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El Duque de Rivas, cuyo nombre completo era Ángel de Saavedra y Ramírez de Baquedano, fue un

destacado poeta, dramaturgo y político español del siglo XIX. Nació el 10 de marzo de 1791 en
Córdoba, España, y falleció el 22 de junio de 1865 en Madrid.

Ángel de Saavedra perteneció a una familia aristocrática y recibió una educación esmerada. En su
juventud, se trasladó a Madrid para estudiar leyes en la Universidad de Alcalá de Henares, pero su
verdadera pasión siempre fue la literatura. Se unió a distintos círculos literarios y se hizo conocido
como poeta romántico.

En 1820, durante el período conocido como el Trienio Liberal, Ángel de Saavedra se unió al
movimiento liberal y fue elegido diputado. Sin embargo, su carrera política se vio interrumpida en
1823 cuando el absolutismo fue restaurado en España. Debido a sus convicciones liberales, se vio
obligado a exiliarse a Francia.

Durante su exilio, el Duque de Rivas continuó escribiendo y publicando poesía. En 1834, regresó a
España y se convirtió en una figura destacada en la vida cultural y política del país. Fue nombrado
senador vitalicio y ocupó varios cargos diplomáticos.

Como escritor, el Duque de Rivas es recordado principalmente por su obra teatral "Don Álvaro o la
fuerza del sino" (1835), que es considerada una de las obras más importantes del teatro romántico
español. Esta tragedia, llena de pasión y destino trágico, tuvo un gran impacto en la literatura
española de la época y aún se representa en la actualidad.

El Duque de Rivas, Ángel de Saavedra, es considerado parte del movimiento literario del
Romanticismo debido a varias características presentes en su obra.

En primer lugar, el Romanticismo se caracterizó por una fuerte exaltación de los


sentimientos y las emociones individuales, y el Duque de Rivas reflejó esto en sus escritos.
Sus obras están impregnadas de pasión, amor apasionado, tragedia y conflicto emocional.
Por ejemplo, en su obra más famosa, "Don Álvaro o la fuerza del sino", se exploran temas
como el destino trágico, el amor prohibido y la lucha entre el honor y la pasión.

Además, el Romanticismo se destacó por su enfoque en la subjetividad y la expresión


personal. Los escritores románticos buscaban mostrar sus propias experiencias y emociones
a través de su escritura. El Duque de Rivas reflejó su propio mundo interior y sus ideales a
través de su poesía y sus obras teatrales, transmitiendo su visión del amor, la libertad y la
justicia.
Otro aspecto importante del Romanticismo es el interés por la naturaleza y la belleza de la
naturaleza. Los escritores románticos solían utilizar descripciones detalladas y vívidas de la
naturaleza para evocar emociones y crear atmósferas en sus obras. El Duque de Rivas
también empleó esta técnica, utilizando imágenes y metáforas relacionadas con la
naturaleza para resaltar los estados de ánimo y los conflictos internos de sus personajes.
Además, el Duque de Rivas compartió las preocupaciones sociales y políticas características
del Romanticismo. En su época, España atravesaba importantes cambios políticos y sociales,
y el Duque de Rivas, como liberal comprometido, reflejó estas preocupaciones en su obra.
Abordó temas como la lucha por la libertad, la injusticia social y las tensiones políticas en su
país.
Estas características temáticas y estilísticas presentes en la obra del Duque de Rivas lo
vinculan al movimiento del Romanticismo. Su contribución literaria refleja las principales
preocupaciones y estilos de este movimiento artístico y literario del siglo XIX.

La historia se desarrolla en la España del siglo XVIII y sigue la trágica vida de Don Álvaro, un
joven noble de origen mestizo. Álvaro se enamora de Doña Leonor, hija de un noble
español, a pesar de las barreras sociales y raciales que los separan. Su amor es prohibido y
enfrenta numerosos obstáculos, incluidos los intentos de los padres de Leonor de separarlos
y el rechazo de su propia familia.
La obra se centra en la lucha entre el amor y el destino trágico de los personajes. Álvaro se
ve obligado a huir y se convierte en un hombre perseguido por su pasado y por las
circunstancias que lo rodean. A medida que la tragedia se desarrolla, los personajes
enfrentan consecuencias devastadoras y deben confrontar su propia moralidad y
responsabilidad en los eventos que se desencadenan.

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