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I. INTRODUCCIÓN
Si bien es cierto que en los albores del siglo XX siguen siendo las obras de escritores
como Galdós las más leídas, no lo es menos que muchos autores jóvenes se enfrentan
a esa literatura decimonónica y pugnan por abrirse camino en el mundo literario. Era
este un fenómeno que ya venía de unos años atrás y que obedecía al descrédito que
en todas partes había sufrido la estética realista en consonancia con la crisis más
amplia del positivismo y de la razón. Los mismos escritores realistas, como los casos de
Galdós o Clarín, también buscaron en sus textos cauces formales innovadores con los
que expresar sus nuevas preocupaciones.
1902 se convierte en una fecha crucial en nuestras letras porque ven la luz novelas
modernistas e intelectuales que marcarán a la primera generación de escritores del
siglo XX: Unamuno publica Amor y Pedagogía, Azorin La voluntad, Pío Baroja Camino
de perfección, y Valle-Inclán Sonata de otoño.
Desde que Azorín acuñara el término de Generación del 98 en 1913 para referirse a los
nuevos escritores de esta época, se extendió la distinción entre los escritores que se
refugiaban en el esteticismo como rechazo del mundo circundante, para los que se
reservó el membrete de modernistas, y aquellos como Unamuno, Baroja o el propio
Azorín, que mostraban una actitud crítica ante la realidad, defendía la idea de cambios
u adoptan un compromiso social y político explícito se reservó la denominación de
Grupo del 98. Sin embargo tal distinción no es tan evidente porque, en realidad, los
escritores de ambos grupos mantuvieron una relación personal y literaria constante y
una preocupación por la realidad española que trasladaron a sus obras sin hacer
diferencias entre unos y otros. Ya el propio Azorín en 1914 concluyó tajantemente: “Yo
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Profesora: Rosa Ortega Díaz – IES Caura
siempre he afirmado que no creía que existiera una generación del 98”. Es evidente
que las situación política y social de España agravados por los sucesos de 98
provocaron un estado general de pesimismo que marcará decisivamente el carácter de
nuestra literatura, aunque lo más relevante literariamente es que cada uno de los
autores, tanto líricos como prosistas desarrollaron una impronta personal.
Es el guía espiritual e intelectual del Grupo del 98. Filósofo, intelectual, polemista,
periodista, catedrático y Rector de la Universidad de Salamanca. La personalidad de
Unamuno es altamente peculiar. Polémico siempre, no cejó, en defensa de sus ideas,
de combatir vehementemente todo aquello que le parecía mal. Su vida fue una lucha,
una agonía (en el sentido griego de “lucha). El gusto por la contradicción y la paradoja
es una constante en Unamuno como vía para búsqueda de la verdad. Ello explica su
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A medio camino entre el ensayo y la narrativa se encuentra la obra del alicantino José
Martínez Ruiz “Azorín”. Paladín de las ideas anarquistas, abandonó su radicalismo
juvenil hasta desembocar en el conservadurismo ideológico.
Con estas técnicas sustituye el realismo decimonónico por una prosa impresionista en
la que lo característico es la sugerencia, la imprecisión, el gusto por la vaguedad y la
pincelada rápida. En su primera novela, La voluntad (1902) todavía se aprecia la huella
realista. Narra el inexplicable viaje de su protagonista, Antonio Azorín, y de su maestro
Yuste, filósofo y escritor anarquista, por un itinerario cortado continuamente por las
conversaciones de estos personajes dejando en un segundo plano la profundización
psicológica y la acción. El tema de España es constante en las conversaciones, por las
cuales el escritor da muestra de su ideología.
Tras veinte años dedicados a la labor ensayística, regresa a la novela con Don Juan
(1925) y Doña Inés (1926) en las que se difumina aun más la acción producto de la
depuración técnica. De sus obras posteriores, destacar Capricho (1942) en la que se
enfrenta lo real y lo imaginario a través de un argumento inexistente.
Su estilo es sencillo, preciso y sobrio, aunque esta sencillez encierra una profunda
elaboración por la depuración del lenguaje. Baroja es un virtuoso de la descripción
impresionista y del diálogo, así como de un humor especialmente amargo. Abundan las
frases cortas con escasa subordinación y nunca demasiadas figuras retóricas.
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Profesora: Rosa Ortega Díaz – IES Caura
- Novelas anteriores a 1912: Etapa prolífica y variada. La crítica considera que Baroja
escribe en esta época sus mejores obras: Camino de perfección (102); El árbol de la
ciencia (1911); Zalacaín el aventurero ( 1909), Las inquietudes de Shanti Andiá
(1911).
- Novelas después de 1912: Escribe desde este año novelas de diferentes estilos y
temática, entre las que señalamos Memorias de un hombre de acción, compuestas por
veintidós obras.
El hecho histórico que influye en esta generación fue la Primera Guerra Mundial. Sus
integrantes se muestran casi unánimemente partidarios del bando aliado, son en su
mayoría reformistas, decididos europeístas y defensores de la modernización social,
política y cultural de la vieja y rezagada España.
Los líderes intelectuales del movimiento, Ortega y Gasset y Eugenio D´Ors, cultivan el
género acorde a la difusión de las ideas y pensamientos, el ensayo, mientras que la
novela estará representada por Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala y Ramón Gómez
de la Serna.
los verdaderos protagonistas de sus obras. Las obras más interesantes son: Nuestro
Padre San Daniel (1921), El obispo leproso (1926).
Representante de la novela intelectual, sus obras han sido relacionadas con la técnica
del perspectivismo, que implica la bifurcación de la realidad, de los capítulos, de las
columnas de texto: posee un estilo denso, irónico, capaz de reflejar tanto lo culto
como lo popular. Comparte aspecto de todos los movimientos. Su última etapa
novelística es la más interesante, en ella se centra en los temas universales del amor,
la injusticia, la educación… Son consideradas sus mejores obras Los trabajos de
Urbano y Simona (sobre la educación sexual de un modo irónica pero muy didáctico) y
Tigre Juan (trata los tópicos del honor matrimonial y el donjuanismo).