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TEMA 2

El derecho civil de las Comunidades Autónomas: antecedentes


históricos. Estado actual de la cuestión a partir de la Constitución
española de 1978. Estudio especial del artículo 149-1-8ª de la
Constitución.

1.- El derecho civil de las Comunidades Autónomas: antecedentes


históricos.

Importante: Una de las peculiaridades de España desde el punto de


vista jurídico-privado es que no existe un derecho civil único para todo el
territorio español, sino que dentro de éste coexisten ordenamientos
jurídicos privados diferentes.
Por un lado, hay un derecho civil común o general aplicable a todo
el territorio español, básicamente contenido en el Código Civil.
Por otro lado, en determinados territorios y Comunidades
Autónomas existe un derecho civil especial o foral, propio de ellas, que se
aplica dentro de su territorio con carácter preferente y excluyente al
derecho común, actuando el derecho común o general con carácter
supletorio respecto de aquellas instituciones jurídicas que no tienen
regulación especial.

Ello es así desde la época de la reconquista, que trajo consigo la


fragmentación de la península en diversos Reinos, cada uno de los cuales
tenía sus propias instituciones políticas y jurídicas, y sus propios
ordenamientos jurídicos privados.

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Desde 1469, en época de los Reyes Católicos, hasta 1707 en España hubo
unidad de monarquía y pluralidad de naciones, cada una de ellas con sus
particularidades y sus propios ordenamientos jurídicos (reinos de Castilla,
de Valencia, de Navarra, de Mallorca, principado de Cataluña y Señorío de
Vizcaya).

En los primeros años del siglo XVIII comienza a reinar en España la


monarquía de los Borbones, que implantó una auténtica unidad política,
con la finalidad de someter a todos los territorios a unas mismas leyes,
usos y costumbres, lo que se instrumentalizó a través de los "Decretos
de Nueva Planta" emitidos por Felipe V, que primero derogaron los
Derechos de las regiones que los tenían, aunque más tarde se
restablecieron algunos con la llamada "Nueva Planta de las Audiencias",
como fue el caso de Cataluña o Aragón, pero no así el de Valencia. Se
salvaron de la derogación el Reino de Navarra y también los territorios
comprendidos en el País Vasco.

A principios del siglo XIX, por tanto, existían en España una serie de
ordenamientos jurídicos privados de naturaleza especial que estaban
vigentes en determinados territorios, pero cuyas fuentes de producción y
renovación habían sido cegadas por la monarquía absolutista de los
borbones.

También a principios del siglo XIX florece el ideal codificador. La


Constitución española de 1812 y el proyecto de Código Civil del año 1851
tienen un marcado propósito unitario y centralizador.

Pero en la segunda mitad del Siglo XIX, debido a una serie de razones
económicas y políticas, florecen los regionalismos y el afán por conservar
las particularidades jurídicas existentes en determinadas regiones, lo que
hace que no quepa discusión acerca de la necesidad de preservarlas, si
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bien las fórmulas para hacerlo variaban.

En el año 1880, a la Comisión General de Códigos se agregan


representantes de las regiones forales con el fin de redactar memorias
que recogieran las instituciones civiles forales de las respectivas regiones,
incluyéndolas como excepciones en el Código civil general.
En una segunda etapa de esta nueva aspiración codificadora se persigue
la publicación de un Código Civil General sobre las base del Derecho
Castellano y Apéndices al mismo en los que se contendrían las
particularidades vigentes en los territorios forales que convenía conservar.
En Octubre de 1881, Alonso Martínez, entonces Ministro de Gracia y
Justicia, presentó un proyecto de bases al Senado para elaborar un
Código Civil. En tal proyecto se contemplaba que serían objeto de ley
especial y separada aquellas instituciones de las regiones aforadas que
fuera imposible suprimir y que el Código Civil se aplicaría de forma
supletoria.

Un cambio político llevó al Ministerio de Gracia y Justicia a Francisco


Silvela quien, en enero de 1885, presentó a las Cortes un proyecto de
Ley de Bases más respetuoso con las regiones forales que el de 1881.
Esta ley de bases se rige por el sistema de Código para el derecho común
y de Apéndices para las legislaciones forales. Sin embargo, el sistema de
Apéndices fracasó, llegándose únicamente a elaborar el Apéndice de
Aragón en el año 1925.

Con la llegada de la segunda república, la Constitución de 1931 no sólo no


impidió la existencia de derechos forales, sino que además consagró
políticamente las legislaciones civiles de aquellas regiones a las que se
otorgaron estatutos autónomos, permitiéndose la producción de nuevas
leyes por sus propios órganos legislativos.

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Tras finalizar la guerra civil en el año 1939 se instaura en España la
dictadura del General Franco. En el año 1946 se celebró un Congreso en
Zaragoza cuyo tema fundamental fue el estudio actual y futuro de las
legislaciones forales. En este Congreso se aprobó como conclusión la
elaboración de un Código Civil en España que recogiese las instituciones
de derecho civil común, el derecho territorial o foral y las peculiaridades
jurídicas de algunas regiones. La idea fue asumida por el Gobierno que,
junto con la labor de las Comisiones de juristas de las regiones forales,
promulgó una serie de leyes estatales en las que se contenían las
Compilaciones de los derechos civiles especiales o forales.
Pese a que el sistema de compilaciones forales se adoptó en plena
dictadura, dicho sistema excluía toda idea de limitación o sacrificio de los
derechos forales, que resultaron notablemente ampliados. Así surgieron
las compilaciones de Vizcaya y Alava; la de Cataluña y la de las Islas
Baleares; las de Aragón y Navarra o la de Galicia. Actualmente las normas
recogidas en esas compilaciones, y las posteriores que las han
desarrollado y modificado, son normas propias de las Comunidades
Autónomas correspondientes.

*** Las principales diferencias existentes entre el derecho civil común y


el especial o foral se centraban y se centran en la actualidad en el
tratamiento jurídico de los regímenes económicos matrimoniales y en
materia sucesoria. Por ejemplo, en el derecho civil común el régimen
económico matrimonial que rige en defecto de capitulaciones
matrimoniales es el de sociedad de gananciales; sin embargo, en
Cataluña, el régimen supletorio de primer grado es el de separación de
bienes. Es decir, si un matrimonio no tiene capitulaciones matrimoniales
se regirá por la sociedad de gananciales si reside en Segovia; pero si
reside en Cataluña, se regirá por la separación de bienes.

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Mención especial merece el llamado Fuero de Baylío. Se trata de
una norma que tiene vigencia en algunas poblaciones de la provincia de
Badajoz (Alburquerque, Jerez de los Caballeros), cuya existencia y
vigencia data de una pragmática de Carlos III de 1778 recogida en la
novísima recopilación. Tal norma está expresamente reconocida en el
Estatuto de Autonomía de Extremadura. Contiene en materia de derecho
privado una única institución que es la comunidad universal de bienes en
el matrimonio. Con arreglo a ella, los bienes que los casados aportan al
matrimonio y los que después adquieran por cualquier título, se
comunican y someten a partición como gananciales.

2.- Estado actual de la cuestión a partir de la Constitución


española de 1978. Estudio especial del artículo 149-1-8ª de la
Constitución.

Al promulgarse la Constitución de 1978 los derechos civiles especiales o


forales han sufrido un notable giro como consecuencia de que la
Constitución reconoce en su artículo 2 la autonomía de las nacionalidades
y regiones que integran la Nación española, dando lugar a la creación del
denominado Estado de las Autonomías (artículo 143 CE).

Dice el artículo 1 de la CE que España se constituye en un Estado Social y


democrático de derecho; que la soberanía nacional reside en el pueblo
español, del que emanan todos los poderes del Estado (legislativo,
ejecutivo y judicial).
Las Comunidades Autónomas, por su parte, están sometidas a la

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Constitución y a su propio estatuto de autonomía que es para cada
Comunidad su “Constitución específica”, su norma suprema por debajo de
la Constitución.
En el estatuto de autonomía se recogen las normas por las que se rigen
las instituciones autonómicas. Las Comunidades Autónomas tienen sus
propias Asambleas Legislativas que pueden dictar leyes propias aplicables
en su territorio, al igual que en el ámbito estatal lo hacen las Cortes
Generales, compuestas por el Congreso de los Diputados y el Senado.
Las leyes dictadas por las Asambleas Legislativas de las Comunidades
Autónomas en el ámbito de sus competencias tienen igual valor y rango
que las leyes estatales, de forma que la prevalencia en la aplicación de
leyes estatales o de leyes autonómicas a un caso concreto se determina
en virtud del principio de competencia, y no por el principio de jerarquía.

Precisamente por ello se hacía necesario establecer qué competencias


pueden asumir las Comunidades Autónomas sobre las que pueden legislar
y realizar labor de gobierno y gestión, y qué competencias corresponden
al Estado. A esa finalidad responden los artículos 148 y 149 de la CE.

En lo referente a la materia civil, destaca el artículo 149-1-8ª de


la Constitución, que establece lo siguiente:

“El Estado tiene competencia exclusiva en materia de legislación


civil, sin perjuicio de la conservación, modificación y desarrollo por las
Comunidades Autónomas de los derechos civiles, forales o especiales, allí
donde existan. En todo caso, las reglas relativas a la aplicación y eficacia
de las normas jurídicas, relaciones jurídico-civiles relativas a las formas
del matrimonio, ordenación de los registros e instrumentos públicos,
bases de las obligaciones contractuales, normas para resolver los
conflictos de leyes y determinación de las fuentes del Derecho, con

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respeto, en este último caso, a las normas de derecho foral o especial.”

Vamos a intentar explicar el apartado 8 del artículo 149-1 de la


Constitución.

Según la doctrina, este precepto contiene tres reglas:

1ª.- La regla general, por la cual es competencia exclusiva del Estado la


legislación civil.
2ª.- La regla de salvaguarda, porque permite a las Comunidades
Autónomas la conservación, modificación y desarrollo de los Derechos
forales en ellas existentes.
3ª.- La regla de reserva final, por la cual se atribuye al Estado, en todo
caso, una competencia exclusiva sobre determinadas materias.

Y de él cabe extraer tres conclusiones:

1ª.- Los antiguos derechos civiles especiales o forales, que fueron


recogidos en las Compilaciones, han pasado a formar parte del
ordenamiento jurídico de las Comunidades Autónomas correspondientes y
son, por tanto, derechos autonómicos (Es el caso de Aragón, Cataluña,
Navarra, Galicia, Baleares, País Vasco).

2ª.- A partir de la aprobación de los Estatutos de Autonomía, las


Asambleas legislativas de las Comunidades Autónomas tienen
competencia para legislar en materia de conservación, modificación y
desarrollo de los derechos forales, y para legislar sobre materias civiles
que no sean de la competencia exclusiva del Estado.

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3ª.- En aquellas materias jurídico civiles que sean competencia exclusiva
del Estado, el Código Civil y la legislación civil en general es derecho del
Estado de aplicación general y directa en todo el territorio nacional.

Sin embargo, en las materias jurídico civiles que sean competencia de las
Comunidades Autónomas, el derecho del Estado será supletorio del
derecho de las Comunidades Autónomas, porque así lo dispone el artículo
149-3 de la CE.

** Competencias exclusivas del Estado en materia de legislación


civil (reserva final del artículo 149-1-8ª de la CE).

Son las siguientes:

1.- Las reglas relativas a la aplicación y eficacia de las normas


jurídicas de toda clase.

A ello se destinan los capítulos II y III del Título preliminar del Código
Civil, que estudiaremos más adelante.

2.- Las relaciones jurídico civiles relativas a las formas del


matrimonio.

Es competencia exclusiva del Estado la regulación del matrimonio y de las


diversas formas de contraerlo (civil, religiosa), así como los derechos y
deberes entre los cónyuges. Sin embargo, quedan excluidos de la
competencia exclusiva del Estado los regímenes económicos
matrimoniales, de forma que las Comunidades Autónomas con derecho
civil especial o foral pueden regular dichos regímenes en su territorio.

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3.- La ordenación de los Registros e instrumentos públicos, que no
sean de carácter meramente administrativo.

Por ejemplo, son competencia exclusiva del Estado la regulación del


Registro Civil, del Registro de la Propiedad, el Registro de bienes muebles,
etc).

4.- Las bases de las obligaciones contractuales

Se refiere a las reglas generales sobre obligaciones nacidas de los


contratos y la regulación de los contratos (artículo 1088 y siguientes del
Código Civil ) y las obligaciones extracontractuales (artículo 1902 y
siguientes del CC).

5.- Las normas para resolver los conflictos de leyes

Se refiere a los conflictos de leyes del Estado en el espacio, para resolver


qué norma resulta aplicable en un determinado territorio (derecho
interregional).

6.- La determinación de las fuentes del Derecho

Se ha de tener en cuenta que la propia Constitución señala que se


respetará en este punto lo que establecen las normas de derecho civil
especial o foral.
Eso significa que cada uno de los ordenamientos jurídico-civiles forales o
especiales puede regular su propio sistema de fuentes y hacerlo de
manera distinta a la establecida en la legislación general (capítulo I del
Título preliminar del CC). El derecho foral navarro, por ejemplo, establece
como primera fuente la costumbre, por encima incluso de la ley escrita.

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*** Por último decir que un ciudadano español que vive en territorio
español estará sujeto al derecho civil común, o al especial o foral, en
virtud de cuál sea su vecindad civil (artículo 16 del CC). Por tanto, la
vecindad civil es el vínculo de dependencia regional por el cual una
persona queda sujeta al derecho civil común, o al especial o foral.
Ejemplo: un español que reside de forma permanente en Cataluña y tiene
allí su vecindad civil está sujeto al régimen civil foral de Cataluña. Un
español que reside permanentemente en Segovia está sujeto al derecho
civil común o general, porque en Castilla y León no existe un derecho civil
foral o especial.

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