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En los comienzos del siglo XX conviven diversas corrientes narrativas, por un lado se
siguieron cultivando el realismo y el naturalismo y por otro se desarrollan las novelas
eróticas y regeneracionistas. Surgen además nuevos ideales que se alejan de los
decimonónicos y que llegan de la mano de la Generación del 98, que inició un camino
innovador y culminó en las décadas siguientes con el Novecentismo y las vanguardias.
La decadencia en España culmina con el Desastre del 98 y esto motiva a los escritores para
analizar en profundidad el problema de España. Su actitud se aborda en tres temas. Desde
el paisaje, pues viajan por el país y lo describen, especialmente Castilla que se erige como
representante de la esencia española de la decadencia. Se interesaron por la historia del
pueblo, de los ciudadanos del día a día, también calificada por Unamuno como
intrahistoria ,y por último, por los clásicos de nuestra literatura, los temas existenciales y la
religión.
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pedagogía de Unamuno y Sonata de otoño de Valle-Inclán, se alejaron del realismo en su
búsqueda de una realidad anterior.
Pío Baroja es el novelista más destacado de los escritores del 98. Concibe la novela como
un género abierto que no se puede encorsetar en un único argumento cerrado y definitivo,
como un cajón de sastre donde cabía todo. De este modo aparecen anécdotas y
pensamientos constantes que aparentan improvisación y cierta despreocupación. A través
de sus personajes manifiesta su radical escepticismo y su hastío vital y estilísticamente
partidario de una prosa con clara voluntad antirretórica, como en Camino de perfección y El
árbol de la ciencia.
Miguel de Unamuno destacó por sus nivolas, en las que dominan los diálogos y los
monólogos interiores del personaje principal e introduce sus preocupaciones relacionadas
con el tema de España, el sentido de la vida, y la existencia de Dios, como en Niebla, San
Manuel Bueno y Mártir.
Azorín centra sus obras en pueblos, gente y paisaje de Castilla. En sus novelas la narración
se fragmenta en instantáneas que conforman capítulos deshilvanados que dispersan la
atención del lector. Su estilo de obra es sencillo, claro y preciso, utiliza frases cortas y evita
la subordinación. Sus novelas carecen de argumento y son más un pretexto para que
describa ambientes y aporte su opinión sobre él, como en La voluntad.
Ramón Pérez de Ayala creó una novela experimental, preocupada por la conciencia, en la
que incluye aspectos conscientes y subconscientes. Podemos destacar Belarmino y
Apolonio.
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características la acción, muy leve, es sustituida por múltiples situaciones, divagaciones,
sartas de greguerías, etc. El erotismo es el tema más común de este autor.