentar el manuscrito
t)t:

No existe panacea que acabe con el sufrimiento y la autodestruc-


ción de los protagonistas de este libro. Las propuestas contra la pobreza y el
.- . ;,-·., consumo de narcóticos en la inner city planteadas en términos de políticas pú-
blicas suelen pecar de ingenuidad o de idealismo absurdo. Dadas las dimensio-
nes de la opresión estructural en los Estados Unidos, la esperanza de que una
serie aislada de iniciativas públicas, o incluso una reforma política de corto
plazo, remedie las dificultades de los sectores desfavorecidos carece de bases
teóricas sensatas. La telaraña de fuerzas estructurales, legados históncos, impe-
rativos culturales y acciones individuales que moldea el racismo y la segrega-
ción entre clases sociales en las ciudades estadounidenses es demasiado intrin-
cada como para esperar que un conjunto de soluciones sencillas conduzca a
transformaciones sustanciales.
También hay que tomar en cuenta el problema de la factibilidad política.
Por razones históricas e ideológicas complejas, Estados Unidos carece de lavo-
luntad política necesaria para enfrentar la pobreza de manera concertada. No
obstante, mi esperanza en este libro es que mi exposición de la experiencia de
la marginación social en El Barrio, vista desde la perspectiva de los empleados
de Ray y sus familias en su lucha por la dignidad y la supervivencia, contribuya
de modo práctico y concreto a llamar la atención sobre la trágica persistencia
de la pobreza y de la segregación racial en las ciudades estadounidenses. La
nefasta ironía de que la nación industrializada más rica del mundo, la poten-
cia mundial más poderosa de la historia, recluya a tantos de sus ciudadanos en
la pobreza y en las cárceles me impide resignarme. Por ello, en estas páginas
finales deseo implicarme en los debates de política pública, aunque en última
instancia estas polémicas representen meras distracciones ante la necesidad de
lidiar con los problemas estructurales de largo plazo. 1
CONCLUSIÓN 335
334 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIENDO CRACK EN HARLEM

época en la que la pobreza aumentó cerca del 33 por ciento. En esos años, los
CONTRA LAS DESIGUALDADES ÉTNICAS Y DE CLASE,
sectores más pobres experimentaron el mayor incremento en los niveles de
MÁS Q.UE CONTRA LAS DROGAS
pobreza entre todos los grupos de la población, mientras que los más ricos au-
mentaron sus números relativos en un 40 por ciento. La población menor de
De todos los problemas que implica la miseria en la inner city, el consumo
edad se llevó la peor parte, como lo demuestra el crecimiento cercano al 100
abusivo de drogas quizá sea el más susceptible a la intervención gubernamen-
por ciento en el número de niños bajo la línea de pobreza entre 1968 y 1992.3
tal. En gran parte, esto se debe a que las drogas no representan la raíz de los
La polarización, que afectó a todos los sectores demográficos, se introdujo
problemas planteados en estas páginas, sino un epifenómeno, una expresión
tanto en las clases sociales como en distintos segmentos del mismo grupo ét-
de dilemas estructurales más amplios. La adicción autodestructiva no es más
nico. Por ejemplo, aunque las estadísticas socioeconómicas de numerosos gru-
que un medio por el cual las personas en estado de desesperación interiori-
pos étnicos, entre ellos los puertorriqueños, mejoraron en la década de 1980,
zan sus frustraciones, su resistencia y su sensación de impotencia. En otras pa-
la desigualdad y el sufrimiento aumentaron en el plano de las clases sociales,
labras, podemos con toda tranquilidad hacer caso omiso de las olas de pánico
los sexos y las regiones del país. Múltiples estudiosos han documentado minu-
antidrogas que azotan recurrentemente a los Estados Unidos y enfocar nues-
ciosamente la estratificación por nivel socioeconómico de la población afro-
tras preocupaciones éticas y nuestros empeños políticos en lidiar con los efec-
norteamericana. El mismo fenómeno comienza a manifestarse entre los puer-
tos de la persistente manifestación de la pobreza en el corazón de una opu·
torriqueños radicados en los Estados Unidos, 4 proceso que conlleva dinámicas
lencia extraordinaria. Asimismo, es esencial reconocer y desmantelar el
regionales específicas, como por ejemplo que la condición de los puertorri-
apartheid étnico y de clase que ha llegado a caracterizar al paisaje norteame-
queños radicados en Nueva York sea mucho más apremiante que la de quienes
ricano.
residen en otras áreas de los Estados Unidos. 5 Incluso dentro de Nueva York,
Las epidemias de crack, cocaína y heroína que afectaron a las ciudades esta-
los puertorriqueños experimentan una creciente polarización de la desigual-
dounidenses entre finales de los años ochenta y mediados de los noventa tu-
dad entre clases sociales, sexos y generaciones. En la década de 1980, mientras
vieron efectos devastadores mayores a los de cualquier otra epidemia de alco-
que el ingreso de los hogares puertorriqueños aumentaba en un 28,5 por
hol y drogas en la historia del país. Ahora bien, el aumento acelerado del
ciento, los hogares puertorriqueños encabezados por madres solteras perdían
consumo de narcóticos en determinados sectores de la población tiene poco
el 6,1 por ciento del ingreso y los hogares encabezados por personas de la ter-
que ver con las propiedades farmacológicas de las drogas involucradas. La his-
cera edad perdían el 7,6 por ciento. El ingreso de los hogares puertorriqueños
toria demuestra que los efectos, o al menos los sentidos, del consumo de dro-
presididos por matrimonios creció de manera drástica en un 40,6 por ciento
gas se construyen culturalmente. En los Estados Unidos, es imposible interpre-
hasta alcanzar un monto que supera en un 70 por ciento a la media del in-
tar el consumo de drogas sin hablar de la desigualdad entre clases sociales y las
greso de la población puertorriqueña en general. Más importante aún, en
jerarquías establecidas por la ideología racial. En pocas palabras, el actual pro-
1992, más de la mitad de los niños puertorriqueños se encontraban bajo la lí-
blema de las drogas es más grave que en épocas anteriores debido a la polari-
nea de pobreza, al igual que el 38 por ciento de todos los puertorriqueños
zación de las raíces estructurales que generan tanto los comportamientos au-
neoyorquinos. 6
todestructivos como la criminalidad. En las últimas décadas, las bases
Estos amplios patrones de polarización de la pobreza, así como las extensas
económicas de la clase trabajadora tradicional se han deteriorado a lo largo y
transformaciones en la estructura económica mundial, .deben vincularse con
ancho del país, lo que ha provocado que un mayor número de la población
los debates de política pública que prometí discutir en los primeros párrafos
experimente la marginación social en carne propia. La reestructuración eco-
de esta conclusión, en especial el debate en torno a las drogas. Remediar el
nómica mundial efectuada por las corporaciones multinacionales, el capital fi-
"problema de las drogas" requiere equilibrar la balanza entre las virtudes de la
nanciero y la tecnología digital, así como el agotamiento de los modelos social-
economía legal y los enormes beneficios de la economía clandestina. En el
demócratas organizados en torno a las intervenciones públicas a favor de los
caso de la distribución de drogas al por menor -que, vale repetir, constituye la
sectores desfavorecidos, han intensificado las desigualdades entre las etnias,
mayor fuente igualitaria de empleo para los varones que habitan la inner city-
los sexos y las clases sociales. 2
la estrategia debe tener dos metas principales: (1) reducir el vigor económico
El censo de 1990 reveló bruscas bifurcaciones en la condición socioeconó-
del mercado de las drogas, y (2) acabar con la fragilidad y hostilidad de los
mica de las personas en los márgenes de la sociedad estadounidense. Los cam-
puestos de nivel básico en el mercado laboral legal.
bios forman parte de un proceso que tuvo lugar en el país entre 1968 y 1992,
336 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIENDO CRACK EN HARLEM

En lo que toca a las políticas públicas de corto plazo, la manera más senci-
lla y económica de eliminar las bases materiales de esta dimensión altamente
1 CONCLUSIÓN

quiere decir que las subvenciones públicas dirigidas a cubrir necesidades bá-
337

sicas como la salud, la vivienda, la educación y la nutrición -beneficios que se


violenta y delictiva de la cultura callejera es restringir su rentabilidad mediante dan por sentados en la gran mayoría de los países industrializados- no deben
la despenalización de las drogas. Los expertos calculan que el costo de produc- penalizarse cuando un hogar de bajos recursos pasa a percibir ingresos legales
ción de una onza de cocaína pura oscila entre los ocho y los diez dólares. 7 En suplementarios. Decenas de iniciativas públicas concretas ayudarían a equili-
East Harlem, una onza adulterada y empacada en ampollas de un cuarto de brar la balanza entre las virtudes de los empleos legales y las de los negocios
gramo distribuidas a diez dólares por unidad tiene un precio de más de dos ilegales, desde permitir que los trabajadores desempleados se inscriban en
mil dólares. Sobra decir que estos $1990 en utilidades representan un in- centros educativos mientras reciben prestaciones por desempleo, hasta conti-
menso incentivo económico que impulsa a los residentes locales a participar nuar ofreciéndoles cupones para alimentos, subsidios y beneficios de salud
en el negocio más violento y destructivo de la economía sumergida. Irónica- como los provistos-por el plan Medicaid a individuos y parejas que abandonen
mente, la despenalización disminuiría la disponibilidad de las drogas para los la asistencia pública y se incorporen al mercado laboral. A largo plazo, estos
jóvenes que crecen en los guetos estadounidenses, ya que con la regulariza- cambios le permitirían a la sociedad dominante transformar en beneficios lo
ción del mercado, comerciar narcóticos en las esquinas perdería su extraordi- que en la actualidad es una extraordinaria fuga de cerebros y una enorme des-
naria rentabilidad. Las leyes de la economía neoclásica dejarían en la quiebra trucción de potencial humano entre los jóvenes entusiastas y ambiciosos de los
a los traficantes callejeros, quienes, por lo tanto, se abstendrían de asediar dia- guetos estadounidenses que prefieren la venta de drogas al trabajo con salario
riamente a los jóvenes de East Harlem con ofertas de narcóticos en su camino mínimo. El "sueño americano" de superación socioeconómica debe reinven-
a la escuela. El gobierno podría entonces dejar de desperdiciar miles de millo- tarse mediante el estímulo de la economía legal para que adquiera credibili-
nes de dólares en el procesamiento judicial y encarcelamiento de los consumi- dad como opción alternativa en contraposición al crimen. A nivel teórico, es
dores de drogas, lo que acabaría con la dependencia gubernamental de las es- evidente que ninguna sociedad funciona en estricta conformidad con una de-
candalosamente ineficaces y costosas cárceles. Con los precios de las dosis terminada serie de "valores". A nivel práctico, es irrealista desestimar las tenta-
diarias reducidos, los adictos recurrirían menos al crimen violento, a los deli- ciones económicas de los negocios criminales en el contexto altamente mate-
tos contra la propiedad y a los hospitales. Los vendedores callejeros desistirían rialista de la cultura estadounidense. La política pública, si de verdad desea
de competir tan agresivamente por las bajas utilidades. Todo esto contribuiría alterar la situación actual, debe hacer frente a la escasez de opciones concre-
a disminuir las tasas de criminalidad y los gastos médicos. La opción contraria, tas y factibles para los jóvenes criados en la inner city.
desde luego, es encerrar a todo el mundo en prisión, una opción cuestionable La creciente impotencia material y política de los trabajadores en condicio-
dado que el encarcelamiento masivo tiene un costo prohibitivo y es imposible nes de pobreza en los Estados Unidos debe convertirse en una de las preocu-
de lograr sin violar los derechos humanos individuales. En la década de los no- paciones principales del debate público. La concentración de la pobreza, el
venta, Estados Unidos ya gozó del vergonzoso privilegio de alcanzar la tasa de amplio consumo de drogas y la criminalidad en enclaves urbanos como East
encarcelamiento per cápita más alta del mundo. Entre 1980 y 1994, la pobla- Harlem es el resultado de políticas estatales y fuerzas de mercado que circuns-
ción encarcelada en el país se triplicó. 8 criben territorialmente el aumento de las desigualdades sociales. De un modo
Despenalizar las drogas no sería suficiente para reducir la violencia y la au- más tácito, la decadencia urbana se manifiesta en la polarización de las per-
todestrucción en la inner city estadounidense en tanto el país no elimine los cepciones de la población estadounidense en torno a la cultura callejera, lo
obstáculos que, en la práctica, impiden que las personas sin estudios secunda- que ha dado lugar a una dinámica que algunos comentaristas llaman una "cri-
rios o universitarios completos busquen el sustento por medios legales dignos. sis de relaciones interétnicas en los Estados Unidos". Las elites y la clase media
A lo largo de las últimas generaciones, ni el sector privado ni el mercado libre se disocian cada vez más de los sectores desempleados y de los trabajadores de
han logrado generar empleos básicos material y emocionalmente satisfacto- bajos recursos que habitan los guetos estadounidenses, sobre todo latinos y
rios. De intervenir, los instrumentos gubernamentales deben estimular agresi- afronorteamericanos. Los recortes en los presupuestos públicos y la austeridad
vamente las oportunidades económicas de la clase trabajadora marginal. Asi- fiscal aceleran el colapso del sector público en las zonas urbanas deprimidas a
mismo, es necesario desmantelar la hostilidad del laberinto burocrático al que lo largo y ancho del país, a la vez que los servicios públicos mejoran o perma-
las personas de bajos recursos deben enfrentarse cuando pasan a trabajar de necen igual en comunidades suburbanas acomodadas predominantemente
manera legal, una meta sencilla que puede cumplirse a corto plazo. Esto anglosajonas.
338 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIENDO CRACK EN HARLEM
CONCLUsiÓN 339

con que lo hacen en los suburbios predominantemente blancos y de clase me-


dia. No tiene nada de sutil o complicado remediar la provisión desigual de fon-
dos públicos entre las etnias y las clas~s sociales. Cientos de políticas públicas y
reformas legales de corto plazo servirían para llevar a cabo tal propósito, desde
la reforma fiscal -con gravámenes sobre las hipotecas de la clase media alta y
exenciones fiscales a los subsidios gubernamentales para los pobres- hasta prio-
rizar el acceso de los sectores de bajos recursos a la asistencia pública y las ins-
tituciones educativas democráticas, con la provisión de cobertura médica uni-
versal a precios económicos y guarderías gratuitas, así como la distribución
equitativa (per cápita) de recursos para las escuelas y universidades.

mP HOP JÍBARO: HACIA UNA POLÍTICA DE RESPETO MUTUO

Uno de los mensajes que los protagonistas de este libro me comunicaron con
nitidez es que las exigencias económicas no son las únicas que los impulsan a
vender crack. Para ellos, al igual que para la mayoría de los seres humanos, la
búsqueda del sentido de dignidad y de realización personal es igual de impor-
Colapso del sector público en El Barrio. Fotografía de Philippe Bourgois
tante que el sustento físico. En el contexto puertorriqueño, las definiciones
culturales del respeto -construidas en torno al interés personal por la autono-
mía, la autoafirmación y la comunidad, que a su vez dependen de las cambian-
La mayor parte de los análisis de la marginación social recurre al reduccio- tes jerarquías de edad, sexo y parentesco- delimitan las ambiciones persona-
nismo psicológico y al esencialismo cultural, modos de pensar que forman les. Si en efecto se desea que los sectores socialmente marginados exijan y se
parte del sentido común en los Estados Unidos. La mayor unidad sociológica f" ganen el respeto que la sociedad convencional les debe por su propio bien, las
con que la política pública examina la pobreza es el núcleo familiar, y las estra- políticas gubernamentales tienen que intervenir sobre complejas dinámicas
tegias más comunes contra el racismo y la desigualdad acentúan la "actitud ne- culturales y sociales que van mucho más allá de los requerimientos prácticos y
gativa" de los individuos. Los cursos de capacitación laboral hacen hincapié en materiales. En términos más específicos, es necesario evaluar el modo en que
la actitud mental y la potenciación individual. Los seminarios dedicados a pro- las iniciativas públicas y las fuerzas económico-políticas impersonales interac-
mover la llamada sensibilidad multicultural constituyen la nueva vanguardia túan con las definiciones culturales de la familia y los roles sexuales, que se ha-
en las instituciones públicas y privadas. Aunque estas iniciativas no sean pelju- llan en un proceso de transformación. Por ejemplo, debido a que las mujeres,
diciales, y quizá ayuden de manera extrínseca e incidental, el apartheid ·esta- los niños y los ancianos representan la mayor parte de la población en condi-
dounidense y el colapso del sector público en la inner city -en otras palabras, la ciones de pobreza en los Estados Unidos, las políticas públicas tienen que prio-
expresión institucionalizada del racismo- son los problemas que la política gu- rizar sus necesidades. Las mujeres en condiciones de pobreza jamás deberían
b~rnamental y la filantropía del sector privado deben atacar si realmente de- verse obligadas a unirse con un hombre de manera desesperada con tal de ob-
sean efectuar transformaciones sustanciales. tener un techo, alimento, vestimenta y salud. En la actualidad, las normas de
Para hacer uso de una metáfora deportiva, Estados Unidos tiene que empa- la seguridad social incitan a las madres a buscar hombres que posean ingresos
rejar el campo de juego. En concreto, esto quiere decir que las municipalida- ilegales. Asimismo, la falta de guarderías seguras y asequibles induce a las ma-
des, los gobiernos de los estados y el gobierno federal deben asegurar que la ba- dres a quedarse en casa y tener más hijos en vez de desarrollar carreras en la
sura se recoja, las escuelas enseñen y las leyes se cumplan en las comunidades economía legal, ya que el pago de niñeras acaba por absorber cualquier in-
latinas, afronorteamericanas, asiáticas y nativoamericanas con la misma eficacia greso que perciban.
340 EN BUSCA DE RESPETO: VENDIENDO CRACK EN HARLEM CONCLUSIÓN 341

Pocas de las recomendaciones que he ofrecido hasta este punto son políti- libro no son "otros exóticos" habitantes de un mundo irracional aparte, sino
camente factibles a corto o mediano plazo en los Estados Unidos. Únicamente productos rnade in USA. Jóvenes ambiciosos y sumamente motivados, como
las presento con la esperanza de que en algún momento, entre las fluctuacio- Primo y César, apelan a la economía de las drogas, un negocio en expansión
nes y rupturas de la opinión pública respecto a las estrategias contra la po- valorado en miles de millones de dólares, justamente porque creen en la ver-
breza, la discriminación racial y la desigualdad entre los sexos, algunas de es- sión de Horario Alger del sueño americano.9
tas ideas se introduzcan en la corriente dominante del debate público y acaso Al igual que la mayoría de los estadounidenses, los narcotraficantes y los de-
se ejecuten de una u otra forma en las décadas siguientes. En un plano más lincuentes callejeros luchan por obtener la porción de la torta que les corres-
fundamental, es necesario desafiar y transformar el sentido común estadouni- ponde con la mayor rapidez posible. En su búsqueda de éxito, imitan al pie de
dense, que acostumbra culpar a las víctimas de sus fracasos y se muestra inca- la letra el clásico modelo yanqui de superación socioeconómica, forjando ca-
paz de concebir soluciones para los problemas estructurales fuera del marco rreras agresivas como empresarios que los llevan a tomar riesgos, trabajar duro
individualista o psicológico. Debe hacerse a un lado el debate sin salida entre y rogar a Dios que les dé buena fortuna. Estos jóvenes representan la máxima
los políticos de izquierda, deseosos de inundar las ciudades estadounidenses expresión del individualista recio que se enfrenta valerosamente a una fron-
con terapeutas familiares y trabajadores sociales especialistas en psiquiatría, y tera impredecible en la que la fortuna, la fama y la destrucción se encuentran
los de derecha, ávidos por construir cárceles más grandes, eliminar los proyec- a la vuelta de la esquina, un área incierta donde el enemigo se persigue y se
tos de asistencia pública y disminuir los impuestos sobre las grandes empresas asesina sin piedad ni misericordia. En el contexto específico de la diáspora
y los sectores adinerados. El hecho de que el plan Head Start se celebre como puertorriqueña, la resistencia al dominio de la sociedad convencional y el or-
la iniciativa pública más exitosa en la lucha contra la pobreza demuestra lo ba- gullo por la identidad callejera suponen una reinvención de la figura del jí-
nal que es el debate político en los Estados Unidos. En esencia, la intención de baro, que desafiaba y rechazaba el desdén de la alta sociedad en las épocas co-
ese plan es transformar a los niños de edad preescolar de la inner city -que re- loniales española y estadounidense. La reconstrucción del jíbaro en una
siden en edificios infestados de ratas, carentes de calefacción y agua caliente y versión hiperurbana al estilo del hip lwp representa el triunfo de una nueva
colmados de plomo en las paredes- en estudiantes sobrededicados de ojos re- forma de afirmación cultural puertorriqueña entre los miembros marginados
fulgentes con comportamientos semejantes a los de la clase media alta. Head de la diáspora. Lo trágico es que la base material de esta búsqueda afanosa de
Start es un buen ejemplo de la insuficiencia a largo plazo de las políticas desti- respeto cultural se restrinja a la economía callejera.
nadas a remediar Jos síntomas individuales de la miseria social (ya sea la baja Ahora bien, los triunfos y las desgracias de los protagonistas de este libro no
autoestima, la agresividad o las deficiencias académicas), en vez de apuntar a tienen nada de exótico o propiamente puertorriqueño. La sociedad conven-
las fuerzas materiales y políticas que dan origen a la negligencia, la agresión y cional debe ser capaz de reconocerse en los personajes de este libro y advertir
la desnutrición infantiles en las familias empobrecidas. De no revertirse el ele- las conexiones con su propia forma de vida. La inner city constituye el mayor
vado crecimiento de la pobreza relativa y la segregación que ha afectado a los fracaso interno de los Estados Unidos, una espada de Damocles que cuelga so-
Estados Unidos desde los años sesenta, los crueles síntomas del apartheid ur- bre la sociedad en general. Lo único que impide que esta espada caiga es que
bano continuarán produciendo números descomunales de adictos, criminales los traficantes, los adictos y los delincuentes callejeros interiorizan la furia y la
violentos y jóvenes emocionalmente discapacitados. desesperación que albergan, dirigiendo la brutalidad contra sí mismos y con-
Es muy improbable que ocurra una reforma en las políticas gubernamenta- tra la comunidad que los acoge en vez de arremeter contra sus opresores es-
les en el nivel federal o que se inicie un periodo de movilización política en la tructurales. A través de un lente histórico y comparativo, la angustiosa y pro-
inner city. Por ello, el propósito inmediato de este libro es mostrar el rostro hu- longada autodestrucción de personas como Primo, César, Candy y sus
mano de Jos enemigos públicos de los Estados Unidos sin "desinfectar" sus ac- respectivos hijos demuestra ser cruel y absurda. No existen soluciones tecnó-
tos ni glorificarlos. Este libro expone la profundidad del sufrimiento personal cratas. El único camino capaz de sacar a los Estados Unidos del atolladero será
que implica la experiencia de la pobreza y el racismo institucional, con la in- aquel que haga frente a las raíces estructurales, ideológicas y culturales de la
tención de contribuir a un mejor entendimiento de los procesos y dinámicas marginación social. Romper con la parálisis actual, sin embargo, requerirá una
de la opresión. De manera menos explícita, este libro también aspira a situar a reevaluación ética y política fundamental de los modelos socioeconómicos y
los narcotraficantes y delincuentes callejeros en su justo lugar como parte de de Jos valores humanos.
la corriente dominante de la sociedad estadounidense. Los personajes de este
Capítulo 3: La construcción del otro por la desigualdad

Poder y Lenguaje. Reflexiones


sobre los paradigmas y las paradojas
de la legitimidad de las relaciones
de dominación y de opresión1

M. Godelier

1 interrogarse sobre las relaciones entre poder y len- palabra, el punto de partida fue la fusión de la cual surgió
gua, uno se embarca en una reflexión con varias eta- un nuevo nombre y una nueva unidad política global: la
pas. Por mi parte, en una primera etapa, encararé un caso tribu Baruya.
particular extraído de mi experiencia como antropólogo: No se constata en esta sociedad la existencia ni de una
el análisis de las relaciones entre el poder y el lenguaje en- jerarquía de rangos, ni de una jerarquía de "clases". No
tre los Baruya de Nueva Guinea; en una segunda etapa, in- existe tampoco un jefe de aldea. Las formas de desigualdad
tentaré mostrar que el punto más fuerte de un poder de social se basan en la autoridad general de los hombres
opresión, de dominación, no es justamente el de la fuerza sobre las mujeres y en la autoridad de los ancianos sobre
física, sino por el contrario el del consentimiento de los los jóvenes. Tenemos en consecuencia la siguiente situa-
dominados a su dominación. Así, el problema es el de una ción en términos de poder: los hombres adultos tienen au-
paradoj a sobre el paradigma de legitimidad. Estas reflexio- toridad sobre la gente joven y los niños y una autoridad ge-
nes permitirán, en una tercera etapa, sugerir una manera neral sobre todas las mujeres cualquiera sea su edad. Es
de reflexionar sobre el problema esencial de las condicio- una sociedad sin clases caracterizada por la dominación
nes de aparición de las clases y del Estado, es decir, de los masculina. Existe, sin embrago, una desigualdad entre
procesos que han puesto fin a las sociedades llamadas grupos pues los refugiados, quienes expulsaron a una parte
"primitivas". de la población que los había cobijado, controlan los ri-
Primer problema, primera etapa, el análisis de un caso, tuales junto al clan local que los ayudó en esa felonía, en
los Baruya de Nueva Guinea. En las altas montañas del in- esa traición, en esa "operación política". Ese clan local,
terior de Nueva Guinea viven Los Baruya, su tribu ha es- que se quedó entre los Baruya, dispone de grandes poderes
tado controlada por el poder australiano desde 1960, des- rituales. Los descendientes de algunos grupos locales, cu-
pués de haber tenido su primer contacto con los blancos yos ancestros habían decidido quedarse entre los Baruya,
en 1951. porque habían intercambiado mujeres con ellos, se habían
Es una sociedad sin jefe, acéfala, dividida en clanes pa- vuelto sus aliados y quizás eran más numerosos, pero no
trilineales, compuestos casi únicamente por dos grupos so- tenían el mismo status político porque no ocupaban el
ciales fusionados: un grupo autóctono y un grupo de in- mismo lugar en los rituales.
migrantes, llegados hace varios siglos luego de una guerra Así pues la jerarquía entre hombres/mujeres, entre an-
infeliz. Estos inmigrantes, luego de un tiempo, han to- cianos/jóvenes está articulada al mismo tiempo sobre una
mado el poder entre los autóctonos, al menos para ser más jerarquía entre clanes, en la cual unos son los maestros de
precisos, luego de un cierto tiempo una parte de los autóc- los rituales. Esta es la estructura de la jerarquía polí-
tonos traicionó y terminó por asociarse con los refugiados tico-simbólica. En el plano económico, existe también
expulsando, luego, al resto de la población local. En una cierta jerarquía pues los clanes que dominan a otros se han

1 E n G o d e l i e r , M.,Comumcatíons, París, 1978, Nro. 28.

110
Constructores de Otredad

apoderado de parte de sus tierras. La jerarquía no sólo es mitos y de saberes secretos. Un joven es separado de su
una jerarquía en el dominio del poder y de la autoridad madre a la edad de nueve años y comienza a aprender las
pública, en el dominio de la práctica simbólica. Es, tam- palabras para designar a las mujeres, las palabras que sólo
bién, una jerarquía en el control de los recursos materiales, los hombres pronuncian entre ellos y que les permiten ha-
es decir, de los territorios de caza y de agricultura. blar de las mujeres sin ser comprendidos. Él adquiere, así,
He aquí el contexto. un sentimiento profundo de superioridad durante los
Me ajustaré ahora a las relaciones entre poder y lenguaje. largos años de aprendizaje. Sea a través de canciones, sea a
Lo más sorprendente entre los Baruya, es constatar que los través de discursos, el joven aprende el "fondo" de las cosas
hombres son iniciados para hablar un lenguaje secreto y son al mismo tiempo que las reglas de conducta. Se le enseña
iniciados además en los secretos, secretos que lo son sólo una moral, una ética que es una actitud "política" y al
para las mujeres y para los jóvenes no iniciados. Existe tam- mismo tiempo se le explica el fondo oculto de las cosas, a
bién una suerte de monopolio de los hombres sobre ciertos través de la narración de los mitos sobre el origen del
saberes y esto se traduce en el lenguaje por un código, un hombre, el origen de los astros, el rol de los dioses y de los
lenguaje secreto. ¿Cuál es la estructura de ese lenguaje se- seres sobrenaturales en su vida, etc. Las mujeres, por su
creto? Los hombres utilizan los nombres corrientes en lugar lado reciben también una iniciación secreta y tienen igual-
de otros. Por ejemplo, para hablar de las batatas dulces, mente un nombre para designar, entre ellas, a los hom-
wuopai, van a utilizar otro nombre —conocido por todo el bres. No debe imaginarse que la separación entre los sexos
mundo: hombres y mujeres— y que sustituye a esa palabra es total. De hecho los hombres saben bien qué es lo que
habitual, tomando su lugar en el discurso. Así las mujeres hacen las mujeres y las mujeres saben bien qué hacen los
no saben verdaderamente de que están hablando los hom- hombres durante sus rituales secretos, pero unos y otros
bres, pues piensan que están hablando de otra cosa. Nos en- deben comportarse como si no lo supieran y, sobre todo,
contramos entonces con la creación de un uso "cifrado" de jamás manifestar explícitamente la curiosidad. El sistema
la lengua, de una "lengua cifrada" para ser más preciso. ¿Por funciona en una ambigüedad creada y reproducida por los
qué el uso metafórico de una parte del léxico? Esto no es mismos actores. Sin embargo, se puede decir que cuando
sólo para mantener a las mujeres a distancia o para expresar una mujer es vieja —demasiado vieja para tener relaciones
distancia. Es así porque entre las palabras y las cosas hay una sexuales aun si todavía es fuerte para trabajar— ella sabe casi
relación, y una relación que da poder sobre las cosas. Es este todo lo que los hombres esconden a las mujeres. Todo esto
poder que se reserva a los hombres. Los Baruya piensan que pasa como si la diferencia entre hombres y mujeres se bo-
conocer el nombre secreto de una cosa, es tener poder sobre rrara poco a poco, sin jamás anularse del todo.
ella: a partir de esto, no se trata solamente de un uso metafó- Bien entendida, esta manipulación de los secretos y del
rico del lenguaje. Se trata en profundidad, de un mono- discurso se efectúa desde el comienzo en un clima de vio-
polio del acceso a un mecanismo invisible, a una conexión lencias físicas y psicológicas. Son las amenazas que se
oculta entre las palabras y las cosas. De esta manera los hacen pesar sobre los jóvenes iniciados o iniciadas en el
hombres se afirman como dueños de una parte de las condi- caso de que ellos o ellas revelasen algunos de sus secretos.
ciones de "reproducción" de las cosas, de la fertilidad de los Es importante notar que los jóvenes iniciados tienen que
campos, de la reproducción de las batatas dulces o de la caza estar mudos delante de sus mayores en el curso de las cere-
y de la reproducción de las relaciones sociales y del lugar de monias, ellos no tienen el "derecho" a la palabra. Deben
esos individuos o de esos grupos en las relaciones sociales. escuchar y dejarse "imprimir" en ellos las "leyes" de su so-
Poder y lenguaje están en esa relación que no es sólo la ciedad.
señal en el lenguaje de una diferencia. Es más profundo, es Las grandes revelaciones se hacen en un contexto dra-
el acceso, a través del lenguaje, a la esencia oculta de las mático sobre el plano gestual, sobre el plano simbólico,
cosas. Es un poder sobre las cosas al mismo tiempo que un sobre el plano del cuerpo, sobre el plano de los alimentos.
poder sobre los hombres a través del poder sobre las cosas. A cada paso, una serie de interdicciones nuevas se plantea
En el centro de ese uso del lenguaje, hay una representa- sobre su alimentación, sobre la postura de su cuerpo, sobre
ción, hay una "teoría", no sólo una manera de hablar, sino la manera de hablar, de caminar, etc. En cada etapa, una
una manera de pensar, una manera de plantear los pro- parte de las interdicciones existentes en la etapa prece-
blemas, de interpretar el mundo. dente es levantada, lo cual es una prueba de que el hombre
Entre los Baruya, en los momentos importantes, "cla- cambia. Este es el contexto poderoso y complejo de rela-
ves" de la vida de un hombre o de una mujer, hay un ciones entre poder y lenguaje. Más allá del discurso, están
aprendizaje, en el transcurso de rituales complejos, de las actitudes corporales, los tabúes sobre el cuerpo, las ma-

111
Capítulo 3: La construcción del otro por la desigualdad

ñeras de utilizar el espacio alrededor de uno mismo. Está aveces se cuestiona individual o colectivamente, porque el
todo aquello que es más vasto que el lenguaje pero que poder de los hombres está también hecho de violencia.
también habla. Esta violencia provoca a veces formas de resistencia, de ne-
El ejemplo de los Baruya tiene la ventaja de ilustrar al- gativas a consentir por más tiempo ese poder masculino.
gunas formas de dominación y de oposición que se en- Se ve entonces a las mujeres peleándose físicamente con
cuentran en una sociedad sin clases. Invita a sociólogos, los hombres o resistiéndose bajo otras formas. Ellas no co-
historiadores, filósofos a reflexionar sobre la existencia de cinan, no hacen el amor o van a visitar a sus parientes, a
relaciones de dominación y de opresión más antiguas que veces, por largos períodos. Estas múltiples formas de resis-
las relaciones de clase y que han precedido en mucho a la tencia prueban así mismo que si en conjunto el consenti-
aparición del Estado en la historia. Este es un hecho histó- miento existe, está constantemente contradicho en la ex-
rico que nos lleva a problemas teóricos fundamentales periencia cotidiana y en la experiencia individual.
sobre los cuales el ejemplo de los Baruya, puede arrojar A partir de estos hechos podemos reflexionar en el
una cierta luz. Este ejemplo hace aparecer el hecho de que plano teórico. Estos hechos van al encuentro de algunos
la fuerza más fuerte del poder no es la violencia sino el con- que pretenden, hoy en día, que el poder de una clase o el
sentimiento, el consentimiento de los dominados a su do- poder del Estado está fabricado en una conjunción de dos
minación, la dominación masculina es ordinariamente re- deseos malvados: por una parte, el deseo de las masas a ser
conocida y vivida por las mujeres como legítima. Hay en- "avasalladas" y, por otra, el deseo de una minoría de ser
tonces en todo poder un orden y una fuerza fundamental servidos y, en esta conjunción de los dos deseos se realiza el
que mantiene las cosas "en orden" que es el consenti- avasallamiento, sobre él se eleva silenciosamente la má-
miento, el consentimiento de los dominados a su domina- quina despótica: el Estado. Ésta es una teoría que, sobre el
ción. Dan ese consentimiento porque el estado de las cosas plano de la lógica, intenta resucitar una cierta visión ética
les parece legítimo. Hay, entonces, en el fundamento del del movimiento de la historia. Existe en el hombre un lado
poder un mandato que es al mismo tiempo una fuerza y impuro que termina en esto, en instituciones "malvadas".
un mecanismo interno del funcionamiento del poder. Ese Haría falta explicar entonces por qué la humanidad " pri-
mandato es "un paradigma de legitimidad". mitiva" habría cedido poco a poco a deseos impuros, por
Cuando se estudia, por ejemplo entre los Baruya, las qué poco a poco el Estado habrá emergido, desplazando a
relaciones que existen entre las iniciaciones masculinas y la antigua "democracia primitiva", el Estado imaginario
las iniciaciones femeninas se evidencia que ellas están des- de las sociedades humanas. Esta teoría no tiene valor cien-
tinadas a hacerles consentir la dominación masculina. tífico porque ignora el principal problema del poder que
Cuando las mujeres están "entre ellas" no se ponen a com- es que el poder no se reproduce de manera durable sin que
plotar contra el poder masculino. Al contrario, practican extraiga su fuerza principal del consentimiento de aquellos
los ritos que les recuerdan, bajo las diversas formas simbó- que los sienten o padecen. El consentimiento pasa por la
licas, que ellas deben someterse a los hombres. Las can- conciencia antes que por el deseo. Más allá de la represen-
ciones, las escenas mímicas, las danzas que ellas realizan tación hay, bien entendido, todos esos efectos en la
solas en la maleza, a la noche, alrededor del fuego, al res- emoción y en el deseo.
guardo de las miradas de los hombres, están destinadas a No quiero que se me acuse de ignorar o negar la exis-
mostrar a las jóvenes que acaban de aprender sus reglas que tencia de la "violencia organizada" al servicio de la repro-
cuando los hombres regresan del trabajar, ellas deben ducción de las relaciones de dominación: violencia en el
hacer la comida o bien que deben consentir hacer el amor discurso, violencia física, represión psicológica. Entre los
cuando ellos se lo demanden y sin protestar, sin darles ver- Baruya, cuando una mujer resiste a su marido, éste le pega.
güenza una negativa, etc. Entonces, lejos de considerar las La respuesta más habitual es la represión, la violencia fí-
ceremonias femeninas como un "contramodelo", son el sica. Si las mujeres se rebelaran en conjunto, se las repri-
complemento de las ceremonias masculinas, es decir, la miría a todas. Y cuando a una mujer, como ocurrió una
organización del consentimiento femenino a la domina- vez, le agarra un ataque y prende fuego al símbolo mismo
ción masculina. de la dominación masculina —que es la casa de iniciación
Esto no quiere decir que las mujeres algunas veces, in- de hombres, la cual es construida en algunas semanas y en
dividualmente o en grupo, no se rebelen, que no pongan el interior de la cual van a iniciarse los hombres fuera del
resistencia de su parte, ni que su consentimiento sea total, alcance de toda mirada femenina— esa mujer es inmediata-
ni unánime, ni que sea permanente o constante. Digamos mente condenada a muerte. A partir de ese momento se le
que existe un consentimiento tan profundo y general que pide a uno de sus hermanos que le dé muerte para que no

112
Constructores de Otredad

existan represalias contra el clan del matador. Es necesario otras, formar una suerte de "clase" y en qué condiciones su
entonces que uno de sus "hermanos" o uno de sus primos poder llega a ser ejercido a través de una institución nueva
(que es lo mismo porque en su lengua se les llama a los que llamamos Estado?
primos paralelos: hermanos), que un miembro de su pro- En las sociedades que no transforman la naturaleza, las
pio clan la mate para que su clan no se vuelva contra los sociedades cazadoras-recolectoras, prácticamente todo el
otros para ejercer represalias. En estas circunstancias, los mundo sabe, todo el mundo debe saber fabricar los útiles
hombres manifiestan una solidaridad que va más allá de que son muy simples (una piedra que se escoge y se talla,
las relaciones de parentesco: es toda su autoridad la que se una madera que se corta y se afila, etc.). Los recursos del
encuentra amenazada. Ellos reaccionan como un "cuerpo territorio pertenecen a todos. Las diferencias sociales, en
orgánico", como un grupo solidario y fue por esta razón estas condiciones, no pueden provenir de un monopolio
que justamente se le pidió a un hermano de esa mujer que de los medios materiales de existencia. Parece, sin em-
cumpliera con la tarea de darle muerte. Luego, todos los brago, que ciertas desigualdades aparecen, nacen, de lapo-
hombres de todos los clanes dieron al clan de la víctima sesión restringida de los medios que nosotros llamamos
una compensación en collares de caracoles, etc. En este imaginarios, de la reproducción de la sociedad y de la na-
mecanismo vemos como interviene en las sociedades sin turaleza. Posesión de ritos de caza, de la fertilidad de las
clases la violencia física junto a la dominación ideológica. mujeres y de la posesión de saberes que nos parecen —a no-
Pero se podría caer fácilmente en el idealismo y creer sotros— saberes "fantasmagóricos".
que todo este asunto es una "cuestión de representación" y Es igualmente importante ver que en muchas socie-
que sería suficiente para cambiar el estado de las cosas, dades existen aristocracias hereditarias, una suerte de "cla-
cambiar sus representaciones. Desde el plano histórico y ses" dominantes, sin que el Estado exista. A menudo esta
desde el plano metodológico esta tesis es falsa. Pues hay un aristocracia, como la de las islas Trobiand en Melanesia,
vínculo profundo a descubrir entre la dominación mascu- trabaja en diversos procesos de trabajo pero cumpliendo
lina y la estructura misma de las sociedades y de las condi- tareas que no son consideradas degradantes. Los aristó-
ciones de vida. Los primitivos no se representan el mundo cratas no transportan cargas pesadas. Participan de los tra-
al azar, el lugar de lo masculino y de lo femenino en el bajos agrícolas o de la pesca y, a menudo, ocupan un lugar
cosmos y el lugar de los sexos en la sociedad, etc. Existen, de autoridad en el plano de las actividades económicas. La
más allá de una manera de pensar, las condiciones de este diferencia con la gente común es sólo relativa. Pero la dife-
pensamiento, de estas representaciones que es necesario rencia es absoluta en materia de posesión de conoci-
analizar y descubrir. Lo importante, en primer lugar, es mientos rituales y del lenguaje ritual. En ese dominio
que esas representaciones están organizadas en sistemas, en tienen el control de las relaciones con los dioses y con los
una "teoría indígena"; esta teoría se encuentra en el co- ancestros. Una minoría social o a veces un solo clan, se
razón del mecanismo de poder como una de las condi- afirma como más próximo a los ancestros y a los dioses.
ciones de su reproducción. Hacer una teoría del poder, es Sus miembros son los únicos que les pueden hablar y ha-
hacer una teoría de las condiciones y de las razones que cerse entender. El clan aparece ante los otros como el in-
conducen al control por parte de una minoría social de las termediario obligado para que el mundo, la vida, se repro-
condiciones (reales o imaginarias para nosotros) de repro- duzca normalmente. Sobre el plano teórico, la cuestión re-
ducción de la sociedad y del mundo. Es hacer una teoría side entonces en determinar en qué condiciones pudo
de los mecanismos que descansan sobre el consentimiento nacer un monopolio tal, monopolio "imaginario" y mo-
y de los mecanismos que descansan sobre la violencia en la nopolio "de lo imaginario", pero este imaginario no es
sustancia misma del poder, en su fuerza. Es una teoría imaginario más que para nosotros. Los verdaderos actores
compleja porque no obliga a uno de los términos en pro- de la historia saben que utilizan medios "simbólicos" pero
vecho del otro. No es reduccionista. Pensar "mal" o desear "saben" también que su poder por medio de símbolos, que
el mal no puede ser el origen de las clases o del Estado. Esta su poder sobre los símbolos, es un poder eficaz, real y no
es una visión ideológica, demagógica, que no permite ex- ilusorio. No es para ellos lo que nosotros llamamos poder
plicar la formación de las relaciones de explotación ni tam- simbólico. Una de las cuestiones más precisas que se les
poco tratar eficazmente de abolirías. En cambio, se podría plantean hoy a los antropólogos, a los historiadores, a los
intentar esclarecer de otra manera la famosa cuestión del prehistoriadores, es la de construir una teoría de las condi-
nacimiento de las clases y del Estado, el problema de la de- ciones de apropiación por una minoría social del acceso a
saparición de las sociedades sin clases. ¿En qué condi- aquello que nosotros consideramos como "imaginario so-
ciones una parte de la sociedad ha podido elevarse sobre cial" y que es, de hecho, el acceso a los medios para con-

113
Capítulo 3: La construcción del otro por la desigualdad

trolar la reproducción de la naturaleza y de la sociedad. propia evolución. No surgió como un monstruo venido
Esta distinción entre naturaleza y sociedad es igualmente del Mal sino "normalmente" y por esta razón legítima-
una distinción que nosotros introducimos. Ésta es una mente. Y es también "legítimamente" que va a desapa-
cuestión científica muy difícil y que demanda un trabajo recer, que debe desaparecer. Ya que el Estado no será abo-
muy complejo de comparaciones y de elaboraciones teó- lido por decreto, se extinguirá en términos de lucha de
ricas. Todo modelo reduccionista de tipo ideológico no clases que pondrán fin a las clases. El desarrollo de nuevas
resiste ante la complejidad de los hechos. fuerzas productivas y de nuevas relaciones sociales de pro-
Otro problema científico es el de comprender la li- ducción provocará sucesivamente la extinción de las fun-
gazón que se puede establecer entre las diversas formas de ciones asumidas por el Estado y las contradicciones que el
monopolio de lo imaginario y la aparición de formas de Estado expresa y asume. El análisis antropológico e histó-
monopolio de los recursos de un territorio o del producto rico comparado del debate del siglo XIX entre marxismo y
del trabajo de otro. Pero si bien aún no podemos res- anarquismo nos permite ver que —cuando Marx responde
ponder a estas cuestiones, nuestro análisis permite escla- en el programa de Gotha y de Erfurt o cuando Engels, en
recer el rol que pudo desempeñar el consentimiento de las El rol de la violencia en la historia, responde a los anar-
masas a la aparición de relaciones de explotación. En quistas que el Estado en la sociedad futura donde los tra-
efecto, parecería como si el clan o los clanes que poseen los bajadores retomarán el control de los medios de produc-
ritos y los sacerdotes que pueden "obrar sobre" los ances- ción— no será necesario abolir el Estado porque éste se
tros, se encontraran al servicio de todos, rindiendo a todos transformará progresivamente en un instrumento anti-
un servicio. En compensación, todos les deben "alguna cuado, será abandonado como un hierro viejo o puesto en
cosa". Así se establecen ciclos de prestaciones recíprocas el museo de las instituciones desaparecidas. Considero que
por los cuales una minoría recibe la mayoría del trabajo, de hay en esta respuesta una posición teórica y política que es
los bienes, de los servicios fundados sobre la lealtad, el sa- profundamente "científica". Pienso personalmente que,
crificio, etc. a cambio de rituales de sacrificios que ella, la en la evolución futura de la humanidad, al concluir las lu-
minoría, cumple "correctamente", etc. Nos enfrentamos chas desaparecerán dos realidades que están en parte li-
así con un proceso que ha podido llevar, en ciertas condi- gadas, la religión y el Estado, a través de la desacralización
ciones, a la aparición del Estado y que explica las ambigüe- de las relaciones sociales y al mismo tiempo por la extin-
dades del Estado, pues el desarrollo de un poder particular ción de los aparatos de represión estatales. Puesto que el
y la explotación de una mayoría por una minoría parecen Estado no pudo nacer sin ser "sagrado". Pienso que el fu-
siempre hacerse en el lenguaje del interés general. Así, esta turo se esclarece con esta reflexión sobre las condiciones de
estructura doble del poder —de revindicarse en el interés de aparición del Estado, en la medida en que hay un ele-
todos y en estar al servicio de algunos— es más antigua que mento que no ha variado a todo lo largo de la existencia y
el Estado, pero el Estado la reproduce y todas las formas de de la evolución histórica de las clases y del Estado: las rela-
Estado tienen en común esta dualidad. ciones de sacralización de las relaciones sociales y la opre-
Pensamos que otras investigaciones conducidas en esta sión y la dominación.
dirección permitirán comprender que el Estado no apa-
reció en la historia humana como un cuerpo extraño, que
el Estado fue el producto necesario de una profunda evo- Traducción: Ana Rosato
lución y no les fue impuesto desde el exterior a las socie- Revisión: Victoria Arribas
dades primitivas sino que surgió "legítimamente" de su

114
e. BICHITOS [93

que nuestro decano me señaló que si alguno se ponía enfer-


8. Bichitos mo podrían llevarnos, a mí y a toda la universidad, ante los
tribunales. Y dado el número de estudiantes que parecían
estar a punto de indisponerse, tuve que acatar el consejo. Los
murmullos de asco daban paso a miradas cargadas de hosti-
lidad yun evidente desinterés por el concepto que trataba de
explicar. Al preguntarles por su reacción, los estudiantes no
se mordían la lengua: «Usted dirá lo que quiera, perolos que
comen estas cosas no son normales. El deseo de comer in-
sectos es antinatural».
Ahora bien, si de algo estoy seguro es de que ninguno de
nosotros tiene una aversión instintiva hacia el consumo de
pequeños invertebrados, ya se trate de insectos, arañas o
lombrices de tierra. En primer lugar, si la genealogía consti-
Pregúntese alos europeos o los norteamericanos por qué no tuye una guía de nuestra naturaleza, tenemos que aceptar el
comen insectos y seguro que responden: «Los insectos son hecho de que descendemos de una antiquísima estirpe de
repugnantes yestán llenos de gérmenes. ¡Fu...l». Elpresente insectívoros. En el capítulo consagrado a las costumbres
capítulo no pretende modificar los sentimientos de nadie en carnívoras se ofrecieron ya algunos datos sobre este asunto.
lo que respecta al consumo de insectos. Me propongo, sen- La mayoría de las especies de grandes simios que viven en la
cillamente, brindar una mejor explicación de los mismos. A actualidad consume cantidades importantes de insectos. In-
mi entender, todo el asunto está planteado al revés. El recha- cluso los monos, que no son depredadores sistemáticos de
zo euronorteamericano de los insectos como alimentos tie- insectos, los consumen en abundancia, de forma accidental
ne poco que ver con el hecho de que éstos transmitan enfer- o buscada, envueltos en hojas o enterrados en la pulpa de las
medades o con su asociación a la falta de higiene y la frutas. Por lo demás, los monos pasan buena parte de su
suciedad. La razón de que no los comamos no consiste en tiempo despiojéndose mutuamente, lo cual no constituye
que sean sucios yrepugnantes; más bien, son sucios y repug- una expresión de puro altruismo; los despiojadores comen
nantes porque no los comemos. tantos parásitos como quieren y,además, se aseguran de que
En la época en que daba un curso de introducción a la an- los bribonzuelos son enviados a un lugar donde ya no pue-
tropología en la Universidad de Colombia solía distribuir dan cometer más fechorías.
entre los estudiantes latas abiertas de saltamontes fritos ja- Los chimpancés, nuestros parientes más cercanos entre
poneses con el fin de sensibilizarlos frente al problema de las los grandes simios, cazan insectos con tanta avidez como
diferencias culturales: «No seáis avariciosos. Coged unos crías de babuino y jabatos. En su afán por alimentarse a
cuantos, pero dejad algunos para los demás». Yo pensaba base de termitas y hormigas, los chimpancés llegan incluso
que se trataba de una forma espléndida de identificar a los a fabricarse una herramienta especial, consistente en una
estudiantes con madera de antropólogos de campo hasta pequeña rama, fuerte y flexible, despojada de todas sus ho-
[92
194 BUENO I'ARA COMER s.I¡JOIlTOS 195

jasoPara cazar termitas, insertan la herramienta en los orifi- ción de manos y pies, y la capacidad cerebral extra que defi-
cios de ventilación del termitero; esperan algunos segundos, nen el lugar característico del horno en la gran cadena de los
hasta que los residentes invaden en masa la rama, y luego la seres vivos.
sacan llevándose la presa a la boca de un lametón. Cuando se Ocupando antepasados insectívoros un puesto tan desta-
trata de {{pescar» una especie agresiva de hormigas conduc- cado en el árbol familiar, no debería extrañarnos que la
toras capaces de inflingir mordeduras dolorosas, el procedi- aversión hacia los insectos y los pequeños invertebrados que
miento es parecido pero requiere mayor habilidad y deter- manifiestan los europeos y los norteamericanos sea la ex-
minación. Una vez descubierto el nido subterráneo de éstas, cepción, no la regla. Pranz Bodenheimer, padre de la ento-
el simio introduce por el orificio de entrada una rama que es mología en-el moderno Israel, fue el primer estudioso que
invadida por cientos de hormigas furiosas. A continuación documentó la extensión del apetito humano por los insec-
-relata William McGrew-, «el chimpancé observa su avance tos. (También es conocido por su demostración de que el
y cuando éstas casi han alcanzado la mano, retira rápida- maná celestial del Antiguo Testamento era una excreción
mente la rama. En una fracción de segundos la otra mano la cristalizada del azúcar excedente de una especie de insecto
recorre de arriba abajo, capturando a las hormigas en una escamoso que habita en la península del Sinaf.) Bodenhei-
masa revuelta entre el pulgar y el índice. Luego se las mete en mer presenta casos de insectivorismo procedentes de todos
la boca, que espera ya abierta, y las mastica furiosamente». los continentes habitados. A lo largo yancho del mundo, las
Todas estas costumbres insectívoras de monos y simios gentes parecen ser especialmente aficionadas a las langostas,
son esperables si pensamos que, muy probablemente, el or- los saltamontes, los grillos, las hormigas y las termitas, así
den de los primates desciende de una musaraña primitiva como a las larvas y crisálidas de polillas, mariposas y escara-
que pertenecía, a su vez, al orden de los mamíferos denomi- bajos. En algunas sociedades, los insectos rivalizan a menu-
nados insectívoros. Al modelar a nuestros antepasados pri- do con los vertebrados como fuente de grasas y proteínas
mates, la selección natural favoreció precisamente aquellos animales.
rasgos que eran de utilidad para la persecución y caza de in- En la California anterior a la colonización europea, por
sectos y otros pequeños vertebrados en hábitats arbóreos ejemplo, los pueblos autóctonos, que desconocían la agri-
tropicales. Un animal que subsiste a fuerza de cazar insectos cultura y carecían de otros animales domésticos que no fue-
por las ramas y hojas de los árboles necesita un conjunto es- ran los perros, dependían en buena medida de los insectos
pecífico de rasgos: un sentido de la vista agudo yestereoscó- para subvenir a las necesidades básicas de su subsistencia.
pico, más que un buen olfato; un cuerpo ágil; dedos capaces Especialmente apreciadas eran las larvas, jóvenes y gruesas,
de asir y coger pequeños bocados para acercarlos a los ojos de abejas, avispas, típulas y polillas. Al final del verano las
con fines de inspección, antes de meterlos en la boca, y, por larvas de una pequeña mosca (Ephjdra hians) eran arrastra-
encima de todo, una mente despierta y compleja que permi- das hasta las orillas de las playas de California y los lagos sa-
ta vigilar los movimientos de las presas en la cubierta arbó- lados de Nevada formando hileras que permitían a los in-
rea, moteada de luz, azotada por el viento y salpicada de llu- dios recolectadas en gran número. También capturaban
via. En este sentido, el insectivorismo sentó las bases para el cantidades abundantes de langostas por el sistema de batir el
posterior desarrollo de la dexteridad manual, la diferencia- suelo y conducir los enjambres de dichos insectos, encerra-
aVENO PARA COMER
196 S. BICHITOS 197

dos en un círculo cada vez más estrecho, hasta un lecho de los insectos son comestibles. En muchas de las civilizaciones
brasas de carbón. Con objeto de capturar las orugas de las más complejas del mundo éstos también forman parte del
polillas pandera, los indios provocaban humaredas pren- régimen alimenticio cotidiano. Los chinos, por ejemplo, co-
diendo fuego bajo los pinos y esperaban a que las criaturas mían -al menos hasta hace poco- crisálidas de gusanos de
cayeran, atontadas, al suelo. Mujeres, niños y ancianos se seda, cigarras, grillos, ditiscos gigantes (Lethocerus indicus),
ocupaban luego de matarlas y secarlas sobre un lecho de ce- chinches, cucarachas (Periplaneta americana y P. australa-
nizas calientes. Los indios almacenaban, asimismo, langos- sie),así como larvasde mosca. Es posible que las costumbres
tas y larvas de polilla secas para los meses de invierno, cuan- insectívoras de los chinos derivaran, en parte, de un interés
do hasta los insectos escaseaban. sibarita por los platos exóticos. Pero los principales consu-
Muchos pueblos indígenas de la cuenca del Amazonas pa- midores de insectos eran las clases pobres e indigentes, que
recen ser particularmente entusiastas de una dieta insectí- carecían de fuentes alternativas de grasas y proteínas anima-
vora. Los indios tatuyas, que viven cerca de la frontera entre les. Los campesinos de la China tradicional no compartían
Colombia y Brasil, consumen, según un estudio, unas veinte la alta cocina de las clases superiores y la corte imperial. En
especies diferentes de insectos. Este estudio es extraordina- su lugar, tenían fama de hacer un "USO muy juicioso de toda
riamente completo, pero sólo tengo permiso para citar los clase de verduras comestibles, insectos ydespoios». En con-
resultados cuantitativos en su forma preliminar. Casi el 75 sonancia con su frugal régimen dietético, los campesinos
por 100 de los insectos se ingerían en formade larvas grasas; chinos consumían grandes cantidades de gusanos de seda,
el resto se dividía entre insectos sexuados alados -que tam- sobre todo en las provincias productoras de ésta. Las jóve-
bién son grasos en la fase de preparación para el vuelo y el nes que desenredaban los capullos echaban los gusanos en
apareo- y castas de soldados de hormigas y termitas, cuyas una cacerola con agua caliente, que se mantenía a punto
grandes cabezas constituyen bocados tentadores siempre para el desovillado, asegurándose así una provisión de ali-
que se logre morderlas antes de que ellas le muerdan a uno mentos recién cocinados a lo largo de toda la jornada. "Pa-
(recuérdese al chimpancé masticando furiosamente). Un rece que se pasan el día comiendo, ya que trabajan a un rit-
descubrimiento significativo es que el consumo de insectos mo sostenido durante muchas horas seguidas y siempre
tiene más importancia para las mujeres que para los varo- tienen delante los gusanos hervidos. Al atravesar una facto-
nes. Esto encaja bien con la generalización ya señalada de ría de desovillado se percibe el agradable aroma de la comi-
que, en la Amazonia, las mujeres tienen menos acceso que da en el fuego.» En algunas regiones productoras de seda,los
los varones a los alimentos de origen anima!. En el caso de campesinos recolectaban los capullos durante la primavera,
los tatuyas, las mujeres compensan, por lo que parece, esta en pleno ajetreo de la siembra, por lo que tenían que esperar
diferencia consumiendo una proporción más elevada de in- hasta el verano para desovillar los capullos. Los sistemas
sectos con respecto a! pescado y ala carne. En determinadas empleados para matar la crisálida sin echar a perder la seda
épocas del año, éstos daban cuenta del 14 por 100 del pro- consistían, bien en poner los capullos alhorno, bien en con-
medio de proteínas consumido diariamente por las mujeres. servarlos en salmuera. Una vez desovillados, los agricultores
Pero no deseo crear la impresión de que sólo los pueblos dejaban que los gusanos salados secasen al sol con objeto de
pertenecientes a! nivel de las bandas y aldeas consideran que almacenarlos para los meses de escasez. Llegado el momen-
BUENO PARA COMEll ~_ mr.HITOS
198 199

to de consumirlos, se ponían a remojo y después se freían un alimento que no sabe anada? Un escarabajo pelotero o una ara-
con cebolla 0, si el agricultor disponía de gallinas ponedo- ña tostados tienen un exterior delicadamente crujiente y un inte-
ras, se mezclaban con huevo. rior tierno, con la consistencladel souffié, que no es en modo algu-
no desagradable. Se suele añadir sal, a veces guindilla o hierbas
Al abordar las costumbres insectívoras de las sociedades
aromáticas, y en ocasiones se comen acompañados de arroz o se
no occidentales, no se debe perder de vista que la dieta de la ponen con salsaso currys. El sabor es extraordinariamente dificil
población campesina preindustrial adolece de una acusada de definir, pero la lechugaes, a mi entender, lo que mejor describe
carencia de proteínas y grasas animales. Durante el siglo XIX el gusto de las termitas, las cigarras y los grillos; lechuga y patata
los coolies de la China septentrional, por ejemplo, comían cruda, el de la araña gigante Nephila, y queso gorgonzola concen-
«batata tres veces al día, todos los días y a lo largo de todo el trado el de la chincheacuática gigante (Lethocerus indicus).Comer
estos insectosno me produjo ningún efectoperjudicial.
año, acompañada de pequeñas cantidades de nabos salados,
queso de soja y habas en salmuera». Para estos desdichados,
las cucarachas y las chinches acuáticas eran un lujo. Añadamos algo más sobre estas arañas. Bristowe descri-
Por sus hábitos alimentarios intensamente insectívoros be cómo fue a cazarlas con un amigo laosiano y en una hora
los pueblos del sudeste asiático rivalizaban con los chinos. recolectaron seis ejemplares de Melpoeus albostrletus, con
Según parece, laosianos, vietnamitas y tais eran muy aficio- un peso total de un cuarto de kilo. Otros notorios comedo-
nados a las chinches acuáticas. Además, los laosianos co- res de arañas son los habitantes de Nueva Caledonia, los
mían huevos de cucaracha y diversas especies de arañas de kamchatkas, los san del Kalahari y los habitantes de Mada-
gran tamaño (que, por supuesto, no son insectos, pero que gasear. Los indios guaharibos de Sudamérica muestran una
también son criaturas pequeñas con mala reputación entre particular afición por las tarántulas.
los occidentales). A principios del decenio de 1930, W. S. Antes de la invención del jabón yde los insecticidas, los
Bristowe realizó una descripción detallada de las costum- piojos parasitaban al ser humano tanto como a los primates;
bres dietéticas laosianas, recalcando que las gentes comían los familiares se despiojaban mutuamente las cabelleras y
arácnidos y otros artrópodos tales como escorpiones no reventaban el cuerpo de los parásitos entre los dientes. Mu-
sólo para alejar el espectro del hambre, sino porque les gus- chos resolvían el problema de asegurarse de que las huidizas
taba su sabor. No veo en ello contradicción alguna: es per- criaturas no volverían a infestarles al estilo de los monos:
fectamente lógico que la gente acabe por aficionarse a las co- tragandoselas después de reventarlas. Bodenheimer cita la
sas que evitan la inanición. El propio Bristowe hizo la descripción de la ingestión de piojos entre los nómadas
prueba de comer arañas, escarabajos peloteros, chinches kírghízes (a quienes ya conocíamos como grandes aficiona-
acuáticas, grillos, saltamontes, termitas y cigarras, encon- dos a la carne de caballo) que realizó un naturalista decimo-
trandoque nónico: «Fui testigo de una escena, conmovedora aunque
bárbara, de devoción conyugal. El hijo de nuestro anfitrión
ninguno de ellos era desagradable y algunos bastante sabrosos, en estaba profundamente dormido... Mientras tanto, su cari-
particular la chinche acuática gigante. En su mayoría eran insípi- ñosa y devota esposa aprovechó la ocasión para limpiar su
dos, con un levesabor vegetal,apero acaso no se preguntaría quien camisa de los piojos que la infestaban... De forma sistemáti-
comiese, por ejemplo, pan por primera vez por qué consumimos ca iba tomando cada pliegue y cada costura y los pasaba en-
200 S. ~Tr.JHTOS
Rumo PARA COMER 201

tre sus dientes, blancos y resplandecientes, mordisqueando terfa con cuatro alas» y da a entender que los consumían las
rápidamente. Los crujidos podían escucharse con toda cla- clases más pobres de Atenas. La Hístoria natural de Plinio
ridad». atestigua que también los romanos comían insectos; en par-
En definitiva, mis observaciones personales y mis lectu- ticular, una larva denominada cossus, que mora en el corcho
ras de las descripciones de ingestión de insectos disponibles, y se servía con los que Plinio calificaba de «platos más deli-
complementadas por consultas dirigidas a mis compañeros cados». Pero a partir de la época medieval, salvo unas pocas
de profesión, me convencen de que, hasta hace poco, la abru- referencias asoldados alemanes que comen gusanos de seda
madora mayoría de las sociedades humanas consideraban al en Italia, o a gourmets que consumen larvas de abejorro re-
menos algunos insectos aptos para consumo. Pero no puedo bozadas en harina y pan rallado, hasta los franceses se abs-
dar testimonio de la verdadera difusión de los hábitos insec- tuvieron de comer insectos. De hecho, durante el siglo XIX,
tívoros en el mundo actual porque la aversión hacia éstos mientras algunos científicos y hombres de letras trataron de
que sienten los europeos y los norteamericanos se ha trans- convencer a los franceses de que consumieran carne de ca-
mitido a los expertos en alimentación de los países en vías ballo, otros intentaron convencerles, con menos éxito, de
de desarrollo> haciéndoles renuentes a estudiar la contribu- que comieran insectos. En el decenio de 1880 se celebró, por
ción de los insectos a la dieta nacional o incluso a admitir lo menos, un banquete elegante a base de insectos en un res-
que sus compatriotas los coman en absoluto. Otra com- taurante de lujo de París (pálido reflejo de los banquetes de
plicación más estriba en la posibilidad deque el insectivoris- carne de caballo celebrados pocos años antes) cuya piece de
mo se encuentre efectivamente en declive en países como resistance fueron las larvas de abejorro. En 1878, con oca-
China y Japón. Pero aun en tal caso, el enigma del menos- sión de un debate en el Parlamento francés sobre una ley en-
precio del insectivorismo seguiría intacto, ya que éste ha caminada a la erradicación de las plagas de insectos, un se-
sido o es todavía un hábito alimentario aceptado en cientos nador, M. W. de Ponvielle, publicó una receta para hacer
de culturas. sopa de abejorros. Entre tanto, el vicepresidente de la Socie-
Es, asimismo, evidente que la mayoría de las culturas del dad Entomológica de París ilustró una conferencia sobre su
mundo no comparten todavía el aborrecimiento hacia los teoría del control de insectos, basada en la «absorción»,
insectos que se expresa en los hábitos dietéticos europeos y echándose al coleto un puñado de estos insectos con «gestos
norteamericanos. El particular interés deesta aversión radi- de gran satisfacción».
ca en que no hace mucho (desde una óptica antropológica) Como los defensores de la carne de caballo, algunos de los
los propios europeos practicaban el insectivorismo. Aristó- entusiastas europeos del consumo de insectos abrazaron
teles, por ejemplo, estaba 10 suficientemente familiarizado esta causa por mor de! suministro de carne barata a las cla-
con el consumo de cigarras para poder afirmar que sabían ses obreras. El hacendado inglés V. H. Holt, indignado por el
mejor en su fase de ninfas antes de la última transformación hecho de que los insectos se comieran «todas las benditas
y que entre las formas adultas «los mejores para comer son verduras que existen», publicó en 1885 un libro titulado
los primeros machos, pero después de la copulación con las ¿Por qué no comer insectos? Si los jornaleros se dedicasen
hembras, que a la sazón se encuentran llenas de huevos a recolectar diligentemente los ciempiés, las típulas y los
blancos». Aristófanes define a los saltamontes como «vola- abejorros y sus larvas, no sólo se doblaría la cosecha de tri-
202 BUENO PARA COMER 8. BICHITOS 203

go, sino que los niños no se meterían en líos y los pobres ya nica tanto de las segundas como de las primeras. En este as-
no tendrían que quejarse de no poder permitirse el consumo pecto los insectos parecerían un mejor «negocío» alimenta-
de carne. «En estos días de depresión agrícola debemos ha- rio que artrópodos como las gambas, los cangrejos, la lan-
cer cuanto podamos para aliviar los sufrimientos de los jor- gosta y demás crustáceos (parientes cercanos de los
naleros agrícolas. ¿No deberíamos ejercer nuestra influencia insectos), que tienen un contenido alto en proteínas y bajo
señalándoles una reserva de alimentos olvidada?» Esta pro- en materia grasa, o que las almejas, las ostras y demás mo-
puesta, que suena bastante racional, estaba, sin embargo, luscos, con bajo contenido en grasas y calorías. Para satisfa-
condenada al fracaso. cer las necesidades diarias de calorías hay que comer 3.300
Desde el punto de vista de la alimentación, la carne de in- gramos de gambas frente a s610 500 gramos de termitas
secto es casi tan nutritiva como la carne roja o las aves de co- aladas.
rral. Cien gramos de termitas africanas contienen 610 calo- Un posible inconveniente de los insectos es que están cu-
rías, 38 gramos de proteínas y 46 gramos de materia grasa. biertos por una sustancia dura denominada quitina, que los
En comparación, cien gramos de hamburguesa cocinarla seres humanos no pueden digerir. Aunque el pensamiento
con un contenido de materia grasa medio ofrecen solamente de tener que quebrar las patas espinosas; las alas y los capa-
245 calorías, 21 gramos de proteínas y 17gramos de materia razones quitinosos de criaturas como los saltamontes y los
grasa. Una porción equivalente de larvas de polilla contiene escarabajos puede resultar perturbador para quienes no es-
casi 375 calorías, 46 gramos de proteínas y 10 gramos de ma- tán habituados al consumo de insectos, e! carácter indigeri-
teriagrasa. Las langostas oscilan -en peso seco- entre un 42 ble de la quitina no sirve para explicar e! rechazo euronorte-
y un 76 por 100 de proteínas y entre un 6 y un 50 por 100 de americano de los insectos en tanto alimentos, de la misma
materia grasa. Las humildes crisálidas de la mosca común manera que tampoco cabe explicar la renuncia a comer lan-
contienen un63 por 100deproteínasyun 15 por 100dema- gosta o gambas por el hecho de que su «cáscara» (que, ca-
teria grasa, en tanto que las de abeja se componen, una vez sualmente, también se compone de quitina) sea indigerible.
secas, de más de un 90 por 100 de proteínas yde un 8 por 100 La solución al problema de la quitina es bien sencilla: có-
de materia grasa. La única comparación desfavorable que manse los insectos en su fase de crisálida o larva, antes de
puede hacerse entre los insectos y la carne roja, las aves de que les crezcan patas o alas yde que su piel se vuelva espesay
corral o e! pescado afecta a la calidad de sus proteínas, medi- dura; o si no, arránquense las patas yalas de las formas adul-
da en términos de los aminoácidos esenciales; pero algunos las y consúmanse sólo las partes más tiernas. Es cierto que
insectos tienen combinaciones de aminoácidos casi tan bue- aun las formas tiernas e inmaduras contienen pequeñas can-
nas como las de! vacuno o el pollo. Al igual que otros ali- tidades de quitina, pero esto puede incluso resultar una ven-
mentos cárnicos, los insectos son ricos en lisina, que suele taja, ya que ésta actúa como sustancia fibrosa, la cual, como
ser e! aminoácido que más escasea en cereales y tubérculos. se indicó en el capítulo consagrado a la carne, escasea en
y lo que quizás revista más importancia, la combinación de otros tipos de carne.
altos contenidos en materia grasa y en proteínas surte e! Esto nos lleva a la racionalización fundamental del abo-
efecto de «ahorro de proteínas», aconsejable desde e! punto rrecimiento euronorteamencano de los insectos: que trans-
de vista nutritivo para gentes enfrentadas a una escasez eró- portan y transmiten enfermedades espantosas. Nadie nega-
204 BUENO PARA COMER 8. BICHITOS 205

ré que transportan o albergan hongos, virus, bacterias. pro- últimamente los científicos han descubierto también que
tozoos y larvas que pueden tener efectos negativos sobre la cualquier cosa, desde las setas hasta los bistecs a la brasa,
salud humana. Pero como señalé en el capítulo sobre el tabú presenta riesgos carcínogenos y, por lo que respecta a las re-
andporclno, en ausencia de una ganadería basada en princi- acciones alérgicas, el trigo, las fresas y los mariscos contie-
pios sanitarios científicos, lo mismo sucede con el ganado nen algunos de los agentes alérgicos más potentes que se co-
vacuno, las ovejas, los cerdos, los pollos y todos los demás nocen.
animales de granja que se conocen. Hay, en general, una so- En este punto podría ser tentador el recurso al razona-
lución sencilla al problema de la carne contaminada: coci- miento de que 10«malo para pensar» es «malo para comer».
narla. Y como no existe razón alguna para que no puedan Aunque admitamos que los insectos puedan ingerirse sin
cocinarse los insectos, este mismo consejo es aplicable al efectos perjudiciales, sigue subsistiendo el hecho de que a
problema de la carne de insecto contaminada. Probable- muchas criaturas que se arrastran o reptan se las asocia con
mente, los seres humanos no consumen insectos crudos con la suciedad y la falta de higiene, que a su vez se relacionan
mayor frecuencia de la que consumen carne cruda. Éstos. con las enfermedades. Esta asociación mental, con indepen-
con excepción de la hormiga melifera, cuyo abdomen hin- dencia de que en realidad sea verdadera o falsa, es la causa de
chado de miel se arranca de un mordisco y se traga entero, o que el consumo de insectos no apetezca nada a la mayoría de
de alguna que otra langosta, larva, etc., se fríen o tuestan en los euronorteamerícanos. Ahora bien, ¿por qué han de aso-
su mayoría, lo cual los libra de vello y espinas, y les da un ex- ciarse con la suciedad las langostas, las larvas de escarabajo,
terior crujiente. Las formas adultas también se pueden tos- los gusanos de seda, las termitas, las larvas de polilla y cien-
tar o hervir, con lo que resulta fácil separar las molestas alas tos de especies de vida limpia que pasan sus días al aire libre,
y patas. Las chinches acuáticas gigantes, las cucarachas, los lejos de los humanos. comiendo hierba, hojas y madera? En
escarabajos y los grillos se hierven y luego se ponen a remojo todo caso, los insectos son, en su mayoría, tan limpios como
en vinagre. No se trata de tragérselos crudos, sino de picar- la mayor parte de los productos de campos y granjas. ¿Acaso
los en trozos una vez cocinados y servirlos con rodajas de no se basó la agricultura europea históricamente en la ferti-
bambú, más o menos como se hace al picar la carne de can- lización mediante estiércol de vaca, caballo, cerdo y otros
grejo o langosta. Ciertamente, bajo su aspecto de bocado co- animales? Si todo lo que hace falta para que una especie cai-
mestíble.Ios insectos no ponen en peligro la salud humana. ga en descrédito es su asociación con la suciedad, la huma-
Hasta las moscas comunes y las cucarachas -por citar los nidad hubiera muerto de hambre hace mucho tiempo. Ade-
peores casos- son muchísimo más peligrosas cuando se pa- más, el rechazo europeo de los insectos en tanto alimentos
sean por platos, útiles de cocina y alimentos listos para ser- estaba ya firmemente arraigado mucho antes de que se vin-
vir, que hervidas en una sopao fritas en aceite. culasen las enfermedades con la falta de higiene y de que se
En los últimos tiempos, los científicos han descubierto considerase ésta como un peligro para la salud pública.
que determinados escarabajos y cucarachas pueden produ- La única forma de alcanzar la respuesta basada en princi-
cir o contener carcinógenos, y que determinadas personas pios que buscamos consiste en examinar los costes y benefi-
tienen reacciones alérgicas a cucarachas, polillas y escaraba- cios comparativos de comer insectos u otras criaturas de pe-
jos de la harina, así como a los gorgojos de los cereales. Pero queño tamaño. Debemos comenzar por considerar los
206 BUENO PA~A COMF~ 8. BICHITOS 207

insectos como posibles fuentes de alimento en el marco de que un determinado alimento se vuelve demasiado costoso
sistemas globales de producción alimentaria. Los insectos, para justificar su recolección o captura.
aunque figuran entre las criaturas más abundantes de laTie- La teoría que nos ocupa predice que los cazadores o reco-
rra, y constituyen una forma rica y saludable de obtener pro- lectores perseguirán o cosecharán únicamente aquellas es-
teínas ygrasas, también pertenecen, por su propia naturale- pecies que maximicen la tasa de rendimiento calórico con
za, a las fuentes menos eficaces y fiables de estos nutrientes respecto al tiempo de caza/recolección. Siempre habrá,
que existen en el reino animal. Desde el punto de vistadelos como mínimo, una especie que se cazará o recolectará cuan-
costes en tiempo y energía por unidad recolectada, la mayor do se la encuentre, a saber, la que arroje la tasa de rendi-
partede ellos sonampliarnente superados, tanto por los ani- miento calórico más elevada por hora de «manipulación»
males domésticos comunes, como por muchos vertebrados (tiempo empleado en perseguir, matar, recolectar, transpor-
salvajes y animales invertebrados. Es este aspecto de su utili- tar, preparar y cocinar la especie después del encuentro).
zación con fines alimentarios por parte de los humanos el Los cazadores/recolectores sólo tomarán una segunda, una
que aporta la clave fundamental para comprender por qué tercera, una cuarta especie, etc., al encontrarlas si con ello
unas veces son objeto de evitación y otras de preferencia, y aumentan la tasa de rendimiento calórico de su esfuerzo to-
por qué cuando se practica su consumo determinadas espe- tal. Supóngase, a modo de ejemplo, que en un bosque deter-
cies se comen más que otras. minado sólo hay tres especies: cerdos salvajes, osos hormí-
Los ecólogos han prestado mucha atención a problemas gueros y murciélagos. Supóngase, además, que en cuatro
como éstos en relación con las dietas de los animales caza- horas de búsqueda por este bosque un cazador puede espe-
dores/recolectores, es decir, aquellos animales que deben rar encontrar un cerdo salvaje y que la «manipulación» (per-
buscar su alimento. Contrariamente a lo que imagina la ma- secución, muerte, cocinado, etc.) de éste cuesta dos horas,
yoría de la gente, los monos, los lobos o los roedores, que en tanto que su valor calórico asciende a 20.000 calorías. Si
pertenecen a esta categoría de animales, no consumen cual- el tiempo de manipulación del oso hormiguero es también
quier cosa comestible que les sale al paso en su hábitat natu- de dos horas, pero su rendimiento calórico asciende sola-
ral. En este sentido, se comportan de forma muy parecida a mente a 10.000 calorías, gíebera el cazador detenerse para
los seres humanos. De los cientos de especies que podrían cazarlo cuando lo encuentre o reservarse para el cerdo sal-
comer y digerir, recolectan, persiguen, capturan y consu- vaje? Sise dedica exdusivamente a este último, en cuatro ho-
men sólo un pequeño número, aunque entren en contacto ras de búsqueda la tasa de rendimiento calórico del cazador
frecuente con las especies despreciadas. Con el fin de expli- será:
car esta conducta melindrosa, los ecólogos han desarrollado
un conjunto de principios denominado teoría de la cazaJre- 10.OOOcalorías 20.000 3.333 calorías
colección óptima [optimal foreging theory]. Esta teoría no
4h+2h 6h lh
sólo predice que los cazadores/recolectores seleccionarán
los mejores «negocios» alimentarios a su alcance, desde el
punto de vista de la relación coste/beneficios, sino que pro- Si se detiene para cazar un oso hormiguero, la tasa pasará
porciona un método para calcular el momento preciso en a ser:
BUENO PARA COMER 8. B1CHlTOS 209
208

20.000 + 10.000calorías 30.000 3.750calorías zas, haya colgado billetes de dólar y de 20 dólares de las ra-
4h+2h+2h Sh i h mas más altas de los árboles. [Deberemos trepar para coger
los billetes de dólar? Es evidente que la respuesta depende de
Así pues, no deberá dejar pasar al oso hormiguero, yaque la cantidad de billetes de 20 que haya. Si sólo hayucos cuan-
3.750 es más que 3.333. ¿Qué sucede con los murciélagos? tos en todo el bosque, nos conformaríamos con los prime-
Supóngase que el «tiempo de manipulación» de los murcié- ros. Pero si hubiera muchos, cometeríamos un grave error
lagos equivale también adoshoras, pero que su rendimiento dedicándonos a los de dólar, aunque hubiera también mu-
calórico sólo asciende a 500 calorías. [Deberé detenerse por chísimos. Sin embargo, por escasos que fueran los bille-
un murciélago? tes de 20, nunca dejaríamos pasar uno cuando topáramos
conél.
20.000 + 10.000 + 500 calorías 30.500 3.050 calorías En un estudio sobre las tasas efectivas de rendimiento ca-
4h+2h+2h+2h IOh lh lórico que se observan entre los arnés del Paraguay oriental,
Kristen Hawkes y sus colaboradores descubrieron que, du-
No. Si lo hiciera en lugar de reservarse para un oso hormi- rante una expedición de caza y recolección, solamente 16
guero o un cerdo salvaje. «perdería el tiempo». especies se tomaban al encontrarlas. La tasa media de ren-
La teoría de la caza/recolección óptima predice, en otras dimiento de estos 16 recursos oscilaba entre las 65.000 calo-
palabras, que los cazadores/recolectores seguirán añadien- rías por hora de los pécaris y las 946 calorías por horade una
do especies a su dieta en tanto éstas aumenten (o no dismi- especie de fruto de palmera. Como predice la teoría, pese a
nuyan) la eficacia global de las actividades de caza/recolec- que cada uno de estos recursos presenta una eficacia de-
ción. Esta predicción reviste especial interés con respecto al creciente. medida en calorías posteriores al encuentro por
problema de cómo influye la abundancia de una determina- hora, su inclusión en la dieta elevaba la eficacia general del
da especie -de insectos, por ejemplo- en su presencia o au- sistema de caza y recolección de los achés. Por ejemplo, si és-
sencia en la «lista» dietética óptima. Las especies que dismi- tos sólo se dedicaran a las dos primeras especies de la lista
nuyen la tasa global de rendimiento calórico no se añaden a -pécaris yvenados-. su eficacia global se reduciría a 148 ca-
la lista por mucho que abunden. Sólo la abundancia de las lorías por hora, ya que, pese a su elevado rendimiento caló-
especies más rentables influye en la amplitud de ésta: a me- rico, estas especies escasean y se encuentran con poca fre-
didaque una de ellas empieza a escasear. se añaden otras que cuencia. Al añadir los recursos que ocupan los puestos
hasta ese momento habían sido demasiado ineficaces para tercero y cuarto -pacas y coatíes-, la eficacia global se eleva
figurar en ella. La razón estriba en que como debe emplearse a 405 calorías por hora. Cuando se van agregando las restan-
más tiempo para encontrar la especie más rentable, la tasa tes especies. devalar cadavez más reducido. la tasa global de
media de rendimiento de toda la lista disminuye, con lo cual rendimiento sigue incrementándose. pero las subidas son en
deja de ser una pérdida de tiempo detenerse por una especie cada caso menores. La lista termina en una especie de fruto
poco rentable. de palmera, que, como he señalado. únicamente rinde 946
Estas relaciones pueden comprenderse de forma intuitiva calorías por hora. Cabe suponer que los achés no añaden es-
si imaginamos un bosque en el que alguien. mediante pin- pecies adicionales porque han descubierto. por ensayo y
210 BUENO PARA COMER R. ~¡r.HITOS 211

error, que no hay ninguna disponible que no rebaje la efica- como una pérdida de tiempo detenerse para recolectar re-
cia global de caza/recolección (aproximadamente 872 calo- cursos -incluidos los insectos- que hoy día menosprecian.
rías por hora con respecto a los 16 recursos). Ahora bien, La teoría de la caza/recolección óptima resulta particular-
,¡qué sucede con los insectos? mente estimulante al aplicarla a los insectos y demás criatu-
En sus expediciones los achés sólo se detienen a recolec- ras de pequeño tamaño. porque contribuye a explicar cómo
tar un insecto: la larva de una especie de escarabajo de las es posible que pueblos con dietas escasas renuncien a recur-
palmeras. Dichas larvas son muy abundantes en los troncos sos muy abundantes en su hábitat. como los insectos o las
de palmera podridos. Para recolectarlas, los achés cortan lombrices de tierra. No es la abundancia o escasez de un de-
trozos de estos troncos ydeshacen la madera, muy reblande- terminado recurso alimentario lo que permite predecir su
cida, con las manos. Las larvas, con una tasa media de ren- inclusión o exclusión de una dieta, sino su contribución a la
dimiento post-encuentro de 2.367 calorías por hora, ocupan eficacia global de la producción alimentaria. Un recurso efi-
el undécimo lugar en la lista. por debajo de otro tipo de pé- caz pero escaso pasará a formar parte de la combinación óp-
caris Ypor encima del pescarlo. Al añadirlas a la dieta, la efi- tima, en tanto que puede que no se utilice otro que sea inefi-
cacia global de caza/recolección de los achés se eleva de 782 caz pero abundante.
a 799 calorías por hora. Por desgracia, no puedo citar más datos con objeto de
Así pues. la teoría de la caza/recolección óptima permite contrastar estas predicciones en lo que atañe a las criaturas
explicar lo que. de otro modo. podría parecer una indiferen- de pequeño tamaño. No obstante. en un sentido cualitativo
cia dietética absolutamente arbitraria por parte de muchas amplio la teoría parece aplicable al problema de las causas
sociedades con respecto a miles de especies vegetales y ani- del abandono del consumo de insectos en Europa. Aunque
males comestibles existentes en su hábitat. También ofrece éstos sean fáciles de capturar y ofrezcan un elevado rendi-
un marco para predecir posibles cambios. pasados o futu- miento calórico y proteínico por unidad de peso, el benefi-
ros. en la relación de productos que consumen los cazado- cio que rinde la captura y preparación de la mayoría de los
res/recolectores, de acuerdo con las fluctuaciones en la insectos es minúsculo en comparación con los grandes ma-
abundancia de los recursos alimentarios más rentables. Por míferos, el pescado o incluso los vertebrados más pequeños,
ejemplo. si los pécaris y el venado ábundaran cada vez más. como roedores. aves, conejos, lagartos o tortugas. Cabe pre-
los achés no tardarían en descubrir que recolectar los frutos decir. por lo tanto. que aquellas sociedades con menor acce-
de palmera era una pérdida de tiempo; a la larga. renuncia- so a las especies de los grandes vertebrados tendrán las die-
rían al consumo de larvas de cocotero, y si las tasas de encuen- tas más amplias y se dedicarán más intensamente al
tro con venados y pécaris aumentaran hasta el extremo de consumo de insectos y otras criaturas de pequeño tamaño.
que detenerse para cazar/recolectar cualquier otro recurso Aquí radica. en parte, la explicación de que algunos de sus
disminuyera la tasa global de rendimiento. los achés acaba- más aplicados consumidores tengan por hábitat el bosque
rían por dedicarse. exclusivamente, a estas dos especies. tropical. en el cual -como expliqué al examinar la incidencia
Imagínese la situación contraria: si los venados y pécaris es- del ansíade carne en la Amazonia- es raro encontrar anima-
casearan cada vez más. los achés no dejarían de cazarlos les grandes. y aun los grupos de cazadores más reducidos
cada vez que los encontraran, pero no considerarían ya agotan rápidamente la caza. Y en el lado opuesto del espec-
212 HUENO PARA COMER 8. BICHITOS 213

tro puede apreciarse por qué el consumo de insectos aban- 3.000 metros. Al pasar la nube zumbadora, un número
donó las cocinas europeas y nunca se convirtió en un ele- enorme de langostas cae al suelo y se capturan con facilidad
mento importante de las dietas euronorteamericanas. Re- mientras intentan darse un banquete con los cultivos y la ve-
cordando la caracterización de la Europa posmedieval por getación natural. Durante una plaga, las gentes recogen las
Fernand Braudel como el «centro mundial del consumo de langostas a centenares en la ropa, en las paredes y en las
carne», si podía menospreciarse la carne de caballo debido a plantas; las reúnen en redes y cestos, y las arrojan en agua
la abundancia de cerdo, carnero, cabra, aves de corral y pes- hirviendo o sobre una capade brasas calientes.
cado, ¿qué falta hadan los insectos? Como las langostas ocasionan la devastación de los culti-
Los principios de la teoría de la caza/recolección óptima vos y pastos naturales, alteran la disponibilidad de los recur-
no sólo sugieren las condiciones en que una cultura abando- sos más apreciados -los cultivos y los productos derivados
nará el consumo de insectos, sino que también proporciona de los animales domésticos- y se aseguran un lugar en la
un medio de predecir qué especies se preferirán cuando éste dieta óptima. Enfrentadas a la destrucción de los recursos
se practique. vegetales y animales, las víctimas no tienen otra alternativa
La mayoría de los insectos presentan el inconveniente que ampliar su dieta y devorar a los devoradores. Este mismo
como fuente alimentaria de que, pese a existir en gran nú- principio puede aplicarse también a especies que no forman
mero, son pequeños y se encuentran sumamente dispersos. enjambres. Por ejemplo, las chinches acuáticas gigantes,
Los insectos consumidos con mayor avidez reúnen justa- muy apreciadas en China y el sudeste asiático, se recolectan
mente las características contrarias: tienen cuerpos de ta- individualmente pero comparten dos rasgos con las langos-
maño consíderableypueden recolectarse, no de uno en uno, tas: tienen un tamaño considerable y comen cosas que tam-
sino en enjambres muy concentrados. El caso paradigmáti- bién comen los seres humanos; en este caso, los alevines de
co lo constituyen las langostas, que pueden llegar a medir los peces que los campesinos crían en sus campos de arroz
más de siete centímetros de largo y cuyos enjambres se com- inundados y que constituyen para éstos una fuente impor-
ponen de miles de millones de individuos. Una de las espe- tante de proteínas animales.
cies que forman enjambre, la langosta del desierto (Schisto- Una consecuencia interesante de los especiales atributos de
cera gregaria), invade 65 países, desde Mauritania al la langosta -su gran tamaño, los gigantescos enjambres que
Pakistán, yes consumida en todos ellos. Las langostas exis- forma y los devastadores efectos que tiene sobre las cosechas y
ten normalmente en forma solitaria como saltamontes. Los los pastos- es que quedó excluida de la prohibición del consu-
enjambres se desarrollan debido a la incubación simultánea mo de insectos en el Levítico (también quedan exceptuados
de huevos que yacen en el suelo en estado latente hasta que otros insectos, pero su identidad como especie no estáclara).
son humedecidos por una sucesión de fuertes lluvias. Cuan-
do madura una generación, la sobrepoblación desencadena He aquí de entre éstos los que comeréis: toda especiede langosta:
la respuesta del vuelo gregario. Una nube de tamaño medio desolam,de jargoly de jagab,segúnsus clases.
puede contener 40.000 millones de langostas y cubrir una
superficie de 350 kilómetros cuadrados. Las nubes pueden La importancia práctica del consumo de insectos para los
recorrer centenares de kilómetros y alcanzar alturas de israelitas fue puesta a prueba por Juan el Bautista, que sobre-
214 BUI'NO PARA COMER 215

vivió en el desierto a partir de langosta y miel, exclusiva- ro, la mejor época para recolectar hormigas y termitas es el
mente. La teoría de la caza/recolección óptima tiene, por comienzo de la estación lluviosa, cuando éstas, después de
cierto> implicaciones para toda la relación de aves prohibi- echar alas y ganar en materia grasa, parten masivamente de
das y demás animales ineficaces que el Levítico convierte en forma voluntaria. A veces, como resultado de una fuerte llu-
tabú. Dada la abundancia de recursos rentables, como los via, todas las termitas de una zona abandonan los nidos el
ganados vacuno, ovino y caprino, la prohibición de especies mismo día, formando nubes gigantescas y zumbantes que
tales como las gaviotas, los pelícanos y los murciélagos no alcanzan alturas de hasta 70 metros y oscurecen el soL Para
sería irracional ni aun en el caso de que los israelitas encon- capturarlas, las mujeres y los niños de Costa de Marfil co-
traran gran cantidad de estas criaturas en su patria. locan escobas de paja de forma cónica sobre los orificios de
Pero volvamos a la langosta. Pese al permiso o estímulo salida. Cuando se ha reunido una gran masa de insectos en
del Viejo ydel Nuevo Testamento, los europeos nunca se afi- las escobas, éstas se sacuden en cubos de agua traídos al
cionaron a ella. [Puro capricho? Lodudo. Sise inspecciona un efecto; los insectos, con las alas mojadas, no pueden ya salir
mapa con las invasiones máximas de Schistocera gregaria que volando. En otros lugares se tapan todos los orificios menos
se han registrado> se comprueba que la práctica totalidad de uno y se recolectan los enjambres mediante ingeniosas
Europa occidental, con excepción de la franje meridional trampas confeccionadas con hojas ycestos.
de la Península Ibérica, cae fuera de los límites septentriona- En los trópicos, como es bien sabido, los insectos abun-
les de las nubes. Los agricultores no estaban completamente dan mucho más que en zonas templadas como Europa. En la
libres de otras especies de langosta, pero las variedades eu- Amazonia, por ejemplo, la mayor parte de la biomasa ani-
ropeas rara vez causaban la destrucción de cosechas ypastos mal se compone de insectos ylombrices de tierra. Compara-
característica de las regiones en que el consumo de las lan- da con los trópicos, Europa -lo mismo que todas las regio-
gostas era a menudo la única alternativa a la muerte por ina- nes templadas- dispone de menos especies de insectos,
nición. presenta una ausencia de formas gigantes y tiene una caren-
Las termitas y las hormigas ocupan, probablemente, el se- cia relativa de especies que formen enjambres o existan en
gundo puesto después de la langosta por lo que se refiere a colonias concentradas y fácilmente cosechables. Ciertamen-
cantidades consumidas a lo largo y ancho del mundo. Am- te, como en el caso de las langostas, Europa también tiene su
bas son de tamaño reducido, pero constituyen buenas «ofer- Cuota de hormigas y termitas. Ahora bien, éstas no son de la
tas» energéticas porque forman densas colonias de millones clase que construye nidos del tamaño de casas y forma en-
y miles de millones de individuos. Algunas especies cons- jambres de tales proporciones que llegan a oscurecer el sol.
truyen nidos subterráneos y los humanos las recolectan tal Europa no destaca por las chinches acuáticas de nueve centí-
como hacen los chimpancés: metiendo y sacando un palo en metros de longitud y más de doscientos gramos de peso,
el hormiguero. Un sistema más corriente de procurarse hor- como la Beostoma indica, ni por criaturas como la mos-
migas y termitas consiste en atacar los montículos en que ca dobson de los indios yukpas, cuyas alas tienen una en-
anidan y que dominan el paisaje en muchos hébítats tropi- vergadura de 15 centímetros, ni tampoco por los montones
cales. Entre los pueblos del África occidental es tradición fu- de troncos de palmera podridos infestados de larvas gi-
migar los nidos para obligar a sus pobladores a salir. Empe- gantes.
216 HUENO PARA COMER ~. BIClIlTOS 217

Lo que quiero decir se reduce a lo siguiente: si un hábitat Queda todavía un cabo suelto: el peculiar aborrecimiento
es rico en fauna insectil-en particular especies de gran ta- que acompaña al rechazo euronorteamericano de los insec-
maño y/o que forman enjambre- y si al mismo tiempo es tos como alimento. lo interesante del caso es que la mayoría
pobre en especies animales vertebradas, salvajes o domésti- de los occidentales no sólo se abstienen de ingerir insectos,
cas, de gran tamaño, las dietas mostrarán una tendencia a sino que el solo pensamiento de comer un gusano o una ter-
ser altamente Insectívoras. Pero si un hábitat es pobre en mita -¡por no decir una cucaracha!- hace que se le revuel-
fauna insectil c.en particular, especies de gran tamaño y/o van las tripas a muchas personas. Y tocar un insecto -peor
que formen enjambre- y si es al mismo tiempo rico en espe- aún, que uno trepe por nosotros- es en sí mismo un aconte-
cies, domésticas o salvajes, de grandes vertebrados, las die- cimiento repugnante. Los insectos, en otras palabras, son
tas mostrarán una tendencia a excluir los insectos. En reali- para los norteamericanos y los europeos lo que los cerdos
dad.las situaciones que deben tenerse presentes son cuatro, para musulmanes y judíos. Se trata de especies parias. La
más que dos. Una sencilla tabla de doble entrada servirá afirmación tópica de que los insectos son sucios y repugnan-
para mostrar a qué me refiero: tes tiene tan poco sentido como la afirmación tópica de que
los cerdos son sucios y repugnantes. Yahe formulado una
teoría (en el capítulo consagrado al cerdo) para predecir
AU5eJlcia Presencia cuándo se convertirá en paria o deidad una especie que no es
<legrande, degrandcs
vertebrado' vertebrados buena para comer. Permítaseme aplicarla al caso que nos
ocupa.
Presencia de insectosque forman enjambre. 1 2 Una especie será objeto de apoteosis o abominación de-
Ausencia de insectosque forman enjambre. 3 4
pendiendo de su utilidad residual o de su carácter nocivo.
Una vaca hindú que no es comida proporciona bueyes, leche
la casilla 1 representa la situación en que el consumo de y estiércol. Es objeto de apoteosis. Un caballo que no es co-
«bichitos» tiene probabilidades de ser más intenso, como mido gana batallas y ara campos. Es una criatura noble. Un
sucede en la Amazonia o en las regiones de bosque tropical cerdo que no es comido es inútil: ni ara campos, ni produce
de Africa: numerosas especies de insectos que forman en- leche, ni gana guerras. Por lo tanto, es abominado. los in-
jambre y pocas especies de vertebrados. La casilla 4 repre- sectos no consumidos son peores que los cerdos no consu-
sentala situación en que el consumo de «bichitos» tiene más midos. No sólo devoran los cultivos en elcampo, sino que se
probabilidades de ser mínimo, como sucede en Europa o comen la comida de nuestro propio plato, nos producen
Canadá y los Estados Unidos: pocos insectos que formen en- mordeduras, picaduras y comezones, y chupan nuestra san-
jambre y numerosos vertebrados de gran tamaño. Las casi- gre. Nosotros no los comemos, pero ellos sí nos comen.
llas 2 y 3 representan dos situaciones diferentes, con proba- Todo en ellos es dañino, nada bueno.
bilidades ambas de estar relacionadas con consumos Las pocas especies útiles, como los insectos que se
intermedios de (bichitos»: numerosos grandes vertebrados alimentan de otros insectos o que polinizan las plantas, no
e insectos que forman enjambre, por una parte, y escasez de compensan por la multitud incontable de sus parientes no-
ambos, por otra. civos.
218 BUENO PARA COMbR

Para hacerse todavía más detestables a los ojos de los oc-


cidentales, los insectos llevan una existencia furtiva en estre- 9. Perros, gatos, dingos y demás mascotas
cha proximidad de los humanos; penetran en casas, retretes
y armarios, ocultándose durante el día y surgiendo sólo por
la noche. No es extraño que muchos reaccionemos a ellos fó-
bicamente. Y dado que no los comemos, nada nos impide
identificarlos con la quintaesencia del mal -enemigos que
nos atacan desde dentro- y convertirlos en símbolos de la
suciedad y objetos de temor y aborrecimiento.
Mi teoría de la utilidad residual ha de parecer sin duda fal-
sa e irrespetuosa a determinado tipo de amantes de los ani-
males. ¿Acaso he olvidado que los norteamericanos y los eu-
ropeos mantienen en sus casas deliberadamente cierta clase
de animales que ni se consideran comestibles ni tienen utili-
dad alguna? Hace poco unos amigos míos se mudaron a una casa en las
afueras, situada en una parcela de dos hectáreas, con el fin
de cultivar su pasión por la cría de caballos. Estaba trabajan-
do en el capítulo de este libro dedicado a la carne de equino
cuando me invitaron a una fiesta. Mientras contemplába-
mos un par de caballos castrados y una gruesa yegua a tra-
vés de una ventana panorámica, se me ocurrió comentar,
como quien no quiere la cosa: «Conozco a un tipo que quiere
abrir una cadena de restaurantes de comida rápida a base de
hamburguesas de caballo». Cuando mi anfitrión se calmó lo
suficiente para tratarme como a un antropólogo estúpido y
no como a un cuatrero en potencia, balbuceó: «[Comer ca-
ballos? Ni pensarlo. Son nuestras mascotas».
«¿No comen las personas mascotas!», me pregunté (a mí
mismo, naturalmente... no quería arriesgarme a un nuevo
malentendido). Loseuropeos, los norteamericanos o los neo-
zelandeses de filiación europea (mi amigo había nacido en
Nueva Zelanda) piensan que es evidente que las mascotas no
son aptas para consumo. Sin embargo, como antropólogo,
no veo nada de evidente en ello. Muchos animales que reci-
ben un trato propio de mascotas pueden acabar, aun así, en
219
(NOS)OTROS

Los Vice Lords de Chicago


Lincoln Keiser

Introducción. Estudio de caso.

Los Vice Lords: Guerreros de la calle.

Durante cierto tiempo, muchos antropólogos y sociólogos han creído que las técnicas
de investigación particular desarrolladas en el estudio de micro sociedades tienen una
validez limitada para la investigación en comunidades modernas urbanas industrializadas.
Michael Panton ha dicho, por ejemplo “La vida relativamente simple de una aldea tribal
puede ser tal vez descrita en términos verbales, pero las uniformidades halladas en la vida
urbana solo pueden expresarse, en la mayoría de los casos, estadísticamente. En la ciudad
pocas generalizaciones de valor pueden ser obtenidas sin el uso de técnicas de
investigación sociológica…“ Los sociólogos han expresado una visión similar en relación al
uso de métodos antropológicos en el estudio del fenómeno urbano. “Cuando se estudia la
totalidad de una sociedad primitiva, usando métodos antropológicos, uno puede tener una
fuerte certeza de haber presenciado el rango completo de comportamiento que los
miembros de la sociedad desempeñan, dada la determinación relativamente constante del
medio ambiente natural. Sin embargo, si este método se aplica a las subculturas
contenidas en una sola sociedad es probable que conduzca a resultado falaces…“ (Short
and Strodbech. 1965).
Sin embargo, recientemente un número creciente de antropólogos ha empezado a
meterse en las ciudades llevando consigo las formas básicas de estudio del comportamiento
humano, aprendidas y desarrolladas en el análisis de grupos tribales y campesinos. Pero las
ciudades son diferentes y esta diferencia genera distintos problemas, tanto de tipo teórico
como práctico. En este capítulo voy a explicar algunos de los problemas que yo encontré y el
modo de resolución que intenté durante mi investigación con los Vice Lords, una banda de
delincuentes callejeros negros ubicada en el área del ghetto del oeste de Chicago. Abordaré
los problemas que derivan del acercamiento al estudio de la conducta humana desde una
orientación particular antropológica, y también cuestiones que se relacionan con el estudio
de los medios urbanos en general.
Hay otro factor importante que no se relaciona directamente a la cuestión
estrictamente urbana. Esto se desprende de la situación racial en Estados Unidos. Yo era un
blanco trabajando en el área de un ghetto negro, y esto tuvo efectos definitivos en mi
investigación, algunos de los cuales discutiré en este capítulo.
Hay cierta clase de problemas que casi la mayoría de los antropólogos debemos
enfrentar ante cualquier tipo de trabajo de campo. Será útil enumerar algunos de ellos
brevemente, para luego desarrollar cada uno de ellos en función de mi propia investigación.
Al presentar una investigación de campo uno debe primero escoger el área en la cual hacer
la investigación, y decidir qué cuestión se estudia. Luego está el problema de establecerse
dentro del área, esto significa instalarse físicamente en el lugar: adaptarse a vivir en un
medio ambiente extraño y establecer las relaciones sociales necesarias como para comenzar
a recoger los datos.
La recolección de la información presenta problemas en sí misma.
Por un lado la cuestión técnica y por otro la elección del aspecto en el cual centrar la
atención. Aunque esto último se relaciona con los propósitos explícitos de la investigación,
también se vincula con la orientación teórica del antropólogo y a que ésta genera ideas
concernientes a lo que es problemático de la conducta humana y por lo tanto debe ser
registrado. Cuando el antropólogo está activamente metido en una situación de trabajo de
campo, a veces no es totalmente consciente de cómo su orientación teórica está afectando su
registro.
Las reacciones emocionales de los antropólogos en relación al medio ambiente social
y cultural en el que se desarrolla el trabajo de campo implican tener que interactuar en
situaciones sociales en las que uno desconoce la significación de muchas acciones. Esto pone
una presión emocional muy intensa sobre el individuo y afecta la relación con las personas
que son sujetos de estudio. Aún cuando el antropólogo trate de actuar tan
desapasionadamente como sea posible, como ser humano reacciona a las diferentes
situaciones de acuerdo a sus propios valores e ideas. Cómo manejar este sentimiento es sin
duda una de las grandes cuestiones del trabajo de campo. Finalmente cuando la
investigación se ha completado, está el problema de escribir el material en forma de un relato
coherente.

Eligiendo un área y un tema.


La elección de un área y de un tema de investigación puedes ser efectuada de diversos
modos. Uno puede estar primeramente interesado en una área geográfica particular y luego
desarrollar un tema de investigación apropiado en otros casos. El interés primario puede
descansar en un tópico particular, por ejemplo, antropología política y luego elegir un área
por su especial relevancia en relación al tema.
En ambas situaciones, sin embargo, la elección del primer proyecto de investigación
de campo a menudo se apoya en las lecturas previas o en trabajos realizados como
estudiante.
Mi elección de una pandilla de negros (o “club”, tal como se lo conoce en el Ghetto)
como tema, tuvo un origen un poco diferente. En 1963, mientras estudiaba en la
Northwestern University trabajaba como mozo en un lujoso apart para jubilados en
Evanson, un suburbio de Chicago. Los negros eran empleado por la empresa como
ayudantes de cocina, mientras que los blancos estaban en los lugares visibles. La mayoría de
los negros eran mujeres, pero había algunos varones de mi edad que trabajaban de
lavaplatos. Parte de mi trabajo consistía en retirar los platos de las mesas y entregarlos a los
lavaplatos. Así conocí a Jesse y a Al, y si bien nunca llegamos a ser amigos, teníamos un
cierto nivel de confianza y a menudo escuchaba sus conversaciones. Al había crecido en un
vecindario donde no había pandillas organizadas. Había conocido a una chica en un bar y
quería volver a verla. Pero ella era de un barrio en el que había una pandilla: los Egyptian
Cobra, a quienes debería solicitarles permiso para continuar la relación. Por lo tanto, el tema
de las pandillas era recurrente en su conversación, así fui dándome cuenta de que en el
mundo de las pandillas había un interesante sistema social y cultural en funcionamiento.
Mi contacto inicial estuvo en principio relacionado a dos factores: la naturaleza de
las ciudades y el racismo en Estados Unidos. Las ciudades son, entre otras cosas grandes
conglomerados humanos en las que muy pocos se conocen entre sí. En las sociedades de
pequeña escala, hay una proximidad espacial en la que se dan una serie de interrelaciones,
de parentesco, económicas y políticas. Todo el mundo conoce a todo el mundo, en una
variedad de contextos sociales. Este no es el caso del medio urbano. Aun cuando se
comparten espacios próximos, la gente no se conoce entre sí. En la ciudad uno se relaciona
con extraños Y en un proceso social continuo se establecen nuevos vínculos.
Mi contacto inicial con el mundo de las pandillas de negros resultó de establecer una
relación social con individuos que eran parte de este mundo. El hecho de que esto ocurriera
en el contexto de un trabajo se vincula a la cuestión del racismo. En nuestra sociedad, en la
época que conocí a Jesse y a Al, los blancos que establecieran relaciones con negros lo hacían
excepcionalmente y sólo en contextos de trabajo. El racismo limitaba el tipo de trabajo
abierto a los negros, y por lo tanto limitaba el tipo de trabajos en los que alguien como yo
podría haber encontrado a estos personajes. Si ellos hubiesen podido conseguir otro tipo de
trabajo, posiblemente nunca los hubiese conocido.
Cuando terminé mi trabajo en ese lugar perdí contacto con ellos. Pero no perdí el
interés en el tema de las pandillas. Ahora sé que esas pandillas no estaban compuestas
solamente por un número relativamente pequeño de hombres jóvenes, sino que constituían
complejas organizaciones, con una gran cantidad de miembros. Tuve referencia de
categorías como
Junior, Senior, Midgets, Consejo de Guerra, Consejo Supremo de Guerra y Presidente.
¿Cómo funcionaba esto? ¿Cuál era la naturaleza de los subgrupos? ¿Cómo se diferenciaban
y cómo se conectaban? ¿Cuáles serán las identidades sociales y cómo se conectaban con los
roles sociales? ¿Cuáles serán las creencias, conceptos y valores de los miembros del “club” y
cómo se articularon con el conjunto de grupos de las entidades sociales? La gran cuestión
central fue entonces: ¿cuál es la naturaleza de este sistema social y cultural y cómo funciona?
Sentí que aquí había un tema muy rico para mi futura investigación.

Estableciéndose.
El siguiente problema era establecer las relaciones necesarias con miembros de un
grupo particular, establecerse en un vecindario y comenzar la adaptación al nuevo ambiente
social. Establecer relaciones fue difícil. Nadie, y mucho menos un blanco podía llegar
simplemente a un área en donde hubiera una pandilla y comenzar una investigación.
Había que realizar primero un largo y paciente trabajo. Era necesario establecer
contacto con los miembros influyentes del grupo, ganar su confianza antes de comenzar un
trabajo serio. Yo abordé esta cuestión nuevamente a través de lo laboral. Me ofrecieron un
trabajo en el Departamento de Servicio Social de la Municipalidad de Chicago.
Concretamente el trabajo era la Corte de Menores que entendía en cuestiones de jóvenes de
17 a 20 años en la jurisdicción que abarcaba el territorio de tres grandes pandillas: los Cobra,
los Santos Romanos y los Vice Lords. Mi trabajo consistía en actuar como consejero de los
individuo que la Corte me designaba. Así conocí a miembros de los tres grupos.
El Departamento de Servicio Social estaba interesado en saber acerca de las
pandillas, así que me autorizó a interrogar a las personas que me derivaban acerca de
cuestiones de la vida de las pandillas. Esto planteaba un problema. Mi rol de trabajador
entraba en cierto sentido en conflicto con mi rol de antropólogo. Como trabajador, yo debía
ayudar a la gente a hacer el tipo de ajuste al mundo urbano, previniendo conflictos de
acuerdo a lo establecido por las reglas de instituciones manejadas según valores de la gente
de clase media blanca de Chicago. Esto significaba que yo estaba tratando de cambiar la
conducta de acuerdo a mi propio sistema de valores. Como antropólogo, era crucial tratar
de no juzgar estas conductas de acuerdo a mi propio sistema de valores, y mucho menos
cambiarlas. Dado que mi primera responsabilidad era la laboral, yo me sentía muy limitado
para utilizar a mis ”clientes” como informantes. Aún más, a pesar de estas dificultades, pude
conseguir cierta información básica. Los más abiertos a hablar de su grupo eran los Vice
Lords y por lo tanto la mayor cantidad de información era de ese grupo.
Para poder avanzar en la investigación tuve que establecer relaciones fuera del
contexto de la Corte. Sin embargo, mi entrada estaba siempre vinculada a la Corte. Hablando
con un “cliente” me enteré de la existencia de una docente que había podido establecer una
muy buena relación con miembros de los Vice Lords. Me contacté con ella y ella acordó en
presentarme a Sonny, un miembro de la pandilla. Para la época que conocí a Sonny también
había conocido a Goliath, otro Lord. Durante el año siguiente los tres nos encontramos en
bares. Íbamos a fiestas y nos visitábamos. Mientras tanto fui conociendo a otros miembros,
recogiendo más información. Sucedió que con Goliath no fuimos haciendo amigos. En el
otoño de 1965 volví a la Universidad y en el verano de 1966 empezó de lleno mi investigación.
Me encontré con Goliath y le expliqué mi plan. Me alquilarían un departamento en
el ghetto y Goliath viviría conmigo sin pagar nada. En devolución, él me presentaría a los
líderes de la pandilla asegurándoles que yo no era un espía policial. Goliath aceptó.
Encontrar un departamento fue más difícil de lo esperado. La mayoría de los
departamentos eran de blancos que no vivían en el barrio y tenían sospechas en torno a mi
elección. Finalmente conseguimos un departamento en la zona norte del Ghetto, fuera del
área de acción de los Vice Lords.
A comienzos del verano Goliath me presentó a Tex, Bat Man y Malozo, tres de los
más importantes líderes de uno de los segmentos de los Vice Lords (Los de la calle 15). Me
concentré durante ese verano en este grupo de la calle 15. Simultáneamente Tex fue
arrestado por robo a mano armada y fue la prisión, al tiempo que otros miembros
prominentes de los Vice Lords eran liberados y se decidían a reorganizar el ”Club”. Se
reinstituyeron grandes reuniones que convocaban a todos los segmentos, que en su forma
amplia eran llamados “Conservative Vice Lords Nation”, o simplemente Nation. A través
de gobierno me conecté con los antiguos miembros, ahora transformados en líderes
de Nation. Les expliqué que quería escribir sobre los Vice Lords y les ofrecí compartir
cualquier tipo de ganancia con el grupo. La propuesta se discutió en una reunión general de
grupo, y con el apoyo de la gente de la calle 15 y de algunos individuos que había conocido
en mi trabajo de consejero, la mayoría de los miembros dio su aprobación.
Esto legitimó mi posición a los ojos de la otra gente del ”club” Y el resto del verano
me concentré en investigar en la esquina de la calle 16 y Lauerdale, el lugar de encuentro de
los de la rama conocida como Vice Lords City.
Ajustarme a las nuevas condiciones de vida fue casi tan difícil como lo había sido mi
experiencia en la villa montañosa de Afganistán, en donde las situaciones eran similares a la
que encuentran en general los antropólogos que trabajan en sociedades no occidentales. Lo
más difícil de todo fue acostumbrarme a vivir con la posibilidad de ser robado o atacado.
Goliath tuvo mucha precaución al elegir un departamento con entrada luminosa. Pero
guardábamos una pistola 45 en el departamento y unos cuantos bates. Antes de salir, Goliath
ponía un fósforo en el marco de la puerta para comprobar, al regreso, que nadie se había
metido dentro. Por las noches poníamos latas vacías frente a las ventanas para que en caso
de que algún intruso intentara entrar hicieran mucho ruido al caer y nos despertaran. Para
Goliath esto era tan normal como era para mi colocarme el cinturón de seguridad en el auto.
A mí me llevó un tiempo acostumbrarme a tomar estas precauciones sin ponerme nervioso.

Recolectando información.
Hay dos aspectos vinculados con el problema de recoger la información. Primero está
la cuestión de los métodos. Los que yo usé son estándar en el trabajo de campaña
antropológico; hice observación participante y conduje entrevista con informante. Para mí,
la conservación participante consiste en observar la conducta mientras das una vuelta en la
calle, vas a fiestas, a bares, visitas amigos y parientes y salís a dar una vuelta en auto con
miembros del “club”. Como observador participante yo estuve involucrado en los
prolegómenos de una verdadera pelea de pandillas Y estuve también en los preparativos de
otra que nunca se efectivizó. Mi presencia en el barrio estaba legitimada por ser ”el hombre
que está escribiendo el libro”. La gente sabía lo que yo estaba haciendo Y también porque
lo estaba haciendo. Pero nunca pude participar completamente de la vida de la calle. Por un
lado, no todos me aceptaron de la misma manera. Por otro, el hecho de ser blanco era causa
de dificultad. Cuando conversaban, a menudo los Vice Lords se llamaba entre sí
“Nigger“, bromeando. Cuando “Nigger” era usado en una conversación por una persona
que no me conocía demasiado, a menudo me miraba y se disculpaba como si me hubiese
insultado. Una vez, cuando esto sucedió, un amigo mío respondió:
”— No hagas diferencias Jack. El hombre es un “Nigger“ como nosotros, sólo que es
blanco. Él es un “Nigger“ blanco.”
Otros, en cambio, apenas toleraban mi presencia y me ignoraban casi todo el tiempo.
Para algunos era imposible controlar el odio hacia los blancos y a veces me lo hacían sentir.
Cuando esto sucedía yo simplemente me retiraba de la escena.
Pero hasta cierto punto yo siempre era un extraño, incluso para mis amigos más
cercanos. La historia del odio entre negros y blancos nos separaba. Ellos, como yo,
necesitaban verbalizar permanentemente que éramos amigos a pesar del racismo existente.
Las diferencias culturales nos separaban. Yo me vestía de modo informal, jeans Levi’s y una
remera, pero esas eran ropas distintas de las que usaban los Vice Lords, yo no manejaba la
jerga callejera y no actuaba correctamente en ciertas situaciones sociales. Este último factor
fue especialmente importantes. Los antropólogos a menudo tenemos este tipo de
experiencias cuando trabajamos con culturas diferentes, pero en este caso, los incidentes
que marcaban la diferencia tenían una significación extra dada por la historia de las
relaciones entre blancos y negros en Estados Unidos. Se enfatizaba el hecho de éramos
personas que proveníamos de grupos de gente con una larga historia de odios y de
negaciones. Las formas de registro de la información eran otras facetas del problema del
método. Todas las noches escribía la mayor cantidad de observaciones que pudiese recordar.
Habría sido mejor haber llevado una pequeña libreta de campo para tomar notas en el
momento. Inicialmente lo hice así, pero la mayoría de los Vice Lords se ponían molestos
cuando sacaba el anotador, así que decidí parar. Además, mucho de la interacción social con
los Vice Lords se daba cuando estamos en mi auto y obviamente no podía tomar notas
porque estaba manejando. Yo intentaba recordar tanto como fuera posible, pero hacia el fin
del día mucho se había perdido en el olvido.
Las entrevistas con muchos informantes fueron otra fuente de datos. Yo conduje
entrevistas estructuradas y realicé historias de vida. Un grabador fue usado para este fin.
Hay dificultades usando el grabador, pero son más sus ventajas que sus desventajas. Yo
podía grabar relatos altamente detallados de las entrevistas que nunca podría haber escrito
a mano. Desgrabar las cintas era la dificultad mayor. Mi investigación duró cuatro meses,
pero si me hubiera tomado un año completo como la mayoría de las investigaciones
antropológicas, la tarea de desgrabar hubiera sido monumental.
Al registrar las historias de vida, simplemente le decía el informante que me contara
acerca de su vida. Las únicas preguntas que hacia eran aquellas imprescindibles para
clarificar algo que no comprendía, o las necesarias para ampliar detalles de un incidente que
me parecía relevante. Realicé entrevistas estructuradas organizadas alrededor de tópicos
particulares. Éstos derivaban primeramente de mis observaciones. Si yo consideraba que
una cuestión necesitaba amplificación, ponía foco en esto en una entrevista estructurada.
Por ejemplo, escuché que los Vice Lords se referían a sus “territorios”. Esto me sugirió lo
siguiente: ¿cómo diferencian los territorios del conjunto de los Vice Lords, los del “club”
rival y los de los subgrupos entre sí? Este último interrogante era el más difícil de resolver,
así que puse especial cuidado en poner el foco en esto en las entrevistas estructuradas.
Será útil incluir alguna de estas entrevistas en este capítulo porque ilustran una de
las mayores dificultades en conducir entrevistas estructuradas. Este es el problema de
enmarcar correctamente la pregunta exacta que hay que hacer al informante. El antropólogo
realmente debe saber qué clase de respuestas espera antes de pensar en las preguntas que
van a sacar a luz lo que él quiere saber.
Otro aspecto del problema de la recolección de datos depende de la orientación
teórica del investigador. Los “hechos” están íntimamente conectado con la teoría. Lo que vi
como hechos y por lo tanto registré, estaba directamente relacionado con mi orientación
teórica. Debido a mi orientación teórica hubo muchas cosas que no registré y que sin duda
son muy importantes.

El problema de las reacciones emocionales.


Una de las grandes dificultades en mi investigación sobre los Vice Lords fue manejar
mis respuestas emocionales. En las calles del ghetto yo era funcionalmente como un niño y
como todos los niños debían cuidarme. Yo no sabía lo que era y lo que no era potencialmente
peligroso, no comprendía el significado de la mayoría de las acciones y de muchas palabras.
Una cosa es ser indefenso cuando se es realmente un niño, pero a los 29 años la cosa
cambia. Esta sensación de dependencia era para mi muy difícil de manejar. En los comienzos
de mi investigación esta sensación me ponía tan ansioso y nervioso que los eventos que
ocurrían a mi alrededor parecían sumergirme en la oscuridad de las acciones sin sentido.
Renunciaba, desesperanzado, a buscarle algún sentido a algo. Los Vice Lords percibían mis
sentimientos y esa percepción colocaba a muchos de ellos en una situación incómoda. Ésta
incrementaba la dificultad de lograr el rapport necesario para poder llevar adelante una
investigación exitosa.
La única solución a este problema era no rendirse. Lentamente, las semanas pasaban
y, a medida que me familiarizaba con los miembros del ”club” y con los vecinos, el
sentimiento aflojaba y luego repentinamente, comencé a entender muchas cosas. Pero,
aunque empezaba a dejar de ser un niño, todavía no era un adulto. Siempre que pensaba que
yo me las sabía todas, que realmente entendía lo que estaba pasando, ocurría alguna cosa
que me recordaba mi grado de ignorancia. Así confundía un reto a duelo con una advertencia
amistosa, y lo único que me salvaba en este tipo de situaciones era que mis respuestas eran
tan fuera de contexto que desorientaban a mis interlocutores y siempre aparecía algún aliado
que ponía las cosas en orden y cuando todo había pasado, yo recién empezaba a
comprenderlo.
También tuve una serie de respuestas emocionales que se originaban en mi propio
sistema de valores. Cómo manejar esas respuestas, era otra fuente de dificultades. Había
algunos aspectos de la vida de los Vice Lords (aunque no es necesario especificarlos) que me
parecían, personalmente, desagradables. En los comienzos de mi investigación me ponía
mal e incómodo. Más adelante, me di cuenta de que a veces estaba realmente enojado. Aun
cuando intelectualmente no podía sentir que mis valores eran superiores, igual no podía
contener mis reacciones emocionales. Estas reacciones, a menudo dificultaban mantener
cierta objetividad. Más importante aún, nunca estaba completamente seguro de que los Vice
Lords percibieran mis reacciones y en algún momento acusaran recibo de las mismas. Por
lo tanto, no tenía la certeza de que mis sentimientos afectarán o no los eventos que yo estaba
intentando observar. Aunque yo trataba de controlar mis respuestas tanto como fuera
posible, todavía no estoy muy seguro acerca de hasta qué grado lo logré. Sin duda, algunos
prejuicios se colaron en mis observaciones y, probablemente ciertos eventos que observé,
cambiaron simultáneamente en respuesta a mis reacciones emocionales.

El problema de escribir el informe.


Poner por escrito la información bajo la forma de un relato coherente implica, al
menos, dos problemas. Primero, el antropólogo debe decidir qué datos deben ser incluidos
en el trabajo y segundo, debe tomar decisiones acerca de la forma en la cual organizar y
presentar la información. El primer problema es difícil de resolver, porque al escribir el
relato es necesario describir gente viva, muchos de los cuales pueden ser amigo de uno. Esto
es especialmente difícil cuando el relato que uno escribe puede ser leído por miembros del
grupo que se está investigando y este es el caso de los Vice Lords. Yo creo que la mayoría de
los antropólogos siente la obligación de no escribir nada que pueda injuriar a la gente del
grupo en el cual trabaja. Por otro lado, el antropólogo quiere escribir el relato más certero y
la información de los miembros de la sociedad estudiada, pero éstos no quieren que se dé a
conocer. Puede ser muy importante para entender cómo funciona este particular sistema
social y cultural. Si la información ha sido dada en tono confidencial, entonces el
antropólogo tiene la obligación moral de resguardarla. En otros casos, El antropólogo puede
acceder a información que, aún no siendo confidencial, requiere cierta discreción a la hora
de hacerla pública. Una solución obvia es cambiar nombres, fechas y lugares de modo tal
que la descripción no pueda ser relacionada con alguna gente en particular. A veces, a pesar
de estos cambios, la información sigue revelando aquello que se quería ocultar, entonces, En
mi opinión, esa información particular no debe darse a conocer si realmente puede ser
perjudicial para la gente involucrada.
No creo que haya ninguna respuesta tajante para esta cuestión. El antropólogo debe
ser tan sensible como sea posible a los sentimientos de la gente que está describiendo y
redactar el informe, consecuentemente.
Al tratar de resolver el segundo problema, el de la organización y presentación
informe, mi orientación teórica fue tan importante como lo fue por el momento de la
recolección de datos. La orientación teórica me dio un marco en el cual trate de construir un
relato coherente. Mi máximo objetivo era poner en evidencia la naturaleza sistemática de la
vida social de los Vice Lords. En orden de lograrlo, era necesario tener una perspectiva
cultural para ciertos aspectos de la cultura que se relacionan fuertemente con patrones de
interacción social. Yo comencé con definiciones de sistemas culturales y sociales.
El sistema social fue definido como sistema ordenado de interacción social puesta en
acto; El sistema cultural como el sistema ordenador de las creencias y los valores en término
de los cuales la interacción social tiene lugar. Después del capítulo introductorio en el que
trazaba líneas generales del desarrollo de los Vice Lords, describí ciertos rasgos de la
estructura social de la Vice Lords. Esto incluía ciertas cosas, tales como la serie de grupos a
los que pertenecían los Vice Lords, el conjunto de cargos políticos internos de la
organización, y la forma en la que el ”Club” se relacionaba con el espacio físico. Era necesario
describir estos aspectos primero, así el lector podía seguir la argumentación posterior. En
los dos capítulos siguientes, traté de mostrar qué parte del patrón y del orden de la vida
social de los Vice Lords mantenía una relación sistemática de los grupos y roles sociales con
tipos recurrentes de comportamiento reconocido por los Vice Lords como conformando
contextos sociales diferenciados. En estos dos capítulos, mi argumento se basaba en tres
ideas cruciales: grupos sociales, roles sociales y contextos sociales. Estas ideas formaban
una parte importante del marco en torno al cual yo organicé mi material. La idea de
contextos sociales fue especialmente importante, dado que era la relación de los grupos y los
roles con un contexto social particular que estaba pautado y ordenado. Aquí era donde el
sistema cultural era crucial. Los contextos sociales estaban diferenciados unos de otros en
términos de creencias y valores que formaban parte del sistema cultural de los Vice Lords.
En el capítulo siguiente discutí algunas de estas cuestiones. Por lo tanto, el conjunto de los
contextos sociales que ordenaba los roles sociales y los grupos sociales era, a su vez,
ordenado por las creencias y los valores del sistema cultural de la Vice Lords. El capítulo
final era una versión editada de una historia de vida. Fue incluido para darle al lector una
perspectiva diferente acerca de la vida de los Vice Lords que se muestra en el relato más
formal de los capítulos precedentes. Espero que al incluir todo este material y organizarlo
de esta forma, el lector pueda tener alguna idea acerca de la naturaleza de la vida social de
los Vice Lords.

¿Por qué hay pánico en las calles?


Las encuestas muestran que más de una quinta parte de los habitantes de la
principales ciudades de Norteamérica se sienten ”muy inseguros”, Incluso en sus propios
vecindarios cuando salen de noche. La mujeres y los ancianos son los que más temores
abrigan. Más de la mitad del total de las mujeres estadounidenses afirman tener miedo a
salir a la casi solas después del anochecer. Los ciudadanos de más edad temen salir de casa
durante el día. La gente se sienta insegura hasta su propia casa y en una tercera parte de los
hogares estadounidenses hay armas de fuego para protegerse de los intrusos.
Las víctimas de delitos violentos, como atracos o violaciones, sufren pesadillas, fobias
incontrolables y arrebatos histéricos de llanto durante mucho tiempo después del suceso.
Incluso un simple caso de robo en una casa, sin que el ladrón se enfrente a la víctima, puede
dejar a ésta en un estado de shock. De repente, uno se siente expuesto y vulnerable. El hecho
de que un extraño penetre por la fuerza en el santuario del propio hogar y se lleve las
posesiones personales crea un sentimiento de impotencia y aflicción desproporcionado con
el valor de las propiedades o la cantidad de dinero robados.
Las estadísticas no puedes medir el impacto del delito violento en nuestras vidas.
Nadie sabe cuántas personas se han mudado a zonas residenciales de los suburbios con el
fin primordial de huir de vecindarios azotados por la delincuencia. Y resulta imposible
enumerar toda las cosas que hacemos a diario para protegernos de atracadores, violadores
y otros criminales. Esta extrema sensibilidad ante la amenaza de ataque se convierte en una
fuerte carga psicológica y física. Por ejemplo, no hay más que pensar en todos los cerrojos y
pestillos de seguridad con los que hay que trajinar cada día, la mirilla por la que hay que
mirar, los espejos y monitores de televisión en vestíbulos y ascensores en lo que hay que
fijarse. Piénsese con qué frecuencia nos preocupamos de nuestras carteras en lugares
atestados de gente y con qué fuerza agarran las mujeres el bolso cuando van de compras. Si
hay que atravesar en coche ciertos barrios, siempre se lleva echado el seguro y las ventanillas
subidas. Nos pasamos la vida firmando en controles de seguridad, enseñando fotos o tarjeta
de identidad y buscando la llave apropiada en el llavero. Para ir de un lugar a otro hay que
dar grandes rodeos porque siempre topamos con puertas atrancadas, verjas con el candado
echado y pasadizos cerrados. Intentamos aparcar en zona concurridas y bien iluminadas.
Salimos a toda prisa al finalizar las películas y espectáculos. Y cuando tenemos que caminar
por una calle oscura, andamos con cien ojos y cruzamos de una acera a otra tratando de
detectar si hay sombras en los portales. En su libro Mugging: You Can Protect Your Self, el
agente de policía Liddon Griffith recomienda a los que asisten a la última sesión de cine que
tengan preparadas las llaves y pasen por delante de su coche para asegurarse de que no haya
nadie en el asiento trasero. Griffith aconseja siempre que se lleve dinero suelto en el bolsillo
y que nunca se abra el bolso o la cartera en público; es peligroso llamar la atención
mostrando su inquietud por la cartera o el bolso. Las mujeres no deben agarrar con
demasiada fuerza su bolso, ya que, al intentar darles el tirón y no se dejan, los ladrones
pueden golpearlas. Por lo tanto el consejo de Griffith a las mujeres es que se entrenen un
minuto al día para no aferrarse rígidamente al bolso si las atacan por sorpresa. Griffith
también piensa qué no está de más que hombres y mujeres aprendan autodefensa. En
algunas situaciones, la vida de una persona puede depender de su capacidad para dejar
aturdido al atacante. Griffith insta a los habitantes urbanos para que aprendan la forma de
agarrar por detrás las piernas de un atacante, con el objeto de pellizcarle con fuerza en la
parte inferior del mundo o estrujarle los testículos.
¿Están justificados todos estos temores? En 1973, El organismo denominado Law
Enforcement Administration inició una serie anual de estudios sobre la incidencia de la
delincuencia con la cooperación de la Oficina del Censo. La Oficina entrevista unas 60.000
personas dos veces al año para descubrir si han sido víctimas de la actividad delictiva
durante un período determinado. Los estudios sobre la incidencia de la delincuencia indican
que hay más de 4 millones de víctimas de asalto al año, 1 millón de víctima de robos
personales (sin incluir los que sufren el hurto en establecimientos comerciales), 145.000
víctimas de violación o intento de violación, y 150.000 víctimas de “tirones”. Estas encuestas
no ofrecen información sobre homicidios (por razones obvias), pero según el Informe Global
sobre delincuencia que elabora anualmente el FBI, se cometen unos 20.000 homicidios.
(Los criminólogos consideran que esta es una de las estadísticas más exactas sobre crímenes,
puesto que los agentes encargados del cumplimiento de la ley rara vez pasan por alto un
asesinato).
Se puede ver la gran cantidad de delitos violentos que se cometen los estados unidos
comparando los índices de delincuencia estadounidense con los de otras sociedades
industriales avanzadas. Utilizando únicamente las cifras del FBI y teniendo en cuenta sólo
los delitos denunciados a la policía, se comprueba que en los Estados Unidos se cometen
proporcionalmente 5 veces más homicidios, 10 veces más violaciones y 17 veces más robos
que en el Japón; Y 7 veces más homicidios, 12 veces más violaciones y 8 veces más robos que
en Gran Bretaña. Estas diferencias siguen siendo igual de grandes si se efectúa la
comparación entre ciudades. Londres y Tokio, por ejemplo, tienen índices de violencia
delictiva bastante más bajo que ciudades norteamericanas menos populosas, como Chicago,
Filadelfia o San Luis.
¿Se pueden explicar estas diferencias sobre la base de los diferentes métodos de
denunciar los delitos? Los japoneses y los británicos poseen unos sistemas de justicia penal
centralizados a nivel nacional, que reciben notificación directa de todos los delitos
denunciados, mientras que en los Estados Unidos hay quince cuerpos distintos encargados
del cumplimiento de la ley, que elaboran sus propias estadísticas para enviarlas
posteriormente al FBI. Por lo tanto, las cifras británicas y japonesas serán si acaso más
exactas que las del FBI.
Otra cuestión que hay que esclarecer es si el índice de violencia delictiva en Estados
Unidos ha aumentado. ¿Estamos realmente inmersos en una ”ola de delincuencia”? El
Informe Global sobre la Delincuencia del FBI indica que el índice de robos aumentó más de
un 500% desde 1945 a 1975, mientras que en las dos últimas décadas el índice de todos los
”delitos violentos”—asesinatos, violaciones, robos y asaltos con agravantes—aumentó a un
ritmo casi la mitad de rápido. Las cifras más recientes del FBI muestran que después de un
breve descenso en 1975, el índice había reanudado su briosa subida, con un 13% de
incremento entre 1978 y 1979. Sin embargo, algunos expertos insisten en que no hay
realmente ninguna ola de delincuencia.
La mejor evidencia para este punto de vista es que los nuevos estudios sobre la
incidencia de la delincuencia no muestran ningún incremento sustancial en el número de
afectados entre 1973 y 1979. Puesto que está claro que la policía y el FBI han tenido noticia
he informado de menos de la mitad de los delitos que realmente se han producido, el
aumento anual en el referido índice de delincuencia del FBI podría reflejar tan sólo un
aumento, viene la disposición capacidad por parte de las víctimas para denunciar los delitos,
bien en la capacidad y disposición de la policía para investigar y registrar los actos delictivos.
Pero los estudios sobre la incidencia de la delincuencia adolecen de ciertos inconvenientes y
limitaciones. En primer lugar, el hecho de que no se iniciasen hasta 1973 significa que no se
pueden utilizar para contrastar las estadísticas del FBI relativas a una parte crucial del
periodo de la posguerra. En segundo lugar, hay que considerar los informes del FBI en
cuanto al aumento del índice de criminalidad como datos fiables, debido las razones ya
mencionadas. Tercero, parte de la discrepancia entre los datos que aportan los estudios
sobre incidencia la delincuencia y los del FBI pueden tener algo que ver con el hecho de que
no se incluyen los niños menores de 12 años en el muestreo de incidencia. Ahora bien, una
proporción importantísima de los recientes incrementos en la violencia delictiva puede
corresponder al ataque sufrido por menores de 12 años por parte de adolescentes. Aunque
es posible, por tanto, que el aumento de la violencia criminal que informa el FBI se deba en
parte a haber ahondado en el cúmulo de crímenes que anteriormente no se detectaban o no
se denunciaban, no hay justificación alguna para atribuir todo el referido incremento a
estadísticas aberrantes. Después de todo, aunque se redujera a la mitad el índice de aumento
que propone el FBI, se seguirán señalando razones legítimas para afirmar que los Estados
Unidos vienen padeciendo una ola de delitos violentos desde 1945.
Hasta ahora el argumento se ha ocupado principalmente de dos puntos
engañosamente sencillos: Norteamérica, en comparación con otros países industrializados,
tiene un nivel extraordinariamente alto de ciertas clases de delitos violentos, y el nivel de los
mismos ha estado aumentando rápidamente desde 1945. ¿Cómo se explica esto?
El hecho de que los delitos violentos sean más frecuentes en los Estados Unidos que
en países como Japón y Gran Bretaña pone en entredicho varias teorías populares sobre
delincuencia en este país. La primera afirma que la violencia delictiva es simplemente una
manifestación inevitable del modo de producción capitalista. Esta teoría no tiene en cuenta
el índice particularmente bajo de delincuencia de Japón y Gran Bretaña (Por no mencionar
Holanda y Suiza, que tienen uno de los índices más bajos del mundo, que también son países
capitalistas). La segunda teoría sostiene que el delito violento en los Estados Unidos es,
sencillamente, consecuencia de la urbanización. Esta teoría también resulta claramente
inadecuada, ya que tanto Gran Bretaña como Japón están altamente urbanizados. En 1979
hubo hubo 279 veces más robos, 14 veces más violaciones y 12 veces más asesinatos en la
ciudad de Nueva York que en Tokio, que es la ciudad más grande del mundo.
La comparación entre índice de delitos violentos de los Estados Unidos y otros países
también desautoriza la idea popular de que tenemos un índice muy elevado porque se es
”demasiado blando con los delincuentes”. Esta idea le resulta muy atractiva al público
porque apunta una solución relativamente sencilla el problema: construir más cárceles y
llenarlas. Por desgracia, no hay manera de relacionar los índices relativamente altos de
delincuencia de los Estados Unidos con la correspondiente falta relativa de castigo para los
delitos. En los Estados Unidos se encuentra encarcelado (por delitos no políticos) un mayor
porcentaje de la población que en cualquier otro país del mundo. En 1978 la tasa de
encarcelamiento era de más de 200 reclusos por cada 100.000 habitantes, Lo que representa
2,5 veces la tasa de Gran Bretaña y 5 la de Japón. Si hubiese que sacar alguna conclusión de
esta cifra, sería que el alto índice de los Estados Unidos viene determinado por la tasa
particularmente alta de encarcelamientos que caracteriza al sistema penal norteamericano.
Y esto no es tan inverosímil como a primera vista parece. La teoría de que las cárceles
provocan delincuencia tiene sus seguidores. Algunos dicen que son ”escuelas de
delincuencia”, en las que los internos salen estigmatizados de por vida y donde aprenden a
convertirse en ”duros”.
Pero no es sólo que los delincuentes encuentran dentro de las cárceles lo que los
inclina a cometer delitos, también influye lo que encuentra al salir. Sin cambiar ambos
extremos de la ecuación, la abolición de las cárceles no aboliría la conducta delictiva. Al
contrario, si las puertas de las mismas se abrieran de repente de par en par, se produciría un
aumento masivo de la criminalidad. ¿Quién puede dudarlo?
Si se acepta la referida escalada de los índices de delincuencia como indicador
genuino del aumento de ésta, varias teorías populares sobre las causas de los delitos
violentos en los Estados Unidos se vuelven menos creíbles. Son las teorías de la ”cultura” o
”carácter nacional”, que sostiene que las tradiciones de ilegalidad y violencia se iniciaron
en Norteamérica durante la época de la colonización y la frontera, convirtiéndose en una
herencia nacional permanente. La “tradición” a lo mejor podría explicar por qué el índice de
violencia delictiva en Norteamérica es más alto que en Inglaterra o Japón, pero difícilmente
pueda explicar por qué hoy es más alto que en 1945. Si las cifras del FBI significan algo, allá
por el año 1945 el índice de delitos violentos en los Estados Unidos no era muy diferente al
que existe hoy en día en Japón e Inglaterra. La tradición no puede explicar algo que ha
cambiado tan rápidamente; lo que se modifica tan bruscamente no puede ser evidentemente
una tradición.
Pero hay otro argumento de carácter tradicional que se debe tomar más en serio. La
Constitución norteamericana garantiza a los ciudadanos el derecho a llevar armas, y esto les
ha permitido a los delincuentes obtener armas de fuego, con más facilidad que sus colegas
de países como Japón e Inglaterra. Puesto que es más fácil matar a alguien con una pistola
que con otras armas, el alto índice de homicidios indudablemente refleja, hasta cierto punto,
los 50 millones de pistolas y rifles que, según se estima, posee, legal o ilegalmente, el pueblo
norteamericano. Se puede ver claramente que es más probable que la violencia debido a
disputas de celos y conflictos personales tenga consecuencias mortales en Estados Unidos
más que en los países en que está prohibido el uso y tenencia de armas de fuego. Y el hecho
de que desde 1945 haya habido un constante incremento en la cantidad de armas de fuego
disponibles puede dar cuenta de gran parte del aumento del índice de homicidios. Pero no
está clara la influencia que haya podido tener el aumento de la cantidad de arma de fuego en
manos de particulares en el creciente índice de robos y violaciones. En la mayoría de este
tipo de delitos no se utilizan armas; y cuando sí se utilizan, lo más probable que sean
cuchillos o palos. Dicho sea de paso, es menos probable que se produzcan lesiones durante
una violación o robo si los delincuentes utilizan pistolas en vez de cuchillos, tal vez porque
las víctimas no están tan dispuestas a presentar resistencia.
¿Por qué es entonces más alto el referido índice en los Estados Unidos que en otros
países capitalistas industrializados? ¿Y por qué ha crecido tanto desde la Segunda Guerra
Mundial? Creo que la respuesta a estas preguntas estriba en el hecho de que Norteamérica
ha desarrollado una particular subclase racial, compuesta de millones de negros e hispanos
pobres que viven en ghettos urbanos. Las condiciones de los ghettos del centro de la ciudad
(en las grandes ciudades norteamericanas, Los ghettos donde viven las minorías étnicas
están situados, por lo general, en las antiguas zonas residenciales del centro, que estas
minorías han ido ocupando, con el subsiguiente deterioro de edificios y servicios, mientras
que los blancos de clase media y alta se han ido desplazando a amplias zonas residenciales
situadas en los suburbios) brindan tanto el motivo como la oportunidad para una conducta
delictiva violenta, y el crecimiento de estos ghettos coincide con el aumento de los índices de
delincuencia urbana.
Los Informes Globales sobre delincuencia del FBI muestran que alrededor de 43%
de los delincuentes detenidos por delitos violentos son negros, raza que constituyó el 11%
del total de la población. Hay dos categorías cruciales de estos delitos —homicidios y robos—
en las que los negros aventajan a los blancos a nivel nacional, incluyendo las áreas rurales y
urbanas. Pero la desproporción se ensancha en las ciudades, donde es mayor la incidencia y
el temor al delito violento. Un estudio sobre detenciones que se llevó a cabo en 17 ciudades
norteamericanas de todas las regiones del país, bajo los auspicios de la Comisión
Presidencial sobre Causas de La Delincuencia y la Prevención de la Violencia indicaba qué
la “raza de los delincuentes” era negra en el 72% de los casos de homicidio, en el 74% de los
de agresión con agravante, en el 81% de los de robo sin armas y en el 85% en lo de atraco a
mano armada.
Ahora bien, ¿reflejan los estudios basados en los registros de los departamentos
policiales la proporción real de delincuentes negros, o simplemente un prejuicio
generalizado en contra de estos? Según algunos estudiosos, la diferencia total en los índices
de detención de blancos y negros significa simplemente que cuando los negros cometen un
delito, hay más probabilidades de que las víctimas llamen a la policía y de que ésta responda,
encuentre los delincuentes y los detenga. Con la introducción de las encuestas sobre la
incidencia de la delincuencia, creo que esta interpretación ha perdido buena parte de su
credibilidad. La comparación de los datos sobre delincuencia del FBI con los estudios sobre
la incidencia indica que la desproporción entre los delitos de blancos y negros puede estar
inflada, a lo sumo en un 10%, en lo que respecta a agresiones y violaciones. Pero para los
robos, las dos series de datos convergen. (Los homicidios, como se ha indicado antes, no se
pueden estudiar con los informes sobre incidencia). Con arreglo a una estimación
conservadora, alrededor del 62% del total de los culpables de robo son negros. En
proporción a su representación en la población total, la probabilidad de que los negros
cometan un delito de robo es 114 veces superior a la de los blancos.
Esto significa que, en buena medida, la manifiesta discrepancia entre los índices de
delincuencia de los Estados Unidos y lo de los otros países se puede achacar a la
importantísima proporción de delitos violentos imputables a los negros. Si se descuentan los
cometidos por negros, los índices de delitos violentos en Norteamérica se acercan mucho
más a los de otros países. Por ejemplo, mientras que el índice nacional de robos es 8 veces
superior al de Inglaterra, el de robos cometidos por blancos sólo es 3 veces superior. Del
mismo modo, aunque el índice global de homicidios en los Estados Unidos es 5 veces
superior al de Japón, el de homicidios cometidos por blancos sólo es 2 veces superior.
Bien es verdad que aún así quedan diferencias sustanciales, pero es que el índice de
delincuencia de los blancos se basa en datos que clasifican a los hispanos como blancos. En
muchas ciudades de los Estados Unidos, los hispanos constituyen una subclase étnica que
presenta índice de delincuencia en aumento y que tiene las mismas motivaciones y
oportunidades para cometer delitos violentos que las que se aprecian entre los negros. Si se
separara el índice de delincuencia de los hispanos del índice de delincuencia blanca total, se
obtendrían cifras bastante más cercanas a las de Japón y Gran Bretaña, países que no
albergan una subclase racial o étnica tan grande y que viva en condiciones comparables a las
que se dan en los ghettos del centro de las ciudades norteamericanas. (Además, el reciente
aumento de los índices de delincuencia en Gran Bretaña corre parejo con la extensión de los
ghettos raciales y étnicos, habitados por inmigrantes procedentes de la India y las Antillas).
El argumento ha llegado ahora al punto en que es necesario explicar el alto índice de
violencia delictiva entre los negros y, en menor medida, entre los hispanos. No es la raza,
sino la pobreza desesperada y el desempleo crónico lo que proporciona la clave. Durante la
Segunda Guerra Mundial y los años posteriores, los negros de los Estados Unidos emigraron
en número sin precedente desde las granjas a las ciudades, en busca de trabajo en las
fábricas. Pero lo que encontraron fue una economía en rápida transición de la producción
de bienes a la de servicios e información. Hoy en día, más de la mitad de los negros
norteamericanos viven en ciudades importantes, y más de la mitad de éstos —alrededor de
7,5 millones de personas— reside en los núcleos interiormente más sucios y deteriorados de
las mismas. Durante los años 70, mientras el número de blancos que vivían en la pobreza en
el centro de las grandes ciudades descendió un 5%, el número de negros que vivían en
parecidas condiciones aumentó un 25%.
Oficialmente, la tasa de desempleo de los negros se mantiene en un 12%. Pero esta
cifra sólo incluye a las personas que buscan activamente un puesto de trabajo. No incluye a
los negros que tienen empleos de tiempo parcial, pero qué desean obtener un empleo de
jornada completa, ni tampoco a los que han dejado de buscar trabajo porque no podía
encontrar nada aceptable. Si se añaden los desempleados encubiertos a los parados oficiales,
la tasa se eleva al 25% (comparado con el 12% de los blancos, calculados sobre la misma
base). Pero aún así esto es sólo la punta del iceberg. Ronald H. Browe, miembro de la Liga
Urbana Nacional, calcula que más de la mitad del total de los adolescentes negros están sin
empleo, y en ghettos como Harlem, el porcentaje de parados entre los jóvenes negros puede
alcanzar el 85%.
Mi opinión es que cientos de miles de negros sin empleo, sobre todo jóvenes negros,
para quiénes el fracaso se perfila como una condena para toda su madurez y como una
sentencia a miseria perpetua, eligieron el delito violento como una solución a la
desesperación y al resentimiento crónicos que deben soportar.
Debo hacer referencia a un cuerpo de opinión académica que sostiene que la pobreza
en general tiene poco que ver con el alto índice de violencia delictiva de los Estados Unidos
y que el desempleo y la pobreza de los negros no son suficientes en sí mismos para explicar
los índices extraordinariamente altos que se dan en el seno de este grupo étnico. Sin duda
alguna, si uno se limita a comparar dichos índices por Estados o ciudades, se aprecia que
aquellos en los que hay bajos ingresos per cápita no tienen necesariamente los más altos.
Pero la pobreza de los ghettos negros es diferente de la que padecen los blancos que viven
en el campo o de la generación anterior de etnias urbanas. A diferencia de los pobres rurales,
los negros del ghetto del centro de la ciudad tienen tanto la oportunidad como el motivo para
cometer delitos violentos. La ciudad es el sitio ideal para encontrar y sorprender a las
víctimas y escapar con éxito de la policía. Difícilmente se pueda atracar a un granjero en un
campo de maíz y esperar salir airoso. Por añadidura, a diferencia de los inmigrantes
europeos de las generaciones anteriores, con el paso del tiempo los negros se han ido
concentrando más y no menos, dentro de sus ghettos. La lección de cuatro décadas
transcurridas desde 1940, es que sólo un porcentaje muy reducido de los negros nacidos en
el centro de la ciudad llega a ganar el suficiente dinero como para participar en el sueño
norteamericano.
Bajo estas condiciones, los beneficios de la conducta delictiva compensan
ampliamente los riesgos de ser detenido y enviado a la cárcel. John Conyers, miembro del
Comité negro del Congreso, escribe: “Cuando está en juego la supervivencia, no hay que
extrañarse de que la actividad delictiva empiece a parecerse a una oportunidad en vez de
a un riesgo, a un trabajo en vez de a una desviación, Y a una empresa posiblemente
rentable que vale más que una existencia coartada bajo la férula de los burócratas de la
ayuda social”. Para muchos jóvenes negros, delincuencia y carrera profesional no son cosas
opuestas. La delincuencia en su carrera. Me parece que ésta es la principal razón de que el
70% de los negros que ya han sido encarcelados en una ocasión vuelva a ingresar en prisión,
como mínimo otra vez más.
Los que han convertido las calles de los barrios centrales de las ciudades
norteamericanas en tierra de nadie no son degenerados patológicos con una pasión innata
por la violencia y el crimen. ¡El atraco es su profesión! El sociólogo Robert Lejeune descubrió
que el típico atracador inexperto estaba tan aterrado como la víctima. Pero después de unos
cuantos golpes, los asaltantes empiezan, si no a eliminar, por lo menos sí a dominar su
miedo.
Un salteado callejero contaba que a medida que iba dando golpes se sentía cada vez
más tranquilo, hasta el punto que cuando veía un “pavo” podía acercársele como si nada y
decirle: “venga, dame el dinero”. Otros explicaban que el asalto callejero pronto se convierte
en algo rutinario, en una parte “normal” de sus vidas. No tengo ”guita”. Bueno pues me la
puedo hacer con ese tío. Vamos a trincarlo. Los salteadores aprenden a identificar qué tipo
de víctimas pueden llevar algo de dinero y no crearles excesivos problemas. (Los
delincuentes de Lejeune no negaban el hecho de que muchas, sino la mayoría de sus víctimas
eran mujeres y ancianos desvalidos). Uno de ellos se jactaba de que su ”negocio” se había
vuelto tan fácil que podía contar con ”cobrar el viernes como si fuera un día normal de
paga”.
Desde el punto de vista de la víctima, estos delincuentes parecen utilizar la fuerza de
manera caprichosa, pero ellos afirman seguir ciertas directrices profesionales, ajustando su
modo de ataque a su percepción de la fuerza y valor de la víctima. Sea o no una
racionalización, los salteadores insisten en que la violencia es algo que la mayoría de las
víctimas se buscan como consecuencia de su oposición a su manera de ganarse la vida. Al
explicar por qué se puso violento cuando un “pavo” no cooperó y le dio la cartera, uno dijo:
”creo que tenía derecho, era lo justo”.
Varios estudios han mostrado que, en conjunto, los índices de delincuencia tienden
a subir y bajar con los índices de desempleo. En una intervención ante el Subcomité sobre
Delincuencia de la Cámara de Representantes, el profesor de la Universidad Johns Hopkins,
Harvey M. Brenner, especificó que cada incremento del 1% en el índice global de desempleo
producía un aumento del 6% en el número de robos y de un 4% en el de homicidios. Aunque
el trabajo de Brenner es importante para demostrar la relación causal entre paro y
delincuencia, su método no puede explicar totalmente el aumento de los delitos violentos
durante la Segunda Guerra Mundial. El desempleo entre los varones negros de los barrios
céntricos siempre ha sido alto, sobre todo durante los periodos de recesión. El porcentaje de
varones negros sin empleo no ha cambiado tan drásticamente desde la Segunda Guerra
Mundial, lo que sí ha cambiado es que prácticamente todos los negros sin empleo se
concentran ahora en las ciudades. Mientras que antaño un 25% de negros sin empleo
significaba 200 o 300.000 hombres desesperados que vivían en ghettos arruinados, hoy en
día el mismo porcentaje es de 2 o 3 millones.
Los norteamericanos de más edad que hablan con añoranza de los buenos tiempos,
cuando se podía dormir en los parques de la ciudad durante las calurosas noches de verano,
utilizar el transporte público con tranquilidad, o pasear por las calles de la ciudad avanzada
la noche, no exageran el contraste entre entonces y ahora. Incluso durante la Gran
Depresión, los parques, calles, metros y autobuses (o tranvías) eran mucho más seguros que
hoy en día. ¿Por qué?
Porque hasta entonces los negros sin empleo sólo constituían un pequeño porcentaje
de la población de las principales ciudades. La mayoría de los parados urbanos eran blanco
que creían que había “un arcoíris en el cielo justo a la vuelta de la esquina” y que pronto
volverían a trabajar en buenos empleos. Hoy en día, los negros desempleados de los barrios
pobres saben por amarga experiencia que para ellos lo único que hay en el horizonte son
tormentas. La elección de la delincuencia como profesión no se hace de hoy para mañana.
Exige años de desempleo y desesperación crónicos.
Si hasta ahora el razonamiento es correcto y es el desempleo de los negros lo que
explica en su mayor parte la gran ola de delincuencia que viene azotando a las ciudades
norteamericanas desde la Segunda Guerra Mundial, Entonces la siguiente pregunta que hay
que responder es por qué los negros siguen padeciendo un desempleo crónico. Pero antes de
tratar de responder a este interrogante y mostrar cómo se relaciona el paro entre los negros
con los cambios en la naturaleza del trabajo y la composición de la fuerza de trabajo,
permítaseme hacer algunas observaciones admonitorias. Los sociólogos y criminólogos
laborales dedican un esfuerzo considerable a tratar de refutar o minimizar la relación entre
raza y delincuencia, para no avivar las llamas del fanatismo racial, algunos periódicos y
agencias de noticias han omitido toda mención a la identidad racial de un delincuente en sus
informaciones. Al igual que la anterior prohibición de recoger los datos para la elaboración
de censos y estadísticas laborales por separado para negros y blancos, estos esfuerzos son
bien intencionados pero contraproducentes. Minimizar la participación de los negros (o
hispanos) en el delito violento contribuye a enmascarar el verdadero precio que
Norteamérica está pagando por el racismo, el desempleo crónico y el deterioro de los barrio
céntricos de su ciudades.
Al sacar a la luz los hechos sobre los índices de delincuencia de los negros, hay que
señalar que, en proporción, los mismos negros son víctimas de delitos violentos, con más
frecuencia que los blancos. Por ejemplo, un negro pobre tiene una probabilidad 25 veces
mayor que un blanco rico de ser víctima de un robo con lesiones, y la razón entre víctimas
de homicidio negras y blancas es de 8 a 1. De hecho, el homicidio es la causa principal de
muerte entre los varones negros de 15 a 24 años de edad. Mueren más varones negros por
homicidio que por accidentes de automóvil, diabetes, enfisema o neumonía. Dos de cada
cinco niños negros varones nacidos en la ciudad norteamericana no llegarán a los 25 años.
Ahora, volvamos a pregunta de por qué ha resultado tan difícil reducir el desempleo negro.
Aunque muchos expertos coinciden en que existe una relación entre el desempleo
crónico de los varones negros del centro de la ciudad Y los altos índices de delincuencia,
todavía se comprende más la razón de estos altos índices de paro. Alguna culpa a los propios
negros de su fracaso a la hora de encontrar empleo. Opinan que sí hay puestos de trabajo,
pero que los negros no los quieren. Pero como descubrió el antropólogo Eliot Llebow en su
clásico estudio sobre los negros ”de la calle” en Washington D.C.: ”El hecho más importante
que un hombre que desea y está en condiciones de trabajar no puede ganar el dinero
suficiente para vivir él, su esposa y uno o más hijos. Las posibilidades de que uno les trabaje
con regularidad sólo son buenas esta dispuesto trabajar por menos de lo que necesito para
vivir y a veces ni siquiera eso”.
En los últimos tiempos ha provocado mucha confusión la idea de que el paro de los
negros se puede achacar más a la familia negra que a la estructura del mercado de trabajo.
Se dice que la familia negras del ghetto son inestables, Porque la cabeza de un alto porcentaje
de ellas es una mujer, sin marido que vive en casa. En ciudades como Chicago y Washington
D.C., más de la mitad de los alumbramientos por parte de mujeres negras tiene lugar fuera
del matrimonio. El niño negro varón crece, pues, sin un padre que tenga un empleo estable.
Al carecer de un ”modelo de rol” apropiado, los jóvenes negros abandonan la escuela y
emprenden una carrera de delincuencia y crimen. Daniel Moynhan siguió esta línea de
razonamiento para llegar a su controvertida conclusión de que la manera de resolver los
problemas de los barrios pobres era dedicarse a conseguir que los jóvenes del ghetto
pudiesen llevar una vida familia estable.
El problema que plantea esta idea es que no nos dice por qué una mujer negra del
centro urbano tiene menos probabilidades de casarse y vivir con el padre de sus hijos que
una blanca. Es verdad que una parte desproporcionada de las familias “sin padre”, centrados
en la madre, es negra. Pero ¿sufren los negros estos altos índices de desempleo porque tienen
tantas familias sin padre u ocurre precisamente todo lo contrario? En mi opinión, es el
desempleo lo que provoca que haya familias sin padre y no el revés.
Numerosos estudios antropológicos han mostrado que la familia sin padre, centradas
en la madre, se dan allí donde los hombres tienen dificultad en encontrar empleos estables
Y las mujeres pueden ganar tanto o más que ellos. Si es frecuente que los hombres no tengan
trabajo y que aporten muy poco al sustento familiar cuando lo tienen, a una mujer que tiene
sus propios ingresos no recompensa comprometerse en matrimonio con un hombre para
siempre. Le irá mejor si mantiene abiertas sus opciones y acepta consortes masculinos en
aventuras temporales, permitiéndoles vivir con ella cuando hacen aportaciones
suplementarias a la unidad doméstica y echándoles cuando se convierten en una carga.
Pero esto parece llevar a otra adivinanza. ¿Por qué siguen teniendo niños las mujeres
negras del centro de la ciudad en estas circunstancias tan desfavorables? ¿Por qué la tasa de
natalidad extramatrimonial es seis veces mayor en las mujeres negras que entre las blancas?
Si aplicamos la teoría que relaciona el descenso de la fecundidad con los costos y beneficios
de la crianza de los hijos en las ciudades, tal como sex puesto antes en este libro, a primera
vista parece que no se puede explicar racionalmente las causas de que la tasa de natalidad
extramatrimonial y la incidencia de las familias negras centradas en la madre sigan siendo
tan altas. De aquí que mucho supongo que existe algo en herencia racial o cultural de los
negros que los induce a tener hijos ilegítimos y formar unidades domésticas matrifocales
(centradas en la madre). Algunos antropólogos solían afirmar que la familias negras
matrifocales eran una ”supervivencia de las tradiciones culturales africanas”, mientras que
historiadores y sociólogos buscaban la causa en la esclavitud y no en la tradición cultural, ya
que los propietarios de esclavos separaban a los maridos de sus esposas y fomentaban la
promiscuidad. Los estudios recientes tienden a refutar estos primitivos puntos de vista. La
familia matrilocal, característica de los ghettos del centro de la ciudad, no es una tradición
africana ni un producto de la esclavitud. El historiador Herbert Gutman ha mostrado que lo
que predominaba en realidad entre los negros norteamericanos durante el periodo de la
esclavitud era la familia centrada en la pareja y que la regla en las comunidades tanto rurales
como urbanas después de la Guerra Civil también era la familia de este tipo. En el campo,
las familias campesinas negras no estaban antaño más centradas en la madre que las familias
campesinas blancas. Y en las ciudades, los padres negros que trabajaban como mecánicos,
pintores de brocha gorda, carpinteros, fontaneros y en otros oficios, ganaban lo suficiente
para mantener una típica familia estable basada en un varón proveedor. La pauta de las
familias matrifocales sólo se desarrolló a raíz de la gran ola de emigración europea, cuando
los varones negros comenzaron a perder sus empleos debido a las prácticas racistas de
contratación.
¿Cuál es, pues, la explicación del hecho de que el número de familias encabezadas
por solteras de raíz negra aumentara un 257% en los años 70 y de que el número de
nacimientos extramatrimoniales lo hiciera en un 50%? Creo que la respuesta radica más en
las peculiaridades del sistema estadounidense de programa de ayuda social que en las
supuestas peculiaridades raciales o culturales de las personas de ascendencia africana. Pero
no se trata de los programas sociales en general, Sino del programa federal extraordinario
denominado Ayuda a Familias con Hijos Dependientes o, para abreviar AFDC (Aid so
Famillies with Dependent Children). Desde el final de la Segunda Guerra Mundial este
programa ejercido una influencia crucial, no sólo en la conformación de la organización de
la familia negra, sino también en la de la forma de vida en su totalidad de los barrios
céntricos. Se puede incluso decir que través de la AFDC el gobierno federal da el visto bueno
tanto a la familia sin padre, característica del centro urbano, como a la práctica de la
delincuencia cómo solución al problema de desempleo de los negros. Voy a intentar explicar
esto.
Con un presupuesto anual de unos 11.000 millones de dólares, la AFDC es el
programa gubernamental más amplio destinado a personas no incapacitadas que viven en
los barrios céntricos. Inicialmente, su principal objetivo es ”mantener y fortalecer la vida
familiar”. Más de la mitad de los 3,5 millones de familias que reciben prestaciones de la
AFDC en forma de subvenciones para vivienda y pagos en metálico son negras o hispanas.
La AFDC ha sido cuidadosamente diseñada por políticos expertos en programas
sociales para impedir que se convierta en un plan de ingresos garantizados para las familias
no incapacitadas a cargo de un padre que se encuentra crónicamente sin empleo. Se teme
esta situación porque supondría quitarle los incentivos a los norteamericanos sanos para
que busquen trabajo. La primera salvaguardia que se proyecta para evitar que la AFDC se
convirtiera en una limosna permanente para la familia consistió en la famosa regla de
”ningún hombre en casa”. El 96% de los beneficiarios de AFDC son familias sin padre. Si el
padre de un niño se instalará con la familia, cesan los pagos, presuponiendo se que este
hombre cumplirá con sus responsabilidades de proveedor. Si cualquier otro hombre se
instala con la familia y cohabita con la madre, también cesan los pagos, ya que el gobierno
estaría subvencionando entonces una conducta inmoral, que en nada ayuda el
mantenimiento y fortalecimiento de la vida familiar. Teóricamente, la regla de “ningún
hombre en casa” debería disuadir a mujeres y hombres de utilizar la AFDC como un medio
de mantener relaciones sexuales y criar hijos a costa del gobierno.
La segunda salvaguardia para que la AFDC no sea un sustituto permanente de los
salarios ganados con un trabajo consiste en que las prestaciones se fijan por debajo de los
ingresos propios del nivel de pobreza. Una madre que percibe la AFDC tiene un estipendio
para si y para cada hijo más una asignación para los costos de la vivienda. Además, la
mayoría de familias acogidas a la AFDC recibe automáticamente prestaciones en forma de
cupones para la alimentación. Contando estos cupones y descontando la asignación para la
vivienda cómase una familia de cuatro personas acogida a la AFDC en un nivel de
prestaciones altas tendrá obtener unos ingresos máximos disponibles de unos 4.250 dólares
de 1980. De esta suma se necesitarán 3.500 dólares para satisfacer un nivel mínimo de
nutrición, sin “lujos” superfluos, quedando tan sólo 750 dólares en metálico para todo lo
demás gastos no médicos que se realizaron largo del año, incluido gasto doméstico, ropa,
material escolar, juguete, transporte, muebles, cine, mantas, jabón, pasta de dientes, y otros
artículos personales.
A pesar de la regla humillante y punitiva, de “ningún hombre en casa” y de lo exiguas
que son las prestaciones en metálico, el número de mujeres de los barrios céntricos acogidas
a la AFDC o que intentan estarlo ha aumentado incesantemente. De hecho parece que la
AFDC, lejos de erradicarlas con lo que ha conseguido es fomentar en dichos barrios el
desarrollo de familias matrifocales que viven de la limosna estatal. ¿Por qué? ¿No se
encontrarían en mejor situación estas mujeres si practicaran un estricto control de la
natalidad, no se quedaran embarazadas y no percibieran la AFDC?
No necesariamente, la AFDC, con todos los inconvenientes y humillaciones, se
presenta como la mejor solución dentro de lo malo. Optar por una carrera de madre acogida
a la AFDC proporciona a las mujeres de los barrios céntricos pobres unos ingresos que al
menos resultan suficientes para alquilar un apartamento. Esto no sólo les asegura que
tendrán una vivienda, sino que les da una considerable ventaja en las relaciones
interpersonales, en especial con los hombres de estos barrios, que a menudo no tienen ni
dónde dormir. Además, las mujeres que perciben la AFDC tienen automáticamente derecho
a asistencia médica gratuita lo que constituye un incentivo adicional para intentar
conseguirla (No obstante, no es mi intención incluir las facturas médicas al calcular los
ingresos de una familia acogida a la AFDC, como hacen algunos económicas para demostrar
que estos subsidios son demasiado elevados: Una familia no puede comerse una factura
médica, aunque yo esté pagada). En un medio de inestabilidad y carencia de recursos, la
AFDC es una especie de lucha perpetua, un recurso vital que hace que las mujeres y la
maternidad se conviertan en el eje de todo. Los hombres de los barrios respetan a las mujeres
que poseen estos recursos y compiten entre sí para obtener sus favores. Y al tener hijos con
ella, adquieren un derecho sobre el cobijo que la mujeres controlan. Como ha mostrado la
antropóloga Carol Stack en su estudio sobre un ghetto negro del medio Oeste, Las mujeres
que perciben la AFDC tienen un círculo sorprendentemente amplio de parientes basados en
los lazos que surgen de sus sucesivas aventuras. Estos lazos de parentesco ofrecen a las
mujeres acogidas a la AFDC una seguridad e influencia adicionales y personas a las que
recurrir en casos de emergencia.
Pero el factor decisivo en el balance entre costos y beneficios de la maternidad
protegida por la AFDC es la imposibilidad de aplicar la regla de “ningún hombre en casa”.
Si las mujeres acogidas a la AFDC tuvieran que depender únicamente del estipendio legal
oficial para vivir y mantener a sus hijos, creo que pronto dejarían el negocio de los bebés
protegidos. Pero como todo asistente social sabe casi todas las mujeres del ghetto que
perciben la AFDC cuenta con los ingresos suplementarios de maridos encubiertos, consortes
masculinos corresidentes o anteriores consortes con los que han tenido hijos. Pasemos ahora
a explicar la conexión con la delincuencia.
En un singular estudio, la antropóloga Jagna Sharff descubrió que todas las madres
del grupo de los cuatro familias hispanas residentes en el Lower East Side neoyorquino que
percibían la AFDC tenía algún tipo de consorte masculino. Muy pocos de los hombres que
vivían en la casa familiar tenían empleos regulares de jornada completa. Pero incluso los
parados contribuyan de alguna forma a pagar los gastos de la comida y el alquiler, vendiendo
artículos robados, comerciando con marihuana o cocaína, y cometiendo ocasionalmente
algún atraco o robo. Algunas mujeres tenían más de un consorte, mientras que otras
obtenían dinero y regalos mediante relaciones que poco se diferenciaban de la prostitución.
Otro factor en la columna de beneficios de la maternidad protegida por la AFDC es
que el presupuesto para los gastos de la casa en los barrios pobres es mayor de lo que
indicarían los ingresos declarados. Los hijos de las familias que perciben la AFDC suelen ser
expertos rateros y muchas familias hacen buenos negocios como consecuencia de la
circulación de artículos robados. Además, a diferencia de los hijos de la clase media, los de
los barrios bajos empiezan a tener ingresos propios a una edad temprana Y cuando llegan a
la adolescencia ya no son una carga para sus madres. En los primeros años de la adolescencia
pueden hacer aportaciones sustanciales al balance económico familiar con lo que sacan de
los delitos callejeros y la venta de droga. Por añadidura, proporcionan un importante
beneficio sus madres en forma de protección contra el riesgo de violaciones, asaltos y otras
calamidades a las que continuamente están expuestas las familias de los ghettos.
Sharff halló que las madres del AFDC valoran a los hijos por sus habilidades
callejeras de macho, en especial su destreza en el manejo de cuchillos o pistolas, necesarios
para proteger a la familia de vecinos revoltosos o depredadores. Aunque las madres no
incitaban directamente a sus hijos para que entrasen en el comercio de la droga, todo el
mundo reconocía que un traficante de droga que prosperase podía convertirse en un hombre
muy rico. Para triunfar en el negocio de la droga se necesitaban las mismas cualidades de
macho que hacen falta para la defensa de la propia familia. Cuando un joven lleva a casa los
primeros beneficios que ha obtenido de la droga, las madres experimentan sentimientos
mixtos de orgullo y aprehensión. Al tener los jóvenes de los ghettos un 40% de
probabilidades de morir antes de los 25 años, una madre ha de tener más de un hijo si espera
disfrutar siempre de la protección de un varón que conozca las artes de la calle. En su
muestra de familias acogidas a la AFDC, Sharff compiló este registro de homicidios en un
periodo de tres años entre 1976 y 1979.

EDAD DE LA
CAUSA INMEDIATA DE LA MUERTE
VÍCTIMA

25 Muerte por arma de fuego en un incidente relacionado con


drogas

19 Muerte por arma de fuego en una pelea en una tienda

21 Muerte por arma de fuego en un incidente relacionado con


drogas

28 Apuñalado en un incidente relacionado con drogas

32 “Suicidio” en una comisaría de policía.

30 Apuñalado en un incidente relacionado con drogas

28 Intoxicación por heroína adulterada


30 Víctima de un incendio provocado

24 Muerto por arma de fuego en un incendio relacionado con


drogas

19 Torturado y apuñalado en un incidente relacionado con drogas

Las muchachas de una familia que perciben la AFDC también hacen su aportación.
Como no suelen ocupar su tiempo asistiendo regularmente a la escuela, pueden cuidar de
los niños más pequeños, hacer la compra y limpiar la casa. Y a los 16 años se pueden quedar
embarazadas y solicitar la AFDC por su propia cuenta, Añadiendo el estipendio de su propio
hijo a los ingresos de la familia y perpetuando así la “dinastía” matrifocal de su madre y
abuela. De este modo, pese a la meticulosa planificación con que se diseñó la AFDC, el
programa ha conseguido que ocurra exactamente lo que pretendía impedir: la formación de
familias centradas en la madre que viven de la limosna estatal y que suplen sus déficits de
ayuda social tolerando o estimulando la delincuencia adulta y juvenil.
De lo dicho no se debe concluir que todas las familias que perciben la AFDC se
ajusten a la pauta descrita por Sharff. Para algunas madres, la AFDC representa
simplemente una fuente de ingresos de emergencia a la que pueden recurrir en alguna
ocasión especial, como después del divorcio o la separación, en tanto encuentran un trabajo
y solucionan el cuidado de los niños. Pero varios millones de mujeres de los barrios
céntricos, en su mayoría negras e hispanas, utilizan la AFDC no como un apoyo temporal,
sino como una fuente regular o recurrente de subsistencia. Estimado por los sociólogos
Martin Rein y Leo Reinater en una 750.000 personas—, perciben la AFDC hasta 12 años
seguidos. Y un número mucho mayor de mujeres de los barrios céntricos siguen la pauta de
acogerse y dejar de percibir la AFDC, según entran y salen del mercado de trabajo entre
sucesivos embarazos.
Creo haber mostrado que no son las familias matrifocales de los barrios pobres las
que causan el desempleo, la dependencia de los programas sociales y la delincuencia en el
centro de la ciudad, sino que con el desempleo y el hecho de depender de los programas
sociales las causas de que aparezca este tipo de familia, con la delincuencia que conlleva, el
ghetto del centro de la ciudad. Pero todavía hay que explicar por qué siguen siendo tan altas
tasas de desempleo masculino en los barrios pobres. Desde el punto de vista holístico de este
libro, la cuestión más importante en lo que atañe a la delincuencia y el desempleo entre los
varones negros que, Durante la Segunda Guerra Mundial y la inmediata posguerra, se
produjo una inmigración negra sin precedentes desde la granjas a las ciudades en busca de
trabajos de fábrica retribuidos con salarios pactados por los sindicatos. Esto no fue en modo
alguno movimiento voluntario, puesto que coincidió con el final de la época de las pequeñas
granjas Y con los últimos estados de la industrialización de la agricultura. Pero fue
precisamente durante este mismo periodo cuándo se produjo el gran cambio de la
producción de bienes a la de servicios e información. Esto provocó masivo a piña miento de
trabajadores negros sin empleo dentro de los núcleos ruinosos de las principales ciudades
de la nación.
¿Por qué no se recurrió a este gran ejército de trabajadores no cualificados para que
tomarán parte en la explosiva expansión de la nueva economía centrada en el proceso de
personas e información? Porque, como ya sabemos, el crecimiento de la economía de
servicios coincidió con la reconversión masiva de la fuerza de reserva que representaban las
mujeres, que pasaron de producir bebes y servicios en el hogar a producir servicios e
información fuera de él. Pienso que el hecho de que se prefiera incorporar a las mujeres
blancas, en vez de a los hombres negros, al único sector del mercado de trabajo que se ha
expandido durante los últimos 40 años da cuenta de las perspectivas particularmente
sombrías de la subclase negra e hispana en los Estados Unidos, en comparación con las
experiencias de las etnias europeas a principios de siglo. Ni con todos los programas de
”Acción afirmativa”, de tipo Head Start, SETA (Acción afirmativa: concepto que se emplean
los programas que pretenden combatir discriminación por razones de razas, sexo o credo;
Head Start: conjunto de programas encaminados a incentivar el rendimiento escolar de los
niños de familias pobres; SETA: programa social que facilita empleos temporales a personas
en paro), etc, se puede compensar el efecto deprimente que produce sobre las perspectivas
de los varones negros la explosiva entrada de trabajadoras barata de raza blanca en el sector
de los servicios y la información del mercado de trabajo. Las mujeres blancas que buscan
trabajo en este sector gozan de una decisiva ventaja competitiva sobre los varones de color.
Muchas de ellas poseen títulos escolares o universitarios; hablan el inglés estándar en vez
del inglés de los negros y tienen menos problemas emocionales en cuanto a trabajar en una
posición subordinada respecto de varones blancos que ejercen como patrones supervisores.
Aunque puede que los empresarios blancos tengan prejuicios contra la contratación de
mujeres, siempre tienen muchos más a la hora de contratar negros. Las desastrosas
consecuencias, para los hombres de color, de la afluencia de amas de casa blancas a los
empleos de este sector se ponen clarísimamente de manifiesto en las estadísticas sobre el
empleo del sector privado de la economía. A medida que aumenta el número de mujeres
blancas que ocupan puestos de trabajo en el mismo, se va desplazando los negros, que pasan
a depender cada vez más el gobierno para su contratación o engrosan directamente las filas
del paro. Entre 1974 y 1977, mientras la proporción de nuevos empleos del sector privado
otorgados a mujeres aumentó un 72% la correspondiente los hombres de color disminuyó
en un 11%.
La mujeres, al intensificar su lucha por alcanzar la igualdad con los hombres en todos
los niveles de la fuerza de trabajo, no sólo están reduciendo las perspectivas que puedan
tener los negros de encontrar trabajo sin porvenir como empleados, secretarios, vendedores
de hot dogs y encargados de estaciones de servicio, sino que también están erosionando
rápidamente los progresos que alcanzaron los negros durante los años 60 al conseguir
buenos empleos situados en niveles medios de dirección. Robert Goldfarb, asesor de ”acción
afirmativa”, informa que las empresas privadas han dado recientemente un giro en el
sentido de favorecer la promoción de mujeres blancas en mayor medida que los hombres de
color. “Los empresarios se siente más cómodo promocionando la mujeres blancas”,
“dedican más atención y esfuerzo al reclutamiento y entrenamiento de mujeres” Y son
”impacientes con los subordinados negros”. En la actualidad, al verse obligados a ceder de
algún modo ante los requisitos de ”acción afirmativa”, la mayoría de los empresarios
prefieren promocionar a una joven blanca que tenga un título de la Ivy
League (Denominación que se da a un grupo de universidades de gran prestigio académico
y social), antes que un varón negro de más edad, con una formación poco sólida y que encima
esté resentido.
Buscando el modo de cumplir, pensé su creciente frustración, con los objetivos de
”acción afirmativa”, algunos ejecutivos blancos intensificaron el reclutamiento y
adiestramiento de mujeres blancas. Los mismos hombres que hasta hace poco ignoraban o
entorpecían la promoción de las mujeres, empezaron a ver en ellas una oportunidad de
alcanzar los objetivos de contratación sin tener que tratar con negros. Con la ambición
desbordante, las mujeres aprovecharon este apoyo. Como consecuencia de ello, los varones
negros se vieron excluidos de esta competencia por unas oportunidades de promoción,
adiestramiento y empleo que cada vez eran más reducidas.
Uno de los efectos más devastadores de la expansión del número del número de
amas de casas blancas que trabajan en la disminución del porcentaje de familias negras en
las que tanto el marido como la esposa tienen empleo. Antes de la era de la liberación de la
mujer había, en proporción, más familias negras que blancas con dos sueldos (no porque
las mujeres negras estuvieran ”liberadas”, sino porque los sueldos de sus maridos eran muy
bajos). Pero según Robert Hill, Director de investigación de la liga urbana nacional desde
1957 “la ola de incorporación de las mujeres blancas a la fuerza de trabajo ha traído
consigo que las familias blancas muestren, por primera vez, un porcentaje de asalariados
más alto (50%) que la familias negras (46%)”. La consecuencia este hecho, aparte del
creciente distanciamiento entre los ingresos de las familias blancas y negras, Ha sido que
cada vez proliferan más la familia negras matrifocales en los ghettos de los barrios céntricos.
Y esto se debe a que en cuanto los varones negros dejan de trabajar, la mujeres ya no los
valoran como maridos o como padres potenciales; y al mismo tiempo, los hombres dejan de
valorar el matrimonio como un objetivo factible o deseable. Las familias de un sólo
progenitor centradas en la mujer en modo alguno son aberrantes o patológicas pero, el hecho
irrefutable es que estas familias tienden a ser dos veces más pobres que las familias con
padre y madre. Sin quererlo, las mujeres blancas, al responder a su propio imperativo
económico, arropado en la retórica de liberación sexual, contribuyen a apretar los tornillos
del cepo que oprime alguito. Y en este sentido, en la medida en que la pobreza del ghetto
entra en el cálculo que empuja a los jóvenes negros a emprender la carrera del crimen, se
puede decir que la liberación de la mujer ha sido un cómplice silencioso.
Algunos objetarán que el incremento del número de mujeres blancas que buscan
empleos no guarda relación alguna con la trama causal que liga a los negros con los
crecientes índices de delincuencia, puesto que los tipos de empleo que normalmente
ocuparon las mujeres blancas eran empleos que, de todas formas, los negros de los ghettos
no habrían deseado ni hubieran podido ocupar. Puede que esto ocurra con los puestos de
secretaria y mecanógrafa, pero no así con los millones de empleos de la administración
pública y la venta al por menor, ni tampoco con los de contable, cajero, empleado,
recepcionista, maestro o auxiliar de médicos y dentistas. Al responder a estas ofertas de
empleo, las mujeres blancas impiden que se produzca un reclutamiento a gran escala de
valores negros, ya que al disminuir el empleo en el sector industrial, no queda otro ámbito
de la economía al que la juventud negra pueda recurrir.
También se equivocan los que afirman que las mujeres blancas nada tuvieron que ver
con la alta tasa de abandono escolar y el analfabetismo funcional de los varones negros. La
falta de interés que muestran los jóvenes negros por adquirir los requisitos educativos
necesarios para desempeñar empleos de ”cuello blanco” y la correspondiente falta de interés
que de hecho se aprecia en las autoridades educativas por orientar a los estudiantes negros
hacia trabajos de oficina, tiene mucho que ver con el hecho de que ya se disponga de un gran
número de mujeres blancas bien acreditadas, deseosas de ocupar el primer puesto que se les
ofrezca. Si estas mujeres se hubieran quedado en casa, la demanda de trabajadores de
servicios e información se podría haber traducido en el desarrollo de una orientación de los
varones negros hacia los trabajos de oficina y en una mejora en la enseñanza de las aptitudes
necesarias para estos empleos en las escuelas de los ghettos. Y precisamente el hecho de que
no haya habido una demanda de varones negros con la debida formación en el sector de
”cuello blanco” ha sido la causa de que a éstos les pareciera algo totalmente superfluo e inútil
obtener un título de estudios.
Supongo que estas observaciones serán malinterpretadas y qué se me acusara de
afirmar que las mujeres blancas son la causa del desempleo de negros. Por supuesto, mi
propósito no es éste. El paro en los Estados Unidos es un problema estructural, relacionado
con el cambio tecnológico, el desarrollo de los oligopolios y la continua sustitución de la
mano de obra por máquinas. Las mujeres no son responsables de los cambios en la
economía, que ponen los negros en una situación de desventaja. Tanto ellas como los negros
son igualmente víctimas, aunque de diferentes maneras, de la inflación. No, lo que yo quiero
poner en claro es que sencillamente los problemas en Norteamérica no se pueden
comprender de forma fragmentaria. No hasta que tomemos conciencia de la difícil situación
de las mujeres como amas de casa sin salario y secretarias mal pagadas. Al ayudar a las
mujeres a encontrar una igualdad de oportunidades en el mercado de trabajo, ¿no debemos
también tomar conciencia de los hombres que están en el fondo del montón? Si no
resolvemos el problema de la subclase negra o hispana, no veo cómo puede haber una
liberación de la mujer en los Estados Unidos, salvo que se considere como una forma de
liberación pasarse la vida detrás de puertas atrancadas y ventanas enrejadas, por el
constante temor a que te asalten o te violen.

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Cargando
Cinco ideas falsas sobre “la cultura”
Esteban Krotz

La cultura es el elemento que distingue a la especie humana de todas las demás


especies. Esto significa, que la cultura es tan antigua como la especie humana. Mejor
dicho: las culturas humanas son tan antiguas como lo son los diferentes grupos humanos,
etnias, y pueblos que forman la humanidad1.

Pero mientras que la cultura humana tiene muchos miles de años de edad, el análisis
científico de la cultura, -es decir, su estudio sistemático, realizado por una comunidad de
especialistas que usan para ello métodos, conceptos y teorías creadas para tal fin- tiene
apenas un siglo. Tal vez tenga que ver esta discrepancia con que entre los especialistas
en el estudio de la cultura haya todavía tan poco consenso sobre muchas cuestiones y
que entre los no especialistas se encuentren todavía muchas ideas equivocadas sobre la
naturaleza y las características de los fenómenos culturales. Sí, en cambio, han podido
crear un cierto consenso relativo acerca de la falsedad de determinadas concepciones de
"lo cultural".

En este ensayo se identifican cinco ideas equivocadas acerca de la cultura que se


detectan con mucha frecuencia en el habla común, en comentarios periodísticos y hasta
en conferencias académicas. Hay que tomar en cuenta aquí que los antropólogos y otros
especialistas en el análisis cultural no sólo somos especialistas: también somos
practicantes del habla común (a menudo la mayor parte del día) y por esta razón también
nosotros reproducimos en ocasiones estas equivocaciones, aunque sepamos, cuando nos
ponemos a trabajar como especialistas que tales nociones falsas ya han sido superadas
por nuestra ciencia.

Primera idea falsa: Se puede tener y no tener cultura

Muchas veces se puede escuchar que una persona critica a otra, diciendo: "Fulano no
tiene cultura" o "Mengano es una persona sin cultura". En este enunciado, cultura es algo
que un ser humano puede tener o no tener. Desde el punto de vista de la antropología, tal
expresión carece de sentido: todos los seres humanos, por definición, tienen cultura.

Como se dijo al comienzo: tener cultura, pertenecer a una cultura es el rasgo


característico de la vida humana en comparación con todas las demás formas de vida en
este planeta. Esto quiere decir: ser parte de la especie humana significa ser un ser
cultural. Y en efecto: ningún individuo humano simplemente "procesa información", sino lo
hace en términos de uno de los miles de idiomas que existen y que aprendió desde
pequeño; no simplemente "asimila proteínas, carbohidratos y grasas", sino come y bebe
ciertos alimentos de acuerdo a ciertas reglas y horarios que varían de pueblo en pueblo,
no simplemente "inicia y termina su existencia", sino nace y es educado y muere dentro
de ciertas estructuras familiares y comunitarias y en el marco de determinadas creencias
colectivas y costumbres. En la medida en que alguien pertenece a un grupo, una etnia,
______________________________________________________________________

1 Estetexto es la versión revisada de la ponencia presentada el 1 de junio de 1994 en la “Primera Mesa de la Cultura
Popular Yucateca”, organizada por la Unidad Regional de Yucatán de Culturas Populares en la Casa de la Cultura
del Mayab. Se publicó en la Revista de la Universidad Autónoma de Yucatán, volumen 9, de octubre diciembre de
1994, núm. 191, págs. 31-36.
un pueblo, cualquier tipo de "comunidad" humana, participa en la cultura de éste y sólo
así es ser humano. No tiene sentido, entonces, afirmar de alguien, que no tiene cultura.

El malentendido se produce por un uso muy restringido del significado de la palabra


"cultura". En muchos idiomas de origen europeo, "cultura" significa a menudo algo así
como "buena educación"2. A menudo se identifican con "cultura" ciertas actividades
artísticas consagradas y los resultados de éstas (la música llamada "clásica", la literatura
llamada "buena", cierto tipo de arquitectura, etc.). A cierto tipo de educación y a estos
bienes culturales suele tener acceso siempre sólo un pequeño segmento poblacional,
mientras que los demás quedan excluidos. Pero la cultura es mucho más que estas
partes. Por tanto, lo único que se puede decir es que ciertas personas no poseen tales o
tales conocimientos, aptitudes, gustos, pero no que "no tienen cultura" cuando, por
ejemplo, no les significa nada cierta regla de comportamiento o determinado deleite
estético.

Segunda idea falsa: Hay una jerarquía natural entre culturas (y entre
subculturas)

Como ya se indicó en la parte introductoria de este ensayo, la cultura humana no es una.


Es tan polifacética y variada como la humanidad misma. De hecho, la cultura humana es
un mosaico: está compuesta por una cantidad enorme de culturas pasadas y presentes.
Esta multiplicidad cultural aumenta aún más si se toma en cuenta que las culturas de los
pueblos y las naciones no son homogéneas en modo alguno. Todo lo contrario: al interior
de un país nos encontramos -como, por ejemplo, en el caso de México- con gran número
de subculturas, o sea, culturas de determinados segmentos sociales tales como etnias,
poblaciones regionales o grupos profesionales; también hay diferencias culturales que
responden a diferencias de edad y de hábitat, etc.

Como siempre, cuando hay multiplicidad, surge el impulso de comparar. Y no sólo esto
sino también de agrupar. Una forma frecuente de agrupar fenómenos sociales y culturales
aplica criterios jerarquizados. De acuerdo con tales criterios se afirma que una cultura es
en algún sentido "más" que las demás. El famoso libro de Guillermo
Bonfil sobre el "México profundo", por ejemplo, describe cómo a lo largo del medio milenio
desde la conquista europea, en México se ha difundido la idea de que ciertas culturas
extranjeras -primero la hispana, luego la francesa y finalmente la norteamericana- eran y
son más valiosas que cualquiera de las culturas mesoame- ricanas3. Algunos europeos, a
su vez, suelen opinar que las culturas de la llamada
"antigüedad clásica", o sea la griega y la romana, eran más valiosas que todas las
culturas europeas actuales.

La misma clase de ideas se encuentra no sólo con respecto a las culturas de países y
épocas diferentes y con respecto a la riqueza cultural al interior de un mismo país, sino
también con respecto a ciertas áreas de la cultura o fenómenos culturales específicos. Por
cierto, también aquí, la cultura calificada de "inferior" se encuentra casi siempre al borde
_____________________________________________________________________________
2 Este significado no es el mismo en todos los idiomas ni ha sido igual siempre. Un interesante relato de los cambios
del término ocurridos precisamente en la época del surgimiento de las ciencias antropológicas se encuentra en la
introducción del libro de R. Williams , Culture and Society 1780-1950, Ed. Chatto, Londres 1958. Véase para el tema
también a E. A. Hoebel “La naturaleza de la cultura”, en H.L. Shapiro, Hombre, cultura y sociedad, págs. 231-245,
Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1975.
3 Véase G. Bonfil, México profundo. Ed. SEP-CIESAS, México 1987. Una reseña de este libro se publicó en el núm.
11 (abril de 1989) del boletín editado por la Biblioteca Central de la UADY, el libro del mes.
de la descalificación completa como cultura. Así, por ejemplo, hay amantes de cierto tipo
de música orquestal europea de los siglos XVIII y XIX que la consideran esencialmente
superior al rock o a la trova; incluso llegan a afirmar que estas últimas formas musicales
"no son cultura".

Hablando con propiedad, es menester aclarar que no existe absolutamente ningún criterio
objetivo, y mucho menos científico para establecer este tipo de jerarquías. No hay nada
que indique que la cultura del maíz sea mejor o peor que la del trigo o del arroz, que la
forma musical del "lied" valga más que la del "son", que los libros de "ciencia ficción" sean
esencialmente inferiores a las obras literarias del realismo decimonónico. Desde luego,
hay tacos, panes, piezas musicales y cuentos de mejor calidad que otros, pero es sabido
que incluso aquí es difícil ponerse de acuerdo. En todo caso, con respecto a las diferentes
clases de manifestaciones culturales no se pueden aplicar tales criterios jerarqui-zantes.
Lo único que se puede decir es que a uno le gusta más esta expresión cultural y a otro
más aquella. Es algo semejante a una persona que domina varios idiomas y opta en
determinada situación por uno que le gusta más que los demás. Este ejemplo nos lleva
enseguida a una de las características más maravillosas de la diversidad cultural en
nuestras sociedades.

¿O acaso no es fabuloso que una persona puede cambiar de opinión al respecto de un


fenómeno cultural? ¿Que incluso pueda, por ejemplo, escuchar un tipo de música por la
mañana, otro por la tarde y otro más por la noche?4

Al interior de una sociedad, esta jerarquización de subculturas y de expresiones culturales


va casi siempre a la par de la estratificación social: las clases ricas y poderosas
determinan lo que debe ser llamado "alta" cultura y lo que es solamente cultura "baja"; la
primera suele ser vista como la cultura propiamente dicha, mientras que la segunda casi
no merece el nombre de cultura. Pero esta clasificación sólo refleja determinada
distribución de poder en una sociedad y época dada, no tiene nada que ver con los
contenidos culturales respectivos.

Tercera idea falsa: Hay culturas "puras" y "mezcladas"

La todavía reciente conmemoración del "Quinto Centenario" de la llegada de los europeos


a América ha contribuido a fortalecer otra idea falsa muy extendida, la de la existencia de
"culturas puras". Como es bien sabido, esta idea fue utilizada durante toda la Colonia
como pauta para la organización de la sociedad, en consecuencia se afianzó la
concepción del mestizaje biológico y cultural como algo esencialmente negativo y hasta
peligroso y, en todo caso, inferior a la pureza de la piel blanca, los apellidos españoles y
la procedencia peninsular5.

Es curioso ver cómo se puede mantener una idea así, cuando todo el mundo sabe que es
falsa. Cuando los españoles iniciaron la conquista americana acababan de terminar con
___________________________________________________________________
4 Con esto no quiero decir que todas las manifestaciones culturales son equivalentes en términos absolutos. Tal
posición equivaldría a un tipo de relativismo cultural insostenible, que no se defiende aquí. Sin embargo, no puede
discutirse aquí este problema. Una breve aproximación se encuentra en E. Krotz, “Los escenarios de la diversidad”,
en: Opciones, n. 44 (septiembre de 1993),
págs. 10-11.
5 Esta problemática se encuentra reseñada de manera magistral en A. Gerbi, “La disputa del nuevo mundo”. Ed.
Fondo de Cultura Económica, México, 1982 (2ª. Ed. Corr.)
varios siglos de dominio árabe en sus tierras, pero sin poder borrar, hasta el día de hoy, la
influencia cultural de éste; además, cualquier niño español aprende en la escuela una
historia de las primeras poblaciones de la península ibérica de acuerdo con la cual se da
cuenta que esta historia ha sido, siglo tras siglo, una historia de mezclas biológicas y
culturales de todo tipo.

También en cuanto a la cultura yucateca habrá poca gente que no pueda dar muchos
ejemplos de cómo esta cultura se ha venido conformando por herencias mayas,
españolas y libanesas, a las que se agregan las de origen africano, coreano y caribeño,
además de las más recientes influencias europeas y norteamericanas. Por otra parte, es
ampliamente sabido que la influencia cultural proveniente de un mismo origen puede
adoptar formas muy diversas, por lo que, por ejemplo, la herencia española se expresó y
se expresa hoy de modo bastante diferente en los Altos de Jalisco, el centro de la ciudad
de México o la costa veracruzana.

Lo que sucede es que quienes reflexionan sobre una cultura o tratan de transmitirla a otra
generación o de distinguirla de otras culturas, siempre están en la tentación de
presentarla como un todo integrado, como algo completamente propio y concluido en sí
mismo. Por tanto, suelen perder de vista el carácter de mezcla de todas las culturas.
Además, las influencias no son cosa del pasado, únicamente repárese sólo un momento
en cómo artefactos inventados en otras culturas, tales como la televisión, el fax o la
computadora, han modificado recientemente y siguen modificando la cultura yucateca. Y
lo mismo sucede en todas las demás culturas y subculturas también.

Cuarta idea falsa: Los recintos propios de la cultura son los museos, los teatros
y las bibliotecas.

Recordando lo que se acaba de exponer sobre las concepciones equivocadas que


identifican una parte de la cultura (por ejemplo, las "bellas artes") con toda la cultura y que
pretenden distinguir las culturas "esencialmente" valiosas de las que no lo son, el rechazo
de esta cuarta idea falsa no debería ser muy difícil.

Sin embargo, la educación escolar ha contribuido fuertemente a que para muchas


generaciones la palabra "cultura" haya tenido y siga teniendo una connotación inevitable
de solemnidad: cultura es algo muy especial, cultura es algo a lo que uno se debe acercar
con respeto, cultura es cierto tipo de patrimonio colectivo creado por admirables genios de
épocas pasadas. Por tanto, un hogar típico de la cultura, un lugar típico para encontrarse
con la cultura es el museo, por ejemplo, galerías de arte, museos de antropología e
historia; otro hogar típico es el teatro, donde se escucha la música que vale la pena y se
ven las obras dramáticas realmente importantes de diferentes épocas y países. También
la biblioteca con sus anaqueles llenos de pesados y empolvados volúmenes, a los que
sólo al término de engorrosos trámites se tiene acceso, es entendida por muchos como un
lugar típico donde se reúnen los acervos culturales de un país.

Lo que tienen en común los tres tipos de "hogar” de la cultura es fácil de reconocer: se
trata de lugares a los que sólo un muy pequeño porcentaje de la población suele acudir.

Hay que señalar aquí que no pocos antropólogos contribuyen, a menudo sin quererlo, a
esta visión equivocada de las cosas. Por más que promueven que en los museos
aparezca lo que suelen llamar "cultura popular": la música tradicional de las regiones, el
teatro campesino, las artesanías, la arquitectura, la vida cotidiana de los grupos étnicos
contemporáneos, las múltiples costumbres, fiestas, artefactos y prácticas sociales
actualmente en uso, también para ellos la cultura es algo "consagrado", o sea, algo que
ha sido creado alguna vez y que en la actualidad se considera de gran valor. Por tanto así
se opina, sólo debe ser admirado, conservado y reproducido tal cual y cualquier
modificación es vista como lamentable "pérdida",pérdida cultural, pérdida de tradiciones y
pérdida de valores.

Esta manera errónea de ver la cultura está confundida con respecto a dos cuestiones.
Desde luego hay creaciones culturales que son dignas de admirarse y que deben ser
conservadas en el estado en que se encuentran. Pero en su conjunto, la cultura, todas las
culturas y sus manifestaciones son algo vivo, algo que surge y se transforma sin cesar y a
veces incluso desaparece después de haber existido algún tiempo. Y constantemente, en
la historia de todas las áreas de la cultura la emergencia de algo nuevo, ha sido
considerado como "pérdida" o incluso como "traición". Mozart y Beethoven, por ejemplo,
que para mucha gente pertenecen a los más geniales creadores musicales de todos los
tiempos, tuvieron que enfrentarse más de una vez a durísimas críticas por "no respetar la
tradición" musical consagrada en su tiempo. Pero su lugar en la historia de la música fue
la de innovadores, y la generación posterior a ellos volvió a romper los moldes
establecidos por ellos.

Además, conviene caer en la cuenta que a pesar de su innegable importancia, los


museos, los teatros y las bibliotecas son sólo algunos de los muchos hogares de la
cultura. La mayor parte de la vida cultural se realiza, se conserva, se reproduce y se
transforma fuera de ellos. Es cierto, que también en Mérida y en Yucatán necesitamos
muchos más museos, teatros y bibliotecas, pero también en el periodismo y en los medios
electrónicos, en las casas y los talleres, en los restaurantes y en las calles y en muchos
espacios más se produce y se reproduce cultura a diario. Mucha de ella es efímera, otra
encuentra su entrada a los recintos mencionados. Lo que importa destacar aquí es que la
vida cultural es más amplia y más rica de lo que se reúne, colecciona y exhibe en los
solemnes espacios especiales destinados a su conservación.

Quinta idea equivocada: La existencia de la cultura depende del Estado

Como muchas concepciones falsas, también ésta se basa en ciertos elementos


verdaderos. Así, es cierto que en México casi todas las instituciones que de alguna
manera tienen que ver con la creación cultural especializada y la conservación del
patrimonio cultural en general, son instituciones que no dependen de los creadores de la
cultura, sino de los gobiernos: los institutos estatales de cultura, la educación escolar
básica y superior, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, los museos, las
escuelas de bellas artes, las revistas y las estaciones de radio llamadas culturales, etc.
Desde luego, esta dependencia puede ser decisiva porque la asignación o no de un
subsidio gubernamental a una propuesta cultural a menudo decide sobre la existencia o
no de esta última. Además, como en muchos otros países, también en México gran parte
del fomento a las más diversas manifestaciones culturales se realiza bajo la óptica del
"fortalecimiento" de la cultura "nacional" y de este modo se justifica la fuerte presencia del
Estado en estas cuestiones.

Los Estados han tenido siempre interés en intervenir en la creación cultural y la


conservación del patrimonio cultural porque de esta manera controlan y a veces incluso
crean un importante factor de cohesión social. Pero cualquier mirada breve al mapa
demuestra lo absurdo de esta concepción. Por más que las fronteras "nacionales" sean
delimitaciones territoriales claramente definidas, objetivos de sangrientas luchas y
complicados tratados internacionales, es obvio que no son fronteras culturales (y algo
semejante vale para las subculturas al interior de un país). Rasgos de la cultura
norteamericana se encuentran en todo el país y en pleno Paseo Montejo. Manifestaciones
de la cultura mexicana no sólo se hallan en regiones enteras de los Estados Unidos, sino
que muchas veces las dominan completamente. ¿Cómo se distingue en el Soconusco la
cultura mexicana de la guatemalteca? ¿Dónde termina la cultura de Yucatán y dónde
empieza la de Campeche?

Desde luego existen diferencias culturales y, en consecuencia límites entre culturas:


desde el comienzo de este ensayo se indicó que la cultura humana no es una, sino que
constituye un compuesto de culturas diferentes. Pero aunque los Estados y sus
instituciones suelen traer, al igual que los museos, los teatros y las bibliotecas, de
petrificar la cultura en el sentido que se acaba de mencionar, el ámbito de la creación y
reproducción cultural es mucho más amplio que el ámbito de las instituciones estatales.
Esto también porque, a fin de cuentas, la historia del Estado cubre sólo una mínima
fracción de la historia de la humanidad.

Para terminar: Cinco equivocaciones, una oposición

En este ensayo se han presentado cinco ideas equivocadas sobre la cultura bajo la forma
de cinco oposiciones. Primero se opuso la idea de que se puede o no tener cultura a la
concepción antropológica de la cultura, según la cual todos los seres humanos tienen
cultura aunque sus culturas siempre son diferentes unas de las otras.
En segundo lugar, se confrontó la equivocada idea de que existe una jerarquía objetiva
entre las diversas culturas y manifestaciones culturales con la ausen-cia de criterios
científicos para determinarla. En tercer lugar, se opuso a la errónea concepción de la
existencia de culturas puras y por eso valiosas, la realidad empírica de la mezcla cultural
por doquier. En cuarto lugar, se estableció frente a la idea de que la cultura se encuentra
únicamente en ciertos recintos solemnes, tales como museos, teatros y bibliotecas, la
evidencia empírica de la enorme amplitud de los procesos de creación, reproducción,
transmisión y transformación de la cultura. Y finalmente se opuso a la opinión de la liga
intrínseca entre Estado y cultura la realidad de una vida cultural mucho más comprensiva.

Mientras que estas oposiciones constituyen oposiciones entre ideas verdaderas y falsas
sobre la cultura, es pertinente concluir este ensayo con unas consideraciones sobre una
oposición de otro tipo. Hay una oposición en el terreno cultural de suma importancia para
todos quienes analizan y, más aún, quienes viven y participan en una cultura. Esta
oposición es la oposición entre la cultura propia y la cultura impuesta6.

Como se ha dicho anteriormente, en todas las culturas y en todos los tiempos se han
documentado influencias de unas culturas sobre otras. El problema no radica en la
existencia de tales influencias, sino en que si los seres humanos pertenecientes a una
cultura pueden decidir libremente sobre si quieren aceptar tales influencias y, en dado
caso, cuáles y cómo. Poder escoger entre alternativas presupone, claro está, conocer
________________________________________________
6Esta idea se apoya en la teoría de Guillermo Bonfil sobre el control cultural, una versión de ésta se incluyó como
capítulo segundo de su libro antológico Pensar la cultura (Ed. Alianza Mexicana, México, 1991).
alternativas y reconocer a una influencia concreta como una alternativa entre otras
posibles.

Este último aspecto vale no solamente para un país (se recordarán las recientes
discusiones sobre esta temática durante la preparación del Tratado Norteamericano de
Libre Comercio), para una etnia (varios de los comunicados del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional han insistido en que determinadas políticas gubernamentales
contribuyen a destruir las tradiciones culturales de los pueblos indígenas), sino también
para regiones con una identidad cultural tan marcada y tan antigua como Yucatán.
Precisamente porque la cultura no es sólo lo que se encuentra en museos, teatros y
bibliotecas, sino también lo que está en las calles y las casas, la opción por una influencia
cultural con alternativas culturales tiene que ver con la identidad colectiva de una
población, o sea, de cómo ésta ve la vida y quiere vivirla y qué sentido encuentra en ella.
Pero esto remite enseguida a la estructura del poder vigente en el seno de esta
población: ¿Quién tiene la capacidad de reconocer alternativas, quién puede decidir sobre
cuál se acepta o no? y, en dado caso, ¿cómo? Reconocer estos elementos críticos de
una situación cultural implica admitir que el estudio de la cultura siempre tiene que ser
crítico. Porque se trata de reconocer aquellos elementos en los procesos culturales que
contribuyen a la emancipación de los seres humanos y a una vida más humana digna y
feliz de todos. Esto, empero, no tiene que ver con esta cultura o aquella, con este pueblo
o aquél con esta época u otra.

En todos los tiempos, regiones y pueblos se han generado y se siguen generando


elementos culturales que apoyan y reproducen estructuras de dominación y otros que
abren caminos de liberación. El estudio científico de la cultura puede contribuir al fomento
de cualquiera de ambos. Una aportación significativa a la segunda perspectiva
mencionada consiste en combatir las ideas erróneas que siguen existiendo y
difundiéndose sobre los fenómenos culturales.

Extraído de:
http://trabajaen.conaculta.gob.mx/convoca/anexos/Cinco%20ideas%20falsas%20sobre%20
la%20cultura.PDF
Bronislaw
Malinowski
Los argonautas
del Pacífico occidental
I
Un estudio sobre comercio y aventura
entre los indígenas de los archipiélagos
de la Nueva Guinea melanésica

Prólogo de
JAMES G . FRAZER

PLANETA-AGOSTINI
Introducción:
objeto, método y finalidad de esta investigación

I. [NAVEGACION Y COMERCIO
EN LOS MARES DEL SUR: EL KULA]*
Las poblaciones costeras de las islas del mar del Sur, con
muy pocas excepciones, son, o lo eran antes de su extinción,
expertos navegantes y comerciantes. Algunos de ellos concibie-
ron excelentes tipos de grandes canoas de alta mar y las usaban
para expediciones comerciales a gran distancia o para incur-
siones guerreras y de conquista. Los papúe-melanesios que habi-
tan en la costa - y en las islas que se extienden alrededor de
Nueva Guinea no son una excepción a esta regla. En general
son intrépidos navegantes, activos artesanos y hábiles comer-
ciantes. Los centros manufactureros de importantes artículos,
tales como alfarería, instrumentos de piedra, canoas, cestería
fina u ornamentos de valor, están localizados en diversos lugares
de acuerdo con la destreza de los habitantes, la tradición tribal
heredada y las particulares facilidades que el distrito ofrezca; de
ahí que su comercio se extienda por grandes áreas, recorriendo
a veces cientos de millas.
Entre las diversas tribus se han establecido determinadas
formas de intercambio a través de rutas precisas. Uno de los
tipos de comercio intertribal más destacable es el que realizan
los motu de Port Moresby con las tribus del golfo de Papua. Los
motu navegan cientos de millas en canoas pesadas y poco mane-
jables, llamadas lakatoi, equipadas con velas muy características
en forma de pinza de cangrejo. Esta tribu abastece a los papúes
del golfo de alfarería y ornamentos de concha, en otro tiempo
también de láminas de piedra, y a cambio obtiene de ellos sagú
y pesadas canoas que los motu utilizan a su vez para la cons-
trucción de las canoas lakatoi.1
Más hacia el este, en las costas del Sur, vive la población
marinera y laboriosa de los mailu, que por medio de expedicio-
nes comerciales anuales enlazan el extremo oriental de Nueva

* La mayoría de apartados de la edición original carecía de epígrafes:


en nuestra edición indicamos entre corchetes [ ] los epígrafes que 110 proceden
de aquélla. (Nota editorial.)
1. Las hiri, como se llaman estas expediciones en lengua motu, han sido
descritas, con gran riqueza de detalles y claridad en el esquema, por el ca-
pitán F. Barton. C. G. Seligman, The Melanesians of British New Guinea,
Cambridge, 1910, capitulo VIII.

19
Guinea con las tribus de la costa central.2 Y por último los in-
dígenas de las islas y archipiélagos del extremo oriental sostie-
nen continuas relaciones comerciales entre sí. Gracias al libro
del profesor Seligman poseemos un excelente estudio sobre la
materia, en particular por lo que se refiere a las rutas comerciales
más directas entre las. diversas islas habitadas por los massim
meridionales.3 Existe, sin embargo, otro sistema comercial alta-
tamente complejo y muy extendido que abarca, con sus ramifica-
ciones, no sólo las islas cercanas al extremo oriental, sino tam-
bién las Louisiade, la isla de Woodlark, el archipiélago Trobriand
y el grupo de las d'Entrecasteaux; penetra al interior de Nueva
Guinea y ejerce una influencia indirecta sobre distritos lejanos,
tales como la isla de Rossel y algunos lugares de la costa norte
y sur de Nueva Guinea. Este sistema comercial, el Kula, es el
objeto del estudio que me propongo desarrollar en el presente
volumen; se trata, como pronto se verá, de un fenómeno de con-
siderable importancia teórica. Parece afectar profundamente la
vida tribal de los indígenas que viven dentro de su campo de
acción, y ellos mismos tienen plena conciencia de su gran
importancia, ya que sus ideas, ambiciones, deseos y vanidades
están estrechamente ligados al Kula.

II. [EL MÉTODO EN ETNOGRAFIA]


Antes de proceder a la descripción del Kula, no estará de
más una descripción de los métodos seguidos para recoger el
material etnográfico. Los resultados de una investigación cien-
tífica, cualquiera que sea su rama del saber, deben presentarse
de forma absolutamente limpia y sincera. Nadie osaría presentar
una aportación experimental en el campo de la física o de la
química sin especificar al detalle todas las condiciones del expe-
rimento; una descripción exacta de los aparatos utilizados; la
manera en que fueron encauzadas las observaciones; su número;
el lapso de tiempo que le ha sido dedicado y el grado de aproxi-
mación con que se hizo cada medida. En las ciencias menos exac-
tas, como la biología o la geología, esto no puede hacerse de
forma tan rigurosa, pero cada investigador debe poner al lector
en conocimiento de las condiciones en que se realizó el experi-
mento o las observaciones. En etnografía, donde la necesidad
de dar clara cuenta de cada uno de los datos es quizás más acu-
ciante, el pasado no ha sido por desgracia pródigo en tales exac-
titudes, y muchos autores no se ocupan de esclarecer sus méto-

2. Cf. «The Mailu», de B. Malinowski, en Transactions of the R. Society


of S. Australia, 1915, capítulo IV, págs. 612 a 629.
3. Op. cit., capítulo XI.

20
dos, sino que discurren sobre datos y conclusiones que surgen
ante nuestros ojos sin la menor explicación.
Sería fácil citar obras de gran reputación y cuño científico
en las cuales se nos ofrecen vagas generalizaciones, sin recibir
jamás ninguna información sobre qué pruebas fácticas han con-
ducido a tales conclusiones. Ningún capítulo, ni siquiera un
párrafo, se dedica expresamente a describir en qué circunstan-
cias se efectuaron las observaciones y cómo se compiló la in-
formación. Considero que una fuente etnográfica tiene valor
científico incuestionable siempre que podamos hacer una clara
distinción entre, por una parte, lo que son los resultados de la
observación directa y las exposiciones e interpretaciones del in-
dígena y, por otra parte, las deducciones del autor basadas en
su sentido común y capacidad de penetración psicológica.4 Es
más, un sumario como el contenido en el cuadro que presentamos
más adelante (apartado VI de este capítulo) debería ir explícito,
de tal forma que el lector pueda estimar con precisión, de un
vistazo, el nivel de trato personal que el autor tiene con los
hechos que describe y hacerse una idea de en qué condiciones
obtuvo la información de los indígenas.
Del mismo modo, en el campo de la ciencia histórica, nadie
puede esperar que se le tome en serio si pone algún velo de mis-
terio sobre sus fuentes y habla del pasado como si lo conociera
por adivinación. El etnógrafo es, a un tiempo, su propio cronista
e historiador; sus fuentes son, pues, sin duda, de fácil accesibi-
lidad pero también resultan sumamente evasivas y complejas,
ya que no radican tanto en documentos de tipo estable, materia-
les, como en el comportamiento y los recuerdos de seres
vivientes. En etnografía hay, a menudo, una enorme distancia
entre el material bruto de la información —tal y como se le
presenta al estudioso en sus observaciones, en las declaraciones
de los indígenas, en el calidoscopio de la vida tribal— y la exposi-
ción final y teorizada de los resultados. El etnógrafo tiene que
salvar esta distancia a lo largo de los laboriosos años que distan
entre el día que puso por primera vez el pie en una playa indígena
e hizo la primera tentativa por entrar en contacto con los nati-
vos, y el momento en que escribe la última versión de sus resul-
tados. Un breve bosquejo de las tribulaciones de un etnógrafo, tal
y como yo las he vivido, puede ser más esclarecedor que una larga
discusión abstracta.

4. Sobre este problema de método, una vez más, tenemos que reconocer
a la Escuela de Antropología de Cambridge el mérito de haber introducido
la forma científicamente correcta de tratar la cuestión. En especial, en los
escritos de Haddon, Rivers y Seligman, la diferencia entre deducción y obser-
vación está siempre claramente trazada, y ello permite darse perfecta cuenta
de las condiciones en que se ha realizado el trabajo.

21
III. [EL TRABAJO DE CAMPO]
Imagínese que de repente está en tierra, rodeado de todos sus
pertrechos, solo en una playa tropical cercana de un poblado
indígena, mientras ve alejarse hasta desaparecer la lancha que
le ha llevado.
Desde que uno instala su residencia en un compartimento de
la vecindad blanca, de comerciantes o misioneros, no hay otra
cosa que hacer sino empezar directamente el trabajo de etnógrafo.
Imagínese, además, que es usted un principiante, sin experiencia
previa, sin nada que le guíe ni nadie para ayudarle. Se da el
caso de que el hombre blanco está temporalmente ausente, o
bien ocupado, o bien que no desea perder el tiempo en ayudarle.
Eso fue exactamente lo que ocurrió en mi iniciación en el tra-
bajo de campo, en la costa sur de Nueva Guinea. Recuerdo muy
bien las largas visitas que rendí a los poblados durante las pri-
meras semanas, y el descorazonamiento y la desesperanza que
sentía después de haber fallado rotundamente en los muchos in-
tentos, obstinados pero inútiles, de entrar en contacto con los
indígenas o de hacerme con algún material. Tuve períodos de tal
desaliento que me encerré a leer novelas como un hombre pueda
darse a la bebida en el paroxismo de la depresión y el aburri-
miento del trópico.
Imagínese luego haciendo su primera entrada en una aldea,
solo o acompañado de un cicerone blanco. Algunos indígenas se
agrupan a su alrededor, sobre todo si huele a tabaco. Otros, los
más dignos y de mayor edad, permanecen sentados en sus sitios.
Su compañero blanco tiene su propia forma rutinaria de tratar
a los indígenas y no entiende nada, ni le importa mucho la ma-
nera en que uno, como etnógrafo, se les aproximaría. La primera
visita le deja con la esperanza de que al volver solo las cosas
serán más fáciles. Por lo menos, tales eran mis esperanzas.
Volví a su debido tiempo y pronto reuní una audiencia a mi
alrededor. Cruzamos unos cuantos cumplidos en pidgin-English,
se ofreció tabaco y tomamos así un primer contacto en una
atmósfera de mutua cordialidad. Luego intenté proceder a mis
asuntos. En primer lugar, para empezar con temas que no pudie-
ran despertar suspicacias, comencé a «hacer» tecnología. Unos
cuantos indígenas se pusieron a fabricar diversos objetos. Fue
fácil observarlos y conseguir los nombres de las herramientas
e incluso algunas expresiones técnicas sobre los distintos proce-
dimientos; pero eso fue todo. Debe tenerse en cuenta que el
pidgin-English es un instrumento muy imperfecto para expresar
las ideas y que, antes de adquirir soltura en formular las pre-
guntas y entender las contestaciones, se tiene la desagradable
impresión de que nunca se conseguirá completamente la libre
comunicación con los indígenas; y en un principio yo fui incapaz
de entrar en más detalles o en una conversación explícita con

22
ellos. Sabía que el mejor remedio era ir recogiendo datos con-
cretos, y obrando en consecuencia hice un censo del poblado,
tomé notas de las genealogías, levanté planos y registré los
términos de parentesco. Pero todo esto quedaba como material
muerto que no me permitía avanzar en la comprensión de la
mentalidad y el verdadero comportamiento del indígena, ya que
no conseguí sacarles a mis interlocutores ninguna interpretación
sobre estos puntos, ni pude captar lo que llamaríamos el sentido
de la vida tribal. Tampoco avancé un paso en el conocimiento de
sus ideas religiosas y mágicas, ni en sus creencias sobre la hechi-
cería y los espíritus, a excepción de unos cuantos datos super-
ficiales del folklore, encima mutilados por el uso forzado del
pidgin-English.
La información que recibí por boca de algunos residentes
blancos del distrito, de cara a mi trabajo, fue todavía más desa-
nimadora que todo lo demás. Había hombres que habían vivido
allí durante años, con constantes oportunidades de observar a
los indígenas y comunicarse con ellos, y que, sin embargo, a
duras penas sabían nada que tuviera interés. ¿Cómo podía, pues,
confiar en ponerme a su nivel o superarlos en unos cuantos
meses o en un año? Además, la forma en que mis informantes
blancos hablaban sobre los indígenas y emitían sus puntos de
vista era, naturalmente, la de mentes inexpertas y no habituadas
a formular sus pensamientos con algún grado de coherencia y
precisión. Y en su mayoría, como es de suponer, estaban llenos de
prejuicios y opiniones tendenciosas inevitables en el hombre
práctico medio, ya sea administrador, misionero o comerciante,
opiniones que repugnan a quien busca la objetividad y se esfuer-
za por tener una visión científica de las cosas. La costumbre de
tratar con superioridad y suficiencia lo que para el etnólogo es
realmente serio, el escaso valor conferido a lo que para él es un
tesoro científico —me refiero a la autonomía y las peculiaridades
culturales y mentales de los indígenas—, esos tópicos tan fre-
cuentes en los textos de los amateurs, fueron la tónica general
que encontré entre los residentes blancos.5
De hecho, en mi primer período de investigación en la costa
del sur no logré ningún progreso hasta que estuve solo en la zona;
y en todo caso, lo que descubrí es dónde reside el secreto de un
trabajo de campo efectivo. ¿Cuál es, pues, la magia del etnógrafo
que le permite captar el espíritu de los indígenas, el auténtico
cuadro de la vida tribal? Como de costumbre, sólo obtendremos
resultados satisfactorios si aplicamos paciente y sistemáticamente
cierto número de reglas de sentido común y los principios cien-

5. Debo hacer notar, desde un principio, que había unas cuantas agra-
dables excepciones. Por sólo mencionar a mis amigos: Billy Hancock, en las
Trobriand; Mr. Raffael Brudo, otro comerciante de perlas; y el misionero
Mr. M. K. Gilmour.

23
tíficos demostrados, y nunca mediante el descubrimiento de
algún atajo que conduzca a los resultados deseados sin esfuerzo
ni problemas. Los principios metodológicos pueden agruparse
bajo tres epígrafes principales; ante todo, el estudioso debe al-
bergar propósitos estrictamente científicos y conocer las normas
y los criterios de la etnografía moderna. En segundo lugar, debe
colocarse en buenas condiciones para su trabajo, es decir, lo
más importante de todo, no vivir con otros blancos, sino entre
los indígenas. Por último, tiene que utilizar cierto número de
métodos precisos en orden a recoger, manejar y establecer sus
pruebas. Es necesario decir unas pocas palabras sobre estas
tres piedras angulares del trabajo de campo, empezando por la
segunda, la más elemental.

IV. CONDICIONES ADECUADAS


PARA EL TRABAJO ETNOGRAFICO
Como se ha dicho, lo fundamental es apartarse de la compa-
ñía de los otros blancos y permanecer con los indígenas en un
contacto tan estrecho como se pueda, lo cual sólo es realmente
posible si se acampa en su mismos poblados. Es muy agradable
tener una base en casa de algún blanco, para guardar las provi-
siones y saber que se tiene un refugio en caso de enfermedad o
empacho de vida indígena. Pero debe estar lo suficientemente
alejada como para que no se convierta en el medio permanente
en que se vive y del que sólo se sale a determinadas horas para
«hacer poblado». Incluso no conviene estar lo bastante cerca
como para que se puedan hacer excursiones de recreo en cual-
quier momento. Dado que el indígena no es un compañero moral
para el hombre blanco, después de haber estado trabajando con
él durante varias horas, viendo cómo cuida sus huertos, o de-
jándole que cuente anécdotas de su folklore, o discutiendo sus
costumbres, es natural que apetezca la compañía de alguien como
nosotros. Pero si uno está solo en un poblado, sin posibilidad
de satisfacer este deseo, se marcha a dar un paseo solitario
durante una hora, más o menos, y a la vuelta busca espontánea-
mente la sociedad de los indígenas, esta vez por contraste con
la soledad, igual que aceptaría cualquier otro acompañante. A
través de este trato natural se aprende a conocer el ambiente y
a familiarizarse con sus costumbres y creencias mucho mejor
que si se estuviera atendido por un informador pagado y a me-
nudo sin interés.
Esta es toda la diferencia que hay entre zambullirse esporá-
dicamente en el medio de los indígenas y estar en auténtico
contacto con ellos. ¿Qué significa esto último? Para el etnógrafo
significa que su vida en el poblado —en principio una aventura

24
extraña, a veces enojosa, a veces cargada de interés— toma
pronto un curso natural mucho más en armonía con la vida que
le rodea.
Poco después de haberme instalado en Omarakana (islas
Trobriand), empecé a tomar parte, de alguna manera, en la vida
del poblado, a esperar con impaciencia los acontecimientos im-
portantes o las festividades, a tomarme interés personal por
los chismes y por el desenvolvimiento de los pequeños incidentes
pueblerinos; cada mañana, al despertar, el día se me presentaba
más o menos como para un indígena. Cuando salía de la mos-
quitera, encontraba a mi alrededor la vida del pueblo que se
ponía en marcha, o bien a la gente ya muy avanzada en sus
trabajos diarios, según la hora y según fuese la estación en que
comenzaban las labores tarde o aquella en que las comenzaban
temprano, con arreglo a la prisa que corría el trabajo. En mis
paseos matinales por el poblado podía ver detalles íntimos de la
vida familiar, del aseo, de la cocina y de las comidas; podía ver
los preparativos para el trabajo del día, a la gente emprendiendo
sus diligencias, o a grupos de hombre y mujeres ocupados en
tareas artesanales. Las peleas, las bromas, las escenas familiares,
los sucesos en general triviales y a veces dramáticos, pero
siempre significativos, formaban parte de la atmósfera de mi
vida diaria tanto como de la suya. Debe tenerse en cuenta que
los indígenas, al verme constantemente todos los días, dejaron
de interesarse, alarmarse o autrocontrolarse por mi presencia,
a la vez que yo dejé de ser un elemento disturbador de la vida
tribal que me proponía estudiar, la cual se había alterado con
mi primera aproximación, como siempre ocurre en las comunida-
des primitivas cuando llega alguien nuevo. De hecho, como
sabían que estaba dispuesto a meter las narices en todo, incluso
allí donde un indígena bien educado no osaría hacerlo, acaba-
ron por considerarme como parte integrante de la vida, una
molestia o mal necesario, con el atenuante de las reparticiones
de tabaco.
Más avanzado el día, cualquier cosa que sucediese me cogía
cerca y no había ninguna posibilidad de que nada escapase a
mi atención. Las alarmas al anochecer por la proximidad de
los hechiceros, una o dos grandes —realmente importantes—
peleas y rupturas dentro de la comunidad, los casos de enferme-
dad, las curas que se habían aplicado y las muertes, los ritos
que se debían celebrar, todo esto sucedía ante mis ojos, por asi
decirlo, en el umbral de mi casa, sin necesidad de esforzarme
por miedo a perdérmelo. Y es necesario insistir en que siempre
que ocurre algo dramático o importante hay que investigarlo
en el mismo momento en que sucede, porque entonces los in-
dígenas no pueden dejar de comentar lo que pasa, están dema-
siado excitados para mostrarse reticentes y demasiado intere-
sados para que su imaginación se prive de suministrar toda

25
clase de detalles. También cometí, una y otra vez, faltas de cor-
tesía que los indígenas, bastante familiarizados conmigo, no tar-
daron en señalarme. Tuve que aprender a comportarme y, hasta
cierto punto, adquirí el «sentido» de las buenas y malas maneras
indígenas. Y fue gracias a esto, a saber gozar de su compañía y a
participar en alguno de sus juegos y diversiones, como empecé
a sentirme de verdad en contacto con los indígenas; y ésta es
ciertamente la condición previa para poder llevar a cabo con éxito
cualquier trabajo de campo.

V. [MÉTODOS ACTIVOS DE INVESTIGACIÓN]


Pero el etnógrafo no sólo tiene que tender las redes en el
lugar adecuado y esperar a ver lo que cae. Debe ser un cazador
activo, conducir la pieza a la trampa y perseguirla a sus más
inaccesibles guaridas. Y esto nos conduce a los métodos más
activos para la búsqueda de documentación etnográfica. Como
hemos señalado al final del apartado III, el etnógrafo tiene que
inspirarse en los últimos resultados de los estudios científicos,
en sus principios y en sus objetivos. No me extenderé más sobre
este tema, salvo en una observación para evitar cualquier posible
equívoco. Tener una buena preparación teórica y estar al tanto
de los datos más recientes no es lo mismo que estar cargado de
«ideas preconcebidas». Si alguien emprende una expedición, deci-
dido a probar determinadas hipótesis, y es incapaz de cambiar en
cualquier momento sus puntos de vista y de desecharlos de buena
gana bajo el peso de las evidencias, no hace falta decir que su
trabajo no tendrá ningún valor. Cuantos más problemas se plan-
tee sobre la marcha, cuanto más se acostumbre a amoldar sus
teorías a los hechos y a ver los datos como capaces de configurar
una teoría, mejor equipado estará para su trabajo. Las ideas
preconcebidas son perniciosas en todo trabajo científico, pero
las conjeturas son el don principal de un pensador científico, y
tales conjeturas le son posibles al observador sólo gracias a sus
estudios teóricos.
Los tempranos esfuerzos etnológicos realizados por Bastían,
Taylor, Morgan, los Voíkerpsychologen alemanes, han dado nueva
forma a las antiguas informaciones sin elaborar de los comer-
ciantes, los misioneros, etc., y nos han mostrado la importancia
de aplicar concepciones más profundas y desechar las que sean
superficiales y engañosas.6

6. De acuerdo con el uso habitual de la terminología científica, empleo


la palabra etnografía para los resultados empíricos y descriptivos de la
ciencia del hombre, y la palabra etnología para las teorías especulativas y
comparativas.

26
El concepto de animismo ha reemplazado al de «fetichismo»
o «culto demoníaco», términos ambos sin el menor sentido. La
comprensión de los sistemas clasificatorios por lazos de paren-
tesco ha abierto el camino de las investigaciones modernas sobre
sociología de los indígenas en trabajos de campo debidos a la
escuela de Cambridge. El análisis psicológico de los pensa-
dores alemanes ha puesto en claro la abundante cosecha de va-
liosas informaciones obtenidas por las recientes expediciones
alemanas a África, Sudamérica y el Pacífico, mientras que los
trabajos teóricos de Frazer, Durkheim y otros han inspirado —y
sin duda lo continuarán haciendo durante mucho tiempo toda-
vía— a los investigadores de campo, conduciéndoles a nuevos
resultados. El investigador de campo se orienta a partir de la
teoría. Desde luego, se puede ser pensador teórico e investigador
al mismo tiempo, en cuyo caso uno puede buscar en sí mismo
los estímulos. Pero estas dos funciones son diferentes, y de hecho
se ejercen por separado en las investigaciones reales, tanto en
el tiempo como en las condiciones de trabajo.
Al igual que sucede siempre que el interés científico se vuelca
sobre un dominio y comienza a trabajar en un campo hasta el
momento abandonado a la curiosidad de los amateurs, la Etno-
grafía ha introducido ley y orden en un dominio que parecía
caótico y caprichoso. Ha transformado el mundo efectista, feroz
e irresponsable de los «salvajes» en cierto número de comunida-
des bien ordenadas, gobernadas por leyes y que se comportan y
piensan con arreglo a determinados principios. La palabra «sal-
vaje», sea cual fuese su significación original, connota ideas de
libertad desaforada e irregularidad, y evoca algo de extremada
y extraordinaria rareza. Es creencia popular que los indígenas
viven en el seno mismo de la Naturaleza, más o menos como
pueden y quieren, víctimas de temores descontrolados y creen-
cias fantasmagóricas. La ciencia moderna, por el contrario, de-
muestra que sus instituciones sociales tienen una organización
bien definida, que se gobiernan con autoridad, ley y orden,
tanto en sus relaciones públicas como en las privadas, estando
estas últimas, además, bajo el control de lazos de parentesco y
clan sumamente complejos. De hecho, les vemos enredados en
una malla de deberes, funciones y privilegios que corresponden
a una elevada organización tribal, comunal y de parentesco. Sus
creencias y prácticas no están de ninguna manera desprovistas
de cierta coherencia, y los conocimientos que poseen del mundo
exterior les bastan en muchos casos para guiarse en sus activi-
dades y empresas, que llevan a cabo con vigor. Sus producciones
artísticas tampoco están faltas de significado ni de belleza.
Qué lejos queda de la posición de la moderna etnografía la
famosa respuesta dada hace mucho tiempo por una autoridad
colonial que, habiéndosele preguntado sobre las costumbres y
maneras de los indígenas, respondió: «Costumbres ningunas, ma-

27
neras bestiales.» Ésta, con sus cuadros de términos de parentesco,
sus genealogías, mapas, planos y diagramas, prueba la existencia
de una organización fuerte y extensa, nos enseña la composición
de la tribu, del clan y de la familia, y además nos presenta el
cuadro de los indígenas sometidos a normas de comportamiento
y buenas maneras frente a las que, en comparación, la vida
cortesana de Versalles o del Escorial era libre y fácil.7
En consecuencia, el ideal primordial y básico del trabajo et-
nográfico de campo es dar un esquema claro y coherente de la
estructura social y destacar, de entre el cúmulo de hechos irre-
levantes, las leyes y normas que todo fenómeno cultural conlleva.
En primer lugar debe determinarse el esqueleto de la vida tribal.
Este ideal exige, ante todo, la obligación de hacer un estudio
completo de los fenómenos y no buscar lo efectista, lo singular,
y menos lo divertido y extravagante. Han pasado los tiempos
en que podíamos admitir las descripciones de los indígenas que
los presentaban como una caricatura grotesca e infantil del ser
humano. Tal cuadro es falso y, como otras muchas falsedades,
ha sido destruido por la ciencia. El etnógrafo de campo tiene
que dominar con seriedad y rigor, el conjunto completo de los
fenómenos en cada uno de los aspectos de la cultura tribal es-
tudiada, sin hacer ninguna diferencia entre lo que es un lugar
común carente de atractivo o normal, y lo que llama la atención
por ser sorprendente y fuera de lo acostumbrado. Al mismo
tiempo, en toda su integridad y bajo todas sus facetas, la cul-
tura tribal debe ser el foco de interés de la investigación. La
estructura, la ley y el orden, que se han revelado en cada aspecto,
se aúnan también en un conjunto coherente.
El etnógrafo que se proponga estudiar sólo religión, o bien
tecnología, u organización social, por separado, delimita el campo
de su investigación de forma artificial, y eso le supondrá una
seria desventaja en el trabajo.

7. Las legendarias «autoridades de antaño», que no veían en los indí-


genas más que a seres bestiales y sin costumbres, se quedaban cortas al lado
del moderno autor que, hablando sobre los massim meridionales, con los
que habla vivido y trabajado en estrecho contacto durante muchos años,
dice: «Enseñamos a estos hombres sin ley a que sean obedientes, a estos
hombres inhumanos a amar, a estos hombres salvajes a civilizarse.» E insiste:
«Nada gula su conducta más que los instintos y las apetencias, y están go-
bernados por sus pasiones descontroladas»; «Salvajes, inhumanos y sin ley».
Tal versión, grosera y desfigurada, del auténtico estado de cosas serla difícil
de concebir incluso para quien pretendiese parodiar el punto de vista de los
misioneros. Citado del Rev. C. W. Abel, de la London Missionary Society,
Savage Life in New Guinea, sin fecha.

28
VI. [LA ESTRUCTURA TRIBAL Y
LA ANATOMIA DE SU CULTURA]
Habiendo establecido esta regla tan general, entremos en
consideraciones más específicas sobre el método. Tal y como
acabamos de decir, el etnógrafo tiene el deber de destacar
todas las reglas y normas de la vida tribal; todo lo que es fijo
y permanente; debe reconstruir la anatomía de su cultura y
describir la estructura de la sociedad. Pero estas cosas, aunque
estén bien cristalizadas y establecidas, no están formuladas en
ninguna parte. No hay un código escrito o explícito de cualquier
otra forma, y toda la tradición tribal, toda la estructura de la
sociedad, está incrustrada en el más escurridizo de los materiales:
el ser humano. Pero tampoco se encuentran estas leyes claramen-
te explícitas en la mente o la memoria de los hombres. Los
indígenas obedecen las coacciones y los mandatos del código
tribal sin comprenderlos, de la misma manera que obedecen sus
impulsos e instintos sin poder enunciar ni una sola ley de psico-
logía. Las normas de las instituciones indígenas son el resultado
automático de la interacción entre las fuerzas mentales de la
tradición y las condiciones materiales del medio ambiente. Exac-
tamente como cualquier miembro modesto de una institución
moderna —ya sea el Estado, la Iglesia o el Ejército— depende
de la institución y está en la institución, pero carece de perspec-
tiva sobre el funcionamiento íntegro resultante del conjunto, y
todavía está menos capacitado para hacer un informe sobre su
organización, de la misma forma sería inútil intentar preguntarle
a un indígena en términos sociológicos abstractos. La diferencia
es que, en nuestra sociedad, cada institución tiene sus miembros
instruidos, sus historiadores, sus archivos y documentos, mien-
tras que la sociedad indígena no tiene nada de eso. Una vez la
diferencia ha sido vista debe encontrarse un medio para superar
esta dificultad. Para el etnógrafo, la solución consiste en recoger
datos concretos de pruebas testimoniales y forjar sus propias
deducciones y generalizaciones. Esto parece evidente, pero no fue
resuelto, o por lo menos practicado en etnografía, hasta que los
hombres de ciencia comenzaron a hacer el trabajo de campo. Por
lo demás, a la hora de llevarlo a la práctica, no resulta nada
fácil ver las aplicaciones concretas del método ni desarrollarlas
sistemáticamente y con coherencia.
Aunque no podemos preguntarle al indígena sobre las reglas
generales abstractas, sí podemos plantearle cuestiones sobre có-
mo trataría casos concretos. Así, por ejemplo, para preguntar
cómo consideran un crimen o cómo lo castigarían, sería inútil
hacerle al indígena una pregunta tan general como «¿Qué trato
daría usted a un criminal y cómo le castigaría?», pues ni si-
quiera hay palabras para expresarla en lengua indígena, ni en
pidgin. Pero si le cuento un caso imaginario o, todavía mejor,

29
un suceso real, eso dará pie al indígena para poder opinar y
facilitar toda clase de información. Un caso real, en efecto,
provoca una ola de discusiones, de expresiones de indignación,
les hace tomar partido, y toda esta charla contiene buena can-
tidad de puntos de vista precisos y de censuras morales, a la
vez que evidencia el mecanismo social que desencadena el crimen
cometido. A partir de lo cual es fácil derivar la conversación
hacia otros casos similares, sacar a colación otros sucesos rea-
les y discutirlos en todas sus implicaciones y diversos aspectos.
A partir de este material, que debe abarcar una serie de hechos
lo más amplia posible, las conclusiones resultan de un simple
proceso de inducción. El tratamiento científico se diferencia del
que sólo es de sentido común, primero, en que el estudioso
completará mucho más el trabajo y extremará la minuciosidad
con procedimientos sistemáticos y metódicos; y segundo, en que
la mentalidad científicamente preparada dirigirá la investigación
a través de líneas relevantes y hacia objetivos que tengan impor-
tancia real. Desde luego, el objeto de la preparación científica es
proveer al investigador empírico de una especie de mapa mental
que le permita orientarse y seguir su camino.
Volviendo a nuestro ejemplo: la discusión de cierto número
de casos concretos revelará al etnógrafo la maquinaria social
del castigo. Esta es una parte, un aspecto de la autoridad tribal.
Imagínese, además, que por un método similar de inferencia a
partir de datos concretos el etnógrafo llega a comprender los
problemas del liderazgo en la guerra, en las empresas económi-
cas, en las festividades tribales, etc., con lo que obtiene todos
los datos necesarios para responder a las cuestiones planteadas
sobre el gobierno de la tribu y la autoridad social. En los tra-
bajos de campo concretamente realizados, la comparación de
los datos y el esfuerzo de coordinarlos, a menudo, dejan entre-
ver grietas y lagunas en la información, lo que da pie a poste-
riores investigaciones.
Por propia experiencia puedo decir que, muy a menudo, un
problema parecía bien delimitado, todo claro y resuelto, hasta
que empezaba a redactar un corto esbozo preliminar de las
conclusiones. Sólo entonces podía apreciar las enormes defi-
ciencias que, a su vez, me indicaban dónde residían los nuevos
problemas y me arrastraban a posteriores trabajos. En realidad,
me pasé unos cuantos meses entre la primera y la segunda
expedición, y más de un año entre ésta y la siguiente, revisando
las notas que tenía y dejando cada vez determinadas partes casi
listas para su publicación, aunque bien sabía yo, cada vez, que
tendría que volver a revisarlas y corregirlas. Este enriqueci-
miento recíproco de la obra constructiva y la observación me
pareció muy fecundo y creo que fue imprescindible para que
mi trabajo progresara. Cuento este trozo de mi historia simple-
mente para demostrar que lo que se ha venido diciendo hasta

30
ahora no es un simple programa huero, sino resultado de la
experiencia personal. En este volumen se describe una gran ins-
titución que lleva conectada consigo otras numerosas activida-
des y presenta muy distintas facetas. Para aquellos a quienes
interese la cuestión, diré que la información sobre un fenómeno
tan complejo y con tantas ramificaciones no se puede conseguir,
con un cierto nivel de exactitud y en toda su extensión, sin una
interacción constante del esfuerzo constructivo y la observación
empírica. De hecho, durante el trabajo de campo y en los inter-
valos de las expediciones, he escrito por lo menos media docena
de esquemas sobre la institución del Kula. Cada vez surgían
nuevos problemas y dificultades.
La recogida de datos concretos sobre una amplia gama de
hechos es uno de los puntos esenciales del método empírico. No
se trata solamente de enumerar unos cuantos ejemplos, sino que
es necesario agotar lo más posible la totalidad de los casos
disponibles; y en esta búsqueda de casos, cuanto más claro tenga
el investigador su plan mental mayor será su éxito. Pero, siem-
pre que el material de la investigación lo permita, esta carta
mental debe transformarse en algo real, debe materializarse en
un diagrama, un plan, un cuadro sinóptico exhaustivo de los
casos. Desde hace ya mucho tiempo, en todos los libros mo-
dernos, mínimamente aceptables, que se ocupan de los indígenas
esperamos encontrar una lista o cuadro de los términos de
parentesco que incluya todos los datos al respecto, y no que
se limite a señalar unas cuantas relaciones extrañas y anómalas.
En la investigación del parentesco, siguiendo una tras otra todas
las relaciones de un caso concreto, se desemboca de forma na-
tural en la construcción de cuadros genealógicos. Este método,
practicado desde un principio por los mejores autores, tales
como Munzinger y, si recuerdo bien, Kubary, ha sido llevado
a su plena madurez en los trabajos del doctor Rivers. Y tam-
bién, si estudiamos los datos concretos de las transacciones
económicas en orden a trazar la historia de un objeto valioso
y a apreciar las características de su sistema de circulación,
el principio de rigurosidad y profundidad nos conducirá de
nuevo a la construcción de cuadros de transacciones, tales como
los que se encuentran en la obra del profesor Seligman.8 Gra-
cias a seguir en esta materia el ejemplo del profesor Seligman,
pude establecer ciertas normas, de las más difíciles y minucio-
sas, del Kula. El método de verter la información, en la me-
dida de lo posible, en gráficos o cuadros sinópticos debe apli-
carse, prácticamente, a todos los aspectos de la vida indígena.
Cualquier tipo de transacción económica puede estudiarse por
el procedimiento de seguir casos reales conectados y traspa-

8. Por ejemplo, los cuadros de circulación de las valiosas hojas de hacha,


op. cit., págs. 531 y 532.

31
sarlos luego a un cuadro sinóptico; del mismo modo, podemos
trazar un cuadro de todas las ofrendas y regalos habituales en
una sociedad dada, incluyendo la definición sociológica, cere-
monial y económica de cada artículo. También los sistema de
magia, las series de ceremonias interrelacionadas, los diversos
tipos de actos legales, todo puede ser fichado de modo que
cada elemento pueda determinarse sinópticamente bajo cierto
número de epígrafes. Además de esto, los censos genealógicos
de cada comunidad estudiados al detalle, los mapas, planos y
diagramas minuciosos que ilustren la propiedad de las tierras
cultivables, los privilegios de caza y pesca, etc., constituyen,
sin duda, una documentación esencial para la investigación et-
nográfica.
Una genealogía no es más que un cuadro sinóptico de cierto
número de relaciones de parentesco conectadas entre sí. Su
valor como instrumento de investigación radica en que le per-
mite al investigador formularse preguntas in abstracto, suscep-
tibles de ser preguntadas en concreto al informador indígena.
Como documento, su valor consiste en que proporciona cierto
número de datos comprobados y los presenta en su forma na-
tural de asociación. La misma función cumple un cuadro si-
nóptico sobre la magia. Como instrumentos de investigación los
he utilizado, por ejemplo, para verificar las ideas acerca de
las características del poder mágico. Teniendo el cuadro a la
vista, he podido, con facilidad y provecho, ir pasando de uno
a otro apartado, anotando las principales prácticas y ceremo-
nias correspondientes a cada uno de ellos. Deduciendo un coro-
lario general de todos los casos pude, entonces, conseguir res-
puesta a mi problema abstracto; el procedimiento a seguir se
especifica en los capítulos XVII y XVIII. 9 No puedo entrar en
más consideraciones sobre este problema, lo que entrañaría nue-
vas distinciones como las existentes entre los cuadros de datos
reales, concretos, tal una genealogía, y los cuadros que resumen
los esquemas de costumbres o creencias, como sería el cuadro
de un sistema mágico.
Volviendo una vez más al problema de la honradez metodo-
lógica, previamente discutido en el apartado II, me gustaría
señalar aquí que el procedimiento de presentar los datos en
forma concreta y tabulada debe aplicarse, en primer lugar, a

9. En este libro, junto al cuadro anejo, que no pertenece exactamente


a la clase de documentos a que aquí me refiero, el lector sólo encontrará unas
pocas muestras de cuadros sinópticos, como la lista de participantes en el
Kula que se menciona y analiza en el capítulo XIII, apartado II; la lista
de ofrendas y regalos del capítulo VI, apartado VI, sólo descritos y no
clasificados en cuadro; los datos sinópticos de una expedición kula en el
capítulo-XVI, y el cuadro de la magia kula que se incluye en el capítulo
XVII. He preferido no sobrecargar este trabajo con gráficos y demás, pre-
firiendo reservarlos para la edición completa de mis materiales.

32
las propias pruebas del etnógrafo. Es decir, un etnógrafo que
pretenda inspirar confianza debe exponer clara y concisamente,
en forma tabularizada, cuáles han sido sus observaciones direc-
tas y cuáles las informaciones indirectas que sostienen su des-
cripción. El cuadro siguiente servirá de ejemplo sobre lo que
digo y ayudará al lector de esta obra á hacerse una idea de la
fidelidad de cualquier descripción que tenga interés en com-
probar. Con la ayuda de este cuadro y de las muchas refe-
rencias espaciadas por el libro, aclarando cómo, en qué circuns-
tancias y a qué nivel de exactitud llegué a conocer cada hecho
concreto, confío en que no quedará ningún punto oscuro res-
pecto a las fuentes de este libro.

Lista cronológica de las expediciones Kula presenciadas


por el autor

Primera expedición, agosto de 1914-marzo de 1915.


Marzo de 1915. En el poblado de Dikoyas (isla de Woodlark)
ve unas cuantas ofrendas ceremoniales. Obtiene los primeros
informes.

Segunda expedición, mayo de 1915-mayo de 1916.


Junio de 1915. Una visita kabigidoya llega a Kiriwina desde
Vakuta. Presencia cómo se fondean en Kavataria y a los
hombres en Omarakana, donde reúne información.
Julio de 1915. Varios grupos de Kitava desembarcan en la playa
de Kaulukuba. Interroga a los hombres en Omarakana. En
estos días recoge mucha información.
Septiembre de 1915. Intento fallido de embarcar hacia Kitava
con To'uluwa, el jefe de Omarakana.
Octubre-noviembre de 1915. Presencia la marcha de tres expedi-
ciones de Kiriwina hacia Kitava. Cada vez To'uluwa regresa
con un cargamento de mwali (brazaletes de concha).
Noviembre de 1915-marzo de 1916. Preparativos para una gran
expedición a alta mar, desde Kiriwina a las islas Marshall
Bennett. Construcción de una canoa; reparación de otra; fa-
bricación de una vela en Omarakana; botadura; tasasoria
en la playa de Kaulukuba. Al mismo tiempo obtiene infor-
mación sobre estas y otras materias relacionadas. Obtiene al-
gunos textos mágicos sobre la construcción de canoas y la
magia del Kula.

Tercera expedición, octubre de 1917-octubre de 1918.


Noviembre de 1917 - diciembre de 1917. Kula en el interior del
país; obtiene algunos datos en Tukwaukwa.
Diciembre de 1917 - febrero de 1918. Grupos de Kitawa llegan a

33
Wawela. Recogida de información sobre el yoyova. Consigue
las fórmulas mágicas del Kaygau.
Marzo de 1918. Preparativos en Sanaroa; preparativos en las
Amphletts; la flota dobu llega a las Amphletts. La expedición
uvalaku procedente de Dobu sigue hacia Boyowa.
Abril de 1918. La llegada; la recepción en Sinaketa; las transac-
ciones kula; la gran asamblea intertribal. Obtención de al-
gunas fórmulas mágicas.
Mayo de 1918. Ve un grupo de Kitava en Vakuta.
Junio - julio de 1918. En Omarakana, verificación y ampliación de
los informes sobre la magia kula y las costumbres, especial-
mente con respecto a las ramas orientales.
Agosto-septiembre de 1918. Obtiene textos mágicos en Sinaketa.
Octubre de 1918. Obtiene información de un cierto número de
indígenas de Dobu y del distrito meridional de Massim (in-
terrogados en Samarai).

Para resumir el primer punto crucial del método, digamos


que cada fenómeno debe ser estudiado desde la perspectiva, lo
más amplia posible, de sus manifestaciones concretas, y pro-
cediendo a un examen exhaustivo de los ejemplos que se espe-
cifiquen. Si es posible, los resultados deben tabularse en una
especie de cuadro sinóptico, a la vez útil como instrumento de
estudio y como documento etnológico. La ayuda que prestan ta-
les documentos y tales estudios de los hechos reales permite
exponer las líneas directrices del entramado de la cultura indíge-
na, en el sentido más amplio de la palabra, y la estructura de la
sociedad. Este método podría llamarse el método de documen-
tación estadística a partir del ejemplo concreto.

VII. [LA VIDA INDIGENA]


No hay necesidad de añadir que, a este respecto, cualquier
trabajo de campo científico está muy por encima del mejor lo-
gro amateur. Sin embargo, hay un punto en que a menudo so-
bresalen estos últimos. Sé trata de la descripción de los rasgos
íntimos de la vida indígena, de la capacidad para hacernos llegar
estos aspectos con los que sólo es posible familiarizarse a través
de un estrecho contacto con los indígenas, cualquiera que sea
la forma, durante un largo período de tiempo. Ciertos exponen-
tes del trabajo científico —en, especial los que han venido a lla-
marse «trabajos de prospección»— nos proporcionan un exce-
lente esqueleto, por así decirlo, de la estructura tribal, pero ca-
recen por completo de vida. Aprendemos mucho de la estruc-
tura de la sociedad, pero no podemos percibir ni imaginar las
realidades de la vida humana, el flujo rutinario de la vida dia-

34
ria, las ocasionales oleadas de agitación ante una fiesta, una
ceremonia o cualquier suceso inesperado. A la hora de determi-
nar los preceptos y normas de las costumbres indígenas y redu-
cirlos a una fórmula precisa, todo ello a partir de los datos
recogidos y de los relatos escuchados, nos encontramos con que
esta gran precisión es extraña a la vida real, que nunca se ajus-
ta rígidamente a ninguna norma. Es necesario, pues, enriquecer
el estudio observando la manera en que se practican las costum-
bres, cuál es el verdadero comportamiento de los indígenas
sometidos a los preceptos tan exactamente formulados por el
etnógrafo y las muchas excepciones que casi siempre se dan en
todos los fenómenos sociológicos.
Si todas las conclusiones están únicamente basadas en los
relatos de los informantes o deducidas a partir de documentos
objetivos, resultará imposible, desde luego, revitalizarlas con
datos efectivamente observados del comportamiento real. Y esta
es la razón por la que ciertos trabajos de amateurs residentes
durante muchos años en el lugar, como pueden ser comerciantes
y colonos cultivados, sanitarios, funcionarios y, por último, pero
no por ello en menor medida, u n o s cuantos misioneros inteli-
gentes y sin prejuicios, a quienes tanto debe la etnografía, su-
peran en plasticidad y viveza a muchos de los informes pura-
mente científicos. Pero si el investigador de campo adopta las
condiciones de vida descritas con anterioridad, conseguirá una
posición mucho más ventajosa que la de ningún otro blanco
residente para mantener un verdadero contacto con los indíge-
nas. Pues ningún residente vive en el poblado indígena mismo,
salvo durante períodos muy breves, y cada cual tiene sus ocu-
paciones que le absorben buena parte de su tiempo. Por otra
parte, si un comerciante, misionero o funcionario entra en rela-
ciones estrechas con el indígena, pero tiene que convertirlo, in-
fluenciarlo o utilizarlo, ello le imposibilita la observación im-
parcial y desprejuiciada, e invalida toda posible sinceridad, por
lo menos en el caso de los misioneros y funcionarios.
Viviendo en el poblado sin otra ocupación que no sea obser-
var la vida indígena, se presencian una y otra vez el desenvol-
vimiento cotidiano, las ceremonias y las transacciones, se tienen
ejemplos de las creencias tal y como son vividas en realidad,
y el cúmulo de vivencias de la auténtica vida indígena rellena
pronto el esqueleto de las reconstrucciones abstractas. Esta es
la razón por la que el etnógrafo, trabajando en las condiciones
previamente descritas, puede añadir algo fundamental al frío
esquema de la estructura tribal, aportando toda clase de deta-
lles sobre el comportamiento, el escenario y los pequeños inci-
dentes. Será incapaz de decir en cada caso si un acto es público
o privado; cómo se desarrolla una asamblea y lo que representa;
podrá juzgar si un acontecimiento es normal y corriente o ex-
traordinario y emocionante; si los indígenas lo celebran con gran

35
fervor o si se lo toman a broma; si le dan un tono superficial
o si, por el contrario, ponen mucho celo y circunspección en lo
que hacen.
En otras palabras, hay toda una serie de fenómenos de gran
importancia que no pueden recogerse mediante interrogatorios
ni con el análisis de documentos, sino que tienen que ser obser-
vados en su plena realidad. Llamémosles los imponderables de
la vida real. Aquí se engloban cosas como la rutina del trabajo
diario de los individuos, los detalles del cuidado corporal, la
forma de tomar los alimentos y de prepararlos, el tono de la
conversación y la vida social que se desarrolla alrededor de los
fuegos de aldea, la existencia de fuertes amistades o enemista-
des y de corrientes de simpatía y antipatía entre la gente, la
manera sutil pero inconfundible en que las vanidades y ambi-
ciones personales se reflejan en el comportamiento del indivi-
duo y las reacciones emocionales de los que le rodean. Todos
estos hechos pueden y deben ser científicamente formulados y
consignados; pero es necesario que se haga profundizando en la
actitud mental que estos detalles reflejan y no, como acostum-
bran a hacer los observadores no preparados, limitándose a un
recuento superficial. Y ésta es la razón por la que el trabajo
de observadores científicamente cualificados, una vez se encauce
hacia el estudio de estos aspectos íntimos, producirá —estoy se-
guro— resultados de valor incomparable. Hasta ahora sólo los
amateurs se han ocupado de ellos y, por lo tanto, los resultados
son en general mediocres.
De hecho, si recordamos que estos imponderables, ya de por
sí importantes como hechos de la vida real, son parte de la
verdadera sustancia del edificio social y sujetan los innumera-
bles hilos mantenedores de la cohesión familiar, del clan y de
la comunidad de aldea —la tribu—, su significación aparece
clara. Los más sólidos vínculos del grupo social, ya sean deter-
minados ritos, los deberes económicos y legales, las obligacio-
nes, los regalos ceremoniales o las muestras de respeto, aunque
igualmente importantes para el investigador, en realidad, son
percibidos con menos intensidad por el individuo que los cum-
ple. Apliquémonos esto a nosotros mismos: todos sabemos lo
que la «vida en familia» significa, en primer lugar y ante todo
la atmósfera hogareña, los innumerables pequeños detalles y
atenciones con que se demuestra el afecto, el mutuo interés, las
pequeñas preferencias y las pequeñas antipatías que constituyen
la intimidad. Que podamos heredar de tal persona, que tengamos
que ir al entierro de tal otra, estos son los hechos que socioló-
gicamente conforman la definición de «familia» y de «vida en
familia»; pero desde la perspectiva personal de lo que la fami-
lia verdaderamente representa para nosotros, quedan en gene-
ral muy relegados a un segundo término.
Exactamente lo mismo se podría decir de la comunidad in-

36
dígena, y si el etnógrafo pretende hacer llegar al lector la vida
real de estos pueblos no lo debe olvidar en ningún momento.
Ningún aspecto, íntimo o legal, debe pasarse por alto. Sin em-
bargo, en los trabajos etnográficos no se encuentran, por lo ge-
neral, ambos aspectos, sino uno u otro; y hasta el momento,
el intimo apenas si se ha tratado de forma adecuada. En todas
las relaciones sociales externas al marco familiar, incluso en
las que existen entre los simples miembros de una misma tribu
o, más allá, las que se dan entre miembros de distintas tribus,
sean éstas hostiles o amistosas, esta faceta íntima se refleja
en los típicos detalles del trato, en la clase de comportamiento
que adoptan unos individuos frente a otros. Esta faceta es dis-
tinta de la estructura legal, cristalizada y establecida, de las
relaciones, y necesita estudiarse y exponerse en sí misma.
Del mismo modo, cuando se estudian los actos sobresalien-
tes de la vida tribal, ya sean ceremonias, ritos, fiestas, etc.,
junto al simple esquema de los hechos, deben proporcionarse
los detalles y la tónica del comportamiento. La importancia de
lo dicho puede ilustrarse con un ejemplo. Mucho se ha dicho
y escrito sobre las supervivencias. Sin embargo, el carácter de
supervivencia en nada se expresa mejor que en los aspectos
accesorios del comportamiento, en la manera cómo se realiza.
Tomemos un ejemplo de nuestra propia cultura, ya sea la pompa
y aparatosidad de una ceremonia oficial o bien cualquier cos-
tumbre pintoresca conservada por los muchachos de la calle;
su «esquema» no nos dice nada sobre si el rito vibra todavía
con pleno vigor en el interior de aquellos que lo realizan, o si
se conserva como cosa casi muerta por simple respeto a la
tradición. Pero si se observan y comprueban los datos referen-
tes al comportamiento, el grado de vitalidad del acto se evi-
dencia. Es indudable que tanto desde el punto de vista socio-
lógico como psicológico, y para cualquier problema teórico, la
forma y el tipo de comportamiento que se observan en la cele-
bración de un acto tienen la mayor importancia. Es más, el com-
portamiento es un hecho, un hecho relevante, y se debe obser-
var. E insensato y corto de vista sería el científico que descui-
dara todo un tipo de fenómenos puestos al alcance de su mano
y los dejara perderse, sólo porque de momento no viera cuál
podría ser su utilidad teórica.
Sin duda, en este método práctico de observación y recopila-
ción de estos imponderables de ta vida real y del comporta-
miento en el campo de trabajo, la ecuación personal del obser-
vador interviene con mucho más peso que en la recolección de
datos etnográficos cristalizados. Pero, también en este caso, de-
bemos poner el mayor empeño en que los hechos hablen por
si mismos. Durante el paseo diario a través del poblado, si en-
contramos que ciertos pequeños incidentes se repiten una y
otra vez, ciertas formas características de tomar la comida, de

37
conversar o de hacer un trabajo debemos anotarlo cuanto antes.
Es importante también que este trabajo de recogida y fijación
de impresiones se comience lo antes posible en el curso del tra-
bajo sobre un distrito. Pues ciertas peculiaridades sutiles sólo
llaman la atención mientras son nuevas, dejando de percibirse
tan pronto como se hacen familiares. Otras, por el contrario,
sólo se perciben conociendo mejor las condiciones locales. Un
diario etnográfico, llevado a cabo de forma sistemática a lo lar-
go del trabajo sobre un distrito, sería el instrumento ideal para
esta clase de estudios. Y si, junto a lo normal y típico, el etnó-
grafo toma cuidadosa nota de las débiles desviaciones de la
norma y de las más acentuadas, de este modo podrá precisar
los dos extremos entre los que oscila la normalidad.
Cuando se observan ceremonias u otro tipo de acontecimien-
tos tribales, el etnógrafo no sólo debe anotar aquellos ritos y
detalles prescritos por la tradición y la costumbre como parte
esencial del acto, sino que también anotará cuidadosamente y
de forma precisa, y en su mismo orden, las acciones de los
actores y de los espectadores. Olvidándose por un momento de
que conoce y comprende la estructura de esta ceremonia y las
principales ideas dogmáticas subyacentes, el etnógrafo debería
imaginarse a sí mismo, sencillamente, en medio de una asam-
blea de seres humanos que se divierten o se comportan con
seriedad, con fervorosa concentración o con fastidiosa frivoli-
dad, que están del mismo humor que todos los días o bien exci-
tados por la emoción, etc. Si presta constante atención a este
aspecto de la vida tribal, con el empeño incesante de retenerlo
y expresarlo en términos de los hechos reales, enriquecerá sus
notas con buena cantidad de material sugestivo y de confianza.
Eso le permitirá «situar» el acto en sus propias coordenadas
dentro de la vida tribal, es decir, distinguirá si es excepcional
o corriente, según se comporten los nativos de forma rutinaria
o alteren por completo sus comportamientos. Y también podrá
aportarle todo esto al lector de forma clara y convincente.
En esta clase de trabajo, a veces, conviene que el etnógrafo
deje de lado la cámara, el cuaderno y el lápiz, e intervenga él
mismo en lo que está ocurriendo. Puede tomar parte en los
juegos de los indígenas, puede acompañarlos en sus visitas y pa-
seos, o sentarse a escuchar y compartir sus conversaciones. No
estoy completamente seguro de que todo el mundo tenga la
misma facilidad para este tipo de trabajo —quizás el tempera-
mento eslavo es más amoldable y salvaje de por sí que el de
los europeos occidentales—, pero, aunque los logros varíen, la
tentativa está al alcance de todos. De mis zambullidas en la
vida indígena —y las he hecho muy a menudo, no sólo por el
estudio en sí mismo, sino porque todos necesitamos compañía
humana—, siempre he salido con la clara convicción de que sus
comportamientos, su manera de ser en toda clase de operacio-

38
nes tribales, se me hacían más transparentes y fáciles de enten-
der que antes. Todas estas observaciones respecto al método,
el lector las volverá a encontrar, ilustradas, en los capítulos si-
guientes.

VIII. [CONCEPCIONES, OPINIONES


Y FORMAS DE EXPRESIÓN]
Pasemos, por fin, al tercero y último propósito del trabajo de
campo científico, al último tipo de fenómenos que deben tener-
se en cuenta con objeto de proporcionar un cuadro completo y
adecuado de la cultura indígena. Junto a los grandes rasgos de la
estructura tribal y los datos culturales esquematizados que for-
man el esqueleto, junto a los datos de la vida diaria y el com-
portamiento habitual que, por así decirlo, son su cuerpo vivien-
te, es necesario, todavía, tener en cuenta la mentalidad: las
concepciones, las opiniones y la forma de expresarse del indí-
gena. En todos los actos de la vida tribal se dan, en primer
lugar, la rutina prescrita por la costumbre y la tradición, luego
la forma en que se lleva a cabo y, por último, la interpretación
que le dan los indígenas de acuerdo con su mentalidad. Un
hombre que se somete a las diversas obligaciones impuestas
por la costumbre, que actúa según la tradición, lo hace obede-
ciendo a ciertos móviles, para corroborar ciertos sentimientos,
guiado por ciertas ideas. Estas ideas, sentimientos y móviles
están modelados y condicionados por la cultura en que se en-
cuentran y constituyen, por tanto, una peculiaridad étnica de
tal sociedad. En consecuencia, debemos hacer un esfuerzo por
recogerlos y estudiarlos.
¿Es esto posible? ¿No son estas predisposiciones subjetivas
demasiado informes y escurridizas? Incluso admitiendo que, por
lo general, la gente sienta, piense y experimente ciertos estados
psicológicos en relación con el cumplimiento de los actos im-
puestos por la costumbre, a la mayoría de ellos no les es posi-
ble formular en palabras tales predisposiciones. Desde luego,
este último punto hay que darlo por probado, y quizá sea el
auténtico nudo gordiano del estudio de los hechos de la psicolo-
gía social. Sin tratar de cortar o desatar este nudo, es decir, sin
resolver el problema teóricamente ni profundizar en el terreno
de la metodología general, me ocuparé directamente del proble-
ma de los medios prácticos para superar algunas de las difi-
cultades que presenta.
Ante todo, quede bien sentado que aquí vamos a estudiar
formas estereotipadas de pensar y de sentir. Como sociólogo,
no me interesa saber lo que A o B puedan pensar en tanto que
individuos, de acuerdo con sus azarosas experiencias personales;
solamente me interesa lo que sienten y piensan en tanto que

39
miembros de una comunidad determinada. Dentro de este mar-
co, sus estados mentales reciben un sello particular, se estereo-
tipan en concordancia con las instituciones en las cuales viven,
con la influencia de la tradición y el folklore, y con el verdadero
vehículo del pensamiento, o sea, el lenguaje. El medio ambiente
social y cultural que les rodea les empuja a pensar y a sentir
de una forma determinada. En consecuencia, un hombre que
vive en una comunidad poliándrica no puede experimentar los
mismos sentimientos celosos que un estricto monógamo, aunque
podría tener alguna clase de celos. Un hombre que vive dentro
de la esfera del Kula no puede permanecer apegado, ni senti-
mental ni permanentemente, a sus bienes por mucho valor que
les conceda. Estos ejemplos se dan sin mayor elaboración, pero
se encontrarán otros mejores a lo largo del texto de este libro.
Así, pues, podríamos enunciar el tercer precepto del trabajo
de campo de la siguiente manera: descubrir las formas típicas de
pensar y sentir que corresponden a las instituciones y a la cul-
tura de una comunidad determinada, y formular los resultados
de la forma más convincente. ¿Cuál será el método a seguir? Los
mejores autores de etnografía —de nuevo en este caso la escue-
la de Cambridge, con Haddon, Rivers y Seligman, se sitúa en
primera fila de la etnografía inglesa— siempre se han esfor-
zado por citar verbatim las declaraciones de importancia cru-
cial. También han recogido los términos indígenas de clasifica-
ción —sociológicos, psicológicos y profesionales—, y han suminis-
trado el contorno verbal del pensamiento indígena con la má-
xima precisión posible. El etnógrafo puede dar un paso adelante
en esta dirección si aprende la lengua indígena y la utiliza como
instrumento de investigación. Cuando yo trabajaba en lengua
kiriwiniana, todavía tuve algunas dificultades para escribir los
relatos traduciéndolos directamente, tal y como solía hacer al
principio para tomar las notas. A menudo, la traducción despo-
jaba al texto de todas sus características significativas, le qui-
taba todas las inflexiones; de manera que, poco a poco, empecé
a apuntar ciertas frases importantes tal y como me las decían
en el habla indígena. A medida que progresaban mis conocimien-
tos del idioma, escribía más y más cosas en kiriwiniano, hasta
que por último acabé escribiendo exclusivamente en esta len-
gua, tomando notas con rapidez, palabra por palabra, de cada
relato. Tan pronto hube alcanzado este nivel me di cuenta de
que, de este modo, estaba adquiriendo al mismo tiempo un
abundante material lingüístico y una colección de documentos
etnográficos que creo necesario reproducir tal y como fueron
tomados, aparte de usarlos para la redacción de este trabajo. 10

10. Poco después de haber adoptado esta medida recibí una carta del doc-
tor A. H. Gardiner, el conocido egiptólogo, recomendándome hacer esto
mismo. Desde su punto de vista de arqueólogo, veía con toda naturalidad las

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Este corpus inscriptionum kiriwitiiensium no sólo me será útil
a mí mismo, sino a todos aquellos que, por su mayor agudeza
y habilidad para interpretarlo, puedan encontrar matices que
escapen a mi atención; del mismo modo que otros corpora cons-
tituyen las bases para diversas interpretaciones de culturas anti-
guas y prehistóricas, con la única diferencia de que todas estas
inscripciones etnográficas son claras y descifrables, han sido
traducidas casi por completo y sin ambigüedades, y se les han
intercalado comentarios indígenas o scholia procedentes de fuen-
tes vivas.
No es necesario insistir sobre este punto, ya que más adelante
se le dedicará todo un capítulo (capítulo XVIII) que, además,
contiene ejemplos de varios textos indígenas. El Corpus, por su-
puesto, se publicará separadamente en fecha posterior.

IX. [RESUMEN DE LA ARGUMENTACIÓN]


Nuestras consideraciones indican, pues, que la meta del tra-
bajo etnográfico de campo debe alcanzarse a través de tres vías:
1. La organización de la tribu y la anatomía de su cultura
debe recogerse en un esquema preciso y claro. El método de
documentación concreta estadística es el medio que permite
construir tal esquema.
2. Dentro de este entramado hay que insertar los imponde-
rables de la vida real y el tipo de comportamiento. Estos datos
se consiguen gracias a la observación minuciosa y detallada, en
forma de una especie de diario etnográfico, posible a partir de
un estrecho contacto con la vida indígena.
3. Una colección de informes, narraciones características, ex-
presiones típicas, datos del folklore y fórmulas mágicas se agru-
pan en el corpus inscriptionum, exponente de la mentalidad in-
dígena.
Estas tres vías de acceso conducen a la meta final, y el etnó-
grafo nunca debería perderlas de vista. La meta es, en resumen,
llegar a captar el punto de vista del indígena, su posición ante
la vida, comprender su visión de su mundo. Tenemos que estu-
diar al hombre y debemos estudiarlo en lo que más íntimamente
le concierne, es decir, en aquello que le une a la vida. En cada
cultura los valores son ligeramente distintos, la gente tiene dis-
tintas aspiraciones, cede a determinados impulsos, anhela distin-
tas formas de felicidad. En cada cultura se encuentran dis-

enormes posibilidades que ofrecía para el etnógrafo obtener un cuerpo de


fuentes escritas similar a los que nos han legado las culturas antiguas, con la
posibilidad suplementaria de aclararlas gracias al conocimiento personal de la
vida de esta cultura en todos sus aspectos.

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tintas instituciones que le sirven al hombre para conseguir sus
intereses vitales, diferentes costumbres gracias a las cuales satis-
face sus aspiraciones, distintos códigos morales y legales que
recompensan sus virtudes y castigan sus faltas. Estudiar estas
instituciones, costumbres o códigos, o estudiar el comportamien-
to y la mentalidad del hombre, sin tomar conciencia del porqué
el hombre vive y en qué reside su felicidad es, en mi opinión,
desdeñar la recompensa más grande que podemos esperar obte-
ner del estudio del hombre.
En los capítulos siguientes el lector encontrará, ilustradas,
todas estas generalizaciones. Veremos en ellos al salvaje luchan-
do para satisfacer ciertos deseos, para alcanzar cierto tipo de
valores, para seguir el camino de su ambición social. Lo veremos
entregado a peligrosas y difíciles empresas, consecuencia de una
tradición de proezas mágicas y heroicas. Le veremos siguiendo
el reclamo de sus propias leyendas. Cuando leamos el relato
de estas costumbres remotas, quizá brote en nosotros un senti-
miento de solidaridad con los empeños y ambiciones de estos
indígenas. Quizá comprenderemos mejor la mentalidad humana
y eso nos arrastre por caminos nunca antes hollados. Quizá la
comprensión de la naturaleza humana, bajo una forma lejana
y extraña, nos permita aclarar nuestra propia naturaleza. En
este caso, y solamente en éste, tendremos la legítima convicción
de que ha valido la pena comprender a estos indígenas, a sus
instituciones y sus costumbres, y que hemos sacado algún pro-
vecho del Kula.

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