Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1
EL PROGRAMA ANALITICO
Podríamos establecer, de manera sin duda arbitraria, siete etapas en lo que ha dado en
llamarse el programa analítico:
1. Los precursores: Frege; "Sentido y referencia" 1891 y los empirio-criticistas: Mach y
Avenarius
2. El atomismo lógico: 1er. Wittgenstein y Russell
3. El Círculo de Viena y la Escuela empirista de Berlín: R. Carnap, M. Schlick, O. Neurath,
etc.
4. La Escuela polaca: Lukasiewiz, Tarski.
5. Teoría analítica de la Ciencia: Hempel, Nagel y Stegmüller.
6. Filosofía Analítica del Lenguaje ordinario o fenomenología lingüística: 2do. Wittgenstein,
Austin, Ryle y Strawson.
7. Las corrientes postpositivistas de la ciencia: Kunt, Lakatos y Feyerabent.
Ideas clave:
A. filosofía analítica del lenguaje ideal
1. En toda dilucidación teórica es necesario conocer los conceptos con los que operamos
debido a que para conocer el mundo estamos mediatizados por el lenguaje, y
fundamentalmente por los giros del lenguaje cotidiano.
2. No podemos quedarnos en la riqueza del lenguaje cotidiano, que a la vez es vago y confuso.
Cuando nuestros objetivos son teoréticos, el lenguaje ordinario no puede ser tenido como base
sino que debemos buscar un lenguaje ideal, científico.
2
EL MÉTODO DEL ANÁLISIS
Para esclarecer, así sea someramente, los ejes de la tradición analítica es preciso definir o al
menos caracterizar qué se está entendiendo en Filosofía Analítica por análisis. Una definición
formal de análisis, muy general, que es correcta pero no elucidatoria es la siguiente: el análisis
consiste en el hallazgo de los elementos últimos. A esta definición podemos agregar una serie
de características también generales. A saber:
1. No es un ejercicio verbal, es decir, en esta corriente de la filosofía no se trata de
hacer análisis sintáctico sino de rastrear el orden lógico del lenguaje.
2. Solo pude ser de lo complejo. De este modo, los filósofos analíticos presuponen que
el lenguaje es un conjunto de elementos que mantienen relaciones. Estos elementos son, por
un lado, las proposiciones (atómicas o moleculares) y por otro, los nombres.
3. Es como una definición.
4. Puede ser correcto o incorrecto (en las primeras épocas)
5. Puede aplicarse a una variedad de cosas. En este caso al ámbito del lenguaje y el
pensamiento, por ello,
6. tiene que ver con la lógica
7. Debe detenerse en algún lugar. Busca los elementos últimos.
3
Frege fue el primer lógico que se propuso elaborar un método para solventar los
problemas que genera el lenguaje al pensamiento. Su propuesta condujo a vincular la noción
de análisis de la que hablábamos más arriba con la lógica matemática.
Así, tanto Frege como posteriormente Russell concibieron la lógica como un
lenguaje ideal. Ahora bien, ¿en qué consistiría un lenguaje lógicamente perfecto? En un
lenguaje lógicamente perfecto, los términos de una proposición se corresponderían uno a
uno con los componentes del hecho correspondiente, con la excepción de palabras como
“o”, “no”, “si”, “entonces”, que desempeñan una función diferente. En un lenguaje
lógicamente perfecto, habría una palabra, y no más, para cada objeto simple, y todo aquello
que no fuera simple se expresaría por medio de una combinación de palabras, combinación
formada, naturalmente, a partir de las palabras correspondientes a las cosas simples –una
palabra para cada componente simple- que forman parte de ese complejo. Un lenguaje de
este tipo sería completamente analítico, y mostraría a simple vista la estructura lógica de los
hechos afirmados o negados. El lenguaje que de esa manera se establece en Principia
Mathematica de Russell y en la Conceptografía de Frege pretende ser un lenguaje con esas
características. Los lenguajes comunes no son lógicamente perfectos en este sentido, ni
posiblemente tampoco pueden serlo, si han de servir para los propósitos de la vida
cotidiana.
Esta propuesta fregeana y russelliana tiene como consecuencia una redefinición de la
filosofía misma, a saber:
La filosofía se ocupa, como uno de sus principales cometidos, de analizar el lenguaje para
superar los obstáculos lógicos que éste tiene.
4
Por este tipo de problemas es que Russell introduce una serie de modificaciones a la propuesta
fregeana.1 Entre ellas:
1
Véase, Russell, B., “On denoting” en Mind 14 (1905), pp. 479-493 y “Knowledge by Acquaintance and
Knowledge by Description” en Proceedings of the Aristotelian Society 11, 1910-11
2
Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus, Madrid, Alianza, 1985.
5
1. TEORÍAS DEL DENOTAR: G. FREGE Y B. RUSSELL.
G. FREGE (1848-1925)
1.1. “SENTIDO Y REFERENCIA3”
La teoría fregeana de la referencia que nos interesa trabajar en este curso se inscribe en el
programa logicista de Frege, el que suscribe dos tesis:
1. la matemática es lógica
3
Frege, G. 1892. “Sobre sentido y referencia”, en L. M. Valdés (comp.): La búsqueda del significado,
Tecnos, Madrid, 1999. Como apoyo, García-Carpintero, M.: Las palabras, las ideas y las cosas, Ariel,
Barcelona, 1996.
6
2. la semántica también lo es.
Primero se postula la noción de contenido, entendido como el juicio que expresa una
oración independientemente de las distintas formas gramaticales que pueden utilizarse para
ello.
Tercero, la cantidad del juicio, particular o universal, se explica con base en una teoría
cuantificacional; y su cualidad, afirmación o negación, se explican como operaciones que
se llevan a cabo sobre el juicio.
En la teoría fregeana las oraciones son los nombres propios de los valores veritativos, los
cuales a su vez son objetos. Así como se obtuvieron funciones de verdad con base en la
estructura lógica, se obtendrán ahora funciones proposicionales con base en la estructura
proposicional. Una función proposicional consiste en un lugar de argumento y una
expresión funcional.
7
La semántica fregeana clásica se origina en la Conceptografía y se basa en los principios
composicionales y extensionales. La noción de referencia es la piedra de toque de la teoría. 4
Frege publicó “Über Sinn und Bedeutung” originalmente en 1891. En este artículo,
comenzó afirmando que la idea de igualdad constituye un desafío para la reflexión
filosófica. El problema que plantea la igualdad (identidad) es el siguiente:
Supongamos dos oraciones idénticas verdaderas:
“Venus = Venus” y “Venus – la estrella matutina”.
La primera es trivial, una tautología que no nos da ninguna información. Sin embargo, la
segunda oración no es trivial. Representa una extensión de nuestro conocimiento. Ahora
bien, si las dos oraciones dicen de un objeto particular que es idéntico a sí mismo, ¿cómo
puede ser que la segunda oración sea significativa mientras que la primera no lo es? Al
identificar el mismo objeto dos veces, ¿no nos estamos simplemente repitiendo?
.
Frege resuelve este problema trazando una distinción tripartita entre las expresiones
lingüísticas, lo que significan y a lo que se refieren. De hecho lo que plantea es que el
concepto de “significado” es ambiguo: unas veces, al hablar sobre el significado de una
unidad lingüística, estamos hablando sobre su connotación o sentido y otras veces sobre la
referencia o el objeto al que se refiere o menciona.
De acuerdo con esto, propuso un vocabulario técnico para discriminar entre esos dos usos
diferentes del término. Al uso connotativo lo llama “Sinn” (sentido) y al uso referencial
“Bedeutung” (referencia).
La idea básica de Frege es que toda expresión significativa tiene Sinn (sentido) y puede que
también tenga Bedeutung. “intensión” y “expresión” (referencia)
Al establecer que Venus es idéntica a la estrella matutina, estamos haciendo algo más que
repetirnos. Estamos añadiendo nueva información, a saber, que este es el objeto celeste que
primero aparece en el cielo por la mañana. Todo el mundo sabe a priori que Venus es
4
Los párrafos anteriores se apoyan en la ideas vertidas por Lourdes Valdivia en “Teorías de la referencia” en
Juan José Acero (ed) Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía (Filosofía del Lenguaje I. Semática), Madrid,
Trotta, 1998, pp. 57-81.
8
Venus, pero constituyó un descubrimiento astronómico establecer que Venus es idéntico a
la “estrella” que primero aparece por la mañana en el cielo. El conocimiento de que uno se
está refiriendo al mismo planeta con una descripción especial es lo que hace que la oración
sea significativa y no trivial.
La solución de Frege consistió en decir que los dos términos, “Venus” y “la estrella
matutina”, tienen significado idéntico en el sentido extensional (referencia) pero no en el
sentido intensional (sentido), y precisamente esta última diferencia es la que hace que la
segunda oración sea significativa.
Frege llama a todas las palabras individuales, y a sus combinaciones gramaticalmente
correctas, “nombres”.
5
Se puede encontrar este artículo traducido en Frege, G. 1892. “Sobre sentido y referencia”, en L. M. Valdés
(comp.): La búsqueda del significado, Tecnos, Madrid, 1999. También hay traducción en T. Moro Simpson
Vid infra.
9
La denotación de un nombre propio es el objeto mismo que designamos por medio de él; la imagen que
tenemos en tal caso es totalmente subjetiva; entre ellos está el sentido, que no es subjetivo como la imagen
pero que, sin embargo, no es el objeto mismo.6
La idea clave para nuestra temática es que Frege distingue entre significado (sentido, en su ter-
minología) y referencia. Considera que hay objetos a los que se refieren los nombres propios7.
La gramática, la lógica viene determinada por la realidad. Por ello el lenguaje pasa a primer
plano como problema filosófico y la línea de resolución es el simbolismo. Las palabras son
nombres de objetos. La combinación de palabras permite formar proposiciones. De manera
que las proposiciones son combinaciones de signos simples.
6
G. Frege, "Sobre sentido y detonación" en Thomas Moro Simpson, Semántica filosófica: Problemas y
discusiones, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1973.
7
En este sentido podría decirse que Frege es un realista.
10
Una de las implicaciones de esta teoría del nombrar es que estamos suponiendo dos
niveles en el lenguaje: el mental (ámbito del pensamiento) y el público. El lenguaje se
convierte así en medio de expresión del pensamiento. Todos estos planteamientos se verán
rechazados en los primeros parágrafos de las Investigaciones Filosóficas.
“Nombre” para Frege es un término técnico y puede significar dos cosas: lo que
conocemos como sujeto de la oración y la oración misma. No distingue entre los nombres que
aparecen como sujetos y que son simples (Miguel) y los que aparecen como sujetos, pero son
compuestos (el rey de Francia). Para él, tanto nombres como descripciones, si aparecen como
sujetos de la oración, son nombres. (Veremos que este aspecto será revisado por Russell a fin
de evitar afirmar la existencia de descripciones tales como “El actual rey de México” y de
objetos que no existen)
Las oraciones son “nombres complejos”. Distingue también, dentro de la oración, el
predicado que es un signo diferente del nombre cuya referencia no es un objeto sino un
concepto.
Es importante enfatizar que la distinción entre sentido y referencia se presenta por
vez primera en este artículo de Frege “Sobre el sentido y la referencia” (“Uber Sinn und
Bedeutung”), en 1892, e “instaura las que en adelante llamaremos “semánticas
intensionales” en virtud de que las nociones puramente referenciales (extensionales)
contenidas en la semántica original no bastaron para explicar el carácter informativo de las
oraciones al menos en dos casos: primero, en enunciados analíticos de la forma “a=b” y,
segundo, en razonamientos prima facie válidos.”8
“Recapitulemos. La noción de sentido juega al menos dos papeles en las semánticas
fregeanas. Primero, determina la referencia del nombre; es decir, aquello que satisfaga los
atributos que establece el sentido expresado por la palabra será el portador del nombre.
Segundo, si no hubiera ningún portador, la palabra no carece de significado, pues aun
cuando el nombre carezca de referente podemos dar respuesta a preguntas como ¿quién es
Edipo?”9
De manera que el principio de la indeterminación de la referencia, por parte del
sentido, puede expresarse también en tanto principio de la referencia necesariamente indirecta.
8
Lourdes Valdivia, op. cit., p. 66
9
Lourdes Valdivia, op.cit
11
El concepto de existencia
Para Frege, como ya vimos, todo sujeto de una oración es un nombre, al que podemos cali-
ficar de “simple”. En contraposición a los nombres simples están los “nombres complejos”,
es decir, las oraciones. Una oración está compuesta por nombres, pero también por predica-
dos, que aunque son signos no son nombres. La referencia de un predicado no es un objeto
sino un concepto. Para dar cuenta de la noción de existencia Frege recurre a las nociones de
argumento y función. Una función es una expresión “insaturada”, es decir, a la que algo le
falta. (Lo que le falta es efectivamente el nombre). De manera que la noción de existencia
es introducida a través del simbolismo (]x)fx, es decir, a través del cuantificador existen-
cial. La existencia no es pues, un predicado como cualquier otro sino un predicado de se-
gundo orden. Los juicios de existencia expresan propiedades de conceptos y no de indivi-
duos. Por ello, cuando decimos que algo existe, no se está atribuyendo propiedad ninguna
de este algo, sino que se está predicando algo de un concepto. Por lo general, diría Frege, se
confunden propiedades de conceptos con propiedades de individuos.
12
BERTRAND RUSSELL (1872-1970)
1.2. TEORÍA DEL DENOTAR RUSSELLIANA
10
Cfr., Avrum Stroll, La filosofía analítica del siglo XX,
13
En 1900, elaboró la teoría de la proposición en la que distingue: nombres propios,
adjetivos y verbos. Los demás son términos sincategoremáticos, es decir, conectivas lógicas
no relevantes semánticamente:
Del mismo modo que en la teoría de Frege, y quizás por el mismo motivo, Russell insistió
en que el lenguaje ordinario es un lenguaje imperfecto, no sólo porque es inútil para la
expresión precisa del pensamiento, sino también porque es engañoso en la medida en que
induce a errores y oculta su estructura auténtica. De las deficiencias del lenguaje común
que Russell identifica, las que más le preocupan son las sintácticas por cuanto conducen a
los errores filosóficos más graves al dar “sustento” a sistemas de pensamiento equivocados.
La principal tarea de la filosofía es, de acuerdo con lo dicho hasta el momento, el análisis
del lenguaje para poner de relieve su estructura lógica genuina. Pero este análisis no es un
14
ejercicio gratuito, sino que es el núcleo del quehacer filosófico, la tarea que consiste en
mostrar la forma en que el lenguaje efectivamente corresponde con la realidad. Este análisis
debe de estar dirigido a mostrar la forma lógica del enunciado, entendida ésta como la
estructura formal de las relaciones entre sus elementos, es decir, dejando de lado cualquier
consideración acerca de su naturaleza.
15
La teoría de las descripciones descubre la falacia en aquel argumento. De acuerdo con esta
teoría, debemos trazar una distinción entre los nombres propios en sentido lógico y las
descripciones. Una descripción definida es una frase que contiene el término “el”, que
modifica a un nombre singular, como puede ser “el ordenador que estoy utilizando ahora” o
“el director del Instituto”, y puede utilizarse para mencionar, referir o seleccionar
exactamente una persona, una cosa o un lugar. Un nombre propio en sentido lógico parece
que tiene muchas de las funciones que tiene una descripción definida; para Russell, un
nombre propio siempre selecciona o denota un individuo particular. Pero, a diferencia de
las descripciones, que no tienen significado aisladamente, un nombre propio tiene
significado independiente y su significado es el individuo que nombra. Así, por ejemplo, en
la oración “Cervantes es manco”, el término “Cervantes” selecciona y significa a la persona
real y efectiva, Cervantes.
Aunque las descripciones definidas y los nombres propios pueden a veces denotar un
mismo individuo o un lugar, Russell defiende que sus funciones lógicas son completamente
diferentes.
En algunos de sus escritos del periodo intermedio (como ocurre en “Knowledge by
Description and Knowledge by Acquaintance” publicado en 1912) y en “The Philosophy of
Logical Atomism”, publicado por vez primera en 1918, la teoría adoptó un giro
epistemológico.
De la teoría de los nombres que Russell mantuvo se siguen dos conclusiones desde el punto
de vista lógico-semántico:
1) los nombres propios en sentido ordinario no son otra cosa que descripciones
abreviadas, por lo que se puede unificar la explicación del significado para ambas nociones,
y
2) ni los nombres propios en sentido ordinario ni las descripciones tienen un
significado simple y autónomo: sólo adquieren significado dentro de los enunciados de los
cuales forman parte.
Russell se vio obligado a centrar sus esfuerzos a proponer un análisis que explicara
la forma lógica y la semántica de dichos tipos de expresiones; este análisis es su teoría de
las descripciones.
16
La Teoría de la Descripciones de Russell es desarrollada para mostrar que aquellas
expresiones clasificables en descripciones definidas y/o indefinidas no son nombres, ya que no
representan nada en el mundo. No es necesario que denoten para ser significativas.
La Teoría de las Descripciones consta de un principio y unas nociones primitivas. El
principio se enuncia como sigue:
Las frases denotativas nunca tienen un significado en sí mismas, pero... toda expresión en cuya
expresión verbal ocurren tiene un significado11
Este principio implica que toda expresión que no puede ser analizada es un nombre genuino y
tiene como significado el objeto que denota.
Las nociones: Variable (x, y), función proposicional (una expresión que contiene un o más
variables y que se convierte en una oración tan pronto como sus variables reciban valores - x
es un hombre, x es un padre de, etc.), cuantificación (todos, algún, un).
Frase denotativa: una frase denotativa es una parte de una oración y no posee significación
propia. Es una expresión de la forma “el tal y tal”, “todos los tales y tales”. Contiene las
nociones primitivas. Las frases denotativas son símbolos incompletos. No necesitan tener
referencia y son irrelevantes para el significado de las oraciones que las contienen, pudiendo
eliminarse de ellas.
Nombre genuino: Son aquellos nombres que representan directamente al objeto denotado. Se
definen por un acto de ostensión. Un nombre propio no dice nada acerca del objeto al que se
refiere, sirve meramente como una etiqueta para representarlo.
Russell califica su teoría como teoría del denotar y también como teoría lógica. La estructura
de esta teoría es similar a la estructura de un cálculo lógico y, lo que es más importante, que se
trata de una teoría acerca de la forma lógica de las proposiciones.
* El problema es cómo puede una no-entidad ser sujeto de una proposición. Ejemplo: El actual
rey de Francia es calvo.
* Supuesto: El significado de un nombre tiene que identificarse con el objeto denotado por el
nombre.
11
Russell, Lógica y conocimiento
17
* La solución que ofrece en la teoría de las descripciones es que las descripciones definidas e
indefinidas no pueden usarse del mismo modo que los nombres. No es necesario que denoten
algo para que sean significativas.
La concepción básica de Frege sobre la estructura lógica del enunciado (simple) distinguía
entre un elemento funcional, el predicado, y uno o varios argumentos (los sujetos). El valor
de la función era la referencia del enunciado, su valor de verdad. Pero sucedía que, en
ocasiones, el valor de la función quedaba sin definir cuando se consideraban enunciados del
lenguaje natural. Eso tenía lugar cuando alguno de los argumentos del enunciado no tenía
referencia, en cuyo caso no se podía producir la predicación, ni se obtenía un valor de
verdad como referencia.
Por otro lado, para Frege, las cuestiones del sentido y la referencia de un enunciado
eran hasta cierto punto independientes. Un enunciado puede tener sentido careciendo de
referencia. En cambio, para Russell, el hecho de que un enunciado sea significativo es
condición suficiente para que ese enunciado sea verdadero o falso; no existen enunciados
significativos que no tengan referencia en el sentido fregeano.
Además, Russell pensaba que Frege se había equivocado al creer que, en la mayor parte
de las ocasiones, la estructura gramatical coincide con la estructura lógica. Según Russell,
esto no sucede casi nunca si se tiene en cuenta que el sujeto, que es generalmente una
expresión nominal compleja, no es en ningún caso un argumento. Lo que Frege creía sobre
esto le había llevado, según Russell, a la errónea consecuencia de admitir, en el caso de las
expresiones nominales no referenciales que su referencia es arbitraria. De lo que se trata,
según Russell, es de hacer evidente el uso auténtico de estas expresiones. De acuerdo con
este uso, la expresión denotativa determinada trae consigo dos afirmaciones diferentes, la
de que lo existente existe y es uno, es decir, cuando alguien afirma (1) “El actual rey de
Francia es calvo” está afirmando en realidad tres cosas:
18
(2) Existe un individuo que es rey de Francia
(3) Existe sólo un individuo que es rey de Francia.
(4) Ese individuo es calvo.
Frege había observado que, cuando se habla de manera literal, se suele suponer que las
expresiones referenciales tienen de hecho referencia. Lo que hizo Russell fue manifestar
ese supuesto en la forma lógica del enunciado: La expresión que en (1) [El actual rey de
Francia es calvo]] desempeña la función de sujeto queda analizada de tal forma que su
contenido existencial se hace patente o explícito. La consecuencia más importante de este
análisis, con respecto al análisis semántico de Frege, es que (1) [El actual rey de Francia es
calvo] ya no sería una oración sin valor de verdad, sino simplemente falsa.
Al analizar (1) [El actual rey de Francia es calvo] como la conjunción de tres
oraciones, una de las cuales es una afirmación de la existencia de aquello a lo que se refiere
la expresión nominal, (1) es falsa cuando uno de sus elementos lo es, a saber, (2) [Existe un
individuo que es rey de Francia].
Un problema que tuvo que solucionar Russell en relación con este análisis es el que plantea
la negación de (1):
(5) El actual rey de Francia no es calvo
que queda convertida, si se le aplica la teoría de las descripciones, en
(6) Existe un individuo y sólo un individuo que es rey de Francia y ese individuo no es
calvo
que sería también una oración falsa por la misma razón que (1).
Sin embargo, recurriendo otra vez al principio de tercero excluido, o bien (1) o bien (5) ha
de ser verdadera.
La solución que Russell ofrece a esta dificultad consiste en afirmar que hay una doble
forma de interpretar una oración negativa como (5). En primer lugar, se puede negar
internamente, de modo que sea equivalente a (6). En segundo, puede negarse externamente,
como en (7).
(7) No es cierto que haya un y sólo un individuo que sea rey de Francia y que ese individuo
sea calvo
19
La interpretación externa hace que (5) sea verdadera cuando la expresión nominal no tiene
referencia, quedando así libre del principio lógico de tercero excluido. Además, esta
interpretación externa adelanta correctamente la equivalencia entre (8) y (9):
(8) El actual rey de Francia no existe
“On Denoting”12
Supuestos:
1. el significado de un nombre tiene que identificarse con el objeto denotado.
2. Las frases denotativas tienen las mismas propiedades que los nombres.
3. Los sujetos gramaticales del lenguaje natural pueden ser nombres, por una parte, y
expresiones generales, esto es, cuantificadas, por otra.
Nombres: Homero, Jesús, Antonio, Luisa, Teresa, etc.
Expresiones generales, descripciones o “expresiones demostrativas”: “Todos los mexicanos”
“Algunos hombres” “El actual rey de Francia”
Para todas estas expresiones complejas hay una formulación equivalente en el lenguaje de la
lógica cuantificacional.
Las descripciones son indefinidas cuando de lo que se habla es de todo o todos, de ninguno, de
algunos o por lo menos de un objeto.
Descripciones definidas, son las referidas a un objeto en particular.
Centauro es una descripción definida. Existe un x tal que x tiene patas y cuerpo de
caballo y x tiene tronco y cabeza de hombre y x tiene capacidad de trotar y x tiene capacidad
de pensar, hablar; y para todo y tal que y tiene (...) entonces x es igual a y.
Con esta descripción hemos recogido dos notas: existencia y unicidad.
Afirmamos existencia de una variable. “Ser es ser valor de una variable ligada”
(Quine), es decir, de toda variable afirmamos un predicado del que es función: x es la variable;
ser capaz de trotar es función (F); en toda descripción la existencia es predicado de segundo
orden (Existe un x tal que, - en el caso de descripciones definidas-, o bien, para todo x, -para
descripciones indefinidas-.
12
Russell, B., “On denoting” en Mind 14 (1905), pp. 479-493
20
Para Russell, si un signo es un nombre debe efectivamente nombrar algo. Esto no pasa
siempre con las descripciones. Lo importante en este punto es que “si al usar un nombre se
puede plantear legítimamente el asunto de si existe o no existe el objeto en cuestión, entonces
la expresión de que se trate en el fondo (esto es, desde un punto de vista lógico) no es un
nombre sino que sólo lo es aparentemente. ” 13
De estas tesis la que nos interesa propiamente es la que se conoce como realismo
semántico que no es otra cosa que la identificación que hace Russell de la teoría del
significado con la teoría de la referencia. Esta identificación implica que el significado de
una expresión es la entidad a la cual sustituye. El autor defendió tiempo atrás una teoría
radical en torno a la referencia de acuerdo con la cual a cada concepto lógico le debía
corresponder un concepto ontológico. Más tarde moderó este realismo inicial, asumiendo
posturas semánticas menos extremas
“Las aportaciones más importantes de la Teoría de las Descripciones son:
1) que los enunciados del lenguaje natural tienen, oculta tras su forma gramatical, una estructura
totalmente distinta;
13
Tomasini, A., Enigmas filosóficos, México, Interlínea, 1996, p. 75
21
2) que los nombres propios son símbolos enteramente diferentes a los símbolos incompletos: los
nombres propios denotan, esto es, su significado es un objeto, en tanto que los símbolos incompletos no
tienen significado considerados aisladamente;
3) que la existencia es una propiedad de funciones proposicionales y, por ello, puede ser vista como un
predicado, pero sólo de descripciones;
4) que estrechamente vinculada a la descripción semántica mencionada, surge una distinción
epistemológica: conocimiento directo-conocimiento por descripción.
Finalmente la teoría sugiere la posibilidad de un lenguaje perfecto, es decir, de un lenguaje que reflejaría
fielmente la realidad y en el que todo símbolo tendría significado. En dicho lenguaje las reglas de
construcción de enunciados estarían dictadas por la lógica, pero el vocabulario tendría un carácter
privado.”14
14
Alejandro Tomasini, Una introducción al pensamiento de Bertrand Russell, Universidad Autónoma de
Zacatecas, Zacatecas, 1992, p. 76.
15
Alejandro Tomasini, Los atomismos lógicos de Russell y Wittgenstein, UNAM/Instituto de Investigaciones
Filóficas, México, 1994, pp. 44-56, p. 48
22
En este artículo Russell se ocupa de demostrar que la denotación no es un componente
de la proposición de modo que no es contradictorio que existan proposiciones cuyo sujeto no
denote. Tal es el caso de frases como ‘el actual rey de México’ o ‘el cuadrado redondo’.
Los momentos de la argumentación de Russell son los siguientes:
1. Mostrar la diferencia entre un mero nombre y una descripción o frase denotativa.
2. Pese a que las descripciones o frases denotativas no son nombres, su significado es
relevante para las proposiciones en las que aparecen
3. La denotación de estas frases denotativas no es entonces parte de la proposición en
la que aparecen. Al objeto real no lo necesitamos para que la proposición sea significativa.
4. Necesitamos conocer directamente los componentes de la descripción o frase
denotativa, pero no necesitamos conocer directamente la denotación.
Con esta teoría eliminó el uso referencial de los falsos nombres, al tiempo que
concluyó que un término adquiere su significado en el contexto de la oración. Así, la
proposición pasa a ser entendida como vehículo de conocimiento.
Hay, pues, dos tipos de conocimiento: el directo vinculado con los nombres propios; y
el conocimiento por descripción, vinculado con las descripciones
La teoría de las descripciones es indudablemente un logro de primer orden. Entre las
razones que tengo para hacer esta afirmación se cuentan las siguientes:
1. Muestra que un lenguaje ideal no solamente puede articular las expresiones de los
lenguajes naturales, sino que también puede revelarnos distinciones que esos
lenguajes ocultan.
2. Ese hecho implica que debemos distinguir entre una gramática superficial y otra
gramática lógica más profunda, que expresa el significado auténtico de aquellas
expresiones. De acuerdo con esa gramática más profunda, las descripciones
definidas no son enunciados simples sino generales. Este logro tiene una
importancia filosófica directa. Nos aclara un segundo enredo con la cuestión de la
existencia, a saber, cómo es posible negar, consistentemente, la existencia de algo.
3. En tercer lugar, la expresiones de la forma “el tal y tal” han sido eliminadas y
reemplazadas por complejos de cuantificadores, variables y predicados. Si fuera un
nombre propio, no podría eliminarse, Russell llama a las descripciones definidas
23
“símbolos incompletos”. Su teoría de las descripciones resulta ser así una teoría
sobre la naturaleza y función de los símbolos incompletos.
4. Cada una de las oraciones analizadas es una oración general y cada una de ellas es
significativa. Esto resulta clave para comprender cómo una oración cuyo término
sujeto carezca de referente puede, sin embargo, ser significativa.
24
Consecuentemente 4) puesto que O es significativa, debe existir (o subsistir) en algún (en
algún mundo) el rey de Francia.
2. Y el segundo argumento es como sigue:
1) Si O es significativa, es verdadera o falsa
2) O es verdadera si el rey de Francia es sabio y falsa si el rey de Francia no es sabio.
3) Pero el enunciado de que el rey de Francia no e sabio son igualmente verdaderos
sólo si hay (en algún sentido, el algún mundo) algo que sea el rey de Francia.
Por tanto 4) puesto que O es significativa, entonces se sigue la misma conclusión anterior.
Las razones de Russell para rechazar estos dos argumentos:
El error surge, dice Russell, de creer que D [siendo D “el tal y tal”] que ciertamente es el
sujeto gramatical de O, es también el sujeto lógico de O.
Pero D no es el sujeto lógico de O. De hecho, aunque O tiene gramaticalmente un sujeto
singular y un predicado, no es, lógicamente, una oración de sujeto-predicado. La
proposición que expresa es un género complejo de proposición existencial parte de la cual
podría ser descrita como una proposición “existencial singularizadora”.
Su respuesta parece implicar que, en el caso de una oración que es similar a O en que:
1) tiene gramaticalmente la forma de sujeto-predicado y
2) el sujeto gramatical no se refiere a nada, la única alternativa a su carencia de significado
es que no tenga realmente la forma sujeto-predicado, sino alguna otra forma completamente
diferente.
Y esto, a su vez, parece implicar que si existen algunas oraciones que sean genuinamente
de la forma sujeto-predicado, entonces el hecho de que sean significativas, de que tengan
significado, garantiza que hay algo a lo que el sujeto lógico (y gramatical) se refiere.
Además, la respuesta de Russell parece implicar que existen tales oraciones.
De los nombres lógicamente propios Russell dice
1) Que ellos y sólo ellos pueden aparecer como sujeto de las oraciones que son
genuinamente de la forma sujeto-predicado
2) Que una expresión que intente ser un nombre lógicamente propio carece de
significado, a menos de que haya algún objeto singular al que la expresión
represente, puesto que el significado de tal expresión es, precisamente, el objeto
individual que designa. Tiene que designar algo
25
Russell señala sólo dos modos en los que pueden ser significativas las oraciones.
1) El primero ha de ser aquel en que la forma gramatical de la oración sea desorientada
respecto de su forma lógica, y que haya de ser analizable al igual que O, como un
género especial de oración existencial.
2) El segundo ha de ser aquel en que el sujeto gramatical de la oración sea un nombre
lógicamente propio, cuyo significado es la cosa individual que designa.
2 La propuesta de Strawson
Distinguir:
A1) una oración
A2) un uso de una oración
A3) una emisión de una oración
Y correspondientemente, entre:
B1) una expresión,
B2) un uso de una expresión,
B3) una emisión de una expresión.
Consideremos de nuevo la oración “El rey de Francia es sabio”.
Existen diferencias obvias entre las distintas ocasiones de uso de esta oración. Con un uso
de la oración. Las dos personas que emitieron la oración, una en el reinado de Luis XV y
otra en el de Luis XIV, hicieron un uso diferente de la misma oración; mientras que las dos
personas que emitieron la oración simultáneamente en el reinado de Luis XIV hicieron el
mismo uso de la misma oración. Obviamente, tanto en el caso de esta oración como en el
muchas otras, no podemos hablar de que la oración será verdadera o falsa, sino sólo de
que se usa para hacer una aserción verdadera o falsa, o (si se refiere) para expresar
una proposición verdadera o falsa.
Y es igualmente obvio que no podemos hablar de que la oración sea acerca de una persona
particular, puesto que la misma oración puede usarse en momentos diferentes para hablar
acerca de personas particulares completamente diferentes; sólo podemos hablar de un uso
de la oración para hablar acerca de una persona particular. Por último quedará
suficientemente claro a qué me refiero cuando hablo de una emisión de una oración, si digo
que las dos personas que la emitieron simultáneamente en el reinado de Luis XIV hicieron
dos emisiones diferentes de la misma oración, aunque el mismo uso de ella.
26
La expresión se usa para mencionar o hacer referencia a una persona particular
cuando se usa la oración para hablar acerca de ella.
“Mencionar” o “hacer referencia” no son cosas que haga una expresión; son cosas que
alguien puede hacer al usar una expresión.
Permítaseme usar “tipo” como abreviatura de “oración o expresión”. No estoy diciendo,
entonces, que haya oraciones y expresiones (tipos), y usos y emisiones de ellas, del mismo
modo que hay barcos y zapatos y lacre. Estoy diciendo que no podemos decir las mismas
cosas acerca de los tipos, usos de los tipos y emisiones de los tipos.
El significado es una función de la oración o expresión; mencionar y hacer referencia,
y verdad y falsedad, son funciones del uso de la oración o expresión.
Dar el significado de una expresión es dar directrices generales para su uso para
hacer referencia a, o mencionar, objetos o personas particulares; dar el significado de
una oración es dar las directrices generales para su uso al hacer aserciones verdaderas
o falsas.
Hablar sobre el significado de una expresión u oración no es hablar sobre su uso en una
ocasión particular, sino sobre las reglas, hábitos y convenciones que gobiernan su uso
correcto, en todas las ocasiones, para hacer referencia o aseverar. De esta manera, la
cuestión de si una oración o expresión es significativa o no nada tiene que ver con la
cuestión de si la oración, emitida en una ocasión particular, está siendo usada o no, en esa
ocasión, para realizar una aserción verdadera-o-falsa, o si la expresión está siendo usada,
en esta ocasión, para hacer referencia a algo mencionarlo.
El error de Russell tuvo su origen en pensar que hacer referencia o mencionar, si es que
ocurren de alguna manera, deben ser significar.
27
Consideraremos de nuevo la oración “El rey de Francia es sabio” y las cosas verdaderas y
falsas que Russell dice sobre ella. Hay, al menos, dos cosas verdaderas que Russell diría
sobre esta oración:
1) La primera de ellas es que es significativa: que si alguien la emitiese ahora estaría
emitiendo una oración significativa
2) La segunda es que si alguien la emitiese ahora haría una aserción verdadera sólo si,
actualmente, existiera de hecho uno y sólo un rey de Francia, y si fuera sabio.
¿Cuáles son las cosas falsas que Russell diría sobre la oración? Estas:
1) Que cualquiera que la emitiese en la actualidad estaría haciendo una aserción
verdadera o falsa.
2) Que parte de lo que estaría aseverando sería que en la actualidad existía uno y sólo
un rey de Francia.
No se plantea. Estamos más bien dando una razón para decir que la cuestión de si es
verdadero o falso no se plantea. La oración “El rey de Francia es sabio” es ciertamente
significativa; pero esto no quiere decir que cualquier uso particular de ella sea verdadero o
falso. La usamos verdadera o falsamente cuando la usamos para hablar acerca de alguien,
cuando al usar la expresión “el rey de Francia” mencionamos en efecto a alguien. El hecho
de que la oración y la expresión, respectivamente, sean significativas es precisamente el
hecho de que la oración podría ser usada, en determinadas circunstancias, para decir algo
verdadero o falso, y de que la expresión podría ser usada, en ciertas circunstancias, para
mencionar a una persona particular; y conocer su significado es conocer qué clase de
circunstancias son ésas.
Usar una expresión como “el rey de Francia” al comienzo de una oración era
implicar, en algún sentido de “implicar”, que había un rey de Francia. Cuando una persona
usa esta expresión no asevera, ni lo que dice entraña, una proposición existencial
singularizadora. Pero una de las funciones convencionales del artículo determinado es la de
actuar como señal de que se hace una referencia singularizadora –una señal y no una
aserción disfrazada. Cuando empezamos una oración con “el tal-y-tal” el uso de “el”
muestra, pero no enuncia, que nos referimos o intentamos referirnos, a un individuo
28
particular de la especie “tal-y-tal”. Cuál será el individuo particular es cuestión de la
situación de emisión.
Usar la oración no es aseverar, sino implicar (en el sentido especial ya discutido)
que hay sólo una cosa que es, a la vez, el género especificado (esto es, la mesa) y a la que
está haciendo referencia el hablante. Obviamente, no es aseverar esto. Hacer referencia no
es tampoco decir que se está haciendo referencia. Decir que hay uno u otra mesa a la que se
está haciendo referencia no es lo mismo que hacer referencia a una mesa en particular. No
tendríamos ningún uso para frases tales como “el individuo al que me refería” a menos que
hubiese algo que se considerase como hacer referencia. (No tendría sentido decir que has
señalado si no hubiese nada que se considerase como señalar). Así, una vez más, llego a la
conclusión de que hacer referencia o mencionar una cosa particular no puede disolverse en
un género cualquiera de aserción. Hacer referencia no es aseverar, aunque hagamos
referencia con el objeto de aseverar algo.
1) Utilizar una expresión para hacer una referencia singularizadora, y
2) Aseverar que hay un individuo y sólo uno que tiene ciertas características (por
ejemplo, que es de un cierto género o que está en cierta relación con el hablante, o
ambas cosas)
Se trata más bien la combinación de dos concepciones erróneas más radicales: en primer
lugar, el no lograr captar la importancia de la distinción entre lo que puede decirse de una
expresión y lo que puede decirse de un uso particular de ella; en segundo lugar, el no lograr
reconocer que el uso referencial singularizador de las expresiones, inocuo y necesario es
distinto de, pero complementario del uso predicativo o adscriptivo de las mismas.
Esto muestra la necesidad de que distingamos dos géneros (entre muchos otros) de
convenciones o reglas lingüísticas: reglas para hacer referencia y reglas para atribuir y
adscribir, así como la necesidad de que investiguemos las primeras. Si reconocemos esta
29
distinción de uso como lo que es, estamos entonces en vías de resolver un buen número de
viejos rompecabezas lógicos y metafísicos.
30
2) Difieren en el grado de “significado descriptivo” que poseen: por “significado
descriptivo” entiendo “la limitación convencional, en la aplicación a cosas de una
cierta clase general, o que poseen ciertas características generales”.
3) Finalmente, pueden dividirse en las dos clases siguientes:
a) aquellas cuyo uso referencial correcto está gobernado por algunas
convenciones generales referenciales-cum-adscriptivas;
b) aquellas cuyo uso referencial correcto no está gobernado por
convenciones generales, sean de la clase contextual o adscriptiva, sino por
convenciones ad hoc para cada uso particular (aunque no para cada emisión
particular).
31
5. Tiene carácter normativo. Presenta, sobre la base del isomorfismo, todos los aspectos del
correcto uso de una expresión indefinible.
En muchas de las teorías clásicas, la nominación ocupa un lugar privilegiado porque se supone
que al nombrar un objeto, el sujeto cognoscente tiene acceso, gracias a un acto mental
particular, a un objeto real, un elemento último de la realidad. Al nombrar se establecería una
relación especial entre un signo y un objeto.
Frege fue el primero en oponerse a esta concepción. Para ello señaló que la condición de
significatividad de un nombre se fijaba a través del “principio contextual”. Este afirma que
sólo en el contexto de una oración tiene un nombre sentido.
Para Russell esta propuesta es válida a excepción de en los nombres propios en sentido
lógico que fijan su significado exclusivamente por definición ostensiva. Al usar un nombre en
sentido lógico uno ya sabría a qué objeto está apuntando mental o físicamente.
32
Es clave señalar que Frege distingue sentido y referencia. Russell identifica significado
y referencia.
Por otro lado, es importante en ambos filósofos, la propuesta de que un nombre es un
símbolo incompleto. En realidad un nombre es una descripción definida. De manera que es la
oración el vehículo del significado. Ninguna parte del lenguaje menor a la oración tiene
significado; el significado de los nombres está en función de las oraciones.
La referencia de la oración es su valor de verdad. Como vimos, para Frege, el sentido
de la oración es un pensamiento que expresa su contenido objetivo. Un hecho es un pensa-
miento que es verdadero.
Hay que hacer notar el contraste entre las teorías de Frege y Russell, en lo que se
refiere a estos supuestos existenciales. De acuerdo con el primero, los supuestos
existenciales son una condición necesaria para la asignación de referencia a las oraciones,
aunque son ajenos al pensamiento que el enunciado expresa. Según el segundo, en cambio,
los supuestos existenciales son parte del significado de las oraciones y han de ser reflejados
de forma explícita cuando se pretende describir su estructura semántica y/o lógica.
El objetivo de Russell al proponer sus teorías de las expresiones descriptivas era
eliminar un obstáculo que era esencial a su teoría del significado y, de paso, a su
epistemología. Según la primera, el significado de una expresión nominal propia es la
entidad a la que sustituye; el significado de una expresión predicativa la propiedad o
relación que designa, y el significado de la expresión de una oración el hecho que
representa. En la teoría semántica de Russell no se admite la dualidad sentido/referencia
que Frege propone: se trata de una teoría de la referencia directa (aunque Russell cambió
sus planteamientos a lo largo de su vida). Por otro lado, de acuerdo con su teoría del
conocimiento, éste es en última instancia algo que podemos reducir a conocimiento por
familiaridad, conocimiento directo de los elementos que forman parte de la realidad.
Ambas teorías, consideradas de manera conjunta, nos dan una idea general de la
relación del lenguaje con la realidad, es decir, del nombre con lo nombrado. Esta idea
general es una concepción ontológica y semántica atomista y realista. Es atomista porque
afirma que la realidad está constituida por los hechos atómicos, y porque mantiene que el
lenguaje se puede analizar hasta que se llega a sus elementos finales, los enunciados
atómicos. Es realista porque afirma que la relación semántica básica, la que da significado
33
al lenguaje, es una relación de correspondencia entre el lenguaje y la realidad, cuando ésta
es independiente de aquél (de nuestros sistemas de creencias en general). Esta relación de
correspondencia se hace patente a través de dos relaciones que ligan al lenguaje con el
mundo: nombrar y representar. Nombrar es la relación que corresponde a los nombres;
representar la de los enunciados. Si uno se atiene a la primera, es posible notar que la
relación es unívoca.
En cambio, los enunciados no nombran, ni siquiera los valores de verdad (como en
la teoría de Frege). Solamente representan, y de una forma específica, esto es, la relación
del nombre con lo nombrado es completamente diferente de la relación del enunciado con
lo que representa.
Cualquier enunciado que sea acerca de complejos puede resolverse en un enunciado acerca de sus
constitutivos y en las proposiciones que describen de manera completa a los complejos."
(Wittgenstein, Tractatus, 2.0201)
“La expresión atomismo lógico es el nombre de un sistema filosófico completo cuyo punto
culminante es una determinada metafísica y cuya base es una cierta lógica”16. Veamos:
16
Alejandro Tomasini, Ibid. p. 77.
34
Conocimiento directo, 1) es personal, es decir, privado. 2) Es inmediato. 3) Proporciona
certeza, ya que se basa en una relación directa del objeto con el sujeto. Desde esta certeza
podemos reconstruir todo nuestro conocimiento empírico.
Toda proposición que podamos comprender debe estar por completo constituida por objeto que
conocemos directamente en la experiencia (o, también, por objetos que son datos inmediatos de
nuestra conciencia) (Russell)
El problema es determinar qué tipo de objetos pueden ser los significados de los nombres
propios en sentido lógico, o sea, qué tipo de objetos conocemos y cómo podemos conocerlos
directamente. Este tipo de conocimiento nos remite a un tipo de objetos a los cuales tenemos
acceso de forma directa los datos de los sentidos. Los sense-data. Los sense-data forman un
tipo especial de objetos. Son los objetos obtenidos a través de la sensación.
(...)cuando hay algo de lo que no tenemos conocimiento directo de modo inmediato, sino
únicamente definición por medio de frases denotativas, entonces las proposiciones en las que
esta cosa queda introducida mediante una frase denotativa no contienen realmente a esta cosa
como un elemento constitutivo, pero contienen en cambio a los elementos constitutivos
expresados mediante las diferentes palabras de la frase denotativa17
17
B. Russell, Lógica y conocimiento, pp. 55-56. Citado por Tomasini en op. cit. p.97
35
Así, en resumen:
1. El conocimiento por descripción es reducible al conocimiento directo;
2. El conocimiento por descripción involucra un conocimiento de verdades, a diferencia del
conocimiento directo que es un conocimiento de objetos.
3. Puesto que la cosa “definida” por la frase denotativa no existe, cuando tenemos un
conocimiento por descripción de algo lo que tenemos es conocimiento no de objetos sino de
propiedades o de relaciones de las cuales tenemos un conocimiento directo.
Lo importante en este punto es darse cuenta cómo el problema del conocimiento a pasado a
ser un problema de lenguaje. No es posible conocer cosas sin un lenguaje.
¿Cómo concibe Russell una proposición atómica? Se trata de una expresión en la que sólo
ocurrirían nombres propios en sentido lógico y símbolos para propiedades y relaciones. Los
nombres propios que nos interesan son símbolos simples, lo que significa que no están
compuestos de otros símbolos ni los contiene y su principal característica es que denotan. De
este modo Russell explica el significado de las proposiciones atómicas que están a la base de
nuestro lenguaje. Con ellas y las reglas de la lógica podemos analizar las proposiciones
moleculares y, finalmente, reconstruir el lenguaje.
Una completa elucidación filosófica de determinado lenguaje consiste, desde esta perspectiva,
primero en enumerar los tipos de frases significantes en ese lenguaje, y luego en exponer las
relaciones de equivalencia vigentes entre frases de diversos tipos.
Tal sistema de definiciones revela la estructura del lenguaje en cuestión.
36
hechos atómicos o estados de cosas. Así, aplicando la propuesta del isomorfismo del propio
Wittgenstein, tenemos que los hechos elementales o estados de cosas son concatenaciones de
objetos.
Al analizar nuestro lenguaje reflexionamos sobre nuestro aparato conceptual. Nadie nos ha
dicho en muchos caso qué significan los conceptos en orden a una teoría explicativa. Hemos
aprendido conceptos al hilo del aprendizaje materno. Por ello no tenemos un bagaje cristalino.
No tenemos una claridad total. Tenemos una red deshilachada y en muchos casos opaca. El
análisis nos puede ayudar a comprender las relaciones entre los conceptos de que disponemos.
Nuestros conceptos nos son útiles pese a la falta de nitidez. Con el análisis no
aumentamos la información acerca del mundo, no descubrimos algo sobre el mundo sino
sobre nuestra concepción del mundo, sobre nuestro modo de concebirlo.
Este planteamiento nos lleva a rechazar la posición de la filosofía como disciplina de
primer orden. Se impone un imperativo de claridad y concreción en filosofía. Partimos de la
pregunta:
¿Cuáles tienen que ser las condiciones de Verdad necesarias y suficientes para proposiciones
de la forma “S sabe que P”?
37
RUSSELL Y FREGE ACTIVIDADES EN GRUPO
1. ¿Cuál es la función del análisis lógico en filosofía, según Russell y Frege?
2. ¿Qué es un lenguaje ideal?
3. ¿Qué relación podemos establecer entre la lógica matemática o lógica simbólica y la
filosofía del lenguaje?
4. Enuncia las tesis logicistas
5. ¿Cómo define Frege la referencia?
6. Explica el principio de indeterminación de la referencia
7. Expón la teoría del denotar de Frege y compárala con la de Russell
8. ¿Qué es y cómo se caracteriza la definición ostensiva?
9. Explica la teoría de las descripciones de Russell.
10. Explica la filosofía del Atomismo Lógico de Russell.
38
veo muy poca diferencia entre la terapia de hipnosis que hace el psicoanalista y un
sacerdote que intenta expulsar a un demonio. Ese proceso no se realiza exactamente como
se dice que Jesús lo hacía. Hoy en día se necesita de toda una interrogación previa,
precisamente para descartar cualquier enfermedad mental. El detalle está en que esos
trastornos son tan profundos que, es sumamente complicado detectarlos.
Por ello, aún me sigue sorprendiendo el momento en que aquella otra personalidad
escondida, ha sido revelada en el individuo, incluso llamándose a él mismo con un nombre
distinto.
Desde el punto de vista espiritual, no me parece incorrecto calificarlo como un demonio
intruso que toma posesión del sujeto, lo que me parece erróneo es la forma religiosa de
atacarlo. De ese modo, creo que lo único que lograrían es reprimir y volver ocultar la
entidad maligna, pero nunca expulsarla. Por el contrario, si se afronta ese problema desde
una perspectiva realista, sería más eficaz resolverlo según el análisis biográfico de la
persona.
Con ese punto de vista, sugiero desmitificar las perturbaciones llamándolas por su nombre
científico, y no poetizándolas con metáforas. De ese modo, se asumirá que cuando alguien
dice escuchar voces, se trata de esquizofrenia y no de una supuesta influencia demoníaca.
De hecho, el testimonio de las afecciones que presenta esa enfermedad, es igual de
imaginativo e ilusionista que la explicación que intenta darle la religión. Es decir, la
probabilidad de que esos eventos sucedan es extremadamente mínima, por no decir
inexistente.
Así mismo, las reacciones relacionadas con símbolos religiosos se comprenderán como un
síntoma de bipolaridad, que su vez deriva en episodios depresivos. Otra de las razones por
la que asemejo las terapias del psicoanálisis con los exorcismos responde a que los dos
llegan a tocar las emociones más profundas y relevantes para el individuo. Así, el religioso
drena y expresa su malestar o bienestar.
Algunas conductas de la esquizofrenia y la bipolaridad suelen relacionarse con otra
perturbación llamada trastorno límite de personalidad. Pueden ser autolesiones o
comportamientos impulsivos e imprudentes. Se dice que esta enfermedad se transmite
genéticamente. Casualmente, existen creencias religiosas que interpretan que los espíritus
malignos pueden transmitirse por maldiciones generacionales. Es evidente que eso suena
mucho más interesante que el término enfermedad hereditaria. Es posible que los religiosos
se inclinen por el espectáculo.
De hecho, las sesiones de exorcismo que he visto me han parecido un montaje escénico con
pésimos actores y guionistas. Pero también he presenciado otros episodios en los que las
personas involucradas parecen ser tan buenas actuando que se ve algo muy serio.
Para ilustrar esas escenas que si parecen ser reales, me serviré de la enfermedad más
semejante a estos fenómenos: el trastorno de identidad disociativo (TID).
Consiste en la fragmentación de la identidad de una persona. De ahí resultan 2 o más de
100 estados de la personalidad que coexisten simultáneamente. Todos los rasgos que
presentan cada identidad constituye a una persona en sí, pero el trastorno no le permite
unificar todo eso en un solo individuo; la información se reparte entre todos sus Yoes. Hay
casos en que cada Yo es radicalmente distinto e independiente en su carácter. Cuando
ocurre esa transformación, también pueden sentir cambios en sus cuerpos. Así como en las
películas de exorcismos muestran el deterioro fisiológico de la persona poseída.
El origen de la mayoría de estas enfermedades, y en especial la del TID, son causa de
eventos traumáticos que provocan la disociación en el individuo. De esa manera buscan
39
escapar de la realidad que les afligió. Las persona que lo sufren han declarado que de
repente pierden el control de su voluntad. De un momento a otro pasan a ser espectadores y
se sienten impotentes al no poder controlar lo que piensan y hacen.
Lo que me parece curioso es que tanto el religioso, como el psiquiatra, concuerdan en que
la aparición de una nueva identidad, se denomina manifestación de posesión. El ejemplo
del cual se sirven, es un ser sobrenatural que toma el dominio del cuerpo.
Así mismo, otra similitud que tiene ese trastorno con algunas personas “endemoniadas” es
la de perder el cocimiento durante el episodio de perturbación. Se le conoce realmente con
el término de amnesia disociativa.
Por estas razones, se debe entender que una persona que alberga múltiples personalidades
dentro de sí es un individuo que padece TID y no que está poseído por una legión de
demonios.
Referencia Bibliográfica
J. López. Psicopatologías de la antigua Grecia a través de sus mitos. Mérida. Revista
semestral de filosofía práctica Universidad de Los Andes. 2006
[1] J. López. Psicopatologías de la antigua Grecia a través de sus mitos. Mérida. Revista
semestral de filosofía práctica Universidad de Los Andes. 2006
40