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Antiprogramación. Propósitos prácticos vs.

Objetivos de entrenamiento

Vayamos al grano con esto.

Es muy importante que tengas clara la diferencia entre los dos


términos y por qué nos centraremos más en el primero.

Y lo haremos con una analogía muy simple:

Los propósitos son la brújula, una dirección que seguir, mientras que
los objetivos son un lugar final, un resultado tangible.

Entonces, nosotros nos focalizaremos en los propósitos, no los


objetivos.

Ahora, ¿eso quiere decir que no puedas marcarte objetivos?

Por supuesto que no.

De hecho, como veremos más adelante, utilizaremos algunos


números, estándares, objetivos numéricos para determinar
precisamente qué requisitos cumplir al avanzar de nivel en los
diferentes patrones que conforman el curso y pueden representar tu
práctica de fuerza.

Peeero...

Como te decía, insisto, los propósitos siempre irán primero.


¿Por qué?

Porque por encima de todo, el gran propósito de este curso es que


disfrutes, que disfrutes siempre, tanto en una única sesión como
durante todo el proceso y el resto de tu práctica futura, incluso
cuando ese disfrute a veces tenga que lidiar con sensaciones de
esfuerzo, frustración o vete a saber.

Cuando nos centramos en los objetivos y, por tanto, en la consecución


de resultados, corremos el riesgo de entrar en un círculo vicioso de,
precisamente, resultadismo, y que se nos nuble la vista respecto a lo
que realmente está ocurriendo: estamos estimulando nuestra fuerza,
sea cual sea nuestro "nivel", sea el momento de nuestra vida que
sea. Eso siempre es una buena noticia, independientemente del
resultado.

Así, mientras tu práctica esté centrada en los propósitos que ahora


repasaremos, la sensación primordial que te acompañará sea el que
sea el objetivo, consigas o no el resultado, será de satisfacción,
porque sabes que vas por buen camino, siguiendo una buena
dirección. Eso está bien, es suficiente y mantiene a raya uno de
nuestros peores enemigos, la hiperexigencia. Por no hablar de lo
mucho que puede influir en tu motivación a largo plazo.

Entonces, siempre, primero los propósitos, y los objetivos en segundo


plano.

¿Guay?
PROPÓSITOS

Dicho esto, los propósitos de este curso son:

1. Aprender y practicar. Practicar para aprender. Aprender a


practicar. Aprender. Practicar. Moverte. Esto es lo máximo que
puedo insistir para que quede claro de qué se trata todo esto.

2. Desarrollar e interiorizar una forma personal de comprender y


practicar la fuerza que, al mismo tiempo, sea tolerable, sostenible
y motivante al mismo tiempo y para toda la vida.

3. Disfrutar, pasarlo bien, esforzándote, claro que sí, pero lejos de


los eslóganes simplones y tan nocivos del “hacer ejercicio” y su
sufrimiento, sacrificio, lucha, épica y todo lo demás.

Si tu práctica está siempre centrada, focalizada, impregnada por estos


propósitos, los objetivos y resultados serán lo de menos y, además,
irán llegando sin que te des cuenta.

Serán un efecto colateral de hacer bien las cosas, una consecuencia.


Y para empezar a re-enmarcar la terminología y el foco, un último
"pequeño" pero importante cambio de enfoque...

ANTIPROGRAMACIÓN. PRÁCTICA. NO
ENTRENAMIENTO

Vas a aprender a estimular tu fuerza.

Y ganar unas veces y mantener otras veces, según tus intereses.

Y vas a hacerlo sin usar un programa al uso, preestablecido ("Tienes


que hacer 3 series de 8 repeticiones...").

Y mucho menos una planificación a largo plazo, en plan "deportista".

Si eres una persona normal, vas a tener que lidiar básicamente con
dos cosas:

· Los imprevistos de la vida cotidiana.

· Lo justito que debes ir de tiempo y energía.


Por otro lado, sabes de lo fundamental que es para tu salud y tu
movimiento el estímulo frecuente de la fuerza.

Demasiado importante como para dejarlo al azar de esos imprevistos


o los vaivenes de tu estado o motivación.

Y la más que probable frustración, sensaciones de culpabilidad o


fracaso, etc., de empezar un programa, y "tener que" interrumpirlo, y
no "cumplir", y volver a empezarlo otra vez, y y y... seguir así toda tu
vida, en el día de la marmota.

¿Cómo lo solucionamos?

Cargándonos la idea convencional de "programa".

Abrazando el concepto de antiprograma, de no saber bien bien del


todo qué vas a hacer (tendrás una ligera idea, pero los parámetros
gozarán de flexibilidad).

Y, de rebote, en paralelo, comprendiendo tus sesiones de fuerza no


como un "entrenamiento", sino como una "práctica" incluida en tu
estilo de vida.

Una práctica que ya no consiste en "repetir ejercicios", sino en


"aprender, adquirir y pulir patrones" de movimiento que requieren de
cierto vigor, exigencia, fuerza.
Uy, cuántos cambios.

Sí.

No te asustes.

Porque, además, que no haya un programa no quiere decir que no


vayas a tener un planteamiento (el antiprograma) por escrito, una hoja
de ruta, un mapa.

Lo irás entendiendo e interiorizando todo conforme avancemos.

De momento, quédate con esto:

Propósitos. No objetivos.

Antiprograma. No programa.

Práctica. No entrenamiento.

Patrones. No ejercicios.

Sigamos...

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