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FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES

LICENCIATURA EN FILOSOFÍA

Trabajo final

La conciencia de sí-mismo y del otro a través del mundo virtual:


Análisis a partir del aporte de Hegel y Jean Paul Sartre

Asignatura: Metafísica
Docente: Daniel López S.J.
Estudiante: Diego Fabian Vera S.J.

6 de diciembre de 2023
1

La conciencia de sí-mismo y del otro a través del mundo virtual:


Análisis a partir del aporte de Hegel y Jean Paul Sartre
Por Diego Fabian Vera S.J.

1. Introducción
En este trabajo nos proponemos analizar el fenómeno de la autoconciencia a
partir del otro, tomando como base una particular forma de relación que se da en el
mundo virtual desde la llegada de las redes sociales, y que denominaremos “seguidor-
seguido”, para intentar responder a la pregunta metafísica acerca de si es posible lograr
una verdadera conciencia de sí mismo y del otro por medio de este tipo de relaciones.
Para ello, intentaremos describir esta relación, ayudándonos de las descripciones
fenomenológicas desarrolladas por Hegel en Fenomenología del Espíritu, sobre el
reconocimiento a partir del encuentro con el otro y Jean Paul Sartre en El ser y la Nada
acerca de la subjetivación por medio de la mirada del otro.
Así, en una primera instancia, describiremos el fenómeno a analizar, delimitando
el tipo de relación y los aspectos en los que haremos especial énfasis, dada la
complejidad y amplitud del mismo.
Luego, intentaremos aplicar cada una de las teorías filosóficas mencionadas al
mismo, evaluando en qué medida se puede o no sostener en cada parte de la relación
virtual el planteo del autor.
Por último, esbozaremos una conclusión tratando de responder a la pregunta
planteada a partir de lo analizado, realizando además una valoración personal, acerca de
cuál de las dos teorías nos parece más adecuada para explicar el fenómeno estudiado.

2. El fenómeno de la interacción a través de las redes sociales


Desde el comienzo de la masificación del acceso a internet hasta la actualidad,
se ha dado un cambio vertiginoso en la humanidad, ya que permitió la aparición de lo
que muchos llaman el continente digital, o mundo virtual. La participación de los
individuos en este mundo, se intensificó a partir de la posibilidad de la conexión
inalámbrica y la llegada de los smartphones, con los que se puede estar conectado a la
red las 24 hs. del día sin tener que permanecer en un espacio fijo o frente a una
computadora, permitiendo además generar contenido audiovisual sin necesidad de
grandes equipos de filmación, ni estudios de grabación, que se puede compartir al
instante, o hasta transmitir en directo desde cualquier parte del mundo.
2

Así, internet dejó de ser sólo un medio en el que las personas ingresan a buscar
información o comunicarse con sus familiares y amigos del mundo “real”, y pasó a ser
un gran espacio en el que muchos pasan la mayor parte del día interactuando con otros,
conocidos o desconocidos, a partir de contenidos que se lanzan a diario, y que son
consumidos por una cantidad de miradas que difícilmente se pueden prever al momento
de publicarlo.En este punto, las redes sociales se han posicionado como el principal
espacio de interacción entre personas, pero su evolución también ha marcado
diferencias en el marco de esa relación.
La primera red social por excelencia fue Facebook, que en sus comienzos,
permitía a los usuarios conectarse mediante una solicitud de amistad, con familiares y
amigos desde cualquier parte del mundo, con quienes compartían publicaciones,
mensajes, fotos y videos, dándose una reciprocidad en el contenido, y una comunicación
a través de comentarios y reacciones. Esta solicitud de amistad (tal como la palabra lo
significa), parece referir a una relación de paridad, en la que se supone una relación
existente o posible, fuera del mundo virtual, siendo más bien un modo de interconexión
o comunicación.
Posteriormente, nace otro tipo de red social, que cambia esa solicitud de amistad
por el de botón de seguimiento. Este cambio, implica una asimetría en la relación, ya
que se pierde la reciprocidad. Así, en Instagram o Tik Tok, por ejemplo, vemos que se
genera un modo diferente de interacción, ya que quien genera el contenido, aquél a
quien llamaremos “seguido” (para desvincularlo del término influencer1), busca generar
la reacción de otro, a quien puede o no seguir, el seguidor, quien no necesariamente es
alguien conocido por él en el mundo real, o alguien que genera el mismo tipo de
contenido, sino más bien es un otro cuasi-anónimo2, que visualiza las publicaciones de
aquél a quien sigue y puede reaccionar a ellas mediante comentarios o likes.
Esta relación virtual “seguidor-seguido” es la que tomaremos como base para
nuestro trabajo, ya que creemos que en ella es donde podemos ver mejor reflejadas las
descripciones fenomenológicas que nos pueden ayudar a responder la pregunta inicial.

1
Aquellos generadores de contenido en redes sociales, que por despertar un interés en algún tema
particular, agrupa una cantidad de seguidores sobre los cuales genera una influencia positiva, que es
aprovechada principalmente con fines de marketing. No todos los “seguidos” llegan a ser influencers.
2
Utilizamos la expresión “cuasi anónimo” porque no siempre es posible asociar perfiles de usuario a una
persona real, ya sea porque el nickname no hace referencia a su nombre real, o porque en término de
reacciones o visualizaciones, el dato más relevante y más accesible a simple vista es el cuantitativo (ej.
cuántas visualizaciones, reproducciones o me gusta tiene la publicación, sin importar quién los dio).
3

3. Amo-esclavo/seguidor-seguido
En Fenomenología del Espíritu, Hegel plantea que la autoconciencia surge
frente al reconocimiento de otra autoconciencia, es decir, de otro como yo: “La
autoconciencia es en y para sí en cuanto que y porque es en sí y para sí para otra
autoconciencia; es decir, sólo es en cuanto se la reconoce”.3 Por lo tanto, la conciencia
surge por el individuo solo ante la naturaleza, sino ante otro que, como ella necesita esa
relación intersubjetiva para ser. Así, el otro, se convierte en mediación para que pueda
ser sujeto, pero para eso, tiene que ser uno el que determina y el otro tiene que dejarse
determinar, porque a diferencia de la naturaleza que se deja consumir (aunque opone
resistencia, trabajo), el otro no se deja.
Cada extremo es para el otro el término medio a través del cual es mediado y unido
consigo mismo, y cada uno de ellos es para sí y para el otro una esencia inmediata
que es para sí, pero que, al mismo tiempo, sólo es para sí a través de esta
mediación. Se reconocen como reconociéndose mutuamente.4
Hegel sostiene que este reconocimiento mutuo es puro concepto, porque en la
realidad no sucede así, el proceso genera desigualdad. Termina habiendo un
desplazamiento del medio, en el que uno sólo es reconocido como el que determina (el
amo) y otro el que reconoce (el siervo). Hasta que se configure esa relación, está la
lucha a muerte, que hace que uno acepte tomar ese lugar para preservar la vida, mientras
el otro, acepte preservar la vida por la necesidad de ella para el reconocimiento.5
Tomando análogamente la relación “seguidor-seguido” que estamos analizando,
podemos ver que en cierta manera se reedita esta dinámica de amo-esclavo planteada
por Hegel. El seguidor es quien consume el contenido producido por el seguido, así
como el amo, consume los frutos del trabajo del esclavo. Por otro lado, el seguido,
necesita del reconocimiento de sus seguidores para “seguir vivo” en el mundo virtual,
ya que si el contenido no tuviera visualizaciones y reacciones, no se saldría del
solipsismo ante la ausencia de otro. Así, se ve obligado a trabajar constantemente por
generar contenido de interés para sus seguidores, de manera que pueda sostener este
reconocimiento que lo mantiene “con vida”.
Sin embargo, veíamos que para ser una autoconciencia libre, el amo necesita el
reconocimiento de otro como él. En este caso, parecería que el seguidor no está al
mismo nivel del seguido, y si bien tiene el poder para “dejar de seguirlo”, durante el

3
G. W. F. HEGEL, Fenomenología del Espíritu, México, Fondo de la Cultura Económica, 1971, 113.
4
Ibíd., 115.
5
Cf. Ibíd.
4

seguimiento no obtiene casi ningún reconocimiento por parte de aquél a quien consume.
Así, este “amo” no lograría su objetivo, mientras que el “seguido” parecería ser el único
en conseguirlo.
En el planteo hegeliano, el amo tampoco recibe ese reconocimiento, porque el
esclavo no es otra autoconciencia libre, sino que está objetivado para él. En cambio, el
siervo, al no consumir lo que trabaja, mantiene su apetito reprimido, y éste pasa a otra
figura, la del trabajo formativo, que va a influir sobre sí mismo. Al tener independencia
del objeto, descubre su libertad frente a él, y al descubrir la fuerza de su trabajo, pierde
la figura del temor que lo sometía al amo y comienza a ganar independencia frente a él.6
En este sentido, no estamos tan seguros de que se dé de la misma manera, ya que
el seguido, si bien realiza este trabajo formativo, en cierta manera está consumiendo los
frutos de su trabajo, que es el propio seguimiento y reconocimiento. Por lo tanto, no
puede ganar esa libertad frente a los seguidores, y siempre va a estar esa angustia de
fondo ante la posibilidad de generar contenido que no guste o que haga perder
popularidad. Esa angustia ante una posible “muerte virtual”, ante la ausencia de
seguidores, que lo dejaría nuevamente en el solipsismo.

4. La mirada de Jean Paul Sartre


En el Ser y la Nada, Sartre va un poco más allá de la idea hegeliana, para
plantear la autoconciencia a partir de la mirada del otro:
La mirada que ponen de manifiesto los ojos, de cualquier naturaleza que sean, es pura
remisión a mí mismo. Lo que capto inmediatamente cuando oigo crujir las ramas tras de mí
no es que hay alguien, sino que soy vulnerable, que tengo un cuerpo susceptible de ser
herido, que ocupo un lugar y que no puedo en ningún caso evadirme del espacio en el que
estoy sin defensa; en suma, que soy visto. Así, la mirada es ante todo un intermediario que
remite de mí a mí mismo.7

Según esta teoría, cualquier signo perceptible que remite a la presencia de otro,
manifiesta la mirada, aunque “lo que más a menudo pone de manifiesto a una mirada es
la convergencia hacia mí de dos globos oculares, se daría igualmente con motivo de un
roce de ramas, de un ruido de pasos seguido de silencio, de una ventana que se
entreabre, del leve movimiento de un cortinaje”.8 De la forma que sea, la mirada genera
esa remisión a sí mismo del que la siente sobre sí, siendo un fenómeno subjetivo que
remite a la presencia de otro a quien reconoce no como objeto, sino como sujeto, ante el
cual descubre su vulnerabilidad.

6
Cf. Ibíd., 120.
7
J. P. SARTRE, El Ser y la Nada, Buenos Aires, Losada, 19939, 335.
8
Ibíd., 333.
5

Esta forma de concebir la conciencia de sí mismo y de otro, nos puede ayudar


con la pregunta que nos estamos haciendo, sobre todo para analizar la figura del
seguido. Él es en quien se hace manifiesta esa mirada de otro a través de los likes, los
comentarios o la cantidad de visualizaciones que figuran en la red social, pero en ella se
manifiesta también su vulnerabilidad, ya que se ofrece a las apreciaciones de ese otro, a
sus juicios de valor.
En este sentido, Sartre plantea también un tipo de esclavitud a la que se
sometería el seguido frente al seguidor, diferente a la que plantea Hegel, ya que es
referida a ese juicio libre que pueden realizar los seguidores sobre él:
Un juicio es el acto trascendental de un ser libre. Así, ser visto me constituye como un ser
sin defensa para una libertad que no es la mía. En este sentido podemos considerarnos
como «esclavos», en tanto que nos aparecemos a otro. Pero esta esclavitud no es el
resultado —histórico, y susceptible de superación— de una vida de la forma abstracta de la
conciencia. Soy esclavo en la medida en que soy dependiente en mi ser en el seno de una
libertad que no es la mía y que es la condición misma de mi ser. En tanto que soy objeto de
valoraciones que vienen a calificarme sin que yo pueda actuar sobre esa calificación ni
siquiera conocerla, estoy en la esclavitud.9

Así, siguiendo el razonamiento de Sartre, el seguido, estaría en esa posición de


esclavitud y de peligro que implica esta estructura permanente de su ser-para-otro, en
tanto que es instrumento de posibilidades que no son sus posibilidades, constituyéndose
en un medio hacia fines que ignora.10
Por otro lado, si nos posicionamos en la mirada del seguidor, también
encontramos referencias a él en la teoría de Sartre, cuando presenta el ejemplo de quien
mira por el ojo de una cerradura. En este caso, el seguidor mira sin ser mirado. Al no
haber posibilidad de que el otro pose su mirada sobre él, no lo percibe como sujeto, sino
como objeto, ante lo cual no se produce ese acto necesario para la autoconciencia de
que un otro-sujeto lo defina en situación:
No puedo definirme verdaderamente como siendo en situación: en primer lugar, porque no
soy conciencia posicional de mí mismo; después, porque soy mi propia nada. En este
sentido —y puesto que soy lo que no soy y no soy lo que soy— no puedo siquiera
definirme como el que está realmente escuchando detrás de las puertas; escapo a esta
definición provisional de mí mismo por toda mi trascendencia; ahí está, como hemos visto,
el origen de la mala fe; así, no sólo no puedo conocerme, sino que hasta mi propio ser
me escapa — aunque yo sea ese mismo escaparme a mi ser— y no soy absolutamente
nada; no hay nada ahí sino una pura nada que envuelve y hace resaltar cierto conjunto
objetivo que se recorta en el mundo, un sistema real, una ordenación de medios con
vistas a un fin.11

9
Ibíd., 345.
10
Cf. Ibíd.
11
Ibíd., 366.
6

Por lo tanto, en este caso, el seguidor no puede escapar del solipsismo, al mirar
al otro como objeto, y no sentirse mirado, no se da esa posibilidad de autoconciencia, ya
que no hay un otro-sujeto que me devuelva mi subjetividad. Sin embargo, como vimos
en el primer punto, el seguimiento no es totalmente anónimo, por lo que para
configurarse este tipo de mirada, es necesario que el seguidor actúe de una manera
oculta, sin dejar signos de su mirada, lo que podría ser mediante un perfil anónimo o
falso, o mediante un seguimiento silencioso, sin interacciones, aunque con el solo hecho
de seguirlo, tanto el seguido como otros, podría imaginarse la mirada potencial sobre
sus publicaciones, ante lo cual ya no se configuraría completamente este modelo.
Por otro lado, un elemento que podría reafirmar la cuestión de la búsqueda de
autoconciencia por parte del seguidor, se configuraría en el caso de quienes intentan
hacerse notar a partir de sus comentarios y reacciones, esperando una respuesta por
parte del seguido. En el caso de que se dé esa respuesta o interacción, el seguidor podría
tener algún tipo de reconocimiento que le permita acceder a su subjetividad desde esta
mirada posible del otro (el seguido), que le devolvió un signo de su existencia como
sujeto.

5. Conclusión
¿Puede darse en un individuo la conciencia de sí y del otro a través de una
relación de seguimiento en las redes sociales? Desde esta pregunta, buscamos analizar
el fenómeno de la autoconciencia a partir del otro en un tipo particular de relación que
se da en el mundo virtual, y para ello buscamos ayudarnos con las descripciones
fenomenológicas de Hegel y Jean Paul Sartre acerca del reconocimiento del otro.
Partiendo del fenómeno que se dio en los últimos años desde la llegada de las
redes sociales, delimitamos nuestro estudio en la relación “seguidor-seguido”, que se
caracterizan por tener una asimetría entre las partes y no haber una reciprocidad en
cuanto a la publicación y consumo del contenido.
Con el aporte de Hegel, vimos que en esta forma moderna de relación, se reedita
en gran medida la dialéctica amo-esclavo propuesta por el autor, concluyendo que si
bien, en un principio parecería que el seguido es quien logra el reconocimiento, creemos
que no se da de la misma manera que con el esclavo frente al trabajo formativo, ya que
a diferencia de éste, el seguido sí consume los frutos de su trabajo, que es la búsqueda
misma del reconocimiento, y esto lo ata a la angustia ante la posible “muerte virtual”
que significa perder esos seguidores.
7

Desde la teoría acerca de la mirada de Jean Paul Sartre, buscamos otra manera
de responder a la pregunta sobre la conciencia de sí y del otro. En el caso del seguido,
podríamos decir que sí se logra la configuración con la teoría planteada por el autor, ya
que sobre él se manifiesta la mirada de otro a través de las reacciones, comentarios y
visualizaciones, que le devuelven la conciencia de sí y la presencia de otro sujeto, ante
el cual se somete a una posición de peligro y vulnerabilidad, un tipo de esclavitud, ante
el juicio libre del otro, sobre el que no tiene ningún poder ni defensa.
Por otro lado, vimos que en el caso del seguidor no se daría la autoconciencia en
el caso de configurarse la figura del que mira sin ser mirado, que mira al otro como
objeto y no como sujeto, ante lo cual, éste no le devuelve esa mirada que le permitiría la
autoconciencia, aunque también vimos algunos casos en los que sí era posible esa
reciprocidad, ya que no siempre había un total anonimato ni reserva, como sí tiene quien
mira por el ojo de una cerradura sin ser descubierto.
Siguiendo entonces el razonamiento de los autores planteados, parecería que es
posible el logro de una conciencia de sí y del otro principalmente para el seguido, pero
no sería una verdadera autoconciencia libre, ya que siguiendo a Hegel, mantendría la
angustia de la muerte virtual y siguiendo a Sartre, sería esclavo de los juicios del
seguidor. En el caso del seguidor, no podría obtener el reconocimiento, ya que en
ningún caso podría ver al otro de otro modo que como objeto de consumo, a menos que
se dé una reciprocidad, o una respuesta que le permita sentirse mirado por él. Ambas
descripciones fenomenológicas nos han ayudado en el análisis planteado, pero creemos
que la de Sartre tiene elementos más propicios que ayudan a abarcarlo más
íntegramente, sobre todo porque la vinculación con lo visual que implica la cuestión de
la mirada, es un elemento fundamental de este tipo de relación virtual.
Finalmente, creemos que este trabajo ha sido sólo una aproximación ante la
complejidad que genera el abordaje del mundo virtual, y nos abre muchos otros
interrogantes. Por ejemplo, podríamos ahondar más en el modo de relación y
cuestionarnos acerca de la autenticidad de la misma, ya que no necesariamente lo que se
comparte condice con la realidad, en cuyo caso, el reconocimiento que se obtiene podría
considerarse también virtual. Otra pregunta podría ser acerca de la distancia que supone
la mediación tecnológica y el espacio real entre ambos sujetos o acerca de cómo afecta
al seguidor el tiempo invertido en esta relación que parecería dejarlo en su propia nada,
y muchas otras cuestiones que excederían al límite propuesto para este trabajo, y
esperamos poder abordarlas con más detalle más adelante.
8

Bibliografía:
G. W. F. HEGEL, Fenomenología del Espíritu, México, Fondo de la Cultura Económica,
1971.
J. P. SARTRE, El Ser y la Nada, Buenos Aires, Losada, 19939.
E. SANTAMARÍA DE LA PIEDRA Y R. J. MEANA PEÓN, “Redes Sociales y «Fenómeno
Influencer». Reflexiones desde una perspectiva psicológica”, en: Miscelánea
Comillas Vol. 75, N° 147, Madrid, Universidad de Comillas, 2017, pp. 443-469.
B. M. SAMPEDRO, El Fenómeno de los Influencers: Un ensayo sobre el estado actual,
Universidad de San Andrés, Buenos Aires, 2019.

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