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Ficha de catedra Nro.

1: Corrientes epistemológicas/filosóficas y paradigmas geográficos


Basualto, Estefani. S

“Es posible tomar partido, abiertamente, por una de éstas posiciones, o bien, intentar
distanciarse de ellas y considerarlas en sus aspectos positivos y, así, enriquecer nuestras
perspectivas para un mejor conocimiento de la realidad… Una postura flexible y pluralista, es
el mejor antídoto contra los dogmáticos.”
(CAPEL, H; 1981: 447)
Conocimiento científico, desarrollo científico, paradigma, crisis y revolución

Existen muchas tendencias con respecto a la forma de relacionarse con el conocimiento, y tienen
incidencia directa en el quehacer de los hombres y por ello es importante y necesario descubrir
dichas posturas en todo el material al que se accede: artículos especializados, diarios, libros,
medios de comunicación, mensajes que brindan los docentes, etc. Dichas tendencias, posturas o
paradigmas epistemológicos, son definidos como el autor Gabriel Caldarola (S/D) como las
inclinaciones de un grupo de hombres hacia y por determinados fines y sostenidos por ciertos
principios. Quien está en contacto con el conocimiento, debe saber desde que postura lo hace,
porque los conocimientos se adquieren siempre desde una determinada posición, ya que el
conocimiento no es neutro y el docente tiene la obligación de conocer los fundamentos
epistemológicos de los contenidos con los cuales trabaja.
El principal objetivo de la ciencia es conocer y comprender el mundo y extender las explicaciones
científicas sobre él, es decir que el objetivo de la ciencia es la creación de reconstrucciones
verdaderas de la realidad.
En 1962, Thomas Kuhn (1922-1962) realiza un aporte en cuanto al desarrollo científico, con el
concepto de paradigma1 y su papel en la explicación del curso de las ideas científicas. Para el
autor, los paradigmas son realizaciones científicas universalmente reconocidas que, durante cierto
tiempo, proporcionan modelos de problemas y de soluciones a una comunidad científica. En este
sentido, un paradigma sería una concepción general del mundo y constituiría las coordenadas de
referencias básicas para la investigación científica, al plantearse los problemas considerados
significativos. Por lo tanto, los paradigmas incluyen: leyes, métodos y teorías y proporcionan un
campo concreto de investigación. El autor concibe el desarrollo de la ciencia no como un proceso
acumulativo, sino como la sucesión de diferentes paradigmas que provocan rupturas
epistemológicas en el pensamiento científico (muchas veces de carácter circular e irresolubles e
incluso violentas, porque los argumentos de cada uno solo tienen sentido dentro de cada
paradigma). Para Kuhn, la ciencia no evoluciona de forma continua y lineal, sino debido a
cambios bruscos, revoluciones (científicas, conceptuales, epistémicas, etc.) o cambios de
paradigma, que suceden cuando se altera de forma duradera y profunda los paragones o estilos de
pensamiento prevaleciente. Al respecto, y en esta misma línea, Mario Bunge (1919) señala que
todo ser humano nace en el seno de una sociedad que incluye una cultura, y toda cultura incluye
uno o más campos del conocimiento. Algunos de estos campos son sistemas cerrados de creencias
(por ejemplo, el religioso) mientras que otros son campos abiertos de investigación. Cada campo
de conocimiento incluye uno o más marcos conceptuales y cada uno de estos marcos está
compuesto de un punto de vista general (o filosofía), un cuerpo de conocimientos admitidos o
presupuestos, y un estilo aceptado de pensamiento, que incluye ciertos métodos para tratar
problemas. En los campos de investigación maduros predominan, en cada momento, unos pocos
marcos conceptuales y los marcos rivales (si los hay) son marginales. Los marcos conceptuales
dominantes se denominan paradigmas, paragones o estilos de pensamiento. En los campos de
1
El concepto de paradigma para explicar la evolución del pensamiento geográfico, permite sistematizar las diferentes corrientes
existentes en la disciplina.

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investigación emergentes, o en desarrollo, no existen tales marcos conceptuales dominantes,
estilos de pensamiento o paradigmas. Una ciencia madura, puede poseer más de un paradigma.
El conocimiento humano puede avanzar de tres maneras: (1) gradualmente (consiste en agregados
o en desgastes, en ganar algunos ítems de información o en descartar otros al advertir que son
inadecuadas y se da siempre dentro de algún marco conceptual), (2) avance decisivo (cuando se
resuelve un problema o constelación de problemas, de modo que se pueden formular nuevos
problemas dentro del mismo marco conceptual), y (3) por revoluciones (que consisten en la
emergencia de nuevos marcos conceptuales, que reemplazan a los anteriores o sustituyen a la
mera ignorancia). La historia del conocimiento (como la de cualquier empresa humana e incluso
la de cualquier sector de la realidad) muestra no solo cambios decisivos y graduales, sino también
revoluciones y la síntesis de ambos en el evolucionismo. Según la concepción evolucionista del
desarrollo del conocimiento existe: (a) permanencia de algunos principios filosóficos generales
que impulsan toda investigación objetiva, (b) agregado y suprimido incesante de datos, hipótesis,
planes, técnicas y teorías y (c) revoluciones ocasionales que respetan partes del trasfondo de
conocimiento y alteran otras, y que acaban en nuevos marcos conceptuales.
Toda revolución responde a alguna crisis y un campo de investigación está en estado de crisis si
está estancado, o está dominado por una única escuela estrecha, o está fragmentado en diversas
escuelas rivales, o está dividido en muchas especialidades estrechas y apenas relacionadas entre
sí, o algunos de sus propios resultados amenazan a sus marcos conceptuales dominantes. Algunas
crisis preparan revoluciones, pero no toda revolución resulta de una crisis. Es cierto que todo
campo epistémico parece haber pasado por algún periodo de crisis, y que algunos campos, parecen
estar en estado de crisis permanente. Sin embargo, en algunos campos ocurren avances decisivos
y aún revoluciones sin que los proceda ninguna crisis profunda. Se debe tener en cuenta también
que, no toda revolución epistémica arrolla con los logros anteriores, es decir que, no se produce
el colapso de métodos y teorías anteriores que son derrocados por los rivales victoriosos. En
síntesis, todo cambio epistémico, por drástico que sea, es parcial antes que total, y los cambios
epistémicos son desiguales: en cada periodo algunas ramas de la investigación avanzan más
rápidamente que otras, con lo cual dan inspiración y a veces, incluso, dirección a las menos
desarrolladas. Más aún, la frontera no avanza rellenando todos los huecos: quedan detrás
incontables problemas no resueltos, algunos de los cuales serán planteados más adelante, en tanto
que otros serán olvidados para siempre.
En el cambio radical de paradigma o revolución conceptual, no se debe exagerar la discontinuidad
o ruptura a expensas de la continuidad, es decir que no todo paradigma es inconmensurable con
el desplazado, ya que los nuevos conceptos y los nuevos marcos conceptuales no tendrían
significados disyuntos de los viejos.
La exploración científica de la realidad y el correspondiente descubrimiento científico, requiere
hipótesis, instrumentos, métodos, sentidos y teorías que son creaciones humanas y por ello, las
revoluciones científicas no ocurren solo por acumulación de datos, sino por cambios radicales de
puntos de vista sobre el objeto de la ciencia y sus métodos. En periodos normales, predominan
unos paradigmas determinados y la actividad científica adquiere carácter acumulativo, pero si en
algún momento las explicaciones de dichos paradigmas no son suficientes o sus resultados
contradicen la teoría, se produce una crisis que llevara a la adopción de un paradigma nuevo,
produciéndose otro periodo de ciencia normal. En este sentido, el desarrollo científico se
conformaría como un movimiento cíclico con fases normales y fases revolucionarias, habiendo
periodos en que coexistan simultáneamente. De esta manera, se puede ver que algunos hallazgos
científicos (Copérnico, Darwin, Einstein, Newton, etc.) han constituido verdaderas revoluciones
científicas, en tanto han proporcionado un cambio en la concepción del mundo y ha ofrecido un
nuevo marco de referencia para investigaciones posteriores. Del mismo modo, se han producido

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cambios de paradigma en determinados campos del saber, cuyas repercusiones no han sido tan
acusadas.
Actualmente, tanto en la ciencia en general como en la ciencia geográfica en particular, coexisten
diferentes paradigmas que no comparten la misma visión del mundo. Es por ello que no se puede
hablar de una ciencia única, sino de una diversidad de enfoques, escuelas o tendencias, según la
corriente filosófica o el paradigma determinado: positivismo, historicismo, neopositivismo,
antipositivismo, etc.
El autor José Estébanez, refiriéndose al conocimiento estrictamente geográfico, plantea la
importancia de conocer las múltiples tendencias existentes para conocer que todo lo que atañe al
hombre y a su comportamiento sobre la superficie terrestre es complejo y cabe abordarlo desde
posiciones diferentes (casi nunca excluyentes) que aportan puntos de vista complementarios y nos
otorgan una visión del mundo enriquecedora y sugerente. Ante tendencias y visiones geográficas
contrastadas, es necesario saber, desde un primer momento, optar por aquellas más acordes con
nuestro modo de ser; pero siempre según una decisión responsable, puesto que no hay una sola
alternativa, ya que los problemas con los que hoy se enfrenta el hombre (en la organización del
territorio) son demasiado complicados y serios y por ello no deben ser examinados, en un primer
momento, con prejuicios excluyentes.
Positivismo

El positivismo, entendido como corriente filosófica, se desarrolló en el siglo XIX y tuvo una
influencia dominante en el pensamiento científico, ejerciendo también un papel capital en la
constitución del pensamiento geográfico.
Su principal exponente fue Auguste Comte (1798-1857) quien logro sistematizar el carácter
positivo de las Ciencias Sociales separándolas de las especulaciones metafísicas al rechazar los
juicios de valor y cualquier tipo de facultad no racional (como, por ejemplo: la imaginación y la
intuición, etc.,) a las que les niega que tengan valor cognoscitivo. Comte traslado los métodos
positivistas de las Ciencias Físicas y de las Ciencias Naturales al campo de lo social, pretendiendo
la formulación de leyes predictivas, y para ello utilizo el método hipotético deductivo, es decir,
partía de la observación de la realidad y por medio de clasificaciones y comparaciones, buscaba
llegar a conclusiones generales y al establecimiento de predicciones. Se buscaban las causas
primeras por deducción y se formulaban hipótesis para explicar la realidad observada;
seguidamente, la comprobación de hipótesis llevaba a la formulación de leyes naturales.
Las reglas del positivismo, eran: la observación como único fundamento de conocimiento, la
necesidad de reducir el estudio a los hechos observados (sin especular sobre su origen y finalidad)
y la predicción como objetivo último, es decir, formular leyes predictivas. Es esencial en el
positivismo la concepción monista del mundo, no admitiendo el dualismo entre, el mundo físico
y el mundo espiritual. Para Comte todo obedece a un complejo de fenómenos físico-químicos. En
este sentido se produjo un reduccionismo científico, al proponer el método hipotético deductivo,
basado en el modelo de las Ciencias Naturales (Biología y Física) y al defender el carácter
empírico y único de la ciencia.
El positivismo ejerció una gran influencia en el pensamiento científico general y también en el
geográfico, como así también en el evolucionismo o mejor dicho en algunos conceptos del libro
de Charles Darwin “El origen de las especies” (1859). La idea de admitir un desarrollo de los
fenómenos naturales supuso un avance científico con respecto al enfoque teológico de Carl Ritter
y la consideración de la naturaleza como algo inmutable desde su origen. Las ideas de Darwin
corroboran ésta afirmación al señalar que los seres vivos habían experimentado cambios y
variaciones de carácter aleatorio que se transmitían por la herencia, permaneciendo aquellos
rasgos que hacen al individuo más apto al medio. Otra idea es la de lucha por la vida y la selección

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de los más fuertes. Esta lectura que Darwin hizo de la naturaleza fue trasladada al campo de las
Ciencias Sociales, produciendo el darwinismo social con implicaciones políticas muy
significativas. Por ello, sin despreciar el enorme legado de Darwin a la ciencia, es preciso señalar
que su lectura fue parcial, ya que solo reparo en procesos como competencia, dominio, lucha y
selección de los más fuertes, entre otros, dejando de lado los mecanismos de ayuda y de
colaboración que tanto se producen en los seres vivos. Es decir que, al positivismo, se sumó la
influencia de las tesis evolucionistas de Darwin. La concepción positivista dominante contribuyo
a transferir los conceptos de las Ciencias Naturales a las Ciencias Sociales para estudiar la
sociedad.
El hecho de identificar durante mucho tiempo ciencia con positivismo y el enfoque y el método
científico con el evolucionismo, introdujo en la Geografía una visión justificadora y parcial de las
situaciones de statu quo e incluso una justificación del dominio y del expansionismo de unos
pueblos sobre otros.
Determinismo geográfico

El reconocimiento de la Geografía como disciplina científica, su nacimiento y su desarrollo, o la


institucionalización de la Geografía como ciencia vinieron tras una fase de crisis producida por la
pérdida de contenidos que sufrió (ante la creación de ciencias especializadas) y su identificación
con un saber descriptivo y enciclopédico, sin ningún contenido teórico destinado a la divulgación.
Las razones de la institucionalización de la Geografía deben buscarse en su presencia dentro de
los programas de educación primaria y secundaria a lo largo del siglo XIX y la necesidad de
formar docentes debido a la expansión de los efectivos escolarizados. Además, es necesario
considerar el papel que jugaron las Sociedades Geográficas, reforzando los intereses imperialistas
de las naciones europeas, junto al impulso de explorar los territorios coloniales. Dentro de éste
contexto se debe entender la influencia que tuvieron, dentro de la Geografía, las tesis
evolucionistas y positivistas tan en boga en aquella época; es decir, dentro de una ciencia que
estaba institucionalizándose y tratando de hacerse un lugar como disciplina científica.
El proceso de institucionalización comenzó en Alemania de la mano de Friedrich Ratzel (1844-
1904) cuya Geografía comenzó a definirse como una rama científica en línea con la tradición
etnográfica. Los principales aportes de su obra “Antropogeographia (introducción de la aplicación
de la Geografía a la Historia)” (1882) fueron los conceptos de biogeografía universal, difusión,
ecúmene o espacio vital y problemas de migración. En la base de la visión geográfica de Ratzel
está la concepción orgánica de la Tierra que lo llevo a un planteamiento integrado de los
fenómenos vitales. Para él la Geografía es sobre todo Ecología, preocupándose de las relaciones
entre los distintos organismos vivos, y entre éstos y el medio ambiente; así se configuro el
determinismo geográfico, que es una acepción de la influencia del medio físico en las actividades
del Hombre y una búsqueda del encadenamiento causal y riguroso, existente entre los fenómenos
humanos y los factores físicos.
Se criticó a Ratzel de tener un determinismo excesivo, por ejemplo, en el análisis de las sociedades
primitivas, donde concedía un valor determinante al medio natural (sobre todo al clima); sin
embargo, en obras posteriores reconoce la capacidad de actuación del Hombre, siempre y cuando
haya un cierto grado de desarrollo y de organización. A pesar de ello, su actitud positivista
encuentra su máxima expresión en el uso que hace de conceptos biológicos y ecológicos para
interpretar los hechos de la Geografía con su “Teoría del espacio vital”, según la cual, la misma
lucha que se produce entre los seres vivos por la ocupación de un territorio (sobre todo cuando se
trata de un espacio restringido) se produce entre estados y pueblos, dependiendo, la grandeza de
éstos, del área que ocupan, del número de habitantes, de la estabilidad de las instituciones políticas
y de los medios de dominio; es así que dicha teoría, sirvió para justificar las ideas expansionistas
de la época.

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La obra de Ratzel tuvo una influencia enorme en la Geografía de la última mitad del siglo XIX y
constituye un esfuerzo por conjugar el enfoque positivista y la necesidad de unir la Geografía
Física y la Geografía Humana a fin de dar identidad y hacerle un sitio en el campo de la ciencia.
Ratzel concibe a la Geografía como una ciencia puente que ejerce una conexión entre las Ciencias
Naturales y las Ciencias Sociales. Postulo el método científico para la Geografía introduciéndola
en el sistema científico dominante, pudiendo así decirse que es el primer estudio científico
geográfico. Aplica los métodos de las Ciencias Naturales dentro de la Geografía y señala que los
hombres viven bajo las leyes de la naturaleza, considerando que las formas culturales son el
resultado de las condiciones del medio natural.
Ratzel, que por su formación conocía a fondo la obra de Darwin, trasvasa conceptos darwinianos
al campo de la Geografía. Su Geografía es marcadamente ecológica, subrayando las relaciones
Hombre-medio; inspirado en la concepción ecológica de Ernst Haeckel y tomando la idea de
asociación y organización de Darwin; es decir que considera al Hombre como una parte de un
organismo ecológico vivo. Su formación académica naturalista y su profundo conocimiento de la
obra de Darwin lo llevaron a trasladar los conceptos de evolución (entendida como la transmisión
de formas simples a más complicadas), asociación, lucha, organización y selección. Además,
traspaso las ideas de la Biología al campo de la Geografía y afirmo que los grupos humanos (como
los grupos de seres vivos) buscan ampliar su territorio a costa de los vecinos, y la lucha se hace
virulenta cuando los organismos poseen espacios pequeños. Así, los grupos vencidos, al perder
espacio, conocen la decadencia. Considera los límites de un territorio como los límites de un
campo de lucha, tanto en el mundo animal, como entre los diferentes estados a los cuales les
concede una importancia vital en la defensa de los grupos sociales que habitan un territorio. La
gloria del Estado y su esplendor dependen del territorio, estableciendo una jerarquía de estados,
justificando la expansión de los pueblos superiores a expensas de los inferiores, afirmando que la
civilización no puede permanecer limitada por mucho tiempo a un territorio angosto y a un único
pueblo, sino que la necesidad de fusión forma parte de su esencia; la tendencia a ocupar espacios
cada vez mayores está en la esencia del progreso. Ratzel es un ejemplo de la Geografía al servicio
de la dominación de los pueblos civilizados (europeos) sobre los débiles, sin fronteras precisas, y
constituye la argumentación más acorde a las necesidades de la Alemania reunificada
participando en el reparto de África.
Este enfoque tuvo un enorme predicamento en los EE.UU, en donde fue introducido por: William
Davis (1850-1934), quien consideraba que la sociedad humana era un organismo que sobrevivía
por un ajuste al medio físico, es decir que la naturaleza de su desarrollo estaba determinada por
el medio; Ellen Semple (1863-1932) para quien el Hombre es un producto de la superficie
terrestre; esto significa que el Hombre es hijo de la Tierra, polvo de su polvo, y la Tierra lo protege
maternalmente y lo alimenta, le impone tareas, le dirige los pensamientos y lo enfrenta a las
dificultades que han de fortalecer su cuerpo y agudizar su espíritu; y Ellsworth Huntington (1876-
1947) quien explica el liderazgo civilizador de los pueblos a partir de la “Teoría climática”,
considerando al clima como el factor decisivo para la salud (física y mental); y que al cambiar
constantemente, es el responsable de la distribución, del desarrollo, de la decadencia y del destino
de las civilizaciones.
El positivismo también influyo en Francia, a través de la obra del ingeniero y sociólogo Frédéric
Le Play (1806-1882) quien sentó las bases para el posterior desarrollo del concepto de modo de
vida, preocupándose de establecer la cadena de casualidades que explican las actividades
humanas, morales y sociales de un territorio partiendo del medio natural (a partir de todo el medio
natural o de unas características peculiares del mismo).
En síntesis, el determinismo geográfico supone que la libertad del Hombre está dirigida por los
factores del medio físico, que ejercen una influencia directa en la constitución física y moral del
Hombre, individual y social. Se puede hablar de una época de Geografía Física y Natural, basada

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en la concepción del Hombre como “hombre naturalis”, es decir, como un Hombre en naturaleza,
que forma parte de la naturaleza y se encuentra marcado por ella.
Historicismo

El segundo enfoque filosófico influyente en la ciencia fue el historicismo como reacción contraria
al positivismo y al papel hegemónico de los métodos de las Ciencias Naturales. El origen
comienza en los últimos decenios del siglo XIX y principios del siglo XX, coincidentes con la
crisis del positivismo y el desarrollo del espiritualismo como corriente filosófica, que consideraba
a la historicidad como una característica esencial y explicativa de la realidad social. Se vuelve a
la división entre las Ciencias Naturales y las Ciencias Sociales, proclamándose la especificidad
de las segundas. Se resucita el dualismo metodológico y se desplaza el objetivo del conocimiento
científico desde la explicación, a la comprensión, a través del estudio de los hechos concretos,
irrepetibles y únicos.
Quien llevo a cabo la distinción entre Ciencias Naturales y Ciencias Sociales fue Immanuel Kant
(1724-1804); es decir que realizo la distinción entre Ciencias Ideográficas y Ciencias
Nomotéticas; al respecto Wilhelm Dilthey (1833-1911) señala que en ambas ciencias existen
diferencias en los contenidos y en los métodos: las Ciencias Sociales estudian la experiencia del
Hombre, incluyen aspectos de las Ciencias Naturales y se apoyan en la experiencia vivida, razón
por la cual en esta ciencia no pueden encontrarse leyes parecidas a las Ciencias Naturales, sino
generalizaciones; las Ciencias Sociales presentan la particularidad de que el investigador no es un
observador exterior a la realidad, sino que está inmerso en esa realidad, que es objeto de estudio
y por ello, la realidad puede abordarse a través de un gran número de métodos. Según Dilthey,
aquí radica la originalidad de las Ciencias Sociales y añade que la característica esencial de la
realidad humana es su historicidad, porque toda acción humana lleva en si la historia, y al
acercarse a ésta desde una postura positivistas (con teorías abstractas y explicativas) no se puede
reflejar la complejidad de la vida real, por esto es que desde el historicismo se defiende la
aprehensión de la realidad social desde un conocimiento comprensivo, ya que solo de ésta manera
se pueden describir las individualidades históricas. Ésta oposición entre la explicación
generalizante positivista y la comprensión historicista, es un elemento básico de la reacción
metodológica que se produce; al punto en que Dilthey afirma que mientras en las Ciencias
Naturales se explica, en las Ciencias Sociales se comprende. El historicismo pretende reconstruir,
exigiendo rigor en la determinación de los hechos históricos y considerando que la historia tiene
un poder explicativo de la realidad social, debido a que ésta realidad es el resultado de la evolución
histórica y, por lo tanto, la descripción de dicha evolución es indispensable para comprender la
realidad. En resumen, la explicación generalizada, es decir, la búsqueda de leyes es propia de las
Ciencias Naturales, en tanto que la descripción de individualidades históricas, (reparando en la
intencionalidad y teniendo en cuenta toda la experiencia vivida) sería una comprensión
historicista y además el enfoque idóneo para las Ciencias Sociales. Es decir, que el objetivo de
éstas últimas, se dirigirá a aprehender lo singular a través de circunstancias únicas en el espacio
y en el tiempo. Se tratará de una comprensión empática, es decir, de un intento de protagonizar
los hechos históricos. Esto lleva a aceptar (en el conocimiento científico) la existencia de
facultades que serían inadmisibles para un positivista, ya que en la comprensión de los hechos
humanos juega un papel importante lo estrictamente racional y las facultades como la empatía, la
imaginación, la intuición, la sensibilidad, etc.
Otro exponente importante del historicismo fue el filósofo alemán Wilhelm Windelband (1848-
1915) quien justifico de forma teórica la posibilidad de la ciencia de lo singular, con la ya expuesta
distinción entre las Ciencias Nomotéticas (es decir, las Ciencias Naturales; que se ocupan por lo
constante y permanente, tratando de descubrir las leyes de la naturaleza) y las Ciencias
Ideográficas (es decir, las Ciencias Sociales; que se ocupan de lo singular y único,

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acontecimientos y hechos, y por las condiciones circunstanciales en el espacio y en el tiempo);
sin embargo, el mismo Windelband reconocía que un objeto podía ser estudiado por uno u otro
tipo de ciencia. Sobre este último punto profundizo el filósofo alemán Heinrich Rickert (1863-
1936), para quien, una realidad puede ser considerada desde una perspectiva generalizante en la
que se retiene lo que es común a diferentes objetos (perspectiva de las Ciencias Nomotéticas) o
desde una perspectiva individualizante, aprehendiendo su singularidad, es decir, aquello que lo
distingue de los otros (perspectiva de las Ciencias Ideográficas).
Posibilismo geográfico

El historicismo en Geografía aparece en el llamado posibilismo geográfico que (como reacción


extrema al determinismo geográfico) subraya que el Hombre es un agente activo y no pasivo en
el modelado de la superficie terrestre; es decir que los grupos humanos instalados en un marco
natural perciben los usos alternativos que le ofrece el medio físico/natural y entre ellos
seleccionan aquellos que están más de acuerdo con sus aptitudes culturales. Por lo tanto, el medio
no es una causa necesaria, sino contingente; es decir que no tiene un valor absoluto sino relativo,
es una posibilidad o un conjunto de posibilidades cuyo desarrollo dependerá del Hombre y de su
libertad para elegir una u otra, según sus características procedentes de una larga evolución
histórica.
El sistematizador y formulador de la concepción posibilista fue el francés Paul Vidal de la Blache
(1843-1918) a quien se le reconoce el mérito de conseguir para la Geografía un status académico
independiente y no como disciplina auxiliar de la Historia. En la base de su pensamiento se refleja
la influencia del filósofo Éttiene Émile Boutroux, según el cual la principal característica del
Universo es el cambio, la evolución y la contingencia (entendida como la posibilidad de que una
cosa suceda o no). Estos conceptos aplicados a la Geografía, le permitieron al autor superar el
determinismo geográfico, restaurando la libertad del Hombre con respecto al medio. Este
posibilismo geográfico, establece que la naturaleza ofrece posibilidades que el Hombre utiliza de
acuerdo a sus necesidades y después de una decisión tomada de forma consciente y libre.
Vidal, valora los aspectos específicos del ser humano, como la Historia, la intencionalidad y la
libertad (aspectos culturales e inmateriales); aquí se encontrarán las bases de su Geografía
Humana. La idea esencial es el estudio de la naturaleza y del Hombre, destacando como el medio
le proporciona al Hombre una gama de posibilidades que desarrollará de acuerdo a sus
capacidades y deseos; las relaciones que el Hombre establece con el medio no son de forma
individual, sino colectiva, a través del legado histórico y de los objetivos fijados por el grupo al
cual pertenece, por ello considera importante acudir a la historia para evaluar los marcos de vida
y los objetivos cambiantes de los grupos humanos. En este sentido, uno de los conceptos
fundamentales de Vidal es el de géneros de vida, entendidos como la expresión del dialogo
Hombre-naturaleza; son los productos y resultados de influencias históricas, físicas y sociales que
rodean la relación del Hombre con el medio. Este concepto tendría tres componentes: la
combinación de actividades agrarias y no agrarias, los medios de nutrición y la producción
material en relación a los recursos materiales. Vidal relaciono la noción de géneros de vida y
medio con el concepto de medios de vida, es decir, la adaptación que realizan los diferentes
pueblos a los recursos naturales del medio. El medio de vida es entendido como el nexo
explicativo de los diferentes elementos que componen la superficie terrestre, formada por la
naturaleza inanimada y los seres vivos, y en donde el Hombre es considerado como un factor
geográfico. Al lado de estos conceptos esenciales el concepto que completa la trilogía es el de
circulación, que considera esencial, puesto que alimenta y favorece la relación entre las diferentes
partes del mundo.
Otro concepto esencial es el de región, considerada globalmente, agrupando rasgos tanto físicos
(clima, relieve y vegetación) como humanos (agricultura, comunicación, industria), que se

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encuentran ensamblados y unidos, formando un todo orgánico, con partes interdependientes. Cada
región está desarrollada, influida y modificada por la acción del Hombre. Vidal no separa el medio
del Hombre, sino que considera que éstos se interrelacionan a lo largo del tiempo. Ambos
constituyen un todo, una amalgama que se cristaliza y se forma a lo largo del tiempo; una región
con unos caracteres distintivos que la hacen única, puesto que toda región tiene mucho de las
características y las circunstancias locales y así lo que es significativo en una de ellas, carece de
valor en otra.
La principal contradicción de Vidal es que al afirmar la diversidad entre espíritu y materia se
podía llegar a la separación entre Geografía Física y Geografía Humana, perdiéndose la unidad
de la Geografía como disciplina científica; así, para defender una concepción unitaria y garantizar
la unidad de la Geografía, recurre a los conceptos de región y de síntesis regional. Estas
concepciones, le permitirán ver como se combinan y se interrelacionan los fenómenos físicos y
humanos, acotando un territorio que hasta entonces no había sido reivindicado por otras
disciplinas científicas y dotando a la Geografía de un objeto de estudio concreto. En cuanto al
problema de la relación entre la Geografía General y la Geografía Regional lo soluciona
argumentando que los estudios locales se inspiran en un principio de generalidad.
En las sugerencias que ofrece Vidal para estudiar las regiones concede gran importancia al medio;
tanto es así que toma como unidad de estudio un espacio cultural buscando apoyar la unidad
cultural en bases físicas. Señala una preocupación por subrayar las relaciones Hombre-medio y
por la síntesis regional que ponga de manifiesto el carácter único de la región estudiada y
recomienda objetividad y precisión en el análisis y reconocimiento sobre el terreno y afirma que
con los libros se hace una Geografía mediocre y con los mapas se logra una Geografía mejor, pero
solo se consigue autentica Geografía sobre el terreno. Vidal propuso como objetivo esencial de la
investigación geográfica, el estudio integrado y unificado. Para Vidal, la síntesis regional es el
objetivo último de la tarea del geógrafo, es decir, comprender y explicar la lógica interna de un
fragmento de la superficie terrestre.
En síntesis, la idea básica del posibilismo geográfico, sería que el objetivo de la Geografía no es
establecer relaciones casuales y leyes sobre las relaciones Hombre-medio, sino observar las
relaciones del Hombre y del medio, y que éstas relaciones no pueden entenderse señalando límites
entre los fenómenos del medio físico/natural y los fenómenos culturales, sino que deberían
considerarse como intimidades inseparables y unidas. Cada comunidad se acomoda a las
condiciones físico/naturales a través de los géneros de vida, dejando su impronta espacial; y el
resultado de éste ajuste, refleja siglos de actuación del Hombre sobre el medio. Por lo tanto, cada
comunidad tiene características irrepetibles y propias, e incluso estas pueden no producirse en
otros territorios con condiciones físico/naturales semejantes. A lo largo del tiempo, el grupo
humano y la naturaleza se adaptan armónicamente, de forma que sus relaciones son tan íntimas y
sutiles que es inútil tratar de delimitar la influencia del Hombre sobre el medio y viceversa. Ambas
influencias se funden en un todo que se cristaliza en una región con su propia personalidad; y el
estudio de tales regiones es el objetivo esencial del geógrafo.
Vidal propone el método inductivo historicista, subrayando, además, que la Geografía es la
ciencia puente entre las Ciencias Naturales y las Ciencias Sociales y que el geógrafo a de partir
de la unidad de los fenómenos terrestres, reparando en la combinación de los mismos y que su
objeto es la totalidad de los fenómenos en la superficie terrestre.
En Alemania se destacó el geógrafo Alfred Hettner (1859-1941) quien desarrollo de forma teórica
el carácter ideográfico y el carácter nomotético de la Geografía. Para Hettner existían dos
concepciones de ésta ciencia: Geografía General (erdkunde) y Geografía Corológica/Regional
(landerkunde). La primera supondría una introducción a la segunda y la recurrencia a un dualismo
epistemológico, porque al describir fenómenos y realidades, la Geografía es una Ciencia

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Ideográfica, y al clasificar dichos fenómenos y realidades y deducir leyes, se convierte en una
Ciencia Nomotética. De esta manera, Hettner salvaba la competencia ante posibles ciencias
competidoras y resolvía (con el enfoque corológico/regional) el problema del objeto de estudio
de la Geografía, distinguiéndola de otras disciplinas científicas.
Hettner rechaza las anteriores concepciones de Geografía, desde la ciencia de la Tierra de
Bernhardus Varenius, hasta la de ciencia de las relaciones Hombre-medio o ciencia de las
relaciones especiales de Friedrich Ratzel y proponía una definición de ciencia que trataba de las
diferencias localizadas en la superficie terrestre y de la descripción de las unidades espaciales;
Hettner consideraba a la Geografía como el conocimiento de las áreas terrestres y sus diferencias
y como la ciencia de la superficie terrestre basada en las diferencias regionales. Propugna para la
Geografía el enfoque corológico/regional, como el fin de la Geografía misma y señala que la
consideración geográfica no puede sino ser corológica/regional (así como la Historia solo puede
ser temporal). Considera que la Geografía es la ciencia de la diferenciación espacial y afirma que
se debe ocupar de los hechos de la superficie terrestre que son localmente diversos. El objetivo
de la interpretación corológica/regional es conocer el carácter de las regiones, mediante la
comprensión de la coexistencia entre los diversos reinos de la naturaleza. Por otro lado, Hettner
considera que la división temporal es importante, pero solo para explicar la situación del momento
elegido ya que, si bien la Geografía necesita una comprensión histórica, no debe convertirse en
Historia.
Por otro lado, y desde el punto de vista del desarrollo disciplinar de la Geografía, durante este
periodo comienza la defensa y posterior consolidación del estudio del paisaje, esto se debía a dos
razones: permitía identificar un objeto específico para la investigación en Geografía y superaba
el peligro que suponía la división de la ciencia en Geografía Física y Geografía Humana. Sin
embargo, a pesar del intento de síntesis, en las primeras formulaciones se le brindo más
importancia a los elementos físicos que conformaban el paisaje, por sobre los humanos.
En Alemania, fue Otto Schlüter (1972-1952) quien insistió en la noción de paisaje como objeto
de estudio de la Geografía, mediante la insistencia en observar los fenómenos visibles que pueden
ser percibidos por los sentidos, dejando de lado el estudio de las características no materiales (es
decir, los hechos económicos, políticos, psicológicos, raciales y sociales). En esta línea, el alemán
Hugo Hassinger (1877-1952) se referirá a la Geografía Humana como la morfología del paisaje
(cultural), acercándose al ser humano, desde el punto de vista naturalista y mediante el empleo de
técnicas de trabajo de campo basadas en la Geomorfología; esto dificulto incorporar lo social al
paradigma teórico, pese al reconocimiento de la importancia del ser humano en la conformación
del paisaje.
Oskar Schmieder (1891-1980) exporta la escuela paisajística alemana a EE.UU, preocupándose
por la transformación de los paisajes naturales en paisajes culturales, mediante la influencia de la
acción humana. En esta misma línea Carl Sauer (1889-1975) introdujo el concepto de cultura,
entendida de forma amplia e incluyendo objetos inmateriales y materiales; el paisaje cultural
resulta del modelado del paisaje natural por un grupo humano, es decir que la cultura es el agente,
el espacio natural es el medio y el paisaje cultural es el resultado. Sauer rompe con el
determinismo geográfico, haciendo hincapié en los elementos culturales por sobre los naturales y
valorando la comprensión y el estudio de campo; además, defendía la interdisciplinariedad del
análisis geográfico, relacionando antropólogos e historiadores; no se trata de un estudio regional,
sino de un análisis de los elementos culturales que se manifiestan en el espacio. Para Sauer el
objeto de la Geografía no es la diferenciación espacial sino comprender el cambio del paisaje
natural al cultural y determinar las diferentes fases, por lo tanto se trata de identificar y datar los
cambios que ha experimentado el paisaje natural hasta constituirse tal y como hoy se encuentra.
En definitiva, es reconstruir las diferentes transformaciones del paisaje natural en paisaje cultural.

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Sauer propugna el método inductivo y señala que ha de repararse en aquellos aspectos de la
ocupación humana visibles en el paisaje y en los fenómenos físicos que tienen significado en
dicha ocupación; insiste en admitir que existe una estructura compuesta por formas y que en el
paisaje natural aparecen factores geográficos (climáticos y geológicos) que a través del tiempo
generan formas (clima y topografía) y que combinándose crean el paisaje. En síntesis, Sauer,
reduce la Geografía al estudio del paisaje natural, (significativo a la ocupación del Hombre) y a
su transformación en paisaje cultural (por los grupos humanos a través del tiempo).
Por otro lado, en la obra de algunos contemporáneos aparece la preocupación por formular el
paisaje en términos de paisaje económico; por ejemplo, la obra de Leo Weibel (1888-1951) en la
cual se considera que cada economía da lugar a un tipo determinado de paisaje económico,
poniendo énfasis en la actividad de los grupos humanos como elementos explicativos del mismo;
se consideran los aspectos socio-económicos para explicar la organización espacial en las
sociedades industriales.
En Francia, el discípulo de Vidal, Jean Brunhes (1869-1930) incorpora a su obra el estudio del
paisaje considerándolo como la clave de la construcción teórica de la Geografía Humana; para
Brunhes, el campo de la Geografía abarcaría el contacto entre la superficie del globo y el nivel
inferior de la atmósfera, siendo el objeto de estudio de la Geografía Humana, los hechos en que
participa la actividad del Hombre, considerando que dicha Geografía debe partir de dos principios
fundamentales: el principio de actividad (es decir los hechos geográficos en continua
transformación que otorgan una perspectiva dinámica) y el principio de conexión (es decir que
los hechos geográficos están relacionados entre sí y deben estudiarse en sus múltiples
conexiones). Aunque para dicho autor, el geógrafo no debía separar la acción del Hombre (sobre
la naturaleza) del estudio de la Geografía Física; es decir, el estudio de los fenómenos humanos
que se inscriben en el suelo y que modifican la naturaleza, y simultáneamente son modificados
por ésta. Además, estos hechos serian clasificados según una creciente complejidad, en la cual, la
relación con la naturaleza será cada vez más sutil y graduada.
Otro exponente del posibilismo geográfico fue Richard Hartshorne (1899-1992) quien definió a
la Geografía como el estudio de las diferencias espaciales en la superficie terrestre e insistió en
que el único objetivo de la Geografía es comprender el carácter variable de las áreas dado por los
fenómenos interrelacionados; éstos últimos serian el contenido de la Geografía. No admite la
posibilidad de separar los elementos físicos/naturales de los humanos, ya que no existe un campo
con dos partes diferentes, sino un solo campo en los que unas veces dominan los rasgos naturales
sobre los humanos y a la inversa, pero la separación de componentes es una abstracción mental
ya que en la realidad se dan interrelaciones.
Hartshorne, parte de la concepción corológica/regional definida por Hettner y, debido a que un
aspecto esencial de dicho enfoque es el estudio de las regiones, el autor considera que en la
superficie terrestre es preciso delimitar piezas individuales que formarían una región, es decir,
unidades mínimas de análisis o de estudio que no han de estudiarse aisladamente. Debido a que
las regiones se relacionan entre sí, la Geografía Regional estudia también el modo en que las
regiones están unidas formando áreas mayores hasta constituir una sola área unitaria, es decir, el
mundo. Por otro lado, Hartshorne reconoce el carácter subjetivo de toda delimitación regional
(aspecto no admitido por Vidal, que considera la existencia de la región como un ente real), por
ende, la determinación de la región es arbitraria. El autor no define el tamaño de la región, sólo
indica que el objetivo es suministrar una ilustración precisa y representativa de un espacio más
amplio, reconociendo la imposibilidad de dar una dimensión concreta de la región. Además, el
autor cree que no es posible formular leyes, porque lo que se espera de la Geografía es la
descripción explicativa de los fenómenos y la presentación del complejo total de los mismos,
formando una región. Si bien considera que es posible hacer algunas generalizaciones (cuando se
consideran algunas variables interdependientes), en Geografía, incluso cuando se estudian solo

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los fenómenos naturales, se trata siempre de situaciones complejas y sin posibilidad de
observarlas bajo control de laboratorio como ocurre en las Ciencias Naturales. Estas limitaciones
que presenta la complejidad del objeto de estudio, es decir, la región, transforman a la Geografía
como un campo de conocimiento que se preocupa por conocer y comprender casos individuales,
y ello implica que la región es un concepto específico. Si bien se asigna como objetivo prioritario
el estudio de lo singular (región) también se reconoce la necesidad de progresar en estudios
genéricos a partir de la integración de estudios individuales. Así, la última prueba en Geografía
es el estudio de la complejidad que aparece en espacios o unidades concretas y únicas, pero que
no pueden considerarse como muestras representativas de espacios mayores. Hartshorne,
pensando que los conceptos genéricos son necesarios en el análisis regional, no está de acuerdo
en identificar como objetivo de una ciencia la formulación de leyes, porque no es correcto declarar
que todos los fenómenos de la realidad son explicables en términos de relaciones de causa-efecto
determinables por leyes. Propone, a través de la observación objetiva, describir los fenómenos
observados que se clasifican hasta donde la realidad lo permite, y la obtención de conceptos
genéricos y universales, a través de la consideración lógica y racional de los hechos, logrando
comprender las interrelaciones específicas de fenómenos en marcos concretos (regiones).
Neopositivismo – Nuevo Positivismo – Positivismo Lógico

Esta corriente se comienza a desarrollar en 1920 y se apoya en las ideas de un grupo de científicos
conocidos como “positivistas lógicos” centrados en torno a las figuras de Moritz Schlick (1882-
1936) y la Sociedad de Filosofía o Círculo de Viena y Hans Reichenbach (1891-1953) y el Grupo
de Berlín. Estos dos grupos desarrollaron el principio general de esta corriente: las únicas fuentes
seguras de conocimiento son la evidencia de los sentidos, la Física, la Lógica y la Matemática,
razón por la cual se oponen a todo tipo de fenómenos no verificables (por considerarlos idealistas
y metafísicos). Los neopositivistas no rechazan la intuición, pero exigen que el conocimiento
intuitivo sea acompañado y vigilado por la justificación racional; esto explica su oposición al
régimen nazi de la época, ya que éste se apoyaba en prejuicios irracionales que cristalizaron en el
dogma ideológico del nacismo; además apoyaban la investigación que corroborase las actitudes
de expansión y de superioridad. Sus posiciones filosóficas y políticas los llevaron a enfrentarse
con el nazismo, esto supuso el asesinato de Moritz Schlick y obligo a la mayoría de sus miembros
a emigrar, favoreciendo el desarrollo de la corriente neopositivista en el mundo anglosajón,
especialmente entre 1940 y 1950.
Los objetivos de este movimiento aparecieron en el “Manifiesto del Círculo de Viena”, pretendían
una ciencia unificada con un lenguaje exento de contaminación subjetiva y de juicios de valor; es
decir, un lenguaje neutro, inspirado en el análisis lógico. Resaltaban la importancia de un lenguaje
común a toda la ciencia, negando la diferenciación o dualismo entre Ciencias Naturales y Ciencias
Sociales; estas últimas también debían tener como objetivo principal la formulación de leyes
explicativas y predictivas. Se rechaza la interpretación causal y determinista de los fenómenos,
concediendo un peso cada vez mayor a la probabilidad, por lo cual el principio de la inducción ya
no servirá para decidir sobre la verdad, sino sobre la probabilidad de la verdad. Con el
neopositivismo se vuelve a insistir en que el análisis científico debe ser riguroso y estar destinado
a alcanzar leyes; es decir que vuelven a subrayar el carácter nomotético de la ciencia.
En lugar de propugnar un esquema explicativo determinista y un método de investigación
inspirado en las Ciencias Naturales, éstos científicos propugnan que, a partir de la experiencia, se
establezcan proposiciones analíticas (basadas en la Lógica y en la Matemática) y empíricas,
destacándose, como método científico la “Teoría de la verificación”, considerando que, una
proposición es significativa solo si puede ser verificada empíricamente, es decir que se considera
el método empírico para decidir si una proposición es falsa o verdadera, por lo cual, la experiencia
siempre se sitúa como el punto de partida. Su objetivo es la descripción científica, aplicando el

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análisis lógico al material empírico; pero la descripción no debe referirse a la esencia del objeto,
sino a su estructura, eliminando cualquier elemento histórico del análisis de los fenómenos
sociales, esto supone adquirir una postura antihistórica.
Otra postura es la de Karl Popper, quien, propone la “Teoría falsacionista”, en la cual se rechaza
la noción de probabilidad estadística y, en contra, se postula una probabilidad lógica. Este hecho
se encuentra ligado a la evolución de los conceptos de espacio relativo y de tiempo y de las leyes
de probabilidad, para explicar los comportamientos de las partículas elementales. Actualmente,
la Física no cree en la validez del principio de causalidad, porque no se limita solo al estudio de
los fenómenos que resultan del comportamiento de elementos; sino que, en la Física actual, la
conclusión es opuesta al determinismo causal, porque lo que la Física clásica considera como
conexiones causales, la Física actual lo contempla como mera probabilidad. En síntesis, el
neopositivismo es la filosofía que proporciona la base a la Física actual y ésta a su vez, fue el
modelo que inspiro a las Ciencias Sociales.
En el contexto del neopositivismo, EE.UU y Europa salían de la Segunda Guerra Mundial (1939-
1945) con resultados muy diferentes, ya que, mientras Europa (campo de operaciones bélicas)
salía destrozada, EE.UU se consolidaba como potencia hegemónica en expansión. En ambos
espacios se consideró necesaria la organización territorial mediante leyes que rijan la organización
del espacio, con el fin de ordenar el desarrollo económico. A esta demanda social acudió la
Geografía, rompiendo con su aislamiento tradicional y diversificando la producción científica.
Por ello, a partir de la década de los 50, el espacio y su organización van a ser la preocupación
dominante de los geógrafos.
El periodo comprendido entre 1930 y 1940 es considerado como un periodo decisivo en la
evolución de las Ciencias Sociales, ya que entran en crisis muchas ideas que habían surgido en el
siglo XIX. A esto tampoco es ajeno el contexto económico, político y social de la época, que
obligó a las Ciencias Sociales a tratar de dar respuestas a los nuevos problemas que surgen:
superación de la crisis del sistema capitalista, demanda de instrumentos más eficaces de
conocimiento social, reconstrucción de las áreas desbastadas tras la Segunda Guerra Mundial;
además, la carrera tecnológica iniciada entre EE.UU y la URSS, así como el desarrollo de
instrumentos potentes para el tratamiento de la comunicación y de la información y nuevos
marcos conceptuales y teóricos, estimularon a las Ciencias Sociales a dar respuestas cada vez más
rigurosas y técnicas.
Todo esto llevará a la crisis de las teorías historicistas y de los métodos cualitativos de
investigación; por ello, el empleo de métodos cuantitativos, el énfasis en la construcción de
modelos y el intento por solucionar los problemas científicos dentro de una teoría general (como,
por ejemplo, la “Teoría general de los sistemas”) se extenderá a todas las Ciencias Sociales.
Una de las críticas hacia el neopositivismo consiste en su reduccionismo fisicalista, es decir, en
la magnificación de la Física, que significaba que todo podía ser expresado en el lenguaje de ésta
ciencia.
Nueva Geografía

El neopositivismo fue trasvasado a la Geografía por autores como Ronald Abler (1939) y Peter
Gould (1932-2000). Estos fueron quienes sintetizaron las ideas básicas de ésta corriente. Los
autores plantean el origen de la ciencia y consideran que su objetivo principal es resolver
problemas. Cuando en una disciplina existen problemas y existe una comunidad científica, pronto
aparece una especialización, ya que mientras unos se limitan a resolver los problemas inmediatos
y/o urgentes aplicando los principios establecidas y aceptados por la mayoría (los practicantes de
la ciencia), otros (en general, un número muy pequeño) dedican su tiempo a la mejora de
herramientas, métodos y técnicas de trabajo y a resolver problemas teóricos. Es decir que, una

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ciencia bien desarrollada tiene una estructura triangular: la base es un conjunto de problemas; los
encargados de resolver los problemas urgentes, aplicando los conceptos y las herramientas
usuales, han de ser los profesionales más numerosos, luego están aquellos que dedican su tiempo
a la mejora de herramientas, métodos y técnicas, que han de ser minoritarios. Se considera que
una disciplina científica que no responde a esta estructura es una ciencia débil.
Se parte de la base de que la Geografía, considerada como ciencia, ha de apoyarse en los hechos
observables; por lo tanto, las percepciones de los hechos y la conciencia de los mismos
(experiencias) son los elementos sobre los cuales ha de operar la ciencia. El Hombre se encuentra
sometido a una corriente perceptual; y de una infinidad de sucesos, solo experimenta unos pocos
que trata de manipular para que las experiencias adquieran sentido. En todas las culturas existen
sistemas generales para ordenar las experiencias: científico, religioso, etc., (por ello se deduce
que es una necesidad básica del Hombre); estos sistemas, indican la forma de manejar el mundo
y de relacionarlos con él, para obtener algún beneficio. Los citados geógrafos explican el
mecanismo de ordenar las experiencias: parten de una serie de sucesos externos al plano
perceptual. Una parte de los mismos atraviesa la frontera sensorial y se convierten en
experiencias: son el punto de partida (aquellos hechos no percibidos no son objetos de interés).
Con las experiencias se elaboran constructs, es decir, ideas sobre la experiencia a la que se le
impone un orden inicial (se le asigna un nombre). Con los constructs, que tienen un soporte
material, se elaboran conceptos, es decir, ideas generalizadas formadas a partir de muchas
experiencias (por ejemplo: distancia, forma, velocidad, etc.) pero sin contenido empírico. Por
último, los conceptos se reducen a dos mega conceptos: número y relación, aplicados
universalmente. Es decir que, a cualquier constructs, se le puede aplicar un número y relacionarlo
con otra experiencia. Los conceptos se elaboran a partir de estos dos mega conceptos, que son
importantes porque sirven para manipular las experiencias. Este esquema mecanicista
proporciona una concepción monista del mundo, en donde no existe separación entre espíritu y
materia, es decir, entre el mundo interior y el mundo exterior. Son los hechos los que estimulan
nuestros sentidos. Como el ser humano es incapaz de recoger todos los estímulos, solo selecciona
algunos, que se convierten en experiencias y que se generalizan a través de un proceso continuo
de abstracción que va de la denominación simple de la experiencia, al concepto, y de allí, a los
mega conceptos que nos permiten manipular y ordenar las experiencias.
De todos los sistemas ordenadores de la experiencia, la ciencia es el más institucionalizado y es
el que más recursos posee. Si bien constituye un sistema más, es el más eficaz para enfrentarse
con problemas físicos y sociales que, incluso, amenazan la existencia humana, y por ello la
Geografía (y las restantes Ciencias Sociales) tienen responsabilidades morales y sociales.
No se admite el dualismo en las ciencias, porque la ciencia es un sistema de ordenamiento de las
experiencias y por lo tanto la diferencia entre Ciencias Físicas y Ciencias Sociales es artificial y
carece de sentido. Según este enfoque de ciencia única, solo cabe la diferencia que introduce el
neopositivista Rudolf Carnap (1891-1970) entre Ciencias Empíricas (que se apoyan en datos
observables, como, por ejemplo: Geografía e Historia) y Ciencias Formales (que carecen de
contenido empírico y que operan sin datos; son sistemas de pensamientos –como por ejemplo la
Matemática-). Las Ciencias Empíricas elaboran un conocimiento apoyado en datos observables y
sus resultados se dirigen a responder preguntas del tipo ¿Cómo?; estos resultados han de
someterse a confirmación y verificación empírica; por otro lado, los resultados de las Ciencias
Formales no precisan del test de la verificación empírica.
Además, se defiende el carácter unitario de la ciencia y la posibilidad de transferir teorías de una
disciplina a otra, junto a la necesidad de usar un lenguaje común a todas las ciencias, que sería el
lenguaje de la Matemática, que, llevara a una generalización de su uso en la Nueva Geografía
junto a la consideración de que las leyes no tienen que ser necesariamente causales, permitiendo
que la causalidad se plantee en término de probabilidad. Además, se considera que en la realidad

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social es posible encontrar regularidades (como ocurre en la naturaleza física); esto llevara a
utilizar las teorías de la Física para explicar por analogía (similitud) situaciones de la Geografía
Humana. Si bien la Geografía, es una Ciencia Empírica, debe hacer uso de las Ciencias Formales,
ya que el grado de desarrollo de una Ciencia Empírica está dado por el uso de las Ciencias
Formales, y la ventaja de usar estos sistemas de pensamiento es que la Geografía puede comprobar
la validez de sus operaciones con los datos de las observaciones, sin tener que referirse de modo
constante a la realidad. Por ello los nuevos geógrafos consideran que las Ciencias Formales son
los pilares de la Geografía y sin acudir a ellas, los resultados serían poco satisfactorios.
Los nuevos geógrafos propugnan un método hipotético deductivo, es decir, se parte de un
problema y se avanza hacia una estructura teórica para explicar la realidad; después, si las
respuestas se corroboran con la realidad, la hipótesis se verifica y puede llevar a la formulación
de una ley que permanecerá, en tanto que no se rechace como resultado de una investigación
posterior. El razonamiento deductivo se vio favorecido por el avance de la estadística, ya que
existen numerosos test que permiten corroborar o rechazar una hipótesis de investigación. Una
hipótesis es una respuesta potencial al interrogante que se plantea; es decir, las hipótesis son
respuestas a preguntas del tipo ¿Por qué?, que permiten establecer relaciones causales entre los
hechos, y que, en el caso de los fenómenos geográficos, pocas veces se logra establecer una
relación unicausal. En Geografía no se espera llegar a formular una hipótesis que se confirme en
todos y cada uno de los fenómenos, sino que proporcione una respuesta satisfactoria a la mayoría
de los mismos. Es decir, se buscan leyes de probabilidad. En síntesis, la formulación de leyes que
permitan construir una teoría, ha de ser el objetivo de la Geografía y ello se ha facilitado con el
empleo de la estadística y el uso de modelos como simplificaciones de la realidad.
Dentro de la Nueva Geografía, se desarrollan los siguientes dos paradigmas:
Geografía cuantitativa/sistémica/teorética

Esta Geografía, por la abundancia de métodos cuantitativos, tuvo influencia de economistas,


como, por ejemplo: Johann Von Thünen (1783-1850).
Para la mayoría de los geógrafos cuantitativos la pregunta básica de la disciplina es ¿Por qué las
distribuciones espaciales se disponen de la forma en que se encuentran? Una distribución espacial
es la frecuencia con la que un hecho aparece en el espacio, ya que los fenómenos pocas veces se
distribuyen de manera uniforme, es decir que la densidad de los mismos es variable en la
superficie terrestre. Lo normal es que la densidad varíe en intensidad y ello es lo que atrae al
geógrafo, porque ante estas diferencias aparecen las preguntas sobre las razones de estas
variaciones. Por ello, las variaciones en la densidad de los fenómenos que aparece en la superficie
terrestre (así como los procesos que los originan) son los objetivos esenciales de la Geografía.
Toda distribución espacial supone un ¿Dónde? Sin embargo, las preguntas de tipo ¿Dónde?, sobre
los fenómenos que varían en la superficie terrestre, no proporciona la misma respuesta, ya que
pueden formularse y responderse referidas a un espacio absoluto o relativo. Los espacios en los
que se mueve la gente son más psicológicos que absolutos, por lo tanto, para explicar las
relaciones espaciales, no es suficiente conocer la distancia kilométrica que supera los lugares,
sino, la distancia que percibe la población. Así, por ejemplo, para un habitante de la periferia
viajar al centro puede ser una aventura mientras que para un ejecutivo no.
Para la Geografía Cuantitativa es muy importante la identificación de los diferentes espacios, así
como la localización de los fenómenos en éstos; ésta surge en EE.UU en la década de los 50
apoyándose en Fred Schaefer (1904-1953) quien postulo el carácter único de la ciencia y el
objetivo de la Geografía que sería el de adoptar el método científico y formular leyes que rijan la
distribución espacial de ciertas características de la superficie terrestre. Schaefer considera a la
Geografía como la ciencia de las relaciones espaciales y de las interrelaciones, proponiendo hacer

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de la Geometría la lengua de la Geografía. Rechaza el punto de vista corológico/regional a favor
del análisis espacial que estudia la disposición geométrica y las formas de los fenómenos.
Schaefer, ataca de forma directa el núcleo de la concepción historicista y regional, enfatizando en
no quedarse solo en la descripción de los fenómenos, sino en buscar la explicación de éstos, para
lo cual considera necesario acudir a leyes generales. El autor concibe a la Geografía como la
ciencia que se refiere a la formulación de leyes que rigen la distribución espacial de ciertas
características en la superficie de la tierra.
Esta Geografía llego a Europa, entre las décadas de 1960 y 1970, a través de la introducción de
las obras de Walter Christaller (1893-1969) donde se difundieron más, las técnicas de análisis
cuantitativo, que las bases teóricas. Es decir que, la Geografía Cuantitativa se impuso en EE.UU
y se fue introduciendo gradualmente en Europa, aunque con cierta resistencia por parte de los
geógrafos posibilistas y consto en la introducción de la Matemática en las Ciencias Sociales. La
principal crítica que recibe es que los fenómenos humanos no pueden ser objeto de tratamiento
matemático.
La explicación y la formulación de leyes significan disponer de teorías, volviendo a surgir el
problema de cómo llegar a formularlas, es decir, mediante el método deductivo o el método
inductivo y donde colocar dichas teorías dentro del proceso de investigación. Si bien el método
inductivo había sido aceptado como el camino normal de la ciencia desde el siglo XIX y también
lo fue para el neopositivismo (aunque formulado en términos de posibilidad), las criticas
popperianas al método inductivo impactaron en la Geografía; tal es así, que el objeto de la ciencia
geográfica ya no será la recogida de datos o la realización de observaciones, sino la elaboración
de teorías, entendidas como la clave de la realidad, ya que existe un orden en el caos de la realidad,
pero solo se descubrirá si se está armado de teorías. Es decir que se debe partir de las teorías,
formulando hipótesis que luego serán validadas o no, mediante la investigación empírica. El
cambio que se observa con respecto al método inductivo es radical porque la observación y el
trabajo empírico se sitúan al final del proceso de investigación y no al principio. La teoría es
considerada como indispensable para la descripción, ya que es selectiva al elegir hechos
significativos, implicando que previamente se posean criterios de clasificación y un cuerpo de
ideas, es decir, un sistema teórico, aunque este no se encuentre explicitado.
Se rechaza el tratamiento de los hechos únicos y singulares (como defendían los historicistas)
considerando que no pueden ser explicados por una sola teoría, sino por la combinación de varias
de ellas y se vuelve a insistir en el carácter predictivo de las teorías, porque consideran que si una
teoría no puede predecir es porque no ha descubierto la regla de la realidad. Se valora el espacio,
considerándolo desde el campo de la Geometría, esto llevo a caracterizar a la Geografía como la
ciencia que se encuentra entre la intersección formada por las Ciencias Geométricas, las Ciencias
Sociales y las Ciencias de la Tierra.
Es decir que se produce una reformulación de los problemas claves de la Geografía, siendo la
localización espacial de las actividades y de las poblaciones los temas destacados. En cuanto a la
problemática que supone estudiar la diferenciación del espacio en la superficie terrestre, se
reformula con la aplicación de la “Teoría general de los sistemas” y se propone el concepto de
ecosistema como el marco conceptual tanto para el estudio de la realidad como para la
investigación geográfica. Por otro lado, en cuanto al problema corológico/regional, no se
considera el dualismo entre Geografía General y Geografía Regional, afirmando que sólo hay una
Geografía Sistemática, que es aplicada en estudios regionales. Se niega el carácter único de la
región, pero ésta no desaparece de las investigaciones geográficas, sino que la regionalización se
desecha como un fin en sí misma y pasa a ser considerada como una forma de clasificación y su
estudio se replantea en términos diferenciales, es decir, como regiones nodales o polarizadas,
organizadas por una red de sistemas abiertos.

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Geografía del comportamiento/de la percepción

Tiene su base en el conductismo que basa el estudio del ser humano a través de la observación de
su conducta; esto aplicado a la Geografía, llevo a manifestar la insuficiencia de los modelos
teóricos que elaboraba la Geografía Cuantitativa acerca de la localización espacial de las
actividades humanas. El conductismo es un enfoque dentro de la Psicología, originado en EE.UU
y que aparece como un método que rechaza la introspección y estudia lo observable, es decir, la
conducta. Dicho enfoque, influyo en todas las Ciencias Sociales desde la década de los 60,
considerando a los seres humanos como seres pensantes, mediatizados por procesos cognitivos.
Se interesa por la forma en que las personas se relacionan con su medio (natural y social) y por
los factores que influyen en las relaciones existentes entre la acción y el pensamiento. Esto no
quiere decir que las acciones humanas se apoyen en un pensamiento razonado y objetivo, sino
que a veces nuestras reacciones ante el medio pueden ser vagas (obedeciendo a los instintos) y
otras veces razonadas.
Los pilares esenciales de la Geografía del Comportamiento se apoyan en las ideas de Kenneth
Boulding (1910-1993) sobre el concepto de imagen (realidad percibida) definida como el eslabón
que media entre el medio real y la conducta del Hombre. Es la imagen lo que determina el
comportamiento real de cualquier organismo u organización y actúa como un campo magnético;
mientras que el comportamiento gravita hacia la parte más variada de ese campo. La Geografía
del Comportamiento pretendía responder a las cuestiones planteadas con respecto a la
preocupación por el medio y los problemas sociales, la orientación hacia la planificación y el
reconocimiento de que los geógrafos (así como el resto de los mortales) son personas con
concepciones y visiones diferentes del mundo y no observadores objetivos y exentos de juicios
de valor.
Otro representante de la Geografía del Comportamiento fue Julian Wolpert (1933) quien toma las
ideas de Herbert Simon, descriptas en su obra “Models of man” (1957) donde destaca la
diversidad de motivaciones que influían en las decisiones económicas. El autor, constata las
desviaciones entre los comportamientos esperados y los comportamientos reales, ya que éstos
responden a un principio de satisfacción. Se incorporan temas inéditos en la Geografía, como el
comportamiento, la decisión y la información. El objetivo de éste enfoque es destacar el papel
que juega la percepción humana en la formación de una imagen del medio real, siendo la
percepción y no el medio, el objeto que influirá en el comportamiento del Hombre. A los primeros
trabajos sobre la percepción de las catástrofes ambientales se unirán los trabajos sobre la
percepción de las ciudades, en los cuales tuvo una gran influencia el estadounidense Kevin Lynch
(1918-1984), con sus estudios sobre el papel que juegan los elementos del paisaje en la
configuración mental de la ciudad que realizan los ciudadanos. A partir de aquí, se realizarán
estudios sobre mapas cognitivos o mentales del ser humano, coincidiendo, en que, dichos mapas
actúan a modo de filtro ante la conducta y el medio real. Seguidamente, se considerarán las
razones que influyen en la conformación de dichos mapas, tales como: áreas frecuentadas,
educación, experiencia del individuo, lugar de residencia y valores culturales.
Con este enfoque, se investiga la toma de decisiones espaciales que se hacen en la realidad y se
consolida un esquema para interpretar la conducta espacial, que se resume en que el Hombre es
racional cuando toma decisiones; es decir que, el Hombre siempre obra racionalmente en función
del modo en que percibe el medio, pero como nunca percibe el medio real objetivo (puesto que
entre el medio real y su mente se interpone una imagen mental) su racionalidad es limitada. El
Hombre toma decisiones, algunas muy simples, otras se producen después de haberlas efectuado
repetidas veces, lo que lleva a respuestas estereotipadas. Las decisiones se basan en el
conocimiento sobre la realidad objetiva, pero la información que dispone de la misma es limitada
y por lo tanto, a la hora de estudiar la toma de decisiones espaciales para formular una teoría se

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ha de tener en cuenta tanto a las personas bien informadas, como aquellas que disponen de escasa
información, también ha de considerar el hecho de que las condiciones del conocimiento varían
de un territorio a otro. La información se evalúa según criterios predeterminados y en el caso de
una elección habitual, el criterio se apoya en la conducta anterior. Pero toda elección y toma de
decisión consciente ha de sopesarse según unas reglas. Este enfoque geográfico se apoya en dos
premisas básicas: admitir la existencia de imágenes del medio en la mente del Hombre y la
posibilidad de medirlas de forma adecuada y suponer que existe una fuerte relación entre la
imagen mental del medio y el comportamiento en el mundo real.
Para el geógrafo la imagen del medio es el filtro que se impone entre el Hombre y el medio y su
preocupación es analizar la imagen y comparar su isomorfismo con el mundo real. Ya que
carecemos de acceso directo e inmediato a este mundo real y a sus propiedades, todo lo que
sabemos de la realidad esta mediatizado, y la toma de decisiones que afectan al medio no se
efectúa sobre el medio real, sino sobre la imagen que el Hombre tiene del medio y que al percibir
el medio, a través de los sentidos, ha de interpretar los diferentes componentes que aparecen en
el campo de su percepción, pero dado que toda persona organiza los objetos percibidos en
categorías que existen o le resultan aceptables, la estructura de los objetos percibidos difiere de
individuo a individuo; sin embargo, existen en éstos, estructuras mentales que derivan de los
grupos o de la cultura en los que se inserta la persona y que actúan en la estructura de la percepción
individual (educación, filosofía, religión, etc.).
Al geógrafo le interesa lo referente al conocimiento del individuo sobre el mundo y el carácter
complejo del micro espacio individual, llamado también espacio personal (espacio de vida) que
permite conceptualizar los diferentes medios sobre los que actúa el Hombre, esenciales para
explicar y comprender la naturaleza de las imágenes del medio y sus propiedades. El individuo
es el centro de su espacio personal, entendiendo por espacio personal al área que mejor conoce.
Partiendo de este centro, la persona se desplaza a otras partes del medio con cierta regularidad.
Todo el espacio personal, como las rutas habituales, varían con las personas. A cada persona le
llega a su espacio personal una información a través de los medios de comunicación de masas
(radio, TV, etc.); estos medios penetran en su espacio personal y le suministran materiales con
los que forma imágenes de medios físicos y humanos más o menos distantes. La incursión de
estos medios de comunicación en nuestros espacios personales altera y modifica las imágenes de
los lugares y sus habitantes. Además de las rutas descriptas, existen áreas con las que entramos
en contacto ocasionalmente. Estas áreas nos resultan familiares, pero la imagen de las mismas y
nuestro mapa mental no es muy detallada. Además, existen otros medios que visitamos
ocasionalmente y de forma somera de los que tenemos un mapa mental elaborado
fundamentalmente con estereotipos y experiencias adquirida in situ. Por último, en cuanto a los
espacios lejanos, su mapa mental o imagen se elabora con estereotipos culturales o a partir de
información fragmentaria o imprecisa.
Para referirnos a las representaciones mentales se utilizan dos conceptos: imagen (representación
mental a la que puede acudir la mente cuando el lugar, el objeto, la persona o la región no están
presentes; es decir, está fuera del campo sensorial; una imagen seria la percepción en ausencia de
un estímulo externo) y esquema (es la estructura básica dentro de la que se organizan las
experiencias del medio pasadas y presentes; es una estructura cognitiva o el sistema de
codificación que permite al individuo responder adecuadamente ante una estructura cambiante de
estímulos ambientales). Los esquemas espaciales son un subconjunto de esquemas (por medio de
los cuales las personas organizan el conocimiento espacial) que contienen restos de experiencias
vividas y que se acomodan a la experiencia sensorial; uno de sus contenidos es el conocimiento
locacional, que proporciona la estructura básica del espacio geográfico y la orientación de los
atributos y elementos y sus relaciones dentro del espacio geográfico. Si bien la imagen y el
esquema están relacionados, se diferencian en que la imagen está ligada a la imaginación y a los

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lugares alejados de lo cotidiano, mientras que el esquema se relaciona con el medio en el que
actuamos diariamente. Ambos son elementos cognitivos básicos de la conducta y dan cuenta de
que el individuo simultáneamente es parte del medio objetivo y del medio de su conducta y ambos
medios están influidos por su propia conducta.
En síntesis, para la Geografía del Comportamiento, los conocimientos territoriales sobre los que
actúa y se comporta el Hombre difieren del espacio objetivo que la Geografía pretendía estudiar;
por lo tanto, el espacio tiene un doble carácter: es un medio objetivo (que puede medirse
directamente), y es también un medio subjetivo (en el que se desarrolla la conducta y el mundo
de la mente, que puede estudiarse a través de los mapas mentales y que por más alejados y
diferentes que estos sean de la realidad, son la base en la que el Hombre apoya su conducta y toma
decisiones tales como: emigrar, residir, cultivar, etc.). El individuo modela y responde a su medio
natural y socio-cultural, es decir no cae en la visión mecanicista del determinismo geográfico que
subrayo solo la influencia del medio en la actividad del Hombre. Se tiende más a considerar los
aspectos individuales que los colectivos y tiene un carácter multidisciplinario e intenta abrirse,
recibir y brindar a otras ciencias, conceptos y herramientas de trabajo, para poder comprender las
complejas relaciones entre el Hombre y el medio.
Antipositivismo

Durante los últimos años de la década del 60, se produjeron una serie de acontecimientos (final
de la Guerra Fría, circulación más libre de ideas, crisis del sistema de dominación económica
occidental, resurgir del Tercer Mundo –tras el proceso descolonizador, que se resistía al
Neocolonialismo por parte de Occidente- y la aparición de movimientos revolucionarios que en
países como Argelia, China, Cuba y Vietnam supusieron el triunfo de regímenes socialistas).
Estos acontecimientos provocaron una crisis de confianza en la validez del sistema
socioeconómico capitalista y pusieron en tela de juicio la eficacia del cientificismo y de las
Ciencias Sociales, influyendo en tres niveles: el cuestionamiento del papel de las potencias
imperiales y del sistema capitalista en la situación de subdesarrollo, la desconfianza en los
enfoques dominantes hasta ese momento y la nueva comprensión de los problemas de los países
dependientes. Por otro lado, los científicos sociales, apuntan hacia problemas nuevos (el enorme
desarrollo tecnológico y la enorme capacidad productiva de los países desarrollados, las
condiciones en que se realiza la producción y el desigual reparto de beneficios y ganancias y la
degradación de la calidad de vida en algunas ciudades, entre otros). Estos últimos problemas
originaron la aparición de movimientos sociales que protestaban por las malas condiciones de
trabajo y de vida y el deterioro de la biosfera como resultado del desarrollo capitalista, que, a su
vez, trajo consigo el nacimiento de movimientos ecologistas. A todo esto, se unirá la consciencia
de crisis del sistema de racionalidad implantado a partir de la Revolución Científica del siglo
XVII, y los científicos comienzan a plantearse la relación del desarrollo científico y los valores
fundamentales de la vida humana, entrando en crisis la confianza en el desarrollo indefinido. Así,
se comienza a hablar de la responsabilidad social del científico y de sus valores y de la necesidad
de dirigir sus investigaciones hacia problemas sociales relevantes.
Este contexto favoreció el desarrollo del antipositivismo en EE.UU y Europa cuyos dos objetivos
principales fueron: desenmascarar las obras anteriores que favorecían a conservar el statu quo y
en su lugar desarrollar un pensamiento que destruya el orden existente.
Desde el punto de vista filosófico resurge la duda sobre la pertinencia del método científico
aplicado de las Ciencias Físicas a las Ciencias Sociales y cobran fuerza los planteamientos de la
Escuela de Frankfurt que proponían buscar una ciencia social integradora y no fragmentada,
utilizando el marxismo (pretendiendo unir praxis y teoría). Sus principios van a tener una
repercusión notable, en particular algunas ideas opuestas al positivismo: lo erróneo de las Ciencias
Sociales de escamotear la dimensión histórica, algunas facetas consideradas por la ciencia

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dominante como metafísicas (estética, intuición, imaginación, etc.) y el rechazo del fetichismo de
los modelos matemáticos por considerarlos de escasa significación social. Entre otras
aportaciones del marxismo, cabe destacar la discusión sobre la ideología en las Ciencias Sociales,
cuestionando la pretensión positivista de la objetividad en el análisis de los hechos sociales,
debido a que, en las Ciencias Sociales, el Hombre es simultáneamente objeto y sujeto de
conocimiento. Además, se resalta la importancia que tiene el contexto social en los juicios de
valor que realizan los investigadores.
Por otro lado, la publicación de la obra de Thomas Kuhn “La estructura de las revoluciones
científicas” (1962) cuestiona algunos conceptos del positivismo; entre ellos se destaca, negar que
la observación empírica sea la regla predominante de las teorías científicas, señalándose que la
distinción entre lo que es y no es ciencia responde a criterios sociales, ya que son la comunidad
científica y la sociedad las que señalan estos límites en cada momento histórico concreto. Esto,
llevará a enfrentar la comprensión con la explicación, volviendo a recuperar el enfoque
historicista dentro del análisis de las Ciencias Sociales.
En síntesis, se propugna un antipositivismo y la elaboración de una ciencia holística con un
objetivo esencial que era elaborar teorías sociales desde el análisis de la realidad histórica
completa. Cobra cada vez más importancia el carácter ideológico de la ciencia, dependiente de
un contexto social y de los intereses del grupo dominante. Ante el desencanto del positivismo, las
Ciencias Sociales dirigen sus miradas hacia filosofías que reconocían otros modos de
comprensión del mundo, rechazando la explicación hipotética deductiva, propuesta por el
neopositivismo. Por ello, vuelve a resucitarse el dualismo frente al monismo científico y la
comprensión frente a la explicación científica. Adquieren gran importancia la fenomenología, el
existencialismo y el idealismo, como respuesta a la dictadura positivista de reducir los hechos
humanos a simples objetos y con el fin de establecer leyes similares a las observadas en las
Ciencias Físicas.
Dentro de la Geografía, van a surgir dos corrientes bien definidas: la Geografía Humana y la
Geografía Radical, cuyo denominador común es el rechazo al positivismo.
Geografía humana

Su principal representante fue Anne Buttimer (1938-2017). Se considera a la Geografía Humana


como un desarrollo del descubrimiento de la experiencia personal y de la dimensión subjetiva del
Hombre. Esta Geografía engloba aquellas investigaciones que mantienen una perspectiva
antropocéntrica por un lado y, por otro lado, una perspectiva holística. Es decir que toma aspectos
de dos corrientes: el existencialismo y la fenomenología, al considerar que no existe un mundo
objetivo y único, sino una pluralidad de mundos y actitudes e intenciones del Hombre. La
descripción fenomenológica de los mundos personales, revelará la esencia de los fenómenos. A
partir de recuperar el mundo vivido, insistirán en que los hombres no se mueven en espacios
abstractos, sino en espacios concretos y personales, es decir, el espacio vivido. Es por ello que los
conceptos claves se trasladan del espacio positivista, a las nociones de lugar (definido como un
centro de significado y un foco de vinculación para el Hombre, refiriéndose siempre a un lugar
concreto y limitado y con características definidas; se diferencia entre espacio –objeto abstracto
de análisis científico- y lugar –la experiencia en el espacio cotidiano-) y paisaje (considerado
como un paisaje experiencial y holístico, es decir, sentido en todas sus dimensiones; no sólo es
fruto de la experiencia visual, sino que también es fruto de un fenómeno sensorial mucho más
amplio al que se le debe añadir la dimensión temporal).
El enfoque que se propone tiene las siguientes características: comprensivo (permite un
conocimiento empático, a través de la experiencia concreta vital) y subjetivo (donde la intuición
vuelve a encontrar un sitio en el conocimiento; se insiste en que el investigador no puede estar al

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margen y pretender ser objetivo, sino que debe comprometerse con aquello que estudia). Además,
se vuelve a resaltar la importancia de la Historia, ya que el espacio vivido es un espacio cargado
de historia, contingente y móvil, como la realidad social. Así, se pasa de la concepción del espacio
absoluto y relativo, a destacar la importancia del espacio percibido y vivido. Otro objetivo de esta
corriente será, hacer de los geógrafos, personas más conscientes de los factores culturales,
personales y sociales, que mediatizan la investigación objetiva. Esta Geografía, va a considerar al
Hombre como quien se encuentra orientado a sus necesidades para sobrevivir y que es capaz de
crecer en dialogo con el espacio, la naturaleza y el tiempo.
Las ciencias se consideran como sistemas cargados de valores y se introducen actitudes
humanistas procedentes de campos ajenos a la Geografía, proclamando la riqueza de la existencia
humana. Al mismo tiempo se subraya el carácter unidimensional de las abstracciones racionalistas
concernientes a la naturaleza del Hombre, unidimensionalidad presente en la teoría y en la
práctica.
El humanismo tuvo siempre una actitud revolucionaria respecto a las visiones dominantes del
Hombre, esforzándose por introducir en el estudio todo lo referente a la condición humana y
luchando contra las limitaciones del positivismo e incluyendo cuestiones referentes a la estética,
a la literatura y a la lingüística; al legado y a la reconstrucción histórica. No es un enfoque
dogmático, ni excluyente, porque no niega que el Hombre pueda estudiarse desde una perspectiva
científica; sino que considera este enfoque parcial y por ello se incluyen otras actitudes que
revelan una preocupación humana, ya que se cree que solo se tendrá una visión completa del
Hombre si se incluyen más aspectos que solo el de la racionalidad considerada por el positivismo.
De no tener en cuenta estos hechos, aparecen dicotomías tales como: objeto-sujeto, ciencia-
Hombre, hechos-valores, que alejan de una visión integral del Hombre, por lo tanto, el objetivo
del humanismo del siglo XX es rescatar de nuevo al Hombre y tratarlo con todos sus atributos,
situándolo en el centro de todas las cosas, como productor y producto de su propio mundo.
Esta Geografía propugna como postulado básico que el espacio vivido es el mundo de la
experiencia, anterior al mundo de las ideas científicas y por ello esta ciencia debe estudiar el
mundo en el que los hombres viven y actúan, en lugar de considerar mundos hipotéticos habitados
por seres omniscientes. El principal objetivo de la Geografía Humana es reconciliar las Ciencias
Sociales con el Hombre, acomodar lo objetivo con lo subjetivo y el materialismo con el idealismo.
Los dos rasgos esenciales del nuevo enfoque son, por un lado, hacer una Geografía Humana con
hombres, es decir, una Geografía antropocéntrica apoyada en el existencialismo y en la
fenomenología (los enfoques más acordes con los fines descriptos, ya que en termino sociales, el
espacio se convierte en lugar, la idea abstracta de especialidad adquiere significado y la distancia
define relaciones de proximidad o de deshumanización); por otro lado, subraya el carácter
holístico de la ciencia en oposición a la visión analítica que separa artificialmente los conceptos
y para ello se busca una teoría global y contextual (no abstracta) que permita interpretar las
relaciones reciprocas y activas del Hombre con el medio. De acuerdo a los objetivos, se propone
el método inductivo y si bien no se excluyen las técnicas de cuantificación, tampoco se mitifica.
La preocupación por la comprensión (en lugar de la predicción) lleva al investigador a sumergirse
y empaparse en el problema y a conocerlo desde adentro, mediante un conocimiento empático.
Las críticas que se le han hecho son la imposibilidad de conocer la realidad objetiva, de explicar
la sociedad capitalista, de incorporar lo externo al individuo y de realizar generalizaciones.
La fenomenología existencial como movimiento filosófico se inspira en la obra de Edmund
Husserl y puede considerarse como la “Teoría de la apariencia” y el fundamento de todo saber
empírico, orientada a describir las apariencias directas, prescindiendo de todo tipo de suposiciones
sobre los hechos y limitándose a la observación de las apariencias. Un concepto esencial presente
en Husserl es el de mundo vivido, como dominio de evidencias originales, es el mundo de las

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experiencias inmediatamente antes de aparecer las ideas de la ciencia y significa que cada persona
descubre el mundo vivido prescindiendo de todo supuesto científico. La Geografía Existencial
estudia la biografía del paisaje, definido como un conjunto de lugares significativos junto con las
situaciones de las que surge. Subraya la individualidad del Hombre, la libertad y la subjetividad.
Este enfoque es anti positivista, porque no admite que la única verdad sea la alcanzada mediante
el método hipotético deductivo; también es anti reduccionista, porque se dirige a comprender los
hechos a partir de la experiencia sin reducirlos a simples explicaciones.
El geógrafo que asume la fenomenología existencial, parte del mundo vivido y dentro de ese
contexto experiencial realiza preguntas como las siguientes: ¿Cuál es la naturaleza del Hombre
en la Tierra?, ¿Cuáles son las experiencias significativas que poseemos de los lugares?, ¿Cómo
experimentamos el sentido de pertenencia a un lugar?, ¿De qué modo (a lo largo del tiempo) varia
nuestra actitud hacia los lugares y hacia la naturaleza?, ¿Cómo surgen los lazos de afecto o de
rechazo hacia lugares, paisajes o regiones?, ¿Cómo se convierte el espacio (concepto abstracto)
en un lugar (un centro de significación colectivo o personal)?, ¿De qué modo se producen los
movimientos (cotidianos e inconscientes) en el mundo?. Este conjunto de interrogantes, que hace
a la experiencia y que es anterior al conocimiento geográfico formal, es la temática básica de la
Geografía Existencial.
El primero en emplear las experiencias pre conceptuales sobre el lugar, el paisaje y el territorio
fue Éric Dardel (1899-1967) expresando la existencia de lazos que unen a las personas con el
entorno, antes de que aparezca cualquier tipo de conocimiento sistémico. Estos lazos, se
manifiestan en el sentido de pertenencia a un lugar y en una cierta sensibilidad hacia el paisaje.
El concepto de lugar es para la fenomenología existencial algo más que un simple agregado, sino
más bien, un conjunto de significados. El lugar, organiza el espacio y constituye un centro con
significación y puede entenderse como un foco con intención y significación, determinado
culturalmente al producirse la relación del Hombre con el medio, produciendo una erosión en los
símbolos y sustituyendo la diversidad por uniformidad. En esta misma línea se insiste en el peligro
que supone el no lugar, que deviene de la producción de objetos falsos y que supone una relación
artificial entre el Hombre y el objeto producido para el consumo de masas, el resultado es la
alienación del Hombre, a quien se incita a considerar lo trivial como algo vital y lo fantástico
como algo real; es un proceso de inautenticidad, en el cual los lugares y los paisajes se consideran
como objetos de consumo; por ejemplo: el fenómeno de la segunda residencia, en donde se
identifica la necesidad de tener contacto con la naturaleza con la compra de trozos de tierra.
La Geografía Existencial, examina los mecanismos que unen negativa y positivamente al Hombre
con el lugar, a través de cuatro conceptos básicos: topofilia (experiencias placenteras derivadas
de los lazos afectivos que establece el Hombre con el lugar), topolatria (cuando el lugar despierta
en el Hombre un sentimiento mítico o reverencial), topofobia (aversión o miedo hacia un lugar)
y toponegligencia (tendencia a perder el sentido de pertenencia a un lugar –tendencia hacia el no
lugar- que explica las raíces de la crisis ecológica actual).
Por otro lado, el idealismo, afirma que lo que mueve las acciones del Hombre son los ideales
(sean o no realizables, aunque casi siempre son considerados como realizables). Es una filosofía
que está acorde con las actitudes del humanismo, porque tiene en cuenta la acción humana
(individual o social). El idealismo inicia la reflexión filosófica no a partir del mundo externo, sino
a partir del yo (la conciencia, el sujeto). En Geografía, al adoptarse el idealismo, se afirma que el
mundo solo puede conocerse de forma indirecta a través de las ideas y por ello no existe un mundo
real que pueda conocerse independientemente de la mente.
El método propuesto es la explicación empática, que consiste en repensar los pensamientos de las
personas cuyas acciones espaciales se quieren explicar, porque todas las acciones espaciales

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(cultivar, emigrar, etc.) son el resultado de un pensamiento racional que se encuentra apoyado en
una teoría; por ello, para explicar el paisaje no es necesario introducir un esquema teórico
(apoyado en supuestos poco realistas y restrictivos) sino que será suficiente con reconstruir el
pensamiento contenido en la acción espacial que se apoya en una teoría que forma parte de la
sociedad y del contexto cultural en el que se inserta el actor o los actores, considerado/s objeto/s
de estudio/s. En síntesis, la principal preocupación de los geógrafos idealistas, no es proporcionar
una explicación causal de un fenómeno del paisaje, sino llegar a comprender la significación
humana del mismo, ya que los sucesos reales son importantes en la medida que están dotados de
significación humana.
Geografía radical

La Geografía Radical se dirige a poner al descubierto la falsa cultura que es el artilugio del sistema
social y económico contra la conciencia revolucionaria. Se intenta implicar a los geógrafos en los
problemas de desigualdad social siendo necesario formular nuevas preguntas, buscar nuevos
enfoques y asumir una postura hipercrítica para evitar el aislamiento del geógrafo con respecto a
los problemas más acusantes de la vida humana. Los radicales se auto titulaban “marginados de
la Geografía”, y señalan que durante mucho tiempo los geógrafos se han dedicado a estudiar los
cambios del paisaje desde una actitud pasiva, sin cuestionar la adecuación social a tales cambios.
La distribución de la discriminación, de la injusticia, del hacinamiento y de la pobreza, tiene una
larga historia y determina las formas del paisaje cultural; y la persistencia de estos problemas y
su manifestación en los aspectos visibles del paisaje, significan que deben existir deficiencias en
la estructura y en los valores de la sociedad. La Geografía que ellos llaman del Establishment ha
contribuido a escamotear los problemas más importantes que atañen a la condición humana. La
Geografía, como parte de un sistema socio económico general, responde a las justificaciones de
la sociedad y a su propia irracionalidad y al igual que las restantes Ciencias Sociales, proporciona
mitos que sirven para legitimar la situación de dominio y de injusticia. La Geografía Radical
supone un intento de desmitificar la Geografía del establishment y de hacer ver que la metodología
imperante (apoyada en el positivismo) es incapaz de proporcionar un análisis significativo de los
problemas más importantes del momento presente. Según ellos, la Geografía debería interesarse
por el bienestar, la equidad de la distribución de los recursos, la adecuación de las instituciones
que tienen una repercusión en los paisajes culturales y las necesidades de los hombres.
Dentro de la Geografía Radical, se considera importante el siguiente paradigma geográfico:
Geografía anarquista/marxista

El primero en propugnar éste enfoque fue Steen Folke (1940) señalando que la teoría
revolucionaria sin práctica revolucionaria es inútil e inconcebible y la práctica es el último criterio
de verdad.
La mayor contribución se debe a David Harvey (1935) quien ataca al positivismo, a la
fenomenología existencial y al idealismo, porque ignoran el papel de las elites en la sociedad,
generando ideologías que justifican sus intereses. Además, el idealismo, al centrarse en los
individuos, omite las limitaciones de la libertad individual por parte de la ideología.
El legado de los geógrafos radicales anarquistas y marxistas es subrayar las relaciones
estructurales en el análisis de los problemas sociales. Para ello se toma como punto de partida el
modo de producción. El espacio lo modela el Hombre, no libremente, sino según las
circunstancias que son trasmitidas por el pasado; el espacio se entiende independientemente del
objeto de estudio, es propiedad del objeto; y espacio y objeto se han de entender integrados. Se
considera que el proyecto de la Geografía Anarquista es revolucionario porque no se trata de
comprender el mundo, sino de cambiarlo y los problemas de la sociedad no se resuelven en las
computadoras y en los despachos, sino en el trabajo y en acciones directas.

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Un elemento fundamental en el mundo anglosajón (sobre todo en América) para el conocimiento
y la difusión de éste paradigma fue la creación de la revista “Antidote”; en una primera etapa sus
esfuerzos se concentraron en criticar los fundamentos del neopositivismo, ya que consideraban
que las investigaciones cuantitativas decían cada vez menos sobre cuestiones de escasa
importancia, posteriormente se comenzó a trabajar en la consecución de una sociedad equitativa
para la cual era necesario nuevas premisas y nuevas teorías y lograr un cambio radical y organizar
una acción efectiva contra la Geografía académica considerada como conservadora. Uno de los
aportes más reconocidos de éste paradigma es considerar al espacio como un producto social,
llevando a analizar los procesos sociales por sobre los procesos espaciales (al revés de lo que
planteaba la Geografía Cuantitativa). Además, se concebía una fuerte orientación
interdisciplinaria, tanto en la formación de geógrafos, como en la investigación y en los temas a
estudiar; estos últimos se ampliaron enormemente, considerando, entre otros: el acceso a los
servicios públicos, las condiciones de vida, los conflictos sociales, las crisis de vivienda, la
pobreza, la segregación espacial y social de los grupos marginales y la violencia.
Un aporte importante fue el realizado por David Smith (sin datos) y la llamada Geografía del
Bienestar que hace hincapié en quién, qué, dónde y cómo recibe, resaltando los problemas de la
desigualdad y a su vez se adopta una nueva concepción de sociedad que abandona los estrechos
criterios económicos de desarrollo y progreso, para abarcar aspectos más amplios, relativos a la
calidad de vida y enfocándose en el consumo y en la distribución.
En la Geografía Radical ha repercutido el feminismo, incorporando el análisis de género en los
contenidos y en los estudios geográficos y desarrollando la llamada Geografía de Género. El
termino género, hace referencia a las diferencias originadas socialmente entre lo femenino y lo
masculino, en contraposición a sexo, que se refiere a las diferencias biológicas entre en el hombre
y la mujer. La Geografía de Género, entra de lleno en la Geografía Radical ya que estudia las
desigualdades socio espaciales derivadas de los diferentes roles asignados por la sociedad al
hombre y a la mujer, no pudiendo obviarse que las relaciones de género y las relaciones de poder
entre hombres y mujeres llegan a todos los rincones de la vida.
Uno de los mayores exponentes de la Geografía Anarquista es Yves Lacoste (1929) que propugna
la toma de conciencia en cuanto a la necesidad de un cambio radical que permita a la Geografía
responder a las nuevas necesidades sociales. La idea principal de Lacoste es que la Geografía
tiene un enorme potencial de saber pensar el espacio.
Por otro lado, Pedro Kropotkin (1842-1921) encarna una alternativa diferente a la que se
desarrolló en el campo de la Geografía en la primera mitad del siglo XX. Desde 1874 su trabajo
geográfico se guía por un sentido de justicia y un deseo de impulsar la cooperación libre entre los
hombres. Su anarquismo busca demostrar la existencia de una base de cooperación en la
naturaleza humana cuando el Hombre se instala en un medio alejado del centralismo y de la
influencia de todo autoritarismo político. La libertad y la ayuda mutua son las fuerzas progresivas
en la evolución humana. Considera esencial la libertad personal apoyada en una base comunal,
de forma tal que el desarrollo y el enriquecimiento de la personalidad humana dependen de una
identificación con los intereses de un grupo mayor. Concibe a la libertad real compatible con la
individual, es un sentimiento de dependencia mutua para la acción colectiva, pero también una
oportunidad de expresar la diferencia individual. Kropotkin considera a la Geografía como
adecuada para desarrollar la imaginación de los y para fomentar el respeto mutuo entre
generaciones y pueblos. La célula básica de organización del espacio era la comuna
autogobernada y formada por ciudadanos que utilizaban sus recursos en una amplia gama de usos
económicos y advierte el peligro de la especialización funcional del espacio que lleva al
sometimiento de una región por otra; el espacio geográfico se organizaría en federaciones
territoriales, formadas por comunidades con autogobierno, lo que favorecía el intercambio y las
relaciones en condiciones de igualdad, por lo tanto, el espacio económico de un paisaje se

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caracterizaría por la escasa diferenciación entre regiones proveedoras. La circulación de ideas,
personas y productos seria libre y el intercambio de productos disminuiría en beneficio del
intercambio de necesidades, los costos, los precios y los criterios esenciales en la localización de
la actividad económica, se verían sustituidos por una evaluación a nivel local de las necesidades
y los recursos. Por ultimo las vías de comunicación tendrían como objetivo unir comunidades en
lugar de atarlas a una ciudad central y dominante.
Considera que no era suficiente la simple modificación de la organización del espacio, sino que
era preciso realizar una revolución social.
Con estas concepciones es fácil comprender que Kropotkin fuese excluido de la Geografía
institucional pese a ser reconocido como geógrafo. Queda claro que estas ideas se oponían a los
planes coloniales y nacionalistas (mezquinos e insolidarios) de finales del siglo XIX y comienzos
del XX. Por ello sus conceptos no se incorporarán ni a la enseñanza ni a la investigación. Sin
embargo, lejos de dar una visión estrecha de la Geografía (como ciencia preocupada por el medio),
Kropotkin subraya la interrelación de los procesos naturales y sociales y la importancia del
establecimiento de relaciones de cooperación entre ambos.
También se debe destacar la influencia del geógrafo francés Élisée Reclus (1830-1905) que en su
obra “El hombre y la Tierra”, se preocupaba por deducir las leyes de la evolución social a partir
de sus convicciones anarquistas y de la influencia del pensamiento roussoniano sobre la naturaleza
armoniosa y la necesidad de que el Hombre obedezca a leyes naturales. Reclus busco ejemplos
en la naturaleza, aunque para ello destaco las dimensiones de armonía, cooperación y simbiosis,
en vez de las típicas dimensiones darwinistas de competencia y selección natural. Su obra es un
alegato a favor de la justicia social y en contra de la organización social autoritaria, poniendo de
relieve el papel que tiene la organización social en la organización y producción del espacio
geográfico, incorporando temas que tardarían casi un siglo en ser incluidos en la tradición
geográfica.
Las concepciones de Reclus, son similares a las de Kropotkin y así concibe a la Geografía como
la lucha de clases. La búsqueda del equilibrio y el arbitraje soberano del individuo son los órdenes
de hechos que nos revela el estudio de la Geografía y que en el caos de las cosas se muestran
bastante constantes para que puedan dárseles el nombre de leyes. Posee una concepción armónica
entre las relaciones del Hombre y el medio natural, similares a las de Kropotkin, señalando que
coordinar los continentes, los mares y la atmosfera que nos rodea, cultivar nuestro huerto terrestre,
distribuir de nuevo y regularmente los ambientes para favorecer cada vida individual de animal,
Hombre y planta, adquirir definitivamente conciencia de nuestra humanidad solidaria formando
cuerpo con el planeta mismo, abarcar con nuestra mirada nuestros orígenes, nuestro presente,
nuestro objeto próximo y nuestro ideal lejano; en esto consiste el progreso.
Se considera a Reclus (junto a Kropotkin) como los representantes del anarquismo en Geografía.
En la evolución de la Geografía, la aportación anarquista es decisiva y aun continua vigente
porque la Geografía intenta separarse del aparato del Estado que la utiliza como instrumento de
expansión y de representación ideológica. El legado geográfico de Kropotkin y de Reclus supone
un progreso en Geografía como un método de análisis científico y objetivo que vuelve a
revalorizarse y a redescubrir en el momento actual.

La Geografía actual es abierta y plural y ofrece un gran interés por la visión del mundo que
proporciona. Además, posee alto valor formativo ciudadano, ya que presenta una imagen del
mundo más crítica y real, y al mismo tiempo, más solidaría con los otros países y pueblos. Por
todo ello, se puede lograr a través de la Geografía, una imagen más rica del mundo actual,
aquella que proporciona el geógrafo desde enfoques variados y sugerentes.

Bibliografía utilizada:

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- BUNGE, M (1983) Paradigmas y revoluciones en ciencia y técnica. Editorial: El
Basilisco. Montreal. Canadá.
- CALDAROLA, G (2006) Didáctica de las Ciencias Sociales. ¿Cómo aprender?, ¿Cómo
enseñar? Editorial: Bonum. Buenos Aires. Argentina.
- CAPEL, H (1987) Filosofía y ciencia en la Geografía contemporánea. Editorial:
Barcenova. Barcelona. España.
- ESTEBANEZ, J (1982) Tendencia y problemática actual en Geografía. Editorial: Cincel.
Madrid. España.
- GARCIA RAMON, M. D (1985) Teoría y método en la Geografía humana anglosajona.
Editorial: Ariel. Barcelona. España.

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